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todo entre los jóvenes. Pero, ¿qué vínculos tienen con la ficción
latinoamericana?
¿Por ejemplo?
Hay una nave espacial perdida en el universo, dirigida por una computadora
que se llama madre. Hay ahí un enfrentamiento básico entre el mundo nítido,
higiénico, aséptico de la tecnología, con el mundo arcaico donde está el Alien,
que es el monstruo, lo viscoso, los fluidos, la híper reproducción. "Alien" sería el
principio de lo femenino descontrolado. Se presenta una confrontación entre
dos principios: la razón y la noche, la luz y la oscuridad, lo aséptico y lo
orgánico. Siempre, en el fondo, hay un terror ante el cuerpo, lo sexual, la
reproducción, la sangre, es decir, un miedo a lo que se corroe, lo que va a morir.
Y frente a eso vienen las cofradías de la luz. En "Drácula" se juntan el militar, el
juez, el cura; las instituciones que representan lo masculino se unen contra el
monstruo. No es que sean necesariamente hombres, es el principio de lo
masculino que trata de suprimir un peligro innombrable.
Sí. Figuras privadas de afecto, como podrían ser el capitán Nemo o el ciudadano
Kane, se refugian en un espacio cerrado, propio, absoluto -el Nautilus, o Xanadu
en la película de Orson Wells-, rodeándose de objetos que podrían resarcirlos,
tal vez, de lo que no tuvieron. De algún modo, son coleccionistas que tienen
hambre de algo inexistente. Los catálogos que lleva Nemo en el Nautilus serían
equivalentes a las pequeñas cajitas que todos tenemos dentro de la cabeza:
miniaturas de emociones, de momentos especiales que hemos vivido, mini
mundos que construimos dentro nuestro.
Parecería que hay una dificultad casi innata en el ser humano de ver realmente
al otro. Es mucho más fácil verse en el espejo. Y nos rodeamos de dobles.
Cuando un artista crea una obra, esa obra es como un doble de sí mismo. Hay
una teogonía, una idea de la creación, escrita por Ibn-Arabi, un místico
murciano del siglo XIII, que dice que Dios era para sí mismo un tesoro
escondido. Y es para conocerse que escribe el mundo, porque Dios tampoco
podría conocerse si no tuviera su doble afuera. El doble sería una de las maneras
que tenemos de conocernos. La obra de arte sería un caso específico de doble.
Pero el doble nunca es una copia exacta del "original". En la literatura gótica
todos los dobles tienen pequeños defectos. En "Strange case of Dr. Jekyll and
Mr. Hyde" (El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde), Hyde arrastra los
pies, en "William Wilson" de Poe, el doble tiene una voz finita. No son exactos,
son réplicas fallidas. Y podríamos decir que nosotros somos réplicas fallidas de
Dios, y nuestras obras podrían ser réplicas fallidas de nosotros mismos. Es la
idea de un mundo que está instalado sobre un defecto o fracaso o imposibilidad.
Y esa imposibilidad, ¿cómo afecta a la creación artística?
Toda obra es un fracaso luminoso. Trae luz a un fracaso cuya calidad se puede
mejorar. En realidad, no existe la obra como consumación sino como proceso.
El artista trabaja como Sísifo: lleva hasta arriba la piedra; cuando llegó, la
piedra se le cae y tiene que empezar otra vez.