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Recuperado: 28 de mayo de 2006.-

Sábado, 27 de mayo de 2006.-

CIUDADANOS AÑA D' AMATO EL PSICOANÁLISIS, FREUD,


LACAN Y LOS DONOSTIARRAS
Entrevistada por BEGOÑA DEL TESO
«Los síntomas son siempre subversivos. En todas las culturas»

Argentina. Psicóloga y Psicoanalista. Miembro fundador del Foro de Euskal Herria de


Psicoanálisis de la Escuela lacaniana, celebramos con ella el aniversario de Freud
Volvía de Madrid. La visitamos en su casa. La intención era conmemorar los 150 años
del nacimiento de Sigmund Freud. Pero se mencionó también a Lacan que reinterpretó
y amplió la teoría psicoanalítica. Y se habló largo y tendido de que igual que nos
cuidamos el cuerpo, no estaría de más echarle una mirada a nuestro bienestar
psíquico.

Entrevista:
- Freud nació un 6 de mayo de hace 150 años. ¿Su aquí y ahora?
- Importantísimo. Llegó a donde llegó, pero llegó lejos. Luego Lacan le ubicó, le
comentó, refinó y mejoró el marco original de las obras de Freud.
- ¿Es verdad que Lacan dijo que quien quisiera ser lacaniano es libre de serlo, pero
que él mismo se consideraba freudiano?
- Seguro. Lo cierto es que se necesita alguien que ahora, en este momento del mundo,
haga con la obra de Lacan lo que él hizo con Freud. Una cosa, a mí me conmueve que
los cinco casos que Sigmund dejó escritos y estudiados fueron justo aquellos en los
que fracasó. Me parece mucho más ético que brindar a la posteridad el relato de tus
éxitos.
- ¿Como comenzó la historia del psicoanálisis en aquella Viena de finales del XIX?
- Feud era neurólogo. Estudiaba y trataba, mayormente a mujeres, casos de parálisis
histérica. Las pacientes quedaban inmovilizadas sin que hubiera ninguna causa
orgánica. Se las tenía por farsantes. Freud empezó a mirar más allá. Indujo en ellas un
estado crepuscular. Las mujeres se sentían más libres y los síntomas desaparecían.
Usó la hipnosis pero no era bueno como hipnotizador. Usó la asociación libre de
palabras. Llegó al inconsciente. Al principio creyó que el ser humano buscaba sólo el
placer Luego descubrió que también nos satisfacía lo nocivo. No se trataba
únicamente del bienestar.

- ¿Todo eso es el inconsciente?


- Allí se ocultan pensamientos que el propio sujeto no sabe que existen, pero que en
realidad son los que le manejan. El sicoanálisis los pone a la luz. Por eso es
subversivo. Transgresor.
- ¿Y por eso el psicoanálisis ha sido denostado, prohibido incluso?
- En realidad, lo subversivo, lo transgresor, lo que se persigue y se prohibe es el propio
síntoma.
-¿En serio?
- Claro. Los síntomas que lanza ese inconciente no son aceptados en la sociedad.
Pero no sólo en nuestra cultura. En ninguna. No está bien visto que después de comer
vomites. Es vergonzoso exteriorizar ciertas disfunciones sexuales. Lo mismo que las
fobias. Y sin embargo, los síntomas son lo más auténtico de nosotros. Pero otras
terapias se conforman con suprimirlos. Y eso es un error, un tremendo error.
- Entiendo. Como cuando nos empeñamos en quitar la fiebre sin reparar en que se
trata de la señal de cualquier otra enfermedad.
- Más o menos. La norma impone que desaparezcan las variables particulares de cada
individuo. El psicoanálisis muestra una actitud muy ética ante la decisión del otro de
cómo vivir su vida. El psicoanalista nunca se siente dueño de sus pacientes. Ni les da
consejos.
- ¿Qué hace entonces? ¿Escuchar, escuchar, y mirar el reloj como en las películas de
Woody Allen?
- La búsqueda del inconsciente es suya y el psicoanalista ni puede ni debe introducir
ninguna de sus opiniones, de sus tendencias. Si yo soy hetero no puedo aconsejar a
un paciente la actitud a tomar ante su homosexualidad pues manipularía su análisis de
sí mismo con el mío propio. En último caso, sí puedo intervenir para impedir un
trastorno gravísimo pero es el paciente quien debe construir, modificar, edificar su
inconsciente. No yo.
- ¿Cuándo hay que acudir a un psicoanalista? ¿Si sientes la curiosidad de conocerte
realmente?
- Puede existir la curiosidad, pero yo diría más bien que cuando te das cuenta de que
has tropezado varias veces en la misma piedra y necesitas apoyo, compañía, para
saber por qué.
- Da cierto miedo, ¿no le parece?. Bucear en tu inconsciente, rebuscar en tu interior,
comprender profundamente tus síntomas...
- ¿Miedo? ¿Por qué? No estás cayendo en un abismo interior. Estás conociendo tu
verdad. El yo es otra cosa. El yo te sirve para vincularte con el mundo exterior pero tú
estás más adentro.
- Argentina es el paraíso del psicoanálisis. Ustedes son leyenda.
- Puede. Pero si supieras cuánta gente se está psicoanalizando en esta ciudad. Cierto
que, de alguna manera, lo psíquico se niega. Cierto que gastamos muchísimo dinero
en, por ejemplo, cambiarnos la dentadura, o nos ocupamos de nuestro cuerpo, y, por
contra, parecemos preocuparnos menos por nuestro bienestar psíquico. Pero es
asombroso la relación de los donostiarras con el psicoanálisis. Y no, no es un lujo.
- Insisto en el papel del profesional. ¿Cuál es?
- Y yo repito: De apoyo. De alivio. Pero también de mantener un hilo de tensión en la
búsqueda. Y de sumo respeto. Ha de respetar hasta donde quiere llegar el paciente en
su encuentro con el inconsciente propio.

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