Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Zandra Pedraza
de las dos grandes tendencias que se pueden reconocer en latinoamericanas a partir del siglo xix y, posteriormente,
los estudios del cuerpo en América Latina, vistos desde el en las dinámicas de un capitalismo globalizado y afecto a
interés de concebir al cuerpo como un tema político, ras- los modelos sin anclaje territorial que, con todo, se pro-
go sobresaliente de este campo en la región. A continua- mueve localmente a través de prácticas técnicas, científi-
ción desarrollo el principal argumento del texto: el sentido cas, comunicativas y éticas en los más diversos escenarios
de un régimen estético-político que condensa, en la ac- (Pedraza, 2004a y b). La intención de estas dinámicas es
tualidad, la concepción sobre la condición humana y las promover formas de consumo, de experiencia y de auto-
formas de vivir la vida. En este régimen el orden corporal percepción en consonancia con los principios de bienes-
se instaura en las nociones de subjetividad y corporali- tar y los modelos de vida que animan las modalidades
dad como expresiones de la norma humana contempo- globales del biopoder contemporáneo.
ránea. Esta situación “hiperestésica” modifica la relación Se pensaría que en el cuerpo, y en los diversos aspectos
de cuerpo y poder en las “sociedades de la experiencia”, sociales y culturales que se iluminan en clave corporal,
cuyos valores se han propagado y enraizado desde la se- las ciencias sociales y humanas han encontrado una vía
gunda mitad del siglo xx, alimentados por la tecnología, para explorar hechos como la opresión, el sufrimiento, la
el consumo, el conocimiento científico y la garantía de de diferencia, la colonialidad, la experiencia, el dolor, la se
rechos estéticos como elementos fundamentales de la con xualidad, la violencia, el conocimiento, las expresiones
dición humana. Estos elementos que se interpretan aquí culturales y la fiesta, que en los casilleros conceptuales mo
como indicadores de un proceso masificado de estetiza- dernos apenas columbran.
ción se vinculan con la experiencia corporal como hecho En la primera tendencia de los estudios del cuerpo se
que traduce la noción contemporánea de bienestar y sen pueden agrupar las perspectivas relacionadas con la des-
tido existencial. Este fenómeno se analiza como uno de los cripción y el análisis de las formas de gobierno y el con-
76 3 elementos destacados de la antropología contemporánea texto de colonialidad que durante el siglo xix y la primera
y, por lo tanto, como un asunto que recibe atención cre- mitad del siglo xx ambientaron la consolidación de las re
ciente por parte de los investigadores ocupados en los es públicas. Las investigaciones se interesan con frecuencia
tudios del cuerpo en América Latina. en la escuela y en el aparato educativo formal surgido en-
A los dos grandes ejes temáticos antes señalados —que tre las últimas décadas del siglo xix y las primeras del xx,
no se repelen y, por el contrario, a menudo aparecen entre aproximadamente hasta la década de 1940. También for-
verados— los surcan los acercamientos críticos distintivos man parte de esta temática los trabajos sobre la normaliza
de la evolución en los estudios del cuerpo en América La ción de la familia obrera y urbana, la estricta codificación
tina. A diferencia de algunos trabajos dentro de la línea de del comportamiento de los sexos y el valor simbólico de
la historia de las mentalidades y de las ideas sobre higiene su división, el control de las actividades de los jóvenes, la
(Corbin, 1987 [1982]), limpieza (Vigarello, 1985 ), belleza distinción de la población rural de la urbana y el ordena-
(Perrot, 1984) y adiestramiento corporal (Vigarello, 1975), miento simbólico de esta última en clases y en función del
clásicos en el corpus de la literatura europea especializada trabajo, el correcto empleo del tiempo libre, la restitución
en el tema del cuerpo y referencias obligadas para los espe de energía y la interiorización de los principios biopolíti-
cialistas de la región, las investigaciones sobre estos mismos cos para el funcionamiento del aparato capitalista. El inicio
temas en América Latina han tendido, desde sus prime- de las formas de intervención del Estado se ha analizado
ros momentos, hacia finales de la década de 1980, a desen a través de aparatos sociales que por vía del médico, del
trañar el funcionamiento y el efecto de las relaciones de maestro y del asistente social llegaron a los barrios, la fami
poder expuestas a través del cuerpo y mediante las cuales lia, la escuela, la fábrica y apoyaron, a su turno, la normali
se fijan y se refutan normas sobre la vida de las personas zación del espacio público, el parque, el estadio y los lugares
y los grupos sociales. Estos procesos se han reconocido co a los que concurrían los ciudadanos para el esparcimien-
mo parte de los proyectos de gobierno de las naciones to y el uso del tiempo libre (Manarelli, 1999; Márquez y
mayo-agosto 2009 Desacatos saberes y razones
Leonardo Walter Aispuru
4 77
Estrada, 2004; Nari, 2004). Todo ello se ha expuesto co- En estrecha relación con lo anterior y durante el mismo
mo un fenómeno enmarcado en un extenso programa de periodo, la división social del trabajo simbólico se radica
higienización y homogeneización erigido en los países lizó en torno a las diferencias de los sexos. Ha merecido
como el eje central para el gobierno de las más diversas mucha atención el estudio de la regulación de la vida de las
poblaciones y como el principal recurso disciplinario que mujeres en su triple tarea de amas de casa, madres y espo
alcanzó su culmen durante las décadas de 1920 y 1930, sas. El trabajo de Perla Luz García Peña sobre los “varo-
cuando los debates sobre raza, eugenesia y mejoramien- nes echados a perder” nos muestra que la disposición de
to de las poblaciones dieron paso a políticas sociales de la masculinidad no logró encauzarse del todo por la senda
gran alcance, para intervenir la norma humana en medio de la masculinidad moderna y que a comienzos del siglo
del desarrollo de vínculos más amplios con las formas in xxi esta masculinidad se desborda para exponer rasgos de
ternacionales de organización del trabajo y del capital. En frontera (Jeftanovic, 2007; Camacho, 2007; Mujica, 2007;
este campo de estudio, el trabajo incluido en este número Góngora y Rodríguez, 2006; Urrea et al., 2008). Los jóve-
de Desacatos acerca de la educación física como tecnología nes cholos desafían la norma masculina moderna que las
que configura simultáneamente la nación y el género resul primeras décadas del siglo xx se esforzaron por consolidar
ta pertinente para desentrañar los mecanismos específicos pero que las masculinidades latinoamericanas han rehu
instaurados por agentes públicos que cabe comprender sado encarnar a cabalidad. La marginalidad económica de
como partícipes de formas de gobierno biopolíticas (Pe- amplios sectores populares impide la inserción de los hom
draza, 2004a y b). bres en los modelos de masculinidad moderna y los sitúa,
saberes y razones Desacatos mayo-agosto 2009
y el espacio, vemos surgir expresiones hiperestésicas1. El mos en visiones que nos disponen para ejercer y ser ob-
siglo xx cabalgó con la intensificación de tales experien jeto de las estético-políticas. Se trata de dimensiones no
cias hacia una antropología estética que en el mundo con siempre adyacentes al ordenamiento que ejerce el poder
temporáneo emerge en el cuerpo. No lo hace solamente soberano a través de una política de disciplina anatómica
en su apariencia sino, ante todo, en el valor de la experien que actúa desde el miedo al dolor o el ejercicio del poder
cia corporal como actividad subjetiva (Sant’Anna, 2003). regulador de poblaciones concebidas estadísticamente y
La corporalidad ha pasado a ser un pilar para compren- concertadas alrededor de la certidumbre de pertenecer a
der la condición humana contemporánea, afectada por una cohorte, un rango o un decil.
la lucha para concederles a la experiencia y a la subjetivi- Los desacuerdos surgidos a lo largo del siglo xx respec
dad una importancia equivalente al tipo de racionalidad to a los ejercicios del biopoder auspiciado por los Estados
que la dicotomía cuerpo-mente instauró como norma nacionales tienen una larga historia pues los intereses an-
humana distintiva de la modernidad. tropológicos holistas han corrido paralelos a esta historia
El empeño en desarrollar las dimensiones sensibles, bien oficial de las formas de gobierno. Pero ya hacia finales del
sea en la educación o en los argumentos subjetivos que ges siglo xix, justo cuando en América Latina la etapa nacio-
tan las versiones de los derechos, de la salud, del bienes- nal de la modernidad requirió intensificar los ejercicios de
tar, del desarrollo humano, de la calidad y el estilo de vida biopoder en los que se comprometía el cuerpo concebido
en el mundo contemporáneo, sugiere que nos hemos he- médicamente, también se abrieron camino entidades an
cho particularmente sensibles a los argumentos estéti- tropológicas del orden estético que prefiguraron variantes
cos. Se ha gestado una condición humana tal porque se de la norma humana. Los llamados a una educación esté
han activado posibilidades alternativas de ejercicio del tica se hicieron más frecuentes y las experiencias estéticas
poder que rebasan los intereses biopolíticos de los Esta- aumentaron a medida que el consumo ofrecía escenarios
dos nacionales. En el ámbito del capitalismo y de las ten- y elementos para vivirlas, como sucedió con las experien 4 79
siones culturales que lo pueblan, nos hacemos humanos cias de la música, el baile o el amor en las cambiantes ciu-
en el concierto de una pléyade de experiencias propues- dades de las primeras décadas del siglo xx y en los debates
tas por diversos discursos e intenciones de intervención en y reivindicaciones de grupos constreñidos por las nor-
la conducta humana. La búsqueda de individualidad, de mas biopolíticas de la modernidad.
una experiencia de sí o de personalidad devela facetas iné Las críticas a las epistemologías racionalistas y objeti
ditas de los intereses de gobierno susceptibles de ejercer vistas han desbrozado el camino para que la sensibilidad
se sobre las personas, los ciudadanos y, particularmente, subjetiva —la perspectiva interior y propia de la perso-
los sujetos. Dichos intereses interactúan con las formas de na— entre a formar parte de las experiencias que deben
pensarse los seres humanos como personas y de hacerse a ocupar la vida humana. Estas experiencias no se conci-
sí mismos, de interpretar y querer realizar el conjunto de ben ya asociadas al dolor carnal y a la disciplina de las pa
derechos que definen el carácter humano y ciudadano en siones carnales para recibir la gracia espiritual por medio
el mundo actual, pero también con las aspiraciones de di del padecimiento. Asimismo, se va devaluando el interés
versos grupos de extender el ámbito de las experiencias so en la eficiencia, el rendimiento y el racionalismo. La estéti
cialmente legítimas. Con la confluencia de corporalidad ca emerge como un camino de aprendizaje ético en el que
y subjetividad se descubre un mundo en el que, en aras de la sensualidad confronta el orden de la razón. El motivo
opacar dualidades ilustradas y modernas, nos adentra- fundamental de esta transformación antropológica se si-
túa en que sólo si el individuo puede expresarse adquiere
sentido su vida, y en que esta expresión no debe estar limi
1 Las hiperestesias abarcan las experiencias incrementadas de sí a
tada al ámbito de la mera razón, sino que debe surgir de la
través de las percepciones corporales y las actividades de la subjetivi-
dad, de la clasificación y el ordenamiento estético de las sensaciones
entidad antropológica que merece la mayor atención en
y, en general, de la sensibilidad (Pedraza, 1999 [1996]). la actualidad: la subjetividad. Puesto que la subjetividad
saberes y razones Desacatos mayo-agosto 2009
Elisa Lipkau
80 3
compromete también la conciencia de la existencia y la ex humana, es plenamente estésico. La expansión estética se
periencia corporal2 y se produce como resultado de “es- advierte así, a manera de ejemplo, en el extenso uso de la
tar-en-el mundo” —la forma en la que se concreta la vida noción de estilo de vida. En lo que hace al cuerpo, el estilo
humana—, tareas como desarrollar la percepción y dar a no es otra cosa que una apariencia proyectada en la hexis
los sentidos la posibilidad de participar en la construcción corporal. En particular, el estilo de vida saludable, que sir
del conocimiento son algunas de las labores que se han in ve en la actualidad como motivo ostensible en campañas
cluido entre los ideales pedagógicos y existenciales. El pos de salud en todo el mundo, surge del paso hacia una bio-
tulado de desarrollar la sola racionalidad se torna un ideal política informacional (Fraga, 2007), caracterizada por la
árido que pierde legitimidad como argumento de vida. expansión de la retórica político-sanitaria, cuyo principal
Las experiencias estéticas abundan y tienen en común recurso radica en las representaciones acerca de la vida sa
que se fundan y justifican porque provienen del interior ludable. Éstas se hacen públicas a diario en los medios de
de la persona. Vale aclarar que este interior no es el alma, comunicación y en las campañas oficiales, así como en las
ni tampoco el organismo. El interior donde bulle la sub- que lideran organismos internacionales. La difusión de un
jetividad, donde puede existir y ser el núcleo de la vida principio estético para guiar la vida, como lo es el estilo de
vida saludable, tiene como condición previa el largo tra-
bajo de higienización y medicalización en virtud del cual
2 A menudo se la nombra como corporalidad, que sería un ángulo
distinto para señalar la intención holista de las antropologías con-
la sociedad y los individuos han adoptado como experien
temporáneas. cia la noción de riesgo. Esto significa que los ciudadanos
mayo-agosto 2009 Desacatos saberes y razones
sientan efectivamente que el cuerpo y la salud son vulnera orientadas por y hacia procesos subjetivos que juegan un
bles y están en permanente amenaza. Con esta sensación papel importante en la construcción del mundo social.
es procedente adoptar un estilo de vida saludable como En dichas sociedades, la experiencia designa procesos sub
medida de control del riesgo. jetivos entrelazados, vividos por un sujeto cuyos siste
Tanto en los alimentos, el movimiento y los recursos mas constitutivos son el cuerpo y la conciencia (Schuster,
sanitarios como en el arreglo personal o el entreteni- 1992). La sociedad de la experiencia es particularmente
miento, está presente el mismo mecanismo que insta al llamativa en relación con la disponibilidad de tiempo y
sujeto a ejercer por sí mismo una actividad clave del ré recursos para la satisfacción subjetiva que se experimen-
gimen estético-político: escoger. El sujeto contemporá- ta realizando actividades placenteras.
neo no se somete por las vías del terror, de la obediencia Hacia mediados del siglo xx, en el periodo de la segun
o del anhelo de un futuro próspero. Este individuo infor- da posguerra, el tema del ocio y el tiempo libre llamó la
mado debe escoger en el interminable y denso mercado atención en los países industrializados. El incremento de
del consumo. Escoge qué come, cuánto y cómo; escoge la productividad y el ascenso de las clases medias urba-
qué viste y cómo lo usa; escoge cómo se transporta, có- nas, así como las legislaciones laborales propias del Estado
mo se mueve, cómo y con qué intensidad y propósito se benefactor, garantizaron a los jóvenes y a los trabajadores
ejercita físicamente; escoge cómo cuida sus enfermeda- de todas las condiciones sociales más tiempo y una ma-
des y dolencias, con qué tratamiento y bajo cuáles premi- yor disposición de recursos, así como un mercado cre-
sas médico-antropológicas. En el acto de escoger se hacen ciente de bienes y servicios, vacaciones y productos de la
realidad múltiples formas de intervención en la subjetivi industria del entretenimiento.
dad. Escoger es el momento crucial del régimen estético- Al estudiar en conjunto los cambios que estas condicio
político, cuando las posibilidades económicas, simbólicas, nes han suscitado en lo relativo a la recreación, se muestra
informativas y todas las fuerzas subjetivas deben encon- que en ellos se tiende a concederle mayor atención a las 4 81
trar en un objeto o servicio la traducción apropiada. Al necesidades emocionales como un aspecto fundamental
escoger se hacen operativos los principios que han dado del bienestar. Ha ganado terreno una concepción inte-
forma a la corporalidad que se expresa en ese acto y que gral del desarrollo del ser humano y de los países. Éste no
espera los beneficios. Los circuitos globalizados se con- debe limitarse a satisfacer necesidades estrictamente ma-
cretan sobre todo en el mercado y el consumo, pues allí teriales o vinculadas con el crecimiento de la producción,
escogen los individuos y expresan la dimensión estético- sino que debe ir acompañado de un sentido del bienestar,
política del fenómeno de la gobernamentalidad. En la ac el cual se expresa como resultado de una percepción sub-
ción específica de quien escoge, de forma motivada e jetiva acerca de la calidad de la vida individual y social. Así,
informada, tiene lugar el ejercicio estético-político: atra- factores emocionales, subjetivos y corporales han pasado
vesado por el riesgo que se corre, en el consumo se con- a convertirse en elementos fundamentales a tener en cuen
jugan las formas de concebir personal y socialmente la ta en el diseño y la ejecución de políticas sociales: la expe-
relación “entre el yo y el nosotros”, que es el quehacer por riencia estética y creativa desempeña, en este sentido, un
antonomasia de las políticas y las estéticas del cuerpo. papel destacado y afecta directamente la reflexión sobre la
recreación como forma privilegiada de la experiencia en
la sociedad de consumo.
Cuerpo y poder en la sociedad de la Tal tendencia hacia la estetización se ha traducido, igual
experiencia mente, en la evolución de los derechos. En la actualidad,
éstos tienden a basarse en principios humanos más inte-
La sociedad de la experiencia es una noción que nombra grales que los considerados durante el siglo xix y hasta
a aquellas sociedades en las cuales, en una perspectiva his mediados del xx. Dicho tránsito condujo a la declaración
tórica e intercultural, las concepciones de la vida están de derechos culturales y también de derechos de la perso
saberes y razones Desacatos mayo-agosto 2009
nalidad. Ambos —cada uno a su manera— advierten que emociones y la condición humana y que en América La-
tanto las particularidades culturales como las individuales tina empezó a popularizarse a comienzos del siglo xx. La
son esenciales para que la vida de las personas y de las co experiencia estética pasó a ser una dimensión fundamen
munidades alcance estándares de calidad; por lo mismo, tal de la condición de vida en las sociedades occidentales
se han convertido en necesidades ciudadanas y, de esta ma y ello impulsó un cambio en los indicadores de desarrollo
nera, en obligaciones para el Estado. En ambas formas nos que en las últimas décadas han tendido a incluir en sus
encontramos con mecanismos del biopoder que anida mediciones aspectos como la satisfacción, la percepción
en la estético-política. o el bienestar.
De la mano de estas transformaciones vienen las obli- El Índice de Desarrollo Humano —producido en 1990
gaciones adquiridas por los gobiernos. Particularmente en su primera versión— hizo cálculos acerca de aspectos
los urbanos y locales deben acoger la variabilidad de la hasta entonces intangibles, que interpreto como rasgos
condición humana y cultural, y atender demandas de ser del proceso de estetización en marcha. Paulatinamente, el
vicios, vinculadas en este caso a la provisión de contextos sentido de bienestar emerge de una forma de interpretar
para experiencias recreativas, lúdicas, de movimiento, la propia experiencia y de encontrar que la manera de vi
esparcimiento, ocio y placer que satisfagan expectativas vir esta experiencia brinda un sentido de valía a la exis-
subjetivas orientadas al crecimiento personal, la creativi- tencia individual y colectiva. Este bienestar involucra un
dad artística, el conocimiento, el uso del tiempo libre, la componente emocional derivado del placer conseguido,
salud, la espiritualidad y otra serie de intereses propios de en buena parte, en las actividades que hemos denominado
las sensibilidades contemporáneas. Igualmente, deben dar recreativas porque actualizan, renuevan y hacen presente
respuesta a todas aquellas necesidades comprendidas en el genio humano y el placer que ello concita. Una expre-
los derechos culturales y que deben servir para que la va sión de esta evolución es el hecho de que la Declaración
82 3 riabilidad de las culturas, incluyendo sus prácticas re de la Conferencia Internacional sobre hábitat realizada en
creativas, encuentre canales de expresión y redunde en Vancouver en 1976 señalara la recreación como la sexta
beneficio de los principios democráticos y participativos. necesidad básica de todo ser humano.
Los programas buscan, por lo tanto, balancear el exceso Esta evolución comprehende muy especialmente la con
de individualización, servir de apoyo a redes sociales, a la cepción y la práctica de la recreación, que quedaron tem-
multiculturalidad, a la participación y a la democracia. pranamente comprometidas con las actividades físicas,
Esta marcada estetización se fortalece como rasgo pri- debido a la estrecha relación establecida entre cuerpo y
mordial del proceso de civilización de la modernidad y va conciencia. La relación de la cultura de la experiencia con
de la mano con la economía de las emociones y la inten- el movimiento y la forma de vida moderna es, por tanto,
ción de satisfacer las necesidades derivadas de ella a través constitutiva. A lo largo de las últimas décadas, las socieda
del ocio, aspecto que autores como Elias y Dunning (1986) des occidentales han sido particularmente proclives a en-
han explorado detalladamente en relación con el deporte. contrar beneficios en las actividades físicas que combinan
Esta tendencia se aplica igualmente a otro tipo de activida gasto de energía, esfuerzo y rendimiento. Más reciente-
des recreativas en las cuales también es primordial la sa- mente han incorporado dimensiones estéticas y subjetivas
tisfacción de las expectativas del sujeto contemporáneo. a esta experiencia. En las sociedades modernas, impor-
En la base de este proceso vale la pena subrayar la im- tantes elementos involucrados en la concepción de la vi-
portancia que ha tenido el desarrollo de los sentidos para da se cimientan en la idea de que el bienestar —uno de los
el conocimiento. Mientras que el sensualismo desempeñó grandes objetivos del desarrollo— está ligado a la sensa-
un papel decisivo en la transformación estética de la an- ción de bienestar físico y emocional. El estado del conoci
tropología moderna, el romanticismo y el modernismo miento científico (y del médico en particular) permite
fueron, en especial, los movimientos estéticos que influ- relacionar esta tendencia con la deriva estética que aboga
yeron para establecer una relación más honda entre las porque las actividades humanas satisfagan la mayor canti
mayo-agosto 2009 Desacatos saberes y razones
un asunto que requiere una particular tecnología del yo, estas orientaciones, expresado a través de diversas técnicas
en la cual el sujeto es puesto en la posición de ser objeto de que se han multiplicado en las últimas décadas, es el “uso
saber de sí mismo, mediante procedimientos de gobierno de sí”, una noción hermanada con la de “tecnologías del
(Foucault, 1990) o de conducir su conducta (Rose, 1999b). yo”, es decir, un mecanismo que, a través del ejercicio de
El resultado del proceso de observación de sí mismo y de movimientos específicos y de una actitud atenta a ellos,
contención en el comportamiento y en la expresión emo estimula la actividad subjetiva (Pedraza, 2008). En este tipo
cional, que es la base del “proceso de civilización”, es que de tecnologías se recurre al trabajo corporal y, específica
la persona se controla a sí misma no por el mero temor a mente, se afecta el sentido de la cenestesia para despertar
represalias, sino por una convicción afectiva que desata el la conciencia, el autoconocimiento, la expresión de sí mis
pudor como expresión de lo intolerable y signo público mo y la autocomprensión.
y personal evidente de conductas inapropiadas e ilegíti- Al operar de esta manera, la educación somática se dis
mas. Este sentimiento que apuntala un sentido de iden- tingue de los mecanismos de disociación de la educación
tidad en la persona, cuya experiencia de sí misma debe física propia de la escuela moderna. Esta forma de la edu-
coincidir con lo que ella piensa que debe ser su compor- cación a través del cuerpo procura desterrar el anestesia-
tamiento, es lo que le confiere naturalidad a este último y miento que la escuela instila en el cuerpo y revertir sus
hace que la persona encuentre concordancia entre su ex- efectos contraproducentes para educar sujetos integrales,
presión y su ser, entre su subjetividad y su identidad, en conscientes y autónomos en el sentido que promueven las
definitiva, que afiance su seguridad ontológica (Giddens, pedagogías emancipatorias (Not, 2000 [1979]: 123 y ss.)
1998). El lugar emocional seguro es aquel del cual emerge e, incluso, capaces de desarrollar una imaginación creati-
un sentimiento unificado de sí mismo, el propio cuerpo, va, ficcional e idealista, tal como lo entienden las pedago-
la persona encarnada. gías utópicas (Harten, 1997: 110-122). Están a la orden del
84 3 día en el mercado de las actividades que cumplen plena-
mente con el ideal contemporáneo de la recreación.
La experiencia corporal del bienestar Esta evolución de la cultura somática es consonante con
los desarrollos del vitalismo, el holismo y la ecología que se
En la medida en que la experiencia que vincula el cuerpo abrieron paso desde finales del siglo xix, estimulados por
con la conciencia es una medida para la sociedad de la el interés de contrarrestar las consecuencias negativas del
experiencia, el movimiento gana valor como práctica de racionalismo, el utilitarismo y el individualismo, produ-
bienestar. El ejercicio corporal, en particular, es una habi cidas por desconocer y devaluar la experiencia subjetiva co
lidad de la condición humana que emplea las aptitudes mo forma posible y útil de conocimiento. Las tendencias
del cuerpo para realizar diversos movimientos y represen del “pensamiento integral” han buscado dar mayor forta
ta una de las modalidades más significativas y gozosas leza epistemológica a las perspectivas sintéticas, orgánicas,
—poiéticas— en la evolución humana. El movimiento estéticas, ecológicas y subjetivas (Gloy, 1996: 154-217). Pa
humano se ha expresado en modalidades diversas que, ra efectos de transformar la educación somática, esto se
especialmente desde el siglo xix, han cambiado su valor convierte, entre otras acciones, en introducir sistemas es-
antropológico. La educación física, que es una sistemati- pecíficos de movimiento y actitudes atentas a sus efectos.
zación del movimiento para la educación escolar y fue la La sugerencia de una cultura somática orgánica compar
forma privilegiada de transmitir los beneficios del mo te con las expresiones del pensamiento integral un princi
vimiento durante las últimas décadas del siglo xix y las pio que las distancia de la educación física, es decir, el de no
primeras del xx, ha sido una fuente de la cual se han des- reducir a los principios mecánicos de las regularidades físi
prendido una o varias alternativas de educación somática, co-químicas y fisiológicas las interpretaciones del mundo
es decir, del empleo de las facultades corporales para mo- orgánico. A cambio, se prefieren los modelos comprensi-
dificar a la persona y sus experiencias. El fundamento de vos que aprecian los aspectos físicos con base en conside-
mayo-agosto 2009 Desacatos saberes y razones
Elisa Lipkau
4 85
raciones biológicas, a saber, aquellas cuyos efectos recaen La posibilidad de proponer una comprensión estético-
en el conjunto del organismo y no se reducen a la suma de política de la condición humana se basa en comenzar por
los resultados parciales. Esta educación somática propen reconocer que los sentimientos, su naturaleza moral o las
de una concepción integral de la vida, cuyo principio de creencias que guían el comportamiento de personas o gru
acción es formar individuos conscientes de su condición pos, es decir, el ethos de la existencia humana, conforman
orgánica en cuanto complejo psicofísico indisociable. un acervo disponible para el autogobierno. Si esta posibi
La intención de modificar los efectos de la cultura somá lidad se hace efectiva, surgen formas de conducir la vida
tica resultante de las prácticas disciplinarias y reguladoras que responden a la propia elección y al convencimiento
de los regímenes anátomo-políticos y biopolíticos moder personal, lo cual constituye también un recurso sobre el
nos que florecieron en los países de América Latina a fi- cual puede actuar a voluntad el ejercicio estético-político.
nales del siglo xix y durante las primeras décadas del xx En las sociedades donde el biopoder se ejerce en sus versio
es una reacción a los principios epistemológicos que tales nes inmateriales, las personas tienen acceso en el mercado
formas de ejercicio del poder han instilado en el cuerpo y a estas formas de autogobierno. Es propio de las modali
debe comprenderse como parte de un régimen antropoló dades posfordistas del capitalismo que sea en el consumo
gico alternativo, aunque no disidente. Puesto que un régi donde adquiere pleno sentido desplegar facetas antropo-
men tal se basa en la intención de acoger interpretaciones lógicas que exponen la actividad subjetiva y corporal.
subjetivas y estéticas para afectar las formas de relación Cabe destacar, en este sentido, la intención crítica que
en torno al ejercicio del poder y afectar el orden social, ca puede desarrollar entonces la recreación respecto del or-
be entenderla como estético-política. La recreación es una denamiento moderno. Prácticas corporales como las que
expresión clara de este proceso. contemplan algunas actividades recreativas alternativas
saberes y razones Desacatos mayo-agosto 2009
interpersonales privadas y públicas. Mientras que la forma vida humana en su modalidad ciudadana. Alcanzar una
ción del carácter se consideró durante el siglo xix y buena cultura cosmopolita (Chaney, 2002) e intercultural que
parte del xx una tarea cuyo costo individual era desprecia admita la variabilidad de la condición humana y desco-
ble frente a los beneficios sociales y públicos de su solidez, lonice la norma que la rige es un proyecto en el cual las
la personalidad es una faceta del individuo que resulta de diversas expresiones y experiencias de la recreación adqui
un minucioso y constante proceso de automonitoreo es- rirían un sentido simbólico, social y cultural renovado al
tético y emocional y de ajuste de la conducta. acoger las diversas y divergentes experiencias estéticas de
Esta evolución, que ha modificado la concepción acer- la condición humana contemporánea.
ca del sentido de la vida humana, de la manera como debe
desarrollarse y del significado y el valor que tienen diver-
sos tipos de experiencia, ha promovido que varios de estos Bibliografía
aspectos estén contenidos en los derechos fundamenta-
Aisenstein, Ángela, 2003, “Cuerpo, escuela y pedagogía. Argen-
les y los derechos culturales. El derecho a la recreación ha tina 1820-1940”, Iberoamericana. América Latina-España-
pasado a formar parte de las expectativas y demandas so- Portugal, núm. 10, Instituto Ibero-Americano, Berlín, pp.
ciales, en cuanto se han promulgado principios democrá 83-102.
ticos y acciones que han fortalecido el sentido de igualdad Béjar, Helena, 1988, El ámbito íntimo. Privacidad, individualis
entre los ciudadanos y un acceso más equitativo a los ser mo y modernidad, Alianza, Madrid.
Camacho, Margarita, 2007, Cuerpos encerrados, cuerpos eman
vicios del Estado. De esta manera, se espera en la actua
cipados. Travestis en el ex penal García Moreno, El Conejo,
lidad que el desarrollo de la ciudad sea un proceso que Abya-Yala, Quito.
permita la realización integral de la condición humana co Castro Gómez, Santiago y Ramón Grosfoguel, 2007, El giro de
mo forma de ciudadanía. Así ha quedado comprendida colonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más
por varias cartas de derechos. allá del capitalismo global, Pontificia Universidad Javeriana- 4 87
El interés contemporáneo en que la vida ciudadana sea Pensar, Universidad Central-IESCO, Siglo del Hombre, Bo-
gotá.
una experiencia integral para los seres humanos involu- Chaney, David, 2002, “Cosmopolitan Art and Cultural Citizen-
cra, entonces, aspectos como la creatividad, orientados a ship”, Theory, Culture & Society, vol. 19, núms. 1-2, pp. 157-
dotar de un sentido específico las actividades humanas, 174.
sean o no éstas del tipo laboral. Ha ganado consenso la Corbin, Alain, 1987 [1982], El perfume o el miasma: el olfato y el
apetencia generalizada porque la vida tenga para las per- imaginario social. Siglos xviii y xix, Fondo de Cultura Eco-
nómica, México.
sonas un sentido que no debe derivarse simplemente de
Elías, Norbert, 1976, Über den Prozess der Zivilization. Soziogene
un catálogo de virtudes morales o éticas propias de las tische und psychogenetische Untersuchungen, 2. Aufl., Suhr
profesiones religiosas o del cumplimiento de los deberes kamp, Fráncfort del Meno.
modernos, sino que satisfaga lo más plenamente posible el —— y Eric Dunning, 1995 [1986], Deporte y ocio en el proceso de
sentido de la vida no a partir de la renuncia, la posterga- civilización, 2ª ed., Fondo de Cultura Económica, México.
ción o la remuneración monetaria, sino como un senti- Foucault, Michel, 1990, Tecnologías del yo y otros textos afines,
Paidós Ibérica, Barcelona.
do de satisfacción personal en el presente. Esta satisfacción Fraga, Alex Branco, 2003, “Espectros de Antinoüs: educaçâo do
debería surgir de realizar actividades de cualquier índole físico e governo dos corpos no Brasil”, Iberoamericana. Amé
que resulten gratificantes. Allí adquiere particular rele rica Latina-España-Portugal, núm. 10, Instituto Ibero-Ameri
vancia la idea de la recreación, es decir, de estimular las cano, Berlín, pp. 103-112.
habilidades humanas, permitir el uso de aptitudes y el ——, 2007, “Corpos saudáveis à sombra do risco: escolhas, vida
ativa e biopolítica informacional”, en Zandra Pedraza (comp.),
desarrollo de otras, la producción, la expresión o cualquie
Políticas y estéticas del cuerpo en América Latina, Universi-
ra de las tantas posibilidades de la actividad humana, que dad de los Andes-CESO, Bogotá, pp. 331-355.
dotan de sentido la existencia y colman la expectativa de Giddens, Anthony, 1998, Modernidad e identidad del yo. El yo y
bienestar, como principal indicador de la realización de la la sociedad en la época contemporánea, Península, Barcelona.
saberes y razones Desacatos mayo-agosto 2009
Gloy, Karen, 1996, Das Verständnis der Natur. II. Die Geschichte lombia, Universidad de Pittsburgh, Instituto Internacional
des ganzheitlichen Denkens, C.H. Beck, Múnich. de Literatura Iberoamericana, Pittsburg, pp. 185-200.
Góngora, Andrés y Manuel Rodríguez, 2006, “Puto, locaza o ——, 2004b, “El régimen biopolítico en América Latina. Cuerpo
arpía: construcciones del sujeto homosexual en tres novelas y pensamiento social”, Iberoamericana. América Latina-Es
latinoamericanas”, en Mara Viveros, Claudia Rivera y Manuel paña-Portugal, Instituto Ibero-Americano, Berlín, núm. 15,
Rodríguez (comps.), De mujeres, hombres y otras ficciones. pp. 7-19.
Género y sexualidad en América Latina, Tercer Mundo, Uni ——, 2007, “Políticas y estéticas del cuerpo: la modernidad en
versidad Nacional de Colombia-CES, Bogotá, pp. 229-246. América Latina”, en Zandra Pedraza (comp.), Políticas y es
Hardt, Michael y Antonio Negri, 2002 [2000], Imperio, Paidós, téticas del cuerpo en América Latina, Universidad de los An
Buenos Aires. des-CESO, Bogotá, pp. 7-39.
Harten, Hans Christian, 1997, Kreativität, Utopie und Erziehung. ——, 2008, “De la educación física y el uso de sí: Ejercicios es-
Grundlagen einer Erziehungswissenschaftlichen Theorie So tético-políticos de la cultura somática moderna”, Revista Mo
zialen Wandels, Westdeutscher Verlag, Opladen. vimento, vol. 14, núm. 2, Río Grande del Sur, pp. 13-37.
Heinich, Nathalie, 1999, Norbert Elias. Historia y cultura en Oc Perrot, Philippe, 1984, Le Travail des apparences. Le corps fémi
cidente, Nueva Visión, Buenos Aires. nin. xviiie-xixe siècle, Seuil, París.
Jaccard, Roland, 1999, El exilio interior, Azul, Barcelona. Rodríguez Giménez, Raumar, 2003, “Cuerpo, sociedad y escue-
Jeftanovic, Andrea, 2007, “Cuerpos travestis, perturbando deseos
la: pensar claves para una reflexión relacional”, Iberoameri
e ideologías”, en Zandra Pedraza (comp.), Políticas y estéti
cana. América Latina-España-Portugal, núm. 10, Instituto
cas del cuerpo en América Latina, Universidad de los Andes-
Ibero-Americano, Berlín, pp. 113-126.
CESO, Bogotá, pp. 357-379.
Rose, Nikolas, 1999a, Governing the Soul. The Shaping of the Pri
Lazzarato, Maurizio, 2007, La filosofía de la diferencia y el pen
vate Self, 2ª ed., Free Association Books, Londres.
samiento menor, Universidad Central-IESCO, Bogotá.
——, 1999b, The Powers of Freedom. Reframing Political Thought,
Lipovetsky, Gilles, 1994, El crepúsculo del deber. La ética indo
lora de los nuevos tiempos democráticos, Anagrama, Barce- Cambridge University Press, Cambridge, Nueva York.
lona. Sant’Anna, Denise Bernuzzi, 2003, “Corpo e embelezamento
Manarelli, María Emma, 1999, Limpias y modernas. Género, feminino no Brasil”, Iberoamericana. América Latina-Espa
88 3 ña-Portugal, Instituto Ibero-Americano, Berlín, núm. 10,
higiene y cultura en la Lima del novecientos, Flora Tristán,
Lima. 143-154.
Márquez, Jorge, Álvaro Casas y Victoria Estrada (dirs.), 2004, Schuster, Gerhard, 1992, Die Erlebnisgesellschaft. Kultursozio
Higienizar, medicar, gobernar. Historia, medicina y socie logie der Gegenwart, Campus, Fráncfort del Meno.
dad en Colombia, Universidad Nacional de Colombia-IME , Sennet, Richard, 2005 [1998], La corrosión del carácter. Las
Medellín. consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo,
Mujica, Jaris, 2007, Economía política del cuerpo. La reestructura Anagrama, Barcelona.
ción de los grupos conservadores y el biopoder, Promsex, Lima. Soares, Carmen Lúcia y Ana Márcia Silva, 2003, “Corpos de um
Nari, Marcela, 2004, Políticas de maternidad y maternalismo po Brasil multicultural: diálogos entre arte e ciencia”, Iberoa
lítico. Buenos Aires, 1890-1940, Biblos, Buenos Aires. mericana. América Latina-España-Portugal, Instituto Ibero-
Not, Luis, 2000 [1979], Las pedagogías del conocimiento, Fondo Americano, Berlín, núm. 10, pp. 127-142.
de Cultura Económica, Bogotá. Urrea, Fernando, José Ignacio Reyes y Waldor Botero, 2008, “Ten
Pedraza, Zandra, 1999 [1996], En cuerpo y alma. Visiones del siones en la construcción de identidades de hombres ne
progreso y de la felicidad, Universidad de los Andes-Depar- gros homosexuales en Cali”, en Peter Wade, Fernando Urrea
tamento de Antropología, Bogotá. y Mara Viveros (eds.), 2008, Raza, etnicidad y sexualidades.
——, 2000, “La educación sentimental y el descubrimiento de Ciudadanía y multiculturalismo en América Latina, Univer
sí mismo”, en Santiago Castro Gómez (ed.), La reestructura sidad Nacional de Colombia-CES, Bogotá, pp. 279-316.
ción de las ciencias sociales en América Latina, CEJA, Bogo- Vigarello, Georges, 1985, Le Propre et le sale: L’hygiène du corps
tá, pp. 311-325. depuis le Moyen Âge, Édition du Seuil, París.
—— (comp.), 2003, “El cuerpo en América Latina: Proyectos ——, 1990 [1975], “El adiestramiento del cuerpo desde la edad
modernos y contemporáneos”, Iberoamericana. América La de la caballería hasta la urbanidad cortesana”, en Michel Fe-
tina-España-Portugal, núm. 10, Instituto Ibero-Americano, her et al., Fragmentos para una historia del cuerpo humano.
Berlín. Segunda parte, Taurus, Madrid, pp. 149-199.
——, 2004a, “Y el verbo se hizo carne… Pensamiento social y Wulf, Christoph (ed.), 1997, Vom Menschen. Handbuch Histo
biopolítica en Colombia”, en Santiago Castro Gómez (ed.), rische Anthropologie, Beltz, Weinheim und Basel.
Pensar el siglo xix. Cultura, biopolítica y modernidad en Co