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LA CONTROVERSIA EXISTENTE ENTRE EL DERECHO CONSTITUCIONAL

A LA PROPIEDAD Y LA RESTRICCION LEGÍTIMA EN EL DERECHO


SUCESORIO

La propiedad es el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y


reivindicar un bien. Debe ejercerse en armonía con el interés social y dentro de
los límites de la ley.

Como definición de propiedad podemos decir que es aquel dominio que tiene el
titular sobre el bien, respetando la ley y el derecho de los terceros. Dicha
definición sencilla debe tener cuidado en aplicarse en inclusive los derechos
“de la misma forma que se dice que un hombre tiene un derecho sobre su
propiedad, también puede decirse que tiene una propiedad sobre sus
derechos” Por tanto, no existe propiedad sobre la concesión, ni sobre el
arrendamiento, ni sobre cualquier otro derecho. De igual forma, debe indicarse
que el derecho de propiedad es afín a otros derechos como la pensión

La definición que nos da la Corte Interamericana de Derechos Humanos es la


siguiente que nos dice que el derecho a recibir una pensión de jubilación,
constituye un derecho adquirido, por cuanto la Constitución Peruana lo
reconoce expresamente y, en la medida que este fue incorporado al patrimonio
de los pensionistas, se encuentra amparado por el artículo 21° de la
Convención, que reconoce el derecho de propiedad... El criterio de la Corte
Interamericana es compartido, y asumido expresamente, por el Tribunal
Constitucional peruano, que en varias ocasiones ha identificado el derecho a
percibir pensión con el derecho de propiedad”. Al derecho a la herencia toda
vez que este es un ámbito de apropiación privada y de trasmisión mortis causa,
protegido por la garantía institucional del derecho de propiedad.

Así pues, mediante el derecho a la herencia, la propiedad se perpetúa en


manos privadas, constituyendo la propiedad y la herencia de, igual manera,
elementos básicos de un orden patrimonial y social basado en la autonomía
privada. En este sentido, la herencia puede estimarse incluso como una
manifestación de la garantía de la propiedad que en el sentido del texto
constitucional, incluye no solo la facultad de aprovechar, sino también la de
transmitir de manera permanente.

La legítima es la parte intangible de los bienes del testador de la que este no


puede disponer libremente, porque está reservada a ciertos herederos, quienes
en virtud del derecho imperativo que la ley les acuerda en la sucesión, los
cuales son denominados forzosos, legitimarios o necesarios. En nuestro código
civil éstos vendrían hacer los hijos y demás descendientes, los hijos adoptivos
y sus descendientes legítimos, los padres y demás ascendientes y el cónyuge.

Nuestro código civil en su artículo 723, nos dice que la legítima es “la parte de
la herencia de la que no puede disponer libremente el testador cuando tiene
herederos forzosos.”

A parte de ello, nuestro ordenamiento nos dice que la legítima opera como
freno a la libertad dispositiva del causante, cuando este tiene herederos que
nuestra legislación les llama forzosos, freno que se expresa no solo por
disposiciones testamentarias, sino también por donaciones en vida, el
fundamento de la legítima es ser una solución intermedia, una transacción,
entre la libertad completa de disponer de los bienes propios y la limitación de
tener que dejarlos necesariamente en el ámbito familiar.

En el numeral 723 del Código antes mencionado, es notoriamente insuficiente


para esbozar a partir de ella los perfiles de una institución que es un derecho,
con un contenido, que a su vez es una restricción al testador, que puede ser
atribuido y por tanto adquirido por diferente título, que la cuantía y calidad sobre
la que se expresa pueden ser distintos, que tiene un regulación protectora y,
por último, que puede ser discutido si existe una legítima, o si el ordenamiento
regula varias legítimas, lo que, hasta cierto punto, lleva a preguntarse si
efectivamente es legítima.

No podemos confundirse la legítima con la herencia, ya que la legítima


constituye un derecho mientras que la herencia sería desde este punto de
vista, el contenido del derecho. Por otro lado, la legítima no se calcula
exclusivamente sobre la herencia dejada, es decir sobre la suma de activos y
pasivos universalmente considerados, sino acerca del valor de la herencia neta
más el valor de las donaciones (colacionables o las no colacionables que
excedan de la cuota de libre disposición y otras donaciones a extraños). En
cambio la herencia es, el conjunto universal de bienes, derechos y obligaciones
que el causante transmite a sus sucesores. Es un acervo patrimonial.

Desde otro punto de vista, sabemos que la herencia es la especial situación en


que un sucesor, el heredero, se sustituye en las posiciones jurídicas activas y
pasivas del causante, asumiendo el universo de tales posiciones jurídicas, sea
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en el todo o en una porción alícuota. Pues bien, la legítima no siempre es parte
del conjunto universal que el causante transmite, ni siempre tiene que ser
satisfecha a título de herencia, porque puede satisfacerse a título diferente del
de heredero, ni necesariamente se paga con bienes incluidos en la herencia
que el causante deja al fallecer.

En conclusión podemos decir que el legislador de 1984 impone la obligación al


testador de respetar la legítima cuando realice actos de liberalidad pues, puede
producirse la disposición de un porcentaje de aquel de libre disposición,
afectándose la legitima de los legitimarios. En este contexto, surge como obvia
la respuesta del ordenamiento jurídico de reprimir tales actos de disposición,
existiendo dos mecanismos los cuales son, la acción de caducidad
testamentaria por preterición y también la acción de reducción por donación
inoficiosa. Así mismo que la donación inoficiosa es aquella donación
propiamente dicha que supera en exceso la porción de libre disposición del
donante, dando derecho al legitimario a interponer la acción de reducción
pretendiendo la declaración de ineficacia de aquel exceso de disposición. Que
los titulares de la acción de reducción o supresión de la donación excesiva sólo
son los legitimarios (o sus causahabientes) a quienes el exceso lesione su
legítima.

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