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T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES

1. Introducción a la detección de gas

2. Equipos para la detección de gases

3. Actuadores asociados a la detección de gas

4. Centrales de detección de gas

5. Montaje y configuración de sistemas electrónicos de detección de gas

6. Mantenimiento y resolución de averías

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1. INTRODUCCIÓN A LA DETECCIÓN DE GAS

Diferentes tipos de gases nos rodean continuamente. La composición del aire en condiciones
normales (a nivel del mar y con una presión de 1.013 milibares) está formada por una mezcla
de gases cuyas proporciones son las siguientes:

• Nitrógeno (N2): 78,084 %.

• Oxígeno (02): 20,946 %.

• Argón (Ar): 0,934 %.

• Dióxido de carbono (CO2): 0,0314 %.

• Otros gases como el neón, metano, helio, hidrógeno, criptón o xenón conforman el
0,0046% restante.

Cualquier variación significativa en estos porcentajes, implica una posible acumulación de gas
nocivo que puede llegar a ser perjudicial tanto para las personas, si el gas es tóxico o hace
disminuir la concentración de oxigeno, como para las propias instalaciones, si existe riesgo de
explosión.

Estos gases tóxicos y explosivos pueden estar presentes en muchas ubicaciones habituales,
tanto en los domicilios particulares, para calentar o cocinar, como al poner en funcionamiento
el motor de un coche. Las combustiones incompletas, una ventilación deficiente, o las fugas
son causas suficientes como para que se generen situaciones de peligro derivadas de las
concentraciones anómalas de un determinado gas en la atmósfera.
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Los gases pueden ser más ligeros, más pesados o tener la misma densidad que el aire y pueden
tener olor y color o ser totalmente inodoros e incoloros. Es por este motivo que existe una
gran variedad de detectores de gas diseñados para evitar o advertir de situaciones de riesgo
potencial, y que asociados al sistema electrónico correspondiente, permiten que este pueda
dar respuestas luminosas, acústicas, de corte o de ventilación y extracción.

Estos sistemas electrónicos de detección de gases pueden estar diseñados para medir un solo
gas o para medir varios gases de forma simultánea, con el objetivo de minimizar los incidentes
relacionados con la asfixia y las explosiones.

1.1. Consecuencias asociadas a la concentración de gases

Las propiedades físicas que comparten todos los gases en lo que se refiere a su velocidad de
expansión, la capacidad de ocupar cualquier tipo de volumen o recinto y la gran facilidad para
mezclarse con cualquier atmósfera en la que hayan sido liberados, provoca que en
determinadas situaciones puedan aparecer concentraciones de gases potencialmente
peligrosas para los bienes y las personas.

Por este motivo, los sistemas de detección electrónica de gas deben cumplir el objetivo de
localizar o evitar uno o varios de los siguientes escenarios de riesgo potencial:

• Riesgo de combustión por acumulación de gases o vapores inflamables.

• Riesgo de explosión por acumulación de gases o vapores inflamables.

• Riesgo de intoxicación por presencia de gases o vapores tóxicos.

• Riesgo de asfixia por falta de oxígeno.

• Riesgo de explosión por exceso de oxigeno.

• Riesgo por presencia de humos radioactivos.

Los diferentes tipos de gases capaces de desencadenar una o varias de las situaciones de
peligro expuestas, se clasifican en las siguientes tres categorías:

a) Gases Inflamables (categoría de riesgo: Ex). Se considera que un gas es


potencialmente inflamable cuando, en condiciones de presión y temperatura normales
(en torno a 20 °C y 101,3 kPa), puede desencadenar una combustión o explosión al
entrar en contacto con fuentes de calor.

b) Gases tóxicos (categoría de riesgo: Tox). Los gases tóxicos son aquellos capaces de
producir en una persona, tanto por contacto como por inhalación, efectos irritantes,
debilitantes e incluso la muerte. Existen gases tóxicos que en circunstancias específicas
pueden llegar a ser inflamables.

c) Gases no Inflamables no tóxicos (categoría de riesgo: Ox). Son gases que diluyen,
desplazan o sustituyen el oxígeno presente en el aire en condiciones normales,
pudiendo provocar la muerte por asfixia.
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Se denomina atmósfera explosiva a toda mezcla de aire y sustancias inflamables capaces
de desencadenar o propagar una ignición. Se hace referencia a este tipo de atmósferas
utilizando el acrónimo ATEX.

En cualquier caso, la peligrosidad asociada a cualquier tipo de gas depende de su


concentración. A la acumulación de gas en un recinto, junto con el oxígeno y otros compuestos
gaseosos presentes en el ambiente, se le denomina mezcla.

1.2. Medición de las concentraciones de un gas

La concentración de un determinado gas en el ambiente puede indicarse en función de los


siguientes parámetros característicos:

• Concentración de masa. Es la relación de la masa de un gas con respecto al volumen de


todos los compuestos presentes en la mezcla gaseosa. Se expresa en (mg/m3).

• Valor porcentual de composición. Es la relación del volumen de un gas con respecto al


volumen de todos los compuestos presentes en la mezcla gaseosa. Se expresa en (%).

• Partes por millón. Es el número de partes de un compuesto en un millón de partes de la


mezcla gaseosa. Se expresa como [ppm].

La relación entre el valor porcentual y las partes por millón es: 1 % volumen = 10 000 ppm

Existen además, otras dos variables asociadas exclusivamente a las concentraciones de gases
inflamables combustibles, denominadas límites de explosividad, que indican el rango de
concentración en el que veden formar atmósferas explosivas.

• Límite inferior de explosividad. Representa la concentración de un gas en el aire por debajo


del cual la mezcla es excesivamente pobre y no se formará una atmósfera explosiva. Se
expresa como [LEL] o [LII]. Por debajo de este nivel de concentración es imposible que se
produzca la combustión del gas.

• Límite superior de explosividad. Representa la concentración de un gas en el aire por encima


del cual la mezcla es excesivamente grasa o rica y no se formará una atmósfera explosiva ni
combustión. Se expresa como [UEL] o [LSI]. Por encima de este nivel de concentración es
posible que se produzcan pequeñas combustiones parciales.
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En ambos casos, la unidad de medida puede indicarse en valor porcentual, concentración de
masa o partes por millón.

1.3. Gases perjudiciales más habituales


Los gases y vapores que más situaciones de riesgo potencial provocan, debido a su uso,
fabricación o presencia más o menos generalizada en entornos domésticos e industriales, se
resumen en la Tabla. Los gases incluidos en dicha tabla, son potencialmente peligrosos para la
salud de las personas o la integridad de las instalaciones, dada su toxicidad o inflamabilidad.

El gas natural está compuesto fundamentalmente por metano, en cantidades que


pueden superar el 90 o 95 %. Suele contener también otros gases corno nitrógeno,
helio o ácido sulfhídrico.
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Monóxido de carbono (CO)
El monóxido de carbono es un gas incoloro, inodoro y extremadamente tóxico que puede
provocar la muerte por asfixia en pequeñas concentraciones. Se origina principalmente como
consecuencia de la combustión incompleta de compuestos carbonados o las emisiones
ocasionadas por vehículos.

En condiciones de ventilación insuficiente, el monóxido de carbono penetra en el interior del


cuerpo humano a través de los pulmones y reacciona con la hemoglobina de la sangre,
obstruyendo el transporte de oxigeno al corazón y al cerebro. Los efectos de este gas
dependen de la concentración en la mezcla y del tiempo de exposición, tal y como se muestra
en el gráfico de la Figura.

Fig. Riesgos asociados a la concentración de CO (ppm) en función del tiempo de exposición

Por encima de 3.000 ppm el riesgo de muerte se produce en menos de 1 hora de exposición y
en torno a 12.000 ppm la muerte es instantánea. En concentraciones más elevadas puede
llegar a crear atmósferas inflamables.

El CO es un gas muy peligroso dado que puede causar la muerte de la persona que lo
respira sin que esta se dé cuenta, al caer en un estado de adormecimiento que no da
sensación de ahogo ni de asfixia. Por este motivo, esta situación de riesgo se conoce
comúnmente como la muerte dulce.

Al tratarse de un gas imperceptible para los humanos, resulta necesario instalar sistemas de
ventilación o dispositivos de detección de CO en ubicaciones en las que sea probable su
acumulación, como por ejemplo en garajes, cocinas y en las cercanías de estufas, calefactores
y chimeneas de leña o carbón, calderas, etc.

Dióxido de carbono (CO2)


El dióxido de carbono es un gas producido de manera natural como consecuencia del
metabolismo de los seres vivos, y se elimina de los pulmones durante el proceso normal de
respiración. Sin embargo, este tipo de gas es potencialmente peligroso en condiciones de
ventilación deficiente.
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Si la concentración no es excesivamente elevada, las personas afectadas tendrán dificultades
de concentración y razonamiento, dolores de cabeza, cambios repentinos en el estado de
ánimo y su rendimiento se verá reducido considerablemente. Para concentraciones muy
elevadas y prolongadas en recintos cerrados, las personas expuestas al dióxido de carbono
pueden sufrir convulsiones, pérdida de consciencia e, incluso, la muerte.

Los efectos del dióxido de carbono en el organismo dependen de la concentración en la mezcla


y de la presión exterior. En el gráfico de la igura se detallan las consecuencias de este gas para
el ser humano a una presión atmosférica estándar (de 1013 a 1016 milibares).

Observando la figura anterior puede deducirse que un nivel de concentración de dióxido de


carbono que se encuentre en torno a las 500 ppm es considerado como aceptable y asumible
para un ser humano si la exposición no es excesivamente prolongada. No obstante, los datos
de concentración admisible dependen directamente de la presión, ya que si se respira ese
mismo nivel de concentración con una presión anormalmente elevada podrían presentarse
síntomas que van desde la somnolencia hasta las convulsiones.

Oxígeno
Conocer el porcentaje de oxigeno que existe en un de-terminado ambiente es de vital
importancia, puesto que existen dos situaciones de riesgo asociadas a las concentraciones
anómalas de oxigeno:

• Peligro de asfixia por carencia de oxigeno.

• Riesgo de inflamabilidad por exceso de oxígeno.

La cantidad normal de oxigeno en el aire en condiciones normales es del 20,9 %. Su escasez


produce a las personas agotamiento físico y mental. Un nivel cerca-no al 16 % está asociado al
malestar general y mareos, mientras que niveles por debajo del 6 % resultan mortales. Cabe
destacar que si el porcentaje de oxígeno disminuye al haber sido desplazado por un gas tóxico,
el riesgo de asfixia o envenenamiento será todavía mayor.
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Cuando el nivel de concentración supera el 24 % comienza el riesgo potencial de inflamabilidad
y explosión, dado que para esos niveles muchos materiales pueden entrar en combustión de
manera espontánea.

Gases inflamables convencionales


La combustión es una reacción química en la que el oxigeno se combina con otra sustancia,
liberando energía en forma de calor. Para que una determinada atmósfera pueda ser
considerada como explosiva, debe producirse una acumulación de oxigeno y gas inflamable en
la proporción adecuada de manera que cualquier fuente de ignición (como puede ser una
chispa, arcos de origen eléctrico, superficies calientes, etcétera) desencadene el proceso de
combustión.

Fig. Factores necesarios para desencadenar un proceso de combustión.

Existe un gran número de gases con propiedades inflamables capaces de generar atmósferas
explosivas. De entre todos ellos, los más habituales en entornos industriales, domésticos y
laborales son el butano, el propano, el metano y el hidrógeno.

La tabla muestra los límites de concentración de inflamabilidad de una atmósfera de aire para
dichos gases.

Fig. Limites de explosividad de gases convencionales.

Al hacer referencia a gases combustibles o explosivos, se utilizan las siglas LEL para indicar el
límite inferior de explosividad, y las siglas UEL para indicar el límite superior de explosividad.
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De la tabla se puede obtener el valor porcentual de concentración que debe detectar un
sensor de gas para advertir de una atmósfera explosiva. Sin embargo, la mayoría de los
sistemas de detección electrónica de gas son diseñados y configurados para actuar únicamente
cuando se sobrepasa el límite inferior de explosividad, independientemente del valor del límite
superior, evitando así cualquier situación de riesgo potencial.

Fig. Señales que advierten de la presencia de gases inflamables y de atmosferas explosivas

Es necesario recordar que los gases con propiedades inflamables no tienen por qué ser tóxicos
para las personas, pero pueden causar la muerte por asfixia al desplazar el oxígeno presente
en el ambiente.

2. EQUIPOS PARA LA DETECCIÓN DE GASES


Un sensor de gas es un equipo electrónico capaz de detectar la presencia de un determinado
compuesto gaseoso en la atmósfera, y emite la señal correspondiente ante una determinada
concentración o presencia del mismo.

Estos dispositivos pueden trabajar de manera autónoma o estar interconectados con una
central de alarmas, y en ocasiones son diseñados para realizar la detección de varios tipos de
gases. En cualquier caso, los niveles de concentración que se deben detectar variarán en
función del fin previsto y de las posibles situaciones de peligro asociadas al gas en cuestión.

Fig. Detector de NO2

El estudio de los diferentes equipos para la detección de gas puede realizarse atendiendo a su
modo de funcionamiento, al tipo de gas que perciben y a la técnica de detección utilizada.
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2.1. Tipos de detectores de gases
Resulta posible encontrar detectores para aplicaciones muy diversas cuya clasificación
satisface las distintas necesidades para las que son diseñados y comercializados. Dicha
clasificación puede establecerse atendiendo a dos criterios fundamentales:

• Modo de funcionamiento.

• Tipo de gas a detectar.

Clasificación por el modo de funcionamiento


Esta clasificación hace referencia al hecho de que el detector de gas esté integrado en un
sistema de detección en el que todos los dispositivos se encuentran interconectados o si
trabaja de manera individual, sin formar parte de ningún sistema.

a) Detectores autónomos. No forman parte de un sistema de seguridad electrónica como tal,


sino que realizan su función de detección de manera independiente. Disponen de alarmas
integradas, leds de estado y pueden ofrecer la posibilidad, dependiendo del modelo y del
fabricante, de asociarse a una electroválvula para el corte del suministro (detectores de clase
A).

Estos detectores no indican el valor exacto de la concentración del gas en el ambiente, pero en
ocasiones sí permiten variar y ajustar su sensibilidad.

Lo más usual es que funcionen con pilas o baterías (entre 12 y 48 VCC), aunque pueden estar
conectados a la red eléctrica convencional si disponen de una fuente de alimentación interna
que les proporcione la tensión de funcionamiento.

Fig. Detector de gas autónomo. Este tipo de detectores son también conocidos como domésticos.
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b) Detectores no autónomos. Son aquellos que forman parte de un sistema de seguridad
electrónica completo, con central de alarmas y actuadores asociados. De esta manera se
pueden ajustar las condiciones de actuación, como la sensibilidad de detección. Las
posibilidades de respuesta son mucho mayores que en el caso de los detectores autónomos,
pudiendo configurar el sistema para activar alarmas, cerrar electroválvulas, conectar los
equipos de extracción y ventilación forzada, etc.

Actualmente se comercializan diversos sistemas de detección de gas, diseñados para


ambientes industriales y domésticos que pueden ser instalados de manera fija o
formando parte de equipos portátiles. El detector de fugas de gas portátil es también
conocido corno explosímetro.

Clasificación por el tipo de gas a detectar


Esta clasificación está basada en el tipo de gas que hace entrar en funcionamiento al detector.
Existen detectores diseñados para medir las concentraciones de un tipo de gas específico o de
varios gases con propiedades similares, dependiendo del principio de funcionamiento en el
que esté basado.

Existen equipos capaces de detectar la existencia e incluso medir la concentración de


determinados gases tóxicos, otros que se activan ante la presencia de sustancias gaseosas
combustibles, además de detectores que se utilizan para controlar los niveles de oxígeno en el
ambiente.

Cabe destacar que no todos los gases tienen las mismas propiedades. Los gases que tienen
más densidad que el aire tienden a descender hasta el nivel del suelo, mientras que los gases
que tienen menos densidad que el aire tienden a acumularse en los techos y zonas más
elevadas. Por ejemplo, el gas natural (derivado del metano) es más ligero que el aire y en caso
de fuga tiende a salir al exterior por las rejillas de ventilación, mientras que el gas butano o el
gas propano tienen más densidad que el aire y se acumulan en las zonas más bajas.

Es por este motivo que resulta imprescindible seleccionar el dispositivo más adecuado y
realizar su montaje en la ubicación apropiada teniendo siempre en cuenta las propiedades del
tipo de gas a detectar.

Fig. Detector de CO
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2.2. Técnicas de detección de gases
Dado que la gran mayoría de los gases son particularmente difíciles de detectar, ya que en
muchos casos no poseen olor ni color característicos, se han desarrollado sensores basados en
diferentes principios de detección que utilizan técnicas muy avanzadas para advertir de
situaciones potencialmente peligrosas derivadas de la concentración o fuga de gases nocivos.

El principio de funcionamiento de los detectores de gas actuales puede estar basado en una de
las siguientes técnicas de detección:

Detección catalítica
Se utiliza en sensores de gas combustible de bajo coste. Su funcionamiento está basado en la
combustión del gas presente en el ambiente sobre la capa exterior catalizadora del detector,
que al desprender calor incrementa la temperatura de un pequeño elemento denominado
perla y altera la resistencia de una bobina de alambre interna. A partir de este valor de la
resistencia se puede obtener el nivel de concentración del gas en el entorno cercano.

Detección electroquímica
La detección electroquímica basa su funcionamiento en varios electrodos sumergidos en un
electrolito. El gas penetra en el interior del detector a través de una barrera de difusión y
reacciona con la superficie del electrodo activo. Esta reacción química produce una diferencia
de potencial que establece una corriente interna, siendo su magnitud proporcional al nivel de
concentración del gas en cuestión.

Esta técnica es utilizada para la detección de la mayoría de los gases tóxicos, ya que el sensor
puede ser más o menos específico, variando el tipo de electrodo y electrolito utilizado o
incorporando filtros en la barrera de entrada. La principal desventaja de la detección
electroquímica es su bajo rendimiento en ambientes con altas concentraciones de oxígeno.

Algunos detectores de gas deben ser calibrados dependiendo del tipo de ambiente en el
que vayan a ser instalados. Esta calibración debe ser realizada lo mejor posible en las
condiciones esperadas durante el funcionamiento.

Detección infrarroja
El principio de funcionamiento de esta técnica de detección consiste en proyectar dos señales
de luz correspondiente a la zona infrarroja del espectro electromagnético sobre una mezcla de
gas combustible.

Una de las ondas de luz será la de referencia, mientras que la otra se ajustará al tipo de gas en
cuestión, puesto que los gases combustibles tienen la capacidad de absorber este tipo de
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emisiones. El detector establecerá el nivel de concentración del gas comparando las
diferencias de amplitud entre ambas seña-les luminosas.

Los sensores basados en la técnica de detección infrarroja son muy robustos ante factores
ambientales externos, requieren un mantenimiento mínimo y su velocidad de respuesta es
muy elevada, pero únicamente pueden detectar gases cuyas moléculas sean diatómicas
(formadas por dos átomos).

Fig. Detector de gas infrarrojo

El hidrógeno no puede ser detectado mediante sensores que utilicen como principio de
funcionamiento la tecnología infrarroja, puesto que solo es válida para gases cuyas
moléculas estén compuestas por dos átomos.

Los detectores de gas basados en tecnología infrarroja pueden ser de dos tipos:

• Por punto infrarrojo. Detector que emite radiación infrarroja de manera puntual a
través de un diodo láser y procesa digitalmente la información. El consumo de energía
es muy elevado en comparación con otras técnicas de detección.

• De camino abierto. Detector de alto coste que emite un haz infrarrojo muy amplio
capaz de cubrir distancias y superficies de varios cientos de metros.

Detección por semiconductor


Esta técnica, que se lleva perfeccionando desde hace más de treinta años, es la más utilizada
en detectores de gas universales de bajo coste. Su principio de funcionamiento se basa en un
óxido semiconductor superficial que absorbe el gas presente en el entorno y produce una
reacción química que da como resultado una reducción en la resistencia del semiconductor. A
partir de este valor de la resistencia se puede obtener el nivel de concentración del gas en el
entorno cercano.

Fig. Representación interna de un detector por semiconductor.


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El funcionamiento de los detectores por semiconductor se basa en dos ciclos de caldeo del
sensor. En el primer ciclo, o ciclo de alta corriente, el sensor es sometido a una elevada
temperatura que sirve para eliminar la influencia de las variaciones de la temperatura y la
humedad. Durante el segundo ciclo, o ciclo de baja corriente, el sensor realiza las tomas de
muestras aprovechando que se encuentra limpio de impurezas.

Los detectores basados en la tecnología por semiconductor son muy simples y resistentes. Son
utiliza-dos generalmente para entornos domésticos, puesto que no presentan gran precisión
para la detección de gases específicos, son lentos en la respuesta y se pueden ver muy
afectados por variables atmosféricas como la humedad y la temperatura. Los gases capaces de
activar este tipo de detectores son el hidrógeno, los óxidos de carbono y nitrógeno, el butano,
el metano y, en general, cualquier gas inorgánico susceptible de oxidación.

La superficie del detector por semiconductor se calienta a una temperatura elevada y


constante con el objetivo de acelerar el ritmo de reacción química y reducir los efectos
de los cambios en la temperatura ambiente.

Detección por conductividad térmica


Técnica de detección basada en un elemento sensor expuesto al entorno y en un elemento de
referencia localizado en un compartimento cerrado. Si la conductividad térmica del gas
presente en el ambiente es menor o mayor que la conductividad térmica indicada por el
elemento de referencia, se produce una variación de la temperatura proporcional a la
concentración de gas en el entorno.

Los sensores basados en esta técnica pueden ser utilizados para la detección de gases cuya
conductividad térmica sea distinta a la del aire (metano, butano, dióxido de carbono,
hidrógeno, etcétera). Sin embargo, los gases con conductividades térmicas próximas a las del
aire no pueden ser detectados, como en el caso del monóxido de carbono.

Detección por cinta de papel


Este principio de detección consiste en la utilización de una tira absorbente de papel
impregnada con reactivas químicos específicos que reaccionan únicamente con uno o varios
gases muy específicos. La detección por cinta de papel es empleada generalmente para
advertir sobre la presencia de gases de alta toxicidad.

Una de las principales ventajas que presenta este tipo de detección es la evidencia
permanente (mancha sobre el papel) de que se ha producido una concentración de gas
peligroso aun cuando esta situación haya desaparecido, por lo que puede ser también utilizada
como medio para la recogida de muestras.
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3. ACTUADORES ASOCIADOS A LA DETECCIÓN DE GAS
Los actuadores asociados a los sistemas electrónicos de detección de gas son los dispositivos
que reciben las señales procedentes de la central (o de los propios detectores cuando son
autónomos) y ejecutan las acciones para las que han sido configurados.

Los principales actuadores que pueden formar parte de este tipo de instalaciones son los
dispositivos de aviso y señalización acústica y luminosa, los dispositivos de corte de suministro
y los sistemas de ventilación forzada y extracción.

Gran parte de los gases combustibles son incoloros e inodoros, lo que los hace
prácticamente indetectables para una persona. Por este motivo se ha aportado olor a
algunos de estos gases, de manera que puedan identificarse las posibles fugas.

3.1. Dispositivos de aviso y señalización


Este tipo de actuadores generan alarmas basadas en fuertes sonidos y/o destellos luminosos,
que pueden ser regulados en función de la concentración del producto. Los sistemas más
básicos están constituidos únicamente por sirenas que alertan de la presencia de un gas. Los
sistemas más sofisticados disponen, además, de leds indicadores de estado asociados a cada
uno de los detectores.

Un detector puede incorporar los siguientes indicadores luminosos de estado:

• Led de servicio. Es de color verde y se encuentra activado permanentemente o de forma


intermitente cuando el detector está alimentado y las condiciones de funcionamiento son
normales.

• Led de avería. Es de color amarillo/ámbar y se activa cuando se produce alguna anomalía en


el funcionamiento del detector.

• Led de alarma. Es de color rojo y se activa cuando se produce una concentración peligrosa
del gas a detectar.

Fig. Detalle de los leds Indicadores de estado en un detector


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Respecto a los letreros indicadores visuales, son similares a los utilizados para la señalización
de las diversas circunstancias o situaciones que pueden producirse como consecuencia de un
incendio, pero en este caso advierten de la presencia de un determinado gas.

3.2. Dispositivos de corte de suministro


Este tipo de actuadores son fundamentalmente electroválvulas instaladas en las canalizaciones
de gas. En el momento de la detección se envía una orden hacia la electroválvula
correspondiente, que corta el suministro y evita que la acumulación del gas aumente.

También resulta posible asociar el sistema de detección a un contactor situado en el cuadro


eléctrico de la instalación, de manera que al detectar concentraciones elevadas de sustancias
inflamables se corte el suministro eléctrico para evitar una posible fuente de ignición. Esta
aplicación de seguridad es también muy utilizada en los sistemas domóticos convencionales.

Fig. Electroválvulas
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3.3. Sistemas de ventilación forzada y extracción
En los sistemas más completos, cuando se alcanzan valores de la concentración considerados
inadecuados o peligrosos, tanto de sustancias gaseosas tóxicas como inflamables, resulta
posible poner en funcionamiento los aspiradores mecánicos del sistema de extracción de
manera que el gas sea evacuado por los conductos de ventilación y su concentración en la
mezcla disminuya hasta unos niveles aceptables.

En las instalaciones donde se utilizan este tipo de actuadores, resulta muy útil, y en algunos
casos, obligatorio, disponer de dos extractores independientes por planta, de manera que si se
produce una avería en uno de ellos el caudal de ventilación pueda mantenerse activo.

El volumen o caudal de ventilación se mide en m3/h o en l/s.

La renovación del aire se mide en renovaciones/h o en m3/h x m2.

Al dimensionar un sistema de ventilación forzada es indispensable tener en cuenta las


características de la máquina de extracción en función del tamaño de la instalación a proteger,
de manera que queda garantizado y asegurado un adecuado volumen o caudal de ventilación.

Algunas disposiciones legales, a nivel nacional o autonómico, especifican la renovación mínima


de aire que debe existir en una zona con riesgo de acumulación de sustancias tóxicas o
inflamables, como por ejemplo en los sótanos o garajes subterráneos sin ventilación natural.

Es también conveniente prever, durante la fase de diseño y programación del sistema, la


alternancia del arranque en los grupos de extracción para equilibrar su envejecimiento.

EJEMPLO

Calcula el volumen de ventilación o caudal, en m3/h, que debe existir en un garaje subterráneo
cuya única planta tiene una superficie de 560 m2, de manera que quede garantizada una
renovación mínima del aire de 15 m3/h x m2.
------------
El volumen de ventilación se obtiene multiplicando la renovación mínima de aire por la
superficie de la instalación:

V = renovación mínima x superficie de la planta

V = 15 m3/h x m2 x 560 m2= 8.400 m3/h

Los equipos de ventilación deben garantizar un caudal de ventilación de 8.400 m3/h.


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4. CENTRALES DE DETECCIÓN DE GAS
La central de detección, como en cualquier sistema de seguridad, es el elemento de la
instalación que proporciona la alimentación eléctrica al resto de componentes, realiza la
lectura de las concentraciones de gas entregadas por los detectores y, cuando procede, pone
en marcha los sistemas de aviso, de corte de suministro o de ventilación forzada para
mantener la concentración de gas potencialmente peligrosa por debajo de unos niveles
preestablecidos, retornando los equipos a la posición de reposo cuando la concentración del
gas desciende a valores permisibles.

Las centrales, estando en posición automática, controlan en todo momento las líneas de
conexión con los detectores, de manera que cualquier anomalía se refleja inmediatamente por
medios ópticos y acústicos, activando cuando sean necesarios los dispositivos de corte de
suministro o los sistemas de ventilación forzada.

Los parámetros más relevantes a la hora de escoger una central de detección de gas adecuada
son los siguientes:

• Tipo de gas a detectar.

• Velocidad de respuesta necesaria.

• Tipo de actuación requerida en caso de alarma (aviso, extracción, corte de


suministro, etcétera).

• Posibilidad de programación o calibración del nivel máximo de concentración


permitida por zona.

El número de detectores que se conectan a una central depende de la superficie a vigilar, del
tipo de gas y de las características técnicas de la propia central. Pueden encontrarse en el
mercado centrales compactas de 1 zona, centrales estándar de 2, 3, 4, 6, 8 o 16 zonas e,
incluso, centrales que pueden llegar a supervisar hasta 200 zonas si se usan tarjetas de
expansión y unidades remotas adecuadas.

La respuesta de una central debe ser inmediata y eficaz en función de la concentración


de gas que se está detectando.

Los componentes internos que conforman una central de este tipo son los necesarios para
analizar la concentración de gases y enviar las respuestas necesarias en cada caso, así como
para suministrar la tensión de funcionamiento a todos los dispositivos conectados a la misma.
Las centrales de gas suelen estar provistas con:

• Microprocesador de gestión y memoria interna, con varios niveles de detección y salidas de


relé por zona.

• Fuente de alimentación con varias salidas de tensión.


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• Panel de control y programación.

• Selectores de máxima concentración permitida por zona, de rango variable:

- Selección por ruleta rotativa.

- Selección mediante programación del display o teclado general.

• Display numérico por zona que señala permanentemente el máximo nivel de concentración
de gas que se está detectando.

• Indicadores luminosos de estado:

- Led verde. Indica que el sistema está operativo, o que se ha activado el relé de
ventilación.

- Led ámbar. Indica una avería o una irregularidad en la línea de detección o que se ha
superado el nivel de ventilación.

- Led rojo. Indica la activación del relé de alarma.

Fig. Panel frontal de una central de detección de CO


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Las centrales de alarmas pueden estar preparadas para la conexión de varios detectores de
distinto tipo de gas o ser específicas y únicamente estar dimensionadas para la conexión de
sensores capaces de detectar un tipo de gas concreto. En este sentido, las centrales específicas
más comercializadas son las de monóxido de carbono.

4.1. Centrales de monóxido de carbono (CO)

Tienen la función de analizar la concentración de monóxido de carbono (en ppm) en recintos


cerrados. Es el tipo de central más utilizada dado que su instalación es obligatoria en garajes,
aparcamientos subterráneos, talleres de reparación de automóviles y recintos de similares
características.

La detección electrónica de gas se puede realizar sin necesidad de utilizar unidades


centrales de control, mediante detectores autónomos y actuadores vinculados
directamente a estos.

Fig. Central de análisis y control de Monóxido de carbono de 4 zonas

Generalmente se encuentran ubicadas en envolventes metálicas de fijación mural, junto a las


centrales de detección de incendio.

El funcionamiento de estos equipos es similar al de las centrales de incendios convencionales,


de manera que disponen de varias zonas en las que pueden ir conectados varios sensores.
Cabe destacar que no todas las centrales de gas son convencionales, pero es lo más usual.

Fig. Detector de monóxido de carbono direccionable para instalaciones analógicas


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La normativa actual establece varios niveles de medición de monóxido de carbono de manera
que los procedimientos de actuación en cada caso dependen de la concentración del gas. Por
ejemplo, según lo especificado en el Código Técnico de la Edificación (Apartado 3.1.4.2.
Medios de ventilación mecánica, del Documento Básico 1-18 de Salubridad) en los
aparcamientos que excedan de cinco plazas o de 100 m2 útiles debe disponerse un sistema de
detección de monóxido de carbono en cada planta que active automáticamente los
aspiradores mecánicos cuando se alcance una concentración de 50 ppm, en aparcamientos
donde se prevea que existan empleados, y una concentración de 100 ppm en caso contrario.

La mayoría de las centrales que se comercializan en la actualidad disponen de selectores de


máxima concentración de CO permitida por zona, cuyo funcionamiento suele configurarse
como se indica en la figura.

Cuando la instalación dispone de dos grupos de extractores por sector, las centrales se
programan para que en el primer nivel entre uno y, solo si es necesario, entre el segundo. Si
con los dos grupos funcionando se alcanzaran niveles de riesgo (Nivel 3), la central activaría los
sistemas de evacuación.

4.2. Centrales de detección de gases múltiples

Están diseñadas para ser conectadas a detectores de gases inflamables, tóxicos, de


compuestos orgánicos volátiles, así como a sensores de deficiencia de oxigeno.

Presentan una configuración por zonas, denominadas canales, que indica el número y tipo de
detectores que pueden ser conectados la central. Permiten establecer diferentes rangos de
medida para cada uno de los canales, en función de tres parámetros:

• Limite inferior de explosividad, en ppm o %, para gases inflamables.

• Volumen de oxigeno presente, en %.

• Concentración del gas tóxico programado, en ppm.


T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
El display de estas centrales permite identificar la concentración del gas que se está midiendo
en cada momento. Las salidas de la central pueden ser utilizadas para la conexión de
dispositivos de aviso, cierre de electroválvulas, activación de los sistemas de ventilación o
parada de máquinas, en función de las necesidades de la instalación.

Los niveles de concentración que se van a detectar varían según el fin previsto, ya sea la
seguridad ocupacional o la detección de fugas de gas. Por ejemplo, para la detección de gas
natural suele establecerse un límite de concentración de 5.000 ppm, mientras que para la
detección de butano suele establecerse un límite de concentración de 2.000 ppm.

4.5. Montaje y configuración de sistemas electrónicos de detección de gas

La mayoría de los sistemas electrónicos de detección de gas presentan una estructura basada
en zonas, donde cada zona de detección está constituida por una línea de 2 hilos de entre 0,5
mm2 y 1,5 mm2 de sección, a través de la cual se alimentan los detectores y se leen las
concentraciones de gas.

El cableado debe ser resistente a cualquier daño mecánico, y en caso de instalación con riesgo
de incendio o explosión deberá presentar una adecuada resistencia al fuego. Todas las líneas
deben ser tendidas por canalizaciones independientes, no permitiéndose que discurran otro
tipo de líneas en su interior (líneas eléctricas o de telecomunicaciones) para evitar
interferencias en el envío de las señales.

Fig. Esquema representativo de un sistema para el análisis y control de CO


T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
Las conexiones en la central suelen ser fácilmente identificables, con regletas marcadas
generalmente con las letras ZONA, ALARM y VENT para conectar las líneas de detectores, los
sistemas de aviso y los equipos de extracción respectivamente.

El número de detectores por zona debe ser especificado por el fabricante, y es recomendable
que la longitud máxima del cableado de cada zona no supere los 400 metros para una sección
de 1,5 mm2.

Cada ciclo de operación de una central de gas dura aproximadamente un minuto, durante el
99.7 % de ese tiempo la central se limita a alimentar a los detectores, y durante los últimos
200 mseg de cada ciclo se realiza la lectura de la concentración del gas.

Las baterías se deben conectar a la entrada identificada para tal fin. El numero de baterías y la
tensión dependerá del tipo de central, existiendo centrales compactas que ni siquiera admiten
la instalación de baterías.

Las sirenas vienen provistas con dos cables


para realizar la conexión externa. La
potencia acústica suele estar comprendida
entre 85 y 100 dB.

Fig. Conexionado de una central de CO de 2 zonas


T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
Al dimensionar y montar el sistema y realizar las conexiones de los componentes de la
instalación hay que tener muy en cuenta la cobertura máxima de cada detector, si los
detectores tienen polaridad, la altura recomendada de instalación, el número de zonas, el
número máximo de detectores por zona, el número y tipo de avisadores necesarios, la
posibilidad de ventilación en uno o dos niveles y la posibilidad de corte de suministro.

5.1. Simbología e interpretación de planos

En lo que respecta a la simbología para este tipo de instalaciones cabe destacar que no está
muy desarrollada. Los únicos símbolos normalizados asociados alos sistemas de detección de
gases son los indicados en la norma UNE 23032:1983, de seguridad contra incendios, estudiada
en la Unidad anterior.

Para representar de manera más específica el resto de componentes que pueden formar parte
de este tipo de instalaciones puede utilizarse cualquier elemento gráfico representativo
siempre que quede bien definido en la leyenda el plano o esquema.

Fig. Ejemplos de símbolos, no normalizados, que representan detectores de gas

5.2. Ubicación de los detectores de gas

Al dimensionar un sistema electrónico de detección de gas es muy importante determinar el


número y tipo de detectores que deben ser instalados, así como su correcta ubicación. Los
detectores deben instalarse siempre donde se considere que es más probable la concentración
o fuga de un determinado gas, como por ejemplo en aparcamientos subterráneos, túneles,
cocinas, plantas de producción y estaciones de compresión de gas, depósitos de
almacenamiento, locales con calderas, lugares de trabajo en los que sea habitual el uso de
sustancias tóxicas o inflamables, etc.

Una orientación para la correcta instalación de los detectores de gas viene indicada en
la Norma UNE-EN 60079¬29-2:2011 sobre atmósferas explosivas. El Apartado 29-2
trata sobre selección, instalación, uso y mantenimiento de los detectores de gases
inflamables y de oxígeno.
T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
Puesto que no todos los gases presentan las mismas propiedades, la ubicación de los
detectores dependerá de varias consideraciones previas, de las cuales la más determinante es
la densidad relativa.

La densidad relativa de un gas se obtiene al ser comparada con la densidad del aire cuando es
igual a la unidad (1,00 Kg/m3). Por tanto, si la densidad relativa de una sustancia gaseosa es
menor que 1,00 tenderá a elevarse, mientras que si dicha densidad relativa es mayor que 1,00
tenderá a descender.

• Los detectores de gases ligeros (densidad relativa <1,00) deben ser ubicados en una zona
elevada.

• Los detectores de gases pesados (densidad relativa >1,00) deben ser ubicados al nivel del
suelo.

Los detectores de gases cuya densidad relativa sea cercana a la unidad, al tener un
comportamiento parecido al del aire, pueden ubicarse a media altura en función de las
características de la instalación. En la Tabla se exponen las densidades relativas de los gases
tóxicos e inflamables más comunes.

Al realizar la instalación definitiva de los detectores hay que tener en cuenta, además de la
densidad del gas a detectar, una serie de recomendaciones que garanticen su correcto
funcionamiento:

• No instalar los detectores cerca de ventanas o zonas en las que se produzcan corrientes de
aire con frecuencia, como ventanas, puertas, extractores, etcétera.

• No instalar los detectores en espacios cerrados.

• En zonas con buena ventilación pueden montarse detectores específicos en los propios
conductos de ventilación.
T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
• Los detectores no deben ser expuestos a la luz solar directa, ni a condiciones climatológicas
adversas, como la lluvia directa.

• La ubicación del detector debe garantizar que no se produzca acumulación de polvo u otras
sustancias que puedan obstruirlo.

• Los detectores deben estar alejados de zonas de alta presión y zonas donde la temperatura
descienda o sobrepase de sus límites de funcionamiento.

La ubicación del detector debe garantizar la facilidad de acceso para que puedan ser realizadas
las labores de mantenimiento correspondientes.

Deben ser instalados tantos detectores como sean necesarios para garantizar un correcto nivel
de seguridad, siguiendo las recomendaciones del fabricante. El número dependerá de la
superficie a cubrir, de las características de la instalación, de las zonas en las que sean
previsibles las concentraciones y acumulaciones, y de las posibles fuentes de sustancias
gaseosas.

Es muy importante respetar las indicaciones del fabricante para la instalación de


detectores, sobre todo en lo referente a la cobertura máxima de detección (m2) y a la
altura de montaje (m).

Fig. Ejemplo de instalación de detectores dependiendo del tipo de gas (según su densidad relativa)

5.3. Sistemas de montaje de los detectores

Como norma general y para garantizar la seguridad, los detectores de gas deben situarse de
manera que cubran una superficie máxima de 200 m2, reforzando siempre los lugares con una
emisión elevada de gases, peor ventilados o donde se prevean posibles fugas.
T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
Los métodos de instalación de detectores de gas más utilizados en la actualidad son tres:

• Detectores en superficie. Es el sistema de instalación más económico, de fácil montaje y


mantenimiento. Se pueden ubicar sensores en la superficie de techos, muros o incluso postes,
dependiendo del tipo de gas.

• Detectores empotrados. Se colocan dentro de una caja preinstalada en las paredes o los
techos.

• Detectores en conducto. Es un método utilizado en ubicaciones peligrosas o con una


ventilación demasiado elevada.

5.4. Sistemas de montaje de los conductos de ventilación

El sistema de ventilación forzada se basa en uno o varios equipos de extracción que deben
asegurar un flujo de aire eficiente y adecuado al propósito que persigue.

El recorrido del aire exterior, desde la entrada hasta la rejilla de salida más alejada, no debe
ser excesivamente largo para evitar que un aumento progresivo de la concentración de gas
haga superar el límite aceptable o se produzca una estratificación de los gases más ligeros que
el aire en zonas altas del recinto a proteger.
T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
Puesto que la ventilación forzada garantiza que no se produzca una acumulación de los gases
tóxicos o combustibles, su diseño y montaje debe realizarse de manera muy cuidadosa,
siguiendo las recomendaciones que se exponen a continuación:

• Se dispondrá de una abertura de admisión y otra de extracción, como mínimo, por cada 100
m2 de superficie útil.

• Las aberturas de extracción deben estar instaladas a una distancia máxima de 10 m.

• La máquina de extracción debe colocarse aplomada y sujeta al conducto de extracción o a su


revestimiento.

• El sistema de ventilación forzada debe instalarse de manera estable y utilizando elementos


antivibratorios.

• Los empalmes y las conexiones deben ser estancos y estar protegidos para evitar la entrada
o salida de aire en esos puntos.

• Deben realizarse las uniones previstas en el sistema, cuidándose la estanqueidad de sus


juntas.

• La distribución de los conductos se efectuará por el techo del recinto.

• Debe preverse el paso a través de los forjados y otros elementos de partición horizontal de
tal forma que se ejecuten aquellos elementos necesarios para ello, tales como brochales y
zunchos. Los huecos de paso de los forjados deben proporcionar una holgura perimétrica de
20 mm y debe rellenarse dicha holgura con aislante térmico.

• El tramo de conducto correspondiente a cada planta debe apoyarse sobre el forjado inferior
de la misma.

• Las aberturas de extracción conectadas a conductos de extracción deben taparse con los
elementos de protección correspondientes.

Los conductos del sistema de ventilación forzada están generalmente realizados en


chapa galvanizada de sección rectangular. En estos casos deben cumplirse los
requisitos y las especificaciones marcadas en la norma UNE-EN 1507:2007.
T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
6. Mantenimiento y resolución de averías

El mantenimiento y las averías más frecuentes asocia-das a los sistemas electrónicos de


detección de gas son muy similares a los contenidos descritos para los sistemas de detección
de incendio.

Las principales causas de avería en estos sistemas guardan relación con la alimentación
externa e interna, averías en los componentes electrónicos, defectos en las líneas de
transmisión o en sus conexiones, fusibles fundidos como consecuencia de fuertes
sobreintensidades o detectores dañados por la presencia de gases corrosivos, atmósferas
explosivas o por causa natural, al llegar al final de su vida útil.

Las operaciones de mantenimiento periódico que deben realizarse en estos sistemas están
enfocadas a evitar roturas y fallos en el funcionamiento, así como garantizar la estanqueidad y
el calibrado de los elementos.

Las tareas de mantenimiento preventivo más habituales se resumen a continuación:

• Verificar los parámetros de uso y funcionamiento de la central (acceso, limpieza,


alimentación, tensiones de entrada y salida, pilotos, etc).

• Comprobar y controlar la vida útil de los detectores de gas y de incendio.

• Limpiar con frecuencia detectores de gas, siguiendo las indicaciones del fabricante (se
recomienda no manipular aerosoles ni elementos con componentes alcohólicos cerca de los
mismos).

• Realizar pruebas periódicas de funcionamiento del sistema, pulsando el botón de test de la


central, de los indicadores luminosos, de las sirenas y de cada uno de los detectores.

• Probar la buena calibración y el funcionamiento automático de cada sensor, liberando un


poco de gas de forma controlada en sus cercanías.

• Confirmar que las entradas de aire del detector están limpias de polvo o suciedad.

• Revisar periódicamente el filtro de las electroválvulas y comprobar su funcionamiento.

• Sustituir los equipos de detección cuando se encuentren próximos al fin de su vida útil,
especificada por el fabricante.

• Verificar el estado de las baterías de los detectores autónomos y de los detectores


inalámbricos, sustituyéndolas cuando sea necesario.

• Cuando se ubiquen dispositivos infrarrojos de camino abierto, es importante verificar


periódicamente que no hay una obstrucción o un bloqueo permanentes del haz infrarrojo.

• Se recomienda realizar también lavados periódicos de los entornos de formación de


atmósfera explosiva producida por polvo.
T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES

Fig. Aerosol de CO para comprobación de detectores

En lo que respecta a los sistemas de ventilación y extracción, tanto en las instalaciones de


detección electrónica de gases como en las correspondientes a protección de incendios, deben
realizarse de manera obligatoria las operaciones de mantenimiento que se citan en la tabla.

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