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Causa y Efecto

Por Hugo P. Hubbard

Hay un axioma en filosofía y ciencias, aceptado universalmente, que dice que no hay efecto
sin causa, e inversamente, que no hay causa sin efecto: La primera de estas dos
declaraciones es bastante obvia: que no puede haber efecto sin alguna causa motivante.
Pero la segunda declaración hacer surgir una pregunta en nuestra mente: ¨¿Puede existir
una causa sin un efecto? Podemos decir que la gravedad acasiona una catarata cuando un
lago o río se encuentra a un nivel más alto que el terreno circundante, pero que hay casos
en que se llenan estas condiciones, y no hay catarata: La respuesta es que existe el poder
necesario para producir una cascada, pero ese poder no está en juego. Debe haber una
abertura en lugar apropiado del borde del lago de modo que el agua pueda salir y hacer
posible que la gravedad ponga su poder en movimiento. Entonces, y solamente entonces, se
manifestará el efecto: Podemos, pues, decir, que la causa no es únicamente el poder de
hacer una cosa, sino que es un poder puesto en juego.

Por tanto, y entendido bajo esta luz, no puede existir una causa sin su efecto. Ahora bien,
se acepta universalmente que Dios, aunque sea concebido de diversas maneras por varios
credos y pueblos, es la Causa y Principio del Hombre y de todo el Universo. Por lo tanto, el
hombre está seguro, aún sin medios de prueba experimental o científica, de que este Dios
es su creador, ya sea El una personalidad de acuerdo con las creencias ortodoxas, o una
entidad espiritual o el agregado impersonal de la Ley natural y espiritual. El hombre está
seguro de esto, primero, a través de su sentido intuitivo, y segundo, a través de la razón y
la meditación espiritual.

Causa y efecto; como Jesús lo dijo: "Yo soy la "Vid" y vosotros las ramas". Dios y el Hombre
son tan inseparables como la causa y el efecto o la vid y las ramas. Una de las más
importantes funciones del efecto es hacernos conscientes de la causa. La causa es una cosa
invisible, mientras que el efecto es la manifestación corpórea o visible de aquellas. Si no
fuera por el efecto y el poder de razonar, jamás seríamos conscientes de ninguna causa.
Con exepción de unos cuantos casos discutibles, los animales no razonan. De aquí que no
sepan la causa, y vivan solamente en el mundo de los efectos. Pero el hombre sí piensa y
actúa inteligentemente, vive en ambos mundos, el de las causas y el de los efectos. Y
cuando el motivo del hombre es recto, puede cambiar los efectos desfavorables de su vida y
el medio, poniendo en movimiento diferentes causas. Hago notar que no dije "el hombre
puede cambiar las causas", pues Dios, Causa, Principio, es inmutable. Pero diferentes
causas pueden ser puestas en acción para llevar a cabo diferentes efectos. Juntamante del
mismo modo que podemos impedir que la gravedad forme la catarata en el borde del lago,
tapando la salida e instalando una bomba que al funcionar haga el efecto contrario y suba el
agua en la ladera de la colina a un nivel más alto. En este caso no cambiamos la ley de la
gravitación, ni nos separamos de ella; solamente aplicamos una ley o causa diferente y
producimos un efecto diferente.

Vemos entonces cuán inútil sería implorar a Dios que suspenda la ley de la gravedad porque
necesitamos que nuestro lago suba en vez de bajar. Nosotros no haríamos semejante
tontería; pero hacemos cosas igualmente tontas cuando pedimos erradamente algo
concerniente a Leyes que ignoramos. Cuando deseamos ejecutar en el mundo físico algo
que esté más allá de nuestro conocimiento presente, no pedimos a las leyes científicas que
lo hagan. En vez de ello, vamos a los libros que enseñan dicha leyes y aprendemos su
empleo, de modo que podamos aplicar las causas correctas para llevar a cabo así los
efectos deseados.

Analogías
"Lo que está en el cielo es como lo que está en la tierra" o inversamente, lo que está en el
reino físico, es como lo que está en el reino espiritual; debemos obtener y leer libros y
artículos que expliquen las Leyes del Espíritu, si queremos aplicarlas para llevar a cabo los
efectos deseados en nuestra vida cotidiana. Las ideas son emanaciones de Dios; son
inspiradoras y creadoras; ellas son la causa. Los pensamientos son efectos, son cambiantes,
y dependen de la idea (causa) que nos llega por inspiración y nos trae pensamientos con
relación a esas ideas.

Se ha dicho que Dios y sus creaciones son una sola y misma cosa. En un sentido, esto es
verdad, pero necesita una explicación. Estando el Hombre hecho a imagen de Dios, es como
El; por consiguiente, el hombre tiene dentro de sí mismo, individualmente, la causa y el
efecto. La causa u hombre real, decimos, es el Ego; mientras que el efecto está expresado
por medio de su cuerpo físico. La causa es invisible, el efecto es visible. Durante siglos,
nuestros ojos han sido lo bastante torpes y crédulos para creer que el cuerpo o efecto
muere; pero nos adherimos tenazmente al principio de que la causa u hombre real es
eterno, pues decimos que somos creados a su imagen y semejanza. De aquí que, puesto
que el Ego o causa del hombre nunca muere, el efecto o cuerpo debe continuar
reapareciendo de tiempo en tiempo hasta que él vea que es un error creer en la enfermedad
y la muerte. Entonces, él demostrará la Vida Eterna y tendrá dominio sobre su cuerpo
carnal y lo hará que aparezca y desaparezca a voluntad para su mejor empleo, justamente
como lo dijo Jesús: "Cosas más grandes que éstas haréis". Es tiempo de que estemos
ocupados y lleguemos más cerca de lo que El hizo, antes de que podamos hacer cosas aún
más grandes.

Así diremos en lo que concierne al hombre, que su causa y efecto parecen separados tanto
como él abriga esta falsa creencia. Sin embargo, es solamente una creencia, y cuando sus
ojos se espiritualicen, él verá que jamás hay ninguna separación. Dios y su creación por lo
tanto, no pueden estar separados en pensamiento, ni en situación, puesto que ambos son
infinitos y habrán de ser coincidentes. Si ellos ocuparan lugares separados, nunca serían
infinitos.

Conclusiones

Considerando todo esto, llegamos entonces a estas conclusiones ineludibles: primero, que el
hombre es inseparable de Dios; y segundo, que el Hombre y el universo contituyen la
expresión física o "cuerpo" de Dios; justamente como el cuerpo del hombre compuesto de
billones de celdillas constituye la expresión física del ego del hombre.

Ahora bien, puesto que por definición sabemos que Dios es Bueno, que es Ley, Principio,
Amor, Vida, y que es Omnisciente, Todopoderoso, y Omnipresente, vemos como el "derecho
de nacimiento" del hombre lo dotó con esos mismos atributos en cuanta expresión invoque
él para su uso.

Afirmemos que nosotros somos estas cosas, y hagámoslas sentir por nosotros mismos, y así
nosotros las tendremos.

Este artículo fue publicado por primera vez en la revista "El Rosacruz" Vol. I No.6 Editado en
Julio de 1948

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