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Es así como en el informe del mes de enero de la OPEP aparece una importante
discrepancia sobre la producción petrolera venezolana, entre lo comunicado por el
gobierno (1.769.000 b/d) y lo señalado por otras fuentes (1.609.000 b/d), es decir,
una diferencia de 160.000 b/d.
Ahora bien, a este punto, algunos dirán que siempre existen una discrepancia entre
lo reportado por los países y las fuentes OPEP. Sin embargo, lo insólito es que los
países generalmente intentan ocultar su producción excedentes en las
“comunicaciones directas” y es la OPEP la que señala el aumento de sus
producciones para alertar sobre las violaciones de las cuotas acordadas. En
Venezuela es todo lo contrario, el Estado informa a la OPEP que su producción por
encima de lo que realmente produce. ¡Tragicómico nuestro caso!
Otros pudieran decir que la OPEP miente en función de desacreditar a las
autoridades venezolanas. Sin embargo, ya para los meses de febrero y marzo el
mismo gobierno tuvo que informar que la producción había caído a 1.586.000 b/d y
1.509.000 b/d. Si fuera cierto el aumento de la producción en enero eso implicaría
que la producción cayó en dos meses en 260.000 b/d, es decir, cada día la
producción disminuyó en más de 4000 barriles. ¡Jamás hubo tal aumento! ¡El
Ministro mintió descaradamente! Y las cifras de la OPEP son aún más críticas: en
febrero 1.543.000 b/d y en marzo 1.488.000 b/d.
Por otro lado, algunos pudieran ubicar la causa de este derrumbe de la producción
en las sanciones financieras del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.
Sin lugar a dudas, las sanciones han golpeado con fuerza a la industria petrolera
venezolana. No obstante, es difícil endilgarle toda la culpa. Es cierto, que debido a
las sanciones, cualquier proveedor de insumos y repuestos vitales para PDVSA (en
su mayoría importados desde el mercado norteamericano) están obligados a cerrar
cualquier negocio con Venezuela en un lapso no menor a 90 días, de lo contrario, el
Departamento del Tesoro, lo considera “extensión del crédito” a Venezuela y esa
empresa puede ser objeto de multas y sanciones. Es decir, PDVSA no puede, como
cualquier otra empresa, realizar un contrato con un proveedor por lapso de un año,
pagado con descuentos y créditos. Debido a esto, la empresa ve en dificultades para
tener un nivel adecuado en sus stocks de reposición y mantener su producción. No
obstante, PDVSA pudiera sobrellevar esta situación si tuviera un flujo de caja
adecuado, y esto no es posible debido a que:
A todo esto hay que agregarle que ya PDVSA venia bajando su producción antes de
las sanciones financieras que fueron el 25 de agosto del año pasado. Ya para el
2016 la producción había descendido de 2.400.000 b/d a 2.154.000 b/d. Asimismo,
para el mes de julio del 2017 (un mes antes de las sanciones) la producción había
caído a 1.929.000 b/d. Es decir, a todo lo anteriormente dicho, hay que agregarle
¡Ineficiencia! Demás está decir, que las deudas contraídas por PDVSA no se han
traducido en las vitales mejoradoras que necesitaba la industria. Tampoco ayuda la
falta de mantenimiento de los pozos convencionales, muchos ellos cerrados y aun
en condiciones de producir. Es urgente una reorganización de la industria petrolera
nacional y de nuestro negocio petrolero en general, como es urgente medidas
macroeconómicas en el país que terminen desmontando el control cambiario.
PDVSA es de todas y todos los venezolanos y tenemos derecho a exigir
explicaciones.
daalifa@gmail.com