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CONSTRICCIONES MORFOLÓGICAS
SOBRE LA COORDINACIÓN*
Ignacio BOSQUE
1. INTRODUCCIÓN
* Deseo agradecer a Carlos Piera y a Margarita Suñer sus observaciones a una primera ver-
sión, algo más extensa, de este trabajo.
1
de unidades, frente a las morfológicas, ha sido postulada y debatida en nume-
rosas ocasiones. Una de las propuestas más explícitas en este sentido es la de
Chomsky (1970), que se refleja en (A):
(A) es una de las formas en que se presenta la llamada (entre otras de-
nominaciones) «hipótesis de la integridad léxica», que sostiene, como puede
verse, una independencia radical entre ambos componentes gramaticales.
Existen algunas variantes de (A). Entre ellas, unas especifican la naturaleza de
esas reglas sintácticas aludiendo explícitamente a «procesos de elisión o mo-
vimiento» (Selkirk), y otras hacen referencia al concepto de «regla transforma-
cional» (Lapointe). Puede verse un buen resumen de algunas de estas posturas
en Scalise (1984, cap. IV). La utilidad de (A) para el estudio de la coordinación
es innegable. Nos permite avanzar, en primer lugar, que no será posible coor-
dinar una parte de una palabra con un fragmento exterior a ella −como, por
poner un ejemplo, en *re[elaborar y editar] * reelaborar y reeditar− e incluso nos
permite explicar por qué el proceso léxico de formar comparativos sincréticos
no puede cruzar los límites de una estructura coordinada:
2
Ello no significa que (A) esté libre de problemas1. Sin embargo, intenta-
remos mostrar que todos los fenómenos morfosintácticos que abordaremos re-
quieren que (A) se mantenga, aunque haya de ser completado con algunas
otras generalizaciones más específicas.
1 Por ejemplo, ciertas amalgamas morfológicas no respetan (A), como en de[señor y la seño-
ra], mientras que las unidades léxicas que poseen una estructura sintagmática compleja
siempre lo hacen: *contigo y Pepe. Véase sobre esta cuestión Piera (1985).
2 Los problemas de (B) son fundamentalmente dos: El primer es el es el hecho (múltiples ve-
ces constatado) de que la coordinación heterocategorial es posible. Podemos coordinar sin-
tagmas adjetivales y preposicionales (astuto y sin escrúpulos), sintagmas nominales y oracio-
nes subordinadas (ni su nombre ni dónde encontrarlo), sintagmas adjetivales y oraciones (origi-
nal y como ya quedan pocos), sintagmas adjetivales y preposicionales (despacio y sin apetito),
sintagmas nominales y adjetivales (una buena persona pero algo raro), etc. Sobre la coordinación
heterocategorial en español, véase Rojas Nieto (1982: 19 y sigs.). (Este libro es un detallado
estudio descriptivo de la coordinación en español. No obstante, la autora se atiene estricta-
mente a los ejemplos de su corpus y, por consiguiente, no hace referencia a las posibles cons-
tricciones sobre las categorías coordinables.) Existen al menos dos formas de abordar la
3
con la naturaleza de las unidades morfológicas, lo que significa que, aunque
sus efectos hayan de ser restringidos, ha de ser mantenido en la gramática.
Por lo que respecta a (C), se ha propuesto que (B) puede muy bien cum-
plir sus funciones (Schachter 1977), puesto que existen muchas estructuras que
se excluyen simultáneamente por ambos principios.
4
poración nominal requieren un subcomponente específico dentro de la morfo-
logía léxica, o si, por el contrario, ello es innecesario si se postula un modelo,
(como, por ejemplo, el de Sadock 1985), en el que las informaciones sintácticas
y morfológicas se representan por medio de dos estructuras sintagmáticas in-
dependientes que deben satisfacer una serie de principios autónomamente es-
tablecidos. Nuestro propósito es tan sólo el de contribuir a determinar cuáles
son exactamente las generalizaciones que deben postularse en la gramática
española para explicar las construcciones coordinadas en las que intervienen
elementos clíticos, especificadores átonos y ciertas preposiciones y prefijos.
Nos interesa en particular qué clase de informaciones deben contener estas
generalizaciones y por qué algunas de ellas son más adecuadas que otras posi-
bles opciones.
5
(D) Dos verbos coordinados pueden compartir en español un pro-
nombre proclítico pero no un pronombre enclítico.
6
Las oraciones de (3) a (6) presentan cierta similitud con las estructuras
en las que una palabra relativa o interrogativa liga desde el subordinante
(COMP) dos posiciones argumentales nulas, situación que ha sido estudiada
con bastante detalle en la sintaxis inglesa. Se trata de oraciones como éstas:
Tanto en (7) como en (3a), (4a) y (5a) tenemos un elemento en una posi-
ción no argumental (la posición COMP lo es, y también la que ocupan los clíti-
cos dentro del SV) que liga dos posiciones argumentales nulas. No obstante, la
diferencia que existe entre (3a) o (4a) y (3b) o (4b) revela que no es la naturale-
za clítica del pronombre personal el factor esencial, sino la oposición entre el
estatus gramatical de los pronombres proclíticos y el de los enclíticos. Si apli-
camos (A) a (3)-(6), obtendremos resultados que a primera vista parecerán
parcialmente satisfactorios. La irregularidad de las oraciones de (b) está pre-
vista en (A), puesto que en esas oraciones coordinamos parte de una palabra
con otra unidad léxica, lo que (A) desautoriza, pero nos lleva a postular abier-
tamente que los pronombres proclíticos son palabras.
Se ha señalado muchas veces que los pronombres clíticos ocupan una
posición no del todo bien definida entre las palabras y los afijos. Sin embargo,
parece claro que los proclíticos no forman parte de la unidad léxica sobre la
que inciden, mientras que los enclíticos sí lo hacen. Ello no niega la caracteri-
zación habitual de los pronombres clíticos como una especie de «afijos verba-
les», en cuanto que carecen de acento primario, no pueden ser núcleos sintácti-
cos, no admiten modificadores ni pueden funcionar aislados y están subcate-
gorizados o seleccionados por el SV de forma parecida a lo que sucede con los
afijos (Klavans 1983 y Zwicky 1977, entre otros autores). No son estrictamente
7
afijos, sin embargo, en cuanto que se adjuntan a palabras, y no a raíces o bases
léxicas, y pueden incidir en ciertos casos sobre proyecciones verbales, y no
únicamente sobre verbos. Los procesos de cliticización constituyen, efectiva-
mente, una especie de «afijación sintagmática», pero si consideramos a los clí-
ticos estrictamente como afijos, como se propone, por ejemplo, en Zwicky
(1977), tendremos dificultades para explicar contrastes como los ya apuntados
entre prefijos y proclíticos: *re[elaborar y editar] frente a lo [leía y releía]. La gene-
ralización (A) no pierde en absoluto su utilidad si suponemos que los pro-
nombres proclíticos adquieren el estatus léxico de las palabras, y los enclíticos
sólo el de los afijos. Las propiedades que los clíticos comparten con las pala-
bras han sido ya señaladas (Klavans 1979). Su carácter átono coincide, como es
sabido, con el de no pocos especificadores nominales y adjetivales (artículos,
posesivos, ciertos auxiliares y adverbios de grado) y de él se deducen específi-
camente algunas propiedades que estudiaremos más adelante.
8
(9) Para [SV [SV intentarlo [SN__ ] comprar__ o alquilar__]].
3 Debe observarse, no obstante, que la coordinación contrasta con la composición, puesto que
es sabido que algunos morfemas derivativos se adjuntan en español a las palabras compues-
tas, y no sólo a uno de sus componentes: [[costa][rric]][ense], y no *[costa[rric[ense]]]; [[san-
cho][panc]][esco], y no *[sancho[panc[esco]]]. No existen los adjetivos *ricense ni *pancesco. Véase
Scalise (1984).
9
(10) a.
(10) b.
4Existen factores semánticos que impiden a veces que las coordinaciones permitidas por (D)
se lleven a cabo. Aunque estos factores no serán objeto de atención en este trabajo, conviene
señalar que no tenemos secuencias como *lo pensó y dijo ni *las encontré y compré. Parece que
es necesario que el conjunto que forman los verbos se interprete semánticamente como una
propiedad única, lo que, por otra parte, no es infrecuente en los procesos de coordinación.
Tampoco constituyen contraejemplos a (D) oraciones como toma y arréglalo, donde podría
hablarse de un complemento nulo de tomar cuya naturaleza queda fuera de los objetivos de
este trabajo. Véase el § 6.
10
¿Por qué no son gramaticales las oraciones de (b) y sí lo son las de (a)?;
o, dicho de otro modo, ¿cuál es exactamente la generalización apropiada que
las excluye? No es simplemente (D), puesto que (D) no diferencia entre (5a) y
(11b) o (13b). De hecho (D) no excluye estas oraciones, sino que las acepta. Pa-
ra que estas oraciones fueran gramaticales deberían ajustarse a la estructura
(10b), de forma que V’ se ramificaría desdoblándose para admitir coordinación
de dos nudos idénticos pero con flexiones distintas. Pero (10b) no existe, de
forma que estas secuencias sólo podrían ajustarse a (10a), donde el nudo FL
está más alto que CL (para nuestros propósitos es indiferente que FL sea el nú-
cleo de V’ en la proyección FL' o que lo sea de O'; lo importante es que CL esté
por encima de FL).
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salió ella? por la misma razón que lo es contestar lo elegía la pregunta ¿elegiste el
libro o la pelota?
12
(14) a. *El Ø [que elijas tú] o [que elija ella]] Coordinación de O’
13
proceso en cuestión, no deberían ser correctas secuencias impecables como la
de Juan y de Pedro. La causa de que sean gramaticales estriba, en nuestra opi-
nión, en que no existe el pronombre la de (y sí, en cambio, el pronombre la que).
El proceso es, pues, sintáctico y no propiamente morfofonológico.
¿Cómo se excluyen entonces (14a), (15b) o (l6b)? Caben, en principio,
dos soluciones. Podría pensarse que esta reestructuración ha de ser sensible al
principio de subyacencia. No podríamos tener *lo [O’ [O’ que .. ]] porque lo y que
están separados por dos nudos cíclicos. Algo similar ocurre en la oración in-
glesa I dont want to sing or to dance, donde no podríamos tener, por idéntica ra-
zón, *I don't wanna sing or to dance. Cabe, sin embargo, otra explicación, que
consistiría en acudir simplemente a la generalización (A), de forma que la irre-
gularidad de esta oración tendría una explicación similar a la de las secuencias
agramaticales de (1) y (2). Conviene recordar que (1b) y (2b) no pueden ex-
cluirse, en sentido estricto, por el principio de subyacencia, puesto que los
SSAA no figuran entre los nudos cíclicos que este principio tiene en cuenta
(SN y O' para el español).
Tampoco es correcto excluir (14a) o (16b) por la generalización (B).
Veamos por qué. Si suponemos que el que es un relativo complejo cabría pen-
sar en una estructura como (17):
(17) *[O’ [COMP’ [lo que] dijo Juan e]] o [O’ que dijo Pedro].
Pero (17) no contradice (B), puesto que en (17) coordinamos dos categorías O'.
Sería inútil restringir (B) prohibiendo la coordinación de dos nudos O’ si sólo
uno de ellos contiene una variable ligada, puesto que entonces quedarían ex-
cluidas incorrectamente oraciones como Me dijo [[que vendría Luis] y [quién le
acompañaría]].
Así pues, es (A) y no (B) el principio gramatical que excluye las secuen-
cias agramaticales de (14) a (16). Es posible que (C) y (A) confluyan en cierto
14
sentido si se reformula (C) sin hacer mención expresa de las reglas de movi-
miento (por ejemplo, sustituyendo «mover» por «afectar», como se ha pro-
puesto para otros procesos sintácticos). En tal caso, es muy posible que algu-
nos de los efectos de (C) puedan quedar subsumidos en (A).
Creemos que el considerar que los relativos complejos son el resultado
de una reestructuración léxica tiene ciertas ventajas, como la de no descartar
que sintácticamente el o la puedan ser interpretados como artículos (no entrare
mos en el caso de lo, que presenta otras complicaciones ya clásicas), y que el
constituyente que encabezan pueda ser un SN con núcleo nulo. Si ello es así,
no hay por qué suponer que en Me leí [[este libro] y [el que está allí] coordinamos
un SN con una oración, sino simplemente dos SSNN.
Existen en español otras situaciones en las que no puede darse coordi-
nación por la existencia de un proceso de reestructuración similar al que he-
mos visto. La fusión de una preposición y el subordinante que en una sola con-
junción es un proceso histórico bien conocido. Las actuales conjunciones por-
que y conque eran las antiguas combinaciones con que y por que, ya transforma-
das en conjunciones antes de que se diera la fusión gráfica. La antigua conjun-
ción desque se formó por un proceso análogo. Aun así es frecuente analizar sin-
crónicamente las subordinadas causales como SSPP en los que el término de la
preposición lo constituye una oración. Ello explica que en Porque tú lo sabías
podamos tener Por eso, donde no hay conjunción causal alguna.
Creemos que existe un proceso de reestructuración léxica similar al que
hemos descrito más arriba, que interpreta la combinación «prep. + que» como
una conjunción. La agramaticalidad de (18a) se explica por la misma razón que
la de (14a):
15
No es la cohesión gráfica el factor esencial que excluye (18a). La prueba
más clara de que no lo es la encontramos al comprobar que toda la tradicio-
nalmente llamada «subordinación circunstancial» está sujeta al mismo proceso
de recategorización de SSPP en oraciones:
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qué la evolución histórica de la lengua formó las conjunciones porque, conque o
desque (actual desde que), mientras que nunca han existido las conjunciones
*deque, *aque ni *enque (todo ello, pasando por alto la relativa imprevisibilidad
de los cambios históricos)5
La generalización (F) sirve de recapitulación:
Al parecer, el francés no se comporta igual, según se deduce de los datos que presenta Lo-
rian (1978: 347-348).
17
4. COORDINACIÓN Y APÓCOPE
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cuatro Ø). Así pues, podemos considerar la siguiente generalización, que no
menciona ningún proceso de apócope:
b. *Me o te miró.
19
Es decir, en (22a) no podemos tener *[tan Ø] o [más difícil] porque lo im-
piden (G) y (H), ni tampoco *[tan o más] [difícil], porque lo impiden (G) y (E), ni
tampoco [tan] o [más difícil] porque lo impide (B). La secuencia queda descar-
tada porque cada una de las segmentaciones posibles está excluida por alguna
generalización independiente. El resto de las secuencias de (22) se excluyen de
forma análoga. En el caso de (22d) debe señalarse que este sintagma supera la
condición (B), pero no supera (E) al estar sujeto a (G).
Nótese que *[[tanto o más] difícil] no supera (B), mientras que [[tanto] o
[más difícil] no resulta excluida por ninguna de las generalizaciones propues-
tas. (22a) superaría (B) si se analiza en la forma [*tan o más] [difícil], pero, como
ya hemos señalado, no supera (E), puesto que está sujeto a (G).
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para este trabajo); (E) ha de mantenerse, o quizá mejor deducirse de la natura-
leza misma de las unidades morfológicas, y lo mismo cabe decir de (H) y tam-
bién de (G). En este último apartado consideraremos una clase aparente de
contraejemplos a (A), y trataremos de mostrar que, analizados correctamente,
no afectan en absoluto a dicha generalización.
La existencia de secuencias como (23) y (24) ha sido observada por va-
rios autores:
Los ejemplos (23a y b) son nuestros; (23c) es casi idéntico a los ejemplos
que presenta Scalise (1984: 75), y el resto han sido extraídos por González Ollé
(1979: 156), que recoge una lista mucho más larga de ejemplos tomados de un
amplio conjunto de autores literarios. El que estos ejemplos se ajusten o no a
(A) dependerá, lógicamente, del análisis que se haga de ellos. Consideremos
los siguientes análisis de (23a): (p = prefijo; p' = complejo prefijal; A = adjetivo;
A' = complejo adjetival):
21
De estos tres análisis, (25b) es el primero que debe ser descartado, ya
que constituye una clara violación de (B). (25a) supondría una violación de
(A). No obstante, Quirk y otros (1985: 632) defienden explícitamente este análi-
sis para ejemplos ingleses como The patient was carefully observed in the pre and
post- operative phase of treatment. Nosotros proponemos que (25a) es un análisis
incorrecto, y que es preferible optar por (25c), donde coordinamos dos adjeti-
vos, uno de los cuales posee un núcleo nulo que se interpreta catafóricamente.
6 Un razonamiento análogo podría sugerir que es preferible [con Ø] o [sin su permiso] a [con o
sin] [su permiso], puesto que tenemos con y también sin su permiso. No obstante, la coordina-
ción de preposiciones plantea problemas especiales, y no deseamos proponer abiertamente
que no existe y que ha de ser sustituida por la coordinación de SSPP uno de los cuales posee
una categoría vacía corno término de la preposición.
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de intensidad, frente al principio general del acento único». La Academia con-
sidera -mente como palabra, por lo que respecta a las normas de acentuación.
Por otra parte, el origen nominal de -mente es bien conocido, como también lo
es su (relativamente) reciente pérdida de la autonomía gráfica, así como su ca-
pacidad (vedada a cualquier sufijo) de admitir encabalgamientos en poesía 7.
Es lógico suponer, por tanto, que Ø siempre es el núcleo en estructuras como
(25c).
7'Todos estos argumentos nos llevan en este punto a una conclusión contraria a la de Scalise
(1984: 104), para que (al menos en italiano) -mente tiene simplemente el estatus de afijo. Si
nuestra propuesta de que existen núcleos morfológicos nulos es correcta, es natural la conse-
cuencia de que no existan afijos vacíos. A ello se debe añadir que hechos como los de (26) –
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dos en el caso de -mente. La categoría adjetival nula no puede estar ligada más
allá del límite que impone ese constituyente. La oración (26b) es agramatical
precisamente porque ese límite se ha sobrepasado:
más adelante− resultan incompatibles con la propuesta de que -mente es un simple afijo.
24
riación afecta, pues, a la forma en que el núcleo nulo está ligado, pero no a la
forma en que está regido8.
En resumen, el fenómeno gramatical que ilustran (23) y (24), y otras se-
cuencias similares, no debe ser interpretado como prueba de una inexistente
coordinación de dos fragmentos de una palabra, sino, por el contrario, como
muestra de que pueden postularse en la morfología principios análogos a los
que regulan la distribución de las categorías vacías en la sintaxis.
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el prefijo esté lexicalizado (es decir, que no se perciba como tal), para que sea imposible una
categoría vacía en la posición señalada. Es claro en este sentido el contraste entre bi-Ø o cua-
trimotor y *bi-0 o motocicleta.
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