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RESUMEN
Este artículo postula la conveniencia de incorporar a nuestro sistema de derecho el
acto jurídico inexistente como una categoría jurídica propia dentro del campo de las
nulidades, que actualmente solo se circunscribe a los actos nulos y anulables; una
de las razones es que las llamadas “nulidades virtuales” son, en realidad, actos
inexistentes, y no tiene mayor sentido pretender que el remedio para tales actos sea
la declaración de nulidad de los mismos, desde que el acto inexistente no requiere
ser declarado como tal para no ser tomado en cuenta por el sistema. Por esa misma
razón, al inexistir en el plano jurídico, tampoco puede ser convalidado por el
transcurso del tiempo, a diferencia de los actos nulos y anulables; estos últimos, y
de manera distinta los nulos, se convalidan con la prescripción extintiva de la acción
declarativa de su nulidad. Tampoco el solo transcurso del tiempo hace que pueda
adquirirse algún derecho a través de este tipo de acto (prescripción adquisitiva, por
ejemplo), porque si no existe no puede producir efecto alguno.
ABSTRACT
This article postulates the convenience of incorporating into our legal system the
non-existent legal act as a legal category within the field of nullities, which currently
only circumscribes null and voidable acts; one of the reasons is that the so-called
"virtual nullities" are, in fact, nonexistent acts, and it makes no more sense to claim
that the remedy for such acts is the declaration of nullity thereof, since the non-
existent act does not need to be declared as such to not be taken into account by
the system. For that same reason, since it does not exist legally, it cannot be
validated by the passage of time, unlike null and voidable acts; the latter, and in a
different way the null, are validated with the extinctive prescription of the declaratory
action of its nullity.
Esto, sin embargo, no es así en el mundo del derecho, porque los actos del
hombre no son necesariamente iurisgénicos, es decir, no toda actividad
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humana tiene relevancia en el plano jurídico. El acto jurídico, por ejemplo,
que se define como un acto voluntario y lícito destinado a crear, regular,
modificar o extinguir relaciones jurídicas, es seguramente el hecho voluntario
del hombre que tiene mayor relevancia en el mundo del derecho, porque es
la forma en que la persona se vincula jurídicamente de manera voluntaria con
los demás. Desde luego, hay otros vínculos jurídicos que la persona crea
involuntariamente (o aún contra su voluntad, la mayoría de los cuales tienen
su origen en la ley), tales como los que nacen de actos ilícitos en general, de
los que se derivan responsabilidades para la persona: por ejemplo, un
accidente vehicular vincula jurídicamente al autor del daño con la víctima del
mismo a través de una acción de daños y perjuicios; el que delinque se
vincula con la sociedad en general, y también con la víctima en particular, a
través de su responsabilidad penal, que lo sujeta a una pena que le impone
el Estado y a una reparación civil a favor del propio Estado y de la víctima;
etc.
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INEXISTENTE” me referí a la nulidad como una causa de invalidez del acto
jurídico (la otra es la anulabilidad y, juntas, forman una categoría jurídica
propia denominada “invalidez” que, a su vez, encaja en una categoría más
general que es la denominada “ineficacia” en sentido lato e “ineficacia
estructural” en el restricto sentido que atañe a su invalidez desde el origen) y
señalé que a diferencia de las nulidades “expresas” (contempladas en el art.
219 del Código Civil y en el art. V del Título Preliminar del mismo código), las
nulidades “virtuales” son aquellas que se deducen o infieren del texto legal,
comúnmente por interpretación a contrario, por lo que el proceso de
subsunción del hecho a la norma presenta mayores dificultades que en los
casos de nulidades expresas (en las que la subsunción del hecho a la norma
legal aplicable es mucho más sencillo, porque la propia norma se encarga de
señalarlo); así, el ejemplo clásico de nulidad virtual es del matrimonio entre
personas del mismo sexo, que es nulo porque, si bien no hay norma que así
lo declare, se deduce del art. 234 del Código Civil, que define al matrimonio
como la unión de un varón con una mujer. De esta manera, el matrimonio
entre personas de un mismo sexo es considerado, en nuestro sistema, como
un acto nulo, aunque lo cierto es que se trata de un acto inexistente que, si
bien puede existir en el mundo de lo real (de lo percibido), no existe en el
plano jurídico. A diferencia de la invalidez, que requiere de una declaración
de tal (de su nulidad), la inexistencia se produce de pleno derecho y, por lo
tanto, no es necesaria una resolución que invalide el acto para privarlo de sus
efectos pues, en puridad, no hay acto alguno que invalidar pues nunca existió
como tal en el plano jurídico, aunque sí en el plano material, pues su
existencia en este último es necesaria para llegar a inexistir en el mundus
iuridicus. Pero como nuestra legislación no reconoce el acto jurídico
inexistente como una categoría jurídica independiente de la nulidad, los
jueces se ven precisados declarar nulo el acto que, en el plano jurídico, es,
en verdad, inexistente.
También señalé en ese artículo que la teoría del acto inexistente fue
introducida en el derecho moderno por el jurista alemán Karl Zachariae en el
siglo XIX que se propuso ampliar el campo de las nulidades mediante la
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doctrina de los actos jurídicos inexistentes; la idea es que la inexistencia
opere de pleno derecho, sin que el acto jurídico tenga existencia jurídica en
el plano jurídico (aunque sí debe tenerla en el plano material), pero cuidando
que sus alcances se limiten a la sanción que tienen los actos celebrados con
omisión de uno de los requisitos exigidos para su existencia jurídica (no para
su validez, que es una segunda etapa en el desarrollo del acto jurídico hacia
la consecución de su finalidad propia, un posterius).
Charles Aubry y Charles Rau, juristas franceses del siglo XIX y discípulos del
Zacharie, desarrollaron la teoría a partir del art. 146 del Code y,
posteriormente, Julien Bonnecasse, jurista francés que vivió hasta la primera
mitad del siglo pasado, elaboró una teoría sobre la invalidez de los actos
jurídicos con eje en los actos inexistentes, a la que vamos a referirnos más
adelante, cuando examinemos su receptación en el derecho ecuatoriano.
Para graficar mejor lo que intento decir cito a Miguel Ángel Pérez
Caruajulca, quien comentando el VIII Pleno casatorio civil (¿En qué se
diferencian la nulidad y la ineficacia en sentido estricto?) y particularmente
con respecto a la existencia del contrato como negocio jurídico patrimonial,
dice lo siguiente: “… para decir que un contrato –negocio jurídico por
antonomasia– existe en la realidad, tienen que presentarse conjuntamente
todos aquellos elementos que lo estructuran y que nos permitan identificar
jurídicamente que estamos frente a un auténtico acuerdo patrimonial” (las
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partes, el acuerdo, el objeto, la causa y, en ciertos casos, la formalidad). Y
continúa así: “De esta manera, si en un determinado hecho de la realidad
aparecen conjuntamente estos elementos estructurales podemos decir
entonces que estamos frente a un contrato que existe; contrariamente, ante
la ausencia de alguno de ellos, diremos pues que el contrato no existe como
tal, en cuanto no ha logrado completar su formación”.
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es manifiesta, aunque el proceso no verse sobre la nulidad del acto), en el
caso de actos anulables sólo la parte afectada puede accionar para que se
declare su nulidad (art. 222 CC.).
En general, todo acto que no reúna los elementos esenciales que lo definen
en cada caso, no produce efecto alguno (en sentido lato) como acto jurídico;
en suma, el acto no existe en el plano jurídico. Ejemplos de esos actos
inexistentes (siempre en el plano jurídico) son la compraventa donde no hay
cosa vendida o no hay precio pactado; el alquiler donde no hay renta
convenida o no hay obligación de entregar la cosa al locatario; el testamento
donde no se nombra herederos ni legatarios; el mutuo, donde no se consigna
la cosa mutuada, etc. No es que el acto esté viciado y pueda ser anulado:
simplemente es que no existe para el mundus iuridicus.
La teoría del acto (jurídico) inexistente, en palabras del jurista argentino V.R.
Guarinoni, “…está íntimamente relacionada con la institución del matrimonio.
La idea de distinguir entre nulidad e inexistencia ya estaba instalada en el
Derecho Canónico, a través de la distinción entre matrimonium nullum y
matrimonium non existens. El fundamento era que el consentimiento era
parte esencial del acto, por lo que su falta hacía que el matrimonio no fuera
nulo sino solo aparentemente existente” (“De lo que no hay – La inexistencia
jurídica”).
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IV. 2.- LOS ARGUMENTOS EN CONTRA Y A FAVOR
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dos personas del mismo sexo (que, por ahora, no es reconocido en nuestra
ley positiva) tal “matrimonio” no existe y, consecuentemente, no puede
producir efecto alguno ni tampoco beneficiarse con los efectos de la
prescripción, pues no le corre: el transcurso del tiempo no pude tornar en
existente un acto que jamás existió en el plano jurídico.
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agregado la solemnidad como una forma específica sin la cual el acto no
surge en el mundo jurídico. El artículo 2224 del mismo código, contiene las
características de la inexistencia, las mismas que se desprenden de la teoría
elaborada por Bonnecase. Explica este autor que la inexistencia del acto
jurídico presupone la falta de los elementos esenciales u orgánicos
indispensables para que dicho acto esté dotado de vida jurídica. Tales
elementos, continúa, son de dos tipos: subjetivos o psicológicos (voluntad) y
objetivos o materiales (objeto y solemnidad). Las características de esta
figura son: el acto afectado por ella no produce efecto alguno; no puede
convalidarse; puede hacerse valer por cualquier interesado, y no necesita
declararse judicialmente. Añade Bonecasse que los efectos que pudiere
producir un acto inexistente son meros hechos materiales y no efectos
jurídicos.
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de las nulidades. En el Derecho Canónico existe una distinción entre
matrimonium nullum y matrimonium non existens. Se explica puesto que,
siendo que el consentimiento era la parte esencial del acto jurídico, su
ausencia hacía que el matrimonio no fuera nulo, sino inexistente, por ejemplo,
el matrimonio contraído por una persona demente. Zachariae propone una
diferencia entre la falta de consentimiento y el consentimiento viciado, y
sostiene que el matrimonio no existe ni en apariencia cuando no hay
consentimiento.
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13) El acto de objeto materialmente imposible. Art. 953, C. C.
14) Acto que carece de objeto. Art. 953, C. C.
15) Contrato que tuviese por objeto la entrega de cosas como existentes;
cuando éstas aún no existan o hubieran dejado de existir. Art.
1172, C. C.
José María López Olaciregui, jurista argentino reconocido por sus aportes al
tema de la nulidad de los actos jurídicos, toma del jurista italiano Luigi Cariota
Ferrara la distinción entre inexistencia y nulidad, señalando que es válida en
derecho positivo. La inexistencia se configura cuando faltan los elementos
que supone la naturaleza del acto, de modo que es inconcebible que la
realidad sucedida sea un negocio jurídico. La diferencia práctica entre ambas
categorías radica en que el acto nulo, aunque no produzca sus efectos
propios, puede producir otros, indirectos o menores, lo que no ocurrirá con el
acto inexistente.
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En una tesis titulada “LA INEXISTENCIA DE LOS ACTOS
ADMINISTRATIVOS EN COLOMBIA”, su autora, Paula Alejandra Suárez
Cubillos, dice con respecto al acto administrativo inexistente “La existencia
del acto administrativo está íntimamente relacionada con la manifestación de
la voluntad de la administración materializada en una decisión, es decir,
desde el momento que es emitido por la autoridad administrativa verbigracia
la presunción de legalidad lleva envuelta su facultad de producir efectos
jurídicos. Por otro lado, el acto jurídico interviene una o varias voluntades con
el objeto de producir efectos de derecho, tienen en común que es necesaria
una voluntad para que se produzcan, sin embargo su distinción fundamental
es la presunción que caracteriza a los actos de la administración”.
Otros casos son los derechos adquiridos fuera del país del domicilio de la
persona, que normalmente son regidos por la ley del lugar donde se han
verificado (locus regit actum), pero pueden no ser susceptibles de ejecución
en otro país respecto de los bienes situados en el territorio de este último; tal
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es el caso de nuestro país, donde el art. 2088 del Código Civil establece que
“La constitución, contenido y extinción de los derechos reales sobre bienes
corporales se rigen por la ley de su situación, al momento de constituirse el
derecho real”. Es decir, si constituyo un derecho real en el extranjero respecto
de bienes ubicado en el país (me refiero al Perú), y ese acto no se acomoda
a lo que establece la ley peruana al respecto, tal debe tenerse por inexistente,
no por inválido.
V.- CONCLUSIONES
V. 5.- Tampoco puede invocarse la prescripción adquisitiva a partir del acto ya que
éste no produce efecto alguno con el discurrir del tiempo: no se puede adquirir
derechos derivados de un acto que no existe en el plano jurídico.
V. 6.- El acto inexistente, que como hemos visto (supra: III.1) no pasa el primer filtro
en el desarrollo del acto jurídico, que es el de su existencia, no puede jamás
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ser considerado como inválido, que es el segundo filtro del acto jurídico, que
requiere que el acto exista previamente (en el plano jurídico, se
sobreentiende) para ser considerado como inválido.
V. 7.- Algunos ejemplos de los efectos del acto jurídico inexistente son los
siguientes:
Hay mucho más por decir respecto del acto jurídico inexistente, pero este artículo
es una breve aproximación al mismo y no un trabajo acabado sobre la teoría del
acto jurídico inexistente.
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