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Diferentes tipos de gases nos rodean continuamente. La composición del aire en condiciones
normales (a nivel del mar y con una presión de 1.013 milibares) está formada por una mezcla
de gases cuyas proporciones son las siguientes:
• Otros gases como el neón, metano, helio, hidrógeno, criptón o xenón conforman el
0,0046% restante.
Cualquier variación significativa en estos porcentajes, implica una posible acumulación de gas
nocivo que puede llegar a ser perjudicial tanto para las personas, si el gas es tóxico o hace
disminuir la concentración de oxigeno, como para las propias instalaciones, si existe riesgo de
explosión.
Estos gases tóxicos y explosivos pueden estar presentes en muchas ubicaciones habituales,
tanto en los domicilios particulares, para calentar o cocinar, como al poner en funcionamiento
el motor de un coche. Las combustiones incompletas, una ventilación deficiente, o las fugas
son causas suficientes como para que se generen situaciones de peligro derivadas de las
concentraciones anómalas de un determinado gas en la atmósfera.
T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
Los gases pueden ser más ligeros, más pesados o tener la misma densidad que el aire y pueden
tener olor y color o ser totalmente inodoros e incoloros. Es por este motivo que existe una
gran variedad de detectores de gas diseñados para evitar o advertir de situaciones de riesgo
potencial, y que asociados al sistema electrónico correspondiente, permiten que este pueda
dar respuestas luminosas, acústicas, de corte o de ventilación y extracción.
Estos sistemas electrónicos de detección de gases pueden estar diseñados para medir un solo
gas o para medir varios gases de forma simultánea, con el objetivo de minimizar los incidentes
relacionados con la asfixia y las explosiones.
Las propiedades físicas que comparten todos los gases en lo que se refiere a su velocidad de
expansión, la capacidad de ocupar cualquier tipo de volumen o recinto y la gran facilidad para
mezclarse con cualquier atmósfera en la que hayan sido liberados, provoca que en
determinadas situaciones puedan aparecer concentraciones de gases potencialmente
peligrosas para los bienes y las personas.
Por este motivo, los sistemas de detección electrónica de gas deben cumplir el objetivo de
localizar o evitar uno o varios de los siguientes escenarios de riesgo potencial:
Los diferentes tipos de gases capaces de desencadenar una o varias de las situaciones de
peligro expuestas, se clasifican en las siguientes tres categorías:
b) Gases tóxicos (categoría de riesgo: Tox). Los gases tóxicos son aquellos capaces de
producir en una persona, tanto por contacto como por inhalación, efectos irritantes,
debilitantes e incluso la muerte. Existen gases tóxicos que en circunstancias específicas
pueden llegar a ser inflamables.
c) Gases no Inflamables no tóxicos (categoría de riesgo: Ox). Son gases que diluyen,
desplazan o sustituyen el oxígeno presente en el aire en condiciones normales,
pudiendo provocar la muerte por asfixia.
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Se denomina atmósfera explosiva a toda mezcla de aire y sustancias inflamables capaces
de desencadenar o propagar una ignición. Se hace referencia a este tipo de atmósferas
utilizando el acrónimo ATEX.
La relación entre el valor porcentual y las partes por millón es: 1 % volumen = 10 000 ppm
Existen además, otras dos variables asociadas exclusivamente a las concentraciones de gases
inflamables combustibles, denominadas límites de explosividad, que indican el rango de
concentración en el que veden formar atmósferas explosivas.
Por encima de 3.000 ppm el riesgo de muerte se produce en menos de 1 hora de exposición y
en torno a 12.000 ppm la muerte es instantánea. En concentraciones más elevadas puede
llegar a crear atmósferas inflamables.
El CO es un gas muy peligroso dado que puede causar la muerte de la persona que lo
respira sin que esta se dé cuenta, al caer en un estado de adormecimiento que no da
sensación de ahogo ni de asfixia. Por este motivo, esta situación de riesgo se conoce
comúnmente como la muerte dulce.
Al tratarse de un gas imperceptible para los humanos, resulta necesario instalar sistemas de
ventilación o dispositivos de detección de CO en ubicaciones en las que sea probable su
acumulación, como por ejemplo en garajes, cocinas y en las cercanías de estufas, calefactores
y chimeneas de leña o carbón, calderas, etc.
Oxígeno
Conocer el porcentaje de oxigeno que existe en un de-terminado ambiente es de vital
importancia, puesto que existen dos situaciones de riesgo asociadas a las concentraciones
anómalas de oxigeno:
Existe un gran número de gases con propiedades inflamables capaces de generar atmósferas
explosivas. De entre todos ellos, los más habituales en entornos industriales, domésticos y
laborales son el butano, el propano, el metano y el hidrógeno.
La tabla muestra los límites de concentración de inflamabilidad de una atmósfera de aire para
dichos gases.
Al hacer referencia a gases combustibles o explosivos, se utilizan las siglas LEL para indicar el
límite inferior de explosividad, y las siglas UEL para indicar el límite superior de explosividad.
T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
De la tabla se puede obtener el valor porcentual de concentración que debe detectar un
sensor de gas para advertir de una atmósfera explosiva. Sin embargo, la mayoría de los
sistemas de detección electrónica de gas son diseñados y configurados para actuar únicamente
cuando se sobrepasa el límite inferior de explosividad, independientemente del valor del límite
superior, evitando así cualquier situación de riesgo potencial.
Es necesario recordar que los gases con propiedades inflamables no tienen por qué ser tóxicos
para las personas, pero pueden causar la muerte por asfixia al desplazar el oxígeno presente
en el ambiente.
Estos dispositivos pueden trabajar de manera autónoma o estar interconectados con una
central de alarmas, y en ocasiones son diseñados para realizar la detección de varios tipos de
gases. En cualquier caso, los niveles de concentración que se deben detectar variarán en
función del fin previsto y de las posibles situaciones de peligro asociadas al gas en cuestión.
El estudio de los diferentes equipos para la detección de gas puede realizarse atendiendo a su
modo de funcionamiento, al tipo de gas que perciben y a la técnica de detección utilizada.
T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
2.1. Tipos de detectores de gases
Resulta posible encontrar detectores para aplicaciones muy diversas cuya clasificación
satisface las distintas necesidades para las que son diseñados y comercializados. Dicha
clasificación puede establecerse atendiendo a dos criterios fundamentales:
• Modo de funcionamiento.
Estos detectores no indican el valor exacto de la concentración del gas en el ambiente, pero en
ocasiones sí permiten variar y ajustar su sensibilidad.
Lo más usual es que funcionen con pilas o baterías (entre 12 y 48 VCC), aunque pueden estar
conectados a la red eléctrica convencional si disponen de una fuente de alimentación interna
que les proporcione la tensión de funcionamiento.
Fig. Detector de gas autónomo. Este tipo de detectores son también conocidos como domésticos.
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b) Detectores no autónomos. Son aquellos que forman parte de un sistema de seguridad
electrónica completo, con central de alarmas y actuadores asociados. De esta manera se
pueden ajustar las condiciones de actuación, como la sensibilidad de detección. Las
posibilidades de respuesta son mucho mayores que en el caso de los detectores autónomos,
pudiendo configurar el sistema para activar alarmas, cerrar electroválvulas, conectar los
equipos de extracción y ventilación forzada, etc.
Cabe destacar que no todos los gases tienen las mismas propiedades. Los gases que tienen
más densidad que el aire tienden a descender hasta el nivel del suelo, mientras que los gases
que tienen menos densidad que el aire tienden a acumularse en los techos y zonas más
elevadas. Por ejemplo, el gas natural (derivado del metano) es más ligero que el aire y en caso
de fuga tiende a salir al exterior por las rejillas de ventilación, mientras que el gas butano o el
gas propano tienen más densidad que el aire y se acumulan en las zonas más bajas.
Es por este motivo que resulta imprescindible seleccionar el dispositivo más adecuado y
realizar su montaje en la ubicación apropiada teniendo siempre en cuenta las propiedades del
tipo de gas a detectar.
Fig. Detector de CO
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2.2. Técnicas de detección de gases
Dado que la gran mayoría de los gases son particularmente difíciles de detectar, ya que en
muchos casos no poseen olor ni color característicos, se han desarrollado sensores basados en
diferentes principios de detección que utilizan técnicas muy avanzadas para advertir de
situaciones potencialmente peligrosas derivadas de la concentración o fuga de gases nocivos.
El principio de funcionamiento de los detectores de gas actuales puede estar basado en una de
las siguientes técnicas de detección:
Detección catalítica
Se utiliza en sensores de gas combustible de bajo coste. Su funcionamiento está basado en la
combustión del gas presente en el ambiente sobre la capa exterior catalizadora del detector,
que al desprender calor incrementa la temperatura de un pequeño elemento denominado
perla y altera la resistencia de una bobina de alambre interna. A partir de este valor de la
resistencia se puede obtener el nivel de concentración del gas en el entorno cercano.
Detección electroquímica
La detección electroquímica basa su funcionamiento en varios electrodos sumergidos en un
electrolito. El gas penetra en el interior del detector a través de una barrera de difusión y
reacciona con la superficie del electrodo activo. Esta reacción química produce una diferencia
de potencial que establece una corriente interna, siendo su magnitud proporcional al nivel de
concentración del gas en cuestión.
Esta técnica es utilizada para la detección de la mayoría de los gases tóxicos, ya que el sensor
puede ser más o menos específico, variando el tipo de electrodo y electrolito utilizado o
incorporando filtros en la barrera de entrada. La principal desventaja de la detección
electroquímica es su bajo rendimiento en ambientes con altas concentraciones de oxígeno.
Algunos detectores de gas deben ser calibrados dependiendo del tipo de ambiente en el
que vayan a ser instalados. Esta calibración debe ser realizada lo mejor posible en las
condiciones esperadas durante el funcionamiento.
Detección infrarroja
El principio de funcionamiento de esta técnica de detección consiste en proyectar dos señales
de luz correspondiente a la zona infrarroja del espectro electromagnético sobre una mezcla de
gas combustible.
Una de las ondas de luz será la de referencia, mientras que la otra se ajustará al tipo de gas en
cuestión, puesto que los gases combustibles tienen la capacidad de absorber este tipo de
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emisiones. El detector establecerá el nivel de concentración del gas comparando las
diferencias de amplitud entre ambas seña-les luminosas.
Los sensores basados en la técnica de detección infrarroja son muy robustos ante factores
ambientales externos, requieren un mantenimiento mínimo y su velocidad de respuesta es
muy elevada, pero únicamente pueden detectar gases cuyas moléculas sean diatómicas
(formadas por dos átomos).
El hidrógeno no puede ser detectado mediante sensores que utilicen como principio de
funcionamiento la tecnología infrarroja, puesto que solo es válida para gases cuyas
moléculas estén compuestas por dos átomos.
Los detectores de gas basados en tecnología infrarroja pueden ser de dos tipos:
• Por punto infrarrojo. Detector que emite radiación infrarroja de manera puntual a
través de un diodo láser y procesa digitalmente la información. El consumo de energía
es muy elevado en comparación con otras técnicas de detección.
• De camino abierto. Detector de alto coste que emite un haz infrarrojo muy amplio
capaz de cubrir distancias y superficies de varios cientos de metros.
Los detectores basados en la tecnología por semiconductor son muy simples y resistentes. Son
utiliza-dos generalmente para entornos domésticos, puesto que no presentan gran precisión
para la detección de gases específicos, son lentos en la respuesta y se pueden ver muy
afectados por variables atmosféricas como la humedad y la temperatura. Los gases capaces de
activar este tipo de detectores son el hidrógeno, los óxidos de carbono y nitrógeno, el butano,
el metano y, en general, cualquier gas inorgánico susceptible de oxidación.
Los sensores basados en esta técnica pueden ser utilizados para la detección de gases cuya
conductividad térmica sea distinta a la del aire (metano, butano, dióxido de carbono,
hidrógeno, etcétera). Sin embargo, los gases con conductividades térmicas próximas a las del
aire no pueden ser detectados, como en el caso del monóxido de carbono.
Una de las principales ventajas que presenta este tipo de detección es la evidencia
permanente (mancha sobre el papel) de que se ha producido una concentración de gas
peligroso aun cuando esta situación haya desaparecido, por lo que puede ser también utilizada
como medio para la recogida de muestras.
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3. ACTUADORES ASOCIADOS A LA DETECCIÓN DE GAS
Los actuadores asociados a los sistemas electrónicos de detección de gas son los dispositivos
que reciben las señales procedentes de la central (o de los propios detectores cuando son
autónomos) y ejecutan las acciones para las que han sido configurados.
Los principales actuadores que pueden formar parte de este tipo de instalaciones son los
dispositivos de aviso y señalización acústica y luminosa, los dispositivos de corte de suministro
y los sistemas de ventilación forzada y extracción.
Gran parte de los gases combustibles son incoloros e inodoros, lo que los hace
prácticamente indetectables para una persona. Por este motivo se ha aportado olor a
algunos de estos gases, de manera que puedan identificarse las posibles fugas.
• Led de alarma. Es de color rojo y se activa cuando se produce una concentración peligrosa
del gas a detectar.
Fig. Electroválvulas
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3.3. Sistemas de ventilación forzada y extracción
En los sistemas más completos, cuando se alcanzan valores de la concentración considerados
inadecuados o peligrosos, tanto de sustancias gaseosas tóxicas como inflamables, resulta
posible poner en funcionamiento los aspiradores mecánicos del sistema de extracción de
manera que el gas sea evacuado por los conductos de ventilación y su concentración en la
mezcla disminuya hasta unos niveles aceptables.
En las instalaciones donde se utilizan este tipo de actuadores, resulta muy útil, y en algunos
casos, obligatorio, disponer de dos extractores independientes por planta, de manera que si se
produce una avería en uno de ellos el caudal de ventilación pueda mantenerse activo.
EJEMPLO
Calcula el volumen de ventilación o caudal, en m3/h, que debe existir en un garaje subterráneo
cuya única planta tiene una superficie de 560 m2, de manera que quede garantizada una
renovación mínima del aire de 15 m3/h x m2.
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El volumen de ventilación se obtiene multiplicando la renovación mínima de aire por la
superficie de la instalación:
Las centrales, estando en posición automática, controlan en todo momento las líneas de
conexión con los detectores, de manera que cualquier anomalía se refleja inmediatamente por
medios ópticos y acústicos, activando cuando sean necesarios los dispositivos de corte de
suministro o los sistemas de ventilación forzada.
Los parámetros más relevantes a la hora de escoger una central de detección de gas adecuada
son los siguientes:
El número de detectores que se conectan a una central depende de la superficie a vigilar, del
tipo de gas y de las características técnicas de la propia central. Pueden encontrarse en el
mercado centrales compactas de 1 zona, centrales estándar de 2, 3, 4, 6, 8 o 16 zonas e,
incluso, centrales que pueden llegar a supervisar hasta 200 zonas si se usan tarjetas de
expansión y unidades remotas adecuadas.
Los componentes internos que conforman una central de este tipo son los necesarios para
analizar la concentración de gases y enviar las respuestas necesarias en cada caso, así como
para suministrar la tensión de funcionamiento a todos los dispositivos conectados a la misma.
Las centrales de gas suelen estar provistas con:
• Display numérico por zona que señala permanentemente el máximo nivel de concentración
de gas que se está detectando.
- Led verde. Indica que el sistema está operativo, o que se ha activado el relé de
ventilación.
- Led ámbar. Indica una avería o una irregularidad en la línea de detección o que se ha
superado el nivel de ventilación.
Cuando la instalación dispone de dos grupos de extractores por sector, las centrales se
programan para que en el primer nivel entre uno y, solo si es necesario, entre el segundo. Si
con los dos grupos funcionando se alcanzaran niveles de riesgo (Nivel 3), la central activaría los
sistemas de evacuación.
Presentan una configuración por zonas, denominadas canales, que indica el número y tipo de
detectores que pueden ser conectados la central. Permiten establecer diferentes rangos de
medida para cada uno de los canales, en función de tres parámetros:
Los niveles de concentración que se van a detectar varían según el fin previsto, ya sea la
seguridad ocupacional o la detección de fugas de gas. Por ejemplo, para la detección de gas
natural suele establecerse un límite de concentración de 5.000 ppm, mientras que para la
detección de butano suele establecerse un límite de concentración de 2.000 ppm.
La mayoría de los sistemas electrónicos de detección de gas presentan una estructura basada
en zonas, donde cada zona de detección está constituida por una línea de 2 hilos de entre 0,5
mm2 y 1,5 mm2 de sección, a través de la cual se alimentan los detectores y se leen las
concentraciones de gas.
El cableado debe ser resistente a cualquier daño mecánico, y en caso de instalación con riesgo
de incendio o explosión deberá presentar una adecuada resistencia al fuego. Todas las líneas
deben ser tendidas por canalizaciones independientes, no permitiéndose que discurran otro
tipo de líneas en su interior (líneas eléctricas o de telecomunicaciones) para evitar
interferencias en el envío de las señales.
El número de detectores por zona debe ser especificado por el fabricante, y es recomendable
que la longitud máxima del cableado de cada zona no supere los 400 metros para una sección
de 1,5 mm2.
Cada ciclo de operación de una central de gas dura aproximadamente un minuto, durante el
99.7 % de ese tiempo la central se limita a alimentar a los detectores, y durante los últimos
200 mseg de cada ciclo se realiza la lectura de la concentración del gas.
Las baterías se deben conectar a la entrada identificada para tal fin. El numero de baterías y la
tensión dependerá del tipo de central, existiendo centrales compactas que ni siquiera admiten
la instalación de baterías.
En lo que respecta a la simbología para este tipo de instalaciones cabe destacar que no está
muy desarrollada. Los únicos símbolos normalizados asociados alos sistemas de detección de
gases son los indicados en la norma UNE 23032:1983, de seguridad contra incendios, estudiada
en la Unidad anterior.
Para representar de manera más específica el resto de componentes que pueden formar parte
de este tipo de instalaciones puede utilizarse cualquier elemento gráfico representativo
siempre que quede bien definido en la leyenda el plano o esquema.
Una orientación para la correcta instalación de los detectores de gas viene indicada en
la Norma UNE-EN 60079¬29-2:2011 sobre atmósferas explosivas. El Apartado 29-2
trata sobre selección, instalación, uso y mantenimiento de los detectores de gases
inflamables y de oxígeno.
T4 – SISTEMAS ELECTRÓNICOS DE DETECCIÓN DE GASES
Puesto que no todos los gases presentan las mismas propiedades, la ubicación de los
detectores dependerá de varias consideraciones previas, de las cuales la más determinante es
la densidad relativa.
La densidad relativa de un gas se obtiene al ser comparada con la densidad del aire cuando es
igual a la unidad (1,00 Kg/m3). Por tanto, si la densidad relativa de una sustancia gaseosa es
menor que 1,00 tenderá a elevarse, mientras que si dicha densidad relativa es mayor que 1,00
tenderá a descender.
• Los detectores de gases ligeros (densidad relativa <1,00) deben ser ubicados en una zona
elevada.
• Los detectores de gases pesados (densidad relativa >1,00) deben ser ubicados al nivel del
suelo.
Los detectores de gases cuya densidad relativa sea cercana a la unidad, al tener un
comportamiento parecido al del aire, pueden ubicarse a media altura en función de las
características de la instalación. En la Tabla se exponen las densidades relativas de los gases
tóxicos e inflamables más comunes.
Al realizar la instalación definitiva de los detectores hay que tener en cuenta, además de la
densidad del gas a detectar, una serie de recomendaciones que garanticen su correcto
funcionamiento:
• No instalar los detectores cerca de ventanas o zonas en las que se produzcan corrientes de
aire con frecuencia, como ventanas, puertas, extractores, etcétera.
• En zonas con buena ventilación pueden montarse detectores específicos en los propios
conductos de ventilación.
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• Los detectores no deben ser expuestos a la luz solar directa, ni a condiciones climatológicas
adversas, como la lluvia directa.
• La ubicación del detector debe garantizar que no se produzca acumulación de polvo u otras
sustancias que puedan obstruirlo.
• Los detectores deben estar alejados de zonas de alta presión y zonas donde la temperatura
descienda o sobrepase de sus límites de funcionamiento.
La ubicación del detector debe garantizar la facilidad de acceso para que puedan ser realizadas
las labores de mantenimiento correspondientes.
Deben ser instalados tantos detectores como sean necesarios para garantizar un correcto nivel
de seguridad, siguiendo las recomendaciones del fabricante. El número dependerá de la
superficie a cubrir, de las características de la instalación, de las zonas en las que sean
previsibles las concentraciones y acumulaciones, y de las posibles fuentes de sustancias
gaseosas.
Fig. Ejemplo de instalación de detectores dependiendo del tipo de gas (según su densidad relativa)
Como norma general y para garantizar la seguridad, los detectores de gas deben situarse de
manera que cubran una superficie máxima de 200 m2, reforzando siempre los lugares con una
emisión elevada de gases, peor ventilados o donde se prevean posibles fugas.
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Los métodos de instalación de detectores de gas más utilizados en la actualidad son tres:
• Detectores empotrados. Se colocan dentro de una caja preinstalada en las paredes o los
techos.
El sistema de ventilación forzada se basa en uno o varios equipos de extracción que deben
asegurar un flujo de aire eficiente y adecuado al propósito que persigue.
El recorrido del aire exterior, desde la entrada hasta la rejilla de salida más alejada, no debe
ser excesivamente largo para evitar que un aumento progresivo de la concentración de gas
haga superar el límite aceptable o se produzca una estratificación de los gases más ligeros que
el aire en zonas altas del recinto a proteger.
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Puesto que la ventilación forzada garantiza que no se produzca una acumulación de los gases
tóxicos o combustibles, su diseño y montaje debe realizarse de manera muy cuidadosa,
siguiendo las recomendaciones que se exponen a continuación:
• Se dispondrá de una abertura de admisión y otra de extracción, como mínimo, por cada 100
m2 de superficie útil.
• Los empalmes y las conexiones deben ser estancos y estar protegidos para evitar la entrada
o salida de aire en esos puntos.
• Debe preverse el paso a través de los forjados y otros elementos de partición horizontal de
tal forma que se ejecuten aquellos elementos necesarios para ello, tales como brochales y
zunchos. Los huecos de paso de los forjados deben proporcionar una holgura perimétrica de
20 mm y debe rellenarse dicha holgura con aislante térmico.
• El tramo de conducto correspondiente a cada planta debe apoyarse sobre el forjado inferior
de la misma.
• Las aberturas de extracción conectadas a conductos de extracción deben taparse con los
elementos de protección correspondientes.
Las principales causas de avería en estos sistemas guardan relación con la alimentación
externa e interna, averías en los componentes electrónicos, defectos en las líneas de
transmisión o en sus conexiones, fusibles fundidos como consecuencia de fuertes
sobreintensidades o detectores dañados por la presencia de gases corrosivos, atmósferas
explosivas o por causa natural, al llegar al final de su vida útil.
Las operaciones de mantenimiento periódico que deben realizarse en estos sistemas están
enfocadas a evitar roturas y fallos en el funcionamiento, así como garantizar la estanqueidad y
el calibrado de los elementos.
• Limpiar con frecuencia detectores de gas, siguiendo las indicaciones del fabricante (se
recomienda no manipular aerosoles ni elementos con componentes alcohólicos cerca de los
mismos).
• Confirmar que las entradas de aire del detector están limpias de polvo o suciedad.
• Sustituir los equipos de detección cuando se encuentren próximos al fin de su vida útil,
especificada por el fabricante.