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Introducción

La vía intramuscular es una de las cuatro vías parenterales que existen


para la administración de medicamentos. A la hora de administrar una
medicación se debe de actuar sistemáticamente, cumpliendo una serie
de pasos:

Preparar el material necesario.


Preparar el medicamento.
Elegir el lugar de inyección.
Administrar el medicamento.

Preparación del material necesario para la administración


intramuscular de los medicamentos

El material que se precisa es el siguiente (para más detalles ver


“Administración parenteral de medicamentos: conceptos generales”):

Antiséptico.
Jeringuilla. La cantidad de fármaco que hemos de administrar
será la que determinará su capacidad.
Agujas. Emplearemos una aguja para cargar la medicación y otra
para inyectarla intramuscularmente (longitud de 25-75 mm,
calibre de 19-23G y bisel medio).
Gasas o algodón.
Guantes (no es necesario que sean estériles).

Preparación del medicamento a administrar


intramuscularmente

Antes de realizar cualquier procedimiento hay que lavarse las manos y


enfundarse unos guantes que, salvo en el caso de los accesos centrales,
no es necesario que sean estériles. Por otro lado, a la hora de cargar
cualquier medicamento en una jeringuilla hay que tener en cuenta
varios aspectos:

Consideraciones previas

Los medicamentos inyectables pueden encontrarse dentro de dos tipos


de recipientes de cristal, las ampollas o los viales:

Las ampollas se caracterizan por tener un cuello largo que


presenta una constricción en su base, mientras que los viales
tienen un cuello corto coronado por un tapón de plástico duro que
está forrado externamente por un metal.
Las ampollas constituyen un sistema cerrado que, una vez roto el
cuello, pasan a ser un sistema abierto. Esto es: se puede aspirar
el líquido fácilmente a través de la abertura que hemos creado.
Los viales constituyen un sistema cerrado por lo que, para poder
extraer sin dificultad su contenido, se debe de inyectar
previamente en su interior un volumen de aire igual al volumen
de la sustancia que albergan y que queremos extraer.

La medicación puede venir presentada para administrarla


directamente o mezclándola previamente con un disolvente. Así
la encontraremos en forma líquida o como polvo, ya sea suelto o
prensado. Cuando haya que mezclar el fármaco con un disolvente
trabajaremos con dos recipientes: uno que contiene el fármaco y otro
que contiene el disolvente. Por otro lado, debemos de tener en cuenta
que:

Hay que leer siempre las instrucciones. Así sabremos cómo se


debe realizar la mezcla, la cantidad de disolvente que se precisa,
si se puede desechar o no parte de éste, cuál es su composición
(a veces pueden contener parte del principio activo o anestésico),
etc.
Los pasos para conseguir la mezcla son, por este orden: cargar el
disolvente en la jeringuilla. Introducir la cantidad de disolvente
indicada en el recipiente que contiene el fármaco. Homogeneizar
la solución si es necesario (en muchos casos se homogeiniza
espontáneamente al mezclar ambos productos). Cargar la
solución nuevamente en la jeringuilla.
Para conseguir una solución homogénea nunca agitaremos la
mezcla pues, además de formarse espuma, se pueden producir
cambios que modifiquen su farmacodinamica. Lo que se debe
hacer es rotar el recipiente (normalmente es un vial) entre las
palmas de las manos hasta homogeneizarla.
Instrucciones para cargar en una
jeringuilla un medicamento inyectable
a partir de una ampolla

Coja la ampolla y golpee


suavemente su parte superior con
un dedo, así todo el contenido
pasará a la parte inferior del
recipiente.
Coloque una gasa pequeña alrededor
del cuello de la ampolla con el fin de
evitar un posible corte.
Sujete la ampolla con la mano no
dominante. Con los dedos pulgar e
índice de la otra mano, rompa el
cuello de la ampolla en dirección
opuesta a usted.
Coja la jeringa que previamente
había preparado con la aguja de
carga e inserte ésta en el centro de
la boca de la ampolla. No permita
que la punta o el cuerpo de la aguja
toquen el borde de la ampolla. Si
ello sucede, deseche el material y
reinicie el procedimiento.
Incline ligeramente la ampolla y
vaya aspirando el medicamento con
la jeringa. Recuerde que para
movilizar el émbolo no debe
apoyarse en éste, sino en las dos
lengüetas que posee la jeringuilla:
la del propio émbolo y la del cuerpo.
Una vez cargada toda la medicación,
saque la aguja de la
ampolla. Sostenga la jeringa con la
aguja apuntando hacia arriba para
que el líquido se asiente en el fondo
de la primera. Golpee la jeringa con
un dedo para favorecer que asciendan las burbujas de aire que se
puedan haber aspirado. Tire levemente del émbolo para que si
queda algo de líquido en la aguja éste caiga al cuerpo de la
jeringuilla. Ahora empuje suavemente el émbolo hacia arriba
para expulsar el aire, procurando que no se pierda nada del
líquido. Ya tiene la medicación cargada. Proceda ahora a
cambiar la aguja de carga por la que vaya a utilizar en el
paciente. No se recomienda purgar la jeringuilla con esta última
pues hay soluciones que, al contacto con el metal, se cristalizan y
obstruyen la aguja.

Instrucciones para cargar en una jeringuilla un medicamento


inyectable a partir de un vial

Conecte la aguja de carga a la jeringa elegida.


Retire el protector de la aguja.
Cargue la jeringa con un volumen de aire equivalente al volumen
de sustancia que vaya a extraer.
Retire la tapa metálica del vial y desinfecte la parte que queda
expuesta con un antiséptico.
Inserte la aguja por el centro del tapón (es más delgado y más
fácil de penetrar) e inyecte el aire en el vial sin dejar que el
émbolo se retraiga. Procure que el bisel de la aguja quede por
encima de la medicación, sin introducirse en ella, pues así se
evita la formación de burbujas y se facilita la extracción posterior
del líquido.
Coja el vial con la mano no dominante a la vez que con la otra
sujeta firmemente la jeringa y el émbolo.
Invierta el vial. Mantenga la aguja en la misma posición: ahora, al
haber invertido el vial, quedará cubierta por el líquido (se
previene la aspiración de aire).
Permita que la presión positiva del aire introducido llene poco a
poco la jeringa con el medicamento (la presión impulsa el líquido
hacia la jeringuilla y desplaza el émbolo). Tire un poco del
émbolo si es necesario.
Desinserte la aguja del tapón del vial. A veces la presión
existente en éste puede hacer que al realizar esta maniobra salga
algo de líquido y nos salpique. Para evitarlo, tenga la precaución
de volver a colocar el vial en su posición original (recuerde que
para extraer la medicación lo había invertido).
Si lo que ha extraído es la medicación, aquí ha acabado el
procedimiento de carga. Si lo que ha extraído es el disolvente y
ahora tiene que introducirlo en el vial de la medicación, actúe
siguiendo los pasos que se han detallado hasta ahora. La única
diferencia es que no tendrá que cargar la jeringuilla con aire,
pues ya la tiene cargada con el disolvente.
Purgue la jeringuilla como ya se explicó anteriormente.
Elección del lugar de la inyección para la
administración intramuscular de
medicamentos

Las zonas donde se pueden administrar los medicamentos


intramuscularmente son la dorsoglútea, la deltoidea, la ventroglútea y la
cara externa del muslo. A la hora de elegir el lugar de punción
tendremos en cuenta la edad del paciente y su masa muscular, la
cantidad de medicamento a inyectar, si es una sustancia más o menos
oleosa, etc.

Las características principales de cada una de las áreas se


describen a continuación. En la tabla 1 se ofrece un resumen de ellas.

Tabla 1. Áreas para aplicar una inyección intramuscular


Posición del Volumen
Área Precaución Otros
enfermo admitido

Evitarla en < 3
D. lateral
Nervio años.
Dorsoglútea D. prono Hasta 7 ml
ciático De elección en niños
Bipedestación
> 3 años.
Prácticamente Nervio
Deltoidea Hasta 2 ml
todas radial
D. lateral De elección en niños
Ventroglútea Hasta 5 ml
D. supino > 3 años.
Cara
D. supino De elección en < 3
externa del Hasta 5 ml
Sedestación años.
muslo

Zona dorsoglútea (ver figura 1). Se localiza en el cuadrante


superoexterno de la nalga, pues así es como se evita lesionar el
nervio ciático. Es el lugar que más fármaco admite: hasta 7
ml. El paciente puede estar en decúbito lateral, en decúbito
prono o en bipedestación (en este último caso, debe de tener
cerca una zona de apoyo por si surge cualquier
complicación). Debe de evitarse su uso en los menores de tres
años.
Figura 1

Zona deltoidea (ver figura 2). Está ubicada en la cara externa


del deltoides, a tres traveses de dedo por debajo del
acromion. Se debe de tener en cuenta que el nervio radial pasa
cerca de ahí. Admite hasta 2 ml de volumen. El paciente puede
estar prácticamente en todas las posiciones: sedestación,
decúbito supino, decúbito lateral o bipedestación.

Figura 2

Zona ventroglútea (ver figura 3). Es una de las más seguras, ya


que no tiene cerca ningún punto conflictivo. Con el enfermo en
decúbito lateral o en decúbito supino, colocaremos nuestra mano
en la base del trocánter mayor del fémur del lado elegido. A
continuación abriremos los dedos de la mano y pincharemos en el
espacio que quede entre los dedos índice y medio. Admite hasta
5 ml. de volumen. Junto con la dorsoglútea es la de elección para
los niños mayores de tres años.
Figura 3

Cara externa del muslo (ver figura 4). Admite hasta 5 ml de


volumen. Con el paciente en decúbito supino o en sedestación,
delimitaremos una banda imaginaria que vaya, por la cara
externa del muslo elegido, desde el trocánter mayor hasta la
rótula. La zona óptima de inyección está localizada en esta
banda, 5 cm por arriba y 5 cm por debajo de su punto medio. Es
la zona de elección para los niños menores de tres años.

Figura 4

Aplicación intramuscular del medicamento

Los pasos a seguir a la hora de ejecutar la inyección intramuscular son


los siguientes:

Antes de inyectar el medicamento desinfectaremos la piel. Para


ello aplicaremos una torunda impregnada de antiséptico en el
centro de la zona elegida. Posteriormente y con un movimiento
que dibuje una espiral hacia fuera, abarcaremos un diámetro de
unos 5 cm. Con ello “barreremos” hacia el exterior los gérmenes
de esa zona de la piel, cosa que no conseguiremos si el
movimiento que le imprimimos a la torunda es de derecha a
izquierda o de arriba abajo.
Según la bibliografía, la aguja se puede insertar tanto mediante el
sistema cerrado (jeringa y aguja conectadas) como mediante el
sistema abierto (jeringa y aguja separadas), no poniéndose de
acuerdo las fuentes si un procedimiento es mejor que el otro y
cuándo debe aplicarse cada uno de ellos. En lo que sí hay
coincidencia es en que la aguja se debe de introducir formando un
ángulo de 90º (por lo que es indiferente hacia dónde mire el
bisel) con un movimiento firme y seguro, en un solo acto.
Antes de introducir el medicamento siempre se debe aspirar para
ver si hemos conectado con un vaso. En caso afirmativo,
debemos extraer la aguja y pinchar nuevamente en otro lugar.
El medicamento se debe de inyectar lentamente ya que, aparte de
ser menos doloroso, iremos dando tiempo a que se vaya
distribuyendo por el músculo. Como media emplearemos un
minuto -y nunca menos de treinta segundos- en introducir 5 ml
de sustancia. Durante todo el procedimiento iremos observando
cómo va reaccionando el paciente y le preguntaremos si tiene
dolor, si se encuentra mareado, etc.
Una vez hayamos administrado todo el medicamento,
esperaremos unos diez segundos antes de retirar la aguja, pues
así evitaremos cualquier pérdida de medicación. A continuación
colocaremos la torunda con el antiséptico justo sobre el punto de
la inyección -al sujetar la piel minimizaremos en lo posible el
dolor- y retiraremos la aguja con suavidad y
rapidez. Posteriormente haremos una suave presión mientras
friccionamos ligeramente la zona para evitar que el medicamento
se acumule y así favorecer su absorción.

AGRADECIMIENTOS
Por las ilustraciones y su revisión crítica del texto, a Mónica Botella
Dorta (Licenciada en Medicina y Cirugía. Profesora de Enseñanza
Secundaria del Instituto Los Gladiolos de Santa Cruz de Tenerife) y a
Francisco Martínez Ramos (Médico del Centro de Salud de la Laguna-Las
Mercedes).

Bibliografía

1. Artuñedo P, Delgado MA, Caballero F. Instrumental básico


de cirugía menor. En: Arribas JM, Caballero F. Manual de
Cirugía Menor y otros Procedimientos en la Consulta del
Médico de Familia. Madrid: Merck Sharp & Dohme; 1993.
2. Esteve J, Mitjans J. Enfermería. Técnicas clínicas. Madrid:
McGraww-Hill Interamericana; 2002.
3. Perry A, Potter PA. Guía clínica de enfermería. Técnicas y
procedimientos básicos. 4ª ed.. Madrid: Harcourt Brace;
1998.

Introducción

El término parenteral hace referencia a la vía de administración de los


fármacos. Esto es, atravesando una o más capas de la piel o de las
membranas mucosas mediante una inyección. La vía parenteral es
diariamente empleada en atención primaria en multitud de situaciones
(ver tabla 1).

Tabla 1. Usos más comunes de la vía parenteral


Vía Usos más comunes

- Prueba de Mantoux
Intradérmica - Pruebas cutáneas
- Anestésicos locales
- Insulinas
- Heparinas
- Vacunas
Subcutánea
- Otros fármacos (salbutamol, adrenalina,
escopolamina, analgésicos opioides,
antieméticos, benzodiacepinas, etc.)
- Vacunas
- Otros fármacos (analgésicos,
Intramuscular
antiinflamatorios, antibióticos,
neurolépticos, corticoides, etc.)
- Medicación urgente (naloxona, adrenalina,
atropina, flumacenilo, fisostigmina, glucosa
Intravenosa
hipertónica, etc.)
- Múltiples fármacos a diluir en suero
Modificado de Bordallo JR y Baos V. Tratamientos parenterales en APS. Bomba de infusión
portátil. En: Espinàs J et al. Guía de Actuación en Atención Primaria (primera
edición). Barcelona: semFYC, 1998; 869-71.

A la hora de administrar una medicación se debe de actuar


sistemáticamente, cumpliendo una serie de pasos:

Preparar el material necesario.


Preparar el medicamento.
Elegir el lugar de inyección.
Administrar el medicamento.

La preparación del material y la del medicamento, salvo pequeñas


particularidades, suelen ser comunes a los cuatro tipos de vías
parenterales. La elección del lugar de inyección y la administración del
medicamento ya sí que son específicos de cada vía parenteral. En este
documento se trata de cómo se han de llevar a cabo los dos primeros
pasos para la administración parenteral de los medicamentos.

Preparación del material necesario para la administración


parenteral de los medicamentos

En general, es el siguiente: antiséptico, jeringuillas, agujas, gasas o


algodón, guantes y, si la vía es la intravenosa, se añadirán el equipo de
perfusión, el torniquete y los sistemas de fijación. Todo el material debe
ser desechable y aquél que precise estar estéril debe de venir envasado
adecuadamente.

El antiséptico más recomendable es el alcohol etílico al 70%. Su


eficacia es del 90% si se deja dos minutos, mientras que si se hace una
friega rápida es del 75%. En caso de no disponer de alcohol se puede
emplear la povidona yodada, aunque siempre es mejor utilizar un
antiséptico incoloro, ya que ello nos permitirá observar con mayor
facilidad cualquier posible complicación (eritemas, sangrado, etc.).

Las jeringuillas poseen tres partes: un cono para conectar la aguja, un


cuerpo milimetrado con una lengüeta de apoyo y un émbolo con otra
lengüeta de apoyo. Una vez extraída la jeringuilla de su envase,
debemos de seguir conservando la esterilidad del cono y del émbolo (de
éste solo se debe de tocar la lengüeta a la hora de
manipularlo). Existen jeringas de diferentes capacidades: 1, 2, 5, 10,
20 y 50 ml respectivamente, siendo la cantidad de fármaco que hemos
de administrar la que determinará su capacidad. Las jeringuillas de 50
ml se usan normalmente para las bombas de perfusión portátiles,
careciendo entonces de cono.
Las agujas están formadas por un cono y por una parte metálica. Una
vez extraídas del envase, se deben de seguir conservando estériles
tanto la parte metálica como la parte del cono de la aguja que conecta
con el cono de la jeringuilla. A la hora de preparar el material se debe
de tener en cuenta que vamos a precisar dos agujas: una para cargar el
medicamento en la jeringuilla y otra para administrarlo. No se aconseja
administrar el fármaco con la misma aguja con la que se carga la
medicación ya que:

Al haber más manipulación es más probable que se pierda la


esterilidad.
Al realizar el procedimiento de carga la aguja se puede despuntar
con lo que, si empleamos esa misma aguja para administrar el
medicamento, la técnica va a ser más dolorosa.

Si por alguna razón no disponemos de agujas de carga, usaremos para


ello la de mayor calibre de las que tengamos.

Con respecto a las partes de la aguja, es interesante remarcar los


siguientes aspectos:

La parte metálica va a variar según la vía a emplear, de tal modo que


para cada caso se debe de utilizar un calibre, una longitud y un bisel
adecuado:
El calibre se refiere al diámetro de la aguja, el cual viene medido
en “números G”: a mayor calibre, menor “número G”.
La longitud variará según el número de capas de tejido a
atravesar: a mayor número de capas, mayor longitud de la
aguja. Nuestra elección también estará condicionada por el tipo
de paciente a tratar: adultos, lactantes, escolares, adultos con
poca masa muscular, etc.
El bisel nos habla del ángulo de la punta de la aguja, que es el que
va a determinar el tipo de corte que se producirá en el momento
en el que se atraviese la piel o la mucosa. El bisel puede ser
largo (la aguja es más puntiaguda), medio o corto (la aguja es
menos puntiaguda, con un ángulo de 45º).

El cono de la aguja puede ser de diferentes colores, pero éstos no


vienen determinados internacionalmente, sino por cada casa
comercial. Aunque existe una cierta uniformidad entre las diferentes
marcas (el cono de la aguja intravenosa suele ser amarillo, el de la
intramuscular de adultos suele ser verde, el de la intramuscular de niños
azul, etc.), a la hora de escoger la aguja no debemos fijarnos sólo en el
color del cono, pues ello puede inducir a error.

En la tabla 2 se reproduce un cuadro con los tipos de agujas más


empleadas en la administración de los tratamientos parenterales (el
color del cono que se indica es el más frecuente, pero puede variar
según la casa comercial).

Tabla 2. Tipos de agujas más empleadas en la administración de los tratamientos


parenterales
Vía Longitud Calibre Bisel Color del cono

25 - 26G Transparente o
Intradérmica 9´5 -16 mm Corto
(0´5 mm) naranja
24 - 27G
Subcutánea 16 - 22 mm Medio Naranja
(0´6 mm)
19 - 23G Adultos: verde
Intramuscular 25 - 75 mm Medio
(0´8 mm) Niños: azul
16 - 21
Intravenosa 25 - 75 mm Largo Amarillo
(0´9 mm)
Aguja de 14 -16G (1
40 - 75 mm Medio Rosado
carga mm)
Elaboración propia

Preparación del medicamento a administrar


Antes de realizar cualquier procedimiento hay que lavarse las manos y
enfundarse unos guantes que, salvo en el caso de los accesos centrales,
no es necesario que sean estériles. Por otro lado, a la hora de cargar
cualquier medicamento en una jeringuilla hay que tener en cuenta
varios aspectos:

Consideraciones previas

Los medicamentos inyectables pueden encontrarse dentro de dos tipos


de recipientes de cristal, las ampollas o los viales:

Las ampollas se caracterizan por tener un cuello largo que


presenta una constricción en su base, mientras que los viales
tienen un cuello corto coronado por un tapón de plástico duro que
está forrado externamente por un metal.
Las ampollas constituyen un sistema cerrado que, una vez roto el
cuello, pasan a ser un sistema abierto. Esto es: se puede aspirar
el líquido fácilmente a través de la abertura que hemos creado.
Los viales constituyen un sistema cerrado por lo que, para poder
extraer sin dificultad su contenido, se debe de inyectar
previamente en su interior un volumen de aire igual al volumen
de la sustancia que albergan y que queremos extraer.

La medicación puede venir presentada para administrarla


directamente o mezclándola previamente con un disolvente. Así
la encontraremos en forma líquida o como polvo, ya sea suelto o
prensado. Cuando haya que mezclar el fármaco con un disolvente
trabajaremos con dos recipientes: uno que contiene el fármaco y otro
que contiene el disolvente. Por otro lado, debemos de tener en cuenta
que:

Hay que leer siempre las instrucciones. Así sabremos cómo se


debe realizar la mezcla, la cantidad de disolvente que se precisa,
si se puede desechar o no parte de éste, cuál es su composición
(a veces pueden contener parte del principio activo o anestésico),
etc.
Los pasos para conseguir la mezcla son, por este orden: cargar el
disolvente en la jeringuilla. Introducir la cantidad de disolvente
indicada en el recipiente que contiene el fármaco. Homogeneizar
la solución si es necesario (en muchos casos se homogeiniza
espontáneamente al mezclar ambos productos). Cargar la
solución nuevamente en la jeringuilla.
Para conseguir una solución homogénea nunca agitaremos la
mezcla pues, además de formarse espuma, se pueden producir
cambios que modifiquen su farmacodinamica. Lo que se debe
hacer es rotar el recipiente (normalmente es un vial) entre las
palmas de las manos hasta
homogeneizarla.

Instrucciones para cargar en una


jeringuilla un medicamento inyectable
a partir de una ampolla

Coja la ampolla y golpee


suavemente su parte superior con
un dedo, así todo el contenido
pasará a la parte inferior del
recipiente.
Coloque una gasa pequeña alrededor
del cuello de la ampolla con el fin de
evitar un posible corte.
Sujete la ampolla con la mano no
dominante. Con los dedos pulgar e
índice de la otra mano, rompa el
cuello de la ampolla en dirección
opuesta a usted.
Coja la jeringa que previamente
había preparado con la aguja de
carga e inserte ésta en el centro de
la boca de la ampolla. No permita
que la punta o el cuerpo de la aguja
toquen el borde de la ampolla. Si
ello sucede, deseche el material y
reinicie el procedimiento.
Incline ligeramente la ampolla y
vaya aspirando el medicamento con
la jeringa. Recuerde que para
movilizar el émbolo no debe
apoyarse en éste, sino en las dos
lengüetas que posee la jeringuilla:
la del propio émbolo y la del cuerpo.
Una vez cargada toda la medicación,
saque la aguja de la
ampolla. Sostenga la jeringa con la
aguja apuntando hacia arriba para
que el líquido se asiente en el fondo
de la primera. Golpee la jeringa con un dedo para favorecer que
asciendan las burbujas de aire que se puedan haber
aspirado. Tire levemente del émbolo para que si queda algo de
líquido en la aguja éste caiga al cuerpo de la jeringuilla. Ahora
empuje suavemente el émbolo hacia arriba para expulsar el aire,
procurando que no se pierda nada del líquido. Ya tiene la
medicación cargada. Proceda ahora a cambiar la aguja de carga
por la que vaya a utilizar en el paciente. No se recomienda
purgar la jeringuilla con esta última pues hay soluciones que, al
contacto con el metal, se cristalizan y obstruyen la aguja.

Instrucciones para cargar en una jeringuilla un medicamento


inyectable a partir de un vial

Conecte la aguja de carga a la jeringa elegida.


Retire el protector de la aguja.
Cargue la jeringa con un volumen de aire equivalente al volumen
de sustancia que vaya a extraer.
Retire la tapa metálica del vial y desinfecte la parte que queda
expuesta con un antiséptico.
Inserte la aguja por el centro del tapón (es más delgado y más
fácil de penetrar) e inyecte el aire en el vial sin dejar que el
émbolo se retraiga. Procure que el bisel de la aguja quede por
encima de la medicación, sin introducirse en ella, pues así se
evita la formación de burbujas y se facilita la extracción posterior
del líquido.
Coja el vial con la mano no dominante a la vez que con la otra
sujeta firmemente la jeringa y el émbolo.
Invierta el vial. Mantenga la aguja en la misma posición: ahora, al
haber invertido el vial, quedará cubierta por el líquido (se
previene la aspiración de aire).
Permita que la presión positiva del aire introducido llene poco a
poco la jeringa con el medicamento (la presión impulsa el líquido
hacia la jeringuilla y desplaza el émbolo). Tire un poco del
émbolo si es necesario.
Desinserte la aguja del tapón del vial. A veces la presión
existente en éste puede hacer que al realizar esta maniobra salga
algo de líquido y nos salpique. Para evitarlo, tenga la precaución
de volver a colocar el vial en su posición original (recuerde que
para extraer la medicación lo había invertido).
Si lo que ha extraído es la medicación, aquí ha acabado el
procedimiento de carga. Si lo que ha extraído es el disolvente y
ahora tiene que introducirlo en el vial de la medicación, actúe
siguiendo los pasos que se han detallado hasta ahora. La única
diferencia es que no tendrá que cargar la jeringuilla con aire,
pues ya la tiene cargada con el disolvente.
Purgue la jeringuilla como ya se explicó anteriormente.

AGRADECIMIENTOS
Por las ilustraciones y su revisión crítica del texto, a Mónica Botella
Dorta (Licenciada en Medicina y Cirugía. Profesora de Enseñanza
Secundaria del Instituto Los Gladiolos de Santa Cruz de Tenerife) y a
Francisco Martínez Ramos (Médico del Centro de Salud de la Laguna-Las
Mercedes).

Bibliografía

1. Bordallo Huidrobo JR. Tratamientos parenterales en


Atención Primaria. Bomba de perfusión portátil. En:
Espinàs J Coord. Guía de Actuación en Atención Primaria.
2ª ed. Barcelona: semFYC, 2002; p.1271-73.
2. Artuñedo P, Delgado MA, Caballero F. Instrumental básico
de cirugía menor. En: Arribas JM, Caballero F. Manual de
Cirugía Menor y otros Procedimientos en la Consulta del
Médico de Familia. Madrid: Merck Sharp & Dohme; 1993.
3. Esteve J, Mitjans J. Enfermería. Técnicas clínicas. Madrid:
McGraww-Hill Interamericana; 2002.
4. Perry A, Potter PA. Guía clínica de enfermería. Técnicas y
procedimientos básicos. 4ª ed. Madrid: Harcourt Brace;
1998.

Introducción

La vía intramuscular es una de las cuatro vías parenterales que existen


para la administración de medicamentos. A la hora de administrar una
medicación se debe de actuar sistemáticamente, cumpliendo una serie
de pasos:

Preparar el material necesario.


Preparar el medicamento.
Elegir el lugar de inyección.
Administrar el medicamento.

Preparación del material necesario para la administración


intramuscular de los medicamentos

El material que se precisa es el siguiente (para más detalles ver


“Administración parenteral de medicamentos: conceptos generales”):

Antiséptico.
Jeringuilla. La cantidad de fármaco que hemos de administrar
será la que determinará su capacidad.
Agujas. Emplearemos una aguja para cargar la medicación y otra
para inyectarla intramuscularmente (longitud de 25-75 mm,
calibre de 19-23G y bisel medio).
Gasas o algodón.
Guantes (no es necesario que sean estériles).

Preparación del medicamento a administrar


intramuscularmente

Antes de realizar cualquier procedimiento hay que lavarse las manos y


enfundarse unos guantes que, salvo en el caso de los accesos centrales,
no es necesario que sean estériles. Por otro lado, a la hora de cargar
cualquier medicamento en una jeringuilla hay que tener en cuenta
varios aspectos:

Consideraciones previas

Los medicamentos inyectables pueden encontrarse dentro de dos tipos


de recipientes de cristal, las ampollas o los viales:

Las ampollas se caracterizan por tener un cuello largo que


presenta una constricción en su base, mientras que los viales
tienen un cuello corto coronado por un tapón de plástico duro que
está forrado externamente por un metal.
Las ampollas constituyen un sistema cerrado que, una vez roto el
cuello, pasan a ser un sistema abierto. Esto es: se puede aspirar
el líquido fácilmente a través de la abertura que hemos creado.
Los viales constituyen un sistema cerrado por lo que, para poder
extraer sin dificultad su contenido, se debe de inyectar
previamente en su interior un volumen de aire igual al volumen
de la sustancia que albergan y que queremos extraer.

La medicación puede venir presentada para administrarla


directamente o mezclándola previamente con un disolvente. Así
la encontraremos en forma líquida o como polvo, ya sea suelto o
prensado. Cuando haya que mezclar el fármaco con un disolvente
trabajaremos con dos recipientes: uno que contiene el fármaco y otro
que contiene el disolvente. Por otro lado, debemos de tener en cuenta
que:

Hay que leer siempre las instrucciones. Así sabremos cómo se


debe realizar la mezcla, la cantidad de disolvente que se precisa,
si se puede desechar o no parte de éste, cuál es su composición
(a veces pueden contener parte del principio activo o anestésico),
etc.
Los pasos para conseguir la mezcla son, por este orden: cargar el
disolvente en la jeringuilla. Introducir la cantidad de disolvente
indicada en el recipiente que contiene el fármaco. Homogeneizar
la solución si es necesario (en muchos casos se homogeiniza
espontáneamente al mezclar ambos productos). Cargar la
solución nuevamente en la jeringuilla.
Para conseguir una solución homogénea nunca agitaremos la
mezcla pues, además de formarse espuma, se pueden producir
cambios que modifiquen su farmacodinamica. Lo que se debe
hacer es rotar el recipiente (normalmente es un vial) entre las
palmas de las manos hasta
homogeneizarla.
Instrucciones para cargar en una
jeringuilla un medicamento inyectable
a partir de una ampolla

Coja la ampolla y golpee


suavemente su parte superior con
un dedo, así todo el contenido
pasará a la parte inferior del
recipiente.
Coloque una gasa pequeña alrededor
del cuello de la ampolla con el fin de
evitar un posible corte.
Sujete la ampolla con la mano no
dominante. Con los dedos pulgar e
índice de la otra mano, rompa el
cuello de la ampolla en dirección
opuesta a usted.
Coja la jeringa que previamente
había preparado con la aguja de
carga e inserte ésta en el centro de
la boca de la ampolla. No permita
que la punta o el cuerpo de la aguja
toquen el borde de la ampolla. Si
ello sucede, deseche el material y
reinicie el procedimiento.
Incline ligeramente la ampolla y
vaya aspirando el medicamento con la jeringa. Recuerde que
para movilizar el émbolo no debe apoyarse en éste, sino en las
dos lengüetas que posee la jeringuilla: la del propio émbolo y la
del cuerpo.
Una vez cargada toda la medicación, saque la aguja de la
ampolla. Sostenga la jeringa con la aguja apuntando hacia arriba
para que el líquido se asiente en el fondo de la primera. Golpee
la jeringa con un dedo para favorecer que asciendan las burbujas
de aire que se puedan haber aspirado. Tire levemente del
émbolo para que si queda algo de líquido en la aguja éste caiga al
cuerpo de la jeringuilla. Ahora empuje suavemente el émbolo
hacia arriba para expulsar el aire, procurando que no se pierda
nada del líquido. Ya tiene la medicación cargada. Proceda ahora
a cambiar la aguja de carga por la que vaya a utilizar en el
paciente. No se recomienda purgar la jeringuilla con esta última
pues hay soluciones que, al contacto con el metal, se cristalizan y
obstruyen la aguja.
Instrucciones para cargar en una jeringuilla un medicamento
inyectable a partir de un vial

Conecte la aguja de carga a la jeringa elegida.


Retire el protector de la aguja.
Cargue la jeringa con un volumen de aire equivalente al volumen
de sustancia que vaya a extraer.
Retire la tapa metálica del vial y desinfecte la parte que queda
expuesta con un antiséptico.
Inserte la aguja por el centro del tapón (es más delgado y más
fácil de penetrar) e inyecte el aire en el vial sin dejar que el
émbolo se retraiga. Procure que el bisel de la aguja quede por
encima de la medicación, sin introducirse en ella, pues así se
evita la formación de burbujas y se facilita la extracción posterior
del líquido.
Coja el vial con la mano no dominante a la vez que con la otra
sujeta firmemente la jeringa y el émbolo.
Invierta el vial. Mantenga la aguja en la misma posición: ahora, al
haber invertido el vial, quedará cubierta por el líquido (se
previene la aspiración de aire).
Permita que la presión positiva del aire introducido llene poco a
poco la jeringa con el medicamento (la presión impulsa el líquido
hacia la jeringuilla y desplaza el émbolo). Tire un poco del
émbolo si es necesario.
Desinserte la aguja del tapón del vial. A veces la presión
existente en éste puede hacer que al realizar esta maniobra salga
algo de líquido y nos salpique. Para evitarlo, tenga la precaución
de volver a colocar el vial en su posición original (recuerde que
para extraer la medicación lo había invertido).
Si lo que ha extraído es la medicación, aquí ha acabado el
procedimiento de carga. Si lo que ha extraído es el disolvente y
ahora tiene que introducirlo en el vial de la medicación, actúe
siguiendo los pasos que se han detallado hasta ahora. La única
diferencia es que no tendrá que cargar la jeringuilla con aire,
pues ya la tiene cargada con el disolvente.
Purgue la jeringuilla como ya se explicó anteriormente.

Elección del lugar de la inyección para la


administración intramuscular de
medicamentos
Las zonas donde se pueden administrar los medicamentos
intramuscularmente son la dorsoglútea, la deltoidea, la ventroglútea y la
cara externa del muslo. A la hora de elegir el lugar de punción
tendremos en cuenta la edad del paciente y su masa muscular, la
cantidad de medicamento a inyectar, si es una sustancia más o menos
oleosa, etc.

Las características principales de cada una de las áreas se


describen a continuación. En la tabla 1 se ofrece un resumen de ellas.

Tabla 1. Áreas para aplicar una inyección intramuscular


Posición del Volumen
Área Precaución Otros
enfermo admitido

Evitarla en < 3
D. lateral
Nervio años.
Dorsoglútea D. prono Hasta 7 ml
ciático De elección en niños
Bipedestación
> 3 años.
Prácticamente Nervio
Deltoidea Hasta 2 ml
todas radial
D. lateral De elección en niños
Ventroglútea Hasta 5 ml
D. supino > 3 años.
Cara
D. supino De elección en < 3
externa del Hasta 5 ml
Sedestación años.
muslo

Zona dorsoglútea (ver figura 1). Se localiza en el cuadrante


superoexterno de la nalga, pues así es como se evita lesionar el
nervio ciático. Es el lugar que más fármaco admite: hasta 7
ml. El paciente puede estar en decúbito lateral, en decúbito
prono o en bipedestación (en este último caso, debe de tener
cerca una zona de apoyo por si surge cualquier
complicación). Debe de evitarse su uso en los menores de tres
años.

Figura 1
Zona deltoidea (ver figura 2). Está ubicada en la cara externa
del deltoides, a tres traveses de dedo por debajo del
acromion. Se debe de tener en cuenta que el nervio radial pasa
cerca de ahí. Admite hasta 2 ml de volumen. El paciente puede
estar prácticamente en todas las posiciones: sedestación,
decúbito supino, decúbito lateral o bipedestación.

Figura 2

Zona ventroglútea (ver figura 3). Es una de las más seguras, ya


que no tiene cerca ningún punto conflictivo. Con el enfermo en
decúbito lateral o en decúbito supino, colocaremos nuestra mano
en la base del trocánter mayor del fémur del lado elegido. A
continuación abriremos los dedos de la mano y pincharemos en el
espacio que quede entre los dedos índice y medio. Admite hasta
5 ml. de volumen. Junto con la dorsoglútea es la de elección para
los niños mayores de tres años.

Figura 3

Cara externa del muslo (ver figura 4). Admite hasta 5 ml de


volumen. Con el paciente en decúbito supino o en sedestación,
delimitaremos una banda imaginaria que vaya, por la cara
externa del muslo elegido, desde el trocánter mayor hasta la
rótula. La zona óptima de inyección está localizada en esta
banda, 5 cm por arriba y 5 cm por debajo de su punto medio. Es
la zona de elección para los niños menores de tres años.

Figura 4

Aplicación intramuscular del medicamento

Los pasos a seguir a la hora de ejecutar la inyección intramuscular son


los siguientes:

Antes de inyectar el medicamento desinfectaremos la piel. Para


ello aplicaremos una torunda impregnada de antiséptico en el
centro de la zona elegida. Posteriormente y con un movimiento
que dibuje una espiral hacia fuera, abarcaremos un diámetro de
unos 5 cm. Con ello “barreremos” hacia el exterior los gérmenes
de esa zona de la piel, cosa que no conseguiremos si el
movimiento que le imprimimos a la torunda es de derecha a
izquierda o de arriba abajo.
Según la bibliografía, la aguja se puede insertar tanto mediante el
sistema cerrado (jeringa y aguja conectadas) como mediante el
sistema abierto (jeringa y aguja separadas), no poniéndose de
acuerdo las fuentes si un procedimiento es mejor que el otro y
cuándo debe aplicarse cada uno de ellos. En lo que sí hay
coincidencia es en que la aguja se debe de introducir formando un
ángulo de 90º (por lo que es indiferente hacia dónde mire el
bisel) con un movimiento firme y seguro, en un solo acto.
Antes de introducir el medicamento siempre se debe aspirar para
ver si hemos conectado con un vaso. En caso afirmativo,
debemos extraer la aguja y pinchar nuevamente en otro lugar.
El medicamento se debe de inyectar lentamente ya que, aparte de
ser menos doloroso, iremos dando tiempo a que se vaya
distribuyendo por el músculo. Como media emplearemos un
minuto -y nunca menos de treinta segundos- en introducir 5 ml
de sustancia. Durante todo el procedimiento iremos observando
cómo va reaccionando el paciente y le preguntaremos si tiene
dolor, si se encuentra mareado, etc.
Una vez hayamos administrado todo el medicamento,
esperaremos unos diez segundos antes de retirar la aguja, pues
así evitaremos cualquier pérdida de medicación. A continuación
colocaremos la torunda con el antiséptico justo sobre el punto de
la inyección -al sujetar la piel minimizaremos en lo posible el
dolor- y retiraremos la aguja con suavidad y
rapidez. Posteriormente haremos una suave presión mientras
friccionamos ligeramente la zona para evitar que el medicamento
se acumule y así favorecer su absorción.

AGRADECIMIENTOS
Por las ilustraciones y su revisión crítica del texto, a Mónica Botella
Dorta (Licenciada en Medicina y Cirugía. Profesora de Enseñanza
Secundaria del Instituto Los Gladiolos de Santa Cruz de Tenerife) y a
Francisco Martínez Ramos (Médico del Centro de Salud de la Laguna-Las
Mercedes).

Bibliografía

1. Artuñedo P, Delgado MA, Caballero F. Instrumental básico


de cirugía menor. En: Arribas JM, Caballero F. Manual de
Cirugía Menor y otros Procedimientos en la Consulta del
Médico de Familia. Madrid: Merck Sharp & Dohme; 1993.
2. Esteve J, Mitjans J. Enfermería. Técnicas clínicas. Madrid:
McGraww-Hill Interamericana; 2002.
3. Perry A, Potter PA. Guía clínica de enfermería. Técnicas y
procedimientos básicos. 4ª ed.. Madrid: Harcourt Brace;
1998.
Introducción

La vía intravenosa es una de las cuatro vías parenterales que existen


para la administración de medicamentos lo cual, en atención primaria,
se suele llevar a cabo de dos maneras:

Directa. Es la administración del medicamento en forma de bolo,


ya sea solo o diluido (normalmente en una jeringuilla de 10 ml, la
cual contendría la sustancia a inyectar junto con suero fisiológico
hasta completar los 10 ml). Se usa pocas veces por las
complicaciones a que puede dar lugar, ya que en general los
medicamentos necesitan un tiempo de infusión más amplio que el
que se obtiene con este procedimiento.
Por goteo intravenoso, canalizando una vía venosa. Es la forma
de tratamiento empleada ante determinadas situaciones clínicas
(crisis asmática, cólico nefrítico, etc.) o bien para permitir la
derivación hospitalaria en unas condiciones adecuadas.

A la hora de administrar una medicación se debe de actuar


sistemáticamente, cumpliendo una serie de pasos:

Preparar el material necesario.


Preparar el medicamento.
Elegir el lugar de inyección.
Administrar el medicamento.

Preparación del material necesario para la administración


intravenosa de los medicamentos

El material que se precisa es el siguiente (para más detalles ver


“Administración parenteral de medicamentos: conceptos generales”):

Medicación.
Jeringuilla para cargar el fármaco y luego introducirlo en el
suero. La cantidad de fármaco que hemos de cargar será la que
determine su capacidad.
Aguja para cargar el fármaco y luego introducirlo en el
suero. Emplearemos una aguja de carga (longitud de 40-75 mm,
calibre de 14-16G y bisel medio) o, en su defecto, la que tenga
mayor calibre de las que dispongamos.
Antiséptico.
Recipiente con la solución a perfundir.
Aguja de venopunción: tipo palomilla o tipo catéter endovenoso.
Sistema de perfusión.
Pie de suero.
Gasas o algodón.
Guantes (no es necesario que sean estériles).
Torniquete.
Sistema de fijación.

El recipiente con la solución a perfundir suele ser una


botella de plástico o de cristal, la cual posee un tapón de
caucho que, a su vez, está protegido por un capuchón
metálico o de plástico. La capacidad del recipiente es
variable (100ml, 250ml, 500ml, 1000 ml) y elegiremos
una u otra según la situación en la que nos
encontremos. Para colgar el recipiente en el pie de suero
emplearemos el sistema que traiga incorporado el cual suele ser, o bien
una argolla, o bien una redecilla plástica (canasta).

La aguja de venopunción puede ser una palomilla o un


catéter. La palomilla (descrita en el documento “Administración
parenteral de medicamentos: la vía subcutánea”), por su pequeño
calibre, se emplea muy raramente en las venopunciones. El catéter es
un dispositivo que consta de las siguientes partes:

Una funda protectora.


El catéter propiamente dicho, que es un tubo flexible que acaba en
un cono de conexión.
Un fiador metálico que va introducido en el catéter y que
sobresale por su punta, lo cual nos permite puncionar la vena. El
fiador, en su otro extremo, posee unas pequeñas lengüetas de
apoyo para los dedos y una cámara trasera, la cual nos permite
observar si refluye la sangre en el momento que realizamos la
punción.
El fiador, como todas las agujas endovenosas, posee un bisel largo. Los
diferentes calibres y longitudes que puede presentar quedan reflejados
en la tabla 1 (el color del cono de conexión que se indica es el más
frecuente, pero puede variar según la casa comercial):

Tabla 1. Tipos de catéteres endovenosos


Longitud Calibre Color del cono

22G (0,9
25 mm Azul
mm)
20G (1,1
32 mm Rosa
mm)
18G (1,3
45 mm Verde
mm)
14G (2,0
45 mm Naranja
mm)
Elaboración propia

El sistema de perfusión es el dispositivo que conecta el frasco que


contiene la solución a prefundir con el catéter. Consta de las siguientes
partes:

Punzón. Con él se perfora el tapón de caucho del


frasco. Para conservar su esterilidad tiene una
capucha protectora.
Toma de aire con filtro. Para que la solución fluya,
es necesario que vaya entrando aire a la botella. La
toma de aire permite que esto suceda sin que dicho
gas pase al resto del sistema. El filtro, por su parte,
impide la entrada de gérmenes.
Cámara de goteo o cuentagotas. Es un recipiente en
el cual va cayendo la solución gota a gota. Nos
permite contar el número de gotas que caen por minuto, para así
poder regular la velocidad con la que queremos pasar la
perfusión. Hay cámaras de goteo que en su parte superior
presentan una pequeña barrita vertical o microgotero. Con él
obtendremos, en vez de gotas, microgotas, lo cual es útil cuando
se desea ajustar con mucha precisión el ritmo de perfusión de la
solución (medio hospitalario).
Alargadera. Es un tubo flexible que parte del cuentagotas y que
acaba con una conexión para el dispositivo de punción.
Llave o pinza reguladora. Se encuentra en la alargadera y, como
su nombre indica, nos permite regular el ritmo de perfusión de la
solución. Las hay de varias clases, pero la más frecuente es la
tipo roller.
Puerto de inyección. Lo poseen algunos sistemas de perfusión. A
través de ellos se puede inyectar medicación sin tener que
desconectar el sistema (lo cual favorece la asepsia).

Preparación del medicamento a administrar intravenosamente

Antes de realizar cualquier procedimiento hay que lavarse las manos y


enfundarse unos guantes, que en este caso no es preciso que sean
estériles. A continuación haremos las siguientes actividades:

Cargar en la jeringuilla el medicamento que luego vamos a


introducir en el suero. Las instrucciones a seguir quedan explicadas
en “Administración parenteral de medicamentos: conceptos generales”.

Introducir el medicamento en el suero. Para ello retiraremos el


capuchón protector, desinfectaremos con el antiséptico el tapón de
caucho e inyectaremos el medicamento que previamente habíamos
cargado en la jeringuilla. En todo momento se ha de conservar la
asepsia de las zonas estériles (en este caso el tapón de caucho y la
aguja de la jeringuilla).

Conectar el sistema de perfusión con la botella:

Abrir la toma de aire y cerrar la llave tipo roller del sistema de


perfusión. Para facilitar su posterior manejo y control, la llave
debe de estar a unos 2-4 cm de la cámara de goteo.
Retirar la capucha protectora del punzón. No tocar el punzón en
ningún momento.
Insertar el puzón en el tapón de caucho de la botella que contiene
el suero.
Invertir el frasco y colocarlo en el pie de suero.
Presionar la cámara de goteo con los dedos para que se llene
hasta 1/3-1/2 de su capacidad. Si no hacemos esa presión y
dejamos que se rellene por gravedad, lo que entrará en el
sistema será la solución a prefundir junto con aire.
Abrir la llave tipo roller más o menos hasta la mitad para purgar
de aire la alargadera (la capacidad volumétrica de ésta es de 10
cc).
Una vez que la alargadera está llena de líquido, cerrar la llave tipo
roller.

En la aplicación de medicación por goteo intravenoso, además de


preparar la sustancia a administrar, hay que calcular la velocidad
de perfusión. Para ello se debe de tener en cuenta que:

1 ml = 1 cc = 20 gotas = 60
microgotas

A partir de aquí podemos hacer el cálculo de la velocidad de perfusión


mediante reglas de tres o aplicando directamente la siguiente fórmula:

Número de gotas por minuto = volumen a


administrar en cc x 20 gotas / tiempo en el
que tiene que pasar la perfusión expresado
en minutos.

Número de microgotas por minuto =


volumen a administrar en cc x 60
microgotas / tiempo en el que tiene que
pasar la perfusión expresado en minutos.

Así, para administrarle a un paciente una perfusión de una ampolla de


metamizol diluida en un suero de 100 cc en media hora, la velocidad de
perfusión por minuto sería de 66’6 gotas por minuto (por aproximación,
67 gotas por minuto):

Número de gotas por minuto = 100 cc x 20


gotas/30 minutos = 66’6.

Elección del lugar de la inyección para la administración


intravenosa de medicamentos

A la hora de elegir el lugar para la venopunción hay que tener en


cuenta una serie de factores previos:
Visión ventral del
Brazo derecho
La duración del tratamiento. Si se prevé que va
a ser menor de 6 horas, se escogerá el dorso de la
mano. Si se estima que la duración va a ser mayor,
se preferirá el antebrazo.
El tipo de solución. Si es fleboirritante (soluciones
ácidas, alcalínas o hipertónicas, de uso poco
frecuente en atención primaria), se aconsejan las
venas gruesas.
La duración del tratamiento. Si se prevé que va
a ser menor de 6 horas, se escogerá el dorso de
Visión dorsal de
la mano. Si se estima que la duración va a ser mano derecha
mayor, se preferirá el antebrazo.
El tipo de solución. Si es fleboirritante
(soluciones ácidas, alcalínas o hipertónicas, de
uso poco frecuente en atención primaria), se
aconsejan las venas gruesas.
.
La edad del individuo. En los recién nacidos y los
lactantes hasta el año de edad se escogen las venas
epicraneales. En los adolescentes y los adultos, las
de la mano y el antebrazo. En los ancianos se prefieren las venas
del antebrazo ya que las de la mano, además de tener un
trayecto bastante tortuoso, son difíciles de fijar a la hora de
pincharlas (se mueven o “bailan”).

Las zonas donde se pueden administrar los medicamentos se


localizan en las extremidades, prefiriéndose siempre la
extremidad superior a la inferior:

Red venosa dorsal de la mano: venas cefálica y basílica.


Antebrazo: venas cefálica y antebraquiales.
Fosa antecubital: vena basílica (la de elección), vena cubital (es
la de elección para las extracciones de sangre periférica, pero no
para canalizar una vena, ya que su trayecto es corto) y vena
cefálica (es difícil de canalizar porque no es recta y “se mueve”
bastante).
Brazo: venas basílica y cefálica.
Red venosa dorsal del pie.
Zona inguinal: venas safena interna y femoral.

A la hora de decidir el lugar de venopunción se ha de ir sin


prisas, observando y palpando los diferentes trayectos
venosos. Se debe proceder de la siguiente manera:
Coloque el torniquete entre 10-15 cm por encima de la zona que
va a observar.
Espere unos segundos a que se rellenen los trayectos venosos. Se
puede favorecer la dilatación del vaso con varias maniobras:
friccionando la extremidad desde la región distal hacia la proximal
(por debajo del torniquete); abriendo y cerrando el puño; dando
golpecitos con el dedo; y aplicando calor (con una compresa
caliente o friccionando la zona con alcohol).
Observe y palpe los trayectos venosos una vez bien dilatados y
rellenos.
Elija el lugar de punción.

Inserción del cateter y aplicación intravenosa del


medicamento

Los pasos a seguir son los siguientes:

Desinfectar el lugar de punción. Para ello aplicaremos una torunda


impregnada de antiséptico en el centro de la zona
elegida. Posteriormente y con un movimiento que dibuje una espiral
hacia fuera, abarcaremos un diámetro de unos 5 cm. Con ello
“barreremos” hacia el exterior los gérmenes de esa zona de la piel, cosa
que no conseguiremos si el movimiento que le imprimimos a la torunda
es de derecha a izquierda o de arriba abajo.

Preparar el catéter. Retiraremos la funda protectora con la mano no


dominante. Con la mano dominante sostendremos el catéter de la
siguiente manera: los dedos índice y medio se apoyarán en las
lengüetas, mientras que el pulgar lo hará en la cámara trasera.

Inmovilizar la vena a puncionar. Colocaremos la mano no


dominante unos 5 cm por debajo del lugar de punción y tiraremos de la
piel en este sentido, así conseguiremos “aplastar” la vena contra el
músculo subyacente, el cual actuará de plano duro.

Realizar la venopunción. La punción de la vena se puede hacer


mediante dos métodos: el directo (se punciona directamente sobre la
vena) y el indirecto (se punciona la zona cercana al vaso y luego
dirigimos la aguja hacia el trayecto venoso). Insertaremos la aguja con
el bisel hacia arriba, formando un ángulo de 30-40 grados con la
piel. Observaremos si retorna sangre hacia la cámara trasera del
catéter, lo cual nos indica que la aguja ha entrado en la vena. A
continuación, disminuiremos el ángulo de la aguja, dejándola casi
paralela a la superficie cutánea. Finalmente y con un movimiento
coordinado de ambas manos, canalizaremos la vena: la mano no
dominante va introduciendo el catéter mientras que la mano dominante
va retirando el fiador.

Conectar el catéter al sistema de perfusión. Primero


estabilizaremos el catéter con la mano no dominante, haciendo presión
sobre la vena justo por encima del punto de inserción (así también
evitaremos la salida de sangre). Al mismo tiempo que estamos
estabilizando el catéter con una mano, con la otra retiraremos el
torniquete y conectaremos rápidamente el sistema de perfusión.

Conectar el catéter al sistema de perfusión. Primero


estabilizaremos el catéter con la mano no dominante, haciendo presión
sobre la vena justo por encima del punto de inserción (así también
evitaremos la salida de sangre). Al mismo tiempo que estamos
estabilizando el catéter con una mano, con la otra retiraremos el
torniquete y conectaremos rápidamente el sistema de perfusiónAbrir la
llave del sistema de perfusión y ajustar con ella la velocidad a la
que queremos que pase la solución.

AGRADECIMIENTOS
Por las ilustraciones y su revisión crítica del texto, a Mónica Botella
Dorta (Licenciada en Medicina y Cirugía. Profesora de Enseñanza
Secundaria del Instituto Los Gladiolos de Santa Cruz de Tenerife) y a
Francisco Martínez Ramos (Médico del Centro de Salud de la Laguna-Las
Mercedes).

Bibliografía

1. Artieda MC, Jiménez M. Técnicas de venopunción. En:


Arribas JM, Caballero F. Manual de Cirugía Menor y otros
Procedimientos en la Consulta del Médico de
Familia. Madrid: Merck Sharp & Dohme; 1993.
2. Esteve J, Mitjans J. Enfermería. Técnicas clínicas. Madrid:
McGraww-Hill Interamericana; 2002.
3. Perry A, Potter PA. Guía clínica de enfermería. Técnicas y
procedimientos básicos. 4ª ed. Madrid: Harcourt Brace;
1998.
4. Botella M, Hernández OM, López ML. Rodríguez A. Cuidados
5.

auxiliares de enfermería. Técnicas básicas de


enfermería. Administración de medicamentos. Santa Cruz
Introducción

La vía intradérmica es una de las cuatro vías parenterales que existen


para la administración de medicamentos, generalmente anestésicos
locales. Es también el acceso que se emplea para la realización de
algunas pruebas diagnósticas, como la de Mantoux o las pruebas
cutáneas para dirimir si se es alérgico o no a determinadas sustancias.

A la hora de administrar una medicación se debe de actuar


sistemáticamente, cumpliendo una serie de pasos:

Preparar el material necesario.


Preparar la sustancia.
Elegir el lugar de inyección.
Administrar el medicamento.

Preparación del material necesario para la administración


intradérmica de sustancias

El material que se precisa es el siguiente (para más detalles ver


“Administración parenteral de medicamentos: conceptos generales”):

Antiséptico.
Jeringuilla. Se emplean las de 1 ml, pues el volumen que hay que
administrar no supera normalmente los 0’3 ml.
Agujas. Emplearemos una aguja para cargar la sustancia y otra
para inyectarla intradérmicamente (longitud de 9’5-16 mm,
calibre de 25-26G y bisel corto).
Gasas o algodón.
Guantes (no es necesario que sean estériles).

Preparación de la sustancia a administrar intradérmicamente

Antes de realizar cualquier procedimiento hay que lavarse las manos y


enfundarse unos guantes, que en este caso no es preciso que sean
estériles. En cuanto a las instrucciones para cargar en la jeringuilla la
sustancia que vamos a inyectar, quedan explicadas en “Administración
parenteral de medicamentos: conceptos generales”.

Elección del lugar de la inyección para la administración


intradérmica de sustancias

Las zonas en las que se pueden administrar sustancias


intradérmicamente son las siguientes:
Cara anterior del antebrazo, cuatro traveses de dedo por encima
de la flexura de la muñeca y dos traveses de dedo por debajo de
la flexura del codo. Es el lugar que se elige con más frecuencia.
Cara anterior y superior del tórax, por debajo de las clavículas.
Parte superior de la espalda, a la altura de las escápulas.

Fig. 1

Aplicación intradérmica de la sustancia

Los pasos a seguir a la hora de ejecutar la inyección intradérmica son


los siguientes:

Antes de inyectar el medicamento hay que desinfectar la


piel. Para ello se aplica una torunda impregnada de antiséptico
en el centro de la zona elegida. Posteriormente y con un
movimiento que dibuje una espiral hacia fuera, se abarca un
diámetro de unos 5 cm. Con ello “se barre” hacia el exterior los
gérmenes de esa zona de la piel, cosa que no conseguiremos si el
movimiento que le imprimimos a la torunda es de derecha a
izquierda o de arriba abajo.
Con la mano no dominante, sujetar la zona de inyección estirando
la piel. Coger la jeringa con el pulgar y el índice de la otra mano.
Colocar la jeringa de forma que la aguja quede paralela a la piel y
con el bisel hacia arriba.
Levantar la aguja unos 15-20 grados e insertarla en la
piel. Avanzar despacio y paralelamente al tejido cutáneo, de
modo que a través de éste podamos ver el bisel (si no es así, es
que hemos traspasado la piel y estamos en la zona
subcutánea). No hay que introducir toda la aguja, sino solo el
bisel y algunos milímetros más.

Fig. 2

Fig. 3

Aspirar muy suavemente (con el fin de no romper la piel) para ver


si hemos conectado con un vaso. En caso afirmativo, debemos
extraer la aguja y pinchar nuevamente en otro lugar.
Inyectar lentamente la sustancia. A medida que la vamos
introduciendo, observaremos que la piel se va elevando,
formándose una pápula blanquecina.
Una vez inyectada toda la sustancia, retirar lentamente la
aguja. No se debe masajear la zona. Se puede dejar una gasa
en el lugar de punción (que no en la pápula), por si refluye algo
de líquido. Para evitar el posible reflujo, a la hora de cargar la
sustancia en la jeringuilla podemos añadir 0,1 ml de aire y
asegurarnos de que éste queda posterior al líquido a
administrar. Así, a la hora de realizar la inyección, el aire forma
una burbuja-tapón que impide que salga la sustancia.

AGRADECIMIENTOS
Por las ilustraciones y su revisión crítica del texto, a Mónica Botella
Dorta (Licenciada en Medicina y Cirugía. Profesora de Enseñanza
Secundaria del Instituto Los Gladiolos de Santa Cruz de Tenerife).

Bibliografía

1. Artieda MC. Inyecciones: intradérmica, intramuscular y


subcutánea. En: Arribas JM, Caballero F. Manual de
Cirugía Menor y otros Procedimientos en la Consulta del
Médico de Familia. Madrid: Merck Sharp & Dohme; 1993.
2. Esteve J, Mitjans J. Enfermería. Técnicas clínicas. Madrid:
McGraww-Hill Interamericana; 2002.
3. Perry A, Potter PA. Guía clínica de enfermería. Técnicas y
procedimientos básicos. 4ª ed. Madrid: Harcourt Brace;
1998.

Introducción

La vía subcutánea es una de las cuatro vías parenterales que existen


para la inyección de medicamentos. Clásicamente, esta vía estaba
representada por la administración de insulina, heparina y vacunas. Sin
embargo, con la incorporación del cuidado del enfermo terminal, las
utilidades del acceso subcutáneo se han ampliado considerablemente en
la atención primaria (al final de este documento se dedica un apartado a
este asunto).

A la hora de administrar una medicación se debe de actuar


sistemáticamente, cumpliendo una serie de pasos:

Preparar el material necesario.


Preparar el medicamento.
Elegir el lugar de inyección.
Administrar el medicamento.

Preparación del material necesario para la administración


subcutánea de medicamentos

El material que se precisa es el siguiente (para más detalles ver


“Administración parenteral de medicamentos: conceptos generales”):

Antiséptico.
Jeringuilla. Se emplean normalmente las de 1 ml, pues el
volumen de sustancia que hay que inyectar no suele superar esta
cantidad.
Agujas. Emplearemos una aguja para cargar la medicación y otra
para inyectarla subcutáneamente (longitud de 16-22 mm, calibre
de 24-27G y bisel medio).
Gasas o algodón.
Guantes (no es necesario que sean estériles).

Preparación de la sustancia a administrar subcutáneamente

Antes de realizar cualquier procedimiento hay que lavarse las manos y


enfundarse unos guantes, que en este caso no es preciso que sean
estériles. Muchos de los medicamentos que se administran
subcutáneamente ya vienen precargados. Si tuviéramos que cargar en
la jeringuilla el medicamento que vamos a inyectar, las instrucciones a
seguir quedan explicadas en “Administración parenteral de
medicamentos: conceptos generales”.

Elección del lugar de la inyección para la administración


intradérmica de sustancias
Las zonas donde se pueden administrar subcutáneamente los
medicamentos son las siguientes:

Tercio medio de la cara externa del muslo.


Tercio medio de la cara externa del brazo.
Cara anterior del abdomen.
Zona superior de la espalda (escapular).
Otros lugares que también se contemplan, según la bibliografía
consultada, son: el flanco del abdomen, la cresta iliaca y la zona
superior y lateral de la nalga.

Aplicación subcutánea del medicamento

Los pasos a seguir a la hora de ejecutar la inyección subcutánea son los


siguientes:

Antes de inyectar el medicamento hay que desinfectar la


piel. Para ello se aplica una torunda impregnada de antiséptico
en el centro de la zona elegida. Posteriormente y con un
movimiento que dibuje una espiral hacia fuera, se abarca un
diámetro de unos 5 cm. Con ello “se barren” hacia el exterior los
gérmenes de esa zona de la piel, cosa que no se consigue si el
movimiento que le imprimimos a la torunda es de derecha a
izquierda o de arriba abajo.
Con la mano no dominante, pellizcar la piel del paciente, formando
un pliegue de unos 2 cm. Coger la jeringa con el pulgar y el
índice de la otra mano.
Colocar la aguja formando un ángulo de 45 grados con la base del
pliegue que hemos formado. El bisel debe de mirar hacia arriba.

45º

Clavar la aguja en la base del pliegue e introducirla unos 3-4


mm. Aspirar, para ver si hemos conectado con un vaso. En caso
afirmativo, debemos extraer la aguja y pinchar nuevamente en
otro lugar.
Soltar el pliegue e introducir lentamente el medicamento. El
fundamento de estas dos acciones es que con ellas se disminuye
el dolor que causa el procedimiento.
Una vez inyectada toda la sustancia, retirar la aguja. No se debe
masajear la zona. Se puede dejar una gasa en el lugar de
punción, por si refluye algo de líquido. Para evitar ese posible
reflujo, a la hora de cargar la medicación en la jeringuilla
podemos añadir 0,1 ml de aire y asegurarnos de que éste queda
posterior al líquido a administrar. Así, a la hora de realizar la
inyección, el aire forma una burbuja-tapón que impide que salga
el medicamento.

A estas indicaciones generales, se deben de añadir algunas advertencias


particulares:
En el caso de los diabéticos, dado que se inyectan insulina al
menos una vez al día, se debe de rotar la zona de punción, para
así evitar las lesiones cutáneas. Por otro lado, con las jeringuillas
precargadas no se puede formar un ángulo de 45 grados al clavar
la aguja en la piel. El ángulo que se emplea es de 90 grados.
En el caso de las heparinas de bajo peso molecular, la zona de
punción es la cintura abdominal antero y posterolateral, siempre
por debajo del ombligo y alternando el lado con cada pinchazo. El
ángulo que se emplea para clavar la aguja también es de 90
grados. Por último, tras introducir la aguja, no se debe de
aspirar, ya que se ha visto que esta maniobra favorece la
aparición de los hematomas.

La vía subcutánea en los Cuidados Paliativos

La vía subcutánea es la de elección en los enfermos terminales cuando


no se puede emplear la vía oral y, especialmente, si estamos hablando
de enfermos cuyo cuidado es domiciliario. La administración de la
terapia se puede llevar a cabo de dos maneras:

Por infusión subcutánea intermitente. Es la forma más sencilla y


asequible para los equipos de atención primaria. Puede realizarse
mediante la punción reiterada cada vez que se quieran administrar los
diferentes medicamentos o, mucho mejor, mediante la administración
intermitente de éstos a través de una palomilla insertada en el tejido
subcutáneo. La palomilla o mariposa es un dispositivo que consta de las
siguientes partes:

Una aguja rígida y corta.


Unas “alas” que sirven para sostener la aguja y poder realizar la
punción.
Un pequeño tubo flexible que termina en una conexión a través de
la cual se administra el tratamiento.
La palomilla se puede colocar en cualquier parte del cuerpo. Una vez
insertada hay que fijarla y cubrirla con un apósito transparente, para así
poder vigilar las reacciones locales que se puedan producir o la salida
accidental de la aguja. Si no hay complicaciones locales, se recomienda
cambiar el lugar de punción cada 4-7 días.

Por infusión subcutánea continua. Para llevarla a cabo existen dos


tipos de dispositivos: las bombas electrónicas externas, que no se
suelen utilizar en atención primaria y los infusores elastoméricos
desechables, que son muy útiles en nuestro medio. Con respecto a
éstos, los pasos a seguir son los siguientes:

Preparar el infusor con la medicación deseada (normalmente en la


unidad de oncología o de cuidados paliativos de referencia).
Insertar la palomilla en el tejido subcutáneo y purgar el sistema
con suero fisiológico.
Conectar el tubo flexible de la palomilla con el infusor.
Fijar y cubrir la palomilla con un apósito transparente para poder
vigilar las reacciones locales o la salida accidental de la aguja.
Como se está administrando una perfusión continua que
normalmente contiene varios fármacos, se aconseja cambiar el
punto de punción cada 3-4 días.

Cuando no se cuente con infusores la medicación se puede diluir en los


sueros que utilizamos habitualmente, los cuales conectaremos a una vía
subcutánea. Este sistema también puede emplearse cuando la familia
insiste en que hay que “alimentar” al paciente, pues por esta vía se
pueden administrar entre 1000-1500 ml de suero fisiológico diario.
AGRADECIMIENTOS
Por las ilustraciones y su revisión crítica del texto, a Mónica Botella
Dorta (Licenciada en Medicina y Cirugía. Profesora de Enseñanza
Secundaria del Instituto Los Gladiolos de Santa Cruz de Tenerife).

Bibliografía

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subcutánea. En: Arribas JM, Caballero F. Manual de
Cirugía Menor y otros Procedimientos en la Consulta del
Médico de Familia. Madrid: Merck Sharp & Dohme; 1993;p.
381-88.
2. Esteve J, Mitjans J. Enfermería. Técnicas clínicas. Madrid:
McGraww-Hill Interamericana; 2002.
3. Perry A, Potter PA. Guía clínica de enfermería. Técnicas y
procedimientos básicos. 4ª ed. Madrid: Harcourt Brace;
1998.
4. Aguilera G, Granados G, Belmonte MT, Muñoz MJ, Aguilera
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molecular y aparición de hematoma. Enferm Clín 2002; 12
(3): 89-93.
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6. Bordallo Huidrobo JR. Tratamientos parenterales en
Atención Primaria. Bomba de perfusión portátil. En:
Espinàs J Coord.. Guía de Actuación en Atención Primaria.
2ª ed. Barcelona: semFYC, 2002; p.1271-73.
7. Benítez MA. Uso de fármacos en cuidados paliativos. Vías
de administración. En: Gómez M. Cuidados
paliativos. Atención integral a enfermos terminales. Las
Palmas de Gran Canaria: ICEPSS, 1998; p.293-8.
8. Benítez MA, Pascual L, Asensio A. La atención a los últimos
días. Aten Primaria 20002; 30 (5): 318-22.
9. Quera D, Roig M, Faustino A. Colocación y mantenimiento
de una vía subcutánea. FMC 2003; 10 (8): 556-7.
10. Fernández R, Pérez MC, Cossio I. Vía subcutánea en
cuidados paliativos. Jano 2001; 61 (1393): 37-40.
11. Pacual L, Portaceli A, Ros A. Utilización de la vía
subcutánea para el control de síntomas en un centro de
salud. Aten Primaria 2001; 28 (3): 185-7.
12. Millet M, Goenaga M, Garde C, Carrera JA. Utilización
de la vía subcutánea [carta al director]. Aten Primaria
2001; 28 (10): 694.
13. Botella M, Hernández OM, López ML, Rodríguez
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enfermería. Administración de medicamentos. Santa Cruz
de Tenerife: Gobierno de Canarias. Consejería de
Educación, Cultura y Deportes, 2002; p.435-60.

Definición
La vía intraósea es un acceso vascular de urgencia para la infusión de
fármacos y líquidos.

Su utilización se basa en el hecho de que la cavidad medular de los


huesos largos está ocupado por una rica red de capilares sinusoides que
drenan a un gran seno venoso central, que no se colapsa ni siquiera en
situación de PCR, pasando los fármacos y líquidos a la circulación
general con una rapidez similar a como lo harían por cualquier otra vena
periférica.

Indicaciones
Indicado en pacientes críticos de cualquier edad cuando no se pueda
establecer una vía venosa de forma rápida (Luck RP, 2010).

En caso de PCR está recomendada si el acceso intravenoso no se puede


establecer dentro de los primeros 2 minutos de la reanimación en
adultos (Deakin CD, 2010) y en niños si no se consigue después de un
minuto (Nolan JP, 2010).

Contraindicaciones

Celulitis u osteomielitis en el sitio de aplicación.


Fractura en la extremidad.
Osteopetrosis u osteogénesis imperfecta.
Huesos de las extremidades inferiores en los pacientes con
traumatismo abdominal grave.
Punción previa.
Osteoporosis.
Daño vascular.
Quemadura en el sitio de aplicación.
Tumores óseos.
Material

Agujas de punción intraósea que serán por orden de preferencia:


o Agujas intraóseas especiales con estilete, bisel corto y
multiperforadas 15G-18G.
o Trocar para punción de médula ósea 13G-16G.
o Agujas de punción lumbar 18G-20G.
o Agujas hipodérmicas 18G-20G.
o Agujas epicraneales 16G-18G.
Existen además dispositivos automáticos de inserción de agujas
intraóseas como los dispositivos FAST1, BIG y EZ-IO (Luck RP,
2010):
o FAST1, FASTx (First Access for Shock and Trauma de Pyng
Medical Corp, Vancouver, BC, Canada) fue el primer
sistema aprobado por FDA para inserción esternal en
adultos, ha sido recientemente aprobada para menores de
12 años. Puede interferir en las maniobras de reanimación y
cricotirotomía de urgencia y no se recomienda en el
traumatismo torácico.
o BIN (Bone Injection Gun de WaisMed Ltd., Houston TX) se
puede usar en la tibia proximal y distal en adultos y niños
así como en la cabeza humeral en adultos. La versión
pediátrica de 18G está indicado en menores de 12 años.
o EZ-IO (VidaCare Corp., San Antonio TX) se puede usar en
niños y adultos en la tibia proximal y distal y en cabeza
humeral.

Jeringas de 5, 10, 20 ml y agujas convencionales.


Anestésico local.
Solución antiséptica.
Guantes estériles.
Suero fisiológico.
Sistema de perfusión.
Llave de tres pasos.
Gasas.
Pinza Kocher.
Vendas.
Esparadrapo.

Sitios anatómicos de realización


La extremidad proximal de la tibia es el lugar recomendado en los
menores de 8 años, a partir de esa edad, debe utilizarse el maléolo tibial
interno que conserva médula roja en su cavidad durante toda la vida
(Castellanos A, 2006).

Otras alternativas son: la cara posterior de la metáfisis distal del radio,


cara anterior de la cabeza humeral, cóndilo humeral, esternón, crestas
ilíacas, fémur distal, apófisis estiloide cubital, epífisis distal del segundo
metacarpiano, epífisis distal del primer metatarsiano, clavículas, maléolo
peroneo e incluso huesos sin cavidad medular como el calcáneo y la
estiloide radial son efectivos (Clem M, 2004; McCarthy G, 2003).

Técnica
Siempre que sea posible, debe utilizarse técnica estéril con previo
lavado de manos.

En el caso de elegir la tibia proximal para la instauración de la vía


intraósea, el procedimiento será el siguiente:

1. Localizar el sitio de canulación. Se identifica por palpación la


tuberosidad anterior de la tibia y el borde interno de la misma, en
la línea media de ambos puntos a 1-2 cm por debajo se encuentra
el sitio de punción.
2. Lavado de manos.
3. Uso de guantes.
4. Limpiar la piel en el sitio de inserción con solución antiséptica.
5. Revisar la aguja y asegurar la correcta alineación de los biseles de
la aguja externa y del estilete interno.
6. Colocar la pierna en rotación externa, semiflexionada y apoyada
sobre una superficie dura colocada a nivel del hueco poplíteo.
7. Si el paciente está consciente, se anestesia localmente en la zona
a puncionar con 1-2 ml de lidocaína al 1-2% (Luck RP, 2010).
8. Se cogerá la aguja intraósea con la mano dominante de tal
manera que la empuñadura se sitúe en el talón interno de dicha
mano y los dedos índice y pulgar la sujeten aproximadamente a 1
cm de la punta. Con la otra mano, se palpará la tuberosidad
anterior de la tibia.

9.
10. Se colocara la aguja perpendicularmente en dicho punto con
una inclinación de 10-15º en sentido distal a la metáfisis, para no
afectar a la placa epifisaria. Se puncionan la piel y el tejido celular
subcutáneo hasta llegar al periostio se introduce la aguja con un
movimiento firme, rotatorio si es necesario, hasta que disminuya
la resistencia del periostio, lo que indica que se ha llegado al
canal medular.

11. Desatornillar el seguro y remover el estilete de la aguja.


12. Estabilizar la aguja intraósea e inyectar lentamente 10 ml de
suero fisiológico, comprobando la permeabilidad de la vía y la no
extravasación del líquido infundido.
13. Si la prueba de inyección es satisfactoria, desconectar la
jeringa, evacuar el aire de la venoclisis y conectar el sistema de
fluidoterapia, fijándolo a la piel circundante con dos pinzas Kocher
envueltas con vendas, respetando el dispositivo.
14. Si la prueba de inyección no es satisfactoria, remover la
aguja e intentar el procedimiento en la otra pierna. La inserción
es satisfactoria y la aguja se encuentra en la cavidad medular si
se encuentran las siguientes condiciones:
o Disminución súbita en la resistencia en el momento en que
la aguja pasa a través de la corteza hacia la médula.
o La aguja permanece en posición vertical sin soporte.
o Se puede aspirar médula ósea, aunque este signo no se
encuentra siempre.
o Los líquidos fluyen con facilidad sin evidencia de infiltración
subcutánea.

Si la aguja se obstruye con hueso o médula ósea, puede ser


reemplazada con una segunda aguja que se pasa a través del mismo
sitio de canulación, si no existe evidencia de infiltración. Si existe
infiltración o si falla la prueba de inyección, se realiza un segundo
intento en la tibia contralateral.
Sustancias infundidas por vía intravenosa
Cualquier medicamento o líquido necesarios durante el proceso de
resucitación puede administrarse por la vía intraósea.

Cuando se requiera infusión de líquidos en grandes volúmenes debe


aplicarse presión para vencer la resistencia de las venas emisarias.

La administración de medicamentos debe ser seguido de un bolo a


presión de por lo menos 5 ml de solución salina para asegurar su
llegada a la circulación sistémica.

Complicaciones

Los estudios realizados en animales han demostrado que los efectos a


largo plazo sobre la médula ósea y sobre el crecimiento óseo son
mínimos.

El índice de complicaciones de esta técnica invasiva es muy bajo. La


más frecuente es la extravasación de líquidos, de medicamentos o de
ambos como resultado de una mala colocación de la aguja.

Otras complicaciones son la celulitis localizada con o sin osteomielitis,


abscesos subcutáneos, el síndrome compartimental, las fracturas, la
lesión al cartílago de crecimiento, sepsis y rara vez la muerte secundaria
a la perforación del esternón seguida de mediastinitis, hidrotórax o
perforación de los grandes vasos.
Introducción

El supositorio es una preparación medicamentosa de forma cónica u


ovoidea alargada y de consistencia sólida, capaz de fundirse a la
temperatura fisiológica del recto o de solubilizarse en los líquidos
orgánicos. Se administra con la intención de ejercer una acción local o
sistémica (por absorción a la circulación general).

En algunas farmacopeas el término supositorio se hace extensivo a formas de aplicación


vaginal y/o uretral. En la Farmacopea Española, este término se refiere exclusivamente a la
forma de administración rectal, denominándose óvulos a la vaginal y candelillas o bujías
uretrales a la uretral.

La vía rectal es especialmente útil en las siguientes situaciones:

Paciente incapaz de ingerir la medicación por vía oral.


Medicamentos que irritan la mucosa gástrica.
Medicamentos que son destruidos por el jugo gástrico o por los enzimas digestivos.
Medicamentos que por su sabor o su olor son intolerables por vía oral.

El principal inconveniente de la vía rectal reside en que la absorción del medicamento es


errática, menos fiable y a veces nula.

Existen muchos ejemplos de medicamentos que se pueden administrar


como supositorios: analgésicos (opioides y no opioides), antitérmicos,
antieméticos, laxantes, etc.

Preparación del material necesario

Antes de realizar cualquier procedimiento debemos de preparar el material necesario, que


en este caso consta de:

Guantes, que no es preciso que sean estériles.


Medicación (supositorio).
Lubricante, que ha de ser compatible con el medicamento (conviene leer el
prospecto).
Gasas.
Una sábana.

Con respecto a la preparación del supositorio en sí, se deben de tener en cuenta los
siguientes aspectos:

Un supositorio blando se adhiere al envoltorio y es más difícil de introducir en el


ano. Para aumentar la consistencia del medicamento podemos colocarlo unos
minutos en el frigorífico o bajo el chorro de agua fría.
En caso de que haya que administrar medio supositorio, éste se partirá siempre en
sentido longitudinal. Los supositorios tienen una forma cónica u ovoidea alargada,
de tal modo que si se partieran transversalmente, no se estaría introduciendo el
50% de la dosis.

Procedimiento

A la hora de administrar un supositorio se actuará de la siguiente


manera:

Lávese las manos y enfúndese los guantes.


Informe al paciente del procedimiento que va a realizar y solicite su colaboración.
Pregunte al paciente si tiene ganas de defecar, para que lo haga en este momento.
Coloque al paciente en decúbito lateral izquierdo, con la pierna derecha flexionada
por encima de la izquierda, hacia delante. Con esta postura el ano se expone más
fácilmente y se favorece la relajación del esfínter externo.
Cubra al paciente con la sábana, de tal modo que solo queden expuestas las nalgas.
Separe la nalga que no se apoya en la cama y observe el ano. Compruebe que la
zona está limpia.
Verifique la consistencia del supositorio. Si es correcta, retírele el envoltorio.
Lubrique el extremo cónico del supositorio y el dedo índice de su mano dominante.
Indique al paciente que realice varias respiraciones lentas y profundas por la
boca. Con ello se favorece la relajación del esfínter anal y se disminuye la
ansiedad del enfermo.
Separe la nalga que no se apoya en la cama con la mano no dominante. Con el dedo
índice de la mano dominante introduzca el supositorio por su parte cónica,
imprimiéndole una dirección hacia el ombligo. El dedo índice debe de sobrepasar
el esfínter anal interno (se introducen unos 7 cm del dedo en el adulto y unos 5 cm
en los niños).
Retire el dedo índice. Mantenga apretadas las nalgas del paciente hasta que ceda el
tenesmo rectal (dos o tres minutos).
Pídale al paciente que permanezca acostado en decúbito lateral o supino durante
unos diez o quince minutos, que es el tiempo que tarda en absorberse el
medicamento. Estas posturas favorecen la retención del supositorio.

Anotaciones al procedimiento

A la hora de introducir el supositorio por el ano la bibliografía


discrepa. En algunas citas se describe como se ha explicado más arriba:
el supositorio se introduce por su parte cónica. En otras citas indican lo
contrario: el supositorio se introduce por el extremo opuesto al cono y
es esa parte cónica la que actúa como una especie de tapón para evitar
la salida del medicamento una vez puesto
Introducción

Las formas farmacéuticas oftálmicas son productos preparados mediante métodos que
aseguran su esterilidad, lo cual evita tanto la introducción de contaminantes como el
crecimiento de microorganismos en el interior del envase. Por ello es conveniente respetar
de forma muy estricta las normas de conservación y caducidad establecidas por el
fabricante. Existen tres tipos de formas farmacéuticas oftálmicas:

Las pomadas oftálmicas. Son preparaciones semisólidas destinadas a su aplicación


sobre la conjuntiva.
Los colirios. Son soluciones o suspensiones acuosas u oleosas destinadas a la
instilación ocular.
Los baños oculares. Son soluciones acuosas destinadas a ser instiladas o aplicadas
en el ojo, habitualmente para el lavado ocular.

Con respecto a los colirios es conveniente señalar que:

Su periodo de caducidad una vez abiertos es de un mes.


Cada gota de colirio posee un volumen de 25-50 microl. mientras que, dependiendo
del parpadeo, el volumen que puede retener el ojo es de 10 microl. Por lo tanto, la
instilación de dosis de más de una gota en cada ojo es de dudosa eficacia. De
hecho, cuando se prescribe más de una gota, es cuando se quiere asegurar una
correcta administración (alteración de la destreza motora, ancianos, discapacitados,
etc.).
Cuando el tratamiento es múltiple, con diferentes colirios, la administración de cada
uno de ellos debe realizarse al menos con un intervalo de 5 minutos.

Preparación del material necesario

Antes de realizar cualquier procedimiento hay que tener preparado el material que se va a
emplear, que en este caso consta de:

Medicamento.
Gasas estériles.
Guantes.
Batea.
Suero fisiológico.

Procedimiento

Para administrar la medicación por vía oftálmica se deben de seguir los


siguientes pasos:

Lávese las manos y enfúndese los guantes.


Explíquele al paciente el procedimiento que va a realizar.
Coloque al paciente sentado o en decúbito supino, con el cuello en leve
hiperextensión. De esta manera, además de acceder fácilmente al ojo, se reduce el
drenaje del medicamento a través del conducto lacrimal.
Si hay costras o secreciones en los anejos oculares, límpielas suavemente con una
gasa impregnada en suero fisiológico. Limpie siempre desde el canto interno al
canto externo del ojo, para no introducir microorganismos en el conducto
lacrimal. Utilice una gasa nueva para cada pasada.
Abra el recipiente que contiene el medicamento y deje la tapa boca arriba, para
evitar la contaminación de los bordes.
Coja una gasa limpia y colóquela sobre el pómulo del paciente (si parte del
medicamento se rebosa, lo absorberemos con la gasa).
Con el dedo índice de su mano no dominante apoyado en la gasa presione
suavemente hacia abajo, de tal manera que quede expuesto el saco conjuntival (la
retracción contra el pómulo previene la presión y el traumatismo del globo ocular e
impide que los dedos toquen el ojo).
Pídale al paciente que mire hacia arriba (con ello se reduce el
parpadeo).

Instile las gotas oftálmicas:


o Con la mano dominante descansando sobre la frente del
paciente, sostenga el cuentagotas o el frasco con el
medicamento 1-2 cm. por encima del saco
conjuntival. Al tener la mano apoyada y el recipiente a
esa distancia, se previenen tanto los traumatismos como
las infecciones. Si en algún momento se toca el ojo con
el aplicador del medicamento, hay que considerarlo
contaminado y desecharlo.
o ¡Instile el medicamento en el centro del fondo del saco Fig. 1
conjuntival.
o Con una gasa apriete firmemente sobre el conducto lacrimal durante 1-2
minutos. Con ello se previene el rebosamiento hacia las vías nasales y la
faringe y la absorción a la circulación sistémica.
Administre la pomada oftálmica:
o Deseche la primera porción de la pomada.
o Con la mano dominante aplique una tira fina y uniforme de pomada en el
saco conjuntival, yendo desde el canto interno al canto externo del
ojo. Mantenga una distancia de 1-2 cm. entre el tubo y el saco conjuntival,
con el fin de evitar los traumatismos y las infecciones. Si en algún
momento se toca el ojo con el aplicador del medicamento, hay que
considerarlo contaminado y desecharlo.
o Al llegar al canto externo, gire levemente el tubo en sentido contrario. Con
ello se facilita el desprendimiento de la pomada.

Pídale al paciente que cierre los párpados con suavidad, sin apretarlos. Así el
medicamento se distribuirá uniformemente por el ojo.
Si se rebosa medicamento, límpielo con la gasa que tenía en la mano no dominante
(yendo siempre desde el canto interno al canto externo del ojo).
Cierre el recipiente que contiene el medicamento.

Introducción

Las soluciones nasales son formas farmacéuticas líquidas destinadas a


ser aplicadas sobre la mucosa nasal. Según el modo de aplicación se
debe distinguir entre las gotas nasales y los nebulizadores. Las
primeras se administran por instilación sobre cada fosa nasal y se
envasan en frascos cuentagotas. Los segundos se aplican presionando
un recipiente plástico de paredes flexibles en cada fosa nasal.

Preparación del material necesario

Antes de llevar a cabo cualquier técnica hay que tener preparado el material que se va a
emplear, que en este caso consiste en:

Medicamento.
Guantes.
Pañuelos desechables.
Batea.

Realización del procedimiento

Lávese las manos y enfúndese los guantes.

Explíquele el procedimiento al paciente y solicite su colaboración.

Indíquele al paciente que se suene para limpiar las fosas nasales.

Ayude al paciente a colocarse en la posición adecuada: sentado pero guardando un espacio


detrás de la cabeza para que pueda inclinarla hacia atrás.

Con el cuentagotas, extraiga la cantidad de medicación suficiente para poder instilarla de


una vez en el orificio nasal del paciente (cuantas menos veces se introduzca el cuentagotas
en el frasco, más se diminuye el riesgo de contaminación).

Indíquele al paciente que incline la cabeza ligeramente hacia atrás.

Abra completamente los orificios nasales del paciente. Para ello utilice el dedo pulgar de
su mano, presionando con suavidad sobre la punta de la nariz mientras apoya el resto de la
mano en la frente del paciente.
Introduzca aproximadamente un centímetro del cuentagotas en el orificio nasal. Procure
que el cuentagotas no entre en contacto con la nariz del paciente.

Dirija la punta del cuentagotas hacia el tabique nasal, conservando


siempre un ángulo de 180º con respecto a la nariz. Así se facilita que el
medicamento discurra hacia la parte posterior de la nariz y no hacia la
garganta.

Pídale al paciente que respire por la boca. Con ello se evitarán los
estornudos, los cuales podrían impulsar la medicación hacia los senos.

Apriete la pera del cuentagotas para instilar el número exacto de gotas


prescrito.

Si el paciente tose pídale que se incorpore. Compruebe durante unos


minutos que no aparecen problemas respiratorios.
Fig. 1

Repita el procedimiento en el otro orificio.

Indíquele al paciente que permanezca con la cabeza inclinada hacia atrás durante cinco
minutos más.

Infórmele de que es normal que “note las gotas en la garganta”. Si el


sabor es muy desagradable, permítale que expectore en un pañuelo
desechable.
Introducción
Las gotas óticas son preparados líquidos destinados a ser aplicados en el
conducto auditivo externo para ejercer una acción local. El fácil acceso al oído
hace que muchos procesos otológicos sean susceptibles de ser tratados
tópicamente.

Antes de aplicar las gotas óticas es imprescindible conocer el estado de


la membrana timpánica ya que, en caso de estar perforada, la
medicación pasaría al oído medio y se podrían producir las siguientes
consecuencias:

Estimulación del sistema cócleo-vestibular.


Reagudización de un proceso otítico previo.

Preparación del material necesario


Antes de llevar a cabo cualquier técnica hay que tener preparado el material que se va a emplear,
que en este caso consiste en:

Medicamento.
Guantes.
Gasas estériles.
Suero fisiológico.
Batea.

Realización del procedimiento


Lávese las manos y enfúndese los guantes.

Explíquele el procedimiento al paciente y solicite su colaboración.

Ayude al paciente a colocarse en la posición adecuada: sentado o en decúbito y con la cabeza


girada o inclinada hacia el lado que no se va a tratar.

Limpie suavemente el pabellón auricular y el meato del conducto auditivo externo con una gasa
impregnada en suero fisiológico. Así se evita que cualquier supuración penetre en el conducto
auditivo.

Atempere el envase frotándolo entre las manos o introduciéndolo en agua tibia durante unos
minutos. La medicación debe administrarse a la temperatura corporal, ya que de lo contrario
actuaría como un estímulo térmico sobre el laberinto y provocaría un episodio de vértigo agudo.

Abra el envase que contiene el fármaco y deje la tapa boca arriba (evitar que se contaminen sus
bordes).
Con los dedos índice y pulgar de su mano no dominante coja la parte superior y
posterior del pabellón auricular y tire suavemente de ella hacia arriba y hacia
atrás en los pacientes adultos, hacia atrás en los niños y hacia atrás y hacia
abajo en los lactantes. Con ello se consigue ensanchar el diámetro del meato y
alinear el conducto auditivo externo.
Fig. 1
Mientras tira del pabellón auricular, instile en el meato el número de gotas
Administración de
prescrito, de tal manera que caigan sobre la pared lateral del conducto auditivo
gotas óticas en un
externo. No aplique las gotas dentro del conducto ya que, según cuál sea el adulto tirando
suavemente del
proceso de base, se puede producir dolor. Para evitar la contaminación,
pabellón auricular
procure que el extremo del recipiente no toque la piel del paciente. hacia arriba y hacia
atrás.
Presione suavemente en el trago para facilitar que el medicamento avance por
el conducto auditivo externo.

Pídale al paciente que permanezca en la posición adoptada otros cinco minutos más. Con ello se
evita la salida del medicamento y se favorece que el oído externo se impregne adecuadamente.

Transcurrido este tiempo, el paciente ya puede abandonar la postura


indicada. Tenga la precaución de informarle de que, una vez
administrado el tratamiento, no debe de colocarse gasas o algodones en
el conducto. Si lo hiciera, estos apósitos absorberían por capilaridad
parte de la medicación, con lo cual disminuirá su eficacia.

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