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HORA SANTA AL ESPÍRITU SANTO

1. ESTACION AL SANTISIMO

2. COMUNIÓN ESPIRITUAL
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Mas no pudiendo hacerlo
ahora sacramentalmente, ven a lo menos Espiritualmente a mi corazón. Como si ya te
hubiese recibido, me abrazo y me uno enteramente a TI. No permitas, Señor, que me
separe de Ti Amén.
3. ACTO DE PREPARACION
MINISTRO: Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios
nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
TODOS: Amen.
MINISTRO: Señor mío Jesucristo,………….
TODOS: Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser tu quien
eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte
ofendido. Quiero y propongo firmemente enmendarme y confesarme a su tiempo
.Ofrezco cuanto bueno hiciere en satisfacción de mis pecados. Confió en tu bondad y
misericordia, que me perdonarás y me darás gracia para nunca más pecar. AMEN

4. PROCLAMACION DE LA PALABRA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN.


Dijo Jesús a los discípulos: “Cuando venga el Paráclito, que yo les enviaré de junto a
mi Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí...
Les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito;
pero si me voy, se lo enviaré... Mucho tengo todavía que decirles, pero ahora no
pueden con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, les guiará hasta la Verdad
completa”.

5. RELEXION GENERAL
LECTOR: Jesús, erguido de pie en el Templo, había dicho: “El que tenga sed, que
venga a mí…y beba el que cree en mí, como dice la Escritura. De su seno correrán
ríos de agua”: Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran
en él. En su primera aparición de Resucitado, Jesús les dice a los apóstoles, soplando
sobre ellos: “Reciban el Espíritu Santo”. Y nosotros, en el Bautismo y la Confirmación,
como los apóstoles en Pentecostés, quedamos “todos llenos del Espíritu Santo”. Ese
“Espíritu de la verdad no lo puede recibir el mundo”, porque “Dios da el Espíritu Santo
sólo a los que le obedecen”, y…. Una vez recibido, dice Jesús: “el Espíritu de la
verdad los guiará hasta la verdad completa”, porque “el Espíritu Santo les enseñará
todo”. Con el Bautismo que recibimos, Dios “nos renovó mediante el Espíritu Santo,
que derramó sobre nosotros copiosamente por Jesucristo Salvador nuestro”, y así
quedamos “justificados en el Espíritu de nuestro Dios”. De modo que Dios nos puede
cuestionar: “¿No saben que son templos de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en
ustedes?” Y de tal manera ha tomado posesión nuestra, que ya no nos pertenecemos
a nosotros mismos: “¿No saben que su cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que
han recibido de Dios y que ya no son suyos?” Experimentamos que el Reino de Dios
es “paz y gozo en el Espíritu Santo”, el cual está en cada momento moviendo nuestra
oración, impulsándonos a llamar a Dios: “Abba, Padre”, y a gritar de continuo,
suspirando por la unión definitiva con Cristo: “Ven, Señor Jesús”. Esto es la vida
espiritual. No es una vida de ángeles, porque somos hombres; sino una vida de
hombres, llenos a rebosar del Espíritu, poseídos por el Espíritu, guiados por el
Espíritu, el cual nos lleva de continuo a Dios; Y nos lleva a Jesús, sobre todo en la
Hostia divina, donde Jesús está personalmente presente. El Espíritu Santo nos
empuja hacia la Eucaristía, para avanzarnos en la tierra, lo que será nuestra vida del
Cielo: un estar siempre con el Señor: Porque, al ir al Sagrario, vivimos ya en fe, lo
mismo que viviremos en gloria. Estamos aquí, con el mismo “Cristo que está sentado
a la derecha de Dios” y así pasamos “escondida con Cristo en Dios”, nuestra vida de
hombres en la tierra.

6. PETICIÓN DE LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO


Ministro: ¡Ven, Espíritu Santo! Llena nuestra alma con una nueva efusión de tu gracia
y con la abundancia de tus dones y frutos.
Todos: ¡Ven, Espíritu Santo! Llena nuestra alma con una nueva efusión de tu gracia y
con la abundancia de tus dones y frutos.
Ministro: ¡Ven, Espíritu Santo! Que, con tu don de SABIDURÍA, tengamos gusto por
las cosas de Dios, y….. al saborearlas, nos desprendamos y apartemos de las cosas
terrenas.
Todos: ¡Ven, Espíritu Santo! Llena nuestra alma con una nueva efusión de tu gracia y
con la abundancia de tus dones y frutos.
Ministro: ¡Ven, Espíritu Santo! Que, con tu don de ENTENDIMIENTO, penetremos las
verdades de la Fe y contemplemos con gozo toda la belleza de la Revelación.
Todos: ¡Ven, Espíritu Santo! Llena nuestra alma con una nueva efusión de tu gracia y
con la abundancia de tus dones y frutos.
Ministro: ¡Ven, Espíritu Santo! Que, con tu donde CONSEJO, adivinemos lo que Tú
quieres de nosotros, escojamos los medios más conducentes para crecer en santidad,
y nos ilumines en la orientación que hemos de dar a los hermanos que acuden a
nosotros.
Todos: ¡Ven, Espíritu Santo! Llena nuestra alma con una nueva efusión de tu gracia y
con la abundancia de tus dones y frutos.
Ministro: ¡Ven, Espíritu Santo! Que, con tu don de FORTALEZA, venzamos los
obstáculos que se nos oponen en el camino de la perfección y de los trabajos por el
Reino.
Todos: ¡Ven, Espíritu Santo! Llena nuestra alma con una nueva efusión de tu gracia y
con la abundancia de tus dones y frutos.
Ministro: ¡Ven, Espíritu Santo! Que, con tu don de CIENCIA, sepamos discernir entre
el bien y el mal, veamos las asechanzas del enemigo, descubramos a Dios en las
criaturas y nos dejemos guiar siempre por criterios sobrenaturales.
Todos: ¡Ven, Espíritu Santo! Llena nuestra alma con una nueva efusión de tu gracia y
con la abundancia de tus dones y frutos.
Ministro: ¡Ven, Espíritu Santo! Que, con tu don de PIEDAD, amemos a Dios nuestro
Padre con afecto filial y sintamos, como Jesús, ansias insaciables de Dios y del bien
de nuestros hermanos.
Todos: ¡Ven, Espíritu Santo! Llena nuestra alma con una nueva efusión de tu gracia y
con la abundancia de tus dones y frutos.
Ministro: ¡Ven, Espíritu Santo! Que, con tu donde TEMOR DE DIOS, reverenciemos a
Dios profundamente y no tengamos más miedo que a ofenderle a Él y disgustarle.
Todos: ¡Ven, Espíritu Santo! Llena nuestra alma con una nueva efusión de tu gracia y
con la abundancia de tus dones y frutos.
Ministro: ¡Ven, Espíritu Santo! Embellece nuestras almas con TUS FRUTOS, que nos
hagan vivir en amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre, dominio propio y podamos manifestar a los demás la vida nueva.
Todos: ¡Ven, Espíritu Santo! Llena nuestra alma con una nueva efusión de tu gracia y
con la abundancia de tus dones y frutos.
Ministro: Ven, Espíritu Santo! Cólmanos, finalmente, de TU AMOR DIVINO, para que
sea el motor de toda nuestra existencia, y, llenos también de tu UNCIÓN, sepamos
enseñar, iluminar, convencer y guiar a todas las almas de los hermanos que nos
confíes. AMÉN.
Todos: ¡Ven, Espíritu Santo! Llena nuestra alma con una nueva efusión de tu gracia y
con la abundancia de tus dones y frutos.

7. ORACION
MINISTRO: Cristo Jesús, que con tu muerte y resurrección, me mereciste el don de
los dones, el Espíritu Santo; mantenlo dentro de mí para que me santifique con su
presencia, principalmente cuando comulgo y oro frente a tu Sagrario. Te pido viva,
dentro de mí, para que me vaya transformando: sea dócil a sus inspiraciones y reciba
fuerzas para realizarlas.
8. ACLAMACIONES
LECTOR: Amor del Padre y del Hijo en el seno de la Trinidad.
TODOS: ¡Ven, Espíritu Santo!
LECTOR: Regalo que nos han hecho el Padre y el Hijo.
TODOS: ¡Ven, Espíritu Santo!
LECTOR: Tú, que nos das el amor filial de Jesús al Padre.
TODOS: ¡Ven, Espíritu Santo!
LECTOR: Tú, que nos has hecho templos vivos tuyos.
TODOS: ¡Ven, Espíritu Santo!
LECTOR: Tú, que eres la gracia derramada en nuestros corazones.
TODOS: ¡Ven, Espíritu Santo!
LECTOR: Tú, que oras continuamente dentro de nosotros.
TODOS: ¡Ven, Espíritu Santo!
LECTOR: Tú, que nos haces llamar ¡Padre! a Dios.
TODOS: ¡Ven, Espíritu Santo!
LECTOR: Tú, que nos enseñas a orar cuando nosotros no sabemos.
TODOS: ¡Ven, Espíritu Santo!
LECTOR: Tú, que nos iluminas con toda la verdad.
TODOS: ¡Ven, Espíritu Santo!
LECTOR: Tú, que nos enriqueces con tus dones sagrados.
TODOS: ¡Ven, Espíritu Santo!
LECTOR: Tú, que nos haces producir frutos de santidad.
TODOS: ¡Ven, Espíritu Santo!

TODOS: Señor Jesús gracias por el regalo del Espíritu Santo, con el que me has
sellado para la vida eterna, Haz que Él me ilumine con toda su verdad, para conocerte
a ti, para conocer al Padre. Que me abrasen sus llamas, para amar a Dios con el
mismo amor, con que Dios me ama a mí.

TODOS: Madre María, llena del Espíritu Santo y Esposa suya amantísima. Atrae
siempre al Espíritu a mi corazón como lo atrajiste con tu oración sobre los Apóstoles,
reunidos contigo en la intimidad del Cenáculo. Que Él me santifique como te santificó
a ti, y me llene de celo ardiente por la gloria de Dios.

9. PRECES
LECTOR: Por la Iglesia, templo del Espíritu, para que con una evangelización
ardorosa, renueve la faz del mundo,
TODOS: y reúna a todos los pueblos en una misma lengua, en una misma fe, la traída
y enseñada por Jesucristo.
LECTOR: Para que todas las naciones de la tierra gocen de los dones del Espíritu,
TODOS: la libertad, la paz, el respeto a todas las personas, para que en todas abunde
el pan de cada día, sin que nadie padezca necesidad.
LECTOR: Por nuestra comunidad, por nuestro grupo, que se reúne en el nombre del
Señor Jesús,
TODOS: para que sienta siempre lo que el Espíritu pide a todos y cada uno, en orden
a la santificación propia y al bien de la Iglesia.
LECTOR: Por nosotros mismos, para que en el gozo y en la tristeza, en el quehacer
de cada día y en las pruebas cuando nos sobrevengan,
TODOS: sepamos disfrutar la alegría en el Espíritu, Padre de los pobres y dador de
todos los dones del Cielo.

10. PADRE NUESTRO CANTADO


MINISTRO: Señor Sacramentado, presente Tú aquí, atesoras al Espíritu Santo y lo
das copiosamente al que te lo pide. Llénanos de Él, cada vez que venimos a visitarte.
Déjalo que se escape, de tus llagas gloriosas para que nos llene de su luz y nos
convierta en una hoguera de fuego abrasador. Tú, que vives y reinas por los siglos de
los siglos.

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