«La obra de arte no se crea sólo a partir de la visión del artista,

sino de manera muy particular en relación con otras obras»

André Malraux, novelista francés

Más de una decena de artistas falconianos pertenecientes a la Asociación de

Artistas Plásticos del Municipio Miranda hacen presencia en este espacio de
lectura para conmemorar el Día del Libro y del Idioma, celebración creada por
UNESCO en 1995 para rendir homenaje universal a los autores literarios que han
influido en la Historia del Arte, coincidiendo así con la fecha de fallecimiento de
grandes escritores como Inca Garcilaso de la Vega, William Shakespeare y Miguel
de Cervantes, aunque este último falleció un 22 de abril, día anterior a la
efeméride mencionada. Frente a estas consideraciones, los libros no sólo pueden
pensarse como parte de nuestra cotidianidad, sino como representaciones de
diversos pensamientos que se han colado en la creatividad e imaginación estética
de otros individuos.

La palabra escrita ha enriquecido la cultura espiritual de la humanidad causando

que muchos textos inspiren obras pictóricas, transformando el lenguaje literario en
visual. Este es un hecho que ha ocurrido desde los orígenes de la civilización,
cuando el ser humano esbozó el primer código simbólico o iconográfico, que se
convirtió en palabra y luego devino nuevamente en carga expresiva. Ut pictura
poesis, puede traducirse como «así como a la pintura es a la poesía», y es una
frase del poeta latino Horacio que nos indica esta unión perpetua entre literatura y
artes visuales, por lo que sería injusto pensar en alguna de ellas como disciplina
prescindible. Aunque el libro se diferencia de la obra de arte en sus métodos de
producción y modos de apreciación, existe una conexión histórica, filosófica y
social que une las imágenes textuales y pictóricas.

Cuando un artista se inspira en textos literarios, interviene en los fenómenos del

orden de la materialidad, ejerciendo una acción tautológica que no desgasta la
palabra, sino que la intensifica a través de la forma. Aunque muchos estiman que
el espectador desconoce a qué obra literaria hace referencia el artista, dudándose
así del paralelismo entre texto y obra. Sobre este parecer, Laude afirma que la
ilustración consume a la pintura, pero nos hemos desligado de esos prejuicios, esa
forma de juzgar el arte ya no nos pertenece.

Para los creadores contemporáneos, la intertextualidad o la apropiación es

territorio común, y esta se extiende como horizonte inacabado que aún no
terminamos por esclarecer. Kristeva nos recuerda que “todo texto se construye
como mosaico de citas… el lenguaje poético se lee, al menos como doble”, y es
sólo a través del intertexto como el espectador puede ver la obra como resultado
de otras que le preceden, pudiendo conocerse las influencias e intenciones del
artista visual.

Aunque Sherrie Levin no fue la primera artista en hacer uso del intertexto dentro
de las artes visuales, vale la pena mencionarla como creadora del concepto
apropiación, el cual llevó a afirmar que no hay obra original, que no hay autor
primario, y los críticos de su momento se obsesionaron con las ideas de la muerte
del autor y la experiencia de la nada. Pero no nos preocupemos por los
preparativos del funeral: sigamos creando, conscientes que vivimos en un mundo
saturado, donde cada imagen ya está creada, y en cualquier momento podemos
ser acusados de plagio, únicamente por desafiar a aquellos que aún ven la
apropiación como un acto frívolo.

¿Quién puede arriesgarse a señalar algo como auténtico u original?, ¿Quién

puede negar la enorme influencia literaria en la cabeza de cada creador en el
mundo? Hoy no sólo se habla de apropiación, sino de recontextualización, eslabón
de referencias que apunta hacia un origen dudoso. Es compleja la incorporación
de lo nuevo en lo ya conocido, pero la celebración de este día, 23 de abril, abre
campo a una reflexión fundamental en el gremio de los artistas visuales, quienes
seguirán teniendo a la literatura como motivo de disfrute e inspiración.

Jair Gauna Quiroz