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Filosofía 2017 - I

LOS GRANDES PROBLEMAS DE LA FILOSOFÍA EN EL PERÚ

EL PROBLEMA DE LA AUTENTICIDAD DE LA FILOSOFÍA PERUANA

EL PERIODO PREHISPANICO (PERIODO DE LA AUTONOMÍA)

Hispanoamérica es una comunidad de naciones hermanadas por el idioma común, el


castellano, pero también por un proceso económico, político y social. Sin embargo, así
como hay cuestiones que nos unen, también se presentan dificultades, como la difícil
geografía, las diferencias étnicas, el grado de desarrollo político, económico y científico.
Entre otros, estos son algunos de los factores que han obstaculizado la integración de todos
los pueblos hispanoamericanos. Civilizaciones como la inca, azteca y maya, entre otras,
reclaman una mejor comprensión de su desarrollo económico, político, social, cultural y
filosófico, además de una investigación objetiva acerca de sus éxitos y limitaciones.
Entender nuestro proceso histórico significa entender mejor nuestra actualidad y perfilar
cuál debe ser nuestro horizonte. En la actualidad, aún está en debate cuestiones como la
existencia de una filosofía prehispánica y la originalidad de nuestra filosofía, asunto que
refleja la situación de crisis de identidad y la ausencia de una comprensión cabal de nuestro
proceso histórico. Además, se descuida temas de reflexión y discusión tan importantes
como el grado de dependencia, iluminación, alienación y miseria de las grandes mayorías
hispanoamericanas. La existencia de una filosofía prehispánica y la originalidad de una
filosofía latinoamericana son cuestiones aún no resueltas por los filósofos academicistas. Se
trata de un asunto pendiente en la agenda de actividades filosóficas. Sobre estas
interrogantes, algunos estudiosos afirman que la filosofía hispanoamericana es una forma
de pensamiento que imita lo que produce la filosofía de occidente por ello, señalan, no
existe originalidad en los diversos textos filosóficos. Sin embargo, otros académicos
consideran que se ha alcanzado cierto nivel de originalidad, pero que todavía no hay una
filosofía propia de Hispanoamérica, como sí hay una filosofía francesa, alemana o inglesa,
por citar algunos ejemplos. Consideran que aquello se debe a nuestro estado de
dependencia y dominación no solo económica y política, sino también cultural e ideológica
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¿EXISTIÓ FILOSOFÍA EN EL PERIODO PREHISPANICO?

Sin duda, existió un importante desarrollo económico y social en la sociedad inca, en la que
se muestra un sistema cultural creativo y auténtico. En este sentido, nos podemos
preguntar ¿existió filosofía en el antiguo Perú? Se trata de un asunto de gran repercusión
en la intelectualidad hispanoamericana y que ha generado toda una polémica en la que
básicamente se presentan dos respuestas. Los que niegan la existencia de la filosofía en el
antiguo Perú y los que afirman su existencia.

NO EXISTIÓ FILOSOFÍA PREHISPANICA

Un gran sector de académicos peruanos dedicados a la filosofía considera que antes de la


llegada de los españoles solamente existió una cosmovisión mítica religiosa. De acuerdo
con esta tesis, existió una forma de comprender el mundo en la que había divisiones sobre
lo existente, el mundo de arriba, el intermedio y el de abajo, en forma semejante al de la
etapa pre filosófica de la antigua Grecia. Sin embargo, señala que en las culturas
prehispánicas se mantuvo el pensamiento mítico, mientras que en Grecia algunos
intelectuales se desprendieron poco a poco de lo mitológico para buscar una explicación
racional de todo lo existente. Otro argumento utilizado es que no había críticos a la
mitología, como si los hubo en la Grecia pre socrática, así tenemos el caso de Jenófanes de
Colofón, quien cuestionaba la forma como la sociedad griega antropomorfizaba a sus
dioses. El cuestionamiento de los mitos es importante porque desarrolla la capacidad crítica
y permite buscar explicaciones más racionales a los fenómenos de la naturaleza y a todo lo
existente. También se considera que de la filosofía griega han surgido ciencias como la
matemática, la física, la astronomía, en cambio, del pensamiento prehispánico sólo han
surgido mitos y ciertas técnicas para la construcción de edificaciones, la curación de
personas y el uso de los metales, que si bien se basaban en la experiencia y se transmitían
de generación en generación, no alcanzaron el nivel de abstracción propio de la ciencia
griega basada en el estudio de los fundamentos de la naturaleza. Por último, se considera
que como en el mundo prehispánico se carecía de escritura no es posible conocer su
racionalidad, y menos aún podemos fiarnos de los cronistas españoles porque estos
escribieron sobre el pensamiento de las culturas andinas utilizando categorías occidentales.
Entre los más importantes representantes de la tesis de la inexistencia de la filosofía en las
culturas prehispánicas tenemos a Augusto Salazar Bondy y a María Luisa Rayara de Tuesta.
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En la introducción de su obra La filosofía en el Perú, Salazar Bondy considera que “la


conquista rompe una tradición histórica en el Perú e inaugura otra en la cual son
totalmente dominantes al comienzo los componentes de la cultura europea en su versión
hispánica. Entre esos componentes se halla la reflexión filosófica, de vieja cepa grecolatina,
tal como se la concibe y practica por la intelectualidad católica española del siglo XVI, a raíz
de la conquista se funda así en el Perú una tradición filosófica por lo demás cargada de un
fuerte acento teológico, directamente entroncada con la evolución del pensamiento
europeo y sin continuidad ni contacto inmediato con el tipo de pensamiento que
predomina en la cultura anterior”. Con este argumento Salazar considera que la filosofía es
un producto cultural que ha sido importado por los españoles, siendo esta filosofía
heredera de toda la tradición grecolatina desarrollada hasta ese tiempo, y sin ningún
contacto con el pensamiento de las culturas que surgieron en el denominado Nuevo
Mundo. Por ello, para Salazar Bondy no existe filosofía en el periodo prehispánico, ya que
filosofía es aquello que han traído los españoles, que es un producto exclusivamente de
Occidente. Para la filósofa peruana María Luisa Rayara de Tuesta, “el término filosofía en
sentido estricto, está referido a una forma de reflexión surgida en las colonias griegas de
Jonia, forma de meditación que ha guiado al mundo occidental en el desarrollo de su
cultura y que constituye el fundamento de su civilización. Con este argumento Rayara de
Tuesta asume que la filosofía en sentido estricto es occidental, es un producto cultural que
tiene sus raíces en Grecia, sin contacto con las formas de pensamiento desarrolladas en el
Nuevo Mundo. Por ello, antes de la llegada de los conquistadores europeos no existe
filosofía como tal. Sin embargo, a diferencia de Salazar Bondy, Rayara de Tuesta considera
que “no es posible hablar, ni sería propio, de la filosofía en el Imperio incaico, ya que el
término está referido a una forma de pensamiento del hombre occidental. De lo que cabe
hablar es de una estructura de pensamiento genuina y original y de los puntos de contacto
que pueda tener con las expresiones del pensamiento universal”. Si bien Rayara de Tuesta
mantiene el argumento según el cual no hubo filosofía en el antiguo Perú, valora como
genuina y original el aporte de las culturas prehispánicas, además que las reflexiones de
nuestros antepasados tienen cierto vínculo con expresiones culturales de otros pueblos; es
decir, no constituyen una isla en relación con la reflexión filosófica y científica del resto de
la humanidad.
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3.2. SÍ EXISTIÓ FILOSOFÍA PREHISPANICA

Como nos damos cuenta, algunos intelectuales consideran que no hubo filosofía antes de la
invasión europea. Sin embargo, existen otros que afirman su existencia, dado que
consideran que cada pueblo en el mundo tiene su filosofía, la filosofía sería algo intrínseco
al ser humano, negar ello equivaldría a negar la capacidad reflexiva así como negar la
capacidad para crear ciencia y tecnología. Además sostienen que todos los seres humanos
nos hacemos constantes preguntas; nos cuestionamos sobre la realidad, que no son
característica exclusiva de griegos y europeos. Personas de la China, la India, las culturas
andinas, han establecido preguntas y respuestas que han dado sentido a sus vidas y a sus
comunidades; si bien al inicio su reflexión es mítica, todos los pueblos han comenzado por
ello y con el tiempo arribaron a niveles de abstracción que les permitieron desarrollar todo
aquel complejo sistema económico, político y social que causó asombro a los mismos
europeos cuando los “descubrieron”. Si los hombres de las culturas prehispánicas no
hubiesen reflexionado filosófica y científicamente, no habrían existido los grandes templos,
palacios, ciudades, textilería, orfebrería, medicina, entre otros productos culturales.
Además, intelectuales importantes - como Garcilaso de la Vega en su obra Comentarios
Reales de los Incas - afirman que la educación a los hijos de la nobleza inca se daba por
medio de los Amautas, sabios del antiguo Perú que eran considerados filósofos. Uno, de los
investigadores que afirma la existencia de una filosofía prehispánica es Josef Estermann,
quien considera que “la filosofía occidental es una de las múltiples expresiones filosóficas
existentes en la historia y en el espacio pero de ninguna manera la única, ni la superior. Lo
que es filosofía no se puede definir monoculturalmente, sino solo en el diálogo”. Desde este
punto de vista postmoderno, se considera válido todo discurso verosímil sobre el mundo.
De este modo, el discurso filosófico europeo y el discurso de otros pueblos son filosofía y
ninguna es superior a la otra.

EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD NACIONAL

Todas las personas nacemos y nos desarrollamos dentro de una sociedad y cultura que determina
nuestra manera de pensar, sentir y actuar. Esta cultura nos proporciona las herramientas para
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desarrollar un estilo de vida. En cada país existen diferentes culturas. En el nuestro, estas se
manifiestan a través de innumerables expresiones artísticas, tradiciones, lenguas, costumbres, etc. Esa
diversidad, sin embargo, no debe ser vista como un obstáculo para la construcción de una identidad
nacional, sino más bien como un factor que la enriquece.

El Perú es un país diverso y multicultural, conformado por pueblos y comunidades con distintas
tradiciones culturales. En el pasado, esta diversidad era poco valorada, pues se consideraba que para
formar un Estado integrado era necesario unificar la lengua, las creencias y las tradiciones, lo que
ocasionó la discriminación de muchas culturas e incluso su posterior olvido. Hoy, por el contrario,
estamos construyendo una nueva identidad basada en la revaloración de nuestras culturas originarias y
el respeto a nuestra diversidad.

Un país de todas las identidades

Un compatriota mío, José María Arguedas, llamó al Perú el país de “todas las sangres”. No creo que haya fórmula que
lo defina mejor. Eso somos y eso llevamos dentro todos los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas,
creencias y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales. A mí me enorgullece sentirme heredero de las
culturas pre hispánicas que fabricaron los tejidos y mantos de plumas de Nazca y Paracas y los ceramios mochicas o
incas que se exhiben en los mejores museos del mundo, de los constructores de Machu Picchu, el Gran Chimú, Chan
Chan, Kuèlap, Sipàn, las Huacas de La Bruja y del Sol y de La Luna, y de los españoles que, con sus alforjas, espadas y
caballos, trajeron al Perú a Grecia, Roma, la tradición judeo - cristiana, el Renacimiento, Cervantes, Quevedo y
Góngora, y la lengua recia de Castilla que los Andes dulcificaron. Y de que con España llegara también el África con su
reciedumbre, su música y su efervescente imaginación a enriquecer la heterogeneidad peruana. Si escarbamos un poco
descubrimos que el Perú, como el Aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero. ¡Qué extraordinario
privilegio el de un país que no tiene una identidad porque las tiene todas! (Vargas Llosa, 2010, p.6)

Segùn Vargas Llosa la identidad es el reconocimiento de nuestra diversidad, y la diversidad cultural se


expresa en la identidad nacional porque a pesar de nuestras diferencias nos sentimos parte de este país
y formamos una sola nación. De esta manera expresaba la riqueza de una nación que, a lo largo de su
historia, ha sido capaz de crear una síntesis cultural caracterizada por la diversidad. Solo conociendo la
diversidad de identidades culturales de nuestro país, seremos capaces de construir una sociedad
tolerante y democrática.

Identidad y globalización
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El sentido de nacionalidad se vincula con un territorio y una identidad cultural. El sentimiento de


pertenencia, situado en un espacio y tiempo, puede proyectarse hacia ámbitos mayores como la región –
América Latina – o el mundo.

La identidad expresa el sentido de pertenencia que vincula a todo individuo con un grupo
humano, sociedad y cultura. Este sentir se fundamenta en la experiencia histórica y en la
tradición cultural en común.

En un mundo cada vez más globalizado, donde se intensifican los contactos entre pueblos y culturas
diferentes, el Perú, su cultura y su gente no se han mantenido aislados. Se han abierto paso en el mundo
global con su extraordinario bagaje cultural, cuyos elementos primordiales (la gastronomía, la
arqueología, la artesanía, las festividades y costumbres, las danzas etc.) hoy traspasan fronteras.

Los cambios generados por el proceso de globalización en el contexto mundial del S. XXI obligan al Perú a
replantear nuevos conceptos y actitudes modernas sin desarraigarse de su pasado histórico y de su
cultura viva. Necesitamos un cambio de mentalidad, pues la visión de futuro implica modificar la imagen
que tenemos de nosotros mismos para construir una identidad nacional que permita conocernos y
reconocernos como un país culturalmente diverso y plural, donde el respeto a las diferencias sea la base
de la construcción de una identidad cultural en pleno desarrollo y crecimiento de la globalización como
impulso de nuevas identidades.

Esto nos conduce a la afirmación y reafirmación de nuestros valores de solidaridad, verdad, honestidad,
reciprocidad, redistribución, libertad, respeto a los derechos humanos y a los valores prácticos, éticos y
morales; es decir, la importancia que adquieren el diálogo, el consenso y la participación ciudadana.

Pero debemos entender también que la identidad nacional está en permanente construcción. Cada
generación se ve en la necesidad de afrontar los desafíos de su tiempo y lo que su contexto le impone,
pero siempre tratando de mantener una continuidad, respetando su concepción de identidad y de los
valores que la sustentan.

EL PROBLEMA DEL IMPERIALISMO

Imperialismo es una doctrina, conducta, tendencia o sistema de aquellos regímenes que desean
expandir su dominio hacia otro u otros territorios a través de la fuerza (tanto militar como política o
económica).
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Un Estado imperialista, por lo tanto, desea imponerse sobre otros países y ejercer su control. Se trata
de naciones que tienen una gran fuerza y que no dudan en utilizarla, ya sea de manera directa o
indirecta, sobre los más débiles.

La noción moderna de imperialismo surgió a partir del siglo XIX para nombrar al proceso de crecimiento
económico llevado adelante por las potencias europeas. Estos países comenzaron a conquistar tierras y a
crear colonias en diversos continentes con la intención de acceder a las materias primas y de encontrar
nuevos mercados para sus productos.

La búsqueda de materias primas para que las distintas potencias continúen con su crecimiento, en plena
fase de la Revolución Industrial, parece ser, según los historiadores, que fue la principal razón que dio
lugar a este fenómeno del Imperialismo. Gran Bretaña fue el primer país que se situó al frente del mismo
y consiguió colonias en lugares como Asia o África.

A partir de entonces este concepto empezó a usarse para hacer referencia al dominio económico que
ejercen los poderosos sobre los países más pobres. Este imperialismo, por lo general, no requiere el uso
de la fuerza bélica, sino que se ejerce a través de presiones políticas y económicas. Por ejemplo, una
potencia se compromete a prestar dinero a un país periférico siempre que éste dicte leyes favorables a
sus empresas.

Causas
Económicas. Las potencias capitalistas europeas como Inglaterra y Francia necesitan dar salida a su
excedente de capital y lo hacen invirtiéndolo en países de otros continentes estableciendo préstamos,
implantando ferrocarriles, instalando puertos, etc. Además estos países necesitan buscar materias
primas (plata, petróleo, caucho, oro, cobre, etc) para sus industrias ya que, empiezan a agotarse en
Europa como consecuencia de la Segunda Revolución Industrial. Pero no solo la apropiación de
territorios fue para obtener materias primas, sino también para obtener mercados y colocar sus
productos.

Demográficas. En Europa, entre 1850 y 1914, se produjo un gran aumento demográfico, llegando
incluso a duplicarse su población, por lo que en algunos países empezaban a escasear los recursos. Gran
parte de la población, unos 40 millones de europeos, no tenía otra salida que marcharse a las colonias
de su respectivo país ya que no contaban con trabajo, ni con alimentos suficientes para abastecerse
todos y cambiaron su residencia en busca de riquezas y mejores condiciones de vida.
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Darwinismo social. Adoptado por los imperialistas, sobre todo en Inglaterra, para excusar sus
actuaciones. Tras conocer las recientes teorías de Darwin sobre la evolución de las especies por
selección natural, sostenían que, al igual que las distintas especies o razas, las sociedades más avanzadas
tenían derecho a imponerse y a seguir creciendo aunque fuera a costa de las más “inferiores” o
“retrasadas”.

Científicas. Existía un fuerte interés por descubrir y analizar nuevas especies de animales y plantas,
conocer nuevos territorios y realizar investigaciones de todo tipo; es decir, motivos propios de la ciencia.

Técnico-políticas. El colonialismo surgió como extensión de los nacionalismos. Así, algunas naciones
utilizaban la expansión imperial como una manera de querer olvidar rápidamente sus derrotas y
humillaciones consiguiendo nuevos territorios. También fue importante la competencia, pues una vez
iniciada la adquisición de colonias, ninguna potencia quiso quedarse rezagada en este proceso.

Culturales. El colonialismo se justificó como una misión civilizadora a través de la cual se difundía por el
mundo la cultura occidental, que se creía superior a la de los pueblos indígenas.

Militares y geoestratégicas. Las potencias europeas, para contar con puntos estratégicos en sus rutas
comerciales y también para poseer enclaves que les sirvieran para desarrollar una importante defensa
desde un punto de vista militar.

Consecuencias
Demográficas. En general, la población sufrió un incremento al disminuir la mortalidad, por la
introducción de la medicina moderna occidental y mantenerse una alta natalidad. Ello se tradujo en un
desequilibrio entre población y recursos, que aún hoy día persiste. No obstante, en algunas zonas, la
población autóctona sufrió una drástica reducción (especialmente durante la primera fase del
imperialismo), como consecuencia de la introducción de enfermedades desconocidas (viruela, gripe,
etc), siendo reemplazada por colonos extranjeros.

Económicas. La explotación económica de los territorios adquiridos hizo necesario el establecimiento


de unas mínimas condiciones para su desarrollo. Se crearon infraestructuras (puertos, ferrocarriles)
destinados a dar salida a las materias primas y agrícolas que iban destinadas a la metrópolis. Las colonias
se convirtieron en abastecedoras de lo necesario para el funcionamiento de las industrias
metropolitanas, mientras éstas colocaban sus productos manufacturados en los dominios. La economía
tradicional, basada en una agricultura autosuficiente y de policultivo, fue sustituida por otra de
exportación, en régimen de monocultivo, que provocó, en gran medida, la desaparición de las formas
ancestrales de producir y la extensión de cultivos tales como el café, el cacao, el caucho o el té, que
alteraron el paisaje.
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Sociales. Las consecuencias sociales se manifestaron en la instalación de una burguesía de comerciantes


y funcionarios procedentes de la metrópolis que ocuparon los niveles altos y medios de la estructura
colonial. En algunos casos, se asimilaron determinados grupos autóctonos dentro de la cúspide social. Se
trataba de las antiguas élites dirigentes y de miembros de determinados cuerpos del ejército o la función
pública colonial. En ambos casos su asimilación fue acompañada de una profunda occidentalización.
Junto a esas minorías, la inmensa mayoría de la población autóctona sufrió un generalizado proceso de
proletarización que se constituyó en una inagotable fuente de mano de obra barata destinada a atender
la creación de infraestructuras y al trabajo en la agricultura de plantación.

Políticas. Los territorios dominados sufrieron un mayor o menor grado de dependencia respecto a la
metrópoli, en función del tipo de organización administrativa que les fue impuesto. Sin embargo, esta
dependencia no estuvo exenta de conflictos, que fueron el germen de un antiimperialismo
protagonizado generalmente por las clases medias nativas occidentalizadas, que reclamaban la toma en
consideración de las tradiciones autóctonas.

Culturales. El imperialismo condujo a la pérdida de identidad y de valores tradicionales de las


poblaciones indígenas y a la implantación de las pautas de conducta, educación y mentalidad de los
colonizadores. Asimismo, supuso la adopción de las lenguas de los dominadores (especialmente el
inglés, el francés y el español). Ello arrastró a una fuerte aculturación. La religión cristiana desplazó a los
credos preexistentes en muchas zonas de África o bien se fusionó con esas creencias, conformando
doctrinas de carácter sincrético. Sin embargo, en Asia y el mundo musulmán el resultado de la
evangelización fue menor que en el África negra, al estar allí firmemente arraigadas antiguas religiones,
complejas y muy estructuradas.

Geográficas. Los mapas políticos se vieron alterados por la creación de fronteras artificiales que nada
tenían que ver con la configuración preexistente y que supusieron la unión o división forzada de grupos
tribales y étnicos diferentes, provocando innumerables conflictos políticos sociales y étnicos, que
persisten hoy día.

Ecológicas. La introducción de nuevas formas de explotación agrícola provocó la modificación o


destrucción de los ecosistemas naturales. Las grandes selvas tropicales fueron objeto de deforestación
causada por la sobreexplotación maderera y la introducción de los monocultivos de plantación; los ríos
fueron contaminados con residuos procedentes de los sistemas de extracción de metales preciosos

 Herrera, A y Rivera, G. 2010. La responsabilidad de cerrar brechas y abrir caminos de oportunidad


para la identidad. Municipios.
 Ministerio de Educaciòn. (2007). Diversidad Cultural. Un reto. Lima: Autor.
 Salazar, A. (2008). Ciudadanìa y Participaciòn. Mòdulo de trabajo para operadores de justicia. Lima:
MINJUS.
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 Rodríguez Cobos, E.M.: El imperialismo, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, octubre 2009,
www.eumed.net/rev/cccss/06/emrc5.htm
 http://www.taringa.net/post/info/14983610/El-imperialismo-Causas-y-Consecuencias.html
 https://www.google.com.pe/?ion=1&espv=2#q=%C2%BFQUE+ES+COMUNIDAD+INDIGENA%3F
http://www.nacionmulticultural.unam.mx/100preguntas/pregunta.ph
p?num_pre=2

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