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HISTORIA TRADICIONAL ROSACRUZ

Magister Rosae Crucis


Debemos comenzar por precisar que cuando examinamos la historia tradicional de la
Rosa-Cruz, siempre es necesario recordar que conlleva dos aspectos. El primero, se
refiere a las leyendas y relatos alegóricos que los rosacruces se han transmitido
oralmente entre sí en el transcurso de los siglos. El segundo está constituido por la
exposición cronológica de acontecimientos refrendados por documentos existentes en
los archivos. En el curso de los tres últimos siglos son muy raras las obras consagradas
al esoterismo, al misticismo y a la historia, que no mencionen la existencia de la Orden
de la Rosa-Cruz y la influencia que ésta ha ejercido en el curso del tiempo. Siempre ha
sido objeto de numerosos estudios y muchos autores contemporáneos continúan
interesándose por su pasado tradicional e iniciático. En nuestros días, a excepción de
ciertas obras de referencia que se contentan con reproducir información errónea o
voluntariamente tendenciosa, la mayor parte de las enciclopedias y de los diccionarios
dan información aceptable sobre ella.
Desde el punto de vista histórico y tradicional, la Orden Rosacruz se remonta a las
escuelas de los misterios del antiguo Egipto. En estas escuelas, los místicos iluminados
se reunían regularmente para estudiar los misterios de la existencia. Es precisamente por
esta razón por la que se denominaban "escuelas de los misterios". Estas reagrupaban a
todos los investigadores que aspiraban a una mejor comprensión de las leyes naturales y
universales. En este sentido, la palabra "misterios" en la Antigüedad, es decir, en los
tiempos de las antiguas civilizaciones egipcia, griega y romana, no tenía el significado
que se le da hoy. No se aplicaba a lo misterioso, a lo fantástico o a lo extraño; sino que
más bien designaba cierta gnosis, una sabiduría secreta.

LAS ESCUELAS DE LOS MISTERIOS

En Egipto, una de las primeras escuelas de los misterios fue la escuela osiríaca. Sus
enseñanzas se referían a la vida, a la muerte y a la resurrección del dios Osiris,
presentadas bajo la forma de piezas teatrales o, para ser más exactos, de dramas rituales.
Sólo las personas que daban prueba de un deseo sincero de conocimiento eran
reconocidas como dignas de ser admitidas en los mitos osiríacos. En el transcurso de los
siglos, las escuelas de los misterios añadieron una dimensión aún más iniciática al saber

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que transmitían. Sus trabajos místicos tomaron entonces un carácter más hermético y se
celebraron exclusivamente en los numerosos templo s que habían sido construidos con
ese fin. Entre los más prestigiosos de Egipto, la tradición rosacruz nos informa que las
grandes pirámides de Gizeh eran las más sagradas a los ojos de los iniciados. Así, en
contra de lo que afirman los historiadores, estas pirámides no han servido jamás de
tumba a faraón alguno. Eran lugar de estudio y de iniciación mística.

Las iniciaciones de los misterios egipcios comprendían una fase final, en la cual el
candidato pasaba por la experiencia de una muerte simbólica. Tendido en el sarcófago y
mantenido mediante procedimientos místicos en un estado de consciencia especial, se le
hacía experimentar una separación momentánea entre su cuerpo y su alma. Esta
separación tenía por objeto mostrarle que él era un ser doble.
A partir de ese momento, éste hacía la promesa solemne de consagrar toda su existencia
al misticismo, ya que había adquirido la certeza interior de que el objetivo de la vida
humana era el de evolucionar hacia la perfección del alma a través de encarnaciones
terrenales. Una vez hecha la promesa, se le instruía gradualmente en las enseñanzas más
esotéricas que mortal alguno pudiera recibir. Una mínima parte de éstas enseñanzas
quedaron grabadas en las paredes de los templos o se plasmaron en algunos papiros;
pero la mayoría fue secretamente transmitida de boca en boca.

LOS FARAONES MISTICOS

Fue el faraón Tutmosis III (1504-1447 A.C.) quien reagrupó a los iniciados en una sola
fraternidad, conocida bajo el nombre tradicional de "Gran Fraternidad Blanca", en e1
momento actual Orden Rosacruz perpetúa sus reglas y fundamentos. En el curso de una
ceremonia en la cual los KHERI_HEBS le designaron para suceder a su padre en el
trono de Egipto, este faraón vivió una experiencia mística que mostraba que estaba
cualificado para llegar a ser Gran Maestro de la fraternidad secreta. La tradición
rosacruz nos informa que, en efecto, en aquella ocasión se sintió "elevado" a los cielos y
dió prueba de que había sido cósmicamente elegido para asumir esta función. Gracias a
las reglas establecidas por Tutmosis III, esta fraternidad -cuyos miembros operaban en
diversas escuelas de misterios, cada una con sus propias reglas-, se convirtió
verdaderamente en una Orden mística regida por un código único.

Unos setenta años más tarde nacía el faraón Amenhotep IV en el palacio real de Tebas.
Llegaría a ser el hombre más iluminado de su época. Admitido muy pronto en la Orden
secreta, se sintió tan profundamente influido por sus enseñanzas que abandonó su
antiguo nombre y lo cambió por el de "Aken-Atón". En Egipto fue el alma de una
verdadera revolución en materia de religión, arte y cultura. Desafiando al clero del dios
Amón, proclamó por vez primera que no existe más que un solo Dios, y esto en una
época en la que el politeísmo estaba extendido por toda 1a superficie de la Tierra. Este
faraón consagró toda su existencia a luchar contra las tinieblas de la ignorancia y a
promover las ideas místicas de la Orden. Poco tiempo después de su muerte, acaecida en
el 1350 a.C., el poderoso clero de Tebas restauró el culto de Amón, si bien la obra del
faraón fallecido ya formaba parte de la historia. . .

EXPANSION DE LA ORDEN EN OCCIDENTE

Algunos siglos más tarde, determinados filósofos griegos se presentaron en Egipto para
ser iniciados en los misterios de la Orden. De esta forma sabios griegos como Tales y

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Pitágoras (del siglo VI a.C.) fueron admitidos para participar de la gnosis secreta. Al
volver a su país, transmitieron al mundo occidental el avanzado conocimiento que
habían recibido. Fue en época del emperador Carlomagno (742-814 d.C.) cuando
gracias al filósofo Arnaud, la Orden fue introducida en Francia.
Más tarde se estableció en Alemania, Inglaterra y en los Países Bajos. Durante los siglos
en que la libertad de conciencia brilló por su ausencia, la Orden tuvo que enmascararse
bajo diversos nombres. Sin embargo, en todas las épocas y en todos los países, jamás
cesó sus actividades. Así se perpetuaron sus ideales y sus enseñanzas participando,
directa o indirectamente, en el progreso de las artes, las ciencias y la civilización en
general; propugnando siempre por la igualdad de los sexos y una verdadera fraternidad
entre los hombres.

UN RESURGIMIENTO CICLICO

Fue en el siglo XVII cuando la Orden alcanzó su máximo renombre gracias a la


publicación y gran difusión de un manifiesto titulado "Fama Fraternitatis", cuya
paternidad se ha atribuido equivocadamente a Valentín Andreae (1586-1654). Este
manifiesto en realidad constituía uno de los elementos preparatorios para el
resurgimiento cíclico de la Ordcn, conforme a la ley por la que se regía, y según la cual,
después de un período de actividad de 108 años, desaparecía en un período equivalente
de reposo, para retomar 108 años más tarde sus actividades públicas de nuevo. Fue
precisamente en el transcurso de este período de resurgimiento cuando la Orden empezó
a conocerse oficialmente como Orden de la Rosa-Cruz.

En 1693, bajo la dirección del Gran Maestro Johannes Kelpius (1673-1708), colonos
rosacruces venidos de todos los países de Europa embarcaron hacia el Nuevo Mundo a
bordo, del "Sarah María" . A comienzos de 1694, desembarcaron en Filadelfia
estableciéndose allí. Años más tarde, algunos de ellos se trasladaron al oeste de
Pennsylvania, en donde fundaron una nueva colonia. Después de haber creado su propia
imprenta, editaron gran número de obras maestras de la literatura mística, y gracias a
estos rosacruces europeos las enseñanzas de la auténtica rosacruz fueron introducidas en
América. Así mismo, bajo su impulso, nacieron numerosas instituciones americanas, y
el mundo de las ciencias y de las artes conoció un auge sin precedentes en los EE.UU.
Personajes históricos eminentes como Benjamín Franklin (1706-1790) y Thomas
Jefferson (1743-1826) estuvieron en estrecho contacto con la obra de estos rosacruces.

EL CICLO PASADO DE A.M.O.R.C. Y LA C.R.C.

De acuerdo a las reglas previamente establecidas, en 1801 la Orden entró en los EE.UU.
en un período de silencio, aunque continuaba muy activa en Francia, Alemania,
Inglaterra, Suiza, Rusia, España y en Oriente. En 1909 el Dr. Spencer Lewis vino a
Francia con el fin de ser instruido en la Orden de la Rosa-Cruz. Durante varios años
estudió metafísica y esoterismo. Después de someterse a diversos exámenes y pruebas,
fue autorizado a entrevistarse con uno de los responsables franceses de la Orden. Poco
tiempo después de este encuentro, fue iniciado en Toulouse y encargado oficialmente de
preparar el resurgimiento de la Orden de la Rosa-Cruz en América.

Cuando todo estuvo listo para este resurgir, apareció el primer manifiesto público en los
EE.UU. que anunciaba el nuevo ciclo de actividades de la Orden, que desde entonces,

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fue designada bajo el apelativo de " Antigua y Mística Orden de la Rosa-Cruz"
(A.M.O.R.C.). Nombrado Imperator por el Consejo Supremo de los EE.UU., el frater H.
Spencer Lewis llevó su misión a buen puerto y perpetuó el conocimiento tradicional de
la Orden, desarrollando múltiples actividades en su jurisdicción. Al experimentar la
transición en 1939, Ralph Maxwell Lewis fue designado para asumir las funciones de
Imperator. Después de la II Guerra Mundial los Venerables de la Rosa-Cruz de Europa
decidieron aplicar en el mundo entero el método de enseñanza adoptado por la Orden en
los EE.UU.

Tras la crisis de AMORC en 1990, suscitada por la expulsión del Imperator Gary
Stewart y el ascenso de Christian Bernard, la Orden se fracturó en CRC y AMORC.
Este increíble perjuicio se sumó a la creciente mercantilización de las enseñanzas, que la
escuela ha negado en varias oportunidades.

Fraternalmente,

Magíster Rosae Crucis

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