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UNIDAD

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ser humano
Concepciones filosóficas del

E
El estudio del ser humano (antropología) puede hacerse bien desde una perspectiva científica, ya
se trate de las ciencias naturales (antropología física) o sociales (antropología cultural), bien
desde una perspectiva humanística (antropología filosófica).
La antropología filosófica se ocupa de investigar al hombre desde una concepción humanística e
interdisciplinar. Es humanística, ya que se considera a la antropología filosófica una rama de la
filosofía y, por tanto, de las humanidades. Es interdisciplinar ya que obtiene sus conocimientos en
diálogo permanente con el resto de las ciencias experimentales, especialmente con las ciencias
humanas o sociales, y también con el resto de las humanidades.
Entre los principales temas de la antropología filosófica, decisivos para la comprensión del ser
humano, están los siguientes:
1) El puesto del hombre en el conjunto de la realidad (niveles de realidad).
2) El problema de la relación entre la mente y el cerebro (teorías monistas y dualistas).
3) El funcionamiento de la mente.
4) El problema de la libertad (teorías deterministas e indeterministas).
5) Los procesos cognitivos exclusivos del psiquismo superior.
6) Las concepciones del hombre a lo largo de la historia del pensamiento.

1. Objeto y división de la antropología


División de los estudios antropológicos
El término antropología significa genéricamente “estudio del hombre”. A pesar de su extensión, es posible
distinguir dentro de los estudios antropológicos varias disciplinas o especialidades:
– Antropología física. – Antropología cultural. – Antropología filosófica.
a) La antropología física es una rama de la biología o ciencia de la vida que se ocupa de la aparición de la
especie humana sobre la tierra y su posterior evolución, tanto biológica (hominización) como social y cultural
(humanización). Una parte considerable de la Unidad 5 La dimensión biológica: evolución y hominización es
precisamente Antropología física.

b) La antropología cultural o etnología es una rama de la sociología o ciencia de la sociedad y tiene como
objeto de estudio los llamadas “pueblos primitivos” o sociedades sin historia que todavía perviven en la actualidad.

c) La antropología filosófica es una rama de la filosofía que tiene como objeto la reflexión sobre el ser humano
desde una perspectiva humanística e interdisciplinar. Ya sabemos que la filosofía es un saber humanístico. Por
otra parte, la antropología filosófica no es un saber autosuficiente o que se baste a si mismo sino interdisciplinar.
Esto último significa que obtiene sus conocimientos en permanente diálogo y consulta con el resto de las ciencias
experimentales, especialmente con las ciencias sociales, y también con el resto de las humanidades.
En resumen, podemos ocuparnos del hombre (antropología) desde una perspectiva científica, bien desde las ciencias
naturales (antropología física), sociales (antropología cultural) o desde las humanidades (antropología filosófica).

1.2. Referencias interdisciplinares de la


antropología filosófica
Las referencias interdisciplinares de la antropología filosófica actual y su objeto de estudio son las siguientes:
– Neurofisiología (bases fisiológicas de la conducta).
– Etología (comportamiento animal y humano).
– Paleoantropología (proceso de hominización y de humanización).
– Psicología comparada (filogénesis de la mente y del psiquismo).
– Psicología general (niveles de análisis de los organismos y principales procesos mentales y conductuales).
– Psicología cognitiva (psiquismo superior y procesos cognitivos).
– Sociología empírica (cultura, instituciones y proceso de socialización).
– Etnología (sociedades actuales sin historia).
– Lingüística general (tipos de comunicación y características del lenguaje humano).

La antropología filosófica se ocupa, entre otros, de los siguientes temas y problemas, que analizaremos con detalle en
esta Unidad, y que son cruciales para la comprensión del ser humano:
– Las características del ser humano.
– El problema de la relación cerebro-mente.
– El funcionamiento de la mente.
– El problema de la libertad.
– El psiquismo superior del hombre.
– Las diferentes concepciones del hombre a lo largo de la historia de pensamiento.

2. La realidad humana
Lo que habitualmente llamamos realidad en su sentido más general no es otra cosa que la materia, la cual se presenta
como resultado de la evolución gradual del universo a lo largo de miles de millones de años y en múltiples estados. De
ahí que podamos distinguir diferentes grados de realidad.
Los grados de realidad o estados en que se despliega la materia de forma emergente (unos grados de realidad surgen
de otros) son los siguientes: físico-químico, biológico, neurológico, psicológico y cognitivo. El ser humano es la única
especie que participa plenamente, como veremos, de estos estados.

2.1. Grados de realidad compartidos


Son aquellos grados de realidad que no son específicos del hombre ya que otros seres o realidades también participan
de sus propiedades.
a) Físico-químico. Es el estado básico o primordial de la materia. Sus propiedades afectan a todos los seres por su
propia constitución.
El ser humano participa del nivel físico-químico puesto que también es un compuesto material. Estamos formados
mayoritariamente por átomos de oxígeno, hidrógeno, nitrógeno y carbono... Podemos afirmar con certeza que somos
materia integrada, polvo de estrellas hecho consciencia.
b) Biológico.Sus propiedades afectan a todos los seres vivos. Las primeras formas de vida unicelulares surgieron
sobre la Tierra hace tres mil seiscientos millones de años. La Biología define la vida, en un sentido amplio, como un
ciclo de actividades (nacimiento, reproducción y muerte) que dependen del organismo.
El ser humano participa del nivel biológico debido a que es un ser vivo sometido plenamente al ciclo general de tales
actividades, incluida, por supuesto, la muerte (un problema que en este grado de realidad concierne todavía a las
ciencias naturales).
c) Neurológico. Sus propiedades afectan a las especies más complejas anatómicamente en la escala evolutiva y
supone la emergencia de las funciones propias del sistema nervioso y del cerebro.
El ser humano participa del nivel neurológico ya que es un ser vivo dotado de un sistema nervioso central muy
avanzado, del cual forma parte ese órgano asombroso que es el cerebro.
d) Psicológico. Sus propiedades afectan prácticamente a todas las especies animales, especialmente a las
superiores en la escala de la vida, en cuanto tienen estados mentales o de conciencia y procesos psicológicos
relacionadas con la percepción, la memoria, el aprendizaje, las emociones, la inteligencia o la comunicación.
El ser humano participa del nivel psicológico ya que comparte la actividad mental con la mayor parte de las especies.

2.1. Grados de realidad exclusivos


Son aquellos grados de realidad que son específicos del hombre ya que sólo el ser humano participa de sus
propiedades.
a) Cognitivo. Sus propiedades afectan únicamente a la especie humana en cuanto a su actividadmental se
manifiesta de modo exclusivo en el pensamiento, la inteligencia lógico-abstracta y el lenguaje. Esta triple capacidad
comporta nuevas y poderosas posibilidades de simbolización mediante palabras, de abstracción mediante conceptos y
de procesamiento profundo de la información que nos separan abismalmente del resto de las especies.
El ser humano participa del nivel cognitivo ya que la mente está constituida por un conjunto de procesos mentales
o cognitivos cuyas características y funciones nos permiten un procesamiento peculiar de la información que procede
del medio ambiente.
b) Cultural o histórico. Sus propiedades afectan exclusivamente a la especie humana como resultado de su
evolución cultural.
El ser humano participa del nivel cultural debido a que nuestros antepasados evolucionaron desde unas formas de
organización social elementales, como la unidad familiar, el clan o la tribu, hasta las primeras civilizaciones complejas
(Asiria, Mesopotamia, Egipto y Persia). Esta evolución marca la transición de la Prehistoria a la Historia de la
humanidad.
c) Virtual. La tecnociencia actual puede construir, sin que se vislumbren los límites de este desarrollo, pautas de
interacción, como la mensajería instantánea, formas de organización social como las aldeas web, e instituciones,
comerciales o financieras, paralelas a las reales.
El ser humano participa del nivel virtual debido a que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han
creado una nueva realidad de carácter cibernético. Denominaremos a este nivel de realidad con el nombre de realidad
virtual o telépolis. Las nuevas tecnologías incluyen diversos proce- dimientos (p.e. la telefonía móvil de última
generación o la teleconferencia), pero sin duda el principal es Internet, la red telemática mundial...
Hasta ahora la puerta de entrada a la realidad virtual son las computadoras u ordenadores que permiten al sujeto
acceder a las calles, recintos y autopistas de telépolis. Pero acaso en un futuro próximo (como el cine de ciencia-
ficción, por ejemplo la película Matrix, nos ha mostrado) la puerta de entrada a la realidad virtual será directamente
nuestro propio cerebro, el procesador más complejo que existe.

3. Teorías dualistas y monistas


Uno de los problemas que ha planteado la filosofía desde sus orígenes en la antigua Grecia es conocer y analizar la
relación que hay entre la parte “material” del hombre o cuerpo y la parte “espiritual”, la cual ha recibido a lo largo de la
historia del pensamiento diversos nombres: alma, razón, entendimiento o mente.
La antropología filosófica actual también reflexiona sobre tan complicado asunto, aunque en unos términos más
precisos, como la relación entre cerebro y procesos mentales. No obstante la explicación de tales términos es por el
momento difícil y problemática.
El cerebro humano es un órgano hasta tal punto complejo que nuestro conocimiento actual del mismo es bastante
limitado. Los científicos saben perfectamente qué preguntas hacer sobre el cerebro, pero no disponen aún de la
tecnología adecuada para contestarlas. Los poderosos instrumentos de que disponen, como los escáneres de alta
resolución, son insuficientes para explicar cómo funcionan las diversas áreas del cerebro. Las investigaciones
bioquímicas más avanzadas son incapaces de desvelar los secretos que se producen en el interior de las neuronas...
Las limitaciones y deficiencias en el conocimiento científico de este órgano misterioso han sido la causa principal de la
proliferación de teorías filosóficas (por tanto no comprobadas experimentalmente) sobre la interrelación entre la parte
psicológica y cognitiva el ser humano o mente y la parte neurofisiológica o cerebro.
Es probable que una gran parte de los temas y problemas de la antropología filosófica serán resueltos o bien disueltos
tras el conocimiento científico del cerebro, lo que nos hace pensar que acaso la frontera última del mundo está dentro
de nosotros...
Estas complicadas cuestiones han dado lugar a dos grandes teorías filosóficas que han intentado dar una solución
convincente a la relación entre mente y cerebro: dualismo y monismo.

3.1. Dualismos
Las teorías dualistas se basan en la idea de que el cerebro y la mente son dos realidades distintas, cada una con
unas propiedades y leyes específicas. Estas teorías básicamente se reducen a dos: dualismo espiritualista y dualismo
mentalista.

a) Dualismo espiritualista. El concepto central de este dualismo es el alma. Se trata de un principio


inobservable o metafísico que dirige y controla las funciones corporales, como el movimiento local o los instintos; las
psicológicas, como las sensaciones o las emociones, y las intelectuales, como el pensamiento abstracto.
La tesis de esta teoría es que el hombre es un ser compuesto de dos realidades independientes aunque relacionadas:
un cuerpo material y un alma espiritual. El alma es la parte principal del compuesto.
El término “espiritual” carece de una definición precisa y tan solo se explica mediante las propiedades (imaginarias) que
cada autor le atribuye.
El dualismo espiritualista es una teoría especulativa de importancia para la historia de la filosofía, pero sin ninguna
repercusión científica e incluso filosófica en la actualidad. Fue sostenida por pensadores antiguos como Platón (427-347
a. de C.) o Aristóteles (384-322 a. de C.), medievales como Tomás de Aquino (1224-1274) y modernos como Descartes
(1596-1650).

b) Dualismo mentalista. El concepto central de este dualismo es la mente. Mientras que el alma es una
realidad espiritual e independiente del cuerpo, la mente es de carácter exclusivamente psicológico y cognitivo, y tiene
su origen en la actividad neurofisiológica del cerebro. Además, las propiedades y leyes que rigen los procesos mentales
son distintas a las de los hechos físicos.
Los fenómenos mentales, como la memoria, los sentimientos o los sueños, poseen unos mecanismos y unas leyes
propias. La teoría de la mente de Freud y la práctica psicoanalítica se basa en este principio mentalista.
El mentalismo, es decir, la suposición del carácter específico de los fenómenos mentales, ha sido sostenido por los
fundadores de las primeras teorías psicológicas, como Hume (1711-1776), W. Wundt (1832-1920), W. James (1842-
1910) o Sigmund Freud (1856-1939).
El interaccionismo es una variante actual del dualismo mentalista. Su principal supuesto es que existe una efectiva
separación cerebro-mente como realidades independientes y una permanente interacción entre ambas. Ha sido
desarrollado por el premio Nóbel de Medicina en 1963 John C. Eccles y el filósofo Karl Popper en su libro conjunto El
cerebro y la mente (1980).
La hipótesis interaccionista se basa en que los componentes del cerebro (neuronas, conexiones sinápticas, áreas del
cerebro) son insuficientes para dar una explicación convincente de los procesos mentales. Algunos de ellos son de una
increíble complejidad, como la autoconciencia o identidad personal, el carácter voluntario de la acción humana o la
experiencia de libertad y el pensamiento creador o creatividad... Estos ejemplos y otros muchos no pueden ser
explicados en términos meramente físicos o naturales sino que exigen la hipótesis de una mente autónoma distinta del
cerebro.
Ambos autores sostienen la complicada hipótesis mentalista de que en las sinapsis neuronales de la corteza cerebral
interactúan las dendronas (agrupaciones de dendritas) de carácter neurofisiológico y la psiconas (supuestas
agrupaciones de unidades de activación mental) de carácter específicamente psíquico. La interacción cerebro-mente se
explica mediante una teoría bioquímica en la que se pretende mostrar la interrelación entre los componentes
neurológicos y mentales del cerebro: dendronas y psiconas. La validez de esta teoría mentalista ha sido cuestionada y
rechazada finalmente por la comunidad científica, aunque los problemas que la teoría interaccionista suscita en torno a
la complejidad y especificidad de los fenómenos-procesos mentales son una cuestión abierta y nada desdeñable.

3.2. Monismos
Las teorías monistas explican la mente como el resultado único o exclusivo de la actividad neurofisiológica del
cerebro. Rechaza, por tanto, la existencia de fenómenos espirituales o mentales independientes y específicos.
Básicamente se reducen a dos: monismo materialista y monismo emergentista.
a) Monismo materialista. Su principal suposición es que la actividad mental se reduce a un conjunto de
procesos físico-químicos y neurofisiológicos. El cerebro humano es un complejo y perfecto ordenador
biológico, compuesto de neuronas, conexiones sinápticas, árboles de neuronas y áreas especializadas, capaz de
generar estados mentales.
Mientras que la computadora es una máquina no consciente (solo el ser humano puede afirmar “pienso, luego existo”)
dotada de un soporte o equipamiento electrónico, el ser humano es, en el fondo, un autómata consciente (tiene estados
mentales o de consciencia) dotado de un sofisticado equipamiento biológico. Si los ingenieros electrónicos del futuro
pudieran construir una máquina con un equipamiento electrónico capaz de reproducir funciones psicológicas, tendría
estados mentales equivalentes a los humanos, incluidos la autoconciencia, el pensamiento abstracto y los
sentimientos...
Las películas de ciencia ficción nos han proporcionado abundantes ejemplos de computadoras de última generación
inteligentes y con voluntad propia; replicantes imposibles de distinguir de los humanos, androides superdotados y robots
colaboradores...
Se trata, por tanto, de una teoría fisicalista puesto que todos los seres y grados de realidad se pueden explicar
finalmente mediante propiedades y leyes físicas.
Entre los defensores contemporáneos de esta teoría se encuentran Gilbert Ryle, Paul Feyerabend, José Ferrater Mora
o Paul Chuchland.

b) Monismo emergentista. Es una continuación del anterior monismo. El emergentismo concibe el cerebro como
un biosistema o computadora biológica con dos tipos de propiedades: las resultantes (biológicas, neurológicas) que
poseen por separado los componentes del sistema (neuronas, árboles de neuronas, áreas cerebrales) y las emergentes
(psicológicas y cognitivas) que sólo posee el sistema cuando funciona conjuntamente o como un todo.
Las propiedades emergentes dependen de las resultantes pero van más allá de ellas, las superan, y constituyen
una nueva realidad. De ahí que el cerebro como un todo tenga propiedades mentales que no poseen sus componentes
aislados como percibir, recordar, aprender, pensar o comunicarse.
Una sola neurona, un árbol de neuronas, incluso un área cerebral (como la de la memoria o la del habla) son
componentes del cerebro que por sí mismos no tienen propiedades psíquicas, pero los cien mil millones de neuronas
del cerebro con más de cien billones de conexiones (10 elevado a 14), interactuando en un sistema único, han
conseguido producirlas.

4. El modelo de la mente en la
psicología cognitiva
Analizaremos en este apartado las aportaciones al conocimiento del hombre de uno de los modelos teóricos más
recientes y aceptados por la comunidad científica especializada en ciencias humanas: la Psicología cognitiva.
La Psicología cognitiva presenta un modelo general del hombre basado en la analogía o metáfora entre la computadora
y la mente. Para esta teoría la mente es una computadora de propósito universal (computa cualquier tipo de información
de entrada) y la actividad mental es procesamiento de la información.

4.1. Cerebro y mente


El cerebro es el hardware o soporte neurofisiológico de la mente que hace posible tal procesamiento.
Ahora bien, el hardware precisa de un software o soporte lógico para realizarlo, es decir, necesita un sistema
operativo y unas aplicaciones o programas que funcionen (“corran”) sobre tal sistema operativo, como ocurre con
cualquier computadora.
El cerebro humano, en términos informáticos, está dotado de un sistema operativo doble que constituye el software
básico de la mente y consta de:
a) Un sistema lógico, que son las estructuras lógicas o esquemas básicos del razonamiento deductivo que están
impresos neurológicamente en el cerebro. Por ejemplo, el principio de identidad, de contradicción o la propiedad
transitiva.
b) Un sistema lingüístico, que son las estructuras sintácticas o la gramática profunda o innata de la lengua.
La gramática profunda está constituida por los universales lingüísticos que se dan en todas las lenguas, como las
relaciones sujeto-predicado, nombre-verbo, oración simple-compuesta, entre otros, y explicaría los siguientes aspectos:
1) La aparición y evolución madurativa del lenguaje. 2) La capacidad para adaptarnos a cualquier lengua,
independientemente del lugar de nacimiento. 3) La asombrosa facilidad y rapidez del niño para aprender cualquier
lengua. 4) La competencia del niño para generar oraciones nuevas que nunca ha tenido ocasión de escuchar. 5) El
aprendizaje correcto de la gramática superficial de una lengua que incluye los subsistemas gramaticales fonológico,
sintáctico, morfológico, semántico y pragmático y que tantos quebraderos de cabeza dan a los estudiantes de idiomas.
Esta teoría denominada Lingüística Generativa o Transformacional, ha sido formulada por el lingüista
norteamericano Noam Chomsky (1928) e inicialmente corroborada por el descubrimiento en el genoma humano de un
gen específico, exclusivo del hombre, asociado a la facultad del habla.
4.2. Los procesos cognitivos
A su vez, los programas o aplicaciones que funcionan sobre este doble sistema operativo son los distintos procesos
cognitivos. Estos procesos son las aplicaciones o programas informáticos que utiliza la mente para el procesamiento
de la información. Son bloques o módulos independientes pero comunicados, como sucede con las aplicaciones de los
paquetes informáticos integrados.
La mente se concibe en la Psicología cognitiva como un sistema formado por grandes bloques en la que cada módulo o
proceso cognitivo (en la analogía del ordenador, cada aplicación) cumple una función específica encaminada a
computar o procesar la información que le corresponde.
Tales módulos conforman conjuntamente, como sabemos, el denominado nivel cognitivo, el más exclusivo de los
grados de la realidad, cuyas propiedades afectan exclusivamente al ser humano y constituyen el llamado psiquismo
superior del hombre, como hemos señalado en la Unidad 5 La dimensión biológica: evolución y
hominización.
Ya nos hemos referido a ellos. Vamos ahora a clasificarlos de un modo general.
a) Procesos informativos, que incluyen la sensación, la percepción y las distintas modalidades de
aprendizaje.
b) Procesos representativos, que incluyen los almacenes de la memoria (memoria sensorial, a corto y a largo
plazo).
c) Procesos intelectivos, que incluyen el pensamiento y sus operaciones, y la inteligencia y sus tipos.
d) Procesos comunicativos, que incluye el lenguaje, sus características y sus sistemas gramaticales:
fonológico, morfológico, sintáctico, semántico y pragmático.
El carácter modular de la mente comporta que cada uno de los procesos cognitivos tiene características propias. Es lo
mismo que ocurre cuando estudiamos los diversos sistemas fisiológicos, como el sistema nervioso, el músculo-
esqueletal o el circulatorio. Los aislamos y analizamos por separado, aunque es evidente su integración e interrelación
global en un organismo.
Por otra parte, la analogía entre la mente y el ordenador permite a la Psicología cognitiva construir convincentes
programas de simulación de los procesos cognitivos. Estas simulaciones recuerdan obviamente a los detallados menús
y comandos de las aplicaciones informáticas.
Así, por ejemplo, el modelo explicativo de la percepción o procesamiento perceptivo se compone de varios subprocesos
como los siguientes: el procesamiento bidimensional de la imagen, el procesamiento tridimensional de la imagen, el
procesamiento de la constancia perceptiva del objeto, el procesamiento semántico del percepto (patrón perceptivo
unido al lenguaje) y el proceso de integración del objeto en un esquema perceptivo (situación o entorno en que el objeto
percibido se integra con sentido).
Lo mismo sucede con el proceso cognitivo de toma de decisiones mediante procedimientos algorítmicos o lógico-
racionales. Las etapas o secuencia de estos últimos es la siguiente: aceptación del reto, presentación de alternativas,
selección de alternativas, formulación de un compromiso, mantenimiento de la decisión, ejecución de pautas y
evaluación de resultados.

5. Determinismo y libertad
El problema antropológico de la libertad es obviamente distinto del problema de la relación entre cerebro y mente,
aunque tienen algunos puntos en común y un mismo hilo conductor: la relación entre la parte físico-química y
neurológica del ser humano y la parte psicológica y cognitiva. Como vimos, el problema cerebro-mente plantea, desde
la filosofía griega, la contraposición entre lo físico y lo psicológico y sus posibles soluciones en términos de dualismos y
monismos.

5.1. Planteamientos indeterministas


El indeterminismo sostiene que la conducta humana, a diferencia del resto de los objetos y realidades del mundo,
no está sometida al principio de causalidad natural sino que es libre. El principio de causalidad afirma que todos
los fenómenos están sometidos a regularidades invariables o leyes necesarias. Se formula del siguiente modo: a las
mismas causas siguen siempre los mismos efectos.
Las teorías antropológicas dualistas (espiritualistas o mentalistas) estarían muy próximas o de acuerdo con esta
concepción indeterminista de la acción humana.
El problema filosófico entre indeterminismo (existencia de libertad) y determinismo (ausencia de libertad en la conducta
humana) supone la contraposición entre dos tipos de causalidad incompatibles: una causalidad natural por
necesidad que rige de modo inexorable los acontecimientos del mundo físico y biológico, como los movimientos
planetarios, la circulación de la sangre o la conducta animal, y una causalidad por libertad, no sujeta a las leyes
naturales de la física o la biología, sino a fines individuales e intenciones personales, que permite la autodeterminación
de la conducta humana. Por ejemplo, un alumno al terminar el Bachillerato Ciencias, si supera la nota de corte, puede
elegir entre hacer la carrera de Arquitectura o Ingeniería industrial.
Es evidente que el término “libertad” es un tanto ambiguo e impreciso. De entrada hay que distinguir entre dos formas
de entenderla.
a) Libertad externa o social que consiste en la posibilidad de actuar como creamos oportuno de acuerdo con
los usos, costumbres y leyes de la propia cultura. Las libertades civiles o políticas forman parte de la libertad externa.
Este tipo de libertad está estrechamente unido al sistema político y jurídico de cada país. Si al acabar el ciclo de la ESO
a un alumno le ofrecen un trabajo, puede legalmente en nuestro país continuar los estudios de Bachillerato o
abandonarlos.
b) Libertad interna o personal que consiste en la capacidad para tomar decisiones, es decir, elegir entre dos o
más alternativas posibles. Es la principal consecuencia del razonamiento práctico, que analizamos más adelante.
Incluye la libertad psicológica (formación de la personalidad individual) y la libertad moral (elección subjetiva de
principios y normas de acción). El alumno del ejemplo anterior debe afrontar el dilema que se le plantea y resolverlo de
acuerdo con su forma de ser, sus metas, proyectos y valores de todo tipo.
Aquí nos referimos a la libertad interna o personal que es la principal, puesto que es la que conforma las pautas de
actuación y confiere sentido a las acciones de la libertad externa o social.
Se han esgrimido distintos argumentos a favor del indeterminismo o la aceptación de la libertad humana. Los más
importantes son los siguientes:
a) Indeterminismo psicológico. Se basa en la evidencia intuitiva o certeza inmediata de la mente de que en
todo momento somos libres, es decir, capaces de elegir entre varias alternativas siempre que exista la posibilidad y
disponibilidad para hacerlo. La constante presentación de alternativas más o menos importantes en nuestra vida diaria,
la selección de alguna de ellas o de ninguna, el compromiso con su realización, la realización y evaluación de sus
consecuencias, demuestran que somos capaces de elegir, es más que es imposible no elegir, y por tanto somos libres
(como propone el existencialismo de Sartre).
b) Indeterminismo ético. La aceptación de la moralidad como un hecho indiscutible supone la demostración más
clara de que somos libres. Es incompatible aceptar la dimensión moral del hombre y afirmar a la vez que nuestra
conducta está determinada necesariamente. La libertad de pensar y decidir moralmente es el presupuesto irrefutable de
la existencia de la libertad. Un terremoto que causa innumerables víctimas, un tigre que ataca en la jungla a un
descuidado cazador o un psicópata que comete un crimen... no son libres y sus acciones carecen o tienen muy poco
mérito o demérito moral.
c) Indeterminismo metafísico. Toma como punto de partida la suposición de que la mente humana no está
sujeta por su constitución específica a las mismas leyes que el resto de los seres naturales. La realidad física está
sujeta a leyes causales, deterministas e invariables, en tanto que la actividad mental está sujeto a la libertad e
indeterminación. Una de las propiedades de la mente humana es su capacidad de pensar y decidir libremente.

5.2. Planteamientos deterministas


El determinismo, inversamente, es una teoría filosófica que sostiene la ausencia de libertad en la conducta
humana. Según esta teoría las acciones del hombre, como cualquier objeto o realidad del mundo, están sometidas
rigurosamente al principio de causalidad natural. Las teorías antropológicas monistas, especialmente el monismo
materialista, estarían muy próximas o completamente de acuerdo con esta visión determinista de la acción humana.
También se han aportado abundantes argumentos en contra de la libertad o determinismo. Así, se han señalado,
entre otros, los siguientes:
a) Determinismo físico. El argumento principal a favor del determinismo es que solo hay una realidad, la materia
y sus diferentes estados y por tanto no hay razón para suponer que rige un tipo de causalidad para la naturaleza y otro
distinto para el hombre. Las leyes de la naturaleza son las mismas para todos los seres, el hombre, la lechuga y el
ratón...
Esto significa que la conducta humana está determinada y que su complejidad no implica que seamos libres. Lo que
llamamos “libertad” no es otra cosa que la imposibilidad de controlar las ilimitadas variables, es decir, las causas
próximas o remotas que intervienen en la mayoría de las acciones humanas. Si las pudiéramos controlar, todo el
mundo, por ejemplo, acertaría cada semana los pronósticos de las quinielas...
b) Determinismo psicológico. El temperamento, que forma parte de nuestra herencia genética, el carácter,que
forma parte de nuestro aprendizaje individual, la personalidad y sus rasgos, todos a la vez determinan causalmente
nuestra conducta. Nuestra organización psicológica deja muy poco margen para elegir aunque así lo creamos por un
habito mental adquirido.
Por otra parte siempre elegimos el motivo más fuerte y posteriormente justificamos nuestra elección con la suposición
de que nuestra voluntad decidió libremente. Los partidarios de esta teoría filosófica, como el psicólogo conductista
Burrhus Frederic Skinner (1904-1990), afirman que simplemente vivimos la ilusión de la libertad.
c) Determinismo sociológico. Las conductas humanas son esencialmente sociales y, por tanto, impersonales.
En realidad nuestra conducta individual no depende de nosotros sino que tiene, aunque tratemos de ocultarlo, un fuerte
significado sociológico o colectivo. En la vida social el individuo no decide ni controla la acción, sino que más bien es
controlado y movido a actuar en una dirección única.
Una cultura es un sistema normativo que nos dice en todo momento lo que debemos hacer. Esta es precisamente la
función de los usos sociales, costumbres morales y leyes jurídicas.
Asimismo, las normas institucionales (familiares, políticas, económicas, educacionales) nos empujan necesariamente a
actuar de una forma determinada dentro de unos estrechos márgenes que nosotros ilusoriamente agrandamos.
Según la versión actual, las leyes de la física, la química y la biología se aplican estrictamente y de modo homogéneo a
un órgano tan complejo como el cerebro (una sofisticada computadora biológica de base quántica) y a sus asombrosas
propiedades emergentes (psicológicas y cognitivas).
Otra cosa es que por el momento la tecnociencia actual sea incapaz de explicar apropiadamente estas arduas
cuestiones.

6. Pensamiento, inteligencia y
lenguaje
El psiquismo superior del hombre consiste en los denominados “procesos cognitivos”, que dividíamos en cuatro grandes
bloques o módulos: procesos informativos, representativos, intelectivos y comunicativos.
Aunque el hombre comparte con muchas especies determinadas funciones psicológicas como la percepción, el
aprendizaje o la memoria, se puede afirmar que tienen unas características muy diferenciadas. Por ejemplo, sólo en la
especie humana la percepción de los objetos está unido al lenguaje; únicamente el hombre es capaz de aprendizajes
conceptuales (como estudiar esta Unidad) o está dotado de una memoria de carácter significativo (cuando estudiamos
esta Unidad, lo hacemos de manera comprensiva , no de manera puramente mecánica o “memorística” sin entender
nada).
Las funciones cognitivas exclusivas del ser humano, aquellos que lo separan abismalmente de las especies más afines
en la escala evolutiva, son el pensamiento, la inteligencia y el lenguaje.

6.1. El pensamiento y sus herramientas


intelectuales
El pensamiento es una función cognitiva con la que están dotados todos los seres humanos y que les permite
procesar cualquier tipo de información. Para hacerlo, es preciso que utilicen un conjunto de herramientas intelectuales,
como son los conceptos, las clases de razonamiento y la creatividad o pensamiento divergente.
Ahora bien, según la analogía de la Psicología cognitiva entre la mente y la computadora, todos los ordenadores están
dotados de la misma funcionalidad pero no todos tienen las mismas prestaciones. La inteligencia sería la mayor o
menor capacidad individual para procesar información mediante las herramientas comunes del pensamiento de modo
rápido, estable y eficaz.

Por su parte, el lenguaje es imprescindible para el pensamiento, como hemos señalado, y un componente general de
la inteligencia que incluye, entre otras habilidades, la comprensión, la expresión y la fluidez verbal.
Vamos a referirnos a cada uno de estas funciones cognitivas (pensamiento, inteligencia y lenguaje) con más detalle. En
primer lugar, analizamos las herramientas comunes del pensamiento .
a) Los conceptos. Un concepto es una representación general de la realidad. El pensamiento opera con distintos
tipos de conceptos:
– Empíricos. Representan objetos, hechos, lugares o situaciones particulares. Ejemplos: “mesa”, árbol” o
“caballo”.
– Abstractos. Representan entidades inobservables: ideas (justicia), valores (amistad) o constructos
hipotéticos, como la personalidad de alguien.
– Especializados. Representan términos específicos de las distintas ciencias y ramas del saber. Por ejemplo,
“derivada”, “aceleración”, “subcultura” o “memoria a largo plazo”.
– Lógicos. Partículas de unión lógica entre proposiciones. Los más importantes son la negación (no), conjunción
(y), disyunción (o), condicional (si...entonces) y bicondicional (si y solo si...).
– Categoriales. Representan significados lógicos no expresos pero necesarios en la formulación de
proposiciones o enunciados. Existencia, causalidad, posibilidad o necesidad, son, entre otros, conceptos categoriales.
Por ejemplo, una proposición como “esta mesa es de madera” presupone la categoría de existencia; “si estudio sólo el
día previo al examen de filosofía no aprobaré” presupone la categoría de causalidad y si afirmo que “este fin de semana
es casi seguro que iré a la discoteca” mi intención lógica al construir el enunciado presupone la categoría de
probabilidad.
b) El razonamiento. El razonamiento es una herramienta del pensamiento que se caracteriza porque siempre
se produce el paso de unos conocimientos previos, que tomamos como punto de partida o premisas, a una conclusión
que extraemos de aquellas.
Distinguimos en el pensamiento tres tipos de razonamiento:
– Razonamiento inductivo. Toma como punto de partida la observación de un conjunto de casos
particulares de los que obtiene una generalización o regularidad empírica con un grado mayor o menor de probabilidad.
Todas las generalizaciones y estereotipos que formulamos son razonamientos inductivos más o menos acertados y
justificados. En todo caso son imprescindibles para orientarnos y clasificar el mundo que nos rodea.
– Razonamiento deductivo. Parte de unas premisas iniciales de las que se sigue o infiere una conclusión.
Si las premisas son empíricamente verdaderas, la conclusión también lo será. Las explicaciones que damos
permanentemente en nuestra vida diaria por los más variados acontecimientos (“esto me gusta por las siguientes
causas o razones”) son ejemplos de razonamientos deductivos.
– Razonamiento práctico. No todos los razonamientos son deductivos o inductivos. Hay también
razonamientos de carácter práctico. Estos últimos, decisivos para nuestra vida, incluyen la toma de decisiones (por
ejemplo, morales o políticas) y la solución de problemas. En realidad son los más frecuentes o cotidianos puesto que
tomamos decisiones y solucionamos problemas (más o menos importantes) de forma continuada. Tomamos una
decisión cuando elegimos entre dos o más alternativas inciertas, asumiendo las consecuencias de nuestra elección.

Hay dos maneras o procedimientos cognitivos de tomar decisiones y solucionar problemas.


● Procedimientos heurísticos. Son modos de tomar una decisión o buscar la solución de un problema
mediante métodos no rigurosos. Los procedimientos heurísticos son estrategias basadas en la economía de medios y
en la rapidez que nos impone el ritmo, a veces frenético, de la vida cotidiana. Son “atajos mentales” que nos pueden
llevar a tomar decisiones erróneas, aunque son imprescindibles. Los más conocidos son los siguientes: intuición (la
decisión acertada se nos muestra “de pronto” sin ningún tipo de mediaciones o razonamientos intermedios), analogía
(la decisión adoptada es la misma que otras que adoptamos en situaciones que consideramos parecidas), mayoría
(la decisión adoptada se toma en función de un criterio estadístico basado en la frecuencia con que aparece en la
práctica tal decisión), autoridad (la decisión adoptada se toma en función de una instancia exterior a la que
consideramos fiable y segura), anclaje (la decisión adoptada se basa en principios antepuestos o juicios previos
sólidamente establecidos para un ámbito de decisiones similares) y disponibilidad (la decisión adoptada es la más
fácil de representarnos mentalmente).
● Procedimientos algorítmicos. Un algoritmo es un conjunto ordenado y finito de operaciones que
permiten tomar una decisión o hallar la solución de un problema. Son estrategias basadas en una sucesión de pasos de
carácter racional. Cada paso o etapa supone un cálculo preciso de las elementos que integran la decisión o solución
correcta. Un vez resuelto adecuadamente esta etapa podemos ocuparnos de la siguiente. Un ejemplo por semejanza es
la superación de las distintas fases o misiones de un videojuego. Hasta que no hemos resuelto una fase o etapa no
podemos pasar a la siguiente. Tal secuencia tiene los siguientes pasos: aceptación del reto (no aplazar la decisión
ni eludir el problema, no darle largas o considerar que no lo es), presentación de alternativas (formular todas
las alternativas posibles que conducen a la decisión acertada o a la mejor solución del problema), selección de
alternativas (excluir las alternativas que tengan un balance previo negativo y de las restantes elige la que tenga una
consideración más positiva), mantenimiento de la decisión (ser coherente con la alternativa elegida afrontando
las consecuencias), actuación y evaluación de resultados (aplicar la estrategia elegida y valorar finalmente
el grado de cumplimiento de los objetivos previstos).
c) La creatividad. La Psicología cognitiva distingue entre pensamiento convergente, aquel que se dirige o converge
hacia la solución correcta de un problema y pensamiento divergente, aquel que se aparta de las soluciones correctas,
comúnmente aceptadas y se dirige al descubrimiento de respuestas originales y nuevas, pero valiosas, para la solución
de problemas.
Este último es el pensamiento creador. Se entiende por pensamiento creador la capacidad mental
caracterizada por la sensibilidad ante los problemas, la fluidez, la flexibilidad, la originalidad, la
facilidad asociativa, la originalidad, la capacidad de análisis y síntesis y de redefinición de los
mismos (Guilford).

6.2. La inteligencia y sus componentes


En la Unidad 4 expusimos la definición y los tipos de inteligencia filogenética o evolutiva, propia de la especie; a
continuación nos vamos a referir a la inteligencia ontogenética o psicológica, propia del individuo.
Es más lo que no sabemos de la inteligencia individual que lo que conocemos con certeza: no sabemos con precisión si
es más relevante para su constitución psicológica y cognitiva la herencia genética o el medio ambiente. Tampoco
sabemos si hay una única inteligencia o distintas inteligencias independientes (teoría de las inteligencias múltiples:
inteligencia lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, corporal-cinética, naturalista, interpersonal o
intrapersonal). Tampoco sabemos con certeza si la inteligencia se puede medir mediante pruebas estándar fiables y
válidas o tal pretensión (como piensa la Psicología cognitiva) no es posible.
Según la Psicología cognitiva la inteligencia estaría formada por la interacción (interdependencia y equilibrio mutuo o
sistémico) de varios elementos constitutivos o capacidades intelectuales:
– La inteligencia componencial: está unida sobre todo a las dos primeras funciones del pensamiento
(tipos de conceptos y clases de razonamiento) y a la inteligencia lingüística y sus factores (comprensión, expresión y
fluidez verbal).
– La inteligencia experiencial: está unida sobre todo al pensamiento creador. Es la capacidad de afrontar
de modo original las situaciones, de formular ideas innovadoras o de combinar o asociar de modo extraordinario
experiencias distantes.
– La inteligencia contextual: está unida sobre todo a la percepción y el aprendizaje. Es la capacidad de
adaptación ambiental (sentirte integrado y gratificado en tu entorno), selección ambiental (escoger los entornos en los
que el sujeto mejor se adapta) y modificación o conformación del medio ambiente (tratar de cambiar aquellos aspectos
del entorno disfuncionales o disonantes con tu proyecto vital).
– La inteligencia emocional: es la capacidad de interactuar con el medio a partir de los afectos,
sentimientos y emociones. Engloba aptitudes como el autocontrol, la autoconciencia, la motivación de logro, el
entusiasmo, el tono vital, la perseverancia, la empatía o el altruismo... Todos los seres humanos piensan y sienten, por
lo que estas dos formas de conocer interactúan en la construcción de la vida mental.

6.3. Características y funciones del lenguaje


El hombre, por otra parte, mantiene con el mundo una relación inicial o previa lingüística y simbólica. Sin el
lenguaje no sería posible el pensamiento ni la inteligencia. Ya nos hemos referido a esta relación al hablar de la
inteligencia simbólica o lingüística en un apartado anterior de la Unidad.
El lenguaje humano tiene las siguientes características:
– Simbólico. El lenguaje es un sistema de signos que sirven para comunicarse. El signo lingüístico consta de un
significante o imagen acústica y un significado o concepto.
– Convencional. Es el resultado de un acuerdo colectivo o convención de carácter cultural. De ahí el fenómeno
de la diversidad lingüística, cuyos orígenes se sitúan en el último estadio del proceso de humanización.
– Arbitrario. Es una consecuencia de la característica anterior. Con la noción “arbitrario” queremos decir que no
hay una relación significativa entre el significante y el significado (excepto en algunas onomatopeyas).
– Aprendido. La estructura superficial de una lengua, que incluye los sistemas gramaticales fonológico,
sintáctico, morfológico, semántico y pragmático, se aprende íntegramente.
– Articulado. La emisión lingüística no consta de voces sino de signos articulados. El lenguaje humano
se articula en torno a unas unidades mínimas: los sonidos o fonemas. A su vez, los fonemas se unen entre sí para
formar unidades completas: los monemas. Los monemas, mediante nuevas reglas, se combinan entre sí para formar
unidades aún mayores, como son el sintagma, la oración y el texto como unidad superior de comunicación.
– Creativo. Mediante las reglas gramaticales de formación y transformación de unidades lingüísticas es posible
generar un número infinito de sintagmas, oraciones o textos.
El lenguaje sirve para estructurar y organizar el pensamiento y desarrollar la comunicación. Tiene, según la conocida
clasificación del lingüista Roman Jacobson (1896-1982), las siguientes funciones:
– Representativa o denotativa: el lenguaje sirve para describir o informar de los objetos y referirse al
mundo para conocerlo. Utilizamos la función denotativa cuando nombramos los objetos de una habitación para que el
niño pequeño aprenda a identificarlos.
– Expresiva: sirve para manifestar sentimientos, emociones o deseos, así como las actitudes del receptor
respecto del que habla y de lo se que habla. En una acalorada discusión sobre ética o política recurrimos con
frecuencia a esta función.
– Apelativa o conativa: sirve para orientar, convencer, prescribir o modificar la conducta del receptor. Los
anuncios publicitarios son un ejemplo de esta función.
– Fática o de contacto: tiene como objeto reforzar, mantener, debilitar o cortar la comunicación entre emisor
y receptor. Cuando hablamos por teléfono, las expresiones “me escuchas”, “¿De acuerdo? O “vale”, tiene una función
fática.
– Metalingüística: sirve para confirmar que el emisor y el receptor están usando el mismo código evitando así
el ruido o comunicación defectuosa. Esta función se pone de manifiesto cuando empleamos el lenguaje para hablar del
lenguaje. Un ejemplo sería cuando en el curso de una conversación preguntas a tu interlocutor: “¿Qué entiendes
exactamente por felicidad”?
– Poética: está relacionada con el valor simbólico, metafórico y creativo del lenguaje mediante la cual alcanza
finalmente su dimensión estética. Esta función se pone de manifiesto en el lenguaje literario.
Por último, hay que señalar que la adquisición del lenguaje es el resultado de tres factores: la herencia genética, el
aprendizaje social y la maduración biológica.
– Herencia genética: los seres humanos tienen una predisposición biológica (aparato fonador único) y
genética (gen asociado al habla) para desarrollar el lenguaje. Ya nos hemos referido a este aspecto.
– Aprendizaje social: la gramática superficial que rige cada lengua es adquirida. Los sistemas gramaticales
se aprenden, como sabe muy bien el estudiante de idiomas.
– Maduración biológica: desde los seis meses a los seis años se producen unas fases en el desarrollo
madurativo del lenguaje: desde la emisión de balbuceos e introducción de consonantes (6 meses), utilización de
palabras- frase (12-18 meses), emisión de frases cortas ordenadas conforme a reglas sintácticas (18-24 meses),
construcción de frases largas (2-5 años) y oraciones completas (6 años).

7. La crisis de la imagen tradicional


del hombre en la historia del
pensamiento
7.1. La concepción antropológica tradicional
Hasta la segunda mitad del siglo XIX la concepción del hombre predominante en Europa occidental era de carácter
racionalista, esencialista y fijista. Esta concepción procede de la filosofía griega, especialmente la platónica y la
aristotélica, tiene su continuación en la visión de la teología cristiana de la Patrística (siglos I al VI d. de C) y la
Escolástica (siglo VIII hasta los inicios del siglo XV) y alcanza su punto culminante en la modernidad con el
pensamiento de Descartes (siglo XVII) y la antropología ilustrada (siglo XVIII).
a) Se trata de una antropología racionalista puesto que el pensamiento y la inteligencia abstracta son los
atributos distintivos del hombre que lo separan radicalmente del resto de las especies, incluso de las más próximas en
la escala evolutiva.
b) Además es una antropología esencialista puesto que propone la existencia de una naturaleza o condición
humana universal y permanente; válida para los seres humanos de todas las épocas y culturas.
c) Por último, se trata de una antropología fijista ya que según esta teoría, que tiene sus orígenes en el
hilemorfismo aristotélico y en la interpretación teológica que el cristianismo hace del relato bíblico de la creación, las
especies vivas son invariables e incomunicadas, es decir, no cambian con el paso del tiempo y no mantienen relaciones
biológicas entre sí. Nos referimos a este punto en la Unidad 4 La dimensión biológica: evolución y
hominización.

7.2. La renovación de la imagen del hombre


Esta concepción del hombre se prolonga hasta la primera mitad del siglo XIX, y entra en crisis a causa de las ideas de
tres influyentes teorías científicas y filosóficas contemporáneas: Evolucionismo, Materialismo histórico y Psicoanálisis.
a) El evolucionismo de Charles Darwin (1809-1882) es una teoría científica en la que se explican los principios
que regulan el equilibrio entre las poblaciones animales y los recursos disponibles en el medio ambiente.
Darwin publicó sus ideas sobre la evolución en 1859 en su libro Sobre el origen de las especies por medio de
la selección natural.
Como sabemos, descubrió que existe en la naturaleza un mecanismo universal (similar a la ley de la gravedad en física)
que consiste en la permanente selección, una generación tras otra, de los individuos más aptos de una especie. Esta
continua selección natural de las variaciones más adaptativas contribuye, tras sucesivas generaciones, a la aparición de
nuevas especies, entre otras, la humana. En la Unidad 4 La dimensión biológica. Evolución y hominización
hemos explicado con detalle el mecanismo de la selección natural.
Las reacciones de la comunidad científica anclada en ideas preevolucionistas fueron inmediatas. Algunos biólogos
argumentaron que Darwin no había conseguido comprobar su hipótesis de modo convincente. Otros afirmaron que el
concepto de cambios o variaciones adaptativas dentro de una especie no aclara por qué se producen ni cómo se
transmiten a las generaciones sucesivas. Todas estas objeciones son correctas y no se resolvieron hasta el nacimiento
de la genética moderna, obra de Mendel, en los inicios del siglo XX.
En todo caso no había ninguna duda de que Darwin incluía al hombre entre las especies sujetas al principio biológico
de la selección natural.
En 1871 publica El Origen del Hombre y titula su primer capítulo Pruebas del origen del hombre desde
una forma inferior. En esta obra defiende expresamente la evolución del hombre a partir de especies “inferiores” (los
simios antropomorfos) con argumentos taxonómicos (las categorías taxonómicas agrupan especies que tienen un
mismo origen evolutivo) y anatómicos (el estudio comparativo de las características morfológicas de distintas especies
nos permite observar analogías que prueban la continuidad entre ellas).
La hipótesis de la evolución del hombre a partir de los simios provocó una auténtica conmoción en la Inglaterra
victoriana. Sin embargo, los ataques más violentos a las ideas de Darwin no procedieron de los científicos que, en
mayor o menor medida, respetaron la elegancia y solidez de la nueva teoría, sino de sectores religiosos, morales e
ideológicos abiertamente conservadores e incluso reaccionarios. La idea de una evolución ramificada de las especies,
incluida la humana, es decir, el evolucionismo biológico, suponía un giro radical a las ideas tradicionales de la
antropología fijista o preevolucionista y fueron entendidas como un intento inadmisible de situar a la humanidad en el
mismo plano que los animales.
b) El materialismo histórico es la filosofía de la sociedad y la historia expuesta por el filósofo y economista
alemán Karl Marx (1818-1883) en varias obras, entre otras La ideología alemana (1846), escrita en colaboración
con Engels, la Contribución a la Crítica de la Economía Política (1859) o El Capital (1867, primer tomo).
Marx considera que el materialismo histórico es la auténtica ciencia de los fenómenos humanos. Su objeto de
investigación son las condiciones materiales o económicas de la sociedad y la historia.
Como hemos señalado, la antropología filosófica predominante se basaba en el principio, considerado indiscutible, de
que el hombre tiene una naturaleza o condición humana única o esencial, válida para todas las épocas. Esta idea es
criticada y revisada por Marx.
El hombre, según Marx, no tiene una naturaleza esencial ni existe una condición humana universal y permanente. Para
el materialismo histórico lo que el hombre sea depende exclusivamente del significado particular que la condición
humana adquiere en una época determinada de la historia. El ser humano concreto, por oposición al abstracto de la
antropología esencialista, adquiere su condición humana en una sociedad determinada y en un momento preciso de la
historia.
El hombre concreto, según Marx, es el conjunto de las relaciones económicas y sociales que adquiere o contrae a lo
largo de su vida. Cada sociedad histórica tiene un modo de producción o estructura económica que determina las
condiciones materiales de la existencia humana así como las relaciones sociales y las normas culturales de una
determinada época. Las condiciones materiales, las relaciones sociales y las normas culturales conforman la condición
humana propia de esa sociedad. No es el mismo ser humano el esclavo griego que el siervo de la sociedad feudal, ni el
artesano de los gremios de las primeras ciudades que el proletario de las fábricas de la revolución industrial... Ni será el
mismo hombre, según Marx, el obrero surgido del modo de producción capitalista que el trabajador de la futura
sociedad socialista...
Por otra parte, para Marx el hombre no es un ser necesariamente racional. La racionalidad o irracionalidad del ser
humano dependerá de la racionalidad o irracionalidad de la actividad productiva y las condiciones materiales o
económicas que determinan su humanización o deshumanización. Para Marx el trabajo constituye la esencia del
hombre. Mediante el trabajo el hombre construye su vida individual y social. La realización o desrealización del ser
humano depende de su relación con el trabajo. Ahora bien, las relaciones económicas que el hombre adquiere
mediante el trabajo le pueden resultar, en determinadas circunstancias, alienantes o desrealizadoras. En unas
condiciones productivas irracionales o inhumanas, como ocurre en el sistema capitalista, el hombre deja de ser dueño
de sus propios actos, que ya no le
pertenecen, para ser controlado por fuerzas externas ante las que se siente perdido y extraño a sí mismo. Vive una
existencia alienada o irracional, es decir, una vida infeliz en sentido psicológico y desrealizada en sentido ético. La
principal forma de alienación, fundamento y origen de todas las demás, es la alineación económica.
c) El psicoanálisis es una teoría psicológica y un tratamiento clínico de las enfermedades mentales creada por
Sigmund Freud (1856- 1939) que ha ejercido una notable influencia sobre la concepción del hombre que tenemos en la
actualidad.
El médico vienés investigaba la etiología y terapia de las denominadas enfermedades nerviosas. Estudió en París
con otro especialista llamado Jean Martin Charcot (1825-1893) las causas de la histeria, una enfermedad nerviosa en la
que los conflictos emocionales influyen sobre los trastornos orgánicos, es decir, se trataba de una enfermedad con un
origen más psicológico que fisiológico. Mediante una terapia basada en la hipnosis el psicoanalista conseguía que el
paciente verbalizara de modo catártico o liberador sus experiencias penosas o traumáticas, lo que se traducía en una
disminución de los síntomas patológicos de la enfermedad...
Freud llegó a la conclusión de que existen en la mente procesos inconscientes muy profundos cuya existencia el sujeto
ignora por completo, pero que son muy activos o dinámicos en nuestra vida mental. Freud publicó en 1895 su libro
Escritos sobre la histeria.
A partir de este momento Freud comienza a formular su propia teoría en obras como La interpretación de los
sueños (1900), Psicopatología de la vida cotidiana (1901), Tres ensayos para una teoría sexual
(1905), Trabajos sobre técnica psicoanalítica (1911-1915), El yo y el ello (1923) o El malestar en la
cultura (1930).
En primer lugar, sustituye la hipnosis como terapia por otros métodos como la asociación libre de ideas. A esta técnica
añadió la interpretación de los sueños (1900), el sentido de los actos fallidos y la función de la transferencia de las
emociones ocultas al psicoanalista...
A partir de la práctica del psicoanálisis como terapia de las enfermedades mentales, Freud construye una primera teoría
de la personalidad que se basa en la distinción general entre actividad mental consciente e inconsciente.
La primera se refiere a la actividad psicológica que está bajo el control regulado o racional del sujeto. La segunda se
refiere a la a la actividad psicológica que el sujeto no controla porque no tiene acceso a su consciencia, pero es muy
dinámica e influyente en la mente y la conducta.
Posteriormente matiza y completa esta distinción con una segunda teoría en la que definitivamente sitúa los distintos
niveles o estratos de la personalidad:
- El Ello es la parte inconsciente de la personalidad. Es la actividad psicológica oculta y profunda y tiene su origen en
la represión que el sujeto ejerce sobre las tendencias instintivas o instintos, especialmente las sexuales o libido, de
las que Freud se ocupó ampliamente en su obra. El ello se rige por el principio impersonal del placer. Su función es la
satisfacción inmediata e irrenunciable de las pulsiones instintivas.
- El Yo es la parte consciente de la personalidad. Se refiere a los procesos mentales que el sujeto controla
directamente, como su capacidad de percibir la realidad, juzgar, razonar o decidir... Se rige por el principio personal de
realidad. Su función es adaptar al individuo a la sociedad en que vive, preservarlo del fracaso de no satisfacer las
exigencias instintivas y transformar la energía de los instintos en conductas aceptadas y socialmente útiles.
- El Super yo o ideal del yo es la parte normativa de la personalidad. Se refiere a los aspectos obligatorios de la
cultura que el sujeto adquiere e interioriza a través del proceso de socialización. Este aprendizaje social del individuo
comienza en el seno de la propia familia. Su función es proporcionar al individuo modelos de conducta aceptados para
mantener la actividad del yo dentro de las normas establecidas por la sociedad.
Las consecuencias antropológicas de la teoría de Freud fueron enormes: por una parte, el ser humano no es
propiamente un ser racional sino que una parte de su mente, el ello, es decididamente inconsciente e irracional. Por
otra, los instintos del ello, especialmente la sexualidad, considerados la parte menos racional del hombre, tienen un
papel decisivo en la formación de la personalidad individual y la aparición de conductas conscientes y adaptativas.

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