Sie sind auf Seite 1von 11

PSICOLOGÍA Y SALUD PSÍQUICA

Juan Diego Lopera Echavarría

Psicólogo, Magíster en Filosofía y Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de


Antioquia.

Profesor del Departamento de Psicología, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la


Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.

Dirección: Calle 67, número 53-108, Bloque 9, oficina 404.

E-mail: diego.lopera@udea.edu.co


Publicado en: Revista Index de Enfermería. Vol. 20, N° 1-2, Granada (España), enero-junio de 2011.
Las elaboraciones del presente artículo derivan de dos fuentes: 1) de la investigación El objeto de la
psicología: el alma como cultura encarnada, inscrita en el Sistema Universitario de Investigación (SUI) de la
Universidad de Antioquia y finalizada en 2008. Investigador principal: Juan Diego Lopera; coinvestigadores:
Horacio Manrique, Marda Zuluaga y Jennifer Ortiz. Financiada por el Departamento de Psicología de la
Universidad de Antioquia y por el grupo de investigación El método analítico y sus aplicaciones en las
ciencias sociales y humanas, de la misma universidad. 2) de la investigación Sabiduría práctica y salud
psíquica, tesis doctoral, aprobada en febrero de 2014 con mención de Suma cum laude.

1
RESUMEN

Es frecuente utilizar la expresión salud mental en lugar de salud psíquica. Partiendo de una
definición del objeto de la psicología como cultura encarnada, en este escrito
argumentaremos por qué es preferible utilizar la expresión salud psíquica. Consideramos
que psyché es un concepto mucho más amplio que mente, y que abarca las diferentes
facetas de la realidad humana. Basándonos en las elaboraciones de Canguilhem sobre lo
normal y lo patológico, proponemos un concepto de salud que contempla el despliegue del
ser humano, en tanto continuación de las pautas que la vida misma establece en su proceso
de evolución.

Palabras clave: salud psíquica, mente, cultura encarnada.

PSYCHOLOGY AND PSYCHIC HEALTH

ABSTRACT

It is common to use the term "mental health" rather than "psychic health". Starting with a
definition of the object of psychology as culture incarnate, in this paper we will argue why
it is preferable to use the term psychic health. We believe that "psyche" is a much broader
concept than mind, covering the different facets of human reality. Based on the working of
Canguilhem on the normal and the pathological, we propose a concept of health that
includes the deployment of human beings, like a continuation of the patterns that life itself
states in its evolution process.

Key Words: Psychic health, mind, culture incarnate.

2
Lo mental

Mental es una expresión que se refiere a la cualidad de ciertos procesos originados en la


mente. En la psicología hay pocas referencias directas a este concepto; se trabaja mucho
más el término mente, en ocasiones suponiendo que se sobreentiende su definición. El
Diccionario Akal de Psicología define mente como la “instancia psicológica que produce el
pensamiento y dirige la acción”.1:221 Pero aquí tendríamos qué preguntar qué es lo
psicológico (o psíquico) y en qué se diferencia de la mente, ya que esta última es una
instancia de la primera.

Tradicionalmente, el vocablo mente ha sido entendido como la potencia intelectual del


alma (psyché). En ocasiones es el intelecto pasivo, en otras es la inteligencia, o el
entendimiento. Deriva del latín mens, mĕntis, que significa razón o intelecto. En el
pensamiento griego se habla de noûs, que para Anaxágoras sería una Inteligencia Universal
que da forma a lo existente.2 Por su parte, otros pensadores le atribuyeron distintas
características. Según Ramírez, para Aristóteles era el Intelecto Agente; para Platón la
inteligencia objetiva; para Agustín de Hipona, la vida interna del espíritu.3

Para los escolásticos, en especial para Tomás de Aquino, la mente es una potencia que
abarca la inteligencia, la memoria y la voluntad.4 En el siglo XV el término mente se utiliza
para englobar diferentes potencias del alma, como pensamiento, memoria, sensación,
intelecto. Si bien en la tradición filosófica también ha sido usado como sinónimo de alma,
es claro que son dos conceptos distintos, ya que el primero se ha entendido como lo
intelectual, la razón, mientras que el segundo incluye la sensibilidad (alma concupiscible,
irascible, apetitiva), la razón (alma racional) y lo espiritual (alma trascendente o despliegue
del ser).5

En la psicología el vocablo mente es preferido por las escuelas de orientación cognitiva


para designar el objeto de esta disciplina; en ellas se observa la influencia de tres
enfoques:6:23 la perspectiva informática con su correspondiente analogía entre la mente y el
ordenador, la gramática generativa de Noam Chomsky y la teoría del desarrollo de la
inteligencia de Piaget. Richelle considera que la mente, desde una perspectiva cognitivista,
remite a entidades o procesos internos de tratamiento de la información.7:361 Daniel Siegel
relaciona la mente con la actividad del cerebro.8:22 En acuerdo con la relación mente-
intelecto, Haugeland señala que el término mente se refiere al pensamiento, al
intelecto,9:34,10:1 aunque en un sentido más amplio alude también a la intencionalidad, por lo
que lo mental se referiría a desear, creer, recordar, imaginar, gustar, temer.10:8 Gilbert Ryle
denomina leyenda intelectualista a la idea de considerar la mente como lo intelectual, y
propone que la mente no se restringe al aspecto cognitivo.11:40 Sin embargo, esta defensa es
ya una aceptación tácita de que esa homologación mente-intelecto es constante.

Otras escuelas psicológicas, en lugar del vocablo mente, prefieren utilizar términos
diferentes, como psiquismo, vida psíquica, carácter, temperamento, conducta, personalidad,
consciencia, vida interior, subjetividad, hombre concreto, yo, aparato psíquico, identidad.
De esta manera, tomar la mente como el objeto de la psicología es reducir el alma a lo

3
inteligible, dejando por fuera (o en un lugar secundario) los otros aspectos que la
constituyen.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de salud mental, pese a las restricciones
del concepto mente. Quizá sea preferible hablar de salud psíquica, que abarcaría diferentes
facetas y que, además, englobaría los intereses de las diversas escuelas psicológicas. Pero
surge la pregunta por lo psíquico. Sabemos que psique es una palabra griega que significa
alma... ¿qué es el alma?

Alma: cultura encarnada

Todas las escuelas de psicología se ocupan de tres aspectos: 1) el proceso de estructuración


del ser humano; 2) el resultado de ese proceso (estructura); y 3) los efectos que derivan de
la estructura y de su interacción con el entorno (ecológico y cultural).12

La estructuración. Proceso mediante el cual el infante ingresa a la comunidad cultural,


mediante la incorporación de las normas, valores, hábitos, lenguaje, costumbres. Algunas
escuelas psicológicas privilegian el aprendizaje como experiencia central en este proceso,
otras estudian la relación del niño con el objeto primordial; otras indagan por la
constitución de los esquemas de pensamiento que permiten la adaptación al medio; otras
más estudian el desarrollo de la inteligencia y de los procesos cognitivos; también las hay
que estudian el desarrollo de las necesidades básicas hasta llegar a las superpuestas o
existenciales. En suma, es el campo privilegiado de la perspectiva evolutiva en psicología.

La estructura. Es el resultado, la consolidación del proceso previo. Es un sistema


compuesto de elementos y de reglas de operación e interacción de dichos elementos. Las
escuelas de psicología hablan de personalidad, subjetividad, consciencia, mente, identidad,
temperamento, carácter, cognición, aparato psíquico.

Los efectos. Son las acciones y reacciones del sujeto que resultan del funcionamiento de la
estructura y de sus relaciones con el entorno ecológico, social y cultural. Las escuelas de
psicología estudian en este caso las conductas y comportamientos. De aquí derivan
investigaciones sobre tipos y rasgos de personalidad, tipologías o caracteres, estilos de
afrontamiento, modos de vida, acciones sintomáticas, actos fallidos, sueños, entre otros.
También sobre psicopatología y sus determinantes: síntomas, trastornos, ideas irracionales,
narraciones subjetivas, etc.

El punto de partida es el organismo humano (el ‘cachorro humano’), en tanto tiene la


herencia de la especie y las potencialidades para su despliegue. Pero no es suficiente con
esta dimensión biológica; es preciso un entorno afectivo y cultural: lenguaje, valores,
principios, normas, maneras de vivir la vida, formas de amar, entre otras. Se vive entonces
un encuentro entre esos dos órdenes mediante un proceso que tiene su máxima importancia
e influencia durante la infancia. Este encuentro consiste en un proceso de incorporación,
por parte del infante humano, de la cultura a la que pertenece. Sólo así puede desplegar sus
potencialidades biológicas y, con base en ellas, dar paso a otras más complejas, como las

4
representacionales (memoria, intención, planeación) y, posteriormente, las simbólicas,
constituyéndose en él una forma singular de ser.

Si un niño es abandonado a su suerte, o si es socializado en una sociedad animal (lobos u


otros) y logra sobrevivir, tendrá la forma biológica humana (estructura y figura), la morphē
aristotélica,12 pero no la forma cultural humana (el eîdos13:108), que sólo es posible en el
encuentro con el otro cultural. De otro lado, si se logra programar un computador para que
se comporte lo más parecido a un ser humano y desarrolle muchas de sus funciones (como
procuran las investigaciones en inteligencia artificial), carecerá no obstante de los motivos y
valoraciones afectivas que tienen un fundamento biológico irreductible. Un computador no
podrá sentir compasión, así ‘actúe’ compasivamente. No lo comprenderá, ya que no tiene
un sustento biológico que le permita hacerlo.14

Un alma humana (la forma específica humana, el eîdos) es entonces una cultura
encarnada.12 Esta expresión condensa las dos dimensiones que intervienen en su creación:
lo cultural, o sea, el espíritu de la comunidad a la que se pertenece, el discurso cultural; y lo
carnal, lo biológico, el sustento sin el cual la cultura no puede en-carnar. El alma humana
es entonces efecto de la conjugación entre las instituciones sociales mediatizadas por el
lenguaje, y un organismo biológico humano, que vive un proceso de sujetación, de
culturización. Entendemos esos dos órdenes (el cultural y el biológico) como dimensiones
que se encuentran, conjugan y dan por resultado una sola realidad: el alma.

Si el alma es cultura encarnada, el cuerpo sería carne culturizada. En esta medida, el


cuerpo es alma y el alma es cuerpo. No son dos realidades sino una sola. Al usar la
expresión cuerpo se privilegia la dimensión ‘carnal’, biológica; mientras que al hablar de
alma se hace énfasis en la dimensión discursiva (representacional, simbólica, espiritual).
Desde esta perspectiva, no hay un cuerpo humano desprovisto de su impronta cultural,
socio-histórica15:99,16:60 (a no ser que se trate de un organismo humano, como describimos
en el caso del niño abandonado a su suerte); ni tampoco hay alma humana incorpórea, sin
cuerpo, ya que son la misma cosa. El alma humana no es lo biológico ni lo cultural; es la
conjugación, en una sola realidad, de ambas dimensiones. La psicología no estudia lo
biológico per se, que sería más bien del interés de la biología, la histología, la fisiología, la
neurología; ni tampoco su campo es lo social, que sería estudiado por la sociología, el
trabajo social, la antropología, entre otras. Se ocupa de lo que resulta de la conjugación de
esos dos órdenes: el alma.

Salud psíquica

Salud es un concepto utilizado con frecuencia en diversas disciplinas, pero muy


ambiguamente definido. Usualmente se define por contraste con el de enfermedad para
poder acceder a su comprensión. Con base en las consideraciones previas sobre el alma
(cuerpo), un concepto satisfactorio de salud (y de enfermedad) será aquel que nos permita
referirnos a ambas facetas de esa única realidad. Retomaremos las elaboraciones de
Canguilhem en su obra Lo normal y lo patológico, para ensayar una definición de salud y
de enfermedad que cumpla esas condiciones.

5
Canguilhem se ubica en una perspectiva evolucionista: concibe que la vida en general tiene
unos valores determinados que se constituyen en norma y, en consecuencia, en algo que,
por un lado, expresa lo que caracteriza a un ser, y por el otro, sirve de parámetro o de ideal
por lograr. La vida no es indiferente a las condiciones en las que se desenvuelve:17:94 cada
especie viva se caracteriza por su intento de persistir, de buscar la supervivencia; realiza
numerosos ensayos para desempeñarse mejor; busca alimento y se aleja de lo que es nocivo
para ella; procura trasmitir sus características a sus descendientes; con frecuencia se
complejiza y cambia para adaptarse mejor.

Para lograr todo lo anterior, la vida requiere unas constantes o normas desde las cuales
responder, así como la posibilidad de cambiarlas e instituir normas nuevas si las
condiciones lo exigen. En palabras de Canguilhem, la vida es normativa, en el sentido de
que crea e instituye normas para poder proseguir.17:92 Cuando las condiciones (ecológicas,
sociales, culturales) cambian, la vida persiste cambiando las normas previamente
funcionales por otras más adecuadas para las circunstancias actuales, pero también
cambiando ese medio en la medida de las posibilidades.

¿Qué es entonces lo normal? Canguilhem destaca dos acepciones de este vocablo. Una,
tomada del Dictionnaire de médecine, concibe lo normal como lo que es conforme a la
regla, regular. Diríamos que lo normal es aquello que se adecua a la norma. La otra
acepción es del Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, y sería “aquello que no se
inclina ni hacia la derecha ni hacia la izquierda; por lo tanto, lo que se mantiene en su justo
medio”.17:91 Ahora bien, si la norma es instituida por la vida misma, por cada especie, lo
normal es lo acorde con el propio ser (con la norma que caracteriza a un ser), o como dice
Canguilhem “aquello que es tal como debe ser”: esto es precisamente lo que expresa la
primera acepción. En la segunda, al hablar de justo medio, se destaca el carácter ideal de la
norma: lo que se debería ser. Estas dos acepciones de normal no se oponen, ya que
expresan una condición paradojal de cada ser: se es siendo, desplegando las
potencialidades.

Desplegarse implica poder instituir nuevas normas, a costa incluso de franquear las ya
existentes. Se trataría de crear nuevos modos de andar la vida, no sólo como efecto de los
cambios en las condiciones (ecológicas y culturales), sino también como resultado del
despliegue de las propias potencialidades. Si este despliegue es acorde con el propio ser, es
armónico, y produce un sentimiento particular: la alegría. La armonía expresa la
congruencia entre las diferentes tendencias que están en juego en un momento dado:
biológicas, discursivas y ocasionales, en el caso del ser humano. Según Ramírez:

La alegría es sentimiento de armonía: un momento en que el conjunto de huellas mnémicas


(saber individual o social) de un sujeto individual o plural armoniza con su ley de
determinaciones (razón), y esto es captado por la consciencia como un afecto placentero. La
alegría es momentánea, a diferencia de la bienaventuranza o beatitud que sería infinita y
eterna.18

6
La salud podríamos entenderla entonces como el devenir alegre del ser. Si bien la alegría
es momentánea (el momento de armonía entre las diferentes tendencias), un sujeto
saludable es aquel que, habitualmente, fluye alegremente, aun reconociendo los momentos
de descontento o discordancia consigo mismo o con el entorno. La salud supone la
capacidad de ser normativos en los dos sentidos que señalamos previamente: concordancia
con la propia norma, y capacidad de crear normas nuevas. Cabe señalar que los parámetros
propios de cada especie tienen un alto grado de variación individual; no son normas
rígidamente delimitadas, de allí que, por ejemplo, determinada forma de vida saludable en
una persona, pueda ser perjudicial para otra.

La patología en cambio, según Canguilhem, sería la imposibilidad de cambiar las normas o


de crear otras nuevas. Ocurre cuando una forma de responder (biológica o discursiva) se
rigidiza y especializa, imposibilitando el cambio, la trascendencia de sí misma. Para
Canguilhem, “el hombre normal es el hombre normativo, el ser capaz de instituir nuevas
normas, incluso orgánicas. Una única norma de vida es sentida de un modo privativo y no
de un modo positivo”.17:104 La enfermedad no es la ausencia de normas, es más bien otro
modo de andar la vida, sólo que restrictivo.19:70 Las diferentes técnicas humanas puestas al
servicio de la curación procuran entonces prolongar los impulsos vitales, buscando que el
ser vivo se libere de los “innumerables y costosos ensayos y errores de la vida”.17:95

Para Gadamer sanar “es un retomar las vías restablecidas de la vida. En este sentido el
médico sólo es alguien que ha colaborado en algo que la naturaleza misma realiza”.20:114 La
enfermedad cambia así de significación: es un intento de restablecimiento, una búsqueda de
despliegue del ser cuando algo le perturba, un autotratamiento que en ocasiones es fallido.
El médico, la enfermera, el psiquiatra, el psicólogo, el psicoanalista, el psicoterapeuta, el
terapeuta ocupacional o físico, entre otros, buscan, con los medios de que cada uno dispone,
restablecer la naturaleza humana, permitirle que se despliegue, que siga su orden
natural.21:374

El despliegue del ser tiene una larga tradición en la filosofía. Corresponde a la búsqueda de
la vida buena (eudaimonía), que para Aristóteles es aquello a lo que todo hombre aspira,22
en una actualización (entelequia) de sus potencias naturales. Platón hablará de la virtud23
como la excelencia humana que permite actuar correctamente y cuidar de sí. Una filósofa
contemporánea, Ursula Wolf, sostiene que la problemática de la vida buena ha sido
históricamente el tema o el objeto de la filosofía.24:28 Se trata en suma de una sabiduría
práctica: una sabiduría que posibilita vivir alegremente la vida.

Al concebir la salud como el devenir alegre del ser (que incluye el despliegue de sus
potencialidades, de sus sueños, de sus aspiraciones, de sus capacidades), vemos que no se
trata exclusivamente de un estado, sino también de un proceso en el que busca llegar a ser
lo que se es un despliegue para que sus potencias puedan actualizarse, llegar a ser lo que
son. Un sujeto saludable es aquel que frecuentemente fluye en la vida, que no se rigidiza
ni apega a unas normas de manera exclusiva, aun reconociendo la importancia de ciertos
hábitos o maneras de vivir y enfrentar la vida, ya que devenir no se opone a permanecer, a

7
adoptar comportamientos habituales. Tiene la capacidad de instituir nuevas normas, cuando
las condiciones lo exigen o cuando desea ensayar formas distintas de vivir la vida. No está
exento de obstáculos, por supuesto. En ocasiones fracasará en su propósito natural de fluir,
pero estos fracasos serán precisamente la posibilidad de saber sobre sí mismo, de indagar
qué deseos, temores, prejuicios o expectativas tiene, así como qué tipo de vida lleva, qué
hábitos y costumbres ha incorporado. Paradójicamente, para aprender a fluir hay que
enfrentarse a obstáculos, a las barreras que impiden ese despliegue. Mientras estamos
saludables, no es tan imperativo pensar en lo que somos y deseamos, de allí que para el
médico francés Lerich, citado por Canguilhem, la salud “es la vida en el silencio de los
órganos”, la inconciencia del sujeto con respecto a su cuerpo; y la enfermedad, a la inversa,
es “aquello que incomoda a los hombres en el normal ejercicio de su vida y en sus
ocupaciones, y sobre todo aquello que los hace sufrir”.17:63 Para Gadamer la salud, a
diferencia de la enfermedad, forma “parte de ese milagro que es el olvido de uno
mismo”20:113

El olvido de sí es la máxima expresión de fluidez y despliegue, que no se logra sin más,


sino a partir de un proceso de formación que inicia en la infancia y que quizá nunca
culmina. Estamos siempre en la dialéctica del devenir y del permanecer; justamente eso es
la vida: un trascender las normas (cambiar) para persistir (permanecer). En este sentido, una
persona saludable, normal, no es aquella ‘adaptada a la norma’, sino más bien aquella que
es conforme con su ser (sin desconocer lo ecológico y cultural) y que tiene la capacidad de
trascenderse a sí mismo.

Teniendo en cuenta lo que dijimos sobre la psyché, el alma, la salud psíquica es la salud
humana. No habría una salud del cuerpo y otra del alma, como si se tratara de dos
realidades diferentes. En el caso de la enfermedad sería igual. Ahora bien, si la cultura
encarnada es una sola realidad que comprende dos facetas, una carnal (biológica) y otra
discursiva (espiritual), habrá enfermedades que se relacionen más con una de estas facetas,
pero nunca de manera exclusiva, con exclusión de la otra. Los médicos y enfermeros se han
interesado tradicionalmente en aquellas enfermedades en las que el componente biológico
es más influyente; los psicólogos, psicoanalistas, psicoterapeutas, han centrado su interés en
las que muestran una mayor influencia de lo discursivo (valores, principios,
representaciones, prejuicios, ideologías). Sea que se intervenga desde una u otra
perspectiva, es esencial no perder de vista que el ser humano es una realidad compuesta por
las dimensiones biológica y discursiva.

La psicología, al concebir la salud psíquica de esta manera, articula dos enfoques


tradicionales en salud: el de los determinantes sociales, basado en las iniquidades como
causas de las enfermedades,25 y el de los factores de riesgo, que habla de tres factores
principales como determinantes de la salud y de la enfermedad: el agente, el huésped y el
ambiente.26:44 Una mirada sobre el alma humana, comprendida como cultura encarnada,
podrá tener en cuenta en qué casos (individuales o colectivos) predominan factores
discursivos, ya sean estos de orden macro (políticos, culturales, económicos, ideológicos) o
de orden micro (singulares), sin inclinarse de antemano a privilegiar una de esas esferas.
Asimismo, podrá entender aquellas circunstancias en las que predominan factores

8
biológicos (individuales o ambientales). Pero hay un factor adicional, al lado de lo
discursivo y de lo biológico, y que también ha de tener en cuenta: el factor ocasional, el
azar, que se expresa como contingencias singulares (lo accidental) o como “circunstancias
del entorno no determinadas por lo ecológico o cultural sino por “la fortuna” o el azar”.27 El
azar es el fundamento del libre albedrío, de la posibilidad del ser humano de elegir y darle
un determinado rumbo a su vida, más allá o más acá de sus determinaciones biológicas y
discursivas. De allí que juegue una función esencial la responsabilización28 del sujeto en lo
que le acontece, y en particular en su salud y su enfermedad. Así, la psicología, sin
desconocer la influencia enorme de los aspectos biológicos y discursivos, centra su
atención en analizar la responsabilidad del sujeto en lo que vive, a partir de sus elecciones y
decisiones a lo largo de la vida. Habrá circunstancias culturales (económicas, políticas,
ideológicas) o biológicas que pueden facilitar (o perturbar) el devenir alegre del ser
humano; no obstante, sus decisiones, sus elecciones subjetivas, son determinantes en esa
posibilidad de desplegarse y de llegar a ser lo que es.

Conclusiones

1) El concepto mente expresa el aspecto intelectivo o racional del alma, dejando por fuera
otras facetas: biológicas, afectivas, emocionales, motivacionales, simbólicas, relacionales,
culturales. Sustituimos entonces el concepto mente por psyché o alma humana, que
definimos como cultura encarnada.

2) La cultura encarnada (alma) es el resultado de la conjugación entre lo biológico humano


y las instituciones socio-culturales mediatizadas por el lenguaje. El cuerpo (carne
culturizada) es igual al alma: expresiones diferentes de una misma realidad, que enfatizan
ya sea el componente biológico (‘carnal’) o discursivo (cultural, espiritual) de todo sujeto
humano.

3) La salud es un modo de andar la vida caracterizado por la posibilidad de transcender las


propias normas de acuerdo con los cambios del entorno y con las disposiciones específicas
de cada ser humano. El hombre normal instituye nuevas normas en armonía con su medida
interna: sus disposiciones biológicas y discursivas, así como con base en sus deseos y
motivaciones, sin desconocer las tendencias del entorno y los deseos, motivaciones,
creencias, de los otros con quienes interactúa. La enfermedad es la rigidización de una
norma, la imposibilidad de cambiar y transcender aquellas normas obsoletas, que ya no son
útiles para la forma de vivir, o lo son parcialmente, y resulta más gravoso mantenerlas que
modificarlas.

4) De manera comprensiva la salud es el devenir alegre del ser: devenir en tanto el ser
humano saludable fluye, cambia, despliega sus potencialidades, se realiza, construyendo
modos de andar la vida que permitan su actualización, llegar a ser lo que es; alegre por
cuanto la armonía produce un sentimiento de contento de vivir, diferente de esas nociones
del bienestar humano basadas en el afán consumista, propio de un modelo económico que
radicaliza las diferencias y las inequidades sociales entre los seres humanos.

9
4) Salud psíquica, es igual a salud humana en general. Enfatiza la responsabilidad subjetiva
que a cada uno le corresponde con respecto a su modo de vida y a la influencia de este
sobre su salud y su enfermedad. Una mirada atenta al alma humana aprehenderá la
conjugación de las diferentes variables en juego en la salud y la enfermedad, siempre
presentes en cada situación: las biológicas (constitucionales y ecológicas), discursivas
(subjetivas y socio-culturales) y las ocasionales (accidentales y circunstanciales), y
examinará cuáles son predominantes en cada caso concreto, sea este individual, plural o
colectivo.

5) Finalmente, destacamos la importancia de las decisiones humanas, basadas en el libre


albedrío, que, como variable adicional a las que hemos descrito, determinan no solo los
caminos que emprendemos en la vida sino también los modos de transitarlos. De esta
manera el devenir alegre del ser puede ser posibilitado (o perturbado) también, y
fundamentalmente, por nuestras elecciones subjetivas.

Referencias bibliográficas
1. Diccionario AKAL de Psicología. Madrid: Ediciones Akal, 1998.

2. Platón. Fedón. 97c. En: Diálogos. España: Gredos, 1993: 9-142.

3. Ramírez Gómez, Carlos Arturo. Mente. Cavilación 28. En: Apuntes. Medellín.
Policopiado por el grupo de investigación El método analítico. Centro de Investigaciones
Sociales y Humanas (CISH) de la Universidad de Antioquia, 2011: 538.

4. Ferrater Mora, José. Diccionario de filosofía. Tomo III. Barcelona: Ariel, 2004.

5. Platón. Timeo. En: Diálogos. Madrid: Planeta de Agostini, 1999: 129-265.

6. Mayer, Richard. El futuro de la psicología cognitiva. Madrid: Alianza editorial, 1991.

7. Richelle. M. Artículo Mental. En: Diccionario AKAL de Psicología. Madrid: Ediciones


Akal, 1998: 361.

8. Siegel, Daniel. La mente en desarrollo. Cómo interactúan las relaciones y el cerebro para
modelar nuestro ser. Bilbao: Desclée de Brouwer, 2007.

9. Haugeland, John. Having Thought: Essays in the Metaphysics of Mind. Cambridge,


Mass: Harvard University Press, 1998.

10. Haugeland, Jonh. What is mind design? En: Haugeland, Jonh (ed.). Mind design II.
USA: Massachusetts Institute of Technology, 2nd ed., 1997.

11. Ryle, Gilbert. El concepto de lo mental. España: Paidós, 2005.

10
12. Lopera Echavarría, Juan Diego; Manrique Tisnes, Horacio; Zuluaga Aristizábal, Marda
Ucaris y Ortiz Vanegas, Jennifer. El objeto de la psicología: el alma como cultura
encarnada, Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2010.

13. Calvo-Martínez, Tomás. Introducción a Acerca del alma de Aristóteles. Madrid:


Gredos, 1983.

14. Penrose, Roger. La nueva mente del emperador. Barcelona: Grijalbo Mondadori, 1991.

15. Luria, Alexander. Introducción evolucionista a la psicología. Barcelona: Fontanela,


1982.

16 Vygotsky, Lev. El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona:


Crítica, 1966.

17. Canguilhem, Georges. Lo normal y lo patológico. México: Siglo XXI, 1984.

18. Ramírez Gómez, Carlos Arturo. El vivir alegre. Ensayo 93. En: La vida como un juego
existencial: ensayitos. Medellín: Fondo Editorial EAFIT, 2012: 185-190.

19. Samaja, Juan. Epistemología de la salud: reproducción social, subjetividad y


transdisciplina. Buenos Aires: Lugar, 2004.

20. Gadamer, Hans-Georg. El estado oculto de la salud. Barcelona: Gedisa, 1996.

21. Lopera Echavarría, Juan Diego; Ramírez Gómez, Carlos Arturo; Zuluaga Aristizábal,
Marda Ucaris y Ortiz Vanegas, Jennifer. El método analítico. Medellín: Centro de
Investigaciones Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia, 2010.

22. Aristóteles. Ética nicomáquea, 1095a15. Madrid, Gredos, 1985.

23. Platón. Menón. En: Diálogos. España: Gredos, 1993: 275-337.

24. Wolf, Ursula. La filosofía y la cuestión de la vida buena. Madrid: Síntesis, 1999.

25. Álvarez, Luz Stella. Determinantes sociales en salud: más allá de los factores de riesgo.
Revista Gerencia y Políticas de Salud. Bogotá (Colombia), junio-diciembre de 2009, 8 (17):
69-79.

26. Morales Calatayud, Francisco. Introducción a la psicología de la salud. Buenos Aires:


Paidós, 1999, p. 44 y ss.

27. Ramírez Gómez, Carlos Arturo. Etiología psíquica. Ensayo. 10. En: En: La vida como
un juego existencial: ensayitos. Medellín: Fondo Editorial EAFIT, 2012: 35-36.

28. Ramírez Gómez, Carlos Arturo. La responsabilización. Ensayo. 16. Apuntes. En: La
vida como un juego existencial: ensayitos. Medellín: Fondo Editorial EAFIT, 2012:48-50.

11

Das könnte Ihnen auch gefallen