Sie sind auf Seite 1von 9

1.

QUÉ ES UN VALOR

El valor no es una cosa ni un objeto, sino una cualidad que poseen las
cosas, las situaciones o las ideas por la cual son importantes para el
sentido de nuestra vida y nuestra madurez. Los valores no son, pues, algo
puramente subjetivo, sino que tienen una dimensión objetiva,
independiente en gran parte del gusto o del interés que yo pueda tener
por ellos. Sin embargo, tienen también una dimensión subjetiva en cuanto
son cualidades que son importantes para mí. Por eso, una de sus
principales características es la de imponerse por sí mismos, se justifican
por sí mismos. Ante ellos, el hombre se siente interpelado y llamado.
Puede aceptarlo o no, pero antes de esa opción el valor está exigiendo del
hombre una aceptación.
Se han hecho muchas clasificaciones de estos valores. Una de ellas podría
ser la siguiente:

Valores de lo agradable y lo desagradable:


placer – dolor sensible;
gozo - sufrimiento.
Valores vitales:
salud – enfermedad;
alegría – aflicción;
éxito – fracaso.
Valores espirituales:
1. Estéticos: belleza – fealdad.
2. Intelectuales: verdad – falsedad.
3. Éticos o morales: justo – injusto.
Valores religiosos:
santo – profano;
divino – demoníaco.

Como se puede apreciar, los valores se presentan siempre en parejas


contrarias, en un polo positivo y otro negativo.

Estos valores se presentan jerarquerizados, en un orden determinado


entre ellos, según la importancia que tienen para la autenticidad humana.
El orden determinado en que se combinan según su importancia es lo que
se llama una jerarquía de valores:
Es difícil construir una jerarquía de valores objetiva, pero sí se puede decir
que hay unos valores que deben ceder ante otros si entran en conflicto.
Por ejemplo, en ocasiones lo justo no coincide con el gozo, o lo verdadero
no coincide con lo que lleva al éxito. es lo que se llama un conflicto de
valores. en este caso lo correcto es elegir el valor más importante
objetivamente (en los ejemplos puestos, lo justo y lo verdadero)
sacrificando aquellos que son inferiores.
Cada persona tiene su jerarquía de valores, sea consciente de ella o no.
En la vida práctica hay siempre unas cosas que nos interesan más que
otras. Esta escala de valores varía de una persona a otra, y está
construida sobre la base de lo que se conoce con el nombre de opción
fundamental. La opción fundamental consiste en la actitud de base que
adopte la persona ante sí mismo y ante los demás. Puede ser una actitud
de apertura, de entrega y de servicio, o se puede adoptar una postura de
cerrazón, de egoísmo y de utilización de los demás en provecho propio. A
partir de esta opción fundamental, cada uno clasifica los valores y va
eligiendo lo que favorece la línea que quiere y rechazado lo que le aparta
de ella. La opción fundamental da sentido al conjunto de actos que vamos
realizando.

2. EL VALOR MORAL

En la clasificación de los valores que hemos dado aparecen, entre los


valores espirituales, los valores éticos o morales. Se destacan de una
forma especial, pues tienen unas características propias:
Son valores que se dan en el campo de la acción humana, es decir,
aquellos actos que orientan la vida del hombre hacia su madurez. No
pertenecen ni a los actos propios de la técnica ni a los especulativos del
pensamiento puro.
Se imponen por sí mismos. Su presencia despierta en el hombre la
conciencia de tener que responder de una manera determinada. Es decir,
comportan la conciencia de una obligación moral.
Por último hay que destacar que los valores morales perfeccionan la
totalidad de la persona y no sólo una dimensión. La razón es que son una
llamada a la responsabilidad del hombre y, por tanto, a su libertad.

Los valores morales son cualidades objetivas y reales que solicitan la


libertad y la responsabilidad del hombre para construir en una línea
humanizadora su vida. Se imponen como una llamada a un
comportamiento determinado de acuerdo con el criterio de lo bueno y lo
justo, frente al mal y lo injusto.

Pero ¿qué es lo bueno y qué es lo justo? ¿En qué radica el valor supremo
del orden moral? A lo largo de la historia se ha puesto en diferentes
realidades:
Para unos sería obedecer estrictamente a un principio exterior al hombre
que dicta leyes (Dios, el Estado, la sociedad…)
Para otros, el valor supremo del placer (hedonistas).
La felicidad (Aristóteles, Santo Tomás y la tradición moral cristiana).
La ausencia de perturbación, la impasibilidad ante el acontecer del mundo
(es la <<ataraxía>> de los filósofos estoicos).
La utilidad (es el pragmatismo, que alcanzó un gran desarrollo en los
siglos XVII y XVIII en Inglaterra)
El cumplimiento del deber porque es deber (respeto a la ley, típico de la
filosofía de Kant).
El altruismo o entrega desinteresada a ayudar a los demás.
La libertad como eliminación de todas las limitaciones…

Según el valor que se considere supremo, vemos, pues, que surgen


diferentes sistemas éticos.

3. LA LEY, NORMA OBJETIVA DE LA MORALIDAD.

3.1. La norma moral

Los valores morales se nos presentan en la norma moral. NORMA MORAL


es aquello que se propone a la voluntad como un deber, obligándola,
aunque sin violentar la voluntad.

A través de normas se nos indica lo que debemos hacer para vivir en la


práctica un valor concreto. Así el valor del bien puede ser expresado en
una norma: <<haz lo que es bueno>> o <<no hagas el mal>>. La norma
nos concreta, pues, las exigencias del valor. En moral se habla de dos
grandes tipos de normas:
La norma objetiva, que es la ley: la ley moral, de forma general y
objetiva, manda lo que debemos hacer y lo que debemos evitar.
La norma subjetiva, que es la conciencia: desde nuestro interior nos indica
cuál es el comportamiento moral adecuado para cada uno personalmente.

3.2. La ley moral: definición y tipos

Una ley es la formulación de una obligación o necesidad que tiene como


fin regular la conducta humana. Santo Tomás la define como <<orden de
la razón, promulgada por la autoridad competente, para el logro del bien
común>>.
Sin embargo, no toda ley es ley moral. Muchas de ellas son normas de
prudencia para la convivencia. Son leyes civiles que obligan, sin implicar
valores morales de una forma directa. La ley moral, por el contrario,
siempre implica esa referencia directa a un valor moral.
LEY MORAL es la norma moral que se manifiesta imperativamente a la
conciencia del hombre.

En moral se distinguen normalmente tres tipos de leyes:


a) La ley eterna, que es el plan según el cual Dios ha creado el mundo.
Este plan ha existido en Dios desde siempre y es como el gran proyecto
que Él tiene sobre cada uno de los seres y lo dirige a su fin. Esta ley
eterna viene a identificarse con lo que los cristianos llamamos la
providencia divina. No es sólo el orden de las leyes naturales que rige el
cosmos, sino que también tiene una dimensión personal, en cuanto pone
de manifiesto que Dios tiene un proyecto positivo y amoroso que el ser
humano puede asumir libre y responsablemente.
b) La ley natural. El ser humano, en cuanto ser dotado de razón y de
libertad, no está sometido de una forma exclusivamente mecánica a las
leyes físicas de la misma manera que los seres irracionales. Es nuestra
misma naturaleza racional lo que va descubriendo lo que es bueno o malo.
Es, pues, la ley moral natural una ley innata, que puede ser conocida por
nuestra razón y seguida adecuadamente. Lo que nos impone la ley natural
son unos principios muy generales que son válidos para todos los
hombres. A todos se nos impone, por ejemplo, como obligatorio y
evidente unos principios tan claros como “haz el bien y evita el mal” o se
ha de pagar a todos lo que es justo”.
A partir de estos principios las leyes se construyen como
derivaciones concretas que aplican esa ley natural a la vida diaria. Y el
valor moral de esas leyes dependerá de ser una aplicación adecuada de
esos principios.
A lo largo de la historia, la humanidad ha ido aclarando y profundizando el
conocimiento que tiene de estos principios. Por ejemplo, durante muchos
siglos la mujer o el esclavo han sido considerados como seres inferiores al
hombre; hoy eso nos parece intolerable. Y es que la humanidad ha llegado
a tener una conciencia más clara de esa ley natural que nos habla de la
igualdad fundamental de todos los seres humanos. Sin embargo, hay
ocasiones en que un mayor conocimiento no supone un mejor
cumplimiento de una norma.

c) La ley positiva. La ley natural nos pone delante de unas exigencias,


pero éstas son muy generales. Para la vida diaria es necesario traducirlas
de una manera más precisa, hacerlas más concretas de modo que puedan
ser aplicadas a las situaciones que nos vamos encontrando. Por ley
positiva se entiende la que ha sido promulgada de una forma externa
(escrita u oral) como expresión de un valor moral para regular un campo
determinado de la actividad humana.
La sociedad, a través de sus representantes legítimos, va construyendo un
cuerpo de leyes para organizar mejor la convivencia entre sus
componentes. Esas leyes se van codificando en el Derecho. Esto supone
que esas aplicaciones concretas no tienen el carácter de universalidad que
tiene la ley natural y el valor moral. Cada sociedad encuentra su forma de
aplicar y concretar los valores en un momento determinado de su historia.
La ley positiva, por definición, evoluciona y está sometida al cambio, pues
trata siempre de regular la sociedad que existen en la realidad.
Sin embargo, la ley positiva tampoco es arbitraria, o no debe serlo. Tiene
siempre que intentar reflejar lo más claramente posible el valor del que
procede. De ahí que pueda haber leyes injustas y comportamiento
ilegales.
Resumiendo, la ley es la norma moral objetiva, exterior a cada individuo y
de carácter general. En sus diferentes niveles, formula valores e
imperativos que el hombre debe aceptar para guiar su comportamiento
hacia la plenitud de una vida auténticamente humana. La ley constituye,
por tanto, la concreción objetiva y general de los valores morales.

4. LA CONCIENCIA, NORMA SUBJETIVA DE LA MORALIDAD

Podríamos definir la conciencia como la propiedad del ser humano


para formular juicios normativos, espontáneos e inmediatos sobre el valor
moral de ciertos actos individuales determinados.
Es un fenómeno muy complejo y tenemos que distinguir dos dimensiones
claramente diferentes:
Hay una dimensión psicológica que es el conocimiento que tenemos de
nuestro propio yo y de sus actos. A ella nos referimos cuando empleamos
expresiones como “ser consciente de algo”. La psicología estudia esta
dimensión y aquí sólo nos interesa señalar que es un presupuesto básico
para la dimensión propiamente moral. Sólo se da ésta si, previamente,
somos conscientes de lo que hacemos y del sentido de nuestros actos.
Pero la dimensión psicológica no exige de por sí la dimensión moral. Uno
puede ser muy consciente de las cosas y ser un inmoral.
Hay otra dimensión que es la moral. La persona, además de conocer las
cosas y conocerse, es capaz también de valorar las cosas y valorarse a sí
mismo, sintiéndose responsable de su propio destino. Esta capacidad de
valoración según el bien y el mal es la conciencia moral.

Si la ley es la norma objetiva y general de la moralidad, la conciencia es la


norma subjetiva, pues nos dicta desde nuestro interior cómo debemos
comportarnos cada uno desde un punto de visto moral. Tenemos así dos
grandes orientaciones para nuestro comportamiento ético: la ley nos dice
los principios generales y objetivos, y los dice para todos, mientras que la
conciencia, conociendo y asumiendo esos principios ,nos indica qué
debemos hacer cada uno de nosotros (elemento subjetivo) en las
situaciones concretas que encontramos.

Dentro de la conciencia moral se distinguen:


a) La conciencia moral habitual o capacidad interior innata que tiene la
persona para formular juicios morales y encaminarse así al bien. Por eso
se habla de:
Conciencia recta: es aquella que, en su juicio sobre los actos, coincide con
la ley moral. No hay, pues, contradicción entre la ley moral y con ciencia
recta, pues ambas vienen a coincidir en el juicio moral sobre el
comportamiento humano.
Conciencia laxa o relajada: es la conciencia que no da importancia moral a
nada o casi nada. Todo vale o todo está permitido.
Conciencia escrupulosa: es la que ve en todo cosas malas, que da
importancia a lo que no la tiene y vive permanentemente con el miedo de
haber cometido faltas morales o ir a cometerlas.
Conciencia farisaica: es una especie de mezcla de las dos anteriores, pues
da importancia a lo que no la tiene moralmente y, sin embargo, olvida o
no conoce los grandes principios morales.

b) La conciencia habitual funciona emitiendo un juicio moral en cada


situación concreta, indicando el tipo de conducta a seguir. La conciencia
actual es el juicio práctico por el que la conciencia dicta en un momento
determinado si hay que hacer tal o cual acto porque es bueno o hay que
evitarlo porque es malo. El hombre está obligado a seguir el dictado de su
conciencia. Es la conciencia la que dicta la última palabra sobre la bondad
o la maldad de un hecho. La ley señala el principio, la norma general, pero
en el momento de la acción es la conciencia la que aplica prudentemente
el principio de la ley. Por ello la conciencia es la norma próxima y
subjetiva de nuestro obrar. Aunque todo ser humano tiene la obligación
de procurar formar su conciencia rectamente.

UNIDAD 5: LOS VALORES HUMANOS

PARA EL ALUMNO

1. QUÉ ES UN VALOR

El ser humano es un proyecto llamado a realizarse a lo largo de su vida


mediante el ejercicio de su libertad. Pero ¿da lo mismo una cosa que otra?
¿Son todos los caminos iguales? ¿Nos realizamos plenamente siguiendo
cualquier tipo de opciones?

El valor no es una cosa ni un objeto, sino una cualidad que poseen las
cosas, las situaciones o las ideas por la cual son importantes para el
sentido de nuestra vida y nuestra madurez.
Dimensión objetiva: los valores son independientes en gran parte del
gusto o del interés que yo pueda tener por ellos, pues se imponen y se
justifican por sí mismos.
Dimensión subjetiva: cuando se convierten en cualidades que son
importantes para mí.

Un ejemplo de clasificación de valores:


Valores de lo agradable y lo desagradable:
placer – dolor sensible
gozo - sufrimiento
Valores vitales:
salud – enfermedad
alegría – tristeza
éxito – fracaso.
Valores espirituales:
Estéticos: belleza – fealdad
Intelectuales: verdad – falsedad
Éticos o morales: justo – injusto
Valores religiosos:
santo – profano

El orden determinado en que los valores se combinan según su


importancia es lo que se llama una jerarquía de valores. Está construida
sobre la base de lo que se conoce con el nombre de opción fundamental,
que consiste en la actitud de base que adopte la persona ante sí mismo y
ante los demás.

2. LOS VALORES MORALES

Son valores que se dan en el campo de la acción humana, es decir,


aquellos actos que orientan la vida del hombre hacia su madurez. No
pertenecen ni a los actos propios de la técnica ni a los especulativos del
pensamiento puro.

Se imponen por sí mismos. Su presencia despierta en el hombre la


conciencia de tener que responder de una manera determinada. Es decir,
comportan la conciencia de una obligación moral.

Los valores morales perfeccionan la totalidad de la persona y no sólo una


dimensión. La razón es que son una llamada a la responsabilidad del
hombre y, por tanto, a su libertad.

3. NORMA MORAL Y LEY

La norma moral es aquello que se propone a la voluntad como un deber,


obligándola, aunque sin violentar la voluntad. A través de normas morales
se nos indica lo que debemos hacer para vivir en la práctica un valor
concreto. Así el valor del bien puede ser expresado en una norma: <<haz
lo que es bueno>> o <<no hagas el mal>>. La norma nos concreta,
pues, las exigencias del valor.

Una ley es la formulación de una obligación o necesidad que tiene como


fin regular la conducta humana. Sin embargo, no toda ley es ley moral.
Muchas de ellas son normas de prudencia para la convivencia. Son leyes
civiles que obligan, sin implicar valores morales de una forma directa. La
ley moral, por el contrario, siempre implica esa referencia directa a un
valor moral. LEY MORAL es la norma moral que se manifiesta
imperativamente a la conciencia del hombre.

En moral se distinguen normalmente tres tipos de leyes:


La ley eterna, que es el plan según el cual Dios ha creado el mundo y que
pone de manifiesto que Dios tiene un proyecto positivo y amoroso que el
ser humano puede asumir libre y responsablemente.
La ley natural. El ser humano, en cuanto ser dotado de razón y de
libertad, no está sometido de una forma exclusivamente mecánica a las
leyes físicas de la misma manera que los seres irracionales. Es nuestra
misma naturaleza racional lo que va descubriendo lo que es bueno o malo.
Es, pues, la ley moral natural una ley innata, que puede ser conocida por
nuestra razón y seguida adecuadamente. Lo que nos impone la ley natural
son unos principios muy generales que son válidos para todos los
hombres. A todos se nos impone, por ejemplo, como obligatorio y
evidente unos principios tan claros como “haz el bien y evita el mal” o “se
ha de pagar a todos lo que es justo”.

La ley positiva. La ley natural nos pone delante de unas exigencias, pero
éstas son muy generales. Para la vida diaria es necesario traducirlas de
una manera más precisa, hacerlas más concretas de modo que puedan
ser aplicadas a las situaciones que nos vamos encontrando. Por ley
positiva se entiende la que ha sido promulgada de una forma externa
(escrita u oral) como expresión de un valor moral para regular un campo
determinado de la actividad humana. La sociedad, a través de sus
representantes legítimos, va construyendo un cuerpo de leyes para
organizar mejor la convivencia entre sus componentes. Esas leyes se van
codificando en el Derecho. La ley positiva, por definición, evoluciona y
está sometida al cambio. Sin embargo, la ley positiva tampoco es
arbitraria, o no debe serlo. Tiene siempre que intentar reflejar lo más
claramente posible el valor del que procede. De ahí que pueda haber leyes
injustas y comportamiento ilegales.

4. NORMA MORAL Y CONCIENCIA

Es la propiedad del ser humano para formular juicios normativos,


espontáneos e inmediatos sobre el valor moral de ciertos actos
individuales determinados.
La conciencia moral habitual es la capacidad interior innata que tiene la
persona para formular juicios morales y encaminarse así al bien. Por eso
se habla de:
Conciencia recta: es aquella que, en su juicio sobre los actos, coincide con
la ley moral.
Conciencia laxa o relajada: es la conciencia que no da importancia moral a
nada o casi nada. Todo vale o todo está permitido.
Conciencia escrupulosa: es la que ve en todo cosas malas y vive
permanentemente con el miedo de haber cometido faltas morales o ir a
cometerlas.
Conciencia farisaica: es una especie de mezcla de las dos anteriores, pues
da importancia a lo que no la tiene moralmente y, sin embargo, olvida o
no conoce los grandes principios morales.

La conciencia moral actual es el juicio práctico por el que la conciencia


dicta en un momento determinado si hay que hacer tal o cual acto porque
es bueno o hay que evitarlo porque es malo. El hombre está obligado a
seguir el dictado de su conciencia. Es la conciencia la que dicta la última
palabra sobre la bondad o la maldad de un hecho. La ley señala el
principio, la norma general, pero en el momento de la acción es la
conciencia la que aplica prudentemente el principio de la ley. Por ello la
conciencia es la norma próxima y subjetiva de nuestro obrar. Aunque todo
ser humano tiene la obligación de procurar formar su conciencia
rectamente.

Das könnte Ihnen auch gefallen