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RELACIÓN DEL TEMA ELEGIDO CON OTRA POSICIÓN FILOSÓFICA Y

VALORACIÓN RAZONADA DE LA ACTUALIDAD DE NIETZSCHE

El pensamiento de F. W. Nietzsche (s. XIX) es vitalista e irracionalista y se


desarrolla en franca oposición al idealismo racionalista de Platón (s. V-IV a. d. C).

Antes de hacer referencia a las notables diferencias que caracterizan a ambos


filósofos, cabe destacar algun rasgo en común en el estilo literario de ambos autores,
en cuyas obras es fácil encontrar alegorías, metáforas y una prosa poética. Ambos
autores comparten la defensa del sentido aristocrático de la existencia, aunque desde
perspectivas muy diferentes. En ninguno de los dos casos se trata de una aristocracia
de la sangre o de la posición social, sino que para Platón es una aristocracia del
conocimiento (los más sabios y justos deben gobernar la sociedad ideal), mientras que
para Nietzsche es una aristocracia de los creadores de nuevos valores (el
superhombre se rige por la “moral de los señores”, propia de espíritus elevados que
afirman la vida terrenal). Por tanto, los dos pensadores son defensores de una élite ya
que no todos pueden tener acceso al conocimiento de la auténtica realidad.

Nietzsche, por su parte, va a criticar los comúnmente considerados valores


más excelsos de la cultura occidental, cuyo origen está en el pensamiento platónico,
por considerarlos dogmáticos, decadentes y viciados en su origen por su empeño de
instaurar a toda costa una falsa racionalidad. Para Nietzsche, el dogmatismo platónico
se convierte en el error de base de la cultura occidental.

Platón y Nietzsche representan, por tanto, dos modos antitéticos de concebir la


realidad, como podemos encontrar ya en la primera y polémica obra de Nietzsche, El
nacimiento de la tragedia a partir del espíritu de la música, de clara influencia
wagneriana, donde distingue en el arte y la cultura griegos dos fuerzas contrapuestas
calificadas como “espíritu apolíneo” y “espíritu dionisíaco”. Nietzsche sostiene que en
la tragedia griega, el dios Apolo representa los valores de la razón. Apolo es la
divinidad de la luz y de la proporción, de la forma y la justa medida, del equilibrio y la
serenidad; encontramos su espíritu en la obra bella, equilibrada y perfecta. El hombre
apolíneo es aquél en el que predomina la razón. El dios Dionisio, por su parte,
representa los valores de la vida. Dionisio es el dios del vino, de la fecundidad; es la
imagen de la fuerza instintiva y pasional, de la corriente vital efervescente, del frenesí
sexual, la música excitante, lo caótico y desmesurado. El hombre dionisíaco niega la
razón y acepta los impulsos vitales.

Nietzsche considera que con Sócrates y Platón, comienza la influencia cultural


del planteamiento racionalista y, con ello, la decadencia, el error y la pérdida de la
ingenuidad ante la existencia humana. Sócrates, en su afán por buscar razones, por
definir, en su intelectualismo moral, que podemos resumir en la fórmula “razón = virtud
= felicidad” hace, según Nietzsche, la equiparación más extravagante que pueda
concebirse, ya que pone la razón en lugar de la vida, cuando la fórmula para Nietzsche
sería algo así como “vida = instinto creativo = felicidad”.

La metafísica platónica no hace más que profundizar en este error. Su


concepción de la realidad parte de la existencia de dos mundos: el mundo inteligible y
el mundo sensible. El mundo sensible se caracteriza por el cambio, la mutación, la
imperfección, la fugacida, pero no es real sino que sólo es apariencia o imitación
imperfecta de otro, el verdadero, el mundo de las Ideas, el mundo de las esencias
eternas, absolutas, inmutables, universales, inmateriales, en definitiva, un mundo
inteligible, donde no existe el cambio ni el devenir. Para Platón existe una verdad

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absoluta, intemporal y necesaria al margen del devenir de lo material. Nietzsche, muy
al contrario, considera que no existen verdades universales, sino distintas
interpretaciones del mundo, distintas perspectivas producidas por la voluntad de poder.

Otro error de la metafísica platónica es el uso de conceptos demasiado


generales, demasiado desligados de la realidad, abstractos o vacíos. Los conceptos
ya, en sí mismos, son engañosos, pues se usan con la pretensión de expresar cómo
es la realidad. Sin embargo, la realidad es plural, concreta, móvil y cambiante y los
conceptos tienen un significado general y abstracto. Las ideas platónicas son errores
producidos por el lenguaje en el que queda omitido el cambio, lo particular, lo natural,
el devenir, es decir, la veradera realidad, para Nietzsche.

Nietzsche se opone también al dualismo epistemológico de Platón en el que la


experiencia corporal de los sentidos es considerada opinión o conocimiento poco fiable
y el conocimiento inmaterial de la razón es el conocimento verdadero.

Nietzsche considera que el cristianismo, es un platonismo para el pueblo. El


cristianismo ha invertido los valores, como ya hizo el platonismo, ha creado una “moral
de esclavos”, que fomenta el resentimiento contra la vida y los valores mezquinos,
propios del rebaño, tales como la humildad, el sacrificio o la obediencia. Frente a esta
moral, Nietzsche promueve la “moral de los señores”, propia del superhombre, moral
de superación y afirmación de la vida, propia de los espíritus elevados.

VALORACIÓN RAZONADA DE SU ACTUALIDAD

Nietzsche es considerado el filósofo más influyente en el desarrollo de la


filosofía del siglo XX. Ha dejado su huella en pensadores fundamentales, como
Heiddegger. Es considerado preculsor de la mayoria de las corrientes filosóficas
actuales. Son herederos de algunos de sus planteamientos, la filosofía del lenguaje, la
hermenéutica, el existencialismo y la postmodernidad.

Niezsche adivinó que su influencia sería revolucionaria y polémica. Mucho se


ha escrito sobre su posible influencia sobre la oleada pangermanista y antisemita que
asoló Europa en la primera mitad del siglo XX. Se ha establecido una estrecha
relación entre su defensa de la voluntad de poder, el superhombre y los nuevos
valores defendidos por el nacionalsocialismo alemán. No es fácil dilucidar la total
legitimidad de estas afirmaciones. Pero cabe destacar la gran impronta que los
maestros de la sospecha han tenido sobre los acontecimientos políticos y culturales
recientes. Si Marx ha sido preculsor de las revoluciones comunistas, Nietzsche podría
haber ayudado, con su talante antidemocrático, a la tolerancia con la proliferación de
regímenes políticos antidemocráticos.

No cabe duda de que la radical defensa de la naturaleza humana en su


vitalidad corporal, de la libertad individual en lucha con los valores de una tradición
cultural represiva, han sido valores que han forjado nuestra actual concepción del ser
humano. La actual concepción individualista occidental, en su defensa de la realidad
vital, emocional, sexual, corporal e innovadora del ser humano, ha sido defendida con
vehemencia por el vitalismo niezscheano. Pero sería un error equiparar el vitalismo
libertario de Nietzsche con un comportamiento meramente hedonista o utilitarista tan
extendido en la actualidad. Nada es menos nietzscheano que la autocomplacencia.

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