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Los indios en la ciudad novohispana

Felipe Castro Gutierrez coordina el proyecto que resulto en libro colectivo “ los indios en la
ciudad” el como maestro en historia y doctor en Antropología por la Universidad Nacional
Autónoma de México, miembro del instituto de investigaciones históricas, así como del
sistema nacional de investigadores y de la academia mexicana de las ciencias
El presente trabajo habla de distintas ciudades en el país, a mi me gustaría enfocarme en
la ciudad de México y en algún punto en la ciudad de Oaxaca. Hablaré desde mediados
del siglo XVI a los días finales de la colonia en el siglo XVIII.
Nos dice Felipe Castro que para la historia, el punto de observación de las ciudades
siempre fue a partir de la plaza principal, rodeada por el palacio virreinal, el gran mercado
y los barrios indios de la periferia quedan lejanos a la vista, pareciendo solo un montón de
casas mal acomodadas, zonas inseguras y mal organizadas. Cosa que es mentira, si se
ve de cerca nuevos trabajos que demuestran que solo son pre juicios.
Tomas Jalpa comenta en este volumen un caso en el que se “extravían” una cantidad
importante de indios y sospechan que están escondidos en la ciudad, por lo tanto recurren
a las autoridades de estos barrios y con “memorias” que tienen datos de los pobladores
de cada barrio, se ponen a la búsqueda de estos prófugos”
Las condiciones en las que se encontraban los barrios indios, eran condiciones
compartidas con el resto de la ciudad.
Cabe destacar que no todos los indios vivian en estos barrios. Habia muchos viviendo
dispersos en la ciudad, viviendo en vecindades o en los lugares donde trabajaban.
Quedando expuestos a las relaciones con toda la población de la ciudad, españoles,
criollos, mestizos.

Los españoles convencidos de que la vida citadina era superior, establecieron a los
administradores del poder, la riqueza y la fe. Viviendo en este orden civil, sujeto a leyes.
Los indios en cambio, vivian en pequeñas comunidades y se encontraban vinvulados
estrechamente con la familia, el campo y el santo tutelar.
La corona en sus preocupaciones legitimistas, limitó la migración de indígenas a la
ciudad, así como prohibían a los españoles, mestizos o mulatos vivir en los pueblos.
Aunque ya en las ciudades esta separación prácticamente no existía. Los indios que
vivian en los barrios coexistían con la demás población y con el tiempo generaban
relaciones de interés, trabajo, amistad, conyugalidad. Su integración a la vida cotidiana
era tal que con el tiempo dejaron de ser agricultores para pasar a ser productores y
consumidores de mercancías. Estaban integrados en la economía urbana y sus
costumbres, oficios y vestimentas eran parecidos a los del resto de la plebe urbana.
¿Quiénes son? ¿Y de dónde vienen?
Nos habla el autor que al menos en la Ciudad de México, el incremento de población indígena
apareció a finales del siglo XVI. En un principio por pobladores de las áreas de la periferia de la
cuenca, que se veían atraídos a la ciudad, más que nada por la re estructuración de la vida en sus
comunidades, causadas por enfermedades, el despojo de tierras entre otras.

Sabemos que a mediados del siglo XVI hay menciones de habitantes tarascos, mixtecos, otomíes y
chichimecas, lo suficientemente numerosos para que fuese necesario nombrar alguaciles según
cada “nación”, para recaudar los impuestos.

Aunque también hubo un fenómeno de migración a la inversa. Mexicas y nahuas habitantes del
valle de México, que en su mayoría quedo destruido por las guerras de conquista, partieron en
tareas de la corona, entablando así otras poblaciones en distintos puntos del país. Tal es el caso
de los barrios formados a la periferia de la villa de Antequera. El barrio de San Juan Chapultepec,
fundado por mexicas y San Martin Mexicapan fundado por Nahuas. En estos barrios se me hace
clara la separación habida de manera física entre los barrios españoles e indios, que más adelante
comentaré con mayor puntualidad.

Los indios y la economía urbana


Los indios tenían diversas actividades productivas, tales como la explotación de bosques,
territorios de caza y pesca. Trabajos en canteras y otros recursos mineros. Tenían monopolizado la
comercialización de diversos productos tales como la langosta del río, el queso de la tierra (una
lama viscosa que contenía algas ricas en huevecillos o larvas, que se cocía para venderla en
bloques o “panes”), la alfarería de uso diario, vigas de contruccion, el zacate o pasto que
consumían las caballerías.

Como asalariados, los indios eran jornaleros de obrajes, molinos y panaderías o de las huertas
cercanas a la urbe, sirvientes domésticos de los españoles pudientes o de instituciones
eclesiásticas o arrieros. Podían ser también oficiales o incluso maestros de algunos talleres
artesanales. Otros se contrataban como cargadores cerca de los mercados

Aunque hablar de economía para el contexto indígena es equivoco. Pues como señala Marcela
Davalos , “las actividades productivas estaban inmersas en relaciones de parentesco, vecindad y
jerarquía sin las cuales difícilmente habrían sido posibles”
La ciudad y los indios que no eran de la ciudad

Tomas Jalpa habla de movilidad cuando se refiere al transito de las personas que vivian en pueblos
de la periferia de la cuenca del valle de México, que viajaban a la ciudad y permanecían unas
horas, o unos días, durmiendo en casa de familiares o donde fuera, para después volver a sus
comunidades, no así migración cuando el sujeto permanece por una temporada o para siempre en
un nuevo lugar.
Eran en su mayoría campesinos que llegaban a vender su mercancía. Arrieros, jornaleros,
trabajadores que acudían al servicio personal obligatorio; comisiones de las “repúblicas” que
querían solicitar justicia ante el virrey o el obispo; comitivas más o menos numerosos que llegaban
para animar las festividades cívicas o religiosas, y el inevitable grupo de fugitivos de las hambrunas
y epidemias, vagabundos, mendigos o incluso delincuentes que se ocultaban en la urbe para
escapar de la persecución de la justicia. A pesar de tener contacto con la ciudad, seguían con su
cosmovisión, no así los que migraban, por una temporada o para quedarse permanentemente y
muchas veces renunciar a su cultura.

La ciudad con su influencia tentacular, ejercía poder sobre los pueblos aledaños, consiguiendo así
trabajo forzoso aun así después de las primeras etapas reconstructivas de la ciudad. Como es el
caso de Santiago Tlatelolco, como comenta Margarita Vargas, que a pesar de estar cerca de la
capital virreinal, su importancia era secundaria y su trabajo en la reconstrucción de los sistemas
hidráulicos de la ciudad vital.

El gobierno indígena urbano


Nos habla el autor de que, para ser mas puntuales al hablar de organización política, es correcto
nombrar a los “barrios indios” llamados así por comodidad narrativa, como “republicas”

Los barrios en la mayoría de las ciudades formaban parte de republicas con su propio cabildo,
gobernador, alcalde, alguaciles y mandones. A veces poseían grandes cantidades de tierras matas
de maguey, ganado. Además de que contaban con bienes comunes, cofradías y hospitales.

En el caso de la ciudad de México, las republicas no siempre fueron siempre iguales a si mismas.
A la corona se le hizo muy complicado, hacer que la población se acostumbrara a gobernantes
anuales y electivos, dejando atrás los linajes vitalicios y hereditarios que dominaron el los tiempos
prehispánicos.
Identidades urbanas
Los centros urbanos se convirtieron en lugares donde convergían personas de distintos
puntos de origen, dificultando la convivencia por el lenguaje, con ellos y hacia los
españoles. Era más difícil está organización porque difícilmente pertenecían a una
unificada, y empeoro cuando había personas que se mudaban por conveniencia y
matrimonio. La relación cotidiana con españoles, mestizos y mulatos, al igual que la
similitud en la forma de vida, alentaba a la mezcla cultural y biológica.
Los indígenas al poco tiempo se veían completamente incluidos en la vida urbana, cosa
que a la corona no le pareció por completo y en 1767 el visitador Jose de Alves mando a
que los indios usaran una ropa distintiva para reconocerlos de las demás castas sociales.

Ocupación dual del espacio


Se ha comentado que la corona estuvo interesada en hacer separación de las repúblicas
indígenas y españolas. Los españoles se concentraron en el centro de las ciudades
llamado “traza” mientras que a los indígenas se les acomodo en la periferia. Incluso
muchas veces se procuraba que la separación tuviera un elemento físico que la hiciera
notar, una barranca, una calle, un arroyo.
En muchas ocasiones los barrios indios, en especial los que surgieron sin planeación
española. Estaban constituidos por callejones, plazas escondidas, manzanas de diseño
irregular. Como ha comentado Alcántara Gallegos, esta distribución permitía a los
indígenas contar con ámbitos propios, semi cerrados, mal conocidos y menos vigilados
por las autoridades españolas. Y que, a pesar del aparente desorden, las iglesias eran el
centro de los barrios donde confluían las calles y callejones.
Los barrios y el urbanismo ilustrado
En las últimas décadas de la colonia se vio una transformación en las ciudades
novohispanas. En los centros urbanos aparecieron alamedas, avenidas, monumentos
donde predominaba un nuevo entusiasmo por la simetría, la sobriedad y la racionalidad.
Los funcionarios de la época procuraron que las ciudades tuvieran una imagen limpia de
modernidad y grandeza del imperio.
Los servicios de empedramiento de calles, la eliminación de basura entre otros servicios,
fueron apareciendo en las antiguas trazas, dejando olvidadas a las zonas de barrios
indios, entre sus calles de laberinto y los mercados desordenados y toda clase de
particularidades.
Las nuevas avenidas y calzadas que aparecieron sirvieron para romper la frontera de esta
sociedad dual, aunque para su creación fueron confiscadas casas de los barrios, que aun
mucho tiempo después los indios seguían reclamando el pago de sus tierras. Parecía ser
un paso a la integración de dos mundos. Aunque no todo era color de rosa, poco tiempo
después las autoridades procedieron a expulsar del centro de la ciudad, a vagabundos,
ambulantes y establecieron reglas estrictas para usar el espacio urbano. El centro le fue
robado a la gente que trabajaba, Vivian o transitaban en el, para pasar a ser un espacio
ajeno.
La antigua segregación entre la traza y los barrios indios que era marcada más que nada
por una barrera física (arroyo, barranca, etc) pues las ciudades tanto barrios como trazas,
tenían los mismos tipos de calles de tierra, basura, excrementos animales y humanos
depositados en público, las casas desalineadas, la falta de iluminación nocturna.
Ahora, la separación era entre el centro de la ciudad, ordenado, limpio y moderno. Y los
barrios periféricos de la ciudad, sucios, peligrosos y caóticos.

La abolición de las “repúblicas” de indios urbanas


Fue necesaria la invasión napoleónica de España (1808 -1814) para que los funcionarios
del Rey pensaran en la abolición formal de la separación jurisdiccional. La constitución
liberal de 1812 dispuso el reparto de tierras comunes entre los indios.
En las ciudades, la mayor parte de las casas y parcelas indígenas eran para efectos
prácticos propiedad familiar hereditaria, de manera que la disposición solamente habría
afectado los bienes comunes, donde los había.
La nueva ley suprema preveía la abolición de los gobiernos indígenas y la integración de
municipios en los lugares donde hubiera más de 1000 habitantes. El asunto no era menor,
porque atentaba directamente contra la posición, los ingresos y la influencia de los
oficiales de república. Los problemas implícitos en estas reformas no llegaron a
plantearse en toda su dimensión pues se suspendió su ejecución en 1814, con el retorno
del absolutismo real. El restablecimiento constitucional de 1820 fue muy corto para que
tuviera consecuencias mayores. No sería sino hasta la independencia que la desaparición
formal de las “repúblicas” urbanas se haría inevitable y definitiva
Final

Los barrios indios que en fases tempranas estaban bien organizados políticamente en
republicas, tuvieron su decadencia cuando los indios comenzaron a relacionarse con la
ciudad y cambiaban de domicilio y las mezclas culturales y genéticas eran tan complejas
que era complicado llevar una base de datos mas efectiva.
Estas sociedades duales que tenían el cabildo indio y sin perder de atención el español
que era el de mayor jerarquía, convivían en un mundo relativamente pequeño.
Las autoridades españolas pocas veces se metían a los barrios indios, y cuando lo hacían
lo hacían acompañados de algún miembro de cabildo. A veces con pretextos de
aprehensión de algún sujeto o simplemente para mostrar su autoridad. Esta clase de ritos
me recuerdan un poco a los que describe Max Gluckman en la situación del puente en el
país Zulu. Estás sociedades plurales que J.S Furnivall plantea que la sociedad plural esta
caracterizada como una sociedad donde los diferentes grupos culturales viven lado a lado
sin mezclarse mucho. En lo personal el tema desde un principio me interesó bastante,
pues me gustaría trabajar en asuntos de antropología urbana y en planeación urbana y
pienso que es muy importante conocer la estructura de los barrios originarios de la ciudad
de la ciudad de México, tanto su ubicación geográfica como la manera en la que
convergían sus relaciones con los demás grupos de la ciudad.
El trabajo que en coordinación de Felipe Gutiérrez nos presenta tiene mucho de donde
extraer información muy puntual. Mi ponencia y el presente ensayo fue de algunos temas
que en lo particular me robaron la total atención.

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