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Nora Rabotnikok: Público – Privado

Podemos señalar 3 sentidos tradicionales adheridos a la distinción público- privado:

1- Colectivo o dimensión individual. Alude a lo que es de interés o utilidad común


a todos, lo que atañe al colectivo, lo que concierne a la comunidad, en
oposición a lo privado, entendido como aquello que refiere a la utilidad o
intereses individuales.

2- Refiere a la visibilidad vs el ocultamiento, a lo que es ostensible y manifiesto vs


lo secreto. Público designa lo que es visible, en oposición a lo privado
entendido como aquello que se sustrae a la mirada, a la comunicación y al
examen, y que conecta históricamente con lo sacro. (publicidad)

3- Apunta al criterio de apertura – clausura. Publico (calles, plazas) designa lo que


es accesible, abierto para todos, en oposición a lo privado (cercado, cerrado),
entendido como lo que se sustrae a la disposición de los otros.

Según el primer criterio (colectivo- individual) público se asociaría a lo político,


entendido como lo estatal como cívico comunitario. El segundo sentido , toda practica
que tiene lugar ante la mirada de otros es publica, pero no necesariamente política ni
por supuesto, coincidente con una accesibilidad generalizada. Por otra parte en
distintos momentos históricos la identificación entre lo público y lo estatal supuesto que
el estado encarnaba lo colectivo y común a todos (vs lo privado –particular) mientras
que al mismo tiempo reivindicaba argumentadamente la necesidad de sustraerse a la
publicidad entendida como visibilidad (secreto de estado, doctrina de la razón de
estado).

Ejemplo de los tres criterios: defensa del carácter del sufragio secreto

Estos tres sentidos o criterios básicos se han articulado de manera diferente según las
transformaciones que han ido otorgándole densidad histórica.

Cuatro contextos de discusión o campos problemáticos en los que se usa de manera


diferente la distinción público- privado:

a) De la invocación a la distinción público- privado en el debate en torno al


alcance del sector público y las privatizaciones. Entendida como oposición
entre estado y mercado. Se pone en juego una “versión” de la dicotomía que
tiende a identificar un sector “publico” ligado a la administración y al gobierno y
un sector privado en general asociado al modelo de mercado. En relación con
las tres acepciones mencionadas el adjetivo “publico” refiere a un beneficio
indivisible. No solo se produce la identificación entre lo público-político y
finalmente estatal, sino que el lado privado de la distinción es identificado con
la propiedad y el interés particular.

b) De la reivindicación de una esfera de lo publico en la tradición participacionista


o cívica. En otro contexto de debate, desde una perspectiva que podríamos
llamar “cívica”, se recupera de una esfera de lo público pensada en términos de
ciudadanía y participación, bajo el modelo de un tipo de comunidad diferente
del mercado y del estado y diferenciada también del ámbito privado, aunque
ligada a él. El ámbito público es aquí el ámbito de la participación en las
decisiones colectivas, en un plano de igualdad y solidaridad cívica. Lo político –
publico significa aquí discusión, debate, participación, voluntad, opinión
colectiva. Lo público parece volver a reunir los tres sentidos: el de la
generalidad o bien común, el de la aparición y el de la accesibilidad,
recuperando la idea de res publica entendida como bien común,
autodeterminación y accesibilidad general. La esfera pública tiene a
identificarse con el núcleo de la sociedad civil. El ámbito privado con el
mercado, la familia, etc.

c) Del análisis de las transformaciones de la vida privada (esfera de la intimidad) y


de la vida pública (espacio de sociabilidad). Tiende hablar de espacio público
como un lugar de sociabilidad fluida, diferente de las estructuras de las
organizaciones formales por un lado (burocracia, empresa) y de los ámbitos
privados – íntimos como la familia y la domesticidad. El eje está dado por
distintas formas de concebir sociabilidad, por la distinción entre la “vida en
público” y la “vida en privado”. En este caso parece primar el segundo criterio,
el de la visibilidad, la aparición y la exposición a la mirada de los otros.

d) De la crítica a la distinción público-privado en la literatura feminista. La primera


caracterización identifico lo privado en el ámbito familiar y doméstico, y lo
público con el ámbito del mercado y del orden político. Las críticas feministas
se dirigieron tanto a la forma tradicional de trazar la frontera entre ambas
esferas, como el sentido mismo de la distinción. La crítica se dirigió a la
formulación “liberal” de la dicotomía público-privado, cuya separación entre
ambos ámbitos aunaba varias operaciones ideológicas. En primer lugar, el
ámbito público se transformaba en objeto de reflexión, teorización y legislación,
mientras que la esfera domestica (familiar y sexual) se trivializaba aceptando
como dato natural las relaciones patriarcales. En segundo lugar la distinción
público-privado suponía la desigual asignación de mujeres y hombres a una y
otra esfera. Y en tercer lugar la defensa de la “privacidad” tenía como
consecuencia práctica que el ámbito doméstico y familiar se sustrajera al
escrutinio público y a la protección legal.

Estos cuatro contextos diferentes de debate son una muestra de algunas de las
formas de construir y de señalar así campos problemáticos analíticamente
distinguibles. En el primero lo público se asocia a lo político – estatal, mientras que lo
privado se identifica con el interés particular, el mercado y en algunas versiones con la
sociedad civil. En el segundo lo público se asocia con cívico-político, mientras que lo
privado se acerca a la economía, familia y las relaciones personales. En el tercero, el
par público-privado se asocia a formas específicas de sociabilidad, y en el cuarto lo
público se asocia al estado, la sociedad civil y la economía, mientras que lo privado se
identifica con lo domestico familiar.
Huergo “Hegemonía, un concepto clave para comprender la
comunicación”.

Hacia los 60 y los 70 se hablaba del papel de los medios de comunicación en la


dominación: los medios eran manipuladores de las conciencias, eran vehículos de la
ideología. En los 90 se empezó a comprender la dominación desde otra óptica: La
comunicación no como un proceso de dominación, sino la dominación como un
proceso de comunicación.

Además se trabajó en perspectivas que no solo miren como el opresor se oponía a


esa hegemonía sino que pusieron el ojo en como los oprimidos fortalecían esa
dominación (inconscientemente). Entonces se logró comprender que los procesos
políticos y las relaciones de poder no podían considerarse aisladamente, sino que
existen ciertas prácticas en ese entramado que trabajan a favor de ese fortalecimiento,
haciendo que los dominados internalicen esos intereses. Para esta inversión de no ver
más a los procesos políticos relacionados con la fuerza, sino con el sentido, el
concepto de hegemonía fue clave.

¿Qué significa hegemonía?

Hegemonía, significaba conducción o dirección de otros, o el poderío y la


preponderancia para gobernar un grupo o una sociedad.

Existieron 2 significados:

1º) Se equipara hegemonía con dominio, la fuerza ejercida por los poderoso sobre
los subordinados, la sumisión política en lugar del consenso cultural.

2º) Se refiere a la capacidad de dirección intelectual, moral, y cultural en virtud del


cual una clase dominante logra acreditarse como legítima, alcanzando consenso como
clase dirigente.

Para Gramsci, una clase ejerce su supremacía mediante el dominio sobre los
grupos antagonistas. Pero también, mediante la hegemonía, en cuanto articula y dirige
a los grupos sociales aliados o neutrales, a través de los aparatos hegemónicos de la
“sociedad civil”.

Las prácticas hegemónicas, para Gramsci, tienen por objeto la formación del
conformismo cultural en las masas: una serie de comportamientos, valores y
pensamientos que permiten a una clase ejercer su supremacía. Este proceso le
permite a los grupos dominantes hacerse también dirigentes de la sociedad. Para esta
finalidad, los grupos dominantes trabajan el interjuego entre hegemonía y consenso a
través de la educación, el derecho, los partidos políticos, la opinión pública, los medios
de comunicación, etc.
La hegemonía entonces tiene que ser visualizada a través de las vinculaciones
entre la cultura y lo político. Barbero, afirma que la cultura misma es un espacio de
hegemonía: la dominación, lejos de ser un proceso de imposición exterior, es un
proceso en el que una clase se hace hegemónica en la medida en que logra
representar intereses diferentes de las clases populares y, además, en la medida en
que los sectores populares se reconocen “adentro” del proceso hegemónico, lo
asumen, lo hacen propio, son conformistas con él. La cultura, se transforma
permanentemente.

Según Cirese, lo popular no es lo original, lo popular siempre está en proceso de


conformación de transformación. Las culturas populares sobreviven a través de
estratagemas, de tácticas cotidianas frente a las estrategias hegemónicas, de manera
de poder materializar sus modos de vivir y pensar. A través de esas tácticas y
estratagemas, las culturas populares logran filtrar, apropiarse de lo que viene de la
cultura hegemónica. Articulan lo que viene de su memoria con lo que viene del
mercado burgués.

Para Laclau, para que exista hegemonía debe existir una práctica de articulación.
La articulación significa que dos elementos (dos identidades, dos culturas) se ponen
en relación, ya la relacionarse cada una contribuye a la formación de una situación
cultural diferente a ambas, que sin embargo no anula a ninguno de los dos elementos
(Virgen de Guadalupe).

Para Williams, la hegemonía es un complejo entrelazamiento de fuerzas políticas,


sociales, y culturales diferentes con el fin de constituir y sostener la conducción de una
sociedad con el fin de constituir y sostener la conducción de una sociedad sin
necesidad de la fuerza. Para desarrollar una “hegemonía alternativa”, es
imprescindible tener en cuenta la articulación o entrelazamiento de diferentes formas
de lucha culturales y sociales, y no sólo diferentes grupos políticos.

La hegemonía y el proceso de formación discursiva

La sociedad puede considerarse una configuración discursiva; de manera que todo


lo que ocurre en ella posee un significado. Laclau, permite comprender que el lenguaje
configura la experiencia, la expresa y la interpreta.

El mundo social, como discurso, está poblado de significantes y de significados,


que son históricos (variables, abiertos, contingentes – no necesarios- y procesuales –
no esenciales-)

Con la finalidad de construir y sostener cierto orden social, la hegemonía trabaja


en dos sentidos:

1) La producción de imaginario de orden, que es coincidente con los propios


intereses e los sectores dominantes (el “orden” también es contingente, variable y
abierto pero se presenta como el único camino). Además, la presentación de ese
orden como algo “natural”.
2) La elaboración de una serie de equivalencias discursivas, esto es: la producción
de que determinados significantes tienen un significado fijo y permanente que no
debería ser subvertido. (Ej: orden)

Estas equivalencias naturalizan determinados significados que son sociales e


históricos. Sin embargo, comienzan a proliferar ciertos significados que dan vuelta la
equivalencia y ponen en juego ciertas diferencias.

En general, los significados que se desvían de los significados naturalizados en el


estatuto, quedan como del otro lado de una frontera imaginaria y suelen ser objeto de
pánico moral. Este es un problema central relacionado con las vinculaciones entre
comunicación y hegemonía, ya que en las culturas se hacen dominantes determinados
significados y otros son censurados moralmente, son objetos de pánico moral, y los
sujetos que los encarnan suelen ser discriminados.

La hegemonía, desde el punto de vista discursivo trabaja de la siguiente forma: en


una “formación social”, que es la referencia empírica, se construye una “formación
hegemónica”, que es una producción simbólica o imaginaria. La formación social
posee elementos variables, contingentes y procesuales. Pero la formación
hegemónica va estableciendo fronteras, límites fijos que pretenden estabilidad.

Fronteras imaginarias:

Lo que hace la “formación hegemónica”, es con el fin de afirmarse como un “orden


social”, es ubicar esas situaciones del otro lado de una frontera imaginaria y ubicarse a
sí misma como lo opuesto de esas situaciones, que pasan a ser objeto de pánico
moral, de control y de disciplinamiento.

Lo que trata de hacer la formación hegemónica es afirmar, como deseable, una


sociedad ordenada, es decir: burguesa, adulta y seria y que observe las formalidades
políticas.

Su objetivo con el fin de obtener concenso y legitimidad es que toda la sociedad


asuma y acepte esas fronteras; incluso, apuntar a que la mayoría de los villeros, los
jóvenes o los militantes, aspiren a pasar las fronteras. Para esto, la formación
hegemónica interpela a los sujetos, a través de la educación, la formación, de opinión
pública, los medios de comunicación, etc.

Pares binarios:

Es posible observar cómo la formación hegemónica organiza el campo social a


través de pares binarios. El objetivo de hacerlo responde a su estrategia, entendida
como el conjunto de acciones para “derrotar” al adversario, debilitando sus fuerzas e
invadiendo sus territorios. Los pares binarios tienen una fuerte función ideológica,
contribuyendo a estructurar las percepciones sobre el mundo. (Civilización y Babarie)

Primero se ubicó a la barbarie del otro lado de la frontera, segundo se trabajó en la


internalización y aceptación de esa dicotomía por parte de los sujetos y tercero, se
elaboró estrategias, como la educación para vencer esa barbarie.

Conformismo:
Los significados naturalizados, responden a los intereses dominantes y a los
procesos de dominación, a la vez es posible comprender cómo los dominados muchas
veces sumen actitudes conformistas, de modo que colaboran en la reproducción social
del pánico moral y la discriminación. (mi hijo no era un vago, estudiaba y trabajaba, no
tenia vicios, era un buen chico)

La hegemonía trabaja en el lenguaje a partir de que las representaciones y


significados se generalicen, se adopten y asuman en los sectores sociales.

La dominación, en términos de hegemonía, no actúa por la fuerza, sino a través


del consenso a aquellas representaciones sociales sostenidas por significados; las
consienten, las sienten como si fueran propias. Además, las legitiman: sostienen en
una especie de “legalidad natural”.

Puntos nodales:

En determinados momentos históricos existen puntos nodales (fijaciones parciales


de sentido) que son significantes para los cuales son permitidos distintos significados
(Perón vuelve).

Cada uno de los significados se ven articulados al punto nodal, pero triunfará aquel
que sea capaz de articular a todos los demás. Sino los significados, según el momento
histórico, permanecerán en lucha por la hegemonía sobre los otros.

Por lo general los puntos nodales operan articulaciones precarias y provisorias.


Los significantes nodales están abiertos. El significados que se le atribuya tendrá
relación con el proceso de lucha por el significado en la construcción hegemónica.

Conclusión:

La hegemonía no reduce a pensar cómo actúa la dominación, distribuyendo y


reproduciendo discursos, significados, ideologías y prácticas favorables a los sectores
dominantes: cómo se configura el conformismo política, social, y culturalmente. Implica
percibir los modos en que los sectores populares se resisten a los significados
dominantes y los impugnan. Pero esa impugnación y esa resistencia, también es una
práctica bien concreta que consiste en saltar las fronteras imaginarias y luchar por los
espacios sociales donde los sujetos puedan lograr mayor autonomía y encarnación e
otros significados posibles para la vida y para las relaciones sociales.

La hegemonía es la dimensión de la comunicación en la cual se juega el


conformismo o la resistencia, la posibilidad de ser más libres, más autónomos y
humanos, la posibilidad de luchar por unas condiciones de vida más justas que
superen los mandatos, las prescripciones y las interpelaciones dominantes.

Javier Balsa: Las tres Lógicas de la construcción de la hegemonía.


1- Una Hegemonía construida como “alianza de clases”

Es una Hegemonía en la que la clase dominante logra articular sus propios


intereses con intereses parciales de fracciones de las clases subalternas de modo de
integrarlas en su propuesta hegemónica. Su base es estrictamente material, y, en este
sentido, se asemeja a la idea leninista de hegemonía como “alianza de clases” (La
pequeña burguesía junto a el campesinado y proletariado formaba una contra
hegemonía). La aceptación de la dominación y la dirección está guiada por la lógica
del cálculo de costos y beneficios. Solo se acepta la dirección política en su sentido
más restringido. Es decir las clases o fracciones dominadas mantienen su
“independencia” (relativa) en el plano ideológico y en su identidad de clase, y aceptan
la dominación y la dirección solo en términos tácticos, por las ventajas materiales que
les representan. Estas ventajas están limitadas por los intereses medulares de la
clase dominante que no son “negociables”.

Una dominación construida como alianza de clases no es de tipo hegemónico ya


que no hay una operación ideológica ni transformación de los sujetos sociales, que
son las operaciones clave de la hegemonía plena. (SIN UNA TRANFORMACION
DEL SUJETO SOCIAL, NI UN CONTROL IDEOLOGICO NO HAY HEGEMONIA)

Las fracciones dominadas de las clases dominantes tienen capacidades


intelectuales propias como para no ser fácilmente hegemonizadas y solo aceptan la
hegemonía a cambio de ventajas materiales concretas.

2-Una hegemonía construida como “dirección intelectual y moral”.

Es la hegemonía propiamente dicha. En primer lugar la dirección intelectual: La


ideología como complejo de ideas, como doctrina. En segundo lugar la dirección
moral: un conjunto más amplio de valores, prácticas y representaciones sociales
ampliamente compartidos dentro de una cultura.

Con Gramsci se efectúo una transición de la ideología como sistema de ideas a


ideología como una práctica social autentica y habitual, que debe abarcar las
dimensiones inconscientes y no articuladas de la experiencia social.

No todos los elementos de una cultura serán parte de una ideología, sino solo
los que encierran una operación de legitimación de una relación de dominación. El
reconocimiento de una funcionalidad para con la dominación es el elemento que
permite discriminar, dentro de todos los elementos culturales, a aquellos propios de la
ideología en el sentido más ampliado y de este modo criticar la dicotomía” ideología vs
cultura”. La ideología es siempre funcional respecto de alguna relación de dominación
social de un modo no transparente: la lógica misma de legitimación de la relación de
dominación debe permanecer oculta para ser efectiva.

Estos dos planos “ideológico y moral” permiten abrir otros modos de


construcción de este tipo de hegemonía. Se podrían pensar dos instancias:
Socialización primaria y la secundaria: la secundaria es la que induce al individuo a
sectores parciales de su sociedad, la primaria es la que lo convierte en un miembro de
esa sociedad.

La construcción de la hegemonía en el plano intelectual se inscribe en los


procesos de socialización secundaria, porque es consciente, inestable y
permanentemente sujeta a la crítica. Estas internalizaciones subjetivas están menos
arraigadas a la conciencia y resulta por ende más susceptible al desplazamiento
aunque no por que no estén establecidas en la vida cotidiana.

En cambio, la hegemonía moral tiene sus fundamentos en la construcción del


mundo social que se desarrolla durante la infancia, a partir de inclusión automática en
los distintos grupos que nos imponen su concepción del mundo “real”. Pues en la
socialización primaria las definiciones que los otros significantes hacen de la situación
del individuo le son presentadas a este como realidad objetiva. Este periodo es clave
para la construcción de distintos tipos de hegemonías, pues una hegemonía bien
efectiva es lo que logra que la visión del grupo dominante se internalice como lo
natural en tanto parte constitutiva de la cultura. Las cuestiones así internalizadas son
aquellas más difíciles de disputar por una contra-hegemonía. Ej. : Naturalización de la
existencia de ricos y pobres, de las obligaciones de la mujer en los cuidados del hogar.

Para lograr una efectiva hegemonía social involucra no solo el campo de lo


académico y los aparatos de producción de ideología, sino en los aparatos difusores
de ideología.

2.2 Los aparatos y la lucha ideológica.

Cuando hablamos de aparatos ideológicos hay que hacer una diferencia entre
aparatos religiosos, escolares, familiares, jurídicos, políticos, sindical, de información
culturales. Los agentes que se encuentran dentro de estos aparatos son
“mediadores”. En la disputa por el sentido común y la construcción de una hegemonía
moral no alcanza con lograr un fuerte control sobre los aparatos productores y
difusores de ideología sino que también es necesario el predominio ideológico sobre
otros mediadores encargados de los procesos de sociabilización primaria,
esencialmente, los padres y también los maestros.

La construcción de la hegemonía sería lograr la pertenencia en el sentido común.

Para Nun la lucha político- ideológica debe reconocer la especificidad del


campo del sentido común y traducirse para poder combatir en este terreno. La política
no es la imposición de un campo sobre otro, sino su articulación. La habilidad de
traducción es clave. Hablar los dos lenguajes y vincularlos. Ej.: La implantación de la
ideología neoliberal. Lo que el neoliberalismo logro realizar con gran maestría fue
hablar el “lenguaje del hombre de la calle” apelar a “Doña Rosa” con ejemplos y
metáforas simples y cercanas al sentido común. El neoliberalismo se constituyo desde
la práctica más que desde la ciencia. Sin embargo fue hacía ella para buscar
justificaciones (que encontró en los economistas) y construyo “verdades” para difundir
en el sentido común.

2.3 Las operaciones para la construcción de la hegemonía intelectual y moral.

La operación básica es la de buscar representar y conseguir que así sean


vistos los intereses particulares de la clase dominante como los intereses generales
del colectivo. La universalización y la (re)construcción una visión del mundo

La operación de universalización tiene dos procedimientos:


 En primer lugar se realiza una operación de despolitización de la cuestión de
los intereses.
 En segundo lugar esta operación tendrá en algún tipo de apelación
nacionalista. También se erigen fronteras sociales internas: los intereses de los
marginales pueden y deben quedar fuera de los intereses “generales”, que, por
lo tanto no son generales, ni siquiera en un sentido construido. Los intereses
generales son doblemente particulares, pues son los intereses específicos de
unas clases particulares y a la vez buscan englobar solo una parte de la
totalidad de la sociedad.

La identificación y especificación de esta operación universalizante seria el


primer paso de un estudio de la construcción de una hegemonía intelectual y
moral.

Una hegemonía se construye sobre una misión del mundo e implica


su reconstrucción.

Esta reconstrucción de la visión del mundo implica en tanto operación hegemónica,


una interpelación especifica a los sujetos en relación con la situación de la dominación.
Hay tres modos de interpelación ideológica, para Therborn las ideologías someten y
cualifican los sujetos diciéndoles, haciéndoles reconocer y relacionándolos con:
a- Lo que existe y lo que no existe: quienes somos, que es el mundo y como son
la naturaleza, la sociedad, los hombres y las mujeres. Adquirimos de esta
forma un sentido de identidad y nos hacemos conscientes de los que es
verdadero y cierto, con ello la visibilidad del mundo queda estructurada
mediante la distribución de claros, sombras y oscuridades.
b- Lo que es bueno correcto, justo, hermoso, atractivo, agradable y todos sus
contrarios. De esta forma se estructuran y normalizan nuestros deseos.
c- Lo que es posible e imposible. Con ello se moldean nuestro sentido de la
mutabilidad de nuestro ser en el mundo y las consecuencias del cambio, y se
configuran nuestras esperanzas, ambiciones y temores.

Otro elemento clave de la ideología es un procedimiento de deslizamiento, que a


veces no está presente. No es una visión falsa, sino desplazada de su eje.
Racistas que dicen no ser racistas sino nacionalistas. Consiste en correrse del
lugar para evitar el antagonismo social.

La redefinición de los sujetos

La reelaboración de la visión del social supone una construcción del sujeto


dominante y de los sujetos dominados. En este sentido, la ideología los “interpela”. Y
esta es una operación que siempre es de re interpelación de los sujetos; “no hay
individuos pre-ideológicos, sino que hay sujetos libres sujetados.” La ideología
construye una visión del grupo, a través de un proceso, por lo cual el termino
identificación probablemente sería más satisfactorio que el termino más estricto de
identidad. Y esta toma de conciencia se produce dentro de una lucha de hegemonías
políticas.
Internalización de las demandas

Para Laclau la hegemonía se construye a través de la absorción diferencial de las


demandas. Según Therborn, las demandas antes de ser internalizadas pasan por tres
procesos:
1- Negación
2- Desvalorización (en el sentido de un cambio de valencia)
3- Utopización (En su sentido negativo de irrealizables)

Lo que queda de estas demandas es parcialmente considerado e incluido dentro de la


formación hegemónica. Es el núcleo de una revolución pasiva, es un elemento de una
hegemonía intelectual y moral. Se toman las demandas y se las recupera en forma
parcial y desde arriba, lo cual genera consenso sin dar poder político. Es por eso que
en la disputa hegemónica son cuestiones centrales: el control del discurso público, de
los aparatos ideológicos y de la instancia de auto reorganización de los grupos, pero
también de acceso (relativamente) autónomo a espacios estatales desde donde podría
avanzarse en la concreción de las demandas.

Los tipos de aceptación de la dominación

La hegemonía será plena en la medida en que logre que los sujetos de las clases
subalternas piensen que son incapaces de alterar la situación en la que viven.
(IMAGINARIO DE ORDEN)

Los sujetos dominados creen que la realidad es tal cual como la describe la ideología
dominante. De este modo, no se ve la dominación. Los dominadores son concebidos
como una casta aparte, poseedora de cualidades superiores que son cualificaciones
necesarias para dominar y solo los dominadores poseen, derivadas de la
descendencia y la educación.

En el caso en que los dominados si crean en su capacidad de gobierno, la dominación


se articula en base a una valoración positiva de la situación, se sienten representados
por los dominados.

De los aparatos ideológicos a las mentes (CADENA DE EQUIVALENCIAS - A


CADA SIGNIFICANTE UN SIGNIFICADO)

Para conocer el nivel de internalización de la ideología no alcanza con detectar el


control sobre los aparatos y el monopolio del discurso público. Se deben analizar que
las operaciones discursivas son realizadas desde esos lugares e indagar la manera en
que son internalizadas en las mentes. Existen dos tipos de modelos en la dinámica de
procesamiento de información: Cuando un discurso es escuchado el receptor analiza
si las expresiones se ajustan a sus creencias personales o sociales. Si eso pasa,
entonces la opinión puede ser provisoriamente adoptada y asociada con el
acontecimiento en el modelo de acontecimiento (que describe la realidad y se archiva
en la memoria episódica) Si, en cambio, la evaluación es negativa, la opinión puede
simplemente atribuirse al hablante/escribiente y almacenarse en el modelo de
contexto. El control sobre el discurso público y los aparatos ideológicos operan
buscando transformar los modelos de contexto que poseen los receptores. Resulta
más importante que el contenido del discurso. Legitimación no tanto de los discursos
sino de los enunciadores.
Existen dos niveles discursivos en la disputa ideológica.

a- El contenido especifico de los discursos y que justamente se podría analizar


estudiando los enunciados: El rango de estabilidad /flujo en los discursos. El
foco se coloca en el rango de los modos y las formas en los cuales los
discursos son reproducidos en los textos, transformados para producir un
discurso hibrido o resistido por parte de discursos opositores. Pues, en la
medida en que consiguen ser naturalizados es aceptado como sentido común.
b- Las operaciones que se especializan en modificar los modelos de contextos
que los receptores ponen en juego en el momento de la interacción discursiva.
Estas operaciones trabajan sobre los tópicos sobre Nosotros, al tiempo que
suprimiendo la información positiva sobre Ellos; distorsionan la coherencia
discursiva a favor del objetivo ideológico buscado, emplean determinado
esquemas narrativos y estilos, y trabajan con la retorica.

3-Una hegemonía construida como la transformación de los modos de vida de


las clases dominadas

Toda hegemonía tiene bases vivenciales en las que anclarse. Esta tercera lógica en la
construcción de hegemonía, es aquella que se basa en determinadas formas de vida.
La dinámica social puede transformar las condiciones de vida, tienen claros efectos
sobre los modos de pensar. Y luego existe la posibilidad de que estos cambios en los
modos de pensar tengan un sentido favorable a la hegemonía de la clase dominante.

La hegemonía nace de la fábrica y para ejercerse solo tiene necesidad de una mínima
cantidad de intermediarios profesionales de la política y de la ideología.

Para las nuevas generaciones, estas transformaciones en los modos de vida, al estar
incluidas en los procesos de socialización primaria, tienen efectos muy sólidos en la
construcción de una visión del mundo. Estas prácticas pre-ideológicas debido a la
edad en que ocurren y por no transmitirse como una visión posible, sino como una
descripción sobre como es el mundo e incluso más allá, como una simple “vivencia”.
Entonces, la hegemonía también se construye sobre prácticas individuales que, al
estar constreñidas por las condiciones estructurales de la dominación social, tienen un
efecto reproductor de la hegemonía en tanto limitador de los horizontes de vivencias
posibles.

HEGEMONÍA, UN ENFOQUE TEÓRICO PARA PENSAR LÓGICAS EN


CORRIENTES DE OPINIÓN- AGUSTÍN MARTINUZZI
Durante la segunda mitad del siglo XX cambios se manifiestan en la primacía que
ocupa el lenguaje en la constitución de lo real y de los sujetos. Ernesto Laclau es
considerado uno de los principales exponentes de los avances que se produjeron en
las ciencias sociales a partir de este giro.

Hegemonía hacia dentro de la tradición marxista

“El concepto de hegemonía no surgió para definir un nuevo tipo de relación en su


identidad especifica, sino para llenar un hiato que se había abierto e la cadena de la
necesidad histórica. Los contextos de aparición del concepto serán los contextos de
una falla” Laclau y Mouffe.
Hegemonía propone un modo de ser social. El concepto presupone la imposibilidad
del cierre de lo social, la imposibilidad de pensar a la sociedad como una estructura
transparente, única y fija. La sociedad conocida en su totalidad es un ideal y por lo
tanto es imposible. El marxismo ortodoxo presupuso la existencia de un sujeto
universal (la clase obrera) que debería cargarse sobre sus hombros la transformación
de la sociedad. Esta “necesidad histórica” que tomo la forma de verdad universal es
uno de los problemas que dispararon la discusión en torno a la utilización y
reconfiguración de la hegemonía en el escenario contemporáneo. El primer debate
gira en torno al carácter contingente (algo que puede llegar a cambiar) que constituye
el vínculo hegemónico.

Contingencia/Universalidad, lo necesario e imposible LACLAU

El análisis de Laclau comprende al sujeto social constituido por el determinismo de la


estructura económica en el lugar que ocupa dentro de las relaciones de producción.
No existe en la teoría del autor un objeto que, por si mismo, pueda explicar la totalidad
de los cambios, no es posible pensar una identidad social constituida de una vez y
para siempre, de manera estática.

Para Kautsky, socialista, el avance del capitalismo comprende la constitución de un


sujeto político (la clase obrera) como el encargado único del cambio social. La
simplificación, que observa la referencia a la clase conduce además a la imposibilidad
de comprender el campo de diferencias estructurales que el capitalismo genera a
medida que avanza. La simplificación, no solo pierde de vista la complejidad, también
comprende una fijación de los sujetos dentro de una totalidad.

Para Laclau, la construcción del vínculo hegemónico parte de comprender que todo
elemento que pretenda ser hegemonizado, es contingente en su modo de ser y se
construye entre relaciones inestables de necesidad. “Hay hegemonía solo si la
dicotomía universalidad (NECESARIO) /particularidad (CONTINGENTE) es superada”,
la terceridad (VIRGEN DE GUADALUPE)

Para comprender los procesos de construcción de hegemonía hay que reconocer


como dicotomía constitutiva la relación entre lo contingente (particularismos) y lo
necesario (universalidad). Lo universal es producto de las articulaciones y
desplazamientos de identidades particulares. Una identificación particular solo a partir
de ser atravesada por nuevos sentidos y transformada en su integridad por un
conjunto de efectos que tiendan a la totalidad, puede ser pensada como identificación
hegemónica.

La dicotomía particularidad/universalidad es constitutiva del concepto de “alianza de


clases” propuesto por Lenin; y el de “conducción moral e intelectual” de Antonia
Gramsci que se destacan por ser dos formas diferentes de conceptualizar la
constitución de hegemonía.

Lenin: conducción política y alianza de clases

Hegemonía significaba para Lenin dirección política en el seno de una alianza de


clases. Esta dirección política debería ser conducida por el movimiento obrero, el único
sujeto posible de encarnar el cambio. La “dirección política” se ejerce por fuera de los
vínculos que estructuran la alianza. Los vínculos hegemónicos que se establecen en el
interior de esa alianza responden a interés de clases que poseen una presencia
política exteriorizada mediante un sistema de representación. Se desprenden dos
conclusiones: por un lado, los intereses se presuponen fijos (universales, LO A
PRIORI, LO QUE SE SABE DE ANTE MANO) luego de haber atravesado un proceso
de participación dentro de una alianza. Por otro, es el partido de clase quien se
encarga de representar la lucha política. La representación de intereses es la forma de
garantizar el acceso a lo político de las distintas clases sociales. Nuevamente se
presupone una representación de intereses derivada de identidades transparentes
fijas, sin admitir particularismos ni contradicciones.

Gramsci: de la representación a la articulación

“Lo que hay radicalmente nuevo en Gramsci es una ampliación del terreno atribuido a
la recomposición política y a la hegemonía a la vez que una teorización que va mas
allá de la categoría leninista de alianza de clases”.

Mientras que en Lenin el vínculo hegemónico propone a la clase obrera el reclamo de


sus intereses particulares de clase, en Gramsci la clase se abre a la defensa de los
intereses de otros sectores. Aquí aparece un traspaso a la hegemonía como
“conducción moral e intelectual” y que se da a partir de la articulación entre ambos.
La hegemonía no se logra totalmente a través de la lucha sino que hay un fundamento
necesario de clase que termina determinándolo todo.

Discurso y hegemonía

Laclau afirma: la sociedad es imposible, un sistema de dispersión que nunca logra


estabilizarse sino provisoriamente. Esta noción lleva a Laclau a comprender a la
sociedad como una configuración discursiva que no posee una esencia o un núcleo de
organización ultimo.

El campo de la discursividad se entiende como un horizonte sin límites o


presupuestos. Implica observar e interpretar los cambios sociales en (y desde) las
condiciones discursivas de las que son efecto. El autor no reniega que los objetos
poseen una existencia física por fuera de la dimensión discursiva, pero sin embargo, el
modo de ser de los objetos está sujeta a un sistema determinado de relaciones
sociales que hacen de ese objeto físico, al mismo tiempo, un objeto de discurso.
(EJEMPLO LA PIEDRA: PROYECTIL, OBRA DE ARTE)

“Llamaremos articulación a toda practica que establece una relación tal entre
elementos, que la identidad de estos resulta modificada como resultado de esta
práctica. A la totalidad estructurada resultante de la práctica articulatoria la llamaremos
discurso. Llamaremos momentos a las posiciones diferenciales, en tanto aparecen
articuladas en el interior de un discurso. Llamaremos elementos a toda diferencia que
no se articula discursivamente”.

La práctica articulatoria da lugar a una formación discursiva. Allí, donde es posible


observar una “regularidad” dentro de un sistema de posiciones diferenciadas, estamos
en presencia de un discurso. Los puntos privilegiados de esta fijación parcial los
denominaremos puntos nodales (DEJAN ABIERTO A VARIOS SIGNIFICADOS).
Mientras que los “elementos” seraN significantes flotantes.

Aportes para un enfoque teórico

Hegemonía es mucho más que un tipo de relación política, es un modo de ser de los
vínculos que constituyen lo social. El intento de localizar un principio organizador que
dé cuenta de los fenómenos de opinión se encuentra en las distintas perspectivas
tradicionales en estudios de opinión pública. Tomar el concepto de hegemonía de
Laclau permite detenerse en las lógicas. De aquí resulta posible analizar los
escenarios sociales de emergencia discursiva para identificar nuevos agentes
sociales, demandas y modos de identificación. El concepto de articulación hegemónica
aporta al reconocimiento de lo social sin excluir los procesos de sedimentación de
sentidos sociales y políticos que constituyen corrientes de opinión.
Frentes culturales - Jorge González
A través de la perspectiva de los frentes culturales que es aquello que
consideramos y vivimos como normal, evidente, verdadero y obvio en cualquier lugar y
tiempo, debe ser entendido como un estado momentáneo de un orden simbólico
colectivo y provisional. Este arreglo está sujeto a interminables contra flujos simbólicos
que generan tensiones entre las instituciones culturales. (médicos y curanderos).

Los contra flujos provienen de las redes de convivencia diaria como los amigos,
la familia y la convivencia primaria. Esta fuerzas centrífugas que escapan de la
atracción centralizadora de aquellas instituciones y pertenecen a fuerzas que
dialogizan y eventualmente pueden hacer cambiar las definiciones naturales o
simbólicamente centralizadas de la vida.

La hegemonía es un concepto utilizado a grandes escalas y muchas veces


confundido con el de dominación política y explotación económica. Así se desdibuja la
especifidad del concepto. Hall plantea que la hegemonía nunca es una estimulación
directa de pensamiento o acción, sino un marco de definiciones encontradas de la
realidad dentro del rango de la clase dominante.

Frentes Culturales:

Las formas simbólicas elementalmente humanas nunca deben ser tomadas


como esencias naturales. Todas han sido históricamente generadas a partir de las
necesidades básicas para sobrevivir como especie biológica.

Hegemonía es el nombre que le damos al momentum (relaciones simbólicas)


de relaciones de fuerzas objetivas entre diferentes agentes sociales colectivos (clases,
grupos, regiones, naciones) situados en un determinado espacio social cuando lo
observamos desde un punto de vista simbólico.

Busca separarse de la concepción de hegemonía como un hecho negativo,


como un síndrome de control total de una clase o como un cáncer a extirpar. Es más
productivo si nos preguntamos sobre cómo, desde dónde y entre quiénes cada
relación especifica de autoridad simbólica ha sido construida, deconstruida y recreada
a lo largo de la historia.

No hay sociedad que pueda organizar la producción cotidiana de su vida sin


hegemonía. La relación social de hegemonía no implica solamente un par (explotador
– explotado) sino una tríada de elementos. Esto es, el hegemónico o centralizante, el
subalterno o subordinado y otro polo que no es subordinado pero tampoco
hegemónico, y que nos abre a una posible acción disipativa dentro de un territorio
simbólicamente ocupado.

Hay que pensar la hegemonía como un marco de posibilidades, como un


espacio de múltiples convergencias en permanente juego. No depende solamente del
trabajo de anticipación y elaboración, sino también en articular nuevos significados y
fuerzas centrífugas (de afuera). La hegemonía tiene que ser construida y destruida a
través de la comunicación simbólica.

Identidades:

Identidad es un concepto rígido usado frecuentemente por analistas sociales


para describir los modos en que diversos universos simbólicos se construyen y afirman
en la subjetividad. Es preferible pensar en “identidades” y no en un término singular.

Los conceptos de campo y de redes ideológicas deben ser introducidos para


entender las dos fuerzas principales (orden y caos, centrípetas y centrífugas) que se
mezclan en esa entretejida zona de inestabilidad simbólica que llamo frentes
culturales.

Hegemonía:

No percibo la hegemonía como la suma de la ideología dominante que circula.


Está no tiene un carácter medible, mensurable o fijo, así, todo consenso hegemónico y
sus móviles articulaciones deben considerarse como muy inestables, puesto que toda
hegemonía esta siempre sometida a una variedad de luchas simbólicas en las que
agentes sociales invierten poderosamente en el duro trabajo de elaboración discursiva
de los vinculo posibles y las zonas comunes.

La categoría de frentes culturales puede ser usada como una construcción


teórica de utilidad en estudios de la cultura y en las ciencias sociales en general y
también como una estrategia metodológica para volver observable y entendible la
complejidad del poder simbólico en la vida cotidiana.

Fronteras y arenas:

Los frentes culturales deben ser entendidos como un concepto abierto, o como
un concepto sistémico. Es decir, que no puede ser aplicado separado de sus
relaciones con otras construcciones: hegemonía, campos, redes ideológicas, discurso
social, formas simbólicas, etc.

También pueden ser entendidos como espacios o arenas de lucha, que son
generadas mediante un trabajo de elaboración discursiva, que traza la dinámica de
diferentes tensiones y conflictos localizados.

Propuesta:

Los frentes culturales deben considerarse como configuraciones producidas


dentro de las dinámicas de múltiples cambios históricos de las estructuras simbólicas.
Estos procesos pueden ser entendidos como generándose precisamente en el vórtice
de un equilibrio tenso y precario.

Por una parte, los frentes culturales son estructurales, hechos sobre un
conjunto de relaciones. Por otra, están en constante movimiento y ayudan a construir
una especie de olla en la que se encuentran un estado de ebullición conflictos y
tensiones culturales.
La estabilidad precaria de estos universos simbólicos construidos está
constantemente sujeta a las acciones e interacciones variables de muchas fuerzas
simbólicas y negociaciones.

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