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A juicio de los autores, la incorporación del asesinato por codicia en el artículo 108
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del CP origina una redundancia legislativa, así como problemas de indeterminación
normativa con relación al ya existente delito de asesinato por lucro. Peor aún, di-
cha incorporación es expresión de un Derecho Penal de autor, donde la pena se da
en función no al hecho delictivo cometido, sino a las cualidades personales del suje-
to y al peligro que este representa para la sociedad, lo cual atenta contra el princi-
pio de culpabilidad.
* Coordinador general del Taller de “Derecho Penal Económico y de la Empresa” de la Universidad Nacional Ma-
yor de San Marcos.
** Becaria de la Philipps Marburg Universität. Ayudante de cátedra del curso de Derecho Penal I. Parte general en
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
1 QUERALT JIMÉNEZ, Joan. Derecho Penal español. Parte especial. 4ª edición, Atelier, Barcelona, 2004, p. 7.
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del artículo 108 del Código Penal, junto a la o asesinato por mandato3; mientras que se
ferocidad, el lucro y el placer. considera casos atípicos los llamados homi-
cidios “por codicia”.
La razón principal del legislador peruano al
incorporar esta cualificante es la supuesta in- Así también lo señala el legislador nacional
capacidad de la agravante de lucro para abar- en la exposición de motivos del Proyecto de
car distintas conductas delictivas, diferentes Ley N° 1194-2011-CR, que propuso incor-
a las del sicariato, lo cual habría sido demos- porar a la codicia como circunstancia cua-
trado por los operadores judiciales, quienes lificante del homicidio4. Para ello, señaló
sancionaban hechos por homicidio simple expresamente la situación de impunidad que
“al no existir dinero tangible y mensurable generaba la no inclusión de la codicia –que
de por medio”2. frente al lucro tendría un objeto mucho más
indeterminado–, puesto que, a su entender,
En ese sentido, como punto de partida, el con el lucro solo se estaba cualificado el ase-
siguiente artículo buscará responder si las sinato en razón del sicariato y no de una serie
razones de nuestro legislador (insuficiencia de otros beneficios que se obtenían con la
del lucro para abarcar los hechos delictivos muerte, como matar para recibir una heren-
mencionados) son correctas o tienen susten- cia e, inclusive, títulos honoríficos.
to en la doctrina. Sin embargo, resuelto ello,
nos proponemos analizar la legitimidad del El asesinato por codicia en tales considera-
Estado para agravar ciertas figuras típicas ciones vendría a ser un homicidio distinto del
por razón de un supuesto incremento de la que se hace por razón de precio, recompen-
culpabilidad. sa o promesa remuneratoria. Esta diferen-
ciación la consideramos equívoca, pues no
II. Lucro y codicia atiende a las observaciones que desde diver-
sos puntos de vista (sistemáticos, semánticos
En la doctrina –aparentemente mayoritaria– e históricos) se ha hecho al lucro, y tampoco
existe una identificación de la circunstan- analiza qué consecuencias ocasionaría la in-
cia cualificante “por lucro” con el sicariato clusión de la codicia.
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lucro”9 o “ánimo de lucro”10. Esto traerá im- es sostenible por la amplitud del término en
portantes consecuencias de carácter dogmá- caso se acepte un sentido lato del término,
tico, que desarrollaremos más adelante. la primera restricción que se hace no es con-
forme al significado común de la expresión
De igual manera, nos ayudará entender la “por lucro”15, afectando los principios de
codicia analizar las fuentes históricas del interpretación penal, que exigen que esta se
asesinato por lucro en nuestra legislación11. haga dentro de lo que el texto de la ley lo
Así, según el profesor Hurtado Pozo12, la permita16. De esta manera, como señala Cas-
incorporación del homicidio por lucro en tillo Alva, la doctrina penal nacional prefirió
nuestra legislación, a través del artículo 152 la dogmática y legislación foránea frente al
del Código Penal de Maúrtua de 1924, tiene propio texto de la ley que comenta17.
como fuente el artículo 103 del Anteproyec-
to suizo de 1916, el cual recogía el término Consideramos, siguiendo a Hurtado Pozo
francés cupidité. Nuestro Código, al traducir y a Castillo Alva, que sería adecuado inter-
este término al castellano, empleó la expre- pretar hermenéuticamente el asesinato por
sión “lucro”. Ello evidentemente para darle lucro no como la sola punición del sicariato
otro sentido al de la regulación española13 y (interpretación injustificadamente estricta),
argentina de la época, que consideraban al sino también como la punición de conduc-
precio o recompensa como circunstancias tas agravadas por la motivación del agente
cualificantes del homicidio en vez del lucro. (el clásico ejemplo del que mata para ser he-
redero único), pero restringiendo su alcance
Es posteriormente que la doctrina nacio- al provecho de carácter “económico”, ya que
nal –siguiendo a la doctrina argentina (por aceptar cualquier estímulo (en vista de que
ejemplo, Raúl Peña Cabrera y Silfredo Hugo ningún delito se realiza sin móvil18) sería
Vizcardo)– identificó al lucro con los casos extender exorbitantemente el tipo19, incluso
de sicariato, e interpretó que el lucro debía más lejos de lo que el legislador histórico
entenderse siempre como beneficio econó- quiso al tomar la fuente suiza, que conside-
mico14. Sin embargo, mientras lo segundo ró esta última interpretación del beneficio
9 Así, VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. Ob. cit., p. 289, trata como sinónimos la codicia con el deseo de lu-
cro, por ejemplo.
10 CREUS, Carlos. Derecho Penal. Parte especial. Tomo 1, 6ª edición, Astrea, 1998, p. 29.
11 Se considera que el origen histórico del asesinato se encuentra en el Derecho germano; véase HURTADO POZO,
José. Ob. cit., p. 47.
12 HURTADO POZO, José. Ob. cit., p. 54.
13 En el mismo sentido, CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., pp. 167-168, hace alusión a la distanciación que
hizo el legislador patrio de la época respecto a la legislación española.
14 GÁLVEZ VILLEGAS, Tomás Aladino y ROJAS LEÓN, Ricardo César. Ob. cit., p. 408-409. HUGO VIZCAR-
DO, Silfredo. Ob. cit., pp. 104-105.
15 HURTADO POZO, José. Ob. cit., pp. 54-55.
16 CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., p. 169.
17 Ídem.
18 Del mismo parecer, CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., p. 165, siguiendo a Soler.
19 De este parecer en la doctrina nacional: CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. cit., pp. 168-169; y en España: BAJO
FERNÁNDEZ, Miguel. “Ánimo de lucro y ánimo de hacerse de pago”. En: Anuario de Derecho Penal y Cien-
cias Penales. Tomo XXVIII, Fascículo III, setiembre-diciembre, Madrid, 1975, p. 359.
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siempre en relación cercana con la expresión (representación del resultado último que el
“codicia”20. agente desea alcanzar) que móvil (fenómeno
psíquico de naturaleza afectiva que incita a
Tras lo señalado podemos apreciar que la realizar una acción concreta).
incorporación de la codicia, que según la ex-
posición de motivos surgía por un vacío de Al respecto Castillo Alva –siguiendo a Gui-
punibilidad respecto de las circunstancias en seppe Maggiore y a Guiseppe Bettiol– indi-
las cuales el agente “se motivaba a sí mis- ca: “El motivo siempre es personal e indivi-
mo”, era innecesaria, constituyendo un pro- dual y se encuentra en la voluntad del agente
blema de lege lata, mas no de lege ferenda, preordenándola; mientras que el fin es la
ya que no hay razón alguna para que no se meta o el objetivo, a donde la voluntad se
entiendan contenidos los casos de automoti- dirige y trata de alcanzar. Toda acción tiene
vación en la expresión “por lucro”. una finalidad y un motivo, siendo este el an-
tecedente psíquico de aquel o el precedente
Por otro lado, debe quedar claro que las ex- causal de naturaleza psicológica”26.
presiones referidas al precio, recompensa o
promesa de otras legislaciones no se pueden Como ya advertíamos, tras un análisis se-
equiparar al lucro tipificado en nuestro Códi- mántico, los términos codicia y lucro obe-
go –como equivocadamente lo consideró esta decen a distintos planos, que a nuestra con-
vez el legislador–. Así, apunta Castillo Alva sideración están íntimamente relacionados.
que los primeros serían solo objetos específi- Uno es una motivación, mientras el otro es
cos del lucro21. Y en cuanto a la expresión “co- un objeto. Pero distinto es el caso del “móvil
dicia” que se encuentra presente en la legis- de lucro”. Este móvil –conforme a autores
lación argentina, hemos de apreciar –si bien como Hurtado Pozo, Villavicencio Terre-
advirtiendo las diferencias de orden legislati- ros, Castillo Alva, Carlos Creus y Edgardo
vo22– que se la ha considerado equivalente a Donna– relacionado al homicidio se entiende
la expresión “móvil de lucro”23, como indica como codicia. Nosotros compartimos dicho
Donna: “mata, y su acción entra en la agra- parecer, aunque agregando que por sí solo
vante [codicia], quien lo hace con el fin de te- el móvil de lucro no significa codicia y es
ner una ganancia apreciable de dinero (...)”24. más bien en relación con el homicidio que
expresaría la connotación de afán “excesi-
Como mencionamos, una cosa es decir “lu- vo” –según la Real Academia Española– o
cro” y otra “motivo o móvil de lucro”. Hur- desordenado, exagerado27 o desmesurado
tado Pozo25 señalaba que no es lo mismo fin –según la doctrina28–.
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Claro está que caben homicidios excepcio- Marco Antonio Terragni31 indica: “Esa am-
nales que no responden a la codicia como bición, sórdidamente alimentada y satisfe-
móvil determinante y en los cuales el lucro cha de forma tan cruel, pone de manifiesto
solo sería una finalidad a obtener, supuestos un espíritu sórdido que no merece ninguna
donde no se daría la cualificante de móvil de benevolencia (...)”.
lucro o codicia. Por lo dicho hasta aquí, la
coexistencia del móvil de lucro y codicia ha- Para Gálvez Villegas32, la codicia implica un
cen superflua, pero además contraproducen- comportamiento generalizado y habitual de
te, la tipificación de esta última. parte del individuo, frente al lucro que se re-
fiere únicamente a una determinada acción.
Ahora bien, corresponde profundizar en cuál
es el contenido de la codicia. ¿Este tipo san- O como indica Hurtado Pozo: “mediante el
ciona la personalidad del agente expresada homicidio motivado por codicia el homicida
por el asesinato o un efecto adicional que revelaría su peculiar personalidad33.
causaría la codicia en el homicidio?
Con esto queda claro que la codicia se refiere
La codicia o afán de riquezas, como indicara exclusivamente a la personalidad del agente,
Juan H. Sproviero29, responde a una faceta a como aquella influye en su proceso de mo-
del agente caracterizada por su proclividad tivación; lo cual refleja un Derecho Penal de
al lucro. “Esa proclividad indicadora de una autor34 de vertientes incluso positivistas, que
faceta o peculiaridad del homicida, debe veían al agente como sujeto especialmente
acreditarse en el hecho mismo, donde que- peligroso35 36, o también un Derecho Penal
da patentizada esa característica que hace al moralizador, tal como anota Morales Prats37.
propio espíritu (...)”.
Para Carlos Creus: “Los autores han tratado
Edgardo Donna, citando a Núñez, indica que de distinguirla [la codicia] del simple ánimo
la “codicia” se refiere a una característica es- de lucro, indicando que este se agota en la
piritual del autor30. finalidad de obtener un beneficio económico,
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52 BAJO FERNÁNDEZ, Miguel y PEÑARANDA RAMOS, Enrique. Compendio de Derecho Penal. Parte espe-
cial. Volumen I, Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, p. 212.
53 QUINTERO OLIVARES, Gonzalo y MORALES PRATS, Fermín. Ob. cit., p. 44.
54 Ídem.
55 BACIGALUPO, Enrique. Manual de Derecho Penal. Parte general. Temis, Bogotá, 1996, p. 83.
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56 ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte general. Tomo I, Civitas, Madrid, 1997, p. 179.
57 SCHULMAN, Daniel. Peligrosidad y Derecho Penal de autor. Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
2012, p. 268. Disponible en: <http://www.aacademica.com/000-072/65.pdf>.
58 ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 99.
59 FREUND, Georg. Hechos postdelictivos y sistema de individualización de la pena. Universidad del País Vasco,
País Vasco, 2009, p. 37.
60 ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 100.
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A través de la vinculación de la pena al prin- Para Zaffaroni, la peor expresión del Dere-
cipio de culpabilidad también se eliminan las cho Penal máximo es el Derecho Penal de
objeciones que parten del hecho de que me- autor63, pues reprimir la personalidad es,
diante la persecución de fines preventivos se además de contraproducente y contrario a
trata al particular como “medio para el fin” y un Derecho Penal liberal y que se precie de
se le perjudica así en su dignidad como per- “moderno”, claramente violatorio de la le-
sona61. El sujeto no puede ser visto como ob- galidad que surge de nuestras constituciones
jeto para satisfacer los fines preventivos del nacionales, y los pactos internacionales, ya
Estado, sino que solo deberá responder por que vulnera todos sus principios fundamen-
lo que le corresponda respecto a la responsa- tales empezando por su principio vertebral
bilidad de su hecho cometido. de la dignidad humana y prosiguiendo con
los derechos fundamentales de la intimidad
En esa línea, Baratta agrega que no es po- personal, libertad de conciencia y libre de-
sible hacer derivar responsabilidad penal sarrollo de la personalidad. El Derecho Pe-
alguna de las características personales del nal de autor viola frontalmente la dignidad
imputado subsumibles en un tipo de autor, humana64.
sino únicamente de las características del
comportamiento que puedan ser subsumi- Los puntos de vista del Derecho Penal de he-
bles en un tipo de delito previsto por la ley cho –aquellos que ven en el delito la infrac-
e imputable a un acto voluntario, del cual el ción de deberes ético-sociales representado
autor haya sido capaz de entender su sentido por la lesión de un bien jurídico– no garanti-
social. En particular, ninguna consecuencia zan, pero permiten desarrollar los principios
penal, en sentido estricto, así como ninguna del Derecho Penal liberal. Por el contrario, el
medida que implique internación coactiva, Derecho Penal de autor, sobre todo en la for-
puede derivarse, en sustitución o en con- ma en que fue concebido por Erik Wolf65 y
currencia con la realización de una figura otros autores, pone seriamente en peligro los
delictiva, de la “peligrosidad social” de un principios del Derecho Penal liberal, cuando
sujeto62. no los anula66.
61 Ibídem, p. 102.
62 BARATTA, Alessandro. “Principios de Derecho Penal mínimo”. En: Criminología y sistema penal (Compila-
ción in memóriam). B de F, Buenos Aires, 2004, p. 318.
63 Sin embargo, no se trata tampoco de caer en la radicalización del Derecho Penal de acto, pues se daría el caso en
que “una persona pobre puede sentirse tentada de apoderarse de algo de escaso valor pero que no puede comprar,
y una rica puede omitir el pago de una indemnización por muerte en accidente de trabajo, especulando con los
intereses que puede percibir de ese dinero: aunque más aberrante es la motivación de la segunda, solo se crimi-
naliza a la primera. Se impone concluir que, en un Derecho Penal de acto puro, no existen elementos que permi-
tan distinguir los conflictos criminalizados de los que no lo son, salvo por la criminalización misma. Esto plan-
tea un serio problema político, porque otorga a las agencias políticas la potestad de criminalizar prácticamente
cualquier conflicto, lo que implica que estas pueden ampliar ilimitadamente el ámbito de la materia criminaliza-
da y, con ello, fortalecer de igual modo el poder de vigilancia y selección de las agencias policiales, provocando
de esta manera la liquidación del Estado de Derecho; ZAFFARONI, Eugenio. Tratado de Derecho Penal. Parte
general, p. 68.
64 SCHULMAN, Daniel. Ob. cit., p. 268.
65 Vease: WOLF, Erik. “Sobre la esencia del autor”. En: Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología. Dis-
ponible en: <http://criminet.ugr.es/recpc/10/recpc10-r4.pdf>.
66 BACIGALUPO, Enrique. Ob. cit., p. 11.
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Por ello, el uso que hace el legislador en Hoy en día algunos autores, como Zaffaroni,
la exposición de motivos del proyecto de sostienen que si bien un Derecho Penal de
ley, de características personales, tal como autor, y con ello una culpabilidad de autor,
la peligrosidad del agente, para justificar la es inconstitucional, ello no impide69 que la
agravante de codicia, “resulta inconstitucio- personalidad del sujeto deba ser tomada en
nal, pues se está aplicando una sanción en consideración al momento de medir la repro-
razón de las características personales y no chabilidad del injusto, considerando el grado
en virtud de un hecho realizado, con lo cual de autodeterminación que ha tenido el sujeto
se está ante un Derecho Penal de autor y no al momento de cometer el hecho ilícito. Así,
frente a un Derecho Penal del hecho67”, lo el sujeto codicioso, que revela una persona-
cual viola los principios del Estado de Dere- lidad inhumana dispuesta a matar por conse-
cho y con ello los principios garantistas del guir un beneficio económico, demuestra una
Derecho Penal, tales como el de legalidad y autodeterminación menor para dejarse mo-
culpabilidad. tivar por la norma a comparación de quien
no es codicioso; por ello el reproche que
IV. La personalidad del sujeto en la debe recibir también debe ser menor. Así, “el
culpabilidad de acto ámbito de autodeterminación se valora te-
niendo en cuenta las circunstancias, pero las
mismas características de personalidad del
Hemos mencionado la culpabilidad como lí-
agente forman parte de esas circunstancias.
mite al Derecho Penal de autor, pero surge
Es obvio que un sujeto miedoso tiene menos
la segunda pregunta que nos hicimos: ¿qué
posibilidades de conducirse con serenidad
tanta influencia podría tener la personalidad
frente al peligro, que aquel cuyos rasgos de
del agente en la culpabilidad? personalidad son la frialdad, la serenidad y
En este punto nos detenemos un poco para la seguridad. Por ende, para este autor, para
adentrarnos más en la culpabilidad y ver qué ponderar el ámbito de autodeterminación,
relación tendría esta con la personalidad del será menester tener en cuenta la personali-
dad del autor”70.
sujeto. Así, los elementos fundamentales que
deben tenerse en cuenta para la culpabilidad Cuanta mayor expresión de la personalidad
son los siguientes: la reprochabilidad, la dis- del autor sea el acto, menor será el reproche;
posición interna contraria a la norma, la posi- y viceversa: cuanto más extraña a su perso-
bilidad de realizar otra conducta, la posibili- nalidad sea su conducta, mayor será el re-
dad de motivarse en la norma, la exigibilidad proche. Esto será debido a que el ámbito de
y el ámbito de autodeterminación68. Autode- libertad es menor en el primer caso y mayor
terminación entiéndase como fundamento de en el segundo: el mitómano estafador debe
la culpabilidad y el ámbito de libertad que realizar un gran esfuerzo para evitar mentir,
posibilita que el sujeto pueda motivarse por siendo su ámbito de libertad más reducido
la norma. que el de quien no es mitómano. De este
67 BUSTOS RAMÍREZ, Juan. Lecciones de Derecho Penal. Volumen I, Trotta, Madrid, 1997, p. 214.
68 ZAFFARONI, Eugenio. Tratado de Derecho Penal. Parte general, p. 11.
69 Ibídem, p. 62.
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modo, llegamos a la conclusión de que en la autor en general, antes y después del hecho.
culpabilidad de acto, la personalidad del au- Así, la realización de la acción típica permi-
tor jamás puede ser tomada como objeto del tirá juzgar la conducta del autor en forma
reproche, pero debe ser considerada como total para explicar el hecho delictivo como
una de las circunstancias que influyen en la un producto de la personalidad del autor74.
magnitud del ámbito de autodeterminación La personalidad es tomada en cuenta no para
del autor en la situación concreta en que co- analizar el grado de autodeterminación que
metió el injusto”71. hubo en el sujeto, sino para ser enjuiciada
por ser este la fuente de peligro en el sujeto
Esto no se sale de las barreras del Derecho donde el delito es solo un síntoma derivado
Penal de acto, ni de culpabilidad por el he- de aquella. De esta manera, ya no estamos
cho, dado que se toma en cuenta para la cul- hablando de una culpabilidad por el hecho,
pabilidad solo la actitud del autor respecto sino de una culpabilidad por el autor, que es
de la acción típica y antijurídica cometida: lo que aplica el Estado en esta figura y que
lo cual significa que no deberá considerarse resulta inconstitucional.
otra cosa que el hecho delictivo, pero no el
comportamiento del autor anterior al mismo Cuando se afirma la existencia de un injusto y,
o, inclusive, posterior72. acto seguido, se le formula a su autor el repro-
che de esa conducta y también el de otras con-
Sin embargo, esto es todo lo contrario a lo que
ductas con las que ha decidido su vida, como
sucede con la incorporación de la cualificante
pueden ser las que le determinaron su tenden-
por codicia, pues para el legislador peruano la
cia al crimen, se le está reprochando algo que
acción del sujeto codicioso es más reprocha-
es propio de su persona, pero que es del todo
ble y merece una pena mayor, al haber demos-
ajeno al injusto75. En nuestro Derecho, lo úni-
trado que no posee suficiente autonomía para
co que puede reprochársele a un autor es un
actuar conforme a Derecho. En ese sentido,
injusto, y ello solo en función del ámbito de
el codicioso “mientras más autonomía de vo-
autodeterminación del que ha dispuesto al ac-
luntad tenga, tanto menos culpable será. Esta
tuar76. Por ello, una tipificación del móvil de
consecuencia contradictoria de su plantea-
lucro o codicia resulta inconstitucional en un
miento es, sin embargo, la que no pueden evi-
Estado de Derecho, pues la culpabilidad de
tar los partidarios de la culpabilidad de autor,
autor no se encuentra en los parámetros lega-
siempre que pretendan hacer una explicación
les que justifican nuestro sistema penal.
coherente hasta sus últimas consecuencias de
los principios de que parten”73.
V. Conclusiones
Con esta cualificante por codicia, el hecho
típico y antijurídico abre la posibilidad de La presente incorporación se hizo siguien-
un juicio sobre el comportamiento social del do ciegamente a la doctrina argentina,
71 Ibídem, p. 63.
72 BACIGALUPO, Enrique. Ob. cit., p. 148.
73 ZAFFARONI, Eugenio. Tratado de Derecho Penal. Parte general, p. 64.
74 BACIGALUPO, Enrique. Ob. cit., p. 148.
75 ZAFFARONI, Eugenio. Tratado de Derecho Penal. Parte general, p. 55.
76 Ibídem, p. 56.
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