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CAPITULO I

CLASIFICACION DE LAS PENAS EN LA DOCTRINA PENAL

1.- CLASIFICACION DE LAS PENAS SEGÚN VÍCTOR ROBERTO PRADO


SALDARRIAGA

En la doctrina encontramos diferentes sistemas de clasificación de las penas. SOLER, por


ejemplo, divide las penas en principales y accesorias (Cfr. Sebastián Soler. Derecho Penal
Argentino. Tomo II. Tipografía Editora Argentina. Buenos Aires, 1956, p. 416 y ss.).
VELASQUEZ VELASQUEZ, en cambio, toma en cuenta varios criterios de distinción que
se refieren a la importancia de la pena, al derecho que ellas afectan o a su forma de
aplicación (Cfr. Fernando Velásquez Velásquez. Ob. Cit., p. 598 y ss.). Similar
clasificación asume PEÑA CABRERA quien las estratifica en razón de su importancia o
según el bien jurídico que afectan (Cfr. Raúl Peña Cabrera. Ob. Cit., p. 499 y ss.).
Finalmente, COBO-VIVES se refieren a indicadores como la gravedad o la posición
funcional de las penas (Cfr. M. Cobo del Rosal – T.S. Vives Antón. Derecho Penal. Parte
General. Segunda Edición. Tirant lo Blanch. Valencia, 1987, p. 619 y ss.).

Por nuestra parte, consideramos pertinente distinguir las penas en base a cuatro aspectos:

Primero, en atención a su naturaleza, esto es, por el tipo de restricciones que producen en el
condenado.

Segundo, en relación con su condición operativa, la que se expresa en la autonomía o


dependencia de la pena para ser aplicada como sanción al autor o partícipe de un hecho
punible.

Tercero, apreciando su mayor o menor gravedad, la que se infiere, principalmente, de su


extensión cuantitativa.

Cuarto, evaluando su conminación legal, lo que implica reconocer como se propone, desde
la ley, su imposición como sanción abstracta.
a. Por su naturaleza las penas se clasifican en penas privativas de libertad, penas no
privativas de libertad y penas pecuniarias. Son prototipos de las primeras la pena privativa
de libertad temporal, la cadena perpetua o el arresto de fin de semana que consideran
algunas legislaciones como la española. Corresponden, en cambio, a la segunda categoría
las penas de inhabilitación, de prestación de servicios a la comunidad, así como la
expulsión de extranjeros. Y entre las terceras se encuentran principalmente la multa, y en
algunos sistemas jurídicos el decomiso o la confiscación de activos.

b. En cuanto a su condición operativa, las penas pueden ser principales cuando se


imponen de modo autónomo como sanción de un delito. Y son accesorias cuando su
aplicación queda subordinada a la imposición de una pena principal a la cual
complementan. Ahora bien, es frecuente en el Derecho penal comparado observar que
algunas penas pueden, según los casos, operar como penas principales y accesorias. Ello
suele ocurrir con la pena de inhabilitación, aunque la tendencia contemporánea se orienta a
restringir la aplicación de penas accesorias, pues como señalaba BUSTOS RAMIREZ ellas
asumen un “carácter negativo para el desarrollo del sujeto” (Juan Bustos Ramírez. Ob. Cit.,
p.170).

Cabe señalar que en nuestro medio es frecuente que el legislador o el juez


confundan la condición operativa de ciertas penas como la inhabilitación o la multa. Así,
por ejemplo, el artículo 398º contiene una pena de inhabilitación principal pero que se debe
aplicar conjuntamente con una pena privativa de libertad y con una pena de multa. No
obstante, el párrafo segundo de dicho dispositivo legal califica erróneamente a dicha
sanción como “accesoria”.

c. Atendiendo a su gravedad las penas pueden ser graves, de mediana gravedad y


leves. En estos casos la condición de pena grave o leve guarda relación exclusivamente con
indicadores predominantemente cuantitativos. El Código Penal español de 1995 adopta esta
clasificación considerando, sobre todo, la mayor o menor duración de las penas. En efecto,
si la prisión es superior a tres años se trata de una pena grave y si no excede a dicho límite
se le considera como menos grave. Para esta legislación una pena leve privativa de libertad
sería el arresto semanal si éste no excede de seis fines de semana. Sin embargo, para el
Derecho penal ibérico la pena de privación del derecho de conducir vehículos a motor
puede ser, según dure la suspensión, una pena grave, menos grave o leve. Su clásico
sistema de grados y subgrados que rige en la técnica española de determinación de la pena,
justifican mantener este tipo de clasificación punitiva, que es, generalmente, excluido por
los códigos penales modernos.

d. El empleo de las penas como sanción legal conminada o penalidad abstracta para un
delito específico, permite detectar que estas pueden ser consideradas como penas únicas,
conjuntas o alternativas. En el primer supuesto el legislador considera que la penalidad que
corresponde al delito incluye sólo una pena principal, tal como ocurre en los arts. 106 y 256
del Código Penal peruano. En el segundo caso, la ley integra en la penalidad del delito dos
o más penas principales, situación que se verifica en los arts. 194, 296 y 427 del Código
Penal. Y en la tercera modalidad conminatoria la penalidad incorpora optativamente dos o
más penas principales lo cual se presenta en los arts. 114, 143 y 304 in fine.

Ahora bien, el efecto práctico de la presencia de penas conjuntas en la penalidad conminada


de un delito determina que el Juez deberá imponer todas las penas principales concurrentes;
mientras que en el caso de penas alternativas sólo deberá aplicar la que elija entre las penas
posibles que le propone la ley.

2.- TIPOS DE PENA SEGÚN LÓPEZ BARJA DE QUIROGA – GACETA


JURIDICA

El sistema de penas y medidas de seguridad que el legislador nacional adopto, incluyo a las
medidas de internamiento, penitenciaría, prisión, relegación, expatriación, multa e
inhabilitación.

Villavicencio nos dice que nuestra Constitución Política de 1993 se inspira en un Estado
social democrático de derecho (artículo 43); por ello, se declara que el régimen
penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a
la sociedad (artículo 139, inciso 22).

Las Clases de Sanciones Penales Aplicables están previstas en el Código Penal y de


conformidad con esté según el artículo 28º reconoce como clases de penas a:

 La privativa de libertad ( temporal y cadena perpetua),


 Restrictivas de libertad (expulsión),
 Limitativas de derechos (prestación de servicios la comunidad, limitación de días
libres e inhabilitación),
 Multa

I. PENA PRIVATIVA DE LIBERTAD

La pena privativa de libertad impone al condenado la obligación de permanecer encerrado


en un establecimiento, la mas de las veces carcelario. El penado pierde su libertad
ambulatoria por un tiempo de duración variable que va de la mínima de dos días hasta la
cadena perpetua (art.29 del C.P.).

La pena privativa de libertad, por estar orientadas a evitar la comisión del delito, opera
como garantía institucional de libertades y la convivencia armónica a favor del bienestar
general.

Es necesario que durante la ejecución de la pena el condenado desarrolle un plan de


reinserción social. Pues la prevención especial asigna a la pena la función reeducadora,
resocializadora e integradora del delincuente a la comunidad. Ubica al hombre no como un
mero instrumento, sino como una finalidad más en búsqueda de su corrección o curación.
Por tanto se debe dar vital importancia al tratamiento penitenciario durante el encierro del
condenado. Con respecto a la cadena perpetua, regulada en el art 140 de la Constitución,
desde la perspectiva de la prevención especial negativa va a tener como función alejar al
delincuente de las personas, y así mantener a la sociedad libre de peligro, en otras palabras
tendrá como objetivo principal el alejamiento del condenado para evitar la producción de
delitos.

II. PENAS RESTRICTIVAS DE LIBERTAD

Son aquellas que sin privar totalmente al condenado de su libertad de movimiento, le


imponen algunas limitaciones. Esta norma va en contra del Derecho de residencia (art. 2,
inciso 11 de la Constitución; art. 13, de la Declaración de los Derechos Humanos; art. 22
de la Convención Americana de los Derechos Humanos)

Las restrictivas de libertas que contempla el Código Penal en su artículo 30 son:

 La expulsión de un país, tratándose de extranjeros.

· Se ha publicado en el Diario Oficial "El Peruano" con relación a las penas


restrictivas de libertad, Ley 29460 con fecha 27 de noviembre de 2009, la norma que en
síntesis suprime la pena de "expatriación", y todas aquellas disposiciones que se
relacionaban con la aplicabilidad de la misma.

III. PENAS LIMITATIVAS DE DERECHOS


Penas alternativas a las privativas de libertad de poca duración. Villa Stein nos dice que la
construcción de este sistema es una respuesta imaginativa al encierro para el supuesto de
que el caso concreto, dependiendo de la naturaleza de la infracción lo mismo que de la
culpabilidad del sentenciado, resulte a criterio del juez, más adecuado a la sociedad, a la
víctima y al propio sentenciado cumplir con estas penas alternativas, antes que de padecer
un encierro de corta duración.

Las penas limitativas de los derechos son según el artículo 31 del Código Penal:

 Prestación De Servicios A La Comunidad (Art. 34, Del C.P.)

Consiste en la prestación de determinadas horas de trabajo no remunerado y útil a la


comunidad, prestado durante tiempo libre y días feriados a fin de no alterar los patrones
laborales del sentenciado. No se trata de trabajo forzado, se concreta en instituciones
educativas y municipales asistenciales o en obras públicas, en los que se debe tomar en
cuenta las aptitudes y hasta preferencias del sentenciado. La jornada de trabajo es de 10
horas a la semana, y en ningún caso deberá afectar la salud física o mental del obligado ni
su dignidad personal, la duración mínima de esta pena es de diez y la máxima de ciento
cincuenta y seis jornadas.

 Limitación De Días Libres (Art. 35, Del C.P)

No afecta a la familia ni al trabajo del condenado pues la limitación de días libres,


normalmente afectara los fines de semana. El periodo fluctúa entre un mínimo de diez y un
máximo de dieciséis horas por fin de semana, el lugar se estructura con propósitos
resocializadores y educativos sin la características de un centro penitenciario.

 Inhabilitación (Art.36, Del C.P.)

Esta pena consiste en la supresión de algunos derechos ciudadanos (políticos, sociales,


económicos, familiares).

Villa Stein nos dice que se admite modernamente que se trata de una pena infamante lo que
puede imprimirle anticonstitucionalidad conforme al art.36 del C.P.

La inhabilitación puede acarrear:

1. Privación de la función, cargo o comisión que ejercía el condenado, aunque convenga


de elección popular.

2. Incapacidad para obtener mandato, cargo, empleo o comisión de carácter público.

3. Suspensión de los derechos políticos que señale la sentencia.


4. Incapacidad para ejercer por cuenta propia o por intermedio de tercero, profesión,
comercio, arte o industria que deban especificarse en la sentencia.

5. Incapacidad para ejercer la patria potestad, tutela o curatela.

6. Suspensión o cancelación de la autorización para optar o hacer uso de armas de fuego.

7. Suspensión o cancelación de la autorización para conducir cualquier tipo de vehículo.

8. Privación de grados militares o policiales, títulos honoríficos u otras distinciones que


correspondan al cargo, profesión y oficio que se hubiese servido el agente para comerte
delito.

La pena de inhabilitación puede ser impuesta como principal o accesoria según el art.37
del C.P.

Como principal opera como limitativa de derechos y con ello de lo que se trata es de una
pena alternativa a la privación de liberta. Accesoria, se impone cuando el hecho punible ha
sido una de abuso de autoridad, de cargo, de profesión, oficio, poder o violación de un
deber inherente a la función pública, comercio, industria, patria potestad, tutela, curatela y
su duración será igual a la pena principal según el art. 39 del C.P

IV. MULTA

También conocida como pena pecuniaria, obliga al condenado a pagar al Estado una suma
de dinero fijadas en días-multa.

El Código penal peruano, regula la pena de multa señalando las siguientes características:

a. La duración de la pena fluctúa de un mínimo de diez días a trescientos sesenta y cinco


días multas salvo disposición distinta de ley (art. 42 del C.P.)

b. El limite a pagar por el condenado por concepto de multa no será menor del
veinticinco por ciento ni mayor del cincuenta por ciento del ingreso diario, cuando viva
exclusivamente de su trabajo (art.43 del C.P.

c. El importe del día-multa es equivalente al ingreso promedio diario del condenado y se


determina atendiendo a su patrimonio, rentas, remuneraciones, nivel de gastos y demás
signos exteriores de riqueza (art. 40 del C.P.)

Villa Stein cita a Martin Batista y expone las siguientes ventajas y desventajas de la
pena de multa:

VENTAJAS

 Compatible con la dignidad del sentenciado.


 No afecta la integración de la familia del condenado.
 No afecta el trabajo del condenado.
 Su carácter flexible permite su adaptación a las condiciones económicas del
condenado.
 No arroja mayores gastos para el Estado.

DESVENTAJAS

 No es suficientemente preventiva.
 Se afecta el patrimonio y los ingresos familiares.
 La insolvencia del condenado puede llevar a la impunidad.
 Es discriminatoria.
 Es impersonal.

3.- TIPOS DE PENAS PRIVATIVAS DE LIBERTAD SEGÚN FRANCISCO


JAVIER DE LEÓN VILLALBA

Constituye un elemento común de los sistemas penales de nuestro entorno jurídico el


mantenimiento en sus códigos de la pena de reclusión perpetua, Así el CP francés en su art.
131-1, el alemán en su 38.1, en la legislación del Reino Unido, y el caso italiano en el art.
29 del CP y en diversas leyes complementarias, al margen de la pena denominada
«ergastolo», paradigma de este tipo de penas en la que me detendré más adelante, de
carácter perpetuo y que se ejecuta en establecimientos específicos destinados a este fin, con
trabajo obligatorio y aislamiento nocturno.

No obstante, la duración efectiva suele verse restringida mediante la aplicación de las


denominadas alternativas a la pena, al igual que ocurre en nuestra legislación, a los 30 años
de reclusión en el CP italiano, en la legislación anglosajona, en la francesa, en tanto que
queda reducida a 20 años en CP suizo (art. 35), 15 años el CP alemán ( 38.2 en relación con
el 57 a 1).

Los límites de lo que podríamos denominar penas temporales se sitúan en el marco que va
desde los 6 meses a 10 años de las penas correccionales (art. 131-2) y el período de 10 a 30
años como marco temporal de las penas criminales en la legislación francesa, las penas de
prisión de 1 mes a 15 años en el CP alemán (recordemos que el art. 12.3 GG permite
mediante sentencia judicial de privación de libertad la aplicación de los trabajos forzados),
penas de prisión de hasta 30 años en la legislación británica y penas de reclusión de 15 días
a 24 años (art. 23 CP), con trabajo obligatorio y aislamiento nocturno, y de arresto de de
cinco días a tres años, con las mismas condiciones.

Aunque no llegó a entrar en vigor, constituye un punto de referencia de mención


imprescindible la regulación ofrecida por el Proyecto Alternativo de Código Penal alemán
de 1966 que proponía, en orden a conseguir la reintegración total del condenado a la
sociedad, como duración máxima de las penas privativas de libertad los 15 años, salvo los
supuestos concretos señalados por la ley cuya duración sería de por vida, en tanto que el
límite inferior sería de 6 meses (36-39).

La pena del ergastolo, como expositiva de un tipo de cadena perpetua, entiendo que
contradice radicalmente los principios liberales y democráticos de cualquier Estado de
Derecho, ya que implica una serie de condiciones que anulan la personalidad del sujeto y
afectan a sus más esenciales derechos humanos.

Nace como pena de prisión perpetua en sustitución de la pena de muerte, y se incluye en los
diferente Códigos penales italianos desde el siglo XVIII, siendo criticada ya en aquella
época por autores tan importantes en la construcción del Derecho Penal moderno como
Beccaria, que la consideró en su momento incluso más aflictiva que la pena de muerte. Aún
hoy su aplicación implica, como consecuencia automática (art. 32 CP italiano), la
inhabilitación legal en cuanto supone la pérdida del condenado de la capacidad de disponer
de sus bienes y de la patria potestad.

Pero lo importante es el carácter perpetuo de la misma y las modificaciones que produce en


la personalidad del sujeto y en la relación con el mundo que le rodea, abrogando la
esperanza del sujeto, como primer y fundamental vínculo con el exterior. Y es por ello que
la considero como una pena completamente incompatible con el Estado de Derecho y el
conjunto de derecho básicos que constituyen el sustrato de lo humano.

En contra de la pervivencia de esta pena se exponen, con carácter general, cuatro


razonamientos:
1. El Estado, a través del ejercicio del ius puniendi, puede limitar o restringir la libertad,
pero en ningún caso puede abolirla definitivamente. Si el Estado tiene como una de sus
funciones principales la de proteger los bienes jurídicos fundamentales de todos, y su
legitimidad en gran medida, se garantiza en la efectividad de dicha protección, pierde su
razón de ser si abroga algún derecho de un sujeto.

La propia Constitución italiana, en su art. 27, establece que «las penas no deben consistir en
tratamientos contrarios al sentido de humanidad». A partir de este principio, parece claro
que el ergastolo es una pena inhumana, además de que vulnera el principio de «dignidad»
del ciudadano consagrado en el art. 3 de la misma Constitución. Razonamiento clave que
entiendo plenamente aplicable a todos los sistemas legales modernos.

2. En segundo lugar, el criterio de reeducación, como finalidad última de las penas,


establecido en el art. 27.3 de la Constitución italiana, parece contradecir la posibilidad de
existencia de tal pena, en el sentido de reinserción social o normalización social como
proceso de interacción para desarrollar la capacidad de autodeterminación del reo en la vida
comunitaria así como para promover, simultáneamente, su aceptación social mediante
formas de solidaridad y, precisamente, de reintegración social.

En este sentido la Corte Constitucional italiana aceptó la incompatibilidad del ergastolo con
dicha finalidad no obstante de confirmar la constitucionalidad del ergastolo mediante
criterios mantenidos ya con anterioridad: la imposibilidad de considerarla una cadena
perpetúa ya que permite la obtención de medidas de gracia. Así la Ley del 15 de noviembre
de 1962 permitía la concesión de la libertad condicional después 20 años de encierro. Con
posterioridad, la sentencia nº 274 del 27 de septiembre de 1983, admitió, con el mismo
argumento, la posibilidad de conceder al condenado la redención de la pena después de
quince años y medio, más cuatro años de semilibertad —prevista en la ley de 1975 y, luego,
en la Ley Gozzini de 1986.

Es decir, que la aceptación de la constitucionalidad de la pena pasa por su consideración


como pena no perpetua. El problema es que dichos beneficios no se aplican por igual para
todos los condenados, lo que provoca problemas importantes de valoración desde el prisma
del principio de igualdad y de individualización judicial de la pena. Todos los beneficios,
así como la libertad condicional previstos en la Ley Gozzini, son medidas ampliamente
discrecionales, fundamentalmente para la autoridad carcelaria.

Y todo ello, si tenemos en cuenta que su aplicación es automática, se torna más inaceptable:
el caso previsto en el art. 73 Código Procesal Penal, según el cual dicha pena se aplica
«cuando concurran varios delitos, para cada uno de los cuales debe imponerse la pena de
reclusión no inferior a 24 años»; así como en el caso de homicidio agravado por la
«finalidad de terrorismo» (art. 1.3 del Decreto Ley n. 625 de 1979).

Entiendo, por todo ello, que toda pena a cadena perpetua (al igual que la pena de muerte),
puede considerarse sin más contraria a los art. 3 y 5 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, según los cuales «todas las personas tienen derecho a la vida y
ninguno puede ser sometido a torturas o a tratamientos o castigos crueles, inhumanos o
degradantes».

CAPITULO II

CLASES DE PENA EN EL CODIGO PENAL PERUANO

1.- TIPOS DE PENA SEGÚN MARCIA AMPARO ROSAS TORRICO - UNMSM

El Código penal peruano en su Artículo 28 clasifica las penas de la siguiente manera:

a. Penas privativas de libertad

b. Penas restrictivas de libertad

c. Penas limitativas de derechos

d. Penas de Multa.

1.1 PENA PRIVATIVA DE LIBERTAD


La pena privativa de libertad impone al condenado la obligación de permanecer encerrado
en un establecimiento. El penado pierde su libertad ambulatoria por un tiempo de duración
variable que va de la mínima de dos días hasta la cadena perpetua (Art. 29 del C. P.)

1.2 PENAS RESTRICTIVAS DE LA LIBERTAD

Son aquellas que, sin privar totalmente al condenado de su libertad de movimiento, le


imponen algunas limitaciones. Se encuentran reguladas por el artículo 30º del Código
Penal. Son penas que restringen los derechos de libre tránsito y permanencia en el territorio
nacional de los condenados.

Las penas restrictivas de libertad que contempla el Código Penal son:

1. La expatriación, tratándose de nacionales

2. La expulsión del país, tratándose de extranjeros.

1.3. PENAS LIMITATIVAS DE DERECHOS

Consideradas en los artículos 31º al 40º del Código Penal. Estas sanciones punitivas limitan
el ejercicio de determinados derechos económicos, políticos y civiles, así como el disfrute
total del tiempo libre. Son de tres clases: Prestación de servicios a la comunidad (variante
especial del trabajo correccional en libertad), limitación de días libres (el condenado sólo
debe internarse en un centro carcelario por periodos breves que tienen lugar los días
sábados, domingos o feriados) e inhabilitación (incapacidades o suspensiones que pueden
imponerse a un condenado).

1.4. MULTA

La pena de multa obliga al condenado a pagar al Estado una suma de dinero fijada en días
multa. El importe del día multa es equivalente al ingreso promedio diario del condenado y
se determina atendiendo a su patrimonio, renta, remuneraciones, nivel de gasto y demás
signos exteriores de riqueza.
2.- EL SISTEMA DE PENAS EN EL CP PERUANO DE 1991 MARTÍN NAVARRO
ALTHAUS

El legislador de 1991 intentó sistematizar las penas agrupándolas en cuatro categorías:


penas privativas de libertad, penas restrictivas de libertad, penas privativas de derechos y
multa. Esta estructura da al Código vigente una mayor transparencia, facilitando su estudio
e interpretación. El criterio de diferenciación en función del bien jurídico afectado por la
pena permite, como veremos luego, revelar algunas incoherencias.

1. PENA PRIVATIVA DE LA LIBERTAD

La pena privativa de libertad es formalmente, luego de la pena de muerte, la sanción más


severa con que cuenta nuestro ordenamiento jurídico. A pesar de seguir siendo la pena que
más identifica al derecho penal actual, su importancia como instrumento de política
criminal ha disminuido sensiblemente. Esta tendencia se pone de manifiesto
fundamentalmente a nivel de las estrategias destinadas a controlar la pequeña y mediana
criminalidad. Respecto a estas formas de (p. 83) criminalidad, se busca privilegiar el uso de
alternativas a la privación de libertad. En este sentido, el legislador de 1991 señala « la
urgencia de buscar otras medidas sancionadoras para ser aplicadas a los delincuentes de
poca peligrosidad, o que han cometido hechos delictuosos que no revisten mayor
gravedad”.

Sin embargo, el uso diferenciado de la pena privativa de libertad, en función del tipo de
criminalidad, no ha disminuido su presencia, como pena conminada, en la parte especial del
Código. Lo diversificado del sistema de sanciones del Código de 1991, no niega el hecho
que la pena privativa de libertad esté prevista como pena principal en 187 de las 407
infracciones penales contempladas en el Código y como pena acumulada en 169 casos. Si a
ello se agrega los 31 supuestos en que es imponible como pena alternativa, constataremos
que la pena privativa de libertad constituye el 95 % de las penas de la parte especial del
Código. La introducción en el Código penal de nuevas penas (prestación de servicios a la
comunidad, limitación de días libres, expatriación, expulsión) o de otras formas, diferentes
a la suspensión de la ejecución de la pena, de atenuar la aplicación o de sustituir la pena
privativa de libertad (conversiones, reserva del fallo condenatorio, exención de la pena) no
disminuyen notablemente su importancia en el sistema de sanciones.

En realidad, el legislador no renunció a las penas privativas de libertad de corta duración.


Al colocar el mínimo de duración de esta pena en dos días no hizo más que ratificar la
opción ya asumida desde el Código derogado. No atenuó tampoco la importancia de su
aplicación mediante la previsión de una cláusula de última ratio que haga de la pena de
corta duración una sanción excepcional.

Las desventajas resultantes de una pena privativa de libertad con límites mínimos
excesivamente bajos son diversas. Al ser excesivamente cortas son incompatibles con los
esfuerzos por resocializar al delincuente. Es prácticamente imposible que en el lapso de
unos meses la ejecución penal pueda influir positivamente sobre el condenado. Desde la
perspectiva administrativa, la organización de medidas de tratamiento penitenciario
requiere de un periodo de tiempo para su aplicación efectiva. Además, una pena de este tipo
desarraiga inútilmente al condenado del medio social y familiar. Situación que, en un
medio como el nuestro con una alta tasa de desocupación y subempleo, tiene efectos
contraproducentes.

Respecto a la duración máxima de la pena privativa de libertad, el legislador reformó


tímida pero favorablemente la concepción subyacente en el Código derogado. En éste se
preveía la posibilidad de imponer penas relativamente indeterminadas como el
internamiento: siendo su duración mínima 25 años no tenía, empero, una duración máxima.
En el Código vigente se fija la duración máxima de esta pena en 25 años. No obstante
constituir un avance, esta opción sobrepasaba la tendencia legislativa en el derecho
comparado que fija en 20 años el promedio de duración máxima de esta pena.

Los argumentos en favor de la reducción sustantiva del tiempo de duración de la privación


de libertad tienen relación fundamentalmente con su adecuación a los fines de prevención
especial de la pena. Intentar modificar positivamente el comportamiento de un condenado
recluido tanto tiempo constituye una amarga ironía. En todo caso, el legislador de 1991
previó el máximo de duración de la pena en contados delitos: parricidio (art. 107), asesinato
(art. 108), genocidio (art. 129), violación de menores (art. 173, inc. 1), tráfico de drogas
calificado (art. 297), traición a la patria (arts. 325, 328, 329, 331, 332) y terrorismo, cuando
aún estaba previsto en el Código (arts. 319, 320, 321 y 323)

2. PENAS RESTRICTIVAS DE LA LIBERTAD

Esta denominación comprende las penas de expatriación de los nacionales y expulsión de los
extranjeros (art. 30 CP). Ambas se aplican como penas acumuladas a la pena privativa de libertad,
teniendo una duración determinada, en el primer caso (hasta los 10 años), e indeterminada en el
segundo caso. Retomando, esta vez con carácter de pena, la legislación especial en materia de
tráfico ilícito de drogas (p. 85) (DL 22095, art. 63), el legislador prevé específicamente la expulsión
de extranjeros en los casos de comisión de este delito (art. 303). La expatriación de nacionales está
prevista en determinados delitos (dolosos) contra la seguridad nacional y de traición a la patria (arts.
325, 326, 329, 330, 331, 332).

Su inclusión, por arte de birlibirloque, en el Código vigente va a contra corriente de la tendencia


político criminal de proscribirla del catálogo de sanciones penales. Desechada en los sucesivos
proyectos de Código penal, a excepción del Proyecto de 1986 que preveía la expatriación (art. 34),
apareció misteriosamente en el Proyecto de enero de 1991. El apuro del legislador por introducirla
en el sistema de penas se pone en evidencia en la forma cómo rectificó la exposición de motivos del
Proyecto de 1990. Al referirse a las clases de pena previstas por el Código, el legislador del 91
señaló: “El Proyecto prevé un elenco de penas marcadamente simple. Las sanciones son de tres
clases: privativa de libertad, restrictiva de libertad, limitativa de derechos y multa (art. 28)”. Es
decir, agregó a la anterior versión la nueva pena, pero siguió hablando de la existencia de tres clases
de pena.

A pesar de tener un alcance práctico limitado, estas penas resultan incompatibles con un sistema de
sanciones moderno y adecuado a la Constitución. La expulsión de extranjeros no tiene por qué ser
considerada como una pena. La finalidad político criminal de la expulsión de extranjeros no es la de
retribuir la comisión de un delito, ni la de prevenir, mediante su efecto disuasivo, la comisión de
futuros delitos. No puede tener dicho carácter pues en este caso la pena privativa de libertad,
ejecutada previamente, ya habría cumplido dichos fines. A fuerza de ser coherente y equitativo, el
legislador debió, en el mismo caso, prever la pena de expatriación del nacional que cometa el delito
de tráfico ilícito de drogas. Solución que, ciertamente, hubiera sido inviable, pues ningún otro
Estado aceptaría recibir narcotraficantes.
Es incomprensible, por otro lado, que la función de resocialización de la pena privativa de libertad
previamente cumplida, se contradiga posteriormente con la expulsión del extranjero que tiene
ciertos vínculos de integración al país. Tampoco es aceptable la duración indeterminada de esta
pena. Hubiera sido más razonable que el legislador optara por dejar a la legislación de extranjería la
regulación de dicha medida. En la legislación comparada, se justifica la expulsión como sanción
administrativa vinculada a la comisión de un delito. Pero en este caso su duración es proporcional a
la gravedad de la infracción cometida y su finalidad es diferente: garantizar la seguridad de los
habitantes del Estado de donde el condenado es expulsado.

La pena de expatriación de nacionales constituye igualmente una innovación infeliz del legislador.
Su dudosa constitucionalidad y su clara incompatibilidad con el derecho internacional ha sido
relevada unánimemente por los autores nacionales. Al margen de su incompatibilidad con la
Convención Americana de Derechos Humanos que prescribe que nadie puede ser expulsado del
territorio del cual es nacional, ni ser privado de ingresar en el mismo, cabría también evaluar
constitucionalmente su legitimidad. Como su nombre lo indica, las penas restrictivas de la libertad
implican una restricción sustantiva a la libertad de residencia en todas sus manifestaciones: la
posibilidad de establecerse en el territorio nacional, de transitar y de entrar en todo tiempo (art. 2,
inc. 11 Const.). Como todo derecho fundamental, la libertad de residencia está sujeta a
restricciones. En este sentido, la Constitución establece como limitaciones de su ejercicio razones
de sanidad, mandato judicial o la aplicación de la ley de extranjería (D Leg 703). La concretización
de estas restricciones está sin embargo sujeta al examen de tres condiciones: un interés público
predominante, una base legal suficiente, y la observancia de la proporcionalidad de la medida. Estas
condiciones difícilmente se cumplen en la manera como han sido reguladas estas penas: el interés
público de expulsar a un extranjero que ha cometido un delito puede ciertamente existir y
prevalecer sobre el interés del condenado de permanecer en el territorio nacional, pero difícilmente
puede sostenerse que una expulsión indeterminada satisfaga las exigencias del principio de
legalidad, ni mucho menos del principio de proporcionalidad.

No puede existir interés público preferente en expatriar a un nacional luego de que éste haya
purgado 15 o 20 años de privación de libertad. Tampoco puede sostenerse que la expatriación sea
una pena adecuada al fin de prevención especial negativa. Pues si de lo que se trata es de evitar que
el nacional vuelva a coludirse con un Estado extranjero, no se percibe de qué manera se atenúa o
desaparece dicho riesgo expulsándolo del territorio nacional. No existe, finalmente, una
justificación moral para que el Estado se deshaga de sus nacionales que han cometido un delito en
su territorio. El principio de personalidad, que hace posible la extradición activa de los nacionales,
contradice precisamente la razón de ser de esta pena.

3. PENAS LIMITATIVAS DE DERECHOS

Dentro de las penas limitativas de derechos se encuentran consideradas, por un lado, las nuevas
penas de prestación de servicios a la comunidad y de limitación de días libres y, por otro lado, la
pena de inhabilitación (art. 31).

El primer problema que ha de enfrentarse en la revisión de estas penas es el de su denominación. El


título adoptado para denominarlas no resulta muy funcional para dar cuenta de su contenido. Al
regularlas como una categoría independiente de las penas privativas y restrictivas de libertad, el
legislador asume que existe una diferencia cualitativa entre lo penas. Sin embargo, no existe una
frontera claramente delimitada entre la afectación de la libertad y la de los derechos. La primera es
concebida como un sinónimo parcial del término derecho. La libertad constituye una facultad
natural que tiene toda persona de obrar de una manera o de otra o de abstenerse de obrar. Los
derechos, en su acepción subjetiva, no vienen a ser sino los instrumentos establecidos por el
ordenamiento jurídico para ejercerla. En consecuencia, la privación o la restricción de la libertad,
mediante la imposición de una pena, es igualmente una forma de privar o limitar el ejercicio de un
derecho.

Independientemente de este problema formal, lo cierto es que la introducción de la pena de


prestación de servicios a la comunidad y de limitación de días libres, así como la ampliación de los
alcances de la inhabilitación responden a la necesidad de encontrar alternativas a la pena privativa
de libertad. En este sentido, el legislador señala que “ los elevados gastos que demandan la
construcción y sostenimiento de un centro penitenciario, obligan a imaginar nuevas formas de
sanciones para los infractores que no amenacen significativamente la paz social y la seguridad
colectiva ” 31. A esta ventaja de orden financiero, se agregan otras inherentes a su ejecución no
carcelaria: mantenimiento del condenado en el sistema social (disminución de riesgos de perdida de
la socialización), utilidad de la prestación o actividad desarrolladas por el condenado (generación de
beneficios sociales), disminución o neutralización de las condiciones generadoras del ilícito
(prevención de acuerdo con la situación), concentración de esfuerzos en el tratamiento de los
delincuentes llamados residuales (racionalización de objetivos).

Sin embargo, a efecto de no caer en un falso optimismo sobre la viabilidad práctica de las nuevas
penas debe evaluarse con prudencia el argumento financiero de la exposición de motivos. Esta
percepción puede resultar unilateral, simplista y, por ende, contraproducente en el mediano y largo
plazo si es que no se examinan debidamente cuestiones tales como la de su costo real, la
programación de su ejecución y sus efectos globales sobre el sistema penal. En todo caso, y a fin de
llevar a su exacta dimensión la importancia del criterio económico, tendrían que evaluarse factores
tales como: número de sustituciones o conversiones de la pena privativa de libertad, duración de las
penas (p. 89) sustituidas, tipo de establecimiento en el que tiene lugar la detención, número de
procesos a que da lugar la revocación de la conversión, costos marginales de la detención, costos de
gestión de las penas limitativas y de mantenimiento y ampliación de los establecimientos
penitenciarios.

La regulación de las penas limitativas de derechos presenta algunos defectos de técnica legislativa
que dificultan notablemente la aplicación de las nuevas penas. Así, en el art. 32, se establece que
“las penas limitativas de derechos previstas en los dos primeros incisos (prestación de servicios a la
comunidad y limitación de días libres) se aplican como autónomas cuando están específicamente
señaladas para cada delito y también como substitutivas de la pena privativa de libertad cuando la
sanción sustituida a criterio del juez no sea superior a tres años ”. Al diferenciarse entre penas
autónomas y substitutivas, se amplía aparentemente su función. De esta manera, el legislador se
aleja del criterio asumido en el Código penal brasileño, que sirviera de fuente en este ámbito. El
legislador brasileño trata ambas características como aspectos de la misma cuestión: las penas son
autónomas porque son aplicadas independientemente, pero al mismo tiempo son substitutivas de la
pena privativa de libertad. Si nuestro legislador quería ir más allá de su homólogo brasileño,
previendo específicamente estas penas en la parte especial, hubiera optado por evitar toda confusión
terminológica prescindiendo de introducir clasificaciones dogmáticas en la ley y tratando estas
modalidades de aplicación como disposiciones independientes.

Un segundo problema es el relativo a la función de estas penas dentro del sistema de sanciones. En
este sentido, es de preguntarse si la función substitutiva prevista en el art. 33 es cualitativamente
diferente de la función prevista en el art. 52 que regula el sistema de conversiones. En efecto, cabe
pensar, prima facie, que estas penas pueden, por un lado, sustituir las penas privativas de libertad,
de acuerdo con el art. 32 y, por otro lado, convertirlas de acuerdo al art. 52. En realidad, se trata de
dos caras de la misma moneda. En el art. 33 sólo se fija el principio general de sustitución, en tanto
que en el artículo 52 se precisan los criterios de conversión (llámese sustitución). La razón de esta
dificultad interpretativa puede rastrearse desde los inicios del proceso de reforma penal. En el
Proyecto 1984 (art. 66) se preveía ya la posibilidad de convertir la pena de prestación de trabajo en
favor del Estado. Luego, en los proyectos de 1985 y 1986, se establecía únicamente los condiciones
de conversión. Recién en el Proyecto de 1989 se previó que las penas limitativas de derechos
podían substituir a la pena privativa de libertad cuando sea inferior a los tres años (art. 36), pero
manteniéndose el sistema de conversiones dentro de este límite. Ulteriormente, en el Proyecto de
1990, se estableció la versión definitiva (vigente en el Código penal de 1991). De la misma manera
que en las penas restrictivas de libertad, en el Proyecto de enero de 1991 se introdujo una
modificación de última hora: se mantuvo el tenor propuesto en el Proyecto anterior, pero se redujo
únicamente, en la parte de las conversiones, el límite de tres años a un año.

a) PRESTACIÓN DE SERVICIOS A LA COMUNIDAD

Respecto a las características de esta pena cabe hacer algunas precisiones. Primero, el contenido de
la prestación realizable por el condenado puede abarcar todo tipo de trabajos, incluido los trabajos
calificados. De este modo, la amplitud de opciones facilitará la tarea de ejecución. Sería además
discriminatorio establecer diferencias entre los trabajos calificados y no calificados. El criterio
decisivo para establecer el alcance de las prestaciones susceptibles de ser comprendidas en la
ejecución de la pena no es la calidad de la prestación in abstracto, sino las condiciones personales
del condenado.

b) INHABILITACIÓN

El Código de 1991 presenta algunas modificaciones relevantes en el ámbito de la pena de


inhabilitación. Por ejemplo, se suprime ciertos supuestos de inhabilitación previstos en el Código
derogado como el de la pérdida de la pensión, montepío, y otros ingresos. De esta manera se deja a
la legislación administrativa la regulación de las consecuencias derivadas de la comisión de un
delito en conexión con estas ventajas de orden pecuniario. Así mismo, es de considerar que el
comiso puede funcionar mejor, en el ámbito penal, para regular este tipo de situaciones de
obtención ilícita de ganancias. Dentro de la concepción tendiente a limitar las penas perpetúas y,
por tanto, desproporcionadas, el legislador de 1991 sólo consideró penas de inhabilitación
temporales. La inhabilitación perpetua y absoluta equivale a la muerte civil del condenado.

Una rápida revisión de las modalidades particulares de inhabilitación previstas en el art. 36 del
Código penal nos permite hacer las siguientes consideraciones:

a) La privación de función, cargo o comisión (inc. 1), retomada ad integrum del Código
derogado sólo tiene por destinatario el funcionario o servidor público o una persona que sin
ostentar tal calidad se desempeña en un puesto público. La pérdida de la función, cargo o
comisión implica la privación tanto del goce como del ejercicio de éstos. A diferencia de
otras legislaciones, como la española, en el Código vigente no se considera como un
supuesto distinto y autónomo la suspensión de empleo o cargo público (art. 43 CPE). Este
último es considerado, en la legislación española, como un supuesto diferenciado de la
inhabilitación especial. Siendo una inhabilitación específica, el juzgador debe señalar clara
y expresamente la función, el cargo, o la comisión que es objeto de la inhabilitación.
b) El legislador de 1991 decidió tratar separadamente la incapacidad para obtener mandatos,
cargos, empleos o comisiones de carácter público (inc. 2) del caso anterior. De este modo
resulta más mesurado, desde de la perspectiva de la individualización de la pena, el
tratamiento diferenciado de la privación de la función - latu sensu - adquirida y de la
incapacidad para obtenerla en el futuro. De modo que es algo artificiosa la distinción que se
hace de ambas categorías, señalando que “la privación supone la perpetua extinción de la
relación del sujeto con determinados derechos o actividades, mientras que la incapacidad
tiene una eficacia temporal limitada al tiempo de la condena”. La perpetuidad de la
privación es incompatible con el carácter temporal de la pena de inhabilitación en el Código
vigente (arts. 38 y 39 CP).
Queda abierta la cuestión de si la incapacidad o la privación recaen sobre los mismos
objetos o por el contrario, la diferenciación asumida responde a la diversa amplitud de la
inhabilitación en uno u otro caso. Por un lado, en el caso de la privación se hace alusión a la
privación de la “función” mientras que en el caso de la incapacidad se menciona la
incapacidad para obtener un “mandato”. Matiz en todo caso introducido a última hora, pues
ni siquiera el Proyecto de enero de 1991 lo contemplaba. Por otro lado, el inc. 2 del art. 36
agrega a la incapacidad para obtener un mandato, cargo o comisión públicos, la
imposibilidad de obtener un “empleo”.
Aun cuando sea aparentemente más amplio el alcance de la incapacidad, es también de
precisar en la sentencia condenatoria cuál es la función lato sensu sobre la que recae la
incapacidad42. El carácter disyuntivo de la norma en cuestión exige tal interpretación.
c) El legislador de 1991 no desarrolló el mandato de la entonces vigente Constitución de 1979
que señalaba, como se reproduce literalmente en la Constitución de 1993, la suspensión de
la ciudadanía por sentencia con inhabilitación de los derechos políticos. En el art. 33, inc. 3
de la Constitución vigente se invierte la fórmula diciendo que la “inhabilitación producirá ...
3° suspensión de los derechos políticos que señale la sentencia ”. Tenor uniformemente
mantenido a lo largo del proceso de reforma penal, salvo el Proyecto de 1984 que prescribía
la suspensión de los derechos políticos en general. De todos modos, la fórmula actual sigue
siendo excesiva porque puede comprender no sólo el derecho de ser elegido (más amplio
que la incapacidad del inc. 2), sino además el derecho de elegir. Derecho que por ser el más
elemental en la participación en la vida democrática del país, no puede ser negado a ningún
ciudadano. Es aquí donde los fines de la pena pierden todo sentido, saliendo a relucir más
bien su carácter infamante.
d) Con relación a la incapacidad para ejercer por cuenta propia o por intermedio de tercero
profesión, comercio, arte o industria, que deben especificarse en la sentencia (inc. 4), sólo
debemos relevar el tratamiento uniforme de esta incapacidad durante la reforma: el
juzgador debe precisar el tipo de profesión, comercio, arte o industria, objeto de la
inhabilitación. Ha de establecerse un nexo de determinación entre la violación del deber de
profesión, comercio, arte o industria y la consecuencia jurídico penal. De otro modo, la
sanción será desproporcionada, criminógena (condena al hambre) e impropia en su
finalidad de aseguramiento.
e) La incapacidad para el ejercicio de la patria potestad, tutela o curatela (inc. 5) tiene dos
alcances distintos. Primero, si la incapacidad recae sobre el ejercicio de la patria potestad,
por extensión motivada por las normas civiles, alcanza igualmente el ejercicio de la tutela y
curatela (arts. 515 y 568 CC). Pero, segundo, la suspensión de cualquiera de estos dos
últimos no implica necesariamente una suspensión de la patria potestad. Es cierto que la
violación del deber de confianza en la tutela o curatela puede justificar el temor sobre la
aptitud del condenado para ejercer la patria potestad. En todo caso, el juez debe motivar
debidamente la extensión de esta modalidad de inhabilitación.

3.- CLASES DE PENAS EN EL CODIGO PENAL PERUANO

El sistema de penas y medidas de seguridad que el legislador nacional adopto, incluyo a las
medidas de internamiento, penitenciaría, prisión, relegación, expatriación, multa e
inhabilitación.

Villavicencio nos dice que nuestra Constitución Política de 1993 se inspira en un Estado
social democrático de derecho (artículo 43); por ello, se declara que el régimen
penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a
la sociedad (artículo 139, inciso 22).

Las Clases de Sanciones Penales Aplicables están previstas en el Código Penal y de


conformidad con esté según el artículo 28º reconoce como clases de penas a:

 La privativa de libertad ( temporal y cadena perpetua),


 Restrictivas de libertad (expulsión),
 Limitativas de derechos (prestación de servicios la comunidad, limitación de días
libres e inhabilitación),
 Multa

I. PENA PRIVATIVA DE LIBERTAD

La pena privativa de libertad impone al condenado la obligación de permanecer encerrado


en un establecimiento, la mas de las veces carcelario. El penado pierde su libertad
ambulatoria por un tiempo de duración variable que va de la mínima de dos días hasta la
cadena perpetua (art.29 del C.P.).

La pena privativa de libertad, por estar orientadas a evitar la comisión del delito, opera
como garantía institucional de libertades y la convivencia armónica a favor del bienestar
general.

Es necesario que durante la ejecución de la pena el condenado desarrolle un plan de


reinserción social. Pues la prevención especial asigna a la pena la función reeducadora,
resocializadora e integradora del delincuente a la comunidad. Ubica al hombre no como un
mero instrumento, sino como una finalidad más en búsqueda de su corrección o curación.
Por tanto se debe dar vital importancia al tratamiento penitenciario durante el encierro del
condenado. Con respecto a la cadena perpetua, regulada en el art 140 de la Constitución,
desde la perspectiva de la prevención especial negativa va a tener como función alejar al
delincuente de las personas, y así mantener a la sociedad libre de peligro, en otras palabras
tendrá como objetivo principal el alejamiento del condenado para evitar la producción de
delitos.

II. PENAS RESTRICTIVAS DE LIBERTAD

Son aquellas que sin privar totalmente al condenado de su libertad de movimiento, le


imponen algunas limitaciones. Esta norma va en contra del Derecho de residencia (art. 2,
inciso 11 de la Constitución; art. 13, de la Declaración de los Derechos Humanos; art. 22
de la Convención Americana de los Derechos Humanos)

Las restrictivas de libertas que contempla el Código Penal en su artículo 30 son:

 La expulsión de un país, tratándose de extranjeros.

· Se ha publicado en el Diario Oficial "El Peruano" con relación a las penas


restrictivas de libertad, Ley 29460 con fecha 27 de noviembre de 2009, la norma que en
síntesis suprime la pena de "expatriación", y todas aquellas disposiciones que se
relacionaban con la aplicabilidad de la misma.

III. PENAS LIMITATIVAS DE DERECHOS


Penas alternativas a las privativas de libertad de poca duración. Villa Stein nos dice que la
construcción de este sistema es una respuesta imaginativa al encierro para el supuesto de
que el caso concreto, dependiendo de la naturaleza de la infracción lo mismo que de la
culpabilidad del sentenciado, resulte a criterio del juez, más adecuado a la sociedad, a la
víctima y al propio sentenciado cumplir con estas penas alternativas, antes que de padecer
un encierro de corta duración.

Las penas limitativas de los derechos son según el artículo 31 del Código Penal:

 Prestación De Servicios A La Comunidad (Art. 34, Del C.P.)

Consiste en la prestación de determinadas horas de trabajo no remunerado y útil a la


comunidad, prestado durante tiempo libre y días feriados a fin de no alterar los patrones
laborales del sentenciado. No se trata de trabajo forzado, se concreta en instituciones
educativas y municipales asistenciales o en obras públicas, en los que se debe tomar en
cuenta las aptitudes y hasta preferencias del sentenciado. La jornada de trabajo es de 10
horas a la semana, y en ningún caso deberá afectar la salud física o mental del obligado ni
su dignidad personal, la duración mínima de esta pena es de diez y la máxima de ciento
cincuenta y seis jornadas.

 Limitación De Días Libres (Art. 35, Del C.P)

No afecta a la familia ni al trabajo del condenado pues la limitación de días libres,


normalmente afectara los fines de semana. El periodo fluctúa entre un mínimo de diez y un
máximo de dieciséis horas por fin de semana, el lugar se estructura con propósitos
resocializadores y educativos sin la características de un centro penitenciario.

 Inhabilitación (Art.36, Del C.P.)

Esta pena consiste en la supresión de algunos derechos ciudadanos (políticos, sociales,


económicos, familiares).

Villa Stein nos dice que se admite modernamente que se trata de una pena infamante lo que
puede imprimirle anticonstitucionalidad conforme al art.36 del C.P.

La inhabilitación puede acarrear:

1. Privación de la función, cargo o comisión que ejercía el condenado, aunque convenga


de elección popular.

2. Incapacidad para obtener mandato, cargo, empleo o comisión de carácter público.

3. Suspensión de los derechos políticos que señale la sentencia.


4. Incapacidad para ejercer por cuenta propia o por intermedio de tercero, profesión,
comercio, arte o industria que deban especificarse en la sentencia.

5. Incapacidad para ejercer la patria potestad, tutela o curatela.

6. Suspensión o cancelación de la autorización para optar o hacer uso de armas de fuego.

7. Suspensión o cancelación de la autorización para conducir cualquier tipo de vehículo.

8. Privación de grados militares o policiales, títulos honoríficos u otras distinciones que


correspondan al cargo, profesión y oficio que se hubiese servido el agente para comerte
delito.

La pena de inhabilitación puede ser impuesta como principal o accesoria según el art.37
del C.P.

Como principal opera como limitativa de derechos y con ello de lo que se trata es de una
pena alternativa a la privación de liberta. Accesoria, se impone cuando el hecho punible ha
sido una de abuso de autoridad, de cargo, de profesión, oficio, poder o violación de un
deber inherente a la función pública, comercio, industria, patria potestad, tutela, curatela y
su duración será igual a la pena principal según el art. 39 del C.P

IV. MULTA

También conocida como pena pecuniaria, obliga al condenado a pagar al Estado una suma
de dinero fijadas en días-multa.

El Código penal peruano, regula la pena de multa señalando las siguientes características:

a. La duración de la pena fluctúa de un mínimo de diez días a trescientos sesenta y cinco


días multas salvo disposición distinta de ley (art. 42 del C.P.)

b. El limite a pagar por el condenado por concepto de multa no será menor del
veinticinco por ciento ni mayor del cincuenta por ciento del ingreso diario, cuando viva
exclusivamente de su trabajo (art.43 del C.P.

c. El importe del día-multa es equivalente al ingreso promedio diario del condenado y se


determina atendiendo a su patrimonio, rentas, remuneraciones, nivel de gastos y demás
signos exteriores de riqueza (art. 40 del C.P.)

VENTAJAS

 Compatible con la dignidad del sentenciado.


 No afecta la integración de la familia del condenado.
 No afecta el trabajo del condenado.
 Su carácter flexible permite su adaptación a las condiciones económicas del
condenado.
 No arroja mayores gastos para el Estado.

DESVENTAJAS

 No es suficientemente preventiva.
 Se afecta el patrimonio y los ingresos familiares.
 La insolvencia del condenado puede llevar a la impunidad.
 Es discriminatoria.
 Es impersonal.
ARTICULO INFORMATIVO SOBRE LAS PENAS DENTRO DEL CODIGO
PENAL PERUANO

Las penas que son consecuentes de la comisión de delitos está establecido en el código
penal peruano en la parte general de la siguiente manera:

TÍTULO III
DE LAS PENAS

CAPÍTULO I
CLASES DE PENA

Clases de Pena

Artículo 28°.- Las penas aplicables de conformidad con este Código son:

 Privativa de libertad;
 Restrictivas de libertad;
 Limitativas de derechos;
 Multa

1. CLASES DE PENA
a) Privativa de libertad;
b) restrictivas de libertad;
c) limitativas de derechos; y
d) multa

Implica que la pena privativa de libertad deber ser unitaria, de aplicación limitada y última razón de
la política criminal

1.1. PENA PRIVATIVA DE LIBERTAD

- Temporal: entre 2 días y 25 años.

- perpetua: absoluta e insustituible.


NOTA: el texto vigente está contenido en ley 26360 del 29 set 94

1.2 PENAS RESTRICTIVAS DE LIBERTAD

CLASES DE PENAS RESTRICTIVAS DE LIBERTAD

Luego de cumplida pena privativa.-

- expatriación para nacionales (privación máxima de 10 años).

- expulsión para extranjeros.

1.3 PENAS LIMITATIVAS DE DERECHOS

CLASES DE PENAS LIMITATIVAS DE DERECHOS

- Prestación de servicios a la comunidad.

- limitación de días libres.

- inhabilitación.

AUTONOMÍA Y SUSTITUCIÓN DE PENAS

- Penas limitativas poseen triple carácter: son autónomas, sustitutivas y reversibles.

NOTA: PARA PENAS NO MAYORES DE 4 AÑOS SEGÚN LEY 27186 DEL 20


OCT 99.

PENA SUSTITUTIVA

- Regula duración de penas de prestación de servicios y limitación de días libres en


caso de aplicarse sustitutivamente.

- no comprende casos previstos de manera autónoma de duración precisada.

- relaciona con art. 52 del cód. Penal.

PRESTACIÓN DE SERVICIOS A LA COMUNIDAD

- Son gratuitos.

- en instituciones diversas.
- en jornadas semanales de 10 horas, en días sábados y domingos.

LIMITACIÓN DE DÍAS LIBRES

- Su finalidad es sustituir las penas privativas de libertad de corta duración, evitando su


prisonización.

INHABILITACIÓN - Constituye la pena principal dentro de penas limitativas de


derechos.

- también es pena accesoria (arts. 39 y 40 del código penal).

INHABILITACIONES PRINCIPAL Y ACCESORIA

1.4 PENA DE MULTA


- MULTA

Obligación impuesta al condenado, de pagar al estado determinada suma de dinero.

- EXTENSIÓN O DURACIÓN DE LA MULTA

Artículo 41 del código penal

- PAGO DE LA MULTA
Artículo 44 del código penal
BIBLIOGRAFIA

 Universidad San Martin de Porres/ Lima – Perú / Víctor Roberto Prado Saldarriaga
Catedrático de Derecho Penal
 López Barja de Quiroga, J. (2004). Derecho Penal Parte General. Lima: Gaceta
Jurídica.
 Villa Stein, J. (2001). Derecho Penal Parte General. Lima: Editorial San Marcos.
 MAPELLI CAFFARENA, B.: «Contenido y límites de la privación de libertad».
Poder Judicial nº 52, 1998
 BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis Miguel: Manual de Derecho Penal. Parte
General. Edit. Santa Rosa. Perú, 2000, p.70; y VILLA STEIN, Javier: Derecho
Penal. Parte General. Edit. San Marcos. Lima, 1998, p. 101.

 López Barja de Quiroga, J. (2004). Derecho Penal Parte General. Lima: Gaceta
Jurídica
 Althaus, M. N. (2011). EL SISTEMA DE PENAS EN EL CP PERUANO DE 1991.

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