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Halperin, Isaac - Barbato, Nicolás H.

LexisNexis - Depalma

SEGUROS
2001

PRÓLOGO DE LA TERCERA EDICIÓN

Cabe preguntarse si aquel adolescente que dialogaba con otro adolescente (éste, Carlos Juan
Zavala Rodríguez, luego gran jurista) en los pasillos de la antigua Facultad de Derecho, acerca
de cómo se hallaban preparados para rendir el examen de ingreso a la carrera de abogacía, por
entonces soñó con la trascendencia internacional que tendría su obra.

Es que si Isaac Halperin fue prolífico en materia de derecho societario, tal trascendencia
internacional la logra en el ámbito del derecho de seguros.

En efecto, su tesis doctoral, laureada con el premio accessit ("La acción directa . . ."), confirmó
en el ámbito local las cualidades que había demostrado en sus trabajos publicados en la
"Revista Crítica de Jurisprudencia" -que fundara con su hermano Nicolás- y en "La Ley". En
tanto la obra "Contrato de Seguro", publicada en la década de 1940, lo proyectó al ámbito
internacional.

Se trató de un libro comparable con las obras más importantes del mundo en la materia, como
los escritos por Hans M”ller, Joaquín Garrigues, Picard y Besson y el propio Donati, con su
estilo de pocas palabras, pero con riqueza de ideas.

Por ello no es de extrañar que el Poder Ejecutivo nacional lo seleccionara para redactar el
Anteproyecto de Ley General de Seguros, ni que fuera uno de los fundadores y vicepresidentes
de AIDA (Asociación Internacional de Derecho de Seguros).

Cuando ese Anteproyecto -luego Proyecto- fue finalmente ley (decreto-ley) 17418 , Isaac
Halperin escribió "Seguro. Exposición crítica de la ley 17418 ", el cual, con alguna "licencia
jurídica", puede ser considerado continuador de aquel "Contrato de seguro".

1
Fallecido Isaac Halperin en el año 1975, se procuró actualizar toda su obra. La primera fue
precisamente "Seguros", y su actualizador, el profesor Dr. Juan Carlos Félix Morandi.

Agotada esa edición se encaró una nueva actualización, también a cargo del profesor Morandi.
Su inesperado fallecimiento dejó trunca la tarea. El tomo I estaba terminado y restaba elaborar
la actualización íntegra del tomo II.

Con la editorial, especialmente con el señor Alberto Barón, hicimos algunos ofrecimientos para
actualizar el tomo II exclusivamente, hasta que decidimos comenzar de nuevo, lo cual
conllevaba el problema de elegir un nuevo actualizador para la totalidad de la obra.

Rápidamente coincidimos en la persona del profesor Dr. Nicolás Barbato, quien puso, luego
de acordar la modalidad de la actualización, manos a la obra. Sin pausa encaró la tarea que hoy
nos permite presentar esta nueva edición. Quiso Dios darle al querido Nico las fuerzas
suficientes para terminar su obra y corregir todas las pruebas, antes de dejarnos
definitivamente.

Y así se fue Nicolás, seguramente sufriendo (sin duda como sufrió Isaac en los últimos días),
pero en silencio, como fue en la vida, llena de virtudes pero sin estridencias, como los grandes.
Sus trabajos fueron fuente de creación y expresiones de sabiduría, pero con la sencillez en la
exposición escrita y oral, virtud exclusiva de aquellos que saben y testimonian el respeto de
quien no quiere apabullar al lector o contradictor.

David Andrés Halperin

PRÓLOGO DEL ACTUALIZADOR

Actualizar una obra como la del Dr. Halperin es una tarea muy delicada, que exige a quien la
lleve a cabo con la prudencia y el respeto que requiere toda obra excepcional, que ha sido guía
y fundamento de pronunciamientos judiciales y de volúmenes y monografías doctrinarios. Casi
no hay fallo sobre seguros que no acuda, directa o indirectamente, a la obra de quien fue
maestro de generaciones, no sólo en el seguro sino en otras áreas de lo jurídico (p.ej., el
derecho societario). A lo dicho se agrega la jerarquía del anterior actualizador, Dr. Juan Carlos
Félix Morandi, que constituye otra muestra de la excelencia que siempre rodeó a esta obra.

2
En el ámbito del seguro, este libro significó todo un remozamiento de análisis doctrinarios
efetuados sobre el Código de Comercio (el libro de Halperin tuvo su origen remoto en una
obra escrita por dicho autor sobre ese Código: su "Derecho de Seguros", publicado en 1946).
Luego, al dictarse la ley 17418 , buena parte de los conceptos contenidos en los análisis y
estudios obrantes en dicho trabajo pasaron a conformar pasajes que trajeron visiones
modernas a una materia gobernada hasta entonces por una legislación decimonónica, que, en
buena medida, marcaba las características y límites a las obras y estudios de doctrina
contemporáneos.

Posteriormente, el Poder Ejecutivo nacional encomendó al autor de esta obra la elaboración de


un anteproyecto de ley que constituyese la base de una reforma de la ley. El proyecto fue
elevado al entonces ministro de Educación y Justicia, con fecha 9 de junio de 1959, precedido
de una exposición de las ideas fundamentales que guiaron a su autor en la elaboración de ese
trabajo.

Con base en dicho Proyecto, se redactó luego, a través de una Comisión, otro que no difería
demasiado del original, salvo en algunos aspectos, como la sustitución, en el seguro de la
responsabilidad civil, de la acción directa por la citación en garantía -que otorgaba el proyecto
al tercero damnificado (art. 121 121)- y separaba las normas referidas a la empresa de seguros
(arts. 184 y ss.) y al seguro obligatorio de responsabilidad civil para automotores (arts. 124 124
y ss.). Ello culminó con el dictado de la ley 17418 elaborada por otra Comisión integrada por
notables juristas, que como la anterior, siguió las aguas del Anteproyecto Halperin, lo cual
permite sostener que la médula de esa reforma respondió esencialmente al trabajo del autor de
este libro.

Ante esa personalidad y su excepcional obra, quien tiene a cargo la actualización siente el peso
y la responsabilidad que emerge de la tarea encomendada.

Así, cabe destacar que todo lo que se pudo emplear de lo escrito en la primera edición de 1970,
fue utilizado, limitándose la actualización, en tales casos, a eliminar los preceptos derogados
(no en vano pasaron más de treinta años) y agregar las normas nuevas que los reemplazaron.

Por otra parte, en contados casos se efectuó un tratamiento de algunos supuestos que, por su
empleo casi diario por parte de los letrados en sus juicios, requerían una exposición un tanto
más actualizada (así, p.ej., en el tema de las cargas, la suspensión de cobertura, exclusiones a
ésta, seguros colectivos de vida, algunos aspectos del seguro de la responsabilidad civil; etc.). Y
se agregaron referencias a la jurisprudencia dictada a raíz de los temas reformados.

Pero siempre, insistimos, hemos conservado celosamente el texto originario, con su frescura
perenne (como ocurre con los clásicos).

3
Los parágrafos que corresponden a la actualización van precedidos por una (a), para
distinguirlos de los correspondientes al maestro autor del libro, indicación que resulta casi
redundante, dada la ya referida excelencia de su obra.

Nicolás H. Barbato

PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN

I. - La sanción de la ley (decreto) 17418 reviste una especial importancia en el movimiento


legislativo argentino, de renovación de sus códigos: elaborada cuidadosamente, se distingue por
su técnica depurada y porque señala un jalón importante en esta materia, ya que, con la de
Méjico, son las únicas leyes modernas en la materia, en Latinoamérica, cuya integración
económica requiere un sistema asegurador moderno.

La ley no puede cambiar los datos técnicos que fundan y justifican el seguro, pero ha innovado
profundamente en los criterios para resolver la armonización de los intereses concretos en
conflicto y hacer efectiva la función socio-económica que debe satisfacer. Desde este punto de
vista, la ley argentina -y en mayor medida el proyecto, ya que se le amputó sin justificación la
parte dedicada al régimen de la empresa-, aun con el defectuoso sistema de control del t.o.
1962, acentúa el papel económico del empresario asegurador, de intermediario entre la masa de
asegurados y el asegurado concretamente damnificado.

El sistema legal no se ha estructurado fundamentalmente sobre modelos extranjeros


(Alemania, Francia, Italia, Suiza, etc.), aunque los tuvo presentes: esencialmente ha tenido en
cuenta la calidad socio-económica argentina, apartando soluciones que podrían ser
excesivamente avanzadas en el estado actual del país.

El esquema fundamental del nuevo régimen innovó totalmente sobre el que consagraba el
Código de Comercio: trato de exponerlo en un análisis crítico, en el cual está presente el
sistema anterior, reelaborado por la jurisprudencia. Las nuevas normas se toman como punto
de partida de una nueva evolución, fundada en un acentuado criterio de función social del
seguro, del que la ley (decreto) 17418 hizo aplicación en muchas de sus disposiciones, del cual
el art. 118 118 es ejemplo destacado y el texto del art. 158 158 permite desarrollar en una
interpretación evolutiva y extensiva.

II. - La empresa aseguradora autorizada -privada o estatal-, como parte indispensable del
contrato, está presente en todas las instituciones y explica las regulaciones del contrato

4
(régimen de la reticencia y reajuste eventual del contrato; la agravación del estado del riesgo; la
interpretación del contrato; el sistema de sanciones, etc.) y el control estatal de esa empresa
aseguradora.

El control estatal -aun el deficiente, conservado- es un ejemplo vivo de la penetración del


derecho público en el derecho privado, su influencia decisiva, en razón de la función social del
seguro, de su importancia para el desarrollo económico del país y de la integración económica
latinoamericana.

Este desarrollo económico del país exige un sistema asegurador ágil, que llene rápida y
eficazmente la función reparadora que justifica su contratación, aplicado de modo cabal no
sólo en esa celeridad sino también en la lealtad de la determinación del monto de las
reparaciones: es así no sólo para restituir al patrimonio afectado su capacidad de producción,
sino también para alentar las inversiones cada vez más riesgosas y cuantiosas, que exige el
desarrollo del país.

El seguro concreta un sistema de reparto social de riesgos, por el cual las consecuencias de los
siniestros son, en definitiva, soportadas por toda la comunidad: el asegurador percibe las
primas de los asegurados, para formar una masa con la que afrontará las indemnizaciones
debidas a los siniestrados. El costo del sistema se traslada a la totalidad, a través de los precios,
pues la prima debida integra en cada caso el costo de producción. Un deficiente sistema
asegurador influye sobre este costo.

El sistema se funda en la recepción actual de contribuciones de la masa de asegurados, para


una prestación futura eventual. De ahí la necesidad del control permanente y eficiente de la
capacitación técnico-económica del asegurador, por un órgano estatal capacitado, por su
especialización, atribuciones y dotación de personal técnico.

De nada valdrían los textos legales, por perfectos que fueran, para hacer posible un sistema
asegurador idóneo, que ponga a disposición de la economía del país el instrumento que
satisfaga sus necesidades para su desarrollo: es indispensable complementarlo con el control
estatal eficiente, que en el momento actual ha sido tremendamente deterioriado:

a) La Superintendencia de Seguros ha sido, prácticamente, desmantelada. No obstante contar


con fondos especialmente afectados, pagados por los asegurados -tasa de superintendencia-,
que permiten dotarla de medios técnicos suficientes -personal, máquinas, locales-, ha sido
sometida al régimen general de economías, con las consecuencias que están a la vista y que se
sienten en el mercado asegurador: el personal técnico, formado durante largos años de
esfuerzo, ha sido desviado a la actividad privada o "contratado" por otras reparticiones
estatales con remuneraciones más acordes con su capacidad. Consecuencia: incapacidad
material para llenar su función y campo abierto para las conocidas depredaciones en el
mercado asegurador.

5
b) La falta de una auténtica independencia de la autoridad de control hace a ésta víctima de las
presiones de las empresas que deben estar sujetas a la vigilancia estatal; y la conducta de
quienes debieran respaldar su actuación, la inducen a obrar con extraordinaria timidez (1)

c) Esta timidez -o debilidad estructural, que es su causa- se tradujo en el texto de las nuevas
pólizas, aprobadas con motivo de la sanción del régimen vigente.

Es sorprendente la pasividad con que la mayor parte de las empresas aseguradoras contemplan
este creciente deterioro de la autoridad de control, que sólo puede favorcer a una minoría de
empresas que adultera la función del asegurador y hace del seguro un medio de
enriquecimiento apresurado, afectando profunda y duraderamente el funcionamiento leal y
cabal del seguro y la imagen del empresario privado.

Los textos legales proyectados para el nuevo régimen de las empresas de seguros y de la
Superintendencia -que se desglosaron del proyecto originario para formar otro-, y que podrían
ayudar a remediar este estado de cosas, deplorable por más de una razón, hace ya tres años que
se bota y rebota entre ministerios, secretarías y reparticiones, cuando no se extravía en su largo
e inacabable peregrinar.

Buenos Aires, 31 de mayo de 1970.

Isaac Halperin

(1) Así -y sólo a título de ejemplo-, por expediente 13818, año 1966, en 21 de abril de 1966 se
instruyó sumario a una compañía aseguradora; en 30 de enero de 1967 se recabó por la asesoría
la cancelación de la autorización por fraude en la constitución del capital y otros cargos de no
menor gravedad (asientos falsos, balances falsos), dictamen ampliado en 16 de agosto de 1967:
el decreto de cancelación nº 4120 se dictó recién en 30 de julio de 1969 ("B.O.", 11 agosto
1969).

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INTRODUCCIÓN

1. Origen.

La economía y el derecho antiguos no conocieron el seguro a prima fija. En Roma, la fidejussio


indemnitatis, el nauticum faenus, la pecunia trajecticia, eran instituciones próximas (2) ; de ellas
se desprende que si el concepto no era ignorado, no se alcanzó a crear una doctrina
independiente; se lo practicó confundido con otros contratos. Esta confusión obedeció a una
razón fundamental: el desconocimiento de los elementos técnicos (3) .

Las guildas medievales eran instituciones de asistencia, en las cuales las primas no estaban en
relación con las prestaciones (4) .

El seguro nació en las ciudades italianas del medievo. Su aparición, bajo forma de un préstamo
gratuito y, luego sobre todo, de venta por precio a pagarse si la cosa no llegaba a destino, se
debió fundamentalmente a la prohibición por Gregorio IX, en 1234, del interés en el préstamo
a la gruesa (5) .

Apareció en el siglo XIV con el seguro marítimo. Los primeros documentos conocidos son
italianos. Se conocen disposiciones del puerto de Cagliari (Breve Portus Kallaritani), de 1318;
los Statuti di Calimala, de 1322; un decreto del dogo de Génova, de 1336; los libros de
comercio de Francesco del Bene y Cía., de Florencia, de 1318-1350, y las Quitanze grossetana,
del 22 de abril de 1329. Si se discuten algunos de estos antecedentes históricos, existe

7
unanimidad en aceptar uno, datado el 23 de octubre de 1347, y en reconocer que ya en la
segunda mitad de este siglo XIV estaba ampliamente difundido en Pisa, Florencia y Génova,
que son las primeras en darle normas legislativas (6) . Los lombargos llevaron su práctica a
Francia, Portugal, Flandes, España, Inglaterra: la póliza inglesa más antigua que se conoce es
de 1547, y se halla escrita en italiano (7) .

2. Aparición de las diversas ramas: incendio, vida, responsabilidad civil, reaseguro.

El contrato ha evolucionado lentamente. Cada rama ha sufrido una evolución análoga:


practicada empíricamente en sus comienzos, llega en forma lenta a la etapa científica, momento
en que se puede señalar el comienzo del verdadero seguro (8) .

El seguro de incendio se introdujo en Inglaterra a consecuencia del incendio de Londres, en


1666. En 1667 se creó la Fire Office; en 1684 la Friendly Society, y en 1696 la Hand in Hand
(9) . En Alemania halló su desenvolvimiento en el siglo XVII, originado para los inmuebles en
el derecho nórdico, y para los muebles mucho después bajo la influencia inglesa (10) . En
Francia se conoce desde el comienzo del siglo XVIII, con las cajas de socorros, conocidas por
Bureaux des incendies, en París en 1717, y luego en el interior del país, y recién en 1750 se creó
la primera sociedad, la Chambre Générale des Assurances de Paris. Ya en 1786 la póliza usada
contiene la mayoría de las condiciones generales de las pólizas actuales. La Revolución de 1789
barrió con todas las compañías, pero reaparecieron al poco tiempo (11) .

El seguro sobre la vida apareció por primera vez en Inglaterra en el siglo XVI con la Casualty
Insurance, para rescatar presos de los turcos, y en Italia para el embarazo, bajo la forma de un
seguro temporario sobre la vida. Pero pronto se prohibió su práctica como operación de juego
e incitación a la muerte del asegurado: lo condenaron el Guidon de la Mer, la Ordenanza
francesa de 1681 y los juristas del siglo XVIII. Ni Inglaterra se salvó de la prohibición general:
prohibida por la Bubble Act de 1720, la ley de 1774 admitió su legitimidad si mediaba el
consentimiento de la persona asegurada y la fijación de la indemnización máxima conforme al
interés del asegurado. En Francia, la primera compañía fue autorizada en 1787 (12) . Téngase
en cuenta que recién en 1693 Halley publicó su tabla de mortalidad, y que en el siglo XVIII
encontró su expresión técnica.

8
El seguro de la responsabilidad civil halla su origen en el resarcimiento del abordaje en el
derecho marítimo. Su progreso se vio dificultado por dos principios, hoy en franca declinación:
que no hay responsabilidad sin culpa, y que el asegurador no indemniza los daños derivados de
actos o hechos culposos del asegurado o de sus dependientes. Los primeros contratos se
celebraron en Francia, a comienzos del siglo XIX -en 1825-, con referencia a los trasportes a
caballo, pero su desarrollo efectivo lo recibe con el seguro de los accidentes en la industria, en
el trasporte ferroviario, en el riesgo locativo (13) y por el empleo del automóvil.

El contrato de reaseguro apareció en el siglo XIV, poco después del contrato de seguro
marítimo. Empero, su gran desenvolvimiento es más bien reciente. Su nacimiento obedece a
las características iniciales del seguro que lo acercaban a una apuesta, y que obligaban al
asegurador, para hacer menos riesgosa su industria, a descargar en otro la responsabilidad
asumida (14) : téngase en cuenta que la prima se fijaba entonces menos por el riesgo que por el
estado del mercado (15) . Estas razones, la agravación del riesgo (16) o el lucro, es decir, para
beneficiarse con la diferencia de prima (17) , dieron nacimiento y auge al reaseguro. La
desaparición de estos factores no provocó la del reaseguro: actualmente funciona como el
complemento técnicamente necesario del seguro; de no existir, los aseguradores no podrían
afrontar sus obligaciones, por las enormes indemnizaciones comprometidas, ni aceptar los
grandes riesgos.

II

3. Evolución.

Los autores no están acordes en la consideración de la evolución del contrato. Así:

Bruck reconoce tres períodos (18) :

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a) desde sus orígenes hasta mediados del siglo XV, en que se echan las bases de la institución;

b) el segundo período, hasta comienzos del siglo XVIII, en que aparecen, al lado del derecho
consuetudinario, las disposiciones legales, primero referentes al derecho marítimo, y luego al
seguro de incendio. Se crean los fundamentos del seguro sobre la vida, por las observaciones
de De Witt, en Holanda, y Von Neumann, en Breslau, estableciéndose en virtud de ellas la
primera tabla de mortalidad de Halley.

c) el tercer período, desde los comienzos del siglo XVIII hasta nuestros días. Caracterizado por
la codificación del derecho de los seguros; alcanza pleno desarrollo una doctrina general, y se
erigen las distintas ramas independientes, que el progreso técnico libera de la influencia
preponderante del seguro marítimo. Finalmente, se introduce el control del Estado.

Hémard (19) , por su parte, si bien reconoce tres períodos en esta evolución, los caracteriza así:

a) desde el siglo XV hasta el siglo XVIII: permanece siendo empírico; se separa lentamente de
la lotería, de la asistencia, de la previsión;

b) el siglo XIX: intenta llegar a ser científico, y lo logra por lo menos en el seguro sobre la vida;
es individualista y practicado por grandes sociedades que le dan una tendencia especulativa.
Aparecen los seguros de accidentes, de la responsabilidad civil, y el reaseguro para los seguros
terrestres. En Inglaterra se inicia el seguro popular sobre la vida y se impone el control estatal
sobre las empresas de seguro sobre la vida. En Estados Unidos se impone el control por el
Estado sobre toda clase de empresa: en Massachusetts en 1852, en New York en 1859, y luego
en los demás estados.

c) desde los últimos años del siglo XIX a nuestros días: adquiere un carácter científico, y
aparecen los seguros sociales. Halla su plena expansión en la mayoría de las ramas; su
perfeccionamiento técnico le da ese carácter científico, poniéndolo a tono con el desarrollo
económico y jurídico. Se amplía su dominio a todos los riesgos que pueden afectar al hombre,
en su persona y bienes. Se extiende el control por el Estado.

Vivante, a su vez, señala como rasgo fundamental de esta evolución el pasaje de la explotación
de la industria por personas a la cumplida por grandes empresas, por el cual cambia de
naturaleza y recibe un nuevo carácter jurídico (20) .

Donati (21) distingue en la evolución tres etapas:

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a) la prehistoria, que abarca hasta los comienzos del siglo XIV: hasta este último momento se
dan las asociaciones asistenciales, las guildas, y los contratos accesorios de asunción del riesgo;

b) desde los comienzos del siglo XIV hasta el siglo XVIII, en la cual distingue dos épocas: 1)
una primera, hasta la mitad del siglo XVII, caracterizada por la estructuración del seguro
marítimo; 2) la segunda, de formación y consolidación de los seguros terrestres y de la empresa
de seguros;

c) la tercera fase incluye el desarrollo en los siglos XIX y XX. En el siglo XIX se establece la
legislación codificada, y al finalizar, las grandes leyes especiales; aparecen las pólizas colectivas
y de abono, surgen los seguros de la responsabilidad civil, agrícolas, de robo y otras ramas
menores; coincide con un florecimiento de notable elaboración científica. En el siglo XX
prosigue aceleradamente la evolución y aparición de nuevas ramas; pero sus rasgos destacados
son dados por las nuevas leyes de la materia, que se caracterizan: a) por no ser supletorias, sino
imperativas, para asegurar el equilibrio de las partes; b) la legislación del contrato prevé una
parte general, común a todas las ramas, y otra especial, que regula las ramas más importantes;
c) se legisla sobre la empresa aseguradora y su control estatal.

Garrido y Comas, que sigue el esquema de Manes, divide la evolución en cuatro épocas (22) :
1) la prehistoria, que comprende la antig edad y la Edad Media hasta el siglo XIV; 2) desde
mediados del siglo XIV hasta fines del XVII, caracterizada por la aparición de la póliza; 3)
desde el siglo XVIII hasta la mitad del XIX, cuya característica está dada por la aparición de las
compañías de seguros, y 4) hasta la actualidad, cuando se distingue por la explotación moderna
y por el derecho del seguro, público y privado.

III

4. Legislación.

11
Originariamente la legislación del seguro se limitó a recopilar las reglas referentes al seguro
marítimo. La Tabla amalfitana, los R“les d´Oléron, la Ordenanza francesa de 1681, el
Consulado del Mar, las Ordenanzas de Bilbao, el Guidon de la Mer, las leyes de Wisbuy,
incluso el propio Código de Comercio francés de 1807, no consideran sino el seguro marítimo.
Es necesario llegar al Código holandés para hallar un título dedicado a los seguros terrestres, de
donde pasó a los códigos de Portugal, Brasil y al nuestro, en el cual se ha mantenido
prácticamente intacta a pesar de la reforma de 1889.

Esta legislación del siglo XIX -y la dictada en otros países, España, Italia, etc.- se halla
inspirada en el principio dispositivo, en interés y protección del asegurador más que del
asegurado, no obstante el art. 503 Ver Texto de nuestro Código de Comercio.

El siglo XX marca una reacción notable: a ejemplo de Estados Unidos e Inglaterra, Alemania,
Suiza, Austria, primero, luego Francia, Suecia y otros países sancionan sus leyes especiales
sobre seguros y control de las empresas de seguros, encaminadas a la protección del asegurado,
fundadas en la naturaleza de contrato de masa del seguro (23) . Se tiende a establecer "un
conjunto de normas prohibitivas, orientado a dar a la institución una fisonomía rígida, no
modificable por la voluntad de las partes" (24) .

5. Legislación argentina.

La legislación argentina, cuyo atraso puntualizó el autor de este libro (25) , ha sido renovada
con la sanción de la ley 17418 Ver Texto. El Código de Comercio dejaba librada a los
contratantes la mayor parte de las disposiciones, y fijar el alcance de su art. 503 Ver Texto era
un problema grave (26) . La creación de la Superintendencia de Seguros, en 1937, introdujo el
control estatal activo, más o menos eficazmente ejercido, pero no pudo subsanar los defectos
de una legislación inspirada principalmente en el Código holandés proyectado en 1826.

La ley 17418 Ver Texto, en lo que al contrato de seguro se refiere, ha venido a reemplazar los
arts. 492 Ver Texto a 557 Ver Texto y 1251 Ver Texto a 1260 Ver Texto del Código de
Comercio (art. 253 Ver Texto), sustituyéndolos con los títulos I y II (arts. 1 Ver Texto a 162
Ver Texto).

12
La ley fue confeccionada sobre la base de un anteproyecto redactado por el autor de este libro,
por comisión del Poder Ejecutivo en 1959. El anteproyecto fue presentado el 9 de junio de
1959, con una exposición de motivos; y se sometió a una comisión asesora y revisora,
integrada, entre otros, por delegados del Poder Judicial, de los aseguradores argentinos y
extranjeros, de las Facultades de Derecho de Buenos Aires y de Córdoba, y de la
Superintendencia de Seguros. La comisión trabajó en estrecha colaboración con el redactor y
produjo despacho por unanimidad (27) , que fue elevado al Poder Ejecutivo el 10 de junio de
1961, con un amplio informe. El proyecto así elaborado no se envió al Congreso. Sometido en
1966 a una nueva comisión integrada por los profesores doctores Colombres, Fontanarrosa,
Michelson y Morandi, reprodujo en 1967 el proyecto de la comisión revisora con algún retoque
incidental no muy feliz y limitado al contrato de seguro (28) . El régimen de la empresa -que
integraba el anteproyecto- fue separado de la regulación del contrato de seguro, y finalmente
sancionado el 11/1/1973 como ley 20091 Ver Texto, que entró en vigencia a partir del 21 de
abril de 1977.

La ley sigue la orientación de la legislación más moderna, pero adecuando sus disposiciones a
las peculiares necesidades del territorio, del comercio y de la población del país.

En la Exposición de Motivos con que fue elevado el anteproyecto se expresaba:

"La extensión del proyecto lo enrola en la tendencia legislativa "reglamentaria". La explotación


del contrato de seguro se caracteriza por la contratación en masa, que requiere, por la técnica
de la institución, condiciones generales uniformes. Estas condiciones generales uniformes
aparecen impuestas a los asegurados, que no se hallan en condiciones (técnicas ni económicas)
para discutirlas.

"De ahí la ley reglamentaria, integrada por un número crecido de disposiciones imperativas o
sólo modificables en favor del asegurado. Estas calidades resultan no sólo de la declaración
expresa de la ley, sino también de su redacción imperativa y de su función.

"La protección que resulta así para el asegurado se completa con la derivada del contralor
activo que debe ejercer la Superintendencia de Seguros.

"A su vez, los aseguradores han de hallar su adecuada protección:

"a) frente a los asegurados, con severas normas de represión de las maniobras dolosas y actos
cumplidos con culpa grave;

13
"b) respecto de la autoridad de contralor, con restricción de la discrecionalidad administrativa
(en sentido jurídico), por una más clara regulación de sus atribuciones, por la previsión del
procedimiento aplicable y la inclusión de un recurso judicial de alzada.

"El saneamiento de las prácticas comerciales de los aseguradores queda sometido a la


Superintendencia de Seguros, a quien se le entrega un instrumento legal, integrado por un
conjunto de atribuciones y un sistema de sanciones que es resultado de veinte años de
experiencia del régimen vigente".

Estos caracteres fundamentales se han mantenido en la ley (29) .

IV

6. Breve noticia de los orígenes del comercio del seguro en la Argentina.

En la Argentina, la conveniencia de crear una compañía de seguros se menciona por primera


vez en la memoria del Consulado, del año 1796, redactada por Belgrano. Y en ese mismo año
se fundó La Confianza, que funcionó hasta 1802 (30) .

El 21 de octubre de 1811, por iniciativa atribuida a Rivadavia, el Triunvirato resolvió auspiciar


la creación de una compañía de seguros, sin que se llegara a realizar.

Recién en 1855 se instalan agencias de empresas extranjeras. Y en 1859, a poco de sancionado


el Código de Comercio para la provincia de Buenos Aires, se creó una empresa argentina,
seguida por otras nuevas.

La evolución de estas empresas ha sido azarosa: les siguió siempre la desconfianza, fundada en
la quiebra de algunas de ellas por su administración apartada de todo sano principio, y su
política poco seria hacia los asegurados. Esta desconfianza ha mermado en mucho por la
consolidación de algunas compañías, y la depuración y control ejercidos por la

14
Superintendencia de Seguros, originada en el decreto 108295 de 1937, ratificado por ley 12360 ,
que dio lugar al dictado de la ley 11672, art. 102 Ver Texto.

6 (a.1). - En el punto (sic) 2 del referido art. 102 de la ley 11672 (t.o. por decreto 11424/1938 )
se expresaba: "Créase la Superintendencia de Seguros, dependiente del Ministerio de Hacienda,
con los siguientes fines y atribuciones: controlar y fiscalizar la organización, funcionamiento,
solvencia y liquidación de las sociedades de seguros, en todo lo relacionado con su régimen
económico y especialmente los planes de seguros, tarifas, modelos de contratos, balances,
funciones y conductas de los agentes o intermediarios y publicidad en general". Y el punto 4
agregaba que quedaban sometidas a las disposiciones relativas a ese ordenamiento "las
sociedades nacionales o extranjeras que operen en seguros o reaseguros por cuenta propia o de
terceros", por lo cual, a los efectos de su constitución, la Superintendencia "entenderá en
forma exclusiva en toda solicitud, a cuyo fin deberán presentarse por los interesados los
antecedentes y constancias requeridos para el otorgamiento de la personería jurídica y los
estatutos para su aprobación". Las actuaciones debían luego ser elevadas por el Ministerio de
Hacienda al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública -más tarde fue al Ministerio de
Educación y Justicia (decreto 1063/63 )-, aconsejando la resolución que correspondiera al
efecto de la concesión para denegar o retirar la personería, como también para la aprobación
de la cesión total o parcial de cartera. Acordada la personería, la Superintendencia disponía la
inscripción en el Registro de Sociedades de Seguros.

Estas disposiciones fueron reglamentadas por el decreto 23350/39, cuyo art. 1 disponía que
estaban obligadas a cumplir las disposiciones de dicho "Régimen Legal de Superintendencia de
Seguros", art. 102 de la ley 11672 (t.o. 1938) y las que se dictaran en su consecuencia, "las
entidades, tanto nacionales como extranjeras, que realicen cualquier género de operaciones de
seguros en el territorio de la República, ya sean sociedades anónimas, cooperativas, sociedades
de seguros mutuos, mutualidades de seguros, personas o sociedades de cualquier naturaleza
jurídica", y agregaba que dichas entidades debían dedicarse, en forma exclusiva, a operar en
seguros y a administrar los bienes en que tuvieran invertidos el capital y las reservas. Por
decreto 61138/40 se creó el Consejo Consultivo de la Superintendencia de Seguros, que tenía
por función dar su opinión sobre los aspectos fundamentales de la actividad aseguradora
(proyectos de ley, normas sobre contabilidad, balances y estadísticas, pólizas, tarifas, etc.).
Otras normas reglamentarias se fueron sucediendo, referidas a las facultades de la
Superintendencia para requerir información y la exhibición de libros y comprobantes (decreto
15846/48 ), el deber de las entidades aseguradoras de remitir copia de las actas de asambleas, e
informar la nómina de accionistas y composición del directorio (resolución 119/40 S.S.N.), etc.

El referido régimen legal fue luego reestructurado por el decreto 1063 , del 7 de febrero de
1963, que daba nuevo ordenamiento a las disposiciones legales entonces vigentes sobre control
y fiscalización de la actividad aseguradora, las cuales, empero, debían seguir siendo citadas
como "Régimen Legal de Superintendencia de Seguros", ley 11672 , edición 1943 (III-38), art.
150, t.o. 1962 (así lo disponía el art. 1 del decreto 1063/63).

15
Se mantenía la imposición a las aseguradoras de presentar ante la Superintendencia sus planes
de seguros, los modelos de pólizas -o los cambios que fueran a introducir en ellos-, sus
fundamentos técnicos y las tarifas a emplear. En los seguros de vida debían ir acompañados,
además, de las tablas de mortalidad y de conmutación y otros elementos técnicos en que se
fundaren sus planes. Las primas sólo serían observadas cuando fueren insuficientes, abusivas o
arbitrariamente discriminatorias, y se disponía el establecimiento de niveles mínimos
uniformes, a fin de que no se afectase la estabilidad del mercado ni la solvencia de los
aseguradores. Y ya entonces se establecía: "Las pólizas deben ser de condiciones equitativas y
redactadas en forma clara en idioma nacional, salvo las de riesgo marítimo, que podrán ser en
idioma extranjero" (punto 8).

A la Superintendencia de Seguros de la Nación se le confería el carácter de entidad autárquica


en jurisdicción del Ministerio de Economía, con personería para actuar en juicio y se le atribuía
como función el contralor de los aseguradores en lo relativo a su régimen económico y técnico,
a cuyo efecto podía fiscalizar y objetar la organización, funcionamiento, solvencia y liquidación
de las sociedades de seguros privadas, estatales o mixtas, y los planes, primas y modelos de
contratos que emplearen, sus balances y la publicidad que efectuasen de su actividad, y,
asimismo, el régimen y conducta de los intermediarios. A su propuesta, el Poder Ejecutivo
fijaba, mediante el Ministerio de Economía, los capitales mínimos para operar en seguros. Se
establecía, asimismo, que las sucursales y agencias de sociedades extranjeras debían mantener
radicados en nuestro país los capitales y reservas (punto 2).

El mantenimiento de dicho organismo se nutría de una cuota anual que fijaba el Poder
Ejecutivo, impuesta a las entidades que realizaban operaciones de seguros, y una tasa uniforme
sobre las primas directas, netas de anulaciones, recursos éstos destinados a atender los gastos
de funcionamiento de dicha Superintendencia (punto 1).

El ordenamiento establecía que en su régimen quedaban comprendidos todos "los


aseguradores sin excepción", nacionales y extranjeros, que operaren en seguros o reaseguros
por cuenta propia o de terceros; y la Superintendencia podía incluir en él a quienes realizasen
"operaciones asimilables al seguro", cuando su naturaleza y alcance lo justificara (puntos 2 y 4)
(31) .

La creación del Instituto Mixto Argentino de Reaseguros por la ley 12988 impuso a los
aseguradores el monopolio del reaseguro por este ente, el cual fue liquidado por la ley 14152 y
reemplazado por el Instituto Nacional de Reaseguros (Inder), organizado por el decreto 10073
Ver Texto de 1953 (t.o. por decreto 10307 , del 11 de junio de 1953).

6 (a.2). - Durante más de cuatro décadas, el Inder actuó como reasegurador monopólico en
calidad de empresa del Estado, y más tarde, por ley 21678 Ver Texto, quedó sometido al
régimen de las sociedades del Estado de la ley 20705 Ver Texto. Posteriormente, ante los
problemas económicos surgidos en su operatoria, la resolución 412/89 de la Superintendencia

16
de Seguros de la Nación autorizó a las aseguradoras de plaza a reasegurar libremente el 40% de
sus excedentes; el decreto 1615/91 Ver Texto lo declaró más tarde sujeto a privatización hasta
que, finalmente, el decreto 171/92 Ver Texto dispuso su disolución y liquidación; se llegó, así,
a un régimen de reaseguro libre (32) .

La forma en que en su primera época se ejerció el monopolio del reaseguro ha tenido


consecuencias altamente perniciosas para el comercio del seguro, tales como proliferación de
empresas que lucran con la comisión de reaseguro sin retención seria del riesgo, y como
consecuencia antiselección de los riesgos, pues los "malos riesgos" eran aceptados a las tarifas
comunes, insuficientes, porque se "descargaban" por vía del reaseguro sobre el Inder (33) , y
por éste -por la retrocesión al pool de aseguradores- a los demás aseguradores; control
exorbitante de dicha entidad estatal sobre las liquidaciones de los siniestros para evitar pagos
excesivos por el desinterés que generan esas bajas retenciones, con las consecuencias de quitar
agilidad al contrato y de imponer litigios en desmedro del buen nombre y seriedad del
comercio del seguro; etc. (34) .

7. Importancia del comercio del seguro en la Argentina.

Para tener una idea del comercio del seguro en el país, cabe recordar estos datos:

I) Primas emitidas en el ejercicio 1998-1999 (en millones de pesos):

1) Seguros patrimoniales: $ 4.147,00

Automotores $ 2.48300,

Riesgos del trabajo $ 603,20

Resto de coberturas $ 1.060,80

2) Seguros de personas: $ 2.170,40

17
Vida $ 1.536,90

Previsional $ 363,40

Individual y colectivo $ 1.173,50

Retiro $ 633,50

Renta previsional $ 287,00

Retiro previsional $ 346,50

Total $ 6.317,40

Distribución de la producción por ramos (12 meses cerrados al 30/6/1999):

a) Patrimoniales

Automotores $ 2.483,00 39,30%

Riesgos del trabajo $ 603,20 9,55%

Resto $ 1.060,80 16,79%

Vida

Previsional $ 363,40 5,75%

Individual y colectivo $ 1.173,50 18,58%

Retiro

18
Renta previsional $ 287,00 4,54%

Retiro $ 346,50 5,48%

Total general $ 6.317,00 100%

II) Siniestros pagados (1997/1998):

Patrimoniales: $ 2.201,00

Automotores $ 1.257,90

Riesgos del trabajo $ 426,20

Resto $ 516,90

Seguro de personas $ 706,00

Accidentes personales $ 18,50

Vida $ 658,00

Individual y colectivo $ 488,20

Previsional $ 169,80

Retiro $ 22,49

Retiro $ 1,30

Renta previsional $ 28,20

19
Total general $ 2.907,00

Señalaba el autor de esta obra, hacia 1960, que no obstante el aumento del número de
contratos celebrados, el desarrollo del mercado, medido en cifras absolutas, ponía en evidencia
la falta de un desarrollo adecuado, tanto en seguros patrimoniales como en los de vida;
agregaba que la inflación había tenido una influencia fundamental en este proceso y que no se
había aprovechado la experiencia extranjera en la materia (35) .

Capítulo I. CONCEPTO, NATURALEZA, DEFINICIÓN, CLASIFICACIÓN Y


ELEMENTOS DEL CONTRATO DE SEGURO

1. Los fundamentos.

El contrato de seguro, en el estado actual de su evolución, se funda en la mutualidad y en la


estadística.

El requisito de la estadística se impone porque el riesgo asumido debe tener cierta frecuencia
con relación a la masa de asegurados, respecto de la cual es menester que el siniestro aparezca
con la mayor certeza posible, aunque para el asegurado subsista la incertidumbre. Este siniestro
no puede ser raro ni muy frecuente: no puede ser raro, porque entonces no hay forma de
apreciarlo; ni muy frecuente, porque jurídicamente pierde la incertidumbre. Además, la
estadística -que sólo es cierta para el pasado, pues para el futuro no constituye sino una mera
hipótesis- sólo puede ser eficaz para hechos que se repitan con regularidad y constancia
determinadas, porque el azar, observado en grandes masas, obedece a la ley de los grandes
números (36) .

20
Este recaudo es cumplido eficazmente en el seguro sobre la vida, según las tablas de
mortalidad, fundamento de la fijación de las primas, que en estos seguros dependen de la
duración probable de la vida y la tasa del interés (37) .

Pero esto no quiere decir que la estadística o el cálculo estadístico sea fundamental para
determinar la existencia de un contrato de seguro. No sólo es así históricamente, ya que la
primera tabla de mortalidad data del siglo XVII, sino que existen ramas de estadística
deficiente -incendio, robo, granizo- y otros tipos nuevos que carecen por completo de tal base
técnica, como es el seguro de crédito, por ejemplo (38) , los riesgos por el empleo de la energía
atómica o por calamidades naturales.

2. Realización de la hipótesis estadística.

La estadística debe referirse a riesgos de naturaleza semejante, de objeto, valor y duración


homogéneos, y fundarse en la dispersión del riesgo, es decir, que no se trate de riesgos
generalizados, porque de lo contrario se tornan técnicamente no asegurables (39) .

La explotación que realiza el asegurador tenderá a reproducir el resultado de la estadística, por


medio de una rigurosa selección de los riesgos, creando una homogeneidad idéntica a la de las
tarifas: naturaleza, objeto, valor y duración de los riesgos. Esto no implica que no se acepten
los riesgos que se aparten de los datos estadísticos: se aceptarán como riesgos tarados
(agravados), con recargo de prima; esto es, la homogeneidad se logra mediante diversos planes,
por los cuales se crea diversidad de categorías (40) .

3. Mutualidad de asegurados.

21
Es menester que el asegurador realice la agrupación de los riesgos para reunir un fondo de
primas, condición indispensable para prometer y cumplir las obligaciones que asume. Es decir:
el seguro se funda en la mutualidad o agrupación más o menos consciente.

Esto resulta evidente en la sociedad de seguros mutuos y en la sociedad cooperativa de


seguros. En los seguros a prima fija explotados por una sociedad anónima aparece oculta por la
empresa aseguradora, que se interpone entre el asegurado o colectividad de asegurados y la
colectividad de siniestrados: los riesgos se reparten entre ellos por medio de la prima; el
asegurador es un mero intermediario, que sólo en muy pocas ocasiones pagará con dinero
propio.

Por esta razón, la operación aislada de seguro es un mero traslado del riesgo y no su
neutralización, causa por la cual se discute si en realidad importa un contrato de seguro (41) .
Para la ley 16432 (t.o. 1962, punto 14) esta operación aislada es un contrato nulo, solución que
se mantiene en el proyecto de régimen de empresas conforme a las disposiciones de los arts. 2
y 69, 2º párr., y concordantes.

No obstante, se afirma que el autoseguro es posible si reúne todos los caracteres técnicos de tal
(42) .

Es menester que sea el objeto principal de la operación, porque la asunción accesoria de un


riesgo ajeno no es seguro (43) , como no lo son las cláusulas de irresponsabilidad (44) .

Esta idea de mutualidad no debe ser exagerada; incluso para quienes es recaudo que se contrate
con una empresa, no es menester que esa mutualidad exista ya al tiempo de contratar el seguro;
para la validez del contrato individual es suficiente que se contrate con una empresa autorizada
(45) , esto es, en vista de su inserción en esa mutualidad.

3 (a). - A la estadística, como técnica de análisis del comportamiento del riesgo, y la


mutualidad, como mecanismo de atomización o neutralización de sus consecuencias
económicas desfavorables, cabe agregar otro aspecto fundamental del seguro: el traslado de
dichas consecuencias a una persona distinta (el asegurador) de aquella que sufre efectivamente
el impacto del siniestro (asegurado).

Esta trasferencia forma parte de la esencia del seguro, y es la que primero aparece en los
orígenes de la institución, a menudo asociada a formas rudimentarias de mutualidad.

22
No obstante, y tal como lo destaca el texto principal, para el seguro en su forma actual no
resulta suficiente la mera trasferencia de las consecuencias económicas del riesgo a otra
persona o grupo de personas: su explotación exige que quien recibe ese riesgo actúe conforme
a requerimientos técnicos inexcusables, dirigidos a la categorización y cuantificación del riesgo,
determinación de su probabilidad de ocurrencia y de la cuota de contribución para la
formación de un fondo común que, desde el punto de vista económico, implica un mecanismo
de distribución de dichas consecuencias, a priori, entre los integrantes de la mutualidad.

La técnica permite determinar con razonable aproximación cuántos siniestros van a acontecer
dentro de una rama o especie de seguro determinada en virtud de la información estadística
procesada y analizada en función de la ley de los grandes números; pero no sabe cuál de los
bienes o personas asegurados resultarán individualmente afectados. De allí que esa
incertidumbre (que es relativa, ya que opera sólo respecto de cada caso individual considerado
aisladamente, pero que se reduce si se la evalúa tomando la totalidad de las coberturas del
grupo) mantenga el carácter aleatorio esencial del contrato de seguro (art. 3 Ver Texto, ley
17418) (46) . Y la circunstancia de mantener estrecha vinculación técnica con la "ley de los
grandes números" hace que los sucesos siniestrales respondan con mayor precisión a las
hipótesis que se han elaborado en función de las estadísticas, a medida que sea mayor el
número de coberturas asumidas por el asegurador respecto de cada rama a la cual se refieran
los seguros por él celebrados. De allí que, como se ha señalado (47) , la empresa de seguros se
ve instada, por la propia naturaleza de su actividad, a extender de la manera más amplia posible
el ámbito de su accionar. Sin perjuicio de ello, cabe agregar, como más adelante se señala en
esta obra, que el efecto de homogeneización de los riesgos se logra también -y más
frecuentemente- por mecanismos técnicos complementarios tales como el reaseguro, el
coseguro, etc., con los cuales se puede neutralizar la insuficiencia de operaciones y permitir el
logro de una adecuada compensación de los riesgos asumidos (48) .

Otro aspecto propio del seguro es su finalidad de previsión. Tal característica es la que permite
distinguirlo del juego y le aporta su faceta ética que, junto con la económica, de resguardo de
las economías familiares y empresariales, le confieren su enorme importancia individual y social
y mueven a su protección y promoción.

Tal finalidad se relaciona íntimamente con las características que aquí se exigen al riesgo: éste
debe ser extraño a la voluntad del asegurado, quien, precisamente, busca evitarlo por medio del
seguro. Tal alienidad no significa que la conducta del asegurado deba permanecer en todos los
casos necesariamente neutra en relación con el riesgo; de lo contrario, no podrían existir los
seguros contra la responsabilidad civil, en especial cuando protege respecto de las
consecuencias patrimoniales derivadas de conductas culposas no graves (arts. 109 Ver Texto y
114 Ver Texto, LS.). Pero, precisamente, la voluntad no debe estar dirigida a crear ese riesgo,
que se tornaría entonces artificial, como ocurre con el juego, en el cual si bien existe riesgo

23
patrimonial, es generado y directamente buscado por el jugador. El seguro nace como acto de
previsión y responde a la necesidad de procurarse anticipadamente los medios con los cuales
atender a las dificultades económicas que el acaecimiento del siniestro puede ocasionar en la
vida normal de las personas o de las empresas frustrando u obstruyendo su desenvolvimiento
habitual.

Esa finalidad de previsión tipifica el riesgo, al cual impone caracteres peculiares que permiten
su distinción del contenido en otras especies de sucesos aleatorios capaces de causar perjuicios
o generar necesidades, en especial el del juego, producto del azar artificialmente creado, al cual
el jugador se somete voluntariamente. Efectuar la crítica del juego desde el punto de vista ético
y social constituye tarea más bien sencilla: se trata de una actividad que no sólo no posee
características que enfilen hacia la producción o previsión económicas, sino que muy
frecuentemente pone en peligro la estabilidad de las economías familiares o empresariales, y es
producto de incontinencias de la voluntad que no pocas veces culminan en tragedias (ruina
patrimonial, suicidio, etc.). El juego no es acto de prudencia (previsión), sino de sometimiento
voluntario e innecesario a un riesgo que, si asume una magnitud económica considerable,
puede llegar a hacer peligrar la estabilidad económica de quien lo lleva a cabo y de las personas
que de él dependen. Hasta la ley civil lo trata con disfavor, privando al jugador, en algunos
casos, de acción judicial para reclamar el cumplimiento de lo ganado (arts. 2052 Ver Texto a
2063 Ver Texto, CCiv.) (49) . A veces se lo tolera por motivos indirectos de beneficio social
(aplicación del producido de loterías, rifas, etc., a obras de beneficencia), al propio tiempo que
con frecuencia se combate su explotación particular.

La finalidad de previsión del seguro aparece manifiesta en los seguros patrimoniales, en los
cuales se persigue la indemnización de los perjuicios derivados del siniestro respecto de los
bienes sobre los cuales recae el interés asegurado, ya sea mediante su reparación o por el
reintegro de su valor económico en los casos de destrucción o desaparición. Asimismo, dicha
finalidad de previsión constituye también el elemento que permite mantener los seguros de
personas dentro del concepto general de "seguro", los cuales, como destaca el autor de esta
obra, poseen un "fuerte elemento de capitalización"; en ellos falta la exigencia de relación entre
la prestación prometida y el daño realmente sufrido. Si bien la finalidad de previsión reside, en
los seguros de personas, más bien en la naturaleza que en la esencia de dichas coberturas (su
ausencia no permite requerir la declaración de nulidad o inexistencia del contrato y,
demostrado el fallecimiento del asegurado, el asegurador debe proceder al pago del capital
asegurado al beneficiario, sin poder imponer como requisito la demostración de daño o
necesidad económica, etc.), su origen previsional y su función normal en tal sentido, en la
inmensa mayoría de los casos, erigen este elemento como suficiente para cobijar bajo el mismo
manto conceptual de la previsión ambas especies de seguros (patrimoniales y de personas),
aspecto que, además, se une a la similitud de su técnica (necesidad de mutualidad, análisis
estadístico, modalidad habitual de contratación mediante fórmulas de adhesión) y al carácter
eventual de la prestación del asegurador.

Esta problemática se analiza con mayor detenimiento al tratar sobre el concepto unitario del
seguro (§ 10 y ss.).

24
4. Ventajas del seguro.

Además de sus virtudes morales (50) , el seguro crea seguridad, capitales y crédito.

Crea seguridad en cuanto origina la protección en la medida que satisface la necesidad eventual
suscitada por el riesgo. En esta medida repercute en la economía, al desarrollar el espíritu de
empresa, mejorar los medios de producción, la posibilidad de reconstruir las instalaciones
dañadas, etc. (51) . En este sentido, socializa los riesgos, pues las personas sometidas al mismo
riesgo soportan, mediante el pago de las primas, los siniestros que sufren algunas de entre ellas.

Crea capitales, por la constitución de grandes reservas por los aseguradores para afrontar los
pagos de las indemnizaciones, con las pequeñas sumas pagadas por primas, y que ser deben
invertidos (52) .

Crea crédito, porque refuerza la garantía de los acreedores. Además, el asegurador otorga
préstamos a los asegurados, la póliza puede ser prendada, y el seguro de crédito permite al
comerciante una acción menos conservadora (53) .

(2) Besson y Picard, I, ps. 1 a 3; Hémard, nº 83.


Otros autores adoptan una opinión más radical; niegan toda noción de la materia: no sólo falta
de la técnica jurídica, sino del supuesto económico, la necesidad, que cuando aparecía
excepcionalmente era suplida por el Estado, como durante las Guerras Púnicas o en el reinado
de Claudio: Gasperoni, nº 1, ps. 813 y 814; Vance, p. 8.

(3) Hémard, nº 83; Vance, p. 9. Donati llama a esta etapa "la prehistoria" (ob. cit., I, ps. 55 y
ss.).
Bruck admite que se practicó entre los romanos confundido con los otros contratos (p. 4, nota
1).

25
(4) Hémard, nº 84.
Entre los germanos, señala Bruck, también existieron asociaciones militares y collegia
tenuiorum, sin contar los fondos para los sepelios y para el culto pagano. Entre los egipcios
existieron asociaciones análogas (p. 4, nota 1).

(5) Hémard, nº 85; Vance, p. 11.


Gasperoni señala que ya en el siglo XI se practicaba como accesorio de otros contratos; la
prima se daba en la diferencia de precio (nº 3, p. 814).
Vance indica en algunas investigaciones que halla su origen mediato en el Código de
Hammurabi, en las leyes de Manú, y difundida práctica de los fenicios (p. 10).

(6) Gasperoni, nº 3, p. 814; Hémard, nº 85; Vance, ps. 11 y ss.; Donati, I, nº 24.
Originariamente se practicaba bajo una forma de venta, cuyo precio se pagaba si el barco y la
mercadería no llegaban a puerto. Se adoptó esta forma para eludir la prohibición del préstamo
a interés: Besson y Picard, I, nº 1, ps. 1 a 3.
Bruck señala que el seguro de incendio es de origen germánico; indica como su fuente
legislativa la legislación islandesa de 1118 (ps. 8 y ss.).

(7) Hémard, nº 85; Vance, p. 15, cita un caso judicial litigado en 1545.

(8) Hémard, I, nº 10, p. 14; Donati, I, nº 26.

(9) Besson y Picard, I, ps. 5 y 6, y III, nº 1; Vance, p. 20.

(10) Bruck, ps. 4 y ss.

(11) Besson y Picard, I, ps. 5 a 7, y III, p. 5.

(12) Besson y Picard, I, ps. 3 a 5, y IV, nº 11; Hémard, I, nos. 88 a 96; Vance, p. 21. Existieron
contratos anteriores, pero su práctica fue inmediatamente prohibida (Vance, p. 21, nota 49).

(13) Gasperoni, vº Assic. di resp. civile, p. 840, nº 1.

(14) Persico, ps. 9 y 10. El contrato más antiguo que se conoce es de 1370.
Esta necesidad de los aseguradores los llevaba también a reunirse para buscar entre ellos
mismos una mejor información, sea en lugares determinados -origen del Lloyd´s, de Londres-
o en cámaras, como en Italia. Cfr. Vance, ps. 18 y ss.

(15) Tanto que el Guidon de la Mer establecía como motivo fundamental del contrato el
arrepentimiento del asegurador, y que autores clásicos han mantenido: Persico, ps. 11 y 12.

(16) Las ordenanzas de Hamburgo de 1730, de Estocolmo de 1750, y otras, imponían al


asegurador el deber de declarar el estado del riesgo al momento de tomar el reaseguro: Persico,
ps. 12 y 13.

(17) Esto fundó la prohibición en Inglaterra, de 1745, que se levantó en 1864, aunque ínterin
se siguió practicando: Persico, ps. 13 y 14.

26
(18) Ob. cit., ps. 3 y ss.
Benítez de Lugo, Reymundo, ob. cit., I, ps. 50 y ss., adopta un criterio análogo.

(19) Hémard, I, nros. 86 y ss.


En el nº 141 señala que en el tercer período pierde el carácter personal. La observación no es
totalmente exacta; veremos en el curso de nuestro estudio que es así sólo para alguna rama o
especie.

(20) "Merced a esta evolución, el comercio de seguros ha cambiado de naturaleza. El comercio


adventicio, grandemente aleatorio, se trasforma en un comercio sistemático y prudente, por el
cual si la empresa aseguradora asume aún frente a cada asegurado la obligación de pagar una
suma mucho mayor que la prima, está casi segura de pagar a todo el grupo menos de cuanto
percibió en conjunto. Bajo el impulso de la especulación, el oficio de las empresas aseguradoras
alcanzó el rango de una alta función social, puesto que dirigen los pequeños capitales recogidos
de los asegurados a la reparación de los siniestros y a la actuación de la previsión más benéfica.
En el método con el que se alcanzó este resultado, en la forma especial de seguridad, que
suministran a las actividades de los hombres, se debe buscar no sólo el carácter social, sino
también el jurídico del contrato de seguro" (Vivante, Trattato, nº 1857).

(21) Donati, ob. cit., I, ps. 53 y ss.

(22) Garrido y Comas, ob. cit., ps. 3 y ss.

(23) Gasperoni, ps. 817-818.

(24) Lordi, nº 563.


Señala como las ideas inspiradoras de esta orientación: ningún límite para la solución de las
declaraciones mentirosas del asegurado; doble protección del asegurado, por el control estatal
de las empresas y la nulidad de ciertas cláusulas (nº 499).

(25) En su libro Contrato de seguro, p. 7, nº 5.

(26) Segovia, nota 1748; Rivarola, p. 245, nota 1; Fernández, p. 438.

(27) El redactor elevó por separado el proyecto de ley de seguro obligatorio de la


responsabilidad civil por automotores, que desglosó, para no producir despacho en disidencia,
pues en la comisión revisora sólo lo apoyó escasa minoría.
Esto no significa que sobre las demás disposiciones existiera unanimidad de criterios: como
todo trabajo en comisión, es resultado de transacciones o concesiones para hacer posible un
resultado práctico de la tarea en colaboración. Además, dentro de las posibilidades políticas de
su sanción legislativa, cometida, entonces, a los órganos establecidos por la Constitución.

(28) Para un mayor detalle de los trabajos que culminaron en la sanción de la ley 17418 Ver
Texto, ver Morandi, La reforma del Código de Comercio en materia de seguros, JA 1967-VI.

(29) Para el seguro marítimo se estableció una legislación específica, en la ley de la navegación
20094 Ver Texto (que conforma el libro tercero del Código de Comercio), título III, capítulo
III, sección 6ª, "De los seguros" (arts. 408 Ver Texto a 470 Ver Texto).

27
(30) Manuel Belgrano, en el "Correo de Comercio de Buenos Aires", el 15 de diciembre de
1810, expresaba: "Asegurar o hacer el comercio de seguros es hacerse propio el riesgo de otro
sobre tal o cual objeto a condiciones recíprocas. Estas condiciones son explicadas en un
contrato mercantil bajo firma privada, que lleva el nombre de póliza de seguros. Una de las
condiciones es el precio llamado primer seguro". Y proseguía luego una extensa exposición de
las especies de seguro, las formas que podían adoptar los aseguradores, las características del
riesgo, sobreseguro, etc.

(31) El régimen actual de control de la actividad aseguradora está regido por la ley 20091 Ver
Texto, que se examina en el capítulo II.

(32) Ver § 49.

(33) No se imponía un mínimo de retención, y se han dado casos de reaseguro de la totalidad


del seguro sin observación por el Inder.

(34) El ex presidente del Inder Dr. Luis M. Otero Monsegur, por encargo del Poder Ejecutivo,
elevó un informe sobre la actuación de ese organismo, en setiembre de 1960, criticado
severamente por Zavala Rodríguez, ob. cit., II, nº 1819.

(35) Introducción, § 7, ed. 1970. Ver Demaría, La asegurabilidad de los riesgos presentes de
inflación, en "Assicurazioni", 1940, 1ª parte, p. 1; D´Addario, En torno a los contratos de
seguros de la responsabilidad civil independiente de las fluctuaciones del valor de la moneda,
en "Assicurazioni", 1942, 1ª parte, p. 129, y Fluctuaciones monetarias y seguros de la
responsabilidad civil: posibles mecanismos de reequilibrio, en "Assicurazioni", 1943, 1ª parte,
p. 94; Ferrarini, Valor del seguro y precios del mercado negro, en "Assicurazioni", 1949, 2ª
parte, p. 52; Pugnone, Las compañías vida y la crisis monetaria, en "Assicurazioni", 1949, 1ª
parte, p. 333; Donati, Manlio, Cláusulas oro, desvalorización monetaria y mora debendi, en
"Assicurazioni", 1951, 2ª parte, p. 120; Ferrarini, Problemas jurídicos de la desvalorización
monetaria en el seguro de daños, en "Assicurazioni", 1950, 1ª parte, p. 38; Tognoli, Sobre la
posibilidad de emitir pólizas de seguros sobre la vida y capitales revaluables en el caso de
desvalorización monetaria, en "Assicurazioni", 1950, 1ª parte, p. 364; Gasperoni, En materia de
desvalorización monetaria en el seguro de la responsabilidad civil, en "Assicurazioni", 1951, 2ª
parte, p. 92; Donati, Manlio, Inestabilidad monetaria y variación del riesgo, en "Assicurazioni",
1951, 2ª parte, p. 7; Donati, Antigono, Las variaciones del riesgo en las oscilaciones del poder
adquisitivo de la moneda, en "Assicurazioni", 1954, 2ª parte, p. 113; Arena, Ahorro asegurativo
y estabilizadores financieros, en "Assicurazioni", 1958, 1ª parte, p. 155; Beineix, R., La
indización del seguro de incendio y de los riesgos anexos en Europa, en "Rev. Gén. Ass.
Terr.", 1960, p. 417; Sánchez González, H., La revalorización del capital en el seguro de vida,
en "Riesgo y Seguro", 1953, p. 432.
La aplicación de índices para la actualización tiene graves dificultades prácticas. En Francia
existió prohibición administrativa de aplicación de índices generales en el seguro sobre la vida,
aunque en 1960 se admitió utilizar el salario-plafond (ver Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 628). En
el seguro sobre la vida con reserva -añaden, ob. y loc. cits.- el aumento de la prima resultó
impracticable, por lo cual se intentó sobre la base de las reservas invertidas en bienes
indizables, pero prohibiciones sobrevinientes impusieron su abandono. Posteriormente se

28
utilizó al efecto el resultado financiero de los aseguradores en cuanto exceden los intereses de
tarifa. Ver ahí otros índices propuestos.
Ver sobre la influencia de la inflación el trabajo de D´Imperio, Inflación y monopolio de
reaseguro, 1963; el informe de Ambrose Kelly al II Congreso Panamericano de Seguros
(Buenos Aires, 1969); la comunicación de Ángel Di Veroli, La inflación en la Argentina y sus
repercusiones en los seguros de ramos elementales, y la disertación del Prof. Correa Sobrinho,
sobre la jurisprudencia brasileña en el mismo Congreso.

(36) Besson y Picard, I, ps. 117 a 119; Lepargneur, nº 1255; Donati, ob. cit., I, nº 5; Bruck-
M”ller, I, § 1, nº 4; Besson y Picard, 2ª ed., nros. 10, 11 y 12.

(37) Vivante, Contratto, nros. 450 y ss.; Lefort, I, ps. 83 a 94.

(38) Hémard, nros. 378 y ss.; Besson y Picard, I, p. 122.

(39) Besson y Picard, I, ps. 112 a 116; Donati, ob. cit., I, nº 5. Así ocurre con los terremotos,
las crisis económicas, etc.
Sin embargo, la experiencia reciente ha permitido el seguro de inmuebles contra los
bombardeos, de carácter obligatorio y explotado por el Estado, a pesar de la generalización del
riesgo; lo mismo ocurre con los riesgos de la agricultura, de cierta clase (helada, v.gr.).
Problema análogo plantea el riesgo por el uso de la energía atómica, que se busca resolver por
el seguro contratado sea con garantía estatal complementaria, sea por pools internacionales de
aseguradores: ya ha sido organizado el pool europeo, que opera efectivamente. La erección de
usinas atómicas y la aplicación de la energía nuclear a la navegación comercial hacen al
problema de rigurosa actualidad, incluso para nuestro país. La ignorancia de la entidad posible
de los daños, la concentración de éstos y su enorme difusión, hacen técnicamente imposible
que el seguro privado pueda enfrentar la contratación del riesgo atómico, ni siquiera con la
unión de las empresas (pool), que deben buscar, a su vez, el respaldo estatal en alguna de sus
formas, o renunciar a la indemnización total. La solución se debe encontrar en la
responsabilidad estatal directa, respaldada por un organismo internacional (Organización de las
Naciones Unidas), especialmente para la obtención de préstamos, que permita al Estado
responsable cumplir con las indemnizaciones. Será más económico porque eliminará la utilidad
empresaria (injustificada en el caso) y recargos en las primas por la deficiencia técnica para fijar
la entidad de riesgos, y por ende de las primas, y permitirá una cobertura plena, que en la
actualidad no rige. La limitación de la responsabilidad -consagrada por la Convención de
Viena- es un remedio con sacrificio de los terceros damnificados.
El seguro por calamidades naturales ha pasado a ocupar la actualidad en la técnica aseguradora,
en razón de grandes catástrofes ocurridas recientemente. La experiencia del país en materia de
seguro en los daños por heladas (ver infra, texto y notas 86 y ss.) es escasa. No ocurre en otros
países en los cuales se ejerce con diversa organización y con mayor amplitud: ver Del Chiaro,
Per una protezione assicurativa contro i rischi connessi alle calamit… naturali, en
"Assicurazioni", 1967, 1ª parte, p. 151; Palmieri, Per un sistema di protezione e di solidariet…
in caso di calamit… naturali, eod. loc., 1967, 1ª parte, p. 182.
En Yugoslavia rige desde el 1 de enero de 1968 el seguro obligatorio para el supuesto de
terremoto. En cambio, en Japón es optativo, explotado como otra rama del seguro privado
(informe del Prof. Kimura en la reunión de AIDA, Roma, mayo de 1967).
Ver un cuadro completo en la materia, en Atti della Giornata dell´Assicurazione contro le
Calamit… Naturali (INA, 1967).

29
(40) Besson y Picard, I, nros. 122 a 124.

(41) Hémard, nros. 54 a 58; Besson y Picard, I, p. 109; Castillo, nº 4; Segovia, nota 1752;
Lepargneur, nº 1255; C. Nac. Com., 30/4/1935, JA 50-281.
De ahí que no sea seguro la reserva que hace el propietario de la cosa para afrontar el siniestro:
Besson y Picard, I, nº 109.
Hémard -nº 62- estima que la falta de mutualidad convierte el seguro en juego, respecto del
asegurador, porque la mutualidad al hacer soportar el riesgo por todos y la indemnización por
la masa, le hace perder su carácter aleatorio para el asegurador: Hémard, nº 59; Vivante,
Trattato, nº 1859, y Contratto, nº 4; Lefort, ps. 136 y 137; Donati, en "Assicurazioni", 1937, 1ª
parte, p. 263, y Trattato, I, nº 62, y II, nº 250; Bruck-M”ller, I, § 1, nº 4.

(42) Hémard, nº 71.


Besson y Picard expresan que en ese caso hay mutualidad objetiva (I, p. 109). Donati, Trattato,
I, nº 3, lo niega. Ver nota precedente.

(43) Hémard, nº 57; Bruck, p. 51. Ver un elenco de operaciones incluidas y excluidas del
concepto de seguro por la jurisprudencia estadounidense en Vance, ps. 59 y ss. Ver asimismo
Patterson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1939, p. 567.

(44) Hémard, nº 58; Donati, Trattato, I, nº 3, in fine.

(45) Hémard, nº 60. Piénsese en la empresa que recién se inicia. Ver capítulo II.

(46) En relación con el tema, y relativizando el carácter aleatorio del seguro, Ferri nos dice que
la función actual del asegurador no es más aquella de la asunción del riesgo, sino la de la
compensación de los riesgos o, si se quiere, la distribución de ellos entre los diversos
participantes del desarrollo de la vida económica; y agrega que la técnica asegurativa moderna,
basada en el cálculo de probabilidades y la ley de los grandes números, hace que un suceso
aisladamente considerado, sujeto a un álea, aparezca regido, en cambio, por leyes constantes
cuando está referido a una serie indefinida de hipótesis: "A través de la masa de seguros los
riesgos se compensan, el álea del asegurador se elimina y el lucro de éste no depende tanto de
que el evento se verifique o no, sino de la mayor o menor perfección técnica de su
organización y de la mayor o menor amplitud de la esfera de acción de su actividad" (Ferri,
Giuseppe, Manuale de diritto commerciale, nº 604, p. 911, Torino, 1980 -la bastardilla es
nuestra-).
La descripción precedente se ajusta a la moderna técnica del seguro y nadie puede discutir la
mayoría de tales afirmaciones ni cuestionar la inexcusable aplicación de esos mecanismos
técnicos. Pero es necesario no caer en una suerte de "pitagorismo jurídico" que nos lleve a
pensar que los cálculos del asegurador han trasfigurado el contrato individual al extremo de
convertir en absolutamente cierto lo que es por esencia incierto. Los del asegurador son, en
realidad, esfuerzos técnicos de conocimiento, evaluación y posterior dilución y dispersión del
riesgo, pero de ninguna manera se elimina fatalmente su presencia, su incidencia ni su peligro.
No se debe olvidar, además, que aun en esos cálculos técnicos de dispersión de la soportación
del riesgo y de estimación de la prima que cobrará para atender debidamente a los posibles
siniestros hay mucho de incertidumbre, en la cual el álea no deja de estar presente. Una
sucesión de hechos dañosos fuera de lo común, sea por tener lugar una desusada frecuencia

30
siniestral, o por revestir algunos una magnitud que los convierte en supersiniestros, o por
resultar insuficiente la información existente en ese momento sobre el riesgo, o por su novedad
o excepcionalidad, o por producirse cambios legislativos que influyan sobre él, etc., pueden
hacer tambalear toda esa idílica situación -claro está, ante el asegurador concreto (a quien lo
"tocó" la mano negra del álea)-, a pesar de haber hecho sus "cálculos" con afinada técnica y
sido prudente en la concreción de sus negocios. Queda siempre un margen sujeto a la suerte,
que diferencia netamente al seguro de otros negocios de empresa: aquí, los malos resultados no
devienen solamente de la existencia de competidores más hábiles ni de pérdidas de clientela o
de falta de cumplimiento de sus deudores, etc., sino que el negocio mismo tiene una
componente que nunca resulta absolutamente manejable (por ello se habla de cálculo de
"probabilidades"): la posibilidad de que el suceso dañoso aleatorio acontezca efectivamente a
ese asegurador, lo cual se va a reflejar inmediatamente en su siniestralidad. Y no se debe olvidar
que la ley de los "grandes números" no deja de constituir una abstracción, correcta sin duda, al
extremo de que hasta la física contemporánea recurra a ella (Bunge, Mario, El azar es real, "La
Nación", 30/8/97), pero abstracción al fin, cuyos porcentajes resultan inválidos en los casos
concretos en los cuales se da la probabilidad desfavorable. Las aseguradoras en estado de
liquidación, los reaseguradores afectados por los efectos asegurativos de catástrofes naturales o
grandes daños al medio ambiente, entre otros, son algunas muestras de que no todo lo
soluciona la técnica, necesaria, pero no infalible.
Por otra parte, los datos de la técnica no dejan de ser datos referidos a la realidad de los
hechos; por ello se ven sujetos a la movilidad de la vida y la fluencia de las cosas (ya señalada
por Heráclito de Éfeso hace 2.500 años: "No es posible bañarse dos veces en el mismo río,
pues nuevas aguas pasarán por él"), por lo cual la estadística corre detrás del hecho, lo verifica
y procesa, pero debe estarle además permanentemente encima y registrar sus variaciones
porque presenta una mutación constante, dependiente de las infinitas variables de la vida, tanto
en lo económico como en lo político, social, legislativo, jurisprudencial, por citar algunas, que
modifican de continuo los datos precedentes y pueden volverlos obsoletos con cierta rapidez o
hacerlos variar de unos países a otros. La vida es riesgo permanente, y éste, un monstruo
mutante y de infinitos rostros.

(47) Donati, Antigono, Trattato del diritto delle assicurazioni private, t. I, § 5.a, p. 13, 1952,
Milano.

(48) Se ha destacado que para la realización del procedimiento mutualístico es necesario


proceder a la formación de una comunidad de riesgos que reúnan los requisitos cualitativos y
cuantitativos apropiados para reducir, en la mayor medida posible, las diferencias entre la
probabilidad teórica y la frecuencia práctica del fenómeno que se considera. Se necesita
conformar una comunidad de riesgos cuyo número y homogeneidad sean tales que posibiliten
la compensación de los riesgos mismos, es decir, lograr el funcionamiento técnico y económico
de la mutualidad.
Pero resulta difícil que un equilibrio de esa especie pueda ser obtenido en el ámbito de una sola
empresa. Aparece, entonces, la necesidad de proceder a una fragmentación y reparto de los
riesgos entre una pluralidad de empresas, lo cual se logra ya en sentido horizontal (coseguro),
ya en sentido vertical (reaseguro). De cualquier manera, un primer acto, aunque sumario, de
homogeneización, lo realiza el asegurador al efectuar la selección del riesgo individual en el
momento de la asunción de él. Pero ni esta selección y categorización inicial ni la realizada
mediante el coseguro resultan, en general, suficientes para obtener una debida
homogeneización del riesgo, que se logra sólo a partir del instrumento del reaseguro. Todo

31
esto muestra que resulta prácticamente imposible que una empresa de seguros pueda subsistir -
y mucho menos progresar- si se mantiene aislada de otras empresas que operan en el mismo
sector (Fanelli, Giuseppe, Le assicurazioni, nº 6, ps. 22 y ss., 1973, Milano).

(49) Sobre el particular, recuerda Echevarría de Rada que al legislador se le ha planteado


siempre la disyuntiva de determinar si, "en tanto que susceptibles de graves consecuencias
patrimoniales, el juego y la apuesta han de ser admitidos y regulados o si, por el contrario, han
de ser prohibidos por sus negativos efectos particulares en gran número de personas". Y
culmina diciendo que la doctrina lo ha justificado, cuando se limita a un puro pasatiempo,
sobre la base de la máxima de minimis non curat praetor; pero cuando asume magnitudes
importantes, que persiguiendo la obtención de un lucro crean artificialmente riesgos
susceptibles de provocar disvaliosas consecuencias patrimoniales, los ordenamientos han
reaccionado apelando a una tradición que se remonta al derecho romano, la cual recordaba que
"algunos que jugaban y no conocían el juego sino sólo de nombre perdieron sus propios bienes
jugando, de día y de noche, plata, artefactos de piedra y oro", y culminaron así "blasfemando y
otorgando instrumentos". Cod. 3, 43, 1. Agrega que Pothier lo consideraba una actividad
contraria a la religión, y André Besson, como opuesto a la moral social (Echevarría de Rada,
Teresa, Los contratos de juego y apuesta, capítulo primero, I, p. 21, 1996, Barcelona).
Entre nosotros, Vélez Sarsfield, en la nota al art. 2055 Ver Texto, CCiv. (que prohíbe
demandar en juicio las deudas de juego o de apuestas, salvo las que provengan de ejercicios de
fuerza o destreza y siempre que con éstas no se hubiera contravenido las leyes o los
reglamentos de policía), dice que "no es fácil comprender el espíritu de la legislación de las
Partidas. Ellas guardan silencio sobre la deudas de juego" y niegan toda acción por injurias o
hurto que cometieren los jugadores contra el dueño de la casa que los recibe, "porque debía
suponer que eran ladrones".

(50) Hémard expresa que "aumenta en el asegurado el sentimiento de su libertad, de su


independencia, y de su responsabilidad" (cit. por Besson y Picard, I, p. 156).
La falta de difusión del seguro sobre la vida con sus múltiples beneficios adicionales (doble
indemnización en caso de accidente; asistencia médica y quirúrgica; renta en caso de
incapacidad en proporción al salario; bolsa para estudios de los hijos, etc.) ha sido un factor de
no escasa importancia en nuestro país para la manía jubilatoria, cuya ejecución pesa como una
losa pesadísima sobre el desarrollo económico-industrial del país -si es que efectivamente no lo
ahogará-, ya que llegó a insumir entre aportes obrero y patronal el 26 % de los salarios,
actualmente reducido a 16 %. En cambio, el seguro sobre la vida para empleados del Estado,
sin selección de riesgos (revisación médica previa), se hace con la prima de 1,20 %, sin límite
de edad y con algunos beneficios adicionales.

(51) Besson y Picard, I, ps. 156 a 160; Donati, Trattato, I, nº 6.

(52) Besson y Picard, I, ps. 160 a 162.

(53) Besson y Picard, I, ps. 162 a 165.


Además de su repercusión en el campo del comercio internacional, no es menor la influencia
que ha tenido en la evolución de diversas instituciones jurídicas: el contrato en favor de
terceros, la acción directa, la responsabilidad civil, la teoría de las cargas, la caducidad
convencional, la suspensión de la ejecución del contrato, etc.

32
Ver Braess, La funzione dell´assicurazione nell´economia nazionale, en "Assicurazioni", 1961,
1, p. 187; M”ller, L´aspirazione alla sicurezza e sua influenza sull´evoluzione del diritto della
responsabilit… e dell´assicurazione, en "Assicurazioni", 1961, 1, p. 386; Veullin Ganeff, Los
fundamentos sociales y jurídicos de los seguros, en "Assicurazioni", 1942, 1, p. 20.

------

II. Caracteres jurídicos (54)

5. Contrato consensual.

El art. 4 expresamente dispone que "el contrato de seguro es consensual", solución aceptada
uniformemente por la doctrina contemporánea (55) .

Es también la consagrada por el art. 505 Ver Texto, CCom., derogado, y aceptada por nuestra
doctrina: Segovia, notas 1746 y 1796; Malagarriga, nº 155; III, nº 108; Obarrio, nº 3; Castillo, p.
14; Rivarola, nº 1114. También la jurisprudencia: ver C. Nac., sala especial, 9/4/1951, LL 62-
767 (ni siquiera requiere el pago de la prima). Para la doctrina extranjera, ver Vivante, Trattato,
nº 1872, y Contratto, nº 51; Persico, nº 73, p. 111; etc.

No obstante, es usual que por convenio de las partes se posterguen sus efectos hasta tanto se
emita la póliza; se afirma que hasta entonces queda en calidad de mero proyecto, del cual las
partes se pueden arrepentir, es decir que se lo convierte en un contrato solemne (56) . No creo
que se trasforme la naturaleza consensual del contrato, porque el asegurador está obligado a
emitir la póliza conforme al art. 11 Ver Texto y su demora en cumplir esa obligación no lo
liberará de la indemnización por el siniestro ocurrido en el plazo fijado para la garantía (57) . El
art. 4 Ver Texto de la ley es categórico acerca de su naturaleza y del tiempo en que comienzan
las obligaciones y derechos de las partes.

33
Repárese que subordinada la eficacia del contrato o la emisión de la póliza -que en éstas se
expresa como postergación de la garantía-, las variaciones del riesgo se rigen por los arts. 37
Ver Texto y ss., conforme al art. 44 Ver Texto y al propio art. 37 Ver Texto, lo cual tiene
grandes consecuencias prácticas atento las secuelas distintas atribuidas por los arts. 5 Ver Texto
a 10 Ver Texto a la reticencia, y por los arts. 37 Ver Texto a 45 Ver Texto, a la agravación del
riesgo, que se analizan más adelante.

En cambio, no existen discrepancias de que la mera postergación de la vigencia hasta el pago


efectivo de la prima no afecta su calidad de contrato consensual: no significa que hasta
entonces no exista contrato, y que el asegurado quede en libertad de pagar o no la prima: el
contrato existe, y sólo se pospone el nacimiento de las obligaciones del asegurador hasta el
pago de la prima (58) (arts. 30 Ver Texto, 31 Ver Texto y 32 Ver Texto).

En ciertos supuestos legales puede no ser consensual para alguna de las partes, o para ambas,
cuando la ley impone la celebración, como ocurría con el seguro de vida obligatorio para
empleados del Estado (que se imponía al empleado y a la Caja Nacional de Ahorro Postal),
mas ésta es una subclase que se acerca notablemente a un seguro social y tiene un régimen legal
propio, que ya señalé. Otros seguros obligatorios no dejan de ser consensuales, como el del
espectador de espectáculos deportivos. En cambio, no lo es el seguro estatal contra los daños
de heladas (Mendoza, San Juan, citados), porque la voluntad de los fruticultores incluidos no
cuenta: la ley les impone el seguro, su contribución, etc.

Jurisprudencia

Sobre el tema del carácter consensual del contrato se puede mencionar diversos
pronunciamientos. Así, se decidió que es innecesario celebrar el contrato de seguro en una
forma determinada, toda vez que por su naturaleza tiene carácter consensual (C. Nac. Com.,
sala B, 15/4/1970, "Hemisferio Compañía de Seguros S.A. v. Asociación Agentes de
Propaganda Médica de la República Argentina", ED 37-768). Se perfecciona por el mero
consentimiento de las partes y la póliza es un simple instrumento de prueba, por lo cual resulta
aceptable determinar la existencia temporal de la relación aseguradora por el comportamiento
de las partes (C. Nac. Com., sala B, 18/8/1982, "El Comercio Compañía de Seguros S.A. v.
Nieto Hnos S.A.", LL 1993-C-357 y ED 149-469), o por la confesión de la aseguradora
demandada; así como también por las constancias de los libros de comercio y la pericia
contable (C. Nac. Com., sala A, 22/8/1994, "Acuario Compañía de Seguros S.A. v. Nikko
Química S.A." Ver Texto, LL 1994-E-140), o por otros medios de prueba, atento que los
elementos contractuales de las entidades aseguradoras son aprobados por la Superintendencia
de Seguros de la Nación (C. Nac. Com., sala B, 9/9/1982, "Omega Cooperativa de Seguros
Ltda. v. Sueiro y Cía. S.C.A." Ver Texto, ED 103-146; Rep. LL XLIII-2182, nº 13); pero el art.
11 Ver Texto de la ley 17418 requiere "principio de prueba por escrito" como condictio de su
demostración completa o acabada por otras vías distintas de la póliza, sin perjuicio de que, en
orden a la seguridad del tráfico jurídico, los magistrados no pueden efectuar una suerte de
permuta probatoria convirtiendo indicios, testimonios e inferencias en "principio de prueba

34
por escrito", porque si bien éste no es un documento solemne, mantiene con los instrumentos
de los negocios convencionales la analogía conceptual de emanar de la parte a la cual se
pretende oponerlo o, cuanto menos, ser atribuible de algún modo a la autoría jurídica de la
parte que negare la vinculación convencional (C. Nac. Com., sala D, 4/4/1986, "Compañía
Argentina de Seguros Visión S.A. v. Robriel S.A." Ver Texto, ED 120-460).

También se resolvió que ese carácter consensual hace que los derechos y obligaciones de
asegurador y asegurado empiecen desde que se ha celebrado la convención, aun antes de ser
emitida la póliza (art. 4 Ver Texto, ley 17418); y si se fijó fecha de comienzo de la vigencia, rige
desde esa fecha (C. Nac. Civ., sala B, 9/5/1978: "Flock, Carlos, v. Gelmand, Víctor M.", LL
1980-B-426; y C. Nac. Trab., sala VII, 28/11/1986, "Aguirre, Jesús R., v. Coordinadora de
Servicios R.A.S.A.", DT 1987-A-967).

El contrato de seguro, instrumentado en la póliza, se perfecciona desde que se ha celebrado el


convenio y las partes quedan vinculadas y recíprocamente obligadas (Sup. Corte Bs. As.,
9/2/1982, "Slave, Espiridión D., v. Talleres Maipú S.R.L.", DJBA 122-323 y Rep. LL 1982-III-
2347, nº 7). El contrato de seguro es consensual y precede a la emisión de la póliza, la cual no
puede ser confundida con el contrato mismo (C. Nac. Civ., sala I, 3/10/1996, "Olea de
Barrera, María A., y otros v. Alonso, Raúl O." Ver Texto, LL 1997-F-970, sum. 12.117), y,
además, no requiere la pluralidad de ejemplares, constituyendo así una excepción al art. 1021
Ver Texto, CCiv. (C. Nac. Com., sala B, 13/12/1985, "La Estrella Compañía de Seguros S.A.
v. Semiconductores Lucero S.A.", LL 1986-D-655, sum. 37.384). La póliza, como documento
unilateral probatorio emanado en ejemplar único del asegurador, nunca lleva firma o
suscripción del tomador (C. Nac. Com., sala A, 6/9/1979, "Wasserman, Uszer, v. Touring
Club Cooperativa de Seguros Ltda.", Rep. LL XL-J-Z-2327, nº 11); igual eficacia cabe asignar a
las condiciones generales que, aunque impresas y no firmadas, integran el contrato (C. Nac.
Civ. y Com. Fed., sala I, 24/8/1982, "Quiroga de Flores v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro"
Ver Texto, Rep. LL XLIII-2182, nº 12).

El carácter consensual no obsta a la jerarquía de los medios probatorios que la ley requiere para
acreditarlo (instrumento escrito -póliza- o principio de prueba por escrito para la admisibilidad
de otras pruebas complementarias), lo cual es congruente con las características del seguro
institucionalizado, que requiere un elevado estándar de certeza y claridad en la determinación
de la posición de las partes, comenzando por la celebración misma del contrato; por ello no se
puede permitir a los aseguradores la configuración de situaciones ambiguas, imprecisas u
oscuras; se debe estar, si media cierto margen de duda, en favor de la absolución de la
accionada, conforme al principio del favor debitoris -art. 218 Ver Texto, inc. 7, CCom.-. El
procedimiento de formación del contrato requiere, respecto del asegurado, que tome
conocimiento de la aceptación por parte del asegurador; no basta que éste haya aceptado si
guarda silencio al respecto -art. 11 Ver Texto, inc. 2, ley 17418-. Así, la emisión de la póliza es
inidónea para probar por sí sola -frente al asegurado- la celebración: es un instrumento que
emana unilateralmente del asegurador y resulta insuficiente si éste no logró acreditar el contrato
por otras pruebas; en especial si a ello se sumó que la accionada presentó asientos en sus libros
en contrario a los de la actora, los cuales neutralizó (art. 63 Ver Texto, CCom.); y el
requerimiento de la actora, por carta documento, no contestado, carece de relevancia por no

35
configurar ninguna de las circunstancias del art. 919 Ver Texto, CCiv. (C. Nac. Com., sala B,
14/11/1994, "Acuario Compañía de Seguros S.A. v. Polímeros Argentinos S.A." Ver Texto,
LL 1995-C-332, DJ 1995-2-427 y ED 164-911).

No obstante, la póliza presupone la perfección del contrato, del cual es consecuencia, prueba
capital y guía de interpretación; pero si bien resulta el instrumento probatorio por excelencia
del contrato, no es el único, pues la ley autoriza a probarlo por escrito o por otros medios si
concurre comienzo de prueba por escrito (C. Nac. Com., sala B, 1/3/1985, "Hollander,
Teodoro v. La Defensa Compañía de Seguros S.A.", LL 1985-C-530 y DJ 1985-53-715). La
existencia de una póliza de seguros no puede ser acreditada únicamente mediante un mero
principio de prueba por escrito, pues resulta necesaria la prueba complementaria tendiente a
demostrar que la relación asegurativa se perfeccionó con anterioridad al acaecimiento del
siniestro, o bien que la propuesta fue aceptada por la aseguradora antes de que ese evento
ocurriera. La recepción, suscrita por un dependiente de la aseguradora, de la solicitud de
emisión de una póliza, no implica que el contrato haya quedado automáticamente
perfeccionado (C. Nac. Com., sala C, 18/4/1996, "Iglesias, Jorge J., v. Anta Compañía de
Seguros" Ver Texto, LL 1997-F-970, sum. 12.119).

La recepción por parte de la aseguradora del reclamo de su asegurado mediante telegrama, a


causa de lo cual aquélla efectúa la contratación de un perito para investigarlo, que desarrolla
tareas a tal fin, no sólo presuponen la existencia del contrato de seguro, sino que importan
principio de ejecución de él en los términos del art. 1191 Ver Texto, CCiv. Así, probado el
contrato y su vigencia durante el siniestro, resulta indudable la obligación del asegurado de
pagar la prima correspondiente (C. Apel. Civ. y Com. San Martín, sala II, 28/3/1985,
"Conosud S.A. de Seguros v. Masa Vale S.A." Ver Texto, ED 115-329). Aunque la póliza
consigne una vigencia posterior a la fecha del siniestro, los pagos hechos por la aseguradora
con motivo de éste y en cumplimiento de su deber de indemnizar poseen indudable efecto
"recognoscitivo" de la vigencia del seguro y de los derechos del asegurado, lo cual demuestra,
inequívocamente que, en el caso, el contrato consensual de seguros (vigencia formal) comenzó
a regir (vigencia material) desde una fecha anterior a la mencionada en la póliza, por imperio
del art. 218 Ver Texto, inc. 4, del Código de Comercio y dada la independencia del contrato
respecto de tal instrumento (C. Nac. Com., sala B, 18/8/1992, ED 149-469).

También se resolvió que el silencio de la aseguradora respecto de la solicitud de aseguramiento


no implica la aceptación de ésta, puesto que ninguna regla de derecho establece esa
consecuencia. Si el pretensor no demostró que la aseguradora haya prestado aquiescencia a la
contratación pedida por él, no resulta estimable a consecuencia del silencio guardado por la
destinataria de la oferta contractual; a lo sumo, en algún caso, la omisión de expedirse, cuando
se hubiere pactado un plazo para ello, podría suscitar responsabilidad a título de culpa in
contrahendo, pero en ninguna hipótesis ese silencio implicará aceptación de la oferta
convencional (C. Nac. Com., sala D, 28/3/1993, "Pérez, Carlos A., v. Anta Compañía de
Seguros" Ver Texto, LL 1994-E-289 y ED 160-289). Pero si hay un recibo de pago de una
parte de la prima, ello implica un principio de ejecución de contrato, por lo cual se infiere que
la simple solicitud se ha convertido en una convención, al recibir el asegurador parte de la
prestación a cargo del proponente, más aún cuando entre ellas había existido una relación

36
previa de seguro (C. 5ª Civ. y Com. Córdoba, 9/8/1988, "Bulacio, Osvaldo H., v. Ludueña,
Carlos H.", LL Córdoba, 9/8/1989, p. 988). Si existió propuesta de seguro y se cobró la
primera de sus cuotas, se debe concluir que ha existido aceptación y perfeccionamiento del
contrato, pues el asegurado cumplió la obligación más importante a su cargo: el pago de la
prima -art. 27 Ver Texto, LS.-, que sólo se debe a partir de la celebración del contrato -art. 30
Ver Texto, ley citada- (C. Nac. Com., sala E, 10/2/1995, "Laurito, Oscar E., v. Omega
Cooperativa de Seguros Limitada", LL 1995-C-149 y DJ 1995-2-290; en análogo sentido, C.
Civ. y Com. San Isidro, sala 1ª, 24/4/1993, "Haberman, Víctor v. Unión Comerciantes
Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1993-D-95 y DJ 1993-2-890).

En cuanto a las solicitudes de emisión de seguros suscritas por el productor de la operación,


son inidóneas como principio por escrito, en tanto no se pueden atribuir a la voluntad de la
demandada en los términos de los arts. 1192 Ver Texto, 2º párr., CCiv., y 209, 1er. párr.,
CCom. (C. Nac. Com., sala B, 14/11/1994, "Acuario Compañía de Seguros S.A. v. Polímeros
Argentinos S.A." Ver Texto, LL 1995-C-332 y DJ 1995-2-427).

Asimismo, se ha decidido que las notas de cobertura son contratos definitivos de seguro, no
obstante su carácter provisional, y deben ser interpretadas según las condiciones de la "póliza
tipo" del asegurador. Se debe tener presente, además, que en nuestro país el texto de las pólizas
no es cuestión librada a la voluntad de los contrayentes, ya que al respecto rigen las normas de
la ley 20091 Ver Texto, en virtud de la cual ese texto debe ser aprobado por la autoridad de
control antes de su aplicación para verificar si se ajusta a los arts. 11 Ver Texto, parte 2ª, y 158
Ver Texto de la ley 17418, y para cuidar que las condiciones de contratación sean equitativas
(C. Nac. Com., sala B, 6/2/1987, "Italfoto S.A. v. Chacabuco Cía. de Seguros S.A." Ver Texto,
LL 1987-B-211, DJ 1987-2-316 y ED 125-535).

Respecto de las renovaciones del contrato, en las relaciones habituales entre asegurado y
asegurador, la manifestación tácita de continuar la relación vinculante del seguro no prescinde
de una expresión afirmativa y concreta de renovar el contrato, manifestación ésta que, iniciada
por la aseguradora, debe encontrar acogida favorable en el asegurado mediante alguna forma
idónea de perfeccionar el contrato motivo de la relación entre las partes (C. Civ. y Com.
Rosario, sala IV, 7/8/1980, "La Unión Gremial Compañía de Seguros S.A. v. Silva, Emiliano
M.", LL 1981-D-38).

La excepción de prescripción opuesta por la aseguradora demandada significa que acepta haber
estado obligada por un contrato vigente (C. Nac. Com., sala E., "Foigelman, Alejandro, v.
Arcadia Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1995-C-298 y DJ 1995-2-1077).

6. Bilateral.

37
Es un contrato bilateral, aunque en los últimos tiempos se ha resucitado la polémica sobre el
punto: el asegurado asume la obligación de pagar la prima e importantes cargas, y el asegurador
asume la obligación de pagar la prestación convenida en caso de siniestro (59) .

Bruck juzga que la obligación del asegurador es su capacitación técnico-económica para


cumplir su obligación eventual de indemnizar (60) . Haymann y Donati han replicado que el
asegurado paga o promete pagar para obtener la promesa de indemnización en caso de
siniestro; es decir, como ocurre en todos los contratos aleatorios. No hay tal obligación de
capacitación técnica, porque el asegurado no tiene acción alguna para hacerla cumplir, como
no la tiene el comprador de un contrato de suministros (61) ; ésta es una obligación que la
reglamentación le impone hacia el Estado como condición para concederle la autorización para
comerciar en seguros y conservarlo en el goce de esa autorización (puntos 7 y ss., t.o. 1962 del
régimen de la Superintendencia de Seguros, y arts. 10, 34, 38, 41, 55, 32, del proyecto de ley de
empresas), y no hacia el cocontratante; además, se trataría de obligaciones preparatorias e
instrumentales, dirigidas al cumplimiento de la obligación principal (62) .

La posición de Bruck tiende a evitar un problema falsamente planteado: la incompatibilidad de


que una de las obligaciones del sinalagma sea condicionada.

La bilateralidad se refiere al sinalagma genético, es decir, a la causa (en el sentido de que la


promesa de una parte es la causa de la promesa de la otra), y no a la ejecución (63) . Es el
supuesto de todos los contratos aleatorios (64) . Esto no significa que sinalagma y ejecución
dejen de estar vinculados: la acción por rescisión y la exceptio inadimpleti son el resultado de
esta vinculación.

7. Condicional.

Este problema de la bilateralidad se vincula al otro, de si la obligación del asegurador es o no


condicional.

38
El álea de este contrato no es más que una categoría de la condición, que se caracteriza por
afectar la obligación principal asumida por una de las partes, y que da su fisonomía peculiar a
esta especie de contratos.

Mientras que en los contratos conmutativos la condición no puede afectar la obligación


principal, so pena de desnaturalizarlos, en los contratos aleatorios su carácter radica justamente
en la condicionalidad de esa obligación: la propia definición del contrato aleatorio del art. 2051
Ver Texto, CCiv., justifica la conclusión (65) .

8. Oneroso.

Es oneroso. Respecto del asegurado, no existe seguro si no paga la prima (art. 31 Ver Texto,
salvo que se le conceda crédito: art. 30 Ver Texto, in fine). La existencia de un tercero
beneficiario no arguye en contra de la conclusión, porque la existencia de una liberalidad entre
asegurado y beneficiario no implica que ésta exista en las relaciones con el asegurador.

En lo que respecta al asegurador, la retención de la prima en el caso de que no se produzca el


siniestro se justifica porque es el precio del riesgo corrido.

No hay intención liberal (66) de enriquecer al asegurado o al asegurador según los supuestos.

9. Aleatorio.

Es un contrato aleatorio. Desde el punto de vista jurídico, queda incluido en la definición de


esta especie de contratos (art. 2051 Ver Texto, CCiv.) (67) . La circunstancia de que la ley civil
no lo enumere entre éstos no afecta, porque la ley no enuncia todos los contratos posibles: por
ejemplo, la clásica emptio spei, la compra de la redada del pescador, que ni siquiera se
menciona.

39
Quienes niegan este carácter no reparan en que justamente la prima se mide por el álea.

La alegación de que la explotación por una empresa elimina el álea para el asegurador pierde de
vista el contrato, confundiéndolo con la organización para su explotación industrial por una de
las partes; al contrario, esta organización supone el álea, puesto que se constituye para
contratar en masa y eliminar por este sistema el álea para ella: como expresa Vivante, se
definiría el contrato por la característica de la industria (68) . Aceptar esa razón sería negar el
carácter aleatorio del juego o apuesta explotado por empresas (lotería, ruleta, carreras de
caballos, etc.).

La circunstancia de que el asegurado se proteja del álea no excluye la naturaleza aleatoria del
contrato: justamente se protege de ella mediante un contrato aleatorio, y éste cumple su fin
porque es aleatorio (69) .

Considerando los contratos aisladamente, es aleatorio también el seguro sobre la vida para el
caso de muerte, porque si ésta es un hecho fatal, no se conoce la época en que se producirá.
De ahí la incertidumbre de la prestación del asegurador, que no existe en los contratos
conmutativos, en los cuales se da una equivalencia inicial, efectiva o presunta, de los valores
cambiados (70) . (El art. 1198 Ver Texto, 2º párr. -ley 17711 Ver Texto-, lo confirma.)

Este carácter ha sido negado entre otros por Bruck, en Alemania, Viterbo, en Italia, y Rivarola
entre nosotros.

Viterbo opina que es un contrato bilateral, en el cual la obligación del asegurador está
condicionada por un acontecimiento futuro e incierto, al cual no está condicionada la otra. No
hay reglas de los contratos aleatorios -afirma- capaces de influir sobre el seguro, ya que es una
categoría muy distinta (71) .

Bruck expresa que el asegurador recibe el premio por la asunción del riesgo; por ello el
asegurado recibirá la compensación por el daño que sufra -y no un beneficio-, y el asegurador,
por la explotación en masa, no sufre un perjuicio (72) . Es así lógico con su teoría de que la
obligación del asegurador consiste en la asunción del riesgo y que el siniestro con la obligación
de indemnizar no es distinto, sino esa asunción en estado agudo (ver Bruck-M”ller, I, § I, nº
49). Rivarola, quien sostiene solución análoga, afirma que no lo es si se diferencian los
contratos de las obligaciones que nacen de ellos. El contrato aleatorio -afirma- "no se reduce a
que sus efectos dependen de un acontecimiento incierto, sino que es también indispensable
que tales efectos sean ventajas o pérdidas para ambas partes o una de ellas, y, desde este punto
de vista, en el contrato de seguro, tal como hoy se realiza, no surgen ventajas ni pérdidas, sino

40
simplemente obligaciones que son puras y firmes para el asegurado (pago de la prima) y que
son condicionales para el asegurador". Lo que ocurre -agrega- es que la obligación del
asegurador es condicional; si por esto fuera aleatorio, lo serían todos los contratos con
obligaciones condicionales (73) .

Este razonamiento tan peculiar queda refutado con lo expuesto en los párrafos 7 y 9; piénsese
solamente en la relación entre el adquirente de un billete de lotería y la administración de la
lotería. Con el criterio impugnado tampoco sería aleatorio, sino meramente un negocio
condicional.

III

10. Concepto unitario del contrato.

El origen histórico y la evolución del seguro han trabado la formación de un concepto unitario
del seguro, que originariamente se fundó en la teoría de la indemnización, a la cual se quiso
incorporar el seguro sobre la vida (74) .

Es indiscutible el carácter resarcitorio del seguro de daños patrimoniales -como los designa la
ley 17418 Ver Texto- (conocidos en doctrina también con los nombres de seguro de interés o
seguro de daños); no sólo es así dogmáticamente (75) , sino que lo consagra expresamente la
ley en los arts. 1 Ver Texto, 61 Ver Texto, 62 Ver Texto, 63 Ver Texto, 65 Ver Texto, 68 Ver
Texto, 78 Ver Texto, 81 Ver Texto, 85 Ver Texto, 92 Ver Texto, 99 Ver Texto, 109 Ver Texto,
126 Ver Texto, etc.

En el siglo XIX se intentó extender esta teoría a los seguros sobre la vida; se afirmó que
también son resarcitorios porque se indemniza el perjuicio que puede ocasionar a otros la
pérdida de la vida asegurada; y no en el sentido que debe corresponder exactamente al daño
irrogado, porque el valor de esa vida se da por la apreciación personal del asegurado, que el
asegurador no puede impugnar por excesiva (76) . Cayó en abandono y ha sido recientemente

41
resucitada por Ascarelli y Donati, para quienes el daño está dado por la muerte prematura, y en
el seguro de supervivencia, por los daños que crea la mayor edad: la ley presume el daño juris
et de jure, de ahí que no sea necesaria la prueba del interés (77) .

El carácter resarcitorio no existe en el seguro sobre la vida, y menos en el de supervivencia. En


estas clases de seguros el capital se debe al tiempo del vencimiento del plazo o del siniestro
porque se percibió la prima correspondiente, sin prueba del daño, aunque se hayan cobrado
otros seguros o se haya percibido de un tercero la indemnización por la muerte, o aun si ésta
no produjo ningún daño, o también si ha sido beneficiosa.

El seguro contratado sobre la vida de un tercero no requiere interés concreto sobre la vida del
tercero, ya que el art. 128 Ver Texto -aplicable al seguro de supervivencia y al mixto, art. 148
Ver Texto- ha reemplazado el interés concreto, que exigían los arts. 549 Ver Texto y 550 Ver
Texto, CCom., por el consentimiento del tercero. Téngase en cuenta que el interés debería
existir al tiempo del siniestro y en la persona del beneficiario (78) .

Para aceptar la nueva impostación de la solución que auspician Ascarelli y Donati, habría que
llegar a que la conservación de la vida -que provoca el pago en el seguro de supervivencia-, que
es el mayor bien humano, provoca el daño indemnizable; y para ello alegan la repercusión que
el goce o conservación de este bien puede producir en el asegurado (mayor edad; menor
rentabilidad del trabajo, etc.), ya que el daño concreto se presume juris et de jure. Si la solución
fuera exacta no se debería excluir la subrogación del asegurador en los derechos contra el
tercero responsable, porque el asegurado -o el beneficiario- ya habría sido indemnizado (lo cual
no permite el art. 80 Ver Texto, § 3) y debieran explicar por qué se debe aun en el caso de que
un tercero haya indemnizado íntegramente.

Es exacto que la ley permite fijar el monto del daño a resarcirse en una suma determinada (art.
656 Ver Texto, CCiv.), pero aparte de que según la jurisprudencia (79) (y ahora por disposición
del propio art. 656 Ver Texto, reformado por la ley 17711 Ver Texto) este acuerdo es revisible
cuando la pena es excesiva, la Ley de Seguros permite expresamente la revisión de la suma o
valor tasado cuando supera notablemente el valor real del bien (art. 63 Ver Texto).

El art. 1 Ver Texto no abre juicio sobre el tema; soslaya intencionalmente el problema con la
redacción consagrada (80) . El anteproyecto adoptaba posición en el sentido auspiciado, como
resulta del texto trascrito en nota (81) .

42
Se debe señalar que el rechazo del concepto indemnizatorio como unificador del contrato lleva
a algunos autores a negar la unidad (82) .

11. Contratación con una empresa.

Aun cuando la opinión tiene precedentes en la doctrina germánica y francesa (83) , Vivante ha
sido el sostenedor más agudo y autorizado de que el rasgo unificador está en la contratación
con una empresa: "Todos -los seguros- tienen una identidad última y esencial. Consiste en este
fenómeno, que la empresa puede cubrir con seguridad los riesgos ajenos, porque merced a las
contribuciones de los asegurados, puede recoger un fondo correspondiente al valor actual de
las sumas que deberá pagarles más tarde. En esto consiste la verdadera, la única seguridad de
los asegurados, la condición imprescindible de su contrato. El riesgo que se traslada del
patrimonio de un particular al de otro no encuentra su seguridad: el asegurado esquivará el
riesgo del incendio o del granizo, pero afrontará el de la insolvencia de su llamado asegurador.
Ese riesgo sólo se pone a cubierto según la intención de los contratantes, si, colocándose en
una gran masa de riesgos homogéneos, es acompañado por un fondo de primas capaz de
adecuarse continuamente a las probabilidades de los siniestros y de las indemnizaciones. Una
empresa aseguradora que asuma los riesgos ajenos merced a una prima previamente fijada":
éstos son los tres elementos del contrato (84) .

Esta opinión de Vivante ha venido a recibir apoyo en nuestro derecho objetivo en las reglas
establecidas en materia de empresas aseguradoras; así se desprende de: a) el art. 2 Ver Texto de
la ley 20091, que establece quiénes son los que pueden "realizar operaciones de seguros"; b) el
art. 7 Ver Texto, cuando estipula las condiciones que deberán reunir las entidades para ser
autorizadas a operar en seguros; c) la sección VI de dicha ley, que expresamente lleva por título
"Gestión de la empresa de seguros"; d) el art. 61 Ver Texto, 2º párr., que sanciona con la
nulidad el contrato celebrado con asegurador no autorizado (85) .

12. Replanteo dogmático.

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Sotgia y luego Ferri hacen un nuevo examen de la solución. Expresa Ferri que la mutualidad y
la ley de los grandes números no es obra ni interés exclusivo del asegurador; el asegurado,
cuando contrata, busca insertarse en un conjunto de contratos referentes a riesgos
homogéneos que tienen los siguientes significados o características jurídicas uniformes para
todos los contratos (86) - (87) :

a) contratación con empresa autorizada;

b) fijación técnica de la prima, calculada conforme al principio de mutualidad;

c) los regímenes de reticencia, agravación y rescate obedecen a la técnica, que es decisiva para
resolver que existen;

d) la inserción del contrato individual en la mutualidad tiene consecuencias propias del


contrato de seguro (reservas, seguridad técnica).

El contrato se realiza con una oposición de intereses (contrato de cambio), y no de comunión


de intereses: no hay comunión de intereses con los demás asegurados, sino coincidencia de
intereses.

La empresa influye en la estructura del contrato porque su existencia hace posible la aplicación
del principio de mutualidad al contrato particular, no sólo respecto del asegurado, sino también
para el asegurador, que si pudiera celebrar un contrato aislado de seguro, sería para él una
auténtica apuesta, porque estaría librado al puro azar; de ahí que también para él es
indispensable que se inserte en una comunidad de riesgos.

Es lo que prevén los regímenes administrativos de control, no sólo para eliminar el álea en el
asegurador, sino también para reforzar la posición del asegurado.

"Por lo tanto -dice-, contrato de seguro no es cualquier contrato dirigido a la cobertura de un


riesgo que no sea artificialmente creado y que atribuya el derecho o la expectativa jurídica a una
prestación eventual, sino que es el contrato en el que el asegurador se obliga a insertar, según
las reglas de la técnica asegurativa, el riesgo aislado en una masa de riesgos homogéneos, de
manera que la cobertura del riesgo pueda tener como correspectivo el pago por parte del
asegurado de un premio y hallar una efectiva realización según los principios de la técnica
asegurativa y una garantía específica sobre la masa de los premios".

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Cabe incluso así sostener que el coseguro y el reaseguro constituyen obligaciones del
asegurador.

13. Contratación en masa.

Como ha señalado Garrigues, con toda razón, los problemas de los contratos nacidos por la
necesidad del tráfico contemporáneo no se pueden resolver con el análisis torturado y
torturante de las nociones jurídicas romanistas, originadas en un sistema económico y para
necesidades del tráfico de hace dos mil años, para el molino de viento y la navegación a vela.
La economía contemporánea se caracteriza por la producción en masa de bienes y de servicios.

Los contratos comerciales actuales corresponden a este sistema de producción; se caracterizan


por la contratación en masa, con todas las consecuencias que esto significa -contratos tipo y de
adhesión, supresión de la discusión de sus términos, etc.-, por lo cual requieren una renovación
de los conceptos jurídicos.

La empresa aparece en el derecho comercial contemporáneo -aun para los regímenes


legislativos que todavía centran el Código de Comercio en el acto de comercio aislado- como
elemento capital para determinados contratos comerciales: contratos bancarios, de trasporte
comercial, de capitalización, de ahorro, de fondos de inversión, warrants, debentures, prenda
con registro, depósito en almacenes generales, o presuponen esa empresa para múltiples
disposiciones especiales.

De ahí que la mera noción de empresa no puede ser el requisito o elemento que nos dé la
unidad jurídica conceptual del seguro.

Mas si el concepto exclusivo de empresa no tiene ese alcance unificador, ¿su combinación con
otros elementos técnico-económicos podría dar la clave de la solución?

Como señala la doctrina general, en el derecho y en la economía contemporánea del seguro,


éste no existe sin repartición social del riesgo, para lo cual es esencial la empresa en cualquiera
de sus formas jurídicas para crear la mutualidad, en la cual se inserta el riesgo natural asumido;
de ahí que cuanto mayor sea el número de riesgos particulares asumidos, más se ajusta la prima
a la entidad de aquél, que requiere además la mayor homogeneidad posible de los riesgos para
su cálculo adecuado, conforme a una mejor agrupación o clasificación y selección por el
asegurador.

45
Estos datos técnico-económicos que se dan en todos los tipos de seguro determinan el
régimen jurídico.

Expresa Donati sobre el punto: "La finalidad y las grandes "directivas" técnicas que se
desarrollan en amplias series de distintas reglas técnicas, se traducen a su vez en "normas"
jurídicas. El derecho está inmediatamente interesado; el legislador crea la norma, el
administrador la aplica, el jurista la interpreta; todos deben tener bien presente finalidades e
instrumentos" (88) .

La técnica y la economía del seguro no sólo caracterizan la empresa, sino que determinan el
contenido del contrato particular, que se celebra sobre la base de contratos tipo, de textos
esencialmente uniformes, en los cuales normalmente está eliminada la discusión de sus
cláusulas.

Esta técnica es la que determina los regímenes especiales de la reticencia, la agravación del
riesgo, el rescate en los seguros plurianuales sobre la vida; es la misma que impone como
sustanciales para el seguro la aplicación del coseguro y del reaseguro, la necesidad de fijación y
retención de su pleno por el asegurador, etc.

Incluso, el régimen de informaciones y declaraciones impuesto al asegurado, con severas


sanciones para el supuesto de incumplimiento, es un resultado o exigencia de la técnica del
seguro. Donati destaca: "Prima facie, vistas en el ámbito del vínculo asegurativo individual
todas estas normas están establecidas en protección del asegurador: pero si se piensa que el
asegurador no es más que el intermediario, aunque sea por un legítimo fin de lucro, de la
mutualidad, se llega fácilmente a la conclusión de que, como para las que contemplan la
empresa aseguradora, también las normas sobre el contrato son normas que, justamente
severas con el asegurado individual que las viola voluntaria o culposamente, están puestas en
amparo de la colectividad de los asegurados" (89) .

Es indiferente que la regulación de la empresa de seguros se halle, en un ordenamiento de


derecho público, en el régimen de control de la empresa, porque el sistema jurídico debe ser
interpretado en su universalidad, en su conjunto, armonizando todas las normas que lo
integran, sean de derecho público o privado. De ahí que la anulación (o anulabilidad) del
contrato por empresa no autorizada no se puede dejar de valorar debidamente.

46
14. La empresa, integrante del concepto unificador.

En síntesis, si bien la pura noción de empresa no es ni puede ser por sí sola concepto
unificador del seguro, acompañada de otras nociones podría alcanzar a serlo. Tales elementos
técnico-económicos, uniformes para toda especie de seguro, privado o social, serían:

a) empresa con objeto único de crear una mutualidad de asegurados;

b) sujetos a riesgos naturales;

c ) mediante un precio (prima, cotización o contribución), fijado técnicamente.

Así se darían los caracteres fundamentales y uniformes para todas las operaciones de seguro:
sujetos, objeto, precio y causa.

El contrato particular queda así caracterizado jurídicamente, porque el tomador, que persigue
la seguridad del pago para el caso eventual del siniestro, busca la garantía de la inserción de su
contrato individual en esa mutualidad, que le da la seguridad del logro del fin buscado.

Este motivo esencial del tomador en el contrato individual integra la causa del contrato, en
razón de ser común a las partes, esencia implícita de la oferta o aceptación del asegurador.

"En resumen -expresa Betti (90) - la causa es la función de interés social de la autonomía
privada [. . .] es precisamente la función económico-social que caracteriza el tipo de ese
negocio como hecho de autonomía privada (en este sentido, típico) y determina su contenido
mínimo necesario".

Esta última es una de las funciones de la causa: sacar del ámbito de la libertad de las partes los
elementos mínimos que integran la función típica del negocio. De ahí también el sentido de la
distinción de los elementos en esenciales, naturales y accidentales del negocio.

A esta causa objetiva corresponde la causa subjetiva, que es su reflejo; esto es, la intención
práctica típica perseguida con el negocio. Los simples motivos individuales, irreconocibles para
la contraparte, resultan indiferentes para ésta.

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En el contrato del seguro, ese motivo de la inserción del contrato en la mutualidad de
tomadores sometidos a riesgos homogéneos resulta expresamente del ordenamiento legal de la
empresa de seguros y una de las razones esenciales del control estatal y de su alcance.

La conclusión es extensible al primer contrato que celebre el asegurador, porque es una


empresa predispuesta para la formación de esa mutualidad, prevista por ambos contratantes y
esencial para el efectivo funcionamiento del contrato. Porque la empresa ya existe organizada y
en funcionamiento para ese fin único (autorización con planes aprobados, tarifas, pólizas, etc.),
aun dentro del concepto extremo que requiere esa organización y predisposición terminada
para la explotación, para que exista empresa.

Tan esencial para el contrato, que cuando la mutualidad organizada por una empresa
determinada no funciona debidamente y está en peligro la capacidad técnico-económica del
asegurador con la posibilidad del incumplimiento oportuno de sus obligaciones, el órgano
público le impone su reorganización o la cesión de la masa de contratos para impedir que se
frustre el fin común perseguido por las partes.

15. Satisfacción de una necesidad eventual.

Para este criterio, el rasgo común de los seguros es la satisfacción de una necesidad eventual
concreta (seguros patrimoniales, de daños o de intereses) o abstracta (seguro de personas) que
generalmente no se cumple en forma primaria, por la reconstrucción del bien dañado,
restitución de la cosa robada, etc., sino en forma secundaria, por la entrega de una suma de
dinero, medida por la necesidad concreta y real en el seguro de intereses, o en proporción a la
prima en el seguro de personas (91) .

Se arguyen dos razones fundamentales en contra: que la noción de necesidad es económica, y


no jurídica; y que puede no existir la necesidad eventual abstracta.

La noción de necesidad es económica; es exacto. Y como tal es el sustrato del remedio técnico-
jurídico, el contrato de seguro. Todo el derecho de los contratos reconoce un fundamento de
esta índole; de lo contrario no llenaría ninguna función.

El concepto de necesidad eventual es vecino al de indemnización, porque radica en "la


necesidad de una satisfacción eventual" (92) - (93) .

48
16. Indemnización.

Es evidente que el legislador adoptó el concepto de indemnización para los seguros


patrimoniales, como resulta de las nociones de interés asegurable para fijar el objeto del
contrato en general (art. 2 Ver Texto) y del seguro de daños en particular (art. 60 Ver Texto)
(94) , así como las reglas tendientes a evitar que se pueda enriquecer o lucrar el asegurado por
vía de la ejecución de este contrato (art. 61 Ver Texto, 1er. párr.; art. 62 Ver Texto, 2º párr.;
arts. 63 Ver Texto, 68 Ver Texto, etc.).

En cambio, esta noción no aparece en los seguros sobre la vida, para los cuales no se incluye el
interés como requisito para la celebración del contrato en el caso concreto (arts. 128 Ver Texto
y 143 Ver Texto), ni la prestación debida por el asegurador aparece medida por ese interés ni
por el daño concreto que se demuestre (arts. 1 Ver Texto, in fine, y 143 Ver Texto); y con
mayor razón cuando no es anual, porque, como señala el informe de la comisión redactora,
cuando es plurianual "el seguro sobre la vida encierra una compleja operación de ahorro [. . .]
en el que el capital o la renta que el asegurador pagará al tiempo del siniestro se solventa con
las primas acumuladas en las anualidades trascurridas desde la celebración".

IV

17. Seguro y juego.

La distinción del seguro y el juego, ambos contratos aleatorios, ha sido un problema


tradicional.

49
Viterbo es quien ha hecho la distinción más acertada. No la establece en la estructura del
negocio ni en el objeto o en la naturaleza de la condición, sino en la causa, en la función que
desempeñan ambos contratos. Mientras en el juego el riesgo -no la condición- es artificial, en el
seguro la condición es el nacimiento de la necesidad que satisface, y esta necesidad concurre en
todos los tipos de seguro (95) .

La diferencia radica entonces no sólo en que el jugador es artífice de su suerte, y en el seguro se


defiende contra el peligro no querido, sino también en la función que desempeñan uno y otro
contrato, y que justifica al seguro y hace reprobable el juego: el seguro cumple una función de
previsión, mientras que el juego y la apuesta tienen una función de lucro, que depende
puramente del azar. En el juego, el hecho aleatorio es económicamente indiferente, y por
efecto del contrato influye en el patrimonio del jugador; en el seguro, el evento puede influir en
el patrimonio del asegurado independientemente del contrato, y esa influencia se repara
mediante el contrato de seguro (96) .

18. Contrato de buena fe.

Se acostumbra afirmar que es un contrato de buena fe, uberrimae bona fidei.

Éste no es un rasgo peculiar del seguro. Domina todo el derecho de las obligaciones: las partes
se deben conducir con buena fe en la celebración y en la ejecución, como en todos los
contratos (la nueva redacción del art. 1198 Ver Texto, CCiv. -ley 17711 Ver Texto-, que recoge
los principios de la jurisprudencia, lo demuestra). Si los principios de la buena fe hallan una
aplicación más frecuente y rigurosa, se debe a la naturaleza del contrato y a la posición especial
de las partes. Respecto del asegurador, el tomador se debe conducir con la mayor lealtad
posible en cuanto se refiere a la descripción del riesgo y al mantenimiento del estado del riesgo.
Respecto del tomador, el asegurador se debe conducir con la mayor lealtad posible en todo
cuanto se refiere a la ejecución de sus obligaciones y a la interpretación de la póliza, por el
carácter del contrato, cuya comprensión generalmente escapa a la capacidad del tomador, y por
su naturaleza de contrato de masa, de condiciones generales uniformes (en principio) e
impuestas al asegurado (97) .

50
Y si se examina la cuestión, por ejemplo, desde el punto de vista de la interpretación de la
póliza, más bien es de derecho estricto -si es que esa distinción cupiera en nuestro derecho-,
porque ciertas normas del contrato deben ser aplicadas con estrictez rigurosamente (98) .

La Cámara en lo Comercial, repitiendo ese concepto, destacó como un rasgo específico que "es
un contrato que las partes se comprometen a cumplirlo sin dobleces y de buena intención" (99)
, como si existieran contratos que fuera posible ejecutarlos de mala intención y con
subterfugios (!).

18 (a). - La observación del autor destaca con acierto que la buena fe no es una característica
específica del seguro, sino que subyace en todo contrato, como ingrediente ético inexcusable
de la vida del derecho.

Pero es posible, no obstante, subrayar algunos aspectos, ya señalados en el texto, que muestran
la notoria influencia que el principio de la buena fe reviste en el contrato de seguro. Varias
características de dicho contrato y de la propia relación asegurativa concurren a que el tema de
la buena fe asuma aquí una importancia destacada, que apunta no sólo a resguardar la
confianza negocial -como en todos los contratos-, sino también a proteger el delicado
equilibrio entre las partes, dado lo sensible que resulta a ciertas conductas o actitudes que
pueden tener lugar en la vida del seguro (100) .

Ello deriva, por un lado, del carácter aleatorio que otorga buena parte de sus singularidades a la
relación asegurativa.

El asegurador promete una prestación eventual, que muy probablemente no tendrá lugar (pues
la técnica del seguro requiere, en principio, que el siniestro constituya un suceso de ocurrencia
excepcional, salvo en los seguros de vida para el caso de muerte), lo cual a menudo origina que
mientras no acontezca el hecho siniestral, el contrato permanezca en un ámbito de relativa
indiferencia por parte de quienes lo celebraron. Es frecuente que a partir de que se produzca
un siniestro, ante la necesidad de establecer si el hecho encaja debidamente en la cobertura
otorgada, las partes analicen sus características y su extensión y se puedan suscitar dudas y
controversias al respecto. Por ello, cabe sostener que es posible señalar un primer deber del
asegurador: la cobertura que ofrece debe estar suficientemente delineada y claramente
formulada en la descripción del riesgo asumido; el tomador del seguro tiene que estar en
condiciones de conocer el alcance del amparo, dado que constituye la causa de su obligación de
pago de la prima y el motivo que lo movió a contratar el seguro.

51
Esa exigencia pasa, en buena medida, por el ámbito de la configuración técnica de la cobertura,
que se vincula estrechamente a la influencia que reviste, en la celebración del contrato, la
especialización técnica del asegurador, en la cual confluyen ciencia y experiencia. Éste es uno
de los casos en los cuales la buena fe está relacionada con los conocimientos teórico-prácticos
de uno de los contratantes. Si hay un desnivel que se puede señalar entre las partes del contrato
de seguro no lo es tanto en el plano económico (pues no existirá en el caso de los grandes
asegurados), sino, más bien, en lo referente al manejo de los aspectos técnicos, que requieren
una compleja especialización.

Entonces, un primer campo en el cual el principio de la buena fe tendrá relevancia es el


referido a la precisión en la definición y estructuración de la cobertura y la claridad de su
formulación en la póliza. Así, el asegurado debe poder llegar a conocer qué amparo está
contratando para que resulte justificada su decisión de pagar una prima que no es sino el
equivalente económico (probabilístico) de la cobertura que se le promete, y se eviten sorpresas
desagradables a la hora del siniestro, fuente de conflictos que ningún favor le hacen a la imagen
del seguro.

Tal claridad debe surgir no sólo de la propia determinación del riesgo, resultante de un doble
mecanismo de formulación genérica de éste (aspecto positivo) y de delimitaciones mediante
cláusulas de exclusión de cobertura (aspecto negativo) (101) , sino también de la forma de
instrumentación, en la cual la multiplicidad de condiciones de póliza de diversa índole
(generales, especiales, específicas, etc.) no debe conducir a que se tenga que desplegar un
esfuerzo hermenéutico excepcionalmente complejo para poder establecer qué es lo que está
realmente cubierto y qué lo excluido. De allí que resulte de aplicación el principio de
interpretación que establece que las oscuridades, ambig edades o contradicciones se deben
interpretar en contra del asegurador que redactó el contrato y que es quien conoce la técnica
asegurativa de manera especializada. Este principio se ve ahora legislativamente confirmado
por la normativa protectora del consumidor (ley 24240, art. 37 Ver Texto), aplicable, en esta
parte, al seguro (102) .

En lo que se refiere al momento de la contratación, vemos que el principio de la buena fe


aparece formulando requerimientos a ambas partes. Al asegurado le exige una veraz
declaración del estado del riesgo y la información sobre los aspectos que pudiendo influir en él
lo agravan. Si bien en algunos casos tales agravaciones están conectadas con aspectos técnicos
ignorados por quien va a tomar el seguro (y, por ende, sobre los cuales no formulará
declaración por no conocerlos), es necesario destacar también que con frecuencia pueden
existir ciertas circunstancias que, por su propia naturaleza, resulta manifiesto y es por todos
sabido que acentúan notablemente la probabilidad del siniestro o son capaces de aumentar
significativamente la intensidad de sus consecuencias; por ello es fácil deducir, aun por parte de
las personas comunes, que tales circunstancias implicarán un aumento de primas o pueden dar
lugar a la negativa de otorgamiento del amparo: por eso, si el asegurado oculta o falsea su
información al respecto, estará violando la buena fe exigida, lo cual dará lugar a la aplicación de

52
la normativa referente a la reticencia de mala fe (arts. 5 Ver Texto y ss., LS.), con su efecto
nulificador de la relación. En este aspecto resulta también de gran importancia la actitud del
asegurador, quien tiene la posibilidad de incluir en los formularios de propuesta del seguro
preguntas específicas sobre el estado del riesgo, sus antecedentes y circunstancias relevantes
que guíen al asegurado respecto de establecer qué casos revisten trascendencia con el fin de
evaluar la contingencia por parte del asegurador para determinar si se cubre el riesgo propuesto
y a qué precio (103) .

Y de parte del asegurador cabrá requerir también una conducta paralelamente veraz. La
publicidad que efectúe no debe resultar engañosa ni dar la sensación de que cubre lo que en
realidad no ampara. Aquí cabe reiterar lo expresado respecto de la necesidad de claridad que
permita al asegurado saber qué está contratando; pero ello no se agota con la claridad
conceptual de las cláusulas sobre coberturas y exclusiones ni con el tamaño de la letra
empleada en su formulación instrumental, sino que a tal exigencia se suma la relativa a la
publicidad que realice el asegurador, conforme a lo que establece el art. 57 Ver Texto de la ley
20091.

Además, está el delicado problema del momento en que la celebración contractual queda
consumada. El seguro es un contrato en el cual normalmente no existe simultaneidad entre
oferta (que formula el asegurado) y aceptación (por parte del asegurador), según se puede ver
en el art. 4 Ver Texto, 2º y 3er. párr., de la Ley de Seguros, por lo cual resulta de aplicación el
régimen de los contratos entre ausentes (arg. arts. 1147 Ver Texto a 1156 Ver Texto, CCiv.).
Esta situación se complica porque, por otra parte, no rige aquí el requisito del doble ejemplar,
de manera que la instrumentación del acuerdo tiene lugar mediante una póliza, firmada
solamente por el asegurador (art. 11 Ver Texto, LS.). Queda entonces un lapso híbrido que va
desde la entrega de la propuesta (cuando la hay) hasta la emisión y consolidación de la póliza
(arts. 11 Ver Texto y 12 Ver Texto, LS.), en el cual la relación posee un marcado grado de
indeterminación que puede dar lugar a situaciones confusas y hasta reñidas con la buena fe,
salvo cuando han mediado actos o circunstancias que impliquen aceptación tácita por parte del
asegurador.

Y, más tarde, en el supuesto de acaecimiento del siniestro, también la buena fe adquiere


relevancia destacada, fundamentalmente por cuanto es, justo aquí, cuando se produce el efecto
al cual apunta el seguro: su función reparatoria del daño o satisfactoria de la necesidad que ha
dejado de ser eventual para constituirse en actual. La prestación del asegurador, normalmente
muy importante y en ocasiones cuantiosa, se torna reclamable, por lo cual cabe requerir una
actuación de buena fe, tanto de parte del asegurador que debe pagarla como del asegurado que
pretende percibirla.

Así, entonces, el asegurado no tiene que haber provocado voluntariamente el siniestro ni


actuado con culpa grave (arts. 70 Ver Texto y 114 Ver Texto, LS.); debe denunciar
prontamente el hecho (arts. 46 Ver Texto, 102 Ver Texto y 115 Ver Texto) y no modificar el
estado de cosas (art. 77 Ver Texto), para permitir y facilitar las investigaciones e indagaciones

53
del asegurador respecto de las causas del suceso y sus consecuencias relativas al seguro (art. 46
Ver Texto); y al encarar el asegurador la valuación de los daños, el asegurado se conducirá con
corrección al aportar las pruebas de preexistencia y valor de los bienes afectados por el
siniestro (art. 48 Ver Texto).

Por su parte, en esta etapa el asegurador actuará de manera diligente, evitando dilaciones
innecesarias y cumpliendo oportunamente con la prestación que prometió (arts. 49 Ver Texto
y 56 Ver Texto, LS.). Es en el momento de investigación y liquidación del siniestro cuando el
asegurador demuestra realmente la calidad de su amparo, la eficiencia de su organización
empresarial, su solvencia económica y las bondades de su estilo de actuación y el de quienes,
formando parte de su personal dependiente o contratado -en especial, liquidadores de
siniestros-, la llevan a cabo (art. 75 Ver Texto).

Se puede concluir, entonces, que si bien la buena fe no constituye, como lo destaca el autor de
esta obra, un elemento exclusivo del contrato de seguro, ya que es característica común de
todos los contratos -e incluso de toda relación jurídica (arg. arts. 931 Ver Texto, 933 Ver
Texto, 953 Ver Texto y 1198 Ver Texto, CCiv.)-, reviste en el seguro el carácter de un
principio que se traduce en una serie de normas positivas que claramente lo instituyen respecto
de situaciones especiales (celebración del contrato, investigación y liquidación del siniestro,
etc.) y lo protegen, y, por otro lado, representa una pauta de interpretación inexcusable cuando
se trata de establecer la calidad de la conducta de las partes en aquellos casos en los cuales, por
las particulares características de la relación asegurativa -que genera una permanente exigencia
de colaboración recíproca entre dichas partes- no encuentra solución expresa en las normas
legales vigentes.

Jurisprudencia

En la temática de la "buena fe" se ha resuelto que si bien es un débito implícito de ambas


partes en todo contrato, por aplicación de la regla incluida en el art. 1198 Ver Texto, CCiv., lo
es más cuando del contrato de seguros se trata (C. Nac. Com., sala B, 3/7/1984, "Acetta, Juan
C., v. Omega Cooperativa de Seguros Ltda.", ED 111-480 y Rep. LL XLIV-1968, nº 4). En el
contrato de seguro es donde el art. 1198 Ver Texto del Código Civil se aplica de la manera más
frecuente y rigurosa, por la naturaleza misma de la convención y la posición especial de las
partes (C. Nac. Com., sala B, 22/2/1989, "Álvarez de Dobson, Haydée B., v. La Buenos Aires
Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1989-D-251; sala C, 15/7/1997, "Agencia de Cambio
Florida S.R.L. v. Cenit Cía. de Seguros", LL 1997-E-1043, sum. 39.914), dado la índole
estrictamente resarcitoria y de previsión que allí cumple (C. Nac. Com., sala C, 17/12/1984,
"Gentile, Roberto, v. Unión General Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, ED 114-668); debe
existir inclusive en el período precontractual, a fin de no incurrir el asegurado en reticencia en
la declaración del riesgo, y presidir asimismo la etapa de ejecución del contrato, en la
inteligencia de que en caso de siniestro, el asegurado debe prestar un total apoyo y
colaboración para el esclarecimiento del hecho, de sus causas y sus consecuencias (misma sala,
16/9/1988, "Flametic S.A. v. La Buenos Aires Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, LL
1989-A-461).

54
En el contrato de seguro las partes se comprometen a cumplirlo sin dobleces y de buena
intención, especialmente en la etapa de ejecución del negocio jurídico y sobre todo cuando el
asegurado sufre un siniestro, oportunidad en que la aseguradora debe demostrar mayor
trasparencia e inobjetabilidad en sus procederes (C. Nac. Com., sala B, 28/2/1986,
"Exportman S.A. v. Neptunia Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1987-C-427). El contrato
de seguro es un contrato uberrimae bona fidei y exige, por tanto, conducta clara y leal y
disposición pronta de ambas partes para el cumplimiento de sus obligaciones. Toca al
asegurado damnificado obrar de manera tal que su conducta no perjudique la situación del
deudor de la indemnización (asegurador), siempre por estar en juego esos principios de buena
fe que son base fundamental de este negocio jurídico (C. Nac. Com., sala B, 30/7/1979,
"Sacco, Jorge, v. La Agrícola Cía. de Seguros S.A.", ED 86-477).

La claridad de redacción que exige la ley 17418, art. 11 Ver Texto, 2º párr., no se limita a la
claridad formal que torna fácilmente legibles las cláusulas, sino que se extiende asimismo a la
claridad sustancial que las haga inteligibles, fáciles de comprender en su significado económico
jurídicamente relevante (C. Nac. Com., sala E, 11/4/1983, "García, Antonio, v. La Buenos
Aires Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, ED 105-270).

VI

19. Fin del contrato.

El fin perseguido con el seguro es la traslación de un riesgo a un tercero, para que sus
eventuales consecuencias graviten sobre éste, que lo asume mediante el pago de una prima o
cotización, siempre que exista interés asegurable (arts. 1 Ver Texto y 2 Ver Texto, ley 17418).

El contrato puede tener por objeto toda clase de riesgos. La ley en su art. 2 Ver Texto lo
dispone expresamente, y lo reitera en el art. 60 Ver Texto; incluso el lucro esperado, si así se
convino expresamente (art. 61 Ver Texto).

Este objeto no puede resultar de operaciones ilícitas. El art. 496 Ver Texto, CCom., lo
establecía expresamente con imposición de una sanción. La ley 17418 dispone en el art. 60 Ver

55
Texto: "Puede ser objeto [. . .] cualquier riesgo si existe interés económico lícito de que un
siniestro no ocurra", que se debe tener presente, aunque riesgo ilícito e interés ilícito no son
conceptos idénticos.

Como señala Donati (104) , no es necesario que la ley lo prohíba expresamente; basta la
aplicación de los principios generales del derecho. Es suficiente la norma superior del art. 953
Ver Texto, CCiv.

Para que se aplique la anulación por ilicitud del riesgo son necesarias las siguientes condiciones:

1) Que se trate de una actividad ilícita (contrabando, juegos prohibidos, tráfico de


estupefacientes, explotación de la prostitución, etc.).

2) El evento asegurado debe estar en relación directa con la actividad ilícita, sin que deba ser su
causa: es suficiente que ocurra en ocasión de esta actividad (105) .

3) El asegurado debe desarrollar personalmente la actividad ilícita; esto es, que no afecta el
contrato si es de un dependiente suyo, mientras él se mantenga ajeno a esa actividad (106) .

Respecto del interés ilícito me ocuparé al considerar el interés asegurable (capítulo VII).

Obarrio, fundado en el art. 1168 Ver Texto, CCom., admite el seguro de riesgos resultantes de
la violación de la ley extranjera. La doctrina extranjera no tiene posición muy firme en la
materia (ver resumen en Donati, Trattato, II, p. 142 y sus referencias); pero en nuestro derecho
es evidente que la opinión de Obarrio no se puede aceptar por aplicación lisa y llana del art.
1208 Ver Texto, CCiv.: sería contrario al orden público internacional.

VII

56
20. Contrato único.

Es un contrato único, de ejecución continuada (107) , aunque esté dividido en términos


periódicos para facilitar el pago de la prima y el asegurado sea libre en ciertos contratos -seguro
sobre la vida, por ejemplo-, de abandonarlo al vencimiento de cada período (arts. 17 Ver
Texto; 19 Ver Texto, 2º párr., y 134 Ver Texto).

El consentimiento dado al comienzo rige todo el contrato por su entera duración; el riesgo se
determina una sola vez; al fijarse la prima se considera toda la duración.

La posibilidad de que el asegurado se retire al fin del período (art. 134 Ver Texto para los
seguros sobre la vida) es una condición resolutoria, que no es puramente potestativa, porque
no se cumple sin sacrificios o pérdidas para el asegurado, como veremos en el funcionamiento
del rescate o de la reducción en los seguros sobre la vida (art. 138 Ver Texto).

Este rasgo de contrato único trae como consecuencia que el asegurador es responsable hasta
que el contrato se rescinda (salvo la suspensión de la garantía por causas específicamente
establecidas: art. 31 Ver Texto, mora en el pago de la prima; art. 39 Ver Texto, sobre
agravación del riesgo), y puede aducir las causas originarias de nulidad del contrato (108) . En
cuanto a la agravación ocurrida con anterioridad, se debe tener en cuenta que el art. 42 Ver
Texto extingue el derecho de rescindir cuando la agravación ha desaparecido.

En el contrato de seguro, en consecuencia, la rescisión no tiene efecto retroactivo (principio


consagrado, por lo demás, por el art. 216 Ver Texto, CCom.): el riesgo asumido ha sido
soportado hasta que funciona la rescisión: las primas pagadas están definitivamente adquiridas
en la medida fijada por la ley (arts. 32 Ver Texto, 41 Ver Texto, 45 Ver Texto, 52 Ver Texto,
etc.); sus efectos son para el futuro; hasta ese momento se mantienen los derechos a las
prestaciones recíprocas.

(54) Ver un autorizado y breve resumen de teorías y opiniones en M”ller, "Assicurazioni",


1962, 1, p. 16, donde se reproduce su informe al Primer Congreso de AIDA, celebrado en
Roma, en abril de 1962.

(55) Zavala Rodríguez en dos artículos publicados en DJA, 29 de marzo y 26 de junio de 1968,
critica la calificación legal; sostiene que se debió dejar a la doctrina deducir ese carácter de los

57
efectos que la ley asignaba a la celebración del contrato libre de formalidades, e ilustra su
posición con larga trascripción de doctrina española (que, como señalé en mi artículo en DJA,
24 de mayo de 1968, justifica la prudencia de la ley).
Las otras argumentaciones de Zavala Rodríguez no resisten el análisis, ya cumplido en ese
artículo, por lo cual no vuelvo a ocuparme del tema.

(56) Vivante, Trattato, nº 1872, y Contratto, nº 51.

(57) No es diversa la conclusión cuando la aceptación por el asegurador se expresa recién con
la emisión de la póliza: no es que el contrato se torne en solemne, sino que el contrato se
concluye con una aceptación expresada con esa misión. Ver Bruck-M”ller, I, § 3, nros. 18 y ss.;
Besson y Picard, 2ª ed., I, nº 46; Gasperoni, Le assic., ps. 67 y ss.

(58) Haymann, en "Assicurazioni", 1938, 1ª parte, p. 59; Lordi, nº 486; Salandra, en


"Assicurazioni", 1938, 2ª parte, p. 152; Rivarola, nº 1111, ps. 333 y 338, nota 1; Lepargneur, nº
1274; Lefort, I, ps. 329 a 331; Gasperoni, Le assic., ps. 68 y ss.

(59) Obarrio, p. 106; Castillo, nº 11; Malagarriga, Trat. elem., II, p. 335; Lordi, nº 490; Lefort, I,
ps. 172 y 173; Fernández, II, p. 399; Bruck, ps. 60 y ss.; Besson y Picard, 2ª ed., I, nros. 32 y ss.
Se extiende al seguro sobre la vida.
Contra, Patterson, nº 12, p. 49, porque pagada la prima, sólo el asegurador está obligado a
hacer algo. Olvida que el asegurado, pendiente el contrato, debe cumplir distintas obligaciones
y cargas: mantener el estado del riesgo, denunciar sus modificaciones y evitar el daño, etc.
Además, dejaría de serlo toda vez que la prima se debiera pagar en cuotas, en el curso del
contrato.
Vance, ps. 67 y ss., opina que corrientemente es unilateral, pero nada se opone a que sea
bilateral. Admite que el asegurado debe cumplir cargas y obligaciones durante la vigencia del
contrato, a las cuales califica de condiciones.
Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., I, p. 46, sostienen que la prestación principal del asegurador
debe ser en dinero; de lo contrario no será contrato de seguro (v.gr., el asesoramiento fiscal por
abono).
El criterio es inaceptable, porque excluiría los seguros en los cuales la prestación del asegurador
es en especie (seguro de enfermedad, con mera asistencia médico-quirúrgica, suministro de
aparatos, etc.), como ocurre con organizaciones dedicadas a esta asistencia. Basta que sea
apreciable o sustituible con prestación en dinero.

(60) Bruck, ps. 366 a 381.

(61) Haymann, La prestazione dell´assicuratore, en "Assicurazioni", 1938, 1ª parte, ps. 49 y


142.
Para Gasperoni, nº 40, p. 836, la obligación del asegurador no consiste solamente en
indemnizar el siniestro, porque éste puede no producirse, y no obstante el asegurador debe
cumplir obligaciones y prestaciones.
Benítez de Lugo, Reymundo, I, p. 388, considera que la crítica del texto es una sutileza, que el
asegurado tiene acción para la salvaguarda y conservación adecuada de su derecho.
Bruck-M”ller, I, § 1, nros. 40 y ss., sostienen que el asegurador se debe preparar técnica y
económicamente, y si así no procede, puede ser coactivamente obligado e incluso dar derecho
a ser indemnizado por el daño que sufra (el asegurado).

58
(62) Donati, en "Assicurazioni", 1937, 1ª parte, ps. 403 a 413, y Trattato, II, nros. 256 y ss. y nº
261; Besson y Picard, I, nº 104, ps. 200 a 203.

(63) Sobre el problema de la causa, ver el claro estudio del profesor M. Yadarola, La causa en
los títulos de crédito, en Estudios en homenaje al profesor Leopoldo Melo, Buenos Aires,
1957.

(64) Donati, en "Assicurazioni", 1937, 1ª parte, ps. 423 a 433, y en Trattato, II, nros. 256 y ss.,
y 261; Besson y Picard, I, nº 104, ps. 200 a 203.

(65) Haymann, en "Assicurazioni", 1938, 1ª parte, ps. 49 y 142, y Viterbo, en "Riv. Dir.
Comm.", 1932, 1ª parte, ps. 40 y ss., niegan tal carácter condicional.
Besson y Picard, I, ps. 200 a 203, expresan que el álea no se debe confundir con la condición,
porque ésta suspende el contrato, mientras que aquélla constituye la causa o fondo mismo de
las obligaciones de un contrato cuya existencia es firme y definitiva.
En esto hay un error. La condición afecta a la obligación y no al contrato. Los contratos no
son condicionales: son firmes y definitivos o no son contratos, sino meros proyectos,
supeditado su perfeccionamiento a un hecho futuro. El contrato aleatorio es tan contrato
como la compraventa pura y simple; pero la obligación del asegurador está condicionada, y la
obligación del asegurado -monto de la prima- está medida por las posibilidades de que esa
condición se realice. Conf., Segovia, nota 1752.
Viterbo, en JA 65-109, secc. Doctrina, afirma que no es condicional porque la condición se
debe referir a todo el negocio y a los accidentalia, no a los essentialia negotii.
Ver sobre este problema, Gambino, L´assicurazione nella teoria dei contratti aleatori, 1964,
Milán, espec. ps. 133 y ss.

(66) Besson y Picard, I, ps. 203 a 205. Conf., entre otros, Obarrio, p. 13; Malagarriga, Trat.
elem., III, p. 336; Lordi, nº 490; Donati, Trattato, II, nº 260; etc.

(67) "Los contratos serán aleatorios cuando sus ventajas o pérdidas, para ambas partes
contratantes, o solamente para una de ellas, dependan de un acontecimiento incierto" (art.
2051 Ver Texto, CCiv.). Ver además de Gambino, ob. y lug. cits., conf., Gasperoni, p. 820;
Lordi, nº 491; Vance, p. 66; Obarrio, p. 13; Segovia, nota 1749; Malagarriga, Trat. elem., III, p.
337; Castillo, p. 16; Zavala Rodríguez, ob. cit., nº 1670; Carresi, en "Assicurazioni", 1960, 1, p.
120; Pino, eod. loc., 1960, 1, p. 236, y autores citados en nota 28.

(68) Vivante, Trattato, nº 1865, y Contratto, nº 10; Besson y Picard, I, ps. 210 a 212; Persico, nº
47, ps. 65 a 69; Lepargneur, nº 1253; Fernández, II, p. 399; Donati, Trattato, II, p. 42, nota
116.

(69) Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., afirman que es antialeatorio, y que para el asegurador
seguramente que no es aleatorio, pero en p. 62 reconocen la justeza de la observación, de que
es antialeatorio porque el contrato es aleatorio: el fin perseguido es ése, pero el medio
empleado para lograrlo es un contrato aleatorio, que tiene este carácter si se analiza el contrato
que celebra el asegurado aisladamente, sin considerar la mutualidad de asegurados que integra
mediante la explotación económica por el asegurador.

59
Ver una síntesis de la doctrina en la materia en la literatura contemporánea: Pelaggi, Antonio,
en "Assicurazioni", 1968, 1, 306.

(70) "En el contrato de seguro la prima es proporcional al riesgo, pero no es el equivalente,


porque el objeto, el resarcimiento del daño, queda subordinado a un acontecimiento incierto,
del que depende la ventaja para el asegurador": Persico, p. 69. Ver también Donati, Trattato, II,
nº 262.

(71) En "Riv. Dir. Comm.", 1932, 1ª parte, ps. 57 a 61.

(72) Bruck, ob. cit., p. 59. Concordantemente, Benítez de Lugo, Reymundo, ob. cit., ps. 21 y ss.

(73) Rivarola, Tratado, IV, ps. 253, 283 y 284.

(74) Ver el informe de M”ller al congreso mundial de seguros, de AIDA, indicado en nota 15.
Ver asimismo informes de Rodrigo Uría, en "Assicurazioni" 1962, I, p. 147; Buttaro, L., eod.
cit., 1962, I, p. 179; Halperin, Isaac, El concepto unificador del seguro, en LL 118-1066; Volpe
Putzolu, L´assicurazione privata contro gli infortunii, ps. 11 y ss.

(75) Ver Ascarelli, Tulio, La teoría indemnizatoria del seguro, en "Riv. Dir. Comm.", 1954, 1ª
parte, p. 85.

(76) Obarrio, ob. cit., ps. 105 y 121; Lefort, I, ps. 300 y 301; Lordi, nº 588, para quien el
carácter indemnizatorio no es esencial, sino sólo natural, y que en ciertos casos puede faltar
(que nuestro derecho rechaza, según vimos en el texto).

(77) Ascarelli, Sul concetto unitario del contratto di assicurazione, en Saggi giuridici, p. 397;
Donati, Trattato, II, nros. 251 a 255. Conf.: Zavala Rodríguez, II, nº 1631.

(78) Vivante, Trattato, nº 1862, y Contratto, nº 7. Conf.: Rivarola, ps. 293 a 296, y 345; Castillo,
p. 150; Hémard, nº 34; Lepargneur, nº 1381; Besson y Picard, IV, nº 2, y Volpe Putzolu, ob. y
lug. cits.
"La trasformación de las primas, es decir, de los pagos periódicos, en capitales, es un resultado
industrial que debe justificar todo contrato de seguro cualquiera que sea el motivo que induzca
al estipulante a asegurarse" (Vivante, Trattato, lug. cit.).
Hémard estima que cabe oponerle las mismas objeciones que a la teoría de la necesidad, a la
cual nos referimos más adelante (ob. cit., nros. 25 a 27).

(79) Ver la limitación de la inmutabilidad y por ende la reducción de la cláusula penal cuando
es excesiva, por aplicación de la norma del art. 953 Ver Texto, CCiv.: fallos registrados en LL
47-631, 49-489, 86-741, 90-40, 112-110, 106-283; JA 1962-VI-499, etc., aceptada por la
reforma del Código Civil en el nuevo texto del art. 659 Ver Texto.

(80) Así lo expresa claramente la Exposición de Motivos con que se elevó el proyecto al Poder
Ejecutivo. La norma del anteproyecto dio lugar a una discusión muy prolongada, en la cual el
Dr. Morandi, delegado de la Superintendencia de Seguros, sostuvo el criterio de Ascarelli y
Donati.

60
El art. 2 Ver Texto exige la existencia de interés asegurable, que el art. 51 Ver Texto define
para los seguros de daños patrimoniales, pero silencia cuando se refiere a los seguros sobre la
vida.

(81) Disponía el anteproyecto en su art. 1 Ver Texto: "El seguro es el contrato por el que el
asegurador, mediante el pago de una prima o cotización, se obliga a indemnizar al asegurado,
por el daño que sufra en razón de un siniestro causado por el riesgo asumido, o a pagarle un
capital o una renta al producirse un hecho atinente a la vida humana". Se completaba con el
art. 56 Ver Texto, acerca del interés como objeto del seguro contra daños patrimoniales, y el
art. 145 Ver Texto, acerca de la obligación de pagar, del asegurador, en el seguro de personas.

(82) Ver un elenco en Hémard, nros. 29 y 30. Adde: Brunetti, en "Azzicurazioni", 1935, 1ª
parte, ps. 444 a 450. Implícitamente, Segovia, nota 1570, para quien el seguro de vida es un
préstamo aleatorio; Lepargneur, nº 1381; Rivarola, p. 296, aunque en p. 293 acepta la posición
de Vivante.

(83) Ver Donati, Trattato, p. 14 y nota 38; Viterbo, ob. cit., p. 41; Hémard, nros. 37 y 38.
Ya Quenault la señalaba en 1828; y la idea la desarrollaron Goldschmidt en 1874 y Chaufton,
fundados en el funcionamiento técnico del seguro, en el cual el asegurador actúa como mero
intermediario en la mutualidad de asegurados (ver Hémard, ob. y lug. cits.).

(84) Vivante, Trattato, nº 1858, y Contratto, ps. 3 y 8. Conforme: Zavala Rodríguez, ob. cit., II,
nº 1627 y nota 5, sin perjuicio de adoptar también la noción indemnizatoria (ver nº 1631). Ver
Brunetti, en "Assicurazioni", 1935, 1, p. 414; Rivarola, IV, ps. 269 y ss.

(85) Donati, Trattato, II, nº 250, expresa que no es suficiente, porque "la función de un
negocio jurídico se manifiesta a través de elementos, las prestaciones, que constituyen el objeto
y de las que, por lo común, una solamente se manifiesta como típica, y no a través de
elementos extraños a ellas". Además, no distinguiría el seguro del juego explotado en forma de
empresa. Viterbo, ob. cit., ps. 48 y 49; Donati, Trattato, II, nº 250.
A su vez, Hémard, ob. cit., nros. 37 a 41, si bien reconoce que la técnica es esencial para la
existencia del seguro, afirma que descuida al asegurado: no enuncia las prestaciones de las
partes, no considera debidamente la idea de riesgo y de necesidad contractual.

(86) Ferri, L´impresa nella struttura del contratto di assicurazione, en Studi sulle assicurazioni,
1963, Roma, ps. 111 y ss. Ver Volpe Putzolu, ob. y lug. cits., espec. ps. 27 y ss.
Zavala Rodríguez, en los artículos ya citados, DJA, 29 de marzo y 26 de junio de 1968, critica
con razón que se haya separado la legislación de la empresa de seguro y se le haya dedicado
una ley especial. Ya he señalado mi opinión contraria al criterio aplicado por la comisión de
1967, pero la razón dada por ésta -invocación del art. 67, inc. 11 (actual art. 75 Ver Texto, inc.
12), de la Constitución nacional- es respetable. Zavala Rodríguez no ve obstáculo en esta
disposición constitucional, porque nada impide que integre el Código de Comercio. La
dificultad invocada por la comisión de 1967 era que se establecía el control nacional de las
empresas de seguro (como lo hace actualmente el art. 1 Ver Texto de la ley 20091) y la
competencia federal (art. 83 Ver Texto), lo cual se podía haber considerado contrario a la
salvedad de las jurisdicciones provinciales en la aplicación del Código de Comercio, punto que
Zavala Rodríguez no comenta y que, en realidad, no resulta sustentable.

61
(87) En rigor, Ferri vuelve aquí a apoyarse en la técnica moderna del seguro, a la cual intenta
convertir en un elemento estructural, esencial, al contrato de seguro, y para ello dice que "el
asegurador se obliga a insertar, según las reglas de la técnica asegurativa, el riesgo aislado en
una masa de riesgos homogéneos", y que el asegurado, cuando contrata, busca incorporarse en
un conjunto de contratos referentes a riesgos homogéneos que tienen características jurídicas
uniformes, según destaca precedentemente el autor de este libro.
Lo cierto es, a nuestro juicio, que en el contrato de seguro aislado (el que nos interesa aquí
analizar para determinar sus caracteres), el asegurador no se obliga nunca a "insertar" según las
reglas de la técnica, ese contrato en un grupo de contratos análogos: para ello basta con leer
cualquier póliza y se verá que sólo se obliga a indemnizar un daño o pagar un capital u otra
prestación comprometidos si ocurre el evento previsto (art. 1 Ver Texto, ley 17418).
Y en cuanto a que el asegurado requiera al contratar (causa final) que su contrato se inserte en
un conjunto de contratos análogos es algo que no responde a la realidad, al menos en la
inmensa mayoría de los casos: los asegurados normalmente no conocen la complicada técnica
del seguro ni tampoco están en condiciones de convertirla en una exigencia que puedan llevar a
los tribunales para que el asegurador la cumpla, o solicitar en ellos que se declare la nulidad del
contrato en caso de no verificarse su ejercicio. Esa técnica es, por otra parte, sumamente
compleja, y no puede ser sometida a simplificaciones conceptuales: los reaseguros en su
mayoría se toman respecto de una cartera o grupo de contratos atendiendo a la siniestralidad
general, o por comunidades globales de riesgos, lo cual torna muy complicado, cuando no
prácticamente imposible, seguir, a priori, el contrato individual a los fines de establecer su
posición dentro de aquéllos, previa al siniestro, ni establecer si las medidas adoptadas son
suficientes; los cálculos probabilísticos del asegurador resultan crípticos para el no
especializado, y el asegurado tampoco tiene acceso a ellos para ver si su cocontratante le está
cumpliendo esa pretendida obligación. A lo cual cabe agregar la complejidad extraordinaria del
negocio reasegurador, la influencia que la elección del coasegurador o reasegurador tiene en la
solidez (y en la eficacia concreta en el caso de ocurrir el siniestro) de los "cálculos técnicos" en
los cuales se basa este tipo de razonamientos, etc., por ello, esa supuesta "causa final" en la cual
se intenta apoyar el argumento se desdibuja totalmente.
Por tal motivo, entendemos que ese fundamento no sirve para proponer ese elemento, en tesis
general, como componente esencial del contrato de seguro ni como elemento unificador de
todas las especies de seguro. Por ello, también, tal exigencia se la impone mediante la
legislación referida a la empresa de seguro y su control (entre nosotros, la ley 20091 Ver
Texto), lo cual muestra que no es, en principio, un elemento que corresponda a la naturaleza
del contrato aislado; debe ser exigido legislativamente respecto de la actividad aseguradora, por
razones de protección del asegurado y de esa propia actividad. Si se lo impusiere
legislativamente como esencial al contrato y como requisito de validez de él (en alguna medida
ocurre indirectamente entre nosotros, al menos en cuanto a la exigencia de que el asegurador
esté autorizado a operar como tal y sometido a las normas técnicas de la actividad), sin duda lo
será; pero sólo por esa razón externa a la estructura del contrato mismo. La cuestión apunta a
una finalidad técnica: asegurar la solvencia que, por hipótesis, se podría llegar a garantizar por
otros medios (p.ej., exigencia de capitales propios, etc.). Y es más: si se está ante un asegurador
ya autorizado para operar, la mala gestión técnica posterior de su parte, la omisión de los
requisitos aconsejados por esa técnica, podrán dar lugar a sanciones de parte del ente de
control y aun a la revocación de la autorización para operar en seguros; pero eso no afectará la
validez jurídica de los contratos que haya celebrado con anterioridad a tal revocación, aunque
respecto de ellos las deficiencias técnicas se hubieren concretado y comprobado: dicha
revocación, en este aspecto, opera jurídicamente hacia el futuro.

62
En opinión también contraria a considerar que la empresa constituya, al menos entre nosotros,
elemento esencial del contrato de seguro, se expide Rubén S. Stiglitz (Derecho de seguros, t. I ,
nº 19, p. 30, 1997, Buenos Aires).

(88) Donati, Trattato, I, p. 71.

(89) Trattato, I, p. 74.

(90) Teoria generale del negozio giuridico, ps. 183 y ss.

(91) Ver sobre el punto: Bruck, ps. 53 a 58, que no es original, sino que se limita a concretar en
una fórmula las opiniones adelantadas por los sostenedores del criterio expresado.

(92) Las objeciones al criterio expuesto son múltiples: ver Viterbo, art. cit., p. 55, nº 3; Brunetti,
en "Assicurazioni", 1935, 1ª parte, ps. 437 a 444; Besson y Picard, I, p. 19; Donati, Trattato, II,
nº 248; etc.
Viterbo ha observado que todos los contratos satisfacen una necesidad y que los subordinados
a una condición satisfacen una necesidad eventual, por lo cual la formulación jurídica no le
conforma, aunque desde el punto de vista económico reconozca su exactitud. Hémard añade
que sólo tiene en cuenta al asegurado, dejando de lado al asegurador.
Brunetti agregó que en el seguro sobre la vida no se remedia una necesidad económica; que la
distinción entre la necesidad concreta y la abstracta no es afortunada, porque la necesidad
siempre se debe concretar. La observación deja de lado que con la distinción se hace justicia al
rasgo característico del seguro sobre la vida, de no investigación del daño concreto o perjuicio
sufrido por el tomador o por el beneficiario, resultante del fuerte elemento de capitalización,
que funda su sistematización y hace posible su difusión y aprovechamiento práctico,
especialmente en el caso del seguro plurianual y para el supuesto de supervivencia.
Donati sostiene que concretada la noción de necesidad al sentido objetivo, coincide con la
noción jurídica de daño, por lo cual juzga que se cae en la noción de indemnización (ob. cit., II,
nº 252), que analicé en el párrafo 10.

(93) Se han expuesto otros conceptos. Ver una reseña en Donati, Trattato, cit., II, nº 249, y en
Hémard, ob. cit., nros. 21 a 35; creo ocioso resumirlas porque nada aportan a la solución del
problema dogmático; sólo quiero señalar que entre nosotros Rivarola lo halla en la emptio
periculi. La noción expuesta en los comienzos del desarrollo del seguro lleva a englobarlo en la
compraventa. Con este criterio, la locación de cosas no es más que la enajenación de su uso y
goce, y así en muchos otros contratos (mutuo, depósito civil irregular, etc.) (ver su Tratado, IV,
p. 264, y un artículo en "Rev. Der. Com.", 1947, p. 341).

(94) "Puede ser objeto de estos seguros -dispone el art. 60 Ver Texto- cualquier riesgo si existe
interés económico lícito de que un siniestro no ocurra".

(95) Viterbo, art. cit., p. 61.

(96) Ver Lordi, en "Riv. Dir. Comm.", 1935, 2ª parte, p. 263; Gasperoni, p. 820; Persico, ps. 69
a 73; Spilrein, p. 87; Donati, Trattato, II, nº 265.
Patterson, p. 88, letra b, halla la distinción en que en el juego no hay interés pecuniario en la
realización del hecho; esto es, que la diferencia radica en el interés asegurable.

63
Malagarriga sostiene que la diferencia consiste en que en el juego nunca la ganancia es entera ni
la pérdida es absoluta (Comentario, III, nº 286), adhiriéndose a una consecuencia accidental,
que no influye en la esencia de los contratos.
Obarrio sostiene que en el juego la posibilidad de ganancias no corresponde a una disminución
patrimonial del ganador, y al momento de contratar ninguno recibe nada (p. 113). Además de
ser secundario, el rasgo es inexacto, porque en los juegos por empresa el jugador paga por
anticipado su participación (lotería, carrera de caballos, ruleta, etc.).
Ehrenberg -cit. por Viterbo- sostiene que el organizador no debe ser quien crea el hecho
fortuito del cual deriva el riesgo. Olvida, como indica Viterbo, que el bookmaker es ajeno a la
organización de la carrera (ob. cit., p. 50).

(97) Halperin, El juez y la aplicación del contrato de seguro, en RDCO, año 3 (1970), p. 1.

(98) Bruck, ps. 59 y 60; Persico, p. 78; Dupuich, nota en "Dalloz Périodique", 1897, 2ª parte, p.
153. Conf. con el texto, Malagarriga, ob. cit., III, p. 339.
Vance reitera el concepto corriente acerca de la concurrencia de la buena fe (ps. 74 y ss.), y así
también Zavala Rodríguez, II, nº 1671, donde critica nuestras apreciaciones. También Broseta
Pont respecto del reaseguro (ob. cit., ps. 28 y ss.).

(99) 31 de agosto de 1944, JA 1944-IV-253.


Ver sobre interpretación del contrato, infra, capítulo III, nº 47.

(100) Joaquín Garrigues señala que "el deber de buena fe en el seguro empieza a operar antes
que el contrato se concluya, y esto es característica de este contrato" (Contrato de seguro
terrestre, 1982, Madrid).

(101) Barbato, Nicolás Héctor, Exclusiones a la cobertura en el contrato de seguro, ED 136-


547.

(102) Ver lo que expresamos al respecto al tratar sobre la aprobación particular de los
elementos técnico-contractuales (capítulo II, § 17.a, nota 25 (a).

(103) Por ejemplo, la Ley Española de Contrato de Seguro, 30/1980 (con la modificación
introducida por la ley 21/1990, dispuesta para adaptar el derecho español a la directiva 88/357
de la CEE), establece en su art. 10: "El tomador del seguro tiene el deber, antes de la
conclusión del contrato, de declarar al asegurador, de acuerdo con el cuestionario que éste le
someta, todas las circunstancias por él conocidas que puedan influir en la valoración del riesgo.
Quedará exonerado de tal deber si el asegurador no le somete cuestionario o cuando, aun
sometiéndoselo, se trate de circunstancias que puedan influir en la valoración del riesgo y no
estén comprendidas en él" (la bastardilla es nuestra).

(104) Donati, Trattato, II, nº 315.

(105) Donati, Trattato, II, nº 315; Besson y Picard, I, p. 67.


Donati señala que en el supuesto del seguro marítimo, la causa del naufragio es la tempestad;
mas si ésta ocurre en una expedición de contrabando, éste es la ocasión, suficiente para anular
el contrato.

64
Picard y Besson, a su vez, en materia de seguro de incendio, señalaron la solución de la
jurisprudencia francesa, que en materia de seguro del inmueble dedicado a "posada" decidió
que la vinculación con la actividad inmoral era indirecta, y se pronunció por la validez del
contrato.
Idéntica solución da Vance para el seguro del automóvil robado, por el adquirente de buena fe,
no obstante la solución contradictoria establecida por la jurisprudencia norteamericana que cita
(ps. 135 y ss., y fallos cits. en sus notas 87 y 88).

(106) Ejemplo típico -como indica Donati, ob. y lug. cits. supra- es el de la participación del
capitán o de la tripulación en operaciones de contrabando.

(107) Simonetto, Ernesto, Considerazioni sul contratto di assicurazioni di rischi durevoli come
contratto a esecuzione continuata, en "Assicurazioni", 1965, 1, p. 131.

(108) Vivante, Trattato, nros. 1866 y 1867, y Contratto, nros. 11 y 12; Besson y Picard, I, p.
205; Castillo, p. 17; Fernández, p. 400; Donati, II, nº 263.
Lordi señala que puede no ser de ejecución continuada, como en el seguro de una carrera de
automóviles (ob. cit., nº 493).
Oppo, en "Riv. Dir. Comm.", 1943, 1ª parte, ps. 143 y 227, y 1944, 1ª parte, p. 17, impugna
para el seguro esta característica, considerando -tácitamente- el supuesto de siniestro total,
desconsiderando la asunción o soportación del riesgo por todo el lapso -que es la obligación
asumida por el asegurador- para el cual se debe preparar técnica y económicamente, y la
existencia de ciertas obligaciones accesorias (dirección del proceso en el seguro de la
responsabilidad civil, etc.).

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VIII

21. Definición.

Los autores aún no han acordado una definición del contrato (109) . El art. 1 Ver Texto de la
ley lo define: "Hay contrato de seguro cuando el asegurador se obliga, mediante una prima o
cotización, a resarcir un daño o cumplir la prestación convenida si ocurre el evento previsto"
(110) . Tiene las ventajas de no comprometer opinión acerca de la naturaleza del contrato y de
comprender a todas las especies de seguro (111) - (112) - (113) .

65
Son numerosas las definiciones propuestas en doctrina. Para Bruck, "es un contrato oneroso
por el que una parte (asegurador) espontáneamente (selbst„ndig) asume un riesgo y por ello
cubre una necesidad eventual de la otra parte (tomador del seguro) por el acontecimiento de un
hecho determinado, o que se obliga para un momento determinado a una prestación apreciable
en dinero, por un monto determinado o determinable, y en el que la obligación, por lo menos
para una de las partes, depende de circunstancias desconocidas en su gravedad o acaecimiento"
(114) .

Brunetti lo define como "el contrato bilateral, autónomo, a título oneroso, por el que una
sociedad de seguros, debidamente autorizada para el ejercicio de esa empresa, asume contra el
precio de una prima, corresponder al asegurado una prestación determinada, en capital o renta,
para el caso que en el futuro se realice un determinado evento contemplado en el contrato" (en
"Assicurazioni", 1935, 1ª parte, p. 414).

Reymundo Benítez de Lugo adoptó la "de ser aquella institución de previsión basada en la
mutualidad técnicamente organizada por la que, mediante el pago de una prima o cuota, única
o periódica, se adquiere el derecho de ser indemnizado por determinados daños o menoscabos
sufridos en nuestras personas o bienes o a la entrega de un capital o disfrute de una renta en
época y tiempo determinados" (ob. cit., I, p. 11).

Donati, siguiendo las huellas del art. 1882, Código Civil italiano, expresa que "puede definirse
como ese negocio en el que el asegurador, contra el pago u obligación al pago de una prima, se
obliga a resarcir al asegurado de las consecuencias de un hecho dañoso incierto, dentro de los
límites convenidos" (Trattato, II, nº 259).

Fernández sostiene "que es un contrato por el cual una de las partes se compromete, mediante
el pago por la otra de una prima o cotización, a abonar a esta última o a un tercero, cierta suma
en caso de ocurrir un riesgo determinado" (II, p. 397).

Según Gasperoni, "es la asociación de varias personas con el fin de satisfacer, con las fuerzas
de todos, las necesidades eventuales de algunos" (en Nuovo Digesto, vº Assicurazioni, nº 1, p.
813).

66
Besson y Picard adoptan con modificaciones la definición de Hémard para destacar los
elementos técnicos de la operación: "El seguro es una operación por la que una parte, el
asegurado, se hace prometer, mediante una remuneración, la prima, para él o para un tercero,
en caso de realización de un riesgo, una prestación por la otra parte, el asegurador, quien
asumiendo un conjunto de riesgos, los compensa conforme a las leyes de la estadística" (I, nº
42).

Lepargneur simplifica los términos: "Es el contrato por el que una persona, llamada
asegurador, promete a otra, que es el asegurado, una prestación subordinada a la realización de
un riesgo determinado, mediante una suma llamada prima o cotización" (ob. cit., nº 1252).

Para Patterson, "es la promesa por una persona de pagar a otra dinero o cualquier otra cosa de
valor por la ocurrencia de un hecho contingente, que se encuentra fuera del contralor efectivo
de las partes, en el que el promisario tiene un interés aparte del contrato" (ob. cit., p. 4).

Rivarola afirma que "es el conjunto de operaciones que se realizan en el comercio del riesgo, en
unos casos, o por el Estado, en otros, tendientes a organizar existencias económicas actuales
para atender las prestaciones y obligaciones creadas por la ley o por contrato, con relación a
hechos posibles o futuros comprendidos en el riesgo" (ob. cit., nº 255).

Segovia hace suya la definición de Th”l: "Es un contrato por el cual uno de los contrayentes
promete indemnizar un daño posible al asegurado, si realmente sucede" (nota 1752).

Vance lo define así: un contrato por el cual una de las partes por un precio, llamado prima,
asume un riesgo de daños o de responsabilidad que pesa sobre la otra, conforme a un plan para
la distribución de ese riesgo, es un contrato de seguro, cualquiera que sea su forma o nombre
que lleve (ob. cit., p. 57).

Viterbo lo precisa así: "Es un contrato bilateral, en el cual una de las obligaciones, la del
asegurador, está condicionada por un acontecimiento futuro e incierto, al que no está
condicionada la otra". Y si se acepta que el seguro de vida para el caso de muerte es un
contrato único, se agregaría: "El acontecimiento futuro e incierto puede ser tan sólo en cuanto
al tiempo en que se producirá" (artículo cit., ps. 58 a 60).

Vivante enuncia su concepto de acuerdo a que el requisito de la contratación con una empresa
es esencial; expresa: "Es el contrato por el cual una empresa, constituida para el ejercicio de
estos negocios, asume los riesgos ajenos mediante una prima fijada anticipadamente" (Trattato,
nº 1864, y Contratto, nº 26). La prima fijada anticipadamente lo distingue del seguro mutuo;
elimina la previsión.

67
22. ¿Es un derecho autónomo?

Donati expresa que en el sentido formal entra en el cuadro del derecho comercial; más que en
el sentido sustancial se puede hablar de un derecho de los seguros comprensivo de las normas
de derecho privado y público: "Se trata no ya de un derecho autónomo entendido como
sistema separado del sistema unitario del derecho o como sistema cerrado munido de
principios generales autosuficientes, sino de un derecho especial sea en relación a la unidad de
la materia (parte a todo), sea en relación a la confluencia sobre ella de normas de derecho
público y de derecho privado" (Trattato, I, nº 10. Ver asimismo su disertación en
"Assicurazioni", 1950, 1ª parte, p. 13). Conforme con él, Caballero Sánchez, en "Riesgo y
Seguro", 1953, p. 95.

Con este criterio, ¿no se llegaría también a un derecho de la compraventa, o de la locación


urbana o rural, dado que concurren las mismas razones para juzgarlas ramas autónomas?

Lo fundamental es que obedece a reglas generales comunes al derecho privado, carece de un


método propio (conf. Donati, I, nº 17), integra el cuadro del derecho económico privado y se
codifica -en nuestro país- con la legislación comercial.

La prevalecencia del derecho público en la regulación de alguna rama (seguros sociales, v.gr.)
no le da autonomía científica, máxime si se tiene en cuenta que la intervención estatal
(publicización) en los contratos y en el derecho privado en general (v.gr., régimen de la familia,
los menores, restricción de la libertad de testar, etc.) lleva a una interpenetración de los
derechos privado y público, aunque en algunos ámbitos del derecho privado se deje sentir más
que en otros.

Con el criterio y los fundamentos de Donati habría que reconocer también la autonomía de un
derecho bancario, de capitalización y ahorro, del régimen del llamado crédito recíproco, de los
fondos comunes de inversión, etc. Y todo hace prever la creciente intervención estatal, por lo
menos en el control de una de las partes organizada específicamente como empresa para la
contratación en masa de negocios que afectan el ahorro público, y la fijación de cláusulas
inmodificables en perjuicio de la contraparte, a fin de asegurarle condiciones de contrato
equitativas, razonables.

Una cosa es una rama autónoma del derecho, y otra diversa es afirmar que sus peculiaridades
lo erigen en categoría por sí mismo frente a los otros contratos (Mossa, en "Assicurazioni",
1942, 1ª parte, p. 185).

68
23. Elementos del contrato.

Los elementos del contrato son: un interés asegurable, un riesgo, la prima.

a) Por interés se entiende la relación lícita de valor económico sobre un bien. Cuando esa
relación se halla amenazada por un riesgo, es un interés asegurable (115) . El concepto que se
da por presupuesto en el art. 2 Ver Texto es definido en el art. 60 Ver Texto, cuando establece
el objeto de los seguros de daños: "Puede ser objeto de estos seguros cualquier riesgo si existe
interés económico lícito de que un siniestro no ocurra".

b) Riesgo "es una eventualidad que hace nacer una necesidad" (116) . Sobre el concepto de
necesidad me ocupé anteriormente. La noción de eventualidad excluye la certidumbre y la
imposibilidad; en cambio comprende el caso fortuito y aun la voluntad de las partes, siempre
que el acontecimiento no dependa inevitable o exclusivamente de ella. Es suficiente que la
incertidumbre sea económica (117) .

Estos conceptos son consagrados por la ley:

1) En el art. 2 Ver Texto establece el requisito de concurrencia del riesgo, que normalmente
debe ser futuro, ya que el art. 3 Ver Texto excluye el que se produjo o que ya no se pueda
producir al tiempo de la celebración. El segundo párrafo del art. 3 Ver Texto incluye el seguro
sobre buenas y malas noticias, de práctica especialmente en el seguro marítimo (118) .

2) En el art. 70 Ver Texto, respecto de los seguros patrimoniales, por el cual "el asegurador
queda liberado si el tomador o el beneficiario provoca el siniestro dolosamente o por culpa
grave"; y en los arts. 135 Ver Texto y 136 Ver Texto, respecto de los seguros sobre la vida,
considera la caducidad de los derechos por provocación intencional de la muerte.

c) La prima es el precio del seguro, la remuneración del asegurador por las obligaciones que
asume (119) . El art. 1 Ver Texto prevé que se pague una prima o cotización: distingue así el
precio fijo o prima fija, que es el pagado a los aseguradores estatales, sociedades anónimas y
cooperativas, esto es, no rectificable en razón del resultado de la explotación comercial del

69
asegurador; y la prima variable o cotización, que es la practicada por las sociedades de seguros
mutuos.

La ley 20091, en su art. 24 Ver Texto, párrafo final, prohíbe "los planes denominados
tontinarios y de derrama" (esto es, los que requieren contribuciones suplementarias; ello así, sin
perjuicio de lo dispuesto para las sociedades de seguros mutuos, respecto de las cuales el art. 19
Ver Texto les requiere la formación de "un fondo de garantía que equivaldrá al capital exigido
por el art. 7 Ver Texto, inc. c", y agrega que "los estatutos fijarán la responsabilidad
proporcional de los socios -con excepción de los honorarios y benefactores- para cuando se
afecte el fondo de garantía, la que deberá ser limitada"). Asimismo, se prohíben los planes que
incluyen sorteos (art. 24 Ver Texto cit.).

IX

24. Objeto del contrato.

El objeto del contrato de seguro es el riesgo si existe interés asegurable (art. 2 Ver Texto),
precisado para los seguros de daños patrimoniales por el art. 60 Ver Texto: "Cualquier riesgo si
existe interés económico lícito de que un siniestro no ocurra".

La doctrina contemporánea es unánime sobre el punto, y si emplea la expresión "cosa


asegurada" es por comodidad, por razón de brevedad, y no en sentido técnico (120) .

El absurdo de considerar que el objeto es la cosa sobre la cual versa el interés resulta
nítidamente en los seguros de personas y en la pluralidad de seguros referentes a un mismo
bien contratados por distintas personas (seguro de incendio contratado por el propietario y por
el acreedor hipotecario, v.gr.).

El objeto debe ser lícito. La ley ha suprimido el art. 496 Ver Texto, CCom. -que no ha tenido
aplicación en el país, ya que suponía la complicidad del asegurador-, y así se remite a las

70
disposiciones generales de las obligaciones y los contratos (arts. 1 Ver Texto y 207 Ver Texto,
CCom.; arts. 18 Ver Texto, 953 Ver Texto y 1167 Ver Texto, CCiv.). Ver cuanto se expresó en
el § 19.

En el capítulo VII se analiza más ampliamente el concepto de interés asegurable, y en el


capítulo V, el del riesgo.

24 (a). - Como destaca el texto, lo que cubren los seguros patrimoniales no son las "cosas" (a
pesar de que, por costumbre o comodidad, se hable de "cosa asegurada"), sino que el amparo
está referido al interés que el asegurado tiene sobre ellas. Así, el objeto del contrato de seguro
es la cobertura del interés (económico) amenazado por un riesgo (interés asegurado) (121) .

Las cosas no son las "aseguradas", pues éstas, acaecido el evento temido, resultarán
efectivamente afectadas (siniestro). El seguro opera a posteriori restableciendo el interés
perjudicado, que por su índole económica es susceptible de ser restituido de dos maneras: ya
sea mediante la reparación de la cosa dañada (elemento objetivo al cual ese interés se refiere,
que es, además, el que determina la cuantía económica de éste), o bien en virtud de una
indemnización dineraria equivalente al valor del perjuicio provocado por el siniestro.
Solamente escapa de ese carácter de posterioridad (reparación de un daño ya acaecido) el
seguro de la responsabilidad civil: prometiendo "mantener indemne" (patrimonialmente) al
asegurado, adopta una función preventiva y se anticipa al daño efectivo que podría sufrir el
patrimonio del asegurado en sus bienes con motivo de una ejecución entablada por el tercero
damnificado. Ello nos ha llevado a sostener el carácter "salvamentista", preventivo, del seguro
de la responsabilidad civil (122) , pues tiene por finalidad evitar el daño "concreto", consistente
en la salida de bienes del patrimonio efectivo del asegurado, y disminuir la magnitud de las
consecuencias sobre ese patrimonio o ambas finalidades (p.ej., cuando existen franquicias o
descubiertos, etc.).

Por otra parte, preciso es señalar que el interés asegurado integra el objeto del contrato
solamente en los seguros de daños, también llamados "por interés" o "patrimoniales". En
éstos, el interés representa una función esencial, la medida de la aptitud de aseguramiento que
posee su titular: de allí que la indemnización, en caso de siniestro, no pueda superar el valor de
ese interés, pues de lo contrario se produciría un enriquecimiento indebido, ajeno a la índole de
acto de previsión del seguro.

Pero el interés no se requiere, en nuestro derecho, en los seguros de personas y, por ende,
tampoco integra entonces su objeto. Por ello las fundamentales diferencias que existen entre
los seguros de daños y los de personas, que, a su vez, dan lugar a la compleja problemática de
la determinación del elemento unificador del seguro, esto es, la búsqueda de una característica
común que permita abarcar con la denominación de "seguros" tanto las coberturas de daños
como las de personas (ver capítulo I, § 10 y ss.).

71
X

25. Clasificación.

Para Bruck la clasificación de los seguros debe resultar de la función de la satisfacción de la


necesidad: según el sistema de la cobertura concreta de la necesidad, el asegurador sólo debe
indemnizar en la medida del daño efectivamente producido; ésta es su característica principal.
En el sistema de la necesidad abstracta, tal dependencia desaparece: el asegurador se obliga sin
vinculación con el daño concreto.

La clasificación resulta así para cada rama del seguro de que permita o no una u otra forma de
contratación: el sistema del daño concreto no puede ser sustituido por el abstracto, porque
llevaría al enriquecimiento del asegurado. (Señalo que la ley ha consagrado expresamente este
principio de no enriquecimiento como sin excepciones en los arts. 61 Ver Texto y 65 Ver
Texto, y para el supuesto de valor tasado, en el art. 63 Ver Texto.) Al contrario, el abstracto
puede ser sustituido por el concreto, como es posible en el seguro de accidente, enfermedad,
invalidez, etc. (123) .

De esto resultan dos grandes ramas: los seguros de intereses -que nuestra ley denomina de
daños patrimoniales, título I, capítulo II- y los seguros de personas, legislados en el capítulo III
del título I (124) .

A su vez los seguros de interés admiten dos tipos de clasificación, que no son excluyentes:

a) por el objeto, el interés puede ser sobre un bien determinado (seguro de incendio sobre un
inmueble, p.ej.); sobre un derecho determinado a un bien o derivado de un bien (seguro del
acreedor hipotecario o prendario respecto del bien que es garantía); y sobre el patrimonio
(v.gr., seguro de la responsabilidad civil) (también enunciado como referente al nacimiento de
un pasivo);

72
b) por la clase del interés asegurado, pueden ser sobre el interés del capital y el interés de la
ganancia.

Por su parte, los seguros de personas se dividen en dos grupos: de personas, en sentido estricto
(que nuestra ley regula con el nombre de seguros sobre la vida, arts. 128 Ver Texto y ss.),
categoría que incluye los seguros para el caso de muerte, de supervivencia y mixto (también
llamado en la práctica dotal), contratados conforme al sistema de necesidad abstracta; y de
personas en sentido amplio, que no dependen de la duración de la vida humana, sino de un
acontecimiento que afecta la salud o integridad corporal, y que pueden ser contratados por el
sistema del daño concreto (seguro de accidentes, v.gr.) (125) .

Donati sostiene que si el criterio de distinción del contrato radica en la causa, los subtipos
deben ser determinados por las distintas características de la causa (126) ; según su criterio de
contrato indemnizatorio, la clasificación debe ser bipartita cuando la indemnización se deba
por el daño concreta y efectivamente sufrido, o si el daño es siempre presunto y
predeterminado en el contrato en una suma que las partes no pueden cambiar.

Según esta bipartición se incluyen en las dos categorías:

a) seguros con función resarcitoria efectiva, que subdistingue en seguros de intereses sobre
cosas, que a su vez subclasifica según la naturaleza del riesgo (seguros contra eventos físicos y
naturales; seguros contra eventos jurídicos -seguro de insolvencia, reaseguro y seguro de la
responsabilidad civil-; y seguros contra eventos económicos), y según el interés expuesto al
riesgo; y seguros de intereses sobre personas (entre los cuales incluye los de accidentes,
enfermedad, etc.);

b) seguros con función indemnizatoria presunta, que son los atinentes a la duración de la vida
humana (para el caso de muerte, de supervivencia y mixtos).

Otras clasificaciones han sido enunciadas por Brunetti, Hémard, Lepargneur, Gasperoni,
Vance, Castillo, Rivarola, Besson y Piccard, etc.

Así, por ejemplo, Brunetti (127) afirma que se debe fundar en el interés, en el carácter
indemnizatorio y en el riesgo, que no existen en el seguro sobre la vida. Su clasificación es:

73
a) seguro de intereses (patrimoniales), atinentes a la pérdida o disminución de los elementos
patrimoniales materiales (incendio, robo, etc.); atinentes a la pérdida de una renta o ganancia
esperada; atinentes a la liberación de una deuda (responsabilidad civil);

b) seguro de personas, fundados en la duración de la vida humana;

c) seguros contra las desgracias accidentales, de carácter patrimonial: comprenden los seguros
contra accidentes del trabajo, enfermedades, individual de accidentes;

d) reaseguro.

Hémard (128) distingue los seguros de cosas, que incluyen "todo seguro contra las
consecuencias de un hecho que causa un daño al patrimonio", y los seguros de personas, que
engloban todos los seguros que consideran al asegurado en su persona, en cuanto a su
existencia, salud o integridad del cuerpo.

Subdivide el seguro de cosas en seguros de cosas propiamente dichas y seguro de la


responsabilidad.

Besson y Picard (129) los clasifican en seguros de daños y de personas. Aquéllos los subdividen
en seguros de cosas y de la responsabilidad civil. Y el seguro de personas, a su vez, en seguros
sobre la vida y en seguro individual contra los accidentes.

Lepargneur los clasifica por la naturaleza del riesgo en marítimos y terrestres. Los terrestres, a
su vez, en seguros de daños y de personas (130) .

Vance los clasifica en tres grandes grupos: el primero comprende: a) daños al interés sobre la
propiedad existente, que incluye los seguros marítimos, de incendio, cristales, robo, fidelidad,
ganado, etc.; b) pérdida del interés del lucro esperado, que comprende las ganancias perdidas,
etc.; el segundo grupo incluye los seguros contra la pérdida de las facultades de ganar: seguro
sobre la vida, accidentes, enfermedades, desocupación; el tercer grupo, contra la
responsabilidad civil, que abarca accidentes del trabajo, responsabilidad en general, reaseguro,
etc. (131) . Y en p. 63 enuncia estos tres grupos: 1) seguros de la propiedad (marítimos,
incendio, etc.); 2) de la responsabilidad civil, y 3) sobre la vida en sentido amplio.

74
Rivarola y Gasperoni adoptan clasificaciones análogas a las de Bruck (132) . Ver otras
clasificaciones en Donati, ob. y loc. cits. en nota 72.

26. Distinción de los seguros en terrestres y marítimos.

La tendencia actual de la doctrina es contraria a aceptar la distinción entre seguros terrestres y


marítimos, que cuenta no obstante con el apoyo de los autores franceses (133) . Éstos afirman
que se funda en la naturaleza del riesgo asumido.

En nuestra opinión, el seguro marítimo -casco y mercaderías- justifica su separación en una


subrama de los seguros de trasporte por la peculiaridad del riesgo, y a su vez integra los
seguros de interés. Este criterio es el que consagró el Código de Comercio, que legisló en los
arts. 1155 Ver Texto y ss. el seguro marítimo y en los arts. 1251 Ver Texto y ss. los demás
seguros del trasporte (terrestre y fluvial). La Ley de Seguros, 17418, disponía, en su art. 121 Ver
Texto, que el seguro de trasporte por ríos y aguas interiores se regía por las disposiciones
relativas a los seguros marítimos, con las modificaciones que establecía en los artículos
siguientes. La Ley General de la Navegación, 20094, en su art. 408 Ver Texto invirtió, en
alguna medida, el sistema, al establecer que el contrato de seguro marítimo se rige por las
disposiciones generales de la Ley General de Seguros (17418 Ver Texto), en cuanto no resulten
modificadas por dicha ley de la navegación: esa norma se aplica tanto a los seguros destinados
a indemnizar daños o pérdidas sufridos en una "aventura marítima", como también a los
acaecidos en aguas interiores y aun "durante las operaciones terrestres que fueren accesorias".
Si el viaje comprendiere trayectos combinados por agua y por tierra o por aire, se aplican, salvo
pacto en contrario, las normas del seguro marítimo (art. 409 Ver Texto, LGN.).

En el seguro para el trasporte aéreo rigen las disposiciones del Código Aeronáutico,
sancionado por ley 17285 Ver Texto, que fue luego modificado por las leyes 19620 , 20509 Ver
Texto y 22390 . Establece una regulación específica, que impone la obligación de asegurar al
personal navegante contra accidentes sufridos en el cumplimiento del servicio (art. 191 Ver
Texto), así como también la obligación de constituir un seguro por los daños (134) referidos en
el título VII (daños a pasajeros, equipajes o mercancías trasportados -capítulo I-, a personas
llevadas en trasporte gratuito -capítulo III-, y a terceros en la superficie, cuando se pruebe que
tales daños provienen de una aeronave en vuelo o de una persona o cosa caída desde ella o del
ruido anormal que la aeronave produzca, siempre que se acredite que los daños son
consecuencia directa de tales acontecimientos (art. 155 Ver Texto). El Código establece los
límites a que queda sujeta esa responsabilidad en los distintos supuestos (arts. 144 Ver Texto,
145 Ver Texto, 163 Ver Texto y 169 Ver Texto).

75
27. Seguros sociales y privados (135)

Se debe distinguir los seguros sociales de los seguros privados.

El seguro social es de difícil definición. Si bien ambas especies de seguro reúnen las
características del seguro, por lo cual es legítima su calificación de tales (136) , jurídicamente se
diferencian por distintos rasgos (137) ; el seguro privado se inspira en un interés personal
inmediato; se funda en un negocio privado, es normalmente voluntario (y aun cuando es
obligatorio, su regulación obedece a una relación jurídica voluntaria); el espíritu de lucro en el
asegurador privado, que normalmente es una persona de derecho privado. En cambio, el
seguro social satisface un interés social inmediato, y da origen a una relación jurídica que,
aunque puede excepcionalmente no ser obligatoria, está íntegramente regulada por la ley; no
existe en él un sinalagma funcional, ni equivalencia matemática de las prestaciones; el
asegurador es siempre persona de derecho público; los beneficiarios sólo pagan una parte de la
prima, la cual es integrada por aportes de un tercero (patrón o Estado) (138) . La diferencia no
es, pues, de naturaleza; no existe un divorcio de instituciones, sino que ambos son seguros que
se distinguen esencialmente por su función, que les dan respectivamente sus rasgos peculiares
(139) .

XI

(109) Como señala Hémard, ob. cit., I, nros. 14 y 15, se debe distinguir la noción o concepto
del seguro de su definición; el concepto muestra en qué consiste la operación del seguro,
presentando su carácter económico, jurídico y técnico (fin, efectos y organización); en cambio,
la definición se atiene exclusivamente a la noción jurídica, porque el contrato la traduce.

76
(110) El art. 492 Ver Texto, CCom., derogado, lo definía así: "Es un contrato por el cual una
de las partes se obliga, mediante cierta prima, a indemnizar a la otra de una pérdida o de un
daño, o de la privación de un lucro esperado que podrá sufrir por un acontecimiento incierto".

(111) Justamente, nuestra doctrina criticó severamente la definición del art. 492 Ver Texto,
CCom., derogado, porque no comprendía los seguros sobre la vida: Obarrio, p. 8; Castillo, p.
13; Segovia, nota 1749; Malagarriga, nº 109; Rivarola, IV, p. 248. A su vez, Zavala Rodríguez,
II, nº 1632, critica su inclusión en la ley -él se refiere al proyecto- porque definir no es función
de la ley.

(112) Zavala Rodríguez critica (ver DJA, 29 de marzo y 26 de junio de 1968) la ley por haber
definido el contrato de seguro; afirma que no llena función y señala leyes que no lo han hecho
y autores que participan de su criterio. Rechaza las razones dadas por mí en DJA, 24 de mayo
de 1968, y sostiene que la eventual confusión con el servicio de asesoramiento legal por un
abono, así como la eventual confusión con la fianza onerosa, son problemas superados:
a) en cuanto al servicio de asesoramiento, es problema que aún hoy divide a la doctrina y a la
jurisprudencia francesas (Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., I, p. 46). Ver M”ller, en
"Assicurazioni", 1969, 1, p. 226;
b) en lo que respecta a la fianza onerosa contratada por el acreedor, es un problema actual, ya
que no se ha dado un criterio satisfactorio para distinguirla del seguro de crédito (o
insolvencia), máxime cuando se explota por empresa (v.gr., bancos). Es la razón por la cual se
autoriza a los aseguradores esa explotación "cuando configuren económica y técnicamente
operaciones de seguros aprobadas" (decreto 7607 del 31 de agosto de 1961). No menor
dificultad plantea el seguro de caución por el deudor (ver Salemi, L´assicurazione del credito,
1959, Milán, espec. ps. 117 y ss.).

(113) La Ley de Contrato de Seguro de España (nº 50, de 1980) también define y lo hace en
forma análoga a la nuestra al expresar: "El contrato de seguro es aquel por el que el asegurador
se obliga, mediante el cobro de una prima y para el caso de que se produzca el evento cuyo
riesgo es objeto de cobertura, a indemnizar, dentro de los límites pactados, el daño producido
al asegurado o a satisfacer un capital, una renta u otras prestaciones convenidas" (art. 1).
Sánchez Calero y Tirado Suárez, al comentar esta norma, luego de destacar que se siguió el
ejemplo, entre otras, de la ley alemana (art. 1) y del Código Civil italiano (art. 1882), señalan
que se trata de una definición descriptiva, que si bien puede contener alguna imprecisión en la
determinación de la prestación del asegurador (al referirse a "otras prestaciones convenidas"),
constituye, en realidad, un reconocimiento de la libertad de las partes para acordar el objeto de
la prestación puesta a cargo del asegurador. Asimismo, expresan que dicho precepto legal
muestra la intención del legislador de alejarse de una concepción puramente indemnizatoria del
contrato -"al menos en su sentido tradicional"-, como aspecto común a toda especie de seguro,
lo cual, por otra parte, no implica renunciar al principio unitario del contrato, que se mantiene
reflejado en diversas normas comunes a todo tipo de seguros (Sánchez Calero, Fernando, y
Tirado Suárez, Javier, Ley de Contrato de Seguro, t. I, p. 9 -comentario al art. 1-, 1990,
Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid).
Valioso es, también, recordar lo expresado por M”ller, cuando señala que definir los conceptos
de seguro y de contrato de seguro es "difícil y aun peligroso", en referencia al riesgo, implícito
en toda definición, de incurrir en errores u omisiones, en especial en el derecho (definitio in
jure civile periculosa, nos recuerda), y más aún si, como en este caso, es necesario abarcar todo

77
un complejo de fenómenos diversos, a lo cual se añade el constante surgimiento de nuevas
ramas asegurativas. Agrega, siguiendo a Ihering, que las definiciones jurídicas deben ser
formuladas en vista de determinados fines, revestir un especial carácter teleológico, estar
siempre en armonía con los fines de la norma que intenta conceptuar y a cuya aplicación debe
apuntar (que aquí podrían ser la vigilancia de la empresa de seguros, o bien la normativa del
contrato de seguro, etc.). Efectúa un detenido análisis de las diversas opiniones de la doctrina
respecto del concepto de seguro y de contrato de seguro, y formula una conclusión que
trasunta cierto optimismo: encuentra en la moderna teoría acerca de los principios
fundamentales del derecho de seguros una vasta concordancia de tesis y de opiniones; y si bien
permanecen algunas cuestiones controvertidas, ello se debe, nos dice, más que a la diversidad
de las legislaciones, a los distintos enfoques de los estudiosos. Culmina expresando que si en
tiempos pasados se decía que "la ley del océano debe ser una", en el futuro se deberá realizar
esfuerzos para lograr la unificación del derecho en el campo del contrato de seguro (M”ller,
Hans, Moderne teorie sul concetto di assicurazione e di contratto di assicurazione, en
"Assicurazioni", 1962, ps. 16 y 39, fasc. 1-2).

(114) Bruck, ob. cit., p. 57.

(115) El concepto de interés es desarrollado en el capítulo VII.

(116) Hémard, I, nº 44. Ver capítulo V. Aun cuando no se acepte el concepto de necesidad,
como básico o unificador del seguro, cabe aceptar que sirve satisfactoriamente para dar una
noción esquemática del riesgo.

(117) La noción de riesgo, sus caracteres, etc., se desarrollan en el capítulo V.

(118) La disposición se reproduce en el art. 468 del Anteproyecto Malvagni, y corresponde a


los arts. 514 Ver Texto, 515 Ver Texto y 516 Ver Texto, CCom., derogados.

(119) De la prima, sus caracteres, cálculo, modalidades de pago, etc., nos ocupamos en el
capítulo IV.

(120) Viterbo, en "Riv. Dir. Comm.", 1932, 1ª parte, ps. 68 y ss.; Bruck, ps. 475 y ss.; Rivarola,
IV, ps. 263 y ss., y p. 310; etc.
Ver en Besson y Picard, II, nº 7, las tentativas contemporáneas para suscitar nuevamente la
polémica en el punto.

(121) Ya hace años, Pipia observaba que decir que el objeto del seguro es la "cosa asegurada"
no es técnicamente correcto. "La cosa asegurada es, ciertamente, la materialidad física y
concreta que puede ser afectada por el siniestro y resultar dañada, pero no configura el objeto
del seguro, constituido en realidad por el riesgo, esto es, el posible peligro que, según el curso
natural de los eventos, puede afectar a un ente respecto del cual el asegurado posee interés. El
riesgo se incorpora, la más de las veces, en la materialidad de la cosa a la que se refiere el
seguro, de manera que ésta aparece en sustancia como el objeto del seguro, lo que acontece
especialmente en materia de seguros contra daños; pero, en su verdadera esencia [ese riesgo] es
un elemento abstracto que refleja la probabilidad del siniestro" (Pipia, Umberto, Trattato de
diritto commerciale, t. IV, n_ 984, p. 734, 1917, Torino).

78
(122) Barbato, Nicolás Héctor, La citación en garantía del asegurador, ED 150-158, § 5 a.

(123) Bruck, ps. 62 y 63.

(124) Bruck, p. 65; Besson y Picard, II, nº 1. Es preferible la denominación de seguros de


interés -y no de daños-, porque no sólo hace más clara la separación entre las dos grandes
ramas, sino también porque la denominación de daños tiene en cuenta las consecuencias, y no
el objeto.
No cabe asimilar el seguro de personas al de sumas, porque aquél puede comprender ciertas
prestaciones personales: asistencia médica, etc. Ver Bruck, ps. 62 y 65.
En artículo publicado en "Assicurazioni", 1934, 1ª parte, ps. 208 y 209, con posterioridad,
Bruck halló la diferencia en que en el seguro de interés la prestación del asegurador está
determinada por la extensión del daño, es decir que se funda en la noción de interés concreto,
ausente de los seguros de personas. Como señalan Besson y Picard, II, p. 2, si bien en el seguro
de personas puede existir en el tomador el móvil del resarcimiento, éste no es constante, ni es
la causa ni la razón de la operación (ni mide la prestación, agrego).

(125) Bruck, p. 65. Bruck-M”ller, I, § 1, nº 20, distinguen entre seguros de personas y seguros
que no son de personas, rechazando las denominaciones de seguros de daños y de sumas, y de
seguros patrimoniales o de indemnización, porque también se da el pago indemnizatorio en
algún seguro sobre la vida. Los seguros de indemnización los distinguen en seguros de activo
(v.gr., de incendio) y de pasivo (seguro de la responsabilidad civil) (en t. II, ps. 5 y ss.).

(126) Donati, Trattato, II, nº 270, y III, nros. 545 y ss., y tabla sinóptica de ps. 8 y 9.

(127) En "Assicurazioni", 1935, 1ª parte, ps. 419 a 424.

(128) Ob. cit., nros. 443 a 445.

(129) Ob. cit., I, ps. 16 y 17.

(130) Ob. cit., nº 1260.

(131) Ob. cit., p. 39.

(132) Rivarola, IV, p. 288; Gasperoni, ob. cit., p. 822.

(133) Contra la distinción, Bruck, ob. cit., p. 62, y en "Assicurazioni", 1935, 1ª parte, p. 32;
Brunetti, en "Assicurazioni", 1935, 1ª parte, p. 424.
En su favor, Hémard, ob. cit., nº 7; Besson y Picard, p. 14, y, entre nosotros, Castillo, p. 13.
Donati acepta la distinción con criterio análogo al expuesto en el texto (ob. cit., II, nº 270, y
III, nros. 545 y ss.).

(134) En rigor, un seguro de la responsabilidad civil.

(135) Son muchas las denominaciones propuestas: ver un elenco en Donati, ob. cit., I, p. 32,
nota 23.

79
(136) Donati, Trattato, I, nº 13; Santoro-Passarelli, en "Assicurazioni", 1962, 1, p. 40.

(137) Hémard, nros. 452 a 454; Donati, Trattato, I, nros. 13 y ss.

(138) De ahí que el seguro de accidentes del trabajo, en nuestro derecho, no es un seguro social
sino privado: el asegurado es el patrón, que cubre su responsabilidad civil por un contrato
voluntario cuya prima paga él. Contra: Castillo, p. 13.

(139) Ver sobre el tema el informe de Santoro-Passarelli al Primer Congreso Mundial del
Seguro de AIDA, celebrado en Roma, en 1962, publicado en "Assicurazioni", 1962, 1, p. 40; y
Boselli, en "Assicurazioni", 1949, 2, p. 91. Asimismo, ver Morandi, Unidad conceptual de la
relación jurídica de seguro, en Estudios en homenaje a Yadarola, III.
Ver Bruck-M”ller, I, § 1, nros. 13 y ss.
Entre nosotros, Simone, Osvaldo Blas, El concepto unificador de los seguros privados y de los
seguros sociales, LL 26/7/1999.

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28. Seguros de daños patrimoniales.

Los seguros de daños patrimoniales o de intereses comprenden varias ramas; la ley se limita a
regular las más importantes en la práctica comercial argentina:

a) Seguro de incendio, que es el seguro tipo para un riesgo específico de una cosa inmovilizada;
por lo cual sus principios se extienden a otros seguros (robo, cristales, etc.) (140) : para nuestra
ley, cubre los daños causados "a los bienes por la acción directa o indirecta del fuego, las
medidas para extinguirlo, de demolición, de evacuación o análogas" (art. 85 Ver Texto), así
como a los provenientes de explosión o rayo, si no media pacto en contrario (art. 86 Ver
Texto), y los bienes que se extravíen durante el incendio (art. 85 Ver Texto).

b) Los seguros de la agricultura se pueden referir a cualquier riesgo capaz de dañar la


explotación en determinada etapa o momento (art. 90 Ver Texto). La ley reglamenta el seguro
de granizo por el cual se asumen los daños "causados exclusivamente por el granizo a los
frutos y productos asegurados, aun cuando concurra con otros fenómenos meteorológicos"
(art. 91 Ver Texto). Sus normas se aplican al seguro de los daños causados por helada (art. 97
Ver Texto).

80
Su explotación choca con dificultades técnicas, además de la desconfianza de los agricultores:
la escasa duración, la gran importancia y difusión de los perjuicios, hacen aventurada su
contratación por una empresa.

En Francia lo practican las sociedades mutuales; y así se difundió por toda Europa,
especialmente en Austria. En Estados Unidos se realiza una notable experiencia mediante el
seguro estatal (141) .

En nuestro país, el seguro comercial se restringe al granizo, aunque en las provincias de


Mendoza y de San Juan existen leyes locales de seguro obligatorio (142) , cuya
constitucionalidad ha sido puesta en duda (143) . Frente a esta pobre práctica del seguro
agrícola, en un país en que la explotación del agro tiene fundamental importancia, el art. 90 Ver
Texto tiene por función repetir enfáticamente lo dispuesto por los arts. 2 Ver Texto y 60 Ver
Texto con un fin educativo, como lo señala la Exposición de Motivos.

c) Con criterio similar al del art. 90 Ver Texto, para los seguros de la agricultura, el art. 98 Ver
Texto se ocupa de repetir la licitud del seguro de "cualquier riesgo que afecte la vida o salud de
cualquier especie de animales; mas en los arts. 99 Ver Texto y ss. se circunscribe a regular el
seguro de mortalidad, por el cual "el asegurador indemnizará el daño causado por la muerte del
animal o animales asegurados o por su incapacidad total y permanente si así se conviene" (art.
99 Ver Texto) (144) .

d) El seguro de la responsabilidad civil alcanzó en la economía contemporánea una difusión


tan notable que lo trasformó en una de las grandes ramas del seguro. Nuestra ley lo regula en
general en los arts. 109 Ver Texto y ss., y lo define -en concepto tomado de Donati, Tratt., III,
nº 726- como el contrato en que "el asegurador se obliga a mantener indemne al asegurado por
cuanto deba a un tercero en razón de la responsabilidad prevista en el contrato, a consecuencia
de un hecho acaecido en el plazo convenido" (art. 109 Ver Texto).

Viterbo lo define como "la especie de seguro en el que el asegurador se obliga a indemnizar al
asegurado el daño patrimonial que éste sufre como consecuencia de una responsabilidad civil -
no penal- en que incurrió" (145) . Por su parte, Spilrein expresa que es el seguro que tiene por
objeto garantizar al asegurado contra las reclamaciones pecuniarias de los terceros, respecto de
quienes puede estar comprometida su responsabilidad en razón de un hecho perjudicial
determinado (146) . Bruck, a su vez, acorde con su criterio amplio, dice: "Es el seguro contra
una carga del patrimonio del asegurado, fundada en una disposición legal o la obligación de
responsabilidad hacia un tercero fundada en un contrato" (147) .

81
Se trata de un seguro en que el interés asegurado versa sobre todo el patrimonio; de ahí que no
se le apliquen algunas disposiciones generales previstas para otros seguros, como la regla
proporcional cuando no cabe establecer el valor asegurable (presupuesto del art. 65 Ver Texto,
2º párr.) (148) .

La prestación del asegurador consiste en la liberación del asegurado de las pretensiones o


reclamaciones de los terceros, por la concesión de asistencia jurídica, y en la liberación del
patrimonio del asegurado de las obligaciones impuestas por la satisfacción, reconocimiento o
fijación de las pretensiones de los terceros (149) , reconocido en la ley con las disposiciones de
los arts. 110 Ver Texto y 111 Ver Texto, sobre garantía por las costas del juicio civil (art. 110
Ver Texto, inc. a) y la procedencia limitada de las devengadas en la causa penal (art. 110 Ver
Texto, inc. b), así como las normas para el pago en las hipótesis de seguro parcial, rechazo de
la reclamación del tercero, y proceso mantenido por decisión del asegurador (art. 111 Ver
Texto).

No es un seguro en favor de tercero (150) : la ley reconoce al tercero, víctima del daño, un
privilegio absoluto sobre las indemnizaciones debidas por el asegurador (art. 118 Ver Texto,
1er. párr.), y puede citar en garantía al asegurador, con el efecto de que la sentencia que se dicte
hace cosa juzgada en su contra (art. 118 Ver Texto, 2º párr.) (151) .

Comprende la responsabilidad contractual (152) : no sólo el art. 109 Ver Texto no lo excluye,
sino que existen contratos de seguro de la responsabilidad contractual regulados por la ley: tal,
el seguro que ampara la responsabilidad del trasportador (art. 121 Ver Texto, LS.), o la
responsabilidad profesional médica (resolución 15517 , S.S.N.), o las responsabilidades a las
cuales normalmente se refiere la figura híbrida del art. 120 Ver Texto, LS., o el contrato de
reaseguro a que se refiere el título II de la ley, arts. 169 Ver Texto y ss., etc. También lo era
durante la vigencia de la ley 9688 Ver Texto y sus modificatorias, y luego en la ley 24028 Ver
Texto, el seguro de accidentes del trabajo (153) , ahora sustituido por la normativa de la ley
24557 Ver Texto, a cuyo contenido nos referimos más adelante (154) .

Difiere del seguro del daño patrimonial sobre bienes por la naturaleza del riesgo, por su objeto
y por el momento en que se produce el siniestro: a) difiere en la naturaleza del riesgo, que es
natural en los otros seguros, y artificial -legal- en éste; en aquéllos es de reparación -pérdida
sufrida-; en éste es de garantía, de reparación indirecta porque evita una pérdida por la acción

82
en responsabilidad de los terceros; b) difiere por el objeto, ya que el de responsabilidad se
aplica a todo el patrimonio y no a hechos o fenómenos que afectan bienes determinados; c) en
el seguro de la responsabilidad civil, en principio, el siniestro se produce por la reclamación del
tercero; esto es, el hecho generador -siniestro para la víctima del daño- no es contemporáneo;
en cambio, en los demás seguros, generalmente el riesgo se realiza al mismo tiempo que se
concreta el daño (155) .

Se distingue de la cláusula de irresponsabilidad en que en ésta no existe resarcimiento del daño,


sino eliminación del nacimiento de la responsabilidad (156) .

La tendencia contemporánea es de establecer el seguro obligatorio de la responsabilidad por el


uso de automotores (157) .

e) Seguro de trasporte. El Código de Comercio legislaba el seguro de trasporte -excluido el


marítimo- en los arts. 1251 Ver Texto y ss., reemplazados por los arts. 121 Ver Texto y ss. de
la ley especial.

Incluye "cualquier riesgo a que estén expuestos los vehículos de trasporte, las mercaderías o la
responsabilidad del trasportador".

Se debe tener presente, además de las normas de los arts. 121 Ver Texto y ss., otras dictadas en
el país:

1) Seguro de pasajeros en ferrocarriles nacionales. Por resolución 1794/50 se fijaron sus


caracteres y ámbito de aplicación: los riesgos cubiertos (muerte, incapacidad, asistencia médica
y farmacéutica), con determinación de los montos máximos. La iniciación de las gestiones para
el pago importaba renuncia a la reclamación judicial ulterior y, viceversa, la acción judicial
implicaba renuncia al cobro del seguro (158) .

2) Seguro de pasajeros por automotores. Por resolución 152, de 1950, se estableció el seguro
por muerte, incapacidad y gastos de asistencia de los pasajeros de automotores de empresas de
la Nación, sujeto a reglas análogas a las reseñadas precedentemente para los pasajeros en
ferrocarril (159) .

83
La ley 12346, referente a servicios públicos de trasporte automotor por caminos, estableció, en
su art. 10 Ver Texto, inc. f, que las empresas que hubieren obtenido permisos para realizar el
trasporte de pasajeros estarán obligadas a asegurar sus riesgos y los de las personas y cargas que
trasporten, comprendidos los riesgos de terceros. La resolución 150/75 (SETOP) incorporó al
régimen de seguros vigente una cobertura de accidentes a pasajeros por daños que sufran en el
trasporte por cualquier causa e independientemente de toda culpa del trasportista. Dicha
cobertura contemplaba también la asistencia médico-hospitalaria y la rehabilitación, y se
acumulaba a la que le correspondiere por la cobertura de responsabilidad civil.

Además, diversas provincias establecieron el seguro obligatorio para el trasporte de pasajeros:


1) Santa Fe, decreto 2454 , de 1944, que confirió a la víctima acción directa contra el
asegurador (160) ; 2) Córdoba, ley 3963 , reglamentada por decreto 30053-C, de 1947, que
estableció un régimen detallado y reconocía también la precitada acción directa (161) ;
posteriormente recibió nueva reglamentación mediante decreto 6025/86, imponiendo la
obligación de asegurar la responsabilidad civil hacia terceras personas trasportadas y no
trasportadas, y el riesgo de accidentes del trabajo de su personal; el art. 14, inc. 6, establecía que
la aseguradora debía expedir un certificado en el cual constase que no podía oponer la falta de
pago de la póliza a los terceros trasportados o no trasportados sin perjuicio de la acción de
repetición hacia el asegurado; si el trasporte se efectuare hacia el exterior, se debía especificar
qué cobertura se otorgaría hacia terceros, trasportados o no (inc. 9); en caso de rescisión por la
aseguradora, ésta debía comunicar a la Dirección General del Trasporte tal decisión, con un
preaviso de 15 días (inc. 8); 3) San Juan, ley 1271 , modificada por ley 1445 y reglamentada por
decreto 4765 , de 1948 (162) ; posteriormente, la ley 3879 de 1973, en su art. 13 establecía que
era obligación de los concesionarios de servicio público de trasporte el asegurar los riesgos
inherentes al trasporte, así como también los del personal y de los terceros, cobertura que se
debía mantener mientras durase la concesión; y en el decreto 2131/80, el art. 10 aclaraba que
los seguros previstos en el art. 13 de la ley 3879, respecto de terceros, deberían establecer
coberturas sin límite, y con relación a los accidentes del trabajo, al menos las consecuencias de
la Ley de Accidentes del Trabajo entonces vigente; 4) Buenos Aires, decreto ley 16378:
estableció que las empresas de trasporte debían asegurar sus propios riesgos, los de las
personas y bienes trasportados, los del trabajo de sus propios agentes y los daños a terceros. Su
reglamentación (decreto 6864/58) imponía multas por la violación de esa obligación.

Asimismo, con fecha 6/9/1997 se dictó la resolución S.S.N. 24833/96 , que aprobaba las
condiciones contractuales para el riesgo de responsabilidad civil de vehículos automotores
destinados al trasporte público de pasajeros, y más tarde la resolución S.S.N. 25429/97 , que
modificaba algunos artículos de la anteriormente citada y declaró abierto el Registro de
Entidades Aseguradoras que deseen operar en forma exclusiva en la cobertura del seguro de
responsabilidad civil de vehículos automotores del trasporte público de pasajeros. Se exige un
capital mínimo, del cual se pueden exceptuar las nuevas entidades aseguradoras que adopten la
forma jurídica de sociedades de seguros mutuos, siempre que en sus estatutos se establezca,
entre otras, la obligación de cada uno de los mutualistas para que, en el supuesto de resultar
afectado ese capital mínimo, repongan las pérdidas hasta un valor mínimo igual a las primas y

84
cuotas devengadas en los últimos doce meses o período inferior de vinculación; quedan
prohibidos los gastos de intermediación. Se propone también la formación de un fondo
optativo para cubrir déficit de capital mínimo. La percepción de los premios de los seguros se
deberá efectuar mediante entidades bancarias, a cuyo fin las aseguradoras tendrán que informar
a la autoridad de control los convenios celebrados con bancos a tal efecto. Las denuncias de
siniestro se realizarán en un formulario especial. Las aseguradoras, asimismo, informarán
mensualmente a la autoridad de control el listado de asegurados o afiliados, con indicación de
la vigencia de sus seguros. Se podrá ofrecer también la cobertura de casco. Por otra parte, por
resolución 25505 , S.S.N., se establecen nuevas condiciones contractuales para el seguro de
caución para permisionarios del sistema de trasporte automotor de jurisdicción nacional, para
la explotación de líneas de trasporte, que cubren el incumplimiento de las obligaciones
emanadas del permiso de explotación. Por resolución 26441 , S.S.N., se establecieron las
condiciones generales y particulares para la póliza de seguro de caución para prestatarios de
servicios de trasporte automotor de pasajeros urbano y suburbano, que amparan el
incumplimiento de las obligaciones emergentes de la prestación de servicios de oferta libre; y
por resolución 26442 , las de seguro de caución para el trasporte de pasajeros de turismo.

Respecto del trasporte de pasajeros en lanchas colectivas, la resolución 1169/78 (SEIM)


estableció que las empresas armadoras que realizan el servicio público regular de trasporte
fluvial de pasajeros debían contratar seguros que amparasen los riesgos de daños corporales y
bienes de pasajeros, así como también a terceros no pasajeros, por los importes que se
indicaban, todos ellos con cláusulas de reajuste periódico de los montos asegurados; se debía
acreditar asimismo la renovación 15 días antes del vencimiento de su vigencia.

En materia de trasporte de cargas por carretera, el decreto 405/81 estableció, en su art. 22 Ver
Texto, como requisito de inscripción en el Registro, la presentación de la constancia de haber
dado cumplimiento a las normas sobre seguros (inc. j). Por su parte, el art. 41 Ver Texto
contenía la obligación de contratar seguros que cubrieran: a) la responsabilidad civil sin límite
por daños a personas o cosas no trasportadas; b) accidentes del trabajo del personal; c) pérdida
total por accidente, incendio o robo de los vehículos afectados al trasporte. La empresa
permisionaria no podrá aceptar cargas si los riesgos de pérdida total o parcial o avería de ellas
no hubieren sido asegurados. Con la conformidad expresa o tácita del cargador podrán
asegurar esos riesgos por cuenta de éste, pero se percibirá el premio del seguro separadamente
del flete. Asimismo, se establece el deber de asegurar su responsabilidad civil por daños a la
carga, salvo que el asegurador del cargador haya renunciado a la acción resarcitoria. Igual
aseguramiento deberá efectuar la permisionaria de un servicio exclusivo.

Por otra parte, la Superintendencia de Seguros de la Nación, por resolución 25281/97 ,


autorizó con carácter general y obligatorio los elementos contractuales del seguro de
responsabilidad civil del trasportador carretero en viaje internacional por la Argentina, Bolivia,
Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay, por daños causados a personas, o ambos rubros,
trasportadas o no, con excepción de la carga trasportada.

85
3) Seguro de vida obligatorio para el personal de pesca profesional, regulado por la ley 16517
Ver Texto. Por resolución 26856 , S.S.N., se aprobaron las condiciones generales para los
seguros de esa especie.

4) Seguro aeronáutico por el Estado, regulado por el decreto ley 1055/58 , modificado por la
ley 17336 , que a su vez sufrió indirectamente modificaciones por el Código Aeronáutico y por
la adhesión al Protocolo de La Haya, ley 17386 Ver Texto. Por ley 23217 se disolvió la entidad
Seguro Aeronáutico Empresa del Estado, que pasó su operatoria a la Caja Nacional de Ahorro
y Seguro. El Código Aeronáutico, en su versión luego de la ley 22390, le dedica su título X,
arts. 191 a 196 . Entre dichas normas, vale la pena destacar lo preceptuado por el art. 195 , que
dispone: "No podrá ser excluido de los contratos de seguros de vida o de incapacidad por
accidentes, que se concierten en el país, el riesgo resultante de los vuelos en servicios de
trasporte aéreo regular. Toda cláusula que así lo establezca es nula".

f ) Existen otros muchos tipos o ramas de seguros, entre los cuales cabe mencionar (163) :

1) de lucro esperado, autorizado por el art. 61 Ver Texto -como ya lo estaba por el art. 492 Ver
Texto, CCom.-, que se aplica en el seguro de trasporte -incluido el marítimo-, pérdida de
alquileres, suspensión de espectáculos por lluvia, etc. (164) .

Es muy útil como complementario del de incendio, cuando el siniestro impone la suspensión
de actividades durante la reconstrucción o reparaciones.

2) de crédito, por el cual se cubre la insolvencia del deudor. En nuestro país se practica
escasamente para el crédito interno, pero sí en Francia y Estados Unidos, y limitado al
comercio exterior en Alemania, Inglaterra, España, Brasil, etc. (165) . Plantea un problema de
difícil solución, como es su diferenciación de la fianza cuando es onerosa y se practica por una
empresa (banco, p.ej.) (166) . El seguro de crédito a la exportación fue organizado por la ley
17267 y su decreto reglamentario 3040/67 y, posteriormente regulado por la ley 20299 Ver
Texto y decreto 3145/73 .

28 (a). Seguro de caución. - Cabe señalar que ha adquirido entre nosotros singular desarrollo el
seguro de caución, legitimado por el art. 7 Ver Texto, inc. b, 2º párr., de la ley 20091, que
dispone que las entidades aseguradoras podrán otorgar fianzas o garantizar obligaciones de
terceros "cuando configuren económica y técnicamente operaciones de seguro aprobadas".

86
a) Al seguro de caución se lo puede ubicar dentro del género de los seguros de crédito
considerados lato sensu; pero en el de caución normalmente se cubre el mero incumplimiento
de una obligación no dineraria y es contratado por el deudor en favor del acreedor, en tanto
que en el de crédito la contratación la efectúa el propio acreedor, para sí, y se requiere, para la
configuración del siniestro, que tenga lugar la insolvencia del deudor, quedando cubiertas,
además, sólo obligaciones de dar sumas de dinero (167) .

b) El seguro de caución se comenzó a difundir en razón de que se perseguía evitar que en


ciertos contratos, en los cuales había que efectuar un depósito en garantía de dinero o bienes
que quedaban en poder del acreedor o a su disposición inmediata (p.ej., en un banco), se
tuviese que inmovilizar dichos bienes o recurrir al crédito o fianza bancarios, generalmente más
onerosos. Entonces se ideó este contrato, por el cual un asegurador, a cambio de una prima, se
hacía cargo de la obligación de afianzar, con el compromiso de pagar al acreedor la suma
convenida como indemnización o pena para el caso de incumplimiento del deudor. La póliza
es tomada a favor del acreedor, quien se convierte así en asegurado.

En nuestro país, esta forma de seguro es de época reciente. Aparece mencionada en la Ley de
Obras Públicas, 6021 Ver Texto, de la provincia de Buenos Aires (1959), y luego comenzó a
ser adoptada por otras provincias e, incluso, por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos
Aires (p.ej., ordenanza 33116 ) (168) . Pero es con la ley (nacional) 17804 Ver Texto, del 12 de
julio de 1968, sobre garantía para obras públicas, como se establece en la Ley de Obras
Públicas la posibilidad de su empleo. En el mensaje de elevación del proyecto de la ley citada
en último término se expresaba que mediante esa normativa se posibilitaría "que el
afianzamiento de las propuestas para la contratación de obras públicas, del contrato mismo y la
constitución o sustitución de fondo de reparos [. . .] se efectúen mediante el llamado seguro de
caución", sistema que había "adquirido predicamento en los últimos tiempos, tanto en nuestro
país como en el extranjero, debido a que se lo considera más conveniente, en ciertos casos, que
los otros medios de garantizar el mantenimiento de las propuestas y el cumplimiento de los
contratos, dado que posibilita una más ágil gestión del empresario constructor de obras, en lo
que hace al aspecto financiero de la construcción", lo cual resulta ventajoso al implicar "la
liberación de importantes sumas de dinero, hasta ahora directa o indirectamente inmovilizadas
para garantizar los contratos de obra pública", todo ello según operaciones de seguro
contratadas con entidades sujetas al control estatal de la Superintendencia de Seguros de la
Nación.

Pero los aseguradores no podían celebrar esa especie de seguros por cuanto no contaban con
la autorización para ello y se entendía que no configuraba una verdadera operación de seguro,
pues el decreto 25350/39 , que establecía el régimen al cual se debían sujetar las empresas de
seguro en su operatoria, requería que se dedicasen en forma exclusiva a operar en seguros.
Esto fue modificado por el decreto 7607/61 , que agregó que dichas compañías podían
"otorgar fianzas o garantizar obligaciones de terceros solamente cuando configuren económica
y técnicamente operaciones de seguro aprobadas". Con posterioridad, la ley 20091 siguió esta
misma solución, legitimante de esa forma asegurativa, pues si bien en su art. 29 Ver Texto, inc.

87
i, veda, en principio, a las entidades aseguradoras "otorgar fianzas o garantizar obligaciones de
terceros", agrega "salvo lo dispuesto en el art. 7 Ver Texto, inc. b", el cual, por su parte,
establece: "Podrán otorgar fianzas o garantizar obligaciones de terceros cuando configuren
económica y técnicamente operaciones de seguro aprobadas".

c) En el seguro de caución aparecen tres personas, vinculadas entre sí de alguna manera: 1) un


proponente-deudor (tomador); 2) un acreedor-asegurado (beneficiario); 3) un asegurador
(garante).

Aún se debate acerca de la naturaleza de esta forma asegurativa. Las opiniones se dividen entre
quienes consideran que constituye una especie dentro del género seguro, aunque con
modalidades especiales, en tanto que buena parte de la doctrina entiende que se trata de una
fianza con forma asegurativa. La determinación de si estamos o no ante un seguro reviste
interés a los fines de: 1) establecer si el amparo debe ser emitido por un ente autorizado por la
Superintendencia de Seguros de la Nación y quedar en el régimen de control de ésta; 2)
determinar si supletoriamente corresponde aplicar, a los aspectos no expresamente pactados,
las normas de la Ley de Seguros, 17418 Ver Texto (p.ej., régimen de reticencia, agravación del
riesgo, cargas, subrogación, pronunciamiento del asegurador sobre el siniestro, etc.); 3)
sujeción a las normas técnicas y económicas del seguro; 4) empleo del reaseguro, coseguro, etc.

Quienes consideran que se está en realidad ante una mera fianza y no frente a un seguro,
argumentan: 1) que este seguro carece de autonomía, pues aparece como accesorio de otro
contrato; 2) que el asegurado no es parte en el contrato; 3) que el siniestro es susceptible de ser
voluntariamente provocado por el deudor, eliminando así el ingrediente de aleatoriedad
esencial del seguro; 4) que el acreedor carecería de interés asegurable; 5) que el siniestro no
requiere insolvencia, sino que basta con acreditar el incumplimiento, por lo cual, al no existir
daño efectivo en el patrimonio del asegurado se afectaría el principio indemnizatorio, esencial
al seguro; etc.

Lo cierto es que los argumentos esgrimidos contra la naturaleza asegurativa de dicha cobertura
no aparecen, a nuestro juicio, decisivos:

1) Respecto de la falta de autonomía, se puede señalar que también en el seguro de la


responsabilidad civil contractual el riesgo está esencialmente referido a la inejecución o falta del
debido cumplimiento de un contrato (p.ej., en la responsabilidad emergente del trasporte, o de
las prestaciones médicas o de las de otros profesionales, etc.).

2) Que el asegurado no sea parte en el contrato tampoco implica óbice al reconocimiento del
carácter asegurativo de esta institución, pues tal forma constituye una modalidad específica de
los seguros "por cuenta de terceros". De allí que se hable de "tomador" y que el asegurado sea,
en rigor, un tercero en favor del cual se contrata (art. 504 Ver Texto, CCiv.). Es más: el art. 23

88
Ver Texto, in fine, de la Ley de Seguros, establece que se aplicarán las disposiciones del seguro
por cuenta ajena "cuando resulte que se aseguró un interés ajeno" (169) .

3) Que el siniestro sea susceptible de ser provocado voluntariamente por el tomador tampoco
constituye razón suficiente para justificar una postura negatoria. La legalidad de la cobertura
reside en que no es el asegurado (a quien va destinada la prestación del asegurador) quien
incurre en dicha provocación, la cual, por otra parte, resultaría absurda para el asegurado (salvo
caso de connivencia con el tomador), pues implicaría vedarse el acceso a la prestación
originaria emergente del contrato para someterse a los inconvenientes de la formulación de un
reclamo de otra, sustitutiva (que puede no constituir una cobertura integral y de una deuda
susceptible de ser mayor -p.ej., cláusulas penales que no se hayan cubierto-), condicionada al
cumplimiento de ciertas cargas contenidas en la póliza para que quede habilitado el acceso al
pago prometido por el asegurador, a lo cual se agrega que su derecho originario contra el
tomador se desplaza hacia el asegurador, en virtud de la subrogación legal.

4) Tampoco es argumento atendible la facilidad con que una provocación siniestral puede ser
llevada a cabo (basta el mero incumplimiento), pues la misma situación se da en las coberturas
de hurto, en las cuales para reclamar la indemnización del siniestro, le basta al asegurado con
denunciar la sustracción de la cosa a la cual se refiere el seguro (dadas las dificultades que
existen para acreditar sucesos delictivos de esa especie, normalmente producidos sin que el
asegurado ni otras personas adviertan el hecho en el momento de su ocurrencia, y en general
efectuados en sitios desiertos o mediante maniobras ocultas), siempre que lo denunciado
aparezca verosímil conforme a las circunstancias del caso.

5) Tampoco es cierto que el asegurado carezca de interés asegurable; al contrario, éste admite
el seguro en reemplazo de otras garantías, estipuladas en el contrato base, que le brindan la
necesaria confianza y razonable expectativa de que las obligaciones asumidas por el tomador le
serán cumplidas. El asegurado (tercero-acreedor) tiene evidente interés en el seguro, que
tornará posible la percepción oportuna de la indemnización o pena estipulada en su favor para
el caso de incumplimiento de las obligaciones de dicho contrato base por parte del deudor
(tomador de la cobertura). Por otro lado, como en todos los seguros "por cuenta", es en el
asegurado en quien reside el interés asegurable.

6) Que el siniestro no requiera en estos seguros la insolvencia del tomador es fundamento que
no tiene relación con la naturaleza asegurativa que pueda revestir esa especie de cobertura. Tal
aspecto sólo apunta a la configuración del siniestro. Como ya se ha señalado en doctrina, el
seguro de caución, en alguna de sus formas, "adelanta" el momento de configuración del
presupuesto fáctico constitutivo del suceso siniestral, exigiendo que el asegurador deba pagar
ante el mero incumplimiento de la obligación contractualmente asumida sin que sea menester
acreditar que existe insolvencia del deudor. Y esto no constituye motivo para negarle
naturaleza asegurativa a esa modalidad de cobertura. En ella se dan los elementos técnicos
propios del seguro: formación de un fondo común producto de la reunión de primas
calculadas sobre la base de análisis estadísticos y técnicos; explotación por empresa

89
aseguradora, sometida al contralor estatal técnico y financiero; empleo de formas de dispersión
del riesgo como el reaseguro, coseguro, etc.; hecho siniestral aleatorio (hemos visto que la
circunstancia de que el incumplimiento pueda resultar de un acto voluntario del tomador no
impide que exista cierto margen de aleatoriedad en estos seguros, puesto que se trata del hecho
de otro; y que, salvo en casos de excepción, si se produce el siniestro nace una acción de
regreso del asegurador contra el tomador, lo cual aventa la posibilidad de que éste desee
provocarlo, pues su responsabilidad subsistirá, ahora hacia el asegurador, lo cual veda todo
enriquecimiento de aquél); perjuicio en el asegurado aun en caso de mero incumplimiento, etc.

7) Se le ha negado también naturaleza asegurativa expresando que, al no requerirse la


insolvencia del deudor, no existiría todavía un "daño" en el acreedor, y por eso no se respetaría
el principio indemnizatorio, esencial a los seguros patrimoniales, dirigidos a resarcir al
asegurado de un perjuicio, dentro de los límites y características de la cobertura otorgada, y
evitar así que el seguro degenere en simple apuesta. A esto se puede responder señalando que
tal es, también, la hipótesis cubierta por el seguro de la responsabilidad civil, cuya fórmula,
precisamente, promete mantener indemne (esto es, sin daño) el patrimonio del asegurado, en la
medida del seguro (arts. 109 Ver Texto y 118 Ver Texto, LS.). Y, por otra parte, el solo
incumplimiento implica un daño para el acreedor, que ve, cuando menos, postergada la
percepción de la prestación de su deudor, lo cual sin duda acarreará inconvenientes más o
menos intensos, como el retardo en la ejecución de la obra o el tener que recurrir al crédito
para suplir la prestación no cumplida por su deudor, etc. El seguro se toma precisamente para
cubrir el perjuicio eventual que resultaría de la inejecución de la obligación por parte de su
deudor principal. El acreedor-asegurado no obtiene ningún beneficio adicional ni se enriquece
cuando percibe la prestación del asegurador, ya que ella requiere, por esencia, el traspaso del
crédito originario al asegurador, en la medida del pago de éste al asegurado (subrogación), con
todos sus accesorios (art. 80 Ver Texto, LS.). No puede, entonces, resultar violentado el
principio indemnizatorio, cuya función es, precisamente, impedir el enriquecimiento del
acreedor: aquí éste recibe la prestación, pero, a su vez, cede al asegurador su derecho,
"sustituido" por el seguro de caución.

8) Tampoco resulta óbice que el asegurador se comprometa a pagar aun cuando el


incumplimiento esté desvinculado en forma total de la conducta del deudor-tomador y
obedezca exclusivamente a caso fortuito. Tal circunstancia no impide su aseguramiento, ya que
constituye un hecho eventual (tan eventual que resulta imprevisible o inevitable y,
esencialmente, fortuito). El propio art. 513 Ver Texto del Código Civil admite que se pacte la
cobertura del caso fortuito y aun obliga al deudor en determinados supuestos (p.ej., en caso de
culpa o mora de éste). Esta desvinculación entre el incumplimiento (objetivo) y el tomador
aparece, incluso aquí, justificada por tratarse de un seguro contratado "por cuenta" del
acreedor-asegurado.

9) Asimismo, la circunstancia de que a veces se encuentre "prefijado" el importe de la


indemnización o se establezca a priori una penalidad patrimonial, que pueda no coincidir con
el perjuicio que realmente sufra el acreedor, no aparece como motivo suficiente para sostener
la inexistencia de una relación asegurativa. En este aspecto, el Código Civil admite la

90
posibilidad de pactar cláusulas penales "para asegurar el cumplimiento de una obligación" (art.
652 Ver Texto) y ella "entra en lugar de la indemnización de perjuicios e intereses" (art. 655
Ver Texto).

10) Por último, es de destacar que la ley denomina "seguro" a la cobertura de caución, la trata
como tal, exige su explotación por parte de empresas constituidas como aseguradoras,
autorizadas por la autoridad de control, la cual, además, vigila los aspectos financieros y
técnicos de dicha explotación. En nuestra opinión, estamos ante un verdadero seguro y no
meramente frente a una simple "forma asegurativa" de una garantía de otra especie.

Sobre las características del riesgo en este seguro, se puede ver capítulo V, § 30 (a).

29. Seguro único, seguro combinado.

El seguro único es el que cubre todos los riesgos que pueden afectar el bien; puede comenzar
con la producción de la materia prima hasta la entrega de la cosa elaborada al comprador. En
este caso, la indemnización debida crece constantemente y se determina por distintos medios,
según el momento en que ocurre el siniestro. Otro supuesto se da cuando se refiere a una
empresa, como ocurre en el trasporte, v.gr.

Se distingue del seguro combinado en que se funda en la universalidad de los riesgos asumidos,
aunque se excluyan determinados riesgos, mientras que el seguro combinado se funda en la
especialidad del riesgo, aunque comprende varios. De éstos surgen otras diferencias: el seguro
único sigue el proceso del bien, desde la elaboración hasta la entrega; siempre es un seguro de
indemnización; constituye una unidad orgánica y está sometido a condiciones unitarias. El
seguro combinado comienza según la voluntad de las partes; puede incluir seguros de
indemnización y de personas; es una combinación arbitraria, sometida a tantas disposiciones
diversas como riesgos se combinen, y estas disposiciones son separables. La ley no hace
referencia expresa a ellos, pero los considera en el art. 45 Ver Texto, cuando fija los efectos de
la rescisión.

Se diferencia del seguro flotante en que el interés existe desde un comienzo y durante la
vigencia no nace uno nuevo; sólo varía el valor del bien. En cambio, el seguro flotante o de
abono se refiere fundamentalmente a intereses futuros (170) .

91
30. Seguro flotante o de abono.

Puede ocurrir que sea menester cubrir intereses sobre bienes indeterminables al momento del
contrato, o que deben ser adquiridos en un tiempo que tampoco es posible fijar. En estos
supuestos es menester recurrir al seguro flotante o de abono.

En este modo de contratación, los intereses o las personas aseguradas son designados en
forma genérica, y a medida que el tomador las conoce. Tampoco se determina la prima, la cual
se establecerá en cada caso conforme a una tarifa dada. Por ello sus caracteres son: a)
pluralidad -por lo menos eventual- de personas e intereses cubiertos, o futuros -total o
parcialmente-, y distribuidos variadamente en el tiempo; b) indeterminación de los intereses o
personas cubiertas y del valor; c) determinación posterior (171) .

Es un contrato definitivo y único. De cada concurrencia de los elementos determinados no


nace un nuevo contrato, sino relaciones plurales, cuyo conjunto constituye el seguro de abono
o flotante. Esta característica no afecta el carácter definitivo del contrato ni su unidad, porque
la unidad no es incompatible con la conjunción de obligaciones distintas e independientes
(172) .

Dados estos caracteres, Donati lo define como "el contrato de seguro con el que se cubre, por
un tiempo determinado o no y hasta la concurrencia de una suma máxima o no, una pluralidad
de intereses (o de personas) distintos, indeterminados en el número y en las características
individuales, pero posteriormente determinables, por lo general futuros y variadamente
distribuidos en el tiempo (173) .

31. Declaración de alimento en el seguro flotante.

Esta forma del contrato impone al tomador, para la cobertura del interés, una declaración
especial, conocida con el nombre de declaración de alimento, con la cual se particularizan los
elementos del contrato, y al momento de formularse deben concurrir todas las circunstancias
de hecho o de derecho requeridas para la celebración de un contrato de seguro (174) .

92
El asegurado se obliga a llevar un libro en que son inscritos en orden cronológico todos los
riesgos que son incluidos en el seguro, y se obliga a informar en un plazo brevísimo, recaudos
con los cuales se impide agravar el daño u omitir la inscripción o denuncia (175) .

La violación del deber de hacer la declaración de alimento se sanciona diversamente según los
contratos. Y aunque se pacte la caducidad, ésta no afecta todo el contrato, sino solamente los
derechos del asegurado inherentes a la relación a la cual se refieren, aunque puede influir
respecto de las demás si impide la prosecución ulterior (176) .

Se debe tener en cuenta que la declaración se formulará en el plazo fijado o, si no hay tal plazo,
en cuanto sea posible. Pero se debe formular la declaración antes de que el siniestro haya
ocurrido, si el seguro es facultativo; norma que no es aplicable en el seguro flotante obligatorio,
porque no concurren las razones determinantes, que consisten en la imposibilidad de una
determinación honesta del riesgo una vez ocurrido el siniestro (177) .

(140) La ley no legisla específicamente estos tipos de seguros, por lo cual están sometidos a las
reglas generales de los arts. 1 Ver Texto a 84 Ver Texto y a las disposiciones de los contratos
que se celebran.

(141) Ver Rommel, El seguro de rendimiento de cosechas en Estados Unidos, en "Riesgo y


Seguro", 1952, p. 39; Rommel, L´assicurazione dei proventi dei raccolti, en "Assicurazioni",
1951, 1, p. 412, y 1966, 1, p. 184; Donati, eod. loc., 1955, 1, p. 314.

(142) En Mendoza el seguro es estatal, cubre todos los riesgos climáticos, aunque por el
momento la explotación está limitada a ciertos riesgos. Lo financian los propietarios, quienes
contribuyen según las zonas y las áreas. La indemnización se fija conforme a un promedio de
costo de producción y según porcentajes de producción. Se rige por las leyes 1963 , 2071 y
2377 , reglamentadas sucesivamente por los decretos 411 y 3940 , del año 1953; 561 y 1339 , de
1955.
En San Juan el seguro se extiende a la agricultura y en especial viticultura, olivicultura y
manzanos, hallándose minuciosamente reglamentadas las contribuciones, la administración del
seguro y la fiscalización por las leyes 1024 , 1621 y 1936 .

(143) Corte Suprema, 20/12/1940, JA 72-655.

93
(144) Ver D´Angelo, Mario Héctor, Seguros de ganado, 1968, Buenos Aires, donde se reúnen
distintas disertaciones sobre esta especie de seguro.

(145) Viterbo, ob. cit., p. 14, nº 1; en términos análogos se expide Gasperoni, p. 841.

(146) Spilrein, ob. cit., p. 56; Lepargneur, ob. cit., nº 1358, enuncia una definición análoga, y no
diversa, Besson y Picard, III, p. 388.

(147) Bruck, ob. cit., p. 75.

(148) Bruck-M”ller distinguen en cuanto puede referirse a la responsabilidad por daños a las
personas (v.gr., peatón embestido por el automóvil), a las cosas (v.gr., mercadería trasportada)
y al patrimonio genéricamente (v.gr., responsabilidad profesional) (ob. cit., II, p. 25).
Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 489, en cambio distinguen: a) responsabilidad determinada, v.gr.,
por la restitución de un bien determinado (depositario, locatario); b) indeterminada, por los
daños causables a cualquiera por los hechos con o por una cosa (automóvil, p.ej.). Mas con
anterioridad, I, p. 259, de esta distinción extrajeron la consecuencia de un objeto determinado
o indeterminado, confundiendo objeto con la fuente del daño o responsabilidad del asegurado,
como por lo demás resulta de la definición que ellos mismos enuncian en p. 483: "contrato por
el que el asegurador garantiza al asegurado contra los daños que resulten de recursos en
responsabilidad ejercidos por terceros contra él".

(149) Bruck, p. 76; Viterbo, ob. cit., ps. 62 y 63; Besson y Picard, II, nº 3; Donati, Trattato, III,
nros. 726, 761, 762, 763 y ss.

(150) Ver Halperin, Isaac, La acción directa . . ., nº 81.

(151) Ver infra, capítulo VI, y Halperin, Isaac, La acción directa . . ., cit.

(152) Durante, ob. cit., p. 45, le opone objeciones análogas al seguro de la responsabilidad
delictual: exige que no concurra en el asegurado interés de que el siniestro se produzca, esto es,
en razón de su incumplimiento (v.gr., responsabilidad profesional del médico, trasportador,
responsabilidad del locatario, etc.).
Ver Vinicio, Geri, Oservazioni circa i limiti di assicurabilit… della responsabilit… civile
contrattuale, en "Assicurazioni", 1966, 2, p. 150.

(153) Ello así pues su función era reemplazar la responsabilidad patronal, legal o contractual,
en todas sus prestaciones. De ahí que su contratación no impedía que la víctima reclamase la
indemnización directamente al patrón.
En nuestra doctrina no se comprendió cabalmente esta naturaleza: ver Rivarola, ob. cit., IV, p.
455; Castillo, ob. cit., p. 193; Fernández, II, p. 399, para quien era un seguro de personas (!). En
la jurisprudencia, ver Trib. Sup. Santa Fe, 9/9/1941, LL 25-136, que decidió que era un seguro
a favor de tercero.

(154) Capítulo V, § 89. Respecto del seguro de la responsabilidad civil, ver, en ese mismo
capítulo, § 97 y ss.
No obstante la posición de los moralistas en materia de seguro (ver Pesce, P. Pier Giuseppe, La
dottrina delgi antichi moralisti circa la liceit… del contratto di assicurazione, en

94
"Assicurazioni", 1966, 1, p. 36), Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., I, p. 490, impugnan este
seguro por sus efectos: 1) multiplica las culpas y los daños; 2) aumenta los litigios en
responsabilidad; 3) tiende a aumentar los montos de las indemnizaciones e incita a su vez a
ampliar el seguro.
El aliciente a la negligencia se combate con el recurso contra el asegurado por la franquicia
incondicional (esto es, no asegurada) y el descubierto obligatorio.
El aumento del monto de las indemnizaciones no tiene su fuente en el seguro, sino en una
mayor conciencia social de la necesidad de la reparación integral a la víctima. El aumento de
los litigios es una consecuencia del crecimiento masivo de los hechos dañosos y de la
importancia de los daños por el incremento de empleo de medios cada vez más peligrosos.

(155) Hémard, nº 451; Gasperoni, p. 841; Besson y Picard, II, ps. 6 y ss.; Donati, Trattato, III,
nros. 726 y ss.; Durante, L´assicurazione di responsabilit… civile, 3ª ed., nros. 25 y ss.; Bruck-
M”ller, I, § 1, nº 29.
Ya carece de actualidad ocuparse del problema de su licitud: ver Halperin, Contrato de seguro,
2ª ed., p. 34.

(156) Spilrein, ob. cit., ps. 31 y ss.; Besson y Picard, III, nº 135; Donati, Trattato, III, nº 729.

(157) Ver sobre el tema: Matteucci, La responsabilidad civil de los automovilistas y el seguro
obligatorio en la reciente legislación alemana, en "Assicurazioni", 1940, 1ª parte, p. 446;
Molinaro, La cobertura obligatoria de los riesgos de la responsabilidad civil por autovehículos
en Gran Bretaña, en "Assicurazioni", 1949, 1ª parte, p. 129; Jannitti Piromallo, Seguro y
responsabilidad civil en la circulación de vehículos a motor, en "Assicurazioni", 1956, 1ª parte,
p. 32; Matteucci, El seguro obligatorio de los autovehículos en el ámbito europeo, en
"Assicurazioni", 1956, 1ª parte, p. 47; Piarlet, El seguro automóvil obligatorio en Bélgica, en
"Rev. Gén. Ass. Terr.", 1957, p. 5; Durante, Breves notas del pretendido carácter social del
seguro obligatorio de autovehículos, en "Assicurazioni", 1957, 1ª parte, p. 32; Picard, El seguro
automóvil obligatorio, en "Rev." cit., 1959, p. 5; De Cocci, El seguro obligatorio de los
vehículos a motor por la responsabilidad civil en Italia, en "Assicurazioni", 1960, 1ª parte, p.
497; Besson, El seguro automovilístico obligatorio en Francia, en "Assicurazioni", 1960, 1ª
parte, p. 531; Ehrenzweig, El seguro de la responsabilidad civil automovilística en los Estados
Unidos, en "Assicurazioni", 1960, 1ª parte, p. 548; Hellner, El seguro automovilístico en
Suecia, en "Assicurazioni", 1960, 1ª parte, p. 556; M”ller, El seguro automovilístico obligatorio
en la República Federal Alemana, en "Assicurazioni", 1960, 1ª parte, p. 569; Stark, El seguro
automovilístico obligatorio en Suiza, en "Assicurazioni", 1960, 1ª parte, p. 598; Wets, El seguro
automovilístico obligatorio en Bélgica, en "Assicurazioni", 1960, 1ª parte, p. 607; Peretti-Griva,
La ley francesa de 27 febrero 1958 sobre el seguro obligatorio de la responsabilidad civil por
autovehículos, en "Assicurazioni", 1958, 1ª parte, p. 115; Colasso, En materia de seguro
obligatorio de autovehículos, en "Assicurazioni", 1958, 1ª parte, p. 210; Molinaro, Luigi, Alcuni
aspetti del problema tecnico dell´obbligatoriet… delle assicurazioni di responsabilit… civile
autoveicoli: premi, costi e garanzie, en "Assicurazioni", 1964, 1, p. 507; La disciplina del
risarcimento del danno alle vittime della strada (Informe de la Comisión de AIDA), en
"Assicurazioni", 1965, 1, p. 46; Grigoli, Michele, Natura dell´assicurazione obbligatoria della
responsabilit… per danni sulla superficie, eod. loc., 1965, 1, p. 24; Olivencia Ruiz, M.,
Problematica dell´adozione dell´assicurazione obbligatoria di responsabilit… civile in Spagna,
en "Assicurazioni", 1965, 1, p. 116; Domagala, Marian, L´assicurazione automobilistica
obbligatoria en Polonia, en "Assicurazioni", 1964, 1, p. 536.

95
El crecimiento del número de víctimas hace de éste un problema grave, no sólo de
indemnización, sino de seguridad para el tránsito: sanciones penales, limitación de potencia de
los vehículos, etc.

(158) ADLA XV-A-690. Ver Halperin, Isaac, Seguro obligatorio de la responsabilidad civil por
el uso del automotor, en LL 44-915.

(159) ADLA XV-A-691.

(160) ADLA IV-1261.

(161) ADLA VII-1170.

(162) ADLA VIII-1572, IX-B-2795 y IX-B-2811, respectivamente.

(163) El incesante progreso, con la aparición de nuevas fuentes de responsabilidad o nueva


apreciación o consideración de formas clásicas, provoca el planteo de la asegurabilidad de esas
responsabilidades o nuevo enfoque de la cobertura. Ver, v.gr., Mohorade, A., El seguro de
protección e indemnidad, en LL 125, secc. Doctrina; Simone, O. B., El ruido de las aeronaves
en el nuevo Código Aeronáutico argentino, en LL 128, secc. Doctrina.

(164) Warkallo, Witold, L´assicurazione del profitto sperato . . ., en "Assicurazioni", 1966, 1, p.


390; Orsatti, Luigi, Considerazioni sull´assicurazione "ch“mage", en "Assicurazioni", 1965, 1,
p. 493.

(165) Para su estudio, ver Hémard, II, nros. 519 y ss.; Ancey, Les risques du crédit, 2ª ed.; De
Tarde Guillaume, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1930, p. 475, Les bases théoriques et pratiques de
l´assurance crédit; Des Brosses, Jean, L´assurancecrédit et les banques, en "Rev. Gén. Ass.
Terr.", 1930, p. 866; Vanard, R., L´insolvabilité au sens de l´assurance-crédit, en "Rev. Gén.
Ass. Terr.", 1933, p. 770; Besson y Picard, III, nros. 107 y ss.; Donati, Trattato, III, nº 704 y
ss.; Friedman, El seguro de crédito, en "Seguros y Bancos", 1936; Ravazzoni, A., Problemi
relativi al pagamento da parte dell´istituto garante nelle c. d. polizze o comisione fideiussorie,
en "Assicurazioni", 1964, 1, p. 493; Ravazzi, P., Andamento e prospettive dell´assicurazione dei
crediti all´esportazione, en "Assicurazioni", 1965, 1, p. 358; Gambari, A., en "Assicurazioni",
1965, 2, p. 68; De Duo Izaurieta, E., Seguro de crédito, en ED 12-841; Salemi, L´assicurazione
del credito, 1959, Milán.

(166) Ver una exposición del problema y las soluciones propuestas, en Donati, ob. cit., III,
nros. 707 y ss.

(167) Joaquín Garrigues señala que tanto el seguro de crédito como el de caución otorgan una
garantía que protege contra las consecuencias de la falta de pago de un crédito; pero que existe
una diferencia de grado: en tanto el seguro de crédito exige que se acredite la insolvencia del
deudor, en el de caución basta con el mero impago o incumplimiento. Ésta es una distinción
basada en la entidad del riesgo y no en su diferencia (Contrato de seguro terrestre, p. 350,
1983, Madrid). Esa diferencia de grado se verifica en los requisitos establecidos para la
configuración del siniestro en esta especie de seguros.

96
(168) A complementar dicha regulación concurren diversas disposiciones, entre ellas, las
normas de los decretos nacionales 411/69 Ver Texto, 4294/69 Ver Texto, 3869/71 Ver Texto
y 5720/72 Ver Texto, art. 34 , inc. f, y la resolución 73/76 del Ministerio de Economía;
garantías aduaneras, resoluciones 20486/79; 22004, art. 4; 2720/82 y 28312/85 , de la Junta
Nacional de Granos; decreto 8826/78 , art. 1.6.2, y decreto 2320/86 de la Municipalidad de la
Ciudad de Buenos Aires; decreto 3300/72 Ver Texto, art. 25, inc. 2, decreto 1833/83 , art. 1,
decretos 1340/84 Ver Texto y 2190/84 , art. 1, de la provincia de Buenos Aires, etc.

(169) Se podría llegar a sostener que en el seguro de caución existe también un interés del
tomador, que lo impulsa, precisamente, a contratar el seguro. Pero, por una parte, es de señalar
que por interés asegurado se debe entender aquel que está vinculado de modo específico a la
cobertura y que, si resulta afectado por el siniestro, el seguro va directamente a restaurar el
perjuicio sufrido. Los intereses indirectos no forman parte del "interés asegurable" ni dan
acción para reclamar del asegurador su resarcimiento. En este seguro, la inacción del tomador
es causa del daño y su patrimonio no está amparado por el seguro, que tomó "para otro". Es
más: la cobertura instituye expresamente una acción de reintegro en favor del asegurador, en la
medida del pago realizado al asegurado. No obstante, este seguro adquiere, aquí, modalidades
propias: la contratación aparece entonces netamente a favor del tercero, a quien no se le podrá
exigir el reintegro de la prima que establece el art. 25 Ver Texto, LS, para los seguros por
cuenta ajena en general, ni negársele la posesión material de la póliza, que instrumenta no sólo
el seguro sino, además, la obligación explícita de garantía asumida por el asegurador hacia ese
tercero asegurado, y se aparta así de lo establecido en dicho art. 25 Ver Texto, LS.

(170) Sobre este punto, ver Bruck, ps. 69 y ss.; Donati, Trattato, III, nro. 546.

(171) Donati, Il contratto di assicurazioni in abbonamento, en "Assicurazioni", 1935, 1ª parte,


p. 11, y Trattato, II, nros. 529 y ss. Ver también Quinteiro, Jesús, El seguro flotante de
pasajeros en las sociedades cooperativas, en "Rev. de Ciencias Económicas", Rosario, 1948, p.
49.
Donati, Trattato, III, nº 659, sostiene que el seguro polianual contra granizo es un auténtico
contrato de abono, porque varía en cada ciclo agrícola la clase del sembrado, la extensión, la
prima, etc.

(172) Donati, ob. cit., en "Assicurazioni", 1931, 1ª parte, p. 16, y Trattato, II, nros. 538 y ss.
Ver en Donati, art. cit., ps. 16 y ss., y en Gasperoni, vº Assicurazioni, nº 23, un elenco de las
doctrinas expuestas para explicar la naturaleza jurídica; se debe señalar las que niegan que se
trate de un contrato único, y las que consideran que existe un contrato preliminar o un
contrato normativo.

(173) Ob. y lug. cits. en nota 111. Para Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 84, versa sobre objetos
susceptibles de cambio a voluntad del asegurado, y se completa con la declaración de alimento.

(174) Donati, en "Assicurazioni", 1935, 1ª parte, p. 25; y Trattato, II, nros. 540 y ss.
Es el momento en que nace el riesgo, y en que también nace la obligación de pagar la prima: C.
Nac. Esp. Cap., 9/4/1951, LL 62-766.
Se llama "declaración de alimento" por una acepción extensiva de este término: por ella
adquiere "vigor".

97
(175) Vivante, Trattato, nº 1874, y Contratto, nº 85; Donati, Trattato, II, nros. 541 y ss.

(176) Vivante, ob. y lug. cits. en nota 115; Gasperoni, vº Assicurazioni, nº 23; Donati, Trattato,
II, nº 542 (si existen declaraciones no contempladas, media exclusión).

(177) Vivante, Trattato, nº 1874; Donati, Trattato, II, nros. 541 y 542.
Sobre la trascendencia del retardo en la declaración de alimento, ver Ferrarini, en
"Assicurazioni", 1953, 2, p. 151.

-----

XII

32. Seguros de personas.

Seguros de personas son los que garantizan el pago de un capital o una renta cuando se
produce un hecho que afecta la existencia, salud o vigor del asegurado: generalmente terminan
en un pago en dinero, pero las prestaciones están subordinadas a hechos atinentes
directamente a la persona del asegurado (178) . La ley los legisla en los arts. 128 Ver Texto a
156 Ver Texto.

No tienen carácter resarcitorio (art. 49 Ver Texto, 2º párr., según el concepto del art. 1 Ver
Texto, in fine, y concordantemente con el tercer párrafo del art. 51 Ver Texto y art. 143 Ver
Texto, 1er. párr.). De ahí que no proceda la subrogación en los derechos contra el tercero
responsable (art. 80 Ver Texto, párrafo final) (179) , ni las reglas referentes al sobreseguro y al
infraseguro, limitadas al seguro de daños patrimoniales, por su ubicación en el capítulo II,
dedicado a éstos (ver art. 65 Ver Texto), y se apliquen normas especiales sobre rehabilitación
del contrato, como es el art. 142 Ver Texto.

98
Sobre esta suma asegurada -como uno de los elementos técnicos esenciales del contrato- se
calculará la prima.

Se incluyen en esta categoría no sólo el seguro para el caso de muerte del asegurado o de un
tercero (art. 128 Ver Texto), sino también cualquiera vinculado con la vida humana (de
supervivencia, mixto, etc.) (art. 148 Ver Texto), de accidentes personales (arts. 149 Ver Texto y
ss.), y ya sea que se contraten individualmente o en forma colectiva (arts. 153 Ver Texto y ss.).

(178) Lepargneur, nº 1371; Bruck, ps. 81 y 82; Besson y Picard, IV, nº 1; Donati, Trattato, III,
nº 828.

(179) De ahí que exista seguro sobre la vida cuando se convino el pago de una suma fija y se
dejó a los beneficiarios las acciones resarcitorias contra los terceros responsables: Sup. Corte
Bs. As., 27/8/1948, LL 52-736.
Sobre el carácter no resarcitorio, ver Vivante, Contratto, p. 367; Vance, ps. 80 y ss.; Rivarola,
nº 1179; así como los fallos de la Sup. Corte Bs. As., 8/6/1955, LL 80-589, y C. Nac. Com.,
19/10/1955, LL 83-384. Contra: Obarrio, ps. 105 y 121; Segovia, nota 1912. Adde: autores
citados supra, en nros. 10 y ss.
No cambia porque sea accesorio de otro: v.gr., combinado -sin costo- con depósitos en caja de
ahorro (circular 649 del Banco Central, 19/8/1968).

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33. Seguro sobre la vida.

El seguro sobre la vida es un verdadero seguro, no obstante los esfuerzos doctrinales para
considerarlo una especie de capitalización o mutuo (180) : se dan los dos elementos
repetidamente negados: riesgo y prima (181) .

99
Hay riesgo, "porque la muerte influye con un álea capaz de oscilaciones amplísimas sobre las
obligaciones de los contratantes, sea que apresure, retarde o excluya el cumplimiento". Si se
piensa que la muerte interrumpe el pago de la prima anual y anticipa el pago del capital
asegurado, y en la disminución progresiva del valor adquisitivo del dinero, aparece plenamente
el error de la opinión que niega a la muerte el carácter de riesgo en el seguro sobre la vida para
el caso de muerte (182) . Con tanta mayor razón si el seguro no es plurianual.

El pago de una suma única o periódica por el asegurado, tiene los caracteres jurídicos y
técnicos de la prima: es el precio del riesgo, calculado con arreglo a una hipótesis estadística y
financiera, y forma con las demás el fondo con que la empresa satisface sus obligaciones. Tiene
todos los caracteres de la prima: época de pago; es debido por cada período que comienza a
correr; se debe restituir si el riesgo desaparece antes de que el asegurador lo soporte; etc. El
pago facultativo -en el seguro plurianual- después del primer período (art. 134 Ver Texto, 1er.
párr.) no afecta: es la adaptación del contrato a las posibles variaciones económicas; es usual en
el seguro patrimonial como facultad de ambas partes (183) , y en muchos otros contratos de
ejecución continuada (locación de cosas y de servicios, contrato de suministros, etc.).

Téngase presente que en el seguro sobre la vida, en cualquiera de sus formas, esta facultad de
rescindir queda limitada al asegurado: que el asegurador no puede rescindir, no sólo resulta así
del art. 134 Ver Texto, que limita la facultad al asegurado, sino también por las características
del contrato, en que se asume por el asegurador un riesgo normal y crecientemente agravado
por la edad y estado de salud del asegurado. Esta exclusión ya era consagrada por la práctica
comercial.

34. Beneficios.

La práctica del seguro sobre la vida es altamente ventajosa como realización de un


pensamiento de previsión, en favor de quienes la desaparición del tomador puede importar
privaciones y miseria.

Con este criterio, la ley en su art. 128 Ver Texto, 3er. párr., autoriza a los menores que han
cumplido 18 años a contratarlo siempre que designen como beneficiarios a sus ascendientes,
descendientes o hermanos que se hallen a su cargo (esta capacidad ha quedado ampliada por la
ley 17711 Ver Texto, de reformas al Código Civil: v. infra, capítulo III, nº 2).

100
El temor de que pueda constituir un aliciente para el crimen no sólo no es serio (porque se
podría aplicar a las sucesiones, al usufructo, etc.), sino que se destruye por distintas
disposiciones de la ley:

a) Cuando es sobre la vida de un tercero, con el requisito de su consentimiento o del de su


representante legal si fuere incapaz (art. 128 Ver Texto), que el mismo artículo completa con la
prohibición de asegurar la vida del interdicto y del menor de 14 años, porque no se percibe el
interés efectivo en un seguro de estas personas.

Lo completa el art. 136 Ver Texto, 1er. párr., con la liberación del asegurador "si la muerte ha
sido deliberadamente provocada por un acto ilícito del contratante".

b) Cuando es un seguro en beneficio de un tercero, con la caducidad del beneficio cuando "el
beneficiario [. . .] provoca deliberadamente la muerte del asegurado con un acto ilícito" (art.
136 Ver Texto, 2º párr.), esto es, cuando no se trata de un cuasidelito (homicidio culposo, p.ej.,
mero accidente del tránsito).

35. Definición y caracteres.

Existe contrato de seguro sobre la vida cuando el capital o la renta que el asegurador se obliga
a pagar y la prima que recibe del estipulante están calculados sobre la duración de la vida
humana.

El art. 1 Ver Texto de la ley lo comprende en la amplitud de sus términos. En el art. 1 del
anteproyecto se aceptaba la definición del art. 1882, Código Civil italiano, trascrita infra, bajo
letra f.

La expresada es la definición de Vivante, a la cual hemos sustituido el requisito de la empresa,


reemplazando esta palabra por la de asegurador.

Se han enunciado muchas definiciones. Entre otras:

a) "Es el contrato consensual, bilateral, aleatorio, por lo general de ejecución continuada,


mediante el cual un contratante que se obliga a una prestación, generalmente anual o semestral,
y que se llama prima, se hace prometer por el asegurador el pago de una suma (suma

101
asegurada) al vencimiento de un término; o estipula que el asegurador pagará la suma asegurada
a la muerte o según la duración de la vida del asegurado (o de otra persona) al estipulante o a
sus herederos o a otro beneficiario" (Lordi, nº 808).

b) "Es un contrato por el que, por una cotización anual (prima), cuyo monto, fijado por
procedimientos matemáticos, se paga por una persona (asegurado), una individualidad,
asegurador, se obliga a pagar una suma determinada (capital asegurado o beneficio), cuando se
realicen en la existencia del asegurado ciertos acontecimientos, por ejemplo, si hay deceso, o,
por el contrario, si hay supervivencia en una época convenida" (Lefort, I, p. 6).

c) "Es un contrato por el que el asegurador, mediante una prima anual o única, promete una
suma de dinero al contratante o a sus derechohabientes, para ciertas eventualidades que
dependen de la vida o de la muerte del contratante o de un tercero asegurado" (Lepargneur, nº
1376).

d) "Es un contrato en virtud del cual uno de los contrayentes, el asegurador, se obliga respecto
del otro contratante, mediante una prima única o periódica, a pagar al mismo o a un tercero
designado o no designado aún, una suma de dinero representada por un capital o una renta, sea
a una época convenida, si la persona vive en esa época, sea a la muerte de la persona
determinada" (Castillo, nº 196, p. 144).

e) "Es una convención en virtud de la cual una persona se obliga hacia otra, mediante una
prestación única o periódica, a entregar al mismo contratante o a un tercero una suma de
dinero, ya constituya ésta un capital o una renta, en una época convenida, si la persona vive en
esa época o en la de su fallecimiento" (Obarrio, p. 112, nº 49).

f ) "Más precisa y analíticamente, como ese contrato de seguro por el cual el asegurador se
obliga a pagar un capital o una renta al verificarse la muerte del asegurado o su supervivencia a
determinada fecha o término fijo, cesando en tal caso, o que se verifique la premuerte, la
obligación de pagar la prima" (Donati, Trattato, III, nº 828). Aunque halla aceptables los
conceptos del art. 1882, Código Civil italiano: "Ese contrato con el que el asegurador, contra el
pago de la prima, se obliga a pagar un capital o una renta al verificarse un hecho atinente a la
vida humana", y también la muy sintética descripción de Gierke: "El seguro contra la
incertidumbre de la duración de la vida humana".

36. Clasificación. Distintos tipos.

102
La suma asegurada se puede pagar en forma de capital o de renta: no varía la naturaleza del
contrato (art. 143 Ver Texto).

El seguro puede ser sobre la vida propia o la ajena. Técnicamente no afecta. El art. 549 Ver
Texto, CCom., exigía la existencia de un interés en la vida del tercero al momento de contratar.
La ley requiere el consentimiento del tercero (art. 128 Ver Texto, 2º párr.): este consentimiento
prueba por sí la existencia del interés a que se refiere, en general, el art. 2 Ver Texto (184) .

La distinción de los seguros según sea incierto el momento del pago (de muerte, mixto) o si se
ignora si se pagará o no (temporario de muerte, de supervivencia puro), carece de
trascendencia para la unidad de la rama, porque son modalidades accesorias.

La clasificación racional está dada por la distinción de los seguros para los casos de muerte, de
vida (supervivencia) y mixtos:

a) en los seguros para el caso de muerte, se comprenden los contratos en que la muerte del
asegurado hace más grave la obligación del asegurador, sea que haga exigible la prestación del
asegurador o detenga el pago de las primas (cuando exista un plazo para el pago del capital,
aunque la muerte se produzca antes, v.gr.);

b) en los seguros para el caso de vida (supervivencia), se incluyen los contratos en que la
supervivencia del asegurado agrava las obligaciones del asegurador;

c) en los seguros mixtos se combinan ambos acontecimientos (185) .

En cuanto a la renta vitalicia, cuando es onerosa, se debe juzgar que se trata de un seguro:
Corte Suprema de la Nación, 11/4/1930, JA 32-922; C. Fed. La Plata, 18/11/1929, JA 31-802;
Vivante, Trattato, nº 1984, y Contratto, nº 483; Gasperoni, p. 820; Donati, Trattato, II, nº 265,
letra c.

Obarrio, p. 113, seguido por Malagarriga, nº 287, objeta que en la renta vitalicia se paga un
capital y se provee a una renta; mientras que en el seguro se pagan pequeñas sumas para recibir
un capital. Esta objeción olvida que el seguro se puede constituir con una prima única, y que la
liquidación del capital asegurado en forma de renta no le hace perder sus caracteres propios. Se
descuida que en la renta vitalicia también se especula sobre la vida humana: "El seguro de una
renta vitalicia -expresa Vivante- puede resolverse en una serie continua de seguros anuales para
el caso de vida".

103
En nuestro país los contratos más usuales son los mixtos, y algunos tipos para el caso de
muerte; en cambio, los contratos para el caso de vida son poco empleados. Los más corrientes
son:

1) Para el caso de muerte:

a) Después del pago de un número de anualidades, se paga al beneficiario designado.

b) Análogo al anterior, con cesación del pago de las primas si el asegurado fallece antes de
haberse pagado determinado número de anualidades.

c) De vida entera, por el cual se pagan las primas hasta la muerte del asegurado, momento en
que se abona al beneficiario el capital o la renta convenidos.

2) Para el caso de vida: las primas se pagan por un término dado, y la suma convenida, si el
asegurado sobrevive. Se combina con distintos beneficios adicionales.

3) Los contratos mixtos:

a) En su forma más frecuente, se paga la suma asegurada si el contratante sobrevive en


determinada fecha; o al beneficiario designado, si fallece con anterioridad.

b) Admite diversas combinaciones de liquidación de la suma asegurada, sea en forma de renta,


o uniendo el pago de una renta y un capital; o se difiere el pago del capital para una fecha fija,
etc.

Todos estos contratos admiten a su vez otros beneficios accesorios, si se pagan las sobreprimas
pertinentes (186) :

1) participación en las utilidades con reparto anual o quinquenal, que se pueden imputar al
pago de la prima, o aumentar el capital asegurado. Si no se distribuye anualmente, devenga
intereses (v. art. 29 del proyecto de ley de empresas).

2) doble indemnización en caso de muerte por accidente;

104
3) exención del pago de la prima en caso de accidente.

La inflación que azotó al país causaba la destrucción del ahorro produciendo un cambio
sustancial en la comercialización de este seguro, que era sustituido por planes de seguros
anuales, con graves inconvenientes para su perduración.

37. Seguro popular sobre la vida.

El seguro popular sobre la vida no se ha difundido en nuestro país. Halló un sustituto, aunque
en campo limitado, en el seguro obligatorio de los empleados del Estado (v. infra, nº 45).

Originado en Inglaterra, es muy empleado en Suiza, Alemania, Japón, Francia, Italia y Estados
Unidos; se presta a las mismas combinaciones que el seguro ordinario.

Se caracteriza por la falta de examen médico previo, que el asegurador compensa con un plazo
de no garantía (que se denomina de carencia), por el cual el asegurado no tiene derecho al
capital asegurado si el siniestro se produce en un término dado, dos o tres años. La prima se
paga en plazos breves (semanal o mensualmente); el capital asegurado es limitado, y las pólizas
son muy simples (187) . Exige notable estabilidad económica y monetaria para que llene una
función útil y pueda arraigar y difundirse.

(180) Ver Donati, Trattato, III, nº 828 y sus referencias; Vivante, Contratto, p. 365, nota 2, y nº
480, ps. 367 y ss.

(181) Y empresa, agrega Vivante, conforme a su teoría: Trattato, nº 1982.

(182) Vivante, Trattato, nº 1982, y Contratto, nº 478, y autores citados en nota 119.

(183) Ver obras citadas en nota 122.

(184) Donati, Trattato, III, nº 862, así lo sostiene para Italia, donde rige sistema análogo.

105
(185) Participo del criterio de Bruck, p. 81; Donati, Trattato, III, nº 831, y de la C. Nac. Civ. 2ª
Cap., 31/8/1934, JA 47-660.
Vivante los clasifica entre los seguros para el caso de muerte, porque la situación del
asegurador sólo es agravada por la muerte (Trattato, nº 1991, y Contratto, nº 522). Para otros,
son dos contratos instrumentados en un acto único: Besson y Picard, IV, p. 62. Ver en Donati,
ob. y lug. cits., un elenco más amplio sobre estas opiniones.

(186) En la práctica, estos tipos de seguros admiten gran variedad de combinaciones y


beneficios adicionales: ver un elenco en Vivante, Trattato, nros. 1991 y 1992, y Contratto, nros.
518 a 531; Lefort, I, ps. 96 a 135; Besson y Picard, IV, nros. 18 y ss.; Donati, Trattato, III,
nros. 830 y ss.; Di Lillo, A., en "Assicurazioni", 1966, 1, p. 165, sobre riesgo de invalidez; etc.

(187) Ver Hémard, II, nros. 639 y 640; Lepargneur, nº 180; Besson y Picard, IV, nros. 42 y ss.,
y 2ª ed., I, p. 639; Donati, Trattato, III, nº 836; De Larramendi, I., Seguro popular de vida, en
"Riesgo y Seguro", 1949, p. 397. La ley francesa de 1930, art. 83, le fija un capital máximo de
10.000 francos antiguos, y hace obligatorio el pago de la primera prima (actualmente, el
máximo es de 4.000 francos de capital y 90 francos de renta); en Italia no puede superar las
300.000 liras.

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37 bis. Seguro individual de accidentes.

El seguro individual de accidentes también es un seguro de personas (188) : así resulta


claramente de la ubicación de su régimen en la ley, la cual lo prevé en los arts. 149 Ver Texto a
152 Ver Texto, integrantes de la sección II del capítulo III, dedicado al seguro de personas.

Esta opinión no es pacífica, ya que la doctrina italiana se inclina a incluirlo entre los seguros de
daños (189) , aunque no existe acuerdo sobre en qué consiste el perjuicio: Valeri afirma que es
de lucro esperado; afirmación que Moraglia contradice enérgicamente (190) ; para Donati es el
daño que sufre el cuerpo, fijado forfetariamente (191) .

Valeri sostiene que no es seguro de personas por lo siguiente (192) :

106
a) sus bases técnicas: la estadística de siniestros, y no las tablas de mortalidad;

b) el riesgo garantizado, que en el de las personas es la vida o la muerte, sin causas


determinadas; mientras que las del infortunio son minuciosamente fijadas;

c) la prueba;

d) la intención resarcitoria. En los seguros de daños se cubren riesgos determinados, derivados


de causas inopinadas; el resarcimiento es accidental en el seguro sobre la vida. "Se trata de
hechos de orden particular, en oposición al riesgo genérico de mortalidad o longevidad; de
carácter dañoso, justamente como los que afectan bienes patrimoniales; de producción incierta,
a semejanza de los otros seguros de daños". La indemnización se adecua -en lo posible- al
daño económico: salario, gravedad de las lesiones, etc. Su fijación forfetaria es sólo una
modalidad de la liquidación, liquidación convencional, anterior al evento; con esto no se viola
la naturaleza resarcitoria del contrato. Tampoco cabe arg ir que se contrata sobre la persona
humana. La circunstancia de que el seguro del accidente del trabajo sea de indemnización
ratifica su opinión.

Moraglia los clasifica entre los de intereses:

a) por el interés asegurado; aunque excluye que sea de lucro esperado, "porque su objeto es el
interés del asegurado en conservar intacta de desgracias accidentales su potencia productiva
(valor actualmente existente) y evitar el dispendio consiguiente a una lesión"; y el seguro de
beneficio esperado, "tiene por objeto el interés que no sobrevenga ningún hecho que haga
imposible el beneficio o aumento de valor esperado";

b) por el álea, que tiene carácter distinto;

c) por su funcionamiento: el de vida es a largo plazo; la prima se reparte en cuotas anuales


periódicas. En cambio, el de accidentes no tiene una duración propia, sino que se pacta
libremente; la prima se debe íntegramente desde que el contrato entra en vigor, sin que el álea
influya en su medida (193) .

Rivarola adopta una posición ecléctica; si del accidente se produce la muerte, el seguro es de
persona; pero si resulta una incapacidad, es indemnizatorio. En realidad, afirma que hay una
combinación de dos contratos, que pueden funcionar aisladamente (194) .

107
Donati resume (195) su opinión en el mismo sentido:

1) Desde el punto de vista conceptual, no existe duda alguna de que el accidente es un


siniestro, que afecta un bien susceptible de valor, cuyo daño admite fijación forfetaria.

2) En materia de legislación de las empresas, se incluye entre los seguros de daños.

3) Por la función y estructura del vínculo: se le aplica la subrogación; falta la reserva


matemática y su correlativo, el rescate.

4) Su régimen es conciliable con el de daños.

Todos estos argumentos son inaplicables al beneficio adicional de indemnización de accidentes


en el seguro sobre la vida, en el cual la indemnización se calcula sobre el capital asegurado, sin
tener en cuenta la profesión o la renta del trabajo, … forfait.

En cuanto al seguro individual de accidentes, cabe señalar entre sus caracteres:

a) La suma asegurada no se fija en la práctica en proporción a las rentas o salarios ganados. Si


bien el asegurador considera esos ingresos, no lo hace para proporcionar la indemnización sino
para ponderar el azar moral, como lo hace también en los seguros sobre la vida.

b) El asegurador no se subroga en los derechos del accidentado contra los terceros (art. 80 Ver
Texto, último párrafo).

c) La suma o renta asegurada se pacta … forfait, según la duración o secuelas permanentes, sin
relación con los efectos de la incapacidad sobre el rendimiento del trabajo.

Volpe Putzolu (196) estima que no tiene la misma causa que el seguro sobre la vida; el interés
al resarcimiento se debe examinar en el asegurado y no en el beneficiario (p. 210); "[. . .] el
elemento determinante para los fines de la calificación indemnizatoria [. . .] aun para el caso de
muerte, es la naturaleza intrínsecamente dañosa del evento riesgo (infortunio mortal) y su
previsión como presupuesto del derecho a la indemnización en una categoría contractual
unitaria (póliza accidentes), esencialmente informada por la disciplina del seguro contra los

108
daños" (p. 214), careciendo de trascendencia la no subrogación del asegurador, porque éste es
un problema de política legislativa (p. 226).

Las razones expuestas por Valeri, Moraglia, Donati y Volpe Putzolu no destruyen las
conclusiones lógicas de estos caracteres.

No es requisito jurídico que los seguros de personas se ajusten a las tablas de mortalidad; ni
siquiera es técnico: por ejemplo, en el seguro sobre la vida, accesorio de la suscripción de un
periódico, o el seguro obligatorio de los empleados del Estado, en nuestro país (v. infra, nº 45),
o en el seguro automático anexo a una cuenta bancaria en caja de ahorros.

No es exacto que las causas del infortunio sean minuciosamente determinadas. Al contrario, la
enunciación es genérica: la determinación se hace en forma negativa, por exclusión de
determinadas causas, no mucho más extensas que para el seguro para el caso de muerte (197) .

La intención resarcitoria puede no existir; como puede existir en el seguro sobre la vida en
favor o garantía de un acreedor, sin que por esto cambie su naturaleza: el motivo de las partes
para contratar no puede trasformar la naturaleza jurídica de un contrato.

El interés asegurado no es patrimonial. Es análogo al interés exigido en los seguros sobre la


vida, que debe existir sólo al tiempo de celebrarse el contrato. Tampoco es necesario que exista
al tiempo de la ejecución por el asegurador. Es decir que el interés asegurado no reúne las
características fundamentales del recabado en los seguros de intereses.

El álea tiene carácter idéntico al álea de los seguros sobre la vida; por ejemplo, en los seguros
temporarios para el caso de muerte o en los seguros de supervivencia.

El plazo no afecta; es una modalidad accesoria. Sin contar que existen seguros sobre la vida de
plazo breve, como los temporarios, incluso sólo por días y hasta por horas.

Tampoco el plazo largo caracteriza al seguro sobre la vida, sino que permite una financiación
más cómoda para el tomador, porque de lo contrario le requerirá el pago de fuertes primas: no
hay que olvidar que el seguro sobre la vida, desde el punto de vista de su financiación, es una
operación de capitalización. De ahí la formación de la reserva matemática y el rescate, que no
existen en los seguros colectivos sobre la vida ni en los de duración muy breve (es decir, que
no sean plurianuales), cada vez más frecuentes sobre todo por el empleo de ciertos medios de
trasporte.

109
La fijación del monto a ser pagado según las lesiones recibidas y la incapacidad resultante es
una modalidad de la liquidación del capital o renta debida y no una indemnización, porque
puede concurrir con el resarcimiento que deba el tercero responsable y no existe subrogación
del asegurador que paga; por otra parte, como ya se destacó, la suma asegurada se fija
libremente (v. ap. a, precedente).

(188) Bruck, ps. 81 y 82; Hémard, II, nº 602; Besson y Picard, II, nº 11, y IV, nº 256; Zavala
Rodríguez, ob. cit., II, nº 1969; Donati, Manlio, en "Assicurazioni", 1953, 1, p. 41; Colasso,
eod. loc., 1961, 1, p. 448; Garobbio, eod. loc., 1954, 1, p. 154, con referencia al derecho suizo;
Malagarriga, III, p. 494.
La Corte de Casación de Italia lo ha resuelto así (fallos de 19 de mayo y 7 de junio de 1951,
"Assicurazioni", 1951, 2, ps. 10 y 17), al igual que la Corte de Casación francesa (26/11/1963;
ver Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 615, nota 14 bis).
Ver respecto del seguro de accidente de un tercero, Sotgia, Sergio, en "Assicurazioni", 1964, 2,
p. 211, y Carresi, Franco, en "Assicurazioni", 1965, 2, p. 181.

(189) Ver Donati, Trattato, III, nº 810. Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., I, p. 625, se inclina por
juzgar que es un seguro de daños si sólo debe subvenir a los gastos de asistencia médica.

(190) Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1909, 2ª parte, p. 535; Moraglia, en "Riv. Dir. Comm.",
1937, 2ª parte, p. 137.

(191) Donati, Trattato, III, nros. 810 y 811.

(192) Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1907, 2ª parte, p. 558, y 1909, 2ª parte, p. 535.

(193) Moraglia, en "Riv. Dir. Comm.", 1932, 2ª parte, p. 137.

(194) Rivarola, IV, nº 1193, p. 489.

(195) Trattato, III, nº 811.

(196) Ob. cit., ps. 119 y ss.

(197) La póliza para accidentes personales, aprobada en 1968 -BO 27/6/1968-, dispone que
"se entiende por accidente toda lesión corporal que pueda ser determinada por los médicos de
una manera cierta, sufrida por el asegurado independientemente de su voluntad por la acción
repentina y violenta de o con un agente externo", y luego enumera diversos supuestos en los
cuales se considera que existe accidente.

110
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38. Seguro colectivo.

La ley le dedica los arts. 153 Ver Texto a 156 Ver Texto y el art. 120 Ver Texto.

Ha dado lugar a gran discusión doctrinal acerca de su naturaleza, complicada por la aplicación
contractual que se debe dar a la suma a pagar por el asegurador.

En los escasos fallos dictados por nuestros tribunales, no se ha reconocido que son contratos
en favor de tercero (198) ; se llegó a afirmar que engloban dos contratos: uno, del patrón con el
asegurador; y otro, de aquél con los beneficiarios (199) .

Según el art. 153 Ver Texto, se trata claramente de un seguro en favor de tercero, ya que los
integrantes del grupo o sus beneficiarios "tienen un derecho propio contra el asegurador desde
que ocurre el evento previsto" (es decir, nos hallamos en el supuesto legislado en el art. 504
Ver Texto, CCiv.). Con el efecto de que el producto o beneficio no ingresa a la sucesión (200) .
La facultad de reemplazar a los integrantes del grupo no afecta nuestra conclusión, porque el
beneficio no se adquiere definitivamente sino por el acaecimiento del siniestro previsto (tal
como ocurre en el seguro sobre la vida: art. 143 Ver Texto, 2º párr.).

39. Seguro colectivo: caracteres.

Es una forma de contratación -y no un tipo de seguro-, que en la práctica se refiere a los


seguros de personas (sea sobre la vida, sea de accidentes personales: art. 153 Ver Texto),
combinado con alguna frecuencia -en la práctica argentina- con el seguro de la responsabilidad
civil (art. 120 Ver Texto), especialmente la emergente del contrato de trabajo.

111
Son sus caracteres:

a) Se celebra con un tomador, que sólo puede ser asegurado cuando personalmente integra el
grupo por los accidentes que él mismo sufra (art. 156 Ver Texto, 1er. párr.), o cuando tiene un
interés económico lícito en la vida de un integrante y por el monto de este interés (art. 156 Ver
Texto, 2º párr.) -como es, por ejemplo, el supuesto del técnico contratado, que debe ser
reemplazado mientras dura la incapacidad; o por los gastos que se puedan imponer al tomador
en razón de esa incapacidad, como gastos de viaje del accidentado-. Asimismo, cabe que el
tomador sea beneficiario cuando se conviene que la suma a ser pagada debe cubrir en primer
término su responsabilidad civil hacia el integrante del grupo, siempre que la prima sea
íntegramente pagada por él (art. 120 Ver Texto) (201) .

Como se refiere a la vida de terceros, requiere el consentimiento de éstos (art. 128 Ver Texto).

b) Es por un plazo breve, generalmente anual; de ahí que no se constituyan reservas


matemáticas ni se aplique el rescate (art. 138 Ver Texto, inc. b).

c) Su monto es generalmente proporcional al salario, porque el capital se determina por la


prima que se paga, y ésta por el salario que se percibe.

d) "El contrato fija las condiciones de incorporación al grupo asegurado, que se producirá
cuando aquéllas se cumplan" (art. 154 Ver Texto, 1er. párr.) (p.ej., plazo de prueba en el
empleo).

e) Se ingresa al grupo sin examen médico previo; mas "si se exige examen médico previo, la
incorporación queda supeditada a esa revisación. Ésta se efectuará por el asegurador dentro de
los quince días de la respectiva comunicación" (art. 154 Ver Texto, 2º párr.), con el efecto de
que si el asegurador no realiza la revisación en ese término, integra el grupo por el mero
vencimiento del plazo, ya que su mora es automática (art. 15 Ver Texto, 1er. párr., in fine).

f ) La prima es uniforme.

g) La suma asegurada es variable, sea por la salida del grupo (p.ej., por cesantía o jubilación), o
por el ingreso de nuevos integrantes. El egreso del grupo se determina por el contrato: nada
impide convenir que quienes dejen de pertenecer a la empresa del tomador, v.gr., que
constituye el grupo, continúen como integrantes de él (expresamente así, art. 155 Ver Texto, in
fine).

112
(198) C. Nac. Com., 10/9/1912, "Jur. Trib. Nac.", setiembre 1912, p. 283; 23/6/1916, "Rev.
Leg. y Jur.", 9-79.

(199) C. Nac. Com., junio 1916, "Rev. Leg. y Jur.", 8-627. Ver C. Nac. Com., sala B,
"Rodríguez Haarley v. Wilson y Cía.", 1/9/1967, inédito.
Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 637, sostienen que es un precontrato, que se torna definitivo
cuando se incorpora al grupo. Ver sobre esta materia Shaw, Gordon W., en "Assicurazioni",
1966, 1, p. 507, y Morandi, en RDCO, año 1 (1968), p. 59.

(200) C. Nac. Com., 23/6/1924, JA 13-557.

(201) La ley 17418 Ver Texto en las disposiciones citadas viene a derogar la circular 277,
25/1/1952, de la Superintendencia de Seguros (ADLA XII-A-1004), que prohíbe al tomador
ser beneficiario.
El tomador es el único que mantiene relación jurídica con el asegurador: C. Nac. Com., sala B,
"Rodríguez Harley v. Wilson y Cía.", 1/9/1967, inédito.

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40 (a). Seguro sobre la vida obligatorio para los empleados del Estado.

Este seguro fue creado por la ley 13003 , que sufrió diversas modificaciones, con un texto
ordenado establecido mediante el decreto 1548/77 Ver Texto. En su art. 1 se expresaba que se
implantaba con carácter obligatorio "un seguro de vida colectivo para todo el personal al
servicio del Estado, que cubre los riesgos de muerte, incapacidad total y permanente e
incapacidad parcial y permanente del agente para el trabajo, en la forma que fije la respectiva
reglamentación". La gestión y administración de dicho seguro fueron puestas originariamente a
cargo de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro.

El decreto 1880/80 reglamentó dicha normativa legal estableciendo que el personal que se
incorporase al servicio del Estado quedaría automáticamente comprendido en este seguro (art.
2) (202) .

113
El referido decreto 1588/80 Ver Texto dispone, asimismo, que serán beneficiarios de este
seguro el cónyuge, los hijos o los padres del asegurado (en ese orden), salvo que el asegurado
manifieste su voluntad en contrario mediante designación expresa efectuada en la ficha de
incorporación, o cambio de beneficiario, o que las personas que hubiere designado hubiesen
fallecido antes que el asegurado. Si mediaren varias fichas con designaciones distintas,
prevalecerá la efectuada en último término (art. 41 Ver Texto). El asegurado podrá, en
cualquier momento, requerir por escrito el cambio de los beneficiarios (art. 42 Ver Texto). Si al
fallecer el asegurado no existiese alguno de los beneficiarios designados, acrecen los demás. Si
alguno de dichos beneficiarios falleciere después que el asegurado pero antes que se hiciere
efectivo el capital del seguro, la parte que le correspondía pasa a sus herederos en la forma y
proporción que establece el Código Civil. Si no existiere ninguno de los beneficiarios
designados, el derecho a percibir el capital asegurado pasará a los herederos del asegurado (art.
44 Ver Texto). Quienes dejen de pertenecer a la Administración pública, por jubilación o
retiro, podrán continuar incorporados al seguro, pero estará a cargo de los interesados el pago
de la prima, que será descontado de los haberes jubilatorios (decreto 1158/98 Ver Texto, art.
29 Ver Texto).

Además, en materia de prescripción, se aplicaba el término de diez años y las reglas del Código
de Comercio sobre suspensión e interrupción, con la aclaración de que la reclamación ante el
asegurador tenía efecto interruptivo: así lo disponía la ley 13003, art. 12 , t.o. por decreto
1548/1977 Ver Texto, luego modificado por el decreto 1158/98, art. 27 Ver Texto.

Es de recordar que el art. 157 Ver Texto de la ley 17418 establece que las disposiciones de su
título I ("Contrato de seguro") se aplican también al seguro obligatorio de vida de empleados
del Estado, salvo las que contradigan las normas de esa ley especial o su naturaleza.

41 (a). Seguro sobre la vida para espectadores de justas deportivas.

Fue organizado en forma obligatoria por la ley 14231 , posteriormente sustituida por la ley
19628 Ver Texto. Por resolución 26739 , S.S.N., se establecieron condiciones generales
uniformes para este seguro. La mencionada resolución determina dos fórmulas de contenido
análogo: una, para pólizas de contratación anual, y otra, para los seguros que fueren
contratados para un espectáculo o justa deportiva determinados.

En su art. 1 , dicha resolución expresa que ese seguro está destinado a cubrir, dentro de los
montos máximos de amparo que la ley determina, los daños que, en su integridad física, sufran
los espectadores de justas deportivas que se realicen en el país, en locales cerrados o al aire
libre, siempre que exista control de entrada. La cobertura comprende los riesgos de muerte,
incapacidad total o parcial permanente y los gastos de asistencia médica y farmacéutica,

114
originados por hechos ocurridos dentro de los locales o campos deportivos "en oportunidad
y/o con motivo del espectáculo" (arts. 1 Ver Texto y 2 Ver Texto, ley cit.). La póliza se
establece como intrasferible, y se determina que es "nula" toda cesión que se efectúe de ella
(cláusula 24, póliza cit.).

La cláusula 6 define el accidente como toda lesión corporal que pueda ser determinada por los
médicos de una manera cierta, sufrida por el asegurado independientemente de su voluntad,
por la acción repentina y violenta de un agente externo; y a continuación efectúa una larga
enunciación de hipótesis constitutivas de accidentes (203) .

Cuando el accidente causase una incapacidad parcial permanente, el asegurador pagará al


asegurado una suma igual al porcentaje calculado sobre el capital estipulado en las condiciones
particulares, conforme a un baremo que dicha cláusula incluye, según la índole de la lesión
sufrida.

Las primas deberán ser abonadas por los espectadores junto con la entrada y por el personal al
servicio del tomador (204) o de las instituciones que intervengan en la competencia, así como
también por quienes asistan gratuitamente al espectáculo, sean o no asociados (decreto cit., art.
4; y cláusula 9, condiciones generales, póliza establecida por la resolución 26739 ).

No obstante, las cláusulas de la pólizas imponen diversas cargas al tomador: a) cargas


presiniestrales: comunicar a la entidad aseguradora, con 72 horas de anticipación, el lugar,
fecha y hora en que se realizará la justa deportiva; efectuar la recaudación de las primas;
ingresar el importe de las primas a la entidad aseguradora y proporcionarle la documentación
respaldatoria, como también toda información que requiera, y permitirle las comprobaciones
que sean necesarias y razonables; hacer saber a los asegurados la existencia de este seguro y de
las obligaciones que les impone; etc.; b) cargas postsiniestrales: documentar el hecho o
accidente con intervención de la autoridad policial, y dejar constancia de los nombres y datos
de los espectadores fallecidos o lesionados y de los daños sufridos por ellos; efectuar también
la denuncia a la aseguradora, dentro de los cinco días, dando los detalles del hecho;
proporcionar al espectador, sus acompañantes (sic) o herederos el "formulario de instrucciones
para el caso de siniestro".

A los espectadores, sus acompañantes (205) o herederos también se les imponen cargas, en
virtud de las cuales deberán: presentarse, antes de abandonar el local, a las autoridades
deportivas o a la autoridad policial, para "dejar documentado el hecho o accidente"; permitir la
revisación de la víctima por médico de la aseguradora, bajo pena de caducidad; presentar la
documentación que se le exigiere para hacer efectiva la indemnización, en cuanto sea razonable
que el asegurado o sus herederos la suministren (cláusula 11).

115
La ley establecía que las entidades debían contratar este seguro con la Caja Nacional de Ahorro
y Seguro (hoy en liquidación), la cual debía emitir una póliza, para cada institución deportiva,
que contuviese el texto íntegro de la ley, de su reglamentación y de las condiciones particulares
del seguro (arts. 1 Ver Texto y 7 Ver Texto). Pero con fecha 16/6/1999, la Superintendencia
de Seguros de la Nación dictó la resolución 26739 , por la cual dispuso que podrán operar en
esa forma asegurativa todas las entidades de seguro; por ello estableció un modelo de
condiciones generales de la póliza a emplear, "al cual deberán adherirse (sic) las distintas
entidades", a fin de que se garantice "una ágil aprobación de los elementos técnico-
contractuales" por parte de ese ente de control, modelo que contiene "los aspectos normados
por las leyes y decretos vigentes para este seguro" (206) . Establece asimismo la creación de un
registro especial de carácter público, en el cual se deberán inscribir las entidades autorizadas a
operar en ese seguro, y prohíbe la incorporación de coberturas adicionales a las que se indican
en el modelo de póliza, la modificación de lo estipulado en las condiciones generales y la
incorporación de cláusulas de participación en las utilidades, de reajuste de primas, de
bonificaciones, ni de ningún otro concepto que guarde relación con los anteriores (art. 5 ,
resolución cit.).

Los antecedentes referidos quizá explican por qué la cláusula 21 de las condiciones generales
de la póliza establece el fuero federal respecto de "todas las cuestiones que pudieran suscitarse
con motivo de este seguro", no obstante que dicha regulación parte del supuesto de que se
halle ahora abierto en su explotación a toda compañía que demuestre estar en condiciones de
operarlo (resolución 26739 ).

La cláusula 1 de las condiciones generales de la póliza, aprobada por el referido decreto y


actualizada por la resolución precitada, define el concepto de justa deportiva diciendo que es
"todo torneo, concurso, lid, competencia, etc., donde se enfrenten personas o equipos de
personas a fin de determinar un triunfador, así como también los festivales deportivos,
exhibiciones, olimpíadas y juegos deportivos internacionales, organizados por instituciones
oficiales o privadas".

Las condiciones generales de póliza que había aprobado el decreto definían, en su art. 1, el
concepto de "estadio", entendido por tal todo recinto, local cerrado, cubierto o descubierto u
otros sitios que, sin estar destinados a esa finalidad, se habiliten expresamente para ello y
siempre que exista control de entrada de espectadores.

Es de recordar, asimismo, que el art. 157 Ver Texto de la ley 17418 establece que se aplican las
disposiciones de su título I (sobre contrato de seguro) también al seguro del espectador y
personal de espectáculos deportivos, salvo las disposiciones que contradigan esa ley especial
instituyente de ese seguro o la naturaleza de la cobertura.

116
42. Seguro escolar obligatorio.

En el orden nacional este seguro había sido establecido para las escuelas técnicas y
profesionales del Estado y particulares, por el decreto 30545 , año 1945, por el cual se pagaba
al alumno accidentado un subsidio conforme a las normas de la ley 9688 Ver Texto, de
accidentes del trabajo, hoy derogada.

Asimismo, el 14 de marzo de 1989, la Caja Nacional de Ahorro y Seguro, mediante resolución


interna 411-D-1989 había instituido una cobertura que denominó "seguro de vida colectivo"
(aunque las primas eran soportadas por la propia institución, con lo cual se trataba más bien de
un subsidio limitado y voluntario otorgado por la referida entidad), que ampara a los
concurrentes a jardín de infantes, alumnos de enseñanza preescolar y primaria, y "actividades
conexas", de todo el país (art. 1); ello dentro de los capitales máximos de cobertura por
persona que estableciese la entidad, conforme a lo propuesto por su gerencia de seguros de
vida y siempre que lo posibilite el fondo creado a tal efecto (art. 3).

El reglamento de dicha resolución especifica que están cubiertos por ese seguro los alumnos
regulares, desde los tres años de edad, que cursen los ciclos de jardín de infantes, preescolar y
enseñanza primaria en las instituciones oficiales y en las incorporadas a la enseñanza oficial,
incluidos los establecimientos de enseñanza primaria especial (art. 1). Se amparan los riesgos
ocurridos durante la permanencia en la escuela, dentro del horario establecido, y en el traslado
desde y hasta el domicilio, como también cuando los alumnos participen de actos, paseos,
excursiones, desfiles, visitas o cualquier otra actividad organizada y vigilada por la autoridad
educacional. Se fijan como beneficiarios al padre o la madre, indistintamente y, en su defecto,
al abuelo que haya asumido ante el establecimiento educacional la representación del alumno.
Los riesgos quedan cubiertos dentro de los límites máximos establecidos por dicha regulación
de montos muy reducidos y son los de muerte e incapacidad total o parcial permanente,
causados por accidente; se entiende por tal todo acontecimiento que origine una lesión
producida por causa externa, en forma súbita, instantánea y violenta, sin el concurso de la
voluntad, y quedan incluidos dentro de ese concepto las intoxicaciones o envenenamientos por
ingestión de sustancias tóxicas o alimentos en mal estado.

El grado de incapacidad lo determina la Caja, para lo cual el requirente se debe someter al


examen de los médicos de dicha institución. La reglamentación contiene un baremo por el cual
se fijan los porcentajes de incapacidad atribuibles a las lesiones, según sus características y
partes afectadas del cuerpo del lesionado. Por "pérdida total" se entiende la amputación o
inhabilitación funcional total y definitiva del órgano o miembro lesionado. La "pérdida parcial"
está constituida por la reducción definitiva de la respectiva capacidad funcional. La suma de
diversas incapacidades parciales permanentes no podrá dar lugar a una indemnización que
supere el 100% de la suma asegurada por persona afectada (art. 7 Ver Texto). La denuncia del
siniestro debe ser formulada por la dirección de la escuela a la cual pertenezca el accidentado,

117
que deberá hacer constar la calidad de alumno regular y el horario de la actividad desarrollada,
así como también (según modificación introducida por resolución 917-P-90 de la referida Caja
Nacional) constancia policial que determine el día y hora en que se produjo el accidente y las
circunstancias en que ocurrió, y un certificado extendido por médico oficial en el cual conste el
detalle de las lesiones sufridas, evolución y pronóstico de ellas, secuelas permanentes y
porcentaje de incapacidad física considerado desde el punto de vista médico (art. 8 Ver Texto).

En el ámbito de la provincia de Buenos Aires se instituyó un seguro de vida colectivo


obligatorio, que cubre, dentro de los límites establecidos en él, los riesgos de muerte,
incapacidad total y permanente e incapacidad parcial y permanente, derivados de accidentes
ocurridos a los estudiantes que cursen regularmente el ciclo de enseñanza media en
establecimientos dependientes del Ministerio de Educación y Cultura de la Provincia de
Buenos Aires.

Ese seguro ampara a tales estudiantes, dentro de los montos máximos indicados en la póliza
para cada asegurado, por los riesgos ocurridos durante su permanencia en el establecimiento de
enseñanza, dentro de los horarios de actividad escolar fijados para éstos, y también durante el
traslado desde y hasta el domicilio, cualquiera que sea el medio de trasporte, excluidas las
motocicletas. La cobertura se extiende también a los accidentes sufridos durante la
participación de los alumnos en actos, paseos, excursiones, desfiles o visitas, que estuvieren
organizados y vigilados por la respectiva autoridad educacional. En caso de muerte, serán
beneficiarios: a) para asegurados solteros menores, el padre o la madre en ejercicio de la patria
potestad; en su defecto, los herederos legales; b) asegurados solteros mayores: el padre o la
madre (en ese orden excluyente) y, en su defecto, los herederos legales del asegurado; c)
asegurados casados: el cónyuge y, en su defecto, los herederos legales del asegurado.

En distintas provincias se han establecido seguros escolares obligatorios que siguen reglas
análogas.

En la actualidad, en el ámbito nacional, la ley 24830 Ver Texto, modificando el art. 1117 Ver
Texto del Código Civil, ha instituido un seguro obligatorio a cargo de los "propietarios de
establecimientos educativos privados o estatales", que cubra la responsabilidad civil emergente
de "daños causados o sufridos" por sus alumnos menores cuando se hallen bajo el control de
la autoridad educativa, salvo caso fortuito. Esta obligación no comprenderá a los
establecimientos de nivel terciario o universitario.

Lo cierto es que la norma se limita a implantar dicha obligación, pero sin indicar montos ni
condiciones a las que deberá sujetarse ese seguro, lo que lleva a pensar que será motivo de
reglamentación en tal sentido por la Superintendencia de Seguros de la Nación u otra autoridad
que corresponda. No obstante, es de destacar que la ley no ha indicado cual será la autoridad a
cargo de tal reglamentación.

118
Dentro de los seguros colectivos obligatorios de personas, se pueden citar, entre otros: el
seguro colectivo de vida obligatorio del decreto 1567/74 , cuya nueva reglamentación se
efectuó por resolución 26871 de la Superintendencia de Seguros de la Nación; seguro de vida
obligatorio para las tripulaciones de embarcaciones de pesca (ley 16517 Ver Texto), regulado
por la resolución 26856 , S.S.N.; seguro de vida obligatorio para trabajadores rurales (ley 16600
Ver Texto), regulado por la resolución 26497 , S.S.N.

(202) Ese régimen establece que el personal amparado por este seguro llenará, al notificarse de
su designación, una ficha individual de incorporación que quedará en poder de la repartición a
la cual pertenece, que únicamente deberá ser remitida al asegurador en caso de producirse la
baja del agente por jubilación o retiro, o de denunciarse el fallecimiento o incapacidad total o
permanente. Aunque el agente desempeñe varios cargos en la Administración pública no
deberá llenar más de una ficha, que tendrá carácter de declaración jurada y deberá ser
certificada por funcionario autorizado (art. 9 Ver Texto).

(203) Menciona entre ellas las siguientes: asfixia o intoxicación por vapores o gases, asfixia por
inmersión u obstrucción en el aparato respiratorio que no provenga de enfermedad;
intoxicación o envenenamiento por ingestión de sustancias tóxicas o alimentos en mal estado
adquiridos en el local o campo deportivo; quemaduras de todo tipo producidas por cualquier
agente, salvo las derivadas de los rayos solares; el carbunclo, tétanos u otras infecciones
microbianas o intoxicaciones, cuando sean de origen traumático, rabia, luxaciones articulares y
distensiones, dilaceraciones y rupturas musculares, tendinosas y viscerales -excepto lumbalgias,
várices y hernias- causadas por esfuerzo repentino y evidentes al diagnóstico, etc. (cláusula 6,
condiciones generales de la póliza).

(204) Aunque quizá pueda pasar inadvertido, lo cierto es que, tal como lo definen dichas
condiciones generales de la póliza, el "tomador" es aquí la entidad deportiva que contrata el
seguro, y "asegurados" son los espectadores, quienes, por otra parte, pagan la prima (cláusula
9). Por consiguiente, estamos ante un seguro de personas, contratado por un tomador -el
organizador del espectáculo-, y es "asegurado" el espectador, que además, repetimos, es quien
lo paga. Por consiguiente, a nuestro juicio, este seguro no impide al que hubiere sufrido un
accidente y percibido el importe que correspondiere, según esta cobertura, formular asimismo
reclamación a quien resulte responsable de sus lesiones o perjuicios de que se trate, aunque
fuere el tomador, ya que así resulta de la índole de la cobertura, que no posee carácter
indemnizatorio sino que responde a otros principios. Es por tal motivo como el art. 80 Ver
Texto, LS., último párrafo, impide la subrogación del asegurador, propia de los seguros de
indemnización.
La naturaleza de seguro "de personas", que corresponde a esta cobertura, se ve confirmada por
otras normas: p.ej., la cláusula 14, in fine, de las condiciones generales, que para los casos de
muerte somete el régimen a aplicar a los beneficiarios a lo establecido por los arts. 145 Ver
Texto y 146 Ver Texto de la ley 17418; otro tanto ocurre con la cláusula 22, que en materia de
prescripción repite la norma del art. 58 Ver Texto, último párrafo, de la citada ley; etc.

119
(205) Las condiciones de póliza a las cuales nos venimos refiriendo crean una curiosa figura
jurídica: la del acompañante, a quien la cláusula 11 le impone cargas. El carácter sintético de
esta referencia impide analizar más profundamente sus características, pero indudablemente
presenta una marcada ambig edad.

(206) Estos fundamentos alegados en la resolución difieren de otras invocaciones efectuadas


con motivo "del proceso de desregulación de elementos contractuales utilizables por las
entidades aseguradoras", en las cuales el organismo sostuvo que "no cabe ya el conceder a las
aprobaciones el carácter de uniformidad", salvo cuando "las particularidades de una cobertura,
su desarrollo y la protección de los intereses involucrados lo justifiquen de manera
excepcional" (ver, p.ej., los considerandos de la resolución 27033/99 ).
Pensamos que esa libertad en la confección de los elementos contractuales, adoptada como
regla, no favorece, en los riesgos de amparo habitual, la misión y funciones del ente de control,
y es susceptible de producir una suerte de anarquía normativo-contractual que resulte
perjudicial para el mercado. Consideramos que el ente ha invertido la valoración: lo que debe
ser excepcional es el apartarse de los modelos generales de la rama, que se supone han sido
evaluados adecuadamente (arts. 23 Ver Texto, 24 Ver Texto y concs., ley 20091), y esa
modificación sólo se justifica cuando motivos de novedad de la cobertura o razones
funcionales debidamente acreditadas lo tornen necesario (ello, sin perjuicio de algunas
particularidades o variantes que se puedan introducir en el amparo propuesto). Es que la
uniformidad permite un mayor conocimiento de las coberturas por parte de los asegurados e
intermediarios, y el aprovechamiento de la interpretación que de tales condiciones
contractuales vayan efectuando los pronunciamientos judiciales.

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43. El contrato de reaseguro.

Cabe definirlo con Bruck como el seguro que, mediante una obligación de reembolso, cubre al
asegurador contra una carga patrimonial proveniente de los contratos de seguro que celebró
(207) . Es con este alcance como el art. 159 Ver Texto dispone que "el asegurador puede, a su
vez, asegurar los riesgos asumidos".

Son múltiples las definiciones propuestas por los autores. Entre otras:

"Es un contrato por el que una empresa que ejerce esa clase de negocios se obliga, mediante
una compensación hacia una empresa de seguros, a proveerle o a reembolsarle en todo o en

120
parte las sumas que deberá pagar en virtud de un contrato de seguro" (Persico, nº 72, ps. 108-
9).

"El reasegurador se obliga por una compensación a reembolsar, en todo o en parte, la


prestación que este último, en su calidad de asegurador, hizo al asegurado en base al contrato
originario de seguro" (Hermann-Dorsfer, cit. por Persico, p. 109, nota 1).

"Es una operación por la que un asegurador, llamado reasegurado, obtiene que un
reasegurador garantice todo o parte de los riesgos que ha cubierto, mediante el pago de una
prima" (Hémard, II, nº 600).

"Es el contrato por el que el asegurador trasfiere a un reasegurador, total o parcialmente, el


riesgo asumido, mediante el pago de una prima" (Lepargneur, nº 1367).

"En virtud de este contrato de seguro, un tercero (reasegurador) toma sobre sí, en todo o en
parte, mediante una prima convenida, el riesgo y la indemnización eventual a cargo del
asegurador reasegurado" (Segovia, nota 1822).

"Es un contrato en el cual el asegurador se obliga a indemnizar al asegurado la cantidad en que


uno o varios seguros, en los que actúa como asegurador, le obliguen a desembolsar"
(Malagarriga, nº 184).

"El reaseguro es un seguro contra el nacimiento de una deuda" (Donati, Trattato, III, nº 789).

"En virtud de este contrato, el asegurador primitivo hace a su vez asegurar por el reasegurador
el siniestro sobre el que ha versado el primitivo contrato" (CCom., 9/9/1916, GF 4-86. Con
mayor exactitud científica, expresó en un fallo anterior que su objeto es el pago que debe el
asegurador: 20/6/1895, Fallos 45:267).

La Corte Suprema de la Nación también admite que se trata de un contrato de seguro:


3/4/1926, GF 61-327 y JA 19-632.

La Cámara Federal de la Capital, 4/12/1936, JA 56-730, enuncia este concepto anacrónico:


tiene por objeto directo e inmediato asegurar las mismas cosas aseguradas, aunque
indirectamente cubra el patrimonio del asegurador.

Es un contrato independiente del de seguro, que le sirve de presupuesto (arts. 159 Ver Texto y
160 Ver Texto, frase inicial):

121
a) Se origina -o tiene su fuente, si se prefiere- en un acuerdo contractual independiente (art.
159 Ver Texto).

b) Se desenvuelve entre distintos sujetos (art. 160 Ver Texto).

c ) Tiene modalidades propias, que nacen del contrato: su celebración o extinción no influye
sobre el de seguro.

Mas esta independencia no es absoluta, ya que el reaseguro presupone el seguro, porque si el


asegurador no celebra el contrato de seguro no tiene interés asegurable. Esto crea la
interdependencia entre los contratos (208) , concretada en la expresión corriente en la práctica
aseguradora: "El reasegurador sigue la suerte del asegurador en todo lo no previsto por la ley o
las partes".

Debe ser distinguido del coseguro: el coseguro es el celebrado por el asegurado


simultáneamente con más de un asegurador sobre el mismo riesgo; esto es, supone pluralidad
de seguros, requiere el consentimiento del asegurado; en caso de siniestro, supone
multiplicación de liquidaciones, etc. (209) : está previsto, en relación con la emisión de la
póliza, en el art. 11 Ver Texto, in fine, y respecto de la liquidación y responsabilidad le son
aplicables las reglas de los párrs. 2º y 3º del art. 67 Ver Texto.

44. Caracteres.

Es un contrato oneroso, consensual, aleatorio, de ejecución continuada (210) .

La prima y las condiciones pueden ser distintas de las del contrato de seguro.

Impone a las partes las mismas obligaciones y cargas que el contrato de seguro (211) ; su
ejecución se regula por la norma del art. 162 Ver Texto: "[. . .] se rige por las disposiciones de
este título (II, de escasos cuatro artículos) y las convenidas por las partes", y la regla proverbial
en la materia, de que el "reasegurador sigue la suerte del asegurador". Negocio esencialmente

122
internacional -aun en nuestro país, en el cual rige el monopolio del Inder-, las condiciones para
el reasegurador no pueden derivar de la multitud de legislaciones particulares (212) .

El riesgo cubierto es distinto del correspondiente al seguro, porque consiste en la consecuencia


patrimonial para el asegurador (213) . El reasegurador debe examinar las condiciones del
seguro antes de aceptarlo: posteriormente no puede aducir nada sobre el punto (214) .

El interés del asegurador radica en el daño resultante de la ejecución del contrato de seguro
(215) .

Las reglas que gobiernan el seguro, especialmente en lo que se refiere a la liquidación del daño,
se consideran indirectamente, y podrán ser invocadas por el reasegurador sólo en la indagación
de la regularidad de la liquidación de la indemnización: el reasegurador sigue la suerte del
asegurador (216) .

Si bien nada se opone al reaseguro total, la retención de una parte del riesgo por el asegurador
es muy importante, porque hace necesaria la fiscalización y selección de los riesgos: su función
es idéntica a la reserva de una cuota del riesgo a cargo del asegurado (217) . Justamente, la
posibilidad del reaseguro total o con una retención mínima por el asegurador fomentaría la
antiselección de los riesgos y trasformaría a los aseguradores en meros corredores de seguros.

A su vez el reasegurador debe fijar su pleno y retroceder el excedente por otro contrato de
reaseguro (218) (que en la práctica se llama "de retrocesión"), y por ende sujeto a las mismas
reglas del reaseguro (art. 159 Ver Texto, 2º párr.).

El contrato es único: no cabe admitir clasificaciones sobre la base de las distintas ramas a que
se aplica (219) .

El reaseguro no crea ningún vínculo entre el asegurado y el reasegurador (art. 160 Ver Texto).

123
La ley le dedica el título II, integrado por cuatro artículos (arts. 159 Ver Texto a 162 Ver
Texto), que se limitan a establecer tres principios fundamentales en esta materia (220) :

a) la desvinculación de los contratos de seguro y de reaseguro (art. 160 Ver Texto);

b) el privilegio del asegurado sobre el saldo adeudado por el reasegurador, y forma de


calcularlo (arts. 160 Ver Texto y 161 Ver Texto);

c) la aplicación preponderante de las normas contractuales, con apartamiento de las contenidas


en el título I, sobre el contrato de seguro (art. 162 Ver Texto), que sólo se aplican
supletoriamente.

El comercio del reaseguro agrega el principio ya señalado: el reasegurador sigue la suerte del
asegurador.

45. Formas de contratación: reaseguro individual; tratados generales facultativos y obligatorios


(221)

Originariamente se celebraba por contratos individuales; es decir, se pactaba para cada contrato
de seguro, y se lo llamaba particular.

Actualmente esta forma es utilizada con menor frecuencia. Ha sido reemplazada por los
contratos generales (también llamados tratados o reglamentos), los cuales pueden ser
obligatorios o facultativos, por cuota o participación, y de excedente.

El reaseguro particular es empleado aun para cubrir riesgos excepcionales o que no forman
parte del objeto normal de la empresa aseguradora, o para riesgos excluidos del tratado general,
o para riesgos agravados. Existe "cuando el asegurador, después de la celebración de un
determinado contrato de seguro o de un número determinado de pólizas, celebra a su vez un
contrato de reaseguro por todo o parte del riesgo asegurado" (222) .

124
Entre sus muchos inconvenientes tiene el de dejar al asegurador en descubierto por un cierto
lapso, salvo que se celebre simultáneamente. Es menester que el asegurador se cubra en el
instante mismo que asume el riesgo, lo cual se obtiene automáticamente con el tratado general,
que es "la obligación asumida por el reasegurador de mantener indemne al reasegurado por las
pérdidas y daños derivados de los riesgos asumidos o a asumir de una categoría determinada,
pero indeterminados en la especie y número, dentro de un plazo dado" (223) .

En el tratado general el riesgo comienza para asegurador y reasegurador simultáneamente (o


con la declaración de alimento, si así se posterga). La extensión de la responsabilidad del
reasegurador depende del contrato: se puede determinar con una cifra, o con una fracción o
cuota, o parte de ésta (224) .

El tratado general puede ser:

a) facultativo para ambas partes: el reasegurado tiene la facultad de reasegurar y el reasegurador


de rechazar el riesgo en un plazo dado. Tiene el inconveniente de que permite al reasegurador
seleccionarlos riesgos más graves u onerosos, y para el reasegurado la incertidumbre de la
aceptación. Más bien que un tratado general, es un acuerdo para fijar las condiciones a que se
sujetarán los contratos particulares (225) .

b) obligatorio para una de las partes: sólo una de las partes está obligada a reasegurar. Agrava
los inconvenientes apuntados (226) .

c) general o recíprocamente obligatorio: es el más ventajoso, porque cubre plenamente al


asegurador -o por lo menos desde que formula la declaración de alimento- y da al reasegurador
gran cantidad de negocios, en la cual los buenos compensan los malos (227) .

Admite a su vez varios subtipos, según la extensión del reaseguro:

1) De cuota: por el cual cubre una cuota de los negocios. Es técnicamente criticable porque no
cubre el excedente del pleno; es más bien un fraccionamiento del riesgo (228) .

125
2) De exceso: cubre cuanto excede del pleno, para determinada especie o grupo de riesgos,
conforme a los límites indicados en los mismos contratos, llamados tablas de prioridad.
Admite diversas combinaciones (229) .

3) El "reinsurance cover": caracterizado por su duración breve y la limitación de la especie de


los riesgos asumidos. Se utiliza en Inglaterra para el seguro marítimo, y admite las variantes de
los tratados generales (230) .

En el reaseguro obligatorio la aplicación se hace mediante un bordereau, llamado declaración


de alimento, que se produce periódicamente, que contiene todos los detalles del seguro (prima,
monto, riesgo, etc.), con la cláusula de que cualquier error no afecta al reaseguro. Éste se sujeta
a las condiciones de la póliza originaria. Cualquier modificación debe comunicarse al
reasegurador, pero un olvido no afecta la cobertura (231) . No se le aplican las reglas de la
reticencia: cualquier mal cumplimiento sólo da derecho al resarcimiento de los daños, o a la
rescisión si concurre culpa grave o dolo (232) .

46. Reaseguro de "excess loss".

También se practica, especialmente en los países anglosajones, una operación llamada


reaseguro de excess loss: consiste en el reaseguro de los seguros en determinada rama, en
cuanto los siniestros exceden de una suma dada o porcentaje total. Se asemeja al reaseguro de
segundo riesgo (233) , pero se distingue en que éste se contrata para cada seguro, y aquél es
global, con una prima fijada … forfait (234) . (Cuando se refiere a la pérdida del ejercicio, se
denomina de stop loss.)

Tiene diversas ventajas: evita el registro de seguros y las declaraciones con su correspondencia
continua.

Pero las objeciones que se le han opuesto son muy importantes:

a) La prima se fija arbitrariamente, porque no hay bases para determinarla.

126
b) Las fortunas del asegurador y del reasegurador se disocian, pudiendo aquél ser llevado a
aceptar riesgos peligrosos o a tarifas bajas, o a ser generoso en las liquidaciones, sin que el
reasegurador pueda controlar esta política, porque su contrato no le da los medios necesarios
(esta dificultad se obvia con un pesado incremento de la prima cuando la pérdida excede de un
porcentaje determinado en el contrato).

c) El asegurador debe pagar la totalidad de los siniestros durante el año, y recién al finalizar el
ejercicio puede obtener el reembolso, con grave riesgo de su caja.

d) Y si el contrato llega a rescindirse en el curso de la ejecución, puede quedar en descubierto


peligroso (235) .

Estas características de su funcionamiento, especialmente su desvinculación del curso de los


contratos de seguro cuya suerte no le afecta, han llevado a negarle su carácter de reaseguro
(236) .

47. Naturaleza jurídica del reaseguro.

Es una clase de los seguros de la responsabilidad civil: se cubre el interés del reasegurado a la
conservación de su patrimonio (237) .

Otros autores han sostenido que se trata de un seguro de daños (238) . También se le atribuyó
el carácter de una sociedad en participación (239) .

Y no ha faltado quien sostenga la existencia de una cesión, en la extensión fijada en el contrato


y limitada en sus efectos a las partes (240) - (241) .

127
48. Distinción de la cesión de cartera.

El reaseguro se debe distinguir de la cesión de cartera. "La cesión de cartera es una trasferencia
cumulativa de contratos; por el contrario, el reaseguro es una asunción de riesgos" (242) .

El reaseguro es un negocio interno entre asegurador y reasegurador, sin ningún efecto para el
asegurado. La cesión produce el reemplazo del cedente en las relaciones con el asegurado (243)
.

En caso de duda se debe examinar los caracteres del contrato, y a veces la cesión se oculta tras
un reaseguro; pero se la reconocerá por la adquisición en propiedad de las reservas técnicas y el
mandato general para tratar con los asegurados (244) .

49 (a.1). El reaseguro en nuestro país.

Originariamente, hacia fines del siglo XIX, atento al desarrollo que iba adquiriendo el seguro
en nuestro país, se produjo un incipiente intercambio de excedentes entre empresas locales; en
tanto, la mayor parte de los reaseguros eran contratados en el extranjero. Posteriormente, hacia
1890 se funda en la ciudad de Rosario "La Reaseguradora Sudamericana", que sería la primera
constituida en el país. En los primeros años del 1900, una de las más importantes
reaseguradoras de ese momento (la "M nchener Ruck", alemana) estableció una empresa
subsidiaria en Buenos Aires con el nombre de "El Fénix Sudamericano Compañía de
Reaseguros S.A.", más tarde liquidada, por haber sido considerada "propiedad enemiga", hacia
fines de la Segunda Guerra Mundial. Asimismo, un grupo local había constituido "Coarfire",
entidad dedicada al reaseguro (245) .

Se dicta luego el decreto ley 15345/46 , regulatorio de la actividad aseguradora (246) , que
efectuaba la distinción entre aseguradoras argentinas y extranjeras, conforme a las ideas
vigentes en esa época, y establecía en favor de aquéllas la facultad de actuar en forma exclusiva
en la cobertura de riesgos del Estado nacional, de las provincias, de las municipalidades y de

128
los titulares de concesiones, permisos o franquicias otorgados por aquéllos; y también los
correspondientes a las importaciones y exportaciones cuando el riesgo del trasporte estuviera a
cargo de residentes en la Argentina. La infracción a esta norma y el aseguramiento en el
extranjero de personas, bienes o cualquier otro interés asegurable de jurisdicción nacional eran
penados con multa de hasta veinticinco veces el importe de la primas (arts. 12 Ver Texto y 13
Ver Texto). A las entidades extranjeras se les exigía ceder el 30% de las operaciones
contratadas en el país, en las condiciones originales.

El decreto creó, además, un ente reasegurador mixto, el Instituto Mixto Argentino de


Reaseguros (Imar), "entidad autárquica personalizada para la organización mixta del control y
distribución del reaseguro argentino", que tenía por objeto operar en reaseguros, a cuyo efecto
se establecía en su favor el monopolio de la actividad, con ciertas limitaciones (salvo los casos
en que dicho instituto "no pueda o no encuentre conveniente hacerse cargo del reaseguro") y
"dirigir la actividad del seguro en todo lo relativo a la absorción del seguro indirecto, proponer
la creación de nuevas ramas y asesorar al Poder Ejecutivo sobre la materia de su especialidad"
(art. 2 Ver Texto).

Dicha entidad estaba integrada por compañías argentinas (80% del capital) y el Estado nacional
(20%). Las compañías argentinas podían operar libremente entre sí, como cedentes y
cesionarias de reaseguros; pero el excedente de sus negocios sobre su propia retención, "que
no colocaren entre sí", se debía trasferir íntegramente al Instituto (art. 15 Ver Texto). Las
cesiones y excedentes que recibiera el Instituto, una vez fijada la propia retención, debía
ofrecerlas preferentemente a las compañías argentinas de seguro y, saturada la capacidad de
absorción de reaseguros de ellas, podía colocarlos "en compañías cuya dirección y capital no
estén radicados en el país o en mercados extranjeros" (art. 17 Ver Texto). Se expresaba que la
finalidad de la entidad no era utilitaria sino de protección del interés público del seguro y su
equitativa distribución entre las compañías argentinas, por lo cual no actuaría como
intermediario oneroso y debía abonar, por los excedentes y cesiones que recibía, comisiones y
retribuciones equivalentes a las que obtuviere por su colocación en plaza o en el extranjero; su
beneficio debía lograrlo del resultado industrial de su propia cartera y de las inversiones de
capital y reservas, y no estaba exento de tributos (art. 18 Ver Texto). Esta entidad comenzó a
funcionar en 1948.

Una vez asumido el poder por las autoridades constitucionales, el Congreso ratificó las normas
dictadas por el gobierno de facto mediante la ley 12988 (247) , aunque establecía en la temática
que analizamos ciertas modificaciones (248) .

En 1952 se sancionó la ley 14152 , que convirtió al Imar en una empresa del Estado: el
Instituto Nacional de Reaseguros (Inder), lo cual implicó que dejaran de operar en esa
actividad las entidades privadas que antes formaban parte del ente mixto (Imar). El decreto

129
10073/53 Ver Texto estableció el Estatuto Orgánico del Inder y, por decreto 10307/53 , el
texto ordenado de la ley 12988 , antes mencionado (249) .

El Instituto Nacional de Reaseguros (Inder) por varias décadas tuvo a su cargo el manejo del
reaseguro en nuestro país en forma monopólica.

Su régimen fue establecido por el citado decreto 10073/53 Ver Texto, dictado en mérito a la
delegación de facultades contenida en la ley 14152, art. 2 .

Según este decreto, el Inder:

a) funcionaba como empresa del Estado, dependiente del entonces Ministerio de Hacienda de
la Nación, "para la organización del control y distribución del reaseguro argentino" (art. 1);

b) ejercía el monopolio del reaseguro en el país (art. 3 Ver Texto, inc. a), y al efecto las
compañías argentinas debían cederle la totalidad de su excedente de retención (art. 4 Ver
Texto) ; a su vez, las sucursales y agencias de empresas no constituidas en el país debían
cederle no menos del 30% del excedente al costo originario, y el resto -en la medida que
determinara el Inder- en las mismas condiciones que las compañías nacionales (art. 5 Ver
Texto);

c) los excedentes de los reaseguros que recibía los ofrecía, a su vez, preferentemente a
empresas radicadas en el país (art. 6 Ver Texto). A ese efecto creó un pool de aseguradores, a
quienes efectuaba retrocesiones en proporciones predeterminadas.

d) cuando, por cualquier razón, decidía no reasegurar, podía autorizar a reasegurar


directamente en el extranjero (art. 6 Ver Texto); y en aquellas ramas en que no actuaba podían
los aseguradores reasegurar libremente en compañías argentinas o extranjeras (art. 8 Ver
Texto). Esta disposición, en realidad, contradecía lo dispuesto por el art. 7 de la ley 12988, que
dispuso la liquidación de entidades reaseguradoras privadas; de ahí que el proyecto de ley de
empresas de seguros, en su art. 93 Ver Texto, disponía su derogación para permitir el
reaseguro por compañías argentinas o extranjeras autorizadas, en los supuestos en que, según
el régimen del decreto orgánico del Inder fuera legítimo hacerlo. No obstante, la ley 20091 Ver
Texto no reprodujo esta norma.

Posteriormente, la ley 21678 Ver Texto sometió al Inder al régimen de las sociedades del
Estado (250) .

130
Ante los problemas, especialmente económicos, surgidos de su operatoria, por resolución
412/89 de la S.S.N. se autorizó a las aseguradoras de plaza a reasegurar libremente el 40% de
sus excedentes. Como la situación se fue agravando, el decreto 1615/91 Ver Texto declaró
sujeto a privatización al Inder, ad referendum del Congreso Nacional; pero más tarde, por
decreto 171 Ver Texto, del 23/1/1992, se dispuso directamente la disolución y liquidación del
Inder, y para atender los pasivos de dicha institución se recurrió al impuesto interno sobre las
primas.

Se llega así a un régimen de reaseguro libre. Las resoluciones 21099 y 21193 , S.S.N. (t.o. por
circular 2546/91), determinaron los requisitos que debían observar quienes quisieran actuar
como reaseguradores en nuestro país. Posteriormente, la resolución 23881 , del 10/5/1995,
efectuó un reordenamiento de las normas contenidas en las dos resoluciones precedentemente
mencionadas, para realizar así una regulación integral de la actividad reaseguradora, que fue a
su vez continuada por la resolución 24805 del 13 de setiembre de 1996; compendia dicha
resolución, las 24120 y 24686 , y la circular 3370, las cuales deroga (art. 21), pero constituyendo
un texto ordenado de ellas.

49 (a.2). Reglamento de la actividad reaseguradora.

1. Entidades reaseguradoras nacionales. En su art. 1, la resolución 24805 dispone que podrán


ser autorizadas para aceptar operaciones de reaseguro las siguientes entidades:

a) las sociedades anónimas, cooperativas y mutualidades nacionales que tengan por objeto
exclusivo operar en reaseguros;

b) las sucursales o agencias que se establezcan en la República Argentina de entidades de


reaseguro extranjeras, o agrupaciones de éstas que operen en su propio país;

c) las sociedades anónimas, cooperativas y mutualidades nacionales, las sucursales o agencias


de sociedades extranjeras y los organismos y entes oficiales o mixtos, nacionales, provinciales o
municipales, que se hallen autorizados para la práctica del seguro directo en la República
Argentina, en los mismos ramos a los cuales corresponda aquella autorización.

Dichas entidades deberán reunir las condiciones previstas en el art. 7 Ver Texto de la ley 20091
(requisitos para su autorización), y ajustarse, en materia de capitales mínimos, a lo que

131
disponen los puntos 30.1.2 y 30.1.4 de la resolución general 21523 .

Se entenderá por persona jurídica nacional toda sociedad constituida y domiciliada en la


República Argentina (art. 19 , resolución 24805).

1.1. Inscripción. Una vez otorgada la autorización para operar, la Superintendencia de Seguros
inscribirá la entidad en el registro respectivo en calidad de reaseguradora. Para las
comprendidas en el inc. c del art. 1 Ver Texto (aseguradoras autorizadas también para la
práctica del seguro directo en la República Argentina), la inscripción se limitará a una anotación
en su folio de origen.

1.2. Obligaciones. Las reaseguradoras deberán entregar a sus cedentes, dentro de los treinta
días de iniciada su vigencia, los contratos de reaseguro o, en su defecto, las notas de cobertura
que documenten las operaciones celebradas; en este último caso, el contrato respectivo deberá
ser entregado dentro de un plazo máximo de seis meses de iniciada su vigencia, con la
aceptación de todos los reaseguradores participantes (art. 3 Ver Texto, inc. d). Asimismo, las
entidades reaseguradoras informarán a la Superintendencia: 1) los siniestros mayores de u$s
100.000 (cien mil dólares estadounidenses) rechazados por la reaseguradora; 2) las anulaciones
o rescisiones de los contratos de reaseguro celebrados, dentro de los treinta días de producidas;
3) cualquier variación en la política de suscripción o decisión que reduzca las condiciones de
cobertura del seguro directo o afecte el normal cumplimiento de los contratos celebrados con
aseguradoras del mercado argentino, y comunicarla dentro de los treinta días; 4) cualquier
modificación introducida al estatuto social, acompañada de copia auténtica y legalizada de los
documentos en que ésta conste, dentro de los 30 días de aprobada la modificación; 5) cualquier
variación que experimente la entidad con relación a los antecedentes acompañados a los fines
de la inscripción; 6) cualquier otra información que la Superintendencia le requiera sobre los
contratos de reaseguros suscritos (art. 3 Ver Texto, incs. a, b, c y e).

1.3. Cancelación. La Superintendencia de Seguros podrá, por resolución fundada, cancelar la


inscripción de las reaseguradoras nacionales que no cumplan con los requisitos exigidos en el
art. 2 Ver Texto o con las obligaciones del art. 3 de dicha resolución 23881.

2. Reaseguradoras extranjeras. En cuanto a las reaseguradoras extranjeras, podrán ser


habilitadas para aceptar operaciones desde su país de origen si están autorizadas a tal efecto en
ese país y siempre que reúnan los siguientes requisitos: a) acreditar que se hallan legalmente
constituidas para reasegurar riesgos cedidos desde el exterior, con indicación de la fecha de
iniciación de las operaciones; b) acreditar que la legislación vigente en el país de origen les
permite cumplir con los compromisos, derivados de los contratos de reaseguros, en el exterior
y en moneda de libre convertibilidad; c) acreditar con informe de auditor externo que cuentan
con un patrimonio neto no inferior a u$s 30.000.000 (treinta millones de dólares
estadounidenses); d) presentar balances y estados de resultados de los últimos cinco ejercicios
con el respectivo dictamen de auditores externos; e) designar un apoderado con amplias

132
facultades administrativas y judiciales, incluso para ser emplazado en juicio, quien deberá
constituir domicilio en la Capital Federal, en el cual valdrán todas las notificaciones (art. 5 Ver
Texto).

2.1. Inscripción. Una vez otorgada la habilitación para operar, la Superintendencia de Seguros
procederá a inscribir a la entidad, en calidad de reaseguradora, en el registro respectivo.

2.2. Obligaciones. Son obligaciones de las entidades reaseguradoras extranjeras: a) presentar


anualmente, junto con el balance del último ejercicio económico, un informe emanado de
auditor independiente o de la autoridad de control del país de origen, mediante el cual acredite
el patrimonio neto mínimo exigido para operar; y acompañar una declaración jurada, efectuada
por su mandatario, de que se mantienen las restantes condiciones exigidas para obtener la
inscripción; b) comunicar el cambio del mandatario designado o la modificación del mandato,
dentro de los treinta días, remitiendo copia del nuevo poder; c) comunicar dentro de los treinta
días cualquier variación que experimente la entidad con relación a los antecedentes
acompañados a la inscripción; d) comunicar cualquier modificación al estatuto social, dentro de
los 30 días de aprobada la modificación; e) comunicar, dentro del mes, cualquier sanción que le
hubiere sido impuesta por la autoridad competente en el país de origen u otros en los cuales
opere; f ) informar, dentro de los treinta días, las anulaciones y rescisiones de contratos de
reaseguro celebrados, y los siniestros superiores a u$s 100.000 rechazados por la reaseguradora;
g) remitir cualquier información que la Superintendencia de Seguros le requiera sobre los
contratos de reaseguros suscritos; h) entregar a sus cedentes, dentro de los treinta días, los
contratos de reaseguro o las notas de cobertura que documenten las operaciones; en este
último caso, los contratos de reaseguro deberán ser entregados dentro del plazo máximo de
seis meses de iniciada su vigencia, con la aceptación de todas las reaseguradoras participantes; i)
informar cualquier variación en la política de suscripción y/o toda otra decisión que reduzca
las condiciones de cobertura del seguro directo que afecte el normal cumplimiento de los
contratos celebrados con entidades aseguradoras del mercado argentino, dentro de un plazo de
30 días (art. 6 Ver Texto).

2.3. Cancelación. Según el art. 7 Ver Texto, por resolución fundada, la Superintendencia de
Seguros podrá cancelar la inscripción en el registro de las entidades reaseguradoras extranjeras
que no cumplan con los requisitos exigidos en el art. 5 Ver Texto, o con las obligaciones
establecidas en el art. 6 Ver Texto.

3. Reaseguros pasivos. Las entidades autorizadas para operar en seguros en el país podrán
también suscribir contratos de reaseguro pasivo con entidades reaseguradoras extranjeras que
realicen sus operaciones desde su sede central y que no se hallen habilitadas conforme al art. 5
Ver Texto, siempre que haya intermediado en la operación un corredor de reaseguro habilitado
(art. 8 Ver Texto).

Las entidades aseguradoras que celebren sus contratos de reaseguro pasivo del modo
establecido en el párrafo anterior deberán acreditar, a la fecha de tales contratos, calificación

133
actualizada de las reaseguradoras intervinientes, efectuada por alguna de las calificadoras
internacionales de empresas que dicha resolución indica.

4. Intermediarios de reaseguros. Podrán actuar como intermediarios de reaseguros las personas


físicas o jurídicas, nacionales o extranjeras, que cumplan los siguientes requisitos: a) acrediten,
mediante copia completa de la póliza, certificada por escribano público, que han contratado un
seguro por un monto no inferior a u$s 1.000.000 (un millón de dólares), suma asegurada que
deberán mantener durante toda la vigencia de la póliza, para responder por el correcto y total
cumplimiento de todas las obligaciones emanadas de su actividad de corredor de reaseguros en
la República Argentina, como consecuencia de los perjuicios que por errores u omisiones
pueda ocasionar a quienes contraten por su medio. Dicha póliza de seguro deberá estar emitida
en favor de la persona (física o jurídica) del intermediario y permanecerá vigente hasta la
extinción de las obligaciones contraídas como corredor. Asimismo, cada renovación deberá ser
comunicada al ente de control. Si la emisora de la póliza es una entidad extranjera que no tenga
sucursal o agencia en la República Argentina, será necesaria la aprobación previa de la
Superintendencia de Seguros. En estas pólizas no se admitirán franquicias superiores a u$s
50.000; b) presentar declaración jurada del intermediario o de su representante legal, en la cual
se compromete a colocar los reaseguros con que intermedie en reaseguradoras que puedan
pagar las sumas que adeuden en moneda de libre convertibilidad; c) en caso de personas
jurídicas nacionales, deberán, además, remitir copia auténtica de los estatutos y de la escritura
de constitución social; d) cuando se trate de personas jurídicas extranjeras, éstas deberán,
además: 1) acompañar certificado actualizado, emitido por la autoridad competente del país de
origen del solicitante, que acredite que se halla constituido legalmente en él y puede intermediar
en riesgos cedidos desde el extranjero, con indicación de la fecha desde y hasta la cual se halla
autorizado para intermediar los ramos o riesgos en los cuales esté facultada para actuar; 2)
designar un apoderado, con amplias facultades administrativas y judiciales, e incluso para ser
emplazado en juicio, quien deberá constituir domicilio en la República Argentina, y en el cual
valdrán todas las notificaciones (art. 9 Ver Texto).

4.1. Inscripción. Una vez acreditado el cumplimiento de estos requisitos, se inscribirá a los
intermediarios en el registro que a tal efecto lleva la Superintendencia de Seguros.

4.2. Obligaciones. Son obligaciones de los intermediarios de reaseguros:

1) proporcionar a la Superintendencia de Seguros cualquier información que ésta les solicite


sobre los contratos de reaseguros en los cuales hubiesen intermediado;

2) entregar a las reaseguradoras cedentes, dentro de un plazo máximo de treinta días contado
desde la iniciación de la vigencia, los contratos de reaseguros correspondientes a su gestión o,
en su defecto, las notas de cobertura que documenten tales operaciones, caso éste en el cual
deberán entregar el contrato respectivo dentro de los seis meses, con la aceptación de todos los
reaseguradores participantes;

134
3) informar a la Superintendencia de Seguros las anulaciones o rescisiones de los contratos de
reaseguros en los cuales hubieren intermediado, dentro de los treinta días de producidas.
Asimismo, informarán al ente de control, dentro del mismo plazo, los siniestros superiores a
u$s 100.000 rechazados, correspondientes a los contratos en los cuales intermediaron.

4) comunicar a la Superintendencia de Seguros cualquier sanción que les hubiere sido impuesta
por la autoridad competente del país de origen u otros en los cuales operan, dentro del mes de
aplicada aquélla;

5) prestar asesoramiento técnico a sus clientes y obtener coberturas adecuadas a los intereses
de ellos;

6) actuar de conformidad con las normas legales y reglamentarias que regulan el reaseguro;

7) actuar con la debida diligencia y cuidado en la elección de los reaseguradores, especialmente


en cuanto a su capacidad técnica y patrimonial, así como en la oportuna remesa de fondos;

8) proporcionar al asegurador toda la información disponible sobre el reasegurador al cual se


cederán los riesgos mediante el reaseguro contratado;

9) informar, dentro de los treinta días, cualquier variación en la política de suscripción y toda
otra decisión de las empresas reaseguradoras con las cuales intermedien que afecten el normal
cumplimiento de los contratos celebrados con entidades aseguradoras del mercado argentino.

En relación con los intermediarios constituidos como personas jurídicas:

a) comunicar a la Superintendencia de Seguros, dentro de los treinta días, cualquier


modificación introducida al estatuto social, acompañada de copia auténtica y legalizada de los
documentos en que ella conste;

b) comunicar a la Superintendencia el cambio del mandatario designado o la modificación del


mandato otorgado a aquél, dentro de los treinta días, remitiendo copia del nuevo poder que se
hubiere conferido;

c) comunicar, dentro de los treinta días, cualquier variación que experimente la entidad en
relación con los antecedentes acompañados en la inscripción.

135
Asimismo, se establece que la falta de acreditación de que el intermediario ha renovado la
póliza requerida por el art. 9 Ver Texto, inc. a, del reglamento de la actividad reaseguradora,
resolución 23881/95 (esto es, la póliza que instrumenta el seguro que garantice que el
intermediario responderá por el correcto y total cumplimiento de todas las obligaciones
emanadas de su actividad de corredor de reaseguros en la República Argentina, como
consecuencia de los perjuicios que cause por sus errores u omisiones), será causal de
suspensión de la inscripción. Si tal omisión tuviere lugar durante un plazo de seis meses, será
cancelada la matrícula (art. 11 Ver Texto, resolución cit.). La Superintendencia de Seguros, por
resolución fundada, podrá cancelar la inscripción en el registro del intermediario que no
cumpla con los requisitos exigidos por el art. 9 Ver Texto, o con las obligaciones impuestas por
el art. 10 Ver Texto del reglamento en análisis (art. 12 Ver Texto).

5. Disposiciones generales. La Superintendencia de Seguros podrá exigir de los reaseguradores,


cuando lo estime necesario, otros antecedentes destinados a posibilitar la comprobación de la
solvencia de la entidad o corredor de reaseguros inscritos, como también la concurrencia de los
requisitos necesarios para inscribirse o permanecer inscrito en el registro correspondiente.
También podrá requerirles todos los elementos relativos a las operaciones que hubieren
realizado y la información que juzgare necesaria para la realización de sus funciones.

Los contratos de reaseguro deberán incluir una cláusula, para el supuesto de que la cedente
entre en liquidación forzosa o voluntaria, que establezca la obligación de la reaseguradora de
pagar directamente al liquidador los saldos que resulte adeudar eventualmente luego de la
compensación irrestricta de deudas recíprocas, con independencia de que la entidad haya
cumplido sus obligaciones con el asegurado o del estado de liquidación en que se halla (art. 15
Ver Texto).

Por otra parte, los contratos de reaseguro no podrán efectuar modificaciones retroactivas de
condiciones contractuales que puedan provocar variaciones en los niveles de reservas de la
cedente, ni sujetar la vigencia de los efectos del contrato de reaseguro a condición resolutoria
por falta de pago (se aclara en dicha norma que el término "condición resolutoria" se debe
entender con el alcance que surge del art. 553 Ver Texto del Código Civil argentino). En los
contratos en los cuales intervengan corredores de reaseguros no se podrá incluir ninguna
cláusula que limite o restrinja la relación directa entre la compañía de seguros y el reasegurador,
ni se les podrá conferir a dichos corredores poder o facultades distintos de aquellos necesarios
y propios de su labor de intermediario independiente en la contratación (arts. 16 Ver Texto y
17 Ver Texto).

Los contratos de reaseguro celebrados en violación de la resolución que reglamenta la actividad


no serán oponibles a la Superintendencia de Seguros para acreditar el cumplimiento de normas
legales o reglamentarias, ni se tendrán en cuenta para las relaciones técnicas de las entidades
cedentes. Tampoco serán oponibles los contratos de reaseguros celebrados con fecha posterior
a la constitución del pasivo por "siniestros pendientes" que impliquen deducciones a dicho

136
pasivo. Se considerará fecha de celebración la consignada en la comunicación a la
Superintendencia de Seguros de la Nación de conformidad a las normas vigentes.

Cuando se disponga la suspensión de la inscripción de una entidad reaseguradora o de un


corredor de reaseguros, no podrá el sancionado otorgar nuevas coberturas o intermediar en
ellas ni renovarlas, según el caso; su actuación queda limitada a la realización de las diligencias
necesarias para el cumplimiento de los contratos celebrados mientras estuvo vigente la
inscripción respectiva (art. 18 Ver Texto).

(207) Bruck, p. 76. Prefiero esta definición, porque fija la naturaleza jurídica de seguro de la
responsabilidad, que comparto. Ver Fernández, p. 452.

(208) Persico, nº 9, p. 19; Broseta Pont, ob. cit., ps. 155 y ss.

(209) Hémard, II, nº 600; Donati, Trattato, III, nº 790.

(210) Técnicamente se funda en los conocidos principios de que 1) cuanto mayor es el número
de riesgos homogéneos, tanto menor es el descarte posible; 2) la disparidad del valor de los
riesgos acentúa la trascendencia del descarte.

(211) Broseta Pont, ob. cit., p. 189.

(212) Persico, nros. 37, 38, 40; Donati, Trattato, III, nros. 791 y ss. Adde: Seeber, en JA 47-41,
secc. Doctrina; Rivarola, IV, p. 268; Vivante, Trattato, nº 1924, y Contratto, nº 120; Broseta
Pont, ob. cit., ps. 102, 122, 189, etc.
"El reaseguro participa de la naturaleza jurídica del seguro, y de los caracteres esenciales del
mismo, del que deriva directamente, sin el cual no tiene existencia posible y del que no puede [.
. .] considerarse independiente en sus constitutivos y antecedentes originarios" (Corte Sup.,
9/4/1926, JA 19-632).
Su contenido está dado por el contrato de seguro: su máximo se determina por el monto
asegurado y seguirá la suerte del seguro (reducción, rescisión, etc.: es nulo el convenio de pagar
también en estos casos). Pero cabe restringir el riesgo asegurado, y si no hay restricción expresa
se presume que coinciden los montos asegurados (Vivante, Trattato, nº 1925, y Contratto, nº
121).
El riesgo puede ser cuantitativa o cualitativamente distinto: Bruck, p. 78.

(213) Persico, nros. 42 y 45; Broseta Pont, ob. cit., p. 102.


La Corte Suprema ha resuelto que el objeto del contrato es un seguro (8/3/1934, JA 45-409).
Anotando el fallo, Enrique Díaz de Guijarro sostiene que se reaseguran las cosas aseguradas (!).
Afirma que es también así en la práctica, porque las pólizas imponen la denuncia del traslado
de las cosas aseguradas . . . (!!). Admite que su posición es objetable en los reaseguros globales.
Ésta no era una posición aislada en nuestro país. La C. Nac. Fed., 4/12/1936, JA 56-730,

137
sostuvo que el objeto directo e inmediato es asegurar las mismas cosas aseguradas. Una crítica
de este concepto primitivo y desprovisto de toda base jurídica resulta de lo expuesto en el
texto. Ver, además, Persico, nros. 43 y 44.

(214) C. Nac. Fed., 31/10/1934, JA 48-71. Sobre la reticencia, ver Broseta Pont, ob. cit., ps.
122 y ss.

(215) Persico, nº 50; Donati, Trattato, III, nº 794; Broseta Pont, ob. cit., p. 102.

(216) Persico, nº 88; Broseta Pont, ob. cit., ps. 183 y 189. Por eso el fallo de la sala A de la C.
Nac. Com., 21/3/1968, JA 1968-IV, nº 15.811, viola este principio.

(217) Persico, nº 77. La falta de denuncia de no conservar una parte del riesgo es reticencia. La
conservación de una parte es la regla: lo normal es que el asegurador reserve para sí el pleno, y
si no lo hace debe denunciarlo: Persico, nº 78.

(218) Ver Broseta Pont, ob. cit., p. 33; Besson y Picard, I, nº 68.

(219) La doctrina alemana tiende a separar el reaseguro de los seguros marítimos. Pero no
existe justificación, porque si bien depende de un seguro marítimo, no es un riesgo marítimo,
del mismo modo que el riesgo de la insolvencia de un asegurador marítimo no es un riesgo
marítimo (Persico, nº 71).

(220) Solari Brumana, en JA 1968-VI, ha criticado la ley por no haber legislado el contrato en
detalle, con olvido de su naturaleza jurídica de seguro -para el cual le rigen las reglas generales-
y de contrato de seguro de la responsabilidad civil.

(221) Ver una amplia enumeración de diversas prácticas contractuales en la materia, en Benítez
de Lugo, Reymundo, III, ps. 339 y ss.; Donati, Trattato, III, nros. 783 y ss.; Broseta Pont, ob.
cit., ps. 128 y ss.; De Larramendi, I. A., Clases de reaseguro, en "Riesgo y Seguro", 1950, p.
155; Lasheras-Sanz, Las diferentes modalidades de reaseguro de exceso de daños . . ., en
"Riesgo y Seguro", 1952, p. 203; Pr”ls, Standarizzazione dei contratti di riassicurazione, en
"Assicurazioni", 1949, 1, p. 101; Donati, eod. loc., 1944, 1, p. 1.

(222) Persico, nº 17; Bruck, p. 78; Besson y Picard, I, nº 69, ps. 131 y 132.

(223) Persico, nº 18; Vivante, Trattato, nº 1920; Bruck, p. 78.

(224) Persico, nº 25; Vivante, Trattato, nº 1920; Bruck, p. 78.


El tratado general (también llamado reglamento) es asimilable a la póliza flotante o de abono.
Cada declaración de alimento no constituye un contrato independiente, ni el tratado o
reglamento una promesa de contratar los seguros individuales (Persico, nº 62).

(225) Persico, nº 19. Para evitar que el asegurador se reserve los buenos riesgos y trasfiera los
malos, sólo se reasegura un porcentaje, debiendo declarar los riesgos en un plazo breve, de
observación esencial, porque es la única garantía que tiene el reasegurador (Vivante, Trattato,
nº 1923, y Contratto, nº 119).

138
(226) Persico, nº 20 y autores citados en nota 161.

(227) Persico, nº 21.


El riesgo comienza simultáneamente para ambos, y el retardo en la denuncia no excluye el
riesgo del reaseguro: el reasegurador se debe precaver, por otros medios, del peligro de que el
retardo se utilice para reservarse el riesgo bueno (Vivante, Trattato, nº 1923, y Contratto, nº
119).

(228) Persico, nº 24; Besson y Picard, I, nº 66.


Reduce los riesgos, pero no los iguala; de ahí que no suprima las desviaciones; incluye
contratos que pueden ser asumidos totalmente por el asegurador. No obstante, se emplea en
muchos casos: riesgos muy peligrosos; volumen escaso de negocios; reparto de riesgos entre
aseguradores de un mismo grupo; retrocesión (Besson y Picard, cit.).

(229) Persico, nº 25, y autores citados en nota 161.


Diversos autores estiman que éste es el verdadero reaseguro: Besson y Picard, por ejemplo, I,
nº 65. Tanto que Graziani juzga que sólo es reaseguro el que cubre el excedente del pleno y
por el riesgo no comprendido en la empresa, lo cual ha motivado una larga y fundada réplica
de Persico, ob. cit., nº 51.

(230) Persico, nº 22; Bruck, p. 78.

(231) Besson y Picard, I, nº 71. Pero la declaración se debe hacer efectivamente, para que el
reasegurador responda (Lordi, p. 827, nota 1). Los contratos prevén normalmente la forma de
fijar el excedente del pleno cuando el siniestro se produce antes de la declaración (Besson y
Picard, I, nº 72).
Broseta Pont, ob. cit., ps. 161 y ss., distingue la función según que el contrato sea obligatorio o
no; en el primer caso es una declaración de conocimiento o ciencia.

(232) Persico, nros. 80 y 83; Broseta Pont, ob. cit., p. 163.

(233) Se asume por el contrato cuando el siniestro excede de cierto monto; se utiliza respecto
del seguro de la responsabilidad civil (Besson y Picard, I, nº 67, p. 130).

(234) Picard, La réassurance en excédant de sinistres, en Études en honneur de H. Capitant, p.


613; Besson y Picard, I, nº 75.

(235) Picard, estudio citado en nota anterior; Besson y Picard, I, nº 76, y 2ª ed., II, p. 288.
Cabe dudar de que en esta práctica nos hallemos ante un auténtico reaseguro, y no ante un
seguro directo (contra: Besson y Picard, 2ª ed., II, p. 295).

(236) Picard, estudio citado en nota 172; Besson y Picard, I, nº 77.


El remedio utilizado, señalado sub b, quita fuerza a la objeción.
En lo que se refiere al contrato pool, utilizado en Alemania, no es un reaseguro, sino un
acuerdo entre aseguradores o reaseguradores, que establecen una oficina central única, reúnen
los riesgos y las primas, que soportan y gozan en la proporción pactada (Persico, nº 36, p. 49).

139
(237) Bruck, p. 77 y los autores que cita: Lordi, nº 661; Ferrarini, en "Riv. Dir. Comm.", 1934,
2, p. 35; Brunetti, en "Assicurazioni", 1938, 2, p. 197; Zavala Rodríguez, ob. cit., II, nº 1813;
Donati, Trattato, III, nº 789; Broseta Pont, ob. cit., ps. 41 y ss.
Broseta Pont distingue el seguro contra el nacimiento de una deuda (reaseguro, v.gr.) del
seguro de la responsabilidad civil (ob. cit., ps. 74 y ss.).
Ha sido negado por una doctrina muy autorizada:
Hémard sostiene que sólo hay responsabilidad cuando hay culpa y daño, lo cual no se da en la
ejecución normal de un contrato. Se trata -dice- de un seguro de recurso, tipo nuevo, que no
supone ninguna responsabilidad, y que se emplea para garantirse contra la ejecución de un
contrato (nº 601 ter). Lepargneur acepta estas razones (nº 1369).
Salandra le niega este carácter, porque si se comprende al seguro de vida hay un daño cierto y
se refiere a la ejecución de un contrato (en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 318).
Viterbo se funda en que sólo hay responsabilidad cuando se violan las normas secundarias; en
cambio, en el reaseguro se cubre la deuda que nace por aplicación de la norma primaria,
asegurable porque es incierta (ob. cit., nros. 2 y 3, ps. 82 a 87. Conf.: Donati, Trattato, III, nº
789).
Persico aduce que "en el seguro de la responsabilidad civil existe una única asunción de un
riesgo directo: el del asegurado; en el reaseguro se trata del riesgo ajeno asumido por un tercero
(el asegurador), que constituye el riesgo asegurable" (ob. cit., nº 69; ver también nros. 70 y 72).
Todos estos autores aceptan que se trata de un seguro de intereses.
Su discrepancia radica en si el interés o el riesgo importa o no una responsabilidad civil, en el
concepto estricto enunciado por Viterbo.
La razón dada por Persico es inocua: existen contratos de la responsabilidad civil, de riesgos
ajenos voluntariamente asumidos por el asegurado; por ejemplo, el seguro voluntario de
accidentes del trabajo de obreros no amparados por la ley 9688 Ver Texto; de los pasajeros
trasportados; etc.
Los impugnantes olvidan cuál es la función del seguro de la responsabilidad civil: mantener la
indemnidad del patrimonio del asegurado contra las reclamaciones de terceros. La
responsabilidad contractual, aun por la ejecución de un contrato, no es ajena a esa función,
siempre que reúna los recaudos necesarios para considerarla un riesgo asegurable.
La circunstancia de que en el derecho de las obligaciones, estrictamente, se califique de
responsabilidad a la violación de las normas secundarias, no quita que en un concepto amplio
la responsabilidad incluya toda afectación del patrimonio por el cumplimiento de obligaciones,
de cualquier clase, que se asuman o por el incumplimiento de obligaciones contractuales o
legales (delitos y cuasidelitos).
Ver un autorizado examen de las diversas teorías propuestas, en Broseta Pont, ob. cit., ps. 51 y
ss.

(238) Ver autores citados en nota 175. Su réplica se hace en la nota anterior.
Persico sostiene que "es el mismo riesgo que se trasfunde en el asegurador y en el reasegurador
en cuanto concierne al hecho incierto que, hemos visto, es el vínculo entre los dos contratos"
(nº 69). ¿Aplicará también este criterio al reaseguro de los seguros personales?
Salandra -en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 314- ha resucitado la noción clásica hoy abandonada:
"El asegurador asume sobre sí el riesgo de que están gravados los aseguradores originarios por
toda la parte a que se extiende el reaseguro; así como si él hubiese contratado directamente con
ellos, en vez y lugar del primer asegurador. Pero este riesgo no lo toma a su cargo a su
respecto, sino respecto del asegurador originario, con quien sólo entra en relaciones jurídicas".

140
La C. Nac. Fed. insiste en el viejo concepto de que se aseguran las mismas cosas aseguradas
(4/12/1936, JA 56-730). Posteriormente sostuvo que se trata de una fianza, confundiendo el
reaseguro con el reseguro del art. 501 Ver Texto, 3º párr., CCom. (29/4/1946, LL 42-658).

(239) Esta opinión se originó en Francia y pasó a Alemania, sostenida por Voigt y el Tribunal
Supremo. Ehrenberg admite que es un seguro cuando se reasegura la totalidad del riesgo; de lo
contrario existe sociedad, ya que ambas partes persiguen un fin común. Crémieu acepta esta
opinión (ver Persico, nros. 60 y 61).
Brunetti estima que coinciden un contrato de seguro y una sociedad en participación; su
régimen resultará de la opinión que se tenga sobre los contratos mixtos (en "Assicurazioni",
1938, 2, p. 199).
Es exacto que hay identidad de fines entre las partes, consistente en las utilidades, pero lo que
busca el asegurador es evitar el perjuicio por la realización del riesgo. El lucro por la diferencia
de primas no es el fin normal. Por ello su posición, análoga a la del seguro de la
responsabilidad civil, es antitética a la del reasegurador.
En la sociedad es menester que la utilidad sea común y se reparta proporcionalmente; en
cambio, en el reaseguro hay independencia de las utilidades, y una parte las obtiene en
detrimento de la otra: las utilidades de uno pueden corresponder a pérdidas en el otro. Sólo
hay identidad de intereses en la no realización del siniestro.
Además, no hay tal participación en las utilidades. La prima sólo es el precio del riesgo
asumido. Los gastos de liquidación representan el costo de un negocio cumplido en interés
común, por lo cual no se pueden calificar de contribución los gastos "sociales".
No hay participación en el riesgo de la empresa ni contribución a las pérdidas.
Sobre todas estas razones, ver Persico, ob. cit., nros. 59, 63, 64, 66 y 69; Viterbo, ps. 79 a 82;
Lordi, nº 663; Vivante, Trattato, nº 1922, y Contratto, nº 118.

(240) Moraglia, cit. por Persico, nº 57. De ahí la repercusión y los efectos que los actos
cumplidos en el seguro tienen en el reaseguro. Se funda esencialmente en la palabra "cesión",
empleada en el contrato por las partes.
Persico, nº 57, cit., ha refutado extensamente esta opinión:
a) La cesión trasfiere derechos y obligaciones, y realiza una sucesión singular sin crear nuevos
derechos y obligaciones.
b) La limitación a los efectos internos, sin notificación, olvida que el tercero cedido, que llegue
a conocerla, puede pagar al cesionario.
c ) Las partes no tienen intención de celebrar una cesión.
d) El asegurado no puede pagar la prima al reasegurador, ni éste exigirla.
e) La falta de pago de la prima o la insolvencia no repercuten sobre el reasegurador.
Ver, además, Salandra, en "Assicurazioni", 1934, 1ª parte, p. 317.

(241) También se le atribuyó la naturaleza de un mandato.


Basta pensar en la revocabilidad del mandato y en la responsabilidad hacia los terceros para
que toda la analogía superficial, deducida del funcionamiento del reaseguro, especialmente en la
liquidación del daño, se destruya. Se olvida que si bien la liquidación del daño cubierto
repercute en el reaseguro, por la relación entre ambos contratos, esa liquidación del seguro es
distinta de la que se cumple en el reaseguro. Omite considerar que cuando el asegurador liquida
el siniestro trata un negocio propio. Ver Persico, nº 56.
Segovia, nota 1777, y Malagarriga, Comentario, III, nº 136, afirman que se trata de una fianza,
opinión que parecen abandonar luego para adoptar el criterio de que es un seguro de daños

141
(nota 1822 y nº 186, respectivamente. Ver sobre la confusión con la fianza, C. Nac. Fed.,
29/4/1946, LL 42-658). El pensamiento de Malagarriga ha evolucionado, y en su Tratado
elemental, III, p. 390, afirma que es un seguro, accesorio de otro seguro, sin el cual no podría
subsistir.
Persico objeta con razón que el reaseguro no es un contrato accesorio; y el refuerzo de garantía
que significa es una consecuencia mediata e indirecta, extraña al asegurado (ob. cit., nº 55).
Hermannsdorfer opina que es un contrato parciario, que se da cuando alguien participa en la
producción económica de otro, que cooperó de algún modo a obtener el producto. No niega
que se trate de un contrato de seguro, pero con esa cláusula que cabe en una serie de contratos.
Persico ha negado el elemento parciario, porque éste requiere que las utilidades no sean
predeterminadas o predeterminables. Además, el reasegurador no participa en las utilidades del
asegurador, ya que la prima pagada no se puede considerar así, ni participa en el resultado de la
empresa del asegurador (ob. cit., nros. 67 y 68).

(242) Vivante, en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 22.


Ver Besson y Picard, ob. cit., I, nº 64.
En la cesión total de cartera existe trasferencia del comercio: Donati, Trattato, I, nº 162.
La ley 20091 regula minuciosamente la operación y prevé el procedimiento con el propósito de
que resulte obligatorio para los asegurados y sus derechohabientes (arts. 46 Ver Texto y 47 Ver
Texto).

(243) Vivante, lug. cit.

(244) Vivante, lug. cit.; Besson y Picard, I, nº 64; Lordi, nº 661; Donati, Trattato, I, nº 161.
En el reaseguro global hay cesión de cartera: Donati, ob. cit., I, nº 161, nota 21, in fine. Ver
Papi, en "Assicurazioni", 1951, 1ª parte, p. 15.

(245) Fernández Dirube, Ariel, Evolución del reaseguro en la Argentina, comunicación


presentada ante las VIII Jornadas de Derecho de Seguros, Universidad de Morón, 1998.

(246) El proyecto estaba precedido de un informe del entonces ministro de Hacienda, Amaro
Ávalos, en el cual expresaba que se podía considerar satisfactoriamente tratado el aspecto de
policía del seguro mediante la creación de la Superintendencia de Seguros en 1937; pero en lo
referente a la economía del seguro no se había dado paso alguno de importancia para el
fortalecimiento de nuestro mercado interno, en el cual, por una falla de su organización, se
producía la consecuencia del desplazamiento de una gruesa cantidad de negocios de seguros en
favor de centros extranjeros, ya fuera tomando seguros directamente en el exterior o bien por
el gran número de reaseguros contratados en esas plazas o en entidades extranjeras que
funcionaban en el país. Se agregaba que el desplazamiento de operaciones representaba mucho
más que la simple traslación de un excedente que superase la capacidad de absorción de los
aseguradores del país. Por ello, proponía la creación de un instituto de reaseguros en el país, sin
perjuicio de proyectar una norma por la cual "en aquellos ramos en que el instituto no pueda o
no encuentre conveniente operar en la atención de sus reaseguros, autorizará a las compañías
aseguradoras argentinas a cubrir los mismos libremente en otras compañías del país o del
extranjero" (mensaje de elevación del proyecto, 24/5/1946).

142
(247) El art. 1 de esa ley expresaba: "Continuará en vigor con fuerza de ley a partir de la fecha
de su publicación el decreto 15345/46 sobre creación del Instituto Mixto Argentino de
Reaseguros".

(248) Por ejemplo, se eliminaba la posibilidad de que se efectuase intercambio previo de


reaseguros entre las compañías (art. 12 Ver Texto); se posibilitaba la incorporación de las
cooperativas y mutualidades (art. 17 Ver Texto); se establecía la proporción del capital del
Instituto y la correspondiente a los aseguradores privados integrantes del ente mixto, que era
ahora del 50 % para cada sector (art. 2 Ver Texto). Asimismo, se mantenía la prohibición de
asegurar en el extranjero a personas, bienes o cualquier interés asegurable de jurisdicción
nacional, prohibición cuya violación era sancionada con una pena para el asegurado e
intermediarios de hasta veinticinco veces el importe de la prima, y la obligación de cubrir
exclusivamente en compañías argentinas de seguros todas las personas, bienes, cosas, muebles
e inmuebles, semovientes, responsabilidad o daños que se resolviera asegurar y que fueran de
propiedad de la Nación, las provincias, las municipalidades, las entidades autárquicas o de las
personas físicas o jurídicas que explotasen concesiones, permisos o tuvieran franquicias,
exenciones o privilegios de cualquier índole en virtud de leyes o disposiciones de autoridades
de la Nación, las provincias o las municipalidades, con la misma pena, en caso de infracción,
que la mencionada en el punto anterior (arts. 10 Ver Texto y 11 Ver Texto).

(249) El art. 7 del decreto 10307/53 (reiterando lo dispuesto por el art. 20 del decreto
15345/46 y del art. 18 de la ley 12988) establecía que el texto del art. 20 de la ley 12988 sería el
siguiente: "Los contratos de reaseguros pasivos que las compañías argentinas de seguros
tuviesen vigentes en la fecha de esta ley deberán ser denunciados y continuarán en vigor hasta
la fecha en que en virtud de las disposiciones contractuales, se opere el vencimiento o la
rescisión"; y para el art. 23 de la citada ley se preceptuaba: "Las entidades reaseguradoras
cesarán en sus actividades como tales desde la fecha de esta ley, quedando autorizadas para
funcionar como entidades aseguradoras conforme a las disposiciones vigentes. Los contratos
de reaseguro activos y pasivos que tuviesen en vigor deberán ser denunciados y continuarán
vigentes hasta la fecha en que, en virtud de sus disposiciones contractuales, se opere el
vencimiento o sea posible la rescisión".

(250) El Inder imponía las reglas a las cuales se debían someter los reaseguros que se llevasen a
cabo con dicha institución mediante "reglamentos". Acerca de la naturaleza de ellos, señala
Steinfeld que tal normativa constituía, en realidad, "contratos de reaseguro automáticos, de
índole comercial, aunque de adhesión forzosa", derivada del monopolio. Se estaba ante
"verdaderos contratos que correspondían al ámbito comercial y, por ende, al derecho privado";
por eso la competencia recaía en la justicia federal en lo civil y comercial (Steinfeld, Eduardo,
Análisis jurídico del régimen legal de las empresas de seguro, en "Cuadernos del Instituto de
Derecho del Seguro del Colegio de Abogados de San Isidro", nº 2, febrero de 1997, p. 28).

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143
XIII

50. Distinción de los seguros mutuos y a prima fija.

Los seguros pueden ser mutuos o a prima fija: lo admite el art. 1 Ver Texto, porque el precio
de la asunción del riesgo en los seguros mutuos se denomina cotización.

El seguro mutuo, junto con el practicado por las sociedades cooperativas, integra el seguro
solidario (sección IV, Ley de Empresas de Seguros y su Control, 20091 Ver Texto). Esta ley ha
regulado específicamente las sociedades de seguros mutuos (arts. 18 Ver Texto a 22 Ver Texto)
(251) .

Económicamente no existe diferencia entre el seguro mutuo y a prima fija, "porque en el


estado actual de la evolución y de la técnica [. . .] la una y la otra efectúan la trasferencia del
riesgo de un sujeto a una colectividad de sujetos sometidos a riesgos de igual naturaleza, esto
es, una mutua cobertura o eliminación del riesgo, puesto que la colectividad de los asegurados
es siempre aseguradora de sí misma" (252) .

En el seguro mutuo -expresa Viterbo- "se trata de eliminar un riesgo individual creando una
certidumbre colectiva, asociando una masa de riesgos individuales". En el seguro a prima fija,
"la incertidumbre no se elimina, el riesgo no desaparece para dar lugar a una entidad de daño
determinado, sino que sólo se traslada". Añade que el sujeto que se hace cargo del riesgo trata
de trasformarlo después en una certidumbre como para, por lo menos, disminuir su
aleatoriedad, recurriendo a un sistema análogo al que acabamos de describir con referencia al
seguro mutuo, es decir, juntándolo con otros riesgos análogos que le habrán trasferido otros
sujetos; es un ardid técnico que está fuera del negocio, no esencial para la existencia de éste, y
por eso muchas veces falta (Viterbo, Teoría económica . . ., ob. cit., nº 3).

Bruck señala como rasgo distintivo que el seguro mutuo se ejerce con sentido corporativo, del
cual carece el otro (p. 61).

144
Para Rivarola el seguro mutuo "tiene lugar cuando la asociación constituida por los individuos
cuyas cosas, intereses o personas se encuentran sometidos a análogos riesgos, ha de proveer a
la reparación o indemnización del daño o al pago de la suma asegurada, mediante la
contribución de todos los asociados" (Tratado, p. 275).

Pero jurídicamente, aunque en la práctica de ciertos seguros las diferencias tienden a


desaparecer (253) , cabe señalar que:

a) El seguro a prima fija se caracteriza por lo siguiente:

1) La búsqueda de beneficios.

2) Las posiciones del asegurador y asegurado son distintas, con intereses opuestos.

3) La prima es invariable, salvo acuerdo de los contratantes.

4) En caso de insuficiencia de las primas percibidas, el asegurador debe pagar la indemnización


con capital propio; si hay beneficios, los distribuye entre sus accionistas (254) .

b) El seguro mutuo se caracteriza (255) por lo siguiente:

1) La relación asegurativa se vincula estrechamente a una relación societaria, de la cual depende


(art. 18 Ver Texto, 2º párr., ley 20091); es un contrato único.

2) No hay accionistas que buscan obtener beneficios: incluso el superávit de ejercicio recibe un
nombre típico, el de "excedentes"; y cuando éstos se producen, tienen una forma típica de
distribución: en proporción a las primas consumidas durante el ejercicio (art. 15 Ver Texto,
3er. párr., ley cit.).

3) Las cotizaciones son variables, según el resultado del ejercicio, hasta el máximo fijado por
los estatutos (art. 19 Ver Texto, 2º párr.).

Atendiendo a los caracteres específicos de este tipo de asociaciones, la Ley de Seguros 17418
dispone, en su art. 157 Ver Texto, último párrafo, que los seguros mutuos se rigen por las

145
disposiciones del título I (sobre contrato de seguro), "excepto las normas que sean contrarias a
su naturaleza" (256) .

Vivante señala como consecuencia de estos principios:

a) La póliza no puede ser cedida sin el consentimiento de la sociedad.

b) Si la sociedad cae en quiebra o en liquidación, el socio debe esperar el resultado, sin tener
derecho a rescindir, como en el seguro a prima fija.

c) El pago de las contribuciones se rige por las normas de los aportes sociales.

d) La mayoría no puede imponer las reformas que afectan las bases fundamentales (asumir
nuevas ramas, extender los negocios a otros territorios, contratar a prima fija, reducir las
garantías, etc.) (257) .

e) Se rige por el estatuto vigente al día en que tuvo derecho al beneficio (258) .

XIV

51. Legislación argentina de los seguros.

El Código de Comercio legislaba los seguros en dos partes: en el título VI del libro II,
dedicado a los seguros en general y a los terrestres, y en los títulos IX y X del libro III,
dedicados a los seguros marítimos y de trasporte (terrestre y fluvial), respectivamente.

146
Distintas leyes posteriores modificaron parcialmente esta legislación: la ley 3942 , de seguros
sobre la vida; la ley 3863 , sobre privilegio por las primas del seguro agrícola; la ley 11672, art.
150 , t.o. 1962, de creación de la Superintendencia de Seguros; la ley 12988 , modificada por la
ley 14152 , de explotación del reaseguro por el Estado (reglamentada por el decreto 10073 Ver
Texto, año 1953).

En 1959, el Poder Ejecutivo nacional me confió la tarea de preparar el anteproyecto de ley


general de seguros, que presenté en 9 de junio de 1959, y en virtud del cual se confeccionó con
la Comisión Revisora y Asesora (259) el proyecto elevado al Poder Ejecutivo con extensa
Exposición de Motivos. La nueva comisión designada en 1967 reprodujo ese proyecto y la
Exposición de Motivos, con ligeras modificaciones que no afectan mayormente los textos
proyectados.

La ley 17418 Ver Texto derogó los arts. 492 Ver Texto a 557 Ver Texto y 1251 Ver Texto a
1260 Ver Texto del Código de Comercio, y la ley 3942 (art. 163 Ver Texto, 2º párr.).

Es decir que del Código de Comercio -en materia de seguros- sólo quedó vigente el título X
del libro III, referente a los seguros marítimos, cuyo régimen quedó para ser incluido en la Ley
General de la Navegación (260) . A su respecto, el art. 157 Ver Texto dispone que las normas
de la Ley General de Seguros se le aplican "en cuanto no esté previsto por las leyes específicas
y no sean contrarias a su naturaleza".

52.

Diversas leyes especiales -v. supra, § 45 y ss.- prevén seguros de distinta especie, obligatorios o
voluntarios. La jurisprudencia ha debido pronunciarse sobre su régimen legal, y así decidió:

a) El seguro de incendio, practicado por el Banco Hipotecario Nacional, se rige por el Código
de Comercio (261) .

b) Al igual que el seguro sobre la vida incluido en los préstamos del Hogar Ferroviario, ley
11173 (262) .

147
c) El seguro sobre la vida de una mutualidad obligatoria "no nace de un contrato, sino de un
acto administrativo y, en consecuencia, está regido ante todo por el derecho público interno
administrativo, y sólo subsidiariamente por el derecho privado" (263) .

d) El seguro obligatorio contra granizo no es un seguro de derecho privado, cuyas normas sólo
se aplican supletoriamente (264) .

53.

En general, siendo el derecho comercial el derecho de los contratos y obligaciones comerciales,


rige para éstas el principio del art. 1197 Ver Texto, CCiv.; pero en materia del contrato de
seguro, en razón de su técnica y comercialización, esta norma consagratoria de la autonomía de
la voluntad sufre grave e importante restricción.

En razón de la técnica, el contrato de seguro exige que se celebre con una empresa (ley 11672 ,
t.o. 1962, puntos 4 y ss.; proyecto, art. 69) y en virtud de contratos de condiciones generales
uniformes (contratación en masa).

La ley ha debido, pues, alterar sustancialmente el régimen del art. 1197 Ver Texto cit., y por
ello ha dispuesto en el art. 158 Ver Texto normas sobre la obligatoriedad de sus disposiciones y
para que el asegurado tome conocimiento de las modificaciones de su régimen cuando las
autoriza. Ha dispuesto lo siguiente:

a) Existen normas total o parcialmente inmodificables en razón de su letra o de su naturaleza,


sin especificarlas (art. 158 Ver Texto). Deja así un amplio campo a la jurisprudencia para
incorporar progresivamente al número de disposiciones de orden público todas las reglas que
la evolución económica y social del país hagan conveniente para el mejor desarrollo del seguro
y para hacer efectiva su función de solidaridad social.

La aprobación de las pólizas por la Superintendencia de Seguros no impedirá, en su momento,


que el juez, en el caso concreto que se le someta, concluya que la regla contractual infringe una
norma legal que, por su naturaleza, era inmodificable.

148
b) Hay disposiciones totalmente inmodificables por las partes; enumera entre éstas los arts. 5
Ver Texto, 8 Ver Texto, 9 Ver Texto, 34 Ver Texto y 38 Ver Texto.

c) Hay disposiciones sólo modificables en favor del asegurado, que son las de los arts. 6 Ver
Texto; 7 Ver Texto; 12 Ver Texto; 15 Ver Texto; 18 Ver Texto, 2º párr.; 19 Ver Texto; 29 Ver
Texto; 36 Ver Texto; 37 Ver Texto; 46 Ver Texto; 49 Ver Texto; 51 Ver Texto; 52 Ver Texto;
82 Ver Texto; 108 Ver Texto; 110 Ver Texto; 114 Ver Texto; 116 Ver Texto; 130 Ver Texto;
132 Ver Texto; 135 Ver Texto, y 140 Ver Texto.

d) Si las condiciones del contrato se apartan de las disposiciones legales en los supuestos
autorizados por la ley, no pueden figurar entre las condiciones generales de la póliza; salvo
cuando la ley prevé expresamente la derogación por pacto en contrario (como ocurre en los
arts. 18 Ver Texto, in fine; 66; 67, 1er. párr.; 71; 74; 82, 1er. párr.; 86, 2º párr.; 94; 100; 126, 1er.
párr.). La norma persigue que la convención traduzca la efectiva voluntad del asegurado.

La ley analizada sigue así la orientación de la legislación contemporánea, en la cual se inspiró,


pero con una técnica mejorada.

54. Contratos celebrados con anterioridad.

¿Cuál es el criterio para la aplicación de estas normas a los contratos celebrados con
anterioridad?

Nuestra ley 17418 Ver Texto nada dispone sobre el punto.

Las normas de orden público, analizadas en el párrafo precedente sub a, b y c, se aplicarán


desde que la ley entre en vigencia, conforme al art. 3 Ver Texto, CCiv. (ley 17711 Ver Texto).
En cuanto a los hechos no cumplidos, se trataría de mera expectativa; esto es, "no son
derechos amparables por garantías constitucionales" (art. 3 Ver Texto cit.), por lo cual es
aplicable la doctrina establecida por la Corte Suprema de la Nación (265) . La Superintendencia
de Seguros, por resolución del 21 de febrero de 1968 (BO 29/2/1968) dispuso que se agregara
a todos los contratos vigentes una cláusula (endoso) extendiéndoles la aplicación de la ley
17418 Ver Texto.

149
55.

En cuanto a los contratos que se celebran con posterioridad en violación de las normas
imperativas de la ley, como señala Morandi (266) , "no tendría por efecto la nulidad del
contrato, sino la sustitución de la cláusula nula por la norma legal pertinente": conforme al art.
1039 Ver Texto, CCiv., es así para toda disposición separable, doctrina que debe extenderse a
cualquier regla contractual en materia de seguros, porque: a) el asegurador redacta el contrato;
b) la nulidad no elimina su responsabilidad por la nulidad incurrida por su culpa (art. 1056 Ver
Texto, CCiv.); c) la ley aplica esa doctrina en el art. 12, para una situación similar. El Código
Civil adopta solución análoga en materia de sociedades, art. 1653 Ver Texto, por el cual la
cláusula anulada no afecta la eficacia del contrato y es reemplazada por las normas legales
pertinentes.

La aprobación administrativa previa no altera la nulidad o impugnabilidad de las cláusulas


violatorias del régimen legal, atento a la naturaleza y alcance de esa aprobación administrativa
(ver infra, cap. II) (267) .

(251) La ley 20321 Ver Texto, sobre asociaciones mutuales las define como aquellas
"constituidas libremente, sin fines de lucro, por personas inspiradas en la solidaridad, con el
objeto de brindarse ayuda recíproca frente a riesgos eventuales, o de concurrir a su bienestar
material y espiritual, mediante una contribución periódica" (art. 2 Ver Texto). Ver sobre el
tema, capítulo II, § 27.

(252) Donati, Trattato, III, p. 206 y sus referencias bibliográficas.

(253) Besson y Picard, I, p. 13; Hémard, II, nº 437; Bruck, p. 84. Por ejemplo, en el seguro
sobre la vida, el seguro a prima fija se acerca mucho al seguro mutuo por la concesión de
ciertos beneficios accesorios, pero téngase en cuenta que para este otorgamiento media un
recargo en las primas.
Donati, Trattato, III, ps. 206 y ss., niega que jurídicamente existan diferencias. También Zavala
Rodríguez, ob. cit., II, nº 1847.

(254) Lepargneur, nº 1262.

150
(255) La referencia de Zavala Rodríguez en su artículo en DJA 26/6/1968 al auge del seguro
mutual de vida en Estados Unidos ha perdido de vista que se trata de mutualidades híbridas,
que funcionan encastradas en sociedades de capital.

(256) Vivante, Contratto, nº 41; Segovia, nota 1855. Confr. Malagarriga, Comentario, ob. cit.,
III, nº 222; Fernández, p. 466. Así la C. Nac. Civ., sala E, 7/4/1967, LL 127, fallo 58.727, hizo
prevalecer en la interpretación del estatuto el interés dominante del asociado, razón de la
sociedad misma. Se decidió, con fundamento en el régimen derogado, que los seguros sobre la
vida, por ejemplo, se rigen por la ley 3942 (C. Nac. Civ. 1ª, 10/5/1933, JA 42-137; 28/8/1951,
LL 44-50; Sup. Corte Bs. As., 27/10/1931, JA 36-1553). De ahí que la C. Nac. Fed. decidió
que se debe interpretar o aplicar conforme a los fines sociales de su creación (seguro
obligatorio estatal) (6/12/1965, ED 14-570). Pero el subsidio por fallecimiento de una
sociedad civil no es seguro (C. Nac. Com., 18/12/1941, LL 24-977). La Corte Suprema de
Mendoza, 4/4/1968, JA 1968-VI, fallo 1231, aplicó analógicamente las soluciones del seguro
comercial y en el seguro de vida reconoció así el derecho de acrecer de los beneficiarios.
En cambio, lo es el prorrateo de dos siniestros, entre los asegurados, que contribuyen en la
proporción correspondiente (C. Fed. Rosario, 11/8/1945, LL 40-336).

(257) Vivante, Contratto, nº 37. Aconseja que en los riesgos uniformes -incendio, etc.- se
acepte la reforma con derecho al receso al comienzo del nuevo período, y en los riesgos
agravados -sobre la vida- que el contrato no sea afectado por la reforma.

(258) C. Nac. Civ. 1ª, 16/10/1939, LL 16-475; C. Nac. Com., 31/8/1946, LL 44-109.
Con respecto a una cooperativa, se decidió la improcedencia de la reclamación judicial sin
agotar previamente las instancias previstas en el estatuto (C. Nac. Com., sala C, 30/3/1962,
inédito).

(259) La Comisión Asesora y Revisora se integró con delegados designados por la Corte
Suprema de la Nación, facultades de Derecho de Buenos Aires y Córdoba, Federación
Argentina de Colegios de Abogados, Facultad de Ciencias Económicas de Buenos Aires,
Superintendencia de Seguros, Instituto Nacional de Reaseguros, Caja Nacional de Ahorro
Postal -que nunca se incorporó-, Asociación de Aseguradores Argentinos, Asociación de
Aseguradores Extranjeros, Asociación de Cooperativas de Seguros. En un comienzo trabajó en
reuniones plenarias, mas la lentitud de su labor motivó la designación de una subcomisión,
integrada por los delegados de la Asociación de Aseguradores Argentinos, Asociación de
Aseguradores Extranjeros, Superintendencia de Seguros y el redactor del anteproyecto. Esta
subcomisión preparó los textos y la Exposición de Motivos, que sometió a la comisión en
pleno, la cual, salvo pequeñas modificaciones, en su mayoría de estilo, los aprobó, y así se elevó
al Poder Ejecutivo.

(260) La redacción del anteproyecto se confió al profesor Dr. Atilio Malvagni, quien lo
presentó en 1960, y se ocupa de los seguros marítimos -incluso la prescripción- en los arts. 465
a 527.

(261) C. Nac. Fed., 11/6/1934, JA 46-850.

151
(262) Corte Sup., 20/4/1932, JA 37-1183: el pacto incluido en la escritura hipotecaria es la
póliza, ya que reúne sus requisitos. Actualmente se aplica a todos los préstamos con garantía
real, del Instituto Nacional de Previsión Social.
Contra: C. Fed. Cap., 6/11/1931, JA 36-1625: es distinto al legislado en el Código de
Comercio, por los fines de la ley: el asegurado nada percibe si cancela antes de fallecer; la Caja
de Jubilaciones no es una compañía de seguros; no emite una póliza; es obligatorio.
La Cámara Federal incurre en evidente confusión de conceptos: el seguro es por un monto
decreciente en beneficio y garantía del acreedor hipotecario, sobre la vida del deudor, que paga
la prima, pero que no es el asegurado. La emisión de la póliza no es un requisito ad
solemnitatem. Ver capítulo III, infra. No es obligatorio, sino un recaudo para conceder el
préstamo. Si bien la Caja de Jubilaciones no es una empresa de seguros -requisito que sólo
surge de la ley de creación de la Superintendencia de Seguros-, está técnicamente organizada
como tal.

(263) C. Nac. Civ. 2ª, 8/8/1940, LL 19-677. Cita doctrina análoga de la C. Nac. Civ. 1ª, sin
indicar fecha ni publicación.
La Cámara Federal de la Capital decidió que se debe interpretar conforme al interés social que
inspiró su creación (6/12/1965, ED 14-570).

(264) Corte Sup., 19/8/1940, LL 19-1057: es el resultado del funcionamiento de una


institución de asistencia social, que por un impuesto ampara a la industria, y cuyas obligaciones
y derechos nacen de las leyes de creación y su reglamentación.

(265) Fallos 245:465 Ver Texto, 249:538 Ver Texto, 199:460, 252:18, y en LL 8-69. Si no se
consagra este criterio, se llegará al resultado paradójico, señalado por Donati, ob. cit., I, p. 97,
de que las normas perderían eficacia frente a disposiciones contractuales de prórroga, etc.
Los arts. 275 y 276 del anteproyecto lo preveían especialmente. Ver, C. Nac. Com., sala B,
"Freelco v. Coalce", 10/7/1968, inédito.

(266) En JA 1967-VI. El art. 276 del anteproyecto lo preveía especialmente.

(267) Las pólizas aprobadas incluyen cláusulas poco claras o que contradicen normas legales
imperativas (v.gr., incendio, sustracción durante el siniestro y art. 85 Ver Texto).

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XV

152
56. Derecho internacional privado.

En principio, en defecto de toda norma legal acerca del régimen del contrato en el derecho
internacional, se aplica la regla general de la lex loci actus para los recaudos de su validez,
forma y efectos, medios de prueba y jurisdicción (268) .

Conforme al Tratado de Montevideo de 1889, título III, los seguros terrestres y de trasporte
por ríos interiores se rigen por la ley del país en que está situado el bien sobre el que versa el
riesgo (art. 8); los seguros marítimos y de vida se rigen por la ley del país en que está
domiciliada la sociedad aseguradora o sus sucursales y agencias (269) .

El Tratado de Montevideo, de 19 de marzo de 1940, ratificado por el decreto ley 7771 Ver
Texto, año 1956 (270) , si bien en el art. 12 mantiene las mismas soluciones para la
determinación de la ley que rige el contrato, para la competencia judicial dispone en el art. 13
que, a opción del actor, entenderán los jueces del Estado cuya ley rige el contrato, o del
domicilio del asegurador -o de su sucursal o agencia-, o del domicilio del asegurado.

(268) Ver Romero del Prado, Manual de derecho internacional privado, p. 438, nº 12; Polak, F.
G., Aspectos internacionales del contrato de seguro, en "Lecciones y Ensayos", 1968, nº 38
(existe separata).
Bruck sostiene que en todos los casos se debe aplicar la ley de la empresa o de la sucursal,
según los casos: es un contrato de masa, de empresa, que exige que todos los contratos de la
misma especie sean regidos por la misma ley, ya que obedecen al mismo plan de financiación.
Cada contrato es un eslabón de una gran cadena. De ahí que el problema se deba considerar
respecto de cada grupo de contratos, y no de cada contrato (ob. cit., ps. 39 y ss.).
Bruck-M”ller, I, Introducción, nros. 88 y ss., dan preeminencia a la voluntad de las partes en la
elección de la ley aplicable, con las limitaciones que resultan de la naturaleza de algunas normas
legales (v.gr., sobre control estatal, las disposiciones de orden público, etc.). En caso de silencio
de las partes, el lugar de ejecución está excluido en el derecho alemán.

(269) Por el art. 6 Ver Texto del mismo Tratado se prevé que las sucursales y agencias se
juzgan domiciliadas y sujetas a la jurisdicción del lugar en que funcionan.

(270) De fecha 27/4/1956, ADLA XVI-A-328.


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153
Capítulo II. LA EMPRESA DE SEGUROS. CONTROL DEL ESTADO.
INTERMEDIARIOS

I. La empresa de seguros. Control estatal. Los intermediarios (271)

1. Quién puede ser asegurador.

Hemos visto en el capítulo anterior que el contrato de seguro, jurídicamente, no se puede


caracterizar por la circunstancia de ser explotado por una empresa.

Pero la explotación técnica del ramo de seguros requiere que el asegurador sea una empresa,
porque su funcionamiento exige la acumulación de una masa de riesgos, para la realización de
la hipótesis estadística que lo funda y la formación de un fondo de primas que permita afrontar
las obligaciones asumidas; no es posible alcanzar este resultado industrial "si los negocios no se
extienden a un amplio territorio, si no se continúan por una larga serie de años, si las primas
percibidas no se emplean segura y fructuosamente, si no se seleccionan los riesgos con cautela
técnica, y si no se gana la confianza de los asegurados con un capital inicial de garantía. Esta
tarea excede de las fuerzas de una persona y de cualquier sociedad que se funde en el crédito
personal" (272) .

En nuestro país, la ley 20091 Ver Texto, de entidades de seguro y su control (273) , resuelve el
punto, exigiendo que las aseguradoras sean entidades expresamente autorizadas, que revistan
determinados tipos societarios, como sociedades anónimas, cooperativas y de seguros mutuos -
a los cuales la ley agrega las sucursales o agencias de sociedades extranjeras de los tipos
indicados en el inciso anterior y los organismos y entes oficiales o mixtos, nacionales,
provinciales o municipales (art. 2 Ver Texto), y que tengan por objeto exclusivo efectuar
operaciones de seguro (art. 7 Ver Texto, inc. b), lo cual incluye, en el concepto de esta ley,
también la actividad reaseguradora (art. 1 Ver Texto, 2º párr.). Por ello, el contrato de seguro
celebrado con una empresa no autorizada es nulo, sin perjuicio de la responsabilidad en que

154
incurran respecto de la otra parte en razón de la nulidad (art. 61 Ver Texto, 2º párr.). La
sanción concuerda con la regla general del art. 18 Ver Texto del Código Civil, por la cual el
asegurador no autorizado deberá resarcir el siniestro producido por aplicación del art. 1056 Ver
Texto del mismo Código.

Existe empresa cuando se organizan bienes y servicios para la producción de bienes o de


servicios (274) .

La empresa de seguros está especificada por su objeto, que debe ser exclusivo en las privadas
(275) .

Todos estos principios han sido instituidos legalmente por la ley 20091 Ver Texto, de los
aseguradores y su control.

Dicha ley, que entró en vigencia el 21 de abril de 1977, en el art. 1 Ver Texto somete a su
regulación "el ejercicio de la actividad aseguradora y reaseguradora" en todo el territorio de la
Nación. A tal fin, establece que el control de todos los entes aseguradores es ejercido por la
Superintendencia de Seguros de la Nación, entidad autárquica con autonomía funcional y
financiera, que funciona dentro de la órbita del Ministerio de Economía (arts. 64 Ver Texto y
65 Ver Texto, LES.) (276) .

Respecto de la necesidad de que las empresas que realicen operaciones de seguros tengan
objeto exclusivo, el art. 7 Ver Texto, inc. b, así lo impone, al establecer los requisitos exigidos
para el otorgamiento de la autorización para operar como aseguradoras y reaseguradoras.

La ley aclara que cuando efectúa referencias a la expresión "seguro" se considera comprendida
en ella cualquier forma o modalidad de la actividad aseguradora, incluido el reaseguro (art. 1
Ver Texto, 2º párr.).

Los organismos y entes oficiales que operen en seguros o reaseguros están también sujetos a
esta ley de control de la actividad aseguradora, y se deben organizar con autarquía funcional y
financiera. Si no tuvieren como objeto exclusivo realizar tales operaciones, establecerán una
administración separada, con patrimonio propio y gestión independiente (art. 4 Ver Texto,
LES.). En cuanto a los contratos que celebraren entidades que no cuenten con la debida
autorización del ente de control, serán nulos (277) , y a quienes hayan actuado como
pretendidos aseguradores se les aplicará una multa, sin perjuicio de resultar además civilmente
responsables hacia la otra parte del contrato en razón de dicha nulidad. Si se tratase de

155
sociedades anónimas, cooperativas o mutuales, serán solidariamente responsables sus
directores, síndicos, integrantes del consejo de vigilancia y administradores; y en las sociedades
de otro tipo tal responsabilidad se extenderá a sus socios (art. 61 Ver Texto).

Jurisprudencia

El esquema jurídico-económico del seguro exige, entre otras condiciones, que las empresas de
seguros cuenten con una situación económico-financiera sólida, que les permita cumplir los
compromisos contraídos con los asegurados.

La prestación de las compañías de seguros es una prestación de empresa, pues se trata de


sociedades constituidas con la única y específica finalidad de liquidar siniestros y, en su caso,
pagar indemnizaciones cuando ha tenido lugar el evento previsto dentro del estado del riesgo
cubierto (C. Nac. Com., sala C, 18/4/1996, "La Central del Plata Cía. de Seguros S.A.", LL
1996-D-734; DJ 1996-2-1196).

El régimen de las entidades o empresas de seguros no se encuentra instituido primordialmente


para comodidad, ventaja o interés de los empresarios del seguro, sino que tiende a la tutela del
interés público, a la protección de los asegurados y al afianzamiento del mercado de seguros.
La fiscalización externa no se reduce al solo control de funcionamiento, veracidad de los
balances y estado económico publicado, sino que se proyecta sobre la eficacia de la prestación
del servicio y se debe cumplir permanentemente, velando por el funcionamiento regular de las
entidades, vigilando su solvencia o solidez mediante el cumplimiento de los planes financieros
y el ajuste de las bases técnicas, pues así se ofrecerán garantías suficientes para la posibilidad de
cumplimiento de sus obligaciones y brindar la seguridad, que es el fin mismo del seguro (C.
Nac. Com., sala C, 11/7/1978, "Impulso Sociedad Cooperativa de Seguros Ltda.", Rep. LL
XXXIX-J-Z-1990, sum. 4).

2. Tipos societarios.

En nuestro derecho, hasta la sanción de la ley 11672 Ver Texto, de creación de la


Superintendencia de Seguros, sólo cabía aplicar el art. 528 Ver Texto del Código de Comercio,
que exceptuaba a las agencias de aseguradores extranjeros de las normas del art. 287 Ver Texto
de dicho código y su modificación por la ley 8867 : el Poder Ejecutivo sólo podía hacer uso,
entonces, de su amplia facultad del art. 318 Ver Texto, última línea, del citado código, es decir,
denegar la autorización cuando la creación fuera "contraria al interés público".

156
La ley 11672 Ver Texto no resolvió el punto expresamente, pero de sus disposiciones resultaba
que sólo se podían constituir con la forma de sociedades anónimas, mutuas y cooperativas.
Concordantemente, el decreto reglamentario del 6 de febrero de 1939 y lo dispuesto por el art.
3 de la ley 11645, de sociedades de responsabilidad limitada.

Ahora, la ley 20091 establece expresamente, en el art. 2 Ver Texto, que sólo pueden realizar
operaciones de seguro: a) las sociedades anónimas, las cooperativas y las mutualidades; b) las
sucursales o agencias de sociedades extranjeras de los tipos indicados en el inciso anterior, y c)
los organismos y entes oficiales o mixtos, nacionales, provinciales o municipales.

Agrega dicha norma que la existencia o creación de las sociedades, sucursales, agencias,
organismos y demás entes precedentemente mencionados no los habilita, por sí, para operar en
seguros: requieren, para ello, la correspondiente autorización del ente de control.

Las sucursales o agencias de sociedades extranjeras, cuando sean autorizadas, ejercerán su


actividad en las condiciones establecidas para las sociedades anónimas constituidas en el país, y
siempre que exista reciprocidad respecto de éstas en el país de la casa matriz de aquéllas.
Deberán designar uno o más representantes con facultades suficientes para realizar todos los
actos propios del objeto de la sociedad y también para estar en juicio en nombre de ella. Esa
representación no faculta a quien la ejerza para ampliar o renunciar a la autorización para
operar en seguros ni para trasferir la cartera, actos éstos para los cuales la ley exige contar con
poder expreso a tal efecto (art. 5 Ver Texto).

Por otra parte, el art. 3 Ver Texto establece que la autoridad de control incluirá en el régimen
de la ley a quienes realicen "operaciones asimilables al seguro", cuando su naturaleza o alcance
lo justifiquen. En tal caso, fijará un plazo, que no podrá exceder de 90 días, para ajustarse al
régimen de la ley, no pueden realizar hasta entonces nuevas operaciones. Si no se diere
cumplimiento a ese requisito, la autoridad de control dispondrá la liquidación del infractor,
aplicando a tal efecto lo establecido en el art. 51 Ver Texto, y podrá imponer penalidades
conforme el art. 61 Ver Texto.

Los aseguradores autorizados para operar en seguros pueden abrir o cerrar sucursales en el país
y en el extranjero, pero requerirán para el efecto autorización de la Superintendencia de
Seguros. Sobre el tema, ver lo que se expone más adelante (nº 33) (278) .

3. Reaseguros.

157
En materia de reaseguros, nos remitimos a lo expresado en el capítulo I, nº 43.

4. Regulación legal.

La ley 20091 Ver Texto regula la organización de la empresa aseguradora, su control y la


autoridad de control.

El Estado puede adoptar, respecto de la actividad aseguradora, distintas actitudes:

a) Indiferencia, dejándola librada a la supuesta libre competencia y nominal igualdad jurídica de


las partes, desentendiéndose de su capacitación económico-financiera para afrontar las
obligaciones asumidas. Es el que se aplicó en nuestro país hasta la ley 11672, de creación de la
Superintendencia de Seguros de la Nación, art. 17 Ver Texto (t.o. de 24 de setiembre de 1938).

b) Control de las empresas por el Estado, complementado con un régimen legal del contrato
que asegure normas contractuales equitativas.

El sistema fue inaugurado en Massachusetts en 1856 (279) , se extendió luego a Nueva York,
Inglaterra, Alemania, Suiza, Austria, Francia, Italia, etc., hasta universalizarse en el mundo
occidental.

Establecido en nuestro país por el art. 17 Ver Texto de la ley 11672 (t.o. por decreto del 24 de
setiembre de 1938), modificado luego por distintas leyes, ha sido instituido finalmente en
forma orgánica por la ley 20091 Ver Texto.

El control estatal se justifica por la necesidad de resguardar la confianza pública en la


institución, la protección del público contra la incompetencia y la deshonestidad y la necesidad
de restablecer el equilibrio jurídico de las partes en un contrato de condiciones generales
uniformes, en el cual la contraparte muchas veces ignora el alcance de las cláusulas que acepta
(280) .

158
Los aseguradores acumulan grandes masas de ahorro nacional, cuya inversión y garantía debe
ser vigilada por el Estado. La ignorancia de la masa de los asegurados y las dificultades de la
vigilancia de los particulares imponen ese control. Piénsese en la enorme repercusión
económico-social de la liquidación de un asegurador, no sólo por los capitales comprometidos
en el desastre, sino porque, aplicado lealmente, el seguro es un notable elemento de
tranquilidad social, por cuanto reparte el daño entre muchos y lo reduce prácticamente a cero
(en los grandes números).

El Estado no se puede limitar a vigilar la inversión de las reservas y la marcha económica de la


empresa: debe controlar también los contratos proyectados, porque el gran número de
asegurados no está en condiciones de apreciar y discutir sus cláusulas, las tarifas, etc., y evitar
que le sean impuestas condiciones excesivas o primas desproporcionadas (281) .

Conviene que este control sea complementado por una actuación atenta del reasegurador, que
le permita mantener un control activo indirecto sobre la gestión de las empresas reaseguradas,
respecto de cómo analizan y toman las coberturas, cómo liquidan los siniestros y atienden los
reclamos judiciales de sus asegurados y de terceros, etc. (282) .

c) El monopolio estatal. En los países de la llamada "economía socialista" se daba


integralmente, en tanto que en otros, sólo para ciertas ramas, tal como ocurría en nuestro país
con el reaseguro según el régimen del decreto 10073/53 Ver Texto (283) .

El problema se agrava cuando, en un país, el seguro comercial no satisface las necesidades


económico-sociales que justifican su existencia, lo cual incrementa otras modalidades de
aseguramiento, tales como el seguro cooperativo o mutual o, a veces, mediante aseguradores
estatales que puedan proporcionar coberturas que otros no otorgan, o hacerlo a precios más
accesibles.

No se repara, a veces, por parte de los aseguradores y reaseguradores privados, en que el


seguro reviste una función esencial para la economía, que lo proyecta y aproxima al ámbito de
los servicios públicos (en sentido amplio), por lo cual, cuando deja de satisfacer la necesidad
pública, puede desembocar en modalidades estatizantes, aun a riesgo de implicar un mayor
costo económico. Así ocurrió en el pasado con algunos servicios (correos, aguas corrientes,
teléfonos, etc.), que hoy nuevamente han sido objeto de procesos de privatización que
persiguen evitar la burocracia y los altos costos operativos.

159
5. Fines y medios.

El autor de este libro, en su relación elevada al Primer Congreso Mundial de Seguros, Roma,
1962, precisó los fines y medios del control estatal en el seguro.

La ley 20091 Ver Texto complementa la ley de seguros 17418 Ver Texto (en el anteproyecto
primitivo integraban un texto único la normativa sobre el contrato de seguro y el régimen de la
empresa de seguros, este último regulado en el título II, arts. 184 Ver Texto y ss.) y traduce en
su letra los principios expuestos, dando al ente de control facultades amplias para hacer
efectiva su autoridad.

El contrato de seguro es uno de los ejemplos típicos de la trasformación del derecho comercial
contemporáneo por la producción en masa y, por ende, de la negociación por medio de
contratos tipo (o de masa).

A desemejanza de otras producciones en masa, su técnica es idéntica, sea que la asuma el


Estado o la realicen los particulares; sea que exista un intermediario en la producción (empresa
de seguros) o que no exista (en los seguros mutuos).

No sólo se da esta identidad de técnica, sino también la identidad de fines inmediatos:


distribuir las pérdidas causadas por un siniestro entre la masa de asegurables, que contribuye
con las primas. El seguro no funciona como un medio para el logro de una utilidad para el
empresario sino, primordialmente, para el logro de ese fin, que en la economía contemporánea
alcanza un carácter fundamental para su propio funcionamiento eficaz. En la medida en que el
empresario privado no tome en cuenta esta función esencial de su actuación, en primer plano,
corre el riesgo de ser reemplazado por la actuación estatal directa por imperio de las propias
fuerzas económicas, que reclamarán la sustitución.

6. Fines del control.

De estos dos aspectos del seguro (su técnica y su función social) resultan los fines perseguidos
por el control estatal, que halla actualmente la justificación en su propio funcionamiento.

A) La técnica del seguro exige la formación de una masa homogénea de riesgos, cuyos titulares
deben contribuir para habilitar al asegurador el pago oportuno de las indemnizaciones

160
previstas, esto es, que el asegurador recibe una masa de capitales que debe invertir y reservar
para afrontar sus obligaciones futuras eventuales o ciertas (vida) (284) .

De ahí que el primer fin del control estatal sea el de la capacitación económico-financiera del
asegurador para cumplir con sus obligaciones existentes y eventuales hacia los asegurados y sus
beneficiarios (285) .

B) Los fines sociales apuntados y la técnica de la producción fundada esencialmente en


contratos tipo, realizada por grandes empresas de actuación nacional (e internacional), originan
la necesidad de amparar a los asegurados con: 1) la regulación de condiciones equitativas de
póliza; 2) precios adecuados a los riesgos asumidos; 3) cumplimiento diligente por el
asegurador de las obligaciones contraídas.

En los países nuevos -como indica la experiencia argentina-, esta protección asume ciertas
particularidades que no se dan en los de economía asentada. En los primeros, la buena fe
aplicada al comercio es esquemática: se persigue el enriquecimiento rápido, aun con sacrificio
de una conducta leal; y ello se refleja sobre el espíritu de empresa. El empresario es, por lo
general, improvisado: cambia de empresa según la productividad de ella, que se mide con el
cartabón de la rapidez del enriquecimiento del empresario. El comercio del seguro no está libre
de estos vicios.

Jurisprudencia

Las normas que rigen la actuación del órgano que fiscaliza la actividad aseguradora
reglamentan los requisitos de orden técnico y jurídico que se deben satisfacer para actuar como
empresa aseguradora, actividad que no se puede desarrollar antes de haber obtenido la
inscripción en el registro de entidades de seguro (C. Nac. Cont.-Adm. Fed., sala 2ª, 27/5/1975,
"Córdoba Cía. de Seguros S.A. v. Gobierno nacional", ED 67-146).

Dicha normativa otorga a la Superintendencia de Seguros de la Nación extensas facultades de


control y decisión y una razonable amplitud para la apreciación de los complejos factores y
datos técnicos que entran en juego en la materia. La típica forma de producir en masa y la
función social del seguro exigen que la autoridad de control disponga de los medios
indispensables para proteger los fines que le son propios y el bien común específico ínsito en
ella (Corte Suprema de Justicia de la Nación, 21/10/1976, "Productores de Frutas Argentinas
Cooperativa de Seguros Ltda.", ED 70-195).

En análogo sentido se pronunció el mismo tribunal agregando que la fe pública ha sido


particularmente tenida en cuenta no sólo al redactarse la sección 3ª del capítulo I -titulada

161
"Condiciones de la autorización para operar"- de la ley 20091 Ver Texto, sino también al
reglamentar los planes y elementos técnicos y contractuales que deben observar las entidades
(sección 5ª del mismo título), al destacar, respecto del cálculo de las primas, que deben ser
suficientes para el cumplimiento de las obligaciones del asegurador y su permanente
capacitación económico-financiera, como la de proteger la estabilidad del mercado asegurador
-arts. 24 Ver Texto y 26 Ver Texto de la ley citada- ("Superintendencia de Seguros de la
Nación, s./Infracción tarifaria de Sud América Terrestre y Marítima", S. 31-XXIV, ED 152-
355).

El legislador ha estimado necesario proteger tanto a los asegurados como a los terceros
beneficiarios de aquellas situaciones que puedan afectar el cobro de la indemnización
respectiva. Así, entre otros recaudos, ha exigido la integración de un capital mínimo (art. 7 Ver
Texto, inc. c); duración mínima de la entidad, de acuerdo con la índole de los seguros a
explotar (art. 7 Ver Texto, inc. e); y que se detallen las bases para el cálculo de las reservas y los
fundamentos técnicos de las primas; destaca, respecto de éstas que deben ser suficientes para el
cumplimiento de las obligaciones del asegurador y su permanente capacitación económico
financiera. Los preceptos mencionados demuestran la precupación del legislador por
resguardar la confianza del público en el sistema de seguros, pues tienen la indudable finalidad
de obtener un manejo comercial eficiente de las empresas encargadas de atender una actividad
decisiva para el desarrollo económico de la comunidad, ya que, dadas las características del
mercado, su normal funcionamiento depende del grado de credibilidad pública que exista
respecto de las aseguradoras, toda vez que no es difícil advertir las graves consecuencias que se
podrían derivar, para el sistema en su conjunto, si esa confianza inicial que movilizó a los
asegurados a contratar sus coberturas quedase defraudada por incumplimientos o engaños. El
sistema de control que estructura la ley 20091 Ver Texto configura una razonable
reglamentación del derecho a comerciar que reconoce la Constitución nacional y, por ende, no
vulnera la garantía constitucional de igualdad ante la ley (Corte Suprema de Justicia de la
Nación, 18/9/1990, "Reaseguradora Argentina S.A. v. Estado nacional" -R. 411-XXII, R.E.-,
ED 141-828).

7. Medios directos.

¿Cuáles son los medios de control para asegurar esos fines?

En lo que se refiere a la capacitación económico-financiera, los medios pueden ser directos o


indirectos; varían los regímenes en cuanto a la medida en que se aplican, mas se puede decir
que en la generalidad de la legislación contemporánea son incluidos ambos medios como
herramientas para hacer eficaz ese control.

162
Los medios directos se pueden enumerar así:

1) Fijación de capitales mínimos. No obstante comprobar alguna oposición doctrinal a la


fijación de los capitales mínimos, lo cierto es que con ese capital se deben afrontar: a) los
gastos de establecimiento; b) los gastos de administración hasta la adquisición de riesgos
suficientes para formar la masa de riesgos que permita, con las primas percibidas, afrontar las
obligaciones asumidas; c) hacer frente a los descartes o apartamientos de la realización
comercial, en cuanto no reproduce en la realidad negocial la hipótesis tenida en vista (siniestros
extraordinarios, acrecentamiento de la siniestralidad, aumentos de los costos de adquisición,
pérdidas en las inversiones de reservas, etc.)

Estos capitales mínimos se deben reintegrar cuando se vean disminuidos por cualquier causa.

Jurisprudencia

El art. 31 Ver Texto de la ley 20091 prevé que, en caso de déficit del capital mínimo de una
entidad aseguradora, la Superintendencia de Seguros de la Nación deberá hacer adoptar
medidas urgentes para su reintegro.

El régimen tuitivo de la ley 20091 surge de la ley especial que rige las sociedades de seguro,
controladas por su objeto, cuyo art. 31 Ver Texto dispone que el asegurador deberá cumplir los
plazos y condiciones que la autoridad de control establezca. Este régimen es así de severo en
virtud de la importancia que el capital mínimo tiene en la economía de las compañías de seguro
y cuya intangibilidad obliga, en supuestos de déficit, a adoptar medidas urgentes para su
inmediato reintegro. Basta remitirse al art. 31 Ver Texto, 1er. párr., cuyo lenguaje es
imperativo. No es una facultad de Superintendencia de Seguros hacerlo, sino una obligación.
La omisión compromete la responsabilidad del funcionario y del Estado (C. Nac. Com., sala B,
14/10/1985, "Resguardo Compañía de Seguros S.A.", ED 123-207).

2) Aprobación de los planes técnicos al tiempo de la autorización.

El examen de los planes técnicos -especialmente en la rama vida- permite establecer la solidez
de los presupuestos técnico-económicos sobre los cuales se intenta poner la empresa en
marcha.

Estos planes deben contener: 1) las tarifas de primas a aplicar y sus fundamentos técnicos; 2)
las bases para el cálculo de las reservas técnicas; 3) el texto de las pólizas que se propone emitir.
Cuando se trate de la rama vida, se adecuarán a las peculiaridades de este seguro.

163
Jurisprudencia

Las normas que rigen la actuación del órgano que fiscaliza la actividad aseguradora
reglamentan los requisitos de orden técnico y jurídico que se deben satisfacer para actuar como
empresas aseguradoras (C. Nac. Cont.-Adm. Fed., sala 2ª, 27/7/1975).

Dicha normativa otorga a la Superintendencia de Seguros de la Nación extensas facultades de


control y decisión y una razonable amplitud para la apreciación de los complejos factores y
datos técnicos que entran en juego en la materia (Corte Suprema de Justicia de la Nación,
21/10/1976, "Productores de Frutas Argentinas Coop. de Seguros Ltda.", ED 70-195).

3) Formación de las reservas técnicas. Sin perjuicio de la libre administración del haber social y
de la gestión comercial (incluso las tablas de retención), la misma naturaleza de las obligaciones
asumidas -ya señalada- y la capacitación económico-financiera perseguida imponen la
formación de las reservas técnicas y de siniestros pendientes, según la naturaleza de la rama
explotada, en la medida necesaria para el cumplimiento de esas obligaciones con los
asegurados.

4) Inversión de las reservas técnicas. Estas reservas técnicas deben invertirse en bienes que
permitan la conversión segura y oportuna en moneda para el pago de las obligaciones y la
rentabilidad adecuada, ya que el tipo de interés debe contribuir al abaratamiento del seguro.

Se debe proceder con criterio riguroso; ello, porque en los países nuevos los gobiernos suelen
buscar, en momentos de emergencia financiera, un remedio a la escasez de tesorería con la
colocación de bonos o títulos públicos (286) .

5) Reorganización de la empresa en caso de pérdidas. Cuando las pérdidas afectan el capital


mínimo al cual se hizo referencia en el punto 1, es indispensable prever la reorganización de la
empresa para impedir la agravación de ese estado patrimonial, porque la liquidación forzada de
una empresa aseguradora debe ser prevenida en toda forma, puesto que es contraria al fin
social que cumple y por la repercusión altamente desfavorable en la masa de asegurables (287) .

La reorganización debe prever:

a) la reintegración del capital mínimo;

164
b) la reestructuración técnica de la explotación de la rama de la que deriva el déficit, incluso,
eventualmente, su supresión;

c) la reorganización administrativa para la disminución de los costos.

Si la situación económico-financiera de la empresa no permitiera su reorganización con estos


remedios, es menester capacitar a la autoridad de control para imponer la cesión de cartera, y si
ésta no es aceptable para los entes aseguradores, la liquidación de la empresa.

6) Sanciones. El régimen de control, esencialmente un conjunto de medidas preventivas, se


debe completar con un sistema de sanciones que es menester ajustar a los siguientes recaudos:

a) faltas o infracciones perfectamente tipificadas, con sanciones individualizadas;

b) la cancelación de la autorización debe ser reservada para los supuestos expresamente


previstos en que exista imposibilidad de reorganización;

c) procedimiento que asegure la audiencia del asegurador (incluso, la producción de prueba) y


la revisión judicial del pronunciamiento administrativo.

8. Medios indirectos.

Es indispensable completar la aplicación de estos medios directos con la de medios indirectos,


cuya adecuada utilización oportuna por la autoridad de control debería evitar medidas drásticas
en la reorganización de las empresas.

Entre los medios indirectos cabe señalar especialmente:

1) Control de los balances. La empresa aseguradora tiene que presentar balances anuales
redactados según modelos analíticos que permitan a la autoridad administrativa su rápida
verificación (art. 38 Ver Texto).

165
2) Aplicación de primas suficientes. Mientras en la rama vida es posible un cálculo actuarial de
las primas y, en consecuencia, exigir la aprobación previa de las tarifas, no ocurre lo mismo en
las demás ramas, donde la multiplicidad de características de los riesgos y la falta de estadísticas
ciertas impiden esa determinación actuarial.

El peligro principal radica en que un exceso de competencia lleva a la adopción de tarifas


insuficientes.

En consecuencia, el régimen de tarifas se debe sujetar a las siguientes normas:

a) aprobación administrativa previa para las tarifas de la rama vida;

b) facultad de la autoridad de control para observar las primas de las demás ramas, que resulten
insuficientes, abusivas o arbitrariamente discriminatorias (art. 26 Ver Texto); es un remedio
análogo al dispuesto en materia de tarifas para servicios públicos;

c) mercado de libre competencia, sana. Cuando la competencia desmedida afecte la situación


del mercado, la autoridad de control podrá fijar tarifas mínimas uniformes, netas de
comisiones.

3) Los fundamentos técnicos del seguro y la necesidad social de que funcione efectiva y
rápidamente en el caso de producido el siniestro imponen que el número de aseguradores se
limite a las necesidades del mercado, ya que un exceso de competencia conspiraría contra tales
fundamentos y necesidad. De ahí que sea indispensable que el Estado emplee la autorización
de nuevas empresas con criterio riguroso, según las necesidades del mercado asegurador.

La experiencia argentina en la materia fue desastrosa. Hace algunos años proliferaron


compañías de todo tipo sin que la autoridad administrativa se hubiere preocupado por ese
control, lo cual llevó a la casi duplicación del número de aseguradores mientras se reducía el
monto de las primas.

4) Uno de los medios indirectos más eficaces es el "reaseguro", cuya función regularizadora,
esencial para el asegurador, demanda por parte de éste una política comercial sana y sólida.

9. Protección del asegurado.

166
La otra función del control estatal fue señalada en el parágrafo 6 b: el amparo o protección del
asegurado, para hacer efectivas condiciones equitativas de póliza y una liquidación leal y rápida
de las indemnizaciones.

Existen también en esta materia medios directos y medios indirectos para la consecución de
ese objetivo.

Entre los medios directos se pueden mencionar:

1) la Ley de Contrato de Seguro, con la clara enunciación de normas inderogables por


convención de las partes y de normas sólo modificables en favor del asegurado; asimismo,
contiene un régimen adecuado de las caducidades, de la no abreviabilidad de la prescripción, de
atenuación de los efectos de la nulidad por reticencia no dolosa, etc.;

2) en materia de seguros sobre la vida, la aprobación administrativa previa de la póliza y de las


tarifas, según se destacó antes;

3) para reprimir la demora de los aseguradores en el cumplimiento de sus obligaciones, una


mayor responsabilidad para el supuesto de mora, esto es, abandonar el principio que el
resarcimiento del daño se limita al pago de los intereses para extenderlo al mayor daño que
pueda sufrir el asegurado.

Según la experiencia argentina, la demora en el pago tiene una influencia deletérea sobre la
difusión de la institución misma, y ese efecto no se limita al asegurador desleal. Ocurre
especialmente en los ramos del seguro de la responsabilidad por el automóvil, de daños de
automotores y de robo de éstos. Tal situación se complica por la conducta de los aseguradores
en materia de liquidación de siniestros.

4) en la liquidación de siniestros, el régimen convencional suele prever la fijación de los daños


por un juicio pericial cuyas conclusiones son irrevisibles judicialmente.

En la realidad, este juicio pericial y la demora del asegurador juegan para obtener del asegurado
la conformidad respecto de una liquidación de los daños inferior a la debida legal y
contractualmente. Tal situación crea así un espíritu de descreimiento sobre la eficacia y función
del contrato, que conspira contra su difusión.

El remedio está en las siguientes medidas:

167
1) pago a cuenta cuando se reconoce el derecho a la indemnización;

2) revisión judicial del dictamen pericial cuando se aparte notablemente del estado real de las
cosas;

3) elección de peritos realmente ajenos a las partes; en especial evitar la vinculación -que puede
llegar a la dependencia económica- con el asegurador, por ser el liquidador alguien
corrientemente empleado.

Jurisprudencia

La Cámara Comercial de la Capital Federal, en fallo plenario de fecha 29/11/1978, en autos


"Mussa de Gómez de la Vega, María H., v. La Defensa Compañía de Seguros S.A." Ver Texto,
resolvió que "en caso de mora del asegurador corresponde computar los efectos de la
depreciación monetaria al determinar la indemnización proveniente de un contrato de seguro".

Poco después, la Cámara Civil de la Capital Federal, con fecha 26/12/1978, también en fallo
plenario, dictado en autos "Ag ero, Ramón, v. Caso, Juan y otro" Ver Texto, decidió -esta vez
con relación al seguro de la responsabilidad civil-, que "en materia de seguros, la cobertura que
resulta de la póliza debe ser actualizada en base a la depreciación monetaria, en la misma
proporción en que se actualiza el monto de los daños".

10. Órgano idóneo. Control exclusivo y excluyente.

El ejercicio del control estatal, esencial para que la empresa de seguros cumpla adecuadamente
con su función socioeconómica, exige que el órgano que lo desempeñe no sólo cuente con las
normas legales idóneas, sino con los medios que le permitan ejercer esas atribuciones para
satisfacer el fin perseguido por el control (288) .

Por otra parte, en su art. 8 Ver Texto, la ley ha otorgado a la Superintendencia de Seguros de la
Nación el control exclusivo y excluyente de todas las entidades de seguros, sin excepción (lo
cual incluye también al reaseguro -art. 1 Ver Texto, 2º párr.- y, en su caso, a quienes realicen
operaciones asimilables al seguro -art. 3 Ver Texto-), con exclusión de toda otra autoridad

168
administrativa, nacional o provincial; sin perjuicio de que pueda requerir a éstas su opinión en
cuestiones vinculadas al régimen societario, cuando lo estime conveniente (ver parágrafo 22).

11. Autorización específica.

El control estatal comienza con la formación de la empresa aseguradora. La creación de los


entes con el objeto de operar en seguros "no los habilita para operar en seguros hasta ser
autorizados por la autoridad de control" (art. 2 Ver Texto, 2º párr., LESC.).

Creado el ente conforme a su naturaleza específica (sociedades comerciales, ley 19550 Ver
Texto; sociedades cooperativas, ley 20337 Ver Texto; sociedades mutuas, ley 20321 Ver Texto)
deben recabar autorización de la Superintendencia de Seguros, según el art. 2 Ver Texto de la
LESC., precedentemente referido. El art. 8 Ver Texto establece al respecto que las entidades
que se constituyan en el territorio de la Nación sólo podrán operar en seguros desde su
inscripción en el Registro Público de Comercio (o registros que correspondan en los casos de
cooperativas y mutuales) de la jurisdicción de su domicilio; y esta inscripción sólo procederá
cuando, conformado el acto constitutivo por la autoridad de control que corresponda según el
tipo societario o forma asociativa asumida, la Superintendencia de Seguros de la Nación haya
otorgado la autorización para operar, siempre que estén reunidos los requisitos del art. 7 Ver
Texto. La conformidad respecto del acto constitutivo, por parte de la Superintendencia de
Seguros, constituye un requisito previo impuesto por la ley 20091 Ver Texto para tornar
posible la inscripción ante el Registro Público de Comercio.

La ley 20091 Ver Texto impone requisitos específicos, que modifican el régimen general de
estos tipos de sociedades: algunos son comunes a todas; otros son propios de los distintos
tipos de sociedad.

12. Norma federal.

Las normas sobre control son de carácter federal (289) . Así resulta:

169
a) del art. 1 Ver Texto, 1er. párr.: "El ejercicio de la actividad aseguradora y reaseguradora en
cualquier lugar del territorio de la Nación está sometido al régimen de la presente ley y al
control de la autoridad creada por ella";

b) del art. 2 Ver Texto, 2º párr., acerca del requisito complementario de la autorización de
Superintendencia de Seguros;

c) del art. 4 Ver Texto, sobre los organismos estatales que explotan seguros privados;

d) de los arts. 83 Ver Texto y 85 Ver Texto, acerca de los recursos de que son pasibles las
resoluciones particulares y generales de la Superintendencia de Seguros.

Es así por la naturaleza misma de las normas, dictadas por el Congreso de la Nación en
ejercicio de las facultades atribuidas al gobierno federal por el actual art. 75 Ver Texto, inc. 13,
de la Constitución nacional y sobre materia prohibida a los gobiernos de provincia por el art.
126 Ver Texto (290) . Además, se trata del ejercicio del poder de policía sobre materia
reservada al gobierno federal, que es de competencia de éste, conforme a la doctrina
establecida en esta materia por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (291) .

13. Requisitos comunes.

La ley 20091 Ver Texto se refiere a los entes aseguradores en su constitución, funcionamiento
y liquidación, en las secciones II a XII, arts. 2 Ver Texto a 57 Ver Texto, con normas
específicas para los entes estatales (art. 4 Ver Texto), sucursales y agencias de entidades
constituidas en el extranjero (art. 5 Ver Texto), sociedades de seguro solidario en general (arts.
11 Ver Texto a 16 Ver Texto), sociedades cooperativas (art. 17 Ver Texto, con las
modificaciones resultantes del art. 2 Ver Texto, incs. 10, 19 y 20 de la ley 20337), sociedades
mutuas (arts. 18 Ver Texto a 22 Ver Texto), así como también la situación de los entes que
realizan "operaciones asimilables al seguro" (art. 3 Ver Texto).

14. Constitución.

170
Ya se ha señalado que la constitución del ente no lo habilita a comerciar u operar en seguros
hasta no obtener la autorización de la Superintendencia de Seguros (art. 2 Ver Texto, 2º párr.).

La constitución de los entes privados en general se debe ajustar a las leyes nacionales dictadas
con arreglo al art. 75 Ver Texto, inc. 12, de la Constitución nacional, por lo cual su aplicación,
en cuanto al poder de policía, no asumido por la Nación, es ejercido por las provincias en esta
medida.

Mas en materia de seguros, el art. 8 Ver Texto de la ley 20091 dispone: "Las entidades que se
constituyan en el territorio de la Nación con el objeto de operar en seguros [. . .] sólo podrán
hacerlo desde su inscripción en el Registro Público de Comercio de la jurisdicción de su
domicilio", inscripción que procederá "cuando estando conformado el acto constitutivo por la
autoridad de control que corresponda según el tipo societario o forma asociativa asumida, la
Superintendencia de Seguros de la Nación haya otorgado la pertinente autorización para
operar".

Los correspondientes organismos de control societario, una vez conformado el acto


constitutivo según corresponda de acuerdo con el tipo societario o asociativo adoptado dentro
de lo dispuesto por el art. 2 Ver Texto, "pasarán el expediente a la Superintendencia de Seguros
de la Nación, la que dispondrá, en su caso, el otorgamiento de la autorización para operar. En
este supuesto, la Superintendencia girará directamente el expediente y un testimonio de la
autorización para operar al Registro Público de Comercio del domicilio de la entidad, para su
inscripción". También se requerirá la conformidad previa de la Superintendencia para cualquier
modificación del contrato constitutivo o del estatuto, y para los aumentos de capital, aunque
ellos no importen reforma del estatuto.

La inscripción en el Registro Público de Comercio deberá estar realizada dentro de los 60 días
de recibido el expediente; caso contrario, operará la caducidad automática de la autorización
para operar. Si se efectuara la inscripción debidamente, el registrador enviará a la
Superintendencia un testimonio de los documentos con la constancia de su toma de razón.

La resolución sobre la autorización para operar en seguros y su denegatoria no son revisibles


por la autoridad que tenga a su cargo la registración de la entidad; tal resolución sólo es
recurrible en la forma establecida por la ley 20091, esto es, conforme a lo establecido por el art.
7 Ver Texto, penúltimo apartado.

En materia de seguros, el art. 8 Ver Texto habilita a la Superintendencia de Seguros a examinar


la constitución de la entidad para decidir la autorización que se le requiere; y ella puede denegar
la autorización para operar en seguros si la constitución, estatutos, sus reformas, reglamentos
internos, aumentos de capital, constitución y funcionamiento de las asambleas y las ramas y

171
planes de seguro no se ajustaren a las leyes generales, a las normas de la ley 20091 Ver Texto y
a las resoluciones que con carácter general dicte la autoridad de control; cuida, asimismo, que
los estatutos de las sociedades de seguro solidario no contengan normas que desvirtúen su
naturaleza societaria o menoscaben el ejercicio de los derechos societarios de sus socios (art. 67
Ver Texto, inc. c). La Superintendencia de Seguros no revisa la autorización otorgada por las
provincias (lo cual no podría hacer porque lo veda el art. 7 Ver Texto de la Constitución
nacional), sino que la examina para decidir la autorización que se le requiere a fin de ejercer la
actividad aseguradora, autorización que se limita a la idoneidad para la explotación del seguro.

El art. 7 Ver Texto enumera los requisitos genéricos para la autorización para celebrar
contratos de seguro, que son desarrollados luego en otras disposiciones de dicha ley:

a) que "se hayan constituido de acuerdo con las leyes generales y las disposiciones específicas
de esta ley". Precedentemente se señaló cuál es el alcance del primer apartado de ese artículo,
armonizado con el art. 7 Ver Texto de la Constitución.

b) que "tengan por objeto exclusivo efectuar operaciones de seguro, pudiendo en la realización
de ese objeto disponer y administrar, conforme con esta ley, los bienes en que tengan
invertidos su capital y las reservas. Podrán otorgar fianzas o garantizar obligaciones de terceros
cuando configuren económica y técnicamente operaciones de seguro aprobadas. Los
organismos oficiales se ajustarán a lo dispuesto en el art. 4 Ver Texto".

La exigencia acerca del objeto es universal y obedece a la peculiaridad del negocio del seguro,
cuyos resultados no pueden ser afectados por la especulación menos feliz de otros comercios;
y, sobre todo, porque el control de la capacitación económico-financiera se haría imposible,
porque, para subsanar el déficit de la empresa o fijar sus causas, la autoridad administrativa
debería analizar la explotación comercial ajena al seguro, a la vez que imponer al asegurador
aumentos de tarifas y reservas extraordinarias en detrimento del comercio del seguro y en
perjuicio de los asegurados.

De ahí que dicha exigencia se extienda también a los entes estatales, entre los cuales se pueden
dar los que practican el seguro junto con otros objetos, como ocurría con la Caja Nacional de
Ahorro Postal. El citado art. 4 Ver Texto establece que éstos se deben organizar con autarquía
funcional y financiera para poder solventar las obligaciones contraídas y dedicar al objeto de su
creación una gestión ágil, comercial. Por esas mismas razones, cuando no tengan por objeto
exclusivo operar en seguros "establecerán una administración separada, con patrimonio de
gestión independiente".

Las agencias y sucursales de entes aseguradores constituidos en el extranjero, cualquiera que


sea el tipo de sociedad o naturaleza de constitución originaria, están sujetas, a su vez, a los
siguientes requisitos específicos, según el art. 5 Ver Texto:

172
1) las condiciones establecidas para las sociedades anónimas constituidas en el país;

2) reciprocidad para los entes aseguradores constituidos en el país, conforme a las leyes de su
domicilio;

3) representación en el país, con facultades suficientes para realizar con la autoridad de control
y los terceros todos los actos jurídicos atinentes al objeto del ente, y estar en juicio por éste.

c ) Integración total del capital mínimo (art. 7 Ver Texto, inc. c).

d) Los entes constituidos en el extranjero, para instalar agencia o sucursal, deberán acompañar
los balances de la casa matriz correspondientes a los últimos cinco ejercicios (art. 7 Ver Texto,
inc. d). Esta exigencia tiene por consecuencia indirecta requerir a la entidad una antig edad de
ejercicio del seguro no menor de 5 años, lo cual se justifica porque: 1) prueba su estado
económico-financiero; 2) acredita su experiencia en el comercio del seguro.

e) Duración mínima, según la naturaleza de la rama o ramas de seguro a ser explotadas (art. 7
Ver Texto, inc. e).

Una de las razones fundamentales para limitar los tipos de sociedad a los fijados en el art. 2
Ver Texto radica en que, por la clase del comercio y para seguridad de cumplimiento efectivo
de las obligaciones asumidas, es menester apartar al ente asegurador de las vicisitudes que
puedan afectar a las personas de los socios integrantes, y el amplio plazo de actuación
propuesto acorde con su objeto. Este plazo es variable: cuando se exploten seguros anuales,
nada impide que la duración sea relativamente breve, aun cuando no puede ser de pocos años,
porque es menester la necesaria para amortizar los gastos de establecimiento y pérdidas de los
primeros años de actuación; y cuando se opere en la rama vida, no se concibe una duración
que al tiempo preindicado no agregue el de los planes en explotación.

f ) Sus planes de seguros, que se han de ajustar a los requisitos de los arts. 24 Ver Texto y ss.

El plan de seguros consiste en la exposición de las tarifas de primas a aplicar y sus


fundamentos técnicos según la rama o ramas que se propone explotar; el texto de las pólizas a
emitir; el texto del cuestionario y de la propuesta de seguro; las bases del cálculo de las reservas
técnicas, cuando no existan normas generales aplicables (art. 24 Ver Texto).

g) Que el mercado de seguros torne conveniente su actuación ("conveniencia de mercado", art.


7 Ver Texto, inc. g).

173
Este requisito no es sino una adaptación a este tipo de ente del recaudo genérico del art. 33
Ver Texto del Código Civil referente al bien común. Este juicio está cometido exclusivamente
a la autoridad nacional de control (art. 2 Ver Texto, 2º párr.), con recurso ante el Poder
Ejecutivo nacional, cuya decisión es irrecurrible (art. 7 Ver Texto, penúltimo párrafo),
conforme la doctrina establecida por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (292) .

El examen del mercado de seguros tiene por objeto considerar si es conveniente la


incorporación de la nueva empresa, dada la situación económico-financiera existente en razón
de las peculiaridades de nuestro mercado. Esto es, que el juicio no se funda en la solidez o
capacidad de la empresa peticionante, sino en las condiciones de las demás, cuya fortaleza se
puede ver comprometida por la acentuación o exceso de la competencia, capaz de llevar, sea
por la reducción de los precios (primas), incrementos de las comisiones o mayores coberturas
(beneficios adicionales sin incrementos de prima), a una depresión inconveniente para los
propios asegurados, a quienes no sólo interesa la baratura, sino también la seguridad en el
cobro de las indemnizaciones eventuales, lo cual se logra con la solidez económico-financiera
de los entes aseguradores, que la ley persigue empeñosamente hacer efectiva.

Jurisprudencia

Los preceptos contenidos en los incs. c y e del art. 7 Ver Texto; los incs. b y c del art. 24 Ver
Texto, y el art. 26 Ver Texto, todos de la ley 20091, demuestran la preocupación del legislador
por resguardar la confianza del público en el sistema de seguros, pues tiene la indudable
finalidad de alcanzar un manejo comercial eficiente de las empresas aseguradoras, ya que dadas
las características del mercado, su normal funcionamiento depende del grado de credibilidad
pública que haya respecto de las aseguradoras. No resulta, entonces, irrazonable por
desproporcionado al fin establecido en la norma, interpretar que dentro del concepto de
"conveniencia de mercado" -art. 7 Ver Texto, inc. g, ley 20091-, se debe contemplar la
incidencia que la autorización de una nueva entidad podría originar sobre el equilibrio
económico de las empresas que ya operan en la actividad aseguradora. Las razones dadas por la
Superintendencia de Seguros de la Nación para denegar la autorización reclamada por la actora,
esto es, la existencia de un excesivo contexto competitivo o la saturación del mercado, no
exceden del marco interpretativo de la norma contenida en el art. 7 Ver Texto, inc. g, citado,
pues resulta claro que el criterio que presidió el juicio de conveniencia tuvo en miras,
primordialmente, resguardar el equilibrio económico de las empresas autorizadas. El sistema de
control que estructura la ley 20091 Ver Texto configura una razonable reglamentación del
derecho a comerciar, que reconoce la Constitución nacional, y no vulnera la garantía de
igualdad ante la ley. Esto último es así toda vez que las diferentes normativas para supuestos
que se estimen distintos son valederas en tanto no sean arbitrarias, es decir, que no obedezcan
a propósitos de injusta persecución o indebido beneficio, sino a una causa objetiva para
discriminar, aunque su fundamento sea opinable (Corte Suprema de Justicia de la Nación,
18/9/1990, "Reaseguradora Argentina S.A. v. Estado nacional" Ver Texto -R. 411-XXII, R.E.-
, ED 141-828).

174
Determinar si en un caso específico se ha configurado o no la situación de emergencia a que
alude el art. 26 Ver Texto de la ley 20091 -esto es, cuando se afecte la estabilidad del mercado-,
es una facultad privativa del órgano al que se haya dado tal atribución y, en consecuencia,
irrevisable, en principio, por el Poder Judicial, pues éste no puede interferir en las razones de
oportunidad, mérito o conveniencia de las medidas que los funcionarios competentes hubiesen
adoptado. Por ello, las diversas resoluciones generales de la Superintendencia de Seguros de la
Nación por las cuales se han fijado primas mínimas y uniformes, fueron dictadas dentro del
marco que determina el art. 26 Ver Texto, 3er. párr., toda vez que esta norma faculta al ente
estatal a aprobar -por resolución fundada- primas mínimas uniformes netas de comisiones,
cuando se halle afectada la estabilidad del mercado, sin que la recurrente, en el caso, haya
demostrado ni aportado elementos que permitan tachar de irrazonable tal determinación. En
cuanto a la objeción subsidiaria referente a la inconstitucionalidad del art. 26 Ver Texto de la
ley 20091, al alegarse que vulnera el art. 14 Ver Texto de la Constitución nacional, se consideró
también que debía ser desestimada, habida cuenta de que la escueta y genérica impugnación
formulada en el caso no bastaba para que la Corte ejerza la atribución que reiteradamente ha
calificado como la más delicada de las funciones que pueda encomendarse a un tribunal de
justicia (Fallos 301:904 Ver Texto, entre otros), a lo cual cabe agregar que aquella norma
configura una razonable reglamentación del derecho a comerciar que reconoce la Constitución
nacional, habiéndose resuelto que los derechos y garantías consagrados por la carta magna no
son absolutos y su ejercicio está sometido a las leyes que los reglamentan, siempre que ellos
sean razonables, se adecuen al fin que requirió su establecimiento y no incurran en
arbitrariedad (Corte Suprema de Justicia de la Nación, 23/2/1993, "Superintendencia de
Seguros de la Nación, s./Sanción a Sud América Terrestre y Marítima Cía. de Seguros
Generales S.A." Ver Texto, LL 1993-C-265).

15. Resolución administrativa.

La decisión de la autoridad de control respecto de la solicitud de autorización para operar en


seguros se debe expedir mediante resolución fundada (art. 82 Ver Texto, 1er. párr.). La
violación de este requisito hace nula la decisión, la cual, en caso de resultar denegatoria, admite,
conforme el art. 7 Ver Texto, 9º párr., los siguientes recursos:

a) judicial: cuando la resolución denegatoria se funde en alguna de las causas establecidas en los
incs. a a f del art. 7 Ver Texto, ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la
Capital Federal, conforme al procedimiento establecido en el art. 83 Ver Texto;

175
b) ante el Poder Ejecutivo, cuando la denegación se funde "en el estado del mercado de
seguros" (art. 7 Ver Texto, inc. g), el cual tramitará por el procedimiento del art. 85 Ver Texto;
su decisión es irrecurrible.

16. Posibilidad de incluir otras empresas.

El art. 3 Ver Texto de la ley 20091 establece que la autoridad de control "incluirá en el régimen
de esta ley a quienes realicen operaciones asimilables al seguro cuando su naturaleza o alcance
lo justifique".

Esta disposición tiene la ventaja de resolver la situación de los contratos en que existe duda de
si constituyen o no seguro, pero que por sus modalidades jurídicas o forma de explotación se
pueden asimilar a él (293) .

La facultad de incluir (294) obedece a la existencia en el país de centenares de pequeñas


sociedades de socorros mutuos y otras asociaciones que conceden subsidios por fallecimiento,
atención farmacéutica, etc. De ahí la condición de "cuando su naturaleza o alcance lo
justifique", con lo cual se persigue no recargar a la Superintendencia de Seguros con una tarea
material de control que en los hechos no aparezca necesaria.

Cuando proceda la inclusión -dispone el segundo párrafo del art. 3 Ver Texto-, la autoridad de
control fijará un plazo no mayor de 90 días para ajustarse al régimen de la ley; en el ínterin no
se podrán realizar nuevas operaciones. En caso de incumplimiento, la autoridad de control
dispondrá la liquidación del infractor, de acuerdo con el art. 51 Ver Texto, sin perjuicio de la
pena que pueda llegar a aplicar conforme al art. 61 Ver Texto.

La decisión de la Superintendencia de Seguros se debe ajustar al procedimiento del art. 82 Ver


Texto; y es recurrible según el art. 83 Ver Texto.

El incumplimiento no sólo autoriza la liquidación forzosa (art. 3 Ver Texto, 2º párr., y art. 51
Ver Texto), sino que hace procedente también la aplicación de las penas previstas en el art. 61
Ver Texto, según su párrafo final.

176
(271) Además de la bibliografía general citada y la que se menciona en las notas siguientes, ver
Caballero Sánchez, Ernesto, Estudios sobre el control estatal de seguros. Comparación
legislativa entre Europa e Iberoamérica, 1966, Madrid; Braess, Das Rechnungslegung von
Versicherungunternehmen im Ausland, 1967, Berlin,; Reimer Schmidt, Europ„isches
Versicherungsaufsichtsrecht, 1964, Berlin; Morandi, Juan Carlos Félix, La ley 20091 . De los
aseguradores y su control, RDCO-1978-1105, Halperin, David, Estudios de derecho público
del seguro; El procedimiento administrativo en la ley 20091 , RDCO-1980-25; Alfano, Orlando
H., El control de seguros y reaseguros, 2000, Buenos Aires; La Torre, Antonio, La disciplina
giuridica dell´attivit… assicurativa, vol. I, 1987, Milano; Jerry, Robert H., Understanding
insurance law, § 22, ps. 68 y ss., 1992, Bender; Efrén Ossa, J., Teoría general del seguro. La
institución, p. 279, 1988, Bogotá; Tirado Suárez, Francisco Javier, Ley ordenadora del seguro
privado, 1984, Sevilla; Jean Bigot (director), Droit des assurances. Enterprises et organismes
d´assurance, 1992, Paris.

(272) Vivante, Trattato, nº 1885, y Contratto, nº 13. Conformes: Hemard, nros. 63 y ss.;
Persico, nº 74; Lordi, nº 502; Lefort, nº 136; etc. En contra: Donati, "Assicurazioni", 1937, 1,
p. 263.
Repárese en que el problema es diverso al considerado en el capítulo I: una cosa es la
organización de la explotación técnica del seguro y otra es el requisito de la empresa
aseguradora como rasgo distintivo, esencial y unificador del contrato de seguro.

(273) La ley 20091 Ver Texto, del 11/1/1973 (BO, 7/2/1973), aunque entró en vigencia el
21/4/1977 (confr. decreto 2567/76 ). Ello así por cuanto el art. 89 Ver Texto de dicha ley
20091 expresaba que ésta entraría en vigencia a los 6 meses de su promulgación, y que dentro
de los 30 días de dicha promulgación la Superintendencia de Seguros debía elevar al entonces
Ministerio de Hacienda y Finanzas de la Nación el proyecto de su estructura orgánica; agregaba
en su parte final que si ese proyecto no se aprobaba dentro de esos 30 días siguientes a la
promulgación, "el plazo de 6 meses previsto en el párrafo anterior para la vigencia de la ley se
prorrogará automáticamente por el mayor plazo que se emplee en la aprobación de dicho
proyecto".
Asimismo se dejaba constancia en ese art. 89 Ver Texto de que desde la fecha de promulgación
de esa ley quedaba derogado el Régimen Legal de Superintendencia de Seguros de la Nación,
ley 11672, edición 1943, art. 150 (t.o. 1962), así como el art. 52 del decreto ley 14682/46 (ley
12921 ), el art. 39 de la ley 15021, el art. 61 Ver Texto de la ley 15796, el art. 61 Ver Texto de la
ley 16432, los arts. 140 y 141 de las leyes de impuestos internos (t.o. 1938), el decreto del 2 de
enero de 1923 sobre trasferencia de carteras de sociedades de seguros, el decreto 23350/39 , el
decreto 61138/40 , el decreto 7607/61 , el decreto 1063/63 "y toda otra disposición que se
oponga a esta ley".

(274) Ver Supervielle, El establecimiento comercial, p. 9; Satanowsky, Tratado, II, ps. 189 y ss.;
Garrigues, Curso de derecho mercantil, 3ª ed., I, ps. 152 y ss.
El concepto expuesto deriva del art. 2555, Código Civil italiano, y fallo plenario en LL 10-662.

(275) En sentido análogo, en el derecho francés, ver: Traité de droit des assurances (entreprises
et organismes d´assurance), nº 47, p. 41 -con la dirección de Jean Bigot-, 1992, Paris.

177
(276) El párrafo final del art. 8 Ver Texto, LES., con el título "Control exclusivo y excluyente",
dispone que la Superintendencia de Seguros de la Nación ejerce "el control del funcionamiento
y actuación de todas las entidades de seguro sin excepción, con exclusión de toda otra
autoridad administrativa, nacional o provincial".

(277) En los países en los cuales la ley no establece la sanción se sostiene la improcedencia de
la nulidad; así lo auspició el autor de este libro con anterioridad, en su obra Contrato de seguro,
p. 77, y las referencias que allí señaló: Lucifredi, en "Assicurazioni", 1937, 1ª parte, p. 145;
Ascarelli, "Assic.", 1936, 1, p. 1; Salandra, "Assic.", 1935, 2, p. 402; Bruck, p. 84.
Ver la disparidad de soluciones en el derecho estadounidense en Vance, ps. 104 y ss.
Contra, por la nulidad, Vivante, Trattato . . ., ob. cit., nº 1886.

(278) El art. 6.1.1 del Reglamento de la ley 20091 Ver Texto expresa que se consideran
sucursales las "descentralizaciones que las entidades aseguradoras asienten investidas de
mandato representativo para contratar en forma directa operaciones de seguro, emitiendo
pólizas y demás documentos necesarios a la perfección de los contratos y a la atención,
liquidación y pago de las obligaciones emergentes de los mismos". El gerente de ellas es su
representante legal, y está asimismo facultado para efectuar las presentaciones ante la
Superintendencia (regl. cit., art. 6.1.2).

(279) Es el origen del sistema actual de control. Han existido otros precedentes, y Reymundo
Benítez de Lugo, Tratado de seguros, III, p. 507, cita una ordenanza real de Felipe II,
designando en 1570 comisario de seguros en Flandes.

(280) La Corte Suprema de los Estados Unidos ha reconocido la constitucionalidad del control
estatal porque se trata de un negocio monopolista, en el cual es engañoso hablar de libertad
(233 U.S. 389, cit. por Patterson, nº 7; ver Vance, ps. 92 y ss.
Sobre el control estatal, sus fundamentos y funciones, ver Patterson, nº 1; Segura, Luis G., El
contralor estadual del comercio asegurador, 1952, Buenos Aires; Lordi, nros. 541 a 543; Lefort,
I, ps. 33 y ss.; Vance, ps. 93 y ss.; Donati, Trattato, I, nros. 61 y ss., 131 y ss.

(281) Yvonne Lambert-Faivre señala que se torna necesaria la defensa de los asegurados frente
a las empresas aseguradoras, de forma que el poder público debe no sólo atender a la solvencia
financiera de ellas, sino además a las cláusulas contractuales empleadas, en protección de
asegurados y terceros, especialmente las víctimas en los seguros de la responsabilidad civil;
recuerda, asimismo, que según el art. L. 310-1 del Code des assurances, dicho control se ejerce
en el interés de asegurados, tomadores y beneficiarios. El control presenta, así, dos aspectos
principales: control jurídico de las cláusulas de los contratos y control financiero de la solvencia
de las empresas de seguros (Lambert-Faivre, Yvonne, Droit des assurances, nº 139, p. 96,
1990, Paris). Es que, como decían Picard y Besson, razones imperiosas imponen reglamentar
las empresas de seguro. La técnica del seguro no penetra solamente el derecho relativo al
contrato; regula asimismo la estructura de la empresa. Y se requiere que la protección del
asegurado sea efectiva, por cuanto éste, por la índole de la relación, adelanta el pago de su
prima al asegurador, quien se obliga condicionalmente a efectuar su prestación si ocurre el
siniestro, o bien a término, incierto o lejano. Por ello, la ley debe instituir disposiciones
rigurosas para que la situación financiera del asegurador esté siempre a la altura de las

178
obligaciones que asumió (Picard, M., y Besson, A., Les assurances terrestres en droit français, t.
II, nº 535, p. 14, 1977, Paris).
No obstante lo señalado precedentemente, otro parece ser el espíritu que guió la
reglamentación de la ley 20091, a estar por los considerandos de la resolución de
Superintendencia de Seguros de la Nación de fecha 2 de enero de 1992. Luego de recordar que
el gobierno nacional estableció en los fundamentos de otras normativas precedentes que
resultaba necesario continuar el ejercicio del poder de policía para afianzar y profundizar la
libertad económica, y que aparecía "imperioso" que la Superintendencia de Seguros
instrumentase el marco normativo imprescindible para "salvaguardar los intereses de los
asegurados", exigiendo adecuados márgenes de solvencia para el ejercicio de la actividad
aseguradora, señaló que propendería "al funcionamiento del mercado de seguros en
condiciones de competencia", agregando que la nueva reglamentación "ha sido suficientemente
debatida con el mercado asegurador en pleno". Parece haber estado ausente la figura del
asegurado, motivo de la tutela, y resulta particularmente inadecuado a esos fines lo dispuesto
en el art. 23.1.2 del reglamento citado, cuando establece que "la aprobación particular de
nuevos elementos técnicos contractuales", si bien deberá ser dispuesta por esa
Superintendencia dentro de los 90 días de su presentación ante ese organismo de control,
pasado el término, si la autoridad precitada "no hubiese formulado observación alguna", se
entenderá que los nuevos elementos "han sido tácitamente aprobados y podrán ser utilizados
válidamente a partir de ese momento" -sin perjuicio, claro está, de la facultad de
Superintendencia de "requerir posteriormente rectificaciones y/o adecuaciones"- (texto según
resolución 25172/97 ). En realidad, más que aprobación "tácita" se podría denominar
"aprobación por omisión" y "sin fundamentación". Por si fuera poco, el art. 23.1.3 agrega que
luego de 90 días contados desde que los elementos resultaron aprobados, cualquier otro
asegurador "autorizado a operar en la rama" podrá utilizarlos, límitándose a "comunicarlo" al
ente de control; de no mediar observación en 30 días desde la presentación, "quedarán
automáticamente autorizados" para utilizar tales elementos. El art. 23.1.5 establece que "a
pedido de interesado" la Superintendencia "dará vista" de los elementos técnico-contractuales
así aprobados. Autorizaciones tácitas, automáticas, no parecen constituir un modelo de
protección a los asegurados: la vigilancia quedaría prácticamente limitada a los aspectos
económicos -aunque los resultados no fueron tampoco brillantes, ante la sucesión de
liquidaciones de empresas de seguros a las cuales se asiste-. Resultaría casi totalmente declinado
el control de los elementos contractuales al relegar normas como, p.ej., los arts. 11 Ver Texto,
158 Ver Texto, etc., de la ley 17418, y los arts. 23 Ver Texto y ss. de la ley 20091. Y completa el
panorama el art. 26.1.1, cuando dice: "Los aseguradores establecerán libremente las tarifas de
primas"; y si bien se deben presentar ante el ente de control su experiencia siniestral y
fundamentos técnicos, si en 30 días éste no se pronunció, "se los tendrá por autorizados". Más
adelante nos referimos a todo ello.

(282) La Torre destaca que si se tiene en cuenta la interrelación que el procedimiento técnico
de la mutualidad establece entre contrato y empresa de seguro, cabe concluir que un control
estatal ejercido solamente sobre uno de tales aspectos, aunque no respecto de ambos, resultará
parcial y de escasa eficacia (La Torre, Antonio, La disciplina giuridica dell´attivit… assicurativa,
vol. I, nº 4, p. 8, 1987, Milano).

(283) El autor de esta obra señalaba que no puede haber un juicio de validez universal sobre el
monopolio estatal. En tal sentido expresaba que los países importadores de capitales y de
servicios hallan en la importación de éstos (seguros y fletes marítimos) fuente importante de su

179
déficit, que traba su desarrollo, como ha sido reconocido en las declaraciones adoptadas en
Brasilia, Alta Gracia y Ginebra (esta última, con adhesión de los países exportadores) y lo ha
establecido la ONU con sus servicios de investigación económica (Halperin, Informe al Primer
Congreso Panamericano de Seguros, 1964, Méjico, "Assicurazioni", 1964-I, nº 6).

(284) Vivante, Trattato, nº 1885, y Contratto, nº 13. Cfme.: Hemard, nros. 63 y ss.; Persico, nº
74; Lordi, nº 502; Lefort, p. 136; etc. Contra: Donati, en "Assicurazioni", 1937, 1, p. 263.

(285) Señala al respecto Bigot que, al igual que la banca, el seguro es también una actividad de
índole financiera; como el banquero, el asegurador mueve una masa considerable de dinero que
le confían sus asegurados, conformando un sector en el cual el riesgo de una falla implica una
repercusión mucho mayor que en otros sectores (Bigot, Jean, ob. cit., nº 49, p. 43). De ello
tenemos una amplia experiencia en nuestro país.

(286) Un ejemplo de ello fue el decreto 9168/61 , que impuso la inversión de mil quinientos
millones pesos en "bonos para la vivienda", de poca renta con relación al tipo de interés del
mercado argentino.

(287) La reciente experiencia argentina revela que la liquidación de la entidad aseguradora


resulta intensamente perjudicial, tanto para el asegurado como, en los seguros de la
responsabilidad civil, también para los terceros damnificados, quienes, como consecuencia
inevitable de la situación, proyectan el reclamo de su crédito sobre el asegurado,
frecuentemente insolvente o que se ve enfrentado a la necesidad de responder con su
patrimonio, a menudo escaso. Y es en los siniestros de mayor importancia en los cuales
asegurados y terceros reclamantes sufren intensos perjuicios por esta situación.

(288) La ley 20091, en su art. 81 Ver Texto, inc. b, establece como uno de los recursos con los
cuales se subvendrán los gastos de funcionamiento de la Superintendencia de Seguros de la
Nación una tasa uniforme que fija el Poder Ejecutivo y que no deberá exceder del 6‰ del
importe de las primas que paguen los asegurados. Mas esta tasa (es decir, tributo que se obla
para atender un servicio público diferenciado y específico) ha corrido una suerte varia, de
manera que a menudo fue a solucionar otras urgencias, y sólo en medida mínima se la empleó
para solventar los gastos de funcionamiento del ente de control -que es el destino que le
establece la norma precitada-, al cual se le fija un "presupuesto", cuyo exceso va a engrosar los
tributos comunes. Ello, en una época de frecuentes liquidaciones forzosas de aseguradores,
cuya tramitación la ley pone a cargo de la Superintendencia, que cumple, mediante quien
designe a tal efecto, una función análoga a la de una sindicatura concursal (arts. 51 Ver Texto y
52 Ver Texto, 1º párr., ley 20091), liquidaciones éstas en las cuales una parte muy importante
del pasivo está constituido por reclamos judiciales de terceros en los seguros de la
responsabilidad civil, que llegan a menudo a varios miles de litigios civiles, ello resulta poco
menos que inmanejable con los recursos con que cuenta el ente (en la actualidad, para más, la
Ley de Concursos y Quiebras, 24522 Ver Texto, dispone que "si una entidad aseguradora
hubiera sido citada en garantía y se hubiera dispuesto su liquidación de conformidad con lo
establecido en la ley 20091 Ver Texto, el proceso continuará ante el tribunal originario con
intervención del liquidador de la entidad o de un apoderado designado al efecto").
Sobre el tema cabe recordar las palabras de Fernando Legón cuando, ante la reiteración de
casos de liquidación de aseguradoras, lamentablemente incrementado más tarde, nos decía -ya
en 1987-, al señalar algunas causas que concurrían a crear tal situación, que en los últimos años

180
todos los gobiernos, sin excepción, han dado mayor relevancia y prestado más atención a los
organismos de recaudación que a los entes de fiscalización (Apostilla sobre la responsabilidad
estatal en la liquidación de entidades de seguros, Primer Congreso Nacional del Seguro, p. 356,
1987, Buenos Aires).
Otro ejemplo de lo dicho es lo acontecido con el "fondo de estímulo" para el personal del ente
de control, establecido por ley (art. 81 Ver Texto, inc. e, ley 20091) y neutralizado por decreto.

(289) Ya en la primera edición de este libro, su autor señalaba que el no haber tomado en
cuenta esta característica explicaba la crítica que le formuló Zavala Rodríguez a su explicación a
mérito del art. 67, inc. 11 (actual art. 75 Ver Texto, inc. 12) de la Constitución nacional (DJA
26/6/1968, p. 2).

(290) Dispone el actual art. 126 Ver Texto, CN., en lo pertinente: "Las provincias no ejercen el
poder delegado a la Nación. No pueden [. . .] expedir leyes sobre comercio".

(291) Fallos 257:159 Ver Texto, 259:157 Ver Texto, C. 120-XV, de 31/7/1967, inédito.
En la sentencia registrada en Fallos 257:159 Ver Texto, con profusión de citas de precedentes
nacionales y estadounidenses, expresó el alto tribunal en el considerando 7: "[. . .] el Congreso
puede legislar sobre los aspectos de las actividades interiores de las provincias susceptibles de
menoscabar u obstruir el comercio interprovincial y exterior, o perturbar el bienestar general
en el orden nacional, en el ejercicio de la facultad que le asiste para reglar aquéllas y fomentar a
éste, y en la medida que a tales fines fuese necesario".
Cabe destacar que en la sentencia del 31 de julio de 1967 (C 120-XV, inédita) se agregó esta
consideración fundamental: "[. . .] el Congreso no puede devolver a las provincias las
facultades que ellas le delegaron, porque, de lo contrario, quedaría librado a su voluntad
destruir el sistema federal de gobierno tal como lo establecieron los constituyentes, pues no a
otro resultado se llegaría mediante el reconocimiento a las provincias de atribuciones asignadas
por el referido art. 67 Ver Texto al Congreso".

(292) 7/12/1945, LL 42-880.

(293) Tal sería la fianza onerosa explotada orgánicamente, como sustitutiva del seguro de
crédito; o la hipótesis que tiene desde hace años dividida a la doctrina francesa de los entes
asesores en materia de accidentes del tránsito, que asumen la dirección del proceso y la carga
eventual de las costas (ver Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 46).
El autor de esta obra consideró en la primera edición de ella (1970) y sobre la base del texto del
art. 3 del Proyecto de Ley de Entidades de Seguros de 1967 (que reiteraba la solución análoga
del proyecto de 1961, y ejemplificaba mediante referencia "a quienes garanticen al contratante,
asociado o beneficiario, el pago de un capital, una renta u otra prestación, al vencimiento de un
plazo cierto o incierto o al ocurrir un hecho que afecte su persona o la de un tercero"), que en
virtud de esto se podían someter a fiscalización las llamadas "clínicas privadas" que por el pago
de una mensualidad se obligan a la prestación médico-quirúrgica del "abonado".

(294) Se ha señalado que se trata de una facultad y no de un deber de la Superintendencia de


Seguros la inclusión de entidades de esas características dentro del régimen de control de la
Superintendencia. Lo cierto es que la expresión empleada por el art. 3 ("incluirá") no se aviene
totalmente con una facultad discrecional; más bien parece constituir un "poder-deber" que la

181
ley establece al funcionario controlante. No obstante, de alguna manera, un cierto carácter
facultativo deviene de la circunstancia de ser el ente de control quien evalúe si, a su criterio,
están dadas las condiciones requeridas por la norma: que la "naturaleza" o "alcances" de la
actividad del ente de que se trate lo justifiquen.

--------------------

II. Examen de los requisitos comunes

17. Plan de seguros.

El plan del ente asegurador al peticionar la autorización, así como sus modificaciones o nuevos
planes, deben ser aprobados por la autoridad de control (art. 7 Ver Texto, inc. f, y arts. 23 Ver
Texto y 24 Ver Texto).

17 (a).

El art. 23.1.2 del reglamento de la ley 20091 Ver Texto (texto conforme a resolución S.S.N.
25172/97 ) dispone que la aprobación particular de nuevos elementos técnico-contractuales, si
bien deberá ser dispuesta por la Superintendencia de Seguros de la Nación, tendrá lugar dentro
de los 90 días desde la presentación ante ese ente de control, porque pasado ese término, si la
autoridad no hubiese formulado observación alguna, los nuevos elementos quedarán
"tácitamente aprobados" y podrán ser utilizados válidamente. A ello se suma que cualquier
interesado puede solicitar vista de los elementos que hayan resultado aprobados (art. 23.1.5) y
cualquier asegurador autorizado para operar en la rama podrá, a su vez, trascurridos 90 días de
la aprobación, utilizar dichos elementos "comunicando" tal decisión al órgano de control; si
éste no formulase observaciones dentro de los 30 días corridos, contados desde la referida
comunicación, el presentante quedará habilitado también para usarlos en sus operaciones

182
asegurativas, aunque destacando que dicho procedimiento no se extiende a las condiciones
tarifarias.

Estas disposiciones, que establecen lo que denominan "aprobación tácita", o "automática" (o,
mejor aún, "por omisión"), constituyen, a nuestro juicio, una inadmisible declinación de
facultades de control que la ley 20091 Ver Texto estableció a favor de la Superintendencia de
Seguros de la Nación, y que son propias de su específica función de vigilancia en un tema que
se halla íntimamente ligado a la debida protección del asegurado y a la buena fe en la
operatoria. Es tradicional la crítica del hombre común cuando se queja contra lo que considera
los excesos en que a veces se incurre en "la letra chica" de la póliza, crítica que en muchos
casos ha sido recogida por la jurisprudencia al decidir que las oscuridades o contradicciones
que puedan contener las cláusulas deben ser interpretadas en contra del asegurador que las
redactó, en especial cuando se trata de cláusulas predispuestas con carácter general en los
formularios en los cuales se emiten las pólizas. Precisamente para evitar desbordes se
instituyeron normas como las de los arts. 11 Ver Texto, 36 Ver Texto y 158 Ver Texto de la
Ley de Seguros, 17418, y las contenidas en los arts. 23 Ver Texto, 24 Ver Texto y 28 Ver Texto
de la ley 20091 y 25.1 del reglamento (que impone, como anexo 1 de la póliza, que con letra
clara y destacada se deberán consignar todas las exclusiones a la cobertura que se estipulen
(295) , haciendo referencia a ello en el frente de la póliza); normas a las cuales se vienen a
sumar ahora las contenidas en los arts. 37 Ver Texto a 39 Ver Texto de la ley 24240, de
defensa del consumidor, aplicables al tema, aunque sólo por analogía, según pensamos (296) .

Por ello, lo expresado sobre este aspecto por la precitada resolución 21523/92 constituye la
legitimación de la omisión en el control, por parte de un organismo cuya finalidad estriba,
precisamente, en verificar la regularidad de la operatoria asegurativa -incluso la contractual- en
protección de los asegurados. El control de la actividad aseguradora en todos sus aspectos, que
es reservada a la Superintendencia de Seguros de la Nación con carácter "exclusivo y
excluyente", constituye para este ente estatal un "poder-deber" indeclinable, lo cual torna
arbitrario el régimen de aprobación tácita del art. 23.1.2 de la resolución precitada, que incluso
implica la eliminación efectiva del requisito de la publicación instituido por el art. 86, al
permitir que después de trascurridos 90 días corridos desde que elementos contractuales hayan
recibido aprobación expresa o tácita por parte de Superintendencia de Seguros de la Nación,
"cualquier asegurador autorizado a operar en la rama de que se trate podrá utilizarlos
comunicando previamente al órgano de control la decisión adoptada en tal sentido por su
órgano de administración. De no mediar observación por parte de Superintendencia de
Seguros de la Nación dentro de los 15 días corridos desde el momento de la referida
presentación, los aseguradores quedarán automáticamente autorizados para utilizar tales
elementos". Este procedimiento no rige respecto de "las condiciones tarifarias" (art. 23.1.3 ,
resolución cit.).

Culmina esta regulación expresando: "En las pólizas emitidas deberá identificarse el acto
administrativo por el cual la Superintendencia de Seguros de la Nación aprobó los elementos
técnico-contractuales utilizados. En el supuesto de aprobación tácita deberá indicarse el

183
número de registro de presentación al organismo, consignando la leyenda "aprobación tácita,
registro número . . ."" (art. 23.1.4 , resolución cit.).

Como se ve, atento a que la "aprobación tácita" no tiene lugar por resolución general sino por
simple omisión, resulta infringida la exigencia de publicidad establecida por el art. 86 Ver
Texto, ley 20091.

Jurisprudencia

Las particulares características que presenta el seguro, dentro de las cuales resalta el comercio
en masa, justifican la presencia de una autoridad de control que deba extremar su celo
moderador en el análisis de las condiciones contractuales de aquél, a fin de que no sean
vulnerados los legítimos intereses de los asegurados y el contrato cumpla con el objeto-fin
social que debe satisfacer como acto jurídico (del dictamen del fiscal de cámara, interviniendo
la C. Nac. Com., sala B, 21/6/1996, "La Rectora Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1997-F-
969, Jur. Agr., nº 12.110).

A) Reservas técnicas. Dado que el contrato de seguro tiene la peculiaridad de que los
aseguradores perciben del asegurado el precio (prima) para pagar eventualmente la
indemnización o el capital o renta prometidos, es esencial, para lograr la capacitación
económico-financiera del ente asegurador, que éste prevea la formación de las reservas técnicas
según las distintas ramas que explotará.

Cuando no existen normas generales, establecidas por la Superintendencia de Seguros, el ente


debe presentar las bases del cálculo de las reservas técnicas, salvo en la rama vida, en que se
aplica una norma distinta (art. 24 Ver Texto). La Superintendencia de Seguros ha dictado reglas
generales en materia de reservas para riesgos en curso.

En la rama vida, el art. 24 Ver Texto exige, además, que los planes para operar en seguros de
esa especie contengan:

I) el texto de los cuestionarios a utilizarse;

II) los principios y las bases técnicas para el cálculo de las primas y de las reservas puras; se
deben indicar, cuando se trate de seguros con participación en las utilidades de la rama o con
fondos de acumulación, los derechos que se concedan a los asegurados, los justificativos del
plan y el procedimiento a utilizarse en la formación de dicho fondo;

184
III) las bases para el cálculo de los valores de rescate, de los seguros reducidos en su monto o
plazo (seguros saldados) y de los préstamos a los asegurados.

Por otra parte, lo relativo a las primas y sus fundamentos técnicos, a las bases para el cálculo de
las reservas técnicas y a lo señalado en los puntos II y III precedentemente mencionados, se
deberán presentar acompañados de opinión actuarial autorizada.

Se debe tener en cuenta lo siguiente:

1) La autoridad de control (Superintendencia de Seguros) está facultada para establecer las


reservas técnicas que se constituirán, ajustada a tres requisitos: 1) la rama de seguros de que se
trate; 2) la medida necesaria para atender las obligaciones con los asegurados; 3) que tengan
carácter general y uniforme.

2) La Superintendencia de Seguros fija la inversión de tales reservas técnicas en los bienes


detallados en el art. 35 Ver Texto, apartados a a h, y las demás inversiones en la forma prevista
en el mismo art. 35 Ver Texto, último apartado; para los fondos no previstos allí (capital que
excede del mínimo, reservas libres, etc.), se aplica el art. 35 Ver Texto, 1er. párr.

Las inversiones a las cuales hace mención dicho art. 35 Ver Texto apartados a a h, deben ser
efectuadas íntegramente en los bienes indicados a continuación; se prefiere los que supongan
mayor liquidez y suficiente rentabilidad y garantía:

a) títulos u otros valores de la deuda pública nacional o garantizados por la Nación y títulos de
la deuda pública interna de las provincias, emitidos con arreglo a sus respectivas
Constituciones; y también los de las municipalidades que cuenten con la garantía de los
respectivos municipios;

b) títulos públicos de países extranjeros, hasta el importe de las reservas técnicas


correspondientes a pólizas emitidas en moneda de esos países;

c) debentures con garantía especial o flotante en primer grado sobre bienes radicados en el
país;

d) préstamos con garantía prendaria o hipotecaria en primer grado sobre bienes situados en el
país, con exclusión de yacimientos, canteras y minas.

185
El préstamo no excederá del 50% del valor de realización del bien, especialmente tasado al
efecto por el asegurador.

e) inmuebles situados en el país para uso propio, edificación, renta o venta;

f ) acciones de sociedades anónimas constituidas en el país o extranjeras comprendidas en el


art. 124 Ver Texto de la ley 19550, o de extranjeras que tengan por principal objeto la
prestación de servicios públicos dentro de la Nación, que se coticen en bolsas del país o del
extranjero;

g) préstamos garantizados con títulos, debentures y acciones de los incs. a, b, c y f, hasta el


50% del valor de mercado de esos valores;

h) operaciones financieras garantizadas en su totalidad por bancos u otras entidades financieras


debidamente autorizadas a operar en el país por el Banco Central de la República Argentina,
previa autorización, en cada caso, del ente de control, y siempre que lo permita el estado
económico-financiero del asegurador.

Agrega el art. 35 Ver Texto que la autoridad de control establecerá, con carácter general, los
porcentajes de inversión en tales bienes, y podrá impugnar las inversiones hechas en bienes que
no reúnan las características de liquidez, rentabilidad y garantía, o cuyo precio de adquisición
sea superior a su valor de realización. En este último caso, la autoridad de control dispondrá las
medidas conducentes a que dicha inversión registre en el balance un valor equivalente al de su
realización según el precio corriente de mercado. Los bienes adquiridos con gravamen serán
computados, para los porcentajes de inversiones, por su monto total neto de amortizaciones; y
para el balance de cobertura se considerarán con deducción del gravamen.

En los seguros de la rama vida, los aseguradores podrán deducir, de las reservas a invertir,
también los préstamos a los asegurados, las primas vencidas a cobrar y las fracciones de primas
a vencer.

Respecto de otras inversiones, el último apartado del referido art. 35 Ver Texto señala que el
capital, la reserva legal y los fondos de previsión y de amortización, así como también las
reservas que la autoridad de control establezca, con carácter particular, para cada entidad (con
deducción de cuanto se destine a bienes de uso para la instalación, explotación y desarrollo del
negocio de seguros, así como también los créditos por primas), deberán ser invertidos en los
mismos bienes antes indicados, sin sujeción a porcentajes, o en otros bienes, con autorización
previa del ente de control.

186
3) Los aseguradores deberán constituir, por la cuenta de ganancias y pérdidas o por
distribución de utilidades, según lo determine la autoridad de control, los fondos de
amortización, de previsión y las reservas que ella disponga, con carácter general, sin perjuicio
de los fondos que, con carácter particular, establezca dicha autoridad de control respecto de
cada entidad, según su situación económico-financiera (art. 34 Ver Texto).

4) La autoridad de control establecerá, con carácter general, los porcentajes de inversión en


tales bienes y podrá impugnar las inversiones hechas en bienes que no reúnan las características
de liquidez, rentabilidad y garantía, o cuyo precio de adquisición sea superior al valor de
realización. En este último caso, la autoridad de control dispondrá las medidas conducentes a
que tal inversión registre en el balance un valor equivalente al de su realización según el precio
corriente en el mercado (art. 35 Ver Texto). La autoridad de control establece normas
uniformes para la valuación del activo (art. 41 Ver Texto).

B) Texto de las pólizas que se propone emitir. En el título I, en los arts. 11 Ver Texto y 158
Ver Texto, de la ley 17418, con referencia al contrato de seguro se han fijado: 1) el contenido
necesario y el facultativo de la póliza (que es el instrumento normal probatorio del contrato,
conforme al art. 11 Ver Texto); 2) las disposiciones de la ley que no son modificables o que
sólo lo son parcialmente (art. 158 Ver Texto).

El texto de las pólizas se debe someter a la aprobación de la Superintendencia de Seguros, la


cual cuidará que "las condiciones contractuales sean equitativas". Se tendrán que ajustar a lo
dispuesto en los arts. 11 Ver Texto y 158 Ver Texto de la Ley de Seguros, 17418, y estar
redactadas en idioma nacional, salvo las de riesgo marítimo.

La modificación de la póliza a ser empleada con carácter general se debe someter a la


aprobación de la Superintendencia de Seguros (arts. 24 Ver Texto, inc. a, 25 Ver Texto y 28
Ver Texto). Si bien la infracción (esto es, el empleo de pólizas modificadas sin aprobación por
un asegurador autorizado a operar) no hace incurrir al infractor en la sanción del art. 61 Ver
Texto, sí resulta pasible de las penas previstas en el art. 58 Ver Texto para el "ejercicio anormal
de la actividad aseguradora", que son: a) llamado de atención; b) apercibimiento; c) multa; d)
suspensión de hasta 3 meses para operar en una o más ramas; e) revocación de la autorización
para operar. Estas penas serán graduadas razonablemente en función de la gravedad de la falta
y la existencia de reincidencia.

Por su parte, el art. 28 Ver Texto establece que cuando se trate de ramas ya autorizadas al
asegurador o de la modificación de elementos técnicos o contractuales, "la autoridad de control
resolverá dentro de los 90 días de la presentación de la respectiva solicitud de aprobación"
(297) (ver lo dicho en el parágrafo 17.a).

187
C) Texto del cuestionario y de la propuesta de seguro. El art. 24 Ver Texto de la ley 20091
establece, como norma general para todas las ramas, que los planes, "además de los elementos
que requiera la autoridad de control de acuerdo con las características de cada uno de ellos,
deben contener: a) el texto de la propuesta de seguro y el de la póliza".

En la celebración de seguros, en la práctica argentina, en los seguros de personas se aplica el


sistema del cuestionario, es decir, un conjunto de preguntas que responderá el solicitante, cuyas
respuestas permiten al asegurador formarse idea más o menos cabal del riesgo.

En las demás ramas, esta descripción del riesgo resulta de la propuesta, trasmitida
generalmente mediante un agente del asegurador o un productor-asesor de seguros (ley 22400
Ver Texto). No obstante las normas del ente de control que reiteran la obligatoriedad de la
propuesta escrita, en la práctica muchos aseguradores prescinden de ella o la hacen suscribir en
blanco, no obstante que las pólizas, en sus cláusulas particulares impresas, se remiten a ella
para precisar más detalles de las circunstancias del riesgo asumido, y el papel que la ley 17418 le
adjudica en el art. 12 Ver Texto.

Acerca de su trascendencia para el contrato, ver capítulo III.

D) Para la rama vida, el art. 24 Ver Texto citado, establece que los planes deberán contener:
apartado I (según resolución S.S.N. 21523/92 ): "El texto de los cuestionarios a utilizarse"; y el
apartado III agrega: "Las bases para el cálculo de los valores de rescate, de los seguros
reducidos en su monto o plazo (seguros saldados) y de los préstamos a los asegurados".

Esta norma concuerda con las disposiciones de los arts. 138 Ver Texto y 141 Ver Texto de la
ley 17418, de contrato de seguro, que dan al asegurado de vida, después de trascurridos 3 años
desde la celebración y hallándose al día en el pago de las primas, derecho a:

1) la conversión del seguro en otro, saldado -es decir, pagada la prima-, por una suma menor o
por un plazo menor (art. 138 Ver Texto, inc. a);

2) la rescisión del contrato, con el pago, por el asegurador, de una suma determinada, según
tablas aprobadas por la Superintendencia de Seguros (art. 138 Ver Texto, inc. b);

3) un préstamo, por un monto según la tabla inserta en la póliza, que se determina conforme a
los planes técnicos aprobados. Este préstamo se puede acordar automáticamente para pagar
primas no abonadas en término (art. 141 Ver Texto).

188
E) En la rama vida se practica un plan por el cual el asegurado tiene participación en las
utilidades. Según los arts. 24 Ver Texto, 2º párr., apartado II, y 27 Ver Texto, de la ley 20091,
los planes deben indicar, cuando se trate de seguros con participación en las utilidades de la
rama o con fondos de acumulación, "los derechos que se concedan a los asegurados, los
justificativos del plan y el procedimiento a utilizarse en la formación de dicho fondo".

Por su parte, el art. 27 Ver Texto establece que las utilidades de los seguros de la rama vida con
participación se determinarán y pagarán anualmente; pueden también ser imputadas a primas
futuras, o acreditarlas en una cuenta que devengará un interés no menor del que cobre el
asegurador por los préstamos sobre pólizas, o bien aplicarse al otorgamiento de beneficios
adicionales que hayan sido autorizados por la autoridad de control.

F) También respecto de la rama vida se prohíben los planes denominados "tontinarios", de


derrama y los que incluyan sorteos (art. 24 Ver Texto, ap. 3, ley 20091).

La "tontina" es un sistema aleatorio por el cual los capitales formados por las contribuciones
de varios se pagan a uno o más sobrevivientes del grupo. La prohibición se funda en que no
llena una función de previsión y es una forma de juego combinado con la duración de la vida
humana.

El sistema de "derrama" es un tipo de operación sobre la vida por la cual las pérdidas de la
ejecución del plan se cubren con las contribuciones de los participantes. Mientras el grupo
asegurado se mantiene en determinado número y se integra por personas que dan una edad
media juvenil, el costo suplementario -la "derrama" o contribución- es nulo, porque se realiza
la hipótesis considerada; mas cuando disminuye o no se renueva -esto es, sus integrantes
envejecen naturalmente-, las prestaciones a pagar se acrecientan e imponen los pagos
complementarios.

Los participantes del plan, inadvertidos de estas variaciones, lo abandonan en cuanto la


contribución se hace onerosa o se sienten engañados por la variabilidad del costo. Con ello los
vicios del sistema aumentan, porque incrementan desmesuradamente las contribuciones que
adeudan quienes permanecen en él.

Estas circunstancias se agravan en época de crisis, porque ante la reducción de los recursos se
eliminan los gastos personales menos necesarios, especialmente por parte de los integrantes
más jóvenes, que se desafilian del sistema y hacen así más onerosa la carga para quienes
permanecen.

Como consecuencia, la empresa que lo practique debe encarar irremisiblemente la impotencia


para hacer frente a las obligaciones asumidas con los asegurados.

189
El art. 19 Ver Texto de la ley 20091 establece alguna excepción respecto de las sociedades de
seguros mutuos, que se justifican:

a) por la naturaleza del ente asegurador, integrado por los asegurados (art. 18 Ver Texto);

b) porque prevé la existencia de un fondo de garantía, que equivaldrá al capital exigido por el
art. 7 Ver Texto, inc. c (art. 19 Ver Texto);

c) los estatutos fijarán la responsabilidad proporcional de los socios -con excepción de los
socios honorarios y de los benefactores- para cuando se afecte el fondo de garantía, la cual
deberá ser limitada (art. 19 Ver Texto).

18. Tarifas de primas.

La ley 20091 Ver Texto ha innovado en materia de tarifas de primas. Se establece el régimen de
libertad, pero sujeto a ciertas pautas fundamentales.

Conforme a su art. 24 Ver Texto, inc. b, los planes, además de los elementos que requiriese la
autoridad en cada caso, deberán contener, entre otros, las primas que se van a cobrar y los
fundamentos técnicos en que se basan; asimismo estarán "aprobados previamente por la
autoridad de control antes de su aplicación" (art. 23 Ver Texto).

Las primas, en todas las ramas, tienen que resultar suficientes para el cumplimiento de las
obligaciones del asegurador y su permanente capacitación económico-financiera. La autoridad
de control observará las primas que resulten insuficientes, abusivas o arbitrariamente
discriminatorias (art. 26 Ver Texto).

En la rama vida, los planes especificarán también "los principios y bases técnicas para el
cálculo de las primas y de las reservas puras" (art. 24 Ver Texto, apartado 2, punto II). Como
ya se destacó antes, cuando se trate de seguros con participación en las utilidades de la rama o
con fondos de acumulación, se establecerán "los derechos que se concedan a los asegurados,
los justificativos del plan y el procedimiento a utilizarse en la formación de dicho fondo".

El régimen específico para el seguro de vida se justifica porque:

190
1) En los seguros sobre la vida, la prima pura admite un cálculo matemático fundado en las
tablas de mortalidad, mientras que en los demás seguros la fijación se hace por métodos más
empíricos.

2) Mientras que en los seguros de vida la estadística da una duración media prácticamente
uniforme para todo el país -y el domicilio en determinado lugar, o la profesión o trabajo
insalubres ejercidos permiten incrementar la prima-, en los demás seguros no ocurre lo mismo.

3) La libertad de la prima -concordante con la libertad de comisiones- permite además hacer


efectiva la competencia y reducir la prima bruta en los casos en que sea el resultado de la
actuación de entes con mejor organización administrativa, atinada selección de riesgos,
reaseguro más económico, etc. Se trasladan así al comercio del seguro las ventajas de la
competencia en un mercado libre.

No obstante, este régimen de libertad trae consigo ciertos peligros, consistentes principalmente
en que:

a) un exceso en la competencia lleve a la reducción tal de la prima neta de comisiones que


ponga en peligro la aptitud económico-financiera de las empresas para cumplir con sus
obligaciones (298) ;

b) algunos aseguradores puedan contratar seguros con primas muy bajas, incluso a pérdida,
para dominar el mercado asegurador.

Para hipótesis de esta índole, en que la estabilidad del mercado se vería afectada, se podrán
aprobar primas mínimas uniformes, netas de comisiones, a pedido de una asociación de
aseguradores, luego de escuchar a las demás asociaciones de esa especie (art. 26 Ver Texto, 3er.
párr.).

La ley 20091 Ver Texto también hace referencia al pago de comisiones por intermediación. Al
respecto dice que dichas comisiones pueden ser libremente establecidas por los aseguradores
"dentro de los mínimos y máximos que autorice la autoridad de control" (art. 26 Ver Texto;
ver, asimismo, ley 22400, art. 5 Ver Texto).

La Superintendencia de Seguros actúa en estos casos:

191
1) de oficio, esto es, por sí, sin petición alguna, por el conocimiento que tiene del mercado.
Resolverá previa opinión del Consejo Consultivo del Seguro (art. 79 Ver Texto, inc. a 1).

2) por pedido de una asociación de aseguradores. En este caso, además de oír al Consejo
Consultivo, debe escuchar a las otras asociaciones de aseguradores que existan en ese
momento. Esta consulta es importante, porque los intereses pueden ser contrapuestos y
distinta la experiencia (especialmente entre entes estatales, sociedades anónimas y sociedades
cooperativas).

La disposición que dicte la Superintendencia de Seguros, que debe ser general -la ley se refiere
a tarifas mínimas "uniformes"-, es pasible de recurso ante el Poder Ejecutivo nacional,
conforme a lo dispuesto por el art. 85 Ver Texto.

Cuando no se afecte la estabilidad del mercado -requisito del art. 26 Ver Texto, 3er. párr.- y
sólo gravite sobre determinado o determinados aseguradores, la Superintendencia de Seguros
debe hallar el remedio con las medidas autorizadas por los arts. 31 Ver Texto, 33 Ver Texto, 38
Ver Texto, 44 Ver Texto y concordantes.

También en su política comercial y al amparo de la libertad establecida, por las vinculaciones


económico-financieras del asegurador, puede practicar éste una política de imposición de
tarifas abusivas o en favor de determinada industria (o industrial), etc. El art. 26 Ver Texto, 3er.
párr., ha dado a la Superintendencia de Seguros el medio legal para revisar esas tarifas cuando
resulten "insuficientes, abusivas o arbitrariamente discriminatorias".

Jurisprudencia

La Superintendencia de Seguros de la Nación tiene por función el control de los aseguradores


en toda la República en lo relacionado a su régimen económico y técnico, en salvaguarda
primordialmente de la fe pública (Fallos 295:552 Ver Texto) y de la estabilidad del mercado
asegurador, reglamentando a tal efecto no sólo las condiciones para operar en la actividad, sino
también los planes y elementos técnico-contractuales que deben observar las entidades; se
destaca, respecto del cálculo de primas, que éstas deben ser suficientes para el cumplimiento de
las obligaciones del asegurador y su permanente capacitación económico-financiera, y proteger
asimismo la estabilidad del mercado asegurador (arts. 24 Ver Texto y 26 Ver Texto de la ley
20091). De ello resulta no sólo la existencia de extensas facultades de control y decisión de la
Superintendencia, sino también la necesidad de reconocer al organismo una razonable
amplitud para apreciar los factores y datos técnicos que entran en juego en la materia. Por
consiguiente, determinar si en un caso específico se ha configurado o no la situación de
emergencia a que alude el art. 26 Ver Texto de la ley antes citada -es decir, "cuando se afecte la
estabilidad del mercado"- es una facultad privativa del órgano al cual se haya dado tal
atribución, y en consecuencia irrevisable, en principio, por el Poder Judicial, pues éste no
puede interferir en las razones de oportunidad, mérito o conveniencia de las medidas que los

192
funcionarios competentes hubiesen adoptado. Además, dicho art. 26 Ver Texto de la ley 20091
es compatible con la Constitución nacional, pues constituye una razonable reglamentación del
derecho a comerciar que ella reconoce. Por otra parte, las resoluciones generales de la
Superintendencia de Seguros que fijen primas mínimas uniformes han sido dictadas dentro del
marco que determina el art. 26 Ver Texto, 3er. párr., toda vez que esta norma faculta al ente
estatal a aprobar, por resolución fundada, primas mínimas uniformes netas de comisiones,
cuando se halle afectada la estabilidad del mercado, y además la recurrente no ha demostrado
ni aportado elementos que permitan tachar de irrazonable tal determinación (Corte Suprema
de Justicia de la Nación, 18/9/1990, "Reaseguradora Argentina S.A. v. Estado nacional -R.
411-XXII, R.E.- Ver Texto, ED 141-829; el mismo tribunal, 23/2/1993, "Superintendencia de
Seguros de la Nación, s./Rec. Sud América Terrestre y Marítima S.A." Ver Texto, LL 1993-C-
265).

En el mismo sentido expresó también que no corresponde revisar el mérito de la política


gubernamental implementada por la Superintendencia de Seguros de la Nación mediante ese
tipo de resoluciones, pues una vez realizado el control de constitucionalidad, no incumbe al
juez valorar materialmente las medidas de política económica emitidas por una entidad
autárquica creada en el ámbito del Ministerio de Economía (Corte Suprema de Justicia de la
Nación, 17/11/1994, "San Cristóbal Sociedad Mutual de Seguros Generales" Ver Texto, LL
1995-B-285, DJ 1995-I-747).

III. Normas específicas para la autorización

19. Inhabilitaciones.

La ley 20091 Ver Texto persigue depurar el mercado asegurador teniendo en cuenta dos
factores: 1) la importancia que ejercen en este comercio la personalidad y experiencia de
quienes asumen su gobierno y administración; 2) la característica de toda sociedad nueva,
renovada continuamente por la incorporación de nuevos integrantes, de olvidar fácilmente los
actos incorrectos e incluso deshonestos, sobre todo si han enriquecido a sus autores.

De ahí que el art. 9 Ver Texto haya establecido que no podrán ser promotores, fundadores,
directores, consejeros, síndicos, miembros de consejos de vigilancia, liquidadores, gerentes,
administradores o representantes de aseguradores:

193
a) las personas comprendidas en las inhabilidades, incompatibilidades y prohibiciones que,
según el caso, establece la Ley de Sociedades, 19550 Ver Texto;

b) los condenados por delitos cometidos con ánimo de lucro o por delitos contra la propiedad
o la fe pública, o por delitos comunes -excluidos los delitos culposos- castigados con penas
privativas de libertad o con inhabilitación, mientras no haya trascurrido otro lapso igual al
doble de la condena, y quienes se hayen sometidos a prisión preventiva por esos mismos
delitos, hasta su sobreseimiento definitivo;

c) los fallidos y los concursados, y los deudores morosos de la entidad;

d) los inhabilitados para el uso de cuentas corrientes bancarias o para el libramiento de


cheques, hasta un año después de su rehabilitación;

e) quienes hayan sido sancionados como directores, administradores o gerentes de una


sociedad declarada en quiebra, o declarados responsables de la liquidación de una entidad de
seguros conforme al art. 53 Ver Texto, o inhabilitados por aplicación de los arts. 59 Ver Texto
a 61 Ver Texto.

El art. 53 Ver Texto establece que la autoridad de control elevará al juez de la liquidación
forzosa de la aseguradora los antecedentes para hacer efectivas, respecto de sus
administradores, directores, consejeros, síndicos, integrantes del consejo de vigilancia y
gerentes, las medidas previstas en la Ley de Concursos para el fallido en ocasión de culpa o
fraude y, en su caso, le serán aplicables las penas previstas en el Código Penal para el quebrado
fraudulento o culpable.

La ley 24522 Ver Texto, de concursos y quiebras ha eliminado la calificación de conducta del
fallido, y en su art. 234 Ver Texto dispone: "El fallido queda inhabilitado desde la fecha de la
quiebra"; agrega el art. 235 Ver Texto que para el caso de quiebras de personas jurídicas, la
inhabilitación se extiende a las personas físicas que hubieren integrado sus órganos de
administración desde la fecha de la cesión de pagos.

Consideramos que la precitada reforma de la ley concursal no resulta demasiado relevante en


este tema, atento a que la ley 20091 Ver Texto establece como suficiente impedimento el
revestir la calidad de fallido o concursado (art. 9 Ver Texto). Por otra parte, continúa vigente lo
dispuesto por esta ley en relación con lo preceptuado por el Código Penal, arts. 176 Ver Texto
y ss. para el supuesto de fallido fraudulento o culpable.

194
Por su parte, el art. 59 Ver Texto de la ley 20091 establece una inhabilitación de hasta 5 años
para los productores, agentes, intermediarios, peritos o liquidadores, no dependientes del
asegurador, que violen las normas del art. 55 Ver Texto (éste impone la obligación de
desempeñarse conforme a las disposiciones legales y principios técnicos aplicables a la
operación en la cual intervienen, y a actuar con diligencia y buena fe). El art. 60 Ver Texto
establece pena de prisión de 1 a 6 años e inhabilitación del doble de la condena que haya
recaído en sede penal al productor o agente por "no entregar a su debido tiempo" al
asegurador las primas que hubieren recibido para el pago de los seguros (299) . A su vez, el art.
61 Ver Texto establece, con carácter de accesoria y para todos los casos, la pena de
inhabilitación de hasta 5 años a quienes directa o indirectamente anuncien en cualquier forma u
ofrezcan celebrar operaciones de seguros sin estar autorizados para actuar como aseguradores,
o celebren contratos de seguro sin la debida autorización, sin perjuicios de las multas que se
apliquen y de la nulidad de los contratos celebrados en infracción. Si la infractora fuere una
sociedad anónima, cooperativa o mutual, sus directores, administradores, síndicos, miembros
de consejos de vigilancia y gerentes serán solidariamente responsables por las multas y
consecuencias de la nulidad de los contratos celebrados en violación a la ley. Si se tratare de
sociedad de otro tipo, la responsabilidad se extenderá a los demás socios, y si fuere una
sucursal o agencia de sociedad extranjera, la responsabilidad pesará sobre el factor, gerente o
representante.

20. Sociedades de seguro solidario.

La ley 20091 Ver Texto, con el título "Sociedades de seguro solidario", introduce, en la sección
IV del capítulo I, normas relativas a las sociedades cooperativas y a las sociedades de seguros
mutuos, algunas de las cuales resultan comunes a ambas especies (arts. 11 Ver Texto a 16 Ver
Texto) y otras específicas a cada una de ellas (art. 17 Ver Texto, sociedades cooperativas; arts.
18 Ver Texto a 22 Ver Texto, sociedades de seguros mutuos).

21. Generalidades.

Las sociedades de seguro solidario (expresión que abarca a las sociedades cooperativas y a las
de seguros mutuos) tienen por característica que los asegurados integran el ente asegurador
(arts. 14 Ver Texto, in fine, 17 Ver Texto y 18 Ver Texto) que han organizado para lograr la
cobertura de sus asociados, sin que ellos perciban, por su calidad de tales, utilidades
provenientes de la explotación. De allí que la ley establezca que si existen excedentes realizados

195
y líquidos, deberán ser retornados a los socios "en proporción a las primas consumidas" por
cada uno durante el ejercicio. La ley buscó también evitar desviaciones que se pudieren dar, en
algún caso, en la práctica, para lo cual estableció una normativa específica que regula algunos
aspectos de este tipo de sociedades.

22. Control.

Las sociedades de seguro solidario se hallaban en un comienzo sujetas a un doble y hasta un


triple control: el correspondiente a los organismos encargados del control propio de la especie
de entidad (cooperativa; mutualidad); el de la Inspección General de Justicia, conforme el art. 1
del decreto 7112/52 (o sus equivalentes provinciales), y el de la Superintendencia de Seguros.
Ello daba lugar a que se suscitaran conflictos de competencia entre las distintas autoridades de
control.

La ley 20091 Ver Texto procuró poner término a esa superposición inútil de controles
mediante lo establecido en su art. 8 Ver Texto, al cual ya se ha hecho referencia, que dispone
que "el control de funcionamiento de todas las entidades de seguro, sin excepción,
corresponde a la autoridad de control organizada por esta ley", "con exclusión de toda otra
autoridad nacional o provincial"; agrega que la Superintendencia de Seguros de la Nación
podrá requerir a estas últimas su opinión en las cuestiones vinculadas con el régimen societario
de dichas entidades cuando lo estimara conveniente. Esta preceptiva, contenida en el último
párrafo del precitado art. 8 Ver Texto, es formulada con el título "Control exclusivo y
excluyente". Este régimen prevalece ante las leyes de cooperativas 20337 Ver Texto y de
mutualidades 20321, atento al carácter de "ley especial" que reviste la ley 20091 Ver Texto
(acerca de la validez constitucional de la policía sobre la actividad del seguro ejercida por ente
de control federal, ver, supra, § 12).

23. Arbitraje social.

Conforme el art. 11 Ver Texto, en las sociedades de seguro solidario los estatutos podrán
prever que las diferencias con los socios, derivadas del contrato de seguro, sean resueltas por el
órgano arbitral que ellos establezcan. En tal caso, se deberá reglamentar su constitución y
funcionamiento, así como también los recursos admisibles.

196
Pero sólo podrá operar ese mecanismo cuando sea aceptado, en cada caso concreto, por el
socio afectado. Se establece, así, este medio de solución de conflictos, con carácter optativo en
favor del socio respecto del cual haya surgido la cuestión que originó la controversia. Esta
salvedad protege y completa el principio contenido en el art. 57 Ver Texto de la Ley de
Seguros, 17418, que prohíbe la inserción de cláusulas compromisorias en las pólizas.

Se tendrá presente, además, que en el supuesto de que se recurra a esta institución arbitral, no
deberá resultar desvirtuado el funcionamiento eficaz del seguro ni la indemnización oportuna y
adecuada (arts. 49 Ver Texto y ss., ley 17418).

24. Gobierno y administración.

La ley 20091 Ver Texto también establece normas relativas al gobierno y administración de las
sociedades de seguro solidario.

Respecto de las asambleas, se dispone que en ellas sólo podrán votar los socios que en el
ejercicio hayan tenido contrato de seguro en vigencia. Los auxiliares remunerados a comisión
no podrán representar a los socios en las asambleas (art. 14 Ver Texto).

Se requiere la autorización de la asamblea para la adquisición o venta de inmuebles. Dicho


órgano social también puede disponer que se constituyan reservas facultativas (art. 15 Ver
Texto).

La administración o gestión social estará a cargo del consejo de administración, y no se podrá


delegar total ni parcialmente a terceros. Los consejeros, directores y síndicos pueden ser
retribuidos por las funciones que desempeñaren, pero la autoridad de control tiene facultad
para impugnar las retribuciones que no guarden proporción con la capacidad económico-
financiera de la entidad o que no se ajusten a la tarea efectuada, según la práctica del mercado.
Son aplicables a los síndicos los mismos requisitos, inhabilidades, incompatibilidades,
atribuciones, deberes y responsabilidades que a los de las sociedades anónimas.

En cuanto a la distribución de excedentes, los realizados y líquidos del ejercicio se retornarán a


los socios en proporción a las primas pagadas por éstos durante él, o bien conforme a lo que
dispusieren los reglamentos de participación que hayan sido aprobados para la entidad por la
autoridad de control (art. 15 Ver Texto, in fine). La solución legal coincide con el principio
cooperativo contenido en la ley 20337, art. 2 Ver Texto, inc. 6.

197
25. Reaseguro.

Las sociedades de seguro solidario podrán reasegurar con cualquier reasegurador y aceptar
reaseguros y retrocesiones aun de quienes no sean socios, en las condiciones que establezca la
autoridad de control, siempre que sus estatutos lo autoricen y no se viole el régimen de
reaseguros que se halla en vigencia en ese momento (art. 12 Ver Texto).

26. Intermediarios.

El art. 13 Ver Texto establece que las sociedades de seguro solidario podrán emplear auxiliares
a comisión (productores) para la celebración de contratos de seguros con los socios.

La norma se explicaba cuando regía la ley 11388, hoy derogada, cuyo art. 2 , inc. 10, prohibía
"remunerar con comisión ni con otra forma a quien aporte nuevos socios o coloque acciones",
lo cual generó discusiones acerca de si tal precepto alcanzaba a los productores de las
cooperativas de seguro.

No obstante, el autor de esta obra consideraba, aun dentro de ese contexto, que la norma del
art. 14, inc. c, del proyecto que sirvió de base a la ley 20091 Ver Texto -coincidente con el
actual art. 13 Ver Texto- se justificaba, por cuanto el método de comercialización del seguro en
el país se basa en el empleo de productores a comisión, y resulta muy útil a la cooperativa para
ampliar el número de contratos vigentes, difundir nuevos planes, etc., por lo cual privarla de
este medio de actuación implicaría una restricción a sus actividades legítimas.

27. Sociedades cooperativas de seguros.

198
La ley 20091 Ver Texto dedica un solo artículo específico a esta especie de entidad asegurativa
de seguro solidario, el 17, que disponía que las sociedades cooperativas sólo podrían contratar
seguros con sus socios, quienes debían ser titulares del interés asegurable al tiempo de la
contratación. Se trataba de una aplicación del principio que consagraba el art. 2 , inc. 13, de la
ley 11388.

Dicha normativa ha quedado modificada, atento a lo dispuesto por los arts. 2 Ver Texto, inc.
10; 4 Ver Texto, in fine; 19 Ver Texto, 1er. párr., in fine, y 42 Ver Texto, in fine, de la ley
20337. A ello se agrega que, como ya se ha visto, la propia ley 20091 Ver Texto autoriza la
contratación de reaseguros y retrocesiones con cualquier reasegurador, sea socio o no de la
entidad (art. 12 Ver Texto).

28. Sociedades de seguros mutuos.

Las características de este tipo de entidad de seguro solidario, que se proyectan sobre la
operatoria asegurativa desarrollada por ellas, requieren de una normativa especial para regular
los efectos peculiares que implica la particular naturaleza del vínculo que genera la relación
asegurativa a que da lugar, de la cual se discute si se trata de un seguro, o un mero vínculo
social, o una relación mixta, tema al cual ya se ha hecho referencia al comienzo de esta obra
(capítulo I, § 50). Aquí, en principio, la mutualidad no está limitada al aspecto económico,
propio de la relación externa de compensación de riesgos de los distintos asegurados, impuesta
por la empresa de seguros en el seguro comercial para la absorción técnica del álea, ajena al
contrato individualmente considerado, sino que forma parte de la relación asegurativa misma y
se exterioriza con plenitud, abarcándola integralmente: la celebración de seguros constituye la
finalidad inmediata y específica de esa relación, su razón de ser.

Pero lo que en realidad distingue conceptualmente al seguro mutual de otras formas


asegurativas es la manera de determinación de la contraprestación a cargo del asegurado, que,
en este caso, conforme a su naturaleza, se constituye mediante la participación societaria en los
perjuicios provocados por los hechos siniestrales del conjunto de los asociados-asegurados (en
los términos de la cobertura convenida); la configuración definitiva de tal participación tiene
lugar a posteriori, sin poseer el carácter de pago anticipado (de allí la distinción enunciada en el
art. 1 Ver Texto de la ley 17418, cuando habla de "prima o cotización").

No obstante, la técnica moderna del seguro, impuesta por toda la normativa de la ley 20091
Ver Texto, ha desdibujado las diferencias que implicaba esa peculiar característica, e incluyó a
estas entidades en la disciplina común de los requisitos, planes, cálculos, reservas, etc.,
impuestos a todas las aseguradoras, sin distinción. En tal sentido, el art. 30 Ver Texto dispone
que la autoridad de control establecerá, con criterio uniforme y general, para todos los

199
aseguradores sin excepción, el monto y las normas sobre capitales mínimos a que deberán
ajustarse los aseguradores, lo cual dará lugar a la formación de un fondo (con los pagos que los
asegurados vayan efectuando por sus seguros, cuyo monto resultará de las normas generales
precitadas); con él se hará frente al pago de los siniestros que se produzcan. Por su lado, el art.
19 Ver Texto expresamente dispone que las sociedades de seguros mutuos "tendrán un fondo
de garantía", que equivaldrá al capital exigido por el art. 7 Ver Texto, inc. c; y agrega, en el
párrafo final, que los estatutos "fijarán la responsabilidad proporcional de los socios [. . .] para
cuando se afecte el fondo de garantía, la que deberá ser limitada". Otro tanto cabe señalar en
relación con los requisitos que deberá llenar el contrato de seguro y los efectos que produce
(art. 157 Ver Texto, in fine, de la ley 17418).

El resto de las normas de la ley 20091 Ver Texto sobre sociedades de seguros mutuos resulta
bastante coincidente con el régimen establecido por la ley 20321 Ver Texto sobre asociaciones
mutuales. Ella define a tales asociaciones como aquellas "constituidas libremente, sin fines de
lucro, por personas inspiradas en la solidaridad, con el objeto de brindarse ayuda recíproca
frente a riesgos eventuales o de concurrir a su bienestar material y espiritual mediante una
contribución periódica" (art. 2 Ver Texto). Dicha ley fija, como prestaciones mutuales,
"aquellas que, mediante la contribución o ahorro de sus asociados o cualquier otro recurso
lícito, tiene por objeto la satisfacción de necesidades de los socios, ya sea mediante la asistencia
médica, farmacéutica, otorgamiento de subsidios, préstamos, seguros, construcción y
compraventa de viviendas, promoción cultural, educativa, deportiva y turística, prestación de
servicios fúnebres, así como también cualquier otra que tenga por objeto alcanzarles bienestar
material y espiritual" (art. 4 Ver Texto).

El art. 10 Ver Texto, inc. c, establece, entre las causas de exclusión, "cancelar el seguro, en las
mutuales de seguros", en lo cual coincide, en líneas generales, con lo dispuesto por el art. 18
Ver Texto, 2º párr., de la ley 20091: "Sólo puede adquirir la calidad de socio quien al
incorporarse celebre un contrato de seguro con la sociedad y dejará de serlo con la terminación
del vínculo de seguro, salvo disposición estatutaria en contrario que admita su interrupción por
el plazo máximo de un año". El autor de esta obra señalaba que una salvedad como la
contenida en la parte final del precepto trascrito precedentemente "tiene en vista ciertas
sociedades que no se dediquen al seguro sobre la vida corriente, sino a otros riesgos, en los
cuales cabe inexistencia de interés asegurable por ciertos lapsos".

El primer párrafo del precitado art. 18 Ver Texto de la ley 20091 señala que los estatutos
sociales establecerán los requisitos para ser socio y las causales para perder el carácter de tal,
coincidiendo con el art. 7 Ver Texto de la ley de mutualidades, la cual, por su parte, limita las
causas de exclusión a las señaladas en su art. 10 Ver Texto.

El tercer párrafo del art. 18 Ver Texto, ley 20091, establece que el estatuto debe resguardar la
igualdad de los socios en igualdad de condiciones. Asimismo, prohíbe conceder ventajas ni
privilegios a los iniciadores, consejeros, directores o síndicos, ni preferencias sobre parte alguna
del fondo social. El último párrafo de dicha norma dispone que los estatutos podrán prever
categorías de socios "honorarios" y "benefactores", pero carecerán de derechos sociales.

200
Halperin señalaba que esto último puede parecer obvio, pero apuntó a confirmar la legitimidad
de tal creación, por cuanto en función del principio enunciado en el segundo párrafo del art. 18
Ver Texto (exigencia de la contratación de un seguro para adquirir la calidad de socio) se
habían suscitado discusiones doctrinales.

Respecto de las asambleas, el art. 20 Ver Texto establece que la asamblea ordinaria se reunirá
anualmente, dentro de los 4 meses de cerrado el ejercicio, y podrá funcionar en primera
convocatoria con el quórum de la mayoría de socios (salvo exigencia estatutaria mayor), y en
segunda convocatoria, con cualquier número de asociados. Las decisiones se adoptarán por
mayoría de votos presentes (salvo que el estatuto exija una mayoría superior), los cuales se
computarán por personas.

Una diferencia importante se advierte entre la regulación de la ley 20091 Ver Texto y la de
asociaciones mutuales 20321 Ver Texto: mientras la primera establece, en el último párrafo de
su art. 20 Ver Texto, que "los estatutos pueden autorizar la representación por mandatario", la
ley 20321 Ver Texto dispone que "los asociados participarán personalmente y con un solo voto
en las asambleas, no siendo admisible el voto por poder" (art. 21 Ver Texto). En virtud de ello,
entendemos que debe prevalecer este último precepto, por tratarse de ley posterior y, además,
estar referido a un aspecto específicamente societario que, por otro lado, no tiene influencia
alguna en lo referente a la actividad aseguradora de esas entidades.

El órgano de administración estará integrado por no menos de 5 miembros, que son


reelegibles, aspectos en los cuales coinciden ambas leyes. Pero la ley 20321 Ver Texto establece
que la duración en el cargo podrá llegar hasta 4 años (art. 14 Ver Texto); y en lo relativo a la
fiscalización, dispone que sea llevada a cabo por un órgano formado por 3 o más miembros
(art. 12 Ver Texto), sin perjuicio de otros órganos sociales que establezcan los estatutos, y
tendrán igual duración que los integrantes del órgano directivo (art. 14 Ver Texto).

IV. Capital mínimo de las entidades de seguros

29. Función. Imposición.

No obstante la opinión que sostiene la función secundaria del capital social en esta clase de
empresas, éste tiene suma importancia, atento a que debe ser empleado para afrontar los gastos

201
de instalación, las pérdidas de los primeros ejercicios hasta formar una cartera suficiente
(mutualidad de asegurados suficientemente amplia), que permita formar con las primas las
reservas técnicas para pagar los siniestros y los gastos de administración y comisiones para la
adquisición de los negocios, y durante el ejercicio normal, el déficit causado por los
apartamientos de la hipótesis estadística, defectuosa selección de riesgos, etc.

Esta función del capital demuestra la necesidad de su fijación en el mínimo necesario para
cumplirla y la vigilancia para que se mantenga intacto o se reintegre en cuanto se vea afectado
por pérdidas.

La ley 20091 Ver Texto dedica al tema de los capitales mínimos, principalmente sus arts. 30
Ver Texto y 31 Ver Texto, a lo cual se agrega una normativa minuciosa emergente de su
reglamentación por resolución general de la autoridad de control; a ella nos referiremos más
adelante (§ 47).

El art. 30 Ver Texto precitado expresa: "La autoridad de control establecerá con criterio
uniforme y general para todos los aseguradores, sin excepción, el monto y las normas sobre
capitales mínimos a que deberán ajustarse los aseguradores que se autoricen o los que ya están
autorizados". Y en relación con las sucursales o agencias de sociedades extranjeras, dispone
que ellas "deberán tener y radicar en el país fondos equivalentes a los capitales mínimos
exigidos a los aseguradores constituidos en él".

Se puede ver, así, que lo relativo a capitales mínimos es regulado, según la ley, por la autoridad
de control, de manera uniforme "para todos los aseguradores, sin excepción", esto es,
cualquiera sea su índole societaria o su lugar de constitución, y mediante resoluciones de
carácter general (arts. 30 Ver Texto y 67 Ver Texto, inc. b), que serán publicadas en el "Boletín
Oficial" por un día (art. 87 Ver Texto), las cuales podrán ser recurridas según el art. 85 Ver
Texto. El art. 79 Ver Texto, inc. a.1, establece, asimismo, que el Consejo Consultivo del Seguro
tiene, entre sus funciones: "a) Dar su opinión sobre los siguientes asuntos, que le serán
consultados por el Superintendente: 1) Proyectos de [. . .] resoluciones generales que deban
cumplir las entidades aseguradoras", lo cual incluye las relativas a los capitales mínimos.

En ejercicio de la atribución conferida por los arts. 30 Ver Texto y 67 Ver Texto, inc. b, la
Superintendencia de Seguros de la Nación dictó la resolución 21523/92 , que instituyó el
denominado "Reglamento General de la Actividad Aseguradora" (reglamento de la ley 20091
Ver Texto), que en lo referente a los arts. 30 Ver Texto y 31 Ver Texto desarrolla el régimen
relativo a los capitales mínimos a acreditar por las entidades para poder ejercer la actividad
aseguradora. Posteriormente, por resolución 25804/98 se reforma dicho art. 30 Ver Texto, y
señalan los considerandos de esta resolución "que resulta conveniente la incorporación de
nuevos operadores, los que deberán acreditar niveles de solvencia adecuados", por lo cual
resulta necesario proceder a actualizar las disposiciones que hasta entonces contenía el referido
art. 30 Ver Texto, incrementando los requerimientos de capital a efectos de garantizar su
desenvolvimiento futuro. Asimismo se indica que se reformulan las normas relativas al cálculo

202
del capital computable, prefiriéndose aquellos activos que reúnan las características de liquidez,
rentabilidad y garantía.

El nuevo texto del art. 30 Ver Texto dispone, en su ap. 30.1, lo relativo al capital mínimo a
acreditar. A partir de los estados contables correspondientes a ejercicios o períodos
cualesquiera cerrados al 30 de setiembre de 1998 inclusive, se deberá acreditar un capital
mínimo que surgirá del mayor de tres parámetros: a) por ramas; b) en función de primas y
recargos; c) en función de la siniestralidad.

A) La resolución establece, para el parámetro fijado por ramas:

I) Para las entidades constituidas y autorizadas al 30/9/1998:

1) El capital mínimo a acreditar será de $ 2.250.000, para la rama automotores (excluido el


riesgo de responsabilidad civil por el uso de automotores destinados al trasporte público de
pasajeros).

2) De $ 750.000, para operar en cada uno de los siguientes agrupamientos de ramas: a) seguro
de la responsabilidad: comprende responsabilidad civil y aeronavegación; b) seguros de daños:
incluye los ramos de incendio y combinados; robo y riesgos similares; cristales; trasporte;
ganado; granizo; seguro técnico, y riesgos varios; c) seguros de caución y crédito: comprende
los ramos de caución y crédito, excepto las coberturas de crédito hipotecario.

3) El capital mínimo será de $ 750.000 para operar en seguros de personas, que comprende:
accidentes personales; salud; sepelio y vida, en este último caso, excepto la cobertura de vida
previsional.

4) El capital mínimo será de $ 3.000.000 para operar conjuntamente en los ítem 1, 2, y 3 antes
indicados.

5) Para las entidades que operan seguros de retiro (excluidas renta vitalicia previsional y rentas
de riesgos del trabajo) se requerirá un capital mínimo de $ 2.000.000.

6) Para las entidades que operan en la cobertura de renta vitalicia previsional y rentas de riesgos
del trabajo se requerirá un capital mínimo de $ 3.000.000. Este capital mínimo habilita para
operar en la rama definida en el ítem 5 precedente.

203
7) Para las entidades que operan en la cobertura definida en el art. 99 Ver Texto de la ley
24241, el capital mínimo a acreditar será de $ 3.000.000. Este capital mínimo habilita para
operar en la rama definida en el ítem 3 precedente.

8) Para operar en las coberturas de riesgos del trabajo contempladas en la ley 24557 Ver Texto
se requerirá un capital de $ 3.000.000. Para las entidades comprendidas en la cuarta disposición
adicional del art. 49 Ver Texto, ley 24557, se requerirá un capital adicional de $ 2.000.000.

9) Para operar en seguros de crédito hipotecario, el capital mínimo será de $ 3.000.000.

10) Para operar en el seguro de responsabilidad civil de vehículos automotores destinados al


trasporte público de pasajeros se requerirá un capital mínimo de $ 6.000.000, el cual revestirá
carácter de adicional cuando la operatoria no fuera monorrámica.

11) Para las mutuales que operan en forma exclusiva en el seguro de responsabilidad civil de
vehículos automotores destinados al trasporte público de pasajeros, el capital mínimo a
acreditar será de $ 2.000.000. El importe precedentemente indicado se incrementará con: a) un
importe equivalente al 3% de las primas y cuotas emitidas en cada trimestre, durante los dos
primeros años de ejercicio. A partir del tercer año dicha exigencia se elevará al 5%. Los fondos
así constituidos se acumularán hasta alcanzar el 100% del nivel de ingresos anuales, como
mínimo. b) la diferencia positiva, determinada al cierre de cada trimestre, entre: I) el importe
que surja de multiplicar la última tasa de riesgo aprobada por la Superintendencia de Seguros
de la Nación conforme a la cantidad de vehículos expuestos a riesgo en los 12 meses
precedentes, y II) las primas y cuotas emitidas en igual período.

12) Para las entidades que operan en forma exclusiva en el ramo sepelio, el capital mínimo es
de $ 750.000.

II) Para las entidades aseguradoras que se constituyan y sean autorizadas para operar a partir
del 1 de octubre de 1998:

1) El capital mínimo será de $ 10.000.000 para las entidades que se propusieran operar en las
ramas definidas en el ítem I.1 del parámetro por ramas precedentemente señalado.

2) El capital será de $ 5.000.000 para las entidades que se propusieren operar en forma
conjunta e indistinta en los agrupamientos de ramas definidos en el ítem I.2 precedente.

204
3) El capital mínimo será de $ 5.000.000 para las entidades que se propusieren operar en forma
conjunta e indistinta en los agrupamientos de ramas definidas en los ítem I.3 y I.7 precedentes.
Las entidades que se propusieren operar en estas ramas deberán ser de objeto exclusivo.

4) El capital mínimo será de $ 5.000.000 para las entidades que se propusieren operar en las
ramas definidas en los ítem I.5 y I.6 precedentes.

5) Para las entidades que se propusieren operar en cada una de las ramas definidas en los ítem
I.8 a I.11 precedentes, serán requeridos los mismos importes de capitales mínimos que los allí
exigidos.

B) Para el parámetro fijado en función de primas y recargos:

a) Serán tomadas en cuenta las primas por seguros directos, reaseguros activos y retrocesiones
o cualquier otro concepto, más adicionales administrativos, emitidos en los 12 meses anteriores
al cierre del estado en cuestión (neto de anulaciones).

b) Hasta $ 5.000.000 del monto determinado se aplicará el 18% y al exceso, si lo hubiere, el


16%; se sumarán ambos resultados.

c) El monto obtenido se multiplicará por el porcentaje resultante de comparar los siniestros y


gastos de liquidación pagados, netos de recuperos, salvatajes y reaseguros pasivos, de los 36
meses anteriores al estado en cuestión, con el importe bruto de dichos siniestros netos de
recuperos de siniestros y salvatajes. Este porcentaje no podrá ser inferior al 50%. A los efectos
indicados precedentemente, serán considerados los siniestros por seguros directos, reaseguros
activos y retrocesiones.

Para las entidades que inician actividades, el monto del capital mínimo a acreditar regulado en
este acápite se adaptará a las siguientes pautas:

Para el inc. a: se tomarán las primas por seguros directos, reaseguros activos y retrocesiones o
cualesquiera, más adicionales administrativos emitidos desde el comienzo de operaciones, hasta
alcanzar los 12 meses indicados en dicho inciso. En consecuencia, en el primer trimestre se
considerará la emisión de 1, 2 o 3 meses -según el caso-; en el segundo trimestre 4, 5 o 6
meses; y así sucesivamente hasta completar los 12 meses requeridos.

Para el inc. b: se aplicará lo estipulado en él.

205
Para el inc. c: de similar modo a lo consignado en el inc. a precedente, se determinará el
porcentaje indicado en este inciso hasta completar los 36 meses requeridos.

C) Parámetro fijado en función de los siniestros:

a) Se sumarán los siniestros pagados (sin deducir el reaseguro pasivo) por seguros directos,
reaseguros activos y retrocesiones o cualesquiera, durante los 36 meses anteriores al cierre del
período correspondiente. Al importe obtenido se le adicionará el monto de los siniestros
pendientes por seguros directos, reaseguros activos y retrocesiones o cualquier otro concepto
(sin deducir el reaseguro pasivo) constituido al final del período de 36 meses considerados y se
les restará el monto de dicho concepto constituido al comienzo del período en cuestión. La
cifra resultante se dividirá por 3.

b) Hasta el monto de $ 3.500.000 se aplicará un porcentaje del 26%, y al exceso, si lo hubiere,


del 23%, se sumarán ambos resultados.

c) El monto obtenido se multiplicará por el porcentaje indicado en el parámetro B.c


precedente.

Para las entidades que inician actividades, el monto del capital mínimo a acreditar regulado en
este acápite se adaptará a las siguientes pautas:

Para el inc. a: se sumarán los siniestros pagados (sin deducir el reaseguro pasivo) por seguros
directos, reaseguros activos y retrocesiones o cualquier otro concepto, durante los primeros 12
meses desde el inicio de actividades o el período intermedio menor, en su caso. Una vez
alcanzados los 12 meses del princicio de actividades y hasta 35 meses de dicha fecha, se
sumarán los siniestros en cuestión y se determinará el respectivo promedio mensual,
multiplicándose esta última cifra por 12. Al importe obtenido se le adicionará el monto de los
siniestros pendientes por seguros directos, reaseguros activos y retrocesiones o cualquier otro
concepto (sin deducir el reaseguro pasivo) constituido al cierre del período considerado, y se le
restará el monto de dicho concepto formado al comienzo de los 12 meses anteriores.

Para el inc. b: se aplicará lo estipulado en él.

Para el inc. c: se aplicará lo estipulado en él.

El ap. 30.1.2 dispone, a su vez, que a partir de los estados contables correspondientes a
ejercicios y períodos cualesquiera cerrados al 30 de setiembre de 1998 inclusive, las entidades
inscritas o a inscribirse en el Registro de Entidades de Reaseguros deberán acreditar un capital

206
mínimo no inferior a $ 10.000.000 y cumplir con lo dispuesto en los parámetros B y C
precedentes.

El ap. 30.1.3 se refiere a los seguros de vida y dispone:

1) Para los seguros de vida de coberturas con ahorro, el capital se calculará de la siguiente
forma: a) se tomará el 4% del total de las reservas matemáticas de seguro directo y reaseguro
aceptado y se multiplicará por la relación entre las reservas matemáticas de propia
conservación y las totales, que no puede ser inferior al 85%; b) se tomará asimismo el 0,3‰ de
los capitales a riesgo y se multiplicará por la relación existente entre capitales a riesgo de propia
conservación y los totales, la cual no puede ser inferior al 50%; c) se sumarán los resultados
establecidos conforme a los incs. a y b.

2) Para los seguros de vida de coberturas sin ahorro se aplicarán los procedimientos vistos en
los parámetros B y C antes descritos.

El capital mínimo a acreditar será la sumatoria de los importes determinados en los puntos
30.1.3.1 y 30.1.3.2 precedentes. En las entidades que operen, además, en seguros patrimoniales,
este importe se adicionará al que surja de la aplicación de los puntos B y C, según corresponda.

El ap. 30.1.4 dispone que las aseguradoras que registren primas de reaseguros activos por un
importe superior al 5% de las primas de seguros directos deberán acreditar el capital mínimo
consignado en el ap. 30.1.2.

El ap. 30.1.5 establece que las entidades que operen en seguro de retiro deberán acreditar un
capital mínimo que surgirá del mayor de los dos parámetros que se determinan a continuación:
a) el indicado en el parámetro A; b) el 4% de los compromisos técnicos. El importe resultante
se multiplicará por la relación entre los compromisos técnicos de propia conservación y los
totales. Esta relación no podrá ser inferior al 85%.

La reglamentación que estamos considerando se ocupa, asimismo, de los casos en los cuales no
se acreditaren los niveles de capital mínimo requeridos, según correspondiere, expresando en
su ap. 30.1.6 que en tal supuesto resultarán de aplicación las disposiciones contenidas en el art.
31 Ver Texto de la ley 20091.

La resolución 27687/2000 establece que en los puntos 30.3 y 35.2 del Reglamento General de
la Actividad Aseguradora, que se admitirá la inclusión, como factor de regulación de
situaciones deficitarias en materia de capitales mínimos o compromisos con los asegurados, del
importe de cheques de pago diferido que, integrando el rubro créditos, hayan sido
efectivamente acreditados en la cuenta de la aseguradora dentro de los treinta días corridos,

207
contados desde la fecha de esos estados contables. Ello no obstará a la adopción o el
mantenimiento de las medidas precautorias previstas en el art. 86 Ver Texto de la ley 20091
que hubiere adoptado el ente de control.

Ese art. 31 Ver Texto de la ley 20091 determina que cuando el capital mínimo resulte afectado
por cualquier pérdida, la autoridad de control, sin esperar la terminación del ejercicio
emplazará al asegurador para que dé explicaciones y adopte las medidas destinadas a mantener
la integridad del capital, a cuyo efecto la entidad aseguradora presentará un plan de
regularización y saneamiento dentro de los 15 días de haber sido emplazada. La autoridad de
control aceptará o rechazará el plan que se proponga: si lo aprueba, la aseguradora deberá
cumplir el plan en los plazos y condiciones que esa autoridad de control establezca; y si lo
rechaza (o no fuera presentado en término), reintegrará el capital en el plazo de 30 días.

1) El segundo apartado del art. 31 Ver Texto de la ley 20091 establecía que hasta tanto se
cumplieran las medidas de regularización y saneamiento, la autoridad de control establecería la
indisponibilidad de inversiones, por monto equivalente a las reservas constituidas para afrontar
las obligaciones con los asegurados.

La ley 24241, art. 155 Ver Texto, introdujo modificaciones a ese texto: agregó que hasta tanto
fuesen cumplidas las medidas de regularización y saneamiento, la autoridad de control
establecerá sobre las inversiones las medidas previstas en el art. 86 Ver Texto de la ley 20091.
Así, el ente de control podrá disponer, sin audiencia de parte, la prohibición, a la entidad
aseguradora, de realizar, respecto de sus inversiones, cualquier acto de disposición o los de
administración que específicamente indique a tal efecto, y de celebrar nuevos contratos de
seguros, en varios supuestos, entre los cuales menciona "la situación prevista en el art. 31 Ver
Texto de la ley 20091". Para hacer efectivas estas medidas, la Superintendencia de Seguros
ordenará su toma de razón a las entidades públicas (nacionales, provinciales o municipales) o
privadas que estime pertinentes. Las medidas se podrán levantar para cumplir obligaciones con
asegurados o para reinversión del bien de que se trate (en cuyo caso subsiste la medida sobre el
bien que entra en reemplazo), o cuando se compruebe que el asegurador se halla en
condiciones normales de funcionamiento. Los recursos administrativos o judiciales contra la
resolución que disponga alguna de estas medidas lo serán al solo efecto devolutivo.

2) Si la pérdida alcanza un 30% del capital mínimo que corresponda, se ordenará a la entidad
aseguradora que se abstenga de celebrar nuevos contratos de seguro en todas o algunas de las
ramas, según el caso, hasta tanto el capital vuelva a alcanzar el mínimo correspondiente dentro
del plazo determinado por la autoridad de control a ese fin. Si bien el art. 155 Ver Texto de la
ley 24241 sólo se refiere, en este aspecto, al primer párrafo de la segunda parte del art. 31 Ver
Texto, pensamos que, con más razón, aquella norma se torna aplicable al supuesto en que la
pérdida alcance el 30%, por lo cual nos remitimos a lo expresado en el punto anterior (si se
aplica a lo menor, se deberá aplicar a lo mayor).

208
El plan para absorber el déficit resultante se deberá ajustar a las disposiciones del punto 30.3
del reglamento. Dicho plan se presentará con los estados contables respectivos. Si fuera
aprobado por la Superintendencia de Seguros de la Nación, el asegurador de que se trate tendrá
que cumplirlo en los plazos y condiciones que ella establezca; si no lo cumpliera o si fuera
rechazado o no fuese presentado dentro del plazo estipulado en el párrafo anterior, se
completará la integración pertinente en el término de 30 días.

Si vencidos los plazos indicados precedentemente no se hubiere integrado el capital total


mínimo que correspondiere, se aplicará la sanción prevista en el inc. b del art. 48 Ver Texto de
la ley 20091 (revocación de la autorización concedida para operar en seguros).

Sin perjuicio de lo indicado en los párrafos anteriores, cuando a la fecha de presentación de los
estados contables no haya quedado completada la integración del capital mínimo requerido, se
procederá, según la naturaleza de la entidad, de la siguiente forma:

a) las sociedades anónimas no podrán distribuir dividendos en efectivo;

b) las cooperativas deberán capitalizar los excedentes y las mutualidades incrementar sus
fondos de garantía;

c) los organismos oficiales deberán destinar la totalidad de sus beneficios a incrementar su


capital;

d) las sucursales y agencias de sociedades extranjeras no podrán remesar utilidades a su casa


matriz.

La reglamentación establece asimismo la forma de "determinación del capital computable". A


los efectos de la acreditación del capital mínimo en cada caso, se tomará el patrimonio neto
menos los créditos por integración de capital social, la propuesta de distribución de utilidades
en efectivo y los importes activados en concepto de: a) cargos diferidos; b) inversiones y
disponibilidades constituidas o depositadas en el exterior que excedan del 30% del capital
mínimo a acreditar, salvo que estén depositadas en filiales de bancos oficiales en el exterior; c)
inmuebles rurales o ubicados en zonas no urbanizadas o dominios imperfectos (p.ej., campos,
yacimientos, canteras, minas, loteos, cementerios, tiempos compartidos, barrios privados, etc.)
que se incorporen al patrimonio de la entidad; d) acciones con cotización bursátil que excedan
del 15% del capital a acreditar, en los casos de que se trate de sociedades emisoras vinculadas o
controladas; e) toda inversión que no se corresponda con lo estatuido en los incs. a a h, art. 35
Ver Texto, ley 20091, o que no se halle expresamente autorizada por la Superintendencia de
Seguros de la Nación; f ) limítase la consideración del rubro "créditos" (excepto los
correspondientes al ramo vida, hasta la concurrencia de sus respectivas reservas matemáticas y
los créditos correspondientes a integración del capital social) hasta un importe que no supere el

209
de los restantes rubros que integren el activo computable. Cuando se determine un excedente
del rubro créditos por aplicación del párrafo anterior, se afectará tal exceso en primer término
al subrubro "premios a cobrar". Por la porción excluida de premios a cobrar se admitirá la
deducción proporcional de importes registrados en el pasivo por "comisiones por primas a
cobrar" e "impuestos y contribuciones a devengar por premios a cobrar". No se admitirán
deducciones adicionales a las precedentemente indicadas.

La resolución 27907/2001 modificó el apartado 3.2.1, que regula las inversiones realizadas en
el exterior, determinando un porcentaje máximo para las que se hubieren depositado o
constituído en el extranjero. En los considerandos de esa resolución se dice que dicho
porcentaje es establecido en concordancia con el criterio adoptado en la ley 24241 Ver Texto
para las inversiones del activo del fondo de jubilaciones y pensiones y con el que rige en
materia de rentas vitalicias previsionales y de rentas vitalicias de riesgos del trabajo.

El ap. 30.2.2 expresa que se entiende por "activo computable" el importe que surja del activo
del estado patrimonial pertinente, después de haberse practicado la deducción de los conceptos
indicados en el punto 30.2.1. Asimismo, se exceptúa de lo dispuesto en el punto 30.2.1.e, la
inversión en acciones de Compañía Argentina de Seguros de Crédito a la Exportación S.A. (ap.
30.2.2).

Los títulos que no registren cotización diaria en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires o en el
Mercado Abierto S.A. no se tendrán en cuenta para acreditar relaciones técnicas requeridas en
materia de capitales mínimos y cobertura de compromisos con los asegurados y tampoco se
incluirán en el estado de cobertura de compromisos exigibles y siniestros liquidados a pagar.

Para acreditar relaciones técnicas requeridas en materia de capitales mínimos y cobertura de


compromisos con asegurados (art. 35 Ver Texto, ley 20091) no se computarán los importes
que excedan los límites máximos de inversiones en bienes previstos en el punto 35.1.1.b de la
reglamentación (inversiones en inmuebles y préstamos admitidos). Pero aclara que, no
obstante, y al solo fin del cómputo de capitales mínimos, se admitirá la consideración del
importe de inmuebles hasta un máximo del 45% del capital a acreditar, en el caso de que el
monto resultante fuere superior al que surja por aplicación de lo previsto en el párrafo anterior.

El punto 30.3 del reglamento establece la normativa aplicable al "plan de regularización".

Dicho plan, destinado a cubrir el déficit de capital mínimo, se debe ajustar a las siguientes
normas:

a) El plazo propuesto para la absorción del déficit no podrá exceder de 4 meses de la fecha de
cierre del ejercicio o período respectivo. Para las entidades que operen en seguros de retiro este
plazo se reducirá a 60 días contados de idéntica forma.

210
b) Si la absorción se efectúa mediante integraciones en efectivo, se deberán depositar en
cuentas bancarias abiertas a nombre de la entidad, utilizándose boletas de depósito
debidamente individualizadas.

c) Si se efectúa en títulos públicos de renta o en acciones que se ajusten a lo dispuesto en el inc.


f, art. 35 Ver Texto, ley 20091 (referido a inversiones en acciones de sociedades anónimas), el
importe a computar será el de cotización a la fecha de contabilización. Estos valores serán
depositados en custodia a nombre de la entidad, en la forma establecida por la normativa en
vigencia.

d) Si se efectúa en inmuebles, se deberá encontrar escriturada la trasferencia de dominio a


nombre de la entidad dentro del plazo mencionado en el inc. a y demostrar el ingreso en el
Registro de la Propiedad Inmueble de la solicitud de inscripción de dominio en su favor. La
incorporación del bien se efectuará por el importe que resulte de la valuación que a tal efecto
será requerida al Tribunal de Tasaciones de la Nación.

Iguales condiciones se requerirán en el caso de que, efectuadas integraciones de capital en


efectivo, ellas fueran posteriormente invertidas en inmuebles.

El ap. 30.3.2 del reglamento aclara que los "aportes" que se efectúen para absorber el déficit de
capital mínimo deberán serlo para integración de capital social, para lo cual la entidad
dispondrá su correspondiente aumento y la consecuente emisión de acciones. Mientras se
cumplan los trámites necesarios a estos efectos, los aportes deberán tener el carácter de
"irrevocables y a cuenta de futuras suscripciones". Los bienes que se incorporen o las
inversiones en que hubieren sido colocados los aportes en efectivo no podrán cambiar de
destino sin la previa autorización de la Superintendencia de Seguros de la Nación, la cual
considerará el pedido ateniéndose a fundadas razones y siempre que quede asegurada la
integridad patrimonial de la aseguradora. En el supuesto de que los aportes efectuados se
destinen a cancelar pasivos, sólo serán considerados si se hallan incluidos en el estado contable
que origina el déficit en cuestión. En el caso de cooperativas y mutuales, los importes de cuotas
de capital facturadas a los asegurados en los premios de seguros sólo se tendrán en cuenta en la
medida en que se destinen exclusivamente a inversiones admitidas por las normas vigentes.

Jurisprudencia

El art. 31 Ver Texto, ley 20091, prevé que, en caso de déficit del capital mínimo de una entidad
aseguradora, la Superintendencia de Seguros de la Nación deberá hacer adoptar medidas
urgentes para su reintegro.

211
El plazo previsto para que quede absorbido el déficit de capital mínimo mediante el plan de
regularización propuesto por la entidad aseguradora no está sometido a previo requerimiento
ni queda sujeto a las posibilidades fácticas de su cumplimiento.

La resolución 14595 (que fijaba las normas a las cuales se debían ajustar los planes de
regularización y saneamiento del capital mínimo de las entidades aseguradoras en los casos en
que se hubiera verificado déficit, previendo la forma en que se debe proceder para que las
respectivas integraciones se concreten, según se trate de dinero en efectivo, títulos públicos de
renta, acciones o inmuebles) es uno de esos actos de carácter general, comúnmente
denominados "reglamentos", por los cuales el poder administrador -en el caso, la
Superintendencia de Seguros de la Nación-, en ejercicio del poder de policía delegado por el
art. 31 Ver Texto de la ley 20091, dicta normas aplicables a todas las entidades de seguro,
configurando lo que se ha calificado de "acto normativo general", sin perder por ello su
esencial carácter de acto administrativo. Dicha resolución fue dictada por el órgano oficial de
control con el objeto de fijar las normas a las cuales se deberán ajustar los planes de
regularización y saneamiento (art. 31 Ver Texto, ley 20091) prevé dicho reglamento la forma en
que se debe proceder para las respectivas integraciones. No es invocable en el caso el art. 21
Ver Texto de la ley 19549, que establece que antes de disponer la caducidad de un acto
administrativo hay que intimar para que se cumpla la obligación en un plazo razonable, porque
habiéndose reglado de manera minuciosa el procedimiento a seguir ante la Superintendencia de
Seguros de la Nación, el requisito de la ley general queda sin sustento en el caso particular de
las entidades reguladas por la norma especial. Tampoco resulta atendible el argumento referido
a que, según los arts. 96 Ver Texto y 23 Ver Texto, inc. 4, ley 19550, se debería dar a los
accionistas la posibilidad de reintegrar el capital: el régimen tuitivo de la ley 20091 surge de la
ley especial que rige a las sociedades de seguro, controladas por su objeto, cuyo art. 31 Ver
Texto dispone que el asegurador deberá cumplir los plazos y condiciones que la autoridad de
control establezca. Este régimen es así de severo en virtud de la importancia que el capital
mínimo tiene en la economía de las compañías de seguro, y cuya intangibilidad obliga, en
supuestos de déficit, a adoptar medidas urgentes para su inmediato reintegro. Basta remitirse al
art. 31 Ver Texto, 1er. párr., cuyo leguaje es imperativo. No es una facultad de la
Superintendencia hacerlo, sino una obligación. La omisión compromete la responsabilidad del
funcionario y del Estado. En cuanto a los arts. 96 Ver Texto y 234 Ver Texto, inc. 4, ley 19550,
se refieren a la pérdida del "capital social", en tanto aquí se está ante un supuesto de "capital
mínimo". Por ello, resulta inaceptable pretender mezclar el régimen de la Ley de Sociedades
para los casos de capital social con el de la ley 20091 Ver Texto relativo al "capital mínimo",
sobre todo cuando se pretende sostener que luego de incumplido el plan de saneamiento y
regularización, la entidad tiene todavía derecho a ejercitar los dispositivos previstos en la Ley
de Sociedades para el supuesto de pérdida del capital social. Tampoco resulta invocable el
argumento basado en el art. 31 Ver Texto de la ley 20091, pues los 30 días se refieren a un
"plan no aprobado", mientras que aquí se está ante un "plan no cumplido". Y asimismo no
procede la invocación de la falta de constitución en mora según el art. 21 Ver Texto de la ley
19549: el referido artículo es inaplicable, a lo cual se agrega que, según la resolución 14595 ,
S.S.N., la mora se produce en forma automática, pues hay un plazo cierto, tanto en cuanto a
los días, como a desde cuándo corre. Por otra parte, el simple pedido de ampliación del plazo
implica reconocer que éste se había cumplido. No existe exceso ritual manifiesto, pues las
normas adjetivas que regulan la contienda surgen de una ley especial que con precisión
establece las reglas a las cuales se debe ajustar el procedimiento y, desde este punto de vista,

212
cabe llegar a la conclusión de que esas reglas se han respetado en la emergencia y que el
Estado, en la oportunidad de actuar respecto de los derechos subjetivos de la entidad, como
supresor de lo que había conferido mediante la pertinente autorización para operar en seguros,
lo ha hecho dentro de los cauces legales previstos y ejercitó facultades que le son propias, en el
marco de los preceptos rituales de la ley de la materia, que precisamente ha querido demarcar
en este tipo de cuestiones el camino procesal a seguir, tanto por los administrados como por la
autoridad de control; ello así por el carácter de las entidades que regula por su objeto. Por eso,
no se advierte que el organismo de control se haya apartado de la ley o que hubiere efectuado
irrazonable aplicación de sus facultades (C. Nac. Com., sala B, 14/10/1985, "Resguardo Cía.
de Seguros S.A.", ED 123-207).

Este fallo fue luego recurrido ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que hizo suyos
los fundamentos expresados por el procurador general de la Nación, quien señaló que, en lo
concerniente a la tacha de arbitrariedad, el tribunal a quo se debió expedir de un modo más
concreto de como lo hizo, verificando al menos los extremos indicados por la Corte Suprema
en la causa S-345, L. XXI, "Santillán, Juan E., y otros v. C.G.Z." Ver Texto, del 28/5/1987,
criterio reiterado en S-487. XXI, "Spada, Oscar, y otros v. Díaz Perera y otros, s./Ejec. de
honorarios" Ver Texto, 20/10/1987. No se consideró, empero, atendible la impugnación de
ilegitimidad que efectuó la apelante respecto de la resolución general 14595 , S.S.N., en tanto
ella ha sido dictada en ejercicio de facultades propias que la ley delegó en la Superintendencia
de Seguros de la Nación (arts. 31 Ver Texto y 67 Ver Texto, inc. b, ley 20091). Agregó que
tampoco se mostraba irrazonable dicha reglamentación, pues, como expresaba la cámara a quo,
"este régimen es así de severo en virtud de la importancia que el capital mínimo tiene en la
economía de las entidades de seguro y cuya intangibilidad obliga, en los supuestos de déficit, a
adoptar medidas urgentes para su inmediato reintegro". En cuanto a los agravios basados en la
omisión del tribunal de aplicar ciertas disposiciones de la ley 19550 Ver Texto y de la ley 19549
Ver Texto, se consideró que tampoco se habían rebatido las fundadas razones expuestas por la
cámara en punto a la inatingencia de tales normas para la solución del caso. En cambio, estimó
atendibles otros aspectos de la apelación al considerar que había omitido el tribunal a quo la
ponderación de extremos conducentes, e incurrido en un exceso de rigor formal. Expresó que
si bien es cierto que los agravios se referían a cuestiones de hecho, ajenas como principio a la
instancia extraordinaria, ello no resultaba óbice para la admisibilidad del recurso en la especie,
en tanto aquellas objeciones encontraban sustento en los antecedentes del caso. Las peculiares
características que ofrecía la litis, donde los dos actos más importantes de que consistía el plan
de regularización y saneamiento (incorporación de un bien y revalúo del otro) fueron
cumplidos casi simultáneamente con la resolución que canceló la autorización para funcionar,
como consecuencia, precisamente, de la omisión de esos mismos actos, exigían tomar en
consideración ese dato a fin de alcanzar una solución que no fuese una mera formalidad
despojada de contenido real. Y este criterio no resulta sólo aplicable en la órbita judicial sino,
también, en el ámbito administrativo, pues allí tampoco es dable conducir los procesos en
términos puramente sacramentales, en desmedro de la verdad jurídica objetiva, máxime cuando
se trata de asuntos de la magnitud del presente. Estimó que ese punto central del debate no
debía pasar inadvertido, porque más allá de la mecánica aplicación de los plazos
reglamentarios, resultaba necesario expedirse sobre la situación económico-financiera real de la
entidad afectada con relación a las exigencias legales, como un medio conducente a justificar la
decisión convalidatoria de lo actuado en sede administrativa. La Corte estimó que no
resultaban atendibles las razones del tribunal a quo para no tomar en cuenta los aportes en

213
efectivo hechos por los accionistas de la aseguradora a los fines de disminuir el déficit
verificado por la autoridad de contralor en el capital mínimo y, relacionado con esto, destacó
que no cabía argumentar ausencia de agravio específico al respecto, por cuanto, por una parte,
la imputación que se le formuló a la aseguradora en sede administrativa estuvo centrada en la
falta de cumplimiento de los términos del plan de regularización y saneamiento, esto es, en la
no concreción tempestiva de la escritura traslativa de dominio de un inmueble sito en una
provincia y del revalúo del inmueble donde tenía su sede la entidad, rubros con los cuales se
cubría más del 80% del déficit observado y, por la otra, toda vez que el tema concerniente a los
aportes en efectivo hechos por los accionistas surgía claramente del informe del administrador
judicial que el propio tribunal había requerido para mejor resolver, no podía éste ignorar luego
el resultado de dicho informe. Asimismo, se decidió que tampoco es posible sostener el
asentimiento de la recurrente respecto de la determinación del déficit de capital mínimo y la
circunstancia de no haber pedido un ajuste en ese momento por los aportes en efectivo
realizados, desde que esos aportes existieron realmente y no fueron observados por la
autoridad de contralor incorporados inmediatamente al patrimonio de la aseguradora, como
señaló el administrador judicial en su último informe; por ello, no resultaba admisible presumir
una renuncia de la apelante donde no la hubo (art. 874 Ver Texto, CCiv.). Y en cuanto a que
los preindicados aportes no se podrían considerar como "cumplimiento parcial del plan de
regularización y saneamiento" por ser anteriores a su proposición a la entidad, es un hecho
cierto pero que resultaba irrelevante: la presentación de la entidad incluía el campo situado en
provincia y el revalúo de su otro inmueble como medios para regularizar el déficit observado;
éste era el plan de regularización que la autoridad de control consideró tácitamente aprobado,
al igual que la cámara. Ya no interesaba precisar si los aportes en efectivo eran o no parte del
aludido plan -que no lo eran-, sino decidir si ellos podían o no ser tomados en cuenta a fin de
considerar saneado el déficit de capital mínimo al momento en que el a quo emitió su
pronunciamiento. Ésta era la cuestión conducente a decidir, y la respuesta no podía sino ser
afirmativa. Quedaba aún por resolver si alguna porción del capital mínimo no hubiese sido
cubierta, como parecía sugerirlo uno de los considerandos del fallo: al respecto, la Corte señaló
que el pronunciamiento recurrido omitió tomar en cuenta, en su integridad, los datos
consignados en el informe del administrador judicial, aunque conforme a las constancias de
autos y la verificación contable realizada, el déficit observado en el capital mínimo había sido
totalmente absorbido. Para arribar a esa conclusión, el informe computó, además de los
aportes comprendidos en el plan de regularización, los efectuados en efectivo, que el tribunal,
pese a mencionarlos en el relato de antecedentes, omitió luego considerarlos para decidir la
cuestión, sin dar razón alguna que justificara tal proceder, omisión que aparece incongruente
con los antecedentes de autos. Finaliza el decisorio del alto tribunal señalando que como se
desprendía de lo expuesto, al tiempo de ser emitido el pronunciamiento recurrido se
encontraba totalmente saneada la situación observada por la autoridad de contralor, por lo
cual, en este orden de ideas, resultaba aplicable el criterio establecido por la Corte Suprema en
un caso obrante en "Fallos de la Corte Suprema de Justicia", 263:556, entre otros, en cuanto a
que la preeminencia que se acuerda en el fallo al aspecto formal de la cuestión en debate,
desatendiendo la verdad jurídica objetivamente comprobada, vulnera la exigencia del adecuado
servicio de justicia, que es presupuesto de la garantía contenida en el art. 18 Ver Texto de la
Constitución nacional, como resolvió esa Corte en situaciones análogas (Fallos 238:550 Ver
Texto, 247:176 Ver Texto, 253:133 Ver Texto, 254:311 Ver Texto, 275:389 Ver Texto, 292:418
Ver Texto, y otros). Por ello, se declaró procedente el recurso extraordinario y se dejó sin
efecto la sentencia (Corte Suprema de Justicia de la Nación, 27/12/1988, "Resguardo Cía. de

214
Seguros S.A., s./Observaciones al balance del 30/6/1985 por la Superintendencia de Seguros
de la Nación" Ver Texto -R. 276-XXI, R.H.- ED, 137-510).

(295) Al tema de las exclusiones a la cobertura le hemos dedicado diversos trabajos; entre ellos
se pueden ver: Barbato, Nicolás H., Claúsulas de exclusión de cobertura, "Revista de Derecho
de Seguros", nº 7, p. 91, 1973, La Plata; y Exclusiones a la cobertura en el contrato de seguro,
ED 136-547, poniendo de resalto la necesidad de su regulación y control, prácticamente
ausente de la legislación de ese momento.

(296) La normativa de la Ley de Defensa del Consumidor Ver Texto no resulta, a nuestro
juicio, directa e íntegramente aplicable al seguro, al cual, a diferencia de otros ordenamientos
extranjeros, no menciona expresamente y cuya naturaleza no encaja exactamente en el
concepto de "servicio", tal como ha sido tipificado en dicha ley (art. 19 Ver Texto, 24 Ver
Texto, etc.), atento a la índole de las prestaciones asumidas por el asegurador; a lo cual se
agregan los problemas que se pueden suscitar respecto de la concurrencia de los entes de
control propios de cada área (Superintendencia de Seguros de la Nación, art. 1 Ver Texto y
concs., ley 20091; Secretaría de Industria y Comercio, art. 41 Ver Texto, ley 24240) que
pretendan actuar en cada caso en que tengan lugar violaciones que afecten al público usuario
contratante de seguros, con aplicación de sus reglas de procedimiento específicas, etc. La ley
20091, art. 8 Ver Texto, in fine, establece que la Superintendencia de Seguros de la Nación
ejerce el control del funcionamiento y actuación de todas las entidades de seguro, sin
excepción, con exclusión de toda otra autoridad administrativa, nacional o provincial. Sin
embargo, la Superintendencia podrá requerir a estas últimas su opinión en cuestiones
vinculadas con el régimen societario de las entidades cuando lo estime conveniente (ver lo que
se expresa en el § 22 de este capítulo). Pero, sin duda, son aplicables por analogía las normas de
la Ley de Defensa del Consumidor Ver Texto relativas a los defectos y desbordes que puedan
existir en el contenido de cláusulas predispuestas (arts. 37 Ver Texto a 39 Ver Texto, ley
24240), en cuya redacción sin duda ha influido la interpretación jurisprudencial relativa a las
cláusulas generales contenidas en las pólizas de seguro, que en la mayoría de los casos revisten
el carácter de contratos "de adhesión". Ver también, al respecto, lo expresado en la ponencia
presentada por el Instituto de Derecho del Seguro del Colegio de Abogados de San Isidro, en
las VII Jornadas Nacionales de Derecho de Seguro, Río Hondo, Santiago del Estero, 1996.

(297) Grandes riesgos. Según el art. 26.3 del reglamento general se considerarán grandes
riesgos aquellos que en conjunto presenten las siguientes características: a) posean valores
asegurables mayores de $ 10.000, en condiciones de cobertura especiales que se desean
aprobar; b) comprendan actividades industriales, comerciales o de servicios.
Los elementos técnico-contractuales se considerarán autorizados para ese riesgo a partir de la
fecha de su presentación, siempre que ésta cumpla ciertos requisitos: a) presentación del texto
proforma de las condiciones contractuales; b) conformidad del asegurable y/o beneficiarios del
seguro respecto de las condiciones del contrato; c) opinión letrada sobre su adecuación legal; d)
condiciones de reaseguro, con certificación actuarial donde conste que el nivel de retención a
asumir por la aseguradora no comprometerá su capacidad económico-financiera.

215
Si la póliza se hubiese efectivamente emitido, la aseguradora deberá presentar, dentro de los 60
días corridos, la copia correspondiente y las constancias de colocación del reaseguro. La falta
de cumplimiento de esta carga provocará la caducidad de la autorización conferida.

(298) Se dispone "neto de comisiones" no sólo por la libertad legal para establecerlas, sino
porque la experiencia demuestra la imposibilidad de controlar su monto, ya que se pagan
extracomisiones que se disfrazan en mil y una formas (p.ej., la creación de "fondos negros"
para su pago, alimentados con recursos también "negros": intereses no confesados por
préstamos más onerosos que el convenido; comisiones no pagadas efectivamente en seguros
directos; gastos fraguados; etc.). La norma resulta así más efectiva y seria.

(299) Ver lo expresado más adelante, en § 110 (a).

----------------------------

V. Administración de la empresa de seguros

30. Administración. Libertad.

La ley 20091 Ver Texto consagra el principio de libertad de administración y gestión


patrimonial de la empresa aseguradora. No obstante, este principio reconoce distintas
limitaciones.

31. Limitaciones.

La norma prohíbe a las compañías de seguros: "a) tener bienes en condominio, sin previa
autorización de la autoridad de control; b) gravar sus bienes con derechos reales, salvo que
tratándose de bienes inmuebles para uso propio lo sea en garantía del saldo de precio de

216
adquisición y en las condiciones que establezca la autoridad de control; c) emitir debentures ni
librar, para su colocación, letras y pagarés; d) descontar los documentos a cobrar de asegurados
o terceros, ni negociar los cheques que reciban, salvo que estos últimos se trasmitan mediante
endoso a favor de persona determinada; e) hacer frente a sus obligaciones con los asegurados
mediante letras o pagarés propios o de terceros; f ) efectuar pagos sino mediante cheques a la
orden del acreedor, salvo lo que pudiese disponer la autoridad de control respecto del manejo
del denominado "fondo fijo"; g) recurrir al crédito bancario por cualquier causa, salvo cuando
lo sea para edificar inmuebles para renta o venta, previa autorización, en cada caso, de la
autoridad de control; h) hacer disposiciones a título gratuito, excepto cuando se trate de
contribuciones para fines benéficos o culturales o lo sean con utilidades líquidas y realizadas
del ejercicio de acuerdo con lo dispuesto en el estatuto y lo resuelto por la asamblea; i ) otorgar
fianzas o garantizar obligaciones de terceros, salvo lo dispuesto en el art. 7 Ver Texto, inc. b [o
sea, otorgar fianzas o garantizar obligaciones de terceros cuando configuren económica y
técnicamente operaciones de seguro aprobadas por la autoridad de control]; y, j ) integrar otras
sociedades, salvo el supuesto del art. 35 Ver Texto, inc. f [inversiones en acciones de
sociedades anónimas constituidas en el país o extranjeras comprendidas en el art. 124 Ver
Texto de la ley 19550 o de extranjeras que tengan por principal objeto la prestación de
servicios públicos dentro de la Nación, que se coticen en bolsas del país o del extranjero]. La
autoridad de control podrá considerar comprendida en la nómina de las precedentes
prohibiciones cualquier operación asimilable a las previstas".

32. Directores.

Ya hemos examinado las "inhabilidades" establecidas por la ley en su art. 9 Ver Texto para ser
director o representante de un asegurador (ver, en este capítulo, el nº 19).

El art. 10 Ver Texto reitera una norma que existía desde hace muchos años (resolución
1341/48) por la cual los aseguradores no pueden retribuir a los directores, administradores,
síndicos, gerentes y personal de cualquier jerarquía con facultades de aceptar riesgos con
importes proporcionales a la producción bruta o neta, total o de secciones específicas y, en las
sociedades del denominado seguro solidario, con un porcentaje sobre las acciones o cuotas de
ingreso a la entidad.

La norma persigue evitar que, para incrementar la retribución, se caiga en la aceptación de


"riesgos malos", agravados, pero contratados con primas normales, constitutivos de
antiselección, o que quien disponga de la facultad de aconsejar o rechazar coberturas tenga
intereses en tales operaciones que puedan resultar opuestos a los de la aseguradora para la cual
se desempeña. Pero no obsta a que los dependientes de la aseguradora que no tengan a su
cargo la aceptación de riesgos sean así retribuidos, como ocurre, generalmente, con los
llamados "jefes de producción" u "organizadores" que formen parte del personal de la entidad.

217
33. Sucursal. Establecimiento.

El art. 6 Ver Texto de la ley 20091 dispone que las entidades aseguradoras autorizadas están
facultadas para abrir o cerrar sucursales en el país, así como sucursales o agencias en el
extranjero, "previa autorización de la autoridad de control", facultando a dicha autoridad de
control a establecer, con carácter general y uniforme, los requisitos y formalidades que se deba
cumplir a tal efecto.

La denegación por parte del ente de control es apelable ante el Poder Ejecutivo nacional, de
acuerdo con lo que dispone el art. 85 Ver Texto; es su decisión irrecurrible, solución que
concuerda con lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (sentencia del
7/12/1945, LL 42-880).

Los aseguradores están obligados a mantener, tanto en el domicilio de su sede central como en
el de sus sucursales, a disposición de la Superintendencia de Seguros, todos los elementos
relacionados con sus operaciones, que dicha autoridad de control puede examinar con
amplitud (art. 68 Ver Texto).

En el caso de disolución, liquidación, quiebra o situación equivalente de una sociedad


extranjera, o de cierre de la agencia o sucursal de aquélla, la autoridad de control revocará la
autorización concedida para operar en seguros (art. 48 Ver Texto, inc. e). Sin perjuicio de ello,
también procederá la revocación de la autorización de esa sucursal si no inicia las operaciones
en el término de 6 meses, o si no cumple con lo dispuesto por el art. 31 Ver Texto en los casos
de pérdida del capital mínimo, o si el asegurador no funciona de acuerdo con los estatutos, o
con las condiciones de autorización, o no procede a la exclusión de directores, síndicos,
gerentes, etc., alcanzados por los impedimentos del art. 9 Ver Texto (art. 48 Ver Texto, incs. a,
b y c).

Por su parte, el Reglamento General de la Actividad Aseguradora, en su art. 6.1.1 define el


concepto de "sucursal" diciendo que se consideran tales a aquellas descentralizaciones
dispuestas por las entidades aseguradoras que están "investidas con mandato representativo
para contratar en forma directa operaciones de seguros, emitiendo pólizas y demás
documentos necesarios a la perfección de los contratos y a la atención, liquidación y pago de
las obligaciones emergentes de los mismos".

218
Al frente de ellas estará un gerente, quien será su representante legal, cuyo mandato lo habilita
asimismo para efectuar trámites y responder consultas de la autoridad de control (art. 6.1.2,
Regl.). Las pólizas, que serán firmadas por él (o por funcionarios debidamente apoderados a tal
efecto), se deberán ajustar a los modelos autorizados para la casa matriz, con las
modificaciones relativas a la cláusula de jurisdicción y demás reformas que se le exijan (art.
6.1.3).

También dispone dicha reglamentación que para gestionar la habilitación de una sucursal se
deberá requerir la autorización de la Superintendencia de Seguros de la Nación, acompañando
la presentación con copia del acta de directorio correspondiente, el reglamento de las
relaciones entre la sucursal y la casa matriz, la tabla de límites máximos a los cuales la sucursal
deberá ajustar las contrataciones de seguro que realice y los poderes otorgados.

Las modificaciones posteriores deben ser comunicadas con 15 días de anticipación a su entrada
en vigencia (art. 6.l.9) y deberán ser inscritas en el Registro Público de Comercio respectivo,
rubricando los registros y libros que exija la normativa vigente (art. 6.1.8).

La apertura de una sucursal, una vez autorizada por Superintendencia de Seguros de la Nación,
deberá ser inscrita en el Registro Público de Comercio correspondiente; y se rubricarán los
libros y registros exigidos por la normativa vigente. Las operaciones anotadas en los registros y
libros de la sucursal deben ser informadas a la casa matriz en forma mensual como máximo, a
fin de que sean volcadas en los libros generales por asientos que correspondan a cada concepto
de operaciones (art. 6.1.6). Las carpetas de póliza, los antecedentes originales de siniestros, los
comprobantes de pago y toda documentación perteneciente a operaciones de las sucursales
serán archivadas en sus sedes (art. 6.1.8).

Las sucursales o agencias de sociedades extranjeras deberán ser autorizadas para ejercer la
actividad aseguradora en las mismas condiciones establecidas por la ley para las sociedades
anónimas constituidas en el país, y siempre que exista reciprocidad según las leyes del domicilio
de la casa matriz (art. 5 Ver Texto, ley 20091). A tal fin deberán tener y radicar en el país
fondos equivalentes a los capitales mínimos exigidos a los aseguradores constituidos en él (art.
30 Ver Texto, 2º párr., ley 20091). Estarán a cargo de uno o más representantes con facultades
suficientes para realizar, ante la autoridad de control y con terceros, todos los actos jurídicos
atinentes al objeto de la sociedad, y también para estar en juicio por ésta. No obstante, dicho
representante no tendrá facultades para ampliar o renunciar a la autorización para operar en
seguros, ni para trasferir voluntariamente la cartera, salvo que se le otorgue poder expreso a tal
efecto (art. 5 Ver Texto, ley 20091).

34. Control estatal de primas y reservas.

219
El negocio del seguro tiene la característica -repetidamente señalada- de percibir de una masa
de contratantes el precio (prima o cotización), para pagar con su producido las prestaciones
contratadas para el supuesto de que se produzca el suceso prevenido. Esta característica es la
que justifica, en última instancia, el control estatal; de ahí que la ley se haya preocupado
especialmente por regular la formación de las reservas técnicas con el fin de que el asegurador
se capacite económicamente para afrontar esas obligaciones eventuales. De ahí también las
reglas establecidas específicamente en los arts. 33 Ver Texto a 36 Ver Texto, y las no menos
importantes del art. 31 Ver Texto sobre pérdidas que afecten el capital mínimo; de los arts. 37
Ver Texto y siguientes sobre confección de balances y su control; etc.

La ley ha concretado en diversas normas la obligación de constituir reservas, su cálculo e


inversión:

1) Los aseguradores deben constituir las reservas técnicas por los riesgos asumidos y de
siniestros pendientes, que sean suficientes para atender las obligaciones con los asegurados (art.
33 Ver Texto).

La Superintendencia de Seguros fijará el monto o forma del cálculo de estas reservas, con
resoluciones de carácter uniforme y general (art. 33 Ver Texto), por lo cual ha menester oír al
Consejo Consultivo del seguro (art. 79 Ver Texto, inc. a). Tales resoluciones admiten el recurso
legislado en el art. 85 Ver Texto, 1er. párr.

Se debe tener en cuenta que la Superintendencia de Seguros ha de aplicar un doble criterio en


la fijación de estas reservas:

a) la naturaleza de la rama (v.gr., en el seguro sobre la vida, la reserva técnica implica


modalidades especiales; en otras, ha de tener en cuenta distintos elementos);

b) la suficiencia para afrontar las obligaciones para con los asegurados.

Al respecto, el Reglamento General de la Actividad Aseguradora, en su art. 39.5 (versión según


resolución 26735 ) establece la forma de calcular la reserva de siniestros pendientes. Las reglas
son las contenidas en el anexo I de dicha resolución, que dispone:

1) Al cierre de cada ejercicio o período, las entidades aseguradoras y reaseguradoras deberán


estimar los siniestros pendientes de pago, a cuyo efecto se reunirá la mayor cantidad de
elementos de juicio posibles, tales como informes de asesores legales sobre el estado de los
juicios, informes de los médicos asesores respecto de las incapacidades sobre la base de las

220
cuales se hayan formulado reclamos, informes de inspectores, peritos tasadores, presupuestos
de talleres; etc., elementos éstos que deberán obrar en la carpeta de siniestro.

2) El pasivo por siniestros pendientes se calculará en forma individual para cada siniestro, y de
manera que cubra su costo final; se imputará al ejercicio en que tuvo lugar.

Se incluirán los siniestros ocurridos con anterioridad a la fecha de cierre del ejercicio
económico, denunciados dentro de los 30 días posteriores a tal fecha, y el importe respectivo
surgirá del porcentaje que representan tales siniestros sobre los restantes pendientes a dicha
fecha, a efectos de su aplicación en los estados contables de períodos intermedios del ejercicio
siguiente. Para estas situaciones se admitirá, como método alternativo y en reemplazo del
anterior, la constitución de un pasivo equivalente al 2,5% de las primas emitidas, netas de
anulaciones, correspondientes a los 12 meses anteriores al cierre de ejercicio o período. Si se
optare por este método, se aplicará para todos los ramos, excepto el de automotores
(resolución 25270/97 ).

3) En caso de que se hubiere promovido juicio, sea que la entidad se encontrare demandada, o
citada en garantía, o hubiere asumido la defensa del asegurado en juicio (incluidos también los
casos en que el reclamo por el siniestro esté sometido al régimen de mediación de la ley 24573
Ver Texto -según circulares 3379/96 y 3550/97-), las normas para el cálculo del pasivo serán:
a) Si existe sentencia definitiva, se tomará en cuenta su monto más los gastos causídicos
correspondientes, netos ambos conceptos de la participación de reaseguros. b) Si no existiere
sentencia definitiva, pero sí de primera instancia, se tomará ésta, más los gastos causídicos,
netos ambos de reaseguros, como en el caso anterior. c) De haberse llegado a celebrar
transacción luego de la sentencia de primera instancia, sólo se tomará en cuenta el importe
convenido si el acuerdo se encontrare debidamente documentado y firmado, y abarcase todos
los conceptos involucrados. Los importes se valuarán por índice de precios al consumidor
hasta el 31/3/1991 y luego se aplicará la tasa pasiva del comunicado 14290 del Banco Central;
y para los siniestros de automotores se podrá utilizar el índice de precios al por mayor (nivel
general). En los casos en que resultare aplicable la ley 24283 Ver Texto para actualizar el valor
de una cosa, bien o prestación, se tomará como límite el valor actual con más un 6% anual
desde la fecha del siniestro. d) Si no existiere sentencia pero sí informe pericial, se tomará en
cuenta éste. e) Para los juicios en que esté indeterminado el valor reclamado, se aplicará el
promedio que arrojen las sumas del pasivo constituido para los restantes juicios de cada
sección, netas de reaseguros, tomándose sección por sección. f ) En los demás casos se
pasivará por lo menos el 60% del monto demandado (actualizado), o bien la responsabilidad
total de la aseguradora, conforme a lo establecido en el seguro correspondiente (la que resulte
menor de ambas), neto de la participación correspondiente al reaseguro (art. 39.5.1.4.2). En
estos casos, cuando no se hubiese dictado sentencia (aunque fuere de primera instancia), la
aseguradora que haya sido demandada o citada en garantía podrá optar por emplear el método
que se detalla a tal fin en la resolución precitada (art. 39.5.2), y para ello se establece un
minucioso procedimiento de cálculo. Se excluyen de éste, por ende, los casos en que existiere
sentencia, y también cuando se trate de demandas por montos total o parcialmente
indeterminados, o transacciones celebradas pero aún no pagadas, o juicios en los cuales existe
dictamen de perito oficial o único (art. 39.5.2.1.2).

221
Se admitirá que no se constituya pasivo por siniestros pendientes en los casos en que se
verifique que no existe seguro.

A tal fin la entidad deberá presentar una declaración jurada suscrita por su presidente, síndicos
y auditor, con el detalle de los casos que se hallen comprendidos en esta excepción. No
obstante, se deberá constituir pasivo por los honorarios correspondientes a los juicios en
cuestión. Por otra parte, los supuestos en los cuales se haya planteado la inexistencia de seguro
no se podrán incluir en el cálculo del coeficiente siniestral (art. 39.5.1.4.5).

35. Procedimiento estadístico.

Para determinar la experiencia siniestral se consignarán todos los casos susceptibles de ser
incluidos, y su omisión, total o parcial, hará que el ente de control no tome en cuenta la
experiencia siniestral de la entidad y rectifique las cifras del pasivo según la metodología del art.
39.5.1.4.7 (es decir, hacer pasivo el 60% del importe demandado actualizado o la
responsabilidad menor asumida contractualmente por el asegurador, neto de participación del
reaseguro).

A partir de los estados contables cerrados al 30/6/96, el método de cálculo a emplear es el


siguiente:

a) Se tomarán todos los casos en que, en los 3 años calendarios anteriores al cierre de cada
período, se hayan dictado sentencias (estén o no firmes) o firmado transacciones (se
encuentren o no pagas), y se añadirán las costas y gastos causídicos. Si las costas y honorarios
no estuvieren determinados, se tomará como mínimo un 20% del capital de sentencia.

b) Se tomará el monto reclamado en la demanda judicial, excluidos los casos en que sean de
monto total o parcialmente indeterminado;

c) Se efectuará la corrección de los importes que correspondan a los dos puntos


precedentemente indicados, mediante la aplicación de lo establecido en el 4º párr. del punto
39.5.1.4.2 anteriormente expuesto, de acuerdo con la fecha expuesta en la sentencia o
transacción.

222
d) A los importes resultantes del punto anterior no se les deducirá la participación del
reasegurador.

e) Se agruparán, sección por sección, los importes corregidos, determinados en función de lo


indicado en los puntos precedentes.

f ) Se determinará el coeficiente que representan los importes con sentencia o transacción


respecto de los importes demandados, por totales de cada sección.

g) Se determinará el importe de los siniestros pendientes, sección por sección, aplicando el


coeficiente obtenido en el punto anterior, a todos los casos en que se haya promovido juicio
contra la entidad o que se la haya citado en garantía pero no se hubiera dictado sentencia
(incluso de primera instancia), sobre el importe demandado corregido conforme a lo previsto
en el 4º párr. del punto 39.5.1.4.2. El importe a hacer pasivo será el que resulte de tal cálculo o
el de la responsabilidad total asumida por el reasegurador en el contrato, neto de reaseguro -el
que resultare menor-. El importe resultante es el que corresponde poner en el pasivo en los
respectivos estados contables.

Las entidades aseguradoras deberán indicar, en nota consignada en los estados contables, cuál
es el método utilizado para el cálculo de los siniestros pendientes que hayan derivado en juicio
y el coeficiente seccional aplicado.

Una vez que se optó por utilizar el método de la experiencia siniestral, la aseguradora no podrá
volver a utilizar el método del 60%, salvo expresa y previa autorización del ente de control. Si
el coeficiente que resulte de la experiencia siniestral fuera superior al 60%, no será posible
optar por el "método del 60%".

La norma dispone asimismo que las entidades aseguradoras deberán adoptar las medidas
necesarias para que las carpetas de siniestro cuenten con todos los elementos indispensables
para efectuar una correcta valuación (copias de demanda y su contestación, copias de pericias
realizadas, informes periódicos de los abogados actuantes sobre el estado del juicio, así como
también informes de los médicos, inspectores, etc., en su caso. De registrarse pagos, ya sean
totales o a cuenta, deberá obrar en carpeta copia de los recibos y de las órdenes de pago
emitidos.

Los siniestros pendientes que no se hallen en juicio se valuarán teniendo en cuenta la mayor
cantidad de elementos posibles, a fin de pasivar el costo final en el ejercicio o período en el
cual se produjo el siniestro.

223
En los seguros de automotores, la resolución 24874/96, para evaluar los pasivos de esta rama,
reemplaza las disposiciones del Reglamento General contenidas en los arts. 39.5.1.4.7 y
39.5.1.4.8, por los siguientes:

a) El art. 39.5.10.1 dispone que para los casos del art. 39.5.1.4.7 (es decir, aquellos en los cuales,
habiéndose formulado reclamo judicial, no existiere sentencia ni dictamen de perito oficial, ni
valuación promedio ante reclamo por monto indeterminado, ni se estuviese ante un supuesto
de ausencia de seguro), se pasivará por lo menos el importe que resulte de aplicar, sobre los
montos actualizados de demandas -o sobre los montos mínimos-, los siguientes porcentajes:

Monto de demanda actualizada Pasivo a constituir

Importe en $% Monto mínimo

Hasta $ 20.000 65 $ -

De $ 20.001 a $ 100.000 50 $ 13.000

De $ 100.001 a $ 250.000 30 $ 30.000

De $ 250.001 a $ 1.000.000 10 $ 75.000

A los importes resultantes se les podrá deducir, por separado, la participación que le
corresponda al reaseguro.

Los siniestros con demandas actualizadas cuyos montos sean superiores a $ 1.000.000 se
valuarán sobre la base de los informes producidos por actuario y abogado. En este caso, el
importe a pasivar no podrá ser inferior a $ 100.000.

Por "monto de demanda actualizada" se entenderá el importe reclamado en la demanda,


actualizado conforme al ya analizado 4º párr. del art. 39.5.1.4.2, desde la fecha del siniestro o la
de interposición de la demanda, según corresponda.

Por circular 3624 se aclaró que las escalas precedentemente indicadas deberán ser aplicadas
demanda por demanda, según los importes de cada una de ellas; no es posible agrupar
demandas a los fines de ese cálculo, aun cuando hayan tenido origen en un mismo siniestro. La
participación del reaseguro se debe deducir por separado sobre el importe resultante de la

224
sumatoria de los importes de pasivos a constituir por cada demanda, agrupados por siniestro.
La circular precitada, punto 3, aclara que para el ramo automotores es opcional la constitución
del pasivo previsto en el punto 39.5.1.2 del Reglamento General, según redacción establecida
por resolución 25270 .

El art. 39.5.10.3 -versión según resolución 26735/99 - estableció que al cierre de cada trimestre
calendario, las aseguradoras constituirán, "de corresponder, un pasivo adicional por
insuficiencia en el cálculo de siniestros pendientes al cierre del año anterior", e indicar las
pautas conforme a las cuales se debe calcular.

Asimismo, por la misma resolución se modificó el punto 39.5.11 referido a los desvíos de
siniestralidad. Establece que al cierre de cada ejercicio se constituirá un pasivo denominado
"desvíos de siniestralidad", que se incluirá dentro del rubro "deudas con asegurados". Para el
cálculo se procederá así: a) Se determinará, para la cobertura de responsabilidad civil por tipo
de vehículo, la sumatoria de los siniestros pagados más los pendientes, para los que hayan
ocurrido en los últimos 12 meses. No se deducirán importes por reaseguros, recuperos o
salvatajes. b) Se calculará, por tipo de vehículo, el producto entre los vehículos expuestos a
riesgo en los últimos 12 meses, por la tasa de riesgo correspondiente, y se sumarán los valores
resultantes. c) Si el importe determinado conforme el punto b resulta superior al del punto a, la
diferencia deberá ser aplicada a la constitución del pasivo por desvíos de siniestralidad,
resolución 24874 . La normativa da las pautas para la definición de los que se deben considerar
"vehículos expuestos a riesgo".

También se dispone para el seguro de automotores la formación de una previsión por


incremento de vehículos asegurados (resolución 24833 ), que se incluirá, en el balance analítico,
dentro del rubro "previsiones".

36. Reservas técnicas: inversión.

La formación de las reservas sería insuficiente si la ley no previera cómo se invierten y se


asegura la conservación de su valor en balance.

El art. 35 Ver Texto de la ley 20091 establece el principio al cual se deben ajustar las
inversiones de los aseguradores cuando expresa que "los importes de las reservas previstas en
el art. 33 Ver Texto y de los depósitos de reservas de garantía retenidos a los reaseguradores -
deducidas las disponibilidades líquidas y los depósitos de reservas en garantía retenidas por los
reaseguradores-" se deben invertir íntegramente en los bienes indicados en esa misma

225
disposición, y preferir siempre los que supongan mayor liquidez y suficiente rentabilidad y
garantía.

Los bienes indicados en la ley son:

a) títulos u otros valores de la deuda pública nacional o garantizados por la Nación y títulos de
la deuda pública interna de las provincias emitidos con arreglo a sus respectivas
Constituciones, y también los de las municipalidades que cuenten con la garantía de los
respectivos municipios;

b) títulos de países extranjeros, hasta el importe de las reservas técnicas correspondientes a


pólizas emitidas en moneda de esos países;

c) obligaciones negociables que tengan oferta pública autorizada, emitidas por sociedades por
acciones, cooperativas o asociaciones civiles y en debentures, en ambos casos con garantía
especial o flotante en primer grado sobre bienes radicados en el país;

d) préstamos con garantía prendaria o hipotecaria en primer grado sobre bienes situados en el
país, con exclusión de yacimientos, canteras y minas. El préstamo no excederá del 50% del
valor de realización del bien, especialmente tasado al efecto por el asegurador.

La exclusión de yacimientos, canteras y minas obedece a la naturaleza del bien gravable, no


sólo porque su explotación es aleatoria en sí, sino porque se agota progresivamente e incluso
de modo inesperado (fracturas de veta, p.ej.). La exigencia de la tasación previa consagra la
práctica actual en el país. La generalidad de la norma permite incluir entre los autorizados los
préstamos para construir;

e) inmuebles situados en el país para uso propio, edificación, renta o venta;

f ) acciones de sociedades anónimas constituidas en el país o extranjeras comprendidas en el


art. 124 Ver Texto de la ley 19550, o de extranjeras que tengan por principal objeto la
prestación de servicios públicos dentro de la Nación, que se coticen en bolsas del país o del
extranjero.

Estos requisitos dan a la inversión una garantía adicional, resultante del control que significa la
autorización para cotizar en bolsa, que requiere el examen previo por la Comisión Nacional de
Valores;

226
g) préstamos garantizados con títulos, debentures y acciones de los incs. a, b y c, hasta el 50%
del valor de mercado de esos valores;

h) operaciones financieras garantizadas en su totalidad por bancos u otras entidades financieras


debidamente autorizadas a operar en el país por el Banco Central de la República Argentina,
previa autorización en cada caso de la autoridad de control, y siempre que lo permita el estado
económico-financiero del asegurador.

Agrega la disposición precitada que la autoridad de control establecerá con carácter general los
porcentajes de inversión en tales bienes, y podrá impugnar las inversiones hechas en bienes que
no reúnan las características de liquidez, rentabilidad y garantía, o cuyo precio de adquisición
sea superior a su valor de realización. En este último caso, dicha autoridad de control
dispondrá las medidas necesarias para que esa inversión se registre en el balance con un valor
equivalente al de su realización según el precio corriente de mercado.

En cuanto a los bienes adquiridos con gravamen, serán computados para los porcentajes de
inversiones por su monto total, neto de amortizaciones, y para el balance de cobertura se
considerarán con deducción del gravamen.

El capital, la reserva legal, los fondos de previsión y las reservas del art. 34 Ver Texto -con
deducción de cuanto se destine a bienes de uso para la instalación, explotación y desarrollo del
negocio de seguros y crédito por primas- deberán ser invertidos en los mismos bienes, sin
sujeción a porcentajes, o en otros bienes, con autorización previa de la autoridad de control
(art. 35 Ver Texto, último apartado). La sujeción a los bienes enumerados para las demás
inversiones por el art. 35 Ver Texto, 2º párr., cumple con el principio enunciado en el párrafo
inicial (inversión en bienes que ofrezcan mayor liquidez, rentabilidad y garantía); pero, al
mismo tiempo, atento a la función subsidiaria de garantía que tienen estos tipos de bienes, se
explica la atenuación que en este caso presenta la intervención del control estatal.

En la rama vida los aseguradores podrán deducir también, de las reservas a invertir, los
préstamos a los asegurados, las primas vencidas a cobrar y las fracciones de primas a vencer. La
razón de esta norma -que es de excepción- obedece a las peculiaridades del seguro sobre la
vida: 1) los préstamos a los asegurados son un tipo de inversión cuyo monto se recupera con
seguridad (puesto que se hace en proporción la reserva matemática), a más tardar a la época del
pago de la prestación debida, por compensación; 2) análogos fundamentos explican la
excepción respecto de las primas vencidas y fracciones a vencer. Estos fundamentos no se dan
en los demás seguros, por lo cual los créditos por primas a cobrar no se pueden considerar
para el balance de cobertura: resulta claramente de la limitación del texto.

227
Por último, se dispone en la norma que examinamos que los instrumentos representativos de
las inversiones deben ser mantenidos en el país, salvo excepción expresa autorizada por la
autoridad de control.

Hemos visto que la norma que venimos analizando expresa que "la autoridad de control
establecerá con carácter general los porcentajes de inversión en tales bienes". En cumplimiento
de ese mandato legal, el Reglamento General de la Actividad Aseguradora fija las pautas a que
se sujetará ese régimen de porcentajes en sus aspectos concretos. Así, dicha normativa
reglamentaria establece que las entidades de seguro invertirán los importes correspondientes a
los conceptos indicados en el art. 35 Ver Texto, 1er. párr., ley 20091, netos de las deducciones
allí mencionadas, en la siguiente proporción:

a) inversiones en activos cuya disponibilidad se opere dentro de los 180 días (contados desde el
momento en que se calcule el estado de cobertura), un 40% como mínimo;

b) inversiones en inmuebles y en préstamos admitidos, un 60%; no puede exceder cada


concepto el 45% de ambos porcentajes como máximo. En las entidades que operen en seguro
de retiro, la inversión en inmuebles y préstamos hipotecarios no podrá superar el 50% del total;

c) inversiones en otros activos con vencimiento superior a 180 días, contados a partir del
momento en que se calcule el estado de cobertura, el 30% como máximo (art. 35.1.1, Regl.).

Se entenderá por "disponibilidades deducibles" la suma de los saldos del rubro "caja" y de los
depósitos a la vista en entidades financieras autorizadas por los respectivos órganos de control
(art. 35.1.2).

La inversión de los fondos que excedan el monto de las reservas y depósitos a que se refiere el
art. 35.1.1 no está sujeta a los porcentajes allí establecidos y se podrá realizar libremente,
siempre que se observe el cumplimiento de los límites mínimos fijados por el punto 35.1.1.

Si las entidades, a la fecha de cierre del balance general o posterior comprobación efectuada
por la autoridad de control, no alcanzaran a cumplimentar los porcentajes de inversiones
requeridos, no podrán distribuir dividendos o excedentes en efectivo, y si se tratase de
sociedades extranjeras, no podrán remesar saldos de utilidades a sus casas matrices en el
exterior, ni compensarlos con saldos deudores de estas últimas.

Las entidades de seguro realizarán sus inversiones sin necesidad de formular consulta previa a
la Superintendencia de Seguros de la Nación sobre su procedencia, en tanto estén
expresamente permitidas por las disposiciones en vigor; queda supeditado a su responsabilidad
el cumplimiento de ellas y el encuadre dentro de los límites máximos y mínimos fijados para

228
cada tipo de inversión. Además, deberán mantener a disposición de la autoridad de control las
constancias de depósito de los títulos de renta y títulos valores en general, correspondientes a
movimientos y saldos mensuales calendarios. Sólo se admitirá el depósito en custodia de títulos
públicos de renta y títulos valores en general que se efectúe en entidades financieras
autorizadas por el Banco Central de la República Argentina, y siempre que sus sistemas
informativos permitan la emisión de las constancias con la periodicidad y nivel mínimo de
detalle adecuado: y sólo se admitirá que se incluyan en los estados patrimoniales y de situación
financiera de títulos de renta y títulos valores los que se encuentren depositados en esas
condiciones.

37. Libertad de inversión.

El restante patrimonio del ente asegurador -capital excedente del mínimo, reservas libres,
amortizaciones de estos bienes- se puede invertir en los bienes que libremente elija aquél.

La razón de esta libertad radica en que el control estatal a su respecto no se justifica, y ello
habrá de estimular a los aseguradores a incrementar el capital y formar mayores reservas libres,
lo cual facilitará la expansión y desarrollo del seguro en el país.

38. Inversiones en moneda extranjera.

Los arts. 33 Ver Texto, 2º párr., y 35 Ver Texto, inc. b, establecen las normas especiales acerca
de las inversiones y su conservación.

El art. 33 Ver Texto prevé que cuando el asegurador asume obligaciones en moneda extranjera,
"deben constituir las reservas técnicas correspondientes en las mismas monedas o en otras
permitidas que establezca la autoridad de control".

Como la actividad del asegurador puede llevarlo a asumir obligaciones en monedas "débiles", la
parte final de la norma trascrita faculta a la autoridad de control a fijar la moneda en que ser
pueden invertidas las reservas en ese caso, lo cual permite brindar solidez a las inversiones y
simplifica la administración del asegurador sin que se vea afectada la garantía. Asimismo,
nuestro país emite títulos en moneda extranjera que se cotizan incluso en mercados

229
extranjeros, a los cuales se agrega que el inc. h admite también la inversión en operaciones
financieras garantizadas en su totalidad por bancos o entidades financieras autorizadas por el
Banco Central, muchas de las cuales son efectuadas en moneda extranjera.

El art. 35 Ver Texto, inc. b, permite la inversión en títulos públicos de países extranjeros, pero
hasta el importe de las reservas técnicas correspondientes a pólizas emitidas en monedas de
esos países. Por su parte, el inc. f del mismo artículo posibilita la inversión en acciones de
sociedades anónimas extranjeras comprendidas en el art. 124 Ver Texto de la Ley de
Sociedades, 19550, o de extranjeras que tengan por principal objeto la prestación de servicios
públicos dentro de la Nación que coticen en bolsas del país o del extranjero.

Como ya se destacó antes, la parte final del art. 35 Ver Texto establece que los instrumentos
representativos de las inversiones deben ser mantenidos en el país, salvo las excepciones que la
autoridad de control autorice expresamente en cada caso. El requisito consagrado por la norma
apunta a evitar, cuando se trate de sucursales de empresas extranjeras, que la casa matriz
disponga de tales bienes. Se tendrá en cuenta, por otra parte, que lo expresado contempla el
supuesto de seguros contratados por aseguradores radicados en el país; mas no, v.gr., el de
sucursales en el extranjero de aseguradores argentinos: estas sucursales están sujetas al régimen
de control del país de su instalación.

39. Inversiones: reaseguro.

El art. 36 Ver Texto prevé la radicación de las inversiones en el caso de reaseguro.

La ley distingue tres supuestos:

a) el reaseguro facultativo ocasional (art. 36 Ver Texto, 3er. párr.) por el cual la práctica es
remitir al reasegurador la totalidad de la prima convenida;

b) el reaseguro en el exterior (art. 36 Ver Texto, 1er. párr.), por el cual el reasegurador debe
retener la reserva técnica correspondiente a la parte cedida de la prima original;

c) recíprocamente, cuando el asegurador argentino recibe reaseguros del exterior, las reservas
técnicas pueden ser retenidas en el extranjero (art. 43 Ver Texto, 2º párr.).

230
La parte final del art. 36 Ver Texto establece que en los contratos celebrados con
reaseguradores del exterior se deberá pactar una cláusula resolutoria para los casos de
incumplimiento, dificultades económico-financieras que sobrevengan al reasegurador y otros
supuestos que pueden poner en peligro los intereses del asegurador radicado en el país, tales
como guerra, invasión, guerra civil, rebelión, sedición, medidas gubernativas u otros
acontecimientos similares. En estos casos, el reasegurador se obligará a devolver las primas no
ganadas hasta el momento de la resolución; el asegurador, por su parte, tendrá derecho de
conservar en su poder las reservas retenidas hasta el total cumplimiento de las obligaciones del
reasegurador, y puede aplicarlas a ese objeto si las remesas no se efectuasen en un plazo
prudencial.

VI. Administración y balances

40. Administración. Contabilidad.

La libertad de administración que posee el asegurador sólo reconoce las limitaciones que le
impone la ley 20091 Ver Texto y su reglamentación.

El art. 37 Ver Texto dispone que los aseguradores deben efectuar los asientos de sus
operaciones en los libros y registros que determine la autoridad de control, llevados en idioma
nacional (este último requisito se aparta de lo establecido en la segunda parte del art. 66 Ver
Texto del Código de Comercio) y con las formalidades que ella disponga. La documentación
que le sirva de antecedente será archivada en forma metódica para facilitar las tareas de
fiscalización; la referente a los contratos de seguro se conservará por un plazo mínimo de 10
años de vencidos.

El Reglamento General de la Actividad Aseguradora efectúa una minuciosa regulación sobre


registraciones contables y societarias, en la cual se concreta la reglamentación a que hizo
referencia el art. 37 Ver Texto de la ley 20091.

Con relación a los plazos de registración distingue entre:

1) Movimiento de fondos

231
a) Las planillas de resumen del movimiento de ingresos y egresos de fondos diarios deberán
estar confeccionadas al cierre de las operaciones del día.

b) La copia de planillas analíticas de ingresos y egresos en registros rubricados o la


encuadernación provisional o definitiva de ellas se deberá efectuar dentro de los 15 días de
vencido el mes al cual se refieren dichos movimientos.

2) Emisiones y anulaciones

a) La confección de las planillas para copiar en registros rubricados o encuadernar se efectuará


dentro de los 15 días del mes siguiente al de la emisión o anulación de la póliza o endoso.

b) El copiado de planillas en registros rubricados o la encuadernación provisional o definitiva


de ellas, se deberá efectuar antes del día treinta del mes siguiente al de la emisión de la póliza o
endoso respectivo.

3) Aceptaciones de coberturas

Las anotaciones en el registro de aceptaciones de coberturas deberán ser llevadas al día. Si la


registración se efectúa mediante planillas de computación o encuadernadas, se deberá listar al
final del día las planillas con las coberturas aceptadas en el registro.

4) Denuncias de siniestros

La registración de las denuncias en el libro respectivo se deberá efectuar en el día, y si se llevase


la registración por el sistema de computación, se listarán al final del día las planillas con las
denuncias ingresadas.

5) Actuaciones judiciales

Las registraciones se deberán efectuar en el plazo de 3 días de la notificación de la demanda,


citación en garantía o de llegado el juicio a conocimiento de la aseguradora por comunicación
fehaciente del asegurado. Si la entidad es actora, la registración se efectuará dentro de los 3 días
de iniciado el juicio.

232
6) Elementos subsidiarios y registros auxiliares

a) La confección de planillas para copiar en los registros rubricados o para encuadernar se


deberá efectuar en un plazo que no exceda los 15 días del mes siguiente al de las respectivas
operaciones.

b) El copiado de las planillas en registros rubricados o la encuadernación provisional o


definitiva de ellas se deberá efectuar dentro de los 30 días del mes siguiente al de la operación a
la cual se refieran.

7) Diario general

a) Los asientos mensuales del diario general deberán estar confeccionados antes de la
finalización del mes inmediato posterior al de su contabilización en los registros auxiliares.

b) Para el copiado en el registro respectivo o la encuadernación provisional o definitiva se


dispondrá de 15 días corridos adicionales.

c) En oportunidad de la confección de los estados contables anuales o de los estados de


situación patrimonial trimestral, las registraciones por los meses a que correspondan tales
cierres deberán hallarse asentadas en los registros rubricados, al tiempo de la presentación de
tales estados ante la autoridad de control.

8) Inventarios y balances

Se deberá volcar los respectivos estados contables (anuales o trimestrales) con anterioridad a su
presentación a la Superintendencia de Seguros de la Nación.

Jurisprudencia

En materia aseguradora, la regulación estatal apunta a encauzar la actividad específica, en la


cual están interesadas las economías privadas y la general, como la producción nacional y la
confianza pública. Por ello se ha instituido un sistema de control permanente que establece
normas reglamentarias que imponen a las aseguradoras, entre otras, la obligación de llevar su
contabilidad en forma ordenada, de modo tal que posibilite el ejercicio del poder de policía
estatal en resguardo de la veracidad de las operaciones asentadas y de la solvencia económico-
financiera de la empresa. Ello implica para las aseguradoras no sólo contar con registros
contables claros y trasparentes, sino el prestar al ente de control la colaboración necesaria para

233
despejar toda duda que pueda surgir de dichos registros y, más aún, para justificar cualquier
operación que, a criterio de aquél, presente aspectos equívocos. Así, el descuido de la
aseguradora en llevar sus registros en forma regular configura no sólo un obstáculo real a la
fiscalización, sino también el ejercicio anormal de la actividad aseguradora (C. Nac. Com., sala
A, 9/12/1995, "Unión Comerciantes Cía. de Seguros S.A. -de los fundamentos del dictamen
del fiscal de cámara, que la sala mencionada hizo suyos-, LL 1997-B-803, sum. 39.390).

41. Plan uniforme de cuentas. Normas de contabilidad.

El art. 39 Ver Texto de la ley 20091 regula el plan uniforme de cuentas, a la vez que instituye
normas sobre contabilidad de las empresas de seguros, ambos "con carácter uniforme".

El plan de cuentas es la ordenación sistemática de las cuentas desde el punto de vista contable
a fin de sistematizar su registración y facilitar la fiscalización. En cambio, las normas de
contabilidad son disposiciones acerca de la administración de la empresa. No obstante, como la
propia norma lo destaca, se uniforman ambos sistemas para todas las entidades, sin perjuicio
de que, según se indica en la parte final de ese art. 39 Ver Texto, los aseguradores que deseen
apartarse de esas normas o de ese plan, para ampliarlos o reducirlos, deberán obtener la previa
aprobación, por parte de la autoridad de control, de las modificaciones que se propongan a tal
efecto, con expresión de los motivos de la propuesta. La resolución que se adopte al respecto
es recurrible en los términos del art. 83 Ver Texto, ley 20091, ante la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal.

Para el dictado de las normas uniformes sobre contabilidad y plan de cuentas, el


superintendente consultará al Consejo Consultivo del Seguro (art. 79 Ver Texto, inc. a), aps. 1
y 2.

El Reglamento General de la Actividad Aseguradora realiza una detallada regulación de


diversos aspectos relativos a esta temática, tales como normas contables y de valuación,
métodos de conversión a moneda constante, normas de ajuste y corrección de partidas, cargos
diferidos y otros créditos no liquidables en moneda de curso legal, etc. También establece
normas sobre revalúo técnico de inmuebles, cálculo de riesgos en curso, previsión por gastos
de cobranza, estimación de los siniestros pendientes, incluidos aquellos en los cuales existen
reclamos judiciales, publicidad de estados contables, estados de situación patrimonial, por
períodos intermedios dentro de un ejercicio económico, correspondientes al tercero, sexto y
noveno mes de iniciado aquél, estado de cobertura de compromisos exigibles y siniestros
liquidados a pagar, dictámenes profesionales contable y actuarial que, conforme al art. 38 Ver
Texto ley 20091, deben acompañar a los estados contables, etc.

234
Jurisprudencia

En el caso de sociedades que intervienen en el mercado asegurador, son particularmente


intensas las exigencias de las normas que reglamentan los balances y demás estados contables,
como también la celosa fiscalización estatal de su cumplimiento (C. Nac. Com., sala B,
21/6/1996, "La Rectora Cía de Seguros S.A." Ver Texto -del dictamen del fiscal de cámara-,
LL 1997-F-969, Jur. Agr., n_ 12.112).

42. Balances.

El art. 40 Ver Texto dispone que los aseguradores no están obligados a presentar balances
trimestrales; ello, sin perjuicio de que la Superintendencia de Seguros pueda requerirlos a
determinado asegurador cuando lo considere conveniente.

Asimismo, alivia sus obligaciones en cuanto concierne a la publicidad del balance: sólo impone
la publicación del balance anual, el cual autoriza que se haga en forma sintetizada según
formularios oficiales.

El Reglamento General de la Actividad Aseguradora dispone, por su parte, que las entidades
aseguradoras remitirán sus estados contables anuales para su publicación en el diario oficial de
publicaciones legales que corresponda a la jurisdicción del domicilio legal del asegurador. Para
ello, éste deberá emplear el modelo que dicho reglamento contiene como anexo a su
normativa. El plazo para tal remisión será de 2 meses a contar desde que la asamblea haya
aprobado tales estados contables y, en el caso de sucursales o agencias de sociedades
extranjeras o de organismos oficiales, desde la fecha de presentación del balance ante la
autoridad de control (art. 40.1, Regl.).

43. Balance analítico.

El balance a ser confeccionado es analítico, según formularios establecidos por la


Superintendencia de Seguros (art. 38 Ver Texto, 1er. párr.) y conforme a ciertas normas que se
establecen en distintas disposiciones legales:

235
1) la valuación del activo se efectuará según normas uniformes establecidas por la
Superintendencia de Seguros (art. 41 Ver Texto);

2) deben constituir los fondos de amortización, de previsión y las reservas que disponga la
autoridad de control con carácter general y uniforme, sin perjuicio de los fondos que con
carácter particular ella establezca respecto de cada entidad, según su situación económico-
financiera;

3) se constituirán las reservas técnicas y de siniestros pendientes, formadas según el art. 33 Ver
Texto ya examinado;

4) con relación a la rama vida, el art. 42 Ver Texto autoriza a incluir en el activo de sus balances
el rubro "comisiones a amortizar", constituido por las comisiones de adquisición que hayan
sido pagadas por los negocios nuevos realizados, los cuales, a los efectos de dicho rubro
comisiones a amortizar, no podrán exceder del límite máximo que fije la autoridad de control,
dentro del 80% del importe de una prima de tarifa anual para períodos de primas de 20 años o
más, o vida entera, con disminución del 2,5% de la prima anual por cada año menos de
duración. Las comisiones a amortizar se establecerán separadamente para cada año de pago.
Serán descargadas de esa cuenta y cancelados como pérdida los saldos de las comisiones
correspondientes a seguros terminados, caducados o rescindidos que aún falte amortizar. Las
comisiones de seguros de vida, al efecto del rubro comisiones a amortizar, serán amortizadas
en 5 años como máximo y en una proporción no menor que el 20% anual en los balances
generales, a contar desde el primer ejercicio en que se inserten en el activo.

44. Reserva legal.

Conforme al art. 43 Ver Texto, los aseguradores destinarán en concepto de "reserva legal" no
menos del 5% de las ganancias realizadas y líquidas que arroje el estado de resultados del
ejercicio, hasta alcanzar el 20% de su capital social; ello, sin perjuicio de lo que disponga la
autoridad de control en función del art. 34 Ver Texto sobre fondos de amortización, de
previsión y las reservas que con carácter particular estableciere la autoridad de control respecto
de cada entidad, según su situación económico-financiera.

236
45. Control administrativo.

El balance así confeccionado con los demás elementos mencionados en el párrafo 52 se


presentará en el plazo indicado.

La asamblea general se celebrará dentro de los 4 meses de cerrado el ejercicio; este plazo regirá
también para las sociedades cooperativas y de seguros mutuos.

La fecha de cierre de ejercicio de las sucursales y agencias extranjeras es la de la casa matriz,


salvo que optaren por la del 30 de junio de cada año: dentro de los 6 meses de aquella fecha
presentarán los elementos citados que sean pertinentes, referentes a las operaciones realizadas
en el país. La memoria será reemplazada por el informe del representante. Los aseguradores
que operen en la rama vida acompañarán un dictamen actuarial suscrito por profesional
autorizado y que no se halle en relación de dependencia de aquéllos (art. 38 Ver Texto).

La Superintendencia podrá objetar el balance (art. 44 Ver Texto).

De estas disposiciones resulta:

a) que el balance debe ser presentado a la Superintendencia de Seguros con anterioridad de no


menos de 30 días a la reunión de la asamblea;

b) que trascurrido ese plazo, la asamblea puede considerar el balance, haya sido o no
observado;

c) que si ha sido observado y de las impugnaciones resulta supresión o disminución de


utilidades, la Superintendencia de Seguros puede disponer que se suspenda o limite
correlativamente su distribución (art. 44 Ver Texto). Esta decisión admite recurso por ante la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal. Las personas físicas o
jurídicas que no sean aseguradores autorizados podrán optar por recurrir ante la Cámara de
Apelaciones en lo Federal y Contencioso Administrativo de la Capital Federal, opción que
deberán manifestar al interponer el recurso. Dicho recurso se interpondrá ante la
Superintendencia de Seguros de la Nación dentro de los 5 días hábiles desde la notificación,
con memorial de fundamentos, y posee solamente efecto devolutivo (art. 83 Ver Texto);

d) la facultad de observar el balance que posee la Superintendencia de Seguros de la Nación se


ve complementada, en los casos de disminución del capital mínimo que correspondiere, con la
de emplazar al asegurador para que dé explicaciones y adopte las medidas para mantener la

237
integridad del capital (plan de regularización y saneamiento), sin que se deba esperar la
terminación del ejercicio (art. 31 Ver Texto).

46. Publicidad.

El art. 45 Ver Texto establece la obligación del asegurador de poner a disposición de los
asegurados y de cualquier interesado que lo solicite la memoria, el balance y la cuenta de
ganancias y pérdidas. Pero ha omitido adrede establecer su gratuidad, que no se justifica, ante
los costos actuales.

Jurisprudencia

Las normas sobre contabilidad y plan de cuentas dictadas por la Superintendencia de Seguros
de la Nación consisten en disposiciones referidas a la administración de las entidades
aseguradoras y a la ordenación sistemática de las cuentas desde el punto de vista contable, y
deben ser de estricto cumplimiento, ya que tienen por finalidad racionalizar el control de las
entidades aseguradoras por parte de dicha Superintendencia (C. Nac. Com., sala D, 31/3/1986,
ED 120-610).

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VII. Pérdida del capital mínimo

238
47. Defensa del capital mínimo.

Ya examinamos la exigencia de un capital mínimo y sus funciones en el sistema legal. La ley


debe prever la situación cuando este capital mínimo sea afectado por pérdidas, porque no sólo
influye en las funciones que fundan su exigencia por la ley, sino que son síntomas de un estado
económico-financiero peligroso para mantener la capacidad de cumplir las obligaciones
asumidas.

Según el art. 31 Ver Texto, en cualquier momento en que la Superintendencia de Seguros, aun
antes de terminado el ejercicio, compruebe que las pérdidas afectan la integridad del capital
mínimo, "emplazará al asegurador para que dé explicaciones y adopte las medidas para
mantener la integridad de dicho capital". El lenguaje es imperativo: no es una facultad de la
Superintendencia de Seguros hacerlo, sino una obligación. La omisión compromete la
responsabilidad del funcionario y del Estado.

El asegurador emplazado podrá proponer a la Superintendencia de Seguros un "plan de


regularización y saneamiento" dentro de los 15 días del emplazamiento. La autoridad de
control aprobará o rechazará el plan y, si lo aprueba, el asegurador deberá cumplirlo en los
plazos y condiciones que aquélla establezca; si, en cambio, es rechazado, deberá reintegrar el
capital en el término de 30 días.

El nuevo texto establecido en el primer párrafo de la segunda parte del art. 31 Ver Texto,
conforme a la ley 24241, art. 155 Ver Texto, dispone que hasta tanto sean cumplidas las
acciones tendientes a la regularización y saneamiento, la autoridad de control establecerá sobre
las inversiones las medidas previstas en el art. 86 Ver Texto. Así, según la nueva redacción dada
a esta última norma:

1) Podrá disponer, sin audiencia de parte, la prohibición, a la entidad aseguradora de realizar,


respecto de sus inversiones, cualquier acto de administración o de disposición que
específicamente indique y de celebrar nuevos contratos de seguros, en los siguientes casos:

a) la situación prevista en el art. 31 Ver Texto de la ley 20091, según el texto modificado por la
ley 24241 Ver Texto;

b) disminución de la capacidad económica o financiera, o manifiesta desproporción entre ésta


y los riesgos retenidos, o déficit de cobertura de los compromisos asumidos con los
asegurados;

c) infracción a las normas sobre egresos o ingresos de fondos, y sobre depósito en custodia de
títulos públicos de renta y títulos valores en general;

239
d) falta de presentación, por el asegurador, de los estados contables, de publicidad, de situación
patrimonial, o de compromisos exigibles y siniestros liquidados a pagar en los plazos
reglamentarios;

e) irregularidades en la constitución o actuación de los órganos de administración y


fiscalización o de las asambleas;

f ) irregularidades en la administración o contabilidad que impidan conocer la situación


patrimonial de la entidad;

g) dificultad de liquidez que haya determinado demora o incumplimiento de sus pagos.

Para hacer efectivas estas medidas, la Superintendencia de Seguros de la Nación ordenará su


toma de razón a las entidades públicas nacionales, provinciales o municipales, o a las privadas
que estime pertinentes.

Las medidas se podrán levantar para cumplir obligaciones con asegurados, o para la
reinversión del bien de que se trate -en cuyo caso quedarán constituidas sobre el bien que entre
en su reemplazo-, o cuando se compruebe que el asegurador se halla en condiciones normales
de funcionamiento.

Los recursos administrativos o judiciales que se interpongan contra la resolución que disponga
alguna de estas medidas serán al solo efecto devolutivo.

2) Cuando la pérdida alcance al 30% del capital mínimo, se ordenará al asegurador que se
abstenga de celebrar nuevos contratos en todas o algunas de las ramas, según el caso, hasta
tanto el capital alcance el mínimo correspondiente, dentro del plazo que determine la autoridad
de control (art. 31 Ver Texto, 3er. párr.).

Jurisprudencia

A los fines del cumplimiento del plan de regularización y saneamiento del art. 31 Ver Texto,
ley 20091, no es invocable por la aseguradora recurrente el art. 21 Ver Texto de la ley 19549,
de procedimientos administrativos, que establece que antes de disponer la caducidad de un
acto administrativo se debe intimar a que se cumpla la obligación en un plazo razonable,
porque habiéndose reglado de manera minuciosa el procedimiento a seguir ante la
Superintendencia de Seguros de la Nación, el requisito de la ley general (19549 Ver Texto)

240
queda sin sustento en el caso particular de las entidades reguladas por la norma especial. No
resulta tampoco admisible, dentro de la ley 20091 Ver Texto, una suerte de denuncia de
ilegitimidad, consagrada por la ley 19549, art. 1 Ver Texto, inc. e: tal dispositivo no figura
consagrado en la ley especial, ni tampoco es procedente en un régimen destinado a regular la
actividad de las entidades aseguradoras, que por el carácter profesional que revisten no
requieren este tipo de protección. Los plazos procesales para interponer y fundar el recurso
generan, si son incumplidos, los siguientes efectos: a) pérdida del recurso, si no se interpone en
el plazo legal (5 días); b) deserción del recurso, si no se funda conforme a la ley; c)
intangibilidad del acto, una vez firme o consentido por vencimiento del plazo para impugnarlo
en sede judicial.

Si bien en el caso hubiera sido conveniente que la Superintendencia de Seguros de la Nación se


expresase concretamente aprobando o rechazando el plan de regularización y saneamiento,
ninguna duda pudo caberle a la sociedad recurrente que el plan propuesto había sido aprobado,
dado que en la resolución 68694 se decía: "La entidad deberá solucionar de inmediato el déficit
de capital mínimo señalado en el punto procedente", lo cual ponía a las claras la urgencia que
existía de que se revirtiese la situación difícil en que la entidad se hallaba; a lo cual se agrega que
la entidad aseguradora informó a Superintendencia de Seguros sobre una consulta, efectuada al
organismo oficial recaudador de tributos, acerca del tratamiento fiscal que correspondía dar al
acto a instrumentarse, lo cual revela que sabía con anticipación que el plan había sido
aprobado, y que cuando el ente de control le notificó que no se había cumplido con el plan de
regularización, aquélla se limitó a solicitar un plazo ampliatorio sin invocar la ausencia de
aprobación ni alegar la inconstitucionalidad de la resolución general 14595 que imponía los
plazos para el cumplimiento de los planes (C. Nac. Com., sala B, 14/10/1985, "Resguardo
Compañía de Seguros S.A.", ED 123-207).

Posteriormente la Corte Suprema de Justicia revocó ese pronunciamiento sosteniendo que en


el caso de que actos de magnitud, como son los relativos al plan de regularización y
saneamiento presentado por una aseguradora, hayan sido cumplidos casi simultáneamente con
la resolución que le canceló la autorización para funcionar como consecuencia, precisamente,
de la omisión de esos mismos actos, se debe tomar en cuenta ese hecho, a fin de alcanzar una
solución que no sea una mera formalidad despojada de contenido real; criterio éste que resulta
aplicable tanto en la órbita judicial como en el ámbito administrativo, pues allí tampoco es
dable conducir los procesos en términos puramente sacramentales, en desmedro de la verdad
jurídica objetiva (Corte Suprema de Justicia de la Nación, 27/12/1988, "Resguardo Compañía
de Seguros S.A." Ver Texto -R. 276-XXI, R.E.-, ED 137-509).

48. Infracción. Sanción.

241
Si el asegurador no acata las disposiciones de la Superintendencia de Seguros en la materia se
hace pasible de las penas previstas en el art. 58 Ver Texto, porque obstruir o no dar
cumplimiento a las medidas de regularización y saneamiento importa el "ejercicio anormal de la
actividad aseguradora" o una "disminución de la capacidad económico-financiera del
asegurador" (art. 58 Ver Texto), supuestos en los cuales el inc. d permite la suspensión de hasta
3 meses para operar en una o más ramas autorizadas, o aun la revocación de la autorización
para operar como asegurador.

Además, el inc. b del art. 48 Ver Texto faculta la cancelación del permiso concedido conforme
al art. 7 Ver Texto.

Por su parte, el art. 155 Ver Texto, 1er. párr., ley 24241, sobre administradoras de fondos de
jubilaciones y pensiones, expresa: "Sin perjuicio de las penas de prisión establecidas en este
título, la Superintendencia de Seguros de la Nación aplicará a las compañías de seguro, en caso
de incumplimiento de sus obligaciones emanadas de esta ley y sus normas reglamentarias, las
sanciones previstas en la ley 20091 Ver Texto, con los procedimientos que ella establece".
Asimismo, modifica también los arts. 31 Ver Texto, 58 Ver Texto, 86 Ver Texto y 87 Ver
Texto de la ley citada en último término, en la forma en que se analiza en esta obra al tratar
sobre tales preceptos legales.

49. Recurso.

La resolución de la Superintendencia de Seguros por aplicación del art. 31 Ver Texto es


recurrible ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal, pero
al solo efecto devolutivo (art. 83 Ver Texto).

Téngase en cuenta que según la modificación establecida por el art. 155 Ver Texto de la ley
24241 al art. 86 Ver Texto de la ley 20091, si la Superintendencia de Seguros aplica la
suspensión o la revocación de la autorización para operar en seguros, el tribunal de alzada
dispondrá, a pedido de la Superintendencia de Seguros de la Nación, la administración e
intervención judicial del asegurador, que no recaerá en la autoridad de control. La
Superintendencia de Seguros de la Nación podrá disponer, sin audiencia de parte, la
prohibición, a la entidad aseguradora de realizar, respecto de sus inversiones, cualquier acto de
disposición, o los de administración que específicamente indique, y de celebrar nuevos
contratos de seguro en los casos mencionados en el art. 86 Ver Texto (texto según art. 155 Ver
Texto, ley 24241). Ver § 83.

242
Por su lado, el 1er. párr. de dicho art. 86 Ver Texto de la ley 20091, no alcanzado por la
reforma, dispone que cuando la resolución de la Superintendencia de Seguros imponga el pago
de una multa, puede solicitar el embargo preventivo de bienes del infractor.

El art. 155 Ver Texto de la ley 24241 reformó también el inc. c del art. 58 Ver Texto de la ley
20091, estableciendo que en tal caso la multa oscilará entre el 0,01% y el 0,1% del total de las
primas y recargos devengados -neto de anulaciones- en el ejercicio económico anterior, que no
podrá ser inferior al 0,5% del capital mínimo requerido.

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VIII. Fusión y cesión de cartera

50. Fusión.

La legislación vigente prevé la fusión de sociedades en los arts. 82 Ver Texto a 87 Ver Texto de
la Ley de Sociedades, 19550. Por su parte, la ley 20091 Ver Texto establece, en su art. 46 Ver
Texto, 1er. párr., que "la fusión de aseguradores [. . .] requiere la autorización de la autoridad
de control".

La resolución que dicte la Superintendencia de Seguros admite el recurso legislado en el art. 83


Ver Texto ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal.

243
51. Cesión de cartera.

En lo que se refiere a la cesión de cartera, total o parcial, la peculiaridad del comercio del
seguro impuso establecer normas complementarias de las de la ley de trasferencia de fondos de
comercio.

La cesión total o parcial de cartera se debe ajustar a los siguientes requisitos y procedimientos:

1) que se haga a un asegurador legalmente establecido en el país conforme a nuestra normativa


específica (art. 46 Ver Texto, 1er. párr.);

2) que sea autorizada esta cesión por la autoridad de control (art. 46 Ver Texto, 1er. párr.). La
denegación es recurrible ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital
Federal, según el art. 83 Ver Texto (art. 47 Ver Texto, 3er. párr.);

3) que el acto de cesión se otorgue por escrito, por instrumento público o privado (art. 47 Ver
Texto, in fine);

4) respecto de los asegurados o sus derechohabientes, la cesión total o parcial de cartera se


deberá ajustar al siguiente procedimiento:

a) se presentará el proyecto de cesión a la Superintendencia de Seguros y se publicarán edictos


por 3 días en los boletines oficiales de la sede central y sus sucursales;

b) los asegurados pueden formular objeción fundada a la cesión en el plazo de 15 días, contado
desde la última publicación;

c) vencido ese plazo, la autoridad de control resolverá dentro de los 30 días.

52. Desaprobación.

244
La aprobación puede ser negada si de los antecedentes y hechos comprobados resulta que los
intereses de los asegurados no están suficientemente amparados (art. 47 Ver Texto, 1º y 2º
párrs.).

La limitación de fundamentos obedece a que ésta es la razón justificativa de la intervención de


la Superintendencia de Seguros.

La denegación admite el recurso del art. 83 Ver Texto.

53. Aprobación.

La aprobación de la cesión por la Superintendencia de Seguros de la Nación hace obligatoria la


cesión, no sólo entre las partes, sino también para los asegurados y sus derechohabientes.
Respecto de los demás acreedores rigen las disposiciones sobre trasferencia de
establecimientos comerciales, cuando ello fuera procedente (art. 47 Ver Texto, 4º párr.).

Se establece así, hacia los asegurados, un régimen diverso del Código Civil, necesario por la
clase de comercio -de contratación en masa- y la peculiaridad de su técnica. Se debe tener en
cuenta que la medida tiene distinta trascendencia para las diferentes ramas: es esencial para los
seguros sobre la vida, en los cuales la preservación del contrato es importante para el
asegurado, cuyo envejecimiento hace más oneroso, si no imposible, el nuevo contrato; en
cambio, en las demás ramas, generalmente de contratación anual, el plazo breve o la
rescindibilidad libre remedian fácilmente cualquier discrepancia por parte del asegurado.

53 (a).

No obstante que estos fundamentos pueden resultar justificados en caso de no haberse


producido el siniestro (y siempre que la entidad cesionaria fuere solvente y de acreditada
trayectoria que asegure un debido conocimiento y empleo de la técnica -todo ello en resguardo
de los intereses de los asegurados, a los cuales hace referencia el art. 47 Ver Texto de la LESC.-
), cuando el siniestro tuvo lugar, especialmente en el seguro de la responsabilidad civil, la
cesión de cartera implica una cesión de deuda, un cambio del deudor elegido al contratar el
seguro, que no debería liberar sin más a los cedentes, a los cuales la ley tendría que haberles

245
exigido, al menos, otorgar y mantener fianza suficiente hasta la extinción de la obligación -o
por un plazo razonable-, garantía que podría haber operado sobre el precio de la trasferencia.
El no otorgamiento de esa garantía debería haber obstado, en tales casos, a la liberación de los
cedentes.

Otro tanto puede observarse a las cesiones de "ramas" y aun a las "parciales", si son
susceptibles de comprometer los intereses de los asegurados (arg. art. 47 Ver Texto, LESC.).
Debe tenerse presente que tales movimientos de cartera, sobre todo cuando revisten magnitud
importante, son susceptibles de dislocar el sistema técnico-económico de compensación de
riesgos, sobre el cual se basa la seguridad en el cobro por parte de asegurados y terceros
damnificados, por lo cual deberán acentuarse las cautelas a adoptar por parte del ente de
control antes de autorizar las cesiones, a fin de que queden garantizados los intereses de los
asegurados. Ello así, también, por cuanto aparece insuficiente en la práctica la notificación que
establece la primera parte del art. 47 Ver Texto, para que los asegurados formulen "objeción" a
la cesión. Más allá de las presunciones formales, casi nadie lee los edictos en los boletines
oficiales, por lo cual tal "notificación" aparece como un mero resorte procesal para justificar la
validez de un acto que, de hecho, se cumple a espaldas de los asegurados. Y a tal fin, el
concepto de "asegurado" debe ser entendido aquí en sentido amplio, comprendiendo también
a los terceros damnificados en el seguro de la responsabilidad civil, destinatarios exclusivos e
inmodificables de la indemnización que deba el asegurador en caso de siniestro (300) y titulares
de un derecho que, además de apoyarse en el contrato de seguro, está fortalecido por un
privilegio (art. 118 Ver Texto, LS.) que subraya la calidad de acreedor directo del tercero
respecto del asegurador, en virtud de ese seguro (301) .

Por otra parte, en razón de esa insuficiente notificación, agravada por la circunstancia de que a
asegurados y terceros les resulta muy difícil acceder a la información necesaria para evaluar la
razonabilidad y conveniencia de la cesión propuesta, en lo que a su situación particular se
refiere, el plazo de 15 días para formular "objeciones" aparece notoriamente insuficiente (302) .

Otro aspecto que debe ser considerado -y resuelto- es el referente a los reaseguros que
amparaban la cartera objeto de la cesión. Si bien el reasegurador sigue la suerte del asegurador
reasegurado, a causa de la cesión cambia aquí la figura de éste, lo cual requiere del ente de
control que verifique que se haya solucionado ese aspecto antes de aprobar la cesión (303) .

En síntesis: la situación de esos asegurados y terceros queda, pues, prácticamente en manos del
ente de control, por lo cual la actuación de éste en tal aspecto requiere particular cuidado y
diligencia.

246
54. Acreedores comunes.

Para los demás acreedores -esto es, quienes no son asegurados ni sus derechohabientes
(empleados, locadores, vendedores, etc.)-, rigen las reglas sobre trasferencia de
establecimientos comerciales cuando fuere procedente (art. 47 Ver Texto, 4º párr.).

La salvedad contenida en la norma legal ("cuando fuera procedente") se refiere a la cesión


parcial, cuando esta enajenación implique la trasferencia del establecimiento por ser parte
principal del activo.

(300) Halperin, David, Estudios de derecho público de seguros, p. 219.

(301) Barbato, Nicolás, La citación en garantía del asegurador, ED 150-149.

(302) El sistema francés (que sigue las aguas de la legislación suiza -Picard y Besson, Les
assurances terrestres en droit francais, n_ 670, p. 229-), en el cual está inspirado el nuestro,
concede un lapso de dos meses para que se formulen "observaciones" (art. 324.1, 2º párr.,
CA.). La legislación española -real decreto 2486/1998-, por su parte, otorga un plazo de un
mes para que los asegurados expresen las razones de su "disconformidad" y la cesionaria
deberá acreditar el margen de solvencia previsto para el caso que se lleve a cabo la cesión.
Además, la autorización administrativa concedida a la entidad cedente para ejercer la actividad
aseguradora caducará automáticamente en cuanto al ramo o ramos totalmente cedidos (art. 70).

(303) K. A. Camara, Le transfert de portefeuille dans les sociétés d´assurance en France, Paris,
1972, ps. 79/80.

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IX. Revocación de la autorización para operar en seguros

247
55. Casos en que procede.

La autorización del art. 7 Ver Texto es una licencia y no una concesión (304) . La ley que crea
el régimen ha debido prever cuándo esa licencia es cancelable: así lo hace la ley 20091 en el art.
48 Ver Texto, con determinación de sus efectos, en el art. 49 Ver Texto, y del procedimiento
para disponerlo (art. 48 Ver Texto, in fine).

La autorización "debe ser revocada por la autoridad de control" en los siguientes casos:

a) el asegurador no inicie efectivamente sus operaciones en el término de 6 meses.

En otras legislaciones el plazo es mayor, pero su abreviación en nuestra legislación ha tenido


en vista, según señalaba el autor de esta obra, la proliferación inusitada de empresas
aseguradoras, que se han creado ante la perspectiva de un aumento drástico del capital mínimo,
con el fin de especular con la negociación de la "empresa autorizada", mecanismo conocido en
el ambiente asegurador con la denominación de "venta de la llave". La abreviación del plazo
paliará las situaciones ya consumadas;

b) en los casos de pérdida del capital mínimo, cuando no se cumpla con lo dispuesto por el art.
31 Ver Texto, hipótesis ya examinada antes en esta obra;

c) cuando el asegurador no funcione conforme a sus estatutos (no se reúna la asamblea; no se


considere el balance anual; etc.), o con las condiciones de autorización (v.gr., art. 7 Ver Texto,
incs. a, b y c), o con el art. 4 Ver Texto (que se refiere a los entes estatales: administración
separada y patrimonio propio de gestión independiente);

d) cuando proceda la disolución por cualquier causa establecida por la ley a la cual corresponda
su forma societaria (v.gr., disolución por vencimiento del plazo, o por deliberación social en los
casos de disolución anticipada; etc.);

e) en los supuestos de liquidación forzosa, previstos en los arts. 50 Ver Texto, 51 Ver Texto y
52 Ver Texto, que se analizarán más adelante en esta obra;

248
f ) respecto de las agencias y sucursales de entes constituidos en el extranjero, son causales
específicas de revocación, además de las previstas en los párrafos a, b y c precedentes, las que
para la casa matriz corresponden los párrafos d y e, esto es, disolución, liquidación o quiebra (o
situación equivalente), o cierre de la agencia o sucursal.

Jurisprudencia

Ha sido decidido, por nuestro más alto tribunal, que el sistema de control que el Estado ha
confiado a la Superintendencia de Seguros de la Nación -entidad autárquica de jurisdicción del
Ministerio de Economía- tiene por objeto la salvaguardia de la fe pública (Fallos 295:552 Ver
Texto, 313:929). Ello se evidencia en las disposiciones de la sección III de la ley 20091 Ver
Texto ("Condiciones de la autorización para funcionar"), de la sección IX ("Revocación de la
autorización"), y en las exigencias técnicas que deben observar las entidades (sección V). Las
normas mencionadas muestran la preocupación del legislador por preservar un manejo
comercial eficiente de las empresas encargadas de administrar una fuerte masa de capital, en
cuyo desempeño regular existe un interés social comprometido. A fin de resguardar la
confianza del público en la actividad aseguradora, el poder de policía estatal es, en esta rama,
especialmente vigilante.

Por ello, cuando el legislador establece las sanciones que corresponde aplicar ante diversas
conductas de incumplimiento del asegurador, ha dotado a la autoridad de control de cierto
poder discrecional en la formación del juicio valorativo que exige la graduación razonable de la
sanción y, en su caso, la pertinencia de la pena más severa. Las sanciones de mayor grado están
contempladas en el inc. d de la ley 20091 Ver Texto y consisten en la interrupción temporaria o
definitiva de la posibilidad de operar en el mercado de seguro. El legislador ha reservado la
pena mayor, esto es, la revocación de la autorización para funcionar, a dos hipótesis -
independientes de las contempladas en el art. 48 Ver Texto, incs. b y c, también de carácter
sancionatorio-, que son el "ejercicio anormal de la actividad aseguradora o disminución de su
capacidad económico-financiera" (art. 58 Ver Texto, inc. d). Del texto de la ley -especialmente
del uso de la conjunción disyuntiva "o", que denota diferencia, separación o alternativa- resulta
que basta la configuración de uno solo de estos supuestos para que el asegurador sea pasible de
la sanción. Ella no deriva con carácter necesario de un estado jurídico o de hecho alcanzado
por la entidad (como sería, por ejemplo, el caso de los incs. a o e del art. 48 Ver Texto), sino
que es decidida por la autoridad de control según un criterio de razonabilidad (art. 58 Ver
Texto, 1er. párr., in fine).

Por esos motivos, la estimación por parte del ente administrativo del presupuesto fáctico
definido por la norma, que abre la posibilidad de aplicar la solución prevista por la ley, contiene
un elemento fuertemente discrecional en el caso de "ejercicio anormal de la actividad
aseguradora", habida cuenta de que ningún patrón legal califica de modo exhaustivo el criterio
de "normalidad" que la Superintendencia de Seguros de la Nación debe exigir en resguardo del
objetivo primordial de protección de la fe pública que se ha señalado. Ciertamente, lo "regular"
es la actividad que responda a las disposiciones de las leyes específicas y a sus reglamentaciones

249
y, en el caso, la conducta que se adecue a las medidas dispuestas en el supuesto concreto por la
autoridad de control.

La frontera entre lo regular y lo anormal, a los fines de la aplicación de la grave sanción del art.
58 Ver Texto, inc. d, ley 20091, contiene una estimación subjetiva que se puede calificar como
libertad de apreciación legal -esto es, atribuida por la ley-, jamás extralegal o autónoma. En
atención al componente discrecional que se encuentra cuantitativamente más acentuado en el
caso de "ejercicio anormal de la actividad aseguradora", corresponde concluir que un
prolongado estado de déficit financiero, confirmado por una serie de incumplimientos de las
obligaciones exigibles, habilita razonablemente a tener por satisfecho uno de los presupuestos
fácticos del inc. d, art. 58 Ver Texto, ley 20091, aun cuando no se haya efectuado una
apreciación directa del estado patrimonial de la entidad; para la revocación de la autorización
para funcionar -y el ingreso ministerio legis en la etapa de disolución e inmediata liquidación
(art. 49 Ver Texto, 1er. párr., ley 20091)- no es necesaria la configuración del estado de
cesación de pagos o insolvencia, porque, en el caso, la compañía ha dirigido su esfuerzo a
impugnar el juicio sobre la "capacidad económica de la entidad" y no a demostrar un estado de
aceptable disponibilidad financiera; no hubo acreditado con suficiente convicción, por otra
parte, que en el período al cual se refiere el tema en litigio ni en otra etapa posterior le hubiera
sido posible revertir la prolongada situación financiera deficitaria. No son relevantes, tampoco,
las argumentaciones de la entidad aseguradora recurrente, respecto de sus créditos contra el
reasegurador, si ellos no se encontraban determinados y disponibles (Corte Suprema de Justicia
de la Nación, 13/12/1994, "Superintendencia de Seguros de la Nación, s./Situación
económico-financiera de La Concordia Compañía de Seguros S.A." -S. 477-XXIV-, LL 1997-
E-1028 (sum. 39.851).

También se ha resuelto que para evaluar la gravedad del déficit financiero de una compañía
aseguradora -a los fines de revisar la decisión de Superintendencia de Seguros de la Nación que
con tal fundamento le revocó la autorización para funcionar-, se debe considerar que el aspecto
financiero es parte del económico, de modo que las dificultades financieras fatalmente afectan
el patrimonio cuando son de cierta permanencia. Si en sus operaciones comerciales una
persona no es capaz de generar fondos líquidos para atender sus compromisos, necesariamente
la obtención de fondos afectará el patrimonio mediante la venta de bienes o las cargas que
pesarán sobre éstos. Por tanto, una aseguradora puede contar con un sólido patrimonio y, sin
embargo, ver comprometida su situación financiera.

Así, para la evaluación del déficit financiero de una compañía aseguradora a los fines
precitados, no se puede incluir entre las disponibilidades un crédito contra el Instituto
Nacional de Reaseguros cuyo monto no está efectivamente disponible para la acreedora, ni lo
estará a corto plazo; no se trata de sumas líquidas con las cuales la entidad pueda solventar
directamente sus compromisos.

Es inconducente, entonces, la alegación de nulidad de la resolución de la Superintendencia de


Seguros de la Nación que revocó la autorización para funcionar de la compañía de seguros
apelante, alegación fundada en que una acción de amparo iniciada se encuentra en grado de

250
apelación por ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso-Administrativo, pues
los deberes y atribuciones del Estado en ejercicio del poder de policía en materia aseguradora
no pueden ser enervados sino mediante una sentencia judicial que pone fin al amparo,
haciendo lugar a la acción, o la que traba una medida cautelar. Si ello no ha ocurrido, no hay
razones que justifiquen la suspensión del procedimiento (C. Nac. Com., sala A, 21/10/1996,
"La Hispano Argentina Cía. de Seguros S.A.", LL 1997-C-993, Síntesis, n_ 11.357; DJ 1997-2-
1140).

La Superintendencia de Seguros de la Nación es una entidad autárquica que tiene por función
el control de los aseguradores en toda la República en lo relacionado con su régimen
económico y técnico, en salvaguarda primordialmente de la fe pública y de la estabilidad del
mercado asegurador (confr. causa R. 411-XXII, "Reaseguradora Argentina S.A. v. Estado
nacional" Ver Texto, del 18/9/1990, ED 141-828). Por ende, es necesario reconocer a este
organismo no sólo facultades de control y decisión, sino también razonable amplitud para
apreciar los factores y datos técnicos que entran en juego en la materia, ya que es necesario que
la autoridad de control disponga de los medios indispensables para salvaguardar los fines que le
son propios y el bien común específico ínsito en la materia (Corte Suprema de Justicia,
23/2/1993, "Superintendencia de Seguros de la Nación, s./Infracción tarifaria de Sud América
Terrestre y Marítima" Ver Texto, ED 152-355; en análogo sentido, anteriormente, Corte
Suprema de Justicia, 19/8/1976, ED 69-291; confr. Fallos 296:183 Ver Texto).

El sistema creado por la ley 20091 Ver Texto, que tuvo por norte formar un todo orgánico con
la ley 17418 Ver Texto, implica arbitrar un sistema destinado a garantizar los intereses de los
asegurados, para lo cual se ha dado un amplio marco de actuación al órgano de contralor: la
Superintendencia de Seguros de la Nación.

Siguiendo los lineamientos de la legislación comparada, se le otorgan a esta institución


importantísimas funciones dirigidas a la regulación y control del mercado asegurador: como se
ha dicho, se trata de un aspecto más de la moderna concepción del derecho administrativo;
ante el crecimiento del Estado -aun desde el principio de subsidiariedad- se torna necesario el
otorgamiento de mayores prerrogativas y el correlativo problema de proteger adecuadamente al
particular frente a ellas (C. Apel. Civ. y Com. Mercedes, sala II, 3/10/1980, "La Aseguradora
del Oeste Cía. de Seguros S.A.", LL 1981-C-10, DJBA 120-134).

En materia aseguradora, la regulación estatal apunta a encauzar una actividad específica en la


cual confluyen intereses vinculados no sólo con las economías privadas, sino con la nacional, la
producción en general y la confianza pública, en razón de las cuales se ha instituído este
sistema de control permanente, que comprende desde la autorización para operar hasta la
cancelación. De ello se deduce la razonabilidad de las normas reglamentarias que imponen a las
aseguradoras la obligación de llevar su contabilidad en forma ordenada y de modo tal que
posibilite el ejercicio del poder de policía estatal en resguardo de la veracidad de las
operaciones asentadas y de la solvencia económico-financiera de las empresas del ramo, lo cual
implica que es deber de las aseguradoras no sólo contar con registros contables claros y
trasparentes, sino prestar al ente de control la colaboración necesaria para despejar toda duda

251
que pueda surgir de dichos registros y, más aún, para justificar cualquier operación que, a
criterio de aquél, presente aspectos equívocos. Por tanto, el descuido de la aseguradora en el
cumplimiento de su deber de llevar los registros en forma regular configura no sólo un
obstáculo real a la fiscalización, sino también el ejercicio anormal de la actividad aseguradora.
Para cuestionar la resolución en que se impuso la sanción (en el caso, la suspensión por 90 días
para operar en todas las ramas) no basta con la alegación de que no se ha demostrado nada al
respecto en la causa, sino que por un deber de colaboración no se debió haber limitado a una
actitud pasiva, sino que debió producir descargo y proporcionar los elementos necesarios para
dejar en claro aquello que no lo estaba (C. Nac. Com., sala A, 9/12/1995, "Unión de
Comerciantes Cía. de Seguros S.A." -de los fundamentos del dictamen del fiscal de cámara, que
la sala mencionada hizo suyos-, LL 1997-B-803 -sum. 39.390-).

Si bien los sucesivos aportes de capital efectuados por la aseguradora parecieran, en principio,
haber superado la situación deficitaria, subsiste otra causa consistente en la emisión irregular de
pólizas, paralelas o "en negro", que no permite determinar con certeza si los cálculos basados
en la emisión regular son fiables a fin de evaluar la condición real de la aseguradora, puesto que
la emisión no volcada en los libros no permite apreciar la extensión de los compromisos
asumidos, tanto frente a los asegurados y terceros interesados como hacia el fisco. No resulta
audible la alegación de la aseguradora recurrente, que intentó atribuir la culpa de tal situación a
la administración anterior, con olvido de que lo que se trata de juzgar es la actividad de una
persona jurídica. La mera negligencia o, más aún, el ocultamiento malicioso por parte de la
aseguradora en relación con aspectos tan trascendentes como los relativos a la emisión de
pólizas con sus consiguientes previsiones, y la existencia de compromisos exigibles por parte
de los asegurados impiden o, al menos, entorpecen la objetiva valoración de su situación
económico-financiera. Quien incurrió en actos contra legem que se analizan en esta causa no
debe ser admitido en el servicio público de la actividad aseguradora. El art. 43 Ver Texto,
CCom., impone a todo comerciante "llevar cuenta y razón de sus operaciones y tener una
contabilidad mercantil organizada sobre una base uniforme y de la que resulte un cuadro
verídico de sus negocios y una justificación clara de todos y cada uno de los actos susceptibles
de registración contable"; todas las operaciones que haga el comerciante se asentarán "día por
día y según el orden en que se vayan efectuando" (art. 45 Ver Texto), "estándole prohibido
alterar el orden progresivo de las fechas y operaciones que deben hacerse", lo cual coincide con
lo preceptuado por el art. 37 Ver Texto de la ley 20091, que impone a los aseguradores
"asentar sus operaciones en los libros y registros que establezca la autoridad de control [. . .]
con las formalidades que aquélla disponga" (dictamen del fiscal de cámara, que la sala hizo
suyo). No se puede soslayar al respecto que, al contestar la vista que le fuera conferida, la
aseguradora no intentó desvirtuar la ausencia de registración de operaciones, comprobada por
un inspector del ente de control, sino que se limitó a señalar la imposibilidad de comprobar
aquellas irregularidades, invocar la renovación de los integrantes del consejo de administración
y alegar la falta de perjuicio para los asegurados, extremos que no hacen sino confirmar la
incertidumbre emergente de la operatoria irregular de la aseguradora, la cual no puede atribuir
responsabilidad a sus administradores para exonerarse de las consecuencias de los actos
celebrados en su nombre por aquéllos. Y la cuestión relativa a la ausencia de perjuicio efectivo
sufrido por los asegurados no enerva tal situación, más aún cuando no permite aventurar las
consecuencias futuras del obrar descrito, que configura ejercicio anormal de la actividad
aseguradora (C. Nac. Com., sala E, "La Unión Agrícola Cooperativa de Seguros Ltda", LL
1997-C-205, DJ 1997-2-45).

252
Ya durante la legislación anterior a la ley 20091 Ver Texto se había expresado que conforme el
régimen legal de la Superintendencia de Seguros, ley 11672, art. 150 (t.o. 1961), resultaba no
sólo la existencia de extensas facultades de control y decisión de ese organismo, sino también
la necesidad de reconocerle una razonable amplitud para apreciar los complejos factores y
datos técnicos que entran en juego en la materia. La típica forma de producir en masa y la
función social del seguro exigen que la autoridad de control disponga de los medios
indispensables para proteger los fines que le son propios y el bien común específico ínsito en
ella. En el caso se consideró que atento el carácter de tarifa mínima uniforme que revestía la
autorizada por el ente de control (resolución 9128 ), el procedimiento aplicado por la
aseguradora, consistente en tomar a su cargo y no trasladar a sus asegurados los impuestos
internos relativos a los seguros, afectaría la solvencia técnica de la prima, ya que la estructura de
las tarifas autorizadas sólo contemplaba los conceptos clásicos, es decir, la incidencia siniestral,
los gastos de explotación y producción y los desvíos o ganancias; pero no se habían previsto
márgenes que permitiesen, eventualmente, absorber el porcentaje de impuestos, circunstancia
que, de producirse, implicaría afectar la solvencia técnica de la prima. La decisión recurrida se
fundó en las "normas de contabilidad" y en el criterio uniforme adoptado por la
Superintendencia de Seguros de la Nación, aconsejado por una práctica inveterada, por lo cual
las motivaciones del ente de control para fundar la medida dispuesta le otorgan adecuado
sustento objetivo que, conforme a las atribuciones del organismo, excluye la impugnación de
ilegalidad que adujo la recurrente (Corte Suprema, 21/10/1976, "Productores de Frutas
Argentinas Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, ED 70-195).

Aunque las resoluciones, dictámenes o conclusiones de las entidades administrativas que


gobiernan y controlan el seguro tienen su marco de actuación y validez, el Poder Judicial no
está constreñido, en su esfera de actuación, por aquellos actos (C. Nac. Com., sala B,
17/6/1964, ED 9-741).

56. Procedimiento.

El procedimiento para disponer la revocación se ajustará, como regla general, al establecido


por el art. 82 Ver Texto, con el recurso judicial previsto en el art. 83 Ver Texto.

La resolución administrativa autoriza a solicitar la administración o intervención judicial del


asegurador (art. 86 Ver Texto, según texto establecido por ley 24241, art. 155 Ver Texto, antes
examinado).

253
Existen supuestos en los cuales el procedimiento del art. 82 Ver Texto es incompatible con la
causal de disolución, como es el de liquidación forzada prevista en el art. 51 Ver Texto, esto es,
el procedimiento sustitutivo de la quiebra, en que la Superintendencia de Seguros considera
que no es aconsejable la reorganización; en este caso, la disolución la dispone el juez que
conoce en el procedimiento (art. 51 Ver Texto, último párrafo).

57. Efectos.

"La revocación de la autorización importa la disolución automática, y el asegurador debe


proceder a su inmediata liquidación" (art. 49 Ver Texto).

Se ha de tener presente que cuando la revocación es dispuesta por la Superintendencia de


Seguros, la liquidación se practicará con arreglo a los arts. 51 Ver Texto y 52 Ver Texto, según
sean los casos, esto es, que en todos los supuestos en que la disolución no sea voluntaria, el
asegurador no es liquidado por sus órganos sino por el procedimiento previsto en estas
disposiciones.

Jurisprudencia

Dado que la revocación firme de la autorización para funcionar importa la disolución de la


aseguradora y se debe proceder a su inmediata liquidación (art. 49 Ver Texto, ley 20091), la
norma del art. 186 Ver Texto de la Ley de Concursos (actual art. 196 Ver Texto, ley 24522),
referente a la percepción por parte de los dependientes de los salarios posteriores a la sentencia
de quiebra es, en tales casos, inoperable. La conclusión de un contrato de trabajo por
liquidación de una entidad aseguradora opera ministerio legis y no se puede asimilar a la
denuncia voluntaria reglamentada por los arts. 231 Ver Texto de la Ley de Contrato de
Trabajo, que impone al empleador la obligación de cursar preaviso. Por lo tanto, el
dependiente no puede exigir ser preavisado como si su principal se encontrara in bonis (C.
Nac. Com., sala B, 19/10/1988, ED 135-199).

(304) Para las diferencias entre una y otra, ver Bielsa, Derecho administrativo, 6ª ed., t. II, ps.
254 y ss. La concesión es una delegación que coloca al concesionario en el lugar de la
administración pública (p. 254); es "un acto administrativo -contrato de derecho público- por

254
el cual se atribuye a una persona, con el fin de que ella gestione o realice el servicio público
concedido, un poder jurídico sobre una manifestación de la administración pública" (p. 255).

-----------------------

X. Liquidación del asegurador

58. Generalidades.

La ley 20091 Ver Texto, que prevé distintas causales de disolución del ente asegurador, ha
completado el régimen legal propuesto con el de la "liquidación". Contempla tres hipótesis: 1)
liquidación por disolución voluntaria (art. 50 Ver Texto); 2) liquidación por disolución forzosa
(art. 51 Ver Texto); 3) liquidación cuando estén reunidos los requisitos para declarársele en
quiebra (art. 51 Ver Texto, in fine).

59. Liquidación voluntaria. Fiscalización.

En los supuestos en los cuales el asegurador dispone voluntariamente su disolución, la


liquidación se cumplirá por sus órganos naturales, sin perjuicio de la fiscalización de la
autoridad de control (art. 50 Ver Texto, primera parte).

Mas como es posible que el asegurador disponga la disolución voluntariamente, sea para evitar
la revocación de la autorización por otras causales y así incurrir en la liquidación forzosa (art.
51 Ver Texto), o para evitar que algún acreedor ocurra al procedimiento del art. 51 Ver Texto,
última parte, la ley ha previsto que si la protección de los intereses de los asegurados lo
requiere, la autoridad de control podrá solicitar al juez ordinario competente que la designe
liquidadora.

255
No obstante tratarse de la aplicación de una norma federal y por una autoridad administrativa
nacional, se ha preferido la competencia del juez ordinario por su mayor experiencia en la
materia y para más armonía de las disposiciones de los arts. 51 Ver Texto y 52 Ver Texto.

La decisión -agrega el art. 50 Ver Texto, en referencia a la medida judicial- será dictada con
citación del asegurador, en juicio verbal convocado a ese fin, y sólo será apelable con efecto
devolutivo.

La implantación de normas procesales para formular la petición se justifica por ser esenciales
para la rápida y eficaz sustanciación y para dar un régimen uniforme para todo el país; de lo
contrario estaría subordinado a las distintas reglas vigentes en cada una de las provincias, con
procedimientos que pueden conspirar contra la celeridad con que se debe proveer a la medida
para tornar efectiva la función que la ley ha tenido en vista.

Jurisprudencia

En el supuesto de liquidación voluntaria de una compañía de seguros, la iniciativa es tomada


por el propio ente asegurador, por lo cual, en principio, el procedimiento de liquidación se
hace por medio de los órganos naturales de la empresa, sin perjuicio de la fiscalización de la
Superintendencia de Seguros de la Nación. En esta hipótesis de liquidación, la autoridad de
control tiene una función subsidiaria, pues sólo puede tomar iniciativa en caso de inactividad
de la entidad en liquidación o en el supuesto de aparecer en peligro la protección de los
asegurados. En esta hipótesis puede la Superintendencia -con citación del asegurador- solicitar
al juez ordinario competente su designación como liquidadora (C. Apel. Civ. y Com. Mercedes,
sala II, "La Aseguradora del Oeste Cía. de Seguros S.A.", LL 1981-C-10, DJBA 120-134).

La pretensión de someter a control jurisdiccional la decisión de disolución voluntaria prevista


en el art. 50 Ver Texto, parte primera, de la ley 20091 carece de sustento legal; así como la
petición de aplicación del trámite establecido en la segunda parte de la norma, por cuanto no
hubo, en el caso, requerimiento en tal sentido de la autoridad de control.

Pero la suspensión de los pedidos de quiebra que tramitaran ante el juez de grado -como
consecuencia de la primigenia pretensión, que se rechaza- tampoco puede ser acogida: la
sistemática que para la liquidación establece la sección X de la ley 20091 Ver Texto no permite
inferir que exista un orden de prelación que privilegie la aplicación del art. 50 Ver Texto con
relación al siguiente.

Del fallo de primera instancia que la sala confirmó:

256
La situación a la cual se refiere el art. 50 Ver Texto, primera parte, de la ley 20091 (liquidación
por disolución voluntaria) alude a una actitud inequívocamente voluntaria del asegurador que,
desde el punto de vista de la técnica societaria, cuando se tratare de un sujeto de ese carácter,
no presenta diferencia de estructura con la causal contemplada por el art. 90 Ver Texto de la
Ley de Sociedades, 19550. Y el sometimiento a los jueces, de pretensiones puramente
voluntarias, cuando ello no esté impuesto en forma expresa por la ley, se presenta
flagrantemente improcedente. La decisión de la entidad aseguradora de disolverse de modo
voluntario no constituye, entonces, materia justiciable, si no hubo requerimiento en tal sentido
de la autoridad de control.

Pero lo antedicho no constituye obstáculo para la prosecución de los pedidos de quiebra


formulados contra dicha aseguradora, que sí tienen contemplado un procedimiento judicial
específico. Por lo demás, la disolución no es, en el régimen vernáculo, impedimento para la
eventual falencia (o situaciones análogas, si se han de respetar pruritos teñidos de fuerte
nominalismo, de la legislación sobre el régimen de superintendencia aseguradora). La ley
argentina adopta, para las relaciones entre la sociedad antes de la disolución y el mismo ente en
liquidación la técnica llamada de la identidad: la disolución funciona aquí como mero prius del
pasaje instantáneo y sin solución de continuidad al estado de liquidación, durante cuyo
trascurso la sociedad es la misma y mantiene su personalidad con entera vigencia de la totalidad
de sus atributos, a pesar de la subsecuente restricción del objeto social. Por ello, no se ve
impedimento de esencia para el eventual concurso de la sociedad en liquidación, pues la
coincidencia en el objeto liquidatorio no obsta a la subsistente especificidad, para el caso de
falencia, del desapoderamiento forzoso y la sujeción a un trámite (aquí sí) judicial orientado,
preponderantemente, a la observancia oficial de la pars condictio creditorum (C. Nac. Com.,
sala B, 18/3/1992, "Aseguradora Rural Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, ED 150-124).

Ante el cuestionamiento, efectuado por la aseguradora en liquidación voluntaria, respecto de


las medidas precautorias dispuestas por la Superintendencia de Seguros de la Nación en
ejercicio de las facultades conferidas por el art. 86 Ver Texto de la ley 20091 (prohibición de
realizar actos de disposición respecto de sus inversiones -a cuyo efecto se decretó la inhibición
general de sus bienes-, y de realizar actos de administración respecto de los fondos con que
contare a su disposición en la entidad que proporcionó el reaseguro), cabe sostener que las
atribuciones que le acuerda dicho artículo al ente de control de la actividad aseguradora no
deben ser interpretadas en sentido restrictivo, esto es, limitándolas a aquellas sociedades que se
encuentren en pleno funcionamiento. Cabe ahondar en la finalidad tenida en cuenta por el
legislador al establecer el control estatal de dicha actividad; se ha llegado a afirmar que las
empresas aseguradoras son una categoría intermedia entre las empresas meramente privadas y
las de servicios públicos y que tipifican emprendimientos que afectan los intereses públicos. Se
ha señalado que las características particulares que presenta el seguro, dentro de las cuales
resalta el comercio en masa, justifican la presencia de una autoridad de control que debe
extremar su celo a fin de que no resulten vulnerados los legítimos intereses de los asegurados y
que el contrato cumpla con el objeto -fin social- que debe satisfacer. A tal punto la ley
considera de fundamental importancia el cuidadoso control de lo atinente al cumplimiento del
deber de mantener incólume la garantía hacia los asegurados, que cabe concluir que el texto del
art. 31 Ver Texto de la ley 20091 es imperativo, norma que no concede una facultad, sino que

257
impone una obligación a la Superintendencia de Seguros, cuya omisión compromete la
responsabilidad del funcionario y del Estado; no es tampoco discrecional la imposición de
medidas cautelares. Tales principios deben servir de pauta que oriente acerca de la finalidad de
la ley 20091 Ver Texto: el principio de la liquidación voluntaria cede cuando así lo requiera el
interés de los asegurados, cuya protección está presente en todo el sistema normativo de la
precitada ley. Por ello, cualquier disminución en el patrimonio de las aseguradoras (y lo mismo
ocurre con la afectación de su capacidad financiera) habilita a su disolución forzosa. Es más: la
decisión societaria de no continuar operando torna más rigurosa la exigencia vinculada a la
aptitud económico-financiera de la entidad, porque la no concertación de nuevos contratos que
dieren lugar al consiguiente ingreso de primas deja tan sólo el patrimonio de la aseguradora
para hacer frente a los compromisos con los asegurados. Por ello, corresponde interpretar que
la atribución contenida en el art. 86 Ver Texto de la ley 20091 comprende a las sociedades en
proceso de disolución y liquidación voluntaria, sobre todo si el ente de control da cuenta de
una situación deficitaria (C. Nac. Com., sala C, 18/4/1996, "La Central del Plata Compañía de
Seguros S.A." -del dictamen del fiscal de cámara, que la sala hizo suyo-, DJ 1996-2-1194, fallo
11.307).

En el caso "I.A.B. Compañía de Seguros S.A., s./Concurso preventivo", la sala E de la C. Nac.


Com., en fallo de fecha 10/5/2000, sobre la base del art. 51 Ver Texto, ley 20091, que dispone
que "los aseguradores no pueden recurrir al concurso preventivo ni son susceptibles de ser
declarados en quiebra" (principio reiterado por el art. 2 Ver Texto de la ley 24522), y sin
perjuicio de manifestar que hubiese sido más adecuado, técnicamente, que la prohibición del
art. 51 Ver Texto se hubiera incluído en un principio más general, culmina expresando que
dicha prohibición alcanza a las compañías "disueltas voluntariamente"; en primer lugar, porque
del texto legal no surge distinción alguna y, asimismo, porque "la prohibición no se
circunscribe a la declaración de falencia, sino que se refiere también a la imposibilidad de
recurrir al concurso preventivo". La calificación del peticionario como "ex aseguradora"
tampoco permite considerarla excluida de dicha prohibición; ello, ya que la ley de E.S.C. la
incluyó bajo un subtítulo que también presupone la liquidación de la sociedad, bien que
forzosa, "sin que corresponda postular que las entidades que se encuentran en dicha situación -
por la imposibilidad de continuar operando en la contratación de seguros-" se hallan facultadas
para recurrir al remedio concursal. Por ello, concluye, no cabe afirmar que la prohibición del
art. 51 Ver Texto de la ley 20091 se circunscriba a los supuestos de liquidación forzosa. Las
sociedades que se disolvieron voluntariamente y están en proceso de autoliquidación
permanecen sujetas a la ley 20091 Ver Texto.

En análogo sentido se expidió la C. Civ. y Com. de Tres Arroyos, en autos "La Previsión,
Cooperativa de Servicios Agropecuarios, Sociales y Asistenciales, s./Concurso preventivo", del
18/4/2000, en los que manifestó que la entidad recurrente y solicitante del concurso
preventivo contrariaba sus propios actos, pues hasta casi dos años después de haber
modificado sus estatutos continuaba actuando en seguros y conservando su personalidad a
esos fines. No puede lograr tutela judicial la conducta de quien primero acata una normativa y
luego la desconoce, pretendiendo soslayar las consecuencias que derivan de una actuación de
tal naturaleza. Por ello, se rechazó el concurso preventivo solicitado (fallos inéditos).

258
60. Liquidación forzosa.

En los supuestos de revocación de la autorización para operar en seguros, por disolución que
impone la autoridad o la ley (es decir, en todos los supuestos del art. 48 Ver Texto, excepto la
disolución voluntaria del art. 50 Ver Texto) o cuando estén reunidos los requisitos para la
declaración de quiebra (art. 51 Ver Texto), se procede a la liquidación por medio de la
Superintendencia de Seguros.

Se dan así dos hipótesis, regidas por normas diversas: 1) liquidación por disolución forzosa
(art. 51 Ver Texto); 2) liquidación por procedencia de la quiebra (art. 51 Ver Texto, in fine).

61. Realización.

Cuando proceda la revocación de la autorización del art. 7 Ver Texto, por causa ajena a la
disolución voluntaria (art. 50 Ver Texto), la liquidación será asumida por la Superintendencia
de Seguros, "por medio de quien designe al efecto, con intervención del juez ordinario
competente" y con todas las facultades del síndico en las quiebras (ley 24522 Ver Texto).

En lo que se refiere a los contratos de seguros, el art. 52 Ver Texto distingue los de la rama
vida de los de las demás:

a) Los contratos que no son de la rama vida podrán ser rescindidos, con un preaviso de 15
días, notificando a los asegurados la rescisión por carta certificada con aviso de retorno. El
asegurador responde por los siniestros ocurridos ínterin, salvo que el asegurado celebre en
reemplazo otro contrato de seguro (art. 52 Ver Texto, 2º párr.).

b) "En los seguros de la rama vida dispondrá previamente la cesión de cartera, por licitación de
acuerdo con las bases que fije". Si tal cesión no fuere posible, se rescindirán los contratos
conforme a lo establecido en el punto anterior (art. 52 Ver Texto, 2º párr., in fine).

Se debe tener en cuenta: 1) que la responsabilidad en el plazo de preaviso también se aplica en


la rama vida, lo cual es obvio, pues el contrato subsiste hasta que se haga efectiva la rescisión;

259
2) que la salvedad del ap. a precedente (art. 52 Ver Texto, 2º párr.) es una excepción, fundada
en el art. 67 Ver Texto de la ley 17418, sobre pluralidad de seguros, que no se aplica en materia
de seguros sobre la vida.

Se consagra así, por el art. 52 Ver Texto, 2º párr., un régimen de excepción al de liquidación
"normal" de una empresa comercial, que debe cumplir los contratos concertados antes de su
disolución. Obedece a la peculiaridad de la explotación del comercio del seguro, porque
económicamente el asegurador actúa como mero intermediario entre la mutualidad de
asegurados y el siniestrado, y, cerrada la posibilidad de concretar nuevos contratos, la capacidad
económico-financiera del asegurador se halla radicalmente afectada. El distinto régimen para
los contratos sobre la vida respecto del establecido para los contratos de los demás ramos
obedece a las características de unos y otros.

Téngase en cuenta que la cesión de cartera aquí prevista no se aplica a los arts. 56 Ver Texto y
ss., que se refieren a la cesión convenida por el asegurador.

Jurisprudencia

En el caso de liquidación por revocación para operar en seguros, previsto en el art. 51 Ver
Texto, 1er. párr., de la ley 20091, realizada por la autoridad de control en alguna de las
situaciones que prevé el art. 48 Ver Texto de la misma ley, la Superintendencia de Seguros de la
Nación analiza la situación de la empresa, la juzga -sin perjuicio del régimen de recursos
administrativos y judiciales previsto en favor de la aseguradora- y, decretada la revocación,
asume la liquidación, por medio de quien designe y con intervención del juez ordinario
competente.

En el caso de liquidación de la compañía de seguros por disolución forzosa, el órgano judicial


que intervenga en ella debe partir de la decisión administrativa, sin poder analizar la
razonabilidad de ésta; el estado de liquidación no es materia de juzgamiento posible. En
cambio, debe analizar ese extremo el órgano jurisdiccional competente cuando entiende en el
recurso contra la resolución de liquidación dictada por la Superintendencia de Seguros de la
Nación. Pero, planteado uno de los recursos previstos contra la decisión de dicha
Superintendencia de Seguros, o la acción de rehabilitación, no cabe que el juez ordinario
provincial que actúa en la liquidación juzgue sobre el particular, atento a lo establecido en el
art. 83 Ver Texto de la ley 20091 (C. Apel. Mercedes, sala II, 3/10/1980, "La Aseguradora del
Oeste Cía. de Seguros S.A.", LL 1981-C-10, DJBA 120-134).

La parte financiera se extiende y se traslada a lo patrimonial cuando adquiere una cierta


permanencia, pues si los fondos liquidados no se generan por las operaciones de la empresa,
necesariamente se generarán a partir del patrimonio. La aseguradora puede contar con un
sólido patrimonio y, pese a ello, ver comprometida su situación financiera, esto es, no contar
con los fondos líquidos disponibles en lo inmediato para hacer frente a sus obligaciones.

260
No se puede afirmar que el saldo que se registra en favor de la aseguradora en la cuenta
corriente del Instituto Nacional de Reaseguros sea un fondo de inmediata disponibilidad, que
pueda ser tomado en cuenta en la determinación de su situación financiera, pues no se trata de
sumas líquidas con las cuales la entidad pueda solventar directamente sus compromisos (C.
Nac. Com., sala C, 10/5/1995, "Ancora Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, DJ 1995-2-505).

La Superintendencia de Seguros de la Nación es quien liquida a las aseguradoras y lo hace con


las atribuciones del síndico de la Ley de Concursos, que en las quiebras liquidativas es,
precisamente, un "liquidador". En modo alguno se puede extraer del texto legal que la
Superintendencia limita sus atribuciones (y deberes) a "proponer" o "designar" síndicos. Ella es
el síndico, aunque la actividad es desplegada mediante personas físicas delegadas, e interviene
en todo proceso liquidatorio, voluntario, judicial, o coactivo, de los aseguradores; como
síndico, reviste el carácter de órgano colaborador del tribunal judicial, el cual es la autoridad
máxima y quien tiene a su cargo la dirección del proceso.

El art. 51 Ver Texto de la ley 20091 prevé dos hipótesis de disolución forzosa. La primera es
aquella en que el proceso liquidatorio, consecuencia de la revocación de la autorización
concedida para operar, es asumido por la autoridad de control con intervención del juez
competente. La segunda se da cuando la autoridad de control no haya instado la liquidación
aludida precedentemente y, reunidos los requisitos de la declaración de quiebra, el juez
ordinario competente dispone la disolución y le encomienda la liquidación a la autoridad de
control. En ambos casos, la Superintendencia de Seguros, por imperio de lo dispuesto en el art.
64 Ver Texto, asume la condición de liquidador y, por ello, no le corresponde a ella
retribución, en el proceso, con que se remunera a los síndicos contadores o abogados en los
concursos comunes, pues tiene legalmente determinados los fondos con los cuales subvenir los
gastos de su funcionamiento (art. 81 Ver Texto, ley 20091), y entre ellos no se menciona la
posibilidad de cobrar honorarios por el desempeño de las tareas como autoridad de control en
las liquidaciones de aseguradoras.

En tales procesos liquidativos de aseguradores insolventes, el órgano liquidador, que es la


Superintendencia de Seguros, delega la realización concreta de las funciones legales respectivas
en personas físicas, empleados suyos o quienes así se desempeñan como funcionarios públicos,
expresando la voluntad del Estado en los límites de la respectiva competencia. La delegación
apuntada no quita el papel de liquidador a la propia Superintendencia, que permanece en él y
en la función con todos sus deberes, atribuciones y responsabilidades. Tal función atribuida a
dicho organismo, por ley, lo es en su calidad de "autoridad de control", razón por la cual se
trata de una función pública (arts. 51 Ver Texto y 64 Ver Texto), indelegable, que obviamente
deberá ser ejercida por la persona física de sus funcionarios. El art. 66 Ver Texto dispone que
la Superintendencia de Seguros de la Nación estará dotada del personal necesario para el
cumplimiento de sus funciones, integrado de preferencia en sus funciones técnicas por
graduados universitarios en ciencias económicas o derecho. En consecuencia, tales
profesionales, al ejercer la función liquidadora, no actúan como profesionales liberales, sino
como funcionarios públicos de la "autoridad de control" que, como tales, no pueden percibir

261
"honorarios", dado que la retribución de sus servicios sólo puede provenir de las
remuneraciones correspondientes a la relación de empleo público con dicho organismo de
superintendencia asegurativa (C. Apel. Civ. y Com. Rosario, sala 1ª, 4/7/1995, "Industria y
Comercio Cía. de Seguros S.A.", JA 1998-IV, Síntesis Ver Texto).

62. Impotencia patrimonial.

Los arts. 51 Ver Texto y 52 Ver Texto establecen un régimen especial para los entes
aseguradores en el supuesto de incapacidad patrimonial para afrontar sus obligaciones.

La ley ha instituido un régimen de liquidación y de reorganización de la empresa aseguradora


inspirado en buena parte en el sistema estadounidense de reorganización (305) .

"Los aseguradores no pueden recurrir al concurso preventivo ni son susceptibles de ser


declarados en quiebra" (art. 51 Ver Texto, 2º párr.). El pasivo más importante de estos entes
está constituido por las obligaciones respecto de los asegurados y sus derechohabientes;
además, autorizar la cancelación de estas obligaciones con moneda de concordato o de quiebra
afecta el prestigio mismo de la institución, conspira contra su difusión -como ocurrió
efectivamente en nuestro país-, en detrimento del desarrollo económico. De ahí la alta
conveniencia, si no la necesidad, de evitar en todo lo posible la liquidación falimentaria del ente
asegurador, sin que esto signifique la impunidad de los responsables de la situación de quiebra.
Además, si la autoridad de control aplica las atribuciones que la ley le confiere, la situación
patrimonial de quiebra no se podrá producir, salvo el supuesto de una crisis económica general
y sorpresiva, con retracción muy importante en la celebración de seguros.

63. Situación de los acreedores.

El art. 51 Ver Texto no excluye la actuación de los acreedores del asegurador. Al contrario,
presupone esa actuación, pues dispone que cuando están "reunidos los requisitos para la
declaración de quiebra" y no se haya iniciado la liquidación forzosa del primer párrafo de dicho
artículo, el juez ordinario competente dispondrá:

262
a) la disolución de la sociedad y su liquidación por la autoridad de control, cuando se den los
supuestos de los arts. 77 Ver Texto, incs. 2 y 3; 78 Ver Texto; 79 Ver Texto, y disposiciones
concordantes de la ley 24522; se debe tener presente la improcedencia de recurrir al concurso
preventivo ni someter al asegurador a las normas generales la quiebra (art. 51 Ver Texto, 2º
párr., ley 20091);

b) se deberán reunir los extremos de los arts. 82 Ver Texto y 86 Ver Texto de la ley 24522
cuando el asegurador solicite su propia quiebra; y los de los arts. 80 Ver Texto, 83 Ver Texto y
84 Ver Texto, de la misma ley concursal, si es a instancia de acreedor;

c) la liquidación voluntaria del art. 50 Ver Texto no impide la aplicación de este régimen
especial; sólo constituye excepción la liquidación forzosa, porque está sujeta, para su
realización, a las reglas de la liquidación falimentaria (art. 52 Ver Texto, ley 20091);

d) la petición se formulará ante el juez ordinario competente. La ley, no obstante tratarse de


empresas de seguros, que se hallan sujetas al control federal, mantiene la intervención de los
jueces locales (y, en la Capital Federal, la justicia nacional en lo comercial), con el fin de
conservar la unidad en la aplicación del sistema concursal -que estas disposiciones reemplazan-,
y dar intervención a jueces que por aplicación de la ley concursal tienen experiencia en la
interpretación de sus instrucciones.

Así como el Congreso de la Nación ha delegado en los jueces locales la aplicación de la Ley de
Concursos, ha podido hacerlo también con estas disposiciones.

Una vez que el juez compruebe que se hallan reunidos los extremos para la declaración de
quiebra conforme a las disposiciones citadas, y que no se inició la liquidación forzosa prevista
en el art. 51 Ver Texto de la ley 20091, dispondrá: que la Superintendencia de Seguros asuma la
disolución y liquidación forzosa por la Superintendencia de Seguros, que actuará con
intervención del juez competente (art. 51 Ver Texto, 1er. párr.). Tal asunción implica la
remoción, de pleno derecho, de los directores, administradores y síndicos de la entidad
aseguradora en liquidación.

Téngase en cuenta que este régimen no se aplica a los entes estatales, porque ni el Estado ni
sus reparticiones autárquicas son comerciantes, aun cuando realicen actos de comercio
(actividades de bancos, trasportes, etc.). En cambio, la disposición se aplica a las sucursales y
agencias de empresas extranjeras (art. 5 Ver Texto, ley 20091, y art. 36 Ver Texto del Tratado
de Montevideo de 1940).

La autoridad de control tiene, en tales casos, las atribuciones del síndico en las quiebras, debe
formular opinión fundada sobre los créditos sometidos a verificación (art. 35 Ver Texto, ley
24522). Asimismo, en su momento liquidará a la aseguradora según las normas de la Ley de

263
Concursos y Quiebras que resulten aplicables en función de la particular naturaleza de las
empresas de seguro y de las disposiciones de la ley 20091 Ver Texto.

Jurisprudencia

No son atendibles los agravios de la aseguradora contra la resolución de la Superintendencia de


Seguros de la Nación por la cual revocó la autorización para operar, fundada en que la
gravedad del déficit financiero y la imposibilidad de revertirlo tornaban encuadrable la
situación de la empresa en el art. 58 Ver Texto, inc. d de la ley 20091, si la recurrente no refuta
en forma alguna las circunstancias efectivas que tuvo en cuenta la Superintendencia para
considerar acreditada la situación deficitaria de la empresa y, por ende, la amenaza cierta para
los asegurados que, de no ser superado ese estado de impotencia patrimonial, encontrarán que
su garantía ha desaparecido. La afectada no negó, con el necesario rigor, el reproche
administrativo, limitándose a aducir que con la incorporación de nuevos accionistas había
comenzado un reordenamiento societario tendiente a regularizar la situación de la empresa y
que era intención de las nuevas autoridades superar el quebranto, a cuyo fin efectuó una
presentación ante la autoridad de control prometiendo la incorporación de bienes. Dicha
propuesta de reversión del déficit no hace sino confirmar que tal situación se encuentra
configurada, lo cual abona el juicio de valor efectuado por la administración sobre el punto. La
propuesta es, por otra parte, inadmisible, en tanto carece de concreción y no pasa de constituir
una mera enunciación de propósitos, nítidamente inidónea para dejar sin efecto el acto
recurrido. No se demostró, en consecuencia, que el quebranto se encontrase revertido, única
vía idónea para revocar la decisión del ente de control (C. Nac. Com., sala C, 12/10/1994,
"Chubut Cía. de Seguros S.A.", LL 1995-B-314, DJ 1995-I-876).

La hipótesis de liquidación por actuación de interesado ante la inactividad de la


Superintendencia de Seguros de la Nación presupone dicha inactividad; de allí que pueda
actuar cualquier interesado en obtener la liquidación del ente asegurador. En este caso es
necesario, por una parte, que no se haya iniciado la liquidación forzosa por "quien designe" la
autoridad de contralor y, por otra parte, que se encuentren reunidos los requisitos de la
quiebra. El interesado ocurre, entonces, ante el juez ordinario competente, quien, tomando la
iniciativa, "dispondrá la disolución de la sociedad y la liquidación". Pero esta tarea estará, no
obstante, a cargo de la autoridad de control (C. Apel. Civ. y Com. Mercedes, sala II, "La
Aseguradora del Oeste Cía. de Seguros S.A.", LL 1981-C-10, DJBA 120-134).

64. Situación de los administradores y gerentes.

El procedimiento sustitutivo de la quiebra no implica la impunidad de los responsables del


estado falimentario del ente asegurador: el art. 53 Ver Texto dispone que la Superintendencia

264
de Seguros "elevará al juez que conoció en la causa todos los antecedentes del asegurador, para
hacer efectivas respecto de sus administradores, directores, consejeros, síndicos, integrantes del
consejo de vigilancia y gerentes, las medidas previstas en la Ley de Concursos para el fallido en
el supuesto de culpa o fraude y, en su caso, les serán aplicables las penas previstas en el Código
Penal para el quebrado fraudulento o culpable".

La disposición buscaba dejar a salvo, en lo posible, los intereses generales y de los asegurados,
pero no establecer un régimen especial de lenidad para los responsables del descalabro
económico del ente asegurador. Al contrario, en estos entes, así como en los que administran
dineros o bienes ajenos (bancos, capitalización y ahorro, fondos de inversión, etc.), el régimen
penal debe ser más severo.

No obstante lo dicho, es de señalar que entre las reformas que respecto de la normativa que
contenía la ley 19551 Ver Texto estableció la nueva Ley de Concursos y Quiebras, 24522 Ver
Texto, se halla la eliminación de la calificación de conducta del fallido y de los terceros
involucrados en su accionar indebido, dejando el juzgamiento de los ilícitos en que pudieren
haber incurrido para que sean tratados por la justicia en lo penal.

El capítulo IX de la ley 24522 Ver Texto se limita a regular, en sus arts. 234 Ver Texto a 238
Ver Texto, la inhabilitación del fallido, su duración y sus efectos. Así, el fallido queda
inhabilitado desde la fecha de la quiebra (art. 234 Ver Texto, LCQ.), y cesa de pleno derecho al
cumplirse un año desde la fecha de la sentencia de quiebra, o desde que fue fijada la fecha de la
cesación de pagos conforme el art. 235 Ver Texto. Dicho plazo puede ser reducido o dejado
sin efecto por el juez de la quiebra, a pedido de parte y previa vista al síndico, si
verosímilmente, a criterio del magistrado, el fallido no estuviere prima facie incurso en delito
penal. La inhabilitación se prorroga o retoma su vigencia si el inhabilitado es sometido a
proceso penal y dura en este caso hasta que se dicte sobreseimiento o absolución, o, si mediare
condena, hasta el cumplimiento de la accesoria de inhabilitación que hubiera impuesto el juez
penal (art. 236 Ver Texto). El inhabilitado no puede, mientras lo sea, ejercer el comercio por sí
o por interpósita persona, ni ser administrador, gerente, síndico, liquidador ni fundador de
sociedades, asociaciones mutuales o fundaciones, ni integrar sociedades, o ser factor o
apoderado de ellas con facultades generales (art. 238 Ver Texto, LCQ.); sobre este último
aspecto se debe tener en cuenta lo establecido por la ley 20091 en su art. 9 Ver Texto.

65. Privilegio de los asegurados.

El art. 54 Ver Texto viene a llenar un vacío en nuestra legislación al regular el régimen de los
privilegios especiales en la liquidación de estos entes. Esta disposición legal prevé tres grados
especiales que, por su prelación, son:

265
a) primero, los gastos de liquidación, incluidos los devengados por la autoridad de control.
Equivalen a los gastos de justicia y son realmente créditos contra la masa, en el sentido del art.
240 Ver Texto de la nueva Ley de Concursos y Quiebras, 24522 (ex art. 264 Ver Texto de la
ley anterior).

b) los asegurados o los beneficiarios de la rama vida, por el capital o renta debidos (art. 143 Ver
Texto, ley 17418) o por las reservas matemáticas, gozan del "privilegio general" establecido por
el art. 246 Ver Texto de la ley 24522 (ex art. 270 Ver Texto), en el mismo grado que los
créditos mencionados en el inc. 1 del mencionado artículo y con igual extensión a la cual el art.
247 Ver Texto (ex art. 271 Ver Texto) de dicha Ley de Concursos y Quiebras otorga al capital
emergente de sueldos, salarios y remuneraciones;

c) los créditos por los siniestros producidos en los otros seguros.

65 (a).

Sobre el tema se plantea, según la Ley de Concursos y Quiebras, 24522, una cuestión de
particular importancia: en su art. 239 Ver Texto se expresa que "existiendo concurso, sólo
gozarán de privilegio los créditos enumerados en este capítulo"; y en el art. 241 Ver Texto, inc.
6, cuando se refiere al seguro, sólo menciona los arts. 118 Ver Texto y 160 Ver Texto de la ley
17418, guardando silencio respecto de la ley 20091 Ver Texto. ¿Significa ello que el art. 54 Ver
Texto de este último cuerpo legal ha quedado derogado? No pensamos así, por los siguientes
motivos:

a) Aun cuando el art. 52 Ver Texto de la ley 20091 establece que en los casos de liquidación de
la entidad aseguradora, sea voluntaria o forzosa, "la autoridad de control ajustará la liquidación
a las disposiciones de los concursos comerciales para las quiebras", lo cierto es que, como
señala Llambías (306) , para que se opere la derogación tácita de la ley anterior por la nueva, la
incompatibilidad de ésta respecto de la hasta entonces vigente debe ser absoluta, y no se dará
en tanto exista posibilidad de compatibilizar ambos textos.

En este caso no existe, a nuestro juicio, tal incompatibilidad absoluta por la sencilla razón de
que se trata de dos ordenamientos referidos a objetos distintos, que apuntan a diferentes
finalidades y a la protección de distintos intereses. Baste señalar que el art. 2 Ver Texto, inc. 2,
in fine, establece que no son susceptibles de ser declaradas en concurso las personas reguladas

266
por la ley 20091 Ver Texto, lo cual es, asimismo, confirmado por lo expresado en el art. 51 Ver
Texto, parte 2ª, 1er. párr., de la ley 20091, que dispone que los aseguradores no pueden recurrir
al concurso preventivo ni son susceptibles de ser declarados en quiebra.

b) La referencia que efectúa el art. 52 Ver Texto a la Ley de Concursos y Quiebras, pese a que
su texto habla de "disposiciones", aparece claro, a nuestro juicio, que está atendiendo a los
aspectos procesales de la liquidación, a fin de evitar la reiteración de normativas extensas que
ya estaban tratadas en otro cuerpo legal enfocado hacia análoga función. De lo contrario, si se
limitara a una lisa y llana aplicación de la Ley de Quiebras, no tendría sentido establecer que la
autoridad de control asumirá la liquidación y tendrá todas las atribuciones del síndico en las
quiebras.

c) El propio título del 2º párr. del art. 51 Ver Texto señala que se trata de un "procedimiento
sustitutivo de la quiebra".

Estas cuestiones ponen de manifiesto, por una parte, los inconvenientes que se generan,
habitualmente, cuando se recurre al sistema de la "ley en blanco", en referencia a una
normativa diferente que, si es reformada, puede variar tanto en su contenido como en la
numeración de los artículos a los cuales hace mención la remisión.

Además, cabe señalar, como ya ha sido hecho (307) , que precisamente por tratarse de
privilegios que deberán ser ejercidos en un procedimiento distinto del de la quiebra, la mención
que el art. 241 Ver Texto, inc. 6, efectúa a los privilegios de los arts. 118 Ver Texto y 160 Ver
Texto de la ley 17418 resulta equivocada, por el lugar elegido para hacer tal referencia, porque
las empresas aseguradoras, conforme al art. 51 Ver Texto, ap. 2, 1er. párr., no entran dentro del
régimen de la quiebra (sólo se estipula una aplicación supletoria -art. 52 Ver Texto, 1er. párr.,
LESC.- que, obviamente, se limita a los aspectos procesales no modificados por la ley 20091
Ver Texto, pero que no puede alterar los principios propiamente asegurativos y mucho menos
el especial régimen de privilegios de esta ley), por lo cual no se advierte entonces con qué
motivo son incluidos en dicha norma (que, por otra parte, muestra -si se piensa en una
legislación que pretenda guardar coherencia entre sus diversos ordenamientos- que el legislador
incurrió -afortunadamente- en el olvido del art. 54 Ver Texto de la ley 20091). La referencia al
art. 52 Ver Texto antes señalada, debe ser interpretada, a nuestro juicio, en la forma aquí
propuesta, pues de lo contrario no resultaría explicable el establecimiento de un régimen
especial de privilegios y una aplicación de otra ley que, aunque supletoria, se considerase como
prevaleciente respecto de lo establecido en la 20091 Ver Texto.

La mención que de los arts. 118 Ver Texto y 160 Ver Texto de la ley 17418 realiza el art. 241
Ver Texto, inc. 6, de la ley 24522, resulta, entonces, inoficiosa (pues las aseguradoras han sido
puestas fuera de los concursos y quiebras) y susceptible de generar confusiones, además de que
daría lugar a que alguien pretendiera, dentro de la liquidación de una aseguradora, sostener que
los privilegios de la ley 20091, art. 54 Ver Texto, se encuentran derogados tácitamente, y

267
resultar así atacados, entre otros, nada menos que los derechos de los asegurados de la rama
vida (art. 54 Ver Texto, inc. a, ley 20091), aun sobre la reserva matemática existente a ese
momento. Tal parece que el legislador olvidó la existencia de la ley 20091 Ver Texto en esta
parte.

66. Penas.

La ley 20091 Ver Texto subsanó la grave omisión que presentaba el régimen anterior: su
carencia de sanciones adecuadas, que dejó a la autoridad de control huérfana de remedios
idóneos en los supuestos de violaciones graves del régimen de fiscalización.

La ley establece un régimen que confiere a la Superintendencia de Seguros facultades efectivas


para el control buscado por ella, limitando su ejercicio dentro de límites claros y precisos, para
evitar el abuso. Tal régimen se integra por sanciones que regula en los arts. 58 Ver Texto a 63
Ver Texto. Estas penas son aplicables a los aseguradores (art. 58 Ver Texto), a los
intermediarios (arts. 59 Ver Texto y 60 Ver Texto), a los peritos y liquidadores (art. 59 Ver
Texto) y a quienes actúen como aseguradores sin hallarse autorizados (art. 61 Ver Texto).

(305) Ver Rossi, Guido, Il fallimento nel diritto americano, 1956, Padova.

(306) Llambías, Jorge J., Derecho civil, Parte general, t. I, nº 60 b, p. 62.

(307) Ponencia del Instituto de Derecho de Seguros del Colegio de Abogados de San Isidro, en
las VII Jornadas Nacionales de Derecho de Seguros (Río Hondo, Santiago del Estero, junio de
1996).

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268
A) Aseguradores

67. Tipificación.

El art. 58 Ver Texto regula las sanciones aplicables a los aseguradores fijando los elementos de
la infracción (o, si se prefiere, los presupuestos para la aplicación):

a) que exista infracción a la ley, o a las reglamentaciones previstas por ella, o a las medidas
dispuestas en su consecuencia por la autoridad de control;

b) que de ello resulte el ejercicio anormal de la actividad aseguradora, o una disminución de la


capacidad económico-financiera del asegurador, o un obstáculo real a la fiscalización;

c) el asegurador no podrá alegar la culpa o dolo de sus funcionarios o empleados para excusar
su responsabilidad. Este agregado se introdujo a causa de la eliminación de las sanciones
aplicables personalmente a los administradores, gerentes, etc. (existente en otras legislaciones).
Se juzgó que en nuestro medio, con sanciones tan importantes, y dadas las peculiaridades de la
comercialización actual, dificultaría la depuración indispensable, porque los hombres honestos
y capaces vacilarían en aceptar tan pesada responsabilidad.

68. Penas.

Las penas generales previstas son tres: a) llamado de atención; b) apercibimiento; c) multa
desde el 0,01% hasta el 0,1% del total de primas y recargos devengados -neto de anulaciones-
en el ejercicio económico anterior, no pudiendo ser inferior al 0,5% del capital mínimo
requerido (texto de este último inciso, conforme al art. 155 Ver Texto de la ley 24241).

Las penas especiales son las de suspensión de hasta 3 meses para operar en una o más ramas
autorizadas, y la de revocación de la autorización para operar como asegurador, en los casos de
ejercicio anormal de la actividad aseguradora o disminución de su capacidad económico-
financiera.

269
La revocación de la autorización se aplica como pena también para el supuesto del art. 31 Ver
Texto (disminución del capital mínimo por cualquier pérdida que no se regularice -art. 48 Ver
Texto, inc. b-), o cuando el asegurador no funcione según sus estatutos, con las condiciones de
la autorización, o con el art. 4 Ver Texto, o no proceda a la exclusión de los impugnados de
acuerdo con el art. 9 Ver Texto, después de aplicadas las multas previstas en esa disposición
(art. 48 Ver Texto, inc. c).

Los demás supuestos de revocación previstos en el art. 48 Ver Texto no funcionan como pena,
sino como consecuencia de un estado jurídico (disolución, liquidación forzosa) o de hecho (no
explotación efectiva del comercio -art. 48 Ver Texto, inc. a-).

B) Intermediarios

69. Tipificación.

En nuestro medio, en principio, los aseguradores realizan la comercialización del seguro con
auxiliares no dependientes, que reciben las más diversas denominaciones. Tanto en lo que se
refiere a la celebración del contrato (art. 53 Ver Texto, ley 17418) como para fijar el "deber
profesional" (art. 55 Ver Texto, ley 20091) o para reprimir los actos de inconducta (arts. 59 Ver
Texto y 60 Ver Texto, ley cit.) se emplean las expresiones genéricas con el fin de englobar a
todos quienes intermedian en el comercio del seguro -esto es, sin un vínculo de dependencia
con el asegurador porque, si existe, el sancionado será éste (art. 58 Ver Texto, in fine, ley
20091)-.

En consecuencia, los sujetos de las sanciones son "los productores, agentes, intermediarios [. .
.] no dependientes del asegurador" (art. 59 Ver Texto).

Las infracciones reprimidas por el art. 59 Ver Texto de la ley 20091 deben consistir, según este
artículo y el art. 55 Ver Texto de la misma ley, de:

1) incumplimiento de las disposiciones legales;

270
2) infracción a los principios técnicos aplicables a la operación en que intervienen;

3) no actuar con diligencia y buena fe;

4) no suministrar los informes que les requiera la autoridad de control en el ejercicio de sus
funciones.

Sin perjuicio de lo dispuesto por la ley 20091 Ver Texto, posteriormente se dictó la ley 22400
Ver Texto, que regula la actividad de intermediación en el seguro y establece que ésta se podrá
ejercer según las siguientes modalidades de actuación: a) productor-asesor directo; b)
"productor-asesor" organizador (art. 2 Ver Texto). Para el ejercicio de la actividad de
productor-asesor de cualquiera de las categorías precedentes, se deberá estar inscrito en el
registro creado por dicha ley, previo cumplimiento de los requisitos establecidos (art. 4 Ver
Texto). Las personas no inscritas no tienen derecho a percibir comisión ni remuneración
alguna si concertaren algún contrato de seguro (art. 7 Ver Texto), y les está vedado inscribirse
posteriormente (art. 8 Ver Texto, inc. g). El art. 10 Ver Texto establece las funciones y deberes;
en cuanto a las sanciones, se remite a los arts. 10 Ver Texto, 59 Ver Texto y 60 Ver Texto de la
ley 20091. Se puede ver este tema con mayor amplitud en el capítulo III de esta obra, referido a
los intermediarios.

70. Penas.

Las penas aplicables a los productores, agentes o intermediarios, cuando violen las normas del
art. 55 Ver Texto (desempeñarse conforme a las disposiciones legales y a los principios
técnicos aplicables a la operación en la cual han intervenido; actuar con diligencia y buena fe),
o no suministren los informes que les requiera la autoridad de control en el ejercicio de sus
funciones, son:

a) llamado de atención;

b) apercibimiento;

c) multa hasta de $ 5.000.

271
La pena se graduará de acuerdo con las funciones del infractor, la gravedad de la falta y la
existencia de reincidencia. Los responsables serán solidariamente obligados al pago de la multa.
La multa no pagada se trasformará en arresto, a razón de un día de arresto por cada $ 40, pero
no puede exceder de 60 días. A los aseguradores les está vedado pagar las multas impuestas.

d) inhabilitación de hasta 5 años. Los aseguradores no podrán abonar retribución alguna


cuando se disponga la inhabilitación.

Jurisprudencia

Intermediar en operaciones de una entidad aseguradora no autorizada a concertar operaciones


de seguros en el país constituye una clara infracción a las disposiciones legales, que determina
la aplicación de las sanciones contenidas en el art. 59 Ver Texto de la ley 20091 (C. Nac. Com.,
sala E, 27/8/1996, "Valencia, Manuel F.", LL 1997-C-994, Jur. Agr., n_ 11.541; DJ 1997-2-
1067).

71. Caso especial.

El art. 60 Ver Texto prevé un supuesto de inconducta que se ha creído necesario sancionar
especialmente, ante la interpretación del art. 173 Ver Texto del Código Penal, que se podrá
adecuar a otros supuestos, pero que en materia de los intermediarios del seguro -señalaba el
autor de esta obra- ha contribuido no poco a la corrupción del comercio del seguro y a su
desprestigio entre los asegurados.

Dispone el art. 60 Ver Texto de la ley 20091: "Los productores, agentes y demás intermediarios
que no entreguen a su debido tiempo al asegurador las primas percibidas, serán sancionados
con prisión de 1 a 6 años e inhabilitación por doble tiempo al de la condena".

Se trata, pues, de un delito, y el agente es cualquier intermediario. La infracción consiste en no


entregar a su debido tiempo, esto es: 1) la no entrega -actitud pasiva-, sin necesidad de
emplazamiento previo o actividad alguna del asegurador; 2) a su debido tiempo, que se debe
entender según la vinculación que tenga con el asegurador o para que el contrato al cual se
refiere el pago adquiera la vigencia convenida entre asegurador y asegurado (se tendrá en
cuenta el régimen de la mora: art. 509 Ver Texto, CCiv., conforme a la reforma de la ley 17711
Ver Texto).

272
Sobre este tema se ha planteado el interrogante de la subsistencia del precepto, atento a lo
establecido por la ley 20509 Ver Texto, que dejó sin efecto las disposiciones por las cuales se
hayan creado o modificado delitos o penas de delitos, ya existentes, que no fueron sancionadas
por el Congreso Nacional (308) . Analizamos el problema más adelante en el parágrafo 110 (a).

C) Peritos y liquidadores

72. Control de conducta.

Cuanto se expresó acerca de la importancia del intermediario en la comercialización se puede


extender al perito y al liquidador, por la trascendencia de su intervención en la determinación
del daño indemnizable: señala el autor de esta obra que su inconducta o la complacencia con
los intereses del asegurador que lo emplea con frecuencia contribuyen, en forma notable, al
desprestigio de la institución, porque el asegurado se siente defraudado al no lograr
injustamente el resarcimiento que se le debe, no obstante haber pagado por él.

La ley 20091 Ver Texto le confiere a Superintendencia de Seguros atribuciones expresas de


fiscalización de la conducta de peritos y liquidadores no dependientes del asegurador, en la
forma y por los medios que estime procedentes, y en virtud de ello conocer en las denuncias
que se formulen y sancionar las infracciones (art. 67 Ver Texto. inc. f ).

Asimismo, y en uso de tales facultades, la Superintendencia de Seguros de la Nación ha dictado


la resolución general 26385/98 , que crea el Registro de Liquidadores de Siniestros y Averías y
regula la actividad de ellos en todo el territorio de la República Argentina, para lo cual establece
las obligaciones propias de tal función y las sanciones por su incumplimiento (hace especial
remisión al art. 59 Ver Texto de la ley 20091, aplicable a estos colaboradores de la actividad
aseguradora), y enumera las inhabilidades establecidas para ejercer la función de liquidador. El
régimen se analiza más detalladamente en el capítulo en que se trata esta figura.

273
D) Aseguradores no autorizados

73. Represión.

Quien no conozca las peculiaridades del seguro en nuestro país se puede sorprender ante
disposiciones legales como las de los arts. 3 Ver Texto y 61 Ver Texto de la ley 20091. Un
mínimo de respeto a la ley y una justicia represiva eficaz e inteligente hubieran hecho
innecesarias reglas como las apuntadas.

El art. 61 Ver Texto reprime las actividades de quienes no están autorizados a operar en
seguros y prevé dos tipos de infracciones:

1) el anuncio directo o indirecto en cualquier forma o el ofrecimiento de celebrar operaciones


de seguro sin hallarse autorizado se castiga con multa de hasta $ 50.000;

2) la celebración de contratos de seguro sin la debida autorización se castiga con una multa que
alcanza al doble de la mencionada en el punto anterior, sin perjuicio de la responsabilidad en
que incurran respecto de la otra parte en razón de la nulidad, por lo cual, en caso de siniestro,
éste deberá ser indemnizado como si el contrato fuera eficaz. Si se anula antes del siniestro, se
deberá reembolsar la prima pagada (ver parágrafo 98).

73 (a).

Se debe así distinguir si quien realiza el seguro es un asegurador autorizado, que se aparta de la
póliza aprobada, o bien alguien que carece de toda estructura e idoneidad técnico-económica.

En la primera hipótesis, se estará ante un caso de ejercicio anormal de la actividad aseguradora,


procediendo la sanción del art. 58 Ver Texto, LESC, graduada según la importancia del caso.

En la segunda, en cambio, se aplica la norma del art. 61 Ver Texto, que establece no sólo la
nulidad del contrato celebrado, sino una multa. La sanción a aplicarse debe ser ejemplarizante,

274
ya que se está entregando un producto viciado, que coloca a la relación fuera del ámbito del
seguro y se interna en el campo del puro azar. Por ello es menester desalentar este tipo de
anomalías, que atentan contra la función técnico-económica del sistema, los intereses de
quienes necesitan del amparo asegurativo y aun contra la imagen social del seguro.
Corresponde, entonces, penar severamente tales desvíos.

74. Directores, gerentes, síndicos, etc.

Las sanciones se extienden a los directores, administradores, síndicos o integrantes del comité
de vigilancia, en su caso, y gerentes de la sociedad anónima, cooperativa o mutual de que se
trate, quienes serán solidariamente responsables por las multas y consecuencias de la nulidad
de los contratos celebrados. Si se tratare de sociedad de otro tipo, la responsabilidad solidaria
se extenderá, además, a todos los socios.

Si la infracción fuese cometida por una sucursal o agencia de sociedad extranjera, la


responsabilidad corresponderá al factor, gerente o representante.

Téngase en cuenta que, para todos los casos, la disposición del art. 61 Ver Texto prevé:

1) que la multa no pagada se convertirá en arresto, a razón de un día por cada $ 40; no puede
exceder de 6 meses;

2) que la sanción lleva consigo la de inhabilitación prevista en el art. 59 Ver Texto, esto es,
hasta 5 años, con la consecuencia de que no se podrá percibir remuneración alguna de
cualquier otro asegurador.

Cuando el ente dedicado a operaciones que se ha juzgado que deben ser sometidos al régimen
de control no cumple con la decisión firme, se aplican las sanciones del art. 61 Ver Texto.

E) Ejercicio de las sanciones. Represión penal

275
75. Multa.

Las multas se deben pagar en el término de 10 días de hallarse firme la resolución definitiva de
la autoridad de control. En caso de no verificarse el pago, la Superintendencia de Seguros lo
perseguirá judicialmente (art. 62 Ver Texto).

Impuesta la multa, el órgano de control podrá solicitar embargo preventivo sobre bienes del
infractor (art. 86 Ver Texto, 1er. párr.), siendo competente el juez en lo civil y comercial federal
de la Capital Federal, quien también lo será para el cobro judicial; la boleta de deuda que
extienda la Superintendencia de Seguros constituirá título ejecutivo hábil (art. 81 Ver Texto,
párrafo titulado "Cobro judicial"). El inc. d del art. 81 Ver Texto establece que la falta de pago
oportuno de las multas devengará automáticamente un recargo del 2% mensual, lo cual es
reiterado en el Reglamento General, art. 81.2 Ver Texto.

76. Suspensión.

En los casos en que proceda la suspensión del asegurador, la Superintendencia de Seguros la


hará efectiva con las medidas consiguientes, necesarias para el caso (designación de
administrador o interventor), con intervención judicial.

Hasta tanto quede firme la suspensión dispuesta, la Superintendencia de Seguros puede


solicitar esas medidas con carácter precautorio, y el tribunal de alzada (la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal, según el art. 83 Ver Texto) decidirá en
cuanto a la urgencia y necesidad de la medida (art. 86 Ver Texto).

77. Revocación.

Cuando se dispone la revocación, la Superintendencia de Seguros procederá conforme al art.


51 Ver Texto.

276
Hasta tanto quede firme la decisión, podrá solicitar la designación de administrador o
interventor judicial, según el art. 86 Ver Texto, 2º y 3er. párrs.

78. Otras penas.

El art. 63 Ver Texto aclara que "las sanciones aplicables por esta ley no excluyen las que
puedan corresponder por delitos previstos en el Código Penal u otras leyes". Se resuelve así la
concurrencia de las infracciones al régimen de control con las de las leyes penales comunes y la
aplicación de las sanciones previstas por unas o por otras. No se trata de duplicar la pena que
corresponda a un solo hecho, sino de violaciones de distinta naturaleza reprimidas en los
ámbitos respectivos.

Agrega el art. 63 Ver Texto que "cuando la autoridad de control comprueba la existencia o
comisión de hechos que puedan constituir delito, lo pondrá en conocimiento del juez en lo
penal competente, con remisión de testimonio de los antecedentes que correspondan".

Se debe tener en cuenta que la Superintendencia de Seguros se puede constituir en parte


querellante en el proceso penal (art. 67 Ver Texto, último párrafo).

79. Procedimiento. Generalidades.

La ley 20091 Ver Texto establece un sistema idóneo de sanciones, ya analizado, y un


procedimiento de aplicación que suministra garantías al asegurador al estructurar un régimen
de apelación adecuado, según se trate de resoluciones particulares o de resoluciones generales,
y medidas precautorias.

A) Decisiones de carácter particular

277
80. Procedimiento.

El art. 82 Ver Texto organiza el procedimiento administrativo para las decisiones de carácter
particular, el cual se debe aplicar teniendo en cuenta las disposiciones de los arts. 67 Ver Texto,
incs. a, e y f, y 68 Ver Texto a 73 Ver Texto.

Cuando a causa de la aplicación de las facultades de control resulten observaciones o


imputaciones contra un ente asegurador, o intermediario, o perito o liquidador, o persona que
ofrezca u opere en seguros sin autorización, la Superintendencia de Seguros procederá a la
sustanciación del proceso administrativo, conforme a las siguientes reglas, enumeradas por el
art. 82 Ver Texto:

a) El sumario será instruido por el superintendente de Seguros o el funcionario en quien


delegue la sustanciación.

b) Correrá traslado de esas observaciones o imputaciones a los afectados responsables o


imputados, por el término de 10 días hábiles.

c) Al contestar el traslado, los responsables o imputados, además de enunciar todas las


defensas, deberán: 1) acompañar toda la prueba instrumental, o indicar el expediente, oficina o
registro notarial en donde se halle; 2) indicar la prueba testimonial que emplearán,
individualizando los testigos (esto es, nombre, apellido, domicilio, profesión), con enunciación
sucinta de los hechos sobre los cuales depondrán; 3) indicar los demás medios de prueba que
emplearán (v.gr., peritos) y su objeto; 4) proponer la prueba pericial y los puntos de pericia,
indicando la especialización que ha de tener el perito.

d) La autoridad que instruye la causa administrativa puede desechar cualquier prueba ofrecida o
indicada, por resolución fundada, que es irrecurrible; pero el interesado podrá reproducir su
petición en la alzada, y si fuera admitida, en la misma resolución se dispondrá la recepción de
esa prueba por la Superintendencia de Seguros. Remitidas las actuaciones, dentro del tercer día,
la Superintendencia recibirá la prueba y devolverá el expediente a la alzada, dentro de los 3 días
de producida (art. 82 Ver Texto, in fine).

278
e) Evacuado el traslado e indicadas y aceptadas las pruebas en la forma señalada en los
parágrafos sub b y c precedentes, se producirán las pruebas en un plazo que no exceda de 20
días hábiles.

La prueba se producirá con intervención de las partes, esto es: no se pueden recibir con
exclusión del ente o persona imputada. Se debe juzgar que son partes en la causa
administrativa, con el alcance, derechos y garantías que esta calidad tiene en el derecho
procesal, que traduce la garantía de la defensa en juicio (art. 18 Ver Texto de la Constitución).

Se sustanciará en audiencia pública. Las audiencias serán reservadas sólo cuando la parte así lo
solicite y no exista interés público en contrario. Esto es: que se prescindirá de la audiencia
pública sólo cuando concurran esos dos requisitos.

La audiencia pública tiene una doble función: poner límite a la discrecionalidad y aun al
eventual abuso del funcionario instructor de la causa; y la publicidad, para amparo del interés
público, a fin de hacer conocer la conducta de los aseguradores y la eficacia del control estatal.

f ) El art. 82 Ver Texto dispone que en la primera audiencia, siempre que se reputara
procedente la prueba pericial ofrecida, se determinarán los puntos de pericia y se procederá al
sorteo de un perito único que se desinsaculará de las listas que anualmente confeccionará el
tribunal de alzada, integrada por actuarios, contadores públicos y profesionales universitarios
especializados en la materia. En el supuesto de que no se hayan confeccionado esas listas, se
solicitará al tribunal de alzada que lo designe, a cuyo efecto la Superintendencia de Seguros
oficiará indicando la materia de la pericia y los puntos propuestos.

Presentada la pericia, la Superintendencia, a pedido de parte o para mejor proveer, podrá citar
al perito para dar explicaciones, que serán consideradas en una audiencia designada al efecto, o
bien dada por escrito, según lo disponga la autoridad de control, atento a las circunstancias del
caso.

g) Si se ha ofrecido prueba de informes, la Superintendencia tendrá las mismas facultades


acordadas a los jueces por el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.

h) En el mismo plazo probatorio, el funcionario instructor podrá disponer cualquier medida de


prueba, citar y hacer comparecer testigos, obtener informes y testimonio de instrumentos
públicos o privados y hacer producir pericias de cualquier naturaleza.

Al efecto podrá emplear las facultades que le dan los arts. 68 Ver Texto a 73 Ver Texto:
recabar la exhibición general de la contabilidad y documentación complementaria; hacer
compulsas, arqueos y verificaciones (art. 86 Ver Texto); requerir declaraciones juradas (art. 69

279
Ver Texto, 2º párr.); requerir órdenes judiciales de allanamiento y el auxilio de la fuerza pública
si halla resistencia para ejercer sus atribuciones (art. 73 Ver Texto); secuestrar documentos que
juzgue conducentes para sus tareas de fiscalización (art. 73 Ver Texto, in fine).

i ) Todas las resoluciones que sean dictadas durante la sustanciación son irrecurribles; pero el
tribunal del alzada puede conocer de las cuestiones si se reproducen ante él.

j ) Terminada la recepción de la prueba, las partes afectadas, responsables e imputados pueden


presentar un memorial sobre la prueba dentro de los 5 días hábiles.

k) El superintendente de Seguros dictará resolución definitiva, que debe ser fundada, dentro de
los 15 días hábiles. Si no se pronuncia en ese término, cabe un recurso de queja ante el tribunal
de alzada: la ley no lo establece expresamente, pero resulta del sistema mismo y del plazo
otorgado para resolver (309) .

81. Recursos.

La decisión así alcanzada es revisible por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial


de la Capital Federal, según el art. 83 Ver Texto (salvo las decisiones previstas por los arts. 6
Ver Texto y 7 Ver Texto, inc. g), recurribles ante el Poder Ejecutivo nacional.

Las personas físicas, sociedades y asociaciones domiciliadas en el interior, que no sean


aseguradores autorizados ni estén gestionando ante la Superintendencia de Seguros la
autorización para operar, podrán optar por recurrir ante la Cámara Nacional de Apelaciones en
lo Federal y Contencioso Administrativo de la Capital Federal, opción que deberán efectuar al
interponer el recurso.

Según el art. 83 Ver Texto:

a) El recurso será interpuesto ante la Superintendencia de Seguros, en el plazo de 5 días hábiles


desde la notificación, con memorial en el cual serán expuestos los fundamentos y, en su caso,
reproducidos los agravios motivados por las decisiones adoptadas durante el procedimiento
administrativo, como también por las que desecharon pruebas que las partes reputen
pertinentes. Si el recurso no fuese fundado, será declarado desierto.

280
b) La Superintendencia de Seguros concederá o denegará el recurso dentro de los 5 días hábiles
y, en su caso, elevará el expediente dentro de los 5 días hábiles siguientes.

c) El recurso será concedido en relación y en ambos efectos; excepto en el caso de los arts. 31
Ver Texto (disminución de capital mínimo por pérdidas; plan de regularización y saneamiento;
indisponibilidad de inversiones; orden al asegurador de abstenerse de celebrar nuevos
contratos por haber alcanzado la disminución del capital mínimo un 30%) y 44 (suspensión o
limitación a la distribución de utilidades o excedentes por mediar observaciones al balance que
hayan tenido por resultado suprimirlos o disminuirlos), en los cuales el recurso procederá al
solo efecto devolutivo.

d) La Cámara de Apelaciones dictará sentencia dentro de los 15 días hábiles.

Esta decisión sólo es pasible del recurso del art. 14 Ver Texto de la ley 48 (art. 84 Ver Texto,
ley 10091) y del de arbitrariedad, creado por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación.

Jurisprudencia

La asimilación de la Superintendencia de Seguros de la Nación a un juez de primera instancia -


el cual, ciertamente, no emite juicio sobre la procedencia sustancial de las apelaciones dirigidas
contra las sentencias producidas- no es acertada. El órgano jurisdiccional y el órgano
administrativo ocupan, respectivamente, posiciones bien diferentes en el conflicto que atienden
uno y otro. El juez es un tercero ajeno al conflicto que resuelve, distinto de las partes
intervinientes en ese conflicto: dilucida un conflicto entre otros y generado por alguno o
ambos de esas terceras personas. En el caso, el órgano administrativo actuó en ejercicio del
poder de policía que le compete respecto del negocio de seguros, y en ejercicio de ese poder
que le es propio advirtió la existencia, según su criterio, de una cierta irregularidad o falta y
aplicó a la aseguradora la que estimó que era una condigna sanción; generó ella misma el
conflicto, al imponer la sanción ahora en revisión (si bien el conflicto se generó a partir de la
irregularidad cometida por la aseguradora, en la estructura de la controversia, en tanto que lo
criticado es la imposición de la sanción, bien se puede decir que ésa fue la fuente del conflicto
por resolver en la instancia jurisdiccional).

Por tanto, y a diferencia de lo que sucede con la actuación de los órganos jurisdiccionales, la
Superintendencia apelada, en cierto modo es parte de ese conflicto, generado por efectuarse la
sanción que ella aplicó, por lo cual, más allá del silencio que sobre el punto guarda la ley 20091
Ver Texto, el órgano de contralor bien pudo "defender" la procedencia sustancial de la
resolución apelada o, lo que es igual, criticar la procedencia sustancial de la apelación. Tal
criterio ha sido pacíficamente admitido y aplicado en el fuero, en el cual fueron
invariablemente aceptados y no rechazados ni desglosados los dictámenes como el aquí

281
cuestionado (se trataba de un dictamen de la gerencia jurídica de la Superintendencia de
Seguros acerca de la procedencia formal y sustancial del recurso deducido por la aseguradora).
Asimismo, se acepta la contestación que la aseguradora ha hecho de tal dictamen, pues si bien
resulta harto opinable, se aplica el principio no escrito, pero con fundamentos en el derecho de
defensa, según el cual el último en ser oído en el proceso es la parte acusada o sancionada,
papel que en este caso cumple la aseguradora. Con todo, y atento a lo confuso de la regulación
legal aplicable, sólo cabe adoptar la solución que mejor contempla el derecho de defensa de la
parte, esto es, la que impida la publicación de la sanción antes de que ésta sea examinada por el
órgano jurisdiccional de revisión de la medida sancionatoria (C. Nac. Com., sala D, 8/6/1994,
"Alba Compañía Argentina de Seguros, s./Inspección", ED 161-652).

B) Decisiones de carácter general

82. Procedimiento. Recurso.

Las decisiones de carácter general las dicta la Superintendencia de Seguros en los supuestos
establecidos por la ley 20091 (art. 67 Ver Texto, inc. b), y luego de escuchar la opinión del
Consejo Consultivo del Seguro cuando se relacionan con los asuntos a que se refiere el art. 79
Ver Texto.

Estas resoluciones generales -que no se ajustan al art. 82 Ver Texto-, así como las dictadas
conforme al art. 6 Ver Texto (instalación de sucursal en el país y sucursal o agencia en el
extranjero) y al art. 7 Ver Texto, inc. g (denegación de autorización para operar en seguro por
el estado del mercado), están sujetas a un recurso administrativo reglamentado por el art. 85
Ver Texto, al cual se aplicarán subsidiariamente las normas de la ley 19549 Ver Texto y decreto
1759/72 Ver Texto en lo que no encuentre regulación específica en la norma especial
precitada.

a) Puede ser interpuesto por un asegurador (y en los casos de los arts. 6 Ver Texto y 7 Ver
Texto, inc. g, por el afectado) o por alguna de las asociaciones que los agrupen. Se deducirá en
el plazo de 30 días a computar desde la publicación de la resolución en el "Boletín Oficial", o
desde que se haga pública por cualquier otro medio (art. 85 Ver Texto); en los casos de los arts.
6 Ver Texto y 7 Ver Texto, desde la notificación del interesado.

282
b) Procede al solo efecto devolutivo (art. 85 Ver Texto). De ahí que no afecte la amplitud del
plazo para deducir el recurso; está en el interés del recurrente la abreviación por la
interposición en el menor lapso.

c) El recurso debe ser fundado.

d) Se interpone ante el superintendente de Seguros como de revisión de su propia decisión, y


su denegación es recurrible ante el Poder Ejecutivo nacional (art. 85 Ver Texto).

e) Si la Superintendencia de Seguros no se pronuncia en tiempo razonable acerca del recurso


deducido, cabe entender que, ante la omisión de la ley 20091 Ver Texto de fijar un plazo
específico resultará de aplicación lo establecido en el art. 10 Ver Texto de la ley 19549, que
interpreta el silencio del ente público en sentido positivo; el recurrente puede optar por el
procedimiento establecido para los casos de mora de la autoridad administrativa, regulado por
el art. 28 Ver Texto de esa ley procesal.

f ) Denegada la revisión o juzgada como tal, la Superintendencia elevará de inmediato las


actuaciones con todos sus antecedentes al Ministerio de Economía (del cual depende).

g) La causa se puede recibir a prueba en la alzada administrativa, sea de oficio o a petición de


parte. En tal caso se podrá producir toda clase de pruebas, las cuales serán recibidas conforme
a las disposiciones del art. 82 Ver Texto de la ley 20091.

h) El recurso será resuelto por el Poder Ejecutivo por decreto.

Esta decisión del Poder Ejecutivo en algunos supuestos es definitiva por disposición de la ley
(art. 7 Ver Texto, inc. g y último párrafo), y en otros por la naturaleza de los fundamentos
(como el del art. 6 Ver Texto, sobre apertura de sucursales), o cuando se refiere a los capitales
mínimos (art. 30 Ver Texto), o fijación de primas uniformes mínimas (art. 26 Ver Texto, § 3.e),
y análogas, porque suponen apreciaciones de política económica general y de estado del
mercado asegurador, ajenos por su índole a la revisión judicial.

C) Medidas precautorias

283
83. Generalidades.

La ley, que ha previsto el efecto suspensivo de los recursos reglamentados contra resoluciones
de "carácter particular", se ha preocupado por regular las medidas precautorias que autoriza la
decisión alcanzada por la Superintendencia de Seguros.

La medida precautoria era autorizada con dos grandes limitaciones, con el fin de asegurar la
constitucionalidad (art. 95 de la Constitución, actual art. 109 Ver Texto):

a) la dispone el juez de primera instancia o el tribunal de alzada (arts. 81 Ver Texto y 86 Ver
Texto);

b) no se aplicaba automáticamente, por la mera existencia de la decisión administrativa, sino


que se disponía que "apreciará la urgencia y la necesidad de la medida precautoria solicitada"
(art. 86 Ver Texto, párr. 3.e).

La ley 24241 Ver Texto (promulgada el 13/10/1993) modificó el segundo y tercer párrafos del
art. 86 Ver Texto citado, estableciendo que cuando la resolución disponga la suspensión o
revocación de la autorización para operar en seguros, el tribunal de alzada actuante dispondrá,
a pedido de la Superintendencia de Seguros de la Nación, la intervención judicial y
administración del asegurador, "que no recaerá en la autoridad de control".

Asimismo, la Superintendencia de Seguros podrá disponer, sin audiencia de parte, la


prohibición de la entidad aseguradora de realizar, respecto de sus inversiones, cualquier acto de
disposición o los de administración que específicamente indique y de celebrar nuevos contratos
de seguro en los siguientes casos:

a) la situación prevista en el art. 31 Ver Texto de la ley 20091, según texto modificado por la
ley 24241 Ver Texto;

b) disminución de la capacidad económica o financiera, o la manifiesta desproporción entre


ésta y los riesgos retenidos o déficit de cobertura en los compromisos asumidos con los
asegurados;

c) infracción a las normas sobre egresos e ingresos de fondos y sobre depósitos en custodia de
títulos públicos de renta y títulos valores en general;

284
d) falta de presentación por el asegurador de los estados contables de publicidad, de situación
patrimonial o de compromisos exigibles y siniestros liquidados a pagar, en los plazos
reglamentarios;

e) irregularidades en la constitución o actuación de los órganos de administración y


fiscalización, o de las asambleas;

f ) irregularidades en la administración o contabilidad que impidan conocer la situación


patrimonial de la entidad;

g) dificultad de liquidez que haya determinado demora o incumplimiento de sus pagos.

Agrega la norma que para la efectivización de esas medidas la Superintendencia de Seguros


ordenará su toma de razón a las entidades públicas -nacionales, provinciales o municipales- o
privadas que estime correspondan. Las medidas se podrán levantar para permitir el
cumplimiento de las obligaciones con asegurados, para reinversión del bien de que se trate
(caso en el cual subsistirá sobre el bien que entre en su reemplazo) o cuando se compruebe que
el asegurador se halla en condiciones normales de funcionamiento.

Los recursos administrativos o judiciales que se interpongan contra esas medidas precautorias
lo serán al solo efecto devolutivo.

84. Clases.

La ley preveía dos medidas precautorias, según la naturaleza de la resolución dispuesta:

a) si impone una multa, embargo preventivo. Se diligenciará según las reglas aplicables del
Código de Procedimientos (ley 17564 Ver Texto, Código Procesal).

b) si impone la suspensión o la revocación de la autorización para operar en seguros, la


administración e intervención judicial del asegurador.

285
El nuevo texto del art. 86 Ver Texto, luego de su reforma por la ley 24241, art. 155 Ver Texto,
precedentemente referido, establece que la Superintendencia de Seguros de la Nación podrá
disponer, sin audiencia de parte, la prohibición a la entidad aseguradora de realizar, respecto de
sus inversiones, actos de disposición o los de administración que indique a tal efecto, y de
celebrar nuevos contratos de seguro, en los supuestos que allí se indican.

Las medidas precautorias se solicitarán, según el caso, ante el juez de primera instancia en lo
Civil y Comercial Federal de la Capital Federal (art. 81 Ver Texto, inc. e), o la Cámara Nacional
de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal (arts. 83 Ver Texto, 1er. párr., y 86 Ver
Texto, 2º párr., ley 20091).

(308) Así lo destaca Soto, Héctor M., La negociación del contrato de seguro, § III-j-3, en JA
1997-IV-912 .

(309) Se ha planteado en doctrina (Halperin, David, Estudios de derecho público del seguro,
cap. 3, § 3.1.2.2 y ss.) la cuestión del efecto que sobre el procedimiento de la ley 20091 Ver
Texto haya producido el decreto nacional 722/96 Ver Texto. Éste establece que "en el ámbito
de la Administración pública nacional centralizada y descentralizada serán de aplicación
únicamente los procedimientos establecidos por la Ley Nacional de Procedimientos
Admnistrativos Ver Texto y por el Reglamento de Procedimiento Administrativo" -decreto
1759/72 Ver Texto, t.o. 1991-. Agrega la norma que "no obstante lo establecido en el párrafo
anterior, continuará en vigencia la norma especial que disponga y sólo en relación con ello: a)
el cumplimiento de requisitos previos a la interposición del recurso administrativo de que se
trate; b) la suspensión de los efectos del acto administrativo recurrido; c) la existencia de un
recurso judicial directo" (art. 1). Y en su art. 4 deroga "toda norma que hubiere establecido
procedimientos administrativos especiales para la Administración pública nacional centralizada
o descentralizada, con las limitaciones del art. 1 y las excepciones del art. 2" (las excepciones a
que hace referencia este artículo son: las normativas correspondientes a la AFIP, el régimen de
contrataciones del sector público nacional, el de las fuerzas armadas, de seguridad, policía e
inteligencia, los regímenes de derecho de reunión y electoral, los procedimientos sumariales y
lo relativo al ejercicio de la potestad correctiva interna de la Administración pública nacional,
los regímenes de audiencias públicas y los procedimientos ante tribunales administrativos).
Por su parte la Ley de Procedimientos Administrativos, 19549 Ver Texto, del 3/4/1972, había
facultado al Poder Ejecutivo a determinar cuáles serían los procedimientos aplicables, al
momento de su dictado, que continuarían vigentes y también a sustituir las normas legales y
reglamentarias de naturaleza estrictamente procesal de los regímenes de esa índole que
subsistieren, "con miras a la paulatina adaptación de éstos al sistema del nuevo procedimiento
y de los recursos administrativos por él implantados, en tanto ello no afectare las normas de
fondo a las que se refieren o apliquen los citados regímenes especiales"; y que dicha ley 19549
Ver Texto será de aplicación supletoria en las tramitaciones administrativas cuyos regímenes
especiales subsistan (art. 2 Ver Texto, inc. a).

286
Si bien se trata de un problema complejo y sumamente opinable, cabe el planteo de si tales
normativas permiten la subsistencia o no del régimen procesal de la ley 20091 Ver Texto,
atento a lo que resulta de lo precedentemente reseñado. A este respecto nos parece que se
pueden formular algunas consideraciones: 1) El procedimiento de la ley 20091 Ver Texto ha
sido incluido como parte de una normativa especial de carácter nacional, lo cual lleva a pensar
que el legislador la consideró una pieza integrada al mecanismo de control de la actividad
aseguradora. De ser ello así, podría entonces resultar aplicable la salvedad que el art. 2 Ver
Texto de la ley 19549 menciona en su inc. a ("en tanto ello no afectare las normas de fondo a
las que se refieren o apliquen los citados regímenes especiales"), que parece contener un
principio general, que da sustento a la excepción. Si tal circunstancia es aplicable a la
sustitución de preceptos, podría asimismo constituirse en principio de determinación de
subsistencia del régimen especial que, en el caso, es la ley 20091 Ver Texto. 2) La delegación de
la función legislativa que parece resultar del art. 2 Ver Texto de la ley 19549, cuando faculta al
Poder Ejecutivo nacional a "sustituir las normas legales [. . .] de índole estrictamente procesal"
no se ajustaría, en este caso, a lo preceptuado por el art. 99 Ver Texto, inc. 3, 2º párr., de la
Constitución nacional, cuando establece que "el Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso,
bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir disposiciones de carácter legislativo"; y
también el art. 76 Ver Texto, que si bien admite, con carácter de excepción, la delegación
legislativa en el Poder Ejecutivo, lo hace respecto de "materias determinadas de administración
o de emergencia pública", y sujetando esa facultad a un "plazo para su ejercicio", plazo que en
el segundo párrafo es calificado como de "caducidad" (que implica la de la normativa dictada
en esa forma), y que no fue fijado en este caso, como tampoco resultó, la normativa especial en
análisis, "determinada" en el decreto, que no la menciona. Todo ello, en especial, si se tiene en
cuenta que el régimen procesal instituido por la ley nacional 20091 Ver Texto fue
expresamente pensado para integrarlo con la normativa dirigida al control de la actividad
aseguradora en todo el país, como antes se destacó -y más allá del juicio de valor que se pueda
tener respecto de la eficacia y conveniencia, o ambas cosas, del sistema implementado por la
ley especial-.
Por otra parte, aun si se considera vigente el régimen procesal específico de la ley 20091 Ver
Texto, igualmente le serían aplicables diversas normas de la ley 19549 Ver Texto (como lo
señala David Halperin, ob. cit., § 3.1.2.2, in fine, en tanto tales preceptos estén referidos a los
requisitos esenciales del acto administrativo); a lo cual se añade la función supletoria de la ley
19549, establecida en su art. 2 Ver Texto, inc. a, in fine.

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XI. Organización de la autoridad de control

287
85. Generalidades.

La ley 20091 Ver Texto no innovó mayormente en la organización de la autoridad de control;


la mayor ventaja que introdujeron sus disposiciones está en la clasificación de las atribuciones y
deberes.

El control es ejercido por la Superintendencia de Seguros de la Nación, con las funciones


establecidas en la ley citada (art. 64 Ver Texto), asistida en ciertos casos por un consejo
consultivo (art. 79 Ver Texto).

A) Superintendencia de Seguros de la Nación

86. Concepto.

"Es una entidad autárquica con autonomía funcional y financiera", que actúa en jurisdicción
del Ministerio de Economía (art. 65 Ver Texto). La calificación de autárquica da idea cabal de
la independencia de su funcionamiento, reglamentado en lo esencial por el art. 67 Ver Texto.

"Está a cargo de un funcionario con el título de superintendente de Seguros, designado por el


Poder Ejecutivo nacional" (art. 65 Ver Texto). Tiene que dirigir la política del seguro del país, y
en tal sentido su actuación no debe ser por períodos breves ni sujeto al vaivén de cambios
ministeriales que no tengan reflejo fundamental en la política aseguradora.

Jurisprudencia

La Superintendencia de Seguros de la Nación es una entidad autárquica en jurisdicción del


Ministerio de Economía, que tiene por función el control de los aseguradores en toda la
República, en lo relacionado con su régimen económico y técnico, en salvaguarda,
primordialmente, de la fe pública. Está ampliamente facultada para fiscalizar las actuaciones de

288
los aseguradores, y es obligatorio para poder realizar operaciones de seguro estar inscrito en el
registro que a tal efecto lleva, inscripción que se supedita a los requisitos que la ley exige (Corte
Suprema de Justicia de la Nación, 19/8/1976, ED 69-291).

La fe pública ha sido particularmente tenida en cuenta, no sólo al ser redactada la sección 3ª del
capítulo I -titulada "Condiciones de la autorización para operar"- de la ley 20091 Ver Texto,
sino también al ser reglamentados los planes y elementos técnicos y contractuales que deben
observar las entidades (sección 5ª del mismo título). El legislador ha estimado necesario
proteger tanto a los asegurados como a los terceros beneficiarios de aquellas situaciones que
puedan afectar el cobro de la indemnización respectiva. Así, entre otros recaudos ha exigido la
integración de un capital mínimo (art. 7 Ver Texto, inc. c); una duración mínima de la entidad
de acuerdo con la índole de los seguros a explotar (art. 7 Ver Texto inc. e) y que se detallen las
bases para el cálculo de las reservas y los fundamentos técnicos de las primas; se destaca
respecto de éstas que deben ser suficientes para el cumplimiento de las obligaciones del
asegurador y su permanente capacitación económico-financiera (arts. 24 Ver Texto, incs. b y c,
y 26 Ver Texto).

Los preceptos mencionados demuestran la preocupación del legislador por resguardar la


confianza del público en el sistema de seguros, pues tiene la indudable finalidad de obtener un
manejo comercial eficiente de las empresas encargadas de atender una actividad decisiva para el
desarrollo económico de la comunidad.

Es que, dadas las características del mercado, su normal funcionamiento depende del grado de
credibilidad pública que exista respecto de las aseguradoras, toda vez que no es difícil advertir
las graves consecuencias que se podrían derivar, para el sistema en conjunto, si esa confianza
inicial que movilizó a los asegurados a contratar sus coberturas quedase defraudada por
incumplimientos o engaños.

Por ello, no resulta irrazonable por desproporcionado al fin establecido en la norma interpretar
que dentro del concepto "conveniencia de mercado" contenido en el art. 7 Ver Texto, inc. g,
de la ley 20091, se deba contemplar la incidencia que la autorización a una nueva entidad
podría tener sobre el equilibrio económico de las empresas que ya operan en la actividad
aseguradora. En consecuencia, las razones dadas por la Superintendencia de Seguros de la
Nación para denegar la autorización reclamada por la actora, esto es, la existencia de un
excesivo contexto competitivo o la saturación del mercado, no exceden el marco interpretativo
de la norma, pues resulta claro que, en el caso, el criterio que presidió el juicio de conveniencia
tuvo en miras, primordialmente, resguardar el equilibrio económico de las empresas
autorizadas.

El sistema de control así estructurado configura una razonable reglamentación del derecho a
comerciar que reconoce la Constitución nacional y no vulnera la garantía constitucional de la
igualdad ante la ley, toda vez que las distinciones normativas para supuestos que se estimen
diferentes son valederas en tanto no sean arbitrarias, es decir, no obedezcan a propósitos de

289
injusta persecución o indebido beneficio, sino a una causa objetiva para discriminar, aunque su
fundamento fuere opinable (cfr.: causa V. 251-XXI). En el caso, la ley 20091 Ver Texto no
procura crear un privilegio en favor de quienes se hallan autorizados a comerciar en seguros,
como sostiene la recurrente, sino que tiende a evitar situaciones que puedan afectar uno de los
elementos considerados imprescindibles para el normal desarrollo y adecuado crecimiento de
dicha actividad, como es la confianza que el sistema debe inspirar en la comunidad. Tampoco
resulta atendible la alegación de un exceso en la competencia comercial, pues tal apreciación se
sustenta en un juicio valorativo de los hechos económicos efectuado por la administración,
dentro del marco de las amplias facultades discrecionales previstas en la ley 20091 Ver Texto
(art. 7 Ver Texto, inc. g), respecto del cual no se advierte irrazonabilidad o falta de
fundamentación (Corte Suprema de Justicia de la Nación, 18/9/1990, "Reaseguradora
Argentina S.A. v. Estado nacional" Ver Texto -R. 411-XXII, R.H.-, ED 141-828) (310) .

En análogo sentido, mismo tribunal, 23/2/1993, en autos "Superintendencia de Seguros de la


Nación, s./Infracción tarifaria de Sud América Terrestre y Marítima" -S. 31-XXIV-, ED 152-
355, en que se reconoció la existencia de extensas facultades de control y decisión de la
Superintendencia y la razonable amplitud de criterio para apreciar los factores y datos técnicos
que entran en juego en la materia. La típica forma de producir en masa y la función social del
seguro exigen que la autoridad de control disponga de los medios indispensables para
salvaguardar los fines que le son propios y el bien común específico ínsito en ellos (ver Fallos
296:183 Ver Texto; LL 1977-A-296, 1993-C-265, DJ 1993-2-530; ídem, 13/12/1994, ED 163-
340, Rep. LL 1996-2184, n_ 6).

Las características particulares que presenta el seguro, entre las cuales se debe destacar el
comercio en masa, justifican la presencia de una autoridad de control que debe extremar su
celo moderador en el análisis de las condiciones contractuales de aquél, para que no resulten
vulnerados los legítimos intereses de los asegurados y el contrato de seguro cumpla con el
objeto-fin social que debe satisfacer como acto jurídico. La regulación estatal en la materia
apunta a encauzar una actividad específica, en la cual confluyen intereses vinculados no sólo
con las economías privadas, sino con la nacional, la producción en general y la confianza
pública, en razón de las cuales se ha instituido un sistema de control permanente que
comprende desde la autorización para operar hasta su cancelación. El esquema jurídico
económico del seguro exige, entre otras condiciones, que las empresas de seguros cuenten con
una situación económico-financiera sólida, que les permita el cumplimiento de los
compromisos contraídos con los asegurados. A tal punto la ley considera de fundamental
importancia el cuidadoso control de lo atinente al cumplimiento del deber de mantener
incólume tal garantía hacia los asegurados, que el texto del art. 31 Ver Texto de la ley 20091 es
imperativo: las providencias que esa norma contiene no constituyen una facultad de la
Superintendencia de Seguros de la Nación, sino una obligación de ella: su omisión
compromete la responsabilidad del funcionario y del Estado. Tampoco es discrecional la
imposición de medidas cautelares (C. Nac. Com., sala C, 18/4/1996, "La Central del Plata Cía.
de Seguros S.A.", LL 1996-D-734, DJ 1996-2-1196).

290
87. Atribuciones de control de empresas.

Los deberes y atribuciones de la Superintendencia de Seguros son enumerados por el art. 67


Ver Texto, y si bien respecto de los aseguradores en rigor habría bastado la norma del inc. a,
las enunciaciones de los incisos siguientes no son totalmente redundantes: precisan y aclaran
esa norma inicial.

Ejerce las funciones que la ley asigna a la autoridad de control (art. 67 Ver Texto, inc. a). Esto
es, toda vez que se hace referencia a la autoridad de control se entiende la Superintendencia de
Seguros, que actúa conforme a lo dispuesto en el capítulo II:

1) si se trata de resoluciones de carácter general, previa opinión del Consejo Consultivo del
Seguro (art. 67 Ver Texto, inc. b);

2) si es para hacer efectiva la fiscalización respecto de cada asegurador, conforme a los arts. 68
Ver Texto a 73 Ver Texto; y para aplicar sanciones según lo dispuesto por el art. 58 Ver Texto
(art. 67 Ver Texto, inc. f );

3) en lo que se refiere a los intermediarios (productores, agentes, etc.), peritos y liquidadores -


que se deben ajustar a lo dispuesto en los arts. 55 Ver Texto y 70 Ver Texto-, sus atribuciones
las cumplirá según la naturaleza de las medidas que adopte: si generales, con arreglo al art. 79
Ver Texto, a, 1; si particulares, según el art. 82 Ver Texto;

4) el inc. c del art. 67 Ver Texto también establece, entre sus atribuciones, la de "objetar la
constitución, los estatutos y sus reformas, los reglamentos internos, los aumentos de capital, la
constitución y funcionamiento de las asambleas y la incorporación de planes o ramas de
seguro, de todas las entidades aseguradoras, sin excepción, constituidas en jurisdicción nacional
o fuera de ella, que no estén de acuerdo con las leyes generales, las disposiciones específicas de
esta ley y las que con carácter general dicte en las citadas materias la autoridad de control,
cuidando que los estatutos de las sociedades de seguro solidario no contengan normas que
desvirtúen su naturaleza societaria o importen menoscabo del ejercicio de los derechos
societarios de los socios".

88. Atribuciones administrativas.

291
Además de esas atribuciones de control de quienes participan en el comercio del seguro, tiene
la Superintendencia de Seguros atribuciones de carácter administrativo, que enumera el mismo
art. 67 Ver Texto:

1) asesorar al Poder Ejecutivo en las materias relacionadas con el seguro (inc. g);

2) "nombrar, contratar, promover, separar y sancionar a su personal, y adoptar las demás


medidas internas que correspondan para su funcionamiento" (inc. j ).

El art. 66 Ver Texto prevé condiciones especiales para el nombramiento del personal e
incompatibilidades a su respecto:

a) El personal estará "integrado preferentemente en las funciones técnicas por egresados


universitarios, en ciencias económicas o derecho".

La actuación de control de la Superintendencia es técnica, y no cabe que se desempeñe,


eventualmente, por meros prácticos, con simple experiencia administrativa. Tanto el examen
de la actuación del asegurador como la aplicación del régimen legal a los casos específicos
requieren conocimientos técnicos -del seguro como contrato y como comercio, y de la
explotación empresarial- y jurídicos para aplicar la ley e instruir las causas administrativas.

b) Las incompatibilidades genéricas de la Administración pública -ley 22140 Ver Texto, sobre
el régimen jurídico básico de la función pública, reglamentada por decreto 1797/80 Ver Texto-
a las cuales se integran las establecidas en el art. 66 Ver Texto, 2º párr.: "Ningún funcionario o
empleado de la Superintendencia puede tener intereses en entidades aseguradoras, ni ocupar
cargo en ellas, salvo las excepciones establecidas por ley o cuando deriven de la calidad de
asegurado".

Agrega el art. 66 Ver Texto, en la segunda parte del 2º párr.: "Les está prohibido igualmente
tener interés directo o indirecto en las actividades o remuneraciones de productores, agentes,
intermediarios, peritos y liquidadores de seguros". La prohibición se explica por sí sola, ya que
aquéllos se hallan sujetos al control de la Superintendencia de Seguros (arts. 55 Ver Texto, 59
Ver Texto y 67 Ver Texto, inc. f ).

292
89. Capacidad para estar en juicio.

El art. 67 Ver Texto, último párrafo, aclara que "la Superintendencia puede iniciar acciones
judiciales y actuar en cualquier clase de juicio como actor o demandado y en juicio criminal
como querellante, y designar apoderados a estos efectos".

No obstante que la calificación del art. 65 Ver Texto ("la Superintendencia es una entidad
autárquica") debería ser suficiente para que se la juzgue capacitada para estar en juicio, la
discusión judicial reiterada del punto, respecto de las entidades autárquicas -aunque
actualmente la opinión aparezca pacífica- hace pensar en la conveniencia de la disposición
expresa.

90. Facultades.

Para el ejercicio de sus funciones, la Superintendencia puede:

a) "Examinar todos los elementos atinentes a las operaciones de los aseguradores y en especial
requerir la exhibición general de los libros de comercio y documentación complementaria, así
como de su correspondencia, hacer compulsas, arqueos y verificaciones" (art. 68 Ver Texto).

Aunque esta facultad está implícitamente en las disposiciones de los arts. 26 Ver Texto, 33 Ver
Texto, 34 Ver Texto, 35 Ver Texto, 37 Ver Texto, 38 Ver Texto, 39 Ver Texto, 40 Ver Texto,
41 Ver Texto, 42 Ver Texto, 43 Ver Texto, 44 Ver Texto, etc., la atribución taxativa de la
facultad aparece prudente por la norma del art. 57 Ver Texto del Código de Comercio, que,
aunque notoriamente tenga un distinto ámbito de aplicación, pudo dar fundamento a una
discusión contraria a esa facultad.

Como complemento de esa facultad, el art. 68 Ver Texto en su parte segunda dispone que "los
aseguradores están obligados a mantener en el domicilio de su sede central o sucursales a
disposición de la Superintendencia, todos los elementos relacionados con sus operaciones".

b) Requerir las informaciones específicas y concretas que juzgue necesarias para ejercer sus
funciones (art. 69 Ver Texto, 1er. párr.).

293
Para quien no conozca la situación existente, esta norma aparece desprovista de sentido,
porque la información por el asegurador es el medio primero y elemental para ejercer el control
con la menor interferencia en la actuación del asegurador. Mas, si se considera que esta
facultad fue negada y los pedidos de información desatendidos, se apreciará la necesidad de su
inclusión para hacer posible la sanción prevista en el art. 58 Ver Texto ("resulte [. . .] un
obstáculo real a la fiscalización").

En el segundo párrafo del art. 69 Ver Texto se introduce una modalidad en los informes que
tiene por fin aliviar la labor material de la Superintendencia de Seguros, a la vez que releva al
asegurador de la inspección efectiva, con las molestias y mayores costos que significa. Se
dispone: "La Superintendencia puede requerirles declaraciones juradas sobre hechos o datos
determinados".

Lógicamente, la falsedad de la declaración es pasible de severa sanción al asegurador, para lo


cual el art. 58 Ver Texto otorga elementos suficientes. Será necesario considerar si estas
falsedades no debieran ser objeto de sanción penal, ya que evidentemente buscan burlar la
policía estatal y frustar el fin de la ley.

Estas facultades de compulsar la contabilidad y requerir informaciones y declaraciones juradas


-con la consiguiente obligación por los sujetos pasivos-, "comprende a los administradores de
entidades aseguradoras y a los productores, agentes, intermediarios, peritos y liquidadores, no
dependientes del asegurador" (art. 70 Ver Texto).

Para determinar el alcance y razón de este art. 70 Ver Texto, es menester tener en cuenta:

1) que existen administradores de entes que no se desempeñan como integrantes de órganos de


éste; sino que son a su vez empresas de administración;

2) la referencia a los intermediarios, peritos y liquidadores no dependientes no se limita a los


supuestos en que se investigue su conducta (art. 67 Ver Texto, inc. f ), sino también la del
asegurador mismo.

c) También, toda persona física o jurídica está obligada a suministrar las informaciones que le
requiera la autoridad de control que resulten necesarias para el cumplimiento de su misión, aun
cuando estén sujetas al contralor de otros organismos estatales, nacionales, provinciales o
municipales, conforme a leyes específicas, y a exhibir sus libros de comercio y documentación
complementaria a inspectores de la Superintendencia, cuando ello fuere necesario para
determinar su situación frente al régimen de esta ley o bien establecer las condiciones en que
operan con una entidad aseguradora autorizada o con una persona física o jurídica, respecto de
la cual dicho organismo tenga iniciada actuación a los fines señalados en el art. 3 Ver Texto de
la ley (art. 70 Ver Texto).

294
d) La Superintendencia tiene también la vigilancia del correcto funcionamiento del ente
asegurador, no sólo cuando es una cooperativa o sociedad mutua, sino también una sociedad
anónima o mixta (arts. 1 Ver Texto; 2 Ver Texto, inc. a; 8 Ver Texto, in fine; 11 Ver Texto a 19
Ver Texto, y 67 Ver Texto, inc. c). De ahí su facultad para asistir a las asambleas (art. 72 Ver
Texto).

El interés en el correcto funcionamiento del ente persigue evitar que se susciten conflictos
internos cuya trascendencia puede afectar fundamentalmente la administración y, en definitiva,
la capacitación técnico-económica para cumplir sus obligaciones con los asegurados (art. 8 Ver
Texto, in fine).

e) Para el cumplimiento de sus facultades de fiscalización, "la Superintendencia puede requerir


órdenes judiciales de allanamiento y el auxilio de la fuerza pública para el ejercicio de sus
funciones. Puede secuestrar los documentos que juzgue conducentes para el cumplimiento de
sus tareas de fiscalización" (art. 73 Ver Texto).

El carácter judicial de la orden de allanamiento observa la disposición del art. 18 Ver Texto de
la Constitución.

El auxilio de la fuerza pública se puede volver necesario para hacer comparecer testigos,
peritos, etc. (art. 82 Ver Texto, 4º párr.).

f ) El art. 74 Ver Texto, en sus 2º y 3er. párrs., es una repetición de la obligación de guardar
secreto, que sanciona el art. 156 Ver Texto del Código Penal. Es una repetición cuyo fin
práctico radica en agregar énfasis específico sobre esta obligación.

Se completa con la regla del 1er. párr., que hace de las actuaciones de control elementos
confidenciales, éstos no pueden ser agregados como prueba en juicio civil, sino a petición del
propio asegurador o por el Estado.

La razón de la norma radica en la necesidad de dar a los aseguradora tranquilidad de que sus
informes o las comprobaciones por compulsa de documentación propia o reservada, o la
prueba de inconducta comercial en un caso determinado, no se empleen como elemento de
presión para alcanzar por un asegurado o por un tercero cualquier ventaja o beneficio
indebido. Como señaló la Corte Suprema de Justicia de la Nación en algún caso respecto del
art. 100 de la ley impositiva -derogado-, estas actuaciones se refieren exclusivamente a la
vinculación del ente con el Estado, y no pueden ser traídos a juicio sino por obra de éstos.

295
91. Inspección. Cumplimiento.

Cuando el funcionario a quien se encomendó la inspección de un asegurador o el control de un


balance presente un informe que da lugar a observaciones de la Superintendencia, ésta
entregará al asegurador interesado copia de las piezas de la inspección en que se fundan esas
observaciones (art. 71 Ver Texto).

El inspector siempre debe presentar un informe (art. 71 Ver Texto, frase inicial); pero se dará
copia al asegurador sólo cuando existan observaciones, por dos razones:

1) si esas observaciones no dan lugar a sanción, porque son un antecedente para rectificar su
actuación o porque pueden serlo en una causa ulterior, como elemento para juzgar su
conducta;

2) si dan lugar a formación de causa administrativa, por aplicación del art. 82 Ver Texto, ya
analizado.

91 (a).

En los últimos tiempos, ante el importante número de liquidaciones de entidades aseguradoras,


se ha planteado la cuestión de si, teniendo la Superintendencia de Seguros de la Nación el
"control exclusivo y excluyente" de la actividad, puede imputársele responsabilidad civil por
daños y perjuicios que sufran asegurados y terceros damnificados en razón de dichas
liquidaciones, cuando se constate que han existido defectos en ese control.

Para que se configure tal situación es menester que se hallen reunidos los elementos esenciales
a toda responsabilidad civil: un hecho antijurídico imputable al órgano, un daño por el que se
reclama, existencia de relación de causalidad entre el actuar o la omisión del ente de control y el
daño y un factor de atribución de esa responsabilidad.

Lo más frecuente es que pueda tener lugar responsabilidad por omisión: hay un deber del
Estado de controlar la actividad y de adoptar las medidas preventivas necesarias para evitar que

296
cualquier actuación indebida o situaciones que debiliten la solvencia de la aseguradora de que
se trate pongan en riesgo los compromisos que ha asumido con sus asegurados y, en especial,
su solvencia y aptitud de cumplimiento de sus obligaciones en caso de siniestro.

La omisión requiere que se configure una infracción a "lo debido", es decir, a lo que es
legítimamente justificado esperar que el obligado haga, conforme el art. 1074 Ver Texto, CCiv.,
norma ésta que es menester interpretar en sentido amplio, como haciendo referencia a la ley en
sentido material. Por ello, debe mediar un claro incumplimiento del ente a sus obligaciones y
que ello constituya la causa del daño o perjuicio reclamado.

Con relación al factor de atribución de responsabilidad, se ha señalado en doctrina la "falta de


servicio" por omisión o ejercicio irregular del control, que constituyan un desempeño
defectuoso de la función asignada al ente (311) . Ello conduce a postular la existencia de una
responsabilidad directa del Estado, de carácter objetivo" (312) , con fundamento en el art. 1112
Ver Texto del CCiv. (313) .

B) Consejo Consultivo del Seguro

92. Concepto. Integración.

"El superintendente de Seguros actúa asistido por el Consejo Consultivo del Seguro . . ." (art.
83 Ver Texto). Esta asistencia es meramente consultiva, como resulta de su designación y de
las atribuciones que le brinda el art. 79 Ver Texto, y para las decisiones de carácter general (art.
79 Ver Texto, inc. a, 1). De ahí que ninguna intervención le corresponda en el control de los
aseguradores individualmente ni en las causas que se instruyen debido a este control (art. 82
Ver Texto).

La ley mantiene así al Consejo Consultivo con las facultades que tuvo en el régimen anterior a
la ley 20091 Ver Texto, pero ha cambiado su estructura, a la vez que acentuó la eficacia de su
actuación.

297
Según el art. 76 Ver Texto, dispone la integración del Consejo, nombrados por el Poder
Ejecutivo nacional de una terna que formarán las respectivas entidades (art. 77 Ver Texto) por
5 miembros; uno, de las sociedades anónimas con domicilio en la Capital Federal; uno, de las
sociedades anónimas con domicilio en el interior del país; uno, de las sucursales y agencias de
aseguradores extranjeros; uno, de las sociedades cooperativas y de seguros mutuos, y uno, de
los entes aseguradores estatales.

Elegidos de las mismas ternas, se designarán consejeros suplentes, que actuarán en caso de
ausencia o incapacidad de los titulares; no obstante, en su carácter de meros suplentes pueden
concurrir a las reuniones del Consejo con voz pero sin voto (art. 77 Ver Texto, 2º párr.).

Para ser miembro del Consejo se requiere: a) tener por lo menos 5 años de antig edad en una
o varias entidades aseguradoras; b) desempeñar en forma efectiva, mientras sea consejero, el
cargo de gerente o miembro titular del directorio o consejo de administración de una entidad
aseguradora (art. 78 Ver Texto, incs. a y b).

Los consejeros duran 3 años en sus funciones y pueden ser reelegidos; los cargos son
honorarios (art. 78 Ver Texto, 3er. párr., in fine).

Los miembros del Consejo mantendrán las relaciones oficiales correspondientes a sus
funciones exclusivamente con el superintendente de Seguros (art. 80 Ver Texto, 4º párr.).

El Consejo se reunirá periódicamente el día que fije previamente con ese objeto, debe hacerlo,
además, cuando el superintendente lo considere necesario o lo solicite un consejero titular (art.
80 Ver Texto, 1er. párr.).

Las reuniones se celebrarán en la sede de la Superintendencia de Seguros, con la presencia, por


lo menos, de tres consejeros titulares, presididos por el superintendente (art. 80 Ver Texto, 2º
párr.).

Las manifestaciones o juicios emitidos durante la reunión serán asentados en un libro de actas
y considerados como opiniones del Consejo cuando la mayoría de los consejeros presentes se
hubiera expresado en un mismo sentido (art. 80 Ver Texto, 2º párr.).

En los proyectos de leyes o decretos que la autoridad de control eleve para la consideración del
Poder Ejecutivo se hará constar, cuando corresponda, la opinión que al respecto hubiera dado
el Consejo Consultivo (art. 80 Ver Texto, 3er. párr.).

298
Del Consejo está ausente el asegurado. No existen entidades que agrupen a los asegurados
como tales. Su interés resulta así exclusivamente representado, como interés público o general,
por la Superintendencia de Seguros.

93. Atribuciones.

El Consejo Consultivo tendrá, conforme al art. 79 Ver Texto, las funciones que indicamos
seguidamente:

a) dar su opinión sobre los siguientes asuntos, que le serán consultados por el superintendente:

1) proyectos de leyes, decretos y resoluciones generales que deban cumplir las entidades
aseguradoras o los auxiliares del seguro;

2) normas para la determinación del activo neto, sistemas de contabilidad, formularios de


balance y estadísticas;

3) pólizas de carácter general, tarifas generales y aranceles;

4) monto de la cuota anual y de la tasa uniforme sobre las primas;

b) someter a la consideración del superintendente iniciativas tendientes a promover el


perfeccionamiento del seguro en sus diversos aspectos;

c) dar su opinión sobre cuestiones de orden general que se susciten y respecto de las cuales sea
conveniente, a juicio del superintendente, conocer su criterio.

C) Fondos

299
94. Análisis.

La ley 20091 Ver Texto ha previsto los recursos con los cuales la Superintendencia de Seguros
subvendrá los gastos de su funcionamiento y los que demande el del Consejo Consultivo (art.
81 Ver Texto):

a) la contribución anual de los aseguradores, calculada en el tres por diez mil de las primas de
seguros directas, deducidas las anulaciones. La contribución no puede exceder de $ 2.000 por
asegurador.

La ley ha equiparado todos los entes aseguradores; deben la contribución las sociedades
anónimas como las cooperativas, los entes estatales como las sociedades de seguros mutuos.
La razón es que todos por igual están sujetos al control estatal.

b) una tasa uniforme que no exceda del 6‰ del importe de las primas que paguen los
asegurados. La tasa será fijada por el Poder Ejecutivo. Es pagada por los asegurados. Los
aseguradores la percibirán como agentes de retención y la liquidarán trimestralmente sobre los
seguros directos, deducidas las anulaciones. En cuanto al cálculo neto de anulaciones, se
justifica porque, al anularse se debe restituir todo o parte de la prima, con devolución total o
parcial, en consecuencia, de esta tasa.

c) las multas aplicadas conforme a la ley. Se refiere a las multas previstas en los arts. 58 Ver
Texto, 59 Ver Texto y 61 Ver Texto;

d) el recargo por falta de pago oportuno de los ingresos indicados sub a, b y c se devengará
automáticamente al tipo de 2% mensual;

e) los bienes que adquiera a cualquier título y los que ya posea.

Los recursos excedentes de un ejercicio pasarán al siguiente.

300
95. Fondo de estímulo.

El art. 81 Ver Texto, 3er. párr., previó la formación de un fondo de estímulo con el 1‰ de la
tasa prevista en el inc. b, que se distribuirá anualmente entre todo el personal de
Superintendencia, cualquiera que sea la categoría en que reviste.

La ley omitió fijar la forma de distribución, lo cual fue considerado acertado por parte del autor
de este libro, por cuanto debía funcionar como estímulo, principalmente de los funcionarios
técnicos de la repartición.

Dicho fondo de estímulo fue dejado sin efecto en virtud del decreto 1492/87 .

La Corte Suprema convalidó la eliminación de ese fondo en autos "Levy, Horacio Alberto, y
otros v. Estado nacional, Superintendencia de Seguros" Ver Texto, del 15/7/1997, con
disidencia de los Dres. Petracchi y Boggiano. Dichas disidencias expresaron que por tratarse de
"tributos vinculados", la causa de la prestación debe hallársela en un vínculo indisoluble con la
concreta aplicación que del tributo se efectúe conforme a lo previsto en la ley de su creación, lo
cual impide alterar o suprimir el objeto para el que fue instituido y, al mismo tiempo, mantener
en forma inalterada la percepción de su importe.

Agregó que el "fondo de estímulo", creado por el art. 81 Ver Texto de la ley 20091 en
beneficio de los agentes de la Superintendencia de Seguros, constituye un "derecho de
propiedad", del que sólo podrán ser privados por una norma de igual jerarquía que así lo
disponga (JA 1998-II-305 Ver Texto, LL fallo 96.949).

D) Otros entes asesores

96. Comisión asesora honoraria de la ley 22400 Ver Texto.

La ley 22400, que sancionó el Estatuto del Productor Asesor de Seguros, crea, en su art. 17 Ver
Texto, una comisión asesora honoraria, "que tendrá por función asesorar a la autoridad de
aplicación en las cuestiones vinculadas con la interpretación, aplicación y eventual

301
modificación de esta ley, así como intervenir en la redacción de los programas para los
exámenes de habilitación previstos en el art. 4 Ver Texto, inc. c".

Dicha comisión asesora honoraria estará integrada por los miembros del Consejo Consultivo
del Seguro, que representan a los distintos sectores de las entidades aseguradoras, y un
representante de los productores asesores, que será designado por la Superintendencia de
Seguros de la Nación (art. 18 Ver Texto, 1er. párr.).

La comisión podrá sesionar con un quórum de más de la mitad de sus miembros y será
presidida por el superintendente de Seguros o el funcionario que él designe. Se reunirá cuando
lo determine el superintendente de Seguros o lo solicite uno de sus miembros. Las opiniones o
deliberaciones producidas durante la reunión y las decisiones adoptadas serán asentadas en un
libro de actas que se llevará al efecto (art. 18 Ver Texto, 2º párr.).

Los miembros de dicha comisión asesora honoraria durarán 3 años en sus funciones y podrán
ser reelegidos; se desempeñarán honorariamente. El período de sus mandatos finaliza el 31 de
enero del año que corresponda, y los miembros reemplazantes se incorporarán a partir de esa
fecha. No obstante, los reemplazados continuarán en sus funciones hasta tanto se hagan cargo
los reemplazantes (art. 18 Ver Texto, último párrafo).

Para los demás aspectos de la ley 22400 Ver Texto, ver el capítulo en que se trata el tema de los
productores asesores y otros agentes de seguro.

97. Registros.

La autoridad de control debe llevar, conforme al art. 67 Ver Texto, inc. k, diversos registros,
relativos a las funciones que la ley ha puesto a su cargo:

1) registro de "entidades de seguros", en el cual se inscriben por orden numérico las


autorizaciones para operar y las revocaciones (art. 67 Ver Texto, inc. k, 1er. párr.);

2) registro de "antecedentes personales" actualizado, sobre las condiciones de responsabilidad y


seriedad de los promotores, fundadores, directores, consejeros, síndicos, integrantes del
consejo de vigilancia, liquidadores, gerentes, administradores y representantes de las entidades
aseguradoras (art. 67 Ver Texto, inc. k, 2º párr.);

302
3) registro de "profesionales desautorizados" para actuar en tal carácter ante la
Superintendencia de Seguros (art. 67 Ver Texto, inc. k, 3er. párr.);

4) registro de "sanciones" en el cual se llevarán las que se apliquen de conformidad con el


régimen previsto en los arts. 58 Ver Texto a 63 Ver Texto (art. 67 Ver Texto, inc. k, 4º párr.);

5) la ley 22400 Ver Texto dispone, asimismo, en su art. 3 Ver Texto, capítulo III, que está a
cargo de la Superintendencia de Seguros de la Nación el Registro de Productores Asesores de
Seguros;

6) por resolución general 26385 de la Superintendencia de Seguros de la Nación se crea el


"Registro de Liquidadores de Siniestros y Averías", que estará a cargo de la gerencia técnica de
dicha Superintendencia (art. 8 , resolución cit.).

XII. Validez de los contratos

98. Validez de los contratos celebrados por empresa no autorizada.

¿Qué validez tienen los contratos celebrados por quien no está autorizado para contratar
seguros? La ley alemana de 1931, en los arts. 140 y ss., se limita a establecer sanciones penales
para el asegurador y sus agentes. La ley italiana, en su art. 60, establece la rescisión optativa en
favor del asegurado, para el caso de falta de autorización, que su doctrina extiende al supuesto
de empleo de pólizas no aprobadas. En los Estados Unidos las soluciones varían, según que la
leyes estaduales impongan o no la sanción de nulidad.

Según el art. 61 Ver Texto, inc. d, ley 16432, modificatoria del Régimen Legal de
Superintendencia de Seguros, hoy derogado, al contrato celebrado en las condiciones indicadas
se lo consideró "nulo".

Esta misma solución consagra el art. 61 Ver Texto, ley 20091, cuando dispone que los
contratos celebrados por quien no tiene la debida autorización para operar en seguros serán

303
"nulos", sin perjuicio de la responsabilidad en que incurra respecto de la otra parte en razón de
la nulidad (art. cit., 2_ párr.).

Nulidad que igualmente se debe sancionar por aplicación del art. 18 Ver Texto, CCiv., y como
una consecuencia ineludible del control estatal, de sus fundamentos y función.

99. Validez del contrato que se aparta de la póliza aprobada.

La solución es diversa cuando el contrato celebrado se aparta del texto de la póliza aprobada.

Lucifredi, fundado en la naturaleza jurídica de la aprobación de las condiciones generales de la


póliza, sostiene que éstas no son normas legales, sino que conservan su naturaleza contractual.

La aprobación no es una aplicación de la actividad reglamentaria de la Administración, sino un


caso característico de resolución particular, porque se dicta con referencia al caso especial de
una empresa determinada, sobre la base de un juicio de oportunidad, que la Administración
pronuncia con un criterio de plena discrecionalidad y de una manera autónoma; en
consecuencia, no habría dificultades para que se niegue a una empresa cuanto se concedió a
otra. Ello lleva a rechazar que se trate de un reglamento de la autoridad pública.

Esta aprobación no trasforma la naturaleza jurídica de esas condiciones generales ni tiene por
efecto hacer del acto aprobado un acto del aprobante; la aprobación no es un elemento
integrante del acto, sino algo que se agrega a éste, y que mantiene su independencia.

Se trata de una medida de policía, cuyo contenido es autorizar el acto condicionándolo a ciertas
prescripciones; es decir: un mero acto de verificación, facilitando, a quien le interese, el
conocimiento y la prueba del contenido del acto aprobado.

Esta aprobación es una función típicamente administrativa, y no legislativa: "La autoridad


administrativa no imprime la obligatoriedad, sino que sólo desarrolla esa acción de control y
verificación que constituye el presupuesto de la obligatoriedad querida por la ley".

304
(310) Comentando el pronunciamiento, Bidart Campos expresa que casos como éste ponen de
manifiesto la existencia de "una zona fronteriza entre conveniencia y razonabilidad, que no
incomunica ni admite separar a una de la otra"; para juzgar la razonabilidad hay que internarse
en el tema de la conveniencia. Así, "hay razonabilidades que son tales porque dependen de la
conveniencia de lo que la reglamentación establece". Y culmina proponiendo, como principio
básico del derecho judicial, el siguiente: "Cuando para juzgar la razonabilidad y
constitucionalidad de una norma o de una medida tomada en aplicación de ella, se hace
necesario evaluar la conveniencia de la norma y/o de la medida, el examen judicial de esa
conveniencia es propio de los jueces y hace excepción al criterio de que ellos no controlan la
conveniencia, ni la oportunidad, ni el acierto, de las normas y de los actos que se someten a su
revisión" (Bidart Campos, Germán J., El juicio sobre la conveniencia de una medida a veces
hace parte del control judicial de razonabilidad constitucional, ED lug. cit.; en el texto, p. 828).
En referencia al concepto de "ejercicio anormal de la actividad aseguradora", David Halperin
señala que esa fórmula no implica dejar librado al libre arbitrio del órgano de control su
configuración en el caso concreto, sino que tal determinación requiere de un previo análisis
sobre si se da el supuesto de hecho fijado por la norma (existencia de infracción a las
disposiciones de la ley 20091 Ver Texto o de sus reglamentaciones, o incumplimiento de
medidas dispuestas en su consecuencia por la autoridad de control) o las consecuencias
jurídicas establecidas por ella, situación propia de los "conceptos jurídicos indeterminados"
(Halperin, David, El ejercicio de facultades discrecionales y el régimen de control de entidades
aseguradoras, ponencia presentada en las VIII Jornadas Nacionales de Derecho de Seguros,
Morón, septiembre de 1998); y en Estudios de derecho público del seguro, 2º estudio, § 8, p.
169.

(311) Halperin, David, Estudios de derecho público del seguro, p. 103. En el mismo sentido,
Stiglitz, Rubén S., Derecho de seguros, n_ 60, p. 90, quien, asimismo, recordando fallos
dictados respecto del control de la actividad bancaria (registrados en LL 1997-C-986, C. Com.,
sala E, 24/10/1996; y 1998-D-732, C. Com., sala B, 9/3/1998) destaca la existencia de
incompatibilidad en el ente de control, en el desarrollo de la función de sindicatura en la
liquidación de las aseguradoras, a la hora de estimar las causas de la situación que desembocó
en esa liquidación, pues entiende se vería afectada la objetividad e imparcialidad de esa
evaluación, de la cual podría luego resultar su responsabilidad civil. Otro tanto planteó respecto
de los casos en que el reasegurador de la entidad en liquidación fue el INDER, de cuyo
directorio formaba parte el superintendente de Seguros. De allí que propone que, para esos
supuestos, se designe un síndico ad hoc (Conflicto de intereses en la liquidación de empresas
aseguradoras, mientras la sindicatura la ejerza la Superintendencia de Seguros de la Nación, JA
28/6/2000, p. 20).

(312) En nuestro sentir, la "falta de servicio", si bien tiene carácter de factor de atribución
objetivo, en tanto basta con acreditar la omisión del ente público en el cumplimiento de sus
deberes, propios de las funciones que han sido puestas a su cargo, para que surja su
responsabilidad directa (sin necesidad de la individualización de los funcionarios que
incurrieron en el obrar irregular), conservaría, empero, algún aspecto que parece reposar sobre
lo subjetivo: debe tratarse de una "omisión de lo debido" por parte de funcionarios de ese ente
que tenían a su cargo la actividad omitida (aunque no sea necesario identificarlos), fórmula
aquélla que constituye una de las modalidades de la culpa: art. 512 Ver Texto, que, no está de
más señalarlo, caracteriza a la culpa como una omisión de diligencias exigibles conforme las

305
circunstancias. Ello llevará al juez a tener que determinar qué es "lo debido" y si esa omisión
resulta imputable a funcionarios del ente a los que les era exigible actuar. Para todo ello deberá
también evaluar el contexto fáctico en el cual se inserta la situación. La propia denominación
de origen (faute) está mostrando que la noción no se agotaría en la mera ausencia de la
prestación del servicio, sino que requiere se constate que ella es producto de una omisión de lo
debido, imputable a funcionarios del ente contra el que se reclama el resarcimiento. Como
señala David Halperin, "en los términos del art. 1112 Ver Texto, CCiv., será necesario indagar
acerca del cumplimiento irregular de las obligaciones legales de los funcionarios. Entre éstas se
halla el ejercicio de la actividad de policía. La omisión de su ejercicio será antijurídica cuando
sea razonable esperar la actuación por parte del Estado" (ob.cit. en nota anterior, p. 96).
Por otro lado, la responsabilidad directa del Estado por omisión es fundable en la combinación
de los arts. 43 Ver Texto, 1074 Ver Texto y 1112 Ver Texto del Código Civil.

(313) Sobre el tema de la responsabilidad de la Superintendencia de Seguros de la Nación por


omisión en el control, se registra un fallo de la Cámara Federal de Mar del Plata, del
23/3/2000, en autos "Sorba, Luis E., v. Superintendencia de Seguros de la Nación" Ver Texto,
en el que el tribunal tuvo por acreditados: la antijuridicidad en la actuación de dicha entidad
"por no ejecutar oportuna y razonablemente las medidas a que estaba obligado por la ley"; el
daño causado a los accionantes; y la relación de causalidad adecuada entre esa omisión y el
efecto dañoso. A raíz de lo cual se condenó a dicha Superintendencia a indemnizar esos daños
y perjuicios (ob. cit. en nota anterior, p. 17).

----------------------------------

100. La ley 20091 Ver Texto.

Dentro de la ley 20091 Ver Texto, la sanción de nulidad se reserva para quien celebre el
contrato sin estar autorizado como asegurador (art. 61 Ver Texto, 2º párr., y art. 2 Ver Texto,
2º párr.). Las pólizas y sus modificaciones deben ser aprobadas "antes de su aplicación" (arts.
23 Ver Texto, 2º párr., y 29 Ver Texto); el empleo de condiciones no aprobadas sólo halla
sanción específica si se dan los presupuestos del art. 58 Ver Texto; esto es, "ejercicio anormal
de la actividad asegurada".

La aprobación administrativa no es óbice para que la justicia anule alguna de las cláusulas
aprobadas.

Tales razones fundaron la opinión del autor de esta obra, en el sentido de que los contratos
celebrados sobre la base de condiciones generales no aprobadas no son nulos ni rescindibles.

306
Es la solución auspiciada por los autores alemanes, austríacos y suizos, en cuyas leyes está
ausente una sanción legislativa especial.

La solución podría ser distinta cuando la Administración pública impone las condiciones por
reglamentación.

Cuestión importante a tener en cuenta en la materia objeto de análisis es aquella de los


contratos celebrados en violación de las normas imperativas de la ley (art. 158 Ver Texto, ley
17418), que no tendría por efecto la nulidad del contrato, sino la sustitución de la cláusula nula
por la norma legal pertinente.

Jurisprudencia

Aun cuando el sistema contratado por la aseguradora sancionada, con una entidad de grupo
cerrado automotor, para cobrar el seguro (que cubría los riesgos que pesaban sobre los
automotores vendidos) en doce cuotas mensuales, en violación de la resolución 15162 , S.S.N.
(que disponía que el plazo máximo para la cancelación de la prima no podía exceder de 180
días a partir de la fecha de vigencia del seguro), hubiere sido en definitiva autorizado, ello no
significaría liberar a la aseguradora de su responsabilidad, pues la infracción ya había sido
cometida al celebrar contratos que estaban otorgados en condiciones irregulares. Igualmente
son inconducentes para enervar la sanción las ventajas del plan, pues ello debió ser sometido a
la autoridad de contralor previamente, para que ella concediese o no la autorización. El
sumario instruido por la Superintendencia de Seguros de la Nación a una aseguradora por
violación de una resolución no es el ámbito adecuado para solicitar autorización con el fin de
aplicar la operatoria sancionada, que infringe el sistema autorizado por dicha autoridad de
control (C. Nac. Com., sala D, 25/4/1983, "Sud Atlántica Cía. de Seguros S.A. v.
Superintendencia de Seguros de la Nación", LL 1983-C-418). En ese mismo fallo, disidencia
del Dr. Alberti: Los trámites de Superintendencia no han de ser tan rituales como para que las
administradas deban consentir ser sancionadas mientras piden, por expediente separado, que
sea autorizada una operatoria que la administradora misma calificó anticipadamente como de
"posible aprobación".

101 (a). La regulación profesional de los intermediarios.

En el capítulo III son tratados los efectos que la actividad de intermediación en el seguro
produce respecto de terceros, en especial los asegurados, conforme a la representación que, en
mayor o menor grado, pueda generar la actuación de los productores de seguros con relación al
asegurador a quien estén vinculados. Aquí, en cambio, analizaremos la regulación de dicha

307
actividad desde el punto de vista específicamente profesional, examinando los derechos y
obligaciones que la normativa legal adjudica a esos intermediarios, en virtud de un conjunto de
preceptos específicos.

Tal regulación la encontramos, fundamentalmente, en la ley 22400 Ver Texto, que lleva por
acápite "De los productores asesores de seguros y su reglamentación", aunque también hay
normas contenidas en otros cuerpos legales (por ejemplo, los arts. 55 Ver Texto, 59 Ver Texto
y 60 Ver Texto de la ley 20091, ya vistos, etc.).

La ley 22400 Ver Texto establece una categorización profesional, que denomina genéricamente
productor-asesor, para la cual establece en su favor el monopolio de la actividad de
intermediación (arts. 1 Ver Texto, 2 Ver Texto, 7 Ver Texto, etc., de la ley 22400), actividad
ésta que no puede ser ejercida válidamente por personas que no se hallen sujetas a dicho
régimen legal.

La "actividad de intermediación", a la cual hace referencia el art. 1 Ver Texto de la ley 22400,
genera, sin duda, una relación contractual que surte efectos sobre ambas partes del contrato. El
tema ha sido estudiado, entre nosotros, por Héctor M. Soto, en su trabajo Vinculación jurídica
del productor-asesor de seguros y las partes del contrato de seguros, en LL 1990-C-405 y ss.,
donde analiza detenidamente lo que denominó el "contrato de intermediación en la actividad
aseguradora" y señala sus elementos (nº IV, p. 407). Asimismo, al comienzo de ese análisis, al
tratar el tema de la intermediación en términos generales, dicho autor señala que quien actúa
como intermediario no podría hacerlo como representante legal o mandatario convencional de
alguna de las partes porque la intermediación excluiría la representación (ver también, del
mismo autor, La negociación del contrato de seguro: comercialización directa, intermediarios,
representantes y mandatarios, JA 1997-IV-912 , en especial, nº I-b; y su libro Intermediación
en el contrato de seguro, § II-5, p. 4, Buenos Aires, 2000).

Por nuestra parte pensamos que si bien la observación es, en principio, acertada en términos
generales, todo depende del alcance que se le confiera aquí a la expresión "intermediación".
Por un lado, la ley 22400 Ver Texto, reguladora de la profesión del productor-asesor de
seguros, la emplea en diversas oportunidades para calificar tal actuación, en especial en los arts.
1 Ver Texto y 2 Ver Texto, que hablan de "actividad de intermediación" sin definirla.

Considerada dicha expresión en sentido amplio, conforme su exteriorización fáctica, se puede


estar haciendo referencia a una actuación que se cumple ejerciendo una interposición negocial
de persona, dirigida a vincular de alguna manera a ambas partes principales de la celebración. Si
se la entiende con esa extensión, puede quedar comprendido aun el mandatario o el mero
representante. Cabe señalar, por otra parte, que la representación restringida que la
jurisprudencia le ha reconocido al productor, respecto de la empresa aseguradora, lo es con
relación a ciertos actos cumplidos según un contrato en el cual el acuerdo de voluntades que
cierra el sinalagma se produjo antes y, en la casi totalidad de los casos, con independencia de la
voluntad de dicho productor (la representación, por el contrario, requiere una expresión de

308
voluntad del representante, que se cumple sustituyendo la de otro, el representado, en su
emisión, sea por encargo de éste o por disposición de la ley; y en el supuesto en análisis, el art.
4 Ver Texto, LS., expresamente indica que la propuesta de seguro no obliga al proponente ni a
la aseguradora y que requiere aceptación de parte de ésta, que el productor no puede suplir
salvo autorización a tal efecto para el caso, o la que le hubiese sido otorgada expresamente con
carácter general -como ocurre en el supuesto del llamado agente "institorio"-). Ya Donati
señalaba que el productor en realidad provoca la oferta al estimular el espíritu de previsión de
parte del asegurado, aunque realiza una tarea favorecida por el asegurador: lleva a cabo un
trabajo de promoción, por otro lado, esencial al seguro, institución que necesita de una vasta
celebración de negocios para que el álea del contrato singular sea trasmutada en el sistema
técnico-económico asegurativo (Trattato, t. I, nº 228, p. 503).

La tarea a la cual se refiere el accionar del productor está esencialmente dirigida a lograr el
acercamiento de las partes del contrato de seguros, a fin de que éstas acuerden la relación
contractual, típica de la intermediación (art. 10 Ver Texto, inc. a), base de su remuneración
según los arts. 5 Ver Texto y 6 Ver Texto, ley 22400 (de allí que, en caso de rescisión o
modificación que den lugar a devoluciones de prima, esta última norma legal dispone que el
productor deberá reintegrar la parte proporcional de comisión que hubiere recibido por esa
contratación; de allí, también, la expresión "productor"). Pero su actividad, habitualmente,
implica otro tipo de actuaciones que le son encomendadas (cobranza de primas, entrega de
pólizas, recepción de denuncias de siniestros y otras más importantes que, con frecuencia, el
asegurador delega al productor, en especial en lugares alejados de las provincias); ellas son, en
rigor, ajenas a la función primordial del productor-asesor y por eso suelen formar un plexo
aparte de relaciones (normalmente posteriores a la celebración -se trata de actuaciones
sucesivas-) que dan lugar a que se puedan configurar las situaciones de convalidación tácita y
creación de apariencia de representación tomadas en cuenta por la jurisprudencia.

Por otro lado, en algunos casos puede ocurrir que el productor realice actos por cuenta del
asegurado -que al fin y al cabo es su cliente-, como cuando gestiona un mejor tratamiento del
siniestro en alguno de sus aspectos, en especial en el momento de la liquidación. El art. 10 Ver
Texto de la ley 22400 contiene algunas funciones impuestas al productor-asesor "directo"
referidas al asegurador (incs. a, b, c, e, f y g); otras vinculadas con el asegurado (incs. d y h), y
otras relacionadas sea con ambas partes principales de la relación asegurativa (inc. i) o bien con
la autoridad de control (incs. j, k, l y ll). Parecida situación tiene lugar en la ley respecto de los
productores "organizadores". Es dable señalar, particularmente, el inc. f, art. 10 Ver Texto, ley
22400, que entre las funciones y deberes del productor-asesor (capítulo VI) incluye la de
"cobrar las primas de seguro cuando lo autorice para ello la entidad aseguradora respectiva", lo
cual aparece como un caso típico de mandato, con la consiguiente función representativa
respecto del asegurador, ya que, en ese supuesto, no se podrá alegar luego, ante el siniestro, que
el pago no se había perfeccionado por no existir representación. Y a lo dicho se agrega el inc. i
del mismo artículo, que entroniza como principio general el ejecutar con diligencia y prontitud
las instrucciones que reciba de asegurados y de las entidades aseguradoras "en relación con sus
funciones".

309
Se trata, pues, de una figura de características peculiares, un tanto polifacética, pero que, en
principio, funciona entre nosotros, considerada en su faz económica, dentro del esquema de
comercialización del asegurador, que es quien le retribuye su accionar con comisiones (arts. 5
Ver Texto, 6 Ver Texto y 10 Ver Texto, inc. f). A tal extremo es así, que la ley se apresura a
destacar el carácter independiente que, desde el ángulo del derecho laboral, reviste la actividad
del productor-asesor (art. 11 Ver Texto, ley 22400).

El art. 1 Ver Texto dispone que "la actividad de intermediación promoviendo la concertación
de contratos de seguros, asesorando a asegurados y asegurables, se regirá en todo el territorio
de la República Argentina por la presente ley" (314) . La propia definición está mostrando que
la actividad principal es la de promoción dirigida a lograr la concertación de contratos de
seguro; las funciones de asesoramiento son complementarias de aquélla y van orientadas a
profesionalizar la actividad, a fin de que cumpla una tarea más eficaz y beneficiosa respecto de
quienes buscan asegurar sus bienes recurriendo a este tipo de intermediarios (315) .

Será autoridad de aplicación de la ley 22400 la Superintendencia de Seguros de la Nación (art. 3


Ver Texto de esa ley).

Jurisprudencia

Conforme a la ley 22400 Ver Texto, la actividad de intermediación que cumplen los
productores de seguros se hace de dos formas: promoviendo la concertación de seguros o
asesorando a asegurados y asegurables, de modo que toda otra actividad que realicen se debe
subsumir en una de esas dos (C. Nac. Civ., sala A, 15/12/1986, LL 1987-E-146).

Quien haya actuado en la celebración de un contrato de seguro en calidad de intermediario no


asume obligación personal alguna respecto del pago de la indemnización (en el caso, el
Automóvil Club Argentino, que actuó como tomador estipulante en favor de un socio frente a
la Caja Nacional de Ahorro y Seguro -C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 4ª, 18/12/1984, ED 114-
678-).

102 (a). Categorías profesionales.

La ley 22400 Ver Texto prevé, fundamentalmente, dos categorías de productores-asesores: a


quien denomina "directo", y al "organizador" (316) .

310
Según el art. 2 Ver Texto, productor-asesor directo es la persona física que realiza las tareas
indicadas en el art. 1 Ver Texto (esto es, la intermediación al promover la concertación de
contratos de seguros y al asesorar a asegurados y asegurables). Por su parte, productor-asesor
organizador es la persona física que se dedica a instruir, dirigir o asesorar a los productores
directos que forman parte de una "organización" (entendida como tal aquella que tiene
también por fin específico la actividad de intermediación en el seguro, que se deberá componer
de, al menos, 4 productores-asesores "directos", de los cuales uno de ellos puede ser el propio
organizador que actúe a su frente en tal carácter).

103 (a). Sociedades de productores-asesores.

No obstante la referencia reiterada al carácter de personas físicas requerido por la ley, el art. 20
Ver Texto de esa norma dispone que los productores-asesores "podrán constituir sociedades
de cualesquiera de los tipos previstos en el Código de Comercio" para realizar su tarea, siempre
que dichas actividades sean efectuadas por productores-asesores registrados e inscritos en
registros especiales que llevará la autoridad de aplicación. El art. 21 Ver Texto agrega que
cualquiera que sea la forma o tipo societarios elegidos, por lo menos cuatro de sus integrantes -
o todos ellos, en caso de constituir un número menor- tendrán que estar inscritos como
productores asesores en alguna de sus modalidades, y que uno de ellos se debe desempeñar
como director o gerente de la entidad. La reglamentación (art. 21.2 Ver Texto) agrega que en
los casos en que se constituya una sociedad de productores asesores con hasta cuatro
integrantes, y uno o más de ellos posea matrícula para intermediar únicamente en seguros de
vida, la sociedad será inscrita en el Registro de Sociedades de Productores de Seguros de Vida y
estará sujeta a las limitaciones establecidas para este tipo de productores-asesores. El art. 21.1
Ver Texto de dicha reglamentación dispone que cuando una sociedad de productores esté
constituida por hasta cuatro integrantes, y uno o más de ellos fuere beneficiario de la exención
que establece el art. 19 Ver Texto de la ley (exención de examen por estar domiciliado en
centro urbano de menos de 200.000 habitantes), la sociedad tendrá las mismas limitaciones que
tales beneficiarios en cuanto a las operaciones en que puedan intervenir.

Por su parte, el art. 22 Ver Texto de la ley 22400 establece que las sanciones por infracciones
cometidas por una sociedad de productores-asesores (o, individualmente, por uno de sus
socios, cuando cumpla una decisión social) alcanzará a los demás integrantes inscritos y,
asimismo, patrimonialmente a la sociedad, de conformidad con las normas del derecho común.
Pero si la infracción hubiese sido cometida por uno de sus integrantes y se comprobare su
exclusiva responsabilidad personal, la sanción no alcanzará a los otros socios en forma
individual; y la responsabilidad se determinará también por las normas del derecho común.

311
104 (a). Registro de productores-asesores.

La ley crea el Registro de Productores-Asesores de Seguros, que puso a cargo de la


Superintendencia de Seguros de la Nación. La reglamentación efectuada por el ente de control
estableció, asimismo, la creación del Registro de Productores-Asesores de Seguros de Vida, que
incluye a quienes intermedien en la concertación de seguros de vida, retiro y accidentes
personales, aunque limita su actuación a tales ramas porque pueden intermediar en otras
especies de seguros (arts. 3.1.1 y 3.1.2); crea, asimismo, el Registro de Sociedades de
Productores de Seguros (art. 3.2.1) y otro, de Sociedades de Productores de Seguros de Vida,
con igual limitación que la señalada precedentemente en virtud del art. 3.1.2 (art. 3.3.1).

La exclusividad en la actividad que otorga la matriculación se desprende de diversas normas.


Así, el art. 4 Ver Texto dispone que para el ejercicio de la actividad de productor-asesor en
cualquiera de las categorías previstas en la ley (las del art. 2 Ver Texto), los interesados deberán
estar inscritos en el registro mencionado en el párrafo anterior. El art. 7 Ver Texto establece
que las personas no inscritas en el registro precitado no tienen derecho a percibir comisión ni
remuneración alguna por las gestiones de concertación de contratos de seguros, y que las
entidades aseguradoras se deberán abstener de operar con personas no inscritas, quedándoles
prohibido el pago de comisiones o cualquier otra retribución a éstas. Por su parte, la
reglamentación de la ley, en su art. 7.1 Ver Texto, preceptúa que las compañías aseguradoras se
abstendrán de operar con productores-asesores de seguros que hayan sido dados de baja del
Registro por parte de la Superintendencia de Seguros de la Nación, a cuyo fin el órgano de
control entregará a las aseguradoras, trimestralmente, un disquete con la nómina de matrículas
vigentes; y culmina expresando que "la aceptación de operaciones en que intervengan
productores-asesores de seguros, personas físicas o jurídicas, cuya baja haya sido dispuesta por
la Superintendencia de Seguros de la Nación, importará ejercicio anormal de la actividad
aseguradora en los términos del art. 58 Ver Texto de la ley 20091". El art. 15 Ver Texto de la
ley 22400 establece que se considerará falta grave facilitar o cooperar de cualquier manera en el
ejercicio de actividades de las previstas en dicha ley con personas que, debiendo estarlo, no se
hallen inscritas en el registro correspondiente, por lo cual se aplicará el art. 59 Ver Texto de la
ley 20091.

105 (a). Requisitos para el ejercicio profesional.

312
En nuestro país, la actividad del productor-asesor no se agota en la mera intermediación, sino
que lleva ínsita la del asesoramiento: de allí la denominación que la ley le adjudica a esa
actividad y las consecuencias que de tal calidad se pueden deducir.

La ley 22400 Ver Texto, atendiendo a la finalidad de profesionalización de la actividad,


establecía como uno de los requisitos de inscripción en la matrícula acreditar competencia
técnica mediante un examen, que se deberá rendir sobre la base de un programa aprobado por
la Superintendencia de Seguros de la Nación (art. 4 Ver Texto, inc. c, ley cit.).

Por la resolución 25475 , dicha Superintendencia, al señalar que "es menester avanzar en el
cometido de jerarquizar la profesión de productores-asesores de seguros", decidió encomendar
a universidades nacionales y privadas y otras instituciones de educación superior no
universitaria el proceso de capacitación de los aspirantes y el examen de acreditación de
competencia que establece el art. 4 Ver Texto de la ley 22400; queda a cargo de esa
Superintendencia la formulación de los contenidos básicos y la carga horaria de los cursos a
dictar. Agrega que "la permanente aparición de nuevos productos" torna necesaria la
institucionalización de un programa de capacitación continuada, obligatoria para los
matriculados.

Por tal motivo, decidió la disolución definitiva de los tribunales examinadores que venían
actuando hasta ese momento, y dispuso: "Art. 2 Ver Texto, inc. 1. Las universidades nacionales
y privadas, los institutos universitarios y los establecimientos de educación superior no
universitaria autorizados por este organismo dictarán los cursos de capacitación para la
formación de productores-asesores de seguros y tendrán a su cargo los exámenes que acrediten
competencia, en virtud de cuya certificación la Superintendencia de Seguros de la Nación,
previo el cumplimiento de los otros requisitos establecidos por el art. 4 Ver Texto de la ley
22400 y su resolución reglamentaria 24828 , inscribirá a los peticionantes en el Registro de
Productores-Asesores de Seguros". Las instituciones autorizadas deberán presentar, previo al
comienzo de los cursos, sus programas analíticos a los fines de su aprobación por la
Superintendencia (inc. 3), la cual periódicamente convocará la reunión de una comisión
(formada por funcionarios del ente de control y representantes de las entidades que agrupan a
los productores-asesores de seguros y a las entidades aseguradoras), que revisará los contenidos
básicos y propondrá su actualización cuando así lo tornen necesario las necesidades de la
actividad (inc. 3). Conforme a las especialidades que hayan elegido, los cursantes podrán
obtener las certificaciones de productor-asesor de seguros patrimoniales y de las personas, o
bien la de productor asesor de seguros sobre las personas -según los módulos que hayan
aprobado- (inc. 4). La Superintendencia expedirá una credencial profesional identificatoria, con
la cual probarán su habilitación para el ejercicio de la actividad (art. 3 Ver Texto). Los
productores-asesores, al abonar el derecho de inscripción anual, deberán acreditar el
cumplimiento del programa de capacitación continuada; la falta de tal acreditación producirá la
suspensión automática de la matrícula. Esa capacitación continuada se cumplirá mediante la
asistencia a cursos, seminarios y talleres relacionados con la actividad, donde se profundizarán
los contenidos establecidos; cada matriculado deberá avalar su concurrencia como mínimo
durante 15 horas anuales. La Superintendencia podrá fijar objetivos o temas respecto de los
cuales juzgue necesario su estudio exhaustivo.

313
Cabe agregar, acerca del examen, que la reglamentación exime de rendirlo a quienes hayan
actuado como funcionarios de la Superintendencia de Seguros durante 5 años y alcanzaron la
categoría de jefe de departamento, como mínimo; deben presentar la solicitud de exención
dentro de los 360 días desde que haya cesado la inhabilidad prevista en el art. 8 Ver Texto de la
ley 22400. También estarán exentos quienes egresaron de carreras especializadas en seguros o
cursos de capacitación para productores-asesores, dictados en universidades nacionales y otros
establecimientos de educación terciaria autorizados, y realizados sobre la base de planes de
estudio aprobados por la Superintendencia de Seguros. Por otra parte, el art. 19 Ver Texto
dispone que la exigencia del examen previo regirá únicamente cuando la ubicación del riesgo o
el domicilio del asegurado o del productor se hallen en la Capital Federal, en el Gran Buenos
Aires o en centros urbanos de más de 200.000 habitantes.

La reglamentación prescribe asimismo, en su art. 19.1 Ver Texto, que quienes solicitaren su
inscripción invocando tal exención deberán acreditar 2 años de ininterrumpida residencia en
localidades o centros urbanos cuya población no supere los 200.000 habitantes; se considerará
válida la constancia del documento nacional de identidad (D.N.I.); pero quienes se vean
beneficiados con la exención no podrán, a su vez, intervenir en operaciones que comprendan
riesgos o personas asegurados ubicados o domiciliados en las zonas precedentemente
indicadas, por lo cual, obtenida la inscripción en esas condiciones, si realizan luego operaciones
de seguro en los lugares vedados son pasibles de las sanciones establecidas en las leyes 20091
Ver Texto y 22400 Ver Texto.

Sin perjuicio de lo expuesto, dichas personas deberán realizar los cursos, seminarios, etc.,
relativos al cumplimiento del programa de capacitación continuada, al cual se hizo referencia
precedentemente (resolución 25475, art. 4 ). Esta circunstancia no deja de ser llamativa en
tanto se requiere realizar cursos de actualización a quien no se le requirió estudios de índole
general. Es cierto que nuestro país posee vastas extensiones a cubrir en la actividad de
aseguramiento, pero se podría instituir un programa de enseñanza a distancia, conforme a las
modernas metodologías en vigor.

Los aspirantes a obtener la matrícula de productor-asesor de seguros y de productor-asesor de


seguro de vida deberán presentar la pertinente solicitud, acompañada también por copia
autenticada de título de estudios que acredite haber aprobado el nivel de enseñanza secundaria.
La solicitud no será aceptada a las personas que tuvieren en trámite denuncia o actuación
sumarial en su contra hasta tanto no sea resuelta.

Hay otros requisitos legales para ser productor: 1) tener domicilio en el país; 2) no hallarse
incurso en las inhabilidades que la ley prevé; 3) pagar el derecho de inscripción que establezca
la autoridad de control.

314
Con relación al domicilio, la reglamentación dispone que las personas físicas deberán denunciar
un único domicilio como asiento de su actividad, mediante declaración jurada, en él tendrán
que mantener sus registros y documentación respaldatoria de las operaciones, y allí serán
válidas las notificaciones y verificaciones que se efectúen por parte de la Superintendencia de
Seguros; esa dirección podrá coincidir con la real que deben tener en el país. Los cambios de
domicilio serán denunciados al ente de control por medio fehaciente, dentro de las 48 horas de
producidos; la omisión de denuncia mantendrá vigente el anterior, sin perjuicio de las
actuaciones sumariales a que pudiera dar origen.

106 (a). Inhabilidades.

La ley establece una serie de inhabilidades absolutas para matricularse como productor-asesor
de seguros. Así, conforme al art. 8 Ver Texto, no podrán ser inscritos en el Registro: a) quienes
no puedan ejercer el comercio; b) la ley establecía también inhabilidad para los fallidos por
quiebra culpable o fraudulenta, hasta 10 años después de su rehabilitación; y los fallidos por
quiebra casual o los concursados hasta 5 años después de la rehabilitación, con extensión de la
inhabilidad a los directores o administradores de sociedades cuya conducta se calificare de
culpable o fraudulenta, hasta 10 años después de su rehabilitación. Pero es necesario tener en
cuenta, al respecto, que a partir de la Ley de Concursos y Quiebras, 24522 Ver Texto, se ha
suprimido la calificación en la quiebra; c) los condenados penalmente con accesoria de
inhabilitación para ejercer cargos públicos, los condenados por hurto, robo, defraudación,
cohecho, emisión de cheques sin fondo y delitos contra la fe pública; los condenados por
delitos en la constitución, funcionamiento y liquidación de sociedades o en la contratación de
seguros: en todos los casos, hasta 10 años después de cumplida la condena; d) los liquidadores
de siniestros y los comisarios de averías; e) los directores, síndicos, gerentes, subgerentes,
apoderados generales, administradores generales, miembros del consejo de administración,
inspectores de riesgos e inspectores de siniestros de las entidades aseguradoras, cualquiera sea
su naturaleza; f ) los funcionarios o empleados de la Superintendencia de Seguros de la Nación
(la ley agregaba a los del Instituto Nacional de Reaseguros, actualmente en liquidación), así
como también a los funcionarios jerárquicos de las cámaras tarifadoras de las asociaciones de
entidades aseguradoras; g) quienes operen como productores-asesores sin estar inscritos (317)
y aquellos que sean excluidos del Registro de Productores-Asesores por infracciones a la ley,
ello, sin perjuicio de las sanciones previstas en el art. 13 Ver Texto. La autoridad de aplicación
dispondrá la cancelación o suspensión de la inscripción cuando tome conocimiento de la
existencia de alguna de dichas inhabilidades.

La reglamentación dispone, en su art. 8.1 Ver Texto, que si los productores inscritos en el
registro pertinente se vieran comprendidos por alguna de las inhabilidades absolutas previstas
en el art. 8 Ver Texto de la ley 22400, deberán solicitar la suspensión de la matrícula bajo
apercibimiento de emprender las actuaciones sumariales correspondientes. Producido el cese

315
de la inhabilitación, el interesado podrá solicitar el levantamiento de la suspensión con el pago
del importe de la matrícula del año en el cual solicite el levantamiento. Cabe inferir, respecto de
las inhabilidades mencionadas en los incs. d, e y f del art. 8 Ver Texto de dicha ley
(liquidadores, directores, síndicos, gerentes, etc., de aseguradoras; funcionarios del ente de
control y de las "cámaras tarifadoras" de las asociaciones de entidades aseguradoras), que la
inhabilidad cesa al finalizar la actuación en esos cargos.

Jurisprudencia

La norma del art. 8 Ver Texto, inc. 9, de la ley 22400, impide el ejercicio de una profesión
reglada cuando se carece de título habilitante, y la violación de tal prohibición acarrea la
imposibilidad de inscribirse en el registro pertinente. Ello no viola el derecho a trabajar y
ejercer una industria lícita, ya que se halla dentro del margen de razonabilidad con que el
legislador debe regular las garantías previstas por la carta magna, pues no se trata de una
sanción de carácter penal sino de la inhabilitación para lograr la inscripción dentro del régimen
que se ha violado (C. Nac. Com., sala E, 25/2/1988, in re "Organización Orbita", LL 1989-A-
535; DJ 1989-I-831).

107 (a). Funciones y deberes.

El art. 10 Ver Texto establece las funciones y deberes que tienen los productores-asesores de
seguros. Distingue al respecto entre productores-asesores directos y organizadores.

Los productores-asesores directos tienen facultad para: 1) gestionar operaciones de seguro; 2)


cobrar las primas de seguro cuando lo autorice la entidad aseguradora correspondiente (sobre
esta temática, ver lo expresado en el capítulo III). Y en cuanto a deberes y obligaciones, se
mencionan: a) informar sobre la identidad, antecedentes y solvencia moral y material de las
personas que contraten por su intermedio cuando se lo requieran las aseguradoras; b) informar
a la entidad aseguradora las condiciones en que se encuentra el riesgo; c) asesorar al asegurado
o asegurable a los fines de una adecuada cobertura, e ilustrarlo sobre las cláusulas del contrato,
su interpretación y extensión, y, asimismo, verificar que la póliza contenga las estipulaciones y
condiciones según las cuales el asegurado decidió cubrir el riesgo; y asesorar al asegurado,
durante la vigencia del contrato, sobre sus derechos, cargas y obligaciones, en particular con
relación a los siniestros; d) comunicar a la entidad aseguradora sobre cualquier modificación
del riesgo que llegue a su conocimiento; e) entregar o girarle al asegurador, en el plazo
convenido, el importe de las primas percibidas; no se puede exceder de los plazos establecidos
por la reglamentación. Cuando no estuviese expresamente autorizado a cobrar la prima, la
entregará o girará al asegurador dentro de las 72 horas. f ) comunicar a la autoridad de
aplicación toda circunstancia que lo coloque dentro de alguna de las inhabilidades previstas en

316
la ley; g) ajustarse, en materia de publicidad y propaganda, a los requisitos generales vigentes
para las entidades aseguradoras; si la publicidad que llevare a cabo se refiere a una entidad
aseguradora en particular, deberá contar con la autorización de ésta; h) llevar un registro
rubricado de las operaciones de seguros en que interviene; i) exhibir, cuando le sea requerido,
el documento que acredite su inscripción en el registro; j) en general, ejecutar con diligencia y
prontitud las instrucciones que reciba de los asegurables, asegurados y entidades aseguradoras,
relacionadas con su actividad y funciones.

En cuanto a los productores-asesores organizadores, se pueden señalar como facultades: 1)


cobrar primas de seguros en los casos en que hubieren sido autorizados en igual forma que lo
establecido para los productores "directos"; 2) seleccionar, asistir y asesorar a los productores-
asesores "directos" que forman parte de su organización. En cuanto a sus deberes y
obligaciones, se mencionan: a) informar a la entidad aseguradora sobre los antecedentes
personales de los productores asesores que integren su organización, cuando aquélla lo
requiera; b) asistir y asesorar a los productores directos de su organización, y facilitarles su
labor; c) comunicar a la autoridad de aplicación toda circunstancia que lo coloque dentro de las
inhabilidades previstas en la ley, y las que correspondan a productores de su organización; d)
ajustarse en materia de publicidad y propaganda a los requisitos generales vigentes para las
entidades aseguradoras y, si se refieren a una aseguradora en particular, contar con autorización
de ésta; e) llevar un registro rubricado de las operaciones de seguro en que intervenga; f ) en
general, contribuir a ejecutar con la debida diligencia y prontitud las instrucciones que reciba,
en forma directa o por medio de los productores-asesores vinculados a él, de los asegurables,
asegurados y aseguradores, relacionadas con sus funciones.

La reglamentación de la ley establece, en estos aspectos, algunas normas de importancia. Por


ejemplo, el art. 10.1.1 Ver Texto dispone que los productores-asesores de seguros autorizados
por el asegurador a cobrar las primas de seguro entregarán o girarán a éste, quincenalmente, el
importe de los premios que perciban, el día 15 y el último día de cada mes (si recayere en día
inhábil, vencerá el siguiente día hábil).

En el "Boletín Oficial" del 8/6/2000 se publicó la resolución 429/2000 del Ministerio de


Economía, que en su art. 1 Ver Texto expresa que los únicos sistemas habilitados para pagar
premios de contratos de seguro son: a) medios electrónicos de cobro (sic); b) entidades
bancarias, por el pago en ventanilla o débito en cuenta; c) tarjeta de débito, crédito o compra.
La lectura de esta resolución lleva a preguntar si no se considerará válido, entonces, el pago que
el asegurado efectúe en la caja de la aseguradora, ya que la citada resolución expresa que "las
entidades aseguradoras sólo podrán considerar cumplida la obligación de pago de premio de
los contratos de seguro cuando se produzca el efectivo ingreso de fondos en alguno de los
sistemas enumerados en el párrafo anterior" (lo cual contradiría lo establecido por los arts. 725
Ver Texto y 731 Ver Texto, inc. 1, del Código Civil).

Lo señalado trae apareadas algunas complicaciones adicionales: por ejemplo, hace depender de
la rendición que el banco efectúe al asegurador determinar si está cumplida (y cuándo) la
obligación de pago del premio, pues a partir de allí el asegurador tomará conocimiento de tal

317
circunstancia, esencial al seguro, de la cual depende que tenga o no lugar la suspensión de la
cobertura (art. 31 Ver Texto, ley 17418 y cláusulas de pago usuales), que dificultará de alguna
manera al asegurador realizar actos que impliquen cumplimiento del contrato; éstos obstarían
luego a que pretendiese efectuar invocaciones de suspensión de la cobertura por falta de pago
(arg. art. 79 Ver Texto, ley 17418; plenario C. Nac. Com. de la Capital Federal del 29/2/1972,
en autos "Caucholite S.R.L. v. Patria Cía. de Seguros S.A.", JA 15-1972-430 Ver Texto; etc.).
Cierto es que la información se puede ver demorada también en el cobro efectuado por
cobradores o productores, pero el efecto no es tan rotundo como el establecido en el texto de
la norma en análisis, pues en el cobro por vía ordinaria prevalece el momento del efectivo
pago, demostrado que sea por medios adecuados, en tanto que, en la resolución, el "efecto de
pago" tendría lugar con el ingreso bancario de los fondos. Y, en ese aspecto, más singularidad
exhibe el art. 2 Ver Texto de la resolución en cuestión al imponer a las aseguradoras el deber
de incluir en las propuestas de contratos de seguros, pólizas, certificados de cobertura, etc., la
advertencia a los asegurados y "asegurables" de que los únicos sistemas habilitados para
cancelar los premios son los precedentemente señalados, y que el pago realizado a los
aseguradores y productores "no es cancelatorio de su obligación hasta tanto se formalice el
ingreso de los fondos en alguno de los sistemas previstos" (cabe preguntar qué sucede con la
cobertura, entre tanto: éste es el tema principal).

Se impone, asimismo, a los aseguradores celebrar convenios de cobranza con los prestadores
de los servicios mencionados en el art. 1 Ver Texto; se señala que el tratamiento de la
información deberá ser confidencial (art. 3 Ver Texto), para lo cual requiere que se otorgue un
número de cuenta que identifique al asegurado o tomador (¿un número genérico, o uno por
póliza o por compañía aseguradora o para ambas?; además, surge el interrogante de para qué se
requiere este número, si lo que interesa es verificar fehacientemente el pago de una póliza, de
cuya lectura surgirá quién es el asegurado), número de póliza o endoso, identificación de la
rama, número de cuota (ordinal) e importe a pagar, en números y letras (nada dice del nombre
de la compañía aseguradora, dato de no poca importancia, sobre todo cuando el pago lo
efectuare directamente el asegurado en un banco). Impone también el deber, a los prestadores
del "servicio de cobranza", de "brindar toda la información que requiera la Superintendencia de
Seguros de la Nación relativa a las transacciones" que contempla dicha resolución. Culmina
ésta al expresar que las aseguradoras y los productores que perciban premios (¿en qué
carácter?) deberán ingresar el pago por los sistemas habilitados en el art. 1 Ver Texto dentro de
los 2 días hábiles, y "entregar el comprobante de cancelación a los asegurados dentro de las 24
horas hábiles posteriores al aludido ingreso" (¿además del recibo?; y habrá que ver, por otra
parte, qué comprobante le queda de ello al productor para justificar su pago: la norma no
contempla este importante aspecto). El plazo de depósito es ampliado, para los productores-
asesores que ejerzan su actividad en una localidad distante a más de 25 kilómetros de una
"boca de percepción" habilitada, a 5 días hábiles (art. 5 Ver Texto); pero la cuestión, como
señalamos antes, está en determinar en qué momento tiene cobertura el asegurado. Asimismo,
la documentación extendida por los productores-asesores de seguros no podrá incluir diseños
o marcas que identifiquen a ninguna entidad aseguradora o sus productos, y deberá advertir a
los asegurados de los efectos resultantes de la resolución (art. 6 Ver Texto), que serán
aplicables a la cobranza de premios que se realice a partir del 1 de setiembre de 2000 (art. 7 Ver
Texto).

318
El sistema suscita diversos interrogantes (piénsese, p.ej., en el pago mediante cheques, tan
común, y el tiempo de acreditación de los fondos); pero lo que cabe fundamentalmente señalar
es que en un contrato como el de seguro, de naturaleza comercial (art. 8 Ver Texto, inc. 6,
CCom.), que tiene por finalidad brindar amparo contra los riesgos de manera inmediata, y que
está vinculado a menudo a la celeridad del comercio, no resulta razonable que se condicione
necesariamente su cobertura, en todos los casos, al ingreso bancario del premio, sino que,
atendiendo a la protección del asegurado -a la cual dicen los considerandos referirse, siguiendo
el Plan Estratégico de la Superintendencia-, se debe implementar un sistema en el cual la
cobertura comience a regir desde el mismo momento del pago, y no días después, como
pareciera surgir de la letra de la resolución; en particular, cuando ese pago haya sido realizado
por el asegurado directamente a la entidad aseguradora, en su sede.

Por último, last but not least, la resolución 429/2000 Ver Texto emana del Ministerio de
Economía, cuando la facultad de dictar resoluciones generales en materia asegurativa fue
otorgada a la Superintendencia de Seguros de la Nación (art. 67 Ver Texto, inc. b, ley 20091),
entidad autárquica con autonomía funcional (art. 65 Ver Texto, ley cit.), no obstante operar en
jurisdicción del aludido Ministerio, lo cual agrega otro matiz singular a esa normativa.

Posteriormente, el "Boletín Oficial" del 10/8/2000 publicó la resolución S.S.N. 27627/2000 ,


señalando que "resulta necesario dictar un régimen de aplicación" de la resolución MEN 429
Ver Texto, antes comentada (a pesar del casuismo de que hizo gala ésta). Así, los medios de
cobro establecidos en la resolución ministerial deberán ser "previamente habilitados por la
Superintendencia de Seguros", de acuerdo con lo que se señala en un anexo; las entidades
aseguradoras podrán solicitar la inclusión de "medios electrónicos de cobro alternativos"; y se
aclara que el inc. b del art. 1 Ver Texto de la resolución 429 "incluye a las entidades financieras
no bancarias reguladas por la ley 21526 Ver Texto (con las reformas introducidas por las leyes
24485 Ver Texto y 24627 Ver Texto)". Reitera aspectos ya contenidos en la resolución
ministerial, y agrega que los formularios para efectuar los pagos deberán "incluir las respectivas
fechas de vencimiento". El número de "propuestas aceptadas" o de los certificados de
cobertura "reemplazará al número de póliza", al emitirse la cual se hará referencia a aquel
número. Se instituye el uso de barras electrónicas y se indica la posición que deberán ocupar en
ellas los números, conforme a los distintos aspectos a los cuales se refieren (indicación de la
aseguradora; rama; póliza; endoso o refacturación; cuota, y, si correspondiere, sucursal
interviniente). Los convenios de cobranza celebrados con prestadores deberán ser presentados
para su autorización ante Superintendencia de Seguros. Las aseguradoras que adquieran
controladores fiscales que resulten habilitados podrán ponerlos a disposición de los
productores-asesores; aquéllas serán responsables frente a la S.S.N. y a la AFIP. Si el medio
habilitado expidiese un comprobante o tique, en él deberán constar los recaudos de la
resolución 429 Ver Texto, MEN, y, además, la aseguradora, fecha y hora de la operación, fecha
de vencimiento del premio o cuota y la forma de pago -efectivo o cheque-. El art. 7 Ver Texto
expresa que "se considerará cumplida la obligación de entrega del comprobante de
cancelación" prevista en el inc. b del art. 5 Ver Texto de la resolución 429, MEN, "mediante la
puesta a disposición del mismo en el domicilio que la entidad aseguradora o el productor-
asesor de seguros determine".

319
Este último precepto -sumado a la compleja y confusa normativa emergente de las
resoluciones precitadas- constituye un tratamiento a los asegurados que muestra la posición
precaria en que se los ha colocado al privilegiar los aspectos relativos a las cuestiones fiscales y
económicas, sin atender los intereses del personaje principal de la relación, en su carácter de
consumidor de seguros, como gusta ahora referírselo. Se le impone a éste una normativa, a
nuestro juicio, violatoria de normas legales específicas en tanto pretende, en virtud de una mera
resolución ministerial, privar de valor al pago efectuado directamente al acreedor (arts. 725 Ver
Texto y 731 Ver Texto, inc. 1, CCiv.); y deja en la nebulosa los efectos de ese sistema sobre el
régimen de la suspensión de la cobertura por falta de pago, instituido por el art. 31 Ver Texto,
LS., e instrumentado en las cláusulas de pago (es de reiterar que el art. 1 Ver Texto de la
resolución 429/2000 dispone que "las entidades aseguradoras sólo podrán considerar cumplida
la obligación del pago del premio de los contratos de seguros cuando se produzca el efectivo
ingreso de los fondos en alguno de los sistemas enumerados" en ese mismo artículo). Y luego
le suma a ese asegurado una carga adicional de la prueba, al limitarse a poner a disposición de
él el comprobante de cancelación en el domicilio que la entidad aseguradora o el productor
asesor de seguros determine, aunque esté situado a 25 kilómetros del domicilio del asegurado
(sólo si se omitiese consignar ese domicilio, cosa harto improbable, se presumirá que la entrega
se efectuará en el domicilio del asegurado). Ello, luego que la resolución 429/2000, MEN, en
su art. 5 Ver Texto, inc. b, establecía que las aseguradoras y productores deben entregar el
comprobante de cancelación a los asegurados dentro de las 24 horas hábiles posteriores al
ingreso del dinero en el sistema creado (y "entregar" es algo muy distinto a "poner a
disposición"; sobre todo si se está a 25 kilómetros del lugar de esa "puesta" a disposición). Con
el tiempo se verá si el sistema es pasible de funcionar adecuadamente y cuáles son las
interpretaciones que, en caso de conflicto, adopten los tribunales. Pero hubiera sido mejor
diseñar un método de cobranza mucho más simple y ajustado a la realidad y a las normas
jurídicas de mayor jerarquía.

Jurisprudencia

Los arts. 12 Ver Texto de la ley 22400 y 55 Ver Texto de la ley 20091 prescriben el deber del
productor-asesor de actuar con diligencia y buena fe, lo cual si bien, por aplicación del art.
1198 Ver Texto del Código Civil, es un principio implícito en todo contrato, lo es más cuando
se refiere al contrato de seguro, pues se vincula con el deber de cooperación establecido en
interés ajeno. No obstante, el art. 53 Ver Texto de la ley 17418 limita taxativamente sus
facultades y circunscribe su actuación a la realización de actos puramente materiales, salvo el
cobro de primas en ciertos casos. Por lo tanto, si no se ha demostrado que el productor de
seguros ha incurrido en un obrar antijurídico que causalmente hubiera imposibilitado que el
asegurado cobrara del asegurador la indemnización correspondiente, será infundado
condenarlo a reparar las consecuencias dañosas derivadas del incumplimiento de la aseguradora
(C. Nac. Com., sala A, 21/9/1994, ED 161-507).

Si el productor incurrió en un deficiente asesoramiento de su asegurado respecto de las


cláusulas del contrato, su interpretación y la extensión de la cobertura, y omitió asimismo
verificar que la póliza contuviera las estipulaciones y condiciones por las cuales el asegurado
decidió amparar el riesgo, lo hacen responsable de los daños que ello le ocasione al asegurado,

320
pues el contrato de seguro es uno de los cuales se debe caracterizar por la buena fe de las
partes. Así como no puede el asegurado obrar reticentemente, la aseguradora, por sí o por
medio de sus productores, debe poner en conocimiento del asegurado los verdaderos alcances
de las cláusulas del contrato. Este deber surge de la norma contenida en el art. 55 Ver Texto de
la ley 20091, que les impone la obligación de desempeñarse conforme a las disposiciones
legales y los principios técnicos aplicables a la operación en la cual intervienen y actuar con
diligencia (C. Nac. Com., sala E, 30/12/1998, "Defilippantonio, Luis Roberto, v. Fides
Compañía de Seguros S.A. y otros" Ver Texto, ED 184-236).

El productor que obrando al margen de la directiva de la buena fe provocó un daño al


asegurado consistente en el no cobro de la prestación del asegurador, a causa de que dicho
productor, apartándose de su obligación de mantener el seguro con una aseguradora
determinada lo derivó a otra que cayó en liquidación, debe resarcir los perjuicios causados a ese
asegurado, quien le había entregado el importe íntegro de la prima correspondiente a la póliza
contratada (C. Nac. Com., sala B, 7/5/1993, "Maruzza, Oscar, v. Rigada, Alejandro,
s./Ordinario", publicado en "RJASER", nº 23/24, p. 248).

108 (a). Libros.

En lo relativo a libros, el art. 10.2.1 Ver Texto establece que los productores-asesores de
seguros deberán llevar obligatoriamente el "Registro de Operaciones de Seguros" y el "Registro
de Cobranzas y Rendiciones", rubricados por la Superintendencia de Seguros de la Nación
(ello, sin perjuicio de la demás documentación a que estén obligados por disposición legal).

Estos libros tendrán que poseer tapa dura, estar foliados correlativamente, y podrán ser
llevados manualmente, o ser copiativos, o bien asentar las registraciones en planillas de
computación, que se encuadernarán en grupos de 100 folios correlativos. Las anotaciones de
todos estos registros asimismo contarán con el respaldo documental correspondiente, con
respeto del principio de cronología. En el supuesto de que tenga lugar la pérdida, robo o hurto,
deberá ser denunciado a la autoridad policial dentro de las 24 horas y acreditarlo ante
Superintendencia de Seguros de la Nación; en las 48 horas siguientes se deberán rubricar
nuevos libros, en los cuales se asentarán todas las operaciones y cobranzas efectuadas en los
últimos 5 años.

El productor-asesor de seguros, una vez inscrito (o levantada la suspensión que sobre él pesó),
recibirá constancia de inscripción, emitida por la Superintendencia de Seguros a pedido del
interesado.

321
109 (a). Remuneraciones.

El capítulo IV de la ley 22400 Ver Texto se refiere a las remuneraciones que perciba el
productor-asesor por su tarea. El art. 5 Ver Texto expresa que percibirá "las comisiones que
acuerden con el asegurador", salvo los casos en los cuales la autoridad de aplicación estime
necesario la fijación de máximos o mínimos. Agrega dicha disposición, con relación a los
productores-asesores "organizadores", que sólo percibirá comisiones en aquellas operaciones
en que hubieran intervenido los productores-asesores directos a quienes asiste; pero cuando se
trate de producción propia, será acreedor a comisiones en su doble carácter.

El derecho del productor-asesor a cobrar su comisión lo adquiere cuando la entidad


aseguradora recauda efectivamente el importe de la prima o, proporcionalmente, al percibir
cada cuota de prima en aquellos casos en que el seguro se hubiere contratado con esa
modalidad de pago. Si se produjere la modificación o rescisión del contrato de seguro que
diese lugar a devolución de prima, el productor deberá reintegrar proporcionalmente la prima
percibida. Se asimila al pago efectivo la compensación de obligaciones entre asegurado y
asegurador, pero no la entrega de pagarés, cheques y cualquier otra promesa u orden de pago
hasta tanto no hayan sido canceladas. En caso de seguros convenidos en moneda extranjera, la
comisión se podrá liquidar (a pedido del productor-asesor) en la misma moneda que la prima,
sin perjuicio de las disposiciones cambiarias vigentes y lo dispuesto por los arts. 607 Ver Texto,
608 Ver Texto y 617 Ver Texto del Código Civil.

En cuanto a las personas no matriculadas que hayan intermediado en operaciones de seguros,


ya hemos visto que no tienen derecho a percibir comisión ni remuneración alguna, les está
prohibido a las aseguradoras efectuar tales pagos y operar con personas en esas condiciones
(art. 7 Ver Texto), lo cual se ve confirmado por la norma del art. 15 Ver Texto, que considera
"falta grave" facilitar o cooperar de cualquier manera en el ejercicio de actividades de
intermediación en seguros por parte de personas no matriculadas.

110 (a). Sanciones.

La ley 22400 Ver Texto dedica su capítulo VII a las sanciones. Dice al respecto que el
incumplimiento de las funciones y deberes establecidos por el art. 10 Ver Texto hará pasible de
las sanciones previstas en el art. 59 Ver Texto de la ley 20091, tema que hemos visto antes al
tratar el régimen de control de la actividad aseguradora (art. 13 Ver Texto); agrega que

322
constituyen excepción a la regla precedente las disposiciones de los incs. 1, ap. g, y 2, ap. c, del
art. 10 Ver Texto (relativos al cobro de primas y su rendición al asegurador), que serán
juzgadas y sancionadas de conformidad con el art. 60 Ver Texto de la ley 20091 (art. 14 Ver
Texto, ley 22400).

El precitado art. 14 Ver Texto suscita varios problemas, puestos de resalto por Soto (318) . En
primer lugar, si la norma penal prevista en el art. 60 Ver Texto de la ley 20091 subsiste, atento
a que la ley 20509 Ver Texto dejó sin efecto las disposiciones por cuales se crearon o
modificaron delitos o penas de delitos ya existentes que no hayan emanado del Congreso
Nacional. En el caso de respuesta afirmativa, si resulta o no, entonces, aplicable la norma penal
contenida en ese art. 60 Ver Texto de la ley 20091, al cual se remite el art. 14 Ver Texto de la
ley 22400.

Con relación al primer tema, cabe así plantear la singular hipótesis de si, en razón de la
mención que efectúa el art. 14 Ver Texto de la ley 22400 a ese art. 60 Ver Texto de la ley de
control de empresas de seguro ("se exceptúan de la regla del artículo anterior", dice el art. 14
Ver Texto de la ley 22400), en caso de suponerlo derogado, esa remisión haría renacer una
norma extinguida con anterioridad (319) .

Pensamos que, efectivamente, la remisión del legislador a la norma en cuestión implica que la
considera vigente, y en tal sentido le da vida aun en caso de que estuviese extinguida, por
cuanto tal referencia lo es en el sentido de constituirla en contenido normativo del artículo al
cual se efectúa la remisión. No se trata de una norma interpretativa, sino, en tal caso, de un
acto legislativo en que se indica el contenido del precepto nuevo. Es lo que ocurre con las
llamadas leyes penales "en blanco", que a los fines de establecer su contenido punitivo se
remiten a otras normas; aquí, la diferencia estriba en que, en el ejemplo, la regla referenciada
habría estado extinguida, pero el enunciado punitivo es tomado e incorporado a la nueva
norma, por lo cual, aun en caso de duda, el precepto más antiguo cobraría nueva vigencia. La
norma penal en blanco, aun cuando se refiera a otras normas jurídicas vigentes, no hace
aplicación de ellas, sino que las invoca a los fines de dar contenido al tipo delictivo de que se
trate (320) .

Admitido que sea que la penalización funciona en la manera en que lo indica dicho art. 14 Ver
Texto, es de señalar que ese precepto penal constituye una forma agravada del delito de
defraudación por retención o apropiación indebida: se hallan reunidos los elementos idóneos
para configurar ese tipo delictivo (obligación de entregar en determinado tiempo; omisión de
tal entrega oportuna -art. 173 Ver Texto, inc. 2, CPen.-). No obstante, se ha señalado que,
conforme al texto del art. 14 Ver Texto de la ley 22400, el supuesto de retención de primas
quedaría exceptuado del régimen general de sanciones administrativas del art. 59 Ver Texto de
la ley 20091, y se limitaría a las sanciones penales del art. 60 Ver Texto de esa ley, si se estimase
que ellas se hallan vigentes (321) . Cabe agregar que tal situación podría resultar atenuada si se

323
efectúa la aplicación de la inhabilitación especial que impone el art. 20 Ver Texto del Código
Penal.

Otro aspecto a tener en cuenta estriba en quién es el sujeto pasivo del delito en cuestión: ¿el
asegurado o el asegurador? A estar por las características del tipo genérico, que si bien incluye
entre sus presupuestos la obligación de entregar, y ejemplifica asimismo con las figuras de la
comisión y la administración, emplea sin embargo el verbo "restituir", que en el caso estaría
referido al asegurado, que es quien le proporcionó el dinero de la prima. La norma del art. 60
Ver Texto, ley 20091, suele permanecer olvidada en las obras de derecho penal, por lo cual no
abundan los análisis sobre esta complicada problemática.

Jurisprudencia

Sobre el tema se ha decidido que si el productor incurrió en un deficiente asesoramiento de su


asegurado respecto de las cláusulas del contrato, su interpretación y la extensión de la
cobertura, y omitió, asimismo, verificar que la póliza contuviera las estipulaciones y
condiciones por las cuales el asegurado decidió amparar el riesgo, lo hace responsable de los
daños que ello le ocasione a éste, pues el contrato de seguro es uno de los cuales se debe
caracterizar por la buena fe de las partes.

Las responsabilidades y las consecuencias por el incumplimiento de los deberes por parte del
productor-asesor no se agotan con el contenido de la ley 22400 Ver Texto, porque dicha ley
sólo comprende el aspecto estrictamente profesional de ese auxiliar. Por tanto, el productor-
asesor es también, como cualquier otro ciudadano, responsable civilmente por su actuar
culposo, negligente o doloso frente al asegurado, y pasible de las consecuencias previstas en el
sistema de responsabilidades del Código Civil y el sistema punitivo del Código Penal (C. Nac.
Com., sala B, 7/5/1993, "Maruzza, Oscar, v. Rigada, Alejandro", ED 156-525).

Asimismo se ha resuelto que corresponde aplicar sanción de suspensión por 3 años al


productor-asesor de seguros que injustificadamente demoró la entrega, a la aseguradora, del
dinero pagado por el asegurado en concepto de prima, a la vez que existió discordancia entre la
fecha en que se materializó la entrega de los fondos y aquella en que registró el pago. La
instrumentación de la operatoria por medio de un cobrador dependiente del sancionado no
autoriza a apartarse de dicha conclusión, ni justifica los diferimientos alegados por éste como
fundamento de la pretensión recursiva. Tales irregularidades, al margen de la falta de
trasparencia en el mercado asegurador, conllevan consecuencias potencialmente dañosas para
los asegurados que, como ocurre en el caso, se pueden ver concretadas en la privación de
cobertura (C. Nac. Com., sala E, 10/4/1996, "Superintendencia de Seguros de la Nación,
s./Incumplimiento art. 10 Ver Texto, inc. 1, ap. i, ley 22400, por B., A. A." Ver Texto, DJ
1996-2-901, fallo 11.175; LL 1996-D-903).

324
También se ha decidido que los arts. 12 Ver Texto de la ley 22400 y 55 Ver Texto de la ley
20091 prescriben el deber del productor-asesor de actuar con diligencia y buena fe, que si bien
constituye un principio implícito en todo contrato por aplicación del art. 1198 Ver Texto,
CCiv., lo es más cuando del contrato de seguro se trata, pues se vincula directamente con el
deber de cooperación debido en interés ajeno. Mas, no habiéndose demostrado que el
productor de seguros incurrió en un obrar antijurídico que causalmente hubiera imposibilitado
que el asegurado cobrara del asegurador la indemnización correspondiente, resultará infundado
condenarlo a reparar las consecuencias dañosas derivadas del incumplimiento de la aseguradora
(C. Nac. Com., sala A, 21/9/1994, "Antelo Caamaño, José L., v. Comercio Español y
Argentino Cía. de Seguros S.A.", ED 161-507).

111 (a). Procedimientos y recursos.

En cuanto al procedimiento para la aplicación de sanciones y recursos que se pueden


interponer, sus efectos y formas de sustanciación, se rigen por las normas de la ley 20091 Ver
Texto, a las cuales se ha hecho expresa referencia en los parágrafos 80 y ss. de este capítulo.

112 (a). Comercialización mediante oferta masiva al público.

A las normas analizadas se han agregado otras que también se refieren a la intermediación en el
seguro. Por ejemplo, el decreto 855/94 , por el cual el Poder Ejecutivo autorizó "mecanismos
alternativos para la comercialización de aquellos seguros que se ofrecen al público en general",
y dejó librada a la Superintendencia de Seguros de la Nación la determinación de los ramos y
coberturas que se podrán ofrecer y las condiciones que deberán reunir los contratos de
adhesión; por ello, este organismo dictó la resolución 23469 (del 31/8/1994), que instituyó el
Reglamento para la Comercialización Masiva de Seguros.

Por su art. 1 se crea el Registro Especial de Seguros Comercializables Masivamente (decreto


855/94 ), que funciona en el ámbito de la gerencia técnica de la Superintendencia de Seguros,
en el cual deberán ser inscritos los planes y pólizas cuya intermediación se realice dentro del
marco previsto en el citado decreto.

El art. 2 del Reglamento aclara que podrán ser comercializados -previa inscripción en el
registro mencionado- los siguientes ramos y coberturas: a) las correspondientes al ramo

325
automotores y vehículos remolcados; b) las de combinado familiar e incendio de casas de
familia del ramo incendio, en ambos casos, a primer riesgo absoluto; c) las de alquiler de
inmuebles, del ramo caución; d) las coberturas individual y temporaria del ramo vida; e) la
cobertura individual del ramo accidentes personales.

A los fines de la comercialización masiva, tales seguros deberán contener un prospecto


indicativo que preceda a la póliza y que se considerará parte integrante de ella, en el cual se
hará constar: a) riesgo cubierto; b) alcance del resarcimiento; c) exclusiones a la cobertura; d)
breve explicación del procedimiento que deberá observar el asegurado en caso de siniestro, con
remisión expresa a las cláusulas aplicables; e) lugares y teléfonos a los cuales se podrá dirigir el
asegurado para consultas y denuncias ante siniestros; f ) últimos indicadores patrimoniales y
financieros de la aseguradora, según datos proporcionados por la Superintendencia de Seguros
de la Nación, consignados los parámetros sobre los cuales se toman y los valores de referencia
que establece dicho organismo de control. Si la empresa oferente ha sido calificada en su
riesgo, deberá asentar asimismo la calificación que haya merecido. La resolución requiere que
tales datos sean informados en forma clara y destacada, sin inducir a error de ninguna
naturaleza.

Las aseguradoras que soliciten inscribir planes de esa especie deberán acompañar un modelo
pro forma del frente de la póliza y del prospecto indicativo y, si el plan es registrado, se
limitarán a ofrecer y vender el seguro en las condiciones inscritas, sin alteraciones de ninguna
especie.

Las aseguradoras que operen en esta forma de comercialización sólo podrán hacerlo mediante
entidades que reúnan las siguientes condiciones: a) que sean sociedades anónimas, de
responsabilidad limitada o cooperativas, que por la naturaleza de su objeto, su actividad
habitual y estructura administrativa, garanticen la venta masiva de tales servicios; b) que
contraten una póliza por una suma equivalente a $ 100.000 en garantía del correcto
cumplimiento de las obligaciones emergentes de la tarea de intermediación que efectúen y,
particularmente, por los perjuicios debidos a errores u omisiones que puedan ocasionar a
quienes contraten por su medio; las coberturas permanecerán vigentes hasta la extinción de las
obligaciones contraídas en la tarea de intermediación y pueden, asimismo, ser reemplazadas
por aval bancario de igual monto; c) que registren debidamente las operaciones en las cuales
intermedien.

En todos los casos, las empresas de seguros deberán inscribir a los intermediarios en un
registro que a tal efecto habilitarán, e informarán la nómina de tales intermediarios a la
Superintendencia de Seguros. Si alguno de los inscritos en ese registro no cumpliese con los
requisitos impuestos por la ley, la aseguradora incurrirá en ejercicio irregular de su actividad y
serán responsables por los perjuicios que, por errores u omisiones cometidos en las gestiones,
hayan sufrido aquellos que contrataron seguros por ellos.

326
El art. 9 establece que, en todos los casos, la voluntad del asegurado en la celebración del
contrato deberá ser expresa: queda excluido cualquier mecanismo de contratación que presuma
la existencia de esa voluntad por la sola conducta omisiva de él.

El sistema implica, a nuestro juicio, la introducción de entidades societarias que la aseguradora


emplaza con el carácter de verdaderos agentes (intermediarios en sentido amplio). Como de
costumbre, la técnica legislativa empleada no es la más adecuada para permitir establecer con
claridad la naturaleza de esos intermediarios. Pero algunos aspectos conducen a concluir que
ejercen cierto grado de representación del asegurador, en tanto el decreto habla de "venta" del
seguro por parte de aquéllos y responsabiliza al asegurador por los perjuicios que sufra el
asegurado a causa de errores u omisiones que cometieren en ejercicio de tal menester. A tal fin
apunta, también, el aval o el seguro, o ambos, de responsabilidad civil cuya contratación
impone el decreto a esos intermediarios.

113 (a). Intermediación en el contrato de reaseguro.

La celebración del contrato de reaseguro se realiza en forma directa entre reasegurador y


asegurador cedente, o bien por intermediarios conocidos con la denominación de "brokers" de
reaseguros.

El broker es un profesional independiente que lleva a cabo una actividad de intermediación en


la celebración de contratos de reaseguro, labor en la cual brinda asesoramiento y apoyo técnico
y consejo comercial a sus clientes, mediante una organización que a veces adquiere magnitud
muy amplia y que supone contar con representaciones en muchos países (322) .

Estos intermediarios pueden contar con mandato del reasegurador para suscribir negocios en
su nombre y representación; si no posee tal facultad, se ha destacado que, no obstante tal
carencia, según la práctica internacional, el reasegurador queda obligado si ha prestado su
conformidad ante el broker respecto de la propuesta ("slip") que éste le presentare (salvo
existencia de dolo o disposición expresa en contrario); pero el contrato de reaseguro no queda
concluido hasta que reciba la conformidad de la otra parte (entre nosotros, atento a su carácter
consensual, resultante por extensión de lo establecido por el art. 4 Ver Texto de la ley 17418)
(323) .

La actividad del broker exige, como cualquier otra, el debido cumplimiento de los deberes y
obligaciones propios de ella. Si hubiere mediado una actuación imprudente, negligente o

327
contraria a las normas y reglas que rigen la actividad, y ello hubiese ocasionado daños a alguna
de las partes del contrato, deberá indemnizarlos. Es por eso que la resolución 23881 que
reglamenta la actividad reaseguradora en nuestro país establece, en su art. 9 , inc. a, que quienes
deseen actuar como intermediarios de reaseguros deberán, entre otros requisitos, acreditar la
contratación de una cobertura de seguro por un monto mínimo de u$s 1.000.000 (un millón de
dólares estadounidenses), emitida a nombre del intermediario, suma asegurada que se deberá
mantener durante toda la vigencia de la póliza, la cual será renovada a cada vencimiento; se
notificará cada renovación a la autoridad de control. No se admiten franquicias superiores a
u$s 50.000.

114 (a). La intervención de sujetos interpuestos que no revisten calidad de agentes.

Según destacamos en términos generales en los parágrafos anteriores, a veces aparecen algunos
sujetos o entes interpuestos entre el asegurador y el asegurado que no revisten, empero, la
calidad de agentes de comercialización, al menos en sentido estricto. Es lo que ocurre, en
especial, en los seguros contratados en forma colectiva mediante un tomador, que asume la
calidad de contratante que luego descarga en los asegurados propiamente dichos.

Esto es muy frecuente en los seguros de vida colectivos, hayan sido asumidos por el empleador
respecto de sus empleados o por administradores de círculos cerrados de ahorro para fines
determinados, etc. Pero también existen supuestos relativos a seguros correspondientes a las
llamadas ramas elementales (incendio, automotores, etc.).

Estas fórmulas de contratación, si bien tienen su origen en la normativa de los seguros por
cuenta de terceros, asumen, en cada caso, peculiaridades específicas derivadas de las
características de cada relación a la cual buscan atender, que influyen sobre las soluciones
legales a aplicar en caso de conflicto.

Uno de los aspectos que merecen análisis es el referido a la forma en que se ha configurado la
relación entre asegurador, ente intermedio y asegurado. Ello así, p.ej., en materia de celebración
del contrato, de cobranza de primas, de atención del siniestro, etc. No hay duda de que la
contratación originaria del seguro tiene lugar en el momento en que asegurador y tomador
cierran el acuerdo de voluntades, y también es cierto que tal contratación se puede llevar a cabo
"con o sin designación del tercero asegurado" (art. 21 Ver Texto, LS.), de manera que se está
ante un asegurado indeterminado aunque determinable. Si bien pareciera que a la norma citada
se la quiso referir, posiblemente, a un seguro en el cual el asegurado, si bien está indeterminado
en su identificación, ya existe como titular del interés cubierto por el seguro, la amplitud del
texto legal conduce a admitir que dicha indeterminación se extienda también a los intereses
concretos mismos a los cuales se vaya a cubrir en definitiva con el contrato. En rigor, no se

328
advierten motivos de objeción respecto de tal situación, pues en modo alguno ello puede
redundar en una afectación indebida de la relación asegurativa mientras no exista siniestro
(324) .

Vemos aparecer, entonces, una verdadera figura "abierta" de contratación, que parte de un
acuerdo preliminar posibilitador de las incorporaciones de quienes deseen cubrir sus intereses
concretos en la forma establecida en ese pacto inicial. No se trata de un precontrato; es un
contrato que se celebra como definitivo (art. 21 Ver Texto, LS.), pero que para poder
funcionar requiere la integración de terceros mediante adhesiones específicas, en las cuales se
identifica expresamente el interés cubierto y se consuma de tal manera la relación asegurativa
individual en cada caso.

Esta forma incompleta y colectiva de contratación genera efectos peculiares; se proyecta sobre
las relaciones individuales y deben ser tenidas en cuenta a la hora de resolver los conflictos que
se puedan ir suscitando entre las partes. Uno de los rasgos destacados es que si bien las
relaciones con los asegurados se concentran en la figura del tomador, mantienen su
individualidad; se gesta así lo que podríamos denominar un contrato plurilateral imperfecto,
que, a diferencia del societario, no establece vínculos entre los participantes entre sí, sino sólo
respecto del asegurador y, en alguna medida, del tomador (325) .

Esa ausencia de vínculos entre los asegurados hace que sus relaciones funcionen en forma
independiente, lo cual tiene gran importancia en la vida del contrato de seguro, pues los
incumplimientos de obligaciones y cargas sólo podrán ser opuestos con relación al asegurado
que incurrió en ellos.

En cambio, esa forma de contratación se proyecta con mayor intensidad respecto del
asegurador, por cuanto se trata de una modalidad diseñada o, al menos, aceptada por él y que
forma parte del pacto inicial. Ello origina que influya en varios aspectos, como, p.ej., la
modalidad de cobranza resultante, la formulación de denuncias y el cumplimiento de otras
cargas por parte del asegurado, etc. Con relación a lo primero, si el tomador se encarga de
realizar la cobranza, los pagos que recibiere o las retenciones que efectuare (p.ej., en caso del
tomador-empleador) implican cumplimiento del asegurado que impide invocar la mora, aunque
el tomador no haya ingresado ese pago en las arcas del asegurador. Otro tanto cabe concluir en
materia de denuncias de siniestros, agravaciones, etc.: la efectuada al tomador resultará
válidamente cumplida, siempre que así se desprenda de la modalidad de actuación establecida a
dicho tomador y, en su caso, de la actitud del asegurador que revelare conformidad con tal
actuación.

Pero esos efectos están restringidos al ámbito de la cobertura a la cual se refiere el pacto inicial,
no son pasibles de extenderlos a otras especies asegurativas ni a supuestos ajenos a la actuación
del tomador y a las actividades toleradas tácitamente por el asegurador que den origen a la

329
creación de facultades aparentes o a la configuración de mandatos tácitos. Los principios de
interpretación empleados en materia de agentes de intermediación resultan, mutatis mutandi,
aplicables también al supuesto que venimos analizando [ver capítulo III, § 44 (a.1) y siguientes].

115 (a). El tomador en los seguros colectivos.

En el parágrafo precedente nos hemos referido a la posición del asegurado y del asegurador en
los seguros colectivos. Cabe referirnos ahora a la que ocupa el tomador.

Por un lado, es parte en el pacto inicial, que abriendo la relación fija sus características, riesgo,
prima y demás condiciones de incorporación de los asegurados individuales. Pero influirá en la
posición del tomador el contexto dentro del cual se ha gestado el seguro, es decir, los fines a
que apunta dicho contrato y que constituyen el móvil que llevó a ese tomador a realizar una
contratación de tales características.

Es evidente que ello ocurre porque el tomador posee un interés personal vinculado a ese
seguro, que intenta integrar económicamente a la operación asegurativa. Pero ese interés no
reviste la calidad de interés asegurable, sino que constituye un interés indirecto, jurídicamente
ajeno al seguro. Así, p.ej., se buscará con ello facilitar el cumplimiento de obligaciones
emergentes de otras relaciones, aun laborales, o de garantizar la integración del saldo de precio
de un adherente a un círculo de ahorro para fines determinados, etc. Es que, en los seguros
"por cuenta", el interés asegurado pertenece al tercero, y así es como por la titularidad de ese
interés asegurado resulta posible determinar quién es el asegurado en los seguros por cuenta de
tercero indeterminado al momento de producirse el siniestro.

Otro aspecto a considerar en los casos de seguros contratados por exigencia de otro contrato
(p.ej., mutuos, círculos de ahorro, etc.), en los cuales el tomador resulta principal interesado
económico, es la índole de la relación que reviste dicho acuerdo base. Ello, por cuanto, con
gran frecuencia, la operación aseguradora integra el negocio general del tomador no sólo como
cobertura de saldos u otras finalidades análogas, sino como una operación de alguna
importancia en el resultado económico del negocio que está desarrollando con los asegurados,
que por ello son movidos a celebrarlo con carácter de requisito de admisión al contrato base.

En estos casos, como el seguro pasa a formar parte de una contratación de carácter masivo,
que integra el negocio considerado en general, el tomador gestiona las adhesiones, se ocupa de
percibir las primas y aun, en algunos casos (p.ej., seguros de vida), de recibir las denuncias,
requerir la documentación habilitante de los derechos al cobro del capital asegurado, etc. Se
suelen suscitar, entonces, cuestiones en los supuestos en que el asegurador decide el rechazo

330
del siniestro invocando causales que pueden ser materia de discusión, sea por estar referidas a
aspectos que requieren la producción de pruebas sobre los hechos invocados, sea porque la
cláusula en que el asegurador basa su rechazo resulta pasible de interpretación distinta a la
alegada por éste. En tales hipótesis es frecuente que el tomador, que además reviste en estos
casos la calidad de beneficiario irrevocable (en la medida de su crédito), se limite a adoptar una
actitud totalmente pasiva, dejando al asegurado librado a sus propias fuerzas, no obstante
haber influido de manera relevante en la elección del asegurador y haber asumido tareas
relativas al cumplimiento de obligaciones y cargas. Cabrá entonces establecer si, en cada caso
concreto, ese tomador ha actuado con la diligencia y buena fe requeridas para resguardar los
derechos del asegurado y habilitarle la amplia defensa de ellos.

Esta situación se ha visto a veces complicada por haberse alegado, frente a la acción del
asegurado o sus beneficiarios (y especialmente en el caso de éstos), que tal actuación resultaba
improcedente por cuanto éstos no son parte en el contrato (326) . Tal alegación resulta, por
cierto, insostenible: el hecho de que el tercero asegurado no sea parte en el contrato no implica
que de dicho contrato no surjan derechos en su favor, en virtud de constituir tal forma de
contratación una estipulación en favor de tercero (art. 504 Ver Texto, CCiv.). Ello,
especialmente, cuando ese beneficiario irrevocable, impuesto por necesidades del contrato
base, abandona las gestiones que asumió con relación al seguro, algunas de las cuales pueden
implicar la existencia de verdaderos mandatos, y se limita a informar al asegurado que el
asegurador rechazó el amparo. Ante esta tácita declinación de funciones de índole fiduciaria,
no cabe duda de que los asegurados o beneficiarios naturales del seguro se hallan habilitados
para ejercitar las acciones emergentes de ese seguro, conforme corresponda según los hechos
del siniestro y la índole de la cobertura contratada (arg. arts. 6 Ver Texto y 18 Ver Texto, ley
24441).

(314) La legislación francesa conceptúa la presentación de una operación de seguros como


aquella efectuada por intermediarios, personas físicas o jurídicas, que solicitan o recogen la
suscripción de un contrato de seguro o de capitalización o la adhesión a él, o que exponen por
escrito u oralmente a un suscritor o adherente las condiciones del contrato, a los fines de esa
suscripción o adhesión (art. 511-1, Code des Assurances). Para poder actuar, tales personas
deben haber cumplido, entre otras, con las condiciones que acrediten su capacidad profesional
previstas para cada categoría (art. 511-4, inc. 3).
Sobre el particular se ha expresado que la reglamentación concerniente a los contratos de
seguro está esencialmente orientada hacia la protección de los asegurados, pero que para que se
pueda efectuar un control eficaz, los poderes públicos han juzgado necesario extenderlo a los
intermediarios de tal actividad (Naimi, Jean-Chales, Le courtage d´assurance, 1995, Paris, p.
43).

(315) Ya Etcheverry, en su análisis de las funciones y características del productor-asesor en


nuestro medio -antes de la ley 22400 Ver Texto- señalaba que "ante la necesidad de mantener

331
una buena relación comercial con la empresa aseguradora y, a la vez, mantener a sus clientes, el
productor-asesor proseguirá atendiendo la evolución y vicisitudes del contrato, interviniendo
en ellas, ya fuera de su estricta labor de mediador, en la faz gestatoria del acuerdo" -la
bastardilla es nuestra- (Etcheverry, Raúl A., El productor-asesor de seguros. Delimitación de su
figura jurídica. Responsabilidad que genera su actuación, publicado en RDCO 1980-23).
Estas tareas complementarias que generalmente cumple el productor-asesor se tornan más
relevantes y necesarias en las localidades alejadas de las administraciones del asegurador, en las
cuales aquél constituye frecuentemente el rostro visible de éste; por ello la actividad concreta y
real del agente normalmente excede la mera promoción de la contratación y se proyecta hacia
buena parte de la operatoria del seguro (informaciones sobre el "estado del riesgo", cobro de
primas) y, en especial, al momento del siniestro (recepción de denuncias, formulación de
indicaciones sobre los requisitos a cumplir y conductas a seguir, informaciones al asegurador
sobre los hechos, etc.). Ello especialmente en los siniestros que no adquieren gran magnitud,
pues en estos últimos el asegurador suele enviar normalmente personal especializado propio o
contratado (investigadores, liquidadores, etc.).

(316) Se ha señalado que la categoría de "agente no institorio" ha perdido significación y


autonomía, por cuanto, para poder actuar como intermediario en tal carácter, se debe estar
matriculado como productor-asesor en los términos de la ley 22400, atento al monopolio
profesional creado por el art. 4 Ver Texto y concs. de dicha ley (Soto, Héctor M., La
negociación del contrato de seguro, cit., nº III-a-3, JA 1997-IV-912 ). Es que, en realidad, el
agente "no institorio" (definido como contrafigura del "institorio") no apuntaba al aspecto
profesional de la actividad -no regulada específica e integralmente al tiempo de ser dictada la
Ley de Seguros-, sino a fijar límites muy estrechos a su eventual función representativa
respecto del asegurador, según veremos en el próximo capítulo, problema que subsiste aun
luego de dictada la ley 22400 Ver Texto, como lo muestra la jurisprudencia surgida hasta
nuestros días (sobre estos aspectos, ver también, Simone, Osvaldo Blas, La intermediación en
seguros a partir de la ley 22400 , en la revista "Seguros", AAPAS -nota III-, en la cual señalaba
que la sanción de dicha ley determinó "la profesionalización de la intermediación en seguros en
el país" y que a partir de ese ordenamiento legal, tal actividad "sólo podrá ser realizada por los
productores-asesores directos o por los productores organizadores", previa inscripción en el
registro).

(317) La norma contenida en el art. 8 Ver Texto, inc. g, de tener el alcance que resulta de su
lectura, parece sin duda excesiva. Si bien es razonable que se sancione a quien actúa en una
actividad reglamentada sin estar habilitado para ello por la autoridad competente (actividad que
exige matriculación sobre la base del cumplimiento de ciertas exigencias previas -entre ellas, la
acreditación de idoneidad técnica-, y que otorga la exclusividad en el desarrollo de esa actividad
a los matriculados), no aparece justificado, en cambio, que la sanción consista en una
inhabilidad de por vida, que le impida intentar más tarde, cumplida la sanción que
correspondiere, la regularización de su actividad, previa observancia de los requisitos de la ley y
la matriculación. Lo contrario implica no sólo un exceso notorio en la sanción, sino que resulta
más gravosa que la aplicada a quienes hayan incurrido en delitos graves (hurto, robo,
defraudación, cohecho, delitos contra la fe pública, etc.), quienes están facultados a intentar su
incorporación luego de trascurridos 10 años de cumplida la condena (art. 8 Ver Texto, inc. c,
ley 22400).

332
(318) Ver Soto, Héctor Miguel, La negociación del contrato de seguro, en JA 1997-IV-912 ,
antes citado; y en su libro Intermediación en el contrato de seguro, capítulo XIII, III-5, p. 122.

(319) Así lo hace Soto, en el trabajo citado en la nota anterior, en el n_ III-j, aps. 2 y 3.

(320) A este engorroso sistema normativo se agrega, ahora, lo dispuesto por la resolución
429/2000 Ver Texto del Ministerio de Economía, a la cual nos hemos referido antes. Pareciera
reducir ella los plazos de entrega de la cobranza (a la cual, además, priva de su efecto natural
cancelatorio, condicionado ahora al ingreso de los fondos al sistema que implementa) a 2 y 5
días hábiles (según los supuestos indicados en su art. 5 Ver Texto), que se debe efectuar por los
medios bancarios y electrónicos mencionados en su art. 1 Ver Texto, para recién, una vez
ingresados los fondos en el sistema, tener por "cancelada" (en rigor, "pagada") la obligación del
asegurado (arts. 1 Ver Texto y 2 Ver Texto inc. b).
Cabe añadir la responsabilidad del banco (interpuesto en el mecanismo de cobro y rendición)
cuando, por causas atribuibles a éste, no se acredite en término debido (o se lo haga
erróneamente) el pago efectuado por el sistema en cuestión a la póliza a que estaba asignado,
especialmente si se ha producido un siniestro.
Como si esto no fuera suficiente, el Ministerio de Economía vuelve sobre sus pasos y modifica
el art. 1 Ver Texto de la resolución 429/2000, de la siguiente forma: "Los únicos sistemas
habilitados para el pago de premios de contratos de seguros son los siguientes: a) entidades
especializadas en cobranza, registro y procesamiento de pagos por medios electrónicos [?]; b)
entidades bancarias: pago en ventanilla o débito en cuenta; c) tarjetas de débito, crédito o
compras".
Se vuelve a reiterar que sólo se considerará cumplida la obligación de pago del premio del
seguro cuando los fondos ingresen en alguno de los sistemas mencionados precedentemente, y
que se deberá consignar en las pólizas la modificación que instituye la resolución. Nuevamente,
el poder administrador invade, en un acto carente de legitimidad, la esfera jurídica (p.ej.,
pretende dejar a un lado el art. 731 Ver Texto, inc. a, del Código Civil), y, además, con normas
de alta complejidad y de confusa hermenéutica, olvidando la división de poderes de la
Constitución nacional.
Por último, se agrega que cuando la percepción de premios se materialice por medio del
Sistema Único de Seguridad Social (SUSS), se considerará cumplida la obligación establecida en
la resolución, y, asimismo, son derogados los arts. 5 Ver Texto y 6 Ver Texto de la resolución
429/2000 Ver Texto.

(321) Soto, Héctor M., Intermediación en el contrato de seguro, cit., p. 122.

(322) Fernández Dirube, Ariel, Manual de reaseguros, 1993, Buenos Aires, § 6.3.2, p. 241.

(323) López Saavedra, Domingo M., y Perucchi, Héctor A., El contrato de reaseguro, 1999,
Buenos Aires, capítulo VII, § A.a.1, p. 29. Fernández Direbe, Ariel, lug. cit. en nota anterior.

(324) Es, en el fondo, el principio al cual responden los arts. 21 Ver Texto, 2º párr., y 22 Ver
Texto, LS., que admiten la indeterminación del interés; empero, esos supuestos exigen que se
halle perfeccionada la relación con el asegurado, es decir, que exista contrato respecto de éste,
no obstante lo cual su persona se puede hallar indeterminada. Es que mientras no existe
siniestro, no hay posibilidad de afectar el contrato efectiva y válidamente.

333
(325) El tomador, en la normativa del art. 23 Ver Texto, LS., tiene escasa relación con el
asegurado, que se limita a ciertas facultades indirectas respecto de éste: disponer a nombre
propio de los derechos que resulten del contrato y reclamar el reintegro de las sumas que haya
pagado de su peculio en concepto de prima del seguro; puede cobrar, con preferencia al
asegurado, sobre el importe que debe pagar el asegurador en caso de siniestro. La facultad de
modificación del contrato, no obstante su importancia, no surge de una relación con el
asegurado, sino del contrato celebrado con el asegurador.

(326) La jurisprudencia ha debido salir al cruce de este tipo de situaciones al señalar que,
conforme a lo que resulta de esa contratación, es el tomador quien se ha obligado a dar
cumplimiento a las obligaciones y cargas emergentes del contrato (ver, p.ej., C. Nac. Com., sala
C, 29/4/1996, ED, fallo 48.024 -con nota nuestra-; en este caso, el fallo incluyó en la condena
a la entidad tomadora al sostener que ésta, lejos de ser ajena a las relaciones emergentes del
seguro, fue parte directa y principal de él, colocándose como beneficiaria irrevocable y
facultada a reclamar los pagos; se trató, además, de un contrato celebrado con el fin de atender
intereses propios resultantes de la operación base).

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Capítulo III. CELEBRACIÓN DEL CONTRATO DE SEGURO Partes. Intermediarios.


Reticencia

I. Partes. Capacidad

1. Partes.

En el contrato de seguro intervienen normalmente dos partes: el asegurador y el asegurado,


titular del interés asegurado. La ley también emplea la denominación de tomador en algunas
disposiciones (v.gr., arts. 11 Ver Texto, 12 Ver Texto, 23 Ver Texto, 25 Ver Texto, 27 Ver
Texto, 29 Ver Texto, 38 Ver Texto, 39 Ver Texto, 40 Ver Texto, 45 Ver Texto, 46 Ver Texto,
etc.): el empleo de esta designación obedece a la circunstancia de que esas normas se refieren a
consecuencias del contrato de seguro respecto de quien puede no ser el titular del interés

334
asegurado no obstante haber celebrado el contrato (supuestos de contrato por cuenta ajena, o
por cuenta de quien corresponda, p.ej.) (327) .

El beneficiario del seguro sobre la vida (arts. 143 Ver Texto y ss.) o del seguro colectivo (arts.
153 Ver Texto y ss.) no es parte en el contrato, ya que, en principio, no asume ni se le imponen
obligaciones (328) .

Cuando el seguro sobre la vida se celebra respecto de la vida de un tercero, se requiere el


consentimiento por escrito del tercero o de su representante legal (329) . Pero este
consentimiento no le hace parte en el contrato aun cuando su reticencia sea oponible al
asegurado (330) .

Se debe tener en cuenta que para los llamados "riesgos argentinos" se aplican los arts. 12 , 13 y
14 de la ley 12988, que:

a) prohíbe asegurar en el extranjero a personas, bienes, o cualquier interés asegurable de


jurisdicción nacional (art. 12 );

b) "deben cubrirse exclusivamente en compañías argentinas de seguros a todas las personas,


bienes, cosas, muebles o inmuebles, semovientes, responsabilidad o daños que se resuelvan
asegurar", de propiedad o utilización estatal o por los concesionarios o beneficiarios de
exenciones o privilegios de cualquier índole (art. 13 );

c) "deben igualmente ser cubiertos en compañías argentinas [. . .] los seguros de toda clase de
bienes que entren al país, cualquiera sea la forma, cuyo riesgo de trasporte al mismo sea por
cuenta de quien lo reciba, así como los de los bienes que salgan del país, cualquiera sea la
forma, cuyo riesgo de trasporte al extranjero sea por cuenta de quien lo remita" (art. 14 ).

El decreto ley 14135 , de 1962, exceptuó de este régimen "los seguros marítimos sobre todas
las importaciones provenientes de los Estados Unidos de América", los cuales "podrán ser
contratados en compañías argentinas de seguros o en compañías autorizadas para operar en
seguros marítimos en cualquier estado de los Estados Unidos de América" (art. 1 ).

335
1 (a).

Actualmente comienza a abrirse paso la categoría que se podría denominar de los grandes
asegurados (y la correlativa, de los grandes riesgos), la cual, tal como su nombre lo indica, hace
referencia a la magnitud económica de ciertas empresas y a la importancia de los seguros que
contraten.

Sobre el tema podemos recordar lo establecido por el Reglamento de la Actividad


Aseguradora, art. 26.3, cuando define lo que denomina "grandes riesgos": entiende por tales
aquellos que, considerados conjuntamente: "a) posean valores asegurables mayores a $
10.000.000; b) involucren actividades industriales, de comercio o de servicios" (331) . En estos
casos, para la autorización de los elementos contractuales se requerirá sólo: a) el texto
proforma de las condiciones contractuales; b) la conformidad del asegurable y beneficiarios, o
de todos, respecto de todas las condiciones integrantes del seguro (condiciones contractuales,
valores asegurados, primas, gastos de adquisición y explotación, recargos, etc.); c) opinión
letrada acerca de que dichas condiciones se ajustan a lo normado por las leyes 17418 Ver
Texto, 20091 Ver Texto, y su reglamentación, y que no contraviene ninguna norma de orden
público; d) las condiciones de reaseguro a convenir, con indicación del nivel de retención a
asumir por el asegurador y que aquél no comprometerá su capacidad económico-financiera.

Si la póliza se hubiese emitido efectivamente, la aseguradora deberá agregar, dentro de los 60


días corridos, contados a partir de la presentación a la cual se refiere el párrafo anterior, la
copia de la constancia de colocación del reaseguro; la falta de cumplimiento de esta carga
provocará la caducidad de la autorización conferida.

2. Capacidad.

La validez del consentimiento de las partes, en lo que se refiere a la capacidad, se rige por las
reglas generales, excepto respecto del seguro sobre la vida.

El asegurador debe ser una empresa autorizada: la falta de autorización anula el contrato (art.
61 Ver Texto, ley 20091), sin perjuicio de la responsabilidad de la empresa aseguradora, que en
caso de siniestro puede ser el monto del daño cubierto con el contrato nulo (332) .

336
En lo que se refiere al tomador del seguro, esa capacidad se debe juzgar teniendo en cuenta
que, salvo el seguro sobre la vida, es un acto de mera administración; de ahí que se reconozca
capacidad al menor emancipado y al tutor (333) .

Según la reforma del Código Civil por la ley 17711 Ver Texto, se debe distinguir:

a) menor de 18 años cumplidos que trabaja o ejerce profesión, tiene la libre disposición de los
bienes adquiridos con su trabajo (art. 128 Ver Texto, 3er. párr., CCiv.), por lo cual también
puede contratar seguro a su respecto;

b) menor de 18 años cumplidos, habilitado: es plenamente capaz (art. 131 Ver Texto, 3er. párr.,
CCiv.), por lo cual también lo es para contratar seguros;

c) menor emancipado por matrimonio:

1) sin autorización, no tiene la administración de los bienes adquiridos a título gratuito (art. 131
Ver Texto, 2º párr., CCiv.), por lo cual no tiene capacidad para contratar seguros respecto de
ellos;

2) con autorización, está habilitado para todos los actos de la vida civil (art. 133 Ver Texto,
CCiv.). Las limitaciones de los arts. 134 Ver Texto y 135 Ver Texto, Cód. cit., en su redacción
conforme ley 17711 Ver Texto, no afectan su capacidad para contratar seguros, aun para
aquellos bienes de los cuales no puede disponer.

d) además de los enfermos mentales (art. 141 Ver Texto, CCiv.) y de los sordomudos incapaces
de administrar sus bienes (art. 155 Ver Texto, Cód. cit.), la ley conoce a los inhabilitados
judicialmente (art. 152 bis Ver Texto, Cód. cit.). Estos últimos pueden administrar libremente,
salvo las limitaciones contenidas en la sentencia, por lo cual se les debe reconocer capacidad
para celebrar seguros de daños respecto de sus bienes.

e) con relación a la mujer casada, su capacidad es plena respecto de los bienes propios y de los
gananciales que administra (art. 1276 Ver Texto, CCiv.), por lo cual su capacidad es indudable.

3. Capacidad. Seguro sobre la vida.

337
El seguro sobre la vida para el caso de muerte o en beneficio de un tercero requiere capacidad
para disponer, porque sus beneficios no son recibidos por el tomador o contratante (334) .

La mujer casada puede hacerlo sin limitaciones si las primas se pagan con los gananciales de
bienes que administra (art. 1276 Ver Texto, CCiv., ley 17711 Ver Texto) o con bienes propios.

El art. 128 Ver Texto de la ley 17418 en su 2º párrafo amplió la capacidad de los menores de
edad, mayores de 18 años: se la reconoce para celebrarlo "sólo si designan beneficiarios a sus
ascendientes, descendientes o hermanos, que se hallen a su cargo" (335) . La ley 17711 Ver
Texto, de reformas al Código Civil, introdujo a su vez modificaciones, que deben ser
consideradas:

1) El menor emancipado por matrimonio con autorización está habilitado para todos los actos
de la vida civil (art. 133 Ver Texto, Cód. cit.), incluso para disponer de los bienes (art. 135 Ver
Texto, Cód. cit.), por lo cual se le debe reconocer capacidad para tomar seguro sobre su propia
vida en beneficio de tercero. Si hubiere contraído matrimonio sin autorización, sólo tiene la
capacidad del art. 128 Ver Texto, 3er. párr., ley 17418, de seguros, y la del art. 128 Ver Texto,
3er. párr., CCiv.

2) El menor mayor de 18 años puede disponer libremente de los bienes adquiridos con su
trabajo o profesión (art. 128 Ver Texto, 3er. párr., CCiv.), por lo cual se debe juzgar que puede
asegurar su vida en beneficio de tercero si el pago de las primas se hace con ese peculio de libre
disponibilidad.

3) El menor habilitado (art. 131 Ver Texto, 3er. párr., CCiv.) es juzgado plenamente capaz para
la vida civil, por lo cual podrá asegurar su propia vida en beneficio de tercero.

No cabe reconocer esa capacidad al inhabilitado judicialmente, salvo que medie conformidad
del curador (art. 152 bis Ver Texto, CCiv.).

El tutor y el curador no pueden contratarlo. A su respecto excede evidentemente de sus


facultades de conservación del patrimonio de los incapaces. Y si se contratara por vida entera o
en beneficio de un tercero, chocaría con el principio que inspira la prohibición del art. 450 Ver
Texto, inc. 5, CCiv. (336) .

338
Los esposos pueden contratarlo uno en beneficio del otro, sin que la prohibición del art. 1807
Ver Texto, inc. 1, CCiv., afecte al acto, no sólo porque el esposo beneficiario no es parte en el
contrato -argumento que no es válido cuando se designan beneficiarios recíprocamente en el
mismo contrato-, sino también porque no se trata de una donación (337) .

El fallido puede contratarlo si paga las primas con fondos propios, que no se deben incorporar
a la masa; por ejemplo, con los provenientes del trabajo personal (338) .

En la práctica, las empresas admiten contratar con analfabetos con ciertos recaudos especiales:
firma a ruego, con dos testigos, cuya firma certifica un escribano, o juez de paz; pero en su
práctica excluyen sistemáticamente el seguro de las mujeres analfabetas.

4. Capacidad. Tomador incapaz.

Según los arts. 1045 Ver Texto y 1049 Ver Texto, CCiv., el contrato celebrado por un incapaz
es anulable, pero sólo a petición de la parte incapaz si se trata del tomador. Se debe tener en
cuenta la disposición del art. 128 Ver Texto, 2º párr., sobre la capacidad excepcional del menor
que ha cumplido 18 años para celebrar contrato de seguro sobre la propia vida, que se amplió
por la ley 17711 Ver Texto, CCiv., según expuse precedentemente.

La disposición del 3er. párrafo del art. 128 Ver Texto no se refiere a la capacidad, sino al
interés asegurable cuando se asegura sobre la vida de un tercero.

4 bis. Asegurador autorizado.

En lo que se refiere al asegurador, se debe celebrar con un asegurador autorizado conforme al


art. 61 Ver Texto, ley 20091, so pena de nulidad, nulidad que si bien no exime a la empresa de
su obligación de indemnizar a título de resarcimiento del daño causado por haber contratado
sin hallarse autorizado (art. 1056 Ver Texto, CCiv.), es absoluta y puede ser declarada de oficio
(arts. 18 Ver Texto y 1047 Ver Texto, CCiv.).

339
5. Mandatario.

Cuando la contratación del seguro es un mero acto de administración -como ocurre en los
seguros de daños-, el mandato a este efecto es suficiente; aún más, existe en el mandatario
obligación de asegurar, como un acto normal y necesario (339) . Mas cuando excede y es un
acto de disposición o compromete derechos personalísimos, como ocurre en el seguro de
personas, se debe recabar poder especial.

Segovia, fundado en los arts. 273 Ver Texto, 900 Ver Texto y 931 Ver Texto, CCom.
(derogados), sostenía que en todos los casos se requiere poder especial para asegurar (340) .
Las disposiciones invocadas no se pueden extender por analogía: 1) el art. 273 Ver Texto no
requiere poder especial, sino que fija las consecuencias para el supuesto de que el comisionista
no cumpla con la instrucción impartida por el comitente, de asegurar; 2) el art. 900 Ver Texto
exigía al armador del buque autorización de los copartícipes para asegurar; es una hipótesis
peculiar del derecho marítimo, para excluir la solución lógica que daría al armador facultad de
asegurar sin el consentimiento de todos los partícipes; 3) y el art. 931 Ver Texto, al contrario,
incluía la facultad de asegurar entre las atribuidas por la ley al capitán; por lo cual es contraria a
la posición de Segovia.

Quien contrajo la obligación de asegurar responde por los daños en caso de omisión (341) .

6. Gestión de negocios.

Cabe contratar el seguro en cumplimiento de una gestión de negocios, supuesto en que entre el
tomador y el asegurado rigen las normas pertinentes de esa institución; así como en el de
comisión se aplica el art. 273 Ver Texto, CCom.

En el seguro de intereses se admite el seguro por cuenta ajena o de quien corresponda,


regulado por los arts. 21 Ver Texto y ss., que no se aplican en materia de seguros sobre la vida

340
(art. 21 Ver Texto, 1er. párr.). El seguro por cuenta ajena puede concurrir con el seguro por
cuenta propia.

(327) Ver Rivarola, ob. cit., ps. 305 y ss. Rechazamos el ejemplo del seguro de accidente de
trabajo que da en p. 306, nota 1, en el cual califica al obrero de beneficiario, ya que este seguro
es de la responsabilidad civil del patrón, y no en favor de tercero.
La expresión asegurado tiene en los autores y la práctica distintos significados: con ella se
designa al tomador del seguro, al titular del interés cubierto o al beneficiario; lo corriente es
que coincidan en una sola persona. Gasperoni, vº Assicurazioni, nº 20.
Designamos tomador del seguro al estipulante, y asegurado, al titular del interés y del derecho a
la indemnización.
En el seguro sobre la vida pueden aparecer hasta cuatro personas: el asegurador; el estipulante
o tomador del seguro; el tercero, cuya muerte o supervivencia determina la prestación, y el
beneficiario.

(328) Ver infra, capítulo V, sobre "Obligaciones del asegurador".

(329) Ver infra, capítulo VI, sobre "Siniestro".

(330) Lefort, I, ps. 524 a 526, e infra, en este capítulo, § 15 y ss., sobre "Reticencia", y capítulos
IV y VII, sobre "Obligaciones del asegurado" y "Siniestros".

(331) Esta modalidad también figura propuesta en el art. 134 del proyecto de reformas a la ley
de seguros 17418 Ver Texto elaborado por la comisión encabezada por los Dres. Domingo
López Saavedra y Eduardo Baeza. Dicho artículo lleva por título "Grandes riesgos o grandes
asegurados", y define los grandes riesgos como aquellos en los cuales la suma asegurada sea
"superior a $ 10.000", suma que se deja sujeta a la posibilidad de modificación por la autoridad
de control cuando ésta estime que las circunstancias o los factores de asegurabilidad o de
reasegurabilidad de tales riesgos lo tornen aconsejable. Y por grandes asegurados entiende a las
sociedades que tengan: 1) un capital social que exceda de $ 7.500.000; 2) una facturación anual,
correspondiente al ejercicio anterior al de la celebración del seguro de más de $ 13.000.000, y
3) más de 250 empleados al momento de la celebración del contrato de seguro. Agrega que
para que una sociedad sea considerada como "gran asegurado" deberá reunir, por lo menos,
dos cualesquiera de los requisitos precedentemente indicados; asimismo, como en el caso
anterior, deja igualmente librado al criterio de la autoridad de control modificar esos requisitos.
La norma proyectada establece que en los casos de grandes riesgos o de grandes asegurados, y
salvo para los seguros que puedan ser obligatorios, las partes podrán pactar libremente las
condiciones del contrato de seguro que los vincule, excepto que se trate de artículos
inderogables conforme al primer párrafo del también proyectado art. 133 Ver Texto.

(332) Art. 1056 Ver Texto, CCiv.; confr. art. 69, proyecto de ley de empresas de seguros. Ver lo
expuesto en el capítulo II. Se ha cambiado así la solución legal.

341
(333) Vivante, Contratto, nros. 147 y 148; Giannatasio, en "Assicurazioni", 1953, 2, p. 129.
Respecto del tutor y curador, conf. Fernández, p. 403.
La omisión del seguro por el tutor podría hacerle incurrir en responsabilidad, según las
circunstancias, especialmente la existencia de la costumbre de asegurar y el monto de las
primas (Vivante, ob. cit., nº 148).
Limita la capacidad del menor emancipado y la excluye en el caso de fondos de comercio (ob.
cit., nº 147). La limitación se debe rechazar, porque conforme al art. 10 Ver Texto, CCom., el
menor emancipado o autorizado para ejercer el comercio se reputa mayor para todos los actos
y obligaciones comerciales. Tampoco se ve por qué el seguro del edificio contra incendio es un
mero acto de administración, y no lo es el del establecimiento comercial.
El menor emancipado no comerciante se debe sujetar a las limitaciones de los arts. 134 Ver
Texto y 135 Ver Texto, CCiv.: podrá asegurar los bienes que administra libremente, según el
criterio establecido, pero no podrá contratar seguro sobre su vida a beneficio de tercero, que
no se pague con rentas. La violación producirá la nulidad del contrato a petición del menor.

(334) Las limitaciones de los arts. 134 Ver Texto y 135 Ver Texto, CCiv., para el menor
emancipado han quedado modificadas por la ley 17711 Ver Texto, de reformas al Código Civil,
conforme se analiza en el texto.

(335) Ver infra, capítulo VI.

(336) Contra, respecto del tutor, Lefort, I, p. 259.

(337) Confr. Vivante, ob. cit., nº 498, quien admite que puede caer dentro de la prohibición si
es por una suma elevada.
Para Besson y Picard, IV, p. 134, se trata de una liberalidad, sujeta a las normas especiales de la
ley de 1930, y a las generales sobre donación que no han sido declaradas inaplicables por esa
ley.
Ver en capítulo V un desarrollo más amplio de nuestra opinión, cuando nos ocupamos de la
colación en materia de primas.

(338) Lefort, I, ps. 270 y 271; Besson y Picard, IV, p. 132.

(339) Besson y Picard, I, nº 114. Y no sólo el mandatario, sino también quienes tienen respecto
de los bienes una obligación de guarda o custodia: depositario, v.gr. (ver en materia de
warrants, art. 5 Ver Texto, ley 9643). Ver Gorla, en "Assicurazioni", 1941, 1, p. 297.

(340) Segovia, nota 1756.

(341) La ley 17418 Ver Texto no reproduce el art. 510 Ver Texto, CCom.
Ver C. Nac. Com., 30/3/1921, JA 6-238; Vivante, Contratto, nº 92, quien rechaza que se le
considere a él mismo asegurador.
Tal, por ejemplo, en ciertas especies de compraventa a distancia. En la compraventa CIF, el
incumplimiento por el vendedor será inejecución del contrato (ver Halperin, nota en LL 79-
239).
El mandatario que no cumple con la instrucción de asegurar, responde ante su mandante por
los daños que la omisión le cause (en caso de siniestro, v.gr., por los daños que sufra el interés

342
asegurable). Reproducirlo era redundante (art. 1904 Ver Texto, CCiv., y art. 228 Ver Texto,
CCom.).

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II. Oferta

7. Oferta.

Dado su carácter de consensual (art. 4 Ver Texto, encabezamiento), para que exista contrato es
suficiente el acuerdo de voluntades, sin que se halle subordinado al pago de la prima o a la
emisión de la póliza (342) .

La oferta y la aceptación se rigen por las normas comunes. No constituyen un precontrato, ni


aun en el seguro flotante, que tiene en cuenta la celebración de un contrato válido, y no un
precontrato (343) .

Aunque por lo general y en la práctica el asegurador es quien busca el negocio, jurídicamente el


asegurado es el proponente: el agente no formula una oferta, sino que invita a hacerla (344) .

En casi todos los seguros la oferta es escrita.

Si bien la oferta -o solicitud de seguro- no forma parte integrante de la póliza, puede quedar
incorporada a ella por referencia, tal como ocurre en la práctica; y es esencial para la
interpretación del contrato, máxime cuando sus términos son coincidentes (345) .

343
Si bien el asegurado puede formular una oferta conforme al derecho común, generalmente la
oferta es precisa y completa, se basta por sí misma: indica, con la mayor precisión posible, el
riesgo, su estado, tipo de póliza que se desea, etc.

Para formular la oferta se puede seguir el sistema de la declaración o el del cuestionario, lo cual
tiene especial importancia en materia de reticencia.

En el seguro de granizo, el cuestionario exige la indicación de lo sembrado, los linderos del


campo, la denuncia de los daños existentes. Alguna empresa requiere la indicación de
existencia de prenda agraria y, en su caso, el detalle pertinente; otra, recaba la distancia a la
estación o pueblo más cercano. Por lo demás, son idénticos.

En el seguro sobre la vida, corrientemente el cuestionario es minucioso. El asegurado debe


contestarlo sin entrar a juzgar su valor. El asegurador completa este informe con otro que
recibe de su agente, sobre la reputación, medios de vida, conducta del asegurado, estado
aparente de la salud, etc., y con la revisación médica.

En lo que se refiere al cuestionario, su complejidad es variable. Por ejemplo, algunas empresas


se limitan a inquirir si actualmente no sufre enfermedad; si goza de buena salud, y no siente
síntomas de enfermedad; si tiene y ha tenido siempre costumbres serias y morigeradas; si ha
viajado o residido fuera de la Argentina o tiene intención de hacerlo; si utiliza la vía aérea para
sus viajes, o emplea o tiene la intención de emplear algún medio de locomoción aérea para
otros fines (346) .

Otros aseguradores emplean un cuestionario más detallado en lo que se refiere a las


ocupaciones, consumo de bebidas alcohólicas, órganos enfermos y enfermedades, análisis de
sangre, hemoptisis, accidentes, intervenciones quirúrgicas, curas en estaciones climáticas,
antecedentes de familia, etc.

La oferta, aunque se redacte con el consejo o la colaboración del agente del asegurador, es un
acto unilateral del asegurado. El asegurador forma su concepto del riesgo sobre la base de ella
(347) .

344
8. Vigencia de la oferta.

La propuesta no obliga al asegurador, aunque éste es quien entrega el formulario de


cuestionario o gestiona el contrato (art. 4 Ver Texto, 2º párr.) (348) .

Tampoco obliga al asegurado (art. 4 Ver Texto, 2º párr.), hasta que sea aceptada, aunque
contenga todas las cláusulas de la póliza (349) , porque hasta tanto sea aceptada, puede ser
retractada, salvo que el asegurado haya fijado un plazo para mantenerla, supuesto en que no
cabe retractación hasta el vencimiento (350) .

El silencio del asegurador no vale como aceptación, sino como rechazo de la oferta (351) .
Tampoco está obligado a comunicar su negativa de aceptar la oferta, por lo cual no cabe
responsabilizarlo por su aceptación tardía o su negativa o por el retardo en la respuesta (352) ;
excepto que quepa culpa in contrahendo conforme a las circunstancias del caso (entonces no
existirá aceptación, sino responsabilidad).

La oferta se debe redactar en tal forma que con su aceptación exista, sin más, acuerdo sobre los
puntos contractuales importantes (353) .

Toda modificación de las condiciones de la oferta importa, a su vez, la oferta de un nuevo


contrato (354) . Pero téngase presente que si el asegurador, en vez de formular una
contraoferta, emite la póliza con modificaciones, el asegurado puede impugnarla en el término
de un mes y no obstante considerar vigente el contrato en lo restante (art. 12 Ver Texto), con
lo cual se impone una solución acorde con la buena fe y de repulsa de modificaciones o
condiciones sorpresivas para el asegurado (355) .

Esta aceptación implícita requiere que se cumpla con el segundo párrafo del art. 12 Ver Texto,
esto es, que se advierta al asegurado de su derecho. Esta advertencia requiere:

1) Que se haga en el caso específico en que exista la modificación. No puede resultar de una
condición general impresa, de una cláusula de estilo, porque no llena la función de la ley.

345
2) En las pólizas aprobadas se inserta una cláusula general, recordando este derecho del
asegurado. Es un error, porque lo que la ley persigue es que el asegurado sepa que en la póliza
que se le entrega existen modificaciones de su propuesta. Este fin de la ley no se obtiene si ese
llamado de su atención se enuncia en términos genéricos y en hipótesis.

3) La redacción del art. 12 Ver Texto supone que se indica al asegurado las cláusulas que se
modifican. Sería un enorme contrasentido que el asegurado debiera estudiar y comparar las
diversas cláusulas de su propuesta con la nutrida y compleja enunciación de condiciones de la
póliza. En cada póliza se requeriría asesoramiento letrado para estudiarlas, y éste no es el fin de
la ley ni la función de esa norma.

4) De ahí que también la ley exija que la cláusula se inserte en caracteres destacados en el
anverso de la póliza (art. 12 Ver Texto, 3er. párr.), esto es, fuera del texto de las condiciones
generales.

9. Seguros mutuos.

En lo que se refiere a los seguros mutuos, rigen en general las mismas reglas, aunque difiere su
mecanismo, porque el asegurado se convierte a su vez en asociado. Por ello el
perfeccionamiento dependerá del momento en que los estatutos atribuyen eficacia a la solicitud
de adhesión (356) .

10. Aceptación de la oferta.

El asegurador debe aceptar la propuesta; con la aceptación se perfecciona el contrato.


Subordinarlo a la emisión de la póliza, como se practica corrientemente en los seguros de
intereses, no influye en el perfeccionamiento, sino eventualmente al comienzo del plazo de
cobertura, conforme al art. 4 Ver Texto (de ahí que la demora en emitir la póliza no afecta la
cobertura, atento a su mera función probatoria: art. 11 Ver Texto).

346
El asegurador no tiene plazo para aceptar la oferta. Hemos visto que su silencio no tiene
consecuencias jurídicas (357) , excepto que se den circunstancias para establecer
responsabilidad por culpa in contrahendo.

El consentimiento del asegurador debe darlo persona autorizada (358) . Rigen las disposiciones
de los arts. 53 Ver Texto y 54. Fijado un plazo de mantenimiento de la oferta, la demora del
agente, encargado de recibirlas (art. 53 Ver Texto, inc. a), importará culpa in contrahendo para
el asegurador que lo emplea (359) . El hecho de que el agente mediador acepte pagarés en pago
de la prima, aunque haya otorgado el recibo correspondiente (360) , no varía la solución acerca
de la eficacia de la aceptación de la oferta, salvo que esté en posesión de un recibo extendido
por el asegurador (art. 53 Ver Texto, inc. c).

La aceptación debe ser comunicada al asegurado y obliga al asegurador en los términos de los
arts. 1154 Ver Texto y 1155 Ver Texto, CCiv. (361) (aunque corrientemente se expresa con la
emisión de la póliza, con el peligro de que se revoque la oferta).

11. Requisito de buena salud en los seguros de personas.

En los seguros sobre la vida era corriente insertar en la oferta o en la póliza que el contrato rige
si el tomador goza de buena salud al momento de la entrega de ésta (362) .

Por buena salud se debe entender que el estado de salud es el mismo que el comprobado en la
oferta; y si ha variado, que no se trate de un mal pequeño o pasajero, porque éstos no afectan
aunque en su evolución posterior se agraven y causen la muerte (363) .

Sustancialmente, la solución es una aplicación del art. 44 Ver Texto al seguro de personas.

347
12. Prórroga. Propuesta.

En cambio, la propuesta de prórroga del contrato por el asegurado se sujeta a norma distinta:
el art. 4 Ver Texto, en su 3er. párrafo, dispone que salvo en los seguros de personas, "la
propuesta de prórroga [. . .] se considera aceptada por el asegurador si no la rechaza dentro de
los 15 días de su recepción".

Naturalmente que al proponerse la prórroga el asegurado debe denunciar todas las variaciones
del riesgo "que hubiese impedido el contrato o modificado sus condiciones si el asegurador
hubiere sido cerciorado del verdadero estado del riesgo" (art. 5 Ver Texto).

La distinta solución del art. 4 Ver Texto, 3er. párr., respecto de la prórroga, obedece a la
presunción lógica de aceptación derivada de la propuesta y el vínculo antecedente (doctrina del
art. 919 Ver Texto, CCiv.).

La excepción para los seguros sobre la vida no sólo se funda en que generalmente éstos son
plurianuales y se paga al finalizar el término (dotal, de supervivencia) u ocurrir el evento
previsto, sino que aun en los seguros para el caso de muerte en un plazo corto -ahora, plan
anual (364) - las peculiaridades del riesgo no permiten una aceptación tácita (incluso puede
requerir revisación médica previa).

(342) Es menester declarar la aceptación de la oferta, para impedir su retractación (art. 1150
Ver Texto, CCiv.). Cuestionada la existencia, el asegurador debe probar esa aceptación (ver
nota 33, in fine).

(343) La noción del precontrato, en la cual se engloba el deber de informar sobre el estado del
riesgo, desconoce la naturaleza de éste. Ver la crítica, en Bruck, p. 161, nota 1. Ver también
Genovese, en "Assicurazioni", 1951, 2, p. 138: si no existe indicación de la prima, sostiene que
existe remisión al valor corriente.

(344) Donati señala con acierto que la propuesta, no obstante, puede formularla -en sentido
jurídico- el asegurador, como en los casos de bagajes en estaciones, socios de clubes, etc. Mas
alcanza una solución inaceptable, porque sostiene que se concluye con el retiro del documento
y pago de la prima, por lo cual juzga que entonces es formal y real (Trattato, II, nº 407).
¿Acaso en la compraventa en mostrador, en la cual se paga y se recibe el bien, estamos ante un
contrato real? Lo que ocurre es que nos hallamos ante supuestos de ejecución contemporánea

348
de ciertas obligaciones con la celebración misma del contrato (entrega de la póliza, pago de la
prima).
Bruck-M”ller señalan los supuestos del seguro automático (v.gr., el celebrado en aeropuertos) o
el verbal (ob. cit., I, § 1, nº 69).

(345) C. Nac. Com., 31/7/1935, JA 51-261; Vance, ps. 232 y ss.


Si la póliza expresa que la solicitud firmada por el asegurado integra el contrato, ésta debe estar
firmada por el asegurado; si lo está por un tercero, carece de valor (C. Nac. Com., 16/12/1936,
JA 56-925).
Téngase en cuenta que la Superintendencia de Seguros ha declarado obligatoria la propuesta de
seguro por circular nº 5, 18/2/1955, con excepción de los seguros marítimos flotantes,
trasportes terrestres, coseguro, o por plazo no mayor de 30 días (circular nº 15, 22/7/1955).
Reymundo Benítez de Lugo entiende "que si en esa proposición o cuestionario no va impresa
una solicitud concreta y terminante o no va acompañada de una carta del asegurado o de otra
manifestación de voluntad real y susceptible de prueba en la que se acredite su oferta concreta
y decidida, tal proposición solamente tendrá el alcance de un acto preparatorio que no obliga a
las partes" (ob. cit., t. I, p. 134).
Bruck-M”ller, ob. cit., I, nº 72, entienden que se debe separar del deber o carga de informar
verazmente, excepto que, conforme a la póliza, la oferta llene la función de manifestación o
declaración del estado del riesgo asumido.

(346) El Código Aeronáutico dispone, en su art. 195 Ver Texto: "No podrá ser excluido de los
contratos de seguros de vida o de incapacidad por accidentes que se concierten en el país el
riesgo resultante de los vuelos en servicios de trasporte aéreo regular. Toda cláusula que así lo
establezca es nula".

(347) Vivante, Trattato, nº 1869, y Contratto, nº 48.


El asegurado no puede alegar que la firmó en blanco, y así la entregó al asegurador (C. Nac.
Com., 19/7/1935, GF 117-171).
La influencia de la participación del agente en la confección de la oferta sobre la reticencia del
asegurado se examinará más adelante, en este capítulo, § 25.

(348) Antes de la ley 17418, ya la C. Nac. Com., 12/11/1930, JA 34-907; C. Apels. Rosario,
19/12/1967, DJA, 31/5/1968, p. 10. Ver Besson y Picard, I, nº 119.
Zavala Rodríguez, II, nº 1772, critica la solución legal y prefiere la contraria.
En los Estados Unidos, en materia de seguros sobre la vida, el asegurador entrega un recibo de
la oferta, que comprueba el pago de la prima y establece que el seguro, conforme a la póliza
corriente, entrará en vigor a la fecha del examen médico, si el asegurador juzga el riesgo
asegurable y conforme al plan solicitado: constituye un seguro temporal, sujeto a rescisión por
el asegurador. El asegurador debe justificar el rechazo honesto del riesgo, aun cuando no es
necesario que sea razonable (Patterson, ps. 74 y 75). (¿El rechazo honesto no exige que sea
razonable?)
Para Patterson, si el asegurado paga la prima contra la entrega de la póliza, la emisión de la
póliza no sólo importa una oferta por parte del asegurador (nº 14). En esto hay un error; la
falta de pago de la prima posterga la vigencia de las obligaciones del asegurador, pero no puede
cambiar el papel de ofertante del asegurado.

(349) C. Nac. Com., 12/11/1930, JA 34-907.

349
(350) CCiv., arts. 1150 Ver Texto, 1154 Ver Texto y concs. De ahí que no se cubre el siniestro
ocurrido en el intervalo, aunque se emita la póliza fijando su vigencia desde una fecha anterior
a aquél, si el asegurador ignoraba su acaecimiento (C. Nac. Com., 12/11/1930, JA 34-907).
En este sentido, cabe aceptar la afirmación de Castillo de que la propuesta no impone
obligaciones al asegurado (nº 19).
Es distinto en las legislaciones que le fijan un plazo de validez (Besson y Picard, I, nº 119).
Ver Buttaro, Proposte irrevocabile e conclusione del contratto, en "Assicurazioni", 1950, 2, p.
167, quien sostiene la trasmisibilidad de la propuesta a los herederos, salvo en el seguro sobre
la propia vida; Salandra, Morte del assicurato nel corso della conclusione del contratto, en
"Assicurazioni", 1949, 2, p. 17, quien analiza la suerte de la propuesta y el pago de la prima.
Asimismo, ver Carresi, en "Assicurazioni", 1959, 2, p. 165, que expone la eficacia de la
propuesta según el art. 1887, Código Civil italiano.

(351) Bruck, p. 172; Lordi, nº 485; Besson y Picard, nº 122; Garrido y Comas, ob. cit., p. 76.
Contra: Vivante, Trattato, nº 1871, y Contratto, nº 50, que admite responsabilidad si media
retardo culposo; Haymann, que funda la responsabilidad en la culpa in contrahendo, en
"Assicurazioni", 1936, 1, p. 156. Vance, p. 188, se puede aceptar la solución contraria si retiene
la prima remitida con la oferta. Sobre culpa in contrahendo, ver Bruck-M”ller, I, nº 90.
Patterson critica la solución, acogida por la generalidad de la jurisprudencia norteamericana,
porque el asegurador es quien solicita las ofertas, disidencia aceptada por algunos fallos (ob.
cit., ps. 54 a 57).

(352) Bruck, ps. 105 y 172; Lordi, nº 485. Ni por el retardo del agente en trasmitirla (Bruck, ps.
150 y 151).
En este problema, Lordi establece que no hay responsabilidad si el asegurador fijó que no
habrá contrato si no se emite la póliza. Es un punto ajeno a la cuestión: la emisión obligada de
la póliza se refiere a que la aceptación sólo puede tener esta forma; mientras que la
responsabilidad se fundaría en el retardo de la aceptación o rechazo.
La doctrina hace una salvedad cuando la oferta se refiere a modificaciones de un contrato en
vigor, supuesto en que responsabiliza al asegurador por su retardo (Bruck, p. 172); principio
que sigue la ley francesa de 1930, art. 7, para todos los seguros terrestres, con excepción del de
vida.
El proyecto del Instituto de Estudios Legislativos impone al asegurador la respuesta, so pena
de resarcimiento de los daños (art. 7).
Patterson admite la acción por daños en caso de demora, y así fue sancionado por diversas
cortes norteamericanas (ob. cit., nº 15). Solución que Vance parece no compartir, ya que la
califica de sorprendente (ps. 190 y ss.).

(353) Bruck, p. 167. Es la solución impuesta por el art. 9 del proyecto del Instituto de Estudios
Legislativos.
Si en la oferta no se fija la prima y se excluye el procedimiento de estar a la corriente en el
comercio, esa oferta se debe considerar un pedido de fijación de prima, la cual debe ser
aceptada por el asegurado (Bruck, p. 167, nota 21).
Si la oferta es incompleta, no cabe integrarla con los elementos inscritos en los libros del
asegurador: se tratará de la voluntad de éste, pero no del asegurado; tales defectos impedirán la
existencia del contrato (C. Nac. Com., sala A, 18/8/1965, ED 13-631).

350
(354) Art. 1152 Ver Texto, CCiv.
Por ejemplo, por una suma inferior. Se decidió que si el ofertante primitivo la rechaza, el
asegurador deberá restituir cuanto recibió por anticipado (C. Fed. Cap., 27/6/1914, "Jur. Trib.
Nac.", junio de 1914, p. 71); solución dudosa, porque debió rechazar ese pago anticipado.
O si se emite una póliza distinta de la correspondiente a la oferta y prima pagada (Patterson, nº
14). Ver, sobre el punto, Bruck-M”ller, I, § 1, nº 81.

(355) El sistema de la ley ha sido objeto de crítica por Zavala Rodríguez. Originariamente
(DJA, 29/3/1968) fundado en que se había apartado de la ley austríaca, que exige nota
separada advirtiendo al asegurado de la diferencia contenida en la póliza. Luego amplió esa
crítica al sistema mismo de la ley (DJA, 26/6/1968).
Creo que ha sido un error apartarse del régimen del anteproyecto, pero el sistema consagrado
importa un progreso respecto del régimen legal anterior, porque: 1) el asegurado debe ser
advertido de la modificación (aunque sea en la póliza), advertencia que no puede resultar de
cláusula impresa, por la propia naturaleza y motivo de la advertencia (por lo cual considero
inocua la insertada en la póliza aprobada para el seguro de cristales); 2) apartando la
aplicabilidad del art. 1146 Ver Texto, CCiv., el asegurado tiene un mes para impugnar la póliza
en cuestión y, no obstante la diferencia que haría aplicable el art. 1152 Ver Texto, CCiv.,
quedará igualmente amparado por el seguro en los términos del art. 12 Ver Texto, ley 17418.
Ver, además, debate en el Colegio de Abogados, trascrito en JA 1969-IV.
El anteproyecto de ley de seguros elaborado por el autor de este libro establecía, en su art. 4:
"Cuando el texto de la póliza difiera del contenido de la propuesta, la diferencia se considerará
aprobada por el tomador si no reclama dentro de un mes de haber recibido la póliza.
"Esta aceptación se presume sólo cuando el asegurador acompaña la póliza con una nota,
advirtiendo detalladamente al asegurado acerca de esas diferencias y el plazo de un mes para no
aceptarlas.
"La eliminación o el rechazo de la diferencia no afecta la eficacia del contrato en lo restante".

(356) Besson y Picard, I, nº 124.

(357) Texto y nota 24. En materia de seguros de granizo se inserta la obligación de aceptar o
rechazar en el término de 8 días de recibida la oferta.

(358) La doctrina francesa aprecia esta autorización según las normas del mandato aparente, si
razonablemente se lo pudo creer autorizado (Besson y Picard, nº 122). Es una aplicación de las
nociones corrientes en materia de representación.

(359) Ver sobre éste y otros aspectos de la culpa in contrahendo en este contrato, Bruck-
M”ller, ob. cit., I, § 1, nº 90.

(360) C. Nac. Com., 27/10/1931, GF 95-18.


La solución será diversa si se halla en posesión de un recibo del asegurador (art. 53 Ver Texto,
inc. c).

(361) Algún fallo norteamericano decidió que media aceptación cuando el agente anuncia la
llegada de la póliza, aunque difiera de la oferta del asegurado (Patterson, p. 69).
En materia de seguros sobre la vida, la jurisprudencia estadounidense adoptó un criterio más
riguroso: ha resuelto que la aceptación obliga al asegurador una vez firmada la póliza, aunque

351
se halle en las oficinas de éste; o si envió la póliza y es retenida por el agente por haberse
producido el siniestro o una enfermedad grave, etc. (Patterson, ps. 69 y 70).
El envío de la póliza al corredor del asegurado perfecciona el contrato, aun cuando éste, a su
vez, no comunique nada al asegurador ni le remita la prima pagada conforme al recibo firmado
que el asegurador le remitió (Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1943, p. 124). Estaremos en
un supuesto de aplicación del art. 213 Ver Texto, CCom.
Si se cuestiona, el asegurador debe probar que aceptó la propuesta: C. Nac. Com., sala B, "Sud
América v. Chiavantono", 31/3/1967, inédito; aunque sea tácitamente: "Áncora v. Molinelli",
19/4/1968.

(362) Se prohibió por resolución 1918/50 (ADLA X-A-886). Mas no varía la solución, porque
el tomador debe denunciar las variaciones sobrevinientes a la entrega del cuestionario (art. 44
Ver Texto).

(363) Conf., la jurisprudencia estadounidense citada por Patterson, ps. 71 y 72.


Las cortes estadounidenses también deciden que la entrega de la póliza por el agente, con
conocimiento de éste del mal estado de salud, importa renuncia a la cláusula. Conclusión que
sólo es aceptable en nuestro derecho en el supuesto de que el agente tenga facultades para
introducir modificaciones en el contrato (art. 54 Ver Texto).

(364) Es una de las tantas deficiencias de los planes anuales.

---------------------------

III. Nota de cobertura

13. Clases.

La gestión del contrato se suele prolongar, y en el ínterin el asegurado puede quedar en


descubierto; para obviar esta dificultad, el asegurador otorga una garantía provisional o nota de
cobertura, de alcance variable, sea que se conceda durante el tiempo que insuman las
negociaciones, sea que importe la aceptación lisa y llana de la oferta y se otorgue hasta la firma
del contrato (365) .

352
La ley 17418 Ver Texto no reglamenta la institución: sólo se refiere a ella en el art. 30 Ver
Texto, al declarar exigible la prima cuando se emite.

Cuando sustituye provisionalmente el instrumento del contrato (póliza), obliga definitivamente


a las partes (art. 4 Ver Texto):

su reemplazo posterior por la póliza no afecta la validez y duración del contrato; la reticencia
cometida al tiempo de la emisión de la nota de cobertura vicia el contrato; el plazo del contrato
es el fijado en la nota de cobertura (366) .

En cambio, cuando sólo importa una garantía provisional, las partes conservan su libertad
sobre la suerte del contrato; si el asegurador rechaza la oferta, cesa su garantía resultante de la
nota de cobertura y se restituye la prima por el plazo no cubierto, plazo que generalmente se
fija en ésta. Es decir, se trata de un seguro provisional (367) .

14. Forma. Requisitos. Efectos.

La nota emana del asegurador; él sólo la firma, pues generalmente reviste la forma de una carta,
por la cual se obliga a garantizar al asegurado inmediatamente, por un determinado riesgo, en
condiciones también determinadas. Supone el acuerdo previo, pues debe mediar una oferta
anterior del asegurado o el consentimiento del pago de la prima. No tiene una forma
determinada ni es necesario que se inserten en ella las condiciones generales de la póliza (368) ,
pero es menester que contenga todos los elementos esenciales (369) . Si no se fijan, rigen
supletoriamente los determinados por la ley (370) .

El asegurador tiene derecho a la prima pactada o usual, correspondiente al seguro (371) .

El asegurador está obligado a indemnizar el siniestro que se produzca (372) . La mora en el


pago de la prima no le autoriza a suspender la garantía acordada, para reanudarla en cuanto se
pague, salvo pacto expreso en contrario (373) .

353
Termina, a más tardar, con la emisión de la póliza, cuando sustituye provisionalmente al
contrato, o con el fracaso de las negociaciones, cuando importa una garantía provisional (374) .

(365) Besson y Picard, I, nº 122; Lepargneur, nº 1279; Gasperoni, nº 24; Vance, p. 182; Donati,
Trattato, II, nº 412; Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 1, nros. 91 y ss.
Es menester distinguirla del contrato y de la confirmación de cobertura. Del contrato, porque
puede no existir aún acuerdo; de la confirmación de cobertura, que consiste en la declaración
del asegurador cuando se debe agregar un nuevo seguro, de que su obligación no ha
experimentado interrupción (Bruck, p. 172 y nota 43).
También se debe distinguir del certificado que el asegurado con una póliza flotante emite al
comprador de los efectos cuyos riesgos cubre. Este certificado se expide por el asegurado, en
un formulario firmado por el asegurador, y se remite al comprador, con los demás documentos
de carga. El portador del certificado no está obligado sino por las condiciones del seguro, que
figuran en el certificado (Patterson, p. 75).

(366) Besson y Picard, I, nº 135; Vance, p. 182.

(367) Besson y Picard, I, nº 135.

(368) Besson y Picard, I, nº 135.


No cabe deducirla del silencio del asegurador: ver texto nº 8 y nota 24. Adde: Spilrein, ps. 97 y
98.

(369) Besson, nota en DP 1934-2-28.

(370) Bruck, p. 173. En los Estados Unidos se aplica la póliza usual del asegurador (Vance, p.
195).

(371) Bruck, p. 174.

(372) Lepargneur, nº 1279.

(373) Bruck, p. 174. Sería contrario al efecto mismo de la nota.

(374) Bruck, p. 174.


Cuando se emite una nota de cobertura, la emisión de la póliza importa la garantía inmediata,
sin que se pueda aplicar la cláusula general que fija un término a contar del cual comenzará esa
garantía, porque hay una renuncia a él (Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1941, p. 148).

354
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IV. Declaraciones falsas y reticencia (375)

15. Deber de declarar el estado del riesgo. Fundamento.

El asegurador debe conocer todas las circunstancias que influyen en la apreciación del riesgo.

En todos los demás contratos, la verificación del estado o condiciones del bien objeto de la
contraprestación queda, generalmente, librada a la diligencia de la parte interesada (376) . Esta
actividad del asegurador se hace imposible, no sólo por onerosa, sino también por incompleta:
no está en condiciones de establecer por sus propios medios, por grande que sea la diligencia
aplicada, los elementos de hecho que le permitirían apreciar el riesgo.

A esto cabe agregar -como señala Parella (377) - que se trata de un contrato aleatorio, en el
"que basta la simple reticencia de una de las partes hacia la otra, sobre circunstancias que
pueden hacer aparecer más o menos probable la realización de ese hecho, al que se confía la
ventaja o desventaja económica de la relación, para que turbe esa paridad de condiciones, que
es el secreto de la licitud de las negociaciones".

Por eso, esas informaciones deben ser lo más completas posible, para que el asegurador pueda
hacer el examen y clasificación del riesgo (378) .

355
16. Naturaleza del informe.

Cuanto más exacta es la técnica del seguro, tanto mayor es el deber de informar (379) .

La reglamentación legal, en este sentido, tiende en su estrictez, a satisfacer esa necesidad


técnica, con la norma rigurosa del art. 5 Ver Texto de la ley (380) , que mantiene en su primer
párrafo la regla del art. 498 Ver Texto, CCom., aun cuando modifique las consecuencias en los
arts. 6 Ver Texto a 9 Ver Texto con la introducción de distintas atenuaciones.

Para Bruck, no se trata de un deber contractual, aun cuando se cumpla en ocasión de un


contrato. Es una carga (381) del asegurado, cuya violación libera al asegurador; y que halla su
fuente en el deber de diligencia del asegurado (382) .

Esta información no es una declaración de voluntad, sino una declaración de conocimiento; su


fin es aportar ese conocimiento al asegurador. De ahí que sólo tenga importancia la verdad o
falsedad de la información, y no se pueda impugnar por la existencia de vicios de la voluntad
(383) , pero sí importa su ignorancia excusable de los hechos o circunstancias sobre las cuales
debe informar y por ende su culpa en no conocer.

17. Es un régimen especial de los vicios de la voluntad del asegurador.

El art. 5 Ver Texto, 1er. párr., ley 17418, legisla el punto en los siguientes términos, que
mantienen el régimen del art. 498 Ver Texto citado: "Toda declaración falsa o toda reticencia
de circunstancias conocidas por el asegurado, aun hecha de buena fe, que a juicio de peritos
hubiera impedido el contrato o modificado sus condiciones si el asegurador hubiese sido
cerciorado del verdadero estado del riesgo, hace nulo el contrato".

Esta norma sujeta el contrato a un régimen especial, distinto al general de los actos jurídicos,
que legisla el Código Civil (384) , cuyas reglas no pueden ser invocadas por el asegurador.

356
El art. 5 Ver Texto de la ley 17418, al igual que el art. 498 Ver Texto derogado, establece un
sistema de anulación fundado en el error del asegurador acerca del estado del riesgo, causado
por dolo o culpa del asegurado (385) , culpa que consiste en no conocer la circunstancia
omitida en razón de una negligencia inexcusable (386) .

De esto se sigue que el contrato no se anula por dolo del tercero (387) , ni por error excusable
del asegurador, en que incurre sin reticencia o falsa declaración del asegurado, ni por error del
asegurador provocado por la ignorancia excusable del asegurado -es decir, ignorancia no
culposa-.

El sistema es objetivo, porque no toma en cuenta la intención del asegurado para juzgar
anulable el contrato, aunque la toma en cuenta para el reajuste (arts. 6 Ver Texto y 7 Ver
Texto) y para la sanción prevista en el art. 8 Ver Texto.

El fundamento de este régimen especial se halla en el del deber de informar y la función que
éste desempeña en el contrato; de ahí que se anule el contrato aun cuando la circunstancia
callada o falsamente declarada no influyan efectivamente en el acaecimiento del siniestro ni en
la extensión del daño: se trata de vicio en la voluntad del asegurador.

La alegación reiteradamente invocada, que sanciona el dolo y el error incidentales, por lo cual
es inaplicable el régimen general (388) , es fácilmente destruida, sea que se invoque la garantía
del asegurado de la veracidad de cuanto informa, o que siempre es esencial, porque la
circunstancia callada traslada el riesgo de una categoría a otra (389) , por los efectos que debe
tener para hacer impugnable el contrato.

Quienes sostienen el régimen general deben explicar por qué se anula el contrato cuando el
vicio no influye sobre el siniestro y su extensión.

Además, les debería llevar a anular el contrato por la concurrencia de error en el asegurador,
sin que en él haya influido para nada la conducta del asegurado.

O en los supuestos en que medie ignorancia excusable del asegurado.

357
O en los cuales un tercero cometa reticencia dolosa, que hace incurrir en error esencial al
asegurador.

No obstante, doctrina y jurisprudencia sostienen casi uniformemente que en todos estos


supuestos el asegurador no puede aducir la nulidad por vicios de la voluntad.

17 bis. Plazo para alegarla.

Si bien el art. 5 Ver Texto reproduce en su primer párrafo el art. 498 Ver Texto, CCom.,
derogado, su segundo párrafo, que fija el término de 3 meses para impugnar el contrato,
computado desde que el asegurador conoció la reticencia o falsedad (390) , así como los
concordantes, arts. 6 Ver Texto a 9 Ver Texto, introducen modificaciones sustanciales en el
funcionamiento de la institución.

En el anteproyecto, el sistema era más favorable a la conservación del contrato, reajustándolo


en todos los casos al verdadero estado del riesgo; mas la mayoría de la comisión revisora
consideró peligroso un paso tan amplio (ver nota 27 bis).

El anteproyecto establecía:

a) La reticencia sería causa de nulidad cuando el asegurado incurría en ella con dolo o culpa
grave (art. 5 Ver Texto).

b) El asegurador no podía alegar la reticencia, si ésta cesó antes de acaecer el siniestro, o si


producido éste no habría influido en su acaecimiento ni en la medida de la prestación, salvo
que existiera fraude del tomador (art. 6 Ver Texto, inc. 3).

c) El asegurador que alegara la reticencia no dolosa ni por culpa grave en el plazo fijado podría
rescindir el contrato o reajustar la prima al verdadero estado del riesgo (art. 7 Ver Texto, 1er.
párr.).

d) Si se alegara en el plazo legal pero ya ocurrido el siniestro, la indemnización se reduciría en


la medida en que la reticencia hubiera influido en la producción del siniestro o en el monto de
la indemnización (art. 7 Ver Texto, 2º párr.).

358
Esto es que se consagraba un sistema subjetivo de anulación atenuada, acorde con la naturaleza
del vicio, siguiendo las tendencias más destacadas de la legislación (Francia, ley de 1930, arts.
21 y 22; Italia, Código de 1942, art. 1892; Alemania, ley de 1908, modificada en 1939, arts. 12 y
22; Austria, art. 3. Suiza, si bien regula un sistema objetivo, prevé sanción especial para el
supuesto de mala fe -art. 26 Ver Texto-) y concordante con la explotación por una empresa,
sobre la base del sistema de contratación en masa para la formación de grupos de riesgos
homogéneos: para esto, era suficiente la rectificación del encasillamiento del riesgo, dejando
bajo la sanción de nulidad los casos de reticencia dolosa o con culpa grave.

17 bis (a).

En este complejo tema de la reticencia pensamos que corresponde distinguir dos situaciones,
inherentes tanto a la determinación de su naturaleza y efectos como al plazo para alegarla
válidamente.

Adherimos a la opinión del autor de este libro en cuanto sostiene que se está aquí ante un
régimen especial de los vicios de la voluntad, que si bien establece algunos presupuestos
específicos, trae como efecto la anulabilidad del contrato (art. 1045 Ver Texto, CCiv., que
puede ser planteada tanto por vía de acción como de excepción, conforme a lo preceptuado
por el art. 1058 bis Ver Texto, CCiv.) y salvo, claro está, los supuestos de reajuste del contrato
en los seguros de vida, en los casos en que ha mediado buena fe del asegurado (391) , no
obstante lo cual esta última hipótesis se ve condicionada por la exigencia de configuración de
ciertos presupuestos -reajustabilidad a juicio de peritos, adecuación a la práctica comercial del
asegurador y que la nulidad cause perjuicio al asegurado- (art. 6 Ver Texto, LS.). Pero ello nos
lleva a recordar que se trata de un instituto que está directamente vinculado al momento de la
celebración de ese contrato, por lo cual apunta a su disolución, en virtud de haberse generado
error en el asegurador respecto del verdadero estado del riesgo, provocado por dolo o culpa
del asegurado. Como toda nulidad, responde a un vicio originario, es decir, que se da en el
momento de la celebración del acto. Y es a la invocación de ese vicio a la cual se refiere el art. 5
Ver Texto, LS., cuando establece el plazo de 3 meses para formular la alegación que persiga la
nulidad del contrato, término que, como destaca el autor de este libro, constituye un plazo de
caducidad que se impone respecto del asegurador.

Pero distinto es el caso -por cierto, el más frecuente- en que el vicio de falsedad o reticencia del
asegurado es descubierto por el asegurador con motivo de la ocurrencia de un siniestro. Y aquí
va a operar otra norma, la del art. 9 Ver Texto, LS., que nos dice: "En todos los casos, si el

359
siniestro ocurre durante el plazo para impugnar (392) , el asegurador no adeuda prestación
alguna" (salvo el valor de rescate que corresponda en los seguros de vida).

Este supuesto nos lleva a pensar que, aquí sí, estamos ante la existencia de una carga legal,
generalmente calificada como "precontractual", aunque, por nuestra parte, preferimos
mencionarla como carga de celebración. La peculiar normativa del seguro, en este instante del
acuerdo de voluntades en la concertación del seguro, privilegia -por los mismos motivos que
instituye el régimen de anulabilidad del contrato- la declaración veraz del asegurado respecto
del estado del riesgo y, en consecuencia, establece una suspensión de cobertura para el caso de
que, habiendo mediado reticencia o falsa declaración en las condiciones descritas en el art. 5
Ver Texto, se produce el siniestro "durante el plazo para impugnar". Sabido es que la
suspensión deja "en potencia" el efecto caducante de la violación de una carga presiniestral, y
esa situación se acomoda perfectamente a la hipótesis del art. 9 Ver Texto, que nos dice que si
media reticencia o falsedad del asegurado y el siniestro ocurre dentro del plazo para impugnar,
el asegurador se libera de su obligación principal y no adeuda entonces prestación alguna por
ese siniestro. Estamos, pues, como dijimos, ante una "carga de celebración".

Pero esta duplicidad de situaciones (393) nos lleva a otros problemas que son consecuencia de
tal distinción conceptual: ocurrido el siniestro en ese lapso habilitante para la impugnación,
¿cuál es el plazo en que el asegurador deberá invocar la reticencia?, ¿el del art. 5 Ver Texto o el
del art. 56 Ver Texto de la Ley de Seguros, 17418 -cuando este último resulte aplicable-? Y de
adoptar esta última tesis, ¿cómo jugarán los eventuales pedidos de información
complementaria, que condicionan el comienzo de ese plazo, conforme al art. 56 Ver Texto -y
aun el plazo del art. 49 Ver Texto-? (394) .

Por nuestra parte, pensamos que por tratarse, en esta hipótesis, de una situación de caducidad
derivada de una suspensión establecida por la ley (art. 9 Ver Texto, LS.), la reticencia o falsa
declaración debe estar sometida al régimen informativo del art. 46 Ver Texto, 2º párr., y ser
planteada dentro del plazo del art. 56 Ver Texto, en su caso, ya que responde a otros efectos
que los establecidos para la acción nulificante del art. 5 Ver Texto, LS. La cuestión tiene
importancia práctica porque los pedidos de información pueden alongar la decisión de rechazo
siniestral más allá de los tres meses, en especial si media demora u omisión del asegurado en
proporcionar esa información. Como dijimos, se trata de un supuesto que reviste
independencia del establecido por el art. 5 Ver Texto, norma ésta que, en cambio, importa a la
subsistencia o no del contrato por el desequilibrio técnico que genera, y no tanto por la sanción
de pérdida de derecho en ocasión de siniestro, situación ésta para la cual se ha formulado la
norma del art. 9 Ver Texto, LS.

Pero no cesan aquí los interrogantes. Determinada la existencia de reticencia o falsa


declaración del asegurado dentro de las circunstancias del art. 9 Ver Texto: ¿cuál será el destino
del contrato ante esta situación? Entendemos que la invocación de la caducidad del art. 9 Ver

360
Texto, LS., arrastra también a la situación del art. 5 Ver Texto de la misma ley, es decir,
requiere la anulación del contrato. Ello, en virtud de la coherencia fáctica exigida por la teoría
de los propios actos, pues si el asegurador ha considerado intolerable la reticencia e invocado la
caducidad del derecho del asegurado ante el siniestro acaecido, ello mismo lo obliga a proceder
a la anulación del contrato, porque no se explicaría entonces la continuación de éste a pesar de
la subsistencia del vicio que motivó el rechazo del siniestro ni la percepción de primas por tal
contratación viciada, etc. Y tal requerimiento de declaración de nulidad también se debe
plantear dentro del plazo del art. 56 Ver Texto, LS., por los mismos motivos que tornan
incongruente la permanencia de la relación entre las partes. No obstante, pensamos también
que los pedidos de información complementaria que, dentro del plazo del art. 56 Ver Texto,
LS., se formulen justificadamente al asegurado, alongarán el término para plantear la nulidad,
dado que la invocación de ella exige que el asegurador tenga el debido conocimiento de la
existencia de la reticencia o falsedad (arg. art. 5 Ver Texto, in fine, LS.) (395) .

Por otra parte, el efecto de caducidad, emergente -en ambos sentidos- de los arts. 5 Ver Texto
(respecto del asegurador, si vence el plazo de 3 meses sin invocación de la reticencia) y 9
(respecto del asegurado, si al existir reticencia descrita por el art. 5 Ver Texto el siniestro ocurre
dentro del plazo para impugnar), torna inoficioso, a nuestro juicio, analizar la cuestión de si el
plazo de prescripción para plantear la nulidad se rige por el art. 4030 Ver Texto, CCiv. (dos
años), o por el art. 58 Ver Texto de la Ley de Seguros (un año).

Cabe agregar que en los últimos tiempos, a fin de evitar el pesado mecanismo instituido por el
sistema de impugnación por reticencia o falsa declaración del asegurado (arts. 5 Ver Texto y
ss., LS.), comienzan a aparecer cláusulas que excluyen de la cobertura sucesos ocurridos en
virtud de causas nacidas con anterioridad a la contratación (p.ej., enfermedades preexistentes,
en los seguros de vida, etc.). El sistema se objetiva, así, notablemente, por lo cual ya no jugarán
los conceptos de dolo y culpa ni el régimen de reajustabilidad previsto en la ley 17418 Ver
Texto, condicionado a la ausencia de mala fe. Ello lleva al planteo de un nuevo problema: el de
la legitimidad de tal mecanismo, ante el carácter de inmodificabilidad otorgado por el art. 158
Ver Texto al art. 5 Ver Texto de la Ley de Seguros.

18. Contenido de la declaración.

"El contenido específico de la declaración consiste en la comunicación de todas las


circunstancias que según el uso no se reputan conocidas por el asegurador [. . .]. Por esto, del
lado positivo las declaraciones deben ser rigurosamente conformes con la verdad; del lado
negativo, no deben contener omisiones (de circunstancias no conocidas de manera cierta por el
asegurador)", que puedan influir sobre la apreciación del riesgo (396) , lo cual ha sido resumido

361
por Vivante en una expresión ya clásica en la materia: el asegurado debe decir exactamente
cuanto declara y declarar cuanto sabe (397) .

Las circunstancias deben ser importantes para la asunción del riesgo o para que el asegurador
juzgue el riesgo a asumir (398) . Es importante toda circunstancia que influye en la celebración
del contrato o para fijar sus condiciones; pero no lo son las que determinarán disminuciones en
favor del asegurado. Esto no se decide por consideraciones subjetivas de las partes, sino por el
juicio de peritos (art. 5 Ver Texto, que mantiene el régimen del art. 498 Ver Texto, derogado)
(399) .

No se debe informar sino las circunstancias particulares del riesgo, y no las generales que
afectan a todos o a muchos, que deben considerarse conocidas por el asegurador, por su
experiencia (400) .

El momento decisivo para establecer el conocimiento por el asegurador es el comienzo formal


del seguro, aun cuando el efectivo o material sea anterior o posterior. De ahí que se deba
informar cuanto se sepa, aun después de formulada la oferta. El conocimiento posterior al
comienzo formal puede ser importante para cumplir el deber de informar la modificación del
riesgo (art. 44 Ver Texto) (401) .

Las circunstancias sobrevinientes a la oferta deben ser comunicadas sin demora, conforme a
los medios disponibles; si se procede así, es indiferente que lleguen a conocimiento del
asegurador al momento o después de celebrarse el contrato o en circunstancias en que no
puede contar con esa información (art. 36 Ver Texto, encabezamiento, respecto de las
sanciones por incumplimiento de las cargas y obligaciones) (402) .

19. La reticencia o falsa declaración debe ser culposa.

La reticencia o falsa declaración exige saber, o deber saber. La expresión reticencia de buena fe,
que emplea el art. 5 Ver Texto, repitiendo el art. 498 Ver Texto, derogado, es defectuosa,
porque la reticencia, por lo menos, debe ser culposa, ya que no se puede declarar cuando se

362
ignora sin negligencia; lo contrario sería absurdo (403) . Este tipo de falsa declaración o
reticencia se puede dar cuando no se declaran circunstancias importantes, y que se callan por
juzgarlas carentes de importancia (404) , o se declara cuanto se cree ser la verdad (405) , o
cuando media negligencia para conocer o para llevar el dato a conocimiento del asegurador
(406) . La distinción es importante para aplicar los arts. 6 Ver Texto, 7 Ver Texto y 8 Ver
Texto (407) .

20. Violación no culposa.

La violación no culposa del deber de informar existe cuando la circunstancia callada era
desconocida por el informante (408) , o cuando tiene derecho a considerarla no importante o
cuando se produce por un tercero por cuya conducta no responde. Para juzgarla se tendrá en
cuenta la personalidad del informante -en especial su mentalidad-, la clase y forma de la
pregunta -su claridad y posibilidad de mala interpretación-, la conducta del agente y del médico
del asegurador al formular las preguntas y anotar las respuestas, etc. (409) .

Existe violación sancionada por la ley cuando se comete intencionalmente, o por negligencia o
por error, cualquiera que sea el motivo honesto o deshonesto. El art. 158 Ver Texto no
autoriza cambiar el régimen del art. 5 Ver Texto, por lo cual no parece lícito pactar el requisito
del dolo o fraude, que parte de la doctrina admite (410) .

La falsedad no se debe juzgar literalmente, sino en el sentido del informe y apreciando el


conjunto. Es menester que sea contraria a la verdad objetiva, dando un concepto más estrecho
del riesgo y que influya para que el asegurador no se resista a contratar (411) o acepte contratar
en condiciones menos onerosas. Por ello no existirá cuando el informe sea sustancialmente
cierto.

363
21. Formas.

Los informes no tienen formas legales, aunque contractualmente se exige que se suministren
por escrito (412) .

Se pueden dirigir al asegurador, a sus agentes (art. 53 Ver Texto, inc. a), representantes (art. 54
Ver Texto), o corredor que intervino por aquél. Cuando hay varios asegurados, cada uno puede
informar a cualquiera de las distintas personas autorizadas (413) .

22. Obligados a informar.

El tomador del seguro está obligado a informar, sea que contrate por cuenta propia o ajena,
solo o con otros, sea personalmente o por medio de representante legal o convencional, en la
medida de su conocimiento (arts. 10 Ver Texto y 26 Ver Texto) (414) .

Si bien debe hacer memoria en el momento de informar, no cabe exigirle que informe sobre
circunstancias olvidadas o no conocidas; ni que realice investigaciones para conocer; pero sí
imputarle negligencia o dolo en su falta de conocimiento (415) .

Es indiferente la fuente de su conocimiento. Debe trasmitir todos los informes que le lleguen,
aunque los estime infundados, o poco seguros, habilitando así al asegurador a comprobarlos
(416) .

La particularidad de que la circunstancia se refiera a un hecho notorio no lo exime del deber de


informar; quedan excluidas del concepto de hecho notorio las circunstancias que el asegurador
debe conocer en razón de su profesión de asegurar (417) .

La circunstancia puede ser futura, si con ella cuenta (418) .

364
El asegurado no se exime de su deber por el hecho de que la información pueda obstruir o
impedir el contrato (419) .

Cuando son varios asegurados -condóminos, por ejemplo- el conocimiento de uno perjudica a
los demás, y por ende la infracción de uno afecta a los demás (420) .

Si el contrato se celebra por medio de representante o de un tercero sin mandato, también se


debe considerar el conocimiento de éstos, incluso el deber de conocer (art. 10 Ver Texto) (421)
. En cambio, en el supuesto de representación legal, sólo lo afecta cuando el asegurado es
responsable por los actos de ese representante conforme a los principios de la responsabilidad
(422) . Si el mandante conoce la circunstancia después de otorgado el mandato, debe
comunicarlo inmediatamente, con la mayor celeridad posible, recurriendo al telégrafo, si la vía
postal no le da tiempo para la comunicación oportuna: de lo contrario, incurre en reticencia. La
fuerza mayor lo exime de la sanción (423) . Para el caso análogo de agravación del riesgo, el art.
40 Ver Texto, 2º párr., letra a, exime de sanción la demora u omisión sin culpa o negligencia.

Cuando el contrato se celebra por cuenta ajena, el conocimiento del asegurado influye en su
validez, salvo cuando éste ignora la celebración o cuando ya no es factible suministrar la
información. La indiferencia del conocimiento del asegurado exige que el tomador haga
presente que contrata sin mandato (art. 26 Ver Texto) (424) .

23. Responsabilidad del tomador por los actos de un tercero.

El tomador no es responsable de la conducta de un tercero, porque sería contrario a la


naturaleza jurídica del deber de informar (425) , aunque se trate de terceros que adquieren
derechos con el contrato (cesionarios, acreedores hipotecarios o prendarios, dependientes y
herederos) (426) , excepto cuando el asegurado conocía la violación o su ignorancia obedece a
negligencia (427) .

365
Si el tercero debe necesariamente aceptar o consentir en el contrato, también se considerará su
conocimiento al momento de la aceptación o aprobación (428) . Es uno de los supuestos del
art. 10 Ver Texto, 2º párr.; en el seguro por cuenta ajena, que incluye el seguro por cuenta de
quien corresponda, el conocimiento del tercero, titular del interés al tiempo del siniestro,
influirá si ya era interesado al tiempo de la celebración (art. 26 Ver Texto).

En el seguro sobre la vida de un tercero o de accidente que pueda afectar a un tercero, el


conocimiento del tercero se equipara al del tomador (art. 129 Ver Texto) (429) .

24. Subsanación del vicio por conocimiento del asegurador o del agente.

El conocimiento oportuno del asegurador, por cualquier vía, de las circunstancias calladas o
inexactamente declaradas, le impide alegar la nulidad del contrato (430) . El anteproyecto lo
establecía expresamente en el art. 6 Ver Texto, pero la comisión lo eliminó por juzgar que era
una solución obvia según los principios generales.

El asegurador no debe investigar el estado del riesgo ni la veracidad de las declaraciones del
asegurado, quien está obligado a cumplir lealmente el deber a su cargo y garantizar la fidelidad
de cuanto declara (431) . No obstante, si realiza la investigación, no por ello el asegurado puede
eludir o dejar de cumplir con su deber de información completa y leal (432) .

El asegurador renuncia o pierde el derecho de alegar la reticencia o falsa declaración cuando:

a) acepta las respuestas incompletas (433) , y este silencio acep-

tado, por su vinculación con otras declaraciones, no se puede juzgar como una afirmación o
una negación inexacta (434) ;

366
b) después de conocer la circunstancia omitida o falseada, percibe nuevas primas o paga
indemnizaciones (435) o, en general, ejecuta sus obligaciones (art. 1063 Ver Texto, CCiv.), esto
es, observar una conducta que conforme a la buena fe excluye la alegación (436) .

Si bien el art. 5 Ver Texto, 2º párr., fija un plazo de 3 meses para alegar la nulidad por la
reticencia, si en este lapso ejecuta cualquiera de sus obligaciones perderá el derecho de aducirla:
es una aplicación de la confirmación tácita prevista en el art. 1063 Ver Texto, CCiv.

c) emite la póliza conociendo plenamente los hechos. No sólo es una aplicación de la doctrina
del art. 1063 Ver Texto, CCiv., cit., porque la emisión de la póliza es ejecución de una
obligación suya (art. 11 Ver Texto, 2º párr.), sino también aplicación de la doctrina del art. 15
Ver Texto, 2º párr.: la solución contraria sería repugnante a la buena fe (437) .

d) el asegurador debía conocer el verdadero estado del riesgo (en razón de su profesión, o por
la naturaleza del bien sobre el cual recae el interés asegurable, etc.) (438) ;

e) por cláusula de la póliza, se dan por cumplidas las obligaciones de información


precontractual (439) .

En materia de seguros sobre la vida, los aseguradores mantienen una oficina que concentra la
información de seguros rechazados, a la cual automáticamente los aseguradores recaban
informes en cada caso: la omisión de hacerlo en un caso concreto, en que el asegurado calló el
rechazo de una solicitud de seguro, se puede considerar un supuesto de ignorancia por culpa
del asegurador si hubo tiempo para recabar el informe.

Se debe tener en cuenta que las manifestaciones verbales al agente sin facultad de celebrar
contrato, por regla general, no valen como si se expresaran al asegurador; sólo tienen eficacia
las declaraciones escritas que se le remiten (art. 47 Ver Texto), excepto que por su actuación,
ese agente pueda ser considerado representante aparente y por ende incluido en el art. 54 Ver
Texto.

367
25. Conocimiento por el asegurador o su agente.

El asegurador no puede aducir el vicio, si lo provocó con su conducta contractual (440) , o si


aceptó como suficiente determinado documento (441) , o si media conocimiento personal de
quien tiene capacidad para obligarlo, como es su gerente (442) .

El conocimiento del agente obliga al asegurador cuando tiene facultades para celebrar el
contrato (art. 48 Ver Texto); en el supuesto de que carezca de estas facultades, es decir, si actúa
como mero mensajero de él, limitándose a gestionar el contrato, su conocimiento, por regla
general, no tiene importancia (art. 47 Ver Texto) (443) , salvo que concurra la circunstancia
apuntada más arriba.

En este último caso no cabe aducir que hay culpa del dependiente, y por ende responsabilidad
refleja del principal, por la no inclusión de la circunstancia omitida cuando él redacta la oferta
por el tomador (444) , porque no hay culpa en conocer la verdad, salvo que engañe al tomador
y le haga creer que la propuesta está en forma (445) . Solución que se extiende al supuesto en
que el agente llena el cuestionario, porque ésta es tarea del asegurado; y con mayor razón
cuando las respuestas no son sinceras (446) . Téngase en cuenta cuanto expresé
precedentemente, acerca del agente que actúa con representación aparente.

26. El examen médico en el seguro de personas.

El examen médico en los seguros de personas no libera al asegurado de su deber de informar


ni de las consecuencias de su reticencia. No se puede alegar que hay culpa del dependiente del
asegurador, porque, además de premiarse así la malicia posible del asegurado, se olvida que el
médico no induce al asegurado a mentir ni le hace objeto de un acto culposo suyo; y se haría
valer contra el asegurador una medida que toma para su protección, quitándole la garantía del
cumplimiento del deber de declarar (447) .

368
No obstante, el examen médico favorable crea la presunción de que el asegurado no estaba
enfermo al momento de contratar (448) .

Pero si el asegurado lo declaró al médico o éste conoció la enfermedad (aunque no trasmitió su


conocimiento), el asegurador no puede alegar reticencia, porque se conoció en su esfera de
acción (449) por quien tenía por función conocer o hacer conocer ese estado del riesgo.

27. Sistemas para obtener la declaración del asegurado.

Los sistemas para obtener las declaraciones del asegurado son, en su esencia, dos: el de la
declaración espontánea y el del cuestionario. Las legislaciones modernas no han adoptado una
solución uniforme: mientras la ley alemana de 1908 sanciona el cuestionario, la ley francesa de
1930 se inclinó por la declaración espontánea (450) .

Si bien la declaración espontánea tiene la ventaja de amoldarse a cada riesgo, suscita el


inconveniente de que, como se cumple por el asegurado bajo su propia responsabilidad y con
su exclusiva inspiración, lo deja en la incertidumbre de saber qué debe declarar, máxime si se
tiene presente su escasa capacidad para discernirlo. De ahí la necesidad del cuestionario para
llamar la atención sobre esos puntos (451) .

El cuestionario no sólo tiene esas ventajas, pese a los defectos de su minuciosidad y lenguaje
técnico (452) , sino que también fija los deberes de los contratantes. Por parte del asegurador
interesa precisar las circunstancias importantes: no puede aducir que las omitidas lo sean (453) .
Se presumen esenciales las circunstancias que son objeto de una pregunta determinada, si se
refiere a cuestiones precisas (454) , porque las genéricas carecen de importancia -no pueden
fundar la alegación de nulidad, salvo la existencia de fraude-, y dejan librada la respuesta al
criterio del asegurado (455) .

369
El cuestionario debe ser claramente redactado, en lenguaje llano, para que pueda ser
contestado por la experiencia común del asegurado, redactado en forma que no suscite dudas
(456) .

Cuando el asegurador acepta el cuestionario en que se omite una respuesta, no le es lícito


aducir luego tal omisión: es la prueba de que carecía de importancia (457) .

Las contestaciones se aprecian en conjunto, y no aisladamente, si dependen lógicamente unas


de otras o están vinculadas o condicionadas entre sí, o una califica o limita a la otra (458) .

La respuesta, concretada en una opinión, cumple con el recaudo de la información (459) .

La interpretación no puede agregar términos favorables al asegurador (460) .

28. Circunstancias que deben ser declaradas.

El asegurador tiene derecho a confiar en las declaraciones del tomador sobre circunstancias
que debe conocer normalmente sobre su persona o sus cosas propias, sin que éste se halle
obligado a realizar investigaciones técnicas. Esta información no se limitará a las circunstancias
que afectan materialmente a la cosa o a la persona, sino sobre todas las circunstancias, aun las
accesorias, que influyan en la justa apreciación del riesgo, aun cuando no se reflejen sobre la
prima aplicable; es decir, incluso las que constituyen el llamado riesgo subjetivo o azar moral,
porque afectan la personalidad del asegurado (por ejemplo, interés asegurable, moralidad del
asegurado, siniestros anteriores, seguros rechazados, solvencia, seguros en vigencia, etc.) (461) .
Pero es menester que afecten la apreciación del riesgo: el asegurador no puede exigir
declaraciones ajenas a éste (462) .

Las circunstancias pueden constituir indicios contradictorios; no obstante, se deben igualmente


denunciar (463) .

370
No es posible enunciar reglas generales para fijar cuáles son las circunstancias importantes,
porque las que lo son para un riesgo, dejan de serlo para otro.

Entre las circunstancias importantes se hallan:

a) el interés asegurable (464) ;

b) la individualización de la cosa (465) ;

c ) si el seguro se contrata por cuenta propia o ajena, si se realiza con mandato o sin
conocimiento del asegurado (arts. 10 Ver Texto y 26 Ver Texto);

d) la existencia de seguros anteriores vigentes (art. 67 Ver Texto) (466) ;

e ) la quiebra anterior (467) ;

f ) los siniestros anteriores (468) ;

g) el valor de la cosa (469) ;

h) la persona del asegurado (470) .

(375) Además de la bibliografía general y de algunos estudios que se citarán en el curso de la


exposición, ver: Besson, André, La conclusion du contrat d´assurance, en "Rev. Gén. Ass.
Terr.", 1933, ps. 5 y 281; Brunetti, Antonio, Le dichiarazioni dell´assicurato particolarmente

371
nell´assicurazione marittima, en "Assicurazioni", 1937, 1, p. 585; De Gregorio, Alfredo, Le
conseguenze dell´errore nella valutazione del rischio secondo le clausole di polizza e l´art. 429,
Codice di Commercio, en "Assicurazioni", 1934, 2, p. 65; Haymann, Franz, Le disposizioni
generali sui vizi di volont… in rapporto all´obbligo di denuncia precontrattuale da parte
dell´assicurando, en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 332; De Juglart, Michel, L´obligation de
renseignements dans les contrats, en "Rev. Trim. Droit Civil", 1945, p. 1; Lordi, Luigi, L´errore
dell´assicuratore nella conclusione del contratto e la teoria della presupposizione, en
"Assicurazioni", 1935, 1, p. 585; Félix Morandi, Juan Carlos, Función del riesgo en el seguro e
importancia de su correcta declaración a la conclusión del contrato, en JA 1969-III, secc.
Doctrina; Picard, Maurice, La connaissance pour l´assureur des faits omis ou inexactement
déclarés pour l´assuré, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1935, p. 14; Sarfatti, Mario, Il particolare
vizio del consenso dell´assicuratore dovuto a dichiarazioni false o erronee o a reticenza
dell´assicurato in diritto comparato, en "Assicurazioni", 1935, 1, p. 312; Patterson, E. W., Le
dichiarazioni dell´assicurando nel diritto degli Stati Uniti, con particolare riguardo
all´assicurazioni sulla vita, en "Assicurazioni", 1938, 1, p. 512; Parella, Declaraciones falsas,
erróneas o reticentes del asegurado según el nuevo código, en "Assicurazioni", 1942, 1, p. 1;
Brunetti, La importancia jurídica de la reticencia, en "Assicurazioni", 1941, 2, p. 93; Schmidt,
Reimer, L´influenza del comportamento dell´assicurato sulla garanzia prevista in contratto, en
"Assicurazioni", 1966, 1, p. 448.

(376) Ver las limitaciones de esta afirmación en Parella, La reticencia en los negocios jurídicos,
en "Rev. Crít. Jur.", 1932, p. 221.

(377) Parella, ob. y lug. cits., p. 230.

(378) Bruck, p. 179; Vance, ps. 334 y ss.; "Callar cuando se tiene la obligación de hablar, es lo
mismo que mentir": Parella, en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 194.

(379) De ahí la diferencia entre el seguro sobre la vida y el de intereses: en aquél se impone,
además del cuestionario minucioso, el examen médico; en éstos, se circunscribe al deber de
informar (Bruck, p. 178).

(380) Esta sanción, según Lordi, hace pendant con la prohibición de enriquecerse con el
seguro. La pena es mayor que en la exageración del valor, porque es más peligrosa y el
asegurador no está en condiciones de controlar las declaraciones (ob. cit., nros. 621 y 647).

(381) En el capítulo IV fijamos la distinción entre obligaciones y cargas.

(382) Bruck, ps. 179 y 180, quien cita en nota 8, p. 180, en favor de su opinión, a Kisch y
Hagen. En cambio, señala que para Ritter y Roelli se trata de un deber legal; y Ehrenberg
rechaza ambos conceptos.

(383) Bruck, p. 180, IV. De ahí que la reticencia exista, aunque se incurra en ella por
negligencia u olvido (C. Nac. Com., "Jur. Trib. Nac.", 1910, p. 1622).
Contra: Brunetti, para quien es una declaración de voluntad, porque en la formación del
contrato es el modo en que se exterioriza la obligación de declaración veraz (en
"Assicurazioni", 1937, 1, ps. 587 y 588).

372
(384) Segovia, nota 1764; Bruck, p. 175; Besson y Picard, I, nº 173; Salandra, en
"Assicurazioni", 1936, 2, p. 289; Moraglia, en "Assicurazioni", 1937, 1, p. 40; Brunetti, en
"Assicurazioni", 1937, 1, ps. 588 a 592; Spilrein, p. 75.
Contra: Vivante, Trattato, nº 1899, y Contratto, nº 218; Lordi, nros. 622 a 626, 638 y 639;
Lefort, I, ps. 284 y ss.; Donatti, Trattato, II, nros. 414 y ss.

(385) Respecto del art. 498 Ver Texto, derogado, ver conforme, C. Nac. Com., sala B,
12/7/1963, inédito.

(386) El texto de la ley es tan claro, que resulta difícil entender la crítica de Zavala Rodríguez
sobre el punto (ver DJA, 29/3/1968). En su artículo en DJA, 26/6/1968, la ampliación de su
impugnación no es más clara.

(387) Implícitamente, en contra, C. Nac. Com., 3/8/1943, LL 31-862, en que juzgó


derechamente la existencia de ese dolo sin considerar su improcedencia; 16/4/1928, GF 74-10,
certificado falso de salud, que induce al médico del asegurador a no revisar.

(388) Besson y Picard, nº 173; Spilrein, p. 75; Moraglia, en "Assicurazioni", 1937, 1, p. 40;
Segovia, nota 1764. Ver Donati, Trattato, nº 414; Malagarriga, Trat. elem., III, ps. 322 y ss.

(389) Lordi, ob. cit., nros. 622 a 626, 638 y 639; Vivante, Trattato, nº 1899, y Contratto, nros.
218 y 219.
Para Vivante la norma sólo se refiere a ciertos medios idóneos para provocar el error sustancial
en el asegurador, completando el régimen general.

(390) Zavala Rodríguez estima (ver DJA, 29/3 y 26/6/1968) que el plazo de caducidad de 3
meses para alegar la reticencia no varía el estado anterior, creado por el Código de Comercio,
señalando que le bastará al asegurador afirmar que recién conoció la reticencia.
Repito cuanto expresé en otra oportunidad (DJA, 24/5/1968), que le corresponderá al
asegurador probar que el vicio lo conoció con posterioridad a la celebración del contrato
(doctrina y jurisprudencia del art. 4030 Ver Texto, CCiv.). A esto debo agregar, en materia de
seguros personales, la limitación del art. 130 Ver Texto, ley 17418.

(391) Nos referimos sólo al seguro de vida, por cuanto en los seguros patrimoniales el reajuste
es establecido como una opción en favor del asegurador, quien de inclinarse por la subsistencia
del contrato lo convertiría en una confirmación del acto anulable, puramente potestativa para
éste (arg. art. 1059 Ver Texto, CCiv.).

(392) Esta referencia al "plazo para impugnar" refuerza la idea de que la ley establece al
asegurador, en el art. 5 Ver Texto, la carga de invocar la reticencia o falsedad dentro de ese
término, luego del cual caduca su derecho a hacerlo e implica una tácita aceptación de las reales
condiciones del riesgo.

(393) No es el único caso en que un mismo supuesto genera una situación de caducidad (que
estaba postulada con forma de suspensión) y, a la vez otro distinto. Tal ocurre, por ejemplo, en
materia de pago de la prima: la mora genera una suspensión de la cobertura, pero, a la vez, el
asegurador posee una facultad para reclamar el pago de ella judicialmente, conforme al tiempo
trascurrido de vigencia. Ver Donati, Trattato, t. II, § 445.e, p. 356.

373
(394) Hemos desarrollado más extensamente esta temática en nuestro trabajo titulado La
declaración veraz del estado del riesgo: ¿carga precontractual o requisito del consentimiento?,
en "Derecho y Empresa", Universidad Austral, nº 7/8, Rosario, 1997 (publicación en
homenaje al Prof. Dr. Juan Carlos Félix Morandi).

(395) Es de señalar que el presupuesto del art. 5 Ver Texto actúa a su vez como integrante del
supuesto regulado por el art. 9 Ver Texto, LS. Por tal motivo, también, una vez invocada la
caducidad dentro del plazo del art. 56 Ver Texto, LS., igualmente se deberá determinar, por
parte del asegurador, la existencia de reticencia del asegurado que resulte asegurativamente
relevante, mediante el dictamen pericial especializado. El presupuesto de hecho es el mismo en
ambos casos.

(396) Brunetti, en "Assicurazioni", 1937, ps. 587 y 588. La doctrina estadounidense sostiene
que la adhesión rigurosa a la verdad no se debe exagerar; es suficiente con que las declaraciones
sean sustancialmente ciertas (Vance, p. 373, especialmente, ps. 376 y ss.).

(397) Vivante, Trattato, nº 1900, y Contratto, nº 220.

(398) No se podrá considerar, cuando el asegurador, en la conducción de los negocios, no la


juzgó importante (Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 16, p. 321).
Fernández opina que deben estar relacionadas con el siniestro o la extensión de los daños (p.
431), y cita nuestra opinión en favor.
Hay un doble error: en la cita y en la opinión sustentada. En LL 6-728, hemos criticado el
régimen argentino, pero no sostuvimos la solución que propugna Fernández. En cuanto a ésta,
piénsese en todos los supuestos en que no ocurre siniestro: no se podría impugnar el contrato
hasta tanto ese siniestro ocurra, lo cual es absurdo.
Pero no vician las omisiones que no disminuyen el concepto del riesgo (v.gr. enfermedades
curadas que no disminuyen la salud): C. Nac. Com., sala B, 21/3/1969, inédito.

(399) Algunas pólizas argentinas se remiten a los efectos según la práctica de la empresa. Tal
remisión carece de valor ante la norma legal. Los peritos se deben fundar en un concepto
objetivo (confr. Bruck, p. 186).
Es posible que una circunstancia en sí objetivamente importante no haya influido, en el caso
particular, en la decisión del asegurador (Bruck, p. 186).
En los Estados Unidos se anula en todos los supuestos en que ocurre fraude, aunque no sea
importante, siempre que haya perjudicado en algo (Vance, p. 361).

(400) Bruck, p. 185; Patterson, p. 398; Vivante, Contratto, nº 227, en los ejemplos que
enumera; Brunetti, en "Assicurazioni", 1937, 1, p. 609.
Ver nota 71.

(401) Bruck, ps. 182 y 189; Vance, ps. 349 y ss.; Patterson, nº 90; C. Nac. Com., 11/4/1930, JA
32-1096 y GF 85-306.
Las circunstancias falsas o erróneas declaradas después de celebrado el contrato no afectan su
validez (C. Nac. Com., 11/4/1930, citado); la reticencia no puede provenir de hechos
posteriores (C. Nac. Com., sala A, 11/7/1966, ED 16-269).

374
(402) Bruck, ps. 182 y 204; Patterson, nº 90; Vivante, Contratto, nros. 229, 566 y 567; Lefort,
II, p. 524; Zavala Rodríguez, ob. cit., nros. 1683 y 1686.
Si el tomador encomendó la contratación a un agente o mandatario, debe comunicar a éstos
esas circunstancias, sin demora (Patterson, p. 397).
La exigencia de que el asegurado vida se halle en buena salud cuando recibe la póliza, aunque
antes se haya pagado la prima o sea incontestable desde su emisión, no es sino la aplicación del
principio a esta clase de seguros (Vivante, Contratto, nº 567). En cambio, para Bruck es una
condición para la asunción del riesgo (p. 183). Patterson opina que si el asegurador recibió la
prima con la oferta, no puede rechazarla por el sobrevenimiento de hechos que afectan el
riesgo, v.gr., un accidente (ob. cit., nº 90).

(403) Bruck, p. 204; Vance, p. 340; Malagarriga, Comentario, III, nº 124; Brunetti, en
"Assicurazioni", 1937, 1, ps. 592 y ss.; Besson y Picard, nº 174; Dupuich, nota en DP 1894-2-
425; Lepargneur, nº 1387; Fernández, p. 429; Morandi, ob. y lug. cits; C. Nac. Com., 6/5/1929,
GF 80-80; 16/4/1928, JA 27-597; sala B, "Pricolo de Paglia, E., v. Sudamérica", 21/3/1969,
inédito, y sentencias indicadas en nota 69.
La regla de que aun la reticencia cometida de buena fe vicia el contrato halla su origen en un
voto de lord Mansfield, en 1766 (cit. por Patterson, ps. 380 y 381).
Patterson critica la exclusión: "Haya o no mala fe, el asegurador es engañado en su perjuicio, y
el asegurado obtuvo la admisión en un grupo al cual no pertenece: la rescisión del contrato lo
excluye del grupo. Permite que los malos riesgos sean asegurados en las mismas condiciones
que los buenos riesgos; a la larga llega a ser injusto para el asegurador y para los asegurados
portadores de buenos riesgos. Se han escogido varias argumentaciones ingeniosas tendientes a
endosar una culpa moral al autor inocente de declaraciones inexactas, con el fin de justificar la
rescisión del contrato, pero el efecto de la declaración sobre la persona a la que se dirige (aquí,
el asegurador) es suficiente para justificar la norma. Ésta puede llamarse la "teoría objetiva de
las declaraciones inexactas"" (en "Assicurazioni", 1938, 1, p. 520).
Altavilla sostiene que la reticencia no puede ser de buena fe, porque presupone mala fe, que
excluye el error, error que requiere que sea bilateral ("Assicurazioni", 1941, 1, p. 145).
Zavala Rodríguez -DJA, 29/3 y 26/6/1968- considera que la norma "aunque sea de buena fe",
carece de sentido. El sentido es el que damos en el texto (conf.: Donati, Trattato, II, p. 310,
nota 85 y nº 420). Las leyes deben ser interpretadas razonablemente y para alcanzar el fin
perseguido por la norma.

(404) C. Nac. Com., 13/10/1937, LL 8-1083; 20/10/1937, LL 8-1104.


La doctrina estadounidense exige que el hecho sea ocultado con conocimiento de su
importancia, que el asegurado conozca o deba conocer esa importancia (Patterson, nº 88,
especialmente ps. 390 a 393).

(405) Para Lepargneur, no sería un caso de reticencia (ob. cit., nº 1387).

(406) Contra: Besson y Picard, nº 174, quienes afirman que se trata de un supuesto de buena
fe. Será así si buena fe se contrapone a mala fe, lo cual no es el caso; ya que no se puede decir
que existe buena fe cuando hay culpa en adquirir el conocimiento o en hacerlo llegar a tiempo
al asegurador.

375
(407) El art. 520 Ver Texto, CCom., derogado, también distinguía el supuesto de reticencia o
falsedad sobre el valor de la cosa a cuyo respecto versa el interés, y que la ley 17418 Ver Texto
ha suprimido. Ver un caso de aplicación de ese art. 520 Ver Texto derogado en LL 86-634.

(408) Garrido y Comas, ob. cit., p. 109, afirma que existe prevención de conocimiento en el
proponente y de inexcusabilidad en el de circunstancias fundamentales que no es normal
ignorar. Ver Morandi, ob. y lug. cits.

(409) Bruck, p. 204. Ver cuanto se expone más adelante en § 24 a 26.

(410) Bruck, p. 194; Lordi, nº 629.

(411) Bruck, p. 192.


Debe inducir al asegurador a creer que los riesgos son menores, y otras las cosas aseguradas (C.
Fed. Cap., 28/5/1923, JA 10-467).
De ahí que no exista si los informes son sustancialmente ciertos (Vance, ps. 373 y ss.).
Por ello no incluye la falsedad en el domicilio: es un dato baladí (C. Nac. Com., 31/10/1947,
LL 48-943). Ver infra, nota 135.

(412) No obstante esta forma contractual, es eficaz el informe verbal si el asegurador toma
conocimiento de esa circunstancia (Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 16, p. 319). Habrá llenado su
función.

(413) Bruck, p. 181.

(414) Bruck, p. 181; si muere antes de celebrarse el contrato, los herederos están obligados a
informar a su vez.
Contra: Brunetti, en "Assicurazioni", 1941, 2, p. 93, para quien existe un deber de diligencia,
para que el riesgo declarado coincida lo mejor posible con el real.

(415) Bruck sólo sanciona la ignorancia intencional (p. 189). Igual solución rige en los Estados
Unidos e Inglaterra, en que se admite que el asegurado "puede permanecer absolutamente
ignorante de las peligrosas condiciones que afectan su propiedad o salud", sin exigirle una
diligencia razonable para investigar el riesgo que se propone asegurar (Patterson, p. 395).

(416) Bruck, p. 189.

(417) Bruck, p. 189; Lordi, Obbligazioni, nº 633, y en "Assicurazioni", 1935, 1, p. 594.


Si bien el asegurador local puede o debe conocer ese hecho o circunstancia notoria, dado el
carácter internacional de este comercio y la trasferencia de los contratos o su reaseguro,
importará para los aseguradores o reaseguradores la ignorancia de esa circunstancia.
Además, plantea el problema de cuándo el hecho se debe considerar notorio: ¿cuando lo
conoce la generalidad del pueblo, la rama del comercio particular, la clase social afectada?
En el derecho marítimo se acepta esta excepción.
Contra: Vivante, Contratto, nros. 227 y 228, que impone al asegurado la prueba de la
notoriedad pública, para la cual no bastan las publicaciones periodísticas. Pero al ejemplificar -
nº 227-, se refiere a supuestos que no son "hechos notorios", sino a cualidades de la cosa sobre

376
la cual versa la relación; por ejemplo: procedimiento industrial peligroso; inflamabilidad de las
mercaderías, etc. Adde: Segovia, nota 1764.
Se confunde hecho notorio con el de conocimiento general y los tópicos técnicos, que se
presume que conocen profundamente, por ser atinente a la especie de seguro (Patterson, p.
398; Bruck, p. 185).

(418) Por ejemplo, si en el edificio que asegura contra incendio tiene la intención de establecer
una empresa más expuesta al fuego (Bruck, p. 188, letra C).
En la práctica del seguro sobre la vida, en el cuestionario se incluyen preguntas referentes a la
intención de realizar viajes, cambios de profesión, practicar deportes peligrosos, etc.

(419) Bruck, p. 190.


Justamente es una de las funciones que desempeña el informe: habilitar al asegurador para fijar
condiciones más onerosas que las corrientes o rehusar la aceptación de la oferta.
La jurisprudencia estadounidense -criticada por Patterson- exime de la obligación de informar
"las cuestiones que ningún caballero discutiría con un extraño" (ps. 400 a 402).

(420) Bruck, ps. 190, 195 y 211.

(421) Si existiera sustitución del mandato, se considerará el conocimiento de los tres:


mandante, sustituyente y sustituido (Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 19, p. 342).

(422) Bruck, ps. 190 y 195; Vivante, Trattato, nº 1905, y Contratto, nº 230; Patterson -respecto
del agente del asegurado-, ps. 395 a 397; Segovia, nota 1764, respecto del comisionista; Vance,
ps. 354 y ss., con referencia al representante o agente del asegurado.
El art. 10 Ver Texto no consagra la distinción, pero estimo que es obvia: considérese los
supuestos del curador del insano, del síndico de la quiebra, etc.
La buena fe del mandatario no cubre al mandante, porque se lo utilizaría para consumar el
engaño (Vivante, lug. cit.).

(423) Vivante, Trattato, nº 1905, y Contratto, nº 230; Vance, p. 358.

(424) Es la solución del art. 79, ley alemana.

(425) Bruck, p. 195; Patterson, p. 370. Ver las citas de las notas siguientes.
La Cámara en lo Comercial lo aceptó como causal posible de nulidad; se trataba de un
certificado de salud, falso, que indujo al médico del asegurador a no practicar el examen
(16/4/1928, GF 74-10). Ver también fallos citados en nota 58.

(426) Bruck, ps. 191 y 181.

(427) Bruck, p. 211.

(428) Bruck, ps. 191 y 195.

(429) Bruck, ps. 181 y 195 (la ley alemana, arts. 161 y 174, se limita a autorizar la equiparación);
Vivante, Contratto, nº 565, por temor a la colusión; Lefort, I, p. 523; Fernández, p. 528.

377
Carresi, en "Assicurazioni", 1958, 1, p. 33, afirma que se debe considerar tal porque el tercero
cuya vida se asegura integra la parte compleja, asegurada, integra el centro de interés (debo
señalar que, en cambio, en materia de suicidio no lo considera parte, sino mero portador del
riesgo, lo cual en cierto sentido es contradictorio). Ver también De Cupis, en "Assicurazioni",
1954, 2, p. 44, conforme; Gasperoni, en "Assicurazioni", 1962, 1, p. 83, para el supuesto que el
asegurado conozca la reticencia; Poggi, en "Assicurazioni", 1962, 2, p. 99, para el caso de que el
tomador incurra en dolo o culpa grave (ver ahí, Corte de Casación de Italia, 6/3/1962).
Contra: Malagarriga, fundado en que el art. 498 Ver Texto, CCom. (análogo al art. 5 Ver Texto
de la ley), exige que la falsa declaración o reticencia sea del asegurado (Trat. elem., III, p. 425).

(430) Vivante, Trattato, nº 1902; Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1935, ps. 17 y 18; Segovia,
nota 1764; Malagarriga, Comentario, III, nº 124; Fernández, p. 432; Brunetti, en
"Assicurazioni", 1937, 1, p. 609; Besson y Picard, nº 180; Bruck, p. 181; Vance, p. 353;
Morandi, ob. y lug. cits.
C. Nac. Com., 3/5/1892, Fallos 23:161; 2/9/1926, JA 22-419; 12/6/1931, JA 35-1415; C. Fed.
Cap., 28/5/1923, GF 44-211 y JA 10-467; 20/6/1930, GF 87-371.
Si existe pluralidad de aseguradores, el conocimiento de uno de ellos vale para todos, si se
hallan vinculados al contrato. El conocimiento para una rama vale para las demás del mismo
asegurador, porque la empresa debe estar razonablemente organizada, siempre que, conforme
a la buena fe, el asegurado así pueda confiar (Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 325).
¿La inspección cuidadosa de la cosa hace presumir la inexistencia de reticencia? Así lo resolvió
la C. Nac. Com., 26/9/1904, Fallos II:137; conf.: Fernández, p. 432; Morandi, ob. y lug. cits.
La regla no se puede aceptar como principio; dependerá de la circunstancia callada y de la
naturaleza de la cosa.
Si mantiene, p.ej., el contrato después de conocida la reticencia: Corte de Casación de Francia,
6/2/1957, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1957, p. 155, con nota conforme, en general, de Besson;
o si rescinde en esas condiciones el contrato: Corte de Casación de Francia, 27/1/1960, "Rev."
cit., 1961, p. 52.

(431) Contra: C. Nac. Com., 6/8/1928, GF 76-12; 28/4/1931, GF 92-43.


"Las sociedades de seguros que poseen tan poderosos medios de información cuando llega la
oportunidad de pagar, debieran emplearlos con más provecho cuando van a contratar" (C.
Nac. Com., 28/10/1911, "Jur. Trib. Nac.", octubre de 1911, p. 285).
Implícitamente, C. Nac. Com., 29/12/1930, JA 34-1362, en que imputó al asegurador su
inactividad para verificar la veracidad de las declaraciones del asegurado.
Conf., la jurisprudencia estadounidense, cit. por Patterson, nº 87.
Ver más adelante, en notas 112 y 159, fallos de la C. Nac. Com. que contradicen este principio.
Para Bruck, el conflicto entre el deber de investigar del asegurador y la carga de informar del
asegurado se resuelve en favor de aquél cuando trasforma la carga de informar en la de
contestar el cuestionario (p. 179).

(432) Vivante, Trattato, nº 1903, y Contratto, nº 228. No se puede exigir que el asegurador
investigue hechos que el asegurado conoce (Patterson, p. 399).
De ahí que el error inexcusable del asegurador tampoco lo libere (Lordi, nº 641). No obstante,
no cabría aplicar el principio en ciertos casos de ignorancia crasa -Segovia, nota 1764- o de
veracidad imposible -por ejemplo, la afirmación de un hombre de 55 años de haber tenido
nunca necesidad de médico: C. Nac. Com., 6/5/1913, "Jur. Trib. Nac.", mayo de 1913, p. 212-.

378
(433) Besson y Picard, I, nº 91; C. Civ. 2ª La Plata, 31/12/1940, JA 73-714.
Bruck-M”ller, ob. cit., § 18, p. 337, sostienen que en este caso autoriza a impugnar cuando el
silencio fuere malicioso.

(434) Así lo preveía expresamente el art. 6, ap. 2, del anteproyecto, mas la comisión prefirió
eliminarlo por juzgarlo redundante, ya que es aplicación específica de principios generales.

(435) Vivante, Contratto, nº 568; y Trattato, nº 1902: no cabe presumir que se haya querido
engañar al asegurado cobrándole las primas para después oponerle la defensa; Lordi, nº 645;
Fernández, p. 432; C. Fed. Cap., 20/6/1930, JA 33-433. Besson y Picard parecen exigir que
trascurra el plazo de prescripción (I, nº 180). Ver nota 95, in fine.
La C. Nac. Com., 29/12/1930, GF 90-214, negó la acción fundada en que el asegurador no se
preocupó de verificar las declaraciones (!).

(436) Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 333; Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., I, p. 152; Morandi, ob. y
lug. cits.

(437) No obstante, ver en Patterson, nº 95, la discrepancia de la jurisprudencia estadounidense


en lo federal.

(438) Vivante, Contratto, nº 490.

(439) Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 333.

(440) Brunetti, en "Assicurazioni", 1937, 1, p. 699.

(441) C. Fed. Cap., 30/6/1943, LL 31-249, certificado de sanidad de una mercadería, aceptado,
que pretende discutir una vez ocurrido el siniestro (art. 6, inc. 2, del anteproyecto).

(442) C. Nac. Com., 11/4/1930, GF 85-306.

(443) Bruck, p. 201, letra e; Vivante, Contratto, nros. 489 y 568; Picard, en "Rev. Gén. Ass.
Terr.", 1935, p. 14; Besson y Picard, I, nº 181; Salandra, en "Assicurazioni", 1940, 2, p. 20;
Vance, ps. 446 y ss.
No obstante, ver Vivante, Contratto, nº 225, respecto del conocimiento del interés asegurable.
Contra: Patterson, nº 94, ps. 416 y 417; Dupuich, nota en DP 1894-2-593; Lepargneur, nº
1389.
Para Vance, p. 446, esta regla no puede ser modificada.
Para Greco, el conocimiento del agente, en ambos supuestos, no obliga al asegurador, porque
para éste sólo tienen valor las respuestas escritas, único medio de información aceptado (en
"Assicurazioni", 1938, 1, ps. 1 a 13).
Gasperoni distingue el caso en que el agente tiene facultad de recoger las declaraciones del
asegurado de aquel que no la tiene; en el primer supuesto, obliga al asegurador; en el segundo
no (ob. cit., nº 24, ps. 827 y 828).
Bruck-M”ller, en un extenso análisis, sostienen algunas conclusiones que se debe señalar
especialmente (ob. cit., I, ps. 1008 y ss.):
a) ¿Existe reticencia en omitir un informe de circunstancia reconocida por el agente, máxime si
éste obra en virtud de este conocimiento? ¿No es contrario a la buena fe la afirmativa?

379
b) ¿Su conocimiento elimina la reticencia dolosa? V.gr., entrega del cuestionario en blanco,
consejo del agente o interpretación de éste, etc.
c) Los poderes limitados para realizar actos posteriores dan eficacia a su conocimiento de
hechos que debieron ser denunciados antes.
d) En caso de duda, por las circunstancias concurrentes, se debe juzgar que su conocimiento
obliga al asegurador, porque éste lo presenta como persona de su confianza.

(444) Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1935, p. 14; Besson y Picard, I, nº 181: no se puede
afirmar que el agente obra en los límites de sus funciones; Greco, cit., porque hay un conflicto
de intereses entre su deber como agente y su acto en favor del asegurado.

(445) Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1935, p. 14; Besson y Picard, I, nº 181.
Castillo incluye el caso en que el agente indujo a cometer la reticencia (nº 224), y la
jurisprudencia francesa agregaba el supuesto de que el agente redactó la propuesta después de
inspeccionar la cosa (fallos citados por Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1935, p. 15). En
contra de esas soluciones: Lepargneur, nº 1389.

(446) Greco, en "Assicurazioni", 1938, 1, p. 1.


La jurisprudencia estadual estadounidense no acepta esta solución, discrepando con la federal
(ver Patterson, nº 97. Confr. Vance, ps. 218 y ss., y 445 y ss.).
La solución es obvia cuando media colusión entre el asegurado y el agente. Ver Patterson, p.
417.

(447) Vivante, Trattato, nº 1903, y Contratto, nros. 228 y 563; Lefort, I, ps. 320 a 329, y II, ps.
521 a 532; Lepargneur, nº 1388; Malagarriga, nº 303; C. Nac. Com., 22/11/1932, JA 40-240 y
GF 101-163 -era un caso de dolo-; 20/10/1937, JA 60-221; 25/3/1966, ED 16-289, disid. del
Dr. Malagarriga; C. Apels. Rosario, I, 2/12/1947, LL 49-352; Corte de Casación de Italia,
16/4/1941, en "Assicurazioni", 1942, 2, p. 49; 5/8/1959, eod. loc., 1959, 2, p. 259.
Degni y Lordi admiten esa solución, pero agregan que si comprueba el mal y no informa, la
reticencia queda sanada, porque actúa como mandatario del asegurador ("Assicurazioni", 1934,
2, p. 9, y 1935, 1, p. 594, nº 12, respectivamente). La solución es inadmisible, porque el médico
es un dependiente que no representa al asegurador, y no un mandatario, ya que no se puede
decir que examinar al asegurado sea un acto jurídico. La posición de Lordi se contradice con lo
que expone en Obbligazioni commerciali, II, nº 632.
Zavala Rodríguez, ob. cit., nº 1691, acepta que subsane la reticencia cuando el médico ha sido
negligente o si la comprobación era fácil (mera prueba de glucosa o urea en la sangre).
También Morandi, ob. y lug. cits.
Contra: Díaz de Guijarro, en JA 1942-II, secc. Doctrina, p. 16; Vance, p. 425; Fernández, p.
432; C. Nac. Com., 16/4/1928, JA 27-597, con nota de E. Díaz de Guijarro; 29/10/1930, JA
34-581 y GF 89-38.
Sancionó como negligencia del asegurador, la de sus médicos que habrían podido determinar la
enfermedad del asegurado con un simple análisis de sangre (C. Nac. Com., 31/8/1938, LL 12-
190).

(448) Vivante, Trattato, nº 1903, y Contratto, nº 228; Dupuich, nota en DP 1894-2-425; C.


Nac. Com., 6/5/1913, "Jur. Trib. Nac.", julio de 1913, p. 236; 29/8/1916, GF 4-141.
Lo que pone a cargo del asegurador la prueba de que la enfermedad existía entonces y era
conocida por el asegurado (C. Fed. Cap., 6/8/1937, JA 59-391).

380
Si el asegurado es veraz en sus declaraciones y se pone sin reservas a disposición del médico, la
culpa o negligencia de éste corre por cuenta del asegurador (C. Nac. Com., 20/9/1947, LL 48-
411).

(449) Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 16, p. 325.

(450) Por ello es equivocada la afirmación de Rivarola sobre el punto en p. 286; y que al deber
de informar del asegurado, corresponde la obligación del asegurador de preguntar.

(451) Besson y Picard, I, nº 143; Lepargneur, nº 1300.


Vance señala que cuando el asegurador no propone cuestionario, la jurisprudencia
estadounidense autoriza al asegurado a presumir que el asegurador adquirió el conocimiento
suficiente del riesgo directamente o por sus agentes (p. 346).

(452) Besson y Picard, I, nº 144.

(453) Vivante, Contratto, nº 562; si fuera de otra manera, el asegurado sería víctima de una
insidia, porque el asegurador habrá distraído su atención (Trattato, nº 1901). Conf.: Lefort, I,
ps. 465 a 467; Rivarola, p. 287; Lepargneur, nº 1386; Castillo, nº 21; Gasperoni, nº 26, p. 828;
Fernández, p. 433.
La opinión contraria de Bruck, p. 187, se funda en la disposición expresa de la ley alemana, art.
18.
Brunetti hace salvedad de las cuestiones que por su importancia no pueden ser omitidas o que
es del uso incluir en la declaración (en "Assicurazioni", 1937, 1, p. 609, nros. 11 y ss.). Y Vance
agrega aquellas que el asegurado no puede omitir sin violar la buena fe (p. 343).
La regla del texto es extendida por De Lalande y Couturier al sistema de la declaración, porque
los agentes proceden por interrogación para fijar los caracteres del riesgo (ob. cit., nº 229).

(454) Vivante, Contratto, nº 562, y Trattato, nº 1901; Lordi, nº 627; Vance, p. 348; Patterson,
ps. 350 a 354; Castillo, nº 21; Fernández, p. 433. Bruck opina que cabe la prueba en contrario;
que el cuestionario sólo invierte la carga de la prueba sobre el punto; que en la duda se debe
juzgar importante (p. 187); pero sólo en caso de duda (Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 323).

(455) Vivante, Contratto, nº 562. En el Trattato, nº 1901, afirma que basta la inexactitud
culposa, con lo cual no habría diferencia con las demás inexactitudes. Conf. con el texto,
Patterson, en "Assicurazioni", 1938, 1, ps. 534 y 535. Se debe tener asimismo en cuenta que las
preguntas generales no pueden exigir respuestas especiales (v.gr., ¿existen circunstancias
agravantes del riesgo?), ni un juicio de mérito por parte del tomador: Bruck-M”ller, ob. cit., I,
p. 323.
Lefort, en cambio, frente a la misma pregunta: "¿Ha tenido otras enfermedades graves?",
sostiene que se debe concretar todos los males sufridos, salvo las indisposiciones pasajeras (II,
ps. 532 a 534. Ver Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 323).
Para Fernández será una cuestión de hecho, a ser resuelta en cada caso (p. 433). Lo que es
injusto para el asegurado, cuyo contrato queda librado al rigor pericial, víctima de la falta del
propio asegurador. Mas se debe tener en cuenta que con estas preguntas generales, el
cuestionario no tiene que caer en el sistema de la declaración (Bruck-M”ller, ob. y lug. cits.).

(456) Bruck, p. 187.

381
(457) Bruck, p. 187; Lordi, nº 631; Patterson, ps. 349 y 350.
La negligencia del asegurador para disipar las contradicciones del asegurado a las respuestas del
cuestionario no lo afecta, si la declaración del estado real lo hubiera llevado al rechazo del
seguro (C. Nac. Com., 14/5/1945, JA 1945-II-717; en el caso, habría conducido a comprobar
el cáncer, ignorado por el asegurado).

(458) Bruck, p. 192; C. Nac. Com., 29/12/1930, JA 34-1362.

(459) Bruck, p. 192.


En este caso, la inexactitud no vicia el contrato (Lordi, nº 640). Solución que no comparte
Patterson, para el supuesto de mala fe (en "Assicurazioni", 1938, 1, p. 525, y ob. cit., ps. 346 y
277 y ss.).
En la jurisprudencia y la doctrina angloestadounidense se decide que una declaración sobre
hechos se refiere a hechos exteriores a quien declara. "Las declaraciones no calificadas se
interpretarán como de opinión, si el hecho al que se refieren se juzga como no susceptible de
determinación exacta y concluyente por el asegurado. En otras palabras, una afirmación no
calificada referente a una situación o hecho acerca del cual puedan existir evidentemente
diferencias de opinión, se interpretará como una declaración de opinión". Corrientemente, la
generalidad de la manifestación es decisiva: por ejemplo, la manifestación de estar en buena
salud (Patterson, nº 78). En el campo del seguro sobre la vida hay una tendencia a ampliar el
campo de las declaraciones que son opiniones o creencias -salud, enfermedades, e incluso
hábitos- (Patterson, nº 77); por ejemplo, la larga lista de enfermedades; pero la negativa de
estar afectado de una determinada enfermedad, ya diagnosticada, es una declaración de hechos
(ob. cit., p. 345). Adde: Vance, ps. 366 y ss.

(460) Patterson, nº 79.

(461) Vivante, Contratto, nros. 221 y 222; Besson y Picard, I, nros. 138, 140, 141; Bruck, p.
184.
No obstante, en un seguro contra incendio de un automóvil, la C. Nac. Com. negó este
principio si no se discute la identidad del asegurado (!), porque se cubre (!!) (26/11/1926, GF
66-62). El tribunal olvidó el azar moral.
En el fallo de 31/10/1947, LL 48-943, la C. Nac. Com. juzgó que existía en la no declaración
de un seguro anterior rechazado; en éste, anterior, reconoció que padecía de sífilis en
evolución, lo cual habría fundado el rechazo. En la segunda solicitud negó haber padecido de
sífilis y además reconoció haber conocido el rechazo de la primera solicitud de seguro.

(462) Besson y Picard, I, nº 139.

(463) Bruck, p. 184.

(464) Vivante, Contratto, nº 225; Lepargneur, nº 1301.


Se justifica porque da la clave de la diligencia que se puede esperar en la vigilancia, y evita
confusiones si se produce el siniestro (Gasperoni, vº Assic. incendi, nº 14, quien estima
indiferente que el esposo silencie el carácter de bien propio de la cónyuge).
Ver capítulo VII.

382
Contra: C. Fed. Cap., 28/5/1923, GF 44-211, calidad falsa de propietario, en el caso; porque se
debe referir a la cosa, es decir, disminuir la opinión del riesgo o cambiar el sujeto, o sea que los
riesgos son menores y que la cosa asegurada es otra. Con este criterio tampoco afecta la
falsedad en el interés asegurable ni sería necesaria su existencia para la validez del contrato.
No incurre en reticencia el inquilino que construyó las mejoras, si asegura en calidad de
propietario y realmente lo era de las construcciones (C. Nac. Com., 4/3/1920, GF 25-67).
No quien adquiere por mensualidades (C. Nac. Com., 6/8/1928, GF 75-311), o sólo es titular
de un boleto privado (15/5/1894, Fallos 35:5).
La naturaleza del crédito que funda el interés -quirografario o hipotecario-, no tiene
importancia para apreciar el riesgo en el seguro marítimo (C. Fed. Cap., 4/4/1932, GF 111-
143).

(465) Un simple error de hecho o de enunciación de la individualización no lo invalida: se


trataba del inmueble, bien único del asegurado (C. Nac. Com., 28/5/1918, GF 14-205 y JA 1-
757. Conf.: Patterson, p. 255).
O la diferencia en el número de cilindros del automóvil, si no lo hay en el número del motor,
marca y patente municipal, aun cuando exista sobre el modelo, más antiguo que el declarado
(C. Nac. Com., 19/7/1935, JA 51-243).
Besson juzga que el error en el número del motor del automóvil cubierto contra todo riesgo no
anula el contrato, opinión no compartida por la Corte de París (en "Rev. Gén. Ass. Terr.",
1938, ps. 716 y 713, respectivamente).

(466) Vivante, Contratto, nº 576; Lefort, I, p. 476; De Lalande y Couturier, nros. 232 y 233;
Lepargneur, nº 1301.
Con anterioridad, algunas pólizas exigían esa declaración bajo pena expresa de caducidad.
Contra: C. Nac. Com., 16/12/1932, GF 101-318, porque no se ve cómo ha podido influir en el
siniestro, o en el aumento de los daños; al contrario, favorece al asegurador, porque prorratea
con el otro asegurador (!).
La sentencia viola flagrantemente el texto de la ley y de los principios más elementales. El art.
498 Ver Texto, CCom. -ahora el art. 5 Ver Texto-, se refiere a la apreciación del riesgo y no a la
producción del siniestro. Además, afecta al azar moral, es decir, al riesgo subjetivo. La razón
que beneficia al asegurador (sic), porque así prorratea con el otro asegurador (!), importa un
olvido inexcusable de la regla proporcional del art. 502 Ver Texto, 2º párr., CCom.,
reproducido por el art. 65 Ver Texto, 2º párr., de la nueva ley.
La exigencia de denunciar los otros seguros rige también en el seguro sobre la vida, en el cual
es lícito asegurarse por cualquier suma; incluso interesa conocer las ofertas anteriores no
prosperadas, reiteradas o rechazadas, porque tienden a averiguar los antecedentes y permiten
apreciar el riesgo subjetivo (Vivante, Contratto, nº 576; Lefort, I, p. 476).
En el seguro individual de accidentes tiende a evitar que el seguro por fuertes sumas induzca al
asegurado a actuar con temeridad o malicia, sea por la garantía de la pensión o para gozar de
ésta (Vivante, en "Riv. Dir. Comm.", 1903, 2, p. 99; Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1941,
p. 395).

(467) Lepargneur, nº 1301.

(468) Lepargneur, nº 1301.

383
(469) Téngase en cuenta que en el supuesto del art. 520 Ver Texto, CCom., derogado, ha
quedado incluido en el régimen general del art. 5 Ver Texto. Para la jurisprudencia anterior, ver
C. Nac. Com., 20/7/1927, JA 27-687; sala A, 28/12/1956, LL 86-634.

(470) Vivante no lo acepta: exige que se demuestre que era un elemento esencial del contrato
(Contratto, nº 224).
La C. Nac. Com. sancionó con la nulidad la omisión de declarar el nombre anterior usado por
el asegurado, "porque imposibilita el conocimiento de la persona" (10/6/1905, Fallos II:553).
Ver texto y nota 126.

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29. En el seguro de incendio.

En el seguro de incendio, la póliza argentina usual (471) exige que se declare, so pena de
nulidad (cláusula 2ª):

a) si procede por cuenta propia o por cuenta de terceros, en virtud de mandato o sin su
conocimiento;

b) si es propietario exclusivo o condómino, etc., y en general en qué carácter o interés actúa


(472) ;

c) la situación, naturaleza de la construcción, destino o uso del edificio, y si está edificado en


terreno propio o ajeno, derecho a las mejoras, etc., o en el cual están almacenadas las cosas
aseguradas contra el riesgo (473) ;

d) la existencia de mercaderías o de productos peligrosos, inflamables, muy inflamables y


explosivos (474) ;

384
e) si sobre la cosa asegurada existen otro u otros seguros (475) ;

f ) la construcción, destino y uso de los edificios linderos (476) .

Además se debe denunciar la existencia de siniestros anteriores, porque sirve para apreciar el
riesgo, el azar moral (477) , siempre que sean importantes (478) .

Los datos personales que la ley exige incluir en la póliza (art. 11 Ver Texto, 2º párr.) son
importantes para determinar el riesgo subjetivo; la falsedad de su información se debe
sancionar con la nulidad (479) .

(471) Sin ser póliza uniforme, los términos eran prácticamente idénticos. Me refiero a la póliza
en uso antes de la sanción de la ley 17418 Ver Texto.

(472) Ver los fallos citados en nota 129; adde, C. Nac. Com., 13/6/1911, "Jur. Trib. Nac.",
junio de 1911, p. 257, en favor de la anulación.
Gasperoni considera indiferente que el esposo no declare que el bien es propio o ganancial (vº
Assic. incendi, nº 14).

(473) La Cámara en lo Comercial tiene resuelto que:


1) no afecta el simple error de hecho de ubicación del bien (28/5/1918, JA 1-757 y GF 14-
205);
2) ni la omisión del asegurado de declarar su calidad de inquilino, si él construyó las mejoras
aseguradas (11/3/1920, GF 25-67);
3) ni quien adquiere por mensualidades (6/8/1928, GF 75-311);
4) ni el exceso de bancos de carpintero, sobre los declarados, si no se utilizan en la explotación
del negocio (28/6/1938, LL 7-336);
5) pero sí lo es denunciar que se trata de un negocio al por menor de artículos de bonetería,
cuando en realidad es una casa de remates de tales artículos (6/6/1928, GF 74-314 y JA 27-
1032).
Confr. Patterson, p. 256; Besson y Picard, III, nº 14.

(474) Ver el capítulo VIII, nº 7.

385
(475) Ver nota 131. Adde, en favor de la sanción, C. Nac. Com., 28/3/1911, "Jur. Trib. Nac.",
marzo de 1911, p. 246; Besson y Picard, III, nº 14.

(476) Por la cláusula 25, el destino y uso de los linderos que no están en comunicación con el
riesgo asegurado, no afectan la prima fijada. Adde, Besson y Picard, III, nº 14.
En alguna oportunidad se resolvió que si en la póliza no se fija el destino de los linderos, la
errónea declaración del asegurado, que no aumenta el riesgo, no vicia el contrato (C. Civ. 2ª La
Plata, 31/12/1940, JA 73-714).

(477) Gasperoni, vº Assicurazioni incendi, nº 14.

(478) C. Nac. Com., 7/10/1913, "Jur. Trib. Nac.", octubre de 1913, p. 289. Confr. nota 111.

(479) Contra: C. Nac. Com., 26/11/1926, JA 23-465, porque no importan al objeto asegurado
(!).
¿Qué interés legítimo media en ocultar la verdadera personalidad del asegurado?

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30. En el seguro sobre la vida.

En el seguro sobre la vida, el sistema del cuestionario ha llegado a predominar; su progresiva


simplificación le redime de muchos de los cargos vertidos por la doctrina.

La indicación falsa o errónea de la edad no afecta la validez del contrato (art. 131 Ver Texto,
1er. párr.) (480) , siempre que por la edad real, el riesgo esté dentro de los cubiertos por el
asegurador según sus planes (art. 131 Ver Texto, 1er. párr.) (481) : cuando la edad real sea
mayor, el capital asegurado se reducirá conforme con aquélla y la prima pagada (art. 131 Ver
Texto, 2º párr.); cuando sea menor, el asegurador restituirá la reserva matemática constituida
con el excedente de la prima pagada y reajustará las primas futuras (art. 131 Ver Texto, 3er.
párr.).

El error en la identidad anula el contrato. Si un tercero se sustituye en la revisación médica, no


existe contrato porque no coinciden las voluntades sobre el mismo riesgo (482) .

386
La diferencia en el nombre no anula el contrato, si no hay dudas sobre la identidad, ni afecta el
riesgo subjetivo (483) .

La falsa declaración del domicilio puede fundar la nulidad, si impide comprobar el riesgo
moral, o agrava el riesgo objetivo porque el domicilio real se tiene en zona o región insalubre
(484) .

Idéntica solución se debe aplicar en lo referente a la profesión, pues existen las que inducen al
asegurador a rehusar el riesgo -la de buzo, p.ej.- o a recargar la tarifa normal, sea para el riesgo,
sea para los beneficios accesorios (485) .

Se deben declarar los males capaces de abreviar la vida. No afecta el silencio de la enfermedad -
aunque grave- que ha sido curada, y ya no ejerce influencia sobre la salud (486) . La negación
de enfermedad sólo significa un estado de salud ordinario y tal que la vida pueda ser asegurada
como debiendo alcanzar el término común de las personas de la edad y condición del
asegurado (487) .

La pregunta sobre la asistencia médica anterior se debe referir a un tratamiento asiduo o, por lo
menos, prolongado aunque accidental; la omisión de las visitas médicas esporádicas o de una
enfermedad intrascendente no constituye reticencia (488) .

Toda respuesta inexacta a una pregunta particularizada -no genérica- del cuestionario
constituye reticencia, siempre que se formule dentro del interés del asegurador de aportar
elementos para apreciar el riesgo (489) .

El examen médico no libera al asegurado de su deber de informar ni de las consecuencias de su


falsa declaración o de sus omisiones, aunque medie culpa o negligencia del médico del
asegurador (490) .

También se denunciarán los males congénitos, así como los antecedentes hereditarios capaces
de afectar la vida del asegurado, sin que se pueda exigir manifestaciones completas y

387
categóricas sino dentro de lo posible, ya que es posible ignorarlos o tener sobre ellos un falso
recuerdo o creencia (491) .

Las mujeres deben denunciar embarazos, partos anteriores, abortos, etc., y su estado actual
(492) .

La ignorancia de las enfermedades no vicia el contrato (493) .

La negativa de haber solicitado un seguro anterior, y su rechazo, no constituyen falsa


declaración que vicia el contrato (494) : la razón radica en que media culpa del asegurador vida
en no conocer, pues los aseguradores de esta rama mantienen una oficina central de
información de los seguros rechazados. No cabe arg ir que se trata de la organización interna
de la empresa, y que la omisión del asegurador no puede beneficiar al asegurado: se trata de
una falta de diligencia en conocer el verdadero estado del riesgo, que si se rechaza en otros
supuestos (revisación médica) obedece a la excesiva onerosidad y el retardo que provocaría en
la celebración. No cabe arg ir tampoco que así se hace recaer sobre el asegurador las
consecuencias de su propia organización, que es problema interno de éste, porque es
justamente por su organización de empresa que puede ser autorizado a contratar seguros y
seleccionar los riesgos. Será necesario que el rechazo de la solicitud anterior conste en el
expresado registro, y que el informe se haya omitido.

La manifestación acerca de las actividades futuras no afecta, salvo que se incurra en fraude
(495) .

(480) Porque el error afecta la cantidad y no la calidad; de ahí que su efecto sea reducir el
capital asegurado (Vivante, Contratto, nº 573; Lefort, II, p. 547; Rivarola, nº 1186; Bruck, p.
193; Besson y Picard, IV, nº 69).
Era la solución de las pólizas argentinas, de los fallos nacionales -ver nota 146- y la aceptada
también por las leyes alemana, art. 162, y francesa de 1930, art. 81.

(481) Se trata de los planes aprobados por la autoridad de control. Era la solución consagrada
por la jurisprudencia (C. Nac. Com., 5/5/1914, "Jur. Trib. Nac.", mayo de 1914, p. 233,
disidencia de Castillo; 28/9/1916, GF 4-236, disidencias de Estévez y Castillo; 26/10/1921,
GF 35-317; 16/4/1928, GF 74-10; Rivarola, nº 1186; Malagarriga, Trat. elem., III, p. 376).

388
La ley alemana autoriza a rescindir (art. 162); Bruck comprueba que en la práctica no se hace
uso de tal derecho (p. 193, nota 81). La ley francesa de 1930, art. 81, en cambio, establece la
nulidad.
La diferente solución del 2º y 3º párr. obedece a que en el supuesto de menor edad, 3º párr., el
asegurador ha incurrido en gastos (pago de comisión, etc.), por lo cual no puede reducir la
prima proporcionalmente desde el origen. Nada impide que las partes acuerden otra solución.
La edad del asegurado se debe probar con la partida de nacimiento; la prueba supletoria sólo es
admisible en los casos fijados por el Código Civil (C. Nac. Com., 21/9/1911, "Jur. Trib. Nac.",
setiembre de 1911, p. 401; 28/10/1911, "Jur. Trib. Nac.", octubre de 1911, p. 285). Si se
omitió presentar en el juicio por el cobro del seguro, la condena está subordinada a esa
presentación (C. Fed. Rosario, 3/4/1918, JA 1-392).

(482) Vivante, Trattato, nº 1988, y Contratto, nº 515.

(483) Vivante, cit. en nota 147; Malagarriga, Comentario, III, nº 306.

(484) Lefort, I, ps. 468 a 474.


Para Vivante es indiferente -lug. cit., nota 147-, opinión que siguió la C. Nac. Com.,
16/4/1928, JA 27-597 y GF 74-10, fundada en el art. 556, CCom., derogado, sin reparar que
ahí se fijaba, precisamente, la salvedad "si fuesen de tal naturaleza que el asegurador no hubiese
celebrado el contrato o no lo habría celebrado en las mismas condiciones a mediar el nuevo
estado de cosas". Sin salvedad, también C. Nac. Com., 31/10/1947, LL 48-943.

(485) Para Vivante no influye; pero si se calla una profesión peligrosa, el criterio de solución lo
halla en la cláusula que prohíbe dedicarse a ciertas profesiones; si el asegurador puede rescindir
en tal caso, hay que pensar que no lo habría celebrado. Las profesiones no prohibidas se deben
juzgar que no influyen (Contratto, nº 575).
Contra: Lefort, para quien sirve para apreciar el riesgo (I, ps. 468 a 474).

(486) Vivante, Contratto, nº 570.

(487) Marshall, cit. por Lepargneur, p. 706 y nota 1.

(488) C. Nac. Com., 28/10/1911, "Jur. Trib. Nac.", octubre de 1911, p. 285; ver Patterson, en
"Assicurazioni", 1938, 1, p. 537.
La falsa declaración debe tener por fin ocultar una enfermedad grave; de lo contrario no afecta
(Vivante, Contratto, nº 572).
La C. Nac. Com., con disidencia del Dr. Casares, 16/4/1928, JA 27-597, decidió que no anula
el contrato la falsa declaración de no tener médico habitual, de no haber consultado nunca a un
médico.
El médico del asegurado debe respetar el secreto profesional (Corte de París, 2/2/1962, con
nota aprobatoria de Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1963, p. 58).

(489) Aunque no pueda modificar el concepto del riesgo, agrega Vivante, Contratto, nº 571.
De ahí que exista reticencia si niega la enfermedad precisamente preguntada, que pudo
desconocer, si sabía que el órgano estaba enfermo (en el caso, bronquitis) (C. Apel. Rosario, I,
2/12/1947, LL 49-352).
Ver supra, texto § 27 y sus notas.

389
(490) Ver supra, texto § 26 y sus notas.
A las sentencias en contra, citadas ahí, adde C. Nac. Com., 31/8/1938, LL 12-190, caso del
médico que calló la existencia de cicatrices indelebles de una intervención quirúrgica ocultada,
y de las cuales se pudo deducir el mal del asegurado; 29/12/1930, GF 90-214 y JA 34-1362, en
un caso en que se ocultó el exceso en el consumo de bebidas alcohólicas y estupefacientes,
porque el asegurador se puede apartar del resultado del examen médico (!).
Contra, Zavala Rodríguez, II, nº 1691.

(491) Conf., Lefort, I, ps. 468 a 474.

(492) Lefort, I, ps. 468 a 474. Se incluyen expresamente en los cuestionarios; supra, nota 154.

(493) C. Nac. Com., 12/7/1937, LL 7-990, y 31/8/1938, LL 12-190; Lefort, I, ps. 468 a 474.
Ver supra, texto § 19 y sus notas.
Dupuich expresa que la opinión del asegurado acerca de la escasa importancia del mal no
elimina la reticencia (en DP 1894-2-593). Puede ser así si tal opinión es infundada o temeraria a
ese momento, porque existen males mortales que en sus primeros síntomas se presentan como
ligeros trastornos y dolores, confundibles con neuralgias o molestias sin importancia; tal ocurre
con ciertas manifestaciones del cáncer o de la arteriosclerosis, etc.

(494) C. Nac. Com., 29/12/1930, GF 90-214 y JA 34-1362, aunque sus fundamentos son
criticables.
Contra: C. Nac. Com., 14/3/1939, LL 14-87.

(495) Patterson, p. 344; aunque señala que existen fallos que exigen que sean sustancialmente
ciertos, lo cual juzga una aberración (ps. 354 y ss.).

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31. Reaseguro.

Las reglas expuestas sobre el deber de informar y la sanción del art. 5 Ver Texto y concs. se
extienden al reaseguro (art. 159 Ver Texto). No obstante, se debe tener en cuenta que en los
tratados o contratos generales es usual reemplazar la sanción de nulidad por el derecho a
indemnización (496) .

390
El reasegurador en el reaseguro facultativo debe conocer todas las circunstancias informadas
por el asegurado y las que el asegurador conoció por su parte hasta el momento de hacer su
declaración. No es menester que se denuncien todos los hechos al detalle, porque las
condiciones normales se consideran conocidas; es suficiente que el reasegurador conozca las
condiciones y leyes aplicables para poder fijar las obligaciones del asegurador, incluso la
moneda en que se debe pagar la indemnización; la fecha del seguro; la prima y todas las
condiciones anormales (497) .

Es menester que la circunstancia callada o declarada en forma inexacta sea efectivamente


ignorada por el reasegurador, y no considerarse conocida por éste con exactitud. Se debe
referir a un hecho importante, reputándose tal, en general, cuanto "se refiere a la apreciación de
las probabilidades y la extensión de la indemnización, por lo que vician:

"a) cuanto se refiere objetivamente al riesgo asumido por el asegurador;

"b) al alcance del contrato de reaseguro, la ley aplicable, etc.;

"c ) todo lo que se refiera a la administración y liquidación de los siniestros" (498) .

Así lo será la ocultación de que se reasegura íntegramente (499) .

En el tratado o contrato general, las conclusiones son diversas, y depende del tipo de contrato
celebrado; además, la reticencia podrá afectar la declaración de alimento si por la especie de
contrato ésta fuese necesaria para la aplicación del reaseguro.

(496) Ver Vivante, Contratto, nº 233.

(497) Persico, nº 76; Vivante, Contratto, nº 233.

(498) Persico, nº 75.

(499) Persico, nº 78; Vivante, Contratto, nº 232; porque lo normal es que reserve para sí el
pleno, y si trasfiere íntegramente es porque se trata de un mal riesgo.

391
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32. Efectos de la reticencia.

La ley 17418 Ver Texto ha establecido un nuevo régimen de efectos de la reticencia. Si bien
reitera la sanción de impugnabilidad del contrato por el asegurador (nulidad relativa) que ya
consagraba el art. 498 Ver Texto reemplazado (art. 5) (500) , introdujo diversas atenuaciones:

1) Si la reticencia no es dolosa, el asegurador, "a su exclusivo juicio", puede anular el contrato


con restitución de la prima previa deducción de los gastos, o reajustarlo con la conformidad del
asegurado al verdadero estado del riesgo (art. 6 Ver Texto) (501) .

En el seguro sobre la vida el reajuste puede ser impuesto al asegurador en el supuesto de que la
nulidad resultare perjudicial para el asegurado (art. 6 Ver Texto): p.ej., si en razón de la edad o
estado de salud el contrato resultaría en el momento de la anulación excesivamente oneroso, si
no imposible, y ello fuera así por circunstancias sobrevinientes, esto es, ajenas a la reticencia. El
reajuste exige el juicio favorable de peritos y que el contrato se hubiera celebrado conforme a la
práctica comercial del asegurador (art. 7 Ver Texto, in fine) (502) .

Cuando el contrato incluye varias personas o intereses es aplicable el régimen del art. 45 Ver
Texto (art. 6 Ver Texto, 2º párr.): el asegurador puede rescindir todo el contrato si no lo
hubiera celebrado en las mismas condiciones respecto de los intereses o personas no afectados.
Al contrario, si el asegurador ejerce su derecho hacia una parte de los intereses, el tomador
puede a su vez rescindir el contrato en lo restante.

El régimen del art. 45 Ver Texto no es aplicable cuando los contratos son separables, esto es,
cuando existe una unidad formal, salvo cuando exista una influencia recíproca (p.ej., incendio y
robo; bien en condominio; inmuebles vecinos, del cual uno amenaza al otro -seguro de
incendio-; etc.) (503) . Cuando hay sólo unidad formal, realmente existe pluralidad de contratos
de seguro, y no pluralidad de intereses o de personas cubiertas por un solo contrato.

392
2) Si bien la ley en el art. 6 Ver Texto no distingue si la reticencia se alega antes o después de
ocurrido el siniestro con relación a los seguros de intereses, dejando así al asegurador aun en
este supuesto decidir si invoca o no la nulidad del contrato (504) , respecto del seguro sobre la
vida establece en el art. 7 Ver Texto una excepción en favor del asegurado de buena fe: si la
reticencia se alega después de ocurrido el siniestro, la prestación debida se reducirá
consiguientemente, si el contrato fuese reajustable a juicio de peritos (505) y se hubiera
celebrado conforme a la práctica comercial del asegurador (506) .

La excepción se funda en razones de diverso orden:

1) el reajuste no perjudica al asegurador, que habría igualmente asumido el riesgo, con la prima
rectificada o por una menor suma a igual prima;

2) la necesidad de hacer efectivo este seguro, verdadera previsión individual, y así fomentar su
práctica, bastante escasa en nuestro medio.

33. Efectos respecto de la prima.

Respecto de la prima, la ley introduce un régimen más racional que el del Código de Comercio
derogado:

1) Si la reticencia fuese dolosa o de mala fe, el asegurador tiene derecho a las primas de los
períodos trascurridos y del período en cuyo trascurso invoque la reticencia o falsa declaración
(art. 8 Ver Texto).

La solución es análoga a la que consagraba el art. 523 Ver Texto, Código de Comercio,
derogado.

La norma es de orden público, ya que no se puede variar por acuerdo de partes (art. 158 Ver
Texto) (507) , y funciona como una sanción al asegurado y de indemnización al asegurador,

393
por los daños y gastos (organización, producción, etc.), que sólo se cubren por la gran masa de
contratos (508) . De aplicarse las normas generales sobre nulidad, debería restituir la prima y
reclamar la indemnización de los perjuicios efectivamente sufridos (arts. 1050 Ver Texto, 1052
Ver Texto y 1056 Ver Texto, CCiv.).

2) Si la reticencia no es dolosa y el asegurador opta por rescindir, debe restituir la prima con
deducción de los gastos (art. 6 Ver Texto).

La solución se adecua a los principios y a las necesidades de la práctica. Es distinta de la


consagrada por el art. 522 Ver Texto, CCom., derogado, y se justifica porque el asegurador,
por la anulación, no soporta el riesgo, ni en todo ni en parte.

3) Si el seguro cubre una pluralidad de intereses y el asegurador opta por anular la totalidad del
contrato, se aplicarán los arts. 6 Ver Texto y 8 Ver Texto, según exista o no dolo en el
asegurado. Mas si el asegurador sólo ejerce su derecho respecto de una parte de los intereses
comprendidos y el asegurado rescinde por la restante, se aplicará respecto de la prima lo
dispuesto por el art. 41 Ver Texto, inc. b: esto es, el asegurador tiene derecho a las primas
devengadas por los períodos anteriores y la del período en curso, lo cual se justifica porque
respecto de esos intereses ha soportado el riesgo. Sobre la pluralidad de intereses, ver lo
expuesto en el nº 32, ap. 1, in fine.

4) Téngase en cuenta que "en todos los casos, si el siniestro ocurre durante el plazo para
impugnar, el asegurador no adeuda prestación alguna, salvo el valor de rescate que corresponda
en los seguros sobre la vida" (art. 9 Ver Texto).

Asimismo es menester tener en cuenta para el seguro sobre la vida que la solución del art. 9
Ver Texto sólo se impone cuando el contrato no fuere reajustable conforme al art. 7 Ver
Texto, ya considerado.

34. Nulidad.

La nulidad es relativa (art. 1045 Ver Texto, CCiv.), ya que se funda en el vicio de la voluntad
del asegurador. Debe solicitarla el asegurador, sin que pueda hacerlo el asegurado (art. 1048
Ver Texto, CCiv.).

394
No es menester que la circunstancia omitida o inexactamente declarada subsista al tiempo que
se recaba la nulidad (509) .

La reticencia debe ser alegada por el asegurador dentro de los 3 meses de haber conocido la
reticencia o falsedad (art. 5 Ver Texto, 2º párr.): se trata de un plazo de caducidad legal, atento
a su naturaleza y función, por lo cual el vicio queda purgado por su mero trascurso sin la
impugnación (510) . Este plazo no puede ser modificado por las partes (art. 158 Ver Texto).

Se cuenta desde que el asegurador conoció o debió conocer el vicio; queda a su cargo la prueba
del momento posterior a la celebración en que tuvo conocimiento (511) .

La acción se dirigirá contra el tomador del seguro, y si son varios asegurados, contra todos
ellos, teniendo en cuenta las representaciones legales, concursos, etc. Si el bien fue enajenado,
se accionará contra el vendedor asegurado si el asegurador no fue notificado de la trasferencia.
Además, se demandará también al tercero, por cuya cuenta se contrató, y al cesionario, ya que
la anulación hará desaparecer sus derechos nacidos del contrato.

Si la reticencia consiste en la ocultación de distintos hechos, el plazo correrá separadamente


para cada uno de ellos (512) .

35. Carga de la prueba de la existencia del vicio.

La prueba de la existencia de la reticencia, así como su trascendencia (ver nº 36), incumbe al


asegurador (513) . Debe acreditar que la circunstancia omitida o inexactamente declarada
existía al tiempo de la celebración del contrato (514) , el momento en que conoció el verdadero
estado de las cosas (515) , que cobra especial importancia por el plazo de caducidad legal para
impugnar (art. 5 Ver Texto, 2º párr.), y el conocimiento por el asegurado (516) . Se juzgará con
los elementos existentes a la fecha del contrato (517) , y si se pactó que el cuestionario forma
parte integrante de la póliza, las falsas declaraciones sólo se pueden probar exhibiéndolo (518) .

395
El asegurado debe probar su falta de culpa o dolo (519) , o que comunicó el hecho al
asegurador (520) , o que éste lo conocía o debía conocer (culpa del asegurador en no conocer)
(521) . Si se trata de una persona jurídica, se juzgará por la conducta de su administrador, y si el
órgano de administración fuere colegiado no bastará el de uno de sus integrantes (522) , salvo
que por su función permita esa extensión (v.gr., ejercicio de la representación).

36. Medios de prueba. Valor de la prueba de peritos.

La trascendencia de la falsedad o reticencia sólo se puede establecer por dictamen pericial,


único medio indicado por la ley (523) . De ahí que esta prueba sea esencial e indispensable
(524) , y que omitida, la nulidad sea improcedente (525) , aun cuando se prueben los hechos
que la constituyen (526) ; es una prueba legal que implica una excepción al principio de la
libertad de apreciación de las pruebas (527) y cuyas conclusiones por unanimidad o por
mayoría debe admitir ineludiblemente el juez (528) , si están fundadas científicamente y sus
apreciaciones no son arbitrarias. La pericia se cumplirá conforme a las peculiaridades del caso
(529) sobre todas las manifestaciones impugnadas del asegurado y no sólo respecto de una
parte de ellas (530) .

El dictamen pericial se impone al juez, quien no se debe apartar de él (531) , aunque se pueda
formar otra convicción con las demás pruebas acumuladas (532) , siempre teniendo en cuenta
lo expresado: que el dictamen esté fundado y sus apreciaciones no sean arbitrarias.

396
37. Reticencia y "rebus sic stantibus".

La reticencia se debe distinguir de la rebus sic stantibus. Ésta prevé el sobrevenimiento de una
circunstancia que rompe el equilibrio o estado de cosas previsto por un hecho ajeno a las
partes (ver art. 1198 Ver Texto, CCiv., reformado por la ley 17711 Ver Texto); en la reticencia
y falsa declaración, lo callado o falseado se vincula al estado de hecho al tiempo de la
celebración del contrato, y se refiere a un acto voluntario -culposo o doloso- de la parte (533) ;
además, mientras la reticencia es una causal de nulidad, la alteración del statu quo sólo es una
causa de rescisión o de modificación de las condiciones del contrato.

38. Reticencia y presuposición.

La presuposición es el condicionamiento de la declaración de voluntad a la existencia de un


hecho pasado, presente o futuro; la verificación de su inexistencia lleva a la ineficacia de la
declaración de la voluntad: se quiso bajo ciertas condiciones; éstas no existen; luego, no hay
declaración de voluntad. Si fuera posible establecer estas condiciones así, tácitamente y sin
conocimiento de la contraparte, desaparecería la estabilidad de los contratos. De ahí que las
leyes se limiten a consagrar soluciones ocasionales, como en materia de vicios redhibitorios,
revocación del testamento por subsiguiente matrimonio, etc.

En cambio, en la reticencia el riesgo declarado resulta distinto del afirmado; y así desaparece un
elemento esencial del contrato. No se está en el campo del presupuesto, que es condición
tácitamente supuesta, sino de vicio de la voluntad o falta de voluntad para celebrar un contrato
en esas condiciones, falta de voluntad expresa a contrario, y que resulta de un recaudo
taxativamente establecido en el fundamento del contrato (534) .

38 bis. Atenuación de los efectos de la reticencia.

397
La grave sanción impuesta a la falsa manifestación y a la reticencia, aun cumplida de buena fe,
si bien es necesaria para la mejor protección del asegurador -y por ende para los demás
asegurados, dados los presupuestos técnicos del seguro-, introduce un elemento de
inseguridad.

La ley 17418 Ver Texto busca obviar este elemento de inseguridad con:

a) la exigencia de que la reticencia se alegue en el lapso de 3 meses de conocida (art. 5 Ver


Texto, 2º párr.), ya analizada;

b) la cláusula de incontestabilidad, obligatoria para los seguros sobre la vida (art. 130 Ver
Texto), por la cual, trascurridos 3 años, al asegurador no le es posible ya aducir la reticencia,
excepto que fuese dolosa. Esta norma sólo se puede modificar contractualmente en favor del
asegurado (art. 158 Ver Texto), por lo cual es admisible: 1) abreviar el plazo para la
incontestabilidad; 2) incluir la reticencia dolosa, ya que el art. 512 Ver Texto, CCiv., prohíbe
pactar sobre las consecuencias del dolo futuro o contemporáneo, pero no sobre las del dolo
pasado (535) .

La solución es importante para los seguros plurianuales, especialmente para los de vida, y se
funda en que el trascurso del plazo prueba la bondad del riesgo (536) .

La contestación debe consistir en la promoción de una causa judicial antes de que venza el
plazo contractual (537) . Es un plazo de caducidad, y no de prescripción abreviada (538) .

El plazo debe estar cumplido al día del siniestro, sin tener en cuenta cuándo es denunciado o
conocido por el asegurador (539) . Si el seguro se suspende, el plazo no debe volver a correr
íntegramente (540) .

c) el reajuste del contrato (arts. 6 Ver Texto y 7 Ver Texto), según:

1) Si se trata de seguros de daños y la reticencia no es dolosa, el asegurador, según su exclusivo


juicio, puede proponer el reajuste del contrato; mas si el asegurado no lo acepta, sólo puede
impugnarlo de nulidad o mantenerlo en vigencia en los términos originarios (541) .

398
2) Idénticamente, para los seguros sobre la vida; mas si la rescisión fuese perjudicial para el
asegurado, el reajuste puede ser impuesto al asegurador, si fuere posible a juicio de peritos
(542) y se hubiera celebrado conforme a la práctica comercial del asegurador.

3) Cuando el asegurado vida fuese de buena fe y la reticencia se alega después de ocurrido el


siniestro -que es lo usual- la prestación se reducirá si el seguro es reajustable conforme al art. 6
Ver Texto (analizado sub 2).

Jurisprudencia

En materia de reticencia se ha resuelto que para decidir acerca de la trascendencia de dicha


reticencia del asegurado se debe estar al juicio de peritos (C. Nac. Com., sala A, 4/7/1961,
"Chirotarrab de Baredes, Josefa, v. La Inmobiliaria Compañía de Seguros S.A.", ED 1-959),
cuyo dictamen constituye una prueba legal que comporta una excepción al principio de la
apreciación judicial del valor de las pruebas: los jueces no se pueden apartar de las conclusiones
de la pericia (C. Nac. Com., sala C, 6/12/1962,"González García, Isabel, v. El Comercio
Compañía de Seguros S.A.", ED 4-174, y "Fernández, José, v. Iguazú Cía. de Seguros S.A."
Ver Texto, ED 176; en el mismo sentido, sala D, 17/7/1997, "Banco de la Provincia de
Buenos Aires v. Sud América Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1997-F-970, sum. 12.121).
Se trata de una prueba esencial e indispensable: omitida ésta, resulta improcedente la nulidad
del seguro, aun cuando se prueben los hechos que la constituyen (C. Nac. Com., sala E,
25/7/1984, "Cassaglia, Pedro A., v. Betania Cooperativa Ltda. de Seguros Generales" Ver
Texto, ED 111-446).

La prueba del ocultamiento o de la falsedad no basta para acreditar la reticencia en el contrato


de seguro, sino que se debe además justificar la trascendencia que habrían tenido los
antecedentes ocultados u omitidos, si hubiesen sido conocidos, en la celebración del contrato y
en la estipulación de sus condiciones. La apreciación de estas circunstancias queda librada al
juicio de peritos, pues se trata de una prueba legal que obliga al juez y que es insusceptible de
ser reemplazada por otros medios probatorios (C. Nac. Fed., sala Civ. y Com., 19/11/1965,
"La Argentino Sueca Compañía de Seguros S.A. v. Spinardi, Paglietti y Cía.", ED 13-577). Así,
por muy convincentes que sean las pruebas ofrecidas por el asegurador, los jueces no están
facultados para apreciar si la falsedad o la reticencia de las declaraciones del asegurado
hubieran impedido el contrato o modificado sus condiciones (C. Nac. Com., sala A, 9/4/1965,
ED 11-207). Por ello, no puede prosperar la alegación de reticencia si se le dio por perdido al
asegurador el derecho a producir la indispensable prueba pericial (C. Nac. Com., sala B,
11/9/1964, "Gómez, Héctor, v. Iguazú Compañía de Seguros S.A.", ED 10-165).

El art. 5 Ver Texto de la ley 17418 establece un régimen procedimental específico para lograr la
tipificación de la reticencia, sometiendo la cuestión al juicio de peritos para que, en base al

399
dictamen de éstos, se pueda apreciar la gravitación que aquella omisión tuvo sobre la voluntad
de las partes al momento de celebrar el contrato de seguro, en especial, para poder determinar
si, en caso de que la aseguradora hubiera conocido el hecho, habría celebrado el contrato o
modificado sus condiciones (C. Civ. y Com. Tucumán, sala 1ª, 19/11/1985, "Alba Compañía
de Seguros S.A. v. Cooperativa La Flor Cañeros Ltda.", ED 120-675). No obstante, la
determinación de si hubo o no reticencia por parte del asegurado es una cuestión que compete
al tribunal y la declaración acerca de los efectos de esa reticencia respecto de la celebración del
contrato es un aspecto que interesa a los peritos; pero dicho dictamen pericial resulta
irrelevante si el juez no admite que hubo reticencia (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 1ª,
17/12/1985). Asimismo, si bien la reticencia a la cual alude el art. 5 Ver Texto de la Ley de
Seguros debe ser establecida por "juicio de peritos", que es esencial para acreditar su
importancia y que no puede ser suplida por otro medio de prueba, resulta necesario que,
previamente, se demuestren los hechos que constituyen la falsedad u omisión; queda a cargo de
los peritos estimar si, sabido el verdadero estado del riesgo, ello hubiera determinado que el
asegurador no celebrara el contrato o modificara sus cláusulas (Corte Sup., 4/5/1982,
"Pritchard, John Wayne, v. Minerva Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, ED 100-137 y LL 1982-
D-130).

La reticencia es inherente a la formación del contrato de seguro y no puede,


consiguientemente, provenir de hechos del asegurado posteriores a la celebración de aquél (C.
Nac. Com., sala A, 11/7/1966, "Suárez, José M., v. Galicia y Río de la Plata Cía. de Seguros
S.A.", ED 16-269). La reticencia versa sobre circunstancias anteriores al contrato de seguro
(art. 5 Ver Texto, ley 17418) y su efecto es la anulabilidad de éste (C. Nac. Com., sala A,
11/7/1966, "Suárez, José, v. Galicia y Río de la Plata Compañía de Seguros S.A.", ED 16-269;
sala C, 26/12/1984, "Soto, Roque F., v. San Lorenzo Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, ED
113-334 y LL 1985-E-400, sum. 37041).

La trascendencia de la falsedad o reticencia sólo se puede establecer por dictamen pericial,


único medio indicado por la ley. De ahí que esta prueba sea esencial e indispensable y que,
omitida, la nulidad sea improcedente, aun cuando se prueben los hechos que la constituyen: es
una prueba legal que implica una excepción al principio de la apreciación de las pruebas y cuyas
conclusiones por unanimidad o por mayoría debe admitir indudablemente el juez, si están
fundadas científicamente y sus apreciaciones no son arbitrarias (C. Nac. Com., sala E,
25/7/1984, "Cassaglia, Pedro A., v. Betania Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, LL
1985-A-148). En el mismo sentido, sala D, 5/9/1986, "Glaria, Elena R., v. Arco Iris
Cooperativa de Seguros Ltda.", LL 1987-D-633, sum. 37.710, donde se agrega que la prueba
legal que exige el art. 5 Ver Texto de la ley 17418 para probar la reticencia del asegurado no se
puede considerar producida con el dictamen pericial médico en el cual el médico legista
dictaminó ampliamente sobre las características, etiología, complicaciones, evolución y terapias
de la enfermedad que sufrió el asegurado, mas no expresó juicio ni opinión sobre si esa
dolencia hubiese impedido, en caso de ser conocida por la aseguradora, la celebración del
contrato de seguro, o hubiese modificado sus condiciones. Por tal motivo, si la aseguradora no
produjo esa prueba legal establecida por el art. 5 Ver Texto, ley 17418, no cuadra analizar la
circunstancia de si el asegurado debió o no debió denunciar su enfermedad al incorporarse al
seguro.

400
La declaración formulada por el asegurado en forma reticente, errónea o silenciando
circunstancias particulares que rodean el bien asegurado, impide a la compañía de seguros la
valoración adecuada del estado del riesgo o conduce a una apreciación errónea de aquél, que
puede llegar al riesgo ilícito o a la celebración del contrato en otras condiciones. También cabe
tener presente la inexistencia o no del riesgo subjetivo, que se relaciona con la situación
personal del asegurado (C. Nac. Com., sala B, 2/4/1986, "Calderón, Jorge, v. La Agrícola
Compañía de Seguros S.A.", ED 121-420).

Si bien el art. 5 Ver Texto de la ley 17418 preceptúa que toda declaración falsa o toda reticencia
de circunstancias conocidas por el asegurado, aun hechas de buena fe, que a juicio de peritos
hubiera impedido el contrato o modificado sus condiciones, si el asegurador hubiera sido
cerciorado del verdadero estado del riesgo, hace nulo el contrato, cabe señalar que también
produce efectos legales la reticencia en caso de ignorancia del asegurado, siempre que tal
ignorancia sea al menos culposa; requiere saber o deber saber lo que se calla. Pero el
asegurador no puede pretender que se declare lo que se ignora sin negligencia (C. Nac. Civ.,
sala F, 15/3/1973, "Calla de Ferrón, María E., v. Auxilio Familiar Cooperativa de Seguros
Ltda.", ED 55-634 y LL 153-419 sum. 30.908; C. Nac. Com., sala B, 21/3/1969, "Pricolo de
Paglia, Estela, v. Sud América Compañía de Seguros de Vida S.A.", LL 135-631, JA 1969-III-
271 y ED 28-357). La culpa o negligencia del asegurador no libera al asegurado de su deber de
informar con veracidad el estado del riesgo y no se puede invocar como justificación o disculpa
de la ocultación de antecedentes de importancia, cuando está fuera de lo verosímil que el
asegurado los hubiese olvidado o los ignorase. La eventual negligencia de la aseguradora en
haber admitido una declaración de salud del asegurado sin pedir explicaciones o bien una
revisación médica, no puede ser alegada para cubrir la mala fe, malicia o dolo del asegurado,
que por una evidente reticencia logró concluir un seguro mediante un engaño al asegurador. El
art. 5 Ver Texto de la ley 17418 solamente deja librada al juicio de peritos, con el carácter de
prueba legal, la circunstancia de si los hechos, cuya reticencia o falsa declaración invoca el
asegurador, hubiesen impedido el contrato o modificado sus condiciones; sobre este punto, el
dictamen pericial es indispensable y no puede ser sustituido por otros medios de prueba. Pero
las afirmaciones de los peritos en todo aquello que exceda los estrechos límites legales pueden
ser analizadas por el juez de acuerdo con las reglas de la sana crítica. En materia de reticencia,
las afirmaciones de los peritos, en todo aquello que no es asunto propio de la "prueba legal",
carecen de valor vinculante para el órgano judicial, que se puede apartar de ellas con la
apoyatura de razones serias. La reticencia se debe aplicar sólo respecto de aquellas
circunstancias conocidas por el asegurado que éste oculta o declara incorrectamente, sin
importar que ello suceda de buena fe y en la creencia de que carecen de importancia. Por ende,
la reticencia debe ser, por lo menos, culposa, pues no puede ser declarado lo que se ignora. La
declaración del asegurado es reticente cuando la circunstancia influyente sobre el riesgo es
omitida, declarada en forma incompleta o de manera confusa, y resulta falsa cuando la
circunstancia es declarada de modo que no corresponda a la realidad. Por tanto, en uno como
en otro caso, el asegurador puede pedir la nulidad del contrato si las circunstancias declaradas
inexactamente o silenciadas fueron de tal importancia que, de haberlas conocido, no hubiese
dado su consentimiento para concluir el contrato. La expresión "buena fe" utilizada en el art. 5
Ver Texto de la ley 17418 no se debe interpretar como un deber de declarar lo que se ignora,
porque no se puede callar falsamente aquello que no se conoce; pero es necesario que esa
ignorancia no sea culposa o negligente por parte del asegurado (C. Nac. Com., sala B,

401
30/6/1988, "Sucesión de Jorge Risso Patrón y otros v. Círculo Cerrado S.A. de Ahorro para
Fines Determinados, y otros" Ver Texto, ED 130-367).

La prueba de la reticencia corresponde a la aseguradora (C. Nac. Com., sala E, 25/7/1984,


"Cassaglia, Pedro A., v. Betania Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, LL 1985-A-148). Si
la primera vez que el asegurador alegó la reticencia cometida por el tomador del seguro fue en
el memorial de agravios, su consideración es improcedente, pues debió serlo en la primera
oportunidad, esto es, al contestar la demanda (C. Nac. Com., sala B, 30/3/1970, "De la Fuente
de López, Consuelo, v. Cosmos Compañía de Seguros S.A.", ED 39-778).

El asegurador no puede invocar la reticencia, salvo dolo, si ella no influyó en el siniestro ni en


la medida de la prestación. Pero este criterio debe ser aplicado con prudencia, especialmente en
el supuesto de que aquél impugne el contrato con posterioridad al siniestro (C. Nac. Com., sala
B, 21/2/1992, ED 148-124; en sentido análogo, C. Nac. Com., sala D, ED 141-621, y C. Civ. y
Com. Rosario, sala 3ª, 29/6/1973, ED 55-407).

Finalizado el contrato con el siniestro total, la reticencia conocida en esa circunstancia puede
dar lugar a la impugnación en el plazo legal, pero sin que lleve a presuponer la acción de
nulidad; puede el asegurador efectuar su defensa por vía de excepción (C. Nac. Com., sala C,
17/6/1977, "Villada, Héctor L., v. La Continental Compañía de Seguros S.A.", JA 1978-I-448).

El silencio sobre enfermedades, aun graves, pero curadas o que no disminuyen la salud que el
afectado posee o siente poseer, no vicia la veracidad de la declaración (C. Nac. Com., sala B,
21/3/1969, "Pricolo de Paglia, Estela, v. Sud América Compañía de Seguros de Vida S.A.",
ED 28-357). Y cuando se trata de seguro sin reconocimiento médico, no es aceptable que la
reticencia atribuida al asegurado se juzgue con estrictez mayor que la disposición del
asegurador a tomar dicho seguro. Lo expuesto no es sino una aplicación del principio que
impone la buena fe recíproca a ambos contratantes y la imposibilidad de invocar la propia
torpeza. Si en la planilla de declaraciones el asegurado contestó negativamente a todas las
preguntas, con respuestas que resultan claramente anormales y, frente a ello, el asegurador no
intentó someterlo a examen médico, sino que decidió lisa y llanamente contratar, debe éste
entonces asumir las consecuencias de esa conducta (C. Nac. Com., sala C, 6/6/1974, "Grimber
de Waimberg, Beatriz, y otros v. El Mundo Cía. de Seguros S.A.", LL 156-127).

Si a la fecha de la declaración el tomador sufría las manifestaciones de un proceso que


aparentaba ser reiteración de uno denunciado como "enfermedad curada", en buena fe no
podía hacer una afirmación de salud normal para obtener, sin examen médico, la contratación
de un seguro de vida (C. Nac. Com., sala C, 17/6/1977, "Villada, Héctor L., v. La Continental
Compañía de Seguros S.A.", JA 1978-I-448).

Si figuraba en blanco en la solicitud de seguro el casillero destinado a declarar el uso del


vehículo, ello demuestra que para la aseguradora no tenía trascendencia el destino del vehículo

402
y que si emitió la póliza sin que se aclarase la circunstancia, no puede invocar que haya
mediado reticencia. Aceptar que la aseguradora invoque reticencia basada en la ocultación del
destino del automotor, cuando emitió la póliza sin el dato correspondiente, es violar el
principio de la buena fe que debe imperar en todo contrato de seguro (C. Nac. Com., sala E,
25/7/1984, "Cassaglia, Pedro A., v. Betania Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, LL
1985-A-148, DJ 1984-9-278 y ED 111-446). Si los actos preparatorios para la habilitación del
taxímetro fueron posteriores a la contratación del seguro como automotor particular, no es
posible hablar de reticencia, puesto que no se ha probado que a la época del contrato ha
mediado falsedad u omisión, por parte del tomador, de circunstancias que influyeron sobre el
riesgo asumido (C. Nac. Com., sala C, 26/12/1984, "Soto, Roque F., v. San Lorenzo Cía. de
Seguros S.A." Ver Texto, ED 113-334 y LL 1985-E-400, sum. 37.041).

Cabe desestimar la imputación de reticencia alegada por la compañía de seguros si el


representante de ésta examinó los objetos asegurados -en el caso, cuadros- e informó al
respecto y dejó referencia expresa en el detalle de las pólizas acerca del nombre, dimensiones,
tipo de pintura y autor o escuela del cuadro (Corte Sup., 4/5/1982, "Pritchard, John Wayne, v.
Minerva Cía. de Seguros S.A.", ED 100-137).

Configura reticencia la omisión, por parte del asegurado, de informar la existencia de dos
siniestros de robo anteriores a la contratación del seguro, ya que tales hechos no se hallan
dentro de las circunstancias que, razonablemente, podían ser investigadas por la aseguradora
(C. Nac. Com., sala B, 8/7/1976, "Asturi, Gregorio, v. Industria y Comercio Compañía de
Seguros S.A.").

(500) Segovia, nota 1764; Malagarriga, nº 125; Obarrio, p. 66; Lordi, nº 634; Lefort, II, ps. 539
a 543; Vivante, Trattato, nº 1901, y Contratto, nros. 226 y 559; Besson y Picard, I, ps. 338 y ss.;
Donati, II, nros. 419 y ss.; Zavala Rodríguez, II, nros. 1680, 1826, etc.
La legislación contemporánea se aleja de esta sanción con la introducción de diversas
atenuaciones, a que también hace referencia nuestra ley, aunque en forma más leve: ver
Halperin, nota en LL 6-726; Francia, ley de 1930, arts. 21 y 22 (ver Besson y Picard, I, ps. 219,
364, etc.); Italia, Código de 1942, arts. 1892 y 1893 (ver Donati, II, § 417 y ss.); Alemania, ley
de 1908, modificada en 1939, arts. 16, 22 y 41; Suiza, arts. 26 y 8; Austria, arts. 3 y 30; etc.

(501) La comisión revisora rechazó las limitaciones de los arts. 5 y 7 del anteproyecto para la
reticencia; por lo cual no cabe un control judicial de la decisión del asegurador (ver Besson y
Picard, 2ª ed., I, nº 93. Para el sistema alemán, que llega a solución más acorde con la función
del contrato, ver Bruck-M”ller, I, § 22, nros. 3 y ss.).
Zavala Rodríguez, en su crítica corriente en DJA, 29 de marzo, reiterada en DJA, 26/6/1968,
no ha percibido que este art. 6 exige que la reticencia haya sido aceptada; sostiene que basta
que haya sido alegada por el asegurador. Tal interpretación considera la poco feliz expresión

403
del art. 6 cit. con prescindencia del art. 5 de la misma ley, y no creo que ningún juez pueda
considerar legítima esa interpretación.

(502) El dictamen de los peritos así como la celebración por el asegurador conforme a su
práctica se deben referir al contrato libre de reticencia remitido al momento de la celebración, y
no a la época en que se debe cumplir el reajuste.

(503) Bruck, ps. 208 a 213. Vivante, Trattato, nº 1876, y Contratto, nros. 162 y 163, señala que
no cabe una teoría general; que se trata de una cuestión de hecho, para la cual no bastan la
distinta medida de la prima ni la distinción de las cosas o de las sumas aseguradas; aun cuando
anota que existe divisibilidad si los distintos intereses se designan también con sumas distintas,
aunque paguen prima única, y cuando se fijan sumas distintas y se pagan primas diversas.
Confr. Patterson, ps. 305 y ss.
Ver: Donati, Trattato cit., II, nº 424; Besson y Picard, ob. cit., I, nº 162.

(504) La ley se aparta así de la orientación de la legislación universal, que reajusta el contrato en
todas las ramas si no existe dolo: Francia, art. 22; Italia, art. 1893; Alemania, art. 41; Austria,
art. 30 (si no existe culpa); Suiza, arts. 5, 6 y 7.
El anteproyecto adoptaba esa solución amplia en el art. 7.
La comisión revisora juzgó peligroso introducir ya en el país esa solución, por la escasa buena
fe comercial, propia de los países jóvenes, que induciría a la comisión de reticencia, amparado
por el álea de su no descubrimiento oportuno y la dificultad de la prueba del dolo.

(505) Téngase en cuenta que los peritos no son los peritos médicos que establecen la existencia
de la enfermedad, sino peritos actuarios.

(506) Besson y Picard, IV, nº 68, señalan las dificultades de aplicación de la ley francesa, que no
contiene el requisito de la práctica por el asegurador del seguro agravado.

(507) Respecto del art. 523 Ver Texto cit., ya lo había declarado la jurisprudencia (C. Nac.
Com., 29/3/1935, JA 49-645).

(508) Lordi, ob. cit., nº 644.

(509) El anteproyecto adoptaba una solución diversa: extinguía la acción del asegurador si
había dejado de existir antes de acaecer el siniestro (art. 6, inc. 3), siguiendo el art. 40 de la ley
alemana; art. 8 de la ley suiza, y art. 4 de la ley austríaca (salvo dolo).
Esta solución del anteproyecto está más acorde con el sistema de contratación en masa del
seguro que la consagrada en definitiva por la ley.

(510) La ley argentina se refiere a impugnación que presupone acción judicial en nulidad;
diversa es la solución alemana, que se satisface con una declaración dirigida al asegurado
(Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 20).

(511) Ver Rezzónico, Obligaciones, 2ª ed., II, ps. 1174 y ss. y sus notas; y nota 179, infra.

(512) Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 20.

404
(513) Besson y Picard, I, nº 171; Bruck, p. 192; Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 323; Vivante,
Contratto, nº 569; Fernández, p. 433; C. Nac. Com., 20/8/1914, "Jur. Trib. Nac.", agosto de
1914, p. 208; 12/9/1916, GF 4-108; 13/10/1937, LL 8-103; C. Civ. 2ª La Plata, 31/12/1940,
JA 73-714.
El asegurador debe acreditar la autenticidad de las declaraciones atribuidas al asegurado (C.
Nac. Com., sala C, 27/8/1967, inédito).

(514) Vivante, Contratto, nº 569; C. Nac. Com., 6/5/1929, JA 29-749. Y que el asegurado la
conocía (Vivante, Contratto, nº 220; Malagarriga, Trat. elem., III, p. 427).

(515) C. Nac. Com., 29/12/1930, GF 90-214.

(516) Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 16, p. 328. Esta prueba se establecerá por presunciones.
Imponer al asegurado la prueba de su ignorancia sería cargarle con una prueba diabólica,
imposible.
No se debe confundir ignorancia con buena fe.

(517) C. Nac. Com., 29/10/1930, GF 89-38.

(518) C. Nac. Com., 16/12/1936, LL 6-726: es menester que esté firmado por el asegurado.

(519) Bruck, p. 204.


Contra: Malagarriga, Comentario, III, nº 304, y Trat. elem., III, p. 426 y nota 61.
Esta prueba es difícil; será generalmente de presunciones. Por ejemplo, en el seguro sobre la
vida, la revisación médica lo será del buen estado de salud (ver nº 26 y nota 113).

(520) Si no se hizo mención expresa en la póliza, puede probarlo por cualquier medio (C. Nac.
Com., 27/6/1927, JA 25-332).

(521) Bruck, p. 201.

(522) Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 342.

(523) C. Nac. Com., 31/8/1938, LL 12-190; 21/11/1928, LL 12-964; 14/3/1939, JA 65-862;


24/11/1943, JA 1943-IV-466, con nota de Juan D. Pozzo; 14/12/1945, JA 1945-II-717;
Viterbo, nota en JA 65-862; Fernández, ps. 430 y 433. Díaz de Guijarro sostiene que se puede
variar el procedimiento por convenio de partes (nota en JA 49-645); solución rechazada por la
Superintendencia de Seguros (Memoria, año 1943, I, p. 154), al rehusarse a aceptar una póliza
que contenía una cláusula en tal sentido, decisión aprobada por la C. Fed. Cap., como ejercicio
prudente de las facultades legales conferidas a la Superintendencia (7/11/1947, LL 48, fallo
23.504).
Ver fallos y autores indicados en notas 188 y 195.
En el derecho angloestadounidense se siguen dos criterios:
a) El juicio del mismo asegurador, que si tiene la ventaja de no imponer a una compañía
conservadora el criterio arriesgado de sus competidores, deja al asegurado librado al arbitrio del
asegurador.
b) El juicio de un asegurador razonable, norma que sigue el § 20 de la Britisch Marine
Insurance Act y auspicia Patterson, nº 82, y la mayoría de las sentencias estadounidenses.

405
En general, las leyes, aun las más modernas, dejan el punto librado a las reglas generales y a la
apreciación del juez. Vivante señala que las tarifas de primas pueden ser una guía técnica para
fijar la influencia, y que en caso de duda se interpretan contra el asegurador (Contratto, nº 223);
pero tiene el inconveniente de no considerar el azar moral. En el mismo sentido que Vivante,
De Lalande y Couturier, nº 220.
El sistema argentino es preferible. El apartamiento del juez de las conclusiones de los peritos,
conforme a la regla general de apreciación de la eficacia de los dictámenes periciales, impondría
al juez entrar en polémica con éstos acerca del fundamento actuarial de sus conclusiones, y no
está en condiciones de hacerlo, salvo supuestos excepcionales, o recurrir a un asesoramiento
ajeno a la causa y sin el control de las partes. Naturalmente, el dictamen pericial debe ser
fundado en razones científicas y sus apreciaciones no pueden ser arbitrarias: si lo fueran, cabe
la impugnación.
Zavala Rodríguez critica (ver DJA 29/3/1968 y 26/6/1968) duramente el sistema de
apreciación pericial de la reticencia que consagra el art. 5, sin advertir al lector (especialmente
en el artículo de 26/6/1968) que ese juicio de peritos versa exclusivamente sobre la
trascendencia de la reticencia (probada por cualquier medio de prueba) sobre el contrato de
seguro, y que -como todo juicio, pericial o no- debe ser fundado y razonable (cuando deje de
serlo, será impugnable).
La circunstancia de que el sistema del art. 5 sea único en la legislación universal no significa
que sea desacertado, ya que funcionó satisfactoriamente por más de 100 años en el país (estaba
previsto en el Código de 1862): las leyes no se pueden juzgar por mimetismo, sino por la
eficacia en su aplicación.

(524) C. Nac. Com., 16/5/1918, GF 14-38; 11/5/1925, JA 15-970; 11/4/1930, GF 85-306 y


JA 32-1096; 29/10/1930, GF 89-38 y JA 34-581; 29/12/1930, GF 90-214 y 217 y JA 34-1362
y 1364; 28/4/1931, GF 92-43; 16/12/1932, GF 101-318 y JA 40-618; 29/3/1935, GF 116-11;
12/7/1937, LL 7-990 y JA 59-232; 31/8/1937, LL 8-201; 31/8/1938, LL 12-190 y JA 63-672;
28/8/1946, LL 44-117; 20/9/1947, LL 48-411; 31/10/1947, LL 48-943; 5/10/1951, LL 66-
807, con nota de referencias jurisprudenciales; 23/5/1962, LL 108, fallo 49.292; 8/2/1963,
"Doct. Jud.", 1963, p. 174; 11/9/1964, ED 10-166; 9/4/1965, ED 11-207; 6/10/1965, ED 13-
571; C. Fed. Cap., 28/5/1923, GF 44-211; 19/11/1965, ED 13-578; Trib. Sup. Santa Fe,
26/6/1942, LL 27-774; etc.
Algunos fallos se han apartado de esta orientación:
a) no es esencial cuando la opinión de los peritos no puede llevar a distinta conclusión (C. Nac.
Com., 27/10/1910, "Jur. Trib. Nac.", 1910, p. 1622; 6/6/1928, JA 27-1032);
b) o cuando la apreciación de los hechos está al alcance de todos (C. Nac. Com., 30/12/1918,
JA 2-961).

(525) C. Nac. Com., 6/8/1928, GF 74-12.

(526) C. Nac. Com., 26/10/1915, JA 1-736; 16/5/1918; JA 1-736; 16/12/1926, JA 23-1038.

(527) C. Nac. Com., 5/10/1951, LL 66-807.

(528) C. Nac. Com., 28/8/1946, LL 44-117.

(529) De lo contrario sería ineficaz (C. Nac. Com., 29/12/1930, GF 90-214, y JA 34-1362).

406
(530) Carecería de todo valor (C. Nac. Com., 29/12/1930, GF 90-214 y JA 34-1362).

(531) Segovia, nota 1764; Castillo, nº 22; C. Nac. Com., 6/8/1928, JA 28-165; 29/3/1935, GF
116-11; 31/8/1938, LL 12-190; 14/3/1939, LL 14-87.
Contra: Rivarola, p. 288 y nota 1.

(532) C. Nac. Com., 29/3/1935, JA 49-645.

(533) Lordi, nros. 648 a 650, y en "Assicurazioni", 1935, 1, p. 612.

(534) Lordi, ob. cit., nº 651, y en "Assicurazioni", 1935, 1ª parte, ps. 615 a 617.

(535) Salandra, en "Assicurazioni", 1936, 1, p. 289; Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., I, p. 650.
Donati, Trattato, II, nº 425, sostiene que es un plazo de caducidad o renuncia condicionada de
la acción.
Ver también Garrido y Comas, ob. cit., ps. 315 y ss.; Gasperoni, Nicola, Appunti sulla clausola
d´incontestabilit…, en "Assicurazioni", 1966, 1, p. 133.

(536) Conf.: Capitant, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1930, p. 770, nota 37; Lordi, ob. cit., nº 658.
Contra: Picard, en "Rev." cit., 1932, p. 236; Zavala Rodríguez, ob. cit., nº 1687.
Las pólizas italianas exceptúan la mala fe. Por tal, la jurisprudencia entiende las maniobras
positivas, mas no la reticencia, opinión que apoya Maroi, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1930, p.
443, y 1931, p. 674; Salandra, en "Assicurazioni", 1936, 2, p. 289; e impugnan Lordi, nros. 653
a 656; Mossa, en "Riv. Dir. Comm.", 1933, 1, p. 309; Fanelli, cit. en nota 202, y también
Vivante, Contratto, nº 561. Adde: Gasperoni, en "Assicurazioni", 1944, 2, p. 98; Bianchi
D´Espinosa, en "Assicurazioni", 1958, 2, p. 107; Simonetto, en "Assicurazioni", 1959, 2, p.
260.

(537) Patterson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1930, p. 430.

(538) Fanelli, en Nuovo Digesto Italiano, vº Assic. vita, nº 10.

(539) Lordi, nº 660; Donati, en "Assicurazioni", 1934, 2, p. 25; Fanelli, cit. en nota 202.
El comienzo del plazo es el de la celebración del contrato, si éste no fija otro. Ver Fanelli, en
"Assicurazioni", 1941, 2, p. 139; Salandra, en "Assicurazioni", 1941, 2, p. 215; Boselli, en
"Assicurazioni", 1955, 2, p. 145.
Sobre los efectos del siniestro ocurrido durante el plazo, ver Salandra, en "Assicurazioni",
1942, 2, p. 186; Leone, en "Assicurazioni", 1956, 2, p. 8; La Torre, en "Assicurazioni", 1959, 1,
p. 284; Favara, en "Assicurazioni", 1959, 2, p. 61.

(540) Contra: Donati, en "Assicurazioni", 1935, 2, p. 228.


Ver capítulo IV, § 28 y sus notas 155 y 156.

(541) Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., I, p. 145.

(542) Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., I, p. 654, hallan dificultad en la inexistencia de tarifas
especiales.

407
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V. Voluntad del asegurado

39. Vicios de la voluntad del asegurado.

El asegurado puede impugnar el contrato por vicios de su voluntad, conforme a las reglas de
los contratos; no rige en el punto el art. 5 Ver Texto de la ley 17418 (543) .

(543) Segovia, nota 1764; Besson y Picard, I, nº 113; Bruck, p. 177; Dupuich, nota en DP
1913-2ª parte-289 (5).

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VI. Agentes del asegurador

39 bis. Los intermediarios. Clases.

408
Para obtener contratos, la empresa de seguros recurre normalmente al concurso de los agentes,
dependientes o no, cuya actuación la ley 17418 Ver Texto se ha propuesto regular en cuanto al
contrato, su celebración y ejecución, en los arts. 53 Ver Texto a 55 Ver Texto, en tanto ha
dejado regular a las leyes 20091 Ver Texto y 22400 Ver Texto lo referente a su actividad
profesional, control y sanciones.

Según el punto 11 del art. 102 , ley 11672, t.o. 1962 (hoy derogado por la ley 20091, art. 89 Ver
Texto), la Superintendencia de Seguros debía llevar un registro de agentes de seguros, y los
aseguradores sólo podían recurrir a la intermediación de esos agentes inscritos (544) .
Actualmente rigen los arts. 55 Ver Texto, 59 Ver Texto, 60 Ver Texto y 61 Ver Texto de la ley
20091 y las normas de la ley 22400 Ver Texto.

El agente es quien media o celebra el contrato de seguro. Se diferencia del empleado en que
soporta el resultado de la gestión, siendo indiferente que reciba o no órdenes -ya que al agente
se le imparten instrucciones- o que perciba subvenciones o se le asegure una remuneración
mínima (545) .

No hay un concepto fundamental que autorice una teoría unitaria. Se dividen en dos
categorías: agentes institorios (art. 54 Ver Texto) y agentes no institorios o dependientes (art.
53 Ver Texto), según que expresa o tácitamente estén o no autorizados a emitir pólizas y
celebrar contratos. Los primeros tienen una actividad jurídica; los segundos, una esencialmente
material, salvo algunos actos jurídicos secundarios (percepción de primas, recepción de
declaraciones, por ejemplo) (546) .

Es muy importante la apariencia con que el agente actúa en público (547) , porque se halla en
situación análoga a la de un factor de comercio (548) .

El asegurador responde no sólo por los actos autorizados expresamente, sino también por los
comprendidos implícitamente. La aquiescencia con un acto del agente, en exceso de sus
poderes, autoriza al asegurado a considerarlo facultado para ese acto en contratos o diligencias
futuras (549) ; además de las facultades que le atribuye la costumbre (550) .

409
40. Agente institorio: facultades (551)

Las facultades del agente de celebración o institorio se extienden a todos los actos
pertenecientes y útiles para el comercio del principal (arts. 54 Ver Texto y 55 Ver Texto).
Puede por esto percibir primas, conceder esperas, otorgar recibos, recibir declaraciones de
cambio y agravación de los riesgos, rechazar propuestas de contratos, su prórroga o rescisión;
modificar los contratos en curso, recibir las declaraciones de siniestros, liquidar los daños, etc.
Incluso se puede apartar de las condiciones generales, aceptar riesgos excluidos o no previstos
(art. 54 Ver Texto). Este mandato no halla más limitación que la resultante del interés efectivo
del asegurador. La violación de las instrucciones del asegurador lo responsabilizan frente a éste,
pero no son oponibles al asegurado. En una palabra, la facultad de celebrar contratos hace
presumir en el agente las facultades para ejecutarlo: liquidar los daños, transar sobre ellos, estar
en juicio, pagar, etc. (doctrina de los arts. 54 Ver Texto y 55 Ver Texto) (552) : se trata de un
factor.

Las facultades pueden resultar limitadas por las condiciones generales de la póliza, y oponibles
por ello al asegurado, ya que elimina su buena fe, por dolo o por su negligencia en conocer la
verdad (553) , pero sólo respecto a los actos posteriores a la emisión de la póliza: en la
apreciación es muy importante la conducta del agente y la del asegurador, por lo cual sólo
caben soluciones de principio, sometidas a las condiciones de hecho concurrentes. Estas
limitaciones sólo son admisibles en la medida en que se pueden conciliar con la naturaleza de la
preposición, e inadmisibles las que suprimirían sus características. Sraffa contrapone, a este
efecto, los actos pertenecientes al ejercicio del comercio a los actos necesarios a ese ejercicio
(554) - (555) . El público ignora tales limitaciones, por lo cual su actuación obliga al asegurador
"todas las veces que los terceros pueden razonablemente creer que el agente tenía calidad para
obrar en nombre del asegurador, aun cuando en la realidad haya excedido sus poderes" (556) .

Las limitaciones de sus poderes deben ser inscritas en el Registro Público de Comercio (art.
138 Ver Texto, CCom.), y si no fuese factor por aplicación del art. 36 Ver Texto del mismo
código. Sus limitaciones pueden referirse: a) a la rama; b) al territorio o zona de actuación; c) a
sus facultades.

La frase final del art. 54 Ver Texto de la ley 17418 se debe entender en sentido amplio: bienes
existentes en la zona o intereses asegurables pertenecientes a las personas que ahí tengan su
residencia habitual (557) .

410
41. Agente dependiente: facultades.

Los agentes dependientes cumplen una tarea esencialmente material, salvo alguna accesoria,
como es la de percibir las primas si se hallan en poder de un recibo del asegurador (art. 53 Ver
Texto). Sus facultades se determinan por el art. 53 Ver Texto y los usos (558) : deben percibir
las primas en las condiciones indicadas, retrasmitir las informaciones de la agravación de los
riesgos y denuncias de siniestros, entregar los instrumentos emitidos por el asegurador, recibir
propuestas de celebración o de modificación de contratos, etc. (559) .

Es práctica universal establecer en la póliza que el agente no puede alterar o modificar las
condiciones del contrato (560) , ni celebrarlo, o rescindirlo o rehabilitarlo, y se le califica de
mero intermediario (561) ; esta cláusula es eficaz respecto de los actos posteriores, subordinada
esta eficacia a la práctica o conducta del asegurador al respecto.

Puede llenar la oferta por el asegurado, en su calidad de agente, porque facilita los negocios
(supuestos del asegurado analfabeto o incapaz de comprender el formulario). El asegurador
que lo tolera, que no veta esta colaboración, implícitamente comprende la tarea entre sus
funciones. Si el agente, en esta tarea, en ignorancia del asegurado, calla una circunstancia
esencial del riesgo, el asegurador no puede alegar reticencia (562) . Si la oferta, redactada por el
agente, es firmada por el asegurado, le incumbirá probar que ha sido víctima del engaño del
agente, que no pudo verificar la exactitud de cuanto escribió (por ejemplo, por su condición de
analfabeto, o su estado de enfermedad, etc.). Si el asegurado se complicó con el agente en la
maniobra, ya no puede alegar la conducta de éste (563) .

Sus promesas o garantías -especialmente en cuanto se refiere a la aplicación de las sanciones


pactadas- no obligan al asegurador (564) , como tampoco los falsos consejos para celebrar el
contrato (565) .

411
Mas si se alega la nulidad o ineficacia de la póliza, el asegurador no puede invocar sus cláusulas
para limitar las facultades del agente: en tal caso, su extensión se decidirá por las reglas
supletorias (566) .

No es hábil para recibir notificaciones sobre la agravación o el cambio del riesgo (art. 53 Ver
Texto) (567) : si las recibe, actúa como un mero buzón, salvo que por su actuación, consentida
o tolerada por el asegurador, se pueda establecer una autorización.

42. Responsabilidad del asegurador por la conducta del agente.

El asegurado tiene derecho a impugnar el cuestionario o la oferta si lo ha suscrito por


maniobras dolosas del agente (568) , impugnación extensible al contrato, si media dolo del
agente (569) .

El asegurador responde hacia el asegurado por las culpas cometidas por el agente en el
desempeño de sus tareas, como cualquier otro principal (570) , aunque no exista vínculo
laboral.

Si el agente se halla autorizado para percibir primas, el asegurador no puede discutir el pago
(571) . El

art. 53 Ver Texto, ap. c, requiere la posesión del recibo del asegurador; la entrega de la póliza,
por sí sola, si no hace referencia al pago de la prima o no incluye cláusula que vale recibo de la
prima, no presume la autorización, porque el art. 30 Ver Texto, último párrafo, presume para
este caso -entrega de la póliza sin cobrar la prima- la concesión de plazo para el pago (572) .

El agente o comisionista que endosa los pagarés recibidos en pago de las primas no es
responsable hacia el asegurador, si no media una convención especial de garantía (573) .

412
La compañía es responsable de lo actuado por su agente respecto de otros aseguradores (574) .

El asegurador está obligado a reembolsar al agente sus gastos de propaganda, instalación, etc.
Pero revocada esa autorización para actuar por el asegurador, éste nada adeuda si esos gastos
no le son útiles (575) . Extinguida la relación, el agente debe entregar el archivo de la agencia
inmediatamente (576) .

Conserva su derecho a comisión por los pagos posteriores a su cesantía, por contratos hechos
por él: es la compensación adquirida por su intervención en el negocio. Pero no tiene derecho
a ella sobre las primas devengadas con posterioridad, porque desaparecen estas razones:
percepción de las primas, relaciones con el cliente, liquidación de siniestros, etc. (577) .

43. Corredores.

El corredor de seguros se diferencia del agente en que sólo una de las partes le confía
ocasionalmente la celebración del contrato; mientras que el agente es un encargado permanente
del asegurador a ese efecto (578) - (579) .

El corredor que actúa por el asegurado se limita a recoger la oferta o la demanda, y trasmitirla,
como cualquier otro corredor (580) : no representa al asegurador, por lo cual el pago de la
prima que reciba no es un pago hecho al asegurador (581) .

44. El médico en los seguros de personas.

413
En los seguros de personas, los aseguradores utilizan los servicios de otro dependiente, el
médico. No es un representante que actúa en nombre del representado, sino un locador de
obra o de servicios, un técnico de la confianza del asegurador, encargado de una tarea limitada
y objetiva (582) .

El examen del médico no sana la reticencia cometida por el asegurado, aunque medie culpa o
impericia de aquél (583) . Pero el asegurado no incurre en violación de sus deberes si el médico
no reproduce exactamente sus declaraciones, y no está en condiciones de controlarlo (584) .

El asegurador es responsable hacia el asegurado por los actos culposos del médico en el
desempeño o con motivo de la función encomendada: lesiones en la revisación, por ejemplo
(585) .

44 (a.1). Regulación legal de la actividad de intermediación en el seguro en nuestro país.

En la actualidad, la actividad de intermediación en el contrato de seguro aparece regulada,


fundamentalmente, por tres leyes: la Ley de Seguros, 17418 Ver Texto, la Ley de Aseguradores
y su Control, 20091 Ver Texto, y la Ley de Productores-Asesores de Seguro, 22400 Ver Texto.

Estas normativas emplean distintas denominaciones, que contribuyen a aumentar las


dificultades de categorización, ya de por sí compleja, de aquellos a quienes se suele abarcar con
la denominación de "agentes de seguro". La Ley de Seguros habla de "auxiliares",
"productores" y "agentes"; la ley 20091 Ver Texto, de "intermediarios", "productores" y
"agentes"; por su parte la ley 22400 Ver Texto hace referencia a "productores-asesores", a
quienes a su vez califica en las especies de "directos" y "organizadores" e, implícitamente, los
ubica como "intermediarios" al definir su tarea como "actividad de intermediación".

Vemos, así, que la única denominación común que aparece en los tres cuerpos legales citados
es la de "productor" (a la cual la ley 22400 Ver Texto añade la calificación de "asesor"), nombre
con el cual, por otra parte, se los acostumbra a llamar en nuestro país.

414
Ante esta diversidad de denominaciones surge el interrogante de si se está mencionando una
misma actividad y, sobre todo, si esos nombres y esas leyes contemplan el fenómeno desde un
mismo punto de vista, o bien se refieren a diversos enfoques del tema.

Por un lado, ya se ha señalado, en el texto principal de esta obra (§ 39 bis y ss., en este
capítulo), que quienes intermedian en la celebración de un contrato de seguro pueden presentar
diversas características, ya sea que tengan o no facultad de representación activa y pasiva, o
ambas, del asegurador, o bien se limiten, en cambio, a tareas de índole preponderantemente
material; que pueden estar íntimamente ligados a la estructura empresarial del asegurador (sea
con relación de dependencia o de manera independiente) o no; que actúen con exclusividad o
bien se desempeñen para varios aseguradores simultáneamente; que posean un vínculo con
éstos que tenga mayor o menor permanencia, o se trate de relaciones esporádicas; que actúen
mediante una estructura empresarial propia capaz de llegar a revestir la apariencia de una
modalidad de descentralización administrativa del asegurador respecto del cual actúa, o bien se
limiten tan sólo a emplear un portafolio (de allí la expresión "cartera" de seguros) (586) como
único elemento material del que se vale para su operatoria diaria; que empleen a terceros que
colaboren con ellos, como simples dependientes, o bien, cuando ostenten la calidad de
"productores-asesores organizadores", que instruyan, dirijan y asesoren a "productores-
asesores directos"; que actúen en forma aislada o bien conformando sociedades.

Cabe, entonces, intentar establecer de qué manera regulan los distintos cuerpos legales
precedentemente mencionados a los intermediarios del seguro y aun a los del reaseguro.

44 (a.2). Aspectos de la regulación.

Consideramos que se pueden distinguir dos grandes aspectos en dicha regulación:

1) el resultante de la Ley de Seguros, 17418 Ver Texto, que disciplina la faz "externa" o de
representación que el intermediario puede llegar a ejercer, respecto del asegurador, en sus
relaciones jurídicas con el asegurado (intermediario como "representante", con mayor o menor
amplitud en tal calidad);

2) el que deriva de la ley 20091 Ver Texto y, en especial, de la ley 22400 Ver Texto, que regulan
la actividad del productor, a quien considera en sí mismo (calidad profesional, al fijar los
requisitos que debe llenar para acceder a dicha labor, sus deberes y responsabilidades, sus
derechos, etc.), ya como agente del asegurador (ejecutante de actos "materiales" o de naturaleza

415
económica, propios de la actuación de tales intermediarios), ya como asesor del asegurado
(587) .

Es esta diversidad de aspectos, puesta de relieve por el plano de la realidad práctica, la cual a
veces da lugar a algunas imprecisiones y oscuridades a la hora de determinar categorías
conceptuales y brindar solución a problemas concretos que se suscitan a causa de la actuación
de los intermediarios en el seguro.

44 (a.3). Los intermediarios en la Ley de Seguros, 17418 Ver Texto.

En este lugar nos limitaremos a efectuar algunas referencias complementarias relativas a la


regulación contenida en la Ley de Seguros (arts. 53 Ver Texto a 55 Ver Texto), pues lo
relacionado con las calidades profesionales de los intermediarios ha sido analizado antes
[capítulo II, § 101 (a) y siguientes].

Al respecto cabe señalar que la Ley de Seguros, 17418 Ver Texto distingue dos especies de
intermediarios:

a) aquellos que, en el art. 53 Ver Texto, con el título de "auxiliares", menciona como
"productores" o "agentes" de seguro; autorizados para la intermediación, les son determinadas
sus facultades "con respecto a las operaciones en las cuales intervienen";

b) quien, bajo una figura específica, la ley denomina "agente institorio", al cual también le
establece determinadas facultades y límites.

Como ya señalamos, se busca en ambos casos regular la función de representación que los
intermediarios puedan ejercer, respecto del asegurador, hacia terceros. En el del "agente
institorio", tal función aparece explícita en la norma del art. 54 Ver Texto, que hace referencia
al supuesto en que el asegurador designa un representante o agente "con facultades para actuar
en su nombre" y celebrar contratos, y le aplica supletoriamente las reglas del mandato (en el
caso, un mandato general, para actuar en las distintas contrataciones que se vayan suscitando
por medio de él, aunque contenga limitaciones). La norma del art. 55 Ver Texto completa el
sistema al disponer que el conocimiento del representante o agente institorio, en cuanto a los
casos indicados en el art. 54 Ver Texto, "equivale al del asegurador", en referencia a los seguros
que está autorizado a celebrar.

416
La distinción de los arts. 53 Ver Texto y 54 Ver Texto se halla, en forma análoga, establecida
con frecuencia en el derecho comparado. Lo habitual es que se denomine "agente" a quien
tiene la representación de la aseguradora -se requiere en algunos casos la exclusividad-, en tanto
que a quien se limita a conectar negocialmente a las partes se lo denomina "corredor" o
"mediador". P.ej.: la ley 9/92, de mediación en seguros privados, española, en el art. 1 expresa
que su normativa tiene por objeto regular las condiciones en las cuales se debe ordenar y
desarrollar la "actividad mercantil de mediación en seguros privados"; y en su art. 2 se señala
que dicha actividad "comprenderá la mediación entre tomadores del seguro y asegurados, de
una parte, y las entidades aseguradoras autorizadas para ejercer la actividad aseguradora
privada, de otra"; agrega que también incluye "la promoción y asesoramiento preparatorio de la
formalización de contratos de seguro y la posterior asistencia al tomador del seguro, al
asegurado o al beneficiario". El art. 6 define al "agente de seguros" como la persona física o
jurídica que, mediante la celebración de un contrato de agencia con una entidad aseguradora
para desarrollar esa actividad (contrato escrito y de carácter mercantil, que impone a las partes
un "deber recíproco de lealtad" -art. 7- y al cual supletoriamente se aplicarán las normas del
contrato de agencia), se compromete ante ésta a realizar la actividad de mediación en seguros
privados, exigiéndosele, en principio, exclusividad, salvo autorización del asegurador para
operar simultáneamente con otra aseguradora -art. 8-). En su documentación y en la publicidad
que realicen los agentes de seguros deberá figurar la expresión "agente de seguros" o "sociedad
de agencia de seguros", en su caso, indicando asimismo para qué aseguradora actúan y el
número de registro otorgado por ésta (art. 10). Las comunicaciones y pagos que efectúe el
tomador del seguro al agente que haya mediado en el contrato surtirán "los mismos efectos
que si se hubiesen realizado directamente a la entidad aseguradora" (art. 10). El art. 14 define al
"corredor de seguros" como la persona física o jurídica que realiza la actividad mercantil de
mediación en seguros privados, "sin mantener vínculos que supongan afección con entidades
aseguradoras o pérdida de independencia respecto de éstas", quien proporcionará asimismo
"asesoramiento imparcial" sobre las condiciones del contrato y coberturas adecuadas a quienes
requieran el amparo de sus riesgos, deber que se extiende a la prestación de asistencia y
asesoramiento en caso de producido el siniestro. En su documentación y publicidad deberán
consignar la expresión "corredor de seguros" -o "correduría de seguros", si se trata de personas
jurídicas-. El pago de prima efectuado al corredor no se considera realizado al asegurador,
salvo que se entregue recibo de éste. Para el otorgamiento de autorización al corredor, a fin de
que pueda actuar como tal, se exige, entre otros requisitos, estar en posesión de diploma de
"mediador de seguros titulado" y la contratación de un seguro de responsabilidad civil (art. 15).
Sobre dicha normativa se puede ver: Tirado Suárez, Francisco Javier, Comentarios a la nueva
ley de mediación en seguros privados, 1992, Madrid.

En Francia se distingue entre agentes generales de seguros, mandatarios de la compañía de


seguros para la cual actúan, y el corredor (courtier) de seguros, que vincula a los tomadores de
seguros con las empresas aseguradoras, los asesora respecto de las coberturas y, en caso de
siniestro, les presta su ayuda y colaboración. El agente, que no reviste carácter de comerciante,
actúa en exclusividad hacia la compañía, que ésta le retribuye asignándole zonas de actuación.
El courtier es considerado un comerciante (art. 632, Código de Comercio francés), sujeto a las
obligaciones de tal: se debe matricular, llevar contabilidad, y su actividad puede ser ejercida en
forma independiente, por una persona física o sociedad comercial. Su correspondencia y

417
publicidad tiene que estar encabezada por el nombre de la persona o sociedad actuante en tal
carácter, indicar el asiento del tribunal ante el cual se matriculó, su número de inscripción y la
garantía o seguro de responsabilidad civil: es un intermediario de seguros sometido a las
condiciones de habilitación establecidas en la reglamentación (Naimi, Jean-Charles, Le
courtage d´assurance, 1995, Paris, ps. 41 y ss.). Algunos los consideran mandatarios del
asegurado y no de la aseguradora (Deschamps, Jacques, L´agent général d´assurances, 1975,
Paris, n_ 2, p. 16).

En Italia se ha dicho que las dos figuras principales son los agentes, auxiliares de la empresa
aseguradora, y los mediadores (o brokers) de seguros y reaseguros, auxiliares que
preponderantemente tutelan los intereses del asegurado. Han sido objeto de específica
regulación, que subordina el ejercicio de la actividad a la inscripción en el registro, previa
prueba de idoneidad y otros requisitos: dicha inscripción y la regulación tienen por finalidad
garantizar la calificación profesional y el correcto ejercicio de la actividad. Agente de seguros es
la persona física o jurídica que asume con carácter permanente el encargo, de una empresa de
seguros, de promover la conclusión de contratos asegurativos por cuenta de ésta (adquisición
de cartera), en una zona que le ha sido asignada (aunque no necesariamente en exclusividad),
debe seguir las directivas que le imparta dicha empresa, la cual tiene derecho a controlar su
operatoria, y es compensado con comisión. El agente no tiene facultad de concluir el contrato
en nombre del asegurador, salvo que éste lo haya facultado expresamente. Si posee tal
autorización, se presume que puede también acordar modificaciones y la resolución del
contrato, como asimismo ejercer la representación procesal activa y pasiva respecto de juicios
relativos al cumplimiento de obligaciones emergentes de actos realizados en ejercicio del
mandato, y solicitar medidas precautorias y actos conservatorios de los derechos del
proponente. Se trata de un colaborador autónomo del asegurador, que actúa a su propio riesgo
y que si emplea medios materiales y personas, asume carácter de empresario comercial (Donati,
Antigono, y Volpe Putzolu, Giovanna, Manuale di diritto delle assicurazioni private, 1995,
Milano, capítulo X, n_ 1, ps. 79 y ss.). La agencia representa, dentro de la estructura de la
aseguradora, una unidad fundamental de venta, y reviste a veces cierta autonomía funcional. El
agente es, en sí mismo, un empresario, y no puede, entonces, ser equiparado al intermediario,
que actúa en forma autónoma, ni al trabajador subordinado. La normativa general del contrato
de agencia (arts. 1742/1752, Código Civil Comercial italiano) se le aplica sólo en cuanto no se
halle derogada por otras normas legales, o por los usos, y en tanto resulten compatibles con la
naturaleza de la actividad asegurativa (art. 1753), ya que su actuación presenta particularidades
que lo distinguen de la figura del agente en general: no se limita a lograr la conclusión del
contrato, sino que, atento al carácter de "contrato de duración" que reviste el seguro, su
gestión se extiende a actividades dirigidas a la administración y conservación de la cartera de
seguros y a la ejecución de los contratos, lo cual incide en el avviamento. Así, debe evitar que
se produzca la cancelación de contratos, de forma que la cartera se mantenga cuanto menos
intacta, actualizando las coberturas y ajustándolas a las nuevas necesidades, y tratar de que los
premios sean pagados oportunamente; al momento del siniestro recibe las denuncias y debe
trasmitirlas a la empresa aseguradora tempestivamente, etc. (Casali, Luciano, L´agente e il
broker di assicurazione, 1993, Milano, capítulo II, nos. 1 y 1.2, ps. 16 y 24).

Pero aun en el caso del "productor o agente" meramente "autorizado para la mediación" por el
asegurador, el enfoque aparece proyectado hacia el tema de la representación, y si bien la

418
normativa legal pareciera adjudicarle simples funciones "materiales" (tales como recibir
propuestas, entregar pólizas y otros instrumentos elaborados por el asegurador, aceptar pagos
de primas si está en poder del recibo otorgado por éste), tales actos materiales están
formulados en un contexto que se refiere a la actuación representativa. Es que la finalidad de la
norma del art. 53 Ver Texto, LS., no es otra que intentar delimitar un área -mínima- de
representación al productor. Si los enunciados tuviesen un sentido exclusivamente "material"
no habría motivo para expresarlo en la ley, y mucho menos enunciarlos como "facultades" del
productor. No se está, entonces, ante un mero "buzón" o medio de relación material
(recepción, trasporte y entrega de papeles), sino ante una actuación con aptitud de
representación respecto del asegurador ante terceros (aunque muy limitada), lo cual origina que
los actos comprendidos en esa especie se consideren como si hubiesen sido cumplidos por el
propio asegurador.

Lo dicho no obsta a que se reconozca que las facultades concedidas por la ley en este caso
resultan más que limitadas:

1) Recibir propuestas de celebración y modificación no tiene gran trascendencia, por cuanto, al


tratarse precisamente de ofertas, su recepción material no implica aceptación de ellas ni, mucho
menos, la celebración del contrato o la aceptación de la modificación propuesta: se requiere la
aceptación del asegurador (art. 4 Ver Texto, 2º párr., LS.); y atento a la naturaleza de contrato
entre ausentes que caracteriza al de seguro, dada la falta de simultaneidad entre propuesta y
aceptación, mientras dicha propuesta no sea aceptada por el asegurador carece de fuerza
vinculatoria respecto de éste.

2) La segunda "facultad" otorgada por el art. 53 Ver Texto, LS., muestra un carácter
preponderantemente "material": la entrega de pólizas y suplementos relativos al contrato de
seguro, que normalmente constituyen la forma en que se exterioriza la aceptación de la
propuesta, por parte del asegurador, la cual cierra el circuito negocial.

3) La tercera de las facultades concedidas por la norma en análisis posee algún contenido
representativo mayor, al permitir al intermediario que "acepte el pago" a nombre del
asegurador, cuando posea recibo de éste, lo cual otorga fuerza cancelatoria a tal pago, aspecto
muy importante en lo inherente al mantenimiento de la cobertura relacionado con la
integración oportuna de la prima; se evita con ello que tenga lugar la suspensión de la
cobertura por falta de adecuado pago de esa prima. La circunstancia de que la firma del
asegurador sea "facsimilar" en nada modifica la cuestión, puesto que en virtud del texto legal se
considera documento con igual grado de eficacia que uno con firma manuscrita, concesión
hecha por el legislador ante las necesidades de celeridad requeridas por la moderna
contratación en masa.

La representación que estudiamos está postulada por la norma respecto del asegurador y no del
asegurado, lo cual refuerza la idea que propone, como interpretación válida del precepto, que el
productor está aquí considerado como "agente del asegurador", como integrante del equipo de

419
promoción para la celebración de contratos de seguro, de carácter estable y remunerado,
actuación típica en todo agente comercial.

Si bien el art. 53 Ver Texto dice que el productor "sólo está facultado" a realizar las actividades
que allí se describen, cabe señalar que, pese a lo enfático del texto, pensamos que las facultades
representativas del intermediario son pasibles de ampliación y que tal incremento de aptitudes
puede tener lugar ya en forma expresa, ya de manera tácita. En la expresa, como lo demuestra
el art. 54 Ver Texto, LS., al regular el "agente institorio", a quien el asegurador ha facultado
para actuar en su nombre, y al cual le aplica las reglas del mandato; tácita cuando el agente
desarrolla en forma pública, ostensible, habitual y no objetada, funciones o actos que
impliquen una situación de representación, como más adelante se señala.

Esta última hipótesis es rica en efectos jurídicos y ha servido para que la jurisprudencia fuera
dando respuesta a situaciones propias de la actividad de los intermediarios en la realidad diaria,
que no encontraba debida ubicación en la estrecha normativa legal del referido art. 53 Ver
Texto, LS. Es que las funciones que ordinariamente cumplen los intermediarios del seguro en
nuestro medio desbordan el limitado catálogo que enuncia el precepto legal mencionado,
devenido notoriamente insuficiente y, por lo tanto, desajustado con relación a las situaciones
concretas que pretendía gobernar jurídicamente.

En cuanto al denominado "agente institorio", regulado en el art. 54 Ver Texto, LS., es definido
como aquel "representante o agente del asegurador con facultades para actuar en su nombre",
a quien dicho asegurador designa expresamente en calidad de representante, y agrega que se
aplican las reglas del mandato, mención que, consideramos, está enfocada a fijar un marco de
referencia en el cual se inserta la figura y del cual extraer las soluciones que correspondan en
los supuestos no contemplados expresamente en el apoderamiento, situación análoga a aquella
que se regula en el art. 1870 Ver Texto del Código Civil, cuando extiende las reglas del
mandato a las representaciones necesarias (padres, tutores, curadores, etc.) y a las
representaciones de corporaciones y fundaciones, etc., casos en los cuales no se está ante
mandatarios stricto sensu. Por otra parte, atento a la clase de actividad que desarrolla el agente,
se trata de un mandato de índole comercial (arts. 8 Ver Texto, inc. 6, y 223 Ver Texto, CCom.).
Por tal motivo, también, la designación de tales agentes y las limitaciones a las cuales hace
referencia el art. 54 Ver Texto, LS., deben ser inscritas en el Registro Público de Comercio (art.
36 Ver Texto, inc. 4, y arg. arts. 133 Ver Texto y 147 Ver Texto, igual código).

La ley no establece por sí misma facultades específicas de las cuales goce el agente institorio en
todos los casos, pero realiza una interpretación, supletoria, de algunas de sus posibles variantes.
Así, si se tiene la facultad de celebrar seguros, se posee también la de pactar modificaciones o
prórrogas del contrato, como también la de recibir notificaciones y formular declaraciones de
rescisión de él, salvo limitación expresa en contrario. Y si la designación está referida a una
zona determinada, sus facultades se limitan a negocios o actos jurídicos que se refieran a
contratos de seguro respecto de cosas que se hallen en esa zona, o de personas que tengan en
ella su residencia habitual.

420
La facultad de recibir notificaciones es inherente a la representación pasiva del asegurador y se
limita a las que estén referidas al contrato de seguro, sea en lo relativo a su forma o contenido
(p.ej., arts. 11 Ver Texto y 12 Ver Texto), sea a sus aspectos intrínsecos (p.ej., agravaciones del
riesgo, art. 38 Ver Texto), o bien a su faz de ejecución, ya se trate de cuestiones que acaezcan o
cargas que deban ser cumplidas antes o después del siniestro.

Jurisprudencia

Con relación al art. 54 Ver Texto de la Ley de Seguros se ha decidido que el "agente institorio"
es un representante comercial a quien el asegurador faculta expresamente para realizar uno o
varios actos jurídicos en su nombre y representación; se debe instrumentar el acto institorio,
por el cual se designa al agente y se mencionan taxativamente las facultades que su mandante le
otorga, en el mismo contrato de agencia o por separado. El contrato de agencia de seguros en
general -contenga la cláusula institoria o no- responde a la categoría de los contratos celebrados
de empresa a empresa, lo cual supone, no sólo para el asegurador sino también para el agente o
productor de seguros, ser titular de una organización empresarial cuyo objeto es el de
promover negocios para el primero, contando para ello con los elementos necesarios de
capital, dirección y trabajo, independientemente de revestir o no el carácter de institorio o no
institorio (C. Nac. Com., sala C, 21/9/1992, "Ruiz, Héctor F., v. La Defensa Cía. de Seguros
S.A." Ver Texto, LL 1993-E-438).

Pero, por otra parte, se ha dicho que si bien es cierto que el art. 53 Ver Texto de la ley 17418
limita las atribuciones del productor-asesor conforme a la enumeración que esa norma
establece, ello no importa decir que, en los hechos, el asegurador no pueda modificar las
facultades que allí se enumeran y originar en el asegurado de buena fe la creencia de que el
productor-asesor se hallaba dotado de ellas. El concepto de "buena fe-creencia", dentro del
campo jurídico, se ofrece en virtud de la adquisición de derechos que, si adolecen de vicios, al
provenir de actos cumplidos de buena fe cubren sus deficiencias -por ejemplo, en la
representación- en beneficio de quien la posee. La buena fe reemplaza, en su potencia
creadora, los elementos objetivos considerados necesarios para la validez del acto, y tiene la
energía de dar al hecho la fuerza del derecho mismo. De este modo se protege al adquirente
del derecho en atención a su buena fe, que lo alcanza a pesar de no tenerlo el disponente; y esta
adquisición de un no titular no se ha de considerar derivada, sino originaria, porque nace en
cabeza de un tercero -en el caso, el asegurado-, a pesar de que el derecho competía al titular y
no al disponente. De este modo, el tercero adquiere el derecho en forma originaria. No
obstante, la aplicación de la "buena fe-creencia", en especial con relación a la representación
aparente, merece algunas aclaraciones, porque no corresponde exagerar la influencia de aquélla
convirtiendo los derechos en meras creencias, lo cual implicaría confundir los derechos con
una de sus fuentes que, por lo demás, reviste una naturaleza subsidiaria, ya que atempera los
rigores de ciertos principios absolutos como el "nemo dat quod non habet". Es necesario,
entonces, que haya un fundamento real y serio para la formación de tal creencia, para cuya
determinación es menester comprobar el valor de los factores externos, dado que los hechos,
según se hayan manifestado, son los que deben provocar la apariencia del derecho; y, por otra
parte, aquel a cuyo cargo se ponen los efectos de la apariencia debe haberla originado de un

421
modo a él imputable, en tanto que la parte beneficiada habrá confiado razonable y
normalmente, observando la diligencia del tráfico, de modo que no se podrá alegar cuando el
desconocimiento del verdadero estado de cosas provenga de una negligencia culpable (C. Nac.
Com., sala B, 18/12/1986, "Badell, Jacinto F., v. Compañía de Seguros Unión Comerciantes"
Ver Texto, en "RJASER", n_ 17/20, p. 298).

44 (a.4). Conclusiones.

La normativa de los arts. 53 Ver Texto a 55 Ver Texto devino, en rigor, inapropiada para
atender las reales manifestaciones que muestra la intermediación en el seguro en nuestro país,
conforme a las características con que opera en nuestro ámbito, motivo por el cual la
jurisprudencia debió ir construyendo una conceptuación más ajustada a tales manifestaciones,
en las cuales, con frecuencia cotidiana, aparecen formas de representación del asegurador por
el lado de los intermediarios. Tal construcción se basó, fundamentalmente, en dos pautas: por
una parte, la figura del mandato tácito regulada por el art. 1874 Ver Texto, CCiv., resultante de
la realización de actos, por el intermediario, a nombre del asegurador, ante la vista y paciencia
de éste e, incluso, con su conformidad, resultante también de actos concretos que suponen un
acuerdo implícito (p.ej., el pago de comisiones por determinada actuación); y, por la otra, de
los efectos de la apariencia creada por el intermediario, a menudo apoyada de diversas formas
por el asegurador, quien proporciona elementos que crean en los asegurados la impresión de
hallarse ante modos de descentralización administrativa de la compañía (por el empleo del
nombre del asegurador en oficinas, carteles, papelería, logotipos, publicidad y la actuación
misma en actos propios de la actividad de ese asegurador, llevados a cabo en forma habitual -
recepción de propuestas de seguro y de denuncias de siniestro, realización de inspecciones,
otorgamiento de coberturas, cobro de primas, a veces con recibos con el membrete del
asegurador, pago de siniestros, etc.-, circunstancia que se intensifica en zonas rurales o
localidades pequeñas y alejadas).

Se quiere privilegiar la buena fe, aspecto que, en el seguro, reviste especial importancia, por sus
peculiares características (588) .

Jurisprudencia

Sobre esta temática se ha resuelto que si bien es cierto que sólo los actos celebrados por
agentes institorios, en tanto receptores de la representación del asegurador, obligan al principal,
ello no se puede entender como limitación absoluta, ya que encuentra importantes excepciones
derivadas de los principios de la apariencia y de la buena fe. De esta manera, más allá de las
facultades que la ley concede a los agentes institorios, toda vez que haya un mandato tácito

422
resultante de la apariencia con que éstos actúan a la vista del asegurador, este último será
responsable en los términos del art. 1874 Ver Texto del Código Civil. Si existen irregularidades
en el proceder del agente, ello es responsabilidad de la aseguradora, toda vez que ésta lucra con
tal actividad de gran repercusión pública, para la cual tienen la obligación de elegir
cuidadosamente a sus agentes, generadores de esperanza y confianza públicas. Así resulta de
los clásicos desarrollos, determinantes de una orientación hoy predominante, que privilegian la
apariencia en beneficio de terceros ("Quien crea una apariencia se hace prisionero de ella" -
Josserand, Derecho civil, t. 11, vol. I, p. 393, n_ 512-).

Por ello, si la aseguradora facilitó al productor los formularios de recibo con su membrete, el
asegurado no está obligado a ir más allá respecto de las atribuciones de aquél que aquellas que
impongan las exigencias de la buena fe y una diligencia razonable, atento a que es posible crear
una apariencia de mandato en esa relación entre asegurador y productor que no puede ser
utilizada en perjuicio del asegurado. Por ello, si la conducta del asegurador ha sido tal como
para darle al asegurado fundamentos razonables para creer, de buena fe, que el agente
(productor) tenía realmente los poderes ejercidos, está impedido de afirmar que eran falsas las
apariencias creadas por su propia conducta y no puede sostener que el agente actuó sin
facultades, porque el asegurador responde no sólo por los actos autorizados expresamente,
sino también por los comprendidos implícitamente.

En esa misma línea se decidió que se debe proteger la buena fe-creencia, manifestada en la
confianza depositada en la apariencia: ello surge del hecho de que el accionante tenía con el
mismo agente y la misma aseguradora otros seguros. Por tanto, el ordenamiento jurídico
protege, mediante sus principios generales, la buena fe en la realización o subsistencia de un
estado jurídico efectuado mediante negocio jurídico que no se basa sólo en una declaración de
voluntad, sino en la apariencia de una situación jurídica. Para que tenga lugar ese efecto, aquel a
cuyo cargo produce efectos tal apariencia debe haberla producido o mantenido de modo a él
imputable, y la otra parte debe haber confiado en esa apariencia. La consecuencia de ello es que
se ha de considerar realizado o subsistente el efecto jurídico de que se trata. En estos casos de
responsabilidad por la apariencia jurídica se está ante una responsabilidad emanada de la
confianza, complemento de la responsabilidad derivada de los negocios jurídicos (C. Nac.
Com., sala B, 19/11/1998, "Carollo, José, v. Acuario Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL,
fallo 100.226; misma sala, 27/2/1992, "Quisi, Adrián O., v. Omega Cooperativa de Seguros
Limitada" Ver Texto; y sala C, 16/2/1979, JA 1979-III-229). El principio por el cual sólo los
actos de los agentes o productores de seguros que revisten la categoría de institorios (en tanto
ostentan la representación del asegurador) obligan a su principal, y los de los agentes "no
institorios" lo harán en la medida en que hayan obrado con facultades suficientes, no puede ser
entendido de modo absoluto, ya que hay importantes limitaciones derivadas del principio de la
apariencia jurídica y del de la buena fe. Así, toda vez que haya un mandato tácito resultante de
la apariencia con que actúa el agente en sus relaciones con los asegurados a la vista del
asegurador, este último resultará responsable en virtud de lo dispuesto por el art. 1874 Ver
Texto del Código Civil (C. Nac. Com., sala A, 6/12/1984, ED 114-613). Si bien es cierto que
el art. 53 Ver Texto de la ley 17418 limita las atribuciones del productor-asesor conforme a la
enumeración que esa norma legal establece, ello no importa decir que, en los hechos, el
asegurador no pueda modificar las facultades que allí se indican y crear en el asegurado de
buena fe la creencia de que el auxiliar se hallaba dotado de ellas. Así, el asegurador responde no

423
sólo por los actos autorizados expresamente, sino también por los comprendidos
implícitamente. La aquiescencia con un acto del productor en exceso de sus poderes autoriza al
asegurado a considerarlo facultado para este acto en contratos o diligencias futuras (C. Nac.
Com., sala B, 18/12/1986, "Badell, Jacinto F., v. Unión Comerciante Cía. de Seguros S.A." Ver
Texto, LL 1989-A-51; en sentido análogo, sala C, 16/2/1979, "Marino, Félix, v. LEFA
Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, ED 86-471). Las compañías de seguros son
responsables por los actos cumplidos por sus agentes con la forma de una apariencia tolerada
e, incluso, a veces, promovida por aquéllas (C. Nac. Com., misma sala, 15/3/1985, ED 115-
173).

Fue considerado también que si existen irregularidades en el accionar del agente de seguros,
ello es responsabilidad de la empresa aseguradora, que lucra con tal actividad, de gran
repercusión pública, al par que tiene la obligación de elegir cuidadosamente a sus agentes,
generadores de esperanza y confianza públicas. El operar de los agentes de seguro y su marco
legal de referencia hallan escaso eco en la ley positiva, por lo cual, ante la ausencia de una
regulación propia para estos agentes -libres o dependientes, según los casos- es necesario
aplicar las reglas generales de la representación mercantil (C. Nac. Com., sala A, 26/4/1979,
"Lavenia, Héctor C. D., v. Ruta Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, ED 83-293; en
sentido análogo, misma sala, 15/8/1980, "Paul, Marcelo, v. Touring Cooperativa de Seguros
Ltda.", ED 91-579, en el cual se expresó que la conducta del productor de la aseguradora
demandada, al no verificar la existencia física del automotor, asegurado por una suma mayor,
trasmite a aquélla el proceder negligente que lleva ínsita; ver también ED 109-516; sala B,
30/9/1983, "Compañía de Seguros La Franco Argentina S.A. v. Pereyra, Raúl H." Ver Texto,
ED 108-610, e igual sala, 19/11/1998, LL, fallo 13.844. Las omisiones en que incurra el
productor de seguros en su relación con el asegurador son ajenas al asegurado, por tanto,
inoponibles a éste (C. Nac. Com., sala A, 23/2/1995, "Estancia El Carmen S.R.L. v. Capital
Compañía Argentina de Seguros Generales S.A." Ver Texto, en "RJASER", n_ 25/26, p. 415).
Las compañías de seguros tienen la facultad de estructurar su organización técnica del modo
que consideren más conveniente a sus intereses, creando, a tal fin, por necesidades propias de
la explotación comercial, diferentes proyecciones de su persona, que no son ni más ni menos
que ellas mismas en función polifacética, aprovechando, claro está, el lucro obtenido de tal
desenvolvimiento; pero, por tal razón, deberán soportar las derivaciones desfavorables o
inconvenientes que esa multiplicación genera, ya que en este aspecto no cabe establecer
diferencias entre su persona y las de sus distintos representantes (C. Nac. Civ. y Com. Fed.,
sala 1ª, 1/10/1985, "Fernández, Eduardo A., y otros v. Bons, Luis G., y otros" Ver Texto, LL
1987-B-583, sum. 37.573).

El art. 53 Ver Texto de la ley 17418 establece las facultades mínimas del productor, que no
pueden ser disminuidas, aunque sí ampliadas, por la aseguradora. Se trata de un intermediario
que usan con predominio las compañías aseguradoras al extender su actividad a un amplio
ámbito geográfico. Factores tales como seguridad, comodidad, etc., hacen que, por lo general,
tales actividades de intermediación comprendan no sólo la captación del cliente y las
actividades mencionadas por el art. 53 Ver Texto de la Ley de Seguros, sino una permanente
atención luego de celebrado el contrato en las diversas eventualidades que tienen lugar en su
cumplimiento, de manera tal que el trato entre asegurador y asegurado es habitualmente
indirecto, mediante el agente, pese a que la relación nacida del contrato es, por lógica, directa.

424
Se genera así una "apariencia" no sólo tolerada sino en cierto modo promovida por las
compañías aseguradoras, que aprovechan esa expansión en beneficio propio, evitan
complicaciones laborales, etc. (C. Apels. Concepción del Uruguay, sala Civ. y Com.,
14/12/1978, "Maquiavelo, R. E., v. La Primera Cía. de Seguros S.A.", Rep. LL XLIII, J-Z-
2182, n_ 6; "Zeus", 1980-21, p. 300).

Por ello, dada la gran repercusión pública de la actividad aseguradora se debe hacer una
cuidadosa selección de los agentes auxiliares que a veces actúan en su relación con el
asegurado, ya que el modo de operar de dichos agentes crea una apariencia de mandato -tal la
naturaleza jurídica de la preposición institoria- que no puede ser utilizada en perjuicio del
asegurado, pues éste no está obligado a avanzar más allá de la buena fe y de la actuación
diligente razonable. Si la intervención del agente auxiliar ha creado una apariencia distinta de la
realidad, que le dio al tercero elementos para creer razonablemente y de buena fe que aquél se
encontraba investido de determinados poderes, la aseguradora no puede sostener la falsedad de
ese aspecto por ella consentido por acción u omisión y rechazar las facultades que el tercero
creyó que existían en cabeza del intermediario, pues mal puede pretender la aseguradora
beneficiarse exclusivamente con los efectos positivos de tal apariencia irreal desconociendo las
consecuencias negativas que ella genere (C. Nac. Com., sala B, 9/12/1986, "Pintos, Ramón D.,
v. Compañía de Seguros La Franco Argentina S.A." Ver Texto, ED 125-509).

La aseguradora debe responder por la acción de sus productores, porque en virtud de la


celebración del contrato se beneficia con la percepción de la prima y lucra con la actividad de
aquéllos, de gran repercusión, lo cual la debe mover a elegir cuidadosamente a sus agentes,
generadores de esperanza y confianza públicas; a tal efecto, es irrelevante que se trate de un
productor independiente, libre, o sin relación de dependencia con la aseguradora (C. Nac.
Com., sala E, 30/12/1998, "Difilippantonio, Luis Roberto, v. Fides Compañía de Seguros S.A.
y otros" Ver Texto, ED 184-236).

No se puede calificar de productor independiente al de una agencia que ostensiblemente


operaba en el mercado en representación de una aseguradora, y que aparece ante los terceros
aparentando contar con autorización suficiente como para obligar a dicha agencia, ya que
extendía las constancias de los pagos que recibía en formularios de ella, y los firmaba en su
nombre y representación. Por el contrario, cabe concluir que existía entre ellos un vínculo
jurídico tal, que la actuación del primero en el mercado asegurador resultaba una extensión de
la actuación de la agencia de seguros, de modo que las operaciones por él concertadas
vinculaban jurídicamente a la compañía de seguros representada (C. Nac. Com., sala C,
18/3/1991, "Monia Vda. de Cidoni, Cristina, v. La Fortuna S.A. Argentina de Seguros
Generales" Ver Texto, ED 147-272).

Cuando el asegurador tolera, admite o permite el ejercicio de un mandato aparente -o sea, la


actuación más amplia del agente o productor de seguros-, ello implica conferirle un mandato
tácito en los términos del art. 1874 Ver Texto del Código Civil; como consecuencia, los actos
jurídicos concluidos por el agente o productor de seguros serán oponibles al asegurador de
conformidad a la norma del art. 1946 Ver Texto del Código Civil (C. Civ. y Com. Salta, sala 5ª,

425
29/6/1996, "Aguirre, Pedro B., v. Moreno de Chibán, Irene, y otro", LL NOA 1998-5-50).
Más allá de las facultades que la ley otorga a los agentes "no institorios", siempre que haya un
mandato tácito resultante de la apariencia con que ellos actúan a la vista del asegurador, este
último será responsable en los términos del art. 1874 Ver Texto del Código Civil. Si la
conducta del asegurador ha sido darle al asegurado fundamentos razonables para creer, de
buena fe, que el productor tenía realmente los poderes ejercidos, aquél no puede afirmar que
eran falsas las apariencias creadas por su propia conducta y sostener que el agente obró sin
facultades, porque el asegurador responde no sólo por los actos autorizados expresamente,
sino también por los comprendidos implícitamente. Esa responsabilidad, derivada de la
apariencia jurídica, constituye una responsabilidad por declaraciones de voluntad imputables
como propias por la confianza generada, que no resulta de la teoría del negocio jurídico sino
como complemento de la responsabilidad derivada de los negocios (C. Nac. Com., sala B,
19/11/1998, LL, fallo 13.844).

El pago efectuado al productor de seguros posee tanta eficacia y validez como si hubiera sido
realizado directamente a la compañía de seguros, si así lo impone, en el caso, el mandato tácito
resultante de la apariencia con que actuó el agente a la vista del asegurador. El momento del
pago es el que figura en los recibos emitidos por el autorizado. La posterior rendición de
cuentas del cobrador o productor frente a la aseguradora es ajena al cumplimiento de las
obligaciones del asegurado. La aseguradora no puede pretender liberarse del cumplimiento de
sus obligaciones sobre la base de sus propios registros contables, donde ha asentado los pagos
con las fechas de la liquidación efectuada por el productor autorizado para recibirlos, pues esta
mecánica interna es inoponible al asegurado.

Si de los testimonios del productor y del cobrador surge con evidencia que no se respetaba la
correlación en la numeración de los recibos, que los talonarios provistos por la aseguradora se
distribuían sin llevar ningún control y que se utilizaban duplicados como originales, estos
hechos, en lugar de acreditar una connivencia entre el asegurado y los productores, prueban la
irregularidad de estos últimos y la consiguiente responsabilidad de la aseguradora por los actos
de quienes actuaban frente al asegurado como mandatarios de ella (arts. 1933 Ver Texto y 1934
Ver Texto, CCiv.).

La circunstancia de que la aseguradora haya desconocido los pagos que el asegurado efectuó al
productor importa un peligro para el cumplimiento de las obligaciones de las aseguradoras
hacia sus asegurados y terceros y, por lo tanto, configuran ejercicio anormal de la actividad.

No resulta tampoco admisible la alegación del productor en el sentido de que la aseguradora


sabía que los cheques que él le había entregado no podrían ser cobrados, no sólo por no
haberlos acreditado, sino también porque el libramiento de cheques a sabiendas de que no
pueden ser cobrados configura un delito que, obviamente, no es pasible de generar derechos,
en especial, si tal libramiento está relacionado con un incumplimiento anterior, consistente en
no haber rendido la cobranza en término. Así, el productor ha colocado a asegurados y
terceros en riesgo potencial y real de no obtener satisfacción de reclamos a causa de sus
incumplimientos, a lo cual se suma el libramiento de cheques a sabiendas de que no podían ser

426
pagados. Éstas son faltas de suma gravedad: comprometen seriamente la responsabilidad del
productor y lo hacen inmerecedor de continuar desarrollando la tarea de productor-asesor de
seguros, hechos que tornan razonable la cancelación de su matrícula (C. Nac. Com., sala A,
4/9/1996, "Superintendencia de Seguros de la Nación, s./Inc. A., E. M." Ver Texto, publicado
en DJ 1996-2-1389 -del dictamen del fiscal de Cámara, que la sala hizo suyo-).

El productor tiene normativamente limitada su actuación dentro del marco que suministra la
Ley de Seguros, art. 53 Ver Texto, ámbito que es desbordado en virtud del mandato aparente,
cuando se consiente la actuación del agente con un asegurado que obra de buena fe (C. Nac.
Com., sala B, 28/9/1995, "Occidente Cía. de Seguros S.A. v. Cía. de Seguros del Interior S.A."
Ver Texto, ED 161-507).

En aplicación de esta doctrina se puede también recordar un fallo que decidió que luego que el
agente de seguros hubo instrumentado la deuda del asegurado en pagarés de la compañía,
otorgando recibos propios al percibir el pago de ellos, y cancelar pólizas trasfiriendo el saldo a
una nueva que también concretó, por lo cual recibió además un pago extemporáneo y una
denuncia de siniestro en formulario de la compañía, todo lo cual se hizo con el consentimiento
de la aseguradora, la cual no manifestó objeción alguna al respecto, ello implicó, por el
contrario, conferir al agente la calidad de mandatario, desde la óptica de la apariencia jurídica,
dotándolo de más amplias facultades, a punto tal de investirlo del carácter de un verdadero
"agente institorio", en el sentido que a esta expresión le asigna el art. 54 Ver Texto de la ley de
la materia (C. Nac. Com., sala A, 15/3/1985, "Guerreiro Martins, Víctor E., v. Sud América
Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1985-C-538 y DJ 1985-53-712).

En la misma línea, aunque de sentido contrario, se puede citar un fallo que decidió que como
el asegurado no acreditó la aceptación de la aseguradora de la propuesta de modificación de las
pólizas vigentes por él realizada telefónicamente al productor, ni tampoco que existiera un
mandato aparente al respecto en cabeza de este último, la mentada modificación se debe tener
por inexistente, así como también los derechos invocados que dimanen de ella (C. Nac. Com.,
sala A, 29/9/1995, "Diseños Puntanos S.A. v. Comercio Español y Argentino Compañía de
Seguros S.A.", ED 167-500). La misma sala, al resolver un recurso interpuesto contra una
resolución de Superintendencia de Seguros de la Nación que intimaba a dos sociedades a que
cesaren en su operatoria de intermediación en seguros, por no haber estado autorizadas para
hacerlo, hizo propio el dictamen del fiscal de Cámara, quien expresó que es ya obsoleta la
clasificación entre agentes institorios y no institorios y que en la actualidad hay un solo
productor-asesor de seguros, contemplado por la ley 22400 Ver Texto, que hace desaparecer
como "clase" al agente institorio, enfrentado al no institorio, por lo cual la relación será juzgada
como institoria o no de acuerdo con la actividad desarrollada; pero la figura profesional y
estatutaria será la del productor-asesor, que podrá ser institorio o no (C. Nac. Com., sala A,
12/3/1998, "Superintendencia de Seguros de la Nación, s./Recurso interpuesto por J. C.
Sanucci" Ver Texto, "RJASER", n_ 32, p. 228; LL, fallo 48.992).

427
44 (a.5). Categorías conceptuales relativas a los intermediarios de seguros.

Al respecto, si bien ya habíamos destacado anteriormente (589) que la regulación de la ley


17418 Ver Texto no atendía de manera suficiente las realidades que en nuestro país mostraba la
intermediación en la vida diaria del seguro, pensamos que ello es así por cuanto agentes
institorios y no institorios, por una parte, y productores-asesores, por la otra, constituyen
categorías diferentes que se pueden superponer en ocasiones en forma total o parcial, ya que
corresponden a enfoques distintos: un caso se refiere a la aptitud de representar al asegurador,
en tanto que el otro responde a la intermediación autónoma en el negocio del seguro, aunque
dentro del esquema de organización de la empresa aseguradora. Cabe recordar, al respecto, que
la exposición de motivos de la ley 22400 Ver Texto señala que su normativa no regula a los
agentes institorios y que, por su parte, un productor-asesor podrá tener o no algún grado de
representación respecto del asegurador, según resulte de facultades expresas o de autorización
tácita o, en su caso, de la apariencia creada o tolerada por dicho asegurador.

En cambio, los pronunciamientos han señalado que, respecto del asegurado, no existe, en
principio, representación. Así, se pueden recordar los siguientes fallos:

Jurisprudencia

Se deben distinguir dos categorías de productores de seguros: a) los agentes institorios, que
tienen una actividad jurídica; b) los agentes no institorios, cuya actividad es esencialmente
material, salvo algunos actos jurídicos secundarios como, por ejemplo, la percepción de la
prima (C. Nac. Com., sala B, 7/5/1993, "Maruzza, Oscar, v. Rigada, Alejandro", ED 156-525).

No existen normas que constituyan al productor en representante del asegurado. No surge tal
cosa de las leyes 17418 Ver Texto, 20091 Ver Texto y 22400 Ver Texto. Por ello, la
comunicación que el productor efectuó a la aseguradora resulta inoponible al asegurado en
tanto no se haya probado que tal comunicación responde verdaderamente a la voluntad del
asegurado. Si alguna aptitud representativa ha sido atribuida al productor por la sola
calificación de tal, ésta ha vinculado como presunta representada a la aseguradora y no al
asegurado (C. Nac. Com., sala D, 14/9/1984, "Israele, Gustavo, v. La Confianza Cía. de
Seguros S.A." Ver Texto, LL 1986-C-533; misma sala, en "Paredes, Gustavo, v. Resguardo Cía.
de Seguros S.A." Ver Texto, 31/3/1987, LL 1987-D-167).

El productor-asesor es un intermediario que debe seguir las instrucciones de las partes


comprometidas. Por ello, no puede constituir ningún derecho sin la autorización expresa o
tácita de quien es depositario de la facultad de ejercerlo. La trasferencia de la póliza de seguro a

428
una nueva compañía sin autorización del asegurado determina la responsabilidad del
productor, que de tal manera violó su obligación de actuar con "diligencia y buena fe". Ello
provoca un daño resarcible, consistente en la indemnización de la cual se vio privado el
asegurado ante la liquidación de la compañía aseguradora a la cual el productor derivó la póliza
(C. Nac. Com., sala B, 7/5/1993, "Maruzza, Oscar, v. Rigada, Alejandro", ED 156-525).

El productor de seguros está autorizado para recibir propuestas de contratos, pero no para
aceptarlas. De tal modo, su intervención no se puede traducir en el perfeccionamiento del
contrato, que queda concluido al producirse la aceptación del asegurador, pues el productor
carece de representación para comprometer al asegurador y no se halla autorizado para
modificar las pólizas ya emitidas (C. Nac. Civ., sala A, 12/10/1995, "B. R. G. v. Benini, Gastón
E., y otro" y "S. R. M. v. Benini, Gastón E." Ver Texto, LL 1996-D-826).

(544) La misma disposición agregaba que la Superintendencia podía suspender al agente o


revocar la inscripción cuando se comprobara que no reunía los requisitos para la inscripción o
que había violado las disposiciones a las cuales se debía ajustar.
Sobre el régimen en los Estados Unidos, ver Patterson, nº 10.

(545) Bruck, ps. 136 y ss.


Donati, Trattato, I, p. 506, define al agente: "Es quien asume de manera autónoma
establemente y con exclusividad recíproca el encargo de promover por cuenta de un
empresario de seguros o de otro agente de seguro y por una retribución, la conclusión de
contratos de seguro en una determinada zona o respecto de una categoría de clientes".

(546) Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 2, p. 413; Vivante, Trattato, nº 1890, y Contratto, nº
18; Bruck, p. 142 y notas 34 y 35. Contra esta distinción, Benítez de Lugo, Reymundo, ob. cit.,
I, ps. 201 y ss., sin dar los fundamentos.
Gasperoni -ob. cit., nº 19, p. 824- señala que los agentes pueden ser o no dependientes del
asegurador. Conforme a esta relación pueden existir: a) agencias de gestión independiente; b)
agencias en "economía"; y c) agente personal.
En la agencia de gestión libre, el agente instala la oficina a su costa y ejerce esencialmente una
tarea de intermediario; se lo puede considerar un locador de obra, porque promete el resultado
del trabajo. No hay relación de empleo, porque no hay dependencia jerárquica ni disciplinaria;
"es un comercio separado y distinto, organizado y dirigido con medios propios", por lo cual su
titular es independiente y comerciante. Esto no impide que pueda representar al asegurador en
la celebración de los contratos, percepción de primas, recepción de denuncias, verificación y
liquidación de daños, etc.: entonces acumula la calidad de representante en sentido técnico.
En la agencia en "economía", se trata de un empleado, que percibe una retribución fija o una
comisión.
En la agencia personal, falta la empresa autónoma o la filial; el agente por sí, o por medio de
terceros, actúa como un mero mandatario comercial, que es empleado del asegurador.

429
El agente -señala Donati, ob. cit., nº 228- desempeña función múltiple: a) adquisición del
negocio; b) su conservación (cobranza, etc.); c) información genérica para el asegurador:
situación del mercado, necesidades de la zona, solvencia de los clientes, etc.
Ver Minervini, Noterelle in tema di rappresentanza degli agenti di assicurazione, en
"Assicurazioni", 1954, 2, p. 49.
Ver una exposición más extensa sobre el tema de las facultades del intermediario en la
celebración del contrato de seguro en LL 46-1046.

(547) Bruck, p. 142; Vance, ps. 410 y ss.


La doctrina francesa decididamente le da las facultades que resultan del poder aparente:
Besson, nota en DP 1934-2-28 y en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1938, p. 247. Ver nota 218.

(548) Castillo, nº 29, letra b, p. 32.

(549) Patterson, ps. 414 y 415; Vance, p. 410.

(550) Patterson, p. 415; Vance, p. 411.


Bruck sostiene, de acuerdo con el sistema de la ley alemana, arts. 43 y ss., que las facultades
pueden ser restringidas, pero no ampliadas por el uso del comercio. Las limitaciones deben ser
conocidas o hacerse conocer a los terceros, y la carga de la prueba pesa sobre el asegurador.
Para determinar el conocimiento tiene importancia la persona del asegurado y la existencia de
culpa grave, por ejemplo, si las restricciones están inscritas en la póliza (p. 145).

(551) Por resolución 1591/49 (ADLA IX-B-1613), la Superintendencia de Seguros define la


sucursal: "la representación que las compañías argentinas de seguros faculten para contratar en
forma directa operaciones de seguros, emitiendo pólizas y demás documentos necesarios a la
perfección de los contratos, y a la atención, liquidación y pago de las obligaciones emergentes
de los mismos" (art. 1).
La Superintendencia podrá exigir su instalación cuando la representación sola resulte
insuficiente (art. 2).
Se inscribirán en el Registro Público de Comercio, llevarán los libros rubricados que se indican,
y los que disponga la Superintendencia de Seguros (art. 3). Se les debe aplicar los arts. 36 Ver
Texto y 138 Ver Texto y ss., CCom.

(552) Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 2, ps. 414 y 415. Adde: Vivante, Trattato, nº 1891;
Vance, ps. 416 y ss.
Si el contrato no se ha hecho público, las facultades y naturaleza pueden resultar de su
actuación y de la propaganda realizada (Vivante, Contratto, nº 19).
Ver un supuesto de capacidad para estar en juicio del representante de compañía extranjera, en
C. Nac. Com., sala C, 15/2/1963, inédito.
De Lalande y Couturier sostienen que el asegurador queda obligado por la tarifa menor
aplicada por el agente; pero no por la asunción de un riesgo ajeno a los estatutos de la empresa
(ob. cit., nº 19). La solución es lógica, porque en el primer caso no hay un exceso aparente en
el ejercicio del mandato, y en el segundo ese exceso es aparente.
Conforme a la ley alemana, Bruck le reconoce facultades menos amplias: obliga al asegurador
por lo que contrata; puede rescindir y formular declaraciones en los límites de la
representación. No puede reconocer o desconocer las pretensiones del asegurado, ni
determinar los daños, ni estar en juicio. Su conocimiento efectivo o debido es conocimiento

430
por el asegurador (ob. cit., p. 144). Su intervención en el cumplimiento de la obligación
precontractual de informar da lugar a diversas cuestiones: si el agente aclara la pregunta dudosa
en forma errónea, el error del asegurado no se puede invocar por el asegurador; al igual que
cuando se interpreta una cláusula del contrato pasible de varios significados. Pero el asegurado
lo hará a su riesgo si se atiene al informe falso o erróneo cuando la cláusula no admite dudas
(ob. cit., p. 146). Ver sobre este punto lo que expresamos sobre reticencia, supra.
Bruck-M”ller manifiestan que no cabe una respuesta general, doctrinal: la solución dependerá
de circunstancias de hecho concurrentes para alcanzar una solución justa, equitativa (ob. cit., I,
ps. 329 y ss., donde citan una rica casuística de la práctica alemana).

(553) Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 2, p. 419; Bruck, p. 145; Vance, ps. 433 y ss.; Bruck-
M”ller, ob. cit., I, ps. 1101 y ss.
Pero, evidentemente, es inaplicable a las gestiones anteriores a la emisión de la póliza (Vance,
p. 434). Y por ello no podría afectar una nota de cobertura, ni la póliza definitiva que debe
emitirse según esa nota de cobertura.
También se pueden por ello limitar en la oferta misma firmada por el asegurado (Vance, ps.
434 y ss.). Sobre los problemas que suscita en el derecho estadounidense, confr. Vance, ps. 529
y ss.

(554) Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 2, p. 418. Por eso admite que se limite a contratar
ciertos riesgos o por encima de determinadas sumas, o sean excluidos negocios no usuales o
sean restringidos los referentes a la liquidación de los daños. Confr. Vance, ps. 437 y ss.

(555) Para la doctrina francesa -ver nota 210-, la notoriedad pública que asigna a una persona la
calidad de agente de un asegurador le permite contratar con él válidamente, si las circunstancias
permiten creer en la existencia de un mandato otorgado por el asegurador. Como interesa el
aspecto exterior, y no su contenido, las limitaciones internas, no determinadas por el uso, son
inoponibles. Empero, esos usos no existen, por la gran variedad de hipótesis que presenta la
práctica comercial, y le falta a la relación de agencia la precisión necesaria, que legitime la buena
fe de los terceros (Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 2, p. 411).
En la nota 215 hemos visto que la doctrina alemana debe ser tomada con reservas, y con tal
criterio ahí trascribimos la opinión de Bruck.
Ehrenberg -cit. por Valeri- sostiene que "el contrato de agencia pertenece a la categoría de los
mandatos, pero las reglas romanistas no pueden aplicársele sin más, porque es un contrato
autónomo, cuyas normas deben deducirse, conforme a los usos comerciales vigentes, de la
naturaleza de las cosas. El público, con razón, considera a los agentes como auxiliares, como
hombres de confianza de la compañía, la única que ha tenido libertad de elegirlos, por lo que
está autorizado a responsabilizarla por sus actos jurídicos. Esta responsabilidad no puede
resolverse en virtud de conceptos generales, sino como consecuencia del examen de las
funciones específicas del agente, para ver si en éstas existen elementos inherentes a la
representación, e inspirado sólo en las necesidades del comercio. Así, el mandato de los
agentes tiene un contenido legal, no derogable, ni limitable por las reglas generales de la póliza,
que el público no lee ni entiende y debe recurrir justamente a los agentes para interpretarlas. La
esfera de esta representación puede ser ampliada aun tácitamente; los agentes de cierta clase
pueden así celebrar contratos". Para Valeri, la teoría se explica, pero no se justifica, porque -por
lo menos en derecho italiano- ese mandato no puede tener un contenido legal, sino voluntario.
Superior a la posición de los autores franceses, no obstante concede poca importancia a ciertas

431
facultades (de emitir pólizas y celebrar contratos, por ejemplo), que trasforman la institución
(en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 2, p. 412).
Ver Malagarriga, Juan Carlos, en JA 1962-IV-60.

(556) Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., I, p. 75.


La apariencia creada, por lo menos con la tolerancia del asegurador, es fundamental para
establecer el alcance de las facultades de los agentes, cualquiera que sea su vinculación con el
asegurador (ver Bruck-M”ller, ob. cit., I, ps. 1083 y ss., ps. 1075, 1043 y ss.).

(557) Conf. Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 1097.

(558) Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 2, p. 421. Confr. Vance, ps. 418 y ss.

(559) Vivante, Trattato, nº 1892, y Contratto, nº 20. Confr. Vance, ps. 419 y ss.
"Fundamentalmente, el agente mediador tiene derecho a realizar una cantidad de actos que en
mayoría son pasivos: sirve en la rama de seguros para la que fue designado, como apoderado
para recibir ofertas, las revocaciones de tales ofertas para informaciones y declaraciones que se
relacionan con el vínculo asegurativo, para recibir primas, intereses y costas pertinentes,
siempre que se halle en posesión de una liquidación de la prima firmada por el asegurador.
Nunca puede hacer, por el asegurador, declaraciones que lo liberen de sus obligaciones
condicionales, reconocer o desconocer el deber del asegurador de indemnizar, intervenir en
causa judicial a nombre propio. El agente mediador desarrolla una actuación activa sólo
limitadamente: debe entregar al asegurado la póliza del seguro celebrado o de su prórroga. En
su esencia, es en esto mandadero, vínculo de unión entre asegurador y asegurado" (Bruck, ps.
143 y 144).
"El corredor de seguros -decidió la C. Nac. Com., 31/12/1946, LL 45-534- es, en realidad, un
gestor de los intereses de la compañía de seguros, de quien recibe instrucciones y para quien
busca clientes, procurando, desde luego, lograr las mayores ventajas en beneficio de su
comitente. En las negociaciones obra como representante de la compañía, ejerciendo en
definitiva un mandato tácito o expreso".
Es menester que el asegurador ratifique su actuación y acepte el contrato (C. Nac. Com.,
27/10/1931, JA 36-1507); aun cuando acepte pagarés en pago de la prima (9/2/1922, GF 36-
309 y JA 8-41). En este caso, se rige por las normas del Código Civil, referentes al contrato
celebrado entre ausentes.
En sentencia de 13/5/1955, LL 81-544, la C. Nac. Com. resolvió que si estaba autorizado para
entregar la póliza, también lo estaba para recibir la prima (que en el caso se hizo por entrega de
pagarés). Idénticamente, 31/12/1946, LL 45-534.
Las facultades pueden variar en las distintas ramas. Martín y Herrera sostuvo en sentencia de
4/5/1921, GF 32-35, que en el seguro de granizo es normal que tenga la facultad de celebrar el
contrato, por la urgencia; lo cual negó la Cámara en el fallo citado de GF 36-309 y JA 8-41.
En la rama vida parece ser unánime la aceptación de la limitación de las facultades, tal como se
expresa en el texto (Vivante, Contratto, nº 488; Patterson, p. 50).
Pero no en incendio, en los Estados Unidos, en donde se les reconoce la facultad de aceptar la
oferta (Patterson, p. 50).

(560) En Suiza lo prohíbe la ley, art. 34. En los Estados Unidos es materia de cláusula de la
póliza, la non-waiver clause (Patterson, p. 452, nº 3; Vance, ps. 433 y ss.). En el mismo sentido

432
el art. 14, 2º párr., del proyecto del Instituto de Estudios Legislativos. Ver el resumen de la
jurisprudencia estadounidense en "Harvard Law Review", 1948, XI, p. 87.
La razón está en que rompe "la homogeneidad de los riesgos, que facilita el equilibrio de las
buenas y malas fortunas, y surgirían dificultades para el rápido reaseguro de los riesgos
normales, arbitrariamente asumidos por ellos, e ignorados por la sede central" (Vivante,
Trattato, nº 1860, letra i, y Contratto, nº 5). Ver Lordi, nº 520, que responsabiliza al asegurador
por la culpa del agente.
No obstante, Patterson admite que la non-waiver clause no funciona toda vez que el asegurado
siguió una determinada conducta, fundado en la variación del contrato concedida por el agente;
por ejemplo, omite asegurarse con otra compañía (ob. cit., ps. 452 y 453).

(561) Así se establece en las pólizas empleadas en la Argentina, excepto en el seguro contra
granizo, en el cual se dispone que "la correspondencia entre la compañía y el asegurado, así
como todo pago de indemnización, debe hacerse por medio de la subagencia que entregó la
póliza, salvo disposición contraria de la compañía; de otro modo no producirá efecto alguno".
Esta excepción obedece a las modalidades de este seguro, en que el agente local es el verdadero
titular de la cartera.
En los Estados Unidos, las cortes federales admiten ampliamente la eficacia de esta limitación,
que la conducta del asegurador puede dejar sin efecto (Patterson, p. 416).

(562) Vivante, Trattato, nº 1895, y Contratto, nº 23: en nota 76 cita doctrina y jurisprudencia
italianas, francesas y alemanas, conformes. Adde: Bruck, p. 148; Lordi, nº 520. Salandra, en
"Assicurazioni", 1940, 2, ps. 20 y 171, sostiene que el asegurador contrata en virtud de las
declaraciones del asegurado y el agente no puede obligar con su conducta fuera del límite de
sus facultades.
Bruck-M”ller, ob. cit., I, ps. 1004 y ss., con un criterio más acorde con la vida mercantil,
afirman que quien se beneficia con la ampliación de su campo de acción con el obrar de un
tercero debe cargar con las desventajas que este obrar trae, vinculadas a esas tareas confiadas.
Sin embargo, ver cuanto expresa en p. 1023.
La Corte de Casación de Italia, 16/1/1940, en "Assicurazioni", 1940, 2, p. 171, decidió que el
asegurador no se puede librar alegando mala fe del agente en el ejercicio de las tareas confiadas.

(563) Vivante, Trattato, nº 1895, y Contratto, nº 23; Lordi, nº 520.

(564) Son meros intermediarios del contrato que se celebra directamente entre las partes
(Vivante, Trattato, nº 1893, y Contratto, nº 21; Patterson, nº 98, ps. 446 a 449). La
jurisprudencia exceptúa el caso en que está facultado para hacer endosos, excepción que
Patterson critica, por violatoria de la non-waiver clause (ps. 451 y 452).
No obstante, el asegurador responde por la afirmación del agente, acerca del comienzo de la
garantía, a pesar de lo expresado en la póliza, si lo hizo por escrito, en papel con membrete del
asegurador, con poder aparentemente suficiente al efecto (Picard, nota en "Rev. Gén. Ass.
Terr.", 1935, p. 769).

(565) Bruck, p. 150.

(566) C. Nac. Com., 4/12/1931, GF 95-263.

433
(567) Contra: C. Nac. Com., 24/10/1927, GF 71-31: en el caso, se trataba del agente que
entregó la póliza.

(568) Por aplicación del art. 935 Ver Texto, CCiv. Ver conf.: Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 1012.

(569) Por aplicación del art. 935 Ver Texto, CCiv. En nuestro derecho, estas soluciones no han
menester de las razones expuestas por Bruck, p. 148; Mossa, en "Riv. Dir. Comm.", 1915, 2, p.
95; Lordi, nº 520; Vivante, Trattato, nº 1894.
Lordi incluye en esta responsabilidad el supuesto de la modificación del contrato sin facultades;
no obstante que niega esa eficacia a la prórroga del plazo para pagar la prima (ob. cit., nº 520).

(570) Vance, ps. 412 y ss.; Vivante, Trattato, nº 1894, y Contratto, nº 22, p. 36: la repulsa de
esta responsabilidad es ineficaz; es una consecuencia inseparable de la función que desempeña;
es el lado pasivo de su actividad: no pueden ser agentes para cuanto realizan correctamente, y
dejar de serlo para lo actuado deslealmente. Es indiferente que lo elija la compañía o su
representante.
El asegurador no responde por la demora del agente en trasmitir la oferta, porque no está
obligado a aceptarla (Bruck, ps. 150 y 151).
La responsabilidad del agente hacia el asegurador, por la demora en comunicar ofertas e
informes, se rige por el Código Civil; como si entrega la póliza, omitiendo percibir la prima
(Bruck, p. 149).

(571) C. Nac. Com., 26/10/1927, GF 71-19. Conf. Bruck, p. 149, quien presume la
autorización por la posesión de la cuenta firmada por el asegurador, si es auténtica.
"Independientemente de cualquier convención en contrario, se entenderá que los agentes
generales y demás personas mencionadas en el punto anterior [se refiere al 1º: sucursales,
agentes, corredores u otras personas autorizadas para el cobro] se hallan autorizadas para el
cobro de las primas, cuando se les hubiere remitido los recibos oficiales de la entidad. Dichas
personas no podrán, en ningún caso de cobro de prima, extender recibos no oficiales" (art. 3)
(resolución 1788/49, Superintendencia de Seguros, ADLA X-A-883).

(572) La C. Nac. Com., 29/9/1923, GF 46-409, dedujo de la entrega de la póliza autorización


para cobrar la prima; en el caso, el asegurador había considerado vigente el contrato, puesto
que se había reasegurado.

(573) C. Nac. Com., 30/12/1932, JA 40-647.

(574) Por la competencia desleal, por ejemplo (Vivante, Contratto, nº 24).

(575) Vivante, Trattato, nº 1897. Vivante, Contratto, nº 25, hace responsable al agente por las
reducciones de tarifa, que concedió sin autorización, pero no por las indemnizaciones en razón
del siniestro. No comparto la solución: no celebra el contrato, sino que lo concluye el
asegurador; si no está de acuerdo éste con las condiciones del contrato, no debe otorgarlo. La
solución sólo es aceptable para el supuesto de que el agente se halle autorizado para celebrar el
contrato (art. 54 Ver Texto).

(576) No puede retenerlo, ni aun alegando que le es necesario para rendir cuentas (Vivante,
Trattato, nº 1898).

434
(577) Vivante, Trattato, nº 1896, y Contratto, nº 26.

(578) Bruck, p. 136; Vance, ps. 420 y ss.

(579) Cabe señalar que, como se expone en los parágrafos siguientes, aun para actuar como
mero corredor se requiere, en la normativa actual, que quien realice esa tarea se halle inscrito
como productor-asesor, previo cumplimiento de los requisitos impuestos a tal fin, conforme lo
establecen los arts. 3 Ver Texto, 4 Ver Texto, 7 Ver Texto, 8 Ver Texto, inc. g, y 15 Ver Texto
de la ley 22400; por consiguiente, le son exigibles los deberes que esta ley establece en su art.
10 Ver Texto.

(580) Gasperoni, nº 19, p. 824.


La Cámara Nacional en lo Comercial admitió implícitamente la solución en un caso de endoso
de los pagarés librados en pago de la prima, haciendo aplicación de los arts. 97 Ver Texto y 107
Ver Texto, CCom. (30/12/1932, GF 102-233).
Su intervención termina con la celebración del contrato, salvo prueba en contrario (Vance, ps.
421 y ss.).

(581) Castillo, p. 32, nº 29, letra c.

(582) Fanelli, vº Assic. vita, en Nuovo digesto italiano, nº 8.


Ver supra, nº 26, sobre reticencia en el seguro sobre la vida.
La doctrina estadounidense sostiene que el conocimiento de la verdad por el médico impide al
asegurador alegar reticencia o falsa declaración (Vance, p. 425).

(583) Fanelli, ob. y lug. cits.


Contra: Donati, Trattato, II, nº 421, cuando el médico conoce el verdadero estado de salud.

(584) Lordi, nº 520. Adde, Bruck, p. 158.

(585) Bruck, p. 158.

(586) En el derecho italiano se emplea la expresión "portafoglio" y en el francés "portefeuille"


(ver, p.ej., Donati, A., Trattato, t. I, n_ 162-c, p. 365; Picard y Besson, Les assurances
terrestres, t. II, cap. III, sección 4, n_ 670 y ss., p. 228; Code des Assurances, art. 324-1; etc.).

(587) Barbato, Nicolás H., Agentes de seguros, en "Revista de Derecho Económico", año I, n_
8, p. 707 y nota 5.

(588) Se ha dicho que junto con la apariencia de titularidad, la apariencia de representación es


fundamento de legitimación extraordinaria; el representante aparente puede realizar en nombre
ajeno actos eficaces en la esfera del dominus; se citan como ejemplos la eficacia de los actos
realizados por un representante ignorando la muerte del representado, respecto de los terceros
que hayan contratado con éste de buena fe y, en materia mercantil, la revocación de un poder,
no inscrita (Ladaria Caldentey, J., Legitimación y apariencia jurídica, 1952, Madrid, p. 155).
Entre nosotros, el art. 1966 Ver Texto del Código Civil establece análogo efecto validante.

435
(589) Barbato, N. H., Agentes de seguros, cit., p. 702.

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VII. Póliza

45. Importancia. Eficacia. Obligación de entregarla. Persona a quien se debe entregar. Lugar de
entrega. Costo. Doble ejemplar. Pérdida.

Si bien el contrato es consensual, generalmente se lo celebra por escrito y se posterga la


vigencia hasta la emisión de la póliza, pero no por ello cambia la naturaleza del contrato ni del
instrumento (590) . La póliza presupone la perfección del contrato (591) , del cual es una
consecuencia (592) , su prueba capital y guía de interpretación (593) .

Si bien es el instrumento probatorio por excelencia del contrato, no es el único; la ley autoriza
probarlo por escrito, o por otros medios si concurre comienzo de prueba por escrito (art. 11
Ver Texto) (594) .

Si la póliza se pierde por caso fortuito, se admite toda clase de prueba sobre las estipulaciones
del contrato (595) ; las condiciones generales se establecen por las comunes para la clase del
riesgo cubierto (596) , y para las particulares se aplica la regla indicada del art. 11 Ver Texto,
cit., para lo cual vale como principio de prueba por escrito la confesión del asegurador de la
celebración efectiva del contrato (597) .

436
Sólo prueba cuanto se expresa en ella. Puede no contener todo el contrato; cabe la existencia
de convenios intencionalmente no insertados; si el asegurador quiso excluir la vigencia de
cuanto no se incluyó en la póliza debió declarar que su vigencia dependía de su inserción (598)
. Sobre las diferencias con la propuesta, ver infra, nº 50.

El asegurador debe entregar la póliza, debidamente firmada, con redacción clara y fácilmente
legible (art. 11 Ver Texto, 2º párr.) (599) . La ley no fija la sanción cuando la redacción no es
clara o la impresión no la hace fácilmente legible, pero la sanción no podría ser la nulidad del
contrato, porque el defecto afecta sólo el instrumento probatorio. Creo que es menester hacer
algunas distinciones (600) :

a) si la cláusula establece una sanción para el asegurado, tal sanción será inaplicable;

b) si la cláusula modifica la norma legal (art. 158 Ver Texto, 2º párr.), tal modificación se
juzgará no escrita.

Es exacto que la expresión "fácilmente legible" es muy elástica, y de eficacia, por lo tanto,
relativa; pero fija un criterio para el examen de la póliza por el juez y la sanción ejemplificada
sub a y b.

También se puede demandar judicialmente la entrega de la póliza (601) , si el contrato es


perfecto sin su emisión; y en caso de siniestro, la prueba de las condiciones se hará por todos
los medios de prueba, conforme al art. 11 Ver Texto, 1er. párr. (602) .

Se debe entregar al tomador o a su representante expresa o tácitamente facultado. Si son varios


coasegurados, se entregará a todos; uno de entre ellos sólo puede exigir que se entregue a
todos, ya que no son acreedores solidarios. En el caso del seguro por cuenta ajena, sólo puede
reclamarla el tomador del seguro (arts. 11 Ver Texto, 2º párr., y 25 Ver Texto); el asegurado
podrá a su vez recabarla o no al tomador, según la relación jurídica que los vincule (ver art. 25
Ver Texto) (603) .

437
La póliza será entregada en el lugar de ejecución, a expensas del asegurador -salvo casos
especiales en los cuales percibe el costo, como gasto accesorio, con la primera prima- y a su
riesgo y peligro (604) .

Si bien el contrato de seguro y póliza son cosas distintas, la póliza es la instrumentación del
contrato, y según el rigor de los principios se debería extender en doble ejemplar conforme al
art. 1021 Ver Texto, CCiv. Pero en la práctica sólo se otorga el ejemplar firmado por el
asegurador (605) y que corresponde al tomador, porque éste cumple con parte de sus
obligaciones -pago de la prima- antes o al momento de emitirse (art. 30 Ver Texto de la ley
17418, que hace aplicable el art. 1124 Ver Texto, CCiv.). Además, la validez del contrato no se
afecta, conforme al art. 1123 Ver Texto, CCiv., y art. 11 Ver Texto de la ley. Este art. 11 Ver
Texto consagra la citada práctica: sólo exige la emisión de un solo ejemplar.

El asegurador puede tener interés en poseer un ejemplar de la póliza firmado por el tomador
para acreditar las condiciones particulares y generales, especialmente el régimen de sanciones
de la inejecución por el tomador de sus cargas y obligaciones (606) : el art. 11 Ver Texto citado
no se opone a la emisión en doble ejemplar o de un recibo por el asegurado con trascripción
de la póliza.

En caso de pérdida, destrucción o robo de la póliza, el asegurador debe entregar un duplicado,


a costa del tomador (art. 14 Ver Texto). Algunas pólizas argentinas prevén el supuesto,
agregando que sólo serán válidas las modificaciones que consten en ese duplicado (607) .

Los recaudos para otorgar este duplicado varían, según que la póliza sea nominativa -es decir,
mero instrumento probatorio-, o si es a la orden o al portador. En el primer supuesto, el
asegurador emitirá el duplicado con la prueba de la verosimilitud de la pérdida o destrucción.
En cambio, si está redactada a la orden o al portador, "podrá acordarse su reemplazo por
prestación de garantía suficiente" (art. 13 Ver Texto, 3er. párr.), con lo cual se da un
procedimiento más práctico que la aplicación del regulado por los arts. 746 Ver Texto y ss.,
CCom. (608) . En caso de diferencias acerca de la suficiencia de la garantía, se decidirá
judicialmente.

46. Condiciones generales.

438
Las condiciones generales, aunque impresas y no firmadas, integran el contrato, y obligan al
tomador como si fueran manuscritas y firmadas (609) .

La aprobación por la autoridad de control no trasforma su naturaleza (610) .

47. Modificaciones: endoso o "avenant".

Todos los cambios o modificaciones del contrato es conveniente hacerlos insertar en la póliza,
por un escrito que en la práctica de nuestro país se llama endoso o agregado, y que en la
literatura universal se denomina con la expresión francesa avenant.

No es imprescindible hacerlo así; pero su conveniencia es evidente, si se piensa que toda


alteración en los hechos requiere actos inequívocos y reiterados, muchas veces de difícil
prueba, si es que no se concluye que los actos escritos deben ser modificados por escrito
(doctrina de los arts. 1193 Ver Texto, CCiv., y 209 Ver Texto, CCom.). Además, la fecha es
importante para fijar el estado del riesgo a ese momento, su conocimiento por el asegurado y el
cumplimiento del deber de informar.

Estas modificaciones forman un todo único con la póliza, y si contradicen sus constancias,
priva el endoso o avenant.

No tiene efecto retroactivo, salvo que interprete el alcance del contrato o de la póliza, o
rectifique errores (611) .

48. Enunciaciones que debe contener la póliza.

439
La ley 17418 fija en los arts. 11 Ver Texto y 158 Ver Texto y el art. 1155 Ver Texto, CCom.,
para los seguros marítimos, las enunciaciones que debe contener la póliza en los seguros que
ahí se legislan.

Las omisiones no hallan sanción, no obstante que algunas de las circunstancias recabadas son
importantes.

La posibilidad de su omisión es muy remota, dado el sistema de pólizas impresas y el control


de la Superintendencia de Seguros; no obstante, en cada caso nos ocuparemos de la solución
correspondiente, haciendo desde ya presente que estas enunciaciones generalmente no son
esenciales; se pueden suplir conforme al art. 11 Ver Texto de la ley (612) .

a) Fecha. La ley no la exige. No es esencial; puede ser suplida por todos los medios de prueba,
aun cuando su falta suscite dificultades. La fecha de la póliza puede ser distinta de la del
contrato y de su vigencia.

Importante en todo acto jurídico, aquí es mayor aún, porque con ella se determinará el
cumplimiento oportuno del deber de informar y el estado del riesgo. También puede tenerlo
para la asunción efectiva del riesgo, aunque la ley recaba que se fijen expresamente las fechas
de comienzo y fin de la asunción de los riesgos.

b) Residencia. En el seguro sobre la vida es importante, por las condiciones de salubridad de la


zona.

En todos los seguros, el domicilio es importante, porque en el indicado, y hasta tanto conozca
el asegurador el cambio, se le deben hacer al asegurado todas las notificaciones y
comunicaciones, e idénticamente respecto del asegurador (art. 16 Ver Texto, 2º párr.).

c) Profesión. Al igual que la residencia, no es mencionada por la ley, pero es necesario


establecerla, porque en los seguros de personas hay ocupaciones que importan un riesgo
agravado (art. 133 Ver Texto), cuyo abandono dará derecho a una disminución de la prima.
Tan esencial que, corrientemente, la asunción de determinadas profesiones riesgosas faculta al
asegurador a rescindir (art. 133 Ver Texto cit.).

d) En los seguros de intereses, el requisito del nombre del tomador, si bien importante, puede
ser suplido por cualquier medio de prueba, incluso la firma (613) .

440
Pero si es por cuenta ajena -por cuenta de quien corresponda- no es menester que dé el
nombre del interesado; basta que denuncie esta circunstancia (art. 21 Ver Texto).

En los seguros de personas, el nombre reviste igual importancia: individualizar al asegurado y


evitar la sustitución en el examen médico (614) .

e) La indicación del interés o de la persona asegurada es esencial; sirve para establecer la validez
del seguro (arts. 2 Ver Texto y 60 Ver Texto) o su cesación (art. 81 Ver Texto), o la necesidad
del consentimiento del tercero cuya vida se asegura (art. 128 Ver Texto), etc., porque la ley no
expresa cómo se individualiza el interés asegurable y la cosa sobre la cual versa: en el seguro de
incendio de inmuebles por la determinación de su ubicación y los linderos; la ubicación se
puede hacer por calle y número, o por cualquier medio que sirva para individualizarlo (615) .
Para los muebles y las mercaderías la exigencia debe ser la misma, aunque su designación puede
ser genérica, porque las existencias de mercaderías y otros muebles pueden hallarse en
constante renovación.

Si se trata de máquinas, conviene indicar su estado, modelo, número, fábrica y destino.

f ) En los seguros agrícolas, se individualizarán las plantaciones y se indicarán los linderos,


distancia de la estación, etc., para individualizar el lugar del sembrado asegurado (616) . La
ubicación de los linderos sirve para determinar el inmueble sembrado; además se señalará la
cantidad sembrada de cada clase de cultivo.

En el seguro de ganado se especificará el número, clase, marca o tatuaje, etc., y si se trata de


animales de lujo o de sangre, se les hará objeto de una designación especial que vuelva efectiva
la individualización (617) .

En los seguros de personas se precisará el nombre de la persona cuya vida o integridad se


asegura (art. 133 Ver Texto).

g) En los seguros de intereses, aunque la ley no lo requiere (art. 11 Ver Texto), se fijará el valor
del interés asegurable, porque establece a ese momento el valor asegurable (618) . Se puede
hacer en conjunto, por todos los bienes asegurados, o individualizando las distintas clases: es
importante en el supuesto de que algún vicio afecte el contrato respecto de alguno de los
bienes, para apreciar la divisibilidad de la póliza. Su exageración puede ser perjudicial por la
aplicación de la regla proporcional en caso de siniestro, que se aplicaría sobre cada categoría de
cosas (art. 65 Ver Texto, 2º párr.) (619) .

441
h) La suma asegurada. Aunque el dato es esencial, su omisión no perjudica el contrato, toda
vez que se pueda establecer el monto de la suma asegurada, que habrá de resultar de otras
constancias y expresiones de la póliza, de la prima aplicada, del reaseguro, etc. (620) .

i ) El riesgo asumido (art. 11 Ver Texto). Respecto del Código de Comercio, Segovia (621) y
Rivarola (622) opinan que la mención es esencial, porque se asegura el riesgo, y no la cosa,
además de fijar la validez y subsistencia del contrato, la responsabilidad del asegurador, y la
validez de otros seguros por riesgos no cubiertos (623) , la prima aplicable, etc.

j ) La fecha del comienzo y plazo por el cual se asume el riesgo: son esenciales para la validez
del contrato, porque de ellos puede depender la existencia del riesgo, o la superposición de
contratos, o la coexistencia de varios contratos, o la garantía del siniestro (arts. 67 Ver Texto,
81 Ver Texto, etc.).

k) La prima. Su determinación es esencial (624) ; si se omite no habrá contrato; el juez no


puede fijarla, ni aplicar las tarifas porque no hay remisión tácita a ellas, ya que no es la
costumbre referirse tácitamente a las tarifas (625) , generalmente ignoradas por el asegurado.

l ) Otras enunciaciones. La póliza debe contener cuanto las partes han contratado; en lo
posible debe ser la instrumentación de lo convenido (art. 11 Ver Texto). Puede tener
trascendencia para la aplicación de la sanción del art. 5 Ver Texto, por declaración inexacta del
estado de riesgo (626) .

m) La firma del asegurador es esencial; empero, su falta no torna ineficaz el contrato, pasible
de otros medios de prueba (art. 11 Ver Texto).

La firma del asegurado no sólo no es indispensable, ya que el asegurador la emite para el


asegurado, sino que generalmente tampoco se suscribe una copia para el asegurador (627) .

442
n) En los seguros de personas se enunciará el beneficiario y la persona del tercero, cuya vida se
asegura, si existen.

49. Adiciones. Valor.

En la práctica -especialmente en el seguro marítimo- se emplean adiciones insertadas por


medio de volantes adheridos o sueltos, sin fechar ni firmar.

La doctrina discrepa acerca de su valor jurídico (628) .

50. Impugnación de la póliza por el asegurado. Efectos.

El asegurado puede impugnar las constancias de la póliza, y actuar judicialmente, para que ésta
se ajuste a los términos convenidos (629) cuando los apartamientos son en su perjuicio (si le
favorecen no tiene interés). El art. 12 Ver Texto de la ley ha creado un sistema completo, del
cual sólo cabe apartarse en favor del asegurado (art. 158 Ver Texto):

a) Si el texto de la póliza difiere del contenido de la propuesta, "la diferencia se considerará


aprobada por el tomador si no reclama dentro del término de un mes de haber recibido la
póliza" (art. 12 Ver Texto, 1er. párr.).

Esta aceptación tácita sólo es aplicable: 1º) cuando la oferta no fue aceptada antes por el
asegurador, porque de lo contrario ya existe un contrato perfecto; 2º) "cuando el asegurador
advierte al tomador sobre este derecho por cláusula inserta en forma destacada en el anverso
de la póliza" (art. 12 Ver Texto, 2º párr.). Si no se inserta en estas condiciones, se tendrá por
no escrita, y por ello esa aceptación tácita no se aplicará y el asegurador queda obligado en los
términos de la propuesta original del asegurado (630) . Doy por reproducido cuanto expresé
sobre el punto bajo el nº 8.

443
Los recaudos exigidos para esta advertencia son dos:

1) inserción de la cláusula en forma destacada, es decir, en caracteres notables, que llamen la


atención del asegurado (631) ;

2) insertada en el anverso de la póliza.

Persiguen que el asegurado, que inicialmente tenía conocimiento de las condiciones


particulares del seguro, compare las condiciones de su propuesta con las escritas en la póliza.
De ahí que si no se cumplen no tendrá aplicación la aceptación tácita resultante de la no
impugnación.

b) El asegurado puede rescindir el contrato o impugnarlo (art. 12 Ver Texto, 3er. párr.). Si lo
impugna no afecta la vigencia del contrato en lo restante. La ley no ha previsto el supuesto en
que la impugnación verse sobre la extensión de la cobertura.

En los seguros de daños, el asegurado optará por rescindir, por ser la solución más
conveniente, ya que elude la discusión con el asegurador acerca de los verdaderos términos del
contrato, no obstante que puede ser más onerosa para él (onerosidad poco notable por la
escasa vigencia de la garantía), salvo el supuesto en que se produjo el siniestro, o resulte difícil
hallar cobertura en el mercado por la naturaleza del riesgo, u otras circunstancias.

En los seguros de la rama vida puede ser importante por las variaciones del estado de salud del
asegurado en el ínterin.

El asegurador no puede impugnarla; para él se torna definitiva desde que el asegurado la acepta
(632) .

Para la prueba no rigen las reglas generales sobre la carga de la prueba, aplicables en el
supuesto del contrato celebrado, cuyo contenido debe ser establecido por las partes desacordes
sobre él; sino que es menester que el asegurador pruebe que la póliza se ajusta a lo contratado:
es quien está en mejores condiciones para hacerlo y quien pretende que es así (633) . Su carga
se facilita por la propuesta del asegurado, que obra en su poder.

El efecto de la impugnación aceptada es reemplazar la cláusula errónea por la realmente


pactada, sin afectar la eficacia del contrato (634) .

444
Tienen derecho a impugnar la póliza el tomador, sus sucesores, el cesionario (635) .

Si bien el asegurado puede impugnar solamente alguno o algunos de los apartamientos de su


propuesta, no puede aceptar los que le favorecen, que están técnicamente vinculados o
condicionan los que rechaza: forman una unidad. Además, sería contrario a la buena fe.

Téngase en cuenta que no existe apartamiento de la propuesta cuando el asegurado se limita a


suplir condiciones omitidas, en los términos usuales y sin que aisladamente o en su conjunto
las contradiga.

51. Formas de la póliza: nominativa, a la orden, al portador. Naturaleza de la póliza.

La póliza se puede extender en tres formas: nominativa, a la orden y al portador


(implícitamente, art. 13 Ver Texto) (636) , excepto en los seguros de personas, en los cuales
necesariamente debe ser nominativa (art. 13 Ver Texto, 4º párr.).

La doctrina discute los efectos de la inserción de las cláusulas a la orden y al portador, es decir,
si trasforman a la póliza en un título de crédito.

Dada su naturaleza -reconocimiento de una obligación, cuya ejecutabilidad depende del


cumplimiento de diversas cargas por el tomador o el asegurado-, la póliza no puede circular
como un título de crédito, porque no lo es de un derecho abstracto, sino de un derecho
concreto, material; por lo cual su titular soporta todas las defensas nacidas del contrato (637) ,
"excepto la falta de pago de la prima si su deuda no resulta de la póliza" (art. 13 Ver Texto, 1er.
párr.). Es decir que la póliza podrá ser, según los casos, un documento probatorio o un título
de legitimación -si concurren otros elementos, según el momento en que se trasfiere- pero no
un título de crédito. Esto es, hace inaplicable el art. 212 Ver Texto, CCom., y sus concordantes.

La cláusula al portador y a la orden, por lo general, no tiene más alcance que legitimar el pago a
quien presenta la póliza (art. 13 Ver Texto, 2º párr.), a fin de que el asegurador no incurra en
responsabilidad en la verificación del derecho de quien recibe ese pago. En este caso, el

445
portador no es más que un cesionario, exento del deber de notificar la trasferencia, a quien se
le pueden oponer todas las defensas personales existentes contra el autor, contra él y las que
emanen del título, además de exigírsele la exhibición de su propio título a la póliza, excepto la
deuda de la prima, si no consta en el título. Si el asegurador sospecha de la legitimidad del
título o media oposición al pago, debe abstenerse de hacerlo. El asegurador sólo puede pagar si
se le exhibe la póliza (art. 23 Ver Texto) (638) .

Puede tener un alcance más amplio: reconocer al portador el derecho a ser pagado y al
asegurador la obligación de pagarle, si así se conviene en la póliza misma. En este supuesto,
legitima por sí sola el cobro, y sólo puede hallar las limitaciones o defensas nacidas del título
mismo, con exclusión de toda excepción personal al tomador (639) .

Téngase en cuenta que las cooperativas pueden emitir estas pólizas a la orden o al portador
siempre que el socio tomador sea titular del interés asegurable al tiempo de la contratación
(conforme art. 14, inc. d, proyecto de ley de empresas de seguros).

52. Interpretación de la póliza y del contrato. Reglas especiales.

La interpretación del contrato y de la póliza plantea diversos problemas.

Ante todo, es menester aclarar la posición de autores y jurisprudencia, que afirman


enfáticamente que se trata de un contrato de buena fe (640) . Todos los contratos son de buena
fe, y se los debe interpretar conforme a los principios de ésta (art. 1198 Ver Texto, CCiv.,
reformado por la ley 17711 Ver Texto). La peculiaridad está dada por la naturaleza aleatoria del
contrato, en el cual el asegurador queda librado, en lo que respecta al estado del riesgo, a los
informes del tomador, por lo cual se le impone a éste una veracidad y diligencia mayores que
en los contratos conmutativos, en los cuales, en principio, se acepta el dolus bonus.

Además, se debe combatir la tendencia del asegurado de obtener beneficios no pactados, en


detrimento de la comunidad de asegurados (641) .

446
También se aplica al asegurador, para proteger al asegurado, entregado virtualmente a la
actuación monopolizada de aquél, y hacer servir el contrato para los fines previstos por las
partes (642) , tomando en debida consideración su naturaleza de contrato de masa.

"Es cierto que [. . .] el contrato de seguro es de interpretación restrictiva, lo que lleva a


establecer que hay que ajustarse para determinar los derechos y obligaciones de los
contratantes a los términos de las estipulaciones respectivas, toda vez que el riesgo que toma a
su cargo el asegurador debe estar necesariamente en relación con la suma que se fija como
prima a cargo del asegurado; pero, correlativamente con este concepto, corresponde tener en
cuenta, según lo ha dicho en forma reiterada el tribunal, que en materia tan rigurosamente
ajustada a la buena fe conforme a la doctrina universal, dada la índole estrictamente resarcitoria
que inspira los contratos de seguro, en la dilucidación de las cuestiones que se suscitan, así
como el amparo de la justicia es necesario para resguardar a los aseguradores contra las
maniobras dolosas, menester es también la severidad de los jueces para que los asegurados
obtengan las satisfacciones de la justa indemnización a que son acreedores, fines a los que, en
ambas situaciones, la ley y las cláusulas del convenio han de contribuir a servirlos, bajo una
inteligencia que consultando los principios dominantes, no se ciña a una interpretación rígida
de los textos que resulte reñida con su espíritu" (643) .

Además de las normas generales de interpretación de todos los contratos (644) , la naturaleza
de este contrato o la importancia de los conflictos en juego han llevado a establecer:

a) La extensión del riesgo y los beneficios otorgados deben ser interpretados literalmente (645)
(ver infra, letra g).

b) "La aplicación de los usos interpretativos sólo corresponde en el caso único de que haya
razón para creer que los contratantes han querido adoptarlos" (646) .

c) Las restricciones a la libre actividad del asegurado deben ser formuladas expresamente (647)
.

d) La responsabilidad asumida en términos generales, como fin del contrato, sólo se puede
restringir por cláusulas expresas (648) .

447
e) Las cláusulas manuscritas predominan sobre las impresas, porque son las particulares o
especiales del contrato (649) .

f ) Es menester interpretar las condiciones generales según la función que desempeñan; unas
tienden a la homogeneidad para la explotación técnica del seguro y deben ser interpretadas en
favor del asegurador; las otras no influyen en esa homogeneidad técnica y deben ser aplicadas
con diversos criterios (650) .

g) Cuando la cláusula es ambigua u oscura, se interpreta en contra del asegurador, por ser quien
la redactó (651) ; y por el principio del art. 11 Ver Texto, 2º párr.

h) Las cláusulas que imponen la caducidad del derecho del asegurado son de interpretación
restrictiva en su alcance y en los hechos que tienden a acreditar su procedencia (652) , y su
redacción debe ser clara (art. 11 Ver Texto, 2º párr.).

i ) Las cargas impuestas convencionalmente al asegurado deben ser razonables. Este concepto
de razonabilidad de las exigencias ha sido aceptado por la ley en los arts. 46 Ver Texto, 3er.
párr., 72 Ver Texto, 1er. párr., 73 Ver Texto y 150 Ver Texto, e implícitamente en los arts. 47
Ver Texto, 95 Ver Texto, 111 Ver Texto, 3er. párr., aunque con el empleo de expresión
análoga. La aprobación administrativa no importa reconocimiento incontrovertible de esta
razonabilidad: el juez, en el caso concreto, decidirá si así lo es efectivamente.

La jurisprudencia anterior consagró este criterio en dos sentencias del 11 de octubre y 22 de


noviembre de 1967, en las cuales desestimó la pretensión del asegurador de cumplimiento de
una carga por el asegurado, que, materialmente posible, no era razonablemente exigible
(verificación de la habilitación del avión taxi empleado, que partía de un aeropuerto).
Análogamente no se le puede exigir que cumpla con poner el automóvil a disposición del
asegurador si el vehículo está a disposición del juez penal (C. Nac. Com., sala C, 31/8/1965,
ED 14-577).

Se debe tener en cuenta que la equidad debe presidir las convenciones sobre seguros (C. Nac.
Com., 18/12/1937, LL 9-325) y que no caben pactos contrarios al fin perseguido por la ley (de
ahí que la Cámara Federal de la Capital juzgara nula la cláusula de póliza por la cual se
renunciaba a la vía procesal del art. 1231 Ver Texto, CCom., por aplicación del art. 953 Ver
Texto, CCiv., ya que pugna con el fin legal de provocar la rápida y eficaz reparación del daño).

448
(590) De ahí que toda la doctrina afirme que se trata de un instrumento probatorio; que el
contrato es perfecto aun cuando no se emita una póliza (Segovia, nota 1797; Malagarriga, Trat.
elem., III, p. 359; Rivarola, nº 1123; Fernández, p. 440; Bruck, p. 215; Lordi, nº 482;
Gasperoni, nº 28; Vivante, Trattato, nº 1873, y Contratto, nº 52; Patterson, nros. 17 y 19;
Vance, ps. 196 y 204; Besson y Picard, I, nº 123; Lefort, I, ps. 331 a 333; C. Nac. Com.,
3/4/1940, LL 20-611).
El art. 4 Ver Texto, 1º párr., de la ley 17418, funda concluyentemente esta opinión.
Ver sobre el tema, Salandra, La póliza y el perfeccionamiento del contrato de seguro, en
"Assicurazioni", 1940, 2, p. 3; Sotgia, Suscripción de la póliza de seguro y prueba del contrato,
eod. loc., 1954, 2, p. 89; Stolfi, La póliza de seguros, eod. loc., 1962, 1, p. 232.

(591) C. Nac. Com., 22/6/1942, LL 27-66; Malagarriga, nº 155.

(592) Rivarola, nº 1188; C. Com., 8/9/1954, LL 76-483.

(593) C. Nac. Com., 3/4/1940, LL 20-611.

(594) Es la solución universal: Bruck, p. 218; Rivarola, nº 1115; Castillo, nº 16; Segovia, nota
1798; Malagarriga, Trat. elem., III, p. 359; Lefort, I, ps. 373 y 374; Obarrio, nº 18; Lordi, nº
482; C. Nac. Civ., sala D, 9/10/1956, LL 84-539.
Contra: Lepargneur, que sólo admite la confesión y el juramento, nº 1281; Besson y Picard, I,
nº 131.
La C. Nac. de Paz, sala IV, 20/4/1954, LL 76-128, decidió que no son suficientes los libros del
asegurador si el contrato no se refiere al giro común de ambos comerciantes. En el caso, el
asegurador reclamaba el pago de la prima; y el tribunal le reprochó no haber hecho firmar al
asegurado un ejemplar de la póliza. En el mismo sentido, C. Nac. de Paz, sala IV, 4/4/1956,
LL 84-14. En un supuesto de subrogación contra el tercero responsable, íd. C. Nac. Civ., sala
D, 9/10/1956, LL 84-539, excepto cuando el mismo tercero ofrece la prueba.
La C. Nac. Com., 31/12/1946, LL 45-534, decidió que antes de emitirse la póliza el contrato se
prueba por cualquier medio; pero después de emitida, sólo con la póliza (¿y si se destruye?, ¿o
se extravía?). En contra, admitió cualquier medio de prueba por el asegurador que sostuvo la
emisión, negada por el asegurado, C. Nac. Com., sala B, 25/9/1963, inédito.

(595) Segovia, nº 1798; Malagarriga, Trat. elem., III, ps. 359 y ss.
Y en defecto de toda prueba se debe estar a las convenciones admitidas por el asegurador (C.
Nac. Com., 7/9/1925, GF 58-125).

(596) C. Nac. Com., 4/6/1937, LL 7-100 -caso en que el asegurado no presentó la póliza-;
Castillo, nº 27.
Contra: C. Nac. Com., 26/11/1928, GF 77-214.

(597) Castillo, nº 27.


Sobre qué se considera principio de prueba por escrito, ver Jofré, Manual de procedimiento, 5ª
ed., con notas de I. Halperin, p. 233, nº 5.

449
(598) Si el asegurado acepta la póliza con omisiones, sin impugnarla, queda obligado por ella
(ver art. 12); conf. Bruck, p. 218. En Estados Unidos la regla no se aplica rigurosamente y se
acepta la solución contraria, porque se admite la costumbre de aceptar la póliza sin leerla
(Vance, ps. 214 y ss.). Ver infra, texto y notas de nº 50.

(599) Es un concepto elástico, que dependerá de la apariencia material del instrumento


(impresión en caracteres notables, empleo de distintas tintas para las cláusulas más importantes
o modificatorias de la ley, subrayados, etc.).

(600) En Francia, las disposiciones de los arts. 8 Ver Texto, 5 Ver Texto y 9 Ver Texto han
dado lugar a divergencias de interpretación, que ahora se uniforma por la aplicación de un
criterio análogo al señalado en el texto (ver Besson y Picard, I, p. 258 y fallos citados en notas 1
y 5).
Confr. Vance, ps. 206 y ss., acerca de la solución en el derecho estadounidense.

(601) Contra, C. Nac. Com., 6/10/1919, JA 3-954, que admitió la rescisión en un seguro de
vida.
Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 3, II, sostienen que es una típica carga, pero admiten que el
asegurado puede demandar la entrega; se fundan en que el asegurador no tiene derecho a
reclamar el pago de la prima. Asimismo, sostienen que el asegurador responde por culpa in
contrahendo (ob. cit., § 35, p. 470), conclusión que no cabe en nuestro derecho: la
responsabilidad será contractual, porque el contrato es perfecto aun antes de ser emitida la
póliza.

(602) Segovia, nota 1797; Bruck, p. 215; Fernández, p. 444.


Ver los problemas suscitados en los Estados Unidos acerca de la entrega válida de la póliza, en
Vance, ps. 206 y ss.

(603) Bruck, p. 216 y nota 10.

(604) Bruck, p. 217.

(605) C. Nac. Com., 9/10/1956, LL 84-539.

(606) Contra: Castillo, nº 23, quien sostiene que el asegurado es el único interesado, con olvido
de los casos planteados ante la Justicia y que él mismo considera en el nº 27. Obarrio estima
que carece de interés una vez pagada la prima (nº 18), lo cual no es exacto, como hemos visto.
Se debe tener en cuenta que con el régimen de control estatal y la aprobación de las
condiciones generales de la póliza la situación del asegurador es más simple.

(607) Es la solución universal: ley alemana, art. 3; proyecto del Instituto de Estudios
Legislativos, art. 16; Bruck, p. 228; etc.

(608) Sobre la aplicabilidad del procedimiento de los arts. 746 Ver Texto y ss., CCom, Bruck,
p. 228. En Francia se ha dictado una ley especial que prevé expresamente el régimen: ley del
3/12/1930.

450
(609) C. Nac. Com., 27/6/1927, JA 25-332; 6/2/1929, GF 78-358; 7/10/1932, JA 39-855;
26/8/1939, JA 68-156; Castillo, nº 24; Vivante, Contratto, nros. 53 y 54; Vance, ps. 232 y ss.;
Donati, Trattato, I, nº 42.
Algún fallo exige que la póliza, en la parte suscrita, haga referencias a ellas (C. Nac. Com.,
16/5/1911, "Jur. Trib. Nac.", mayo de 1911, p. 323).
Las pólizas argentinas hacen generalmente expresa referencia a esas condiciones generales,
como ley para las partes.

(610) Supra, capítulo II, nº 16.

(611) Ver Besson y Piccard, I, nº 136; Lepargneur, nº 1286; Lefort, I, ps. 361 y ss.
Para muchos autores franceses, el endoso o avenant tiene siempre efecto retroactivo -lo que es
equivocado-, e interpretando el art. 8 de la ley de 1930 sostienen que es indispensable para toda
modificación. Contra, con toda razón, Besson y Picard, I, nº 136.
¿Y los agregados, pegados a la póliza, sin firma de las partes? Para Besson son válidos porque
han sido aceptados (en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1953, p. 41); Giannattasio, en "Assicurazioni",
1955, 2, p. 40. Contra, Sumien -cit. por Besson, lug. cit.-, que exige aceptación inequívoca.

(612) Segovia, notas 1784, 1799 y 1800, sería contrario a la naturaleza consensual del contrato.
Obarrio, nº 19; Castillo, nº 26; Malagarriga, Trat. elem., III, ps. 359 y ss.; Rivarola, p. 348. La
omisión de elementos esenciales del contrato (suma asegurada, bien, valor asegurable) no se
puede suplir con los indicados en los libros del asegurador, porque falta el consentimiento del
asegurado (C. Nac. Com., sala A, 18/8/1965, ED 13-631).

(613) Segovia, nota 1786; Obarrio, nº 20; Malagarriga, Trat. elem., III, p. 362.
La indicación inexacta no afecta el contrato, salvo que constituya reticencia (Segovia, nota
1787), como cuando afecta el azar moral.

(614) Castillo -nº 221- opina que la mera falsedad no cae bajo la sanción del art. 498 Ver Texto,
CCom. (equivalente al art. 5 Ver Texto de la ley); que ésta se comete por la sustitución de
personas en el examen médico. No es totalmente exacto: la falsedad en el nombre puede servir
para ocultar sus antecedentes, registrados en otras compañías, supuestos de seguros
rechazados, etc.

(615) Patterson, p. 67; incluso, sería suficiente indicar "mi residencia", si es única.
Ver: Obarrio, nº 21; Malagarriga, Comentario, III, nº 148; Segovia, nota 1863.

(616) Besson y Picard, III, nº 54.

(617) Besson y Picard, III, nº 70.

(618) En el código derogado, art. 519 Ver Texto, no se exigía (C. Nac. Com., 20/7/1927, JA
25-687) y parte de la doctrina sostiene esa solución (Lordi, nº 484; Rivarola, nº 1118), porque el
valor se habrá de determinar al tiempo del siniestro; y con la omisión no se elude la aplicación
de la regla proporcional. Acerca de su importancia, falsa declaración, etc., nos ocupamos en el
capítulo VII.

(619) De Lalande y Couturier, nros. 173 a 176.

451
(620) Segovia, en nota 1790, opina que el enunciado es útil para el asegurador, para fijar el
monto de su responsabilidad, pero no es esencial, como resulta del art. 1190 Ver Texto,
CCom. El antecedente invocado no funda la opinión: en el primer párrafo, precisamente, ese
art. 1190 Ver Texto anula el contrato de seguro de un buque, si no se fija su monto. En cuanto
al párrafo segundo, prevé el seguro por una suma única y sin discriminación, del buque y su
carga, que es una hipótesis distinta.
Obarrio estima que el dato es esencial cuando el seguro es parcial, y no lo es cuando el seguro
es total; agrega que la omisión importa reconocer que el seguro es total. Sería una presunción
fácilmente destruible con el resultado de la prima aplicada, y además sólo vigente para los
seguros de intereses.

(621) Segovia, nota 1791.

(622) Rivarola, nº 1151.

(623) La opinión contraria de Obarrio, nº 23; Malagarriga, nº 151; Fernández, p. 442, debe ser
rechazada.
Obarrio afirma que la omisión se debe interpretar en el sentido de que se cubren todos los
riesgos que pueden afectar a la cosa, siempre que de las circunstancias no resulte una
limitación, como son los riesgos a cuya explotación se dedica el asegurador. Se funda en los
arts. 1158 Ver Texto y 1207 Ver Texto, CCom., para el seguro marítimo, que fijan esa solución.
Las razones dadas por Obarrio no se aplican a los seguros terrestres. La solución del art. 1207
Ver Texto, CCom., es clásica para el seguro marítimo, que es esencialmente un seguro por
todos los riesgos del mar que puedan afectar a la cosa; la limitación es la excepción y por ello
debe ser expresa.
En cambio, en los seguros terrestres, la norma es la individualización del riesgo.
Piénsese por un momento en los seguros agrícolas, por ejemplo, a los cuales Malagarriga
extiende su solución -Trat. elem, III, p. 364-, y se concluirá con Rivarola que es técnicamente
imposible.

(624) De Lalande y Couturier, nº 829; Vivante, Trattato, nº 1910, y Contratto, nº 61.


Contra, C. Nac. Com., 8/9/1954, LL 76-483, porque se fija según tarifas conforme al riesgo y
plazo.

(625) Vivante, ob. y lug. cits. en nota 282.


La prueba está en que cuando hay disminución del riesgo y las partes no acuerdan la reducción
pertinente de la prima, el asegurado podrá rescindir. Ver Vivante, ob. y lug. cits.
Rivarola no expresa su opinión, que parece ser idéntica, porque según él deben ser enunciadas
todas las modalidades de su pago, por los efectos del incumplimiento (nº 1120).
Contra: Segovia, nota 1793; Obarrio, nº 25; Malagarriga, Trat. elem., III, p. 364; Bruck, p. 248;
Fernández, p. 443.

(626) Rivarola expresa su disentimiento, porque la declaración inexacta habrá de resultar de la


propuesta anterior al contrato; además, de poco servirá, porque la otorga el propio asegurador
(nº 1121, ps. 357 y 358). La crítica es infundada, porque esas enunciaciones se inscriben en la
póliza de conformidad a la propuesta; además, ésta puede no existir por escrito. La

452
circunstancia de que la otorgue el asegurador no obsta a su valor probatorio, por cuanto el
asegurado la acepta sin observación, la invoca y cumple las estipulaciones en ella establecidas.

(627) Segovia, nota 1795, lo considera conveniente, y algún caso judicial le ha dado razón.

(628) Si el texto de la póliza hace referencia expresa a ese agregado -lo cual sería excepcional-,
cabe considerarlo incorporado a su texto. La jurisprudencia francesa se inclina por no
reconocerle valor (ver Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., I, p. 88), sin que quepa asignar mayor
trascendencia a la aprobación administrativa de esas cláusulas, y menos para oponerlas a
terceros (v.gr., acreedor del asegurado).

(629) La ley alemana, art. 5, ha establecido expresamente la solución, que la doctrina y la


jurisprudencia han interpretado, elaborando una construcción completa del punto (Bruck, ps.
224 y ss.).
Zavala Rodríguez, II, nº 1770, critica la solución; estima que como generalmente la póliza no se
lee, se debió imponer la norma de la ley austríaca, de que se comunicara al asegurado por nota
por separado.

(630) Así se evitan las dudas de la doctrina alemana (Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 5, nros. 17 y 19)
y se sanciona al asegurador desleal.

(631) La advertencia se debe hacer en caracteres mayores, en texto especial, incluso en color,
de manera que "salte a los ojos" (Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 5, nº 10).

(632) Bruck, p. 228.

(633) Bruck, ps. 224 y 225; Rivarola, p. 349, letra c. En Alemania, los aseguradores se cubren
con la cláusula de aceptación de la póliza.
Appleton requiere comienzo de prueba por escrito para aceptar la de testigos (en DP 1908-1-
249).

(634) Bruck, p. 228.

(635) Bruck, p. 225, quien niega ese derecho al asegurado en el supuesto del seguro por cuenta
ajena, al tercero a quien se reconoce un derecho, al acreedor prendario que ejecuta el derecho
nacido del contrato, al tercero sobre cuya vida se contrata.

(636) Vivante, Contratto, nº 137; Segovia, nota 1795; Obarrio, nº 26; Besson y Picard, I, nº
132; Kisch, I tipi di polizze di assicurazioni con particolare riguardo al diritto germanico, en
"Assicurazioni", 1936, 1, p. 409.
En algunos seguros creados por la práctica contemporánea, toman formas especiales,
adheridos al boleto o pasaje o recibo (v.gr., seguro automático aeronáutico vida; de equipajes o
de guardarropas; de espectadores de espectáculos públicos; de pasajero de ferrocarril; en
algunas provincias, de pasajero de ómnibus con seguro obligatorio, etc.): ver Bruck-M”ller, ob.
cit., I, § 3, nº 3.

453
(637) Vivante, Contratto, nros. 135 y 136; Bruck, ps. 221 y ss.; Kisch, cit.; Gasperoni, nº 29, p.
830; Lefort, I, ps. 365 a 369; Fanelli, vº Assic. vita, nº 21; Zavala Rodríguez, ob. cit., II, nº
1771.
En la doctrina italiana, Ascarelli, Brunetti, Scorza, fundados en que la autonomía del derecho
cartulario no está reñida con la causalidad del título, admiten esta calidad de título de crédito, y
concluyen que si el poseedor es un tercero, sólo le son oponibles las excepciones personales a
él y las ex causa que se refieren al negocio de trasferencia. Pero si se concluye que la autonomía
queda excluida por la causalidad, la póliza se trasforma en un documento probatorio o de
legitimación (Gasperoni, nº 29). Para Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 3, nros. 22 y ss., y § 4, nros. 18
y ss., sólo excepcionalmente.
Donati, Trattato, II, nº 431, sostiene que la trasferencia es una cesión de créditos; que la forma
a la orden o al portador no la trasforma en un título de crédito, porque no incorpora el
derecho, sino que es una modalidad de ejecución. Mas luego se pregunta si las partes pueden
elevarlo a título de crédito; lo admite si resulta literalidad, incorporación y autonomía, pero
siempre serán oponibles las excepciones ex causa para dejar a salvo los principios esenciales del
seguro, sin afectar los derechos del asegurador (nº 432), con lo cual de título de crédito poco o
nada le quedaría. Concordantemente, Brunetti, en "Assicurazioni", 1943, 2, p. 92; Scalone, para
quien el contrato circula íntegramente (en "Assicurazioni", 1951, 1, p. 176). Ver Corte de
Casación de Italia, 18/6/1943, en "Assicurazioni", 1945-1946, 2, p. 8. En cambio, en favor,
Garrido y Comas, ob. cit., ps. 283 y ss.
Las formas a la orden o al portador son empleadas en los países germánicos; no se usan en
Italia e Inglaterra; y la forma al portador está prohibida en Francia para los de vida.

(638) Vivante, Contratto, nº 140; Bruck, ps. 221 y ss.

(639) Vivante, Contratto, nº 139.

(640) C. Nac. Com., 9/11/1927, JA 26-747; 20/7/1938, LL 11-371; 6/6/1928, JA 27-1032;


etc.

(641) Besson y Picard, I, nº 110: "Al afirmar que el contrato de seguro es un contrato de buena
fe excepcional, no se hace más que condenar semejante mentalidad: se subraya el deber de
colaboración de los asegurados, la lealtad y la franqueza que deben aportar a la formación y a la
ejecución del contrato. No se trata de una simple afirmación platónica: la idea es fecunda en
resultados prácticos. Ella explica la severidad de ciertas reglas; justifica, especialmente, las
sanciones aplicadas a los asegurados que no observan escrupulosamente su deber de
colaboración: las caducidades no tienen otro fin que asegurar el respeto de esta buena fe
esencial" (p. 215). Adde, Rivarola, ps. 284 a 286.

(642) C. Nac. Com., 7/5/1937, LL 7-88; 15/7/1938, LL 12-134.


"Los principios de la equidad deben presidir las convenciones sobre seguros" (C. Nac. Com.,
18/12/1937, LL 9-325).
De ahí que la C. Fed. Cap. juzgó nula la cláusula de póliza, por contraria al art. 953 Ver Texto,
CCiv., por la cual se renunciaba a la vía procesal del art. 1231 Ver Texto, CCom., por ser
contraria al fin legal de procurar la rápida y eficaz reparación del daño.

(643) C. Nac. Com., 30/12/1944, LL 37-526, voto del Dr. Rodríguez Ribas; 31/12/1946, LL
45-534; 7/11/1945, LL 41-362; 22/3/1950, LL 58-830.

454
(644) C. Nac. Com., 17/7/1929, JA 30-494.
Por ejemplo, la póliza se debe analizar por el conjunto de sus disposiciones, y no las diversas
cláusulas aisladamente. Ver sobre este tema también Zavala Rodríguez, ob. cit., II, nº 1769;
Arena, en "Assicurazioni", 1940, 2, p. 153; Salandra, eod. loc., 1940, 2, p. 75; Escohotado, eod.
loc., 1962, 2, p. 69; Neppi, eod. loc., 1957, 2, p. 125; Speyer, C. H., en ED 14-566.
De ahí la importancia de los actos de ejecución del contrato (C. Nac. Com., 27/4/1962,
inédito; 4 y 5 de abril de 1963, inéditos).
La aprobación administrativa no influye; deben ser interpretados como los demás contratos
(Arena, lug. cit.). C. Nac. Com., sala B, 17/6/1964, ED 9-741.
Neppi, lug. cit., excluye, en general, la interpretación analógica; y por su parte Salandra, ob. cit.,
sostiene que deben serlo de manera similar a las normas legales, esto es, investigando la
voluntad objetiva traducida en sus expresiones, los intereses de la generalidad (de aseguradores
y de asegurados) y de las exigencias técnicas de la industria, preferentemente a la intención
subjetiva de los contratantes concretos.

(645) "Cualquier concesión o interpretación que importara ampliar los beneficios acordados
producirá un grave desequilibrio en el conjunto de las operaciones de la compañía" (C. Nac.
Com., 2/11/1921, JA 7-465. Ver Castillo, nº 14; C. Fed. Cap., 30/6/1943, LL 31-249; C. Nac.
Com., 23/5/1956, LL 84-89; C. Nac. de Paz, sala IV, 10/4/1956, LL 83-599; C. Nac. Com.,
sala B, 2/8/1963, inédito; 22/12/1965, ED 14-566).
Ver, v.gr., además de los citados, los registrados en ED 8-888 (el de robo no cubre el mero
hurto); 13-632 (el de robo de dinero en poder del empleado no incluye el dejado por éste en el
automóvil); 14-575 (si se ampara "dinero en tránsito y en caja de hierro", no ampara el que
tuviera en los bolsillos).
Pero el asegurador no puede restringir su responsabilidad en virtud de una cláusula confusa,
que pudo recibir de buena fe una interpretación más amplia por el asegurado (C. Nac. Com.,
14/12/1955, LL 81-659). Ni dejar al contrato sin función alguna, atento a las características del
riesgo concreto cubierto (C. Nac. Com., 23/5/1962, LL 108, fallo 49.292, caso en que de
aplicarse literalmente la cobertura, sin tener en cuenta los antecedentes peculiares del contrato,
éste hubiera quedado sin contenido). O cuando la limitación pretendida por el asegurador es
contraria a la naturaleza del riesgo cubierto (v.gr., pérdida o daño de joyas por accidente, que
ampara su extravío: C. Nac. Com., 3/3/1965, ED 12-48). Ver art. 11 Ver Texto, 2º párr.
Ver texto y nota 302, supra.
En los seguros mutuos, la jurisprudencia civil se inclina "hacia la solución más favorable al
asociado, en la seguridad de que en tal forma se consultan mejor los móviles de ayuda y
amparo mutuo" tenidos en vista (C. Civ. 2ª, 21/9/1943, LL 32-344). Es un criterio cerrado,
que olvida los intereses de los demás asociados, tan respetables y tan dentro de los móviles
mutualistas como los del cuestionado.
El riesgo cubierto por una póliza no consiste en cualquier acontecimiento que, materialmente
considerado, caiga bajo el título o denominación genérica referido en la póliza o tenga cierta
afinidad con él, sino aquel que está rodeado de todas las circunstancias y condiciones previstas
en ella (C. Nac. Com., 11/9/1963, inédito, autos "Basch de Resnik v. Helvetia").

(646) C. Fed. Cap., 17/9/1943, LL 32-3. En el caso, el tribunal lo excluyó erróneamente,


fundado en que la póliza sólo admitía su modificación por estipulación expresa, ya que son dos
cosas absolutamente distintas.

455
(647) Vivante, Contratto, nº 55.

(648) Vivante, Contratto, nº 55.

(649) Vivante, Contratto, nº 53; Lepargneur, nº 1284; Patterson, p. 249; De Lalande y


Couturier, nº 254; Malagarriga, Comentario, III, nº 140; C. Fed. Cap., 24/7/1922, GF 39-209;
6/6/1934, JA 46-842; C. Nac. Com., 11/9/1963, inédito; y las pólizas de todos los riesgos.
Es así aun cuando no exista incompatibilidad absoluta, si del conjunto del contrato y de las
circunstancias resulta que las partes han tenido la intención de derogar las condiciones
generales (Lepargneur, nº 1284; De Lalande y Couturier, nº 253).
Si se insertan como suma asegurada dos cifras distintas, ambas en letras, se decidirá por la que
coincida con la tarifa aplicada (C. Nac. Com., 26/4/1935, GF 116-33 y JA 50-272, con nota de
E. Díaz de Guijarro).
El asegurador no puede, con una cláusula impresa, establecer que éstas prevalecen sobre las
manuscritas (Patterson, p. 305).

(650) Rivarola, p. 303. Confr. C. Nac. Com., 5/6/1931, JA 35-1401 y GF 92-319.


El plan presentado a la autoridad de control para su aprobación es un elemento
importantísimo al efecto, porque contiene las bases a que deben subordinarse los seguros (C.
Nac. Com., 2/11/1921, GF 35-194). Los datos técnicos son antecedentes para la
interpretación (C. Nac. Com., 6/7/1938, JA 63-245).
En este sentido tiene importancia su carácter de contrato de masa (ver Mossa, en
"Assicurazioni", 1942, 1, p. 185), para crear una mutualidad de riesgos homogéneos.

(651) Besson y Picard, I, nº 134 -no se aplica la norma más favorable para la liberación del
deudor-; Patterson, ps. 77 y 408; Vivante, Trattato, nº 1875, y Contratto, nº 55: "No debe
aprovecharse de reticencias, quizá calculadas con arte, para atraerse primero la clientela y no
pagarle luego los siniestros"; De Lalande y Couturier, nº 255; Lepargneur, nº 1285; Lefort, I,
ps. 333 a 335; C. Nac. Com., 5/9/1918, GF 16-107, confirma el fallo de GF 14-148; 6/7/1938,
JA 63-245; 1ª instancia, 4/5/1921, GF 32-35; 24/8/1955, LL 80-365; 14/12/1955, LL 81-659;
24/12/1952, LL 70-208; 27/2/1963, inédito; 25/10/1966, ED 17-249.
Si es imputable al asegurador, salva la Corte de Casación de Francia, 2/1/1957, en "Rev. Gén.
Ass. Terr.", 1957, p. 48.
Si dos cláusulas son aparentemente contradictorias para un hombre de negocios, aunque no lo
sean para un versado en derecho, se debe dar preferencia a la que mantiene en vida la acción
(C. Nac. Com., 9/5/1923, GF 45-22). Coincide así con el criterio fundamental expuesto por el
justice Cardozo -cit. por Patterson, p. 214-, que el contrato debe ser interpretado conforme a la
expectativa razonable y al propósito del hombre corriente de negocios.
Es menester que el asegurado haya interpretado la póliza en ese sentido, y que haya podido
hacerlo de buena fe (Stiefel, en "Assicurazioni", 1937, 2, p. 239).
Mas no puede arg irse ignorancia o falta de comprensión de algunas disposiciones (Castillo,
nº 25).
Cuando la contradicción está entre la nota de cobertura y la póliza, prevalece ésta, por ser
posterior (Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1957, p. 53).

(652) C. Nac. Com., 16/11/1927, JA 26-765; 16/12/1932, JA 40-618; 20/7/1938, LL 11-371.


Menos categórico, C. Nac. Com., 5/6/1931, JA 35-1401 y GF 92-319, que sólo exige cautela y
estudio minucioso, especialmente de la prueba (!!).

456
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VIII. Vigencia: comienzo

53. Comienzo de vigencia del contrato.

El contrato de seguro reconoce tres momentos de iniciación de su vigencia: formal, material y


técnico, que pueden no coincidir.

Formalmente comienza con la celebración del contrato; el comienzo material -que en general
coincide con el formal-, depende corrientemente de cuanto se pacte: es el momento en que el
asegurador asume el riesgo; y el técnico es el momento en que se percibe la prima. A estos tres
momentos de iniciación corresponden tres duraciones (653) .

Corrientemente en la póliza se fijan la hora y el día precisos en que comienza la garantía, en


general al mediodía, siempre que la prima haya sido pagada. Veremos más adelante que este
pago de la prima puede ser postergado sin afectar la vigencia de la garantía (art. 30 Ver Texto)
(654) . Si no se fija la hora se entiende que es desde el mediodía (art. 18 Ver Texto, 1er. párr.).
La postergación de la garantía hasta el pago efectivo de la prima tiene sentido jurídico sólo
cuando el asegurado debe acudir al domicilio del asegurador para pagar, mas no cuando el
asegurador debe requerir el pago en el domicilio del asegurado, porque la garantía no puede
quedar subordinada a la voluntad o diligencia del asegurador (655) .

El comienzo material no debe coincidir con el formal, ya que puede ser anterior, pues es lícito
retrotraer la garantía; el asegurador responde por el siniestro ocurrido en el intervalo si el
tomador no conocía que ya se había producido (art. 3 Ver Texto, 2º párr., in fine), y percibe la

457
prima correspondiente a ese plazo si no conocía la imposibilidad de que ocurriera el siniestro
(art. 3 Ver Texto, 2º párr.), porque si el asegurador conocía la imposibilidad de que el siniestro
ocurriera, el seguro también es nulo (art. 3 Ver Texto, 2º párr.) (656) .

Si la póliza no fija fecha de iniciación de la garantía, ésta depende del pago de la prima (657) .

El envío anterior de la oferta no afecta la fecha de vigencia (658) . Si el asegurador percibe la


prima, no puede pretender que su garantía comienza en una fecha posterior, máxime si la
postergación obedece a su demora en emitir la póliza (659) .

Si la prima debe ser cobrada por el asegurador en el domicilio del asegurado, la garantía
comienza desde el primer momento si no reclama el pago; como también cuando rehúsa el
pago ofrecido, o concede un plazo para pagar, o si entrega una nota de cobertura sin percibir
prima (660) : téngase en cuenta que "la entrega de la póliza sin la percepción de la prima hace
presumir la concesión de crédito para su pago" (art. 30 Ver Texto, 3er. párr.); esto es, que el
asegurador soporta el siniestro que ocurra en el intervalo, hasta que se cumpla la rescisión
conforme al art. 31 Ver Texto, 2º párr. El art. 30 Ver Texto, 3er. párr., es una disposición del
derecho del contrato de seguro, y nada dice sobre las normas de la autoridad de control
dictadas para hacer efectiva la capacitación económica de los aseguradores (plazo máximo,
reservas especiales por primas pendientes de cobro, etc.). La expresión "concesión de crédito"
del art. 30 Ver Texto cit. significa dar plazo para el pago: es el alcance jurídico, técnico y
mercantil de la expresión.

54. Comienzo de vigencia del contrato de reaseguro.

En el contrato de reaseguro general obligatorio, su comienzo material coincide con el


comienzo material del seguro, aun cuando se denuncie después y así tenga un efecto
retroactivo aparente, sin que quepa distinguir entre los reaseguros de cuota y de excedente
(661) .

458
En el reaseguro facultativo esta solución no es automática, sino que dependerá del contrato y
de la diligencia con que actúe el asegurador. En el reaseguro individual se requiere un pacto
especial para que coincida con el comienzo material del seguro (662) .

IX. Duración

55. Duración del contrato de seguro.

A los comienzos formal, material y técnico del seguro, corresponden duraciones formal,
material y técnica. La duración formal es el tiempo por el cual existen las relaciones del seguro;
termina en el momento prefijado. La duración material es el plazo por el cual el asegurador
soporta el riesgo, y depende de la convención de las partes. La duración técnica es el plazo para
el cual se debe imputar la prima pagada; se halla indisolublemente unida a la material, salvo en
el caso de la póliza de vida saldada; en ella la vigencia material se prolonga por un término
mayor que la técnica. A su vez, la duración material no puede exceder de la formal (663) .

Generalmente se fija un plazo determinado; mas no se excluye el indeterminado, pero


determinable, como podría ser la duración de la sociedad mutual (664) .

En cuanto a la duración, la ley suple el silencio del contrato: por el art. 17 Ver Texto se
presume que el período de seguro es de un año, salvo que por la naturaleza del riesgo la prima
se calcule por tiempo distinto.

La regla del art. 11 Ver Texto exige la indicación del plazo en la póliza; mas en caso de
omisión, la regla del art. 17 Ver Texto permite obviar el silencio del contrato. Téngase en
cuenta que por el art. 19 Ver Texto, 2º párr., se puede celebrar por un plazo indeterminado,
supuesto en el cual las partes pueden rescindir libremente, derecho a rescindir al cual se puede
renunciar por un plazo no mayor de 5 años. Esta disposición es inaplicable al seguro sobre la
vida.

459
Este mismo art. 17 Ver Texto permite auspiciar para los seguros de la agricultura la solución de
Segovia para el art. 545 Ver Texto, CCom., derogado: el plazo de un año es el corriente para
recoger la cosecha; pero si se trata de frutos cuya recolección exige un plazo mayor de un año,
se juzgará contratado por este plazo mayor, porque de lo contrario el seguro carecería de todo
objeto (665) .

De ahí también, en estos seguros, si al vencimiento no está terminada la recolección, se


prorroga sin pago de sobreprima, salvo que la prórroga se imponga por hechos excepcionales y
no previsibles o que el sembrado se halle en zona perjudicada (666) .

Si es por varios años, el asegurado queda en libertad de variar los cultivos, modificándolos por
cada ciclo agrícola; pero deberá notificar indefectiblemente al asegurador para el reajuste de la
prima o del monto de la suma asegurada si aquélla no varía (667) . En nuestro país se practica
el seguro anual.

En el seguro de mortalidad animal, por el art. 108 Ver Texto el asegurador responde por la
muerte ocurrida después de extinguida la relación contractual hasta un mes después, si es a
causa de enfermedad o lesión producida durante la vigencia del contrato, con derecho a cobrar
la prima por este lapso.

En los seguros sobre la vida, el plazo de duración ha quedado a la libre contratación por las
partes, reservando al asegurado la libertad de rescindir sin limitación alguna después del primer
período de seguro: esta rescisión se presume si no se paga la prima en los términos convenidos
(art. 134 Ver Texto, 1er. párr.), con la modificación que resulta del art. 139 Ver Texto.

El problema de si el seguro sobre la vida es anual con renovación periódica facultativa por el
tomador, o si es un contrato único con facultad de rescindir por parte del tomador, lo
consideramos al estudiar el pago de la prima; anticipamos nuestra opinión por la segunda
solución.

56. Duración del contrato de reaseguro.

El contrato de reaseguro se puede concertar por un plazo distinto al del seguro (668) .

460
57. Renovación tácita.

Si bien hasta ahora la renovación tácita no se practica extensamente en el país, la evolución


económica y la restitución de la libertad en el comercio del seguro impondrán la contratación
plurianual y la renovación tácita para disminuir costos y mantener la cartera, esto es, la
clientela; además, para el asegurado tiene la ventaja de que le mantiene la garantía, pues no es
infrecuente que descuide el vencimiento del seguro (669) . De ahí que la ley 17418 Ver Texto
se haya preocupado por regularla, aprovechando la experiencia de los mercados extranjeros
para evitar los abusos a que puede dar lugar (670) .

El art. 19 Ver Texto permite la prórroga tácita por el término de un período (ver art. 17 Ver
Texto), salvo para los seguros flotantes.

Requiere:

1) un contrato de duración limitada, cualquiera que sea; ya que si es indeterminado rige el 2º


párrafo del art. 19 Ver Texto;

2) que el plazo del contrato haya expirado, porque es su prolongación sin que ninguna de las
partes se oponga a esa prórroga (671) ; téngase en cuenta cuanto dispone el 3er. párrafo del art.
4 Ver Texto;

3) una cláusula expresa que la prevea: art. 19 Ver Texto, 1er. párr.

Para apreciar su validez y efectos, hay que juzgarla a la época en que la prórroga entra en
vigencia (672) ; se debe tener en cuenta que el pago de la prima no es condición para su
eficacia: implícitamente, art. 31 Ver Texto, 1er. párr.

461
58. Fin del contrato.

El contrato termina normalmente por vencimiento del plazo; esta extinción es automática,
aunque el riesgo esté pendiente (excepto para la agricultura; ver supra, nº 55) o el siniestro sea
inminente (sin embargo, para seguro de ganado, art. 108 Ver Texto) (673) .

Además, se extingue por rescisión, sea por siniestro total, o por desaparición del riesgo, o por
quiebra, o por las cláusulas que facultan a ambas partes a rescindir en ciertos supuestos, o por
caducidad en que incurra el asegurado; etc. (674) .

El derecho de rescindir está regulado en los arts. 18 Ver Texto y 19 Ver Texto y se funda en su
naturaleza de contrato de duración:

a) En los seguros de intereses:

1) Por plazo determinado, cualquiera de las partes puede rescindir libremente, sin expresar
causa, pero el asegurador deberá dar un preaviso no menor de 15 días (art. 18 Ver Texto (675)
). La diferente solución que crea la ley es obvia: se debe poner al asegurado en condiciones de
obtener nueva cobertura del riesgo, pero no se debe ejercer abusivamente ni en contra de la
buena fe (arts. 1071 Ver Texto y 1198 Ver Texto, CCiv.), ni cuando el siniestro fuere
inminente (v.gr., art. 108 Ver Texto, para el seguro de ganado).

2) Por plazo indeterminado, se aplica esa norma del art. 18 Ver Texto, pero se admite pactar la
renuncia a esa facultad por el término máximo de 5 años (art. 19 Ver Texto, 2º párr.).

3) Respecto de la prima, si rescinde el asegurador debe reembolsar la prima,


proporcionalmente al plazo no corrido. En cambio, si rescinde el asegurado, debe recibir el
reembolso según las tarifas de corto plazo; esto es, se calculará el seguro como celebrado por el
término hasta la resolución del contrato, aplicándose la tarifa pertinente (más onerosa por los
mayores costos) (ver art. 18 Ver Texto, 2º párr., aplicable también en el supuesto de plazo
indeterminado, art. 19 Ver Texto).

b) En el seguro sobre la vida:

462
1) No se admite el contrato por tiempo indeterminado (art. 19 Ver Texto, 2º párr., in fine).

2) La rescindibilidad por cualquiera de las partes queda excluida (art. 18 Ver Texto, 2º párr.). La
rescindibilidad se rige por el art. 134 Ver Texto, que reserva esta facultad al asegurado, después
del primer período de seguro. Téngase presente que en el seguro plurianual, trascurridos 3
años, el asegurado tiene derecho al pago de una suma determinada (valor de rescate), según los
planes aprobados que se deberán insertar en la póliza (arts. 138 Ver Texto, 139 Ver Texto y
140 Ver Texto).

(653) Bruck, ps. 230 y ss.; Gasperoni, nº 35, p. 833.


Puede ocurrir que sea accesorio de otro contrato, v.gr., sobre la vida en garantía de un mutuo:
ver C. Nac. Civ., 19/4/1966, ED 17, fallo 9.149.

(654) De ahí que la indicación del comienzo no es esencial; se puede omitir. Ocurrirá, v.gr.,
cuando entrega la póliza sin percibir la prima (art. 30 Ver Texto).

(655) Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 80.

(656) Vivante, Contratto, nº 56; ley alemana, art. 2.


La C. Nac. Com. lo reconoció (12/11/1930, GF 89-171), pero expresó que el asegurador no
responde por el siniestro ignorado por él al tiempo de emitir la póliza (el fallo debió agregar "y
conocido por el asegurado", porque de lo contrario el efecto retroactivo sólo servirá para pagar
una mayor prima).

(657) Bruck, p. 232. Como esto puede provocar la postergación de la vigencia de la garantía, se
utiliza la nota de cobertura, ya analizada.
En rigor, es desde la celebración del contrato: desde este momento el asegurado debe la prima,
y si el asegurador está en mora de recibirla no por eso se posterga la cobertura, como se
expresa en el texto, más adelante.

(658) C. Nac. Com., 25/6/1937, LL 8-70.


Contra: C. Nac. Civ. 2ª, 2/11/1921, JA 7-450, que lo consideró vigente desde la solicitud; y
cuando la aceptación se remite por correo, que ampara el siniestro ocurrido la víspera.

(659) 1ª instancia, 4/5/1921, GF 32-35.

(660) Besson y Picard, I, nº 130.

(661) Persico, nº 95; Bruck, p. 235.

(662) Bruck, ps. 234 y 235; Persico, nº 95. Si el asegurador no actuara así, se abriría el camino
para que sólo se aseguraran los riesgos desfavorables o agravados.

463
(663) Bruck, ps. 235 y ss.; 240 y 242. De ahí que trascurrida la duración material no se deba
más prima, salvo las excepciones fundadas en el principio de la indivisibilidad de la prima.
La posibilidad de notificar un daño, en el seguro de la responsabilidad, vencidos estos
términos, no es una excepción. Como no lo es la liquidación del siniestro. Contra: Bruck, p.
240.

(664) Besson y Picard, I, nº 283; Rivarola, nº 1132.


C. Nac. Com. -27/10/1931, JA 34-1553- estableció que la exigencia del art. 549, CCom.,
derogado, sólo se aplicaba a los seguros comerciales, pero no a los mutuos.
Vivante, fundado en el Código de Comercio italiano, derogado en 1942, opinaba que si no se
fijaba, se deduciría de la naturaleza del objeto asegurado, y si no fuera posible, de la ley y de los
usos; y si aun no cupiera determinarlo en ninguna forma, cualquiera de las partes podía pedir la
rescisión (Trattato, nº 1944; Contratto, nº 76).

(665) Segovia, nota 1905. Conf. en esencia, Besson y Picard, III, nº 51.
Segovia, nota 1905, sostiene que se trata de una presunción simple, que debe ceder a la prueba
contraria: si resulta, por ejemplo, del fin propuesto y de la naturaleza de las cosas. Adde,
Malagarriga, Comentario, III, nº 274.
Rivarola entiende que ya no se trataría de destruir la presunción, sino de establecer el plazo
contratado (nº 1153). Con el texto del art. 17 Ver Texto, esta opinión de Rivarola halla claro
apoyo en la disposición legal, como señalo en el texto.

(666) Castillo, nº 174; Gasperoni, vº Assic. agricole, nº 17.

(667) Vivante, Contratto, nº 431; Gasperoni, vº Assic. agricole, nº 9; Besson y Picard, III, nº
56.

(668) Art. 162; Persico, ps. 116 y 117.

(669) Besson y Picard, I, nº 289.

(670) Ley alemana, art. 8; ley francesa de 1930, art. 5; proyecto del Instituto de Estudios
Legislativos, art. 23.
Garrido y Comas, ob. cit., ps. 208 y ss., critica la solución; se inclina por la prohibición porque:
1) las pólizas generalmente no se leen o no se comprenden; 2) el término mayor no beneficia al
asegurado o lo beneficia menos que al asegurador.

(671) La aceptación condicionada o modificada vale rechazo (Besson y Picard, ob. cit., I, p.
76).
Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 8, nº 5, dan como ejemplo de prórroga tácita el pago de la prima
contra entrega de la misma póliza, pero advierten que no existirá si no se rechaza la póliza
enviada o si el asegurador aceptó por error el pago de la prima.

(672) Besson y Picard, I, nros. 290 y 291.


En ciertos aspectos es un contrato distinto: v.gr., concurrencia con otros contratos de seguro
(ver Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., p. 247, y fallo de la Corte de Casación cit. en su nota 22).

464
Ver Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 8, nº 9, para quienes no se debe cumplir con las cargas
precontractuales, sino con las de agravación de los riesgos.

(673) Bruck, p. 239; Besson y Picard, I, nº 284; C. Nac. Com., 8/6/1925, GF 56-398, para un
caso de nota de cobertura.
La misma C. Nac. Com. se apartó del principio, en el caso registrado en JA 65-184, en un
supuesto de siniestro inminente en seguro de ganado.
La ley alemana extiende la garantía después de vencido el plazo, en el seguro de ganado, si al
vencer el animal se halla enfermo (art. 127), solución acogida por la ley 17418, art. 108 Ver
Texto.

(674) La ley francesa de 1930 faculta a rescindir también cada 10 años, con preaviso de 6
meses, si se pactó por mayor duración (art. 5). El proyecto del Instituto de Estudios
Legislativos adopta la solución, reduciendo el término a 5 años (art. 22).

(675) La disposición legal ha suscitado la crítica de Zavala Rodríguez, que integra sus
disertaciones insertas en DJA, 29 de marzo y 26 de junio de 1968.
Esta norma del art. 18 Ver Texto es motivo de especial análisis. No figuraba en el anteproyecto
y fue introducida por la Comisión Revisora de 1961.
Las pólizas argentinas vigentes la prevén y en general la práctica universal (ver Donati, Tratt.,
cit., II, nº 522; Besson y Picard, 2ª ed., I, nros. 161 y 162, acerca de la legalidad). La ley, para
evitar el abuso, introdujo un preaviso razonable.
Zavala Rodríguez ha criticado también en este aspecto la ley, por los abusos que se pueden
cometer, y ejemplifica.
Aparte de que los ejemplos no son muy felices, ha descuidado que esa norma se inserta en un
sistema jurídico y que no se puede ejercer el derecho abusivamente, en contra de los fines y
función de la norma misma (arts. 1071 Ver Texto y 1198 Ver Texto, CCiv.).

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Capítulo IV. OBLIGACIONES Y CARGAS DEL ASEGURADO

465
1. Obligaciones y cargas del asegurado.

El asegurado asume diversas obligaciones y cargas. Además de la pecuniaria de pagar la prima,


debe cumplir otras, en todos los seguros; su número depende de la naturaleza del riesgo
asumido: cuanto menor sea la posibilidad de que la conducta del tomador pueda variar el
riesgo, tanto menores serán sus obligaciones y cargas; de ahí la diferencia entre los seguros de
personas o contra el granizo y los demás seguros de intereses (676) .

Estas obligaciones o cargas se refieren o se hallan en estrecha vinculación con el riesgo


asumido, para mantener el estado del riesgo, para limitar los efectos dañosos del siniestro, etc.
(677) .

Algunas de estas obligaciones y cargas las impone la ley (arts. 27 Ver Texto, 38 Ver Texto, 46
Ver Texto, 67 Ver Texto, 72 Ver Texto, 74 Ver Texto, 77 Ver Texto, 80 Ver Texto, 82 Ver
Texto, 103 Ver Texto, 104 Ver Texto, 105 Ver Texto, 106 Ver Texto, 115 Ver Texto, 122 Ver
Texto, 132 Ver Texto, 133 Ver Texto, 150 Ver Texto), y otras -casi todas las referentes al
deber de informar-, los contratos, los cuales también fijan la sanción, que la ley ha limitado (art.
36 Ver Texto, que se debe combinar con el art. 158 Ver Texto).

Por su contenido, se distinguen en obligaciones y cargas de información y de conducta. Los


informes se refieren a circunstancias que son importantes para que el asegurador aprecie el
estado del riesgo al momento de la celebración del contrato y durante su vigencia, en especial,
las circunstancias importantes o agravantes, la producción del siniestro y los hechos
equiparados a él, la enajenación de la cosa, la celebración de otros seguros, los daños sufridos,
etc. (678) . Las cargas referentes a la conducta del tomador o del asegurado se traducen en un
hacer, un no hacer, o ambos simultáneamente: por ejemplo, la prohibición de variar el estado
del riesgo, el deber de conjurar o disminuir los daños (679) .

1 (a). Clasificación de las cargas.

466
En el seguro, las cargas se pueden clasificar, desde diversos ángulos de mira, según su fuente y
los distintos efectos que la ley les adjudique.

Tenemos, así, cargas: a) legales y contractuales; b) presiniestrales y postsiniestrales; c)


vinculadas al trascurso de un plazo o a otras circunstancias; d) de información y de conducta;
e) del asegurado y del asegurador.

a) Las cargas legales son, como su denominación lo indica, aquellas que la ley impone
expresamente respecto de una situación determinada, les fija un régimen y un efecto
específicos e indica asimismo sus presupuestos objetivos y subjetivos (680) . En tal sentido
muestran una gran diversidad, y se interpenetran con las otras clasificaciones (pueden ser,
además, pre o postsiniestrales, de información o de conducta, vinculadas o no al trascurso del
tiempo, etc.).

Las cargas convencionales o contractuales, en cambio, son las establecidas por el contrato, y
quedan sujetas al régimen genérico del art. 36 Ver Texto, LS., que las abarca a todas. Su
contenido es esencialmente variable, pues responde a las diversas situaciones que presenta cada
riesgo al cual estén referidas. No obstante, todas ellas caen bajo ese art. 36 Ver Texto, que
impone presupuestos objetivos (vinculación causal con el acaecimiento del siniestro o con la
magnitud de sus efectos) y subjetivos (culpabilidad en el incumplimiento de la conducta
requerida).

Respecto del elemento subjetivo, si bien la Ley de Seguros sólo hace referencia, en el art. 36
Ver Texto, a "culpa o negligencia", podemos agregar el "dolo", pues, al ser la figura más grave
del incumplimiento, queda lógicamente implicado entre los presupuestos subjetivos: de allí que
hablemos de "culpabilidad", expresión que abarca tanto la culpa en sentido estricto como el
dolo.

Es de señalar que la normativa del art. 36 Ver Texto, LS., está destinada a evitar excesos en la
facultad de predisposición de cláusulas contractuales que contengan cargas que pesen sobre el
asegurado; por ello, las acota entonces mediante esas exigencias de vinculación causal del
incumplimiento con el acaecimiento del siniestro o con la magnitud de sus consecuencias, y
con existencia de culpabilidad en la conducta. Dicho art. 36 Ver Texto figura entre los que
"sólo se podrán modificar en favor del asegurado" (art. 158 Ver Texto, LS.).

Se puede agregar que resultan también de aplicación analógica las disposiciones de la Ley de
Defensa del Consumidor Ver Texto sobre cláusulas predispuestas.

b) Las cargas pueden ser también presiniestrales o postsiniestrales, y ello así, ya se trate de
cargas legales o convencionales.

467
La distinción presenta interés en varios supuestos como, por ejemplo, en materia de cargas
convencionales, en la cual el art. 36 Ver Texto impone diversos presupuestos causales; o en el
art. 118 Ver Texto, que establece la limitación de defensas oponibles por el asegurador al
tercero damnificado reclamante, etc.

Una carga legal parece revestir ambas calidades: nos referimos a la carga de salvamento, que
resulta exigible desde que el siniestro aparece inminente y busca evitarlo (por ende, es
presiniestral), pero se extiende hasta que resulte posible que el siniestro continúe originando
daños (postsiniestral).

Por otra parte, las cargas presiniestrales están esencialmente vinculadas a la institución de la
suspensión de cobertura, como explicaremos después [§ 26 (a)].

Asimismo, respecto de algunas conductas se discute si revisten carácter de cargas, o bien


constituyen situaciones de otra especie: así, p.ej., el deber de informar verazmente el estado del
riesgo, resultante del art. 5 Ver Texto, LS., que para una parte de la doctrina se trata de un vicio
del consentimiento, en tanto que otros lo consideran una carga precontractual (681) .

Por nuestra parte, en un reciente análisis del tema hemos llegado a una posición intermedia: la
normativa de los arts. 5 Ver Texto y ss., cit., regulan, en principio, vicios del consentimiento
del asegurador causados por declaración falsa o reticente del asegurado: de allí el efecto de
nulidad establecido por la norma. Pero la ley atribuye, a la vez, el carácter de una carga a esa
exigencia de declaración veraz para un supuesto específico: que tenga lugar el siniestro dentro
del plazo con que cuenta el asegurador para impugnar (art. 9 Ver Texto, LS.). No se debe
olvidar que si bien la existencia de tales defectos en la declaración del asegurado se suele
advertir en ocasión del siniestro, la normativa del art. 5 Ver Texto y ss., LS., es más amplia, y
resulta aplicable aun antes de todo siniestro, de comprobarse la existencia de reticencia o falsa
declaración (682) .

c) Las cargas pueden estar vinculadas o no al tiempo, esto es, tratarse de conductas que deben
ser cumplidas dentro de un lapso establecido por la ley o el contrato, o bien constituir otra
especie de actuaciones, en las cuales la referencia temporal resulta ajena a su finalidad o, al
menos, juega un papel secundario.

Entre las primeras podemos señalar, p.ej., la carga de denunciar el cambio del interés asegurado
(art. 82 Ver Texto); la agravación del riesgo (art. 38 Ver Texto) y el acaecimiento del siniestro
(arts. 46 Ver Texto, 47 Ver Texto, 67 Ver Texto, 93 Ver Texto, 103 Ver Texto, 115 Ver Texto,

468
124 Ver Texto, etc.); la de pagar la prima (arts. 30 Ver Texto y 31 Ver Texto); la de rechazar el
seguro si el texto difiere del de la propuesta (art. 12 Ver Texto).

Pero no todas las caducidades están relacionadas con el trascurso del tiempo (683) : algunas
consisten en la realización de determinadas conductas, cuyo objetivo es lograr la colaboración
del asegurado en ciertos aspectos requeridos para un normal y adecuado funcionamiento del
riesgo o de las operaciones inherentes a la comprobación del siniestro y la evaluación de sus
consecuencias. En tal sentido se puede señalar, p.ej., las cargas de suministrar información
complementaria requerida por el asegurador por resultarle necesaria para verificar
adecuadamente el siniestro o la extensión de sus consecuencias (art. 46 Ver Texto, 2º párr.), o
de proporcionar determinada documentación (íd., 3er. párr.), de no exagerar maliciosamente
los daños ni emplear pruebas falsas para acreditarlos (art. 48 Ver Texto), de salvamento (arts.
72 Ver Texto y 104 Ver Texto), de no introducir cambios en las cosas dañadas por el siniestro
(arts. 77 Ver Texto y 95 Ver Texto) o en los frutos o productos afectados que no presentan
urgencia (art. 95 Ver Texto), de no maltratar o descuidar gravemente al animal asegurado (art.
105 Ver Texto) ni sacrificarlo sin consentimiento del asegurador (art. 106 Ver Texto), de no
reconocer responsabilidad ni celebrar transacción sin anuencia del asegurador, etc.

d) Las cargas del asegurado también se pueden clasificar, como lo señala el autor de esta obra,
en deberes de información o de conducta.

Aunque es verdad que, en última instancia, informar constituye también una conducta, lo
cierto es que las de información componen un grupo de cargas que revisten fundamental
importancia para el debido funcionamiento de la relación asegurativa. Es que el asegurador
depende, en gran medida, de la información que le aporte el asegurado, por ser éste quien se
halla normalmente cerca de los bienes sobre los cuales recae el interés asegurado, y también
suele estar en el lugar del siniestro y tomar conocimiento más o menos inmediato de la
ocurrencia del hecho. Por ello, la información le resulta necesaria al asegurador, tanto para
conocer lo más certeramente posible la naturaleza y caracteres del riesgo y sus variaciones,
como, en caso de siniestro, para averiguar prestamente sus causas, circunstancias y la magnitud
de sus consecuencias.

Se podría pensar que la clasificación responde de una manera simétrica a la distinción jurídica
entre declaraciones de conocimiento y declaraciones de voluntad, en las cuales ciertos aspectos,
como, p.ej., el requisito de la capacidad de quien la emite, resulta esencial en las segundas, en
tanto que pierde relieve en las de mera información. Pero es de señalar que la circunstancia de
estar constituido el contenido de una carga por una conducta no significa que se esté
necesariamente ante declaraciones de voluntad. Es más: el cumplimiento de estas cargas no
requerirá normalmente la formulación de declaraciones de voluntad, sino que configurarán
meras conductas de hacer o de no hacer (p.ej., no variar el estado de cosas, realizar actos de
salvamento, etc.), pero no "declaraciones" en sentido estricto.

469
En líneas generales, las cargas de información se cumplen proporcionando los datos requeridos
al asegurador, para ponerlo en condiciones de analizar la índole del riesgo, la naturaleza y
causas del siniestro y evaluar sus consecuencias; por ello, en general resultará suficiente la
información sintética de las circunstancias que estén en conocimiento del asegurado, aunque
no significa que deba efectuar complejas indagaciones ni llevar a cabo operaciones técnicas
para obtener esa información: el proceso de investigación de circunstancias relativas al seguro,
en especial las referidas al siniestro, es tarea que corresponde al asegurador (arg. art. 76 Ver
Texto, LS.). Ello es así aun en la carga de proporcionar información complementaria, que se
debe referir a aspectos conocidos por el asegurado. Por otra parte, estas cargas tienen,
lógicamente, una finalidad informativa, por lo cual, con frecuencia se considerarán cumplidas si
el asegurador ha llegado a tener efectivo conocimiento, en el plazo establecido, de la situación
o circunstancia que debía denunciarle el asegurado (arg. arts. 15 Ver Texto, 2º párr.; 40 Ver
Texto, inc. b; 79 Ver Texto, in fine; etc.).

e) En la relación asegurativa, las cargas pueden afectar tanto al asegurado como al asegurador.
Sin duda, las referidas al asegurado son mucho más numerosas, pero ello no significa que el
asegurador se halle exento de sus exigencias. Normalmente, tales cargas resultarán de la Ley de
Seguros, tal como acontece con la que impone que se invoque la reticencia o falsedad dentro
del plazo de 3 meses de conocidas (art. 5 Ver Texto, 2º párr.); el rechazo de la propuesta de
prórroga, dentro de los 15 días de recibida (art. 4 Ver Texto, 3er. párr.); de alegar la caducidad
convencionalmente establecida mediante carga presiniestral, dentro del mes de conocido el
incumplimiento (art. 36 Ver Texto, inc. a); de otorgar preaviso para rescindir el contrato (arts.
31 Ver Texto; 40 Ver Texto; 42 Ver Texto; 45 Ver Texto; 52 Ver Texto, 2º párr.; etc.); de
pronunciarse sobre el derecho del asegurado (en rigor, del "no derecho": art. 56 Ver Texto);
etc.

Como se advierte, las cargas antes señaladas se hallan íntimamente vinculadas al trascurso de
plazos determinados, que deben ser observados para que el derecho que se quiere ejercitar se
configure válidamente (preavisos), o bien no se extinga al vencer el lapso que fue acordado
(caducidad).

Por último, aunque se trata de casos de excepción, nada obsta a que una carga sea impuesta al
asegurador por cláusula contractual. Pero en este caso no regirá el art. 36 Ver Texto,
claramente dirigido a regular la caducidad de los derechos del asegurado.

Jurisprudencia

En materia de cargas y caducidades se ha destacado que el régimen de las caducidades


convencionales carece de "automaticidad", por lo cual recae sobre el asegurador la carga
probatoria de los presupuestos subjetivos y objetivos de la norma que invoca, a fin de que no
se produzca en su favor un indebido enriquecimiento a expensas del asegurado; se debe tener
presente, además, que para que la sanción estipulada se torne operativa, deberá ser alegada
dentro del perentorio plazo legal de un mes (684) de conocido el incumplimiento (C. Nac.

470
Com., sala A, 2/9/1995, ED 167-500) y que la caducidad se debe distinguir de la rescisión,
porque en tanto esta última afecta todo el contrato, es decir, el vínculo contractual en sí, la
caducidad sólo lo hace respecto de un derecho de una de las partes (C. Nac. Com., sala A,
6/12/1984, "Corona de Schellmann, Catalina, v. La Defensa Cía. de Seguros S.A." Ver Texto,
LL 1986-A-642, sum. 37.153).

En el contrato de seguro, la caducidad y la suspensión guardan estrecha relación, pues la


suspensión de la cobertura existe cuando el asegurado no ejecuta, en el curso del contrato, una
determinada obligación a su cargo que tiene los efectos de una caducidad temporaria. Pero la
pretensión de invocar esta caducidad temporaria se detiene frente a la realización de ciertos
actos o conductas que impliquen el cumplimiento de las obligaciones a cargo del asegurador,
las cuales constituyen, o bien una renuncia tácita al derecho de oponer la caducidad, o un
supuesto de reconocimiento tácito del derecho del asegurado a la indemnización prometida
(Sup. Corte Just. Mendoza, 27/12/1993, "Maradona, Jorge, v. García Baigorria, Gladys" Ver
Texto).

2. Naturaleza jurídica de las cargas.

¿Cuál es la naturaleza de estos deberes o cargas del asegurado? La doctrina alemana ha


discutido agudamente el problema.

Para una parte de ella, en esencia, su naturaleza es la de las obligaciones civiles, que se fundan
en el Código Civil (685) .

Bruck señala, con razón, que si fueran obligaciones civiles tendrían las cualidades de éstas:
exigibilidad de la ejecución, ejecución forzada, daños y pena, como reacción del orden jurídico
en caso de incumplimiento. Pero el asegurador no tiene interés en demandar judicialmente su
cumplimiento, porque una vez violadas, la situación de equilibrio en la relación asegurativa está
destruida, y a aquél le es innecesario porque está protegido en otra forma. Tampoco puede
reclamar resarcimiento, porque éste supone la disminución patrimonial, que no existe en el
caso; la ley -y el contrato- satisfacen al asegurador con otros medios: por la liberación total o
parcial, definitiva o temporaria. En realidad, el asegurador se beneficia, no se perjudica. El
incumplimiento daña al asegurado, nunca al asegurador, porque el cumplimiento se realiza en
el propio interés del asegurado, que evita la pérdida de un derecho. "Las sanciones previstas no
representan ninguna coacción del asegurador para asegurarse el derecho a una prestación, sino
que son consecuencias necesarias nacidas de los fundamentos de la técnica del seguro, que se
originan en la inobservancia de deberes [del asegurado] en interés propio" (686) .

471
Otra parte de la doctrina establece que el cumplimiento de la carga es el presupuesto para la
eficacia de la prestación o su extensión o para algún hacer del asegurador. El punto de partida
de esta teoría es que todos los contratos del asegurador constituyen una comunidad de riesgos.
El asegurador clasifica cada unidad, por determinado estado del riesgo, al momento de la
celebración del contrato, y para ello debe conocer todas las circunstancias para evitar una
clasificación errónea y percibir una prima menor. La comunidad no debe soportar el daño.
Igual protección se debe dar contra la alteración arbitraria del estado del riesgo: eslabón de la
gran cadena, es menester que no exceda de la elasticidad prevista, porque de lo contrario se
romperá. Asimismo, antes y después del siniestro es necesario observar la conducta
preestablecida por el asegurador, para no romper la igualdad en esa comunidad y destruirla.
Todas las cargas -salvo excepciones insignificantes- sirven para considerar, fijar, mejorar, un
determinado estado del riesgo; para disminuir y aun impedir la materialización del riesgo. Le
imponen así una conducta al asegurado. Y el asegurador se libera o sólo cumple en forma
reducida, cuando no se observan esas cargas. Por lo cual la conducta del asegurado es el
presupuesto de la prestación del asegurador, presupuesto no en el sentido de una
contraprestación de la otra parte y fundada en motivos ocultos e ignorables, sino fundada en el
contenido expreso del contrato: el derecho vigente no conoce obligaciones ocultas. El
asegurador puede invocar la violación de las cargas, cuando han sido expresamente -y no
tácitamente- impuestas. Si el asegurado cumple esas cargas, lo hace en su propio interés,
aunque hayan sido impuestas por la peculiaridad de la empresa de seguros. El asegurado que
no las observa no perjudica al asegurador, sino que obra en su propio perjuicio. Si bien se
requiere una violación culposa (art. 36 Ver Texto) de la carga, esta apariencia externa no le da
el carácter de una obligación en sentido jurídico estricto. En resumen: al deber del asegurado
no corresponde un derecho del asegurador, porque no liga obligacionalmente a dos personas,
sino que establece una cierta conducta del tomador del seguro, como presupuesto para hacer
valer su pretensión contra el asegurador (687) , aunque para la ley 17418 Ver Texto en algunos
supuestos se resuelve en indemnización de daños (p.ej., art. 80 Ver Texto, LS.) (688) .

La posición -de la cual participamos- es fecunda en resultados.

2 (a).

No hay duda alguna de que existe una marcada diferencia estructural y funcional entre cargas y
obligaciones: si bien ambas poseen un sujeto pasivo, en las cargas falta el acreedor que, en
cambio, constituye elemento esencial (parte activa) de las obligaciones, como titular de un
derecho subjetivo (facultad) a reclamar del deudor (parte pasiva) el cumplimiento de la

472
prestación adeudada. La carga, en vez, funciona como un mecanismo jurídico que sólo opera
sobre un sujeto (pasivo), al cual le requiere implícitamente el cumplimiento de una conducta
que, si no es cumplida, da lugar a un efecto disvalioso, normalmente, la pérdida de derechos
(689) ; de allí que resulte posible distinguir una doble función: 1) de motivación, mediante la
amenaza de la consecuencia disvaliosa, y 2) de sanción, en caso de que la conducta postulada
como debida no lo sea, como hecho impeditivo de tal efecto disvalioso.

En el seguro, la finalidad de las cargas impuestas al asegurado es promover la realización de


conductas requeridas para lograr un adecuado funcionamiento técnico-económico de la
relación asegurativa. De allí su carácter normalmente sancionatorio, que se advierte en la
circunstancia de que el efecto disvalioso no consiste aquí en la pérdida del derecho dejado de
ejercitar, sino en la extinción (caducidad) de un derecho diferente: el del asegurado a reclamar
del asegurador el cumplimiento de la prestación fundamental que éste prometió para el caso de
producirse el siniestro, y para obtener el cual el asegurado contrató el seguro y pagó la prima
(690) .

En nuestra opinión, en la generalidad de los casos estamos, entonces, ante una sanción, dado
que se trata de un efecto consistente en la pérdida (caducidad) de un derecho que hasta ese
momento se poseía, extinción que tiene lugar como consecuencia del incumplimiento, por
parte del sujeto pasivo, de una conducta postulada como debida. No se trata de una mera
opción entre ejecutar una conducta o dejar de obtener un efecto deseado, sino ante la pérdida
de un derecho, poseído hasta entonces por el asegurado, caducidad que tiene lugar a causa del
incumplimiento de la conducta requerida, propuesta en calidad de "hecho impeditivo" de esa
caducidad. El derecho que se pierde no es, por otra parte, el no ejercitado, sino uno diferente:
el derecho a reclamar del asegurador el cumplimiento de la prestación principal por éste
prometida para el caso de acaecer el siniestro, en vista de la cual el tomador contrató el seguro.

Así, si se reconoce a esa extinción de derechos (caducidad) el carácter de sanción ante el


incumplimiento de una conducta requerida por la norma, dicha conducta asume la calidad de
deber jurídico, cuyo origen puede estar dado ya por la norma, ya por el contrato. Ello lleva a
concluir que si bien las cargas se distinguen de las obligaciones por la falta de un sujeto activo
(acreedor) con aptitud jurídica para exigir del sujeto pasivo (deudor) el cumplimiento de una
prestación determinada, aquéllas, cuando son impuestas al asegurado, poseen, no obstante, una
característica común que las reúne y las ubica dentro del derecho de las obligaciones,
considerado en sentido amplio: la existencia de un deber jurídico de realizar una conducta
determinada cuando se dan ciertos presupuestos, actuación que si se omite origina la pérdida
de un derecho (en este caso, el del asegurado a reclamar del asegurador, en caso de siniestro, el
cumplimiento de la prestación principal que éste prometió para ese supuesto).

La existencia de un deber lleva también a señalar otro elemento común que se advierte en
ambos mecanismos jurídicos y es que existe un sujeto pasivo, alguien sometido a la exigencia
de realizar la conducta requerida por la norma legal o la disposición contractual como

473
"debida", con la amenaza de pérdida del derecho a recibir la prestación fundamental del
asegurador.

También se advierte en las cargas que se establecen en el seguro la existencia de elementos


subjetivos característicos del derecho de las obligaciones, que se subsumen en el concepto de
culpabilidad, esto es, culpa (a veces con gradación, como en las categorías de "grave",
"inexcusable", "asimilable al dolo", etc.) y dolo (en ocasiones, también, con la variante de
"malicia", "mala fe", etc.), y que aparecen tanto como elementos integrantes del presupuesto de
hecho de una caducidad como, en otros casos, constitutivos de exclusiones causales de
raigambre subjetiva.

Por último, el fuerte elemento motivador contenido en las cargas que amenazan caducidades
está dirigido, como señala el autor de esta obra, a evitar erróneas clasificaciones del riesgo
asumido, o su alteración arbitraria, o bien, ocurrido el siniestro, a obtener un adecuado grado
de colaboración de parte del asegurado para posibilitar la determinación de las causas que lo
produjeron, su adecuación a la cobertura otorgada y la magnitud de las consecuencias. Pero
ello no implica, a nuestro juicio, que tal finalidad esté dirigida, en primer lugar, a proteger la
comunidad de riesgos, aunque ese efecto se logre asimismo en forma adicional, por
implicancia: el objeto inmediato de esos requerimientos es lograr un satisfactorio
funcionamiento de la relación individual del seguro establecida por el contrato, de manera que
ella se desenvuelva adecuadamente conforme al esquema técnico-económico que se halla en su
base. Tal circunstancia no es óbice, empero, para que el efecto perseguido se extienda a todo el
sistema que vincula a los contratos de una rama en virtud de la mutualidad, precisamente
porque esa relación se inserta en el grupo de los demás contratos y se producirá, entonces, el
fenómeno técnico-económico de la compensación de los riesgos. La comunidad puede faltar
en un asegurador determinado, p.ej., en los casos de coberturas excepcionales -grandes riesgos-
, supuestos de alta probabilidad, etc., que buscará la atomización del riesgo por otros
mecanismos (reaseguro; coseguro; etc.); pero ello no implicará que dejen de existir los motivos
que dieron lugar a requerir las conductas exigidas en las cargas, pues sigue siendo necesaria la
colaboración del asegurado para lograr un adecuado funcionamiento de la relación asegurativa
individual, tanto antes como después del siniestro.

3. Cumplimiento de las cargas: lugar, obligados, violación por terceros, etc.

Estas cargas deben ser cumplidas conforme a la buena fe, según los usos comerciales (691) y
las posibilidades del asegurado (692) : sobre este último aspecto el art. 36 Ver Texto fija una
regla general en cuanto reprime culpa o negligencia del asegurado en el incumplimiento (693)
(ver conf. art. 47 Ver Texto en el deber de informar el siniestro; art. 69 Ver Texto, sobre
celebración de pluralidad de contratos; etc.) o un grado mayor de culpa (en sentido amplio)

474
(v.gr., malicia en el deber de informar o probar los daños, art. 48 Ver Texto; dolo o culpa
grave, en el de salvamento, art. 72 Ver Texto; etc.).

Las cargas de información deben ser ejecutadas en el domicilio del asegurador. Las cargas de
conducta, en el del tomador o en el lugar de la cosa, sea que se trate de seguros de personas o
de intereses (694) .

Es indiferente quién cumple con las cargas: sólo interesa que se cumplan. Es una consecuencia
de su naturaleza. Así ocurre cuando se trata de ejecutar un acto, como es la carga de informar,
aunque en los hechos es difícil que pueda hacerlo un tercero (por ejemplo, en la agravación de
los riesgos); y cuando se refiere a una abstención, por ejemplo, el mantenimiento del estado del
riesgo, la prohibición de alterarlo, naturalmente que sólo él puede cumplirla (arts. 39 Ver Texto
y 40 Ver Texto). Reglas que se observarán salvo que la ley o el contrato determinen quién
ejecutará las cargas (695) .

De estas cargas, están las que se agotan en un acto único; en cambio, otras exigen una
conducta continuada, como la de mantener el estado del riesgo, la de disminuir o evitar el
daño, etc. (696) .

El tomador debe cumplir con las cargas; y en el seguro por cuenta ajena, también el asegurado,
para poder ejercer sus derechos. En el supuesto de enajenación, es menester que las cumpla el
adquirente, a quien es oponible la inejecución por el vendedor. Cuando son varios asegurados
o beneficiarios, basta que uno solo cumpla con la carga, si la acción de los demás nada puede
agregar: se satisface la función a que está destinada (por ejemplo, las informaciones). Cuando
se trata del seguro de intereses, es menester considerar la naturaleza del vínculo que une a los
coasegurados: si éste es solidario, el cumplimiento o violación por parte de uno de ellos afecta
a los demás, mas si es una relación mancomunada, cada asegurado se beneficia por el
cumplimiento de los demás, pero no se perjudica por la violación; empero, si la violación afecta
a la totalidad de la relación -por ejemplo, agravación del riesgo por un condómino-, sus efectos
se producen respecto de todos los asegurados (697) (es un efecto de la indivisibilidad, porque
la agravación afecta el riesgo en su integridad).

En lo que se refiere a la responsabilidad por los terceros cuyos servicios se utilizan para
cumplir con las cargas, las soluciones pueden variar, según se considere que se trata de
obligaciones civiles o del cumplimiento de cargas. Si se estima que son obligaciones, se juzgará
con arreglo a los principios generales de éstas. Si cargas, se distinguirán las cargas en que sólo

475
interesa el mero hecho de su ejecución o inejecución, de las que sólo sancionan el
incumplimiento culposo o malicioso. En las primeras, el tomador es responsable por sí y por
los actos de los terceros por quienes debe responder. Para las demás, es necesario distinguir la
carga de informar de las demás cargas. En el cumplimiento de la carga de informar, se puede
emplear a un tercero como representante o mensajero, y en tal caso se responde por la mala
elección o vigilancia de éstos como por las comunicaciones inapropiadas (falsas, tardías,
omitidas); además, el conocimiento del mandatario es conocimiento del mandante, y el
tomador responde por su violación, sea su representante legal o contractual (698) . Cuando las
cargas consisten en una conducta, el tomador sólo responde por la suya personal (p.ej., malicia,
art. 48 Ver Texto; dolo o culpa grave, art. 72 Ver Texto; etc.); esto es, no responde por los
terceros: cuando trasfiere la guarda de la cosa o está imposibilitado de ejercerla materialmente.
En este último caso cumple con confiar esa vigilancia a un tercero y con la elección cuidada de
éste; por ello, su responsabilidad por sus actos u omisiones será por culpa in vigilando o in
eligendo. En ambos casos, el hecho o la omisión del tercero será un acto imprevisible, respecto
del cual justamente buscó protegerse con el seguro (699) .

Como el asegurador no puede exigir su cumplimiento, son imprescriptibles (700) .

4. Forma de cumplimiento.

Cómo se debe cumplir la carga depende de su contenido específico. Cuando consiste en


informes, sólo interesa su veracidad: es una declaración de conocimiento y no de voluntad; por
ello los vicios de ésta carecen de toda significación, ya que sólo importa si se ajustan o no a la
verdad.

No hay formas legales fijadas, pero para algunas de ellas -por ejemplo, para las de informar- se
determinan en el contrato (701) ; mas la inobservancia de la forma es indiferente si el
asegurador obtiene el conocimiento perseguido: la función de la forma es la seguridad, y
obtenido el conocimiento su exigencia carece de fundamento (ver v.gr., art. 146 Ver Texto,
sobre designación de beneficiario).

476
5. Cumplimiento.

El cumplimiento efectivo de las cargas sigue las modalidades de éstas. Si consisten en un


hecho, en cada caso se juzgará si se cumplió o no (702) .

Se ejecutarán sin necesidad de intimación o exigencia previa del asegurador: la mora es


automática (para las denuncias y declaraciones, art. 15 Ver Texto, 1er. párr., in fine) (703) . Ésta
se requiere generalmente en los contratos para completar los informes; en tal caso, se cumplirá
en la medida de la exigencia (704) .

Es suficiente que reciban una ejecución sustancial (705) .

El asegurado no debe cumplir con sus cargas si el asegurador desconoce su obligación de


indemnizar (706) , mas el incumplimiento no puede agravar el daño sufrido (707) .

La fuerza mayor o el caso fortuito o la imposibilidad de hecho sin culpa o negligencia (art. 47
Ver Texto, in fine, para la denuncia del siniestro) excusan la demora del asegurado (708) . En
cuanto la carga la impone el contrato, se requiere culpa del asegurado (art. 36 Ver Texto), y en
algunos supuestos de cargas legales, es requisito la concurrencia de dolo o culpa grave: arts. 70
Ver Texto y 114 Ver Texto, provocación del siniestro; art. 72 Ver Texto, 2º párr., carga de
salvamento; art. 105 Ver Texto, asistencia veterinaria y maltrato de los animales asegurados; en
otros supuestos se exige malicia: art. 77 Ver Texto, cambio de las cosas después del siniestro;
art. 48 Ver Texto, en la información complementaria para liquidar el daño.

Asimismo, se debe tener en cuenta que el asegurador no puede imputar violaciones que están
de acuerdo con las costumbres o la índole del bien o de la persona del asegurado, si son
conocidas por aquél (709) .

6. Sanciones por el incumplimiento.

477
La ley 17418 Ver Texto ha variado sustancialmente el régimen de sanciones por violación de
las cargas. Con el sistema del Código de Comercio, la jurisprudencia admitió para todos los
casos la cláusula contractual de pérdida de derechos por violación de la carga, liberación que se
conoce con el nombre de caducidad (710) .

Con la ley 17418 Ver Texto adquiere importancia la distinción entre las sanciones impuestas
por la ley por cargas previstas por ella, de las establecidas por el contrato (art. 36 Ver Texto).

Si la ley prevé la sanción, ésta no puede ser modificada sino en favor del asegurado (art. 158
Ver Texto). Cuando la sanción es legal, habrá que estarse a la norma para fijar la consecuencia
de la violación. Así, v.gr.:

1) en la de informar la agravación, el asegurador se libera si el siniestro se produce cuando


subsiste la agravación, excepto que no exista culpa o negligencia en la omisión o demora (art.
40 Ver Texto, 1er. párr.);

2) en la de informar el siniestro, el asegurador se libera (art. 46 Ver Texto, 1er. párr.), excepto
que exista imposibilidad de hecho sin culpa o negligencia, así como en la violación de la carga
de suministrar la información complementaria acerca del siniestro o los daños producidos (art.
46 Ver Texto, § 21), en caso de incumplimiento malicioso (art. 48 Ver Texto);

3) en la de informar la pluralidad de seguros, la violación produce la caducidad, salvo pacto en


contrario (art. 67 Ver Texto, 1er. párr.);

4) en la de salvamento, el asegurador se libera en la medida en "que el daño habría resultado


menor sin esa violación", si concurre dolo o culpa grave (art. 72 Ver Texto, 2º párr.);

5) la de no variar el estado de las cosas después del siniestro libera al asegurador si se infringe
maliciosamente (art. 77 Ver Texto, 3er. párr., in fine).

Téngase presente que cuando la ley sanciona la violación de la carga con la caducidad del
derecho del asegurado, cabe atenuar esa sanción con la mera suspensión de la garantía.

Si la obligación o carga es contractual, o si es legal pero la ley no prevé la sanción, las partes
pueden convenir la caducidad, mas sujeta a estas condiciones (art. 36 Ver Texto) (711) :

478
a) Que la violación obedezca a culpa o negligencia. La expresión legal es redundante, ya que la
negligencia presupone culpa en la omisión o en la comisión deficiente. Pero se adoptó por dos
razones fundamentales: 1) porque en el concepto corriente, negligencia es omisión; 2) porque
en la práctica aseguradora nacional, negligencia es un grado de culpa. Jurídicamente
equivalentes, la repetición tiene el mérito de dejar bien claro el concepto legal (712) .

b) Si la carga se debe cumplir antes del siniestro, el asegurador debe alegar la caducidad dentro
del mes de conocido el incumplimiento (art. 36 Ver Texto, ap. a). Si el siniestro ocurre antes de
que el asegurador alegue la caducidad, debe la prestación si el incumplimiento no influyó en el
acaecimiento del siniestro o en la extensión de la obligación del asegurador (art. 36 Ver Texto,
ap. a).

c) Si la carga u obligación se debe ejecutar después del siniestro, el asegurador se libera si el


incumplimiento influyó en la extensión de la obligación asumida (art. 36 Ver Texto, ap. b).

d) Se debe insertar en las condiciones particulares de la póliza (art. 158 Ver Texto, 2º párr.), en
cláusula fácilmente legible y con redacción clara (art. 11 Ver Texto); se debe advertir al
asegurado de su inserción cuando no aparece en la propuesta (art. 12 Ver Texto).

e) Mientras el asegurador no alegue la sanción, el contrato debe ser cumplido si el siniestro


ocurre en el intervalo del plazo fijado en el art. 36 Ver Texto, inc. a. Así resulta de: 1) el
segundo párrafo del inc. a citado; 2) el plazo otorgado al asegurador para aducir la caducidad,
ya que dejaría al asegurado sin cobertura retroactivamente en ese lapso (713) .

El art. 158 Ver Texto, 1er. párr., impide cambiar esta solución por la de la aplicación
automática, porque agravaría la condición del asegurado; ni aun en la forma aparentemente
más beneficiosa, de suspensión automática o retroactiva de la garantía.

7. Caducidad.

¿Cuál es la naturaleza de la caducidad? La caducidad es una institución que tiene amplias


aplicaciones en todas las ramas del derecho, incluso en el administrativo (p.ej., en la concesión
de servicios públicos). La doctrina discrepa fundamentalmente en la determinación de su

479
naturaleza (714) . En anterior publicación me incliné por considerar que se trata de una pena
(715) . La sanción de la ley 17418 Ver Texto obliga a una revisión de este concepto, y a
distinguir la caducidad legal de la convencional:

a) La caducidad legal funciona como una sanción: acreditados los hechos incluidos en la litis, es
aplicable de oficio por el juez como toda norma de derecho interno, con las consecuencias
específicas fijadas por ella. Esta aplicación de oficio exige la resistencia al cumplimiento por
parte del asegurador, fundado en hechos que acarrean la sanción (716) .

b) En cambio, la caducidad convencional funciona como una rescisión contractual (717) : la


defensa debe ser alegada al contestar la demanda (esto es, ser incluida como tal en la litis) y ser
juzgada conforme a los principios que rigen en materia de rescisión expresa, especialmente en
cuanto a la trascendencia e importancia del incumplimiento con relación al sistema de
contratación en masa y técnica del seguro, y respecto a la medida de las obligaciones del
asegurador.

Téngase presente asimismo lo expuesto en el parágrafo anterior, nº 6, bajo la letra e.

La caducidad se debe distinguir de la exclusión de ciertos riesgos y de la nulidad (718) :

a) En la exclusión de ciertos riesgos o no seguro, el siniestro no está previsto, es un riesgo


fuera de la garantía; es decir, es una falta de derecho. Para determinarlo no juegan para nada las
nociones de pena, sanción, culpa o mala fe, sino que es un problema de extensión del contrato.

La caducidad, en cambio, se refiere a un riesgo aceptado, y en consideración del cual se fijó la


prima; el riesgo que se realiza es el asumido por el asegurador, pero que no se indemniza o no
se indemniza en la medida pactada por la infracción del asegurado; es decir, su efecto es la
pérdida de un derecho, total o parcial.

b) De ahí que también se deba distinguir de la nulidad, porque ésta aniquila todos los efectos
del contrato pasados y futuros; e incluso en algunos supuestos el asegurador debe restituir la
prima (p.ej., art. 6 Ver Texto, en caso de reticencia no dolosa).

480
La sanción de caducidad debe ser expresa (art. 36 Ver Texto), lo cual resulta de su propia
naturaleza (719) .

7 (a.1).

Por caducidad se entiende, en el derecho de seguros, la extinción del derecho que el asegurado
poseía para reclamar del asegurador el cumplimiento de la prestación principal que éste le
prometió si llegaba a ocurrir el siniestro (extinción que se establece como efecto del
incumplimiento de una carga u obligación) (720) .

Tal concepto revela que la caducidad sólo afecta el derecho del asegurado a requerir el
cumplimiento de esa prestación; pero no alcanza al contrato, que continúa en vigencia. De tal
forma, si aconteciere un nuevo siniestro y el asegurado hubiese cumplido sus obligaciones y
cargas respecto de él, el asegurador deberá la prestación por este segundo acontecimiento
cubierto por el seguro. No cabe entonces, en rigor, hablar de "caducidad del seguro" ni del
"contrato de seguro"; sólo caduca el derecho del asegurado respecto del siniestro al cual estaba
referido.

7 (a.2).

Si bien la caducidad general, estudiada por el derecho civil, posee una característica común con
la caducidad del seguro referida al asegurado, pues ambas provocan la extinción de un derecho
y no sólo la de la posibilidad de su ejercicio, tales formas de ese instituto jurídico presentan
marcadas diferencias en cuanto a sus presupuestos y sus efectos, que permiten ubicarlas en
categorías relativamente separadas.

La caducidad general (que denominaremos "civil", para distinguirla de la que estamos


analizando) posee una característica de automatismo e irreversibilidad que no se halla en la
caducidad propia del ámbito del seguro. Aquélla es reacia a admitir factores interruptivos (de la
índole de los que existen en el ámbito de la prescripción), y su configuración posee un marcado
automatismo que le da carácter intensamente abstracto (721) .

481
La caducidad en el seguro, en cambio, está normalmente sujeta a la posibilidad de que tengan
lugar presupuestos inhibitorios objetivos (imposibilidad de hecho -art. 47 Ver Texto-;
conocimiento, por el asegurador, de la circunstancia que se debía denunciar -art. 40 Ver Texto,
inc. b; art. 46 Ver Texto, 1er. párr., in fine-; y, fundamentalmente, la omisión del asegurador de
pronunciarse sobre el derecho del asegurado -art. 56 Ver Texto, LS.-) y requisitos subjetivos
(culpa -art. 36 Ver Texto-, culpa grave o dolo -art. 70 Ver Texto-, malicia -arts. 48 Ver Texto,
77 Ver Texto-, etc.). Es que en estas cargas la caducidad va dirigida, como vimos, a motivar
una conducta de colaboración en el asegurado que ayude a obtener un adecuado nivel
funcional en la relación asegurativa respecto de sus necesidades técnico-económicas; por ello,
la obtención de la finalidad perseguida, aun por otros medios, priva de su efecto extintivo a la
caducidad. Y si, no obstante, se produce el incumplimiento de la conducta requerida, surge la
sanción establecida por la carga: extinción del derecho del asegurado.

En particular, cabe destacar que para que la caducidad en el seguro se consolide, es necesario
que el asegurador se expida rechazando el derecho del asegurado. De no hacerlo, el efecto
caducante desaparece, pues "la omisión de pronunciarse importa aceptación" (art. 56 Ver
Texto, LS.). Ello rige tanto para las cargas legales como para las de origen convencional.

Por otra parte, la caducidad no siempre reviste carácter total; a veces se la postula con efecto
proporcional a la incidencia del incumplimiento de la carga: por ejemplo, en el art. 72 Ver
Texto, que dispone que "el asegurador queda liberado de su obligación en la medida que el
daño habría resultado menor sin esa violación".

7 (a.3). La ausencia de cobertura.

Otro aspecto al cual cabe referirse es el relativo a las diferencias entre caducidad y exclusiones
a la cobertura. En rigor, sería más ajustado a esta problemática hablar, como lo hace la doctrina
francesa (722) , de situaciones de no seguro, que es un concepto más abarcador, pues
comprende no sólo los supuestos excluidos, sino también los no incluidos, que han quedado
fuera del amparo como consecuencia de la definición general del riesgo cubierto.

El tema del no seguro, o inexistencia de cobertura, es resultante del procedimiento de


determinación del riesgo, que comprende dos momentos: uno positivo, en el cual se enuncia,
con carácter general, el riesgo que se cubre (p.ej., el riesgo de incendio, o robo, o
responsabilidad civil, etc.); y una segunda operación que, partiendo del riesgo ya enunciado
genéricamente, coloca situaciones especiales fuera de la cobertura asegurativa por tratarse de

482
supuestos técnicamente no asegurables, o pasibles de ser cubiertos a un precio mayor (lo cual
hará que se pueda amparar mediante el pago de una prima adicional); de esa forma es posible
establecer una cobertura básica a precio accesible para un número considerable de personas;
esto resulta conveniente a la relación aseguradora, porque la hipótesis estadística se configura
mejor cuanto mayor sea la cantidad de riesgos asegurados de una misma especie, conforme a la
ley de los grandes números, como lo señalamos antes.

Sin perjuicio de lo expuesto, la delimitación puede también surgir de la definición positiva


(genérica) del riesgo, en tanto la determinación de sus límites conceptuales supone dejar fuera
lo que resulta extraño a él (p.ej., si se enuncia la cobertura de incendio, quedan fuera otros
riesgos, no mencionados ni implicados: robo, responsabilidad civil; etc.); lo ajeno al riesgo
amparado también configura "no seguro" (723) .

Lo cierto es que, hasta época reciente, la ausencia de cobertura o situación de "no seguro" ha
sido frecuentemente confundida con la caducidad. Ello así, posiblemente, porque ambas
poseen un efecto común (el asegurado no cobra), y también porque en su modalidad, objeto de
mayor número de debates judiciales, el no seguro resulta de cláusulas de exclusión,
delimitadoras del riesgo, lo cual contribuía a que fueran confundidas con cláusulas de
caducidad (724) .

Pero las diferencias entre ambos tipos de cláusulas son notables: las de exclusión de cobertura
son delimitativas del riesgo, son descriptivas de él, enuncian situaciones colocadas fuera del
amparo desde el comienzo del contrato, ya que influyen en la configuración del contenido de
ese contrato desde el momento mismo de su celebración; las de caducidad, en cambio, son
sancionatorias, suponen un riesgo inicialmente cubierto y, por ello, generador de un derecho
en favor del asegurado que luego caduca ante el incumplimiento de la carga (725) .

Jurisprudencia

Con respecto al tema de las exclusiones de riesgos o "no seguro", la jurisprudencia ha tenido
oportunidad de pronunciarse en diversos fallos, entre otros, los que decidieron que, desde el
punto de vista de la responsabilidad del asegurador, es de gran importancia la individualización
del riesgo en el contrato de seguro, cuya delimitación surge de precisiones que, si bien tienen
dos fuentes, no son excluyentes, sino que se complementan: la una, positiva, en cuanto indicará
las situaciones, intereses, cosas, tiempo, lugar, etc., amparados por el seguro, y negativa la otra,
al enumerar situaciones que son excluidas de dicha cobertura. Uno de los requisitos
fundamentales del riesgo es que debe estar determinado específica y concretamente, recaudo
necesario para el asegurador, a los fines de que pueda establecer exactamente su naturaleza y
medir su alcance en el momento de la celebración del contrato (C. Nac. Com., sala A,
23/10/1979, "Abieri y Cía. S.A. v. La Defensa Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, LL

483
1980-C-60; ED 86-354), y que en el contrato de seguro el riesgo debe ser cuidadosamente
individualizado y precisado; con mayor razón resulta exigible esa concreta, formal y
particularizada determinación cuando se trata de exclusiones o limitaciones a la garantía,
porque constituye principio recibido en el derecho de seguros que en caso de duda acerca de la
extensión del riesgo, se debe estar por la obligación del asegurador, habida cuenta de que es
quien se encuentra en mejores condiciones para fijar con precisión y de manera indubitable la
extensión clara de sus obligaciones, evitando crear en el espíritu del tomador la falsa creencia
de una garantía inexistente (C. Nac. Com., sala C, 17/5/1984, "Bourre, Jorge A., v. Arco Iris
Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto).

También se decidió que afirmar o negar que se ha verificado el riesgo asegurado es siempre el
resultado de un juicio cuyas premisas son, por una parte, la abstracta indicación hecha por la
ley y por la póliza de los límites del riesgo cubierto y, por la otra, el examen de las
circunstancias especiales en las cuales el hecho se ha producido (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala
2ª, 22/12/1981, "Mediterranean Austral v. La Tandilense Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, JA
1983-I-94).

En la medida en que el asegurador pretenda exonerarse de la responsabilidad sobre la base de


que el daño acaecido no se vincula con el riesgo asegurado, deberá producir la prueba de dicho
extremo (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 3ª, 2/11/1987, "Agencia Marítima Robinson S.A. v.
Sol Decoraciones S.R.L.", LL 1989-D-607, sum. 6559).

Cuando hay "exclusión de riesgo", el asegurador manifiesta explícitamente en la póliza su


voluntad de "no" cubrirlo. Desde el principio del contrato declara no tomarlo a su cargo y el
asegurado no tiene derecho a indemnización alguna. En este supuesto se origina una falta de
cobertura, se configura un "no seguro", porque el riesgo se halla formalmente fuera de la
garantía dada en la póliza respectiva: existe una diferencia cualitativa entre riesgo asumido y
riesgo excluido; lo significativo es que se trata de un riesgo "diverso" del previsto en la póliza,
es decir, de aquel sobre cuya base se efectuó el contrato. Así, habrá riesgo excluido o evento no
cubierto todas las veces en que el siniestro se produzca en ocasiones en que el contrato prevé
expresamente como no idóneas para hacer funcionar la garantía del asegurador. El riesgo
asegurado es siempre un "riesgo calificado" y constituye una parte del "riesgo genérico"
aludido en la póliza, según la rama del seguro de que se trate. El "riesgo asegurado" o "riesgo
asumido" es, pues, la posibilidad de que el evento dañoso se concrete en las condiciones
contempladas en la póliza. Las condiciones de riesgo que funcionan como "límites" de la
cobertura pueden tener su origen en circunstancias "objetivas" o "subjetivas"; se debe destacar
que cuando se estructuran las condiciones de los seguros se evalúa, además de los aspectos
objetivos del riesgo, las condiciones que se relacionan con la persona del asegurado,
especialmente cuando se trata de ramas en las cuales el factor subjetivo tiene una importancia
capital -v.gr., seguros de robo, de alhajas y pieles, etc.- (C. Nac. Com., sala B, 14/11/1979,
"Musante, Jorge, v. La Agrícola Cía. de Seguros S.A.", LL 1980-B-160).

El contrato de seguro se debe interpretar literalmente en los supuestos en que la cobertura está
expresada claramente; no es posible otorgarle una interpretación extensiva toda vez que la

484
enumeración de los riesgos y la extensión de la cobertura se deben apreciar limitativamente
(Sup. Corte Bs. As., 18/3/1980, "Aranda, Mario V., v. Valli, Héctor R." -acuerdo 28.723-,
DJBA 118-238; en análogo sentido, mismo tribunal, 13/4/1993, "A., E. R., v. Montenegro,
Francisco", LL 1993-C-140; C. Civ. y Com. 1ª Mar del Plata, 28/5/1982, "Hernandorena,
Jorge R., v. Martín, Jorge R.", ED 102-307; C. Nac. Com., sala D, 24/10/1995 -del voto del
Dr. Alberti-, "M., A. A., v. La Estrella Cía. de Seguros S.A.", LL 1996-B-224). La cobertura se
debe interpretar literalmente, sin restringirla en sus términos claros en favor del asegurador ni
ampliarla en favor del asegurado (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 22/12/1981,
"Mediterranean Austral v. La Tandilense Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, JA 1983-I-
94). Pero en caso de ser redactadas en forma oscura, equívoca o confusa y en presencia de
duda, serán entonces interpretadas en contra del asegurador, que ha sido quien las ha redactado
(C. Nac. Com., sala D, 7/8/1975, "Cosacmov, Jesús, v. Arcadia Cía. de Seguros S.A.", LL
1976-A-259).

No cabe restringir la responsabilidad del asegurador, salvo cuando del contrato, literalmente,
dimane que sea así (C. Apels. Civ. y Com. Mercedes, sala I, 19/3/1987, "García, César O., v.
Chapartegui Hnos. y otros", DJ 1987-2-276). Las exclusiones o limitaciones de responsabilidad
son de interpretación restrictiva y deben ser formales e individualizadas (C. Apels. San Nicolás,
3/11/1981, "Chitarroni, Juan A., v. Morello, Jorge O." Ver Texto, DJBA 122-530; LL 182-A-
530). La extensión de la cobertura, en el contrato de seguro debe ser apreciada limitativamente;
no es admisible una interpretación extensiva (C. Nac. Com., sala C -del voto del Dr. Di Tella-,
24/5/1989, "Babijackzuk, Nicolás, v. La Meridional Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, LL
1989-E-73), pues su ampliación producirá un grave desequilibrio en el conjunto de las
operaciones de la aseguradora (C. Apels. Civ. y Com. Junín, 30/11/1988 -voto del Dr.
Azpelicueta-, "Rodríguez, Antonio J., v. Sud América Cía. de Seguros S.A.", LL 1989-25-298).

También se ha decidido que si la aseguradora opuso en su defensa una causa que la excluía
objetivamente del deber de responder por los daños ocasionados por su asegurado y,
comprobado ello, el juzgador ha hecho lugar debidamente a la cláusula del contrato de seguro
que contempla tal circunstancia, ha existido la objetiva aplicación de una causal de exoneración
de la obligación de indemnizar pactada expresamente por las partes (Sup. Corte Bs. As.,
2/12/1980, "Salguero, Marco E., v. Deffonchio, Luis F." -acuerdo 29.018-, DJBA 120-149;
ED 94-226); pero que no puede ser considerado en la sentencia un supuesto de liberación de la
obligación de indemnidad si la aseguradora no lo alegó temporáneamente (mismo tribunal,
27/12/1988, "Janout, Hugo E., v. Caamabo, Juan C., y otro" Ver Texto, DJBA 136-1635).

Si el vehículo es conducido por quien carece de registro habilitante, se produce


contractualmente un supuesto de inexistencia de cobertura y no puede la víctima pretender que
la condena alcance a la aseguradora, que al momento del accidente carecía, por ese motivo, de
vínculo con el responsable: se trata de un supuesto de delimitación del riesgo o de no seguro,
en el cual resultan extrañas las consideraciones relativas a la función social del seguro y a la
protección de la víctima (C. Nac. Civ., sala H, 26/12/1996, "Herrera, Verónica, v. Portillo,
Nélida" Ver Texto, LL 1997-C-994, sum. 11.550).

485
7 (a.3.1). La ausencia de cobertura y el art. 56 Ver Texto, LS.

Una cuestión que se suscita en nuestro derecho al analizar los efectos que produce la ausencia
de seguro es si, ante la inexistencia de cobertura de un supuesto determinado, resulta o no
aplicable el art. 56 Ver Texto, LS.; éste exige que el asegurador se pronuncie "sobre el derecho
del asegurado" dentro de 30 días, contados según la forma en que la misma disposición legal
indica (aunque de manera un tanto indirecta).

Por los motivos precedentemente señalados entendemos que no resulta aplicable el art. 56 Ver
Texto, LS., a los supuestos de inexistencia de cobertura o de "no seguro": el referido art. 56
Ver Texto requiere determinadas calidades subjetivas para su aplicación, ya que habla de un
deber del asegurador, de pronunciarse respecto del derecho del asegurado; y nadie resulta
"asegurador" ni "asegurado" respecto de riesgos o situaciones que han sido colocados fuera del
amparo asegurativo al concertarse el contrato y que, por ende, no integran el contenido de éste,
al cual necesariamente se debe referir cualquier pretensión que alegue una persona respecto de
quien invoca como su asegurador (726) .

Es de señalar que la admisión de esta tesis no implica que todo rechazo de las pretensiones del
asegurado que el asegurador formule vaya a tener como efecto, sin más, la extinción del
derecho invocado por el asegurado. La existencia de la cobertura podrá ser motivo de
controversia judicial, que deberá decidir la sentencia en función del contenido del contrato y
las pruebas sobre la naturaleza del hecho en el cual se apoya la acción deducida; simplemente
se evita que la cuestión sea resuelta por el solo conteo de un plazo.

Si bien la jurisprudencia se ha pronunciado preponderantemente en favor de la aplicación del


art. 56 Ver Texto aun en los casos de coberturas excluidas, diversos pronunciamientos
decidieron en sentido opuesto, como se verá a continuación.

Jurisprudencia

a) Fallos que declaran aplicable el art. 56 56 a los supuestos de ausencia de cobertura ("no
seguro").

El art. 56 Ver Texto de la ley 17418 establece que el asegurador se debe pronunciar acerca del
derecho del asegurado dentro de los 30 días de recibida la información complementaria
prevista en el 2º y 3er. párrs. del art. 46 Ver Texto. La omisión de pronunciarse importa

486
aceptación. De modo, entonces, que la ley concede a la aseguradora, por este artículo, un plazo
de 30 días para que se pronuncie sobre el derecho del asegurado, contados a partir de la
denuncia del siniestro, plazo que se puede ver ampliado si resulta necesario requerir la
información complementaria a que se refieren los incs. 2 y 3 del art. 46 Ver Texto citados, en
cuyo caso se cuenta desde que es recibida esa información (C. Nac. Com., sala A, 21/12/1984,
"Moya, Víctor, v. La Agrícola Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, ED 116-646; LL 1986-A-627,
sum. 37.113).

Una vez denunciado el siniestro, el asegurador se debe pronunciar sobre el derecho del
asegurado en un plazo cuyo cómputo solamente puede interrumpir mediante el requerimiento
de información complementaria que sea razonable, tanto en lo concerniente a la necesidad de
conocer del asegurador como en la posibilidad de que sea suministrada por el asegurado (C.
Nac. Com., sala C, 8/5/1984, "Industrias Pirelli S.A. v. Resguardo Cía. de Seguros S.A." Ver
Texto, ED 15/8/1984).

El deber de pronunciarse acerca de la indemnización del siniestro constituye una carga que
pesa sobre el asegurador y que busca poner un límite razonable al tiempo dentro del cual éste
debe decidir si va o no a indemnizar o, por el contrario, invocará algún incumplimiento de la
contraparte para eximirse de ejecutar su obligación principal. Tal omisión neutraliza los efectos
del incumplimiento de la carga u obligación asumida por el asegurado, e importa un
reconocimiento tácito del derecho del asegurado, pues la ley -art. 56 Ver Texto, Ley de
Seguros- hace una interpretación del silencio acorde con lo que establece el art. 919 Ver Texto
del Código Civil. De tal modo, cualquier incumplimiento alegado fuera de ese plazo por el
asegurador es inoperante, por haber caducado el derecho de articular tal defensa, ante lo
extemporáneo de la manifestación (C. Nac. Com., sala A, 30/5/1986, "Vergara, Arturo, y otra
v. La Agrícola Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1986-D-176.

Si el asegurador entiende que existe una suspensión en la cobertura por mora en el pago de la
prima, debe invocar esa circunstancia dentro del plazo previsto en el art. 56 Ver Texto, ley
17418, pues tal causa no opera ipso iure, de modo que si no cumple con esa carga pierde la
posibilidad de hacerlo y la defensa devendrá improponible (C. Nac. Com., sala A, 29/2/1996,
"Zorrilla de Carrizo, Ángela, v. Inca Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1996-D-179, DJ
1996-II-178 y ED 171-114; íd., 10/9/1997, en "Matos de De Marco, Shirley W., v. Libertad
Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1997-C-244).

La necesidad de expedirse dentro del plazo establecido por el art. 56 Ver Texto de la ley 17418
constituye un deber jurídico que no es meramente formal, sino sustancial, y que por haber sido
impuesto por la ley posibilita la aplicación del art. 919 Ver Texto del Código Civil: ante la carga
de expedirse acerca del derecho del asegurado, el silencio del asegurador permite otorgarle el
sentido de una manifestación de voluntad que importa aceptación (Sup. Corte Bs. As.,
22/5/1990, "Arena, Adrián, v. Bocca, Alfredo D." Ver Texto, DJBA 140-615).

487
Si el asegurador no pidió información complementaria ni se pronunció en manera alguna, cabe
tener por configurada la aceptación tácita de responsabilidad, con los efectos del art. 56 Ver
Texto, LS. Este tipo de aceptaciones tiene efectos absolutos, que impiden considerar
sobreviniente cualquier causal exonerativa del asegurador, por grave que fuese, dado que el
asegurador es un empresario especializado en razón de su objeto. El aludido mecanismo (art.
56 Ver Texto citado) constituye un típico modo mercantil de determinar rapidez y certeza en el
tráfico, que debe ser tutelado en su operatividad y aplicado por los jueces con el máximo rigor
en tanto se trata del tráfico asegurador, en el cual actúa un sujeto del mercado -la entidad
aseguradora- que por definición posee una empresa apta para ello y puede afrontar un
cometido de significativa relevancia social. La ratio legis del mecanismo legal en cuestión
reside, justamente, en evitar dilaciones intentadas por el asegurador con base en la necesidad de
determinar el daño invocando cargas del asegurado, pero con incumplimiento de sus propios
deberes (C. Nac. Com., sala B, 20/5/1998, "Mayol, Nelly Mirtha, v. Sudamérica Cía. de
Seguros de Vida y Patrimoniales S.A." Ver Texto, ED 179-511).

El silencio del asegurador ante la obligación impuesta por el art. 56 Ver Texto de la ley 17418,
de pronunciarse sobre el derecho del asegurado a cobrar la indemnización, no es cuestión que
pueda ser enervada en sus consecuencias, pues se trata de un elemento sustancial que, a partir
de la regla del art. 919 Ver Texto del Código Civil, reconoce plurales aplicaciones en la Ley de
Seguros. Una interpretación distinta estaría en pugna con el valor seguridad en los negocios
que persigue ese plazo para pronunciarse y con la presunción que se extrae del silencio del
asegurador, relevante como productor de efectos en el cumplimiento del contrato y como
supuesto de silencio calificado desde que es elemento útil para computarlo como manifestación
de la voluntad (C. Nac. Com., sala B, 18/8/1992, "El Comercio Cía. de Seguros S.A. v. Nieto
Hnos. S.A." Ver Texto, LL 1993-C-357 y DJ 1993-II-551; en análogo sentido, C. Nac. Trab.,
sala 1ª, 31/8/1995, "M, A., y otro v. Estructura Horizontal S.R.L.", DT 1996-A-359).

La omisión de la aseguradora de pronunciarse acerca del derecho del asegurado en el plazo


previsto por el art. 56 Ver Texto, LS., revela que, a partir de la aceptación del siniestro, operada
por imperio de la ley y por el mero trascurso del tiempo, se hallaban reunidos a su respecto los
requisitos legales y convencionales necesarios para hacerse cargo de la reparación, es decir, la
vigencia de un contrato de seguro entre las partes y el acaecimiento de un siniestro previsto y
cubierto (C. Nac. Com., sala C, 24/11/1996, "El Comercio Cía. de Seguros S.A. v. Nieto
Hnos. S.A." Ver Texto, LL 1996-B-248).

El art. 56 Ver Texto de la ley 17418 impone al asegurador pronunciarse dentro de los 30 días
acerca del derecho del asegurado, y tal amplitud en el objeto sobre el cual recae la carga no
permite distinciones apoyadas en la diversa naturaleza del incumplimiento (Sup. Corte Bs. As.,
7/7/1992, "Machado, Fermín, y otra v. Zito y Valentini S.A. y otra" Ver Texto, LL 1993-E-
412. En igual sentido, 20/9/1994, "Acosta, Abel I., v. Otero, Luis A." Ver Texto, DJBA 147-
704).

Es requisito sustancial de admisibilidad de las defensas que el asegurador pretenda oponer al


reclamo del asegurado el oportuno pronunciamiento exigido imperativamente por el art. 56

488
Ver Texto de la ley 17418. En consecuencia, no corresponde siquiera ingresar en la
consideración de las razones invocadas para excusar la responsabilidad, si no se rechazó la
procedencia del reclamo dentro del plazo legal, cuyo mero trascurso importa aceptación (C.
Nac. Com., sala C, 25/6/1987, "Tres Ases S.A. v. Astro Cooperativa de Seguros Ltda.", LL
1988-A-247 y DJ 1988-I-922. En sentido análogo, sala B, 22/11/1988, "Suárez, Eduardo O., v.
Ruta Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, LL 1989-C-193 y DJ 1989-II-444; sala A,
29/2/1996, "Zorrilla de Carrizo, Ángela, v. Inca Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1996-D-
178).

Lo sinalagmático de la relación asegurativa impone que el concepto de carga sea extensible a


todas las partes contratantes. Al asegurado, al exigirle información y conductas concretas; al
asegurador, al requerirle la razonable y debida diligencia en lo relativo a la determinación del
siniestro y la prontitud en el cumplimiento de su obligación de indemnizar. De allí que la ley
17418 consagró, en el art. 56 Ver Texto, la obligación del asegurador de pronunciarse acerca
del derecho del asegurado, constriñéndolo bajo severa sanción a que lo ejercite dentro de los
30 días de recibida la información complementaria prevista en el 2º y 3er. párrs. del art. 46 Ver
Texto (C. Nac. Com., sala A, "Deibe, Juana A., v. Caja de Jubilaciones, Subsidios y Pensiones
del Personal del Banco de la Provincia de Buenos Aires", JA 1982-I-400 Ver Texto).

Los aseguradores deben poner el mayor empeño para que las tareas a su cargo se realicen en el
menor tiempo, a fin de satisfacer cuanto antes sus obligaciones. Por ello, y para paliar el tardío
cumplimiento de las obligaciones por parte del asegurador, el art. 56 Ver Texto, LS., dispone
que éste se debe pronunciar dentro de los 30 días de recibida la información complementaria
prevista en el 2º y 3er. párrs. del art. 46 Ver Texto, y que la omisión de hacerlo importa
aceptación (C. Nac. Com., sala B, 27/12/1985, "Vetriglia, Federico, v. Patronal Cooperativa de
Seguros Ltda.", LL 1986-E-701, sum. 37.449).

Si la aseguradora no es diligente en pedir las informaciones que necesita acerca del siniestro y
los daños o se demora injustificadamente en realizar las verificaciones pertinentes a fin de
terminar cuanto antes la liquidación de la indemnización, da lugar a que corra el plazo
establecido por el art. 56 Ver Texto de la ley 17418, por aplicación de lo dispuesto por el art.
512 Ver Texto, CCiv. (C. Nac. Com., sala B, 28/2/1985, "Plus Ultra Cía. de Seguros S.A. v.
Lomoro, Julio S.", ED 116-184 y LL 1986-B-616, sum. 37.220).

La falta de diligencia del asegurador hacia el requerimiento de informes importa la


consecuencia de que el plazo del art. 56 Ver Texto, ley 17418, se compute desde el momento
en que se debió requerir la información: ello, sin perjuicio de interpretar, más drásticamente
aún, que tal omisión acarrea el cálculo ininterrumpido del plazo desde el día en que se
denunció el siniestro. El asegurador deberá probar que requirió del asegurado la información,
la fecha en que lo hizo y en que se le contestó, en su caso, para la determinación del curso del
plazo. En defecto de ello, solamente cabe aplicar la consecuencia que previene el art. 56 Ver
Texto, ley 17418, por su omisión (C. Nac. Com., sala C, "Industrias Pirelli S.A. v. Resguardo
Cía. de Seguros" Ver Texto, ED 110-121 y DJ 1985-13-405).

489
Que la aseguradora haya requerido mayor información al damnificado, en los términos de los
arts. 46 Ver Texto y 56 Ver Texto de la ley 17418, implica que subordinó la exigibilidad del
pago pretendido a la aceptación de los datos solicitados, por lo cual debe ser considerado
como prorrogado el plazo previsto por el art. 56 Ver Texto como consecuencia lógica de ello
(C. Nac. Com., sala C, 5/12/1989, "Rojas, Carlos J., v. Sud América Cía. de Seguros S.A." Ver
Texto, LL 1990-C-289).

La aceptación del derecho del asegurado conforme al art. 56 Ver Texto, ley 17418, impide al
asegurador alegar defensas, esto es, desconocer el derecho del asegurado a ser indemnizado (C.
Nac. Com., sala B, 18/12/1986, "Bandell, Jacinto F., v. Unión Comerciantes Cía. de Seguros
S.A.", LL 1989-A-51 y JA 1987-III-107 Ver Texto). La defectuosa contestación de la
aseguradora respecto del reclamo indemnizatorio efectuado por el asegurado importa la
aceptación de la cobertura, tal como lo dice el art. 56 Ver Texto, ley 17418. A no otra
conclusión cabe llegar frente a un rechazo vago y genérico (C. Nac. Com., sala A, 23/10/1979,
"Ros, Manuel, y otro v. Patronal Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, LL 1980-A- 558).

El plazo establecido por el art. 56 Ver Texto, LS., se calcula a partir de la denuncia del
siniestro, y sólo puede ser interrumpido por el pedido de información complementaria
autorizado por el art. 46 Ver Texto, 2º y 3er. párrs. del mismo cuerpo normativo. En su
defecto, la falta de pronunciamiento dentro de los 30 días siguientes al de la denuncia del
siniestro importa el reconocimiento del derecho del asegurado con arreglo al citado art. 56 Ver
Texto; la aseguradora incurre en mora por el mero vencimiento del plazo conforme a lo
dispuesto por el art. 51 Ver Texto, LS. (C. Nac. Com., sala E, 30/8/1999, "Contreras, Andrés,
v. La Íbero Platense Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, ED, fallo 50.303).

b) Fallos que declaran inaplicable el art. 56 56, LS., a los casos de ausencia de cobertura, o
limitan en algunos supuestos los efectos de dicha norma.

En los supuestos de cláusulas de caducidad, el evento está originariamente dentro del amparo
asegurativo, por lo cual la conducta impropia del asegurado -tipificada como tal por la norma o
por la convención- enerva el derecho a la prestación del asegurador. Las delimitaciones de la
cobertura, en cambio, hacen que determinados hechos resulten extraños al ámbito contractual
y que persistan en esa condición durante todo el trascurso de la relación. Así, acaecido el
supuesto excluido, ninguna repercusión genera, pues no hay prevista prestación a su respecto.
En el seguro de la responsabilidad civil, las exclusiones son siempres oponibles al damnificado,
pues son tales desde el principio del contrato y, por lo tanto, en todos los casos resultan
anteriores al hecho perjudicial: atañen a la medida del seguro que menciona el art. 118 Ver
Texto, LS., que no se agota en su aspecto cuantitativo, sino que incumbe a sus límites, fuera de
los cuales no hay cobertura. La diferencia también se advierte con relación al tiempo útil para
su invocación: el asegurador debe esgrimir la caducidad dentro del plazo de 30 días de recibida
la información complementaria (art. 56 Ver Texto, LS.); trascurrido éste sin que se hubiere
verificado, o la observancia de una conducta opuesta a la posterior declinación, obstan a la
alegación. Al contrario, la exclusión de cobertura no cuenta con plazo perentorio de

490
invocación, pues alude a un "no seguro", a un acaecer no previsto para originar derechos del
asegurado. La hipótesis de que se halla fuera del vínculo convencional, por haber sido excluida
de él o por no habérsela incluido nunca, impide hablar de "asegurado" y "asegurador" referidos
a aquélla. Consecuentemente, el art. 56 Ver Texto no encuentra aquí el sustento necesario para
su aplicación (Trib. Sup. Just. Córdoba, 24/3/1993, "Fortuna de Mendoza, Gladys Noemí, v.
Bonza, Raúl A., y otro, s./Ejecución de sentencia. Recurso de revisión", "Revista de Derecho
Privado y Comunitario", 1995, p. 461).

La obligación que el art. 56 Ver Texto, ley 17418, establece a cargo del asegurador a fin de que
se pronuncie acerca del derecho del asegurado, supone la vigencia de la cobertura, por lo cual
no es invocable en el supuesto de que la mora en el pago de la prima originó automáticamente
la suspensión de la garantía -arts. 31 Ver Texto y 56 Ver Texto, LS.- (Sup. Corte Bs. As.,
11/7/1995, "Passarotto, Luis C., v. Buccolini, Osvaldo" Ver Texto, DJBA 149-4883; LL Bs.
As. 1995-1030; mismo tribunal, 22/3/1988, "Miceli, Miguel U., v. Quiroz, Marcos A." Ver
Texto, acuerdo 38.693, LL 1988-D-45 y DJ 1988-II-1166) (727) .

También se ha decidido que si bien el art. 56 Ver Texto, ley 17418, implica, respecto del
asegurador que omite pronunciarse en el plazo legal, el reconocimiento del derecho del
asegurado, tal precepto legal y la sanción que establece sólo están referidos a los supuestos en
los cuales haya mediado una tramitación normal de la denuncia y acreditación del siniestro;
pero que de ninguna manera se puede entender aplicable dicha norma al asegurador cuando
quedó acreditado que el asegurado realizó alguno de los actos previstos por el art. 48 Ver
Texto de la mencionada ley -dejar de cumplir maliciosamente las cargas del art. 46 Ver Texto,
2º párr., o exagerar fraudulentamente los daños, o emplear pruebas falsas para acreditarlos- (C.
Nac. Com., sala B, 28/2/1986, "Exportman S.A. v. Neptunia Cía. de Seguros S.A." Ver Texto,
LL 1987-C-437, sum. 37.640). Ello así, por cuanto el art. 56 Ver Texto, ley 17418, tiene como
presupuesto que la gestión de verificación y liquidación se cumpla de modo regular. De ahí que
los mecanismos establecidos por la Ley de Seguros para no demorar el pago de la
indemnización no se pueden convertir en medios expurgatorios de articulaciones engañosas y
deben ceder paso a la demostración de aquellas conductas que por su dolo, malicia o fraude
encuentran sanción en la propia ley atendiendo a una directiva constante que el legislador
imprime a lo largo de su articulado. El plazo de dicho art. 56 Ver Texto fue establecido para
tutela del asegurado leal, esto es, aquel que satisface verazmente la necesidad de conocer de su
contraparte (C. Nac. Com., sala B, 16/9/1988, "Flametic S.A. v. El Sol de Buenos Aires Cía.
de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1989-A-461 -este fallo fue revocado por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, que resolvió que el art. 56 Ver Texto resulta aplicable aun cuando el
asegurado haya violado las cargas establecidas por los arts. 48 Ver Texto y 77 Ver Texto, LS.
En disidencia votó el Dr. Belluscio: JA 1989-IV-47 Ver Texto-).

La conducta positiva que el art. 56 Ver Texto de la ley 17418 pone en cabeza de la aseguradora
está supeditada a que se haya configurado la situación riesgosa prevista en el contrato. Por ello,
no rige el deber del art. 56 Ver Texto de la ley 17418 en situaciones en que no se da la relación
asegurativa, como, v.gr., en los casos de coberturas excluidas de la garantía o en hipótesis de

491
"no seguro" (C. Apels. Civ. y Com. Junín, 30/11/1988, "Rodríguez, Antonio J., v. Sud
América Cía. de Seguros S.A." -del voto en disidencia del Dr. Azpelicueta-, LL 1989-B-298).

En los casos de exclusión de cobertura no rige el plazo del art. 56 Ver Texto, ley 17418, para
rechazar la pretensión indemnizatoria. Por lo tanto, el silencio de la aseguradora frente a la
denuncia del siniestro por el asegurado no importa aceptación y es oponible en todos los casos
al tercero reclamante, pues al tratarse de exclusión de cobertura o de riesgo, y no de caducidad,
no es una defensa posterior al siniestro (C. Apels. Civ. y Com. Azul, 30/3/1994, "Fernández
Begue de Aller, Blanca D., y otros v. González, Justo, y otro", LL Bs. As. 1994-903).

Si el art. 56 Ver Texto, ley 17418, impone la carga de manifestarse sobre la existencia de
circunstancias que impidan al asegurado beneficiario exigir el cumplimiento de la prestación
comprometida por el asegurador, tanto un supuesto de caducidad como uno de no seguro
importan una circunstancia impeditiva. Pero en el no seguro, el riesgo de que se trata nunca se
incluyó en el seguro; luego, es correcto que si no existe contrato alguno no funcione el art. 56
Ver Texto de la norma citada, como tampoco cuando el riesgo no estaba cubierto en ninguna
circunstancia, como, por ejemplo, si al haber contratado un seguro de responsabilidad civil se
denuncia un siniestro que afectó la cosa de propiedad del asegurado, pues no existe asegurado
ni asegurador, calidades que requiere el art. 56 Ver Texto de la ley. El art. 56 Ver Texto, LS.,
tiene por finalidad que el asegurado sepa a qué atenerse antes del eventual juicio, importa una
manifestación particular de los efectos del silencio como expresión de la voluntad ante la
necesidad de explicarse por imposición legal; pero ello es así en tanto el riesgo que se denuncia
esté incluido en el seguro (C. Civ., Com. y Cont.-Adm. San Francisco, Córdoba, 17/8/1995,
"Trossero, Raúl T., y otros v. Sierra, Pablo B.", LL Córdoba 1995-931).

El simple correr del plazo contemplado en el art. 56 Ver Texto de la ley 17418 no significa que
queden comprendidos en ese reconocimiento y en la zona de cobertura todos aquellos rubros
que han sido excluidos expresamente y ab initio del seguro pactado entre las partes, pues dicha
solución implicaría el enriquecimiento indebido del asegurado (Sup. Corte Just. Mendoza,
21/12/1995, "Triunfo Cooperativa de Seguros Ltda. v. Intraguglielmo, Víctor" Ver Texto, LL
1996-D-182; DJ 1996-I-872 y "RJSER", n_ 34, p. 201, pronunciamiento éste en el cual,
asimismo, se hace referencia, en tal sentido, al fallo de la C. Fed. Córdoba, sala A, recaído in re
"Delta Empresa Constructora v. Banco Hipotecario Nacional", LL Córdoba 1995-400) (728) .

El precepto contenido en el art. 56 Ver Texto requiere, para su operatividad, determinadas


calidades subjetivas (asegurado-asegurador), y exige a este último pronunciamiento sobre el
derecho del primero. Por ello, el tiempo útil en el cual el asegurador debe contestar una
exclusión de cobertura no es el plazo del art. 56 Ver Texto de la Ley de Seguros, sino el que
indique cada regulación procesal (C. 1ª Civ. y Com. Córdoba, 26/10/1998, "Lamón, Ángel, v.
España y Río de La Plata Cía. de Seguros S.A.", LL Córdoba 1999-1489).

492
La circunstancia de que la entidad aseguradora no se haya expedido en el plazo establecido por
el art. 56 Ver Texto, ley 17418, no habilita per se a considerar aceptado el pedido de cobertura
formulado por el accionante, con el argumento de haber mediado "aceptación" del derecho del
asegurado en los términos establecidos en dicha regla legal. La omisión por la aseguradora del
deber jurídico que le impone el art. 56 Ver Texto de la Ley de Seguros (deber de pronunciarse
sobre el derecho del asegurado) no puede derivar por sí misma, inmediatamente, en el
reconocimiento de una cobertura que no existía ni convalidar un no seguro o falta de cobertura
(C. Nac. Com., sala D, 7/12/1999, "Ledezma, Rubén Ireneo, v. Omega Cooperativa de
Seguros Ltda." Ver Texto, ED, fallo 50.085).

No constituye cuestión federal que justifique la concesión del recurso extraordinario lo


atinente a si la aseguradora demandada cumplió o no con lo dispuesto en el art. 56 Ver Texto
de la Ley de Seguros, 17418 (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 24/9/1998, "Bargas, Isidro, v.
Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, LL, fallo 99.051).

7 (a.4).

Otro aspecto en el cual interesa esta diferencia es que mientras la caducidad convencional está
sometida a la órbita limitativa del art. 158 Ver Texto, LS. (que incluye expresamente al art. 36
Ver Texto), la exclusión de cobertura, que casi siempre es de índole convencional (729) , queda
librada a la voluntad del asegurador predisponente de las cláusulas; por ello resulta
fundamental el control previo de los elementos contractuales que requieren los arts. 23 Ver
Texto y 25 Ver Texto de la ley 20091 (hoy un tanto debilitado ante la aprobación automática
resultante de la falta de pronunciamiento, por parte del ente de control, en el plazo de 30 días:
art. 23.1.2 , in fine, de la resolución 21523) (730) y, en última instancia, el control de legalidad
que se efectúe en sede judicial en razón del art. 953 Ver Texto del Código Civil y, ahora, de la
normativa emergente de la ley 24240 Ver Texto, de protección del consumidor, aplicable aquí
por analogía. Otras legislaciones, en cambio, imponen requisitos o establecen límites a la
formulación de exclusiones mediante cláusulas insertas en las pólizas (ley española 50, de 1980,
art. 3; ley francesa, Code des Assurances, art. 112.4, según ley 81-5 del 7/1/1981; etc.).

Es de señalar, además, que cabe plantearse en qué medida pueden ser motivo de exclusión, en
todos los casos, las conductas que, por su naturaleza, resulte más adecuado someterlas al
régimen de la caducidad.

493
7 (a.5).

Se distingue también la caducidad de la nulidad: ésta responde a la existencia de un vicio


originario, es decir, existente al tiempo de la contratación; ataca el vínculo mismo y provoca su
disolución; en tanto, hemos visto que la caducidad obedece a causas sobrevinientes,
implicando la existencia de un derecho que luego fenece, y no tiene por causa vicios
originarios, sino incumplimientos de cargas legal o contractualmente establecidas. Las causas
de nulidad sólo emanan de la ley; las de caducidad pueden ser creadas contractualmente.

Otra diferencia a señalar es la que media entre caducidad y rescisión o resolución contractual.
Estas últimas, si bien tienen lugar con posterioridad a la celebración, producen la disolución del
vínculo en tanto que, como vimos antes, la caducidad sólo ataca el derecho del asegurado a
reclamar la prestación principal en caso de siniestro, pero deja intacta la relación asegurativa,
que puede resultar afectada por siniestros posteriores, salvo que el evento en que se aplique la
caducidad haya sido total y provocase la desaparición o destrucción de la cosa, o bien sobre los
cuales recae el interés asegurado, con lo cual se extinguirá el contrato por falta de objeto (el
interés asegurado requiere, para su existencia, del correlato objetivo, constituido por la cosa o
bien al cual se refiere: dicho interés es una relación de índole económica entre una persona y
una cosa o bien).

En cuanto a las distinciones que cabe formular respecto de la suspensión de cobertura, nos
referimos a ellas al tratar ese aspecto de la ineficacia asegurativa (ver, en este capítulo, § 26 y
ss.).

8. Renuncia a la caducidad.

El asegurador puede renunciar a esa caducidad, tácita o expresamente (731) , por actos
inequívocos (art. 874 Ver Texto, CCiv.). Se entenderá que existe renuncia cuando adopta una
conducta incompatible con la caducidad (732) . Expresamente, el art. 79 Ver Texto dispone
que "la participación del asegurador en el procedimiento pericial de la valuación de los daños
del art. 57 Ver Texto importa su renuncia a invocar las causales de liberación conocidas con
anterioridad que sean incompatibles con esa participación". Y en el art. 46 Ver Texto se aplica
la misma doctrina respecto de la violación de informar el siniestro si participa en las
operaciones de salvamento o de verificación del siniestro o del daño.

494
La jurisprudencia anterior resolvió que importan renuncia: el cumplimiento del contrato,
aunque sea parcialmente (733) ; la continuación de la discusión y apreciación de las
consecuencias del siniestro, a pesar de la omisión de los informes del siniestro (734) o la
exageración del daño (735) ; la manifestación de postergar el pronunciamiento sobre la garantía
hasta no conocer el informe del liquidador importa renunciar a la sanción de caducidad por
mora en el informe sobre los daños sufridos (736) ; la designación de los peritos para avaluar el
daño (737) ; la liquidación de los daños sin reservas (738) ; o si atendió siniestros anteriores sin
exigir el cumplimiento de la carga violada (739) ; o si el directorio del asegurador resolvió pagar
la indemnización (740) ; el reconocimiento en principio del derecho (741) .

Las inejecuciones deben ser alegadas expresamente; de lo contrario, se interpretará que se


reconoce su cumplimiento (742) . Debe aducirlas al tiempo de contestar la demanda (743) y ser
anteriores a su declinación de la garantía.

8 (a).

En doctrina y jurisprudencia se habla de "renuncia tácita a la caducidad" en aquellos supuestos


en los cuales el asegurador, conociendo -o debiendo conocer- un determinado incumplimiento
de cargas por parte del asegurado, realiza por su lado algún acto que implique cumplimiento
del contrato de seguro.

Se trata, en última instancia, de una aplicación de la teoría de los propios actos al seguro, que
consagra la ininvocabilidad de la caducidad cuando tiene lugar una conducta de ejecución
contractual del asegurador incompatible con el previo conocimiento de esa caducidad y la
decisión de alegarla.

495
La denominación introduce la calificación de "tácita", por cuanto no proviene de una
declaración expresa en tal sentido, sino de la incongruencia entre el conocimiento previo y la
posterior conducta de cumplimiento de obligaciones que hubiera podido evitar el asegurador
mediante la simple invocación de la caducidad en el marco establecido por el art. 56 Ver Texto,
LS. Existe un deber de coherencia en el actuar jurídico que aquí se agudiza por el carácter tan
grave de la sanción impuesta al incumplimiento, que libera al asegurador de sus obligaciones de
tal con relación al siniestro al cual estaba referida la carga violada, aun cuando éste haya
percibido la prima del seguro.

Es que, como antes se destacó, las cargas son impuestas para motivar conductas del asegurado
que resulten necesarias para obtener un grado adecuado de funcionalidad del contrato, que
permita fluidamente el juego de los mecanismos técnico-económicos de la relación asegurativa:
pero no constituyen un fin en sí ni una contraprestación sinalagmática que responda, dentro
del equilibrio de las prestaciones, a la obligación del asegurador. Tienen, en el fondo, una
función instrumental, un carácter procesal, dirigido a crear un ámbito funcional adecuado a la
relación asegurativa, que permita el fluido desarrollo de ésta en sus diversos aspectos, tanto pre
como postsiniestrales.

Por otra parte, pese a su denominación, estaríamos, más que ante una renuncia, frente a un
reconocimiento de obligaciones (art. 718 Ver Texto y ss., CCiv.). La renuncia, si bien puede
tener lugar en forma tácita, no se presume, y puede ser revocada antes de que la acepte la
contraparte. En cambio, el efecto derivado de la incongruencia de un acto de cumplimiento
contractual respecto de una situación que permitía la liberación de la obligación que luego se
ejecuta aparece, más bien, como un reconocimiento tácito (art. 721 Ver Texto, CCiv.), del cual
es ejemplo paradigmático la norma del art. 56 Ver Texto, in fine, LS., que emplea la
denominación menos técnica de "aceptación".

Jurisprudencia

Respecto del tema generalmente denominado "renuncia tácita a la caducidad" (para nosotros,
reconocimiento de derechos), se ha decidido que la aseguradora no puede aducir la caducidad
del seguro si posteriormente, de alguna forma, ejecutó actos que implicaron, aunque sea
parcialmente, diligencias destinadas al cumplimiento de sus propias obligaciones derivadas del
contrato (C. Civ., Com. y Trab. Villa Dolores, Córdoba, 14/10/1982, "Giuridi, Daniel V., v.
Empresa de Transportes Grillo", LL Córdoba 1984-372).

Así, entonces, la omisión de plantear en término oportuno la caducidad del seguro en virtud
del art. 47 Ver Texto, ley 17418, es un acto incompatible con su ejercicio, que debe ser
considerado como una renuncia tácita a su invocación (C. Fed. Mendoza, sala A, 14/5/1996,
"Antonucci, Haydée, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", LL 1997-D-876, sum. 11.745).

496
El nombramiento de peritos liquidadores por parte de la compañía aseguradora implica la
renuncia a la caducidad, pues hubo aceptación de la ejecución tardía de las cargas del
asegurado. Dicha designación resulta, entonces, un acto inequívoco de aceptación de la
responsabilidad de indemnizar emergente del contrato (C. Nac. Com., sala C, 11/2/1997,
"Malosetti, María A., v. Sud América Cía. de Seguros de Vida y Patrimoniales S.A." Ver Texto,
LL 1997-C-996, sum. 11.564).

No obstante, la simple designación del liquidador no implica la renuncia del asegurador al


derecho de alegar toda causal de eximición, ya que de sostenerse tal interpretación se limitarían
inaceptablemente las facultades otorgadas por el art. 46 Ver Texto, 2º párr., ley 17418,
negándole el derecho a investigar el siniestro en sus causas, lo cual contradice la práctica
aseguradora (C. Nac. Com., sala E, 26/6/1996, "Destuet, Patricio E., y otro v. El Cabildo Cía.
Argentina de Seguros", JA 1997-I-576 Ver Texto.

Se debe entender que el asegurador renuncia a la invocación de la caducidad de la cobertura si


dejó trascurrir el tiempo sin alegar que la denuncia fue tardía y no intentó verificar el daño y la
extensión de la prestación que el siniestro ponía a su cargo, si tenía todas las posibilidades de
hacerlo (C. Apels. Concepción del Uruguay, sala Civ. y Com., 10/9/1996, "Fogg, George T., v.
La República Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL Litoral 1997-1210).

El proceder de la aseguradora demandada -negarse al cumplimiento de su obligación


indemnizatoria alegando la falta de pago de la prima por parte del asegurado- no se adecua a la
exigencia de la buena fe que debe regir en la ejecución de los contratos, máxime si se trata de
un contrato de seguro, si antes y después del siniestro aceptó sin ningún tipo de objeciones el
pago en cuotas efectuado por el asegurado (C. Nac. Com., sala C, 18/12/1996, "Aptiluz S.R.L.
v. Aseguradores Industriales S.A." Ver Texto, LL 1997-C-996, sum. 11.565).

9. Interpretación de la caducidad.

La pena de caducidad se interpreta restrictivamente: es así por su naturaleza sancionatoria, por


las consecuencias y porque su aplicación liberal puede llevar al enriquecimiento del asegurador
a costa del asegurado (744) , esto es, no puede ser contraria a la buena fe o las buenas
costumbres (745) .

El incumplimiento de la carga no acarrea la caducidad, si se produjo: a) sin culpa o negligencia


(art. 36 Ver Texto); b) por caso fortuito o fuerza mayor (746) ; c) o el cumplimiento sustancial,

497
aunque no sea literal, de la carga (747) . En este último sentido, el segundo párrafo del ap. a del
art. 36 Ver Texto. Téngase en cuenta además lo expresado en el § 6, letra e.

9 bis. Carga de la prueba del incumplimiento.

La prueba de la inejecución pesa sobre el asegurador; es decir que el asegurado no cumplió la


carga o lo hizo en forma incompleta. En cambio, la culpa del incumplimiento resulta de la
misma inejecución (art. 513 Ver Texto, CCiv.), y pesará sobre el asegurado acreditar su falta de
culpa o negligencia (748) .

10. Régimen especial en materia de accidentes del trabajo.

La cobertura de los accidentes y enfermedades del trabajo se halla actualmente regulada por la
ley 24557 Ver Texto, sobre riesgos del trabajo (LRT.) (749) .

Esta normativa modificó profundamente el régimen tradicional, instaurado por la ley 9688 Ver
Texto y sus modificatorias y que había continuado la ley 24028 Ver Texto: ambas establecían
una cobertura asegurativa de carácter facultativo, que cubría la responsabilidad objetiva
impuesta por la ley a los patronos (750) .

No obstante, admitían que el trabajador optase por plantear su demanda en el ámbito del
derecho civil, para lo cual debía entonces ajustarse a los requerimientos y presupuestos de éste
(751) .

Como era de prever, el sistema estalló, y lo hizo por el lado del seguro de accidentes del
trabajo, que le servía de soporte económico. En realidad, la reacción comenzó por el lado del
reaseguro, porque las aseguradoras mantenían bajas retenciones y cedían la mayor parte del

498
riesgo al Instituto Nacional de Reaseguros, ente estatal y monopólico, que dispuso no amparar
ciertas dolencias que constituían el grueso de los reclamos (várices, afecciones columnarias,
etc.) y en los cuales, como destacamos, no se discriminaba el grado de incidencia causal laboral
respecto de las causas propias de la constitución física de cada reclamante.

Posteriormente se dictó la ley 24028 Ver Texto, que introdujo varias novedades: se permitían
las coberturas asegurativas parciales (art. 6 Ver Texto) (752) : se eliminaba el empleo de la
"indiferencia de la concausa", por lo que correspondía, en cada caso, indagar, por una parte, la
incidencia causal del trabajo y, por la otra, la de las condiciones personales propias de cada
individuo (art. 2 Ver Texto); se admitía también la posibilidad de llegar a acuerdos
transaccionales en el ámbito administrativo o judicial (art. 13 Ver Texto); y, en la Capital
Federal, se establecía la competencia civil para que entendiera en los casos de opción en favor
del derecho común (art. 16 Ver Texto). Finalmente, el sistema fue sustituido por el régimen de
las A.R.T. (administradoras de riesgos del trabajo, ley 24557 Ver Texto), que modificó en
forma drástica los anteriores y creó, respecto de las coberturas de las incapacidades, una
regulación que ya hemos analizado y que, a nuestro juicio, se aparta de la naturaleza del seguro
privado e ingresa en otros ámbitos, más cercanos al de la seguridad social (753) .

10 bis. Seguro de la responsabilidad civil.

Respecto del seguro de la responsabilidad civil con relación al damnificado, el art. 118 Ver
Texto ha creado un régimen especial, que se analizará más adelante.

(676) Bruck, p. 276.

(677) Bruck, p. 277; Morandi, en JA 1969-III, Doctrina, y en JA 1969-IV, Doctrina.

(678) Bruck, p. 278. Ver sobre el art. 36 Ver Texto, Halperin, en "Rev. Der. Com. y Oblig.",
año 2 (1969), p. 719; Steinfeld, en JA 1969-IV, Doctrina.

(679) Bruck, p. 278. Ver Halperin, Isaac, Algunos problemas del seguro de la responsabilidad
civil, en LL 45-683.

499
La doctrina -especialmente la alemana- admite otras clasificaciones, fundadas en ciertos estados
objetivos de hecho y los que suponen un estado subjetivo, que a su vez se combinan con los
deberes de informar y de conducta (Bruck, lug. cit.).

(680) Es de destacar que, en ocasiones, las pólizas reiteran en sus cláusulas o condiciones
algunas de las cargas legales (p.ej., la que impone el deber de denunciar el siniestro dentro de
determinado plazo). Pero el hecho de que puedan hallarse trascritas en la póliza no convierte
estas cargas en contractuales, aunque formen parte del cuerpo del contrato, sino que continúan
siendo cargas legales, por cuanto se las aplica estén o no contenidas expresamente en el texto
contractual, y su régimen será el establecido, para la especie de que se trate, en la ley.

(681) En la posición que considera que la normativa del art. 5 Ver Texto y ss. de la Ley de
Seguros establece un régimen especial respecto de los vicios del consentimiento del asegurador,
provocados por la declaración falsa o reticente del asegurado, podemos señalar, entre otros, al
autor de esta obra (ver capítulo III, § 17); en cambio, sostienen que se trata de una carga
precontractual impuesta al contratante en interés del asegurador, Donati, Antigono (Trattato
del diritto delle assicurazioni private, cit., t. II, § 417-á, p. 305), seguido por Morandi, J. C. F.
(Estudios de derecho de seguros, p. 224 y notas 33 y 33 bis).

(682) Ver lo expresado sobre el tema en Barbato, Nicolás Héctor, La declaración veraz del
estado del riesgo: ¿carga precontractual o requisito del consentimiento?, en "Derecho y
Empresa", Universidad Austral, año 1997, n_ 7/8 -en homenaje al Prof. Dr. Juan Carlos Félix
Morandi-, ps. 13 y ss.

(683) Agudamente apunta Fanelli que, en general, el análisis de la caducidad en la doctrina


civilista ha tenido por finalidad distinguir la noción de prescripción extintiva de otros
conceptos afines relativos a los efectos del tiempo sobre la subsistencia de los derechos
subjetivos, lo cual originó un doble orden de consecuencias: limitar las investigaciones a la
caducidad legal, con la casi completa exclusión de la caducidad de naturaleza negocial; y,
asimismo, la escasa consideración de los supuestos de caducidad que no estén conectados con
el trascurso del tiempo, dejando en las sombras una amplia gama de supuestos de caducidad,
sea tanto legal como convencional (Fanelli, Giuseppe, La decadenza nelle assicurazioni, en
"Assicurazioni", 1938, p. 482, y en Saggi de diritto delle assicurazioni, ps. 3 y ss., 1971, Milano.

(684) Cabe observar que la Ley de Seguros emplea una fórmula distinta en los arts. 36 Ver
Texto, inc. 1 (un mes), y 56 Ver Texto (30 días). Ello origina la siguiente distinción: si el
cumplimiento corresponde a una carga contractual que es a la vez presiniestral, regirá el plazo
de un mes, si no ha tenido lugar el siniestro. Pero si el incumplimiento ha sido descubierto
luego de ocurrido el siniestro -y es lo más frecuente-, con motivo de la investigación de éste, se
aplicará entonces el plazo de 30 días del art. 56 Ver Texto, ya que prevalece sobre aquél por
estar específicamente referido al siniestro. La diferencia interesa por cuanto hay meses de 28,
29, 30 y 31 días, por lo cual no siempre coincide la cifra representativa del día del siniestro con
la análoga del mes siguiente.

(685) Es la opinión, entre otros, de Ehrenzweig, Josef, Gierke, Ritter, cits. por Bruck, ps. 279 y
ss.

500
(686) Bruck, ps. 279 a 282; Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 6, nros. 5, 25 y 35. Conf. con la
distinción, entre nosotros, Zavala Rodríguez, II, nº 1677. Ver Halperin, en "Rev. Der. Com. y
Oblig.", año 2 (1969), p. 719.
Donati, Trattato, II, nros. 461 y ss., expresa que se establecen en interés del asegurador, pero
no por ello son obligaciones: la sujeción excluye elección, la obligación deja elegir entre
sacrificio espontáneo y el forzado del propio interés; la carga deja la elección entre el sacrificio
de un interés y el sacrificio de otro interés. La ley opta por la carga -añade- cuando el
funcionamiento de ésta protege suficientemente el interés tutelado. Ver asimismo sobre el
tema: Donati, en "Assicurazioni", 1953, 1, p. 404, y Cesaro, en "Assicurazioni", 1961, 1, p. 499;
Broseta Pont, ob. cit., ps. 166 y ss., en materia de reaseguro.

(687) Bruck, ps. 282 a 285. Es la posición que va adoptando la doctrina europea continental.
Sobre este punto de la inexigibilidad por el asegurador, conf. Patterson, nº 12.

(688) Ver Halperin, ob. cit. en nota 3, y Steinfeld, ob. cit. en nota 3.

(689) Por ello Goldschmidt habla, en el caso de las "cargas", de "imperativos del propio
interés", a diferencia de las obligaciones, en las cuales el imperativo (pagar la deuda) se cumple
en interés del acreedor. Agrega dicho autor que se trata de condiciones de la conservación de
un derecho, y que el imperativo se manifiesta "bajo amenaza de un perjuicio" (Goldschmidt,
James, Teoría general del proceso, n_ 37, ps. 82 y ss., 1936, Barcelona.

(690) Excepcionalmente el efecto del incumplimiento de una carga no consiste en la caducidad


del derecho a reclamar la prestación principal comprometida por el asegurador: tal ocurre, p.ej.,
con la del art. 46 Ver Texto, inc. 2, de la ley 17418, en los casos en que ese incumplimiento no
ha sido malicioso. Pero es de señalar que, al menos, produce una función inhibitoria de ese
derecho, porque hasta que no se dé cumplimiento a ese deber no comenzará a correr el plazo
del art. 56 Ver Texto de dicha ley, como expresamente lo indica esta última disposición, y, con
ello, tampoco entrará en mora el asegurador en el cumplimiento de sus obligaciones (art. 49
Ver Texto, LS.); a ello se suma que la ejecución tardía de ese deber por parte del asegurado
tendrá como límite el que corresponda, según la índole de lo requerido, en el contexto del
siniestro concreto, de forma que conserve la vigencia y utilidad requeridas por los hechos. En
otros supuestos de cargas legales, el incumplimiento se puede resolver en daños y perjuicios
(p.ej., art. 80 Ver Texto, 1º párr, in fine), o en la habilitación de una acción de rescisión en
favor del asegurador (p.ej., art. 82 Ver Texto, 1º párr.); etc. Si no se le fijó efecto alguno al
incumplimiento, ni se puede determinar por la naturaleza del deber impuesto, sólo cabrá la
imposición de daños y perjuicios, si los hubiere causado, cuando la carga haya sido impuesta
claramente como deber, lo cual habilitará asimismo a decidir la resolución del contrato (art. 216
Ver Texto, CCom.).

(691) Bruck, p. 288.


Ver cuanto se expone en especial sobre cada obligación y carga.

(692) Por ejemplo, por las características del siniestro: C. Nac. Com., 31/8/1937, JA 59-632.
En este sentido, C. Nac. Com., sala C, 11/10/1967, y sala A, 22/11/1967, inéditos.

501
(693) Ver Halperin, ob. cit. en nota 3. La culpa no se mide por estándares abstractos y
uniformes para todos los seguros, sin que esto signifique que deba ser en concreto del
asegurado de que se trate, sino el del tráfico: Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 6, nº 29.

(694) Bruck, p. 289.

(695) Bruck, ps. 285-286 y 291. Las cargas tienen un sujeto cuando no se refieren a un estado
de hecho objetivo, sino que dependen esencialmente de la culpa de ciertas personas.

(696) Bruck, p. 287.

(697) Bruck, ps. 286 y 287.

(698) Bruck, ps. 291 y 292; la ley alemana hace varias aplicaciones de este principio.

(699) Bruck, ps. 293 y 294.

(700) Bruck, p. 290.

(701) Bruck, p. 287. Greco entiende que si el asegurado debe realizar la comunicación por
escrito, el asegurador está obligado a emplear idéntica forma y medio de envío, máxime si de
esta comunicación comienza a correr un plazo (en "Assicurazioni", 1938, 2, p. 85).

(702) Bruck, p. 287.

(703) Cuando se dispone cumplir sin dilación, se entiende sin dilación culposa (Bruck-M”ller,
ob. cit., I, § 6, nº 34).

(704) Bruck, p. 288.

(705) Patterson, nº 69; así, por ejemplo, en lo que se refiere a medidas de prevención, bastará
que cumplan el fin perseguido, aunque no sean idénticas, si son análogamente eficaces; o
cuando la agravación del riesgo carece prácticamente de importancia; o si es meramente
temporal -por ejemplo, en el traslado de las cosas aseguradas-.
La C. Nac. Com. tiene resuelto que los libros de sueldos y salarios que el asegurado está
obligado a llevar, en el seguro de los accidentes de la ley 9688 Ver Texto, pueden ser suplidos
por el aporte de los antecedentes que esos libros deben probar (7/5/1937, LL 7-88).

(706) C. Nac. Com., 20/12/1946, LL 45-683 (en el caso, falta de comunicación de documentos
en un seguro de la responsabilidad civil).
Contra: Greco, en "Assicurazioni", 1937, 2, ps. 17 y 18, porque si el asegurado considera
injustificada la negativa, la consecuencia lógica es que cumpla con sus deberes, que
condicionan el ejercicio de su derecho.
Además de no llenar función este cumplimiento, sería contrario al sinalagma funcional.

(707) Por ejemplo, las medidas de salvamento, el mantenimiento del derecho contra el tercero
responsable, etc., porque no puede agravar la situación del asegurador. Ver nota anterior.

502
(708) Para una explicación de la jurisprudencia anterior a la ley 17418 Ver Texto, del concepto
del art. 47 Ver Texto, in fine, ver C. Nac. Com., 3/12/1930, JA 34-1322, en el caso,
imposibilidad de informar el siniestro y los daños por incomunicación del asegurado. El
16/6/1920, GF 27-92, la misma cámara justificó la demora por ausencia del lugar del siniestro.
Admitió que justifica la mora en el pago de la prima del seguro sobre la vida, la enfermedad
grave, con pérdida de conocimiento y muerte posterior, porque la sanción de caducidad
requiere fundarse en un acto voluntario del asegurado (sic): C. Nac. Com., 9/11/1927, GF 71-
105.
Ver fallos citados en notas 130, 316 y siguientes.
Las jurisprudencia estadounidense distingue los deberes cuyo cumplimiento afecta
materialmente al riesgo y al pago de la prima, para los cuales no admite la excusa, de aquellos
que se deben cumplir después del siniestro, para los cuales la admite (Patterson, nº 70).
Solari Brumana, JA 1968-VI, critica la variedad de plazos fijados por la ley 17418 Ver Texto,
pero no ha tomado en cuenta la razón de esa variedad, que está dada por la distinta función en
cada caso concreto.

(709) Patterson, nº 70, señala por ejemplo el pequeño comercio de un analfabeto que,
asegurado contra robo, se le adujo la falta de libros de comercio.

(710) C. Nac. Com., 7/8/1941, LL 23-685; 4/4/1945, JA 1945-II-320.


Con la consecuencia del derecho a repetir cuanto se pagó en razón del seguro, al asegurado o a
terceros (6/3/1934, JA 45-660).

(711) Ver Halperin, ob. y lug. cits. en nota 3.

(712) La culpa puede ser personal del asegurado, o del tercero que emplea, o del representante
o dependiente o factor.

(713) Ver Halperin, ob. y lug. cits. en nota 3.

(714) Ver Eduardo G. Rodríguez, en "Rev. Crít. Jur.", 1934, p. 208.

(715) Contrato de seguro, p. 163.

(716) Ver infra, texto, párrafo 8, notas 45 y 46.

(717) Ver C. Nac. Com., 8/6/1925, GF 56-366. La discusión en torno a la naturaleza del plazo
para demandar (ver Rodríguez, Eduardo G., en "Rev. Crít. Jur.", 1934, p. 208), ha perdido
actualidad atento a la prohibición del art. 59 Ver Texto, in fine.

(718) Ver Besson y Picard, I, nº 216, y II, nº 57; Besson, nota en "Dalloz", 1936, 1ª parte, p. 84;
Houin, R., Diferencias entre la caducidad y la exclusión del riesgo en los seguros terrestres,
respecto al peso de la prueba, en "Sirey", 1948, 1ª parte, p. 125; Hémard, J., Si el seguro que
cubre un vehículo "conducido o no por el personal del asegurado" garantiza el accidente
causado por el prestatario de él, en "Sirey", 1948, 1ª parte, p. 21; Isaac Halperin, Distinción
entre no garantía y caducidad en el contrato de seguro, en LL 58-830.

503
(719) Solución establecida por la jurisprudencia para el Código derogado (C. Nac. Com.,
10/9/1920, JA 5-228).

(720) La definición aquí postulada se refiere a la caducidad de los derechos del asegurado, que
es a la cual normalmente se alude cuando se menciona dicho instituto. Pero la caducidad
también afecta, en algunos supuestos, al asegurador: es de destacar, por otra parte, que en este
último caso la caducidad se comporta de manera análoga a la que presenta esa institución en el
derecho civil, constituye la pérdida de un derecho por su falta de ejercicio dentro de
determinado plazo, establecido en la norma; la caducidad afecta, aquí sí, el mismo derecho no
ejercitado (p.ej., art. 56 Ver Texto, LS.).

(721) Ver, entre otros, Llambías, Jorge J., Derecho civil. Parte general, t. II, § 2148, p. 699,
1986, Buenos Aires; Gómez Corraliza, Bernardo, La caducidad, capítulo VIII, § 2.2, p. 255,
1990, Madrid.

(722) Ver, p.ej., Picard y Besson, Les assurances terrestres, t. I, § 125, p. 217. Estos autores, al
señalar diferencias entre la caducidad y el no seguro, expresan que en este último no se está
ante una sanción o una pena, sino ante una ausencia de derecho: no existe cobertura
asegurativa en favor del titular de la póliza, porque el hecho acaecido no constituía, desde el
comienzo del contrato, un riesgo puesto a cargo del asegurador (lug. cit., p. 218).

(723) Por ello se ha dicho que en virtud de la naturaleza de las cosas, la definición del objeto
del contrato supone, ipso facto y a contrario, el "no seguro" de todo aquello que quede fuera
de él, por lo cual esas exclusiones externas tienen una naturaleza tácita (Lambert-Faivre,
Yvonne, Droit des assurances, 1990, Paris). Es la distinción filosófica entre el "ser" y el "no
ser".

(724) Ni la ley 17418 Ver Texto ni la 20091 Ver Texto regularon en forma específica este
aspecto del contrato de seguro. Es a partir del reglamento de la ley citada en último término
que se establece, en su art. 25.1: "Como anexo I de la póliza, con letra clara y en forma
destacada, se deberán consignar todas las exclusiones de cobertura que se estipulen, haciendo
referencia al mismo en el frente de la póliza".
En el derecho francés, las exclusiones deben ser formales y limitadas y contenidas en la póliza
(art. 113-1, Code des Assurances). Por su parte, la Ley de Contrato de Seguro española dispone
que "las condiciones generales y particulares se redactarán en forma clara y precisa. Se
destacarán de modo especial las cláusulas limitativas de los derechos de los asegurados, que
deberán ser específicamente aceptadas por escrito" (art. 3 Ver Texto, 1º párr., in fine).

(725) Analizamos más extensamente la naturaleza de las cláusulas de exclusión en nuestro


trabajo titulado: Exclusiones a la cobertura en el contrato de seguro, en ED 136-547.

(726) Hemos analizado esta cuestión en el trabajo citado en la nota anterior (Las exclusiones a
la cobertura en el contrato de seguro), punto 5, ED 136-547; también, en Cláusulas de
exclusión de cobertura, "Revista de Derecho de Seguros", n_ 7, ps. 94/95, 1973, La Plata; y en
nuestro libro Culpa grave y dolo en el derecho de seguros, § 14, ap. c.4, p. 46, 1988, Buenos
Aires. Ver también lo expresado por Soto, Héctor, en su estudio Finalización de la liquidación
del siniestro. Pronunciamiento del asegurador sobre el derecho del asegurado, en LL 1990-A, §
V, n_ 17: dicho autor allí expresa: "si el peticionante ocurre ante la justicia pretendiendo hacer

504
valer la presunción legal, debe acreditar en el proceso respectivo su calidad de asegurado",
puesto que si no lo hiciere, "no puede darse curso a su pretensión, a pesar de la omisión del
asegurador en pronunciarse, ya que la presunción del art. 56 Ver Texto de la ley 17418 sólo
beneficia a quienes invisten tal carácter".

(727) Si bien los presupuestos en que se basan estos dos pronunciamientos de la Suprema
Corte de la Provincia de Buenos Aires constituyen casos de suspensión de cobertura, y como la
suspensión es un supuesto de caducidad (es una caducidad en potencia: Halperin, I., en este
libro, capítulo IV, § 26; Picard y Besson, Les assurances terrestres en droit français, t. I, § 108,
p. 192), la cual presupone un riesgo originariamente cubierto y, por ende, torna entonces
aplicable el art. 56 Ver Texto, LS., el argumento del fallo, mutatis mutandi, es en el fondo
análogo al empleado en nuestra tesis respecto de los supuestos de ausencia de seguro: la
aplicabilidad de dicha norma está condicionada a la existencia de una cobertura, y que se halle
vigente al momento del siniestro.

(728) No obstante, necesario es destacar que la magistrada preopinante, Dra. Kemelmajer de


Carlucci, dejó constancia, en el referido fallo de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, que
adhería a una posición intermedia entre las dos tesis que analizamos, al considerar aplicable el
art. 56 Ver Texto, LS., también a los supuestos de ausencia de la cobertura, sobre todo si se
está ante cláusulas de no seguro confundibles, por su propia naturaleza, con cláusulas de
caducidad; salvo que el asegurado pretenda indemnización por riesgos manifiestamente
excluidos de la cobertura, o ab initio claramente excluidos, o si medió dolo del asegurado, o si
el asegurador no tuvo posibilidad material de determinar la exclusión en el plazo previsto en
esa norma legal, o si el riesgo es notoriamente extraño al contrato (fórmula esta última que
recuerda la del art. 58 Ver Texto de la Ley de Sociedades Comerciales, 19550). Agrega que esto
ocurre, p.ej., cuando la defensa opuesta "colinda o entra en la zona gris de las cláusulas de
caducidad".

(729) No obstante, en algunos pocos casos son de origen legal, como las de vicio propio (art.
66 Ver Texto), dolo y culpa grave (arts. 70 Ver Texto, 114 Ver Texto, 136 Ver Texto, 152 Ver
Texto, etc.), hechos de guerra civil o internacional, motín y tumulto popular (art. 71 Ver
Texto), cambio de ruta en el trasporte, etc.

(730) ¿Un nuevo art. 56 Ver Texto, LS., esta vez aplicable al Estado controlante?

(731) Ver un amplio desarrollo del punto en Vance, ps. 470 y ss., porque en el derecho
estadounidense integra la institución denominada waiver, es decir, la renuncia a un derecho
conocido.
Lógicamente, la prueba de esa renuncia pesa sobre el asegurado (Besson y Picard, 2ª ed., I, p.
203).

(732) C. Nac. Com., 26/11/1912, "Jur. Trib. Nac.", noviembre de 1912, p. 297; 27/9/1932, JA
39-551; Besson y Picard, I, nº 237; Patterson, nº 101.
Conocidas por el asegurador: C. Nac. Com., sala C, 23/5/1966, JA 1967-IV, fallo 14.439; sala
B, "Kals de Kovacs v. La Sueco Argentina", 26/9/1966, inédito; "Martínez v. Nalmel",
10/3/1967, inédito.
No caben reservas mentales: C. Nac. Com., 7/11/1945, LL 41-362.

505
"Todo pedido al asegurado de diligencias que le causen incomodidades o gastos, [. . .] se
considerará renuncia a la caducidad" (Patterson, nº 101).

(733) C. Nac. Com., 7/12/1928, GF 77-309; 21/5/1930, GF 86-190 -ejercer el derecho a


dirigir el proceso, en el seguro de la responsabilidad civil-, y 10/3/1967, LL 128, fallo 58.055,
con nota crítica de Guillermo Moreno Hueyo; 27/9/1932, GF 100-187; 13/5/1929, JA 29-776
-prestación de asistencia médica en el seguro de accidentes del trabajo-; hacer reparar el
vehículo con el cual se causó el daño (27/3/1957, LL 88-374; 7/11/1945, LL 41-362).

(734) C. Nac. Com., 17/3/1933, GF 103-160; 15/12/1910, "Jur. Trib. Nac.", 1910, p. 2460.
Pero no ha reconocido este efecto al envío del liquidador, porque la intención no es inequívoca
(C. Com., 27/6/1927, JA 25-332; 16/12/1927, JA 26-1288).

(735) C. Nac. Com., 7/9/1925, GF 58-138.

(736) C. Nac. Com., 9/8/1940, LL 19-715.

(737) C. Nac. Com., 7/9/1925, JA 17-657; 22/7/1936, JA 55-249; 3/8/1938, JA 63-595;


27/4/1938, LL 10-641; 10/3/1939, LL 14-205; 20/5/1939, LL 14-670; 9/8/1940, LL 19-715;
28/6/1937, LL 7-891.
Contra: C. Nac. Com., 11/6/1919, GF 21-51; a lo más, será una prórroga del plazo para
cumplir -informe de los daños-.
Ver Fanelli, en "Assicurazioni", 1943, 2, 23, y 1945-1946, 2, 38. Asimismo, ver C. Nac. Com.,
sala C, 11/9/1963, inédito, y sala B, 5/9/1962, inédito.

(738) C. Nac. Com., 10/3/1939, JA 65-856; 31/12/1940, JA 1942-I-531; 12/11/1941, JA


1942-I-212.

(739) C. Nac. Com., 25/3/1944, JA 1944-II-218: en el caso, seguro por accidentes del trabajo,
en que el asegurado omitió llevar el libro de jornales.

(740) C. Nac. Com., 15/5/1929, JA 29-777.

(741) C. Nac. Com., 20/10/1933, JA 43-1178.

(742) C. Fed. Bahía Blanca, 17/12/1931, JA 37-134.

(743) C. Nac. Com., 2/7/1914, "Jur. Trib. Nac.", julio de 1914, p. 246; 15/5/1929, JA 29-777.
Contra, cuando declina la responsabilidad extrajudicialmente: C. Nac. Com., 20/12/1946, LL
45-683, con nota crítica de Isaac Halperin.

(744) Conf.: C. Nac. Com., 26/12/1933, GF 110-46 y JA 44-800; 16/10/1931, JA 36-1496;


4/4/1945, JA 1945-II-320; 5/4/1945, LL 38-910, con nota de Raymundo L. Fernández,
Cláusulas de caducidad en el contrato de seguro. Validez e interpretación de las mismas;
20/12/1946, LL 45-683, con nota de Isaac Halperin; 19/12/1947, LL 50-127; 14/3/1949, LL
58-830; 13/5/1955, LL 81-544; 27/6/1956, LL 85-209; C. Nac. de Paz, III, 10/6/1955, LL 80-
240; C. Apels. Bahía Blanca, 23/11/1956, LL 88-199; Lordi, "Riv. Dir. Comm.", 1937, 2, p.
299; Lepargneur, nº 1316; Besson y Picard, nº 226.

506
Incluso respecto de los elementos de juicio que sirven para justificarla (C. Nac. Com.,
16/10/1931, JA 36-1496).
Así, el plazo para el arreglo definitivo de cuentas, no rige para el cobro de ese importe (C. Nac.
Com., 2/9/1916, GF 4-173).

(745) Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 6, nº 21, quienes añaden también el supuesto del escaso daño
recibido por el asegurador en razón de ese incumplimiento.

(746) Besson y Picard, I, nº 238; Lepargneur, nº 1317; C. Nac. Com., 9/9/1932, JA 39-527;
26/8/1926, JA 25-1119.
Besson y Picard añaden que la retractación, cuando es posible, también borra el efecto de la
caducidad. Debe ser espontánea y anterior a toda reacción del asegurador, y no dejar
subsistente ningún perjuicio para el asegurador (nº 239).
Téngase en cuenta que conforme al texto del art. 36 Ver Texto cit. es suficiente la ausencia de
culpa o negligencia; que no es menester probar existencia de fuerza mayor o caso fortuito.

(747) Patterson, nros. 65 y 69, y p. 466.


La violación temporaria no es sustancial (Patterson, p. 296).
Debe ser útil. Si no lo es, la violación es indiferente (art. 36 Ver Texto, y Lordi, en "Riv. Dir.
Comm.", 1937, 2, p. 299). De ahí que la C. Nac. Com. haya resuelto, con anterioridad a la
nueva ley, que no existe cuando en un segundo proceso no se cita al asegurador si media
condena de un coaccidentado, que haría inútil la defensa (27/9/1932, JA 39-551).

(748) Se extienden simplemente las reglas generales en materia de inejecución de obligaciones y


carga de la prueba. Conf.: Bruck, p. 289; Besson y Picard, I, nº 227; C. Nac. Com., sala C,
21/10/1966, ED 17-749.
En cambio, Patterson impone al asegurado la prueba del cumplimiento de las principales
obligaciones y cargas (pago de la prima, informe del siniestro, informes de los daños); y exige
que el asegurador pruebe la infracción específica de la carga que imputa (ob. cit., nº 65). No se
percibe la razón por la cual es menester apartarse de las reglas generales en materia de
ejecución de obligaciones contractuales: la parte que no imputa incumplimiento cuando se la
demanda para que ejecute las obligaciones que asumió reconoce, implícitamente, que la
contraparte cumplió lealmente con las suyas.

(749) Sancionada el 13/9/1995 y promulgada por decreto 545 , del 3/10/1995.

(750) La ley 9688 Ver Texto fue una de las primeras normativas que introdujeron en nuestro
derecho la responsabilidad objetiva (la ley 17711 Ver Texto, modificatoria del Código Civil en
este aspecto, es muy posterior: 29/4/1968).

(751) Lo cierto es que la opción dispuesta por la ley 9688 Ver Texto, que en su origen implicó
una alternativa concedida al trabajador entre la invocación de la responsabilidad objetiva
(otorgada en los casos de accidentes y enfermedades laborales que se enumeraban en un
catálogo) y el régimen general del Código Civil (que en ese entonces establecía una
responsabilidad cuyos factores de atribución eran de raigambre subjetiva -culpa o dolo del
causante del daño-), resultó alterada al ser modificado el Código Civil por la ley 17711 Ver
Texto -en especial, el art. 1113 Ver Texto de dicho Código-. Se invocó, entonces, en las
opciones la responsabilidad objetiva derivada de esta norma; la objeción de que se trataba de

507
una relación contractual (art. 1107 Ver Texto, CCiv.) fue desestimada por la jurisprudencia. A
ello se sumó el hecho de que, sistemáticamente, los tribunales laborales se declararon
competentes para entender aun en los casos de opción por el derecho civil, aplicando además
los principios y presunciones del derecho laboral: p.ej., esos tribunales empleaban el principio
(pretoriano) de la "indiferencia de la concausa" derivada del trabajo sobre la extensión de la
incapacidad que se hubiere determinado; se dejó a un lado el listado de enfermedades de la ley,
para desembocar en una libre determinación de la causalidad laboral para configurar la
"enfermedad del trabajo"; por último, se echó mano del art. 75 Ver Texto de la ley de contrato
de trabajo 20744 (precepto de particular ambig edad en los casos concretos, por su referencia
a las imprecisas normas sobre seguridad y salubridad del trabajo) para fundar la opción por el
derecho civil, que permitía eludir los topes cuantitativos sin someterse al mayor rigor
conceptual y procesal de las normas civiles.
Esto generó una gran litigiosidad, en especial mediante la invocación de enfermedades, que se
enlazaban en grupos de cuatro o cinco, situación que en un trabajo anterior sobre el tema
("Doctrina Laboral", t. V, p. 468) denominamos "el advenimiento del enfermo plural": las
incapacidades originadas en el trabajo no se distinguían causalmente de las provenientes de
carencias físicas propias de la particular constitución natural originaria del reclamante.

(752) Durante la vigencia de las leyes anteriores, la jurisprudencia entendió que el seguro al cual
se refería la ley revestía carácter integral (a pesar de que se trataba de una cobertura voluntaria,
que el patrono podía contratar o no, según lo considerase conveniente), por lo cual no se
admitía que el seguro cubriese algunas dolencias y excluyese otras.

(753) Ver capítulo V, § 89 (a). Asimismo, en los últimos tiempos se advierte un aumento de los
planteos judiciales en que se formulan cuestionamientos constitucionales a algunas de las
normas de la ley 24557 Ver Texto. Cabe mencionar, como intento gubernamental de evitar o
atenuar tales planteos, el aumento en las prestaciones y la apertura en la caracterización de las
enfermedades profesionales comprendidas en el sistema (ley 24557, arts. 6 Ver Texto, inc. 2.b;
11 Ver Texto, inc. 4, y 14 Ver Texto, etc., texto según decreto 1278/2000 Ver Texto).

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Capítulo IV. OBLIGACIONES Y CARGAS DEL ASEGURADO

508
1. Obligaciones y cargas del asegurado.

El asegurado asume diversas obligaciones y cargas. Además de la pecuniaria de pagar la prima,


debe cumplir otras, en todos los seguros; su número depende de la naturaleza del riesgo
asumido: cuanto menor sea la posibilidad de que la conducta del tomador pueda variar el
riesgo, tanto menores serán sus obligaciones y cargas; de ahí la diferencia entre los seguros de
personas o contra el granizo y los demás seguros de intereses (676) .

Estas obligaciones o cargas se refieren o se hallan en estrecha vinculación con el riesgo


asumido, para mantener el estado del riesgo, para limitar los efectos dañosos del siniestro, etc.
(677) .

Algunas de estas obligaciones y cargas las impone la ley (arts. 27 Ver Texto, 38 Ver Texto, 46
Ver Texto, 67 Ver Texto, 72 Ver Texto, 74 Ver Texto, 77 Ver Texto, 80 Ver Texto, 82 Ver
Texto, 103 Ver Texto, 104 Ver Texto, 105 Ver Texto, 106 Ver Texto, 115 Ver Texto, 122 Ver
Texto, 132 Ver Texto, 133 Ver Texto, 150 Ver Texto), y otras -casi todas las referentes al
deber de informar-, los contratos, los cuales también fijan la sanción, que la ley ha limitado (art.
36 Ver Texto, que se debe combinar con el art. 158 Ver Texto).

Por su contenido, se distinguen en obligaciones y cargas de información y de conducta. Los


informes se refieren a circunstancias que son importantes para que el asegurador aprecie el
estado del riesgo al momento de la celebración del contrato y durante su vigencia, en especial,
las circunstancias importantes o agravantes, la producción del siniestro y los hechos
equiparados a él, la enajenación de la cosa, la celebración de otros seguros, los daños sufridos,
etc. (678) . Las cargas referentes a la conducta del tomador o del asegurado se traducen en un
hacer, un no hacer, o ambos simultáneamente: por ejemplo, la prohibición de variar el estado
del riesgo, el deber de conjurar o disminuir los daños (679) .

1 (a). Clasificación de las cargas.

509
En el seguro, las cargas se pueden clasificar, desde diversos ángulos de mira, según su fuente y
los distintos efectos que la ley les adjudique.

Tenemos, así, cargas: a) legales y contractuales; b) presiniestrales y postsiniestrales; c)


vinculadas al trascurso de un plazo o a otras circunstancias; d) de información y de conducta;
e) del asegurado y del asegurador.

a) Las cargas legales son, como su denominación lo indica, aquellas que la ley impone
expresamente respecto de una situación determinada, les fija un régimen y un efecto
específicos e indica asimismo sus presupuestos objetivos y subjetivos (680) . En tal sentido
muestran una gran diversidad, y se interpenetran con las otras clasificaciones (pueden ser,
además, pre o postsiniestrales, de información o de conducta, vinculadas o no al trascurso del
tiempo, etc.).

Las cargas convencionales o contractuales, en cambio, son las establecidas por el contrato, y
quedan sujetas al régimen genérico del art. 36 Ver Texto, LS., que las abarca a todas. Su
contenido es esencialmente variable, pues responde a las diversas situaciones que presenta cada
riesgo al cual estén referidas. No obstante, todas ellas caen bajo ese art. 36 Ver Texto, que
impone presupuestos objetivos (vinculación causal con el acaecimiento del siniestro o con la
magnitud de sus efectos) y subjetivos (culpabilidad en el incumplimiento de la conducta
requerida).

Respecto del elemento subjetivo, si bien la Ley de Seguros sólo hace referencia, en el art. 36
Ver Texto, a "culpa o negligencia", podemos agregar el "dolo", pues, al ser la figura más grave
del incumplimiento, queda lógicamente implicado entre los presupuestos subjetivos: de allí que
hablemos de "culpabilidad", expresión que abarca tanto la culpa en sentido estricto como el
dolo.

Es de señalar que la normativa del art. 36 Ver Texto, LS., está destinada a evitar excesos en la
facultad de predisposición de cláusulas contractuales que contengan cargas que pesen sobre el
asegurado; por ello, las acota entonces mediante esas exigencias de vinculación causal del
incumplimiento con el acaecimiento del siniestro o con la magnitud de sus consecuencias, y
con existencia de culpabilidad en la conducta. Dicho art. 36 Ver Texto figura entre los que
"sólo se podrán modificar en favor del asegurado" (art. 158 Ver Texto, LS.).

Se puede agregar que resultan también de aplicación analógica las disposiciones de la Ley de
Defensa del Consumidor Ver Texto sobre cláusulas predispuestas.

510
b) Las cargas pueden ser también presiniestrales o postsiniestrales, y ello así, ya se trate de
cargas legales o convencionales.

La distinción presenta interés en varios supuestos como, por ejemplo, en materia de cargas
convencionales, en la cual el art. 36 Ver Texto impone diversos presupuestos causales; o en el
art. 118 Ver Texto, que establece la limitación de defensas oponibles por el asegurador al
tercero damnificado reclamante, etc.

Una carga legal parece revestir ambas calidades: nos referimos a la carga de salvamento, que
resulta exigible desde que el siniestro aparece inminente y busca evitarlo (por ende, es
presiniestral), pero se extiende hasta que resulte posible que el siniestro continúe originando
daños (postsiniestral).

Por otra parte, las cargas presiniestrales están esencialmente vinculadas a la institución de la
suspensión de cobertura, como explicaremos después [§ 26 (a)].

Asimismo, respecto de algunas conductas se discute si revisten carácter de cargas, o bien


constituyen situaciones de otra especie: así, p.ej., el deber de informar verazmente el estado del
riesgo, resultante del art. 5 Ver Texto, LS., que para una parte de la doctrina se trata de un vicio
del consentimiento, en tanto que otros lo consideran una carga precontractual (681) .

Por nuestra parte, en un reciente análisis del tema hemos llegado a una posición intermedia: la
normativa de los arts. 5 Ver Texto y ss., cit., regulan, en principio, vicios del consentimiento
del asegurador causados por declaración falsa o reticente del asegurado: de allí el efecto de
nulidad establecido por la norma. Pero la ley atribuye, a la vez, el carácter de una carga a esa
exigencia de declaración veraz para un supuesto específico: que tenga lugar el siniestro dentro
del plazo con que cuenta el asegurador para impugnar (art. 9 Ver Texto, LS.). No se debe
olvidar que si bien la existencia de tales defectos en la declaración del asegurado se suele
advertir en ocasión del siniestro, la normativa del art. 5 Ver Texto y ss., LS., es más amplia, y
resulta aplicable aun antes de todo siniestro, de comprobarse la existencia de reticencia o falsa
declaración (682) .

c) Las cargas pueden estar vinculadas o no al tiempo, esto es, tratarse de conductas que deben
ser cumplidas dentro de un lapso establecido por la ley o el contrato, o bien constituir otra
especie de actuaciones, en las cuales la referencia temporal resulta ajena a su finalidad o, al
menos, juega un papel secundario.

Entre las primeras podemos señalar, p.ej., la carga de denunciar el cambio del interés asegurado
(art. 82 Ver Texto); la agravación del riesgo (art. 38 Ver Texto) y el acaecimiento del siniestro

511
(arts. 46 Ver Texto, 47 Ver Texto, 67 Ver Texto, 93 Ver Texto, 103 Ver Texto, 115 Ver Texto,
124 Ver Texto, etc.); la de pagar la prima (arts. 30 Ver Texto y 31 Ver Texto); la de rechazar el
seguro si el texto difiere del de la propuesta (art. 12 Ver Texto).

Pero no todas las caducidades están relacionadas con el trascurso del tiempo (683) : algunas
consisten en la realización de determinadas conductas, cuyo objetivo es lograr la colaboración
del asegurado en ciertos aspectos requeridos para un normal y adecuado funcionamiento del
riesgo o de las operaciones inherentes a la comprobación del siniestro y la evaluación de sus
consecuencias. En tal sentido se puede señalar, p.ej., las cargas de suministrar información
complementaria requerida por el asegurador por resultarle necesaria para verificar
adecuadamente el siniestro o la extensión de sus consecuencias (art. 46 Ver Texto, 2º párr.), o
de proporcionar determinada documentación (íd., 3er. párr.), de no exagerar maliciosamente
los daños ni emplear pruebas falsas para acreditarlos (art. 48 Ver Texto), de salvamento (arts.
72 Ver Texto y 104 Ver Texto), de no introducir cambios en las cosas dañadas por el siniestro
(arts. 77 Ver Texto y 95 Ver Texto) o en los frutos o productos afectados que no presentan
urgencia (art. 95 Ver Texto), de no maltratar o descuidar gravemente al animal asegurado (art.
105 Ver Texto) ni sacrificarlo sin consentimiento del asegurador (art. 106 Ver Texto), de no
reconocer responsabilidad ni celebrar transacción sin anuencia del asegurador, etc.

d) Las cargas del asegurado también se pueden clasificar, como lo señala el autor de esta obra,
en deberes de información o de conducta.

Aunque es verdad que, en última instancia, informar constituye también una conducta, lo
cierto es que las de información componen un grupo de cargas que revisten fundamental
importancia para el debido funcionamiento de la relación asegurativa. Es que el asegurador
depende, en gran medida, de la información que le aporte el asegurado, por ser éste quien se
halla normalmente cerca de los bienes sobre los cuales recae el interés asegurado, y también
suele estar en el lugar del siniestro y tomar conocimiento más o menos inmediato de la
ocurrencia del hecho. Por ello, la información le resulta necesaria al asegurador, tanto para
conocer lo más certeramente posible la naturaleza y caracteres del riesgo y sus variaciones,
como, en caso de siniestro, para averiguar prestamente sus causas, circunstancias y la magnitud
de sus consecuencias.

Se podría pensar que la clasificación responde de una manera simétrica a la distinción jurídica
entre declaraciones de conocimiento y declaraciones de voluntad, en las cuales ciertos aspectos,
como, p.ej., el requisito de la capacidad de quien la emite, resulta esencial en las segundas, en
tanto que pierde relieve en las de mera información. Pero es de señalar que la circunstancia de
estar constituido el contenido de una carga por una conducta no significa que se esté
necesariamente ante declaraciones de voluntad. Es más: el cumplimiento de estas cargas no
requerirá normalmente la formulación de declaraciones de voluntad, sino que configurarán
meras conductas de hacer o de no hacer (p.ej., no variar el estado de cosas, realizar actos de
salvamento, etc.), pero no "declaraciones" en sentido estricto.

512
En líneas generales, las cargas de información se cumplen proporcionando los datos requeridos
al asegurador, para ponerlo en condiciones de analizar la índole del riesgo, la naturaleza y
causas del siniestro y evaluar sus consecuencias; por ello, en general resultará suficiente la
información sintética de las circunstancias que estén en conocimiento del asegurado, aunque
no significa que deba efectuar complejas indagaciones ni llevar a cabo operaciones técnicas
para obtener esa información: el proceso de investigación de circunstancias relativas al seguro,
en especial las referidas al siniestro, es tarea que corresponde al asegurador (arg. art. 76 Ver
Texto, LS.). Ello es así aun en la carga de proporcionar información complementaria, que se
debe referir a aspectos conocidos por el asegurado. Por otra parte, estas cargas tienen,
lógicamente, una finalidad informativa, por lo cual, con frecuencia se considerarán cumplidas si
el asegurador ha llegado a tener efectivo conocimiento, en el plazo establecido, de la situación
o circunstancia que debía denunciarle el asegurado (arg. arts. 15 Ver Texto, 2º párr.; 40 Ver
Texto, inc. b; 79 Ver Texto, in fine; etc.).

e) En la relación asegurativa, las cargas pueden afectar tanto al asegurado como al asegurador.
Sin duda, las referidas al asegurado son mucho más numerosas, pero ello no significa que el
asegurador se halle exento de sus exigencias. Normalmente, tales cargas resultarán de la Ley de
Seguros, tal como acontece con la que impone que se invoque la reticencia o falsedad dentro
del plazo de 3 meses de conocidas (art. 5 Ver Texto, 2º párr.); el rechazo de la propuesta de
prórroga, dentro de los 15 días de recibida (art. 4 Ver Texto, 3er. párr.); de alegar la caducidad
convencionalmente establecida mediante carga presiniestral, dentro del mes de conocido el
incumplimiento (art. 36 Ver Texto, inc. a); de otorgar preaviso para rescindir el contrato (arts.
31 Ver Texto; 40 Ver Texto; 42 Ver Texto; 45 Ver Texto; 52 Ver Texto, 2º párr.; etc.); de
pronunciarse sobre el derecho del asegurado (en rigor, del "no derecho": art. 56 Ver Texto);
etc.

Como se advierte, las cargas antes señaladas se hallan íntimamente vinculadas al trascurso de
plazos determinados, que deben ser observados para que el derecho que se quiere ejercitar se
configure válidamente (preavisos), o bien no se extinga al vencer el lapso que fue acordado
(caducidad).

Por último, aunque se trata de casos de excepción, nada obsta a que una carga sea impuesta al
asegurador por cláusula contractual. Pero en este caso no regirá el art. 36 Ver Texto,
claramente dirigido a regular la caducidad de los derechos del asegurado.

Jurisprudencia

En materia de cargas y caducidades se ha destacado que el régimen de las caducidades


convencionales carece de "automaticidad", por lo cual recae sobre el asegurador la carga
probatoria de los presupuestos subjetivos y objetivos de la norma que invoca, a fin de que no
se produzca en su favor un indebido enriquecimiento a expensas del asegurado; se debe tener
presente, además, que para que la sanción estipulada se torne operativa, deberá ser alegada

513
dentro del perentorio plazo legal de un mes (684) de conocido el incumplimiento (C. Nac.
Com., sala A, 2/9/1995, ED 167-500) y que la caducidad se debe distinguir de la rescisión,
porque en tanto esta última afecta todo el contrato, es decir, el vínculo contractual en sí, la
caducidad sólo lo hace respecto de un derecho de una de las partes (C. Nac. Com., sala A,
6/12/1984, "Corona de Schellmann, Catalina, v. La Defensa Cía. de Seguros S.A." Ver Texto,
LL 1986-A-642, sum. 37.153).

En el contrato de seguro, la caducidad y la suspensión guardan estrecha relación, pues la


suspensión de la cobertura existe cuando el asegurado no ejecuta, en el curso del contrato, una
determinada obligación a su cargo que tiene los efectos de una caducidad temporaria. Pero la
pretensión de invocar esta caducidad temporaria se detiene frente a la realización de ciertos
actos o conductas que impliquen el cumplimiento de las obligaciones a cargo del asegurador,
las cuales constituyen, o bien una renuncia tácita al derecho de oponer la caducidad, o un
supuesto de reconocimiento tácito del derecho del asegurado a la indemnización prometida
(Sup. Corte Just. Mendoza, 27/12/1993, "Maradona, Jorge, v. García Baigorria, Gladys" Ver
Texto).

2. Naturaleza jurídica de las cargas.

¿Cuál es la naturaleza de estos deberes o cargas del asegurado? La doctrina alemana ha


discutido agudamente el problema.

Para una parte de ella, en esencia, su naturaleza es la de las obligaciones civiles, que se fundan
en el Código Civil (685) .

Bruck señala, con razón, que si fueran obligaciones civiles tendrían las cualidades de éstas:
exigibilidad de la ejecución, ejecución forzada, daños y pena, como reacción del orden jurídico
en caso de incumplimiento. Pero el asegurador no tiene interés en demandar judicialmente su
cumplimiento, porque una vez violadas, la situación de equilibrio en la relación asegurativa está
destruida, y a aquél le es innecesario porque está protegido en otra forma. Tampoco puede
reclamar resarcimiento, porque éste supone la disminución patrimonial, que no existe en el
caso; la ley -y el contrato- satisfacen al asegurador con otros medios: por la liberación total o
parcial, definitiva o temporaria. En realidad, el asegurador se beneficia, no se perjudica. El
incumplimiento daña al asegurado, nunca al asegurador, porque el cumplimiento se realiza en
el propio interés del asegurado, que evita la pérdida de un derecho. "Las sanciones previstas no
representan ninguna coacción del asegurador para asegurarse el derecho a una prestación, sino

514
que son consecuencias necesarias nacidas de los fundamentos de la técnica del seguro, que se
originan en la inobservancia de deberes [del asegurado] en interés propio" (686) .

Otra parte de la doctrina establece que el cumplimiento de la carga es el presupuesto para la


eficacia de la prestación o su extensión o para algún hacer del asegurador. El punto de partida
de esta teoría es que todos los contratos del asegurador constituyen una comunidad de riesgos.
El asegurador clasifica cada unidad, por determinado estado del riesgo, al momento de la
celebración del contrato, y para ello debe conocer todas las circunstancias para evitar una
clasificación errónea y percibir una prima menor. La comunidad no debe soportar el daño.
Igual protección se debe dar contra la alteración arbitraria del estado del riesgo: eslabón de la
gran cadena, es menester que no exceda de la elasticidad prevista, porque de lo contrario se
romperá. Asimismo, antes y después del siniestro es necesario observar la conducta
preestablecida por el asegurador, para no romper la igualdad en esa comunidad y destruirla.
Todas las cargas -salvo excepciones insignificantes- sirven para considerar, fijar, mejorar, un
determinado estado del riesgo; para disminuir y aun impedir la materialización del riesgo. Le
imponen así una conducta al asegurado. Y el asegurador se libera o sólo cumple en forma
reducida, cuando no se observan esas cargas. Por lo cual la conducta del asegurado es el
presupuesto de la prestación del asegurador, presupuesto no en el sentido de una
contraprestación de la otra parte y fundada en motivos ocultos e ignorables, sino fundada en el
contenido expreso del contrato: el derecho vigente no conoce obligaciones ocultas. El
asegurador puede invocar la violación de las cargas, cuando han sido expresamente -y no
tácitamente- impuestas. Si el asegurado cumple esas cargas, lo hace en su propio interés,
aunque hayan sido impuestas por la peculiaridad de la empresa de seguros. El asegurado que
no las observa no perjudica al asegurador, sino que obra en su propio perjuicio. Si bien se
requiere una violación culposa (art. 36 Ver Texto) de la carga, esta apariencia externa no le da
el carácter de una obligación en sentido jurídico estricto. En resumen: al deber del asegurado
no corresponde un derecho del asegurador, porque no liga obligacionalmente a dos personas,
sino que establece una cierta conducta del tomador del seguro, como presupuesto para hacer
valer su pretensión contra el asegurador (687) , aunque para la ley 17418 Ver Texto en algunos
supuestos se resuelve en indemnización de daños (p.ej., art. 80 Ver Texto, LS.) (688) .

La posición -de la cual participamos- es fecunda en resultados.

2 (a).

No hay duda alguna de que existe una marcada diferencia estructural y funcional entre cargas y
obligaciones: si bien ambas poseen un sujeto pasivo, en las cargas falta el acreedor que, en

515
cambio, constituye elemento esencial (parte activa) de las obligaciones, como titular de un
derecho subjetivo (facultad) a reclamar del deudor (parte pasiva) el cumplimiento de la
prestación adeudada. La carga, en vez, funciona como un mecanismo jurídico que sólo opera
sobre un sujeto (pasivo), al cual le requiere implícitamente el cumplimiento de una conducta
que, si no es cumplida, da lugar a un efecto disvalioso, normalmente, la pérdida de derechos
(689) ; de allí que resulte posible distinguir una doble función: 1) de motivación, mediante la
amenaza de la consecuencia disvaliosa, y 2) de sanción, en caso de que la conducta postulada
como debida no lo sea, como hecho impeditivo de tal efecto disvalioso.

En el seguro, la finalidad de las cargas impuestas al asegurado es promover la realización de


conductas requeridas para lograr un adecuado funcionamiento técnico-económico de la
relación asegurativa. De allí su carácter normalmente sancionatorio, que se advierte en la
circunstancia de que el efecto disvalioso no consiste aquí en la pérdida del derecho dejado de
ejercitar, sino en la extinción (caducidad) de un derecho diferente: el del asegurado a reclamar
del asegurador el cumplimiento de la prestación fundamental que éste prometió para el caso de
producirse el siniestro, y para obtener el cual el asegurado contrató el seguro y pagó la prima
(690) .

En nuestra opinión, en la generalidad de los casos estamos, entonces, ante una sanción, dado
que se trata de un efecto consistente en la pérdida (caducidad) de un derecho que hasta ese
momento se poseía, extinción que tiene lugar como consecuencia del incumplimiento, por
parte del sujeto pasivo, de una conducta postulada como debida. No se trata de una mera
opción entre ejecutar una conducta o dejar de obtener un efecto deseado, sino ante la pérdida
de un derecho, poseído hasta entonces por el asegurado, caducidad que tiene lugar a causa del
incumplimiento de la conducta requerida, propuesta en calidad de "hecho impeditivo" de esa
caducidad. El derecho que se pierde no es, por otra parte, el no ejercitado, sino uno diferente:
el derecho a reclamar del asegurador el cumplimiento de la prestación principal por éste
prometida para el caso de acaecer el siniestro, en vista de la cual el tomador contrató el seguro.

Así, si se reconoce a esa extinción de derechos (caducidad) el carácter de sanción ante el


incumplimiento de una conducta requerida por la norma, dicha conducta asume la calidad de
deber jurídico, cuyo origen puede estar dado ya por la norma, ya por el contrato. Ello lleva a
concluir que si bien las cargas se distinguen de las obligaciones por la falta de un sujeto activo
(acreedor) con aptitud jurídica para exigir del sujeto pasivo (deudor) el cumplimiento de una
prestación determinada, aquéllas, cuando son impuestas al asegurado, poseen, no obstante, una
característica común que las reúne y las ubica dentro del derecho de las obligaciones,
considerado en sentido amplio: la existencia de un deber jurídico de realizar una conducta
determinada cuando se dan ciertos presupuestos, actuación que si se omite origina la pérdida
de un derecho (en este caso, el del asegurado a reclamar del asegurador, en caso de siniestro, el
cumplimiento de la prestación principal que éste prometió para ese supuesto).

516
La existencia de un deber lleva también a señalar otro elemento común que se advierte en
ambos mecanismos jurídicos y es que existe un sujeto pasivo, alguien sometido a la exigencia
de realizar la conducta requerida por la norma legal o la disposición contractual como
"debida", con la amenaza de pérdida del derecho a recibir la prestación fundamental del
asegurador.

También se advierte en las cargas que se establecen en el seguro la existencia de elementos


subjetivos característicos del derecho de las obligaciones, que se subsumen en el concepto de
culpabilidad, esto es, culpa (a veces con gradación, como en las categorías de "grave",
"inexcusable", "asimilable al dolo", etc.) y dolo (en ocasiones, también, con la variante de
"malicia", "mala fe", etc.), y que aparecen tanto como elementos integrantes del presupuesto de
hecho de una caducidad como, en otros casos, constitutivos de exclusiones causales de
raigambre subjetiva.

Por último, el fuerte elemento motivador contenido en las cargas que amenazan caducidades
está dirigido, como señala el autor de esta obra, a evitar erróneas clasificaciones del riesgo
asumido, o su alteración arbitraria, o bien, ocurrido el siniestro, a obtener un adecuado grado
de colaboración de parte del asegurado para posibilitar la determinación de las causas que lo
produjeron, su adecuación a la cobertura otorgada y la magnitud de las consecuencias. Pero
ello no implica, a nuestro juicio, que tal finalidad esté dirigida, en primer lugar, a proteger la
comunidad de riesgos, aunque ese efecto se logre asimismo en forma adicional, por
implicancia: el objeto inmediato de esos requerimientos es lograr un satisfactorio
funcionamiento de la relación individual del seguro establecida por el contrato, de manera que
ella se desenvuelva adecuadamente conforme al esquema técnico-económico que se halla en su
base. Tal circunstancia no es óbice, empero, para que el efecto perseguido se extienda a todo el
sistema que vincula a los contratos de una rama en virtud de la mutualidad, precisamente
porque esa relación se inserta en el grupo de los demás contratos y se producirá, entonces, el
fenómeno técnico-económico de la compensación de los riesgos. La comunidad puede faltar
en un asegurador determinado, p.ej., en los casos de coberturas excepcionales -grandes riesgos-
, supuestos de alta probabilidad, etc., que buscará la atomización del riesgo por otros
mecanismos (reaseguro; coseguro; etc.); pero ello no implicará que dejen de existir los motivos
que dieron lugar a requerir las conductas exigidas en las cargas, pues sigue siendo necesaria la
colaboración del asegurado para lograr un adecuado funcionamiento de la relación asegurativa
individual, tanto antes como después del siniestro.

3. Cumplimiento de las cargas: lugar, obligados, violación por terceros, etc.

Estas cargas deben ser cumplidas conforme a la buena fe, según los usos comerciales (691) y
las posibilidades del asegurado (692) : sobre este último aspecto el art. 36 Ver Texto fija una
regla general en cuanto reprime culpa o negligencia del asegurado en el incumplimiento (693)

517
(ver conf. art. 47 Ver Texto en el deber de informar el siniestro; art. 69 Ver Texto, sobre
celebración de pluralidad de contratos; etc.) o un grado mayor de culpa (en sentido amplio)
(v.gr., malicia en el deber de informar o probar los daños, art. 48 Ver Texto; dolo o culpa
grave, en el de salvamento, art. 72 Ver Texto; etc.).

Las cargas de información deben ser ejecutadas en el domicilio del asegurador. Las cargas de
conducta, en el del tomador o en el lugar de la cosa, sea que se trate de seguros de personas o
de intereses (694) .

Es indiferente quién cumple con las cargas: sólo interesa que se cumplan. Es una consecuencia
de su naturaleza. Así ocurre cuando se trata de ejecutar un acto, como es la carga de informar,
aunque en los hechos es difícil que pueda hacerlo un tercero (por ejemplo, en la agravación de
los riesgos); y cuando se refiere a una abstención, por ejemplo, el mantenimiento del estado del
riesgo, la prohibición de alterarlo, naturalmente que sólo él puede cumplirla (arts. 39 Ver Texto
y 40 Ver Texto). Reglas que se observarán salvo que la ley o el contrato determinen quién
ejecutará las cargas (695) .

De estas cargas, están las que se agotan en un acto único; en cambio, otras exigen una
conducta continuada, como la de mantener el estado del riesgo, la de disminuir o evitar el
daño, etc. (696) .

El tomador debe cumplir con las cargas; y en el seguro por cuenta ajena, también el asegurado,
para poder ejercer sus derechos. En el supuesto de enajenación, es menester que las cumpla el
adquirente, a quien es oponible la inejecución por el vendedor. Cuando son varios asegurados
o beneficiarios, basta que uno solo cumpla con la carga, si la acción de los demás nada puede
agregar: se satisface la función a que está destinada (por ejemplo, las informaciones). Cuando
se trata del seguro de intereses, es menester considerar la naturaleza del vínculo que une a los
coasegurados: si éste es solidario, el cumplimiento o violación por parte de uno de ellos afecta
a los demás, mas si es una relación mancomunada, cada asegurado se beneficia por el
cumplimiento de los demás, pero no se perjudica por la violación; empero, si la violación afecta
a la totalidad de la relación -por ejemplo, agravación del riesgo por un condómino-, sus efectos
se producen respecto de todos los asegurados (697) (es un efecto de la indivisibilidad, porque
la agravación afecta el riesgo en su integridad).

En lo que se refiere a la responsabilidad por los terceros cuyos servicios se utilizan para
cumplir con las cargas, las soluciones pueden variar, según se considere que se trata de

518
obligaciones civiles o del cumplimiento de cargas. Si se estima que son obligaciones, se juzgará
con arreglo a los principios generales de éstas. Si cargas, se distinguirán las cargas en que sólo
interesa el mero hecho de su ejecución o inejecución, de las que sólo sancionan el
incumplimiento culposo o malicioso. En las primeras, el tomador es responsable por sí y por
los actos de los terceros por quienes debe responder. Para las demás, es necesario distinguir la
carga de informar de las demás cargas. En el cumplimiento de la carga de informar, se puede
emplear a un tercero como representante o mensajero, y en tal caso se responde por la mala
elección o vigilancia de éstos como por las comunicaciones inapropiadas (falsas, tardías,
omitidas); además, el conocimiento del mandatario es conocimiento del mandante, y el
tomador responde por su violación, sea su representante legal o contractual (698) . Cuando las
cargas consisten en una conducta, el tomador sólo responde por la suya personal (p.ej., malicia,
art. 48 Ver Texto; dolo o culpa grave, art. 72 Ver Texto; etc.); esto es, no responde por los
terceros: cuando trasfiere la guarda de la cosa o está imposibilitado de ejercerla materialmente.
En este último caso cumple con confiar esa vigilancia a un tercero y con la elección cuidada de
éste; por ello, su responsabilidad por sus actos u omisiones será por culpa in vigilando o in
eligendo. En ambos casos, el hecho o la omisión del tercero será un acto imprevisible, respecto
del cual justamente buscó protegerse con el seguro (699) .

Como el asegurador no puede exigir su cumplimiento, son imprescriptibles (700) .

4. Forma de cumplimiento.

Cómo se debe cumplir la carga depende de su contenido específico. Cuando consiste en


informes, sólo interesa su veracidad: es una declaración de conocimiento y no de voluntad; por
ello los vicios de ésta carecen de toda significación, ya que sólo importa si se ajustan o no a la
verdad.

No hay formas legales fijadas, pero para algunas de ellas -por ejemplo, para las de informar- se
determinan en el contrato (701) ; mas la inobservancia de la forma es indiferente si el
asegurador obtiene el conocimiento perseguido: la función de la forma es la seguridad, y
obtenido el conocimiento su exigencia carece de fundamento (ver v.gr., art. 146 Ver Texto,
sobre designación de beneficiario).

519
5. Cumplimiento.

El cumplimiento efectivo de las cargas sigue las modalidades de éstas. Si consisten en un


hecho, en cada caso se juzgará si se cumplió o no (702) .

Se ejecutarán sin necesidad de intimación o exigencia previa del asegurador: la mora es


automática (para las denuncias y declaraciones, art. 15 Ver Texto, 1er. párr., in fine) (703) . Ésta
se requiere generalmente en los contratos para completar los informes; en tal caso, se cumplirá
en la medida de la exigencia (704) .

Es suficiente que reciban una ejecución sustancial (705) .

El asegurado no debe cumplir con sus cargas si el asegurador desconoce su obligación de


indemnizar (706) , mas el incumplimiento no puede agravar el daño sufrido (707) .

La fuerza mayor o el caso fortuito o la imposibilidad de hecho sin culpa o negligencia (art. 47
Ver Texto, in fine, para la denuncia del siniestro) excusan la demora del asegurado (708) . En
cuanto la carga la impone el contrato, se requiere culpa del asegurado (art. 36 Ver Texto), y en
algunos supuestos de cargas legales, es requisito la concurrencia de dolo o culpa grave: arts. 70
Ver Texto y 114 Ver Texto, provocación del siniestro; art. 72 Ver Texto, 2º párr., carga de
salvamento; art. 105 Ver Texto, asistencia veterinaria y maltrato de los animales asegurados; en
otros supuestos se exige malicia: art. 77 Ver Texto, cambio de las cosas después del siniestro;
art. 48 Ver Texto, en la información complementaria para liquidar el daño.

Asimismo, se debe tener en cuenta que el asegurador no puede imputar violaciones que están
de acuerdo con las costumbres o la índole del bien o de la persona del asegurado, si son
conocidas por aquél (709) .

520
6. Sanciones por el incumplimiento.

La ley 17418 Ver Texto ha variado sustancialmente el régimen de sanciones por violación de
las cargas. Con el sistema del Código de Comercio, la jurisprudencia admitió para todos los
casos la cláusula contractual de pérdida de derechos por violación de la carga, liberación que se
conoce con el nombre de caducidad (710) .

Con la ley 17418 Ver Texto adquiere importancia la distinción entre las sanciones impuestas
por la ley por cargas previstas por ella, de las establecidas por el contrato (art. 36 Ver Texto).

Si la ley prevé la sanción, ésta no puede ser modificada sino en favor del asegurado (art. 158
Ver Texto). Cuando la sanción es legal, habrá que estarse a la norma para fijar la consecuencia
de la violación. Así, v.gr.:

1) en la de informar la agravación, el asegurador se libera si el siniestro se produce cuando


subsiste la agravación, excepto que no exista culpa o negligencia en la omisión o demora (art.
40 Ver Texto, 1er. párr.);

2) en la de informar el siniestro, el asegurador se libera (art. 46 Ver Texto, 1er. párr.), excepto
que exista imposibilidad de hecho sin culpa o negligencia, así como en la violación de la carga
de suministrar la información complementaria acerca del siniestro o los daños producidos (art.
46 Ver Texto, § 21), en caso de incumplimiento malicioso (art. 48 Ver Texto);

3) en la de informar la pluralidad de seguros, la violación produce la caducidad, salvo pacto en


contrario (art. 67 Ver Texto, 1er. párr.);

4) en la de salvamento, el asegurador se libera en la medida en "que el daño habría resultado


menor sin esa violación", si concurre dolo o culpa grave (art. 72 Ver Texto, 2º párr.);

5) la de no variar el estado de las cosas después del siniestro libera al asegurador si se infringe
maliciosamente (art. 77 Ver Texto, 3er. párr., in fine).

Téngase presente que cuando la ley sanciona la violación de la carga con la caducidad del
derecho del asegurado, cabe atenuar esa sanción con la mera suspensión de la garantía.

521
Si la obligación o carga es contractual, o si es legal pero la ley no prevé la sanción, las partes
pueden convenir la caducidad, mas sujeta a estas condiciones (art. 36 Ver Texto) (711) :

a) Que la violación obedezca a culpa o negligencia. La expresión legal es redundante, ya que la


negligencia presupone culpa en la omisión o en la comisión deficiente. Pero se adoptó por dos
razones fundamentales: 1) porque en el concepto corriente, negligencia es omisión; 2) porque
en la práctica aseguradora nacional, negligencia es un grado de culpa. Jurídicamente
equivalentes, la repetición tiene el mérito de dejar bien claro el concepto legal (712) .

b) Si la carga se debe cumplir antes del siniestro, el asegurador debe alegar la caducidad dentro
del mes de conocido el incumplimiento (art. 36 Ver Texto, ap. a). Si el siniestro ocurre antes de
que el asegurador alegue la caducidad, debe la prestación si el incumplimiento no influyó en el
acaecimiento del siniestro o en la extensión de la obligación del asegurador (art. 36 Ver Texto,
ap. a).

c) Si la carga u obligación se debe ejecutar después del siniestro, el asegurador se libera si el


incumplimiento influyó en la extensión de la obligación asumida (art. 36 Ver Texto, ap. b).

d) Se debe insertar en las condiciones particulares de la póliza (art. 158 Ver Texto, 2º párr.), en
cláusula fácilmente legible y con redacción clara (art. 11 Ver Texto); se debe advertir al
asegurado de su inserción cuando no aparece en la propuesta (art. 12 Ver Texto).

e) Mientras el asegurador no alegue la sanción, el contrato debe ser cumplido si el siniestro


ocurre en el intervalo del plazo fijado en el art. 36 Ver Texto, inc. a. Así resulta de: 1) el
segundo párrafo del inc. a citado; 2) el plazo otorgado al asegurador para aducir la caducidad,
ya que dejaría al asegurado sin cobertura retroactivamente en ese lapso (713) .

El art. 158 Ver Texto, 1er. párr., impide cambiar esta solución por la de la aplicación
automática, porque agravaría la condición del asegurado; ni aun en la forma aparentemente
más beneficiosa, de suspensión automática o retroactiva de la garantía.

7. Caducidad.

522
¿Cuál es la naturaleza de la caducidad? La caducidad es una institución que tiene amplias
aplicaciones en todas las ramas del derecho, incluso en el administrativo (p.ej., en la concesión
de servicios públicos). La doctrina discrepa fundamentalmente en la determinación de su
naturaleza (714) . En anterior publicación me incliné por considerar que se trata de una pena
(715) . La sanción de la ley 17418 Ver Texto obliga a una revisión de este concepto, y a
distinguir la caducidad legal de la convencional:

a) La caducidad legal funciona como una sanción: acreditados los hechos incluidos en la litis, es
aplicable de oficio por el juez como toda norma de derecho interno, con las consecuencias
específicas fijadas por ella. Esta aplicación de oficio exige la resistencia al cumplimiento por
parte del asegurador, fundado en hechos que acarrean la sanción (716) .

b) En cambio, la caducidad convencional funciona como una rescisión contractual (717) : la


defensa debe ser alegada al contestar la demanda (esto es, ser incluida como tal en la litis) y ser
juzgada conforme a los principios que rigen en materia de rescisión expresa, especialmente en
cuanto a la trascendencia e importancia del incumplimiento con relación al sistema de
contratación en masa y técnica del seguro, y respecto a la medida de las obligaciones del
asegurador.

Téngase presente asimismo lo expuesto en el parágrafo anterior, nº 6, bajo la letra e.

La caducidad se debe distinguir de la exclusión de ciertos riesgos y de la nulidad (718) :

a) En la exclusión de ciertos riesgos o no seguro, el siniestro no está previsto, es un riesgo


fuera de la garantía; es decir, es una falta de derecho. Para determinarlo no juegan para nada las
nociones de pena, sanción, culpa o mala fe, sino que es un problema de extensión del contrato.

La caducidad, en cambio, se refiere a un riesgo aceptado, y en consideración del cual se fijó la


prima; el riesgo que se realiza es el asumido por el asegurador, pero que no se indemniza o no
se indemniza en la medida pactada por la infracción del asegurado; es decir, su efecto es la
pérdida de un derecho, total o parcial.

b) De ahí que también se deba distinguir de la nulidad, porque ésta aniquila todos los efectos
del contrato pasados y futuros; e incluso en algunos supuestos el asegurador debe restituir la
prima (p.ej., art. 6 Ver Texto, en caso de reticencia no dolosa).

523
La sanción de caducidad debe ser expresa (art. 36 Ver Texto), lo cual resulta de su propia
naturaleza (719) .

7 (a.1).

Por caducidad se entiende, en el derecho de seguros, la extinción del derecho que el asegurado
poseía para reclamar del asegurador el cumplimiento de la prestación principal que éste le
prometió si llegaba a ocurrir el siniestro (extinción que se establece como efecto del
incumplimiento de una carga u obligación) (720) .

Tal concepto revela que la caducidad sólo afecta el derecho del asegurado a requerir el
cumplimiento de esa prestación; pero no alcanza al contrato, que continúa en vigencia. De tal
forma, si aconteciere un nuevo siniestro y el asegurado hubiese cumplido sus obligaciones y
cargas respecto de él, el asegurador deberá la prestación por este segundo acontecimiento
cubierto por el seguro. No cabe entonces, en rigor, hablar de "caducidad del seguro" ni del
"contrato de seguro"; sólo caduca el derecho del asegurado respecto del siniestro al cual estaba
referido.

7 (a.2).

Si bien la caducidad general, estudiada por el derecho civil, posee una característica común con
la caducidad del seguro referida al asegurado, pues ambas provocan la extinción de un derecho
y no sólo la de la posibilidad de su ejercicio, tales formas de ese instituto jurídico presentan
marcadas diferencias en cuanto a sus presupuestos y sus efectos, que permiten ubicarlas en
categorías relativamente separadas.

La caducidad general (que denominaremos "civil", para distinguirla de la que estamos


analizando) posee una característica de automatismo e irreversibilidad que no se halla en la
caducidad propia del ámbito del seguro. Aquélla es reacia a admitir factores interruptivos (de la

524
índole de los que existen en el ámbito de la prescripción), y su configuración posee un marcado
automatismo que le da carácter intensamente abstracto (721) .

La caducidad en el seguro, en cambio, está normalmente sujeta a la posibilidad de que tengan


lugar presupuestos inhibitorios objetivos (imposibilidad de hecho -art. 47 Ver Texto-;
conocimiento, por el asegurador, de la circunstancia que se debía denunciar -art. 40 Ver Texto,
inc. b; art. 46 Ver Texto, 1er. párr., in fine-; y, fundamentalmente, la omisión del asegurador de
pronunciarse sobre el derecho del asegurado -art. 56 Ver Texto, LS.-) y requisitos subjetivos
(culpa -art. 36 Ver Texto-, culpa grave o dolo -art. 70 Ver Texto-, malicia -arts. 48 Ver Texto,
77 Ver Texto-, etc.). Es que en estas cargas la caducidad va dirigida, como vimos, a motivar
una conducta de colaboración en el asegurado que ayude a obtener un adecuado nivel
funcional en la relación asegurativa respecto de sus necesidades técnico-económicas; por ello,
la obtención de la finalidad perseguida, aun por otros medios, priva de su efecto extintivo a la
caducidad. Y si, no obstante, se produce el incumplimiento de la conducta requerida, surge la
sanción establecida por la carga: extinción del derecho del asegurado.

En particular, cabe destacar que para que la caducidad en el seguro se consolide, es necesario
que el asegurador se expida rechazando el derecho del asegurado. De no hacerlo, el efecto
caducante desaparece, pues "la omisión de pronunciarse importa aceptación" (art. 56 Ver
Texto, LS.). Ello rige tanto para las cargas legales como para las de origen convencional.

Por otra parte, la caducidad no siempre reviste carácter total; a veces se la postula con efecto
proporcional a la incidencia del incumplimiento de la carga: por ejemplo, en el art. 72 Ver
Texto, que dispone que "el asegurador queda liberado de su obligación en la medida que el
daño habría resultado menor sin esa violación".

7 (a.3). La ausencia de cobertura.

Otro aspecto al cual cabe referirse es el relativo a las diferencias entre caducidad y exclusiones
a la cobertura. En rigor, sería más ajustado a esta problemática hablar, como lo hace la doctrina
francesa (722) , de situaciones de no seguro, que es un concepto más abarcador, pues
comprende no sólo los supuestos excluidos, sino también los no incluidos, que han quedado
fuera del amparo como consecuencia de la definición general del riesgo cubierto.

El tema del no seguro, o inexistencia de cobertura, es resultante del procedimiento de


determinación del riesgo, que comprende dos momentos: uno positivo, en el cual se enuncia,

525
con carácter general, el riesgo que se cubre (p.ej., el riesgo de incendio, o robo, o
responsabilidad civil, etc.); y una segunda operación que, partiendo del riesgo ya enunciado
genéricamente, coloca situaciones especiales fuera de la cobertura asegurativa por tratarse de
supuestos técnicamente no asegurables, o pasibles de ser cubiertos a un precio mayor (lo cual
hará que se pueda amparar mediante el pago de una prima adicional); de esa forma es posible
establecer una cobertura básica a precio accesible para un número considerable de personas;
esto resulta conveniente a la relación aseguradora, porque la hipótesis estadística se configura
mejor cuanto mayor sea la cantidad de riesgos asegurados de una misma especie, conforme a la
ley de los grandes números, como lo señalamos antes.

Sin perjuicio de lo expuesto, la delimitación puede también surgir de la definición positiva


(genérica) del riesgo, en tanto la determinación de sus límites conceptuales supone dejar fuera
lo que resulta extraño a él (p.ej., si se enuncia la cobertura de incendio, quedan fuera otros
riesgos, no mencionados ni implicados: robo, responsabilidad civil; etc.); lo ajeno al riesgo
amparado también configura "no seguro" (723) .

Lo cierto es que, hasta época reciente, la ausencia de cobertura o situación de "no seguro" ha
sido frecuentemente confundida con la caducidad. Ello así, posiblemente, porque ambas
poseen un efecto común (el asegurado no cobra), y también porque en su modalidad, objeto de
mayor número de debates judiciales, el no seguro resulta de cláusulas de exclusión,
delimitadoras del riesgo, lo cual contribuía a que fueran confundidas con cláusulas de
caducidad (724) .

Pero las diferencias entre ambos tipos de cláusulas son notables: las de exclusión de cobertura
son delimitativas del riesgo, son descriptivas de él, enuncian situaciones colocadas fuera del
amparo desde el comienzo del contrato, ya que influyen en la configuración del contenido de
ese contrato desde el momento mismo de su celebración; las de caducidad, en cambio, son
sancionatorias, suponen un riesgo inicialmente cubierto y, por ello, generador de un derecho
en favor del asegurado que luego caduca ante el incumplimiento de la carga (725) .

Jurisprudencia

Con respecto al tema de las exclusiones de riesgos o "no seguro", la jurisprudencia ha tenido
oportunidad de pronunciarse en diversos fallos, entre otros, los que decidieron que, desde el
punto de vista de la responsabilidad del asegurador, es de gran importancia la individualización
del riesgo en el contrato de seguro, cuya delimitación surge de precisiones que, si bien tienen
dos fuentes, no son excluyentes, sino que se complementan: la una, positiva, en cuanto indicará
las situaciones, intereses, cosas, tiempo, lugar, etc., amparados por el seguro, y negativa la otra,
al enumerar situaciones que son excluidas de dicha cobertura. Uno de los requisitos
fundamentales del riesgo es que debe estar determinado específica y concretamente, recaudo

526
necesario para el asegurador, a los fines de que pueda establecer exactamente su naturaleza y
medir su alcance en el momento de la celebración del contrato (C. Nac. Com., sala A,
23/10/1979, "Abieri y Cía. S.A. v. La Defensa Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, LL
1980-C-60; ED 86-354), y que en el contrato de seguro el riesgo debe ser cuidadosamente
individualizado y precisado; con mayor razón resulta exigible esa concreta, formal y
particularizada determinación cuando se trata de exclusiones o limitaciones a la garantía,
porque constituye principio recibido en el derecho de seguros que en caso de duda acerca de la
extensión del riesgo, se debe estar por la obligación del asegurador, habida cuenta de que es
quien se encuentra en mejores condiciones para fijar con precisión y de manera indubitable la
extensión clara de sus obligaciones, evitando crear en el espíritu del tomador la falsa creencia
de una garantía inexistente (C. Nac. Com., sala C, 17/5/1984, "Bourre, Jorge A., v. Arco Iris
Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto).

También se decidió que afirmar o negar que se ha verificado el riesgo asegurado es siempre el
resultado de un juicio cuyas premisas son, por una parte, la abstracta indicación hecha por la
ley y por la póliza de los límites del riesgo cubierto y, por la otra, el examen de las
circunstancias especiales en las cuales el hecho se ha producido (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala
2ª, 22/12/1981, "Mediterranean Austral v. La Tandilense Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, JA
1983-I-94).

En la medida en que el asegurador pretenda exonerarse de la responsabilidad sobre la base de


que el daño acaecido no se vincula con el riesgo asegurado, deberá producir la prueba de dicho
extremo (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 3ª, 2/11/1987, "Agencia Marítima Robinson S.A. v.
Sol Decoraciones S.R.L.", LL 1989-D-607, sum. 6559).

Cuando hay "exclusión de riesgo", el asegurador manifiesta explícitamente en la póliza su


voluntad de "no" cubrirlo. Desde el principio del contrato declara no tomarlo a su cargo y el
asegurado no tiene derecho a indemnización alguna. En este supuesto se origina una falta de
cobertura, se configura un "no seguro", porque el riesgo se halla formalmente fuera de la
garantía dada en la póliza respectiva: existe una diferencia cualitativa entre riesgo asumido y
riesgo excluido; lo significativo es que se trata de un riesgo "diverso" del previsto en la póliza,
es decir, de aquel sobre cuya base se efectuó el contrato. Así, habrá riesgo excluido o evento no
cubierto todas las veces en que el siniestro se produzca en ocasiones en que el contrato prevé
expresamente como no idóneas para hacer funcionar la garantía del asegurador. El riesgo
asegurado es siempre un "riesgo calificado" y constituye una parte del "riesgo genérico"
aludido en la póliza, según la rama del seguro de que se trate. El "riesgo asegurado" o "riesgo
asumido" es, pues, la posibilidad de que el evento dañoso se concrete en las condiciones
contempladas en la póliza. Las condiciones de riesgo que funcionan como "límites" de la
cobertura pueden tener su origen en circunstancias "objetivas" o "subjetivas"; se debe destacar
que cuando se estructuran las condiciones de los seguros se evalúa, además de los aspectos
objetivos del riesgo, las condiciones que se relacionan con la persona del asegurado,
especialmente cuando se trata de ramas en las cuales el factor subjetivo tiene una importancia
capital -v.gr., seguros de robo, de alhajas y pieles, etc.- (C. Nac. Com., sala B, 14/11/1979,
"Musante, Jorge, v. La Agrícola Cía. de Seguros S.A.", LL 1980-B-160).

527
El contrato de seguro se debe interpretar literalmente en los supuestos en que la cobertura está
expresada claramente; no es posible otorgarle una interpretación extensiva toda vez que la
enumeración de los riesgos y la extensión de la cobertura se deben apreciar limitativamente
(Sup. Corte Bs. As., 18/3/1980, "Aranda, Mario V., v. Valli, Héctor R." -acuerdo 28.723-,
DJBA 118-238; en análogo sentido, mismo tribunal, 13/4/1993, "A., E. R., v. Montenegro,
Francisco", LL 1993-C-140; C. Civ. y Com. 1ª Mar del Plata, 28/5/1982, "Hernandorena,
Jorge R., v. Martín, Jorge R.", ED 102-307; C. Nac. Com., sala D, 24/10/1995 -del voto del
Dr. Alberti-, "M., A. A., v. La Estrella Cía. de Seguros S.A.", LL 1996-B-224). La cobertura se
debe interpretar literalmente, sin restringirla en sus términos claros en favor del asegurador ni
ampliarla en favor del asegurado (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 22/12/1981,
"Mediterranean Austral v. La Tandilense Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, JA 1983-I-
94). Pero en caso de ser redactadas en forma oscura, equívoca o confusa y en presencia de
duda, serán entonces interpretadas en contra del asegurador, que ha sido quien las ha redactado
(C. Nac. Com., sala D, 7/8/1975, "Cosacmov, Jesús, v. Arcadia Cía. de Seguros S.A.", LL
1976-A-259).

No cabe restringir la responsabilidad del asegurador, salvo cuando del contrato, literalmente,
dimane que sea así (C. Apels. Civ. y Com. Mercedes, sala I, 19/3/1987, "García, César O., v.
Chapartegui Hnos. y otros", DJ 1987-2-276). Las exclusiones o limitaciones de responsabilidad
son de interpretación restrictiva y deben ser formales e individualizadas (C. Apels. San Nicolás,
3/11/1981, "Chitarroni, Juan A., v. Morello, Jorge O." Ver Texto, DJBA 122-530; LL 182-A-
530). La extensión de la cobertura, en el contrato de seguro debe ser apreciada limitativamente;
no es admisible una interpretación extensiva (C. Nac. Com., sala C -del voto del Dr. Di Tella-,
24/5/1989, "Babijackzuk, Nicolás, v. La Meridional Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, LL
1989-E-73), pues su ampliación producirá un grave desequilibrio en el conjunto de las
operaciones de la aseguradora (C. Apels. Civ. y Com. Junín, 30/11/1988 -voto del Dr.
Azpelicueta-, "Rodríguez, Antonio J., v. Sud América Cía. de Seguros S.A.", LL 1989-25-298).

También se ha decidido que si la aseguradora opuso en su defensa una causa que la excluía
objetivamente del deber de responder por los daños ocasionados por su asegurado y,
comprobado ello, el juzgador ha hecho lugar debidamente a la cláusula del contrato de seguro
que contempla tal circunstancia, ha existido la objetiva aplicación de una causal de exoneración
de la obligación de indemnizar pactada expresamente por las partes (Sup. Corte Bs. As.,
2/12/1980, "Salguero, Marco E., v. Deffonchio, Luis F." -acuerdo 29.018-, DJBA 120-149;
ED 94-226); pero que no puede ser considerado en la sentencia un supuesto de liberación de la
obligación de indemnidad si la aseguradora no lo alegó temporáneamente (mismo tribunal,
27/12/1988, "Janout, Hugo E., v. Caamabo, Juan C., y otro" Ver Texto, DJBA 136-1635).

Si el vehículo es conducido por quien carece de registro habilitante, se produce


contractualmente un supuesto de inexistencia de cobertura y no puede la víctima pretender que
la condena alcance a la aseguradora, que al momento del accidente carecía, por ese motivo, de
vínculo con el responsable: se trata de un supuesto de delimitación del riesgo o de no seguro,
en el cual resultan extrañas las consideraciones relativas a la función social del seguro y a la

528
protección de la víctima (C. Nac. Civ., sala H, 26/12/1996, "Herrera, Verónica, v. Portillo,
Nélida" Ver Texto, LL 1997-C-994, sum. 11.550).

7 (a.3.1). La ausencia de cobertura y el art. 56 Ver Texto, LS.

Una cuestión que se suscita en nuestro derecho al analizar los efectos que produce la ausencia
de seguro es si, ante la inexistencia de cobertura de un supuesto determinado, resulta o no
aplicable el art. 56 Ver Texto, LS.; éste exige que el asegurador se pronuncie "sobre el derecho
del asegurado" dentro de 30 días, contados según la forma en que la misma disposición legal
indica (aunque de manera un tanto indirecta).

Por los motivos precedentemente señalados entendemos que no resulta aplicable el art. 56 Ver
Texto, LS., a los supuestos de inexistencia de cobertura o de "no seguro": el referido art. 56
Ver Texto requiere determinadas calidades subjetivas para su aplicación, ya que habla de un
deber del asegurador, de pronunciarse respecto del derecho del asegurado; y nadie resulta
"asegurador" ni "asegurado" respecto de riesgos o situaciones que han sido colocados fuera del
amparo asegurativo al concertarse el contrato y que, por ende, no integran el contenido de éste,
al cual necesariamente se debe referir cualquier pretensión que alegue una persona respecto de
quien invoca como su asegurador (726) .

Es de señalar que la admisión de esta tesis no implica que todo rechazo de las pretensiones del
asegurado que el asegurador formule vaya a tener como efecto, sin más, la extinción del
derecho invocado por el asegurado. La existencia de la cobertura podrá ser motivo de
controversia judicial, que deberá decidir la sentencia en función del contenido del contrato y
las pruebas sobre la naturaleza del hecho en el cual se apoya la acción deducida; simplemente
se evita que la cuestión sea resuelta por el solo conteo de un plazo.

Si bien la jurisprudencia se ha pronunciado preponderantemente en favor de la aplicación del


art. 56 Ver Texto aun en los casos de coberturas excluidas, diversos pronunciamientos
decidieron en sentido opuesto, como se verá a continuación.

Jurisprudencia

a) Fallos que declaran aplicable el art. 56 56 a los supuestos de ausencia de cobertura ("no
seguro").

529
El art. 56 Ver Texto de la ley 17418 establece que el asegurador se debe pronunciar acerca del
derecho del asegurado dentro de los 30 días de recibida la información complementaria
prevista en el 2º y 3er. párrs. del art. 46 Ver Texto. La omisión de pronunciarse importa
aceptación. De modo, entonces, que la ley concede a la aseguradora, por este artículo, un plazo
de 30 días para que se pronuncie sobre el derecho del asegurado, contados a partir de la
denuncia del siniestro, plazo que se puede ver ampliado si resulta necesario requerir la
información complementaria a que se refieren los incs. 2 y 3 del art. 46 Ver Texto citados, en
cuyo caso se cuenta desde que es recibida esa información (C. Nac. Com., sala A, 21/12/1984,
"Moya, Víctor, v. La Agrícola Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, ED 116-646; LL 1986-A-627,
sum. 37.113).

Una vez denunciado el siniestro, el asegurador se debe pronunciar sobre el derecho del
asegurado en un plazo cuyo cómputo solamente puede interrumpir mediante el requerimiento
de información complementaria que sea razonable, tanto en lo concerniente a la necesidad de
conocer del asegurador como en la posibilidad de que sea suministrada por el asegurado (C.
Nac. Com., sala C, 8/5/1984, "Industrias Pirelli S.A. v. Resguardo Cía. de Seguros S.A." Ver
Texto, ED 15/8/1984).

El deber de pronunciarse acerca de la indemnización del siniestro constituye una carga que
pesa sobre el asegurador y que busca poner un límite razonable al tiempo dentro del cual éste
debe decidir si va o no a indemnizar o, por el contrario, invocará algún incumplimiento de la
contraparte para eximirse de ejecutar su obligación principal. Tal omisión neutraliza los efectos
del incumplimiento de la carga u obligación asumida por el asegurado, e importa un
reconocimiento tácito del derecho del asegurado, pues la ley -art. 56 Ver Texto, Ley de
Seguros- hace una interpretación del silencio acorde con lo que establece el art. 919 Ver Texto
del Código Civil. De tal modo, cualquier incumplimiento alegado fuera de ese plazo por el
asegurador es inoperante, por haber caducado el derecho de articular tal defensa, ante lo
extemporáneo de la manifestación (C. Nac. Com., sala A, 30/5/1986, "Vergara, Arturo, y otra
v. La Agrícola Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1986-D-176.

Si el asegurador entiende que existe una suspensión en la cobertura por mora en el pago de la
prima, debe invocar esa circunstancia dentro del plazo previsto en el art. 56 Ver Texto, ley
17418, pues tal causa no opera ipso iure, de modo que si no cumple con esa carga pierde la
posibilidad de hacerlo y la defensa devendrá improponible (C. Nac. Com., sala A, 29/2/1996,
"Zorrilla de Carrizo, Ángela, v. Inca Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1996-D-179, DJ
1996-II-178 y ED 171-114; íd., 10/9/1997, en "Matos de De Marco, Shirley W., v. Libertad
Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1997-C-244).

La necesidad de expedirse dentro del plazo establecido por el art. 56 Ver Texto de la ley 17418
constituye un deber jurídico que no es meramente formal, sino sustancial, y que por haber sido
impuesto por la ley posibilita la aplicación del art. 919 Ver Texto del Código Civil: ante la carga
de expedirse acerca del derecho del asegurado, el silencio del asegurador permite otorgarle el

530
sentido de una manifestación de voluntad que importa aceptación (Sup. Corte Bs. As.,
22/5/1990, "Arena, Adrián, v. Bocca, Alfredo D." Ver Texto, DJBA 140-615).

Si el asegurador no pidió información complementaria ni se pronunció en manera alguna, cabe


tener por configurada la aceptación tácita de responsabilidad, con los efectos del art. 56 Ver
Texto, LS. Este tipo de aceptaciones tiene efectos absolutos, que impiden considerar
sobreviniente cualquier causal exonerativa del asegurador, por grave que fuese, dado que el
asegurador es un empresario especializado en razón de su objeto. El aludido mecanismo (art.
56 Ver Texto citado) constituye un típico modo mercantil de determinar rapidez y certeza en el
tráfico, que debe ser tutelado en su operatividad y aplicado por los jueces con el máximo rigor
en tanto se trata del tráfico asegurador, en el cual actúa un sujeto del mercado -la entidad
aseguradora- que por definición posee una empresa apta para ello y puede afrontar un
cometido de significativa relevancia social. La ratio legis del mecanismo legal en cuestión
reside, justamente, en evitar dilaciones intentadas por el asegurador con base en la necesidad de
determinar el daño invocando cargas del asegurado, pero con incumplimiento de sus propios
deberes (C. Nac. Com., sala B, 20/5/1998, "Mayol, Nelly Mirtha, v. Sudamérica Cía. de
Seguros de Vida y Patrimoniales S.A." Ver Texto, ED 179-511).

El silencio del asegurador ante la obligación impuesta por el art. 56 Ver Texto de la ley 17418,
de pronunciarse sobre el derecho del asegurado a cobrar la indemnización, no es cuestión que
pueda ser enervada en sus consecuencias, pues se trata de un elemento sustancial que, a partir
de la regla del art. 919 Ver Texto del Código Civil, reconoce plurales aplicaciones en la Ley de
Seguros. Una interpretación distinta estaría en pugna con el valor seguridad en los negocios
que persigue ese plazo para pronunciarse y con la presunción que se extrae del silencio del
asegurador, relevante como productor de efectos en el cumplimiento del contrato y como
supuesto de silencio calificado desde que es elemento útil para computarlo como manifestación
de la voluntad (C. Nac. Com., sala B, 18/8/1992, "El Comercio Cía. de Seguros S.A. v. Nieto
Hnos. S.A." Ver Texto, LL 1993-C-357 y DJ 1993-II-551; en análogo sentido, C. Nac. Trab.,
sala 1ª, 31/8/1995, "M, A., y otro v. Estructura Horizontal S.R.L.", DT 1996-A-359).

La omisión de la aseguradora de pronunciarse acerca del derecho del asegurado en el plazo


previsto por el art. 56 Ver Texto, LS., revela que, a partir de la aceptación del siniestro, operada
por imperio de la ley y por el mero trascurso del tiempo, se hallaban reunidos a su respecto los
requisitos legales y convencionales necesarios para hacerse cargo de la reparación, es decir, la
vigencia de un contrato de seguro entre las partes y el acaecimiento de un siniestro previsto y
cubierto (C. Nac. Com., sala C, 24/11/1996, "El Comercio Cía. de Seguros S.A. v. Nieto
Hnos. S.A." Ver Texto, LL 1996-B-248).

El art. 56 Ver Texto de la ley 17418 impone al asegurador pronunciarse dentro de los 30 días
acerca del derecho del asegurado, y tal amplitud en el objeto sobre el cual recae la carga no
permite distinciones apoyadas en la diversa naturaleza del incumplimiento (Sup. Corte Bs. As.,
7/7/1992, "Machado, Fermín, y otra v. Zito y Valentini S.A. y otra" Ver Texto, LL 1993-E-
412. En igual sentido, 20/9/1994, "Acosta, Abel I., v. Otero, Luis A." Ver Texto, DJBA 147-
704).

531
Es requisito sustancial de admisibilidad de las defensas que el asegurador pretenda oponer al
reclamo del asegurado el oportuno pronunciamiento exigido imperativamente por el art. 56
Ver Texto de la ley 17418. En consecuencia, no corresponde siquiera ingresar en la
consideración de las razones invocadas para excusar la responsabilidad, si no se rechazó la
procedencia del reclamo dentro del plazo legal, cuyo mero trascurso importa aceptación (C.
Nac. Com., sala C, 25/6/1987, "Tres Ases S.A. v. Astro Cooperativa de Seguros Ltda.", LL
1988-A-247 y DJ 1988-I-922. En sentido análogo, sala B, 22/11/1988, "Suárez, Eduardo O., v.
Ruta Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, LL 1989-C-193 y DJ 1989-II-444; sala A,
29/2/1996, "Zorrilla de Carrizo, Ángela, v. Inca Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1996-D-
178).

Lo sinalagmático de la relación asegurativa impone que el concepto de carga sea extensible a


todas las partes contratantes. Al asegurado, al exigirle información y conductas concretas; al
asegurador, al requerirle la razonable y debida diligencia en lo relativo a la determinación del
siniestro y la prontitud en el cumplimiento de su obligación de indemnizar. De allí que la ley
17418 consagró, en el art. 56 Ver Texto, la obligación del asegurador de pronunciarse acerca
del derecho del asegurado, constriñéndolo bajo severa sanción a que lo ejercite dentro de los
30 días de recibida la información complementaria prevista en el 2º y 3er. párrs. del art. 46 Ver
Texto (C. Nac. Com., sala A, "Deibe, Juana A., v. Caja de Jubilaciones, Subsidios y Pensiones
del Personal del Banco de la Provincia de Buenos Aires", JA 1982-I-400 Ver Texto).

Los aseguradores deben poner el mayor empeño para que las tareas a su cargo se realicen en el
menor tiempo, a fin de satisfacer cuanto antes sus obligaciones. Por ello, y para paliar el tardío
cumplimiento de las obligaciones por parte del asegurador, el art. 56 Ver Texto, LS., dispone
que éste se debe pronunciar dentro de los 30 días de recibida la información complementaria
prevista en el 2º y 3er. párrs. del art. 46 Ver Texto, y que la omisión de hacerlo importa
aceptación (C. Nac. Com., sala B, 27/12/1985, "Vetriglia, Federico, v. Patronal Cooperativa de
Seguros Ltda.", LL 1986-E-701, sum. 37.449).

Si la aseguradora no es diligente en pedir las informaciones que necesita acerca del siniestro y
los daños o se demora injustificadamente en realizar las verificaciones pertinentes a fin de
terminar cuanto antes la liquidación de la indemnización, da lugar a que corra el plazo
establecido por el art. 56 Ver Texto de la ley 17418, por aplicación de lo dispuesto por el art.
512 Ver Texto, CCiv. (C. Nac. Com., sala B, 28/2/1985, "Plus Ultra Cía. de Seguros S.A. v.
Lomoro, Julio S.", ED 116-184 y LL 1986-B-616, sum. 37.220).

La falta de diligencia del asegurador hacia el requerimiento de informes importa la


consecuencia de que el plazo del art. 56 Ver Texto, ley 17418, se compute desde el momento
en que se debió requerir la información: ello, sin perjuicio de interpretar, más drásticamente
aún, que tal omisión acarrea el cálculo ininterrumpido del plazo desde el día en que se
denunció el siniestro. El asegurador deberá probar que requirió del asegurado la información,
la fecha en que lo hizo y en que se le contestó, en su caso, para la determinación del curso del

532
plazo. En defecto de ello, solamente cabe aplicar la consecuencia que previene el art. 56 Ver
Texto, ley 17418, por su omisión (C. Nac. Com., sala C, "Industrias Pirelli S.A. v. Resguardo
Cía. de Seguros" Ver Texto, ED 110-121 y DJ 1985-13-405).

Que la aseguradora haya requerido mayor información al damnificado, en los términos de los
arts. 46 Ver Texto y 56 Ver Texto de la ley 17418, implica que subordinó la exigibilidad del
pago pretendido a la aceptación de los datos solicitados, por lo cual debe ser considerado
como prorrogado el plazo previsto por el art. 56 Ver Texto como consecuencia lógica de ello
(C. Nac. Com., sala C, 5/12/1989, "Rojas, Carlos J., v. Sud América Cía. de Seguros S.A." Ver
Texto, LL 1990-C-289).

La aceptación del derecho del asegurado conforme al art. 56 Ver Texto, ley 17418, impide al
asegurador alegar defensas, esto es, desconocer el derecho del asegurado a ser indemnizado (C.
Nac. Com., sala B, 18/12/1986, "Bandell, Jacinto F., v. Unión Comerciantes Cía. de Seguros
S.A.", LL 1989-A-51 y JA 1987-III-107 Ver Texto). La defectuosa contestación de la
aseguradora respecto del reclamo indemnizatorio efectuado por el asegurado importa la
aceptación de la cobertura, tal como lo dice el art. 56 Ver Texto, ley 17418. A no otra
conclusión cabe llegar frente a un rechazo vago y genérico (C. Nac. Com., sala A, 23/10/1979,
"Ros, Manuel, y otro v. Patronal Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, LL 1980-A- 558).

El plazo establecido por el art. 56 Ver Texto, LS., se calcula a partir de la denuncia del
siniestro, y sólo puede ser interrumpido por el pedido de información complementaria
autorizado por el art. 46 Ver Texto, 2º y 3er. párrs. del mismo cuerpo normativo. En su
defecto, la falta de pronunciamiento dentro de los 30 días siguientes al de la denuncia del
siniestro importa el reconocimiento del derecho del asegurado con arreglo al citado art. 56 Ver
Texto; la aseguradora incurre en mora por el mero vencimiento del plazo conforme a lo
dispuesto por el art. 51 Ver Texto, LS. (C. Nac. Com., sala E, 30/8/1999, "Contreras, Andrés,
v. La Íbero Platense Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, ED, fallo 50.303).

b) Fallos que declaran inaplicable el art. 56 56, LS., a los casos de ausencia de cobertura, o
limitan en algunos supuestos los efectos de dicha norma.

En los supuestos de cláusulas de caducidad, el evento está originariamente dentro del amparo
asegurativo, por lo cual la conducta impropia del asegurado -tipificada como tal por la norma o
por la convención- enerva el derecho a la prestación del asegurador. Las delimitaciones de la
cobertura, en cambio, hacen que determinados hechos resulten extraños al ámbito contractual
y que persistan en esa condición durante todo el trascurso de la relación. Así, acaecido el
supuesto excluido, ninguna repercusión genera, pues no hay prevista prestación a su respecto.
En el seguro de la responsabilidad civil, las exclusiones son siempres oponibles al damnificado,
pues son tales desde el principio del contrato y, por lo tanto, en todos los casos resultan
anteriores al hecho perjudicial: atañen a la medida del seguro que menciona el art. 118 Ver
Texto, LS., que no se agota en su aspecto cuantitativo, sino que incumbe a sus límites, fuera de
los cuales no hay cobertura. La diferencia también se advierte con relación al tiempo útil para

533
su invocación: el asegurador debe esgrimir la caducidad dentro del plazo de 30 días de recibida
la información complementaria (art. 56 Ver Texto, LS.); trascurrido éste sin que se hubiere
verificado, o la observancia de una conducta opuesta a la posterior declinación, obstan a la
alegación. Al contrario, la exclusión de cobertura no cuenta con plazo perentorio de
invocación, pues alude a un "no seguro", a un acaecer no previsto para originar derechos del
asegurado. La hipótesis de que se halla fuera del vínculo convencional, por haber sido excluida
de él o por no habérsela incluido nunca, impide hablar de "asegurado" y "asegurador" referidos
a aquélla. Consecuentemente, el art. 56 Ver Texto no encuentra aquí el sustento necesario para
su aplicación (Trib. Sup. Just. Córdoba, 24/3/1993, "Fortuna de Mendoza, Gladys Noemí, v.
Bonza, Raúl A., y otro, s./Ejecución de sentencia. Recurso de revisión", "Revista de Derecho
Privado y Comunitario", 1995, p. 461).

La obligación que el art. 56 Ver Texto, ley 17418, establece a cargo del asegurador a fin de que
se pronuncie acerca del derecho del asegurado, supone la vigencia de la cobertura, por lo cual
no es invocable en el supuesto de que la mora en el pago de la prima originó automáticamente
la suspensión de la garantía -arts. 31 Ver Texto y 56 Ver Texto, LS.- (Sup. Corte Bs. As.,
11/7/1995, "Passarotto, Luis C., v. Buccolini, Osvaldo" Ver Texto, DJBA 149-4883; LL Bs.
As. 1995-1030; mismo tribunal, 22/3/1988, "Miceli, Miguel U., v. Quiroz, Marcos A." Ver
Texto, acuerdo 38.693, LL 1988-D-45 y DJ 1988-II-1166) (727) .

También se ha decidido que si bien el art. 56 Ver Texto, ley 17418, implica, respecto del
asegurador que omite pronunciarse en el plazo legal, el reconocimiento del derecho del
asegurado, tal precepto legal y la sanción que establece sólo están referidos a los supuestos en
los cuales haya mediado una tramitación normal de la denuncia y acreditación del siniestro;
pero que de ninguna manera se puede entender aplicable dicha norma al asegurador cuando
quedó acreditado que el asegurado realizó alguno de los actos previstos por el art. 48 Ver
Texto de la mencionada ley -dejar de cumplir maliciosamente las cargas del art. 46 Ver Texto,
2º párr., o exagerar fraudulentamente los daños, o emplear pruebas falsas para acreditarlos- (C.
Nac. Com., sala B, 28/2/1986, "Exportman S.A. v. Neptunia Cía. de Seguros S.A." Ver Texto,
LL 1987-C-437, sum. 37.640). Ello así, por cuanto el art. 56 Ver Texto, ley 17418, tiene como
presupuesto que la gestión de verificación y liquidación se cumpla de modo regular. De ahí que
los mecanismos establecidos por la Ley de Seguros para no demorar el pago de la
indemnización no se pueden convertir en medios expurgatorios de articulaciones engañosas y
deben ceder paso a la demostración de aquellas conductas que por su dolo, malicia o fraude
encuentran sanción en la propia ley atendiendo a una directiva constante que el legislador
imprime a lo largo de su articulado. El plazo de dicho art. 56 Ver Texto fue establecido para
tutela del asegurado leal, esto es, aquel que satisface verazmente la necesidad de conocer de su
contraparte (C. Nac. Com., sala B, 16/9/1988, "Flametic S.A. v. El Sol de Buenos Aires Cía.
de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1989-A-461 -este fallo fue revocado por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, que resolvió que el art. 56 Ver Texto resulta aplicable aun cuando el
asegurado haya violado las cargas establecidas por los arts. 48 Ver Texto y 77 Ver Texto, LS.
En disidencia votó el Dr. Belluscio: JA 1989-IV-47 Ver Texto-).

534
La conducta positiva que el art. 56 Ver Texto de la ley 17418 pone en cabeza de la aseguradora
está supeditada a que se haya configurado la situación riesgosa prevista en el contrato. Por ello,
no rige el deber del art. 56 Ver Texto de la ley 17418 en situaciones en que no se da la relación
asegurativa, como, v.gr., en los casos de coberturas excluidas de la garantía o en hipótesis de
"no seguro" (C. Apels. Civ. y Com. Junín, 30/11/1988, "Rodríguez, Antonio J., v. Sud
América Cía. de Seguros S.A." -del voto en disidencia del Dr. Azpelicueta-, LL 1989-B-298).

En los casos de exclusión de cobertura no rige el plazo del art. 56 Ver Texto, ley 17418, para
rechazar la pretensión indemnizatoria. Por lo tanto, el silencio de la aseguradora frente a la
denuncia del siniestro por el asegurado no importa aceptación y es oponible en todos los casos
al tercero reclamante, pues al tratarse de exclusión de cobertura o de riesgo, y no de caducidad,
no es una defensa posterior al siniestro (C. Apels. Civ. y Com. Azul, 30/3/1994, "Fernández
Begue de Aller, Blanca D., y otros v. González, Justo, y otro", LL Bs. As. 1994-903).

Si el art. 56 Ver Texto, ley 17418, impone la carga de manifestarse sobre la existencia de
circunstancias que impidan al asegurado beneficiario exigir el cumplimiento de la prestación
comprometida por el asegurador, tanto un supuesto de caducidad como uno de no seguro
importan una circunstancia impeditiva. Pero en el no seguro, el riesgo de que se trata nunca se
incluyó en el seguro; luego, es correcto que si no existe contrato alguno no funcione el art. 56
Ver Texto de la norma citada, como tampoco cuando el riesgo no estaba cubierto en ninguna
circunstancia, como, por ejemplo, si al haber contratado un seguro de responsabilidad civil se
denuncia un siniestro que afectó la cosa de propiedad del asegurado, pues no existe asegurado
ni asegurador, calidades que requiere el art. 56 Ver Texto de la ley. El art. 56 Ver Texto, LS.,
tiene por finalidad que el asegurado sepa a qué atenerse antes del eventual juicio, importa una
manifestación particular de los efectos del silencio como expresión de la voluntad ante la
necesidad de explicarse por imposición legal; pero ello es así en tanto el riesgo que se denuncia
esté incluido en el seguro (C. Civ., Com. y Cont.-Adm. San Francisco, Córdoba, 17/8/1995,
"Trossero, Raúl T., y otros v. Sierra, Pablo B.", LL Córdoba 1995-931).

El simple correr del plazo contemplado en el art. 56 Ver Texto de la ley 17418 no significa que
queden comprendidos en ese reconocimiento y en la zona de cobertura todos aquellos rubros
que han sido excluidos expresamente y ab initio del seguro pactado entre las partes, pues dicha
solución implicaría el enriquecimiento indebido del asegurado (Sup. Corte Just. Mendoza,
21/12/1995, "Triunfo Cooperativa de Seguros Ltda. v. Intraguglielmo, Víctor" Ver Texto, LL
1996-D-182; DJ 1996-I-872 y "RJSER", n_ 34, p. 201, pronunciamiento éste en el cual,
asimismo, se hace referencia, en tal sentido, al fallo de la C. Fed. Córdoba, sala A, recaído in re
"Delta Empresa Constructora v. Banco Hipotecario Nacional", LL Córdoba 1995-400) (728) .

El precepto contenido en el art. 56 Ver Texto requiere, para su operatividad, determinadas


calidades subjetivas (asegurado-asegurador), y exige a este último pronunciamiento sobre el
derecho del primero. Por ello, el tiempo útil en el cual el asegurador debe contestar una
exclusión de cobertura no es el plazo del art. 56 Ver Texto de la Ley de Seguros, sino el que

535
indique cada regulación procesal (C. 1ª Civ. y Com. Córdoba, 26/10/1998, "Lamón, Ángel, v.
España y Río de La Plata Cía. de Seguros S.A.", LL Córdoba 1999-1489).

La circunstancia de que la entidad aseguradora no se haya expedido en el plazo establecido por


el art. 56 Ver Texto, ley 17418, no habilita per se a considerar aceptado el pedido de cobertura
formulado por el accionante, con el argumento de haber mediado "aceptación" del derecho del
asegurado en los términos establecidos en dicha regla legal. La omisión por la aseguradora del
deber jurídico que le impone el art. 56 Ver Texto de la Ley de Seguros (deber de pronunciarse
sobre el derecho del asegurado) no puede derivar por sí misma, inmediatamente, en el
reconocimiento de una cobertura que no existía ni convalidar un no seguro o falta de cobertura
(C. Nac. Com., sala D, 7/12/1999, "Ledezma, Rubén Ireneo, v. Omega Cooperativa de
Seguros Ltda." Ver Texto, ED, fallo 50.085).

No constituye cuestión federal que justifique la concesión del recurso extraordinario lo


atinente a si la aseguradora demandada cumplió o no con lo dispuesto en el art. 56 Ver Texto
de la Ley de Seguros, 17418 (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 24/9/1998, "Bargas, Isidro, v.
Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, LL, fallo 99.051).

7 (a.4).

Otro aspecto en el cual interesa esta diferencia es que mientras la caducidad convencional está
sometida a la órbita limitativa del art. 158 Ver Texto, LS. (que incluye expresamente al art. 36
Ver Texto), la exclusión de cobertura, que casi siempre es de índole convencional (729) , queda
librada a la voluntad del asegurador predisponente de las cláusulas; por ello resulta
fundamental el control previo de los elementos contractuales que requieren los arts. 23 Ver
Texto y 25 Ver Texto de la ley 20091 (hoy un tanto debilitado ante la aprobación automática
resultante de la falta de pronunciamiento, por parte del ente de control, en el plazo de 30 días:
art. 23.1.2 , in fine, de la resolución 21523) (730) y, en última instancia, el control de legalidad
que se efectúe en sede judicial en razón del art. 953 Ver Texto del Código Civil y, ahora, de la
normativa emergente de la ley 24240 Ver Texto, de protección del consumidor, aplicable aquí
por analogía. Otras legislaciones, en cambio, imponen requisitos o establecen límites a la
formulación de exclusiones mediante cláusulas insertas en las pólizas (ley española 50, de 1980,
art. 3; ley francesa, Code des Assurances, art. 112.4, según ley 81-5 del 7/1/1981; etc.).

Es de señalar, además, que cabe plantearse en qué medida pueden ser motivo de exclusión, en
todos los casos, las conductas que, por su naturaleza, resulte más adecuado someterlas al
régimen de la caducidad.

536
7 (a.5).

Se distingue también la caducidad de la nulidad: ésta responde a la existencia de un vicio


originario, es decir, existente al tiempo de la contratación; ataca el vínculo mismo y provoca su
disolución; en tanto, hemos visto que la caducidad obedece a causas sobrevinientes,
implicando la existencia de un derecho que luego fenece, y no tiene por causa vicios
originarios, sino incumplimientos de cargas legal o contractualmente establecidas. Las causas
de nulidad sólo emanan de la ley; las de caducidad pueden ser creadas contractualmente.

Otra diferencia a señalar es la que media entre caducidad y rescisión o resolución contractual.
Estas últimas, si bien tienen lugar con posterioridad a la celebración, producen la disolución del
vínculo en tanto que, como vimos antes, la caducidad sólo ataca el derecho del asegurado a
reclamar la prestación principal en caso de siniestro, pero deja intacta la relación asegurativa,
que puede resultar afectada por siniestros posteriores, salvo que el evento en que se aplique la
caducidad haya sido total y provocase la desaparición o destrucción de la cosa, o bien sobre los
cuales recae el interés asegurado, con lo cual se extinguirá el contrato por falta de objeto (el
interés asegurado requiere, para su existencia, del correlato objetivo, constituido por la cosa o
bien al cual se refiere: dicho interés es una relación de índole económica entre una persona y
una cosa o bien).

En cuanto a las distinciones que cabe formular respecto de la suspensión de cobertura, nos
referimos a ellas al tratar ese aspecto de la ineficacia asegurativa (ver, en este capítulo, § 26 y
ss.).

8. Renuncia a la caducidad.

El asegurador puede renunciar a esa caducidad, tácita o expresamente (731) , por actos
inequívocos (art. 874 Ver Texto, CCiv.). Se entenderá que existe renuncia cuando adopta una
conducta incompatible con la caducidad (732) . Expresamente, el art. 79 Ver Texto dispone
que "la participación del asegurador en el procedimiento pericial de la valuación de los daños
del art. 57 Ver Texto importa su renuncia a invocar las causales de liberación conocidas con
anterioridad que sean incompatibles con esa participación". Y en el art. 46 Ver Texto se aplica

537
la misma doctrina respecto de la violación de informar el siniestro si participa en las
operaciones de salvamento o de verificación del siniestro o del daño.

La jurisprudencia anterior resolvió que importan renuncia: el cumplimiento del contrato,


aunque sea parcialmente (733) ; la continuación de la discusión y apreciación de las
consecuencias del siniestro, a pesar de la omisión de los informes del siniestro (734) o la
exageración del daño (735) ; la manifestación de postergar el pronunciamiento sobre la garantía
hasta no conocer el informe del liquidador importa renunciar a la sanción de caducidad por
mora en el informe sobre los daños sufridos (736) ; la designación de los peritos para avaluar el
daño (737) ; la liquidación de los daños sin reservas (738) ; o si atendió siniestros anteriores sin
exigir el cumplimiento de la carga violada (739) ; o si el directorio del asegurador resolvió pagar
la indemnización (740) ; el reconocimiento en principio del derecho (741) .

Las inejecuciones deben ser alegadas expresamente; de lo contrario, se interpretará que se


reconoce su cumplimiento (742) . Debe aducirlas al tiempo de contestar la demanda (743) y ser
anteriores a su declinación de la garantía.

8 (a).

En doctrina y jurisprudencia se habla de "renuncia tácita a la caducidad" en aquellos supuestos


en los cuales el asegurador, conociendo -o debiendo conocer- un determinado incumplimiento
de cargas por parte del asegurado, realiza por su lado algún acto que implique cumplimiento
del contrato de seguro.

Se trata, en última instancia, de una aplicación de la teoría de los propios actos al seguro, que
consagra la ininvocabilidad de la caducidad cuando tiene lugar una conducta de ejecución

538
contractual del asegurador incompatible con el previo conocimiento de esa caducidad y la
decisión de alegarla.

La denominación introduce la calificación de "tácita", por cuanto no proviene de una


declaración expresa en tal sentido, sino de la incongruencia entre el conocimiento previo y la
posterior conducta de cumplimiento de obligaciones que hubiera podido evitar el asegurador
mediante la simple invocación de la caducidad en el marco establecido por el art. 56 Ver Texto,
LS. Existe un deber de coherencia en el actuar jurídico que aquí se agudiza por el carácter tan
grave de la sanción impuesta al incumplimiento, que libera al asegurador de sus obligaciones de
tal con relación al siniestro al cual estaba referida la carga violada, aun cuando éste haya
percibido la prima del seguro.

Es que, como antes se destacó, las cargas son impuestas para motivar conductas del asegurado
que resulten necesarias para obtener un grado adecuado de funcionalidad del contrato, que
permita fluidamente el juego de los mecanismos técnico-económicos de la relación asegurativa:
pero no constituyen un fin en sí ni una contraprestación sinalagmática que responda, dentro
del equilibrio de las prestaciones, a la obligación del asegurador. Tienen, en el fondo, una
función instrumental, un carácter procesal, dirigido a crear un ámbito funcional adecuado a la
relación asegurativa, que permita el fluido desarrollo de ésta en sus diversos aspectos, tanto pre
como postsiniestrales.

Por otra parte, pese a su denominación, estaríamos, más que ante una renuncia, frente a un
reconocimiento de obligaciones (art. 718 Ver Texto y ss., CCiv.). La renuncia, si bien puede
tener lugar en forma tácita, no se presume, y puede ser revocada antes de que la acepte la
contraparte. En cambio, el efecto derivado de la incongruencia de un acto de cumplimiento
contractual respecto de una situación que permitía la liberación de la obligación que luego se
ejecuta aparece, más bien, como un reconocimiento tácito (art. 721 Ver Texto, CCiv.), del cual
es ejemplo paradigmático la norma del art. 56 Ver Texto, in fine, LS., que emplea la
denominación menos técnica de "aceptación".

Jurisprudencia

Respecto del tema generalmente denominado "renuncia tácita a la caducidad" (para nosotros,
reconocimiento de derechos), se ha decidido que la aseguradora no puede aducir la caducidad
del seguro si posteriormente, de alguna forma, ejecutó actos que implicaron, aunque sea
parcialmente, diligencias destinadas al cumplimiento de sus propias obligaciones derivadas del
contrato (C. Civ., Com. y Trab. Villa Dolores, Córdoba, 14/10/1982, "Giuridi, Daniel V., v.
Empresa de Transportes Grillo", LL Córdoba 1984-372).

Así, entonces, la omisión de plantear en término oportuno la caducidad del seguro en virtud
del art. 47 Ver Texto, ley 17418, es un acto incompatible con su ejercicio, que debe ser

539
considerado como una renuncia tácita a su invocación (C. Fed. Mendoza, sala A, 14/5/1996,
"Antonucci, Haydée, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", LL 1997-D-876, sum. 11.745).

El nombramiento de peritos liquidadores por parte de la compañía aseguradora implica la


renuncia a la caducidad, pues hubo aceptación de la ejecución tardía de las cargas del
asegurado. Dicha designación resulta, entonces, un acto inequívoco de aceptación de la
responsabilidad de indemnizar emergente del contrato (C. Nac. Com., sala C, 11/2/1997,
"Malosetti, María A., v. Sud América Cía. de Seguros de Vida y Patrimoniales S.A." Ver Texto,
LL 1997-C-996, sum. 11.564).

No obstante, la simple designación del liquidador no implica la renuncia del asegurador al


derecho de alegar toda causal de eximición, ya que de sostenerse tal interpretación se limitarían
inaceptablemente las facultades otorgadas por el art. 46 Ver Texto, 2º párr., ley 17418,
negándole el derecho a investigar el siniestro en sus causas, lo cual contradice la práctica
aseguradora (C. Nac. Com., sala E, 26/6/1996, "Destuet, Patricio E., y otro v. El Cabildo Cía.
Argentina de Seguros", JA 1997-I-576 Ver Texto.

Se debe entender que el asegurador renuncia a la invocación de la caducidad de la cobertura si


dejó trascurrir el tiempo sin alegar que la denuncia fue tardía y no intentó verificar el daño y la
extensión de la prestación que el siniestro ponía a su cargo, si tenía todas las posibilidades de
hacerlo (C. Apels. Concepción del Uruguay, sala Civ. y Com., 10/9/1996, "Fogg, George T., v.
La República Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL Litoral 1997-1210).

El proceder de la aseguradora demandada -negarse al cumplimiento de su obligación


indemnizatoria alegando la falta de pago de la prima por parte del asegurado- no se adecua a la
exigencia de la buena fe que debe regir en la ejecución de los contratos, máxime si se trata de
un contrato de seguro, si antes y después del siniestro aceptó sin ningún tipo de objeciones el
pago en cuotas efectuado por el asegurado (C. Nac. Com., sala C, 18/12/1996, "Aptiluz S.R.L.
v. Aseguradores Industriales S.A." Ver Texto, LL 1997-C-996, sum. 11.565).

9. Interpretación de la caducidad.

La pena de caducidad se interpreta restrictivamente: es así por su naturaleza sancionatoria, por


las consecuencias y porque su aplicación liberal puede llevar al enriquecimiento del asegurador
a costa del asegurado (744) , esto es, no puede ser contraria a la buena fe o las buenas
costumbres (745) .

540
El incumplimiento de la carga no acarrea la caducidad, si se produjo: a) sin culpa o negligencia
(art. 36 Ver Texto); b) por caso fortuito o fuerza mayor (746) ; c) o el cumplimiento sustancial,
aunque no sea literal, de la carga (747) . En este último sentido, el segundo párrafo del ap. a del
art. 36 Ver Texto. Téngase en cuenta además lo expresado en el § 6, letra e.

9 bis. Carga de la prueba del incumplimiento.

La prueba de la inejecución pesa sobre el asegurador; es decir que el asegurado no cumplió la


carga o lo hizo en forma incompleta. En cambio, la culpa del incumplimiento resulta de la
misma inejecución (art. 513 Ver Texto, CCiv.), y pesará sobre el asegurado acreditar su falta de
culpa o negligencia (748) .

10. Régimen especial en materia de accidentes del trabajo.

La cobertura de los accidentes y enfermedades del trabajo se halla actualmente regulada por la
ley 24557 Ver Texto, sobre riesgos del trabajo (LRT.) (749) .

Esta normativa modificó profundamente el régimen tradicional, instaurado por la ley 9688 Ver
Texto y sus modificatorias y que había continuado la ley 24028 Ver Texto: ambas establecían
una cobertura asegurativa de carácter facultativo, que cubría la responsabilidad objetiva
impuesta por la ley a los patronos (750) .

No obstante, admitían que el trabajador optase por plantear su demanda en el ámbito del
derecho civil, para lo cual debía entonces ajustarse a los requerimientos y presupuestos de éste
(751) .

541
Como era de prever, el sistema estalló, y lo hizo por el lado del seguro de accidentes del
trabajo, que le servía de soporte económico. En realidad, la reacción comenzó por el lado del
reaseguro, porque las aseguradoras mantenían bajas retenciones y cedían la mayor parte del
riesgo al Instituto Nacional de Reaseguros, ente estatal y monopólico, que dispuso no amparar
ciertas dolencias que constituían el grueso de los reclamos (várices, afecciones columnarias,
etc.) y en los cuales, como destacamos, no se discriminaba el grado de incidencia causal laboral
respecto de las causas propias de la constitución física de cada reclamante.

Posteriormente se dictó la ley 24028 Ver Texto, que introdujo varias novedades: se permitían
las coberturas asegurativas parciales (art. 6 Ver Texto) (752) : se eliminaba el empleo de la
"indiferencia de la concausa", por lo que correspondía, en cada caso, indagar, por una parte, la
incidencia causal del trabajo y, por la otra, la de las condiciones personales propias de cada
individuo (art. 2 Ver Texto); se admitía también la posibilidad de llegar a acuerdos
transaccionales en el ámbito administrativo o judicial (art. 13 Ver Texto); y, en la Capital
Federal, se establecía la competencia civil para que entendiera en los casos de opción en favor
del derecho común (art. 16 Ver Texto). Finalmente, el sistema fue sustituido por el régimen de
las A.R.T. (administradoras de riesgos del trabajo, ley 24557 Ver Texto), que modificó en
forma drástica los anteriores y creó, respecto de las coberturas de las incapacidades, una
regulación que ya hemos analizado y que, a nuestro juicio, se aparta de la naturaleza del seguro
privado e ingresa en otros ámbitos, más cercanos al de la seguridad social (753) .

10 bis. Seguro de la responsabilidad civil.

Respecto del seguro de la responsabilidad civil con relación al damnificado, el art. 118 Ver
Texto ha creado un régimen especial, que se analizará más adelante.

(676) Bruck, p. 276.

(677) Bruck, p. 277; Morandi, en JA 1969-III, Doctrina, y en JA 1969-IV, Doctrina.

(678) Bruck, p. 278. Ver sobre el art. 36 Ver Texto, Halperin, en "Rev. Der. Com. y Oblig.",
año 2 (1969), p. 719; Steinfeld, en JA 1969-IV, Doctrina.

542
(679) Bruck, p. 278. Ver Halperin, Isaac, Algunos problemas del seguro de la responsabilidad
civil, en LL 45-683.
La doctrina -especialmente la alemana- admite otras clasificaciones, fundadas en ciertos estados
objetivos de hecho y los que suponen un estado subjetivo, que a su vez se combinan con los
deberes de informar y de conducta (Bruck, lug. cit.).

(680) Es de destacar que, en ocasiones, las pólizas reiteran en sus cláusulas o condiciones
algunas de las cargas legales (p.ej., la que impone el deber de denunciar el siniestro dentro de
determinado plazo). Pero el hecho de que puedan hallarse trascritas en la póliza no convierte
estas cargas en contractuales, aunque formen parte del cuerpo del contrato, sino que continúan
siendo cargas legales, por cuanto se las aplica estén o no contenidas expresamente en el texto
contractual, y su régimen será el establecido, para la especie de que se trate, en la ley.

(681) En la posición que considera que la normativa del art. 5 Ver Texto y ss. de la Ley de
Seguros establece un régimen especial respecto de los vicios del consentimiento del asegurador,
provocados por la declaración falsa o reticente del asegurado, podemos señalar, entre otros, al
autor de esta obra (ver capítulo III, § 17); en cambio, sostienen que se trata de una carga
precontractual impuesta al contratante en interés del asegurador, Donati, Antigono (Trattato
del diritto delle assicurazioni private, cit., t. II, § 417-á, p. 305), seguido por Morandi, J. C. F.
(Estudios de derecho de seguros, p. 224 y notas 33 y 33 bis).

(682) Ver lo expresado sobre el tema en Barbato, Nicolás Héctor, La declaración veraz del
estado del riesgo: ¿carga precontractual o requisito del consentimiento?, en "Derecho y
Empresa", Universidad Austral, año 1997, n_ 7/8 -en homenaje al Prof. Dr. Juan Carlos Félix
Morandi-, ps. 13 y ss.

(683) Agudamente apunta Fanelli que, en general, el análisis de la caducidad en la doctrina


civilista ha tenido por finalidad distinguir la noción de prescripción extintiva de otros
conceptos afines relativos a los efectos del tiempo sobre la subsistencia de los derechos
subjetivos, lo cual originó un doble orden de consecuencias: limitar las investigaciones a la
caducidad legal, con la casi completa exclusión de la caducidad de naturaleza negocial; y,
asimismo, la escasa consideración de los supuestos de caducidad que no estén conectados con
el trascurso del tiempo, dejando en las sombras una amplia gama de supuestos de caducidad,
sea tanto legal como convencional (Fanelli, Giuseppe, La decadenza nelle assicurazioni, en
"Assicurazioni", 1938, p. 482, y en Saggi de diritto delle assicurazioni, ps. 3 y ss., 1971, Milano.

(684) Cabe observar que la Ley de Seguros emplea una fórmula distinta en los arts. 36 Ver
Texto, inc. 1 (un mes), y 56 Ver Texto (30 días). Ello origina la siguiente distinción: si el
cumplimiento corresponde a una carga contractual que es a la vez presiniestral, regirá el plazo
de un mes, si no ha tenido lugar el siniestro. Pero si el incumplimiento ha sido descubierto
luego de ocurrido el siniestro -y es lo más frecuente-, con motivo de la investigación de éste, se
aplicará entonces el plazo de 30 días del art. 56 Ver Texto, ya que prevalece sobre aquél por
estar específicamente referido al siniestro. La diferencia interesa por cuanto hay meses de 28,
29, 30 y 31 días, por lo cual no siempre coincide la cifra representativa del día del siniestro con
la análoga del mes siguiente.

(685) Es la opinión, entre otros, de Ehrenzweig, Josef, Gierke, Ritter, cits. por Bruck, ps. 279 y
ss.

543
(686) Bruck, ps. 279 a 282; Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 6, nros. 5, 25 y 35. Conf. con la
distinción, entre nosotros, Zavala Rodríguez, II, nº 1677. Ver Halperin, en "Rev. Der. Com. y
Oblig.", año 2 (1969), p. 719.
Donati, Trattato, II, nros. 461 y ss., expresa que se establecen en interés del asegurador, pero
no por ello son obligaciones: la sujeción excluye elección, la obligación deja elegir entre
sacrificio espontáneo y el forzado del propio interés; la carga deja la elección entre el sacrificio
de un interés y el sacrificio de otro interés. La ley opta por la carga -añade- cuando el
funcionamiento de ésta protege suficientemente el interés tutelado. Ver asimismo sobre el
tema: Donati, en "Assicurazioni", 1953, 1, p. 404, y Cesaro, en "Assicurazioni", 1961, 1, p. 499;
Broseta Pont, ob. cit., ps. 166 y ss., en materia de reaseguro.

(687) Bruck, ps. 282 a 285. Es la posición que va adoptando la doctrina europea continental.
Sobre este punto de la inexigibilidad por el asegurador, conf. Patterson, nº 12.

(688) Ver Halperin, ob. cit. en nota 3, y Steinfeld, ob. cit. en nota 3.

(689) Por ello Goldschmidt habla, en el caso de las "cargas", de "imperativos del propio
interés", a diferencia de las obligaciones, en las cuales el imperativo (pagar la deuda) se cumple
en interés del acreedor. Agrega dicho autor que se trata de condiciones de la conservación de
un derecho, y que el imperativo se manifiesta "bajo amenaza de un perjuicio" (Goldschmidt,
James, Teoría general del proceso, n_ 37, ps. 82 y ss., 1936, Barcelona.

(690) Excepcionalmente el efecto del incumplimiento de una carga no consiste en la caducidad


del derecho a reclamar la prestación principal comprometida por el asegurador: tal ocurre, p.ej.,
con la del art. 46 Ver Texto, inc. 2, de la ley 17418, en los casos en que ese incumplimiento no
ha sido malicioso. Pero es de señalar que, al menos, produce una función inhibitoria de ese
derecho, porque hasta que no se dé cumplimiento a ese deber no comenzará a correr el plazo
del art. 56 Ver Texto de dicha ley, como expresamente lo indica esta última disposición, y, con
ello, tampoco entrará en mora el asegurador en el cumplimiento de sus obligaciones (art. 49
Ver Texto, LS.); a ello se suma que la ejecución tardía de ese deber por parte del asegurado
tendrá como límite el que corresponda, según la índole de lo requerido, en el contexto del
siniestro concreto, de forma que conserve la vigencia y utilidad requeridas por los hechos. En
otros supuestos de cargas legales, el incumplimiento se puede resolver en daños y perjuicios
(p.ej., art. 80 Ver Texto, 1º párr, in fine), o en la habilitación de una acción de rescisión en
favor del asegurador (p.ej., art. 82 Ver Texto, 1º párr.); etc. Si no se le fijó efecto alguno al
incumplimiento, ni se puede determinar por la naturaleza del deber impuesto, sólo cabrá la
imposición de daños y perjuicios, si los hubiere causado, cuando la carga haya sido impuesta
claramente como deber, lo cual habilitará asimismo a decidir la resolución del contrato (art. 216
Ver Texto, CCom.).

(691) Bruck, p. 288.


Ver cuanto se expone en especial sobre cada obligación y carga.

(692) Por ejemplo, por las características del siniestro: C. Nac. Com., 31/8/1937, JA 59-632.
En este sentido, C. Nac. Com., sala C, 11/10/1967, y sala A, 22/11/1967, inéditos.

544
(693) Ver Halperin, ob. cit. en nota 3. La culpa no se mide por estándares abstractos y
uniformes para todos los seguros, sin que esto signifique que deba ser en concreto del
asegurado de que se trate, sino el del tráfico: Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 6, nº 29.

(694) Bruck, p. 289.

(695) Bruck, ps. 285-286 y 291. Las cargas tienen un sujeto cuando no se refieren a un estado
de hecho objetivo, sino que dependen esencialmente de la culpa de ciertas personas.

(696) Bruck, p. 287.

(697) Bruck, ps. 286 y 287.

(698) Bruck, ps. 291 y 292; la ley alemana hace varias aplicaciones de este principio.

(699) Bruck, ps. 293 y 294.

(700) Bruck, p. 290.

(701) Bruck, p. 287. Greco entiende que si el asegurado debe realizar la comunicación por
escrito, el asegurador está obligado a emplear idéntica forma y medio de envío, máxime si de
esta comunicación comienza a correr un plazo (en "Assicurazioni", 1938, 2, p. 85).

(702) Bruck, p. 287.

(703) Cuando se dispone cumplir sin dilación, se entiende sin dilación culposa (Bruck-M”ller,
ob. cit., I, § 6, nº 34).

(704) Bruck, p. 288.

(705) Patterson, nº 69; así, por ejemplo, en lo que se refiere a medidas de prevención, bastará
que cumplan el fin perseguido, aunque no sean idénticas, si son análogamente eficaces; o
cuando la agravación del riesgo carece prácticamente de importancia; o si es meramente
temporal -por ejemplo, en el traslado de las cosas aseguradas-.
La C. Nac. Com. tiene resuelto que los libros de sueldos y salarios que el asegurado está
obligado a llevar, en el seguro de los accidentes de la ley 9688 Ver Texto, pueden ser suplidos
por el aporte de los antecedentes que esos libros deben probar (7/5/1937, LL 7-88).

(706) C. Nac. Com., 20/12/1946, LL 45-683 (en el caso, falta de comunicación de documentos
en un seguro de la responsabilidad civil).
Contra: Greco, en "Assicurazioni", 1937, 2, ps. 17 y 18, porque si el asegurado considera
injustificada la negativa, la consecuencia lógica es que cumpla con sus deberes, que
condicionan el ejercicio de su derecho.
Además de no llenar función este cumplimiento, sería contrario al sinalagma funcional.

(707) Por ejemplo, las medidas de salvamento, el mantenimiento del derecho contra el tercero
responsable, etc., porque no puede agravar la situación del asegurador. Ver nota anterior.

545
(708) Para una explicación de la jurisprudencia anterior a la ley 17418 Ver Texto, del concepto
del art. 47 Ver Texto, in fine, ver C. Nac. Com., 3/12/1930, JA 34-1322, en el caso,
imposibilidad de informar el siniestro y los daños por incomunicación del asegurado. El
16/6/1920, GF 27-92, la misma cámara justificó la demora por ausencia del lugar del siniestro.
Admitió que justifica la mora en el pago de la prima del seguro sobre la vida, la enfermedad
grave, con pérdida de conocimiento y muerte posterior, porque la sanción de caducidad
requiere fundarse en un acto voluntario del asegurado (sic): C. Nac. Com., 9/11/1927, GF 71-
105.
Ver fallos citados en notas 130, 316 y siguientes.
Las jurisprudencia estadounidense distingue los deberes cuyo cumplimiento afecta
materialmente al riesgo y al pago de la prima, para los cuales no admite la excusa, de aquellos
que se deben cumplir después del siniestro, para los cuales la admite (Patterson, nº 70).
Solari Brumana, JA 1968-VI, critica la variedad de plazos fijados por la ley 17418 Ver Texto,
pero no ha tomado en cuenta la razón de esa variedad, que está dada por la distinta función en
cada caso concreto.

(709) Patterson, nº 70, señala por ejemplo el pequeño comercio de un analfabeto que,
asegurado contra robo, se le adujo la falta de libros de comercio.

(710) C. Nac. Com., 7/8/1941, LL 23-685; 4/4/1945, JA 1945-II-320.


Con la consecuencia del derecho a repetir cuanto se pagó en razón del seguro, al asegurado o a
terceros (6/3/1934, JA 45-660).

(711) Ver Halperin, ob. y lug. cits. en nota 3.

(712) La culpa puede ser personal del asegurado, o del tercero que emplea, o del representante
o dependiente o factor.

(713) Ver Halperin, ob. y lug. cits. en nota 3.

(714) Ver Eduardo G. Rodríguez, en "Rev. Crít. Jur.", 1934, p. 208.

(715) Contrato de seguro, p. 163.

(716) Ver infra, texto, párrafo 8, notas 45 y 46.

(717) Ver C. Nac. Com., 8/6/1925, GF 56-366. La discusión en torno a la naturaleza del plazo
para demandar (ver Rodríguez, Eduardo G., en "Rev. Crít. Jur.", 1934, p. 208), ha perdido
actualidad atento a la prohibición del art. 59 Ver Texto, in fine.

(718) Ver Besson y Picard, I, nº 216, y II, nº 57; Besson, nota en "Dalloz", 1936, 1ª parte, p. 84;
Houin, R., Diferencias entre la caducidad y la exclusión del riesgo en los seguros terrestres,
respecto al peso de la prueba, en "Sirey", 1948, 1ª parte, p. 125; Hémard, J., Si el seguro que
cubre un vehículo "conducido o no por el personal del asegurado" garantiza el accidente
causado por el prestatario de él, en "Sirey", 1948, 1ª parte, p. 21; Isaac Halperin, Distinción
entre no garantía y caducidad en el contrato de seguro, en LL 58-830.

546
(719) Solución establecida por la jurisprudencia para el Código derogado (C. Nac. Com.,
10/9/1920, JA 5-228).

(720) La definición aquí postulada se refiere a la caducidad de los derechos del asegurado, que
es a la cual normalmente se alude cuando se menciona dicho instituto. Pero la caducidad
también afecta, en algunos supuestos, al asegurador: es de destacar, por otra parte, que en este
último caso la caducidad se comporta de manera análoga a la que presenta esa institución en el
derecho civil, constituye la pérdida de un derecho por su falta de ejercicio dentro de
determinado plazo, establecido en la norma; la caducidad afecta, aquí sí, el mismo derecho no
ejercitado (p.ej., art. 56 Ver Texto, LS.).

(721) Ver, entre otros, Llambías, Jorge J., Derecho civil. Parte general, t. II, § 2148, p. 699,
1986, Buenos Aires; Gómez Corraliza, Bernardo, La caducidad, capítulo VIII, § 2.2, p. 255,
1990, Madrid.

(722) Ver, p.ej., Picard y Besson, Les assurances terrestres, t. I, § 125, p. 217. Estos autores, al
señalar diferencias entre la caducidad y el no seguro, expresan que en este último no se está
ante una sanción o una pena, sino ante una ausencia de derecho: no existe cobertura
asegurativa en favor del titular de la póliza, porque el hecho acaecido no constituía, desde el
comienzo del contrato, un riesgo puesto a cargo del asegurador (lug. cit., p. 218).

(723) Por ello se ha dicho que en virtud de la naturaleza de las cosas, la definición del objeto
del contrato supone, ipso facto y a contrario, el "no seguro" de todo aquello que quede fuera
de él, por lo cual esas exclusiones externas tienen una naturaleza tácita (Lambert-Faivre,
Yvonne, Droit des assurances, 1990, Paris). Es la distinción filosófica entre el "ser" y el "no
ser".

(724) Ni la ley 17418 Ver Texto ni la 20091 Ver Texto regularon en forma específica este
aspecto del contrato de seguro. Es a partir del reglamento de la ley citada en último término
que se establece, en su art. 25.1: "Como anexo I de la póliza, con letra clara y en forma
destacada, se deberán consignar todas las exclusiones de cobertura que se estipulen, haciendo
referencia al mismo en el frente de la póliza".
En el derecho francés, las exclusiones deben ser formales y limitadas y contenidas en la póliza
(art. 113-1, Code des Assurances). Por su parte, la Ley de Contrato de Seguro española dispone
que "las condiciones generales y particulares se redactarán en forma clara y precisa. Se
destacarán de modo especial las cláusulas limitativas de los derechos de los asegurados, que
deberán ser específicamente aceptadas por escrito" (art. 3 Ver Texto, 1º párr., in fine).

(725) Analizamos más extensamente la naturaleza de las cláusulas de exclusión en nuestro


trabajo titulado: Exclusiones a la cobertura en el contrato de seguro, en ED 136-547.

(726) Hemos analizado esta cuestión en el trabajo citado en la nota anterior (Las exclusiones a
la cobertura en el contrato de seguro), punto 5, ED 136-547; también, en Cláusulas de
exclusión de cobertura, "Revista de Derecho de Seguros", n_ 7, ps. 94/95, 1973, La Plata; y en
nuestro libro Culpa grave y dolo en el derecho de seguros, § 14, ap. c.4, p. 46, 1988, Buenos
Aires. Ver también lo expresado por Soto, Héctor, en su estudio Finalización de la liquidación
del siniestro. Pronunciamiento del asegurador sobre el derecho del asegurado, en LL 1990-A, §
V, n_ 17: dicho autor allí expresa: "si el peticionante ocurre ante la justicia pretendiendo hacer

547
valer la presunción legal, debe acreditar en el proceso respectivo su calidad de asegurado",
puesto que si no lo hiciere, "no puede darse curso a su pretensión, a pesar de la omisión del
asegurador en pronunciarse, ya que la presunción del art. 56 Ver Texto de la ley 17418 sólo
beneficia a quienes invisten tal carácter".

(727) Si bien los presupuestos en que se basan estos dos pronunciamientos de la Suprema
Corte de la Provincia de Buenos Aires constituyen casos de suspensión de cobertura, y como la
suspensión es un supuesto de caducidad (es una caducidad en potencia: Halperin, I., en este
libro, capítulo IV, § 26; Picard y Besson, Les assurances terrestres en droit français, t. I, § 108,
p. 192), la cual presupone un riesgo originariamente cubierto y, por ende, torna entonces
aplicable el art. 56 Ver Texto, LS., el argumento del fallo, mutatis mutandi, es en el fondo
análogo al empleado en nuestra tesis respecto de los supuestos de ausencia de seguro: la
aplicabilidad de dicha norma está condicionada a la existencia de una cobertura, y que se halle
vigente al momento del siniestro.

(728) No obstante, necesario es destacar que la magistrada preopinante, Dra. Kemelmajer de


Carlucci, dejó constancia, en el referido fallo de la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, que
adhería a una posición intermedia entre las dos tesis que analizamos, al considerar aplicable el
art. 56 Ver Texto, LS., también a los supuestos de ausencia de la cobertura, sobre todo si se
está ante cláusulas de no seguro confundibles, por su propia naturaleza, con cláusulas de
caducidad; salvo que el asegurado pretenda indemnización por riesgos manifiestamente
excluidos de la cobertura, o ab initio claramente excluidos, o si medió dolo del asegurado, o si
el asegurador no tuvo posibilidad material de determinar la exclusión en el plazo previsto en
esa norma legal, o si el riesgo es notoriamente extraño al contrato (fórmula esta última que
recuerda la del art. 58 Ver Texto de la Ley de Sociedades Comerciales, 19550). Agrega que esto
ocurre, p.ej., cuando la defensa opuesta "colinda o entra en la zona gris de las cláusulas de
caducidad".

(729) No obstante, en algunos pocos casos son de origen legal, como las de vicio propio (art.
66 Ver Texto), dolo y culpa grave (arts. 70 Ver Texto, 114 Ver Texto, 136 Ver Texto, 152 Ver
Texto, etc.), hechos de guerra civil o internacional, motín y tumulto popular (art. 71 Ver
Texto), cambio de ruta en el trasporte, etc.

(730) ¿Un nuevo art. 56 Ver Texto, LS., esta vez aplicable al Estado controlante?

(731) Ver un amplio desarrollo del punto en Vance, ps. 470 y ss., porque en el derecho
estadounidense integra la institución denominada waiver, es decir, la renuncia a un derecho
conocido.
Lógicamente, la prueba de esa renuncia pesa sobre el asegurado (Besson y Picard, 2ª ed., I, p.
203).

(732) C. Nac. Com., 26/11/1912, "Jur. Trib. Nac.", noviembre de 1912, p. 297; 27/9/1932, JA
39-551; Besson y Picard, I, nº 237; Patterson, nº 101.
Conocidas por el asegurador: C. Nac. Com., sala C, 23/5/1966, JA 1967-IV, fallo 14.439; sala
B, "Kals de Kovacs v. La Sueco Argentina", 26/9/1966, inédito; "Martínez v. Nalmel",
10/3/1967, inédito.
No caben reservas mentales: C. Nac. Com., 7/11/1945, LL 41-362.

548
"Todo pedido al asegurado de diligencias que le causen incomodidades o gastos, [. . .] se
considerará renuncia a la caducidad" (Patterson, nº 101).

(733) C. Nac. Com., 7/12/1928, GF 77-309; 21/5/1930, GF 86-190 -ejercer el derecho a


dirigir el proceso, en el seguro de la responsabilidad civil-, y 10/3/1967, LL 128, fallo 58.055,
con nota crítica de Guillermo Moreno Hueyo; 27/9/1932, GF 100-187; 13/5/1929, JA 29-776
-prestación de asistencia médica en el seguro de accidentes del trabajo-; hacer reparar el
vehículo con el cual se causó el daño (27/3/1957, LL 88-374; 7/11/1945, LL 41-362).

(734) C. Nac. Com., 17/3/1933, GF 103-160; 15/12/1910, "Jur. Trib. Nac.", 1910, p. 2460.
Pero no ha reconocido este efecto al envío del liquidador, porque la intención no es inequívoca
(C. Com., 27/6/1927, JA 25-332; 16/12/1927, JA 26-1288).

(735) C. Nac. Com., 7/9/1925, GF 58-138.

(736) C. Nac. Com., 9/8/1940, LL 19-715.

(737) C. Nac. Com., 7/9/1925, JA 17-657; 22/7/1936, JA 55-249; 3/8/1938, JA 63-595;


27/4/1938, LL 10-641; 10/3/1939, LL 14-205; 20/5/1939, LL 14-670; 9/8/1940, LL 19-715;
28/6/1937, LL 7-891.
Contra: C. Nac. Com., 11/6/1919, GF 21-51; a lo más, será una prórroga del plazo para
cumplir -informe de los daños-.
Ver Fanelli, en "Assicurazioni", 1943, 2, 23, y 1945-1946, 2, 38. Asimismo, ver C. Nac. Com.,
sala C, 11/9/1963, inédito, y sala B, 5/9/1962, inédito.

(738) C. Nac. Com., 10/3/1939, JA 65-856; 31/12/1940, JA 1942-I-531; 12/11/1941, JA


1942-I-212.

(739) C. Nac. Com., 25/3/1944, JA 1944-II-218: en el caso, seguro por accidentes del trabajo,
en que el asegurado omitió llevar el libro de jornales.

(740) C. Nac. Com., 15/5/1929, JA 29-777.

(741) C. Nac. Com., 20/10/1933, JA 43-1178.

(742) C. Fed. Bahía Blanca, 17/12/1931, JA 37-134.

(743) C. Nac. Com., 2/7/1914, "Jur. Trib. Nac.", julio de 1914, p. 246; 15/5/1929, JA 29-777.
Contra, cuando declina la responsabilidad extrajudicialmente: C. Nac. Com., 20/12/1946, LL
45-683, con nota crítica de Isaac Halperin.

(744) Conf.: C. Nac. Com., 26/12/1933, GF 110-46 y JA 44-800; 16/10/1931, JA 36-1496;


4/4/1945, JA 1945-II-320; 5/4/1945, LL 38-910, con nota de Raymundo L. Fernández,
Cláusulas de caducidad en el contrato de seguro. Validez e interpretación de las mismas;
20/12/1946, LL 45-683, con nota de Isaac Halperin; 19/12/1947, LL 50-127; 14/3/1949, LL
58-830; 13/5/1955, LL 81-544; 27/6/1956, LL 85-209; C. Nac. de Paz, III, 10/6/1955, LL 80-
240; C. Apels. Bahía Blanca, 23/11/1956, LL 88-199; Lordi, "Riv. Dir. Comm.", 1937, 2, p.
299; Lepargneur, nº 1316; Besson y Picard, nº 226.

549
Incluso respecto de los elementos de juicio que sirven para justificarla (C. Nac. Com.,
16/10/1931, JA 36-1496).
Así, el plazo para el arreglo definitivo de cuentas, no rige para el cobro de ese importe (C. Nac.
Com., 2/9/1916, GF 4-173).

(745) Bruck-M”ller, ob. cit., I, § 6, nº 21, quienes añaden también el supuesto del escaso daño
recibido por el asegurador en razón de ese incumplimiento.

(746) Besson y Picard, I, nº 238; Lepargneur, nº 1317; C. Nac. Com., 9/9/1932, JA 39-527;
26/8/1926, JA 25-1119.
Besson y Picard añaden que la retractación, cuando es posible, también borra el efecto de la
caducidad. Debe ser espontánea y anterior a toda reacción del asegurador, y no dejar
subsistente ningún perjuicio para el asegurador (nº 239).
Téngase en cuenta que conforme al texto del art. 36 Ver Texto cit. es suficiente la ausencia de
culpa o negligencia; que no es menester probar existencia de fuerza mayor o caso fortuito.

(747) Patterson, nros. 65 y 69, y p. 466.


La violación temporaria no es sustancial (Patterson, p. 296).
Debe ser útil. Si no lo es, la violación es indiferente (art. 36 Ver Texto, y Lordi, en "Riv. Dir.
Comm.", 1937, 2, p. 299). De ahí que la C. Nac. Com. haya resuelto, con anterioridad a la
nueva ley, que no existe cuando en un segundo proceso no se cita al asegurador si media
condena de un coaccidentado, que haría inútil la defensa (27/9/1932, JA 39-551).

(748) Se extienden simplemente las reglas generales en materia de inejecución de obligaciones y


carga de la prueba. Conf.: Bruck, p. 289; Besson y Picard, I, nº 227; C. Nac. Com., sala C,
21/10/1966, ED 17-749.
En cambio, Patterson impone al asegurado la prueba del cumplimiento de las principales
obligaciones y cargas (pago de la prima, informe del siniestro, informes de los daños); y exige
que el asegurador pruebe la infracción específica de la carga que imputa (ob. cit., nº 65). No se
percibe la razón por la cual es menester apartarse de las reglas generales en materia de
ejecución de obligaciones contractuales: la parte que no imputa incumplimiento cuando se la
demanda para que ejecute las obligaciones que asumió reconoce, implícitamente, que la
contraparte cumplió lealmente con las suyas.

(749) Sancionada el 13/9/1995 y promulgada por decreto 545 , del 3/10/1995.

(750) La ley 9688 Ver Texto fue una de las primeras normativas que introdujeron en nuestro
derecho la responsabilidad objetiva (la ley 17711 Ver Texto, modificatoria del Código Civil en
este aspecto, es muy posterior: 29/4/1968).

(751) Lo cierto es que la opción dispuesta por la ley 9688 Ver Texto, que en su origen implicó
una alternativa concedida al trabajador entre la invocación de la responsabilidad objetiva
(otorgada en los casos de accidentes y enfermedades laborales que se enumeraban en un
catálogo) y el régimen general del Código Civil (que en ese entonces establecía una
responsabilidad cuyos factores de atribución eran de raigambre subjetiva -culpa o dolo del
causante del daño-), resultó alterada al ser modificado el Código Civil por la ley 17711 Ver
Texto -en especial, el art. 1113 Ver Texto de dicho Código-. Se invocó, entonces, en las
opciones la responsabilidad objetiva derivada de esta norma; la objeción de que se trataba de

550
una relación contractual (art. 1107 Ver Texto, CCiv.) fue desestimada por la jurisprudencia. A
ello se sumó el hecho de que, sistemáticamente, los tribunales laborales se declararon
competentes para entender aun en los casos de opción por el derecho civil, aplicando además
los principios y presunciones del derecho laboral: p.ej., esos tribunales empleaban el principio
(pretoriano) de la "indiferencia de la concausa" derivada del trabajo sobre la extensión de la
incapacidad que se hubiere determinado; se dejó a un lado el listado de enfermedades de la ley,
para desembocar en una libre determinación de la causalidad laboral para configurar la
"enfermedad del trabajo"; por último, se echó mano del art. 75 Ver Texto de la ley de contrato
de trabajo 20744 (precepto de particular ambig edad en los casos concretos, por su referencia
a las imprecisas normas sobre seguridad y salubridad del trabajo) para fundar la opción por el
derecho civil, que permitía eludir los topes cuantitativos sin someterse al mayor rigor
conceptual y procesal de las normas civiles.
Esto generó una gran litigiosidad, en especial mediante la invocación de enfermedades, que se
enlazaban en grupos de cuatro o cinco, situación que en un trabajo anterior sobre el tema
("Doctrina Laboral", t. V, p. 468) denominamos "el advenimiento del enfermo plural": las
incapacidades originadas en el trabajo no se distinguían causalmente de las provenientes de
carencias físicas propias de la particular constitución natural originaria del reclamante.

(752) Durante la vigencia de las leyes anteriores, la jurisprudencia entendió que el seguro al cual
se refería la ley revestía carácter integral (a pesar de que se trataba de una cobertura voluntaria,
que el patrono podía contratar o no, según lo considerase conveniente), por lo cual no se
admitía que el seguro cubriese algunas dolencias y excluyese otras.

(753) Ver capítulo V, § 89 (a). Asimismo, en los últimos tiempos se advierte un aumento de los
planteos judiciales en que se formulan cuestionamientos constitucionales a algunas de las
normas de la ley 24557 Ver Texto. Cabe mencionar, como intento gubernamental de evitar o
atenuar tales planteos, el aumento en las prestaciones y la apertura en la caracterización de las
enfermedades profesionales comprendidas en el sistema (ley 24557, arts. 6 Ver Texto, inc. 2.b;
11 Ver Texto, inc. 4, y 14 Ver Texto, etc., texto según decreto 1278/2000 Ver Texto).

------------------------

II. Obligación de pagar la prima (754)

551
11. Objeto.

La prima es el precio del seguro, la remuneración del asegurador por las obligaciones que
asume; es decir, la contraprestación del asegurado (755) .

Se halla en rigurosa correlación con el riesgo, correlación que aparece en toda su importancia al
tiempo del siniestro (756) .

En las sociedades de seguros mutuos se llama cotización, diferencia de nombre que se explica
por el distinto mecanismo de la empresa (757) .

Es la obligación principal del asegurado (758) , y elemento esencial del contrato (759) , que
generalmente se paga íntegramente por adelantado, cuya inejecución, aunque insignificante,
provoca la pérdida de todo derecho (art. 31 Ver Texto) y su pago es exigible judicialmente,
excepto en el seguro sobre la vida (art. 134 Ver Texto, que establece la rescindibilidad unilateral
por el asegurado después del primer período) (760) .

Antes del trascurso de la duración técnica del seguro, en los seguros de intereses no cabe
liberarse de la obligación de pagar; esto sólo es posible en el seguro sobre la vida, sea
rescindiendo el contrato o trasformándolo en un seguro saldado (arts. 134 Ver Texto, 138 Ver
Texto y 139 Ver Texto).

La indemnización no comprende el importe de la prima. Para esto se debe incluir


expresamente en el contrato (761) .

En principio, es invariable; se puede modificar por:

a) pactos de variación por la inflación, p.ej. (cláusulas de indización para su reajuste u otras);

b) por variación del riesgo (agravación o reducción) o del interés asegurado;

552
c) por disposición de la autoridad de control (v.gr., por mayores costos administrativos).

11 (a.1).

Es cierto que el pago de la prima constituye una obligación en sentido estricto, pues existe un
acreedor titular de un derecho subjetivo y, por tanto, resulta reclamable judicialmente. Pero,
como lo observa con agudeza Donati (762) , el pago de la prima está, en el seguro, formulado a
la vez como obligación y como carga: esta última deriva del hecho de que, a la falta de pago, se
la vincula a una suspensión de cobertura que, como veremos, constituye una variante particular
de la caducidad asegurativa (763) . Así resulta no sólo del régimen legal (art. 31 Ver Texto, LS.),
sino también -y muy especialmente- de las denominadas "cláusulas de pago" que, en general, se
incluyen en las pólizas.

El pago de la prima constituye la contraprestación por la asunción del riesgo; por tal motivo,
debe estar en estricta correlación con el riesgo cubierto, tal como se destaca en el texto de esta
obra. Pero cabe señalar que esa correlación presenta, en el seguro, ciertas peculiaridades que
derivan del carácter aleatorio del contrato individualmente considerado. El asegurado paga, en
la mayor parte de los casos, una prima cuyo monto es sensiblemente inferior al que puede
llegar a tener la prestación del asegurador en caso de siniestro. Pero ese aparente desequilibrio
se ve compensado por la aleatoriedad del contrato, que hace que el asegurador pueda retener y
hacer suya la prima aunque, como acontece en la mayoría de los supuestos, el siniestro no
ocurra. Es que la prima constituye, en buena medida, el precio de la aleatoriedad, de la
frecuencia siniestral, que indicará su probabilidad; sin perjuicio de la incidencia que pueda
tener, asimismo, la naturaleza de los intereses amparados y la magnitud económica capaces de
alcanzar las consecuencias del siniestro. Pero aun estos últimos aspectos se ven abarcados
generalmente por la aleatoriedad, que no sólo influye en la posibilidad del siniestro, sino
también sobre sus consecuencias, como en alguna medida resulta de ciertos preceptos de la
Ley de Seguros (p.ej., arts. 36 Ver Texto; 46 Ver Texto, 2º párr.; 52 Ver Texto; 57 Ver Texto;
72 Ver Texto; 75 Ver Texto; 77 Ver Texto, etc., que implican la posibilidad de siniestro
parcial).

En lo referente al concepto de "cotización", propio del seguro mutual, cabe señalar que las
normas técnicas contenidas en la ley 20091 Ver Texto han ido desdibujando las diferencias,
puesto que se requiere a cada asociado-asegurado una contribución inicial calculada de forma
análoga a la de las primas stricto sensu (ver art. 19 Ver Texto de la citada ley).

553
11 (a.2).

Como su nombre lo indica, la prima se debe pagar al comienzo del contrato, requisito que
tiene su razón de ser, entre otros motivos, en exigencias de la técnica asegurativa, que requiere
que se forme un fondo común para atender los siniestros que vayan sufriendo los integrantes
del grupo. Ese pago al comienzo de la relación es, pues, requerimiento para la inserción en el
sistema de la mutualidad que vincula de manera técnico-económica los contratos de una misma
rama celebrados por el asegurador.

No obstante, motivos vinculados a la necesidad de facilitar la celebración de un mayor número


de contratos, que apunta no sólo a razones comerciales del asegurador, sino a la conveniencia
de posibilitar un funcionamiento más homogéneo del sistema, como respuesta más ajustada a
los requerimientos de la ley de los grandes números, han hecho que se generalice en muchas de
las ramas el pago fragmentado, en cuotas, generalmente mensuales, de la prima. Ello ocasiona,
con frecuencia, que se generen cuestiones derivadas de la falta de pago de cuotas que ha tenido
lugar con anterioridad al siniestro, con la consecuencia del efecto denominado suspensión de la
cobertura, al cual se hizo referencia precedentemente.

(754) No es una carga ni un presupuesto para hacer valer el derecho, sino una obligación en el
concepto del derecho civil (ver Bruck, p. 253).
El origen de la palabra "prima" no se halla en primo o pago anticipado, sino en pretium,
premium (ver Bruck, p. 246, nota 13).

(755) Besson y Picard, I, nº 31; Lepargneur, nº 1256; Vivante, Trattato, nº 1909, y Contratto, nº
60; Bruck, p. 261; Vance, p. 259; C. Fed. Cap., 22/7/1936, JA 55-69. Ver sobre este tema:
Gasperoni, El pago de la prima del seguro, en "Assicurazioni", 1959, I, p. 188.
Castillo -nº 49- y Obarrio -nº 13- afirman que es el precio del riesgo, expresión que recuerda la
noción de que el seguro es la venta de un riesgo. Segovia -notas 1793 y 1795- sostiene que es el
precio de la indemnización eventual que se compra (!), y no del riesgo.
Hémard adopta una expresión similar: "Precio mediante el cual el asegurador asume el riesgo"
(nº 48).
Donati, en cambio, expresa: "El objeto de la prestación del contratante que constituye la
contraparte de la prestación del asegurador subordinada al siniestro" (Trattato, II, p. 355).

(756) Besson y Picard, I, nº 31, y II, nº 14, y cuanto expresamos en el § 11 y capítulo V. Ver
Zavala Rodríguez, ob. cit., nº 1655.

(757) Besson y Picard, I, nº 31; Lepargneur, nº 1256.

554
(758) Lepargneur, nº 1306.

(759) Vivante, Trattato, nº 1861, letra a, y Contratto, nº 6: agrega que tanto es así que si el
asegurador, para cumplir una liberalidad, quisiera asegurar la percepción de una suma en
beneficio de sus propios agentes, deberá debitar la prima equivalente para integrar el fondo de
primas. Conf. para el reaseguro de intereses: Bruck, p. 248.
Contra: C. Nac. Com., 8/9/1954, LL 76-483.
Ver capítulo III, texto y notas 282 y 283.
La C. Nac. Com. denegó la rescisión del contrato, por diferencias entre la prima pactada y la
inscrita en la póliza: en el caso, el asegurador aún no había exigido el pago, y la diferencia era
mínima (13/2/1913, "Jur. Trib. Nac.", febrero de 1913, p. 128).
Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 457, afirman que no fijada la prima cabe una tácita remisión a la
tarifa aprobada, pero sin los costos adicionales no convenidos. De aceptarse la solución, se
deberán adicionar los impuestos, los recargos por mayores costos administrativos, etc.

(760) Lepargneur, nº 1306; Bruck, ps. 261 y 253; Besson y Picard, I, nº 182. Es condición
técnico-económica del contrato (Donati, Trattato, II, nº 445).
Lefort sostiene que es ilícita cuando se fija según tarifas no aprobadas (I, p. 301). La solución
se debe rechazar, no sólo por los efectos y naturaleza de la aprobación administrativa -capítulo
II, nº 16-, sino también porque existen numerosas circunstancias de hecho que pueden
autorizar discriminaciones fundadas. Lo que cabe sostener es que no es admisible que se
aplique a un asegurado condiciones más o menos onerosas que las aplicadas a otro en idénticas
circunstancias; regla que resulta de la forma monopolizada del comercio del seguro y común a
toda especie de explotación monopolizada -ferrocarriles, teléfonos, etc.-.
Esta solución es consagrada por la ley: el art. 26 Ver Texto de la ley 20091 sólo exige que sean
suficientes para el cumplimiento de las obligaciones por el asegurador y su permanente
capacitación económico-financiera, y faculta a la Superintendencia de Seguros para observar las
primas que sean abusivas o arbitrariamente discriminatorias.

(761) Vivante, Contratto, nº 128: la inclusión nunca se presume.

(762) Donati, Antigono, Trattato, cit., señala que la prestación del premio está dispuesta,
entonces, simultáneamente "in obligatione" e "in conditione" (t. II, § 445, p. 356).

(763) Ver, en este capítulo, § 26 y ss.

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12. Prima bruta.

555
La prima bruta, comercial, cargada o de tarifa, es la que comprende el recargo para subvenir a
los gastos y beneficios de la empresa (los impuestos, gastos de celebración, comisiones, costo
de administración, ganancias, y otras reservas) (771) .

La mora en el pago de estos costos accesorios tiene los mismos efectos que la mora en el pago
de la prima neta (772) .

(771) Besson y Picard, I, nros. 32 y ss.; Vivante, Trattato, nº 1861, y Contratto, nº 6; Bruck, nº
246; Castillo, nº 49; Lepargneur, nº 1256; etc.
Se pagan comisiones desmedidas por la celebración del contrato; además, se debe mantener
una organización administrativa para celebrar y mantener esos contratos -correspondencia con
agentes e interesados, propaganda, cobro de primas, liquidación de daños, etc.-, y para la
administración de las inversiones.

(772) Bruck, p. 246.

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13. Contrato de reaseguro.

En el reaseguro, la prima bruta es la pagada por el tomador del seguro al asegurador -también
llamada prima original-, y la prima neta es ésta con ciertas deducciones (773) .

556
(773) Bruck, p. 246; Persico, nº 81.

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14. Primas unitaria y periódica.

Las primas son unitarias o periódicas; la prima unitaria es el precio por la duración técnica del
seguro; la prima periódica es el precio que se percibe por distintos períodos determinados de la
duración técnica del seguro (774) .

15. Formas de pago.

No debe consistir forzosamente en dinero; puede serlo en cualquier obligación de dar (775) ;
incluso son admisibles todas las formas de pago; como la compensación (art. 27 Ver Texto),
que se debe operar antes de que se produzca la mora (776) , para valer como pago hábil u
oportuno, esto es, para mantener vigente la garantía sin variación.

Las partes fijan la prima con entera libertad: la aprobación administrativa de tarifas y planes no
los hace obligatorios (777) , conforme a la naturaleza de esa autorización y a la función del
control en esta materia.

Existen tipos de seguros en que la prima se conviene provisionalmente, para reajustarla


durante su vigencia o al vencimiento. Este reajuste se debe cumplir en el término de la

557
prescripción. La falsedad de la declaración inicial, para la fijación de la prima provisional,
provoca la nulidad del contrato por reticencia (778) .

15 (a).

En nuestros días, la aparición de nuevas modalidades de contratación ha motivado que el pago


de la prima tenga lugar, a veces, por retención en fuentes de ingreso (p.ej., deducción de lo que
se pague en concepto de sueldos, jornales, etc.), o bien como constitutivo de un importe
accesorio de pagos que presentan otro objeto (cuotas de préstamos, o de círculos de ahorro,
etc.), que a veces son recaudados por intermediarios que han adoptado distintas calidades
(p.ej., administradoras de círculos cerrados de ahorro para la adquisición de determinados
bienes, operadores bancarios o financieros en operaciones a las cuales está vinculado el seguro,
etc.) (779) . Ello hace que, para resolver las cuestiones que se puedan suscitar como
consecuencia del pago de la prima y de la operatoria del seguro todo, se deba analizar la
relación asegurativa dentro del contexto de tales situaciones.

Asimismo, si bien, como se indica en el texto, la forma de pago no tiene que consistir
necesariamente en dinero, al menos se debe traducir en términos monetarios, dado que, como
se indicó reiteradamente, la técnica asegurativa exige que el contrato de seguro se inserte
dentro del sistema técnico-económico que agrupa los contratos de una misma rama para que
tenga lugar la compensación de los riesgos; ello requiere, entonces, no sólo homogeneidad de
los riesgos agrupados, sino también de su contenido económico-financiero, para permitir ese
juego compensatorio y también la satisfacción de las necesidades concretas creadas a los
asegurados por los siniestros amparados en las coberturas otorgadas. Esto se refleja, asimismo,
en las normas que establecen qué especie y proporción de inversiones puede efectuar el
asegurador con las reservas formadas por la reunión de las primas percibidas de sus asegurados
(art. 35 Ver Texto, ley 20091).

(774) Bruck, p. 247.

(775) Obarrio, p. 29; Segovia, nota 1793; Bruck, p. 262.

(776) Bruck, p. 262. El agente y el corredor no pueden compensar con créditos personales
suyos (Bruck, cit.).

558
El asegurador puede alegar compensación de la indemnización debida con su crédito por
primas (art. 27 Ver Texto, 3º párr.).
En el tratado o contrato general de reaseguro, se establece entre asegurador y reasegurador una
cuenta, en la cual se pagan por compensación los créditos recíprocos (art. 161).

(777) De Lalande y Couturier sostienen que se trata de un mínimo (nº 144). Besson y Picard
señalan que la libertad no es absoluta; si no existe un máximo fijado, no se puede ofrecer una
tarifa inferior a la legal (I, nº 32).
Deben ser previamente aprobadas por la Superintendencia de Seguros; y si se refieren a
supuestos no contemplados en las tarifas ya aprobadas, también debían serlo previamente. La
violación acarrea sanciones administrativas, hasta la cancelación de la autorización (resolución
2323/52, ADLA XII-A-1001). Previamente a la celebración de contratos con entidades
nacionales, provinciales, municipales o mixtas, debe obtener aprobación de la prima, aunque se
apliquen tarifas aprobadas (resolución 2355/52, ADLA XII-A-1002). Esta resolución regula
los seguros que celebre el Estado como asegurado, y tiene por función evitar "desviaciones"
administrativas.
Bruck distingue los seguros de intereses y sobre la vida: en aquéllos, la libertad es absoluta; en
éstos, resulta de los planes aprobados por la autoridad de control (p. 248).
Nuestra opinión se funda en la naturaleza de la aprobación administrativa; ver capítulo II, § 16,
y lo dispuesto por el punto 14, t.o. 1962, decreto 1063 , año 1963, que sólo sanciona con
nulidad la celebración del contrato por empresa no autorizada para asegurar. El asegurado no
viola la ley. Sólo el asegurador infringe el régimen administrativo que lo rige, y está sancionado
por la misma ley, que no incluye esa nulidad. La contraprueba está en que cualquier
modificación de los planes y tarifas no afecta ni puede afectar los contratos en curso.

(778) Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1939, p. 140; es así porque es una declaración que se
hace con la oferta, y su falsedad cae bajo la sanción del art. 5 Ver Texto. Mas no cabe
extenderlo al período de ejecución si la póliza fija los elementos para determinar la prima,
sujetos al contrato del asegurador.
Esto ocurría, por ejemplo, en materia de seguros contra accidentes del trabajo. El asegurado
debía exhibir su libro de sueldos y jornales a la expiración de cada mes; pero la fijación se hacía
al finalizar la vigencia de la póliza. Los contratos establecían detalladamente cómo se debían
llevar esos libros y cómo se calculaban las remuneraciones de los obreros.

(779) Estos intermediarios, normalmente relacionados en alguna forma con el asegurador,


deben luego ingresar el pago en las arcas de éste y rendirle cuenta de lo percibido.

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16. Monto en el contrato de reaseguro.

559
En el reaseguro la prima puede ser mayor o menor que la original; generalmente es menor,
porque deben ser deducidos los gastos efectuados por el asegurador; aunque puede ser mayor,
cuando los riesgos se han agravado (780) .

(780) Persico, nros. 6, 12 y 81. Ver Broseta Pont, ob. cit., ps. 155 y ss.
Lordi señala que la diferencia será mínima si el reasegurador también se dedica a seguros (ob.
cit., nº 667).

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17. Obligados al pago. Pago por un tercero.

Deudor de la prima es el tomador del seguro o el tercero que se obligó a pagarla (arts. 27 Ver
Texto y 25 Ver Texto). Si se contrata por mandatario, lo será el mandante; y si lo fuera por
gestión de negocios conocida por el asegurador, el dominus al día en que la ratifique. Si el
contrato es por cuenta ajena, responde el tomador, aunque el asegurado o beneficiario
soportará las consecuencias de la mora (781) ; y el asegurador puede reclamar el pago del
asegurado en el supuesto de insolvencia del tomador (art. 27 Ver Texto, 2º párr.). Si media
trasferencia del interés asegurado, el vendedor es responsable hasta el momento en que
notifique la enajenación al asegurador (art. 82 Ver Texto, 3er. párr.), si éste no opta por
rescindir; si rescinde, hasta el momento de la rescisión (art. 82 Ver Texto, 3er. párr.). Si la
trasferencia es por herencia, los herederos responden cada uno por su parte, ínterin se
adjudique el interés definitivamente, excepto en el supuesto del art. 140 Ver Texto, CCom.
(782) , o de los arts. 51 Ver Texto y 53 Ver Texto de la ley 14394. La quiebra no cambia al
obligado: pesará sobre la masa (783) .

El cesionario del interés, el acreedor prendario, el acreedor ejecutante del derecho del
asegurado, el corredor, el asegurado en el seguro de la persona de un tercero, el asegurado en el

560
seguro por cuenta ajena, el beneficiario en el seguro de personas, no están obligados al pago
(784) .

En el seguro de intereses el pago será efectuado generalmente por el deudor, pero el


asegurador no puede rehusar el pago ofrecido por un tercero, salvo que medie oposición del
asegurado (arts. 28 Ver Texto y 134 Ver Texto), y aun así tampoco podrá rehusar el cobro, si el
tercero puede ser perjudicado por el rechazo: acreedor hipotecario o prendario, acreedor
ejecutante del derecho del tomador, o titular del derecho de prenda sobre la póliza, etc. (785) .
El agente puede adelantar la prima: el pago será eficaz, aunque le esté prohibido hacerlo por su
contrato de trabajo con el asegurador (786) .

En el seguro de personas, ni el beneficiario a título gratuito ni el tercero pueden pagar por el


asegurado (art. 134 Ver Texto, in fine) ni pedir prórrogas a nombre propio (787) . Mas si la
designación del beneficiario es a título oneroso, podrá pagar la prima (art. 134 Ver Texto, in
fine) o solicitar prórrogas (788) .

17 (a).

En el seguro por cuenta ajena, la Ley de Seguros establece que el asegurador puede exigir el
pago de la primas al asegurado cuando el tomador ha caído en insolvencia (art. 27 Ver Texto,
2º párr.). Entendemos que el remedio resulta excesivo, ya que viola el principio de relatividad
de los contratos (art. 1195 Ver Texto, in fine), salvo que se perciba por deducción efectuada
respecto de la indemnización o prestación adeudada por el asegurador en caso de siniestro (art.
27 Ver Texto, último párrafo -arg. art. 22 Ver Texto, LS.-) o se demuestre que el tomador
contrató en razón de una obligación legal o por mandato del asegurado (art. 23 Ver Texto, in
fine). Lo cierto es que si la expresión "mandato" estuviere empleada aquí en sentido técnico,
existiría representación (arg. art. 1869 Ver Texto, CCiv.) y, por ende, no estaríamos ante un
verdadero seguro por cuenta de tercero, por lo cual el contrato sería atribuible al asegurado
mandante; a ello se suma que, de percibir el tomador la indemnización obrando en tal calidad,
se halla obligado a entregarla a su mandante (arts. 1909 Ver Texto y 1911 Ver Texto, código
citado).

Por otra parte, el tomador que ha pagado la prima tiene derecho a que ésta le sea reintegrada y
puede retener la póliza hasta que ello ocurra (art. 25 Ver Texto).

561
18. A quién se debe pagar.

El pago se debe hacer al asegurador o persona autorizada. Esta autorización se presume en el


agente con facultad de celebrar el contrato (art. 54 Ver Texto). El simple agente puede incluso
recibir el pago si le está confiada la entrega de la póliza que también sirve de recibo (789) o está
en posesión de un recibo firmado por el asegurador, aun con firma facsimilar (art. 53 Ver
Texto, inc. c) (790) . La demora del agente en trasferir los fondos o la falta total de entrega no
afecta al tomador que pagó bien (791) . El agente no puede perseguir judicialmente el cobro de
la prima a nombre propio (792) .

Téngase en cuenta que si el asegurador aceptó pagos hechos al agente aun sin haber expedido
los recibos previstos en el art. 53 Ver Texto, inc. c, nos hallaremos ante un mandato tácito y
deberá ser concluido por la eficacia de ese pago a su respecto (además, art. 218 Ver Texto, inc.
4, CCom.). Cualquier reserva ante esa práctica o esos precedentes sería ineficaz. Una solución
diversa sería además contraria a la buena fe (art. 1198 Ver Texto, CCiv.) (793) .

Cuando varios aseguradores intervienen en el contrato, cada uno debe recibir su parte de
prima, a menos que medie autorización para que alguno de entre ellos perciba la totalidad (794)
(por el art. 11 Ver Texto, in fine, se puede emitir una sola póliza, supuesto en el cual cabe
sostener que el asegurador que entrega la póliza tiene mandato implícito para percibir la prima:
es aplicación del mismo principio expuesto para el agente).

18 (a).

El principio que se extrae de los casos analizados en el texto es que la forma de pago empleada
por el asegurador en el caso concreto deberá ser tomada especialmente en cuenta al momento
de analizar la procedencia, validez y oportunidad de un pago de primas. En la actuación de

562
intermediarios serán de aplicación las normas y principios sobre mandato tácito, apariencia
creada por la operatoria, naturaleza de la relación existente entre quien recibe el pago y la
aseguradora, etc. Así, si se trata de intermediario a quien se le paga comisiones por cobranza,
no se podrá sostener luego que el pago no ingresó al asegurador en término, en especial si el
cobro se efectuó en el domicilio del asegurado. Si se trata de cobranza bancaria, tampoco se
podrá alegar demoras del banco en liquidar las primas ni problemas derivados de defectos en la
instrumentación de los recibos otorgados por dicha institución, o la liquidación del ente
bancario, etc. (795) .

19. Lugar de pago.

El Código de Comercio no fijaba lugar de pago de la prima, por lo cual se debían aplicar las
normas del Código Civil (art. 747 Ver Texto) (796) .

La ley 17418, en su art. 29 Ver Texto, 1er. párr., dispone que "la prima se pagará en el
domicilio del asegurador o en el lugar convenido por las partes".

Se consagra así la práctica aseguradora, que tiene las ventajas de un sistema menos oneroso de
cobranza y la posibilidad de la prueba de la mora, ya que el tomador deberá probar que acudió
efectivamente a pagar (797) .

Si se conviene que el asegurado pagará en la sede del asegurador, la práctica de éste, de cobrar
en el domicilio del tomador, modifica la cláusula (art. 29 Ver Texto, 2º párr.); no se trata de un
acto de cortesía, porque hace creer al asegurado en la existencia de un derecho suyo a que se
proceda así, y éste pudo legítimamente esperar a que se acudiera a cobrarle según ese acto o
actos precedentes, por lo cual las consecuencias del retardo u omisión del dependiente (o
agente) recaen sobre el asegurador. La solución también se aplica en el seguro sobre la vida,
pese a que el pago es facultativo: el asegurador debe concurrir a cobrar, y el contrato surte
todos sus efectos hasta tanto se rehúse el pago. De lo contrario, el tomador sería castigado por
un acto que le es ajeno (798) . El acto del agente -de acudir al domicilio del asegurado a cobrar-
obliga al asegurador: tiene eficacia para realizar esta trasformación (799) .

563
El pacto de la póliza que niega efectos a esa costumbre es inocuo (art. 158 Ver Texto): es
contrario a la buena fe, porque el asegurado confía en que el asegurador seguirá acudiendo a su
domicilio para cobrar; además, no es lícito rechazar los efectos de los propios actos (800) . La
demora del asegurador en hacer efectivo el cobro no afecta la garantía, la cual no puede
depender de un acto suyo (801) .

Basta que el asegurador acuda una sola vez a hacer efectivo el cobro (802) , en el último
domicilio del tomador, conocido por él (doctrina del 2º párr. del art. 16 Ver Texto) (803) , sin
mora del tomador (art. 29 Ver Texto, 2º párr.). Téngase en cuenta que la mora es automática
por la naturaleza de la obligación y la doctrina del art. 31 Ver Texto.

Se debe tener en cuenta, asimismo, que el asegurador puede dejar sin efecto esta práctica,
volviendo al lugar convenido en la póliza: requiere una comunicación previa (art. 29 Ver Texto,
2º párr.). Esta disposición obedece a la necesidad de posibilitar al asegurador la reorganización
de la administración de la empresa (supresión de sucursales y agencias, reducción de costos de
cobranza, etc.).

La mora del asegurado le obligará a realizar el pago en el domicilio del asegurador (804) .

20. Medios de pago.

Salvo pacto en contrario, se debe pagar en dinero efectivo; aunque el tomador puede
compensar con crédito suyo contra el asegurador (805) .

Es válido el pago por giro o cheque; se hará en el domicilio del asegurador y se considerará
efectuado cuando los fondos ingresen en la cuenta de éste (806) , salvo que expida recibo por
el pago de la prima (807) : mas siempre habrá que reconocer efecto retroactivo al pago al día
del depósito -si tenía provisión de fondos- y exigir diligencia en el asegurador para ese
depósito.

564
La entrega de pagarés no cancela la deuda por la prima. El recibo de los pagarés impedirá
alegar los efectos de la mora por la falta de pago de la prima hasta tanto venza: importa
conceder plazo y su aceptación no importa novación (art. 813 Ver Texto, CCiv.) (808) .

Téngase en cuenta que la entrega de la póliza sin percibir la prima importa concesión de plazo
(art. 30 Ver Texto, 3er. párr.), que hace aplicable el art. 31 Ver Texto, 2º párr.

Conforme a la resolución 3614 , año 1956, de la Superintendencia de Seguros, el vencimiento


del plazo produce la caducidad automática. Es una mera disposición administrativa y es usual
incluir la cláusula en las pólizas. No obstante, si el asegurador ejecuta el contrato a pesar de esa
caducidad pactada, existirá renuncia de ésta, según el principio ya analizado, sin perjuicio de las
sanciones administrativas a que se haya hecho acreedor este asegurador (809) .

La solución es aplicable también con la norma del art. 31 Ver Texto, 1er. párr., que prevé un
supuesto de pérdida de derecho a ser indemnizado por mora en el pago (doctrina del art. 79
Ver Texto).

20 (a).

Tanto la recepción de cheques como la de pagarés implica, de parte del asegurador, admitir
formas de cumplimiento relativas al pago de la prima diferentes de la que se efectúa mediante
dinero en efectivo. Aquéllas dan lugar a efectos diversos sobre la cobertura, derivados de la
peculiar naturaleza de esos elementos.

Si se trata de cheques, constitutivos de una orden de pago librada contra un banco, la


recepción del cheque implica el mantenimiento de la cobertura desde el momento en que es
recibido por el asegurador o persona autorizada por éste para el cobro. Pero tal recepción está
sujeta a la condición de que el cheque tenga provisión de fondos o exista autorización para
girar en descubierto, pues, en caso contrario, el pago se tendrá por no efectuado y la cobertura
volverá al estado en que se hallaba al momento de tener lugar la entrega de ese cheque. Al
respecto, es preciso tener en cuenta que se trata de un medio de pago que presenta ciertas
ventajas, pues confiere acción ejecutiva e, incluso, acciones penales, para el caso de inexistencia
de fondos o de autorización para girar en descubierto o, más aún, de cuenta cerrada. Por otra
parte, como se indica en el texto del autor de esta obra, la demora en depositarlo perjudica al
asegurador, por serle imputable.

565
Y en la hipótesis de entrega de pagarés, como medio que importa, por su naturaleza, diferir el
pago efectivo en el tiempo, su recepción por el asegurador implica conceder plazo de pago
hasta su vencimiento y, por ende, mantener la cobertura durante ese período. Si el pagaré no es
pagado a su vencimiento, la cobertura cesa desde ese momento.

Pero estos efectos requieren que la entrega de esos instrumentos haya sido realizada sin que
medie mora del asegurado; de lo contrario, sólo surtirán efectos hacia el futuro, como si se
tratase de una entrega de dinero, atento a la suspensión de la cobertura que se origina por el
mero hecho de la falta o demora en el pago (art. 31 Ver Texto y disposiciones de las cláusulas
de pago que habitualmente se incluyen en las pólizas), mora que se produce automáticamente
(arg. art. 15 Ver Texto). El pago previo al siniestro reviste el carácter de un presupuesto
necesario del mantenimiento de la cobertura asegurativa (salvo que medie concesión de plazo o
entrega de papeles de comercio con los efectos precedentemente indicados). A ese respecto, el
art. 31 Ver Texto establece que si el pago de la prima "no se efectuara oportunamente, el
asegurador no será responsable por el siniestro ocurrido antes del pago", lo cual constituye un
claro supuesto de "suspensión" de la cobertura.

Tal situación revela, atento a la peculiar característica del seguro, que resulta de particular
importancia determinar la hora en que el pago tiene lugar, a fin de evitar discusiones y litigios
que reconozcan su origen en esa circunstancia. En razón de ello, las cláusulas de pago de las
pólizas suelen establecer que si se halla la cobertura suspendida por falta de pago, la
reanudación del amparo asegurativo tiene lugar al día siguiente de aquel en que la prima
(premio) es pagada.

Considerada la suspensión de la cobertura una modalidad de la caducidad, como veremos más


adelante, el asegurador deberá invocarla dentro del plazo del art. 56 Ver Texto, LS. (810) . Y el
asegurado que alega la rehabilitación tendrá, por su parte, que acreditar que el pago se efectuó
con anterioridad al siniestro y en tiempo hábil para que se haya generado la efectiva
reanudación del amparo asegurativo, o que se ha configurado algún supuesto de aquello que se
ha denominado "renuncia tácita a la caducidad".

La exigencia del pago oportuno apunta a lograr una debida integración del fondo de primas
que hace posible el funcionamiento de la mutualidad y la compensación de los riesgos
asumidos por un mismo asegurador, requeridos por la moderna técnica del seguro.

566
21. Pago por adelantado.

La prima se debe desde la celebración del contrato, pero no es exigible sino desde la entrega de
la póliza (art. 30 Ver Texto, 1er. párr.) (salvo que se haya expedido un certificado o
instrumento provisional de cobertura). La solución se justifica, porque con sus intereses se
integra el fondo de primas para afrontar los siniestros y demás gastos, asegura la liquidez de la
caja del asegurador, y torna más fácil la percepción, que de hacerse ya comenzada la garantía
del riesgo se volvería difícil, cuando no exigiría la promoción de contiendas judiciales (811) .
Esto no impide que se postergue el cobro, sea aceptando pagarés u otorgando plazos en otra
forma, pero en tal supuesto se cargarán los intereses pertinentes (812) .

Cuando la prima se debe pagar por adelantado, las pólizas establecen que el seguro no entra en
vigencia hasta el efectivo pago de la prima (813) . Con esta cláusula no se subordina la
perfección del contrato al pago previo, sino que las obligaciones del asegurador no serán
exigibles hasta que se cumpla el pago. El pago no da eficacia retroactiva a la garantía, sino que
ésta regirá para lo futuro. El pago se debe hacer efectivamente; no basta que el asegurador lo
reclame, porque a esta reclamación no se le puede dar el sentido de una renuncia, frente a la
voluntad precisa de las partes, de subordinar el comienzo de la garantía al pago efectivo (814) .
La cláusula es inaplicable si la prima debe ser cobrada en el domicilio del asegurado (815) .

La postergación de la garantía hasta el pago efectivo no se aplica si se ha emitido la póliza (816)


: es aplicable la presunción de crédito, del art. 30 Ver Texto, 3er. párr.

Con mayor razón si el asegurador consideró vigente su garantía a pesar de la falta de pago
(817) , o si se fijó una fecha determinada para su comienzo (818) .

Existen ramas en que el pago se hace provisionalmente, subordinándose la liquidación


definitiva al curso de los hechos.

Generalmente es de pago anual; pero esta regla admite excepciones, sea cuando la prima es
única o el plazo es más breve que el año (819) . Es posible fraccionar los plazos para realizar
pagos trimestrales o semestrales; se trata de una facilidad concedida al tomador, que no afecta
el derecho del asegurador a la totalidad de la prima, porque sólo se trata de una modalidad del
pago (820) , que es una forma de crédito; de ahí que en tal caso se le agregan los intereses (821)

567
. El asegurador no puede rechazar el pago antes del vencimiento, pero no está obligado a hacer
quita sobre los intereses (822) . Si el siniestro total se produce, se debe pagar todas las cuotas
no vencidas, correspondientes al período (823) .

En los seguros de personas -sobre la vida e individual contra accidentes- se acostumbra


conceder un término de gracia, de un mes, para el pago (implícitamente autorizado por el art.
139 Ver Texto). Éste tiene por efecto mantener la vigencia de la garantía por ese plazo, por lo
cual el asegurador deberá indemnizar el siniestro ocurrido en este lapso (824) . El término varía
según las ramas, pero si se fija en un mes, se entenderá que es el mes comercial de 30 días (825)
. Si el plazo de gracia vence ya iniciado un nuevo período, el acaecimiento del siniestro impone
el pago por el período iniciado.

Téngase en cuenta que en los seguros de personas el pago de las primas posteriores al primer
período es facultativo (art. 134 Ver Texto, 1er. párr.) (826) .

Con los textos analizados, la ley 17418 Ver Texto ha eliminado los problemas de interpretación
que suscitaban los arts. 530 Ver Texto y 531 Ver Texto, CCom. (derogados), para el seguro de
incendio.

22. Mora en el pago. Efectos.

La ley 17418 Ver Texto ha reglamentado los efectos de la mora, supliendo el silencio del
Código de Comercio, que hacía con anterioridad aplicable el régimen del art. 509 Ver Texto del
Código Civil y el pacto de caducidad automática de la garantía, aunque los había previsto para
el seguro de incendio en el art. 532 Ver Texto.

En el derecho comparado han sido consagradas otras soluciones, algunas aceptadas por la ley
(827) .

568
Según la ley, se debe distinguir:

a) Si la prima por el primer período o la prima única no se paga al tiempo debido, el asegurador
no es responsable por el siniestro ocurrido antes del pago (art. 31 Ver Texto), esto es, entre el
vencimiento y el momento del pago (828) .

Significa, pues, que la mora en el pago produce la suspensión de la garantía (829) .

La sanción de la mora en el pago de las cuotas o períodos sucesivos queda sujeta a la libre
contratación, pero autoriza la rescisión (art. 32 Ver Texto).

b) Si el asegurador concedió crédito para el pago sin haberse fijado época del pago (supuesto
del 3er. párr. del art. 30 Ver Texto), si las partes nada han acordado, el asegurador podrá
rescindir con un preaviso de un mes, lapso durante el cual el asegurado puede pagar la prima
(art. 31 Ver Texto, 2º párr.) (830) ; y la garantía del asegurador se suspende 2 días después de
notificada la denuncia (art. 31 Ver Texto, 3er. párr.).

En el supuesto de rescisión por mora en el pago de la prima, el asegurador tiene derecho al


cobro de la prima única o a la prima del período en curso (831) .

Además, la mora tiene otros efectos accesorios:

a) Se devengan intereses por la prima adeudada.

b) El asegurado no puede ya pretender que el asegurador acuda a su domicilio a cobrar -en el


supuesto que así se acordara o practicara-; a partir de la mora, debe acudir a pagar al domicilio
del asegurador.

Téngase en cuenta que el asegurado no puede alegar su propia mora para recabar la rescisión
del contrato (832) (podrá rescindir si se autorizó por pacto de póliza -art. 18 Ver Texto- y en
las condiciones establecidas en esta disposición).

569
(781) Besson y Picard, I, nº 184, y IV, nº 123; Bruck, p. 253.

(782) Arts. 3410 Ver Texto y 3417 Ver Texto, CCiv. Si se requiere la posesión de la herencia, la
deuda se dividirá al recibirse ésta (art. 3414 Ver Texto, CCiv.). En materia mercantil se debe
tener en cuenta la solidaridad pasiva prevista en el art. 140 Ver Texto, CCom.

(783) Besson y Picard, I, nº 184. Ver capítulo X.

(784) Bruck, p. 254.


Esto vale como regla general; pueden estar obligados por pactos especiales.

(785) Art. 768 Ver Texto, CCiv.; Bruck, p. 261.

(786) Bruck, p. 261: corresponderá generalmente a la voluntad y al interés presunto del


asegurado. Conf.: Vivante, Contratto, nº 493.
La imputación de la prima al débito del corredor es pago para el asegurado, porque el
asegurador deja de ser su acreedor (Rivarola, p. 334, nota 1).

(787) Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 678, admiten que lo haga el beneficiario a título gratuito,
haciendo así irrevocable la designación. Aceptar esta conclusión es admitir que puede existir un
seguro sobre la vida de tercero sin consentimiento de éste.

(788) Conf.: Sraffa, en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 1, p. 500, quien no hace la distinción
formulada en el texto. La razón de la limitación radica en la facultad del asegurado de no pagar,
en la inexigibilidad de la prima a su respecto, porque -como dice Sraffa- el pago es contrahendi
causa.
Conf.: Lefort, I, ps. 529 y 530, que rehúsa el derecho aun en el supuesto de la designación a
título oneroso o cuando se entregó en garantía.
Contra: Malagarriga, Comentario, III, nº 291; Fernández, p. 522, fundado en el art. 768 Ver
Texto, inc. 3, CCiv., con olvido de que el asegurado no está obligado a hacer el pago, que se
trata de un acto personalísimo, y que su inejecución importa justamente revocación del
beneficio; Rivarola, nº 1200, con fundamentos análogos; Besson y Picard, IV, nº 124, en una
crítica a la solución anterior a la ley de 1930.
Donati, Trattato, III, nº 853, también admite que el tercero puede pagar la
prima, lógico con su conclusión del derecho propio condicional que reconoce al beneficiario a
título gratuito.
La ley francesa de 1930, art. 74, autoriza el pago por cualquier interesado en mantener el
seguro en vigencia, lo cual nos parece contrario al carácter personalísimo del contrato y de la
designación del beneficiario. Conforme con esta solución de la ley francesa, Benítez de Lugo,
Reymundo, ob. cit., I, ps. 329 y ss.

(789) Es la práctica en el régimen legal anterior (C. Nac. Com., 29/9/1923, JA 11-651 y GF
46-409).
Contra: C. Nac. Com., 27/11/1913, "Rev. Leg. y Jur.", t. 4, p. 71.

570
Vivante exige que posean el recibo especial, otorgado por el asegurador (Contratto, nº 492), lo
cual no se justifica, porque además es aplicable el principio del art. 148 Ver Texto, CCom.
La prohibición contenida en la póliza no se puede alegar, porque el asegurador discute
precisamente su vigencia (C. Nac. Com., 4/12/1931, JA 37-361). Como tampoco si, pese a la
prohibición, medió autorización (C. Nac. Com., 6/10/1920, GF 28-332; 4/3/1920, GF 25-67).

(790) El asegurador debe tomar las debidas precauciones para imposibilitar la falsificación. Su
responsabilidad es evidente si entregara el talonario de recibos al agente. Ver Bruck-M”ller, ob.
cit., I, § 3, nº 4.

(791) C. Nac. Com., 4/3/1920, JA 4-127 y GF 25-67; 6/10/1920, JA 5-447.

(792) Sup. Corte Bs. As., 11/9/1928, JA 28-485.

(793) Ver un caso de aplicación, C. Nac. Com., sala B, "India S.A. v. Martini" Ver Texto,
30/5/1969, inédito.

(794) Bruck, p. 263.

(795) Ello así, a nuestro juicio, aun teniendo en cuenta el régimen de cobranza de premios
establecido por la resolución 429/2000 Ver Texto ME, la cual, pese a lo enunciado en su art. 1
Ver Texto, sólo se refiere al efecto cancelatorio del pago que se efectúe (por otra parte, de
dudosa constitucionalidad), en tanto en los arts. 5 Ver Texto y 6 Ver Texto busca regular los
pagos realizados a la propia aseguradora o a productores-asesores de seguros. Quedan
obviamente vigentes las normas sobre pago y mandato de los códigos Civil y Comercial.

(796) Obarrio, p. 68; Segovia, nota 1793.

(797) La ley francesa de 1930, art. 16, establece como lugar de pago el domicilio del asegurado,
aunque admite que se pacte otro (si es en interés del asegurado: Besson y Picard, I, nº 187). La
ley alemana, art. 36, fija como lugar el domicilio del asegurado, quien debe remitir los fondos al
asegurador a su costa y riesgo. El proyecto del Instituto de Estudios Legislativos, art. 25,
determina como lugar el domicilio del asegurado, sin facultar expresamente un cambio
convencional.
La regla alemana importa en realidad fijar como lugar del pago el domicilio del asegurador
(Bruck, p. 263).
Ver Lordi, nº 685; Vance, p. 267.

(798) Es una solución universal: Vivante, Trattato, nº 1914, y Contratto, nros. 65 y 66; Bruck,
p. 264; Gasperoni, nº 37; Spilrein, p. 96; Besson y Picard, I, nº 186; Poncet, nota en DP 1892-
1-313; Dupuich, nota en DP 1897-2-153; Lordi, nº 687; Sraffa, en "Riv. Dir. Comm.", 1906, 2,
p. 330; etc.

(799) Vivante, Contratto, nº 492.

(800) Vivante, Trattato, nº 1915, y Contratto, nº 66; Dina, en "Riv. Dir. Comm.", 1904, 2, p.
439; Lepargneur, nº 1308; Lordi, en "Riv. Dir. Comm.", 1942, 2ª parte, p. 121.

571
Contra: Castillo, nº 56; Donati, Trattato, II, nº 453. Se fundan en que la convención escrita no
se puede derogar sino por escrito. Omiten una distinción que justifica la solución del texto: una
cosa es la modificación de la obligación asumida, no ejecutada, y otra es la modificación de la
obligación por los actos de ejecución. De ahí la eficacia de esos actos aunque la póliza disponga
lo contrario (conf.: Corte de Casación de Italia, 14/2/1944, "Assicurazioni", 1945-1946, 2, p.
24).

(801) Conf.: Spilrein, ps. 95 y 96: debe ser diligente (presentarlo al día siguiente de recibido,
expresan Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 161).

(802) Con ese acto crea en el tomador una expectativa legítima, que le autoriza a esperar que
así también lo hará en los vencimientos sucesivos; por lo cual su espera, fundada, no puede
hacerle incurrir en las sanciones graves de la mora, porque ignora si se acudirá o no a cobrarle
(conf.: Dina, en "Riv. Dir. Comm.", 1904, 2, p. 439).
Sraffa, en "Riv. Dir. Comm.", 1906, 2, p. 330, exige que exista costumbre y que ésta sea
específica, es decir, referida al asegurado. Spilrein requiere la reiteración de los actos sólo
cuando media la cláusula negando toda eficacia e esa práctica (ps. 111 y 112). La ley alemana,
art. 37, recaba que se le cobre regularmente en su domicilio: esta solución se acuerda más con
la posición de la doctrina alemana, que estima que se trata de una mera facultad del asegurador.

(803) Conf.: Besson y Picard, I, nº 186: de lo contrario, se debería dedicar a realizar


investigaciones.

(804) Besson y Picard, I, nº 187.

(805) Besson y Picard, I, nº 188; Vance, ps. 271 y ss.; Bruck, p. 262.
Contra: Castillo, nº 57, para evitar cuestiones sobre la existencia real del crédito. Olvida que
para la compensación es menester que el crédito sea cierto, líquido y exigible, lo cual impide
justamente esas cuestiones temidas.
Si el agente concede la aceptación de otros medios de pago, la validez dependerá de las
facultades del agente (Vance, ps. 273 y ss.). Para determinarlas nos remitimos a lo expuesto
precedentemente.

(806) Besson y Picard, I, nº 189; Bruck, p. 264; Vance, p. 226.


Es así porque hasta entonces el tomador puede ordenar que no se pague, o extraviarse el
cheque, giro, etc. O que no tenga fondos: Donati, Trattato, II, nº 454. Estas entregas son pro
solvendo y no pro soluto.
Contra: C. Nac. Com., 7/9/1936, LL 3-1018, en que reconoció eficacia al giro, llegado a poder
del asegurador después del siniestro (el siniestro no era previsible al tiempo de girar).
Lordi estima que el asegurador debe procurar el cobro del giro o cheque, a los cuales equipara
otros títulos o papeles de cobro seguro: sólo la falta de pago de éstos permite considerar que
hay mora (ob. cit., nº 687). Conf.: Gasperoni, nº 37. Solución criticable, porque impone al
asegurador dedicarse a la cobranza o negociación de papeles, gravándolo en sus operaciones,
que al tornarse más onerosas sólo perjudican a los demás asegurados. Para Donati, ob. y lug.
cits., la eficacia del pago con cheque se condiciona a la existencia de fondos.
La jurisprudencia estadounidense equipara el pago con cheque con el efectuado en efectivo, si
se paga o existieron fondos en el banco por un tiempo prudencial. Pero está dividida en la
solución cuando el cheque no se paga (Patterson, nº 96; Vance, p. 278).

572
Si se remite por correo, las soluciones varían, según que se haya autorizado o no el medio de
envío: en el último caso se cuenta la llegada efectiva del dinero a poder del asegurador (Vance,
ps. 269 y ss.).
El recibo extendido por el asegurador contra entrega del cheque varía la solución (Besson, en
"Rev. Gén. Ass. Terr.", 1941, p. 144; Bianchi d´Espinosa, en "Assicurazioni", 1960, 2, p. 266).

(807) Corte de Casación francesa 2/12/1968, en "Rev. Trim. Droit Comm.", 1969, p. 550, con
nota aprobatoria de Cabrillac y Rives-Lange. Será un supuesto de aplicación de la doctrina del
art. 813 Ver Texto, CCiv.

(808) Algunos fallos ya antiguos decidieron lo contrario: C. Nac. Com., 5/12/1916, GF 5-277;
31/10/1933, JA 43-1198; 29/4/1937, LL 7-185; 23/8/1937, LL 8-103. Conf.: Zavala
Rodríguez, II, nº 1662, fundado en el fallo registrado en GF 89-265, que no tiene el alcance
que le atribuye.
Contra: Castillo, nº 54, para quien sólo es un plazo de gracia.
La producción del siniestro, antes del vencimiento del pagaré, impone el pago al asegurador. La
solución sería diversa si ocurre después del vencimiento sin cancelarlo (C. Nac. Com.,
12/5/1919, JA 3-416; 20/9/1917, GF 12-124). Pero es menester protestarlo para que exista
mora (C. Nac. Com., 31/5/1964, ED 8-882 -¿cabría mantener la solución ante la nueva norma
del art. 509 Ver Texto, CCiv., ley 17711 Ver Texto?-).
Vivante sostiene (Contratto, nº 71) que la aceptación de pagarés por las primas atrasadas no
importa el pago, y no se debe pagar la indemnización por el siniestro ocurrido en el intervalo:
su aceptación no importa renuncia a las sanciones por la mora ni novación, solución
inaceptable porque el asegurador concede crédito y en consecuencia la mora queda purgada
(ver fallos citados en nota 106).
Sobre la jurisprudencia estadounidense en la materia, ver Patterson, ps. 438 y 439; Vance, p.
277.
El asegurador debe reconvenir por los pagarés impagos, en el juicio en que se le reclama la
indemnización (C. Fed. Rosario, 3/4/1918, JA 1-392). El tribunal no explica el fundamento de
su solución, cuya arbitrariedad es evidente: el asegurador no está obligado a demandar.

(809) Exigir el pago de los pagarés importa renunciar a la caducidad cumplida (C. Nac. Com.,
30/12/1935, JA 52-914; 7/9/1936, LL 3-1018; 13/4/1962, sala B, inédito).
Es así si el pago que se reclama excede de la prima debida hasta la caducidad, lapso por el cual
tiene derecho por haber soportado el riesgo.
Ver asimismo, de la misma sala B, 30/8/1963, inédito, acerca de la vigencia de la caducidad
por falta de pago.

(810) C. Nac. Com., sala A, 29/2/1996, "Carrizo, Ángela del Valle Zorrilla de, v. Inca S.A.
Compañía de Seguros" Ver Texto, ED 171-114.

(811) Besson y Picard, I, nº 185; Vivante, Trattato, nros. 1861 y 1912, y Contratto, nros. 63 y
66; Castillo, nº 51; Vance, ps. 224 y ss.; Garrido y Comas, ob. cit., p. 178.
Conf.: ley alemana, art. 35; proyecto del Instituto de Estudios Legislativos, art. 26.

(812) Besson y Picard, I, nº 185; Vivante, Trattato, nº 1861, y Contratto, nº 6; Vance, ps. 224 y
ss.

573
Las facilidades de pago que se otorguen son personales; por lo cual no se extienden al tercero
(C. Nac. Civ. 2ª, 14/12/1938, JA 64-974).
Sobre la licitud de la postergación: C. Nac. de Paz Letrada, sala II, 5/8/1955, LL 80-487
(reconoció eficacia al seguro aun en el supuesto de pago moroso).

(813) Antes de la ley, la Superintendencia de Seguros dictó la resolución 1918, año 1950
(ADLA X-A-886), que consagró la práctica corruptora del mercado, de concesión automática
de plazo de 90 días. Esto trae la consecuencia de que existe cobertura sin contraprestación
durante ese plazo, con pérdida de intereses y disminución de liquidez. Esta resolución 1918 fue
sustituida por la 8034, de 23/11/1966, por la cual: a) se limita a 45 días la cobertura cuando en
este lapso no se concreta la forma de pago de la prima; b) el plazo máximo para la cancelación
total de la prima se limita a 150 días desde el comienzo de la garantía; c) caduca
automáticamente todo seguro, con prohibición de su ulterior rehabilitación, cuya prima no
haya sido totalmente cancelada en el plazo de 180 días desde el comienzo de la garantía.
Quedan exceptuados solamente los seguros enumerados en el art. 2.

(814) Besson, nota en DP 1933-1-17, estima que el reclamo importa renuncia.

(815) Besson, nota en DP 1933-1-17. La solución es lógica, porque de lo contrario la vigencia


de la garantía quedaría librada al arbitrio o diligencia del asegurador. En cambio, rechazamos
extender la solución al supuesto en que el asegurador reclama el pago cuando la prima debe ser
pagada en su sede, porque no hay justificación alguna para ella.

(816) Ver para la jurisprudencia anterior a la ley la solución contraria: C. Nac. Com.,
19/7/1925, JA 16-275: la emisión de la póliza no hace presumir el pago si no contiene
referencia a éste. Conf.: Vance, p. 228. Confr. C. Nac. Com., 2/12/1932, GF 101-222.
No obstante, la C. Nac. Com., 23/8/1937, LL 8-103, decidió que el asegurador no debe emitir
la póliza si la prima no está pagada; por lo cual no puede alegar esta defensa contra el tercero
subrogado en los derechos del asegurado (!).

(817) Para la jurisprudencia anterior, ver C. Nac. Com., 11/6/1940, LL 18-1065; C. Nac. de
Paz Letrada, sala II, 5/8/1955, LL 80-487.
O renunció al pago previo. La renuncia del agente con facultad de celebrar el contrato lo obliga
(art. 54); ver Vance, p. 227, quien cita otros supuestos de renuncia tácita aceptados por la
jurisprudencia estadounidense.

(818) Ver C. Nac. Com., 16/5/1930, GF 86-181 y JA 33-246; 31/8/1944, JA 1944-IV-253.

(819) Besson y Picard, I, nº 185. Cuando el plazo es mayor del año, se pagará anualmente por
la posible variación del riesgo; además, técnicamente se calcula sobre la base anual.
En caso de resolución, se tomará en cuenta la reducción por el mayor plazo originario; esto es,
se recalculará la prima por el plazo corrido (Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 515).

(820) Art. 31, 1º párr.; Besson y Picard, I, nº 185; Vivante, Contratto, nº 506. En este caso, se
puede presentar el problema de resolver si se trata de un pago en cuotas o de abreviación del
período de seguro, lo cual es importante para decidir la indivisibilidad de la prima del período
(Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 454).

574
(821) C. Nac. Com., 16/6/1937, LL 7-948.

(822) Art. 570 Ver Texto, CCiv.; Bruck, p. 255.

(823) Vivante, Contratto, nº 463; Malagarriga, Comentario, III, nº 234; Besson y Picard, IV, nº
125.
Creo que la solución se debe limitar al supuesto de siniestro total.

(824) C. Nac. Com., 22/10/1925, JA 18-284; Vivante, Contratto, nº 510.


Vivante añade que este término de gracia puede ser tácita o expresamente prolongado, a pesar
de cuanto se declare en contrario en la póliza.
En el derecho angloestadounidense no se acepta esta solución: dependerá del texto de la póliza
si se admite que durante el término de gracia rige o no la garantía; si se concede para pagar la
prima, se le atribuye el efecto apuntado (Vance, ps. 286 y ss.).
La Superintendencia de Seguros, por resolución 1788, año 1949 (ADLA X-A-883) reglamentó
el funcionamiento de este plazo:
a) Los pagos con cheque o giro posteriores al vencimiento deben ser rechazados por telegrama
colacionado dentro de las 24 horas de recibido, y devolver el papel por carta certificada (art. 1).
b) Si la demora no excede de otras anteriores no objetadas, no se puede rechazar el pago, salvo
comunicación telegráfica el día anterior al último del vencimiento del plazo de gracia, que
caducará si no se paga.

(825) 1ª instancia, juez Dr. Juan B. Estrada, "Rev. Leg. y Jur.", t. 7, p. 263; se discutía
justamente su aplicación al mes de febrero; confirmado en 19/12/1916, GF 6-186.
Esta interpretación no cabría en aquellas pólizas que conceden "un mes, no inferior a 30 días".

(826) Vivante, Contratto, nº 507, y Lefort, I, p. 487, consideran obligatorio el pago de la


primera prima. Es la práctica francesa, a pesar del art. 75 de la ley (Besson y Picard, IV, nros.
83 y 126).
La C. Nac. Com., 10/6/1931, JA 35-1443, no hizo distinción alguna.

(827) La ley francesa de 1930, en los arts. 16 y ss., exige que el asegurador intime el pago por
carta certificada, haciendo correr un plazo para cancelar la deuda; vencido este plazo, el
asegurador recién puede optar entre las distintas sanciones legales o convencionales. Ver
Besson y Picard, I, nros. 190 y ss.
La ley alemana adopta un sistema similar, variando el procedimiento según se trate de la prima
del primer período o de las sucesivas, y si ocurrió o no el siniestro (art. 39). Ver Bruck, ps. 245
y ss., y ps. 265 y ss.
Sobre las leyes estaduales estadounidenses, Vance, ps. 296 y ss.

(828) Pero no funcionará si el asegurador aceptó o requirió después pago de la prima (ver C.
Nac. Com., 17/6/1964, ED 9-741).

(829) Téngase en cuenta que cuando la prima se debe pagar en el domicilio del asegurado, el
asegurador debe probar haber concurrido efectivamente a cobrarla; de lo contrario, no existirá
mora. La solución no varía con el art. 509 Ver Texto, CCiv., modificado por la ley 17711 Ver
Texto.

575
(830) La interpretación de Zavala Rodríguez, II, nº 1659, que se refiere al seguro de prima
única, no tiene amparo en el texto de la ley. No expresa de dónde deduce su interpretación
restrictiva.

(831) No obstante, el asegurador se deberá limitar conforme a los términos de la póliza: C.


Nac. Com., sala B, "India S.A. v. Martini"Ver Texto, 30/5/1969, inédito.

(832) Es la solución general en materia de obligaciones (C. Fed. Cap., 1/3/1923, JA 10-112).
Podrá rescindir por invocación de los arts. 18 Ver Texto y 134 Ver Texto, mas entonces las
normas aplicables serán éstas.

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23. En el seguro de personas.

La mora tiene efectos especiales. Dispone el art. 139 Ver Texto que cuando el asegurado
interrumpe el pago de las primas y han trascurrido 3 años o más desde la celebración, tiene
derecho a optar por cualquiera de las tres soluciones enunciadas por el art. 138 Ver Texto (833)
:

a) la conversión del seguro en otro saldado por una suma reducida (en proporción a la prima
pagada y a los planes aprobados);

b) la conversión del seguro en otro por la misma suma pero de plazo reducido (también en
proporción a la prima pagada y a los planes aprobados);

c) la rescisión del contrato, con el pago de una suma determinada, según las anualidades
pagadas y conforme a los planes aprobados.

Si el asegurado, debidamente interpelado por el asegurador, no manifiesta su opción en el


término de un mes, "el contrato se convertirá automáticamente en un seguro saldado por una
suma reducida" (art. 139 Ver Texto, in fine).

576
El seguro o póliza saldada extingue la obligación de pagar la prima, pero mantiene la del
asegurador de pagar el capital o la renta, aunque reducido. El contrato subsiste incambiado en
sus demás condiciones. El derecho a trasformar el seguro corresponde al tomador, y si son
varios, a cada uno por su parte.

En el caso de seguro prorrogado por el préstamo (art. 141 Ver Texto, 2º párr.), el contrato
original se mantiene absolutamente inalterado, por el término que las reservas alcancen a cubrir
(834) .

El seguro sobre la vida conoce respecto de estas tres soluciones una institución peculiar,
llamada en el comercio asegurador rehabilitación, legislada por el art. 152 Ver Texto: "El
asegurado puede, en cualquier momento, restituir el contrato a sus términos originarios con el
pago de las primas correspondientes al plazo en el que rigió la reducción, con sus intereses al
tipo aprobado por la autoridad de contralor de acuerdo a la naturaleza técnica del plan y en las
condiciones que determine".

(833) Con el código derogado se admitió la validez del pacto de extinción del contrato por
mora en el pago (C. Nac. Com., sala B, 3/11/1967, LL 129, fallo 59.378).

(834) Ver en Vance, ps. 311 y ss., un análisis extenso del derecho estadounidense en el punto.

-------------

24. Supuestos de excepción.

No siempre la falta de pago produce la mora. El tomador puede no pagar si a su vez el


asegurador no está en condiciones de cumplir con sus obligaciones (835) , o si obedece al
procedimiento seguido para el cobro (836) , o si media fuerza mayor (837) .

577
En los seguros de personas, además exime de la mora la notificación del siniestro que,
conforme a la póliza, libera del pago de la prima, si ocurre antes del vencimiento (838) , o la
prórroga automática en el seguro sobre la vida en virtud del préstamo previsto por el art. 141
Ver Texto, 2º párr., ya analizado (839) .

25. Reclamación del pago: efectos.

La reclamación del pago de la prima no deja sin efecto la suspensión de la garantía, incluso si
se demanda judicialmente: hasta tanto se pague el asegurador queda relevado de su garantía
(art. 31 Ver Texto, 1er. párr.) (840) .

Mas la percepción de la prima en retardo importa consentir la continuación del contrato (841) .
Y el cobro o gestión de pago de primas posteriores importa renuncia a la caducidad (842) .

26. Suspensión.

El contrato de seguro conoce una institución peculiar para los casos de incumplimiento por el
asegurado, especialmente para el supuesto de mora en el pago de las primas: la suspensión.
"Existe suspensión cuando el asegurado no ejecuta, en el curso del contrato, una obligación
determinada que le es impuesta: se le retira la garantía hasta el día en que, espontáneamente, se
coloca nuevamente en las condiciones del seguro" (843) .

Se caracteriza porque el asegurador se desliga de la garantía, mientras que el asegurado debe las
primas vencidas y las que venzan en el futuro (844) . Es decir que funciona como una
verdadera pena privada, que depende de él hacer cesar: es una caducidad en potencia (845) .

578
Se aplica a todos los seguros, incluso a los de personas (846) .

Tiene cierta analogía con la caducidad, tanto que Besson y Picard juzgan que es una forma
especial de ésta (847) ; pero mientras la caducidad extingue el contrato y funciona
generalmente después de producido el siniestro, la suspensión actúa con independencia de
todo siniestro, por vía de amenaza, porque retira la garantía; y no es irrevocable, porque admite
la rehabilitación del contrato (848) .

Generalmente funciona como sanción a la mora en el pago de la prima (849) , supuesto para el
cual legisla el art. 31 Ver Texto.

Es suficiente que el asegurado incurra en mora con uno de los pagos; no es menester ponerlo
en mora en los sucesivos. Hemos visto que en nuestro derecho cae en mora por el vencimiento
del término; y si la prima se debía cobrar en su domicilio, por efecto de la mora deberá acudir a
pagar a la sede del asegurador (850) .

El pago que reactiva el contrato debe ser válido; es decir, es menester que el asegurador
conozca el estado del riesgo a ese momento, y el asegurado debe declararlo: así, será ineficaz si
se paga producido el siniestro u ocultando la agravación del riesgo (851) . El pago debe ser
completo; el parcial no hace cesar la suspensión (852) , ni tampoco la promoción de acción
judicial para el cobro.

Mas realizado el pago regularmente, la reactivación no requiere el consentimiento del


asegurador ni otra formalidad (853) , salvo en el seguro sobre la vida, en que se suele recabar
una nueva visita médica, cuyos resultados deben ser satisfactorios (854) . Téngase en cuenta
que la rehabilitación se producirá "de acuerdo a la naturaleza técnica del plan y en las
condiciones que determine" (art. 142 Ver Texto).

579
No es menester que corra un nuevo plazo de incontestabilidad, porque al reactivarse el
contrato el asegurado debe ser puesto en la misma condición en que se hallaba antes de la
suspensión; si el plazo sólo habría corrido en parte, se completará (855) .

Si se cubre el suicidio, el plazo fijado para esta garantía deberá volver a correr íntegramente
(856) .

La suspensión es oponible al beneficiario del seguro sobre la vida; a la víctima del accidente en
el seguro voluntario de la responsabilidad civil, si el accidente ocurre durante la suspensión
(857) .

El asegurador puede renunciar a los efectos de la suspensión (858) : pero ésta debe resultar de
actos inequívocos que traduzcan esta renuncia (art. 874 Ver Texto, CCiv.), como señalamos ya.

26 (a).

La suspensión constituye, a nuestro juicio, un supuesto particular de la caducidad en el seguro.


Es, como destacan Picard y Besson, una "caducidad en potencia" (859) .

Y ello es así por una razón muy sencilla: la caducidad, en el seguro constituye la extinción del
derecho del asegurado, establecida como sanción ante el incumplimiento de éste de una carga
impuesta por la ley o el contrato. Pero atacando sólo el derecho del asegurado, queda vigente el
contrato, que es pasible de amparar otros siniestros que ocurran durante su vigencia si el
asegurado hubiese cumplido, respecto de éstos, las cargas y obligaciones que se le impusieron.
Si se quiere extinguir el contrato, el asegurador deberá rescindirlo; no basta la caducidad para
producir la disolución del vínculo.

Es que la suspensión de la cobertura constituye el efecto propio de las cargas presiniestrales:


como la caducidad se alimenta del siniestro, pues constituye la extinción del derecho del
asegurado de reclamar la prestación del asegurador que éste prometió para el caso de ocurrir el
percance (indemnizar los daños; pagar el capital establecido en los seguros de personas, etc.), si
no se ha producido siniestro, la caducidad no tiene base sobre la cual operar; por ello se debe

580
limitar a formular una amenaza de caducidad para el supuesto de que, en algún momento,
pueda ocurrir lo azaroso. Se trata, entonces, de una caducidad que permanece como amenaza,
en potencia, pero que no puede operar efectivamente mientras no exista un siniestro que dé
nacimiento al derecho del asegurado a reclamar la prestación del asegurador, derecho que hasta
ese momento permanecía larvado, eventual, condicionado a que tuviera lugar el hecho
siniestral. Si éste se produce, entonces la caducidad se configura "en acto" y va a atacar el
derecho del asegurado: lo condiciona al proceso extintivo que requiere la actuación integrativa
del asegurador en los términos del art. 56 Ver Texto, LS., como cualquier otro supuesto de
caducidad.

Cabe agregar que la falta de oportuno pago de la prima no constituye el único supuesto de
suspensión: se da en todos los casos de incumplimiento de cargas presiniestrales (p.ej., arts. 36
Ver Texto, inc. a; 39 Ver Texto; 40 Ver Texto; 67 Ver Texto; 82 Ver Texto, in fine; etc.).

Jurisprudencia

Sobre el tema se ha dicho que la suspensión es una institución peculiar del contrato de seguro
para los casos de incumplimiento por el asegurado, especialmente para el supuesto de mora en
el pago de las primas (art. 31 Ver Texto, LS.). Existe suspensión cuando el asegurado no
ejecuta, en el curso del contrato, una obligación determinada que le es impuesta, por lo cual se
le retira la garantía hasta el día en que, espontáneamente, se coloca de nuevo en las condiciones
del seguro. Se caracteriza porque el asegurador queda desligado de la garantía, mientras que el
asegurado debe las primas vencidas y las que venzan en el futuro. La suspensión actúa por vía
de amenaza, porque retira la garantía, y no es irrevocable, pues admite la rehabilitación del
contrato (C. Nac. Com., sala A, 13/3/1981, "Instituto Coperativo de Seguros v.
Establecimiento San Ambrosio" Ver Texto, Rep. LL 1981-2964, sum. 40).

La suspensión de la cobertura del siniestro por falta de pago de la prima provoca la cesación
temporaria de la cobertura otorgada por el seguro, de manera tal que el derecho principal que
buscó el asegurado al contratar permanece en suspenso hasta que se dé cumplimiento al deber
asumido; por ende, el asegurador se ve liberado de su obligación de indemnizar durante
idéntico lapso. Si se produce un siniestro en el tiempo en que existe la suspensión de la
cobertura por falta de pago de la prima, el asegurador está exento de cumplir con su obligación
de indemnizar, ya que ningún derecho en vigencia poseía el asegurado respecto de este
siniestro. La suspensión de la cobertura del siniestro por falta de pago de la prima cesa a partir
del momento en que el asegurado da cumplimiento a sus deberes; pero aunque la póliza
comienza nuevamente a cubrir los riesgos, lo hace sólo hacia el futuro, pues si bien se le
reconoce al pago efecto rehabilitante, éste se produce "ex nunc", sin que la percepción de la
prima íntegra se pueda considerar como una conducta que signifique una purga de la mora y de
la suspensión ya operada. La ley 17418 indica en el art. 31 Ver Texto que si el pago de la prima
no se produce, el asegurador no será responsable por el siniestro ocurrido; este principio puede
ser extendido y regulado por las partes, siempre con el control de la Superintendencia de
Seguros de la Nación, que obra como organismo estatal moderador en cuanto tiene presente la
función social del seguro (C. Nac. Com., sala A, 18/3/1982, "Avícola Cañuelas S.A. v. Ítalo

581
Argentino de Seguros Generales S.A.", ED 100-538 y JA 1982-IV-611 Ver Texto). Es válida y
oponible la cláusula de una póliza que suspenda la cobertura por falta de pago, en tiempo
oportuno, de la prima convenida, pues dicha cláusula recoge la disposición supletoria del art.
30 Ver Texto de la Ley de Seguros (C. Nac. Trab., sala 1ª, 31/5/1994, "Arce, Ernesto, v.
Industrias Ganaderas Inga S.A.", DT 1995-752).

El pago en mora de la cuota del seguro deja en suspenso la garantía mientras duró aquélla, y la
rehabilitación opera hacia el futuro. Se trata de una defensa -la suspensión de cobertura- nacida
antes del siniestro y, por lo tanto, oponible al tercero damnificado, por lo cual en tal caso no
corresponde hacer extensiva la condena a la aseguradora (C. Nac. Civ., sala C, 19/12/1996,
"Scardillo, Margarita Y., v. Rabelino, Carlos O.", LL 1997-C-995, sum. 11.551).

27. Privilegio del crédito por las primas.

La prima, salvo la de los seguros agrícolas -ley 3863-, no goza de privilegio. La prima de los
seguros agrícolas goza del privilegio de los arts. 3911 Ver Texto y 3912 Ver Texto, CCiv. (860)
.

28. Supuestos especiales de pago de la prima.

En los arts. 33 Ver Texto a 35 Ver Texto la ley prevé distintos supuestos de reajuste de la
prima convenida:

a) En el supuesto de reticencia no dolosa, en la cual el asegurador opte por reajustar el contrato


(art. 6 Ver Texto, 1ª parte) o en el seguro sobre la vida en que este reajuste se le impone (art. 6
Ver Texto, 2ª parte), la diferencia de la prima que se deba en razón del reajuste "se pagará
dentro del mes de comunicada al asegurado" (art. 32 Ver Texto).

b) Asimismo, se regula el reajuste de la prima cuando erróneamente se denunció un riesgo más


grave: en este caso, la prima se reduce por los períodos posteriores a la denuncia del error,
según la tarifa aplicable al tiempo de la celebración del contrato (art. 34 Ver Texto, 1er. párr.).

582
La norma es útil cuando el seguro es por más de un período (art. 17 Ver Texto), y se justifica:
1) la tarifa vigente al tiempo de la celebración del contrato, porque se lleva a la verdadera
entidad del riesgo a ese momento; es la condición en que se habría celebrado; 2) por los
períodos posteriores al de la denuncia del error, porque el asegurador ha realizado gastos de
comercialización no recuperables, sobre la prima correspondiente al riesgo equivocadamente
denunciado (comisión, especialmente; pago de impuestos, etc.).

c) La disminución del riesgo es prevista por el art. 34 Ver Texto, 2º párr.: el reajuste de la prima
se hace por los períodos posteriores y según la tarifa aplicable al tiempo de la denuncia de la
disminución. La solución se justifica porque hasta ese momento el asegurador soportó el riesgo
en la extensión originariamente denunciada; se aplica cuanto se expuso sub b (861) .

d) Solución análoga, pero inversa a la sub c, se aplica por el art. 35 Ver Texto para el caso de
agravación del riesgo cuando el asegurador opta por no rescindir (arts. 39 Ver Texto y concs.)
o la rescisión es improcedente (art. 44 Ver Texto): la prima se reajustará con arreglo al nuevo
estado del riesgo y según la tarifa aplicable desde la agravación (en el supuesto del art. 44 Ver
Texto desde la conclusión del contrato).

Si el asegurador opta por el reajuste, lo propondrá al asegurado; si éste lo rechaza, el


asegurador puede decidir:

a) rescindir el contrato, si está en término;

b) que el reajuste se decida judicialmente, si la póliza nada prevé. Téngase en cuenta que el
reajuste se debe fundar en las tarifas aprobadas; que el asegurador no puede obtener una prima
mayor con la amenaza de resolver el contrato.

(835) Sup. Corte Bs. As., 20/12/1927, JA 26-1387: el asegurador solicitaba quitas para
restablecer su capacidad financiera.
Vance señala que para la jurisprudencia estadounidense el estado de insol-
vencia no es suficiente; es menester que el asegurador haya suspendido los negocios (p. 293).

(836) C. Nac. Civ. 2ª, 29/4/1936, LL 2-828 y JA 54-189: sociedad mutual que descontaba la
cuota directamente del sueldo del empleado al cobrar éste, y no se pagó por estar suspendido o
trasladado.

583
(837) Obarrio, p. 109; Vivante, Contratto, nº 74; Castillo, nº 53; Fernández, p. 489.
La C. Nac. Com. -9/11/1927, GF 71-105 y JA 26-747- la aplicó en un supuesto de seguro
sobre la vida: "¿Cómo el contrayente que paga el premio para ponerse al abrigo de los casos de
fuerza mayor, puede perder el capital que ha asegurado, precisamente para un caso de fuerza
mayor? Si esto fuera posible, contradiría el fin del seguro". Y párrafos antes expresó con
dudosa exactitud: "La solución de la cuestión no es dable buscarla, tratándose de contratos de
seguro, en las reglas puramente estrictas (?), porque esta convención es, por su esencia, un
contrato de buena fe, puramente indemnizatorio, que así como no debe dar lugar a provechos
ilegítimos de parte del asegurado, tampoco puede autorizar que el asegurador obtenga la
caducidad después de la vigencia de la póliza, por un acto que no puede imputarse a la
voluntad exclusiva del asegurado".
Al contrario, la mora supone la culpa en la inejecución, y la fuerza mayor la excluye: es la regla
general; ¿cuál es entonces la peculiaridad? Salvo que el tribunal requiera una inejecución
intencional, pero nada lo hace suponer.
La C. Nac. Com., 12/9/1896, Fallos 60:193, reconoció este carácter de fuerza mayor a la
enfermedad grave que causa la muerte y no permite ocuparse de asunto alguno (seguro sobre la
vida, en el caso).
Besson y Picard, I, nº 198, sostienen que la enfermedad o el fallecimiento no constituye fuerza
mayor, porque se pudo confiar el pago a un tercero, y los herederos no gozan de un plazo
especial. ¿Y si la muerte fuere súbita? ¿Si los herederos no estuvieren presentes? ¿Si el
asegurado no estuviere en condiciones de impartir instrucciones?
Contra, en general, Vance, p. 29.

(838) C. Nac. Com., 20/10/1937, LL 8-1104.

(839) C. Nac. Com., 16/6/1937, LL 7-948: la prórroga se extiende al plazo para el cual alcanza
el pago, incluso por fracción de un período si así lo admite la póliza.

(840) Es una aplicación elemental del sinalagma contractual, que funda el art. 1201 Ver Texto,
CCiv. Conf.: C. Nac. Civ. 2ª, 1/10/1920, JA 5-400; Segovia, nota 1874; Obarrio, nº 32;
Fernández, p. 490. Con la excepción prevista supra cuando se recibieron pagarés y se reclama
su pago (ver texto y nota 106).

(841) Conf.: Segovia, nota 1873; Malagarriga, Comentario, III, nº 239.


Sraffa sostiene que importa la renovación, porque la mora produce la rescisión ipso iure ("Rev.
Dir. Comm.", 1908, 1ª parte, p. 500), lo cual no es exacto en nuestro derecho (arts. 31, 1º párr.,
y 32): sólo crea un derecho a rescindir.

(842) Conf.: C. Nac. Com., 31/10/1933, GF 107-53; Patterson, ps. 458 y ss. Ver supra, texto y
nota 106.
Contra: C. Nac. Com., 26/5/1930, JA 33-281, en una solución contraria a la buena fe más
elemental.

(843) Besson, en Études en honneur de Capitant, p. 79.

(844) Besson y Picard, I, nros. 194 y 195; Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1937, p. 483; en
Études en honneur de Capitant, p. 79, y en DP 1937-2-49; C. Nac. Com., 21/2/1911, "Jur.

584
Trib. Nac.", febrero de 1911, p. 233; 16/5/1911, "Jur. Trib. Nac.", mayo de 1911, p. 323; sala
B, "Cepeda v. El Comercio", 21/3/1969, inédito.
La Corte de Casación de Francia, 9/7/1957, con aprobación de Besson, afirma que la
suspensión se refiere a la prima que está en mora, mas no a las sucesivas, que deben ser
requeridas a su vez. Este apartamiento de las reglas generales sobre mora obedece a las normas
de la ley francesa de 1930.
El asegurador puede renunciar a esta suspensión, mas debe resultar de actos inequívocos
(Giannatasio, en "Assicurazioni", 1949, 2, p. 39).
La mora tiene eficacia por sí misma; si se concedió un plazo de tolerancia, la falta de pago
retrotrae sus efectos (Greco, en "Assicurazioni", 1943, 2, p. 141; ver eod. loc., Corte de
Casación de Italia, 12/8/1942).
Fernández adjudica un efecto retroactivo a la reactivación, la cual somete a la aceptación previa
por el asegurador (p. 490).
Naturalmente, excepto que la póliza disponga diversamente, como es la caducidad automática
por falta de pago (no opcional para el asegurador), supuesto en que sólo puede percibir la
prima por el lapso trascurrido de cobertura (C. Nac. Com., sala C, 8/5/1969, en JA 1969-III,
fallo 17.317), más el impuesto pagado por toda la duración (eod. loc.).

(845) Besson y Picard, I, nº 194.

(846) Se admite en la práctica asegurativa argentina, y lo acepta la doctrina general: Rivarola, nº


1194; Lordi, nº 801.
Contra: Besson y Picard, I, nº 195, porque el asegurador no puede exigir el pago de la prima; si
se quiere desligar, debe rescindir.

(847) Ob. cit., I, nº 241.

(848) Besson, en Études en honneur de Capitant, p. 79.


Las diferencias con la nulidad y la rescisión son obvias, y resultan de cuanto dijimos en el texto:
ver Lepargneur, nº 1310.

(849) Vivante, Contratto, nº 73.


Besson cita su aplicación, en el seguro de robo, al caso de desocupación o cierre del local; en el
seguro individual contra accidentes, los viajes por medios o lugares no autorizados -aunque
reconoce que en este supuesto hay más bien no garantía-, y en el seguro de incendio, el
traslado no denunciado de las cosas (en Études en honneur de Capitant, p. 79).

(850) En Francia se discute si el asegurado debe ser o no puesto en mora con cada
vencimiento, dado el régimen especial en la materia que contiene la ley de 1930: Besson y
Picard, I, nº 202.

(851) Vivante, Trattato, nº 1917, y Contratto, nº 68; Halperin, en LL 5-38, secc. Doctrina;
Greco, en "Assicurazioni", 1938, 2, p. 94; Bruck, p. 190; C. Nac. Com., 4/8/1938, JA 63-611.
Concordante con este criterio, la ley francesa de 1930, art. 49, ha fijado normas especiales en el
seguro de ganado. Ver Lepargneur, nº 1356: comprobación del estado del riesgo; no garantía
por siniestros, consecuencia de accidentes o enfermedades producidas durante la suspensión.
Contra: C. Nac. Com., 18/10/1935, GF 118-237, que admitió en un seguro sobre la vida que
se completara el pago después del fallecimiento.

585
(852) Besson y Picard, I, nº 197; Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1944, p. 154, apoyando el
fallo de la Corte de Casación. Mas sostiene que la concesión de plazo de gracia en el juicio
importa aceptar la reactivación (en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1946, p. 37), y también cuando
otorga recibo por el total (eod. loc., 1962, p. 54).

(853) Besson y Picard, I, nº 195.


Mas si requiere que el asegurador acepte la rehabilitación, ésta no produce sus efectos hasta esa
aceptación, por lo cual no se cubre el siniestro producido en el intervalo (Besson, en "Rev.
Gén. Ass. Terr.", 1959, p. 44). Ver Schmitz, Sobre la cuestión de la interrupción de la
cobertura al renovar una póliza en vigor, en "Riesgo y Seguro", 1949, p. 555.

(854) El nuevo examen médico debe ser pactado: Halperin, cit. en nota 144; Greco, en
"Assicurazioni", 1938, 2, p. 94; Lordi, nº 689; Castillo, nº 240. Así resulta del art. 142, el cual
dispone que se producirá en las condiciones que determine el plan.
En caso de que exista contestación entre las partes acerca de la aceptabilidad del riesgo, se
decidirá judicialmente.

(855) Halperin, cit. en nota 144.

(856) Ver capítulo VIII, nº 30, y notas 125 y ss.

(857) En nuestro país, en materia de accidentes del trabajo, la cuestión ha perdido interés al
haber sido derogada la ley 24028 Ver Texto (que a su vez había reemplazado las normativas de
la ley 9688 Ver Texto y sus modificatorias), y sustituida por otro régimen diferente, establecido
por la ley 24557 Ver Texto, de riesgos del trabajo [ver capítulo V, § 89 (a)].

(858) Donati, Trattato, II, nº 546.


Por ejemplo, intervenir en la liquidación de la indemnización del siniestro ocurrido durante la
suspensión (C. Nac. Com., sala B, 30/10/1963, autos "Furlan v. El Cóndor", inédito).
Ver, también, Lanuzzi, en "Assicurazioni", 1954, 2, p. 139; Materi, en "Assicurazioni", 1958, 2,
ps. 73 y 174.

(859) Besson y Picard, Les assurances terrestres en droit français, t. I, n_ 108, p. 192.

(860) Rivarola, nº 1154, señala que el art. 19 Ver Texto, ley 9644 -análoga en el punto al art. 43
Ver Texto, decreto ley 15348, año 1946, ratificado por la ley 12962 Ver Texto-, podría llevar a
que el asegurador cobrara después que el acreedor prendario, contra lo cual arguye que: a) las
primas son de pago preferente a los arrendamientos, y éstos al crédito prendario; b) el seguro
existe en razón de la prima, a lo cual cabe agregar que beneficia al acreedor prendario a quien la
ley reconoce el derecho a cobrarse sobre la indemnización (art. 3).
La Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, 13/4/1954, LL 75-358, le ha negado este
carácter de gasto de conservación.

(861) Si el asegurador resiste el reajuste, el contrato es rescindible por su culpa (art. 216 Ver
Texto, CCom.).

586
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III

29. Carácter de contrato único del seguro sobre la vida.

La circunstancia de que en el seguro plurianual sobre la vida los pagos sean generalmente
facultativos para el asegurado (arts. 134 Ver Texto y 138 Ver Texto) (862) ha planteado por
parte de la doctrina el problema de si se trata de un seguro único o de un seguro anual,
renovable por la voluntad del asegurado, expresada por el pago de la prima (863) .

En nuestra opinión, el contrato es único. No sólo por la forma como se calcula y fija la prima
anual -hasta determinada época, con cada prima anual se paga una parte del riesgo mediato,
correspondiente a los años posteriores, para facilitar no sólo el pago por el asegurado, sino
también para hacer más fácil la financiación de la empresa-, y por la voluntad de las partes
claramente expresada, sino también por su funcionamiento: con cada pago no hay visita
médica ni declaración del estado del riesgo; el asegurador no se puede negar a recibir los pagos
de los nuevos períodos aduciendo una agravación anormal, ajena a la edad misma; el asegurado
no debe abonar los presuntos gastos de renovación, etc. (864) . Es el concepto aceptado por la
ley 17418 Ver Texto, pues sirve de presupuesto a los arts. 130 Ver Texto; 134 Ver Texto; 131
Ver Texto, 3er. párr.; 138 Ver Texto, y 140 Ver Texto.

Quienes adoptan la opinión contraria quieren resolver así el problema del carácter aleatorio del
seguro sobre la vida, dado que de lo contrario la muerte, hecho fatal, les parece que excluiría
ese carácter aleatorio; opinión que ya rechazamos, porque si bien es un hecho fatal, se ignora
cuándo ocurrirá.

587
La razón del pago anual facultativo radica en una necesidad práctica: dejar al asegurado en
libertad de acción para el porvenir, porque no puede prever con muchos años de anticipación
su capacidad económica para proseguir la ejecución normal del contrato, o porque pueden
desaparecer las razones que lo llevan a contratarlo. Esta libertad o facultad del asegurado
coadyuva justamente a la difusión del seguro (865) .

IV

30. Indivisibilidad de la prima.

Corrientemente se afirma que la prima es indivisible, y que el asegurador nada debe restituir en
caso de extinción del contrato, cualquiera que sea el momento en que ocurra.

El principio general aceptado por la ley argentina es el de la indivisibilidad de la prima por el


período en curso, en el supuesto de que caduquen los derechos del asegurado (art. 36 Ver
Texto, in fine).

La indivisibilidad se funda en que las primas se calculan por períodos enteros, y la devolución
altera los cálculos para afrontar los siniestros; por esta razón, el asegurador debe adquirir
definitivamente la prima correspondiente, porque de lo contrario no estaría en condiciones de
soportar los riesgos asumidos en virtud de los numerosos contratos (866) .

La ley argentina sólo la acepta para el supuesto citado: es decir, cuando el contrato caduca
pendiente la asunción del riesgo. Cuando el contrato se anula por reticencia y el asegurado
actuó sin dolo, el art. 6 Ver Texto impone la restitución de la prima con deducción de los
gastos. Si incurrió en reticencia dolosa o de mala fe, el asegurador tiene derecho a las primas
correspondientes a los períodos trascurridos y del período en que se invoca la reticencia (art. 8
Ver Texto, para cuya aplicación se debe tener en cuenta lo dispuesto por los arts. 5 Ver Texto,
último párrafo, y 17 Ver Texto): es decir, se trata de una pena a la malicia del asegurado.

588
30 (a).

El principio de indivisibilidad de la prima se advierte, en nuestra opinión, cuando ocurre un


siniestro total. Es allí, aunque el hecho tenga lugar a poco de iniciada la vigencia del seguro,
cuando el asegurador posee derecho a percibirla en forma íntegra (p.ej., robo o destrucción de
la cosa a la cual se refiere la cobertura). Ello, así, porque la prima responde a un cálculo en que
se contempla el riesgo en cuanto a su incidencia económica en caso de siniestro ocurrido
durante determinado plazo, sin interesar que tenga lugar al comienzo o hacia el final de ese
lapso. Como expresa el autor de esta obra, "las primas se calculan por períodos enteros y la
devolución altera los cálculos para afrontar los siniestros".

Pero, a nuestro entender, tal situación no se configura en el supuesto de caducidad, entendida


ésta en el sentido estricto que hemos dado a dicha institución en el seguro. La caducidad no
afecta el vínculo contractual (y mucho menos aún en el caso de suspensión de cobertura);
queda perjudicado sólo el derecho del asegurado a reclamar la prestación del asegurador
respecto de un siniestro determinado. Entonces, si la vigencia y cobertura del seguro continúan
hacia el futuro, el asegurado deberá la prima como contraprestación de ese amparo y no como
sanción por falta de pago oportuno. Por tal razón estimamos que el último párrafo del art. 36
Ver Texto parte de un supuesto que no se da en los hechos, en cuanto implica la suposición de
que la caducidad extingue el contrato, lo cual hemos visto que no ocurre.

En cambio, sí se estará ante una pena si el asegurador, ante la mora, opta por rescindir (art. 32
Ver Texto); o si el asegurador anula el contrato cuando en la celebración de éste medió
falsedad o reticencia dolosa del asegurado en su información sobre el verdadero estado del
riesgo (arts. 5 Ver Texto y 8 Ver Texto, LS.).

Jurisprudencia

Respecto del supuesto de falta de pago de la prima, la jurisprudencia tiene decidido que la
obligación del asegurado de pagar la prima constituye una obligación de ejecución inmediata
cuya exigibilidad es coetánea con su nacimiento. Pero cuando se estipulan cuotas, el pago de
éstas en término constituye un presupuesto de la cobertura o garantía del riesgo por parte del
asegurador (C. Nac. Com., sala A, 8/5/1997, "Poggi, Lidia R., v. Siglo XXI Cía. Argentina de
Seguros S.A.", JA 1997-IV-631 Ver Texto). Por ello, la suspensión de la cobertura causada por
el no pago de la prima provoca la cesación temporaria de la cobertura otorgada por el seguro,
de modo que si se verifica el siniestro durante el tiempo de la suspensión, el asegurador está
eximido de cumplir con su obligación de indemnizar. Sin embargo, tal extinción del derecho
del asegurado no se produce ipso iure, en el instante del incumplimiento, sino a partir de que el
asegurador invoca la existencia de él para liberarse, y siempre, claro está, que ello se efectivice
dentro del plazo otorgado por el art. 56 Ver Texto de la ley 17418 (C. Nac. Com., sala A,

589
10/9/1996, "Matos de De Marco, Shirley W., v. Libertad Cía. de Seguros S.A.", LL 1997-C-
244 y DJ 1997-3-696).

En atención a que la prima es la contraprestación de la obligación convenida en la póliza, la


suma en que esta última quede cuantificada se debe adecuar a la exigencia legal de congruencia
entre la obligación del asegurador y la del asegurado, para evitar así el desequilibrio de los
contenidos patrimoniales de las obligaciones de las partes (C. Nac. Com., sala C, 31/3/1995,
"Icolano, Humberto, v. La Continental Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1995-D-697).

Las reglas que sobre cobranza de premios fueron elaboradas por el mercado asegurador con el
control de la Superintendencia de Seguros no resultan de aplicación cuando aparece indudable
que las partes se han querido apartar de ellas y sujetar sus relaciones a otras diferentes, como
puede ocurrir con las inducidas de sus respectivos comportamientos posteriores a la
celebración del contrato, en los términos del art. 218 Ver Texto, inc. 4, del Código de
Comercio (C. Nac. Com., sala A, 15/3/1985, "Guerrero Martins, Víctor E., v. Sud América
Cía. de Seguros S.A.", LL 1985-C-538 y DJ 1985-53-712).

La aceptación, por parte de la aseguradora, del pago de la prima, con lo cual puso en vigencia
una cobertura suspendida sin comprobar la existencia del riesgo asegurado, resulta suficiente
para tener por probada su preexistencia, pues nadie puede invocar su propia torpeza (C. Nac.
Com., sala E, 10/2/1995, "Foigelman, Alejandro, v. Arcadia Cía. de Seguros S.A." Ver Texto,
LL 1995-C-298 y DJ 1995-2-1077).

Si debido a la existencia de un saldo impago de la prima la póliza resultó anulada en el último


tramo del lapso de vigencia, ello no borra los efectos del contrato de seguro celebrado entre las
partes, pues, sin perjuicio de la suspensión de la cobertura producida, queda pendiente el saldo
impago de la prima que figura en el instrumento de anulación (C. Nac. Com., sala C,
30/11/1993, "Mansilla de Albornoz, Anselma, v. La Defensa Cía. de Seguros S.A." Ver Texto,
LL 1995-A-46).

El momento de efectuado el pago de la prima del seguro es el que figura en los recibos
extendidos por el autorizado, de modo tal que la posterior rendición de cuentas del cobrador o
productor frente a la aseguradora es ajena al cumplimiento de las obligaciones por parte del
asegurado y, por tanto, la aseguradora no puede pretender liberarse del cumplimiento de sus
obligaciones respaldada en sus propios registros contables, en los cuales asentó los pagos con
las fechas de las liquidaciones realizadas por el productor, pues tal mecánica es inoponible al
asegurado (C. Nac. Com., sala A, 4/9/1996, "Superintendencia de Seguros de la Nación,
s./Incidente por Amézaga, Ernesto M." Ver Texto, DJ 1996-2-1391).

590
31. Rescisión por el asegurador.

Cuando existe rescisión por voluntad del asegurador, el art. 41 Ver Texto, en materia de
agravación del riesgo, fija la regla general, a la cual se remiten otras disposiciones de la ley (arts.
45 Ver Texto, 2º y 3º párrs.; 52 Ver Texto, 2º párr.; 81 Ver Texto, 2º párr.; 82 Ver Texto, 2º
párr.) y que el art. 18 Ver Texto establece para el supuesto de resolución voluntaria:

a) Si la rescisión es por voluntad exclusiva del asegurador, esto es, no media culpa del
asegurado, el asegurador sólo tiene derecho a la prima proporcional al tiempo trascurrido (art.
41 Ver Texto, ap. a).

b) Si la rescisión se funda en la conducta culposa del asegurado, el asegurador tiene derecho a


la prima por el período en curso (art. 41 Ver Texto, ap. b), aplicado también por el art. 32 Ver
Texto para el supuesto de rescisión por mora en el pago de la prima.

La distinción busca sancionar al asegurado que no cumple cabalmente sus obligaciones; y no


alentar al asegurador a rescindir el contrato cuando no halla fundamento en la conducta
culposa del asegurado.

32. Rescisión por el asegurado.

Si quien rescinde es el asegurado, deberá pagar íntegramente la prima por el período en curso,
puesto que el asegurador soportó el riesgo, salvo expresa excepción legal, como en el caso del
art. 45 Ver Texto, 2º párr., que remite a las normas del art. 41 Ver Texto, o que se haya
pactado la libre rescindibilidad (art. 18 Ver Texto, 2º párr.). Ejemplo típico de aplicación de la
regla general es el art. 52 Ver Texto, 3er. párr., de rescisión en caso de siniestro parcial (867) .

Este régimen legal de la rescisión no puede ser cambiado (arts. 158 Ver Texto y 41 Ver Texto,
incs. a y b), salvo las disposiciones que autoricen otra sanción: arts. 18 Ver Texto, 2º párr., y 36.

591
33. Otras orientaciones.

La ley alemana consagró el principio de la indivisibilidad en el art. 40 Ver Texto. En cambio, la


ley francesa de 1930, siguiendo la hostilidad de su doctrina y de la jurisprudencia (Corte de
Casación, 6/6/1924, 1ª parte, p. 25), lo abandonó en los arts. 18, 22, 35, 47, 17 y 19, en los
cuales consagró la divisibilidad.

Ver Besson y Picard, I, nº 183; Lepargneur, nº 1307; Deroulede, La regla proporcional de


prima, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1931, p. 743; Sumien, Chronique, "Dalloz", 1945, p. 6;
Ripert, en nota al fallo citado, sostiene su solución, porque se viola el principio de los contratos
sinalagmáticos. "La indivisibilidad de la prima no es más que una fórmula, que ni siquiera es
exacta, porque la expresión indivisibilidad está empleada aquí para condenar el pago parcial. Se
necesitaría poder justificar esta indivisibilidad por un principio jurídico. Ciertas decisiones
arguyen que una modificación de los riesgos, posterior al contrato, no puede ejercer ninguna
influencia sobre las obligaciones de las partes, ya que es un contrato aleatorio. En efecto; no se
trata de una modificación de los riesgos, sino de una supresión, y por consiguiente de la
rescisión del contrato por imposibilidad de ejecución". Rechaza que se sobreentienda que el
asegurador adquiere la totalidad de la prima, porque habría que admitir que la rescisión por
fuerza mayor es lo normal.

Conf. Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1944, p. 158.

En nota en "Dalloz", 1927, 1ª parte, p. 153, Ripert acepta que se pacte la indivisibilidad, lo cual
no parece ser aceptable en nuestro derecho, porque sería contrario a la naturaleza de las
normas ya analizadas (art. 158 Ver Texto, primera parte).

Zavala Rodríguez, II, nº 1873, fundado en el derogado art. 531 Ver Texto, CCom., opinaba
que en el seguro plurianual el asegurado pierde la integridad de la prima, y no la del período de
seguro. El art. 531 Ver Texto cit. creaba una mera presunción, y es contraria a la técnica
aseguradora de cálculo por períodos, que justifica la indivisibilidad analizada en el texto.

34. Efectos.

El principio de la indivisibilidad lleva a concluir que el asegurador gana la integridad de la


prima del período en curso en el supuesto de que ocurra el siniestro: el asegurado no tiene
derecho a una restitución proporcional de la prima única o del período en que ocurre, aun
cuando se produzca al día siguiente del siniestro y aunque éste no sea total (868) .

592
35. Variabilidad de la prima.

Mas esta indivisibilidad no significa invariabilidad de la prima: ya vimos su reducción y


aumento en los casos de reticencia no dolosa (art. 6 Ver Texto), denuncia de un riesgo más
grave que el real (art. 34 Ver Texto, 1er. párr.), o de disminución del riesgo durante la vigencia
del contrato (art. 34 Ver Texto, 2º párr.) o de la agravación (art. 35 Ver Texto). Igualmente,
cuando se produce un siniestro parcial, la prima convenida se reduce por los períodos
posteriores (869) (ver art. 52 Ver Texto y las diversas soluciones consagradas, que llevan a esta
solución, especialmente en su 2º párr.).

36. Prueba del pago de la prima. Carga.

El asegurado debe probar el pago de la prima (870) . La emisión de la póliza, por sí sola, no
permite presumirlo si nada expresa sobre el punto (art. 30 Ver Texto, 3er. párr.) (871) , o exige
la prueba por acto separado (872) , o el pago previo para su vigencia efectiva (873) .

El recibo de la prima que consta en la póliza puede destruirse por prueba en contrario (874) , a
cargo del asegurador (875) .

593
El agente que celebró el contrato o que intervino en la celebración (art. 54 Ver Texto) está
autorizado a percibir la prima (876) , así como el agente mediador que entrega la póliza que a la
vez sirve de recibo (877) . De lo contrario, se debe hallar en posesión de un recibo firmado por
el asegurador (art. 53 Ver Texto, inc. c),

o el asegurador haber aceptado la eficacia de los pagos hechos a este agente (art. 218 Ver
Texto, inc. 4, CCom., y los principios de la representación aparente) (v.gr., si los imputó a la
cuenta que mantiene con él, o remitidos por éste con posterioridad los aceptó efectuados a las
fechas en que el asegurado los realizó, etc.).

(862) Decimos generalmente, porque puede dejar de ser facultativo, como cuando existe
obligación hacia el beneficiario de pagar la prima, o hacia el acreedor garantizado con la póliza,
etc.: Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, p. 1045; Lordi, nº 771.

(863) Lefort, I, ps. 141 y 142; II, ps. 59 y 60; Segovia, notas 1869 y 1912; Viterbo, en "Riv. Dir.
Comm.", 1932, 1, ps. 58 a 61.

(864) Vivante, Contratto, nº 505; Lepargneur, nº 1401; Vance, ps. 260 y ss.; Castillo, nros. 205
y 206; Malagarriga, Comentario, III, nº 285; C. Nac. Civ. 1ª, 2/10/1939, LL 18-1083 -algunas
de las afirmaciones de este fallo las hemos criticado en la nota ahí inserta-.
Incluso existen leyes que prohíben cobrar la prima natural, y no la prima media, como la ley
italiana de 1923 (ver Lordi, nº 764).

(865) Lepargneur, nº 1401; Lefort, I, ps. 144 y 143; Vivante, Contratto, nº 507; Bruck, p. 256.
Fundamentos análogos han llevado a las leyes modernas a facultar la rescisión de los contratos
de seguros de intereses cuando exceden de cierto plazo, y a limitar la renovación tácita.

(866) Bruck, ps. 249 y 250; Vivante, Trattato, nº 1911, y Contratto, nº 62. Confr. Vance, ps.
318 y ss., que resume el derecho angloestadounidense, en el punto, coincidente en la solución.
Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 514, la juzgan técnicamente necesaria para la mutualidad de
asegurados, dada la forma como se calcula y la distinción entre primas de corto y largo plazo.
Besson y Picard señalan otros fundamentos expuestos por los autores: 1) el riesgo se pudo
producir en el tiempo trascurrido; 2) la prima pierde su individualidad, y se confunde con los
demás fondos; 3) las primas pagadas por cada asegurado no se pueden considerar
aisladamente, sino que su conjunto permitirá afrontar todos los siniestros, ya que la prima
única se equilibra con las indemnizaciones debidas por los siniestros cubiertos por ella; 4) las
graves complicaciones con los reaseguros contratados (ob. cit., I, nº 183).
Zavala Rodríguez, ob. cit., nº 1658, la funda en el art. 1201 Ver Texto, CCiv.

594
Donati sostiene la solución porque sólo se puede calcular por determinada duración -y no
momento a momento-, que constituye la unidad estadística y no hay incumplimiento de su
parte (Trattato, II, nº 450).
Ver, además, sobre el tema, Greco, en "Assicurazioni", 1943, 2, p. 172; Ghionda, en
"Assicurazioni", 1945-1946, 1, p. 34; Ferrarini, en "Assicurazioni", 1945-1946, 2, p. 63. Confr.
Vance, ps. 318 y ss., que resume el derecho angloestadounidense en el punto, coincidente en la
solución.

(867) Ver Scalone, La risoluzione del contratto e l´inadempimento dell´assicuratore, en


"Assicurazioni", 1955, 2, p. 18.
¿La rescisión exige la previa restitución de la prima proporcional al riesgo no corrido? Lo
afirmó la Corte de Casación de Italia, 20/4/1959, con nota aprobatoria en general de Carresi
con excepción para el supuesto en examen, en "Assicurazioni", 1960, 2, p. 101. La Torre, a su
vez, ha sostenido que ese reembolso es un corolario de la rescisión y no su precio (en
"Assicurazioni", 1961, 2, p. 306), lo cual aparece evidente, puesto que está obligado a
reembolsar justamente porque se rescinde el contrato y queda sin efecto la garantía de la cual la
prima es contraprestación.

(868) Ver Vivante, Contratto, nº 51; Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1944, p. 158; Benítez de
Lugo, Reymundo, ob. cit., I, ps. 320 y ss.; Besson, en "Dalloz", 1945, J. 44, quien ahí critica la
doctrina contraria de la Corte de Casación francesa en caso de siniestro total.

(869) Ver nota precedente, y art. 95, ley alemana.

(870) C. Nac. Com., 30/4/1925, GF 86-44.

(871) Jurisprudencia anterior concordante: C. Nac. Com., 19/6/1925, GF 56-450; 31/8/1928,


JA 28-208; 22/8/1927, GF 70-63.

(872) C. Nac. Com., 15/7/1927, GF 69-177 y JA 25-678.

(873) C. Nac. Com., 22/8/1927, GF 70-63.


La C. Nac. Com., 30/4/1930, JA 32-1124, decidió que era así aun cuando el asegurador haya
cumplido actos de ejecución de sus obligaciones. Esta solución es de dudosa exactitud, porque
la conducta del asegurador, ejecutando sus obligaciones, es una prueba de que juzgaba sus
obligaciones vigentes y exigibles (art. 218 Ver Texto, inc. 4, CCom.); si no importaban la
prueba del pago, por lo menos eran presunciones que imponían la prueba de la falta de pago a
cargo del asegurador. Solución semejante sería inadmisible con el nuevo régimen legal (arts. 31
Ver Texto, 3º párr., y 79 Ver Texto).

(874) C. Nac. Com., 27/11/1913, "Rev. Leg. y Jur.", t. 4, p. 71.

(875) C. Nac. Com., 2/12/1932, JA 40-593; 31/10/1933, GF 107-53.

(876) Ver capítulo III, nros. 39 bis y ss.


Respecto del agente que celebró el contrato, ver C. Fed. Cap., 27/6/1914, "Jur. Trib. Nac.",
junio de 1914, p. 71.

595
El recibo otorgado por el agente autorizado hace plena prueba, salvo que el asegurador
acredite colusión entre el asegurado y el agente (C. Nac. Com., 26/10/1927, JA 26-324).

(877) Ver nota 89.

-----------------------------

III

29. Carácter de contrato único del seguro sobre la vida.

La circunstancia de que en el seguro plurianual sobre la vida los pagos sean generalmente
facultativos para el asegurado (arts. 134 Ver Texto y 138 Ver Texto) (862) ha planteado por
parte de la doctrina el problema de si se trata de un seguro único o de un seguro anual,
renovable por la voluntad del asegurado, expresada por el pago de la prima (863) .

En nuestra opinión, el contrato es único. No sólo por la forma como se calcula y fija la prima
anual -hasta determinada época, con cada prima anual se paga una parte del riesgo mediato,
correspondiente a los años posteriores, para facilitar no sólo el pago por el asegurado, sino
también para hacer más fácil la financiación de la empresa-, y por la voluntad de las partes
claramente expresada, sino también por su funcionamiento: con cada pago no hay visita
médica ni declaración del estado del riesgo; el asegurador no se puede negar a recibir los pagos
de los nuevos períodos aduciendo una agravación anormal, ajena a la edad misma; el asegurado
no debe abonar los presuntos gastos de renovación, etc. (864) . Es el concepto aceptado por la
ley 17418 Ver Texto, pues sirve de presupuesto a los arts. 130 Ver Texto; 134 Ver Texto; 131
Ver Texto, 3er. párr.; 138 Ver Texto, y 140 Ver Texto.

Quienes adoptan la opinión contraria quieren resolver así el problema del carácter aleatorio del
seguro sobre la vida, dado que de lo contrario la muerte, hecho fatal, les parece que excluiría

596
ese carácter aleatorio; opinión que ya rechazamos, porque si bien es un hecho fatal, se ignora
cuándo ocurrirá.

La razón del pago anual facultativo radica en una necesidad práctica: dejar al asegurado en
libertad de acción para el porvenir, porque no puede prever con muchos años de anticipación
su capacidad económica para proseguir la ejecución normal del contrato, o porque pueden
desaparecer las razones que lo llevan a contratarlo. Esta libertad o facultad del asegurado
coadyuva justamente a la difusión del seguro (865) .

IV

30. Indivisibilidad de la prima.

Corrientemente se afirma que la prima es indivisible, y que el asegurador nada debe restituir en
caso de extinción del contrato, cualquiera que sea el momento en que ocurra.

El principio general aceptado por la ley argentina es el de la indivisibilidad de la prima por el


período en curso, en el supuesto de que caduquen los derechos del asegurado (art. 36 Ver
Texto, in fine).

La indivisibilidad se funda en que las primas se calculan por períodos enteros, y la devolución
altera los cálculos para afrontar los siniestros; por esta razón, el asegurador debe adquirir
definitivamente la prima correspondiente, porque de lo contrario no estaría en condiciones de
soportar los riesgos asumidos en virtud de los numerosos contratos (866) .

La ley argentina sólo la acepta para el supuesto citado: es decir, cuando el contrato caduca
pendiente la asunción del riesgo. Cuando el contrato se anula por reticencia y el asegurado
actuó sin dolo, el art. 6 Ver Texto impone la restitución de la prima con deducción de los
gastos. Si incurrió en reticencia dolosa o de mala fe, el asegurador tiene derecho a las primas
correspondientes a los períodos trascurridos y del período en que se invoca la reticencia (art. 8

597
Ver Texto, para cuya aplicación se debe tener en cuenta lo dispuesto por los arts. 5 Ver Texto,
último párrafo, y 17 Ver Texto): es decir, se trata de una pena a la malicia del asegurado.

30 (a).

El principio de indivisibilidad de la prima se advierte, en nuestra opinión, cuando ocurre un


siniestro total. Es allí, aunque el hecho tenga lugar a poco de iniciada la vigencia del seguro,
cuando el asegurador posee derecho a percibirla en forma íntegra (p.ej., robo o destrucción de
la cosa a la cual se refiere la cobertura). Ello, así, porque la prima responde a un cálculo en que
se contempla el riesgo en cuanto a su incidencia económica en caso de siniestro ocurrido
durante determinado plazo, sin interesar que tenga lugar al comienzo o hacia el final de ese
lapso. Como expresa el autor de esta obra, "las primas se calculan por períodos enteros y la
devolución altera los cálculos para afrontar los siniestros".

Pero, a nuestro entender, tal situación no se configura en el supuesto de caducidad, entendida


ésta en el sentido estricto que hemos dado a dicha institución en el seguro. La caducidad no
afecta el vínculo contractual (y mucho menos aún en el caso de suspensión de cobertura);
queda perjudicado sólo el derecho del asegurado a reclamar la prestación del asegurador
respecto de un siniestro determinado. Entonces, si la vigencia y cobertura del seguro continúan
hacia el futuro, el asegurado deberá la prima como contraprestación de ese amparo y no como
sanción por falta de pago oportuno. Por tal razón estimamos que el último párrafo del art. 36
Ver Texto parte de un supuesto que no se da en los hechos, en cuanto implica la suposición de
que la caducidad extingue el contrato, lo cual hemos visto que no ocurre.

En cambio, sí se estará ante una pena si el asegurador, ante la mora, opta por rescindir (art. 32
Ver Texto); o si el asegurador anula el contrato cuando en la celebración de éste medió
falsedad o reticencia dolosa del asegurado en su información sobre el verdadero estado del
riesgo (arts. 5 Ver Texto y 8 Ver Texto, LS.).

Jurisprudencia

Respecto del supuesto de falta de pago de la prima, la jurisprudencia tiene decidido que la
obligación del asegurado de pagar la prima constituye una obligación de ejecución inmediata
cuya exigibilidad es coetánea con su nacimiento. Pero cuando se estipulan cuotas, el pago de
éstas en término constituye un presupuesto de la cobertura o garantía del riesgo por parte del
asegurador (C. Nac. Com., sala A, 8/5/1997, "Poggi, Lidia R., v. Siglo XXI Cía. Argentina de
Seguros S.A.", JA 1997-IV-631 Ver Texto). Por ello, la suspensión de la cobertura causada por
el no pago de la prima provoca la cesación temporaria de la cobertura otorgada por el seguro,

598
de modo que si se verifica el siniestro durante el tiempo de la suspensión, el asegurador está
eximido de cumplir con su obligación de indemnizar. Sin embargo, tal extinción del derecho
del asegurado no se produce ipso iure, en el instante del incumplimiento, sino a partir de que el
asegurador invoca la existencia de él para liberarse, y siempre, claro está, que ello se efectivice
dentro del plazo otorgado por el art. 56 Ver Texto de la ley 17418 (C. Nac. Com., sala A,
10/9/1996, "Matos de De Marco, Shirley W., v. Libertad Cía. de Seguros S.A.", LL 1997-C-
244 y DJ 1997-3-696).

En atención a que la prima es la contraprestación de la obligación convenida en la póliza, la


suma en que esta última quede cuantificada se debe adecuar a la exigencia legal de congruencia
entre la obligación del asegurador y la del asegurado, para evitar así el desequilibrio de los
contenidos patrimoniales de las obligaciones de las partes (C. Nac. Com., sala C, 31/3/1995,
"Icolano, Humberto, v. La Continental Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1995-D-697).

Las reglas que sobre cobranza de premios fueron elaboradas por el mercado asegurador con el
control de la Superintendencia de Seguros no resultan de aplicación cuando aparece indudable
que las partes se han querido apartar de ellas y sujetar sus relaciones a otras diferentes, como
puede ocurrir con las inducidas de sus respectivos comportamientos posteriores a la
celebración del contrato, en los términos del art. 218 Ver Texto, inc. 4, del Código de
Comercio (C. Nac. Com., sala A, 15/3/1985, "Guerrero Martins, Víctor E., v. Sud América
Cía. de Seguros S.A.", LL 1985-C-538 y DJ 1985-53-712).

La aceptación, por parte de la aseguradora, del pago de la prima, con lo cual puso en vigencia
una cobertura suspendida sin comprobar la existencia del riesgo asegurado, resulta suficiente
para tener por probada su preexistencia, pues nadie puede invocar su propia torpeza (C. Nac.
Com., sala E, 10/2/1995, "Foigelman, Alejandro, v. Arcadia Cía. de Seguros S.A." Ver Texto,
LL 1995-C-298 y DJ 1995-2-1077).

Si debido a la existencia de un saldo impago de la prima la póliza resultó anulada en el último


tramo del lapso de vigencia, ello no borra los efectos del contrato de seguro celebrado entre las
partes, pues, sin perjuicio de la suspensión de la cobertura producida, queda pendiente el saldo
impago de la prima que figura en el instrumento de anulación (C. Nac. Com., sala C,
30/11/1993, "Mansilla de Albornoz, Anselma, v. La Defensa Cía. de Seguros S.A." Ver Texto,
LL 1995-A-46).

El momento de efectuado el pago de la prima del seguro es el que figura en los recibos
extendidos por el autorizado, de modo tal que la posterior rendición de cuentas del cobrador o
productor frente a la aseguradora es ajena al cumplimiento de las obligaciones por parte del
asegurado y, por tanto, la aseguradora no puede pretender liberarse del cumplimiento de sus
obligaciones respaldada en sus propios registros contables, en los cuales asentó los pagos con
las fechas de las liquidaciones realizadas por el productor, pues tal mecánica es inoponible al
asegurado (C. Nac. Com., sala A, 4/9/1996, "Superintendencia de Seguros de la Nación,
s./Incidente por Amézaga, Ernesto M." Ver Texto, DJ 1996-2-1391).

599
31. Rescisión por el asegurador.

Cuando existe rescisión por voluntad del asegurador, el art. 41 Ver Texto, en materia de
agravación del riesgo, fija la regla general, a la cual se remiten otras disposiciones de la ley (arts.
45 Ver Texto, 2º y 3º párrs.; 52 Ver Texto, 2º párr.; 81 Ver Texto, 2º párr.; 82 Ver Texto, 2º
párr.) y que el art. 18 Ver Texto establece para el supuesto de resolución voluntaria:

a) Si la rescisión es por voluntad exclusiva del asegurador, esto es, no media culpa del
asegurado, el asegurador sólo tiene derecho a la prima proporcional al tiempo trascurrido (art.
41 Ver Texto, ap. a).

b) Si la rescisión se funda en la conducta culposa del asegurado, el asegurador tiene derecho a


la prima por el período en curso (art. 41 Ver Texto, ap. b), aplicado también por el art. 32 Ver
Texto para el supuesto de rescisión por mora en el pago de la prima.

La distinción busca sancionar al asegurado que no cumple cabalmente sus obligaciones; y no


alentar al asegurador a rescindir el contrato cuando no halla fundamento en la conducta
culposa del asegurado.

32. Rescisión por el asegurado.

Si quien rescinde es el asegurado, deberá pagar íntegramente la prima por el período en curso,
puesto que el asegurador soportó el riesgo, salvo expresa excepción legal, como en el caso del
art. 45 Ver Texto, 2º párr., que remite a las normas del art. 41 Ver Texto, o que se haya
pactado la libre rescindibilidad (art. 18 Ver Texto, 2º párr.). Ejemplo típico de aplicación de la
regla general es el art. 52 Ver Texto, 3er. párr., de rescisión en caso de siniestro parcial (867) .

Este régimen legal de la rescisión no puede ser cambiado (arts. 158 Ver Texto y 41 Ver Texto,
incs. a y b), salvo las disposiciones que autoricen otra sanción: arts. 18 Ver Texto, 2º párr., y 36.

600
33. Otras orientaciones.

La ley alemana consagró el principio de la indivisibilidad en el art. 40 Ver Texto. En cambio, la


ley francesa de 1930, siguiendo la hostilidad de su doctrina y de la jurisprudencia (Corte de
Casación, 6/6/1924, 1ª parte, p. 25), lo abandonó en los arts. 18, 22, 35, 47, 17 y 19, en los
cuales consagró la divisibilidad.

Ver Besson y Picard, I, nº 183; Lepargneur, nº 1307; Deroulede, La regla proporcional de


prima, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1931, p. 743; Sumien, Chronique, "Dalloz", 1945, p. 6;
Ripert, en nota al fallo citado, sostiene su solución, porque se viola el principio de los contratos
sinalagmáticos. "La indivisibilidad de la prima no es más que una fórmula, que ni siquiera es
exacta, porque la expresión indivisibilidad está empleada aquí para condenar el pago parcial. Se
necesitaría poder justificar esta indivisibilidad por un principio jurídico. Ciertas decisiones
arguyen que una modificación de los riesgos, posterior al contrato, no puede ejercer ninguna
influencia sobre las obligaciones de las partes, ya que es un contrato aleatorio. En efecto; no se
trata de una modificación de los riesgos, sino de una supresión, y por consiguiente de la
rescisión del contrato por imposibilidad de ejecución". Rechaza que se sobreentienda que el
asegurador adquiere la totalidad de la prima, porque habría que admitir que la rescisión por
fuerza mayor es lo normal.

Conf. Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1944, p. 158.

En nota en "Dalloz", 1927, 1ª parte, p. 153, Ripert acepta que se pacte la indivisibilidad, lo cual
no parece ser aceptable en nuestro derecho, porque sería contrario a la naturaleza de las
normas ya analizadas (art. 158 Ver Texto, primera parte).

Zavala Rodríguez, II, nº 1873, fundado en el derogado art. 531 Ver Texto, CCom., opinaba
que en el seguro plurianual el asegurado pierde la integridad de la prima, y no la del período de
seguro. El art. 531 Ver Texto cit. creaba una mera presunción, y es contraria a la técnica
aseguradora de cálculo por períodos, que justifica la indivisibilidad analizada en el texto.

34. Efectos.

601
El principio de la indivisibilidad lleva a concluir que el asegurador gana la integridad de la
prima del período en curso en el supuesto de que ocurra el siniestro: el asegurado no tiene
derecho a una restitución proporcional de la prima única o del período en que ocurre, aun
cuando se produzca al día siguiente del siniestro y aunque éste no sea total (868) .

35. Variabilidad de la prima.

Mas esta indivisibilidad no significa invariabilidad de la prima: ya vimos su reducción y


aumento en los casos de reticencia no dolosa (art. 6 Ver Texto), denuncia de un riesgo más
grave que el real (art. 34 Ver Texto, 1er. párr.), o de disminución del riesgo durante la vigencia
del contrato (art. 34 Ver Texto, 2º párr.) o de la agravación (art. 35 Ver Texto). Igualmente,
cuando se produce un siniestro parcial, la prima convenida se reduce por los períodos
posteriores (869) (ver art. 52 Ver Texto y las diversas soluciones consagradas, que llevan a esta
solución, especialmente en su 2º párr.).

36. Prueba del pago de la prima. Carga.

El asegurado debe probar el pago de la prima (870) . La emisión de la póliza, por sí sola, no
permite presumirlo si nada expresa sobre el punto (art. 30 Ver Texto, 3er. párr.) (871) , o exige
la prueba por acto separado (872) , o el pago previo para su vigencia efectiva (873) .

602
El recibo de la prima que consta en la póliza puede destruirse por prueba en contrario (874) , a
cargo del asegurador (875) .

El agente que celebró el contrato o que intervino en la celebración (art. 54 Ver Texto) está
autorizado a percibir la prima (876) , así como el agente mediador que entrega la póliza que a la
vez sirve de recibo (877) . De lo contrario, se debe hallar en posesión de un recibo firmado por
el asegurador (art. 53 Ver Texto, inc. c),

o el asegurador haber aceptado la eficacia de los pagos hechos a este agente (art. 218 Ver
Texto, inc. 4, CCom., y los principios de la representación aparente) (v.gr., si los imputó a la
cuenta que mantiene con él, o remitidos por éste con posterioridad los aceptó efectuados a las
fechas en que el asegurado los realizó, etc.).

(862) Decimos generalmente, porque puede dejar de ser facultativo, como cuando existe
obligación hacia el beneficiario de pagar la prima, o hacia el acreedor garantizado con la póliza,
etc.: Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, p. 1045; Lordi, nº 771.

(863) Lefort, I, ps. 141 y 142; II, ps. 59 y 60; Segovia, notas 1869 y 1912; Viterbo, en "Riv. Dir.
Comm.", 1932, 1, ps. 58 a 61.

(864) Vivante, Contratto, nº 505; Lepargneur, nº 1401; Vance, ps. 260 y ss.; Castillo, nros. 205
y 206; Malagarriga, Comentario, III, nº 285; C. Nac. Civ. 1ª, 2/10/1939, LL 18-1083 -algunas
de las afirmaciones de este fallo las hemos criticado en la nota ahí inserta-.
Incluso existen leyes que prohíben cobrar la prima natural, y no la prima media, como la ley
italiana de 1923 (ver Lordi, nº 764).

(865) Lepargneur, nº 1401; Lefort, I, ps. 144 y 143; Vivante, Contratto, nº 507; Bruck, p. 256.
Fundamentos análogos han llevado a las leyes modernas a facultar la rescisión de los contratos
de seguros de intereses cuando exceden de cierto plazo, y a limitar la renovación tácita.

(866) Bruck, ps. 249 y 250; Vivante, Trattato, nº 1911, y Contratto, nº 62. Confr. Vance, ps.
318 y ss., que resume el derecho angloestadounidense, en el punto, coincidente en la solución.
Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 514, la juzgan técnicamente necesaria para la mutualidad de
asegurados, dada la forma como se calcula y la distinción entre primas de corto y largo plazo.
Besson y Picard señalan otros fundamentos expuestos por los autores: 1) el riesgo se pudo
producir en el tiempo trascurrido; 2) la prima pierde su individualidad, y se confunde con los

603
demás fondos; 3) las primas pagadas por cada asegurado no se pueden considerar
aisladamente, sino que su conjunto permitirá afrontar todos los siniestros, ya que la prima
única se equilibra con las indemnizaciones debidas por los siniestros cubiertos por ella; 4) las
graves complicaciones con los reaseguros contratados (ob. cit., I, nº 183).
Zavala Rodríguez, ob. cit., nº 1658, la funda en el art. 1201 Ver Texto, CCiv.
Donati sostiene la solución porque sólo se puede calcular por determinada duración -y no
momento a momento-, que constituye la unidad estadística y no hay incumplimiento de su
parte (Trattato, II, nº 450).
Ver, además, sobre el tema, Greco, en "Assicurazioni", 1943, 2, p. 172; Ghionda, en
"Assicurazioni", 1945-1946, 1, p. 34; Ferrarini, en "Assicurazioni", 1945-1946, 2, p. 63. Confr.
Vance, ps. 318 y ss., que resume el derecho angloestadounidense en el punto, coincidente en la
solución.

(867) Ver Scalone, La risoluzione del contratto e l´inadempimento dell´assicuratore, en


"Assicurazioni", 1955, 2, p. 18.
¿La rescisión exige la previa restitución de la prima proporcional al riesgo no corrido? Lo
afirmó la Corte de Casación de Italia, 20/4/1959, con nota aprobatoria en general de Carresi
con excepción para el supuesto en examen, en "Assicurazioni", 1960, 2, p. 101. La Torre, a su
vez, ha sostenido que ese reembolso es un corolario de la rescisión y no su precio (en
"Assicurazioni", 1961, 2, p. 306), lo cual aparece evidente, puesto que está obligado a
reembolsar justamente porque se rescinde el contrato y queda sin efecto la garantía de la cual la
prima es contraprestación.

(868) Ver Vivante, Contratto, nº 51; Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1944, p. 158; Benítez de
Lugo, Reymundo, ob. cit., I, ps. 320 y ss.; Besson, en "Dalloz", 1945, J. 44, quien ahí critica la
doctrina contraria de la Corte de Casación francesa en caso de siniestro total.

(869) Ver nota precedente, y art. 95, ley alemana.

(870) C. Nac. Com., 30/4/1925, GF 86-44.

(871) Jurisprudencia anterior concordante: C. Nac. Com., 19/6/1925, GF 56-450; 31/8/1928,


JA 28-208; 22/8/1927, GF 70-63.

(872) C. Nac. Com., 15/7/1927, GF 69-177 y JA 25-678.

(873) C. Nac. Com., 22/8/1927, GF 70-63.


La C. Nac. Com., 30/4/1930, JA 32-1124, decidió que era así aun cuando el asegurador haya
cumplido actos de ejecución de sus obligaciones. Esta solución es de dudosa exactitud, porque
la conducta del asegurador, ejecutando sus obligaciones, es una prueba de que juzgaba sus
obligaciones vigentes y exigibles (art. 218 Ver Texto, inc. 4, CCom.); si no importaban la
prueba del pago, por lo menos eran presunciones que imponían la prueba de la falta de pago a
cargo del asegurador. Solución semejante sería inadmisible con el nuevo régimen legal (arts. 31
Ver Texto, 3º párr., y 79 Ver Texto).

(874) C. Nac. Com., 27/11/1913, "Rev. Leg. y Jur.", t. 4, p. 71.

(875) C. Nac. Com., 2/12/1932, JA 40-593; 31/10/1933, GF 107-53.

604
(876) Ver capítulo III, nros. 39 bis y ss.
Respecto del agente que celebró el contrato, ver C. Fed. Cap., 27/6/1914, "Jur. Trib. Nac.",
junio de 1914, p. 71.
El recibo otorgado por el agente autorizado hace plena prueba, salvo que el asegurador
acredite colusión entre el asegurado y el agente (C. Nac. Com., 26/10/1927, JA 26-324).

(877) Ver nota 89.

-----------

45. Seguro de incendio.

En materia de incendio, la ley 17418 Ver Texto no enuncia agravaciones típicas del riesgo; esto
es, lo somete a las normas generales y a las de la póliza. La póliza argentina uniforme anterior,
imponía informar:

a) el cambio de dueño de la cosa asegurada, excepto la trasferencia hereditaria, que con la


nueva ley se rige por los arts. 82 Ver Texto y 83 Ver Texto (923) ;

b) la convocatoria judicial de acreedores (924) ;

c ) el embargo o depósito judicial de las cosas aseguradas;

d) los nuevos seguros, que se rigen actualmente por los arts. 67 Ver Texto y ss. (925) ;

e) los cambios de uso y de destino de los edificios asegurados, o de los edificios donde se
hallan colocadas o almacenadas las cosas aseguradas (926) ;

605
f ) el traslado parcial o total de las cosas aseguradas a un lugar distinto del indicado en la póliza
(927) . La traslación autorizaba a rescindir, aun cuando no produjera una efectiva agravación
del riesgo, aunque efectivamente resultara una disminución del riesgo (928) .

g) las nuevas construcciones, refecciones o instalaciones en los edificios asegurados o en los


que contengan las cosas aseguradas (929) ;

h) la introducción de cosas de naturaleza distinta de las mencionadas en la póliza en los


edificios asegurados, o en los que contengan las cosas aseguradas (930) ;

i ) la instalación, en los edificios asegurados, de una fábrica, usina, sala de espectáculos o de


manipulación industrial o ramo de comercio distinto del mencionado en la póliza (931) .

(923) Es aceptada por la doctrina, porque el asegurador puede quedar ligado con quien no
conoce, ya que la persona del tomador influye sobre el riesgo (ver De Lalande y Couturier, nº
278). Es un aspecto del azar moral. ¿Y cuando se trata del cambio de los integrantes de una
sociedad? ¿Se deberá considerar si aquél importa o no la creación de un nuevo ente con la
consiguiente trasferencia? (ver De Gregorio, en "Assicurazioni", 1935, 2, p. 299).
Evidentemente existen sociedades en que por sus peculiaridades la duda planteada es
inadmisible (sociedades de responsabilidad limitada, anónima, cooperativa, v.gr.); no así en
otras, como es la colectiva o de capital e industria, p.ej., para las cuales, no obstante su
personalidad jurídica, el cambio en el elenco de socios puede importar cambio en el azar moral.

(924) La C. Nac. Com., 7/12/1928, GF 77-309, ha decidido que el desistimiento borra


jurídicamente el acto, por lo cual la convocatoria desistida no hace al tomador pasible de
caducidad. Solución acorde con el art. 42.

(925) El punto es considerado en el capítulo VII.

(926) Por ejemplo, dedicarse a una actividad prohibida (C. Nac. Com., 15/6/1928, GF 76-
138); el abandono de la finca destinada a habitación de familia e introducción en ella de
material fácilmente combustible (C. Nac. Com., 7/8/1941, LL 23-685); depósito de
mercaderías en vez de un comercio (C. Nac. Com., 11/8/1911, "Jur. Trib. Nac.", agosto de
1911, p. 40); el distinto destino de la cosa arrendada (C. Nac. Com., 30/6/1936, JA 57-302).

606
El seguro obligatorio y legal del Banco Hipotecario Nacional se rige por las reglas del seguro
común (entonces, CCom.): C. Fed. Cap., 11/6/1934, JA 46-850; y con especial referencia al
cambio de destino no denunciado: C. Fed. Cap., 28/10/1947, LL 48-591. La solución no debe
variar.

(927) Esta cláusula no impide el traslado dentro del mismo edificio, aun cuando se acumulen
en una sola habitación, en contra del destino de ésta, salvo cuando están específicamente
determinados, o existe limitación expresa: Vivante, Contratto, nº 78; De Lalande y Couturier,
nº 275. Conf.: Segovia, nota 1887, y Malagarriga, Comentario, III, nº 256, que no obstante
agregan la salvedad de que así no se expongan efectivamente a un mayor peligro.
Besson y Picard, III, ps. 41 y ss., señalan la evolución de la práctica francesa en la materia. La
póliza uniforme de 1913 sancionaba la misma solución; mas la póliza uniforme de 1941
introdujo otra, más favorable al asegurado.

(928) Art. 538 Ver Texto, CCom., y Segovia, nota 1887: porque se modificó una de las
condiciones esenciales del contrato; el peligro de los abusos; el riesgo de toda traslación; la
imposibilidad del asegurador de ejercer sus facultades de control. La sanción legal mereció la
crítica fundada de Segovia y Malagarriga (nº 254). La jurisprudencia intentó limitar los efectos
del art. 538 Ver Texto, cit., recabando un aumento en el riesgo, pero no ha insistido en sus
esfuerzos: C. Nac. Com., 3/11/1917, GF 11-75.

Téngase en cuenta que la restitución de las cosas, luego de un traslado temporario, quita al
asegurador derecho a alegar la rescisión o a pretender un aumento de prima (art. 42 Ver
Texto).
Cuando se autorizó el traslado, fijando el medio, se puede hacer por otro menos grave para el
riesgo cubierto (C. Nac. Com., 5/9/1918, GF 16-107).

(929) La construcción debe estar reñida con el destino de la cosa; así, la de madera adicionada a
una de material destinada a corralón de maderas no agrava el riesgo (C. Nac. Com., 7/10/1913,
"Jur. Trib. Nac.", octubre de 1913, p. 289).
Vivante sostiene que no lo hay en el mero aumento de la edificación, porque si aumentan los
habitantes, también es cierto que el aumento del valor hará al asegurado más cuidadoso,
porque él cubre lo no asegurado (Contratto, nº 248).
En una carpintería, no lo es el mayor número de bancos (C. Nac. Com., 28/6/1937, JA 58-
925).

(930) Mercaderías no inherentes al comercio, aunque se posean otras, tanto o más peligrosas
(C. Nac. Com., 28/3/1911, "Jur. Trib. Nac.", marzo de 1911, p. 246).
La prohibición de tener depósito de una mercadería es distinta de tener la mercadería para su
consumo, porque aquél requiere una cantidad tal que pueda aumentar el riesgo (nafta en el
caso) (C. Nac. Com., 4/11/1921, GF 36-31 y JA 7-468; 11/4/1923, JA 10-351).

(931) Es una individualización redundante del cambio de destino (ver nota 217).

607
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46. Seguro de granizo.

Aunque es difícil imaginar una agravación del riesgo en el seguro agrícola, las pólizas prevén la
prohibición de abandonar los cultivos y algunas exigen se informe la concertación de prenda
con registro (932) (incremento del azar moral).

(932) Ver Castillo, nros. 175 y 177.

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47. Seguro de cristales.

En el seguro de cristales, las pólizas imponen el deber de comunicar el traslado a otro local;
grabación, pintura o dibujo que se les agreguen; la venta del comercio.

También existe agravación cuando se hacen cambios importantes (reparación en el edificio) o


por el establecimiento de industrias excluidas por el contrato (933) .

608
(933) Gasperoni, en Nuovo Digesto Italiano, vº Assic. rami minori, nº 12.

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48. Seguro contra robo.

En el seguro contra robo, las pólizas corrientes requieren que se informe cualquier alteración
que sufran los edificios o lugares designados en la póliza, así como cualquier modificación en la
construcción; y la adopción de las medidas razonables para evitar el robo: que las puertas y
ventanas tengan herrajes y cerrojos en perfecto estado de conservación.

Cuando se pacta la instalación de un aparato de alarma, es menester mantenerlo en estado de


funcionamiento (934) .

La póliza aprobada considera: a) cuando se trata de habitación, la desocupación por más de 30


días consecutivos o 120 días en total en el año de vigencia (cláusula 3ª, letra d); b) si se trata de
comercio, industrias, etc., cuando la desocupación es por más de 5 días consecutivos, salvo el
supuesto de vacaciones anuales, que se extiende a 20 días (cláusula 3ª, letra d).

(934) Gasperoni, en Nuovo Digesto Italiano, vº Assic. rami minori, nº 2. Agrega que el
asegurador no podrá aducir la falta de funcionamiento si el robo ocurre en circunstancias y
horas en que generalmente no se aplica.

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609
49. Seguro de ganado.

En el seguro de ganado constituyen agravaciones el traslado del animal (935) , infligirle malos
tratos (art. 105 Ver Texto), el mal cuidado higiénico de los establos, la falta de consulta del
veterinario en los casos de enfermedad o accidentes (art. 105 Ver Texto), etc. (936) .

(935) C. Nac. Com., 6/12/1923, GF 101-248; Besson y Picard, III, nº 71.

(936) Gasperoni, en Nuovo Digesto Italiano, vº Assic. agricole, nº 26; Besson y Picard, III, nº
71.

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50. Seguro de la responsabilidad civil.

En el seguro de la responsabilidad civil es necesario tener en cuenta que el riesgo cambia y se


trasforma, y que el asegurador conoce y prevé estos cambios al momento de contratar; por lo
cual, en esta rama, la norma se entiende en el sentido de que no se deben producir variaciones
anormales no genéricamente previsibles al momento de celebrar el contrato, sean acciones u
omisiones (por ejemplo, en materia de responsabilidad por automotores, aplicación de un
compresor que aumenta la potencia de la máquina; negligencia anormal en el cuidado de los
frenos). La circunstancia de que este seguro cubra los actos culposos del asegurado y sus
dependientes no afecta las reglas de la agravación del riesgo, porque entonces el asegurador
carecería de toda base para determinar el riesgo y fijar la prima (937) .

610
Puede ocurrir que el hecho agravado provoque el siniestro; entonces estarán en conflicto las
normas de uno y otro: se resolverá recurriendo a los conceptos de siniestro y de estado del
riesgo. Es característica esencial del estado del riesgo su perduración, sin provocar
necesariamente el siniestro. Si la causa que provocó el siniestro pertenecía al estado del riesgo,
y surge como consecuencia de una agravación de este estado por hecho del asegurado, el
asegurador no responde (por ejemplo, siniestro debido a la rotura de los frenos, y ésta debido a
la culpa del asegurado, que incurrió en negligencia anormal en su cuidado: aparentemente,
siniestro por culpa, pero como media agravación anormal, no indemnizable (938) .

Se debe distinguir del riesgo excluido; la restricción se expresa por la definición del objeto y
extensión de la garantía, y sólo puede existir agravación si varía el riesgo en la medida en que es
cubierto.

En esta rama, la sanción de un nuevo régimen legal de la responsabilidad puede importar una
agravación (939) .

La jurisprudencia extranjera es muy copiosa en materia de la responsabilidad con el automóvil:


ha reconocido que importa agravación el trasporte de pasajeros en número superior a la
capacidad indicada en la póliza (940) , la locación del vehículo, su uso para un destino ajeno al
que le corresponde, el empleo cuando no está reparado o lo está defectuosamente, el
remolque, etc. (941) .

(937) Viterbo, § 2 y 3, ps. 133 a 139 y 139 a 141.


Las pólizas alemanas sólo dan derecho a rectificar la prima (Bruck, p. 304).

(938) Viterbo, § 3, ps. 138 a 141; Donati, Trattato, III, nº 753.

(939) Dupuich, nota en "Dalloz", 1913, 2ª parte, p. 205: debe revestir tal importancia que altere
los cálculos técnicos considerados al celebrar el contrato.

(940) Besson, en "Dalloz Hebdomadaire", Chronique, 1934, p. 5. Ver Stieffel, en "Rev. Gén.
Ass. Terr.", 1934, p. 42; Besson, nota en "Rev." cit., 1957, p. 189.

611
(941) Ver una copiosa casuística en Stieffel, Ernst, ob. cit. en nota 231. Asimismo, Donati,
Trattato, III, nº 753; Besson, notas en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1957, p. 58, y 1961, p. 145,
conductor ebrio.
Durante sostiene que no existe en el cambio del vehículo si el reemplazante es análogo (misma
marca, modelo, potencia, etc.) (ob. cit., p. 127).

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51. Seguro sobre la vida.

Conforme a la orientación general, legislativa y doctrinal (942) , y la propia práctica de algunos


aseguradores argentinos (943) , la ley 17418 Ver Texto ha establecido respecto de los seguros
sobre la vida:

a) Sólo se debe denunciar la agravación del riesgo expresamente prevista en el contrato con
indicación de las causas que la originan (art. 132 Ver Texto).

b) Los cambios de profesión o de actividad del asegurado autorizan la rescisión cuando


agravan el riesgo de modo tal que, de existir a la celebración, el asegurador no hubiera
concluido el contrato (art. 133 Ver Texto, 1er. párr.). Si lo hubiese concluido por una prima
mayor, la suma asegurada se reducirá en proporción (art. 138 Ver Texto, 2º párr.).

Esto es que el principio es la libertad de adoptar cualquier profesión y cambiar el domicilio,


excepto los que pueden importar agravación del riesgo, que deben ser específicamente
determinados (art. 132 Ver Texto) (944) .

Se debe tener en cuenta que no importan agravaciones todos los hechos que se puedan
considerar normalmente previsibles por el asegurador: vejez, enfermedades, accidentes, etc.

612
Pactada la exclusión por servicio militar en tiempo de guerra, comprende no sólo desde la
declaración de guerra, sino también desde la movilización (945) .

El empleo de los medios de trasporte no lo son; salvo que se limiten expresamente: así, se
permite el empleo de la aviación en calidad de pasajero; algunas pólizas prohíben el viaje
submarino.

Si se aseguró la vida de un tercero, las agravaciones se deben referir a éste.

(942) Ley alemana, art. 164; ley francesa, art. 15; Vivante, Contratto, nros. 553 a 556; Besson y
Picard, I, nº 151; Lepargneur, nº 1400; Lefort, I, ps. 501 a 504.

(943) No existía uniformidad: unas establecían la libertad de cambiar sin restricciones la


profesión y la residencia; otras incluían la de viajar; otras comprendían el servicio militar en
tiempo de paz; etc.

(944) De ahí que la crítica de Zavala Rodríguez, II, nº 1961, sea infundada.

(945) Vivante, Contratto, nº 557.


Hay pólizas argentinas que cubren el riesgo, salvo la participación al servicio de otro país; otras
lo dejan librado a las disposiciones que se dicten para el caso de guerra, etc.

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52. Reaseguro.

En materia de reaseguro, la solución varía según se trate de reaseguro obligatorio o facultativo.


En el reaseguro obligatorio, el asegurador está autorizado a aceptar todas las modificaciones
compatibles con el contrato de reaseguro; y si hay un aumento de prima, el reasegurador
participará en éste. En cambio, en el reaseguro especial, la modificación debe ser aceptada por
el reasegurador (946) .

613
(946) Persico, nº 92. La modificación del pleno durante el contrato debe ser comunicada al
reasegurador, al igual que la de la suma a cargo del reasegurador por sus reaseguros sucesivos:
Persico, nº 91. Conf.: Vivante, Trattato, nº 1926, y Contratto, nros. 101 y 122.

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52. Reaseguro.

En materia de reaseguro, la solución varía según se trate de reaseguro obligatorio o facultativo.


En el reaseguro obligatorio, el asegurador está autorizado a aceptar todas las modificaciones
compatibles con el contrato de reaseguro; y si hay un aumento de prima, el reasegurador
participará en éste. En cambio, en el reaseguro especial, la modificación debe ser aceptada por
el reasegurador (946) .

(946) Persico, nº 92. La modificación del pleno durante el contrato debe ser comunicada al
reasegurador, al igual que la de la suma a cargo del reasegurador por sus reaseguros sucesivos:
Persico, nº 91. Conf.: Vivante, Trattato, nº 1926, y Contratto, nros. 101 y 122.

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614
VII. Carga de informar el acaecimiento del siniestro

59 bis. Generalidades.

El acaecimiento del siniestro impone al asegurado las cargas de informar: a) el siniestro; b) los
daños sufridos.

59 bis (a).

Cuando tiene lugar el siniestro, pesa sobre el asegurado la carga de informar: a) su


acaecimiento; b) las consecuencias derivadas de aquél que se hallen comprendidas en la
cobertura del seguro.

60. Objeto, naturaleza, requisitos. Obligados. Plazo para ejecutarla. Formas. Contenido.

La denuncia del acaecimiento del siniestro tiene por objeto poner al asegurador en condiciones
de controlar las circunstancias en que se produjo, para establecer si realmente condice con la
garantía comprometida; para tomar medidas conservatorias urgentes, desbaratar posibles
fraudes, etc. De ahí que lo esencial sea que el asegurador conozca por medio de cualquier
persona, incluso por terceros ajenos a la relación (965) . La ley en su art. 46 Ver Texto no
menciona esta posibilidad, pero resulta de la naturaleza de la notificación, de su función y
efectos. Pero cuanto el tercero exprese, ajeno a la denuncia del hecho mismo, y que sea
desfavorable al tomador, no le es oponible a éste como confesión (966) . Es una declaración de
conocimiento y no de voluntad, por lo cual el tercero puede ser un incapaz (967) .

615
Requiere:

a) el acaecimiento del siniestro, que produzca la necesidad prevista;

b) el conocimiento cierto por parte del obligado a informar (968) .

Están obligados a denunciarlo el tomador, y el asegurado cuando es por cuenta ajena, o los
derechohabientes en su caso (art. 46 Ver Texto). Si son varios tomadores o asegurados, basta la
denuncia de uno de entre ellos, si es suficiente (969) (esto es, cumple los extremos de una
información idónea).

Se puede dirigir al asegurador, a sus representantes, pero no al mero agente intermediario (arts.
53 Ver Texto y 54 Ver Texto) (970) , excepto que por la práctica en las relaciones de las partes
o por su actuación, el asegurador lo acepte (art. 218 Ver Texto, inc. 4, CCom., y las reglas del
mandato aparente).

Es necesario enviar el informe en el término de 3 días de conocerlo (art. 46 Ver Texto), aunque
llegue ya vencido a poder del asegurador o de su agente (art. 15 Ver Texto). Este plazo sólo
puede ser modificado en favor del asegurado (art. 158 Ver Texto). En el cómputo se tendrán
en cuenta las reglas de los arts. 23 Ver Texto y ss. del Código Civil; por ello, si se fijó en días
no se computará el día en que ocurrió el siniestro o se tuvo conocimiento seguro de éste; mas
si es por horas, se contará desde el momento en que se produjo o se conoció (arts. 24 Ver
Texto y 27 Ver Texto, cód. cit.) (971) . Se presume que se conoció el día en que se produjo; el
asegurado probará que su conocimiento es posterior. El conocimiento debe ser cierto, y
tratarse de un siniestro cubierto (972) . El informe tardío funda la caducidad del derecho del
asegurado, siempre que no medie caso fortuito, fuerza mayor o imposibilidad de hacerlo sin
culpa del asegurado (art. 47 Ver Texto) (973) . Téngase en cuenta que el concepto
"imposibilidad sin culpa" se refiere a supuestos que en rigor no son de fuerza mayor; que
jurídicamente no se podrían considerar tales, pero que han hecho imposible para el asegurado
la comunicación oportuna: no es más que una aplicación de la buena fe esencial que inspira la
celebración y ejecución del contrato (art. 1198 Ver Texto, CCiv.) (ver infra, nº 61).

Si el asegurador considera que la denuncia es tardía, debe hacerlo saber al asegurado al acusar
recibo; si no lo hace, reconoce haber tomado conocimiento en tiempo útil (974) .

616
En el seguro de la responsabilidad civil, la ley adoptó la solución de la práctica argentina de
denunciar el hecho del cual nace la eventual responsabilidad: el plazo es de 3 días desde el
hecho, si lo conocía o debía conocerlo, o desde la reclamación del tercero, si no lo conocía (art.
115 Ver Texto).

La ley no fija una norma especial para el seguro individual de accidentes, por lo cual es
aplicable la regla de que se computa desde que se puede apreciar la gravedad de las
consecuencias del accidente (975) . Es así porque en estos casos la existencia del siniestro
depende de que se produzcan ciertas consecuencias, ya que éste no es el mero acaecimiento de
un hecho del que nace o pueden nacer los daños hacia la persona del asegurado.

En el seguro sobre la vida, el plazo se cuenta desde que el beneficiario tiene conocimiento de la
póliza y su designación (976) , pero se debe tener en cuenta lo dispuesto por el art. 58 Ver
Texto, 4º párr., acerca de la prescripción.

Es libre de formas, salvo que el contrato fije una, la cual deberá observarse (977) . La
inobservancia de la forma determinada no hace ineficaz el informe, siempre que el asegurador
alcance un conocimiento efectivo (doctrina de los arts. 15 Ver Texto, 2º párr., y 46 Ver Texto,
1er. párr.) (978) .

El costo del informe pesa sobre el asegurado (979) .

El asegurado no está obligado a realizar investigaciones para comprobarlo (980) . Su


conocimiento debe ser cierto y del siniestro mismo en concreto; el deber de conocer no se
equipara al conocimiento efectivo, salvo que exista culpa en no conocer (981) .

Es menester que el siniestro tenga cierta importancia (982) .

La información debe ser exacta (983) y de cuanto se sabe, sin errores imputables al asegurado.
Se redactará en términos que hagan suponer que se quiso notificar un siniestro cubierto. La

617
omisión de detalles exigidos en el contrato no se puede sancionar, porque el asegurador puede
recabar la ampliación (art. 46 Ver Texto, 2º párr.) (984) . El error involuntario no acarrea
ninguna sanción (doctrina de los arts. 47 Ver Texto y 48 Ver Texto) (985) .

La función ya señalada del informe fija su contenido (momento, lugar, condiciones,


consecuencias inmediatas del siniestro), pero no es posible exigir una declaración completa y
precisa sobre las causas ni las diversas responsabilidades incurridas: lo esencial es que el
asegurador tenga en su poder los elementos que le permitan hacer las investigaciones
necesarias y salvaguardar sus intereses (986) .

Si la póliza impone dar cuenta inmediata a la autoridad judicial o policial -incendio, robo, etc.-,
esta noticia no se suple con el informe al asegurador, y viceversa, el informe a la autoridad no
exime de la denuncia al asegurador (987) .

60 (a).

La ley establece un plazo general de 3 días para formular la denuncia; no agrega si se trata de
días corridos o hábiles, por lo cual, en principio, por aplicación del art. 28 Ver Texto, CCiv., se
debería entender que se trata de días corridos. No obstante, como se trata de una carga que hay
que cumplir ante el asegurador, se produce una situación inequitativa entre el asegurado cuyo
siniestro ocurrió en fecha a la cual siguen 3 días hábiles de aquel otro para quien el siniestro
acontece en la víspera de varios días inhábiles (p.ej., por existir un feriado que amplía el fin de
semana, o en Semana Santa, etc.), en que las oficinas de la empresa aseguradora, lugar natural
de formulación del aviso, se hallan cerradas; ello obligaría al denunciante a buscar formas
alternativas (p.ej., correo u otros modos de comunicación) y soportar los gastos de
modalidades que le permitan acreditar fehacientemente su expedición (988) .

En otro orden de cosas, cabe destacar que para ciertas coberturas, por su naturaleza, la ley
establece un plazo menor: así, el art. 103 Ver Texto, LS., para el seguro de mortalidad de
animales, estipula que la denuncia de la muerte del animal o de cualquier enfermedad que sufra
se debe efectuar dentro de las 24 horas.

618
61. Justificación de la mora por fuerza mayor o imposibilidad.

La fuerza mayor excusa la falta de informes o la demora; pero cesada la fuerza mayor, es
necesario informar inmediatamente (989) , según las circunstancias.

La ley en su art. 47 Ver Texto se refiere al caso fortuito, la fuerza mayor o imposibilidad de
hecho sin culpa o negligencia: este agregado no sólo evita la discusión de qué constituye fuerza
mayor, sino que también amplía el campo de la exención de caducidad sin necesidad de forzar
el concepto legal de fuerza mayor o de caso fortuito (arts. 513 Ver Texto y 514 Ver Texto,
CCiv.).

Se ha juzgado que constituye fuerza mayor:

a) la ignorancia del siniestro (990) . En la actualidad el texto del art. 46 Ver Texto hace
inaplicable la caducidad, porque exige el conocimiento del siniestro, o culpa en no conocerlo
(doctrina de los arts. 47 Ver Texto y 115 Ver Texto).

b) las circunstancias trágicas del siniestro (991) ;

c ) el estado físico y moral del asegurado a consecuencia del siniestro (992) ;

d) un hecho de guerra (993) ;

e ) la incomunicación del asegurado (994) ;

f ) la ausencia del lugar del siniestro (995) ;

619
g) las características del siniestro, y la naturaleza y amplitud de los informes (996) .

La no recepción del aviso efectivamente emitido no afecta al asegurado (art. 15 Ver Texto): por
lo cual es indiferente la polémica de la doctrina francesa sobre el punto (997) .

Se ha decidido que no constituye fuerza mayor:

a) el estado físico que no impide suministrar el informe por medio de un tercero (998) ;

b) la detención sin incomunicación (999) ;

c ) el viaje del asegurado (1000) ;

d) la detención del encargado de la custodia de la cosa (1001) .

La ignorancia del beneficiario, como la del heredero (1002) , acerca

del seguro, excusan la demora (1003) ; se debe tener presente lo dispuesto por el art. 58 Ver
Texto, 4º párr.

La no denuncia del siniestro por consejo del agente no constituye fuerza mayor (1004) ; pero si
se puede juzgar que actúa por el asegurador (representación aparente, v.gr.) no cabrá sancionar
la omisión del asegurado.

Téngase en cuenta que un cúmulo de circunstancias extraordinarias, que independientemente


no constituyen fuerza mayor, consideradas en conjunto pueden llegar a serlo (1005) .

620
Las partes no pueden pactar que la fuerza mayor no liberará al asegurado de su carga (1006) ,
porque es contrario a la esencia y función de la institución: jugaría como una limitación
disimulada del riesgo asumido, y sería contrario a la buena fe.

62. Sanción por la inejecución. Renuncia (1007)

El incumplimiento de esta carga, sea por omisión (1008) o por simple retardo (1009) , se
sanciona con la caducidad del derecho a la indemnización (art. 47 Ver Texto).

La jurisprudencia considera que se trata de una cláusula rescisoria, para evitar la mala fe de los
asegurados (1010) . La tendencia legislativa actual está en favor de su supresión, sustituyéndola
con la indemnización de los daños; pero el resarcimiento suministra una protección inadecuada
al asegurador, por la imposibilidad o dificultad de determinar cuál es la pérdida sufrida. La
disposición no persigue evitar un daño concreto, sino los siniestros provocados o culposos:
tiene una función preventiva además de las señaladas, que no se sustituye con la acción
resarcitoria posible (1011) .

El asegurador puede renunciar a la sanción expresa o tácitamente: habrá renuncia tácita


cuando, pese a la violación de la carga, el asegurador designa perito para fijar el daño o cumple
en alguna forma cualquiera de sus obligaciones (art. 79 Ver Texto), o acepta que el asegurado
cumpla las suyas (1012) .

El asegurador también pierde el derecho a alegar la caducidad si interviene en el salvamento o


en la comprobación del siniestro o del daño (art. 46 Ver Texto, 1er. párr., in fine), o cuando
por otra vía tiene conocimiento de él (art. 15 Ver Texto, 2º párr.) (1013) : en todos estos casos,
la sanción deja de llenar la función que la legitima.

La falta de perjuicio concreto para el asegurador no puede ser fundamento suficiente, en razón
de la técnica aseguradora.

621
62 (a).

La opinión de la jurisprudencia, recordada en el texto, que consideraba la caducidad con que se


castiga el incumplimiento de la carga como una cláusula rescisoria (nota 300), mueve a
observar que, como antes destacamos, la caducidad sólo extingue el derecho del asegurado a
reclamar la prestación del asegurador en caso de siniestro, en tanto que la rescisión acaba con
el vínculo asegurativo, lo cual implica que entre ambas instituciones hay una diferencia esencial.

Jurisprudencia

Con relación a la violación de la carga de denunciar el siniestro, se ha resuelto que el


incumplimiento culposo o negligente de una carga sólo trae como consecuencia la pérdida del
derecho al cobro de la indemnización cuando la ley así expresamente lo establece, como en el
supuesto previsto en el art. 46 Ver Texto de la ley 17418 sobre denuncia de siniestro (C. Nac.
Com., sala B, 30/7/1979, "Musante, Jorge, v. La Agrícola Cía. de Seguros S.A.", LL 1980-B-
160), y que en materia de denuncia de siniestros al asegurador, prevalece el criterio que
privilegia el conocimiento efectivo por parte de éste, aunque la denuncia provenga de un
tercero, cuando ha permitido que aquél pueda adoptar todas las medidas concernientes al
ejercicio de sus derechos y al cumplimiento de sus obligaciones. En un caso se decidió que el
cumplimiento tardío de la carga de denunciar el siniestro al asegurador resulta insuficiente para
considerar perdido el derecho a ser indemnizado, si en virtud del hecho intervino la autoridad
policial, con comunicación al juzgado criminal, y el asegurador no invocó la producción de
efectos negativos por la demora, ni puso en duda la veracidad del siniestro, ni las pruebas
aportadas a la causa penal, ni arrimó elementos que permitiesen pensar en la necesidad de una
investigación adicional del siniestro para descartar cualquier obrar doloso o con culpa grave del
asegurado (C. Nac. Com., sala A, 10/6/1997, "Hilandería Asunción S.R.L. v. Omega
Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, LL 1997-F-986, sum. 12.240).

También se resolvió que el incumplimiento de la actora, de su carga de denunciar el siniestro,


resulta insuficiente para considerar perdido el derecho, aunque la denuncia haya sido tardía, si
ya había intervenido de oficio la autoridad policial, y no se produjeron efectos negativos
debidos a la demora en que incurrió el asegurado (C. Nac. Com., sala D, 10/4/1996, "Soich de
Verbich, María C., v. La Hispano Argentina Cía. de Seguros S.A.", JA 1997-I-581 Ver Texto);
pero la carga de denunciar el siniestro ante el asegurador pesa sobre el asegurado. De allí que el
art. 47 Ver Texto, LS., establece que el incumplimiento de dicha obligación genera la pérdida
del derecho a ser indemnizado, salvo que se acredite caso fortuito, fuerza mayor o
imposibilidad de hecho sin culpa o negligencia (C. Nac. Civ., sala D, 11/10/1994, "Duarte,
Luis, v. Mellina, Cristóbal", JA 1995-II-654 Ver Texto).

622
La carga impuesta al asegurado por el art. 46 Ver Texto de la ley 17418 es una declaración de
conocimiento y no de voluntad, razón por la cual puede ser realizada por un tercero, aunque
fuere incapaz. En consecuencia, para que se configure el supuesto previsto en el art. 47 Ver
Texto de la ley mencionada, se debe producir un incumplimiento culposo o negligente de la
carga impuesta por el art. 46 Ver Texto (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 3ª, 24/6/1994,
"Liberato, Ángel W., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", LL 1995-A-115, DJ 1995-1-922 y
JA 1994-IV-195 Ver Texto) (1014) .

Si el actor celebró su contrato de seguro con quien se dice representante de la empresa, recibe
el importe de la prima y otorga recibo y, con posterioridad, la misma empresa convalida lo
actuado mediante la emisión de la póliza definitiva, cumpliendo todo lo que venga "a
maduras", parece razonable que cuando llegan las "duras" (el siniestro) admita el mismo canal
que antes autorizó al celebrar el contrato para recibir la denuncia del accidente hecha al
productor y elevada por éste (C. Apels. Civ. y Com. Rosario, sala 3ª, 9/11/1979, "Palmieri, G.
S., v. Cosecha Cooperativa de Seguros Ltda." -del voto en disidencia del Dr. Alvarado Velloso-
, "Zeus", 1981-22-208; Rep. LL 1983, Seguros, sum. 42).

Una vez producido el evento cubierto en el contrato de seguro surge para el asegurado, además
del deber de denunciarlo en término al asegurador, el de probar la existencia de las
circunstancias demostrativas de la obligación de indemnizarlo. Por ello, el asegurado debe
obrar en la emergencia de buena fe y decir todo lo que sabe, sin cometer errores que le sean
imputables; pero ello no implica que el asegurador pueda obligarlo a realizar investigaciones
especiales a los fines de suministrarle información (C. Nac. Com., sala B, 23/11/1992,
"Giachino, Juan N., v. España y Río de la Plata Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, DJ 1993-2-
159).

Resulta contrario a la buena fe sostener que para poder aspirar a una actividad concreta de
investigación de la compañía aseguradora, el asegurado debe precisar exactamente que el
perjuicio sufrido coincide con el riesgo previsto en el contrato. Si el asegurado expone
circunstanciadamente en su denuncia los hechos constitutivos del siniestro y los daños
concretos producidos como consecuencia del suceso, no parece legítimo aducir la ausencia de
una mención sacramental de la frase "destrucción total" para pretender eludir la carga de
verificación de los daños y posterior indemnización, cuando de la descripción fáctica del
asegurado emana una cierta y razonable probabilidad de que el hecho se pueda encuadrar en la
cobertura pactada (C. Nac. Com., sala A, 30/10/1986, "Sommarucco, Carlos P., v. Fides Cía.
de Seg. S.A.", LL 1987-A-440).

Si bien es cierto que el art. 46 Ver Texto de la ley 17418 determina que la denuncia del siniestro
se debe efectuar dentro de los 3 días de conocerlo, resulta también cierto que si la aseguradora
ha recibido la denuncia y designado liquidador, la carga informativa subsiste mientras exista un
punto que deba ser aclarado; el asegurador debe dar expreso cumplimiento a lo prescrito en el
segundo párrafo de dicha norma y suministrar las pruebas que le requiera el asegurador según

623
el tercer párrafo del mismo artículo (C. Nac. Com., sala B, 14/5/1984, "Idagoya Molina, María
E., v. La Holanda Sudamericana Cía. Seguros S.A.", ED 2/8/1984).

En cuanto a la omisión de denuncia en término en el seguro de la responsabilidad civil, se


pueden mencionar pronunciamientos que han resuelto que la ausencia de denuncia de siniestro
es una situación necesariamente posterior y que, por lo tanto, queda marginada de la serie de
defensas que la ley de la materia permite oponer a la aseguradora (Sup. Corte Bs. As.,
10/7/1997, "Cheruzzo, María, v. Rodríguez, Jorge A., y otros", DJBA 153-5487; en análogo
sentido, mismo tribunal, 1/10/1996, "Escalera, Manuel G., v. Galván, Samuel" Ver Texto,
DJBA 151-6885); así como también que las consecuencias de la falta de cumplimiento de
formular la denuncia del siniestro por parte del asegurado son claramente oponibles a él, pero
ello no ocurre con relación al tercero, ya que la propia Ley de Seguros, cuando regula la
intervención de la aseguradora, claramente establece que ésta puede oponer las defensas
anteriores al siniestro y derivadas del contrato -art. 118 Ver Texto, LS.- (1015) (Sup. Corte Bs.
As., 20/12/1994, "Castro de Moreira, María E., v. Barri, Miguel A." Ver Texto, DJBA 148-
1303).

La falta de denuncia del accidente a la compañía aseguradora por parte del asegurado es una
defensa que se puede oponer sólo contra éste, ya que surge de la relación contractual que los
une y de la cual el tercero resulta ajeno; por lo tanto, resulta inoponible a la víctima del
siniestro (1016) (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 5ª, 8/2/1984, "Pereyra, Ricardo, v. Fernández,
Osvaldo A."; ED 108-431).

No se puede admitir como defensa oponible a la víctima la causal de exclusión de cobertura


(1017) basada en la falta de comunicación en término de la iniciación del juicio civil, desde que
el art. 118 Ver Texto, 3er. párr., ley 17418, establece que en el juicio promovido por el
damnificado, "el asegurador no podrá oponer las defensas nacidas después del siniestro; ello,
más allá de cuál sea la interpretación de la aseguradora sobre el momento del siniestro" (Juzg.
Civ. y Com., 5ª Nominación, Córdoba, 17/5/1985, "F. de M., M., v. M., F. M., y otro", LL
Córdoba 1985-910).

(965) C. Nac. Com, 22/9/1926, JA 22-503; 13/5/1955, LL 81-544, con individualización de la


póliza; Bruck, p. 327, conforme al art. 33 de la ley alemana; Demogue, en "Assicurazioni",
1938, 1, p. 250; Fernández, p. 463; Donati, Trattato, II, nros. 472 y 473.
Puede darlo el propio agente del asegurador, espontáneamente (C. Nac. Com., 5/9/1918, GF
16-107).

624
El pacto de que ninguna circunstancia eximirá al asegurado de la denuncia sería nulo, porque al
resultar inútil para el asegurador, sería un abuso del derecho (art. 1071 Ver Texto, CCiv., ley
17711 Ver Texto) además de importar una insidia (art. 1198 Ver Texto, 1º párr., CCiv., ley
17711 Ver Texto: ver Demogue, lug. cit.
El asegurado deberá probar que el asegurador conoció el siniestro por otra vía (Demogue, lug.
cit.). Se ajusta a las reglas generales sobre prueba, ya que el hecho, excepción de la obligación
asumida, es aducida por él.
Ver infra, nota 277.

(966) Demogue, lug. cit.

(967) Bruck, p. 327; Demogue, lug. cit. Demogue lo justifica porque se trata de un acto de
conservación.

(968) Bruck, ps. 355 a 357; Besson y Picard, I, nº 203; Garrido y Comas, ob. cit., p. 219.
Basta que el hecho ponga al asegurado en condiciones de prever que se aplicará la garantía del
asegurador, sin ser menester que se halle en condiciones de informar precisamente la extensión
o medida de la garantía (ver nota de P.L.P. en "Dalloz Critique", 1942, p. 130).
Existen seguros en que el deber de informar es anterior al siniestro previsto: v.gr., en el de
ganado, en el cual se debe denunciar todo accidente o enfermedad que pueda producir la
muerte. Conf.: Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1953, p. 84; ver fallo de la Corte de Casación
de Francia, 17/2/1953, ahí comentado.

(969) Bruck, p. 327; Demogue, lug. cit.

(970) Contra: Bruck, p. 327; C. Nac. Com., 5/9/1918, GF 16-107.


Demogue lo admite, y pone a cargo del asegurador las consecuencias de la demora u omisión
del agente en la retrasmisión de la denuncia. Si el agente no tiene facultades, agrega, deberá
hacerlo saber al denunciante, porque de lo contrario compromete la responsabilidad del
asegurador (lug. cit.).
Contra: C. Nac. Com., 2/11/1953, LL 72-673, pero en el caso se hizo verbalmente, en
violación de la forma pactada.

(971) Si el siniestro dura varios días, desde el momento que se prevé que se pondrá en juego la
responsabilidad del asegurador. Ver Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 425, y nota de P.L.P. en
"Dalloz Critique", 1942, p. 130.
La fijación por horas es criticable: así lo impone la póliza de granizo para las mutualidades, en
su cláusula 7ª, letra f.

(972) Demogue, lug. cit.; Bruck, ps. 328 y 329; Besson y Picard, I, nº 206.
Generalmente la doctrina extranjera no computa el día del siniestro (Demogue, cit.; Vivante,
Contratto, nº 303, y Trattato, nº 1959).
El deber de informar cuanto antes no es peculiar del seguro: existe toda vez que un hecho
afecta el patrimonio ajeno; así pone al interesado en condiciones de controlar todas las
circunstancias que le permitan defenderse (Lordi, nº 698).
Si afecta varias pólizas, es menester indicar todas (C. Nac. Com., 19/12/1947, LL 50-127).

625
(973) Solución que no admiten unánimemente la legislación y la doctrina extranjeras (Bruck, p.
331; Demogue, lug. cit.; Gasperoni, nº 39; Lordi, nº 697).
Contra: Lepargneur, nº 1315.

(974) C. Nac. Com., 19/12/1947, LL 50-127.

(975) C. Nac. Com., 19/11/1937, LL 9-142 y JA 60-595; C. Apels. Rosario, 1/3/1940, LL 17-
625; Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1937, p. 336; Lordi, nº 697; Besson y Picard, IV, nº 281.
No puede alegar ignorancia de la gravedad, si guarda cama por muchos días (C. Com.,
19/2/1937, JA 57-504).
Contra: Greco, en "Assicurazioni", 1936, 2, p. 127; Apel. Milán, 21/3/1941, en
"Assicurazioni", 1942, 2, p. 103.
En materia de responsabilidad civil se aceptó la solución en casos de accidentes del trabajo (C.
Nac. Com., 9/5/1938, LL 10-702).
En lo que se refiere al seguro de la responsabilidad automóvil, la póliza argentina fija el plazo a
computarse desde el siniestro; por ello, la noción de siniestro en el seguro de la responsabilidad
civil es decisiva. Spilrein se aparta de esta solución y exige que se denuncie todo accidente, lo
cual es una noción distinta (ob. cit., ps. 131 y 132). Es la solución más conveniente para el
asegurador, pero puede ser abusiva respecto del asegurado, sobre todo cuando las primeras
características lo hacen aparecer como desprovisto de trascendencia. En la práctica, los
asegurados denuncian el accidente, sin esperar que se produzca el siniestro, en su concepto
jurídico.
Ver Bruck, ps. 325 a 327 y 331; Besson y Picard, I, nº 203.

(976) C. Nac. Com., 19/11/1937, LL 9-142. Solución que se extiende al supuesto de seguro
individual de accidentes (Besson y Picard, IV, nº 281).

(977) Bruck, p. 328; Demogue, lug. cit.; Besson y Picard, I, nº 207. C. Nac. Com., 2/11/1953,
LL 72-673, aviso dado verbalmente por un tercero y vencido el plazo de póliza.

(978) Bruck, ps. 328 y 331; Spilrein, p. 133, siempre que no haya culpa grave ni intención de
perjudicar al asegurador.
Contra: Demogue, lug. cit., salvo que el asegurador renuncie tácitamente a la irregularidad;
Besson y Picard, I, nº 207, tácitamente; Lepargneur, nº 1315; Donati, Trattato, II, p. 414.
Esta solución de Demogue y Besson y Picard es contraria a la esencia de la función que debe
cumplir el informe.
Ver C. Nac. Com., 2/11/1953, LL 72-673, que no es decisivo.
Zavala Rodríguez, comentando el Código derogado, sostuvo la exigibilidad de la forma pactada
(II, nros. 1699 y 1702; no obstante, ver nº 1702).

(979) Bruck, ps. 328 y 329.

(980) Bruck, ps. 328 y 329; Besson y Picard, I, nº 204.

(981) Bruck, p. 331.

626
(982) C. Nac. Com., 11/4/1923, GF 43-309. En el caso se trataba de dos pequeños incendios,
de tan escasa importancia que fueron sofocados inmediatamente; el asegurador aducía
caducidad por la falta de denuncia. Ver supra, texto y nota 266.

(983) En un supuesto de seguro de responsabilidad civil, la C. Nac. Com. decidió que la


manifestación de no haber sido responsable no importa falsedad cuando sobreviene la
sentencia condenatoria, porque no pertenece a la materialidad de los hechos (20/2/1946, LL
45-683, con nota de Isaac Halperin, aprobatoria de la solución), y las contradicciones que no se
refieren al siniestro en sí carecen de trascendencia al respecto (sala C, 21/11/1962, inédito).

(984) Demogue, lug. cit.

(985) Demogue, lug. cit.; Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1935, p. 545: no se puede exigir un
informe absolutamente exacto en el plazo angustioso de horas.
La C. Nac. de Paz, sala IV, 15/3/1951, LL 63-437, aplicó la regla del art. 498 Ver Texto, sobre
reticencia (!).

(986) Besson y Picard, I, nº 204. Ver C. Nac. Com., 19/12/1947, LL 50-127.

(987) Besson y Picard, I, nº 204; Vivante, Contratto, nº 304, quien señala que la apertura de
oficio del sumario releva de la carga de denunciar a la autoridad, porque carece ya de objeto. Si
se recaba un informe o denuncia detallada, el informe de los bomberos en caso de incendio,
por ejemplo, la suple eficazmente (Demogue, lug. cit.).
Las noticias del siniestro por los diarios no suplen la denuncia por el asegurado (C. Nac. Com.,
4/8/1904, Fallos II:44).

(988) La póliza de seguro de automotores que se empleaba en la época en que comenzó a regir
la Ley de Seguros expresamente establecía el plazo en días hábiles.

(989) Vivante, Contratto, nº 303; y Trattato, nº 1959; Besson y Picard, I, nº 209; Demogue, lug.
cit.; Spilrein, p. 133; Besson, nota en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1941, p. 411; y autores citados en
notas siguientes.

(990) Vivante, citado en nota 279; Spilrein, p. 133; Besson y Picard, I, nº 209; C. Nac. Com.,
9/4/1943, LL 30-221.

(991) El asegurado muere en él: Besson y Picard, I, nº 209.

(992) Besson y Picard, I, nº 209, si no pudo comunicarlo por medio de un tercero: IV, nº 281;
Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1940, p. 31; C. Nac. Com., 19/11/1937, LL 9-142, en el
caso, insania sobreviniente; Demogue, lug. cit.

(993) Besson y Picard, I, nº 209.

(994) Castillo, nº 120. Ver los nros. 63 y ss., y capítulo VIII.

(995) C. Nac. Com., 16/6/1920, GF 27-92.

627
(996) C. Nac. Com., 19/12/1947, LL 50-127; en el caso, asesinato, con intervención judicial, y
se demostró la diligencia para cumplir, máxime si no causó ningún perjuicio al asegurador.

(997) Besson y Picard, I, nº 209.


Contra: Demogue, lug. cit.

(998) Besson y Picard, I, nº 209; C. Nac. Com., 7/8/1941, LL 23-685.

(999) Ver los nros. 63 y ss., y capítulo VIII; y C. Nac. Com., 29/3/1940, JA 70-245;
16/12/1927, JA 26-1288.

(1000) Besson y Picard, I, nº 209.

(1001) C. Nac. Com., 7/8/1941, LL 23-685.

(1002) Demogue, lug. cit.; C. Nac. Com., 19/11/1937, JA 60-595.

(1003) Conf.: C. Nac. Com., 19/11/1937, LL 9-142.


Contra: Besson y Picard, I, nº 209.
Mas no puede aducir ignorancia si el siniestro motivó situaciones que presumiblemente no
pudieron pasar inadvertidas (en el caso, detención del chofer, empleado): C. Nac. Com.,
4/4/1945, LL 38-910.

(1004) Demogue, lug. cit.; Lepargneur, nº 1315. Es una conducta violatoria de la póliza.
Demogue admite que puede haber responsabilidad por culpa del asegurador, por la conducta
del agente, si de las circunstancias el asegurado pudo creer que el agente estaba capacitado para
dispensarlo de su obligación: es una aplicación de la doctrina del mandato aparente, que hemos
aceptado.

(1005) Demogue, lug. cit.

(1006) Contra: Demogue, lug. cit.

(1007) Ver Favara, Ettore, Conseguenze dell´inosservanza dell´avviso di sinistro


all´assicuratore, en "Assicurazioni", 1962, 2, p. 3.

(1008) Para la jurisprudencia anterior: C. Nac. Com., 6/5/1929, JA 29-745.

(1009) Para la jurisprudencia anterior: C. Nac. Com., 23/5/1914, "Jur. Trib. Nac.", mayo de
1914, p. 243.
Contra: C. Nac. Com., 9/4/1943, LL 30-221, si no le causó perjuicio. La solución es contraria
a la función de la carga, que hemos señalado. Podrá ser fundamento concurrente, pero no
único.

(1010) C. Nac. Com., 6/10/1922, GF 40-345.

(1011) Conf.: Demogue, lug. cit.


Contra: Fernández, p. 463.

628
Ver Hupp, John W., Efectos del incumplimiento de la cláusula de noticia del accidente sobre la
responsabilidad del asegurador, en "Michigan Law Review", 1952, p. 275.

(1012) Besson y Picard, I, nº 209; pero el simple acuse de recibo de la notificación tardía no la
implica, si no se sigue de un acto de ejecución o que el asegurado cumpla las suyas, como es el
recibo de la prima (Segovia, nota 1887; Fernández, p. 496).

(1013) Zavala Rodríguez, ob. cit., II, nº 1704, apoyado en un fallo de la C. Nac. Civ. 1ª,
sostiene que incumbe al asegurador probar que no se le dio el aviso.
No se repara que se le impondría una prueba negativa, imposible de establecer: ¿cómo lo hará?
Es al asegurado que afirma que dio la noticia a quien incumbe la prueba de que efectivamente
cumplió con la carga y dispone de los medios de prueba pertinentes.

(1014) En rigor, el art. 46 Ver Texto no requiere que haya mediado culpa: como lo destacó el
autor de este libro, la situación que genera ese art. 46 Ver Texto sólo se ve atenuada en la parte
final, que amplía el presupuesto justificante porque, además del casus, establece que el
asegurado también podrá invocar la imposibilidad de hecho sin culpa (no agregamos la
negligencia, mencionada también por la norma citada, pues no es sino una de las especies de la
culpa).

(1015) Lo cierto es que el art. 118 Ver Texto sólo veda la invocación de omisión de denuncias
posteriores al siniestro -lo cual habilita a invocar también las concomitantes-; pero nada exige
referido a su naturaleza; por ello no resulta necesario que emanen del contrato; pueden derivar
también de la ley. Era el anteproyecto de Ley General de Seguros del autor de este libro, el
cual, en su art. 121 Ver Texto, 3º párr., hacía referencia a defensas nacidas del contrato; pero
tal categoría no fue adoptada por el art. 118 Ver Texto de la ley 17418, que las limitó a las
posteriores al siniestro.

(1016) Tampoco es acertado sostener que la falta de denuncia es inoponible al tercero porque
éste sea ajeno a lo acordado entre asegurado y asegurador. Es inoponible porque la ley
expresamente lo dispone, al mencionar las defensas nacidas después del siniestro; pero no
porque el tercero fuere ajeno al contrato, porque, como se verá al tratar el seguro de la
responsabilidad civil, ese tercero se apoya en el contrato y, por ende, lo toma con su contenido
tal como fue configurado por quienes lo celebraron: al no ser parte no puede modificarlo. La
inoponibilidad surge de la disposición legal expresa y no de la calidad de tercero.

(1017) En rigor, el efecto emergente de la falta de denuncia no constituye un supuesto de


exclusión de cobertura, sino de caducidad (y, en especial, en el caso mencionado en este fallo,
que se refiere a la denuncia del asegurado de que ha recibido una demanda en su contra,
cláusula de naturaleza contractual, regida por el art. 36 Ver Texto, LS.). Es que, como ya se vio,
la caducidad supone un riesgo originariamente cubierto por el seguro, pero el asegurado pierde
el derecho en virtud de un efecto ligado por la ley o el contrato al incumplimiento de la carga
informativa del siniestro; en cambio, en los casos de coberturas excluidas, éstas lo están desde
el momento mismo de la celebración, como una consecuencia de la delimitación del riesgo
cubierto sobre el cual va a actuar el amparo asegurativo.

629
-----------

VIII. Carga de informar los daños sufridos

63. Fundamento. Naturaleza. Obligados. A quién se debe dirigir. Forma. Plazo. Contenido.

El art. 46 Ver Texto reglamenta la carga del asegurado de informar los daños sufridos.

Esta carga se funda en el mecanismo general del seguro, por lo cual el asegurador debe ser
informado cuanto antes de los daños, para hacer posible su liquidación inmediata (1018) .

Este informe es una declaración de conocimiento, y no de voluntad (1019) .

Incumbe al tomador del seguro o a sus sucesores; si son varios, a todos ellos, pero es suficiente
que uno solo cumpla con el informe. En el supuesto del seguro por cuenta ajena también pesa
sobre el asegurado, cuando está habilitado para hacerlo. En caso de enajenación, corresponde
al comprador o al vendedor, según el momento en que ocurre el siniestro; el comprador deberá
completarlo cuando sustituye al vendedor en el contrato antes que éste lo haya hecho. Cuando
un tercero (cesionario, acreedor prendario) tiene un derecho propio sobre la prestación,
también deberá cumplir la carga; y si son varios, incumbirá a todos (1020) .

El informe se debe dirigir al asegurador, o a su agente cuando está autorizado para recibirlo
(1021) , o al liquidador designado para entender en el siniestro (1022) .

No tiene formas impuestas; la no observancia de las contractuales no afecta al cumplimiento


de la carga, aunque dificulta su prueba.

630
Si bien la póliza fija un plazo dentro del cual el obligado tiene que informar, en realidad la carga
subsiste mientras exista un punto que deba ser aclarado: las exigencias del asegurador en la
materia están limitadas por su necesidad de conocer para determinar la existencia y extensión
de su obligación (1023) : resulta claramente del segundo párrafo del art. 46 Ver Texto, que fija
las funciones de esa información.

El asegurador debe ser diligente en requerir los informes (art. 46 Ver Texto, 2º y 3er. párrs.): de
su recepción depende el plazo del art. 56 Ver Texto. Su negligencia o demora lleva
necesariamente a establecer que ese plazo del art. 56 Ver Texto se computará desde que debió
requerir diligentemente los informes y el término normal empleado por el asegurado para
cumplir con ellos. Son reglas generales del derecho de las obligaciones, aplicables con tanto
mayor razón en éstas, que se deben ejecutar con máxima buena fe y diligencia.

El asegurado no se reducirá a trasmitir cuanto él conoce, sino que debe procurar la


información necesaria y realizar las investigaciones correspondientes, referidas al daño
concreto (art. 46 Ver Texto, 2º párr.). El contenido se determinará así en cada caso (1024) ,
para permitir las indagaciones que el asegurador juzgue necesarias (art. 46 Ver Texto, 2º párr.).

El informe se integra con el suministro de las pruebas del daño, generalmente instrumentales
en cuanto sea razonable exigir esta forma (art. 46 Ver Texto, 3er. párr.). Estas pruebas se
determinarán en cada caso (1025) . "No es válido convenir la limitación de los medios de
prueba" (art. 46 Ver Texto, 3er. párr.).

El costo del cumplimiento de la carga pesa sobre el asegurador (1026) , siempre que no haya
sido causado por indicaciones inexactas del asegurado (art. 76 Ver Texto).

63 (a.1).

En nuestra opinión, informar los daños sufridos es aspecto que forma parte inescindible de la
carga de denunciar el siniestro. Por tal motivo, sólo resultará exigible al asegurado que efectúe
una noticia esquemática sobre las consecuencias del siniestro, sin requerirle que formule en su
denuncia precisiones especiales ni realice investigaciones sobre la naturaleza y magnitud exacta
de tales consecuencias. La denuncia de siniestro se satisface con una información sintética del

631
asegurado, en la cual haga saber al asegurador que en determinado día, hora y lugar ocurrió un
suceso cuya descripción entra en los hechos comprendidos por la cobertura y que, por ende,
pone en acción la obligación asumida por el asegurador; ésta permanecía hasta entonces
latente, dado su carácter aleatorio, y, en razón de ello, dependiente de un suceso con cierto
grado de incertidumbre en su acaecimiento. La indicación de los daños forma parte, entonces,
de la información sobre la ocurrencia del siniestro, en tanto éste precisamente constituye, en
los seguros de daños, el perjuicio que el suceso denunciado ha inferido al interés amparado por
el seguro.

Pero una vez efectuada esa información, esquemática, por el asegurado, corresponde al
asegurador investigarlo y realizar luego, de no mediar rechazo oportuno, las operaciones de
examen y evaluación concreta de los perjuicios, esto es, la liquidación (arg. art. 76 Ver Texto,
LS.).

63 (a.2).

En realidad, la carga establecida por la ley a este respecto es la de suministrar al asegurador la


información complementaria que solicite cuando ella resulte "necesaria para verificar el
siniestro o la extensión de la prestación a su cargo" (art. 46 Ver Texto, 2º párr.).

Se trata de una carga diferente de la de denunciar el siniestro, que, a diferencia de esta última,
no opera de manera automática, sino que depende del requerimiento expreso del asegurador,
constitutivo de una conducta de instancia, necesaria para su configuración y operatividad.

Tal pedido no puede ser formulado en forma indiscriminada, sino que está sujeto a
determinados requisitos que condicionan la pertinencia de su exigibilidad. Ya se ha destacado
que el asegurado cumple informando sintética, aunque veraz y suficientemente, el acaecimiento
de un hecho que, por sus características, es de los comprendidos en la descripción de la
cobertura (esa información debe ser veraz, no reticente, y caracterizada por una actuación de
buena fe: los ocultamientos o deformaciones maliciosos, destinados a confundir al asegurador
o a obstruir sus indagaciones respecto del hecho siniestral, implican un cumplimiento
defectuoso de la carga de denunciar el siniestro). Pero una vez que el asegurado ha comunicado
oportunamente el siniestro, es al asegurador a quien corresponde efectuar las investigaciones y
evaluaciones del caso y no cargar sobre las espaldas del asegurado tales tareas, que se cumplen
en interés de aquél.

No obstante esa distribución de actuaciones entre las partes, la ley habilita al asegurador a
formular el requerimiento de información complementaria (art. 46 Ver Texto, 2º párr.), cuando

632
tiene imposibilidad o gran dificultad en obtenerla por sí y se trata de aspectos que sólo conoce
el asegurado, o que puede llegar a conocer con mucha mayor facilidad que el asegurador.

Tal petición reviste, dentro del juego de las cargas, una importancia destacada, pues tiene como
efecto interrumpir el plazo establecido al asegurador por el art. 56 Ver Texto, LS., para que se
pronuncie sobre si acepta o rechaza el siniestro; esto, a su vez, implica postergar el momento
en que resultará exigible la obligación del asegurador de indemnizar el siniestro o cumplir con
la prestación que prometió. Por tal motivo, ante ese efecto alongante del plazo de
cumplimiento de la obligación y el carácter unilateral del acto que lo produce, se tienen que
reunir varios requisitos para que esa petición produzca tales consecuencias.

a) En primer lugar, se debe tratar de información "necesaria" para verificar el siniestro o la


extensión de la prestación a cargo del asegurador (art. 46 Ver Texto, 2º párr.). Por ello, el
pedido de datos intrascendentes no produce los efectos establecidos por la ley a ese tipo de
requerimientos.

b) Además, resultará "razonable" que la suministre el asegurado (arg. art. 46 Ver Texto, 3er.
párr. -que si bien se refiere a la petición de prueba instrumental, es un principio que forma
parte de cargas de análoga índole dirigidas a posibilitar la investigación del siniestro y la
evaluación de sus consecuencias-). La exigencia está vinculada al aspecto antes señalado con
relación a la distribución de las funciones que la ley adjudica a cada una de las partes en caso de
ocurrir el siniestro (el asegurado denuncia; el asegurador investiga y evalúa).

c) La petición debe ser, asimismo, oportuna: el asegurador tiene que efectuar su requerimiento
de información respecto de todos los puntos que en ese momento aparezca necesario conocer
para realizar a cabo sus tareas postsiniestrales. Por ende, no podrá solicitar tal información de
manera sucesiva cuando resulte que estaba en condiciones de requerirla en forma conjunta con
otra que fue efectivamente solicitada. Si bien puede existir más de un pedido válido, los
requerimientos sucesivos deben fincar su causa en la necesidad evidente de aclarar la
información proporcionada como consecuencia de la petición anterior, o derivar de algún
aspecto o hecho nuevo aparecido con motivo de las tareas desarrolladas por el asegurador.
Asimismo, tal pedido complementario está sujeto a los mismos presupuestos y exigencias que
el formulado en primer término.

La violación de esta carga de proporcionar información complementaria a pedido del


asegurador requiere, para que tenga lugar la caducidad, que haya mediado malicia de parte del
asegurado, es decir, que se trate de una maniobra de éste para inducir a error al asegurador, a
fin de que pague sucesos o daños no asegurados, o que lo haga en mayor medida que la
amparada. Pero si el incumplimiento sólo obedece a una actitud negligente del asegurado, su
efecto será el de postergar el momento en que la obligación del asegurador se torne exigible y
deba proceder al pago.

633
Jurisprudencia

Sobre el tema se ha resuelto que el incumplimiento de la carga de informar


complementariamente sobre el siniestro y los daños sufridos sólo libera al asegurador cuando
es maliciosa. Sin embargo, el asegurado debe proporcionar información exacta, esto es, sin
errores que le sean imputables.

Configura incumplimiento de la carga de informar al asegurador, establecida por el art. 46 Ver


Texto de la Ley de Seguros, la falsa designación del lugar en que ocurrió el siniestro y la
inoficiosa denuncia ante la autoridad policial de otra jurisdicción (C. Nac. Com., sala B,
15/3/1993, "Vázquez, José M., v. Acuario Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, ED 156-60).

El derecho del asegurador de requerir información y la correlativa carga de informar están


sujetos a dos criterios básicos que los delimitan: ellos son la necesidad de conocer del primero
y la razonabilidad del requerimiento, en cuanto éste sea pasible de ser satisfecho, así como que
surja conducente y proporcionado a la necesidad de verificar el siniestro y la extensión de la
prestación a cargo de aquél.

El asegurador no puede obligar al asegurado a que realice investigaciones especiales para


suministrarle información. Sólo puede exigirle el cumplimiento de la carga de información
mientras no haya agotado su razonable necesidad de conocer la existencia y circunstancias del
siniestro, así como los daños y su extensión, y siempre que el asegurado pueda razonablemente
proporcionarle esas referencias.

La necesidad real y concreta del asegurador de obtener información del asegurado, así como la
razonabilidad del pedido y la posibilidad de satisfacerlo, constituyen extremos de hecho que
deben ser valorados en cada caso particular, según las circunstancias existentes y las personales
del asegurado (C. Nac. Com., sala B, 1/11/1995, "Sebastián, Héctor N., v. La Central del Plata
Cía. de Seguros S.A." Ver Texto).

Procede eximir a la accionante del cumplimiento riguroso de la carga de informar cuando


hayan mediado circunstancias reales que justifiquen tal omisión, como sucede en el caso de
robo de la totalidad de los asientos contables y documentación respaldatoria (C. Nac. Com.,
sala C, 31/10/1994, "Gilburt, Mónica I., v. Paraná Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, ED 161-
345).

63 (a.3).

634
Otra carga que la ley establece, y que resulta una variante de la anterior, es la de "requerir
prueba instrumental" al asegurado (art. 46 Ver Texto, 3er. párr.).

Por obedecer a análogas situaciones, le son aplicables las exigencias de necesidad, oportunidad
y razonabilidad (esta última, expresamente mencionada en el inc. 3 del art. 46 Ver Texto).

Se trata también de una carga complementaria, que sólo se activa a instancia del asegurador,
mediante petición que resulte válida. Y rige a su respecto el presupuesto de malicia para que se
pueda configurar caducidad, la cual se deberá pactar, atento al texto de la primera parte del art.
48 Ver Texto. De lo contrario, sólo se producirá la interrupción del plazo fijado por el art. 56
Ver Texto.

Esta carga, como la analizada precedentemente, se incumple, en principio, por omisión; pero
suelen existir supuestos en que el incumplimiento derive de conductas activas del asegurado
(p.ej., suministro de informaciones falsas o dolosamente reticentes).

Por otra parte, la omisión de informar o de proporcionar documentación puede estar


justificada en ciertos casos: p.ej., en supuestos en que resulte afectado el secreto profesional o
que implique alterar un deber legal de confidencialidad, como es el que se impone en los
procesos de mediación, o la revelación de secretos industriales, etc., circunstancias que serán
tomadas en cuenta a la hora de analizar la conducta del asegurado.

La documentación que puede requerir el asegurador debe ser de propiedad del asegurado o
estar sujeta a la libre disposición de éste. Si perteneciere a terceros se requerirá la conformidad
de ellos, aunque se halle en poder del asegurado.

En ambas cargas también corresponde al asegurador efectuar el reembolso de los gastos que
pudiere implicar al asegurado el suministro de la información complementaria o
documentación requeridas (p.ej., pago de aranceles que deba pagar el asegurado para obtenerla,
salvo el caso en que igualmente hubiera tenido que gestionarla, de no haber mediado el
siniestro y el requerimiento del asegurador). Se trata de actuaciones que se cumplen en interés
del asegurador (arg. art. 73 Ver Texto, LS.).

Jurisprudencia

Respecto de esta carga se ha decidido, no obstante, en un caso, que el incumplimiento de la


obligación de entregar la documentación no reviste gravedad suficiente en orden a condicionar
el pago de la indemnización, aun cuando pudiera generar un daño resarcible. La inejecución de

635
aquella obligación periférica no puede afectar el cumplimiento interdependiente de las
obligaciones fundamentales del contrato en razón de su finalidad económica típica. No
habiéndose controvertido la reciprocidad de la asunción del riesgo a cambio del pago de una
prima en virtud de un interés asegurable (arts. 1 Ver Texto y 2 Ver Texto, ley 17418), tampoco
se puede afectar esa fundamental estructura sinalagmática por la inobservancia de recaudos
ajenos a la causa del negocio. Resulta irrazonable, en los términos del art. 46 Ver Texto de la
ley 17418, la cláusula que condiciona a diversos recaudos documentales la prestación debida sin
razón que justifique tal condicionamiento para alcanzar la función económica del contrato,
respetando estrictamente el equilibrio de intereses de las partes, pues, como antes se consideró,
la aseguradora, a los fines de la eventual trasmisión de los restos que se pudieran recuperar
podrá ejercer los derechos del asegurado que aquélla conocía plenamente -o, al menos, debió
conocer- al momento de contratar el seguro y examinar el interés asegurable del actor (C. Nac.
Com., sala E, 20/10/1981, "Fernández, Carlos A., v. Touring Cooperativa de Seguros Ltda.",
ED 97-193).

63 (a.4).

Una tercera carga, que integra junto con las precedentes el grupo de las de colaboración, es
establecida por el art. 46 Ver Texto, LS.: impone al asegurado el deber de permitir las
indagaciones del asegurador que resulten necesarias para verificar el siniestro o la extensión de
sus consecuencias.

Esta carga, a diferencia de las anteriores, se cumple normalmente por omisión. Se requiere que
el asegurado permita al asegurador realizar las indagaciones, que no obstruya sus movimientos,
le facilite sus investigaciones y le permita un amplio acceso al lugar donde ocurrió el siniestro y
al examen de los bienes afectados.

Pero también aquí regirán los presupuestos antes indicados: las actuaciones estarán referidas al
siniestro y sus consecuencias y tendrán la conexidad adecuada con él, según resulte de su
naturaleza y circunstancias. Deberán ser necesarias a los fines de la verificación del hecho
siniestral y la determinación de sus efectos comprendidos en el seguro, ser cumplidas oportuna
y diligentemente (arg. art. 77 Ver Texto, 2º párr., LS.) y resultar razonables dentro del contexto
fáctico y contractual de cada caso. En la determinación de la solución que corresponda en cada
caso, juega un papel decisivo el principio de la buena fe, esencial al seguro.

Las actuaciones correspondientes a la investigación de los hechos del siniestro y la


determinación y evaluación de sus consecuencias constituyen, según vimos antes, actos que el
asegurador tiene a su cargo en la distribución de conductas que cada una de las partes debe
observar en caso de siniestro. Por ello aquél no puede desplazarlas sobre el asegurado, sino

636
sólo requerir la colaboración de éste en los casos en que resulte necesaria y lo autorice el
régimen del art. 46 Ver Texto, LS. Por iguales motivos, los gastos de esa actividad van también
a cargo del asegurador, salvo si han sido "causados por indicaciones inexactas del asegurado", o
si, por haberlo convenido expresamente, el asegurado debe pagar "los gastos por la actuación
de su perito y participe en los del tercero" (art. 76 Ver Texto, LS.).

64. Medidas complementarias en ciertos seguros.

En ciertos seguros, al lado de esta carga se autoriza al asegurador a adoptar ciertas medidas a su
costo, que no debe ejercer abusivamente, y cuya obstrucción maliciosa libera al asegurador
(arts. 46 Ver Texto, 2º párr., y 48 Ver Texto). Por ejemplo, en los seguros sobre la vida e
individual de accidentes, la revisación médica, exhumación y autopsia (1027) .

65. En el seguro de la responsabilidad civil.

En el seguro de la responsabilidad civil, la carga incluye la de trasmitir todos los documentos,


notificaciones y piezas judiciales que sean entregadas por la víctima, y se complementa con la
obligación de confiar la dirección del proceso y las prohibiciones de reconocer la
responsabilidad y celebrar transacción, aspectos todos que se considerarán más adelante (1028)
.

66. Modalidades del cumplimiento. Mora. Justificación.

La carga se debe cumplir conforme a las circunstancias y según lo permitan las características
del siniestro (1029) . Así, en el seguro de incendio de un comercio, perdidos los libros y
papeles, se cumple con dar un detalle aproximativo de los perjuicios (1030) ; o con la remisión
de los documentos o informes que le ha sido posible reunir en el plazo contractual, sin que la
demora en algunos detalles afecte su derecho (1031) , teniéndose siempre en cuenta el

637
trastorno que causa el siniestro y la buena voluntad puesta por el asegurado en el cumplimiento
(1032) . También se tendrá en cuenta la personalidad del asegurado (1033) , y la naturaleza de
la cosa sobre la cual versa el interés asegurado (1034) .

Pero no justifican el retardo o la omisión del informe la desorganización de la contabilidad del


asegurado (1035) , ni la detención sin incomunicación (1036) , ni la prisión preventiva (1037) .

En cambio, constituyen excusas justificativas: las heridas sufridas en el siniestro, que


impusieron la hospitalización (1038) , o la ausencia del lugar (1039) , o la prisión con
incomunicación (1040) o si obedece al cumplimiento de las leyes; por ejemplo, copia de la
declaración indagatoria, imposible por el secreto del sumario (1041) , o el secuestro de los
libros de comercio (1042) . La mera detención justifica la demora de la prueba extrajudicial de
los daños (1043) .

67. Purga de la mora.

La mora en la remisión del estado de los daños se purga si el asegurador prosiguió las gestiones
extrajudiciales para liquidarlos (1044) ; por ejemplo, si se designaron los peritos (1045) , o si se
realiza la pericia extrajudicial (1046) , o se liquida el daño (1047) , o sigue reclamando el
informe (1048) , etc.: son mera aplicación de los arts. 46 Ver Texto, 1er. párr., y 79.

638
68. Sanción del incumplimiento.

La legislación contemporánea tiende a distinguir las violaciones dolosas de las culposas, y


graduar la sanción conforme a este distingo (1049) .

La ley autoriza la liberación del asegurador cuando la exageración de los daños o la violación
del deber de información complementaria de los daños (art. 46 Ver Texto, 2º párr.) es
maliciosa (art. 48 Ver Texto) (1050) .

La omisión de informes inocuos no afecta el derecho del asegurado (1051) : sería contrario a la
función del informe.

68 (a).

La caducidad del derecho del asegurado a reclamar la prestación indemnizatoria prometida en


el contrato, que da lugar a la liberación del asegurador a que hace referencia el texto, requiere,
como se vio, que haya mediado malicia de parte de aquél. Y se entiende aquí por "malicia" una
conducta clara e indudablemente dirigida, ya sea a confundir al asegurador en su tarea
investigadora del hecho siniestral, sus causas y consecuencias, o bien a impedir u obstruir tales
indagaciones, en ambos casos con la finalidad de obtener un beneficio indebido por una
indemnización que resulte francamente superior a la que en realidad corresponda.

De lo contrario, la mera omisión negligente del asegurado en proporcionar la información


complementaria que le solicitó el asegurador sólo origina como consecuencia la prolongación
del efecto interruptivo que produce ese pedido de información, respecto del plazo del art. 56
Ver Texto, LS., para que el asegurador se pronuncie, dado que ese término comienza a correr
desde que el asegurado cumplió con esa información; ello ocasiona que al plazo citado se le
sume el tiempo que éste emplee o demore en proporcionarla, funcionando como un
presupuesto para la configuración de la obligación del asegurador. No existe plazo para el

639
cumplimiento de la carga por parte del asegurado, por lo cual la situación se mantendrá con su
carácter suspensivo, análogo al de la exceptio non adimpleti contractus, hasta que tenga lugar
ese cumplimiento o trascurra el plazo anual de prescripción.

No obstante, la demora prolongada e injustificada del asegurado puede devenir en liberación


del asegurador si, a causa de ella, se ha tornado imposible la cuantificación del daño o aun la
determinación de su propia existencia, o también si el perjuicio se ha incrementado en razón de
tal demora. Tal liberación será, en este caso, proporcional a esa imposibilidad de
determinación, atento a que no se trata de actuación maliciosa, puesto que aquella
consecuencia no es sino un efecto de la conducta negligente del asegurado. Pero la
imposibilidad deberá resultar de una demora que reúna determinados presupuestos: a) que sea
injustificada y no derive de dificultades que enfrenta el asegurado en el caso de que se trate; b)
que la petición del asegurador reúna los requisitos generales que hemos señalado antes
(razonabilidad, necesidad y oportunidad); c) que en la distribución de actuaciones que
corresponden a las partes de la relación asegurativa en caso de siniestro, no se trate de medidas
o actos que sean a cargo del asegurador, que es quien debe realizar todo lo relativo a la
investigación de las causas del siniestro y la determinación y evaluación de sus consecuencias:
el pedido sólo resulta justificado cuando es el asegurado exclusivamente quien tiene o puede
tener acceso a la información solicitada, o se requiera necesariamente su colaboración para
obtenerla.

Jurisprudencia

En materia de exageración de los daños por parte del asegurado, para que la sanción del art. 48
Ver Texto de la ley 17418 sea aplicable se ha resuelto que es necesario que la exageración del
daño sea fraudulenta, es decir, que revele el propósito de obtener una indemnización superior
al daño realmente sufrido: tal hipótesis se configura cuando el asegurado, deliberadamente,
estime los daños en una suma superior al perjuicio real sufrido y, en tal supuesto, incurrirá en
una exageración dolosa cuando lo hubiese hecho para sorprender la buena fe de la contraparte
y obtener una suma mayor que lo que en realidad debía percibir. El asegurado debe actuar a
sabiendas de que miente y con el ánimo de defraudar al asegurador; el propósito debe surgir
claro de las pruebas que sirven para establecer el daño.

En la calificación de conducta del asegurado se deben considerar sus condiciones personales y


las circunstancias particulares del caso, tomada en su integridad la conducta seguida en la
emergencia, atento a que si los actos de éste, considerados aisladamente, no se pueden
computar por sí solos como decisivos para calificar a aquéllos como maliciosos, ello puede
resultar de un análisis conjunto.

Para la admisión de la exageración fraudulenta de los daños es necesario que el asegurador


pruebe, aunque sea por vía de presunción procesalmente idónea, de manera amplia, plena y
satisfactoria, la intención dolosa del asegurado de enriquecerse mediante el cobro de la
indemnización, es decir, una actitud deliberada con tal objeto (C. Nac. Com., sala B,

640
23/11/1992, "Giachino, Juan N., v. España y Río de la Plata Cía. de Seguros S.A." Ver Texto,
DJ 1993-2-159).

El contrato de seguro es tradicionalmente considerado uberrima bona fidei, por lo cual los
cocontratantes se deben conducir con la misma lealtad y colaboración en todas las demás
etapas de su desenvolvimiento. Es que los deberes del asegurado no se reducen a trasmitir
cuanto él conoce, sino que se ha de procurar la información necesaria y realizar las
investigaciones correspondientes, referidas al daño concreto, y permitir las investigaciones que
el asegurador juzgue necesarias (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 11/5/1993, "De León
López, Juan C., v. Caja Nac. de Ahorro y Seguro", LL 1993-E-308 y DJ 1993-2-952).

La mera imputación de la aseguradora de que el asegurado incurrió en exageración y utilizó


pruebas falsas para acreditar el daño no es suficiente para exonerarla en materia de
responsabilidad, si ello no fue debidamente probado.

La sanción de pérdida de cobertura que prevé el art. 48 Ver Texto, LS., no es consecuencia de
la mala fe del asegurado, sino del fraude en que hubiere incurrido. Entonces, para que la
sanción sea aplicable no basta la exageración del daño, pues se debe imputar y probar que fue
fraudulenta ("Pompeo, Antonio, v. Visión Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1996-C-483 y
DJ 1996-I-630).

Para que se configure la exageración fraudulenta de los daños, a la cual se refiere el art. 48 Ver
Texto, LS., debe existir denuncia de mala fe que invoca como destruidas cosas que no existían
al momento del siniestro, y resulte aquella carga violada con el propósito de obtener una
indemnización superior al daño sufrido. Es decir que resulta necesaria la existencia del dolo, el
cual requiere su alegación y prueba acabadas por parte del asegurador. No se puede atribuir la
calidad de maniobra dolosa a la circunstancia de que no se haya podido acreditar la existencia
de los bienes que se dicen siniestrados (C. Nac. Com., sala C, 15/12/1998, "Iglesias Paiz,
Arturo M., v. España y Río de la Plata S.A.", JA 1999-II-662 Ver Texto).

(1018) Bruck, ps. 323 y 324.

(1019) Bruck, p. 334; de ahí que los defectos de la voluntad no lo afecten.

(1020) Bruck, ps. 333 y 334. Greco opina que se debe cumplir aun cuando el asegurador
desconozca su obligación de indemnizar (en "Assicurazioni", 1932, 2, p. 17).

(1021) Bruck, p. 334.

641
(1022) C. Nac. Com., 21/5/1923, JA 10-605; Bruck, p. 337, nº 2.

(1023) Conf.: Bruck, ps. 334 y 335.

(1024) Bruck, ps. 335 a 337.

(1025) Bruck, ps. 335 a 337.

(1026) Ver Bruck, ps. 335 a 337.

(1027) Bruck, p. 340.

(1028) Ver nros. 76 y ss.

(1029) C. Nac. Com., 15/7/1916, "Rev. Leg. y Jur.", t. 9, p. 121; 9/5/1923, GF 45-22;
21/5/1923, JA 10-605; 26/5/1924, GF 50-390; 14/9/1928, GF 76-153; 28/6/1929, JA 30-
233; 5/5/1930, GF 86-112; 24/9/1933, GF 106-234; 26/12/1933, GF 110-46 y JA 44-800;
15/9/1933, JA 43-745; 26/9/1933, JA 43-762; 17/9/1937, LL 8-639; etc. Adde: fallos citados
en notas siguientes.
"Cuando se trata de un incendio que destruye la totalidad de las existencias e instalaciones de
un comercio, sin que puedan salvarse los libros de contabilidad, no puede exigirse del
asegurado la comprobación exacta e inmediata de las cosas destruidas, averiadas y salvadas, con
sus respectivos valores, ni la justificación en plazo breve y perentorio, por medio de libros,
títulos y facturas, de la existencia y valor, en el momento del incendio de las cosas aseguradas.
Una exigencia semejante equivaldría a la imposición al asegurado de una obligación imposible,
y vendría a ser tanto más aleatoria la prometida y justa indemnización, cuanto mayor fuere la
magnitud del siniestro (en LL 8-639, citado). Sería abusivo (art. 1071 Ver Texto, CCiv., ley
17711 Ver Texto) y contrario a la buena fe (art. 1198 Ver Texto, 1º párr., CCiv., ley 17711 Ver
Texto).

(1030) C. Nac. Com., 21/5/1923, JA 10-605; 17/9/1937, LL 8-639. Algún fallo consideró que
justificaba la omisión del informe: C. Nac. Com., 23/5/1930, JA 33-265.
Otra sentencia, ya antigua, recababa para este caso un detalle de las compras, los vendedores,
número e importancia de las ventas, de manera que el asegurador pudiera suplir los libros y
papeles: C. Nac. Com., 28/7/1913, "Jur. Trib. Nac.", julio de 1913, p. 249.

(1031) C. Nac. Com., 22/9/1926, JA 22-503.

(1032) C. Nac. Com., 16/11/1927, JA 26-765.

(1033) C. Nac. Com., 5/5/1930, GF 86-112, persona ajena al comercio, que ignora la severidad
de la sanción y la prolijidad de la declaración.

(1034) C. Fed. Cap., 30/4/1930, JA 32-991, la exigencia del informe detallado del estado de las
cosas destruidas, averiadas y salvadas se refiere a las mercaderías y muebles, no a un edificio -
seguro de incendio-.

(1035) C. Nac. Com., 6/2/1929, GF 78-358 (seguro de robo).

642
(1036) C. Nac. Com., 19/7/1919, JA 9-644, en nota, y GF 40-302; 6/10/1922, JA 9-644 y GF
40-345; 16/12/1927, GF 71-369.

(1037) C. Apels. Rosario, 14/7/1935, JA 53-853.

(1038) C. Nac. Com., 26/8/1927, GF 70-7 y JA 25-1119.

(1039) C. Nac. Com., 3/12/1930, GF 89-307.

(1040) C. Nac. Com., 3/12/1930, GF 89-307, y fallos citados en nota 315.

(1041) C. Nac. Com., 28/4/1931, GF 92-43; 18/12/1937, LL 9-325; 10/3/1933, JA 65-856; C.


Fed. Cap., 30/4/1930, JA 32-991.

(1042) C. Nac. Com., 10/3/1939, JA 65-856.

(1043) C. Nac. Com., 9/8/1940, LL 19-715; 28/10/1935, GF 119-11.

(1044) C. Nac. Com., 9/9/1932, JA 30-527 y GF 100-92; 29/5/1931, GF 92-234, 239, 250 y
256, y JA 35-1018; 17/9/1937, LL 8-639; C. Apels. Bahía Blanca, 17/10/1932, JA 39-940, y
fallos citados en las notas siguientes.

(1045) C. Nac. Com., 14/12/1928, GF 77-369.

(1046) C. Nac. Com., 4/10/1932, JA 39-841.

(1047) C. Nac. Com., 23/9/1927, GF 70-214.

(1048) C. Nac. Com., 26/11/1912, "Jur. Trib. Nac.", noviembre de 1912, p. 297.

(1049) Bruck, ps. 337 a 340.


La práctica argentina anterior sancionaba la violación de la carga con la caducidad; sanción que
la jurisprudencia juzgó legítima (C. Nac. Com., 23/5/1914, "Jur. Trib. Nac.", mayo de 1914, p.
243; 5/12/1918, JA 2-938; 3/12/1930, GF 89-307).
Posteriormente, se restringió la exageración dolosa: un caso de aplicación, ver C. Nac. Com.,
sala B, "Establecimiento Welcome v. El Mundo", 23/4/1969, inédito.

(1050) Para la jurisprudencia anterior: C. Nac. Com., 16/12/1927, GF 71-369. Ver asimismo
capítulo V, nº 57.
¿Cabe rectificación por el asegurado? Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 206, la admiten si las
consecuencias no se produjeron aún. En cambio, Bruck-M”ller, ob. cit., I, p. 444, sostienen
que se debe tener en cuenta toda la conducta del asegurado, apreciándosela como unidad y
valorando todos los factores concurrentes.

(1051) C. Nac. Com., 29/12/1930, GF 90-217.

643
-----------

IX. Carga de evitar y disminuir los daños. Salvamento

69. Prevención. Medidas a adoptar. Cumplimiento.

El asegurado debe evitar los daños aplicando diversas medidas de prevención. Las pólizas fijan
a veces precauciones que deben ser adoptadas: así, en materia de incendio, los equipos
matafuegos (su clase y número), empleo de material incombustible para ciertas instalaciones;
en el seguro de accidentes del trabajo, se impone la observancia estricta de las
reglamentaciones protectoras; en el seguro de la responsabilidad-automóvil, la inspección
periódica del vehículo; en el seguro de robo, "las medidas de seguridad razonables para evitar
todo robo": puertas y ventanas con herrajes y cerrojos en perfecto estado, etc. (1052) .

Las pólizas sancionaban la violación de estos deberes con la caducidad de los derechos nacidos
del contrato, sanción que ha quedado excluida por aplicación del art. 72 Ver Texto, en cuyo
segundo párrafo se prevé que la violación dolosa o por culpa grave sólo autoriza a reducir la
indemnización: esta sanción no puede ser variada, porque el art. 36 Ver Texto sólo lo autoriza
cuando no exista sanción en la ley.

Es suficiente que se dé cumplimiento sustancial a estas medidas, de las cuales se debe tener en
cuenta más la eficacia efectiva que la observancia literal. Por eso la medida sustitutiva, adoptada
por el asegurado, igualmente eficaz en sustancia, cumple con la exigencia contractual; y la
ineficacia real no afecta, si en las mismas circunstancias tampoco hubiera funcionado la pactada
(1053) : es la conclusión que impone el art. 72 Ver Texto, 2º párr.; libera al asegurador en la
medida en que el daño hubiese sido menor sin esa violación.

644
70. Contenido de la carga. Comienzo.

Además de estos supuestos contractuales específicos, la ley -art. 72 Ver Texto- impone la carga
de evitar y disminuir el daño.

Se trata de una carga (1054) de contenido distinto de la de mantener el estado del riesgo. Ésta
consiste en evitar un cambio arbitrario en consideración al aumento de probabilidades en la
producción del siniestro, pero sin referencia a su acaecimiento efectivo. En cambio, la carga de
evitar y disminuir el daño contiene el mandato de adoptar medidas que reducen el peligro para
cuando éste se concrete o amenaza concretarse; por ello tiene dos objetos: evitar total o
parcialmente el daño. De ahí que sólo rige para los daños que debe soportar el asegurador, que
no son sólo los asegurados; es decir, derivados de la relación dañada o destruida, sino también
los desembolsos realizados (1055) .

Comienza desde que el siniestro es inmediatamente inminente, momento en el cual se puede


calcular razonablemente que se producirá el siniestro, sin que por esto cambie el carácter de la
obligación (1056) . Y subsiste hasta que aún son posibles los daños (1057) .

71. Obligados. Medidas a adoptar.

Debe ser cumplida por todos los asegurados, si son varios, o sus sucesores. En caso de
enajenación se ejecutará por el vendedor o el adquirente, según el momento en que se deba
cumplir; la violación previa del vendedor es oponible al comprador, pero la posterior sólo lo
será en la medida en que es responsable por el hecho de un tercero. En el seguro por cuenta
ajena, o en caso de cesión o de prenda, debe cumplirla el tomador; la inejecución es oponible al
cesionario, asegurado o acreedor prendario. La misma carga rige en el reaseguro (1058) .

Para ejecutarla no es menester exigencia o pedido del asegurador, ni tampoco su conocimiento.


El asegurado debe ser tanto más diligente en su cumplimiento, cuanto más difícil resulte para
el asegurador hacerlo (1059) .

645
Las medidas que el asegurador puede recabar del asegurado se determinan por la diligencia de
un asegurado ordinario y por la apreciación objetiva en el momento en que deben ser
ejecutadas. La afirmación corriente, que el asegurado obrará como lo haría un hombre
prudente no asegurado (1060) , puede conducir a errores, porque el no asegurado puede omitir
medidas que el asegurado debe adoptar (1061) .

El asegurado no necesita extremar su esfuerzo, especialmente sacrificar en exceso su salud y


patrimonio, sino sólo actuar con la mayor diligencia posible. Así, no está obligado a salvar las
cosas aseguradas antes que las no aseguradas, ni tomar medidas de protección que pongan en
peligro las cosas no aseguradas (1062) .

Las medidas de prevención y salvamento se deben referir tanto a los efectos directos como a
los indirectos: por ejemplo, en el incendio, al fuego y a la sustracción de las cosas (1063) .

72. Instrucciones del asegurador.

El asegurador tiene interés en impartir instrucciones para la realización del salvamento, porque
cuanto más se ajuste la conducta del asegurado a los hechos, tanto mayor será la posibilidad de
disminuir los daños. Estas instrucciones pueden consistir en actos u omisiones (1064) .

Las órdenes puede impartirlas el asegurador o su representante o agente autorizado. Aunque


aparezcan objetivamente inadecuadas, las órdenes deben ser seguidas en lo posible (art. 72 Ver
Texto). Sólo en los seguros de accidentes y de la responsabilidad civil, los límites del deber de
acatarlas son más estrechos: una orden con una exigencia injusta no debe ser observada, lo cual
se resolverá considerando todas las circunstancias del caso (1065) . Así, en el seguro de
accidentes se debe sujetar a las instrucciones en cuanto sean razonables (art. 150 Ver Texto). Y
en el seguro de la responsabilidad civil, acatará las instrucciones con las consecuencias para el
asegurador fijadas en el art. 111 Ver Texto, 3er. párr., respecto de las costas judiciales, aun
cuando el asegurado soporte formalmente el daño.

646
Cuando el asegurado actúa en cumplimiento del deber legal impuesto por el art. 72 Ver Texto,
no lo hace como gestor o mandatario del asegurador, sino por una carga impuesta por el
contrato y la ley (1066) . Pero cuando ejecuta las órdenes e instrucciones impartidas por el
asegurador, actúa como su mandatario, por lo cual se puede apartar de ellas si el asegurador lo
hubiera hecho en el caso de conocer el verdadero estado de las cosas, o se acuerda con el
interés público (1067) .

Si el asegurado obró conforme a las instrucciones, el asegurador no puede aducir la infracción


de la carga, y soporta los daños derivados, que son su consecuencia, en la medida en que el
asegurado debió obedecer. Si el asegurado no observa esas instrucciones, sin derecho, viola la
carga (1068) , pero la ley sólo lo sanciona si la violación es dolosa o con culpa grave (art. 72
Ver Texto, 2º párr.).

Si el asegurador no da órdenes, el asegurado no está obligado a pedirlas: cumple con dar el


aviso dispuesto por el art. 46 Ver Texto y el contrato (1069) . Si no se le trasmiten las
instrucciones, debe adoptar todas las medidas adecuadas. Si existen varios aseguradores y le
imparten órdenes contradictorias, obrará según las instrucciones más razonables en las
circunstancias del caso (art. 72 Ver Texto) (1070) , pero si uno entre ellos dirige la operación,
sólo éste debe ser obedecido (1071) . Con el mismo criterio se resolverá el supuesto del
infraseguro, en que el asegurado es parcialmente su propio asegurador, en el caso de que no
esté de acuerdo con las medidas dispuestas por el asegurador (1072) .

No es menester que las órdenes se impartan al momento del siniestro; puedan estar ya
contenidas en el contrato (1073) .

73. Sanción por el incumplimiento de la carga.

El art. 72 Ver Texto, 2º párr., fija la sanción por el incumplimiento de la carga, por lo cual el
contrato no puede fijar otra (art. 36 Ver Texto) que sea más grave para el asegurado (art. 158
Ver Texto).

647
La violación de la carga para hacer posible la sanción debe ser dolosa o por culpa grave. Y la
consecuencia es la liberación del asegurador en la medida en que el daño hubiera resultado
menor sin esa violación (art. 72 Ver Texto, 2º párr.) (1074) .

No responde por la culpa del dependiente (1075) .

74. Modalidades del cumplimiento del salvamento.

El salvamento se debe realizar conforme a los caracteres del riesgo asegurado y a las
peculiaridades del siniestro.

Así, en el seguro de incendio, el traslado de las cosas, apuntalamiento de paredes, demolición


total o parcial del edificio asegurado o en el cual se encuentran las cosas, o de las fincas vecinas
para evitar que el fuego se propague, inundación del lugar en que las cosas están depositadas,
etc. (1076) .

En el seguro de animales, el traslado del animal enfermo o de los animales sanos, según el caso;
la consulta del médico veterinario, o en su defecto a un experto, cuyas instrucciones se deben
seguir so pena de juzgarse que existe culpa grave (ver art. 105 Ver Texto) (1077) .

En el seguro de robo, la colaboración más estrecha posible con las autoridades policiales y
judiciales para la aprehensión de los autores, y restitución de las cosas robadas.

En el seguro individual de accidentes, ya hemos visto que la intervención quirúrgica no puede


ser exigida en todos los casos (ver art. 150 Ver Texto), según el cual las instrucciones deben ser
razonables (1078) .

648
75. En el seguro de la responsabilidad civil.

En el seguro de la responsabilidad civil el salvamento adquiere características propias; se


concreta en la obligación de confiar la dirección del proceso y en distintas prohibiciones.

(1052) Pueden resultar de medidas administrativas de policía: v.gr., las de seguridad en el


trabajo.

(1053) Patterson, p. 295. C. Nac. Com., sala B, "Vela v. La Patagonia", 2/9/1966, inédito.

(1054) Bruck sostiene esta opinión fundado en que su cumplimiento se hace en interés
exclusivo del asegurado, que de lo contrario pierde su derecho a la indemnización [en la ley
argentina, art. 72 Ver Texto, se fija como sanción la disminución de la indemnización cuando
se infringe dolosamente o por culpa grave; y esta sanción no puede ser variada por el contrato
(arts. 36 Ver Texto y 158 Ver Texto)]. Si fuera una obligación, correspondería un derecho del
asegurador, y veríamos a éste mantener la vigencia de su obligación al exigir el cumplimiento
del deber (en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1937, p. 436, capítulo II).

(1055) Bruck, ps. 343 y 344. El asegurado no debe permanecer inactivo por el hecho de que el
asegurador lo indemnizará.
Para Segovia, la impone la buena fe y la conveniencia de que el asegurado no permanezca
inactivo -nota 1843-; opinión que no acepta Malagarriga, para quien radica en que el
asegurador sólo se comprometió a indemnizar los daños producidos sin intervención dolosa o
culpable del asegurado (nº 209). Para Rivarola, se funda en la noción del riesgo, cuya
realización debe ser extraña a la acción de las partes; y el no hacer es equivalente al hacer (p.
297, nota 1).

(1056) Bruck, p. 343: por ejemplo, incendio de la casa vecina.

(1057) Bruck, p. 342. Esta noción cobra suma importancia en el seguro de la responsabilidad
civil, en el cual se concreta en una serie de cargas, que se deben ejecutar aun por años, cuando
el siniestro da lugar a un proceso judicial. Ver § 76 y ss.

(1058) Bruck, p. 342.

(1059) Bruck, ps. 341 y 342.

(1060) Vivante, Trattato, nº 1860, y Contratto, nº 5; Gasperoni, nº 16, p. 883; Malagarriga,


Comentario, III, nº 211, y Trat. elem., III, p. 328; etc.
"Sobre la base de la carga -expresa Donati, Trattato, II, p. 417- debe hacer, sin incurrir en
graves peligros, por lo menos cuanto hacía para salvar su interés si no estuviera asegurado".

649
(1061) Bruck, ps. 344 y 345.

(1062) Bruck, ps. 344 y 345, y en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1937, ps. 444 y 445. Conf.: Vivante,
Contratto, nº 311.

(1063) Bruck, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1937, ps. 444 y 445.

(1064) Bruck, p. 346, letra b.


Generalmente en los seguros terrestres estas instrucciones no se imparten; son frecuentes en
los seguros marítimos.

(1065) Bruck, p. 346, letra b.


El asegurador debe probar la necesidad, posibilidad y éxito previsible de la medida, y el
asegurado la injusticia de ésta. Así, en el seguro de accidentes, se debe someter a la
intervención quirúrgica dispuesta si no hay riesgo, si no se relaciona con una indemnización
importante y si promete una mejora importante; pero no se debe someter a ella en el interés
exclusivo del asegurador (Bruck, lug. cit.; Donati, Trattato, III, nº 819; e infra, capítulo VIII).

(1066) Vivante, Trattato, nº 1968, y Contratto, nº 310.

(1067) Bruck, ps. 347 a 349.

(1068) Bruck, ps. 347 a 349.

(1069) Bruck exige el pedido de instrucciones (ps. 347 a 349). En mi opinión, no es necesario;
el aviso del siniestro es suficiente; si el asegurador tiene alguna instrucción para la realización
del salvamento, debe impartirla sin que se lo exija el asegurado.

(1070) Ley alemana, art. 62, lo deja librado a su criterio.

(1071) Bruck, ps. 347 a 349.

(1072) Bruck, ps. 347 a 349.

(1073) Bruck, ps. 347 a 349.

(1074) Vivante, Contratto, nº 311 (señala como ejemplo el abandono de todo esfuerzo,
supuesto en el cual, como resarcimiento, podría deber justamente el importe de la
indemnización). Conf.: Bruck, p. 358; Castillo, nº 118.

(1075) Es la solución si se la considera una carga; pero si se encuadrara dentro de las


obligaciones responderá por el hecho del dependiente (Bruck, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1937,
p. 461, nº 55).

(1076) El art. 542 Ver Texto, CCom., requería orden de autoridad superior para que se
indemnizara la demolición. Segovia criticó la solución porque lo importante es la prudencia de
la medida (nota 1896); Malagarriga opinó que sólo enumera algunos supuestos, pero no excluye

650
las demás demoliciones (nº 226). De Lalande y Couturier distinguen: si el incendio llegó
después al lugar de la demolición, se indemnizará; de lo contrario, no se pagará (nº 98).
En nuestro entender, la autoridad a que se refería el art. 542 Ver Texto es la que en ese
momento puede ejecutar la demolición, aunque legalmente no tenga competencia para
disponerla.

(1077) Bruck, p. 345, letra a; también se incurre en culpa grave si no se lo consulta


intencionalmente o por una negligencia grosera.

(1078) Ver nota 351.

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X. Dirección del proceso (1079)

76. Fundamento de la inserción de la cláusula.

En el seguro de la responsabilidad civil se incluye la dirección del proceso que puede promover
el tercero (art. 110 Ver Texto, inc. a), carga del asegurado que se completa con las
prohibiciones de aceptar reclamaciones, o de realizar transacciones, o de reconocer
indemnizaciones (art. 116 Ver Texto). A la carga del asegurado corresponde la obligación del
asegurador de asumir esa dirección: la ley 17418 Ver Texto no lo dispone expresamente, pero
resulta así de cuanto dispone sobre: 1) la función del seguro, art. 109 Ver Texto; 2) la extensión
de la obligación de indemnizar, art. 110 Ver Texto, inc. a; 3) de las disposiciones
complementarias de los arts. 115 Ver Texto; 111 Ver Texto, 2º y 3er. párrs.; 116 Ver Texto, 2º
y 3er. párrs.

Obedece a las peculiaridades de la liquidación del siniestro en el seguro de la responsabilidad


civil, porque las variaciones del daño sufrido por el tercero influyen decisivamente sobre el
monto de la indemnización debida por el asegurador. De ahí que éste establezca determinadas
condiciones para hacer menos onerosa esa liquidación y obviar la posible falta de interés del
asegurado en la defensa contra la reclamación de la víctima. Estas razones fundan la
disposición de los arts. 110 Ver Texto, inc. a, y 116 Ver Texto, que comprende dos órdenes de

651
disposiciones, que se complementan: negativas, que son las prohibiciones de reconocer la
responsabilidad, pagar y transar; y positivas, que es confiar la dirección del proceso, con las
condiciones complementarias de comunicar las piezas judiciales de la causa (art. 115 Ver
Texto), entregar la dirección letrada y representación en la litis, etc. (1080) - (1081) .

77. Efectos del incumplimiento por el asegurador.

La dirección del proceso es una obligación del asegurador; cualquiera que sea la redacción de la
póliza (art. 110 Ver Texto, inc. a) (1082) , excepto que se halle liberado (art. 114 Ver Texto).

El incumplimiento por el asegurador libera al asegurado de todas las restricciones


contractuales. Si el asegurador abandona la dirección del proceso después de asumirlo, viola
injustificadamente el contrato, y se hace pasible del pago de todos los perjuicios que cause al
asegurado, incluso de todos los gastos judiciales en que éste incurra para su defensa, aunque
excedan del monto asegurado; y no podrá imputar al asegurado negligencia en la defensa
(1083) .

78. Efectos de la gestión de la litis por el asegurador.

La gestión de la litis implica reconocimiento de la obligación por parte del asegurador de


indemnizar el siniestro (1084) , y le obliga a aceptar los resultados del juicio entre asegurado y
víctima (1085) , salvo que demuestre colusión entre éstos (1086) . Además tiene el efecto de
renuncia de las caducidades incurridas por el asegurado hasta ese momento, conocidas por el
asegurador (doctrina del art. 79 Ver Texto) (1087) .

652
79. Deberes del asegurado y del asegurador. Facultades. Choque de intereses.

El asegurado debe renunciar a la dirección del proceso, por más que éste se lleve en su
nombre: otorgará el mandato necesario al procurador que le indique el asegurador y realizará
todas las diligencias procesales personales que sean necesarias (1088) .

La obligación de sujetarse a las directivas del asegurador no reza para el proceso penal, en el
cual se halla comprometida su libertad personal (1089) , ni aun cuando la apelación ordenada
se limitara al monto de la indemnización fijada en sede penal (1090) . El art. 110 Ver Texto,
inc. b, no lo impone como una obligación o carga: su redacción es la de otorgar una mera
facultad.

El asegurador puede apelar la sentencia civil sin dar aviso al asegurado, y si a consecuencia de
ella se aumenta la suma fijada por encima del máximo cubierto por la póliza, el asegurador no
responde por ese exceso (1091) , porque actuó así en el interés común (1092) , excepto que sea
manifiestamente injustificada (art. 111 Ver Texto, 3er. párr.).

Si hay choque de intereses entre el asegurador y el asegurado, aquél debe obrar de buena fe y
dar preferencia a los intereses del asegurado, avisándole la existencia de ese conflicto de
intereses para que tome las medidas necesarias, aun cuando el asegurado quede obligado hacia
la víctima por los actos cumplidos por el asegurador, sin perjuicio de la responsabilidad de éste
por su negligencia (1093) .

El asegurado debe observar una conducta absolutamente pasiva, acatando estrictamente la


cláusula, salvo que el asegurador se rehúse a proseguir defendiéndolo (art. 110 Ver Texto, inc.
a) o se niegue a asumir esa defensa (1094) .

El asegurador se halla en libertad de litigar o transar; pero incurrirá en responsabilidad si


rechaza una transacción aceptable, o la rechaza sin una investigación adecuada acerca de la
responsabilidad, o lo hace sin dar cuenta al asegurado (1095) ; así como cuando compromete la
condena o el monto de ella por una mala preparación del juicio o de la prueba (1096) , y resulta
de ello perjuicio al asegurado o supera el monto máximo de la cobertura para el caso.

653
El asegurador no puede alegar faltas ni culpa del mandatario que hizo designar; en realidad, lo
actuado por este mandatario debe valer como hecho suyo (1097) . Responde por la ejecución
exacta de la dirección del proceso, y debe indemnizar al asegurado del daño que le resulte por
su falta de diligencia (1098) .

El art. 111 Ver Texto fija cómo se soportan los gastos del proceso:

1) Si el asegurado debe soportar una parte del daño, el asegurador reembolsa en la misma
proporción (2º párr.).

2) Si se devengan en causa civil injustificadamente mantenida por el asegurador, éste debe


pagarlas íntegramente (3er. párr.). La sentencia condenatoria será decisiva para juzgar esta
responsabilidad del asegurador (1099) .

80. Cargas complementarias: trasmisión de las piezas judiciales; prohibición de reconocer la


responsabilidad; prohibición de transar, etc.

Como complemento de esta carga de confiar al asegurador la dirección del proceso,


corresponden otras cargas accesorias:

a) Debe trasmitirle las piezas judiciales útiles (art. 115 Ver Texto) (1100) para el proceso, en el
término adecuado para que el asegurador pueda preparar y hacer valer las defensas necesarias,
carga que rige aun cuando estime que la demanda es infundada (1101) . Cualquier forma de
comunicación que indique la existencia de documentos relativos a la cuestión en litigio que se
los haga llegar al asegurador (1102) . Salvo que se haya pactado una forma especial (1103) ,
pero la violación no tiene consecuencias si se coloca al asegurador en condiciones de afrontar
la dirección del proceso; eso es, que cumpla la función perseguida. El asegurado no es
responsable por las omisiones de sus dependientes, que reciben las piezas que a ellos les
conciernen personalmente (1104) .

654
Es indiferente que la cumpla el asegurado o la propia víctima: lo esencial es que el asegurador
se halle habilitado para realizar la defensa (1105) . Así, si al citarlo en garantía (art. 118 Ver
Texto, 2º párr.) le diere comunicación de todas las piezas de la demanda.

La fuerza mayor y el caso fortuito lo liberan, así como la imposibilidad sin culpa o negligencia
(art. 47 Ver Texto); por ejemplo, cuando la pieza llega con retardo al propio asegurado, o está
bajo los efectos del mismo accidente que le impiden tomar disposiciones adecuadas para el
cumplimiento (1106) .

El error lo excusará conforme al art. 929 Ver Texto, CCiv.

Si no se pacta en el contrato, no se hará la comunicación al agente del asegurador (art. 53 Ver


Texto), excepto que sea un agente institorio (art. 54 Ver Texto), o que en accidentes anteriores
o en su práctica el asegurador haya aceptado la eficacia de la comunicación.

El asegurador no puede alegar la falta de comunicación, si previamente rechazó su


responsabilidad (1107) .

b) Le está prohibido reconocer su responsabilidad (art. 116 Ver Texto, 2º párr.). La regla se
funda en el propósito de protegerse contra declaraciones imprudentes o la colusión entre
asegurado y víctima; pero ha sido enérgicamente atacada como inmoral o ilícita, en cuanto
obliga al asegurado a mentir o quita a la justicia una fuente de información. La interpretación
judicial de esta cláusula en el extranjero lleva a distinguir el reconocimiento de la
responsabilidad de la mera declaración de la materialidad de los hechos, en declaración por
interrogación judicial, regla consagrada por el art. 116 Ver Texto, 3er. párr., siguiendo al art. 52
de la ley francesa: aunque de esa enunciación de los hechos se establezca la responsabilidad
(1108) .

No cabe pactar la pena de caducidad por la violación, conforme al art. 36 Ver Texto, porque se
trata de un supuesto de aplicación del art. 72 Ver Texto, que se concreta en este art. 116 Ver
Texto, por lo cual se aplica la sanción ahí prevista.

655
c) El asegurado no puede celebrar transacción sin anuencia del asegurador (art. 116 Ver Texto,
2º párr.). Con anterioridad ya se reconocía la validez de la cláusula (1109) . Téngase en cuenta
que sólo funciona cuando la indemnización que se reconozca no excede de la garantía cubierta;
cuando una parte debe ser pagada por el asegurado, cesa la razón de la prohibición (1110) . En
caso de duda acerca del monto para apreciar su procedencia, se debe estar al momento en que
se celebra la transacción, y no a posteriori (1111) .

El asegurador, si está autorizado por la póliza o por el mandato conferido para digirir el
proceso, puede transar incluso por una suma superior a la cubierta, y obliga con ella al
asegurado, quien tendrá derecho a repetir del asegurador si demuestra que ha sido
inconveniente (1112) . Pero no puede comprometer los derechos que el asegurado tiene contra
el tercero (1113) .

La violación de la prohibición se sanciona conforme al art. 72 Ver Texto, del que sólo es un
caso de aplicación, como se apuntó.

d) El asegurado puede citar al asegurador en garantía al proceso promovido por el tercero,


hasta el momento en que la causa se reciba a prueba, y la sentencia que ahí se dicte hará cosa
juzgada (art. 118 Ver Texto, 4º párr.) (1114) . La ley aparta así la prohibición de citación que
era usual insertar en las pólizas.

80 (a).

La ley ha omitido regular, al menos integralmente, la dirección del proceso en el seguro de la


responsabilidad civil. Sólo efectúa referencias tangenciales en los arts. 110 Ver Texto y 111 Ver
Texto, al referirse a las costas, y en el art. 116 Ver Texto, al establecer cargas vinculadas a este
tema.

1) El fundamento de la carga que impone al asegurado el deber de ceder al asegurador la


dirección de la litis es obvio: más allá de las antiguas y formalistas alegaciones que buscan alejar
del contrato de seguro de la responsabilidad civil al tercero damnificado, la paradoja que se
advierte en la vida real es que el asegurador es quien se convierte en la figura pasiva principal

656
de la litis que, en los hechos, tramita en realidad entre ese tercero y el asegurador, a quien tanto
el actor como el juez miran con particular interés, pues será quien pague la indemnización en
caso de condena (1115) . Resulta, por ello, más que razonable que si el asegurador es quien en
definitiva pagará, sea él quien, asimismo, conduzca la litis, tanto en lo relativo a sus estrategias
defensivas como a su gestión propiamente dicha (1116) . De esa manera se aventarán las
cuestiones relativas a eventuales defensas ineficaces, a las posibles conducciones inidóneas o
negligentes del asegurado (o, peor aún, sus posibles colusiones con el tercero damnificado,
aunque más no fuera para "favorecerlo graciosamente"), todo ello en la certeza de que las
consecuencias económicas de esas actitudes serán soportadas por el asegurador.

2) Pero ese fundamento cede o se relativiza en algunos casos; por ejemplo: a) si existe déficit
de cobertura, es decir, si el reclamo excede del monto máximo asegurado (1117) , pues, en tal
supuesto, la parte en que la condena supere el máximo de cobertura deberá soportarla el
asegurado en forma directa y exclusiva; b) si existen intereses opuestos entre asegurador y
asegurado que deban ser invocados y probados en la litis, frente al tercero, p.ej., si se debate el
alcance de la cobertura y el límite de ella resulte de aspectos de hecho que deban ser materia de
prueba por parte de asegurador y asegurado (1118) , o aun de aspectos de derecho, que
generen posiciones encontradas entre ambos accionados pasivos.

En caso de que por alguna de estas razones el asegurado se deba defender con abogado
propio, igualmente quedará al asegurador la posibilidad de realizar una defensa integral de sus
derechos en el marco de esa citación en garantía, que constituye una verdadera demanda
directa, correlato procesal del derecho del tercero.

3) Puede ocurrir que el asegurador decline la facultad de ejercer la defensa del asegurado.
Compartimos la opinión del autor de esta obra en el sentido de que la defensa del asegurado
por el asegurador es también una obligación de éste (§ 77): se trata de una prestación
emergente del contrato, que se inserta, por otra parte, en la índole salvamentista que posee el
seguro de la responsabilidad civil (busca mantener indemne al asegurado, art. 109 Ver Texto,
LS., esto es, evitar el daño efectivo a su patrimonio) y, como tal, se cumple además en interés
del asegurador (arts. 72 Ver Texto; 110 Ver Texto; 116 Ver Texto, etc.).

Pero la circunstancia de que por algún motivo (1119) (o aun sin motivo aparente) el asegurador
delegue la gestión de la litis en el asegurado, ello no significa que éste se pueda manejar en
forma discrecional o arbitraria, o abandonar la defensa sin responsabilidad de ninguna especie:
la actuación deberá ser razonable y, en caso de duda, consultar con el asegurador los pasos a
dar, y mantenerlo informado sobre la marcha del proceso. Y no podrá transar sin anuencia del
asegurador: las cargas del art. 116 Ver Texto, LS., se mantienen subsistentes pues, como ya
vimos, todo este aspecto integra el más vasto del salvamento (lato sensu), noción ínsita al
seguro y al derecho de daños todo, en tanto se intenta reducir los perjuicios en la medida de lo

657
posible. Lo contrario implicaría incurrir en una conducta abusiva y en un desvío respecto de la
exigencia de buena fe propia del seguro. Por su lado, el asegurador difícilmente podrá
cuestionar la calidad de la defensa (salvo los casos en que hayan mediado actuaciones
profesionales manifiestamente negligentes o deficientes), porque al estar citado en garantía se
podrá defender con amplitud; y si no lo estuviere, podrá postular su participación voluntaria
como tercero (art. 90 Ver Texto, CPCCN.). Se trata de una cuestión de hecho: las
circunstancias del caso permitirán evaluar las conductas de asegurador y asegurado y adjudicar
los efectos jurídicos que correspondan y responsabilidades, si las hubiere.

Se debe tener presente, en todos estos supuestos, que quienquiera que sea de los litisconsortes
pasivos (asegurado o asegurador) que efectúe actos de defensa, debe tener el cuidado de no
afectar los derechos del otro interesado en el resultado de la litis; salvo, claro está, cuando se
trate de cuestiones entre asegurador y asegurado resultantes de intereses contrarios, que se
debatan en el juicio (p.ej., las referidas a exclusiones a la cobertura, caducidades -aun cuando
fueren inoponibles al tercero reclamante-, naturaleza y extensión de la cobertura, etc.).

4) Si bien la obligación del asegurador de mantener indemne al asegurado amenazado por las
eventuales consecuencias de su deuda de responsabilidad frente al tercero es una obligación
"de resultado" (1120) , ello es así en cuanto a la finalidad perseguida y prometida por la
cobertura, que da sus notas características a ese seguro, en especial su objetivo "salvamentista"
de mantener la indemnidad patrimonial del asegurado en la medida del seguro (arts. 109 Ver
Texto y 118 Ver Texto, LS.), y que se concreta en el momento en que el asegurador paga la
deuda del asegurado hacia el tercero damnificado, si corresponde y en la medida que
corresponda (aquí rige, para la obligación del asegurador, el doble límite: por una parte, el
impuesto por el seguro -"medida del seguro"- y, asimismo, el establecido por el principio
indemnizatorio -la "medida del daño efectivo" sufrido por el tercero-), que producen así la
"liberación" del asegurado de su deuda y eliminan el consiguiente riesgo de ejecución de los
bienes de éste.

Pero la fórmula "mantener indemne" es, evidentemente, atécnica, en cuanto si bien sintetiza y
explica esa finalidad, deja sin embargo librado a lo que resulte de la índole de las obligaciones
que en cada caso correspondan (art. 495 Ver Texto, CCiv.) la especie de prestaciones que
deberán ser efectuadas por el asegurador (p.ej., pago de sumas de dinero, en indemnizaciones
al tercero, o en honorarios a abogados, peritos, etc.; servicios prestados por terceros, como la
defensa del asegurado en juicio, o la atención médica de éste o de personas a él vinculadas -
p.ej., empleados-; entrega de cosas -repuestos de automotores; medicinas u otros elementos
terapéuticos o de rehabilitación, p.ej. en el caso de seguros que amparen obligaciones laborales;
etc.-); las exigencias a su respecto quedan, en cada situación concreta, regidas por las normas
que correspondan a cada especie de obligación.

Y en lo relativo a los actos de gestión de la litis se trata, en cambio, de obligaciones "de


medios", como las de los abogados que actúan en el juicio por el asegurado, aunque indicados

658
por el asegurador: aquí, entonces, se cumple actuando razonablemente, en forma diligente y
según las reglas del arte o actividad (1121) . Esta circunstancia asume particular relieve en los
casos en que, excedida en el reclamo del tercero damnificado la suma máxima asegurada, el
asegurador desecha una posible transacción dentro de los límites de la cobertura por
considerarla elevada, y posteriormente se dicta una sentencia condenatoria que supera el límite
máximo del amparo. Para juzgar las consecuencias de esa circunstancia se estará, como se dijo,
a la razonabilidad y diligencia de la actuación de los letrados indicados por el asegurador y su
concordancia con las reglas propias de la actividad defensiva. Tal situación se complica cuando
los términos de un posible acuerdo llevan la suma sobre el máximo y es requerida la
participación del asegurado: en tal caso será conveniente su intervención en la negociación y,
en el contrario, el asegurador podrá hacer uso del mecanismo del depósito en pago del art. 110
Ver Texto, LS.

5) Un aspecto que puede dar lugar a discusión reside en determinar cuál es la naturaleza de la
carga de ceder la dirección del proceso y gestión de la litis al asegurador. ¿Se trata de una carga
legal o meramente convencional?

Ya dijimos, al comienzo, que, en rigor, la ley no contempla esta carga en forma expresa, sino
que hace sólo una referencia incidental al tema en los arts. 110 Ver Texto y 111 Ver Texto, al
hablar de las costas y, en el art. 116 Ver Texto, al prohibir al asegurado la transacción sin
consentimiento del asegurador y el reconocimiento de responsabilidades.

Entonces, cabe concluir que la formulación de cargas relativas a la dirección y gestión de la


litis, normalmente contenidas en las pólizas que cubren la responsabilidad civil del asegurado
en alguna de sus variantes (entrega de piezas procesales; designación de determinados letrados;
aporte de pruebas de descargo; etc.), les imprimen una naturaleza convencional, y, por ende,
regidas por el art. 36 Ver Texto, LS., con sujeción a los requisitos y efectos establecidos por
esta norma legal.

A ello se suma que algunos de sus aspectos, tales como que las cargas del art. 116 Ver Texto,
LS. -que sí son legales- no contienen una sanción explícita para el supuesto de que ocurra su
incumplimiento, sino que la consecuencia hay que inferirla a contrario sensu del último párrafo
de dicha norma.

Por otra parte, como ya fue destacado por la doctrina en general (y lo confirma el propio art.
116 Ver Texto, LS., en su última parte), la prohibición de reconocer la propia responsabilidad
no implica para el asegurado el deber de mentir ni el de abstenerse de declarar objetiva y
verazmente sobre la realidad de los hechos del siniestro.

No obstante, se puede decir, discurriendo en términos estrictos, que la determinación de si


medió responsabilidad por parte del asegurado demandado es cuestión que compete

659
exclusivamente al juez; es un tema de derecho, ajeno a todo "reconocimiento", por lo cual en
rigor deberían resultar absolutamente inoperantes las declaraciones por las cuales el asegurado
(o cualquier otro demandado) simplemente se declarase "responsable" o "culpable". Es que la
determinación de tales calidades, de índole indiscutiblemente jurídica, insistimos, es función a
cargo del juez, que se deberá expedir en virtud de los hechos alegados y probados (1122) . Por
eso, la normativa se refiere, fundamentalmente, a declaraciones en que el asegurado se
adjudique falsamente hechos de los cuales se le pueda atribuir la responsabilidad; ello también
ingresaría en el ámbito de exclusión de cobertura fijado por los arts. 70 Ver Texto, 114 Ver
Texto y concs. de la Ley de Seguros (y aun al correspondiente al delito de estafa, art. 172 Ver
Texto, CPen.), por lo cual no cabe postular a su respecto la existencia de cobertura.

Y en cuanto a una transacción que el asegurado efectuase en el juicio en que actúa con sus
propios abogados, si no cuenta con la conformidad del asegurador tampoco sería, en principio,
oponible a éste, ni siquiera por el tercero: la deuda por la cual responde el asegurador es la
emergente de la responsabilidad cubierta por el seguro ("en la medida del seguro" -art. 118 Ver
Texto, LS.- y "por cuanto deba a un tercero en razón de la responsabilidad prevista en el
contrato a consecuencia de un hecho acaecido en el plazo convenido"), es decir, la resultante
del siniestro y no aquella que derive de actos unilaterales de éste con ese tercero, posteriores al
siniestro, que impliquen la asunción de obligaciones, a posteriori del suceso siniestral, aunque
se las pretenda referir a los hechos de litis; tales obligaciones son, respecto del asegurador, res
inter alios acta. Entendemos que se afectarían los derechos de propiedad y de defensa del
asegurador si se dispusiere la extensión de ese tipo de decisiones unilaterales, de forma que
fuera a surtir efecto sobre el patrimonio de éste sin contar con su conformidad expresa. El
seguro ha sido contratado como acto de previsión dirigido a la cobertura de sucesos aleatorios,
futuros, en que prive al menos un mínimo de incertidumbre. Incorporar a las obligaciones del
asegurador un suceso voluntaria y unilateralmente generado por el asegurado hace caer el
supuesto fuera del amparo, por constituir una suerte de provocación siniestral, y estaría
entonces alcanzado por el principio contenido en los arts. 70 Ver Texto y 114 Ver Texto de la
Ley de Seguros. Admitir tal consecuencia implicaría, asimismo, favorecer la posibilidad de que
tuvieran lugar colusiones inadmisibles entre asegurado y tercero reclamante, guiados por la
intención de sacar indebido y oblicuo provecho de la relación de seguro, instituida para otros
fines, y que iría a afectar en última instancia a la comunidad de asegurados. Y ello, así,
especialmente en una rama del seguro caracterizada por el predominio del principio
salvamentista, que informa todo el seguro, y el de la protección del garante (arg. arts. 72 Ver
Texto, 77 Ver Texto, LS., y de los arts. 2018 Ver Texto, 2022 Ver Texto, CCiv., etc.). No
resulta admisible que el asegurado asuma arbitrariamente obligaciones que no hubiese tomado
para sí de no haber tenido el amparo del seguro y que pretenda ponerlas en cabeza del
asegurador; y tampoco resulta explicable que el tercero reclamante se vea gratuitamente
favorecido a expensas de otro que no ha sido convocado a la negociación de ese acuerdo.

Por otra parte, cabe recordar que el asegurador es, en el proceso, una parte independiente
respecto del asegurado, que hasta puede, en algunos casos, actuar respecto de intereses
contrapuestos a los de éste. El tercero se apoya en el contrato, del cual surge su derecho
referente al asegurador, por el cual puede citarlo en garantía; y ese contrato y su régimen legal
determinan que la obligación de éste debe emerger del hecho de que haya generado

660
responsabilidad, y no de un acto posterior en que el asegurado asuma unilateralmente
obligaciones que luego pretenda colocar sobre las espaldas del asegurador. Aunque se
adjudicase al asegurador una función de "garante" del asegurado, tal garantía no puede exceder
los límites impuestos por la ley, que expresamente hace referencia, en su art. 109 Ver Texto, a
la cobertura de la responsabilidad que emerja del hecho que causó el daño o generó la
obligación originaria -y no más que ello-, por lo cual quedan fuera sucesos posteriores, que no
respondan a fundamentos claros, basados en los hechos que dieron origen a la litis (arg. arts.
2046 Ver Texto, 2047 Ver Texto y concs., CCiv.).

Jurisprudencia

Con relación al tema de la dirección del proceso, han tenido lugar diversos pronunciamientos
judiciales, y así se ha resuelto que una vez asumida la dirección del proceso por el asegurador, a
él incumbe impartir a los mandatarios del asegurado, instituidos por indicación de aquél, las
instrucciones y directivas para la tramitación del proceso. El asegurado, a su vez, se debe poner
a las órdenes del asegurador para el procedimiento que entienda que se debe desarrollar contra
el tercero que entable el juicio.

La asunción de la dirección del proceso impone al asegurador obligaciones de medio o de


conducta, es decir, exige actuar diligentemente, ser prudente, tomar ciertas medidas, observar
una conducta o comportamiento conforme a derecho que requieran las circunstancias (C. Nac.
Com., sala E, 26/11/1986, "Alunco S.A. v. Cardinal Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, LL
1987-B-399).

También se ha resuelto que en el seguro de la responsabilidad civil, si bien la obligación


culminante que el asegurador asume es la de "mantener indemne" al asegurado por cuanto
deba a un tercero en razón de la responsabilidad prevista en el contrato, precisamente por tal
circunstancia, y en especial porque sobre el asegurador recae en definitiva la consecuencia
dañosa, es de principal importancia, dentro de la economía de este tipo de seguro, que aquél
tenga la adecuada oportunidad de poder participar del control del proceso, en el cual se
cuestiona la existencia y medida del crédito por el cual él ha de convertirse en sujeto pasivo (C.
Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 24/8/1982, "Quiroga de Flores v. Caja Nacional de Ahorro y
Seguro" Ver Texto, Rep. LL XLIII, J-Z-2191, sum. 83).

Cuando la aseguradora citada en garantía asume la dirección del proceso está legitimada para
apelar la sentencia; se debe consagrar el efecto expansivo de ella, sea por considerar un
supuesto asimilable a un litisconsorcio necesario, ya por otras razones, como el
enriquecimiento sin causa, la idea de intervención o sustitución, etc. En el seguro de la
responsabilidad civil la dirección del proceso puede ser exclusiva del asegurador, exclusiva del
asegurado o concurrente; el asegurado debe, en el primer supuesto, mantener una actitud
pasiva, de no interferencia en la gestión de la litis que realiza la citada en garantía (Sup. Corte
Just. Mendoza, sala 1ª, 1/4/1992, "Patricio Palmero S.A. v. Compañía de Seguros del Interior
S.A." Ver Texto, ED 147-170).

661
Si el asegurador, en un seguro de la responsabilidad civil, no asume la defensa del asegurado, o
la declina, el asegurado debe asumirla. En este caso, el asegurado sólo queda obligado frente a
la aseguradora a suministrarle información, siempre que la aseguradora se lo requiera (Sup.
Corte Just. Mendoza, sala 1ª, 24/5/1988, "Rojas, Rolando, v. Huarpe Cooperativa de Seguros
Ltda." Ver Texto, LL 1988-E-15).

En el seguro de la responsabilidad civil, la prestación del asegurador comprende también la


obligación de liberar al asegurado de los gastos que éste debe afrontar en el juicio civil en el
cual se discute el reconocimiento, la determinación y el alcance de las prestaciones de los
terceros.

Los gastos devengados por la actuación de los abogados que asistieron al asegurado en el juicio
civil se deben presumir necesarios por propia determinación de la aseguradora, pues aun en el
supuesto de que no se la hubiese anoticiado de la iniciación de ese proceso, su intervención en
él acredita su conocimiento de las circunstancias efectivas en que el damnificado fundó sus
pretensiones y de las defensas opuestas por el asegurado (C. Nac. Com., sala A, 24/12/1981,
"Ruiz Guiñazú, Ramón J., v. L´Union des Assurances de Paris" Ver Texto, ED 98-164; Rep.
LL XLII, J-Z-2355, sum. 75).

Si el asegurador abandona la dirección del proceso después de asumirla, viola


injustificadamente el contrato de seguro y se hace pasible del pago de todos los perjuicios que
con él cause al asegurado, incluso de todos los gastos judiciales en que éste incurra para su
defensa, aunque excedan del monto asegurado, y no puede imputar al asegurado negligencia en
la defensa, máxime cuando no se ha demostrado colusión entre el asegurado y la parte actora
(C. 2ª Civ. Com. y Min. San Juan, 20/9/1983, "Archilla, José C., v. Compañía Sud América
Terrestre y Marítima de Seguros S.A." Ver Texto, ED 109-114). Si la aseguradora compareció a
autos representando y patrocinando al demandado, esta conducta, cuando ya tenía
conocimiento cabal de la causal de caducidad del seguro, es incompatible con el propósito de
ampararse en la cláusula liberatoria, y se debe interpretar como renuncia tácita a prevalerse de
esa facultad (C. Nac. Civ., sala D, 16/11/1972, "Contreras de Faccioli, Elisa M., v. Hsan,
Marcelo J.", ED 47-634).

En materia de seguro de la responsabilidad civil, la asunción de la defensa del asegurado,


incluso en el proceso penal, importa un reconocimiento de responsabilidad por el asegurador,
quien luego no puede declinarla. El asegurador ejecuta un contrato conociendo la conducta del
asegurado, y si ésta era objetable, debió en ese momento, o a más tardar en el posterior en que
la conoció, declinar su responsabilidad (C. Nac. Com., sala B, 10/3/1967, "Martínez,
Guillermo, v. Nahuel Cía. de Seguros S.A." Ver Texto, ED 19-558).

El asegurador no puede oponer la caducidad del contrato en razón de que el asegurado omitió
comunicarle por carta certificada o telegrama colacionado la iniciación del juicio de

662
indemnización, si éste le hizo saber personalmente y de inmediato haber sido notificado de la
iniciación del juicio y aquél intervino como demandado en todo el curso del proceso, a más de
estar en condiciones de asumir la representación y defensa del asegurado (C. Nac. Com., sala
C, 17/2/1967, "Dellagiovanna, Luis A., v. Suizo Argentina Compañía de Seguros S.A.", ED
19-561).

La cláusula que confiere al asegurador la dirección del proceso civil comprende la prohibición,
para el asegurado, de reconocer su responsabilidad (C. Nac. Com., sala B, 18/11/1960,
"Dyszel, Julio, v. Chaco Argentino Compañía de Seguros S.A.", ED 8-888).

(1079) Además de la bibliografía general y de los estudios especiales que se citan en cada caso,
ver Demogue, René, La direzione dei processi da parte degli assicuratori e suoi corollari, en
"Assicurazioni", 1934, 1, p. 29; Salandra, Vittorio, Il comportamento dell´assicurato di fronte al
danneggiato nell´assicurazione contro la responsabilit… civile, en "Assicurazioni", 1938, 1, p.
212; Halperin, Isaac, la cláusula "dirección del proceso" en el seguro de la responsabilidad civil,
en LL 12-1185; Besson, nota en "Dalloz Critique", 1942, p. 131.

(1080) Viterbo, Assic. della resp. civile, ps. 142 y ss., 167 y ss., y 178 y ss.; Salandra, ob. cit., ps.
213 y ss.; Besson y Picard, III, nros. 202 y 219.
No hay inmixión en el proceso si el asegurado realiza los actos procesales que la ley exija
cumpla personalmente (Besson y Picard, III, p. 509).
Pero se refiere al proceso en que es parte el asegurado: no tiene consecuencia alguna que el
dependiente no confíe el proceso al asegurador del principal (C. Nac. Com., 7/11/1945, LL
41-362).

(1081) Ver autores citados en nota 366, y Lordi, nº 707; Besson, en nota en DP 1934-1-89;
Demogue, lug. cit.
Contra: Allorio, fundado en que los derechos procesales son indisponibles, y la sustitución
procesal fiduciaria y voluntaria es nula (en "Riv. Dir. Comm.", 1935, 1, ps. 415 y ss.). Posición
que acepta Andrioli, en "Foro Italiano", 1935, 4, p. 344. Adde: Besson y Picard, III, nº 218,
para quienes si el asegurador sólo se reservó el derecho de dirigirlo, goza de un derecho de
opción. Y aun luego de haber aceptado, puede desistir. Ver, además, Salandra, en
"Assicurazioni", 1938, 2, p. 341; Gasperoni, vº Assic. di resp. civ., nº 9; Donati, Trattato, III, p.
398; La Torre, en "Assicurazioni", 1958, 2, p. 261.
Algunos autores sólo lo aceptan para el proceso civil y aquellos actos del proceso penal no
pasibles de aumentar la pena (Demogue, lug. cit.).
Se discute acerca de su naturaleza jurídica. Para la C. Nac. Com. no es un mandato, sino un
contrato innominado (21/10/1928, LL 12-1185); posición que adopta Salandra, en
"Assicurazioni", 1938, 2, p. 341, por razones poco convincentes, porque se dan en el mandato
irrevocable, que no por eso deja de ser mandato. Además, admite que existe mandato cuando
el reclamo excede de la suma garantizada.

663
Besson y Picard, ob. cit., 2ª ed., I, p. 515, se inclinan por juzgarlo mandato; Durante, ob. cit.,
ps. 285 y ss., afirma tratarse de mandato en rem propriam.

(1082) Viterbo, lug. cit., p. 181; Lordi, nº 707; Demogue, lug. cit., sólo lo reconoce como una
aspiración. La C. Nac. Com., 27/9/1932, GF 100-187, la aceptó implícitamente.
Contra: Picard, nota en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1933, p. 147; Besson, en DP 1934-1-89. Adde:
Salandra, lug. cit., sin atribuirle importancia para la solución de los problemas conexos;
Spilrein, para quien depende de la redacción de la cláusula; Gasperoni, vº Assic. di resp. civile,
nº 9.
La C. Nac. Com. acepta la posición de Spilrein, en 21/10/1938, LL 12-1185.
La póliza argentina usual facultaba al asegurador a rehusar esa defensa (cláusula 17ª, in fine).

(1083) C. Nac. Com., 20/11/1925, JA 18-714; 27/9/1932, GF 100-187.


Salandra opina que no lo libera sino de las cargas correlativas, como es la prohibición de
transar, pero no de las demás, y menos de la de reducir el daño (en "Assicurazioni", 1938, 1, ps.
225 y ss.). Se olvida que la obligación de reducir el daño existe, porque es una carga del
asegurado, impuesta en todos los seguros.
Besson y Picard, III, p. 508, opinan que, como todo mandatario, puede renunciar, y sin deber
indemnización si lo hace por un motivo legítimo, como si del proceso resultan hechos que
eliminan la garantía (con olvido de que en este caso el contrato es el inaplicable).

(1084) C. Nac. Com., 27/6/1956, LL 85-209.


Conf.: Donati, Trattato, III, p. 404; Corte de Casación de Italia, en "Assicurazioni", 1948, 2, p.
22.
Se extiende a los hechos conocidos a la época de la asunción de la dirección del proceso (Corte
de Casación de Francia, 29/3/1960 y 11/2/1961, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1961, p. 181;
8/1/1962, "Rev." cit., 1962, p. 507).
No se puede asumir bajo reservas (Corte de París, 2/7/1958, en "Rev." cit., 1959, p. 61, con
nota crítica de Besson).
La aceptación del siniestro se puede impugnar por error, pero la prueba pesa sobre el
asegurador (Besson, en "Rev." cit., 1953, p. 46).

(1085) Salandra, lug. cit.; Lordi, en "Riv. Dir. Comm.", 1935, 2, p. 75; Besson y Picard, III, p.
458, respecto de la realización del riesgo; Donati, Trattato, III, nº 764; Perrot, en "Rev. Gén.
Ass. Terr.", 1957, p. 258; Donati, Manlio, en "Assicurazioni", 1949, 2, p. 59.
No se puede sostener que sea un acto de cortesía o complacencia (Besson, en "Rev. Gén. Ass.
Terr.", 1944, p. 60).

(1086) C. Nac. Com., 23/2/1940, LL 17-864; Besson y Picard, III, p. 458.

(1087) C. Nac. Com., 21/10/1928, LL 12-1185 y JA 64-312; Demogue, lug. cit.; Greco, en
"Assicurazioni", 1938, 2, p. 60, a menos que formule reserva expresa (ver Durante, ob. cit., p.
301), lo cual no es aceptable, porque el asegurador, si tiene intención de hacer valer la
caducidad, debe hacerlo a ese momento, y no ejecutar el contrato, ejecución que es
incompatible con la caducidad o la reserva de hacerla valer, porque importa el reconocimiento
del derecho del asegurado. Por eso también se debe desestimar la salvedad de Salandra, lug.
cit., en el mismo sentido.

664
(1088) Demogue, lug. cit.; Besson y Picard, III, p. 503; C. Nac. Com., 7/9/1932, GF 100-204.
El mandato que otorga es irrevocable; si lo revoca incurre en caducidad: Viterbo, ob. cit., p.
179; Besson y Picard, III, p. 505, en cuanto a su naturaleza.
Gasperoni sostiene que también comprende la acción del asegurado contra el tercero, porque
éste puede reconvenir, y el fin de la cláusula es regir la conducta del asegurado
("Assicurazioni", 1938, 2, p. 319). Es una ampliación que el texto no autoriza; y que, como
encierra una renuncia de derechos por el asegurado, se debe interpretar restrictivamente. Es
cierto que el tercero puede reconvenir; si lo hace, será el momento de darle intervención al
asegurador y confiarle la dirección del proceso.

(1089) Lordi, nº 706; Viterbo, ps. 180 y ss.; Picard, nota en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1931, p. 82;
Lepargneur, nº 1361; Spilrein, p. 180.
Contra: Demogue, lug. cit.; Besson, nota en DP 1934-1-89; Salandra, en "Assicurazioni", 1938,
1, p. 220, quien no obstante autoriza que el asegurador pueda imponerle o prohibirle actos que
afecten su libertad personal.
Besson y Picard, III, nº 224, distinguen los actos personales estrictamente penales, para los
cuales reconocen la no obligatoriedad de la cláusula, de la defensa de los intereses civiles, para
la cual rige.
Aunque la póliza disponga diversamente (Corte de Milán, 16/10/1942, en "Assicurazioni",
1944, 2, p. 88).

(1090) Ver jurisprudencia citada por Halperin, lug. cit. en nota 365; Spilrein, p. 180.
Contra: Besson, nota en DP 1934-1-89; Besson y Picard, III, nº 225.

(1091) Ver jurisprudencia francesa citada por Halperin, lug. cit. en nota 365.
Besson y Picard, III, nº 221, sostienen que el asegurador está en libertad de apelar o no del
fallo desfavorable de primera instancia. En nuestro derecho, su obligatoriedad resulta de la ley
10996, art. 11 Ver Texto, inc. 1.

(1092) Ver jurisprudencia francesa citada por Halperin, lug. cit. en nota 365; Picard, en "Rev.
Gén. Ass. Terr.", 1933, p. 143; Besson y Picard, III, nº 222. Salandra sólo lo exime cuando no
hay culpa, lug. cit.; en el mismo sentido: Spilrein, ps. 176 y ss.; Demogue lo responsabiliza en
todos los casos.

(1093) Patterson, Control of settlement and litigation by liability insurers, en "Columbia Law
Review", 34, 512; Fanelli, en "Assicurazioni", 1956, 2, p. 19.
Contra: Besson, nota en DP 1934-1-89.
Para Viterbo, la cláusula de dirección del proceso sólo juega cuando el daño no excede del
límite fijado en la póliza para la garantía del asegurador (ob. cit., p. 179). Para Auletta, si el
asegurado con conocimiento del conflicto de intereses confirma el mandato, el asegurador
responde si efectivamente no ha cuidado el interés del asegurado; si el asegurado no conocía el
conflicto, el asegurador responde siempre (Corte de Casación de Italia, 28/4/1941, en contra)
(en "Assicurazioni", 1942, 2, p. 130).

(1094) Patterson, lug. cit.; Picard, nota en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1935, p. 824; Demogue, lug.
cit.; Halperin, lug. cit.

665
(1095) "La diferencia entre la suma establecida como debida en la sentencia y la suma
pretendida en la propuesta de transacción constituye un mayor daño causado a la cosa
asegurada, en la tentativa de disminuir el daño mismo por medio del juicio, tentativa realizada
en el interés exclusivo del asegurador". Agrega que es el mismo principio que le impone el
pago de las costas (Auletta, en "Assicurazioni", 1942, 2, p. 130).
Ver también sobre el tema: Auletta, eod. loc., 1949, 2, p. 27; Gasperoni, eod. loc., 1949, 1, p.
26; Lusi, eod. loc., 1960, 2, p. 178; Durante, ob. cit., ps. 296 y ss.; Besson y Picard, 2ª ed., ps.
513 y ss.
Donati, Manlio, en "Assicurazioni", 1949, 2, p. 59, distingue según que el asegurado tenga o no
facultades para transigir.
Culpa por la demora en tratar con la víctima, ver Corte de París, 20/1/1956, en "Rev. Gén.
Ass. Terr.", 1957, p. 409.

(1096) Patterson, lug. cit.; Donati, Trattato, III, nº 761.


Contra: Lordi, nº 700.

(1097) Lordi, nº 706.


Frente a los terceros, el procurador representa al asegurado; no existe sustitución procesal
(Lordi, en "Riv. Dir. Comm.", 1935, 2, p. 75; Allorio, en "Riv. Dir. Comm.", 1935, 1, p. 415;
Hémard, II, nº 558. Ver Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1957, p. 412, y Salandra, en
"Assicurazioni", 1942, 2, p. 182).

(1098) Por ejemplo, si se condena a indemnizar al tercero una suma que excede de la garantía
prometida por el asegurador (Viterbo, ob. cit., ps. 180 y ss.). Sobre la culpa del mandatario o
abogado: Lordi, ob. cit., p. 880, nota 1; Durante, ob. cit., p. 289.
Ver Donati, Trattato, III, nº 761; Dosetto, en "Assicurazioni", 1952, 2, p. 17; Donati, Manlio,
eod. loc., 1949, 2, p. 59; Salandra, eod. loc., 1942, 2, p. 182; Auletta, eod. loc., 1949, 2, p. 27.
C. Nac. Com., sala B, 30/8/1963, inédito. Ver autores cits. en nota 383.

(1099) Ver capítulo V, nº 85, y la exposición más extensa de las soluciones divergentes
aceptadas en la jurisprudencia extranjera, en Halperin, estudio citado, nº 7, ps. 1187 y ss.;
Salandra, en "Assicurazioni", 1938, 1, ps. 218 y ss.; Lordi, nº 699; Moraglia, en "Riv. Dir.
Comm.", 1931, 2, p. 173.

(1100) Salandra critica la solución, porque la caducidad funciona sea que el asegurador sufra o
no daño (en "Assicurazioni", 1939, 2, p. 212). Es una cosa distinta; el documento o noticia
puede ser útil, y la omisión no causar daño. Se refiere a la no trasmisión de piezas inocuas
(conf.: C. Nac. Com., 9/4/1943, JA 1943-II-287). Besson y Picard, III, p. 499, no hacen la
distinción.
La carga se refiere a actos oficiales, y no al conocimiento extrajudicial (C. Nac. Com., fallo
citado).
Si el asegurado alega que no se le notificó, debe probarlo (C. Nac. Civ. 1ª, 10/12/1936, JA 56-
765).
Besson y Picard, III, nº 215, sostienen que la obligación no se aplica solamente a la faz judicial;
que el asegurado debe trasmitir todo reclamo que reciba de la víctima, incluso el amistoso.

(1101) Demogue, lug. cit.; C. Nac. Com., 9/4/1943, LL 30-221; Spilrein, p. 135. La falta de
perjuicio es indiferente (Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.",1931, p. 107).

666
(1102) Demogue, lug. cit. Era la jurisprudencia francesa anterior a la ley francesa de 1930, art.
24 (Besson y Picard, III, p. 501).

(1103) Bruck, p. 328.

(1104) Greco, en "Assicurazioni", 1936, 2, p. 139. Demogue, lug. cit., sostiene que debe dar la
orden al dependiente para que trasmita esas piezas, pero no es responsable del cumplimiento ni
debe vigilar para que la cumpla. C. Nac. Com., 20/7/1938, LL 11-371.
En realidad se trata de un hecho ajeno, que no está en su poder cumplirlo o suplirlo.
Contra: Gasperoni, en "Assicurazioni", 1938, 2, p. 302.

(1105) C. Nac. Com., 3/6/1938, LL 11-805.


Contra: Josserand, nota en DP 1928-1-49, porque para la víctima no es un acto conservatorio y
no está en condiciones de subrogarse. Olvida que como cualquier comunicación al asegurador,
la puede realizar un tercero; la víctima, en este caso, no hace valer su derecho ni actúa por
subrogación. Y para el asegurador es indiferente quién cumple con la carga; lo esencial para él
es que se cumpla, y llene el fin perseguido.

(1106) Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1931, p. 101; Demogue, lug. cit.; Spilrein, p. 135,
ausencia del lugar, por ejemplo.

(1107) C. Nac. Com., 20/12/1946, LL 45-683. Contra, Greco, en "Assicurazioni", 1941, 2, p.


160, lo cual no se comprende porque no llenaría función alguna. Ver para algún supuesto,
Salandra, eod. loc., 1942, 2, p. 191.

(1108) Así, no existe si ofrece pagar los gastos de primera cura; o paga los gastos de
hospitalización; o cuando reconoce la responsabilidad sin incurrir en colusión o sin variar la
verdad, o se confiesa responsable judicialmente; o cuando sólo se establecen conversaciones
preliminares para alcanzar un acuerdo; o el reconocimiento se presta inmediatamente después
del accidente, en el estado de emoción propio del momento, etc. Ver un elenco de fallos
extranjeros en la materia, en Halperin, estudio citado, ps. 1190 y ss.; Patterson, en "Columbia
Law Review", 33, 1421; Stieffel, en "Assicurazioni", 1935, 1, ps. 211 y ss. Confr.: Lordi, nº 700;
Besson y Picard, III, nº 205.
Salandra señala que, pese a la prohibición, debe decir la verdad al juez, en las oportunidades
que la ley se lo impone (en "Assicurazioni", 1938, 1, p. 220). Ver Donati, Trattato, III, nº 757;
Formiggini, en "Assicurazioni", 1959, 2, p. 172.
Confr. Mazeaud, Léon, en DH 1929, Chronique, p. 53.
Viterbo considera que en la prohibición se comprenden todos los casos, porque el asegurado
siempre está dispuesto a reconocer su responsabilidad cuando paga el asegurador (ob. cit., p.
173).
La sanción no funciona cuando la responsabilidad ha sido establecida por otros medios:
Gasperoni, vº Assic. di resp. civile, nº 8.

(1109) Viterbo, ob. cit., p. 171; Demogue, lug. cit.; Besson y Picard, III, nº 211.
En materia de accidentes el asegurador no puede invocarla, por el hecho de que el patrón
acordó con la víctima el monto de la indemnización (C. Nac. Com., 17/5/1937, LL 6-748).

667
(1110) Viterbo, ob. cit.; Patterson, en "Columbia Law Review", 34, 521.
Mas si se niega a transigir injustificadamente, el asegurador no está obligado a pagar la mayor
suma establecida en la sentencia (Corte de Casación de Italia, 18/7/1940, en un supuesto en el
cual excedió de la franquicia; con la aprobación de Greco).

(1111) Viterbo, ob. cit., ps. 171 y ss. Afirma que el asegurado no tiene derecho a
indemnización porque el asegurador le prohibió transar sin derecho, ya que tenía o no derecho
a hacerlo: porque si tenía ese derecho, la prohibición era inoperante, y si no lo tenía era
redundante. Tal criterio importa dejar de lado cuanto ocurre en la práctica y poner a cargo del
asegurado las consecuencias de la conducta ilegítima del asegurador.

(1112) Demogue, lug. cit.; Besson y Picard, III, nº 214; Salandra opina que no hay culpa donde
sólo hay un error de juicio (en "Assicurazioni", 1938, 2, p. 341), con lo cual se deberá averiguar
si ese error es excusable o no.
Ver en "Yale Law Journal", 1951, p. 1037, negativa del asegurador a resolver amistosamente
los reclamos. Propuesta sobre la responsabilidad que excede los límites de la póliza.

(1113) Demogue, lug. cit.; fallos citados por Halperin, lug. cit., p. 1193; Picard, en "Rev. Gén.
Ass. Terr.", 1934, p. 844.
Contra: Picard, nota en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1930, p. 377; Besson y Picard, III, nº 214.
Ni el reconocimiento que haga el asegurador es oponible al asegurado cuando, a su turno,
acciona contra el tercero (C. Nac. Com., 20/7/1932, JA 38-1131 y GF 101-215).
A su vez, la transacción que celebra el asegurado es inoponible al asegurador (Viterbo, p. 157).

(1114) Ver un cuadro de la doctrina y la jurisprudencia extranjeras sobre prohibición de citar


en garantía o de revelar la existencia del seguro, en Halperin, estudio citado, ps. 1191 y ss.,
nros. 12 y 13; Lordi, ob. cit., nros. 701 y ss.; Viterbo, ob. cit., ps. 176 y ss., y 168 y ss.; Spilrein,
ps. 173 y ss.; Salandra, en "Assicurazioni", 1938, 1, ps. 229 y ss.; Moraglia, en "Riv. Dir.
Comm.", 1931, 2, p. 173.

(1115) La realidad, juez implacable, como siempre, de las afirmaciones teóricas que intentan
alterar sus componentes, muestra en qué medida la desaparición práctica del asegurador de la
relación, cuando se dispone su liquidación forzosa, desarticula la figura asegurativa y su
cobertura, tanto respecto del asegurado como del tercero, y a menudo imposibilita el
resarcimiento que haya podido otorgar la sentencia al damnificado. De allí las acciones directas,
los privilegios y la imposición obligatoria de cobertura que, respecto de este seguro, presenta la
tendencia legislativa universal.

(1116) Sánchez Calero y Tirado Suárez, comentando el art. 74 de la Ley de Contrato de Seguro
española (que establece que el asegurador, salvo pacto en contrario, asumirá la dirección
jurídica frente a la reclamación del damnificado), señalan que se ha querido que tanto el
reconocimiento de la existencia de la deuda como la determinación de su importe
correspondan, en principio, al asegurador, decisión que se extiende asimismo al rechazo de las
reclamaciones infundadas. Esa "dirección jurídica" comprende la facultad de elegir los letrados,
conducir el pleito y tratar con los damnificados, e indemnizarlos si correspondiere (Sanchez
Calero, F., y Tirado Suárez, J., Ley de Contrato de Seguros, comentada, t. II, p. 556, 1985,
Madrid).

668
Por su parte, Ivonne Lambert-Faivre ve en la "cláusula de dirección del proceso", una promesa
de mandato efectuada por el asegurado al asegurador, por la cual aquél deja a éste la dirección
de la litis, que se realiza en interés de ambos (Droit des assurances, cit., § 664 y 665, p. 382).
A nuestro juicio se trata de una carga que entre nosotros reviste carácter convencional.

(1117) A la complejidad de esta situación se suma la circunstancia de que, con frecuencia, las
demandas contienen estimaciones del monto de los daños que resultan notoriamente
exageradas, conforme a la experiencia derivada de las sentencias dictadas en casos análogos. Y,
a la vez, no se conoce la real magnitud de ciertos perjuicios, como los resultantes de
incapacidades físicas, cuya evaluación queda sujeta a pericias posteriores; a ello se añaden los
reclamos de contorno económico difuso, tales como los relativos al daño moral y al
psicológico. Todo eso complica en gran medida la determinación del real valor de lo reclamado
al momento de recibirse la demanda y tener que decidir el asegurador acerca de quién va a
asumir la defensa del asegurado.

(1118) Dentro de estas situaciones no queda comprendida la invocación y acreditación que el


asegurador, citado en garantía, efectúe respecto de los límites cuantitativos del seguro (topes
máximos de cobertura, franquicias, etc.) expresamente establecidos en la póliza, que surgen de
su mera lectura.
Por otra parte, atento a nuestra opinión (expresada, entre otros trabajos, en La citación en
garantía del asegurador, ED 150-149) en el sentido de que el tercero damnificado posee un
derecho propio respecto del asegurador de quien le provocó el perjuicio, emergente de una
estipulación implícita en favor de ese damnificado, a resultas de la índole de la relación y de la
naturaleza de la prestación comprometida por el asegurador (prestación de liberación de deuda
-ver capítulo V-), entendemos que ese tercero posee legitimación para debatir en el juicio la
real extensión de la cobertura y el alcance de los límites y exclusiones del seguro.

(1119) Estas declinaciones de la facultad de conducción de la litis por parte del asegurador
responden a veces a motivos especiales: p.ej., en los seguros de responsabilidad profesional, en
que, en ocasiones, lo que está en juego para el profesional no se limita al reclamo que amenaza
su patrimonio, sino que se extiende a su prestigio en la especialidad que cultive, por lo cual éste
suele preferir emprender su propia defensa, etc.

(1120) Stiglitz, Rubén S., y Gabriel A., Seguro contra la responsabilidad civil, n_ 214, p. 444,
1994, Buenos Aires. En el mismo sentido, C. Nac. Com., sala A, 12/11/1996, "La Romería
S.A. v. Argos Compañía de Seguros Generales S.A.", ED 179-80).

(1121) Donati, Antigono, Trattato cit., t. III, n_ 761, p. 407: se deben analizar las circunstancias
como aparecían al momento de adoptar la decisión o ejecutar los actos defensivos, y no ex
post facto. Se trata de una evaluación probabilística sobre el riesgo procesal. El fundamento de
la responsabilidad del asegurador no puede nacer sino de culpa o dolo en el ejercicio de la
facultad conferida.

(1122) Un censurable facilismo hermenéutico puede conducir a identificar el reconocimiento


de hechos con el reconocimiento de culpas o responsabilidades. Como señalamos en el texto,
la determinación de la existencia de culpa o responsabilidad es tarea estricta e indelegablemente
adjudicada al juez por la Constitución nacional. Los reconocimientos de parte en este aspecto
carecen de efectos jurídicos si no están respaldados por hechos debidamente acreditados ante

669
el juzgador, y pueden responder a connivencias destinadas a colocar dentro del ámbito de la
cobertura sucesos ajenos a ella.

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XI

81. Violación de la carga de salvamento. Fuerza mayor.

Hemos visto en el § 73 que, según el art. 72 Ver Texto, la violación meramente culposa de la
carga no libera al asegurador; que la violación por culpa grave o dolo sólo autoriza la
indemnización del daño, sanción que no se puede agravar (arts. 36 Ver Texto y 158 Ver Texto)
(1123) . El tomador del seguro responde por la propia culpa, sea que actúe por cuenta propia o
ajena. Si son varios, la violación por uno de ellos perjudica a los demás. En el seguro por
cuenta ajena se debe considerar también la conducta del asegurado. La culpa de los terceros -
incluso del dependiente- no afecta, porque sería incompatible con la naturaleza de la carga
(1124) (culpa en sentido lato, comprensiva del dolo).

La sanción es la expresada, consagrada por el art. 72 Ver Texto: disminución de la


indemnización en la medida en que la indemnización habría resultado menor sin esa violación
(art. 72 Ver Texto, 2º párr.).

La prueba de la violación y sus efectos pesan sobre el asegurador (1125) .

No sólo la fuerza mayor exime de toda consecuencia por el incumplimiento (1126) , sino que
el art. 72 Ver Texto exige que por lo menos concurra culpa grave. Según la doctrina del art. 47
Ver Texto, se debe juzgar que existirá a este efecto fuerza mayor en todos los supuestos en que
medie imposibilidad de hecho sin culpa del asegurado. Además, se debe tener presente cuanto
expresamos en el nº 72, acerca de la forma de su cumplimiento en los distintos supuestos.

670
82. Reembolso de los gastos de salvamento.

El asegurador debe reembolsar los gastos hechos y los daños sufridos en el salvamento, porque
éste se cumple para reducir las obligaciones a su cargo; es decir que se realiza primordialmente
en su interés (art. 73 Ver Texto). Si el álea del salvamento no pesara efectivamente sobre el
asegurador, no sólo no se obtendría el resarcimiento cabal del daño, sino que, en la ejecución
de la carga, el asegurado actuaría con economía de gastos, en contra de la eficacia de las
medidas, sin que por ello el asegurador se pudiera agraviar. Resultan así daños causados
inmediatamente por el acaecimiento o inminencia del siniestro, y constituyen una prestación
debida por el asegurador, accesoria de la principal, de indemnizar: ambas integran la prestación
total por la producción del siniestro. Por esto, cabe concluir que son daños asegurados -en
sentido amplio- y están sometidos a sus normas, si nada se pactó en especial (1127) .

La regla general es que el asegurador debe el reembolso de esos gastos y daños, y sólo se exime
en casos excepcionales: el art. 73 Ver Texto expresa "no manifiestamente desacertados". Debe
así el reembolso de los causados en virtud de circunstancias que hicieron juzgar al asegurado
que eran prudentes. Un gasto o daño es prudente por las circunstancias, cuando habría sido
hecho por un hombre razonable, sin que deban ser consideradas o investigadas las condiciones
particulares del asegurado (su falta de prudencia, su falta de habilidad, etc.). La prudencia se
debe juzgar en el momento y circunstancias en que se adopta la medida, y no con el juicio de
los hechos posteriores, de los cuales viene a resultar su falta de necesidad o inconveniencia. El
criterio no está dado por el juicio del asegurador o del asegurado, sino por el cartabón
señalado. Cabe señalar que son prudentes las medidas que se toman según las órdenes del
asegurador o de la autoridad competente (1128) (o de quien en el momento se halle en
condiciones de ejecutar la orden).

Estos desembolsos y daños pueden consistir en los pagos hechos (extinción del fuego,
préstamos para salvamento y auxilio, honorarios de abogados, médicos, veterinarios, etc.), en la
contratación de ciertas obligaciones, en el pago de la propia actuación que se desempeñó por la
profesión, y no en carácter de asegurado (médico, abogado, etc.), cuanto se pagó a un tercero
que actuó por el asegurado en cumplimiento de esta carga, y no por otras obligaciones o
interés. También puede consistir en el sacrificio de cosas, sean aseguradas o no; esto es
indiferente, porque siempre se debe resarcir el daño (1129) . Igualmente se pagarán los daños
causados a terceros si se produjeron en el interés exclusivo del asegurado; pero si el peligro
también amenazaba a aquéllos, les indemnizará su asegurador (1130) , sin perjuicio de la
aplicación de otras normas, como es la responsabilidad por la creación de ese peligro.

671
Es indiferente que las medidas hayan tenido o no éxito; su resultado no importa (1131) : lo
indispensable es que no hayan sido manifiestamente desacertadas, como exige el art. 73 Ver
Texto. Si se trata de medidas manifiestamente desacertadas, se indemnizará sólo si han tenido
éxito, éxito que por sí solo excluye el desacierto.

El asegurador deberá reembolsar todos los gastos realizados en cumplimiento de sus órdenes,
sin considerar el acierto de la medida dispuesta, sino sólo si el asegurado tenía el derecho o
estaba obligado a seguir las órdenes (art. 73 Ver Texto). En el infraseguro, la solución no
cambia para este supuesto: el asegurador reembolsa la totalidad (art. 73 Ver Texto, 3er. párr.)
(1132) .

No se debe pagar suma alguna a los servicios públicos que tienden a evitar la propagación del
siniestro, en resguardo de la seguridad general: así, nada se adeuda por el servicio de bomberos
(1133) ; pero sí por la atención médica hospitalaria en el seguro de accidentes, individuales o
del trabajo.

Incluyen los gastos de custodia de los bienes salvados (1134) .

83. Época del reembolso.

El derecho al reembolso comienza al momento en que los gastos se hacen, y no más tarde,
salvo pacto especial (1135) .

Si el asegurado lo requiere, el asegurador debe adelantar los fondos necesarios (art. 73 Ver
Texto, 3er. párr.), y su demora autoriza al asegurado a no cumplir la carga, siempre que no obre
contra la buena fe, como cuando se trata de medidas urgentes o se puede procurar los medios
sin dificultades. Esta obligación se aplica incluso en el infraseguro (art. 73 Ver Texto, 3er. párr.)
(1136) .

672
84. Monto a reembolsar.

El reembolso se debe totalmente (y en el supuesto de infraseguro, en proporción; art. 73 Ver


Texto, 2º párr.) (ver § 82), aun cuando -con la indemnización- exceda del monto asegurado, o
del valor de las cosas salvadas, o que las medidas hayan sido perjudiciales, sea que se hayan
cumplido o no en ejecución de las órdenes del asegurador (1137) .

En el infraseguro, el asegurador sólo soporta en proporción (art. 73 Ver Texto, 2º párr., que
extiende la regla proporcional del art. 65 Ver Texto, 2º párr.). Esta solución alcanza también al
seguro a primer riesgo, siempre que la indemnización exceda de la suma garantizada (1138) .
Salvo que haya órdenes del asegurador, supuesto en el cual debe reembolsar la totalidad (art. 73
Ver Texto, 3er. párr.) (ver § 82).

En el seguro de la responsabilidad civil, el asegurador debe reembolsar todos los gastos del
proceso, aunque excedan del monto de la garantía (arts. 110 Ver Texto, inc. a, y 111 Ver
Texto) (1139) , y se rechace la pretensión de la supuesta víctima (art. 111 Ver Texto, 4º párr.)
(1140) .

En el reaseguro rigen las mismas normas: se deben aun cuando se desestime la pretensión del
asegurado (1141) .

Cuando el asegurador dirige el salvamento, indemnizará además todos los daños que cause al
asegurado con su negligencia (1142) .

El pago de los daños o el reembolso se debe hacer con intereses (art. 50 Ver Texto) (1143) .

673
85. Exención del deber de pagarlos.

No cabe pactar la irresponsabilidad de estos gastos: resulta así de la naturaleza de la obligación,


y legalmente de la redacción del art. 73 Ver Texto, y halla una aplicación en la disposición del
art. 110 Ver Texto, para el seguro de la responsabilidad civil, que el art. 158 Ver Texto autoriza
modificar sólo en favor del asegurado.

No se deben si son medidas adoptadas antes de que ocurra el siniestro o de que éste amenace
en forma inmediata, o cuando el hecho que amenaza está excluido de la garantía. Pero la
circunstancia de que el daño no exceda de la franquicia pactada no libera al asegurador por los
gastos, ni tampoco porque éstos no alcancen a exceder de esa franquicia (1144) .

86. A quién se debe pagar. Obligado a pagar.

El reintegro se hará al asegurado; y si son varios, a cada uno en proporción a su parte. Cuando
se enajena la cosa, el pago corresponde al adquirente -incluso los devengados antes de la venta-
si con él se ajustan los daños, y al enajenante, si a éste se paga la indemnización. Análoga
solución corresponde en el seguro por cuenta ajena (art. 23 Ver Texto, 2º párr.) (1145) .

Cuando hay varios aseguradores, se distribuye la carga entre ellos en proporción a su garantía.
Si existe infraseguro, el asegurado deberá reembolsar al asegurador los gastos hechos por éste
por encima de su contribución debida, sin poder objetarlos (1146) .

Si los gastos por una empresa se hacen para salvar cosas aseguradas en otra compañía, ambos
son responsables solidarios, salvo los recursos que existan entre ellos (1147) .

Si los gastos se hacen para salvar también cosas no aseguradas, se distribuyen


proporcionalmente entre asegurado y asegurador (1148) .

674
86 (a).

La carga de salvamento impone al asegurado el deber de realizar los actos y adoptar las
medidas necesarias para "evitar o disminuir el daño" capaz de provocar el siniestro.

Se traduce normalmente en un deber de hacer, aunque en ocasiones requiera un cumplimiento


por omisión (p.ej., no efectuar acciones que puedan aumentar la probabilidad de ocurrencia del
siniestro que aparece como inminente, o la intensidad de sus posibles consecuencias).

Como se trata de una reacción que se debe adoptar ante diversas especies de riesgo, el
contenido del deber está enunciado en términos generales, y sólo es posible determinarlo ante
la situación concreta, que permitirá establecer cuáles son los medios que aparezcan más
adecuados, según las circunstancias del caso, para enfrentar el hecho siniestral. Como es el
asegurado quien normalmente se hallará ante tal situación, por ser él quien está en general
cerca de los bienes a los cuales se refiere el seguro, de ello resulta que sea él quien deba atender
las medidas salvamentistas y determinar, según su criterio, cuáles son los actos que aparecen
más adecuados para lograr el fin de evitar el siniestro o disminuir sus consecuencias.

La ley trata con cierta benignidad al asegurado, lo cual resulta razonable, por cuanto: a)
constituyen situaciones que a menudo revisten complejidad técnica, para las cuales el
asegurado no suele poseer una preparación o idoneidad adecuadas; en tales casos, las enfrenta
con la sola ayuda de su razonamiento y sentido común; b) con frecuencia, tales hechos tienen
lugar en sitios alejados (p.ej., seguro de trasportes, o de automotores u otros vehículos) o en
días u horarios no laborables (feriados, horarios nocturnos, etc.), que impiden realizar
consultas al asegurador o requerir su intervención inmediata; c) muchos siniestros poseen
carácter de subitaneidad (accidentes del tránsito, incendios, etc.), lo cual exige que las medidas
sean adoptadas en forma inmediata; d) son actos que se cumplen en interés del asegurador,
para tratar de evitar que se configure su obligación de resarcir y, si no puede ser evitada, que
sea lo más reducida posible.

Aunque el art. 72 Ver Texto, LS., lleva por título "Obligación de salvamento", se trata en
realidad de una carga que se impone al asegurado por la ley; su incumplimiento no da lugar al
pago de daños y perjuicios, sino que provoca la caducidad del derecho del asegurado a percibir
la indemnización, aunque en forma proporcional a la importancia que tal incumplimiento tenga
respecto de las consecuencias del siniestro.

A diferencia de las cargas establecidas por los arts. 37 Ver Texto y siguientes, referidas al
riesgo, la de salvamento apunta al siniestro que aparece como inminente o que ya ha

675
comenzado su actividad dañosa. Aquello que caracteriza al salvamento es la urgencia, la
inmediatez y la necesidad de soluciones, cuya eficacia está normalmente vinculada a la celeridad
con que se enfrenten los hechos capaces de dañar los intereses asegurados. La diferencia en
cuestión resulta aquí de gran importancia, por cuanto en la carga de salvamento el asegurador
está obligado a reintegrar al asegurado los gastos que éste haya realizado (art. 73 Ver Texto,
LS.).

Ese tratamiento de una mayor consideración respecto del asegurado, por los motivos antes
enunciados, se manifiesta también en la índole del elemento subjetivo requerido para que tenga
lugar la caducidad en la carga de salvamento: el incumplimiento deberá haber tenido lugar
mediando dolo o culpa grave del asegurado. Sólo una inejecución que haya sido, cuanto
menos, gravemente culposa, producirá el efecto caducante. Por otra parte, el dolo o la culpa
grave debe ser del asegurado (art. 72 Ver Texto, in fine), no resulta suficiente el de terceros,
aun si fueran dependientes de él que hayan obrado en forma autónoma, ajena a toda
instrucción que les haya impartido.

A ello se agrega que la caducidad no será siempre integral ni afectará en todos los casos
completamente el derecho del asegurado: el efecto extintivo sólo se producirá
proporcionalmente a la gravitación que haya tenido el incumplimiento sobre las consecuencias
del siniestro ("en la medida que el daño habría resultado menor sin esa violación", establece el
art. 72 Ver Texto, 2º párr.).

Por eso, la ley define el deber salvamentista que impone al asegurado como un "proveer lo
necesario, en la medida de las posibilidades" de éste. No se requieren actitudes heroicas, ni
correr peligros, ni realizar sacrificios fuera de toda normalidad; simplemente, la actitud
diligente de quien quiere evitar el daño evitable o disminuir las consecuencias si no se lo pudo
impedir.

Respecto de la naturaleza de esta carga (cuestión que reviste importancia a fin de determinar
qué principios cabe aplicar para solucionar los casos no resueltos expresamente por la ley), se
han propuesto diversas teorías. Algunos han creído ver una gestión de negocios, pero se
observa que el salvamento es impuesto como un deber, con la forma de una carga cuya
inobservancia da lugar a una sanción: la caducidad del derecho del asegurado en la proporción
en que haya contribuido a que se produjera el daño; además, el asegurado tiene derecho al
reintegro de gastos aun cuando las medidas adoptadas no hubieran logrado evitar los daños.
Otros ven aquí un mandato, pero es de señalar que el asegurado no actúa ahora en virtud de un
contrato de esa índole, sino de un deber legal, y su actuación no posee función representativa,
por lo cual los terceros con quien el asegurado contrate no tienen acción contra el asegurador;
a ello se agrega que en la mayor parte de los casos se trata de actos materiales y no de actos
jurídicos, especie requerida como ámbito natural por el Código Civil en su art. 1869 Ver Texto
para el mandato.

Varios aspectos resulta necesario resaltar acerca del salvamento, considerado en su faz práctica.

676
En primer lugar, la participación del asegurador en las tareas de salvamento, sea en forma
directa o mediante el dictado de instrucciones al asegurado, son actos de cumplimiento de
contrato y, por ende, implican la imposibilidad de alegar válidamente caducidades en que pueda
haber incurrido antes el asegurado y que el asegurador conociere o debiera haber conocido
conforme a las circunstancias del caso (arg. art. 46 Ver Texto, 1er. párr., in fine).

En segundo término, los gastos de salvamento deben ser soportados por el asegurador (art. 73
Ver Texto, LS.), en cuyo interés son realizados. La ley agrega que el asegurador los debe "aun
cuando hayan resultado infructuosos o excedan de la suma asegurada", o hayan sido, en
principio, desacertados: sólo se libera de pagarlos si tales gastos resultaron "manifiestamente
desacertados" (art. 73 Ver Texto, LS., cit.), lo cual implica una categoría acentuada, un
desacierto notorio que torne indiscutiblemente injustificada la realización del acto. La
evaluación de esa conducta se debe realizar atendiendo al momento en que la decisión de
emprender los actos de salvamento debió ser adoptada, analizadas las circunstancias del caso
concreto y no el resultado negativo o inocuo producido por tales actos. El resultado
infructuoso sólo reviste el carácter de indicio o mero elemento de juicio a los fines de
determinar una posible inidoneidad indudable del medio empleado para obtener el efecto
salvamentista buscado; pero tal evaluación considerará en conjunto las circunstancias concretas
del caso al momento de tornarse inminente la ocurrencia del siniestro, incluso, los aspectos
personales del asegurado (p.ej., su grado de instrucción, sus conocimientos sobre aspectos
técnicos referentes al hecho siniestral de que se trate, el peligro en que pueda hallarse por causa
de éste, la mayor o menor subitaneidad y velocidad de configuración del siniestro, los medios
que pudieren existir a su alcance, etc.

Morandi (1149) señala que dentro de las hipótesis de gastos a cargo del asegurador quedan
incluidos: 1) los que derivan de medidas empleadas para evitar la ocurrencia del siniestro o
disminuir el daño; 2) los daños que sufran las cosas aseguradas salvadas, a causa de los actos de
salvamento; 3) los daños producidos a cosas no aseguradas de propiedad del asegurado; 4) los
daños causados a cosas pertenecientes a terceros.

Cabe agregar que en lo referente a tales daños resulta indiferente que los actos de salvamento
hayan sido realizados por el propio asegurado o por terceros que obraron bajo la dirección de
aquél, o por acciones hechas en forma independiente (p.ej., acciones efectuadas por la
autoridad pública en cumplimiento de sus fines específicos -policía, bomberos, etc.-).

Al respecto cabe recordar que el art. 73 Ver Texto, LS., establece que el asegurador debe
reembolsar al asegurado los gastos de salvamento "aun cuando [. . .] excedan de la suma
asegurada", sin perjuicio de aplicar la participación proporcional en los supuestos de
infraseguro y siempre que no hubieren mediado instrucciones del asegurador, en cuyo caso
"éste debe siempre su pago íntegro" (art. 73 Ver Texto).

677
La misma disposición preceptúa que el asegurador, mediando instrucciones de su parte, debe
"anticipar los fondos, si así le fuere requerido". Por nuestra parte, pensamos que al haber
requerimiento del asegurado el asegurador debe siempre anticipar los fondos, aunque no haya
dado instrucciones, pues tales gastos se realizan en su interés y, además, el requerimiento del
asegurado equivale a un anoticiamiento de la inminencia del siniestro o del mayor daño, e
implica un pedido de instrucciones. El asegurador, según el caso, se podrá negar al anticipo,
pero ello hará que no pueda luego alegar violación de la carga ni objetar el tener que
indemnizar los daños sufridos por las cosas aseguradas o por las no aseguradas, sean éstas de
propiedad de terceros o del propio asegurado.

Únicamente podría constituir parte del deber emergente de la carga el anticipo de un gasto por
parte del asegurado cuando la urgencia derivada de la situación así lo impusiera e hiciese que
ese anticipo pudiera llegar tarde, y siempre que surgiere manifiesto que el asegurado podía
hacer frente al gasto sin dificultad alguna y sin realizar sacrificios que excedieran de su
actuación y posibilidades ordinarias.

Se trata de cuestiones de hecho, que se deben evaluar dentro del contexto fáctico de cada
situación, y que exigen que sean interpretadas desde el principio de razonabilidad y de la
"medida de las posibilidades" del asegurado (art. 72 Ver Texto, LS.), de forma tal que se
atiendan los fines del salvamento (impedir o disminuir los daños), pero evitando que el
asegurador ponga a cargo del asegurado la efectivización inmediata de gastos de salvamento
que aquél está en condiciones de pagar en forma oportuna, e impedir así que el asegurado deba
soportar no sólo la realización del gasto, sino, además los trámites y demoras del pedido de
reintegro de su importe.

Como el asegurado no ejerce, frente a terceros, la representación del asegurador, esos terceros
no poseen acción directa contra éste por los costos y gastos que la realización de las
operaciones de salvamento le significaren. Pero si medió aprobación expresa del asegurador a
su respecto, algún tribunal ha decidido que esos terceros podrán accionar directamente contra
aquél exigiendo su reintegro, si se acreditare dicha aprobación (1150) .

La sanción por violación de la carga de salvamento no se puede agravar por disposición


contractual. A nuestro juicio, el fundamento de tal afirmación reside en que se trata de
conductas que se requieren del asegurado mediante la imposición de una carga y que se
cumplen en exclusivo interés del asegurador. Por ello, agravar la situación del asegurado con
cláusulas predispuestas aparece contrario a la equidad y la buena fe que deben subyacer en toda
la regulación contractual del seguro. Se trataría de normas que contrarían el régimen del art. 72
Ver Texto, que resulta, por lo dicho, inmodificable en contra del asegurado en razón de la
naturaleza de esa disposición (art. 158 Ver Texto, LS.) (1151) .

678
(1123) Conforme al Código de Comercio, ya Castillo, nº 118, señalaba que la conducta
meramente culposa no podía conllevar la caducidad porque sería contrario a los fines del
seguro.

(1124) Bruck, ps. 358 y 359, y en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1937, p. 461.

(1125) Bruck, p. 360.

(1126) C. Nac. Com., 11/3/1924, GF 49-122, orden de trasladar el animal enfermo, imposible
por la prohibicion de la ley de policía sanitaria; 28/6/1929, JA 30-233, informe del salvamento
demorado por la prisión; etc.

(1127) Conf.: Bruck, p. 350; Viterbo, ps. 29 y 30; Besson y Picard, II, nº 220.
Los autores nacionales y extranjeros están en desacuerdo para establecer el fundamento de esta
obligación: para Gasperoni son gastos hechos en un acto de gestión (vº Assic. contro gli
incendi, cit., nº 28), opinión que comparten Segovia, nota 1847 (sea que se lo considere así o
mandato legal o convencional), y Malagarriga, Comentario, III, nº 212, que aplica el art. 2298
Ver Texto, CCiv. Para Rivarola el fundamento está en el mantenimiento de la integridad de la
indemnización (ps. 296 y 297); mientras que para Vivante es así porque, de lo contrario, el
asegurado cargaría con el álea del salvamento, que cumple para el asegurador, y se le daría un
fácil pretexto para no obrar, cuando actuar es urgente (Trattato, nº 1969, y Contratto, nº 312);
etc.
Zavala Rodríguez, II, nº 1830, nos atribuye una opinión que jamás expresamos.

(1128) Bruck, ps. 353 y 354.

(1129) Bruck, ps. 351 a 354; Besson y Picard, II, nros. 220 y ss., y III, nº 10.
Según esta norma, en el seguro de incendio, por ejemplo, se pagarán los daños por la lluvia
caída al momento del incendio o inmediatamente después, sin tiempo para que el asegurado se
proteja (Gasperoni, nº 28), los gastos de traslado de las cosas para preservarlas contra los
robos, la lluvia, la humedad (De Lalande y Couturier, nº 100), los salarios de quienes ayudaron
a extinguir el fuego, los gastos de apuntalamiento de los muros, para impedir la extensión del
fuego, etc. (Vivante, Contratto, nº 314, y Trattato, nº 1970), los gastos de remoción (C. Nac.
Com., 10/3/1939, LL 14-205); los daños y gastos para no remover las cosas para avaluar el
perjuicio: son una consecuencia necesaria de la obligación de conservarlos: alquiler, sereno, etc.
(C. Nac. Com., 9/10/1894, Fallos 39:5).
En cambio, no se incluyen los alquileres del local donde se guardan las cosas salvadas (De
Lalande y Couturier, nº 473), excepto cuando el asegurador exige que se guarden en ese lugar
(C. Nac. Com., 10/3/1939, LL 14-205); ni todos los gastos para la conservación de las cosas
después del siniestro -el forraje de los animales, los salarios de sus cuidadores ni la atención
veterinaria-, o los gastos de cuidado y desarrollo de los cultivos dañados (Bruck, ps. 357 y 358).
Adde: Besson y Picard, II, nº 222.

(1130) Vivante, Contratto, nº 313.

679
(1131) Incluso cuando las medidas han resultado perjudiciales, siempre que no hayan sido
"manifiestamente desacertadas" (art. 73 Ver Texto).

(1132) Contra: Bruck, p. 356; la excepción en el caso de infraseguro la funda en que el tomador
es su propio asegurador por la parte no cubierta, y goza por ello de libertad para examinar y
juzgar las órdenes impartidas.

(1133) Vivante, Contratto, nº 314, y Trattato, nº 1970; Bruck, ps. 357 y 358.
Besson y Picard, II, p. 506, los incluyen cuando por su carácter normal, el asegurado pudo
considerar ese pago como necesario.

(1134) Corte de Casación de Italia, 6/3/1950, en "Assicurazioni", 1950, 2, p. 120, criticado por
Manlio Donati, porque el siniestro está extinguido.

(1135) Bruck sostiene que nace con la obligación principal del asegurador (p. 357). No
comparto el criterio, porque se pueden deber sin existir siniestro, como ocurre en el seguro de
la responsabilidad civil, con los gastos judiciales por una reclamación infundada; o en el
supuesto que no excede de la franquicia.
La conclusión no condice con la aceptación de que el asegurador debe adelantar los fondos, si
así se le requiere (art. 73 Ver Texto, 3º párr.).

(1136) Contra: Bruck, ps. 356 y 357; la excepción en el infraseguro la justifica porque el
tomador es en parte su propio asegurador; conclusión excluida por el texto expreso del art. 73
Ver Texto, 3º párr.

(1137) Conf.: Gasperoni, nros. 16 y 39; Vivante, Trattato, nº 1699, y Contratto, nº 312.
La posición contraria de Bruck, ps. 354 y 355, obedece al texto del art. 63 de la ley alemana.

(1138) Ver Bruck, p. 355, quien en nota 71 cita opiniones en contra de la solución que él
auspicia.
Si no excede de la suma garantizada, el asegurador responde por la integridad del reembolso.

(1139) Salandra, en "Assicurazioni", 1938, 1, p. 218; Moraglia, en "Riv. Dir. Comm.", 1931, 2,
p. 173.
Contra: Bruck, p. 355, que lo considera reñido con la equidad; Besson y Picard, III, p. 352.
La razón está en que en el seguro de la responsabilidad civil no es posible calcular el daño
eventual, respecto del cual se garantiza.
Esta regla es de orden público, y no cabe pactar la limitación a su respecto (art. 158) (contra:
Persico, en "Assicurazioni", 1937, 2, p. 212).
Si se han fijado dos máximos de garantía, incluidos los gastos del proceso, según las
responsabilidades cubiertas -hacia los terceros, en las personas y en las cosas- los gastos
procesales se imputarán proporcionalmente (Salandra, en "Assicurazioni", 1938, 2, p. 370).
Los gastos deben ser realizados sin abuso, de manera normal, y corresponder a un
procedimiento útil (Besson y Picard, III, nº 158). En nuestro derecho deben ser juzgados
conforme al criterio del art. 73 Ver Texto: que no sean manifiestamente desacertados.

680
Debo señalar que Durante, ob. cit., ps. 306 y ss. y 317, sostiene que no son gastos de
salvamento, sino prestaciones accesorias. Ver supra, nota 413.

(1140) Conf.: Vivante, Contratto, nº 314, y Trattato, nº 1970.


La solución se acuerda con la naturaleza de gastos de salvamento de las costas judiciales (ver
notas 413 y 417, y Bruck, ps. 353 y 354).

(1141) Bruck, p. 357.

(1142) De Lalande y Couturier, nº 357. Es una aplicación de las normas generales sobre la
responsabilidad civil.

(1143) Segovia, nota 1847.

(1144) Bruck, ps. 357 y 358.

(1145) Bruck, ps. 352 y 353.

(1146) Bruck, ps. 352 y 353.

(1147) La solidaridad es una regla de las obligaciones comerciales (arts. 140 Ver Texto y 480
Ver Texto, CCom.), solución que no es aceptada por la generalidad en nuestro país.

(1148) Bruck, ps. 352 y 353; pero cuando el salvamento de las cosas no aseguradas es una
consecuencia adecuada de la evitación de los daños a las cosas aseguradas, deben ser
soportadas íntegramente por el asegurador.

(1149) Morandi, Juan Carlos F., La carga de salvamento en el contrato de seguro, en JA 1975-
296, secc. Doctrina.

(1150) Donati, Antigono, Trattato . . ., cit., t. II, § 474, p. 419 y nota 167, esta última con
mención del fallo de la Corte de Apelaciones de Venecia en tal sentido (Foro Ital., Repertorio
1927, voz Assicurazioni. Contr., nros. 111 y 112).

(1151) Se suele mencionar también, como fundamento, que una modificación tal implicaría
violación del art. 36 Ver Texto, LS., que sólo es modificable en favor del asegurado. Pero esta
norma, reguladora de la caducidad convencional, posee requisitos más severos para el
asegurado: así, basta que éste actúe con simple culpa para que la caducidad resulte alegable por
el asegurador, en tanto que el art. 72 Ver Texto requiere, como mínimo, culpa grave, lo cual es
más favorable para el asegurado. Por ello, entendemos que el fundamento se debe buscar en el
propio art. 72 Ver Texto, LS., atento a las razones expresadas en el texto.

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681
XII. Prohibición de cambiar en las cosas dañadas

87. Fin. Duración. Violación: efectos.

Una vez producido el siniestro, el asegurado tiene la carga de no alterar el estado de las cosas
(art. 77 Ver Texto), que varía en su aplicación para las distintas ramas (art. 95 Ver Texto,
seguro de granizo, y normas de póliza).

Es una carga temporaria, que dura desde la producción del siniestro hasta la liquidación del
daño, y cuya violación libera al asegurador, cuando es maliciosa (art. 77 Ver Texto, 3er. párr.).
Tiene por objeto impedir que el asegurado haga desaparecer los rastros de las causas del
siniestro y los restos que permiten establecer la importancia de los daños.

La violación por uno de varios asegurados perjudica a todos. En caso de trasferencia de la


cosa, obliga al adquirente si aún no se fijaron los daños; la violación por el enajenante, antes de
la venta, perjudica al adquirente, pero la posterior sólo lo hará en la medida en que éste debe
responder por un tercero. En el seguro por cuenta ajena, el tomador observará la prohibición,
así como el asegurado, y éste responderá al cesionario o acreedor prendario por su violación
(1152) .

El asegurado no responde por el hecho de un tercero (1153) , ya que se requiere su malicia,


esto es, el fin fraudulento de impedir la investigación.

Su contenido es negativo: no tiene que cambiar nada en las cosas dañadas por el siniestro,
salvo el deber de separar las cosas dañadas cuando el perjuicio es parcial (1154) .

88. Supuestos en que se puede hacer el cambio.

682
El cambio se puede hacer (1155) :

a) cuando el asegurador autoriza el cambio, autorización que deberá probar el asegurado;

b) cuando es útil para el salvamento (art. 77 Ver Texto), lo cual deberá ser probado por el
asegurado;

c) cuando lo exige el interés público (art. 77 Ver Texto), que deberá probar el asegurado;

d) cuando es necesario para continuar con el ejercicio normal de su actividad, como son las
operaciones de la cosecha en el seguro de granizo (art. 95 Ver Texto), a las cuales puede
proceder sin solicitar el consentimiento del asegurador, si las medidas son impostergables
conforme a una adecuada explotación (art. 95 Ver Texto) (1156) ;

e) cuando el asegurador no es diligente en la comprobación del daño (art. 77 Ver Texto, 2º


párr.) (1157) . Su dilación no puede perjudicar al asegurado inmovilizando sus bienes.
Inmovilizados los restos del siniestro por un lapso prudencial, suficiente para que el asegurador
diligente compruebe las causas del siniestro e importancia de los daños, el asegurado ha
cumplido con la carga. No existirá la malicia exigida por el art. 77 Ver Texto, 3er. párr.

f ) cuando lo impone la autoridad, o se realiza con la intervención de ésta (1158) .

El asegurador soporta el mayor daño por el cambio en el estado de las cosas si el asegurado
debió realizarlo. En el supuesto del infraseguro, sólo lo soporta en proporción (1159) .

89. Sanción de la violación.

La violación de la carga requiere:

683
a) que sea maliciosa (art. 77 Ver Texto, 3er. párr.) (1160) ;

b) que haga más difícil establecer la causa del daño o el daño mismo (art. 77 Ver Texto, 1er.
párr.).

Reunidos ambos recaudos, el efecto de la violación es liberar al asegurador de su obligación de


indemnizar (art. 73 Ver Texto, 3er. párr.).

(1152) Bruck, ps. 360 y ss.; limita la liberación al supuesto de culpa grave.

(1153) Bruck, ps. 362 y 363. C. Nac. Com., 5/9/1918, GF 16-107.

(1154) Bruck, ps. 361 y 362.

(1155) Para aeronaves siniestradas, ver régimen del decreto 5764 Ver Texto, año 1967 (BO,
18/8/1967).

(1156) Bruck, ps. 361 y 362. La póliza argentina prevé el supuesto de las sementeras maduras y
no maduras; si no están en condiciones de siega, se deberán mantener inalteradas; pero si
estuvieran en estado de cosecha, deberán seguir segando pero dejarán en pie la hectárea central
y las 4 hectáreas de las esquinas del sembrado dañado.

(1157) Conf.: Lordi, nº 697. Puede entonces dejar los restos abandonados (C. Nac. Com.,
"Salomón v. El Trabajo", 22/3/1962; los había conservado custodiados por un lapso
prudencial).

(1158) C. Nac. Com., 26/11/1912, "Jur. Trib. Nac.", noviembre de 1912, p. 297.
V.gr., sepultura o incineración del cadáver del animal muerto por enfermedad contagiosa (p.ej.,
carbunclo), u otras medidas de policía (p.ej., en caso de incendio).

(1159) Bruck, ps. 361 y 362.

(1160) La C. Nac. Com., 24/12/1952, LL 70-208, ya había resuelto que el asegurado no incurre
en caducidad por la venta de las cosas salvadas en los siguientes casos:
a) si se produjo 9 meses después, por lo cual no cabe arg ir que así obstruyó la liquidación;
b) si la liquidación se hallaba paralizada por la actitud de la aseguradora;
c ) si la venta se hizo en subasta pública, con todas las garantías de esos actos.

684
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Capítulo V. OBLIGACIONES DEL ASEGURADOR

1. Obligación principal del asegurador.

Cuando consideramos el carácter bilateral del contrato de seguro, señalamos las divergencias
doctrinales acerca de la consistencia de las obligaciones asumidas por el asegurador (1161) .

Para Bruck, Lefort y otros, la asunción del riesgo importa la obligación del asegurador de
adquirir y mantener su capacitación para afrontar las eventuales obligaciones del resarcimiento.
Esta obligación se concretaría, antes del siniestro, en el derecho del asegurado a la formación
de las reservas, en el caso de quiebra a ciertas medidas conservatorias o de rescisión, etc. Es
decir, que mientras el riesgo no se realiza y sólo es una posibilidad, la obligación es de
prepararse para afrontar la responsabilidad que nazca de aquél. Ésta es la obligación principal,
concretada en la asunción del riesgo, y no las originadas por la producción del siniestro. Si no
fuera así, agrega Bruck, el asegurador debería restituir la prima percibida si el siniestro no se
produce porque existiría enriquecimiento indebido; solución que también se impondría en los
supuestos de rescisión y de falta de pago de las primas sucesivas. El rescate en los seguros
sobre la vida nada arguye en contra, porque el asegurador conserva en propiedad las primas
correspondientes al riesgo corrido (1162) .

La posición de Bruck está inspirada, sobre todo, por el fin de salvar un falso escollo: la
incompatibilidad de que una de las obligaciones del sinalagma sea condicionada. Descuida
considerar que la bilateralidad se refiere a aquello que la doctrina ha dado en llamar sinalagma

685
genético, en que la promesa de una parte es la causa de la contrapromesa. En el seguro se
repite cuanto ocurre en los demás contratos aleatorios, en los cuales la obligación principal
asumida por una de las partes es condicional y les da la fisonomía peculiar a estos contratos: el
asegurado, con la prima, paga justamente el precio de esa álea asumida; ni más ni menos.

Haymann y Donati han replicado acertadamente las afirmaciones de Bruck: no hay obligación
jurídica del asegurador para adquirir y mantener su capacitación técnico-económica, para
ejecutar oportunamente el contrato, porque el asegurado no tiene una acción para hacerla
cumplir. La capacitación técnico-económica es una obligación hacia el Estado, único ente que
puede hacerla cumplir y sancionar su inobservancia. Además, agregan, sería una obligación
preparatoria, dirigida al cumplimiento de la obligación principal (1163) .

2. Pago de la indemnización.

La obligación del asegurador tampoco es la prestación de la indemnización o pago del


beneficio, porque vendría a carecer de causa toda vez que el siniestro no se produce o que el
contrato se rescinde por cualquier razón, como apuntó Bruck (1164) .

3. Asunción del riesgo.

La obligación principal del asegurador consiste en "la asunción del riesgo", de la cual resulta la
secundaria de indemnizar cuando se realiza -ya que indemnizará porque asumió el riesgo
(1165) -, y otras obligaciones de menor importancia: entrega de la póliza, la dirección del
proceso en el seguro de la responsabilidad civil, notificaciones y decisiones impuestas por el
contrato, etc.

Es exacto que el tomador asegura en vista del temor al acaecimiento del siniestro, y para ser
indemnizado en tal supuesto; pero lo exacto es que esta obligación del asegurador es eventual,
sea en cuanto a la realización misma del siniestro o a la época en que ocurrirá: su obligación
cierta es la de pagar si el siniestro se produce en las condiciones previstas en la ley y en el
contrato (1166) ; por eso, y en esta medida, paga el asegurado. La expresión "asumir el riesgo"

686
tiene este alcance y no el de trasferir el riesgo en cabeza del asegurado a la persona del
asegurador (1167) .

4. Asunción de obligaciones.

Es menester destacar que el asegurador sólo asume obligaciones jurídicas; que no asume
cargas; y que la obligación de resarcir el daño no es una obligación de indemnizar como
consecuencia de su incumplimiento, sino una obligación contractual cuyo cumplimiento
importa la ejecución de un supuesto previsto en la aplicación del contrato (1168) .

4 (a).

Las discusiones doctrinales reseñadas en el texto, tendientes a establecer con precisión la


naturaleza de la obligación asumida por el asegurador al momento de la celebración, muestran
algunas aristas que reposan en lo terminológico (1169) , lo cual contribuye a oscurecer su perfil
característico.

Conforme lo establece el art. 1 Ver Texto de la Ley de Seguros 17418, el asegurador se obliga
"a resarcir un daño o cumplir la prestación convenida si ocurre el evento previsto". Como lo
destaca el autor de esta obra en el comienzo del capítulo, en el seguro se reitera lo que ocurre
en todo contrato aleatorio: que al menos la obligación principal de una de las partes -y, en
algunos contratos, las obligaciones de ambas- están referidas al acaecimiento de un
acontecimiento que reviste cierto grado de incertidumbre (1170) . Es por eso que la
contraprestación recibida a cambio constituye, en dichos contratos, el precio del álea, que se
mide en función de la mayor o menor probabilidad de que acontezca "el evento previsto"; y,
en algunos casos, también de la intensidad de los efectos que dicho suceso produzca, que
también pueden estar sujetos a aletoriedad (1171) .

687
Por tal motivo, consideramos que la expresión "asunción del riesgo", como caracterizante de la
obligación del asegurador, significa aquí, simplemente, que éste contrae una obligación cuya
configuración y exigibilidad está sometida a que nazca el presupuesto incierto (el "evento" al
cual hace referencia la ley) previsto en el contrato, como elemento condicionante de la
obligación. Desde el punto de vista jurídico, la prestación prometida está referida a un hecho
incierto y, por ello, resulta también incierta su exigibilidad (al menos en el "cuando") y, en
algunos supuestos, aun en su concreción y en la índole y medida de la prestación adeudada. Lo
dicho se observa con mayor claridad en los seguros patrimoniales: el asegurador se obliga a
"resarcir un daño" (art. 1 Ver Texto, ley 17418) y no se habrá configurado el contenido de esa
obligación mientras no tenga lugar un perjuicio ocurrido en las circunstancias y con las
características establecidas cuando fue descrito el amparo asegurativo, y producido dentro del
plazo de vigencia; todo ello, además, siempre que no surjan razones que hayan provocado la
caducidad del derecho del asegurado.

La ocurrencia del "evento previsto" no sólo tiene como consecuencia que se concrete la
obligación asumida, que permanecía hasta entonces en potencia, latente, por estar
esencialmente ligada al acontecimiento de un suceso incierto (con incertidumbre al menos
relativa, referida al "cuándo") (1172) , sino que aun su contenido requiere, también, de ese
acaecimiento, por resultar indeterminado en alguno de sus aspectos en la mayoría de los casos:
ocurrido un siniestro, se deberá establecer la magnitud del daño o, en los seguros de personas,
la existencia y características de ciertas circunstancias (como precisar quiénes resultan, a ese
momento, legitimados como "beneficiarios" conforme a la ley, o bien según la designación
expresa, cuando ésta es indeterminada -p.ej., "mis hijos", o "mis herederos", etc.-) que a su vez
resolverá la de la prestación debida (concretamente) por el asegurador al ocurrir el siniestro.
Esta indeterminación de configuración, contenido y exigibilidad no sólo tiene lugar en el
seguro y en otros contratos aleatorios, sino también en algunos casos, en la obligación del
fiador en la fianza, por ejemplo.

En estos contratos, como se señaló, el carácter aleatorio de la obligación no implica su


inexistencia; simplemente queda subordinada su configuración concreta, la determinación
efectiva de la prestación debida y, por ende, su exigibilidad final, a que ocurra el
acontecimiento al cual todo ello ha quedado condicionado (1173) .

En cuanto a la adquisición y mantenimiento de la capacidad técnico-económica del asegurador


para hacer frente a su obligación de tal, en caso de no concretarse, podrá constituir causa de
los eventuales incumplimientos, pero no una demostración de la existencia de una obligación
contractual de esa especie del asegurador hacia el asegurado. La capacidad técnico-económica,
si bien requerida como elemento inexcusable en la actuación de la empresa moderna,
constituye más bien un requisito de actuación y permanencia en el ejercicio de la actividad
aseguradora, que le es impuesto al asegurador en virtud de la exigencia de diversos recaudos
que debe cumplir y acreditar ante el ente de control, referentes a su aptitud económico-
financiera, la observancia de las normas técnicas, su actuación conforme a las pautas prefijadas
por las disposiciones legales y reglamentarias aplicables al caso, etc. Basta leer el art. 1 Ver

688
Texto de la ley 17418 para advertir que en el contenido de la obligación asumida por el
asegurador hacia el asegurado no se halla incluida la garantía de capacidad técnico-económica:
sólo se compromete a indemnizar un daño, en los seguros patrimoniales, o a cumplir la
prestación convenida en los de personas. Erigirla en obligación autónoma implicaría la
formulación de una suerte de unión hipostática que no encuentra fundamento en la índole del
contrato ni en la figura contractual descrita en el art. 1 Ver Texto de la Ley de Seguros 17418.

A ello se suma, como había observado Donati -y atañe directamente al caso-, que el asegurado
carece de acción para hacer cumplir una obligación tal y que, a lo sumo, se estaría ante un
deber que el asegurador tendría frente al Estado, quien, en razón de la regulación de la
actividad de la empresa aseguradora, puede requerir que se cumplan medidas tendientes a
lograr esa capacidad técnico-económica empresarial y sancionar los incumplimientos en la
observancia de los deberes establecidos. Pero se trata de exigencias de tipo general, relativas a
la actividad y no a los contratos de seguro individualmente considerados, por lo cual no
pueden servir para caracterizar la obligación que el asegurador asume, en razón del contrato de
seguro, frente a su asegurado.

Por último, con referencia a otro aspecto de la relación asegurativa, si bien habitualmente el
asegurador no asume cargas (lo cual resulta explicable, por ser quien normalmente redacta las
cláusulas del contrato o suele intervenir de manera decisiva en su redacción), es la ley la que, en
ciertas ocasiones, se las impone; en general al establecer plazos dentro de los cuales ese
asegurador debe invocar causales de nulidad, o de caducidad, o de rescisión, etc., si desea que
surtan su efecto liberatorio: así ocurre en los arts. 4 Ver Texto, 3er. párr.; 5 Ver Texto, 2º párr.;
y arts. 39 Ver Texto, 40 Ver Texto, 56 Ver Texto, etc., de la Ley de Seguros.

(1161) Ver capítulo I, nros. 6 y ss.

(1162) Bruck, ps. 366 a 368; Lefort, I, ps. 416 y 417, y 387 a 390.

(1163) Haymann, La prestazione dell´assicuratore, en "Assicurazioni", 1938, 1, ps. 49 y 142;


Donati, en "Assicurazioni", 1937, 1, ps. 403 a 413; Besson y Picard, I, nº 104, ps. 300 a 303;
Gasperoni, nº 40, p. 836; Buttaro, ob. cit., ps. 58 y ss.
Contra: que existe una acción del asegurado para que el asegurador forme las reservas y se
capacite técnicamente, Zavala Rodríguez, II, nº 1709.
La importancia de la empresa aseguradora para la existencia del contrato de seguro, que
destaqué en el capítulo I, no cambia la solución: que el contrato requiera su celebración con
una empresa autorizada es diverso de la obligación hacia el asegurado de capacitarse técnica y
económicamente para cumplir su prestación eventual. Son problemas distintos. Ver Sotgia, en
"Assicurazioni", 1959, 1, p. 365; Ferri, en Studi sulle assicurazioni, p. 111; Donati, eod. loc., p.
65.

689
(1164) Hémard, I, nros. 51 y 52; Bruck, cit. en nota 2.

(1165) Salandra, en "Assicurazioni", 1939, 1, ps. 12 y ss., quien afirma que la asunción del
riesgo importa una sustitución del asegurado por el asegurador, que también explicaría el
abandono en el seguro marítimo, la cesión de cartera obligatoria para los asegurados, el
reaseguro, la subrogación real de los acreedores privilegiados, etc.
La conclusión y sus consecuencias no son exactas: no hay tal sustitución, que llevaría a las
siguientes consecuencias:
a) extender el abandono a todos los llamados seguros terrestres;
b) extinguir la responsabilidad del asegurado hacia el damnificado en el seguro de la
responsabilidad civil; etc.
Algunas de las consecuencias señaladas por Salandra tienen otra justificación:
El reaseguro, por ser el seguro de la responsabilidad eventual del asegurador, que, de lo
contrario, conforme a la posición de Salandra, sería el nuevo seguro del mismo riesgo, ya en
cabeza del asegurador.
La cesión de cartera no es obligatoria para los asegurados por este solo fundamento, frente a
los principios que la inspiran.
El abandono en el derecho marítimo tiene más un fundamento en la tradicional separación de
la fortuna de mar, y hoy es enérgicamente combatido por doctrina muy autorizada.
El pago directo a la víctima en el seguro de la responsabilidad civil se funda en el fin
económico-social perseguido por las partes (ver más adelante, nros. 97 y ss.).
La carga de mantener el estado del riesgo tiene el fundamento ya señalado en el capítulo IV, nº
37, análogo a todos los contratos aleatorios.
La subrogación del asegurador, en las acciones contra los terceros, en el seguro de intereses
tiende a evitar el enriquecimiento del asegurado, o el beneficio injustificado del tercero con el
contrato al cual ha sido ajeno.
Etc.
La opinión de que la obligación principal del asegurador consiste en la asunción de riesgo, de
que participa Salandra, es contradicha por él mismo en el estudio citado, en p. 12, en donde
expresa: "El asegurador no asume el periculum rei, es decir, la garantía de la pérdida
patrimonial producida por un daño súbito a una cosa determinada, y tampoco el periculum
patrimonii, es decir, la garantía de una pérdida patrimonial en general, sino la garantía de la
disposición de una suma o de otra prestación, considerada necesaria en determinadas
eventualidades inciertas".

(1166) En cambio, Buttaro, ob. cit., ps. 93 y ss., sostiene que el objeto de la obligación del
asegurador es la tutela del interés, la cual explica que se trate de un contrato de duración, que
sólo obligue a pagar si y en la medida en que el interés sufra daño.

(1167) Ver Buttaro, ob. cit., ps. 93 y ss.; Donati, Trattato, II, nros. 294 y 478; Leone, en
"Assicurazioni", 1960, 2, p. 255.

(1168) Bruck, ps. 364-5 y 406-7.


Donati sostiene que también asume cargas respecto de la Administración pública, las cuales el
asegurado no tiene derecho a exigir que se cumplan, aunque del incumplimiento de algunas
resulte su derecho a rescindir: a) autorización; b) registrar, administrar, etc., el contrato; c)
términos para rescindir; d) por agravación del riesgo, etc. (Trattato, II, nº 477).

690
Las señaladas con letras c y d las consideramos en los lugares respectivos: juzgo que no son
cargas del asegurador; la indicada con letra a provoca la anulación del contrato, y la
determinada con letra b importa una infracción del régimen de la empresa respecto de la
Administración Pública, que no da derecho a rescindir en el caso individual, porque se debe
juzgar según su repercusión respecto de la capacidad técnico-financiera de la empresa en su
conjunto y la explotación normal de ella. Aceptar para este caso una acción individual -que
cabe que se multiplique por un número indeterminado de asegurados- es negar el concepto y
esencia misma de la exigencia de la contratación con un asegurador-empresa, debidamente
autorizado.

(1169) Así lo señalan Fernando Sánchez Calero y Javier Tirado Suárez cuando señalan que "en
ocasiones, las diferencias entre los autores son más bien de matiz que sustanciales" (Ley de
Contrato de Seguro, comentario al art. 1 de la ley española, t. I, n_ IV, p. 16).

(1170) Si bien el texto del art. 545 Ver Texto, CCiv., podría mover a pensar que en las
obligaciones condicionales la que está condicionada es la existencia misma de la obligación,
pensamos que no es así: la obligación existe, aunque sus efectos quedan potenciados; lo que
queda condicionado es su configuración y exigibilidad. Como bien lo destaca el autor de este
libro, esa obligación, aunque limitada en sus efectos, se constituye en causa de la obligación (y
aun, podemos agregar, de otros efectos, como el de hacer pesar sobre el asegurado la carga de
salvamento -art. 72 Ver Texto, LS.-, que éste debe observar para conservar sus derechos). A lo
cual se suma que el propio Código Civil, en su art. 546 Ver Texto, establece que "pendiente la
condición suspensiva, el acreedor puede proceder a todos los actos conservatorios, necesarios
y permitidos por la ley para garantía de sus intereses y de sus derechos" (norma ésta inspirada
en el art. 1180 del Código Civil francés). Por ello Lafaille señala que, a semejanza de lo que
acontece con referencia a la persona (arts. 63 Ver Texto y 70 Ver Texto, CCiv.), el derecho -y
la consiguiente obligación- tiene existencia y puede ser objeto de cesión (art. 1446 Ver Texto);
puede ser garantizado con hipoteca (arts. 3109 Ver Texto, 3116 Ver Texto, etc.), prenda (art.
3204 Ver Texto), etc., y aun con fianza (art. 1993 Ver Texto); es posible novarlo (art. 807 Ver
Texto), aunque teniendo en cuenta el art. 808 Ver Texto; y culmina diciendo: "De todo ello se
infiere la existencia de un derecho sumamente limitado, pero que justifica el amparo descrito"
(Tratado de derecho civil. Obligaciones, t. II, n_ 101, ps. 39-41). Por su parte, Luis María Boffi
Boggero define la condición como la subordinación de los efectos o consecuencias del acto
jurídico a un hecho futuro e incierto. Distingue el "hecho condicional" (o condicionante), que
constituye un hecho jurídico (art. 896 Ver Texto), externo, al cual se subordinan los efectos del
acto; la "condición", en cambio, "se halla dentro del acto jurídico", su naturaleza es jurídica,
pertenece al objeto de aquél, lo vincula con el hecho condicionante, a cuyo acaecimiento
supedita los efectos establecidos (Caracterización de las modalidades, en "Estudios jurídicos",
1ª serie, ps. 131-2, 1960, Buenos Aires; y en Tratado de las obligaciones, t. 3, n_ 878, p. 237,
1975, Buenos Aires). También Rubén Campanucci de Caso parece reconocer la existencia de la
obligación, previa al acaecimiento del hecho condicionante, ya que expresa: "No es que no
haya nacido con anterioridad, sino que supedita sus plenos efectos a la producción del evento,
es decir, a que se integren los presupuestos fácticos de la norma" (Manual de obligaciones, n_
343 a.1, p. 427, 1997, Buenos Aires).

(1171) La prima es siempre sensiblemente inferior a la suma asegurada; el precio de una rifa o
lotería también es mucho más pequeño que el premio establecido para el caso de que resulte
sorteado el número de quien participó en el juego, etc.

691
Por ello, como destaca Morandi, si el acaecimiento de ese suceso se torna más probable o sus
consecuencias eventuales cabe preverlas como más intensas, sea por razones imputables al
contratante o por motivos ajenos a él, la prestación comprometida por el asegurador no tiene
más las mismas características que cuando la contrató y, al haber sido subvertidas las bases
sobre las cuales se calculó la prima y roto el equilibrio contractual, si no media reajuste, el
asegurador queda habilitado a rescindir la relación (art. 37 Ver Texto y concs., LS.). Ver:
Morandi, Juan Carlos Félix, El riesgo en el contrato de seguro, § 19, p. 43, 1974, Buenos Aires.

(1172) La incertidumbre respecto del "cuándo", propia de los seguros de vida individuales para
el caso de muerte, torna aún más clara la preexistencia de la obligación asumida por el
asegurador: aquí se trata de un plazo incierto, en el cual lo "condicionado" es sólo la
exigibilidad de la prestación (art. 568 Ver Texto). El álea juega sólo respecto del lapso más o
menos prolongado en que tenga lugar el fallecimiento; se mantiene así el rasgo eventual de la
prestación, aunque aquí sumamente atenuado, ya que sólo está referido al momento en que
resultará exigible.

(1173) Es también interesante destacar que si bien la obligación del asegurador está sujeta a una
condición (o a un plazo incierto, si se trata de un seguro de vida individual para el caso de
muerte), estos elementos condicionantes de la obligación no poseen aquí carácter accidental,
producto, en cada caso, del acuerdo de voluntades de las partes, sino que son modalidades que
la caracterizan, propias de la índole del contrato, inherentes a su esencia y, por ello, que no
pueden faltar; por eso la propia ley las instituye (arg. arts. 1 Ver Texto, 3 Ver Texto, etc., LS.).
No obstante, consideramos que sus efectos se rigen por el régimen general establecido en el
Código Civil para dichas modalidades (arg. arts. 528 Ver Texto, 566 Ver Texto y 567 Ver
Texto, Cód. cit., que no exigen que posean carácter convencional) en tanto no hayan sido
modificados por la Ley de Seguros.

-----------

II. Riesgo

5. Concepto. Riesgo asegurable.

Riesgo es una eventualidad prevista en el contrato (1174) - (1175) : la noción de eventualidad


es entendida como excluyente de la certidumbre y de la imposibilidad, comprendido el caso
fortuito, sin excluir, en cambio, en absoluto, la voluntad de las partes, siempre que el

692
acontecimiento no dependa inevitable y exclusivamente de ella. La incertidumbre no debe ser
absoluta, sino económica, para lo cual basta la incertidumbre del momento en que se
producirá; es decir, sea en cuanto a la realización del hecho mismo, sea en cuanto a la época o
momento en que ocurrirá (1176) .

Desde el punto de vista económico, "hay riesgo respecto de un sujeto siempre que la situación
económica no sea para él previsible, o por lo menos no lo sea con un mínimo de certidumbre"
(1177) .

La existencia de una necesidad sólo aparece como posible cuando el patrimonio de alguien
(seguro de intereses) o la persona de alguien (seguro de personas) será afectado por la
producción del siniestro. El asegurador hace frente a esa necesidad -o evento o daño, según sea
la explicación que se acepte- por medio del contrato y en la medida que éste fije. La asunción
del riesgo significa así que asume la posibilidad de la necesidad eventual resultante de un
determinado estado del riesgo. El estado del riesgo aparece en relación al riesgo de la misma
manera que la existencia concreta de la situación representada de la producción de una
necesidad lo está con la posibilidad abstracta (1178) .

La posibilidad del siniestro -o daño o necesidad, como se denomine- se debe apreciar con
relación al mayor número posible de riesgos análogos conforme a la experiencia, y no
exclusivamente relacionada con el solo riesgo particular. Cuanto más abundante y precisa es la
experiencia del asegurador, tanto más ajustadamente se fija la medida de su responsabilidad
eventual. En la comunidad de riesgos, en la reunión de estados de riesgos homogéneos, la ley
de los grandes números puede actuar con efectos compensadores, cuando existe una cierta
igualdad empírica respecto de las consecuencias de cierto hecho (1179) .

El riesgo que asume el asegurador -en el sentido señalado supra, nº 3- es distinto del soportado
por el asegurado: es artificial, creado por el contrato. El del asegurado es indeterminado e
inmediato; el del asegurador es mediato y limitado al contrato (1180) .

6. Riesgos asegurables en el derecho argentino.

693
Para la ley argentina -arts. 2 Ver Texto, 3 Ver Texto, 60 Ver Texto, 61 Ver Texto y 128 Ver
Texto- el riesgo asegurable puede afectar intereses presentes o futuros, el daño o la mayor o
menor ventaja esperada, la persona propia o la ajena.

En resumen, cabe asegurar toda clase de riesgos que puedan afectar intereses lícitos sobre
determinados bienes o el patrimonio como un todo (seguro de la responsabilidad civil): por la
pérdida o avería de una cosa; por el nacimiento de una responsabilidad; por la pérdida de una
ganancia esperada. Las personas pueden serlo en cuanto se refiera a la vida misma o a la
integridad física (accidentes, enfermedad) (1181) .

7. El riesgo integra el objeto del seguro.

El riesgo integra el objeto del seguro. Es menester que exista, y que reúna ciertos caracteres, so
pena de nulidad del contrato por falta de objeto (arts. 3 Ver Texto y 81 Ver Texto) (1182) .
Debe existir al tiempo del comienzo material del seguro. Si la imposibilidad sobreviene al
comienzo material, cesa de soportarse y las relaciones entre las partes se reglan por las normas
de cesación del interés: se debe la prima según las reglas del art. 41 Ver Texto (art. 81 Ver
Texto), esto es, si se comunicó o no oportunamente esta desaparición: en el primer caso, se
debe en proporción al tiempo corrido; en el segundo, por el período en curso (1183) . El
contrato se rescinde para lo futuro, mas continúa rigiendo las relaciones pasadas (1184) .

El contrato no renace por la restauración de la cosa, destruida por otro riesgo (1185) .
Tampoco cubre en el caso en que el riesgo desaparece y es reemplazado por otro, o se
trasforma el interés, como el supuesto del propietario que se convierte en inquilino (1186) .

La producción parcial del siniestro no afecta la eficacia del seguro si se puede reproducir; pero
ya no podrá ser seguro retroactivo, y, si así se pactó, se rebajará la prima. Si el siniestro
disminuyó el interés, puede existir sobreseguro (1187) . En el supuesto de que la cosa
parcialmente dañada es restaurada o reemplazada, el asegurador sigue soportando el riesgo en
la misma extensión originaria, sin disminución alguna, como si no se hubiera producido ningún
daño. Pero si no se restaura o reemplaza, puede existir sobreseguro (1188) . Mas cuando
indemnizó parcialmente, en el futuro sólo es responsable por el remanente, salvo pacto en

694
contrario (art. 52 Ver Texto, 4º párr.) o por la naturaleza del riesgo (v.gr., seguro de la
responsabilidad civil).

Cuando la imposibilidad sólo afecta una parte de las cosas aseguradas, la situación es análoga a
la del daño parcial. La disminución cuantitativa del riesgo no disminuye la prima debida si
originariamente no se discriminó en el contrato (1189) .

8. El riesgo debe ser un hecho incierto.

Debe ser un hecho incierto (arts. 1 Ver Texto y 2 Ver Texto), pero no por ello ha de derivar de
un hecho futuro, porque es suficiente la incertidumbre subjetiva: el riesgo putativo (art. 3 Ver
Texto, 2º párr.) (1190) .

La imposibilidad puede ser absoluta o relativa. Es absoluta cuando se opone la naturaleza; es


relativa cuando así resulta en un caso especial, y puede ser que ya no ocurra o que se produjera
antes del comienzo material (art. 3 Ver Texto, 1er. párr.) (1191) .

La incertidumbre puede versar sobre el acontecimiento mismo o sobre el momento en que


necesariamente ocurrirá (seguro sobre la vida para el caso de muerte); incluso es suficiente la
incertidumbre sobre las consecuencias (1192) .

Desaparece cuando se trasforma en certidumbre. Es indiferente que se trate de un interés


presente o futuro, o que el comienzo material sea anterior o posterior al formal: basta que a
este comienzo haya desaparecido, porque la obligación del asegurador carece de objeto (art. 3
Ver Texto) (1193) .

Por el art. 3 Ver Texto es nulo el contrato cuando al tiempo de celebrarlo el riesgo había
dejado de existir, o el siniestro se había producido, si el asegurador conocía la cesación del
riesgo o el asegurado la producción del daño. Se aplica especialmente en el seguro de intereses
(1194) .

695
La doctrina contemporánea critica la validación de estos contratos. La norma tiene su fuente
en el seguro marítimo -arts. 1170 Ver Texto, 1171 Ver Texto, 1172 Ver Texto y 1175 Ver
Texto, CCom., hoy derogados (ver arts. 411 Ver Texto y 417 Ver Texto, ley 20094)-, originada
por las dificultades de las comunicaciones; pero lo juzga de dudosa conveniencia en los seguros
terrestres, porque es difícil que el tomador ignore el estado del riesgo, por la forma como se
calculan las primas, y porque en muchas ramas no beneficia al asegurador (1195) .

9. Riesgo putativo. Conocimiento de la cesación del riesgo.

La validación del seguro depende del conocimiento que tenga la parte, sea el asegurador de la
cesación del riesgo, o el asegurado del acaecimiento del siniestro (art. 3 Ver Texto, 2º párr.)
(1196) . El momento decisivo para juzgar ese conocimiento es el de la iniciación del término
formal del seguro (1197) .

Cuando contrata un mandatario o comisionista, también se debe tener en cuenta su


conocimiento, que equivale al del principal o comitente (doctrina de los arts. 10 Ver Texto y 26
Ver Texto) (1198) . El principal que tiene conocimiento del siniestro debe comunicarlo
inmediatamente al mandatario o comisionista, por la vía más rápida, aun la telegráfica; pero si a
pesar de esta diligencia la noticia llega tarde, el contrato será válido (doctrina del art. 44 Ver
Texto) (1199) . En el seguro por cuenta ajena se considerará el conocimiento del tomador y del
asegurado, cuando no se celebra en su ignorancia o se le notificó oportunamente (arts. 10 Ver
Texto y 26 Ver Texto) (1200) .

El conocimiento de uno de los varios tomadores afecta a los demás.

El conocimiento del agente de celebración (1201) y del agente mediador, en los mismos
supuestos en que elimina la reticencia del tomador, perjudica al asegurador.

696
El medio por el cual se conoce es indiferente. Lo importante es el conocimiento mismo.

El art. 515 Ver Texto, Código de Comercio, legislaba acerca de la "presunción" de


conocimiento por las partes, dejando librado al juez presumir que, por el tiempo trascurrido
desde la cesación del riesgo o del acaecimiento del siniestro, ha debido ser conocido por la
parte beneficiada. Se trataba de una presunción de conocimiento establecida por el juez según
las circunstancias: distancias, medios de comunicación, etc. (1202) . Esta norma ha
desaparecido de la ley vigente, pero la Ley de la Navegación mantiene la presunción en el art.
411 Ver Texto, 2º párr., por la llegada de la noticia al lugar en que se celebró el contrato o de
domicilio del asegurador o desde el cual el asegurado dio la orden de celebrarlo. Además, las
partes pueden ocurrir a todos los medios de prueba para establecer ese conocimiento, sin que
sea suficiente la publicidad periodística del siniestro. Se debe tener en cuenta que se presume la
buena fe de los contratantes (1203) .

10. Seguro sobre buenas o malas noticias.

El art. 516 Ver Texto, CCom., permitía eliminar la presunción de conocimiento del art. 515
Ver Texto, cit., por la inserción de la cláusula de que "el seguro se hace sobre buenas o malas
noticias".

Su efecto no era el de eliminar la mala fe y validar el contrato en todos los casos: la propia regla
legal admitía la anulación por prueba acabada del conocimiento de cesación del riesgo por el
asegurador o el acaecimiento del daño por el asegurado (1204) .

La cláusula puede juzgarse sobreentendida si así resulta del contrato (1205) . Segovia se
muestra partidario de incluirla obligatoriamente para cubrir el riesgo putativo, porque lo estima
más franco y evita el expediente peligroso de las presunciones (1206) .

La cláusula es de aplicación arriesgada por el posible fraude, pero es una consideración que no
puede llevar a la ley a prohibirla (1207) . La ley 17418 Ver Texto no prevé su inclusión. Es
peculiar de los seguros marítimos, para los cuales la Ley de la Navegación (20094) establece en
su art. 411 Ver Texto: "El contrato de seguro es nulo si al tiempo de su celebración el
asegurado conoce la producción del siniestro, o si el asegurador sabe la inexistencia del riesgo o

697
su cesación. Salvo prueba en contrario, se presume que el asegurado tiene ese conocimiento si
la noticia de tales hechos llegó antes de la celebración del contrato al lugar donde se realizó, o
al del domicilio del asegurado o al lugar desde el cual el asegurado dio orden de realizarlo.
Cuando el asegurador no haya tenido conocimiento de la inexistencia del riesgo o de su
cesación, tiene derecho al reembolso de los gastos y a la prima entera, si prueba que la
producción del siniestro era conocida por el asegurado. Si el asegurador tuvo conocimiento de
la inexistencia de los riesgos o de su cesación al tiempo de contratar, el asegurado tiene
derecho a exigir el reembolso de la prima pagada, el de los gastos que demandó el contrato y el
pago de los daños y perjuicios".

El conocimiento se debe juzgar al momento de la celebración del contrato, y no de la emisión


de la póliza (1208) .

Los rumores no equivalen al conocimiento cierto; pero la notoriedad pública será prueba
suficiente, ya que ese conocimiento puede ser acreditado por presunciones; exigir otro medio
de prueba hará prácticamente inocua la sanción legal, porque de por sí es muy difícil acreditar
el conocimiento personal del adversario (1209) . De ahí la norma del art. 411 Ver Texto de la
Ley de la Navegación.

10 (a).

Ante la celeridad y facilidad de las comunicaciones en la actualidad, estas cuestiones han


perdido gran parte de su interés práctico. No obstante, se pueden dar algunas situaciones en las
cuales resulten aplicables: por ejemplo, en los seguros del trasporte, si el cargador de las
mercaderías las entrega a quien va a trasportarlas, el viaje se inicia, la contratación del seguro se
demora y poco antes el medio de trasporte ha tenido un siniestro en lugar lejano, que el
cargador ignoraba y que afectó las cosas a que se refiere el seguro (ello es factible de suceder
especialmente en el trasporte terrestre realizado por lugares escasamente poblados y en
siniestros en que haya podido resultar afectada la persona a cargo del trasporte -lesiones graves
o muerte, que imposibiliten o dificulten una comunicación inmediata-). Pero se tratará siempre
de casos de excepción y en los cuales deberá resultar claramente acreditado el desconocimiento
del suceso por parte del asegurado o tomador: ello así porque, como se señala en el texto de
esta obra, es una modalidad asegurativa "de aplicación arriesgada", por la posibilidad de que se
faciliten contrataciones mediante las cuales se intente defraudar al asegurador. En supuestos
como éste, el requerimiento de buena fe se acentúa y asumen importancia destacada las
presunciones para decidir la solución a aplicar al caso de que se trate.

698
11. Efectos del conocimiento de la cesación del riesgo.

El efecto del conocimiento de la cesación del riesgo o del acaecimiento del siniestro es la
anulación del contrato (art. 3 Ver Texto).

La ley no regula los efectos de la anulación, por lo cual se deberá estar a los principios
generales establecidos por el Código Civil (arts. 1050 Ver Texto, 1052 Ver Texto y 1056 Ver
Texto). Si la anulación se produce por culpa del asegurado, el asegurador restituirá la prima
pero tendrá derecho a ser resarcido de los gastos realizados (comisión pagada, etc.). Si la
anulación se produce por culpa del asegurador, además de restituir la prima deberá resarcir los
daños sufridos por el asegurado.

La sanción del art. 3 Ver Texto no se aplica si el riesgo sólo se extinguió en parte, o el siniestro
fue parcial; en tales casos se juzgará por otras normas (1210) : si se trata del conocimiento del
asegurador, sabido al momento de la celebración, se aplicarán las reglas generales sobre vicios
de la voluntad en el asegurado; si se tratara del conocimiento por el asegurado, se aplicará el
art. 5 Ver Texto de la ley.

12. Seguro retroactivo. Conocimiento de la cesación del riesgo. Efectos.

Si el seguro es retroactivo y el asegurado conoce el acaecimiento del siniestro antes de la


celebración, el contrato es nulo (art. 3 Ver Texto, 2º párr.): la ley no establece las consecuencias
de la nulidad, por lo cual se recurrirá a las normas generales del Código Civil (arts. 1050 Ver
Texto, 1052 Ver Texto y 1056 Ver Texto) (1211) .

Cuando el seguro es retroactivo y para el futuro, el seguro no se anula en cuanto se refiere al


futuro, pero estará viciado por violación del deber de informar y será anulable, por ende, por
aplicación del art. 5 Ver Texto, aun cuando el siniestro haya sido parcial (1212) .

699
El conocimiento por el asegurador varía las soluciones en el segundo supuesto, porque elimina
la sanción por violación del deber de informar, y por ello hace inaplicable el art. 5 Ver Texto
(1213) .

13. Conocimiento de la producción necesaria del siniestro. Vicio propio.

En el supuesto de que ambas partes conozcan que el siniestro se debe producir


necesariamente, el contrato será ineficaz como seguro. Si sólo lo conoce el asegurado, el
contrato es nulo; mas si sólo lo conoce el asegurador, subsiste la eficacia del contrato, porque
para esto es suficiente la incertidumbre subjetiva. Por ello también será eficaz si ambas partes
lo ignoran (1214) .

La ley argentina -art. 66 Ver Texto, 1er. párr.- autoriza expresamente a asegurar los riesgos
derivados del vicio propio, solución que no acepta la doctrina alemana (1215) .

13 (a).

El tema del vicio propio y sus consecuencias en materia asegurativa difiere, en realidad, de las
cuestiones que plantea conocer el acaecimiento del siniestro o de su imposibilidad al momento
de la contratación.

En el supuesto de vicio, se está ante un aspecto objetivo que hará sentir los efectos futuros
relativos a la causalidad del daño y no a un siniestro que ya aconteció o se ha tornado
imposible. El vicio pesa sobre las consecuencias futuras y, por ende, inciertas; de allí la
posibilidad de convenir su cobertura.

Otra cuestión es la referida al conocimiento que de la existencia del vicio pueda tener el
asegurado o tomador al momento de contratar. Si se trata de un vicio relevante, que incentiva
la probabilidad o intensidad siniestral, deberá ser informado al asegurador, a los fines del art. 5
Ver Texto, LS. Por los mismos motivos, si se trata de un vicio sobreviniente, regirán los arts.

700
37 Ver Texto y siguientes, LS. Se debe tener presente al respecto que el texto del art. 66 Ver
Texto, LS., dice que el asegurador "no indemnizará los daños o pérdidas" producidos por vicio
propio, y agrega que si sólo hubiere "agravado el daño", se excluirá la indemnización sólo en la
parte en que éste haya sido causado por el vicio.

14. Seguro retroactivo. Caracteres. Imposibilidad del siniestro. Efectos.

Cabe pactar el efecto retroactivo del seguro, pero se debe hacer expresamente, sea al celebrar el
contrato o después, para todos los riesgos cubiertos o para algunos solamente (1216) .

Su peculiaridad radica en que al tiempo de la celebración del contrato se puede haber


producido el siniestro o establecido la imposibilidad de que se produzca. Para resolver su
validez, es decisivo el conocimiento de las partes, y si se cubre el riesgo pasado o también el
futuro (1217) .

Si ambas partes conocían que el siniestro ya se había producido, no hay contrato eficaz, y el
asegurador nada puede reclamar; incluso cuando acaeció entre la oferta y la celebración, salvo
que exista una nota o promesa de cobertura (1218) .

Mas cuando sólo el asegurador conocía el acaecimiento del siniestro, el contrato es válido (art.
3 Ver Texto, 2º párr.), porque existe incertidumbre subjetiva en el asegurado. Éste deberá,
lógicamente, cumplir con todas las obligaciones y cargas que le impone el contrato (1219) .

En el supuesto en que el seguro es retroactivo y para lo futuro, el contrato también será válido
íntegramente, y el asegurador sólo tendrá para lo futuro derecho a una prima reducida si sólo
responde por el remanente, sin poder rescindir porque conocía el siniestro (1220) .

En el seguro retroactivo, si al tiempo del comienzo material del seguro es imposible que se
produzca el siniestro, el contrato es ineficaz, como si no existiera interés, porque no existe el
riesgo a ser asumido (art. 3 Ver Texto, 1er. párr.). El asegurador no tiene derecho a la prima,
sea que el tomador conociera o no esa circunstancia, sino sólo derecho a la indemnización de

701
los daños, según el derecho común, por no existir una norma especial, indemnización que
comprenderá los gastos realizados (1221) .

Cuando la imposibilidad del siniestro se manifiesta después del comienzo material del seguro,
la solución depende del conocimiento de las partes. Si ambas partes o sólo el asegurador saben
esta imposibilidad, el contrato es nulo (art. 3 Ver Texto, 2º párr.), y el asegurador no tiene
ningún derecho a la prima. Pero si ese conocimiento sólo lo tiene el asegurado o ninguna de las
dos partes, el asegurador tendrá derecho a la prima hasta el fin del período en curso, porque es
suficiente la incertidumbre subjetiva (1222) (en el primer supuesto, también por aplicación del
art. 8 Ver Texto).

En este tipo de seguro, el tomador debe informar acerca del acaecimiento del siniestro al
tiempo de contratar o de su imposibilidad: al igual que en la carga precontractual de informar, y
el conocimiento de sus representantes o agentes le perjudica (1223) .

14 (a).

En estos casos vale lo señalado respecto del seguro sobre buenas o malas noticias (en este
capítulo, § 10), pues se trata de supuestos que muestran marcada analogía; de allí la permanente
alusión al art. 3 Ver Texto, LS., cuya segunda parte se refiere, específicamente, al seguro con
cobertura retroactiva.

15. Acaecimiento del siniestro antes del comienzo material del seguro.

La producción del siniestro antes del comienzo material del seguro anula o hace imposible el
seguro, de manera análoga a la falta de un interés asegurable (art. 3 Ver Texto, 1er. párr.)
(1224) . En este supuesto, como en el anterior, la doctrina alemana reconoce una remuneración
en pago de los gastos del asegurador, que en el derecho argentino no procede cuando el
siniestro es resultado de un caso fortuito o fuerza mayor (art. 513 Ver Texto, CCiv.) (1225) ,
salvo conocimiento previo por el asegurado (art. 8 Ver Texto para los casos de dolo o mala fe).

702
16. Interés futuro; desaparición; efectos.

Si se aseguró en virtud de un interés futuro, que desaparece por acaecimiento del siniestro
entre el comienzo formal y el comienzo material del seguro, no existirá seguro por falta de
objeto. El asegurador no tendrá derecho a la prima (principio del art. 3 Ver Texto, 1er. párr., y
art. 81 Ver Texto). El art. 81 Ver Texto reconoce al asegurador derecho al reembolso de los
gastos más un adicional que no podrá exceder del 5% de la prima (1226) .

17. Riesgo asegurable; individualización.

No todos los riesgos son asegurables. Es menester que reúnan ciertos caracteres para su
limitación e individualización, frecuencia, dispersión e intensidad.

"La posibilidad de limitación de los riesgos es indispensable para el asegurador. Sólo se llega a
definir cada riesgo y a limitarlo con precisión, si puede medirse y apreciarse su valor para fijar
la suma asegurada, la prima y la indemnización o el beneficio: sólo se puede agruparlos en
mutualidad y realizar su compensación, si es posible efectuar una clasificación exacta de los
riesgos" (1227) .

La individualización del riesgo es dada por la vinculación: a) causal; b) temporal; c) local; d)


objetiva. Estas vinculaciones limitan el alcance del riesgo asumido y determinan las
circunstancias especiales de las cuales resulta el estado del riesgo, extraído del complejo de las
circunstancias. Para el asegurador resulta indiferente la creación culposa de un riesgo o de
circunstancias que están fuera de las limitaciones objetivas del estado del riesgo, cuando se
hallan fuera del riesgo efectivamente asumido (doctrina del art. 37 Ver Texto) (1228) .

La vinculación causal significa que el asegurador sólo se responsabiliza por los daños causados
por determinado hecho, en relación de causalidad adecuada (1229) .

703
La vinculación temporal importa la asunción del riesgo por un tiempo dado; es decir que el
asegurador satisface la necesidad de que nazca en un plazo determinado, que coincide con el
término material del seguro (1230) .

La vinculación objetiva o material significa que el asegurador satisface la necesidad cuando el


siniestro afecta a determinada persona o bien, a quien se refiere el interés asegurado. La
designación puede ser individual o general, por un grupo de personas o un conjunto de bienes.
En el seguro de la responsabilidad civil -en el cual incluimos el reaseguro-, se determina por el
patrimonio que la soporta (1231) .

La vinculación local significa que la garantía sólo se aplica cuando la necesidad ocasionada por
un acontecimiento se produce en determinado lugar. Rige en el seguro de intereses, en el cual
se indica el lugar en que las cosas se hallan, y cuyo traslado necesita ser denunciado al
asegurador; o en el seguro de la responsabilidad civil, en que se circunscribe el territorio dentro
del cual puede ocurrir el hecho dañoso para el tercero, etc. También se aplica en el seguro de
personas, sea sobre la vida, cuando se precisa el lugar o país en que debe ocurrir la muerte -o
en que no debe ocurrir-, y en el individual de accidentes, en que además se fijan las
circunstancias o tareas en las cuales se debe producir el accidente (1232) .

En determinadas especies, la limitación del riesgo se complementa con exclusiones, expresas o


implícitas.

17 (a).

Si bien se trata de una cuestión meramente terminológica, pensamos que se puede agregar una
individualización personal del riesgo (indicación de la persona del asegurado, que puede estar
determinada desde un comienzo, o ser determinable al momento del siniestro -p.ej., conductor
del vehículo, en el seguro de automotores-; exclusión de determinados sujetos -ciertas personas
que no serán consideradas "terceros" a los fines del seguro, p.ej., parientes de cierto grado
respecto del asegurado, o empleados en relación de dependencia de éste, etc.-).

704
Mantener estos casos dentro de la vinculación "objetiva" o "material", como lo hace Bruck,
según recuerda el autor de esta obra, parece forzar la significación de tales términos y dar lugar
a posibles equívocos. Por ello preferimos hablar, aquí, de individualización "personal".

El hecho de que esta individualización personal tenga lugar también en los seguros
patrimoniales no convierte el amparo en un seguro de personas; sólo se trata de una mención
que tiene una función de legitimación, tanto positiva (como cuando define al asegurado y al
tomador, lo cual implica reconocerles los derechos de tales) como negativa (en los casos en que
la mención posee efectos excluyentes de la cobertura, p.ej., cuando se indica quiénes no serán
considerados "terceros" en el seguro de la responsabilidad civil), o bien indicativa de personas
que producen ciertos efectos relevantes para la cobertura (daños causados por quienes
intervengan en las operaciones de salvamento; empleados infieles que incurren en defraudación
o hurto al asegurado cubiertos por el seguro, etc.).

18. Frecuencia.

La frecuencia es necesaria para la obtención de estadísticas que permitan establecer las


probabilidades del siniestro. Cuanto mayor y más precisa sea la observación, más cuidadas
serán las clasificaciones de los riesgos y más homogéneas. Téngase en cuenta que reproducción
frecuente no significa periodicidad constante (1233) .

19. Dispersión.

Es menester la dispersión, es decir, que el siniestro no afecte a una masa de personas o cosas al
mismo tiempo: el riesgo no debe ser generalizado o universal (1234) .

20. Intensidad. Variabilidad.

705
La intensidad no debe ser grande porque la prima será muy elevada; varía según la probabilidad
y el grado de realización del riesgo, con cuya combinación se calcula, salvo el supuesto de
muerte (1235) .

Los riesgos pueden ser constantes o variables. El riesgo "es constante cuando las
probabilidades de su realización se mantienen durante la duración del seguro; por el contrario
es variable cuando estas probabilidades aumentan (riesgos progresivos) o disminuyen (riesgos
regresivos) en el curso del seguro". En su mayoría los riesgos son constantes, por lo menos si
se los considera en un plazo dado (1236) .

Pueden ser variables de manera relativa o temporal: por ejemplo, el de incendio, que es más
probable en verano; o los agrícolas, que lo son en el invierno -heladas- o en la primavera -
granizo-, pero ambos son constantes de año en año; esa variabilidad temporal no les quita su
carácter de riesgos constantes. En cambio, los seguros de personas, especialmente sobre la
vida, son esencialmente variables; y entre los de intereses, el de ganado (1237) .

La distinción tiene importancia para la fijación de la prima, y las garantías del asegurador, para
cubrir los riesgos variables: para lo primero, se establece una prima media (seguros plurianuales
sobre la vida), con lo cual, en los primeros años se percibe un suplemento para cubrir la
insuficiencia de los años posteriores (1238) .

21. Incertidumbre.

Hemos visto que se debe referir a un hecho futuro, que será incierto, por lo menos en cuanto a
la época en que se producirá, incertidumbre que puede ser subjetiva (1239) .

Mas la incertidumbre de la necesidad que funda el seguro sólo puede ser objetiva (art. 81 Ver
Texto); y se la juzgará al tiempo del comienzo material del seguro (art. 81 Ver Texto) (1240) .

706
22. Extraño a la voluntad de las partes. Culpa. Dolo.

Es menester que el hecho sea extraño a la voluntad del asegurado o del beneficiario; de ahí que
caduque cualquier derecho de éstos cuando provocan el siniestro (art. 70 Ver Texto) o agravan
el riesgo (art. 39 Ver Texto) (1241) .

Esto no excluye que se garanticen los siniestros causados por culpa del tomador -arts. 70 Ver
Texto; 105 Ver Texto; 114 Ver Texto; 127 Ver Texto, 3er. párr.; etc.- e incluso por dolo de los
dependientes, porque el acontecimiento sigue siendo incierto. Además, lo exigen las
características de la explotación económica actual -empleo de utillaje riesgoso- y la necesidad
de amparar a quienes actúan en ésta, por necesidades que pueden absorber parte importante de
su patrimonio y así desempeñarse como grave factor que impida la libre acción o iniciativa en
ese campo. Lógicamente que la cobertura de los hechos causados por culpa requiere medidas
especiales por parte del asegurador (1242) .

Este riesgo derivado de la culpa (o derivado de acción humana, aunque no sea intencional ni
voluntaria) se llama subjetivo; y objetivo, el que es totalmente independiente de la influencia
del asegurado (1243) .

En un comienzo no se garantizaba ningún daño por evento causado por culpa, sea del
tomador o de sus dependientes (1244) . Pero las necesidades apuntadas han impuesto esa
garantía, con exclusión de los hechos producidos por culpa grave, como expresa el art. 70 Ver
Texto citado. La doctrina universal contemporánea acepta la regla de garantía de la culpa del
asegurado (1245) y el dolo del dependiente, que para el asegurado reviste los caracteres del caso
fortuito (1246) .

Los autores franceses, siguiendo la orientación fijada en la ley de 1930, admiten que el seguro
garantice los siniestros causados por culpa grave, con exclusión de la culpa intencional o
dolosa, porque sería contrario al orden público, con excepción del suicidio (1247) . En cambio,
los autores italianos no permiten pactar la cobertura en el caso de la culpa grave propia, porque
juzgan que es socialmente peligrosa y hace presumir el dolo (1248) .

707
Creo que la solución de la ley francesa, art. 12, que admite el seguro de la culpa, salvo cuando
ésta sea inexcusable, es la más conveniente. Los peligros señalados por la doctrina italiana se
obvian, sea imponiendo un descubierto obligatorio, o, conforme al art. 14, ley suiza de 1908,
una disminución de la indemnización cuando concurra culpa grave (1249) .

El seguro de los siniestros causados por culpa grave de los dependientes ya fue reconocido por
la ley 9688, art. 7 Ver Texto, según la cual sólo se liberaba el asegurado por el hecho cometido
por culpa grave del obrero -art. 4 Ver Texto, ley citada-; e implícitamente por el art. 541 Ver
Texto, CCom., derogado, que excluyó para el incendio la garantía en el supuesto de culpa grave
del asegurado. En cuanto al dolo de los dependientes, el art. 1208 Ver Texto, inc. 11, CCom.,
también derogado, autorizaba la garantía de la baratería del capitán o la tripulación, baratería
que el mismo inciso definía; sin olvidar el seguro contra la infidelidad del empleado: es que el
dolo del dependiente, como expresamos, parece ser para el principal un caso fortuito (1250)
(sobre estas cuestiones, ver arts. 432 Ver Texto; 433 Ver Texto, incs. a y j; 438 Ver Texto, inc.
a, y 439 Ver Texto, ley 20094).

Incluso existe un supuesto en que es lícito garantizar el siniestro provocado por el asegurado,
como es el suicidio (arts. 135 Ver Texto y 138 Ver Texto), caso sobre el cual volveremos más
adelante; o existe un deber legal de indemnizar cuando resulta de actos impuestos por un deber
de humanidad generalmente aceptado, o para precaver el siniestro o para atenuar sus
consecuencias (art. 70 Ver Texto).

En los demás supuestos se excluye el dolo (art. 70 Ver Texto), porque elimina todo elemento
de álea y favorecería los siniestros intencionales, sin contar con que sería aplicable la doctrina
que inspira el art. 507 Ver Texto, CCiv. (1251) .

Cuando son varios los asegurados -condóminos, por ejemplo-, la culpa o el dolo de uno de
ellos no afecta el derecho de los demás. La culpa o el dolo son personales. Afecta al incapaz o
al mandante la culpa o el dolo del representante. En las personas jurídicas se tendrá en cuenta
el dolo o la culpa de quienes las representan conforme a la ley o a sus estatutos (1252) .

22 (a).

708
La culpa y el dolo aparecen en el seguro con distintas manifestaciones (1253) . Por una parte,
los vemos operar como ingredientes de hipótesis de caducidad (arts. 36 Ver Texto, 72 Ver
Texto, etc.); en otros casos aparecen como elementos subjetivos de la causa de un siniestro
(arts. 70 Ver Texto, 114 Ver Texto, 136 Ver Texto, etc.); por último, también se manifiestan en
hipótesis constitutivas de vicios de la voluntad (art. 5 Ver Texto). A veces se los caracteriza con
otras denominaciones (p.ej., malicia), o gradaciones (culpa grave, arts. 70 Ver Texto, 72 Ver
Texto, etc.) (1254) .

El dolo y la culpa grave a que se hace referencia en el art. 70 Ver Texto configuran causa del
siniestro y constituyen hipótesis que, o bien resultan inasegurables (como el dolo, que implica
la producción intencional del hecho siniestral -torna cierto lo eventual, actual lo potencial, y
elimina en forma absoluta la función de la probabilidad, sobre la cual está construida toda la
estructura técnica, económica y jurídica del seguro-) o difícilmente cubribles (como la culpa
grave: aunque mantiene algún grado mínimo de incertidumbre, acentúa de manera muy intensa
la probabilidad siniestral, por lo cual es puesta fuera del amparo por la ley).

Ambos supuestos son exclusiones a la cobertura, situaciones de ausencia de seguro ("no


seguro"), y no casos de caducidad. Esto se ve con mayor claridad en el dolo del art. 70 Ver
Texto, LS.: al consistir en la provocación intencional, voluntaria, del siniestro, por parte del
asegurado, implica la eliminación de la aleatoriedad, esencial al contrato, por lo cual nunca
puede ser objeto de cobertura asegurativa.

Por otro lado, ambos supuestos han sido también empleados aquí con una función
fundamentalmente técnica, que apunta a la inasegurabilidad del riesgo en tales casos; de allí que
para el funcionamiento de la exclusión de dolo no se requiera que el asegurado, tomador o
beneficiario persigan obtener un beneficio indebido ni cobrar el importe establecido en el
contrato para el caso de un siniestro normalmente acaecido: basta, para que surja la exclusión,
con que haya ocurrido la producción voluntaria, intencional, del hecho siniestral por parte del
asegurado o tomador, alterando así la esencial aleatoriedad del contrato (1255) . En el caso de
la culpa grave, la probabilidad siniestral se acentúa en grado tal que, si bien no queda eliminada
la aleatoriedad, la posibilidad de que ocurra el siniestro se torna casi cierta, trastornando la
hipótesis estadística sobre la cual se asentó originariamente la relación asegurativa.

Ambas formas de la culpabilidad (dolo, culpa grave) constituyen casos de delimitación causal
subjetiva del riesgo, y han sido establecidas legislativamente en nuestra Ley de Seguros (arts. 70
Ver Texto, 114 Ver Texto, 136 Ver Texto).

Esta culpabilidad adquiere aquí un carácter peculiar, que la diferencia de las hipótesis de dolo o
culpa habitualmente analizadas, cuyo efecto es generar responsabilidad, una obligación de
resarcir el daño injustamente provocado a un tercero, situación que sitúa al culpable en calidad

709
de deudor. En cambio, en los supuestos del art. 70 Ver Texto, LS., estamos ante casos de culpa
de acreedor emplazado en posición activa (1256) . Se trata de alguien que ha contratado un
seguro para que, en caso de siniestro, le sea indemnizado el daño que sufra por esa causa, y que
para ello ha pagado la prima establecida como contraprestación a su cargo por ese amparo;
pero dicho asegurado ve frustrada su pretensión indemnizatoria por cuanto, por ese defecto de
conducta (intencional o gravemente culposa), el hecho siniestral es desplazado fuera de la
cobertura asegurativa e impide la formación adecuada de su título, cobertura que se ve así
atacada en su causa.

Esta característica de ser culpabilidad de acreedor emplazado en posición activa trae diversas
consecuencias que cabe destacar aquí. Por una parte, el efecto negativo de tal actuar culpable
no se traduce en el nacimiento de una responsabilidad, de una obligación de indemnizar, de
una deuda, sino en la no configuración de un derecho (eventual) al que originariamente se
podía aspirar y que se ve frustrado, a pesar de que se trata de un derecho al cual se accedía a
título oneroso (pago de la prima del seguro: el impedimento actúa sobre la calidad de acreedor,
a la cual vicia como consecuencia de ese actuar culpable, que elimina -o altera en forma muy
intensa- la aleatoriedad esencial al contrato, por acto imputable al asegurado, tomador o
beneficiario).

Una segunda consecuencia de esta variante de la culpabilidad es que no existe alteridad dañosa.
El efecto negativo del actuar culpable, en lo que al seguro se refiere, es que el perjuicio lo sufre
el propio asegurado al no recibir la prestación fundamental del asegurador, por la cual pagó la
prima; la consecuencia negativa del actuar culpable no se proyecta sobre terceros, sino que se
revierte sobre el propio asegurado, que no cobra, no recibe la prestación prometida por el
asegurador al contratar y ve así frustrada su calidad de acreedor.

De allí se pueden formular ciertas observaciones como, por ejemplo, que al no existir alteridad
dañosa, si no hay tercero damnificado por esa culpa (1257) , resultan inaplicables -en el aspecto
asegurativo- ciertos principios elaborados por la doctrina y la jurisprudencia en protección de
la víctima (tales como los "afinamientos" de la culpa del conductor, en los accidentes causados
por automovilistas -por otra parte, verdadera aplicación jurisprudencial de la "culpa levísima"-,
etc.). Aquí, en el seguro, el efecto de la culpa (grave) tiene lugar sobre el propio asegurado,
tomador o beneficiario y, por ende, no se pueden emplear conceptos elaborados en atención a
otras situaciones (p.ej., con el fin de beneficiar a las víctimas de la circulación).

Otro aspecto que corresponde destacar es que el art. 70 Ver Texto, LS., hace referencia sólo al
dolo y a la culpa grave del tomador y del beneficiario; no menciona al asegurado. Entendemos
que éste queda, empero, incluido entre los sujetos pasibles de generar actuaciones dolosas o
gravemente culposas que pongan los sucesos siniestrales fuera del amparo asegurativo. La
expresión "beneficiario" cabe, entonces, entenderla aquí en sentido amplio, como aquel que
recibe el beneficio del seguro. Es que el asegurado resulta, en definitiva, el sujeto en quien
naturalmente opera la exclusión, por ser, según el contrato, quien revestiría en última instancia

710
la calidad de acreedor de la prestación del asegurador, si la situación hubiere permanecido
dentro del marco de la cobertura contratada.

Otro problema aparece en los casos en que el asegurado es un sujeto complejo, es decir, que
está compuesto por varias personas ligadas en razón de alguna relación jurídica (sociedad,
asociación, consorcio de copropietarios, etc.). La ley no ha contemplado esta situación y surge
el interrogante de cuál será la persona que, vinculada a dicho sujeto asegurado, posee
legitimación "negativa" para determinar que un acto de ella, cumplido con "culpa grave",
generador de un siniestro, desplaza a éste fuera del amparo asegurativo. Si bien se trata de una
cuestión sumamente compleja, consideramos que las soluciones deben apuntar a aquel que se
beneficiará con la producción del siniestro o, al menos, recibirá la prestación del asegurador,
aunque sea meramente reparatoria del daño provocado por el hecho.

En la caracterización de la "culpa grave" surgen, en la práctica, dificultades derivadas de su


carácter de categoría cuyo perfil depende de una valoración concreta de cada conducta en el
caso determinado. De allí un cierto grado de imprecisión, en el cual juega un importante papel
el criterio valorativo empleado por el juzgador, el contexto fáctico en que se da la actuación, el
medio social con sus modalidades de conducta, etc. Ello explica la diversidad de soluciones que
se advierte en las decisiones jurisprudenciales. No obstante, cabe señalar que en los casos
extremos hallamos mayor coincidencia; se presentan las dificultades, en cambio, cuando se
trata de conductas que se ubican en el límite, en la "zona gris" donde la separación entre culpa
simple o leve y "culpa grave" no es tan fácil de discernir. Se trata de la misma dificultad
hermenéutica que presentan otras categorías dependientes de una valoración de conducta
como, por ejemplo, el concepto de "gastos no manifiestamente desacertados" del art. 72 Ver
Texto, LS., o el "abuso de derecho" (art. 1071 Ver Texto, CCiv.), o la actuación "notoriamente
extraña" al objeto social (art. 58 Ver Texto de la Ley de Sociedades Comerciales 19550), etc.
Por ello resulta necesario establecer pautas, fijar principios y destacar fines a los cuales apuntan
estas categorías, a fin de facilitar y guiar la tarea del juzgador en los casos concretos.

En materia de pautas generales de interpretación empleadas para la valoración concreta de la


conducta del asegurado cuando se busca establecer si configura una actuación gravemente
culposa, se han propuesto en particular dos criterios: uno, el formulado por Vivante,
frecuentemente aludido en los fallos, que hace referencia a un actuar culpable en el cual no se
habría incurrido de no haberse contado con el amparo brindado por el seguro; el otro, el
criterio tradicional, proveniente del derecho romano, que caracteriza la culpa grave como
aquella conducta contraria a lo debido, en la cual no hubiera incurrido el más descuidado de los
sujetos; implica un notorio apartamiento de la conducta media, que ubica esa actuación en
zona lindante con el dolo.

Lo cierto es que el criterio propuesto por Vivante resulta insuficiente, por sí mismo, para
caracterizar la culpa grave, pues se limita a explicar por qué se relajaron los cuidados, por qué
disminuyeron la prudencia y el cumplimiento de lo debido en una actuación dada, pero no
proporciona un criterio de gravedad, que, presupone, opera como una suerte de petición de
principio. Por ello, en última instancia, esa gravedad queda establecida, también aquí, en

711
función del criterio de extrema excepcionalidad e intensidad de la infracción a lo debido, que
contenía ya la fórmula romana y que responde a su misma denominación.

Para señalar esa extrema intensidad de la culpa se la suele referir al dolo y expresar que es
"lindante", "fronteriza", "asimilable" a él, situación que desde antiguo se compendiaba
mediante la fórmula "culpa grave equiparable al dolo". Pero lo cierto es que entre la culpa
grave y el dolo existe una diferencia ontológica esencial: el dolo exige intención y voluntad de
resultado en la provocación siniestral, en tanto que en la culpa grave falta esa intención y la
pauta transita sólo por el ámbito de la imprudencia, la negligencia, la impericia, extremas, pero
no por consecuencias dañosas que hayan sido queridas o buscadas (1258) .

Por su parte, la demostración de que existió, en un caso dado, dolo de provocación siniestral,
también choca con la dificultad de probar la existencia de intención de daño, elemento
subjetivo y, por ende, interno al sujeto en que tiene lugar tal voluntad. Es por ello que, con
frecuencia, se recurre a la "culpa grave", que se acredita objetivamente mediante la valoración
del actuar en virtud de lo que resulta de sus consecuencias y no de la intención que lo guió; es
lo que hemos denominado "función práctica" de la culpa grave (1259) .

Jurisprudencia

La defensa de culpa grave del asegurado es oponible por la aseguradora citada en garantía
frente al tercero damnificado que demanda los daños causados en un accidente de tránsito (C.
Nac. Civ., en pleno, 11/5/1982, "Mustafá, Alicia N., v. Núñez, José M." Ver Texto, JA 1982-
III-477). En el mismo sentido, C. Nac. Civ. sala I, 17/10/1989, "Tapia, María I., v. Sengel,
Alberto, y otros", JA 1991-I-377 Ver Texto y LL 1982-C-323; en este mismo fallo la cámara
sostuvo que solamente los casos de culpa muy indudable y gravísima del asegurado dan lugar a
la exención de responsabilidad de quien tomó a su cargo los riesgos de probables eventos
dañosos: tales serían los actos u omisiones en que no hubiera incurrido el asegurado de no
haber contratado el seguro, mediando así un aprovechamiento deliberado del seguro al
cometer el acto ilícito. Dicha culpa grave se asemeja más al dolo que a la culpa, consistiendo en
la asunción consciente e innecesaria de un riesgo probable (1260) .

Al prescribir el art. 118 Ver Texto de la ley 17418 que ". . . la sentencia que se dicte hará cosa
juzgada respecto del asegurado y será ejecutable contra él en la medida del seguro", quiere
significar que el tercero está subordinado, le son oponibles, lo afectan o se encuentra
enmarcado por determinadas estipulaciones contractuales, aun cuando haya sido ajeno a la
celebración del pacto. El tercero debe aceptar todos los términos del contrato de seguro, aun
aquellos que eliminen o restrinjan la garantía de indemnidad (Sup. Corte Bs. As., 5/11/1985,
"Marello, Carlos R., v. Bellante, Ignacio F., s./ Daños y perjuicios" Ver Texto, Diario Jurispr.
Provincial de Bs. As., del 2/5/1986; y Sup. Corte Bs. As., 6/9/1988, "Decesero, Agustín, v.

712
Parent, Rubén G., y otro" Ver Texto, LL 9/11/1988; C. Nac. Com., sala B, 20/9/89,
"Espósito Tucillo, Antonio, v. Pirroncello, Vito F. S." Ver Texto, ED 28/5/1990, fallo 42.371,
con nota de Enrique J. Quintana. Este fallo agregaba que, aunque el asegurado nominado en la
póliza de un seguro de la responsabilidad civil sea una persona jurídica, el conductor del
vehículo al momento del acaecimiento del siniestro será el autor del daño y, como tal,
asegurado según la cobertura extendida por la póliza. Por ende, estará alcanzado por las
limitaciones del contrato en el caso de mediar culpa grave de su parte, restricción que puede
serle opuesta a la víctima).

Constituye culpa grave la conducta del asegurado que lindó con el dolo, ya que nada es más
cercano al dolo que ponerse al volante de un automóvil en evidente estado de ebriedad (C.
Nac. Com. en pleno, 8/7/1968, "Carrasco, Santiago, v. El Comercio Compañía de Seguros
S.A.", LL 132-12).

La culpa grave como causal de caducidad del contrato de seguro (1261) debe interpretarse
restrictivamente y ser admitida sólo en caso de que se demuestre que el asegurado provocó el
hecho en tal situación, asimilada al dolo, es decir que haya actuado de modo en que no lo
habría hecho si no estuviera amparado por el seguro. Debe identificarse más con la voluntad
consciente que con el simple descuido y constituir una falta grosera e inusitada que no hubiera
cometido ni el más imprudente o negligente de los habitantes. La alegación de la culpa grave
por parte de la aseguradora pone a su cargo la prueba de las circunstancias de las cuales surge
aquélla. La condena por homicidio culposo dictada contra el conductor del vehículo en sede
penal no es suficiente, por sí sola, para hacer funcionar la cláusula que exime al asegurador,
pues los jueces civiles pueden valorar en sus pronunciamientos el grado de culpabilidad (C.
Civ. y Com. San Isidro, sala I, 26/10/1989, "Acosta, Abel I., v. Otero, Luis A.", DJ 1990-194.
En el sentido de considerar que la actuación gravemente culposa se vio facilitada por la
existencia de un seguro que cubriese las consecuencias, C. Com., sala A, 12/12/1966,
"Kumaber, Abraham, v. Arcadia Compañía de Seguros S.A.", JA 1967-I-97; en el mismo
sentido, sala C, 31/5/1968, "Rosas, Jorge, v. El Comercio Compañía de Seguros S.A.", LL 32-
14 y JA 1968-VI-95. En el sentido de que debe identificarse más con la voluntad consciente
que con el simple descuido y debe probarse en forma tan concluyente que no deje la menor
duda de que el asegurado deseó y ocasionó voluntariamente el hecho, C. Civ. y Com.Córdoba,
sala IV, 10/7/1964, "Letie, Francisco, v. El Comercio de Córdoba Compañía de Seguros S.A.",
CJ XIX-105).

La culpa grave consiste en la omisión de la diligencia elemental de las personas menos


previsoras, o cuando resulta evidente que la idemnidad otorgada por el seguro es la que
provoca la negligencia del asegurado (C. Apel. Rosario, sala III, 19/3/1965, "Rita, Enzo, v. San
Cristobal Soc. Mutual de Seguros", LL 119-335). En sentido análogo, Sup. Corte Bs. As.,
16/6/1964, "Pantano, Agustín, v. La Estrella Compañía de Seguros S.A.", DJBA 73-161; y C.
Nac. Com., sala B, 15/11/1961, "Nader, Jorge, v. Unión Mercantil Compañía de Seguros
S.A.", LL 106-497 y "Bertini v. El Mundo Compañía de Seguros S.A.", LL 111-481.

713
Para que el asegurador quede relevado del pago del seguro, la violación de las leyes y
reglamentos de tránsito debe, si no ser estrictamente dolosa, significar un incumplimiento
inusitado e inexplicable que exceda los límites de la simple culpa, una despreocupación en la
que no habría obrado de no existir el seguro (C. Nac. Com., sala C, 20/3/1963, "Kopelman,
Guillermo, v. El Mundo Compañía de Seguros S.A.", JA 1963-V-438).

La culpa grave a que alude el art. 70 Ver Texto, LS., puede ser descrita como aquella
imprudencia o negligencia extrema, desorbitada respecto del comportamiento medio habitual
del grupo social en el cual tiene lugar y que culmina siendo la causa del siniestro como
consecuencia de una intensificación desmesurada de la probabilidad siniestral. En materia de
seguros la existencia y configuración de la culpa grave es de interpretación restrictiva. El art.
114 Ver Texto de la ley 17418 sólo puede ser modificado en favor del asegurado; en
consecuencia, existe la posibilidad cierta de cubrir el supuesto de culpa grave (C. Nac. Civ., sala
F, 6/5/1996, "Ojeda, Pedro C., v. Telecom S.R.L." Ver Texto, LL, fallo 38.808-S).

La culpa grave, como excluyente de las obligaciones del asegurador, consiste en la negligencia
grosera, aquella en la que apenas sea creíble que su autor no hubiera deseado, al obrar, causar el
daño que ha producido. Como causal de exoneración de responsabilidad de la aseguradora que
es, la culpa grave debe ser apreciada con carácter restrictivo y severo, para evitar abusos y no
tornar ilusoria la garantía debida tanto al asegurado como a la víctima del accidente. Dado que
la aseguradora sólo libera su responsabilidad en caso de dolo o cuando, no demostrado éste, la
conducta del causante del daño linde estrechamente con él, a tal punto que quepa sospecharlo,
la sola existencia de una falla de frenos no se presenta como causa suficiente para liberar a
aquélla de responsabilidad (Trib. Sup. Córdoba, sala Civ. y Com., 29/2/1996, "Scabuzzo,
Ricardo D., v. Pérez, Alejandro", LL Cba. 1996-1235).

En materia de seguros, la culpa grave puede ser definida como aquel obrar cuyo resultado
dañoso es previsible para el asegurado y deriva de una conducta u omisión tan apartada de las
pautas normales del comportamiento que provocaría la repulsa del individuo medio. En
consecuencia, el grado de culpa antes referido consiste en la decisión deliberada y consciente
del agente de comportarse de manera singularmente riesgosa, exponiéndose a sí mismo y a
terceros a las consecuencias de ese obrar. La cláusula que libera al asegurador de
responsabilidad por el siniestro provocado por el conductor que no se halle en relación de
dependencia laboral es ilegítima y abusiva, pues la culpa grave es una hipótesis de delimitación
causal subjetiva y, por tanto, referida sólo al asegurado, y de invocarse una cláusula de esa
especie, su ilicitud está determinada por el art. 158 Ver Texto, LS., pues empeora las
condiciones de contratación del asegurado (C. Nac. Civ., sala L, 23/9/1996, "Giuliani, Marion,
y otro v. Khafif, Isaac, y otros" Ver Texto, LL, fallo 97.334).

Conforme el art. 158 Ver Texto, LS., según lo previsto en el art. 114 Ver Texto, las cláusulas
atinentes al seguro de la responsabilidad civil sólo pueden ser modificadas a favor del
asegurado (C. Nac. Civ., sala I, 27/8/1996, "Cuquejo, Walter H. L., y otro v. Sevillano,
Marcelo E." Ver Texto, LL J. Agrup., caso 12.800).

714
Sólo el dolo o la culpa grave del asegurado excluyen la cobertura, quedando amparados los
actos que aun con dolo o culpa grave puedan ejecutar aquellas personas por las que el
asegurado responde civilmente, pues ello se cuenta entre los riesgos de los que el asegurado
busca cubrirse al contratar el seguro. Ni aun a través de una cláusula de la póliza aceptada al
contratar el seguro, la condición subjetiva que tipifica la cláusula de exclusión puede hacerse
extensiva a conductas provenientes de otros sujetos, a los efectos liberatorios de la
responsabilidad del asegurador, pues sólo la culpa grave del tomador produce la exclusión de
cobertura (C. Civ. y Com. 1ª Bahía Blanca, sala II, 7/8/1997, "Castel de Gullini, Raquel, v.
Fernández, Fernando A., y otro", LL Bs. As., 1998-369).

Las cláusulas de exención de responsabilidad de la aseguradora en caso de culpa grave del


asegurado, en cuanto implican una limitación subjetiva a la obligación de responder contraída
por aquélla en beneficio del asegurado, es en definitiva el objeto propio del contrato, debe
interpretarse restrictivamente, imponiéndosele a la aseguradora la carga de la prueba de las
circunstancias que permitan tener por configurada la existencia de culpa grave y que la misma,
para tener relevancia, fue determinante del siniestro. Sólo la conducta culposa, que por su
magnitud e imprudencia y/o negligencia supere las pautas objetivas de actuación que
habitualmente adopta el común de los individuos del medio social en que opera el seguro,
queda fuera del amparo de la cobertura asegurativa, requiriéndose asimismo que el accionar
intensamente imprudente del asegurado haya acentuado excesivamente la probabilidad del
siniestro (C. Civ. y Com. Quilmes, 26/11/1996, "Peralta, Alejandro, v. Iguazú Compañía de
Seguros S.A." Ver Texto, LL Bs. As., 1998-108).

La cláusula de exención de responsabilidad de la aseguradora en caso de culpa grave debe ser


interpretada restrictivamente, en cuanto implica una limitación a la obligación de responder
contraída en beneficio del asegurado, que es en definitiva el objeto propio del contrato. En el
seguro de daños a cosas, la compañía aseguradora que se obliga a resarcir el daño causado por
la destrucción total o parcial del automotor, se libera por la culpa grave personal del asegurado,
y no por la del cónyuge no tomador (Sup. Corte Mendoza, sala I, 17/4/2000, "León de Juri,
María, y otro v. La Buenos Aires Compañía de Seguros S.A.", LL Gran Cuyo 2000-584).

Para calificar de "maliciosa" la conducta del asegurado, no es menester que cada uno de los
actos de la misma sean ajustados a tal calificación, sino que también puede tomarse en cuenta,
a tal efecto, todo el comportamiento (JA 1989-II-546 Ver Texto).

Debe precisarse con la mayor claridad qué debe entenderse por culpa grave. Así se evitará el
peligro de que mediante su alegación pueda llegarse al absurdo de consagrar, como regla
general, la irresponsabilidad de las compañías aseguradoras. Mediante el uso de una
hermenéutica restrictiva para la determinación del concepto de culpa grave se logrará una
solución congruente y armónica que evite conflictos siempre latentes. En los accidentes de
tránsito no basta la culpa o negligencia de una mayor entidad o rayana en la desaprensión hacia
la seguridad de los terceros, sino que debe demostrarse de manera concluyente que el
victimario deseó y ocasionó voluntariamente el hecho (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala V,

715
27/5/1988, "Isla, María E., y otro v. Pérez, Manuel", JA 1989-III-594 Ver Texto, con nota de
Rubén S. Stiglitz).

La culpa grave no consiste en cualquier negligencia o descuido, puesto que si así lo fuere, la
institución del seguro se vería limitada a las hipótesis de fuerza mayor o caso fortuito, lo cual es
contrario a su función de garantía. Si se exigiera el cumplimiento de recaudos de seguridad
completa al tomador del seguro, haría a dicho seguro innecesario o económicamente
inconveniente (C. Civ., sala E, 11/6/1990, "Olmos, Paula E., v. Starapoli, Antonio R.", JA
1992, IV-Síntesis Ver Texto).

Un descuido del asegurado, una mera negligencia, no constituyen culpa grave liberatoria del
asegurador conforme el art. 70 Ver Texto de la ley 17418, el que requiere una negligencia
grosera, una conducta culposa que aquél no habría observado si no estuviese asegurado. Por
tanto, imputar culpa grave a toda negligencia o mero descuido del asegurado equivale a limitar
la garantía del seguro a los supuestos de caso fortuito o fuerza mayor, lo que es contrario a la
función del seguro y a las normas de la ley 17418 Ver Texto. Dicha culpa grave del asegurado
debe apreciarse con criterio restrictivo y con relación a las circunstancias y particularidades de
cada situación, configurándose sólo cuando media una manifiesta y grave despreocupación en
la que no hubiera incurrido de no existir el seguro, identificándose más con la voluntad
consciente que con el simple descuido (C. Nac. Com., sala B, 22/12/1983, "Gómez, Mónica,
v. Cumbre Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, LL 1984-C-236, con nota de Rubén S.
Stiglitz y Roberto O. Berizonce).

En un pronunciamiento se declaró que constituye culpa grave el dejar oculto dentro de un


automóvil estacionado en la zona céntrica de la Capital Federal un portafolio conteniendo
alhajas de alto valor, acción constitutiva de una negligencia gravísima que posibilitó el robo
cuya perpetración se hubiera evitado de haber actuado con la más elemental prudencia, sobre
todo ante la peligrosidad de una delincuencia cada vez más especializada en el robo de
automotores y de las cosas de algún valor colocadas en el interior de los mismos, no siendo
descabellado presumir que el ladrón vio cuando se colocaba el portafolios debajo del asiento.
El Dr. Casares destacó que el asegurado había manifestado que habitualmente guardaba las
alhajas en su caja fuerte del Banco de la Nación y que se hacía acompañar cuando
eventualmente las retiraba, lo que demostraba que tenía exacta noción de que debía poner de
su parte la diligencia adecuada para la seguridad de las joyas (C. Nac. Com., sala A, 25/471968,
"Iaffe, Enrique, v. La Agrícola Compañía de Seguros S.A.", LL 133-600).

(1174) Es una eventualidad que hace nacer una necesidad (Hémard, I, nº 44). Se fusionan así
los conceptos fundamentales que inspiran las definiciones de Bruck -p. 375- y de Besson y
Picard, I, p. 19.

716
La definición de Besson y Picard ("Es un acontecimiento incierto y que no depende
exclusivamente de la voluntad de las partes", p. 19) deja de lado el recaudo de la necesidad
eventual; y la de Bruck -p. 375- ("Es la posibilidad del nacimiento de una necesidad") deja de
lado el requisito de que no dependa de la voluntad de las partes.
Son múltiples las definiciones propuestas:
"Designa la eventualidad del acontecimiento cuya realización debe obligar al asegurador a
suministrar su prestación". "Está [. . .] constituido por la posibilidad de un siniestro"
(Lepargneur, nº 1254).
"Es la posibilidad o probabilidad de la verificación del siniestro" (Viterbo, p. 22).
"Es la posibilidad de que se verifique un hecho económicamente desventajoso" (Gasperoni, nº
31).
"Cualquier acontecimiento incierto o que ha de ocurrir en época indeterminada y susceptible
de causar daño" (Malagarriga, nº 110).
"Es el peligro que amenaza a las personas o a las cosas. Es un acontecimiento incierto, extraño
a la voluntad del asegurado o de las personas que lo representan" (Castillo, nº 40, p. 38).
"Son las contingencias que pueden disminuir o aniquilar un bien" (Rivarola, p. 262;
análogamente, para Bruck-M”ller, ob. cit., II, p. 14, "el riesgo amenaza un interés").
Donati, Trattato, II, nº 294, lo define: "Es la eventualidad de un hecho dañoso", y en un
sentido más comprensivo "la posibilidad de un hecho dañoso que incumbe sobre un quid con
el que el asegurado está en relación". Ver también II, nº 295.
Ver Fanelli, Considerazione sul concetto giuridico di rischio nell´assicurazione, en
"Assicurazioni", 1944, 1, p. 141.

(1175) La palabra riesgo, además del definido, tiene otros muchos significados. Hémard -I, nº
45- señala, entre otros:
a) pérdida, total o parcial, fortuita o no de la cosa;
b) según su valor, considera el grado de probabilidades de que se produzca un hecho, y su
importancia;
c) según el objeto sobre el cual recae el riesgo, se entiende por tal la cosa o la persona;
d) y también según el objeto, puede ser determinado o indeterminado; el primero es la
eventualidad precisa que afecta uno o más objetos; el segundo es la eventualidad precisa que
afecta objetos más o menos determinados o a cualquiera.
Confr. Besson y Picard, I, nº 18.
(a) Fanelli, al analizar la noción de "riesgo", entiende que se debe distinguir, por una parte,
entre un concepto "extraasegurativo" de éste, al cual, como lo indica su nombre, ubica fuera
del contrato de seguro, como un presupuesto de éste; y, por otro lado, el riesgo descrito en la
póliza, que presupone al primero y que es definido por este autor como "la posibilidad de que
surja el deber [del asegurador] de efectuar una determinada prestación contractual [asegurativa]
al verificarse el evento determinado" (Le assicurazioni, § 35 a 37, ps. 100 y ss.). Agrega que
mientras el riesgo "extraasegurativo" no tiene ordinariamente necesidad de ser calificado en
abstracto, el riesgo "contractual" resulta siempre calificado con precisión, referido a
modalidades tales como tiempo, lugar, causa, etc., por lo cual presenta una extensión menor al
externo.
Tal distinción subraya la diferencia entre el riesgo "real", que amenaza al asegurado, de aquel
que recibe el amparo convenido en el contrato de seguro (riesgo "asegurado"), con sus límites,
exclusiones y demás características específicas; y también pone de manifiesto que el seguro no
produce una "trasferencia" del riesgo real, del asegurado al asegurador: este riesgo sigue
amenazando al asegurado, a pesar del contrato; sólo se desplazan hacia el asegurador (al

717
menos, es la finalidad perseguida) las consecuencias económicas de ese riesgo "real" -en la
medida del seguro-, si tiene lugar el siniestro, que lo pasa de la potencia al acto, convirtiéndolo
en el hecho respecto del cual el asegurado buscó ampararse.
Pero la calificación de "extraasegurativo" parece excesiva: es obvio que el contrato se maneja
con conceptos jurídicos y que ese convenio no podrá influir en el curso de la realidad de los
hechos, que pertenecen a otra esfera ontológica. Mas es evidente que ese "riesgo contractual",
descrito en la póliza, se apoya inexcusablemente en los hechos (probabilidad de acaecimiento;
siniestro, en su caso), que constituyen -como el propio autor lo destaca- sus presupuestos, por
medio de los cuales se efectuará la categorización contractual, la fijación de la prima y, en caso
de siniestro, producirá el referido desplazamiento de las consecuencias económicas, asumidas
por el asegurador, determinándose montos de indemnización, factores de legitimación activa,
etc.
Dejar fuera del contrato a ese "riesgo-presupuesto" equivale a limitar la noción de riesgo
asegurado a la esfera exclusiva del asegurador, mostrando sólo un costado del tema, afectando
la noción de interés asegurable y la propia calidad de asegurado, que requiere ser sujeto pasivo
del riesgo cubierto por el contrato.
El riesgo asegurado es aquel descrito en el contrato, referido a determinados hechos, de los
cuales el asegurador selecciona algunas hipótesis que va a amparar luego de efectuar una
categorización técnica. Pero se debe observar que, constituyendo el riesgo una "eventualidad",
permanece latente en los hechos, mientras no tenga lugar el siniestro, por lo cual, tanto para el
asegurador como para el asegurado, el riesgo permanece en la categoría de los conceptos y es
tan "irreal" (en sentido ontológico) para uno como para otro. Sólo el siniestro, cuando ocurre,
altera esta "conceptualidad" y proporciona el presupuesto de hecho correspondiente. Y allí
queda de manifiesto que el "riesgo asegurado" opera en ambos sentidos y no sólo respecto del
asegurador: hace nacer la obligación de éste y, a la vez, legitima activa y pasivamente al
asegurado, dando causa a su obligación de pagar la prima y a su derecho a requerir la
prestación del asegurador (también "real") si ocurre el siniestro. Pero cabe advertir que, aun
aquí, se trata de un derecho a trasferir las consecuencias económicas del siniestro al asegurador
y no de un "hecho" propiamente dicho.
Como señala Donati, el riesgo ("real") condiciona el contrato: lo torna nulo si se ha verificado
antes de la celebración; su descripción es parte también de la validez del acuerdo (reticencia);
su aumento pone en movimiento el mecanismo legal de la agravación del riesgo; etc. Por ello,
este autor concluye sosteniendo que es arbitrario separar las hipótesis, ligando la prima al
riesgo del asegurado y los otros efectos al del asegurador, puesto que todos contemplan el
riesgo del asegurado que, en los límites establecidos en el contrato, condiciona la obligación del
asegurador (Trattato . . ., t. II, § 298, p. 114).

(1176) Hémard, I, nº 44; Bruck, ps. 53 y ss.

(1177) Viterbo, Teoría económica del seguro a prima fija, nº 2. Conf.: Bruck, ps. 53 y ss.

(1178) Bruck, p. 365.

(1179) Bruck, ps. 405 y 406. Conf.: Hémard, I, nros. 63 y ss.


Esta compensación de los grandes números lleva fácilmente a la conclusión del punto de vista
económico de que la empresa elimina el álea y conoce con relativa certidumbre cuál será el
monto total de su obligación final de indemnizar. Esto ocurre con algunos de los contratos
aleatorios explotados por empresa (loterías, rifas, etc.). Pero no puede llevar de ninguna

718
manera al razonamiento de que el álea se suprime, en primer lugar, porque ésta se debe
considerar respecto de cada contrato en particular, y no de la masa o comunidad de riesgos;
segundo, porque la certidumbre es sólo relativa.

(1180) Bruck, p. 365.


Por ello no se puede hablar de la sustitución del asegurado por el asegurador, como expresa
Salandra en el estudio citado en nota 5, y establecía la ley 9688, art. 7 Ver Texto, para los
accidentes del trabajo.

(1181) En la práctica se insinúa ya en la explotación el seguro de crédito, que cubre contra la


insolvencia del deudor (ver al respecto, Ancey, L´assurance-crédit; Donati, Trattato, III, nros.
704 y ss.; De Mirimonde, La experiencia francesa en materia de seguro de crédito, en
"Assicurazioni", 1940, 1, p. 26; Festa, L´assicurazione crediti, etc., en "Assicurazioni", 1952, 1,
p. 418; Wets, La vendita a rate e l´assicurazione nell´ordinamento giuridico belga, en
"Assicurazioni", 1957, 1, p. 58; Tonni, Disciplina legale e convenzionale delle polizze
fidejussione, en "Assicurazioni", 1957, 2, p. 133; Stolfi, Natura giuridica dell´assicurazione
cauzione, en "Assicurazioni", 1958, 1, p. 61; Ravazzoni, Fideiussione in luogo di cauzione, en
"Assicurazioni", 1959, 1, p. 266; Del Bo, Credito all´esportazione e assicurazione, en
"Assicurazioni", 1960, 1, p. 103, y también en 1961, 1, p. 3; Pelaggi, Le nuove leggi
sull´assicurazione ed il finanziamento dei crediti all´esportazione, en "Assicurazioni", 1961, 1,
p. 616; Bonnase, Assurance crédit et réassurance, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1962, p. 5;
Sacerdoti, en "Assicurazioni", 1956, 1, p. 278), de gran utilidad para el seguro de crédito a la
exportación, en especial para los llamados riesgos políticos.
El problema jurídico que plantea es su distinción de la fianza onerosa: Donati, lug. cit., nº 710,
juzga que es seguro sólo el contrato celebrado por el acreedor contra la pérdida definitiva del
crédito por la insolvencia probada del deudor.
Seguros cinematográficos, que cubren distintas etapas de la producción (interrupción, material
escénico, negativos y copias).
Los riesgos catastróficos (terremotos, inundaciones, etc.) asumen características especiales, que
requieren generalmente la organización por el Estado (ver Donati, Trattato, III, nros. 694 y
ss.). Ver sobre el tema de calamidades naturales (riesgos catastróficos): Rommel, en
"Assicurazioni", 1950, 1, p. 253; Ruiz y Ruiz, en "Assicurazioni", 1950, 1, p. 207; Molinaro en
"Riesgo y Seguro", 1949, p. 223; Rommel, en "Assicurazioni", 1951, 1, p. 198, y en "Riesgo y
Seguro", 1949, p. 161, y 1954, p. 195; Shiragusi, en "Assicurazioni", 1941, 1, p. 120.
Respecto del seguro de riesgos atómicos, ver Paratte-Vigneron, en "Rev. Gén. Ass. Terr.",
1957, p. 121; Besson, en "Rev." cit., 1958, p. 349; Picard, en "Rev." cit., 1959, p. 409; Riche, en
"Rev." cit., 1961, p. 433; De Gregorio, en "Assicurazioni", 1959, 1, p. 3; Stolfi, en
"Assicurazioni", 1959, 1, p. 105, y 1961, 1, p. 278. El riesgo atómico es explotado por distintos
pools de aseguradores (de las diversas naciones europeas y en los Estados Unidos), con
aplicación de coseguro y reaseguro. No existe tarifa en sentido técnico y la escasa siniestralidad
no permite experiencia en su aplicación. Los límites de cobertura varían en los distintos países;
se debe tener presente que conforme a las convenciones de Viena, París y Bruselas -ratificada
ésta por nuestro país-, el explotador es el responsable de los daños hacia los terceros hasta
quince millones de dólares, complementado con la responsabilidad del Estado hasta integrar
ciento veinte millones de dólares (sin perjuicio de que cada Estado, voluntariamente, asuma
una responsabilidad mayor: v.gr., Estados Unidos la ha llevado a quinientos millones de
dólares). El riesgo durante el trasporte está excluido de esa cobertura (en la generalidad de los
casos; en Inglaterra se ampara con la misma póliza), lo cual recarga el gasto para el productor.

719
Ver capítulo I.
La asistencia legal, en cuanto garantiza las expensas de un proceso eventual, es un riesgo cuya
asegurabilidad reconocen la doctrina y la jurisprudencia italianas: Donati, Trattato, III, nº 778,
y en "Assicurazioni", 1959, 2, p. 286; Giannatasio, en "Assicurazioni", 1960, 2, p. 6, en
comentario al fallo de la Corte de Casación, del 29/2/1960, que así lo declaró.

(1182) Lordi, nº 500; Vivante, Trattato, nº 1940, y Contratto, nº 239; Lepargneur, nº 1294,
quien agrega que la nulidad es absoluta. Garrido y Comas, ob. cit., p. 147. Donati, Trattato, II,
nº 294, entiende que no es así; que es un elemento del contrato; que el objeto es la obligación
del asegurador, mas no por eso cambia la solución de nulidad por su inexistencia (ob. cit., II, nº
334).

(1183) Ver Vivante, Contratto, nº 242; ley francesa, art. 35; Bruck, p. 386.
La solución legal busca estimular la diligencia del asegurado.

(1184) Vivante, Contratto, nº 241.

(1185) Vivante, Contratto, nº 241.

(1186) Vivante, Contratto, nº 243.


El art. 511 Ver Texto, 2º párr., CCom., derogado, preveía una excepción.

(1187) Bruck, p. 389; Vivante, Contratto, nº 241.

(1188) Bruck, p. 385.

(1189) Bruck, p. 387.

(1190) Segovia, nota 1752; Obarrio, nº 12; Besson y Picard, I, nº 10; Bruck, ps. 376 a 378.
Ver texto y nota 30.

(1191) Besson y Picard, I, nº 9.

(1192) Besson y Picard, I, nº 8.

(1193) Bruck, p. 384.

(1194) El art. 553 Ver Texto, CCom., derogado, preveía el supuesto para el seguro sobre la
vida, por lo cual Segovia, nota 1922, criticó la solución porque no hay interés social en
contratos de seguros sobre la vida de esta clase, crítica que rechaza Malagarriga, nº 311.
En la práctica, la revisación médica previa y la cláusula de buena salud eliminaban en estos
seguros la posibilidad de su existencia.

(1195) Vivante, Trattato, nº 1939, y Contratto, nº 234; Gasperoni, nº 31.


Contra: Obarrio, nº 12.
La ley francesa de 1930 no prevé el supuesto, y la doctrina discute su procedencia (Besson y
Picard, I, nº 21; Lepargneur, nº 1294).

720
(1196) Vivante, Trattato, nº 1939, y Contratto, nº 234.

(1197) Bruck, ps. 392 a 394.

(1198) Segovia, notas 1922 y 1815; Malagarriga, Comentario, III, nº 312; Bruck, ps. 392 a 394,
salvo dolo del representante y buena fe del principal; Vivante, Contratto, nº 237, sostiene que
el decisivo es el conocimiento del mandatario, lo cual resulta peligroso.

(1199) Segovia, nota 1815; Fernández, p. 451.


Conf., implícitamente, Vivante, Contratto, nº 237.

(1200) Bruck, p. 392; Fernández, p. 451.

(1201) Bruck, ps. 392 a 394.


Normalmente será así, por aplicación del art. 53 Ver Texto.

(1202) Segovia, nota 1816, expresa que se trata de una presunción de iure, y renunciable. Conf.:
Malagarriga, Comentario, III, nros. 179 y 182; Fernández, p. 451.
Ver una réplica en el texto, más adelante.
Rivarola criticó la norma del Código por anacrónica, atento a los medios de comunicación
disponibles (Tratado, p. 260). No obstante, hay zonas del país que aún quedan incomunicadas
por meses en ciertas épocas del año. Ver Segovia, nota 1817; Malagarriga, ob. cit., nº 181.

(1203) Vivante, Contratto, nº 235.

(1204) Es por lo demás la solución de la doctrina en los países que no cuentan con una regla
análoga (Vivante, Contratto, nº 236; Lordi, nº 501).

(1205) Lordi, nº 501.

(1206) Nota 1819.

(1207) Segovia, nota 1819.

(1208) Segovia, nota 1821.

(1209) Segovia, notas 1819 y 1820.

(1210) Conf.: Segovia, nota 1820.

(1211) Bruck, p. 390, otorga al asegurador derecho a retener la prima por el período corriente,
e igual solución consagraba el art. 523 Ver Texto, CCom., derogado.

(1212) Bruck, p. 391; salvo si el asegurador hubiera asegurado igualmente las cosas o personas
restantes, salvedad de Bruck que se debe entender englobando en la apreciación la estimación
del azar moral, que resulta de los hechos ocultados.

(1213) Ver cuanto se expuso en capítulo III, nº 24.

721
Contra: Bruck, p. 391.

(1214) Bruck, p. 376.

(1215) Bruck, ps. 376 y ss. La ley francesa, art. 33, adopta una solución análoga a la de la ley
argentina.
En Francia se discute el alcance de la solución -Besson y Picard, II, nº 39-, y se propugna la
distinción entre "el vicio natural, normal o general, que obedece a la naturaleza de las cosas; y
existe por otra parte el vicio accidental, relativo o anormal, que obedece a la defectuosidad
particular de ciertas cosas". Esta distinción es excluida en nuestro derecho por el texto del art.
66 Ver Texto cit.

(1216) Bruck, p. 388.

(1217) Bruck, ps. 388 y 389.

(1218) Bruck, ps. 388 y 389.

(1219) Bruck, ps. 389 y 390.

(1220) Bruck, p. 390.

(1221) Conf.: Bruck, p. 391, letra a.

(1222) Bruck, p. 391, letra b.

(1223) Bruck, p. 392.

(1224) Bruck, p. 386.

(1225) Bruck, p. 386. Vivante también reconoce derecho a la indemnización cuando obedece a
fuerza mayor, porque la ley italiana no distingue, y porque es una compensación de los gastos
hechos (Trattato, nº 1940, y Contratto, nros. 239 y 240). Para Lordi, en cambio, se funda en la
culpa (Obbligazioni, nº 500).

(1226) La doctrina alemana le reconoce derecho al reembolso de los gastos a que no es


acreedor, según el derecho común, en el supuesto de siniestro ocurrido por fuerza mayor
(Bruck, p. 385, letra a).

(1227) Hémard, I, p. 86, nº 47.

(1228) Bruck, p. 368; Gasperoni, nº 31; Patterson, nº 53.


Esto no impide que se aseguren todos los riesgos que afecten un bien, como ocurre en el
seguro marítimo y del trasporte, porque es difícil fijar la causa del daño, u ocurre en lugar
lejano, etc. (Vivante, Trattato, nº 1942, y Contratto, nº 261).

(1229) El punto es desarrollado en el capítulo VIII, nros. 2 y 7.

722
(1230) Bruck, p. 368; Gasperoni, nº 31.

(1231) Bruck, p. 368.


Viterbo critica la expresión de Vivante de que en el seguro de la responsabilidad se asegura el
patrimonio, la cual acepta sólo como una expresión negativa, es decir, que no se vincula a una
cosa determinada, aunque es posible que lo sea, como es la que deriva de la guarda de una cosa
(Assicurazione de la responsabilit… civile, ps. 70 a 73).
La distinción es importante para la aplicación del doble seguro, la regla proporcional, etc.

(1232) Bruck, ps. 369 a 371.

(1233) Hémard, I, p. 86, nº 47; Vivante, Trattato, nº 1860.

(1234) Hémard, I, nº 47; Lordi, nº 571; Vivante, Trattato, nº 1860.


Vivante lo extiende al supuesto en que los riesgos se repetirán con intensidad insólita en el
estado normal (Trattato, nº 1860).
Respecto del granizo, ver Besson y Picard, III, p. 121.

(1235) Hémard, I, nº 47.

(1236) Besson y Picard, I, nº 16.

(1237) Besson y Picard, I, nº 16. Respecto del granizo, Besson y Picard, III, p. 120.

(1238) Besson y Picard, I, nº 16; Vivante, Trattato, nº 1860.

(1239) Ver párrafos 8 y ss.; y Vivante, Trattato, nº 1860.


Bruck limita la incertidumbre subjetiva a los supuestos del seguro sobre la vida y al seguro
retroactivo -p. 375-, limitación que no cabe en nuestro derecho frente al art. 3.

(1240) Conf.: Bruck, ps. 375 y 376.

(1241) Vivante, Trattato, nº 1860, y Contratto, nº 5; Rivarola, p. 259; Donati, Trattato, II, nros.
308, 321 y 322.

(1242) Vivante, Trattato, nº 1860, y Contratto, nº 5; Besson y Picard, I, nº 2. Ver notas 84 y ss.;
La Torre, Antonio, I sinistri cagionati con colpa grave dell´assicurato, en "Assicurazioni", 1966,
1, p. 640.

(1243) Stefani, cit. por Besson y Picard, que hacen propia esa calificación (I, nº 17, p. 42).
No existe unanimidad en la doctrina acerca del sentido de estas expresiones: Chaufton llama
subjetivo al que nace de la conducta fraudulenta, y objetivo al derivado de la naturaleza de las
cosas; Ancey califica de subjetivo el interés del asegurado en la conservación de la cosa, y el
objetivo es la mayor o menor probabilidad de realización del evento considerado; y también se
denomina objetivo al riesgo conocido, y subjetivo, al putativo (Besson y Picard, I, nº 17).

(1244) Así, Pothier y Emerigon, y el art. 351, Código de Comercio francés: cit. por Lepargneur,
nros. 1296 y 1297. Adde: Besson y Picard, II, nº 22.

723
(1245) Entendemos por asegurado "el llamado eventualmente a recoger el beneficio del
seguro" (Besson y Picard, II, nº 28).
Durante, ob. cit., p. 62, en materia de seguro de responsabilidad civil, sostiene que la culpa, en
ciertas circunstancias, se convierte en dolo. Descuida los elementos fundamentales que
distinguen una y otro, en sentido estricto.

(1246) Lepargneur, nº 1298; Segovia, nota 1761; Malagarriga, Comentario, III, nros. 121 y 122
(no obstante, ver Trat. elem., III, p. 384); Castillo, nº 44; Besson y Picard, I, nº 11, y II, ps. 45 y
ss.; Fernández, p. 426; La Torre, Antonio, I sinistri cagionati con colpa grave dell´assicurato, en
"Assicurazioni", 1966, 1, p. 640, Durante, ob. cit., p. 84 y su nota 316.
Contra: Obarrio, p. 26, para quien en tal caso desaparecería el carácter aleatorio del contrato, lo
cual, evidentemente, es un error, porque ese carácter sólo desaparece cuando el siniestro es
provocado por el asegurado.
La orientación legislativa contemporánea está por la admisión del seguro de la culpa del
asegurado, salvo para determinados grados de culpa grave: la ley suiza, de 1908, art. 14, prohíbe
el seguro de la culpa intencional; en cambio, prohíben toda clase de culpa grave la ley belga de
1874, art. 16; la ley sueca de 1927, art. 18, y la admiten el Código Civil italiano, art. 1900; la ley
checoslovaca, art. 117; etc. Otras leyes sólo la admiten para determinados seguros (ley alemana,
arts. 152 y 181), y otros autorizan disminuir la indemnización (ley suiza, art. 14).
Sobre la noción de culpa intencional, ver Besson y Picard, II, nros. 24 y ss.

(1247) Lepargneur, nros. 1296 y 1297. Conf. sobre la culpa grave: Besson y Picard, I, ps. 46 y
47; II, p. 35 y nº 30.

(1248) Vivante, Contratto, nº 425; Greco, en "Assicurazioni", 1936, 2, p. 117.


Castillo, nº 44, la excluye cuando se aproxima al dolo. Es la prohibición de la ley francesa, art.
12.

(1249) Ver sobre el punto, Besson y Picard, II, nº 30.


Contra, Zavala Rodríguez, II, nº 1724.
Ver especialmente C. Nac. Com. en pleno en recurso de inaplicabilidad, 8/7/1968, LL 132,
fallo 60.913.

(1250) Lordi, nº 568; Besson y Picard, II, nº 34.

(1251) Lordi, nº 567; Besson y Picard, I, nº 20; Spilrein, ps. 151 a 154. G. Peyron, Ancora in
tema di tentata truffa all´assicuratore de la responsabilit… civile, en "Assicurazioni", 1965, p.
214.
El dolo es voluntariedad, y no intención específica (ver Durante, ob. cit., p. 67).
Cuando se trate de personas jurídicas, es el del órgano, y no de alguno de sus integrantes
(Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 105).

(1252) Besson y Picard, II, nº 28, sostienen que no afecta la culpa o dolo del mandatario o
representante legal, lo cual no creo ajustado a derecho, porque son culpa y dolo del
representado.

724
(1253) Sobre el tema, Barbato, Nicolás Héctor, Culpa grave y dolo en el derecho de seguros,
n_ 2, p. 16.

(1254) También se han postulado fórmulas tales como "culpa grave asimilable al dolo", en la
póliza de seguro de responsabilidad civil para médicos, art. 4, inc. j, de las "Condiciones
especiales", según texto de resolución general 15517 de la Superintendencia de Seguros de la
Nación; o también "culpa inexcusable", en el Anteproyecto de Ley General de Seguros, del Dr.
Isaac Halperin, art. 116.

(1255) Donati, Antigono, Trattato . . ., cit., t. II, n_ 311, p. 137, considera que se trata de una
exclusión a la cobertura, pero la basa en el principio general de la moral y el orden público, que
preside la validez de los contratos, conforme el art. 1343 del Código italiano.
Por nuestra parte, sin perjuicio de compartir esas consideraciones respecto de los siniestros que
tengan por finalidad obtener, de esa forma ilícita, la prestación del asegurador, pensamos, no
obstante, que resulta un marco un tanto estrecho, pues deja fuera del efecto excluyente
aquellos siniestros que, aunque productos de la voluntad del asegurado, no tuviesen por
finalidad obtener dicha prestación (p.ej., destrucción de un bien asegurado para liberar un lugar
o abrir un camino; o dar muerte a un animal asegurado por razones de piedad ante sus
discapacidades emergentes de la vejez, etc.: en tales casos, ni siquiera los sucesores del
asegurado podrían reclamar la indemnización de lo destruido por éste). El fundamento último
no es aquí de raigambre exclusivamente ética (aunque en la mayoría de los casos ésta lo
complemente), sino que tal exclusión está principalmente apoyada en la técnica del seguro y en
la esencia aleatoria del contrato, puesto que el siniestro doloso constituye la voluntaria
alteración de la aleatoriedad, esencial al contrato de seguro, y de la hipótesis estadística tomada
en cuenta para fijar la prima.

(1256) Barbato, Nicolás H., Culpa grave y dolo . . ., cit., § 26, ps. 125 y 126. Decimos "acreedor
emplazado en posición activa" para diferenciar esta hipótesis de aquella otra, habitualmente
estudiada, de la culpa del acreedor resultante del incumplimiento de obligaciones secundarias,
donde está, por ello, ubicado en calidad de verdadero deudor de tales obligaciones, que se
resuelven en un deber de indemnizar perjuicios.

(1257) La alteridad dañosa falta aun en el seguro de la responsabilidad civil, en el cual el tercero
damnificado constituye pieza esencial del sistema. La culpa grave y el dolo regulados en el art.
114 Ver Texto, LS., están siempre, en lo inherente al tema que analizamos, referidos a la
relación asegurativa y, por lo tanto, vinculados a la cobertura, a la cual desplazan de su esfera
de operatividad privando de amparo al asegurado. No obsta a ello que en lo referente a la
relación principal, determinante de la obligación (contractual o extracontractual) de resarcir por
el hecho antijurídico, exista un tercero damnificado y, por ende, alteridad dañosa: se está aquí
en otro plano distinto del asegurativo, que se vincula sólo tangencialmente a él. El art. 114 Ver
Texto, LS., se refiere a la relación asegurativa, a la cual neutraliza; de allí la oponibilidad de la
exclusión al tercero damnificado. La culpa, entonces, opera en este seguro en dos ámbitos
distintos, con efectos también diversos.

(1258) También ha sido propuesta -y a veces fue recibida en algunos fallos- la fórmula del
"dolo eventual" del derecho penal, que requiere representación del resultado dañoso como
marcadamente probable e indiferencia por su concreción. Pero tal fórmula deja fuera uno de
los supuestos más frecuentes de la culpa grave, que es el de conducta irreflexiva, producto de

725
un actuar desenfrenado en el cual se persiguen ciertos fines por sí mismos (p.ej., alcanzar
velocidades extremas con un vehículo; exponerse a riesgos innecesarios como desafío o
demostración de coraje, etc.), que descartan, empero, toda intención de daño. Cabe agregar,
como ya vimos (ver nota anterior), que el daño -referido a la relación asegurativa- el asegurado
se lo produce a sí mismo al colocarse fuera de la cobertura; y, además, en materia civil, el dolo
es directo (art. 1072 Ver Texto, CCiv.). A ello se añade, por otra parte, la dificultad, propia de
todo dolo, de demostrar que medió la representación y la existencia de la actitud de
indiferencia respecto del resultado muy probable (la cual, de no existir, desplazaría el caso al
supuesto de culpa con representación, ajeno al dolo).

(1259) Barbato, Nicolás H., Culpa grave y dolo . . ., cit., § 35, p. 147.

(1260) La cámara culmina diciendo que si el asegurador ha querido excluir de la cobertura


aquellos siniestros que encuentran su causa en el arbitrio del propio asegurado, propósito que
sólo se compadece plenamente con conductas imputables a título de dolo directo o dolo
eventual.
Disentimos con tal conceptuación. Si bien no hay duda de que la culpa grave, para ser tal, debe
ser extrema y, fundamentalmente, causa del siniestro (es una delimitación causal), ello no
implica que se la confunda directamente con el dolo, que tiene su propia recepción en el art. 70
Ver Texto y sus equivalentes. En ese aspecto cabe recordar que la culpa grave es cubrible si se
pacta tal circunstancia, en tanto que el dolo (del asegurado) nunca es susceptible de amparo, no
sólo por los ingredientes ilícitos que en un caso determinado puede contener, sino porque,
fundamentalmente, constituye el "antiseguro", ya que se trata de la provocación intencional del
siniestro, que elimina el álea y quiebra la esencial aleatoriedad que constituye el fundamento
inexcusable del contrato de seguro.

(1261) En rigor, la culpa grave no constituye una causal de caducidad, y, menos aún, de
caducidad del contrato -que permanece vigente respecto de eventuales siniestros futuros-. Es
una exclusión a la cobertura, un supuesto que es puesto fuera del amparo en el momento de
contratar, al fijar el contenido del contrato, siendo excluido por su extrema peligrosidad, que
altera la probabilidad siniestral, a la que torna de elevada posibilidad de ocurrencia. Es, además,
una exclusión causal: debe ser causa del siniestro.

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23. Licitud del seguro de la responsabilidad civil.

Queda así establecida la licitud del seguro de la responsabilidad civil, para todos los casos en
que ésta es comprometida por la conducta culposa del tomador o la conducta dolosa o culposa
de los dependientes y de las personas por las cuales aquél es civilmente responsable (1262) , sea
por comisión o por omisión, delictual o contractual.

726
Resulta así excluida la responsabilidad penal en sí, pero no las consecuencias civiles del hecho
punible, incluso el daño moral. La exclusión también se extiende a las penas fiscales y
administrativas, porque sería contrario al objeto de esa responsabilidad, ni es admisible que las
normas de derecho público puedan ser eludidas o destruidas por un negocio jurídico privado
(art. 112 Ver Texto) (1263) .

El temor que obre como un incentivo para agravar la negligencia en la comisión de delitos
culposos no tiene asidero en la experiencia. No sólo porque el asegurado juega en éstos un
papel, en el cual pone en peligro su propia existencia, sino porque la experiencia demuestra
todo lo contrario, porque el seguro se practica universalmente sin que ese temor se haya
reflejado en la realidad.

El argumento es efectista; ya ha sido repetido para objetar la implantación del seguro


obligatorio en materia de la responsabilidad automóvil: también en este caso las estadísticas
demostraron lo infundado del temor (1264) . El seguro obligatorio de la responsabilidad
automóvil fue implantado en los países de Europa occidental con una amplitud
progresivamente mayor (1265) .

Por lo demás, el seguro de la responsabilidad civil tiene una función altamente social: reparar el
perjuicio sufrido por la víctima (art. 118 Ver Texto), que el legislador y el intérprete no pueden
dejar de considerar, por su gran importancia económico-social (1266) .

La responsabilidad civil puede ser determinada o indeterminada, según se refiera a cosa precisa
o a personas determinadas o determinables, o a cosas o personas indeterminadas (1267) .
Concepto que adquiere importancia en el funcionamiento del contrato, especialmente acerca
de la aplicación de la regla proporcional.

Cabe asegurar no sólo la que deriva de un cuasidelito o de un contrato hacia terceros, sino
también la responsabilidad contractual, como en el reaseguro mismo o el trasporte o los
accidentes del trabajo, o el acaecimiento de una condición que resuelve o hace exigible una
obligación, o la responsabilidad profesional -que es contractual-, etc. Se incluye la
responsabilidad por la actividad prevista y las accesorias normales de esa actividad, incluida la
que pueda derivar por los actos de los dependientes (art. 1113 Ver Texto, CCiv.) y la actividad
personal de quienes desempeñan funciones de dirección (art. 113 Ver Texto, ley 17418) (1268)
.

727
Los autores señalan una distinción, que carece de mayor trascendencia práctica: que se trata de
un riesgo artificial, creado por la ley, mientras que en los demás es natural, derivado de los
elementos físicos que nos rodean (1269) .

(1262) Castillo, nº 45; Spilrein, ps. 151 a 158; Fernández, p. 426; Besson y Picard, II, nº 138.
Aunque Castillo agrega que no se cubre el daño causado por culpa del asegurado, lo cual
importa una flagrante contradicción.

(1263) Viterbo, nº 4, ps. 88 a 90; Hémard, II, nº 559.

(1264) Loman, H. J., Automobile insurance, en "The Annals", 1932, mayo, ps. 85 y ss.;
Blanchard, en Law and contemporary problems, en "Duke University Law School Review",
octubre de 1936, p. 537.

(1265) Ver Isle, Disciplina legislativa del risarcimento del danno alle vittime della strada, 1964,
Milano.

(1266) Halperin, tesis cit., p. 9. Adde: Besson y Picard, III, nº 143.

(1267) Hémard, II, nº 562.

(1268) Ver Durante, ob. cit., ps. 49 y 53 y ss.

(1269) Ver Spilrein, p. 63.

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24. Riesgo resultante de operaciones ilícitas. Contrabando. Casas públicas.

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No cabe asegurar el riesgo que resulta de operaciones ilícitas, cuando el interés asegurable está
directamente vinculado a una actividad ilícita (1270) . La ley 17418 Ver Texto no reproduce el
art. 496 Ver Texto, CCom., pero está comprendida la prohibición en el art. 60 Ver Texto, que
exige un interés económico lícito de que un siniestro no ocurra. Además, es así por aplicación
de la norma superior que integra el art. 953 Ver Texto, CCiv.

Se ha entendido por ello que no cabe cubrir los que son consecuencia de una conducta
ilegítima (homicidio, hurto) (1271) , la de la prostituta, el ejercicio ilegal de la medicina o de
cualquier otra profesión (1272) , y en general que atenten contra las buenas costumbres, la
moral o el orden público (1273) , por lo cual se incluyen las loterías prohibidas o no (1274) , las
huelgas cuando son justas, porque las prolongaría en detrimento del orden público y sería un
arma de guerra en contra de la mano de obra (1275) ; las multas penales, aun cuando sancionen
delitos culposos (art. 112 Ver Texto), porque conforme a la función e individualización de la
pena, sería contrario al orden público (1276) ; las multas administrativas de carácter penal no
pueden serlo por razones análogas a las puramente penales, y en cuanto a las meramente
administrativas, también sería contrario al fin perseguido y al orden público (art. 112 Ver Texto
cit.) (1277) ; etc.

El contrabando es una actividad ilícita, y en consecuencia no cabe asegurarlo. La doctrina,


unánime respecto del que se cumple en el propio país (1278) , deja de estarlo en cuanto se
refiere a otro. Así, en Francia la jurisprudencia lo juzga válido, y los autores disienten
proponiendo una variada gama de soluciones, que van desde la ilicitud hasta el examen de los
fundamentos de las leyes extranjeras de las cuales resulta el contrabando (1279) .

Participamos de la opinión de Segovia, quien estima que el punto debe ser resuelto conforme a
los arts. 1207 Ver Texto y 1208 Ver Texto, CCiv., por los cuales se anulan los contratos
celebrados en el extranjero para violar las leyes nacionales, y los contratos celebrados en el país
para violar las leyes extranjeras (1280) . Además, que tales tratos serían contrarios al orden
público internacional.

Otro supuesto discutido es el seguro de los riesgos que resultan de la explotación o


mantenimiento de una casa de tolerancia. La jurisprudencia francesa ha reconocido la validez
del seguro de incendio, porque las prestaciones de las partes no implican ninguna inmoralidad:

729
son lícitas en sí mismas y no difieren de las prestaciones estipuladas en todos los contratos
contra incendio, ya que no tiene en vista la creación, mantenimiento o explotación de la casa
(1281) . Besson y Picard estiman, con razón, que así se deja de lado la causa de las obligaciones
para considerar sólo su objeto, teniendo en cuenta que en los actos contrarios a las buenas
costumbres, la ilicitud de la causa se debe buscar en los móviles determinantes, y si se tiende a
favorecer el mantenimiento, creación o explotación de la casa, el seguro será nulo. Estiman
difícil resolverlo para el caso de incendio, pero juzgan indudable la ilicitud del seguro del
crédito para la compra o el del personal de servicio (1282) .

25. Otros riesgos asegurables. Seguro valor a nuevo. Vicio propio.

La obligación de pagar las costas judiciales es un riesgo asegurable, siempre "que la acción
judicial no dependa exclusivamente de la voluntad del asegurado o del asegurador, y, por otra
parte, que el pago de las costas no sea puramente accesorio, debiendo calificarse la operación
en su conjunto, según el fin principal tenido en vista por las partes" (1283) .

El seguro contra la vetustez o valor a nuevo es lícito contratarlo como complementario del
seguro de incendio. El art. 87 Ver Texto, inc. d, permite convenirlo para los muebles del hogar,
máquinas, herramientas, etc.; y el mismo art. 87 Ver Texto, inc. a, también lo admite para los
inmuebles, ya que autoriza hacerlo por el valor de reconstrucción, y la ley no reproduce la
limitación del art. 536 Ver Texto, 3er. párr., CCom., derogado. Pero la doctrina extranjera se
resiste a admitirlo como riesgo separado porque no es fortuito, ya que puede ser medido por
anticipado y previsto; de ahí su amortización. Estas razones llevan a excluir la usura normal de
la cosa (1284) y (1285) .

La ley argentina admite el seguro del vicio propio (art. 66 Ver Texto, que continúa la solución
del art. 497 Ver Texto, CCom.); los autores no lo aceptan en la actualidad, porque dejaría de
ser aleatorio (1286) , razón que sólo es aceptable cuando la acción del vicio propio sea fatal.

Cuando se excluye el vicio propio, no se indemniza el daño que se causa a la cosa viciosa, pero
se cubre el que sufran los demás bienes cubiertos (1287) . Es menester, además, que sea la
causa única y directa de la pérdida (1288) . Deberá ser probado por el asegurador, porque se
trata de una causa de liberación.

730
El lucro esperado debe ser especialmente incluido en el contrato (arts. 61 Ver Texto y 88 Ver
Texto). Es importante para el riesgo de incendio de establecimientos industriales, en los cuales
la reconstrucción insume un lapso para llevarla a cabo e impone el cese de las actividades.

No es asegurable la posible disminución de valor de una cosa, porque sería antisocial, e


imposible de reglamentación legislativa (1289) .

26. Pluralidad de riesgos. Póliza flotante.

Se puede asegurar un riesgo o una pluralidad de riesgos; la naturaleza del contrato no cambia, y
en la intención de las partes sólo hay un contrato, como si se tratara de un riesgo único, aunque
para ciertos efectos se pueda dividir (1290) .

Cuando se asume una pluralidad de riesgos, los autores discuten sobre la naturaleza del
contrato. Hay quienes sostienen que se trata de un contrato normativo; es decir, fijación
contractual de las normas que valdrán para contratos futuros, y no obligaciones actuales.
Criterio que es equivocado, porque existe efectiva asunción de riesgos mediante el pago de una
prima. Por eso el supuesto de la póliza flotante o de abono no es un contrato preliminar, ni las
declaraciones de alimento son los contratos definitivos.

En las pólizas flotantes, si bien no se individualizan los riesgos, éstos son determinables, y nada
falta para que el contrato sea actual y único.

De lo contrario, debería haber un cúmulo de contratos, y éstos no existen: hay un solo


contrato y una póliza única; todos los elementos y vicios se deben referir a ese contrato único y
al momento de su celebración. Admitir que hay tantos contratos idénticos como riesgos
concretos se incluyan es ir contra la realidad: piénsese solamente en el supuesto de la
incapacidad sobreviniente del asegurado (1291) .

731
Tampoco es una promesa de contrato, porque no es exacto que requiera que el riesgo se halle
en "germen". Este supuesto recaudo carece de sentido: ¿qué sería este germen de riesgo, por
ejemplo, en el seguro de fidelidad? (1292) .

No es condicional que se perfeccionará cuando nazca el riesgo; porque no es condición en


sentido jurídico, que es un accidente o modalidad del acto jurídico, que afecta a una obligación,
y no la existencia posible de un elemento constitutivo del negocio mismo (1293) .

Se trata en realidad de un contrato perfecto desde un comienzo, en el cual la determinación


cuantitativa y cualitativa del riesgo se hará más tarde (1294) . La declaración de alimento no fija
la fecha del seguro, que determina exclusivamente el contrato; sólo es una especificación del
riesgo; de ahí que nada se oponga a que se formule también después del siniestro, si se hace en
término y sin fraude (1295) .

27. Universalidad de cosas.

Cuando se trata de una universalidad de cosas (muebles, libros, ganado), el riesgo es único y el
contrato también lo es (1296) .

En este supuesto se asegura el todo, que debe permanecer en el lugar indicado, aunque sus
elementos pueden ser cambiados (art. 64 Ver Texto), porque no se los individualiza: se pueden
vender, consumir, sustituir, pero la universalidad permanece inalterada en su sustancia, con
independencia de los cambios en los elementos particulares que la integran (1297) .

28. Seguro acumulado.

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El seguro independiente o acumulado (con primas suplementarias) de diversos riesgos sobre el
mismo interés resulta antieconómico porque es caro. Por eso se adopta el seguro de la
universalidad de riesgos, que cubre una cosa por todos los riesgos posibles; por ejemplo, la
materia prima, desde que se adquiere hasta que el producto elaborado sale de fábrica: trasporte,
incendio, hurto, huelgas, etc. (1298) .

29. Casos especiales de individualización del riesgo.

En algunas especies de seguros, la individualización del riesgo adquiere caracteres peculiares.

Así, en materia de accidentes del trabajo, las pólizas lo determinaban por definición de lo que
se considera accidente y enfermedad profesional, y en razón de las personas que pueden ser
afectadas. El art. 4 Ver Texto de la póliza uniforme expresaba "que se considera accidente del
trabajo todo hecho que en la ejecución del trabajo o en ocasión y por consecuencia del mismo
produzca lesiones corporales, mediatas o inmediatas, aparentes o no aparentes, superficiales o
profundas. Se consideran igualmente accidentes del trabajo los hechos constituidos por casos
fortuitos o fuerza mayor inherente al trabajo que produzcan las mismas lesiones", y las
enfermedades profesionales taxativamente enumeradas por el decreto reglamentario de la ley
9688 Ver Texto, y que la póliza más adelante repetía.

Además, es requisito que "deben caracterizarse las personas aseguradas de tal manera que al
ocurrir el siniestro no pueda surgir duda alguna sobre la pertenencia del accidentado al grupo
en cuestión" (1299) , que las pólizas fijan exigiendo que trabajen en la industria o empresa a
que se refiere la póliza y estén inscritos en el libro de sueldos y jornales (1300) .

Análogamente, en materia de seguro voluntario por accidentes del trabajo.

Establecido el riesgo asumido, la cláusula 5ª de la póliza uniforme, excluye:

a) los accidentes ocurridos por infracción a las leyes y reglamentos sobre seguridad e higiene
industriales;

733
b) los accidentes ocurridos por infracción a las leyes y reglamentos sobre el trabajo de las
mujeres y menores;

c) las multas por infracciones a la ley 9688 Ver Texto y a su decreto reglamentario.

30. Seguro del lucro esperado.

La ley argentina admite el seguro del lucro esperado sin ninguna limitación, ya que caben en el
pacto que lo incluya conforme al art. 61 Ver Texto, principio que se aplica en la asegurabilidad
de los riesgos que pueden afectar las cosechas (art. 90 Ver Texto); en el seguro de los alquileres
por el término de la reconstrucción de la cosa perdida o de la forzada clausura por el incendio
(art. 88 Ver Texto) o los perjuicios por la clausura de la fábrica por huelga ilegítima, etc. (1301)
. Exige la fijación de criterios precisos de valuación para evitar el enriquecimiento del
asegurado.

Fue un seguro prohibido en un comienzo, y luego admitido para el seguro marítimo: no hay
razón alguna que lleve a una admisión limitada. Únicamente deberán ser adoptadas
precauciones por el asegurador, para verificar que se trata de una ganancia legítimamente
esperada, y no actúe como incentivo para la especulación o de actividades ilegítimas. Así, en el
seguro de huelgas, por ejemplo, la resistencia del patrón no debe ser injustificada, etc.

Por provecho o ganancia esperada se entiende "el beneficio aleatorio que permanece incierto
por toda la duración del seguro". De ahí que no lo sean los intereses hipotecarios, porque se
ganan día por día; los devengados hasta el día del siniestro no son esperados, sino adquiridos
ya (1302) .

30 (a.1). Seguro de caución.

1) Las pólizas de seguro de caución (1303) , al describir la cobertura, sitúan al asegurador en


una posición de fiador solidario, cubriendo, p.ej., la garantía que el tomador debe presentar
"para responder por el cumplimiento, en tiempo y forma, de sus obligaciones derivadas del

734
contrato indicado en las condiciones particulares"; etc. Frecuentemente se agrega la renuncia
del asegurador a invocar los beneficios de excusión y de división.

Ello ha llevado a buena parte de la doctrina a sostener que no se está aquí ante un seguro, sino
ante una fianza, que es revestida con forma asegurativa.

No obstante, es de observar que la circunstancia de que la prestación comprometida por el


asegurador esté constituida por una garantía no priva de su carácter asegurativo al contrato
entre éste y el tomador: hemos visto que el hecho de que la prestación no vaya al tomador sino
al tercero no elimina la naturaleza asegurativa, tal como también acontece en el seguro de la
responsabilidad civil [§ 100 (a)]. Basta con que se comprometa una prestación ante un suceso
aleatorio no artificialmente acordado (como, en cambio, ocurre en el juego) sino naturalmente
derivado del evento amparado que, de suceder, afectará al asegurado directa o indirectamente
(1304) y que es cubierto mediante una técnica específica basada en el análisis estadístico, la
mutualidad concretada en la formación de un fondo común y el empleo de mecanismos
auxiliares de atomización y dispersión del riesgo (reaseguro, coseguro, etc.), cobertura prestada
por una entidad organizada a tal efecto, que emplea esa técnica y que se halla sujeta a la
vigilancia y control de un organismo estatal también especializado, dirigido a garantizar la
solvencia y aptitud técnica de los entes controlados.

Considerar que no se configura un seguro porque "no se indemniza un daño al asegurado" es


no advertir la función preventiva, "salvamentista" (en sentido amplio), que, al igual que el
seguro de la responsabilidad civil, posee la cobertura que analizamos: ambas especies apuntan a
resguardar la indemnidad patrimonial del asegurado, si bien en el seguro de caución, por sus
características, se instituye la acción de reintegro contra el tomador, que no existe en los
seguros de la responsabilidad. Además, como también hemos señalado, esta acción de
reintegro impide todo enriquecimiento del tomador, quien deberá devolver al asegurador lo
que tuvo que pagar por el siniestro; queda eliminado así todo interés de dicho tomador en su
acaecimiento.

Camacho de los Ríos destaca que frecuentemente se incurre en una "utilización indiscriminada
de términos propios de la fianza y otros propios del seguro" en las denominaciones que se
emplean (p.ej., "aval", "seguro aval", "seguro de afianzamiento", etc.), que contribuye a
complicar la tarea interpretativa. Pero no existe duda acerca de su función económica de
garantía, así como también de que reemplaza a una fianza o un depósito en garantía, lo cual
ocasiona que para determinar sus efectos en algunos casos se deba recurrir a las normas de la
fianza (1305) .

Se discute también si se trata de un seguro "de patrimonio" o "de cosas determinadas". Atento
a que la cobertura recae en el acreedor-asegurado, entendemos que se trata de un seguro que

735
ampara "créditos determinados" del asegurado, y no el "patrimonio" considerado como un
todo indiscriminado. Pero se trata de un seguro "de daños patrimoniales" en tanto se refiere a
créditos específicos que integran un patrimonio, sometido al principio indemnizatorio, que
impide el enriquecimiento del asegurado, faculta a la subrogación y hace funcionar las normas
sobre suma asegurada y otros efectos propios del género (1306) .

Algunos autores hablan de un seguro "de riesgos jurídicos", pero si bien es cierto que su
cobertura está referida a créditos -institución jurídica-, no sería estrictamente un "riesgo
jurídico" para el asegurado sino, más bien, para el deudor (ser objeto de ejecuciones o de
pérdidas de derechos como sanción), que es un mero "tomador" del seguro. Todo seguro
opera fundamentalmente sobre la figura del asegurado; el tomador es el contratante, pero la
función asegurativa se pacta para el asegurado, para resguardarlo, en este caso, precisamente de
incumplimientos de aquél y no para proteger el patrimonio de dicho tomador. Se cubre el daño
del acreedor, no la obligación del deudor-tomador. No se aplica aquí la presunción del art. 21
Ver Texto, LS. (que establece que cuando haya duda se considerará el seguro como contratado
por cuenta propia); y el asegurado posee derecho a accionar en forma directa, según vimos.

No obstante lo dicho, cabe destacar que algunas modalidades de estos seguros se ubican en
zonas marginales, que generan problemas de categorización. Es lo que ocurre en los casos en
que se adiciona un instrumento que se suele denominar "obligación autónoma", por el cual el
asegurador no sólo renuncia a los beneficios de excusión y de división, sino que se
compromete a pagar la suma asegurada "a primer requerimiento" del acreedor asegurado,
aspecto que tratamos más adelante.

2) En virtud de lo expuesto, se pueden señalar algunos caracteres del seguro de caución y decir
que es: a) consensual; b) bilateral; c) oneroso; d) patrimonial -y, por ende, indemnizatorio-; e)
aleatorio; f ) accesorio; g) subsidiario (funciona ante el incumplimiento del tomador-deudor); h)
fideiusorio o de garantía. Se agrega, asimismo, como en todo seguro que se emita en el país, la
exigencia de que la garantía sea prestada por una entidad aseguradora autorizada y controlada
por el Estado.

Con relación al incumplimiento, es de destacar que la garantía funciona aquí de manera más
intensa y rápida que en los seguros de crédito stricto sensu; a diferencia de lo que ocurre en
éstos, en el seguro de caución no es necesario, para que se configure el siniestro, demostrar que
el deudor ha caído en insolvencia: alcanza con que se acredite el mero incumplimiento, sea en
el modo o en el tiempo, de la prestación prometida.

Respecto de la bilateralidad, se ha intentado atacarla sosteniendo que el asegurado no es aquí el


obligado al pago de la prima, que debe ser oblada por el tomador. Sin embargo, que la
obligación de pago de la prima haya sido puesta en cabeza del tomador no desnaturaliza el
contrato: el tomador de un seguro "por cuenta" es, contractualmente, "parte" de ese contrato
y, por ende, sujeto de las obligaciones que emergen de su calidad de tal; el tercero asegurado

736
(acreedor de la prestación garantizada del contrato base) es una persona que recibe el beneficio
(tal como ocurre, por otra parte, en el seguro de la responsabilidad civil, con el tercero
damnificado), pero que no asume obligaciones por causa de ese acuerdo, al cual resulta,
precisamente, tercero (1307) . El tema adquiere importancia en lo relativo a si resulta posible
invocar, ante el asegurado, la falta de pago de la prima pretendiendo la suspensión de la
cobertura o bien como exceptio inadimpleti contractus, o como presupuesto de resolución
contractual. Por la índole de la cobertura, se pacta que defensas como la falta de pago de la
prima son inoponibles al asegurado-acreedor, circunstancia que tampoco impide admitir que se
está ante una relación de seguro: vemos, p.ej., que en el seguro de la responsabilidad civil
también se han establecido algunas defensas inoponibles al tercero sin que ello llevara a
sostener que, por tal motivo, no se esté ante un seguro.

3) La técnica de este seguro requiere que el asegurador efectúe una cuidadosa selección de
riesgos, tanto en sus aspectos objetivos (actividades a las cuales se refiere la cobertura) como
en los subjetivos (antecedentes del tomador, aptitudes técnicas y posesión de elementos para el
desarrollo de la actividad).

Por otra parte, del tomador el asegurador requiere "contragarantías" que, a su vez, tornen
suficientemente probable el recupero de lo que se pudiera ver obligado a pagar al asegurado de
ocurrir el siniestro. Este aspecto del seguro pareciera, a primera vista, que desnaturalizaría lo
dispuesto por el art. 80 Ver Texto, LS., que dispone que "el asegurador no se puede valer de la
subrogación en perjuicio del asegurado". Pero analizada esta operatoria asegurativa se advierte
que, en realidad, la acción de reintegro se ejercita aquí contra el tomador y no respecto del
asegurado propiamente dicho, beneficiario de la cobertura.

4) En nuestro país, este seguro se emplea con diversas modalidades, según sean los ámbitos,
público o privado, en los cuales se debe prestar la garantía.

Tanto en el supuesto de obra pública como en el de obra privada, o bien en el de suministros y


servicios públicos, hallamos seguro de caución en garantía de: mantenimiento de oferta;
adjudicación y ejecución de contrato; sustitución de fondos de reparo; anticipo financiero en
contrato de obra; anticipo para acopio de contrato de obra; tenencia de bienes para su uso,
reparación, manutención o reacondicionamiento; tenencia de material para fabricación o
montaje; certificación de avance de fabricación, etc.

También cabe recordar, entre los seguros de esta especie, los referidos a garantías aduaneras; a
sustitución de medidas cautelares decretadas judicialmente; a contracautelas judiciales; al
desempeño de una actividad o profesión; a empresas de viaje, turismo y pasajes; a garantías de
alquileres; a ofertas o adjudicaciones de concesiones; a garantías impositivas; a la
prefinanciación para exportaciones, etc.

737
5) Las condiciones generales de las pólizas usuales establecen habitualmente que las relaciones
entre tomador y asegurador se rigen por lo establecido en la solicitud correspondiente a ese
seguro, que se considera elemento accesorio de éste. No obstante, lo acordado en esa solicitud
es inoponible al asegurado, al igual que los actos, declaraciones, acciones u omisiones del
tomador (inclusive, la falta de pago del premio -prima- del seguro). Pero se conviene que el
asegurador quedará liberado del pago de la suma garantizada cuando las disposiciones legales o
contractuales establezcan la dispensa del tomador. Además, la garantía asegurativa continuará
vigente aun cuando entre asegurado y tomador se estipulasen modificaciones que alteraren las
bases de la licitación, siempre que ellas estén previstas en la ley aplicable o en dichas bases.

6) Se establecen como obligaciones y cargas del tomador: 1) cumplir sus obligaciones hacia el
asegurado; 2) dar aviso al asegurador, dentro de las 48 horas, de cualquier conflicto que tenga
lugar entre tomador y asegurado; 3) dar aviso al asegurador de cualquier eventualidad que
pueda llevarlo a la imposibilidad de cumplimiento de sus obligaciones; 4) suministrar al
asegurador la información que éste requiera sobre el riesgo en curso; 5) contestar la intimación
de pago que le formule el asegurado oponiendo en tiempo y forma las defensas que le
competan, lo cual asimismo deberá poner en conocimiento del asegurador dentro de las 48
horas. Cuando el tomador cuestionare su responsabilidad ante el asegurado, quien, no
obstante, intimare el pago al asegurador, éste podrá efectuarlo sin necesidad de oponer las
defensas a que se creyere con derecho el primero, y el pago realizado de esta forma no afectará
el recurso que, en su virtud, cabe al asegurador contra el tomador (1308) .

7) Las pólizas establecen, también, que cuando el asegurador lo juzgue conveniente podrá
asumir la representación del tomador en estos procedimientos, para lo cual éste deberá otorgar
los poderes necesarios y prestar la colaboración apropiada.

8) El premio (prima) de la póliza se calcula sobre la base de un período fijado en la póliza,


vencido el cual, y mientras se mantenga vigente el seguro, se emitirá nueva factura por idéntico
período, y así sucesivamente, hasta que se extingan las obligaciones del asegurador.

9) Estas pólizas establecen que el asegurador posee derecho a la subrogación, de manera que
los derechos que correspondan al asegurado en razón del siniestro se transfieren a aquél hasta
el monto de la indemnización, quien puede así reclamar al tomador el reintegro de lo que haya
debido pagar al asegurado por causa de ese siniestro. Asimismo, la cláusula correspondiente
dispone que si el incumplimiento del tomador ha tenido lugar por mala fe o culpa de su parte,
el asegurador podrá reclamar inclusive daños y perjuicios.

Al respecto, si bien el art. 80 Ver Texto, LS., habla de "tercero", en tanto que el tomador es
"parte" del contrato, pensamos que esa referencia literal no obsta a la subrogación, ya que, por
un lado, la veda establecida en el segundo párrafo de la norma legal está formulada hacia las
acciones contra el "asegurado" (que en este seguro es el acreedor garantizado) y, por otra parte,
regirían analógicamente los principios de la fianza, atento al carácter de garantía que reviste

738
este seguro, como la acción de regreso referida al deudor es de su naturaleza, por cuanto la
relación sólo impone al garante el deber de hacer frente a la deuda, surge de ello el derecho de
solicitar el reintegro de lo pagado, evitando el enriquecimiento del deudor, al cual se opone el
principio indemnizatorio (arg. arts. 2029 Ver Texto, 2030 Ver Texto y concs., CCiv.).

10) En materia de seguro de caución para obras públicas, el decreto 411/69 Ver Texto
estableció que las pólizas de seguro de caución admitidas por la ley 13064 Ver Texto deberán
reunir ciertas condiciones: 1) instituir al ente estatal como "asegurado"; 2) cubrir el importe
total de la garantía exigida por el contrato base (o, en su caso, participar a prorrata con otros
garantes); 3) mantener la vigencia de la cobertura hasta que se extingan las obligaciones cuyo
cumplimiento se cubre; 4) establecer que los actos o declaraciones del tomador no afectarán
los derechos del ente asegurado frente al asegurador; 5) disponer que, una vez firme la
resolución dictada dentro del ámbito interno del ente estatal asegurado, que determine la
responsabilidad del participante o adjudicatario por el incumplimiento de las obligaciones a su
cargo, el asegurado tendrá derecho a exigir al asegurador el pago, de haber resultado
infructuosa la intimación extrajudicial de pago hecha a aquél, sin que sean necesarias ninguna
otra interpelación ni acción previa contra sus bienes; 6) estipular que, una vez reunidos los
requisitos del supuesto anterior, el siniestro quedará configurado al cumplirse el plazo que el
ente asegurado establezca en la intimación de pago hecha al participante o adjudicatario sin que
éste haya satisfecho tal requerimiento; el asegurador debe abonar la suma correspondiente al
seguro dentro de los 15 días de serle requerida; 7) fijar que la prescripción de las acciones del
asegurado contra el asegurador se producirá cuando prescriban las acciones del asegurado
contra el tomador.

El análisis de esos requisitos legalmente establecidos al contenido de la póliza de seguro de


caución para obras públicas revela que se busca aquí la configuración de una garantía integral,
ya que está destinada a reemplazar otras garantías (depósitos; fianzas bancarias; etc.). Ello
resulta de aspectos tales como la independencia que se impone a ese seguro respecto de las
relaciones que el tomador pueda tener con el asegurador u otras personas, que son inoponibles
al ente asegurado; la exigencia de que la garantía continúe mientras se encuentren vigentes las
obligaciones del tomador, objeto de dicha cobertura, etc. Y, principalmente, la configuración
del siniestro, que se limita a que se establezca, por resolución interna del ente asegurado, la
responsabilidad del tomador por su incumplimiento y se lo interpele para que cumpla dentro
de un plazo que fija el propio ente. Como ya se destacó, en estos seguros no se requiere la
acreditación de la insolvencia del deudor, sino la del mero incumplimiento -en el tiempo, en el
modo convenido o en ambos- de la obligación a la cual se remite la cobertura. En estos
seguros, referidos a la obra pública, el ente asegurado deberá entonces demostrar que ha
dictado la resolución interna que determina la responsabilidad del tomador e intimado a éste en
la forma exigida por la normativa legal, luego de lo cual el asegurador deberá pagar dentro de
los 15 días de haberle sido requerido por el ente público asegurado.

11) En cuanto a la cobertura de caución para actividades privadas, sigue en sus líneas generales
las condiciones establecidas para el seguro relativo a obras y servicios públicos (inoponibilidad
al asegurado de lo convenido entre asegurador y tomador, en virtud de la solicitud-convenio
accesoria a la póliza, así como también de los actos, omisiones o declaraciones de éste;

739
intangibilidad de la suma asegurada, salvo que el contrato base previera el reajuste por
depreciación monetaria; pago a prorrata en caso de pluralidad de garantías; etc.); pero difiere en
lo concerniente a la imposición de ciertas cargas que se hacen pesar sobre el asegurado y la
modalidad de configuración del siniestro. En cuanto a las primeras, los seguros establecen que
el asegurado "deberá dar aviso al asegurador" de los actos u omisiones del tomador que
ocasionen la afectación de la póliza, dentro de los 10 días de ocurrido, "so pena de perder los
derechos que le acuerda esta garantía". Además, el asegurado está obligado a "adoptar todos
los recaudos extrajudiciales o judiciales a su alcance contra el tomador, y si por no hacerlo se
produjera una agravación del riesgo o provocara la configuración del siniestro [. . .] el
asegurador quedará liberado de la responsabilidad asumida por esta póliza". Los derechos a la
indemnización quedarán igualmente extinguidos si la subrogación del asegurador en los
derechos y acciones contra el tomador se hubiera tornado imposible "por un acto positivo o
por omisión del asegurado".

Y en lo inherente a la configuración del siniestro, la póliza establece ciertos requisitos y


condiciones que el asegurado debe observar, de los cuales se señalan los siguientes: a) que el
asegurado haya intimado al tomador, en forma fehaciente, el cumplimiento de sus obligaciones
en un plazo de 15 días, con resultado infructuoso; b) que al no haber dado el tomador
cumplimiento en tiempo y forma a sus obligaciones, el asegurado haya rescindido el contrato.
A los efectos indemnizatorios, el asegurado deberá entregar al asegurador las constancias que
acrediten la rescisión indicando sus motivos, y que la intimación no tuvo éxito; asimismo,
justificará el monto de su reclamo.

El importe de la indemnización a pagar será el que corresponda al daño efectivamente sufrido


y acreditado por el asegurado, hasta su concurrencia con la proporción de la suma máxima
asegurada equivalente a la parte del contrato no ejecutado.

Las pólizas establecen que el siniestro quedará configurado en la fecha en que el asegurador
reciba la comunicación y las constancias precedentemente señaladas; no es preciso alguna otra
interpelación o acción previa contra los bienes del tomador. Ello, sin perjuicio del derecho del
asegurador de solicitar la información necesaria para verificar el siniestro o la extensión de la
prestación a su cargo, como también la documentación que pueda suministrar el asegurado.

12) El asegurador procederá a hacer efectivo al asegurado el importe correspondiente, dentro


de los 15 días siguientes a la configuración del siniestro, o a la entrega de la información o
documentación complementaria, en su caso.

13) Asimismo, se estipula que el asegurado está obligado a solicitar la previa conformidad del
asegurador para la celebración de otros seguros que cubran el mismo interés, el mismo riesgo y
la misma obligación que la que ampara la póliza, bajo pena de caducidad. Si se presta esa
conformidad, el asegurador participará a prorrata, en concurrencia con los otros garantes, hasta
el importe total de la garantía exigida.

740
14) Las pólizas establecen que la prescripción de las acciones del asegurado contra el
asegurador tiene lugar, si se trata de actividades privadas, al año de producido el
incumplimiento del tomador. Las prórrogas acordadas entre asegurado y tomador y las
renuncias de éste a prescripciones ocurridas se consideran inoponibles al asegurador.

15) Al igual que lo dispuesto para cuando el asegurado es un ente público, también en estos
seguros de caución para actividades privadas la póliza señala que los plazos de días se cuentan
en días hábiles. En cuanto a la competencia judicial para las cuestiones que se susciten con
motivo del seguro, queda establecido que se deberán promover ante el juez del domicilio del
asegurado.

16) La determinación de la naturaleza asegurativa de este contrato también es inherente a la


aplicación del art. 56 Ver Texto, LS. Ello así porque si no se trata de un seguro tal disposición
resultaría ininvocable. La redacción de la norma requiere, como presupuestos subjetivos, las
calidades de "asegurador" y "asegurado", y no basta la adopción de una mera "forma
asegurativa". Para que una disposición tan rigurosa se torne operativa se requiere que,
ontológicamente, la cobertura otorgada constituya un seguro y no que se trate de una mera
"vestimenta formal" (la técnica empleada, por sí sola, tampoco es suficiente para determinar la
naturaleza de la institución).

Por nuestra parte, consideramos aplicable el art. 56 Ver Texto, LS., a estas coberturas, porque
entendemos que configuran verdaderos seguros (art. 1 Ver Texto, LS.) y no meras fianzas
vestidas de seguro, cuyas partes fueren el fiador y el acreedor garantizado. No obstante, surge
la cuestión de ante quién debe formular tal pronunciamiento el asegurador: tenida en cuenta la
peculiar modalidad de este seguro, en el cual es el tomador quien asume las obligaciones y
cargas del contrato, consideramos que ante él se debe formular tal pronunciamiento si el
rechazo se basare en el incumplimiento de obligaciones o cargas que recaen sobre éste, ya que,
por la propia lógica del sistema, tales defensas resultan inoponibles al asegurado propiamente
dicho (es decir, al acreedor, tercero al contrato, aunque es quien se beneficiará de ocurrir el
siniestro) y, asimismo, darán lugar a posteriores acciones de regreso respecto del tomador. Pero
a veces la póliza suele establecer, en los casos en que el asegurado es un particular, algunas
cargas que pesan sobre éste (p.ej., informar sobre sucesos que impliquen que el tomador ha
incurrido en incumplimiento o no se halla en condiciones de cumplir oportunamente, etc.),
bajo pena de caducidad de la cobertura: en estas hipótesis (que son formuladas por la póliza
como presupuestos de configuración o mantenimiento de la cobertura), consideramos que el
pronunciamiento debe ser efectuado respecto del propio asegurado, ante quien se harán valer
tales defensas. No obstante, por las peculiaridades de la cobertura y lo aún difuso de su
definición conceptual, resulta prudente, en todos los casos, notificar el rechazo a ambas partes
del contrato base para evitar los riesgos derivados de una interpretación judicial diversa.

Cabe asimismo plantearse si el art. 56 Ver Texto es aplicable a los seguros de caución en cuyas
pólizas se requiere que, vencido el plazo de intimación al cumplimiento, efectuada por el

741
acreedor-asegurado al deudor-tomador, el asegurador pague dentro de los 15 días de serle
requerido por el asegurado.

En los seguros en los cuales el asegurado es un ente estatal y la póliza establece, como
presupuesto del siniestro, que ese ente haya declarado, por resolución interna, la
responsabilidad del tomador, tal resolución, como se ha señalado en doctrina, goza de la
presunción de legitimidad de los actos del Estado; por ello, el asegurador deberá pagar dentro
de los 15 días de serle requerido por el ente asegurado. Si después se comprobare que la
resolución era ilegítima, podrá intentar la recuperación de lo pagado por aplicación del
principio solve et repete (1309) . En cambio, si el acreedor garantizado es un ente privado,
dado que la configuración del siniestro requiere, como vimos, algunas actividades previas del
asegurado (intimación fehaciente al tomador, rescisión del contrato, entrega de las constancias
que comprueban que se ha dado cumplimiento a tales requisitos, etc.), el asegurador podrá, en
caso necesario, efectuar pedidos de información o documentación complementarias (art. 46
Ver Texto, 2º párr., LS.), que interrumpen el plazo del referido art. 56 Ver Texto, LS.

17) En el seguro de caución (a diferencia, en alguna medida, de lo que acontece en el de la


responsabilidad civil), el tomador no posee derecho a reclamar del asegurador el cumplimiento
de la prestación indemnizatoria, a pesar de ser quien celebró el contrato y pagó la prima. Sería
invocar el propio incumplimiento para fundar su pretensión; a ello se suma la existencia de la
acción de regreso, que operaría como compensación. Así, aun cuando se tratase de
incumplimientos involuntarios, derivados de situaciones ajenas al contrato o de hechos de
terceros (p.ej., por existir medidas precautorias trabadas por otros acreedores que hayan
obstruido o impedido al tomador su operatoria normal; etc.). El incumplimiento reviste, en
esta cobertura, marcada objetividad, propia de las obligaciones convencionales: sólo escapan
los supuestos de caso fortuito y fuerza mayor (y siempre que no se trate de la cobertura,
empleada en algunos países, que instituye la garantía "objetiva" del incumplimiento, por lo cual
éste resulte desvinculado de la causa de la inejecución de la obligación).

En cambio, cabe señalar que el asegurado tiene derecho de accionar directamente contra el
asegurador para reclamar la prestación de éste en caso de siniestro (1310) .

18) En cuanto a la noción de "incumplimiento", la doctrina distingue dos variantes, que


podríamos denominar "objetiva" y "subjetiva". La primera consiste en una inejecución
imputable al deudor-tomador, por haber mediado culpa u omisión voluntaria o imperfecta de
su parte, en tanto que la variante objetiva abarca también la ausencia de cumplimiento que
obedezca a caso fortuito o fuerza mayor, es decir que el incumplimiento está independizado de
sus causas. La determinación del criterio aplicable dependerá de la redacción de la póliza, pero
en nuestro medio, atento a las cláusulas usuales, consideramos que se deberá tratar de un
incumplimiento imputable al tomador.

742
19) Se ha señalado también que en algunos casos se adiciona a este seguro una denominada
obligación autónoma del asegurador hacia el asegurado, instrumentada por separado y que
suele establecer la inoponibilidad de defensas por parte del asegurador respecto de dicho
asegurado. Se argumenta que al operar el seguro de caución en sustitución de bienes (dinero,
títulos, etc.) que debían ser entregados por el deudor al acreedor, de manera que éste actuase
sobre esos bienes en caso de incumplimiento, resultaría justificado que el asegurador consienta
en que tenga lugar un accionar inmediato en su contra de parte del asegurado-acreedor, en
razón de la obligación autónoma asumida con motivo de ese seguro.

Esta modalidad, también establecida con la forma de cláusulas "a primer requerimiento", ha
generado cuestionamientos y problemas de interpretación en la doctrina y jurisprudencia
extranjeras. Ante todo, aquí sí estaremos ante una fianza lisa y llana o, más aún, ante una
obligación unilateral y abstracta, lo cual conduce a lo antes señalado, en el sentido de que si se
trata sólo de una fianza u otra especie de obligación, no resultarían aplicables las normas del
seguro, tales como los arts. 5 Ver Texto; 38 Ver Texto; 49 Ver Texto; 56 Ver Texto; 80 Ver
Texto, etc., salvo que el empleo de alguna de ellas estuviese expresamente pactado. Por otra
parte, el alcance de la expresión "obligación autónoma" no es interpretado de manera
uniforme. Para algunos se trata de una mera renuncia del asegurador a oponer defensas y a
exigir prueba del siniestro, por hallarse éste en mejores condiciones que el asegurado para
requerir información complementaria y documentación relativa al hecho siniestral
(incumplimiento que implicaría la acreditación de un hecho negativo), invirtiendo entonces la
carga probatoria; en cambio, para otros existiría aquí un negocio autónomo, no accesorio, de
carácter abstracto y no una mera presunción iuris tantum de que acaeció el incumplimiento
meramente invocado. Es importante, entonces, analizar la redacción de la cláusula o
instrumento en el cual obre dicho dispositivo, para establecer su naturaleza y efectos
correspondientes.

En estas cláusulas, la relación con el contrato base se debilita y hasta puede desaparecer y
asumir un carácter totalmente autónomo y abstracto; se obliga el garante (asegurador) a pagar
una suma determinada de dinero cuando el "beneficiario" simplemente lo requiera, o exigir
sólo la acreditación instrumental de que se ha intimado el cumplimiento al deudor. Así, el
garante se ve impedido de alegar defensas relativas a la obligación principal, ni las que tuviere el
tomador-deudor, ajeno a esta obligación autónoma y abstracta.

Por nuestra parte, pensamos que esta situación, surgida de los desbordes que en los últimos
tiempos han provocado al derecho las relaciones comerciales, so pretexto de celeridad y
seguridad en los negocios, con frecuencia da lugar a violaciones de la ética elemental que debe
estar en la base de todo derecho. No es posible colocar a deudores y garantes ante un acreedor
cuya omnipotencia deviene de cláusulas que ha impuesto desde su posición de preeminencia
económica y del abuso de la necesidad y, a veces, hasta de la ignorancia del deudor. Entre
nosotros, ese principio básico ha recibido acogimiento en los arts. 953 Ver Texto y 954 Ver
Texto, CCiv.; 25 Ver Texto, de la ley 20091, y 37 Ver Texto a 39 Ver Texto de la ley 24240
(considerada esta última, por analogía, respecto del tomador, quien en definitiva tendrá que
responder por vía de regreso); y la tutela pasa, en este caso, por la exigencia de causa válida (art.
499 Ver Texto, CCiv.). No es que no puedan existir obligaciones abstractamente asumidas

743
(v.gr., letra de cambio), pero sí que en los supuestos de esas "garantías autónomas" se puedan
invocar algunas defensas mínimas relativas a la obligación garantizada (p.ej., su monto, que no
debe exceder el de la obligación base y, a lo sumo, de las penalidades estipuladas para el caso
de mora; o la nulidad de la obligación garantizada -sin perjuicio, asimismo, de lo establecido
por el art. 656 Ver Texto, 2º párr., CCiv.-; o su debido cumplimiento por parte del deudor o
por terceros; o la exceptio doli, etc.).

Por otra parte, la exigencia de conexidad causal se acrecienta ante la posibilidad de que, en
algún caso, esa "obligación autónoma" pudiese ser objeto de cesión a terceros, pasibles de
quedar resguardados en esa autonomía que, además, se obtiene a costa del tomador, quien
convalida la renuncia del garante a oponer las defensas que aquél tuviese respecto del contrato
base en virtud de una cláusula del convenio entre tomador y asegurador que deviene, así,
abusiva. Entre nosotros consideramos que su empleo sería, además, contrario a la expresa
prohibición establecida en el art. 29 Ver Texto, inc. i, primera parte de la ley 20091: y aunque
se las introdujese con la forma de una cláusula de póliza, igualmente sería nula, por cuanto no
constituiría realmente un seguro, atento a que la producción del "siniestro" estaría librada a la
pura voluntad del asegurado-acreedor, eliminada la esencial exigencia de riesgo, que debe tener
al menos un cierto margen de incertidumbre y ser ajeno a la voluntad de las partes -en este
caso, el asegurador- (arts. 1 Ver Texto, 70 Ver Texto y concs., LS.).

Los tribunales han fijado, en algunos casos, ciertos límites a lo establecido en las cláusulas de
póliza a que venimos haciendo referencia.

Jurisprudencia

En esta materia de los seguros de caución se ha resuelto, conforme a sus modalidades propias,
que su objeto es una garantía en favor del locatario de una obra por el eventual incumplimiento
de las obligaciones a cargo del contratista y que opera durante el plazo de realización de la
obra. Y ya sea que desde el comienzo se prevea la duración de ese plazo o se lo vaya
prorrogando con ajuste al mayor tiempo de ejecución de la obra, siempre se estará en presencia
de un mismo contrato, que obliga al asegurador a hacer efectivo al beneficiario el importe de la
caución en caso de incumplimiento del contratista, y a éste al pago de la prima, que también
será única, a despecho de su fraccionamiento en cuotas, cuyo número estará dado en función
de la medida que obligue la prolongación de la cobertura en el tiempo; por ello, en este caso
cabe encuadrarla en el supuesto de "prima pagadera en cuotas" que contempla la ley 17418 en
su art. 58 Ver Texto, ap. 2, caso en el cual la prescripción comienza a correr a partir del
vencimiento de la última de aquéllas (C. Nac. Com., sala D, 21/4/1975, "La Construcción
Compañía de Seguros S.A. v. Silmar S.A.", ED 62-352; Rep. LL 1975-1650). Dado que el
seguro de caución se mantiene vigente hasta tanto el deudor haya liberado su responsabilidad,
éste debe, en consecuencia, abonar los premios correspondientes a los períodos en que se haya
prolongado esa responsabilidad, por lo cual, el primer pago tiene carácter de una liquidación
sólo para el período inicial (C. Nac. Com., sala A, 31/8/1981, "La Holando Sudamericana
Compañía de Seguros S.A. v. Mayvaz S.A." Ver Texto, LL 1982-A-228).

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También se ha decidido que corresponde que se aplique al seguro de caución previsto por la
ley 17804 Ver Texto, que regula las construcciones públicas, las normas de la ley 17418 Ver
Texto, sin que sea obstáculo para ello que la Ley de Seguros no haya contemplado este tipo -
aunque se lo estima implícito en su art. 1 Ver Texto-, por la simple razón de ser la ley 17804
Ver Texto de fecha posterior, en casi un año, a la 17418 (C. Nac. Com., sala B, 24/5/1976, ED
68-248).

El contrato de seguro de caución contiene todos los elementos tipificantes del contrato de
seguro en virtud del art. 1 Ver Texto de la ley 17418: los sujetos (asegurador; asegurante y
asegurado), un riesgo asegurable durante cierto tiempo, interés asegurable, prima y una
compañía de seguros cuyo objeto sea realizar operaciones de seguros y reaseguros, lo cual
determina la improcedencia de que se hayan celebrado contratos de fianza y no de seguros de
caución. La finalidad de garantizar al acreedor la satisfacción de un crédito puede ser obtenida,
en algunos supuestos, por el propio deudor, mediante la hipoteca, fianza, warrants, debentures,
etc. Y en otros por actos de terceros, entre los cuales se cuenta el seguro de caución a que se
refieren la ley 17804 Ver Texto y los decretos 7607/61 y 411/69 Ver Texto. Configura el
seguro de caución (ley 17804 Ver Texto) un contrato de seguro en los términos del art. 1 Ver
Texto de la ley 17418, y no un contrato de garantía. Adjudicar el carácter de fianza al primero
implicaría tanto como dar calidad de tal a cualquier garantía otorgada por terceros en favor del
acreedor (mismo fallo, del voto del Dr. Alterini).

El seguro de caución se caracteriza por la intervención de tres sujetos y la necesaria conexión


entre dos contratos. Son sujetos del seguro de caución el tomador o proponente, el asegurado
y el asegurador. El primero (un empresario de obras, de suministros o de servicios) y el
segundo están vinculados por un contrato del que resulta la obligación del tomador y la calidad
de acreedor del asegurado respecto de la obra, suministro o servicio. Este contrato es
presupuesto necesario del contrato de seguro de caución, en tanto origina el riesgo sobre el
cual recae el interés asegurable. El empresario, actuante como tomador, asegura al acreedor
para que, en caso de no realizar la obra o no cumplir con el suministro o servicio, reciba una
indemnización del asegurador. En este seguro, el interés asegurable consiste en el
cumplimiento, por parte del empresario, de una prestación no dineraria que debe ejecutar en el
futuro. Pero resulta nulo el seguro de caución si lo cubierto es un crédito financiero puro.
Declarada la nulidad del contrato de seguro de caución, cae la cláusula que hace del asegurador
el principal pagador (C. Nac. Com., sala C, 28/2/1985, "Banco de Catamarca v. La Gremial
Económica Compañía de Seguros S.A. y otro" Ver Texto, LL 1985-B-510).

Uno de los caracteres generales de los derechos de garantía (en el caso, un seguro de caución)
reside en que constituye un derecho subjetivo adicional o una facultad adicional, que se
yuxtapone al derecho de crédito. Se debe considerar, por ello, que existe una relación de
subordinación entre uno y otro, de tal manera que se puede hablar, en rigor, de un derecho
principal para referirse al derecho de crédito, y de uno accesorio para la garantía. La
accesoriedad significa que el derecho subordinado depende, en cuanto a su existencia y su
subsistencia, del derecho principal. Si con arreglo a lo previsto contractualmente el seguro de
caución tuvo una función sustitutiva del depósito de la garantía que debía efectuar la empresa

745
constructora, no parece dudoso interpretar que una vez operada la rescisión -y aun por la
causal de quiebra del constructor- el banco se halla legitimado para exigir el cobro de la
totalidad del monto asegurado, a los fines de afectarlo inmediatamente a la cobertura de
responsabilidad emergente del cumplimiento sólo parcial de la obra, inclusive por los perjuicios
que el banco pudiera sufrir a causa de un nuevo contrato que debiera celebrar para su
continuación o por su ejecución directa (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 1ª, 30/3/1979, "La
Holando Sudamericana S.A. v. Lanusse, Antonio R., y otros", Rep. LL XXXIX-87-2000).

La controvertida naturaleza del seguro de caución (decreto 7607/62 ) no fue óbice para que
nuestro derecho positivo lo admitiese como un verdadero contrato de seguro, a partir del
decreto citado. Ello, empero, no ha dejado de repercutir en ciertas particularidades del régimen
inherente a este seguro. Las obligaciones y cargas recaen sobre el tomador o proponente -el
deudor afianzado- y no sobre el asegurado -acreedor-. De ahí que ni la reticencia ni la falta de
pago de la prima pesan sobre la cobertura, ni que las estipulaciones relativas al cese de la
responsabilidad por falta de pago de los suplementos del premio sean válidos frente al
asegurado, por lo cual no suspenden el amparo asegurativo. El seguro se mantiene vigente
hasta tanto el deudor haya sido liberado de su responsabilidad; por ello, éste debe, en
consecuencia, abonar los premios correspondientes por los períodos en que se haya
prolongado su responsabilidad (C. Nac. Com., sala C, 22/4/1977, ED 76-607).

En el seguro de caución, la aseguradora tiene la obligación de mantener la cobertura hasta


tanto el deudor haya sido liberado de responsabilidad, circunstancia que acaece con la entrega
definitiva de la obra, es decir, con la extensión de los correspondientes certificados de
terminación de la obra por parte de la entidad receptora de ella; en consecuencia, la obligación
del deudor al pago de las primas subsiste por los períodos en que se haya prolongado esa
responsabilidad (C. Nac. Com., sala C, 28/9/1994, "La Construcción Cía. de Seguros S.A. v.
Norcivil S.A." Ver Texto, LL 1995-A-151); es resorte discrecional de la compañía pedir o no
informes acerca de los trabajos encomendados al tomador (misma sala, 29/5/1998, "General
de Fianzas y Garantías S.A. Compañía de Seguros v. I.R.S.A. Inversiones y Representaciones
S.A." Ver Texto, ED 181-110). La obligación de pagar las primas sólo cesa cuando el tomador
ha sido liberado, conforme al régimen aplicable al caso. Las pólizas se emiten sin fecha de
vencimiento y las entidades aseguradoras tienen derecho a facturar las primas durante toda su
vigencia (C. Nac. Com., sala B, "Alba Cía. Argentina de Seguros S.A. v. Delos Electrónica
S.A.", ED 176-124). No obstante, también se ha resuelto que si de la prueba testimonial surge
que la conclusión de las obras asumidas por los demandados fue inmediatamente comunicada
al asegurador, a fin de hacerle saber el efectivo cese del servicio de garantía, y se lo mantuvo
permanentemente al tanto, con anterioridad a dicha finalización, sobre el grado de avance de la
ejecución de la obra, cabe considerar que la mencionada aseguradora quedó debidamente
informada sobre la extinción o conclusión del riesgo contratado. Por ende, esta última no
podrá válidamente cobrar las primas correspondientes a períodos posteriores a dicha
comunicación con el solo hecho de que el tomador no devolvió las pólizas (C. Nac. Com., sala
A, 18/10/1994, ED 167-146).

El seguro de caución tiene por objeto garantizar al asegurado, hasta la suma máxima estipulada,
el pago en efectivo de lo que debe recibir del proponente, como consecuencia del tiempo y

746
forma en que éste cumpla con sus obligaciones derivadas de un contrato. De subordinar el
cobro de la indemnización a la previa acreditación, por parte del asegurado, del
incumplimiento del tomador, se controvertiría la finalidad del seguro de caución, al impedirse
la ejecutabilidad inmediata de la garantía que es su razón de ser (C. Nac. Com., sala A,
26/11/1981, "Indesa v. Apolo Compañía de Seguros S.A.", LL 1982-B-416). Este seguro tiene
las mismas funciones jurídico-económicas que la garantía que un determinado deudor otorga
en favor del acreedor, a fin de asegurarle el cumplimiento de una futura obligación pecuniaria,
fisonomía ésta que encuentra su cauce normativo en lo dispuesto por el art. 7 Ver Texto, inc.
b, 2º párr., de la ley 20091. El asegurador garantiza al acreedor el pago de una indemnización
en el caso de que el tomador no realice la obra o no cumpla con el suministro o servicio
convenido (C. Nac. Com., sala A, 26/5/1998, "Alba Cía. Argentina de Seguros S.A. v. Rub
Can Vial Construcciones S.R.L.", ED, fallo 49.177; misma sala, 6/11/1998, "Edicial
Operaciones S.A., s./Incidente de revisión por La Construcción S.A.", LL, fallo 99.777).

La aplicación extensiva del art. 1 Ver Texto, inc. c, del decreto 411/69, a los contratos de obra
privada resulta incuestionable, dada la similitud de situaciones que se plantean, en virtud de lo
establecido por el art. 16 Ver Texto del Código Civil. El monto básico de los contratos al que
parece limitar su obligación el asegurador no constituye sino una estimación provisional,
convencionalmente acordada y sujeta a lo que resulte del monto definitivo de la obra. Por lo
demás, en lo atinente al anticipo de fondos, el reajuste por aplicación del régimen de variación
de costos resulta razonable si se corresponde con los alcances de la cláusula (C. Nac. Com.,
sala E, 15/8/1986, "Cerámica San Lorenzo S.A. v. El Acuerdo Compañía de Seguros S.A."
Ver Texto, LL 1986-E-121).

En el seguro de caución el siniestro se configura con la sola inejecución del contrato por parte
del proponente; no revisten interés la medida de ese incumplimiento ni la culpa o inocencia de
aquél, salvo los casos de riesgos excluidos. El seguro de caución reemplaza la caución exigida
por el dueño de la obra para asegurar el cumplimiento del contrato. Esa caución real, que el
seguro sustituye, funciona como una verdadera cláusula penal que el asegurado y tomador fijan
anticipadamente como evaluación convencional de resarcimiento. Es deber inexcusable del
asegurador expedirse explícitamente sobre el derecho del asegurado dentro del plazo legal (art.
56 Ver Texto, LS.), con la consiguiente consecuencia de que su omisión constituye aceptación
de la garantía, a la vez que impedimento para invocar defensas en orden a su liberación (C.
Nac. Com., sala C, 8/9/1987, "Hidronor Hidroeléctrica Norpatagónica S.A. v. La Gremial
Económica Compañía Argentina de Seguros S.A." Ver Texto, ED 131-321).

No resulta procedente sostener, por hallarse en quiebra la tomadora del seguro, que la
aseguradora dadora de la caución no deba cubrir pecuniariamente el reclamo de la contratante
de la obra presuntamente incumplida por la tomadora del seguro, sino remitir a ese contratante
a la verificación requerible en aquel concurso, pues la relación contractual de la aseguradora
con su asegurada, beneficiaria de la caución, excluye defensas fundadas en circunstancias
personales del tomador del seguro, de conformidad con lo dispuesto por el art. 1195 Ver
Texto, CCiv. (C. Nac. Com., sala D, 17/6/1988, "La Franco Argentina Compañía de Seguros
S.A. v. Ferrero, Gemma y otro", LL 1988-E-460).

747
En el seguro de caución, el contrato celebrado asume las mismas funciones económicas de la
garantía que un determinado deudor otorga en favor del acreedor para asegurarle el
cumplimiento de una futura obligación pecuniaria. En el seguro de caución, el asegurado
encuentra en el asegurador un nuevo responsable, que añade su responsabilidad a la del
obligado primigenio y que se supone solvente y fiel cumplidor de sus obligaciones, por tratarse
de una entidad aseguradora. Es decir que pertenece a los contratos de garantía, cuyo objeto es
la eliminación del riesgo de la mora.

Dados los caracteres propios del seguro de caución, el art. 46 Ver Texto, 2º párr., de la ley
17418, debe ser analizado desde la óptica específica del riesgo asumido, en que el siniestro se
produce, por lo general, por propia decisión del tomador y queda configurado por la sola
inejecución del contrato; no reviste trascendencia la medida de ese incumplimiento ni la culpa
o inocencia del tomador, salvo supuestos de riesgos excluidos. En razón de la naturaleza del
seguro de caución, las obligaciones y cargas recaen también sobre el tomador, esto es, sobre el
deudor afianzado y no sobre el asegurado. Consecuentemente, el asegurador no podrá alegar
que ha habido incumplimiento de la carga impuesta por el art. 46 Ver Texto, 2º párr., LS., si no
ha efectuado requerimiento alguno al tomador, quien siempre es el incumplidor y, por lo tanto,
quien se encuentra en mejores condiciones que nadie para brindar las explicaciones
pertinentes. En el seguro de caución el asegurador no podrá conocer lo acontecido si no
requiere la ratificación de la ocurrencia del siniestro, o sea, del incumplimiento, y ello sólo
podrá hacerlo fehacientemente requiriendo del tomador la información necesaria, la cual
dependerá de las circunstancias de cada caso y, según los caracteres del siniestro, será
considerada atendible o no por el magistrado interviniente. En el seguro de caución, la mora
del asegurador tendrá efectos sólo hacia los posibles daños y perjuicios que el incumplimiento
pueda ocasionar (art. 50 Ver Texto, LS.), mas no los tendrá en lo que concierne a la
actualización y los intereses. En efecto: el fiador solidario será responsable de las condenas
impuestas al tomador, y si el incumplimiento de éste provocó el siniestro, desde que quedó
evidenciado, responderá como el deudor principal por la desvalorización y los intereses (C.
Nac. Com., sala B, 23/10/1990, ED 142-479).

Al seguro de caución le son aplicables las regulaciones y los principios propios del contrato de
seguro en todo aquello que no contradiga la esencia de la relación jurídica, que consiste en la
celebración de un contrato de garantía. El seguro de caución, como todo contrato de garantía,
es accesorio del contrato principal garantizado. El objeto principal del seguro de caución es el
de garantizar, en favor de un tercero -el beneficiario-, las consecuencias de los posibles
incumplimientos del tomador, vinculado con el beneficiario por un contrato anterior a la
caución y del cual ésta resulta accesoria. En el seguro de caución no existe un verdadero riesgo
asegurable (hecho ajeno a la voluntad de las partes) (1311) ; lo asegurado es, al contrario, el
incumplimiento imputable al tomador respecto de sus obligaciones frente al beneficiario. El
negocio jurídico del seguro de caución aparece como un verdadero contrato de garantía con la
forma y modalidades del contrato de seguro.

748
Si existió una relación principal en el seguro de caución (beneficiario-tomador-asegurador), con
relaciones accesorias y subsidiarias en que se hallan vinculadas compañías coaseguradoras, ellas
no alteraron la obligación única y total asumida por la primera de garantizar el cumplimiento
de las obligaciones del tomador frente al beneficiario.

Es inexcusable deber de la aseguradora, en el contrato de seguro de caución, realizar todas las


gestiones hábiles tendientes a obtener una acabada información previa a la manifestación de su
voluntad contractual.

Si los incumplimientos contractuales invocados no habían generado responsabilidad del


tomador del seguro de caución frente al beneficiario de dicho seguro, la falta de comunicación
de tales hechos a la aseguradora en el término previsto en las condiciones generales no produjo
la caducidad de la póliza.

El seguro de caución que responde al "fondo de reparos", garantiza todas las obligaciones del
contrato de obra pública (Corte Suprema de Justicia de la Nación, 30/6/1992, "Estado
Nacional [Ministerio de Economía-Secretaría de Intereses Marítimos] v. Prudencia Compañía
Argentina de Seguros Generales S.A." Ver Texto, Rep. ED 27-640-1).

En el contrato de obra pública, el seguro de caución es un contrato accesorio de aquél, pues es


el contraído por el contratista para asegurar el cumplimiento de las obligaciones que asumió en
el contrato celebrado con el comitente de la obra. Por su parte, la aseguradora se compromete
a abonar una determinada suma de dinero en sustitución de las obligaciones incumplidas del
primero. Consecuentemente, este seguro actúa, en gran medida, como una forma de fianza, en
reemplazo de aquella prevista en la Ley de Obras Públicas y aun cuando, a los fines de
determinar su naturaleza jurídica, la figura del seguro asuma preponderancia sobre la de la
fianza. Este seguro se caracteriza por la intervención de tres sujetos y la necesaria conexión de
dos contratos. Los aludidos sujetos son: el tomador o proponente, el asegurado y el
asegurador; el primero -un empresario de obras, suministros o servicios- y el segundo están
vinculados por un contrato del cual resulta la obligación del tomador y la calidad de acreedor
del asegurado respecto de la obra, suministro o servicio. Por lo tanto, en este tipo de seguro el
interés asegurable está referido al cumplimiento, por parte del empresario, de una prestación
económica no dineraria, que debe ejecutar en el futuro, y en garantía de la cual asegura al
acreedor para que, en caso de que no se realice la obra o no se cumpla con el suministro o
servicio, reciba éste una indemnización por parte del asegurador.

En el seguro de caución, el asegurador se constituye en principal pagador de cualquier perjuicio


ocasionado por el incumplimiento de sus obligaciones por parte del contratista de la obra, sin
que esta amplia responsabilidad establecida por el decreto 411/69 Ver Texto pueda ser
limitada por disposición contractual alguna.

749
La garantía prestada por el seguro de caución repara, ante los incumplimientos verificados, las
pérdidas ocasionadas por la inobservancia de cláusulas contractuales, todo gasto realizado por
el comitente y todo perjuicio causado por el contratista hasta el límite máximo establecido por
la póliza.

Si bien el seguro de caución mantiene su naturaleza de seguro, actúa como sustituto de la


garantía exigida en la ley 13064 Ver Texto y en las condiciones de la licitación a que accedió el
contratista, por la cual se comprometió la caución. Entonces, dado que en ninguno de estos
cuerpos normativos se exige, como requisito de viabilidad para la ejecución de la garantía por
parte del comitente, la necesidad de la concurrencia del contratista -y de su garante- al acto de
liquidación de los perjuicios, cabe concluir que la entidad comitente pudo proceder por sí a la
evaluación de los daños (C. Nac. Cont.-Adm. Fed., sala 4ª, 19/11/1993, "Entidad Nacional
Yacyretá v. La Rectora Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, ED 160-610; LL, fallo 92.452).

Puesto que en la póliza que instrumentaba el seguro de caución sometido a la litis no se


estableció que la carga del asegurado de informar la infracción contractual de la tomadora del
seguro estuviere subordinada a la "previa excusión" de los bienes de aquélla, sino que, por el
contrario, se estableció la simultaneidad del inicio del plazo para cursar el aviso y el comienzo
del término para ejercer las acciones que competían al asegurado con relación a la tomadora del
seguro, cabe concluir que dicho plazo operaba mecánicamente a partir del conocimiento de la
ocurrencia del hecho, sin estar sujeta a condición alguna, de modo que resulta del todo
extemporáneo el aviso cursado luego de su vencimiento, con el efecto de producir la caducidad
de los derechos del asegurado. La circunstancia de que los contratantes acordaran que la
exigibilidad del débito de la aseguradora ocurriría luego de la excusión de los bienes del
tomador del seguro de caución, no es óbice para interpretar que el término impuesto al
asegurado para informar la infracción contractual de aquél operaba mecánicamente a partir del
conocimiento de la ocurrencia del hecho, pues ninguna previsión contractual autoriza a
conectar lo relativo a la carga de "denunciar" impuesta al asegurado con la cláusula inherente a
la habilitación del asegurado para demandar a la aseguradora luego de producida la excusión de
los bienes de la tomadora del seguro (C. Nac. Com., sala D, 4/6/1999, "Sisteco Sistema de
Computación v. Alba Compañía de Seguros S.A.", ED 22/2/2000).

El seguro de caución tiene por finalidad reparar los daños que se produzcan al asegurado en
razón del incumplimiento en que pueda incurrir el tomador, por lo que, a diferencia del seguro
de la responsabilidad civil, la persona que puede ser dañada en su patrimonio se encuentra
individualizada desde su origen. Es un típico contrato en favor de tercero, pues tomador y
asegurado no se confunden en la misma persona. En el seguro de caución constituido para
asegurar el cumplimiento de un contrato de obra pública, la falta de información del
incumplimiento en que incurrió el tomador contratista no impide tener por habilitada la acción
del asegurado contra el asegurador, pues el art. 6 de la resolución general 17047/82 de la
Superintendencia de Seguros de la Nación no exige a su respecto la realización de
interpretación o notificación alguna. La disposición del art. 7 de la aludida resolución, en tanto
dispone que el siniestro queda configurado ante la falta de pago del tomador evidenciada al
cumplirse el plazo que el asegurado haya fijado a tal fin, no impide el ejercicio de la acción
judicial contra el asegurador sin la previa notificación a éste del incumplimiento, pues la norma

750
sólo fija el momento en que debe tenerse por acaecido el siniestro. La omisión de la denuncia
del siniestro sólo influye en el curso de los intereses, los cuales deben computarse entonces
desde la fecha de notificación de la demanda (C. Nac. Fed. Cont. Adm., sala IV, 16/3/2000,
"Dirección Nacional de Vialidad v. Filca S.A.", ED, fallo 101.266).

30 (a.2). Seguros de crédito.

1. En lo referente al origen de los seguros de crédito, señala Bastin que, en su forma


contemporánea, la teoría acerca de ellos quizá se desarrolló primero en Alemania, en ocasión
de una propuesta que los profesores Wurm y Busch elevaron al gobierno de Prusia, en la cual
se establecía un mecanismo de garantía de créditos cuya gestión quedaba en manos del Estado,
en forma monopólica, proyecto que no prosperó. Pero se menciona como al verdadero teórico
del seguro de crédito a Sanguinetti, autor italiano que publicó en 1839 una obra (escrita, no
obstante, en francés) titulada Ensayo de una nueva teoría para aplicar el sistema del seguro a las
pérdidas por quiebra, en la cual destacó que era posible mediante el análisis estadístico
determinar el grado de probabilidad de ocurrencia de las quiebras y amparar sus consecuencias
sobre los créditos, y establecer las tasas de prima con respaldo en la mutualidad de los riesgos,
esto es, empleando una verdadera técnica asegurativa (1312) .

Entre los primeros intentos de cobertura asegurativa de este riesgo se mencionan el del Banco
Adriático di Assicurazione, de Trieste, que amparaba los riesgos de falta de pago posteriores a
siniestros marítimos. También se pueden mencionar las pólizas emitidas por la Assurances
Générales, en 1837, que cubría los riesgos del crédito, aunque dicha compañía suspendió la
contratación de esos seguros unos cuatro años después. Sólo en 1912 se advierte otro ensayo
de cobertura de créditos por parte de la Compagnia de Milano, esta vez referida al amparo de
riesgos hipotecarios, por medio de análisis, clasificación y selección de éstos y la fijación de
descubiertos (1313) .

En Inglaterra se ven aparecer algunas manifestaciones que guardaban semejanza con estos
seguros, hacia el siglo XVIII, aunque en mínima medida; reaparece luego en el siglo XIX en
contratos aislados de Lloyd´s y pasan a otros países (Alemania, Bélgica, etc.). Pero, en todos los
casos, con resultados escasos cuando no francamente negativos, debido a la falta de
experiencia, gestiones poco prudentes, y a veces ambiciosas, de sus administradores, lo cual
llevó a Donati a decir que el camino del seguro de crédito ha estado "sembrado de muertes"
(1314) . A partir de la primera posguerra el desarrollo de las actividades económicas y la mayor
difusión del crédito revitalizaron esa cobertura, a la cual se sumaron más tarde los seguros de
crédito a la exportación.

751
2. Por naturaleza, el crédito implica un plazo concedido al deudor para el cumplimiento de la
prestación que prometió. Como normalmente acontece que ese deudor ha recibido una cosa
comprada por él al acreedor, que lo es del precio (aunque no necesariamente debe mediar, en
un crédito, la entrega de cosas o el cumplimiento anticipado de obligaciones por acreedor),
aparece el riesgo de que, una vez trascurrido ese plazo, el deudor no cumpla con su prestación,
o lo haga en forma tardía. Es precisamente respecto de ese riesgo que el seguro de crédito
busca amparar al acreedor.

3. La índole del riesgo que asume el asegurador torna necesario que éste efectúe un detenido
análisis, tanto de la persona del deudor (antecedentes relativos al cumplimiento de otras
obligaciones, aptitud económica y financiera, organización empresarial y comercial, etc.) así
como también del contexto en el cual sea otorgado (estado de la economía general del país o
ámbito en que se ubique la operación garantizada, legislación aplicable, duración y
características del crédito que se va a otorgar, etc.).

El asegurador, asimismo, tratará de evitar la antiselección (esto es, que sólo se cubran los malos
riesgos y dejar fuera del sistema los menos probables o gravosos, que podrían haber actuado
como compensatorios para equilibrar los desniveles técnicos causados por los primeros).

4. Los seguros de crédito pueden ser contratados por el acreedor, o por el propio deudor en
favor de aquél, celebrados en forma individual o mediante seguro de abono, para cubrir la
insolvencia definitiva del deudor (función de indemnización propiamente dicha) o bien la mera
falta de cumplimiento debido y oportuno (función de tesorería) (1315) .

En cuanto al objeto de la cobertura, el seguro de crédito stricto sensu cubre el incumplimiento


de obligaciones dinerarias y requiere que se configure la insolvencia definitiva del deudor. En
cambio, en una de sus variantes ya examinada -el seguro de caución-, la cobertura está referida
a obligaciones de prestación no dineraria (al menos en su forma originaria y principal, aun
cuando, en casos dados, su incumplimiento torne exigible una obligación "sustitutiva", de
índole punitiva -cláusula penal- a la cual deba atender el seguro de caución) y que sólo requiere
incumplimiento, sin que resulte necesario que el deudor caiga en insolvencia.

5. Este seguro reviste, también, una función de garantía, pero ésta se da en forma indirecta, es
decir, en el plano económico y no en el jurídico. Aquí no se garantiza al deudor, sino que se
ampara al acreedor respecto de la insolvencia de aquél. El daño se da en el patrimonio de dicho
acreedor, que se ve privado del ingreso de la prestación del deudor por insolvencia de éste. El
seguro cubre la pérdida neta definitiva resultante de la falta de pago de un crédito, que obedece
a la insolvencia del deudor.

752
Por todo ello, se vuelve aconsejable que la vigencia del seguro no produzca un relajamiento en
el ejercicio de las acciones por parte del acreedor garantizado que lo lleve a incurrir en
omisiones por estar amparado por una cobertura de esta especie. El asegurado debe actuar
diligentemente e intentar el cobro de su crédito, así como también tratar de requerir la traba de
medidas precautorias contra el deudor incumpliente, de forma de ejercer una actividad
salvamentista que impida que se configure el siniestro y se desplace el problema sobre el
asegurador, lo cual haría excesivamente onerosa la cobertura. De allí que la buena técnica
asegurativa aconseja establecer franquicias o descubiertos de cierta importancia que exijan la
participación del asegurado.

Complica asimismo la cobertura de este riesgo la circunstancia de que el contexto económico


en el cual hayan sido concedidos los créditos amparados se pueda perjudicar por causas de la
coyuntura económica nacional o internacional, capaces de generar una siniestralidad
generalizada en un asegurado determinado o, más aún, de toda la cartera del asegurador; resulta
aconsejable, entonces, adoptar previsiones técnicas que devienen aquí inexcusables, como el
reaseguro y las demás formas de atomización de las consecuencias de la siniestralidad.

6. La "insolvencia" suele estar caracterizada en los contratos de seguro de crédito mediante la


mención de determinados hechos que la implican: acción judicial que deriva en imposible
ejecución por ausencia de bienes del deudor; declaración de quiebra de éste; homologación de
acuerdo preventivo que haya tenido lugar en el concurso del deudor -en su caso, votado por el
acreedor asegurado, previa autorización del asegurador-, y que implique una afectación parcial
del crédito en la medida de la parte renunciada según el acuerdo; existencia de situaciones que
en forma indubitable indiquen que el crédito resulta incobrable, como, p.ej., los hechos que
aparezcan idóneos para solicitar la declaración de quiebra del deudor (arg. arts. 78 Ver Texto y
79 Ver Texto, Ley de Concursos 24522), etc.

7. Se deberá tener presente asimismo lo establecido por la ley 20091 en los arts. 7 Ver Texto, b,
y 29 Ver Texto, i, en tanto prohíben otorgar fianzas o garantizar operaciones de terceros, salvo
cuando configuren económica y técnicamente operaciones de seguro aprobadas.

30 (a.3). Seguro de crédito a la exportación.

1. Esta cobertura tiene por finalidad realizar una función de apoyo al comercio exterior; al
facilitar la financiación de las operaciones celebradas, brinda mayor certeza al cobro de los
créditos derivados de ellas. Por eso se ha dicho que no habría seguro de crédito a la
exportación sin un comercio exterior amplio, y que no habría un comercio exterior sólido sin
un adecuado funcionamiento de esta especie de seguro. Ello explica que la necesidad de esta
especie de cobertura se genere cuando ese comercio se activa (1316) .

753
Como enseña Garrigues, este seguro tiene por finalidad garantizar a los exportadores
nacionales contra el riesgo de insolvencia de los importadores extranjeros (1317) .

2. Este seguro cubre pérdidas financieras; no ampara daños o pérdida de las mercaderías que
son objeto de las ventas al exterior a las cuales se refiere este seguro. Por otra parte, se
distingue del seguro de caución en que no basta, para la configuración del siniestro, que tenga
lugar la mera falta de oportuno cumplimiento.

Los riesgos cubiertos son de dos especies:

a) comerciales: comprenden los riesgos normales de cualquier crédito, derivados de la


insolvencia del deudor extranjero;

b) extraordinarios: son aquellos vinculados a sucesos constitutivos de fuerza mayor, que, a su


vez, pueden dividirse en:

I) políticos: emanan de las decisiones del poder público del Estado del deudor ("hechos del
príncipe"), o de cambios de legislación, o de hechos humanos de gran potencialidad dañosa
(actos de guerra internacional o civil, revoluciones, rebeliones, etc.);

II) catastróficos: hechos de la naturaleza de gran magnitud, de índole imprevisible o inevitable


(terremotos, huracanes, etc.).

Si bien este seguro está estructurado mediante un contrato privado, sujeto por ende al derecho
privado, la cobertura de los riesgos "extraordinarios" es soportada por el Estado del domicilio
del exportador.

El asegurado es un exportador o entidad que financia la operación de exportación.

Una parte del riesgo es normalmente puesta a cargo del asegurado (descubierto), lo cual
constituye una característica impuesta por la técnica, propia de los seguros de crédito en
general.

754
Las coberturas pueden estar referidas a créditos (capital e intereses) que un exportador otorgue
a los adquirentes de mercaderías o servicios en el exterior, o por consultorías a realizar en el
extranjero, o a ciertas fases de la producción vinculadas con una exportación (p.ej., gastos
efectuados durante el lapso de fabricación, para el supuesto de resolución o suspensión
arbitraria de los pagos o del contrato), etc.

Como se destacó, el amparo está referido al riesgo de insolvencia; se entiende por tal tanto
aquella determinada por una resolución judicial (p.ej., cesación de pagos, declaración de
quiebra, etc. -insolvencia jurídica-), como la que se evidencia de la situación patrimonial del
deudor que haga presumir fundadamente, a criterio del asegurador, que resulta muy probable
que el deudor no cumpla con la obligación respecto del asegurado, situación que comprende
los supuestos de "mora prolongada", es decir, la que se extiende más allá de los plazos fijados a
tal efecto en la póliza.

El asegurado deberá demostrar que ha ejercido, infructuosamente, las acciones extrajudiciales y


judiciales contra el comprador (y contra los garantes, en su caso), dentro del plazo que, fijado
en la póliza, haya trascurrido desde el contrato.

Cuando, para la configuración del siniestro, se requiera que tenga lugar la declaración judicial
de quiebra o de alguna forma de insolvencia, los gastos judiciales que ello demande son
puestos, generalmente, a cargo del asegurador.

Cuando el asegurador paga la indemnización por el siniestro se establece la subrogación en los


derechos y acciones que tenía su asegurado contra el deudor moroso o incumpliente; ese
asegurador puede continuar las acciones que, promovidas por el asegurado, estuvieren en
curso.

3. En nuestro país, por el art. 2 Ver Texto de la ley 20299 (derogatorio de las leyes 17267 y
18189 ), se establece que el seguro de crédito a la exportación "cubrirá los riesgos políticos,
catastróficos y cualesquiera otros que por aplicación de las normas corrientes en el mercado
asegurador no sean cubiertos por entidades aseguradoras constituidas en el país". El Tesoro
nacional dará respaldo permanente a las obligaciones financieras emergentes de las coberturas
que otorgue el Estado. La ley regula las funciones de la Comisión Nacional de Seguros y
Garantías Externas, entre cuyas funciones está aprobar los elementos contractuales a utilizar,
fijar las primas, tipificar los siniestros, establecer el régimen de los reclamos y de las
indemnizaciones a pagar, disponer acerca de la moneda en que se contratarán las coberturas y
establecer la clasificación de los países importadores a los fines del seguro (art. 6 Ver Texto).
Los seguros de crédito a la exportación estarán exentos de todo impuesto, tasa o contribución
nacional.

El decreto 3145/73 , reglamentario de la referida ley 20299 Ver Texto, estableció que el Estado
nacional asume, con relación a esta especie de seguros, la cobertura de desastres naturales de

755
carácter catastrófico, guerra civil o internacional -declarada o no-, revolución, confiscación,
expropiación, prohibición de importar establecida en el país del comprador, o cancelación -no
imputable al comprador- de una licencia de importación, que impidan el pago de la deuda o la
adquisición de la disponibilidad jurídica de las mercaderías por el comprador, o dificultad en la
trasferencia de divisas que provoquen demoras en la percepción, por el asegurado, de cualquier
suma adeudada, o moratoria general que impida demandar el cumplimiento de las obligaciones,
o la rescisión o suspensión del contrato provocadas por las causas precedentemente
enunciadas, o la imposibilidad de cumplimiento como consecuencia de dichas causas o actos
de gobierno del país deudor, o de acto resolutorio unilateral arbitrario del deudor cuando éste
o su garante revistan carácter público, o cuando por desastres naturales, guerra civil o
internacional, revolución, sublevación, confiscación, prohibición de ingresar o cancelación no
imputable al asegurado de una licencia de reexportación, tengan lugar daños o la pérdida de la
disponibilidad jurídica o material de los bienes; o cuando medie mora o insolvencia del deudor
extranjero que no sean cubiertas por entidades aseguradoras del país (art. 1 Ver Texto).

Las coberturas se pueden referir a créditos (por capital e intereses) concedidos por un
exportador de nuestro país a adquirentes del extranjero, por venta de mercaderías, prestación
de servicios o tareas de consultorías y aun por gastos incurridos durante el período de
fabricación en caso de rescisión o suspensión por riesgos extraordinarios o decisión arbitraria
de deudor de carácter público; y por los costos por estudios y proyectos previos a la ejecución
de obras en el exterior, o por la preparación o ejecución de tales obras, o por el valor de las
maquinarias, útiles y obras provisionales, o por mercaderías depositadas, consignadas o
localizadas en ferias o exposiciones: en todos estos casos, contra riesgos extraordinarios
naturales o políticos (art. 2 Ver Texto).

El régimen de este seguro podrá cubrir, a título de garantía, los créditos por capital e intereses
que bancos o instituciones financieras del país otorguen para la financiación de operaciones de
exportación o conexas, cuando su importancia para la economía nacional, a juicio de la
autoridad de aplicación, así lo justifique.

Las operaciones derivadas de coberturas otorgadas por cuenta del Estado nacional y las del
seguro de riesgo comerciales por cuenta de entidades aseguradoras privadas, serán
consideradas, a los efectos de su contabilización, como correspondientes a secciones separadas,
con el fin de facilitar el control que ejerza la autoridad de aplicación que, según el art. 18 Ver
Texto de la ley 23101, será la Secretaría de Comercio.

(1270) C. Nac. Com., sala B, "Olivero v. Amparo" Ver Texto, 30/3/1966, inédito.

(1271) Vivante, Contratto, nº 5; Viterbo, nº 5. De ahí que no exista cuando el titular fuere de
buena fe (seguro de automóvil robado, v.gr.): ver fallo cit. en nota 95 bis.

756
(1272) Viterbo, nº 5.

(1273) Besson y Picard, I, nº 28; Donati, Trattato, II, nº 315.

(1274) Besson y Picard, I, nº 30.

(1275) Besson y Picard, I, nº 27; no es menester que la resistencia del patrón, que provoca la
huelga, sea dolosa; basta que sea injustificada.
Besson y Picard, I, nº 29, incluyen el seguro sobre la vida en favor de la concubina si tiende a
favorecer las relaciones ilícitas, o es su precio, pero no en los demás casos; la nulidad sólo
alcanza a la designación del beneficiario, por lo cual no beneficia al asegurador, quien siempre
deberá pagar.

(1276) Besson y Picard, I, nº 22.

(1277) Besson y Picard, I, nº 22.

(1278) Besson y Picard, I, nº 26; Vivante, Contratto, nº 5; Segovia, nota 1758.

(1279) Besson y Picard, I, nº 26.


De Lalande y Couturier opinan que es lícito, pero que se debe denunciar esa peculiaridad para
no incurrir en reticencia (nº 76).

(1280) Nota 1758.

(1281) Cit. por Besson y Picard, I, nº 28.

(1282) Besson y Picard, I, nº 28.


Sobre la causa ilícita en las obligaciones, ver I. Halperin, La causa ilícita. Algunos casos de
aplicación, en "Rev. Crít. de Jur.", 1935, p. 488 y sus indicaciones bibliográficas.

(1283) Besson y Picard, I, ps. 29 y ss. Adde: Donati, Antigono, El seguro de las costas
judiciales, en "Riv. Dir. Comm.", 1955, 1ª parte, p. 201; Gervesie, Pierre, Naturaleza y efectos
del contrato de defensa fiscal o de defensa en justicia, en "Sirey", 1951, II, p. 157; M”ller, El
seguro de defensa legal en su posición respecto de las otras ramas de seguros, en
"Assicurazioni", 1969, 1, p. 226.

(1284) Besson y Picard, I, nº 13. Ver el informe de W. Warkallo, en "Assicurazioni", 1966, 1, p.


390, presentado a la II Conferencia Mundial de Hamburgo, de 1966.

(1285) La práctica francesa conoce desde comienzos del siglo el seguro del valor venal del
fondo de comercio y el seguro de pérdida de beneficios, como complementarios del seguro de
incendio de un comercio. Sobre sus particularidades de funcionamiento, ver Besson y Picard,
III, nros. 27 y ss.

757
(1286) Lordi, nº 566. Ver capítulo V, nº 13, y Besson y Picard, II, nº 40. Durante, ob. cit., p.
75, respecto de la responsabilidad por ruina; D´Amelio, Giulio, en "Assicurazioni", 1965, 2, p.
83.
Besson y Picard, II, nº 43, lo sostienen respecto del vicio propio dependiente de la naturaleza
de la cosa, y no del accidental (v.gr., combustión espontánea de la cosa, vicios ocultos de
máquinas), distinción que no cabe ante nuestra ley.
En el derecho italiano actual, la solución resulta de los arts. 1906 y 1912, Código Civil de 1942
(ver Donati, Trattato, II, nº 324).

(1287) Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 282: v.gr., cortocircuito que causa incendio, no se cubre el
daño del aparato eléctrico, pero sí las demás cosas afectadas.

(1288) C. Fed. Cap., 19/11/1965, ED 13-579.

(1289) Lordi, nº 570.


Tampoco cabría asegurar por un comerciante el exceso de ventas, cuando da la franquicia de
comprar gratis un día a la semana o al mes (Besson y Picard, II, nº 30).

(1290) Lordi, nros. 611, 613 y 614; Besson y Picard, II, nº 59.
Un caso típico en nuestro medio es el seguro automóvil, que corrientemente cubre los riesgos
de la responsabilidad civil, muerte del conductor, incendio y robo del vehículo.

(1291) Lordi, nº 615.

(1292) Lordi, nº 620.

(1293) Lordi, nº 617.

(1294) Lordi, nº 620.

(1295) Lordi, nº 618.

(1296) Lordi, nº 619.


Concordantemente, la C. Nac. Com., 24/8/1955, LL 80-365, decidió que asegurada la fábrica,
sin aclaraciones, se incluyen las máquinas no excluidas expresamente.
Ver Gasperoni, El seguro del establecimiento comercial, en "Assicurazioni", 1944, 1, p. 16;
Bronisch, Ottfried, en "Assicurazioni", 1957, 1, p. 243, que analiza la póliza alemana 1955, con
especial referencia a la interrupción de la explotación.

(1297) Vivante, Contratto, nº 161; Parrella, en "Assicurazioni", 1939, 1, p. 107; art. 54 de la ley
alemana. Corte de Casación de Italia, 26/2/1940, en "Assicurazioni", 1940, 2, p. 91, con nota
aprobatoria de Salandra; conf. Donadio, eod. loc., 1941, 2, p. 77. La separación de la cosa de la
universalidad la sustrae al seguro. La incorporación de una pieza u objeto de gran valor puede
llegar a constituir una agravación del riesgo, y se debe denunciar (Parrella, cit.).
Ver también autores citados en nota 120.

(1298) Gasperoni, en "Nuovo Dig. Italiano", vº Assic. contro incendi, nº 9.

758
(1299) C. Nac. Com., 31/7/1935, JA 51-261; el párrafo es de Herrmansdorfer, trascrito en la
sentencia de primera instancia.
La limitación de los riesgos en violación del art. 7 Ver Texto de la ley 9688 no anula el
contrato, porque siempre se tratará de un seguro lícito de la responsabilidad civil (Rivarola, nº
1177).

(1300) El asegurador no responde si el obrero no está inscrito en el libro de salarios y jornales


(C. Nac. Com., 1/9/1933, GF 106-83) o se accidentó en cumplimiento de tareas u oficios
excluidos (C. Nac. Com., 31/7/1935, GF 117-239).

(1301) Vivante, Trattato, nº 1945, opina en contrario, respecto de la ley italiana, y así estima
nulo el de daños por el cierre de una fábrica, aunque destaca que en Italia se practica y los
aseguradores nunca discuten la validez. Adde: Lordi, nros. 591 a 596.
El propio Vivante, Contratto, nros. 168 y 169, cita supuestos no legislados, y cuya validez no
discute.
Sobre la evolución que llevó a la solución de la ley, Besson y Picard, II, nº 48.

(1302) Vivante, Contratto, nº 170.

(1303) Como señala Juan Ignacio Font Galán, el estudio de la naturaleza jurídica de los seguros
de fianza o caución no puede ser encarado integralmente en forma apriorística y uniforme, en
un ámbito meramente teórico, dada la diversidad de pólizas existentes en el comercio de los
diferentes países, que torna imposible reunir los presupuestos de todas esas modalidades en
una misma unidad negocial (Natura e disciplina giuridica delle pollize assicurazioni fideiussorie
rilasciate dalle compagnie di assicurazioni, en "Assicurazioni", mayo/agosto de 1976, p. 217 -
investigación llevada a cabo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Bolonia-).

(1304) Hablamos de afectación directa o "indirecta", en referencia, respecto de la segunda,


p.ej., al seguro de la responsabilidad civil, el cual, por su carácter "salvamentista" (considerada
esta expresión en sentido amplio), promete "mantener indemne" al asegurado (art. 109 Ver
Texto, LS.), esto es, sin daño concreto (salida o disminución de bienes de su patrimonio), que
ha sufrido, en rigor, el tercero "damnificado". Por ello, en esta forma asegurativa el siniestro
está constituido por el nacimiento de una deuda de responsabilidad, que sólo es amenaza de
daño patrimonial efectivo (ejecución). Hemos tratado el tema en nuestros trabajos La citación
en garantía del asegurador, en ED 150-158, § V-a, y en Naturaleza y extensión de las defensas
articulables por la aseguradora citada en garantía, misma revista jurídica, 174-331.

(1305) Camacho de los Ríos, Javier, El seguro de caución, p. 53, 1994, Madrid.

(1306) En realidad, tal como lo destaca Garrigues, el seguro de caución constituye una
subespecie de los seguros de crédito: cuando, según la cobertura otorgada, basta el mero
incumplimiento del deudor, el seguro es de caución; en cambio, si para la configuración del
siniestro se requiere que haya tenido lugar la insolvencia del deudor, se estará ante un seguro de
crédito stricto sensu (Garrigues, Joaquín, Contrato de seguro terrestre, cap. XI, ps. 323 y 350).

(1307) Garrigues destaca que "el seguro de caución es un seguro por cuenta ajena" (ob. cit., p.
351).

759
(1308) Esta última cláusula la consideramos excesiva. Decidir el asegurador, unilateralmente,
no oponer defensas que podía esgrimir el tomador respecto del asegurado, que resultaren
viables, y luego de ello dejar abierta su acción de reintegro, hace caer la situación dentro del
ámbito de las normas relativas a cláusulas abusivas (arg. art. 2034 Ver Texto, CCiv.), que
incluso en algunos casos pueden llegar a afectar el derecho de defensa.

(1309) Bachiller Núñez, Sergio, y otros, Seguro de caución, p. 95, 1995, Buenos Aires.

(1310) Hablamos de "derecho de accionar directamente" y no de "acción directa" pues, en


nuestra opinión, la acción directa stricto sensu requiere una duplicidad de obligaciones de
contenido homogéneo, que se entrelazan, por la cual el acreedor, en los casos en que la ley lo
dispone, se apoya en el deudor de su deudor a fin de accionar directamente contra éste sin
pasar por el patrimonio de su deudor inmediato, a quien sustituye, situación que no se da en el
seguro de caución. En la acción directa el accionante se apoya en una obligación ajena -la de su
deudor inmediato- (analizamos más detalladamente este tema en nuestro trabajo La citación en
garantía del asegurador, ED 150-155, nota 8, 2º párr.).

(1311) Cabe observar a lo expresado en este fallo que el seguro de caución no supone por
fuerza la producción "voluntaria" del siniestro. Sencillamente ampara al asegurado de
incumplimientos del tomador, que pueden ser o no voluntarios (y normalmente no lo son, sino
que se trata de situaciones en las cuales el deudor se ve impedido de cumplir, por diversas
causas -problemas económicos, societarios o laborales, o aun derivados de circunstancias
políticas que hayan afectado su capacidad operativa-). No se debe olvidar que este seguro
cubre al acreedor respecto de incumplimientos del deudor, cualquiera sea la causa de éstos. Por
otra parte, los actos "voluntarios" del deudor le son inoponibles al acreedor asegurado; es más:
busca cubrirse también de éstos al contratar el seguro. Y no se da aquí, específicamente, la
relación "voluntad de provocación siniestral/asegurado titular del beneficio", que es aquella
que da fundamento a la exclusión de los actos voluntarios de producción del siniestro; a ello se
agrega la existencia de acción de regreso del asegurador contra el tomador incumpliente, que
quita toda fundamentación lógica a una producción puramente "voluntaria" del hecho u
omisión constitutivos del siniestro.

(1312) Bastin, Jean, El seguro de crédito, 1978, Buenos Aires, ps. 5-6; Donati, Antigono,
Trattato . . ., t. III, nº 704, p. 286 y nota 6.

(1313) Bastin, Jean, ob. cit., p. 7; Donati, Antigono, lug. cit. en nota anterior.

(1314) Donati, Antigono, Trattato . . ., t. III, p. 287.

(1315) Donati, Antigono, ob. cit., t. III, n_ 705, p. 290.

(1316) Jiménez de Parga Cabrera, Rafael, El seguro de crédito a la exportación, 1965, Madrid,
p. 191.

(1317) Garrigues, Joaquín, Contrato de seguro terrestre, cit., p. 338.

760
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31. Riesgos asegurables de la agricultura.

En lo que se refiere a los seguros agrícolas, pueden ser cubiertas tres clases de riesgos (1318) :

a) los que dependen de fenómenos o circunstancias climáticas (granizo, heladas, etc.);

b) plagas, vegetales o animales;

c ) hechos fortuitos (incendio, invasión de animales mayores, etc.).

De estos riesgos, sólo se practica la cobertura del de granizo, porque es el único que por sus
características permite la organización técnica correspondiente. Los hechos fortuitos -rubro c-
en realidad no son seguros agrícolas, por lo cual no deben ser incluidos en esta categoría. La ley
17418 Ver Texto admite la asegurabilidad de toda clase de riesgos, en cualquier etapa o
momento de la explotación, y con respecto a todos o algunos de los productos (art. 90 Ver
Texto); la norma es quizá redundante ante la regla general del art. 60 Ver Texto, pero busca
refirmarla en la materia.

Los seguros agrícolas chocan con dificultades técnicas por la gran extensión e intensidad de los
siniestros; por ello, la tendencia universal actual es su explotación por el Estado. La experiencia
de los Estados Unidos en la materia es sumamente útil, y puede servir de modelo para su
eventual implantación en nuestro país (1319) .

(1318) Rivarola, nº 1150.


El seguro de plagas agrícolas supone una eficiente policía sanitaria oficial. El riesgo de
determinadas plagas de temporada (v.gr., isoca, pulgón, carboncillo, etc.) es demasiado intenso
en las zonas más importantes para ser cubierto, ya que exige fuerte prima que traba
lógicamente su comercialización.

761
(1319) El seguro agrícola presenta notables dificultades técnicas: sobre éstas y la experiencia
suiza, francesa, española y estadounidense, ver INA, Atti della giornata dell´assicurazioni
contro le calamit… naturali, abril de 1967, Milano.
En las provincias argentinas de Mendoza y San Juan existen leyes acerca del seguro agrícola
obligatorio: ver capítulo I, nº 27.

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32. Reaseguro: riesgo.

En el reaseguro, el riesgo consiste en el perjuicio patrimonial del asegurador, para el caso en


que se produzca el siniestro previsto y deba indemnizarlo: es decir que se trata de una especie
del seguro de la responsabilidad civil (1320) .

(1320) Ver cuanto expusimos en el capítulo I, nº 50 y sus notas.

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32. Reaseguro: riesgo.

En el reaseguro, el riesgo consiste en el perjuicio patrimonial del asegurador, para el caso en


que se produzca el siniestro previsto y deba indemnizarlo: es decir que se trata de una especie
del seguro de la responsabilidad civil (1320) .

762
(1320) Ver cuanto expusimos en el capítulo I, nº 50 y sus notas.

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34. Limitaciones del riesgo asumido.

Hemos expresado que el riesgo debe ser individualizado, precisado, precisión que puede
resultar en forma positiva, por las limitaciones del riesgo asumido, o en forma negativa, por las
exclusiones enumeradas, sea en las condiciones generales o en las particulares de la póliza
(1326) . Estas exclusiones o limitaciones deben ser formales e individualizadas; de ahí la
ineficacia de las cláusulas generales o indeterminadas (1327) .

Por lo que también, en caso de duda acerca de la extensión del riesgo, se debe estar por la
obligación del asegurador, no sólo porque él redacta las condiciones del contrato, sino porque
está en mejores condiciones que el asegurado para fijar precisamente y de manera indubitada la
extensión clara de sus obligaciones, sin poder pretender crear en el espíritu del tomador la falsa
creencia de una garantía inexistente, que los términos poco explícitos del contrato o su
redacción oscura pueden fundadamente hacer creer que existía, según su sentido corriente o la
lógica elemental de los negocios, o del medio ambiente del asegurado, o a la clase de los riesgos
cubiertos (1328) : art. 11 Ver Texto, 2º párr., ley 17418.

La cláusula debe estar inserta en las condiciones particulares de la póliza (art. 158 Ver Texto, 2º
párr., ley cit.).

El asegurador deberá probar que el daño proviene de un riesgo excluido, si la determinación es


negativa o directa; a su vez, el asegurado deberá probar que proviene de un riesgo incluido si la
limitación es positiva o indirecta (1329) .

763
35. Limitación del riesgo y caducidad.

La exclusión de un riesgo del seguro hace que a su respecto no exista seguro. Aunque la
exclusión positiva o indirecta, resultante de la determinación precisa del riesgo asumido, se
pueda confundir con la caducidad, se distinguen claramente (1330) :

a) el asegurador que alega la caducidad debe probarla; en cambio, el asegurado deberá acreditar
el cumplimiento de los recaudos para no caer en el no seguro;

b) la caducidad autoriza la rescisión del contrato; el no seguro, no;

c) la caducidad importa la pérdida de un derecho, y puede au-

torizar a reclamar el reembolso de indemnizaciones ya pagadas; en cambio, el no seguro sólo


autoriza a rehusar la garantía;

d) en el seguro de accidentes del trabajo de la ley 9688 Ver Texto (derogada), por ejemplo, la
caducidad no era oponible al obrero; y en cambio lo era el no seguro.

36. Extensión del riesgo en el seguro de incendio. Terremoto.

En algún supuesto, la ley fija la extensión del riesgo. En materia de incendio, el art. 86 Ver
Texto equipara la explosión y el rayo al incendio, aunque no hubieran ocasionado incendio,
salvo pacto en contrario; y excluye el incendio o la explosión causados por terremoto (art. 86
Ver Texto).

Aun cuando el contrato excluya la explosión, el asegurador responderá por el daño que ésta
cause, cuando es una consecuencia del riesgo asegurado, como es en el incendio (1331) .

764
En lo que se refiere al terremoto, la orientación es la exclusión de los incendios causados por o
a consecuencia de terremotos, tal como lo dispone el art. 86 Ver Texto. En algunas pólizas se
suspende la vigencia del contrato desde la iniciación del sismo hasta unos días después de
producido, con la consecuencia de que los siniestros ocurridos en el intervalo no son cubiertos.
Esta suspensión ha sido impuesta por la orientación judicial que anuló la cláusula que imponía
al asegurado la prueba de que el siniestro no era una consecuencia del sismo (1332) .

Cuando se excluye el incendio causado por terremoto, no sólo no se cubre el causado directa e
inmediatamente, sino también aquel en el cual el terremoto es causa ocasional, sobre todo si se
tiene en cuenta que el terremoto, por sí solo, no causa incendios, no quema, sino que provoca
hechos que los causan (1333) .

Mas si el terremoto sólo agrava las consecuencias del incendio, el asegurador responde por
éstas, porque el siniestro es indivisible y se desenvuelve a cargo del asegurador (1334) .

37. Riesgo de guerra.

Como regla general, el art. 71 Ver Texto excluye de la cobertura los daños causados por
hechos de guerra civil o internacional, salvo convención en contrario. La necesidad de la
inclusión expresa redunda en beneficio de las dos partes; del asegurado, porque evita la
agravación permanente de la prima; y del asegurador, porque lo releva de un riesgo de cálculo
imposible y en continua variación (1335) . Durante la guerra 1914-1918, se cubrió el riesgo con
forma de seguro contra los bombardeos, los cuales, por sus estragos relativamente leves,
permitieron a los aseguradores afrontar las obligaciones. En la guerra de 1939-1945, el seguro
fue organizado por el Estado, en forma obligatoria: las enormes devastaciones causadas por los
bombardeos aéreos hicieron imposible toda forma de explotación privada de este riesgo.

Por riesgo de guerra se entiende el estado de hecho efectivo, aunque no le preceda ninguna
declaración formal o se realice por alguna fuerza no reconocida (1336) . "Hechos de guerra son
ante todo los que resultan de la agresión del enemigo [. . .]. También debe reconocerse este
carácter a las disposiciones estratégicas que se producen durante el período de acción militar,
en el teatro de las hostilidades y que tienen por fin directo el ataque y la defensa" (1337) . Este
concepto resulta un tanto estrecho frente a las características de la guerra moderna, con sus

765
bombardeos a gran distancia, que trasforman a todo el país en "teatro de las hostilidades",
aunque es menester que esté vinculado a las operaciones de guerra propiamente dichas (1338) .

Están incluidos no sólo los actos de guerra, sino también aquellos en que la guerra ha sido
ocasión y no habrían ocurrido sin ella; por ejemplo, los actos culposos de los beligerantes,
porque la guerra agravó esos riesgos, calculados para el tiempo de paz: la guerra impide la
acción de regreso contra los culpables; hace inocua la diligencia del asegurado; cambia el
destino de las cosas aseguradas. Es así, sea que el siniestro lo causen amigos, enemigos o
simples civiles (1339) . No están incluidos los siniestros ocurridos por maniobras o cambios de
guarnición (1340) .

El hecho de guerra debe ser probado por el asegurador (1341) .

"Para determinar la verdadera naturaleza jurídica del siniestro, determinación a menudo difícil,
el juez tendrá en cuenta todas las circunstancias directas o indirectas, próximas o remotas que
cooperaron a producirlo, y dará un valor decisivo a la que lo hizo inevitable" (1342) .

Se debe tener en cuenta que la invasión u ocupación del país por el enemigo no liberan por sí
solas al asegurador (1343) .

En el seguro sobre la vida, aunque la ley no excluye la garantía, es cláusula usual de las pólizas.
En éstas, el concepto es más amplio: comprende no sólo la guerra misma, sino también la
incorporación a las filas por movilización o alistamiento voluntario (1344) .

La ley 17418 incluye en el art. 71 Ver Texto los hechos de guerra civil, a los cuales se aplican
los conceptos enunciados para la guerra internacional (1345) .

766
38. Motín o tumulto popular.

La ley en su art. 71 Ver Texto también excluye de la garantía los daños causados por motín o
tumulto popular, consagrando una exclusión insertada en la práctica en los seguros de
incendio, cristales, robo.

No define estos conceptos y no existe unidad de criterio para hacerlo. Nuestra jurisprudencia
estima que "las palabras motín y alboroto popular son sinónimas de convulsión popular, esto
es, agrupamiento y reunión de gente tumultuaria levantada en forma hostil, ya sea contra el
gobierno, contra un funcionario o contra un particular, pero siempre con intención de dañar"
(1346) .

Castillo (1347) exige que el movimiento popular constituya "en un momento dado una fuerza
irresistible que no podría ser contrarrestada por la previsión normal o extraordinaria de la
autoridad pública", concepto del cual participa cierta parte de la jurisprudencia italiana (1348) .

La mayoría de la doctrina italiana adopta, con razón, un criterio menos severo para el
asegurador: para estos autores es suficiente que el movimiento popular perturbe el poder
público, sin que sea menester que éste ni la fuerza pública sean dominados. "Cualquier
violencia colectiva libera al asegurador, cualesquiera sean las condiciones del orden público. Lo
esencial es que tales violencias superen las posibilidades normales de protección y de defensa
de parte del asegurado, en las que el asegurador puede fundar, y generalmente funda, las
previsiones normales de los riesgos que entiende asumir" (1349) .

El concepto de Castillo es inaceptable en cuanto requiere que el movimiento popular exceda


de la previsión ordinaria o extraordinaria de la autoridad pública, no sólo porque no son los
supuestos que el asegurador tiene en vista al incluir la cláusula, sino porque es imposible
delimitar qué se entiende por previsión extraordinaria: ¿el estado de sitio, la llamada ley marcial,
el orden impuesto por el ejército? ¿O serán las medidas corrientes de policía para las reuniones
populares, en las cuales se temen alteraciones del orden?

Tampoco es aceptable el recaudo impuesto por la Cámara en lo Comercial, en fallo del 21 de


julio de 1922, citado, de que el movimiento debe tener siempre intención de dañar. Si por esto
se entiende la necesidad de que la multitud obre con dolo específico, la cláusula resultará
inocua, salvo que el siniestro se provoque en perjuicio de quien es sujeto del odio de la
multitud, es decir, para los supuestos extraordinarios, no tomados especialmente en
consideración por el asegurador.

767
Lo que la ley prevé es la violencia desatada de la multitud, que en su actuación desordenada
comete desmanes, en la imposibilidad momentánea del poder público de dominarla, sea para
lograr los fines que persigue, o como mera actuación de la violencia por la violencia misma,
con o sin intención de dañar (1350) .

En ella están comprendidos los daños causados por la multitud misma o para reprimir sus
desmanes (1351) .

Determinar la concurrencia del supuesto previsto es una cuestión de hecho que se deberá
establecer en cada caso, teniendo en cuenta las circunstancias de lugar, tiempo, magnitud y
forma en que se produjo (1352) . Así, no deberán ser incluidas las violencias, consecuencia de
una huelga, porque se trata de ventilar intereses particulares, ya que no es el pueblo el que actúa
(1353) ; y en cambio se incluyó en un seguro de robo el saqueo cometido por una
manifestación popular a consecuencia de una revolución triunfante, y realizada para
exteriorizar el júbilo popular (1354) .

39. Permiso de conducir en el seguro de la responsabilidad civil automóvil.

En el seguro de la responsabilidad automóvil existe otra cláusula que ha motivado larga


polémica, especialmente en Francia: es el requisito del permiso para conducir, que imponen de
manera uniforme las pólizas de nuestro país. Éstas contienen, entre los supuestos excluidos de
la cobertura, los siniestros "producidos o sufridos por el vehículo y/o su carga [. . .] mientras
sean conducidos por personas que no estén habilitadas para el manejo de esa categoría de
vehículo por autoridad competente".

Se trata de una limitación del riesgo, y no de una cláusula de caducidad (1355) .

El permiso de conducir debe ser regular (1356) y aplicarse a la clase de vehículo con relación al
cual se aseguró la responsabilidad (1357) .

768
El recaudo se aplica a quien conduce efectivamente el vehículo; de ahí que cuando se imparten
lecciones, la carencia del permiso por el conductor, aun cuando lo posea el monitor o profesor,
lo excluye de la garantía (1358) .

El asegurado debe probar que el conductor poseía el permiso para conducir, porque es un
requisito para que funcione la garantía (1359) - (1360) . Este extremo no cabe exigirlo cuando
el automóvil ha sido robado (1361) .

39 (a). La figura del conductor en el seguro de la responsabilidad civil.

Si bien lo expresado precedentemente en el texto principal se aplica también en los casos en


que sea el asegurado tomador del seguro quien está conduciendo el vehículo al cual se refiere la
póliza, resulta interesante analizar la figura del "conductor" en el seguro de la responsabilidad
civil, que resulta conceptualmente más extensa que la del mero conductor-tomador del seguro.

En efecto, ese conductor podrá ser el propio contratante del seguro y titular del interés
asegurado (a quien denominaremos aquí "asegurado principal"), o bien una persona distinta, a
quien aquél le ha dado el vehículo y lo ha autorizado para que lo emplee, sea que ese uso tenga
lugar por motivos estrictamente personales (p.ej., dar un paseo, ir en busca de un familiar, etc.)
o esté vinculado a un contrato de trabajo (caso específico de los choferes dependientes del
asegurado, que efectúan trasporte de mercaderías o de personas, etc.).

La cláusula de descripción del riesgo cubierto expresa: "El asegurador se obliga a mantener
indemne al asegurado y/o a la persona que con su autorización conduzca el vehículo objeto del
seguro (en adelante, "el conductor") por cuanto deban a un tercero como consecuencia de
daños causados por ese vehículo o por la carga que trasporte en condiciones reglamentarias,
por hechos acaecidos en el plazo convenido, en razón de la responsabilidad civil que pueda
resultar a cargo de ellos".

a) Cabe preguntar, en primer lugar, cuál es la naturaleza jurídica de dicho "conductor", atento a
la cobertura -de la responsabilidad civil- en la cual ha sido incluido (1362) .

769
Lo cierto es que se trata de un asegurado. Y, más específicamente, de un asegurado amparado
en virtud de un seguro que, en este aspecto, ha sido contratado "por cuenta de tercero", pues
su persona difiere de la del tomador del seguro. Ya dentro de los seguros "por cuenta de
tercero", esta figura es ubicable, conceptualmente, dentro de los contratados "por cuenta de
quien corresponda", dado que al momento de la celebración del contrato no se conoce quién
va a ser la persona que, en el supuesto de ocurrir el siniestro, tendrá a su cargo la conducción
del rodado. Esto lleva a sostener que dicha cobertura constituye un seguro en favor de persona
indeterminada, pero determinable al momento del hecho productor del daño -que es cuando
interesa conocer en qué calidad está actuando el conductor del rodado-.

Es que la conducción del vehículo constituye, en principio -al igual que lo que ocurre con la
tradición de una cosa, mientras no se indique el carácter con que se realiza la entrega de ella
(entrega en propiedad o para su tenencia)-, una acción ambigua, porque el hecho de que
alguien sea visto conduciendo un automóvil no permite saber si se trata o no del dueño del
rodado, o bien de un mero tenedor, ni si el rodado está o no asegurado y, en caso de que lo
estuviere, si su conductor es o no el tomador titular del interés asegurable cubierto por ese
seguro. "Conductor" es, pues, quien ha conducido efectivamente el automotor al momento de
ocurrir el evento dañante de la persona o los bienes de terceros.

Pero, en este caso, como dijimos, esa calidad de "conductor" quedará determinada cuando
ocurre el siniestro, puesto que la cobertura se refiere a la responsabilidad civil emergente de
daños causados con el rodado o con la carga que trasporte en debidas condiciones, en ocasión
del siniestro, y es ese acto dañoso producido con el vehículo el que genera la vinculación de
quien conduzca a la cobertura que analizamos.

Ello nos lleva a advertir que, en esta especie de amparos asegurativos, conviven un seguro por
cuenta propia con otro por cuenta de ese tercero indeterminado, pero determinable, que es el
conductor que se haya encontrado a cargo del manejo del automotor asegurado al ocurrir el
siniestro (1363) .

b) Dado que hemos ligado esencialmente el concepto de "conductor" con la relación de hecho
entre éste y el rodado al cual se refiere el seguro, examinaremos qué características puede
revestir dicha relación en un caso dado.

En principio, la descripción del riesgo se refiere a la persona que "conduzca el vehículo" al


momento de tener lugar el siniestro. Pero, a nuestro juicio, se puede extender tal efecto
expansivo de la cobertura si tienen lugar determinadas hipótesis que mantengan esa relación
conductor-vehículo dentro de márgenes un tanto más elásticos. E interesa determinar esos
límites por cuanto la figura del conductor está vinculada a otros supuestos inherentes a la
extensión y condiciones de la cobertura, que hacen necesario fijar el contorno del concepto

770
con la mayor precisión posible. Por ejemplo, cuando la póliza señala que quedan excluidos de
la cobertura "el cónyuge y los parientes del asegurado o del conductor hasta el tercer grado de
consanguinidad o afinidad (en el caso de sociedades, los de los directivos)"; o en un supuesto
en el cual el conductor haya descendido del automotor (p.ej., para cargar nafta o efectuar una
compra rápida) y el automóvil cause daños a un tercero por causa imputable a dicho conductor
(p.ej., por haberse deslizado el rodado por un terreno en pendiente, en razón de no haberle
colocado correctamente el freno; o si en un viaje de larga distancia el conductor decide
pernoctar en un hotel, y ya alojado ocurre un siniestro imputable a él, etc.).

c) La figura del conductor ha sido también tomada en cuenta por la jurisprudencia en los casos
en que, habiendo mediado "culpa grave", el conductor sea persona distinta de la del tomador-
asegurado (1364) .

d) La póliza usual, al describir el riesgo en la forma antes trascrita, agrega: "La extensión de la
cobertura al conductor queda condicionada a que éste cumpla las cargas y se someta a las
cláusulas de la presente póliza y de la ley, como el mismo asegurado al cual se lo asimila".

Jurisprudencia

La estipulación de la exclusión de cobertura del seguro de la responsabilidad civil, en el


supuesto de que el conductor carezca de habilitación suficiente para conducir, busca evitar que
el vehículo sea conducido por personas inexpertas, hecho que aumentaría la posibilidad de
siniestros, protegiendo patrimonialmente una conducta que normalmente genera un mayor
riesgo. Tal estipulación es razonable, incluso prudente, pues contribuye a evitar el acaecimiento
de accidentes de tránsito (C. Nac. Civ., sala K, 19/3/1997, "Soria, Bonifacia, v. Alderete, Hilda,
y otro", LL J. Agrup., caso 11.753).

La cláusula de póliza por la cual se excluyen de la cobertura los siniestros ocurridos mientras el
vehículo es guiado por personas no habilitadas para tal conducción, procura evitar que el
automotor sea conducido por alguien inepto para ello, ya que de lo contrario se incrementaría
anormalmente el riesgo, favoreciéndose la protección patrimonial de una conducta generadora
de severo peligro para la sociedad. En estos casos la víctima no puede pretender que la
condena alcance a la aseguradora, dado que ésta carecía de vínculo respecto del responsable. Se
trata de una limitación del riesgo o de "no-seguro", en la que resultan extrañas las
consideraciones relativas a la función social del seguro y la protección de la víctima (C. Nac.
Civ., sala H, 26/12/1996, "Herrera, Verónica, v. Portillo, Nélida" Ver Texto, LL J. Agrup.,
caso 11.553).

771
(1326) Ver nros. 29 y ss.
Besson y Picard califican estas formas de exclusión directa o indirecta (I, nº 247, y II, nº 57).

(1327) Ancey, informe de la ley francesa de 1930, art. 9, cit. por Lepargneur, nº 1295; Besson y
Picard, I, nº 218.
Debe resultar de la póliza: así, no procede con exigencias posteriores o con motivo del
siniestro (v.gr., regularidad de la importación del vehículo asegurado contra robo): C. Nac.
Com., sala B, "Stefani v. Chaco", 9/2/1966, inédito.

(1328) Rechazo así la posición de Vivante -Trattato, nº 1942, y Contratto, nº 261- para quien, si
hay dudas sobre la extensión de los riesgos, la duda se debe resolver en favor del asegurador,
porque los contratos deben ser interpretados en contra de quien pretende derivar derechos
más extensos. Olvida Vivante los otros principios aplicables al caso, enunciados en el texto,
que deben llevar a la solución que propugnamos; y que el mismo Vivante acepta para el seguro
sobre la vida en los nros. 553 a 556, del Contratto. Conf.: C. Nac. Com., sala B, "Remur v. La
Universal", 31/8/1966, en un supuesto de limitación de robo a la violencia para quebrantar la
entrada al local.

(1329) Lepargneur, nº 1343, lo impone en todos los casos al asegurador, sin hacer la distinción
que resulta de la diversa estructura del contrato: en el primer caso, se asume genéricamente un
riesgo, excluyéndose determinados supuestos, que hacen la excepción o defensa alegada por el
asegurador; en cambio, en el segundo supuesto, el asegurado debe acreditarlo porque
constituye la condición jurídica del derecho que alega. Ver Besson y Picard, I, nº 217; y P.L.-P.,
nota en "Dalloz", 1947, p. 345.

(1330) Besson y Picard, I, nº 217, y II, nº 57.

(1331) De Lalande y Couturier, nº 86; Besson y Picard, III, ps. 18 y ss.; Castillo, nº 86; C. Nac.
Com., 23/2/1921, GF 31-11.

(1332) Dávila Izquierdo, Oscar, Estudio sobre la cláusula de las pólizas de seguros que
consagra la irresponsabilidad de las compañías en caso de incendios causados por o a
consecuencia de terremotos, en JA 24-101, secc. Doctrina. Adde: Sraffa, en "Riv. Dir. Comm.",
1910, 1, p. 203.
En materia de riesgo de guerra se discute la validez de la cláusula que impone al asegurado esa
prueba (Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1943, p. 252; 1944, p. 5; "Dalloz", Chronique, 1941,
p. 13; Besson, en "Dalloz Critique", 1944, Chronique, 1944, p. 6).

(1333) Sraffa, en "Riv. Dir. Comm.", 1910, 1, p. 203; Bruschettini, en "Riv. Dir. Comm.", 1910,
2, p. 357.
Contra: Besson y Picard, III, p. 26. Ponen como ejemplo el causado por ladrones amparados
por el cataclismo.

(1334) Gasperoni, nº 10, p. 880.

(1335) Vivante, Trattato, nº 1947, y Contratto, nº 275; Lordi, nº 569; Besson y Picard, II, nº 44.

772
En Francia se lo organizó como un seguro estatal, por la ley de 21/12/1963 (Besson y Picard,
2ª ed., I, p. 285, nota 27).

(1336) Vivante, Trattato, nº 1947; Hémard, II, nº 499; Gasperoni, nº 10, p. 880; Besson y
Picard, II, p. 107; Besson, en "Dalloz Critique", 1944, Chronique, p. 6; Donati, Trattato, II, nº
326.
Pero no bastan actos aislados de hostilidad: "La guerra impone un conjunto de actos, que
revelan la voluntad de atacar e invadir el país vecino" (Besson y Picard, II, p. 107).
Ver Young, Richard M., Significado de la palabra "guerra" en las pólizas de seguro, en
"Michigan Law Review", 1954, t. 52, p. 884; Picard, El seguro de riesgo de guerra en Francia,
en "Assicurazioni", 1940, 1, p. 263; Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1953, p. 48, con
referencia especial a los actos de sabotaje y terrorismo; Besson, en "Rev.", cit., 1953, p. 267, en
cuanto a la vinculación del hecho de guerra con el siniestro; Besson, en "Rev." cit., 1959, p.
444, respecto de los hechos de guerra civil; Von der Th ssen, El riesgo de guerra en derecho
germánico, en "Assicurazioni", 1940, 1, p. 214, donde se examina su cobertura; Valleri, E., El
seguro de los riesgos de guerra en Inglaterra, en "Assicurazioni", 1940, 1, p. 238; Salandra,
Sospensione del rischio automobilistico per causa di guerra e debito del premio, en
"Assicurazioni", 1943, 2, p. 69, quien sostiene la restitución proporcional de la prima en caso
de prohibición de circulación, por causa de guerra, como una excepción a la indivisibilidad de
la prima; Pescatore, en "Assicurazioni", 1943, 2, p. 112, quien afirma que la ocasión prevista es
una ocasionalidad necesaria para que sea causa: Visentini, en "Assicurazioni", 1949, 2, p. 81,
que analiza el sentido de "en ocasión"; Spolidoro, en "Assicurazioni", 1950, 2, p. 131, que
también se ocupa de la relación causal.

(1337) De Lalande y Couturier, nº 119.


Sobre el punto en el derecho marítimo, ver la nota de Aubrun, en DP 1920-2-49, que resume la
doctrina y jurisprudencia francesas.

(1338) La guerra de 1939 ha impuesto una extensión del concepto (ver Picard, en "Rev. Gén.
Ass. Terr.", 1940, ps. 449 y ss.; 1945, p. 213). La Corte de Casación francesa lo define: un
hecho que se vincula estrechamente a las operaciones de guerra extranjera (24/7/1945, en
"Rev. Gén. Ass. Terr.", 1945, p. 257).
Pero no incluye la desvalorización monetaria (Ferrarini, en "Assicurazioni", 1954, 2, p. 58).

(1339) Vivante, Contratto, nº 119. Besson y Picard, 2ª ed., I, ps. 288 y ss., emplean expresiones
que traducen un concepto impreciso.

(1340) De Lalande y Couturier, nº 124.

(1341) De Lalande y Couturier, nº 123; DP 1873-1-97, nota de redacción.


Sobre la solución contraria del art. 34 de la ley francesa, ver la crítica de Besson y Picard, II, ps.
110 y ss., y 2ª ed., I, p. 294.
Picard sostiene que en caso de duda, si la causa del siniestro es desconocida y cabe sostener su
vinculación con un hecho de guerra, la duda beneficia al asegurador ("Rev. Gén. Ass. Terr.",
1940, p. 460).

(1342) Vivante, Trattato, nº 1947, y Contratto, nros. 275 y 276.

773
(1343) De Lalande y Couturier, nº 123.

(1344) Vivante, Contratto, nº 557.


Sobre la legislación de emergencia en España a causa de la guerra civil, ver su texto y
funcionamiento en Benítez de Lugo, Reymundo, ob. cit., III, ps. 106 y ss.
En los países europeos, con motivo de la guerra de 1939-1945 se dictaron normas de
emergencia: ver respecto de Alemania, Francia, Bélgica, los resúmenes de Benítez de Lugo,
Reymundo (ob. cit., III, ps. 100 y ss.).

(1345) Ver Picard, en "Assicurazioni", 1960, 1, p. 226, con relación a los actos de terrorismo.
Ver supra, nota 145. Sobre la legislación española de emergencia, ver Benítez de Lugo,
Reymundo, ob. cit., III, ps. 106 y ss.

(1346) C. Nac. Com., 21/7/1922, JA 9-145, y GF 39-214. En el caso de incendio de un


hipódromo por los asistentes disconformes con una de las pruebas: C. Nac. Com.,
22/10/1914, "Jur. Trib. Nac.", octubre de 1914, p. 202, y "Rev. Leg. y Jur.", t. 5, p. 473.

(1347) Castillo, nº 89, que cita la jurisprudencia mencionada en la nota anterior, y que
evidentemente no ha sentado un concepto tan extremo.

(1348) Corte de Casación de Italia, en "Foro Italiano", Massimario, nº 188, cit. por Altavilla, en
"Assicurazioni", 1937, 1, ps. 628 y 629; esta sentencia exige "que se arrolle a los órganos
destinados al mantenimiento del orden público, impidiendo su funcionamiento".

(1349) Lordi, nº 569. Conf.: Greco, Sul concetto del tumulto populare, etc., en "Assicurazioni",
1934, 2, p. 83; Altavilla, en "Assicurazioni", 1937, 1, ps. 628 y 629; Gasperoni, nº 10, p. 880.
Es también en resumen el concepto sostenido por Besson y Picard, II, ps. 107 y ss., y aceptado
por la jurisprudencia francesa y por Donati, Trattato, II, nº 326.

(1350) En la resolución 9786 , año 1969, la Superintendencia de Seguros autorizó a insertar en


las pólizas un concepto definitorio que al violar flagrantemente la noción misma -v.gr., ­hecho
de una persona!- sanciona una noción ilícita porque restringe la responsabilidad impuesta por
la ley, v.gr., en los supuestos de incendio, responsabilidad civil, etc.

(1351) Hémard, II, nº 502. Besson y Picard, II, p. 108, excluyen los daños causados directa o
indirectamente.

(1352) Vivante, Contratto, nº 281; C. Nac. Com., 22/10/1914, "Jur. Trib. Nac.", octubre de
1914, p. 202, y "Rev. Leg. y Jur.", t. 5, p. 473.

(1353) Vivante, Contratto, nº 281, quien cita en contrario un fallo de la Corte de París,
3/8/1872, que absolvió al asegurador en un caso de huelga violenta.

(1354) C. Nac. Com., 23/5/1935, JA 50-611, saqueo cometido con motivo de la revolución del
6 de setiembre de 1930.
Sobre "un acto o estallido de revolución" con referencia al bombardeo aéreo de Buenos Aires,
en 16 de junio de 1955, ver C. Nac. Com., sala B, 21/12/1962, inédito.

774
(1355) Savatier, en "D.H.", 1937, Chronique, p. 29; Besson, Le permis de conduire et
l´assurance de responsabilité automobile, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1935, p. 690; Picard, en
"Rev. Gén. Ass. Terr.", 1936, p. 355; Spilrein, ps. 162 y 163; Besson, en "Rev." cit., 1959, p.
343; 1961, p. 81, y 1953, ps. 71 y 252. Ver también C. Nac. Com., 14/3/1968, LL 132, fallo
61.035.
Sobre control efectivo por un titular de permiso, enseñante, ver Corte de Casación de Francia,
en "Rev." cit., 1959, p. 72; 1953, p. 250. Con referencia a otros aspectos, decisiones del mismo
tribunal en "Rev." cit., 1953, p. 253, sobre eficacia del permiso internacional vencido; 1957, p.
76, insuficiencia de conocimientos efectivos.
Téngase en cuenta que la limitación de "uso particular" se refiere a la exclusión del uso con
fines de lucro, pero no impide prestar el vehículo a un tercero (C. Com., 24/10/1927, JA 26-
313).

(1356) La justicia puede entrar a examinar la regularidad del permiso (C. Nac. Com., sala B,
22/3/1961, LL 104-53. Conf. Besson, en "Rev." cit., 1957, p. 159; Dusi, en "Assicurazioni",
1966, 1, p. 231).

(1357) C. Nac. Com., sala B, 22/11/1968, LL 135, fallo 63.334; Savatier, en "D.H.",
Chronique, p. 29; Corte de Casación de Francia, 7/7/1953, "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1953, p.
254; 29/5/1956, "Rev." cit., 1956, p. 182. Ver la crítica de Besson, eod. loc., 1957, p. 435.

(1358) Besson, cit. en nota 163; y en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1942, p. 170. Incluso exigible al
dependiente (Poggi, en "Assicurazioni", 1965, 2, p. 135).
Contra: Savatier, "D.H.", 1937, Chronique, p. 29, siempre que el monitor preste una vigilancia
efectiva.

(1359) Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1936, p. 355; Besson, cit. en nota 163, quien además
aduce que se trataría de una negativa indefinida.
Contra: Savatier, "D.H.", 1937, Chronique, p. 29, porque la falta del permiso es excepcional.
La Corte de Casación de Francia, "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1936, p. 356, se funda en que el
asegurador debe probar los extremos de la liberación que pretende, con olvido de que no es
causa de liberación, sino requisito de la garantía. Adde: Corte de Casación de Francia,
7/7/1960, "Rev." cit., 1961, p. 81, con nota crítica de Besson.

(1360) Respecto del trasporte gratuito, ver Besson en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1958, p. 361; y
para los vehículos alquilados, ver Salandra, en "Assicurazioni", 1944, 2, p. 39.

(1361) Savatier, "D.H.", 1937, Chronique, p. 29.

(1362) Hemos desarrollado más ampliamente este tema en nuestro trabajo La figura del
conductor en el seguro de la responsabilidad civil, en "Estudios de Derecho Comercial",
publicación del Instituto de Derecho Comercial del Colegio de Abogados de San Isidro, abril
de 1985, ps. 33 y ss.

(1363) Al tratar el seguro de automotores (§ 82) se analizará también el papel que cumple el
vehículo dentro de ese tipo peculiar de cobertura.

775
(1364) Ver § 22.

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40. Seguros agrícolas.

En materia de seguros agrícolas se ha sostenido que la falta de indicación del riesgo asumido
importa asunción de todos los riesgos de la agricultura, solución que Rivarola rechaza con toda
razón, porque existe una imposibilidad técnica (1365) . Según el art. 11 Ver Texto de la ley, es
un requisito indispensable la indicación del riesgo asumido; su omisión lleva a decidir que no
existe contrato.

(1365) Rivarola, IV, nº 1151.


Contra: Malagarriga, Comentario, III, nº 271; Fernández, p. 509.

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III. Obligación de indemnizar

41. Daños indemnizables. Concepto. Extensión. Franquicia.

776
Producido el siniestro, el asegurador tiene la obligación de indemnizar el daño asegurado
(1366) .

El concepto de daño asegurado resulta de los conceptos de interés y del riesgo que soporta el
asegurador. De ahí que se lo pueda definir como el perjuicio o destrucción del interés por el
siniestro, en la medida asumida por el asegurador: si no están cubiertas las consecuencias de
ciertos riesgos, los daños no pesan sobre el asegurador, porque éste sólo responde por los
daños causados al interés por el riesgo asumido y en la medida en que le afecta la destrucción
de la materialidad de la cosa -de ahí que no se cubran las utilidades ni la ganancia esperada, ni la
disminución de utilización de la cosa, etc.-, y que si se asegura la ganancia esperada, no se
cubren los daños que recibe la cosa (1367) , salvo pacto en contrario (art. 61 Ver Texto).

La responsabilidad del asegurador se limita a los daños causados por el riesgo asegurado. Sólo
hay excepciones aparentes por la ampliación del riesgo asumido o de la relación asegurativa
asumida: así, en el seguro de incendio responde por los derivados del incendio, explosión o
rayo, y de los perjuicios por pérdida de las cosas en ocasión del incendio, la explosión o el rayo
(arts. 85 Ver Texto y 86 Ver Texto); en el seguro de robo, la responsabilidad se extiende a las
cosas rotas o dañadas por el ladrón, aunque con ello no se quite la posesión de la cosa (1368) .
La ampliación del daño indemnizable como resultado de la ampliación de la relación asegurada,
puede ocurrir por la agregación de nuevos intereses objetivos o subjetivos: por ejemplo, en el
seguro del mobiliario de una casa, las cosas de quienes viven con el asegurado (art. 64 Ver
Texto); en el seguro de la responsabilidad civil, la extensión de la protección al representante
del asegurado (1369) o por el ejercicio de una industria o comercio, la responsabilidad de las
personas con funciones de dirección (art. 113 Ver Texto).

Algunos autores distinguen los daños inmediatos o directos de los mediatos o indirectos. Entre
los primeros se anotan los que el siniestro causa sin intervalo o interposición de otro hecho,
entre los segundos, los que exigen la concurrencia posterior de un nuevo momento de hecho,
un hecho intermedio, o cuando se producen con posterioridad a los inmediatos. El
fundamento de la distinción se debe rechazar porque los daños mediatos pueden resultar del
mismo hecho y producirse contemporáneamente (1370) : sólo se debe considerar la relación
causal con el siniestro.

El alcance de la obligación de indemnizar se determina por la clase de seguro, la medida del


daño efectivamente sufrido y el monto asegurado. El asegurador debe indemnizar todo el
daño, salvo las limitaciones contractuales. Además del límite máximo de la indemnización -que
fija la suma asegurada-, en algunos seguros se establece el requisito de que exceda de un
mínimo: es la franquicia. Pero si ésta no ha sido pactada, el asegurador debe indemnizar

777
también los daños minúsculos. La franquicia -también calificada de seguro a segundo riesgo-
libera al asegurador, si el daño no excede de ese monto. Esta liberación puede ser condicional
o incondicional: la liberación es condicional cuando el asegurador debe indemnizar la totalidad
del daño si excede de la franquicia; y es incondicional cuando en ningún caso responde por la
suma o porcentaje fijado para la franquicia. Para determinar la franquicia no se toman en
cuenta los gastos de salvamento, las costas para fijar los daños, las contribuciones a las averías
gruesas (1371) .

42. Principios que rigen la indemnización de los daños.

El pago de los daños se rige esencial y principalmente por el principio indemnizatorio, que es
capital en el juego del contrato. Este principio halla traducción cabal en la ley, en las
disposiciones de los arts. 62 Ver Texto, 2º párr.; 68; 80 Ver Texto, etc. Conforme a él, el
asegurado no puede obtener un lucro, sino sólo el resarcimiento del daño sufrido, aunque el
monto asegurado sea mayor (1372) .

Además de este principio, se aplican otras reglas esenciales:

a) La suma asegurada no se puede percibir íntegramente cuando excede del valor de la cosa al
momento del siniestro (arts. 61 Ver Texto; 62 Ver Texto, 1er. párr.; 46 Ver Texto; 63 Ver
Texto, etc.) (1373) , salvo: 1) el caso del seguro a nuevo -o de reemplazo o de vetustez- por el
cual se debe habilitar al asegurado a adquirir otra cosa igual, nueva (art. 87 Ver Texto, incs. a y
d) (1374) ; 2) el del seguro tasado que pone la prueba del notable mayor valor a cargo del
asegurador (art. 63 Ver Texto); y 3) el del lucro esperado (1375) .

b) El asegurado debe calcular el daño parcial sufrido respecto de la relación restante. Para
establecer si existe o no daño, se debe comprobar el resultado neto del daño producido. En el
caso de pérdida total, la indemnización debe ser íntegra, salvo ciertos descuentos. El asegurado
debe soportar la reconstrucción si ésta es posible y así se pactó, aun cuando esa reconstrucción
no le interese (1376) (arts. 87 Ver Texto, inc. a, y 89 Ver Texto).

778
c) El asegurado debe calcular el beneficio que obtiene por la indemnización o la producción
del siniestro. Así, el mayor valor de la cosa reparada [salvo el pacto de reconstrucción en el
seguro de incendio (art. 87 Ver Texto, inc. a); esto es, seguro valor a nuevo]; en el seguro del
lucro esperado, el mayor valor de la cosa vendida en el viaje, etc. También se debe calcular
cuanto obtiene por la producción del siniestro (cosas salvadas) (doctrina del art. 74 Ver Texto)
(1377) o por las ventajas obtenidas en otra forma (art. 101 Ver Texto, por los vicios
redhibitorios del animal asegurado). El límite entre los beneficios computables y no
computables está dado por la relación de causalidad adecuada de éstos con el siniestro. La
prueba de esta relación pesa sobre el asegurador que pretende liberarse (1378) .

d) El asegurado debe probar la existencia y monto del perjuicio (art. 46 Ver Texto).

43. Daño neto. Suma asegurada. Reconstrucción.

El contrato es estrictamente resarcitorio; con esto, la ley persigue evitar siniestros dolosos:
donde falta el fin indemnizatorio, falta la legitimidad del contrato (1379) .

La prestación del asegurador se calcula por el daño neto efectivamente sufrido, en razón de la
suma asegurada y del valor de la cosa al tiempo del siniestro: la indemnización es al daño,
como la suma asegurada es al valor asegurable, proporción que se puede variar por el contrato,
en los seguros a primero y segundo riesgo (franquicia) (1380) . Es la regla proporcional prevista
por el art. 65 65.

La suma asegurada sirve para fijar la prima, pero no determina el valor de la cosa o del interés,
ni aun como presunción (1381) . Si la suma asegurada excede del valor de la cosa al momento
del siniestro, existe sobreseguro; y si es inferior, existirá infraseguro, por lo cual señala en este
caso el máximo indemnizable y hace aplicable la regla proporcional (art. 65 Ver Texto).

La indemnización generalmente se debe en dinero (1382) . Pero hay supuestos en que consiste
en prestaciones personales, como ocurre en el seguro de la responsabilidad civil con la
dirección del proceso (art. 110 Ver Texto), o en las sociedades para la defensa judicial (1383) ,
o en el seguro individual de accidentes o de enfermedad, la asistencia médica y quirúrgica, etc.

779
Además, existe el supuesto en que el asegurador se reserva el derecho de proceder a la
reconstrucción de la cosa destruida -seguro de incendio- o a su reemplazo por otra idéntica -
seguro de incendio de automóvil, seguro de cristales-: no da derecho al asegurado a exigir la
reconstrucción o el reemplazo de la cosa, porque se haría pagar lo viejo por lo nuevo y lucraría
con esto, salvo pacto en contrario (art. 87 Ver Texto, incs. a y d, por ejemplo). La razón de la
reserva está en que impide al asegurado la provocación del siniestro para hacerse de dinero,
como un medio de liquidar ventajosamente los bienes, o permitirle al asegurador liberarse con
el desembolso de una suma menor, si juzga exagerada la estimación del daño (1384) .

Para Besson y Picard, "la ejecución en especie no modifica el carácter pecuniario de la


prestación del asegurador": el resultado es idéntico, con lo cual no es más que una modalidad
de la ejecución de su obligación (1385) . Con este criterio desaparece toda diferencia entre las
obligaciones de dar sumas de dinero y las de hacer y de dar cosas. Para descartar esta supuesta
identidad, basta pensar en las distintas responsabilidades en que incurre el asegurador en la
ejecución de una y otra obligación, cuando él asume la reconstrucción o reemplaza la cosa,
como la garantía de la construcción o la calidad de la cosa que entrega. La posición de Besson y
Picard es justificada cuando el pago de la indemnización se condiciona a la reconstrucción por
el asegurado o al reemplazo de la cosa por él (art. 89 Ver Texto); en estos casos, sí existe
identidad, porque el asegurador se limita al pago de una suma, y la reconstrucción o el
reemplazo sólo son condiciones para hacerlo efectivo.

En el seguro de daños del automóvil, el asegurador se obliga a la reparación, y es responsable


por el cumplimiento diligente y exacto de las reparaciones por él encomendadas (1386) .

44. Reconstrucción.

La reconstrucción está prevista en el art. 87 Ver Texto, inc. a.

No cambia el carácter del contrato, ya que se paga lo necesario para reconstruir, siguiendo las
características del bien destruido, en aspecto y valor (1387) .

780
El asegurador no puede deducir la plusvalía del bien (1388) .

La limitación del art. 536 Ver Texto, CCom., ha sido eliminada del art. 87 Ver Texto porque
impedía el resarcimiento cabal. El asegurador se protege contra el eventual abuso del asegurado
con la garantía que puede exigir (art. 89 Ver Texto) y los pactos especiales en el caso particular.

El plazo de la reconstrucción debe ser fijado por las partes; y en defecto de acuerdo, por el juez
(1389) . La exigencia de que la suma pactada se destine efectivamente a la reconstrucción
tiende a evitar fraudes (1390) , y el art. 89 Ver Texto autoriza a requerir garantías suficientes de
ese destino: si no están pactadas, la divergencia la resolverá el juez.

45. Abandono.

En los seguros terrestres no se admite el abandono. El art. 74 Ver Texto lo prohíbe, salvo
pacto en contrario (1391) . Algunas pólizas confieren la facultad del asegurador de adquirir en
todo o en parte las cosas averiadas o los materiales de los edificios incendiados, por el valor de
tasación: con esto, se tiende a evitar que el asegurado devalúe con exceso las cosas dañadas
parcialmente para exagerar el daño.

Existen supuestos en los cuales la práctica lleva a establecer el abandono: en el seguro de robo
del automóvil, por ejemplo, el hallazgo del vehículo vencido el plazo de póliza no habilita al
asegurador a entregarlo y repetir la indemnización pagada (1392) ; y en el seguro de cristales, el
reemplazo de la cosa se hace con entrega al asegurador del cristal dañado.

En el seguro de trasporte, respecto del vehículo, se admite:

a) en el trasporte terrestre cuando exista pérdida total efectiva (art. 124 Ver Texto, primera
parte);

b) para el trasporte fluvial y por aguas interiores, se aplican las reglas del seguro marítimo (art.
124 Ver Texto, último apartado).

781
46. Cálculo del daño. Distintos supuestos.

La indemnización se determina por el valor de la cosa antes del siniestro, que es el valor de la
cosa según un justo precio objetivo, con independencia de las relaciones especiales del
asegurado: se emplearán para establecerlo las cotizaciones del mercado, el valor venal, las
cotizaciones de Bolsa, etc., con deducción de lo salvado: es decir, que el valor de la cosa no es
el costo de adquisición, porque así no se fijaría la pérdida por el uso ni la depreciación, ya que
su reemplazo puede exigir un desembolso actual menor, ni se toma en consideración el valor
afectivo, porque la indemnización no tendría límite alguno. De ahí que se emplee el valor del
mercado cuando éste existe; y si sólo tiene un valor de uso, se determinará por el valor de
adquisición, deducida la depreciación por el uso; con deducción del valor de lo salvado
determinado por su valor venal, que generalmente lo establecerá su precio en remate público
(1393) , si son cosas averiadas: nada impide que el asegurador adquiera las cosas salvadas por el
valor indicado por el asegurado, y así se pacta en el seguro de incendio (con el propósito de
evitar que el asegurado valúe lo salvado por debajo de su valor real, para perseguir una mayor
indemnización); pero no es lícito establecer que el asegurado las retendrá por un precio dado,
porque se le impondría el álea de la venta (1394) .

En el caso de edificios, se toma el valor corriente en el lugar para reconstruir uno de igual clase
(materiales y mano de obra), con deducción de la depreciación por el estado del bien (art. 87
Ver Texto, inc. a), sin considerar las condiciones circunstanciales o que se fundan en la persona
del asegurado (1395) y salvo que se pacte la reconstrucción (art. 87 Ver Texto, inc. a, in fine).

En el seguro referente a cosas fabricadas o semifabricadas, se debe distinguir si se trata del


fabricante o de un comerciante: al fabricante se le indemnizará como máximo el costo por la
nueva fabricación (art. 87 Ver Texto, inc. b), y al comerciante el de adquisición de las cosas
perdidas si es inferior al de venta (art. 87 Ver Texto, inc. b). En las cosas semifabricadas, se
deducirán los costos no invertidos. En el costo de fabricación se incluyen los valores de los
materiales, salarios, gastos de compra y gastos generales; son excluidos los gastos de la
comercialización (venta) y las ganancias. Pero si las cosas ya estaban vendidas se resarcirá el
precio (1396) . Téngase en cuenta, además, que aun en el supuesto de no haberse vendido, si
los costos de fabricación o de adquisición son superiores a los del mercado en el momento del
siniestro, se estará al precio de venta (art. 87 Ver Texto, inc. b).

782
En el seguro del mobiliario, útiles de trabajo y de máquinas, se adopta como valor el que tenían
al momento del siniestro. No se toman en cuenta las amortizaciones inscritas en los libros de
comercio. En el caso de las máquinas, se determinará si su desvalorización obedece a razones
objetivas permanentes, y se calculará sobre la base de este valor menor; pero no se tendrá en
cuenta la resultante de factores subjetivos, o circunstanciales -no duraderos (1397) -. Estos
criterios se deben extender a todos los supuestos en que no interesa ingresar al patrimonio el
equivalente pecuniario, sino conservar la utilidad que procura el goce directo: el valor venal
circunstancial de la cosa usada no corresponde al valor realmente perdido. Pero téngase en
cuenta que si bien se trata de un valor subjetivo, no es un valor de afección. Admite la
apreciación objetiva mencionada (1398) .

Las cosas con valor científico, artístico o afectivo tienen la peculiaridad de que éste se fija con
arreglo a un valor ideal, independientemente del valor real o de uso. Es un valor patrimonial
cuando es compartido por otros, aun en un pequeño círculo: calificado como valor objetivo de
afección, que se distingue del subjetivo porque éste no es convertible en dinero. El titular no
puede darles un valor que corresponda a su interés afectivo, personal, porque éste se halla
fuera del tráfico económico. Si la cosa, al lado del valor afectivo, tiene otro, económico, éste
será asegurable, y aquél no, aunque este valor económico sólo sea reconocido por un pequeño
círculo de personas. Estas conclusiones resultan del concepto de interés como una relación
económica. Lo cual no excluye que se pueda pactar la indemnización de un interés afectivo,
pero ya no será un contrato de seguro (1399) .

Así, en las cosas artísticas y científicas, al lado del valor material que tienen, se agrega un valor
afectivo objetivo: en un cuadro, además del valor de los materiales empleados en su
confección, se halla el valor artístico, reconocido y valuado en el mercado; en la confección de
preparados para microscopio, además de las piezas de vidrio, etc., invertidas, existe el valor
científico que ellos tienen. Indudablemente que la comprobación de esos valores afectivos
objetivos es difícil; pero se obvia mediante el procedimiento del valor tasado, porque la
característica de los objetos impide contemplar la posibilidad de una depreciación hasta el
momento del siniestro (1400) .

Respecto de los animales en el caso de incendio, se calculará por el valor que tenían al tiempo
del siniestro (art. 87 Ver Texto, inc. c); las materias primas, los frutos cosechados y otros
productos naturales se calcularán por los precios medios en el día del siniestro (art. 87 Ver
Texto, inc. c) (si no existe precio medio ese día -por no ser hábil, p.ej.- y el contrato no prevé el
remedio, se estará al valor que fijen peritos, según resulta de la interpretación del art. 458 Ver
Texto, CCom., para la compraventa) (1401) . En otros seguros la ley misma se atiene al valor
tasado (v.gr., seguro de muerte de animales, art. 107 Ver Texto).

783
47. Valor a nuevo.

La indemnización fijada conforme a la regla general expuesta, es decir, determinada por el


valor de la cosa al tiempo del siniestro, ha planteado la necesidad de obviar el perjuicio para el
asegurado, cuando se halla en la necesidad de adquirir o reconstruir la cosa destruida o dañada,
y la aplicación estricta de esa norma le impone un desembolso, tanto mayor cuanto más grande
sea la diferencia entre el valor nuevo y el viejo, y que el asegurado puede no estar en
condiciones de hacer; de lo cual resultaría que el contrato de seguro no satisfaría las
necesidades producidas por el siniestro. Para remediarlo, la práctica alemana y la inglesa
introdujeron la cláusula "valor a nuevo" (1402) , por la cual, en vez de aplicar la regla general
estudiada, se toma como base para la indemnización el valor de adquisición de una cosa nueva
al tiempo del siniestro (1403) , solución que el art. 87 Ver Texto autoriza en el inc. a para los
edificios, y en el inc. d para el moblaje del hogar, máquinas, herramientas.

La doctrina italiana ha impugnado la cláusula fundada en que importa un enriquecimiento para


el asegurado, porque no toma en cuenta la desvalorización de las cosas destruidas y el
perfeccionamiento técnico -si se trata de máquinas, por ejemplo-, y que puede inducir a
provocar el siniestro o, por lo menos, a ser un incentivo a la negligencia del asegurado para no
evitarlo (1404) .

En justificación de la solución, Bruck señala que no hay enriquecimiento del asegurado, porque
no es un seguro del interés sobre la sustancia de la cosa, sino del desembolso que el siniestro
hace necesario. La correlación entre interés asegurado y daño asegurado no es afectada.
Repárese en que para las demás cuestiones rigen las reglas comunes (infraseguro, sobreseguro)
(1405) .

La cláusula valor a nuevo, que nació como consecuencia de la inflación, toma nueva
importancia a pesar de la estabilización de la moneda, como una medida adecuada para
restablecer y rehabilitar la empresa afectada por el siniestro, y estará en la diligencia y habilidad
del asegurador lograrlo en el menor tiempo y con la mayor economía posibles, con beneficios
para la generalidad y para las partes.

No se debe confundir la cláusula "valor a nuevo", que impone una obligación al asegurador,
con la facultad del asegurador de reemplazar la cosa dañada -cristales, automóviles- o de

784
reconstruirla -incendio-, que sólo fija una opción de pago en especie (para evitar la exageración
del daño o la provocación del siniestro para "liquidar" el bien).

48. Suma asegurada: valor para el cálculo del daño.

El art. 519 Ver Texto, CCom., derogado, y el pertinente informe de la comisión reformadora
de 1889 parece que quisieron dar eficacia absoluta al valor fijado por las partes a la cosa, al
momento de contratar.

Evidentemente, los autores de la reforma incurrieron en un grave error, justificativo de las


severas críticas de Segovia (1406) .

En materia de valor fijado en la póliza, es necesario distinguir la póliza corriente (arts. 46 Ver
Texto; 61 Ver Texto; 62 Ver Texto y 65 Ver Texto) de la póliza de valor tasado o convenido
(art. 63 Ver Texto).

En la póliza corriente, la fijación del valor de la cosa se hace sobre la base de la declaración del
asegurado, sin tasación especial por el asegurador, con mero informe del agente y, a veces, de
la inspección superficial de la cosa o cosas a que se refiere el contrato. En este supuesto, no
tiene el efecto de determinar el valor a indemnizar, sino que exige del asegurado la prueba del
monto del daño efectivo sufrido (1407) (arts. 46 Ver Texto, 2º y 3er. párrs., y 65 Ver Texto); la
suma asegurada establece el monto máximo de la indemnización (art. 61 Ver Texto, 2º párr.),
sin perjuicio de que sirva además para la aplicación de la regla proporcional si no hay pacto en
contrario (art. 65 Ver Texto, 2º párr.).

En la póliza según valor tasado (o convenido o estimado), empleada en el seguro marítimo con
la cláusula "valga o no", esa tasación (o valor convenido o estimado) funciona como una
presunción de verdad, porque dado el fundamento esencial del contrato, que no debe producir
un enriquecimiento del asegurado, tal valor puede ser impugnado cuando supera notablemente
el valor real del bien (art. 63 Ver Texto). Es decir que su efecto es relevar al asegurado de la
prueba del valor al tiempo del siniestro, trasladando el peso de la prueba sobre el asegurador;
aunque medie una pericia acordada por las partes para establecer ese valor, porque la voluntad
de las partes no puede alterar el principio indemnizatorio que funda y legitima el contrato, sin
que proceda alegar que mediaría un seguro contra la desvalorización (1408) - (1409) .

785
49. Valor tasado.

El valor tasado se emplea muy poco en los seguros terrestres. Su uso se limita a los supuestos
de bienes no destinados a la venta, para el justiprecio del valor afectivo objetivo (colecciones
de cuadros, o piezas artísticas, colecciones científicas) (1410) , joyas, de robo de automóvil
(según la nueva póliza en uso), en el seguro de mortalidad de ganado, art. 107 Ver Texto. Su
verdadero campo de aplicación se halla en el seguro marítimo.

50. Valor tasado: impugnación.

Conforme a cuanto expresamos, el asegurador puede impugnar el valor tasado o convenido en


todos los casos en que ese valor exceda notablemente el del bien al momento del siniestro (art.
63 Ver Texto) (1411) , aunque no exista dolo, fraude o simulación por parte del asegurado,
porque con ello se busca impedir que éste obtenga un beneficio o enriquecimiento con el
contrato.

Téngase en cuenta que si en el curso del contrato se establece que la suma asegurada supera
notablemente el valor actual del interés asegurado, ambas partes pueden requerir la reducción
(art. 62 Ver Texto, 1er. párr.). Así como también que el contrato es nulo si se celebró con la
intención de enriquecerse indebidamente con el excedente asegurado (art. 62 Ver Texto, 2º
párr.), dolo que en algunos casos se puede presumir por la concurrencia de ciertas
circunstancias (1412) .

51. Suma máxima indemnizable. Suma asegurada.

786
La suma asegurada indica el monto máximo que debe pagar el asegurador (art. 61 Ver Texto,
2º párr.). Si el siniestro se repite, la indemnización total que debe pagar es esa suma máxima,
porque con el pago de una indemnización la responsabilidad del asegurador se disminuye en
igual medida (art. 52 Ver Texto, 4º párr.) (1413) . Los seguros de la responsabilidad civil (art.
109 Ver Texto), del trasporte (art. 123 Ver Texto) y marítimo constituyen excepciones a esta
regla, pues la suma asegurada señala en ellas el máximo a indemnizar en cada siniestro.
También lo es el seguro de granizo, para el cual la regla general sólo se aplica si el siniestro se
repite en el mismo período de seguro (1414) .

La aplicación de ese criterio impone la reducción proporcional de la prima por los períodos
sucesivos (art. 34 Ver Texto, 2º párr.). Y el restablecimiento de la garantía al monto primitivo
exige la contratación de un seguro complementario con los recaudos y formalidades de todo
contrato de seguro (1415) .

La aplicación de esta norma no excluye la que corresponda de la regla proporcional, sea en el


primer siniestro o en los sucesivos.

De esto resulta que la suma asegurada tiene en el contrato una función análoga a la del valor a
indemnizar, aunque de menor importancia cuando es inferior o mayor, ya que cuando es
mayor el resarcimiento no puede exceder del valor a indemnizar, y cuando es menor, se
otorgará en proporción (1416) .

De ahí la importancia de los periódicos reajustes de la suma asegurada en las épocas de


inflación (1417) .

La suma máxima indicada en los seguros flotantes o de abono tiene el significado de suma
asegurada, al igual que en los seguros globables usuales; por lo cual existirá infraseguro o
sobreseguro, según los casos, como en los seguros particulares corrientes (1418) .

En el seguro de la responsabilidad civil, la suma asegurada señala el monto máximo a pagar;


pero esa suma no depende del valor de una cosa, sino de la voluntad de las partes. Señala el
máximo a indemnizar por cada siniestro que ocurra durante la vigencia del contrato (art. 109
Ver Texto), aun cuando cubra a varias personas responsables, cualquiera que sea la forma de la
indemnización, teniendo en cuenta que los distintos daños que nacen de la misma causa o
hecho dañoso son considerados como un siniestro único (1419) (ver art. 119 Ver Texto). Estas
características del seguro de la responsabilidad permiten que no se fije la suma asegurada, y así

787
se practique una garantía sólo teóricamente ilimitada, ya que el monto se determinará en cada
siniestro por las indemnizaciones debidas a los terceros (1420) .

La regla de que la suma asegurada expresa el máximo de la indemnización debida reconoce


excepciones (1421) :

a) los gastos de salvamento (art. 73 Ver Texto);

b) los gastos o costas judiciales en el seguro de la responsabilidad civil (art. 111 Ver Texto), que
en esencia es gasto de salvamento.

52. Regla proporcional. Aplicación en distintos supuestos.

Cuando se conoce la extensión máxima del daño que se puede producir, y la suma asegurada es
inferior al valor del interés asegurable, se aplica la regla proporcional, legislada por el art. 65
Ver Texto, 2º párr., que corresponde a norma análoga del art. 502 Ver Texto, 2º párr., CCom.,
derogado, cuya interpretación no ha dado lugar a mayores dificultades ni desenvolvimientos en
la doctrina nacional (1422) .

Su fundamento radica en que el asegurado se considera su propio asegurador por la parte no


cubierta, por lo cual responde en esa proporción. La solución es justa, porque se mantiene la
proporcionalidad esencial entre riesgo y prima. Además, el contrato se refiere indistintamente a
todo el interés, y no existe ninguna razón para cargar sobre el asegurador todo el daño,
considerando que la garantía se refiere sólo a la parte dañada o perdida. Con ello el asegurado
también tendrá interés en evitar los siniestros grandes y chicos (1423) .

Esta regla se expresa así: la indemnización es al daño como la suma asegurada es al valor
asegurable. Y en su aplicación se establecen estas soluciones:

a) si el siniestro es total, se indemnizará por todo el monto asegurado;

788
b) si el siniestro es parcial, sólo en la proporción que resulte de la relación entre la suma
asegurada y el valor total asegurable (1424) .

El art. 65 Ver Texto, 2º párr. (como el anterior art. 502 Ver Texto, 3er. párr., CCom.), autoriza
a pactar que el asegurador indemnizará hasta la suma total asegurada, sin considerar el mayor
valor de la cosa asegurada; es la cláusula que la práctica conoce con el nombre de "a primer
riesgo", cuya aplicación requiere el pago de una prima mayor, ya que será también mayor la
intensidad del siniestro que eventualmente soportará el asegurado (1425) . La inclusión de la
cláusula puede resultar de la terminología empleada, por ejemplo cuando la suma pactada se
fija como daño máximo asegurado (1426) .

Cuando se trata de una póliza general o de abono, que determina el máximo de la suma
asegurada, la regla proporcional se aplica cuando la totalidad de los riesgos denunciados exceda
del máximo, y no se aplicará cuando no exceda (1427) .

Si una misma póliza contiene distintos riesgos, valuados por separado, la regla proporcional se
aplica respecto de cada uno individualmente (1428) .

La aplicación de la regla proporcional exige la determinación o posibilidad de determinar el


valor asegurable. De ahí que no rija en aquellos supuestos del seguro de la responsabilidad civil
en que no es determinable, como es el caso de la responsabilidad civil automóvil; pero no
existe inconveniente ni razón para no aplicarla cuando es posible fijarlo, como cuando se
refiere a una cosa precisa -responsabilidad del depositario por ese bien, por ejemplo- o a un
contrato especificado como puede ocurrir en el reaseguro (1429) .

La inflación suscita el problema del infraseguro en razón de la constante desvalorización de la


moneda, que provoca un aumento del valor nominal del interés asegurable. El reajuste
periódico del valor según un índice convenido y el consiguiente del precio (prima) puede
remediar el desnivel originado por la inflación (1430) .

789
53. Suma asegurada y valor asegurable: reducción.

Cuando la suma asegurada excede del valor asegurable, aquélla se reduce hasta la suma
concurrente del valor: art. 61 Ver Texto, 1er. párr.

La norma se justifica, como una aplicación más del principio indemnizatorio, que inspira la
institución: el asegurado no puede lucrar con el siniestro o su resarcimiento. De ahí que la ley
disponga su nulidad cuando el asegurado exagera la suma asegurada con la intención de lucrar
(art. 62 Ver Texto, 2º párr.).

54. Relación causal del siniestro y los daños.

El asegurador sólo está obligado a indemnizar cuando la necesidad -el daño, en los seguros de
intereses- está en relación causal con el riesgo asumido (1431) ; prueba que incumbe al
asegurado (1432) .

Por causa se debe considerar el acontecimiento que vale como condictio sine qua non del
siniestro. La selección de los hechos causales jurídicamente importantes, de los no importantes,
se hace conforme a la teoría de la causalidad adecuada. Se considera tal el hecho que según la
generalidad o la experiencia es capaz de producir un cierto resultado. Es suficiente que
favorezca o aumente la posibilidad objetiva del resultado de la clase del producido. Se debe
juzgar objetivamente, al tiempo de resolver el punto (prognosis posterior) (1433) .

55. Daños total y parcial.

El daño puede ser total o parcial. El daño total es la desaparición de la relación asegurada; si
ésta se vincula a una cosa o cosas determinadas, también existe daño total cuando sus restos no
se podrían considerar como sanos en el comercio: así, la destrucción de una parte del negativo
de un filme, o la pieza de una colección, etc. En el seguro contra pérdida de la propiedad, el
daño total consiste en la pérdida de la propiedad o de la posesión (1434) .

790
El daño parcial es el deterioro de la relación asegurada. Cuando se daña una cosa
independiente, integrante de un conjunto, hay daño parcial: por ejemplo, el libro de una
biblioteca, el cuadro de una exposición (1435) .

Esta distinción no cabe en el seguro de la responsabilidad civil (ver supra, nº 52). Sólo se
podrán emplear estas expresiones respecto de la obligación del asegurador en relación al
resarcimiento total debido al tercero (art. 111 Ver Texto, 2º párr.) (1436) .

56. Prueba de los daños.

El asegurado debe probar el daño (art. 46 Ver Texto) (1437) , aunque es lícito pactar que
bastará su declaración si ésta admite prueba en contrario (art. 63 Ver Texto) (1438) , o en el
supuesto de valor tasado porque el asegurador debió comprobar su existencia para valuarlo o
estimarlo.

Es necesario que pruebe la existencia del bien -recaudo lógico en materia de muebles y títulos-
y su valor al tiempo del siniestro (arts. 46 Ver Texto, 65 Ver Texto, 87 Ver Texto, 107 Ver
Texto, 126 Ver Texto, etc.) (1439) . La descripción del bien y su valor fijado en la póliza no
prueban su existencia ni su valor al tiempo del siniestro: sólo establecen el límite máximo de la
responsabilidad del asegurador y la base para liquidar la prima (arts. 61 Ver Texto, 2º párr.; 62
Ver Texto, 1er. párr.; 65 Ver Texto, etc.); son declaraciones unilaterales del tomador, que el
asegurador generalmente no verifica. "Si debiera resarcirlo en las condiciones en que se
encontraban al momento del seguro, garantizaría al asegurado contra su consumo y contra las
vicisitudes del mercado; se las pagaría como nuevas aunque estuvieran averiadas por el uso, y
caras aunque hubieran descendido a vil precio", lo cual es contrario al orden público y a la
esencia del seguro (1440) .

La existencia del daño se debe acreditar satisfactoriamente (doctrina del art. 46 Ver Texto),
aunque su monto se establezca deficientemente: de lo contrario nada puede percibir (1441) .

791
La prueba se puede hacer por todos los medios legales, incluso por presunciones (1442) ,
conforme a las características del siniestro y a la persona del asegurado -si es o no comerciante
(1443) -, ya que los libros y papeles se pueden haber perdido en el siniestro, y en la confusión
que sigue a éste haber resultado imposible determinar la existencia de testigos (1444) . De ahí
que para evitar abusos, la ley expresamente prohíba la limitación contractual de los medios de
prueba (art. 46 Ver Texto, 3er. párr., segunda parte) (1445) .

La jurisprudencia anterior a la ley 17418 Ver Texto ha fijado algunas conclusiones respecto del
valor de estas pruebas:

a) los instrumentos privados no son oponibles al asegurador si la fecha no es ratificada por


otro medio insospechable (1446) ;

b) la prueba de peritos contadores es de eficacia relativa, si se funda en las explicaciones que


suministra el propio asegurado (1447) ;

c) los daños que afectan a las mercaderías se acreditan con los libros de comercio y, en
subsidio, con facturas de compra, autenticadas, próximas a la fecha del siniestro (1448) . Los
asientos de los libros no deben ser globales ni de confección reciente (1449) , y se deben hallar
coordinados con la historia comercial de la firma (1450) ;

d) para fijar los daños por la destrucción de mercaderías, poco valen la prueba de testigos, las
manifestaciones de bienes a los bancos, o las estimaciones del negocio para el pago de
impuestos (1451) .

En caso de insuficiencia de prueba, el monto del daño podrá ser fijado por el tribunal (arts. 163
Ver Texto, inc. 5, y 386 Ver Texto, Código Procesal, ley 17454) o deferido al juramento
estimatorio del asegurado si lo admite el ordenamiento procesal aplicado (1452) . Cuando no
hay base suficiente para fijarlo de oficio o deferir al juramento estimatorio, se remitirá al juicio
de árbitros (art. 516 Ver Texto, Código Procesal cit.) (1453) .

792
En la determinación del monto del daño se tendrá también en cuenta la naturaleza del interés
del asegurado y se deducirán los auxilios que se reciban en virtud de leyes: devolución de
impuestos, suministro de materiales para la reconstrucción, etc. (1454) .

Es necesario tener en cuenta que éstas son conclusiones aplicables para la fijación en juicio, y
normas para la valuación por peritos (acordada en la póliza o posteriormente).

57. Exageración de los daños: sanción; prueba. Purga de la sanción.

La ley 17418 Ver Texto subsana con su art. 48 Ver Texto la omisión del Código de Comercio
respecto de la sanción por la exageración de los daños sufridos: pena con la caducidad al
asegurado que "exagera fraudulentamente los daños o emplea pruebas falsas para acreditar los
daños" (1455) .

Las pólizas empleadas con anterioridad utilizaban diversas expresiones para calificar la
conducta del asegurado que habilitaba la aplicación de la caducidad. Pero la jurisprudencia, de
acuerdo con la doctrina universal, recabó que la exageración fuera dolosa, maliciosa o
fraudulenta, empleando los términos como equivalentes: es decir, exageración con el propósito
de obtener una indemnización superior al daño sufrido (1456) .

La prueba de la intención fraudulenta es a cargo del asegurador (1457) .

Cabe establecerla por presunciones (1458) . Bastará la constancia de operaciones simuladas en


los libros de comercio (1459) , o la falsedad de una factura, acreditada en juicio (1460) .

Pero no resulta de la eficacia o deficiencia de la prueba sobre los daños pretendidos (1461) .

793
No existe exageración dolosa cuando el reclamo se subordina a lo que fijen peritos (1462) ; ni
cuando se aporta prueba de la existencia, aunque no en la medida pretendida (1463) ; o cuando
se prueba prima facie el valor reclamado (1464) ; o cuando se recaba por cosas ajenas, si este
carácter resulta de la documentación que funda la pretensión (1465) ; o si las características del
siniestro, por la pérdida de libros y papeles, hace difícil una estimación precisa (1466) ; o en
una reclamación por monto superior al reconocido (1467) , o en la mera disparidad en la
apreciación de los daños, porque sería librarla al arbitrio del asegurador (1468) ; ni cuando se
exige el máximo asegurado, si la cosa se ha perdido totalmente (1469) .

Existirá cuando se reclama la indemnización por mercaderías extraídas antes del siniestro
(1470) ; o se exagera injustificadamente el valor de las cosas perdidas (1471) ; o se demanda
infundadamente como daño total el daño parcial, incluso contra la opinión del propio perito
(1472) , o se exageran manifiestamente los bienes siniestrados (1473) .

Para incurrir en la caducidad, no es menester que la pretensión dolosa o el falso informe se


haga llegar al asegurador: basta que se comunique a los peritos (1474) .

La sanción se extiende a los supuestos en que se usen documentos falsos o se alteren los
auténticos, incluso los asientos de los libros: el art. 48 Ver Texto, in fine, pena con la caducidad
expresamente este supuesto, pero si no lo hiciera quedaría comprendido como el medio para
hacer efectiva la exageración reprimida; de ahí que también se debe castigar la tentativa de
sobornar a los peritos (1475) .

La retractación de la estimación de los daños no impide por sí sola la aplicación de la pena,


pero cabe aducirla como una prueba de la buena fe (1476) .

794
El asegurador no puede alegar la caducidad por la exageración del daño, si luego acordó su
liquidación (1477) , o reconoció el derecho a una indemnización menor (1478) , o si consintió
en la formación del tribunal de peritos (1479) , o prosiguió las gestiones para alcanzar un
acuerdo amistoso (1480) : el art. 79 Ver Texto de la ley expresamente consagra la solución de
esta renuncia implícita por la participación en el procedimiento pericial de fijación de los daños
por las causales de caducidad anteriores, incompatibles con esa participación.

58. Carga del asegurado de probar extrajudicialmente los daños. Informe del liquidador.

Hemos visto ya que pesan sobre el asegurado las cargas de informar acerca del siniestro y de
los daños sufridos (art. 46 Ver Texto); pero estos informes son insuficientes, porque el
asegurador necesita los justificativos de la existencia del siniestro y de la extensión de los
daños: esta prueba es independiente de la que oportunamente se pueda hacer valer en juicio
(1481) .

Es una carga que se debe cumplir después del siniestro, que impone la ley (art. 46 Ver Texto,
2º y 3er. párrs.), cuya violación libera al asegurador sólo cuando es maliciosa (art. 48 Ver Texto,
primera parte) (1482) : su característica es que se cumple a pedido y en la medida recabada por
el asegurador, en la extensión en que tal pedido resulte razonable y conducente a la liquidación
del daño (art. 46 Ver Texto, 2º y 3er. párrs.) (1483) : una exigencia en mayor medida sería
contraria a la buena fe.

Generalmente, conocido el siniestro por el informe que el asegurado debe hacer llegar
inmediatamente, en el plazo de tercero día (art. 46 Ver Texto, 1er. párr.), el asegurador envía
un liquidador, empleado suyo (o auxiliar no dependiente, que emplea a ese fin). Si este
liquidador levanta un estado de los daños sobre la base del interrogatorio del asegurado, éste
queda así dispensado de remitir ese estado por su parte; exención que no se produce cuando la
inspección se cumple someramente, para apreciar la magnitud del siniestro, sin practicar
ninguna investigación o averiguación (1484) . La designación del liquidador por el asegurador,
sin protesta ni reserva, importa su aceptación del informe anterior del asegurado, por más
lacónico que sea (1485) .

795
El informe del liquidador no obliga al asegurador: es un mero elemento de apreciación de los
daños por el asegurador, que le suministra un empleado o dependiente suyo (1486) o auxiliar
independiente que utiliza a ese fin.

La inspección del lugar del siniestro puede tener fuerza probatoria cuando se practica
inmediatamente; de ahí que carezca de toda eficacia cuando se demora por un lapso
relativamente largo y se trata de un siniestro total (1487) .

La conformidad de las partes con la liquidación no es una transacción, sino un reconocimiento


de comprobaciones y valuaciones efectuadas de común acuerdo (1488) .

Este procedimiento amistoso de liquidación del daño se debe cumplir con la mayor diligencia
posible (doctrina del art. 77 Ver Texto, 2º párr.); es menester que los aseguradores pongan el
mayor empeño para que las tareas se realicen en el menor tiempo, para satisfacer cuanto antes
sus obligaciones, exigencia que no cumplían en muchos casos, en violación de esas
obligaciones y de la función del seguro mismo, para la cual una indemnización tardía es
frecuentemente fuente de perjuicios, que el asegurador no resarce, y que conspira contra la
práctica y difusión del contrato (1489) . Es inexcusable que los aseguradores, que fijan plazos
angustiosos, sanciones severísimas y procedimientos expeditivos para liquidar los daños,
respecto del asegurado, invocando necesidades teóricas y seguridad para la no exageración del
daño, demoren injustificadamente cumplir a su vez con ellos, en algunos casos con el fin poco
honesto de llegar a una supuesta transacción, en desacuerdo con la indemnización exacta y
debida, especulando con la necesidad o el apremio del asegurado para hacerse de fondos. Para
paliar esta situación, la ley 17418 Ver Texto dispone en el art. 56 Ver Texto que el asegurador
se debe pronunciar dentro de los 30 días de recibida la información complementaria prevista
en los párrafos 2º y 3º del art. 46 Ver Texto; y la omisión de hacerlo importa aceptación. Pero
esta disposición no impide que el asegurador poco leal emplee ese art. 46 Ver Texto, 2º y 3er.
párrs., para demorar el procedimiento de liquidación, por lo cual, en estos casos, el mero
recuerdo de sus obligaciones es insuficiente, y está en manos de la autoridad de control la
adopción de medidas más enérgicas, ya que una empresa que utiliza este medio como una
"política comercial" no llena la función que justifica su funcionamiento y autorizó la concesión
de contratar seguros. El "acuerdo" obtenido por el asegurador en estas condiciones podría ser
atacado a mérito del art. 954 Ver Texto, CCiv. (ley 17711 Ver Texto), por explotar la necesidad
del asegurado, si se dan las demás condiciones ahí previstas. En caso de litigio, autorizará la
aplicación de la sanción del art. 565 Ver Texto, CCom. (decreto ley 4777 , año 1963) [sin
perjuicio de otras sanciones procesales (art. 45 Ver Texto, Código Procesal, cit.; art. 622 Ver
Texto, CCiv., ley 17711 Ver Texto)].

796
59. Procedimiento extrajudicial para fijar los daños.

El Código de Comercio no preveía el procedimiento extrajudicial para fijar los daños, pero la
mayoría de las pólizas lo establecía (1490) .

El art. 57 Ver Texto de la ley autoriza el pacto de valuación pericial de los daños, mas prohíbe
las cláusulas compromisorias incluidas en la póliza (1491) . La ley prohíbe este compromiso en
la póliza para evitar que se trasforme en una cláusula de estilo y se sustraiga la ejecución del
contrato al control judicial, indispensable dado que el seguro es un contrato de masa, cuyas
condiciones generales se imponen al asegurado. Mas nada impide que el compromiso sea
posterior: el arbitraje es usado en materia de seguro marítimo y en el reaseguro.

El régimen de la valuación pericial se completa con las reglas del art. 78 Ver Texto, que viene a
poner límite a graves abusos o corruptelas en la aplicación de la institución, de los cuales me
ocupo más adelante.

60. Pericia. Naturaleza jurídica.

La doctrina y la jurisprudencia están muy lejos de haber alcanzado un acuerdo acerca de la


naturaleza del procedimiento; discordia agravada por las expresiones nada técnicas y
contradictorias empleadas por las pólizas antes de la sanción de la ley 17418 Ver Texto.

Por ejemplo, la póliza de seguro contra granizo se refería a los "peritos amigables
componedores", cuyo fallo declaraba inapelable y definitivo, conforme al art. 808 Ver Texto,
Código de Procedimiento -derogado-, que se refería a los árbitros amigables componedores, y
a la eficacia del laudo que pronunciaban. Las pólizas del seguro de garantía (o de fidelidad), y
de responsabilidad automóvil expresaban: "El fallo de los peritos es inapelable". La póliza
usual de incendio disponía: "La valuación pericial del daño es inatacable tanto para la compañía
como para el asegurado".

797
La opinión de los autores -que compartimos- se inclina por considerar que se trata de una
pericia similar a otras dispuestas por la ley para determinar un elemento integrante del contrato
(precio omitido en la compraventa, por ejemplo); ya que para considerarla arbitraje falta
realmente una cuestión controvertida, en la cual las partes hayan adoptado posiciones
contradictorias e inconciliables; es decir, "falta el litigio, que es el presupuesto indispensable
para toda función jurisdiccional, sea pública o privada" (1492) , y su decisión versa sobre una
cuestión técnica, como es el valor de la cosa o el daño sufrido por ésta o la existencia de las
cosas por los restos del siniestro (1493) . De ahí que la ley, en el art. 57 Ver Texto, lo califique
con acierto de juicio de peritos, y consagre la posibilidad de impugnar el procedimiento cuando
se aparta notablemente de la verdad de las cosas (1494) (art. 78 Ver Texto).

Otros autores -Ascarelli, por ejemplo- afirman que se trata de amigables componedores, cuyo
laudo se debe ajustar a las reglas que gobiernan este procedimiento, incluso en lo que refiere a
la impugnación (1495) . Lordi reconoce que su tarea es decidir una cuestión de hecho,
consistente en una diferente apreciación del daño, y no un litigio entre partes, tal como ocurre
en la fijación del precio omitido en la compraventa; pero estima que por esto son arbitradores,
que se trata de un arbitraje libre, más bien que una pericia contractual (1496) .

No se trata de mandatarios o representantes de las partes, porque no están sometidos a sus


instrucciones; pueden dictaminar en contra del interés de ellas, y su pronunciamiento es
impugnable, aun cuando el vicio haya sido cometido por el perito del atacante (1497) .

Según la opinión que aceptamos, la duda de si se pactó un arbitraje o un procedimiento pericial


se resolverá según la clase de función que se debe desempeñar: si deben decidir un litigio o
cuestión jurídica, serán árbitros, y si sólo establecen conclusiones de hecho, peritos (1498) (ver
art. 800 Ver Texto, Código Procesal, ley 17454).

Nuestra jurisprudencia anterior a la ley estaba orientada en favor de este criterio: en un


comienzo los calificó de peritos-arbitradores (1499) , si su decisión era inatacable (1500) ,
decisión que se debía ajustar a las reglas del Código de Procedimientos para los arbitradores
(1501) . En fallos posteriores negó que se tratara de árbitros ni de amigables componedores
(1502) , sino de un peritaje contractual (1503) o medio convencional de liquidación amigable y
conciliatorio, para evitar la acción judicial (1504) .

798
Debo destacar que en los textos de las pólizas aprobados pu-

blicados -salvo la de accidentes personales, cláusula 24ª-, no se prevé el procedimiento pericial


para la fijación del daño.

61. Revisión de la pericia.

El vacío del Código de Comercio acerca del procedimiento para la determinación extrajudicial
del daño dejó el punto librado a los convenios de las partes. Las pólizas establecían el juicio de
peritos cuyo dictamen se declaraba inatacable y definitivo, que en la práctica resultó fuente de
graves abusos por la fijación de indemnizaciones muy inferiores a los daños efectivamente
sufridos y la actuación reprochable de los "peritos".

La ley 17418 Ver Texto autoriza el juicio de peritos (art. 57 Ver Texto, 2ª parte), pero en el art.
78 Ver Texto, inspirado en la ley alemana, establece la anulabilidad del peritaje "si se aparta
evidentemente del real estado de las cosas o del procedimiento pactado. Anulado el peritaje, se
valuarán judicialmente los daños, mediante pericia que se practicará de acuerdo con la ley
procesal" (1505) .

Las causales de impugnación así establecidas son dos:

a) apartamiento del real estado de las cosas. El supuesto más importante es el de fijación de
una indemnización inferior a la debida, en razón del valor atribuido a los bienes afectados, o
del daño sufrido por éstos, o acerca de la cantidad de mercadería preexistente (p.ej., incendio
de un depósito o almacén), o entidad de los bienes salvados, etc. Deben ser incluidos todos los
presupuestos considerados por los peritos para establecer la indemnización.

b) el apartamiento del procedimiento pactado. Esta causal ya era reconocida por la


jurisprudencia anterior; tal procedimiento, que se debe ajustar al convenido, se analiza en el
apartado 63.

799
El procedimiento es inaplicable para el caso de litigio (1506) o cuando se reclama por un daño
no considerado por los peritos (1507) , o cuando se discute el derecho mismo, incluso la
preexistencia de la cosa que se pretende dañada o destruida (1508) .

El efecto definitivo de este dictamen requiere que se haya pronunciado con observancia de los
recaudos fijados en el contrato (1509) .

La participación del asegurador en el procedimiento pericial "importa su renuncia a invocar las


causales de liberación conocidas con anterioridad que sean incompatibles con esa
participación" (art. 79 Ver Texto).

La medida de la renuncia por el reconocimiento implícito del derecho es, pues, una cuestión de
hecho, dependiente de las circunstancias concurrentes en cada caso.

62. Efectos de la pericia respecto de los terceros.

Los terceros no pueden ser afectados por esta decisión. Vivante opina que cabe oponerla al
tercero responsable, salvo prueba de colusión, porque los peritos han actuado pro veritate;
además, una segunda pericia puede reducir los daños por desaparición de los rastros, etc., y el
asegurador no obtendrá cuanto a su vez pagó (1510) . Estas razones no son convincentes: el
tercero sólo debe cuanto reconoce o se pruebe en juicio en que es parte, cualquiera que sea el
monto pagado por el asegurador; es inadmisible que se obligue al tercero al pago de una suma,
en cuya determinación no ha sido oído, y cuya inexactitud puede depender no sólo de la
colusión de los peritos, sino también de una distinta apreciación de las consecuencias del
hecho. E incluso es inaceptable que autorice una inversión del peso de la prueba, que además
de poder llevar a imponer la carga de una prueba negativa, consagra la circunstancia
extraordinaria de dar eficacia erga omnes a una mera verificación de hechos realizada por
particulares. La conclusión será distinta si el tercero responsable, citado al efecto, participa en
la realización de la pericia; y será inatacable para él si así lo conviene expresamente.

800
63. Designación de los peritos. Procedimiento. Dictamen.

Planteada la disconformidad con la liquidación del daño practicada por el asegurador o un


liquidador designado por él, las pólizas en uso fijaban este procedimiento pericial para resolver
la diferencia: cada parte designaba un perito, y éstos a su vez un tercero (1511) . Si no mediaba
acuerdo sobre el perito tercero, su nombramiento se defería al presidente de la Bolsa de
Comercio o de Cereales -según las ramas-, aunque existían las que no consideraban el
supuesto. Alguna póliza -la de incendio- preveía el remedio del caso en que el asegurado
resistía u omitía el nombramiento del perito en el plazo establecido: en tal supuesto, ambos
peritos eran designados por el asegurador (cláusula inválida atento a lo dispuesto en el art. 800
Ver Texto, Código Procesal, ley 17454).

Las partes pueden adoptar también con la ley 17418 Ver Texto este procedimiento de
determinación del daño.

El asegurador designará un perito, y si son varios aseguradores, designarán uno solo por todos;
lo mismo se debe resolver para el asegurado y sus sucesores. El asegurado por cuenta ajena
puede nombrarlo si está en posesión de la póliza (arts. 24 Ver Texto y 25 Ver Texto). El
enajenante de la cosa dañada lo hará para los siniestros anteriores a la venta, y el adquirente
para los posteriores. Este derecho se traspasa al cesionario o al acreedor garantizado con
prenda sobre la póliza (1512) .

El perito que aceptó el cargo está obligado a llenar su cometido, y puede ser demandado
judicialmente al efecto, y por el resarcimiento de los daños que produzca su negativa o su
demora (1513) .

Los plazos para las designaciones varían según las distintas ramas.

La ley 17418 Ver Texto indirectamente impone que se fije un plazo para que los peritos se
expidan. En el art. 78 Ver Texto, 2º párr., autoriza a apartarse del procedimiento toda vez que
los peritos no se puedan expedir o no se expidan en término (1514) . Además, se debe tener
presente que el asegurador se pronunciará sobre el derecho del asegurado en el término de 30
días de recibida la información prevista en los párrafos 2º y 3º del art. 46 Ver Texto (art. 56 Ver
Texto) y que su omisión importa aceptación y hace correr el plazo para el pago, conforme al
art. 49 Ver Texto. El conjunto de estas normas impondrá a los aseguradores proceder con la
máxima diligencia (1515) .

801
En la práctica anterior, cuando los peritos se reunían por primera vez para realizar su tarea,
fijaban el plazo para expedirse y lo comunicaban a las partes.

La ley no establece un procedimiento de actuación: el que se pacte es válido (1516) y los


mismos peritos suplirán sus lagunas (1517) (arts. 800 Ver Texto y 796 Ver Texto, Código
Procesal, ley 17454). Pueden recurrir a su vez al asesoramiento de peritos (1518) .

Corresponde que dictaminen en común, pero es válido que lo hagan por separado y
sucesivamente cuando se hallan en disidencia (1519) (ver arts. 800 Ver Texto y 794 Ver Texto,
inc. 6, Código Procesal, ley 17454).

Las notificaciones al asegurado se harán válidamente en el último domicilio declarado (art. 16


Ver Texto, 2º párr.). Téngase en cuenta que está prohibido constituir domicilio especial (art. 16
Ver Texto, 1er. párr.) (1520) .

64. Procedencia de la pericia. Resistencia del asegurado; efectos; subsanación.

La ley prohíbe subordinar la prestación del asegurador a un reconocimiento, transacción o


sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada (art. 46 Ver Texto, 3er. párr.), por lo cual no se
puede demorar la realización del juicio de peritos a la espera de un previo procedimiento
judicial.

La pericia sólo procede cuando media disconformidad con la liquidación, y no cuando se


desconoce el derecho mismo a la indemnización (1521) .

Es menester que la pericia sea posible: se prescindirá de ella cuando exista imposibilidad de que
los peritos se expidan (art. 78 Ver Texto, 2º párr.) (1522) : por ejemplo, en el caso en que la
destrucción total de la cosa suprima toda base para pronunciarse (1523) , o no se encuentran

802
personas idóneas, o éstas niegan su colaboración: en tales supuestos se dejará de lado ese
procedimiento y se ocurrirá directamente a la Justicia (1524) .

El procedimiento debe ser observado, si no se demuestra que media inejecución por la


contraparte. La resistencia por el perito no importa incumplimiento por la parte que lo
designó, como tampoco si se discute su idoneidad, o la parte se resiste a darle instrucciones
aclaratorias del convenio en que se le nombró (1525) .

El asegurador sólo puede prescindir del asegurado renuente en la designación de los peritos, en
los supuestos taxativamente pactados, sin poder extenderlos a otros (1526) . La resistencia del
asegurado debe ser injustificada; su negativa no lo es cuando el compromiso de nombramiento
propuesto pugna con las formas y recaudos contractuales (1527) .

Con anterioridad a la ley 17418 Ver Texto las pólizas solían sancionar con la caducidad la
resistencia del asegurado a cumplir con su colaboración en la realización del juicio pericial. El
art. 36 Ver Texto, inc. b, sólo autoriza esta liberación del asegurador "si el mismo -esto es, el
incumplimiento- influyó en la extensión de la obligación asumida". Como la omisión del
asegurado no influye en la extensión de la obligación asumida -que es resarcir el daño
efectivamente sufrido-, la caducidad es improcedente. La prestación del asegurador puede ser
más onerosa para él por la necesidad de soportar un procedimiento judicial evitable por el
juicio de peritos, pero no tiene por efecto aumentar la indemnización debida. El contrato debe
prever otra sanción.

Esta norma complementa la del art. 78 Ver Texto analizada, para desanimar a los aseguradores
en una política poco leal en la práctica de estos juicios periciales.

La jurisprudencia anterior consideró que la caducidad pactada era inaplicable cuando la póliza
le da los medios para salvar esa resistencia (1528) . No se puede imputar omisión al asegurado
si la contraparte resiste infundadamente la actuación del mandatario nombrado (1529) .
Tampoco se aplica cuando la no realización del procedimiento se debe a culpa de ambas partes
(1530) . Y un fallo llegó a exigir mala fe del asegurado (1531) .

803
La resistencia u obstrucción del asegurado debe ser probada por el asegurador (1532) .

El asegurador no puede recabar la observancia del procedimiento pericial cuando es


demandado judicialmente si no lo exigió en su oportunidad (1533) y no usó de las facultades
contractuales para suplir las omisiones o resistencia del asegurado (1534) .

El procedimiento contractual se debe aducir como defensa, por vía de excepción de


incompetencia (1535) ; pero si la póliza fija los medios para obviar la resistencia, y no se
emplearon, el asegurador no puede alegar esta defensa (1536) .

El asegurador no se puede oponer -resolvió la Cámara en lo Comercial- a que se incluyan en el


temario para los peritos cuestiones referentes a la interpretación del contrato, si el asegurado
no le da carácter obligatorio al dictamen en esos puntos (1537) .

Se debe presumir que las cosas se presentan a los peritos tal como quedaron después del
siniestro. Corresponde al asegurado custodiar los restos: el asegurador no responde por los
daños posteriores -salvo que deriven directamente del siniestro-; una actitud distinta del
asegurador se podría interpretar como que se apropió de los restos y que entonces debe la
indemnización por el todo (1538) .

Pero el asegurador debe obrar con la máxima diligencia, para la no aplicación del art. 77 77 y su
doctrina.

65. Impugnación del dictamen de los peritos.

El dictamen de los peritos no puede ser retractado (1539) .

804
Pero se puede impugnar judicialmente por las causales establecidas en el art. 78 Ver Texto
(1540) .

La jurisprudencia anterior a la ley 17418 Ver Texto decidió que la impugnación se debe fundar
en un vicio de procedimiento (1541) o de la voluntad (1542) , o por ser la tasación
excesivamente baja (1543) , o existencia de dolo o fraude de los peritos (1544) , o si los peritos
salen de su competencia (1545) , o por los elementos de juicio que se tomaron como base
(1546) .

Conforme a estas reglas generales, y a cuanto expusimos precedentemente, cabe resolver


(1547) :

a) Que la pericia no se anula por la inobservancia de las formas procesales para los juicios
arbitrales o de amigables componedores (1548) , si se ajustan a las contractuales; si éstas no
existen, se aplicarán las normas procesales (para la justicia nacional, art. 800 Ver Texto, Código
Procesal).

b) Los peritos deben establecer -so pena de nulidad- los elementos de que se valen para hacer
su estimación, indicando su fuente (1549) . La falsedad de los datos tomados en cuenta o el
error de cómputo o de precios unitarios que fundan el justiprecio (1550) o la falta de
comunicación al perito tercero de determinada documentación para fijar el daño (1551) , o la
negativa de los peritos a considerar la prueba del costo de la cosa dañada ofrecida por el
asegurado (1552) autorizan la impugnación. Las simples diferencias entre los peritos no la
autorizan (1553) (salvo que de ello resulte apartarse evidentemente del real estado de las cosas,
art. 78 Ver Texto cit.).

c) En lo que se refiere a los vicios procesales, basta que la pericia "se realice dentro de garantías
que aseguren el cumplimiento de lo fundamental, o sea, la seriedad o corrección de los

805
procedimientos y la libertad de juicio" (1554) . Se deben tener en cuenta los arts. 800 Ver
Texto y 794 Ver Texto, Código Procesal, ley 17454.

Se resolvía, con anterioridad a la ley 17454 Ver Texto, que no anula la pericia la causal de
recusación del perito (1555) , la falta de juramento al aceptar el cargo (1556) , no haber visto la
cosa dañada antes del siniestro (1557) , la falta de comunicación de la constitución del tribunal
de peritos (1558) , la antedatación del acta de constitución del tribunal y la inexactitud del lugar
en que se realizó (1559) , la falta de comunicación de la decisión alcanzada (1560) , la
estimación de los daños sin formar tribunal (1561) , la falta de comunicación del perito tercero
designado, no discutir los dictámenes entre los peritos, dictaminar en forma global, con escaso
estudio de los antecedentes (1562) (soluciones ahora inaceptables: ver arts. 800 Ver Texto y
794 Ver Texto, Código Procesal, ley 17454).

La pericia será nula si los peritos no tienen la calidad prevista (1563) , o se nombran en forma
distinta a la fijada en la póliza (1564) , o actúan sin labrar actas, las cuales luego deberán ser
necesariamente autenticadas en juicio en caso de impugnación (1565) , o se apartan de las
formas convenidas (1566) , o si el acta labrada carece de las formalidades necesarias, como es la
firma del perito (1567) , o si el perito tercero se expide sin el dictamen previo de los peritos de
las partes (1568) , o se expide por separado (1569) , o si el dictamen se funda en el examen de
elementos comunicados a unos peritos y a otros no (1570) , o si no constan las disidencias que
justifican la actuación del perito tercero (1571) , o si el perito tercero es designado después de
suscitarse la disidencia, cuando debió serlo antes (1572) .

d) También se anulará cuando se cometan errores de cálculo que afecten sensiblemente el


resultado (art. 78 Ver Texto, 1er. párr.) (1573) , o no se examinan todas las probanzas,
resultando un dictamen contrario al estado de las cosas (art. 78 Ver Texto, 1er. párr.) (1574) ; o

806
el perito no es imparcial, como cuando se halla en relación de dependencia con una de las
partes, porque deja de ser perito, que no es defensor del interés de la parte que lo designó, ni
su mandatario o representante; o cuando la parte lo recompensa en proporción al importe
fijado; o cuando actúa abiertamente con prejuicio (1575) . No se puede impugnar sobre la base
de manifestaciones de los peritos, posteriores al dictamen (1576) .

e) Es menester que cumplan su gestión dentro de los límites de su competencia, que debe
resultar de la póliza o del convenio posterior que los designa, sin que se puedan pronunciar
sobre punto ajeno a la determinación del daño, como la relación causal, salvo en el seguro de
accidentes (1577) .

Si el pronunciamiento es incompleto, se dispondrá que lo complementen; si se resisten o no


pueden hacerlo, se cumplirá judicialmente (art. 78 Ver Texto, 2º párr.) (1578) , como también
si por esa omisión parcial resulta que no se expiden en término (art. 78 Ver Texto, 2º párr. cit.).

66. Perito tercero. Actuación.

La actuación del perito tercero suscita dificultades especiales. Hemos visto que debe ser
designado en la forma y oportunidad previstas en el contrato, so pena de nulidad. Una sola de
las partes no puede provocar su nombramiento: si la contraparte es renuente, es menester
observar el procedimiento pactado o recurrir a la Justicia (1579) ; cuando los peritos deben
hacer la designación, pueden ser demandados judicialmente al efecto (1580) , pero si con ello
trascurre el término, se recurrirá a la valuación judicial (art. 78 Ver Texto, 2º párr.).

No es necesario que los peritos de las partes examinen los restos y cumplan los demás actos de
información con el tercero, si en estas operaciones no se suscitan diferencias, y se deja
constancia de los elementos revisados y de su estado (1581) .

807
Es menester que el tercero se pronuncie formando tribunal (1582) . La jurisprudencia era
contradictoria en la determinación del alcance de la exigencia cuando se pacta que así se debe
expedir: para unos fallos, la expresión "formando tribunal" significa que debe dictaminar con
audiencia de los otros dos peritos, mas no exige la formación de un tribunal, como ocurre en el
juicio arbitral (1583) , audiencia que no se satisface con el mero conocimiento de los
dictámenes previos (1584) . Para otro fallo, se entenderá que los peritos dictaminarán
"compulsando en común las pruebas acumuladas, y que el perito tercero se pronuncie en
último término [. . .], tomando conocimiento [. . .] de los motivos en que éstos [los peritos de
las partes] fundan sus opiniones y previo examen de las pruebas que los mismos hayan
considerado" (1585) .

Esta interpretación se refleja directamente sobre el papel que se le atribuye al perito tercero, a
quien se le limita la tarea a decidir solamente los puntos sobre los cuales existe discordia (1586)
.

En nuestro entender, la expresión "formando tribunal" significa el requisito de la reunión de


los tres peritos, para compulsar la prueba y decidir todos los puntos de valuación, una vez que
se produjo la disidencia. Con esto, de acuerdo con Vivante, entendemos que el perito tercero
se debe pronunciar sobre todas las cuestiones, y no sólo sobre las disidencias, porque la
solución de éstas puede influir sobre las otras (1587) . El art. 800 Ver Texto, Código Procesal,
ley 17454, en cuanto dispone aplicar las normas sobre juicio de amigables componedores,
refuerza la conclusión.

La forma ligera o equivocada en que el perito tercero examinó las cosas no puede fundar la
nulidad del dictamen (1588) ; lo hará atacable si con ello cae dentro de los supuestos ya
considerados (art. 78 Ver Texto).

67. Efectos de la realización de la pericia.

La realización de la pericia interrumpe el plazo de la prescripción legal, porque importa el


reconocimiento, en principio, del derecho a la indemnización (art. 79 Ver Texto), ya que si este

808
derecho fuera desconocido, su cumplimiento sería improcedente (1589) : lo dispone
expresamente el art. 58 Ver Texto, 3er. párr.

Vivante sostiene que no sana las caducidades incurridas, porque se trata de un acto equívoco,
preparatorio, que no demuestra la intención de pagar la indemnización (1590) . Es un error: la
aplicación del procedimiento pericial importa ejecución del contrato, y por ello renuncia a las
caducidades anteriores. Si el asegurador entiende lo contrario, debe desconocer derechamente
la pretensión a la indemnización misma, y no aceptar la ejecución del contrato con una
operación que supone o deja suponer la conformidad con el derecho a la indemnización, no
afectado por la conducta del asegurado hasta ese momento. Si así no fuera, ¿para qué designar
peritos y hacer incurrir al asegurado en mayores erogaciones y dilaciones aún? La ley, en el art.
79 Ver Texto, aplica la regla general expuesta ya: la ejecución del contrato importa la renuncia a
las caducidades anteriores conocidas. La reserva en contrario que pueda formular el asegurador
será ineficaz, porque no valen reservas contra los propios actos. Además, conforme al art. 56
Ver Texto, no habiéndose pronunciado sobre el derecho del asegurado, su silencio importa
aceptación.

Indiscutiblemente, el pago de la indemnización (1591) o la ejecución parcial de la liquidación


(1592) cierra toda discusión sobre el cumplimiento de las obligaciones por el asegurado.

68. Gastos de la pericia.

El art. 76 Ver Texto, última frase, autoriza convenir que el asegurado pague los gastos por la
actuación del perito que designe y participe en los del perito tercero; y generalmente así lo
disponían las pólizas (1593) . Por lo cual, en caso de silencio del contrato, los gastos son a
cargo del asegurador, conforme a la primera parte del art. 76 Ver Texto, cit.

69. Pago de la indemnización.

809
Fijada la indemnización, el asegurador debe pagarla en la forma pactada, es decir, en dinero o
en especie. Si es en dinero, se deberá pagar en la moneda convenida, y si no se previó el punto,
en la moneda en que se pagó la prima (1594) .

El beneficiario tiene la libre disposición de la indemnización que recibe, por lo cual no se debe
procurar una cosa nueva en sustitución de la destruida ni reparar la dañada: el asegurador
carece de interés acerca del destino final de la indemnización (1595) , salvo en el seguro de la
responsabilidad civil, cuya inversión en el pago a la víctima cumple con su destino contractual
y legitima el contrato, evitando el enriquecimiento virtual del asegurado; de ahí las reglas del
art. 118 Ver Texto y la acción en favor de la víctima.

Este principio reconoce además las excepciones de las cláusulas que imponen la
reconstrucción, o que hacen depender el pago de la reconstrucción, o facultan al asegurador a
reconstruir o reemplazar la cosa dañada o destruida. Si el asegurado está obligado a reconstruir,
el asegurador puede exigir que la indemnización se destine efectivamente a ese fin, y recabar las
seguridades necesarias para que se cumpla (art. 89 Ver Texto).

Mas si el asegurador paga, la violación de la obligación de reconstruir no le autoriza a repetir el


pago, porque carece de todo interés, ya que el fin del contrato no es ése, sino indemnizar el
daño sufrido (1596) .

El derecho del asegurador a retener el pago hasta la reconstrucción o hasta que el asegurado
suministre las seguridades de que la realizará halla su límite en la buena fe: deberá pagar lisa y
llanamente si la reconstrucción es imposible, sea por prohibición administrativa, sea porque la
cosa no es sustituible, etc. (1597) .

70. A quién se debe pagar.

El pago se debe hacer al titular del interés (1598) , capaz de recibir el pago, o a sus herederos o
cesionario: así no se podrá pagar al fallido, ni aun por el siniestro anterior a la falencia. La
mujer casada puede recibir el pago por los bienes gananciales adquiridos con el producto de su
trabajo o por los propios que administre (arts. 135 Ver Texto y 1276 Ver Texto, CCiv. -ley
17711 Ver Texto-, y art. 3 Ver Texto, ley 17711, modificatorio del art. 1 Ver Texto, ley 11357).

810
El carácter de titular del interés se puede acreditar con títulos representativos (conocimiento de
carga, póliza, etc.) (1599) . Si la póliza lleva la cláusula al portador, el asegurador debe limitar la
exigencia de su prueba a la legitimación formal de la tenencia. El pago al tenedor libera al
asegurador, sea que sólo exista esta legitimación formal, o también la material (art. 13 Ver
Texto, 2º párr.). En el supuesto de póliza emitida a la orden, el asegurador se libera pagando a
quien aparezca ser legítimo titular por una cadena regular de endosos (1600) .

En el supuesto de enajenación de la cosa con pacto de retroventa, el vendedor no puede


invocar su contrato de seguro, porque no es el propietario; la cosa se pierde para el comprador,
que lo es. El comprador percibirá la indemnización si el siniestro se produce antes de ser
aplicado el pacto y trasferido el dominio (art. 1371 Ver Texto, inc. 2, CCiv.); después, no,
porque su derecho se ha trasformado en uno al precio debido por el vendedor (1601) .

En el seguro por cuenta ajena, el asegurador sólo está obligado hacia el tomador cuando se
pruebe que el asegurado dio su consentimiento para el contrato (art. 23 Ver Texto, 2º párr.). El
asegurado tiene derecho a la indemnización, pero no debe disponer de ella, como tampoco de
los demás derechos nacidos del contrato (1602) , si no se halla en posesión de la póliza (art. 24
Ver Texto), pues hasta tanto garantiza al tomador, por el privilegio que le reconoce el art. 25
Ver Texto.

Si la cosa sobre la cual versa el interés reconoce usufructo, se pueden presentar distintos
supuestos. Si el usufructuario asegura la totalidad de la cosa, se aplicará el art. 2936 Ver Texto,
CCiv.: se pagará al usufructuario, quien continuará en el goce de la indemnización y la restituirá
oportunamente al propietario. Si el propietario sólo contrata para sí, el usufructuario no tiene
derecho alguno, como resulta del art. 2937 Ver Texto, CCiv. (1603) . Si el propietario y el
usufructuario contratan conjuntamente, también se les pagará conjuntamente; si ambos
aseguran por separado, se liquidará por separado, sin que un contrato influya sobre el otro
(1604) .

71. Acreedores hipotecarios, prendarios, etc.

811
Si la cosa dañada está gravada con hipoteca o prenda, la ley reconoce a estos créditos un
privilegio sobre la indemnización, en igual grado o prelación que el que gozaban sobre la cosa:
art. 3110 Ver Texto, CCiv., para la hipoteca; art. 3 Ver Texto, decreto 15348, año 1946, para la
prenda con registro; art. 26 de la ley de warrants. La doctrina hace extensivas estas soluciones a
la prenda común (1605) .

La ley 17418 Ver Texto ha venido a suplir un silencio del Código Civil y demás leyes citadas
acerca de cómo se ejercen estos privilegios.

El art. 84 Ver Texto dispone que "el acreedor notificará al asegurador la existencia de la prenda
o hipoteca y el asegurador, salvo que se trate de reparaciones, no pagará la indemnización sin
previa noticia al acreedor para que formule oposición dentro de 7 días.

"Formulada oposición y en defecto de acuerdo de partes, el asegurador consignará


judicialmente la suma debida. El juez resolverá el artículo por procedimiento sumarísimo".

El procedimiento queda librado a la diligencia del acreedor, que está en mejores condiciones
para conocer la existencia del seguro (cuya contratación es una obligación de estilo en la
práctica de estos negocios).

La oposición es extrajudicial. Notificado el asegurador y no acordadas las partes, sólo para este
supuesto la ley prevé la intervención del juez: la ley es clara, y toda otra solución es inútilmente
engorrosa y onerosa, ya que sólo en supuestos excepcionales se suscitarán las diferencias.

La excepción respecto del reembolso de las reparaciones, concuerda el art. 84 Ver Texto con la
regla sobre reconstrucción en incendio (art. 89 Ver Texto), y se funda en que realizadas las
reparaciones como cuando se garantiza la reconstrucción, el acreedor no tiene interés jurídico
en la oposición, porque se restablece su garantía en especie (1606) .

Téngase en cuenta que el asegurador consignará judicialmente sólo si reconoce derecho a la


indemnización (1607) .

La jurisprudencia ha reconocido al acreedor garantizado con prenda agraria el derecho de


accionar contra el asegurador, por derecho propio, sin necesidad de subrogación judicial (1608)
.

812
También se debe reconocer prilegio al locador sobre la indemnización que subentra en
reemplazo de las cosas puestas en la finca locada (1609) . Esta solución se extiende a todos los
créditos con privilegio especial, ya que: 1) la indemnización se subroga al bien sobre el cual
recae el privilegio especial; 2) el deudor, titular del bien, tendría, de lo contrario, un interés
asegurable disminuido por la importancia de ese crédito privilegiado, porque si desapareciera el
privilegio se enriquecería al incorporar a su patrimonio la indemnización y el crédito queda
relegado a la categoría de quirografario.

La extensión está determinada por el monto del seguro y del crédito que se hace valer,
subordinada la pretensión a las defensas que pueda oponer el asegurador (pago de la prima,
liberación por la conducta del asegurado, etc.) (1610) .

El acreedor hipotecario que aseguró por cuenta propia tiene derecho a que se le pague, sin
necesidad de acreditar la insolvencia del deudor ni de ejecutarlo: el asegurador no pagará lo
indebido, porque se subroga en el crédito, conforme al art. 80 Ver Texto, ley 17418, y a su vez
perseguirá al deudor (1611) .

Si el acreedor hipotecario asegura por cuenta del propietario, su recibo de la indemnización,


lógicamente, no libera al asegurador (1612) .

Téngase en cuenta que el acreedor hipotecario o prendario no se puede oponer al pago de la


indemnización si está destinada a la reconstrucción y el asegurador requirió garantías
suficientes de que se destine para ese objeto (art. 89 Ver Texto), como expresé anteriormente.

72. Compensación oponible por el asegurador.

El asegurador puede oponer compensación por cuanto le adeuda el asegurado o tomador,


generalmente por primas atrasadas.

Esta compensación es oponible: al cesionario, aunque se trate de una póliza emitida a la orden
o al portador, que resulten del mismo contrato de seguro y si se trata de las primas adeudadas,
si la deuda resulta de la póliza (art. 13 Ver Texto, 1er. párr.); al comitente; al beneficiario del

813
seguro por cuenta (1613) , con la salvedad apuntada por aplicación del art. 13 Ver Texto para
los supuestos de póliza endosable o al portador.

No es oponible al acreedor hipotecario o prendario, por el grado de privilegio que la ley


reconoce a estos créditos, mientras que el del asegurador es meramente quirografario -salvo en
el seguro agrícola-; y porque la indemnización no es la suma debida, con detracción del
importe de las primas, porque ésta es una deuda independiente, no subordinada a la existencia
o reclamación de la indemnización (1614) .

73. Plazo para el pago.

En principio, la obligación del asegurador es inmediatamente exigible con el siniestro, salvo


cuando las peculiaridades de la ejecución requieran un examen del estado de las cosas, con las
consiguientes dilaciones (1615) .

Liquidado el daño, el asegurador debe pagar la indemnización en el término que fija la póliza
(1616) , si no excede del término de 15 días de fijada la indemnización o aceptada la ofrecida
(art. 49 Ver Texto), porque este plazo puede ser abreviado (art. 158 Ver Texto) (1617) .

En el seguro de personas se pagará dentro de los 15 días de notificado el siniestro como


máximo (arts. 49 Ver Texto, 2º párr., y 158 Ver Texto) o de suministrada la información
complementaria cuando proceda (art. 49 Ver Texto, 2º párr.).

El vencimiento del término fijado produce automáticamente la mora del asegurador (art. 51
Ver Texto, 4º párr.) (principio extendido a todas las obligaciones por la ley 17711 Ver Texto,
de reforma del Código Civil: art. 509 Ver Texto), que se impone por la función que desempeña
la indemnización y la naturaleza del contrato (1618) . La jurisprudencia anterior no aceptaba la
solución y sólo otorgaba los intereses desde la notificación de la demanda (1619) .

814
Además del pago de los intereses, la mora le impone el resarcimiento de los daños que cause
(1620) . El art. 50 Ver Texto implícitamente lo establece, al prohibir el pacto exonerativo de la
responsabilidad por la mora. La ley consagra así una solución contraria a la auspiciada por la
mayoría de la doctrina que interpreta el art. 622 Ver Texto, CCiv., extendiéndolo al
cumplimiento de todas las obligaciones que se resuelven en el pago de una suma de dinero
aunque integren un contrato que no sea de mutuo. En consecuencia, deberá el mayor daño por
desvalorización (1621) . Además, podrá recibir la sanción del art. 565 Ver Texto, CCom. (ver
art. 622 Ver Texto, 2º párr., CCiv., ley 17711 Ver Texto) (1622) .

Algún fallo aceptó el embargo preventivo por el importe de la indemnización, con la prueba
sumaria del contrato de seguro -póliza-, existencia de la cosa -conocimiento-, y del siniestro
(1623) .

74. Lugar del pago.

Se debe pagar en el lugar indicado en la póliza -que generalmente se pacta-, y en defecto de ello
en el domicilio del asegurador, conforme al art. 747 Ver Texto, Código Civil (1624) .

75. Recibo. Repetición del pago indebido.

El asegurador puede exigir recibo al momento del pago: el asegurado incurrirá en mora si lo
rehúsa. Se debe ajustar a las formas corrientes, y extenderse en el lugar del pago (1625) .

El recibo por la indemnización por todos los daños excluye todo otro reclamo, aun por los
daños probables que puedan sobrevenir por el mismo hecho. Mas cabe impugnarlo por dolo,
error -por ejemplo, error de cálculo-, por contrario a las buenas costumbres (1626) , o
conforme al art. 954 Ver Texto, CCiv. (ley 17711 Ver Texto), por el estado de necesidad.

815
Otorgado por la indemnización pagada por un concepto, no impide reclamar la indemnización
debida por otro concepto (1627) .

Si el asegurador o reasegurador pagan sin estar obligados legalmente a hacerlo, pueden repetir,
conforme a los principios de los arts. 784 Ver Texto y 790 Ver Texto, CCiv. Igualmente cabe
repetir en el seguro por cuenta ajena, cuando el tomador recibe el pago de mala fe, si el
asegurado ya había sido indemnizado. Si el tomador actuó gratuitamente restituirá lo recibido
íntegramente; por el contrario, si es titular de un derecho contra el asegurado, puede
compensar hasta ese importe si actuó de buena fe, y devolverá el saldo indebidamente pagado
(1628) .

75 bis. Pagos a cuenta.

Ni el Código de Comercio -derogado en la materia- ni las pólizas preveían el pago a cuenta,


omisión importante que la ley 17418 subsana en el art. 51 Ver Texto.

El pago a cuenta es importante en toda especie de seguro, porque permite remediar las
situaciones más premiosas creadas por el siniestro, que en más de un supuesto han provocado
la quiebra del asegurado por la imposibilidad de pagar sus obligaciones en razón de la
interrupción de sus actividades normales por el siniestro.

El art. 51 Ver Texto prevé el pago a cuenta en toda clase de seguros cuando el asegurador
reconoció el derecho a la indemnización o capital prometido y estimó el daño, o se le tiene por
reconocido (art. 56 Ver Texto), si el procedimiento previsto para la fijación definitiva de la
prestación debida no está terminado un mes después de notificado el siniestro.

Si la demora obedece a omisiones del asegurado -p.ej., dilaciones en suministrar los elementos
a que se refiere el art. 46 Ver Texto, 2º y 3er. párrs.-, el término de un mes preestablecido se
suspende hasta que cumpla con las cargas impuestas por la ley o el contrato (art. 51 Ver Texto,
2º párr.).

El pago a cuenta no será inferior a la mitad de la prestación reconocida u ofrecida por el


asegurador (art. 51 Ver Texto, 1er. párr., última frase).

816
En el seguro de accidentes personales, en el supuesto de incapacidad temporaria en que se
convino el pago de una renta, el asegurado tiene derecho al pago a cuenta luego de trascurrido
un mes (art. 51 Ver Texto, 3er. párr.).

Téngase presente que en los demás seguros de personas (seguro sobre la vida) la disposición
del art. 49 Ver Texto, 2º párr., sobre época del pago del capital o renta hace prácticamente
inaplicable el régimen de pago a cuenta.

76. Recaudos especiales para el pago en el seguro de incendio.

En la rama del seguro de incendio, en la póliza usual se imponía como recaudo para el pago de
la indemnización que el asegurado, si era procesado, obtuviera el sobreseimiento definitivo en
la causa: ver cláusula 17ª. Esta exigencia se tornó ilegítima por el art. 46 Ver Texto, 3er. párr.

La jurisprudencia anterior, con muy buen acuerdo, declaraba suficiente el sobreseimiento


provisional, porque no está en manos del asegurado cumplir la exigencia, y no se le puede
imponer la prueba de que ha sido casual; de ahí que con el sobreseimiento provisional cumplía
el pacto en la forma en que le era posible (1629) .

La misma cláusula precitada exigía el levantamiento previo de los embargos y oposiciones de


terceros que afectaran la indemnización. Con criterio análogo al precedente, la Cámara en lo
Comercial dispuso el pago de la indemnización del saldo, con retención del importe
embargado (1630) : es así porque ése es el límite del interés del asegurador, que busca
precaverse contra un pago mal hecho.

77. Costas procesales del cobro compulsivo.

Si el cobro de la indemnización se debe perseguir judicialmente, la mayoría de los fallos


imponen las costas a cargo del asegurador, porque integran la indemnización, que de lo
contrario no sería completa (1631) , aunque el asegurado haya incurrido en plus petitio o su

817
acción progrese parcialmente (1632) . Otros fallos aplican las reglas generales en la materia
(1633) .

Téngase en cuenta que el art. 565 Ver Texto, CCom., modificado por el decreto 4777 , año
1963, rige para todos los contratos comerciales, por lo cual es aplicable al asegurador que
litigare maliciosamente (1634) (ver supra, texto y nota 421 bis).

78. Aplicación de las normas en el seguro de incendio.

Consideraremos la aplicación de estos principios a algunas ramas de seguros.

En materia de incendio, se resarcen los daños materiales causados con ocasión de un fuego
hostil (1635) . Estos daños son los causados directa o indirectamente a la cosa sobre la cual
versa el interés (art. 85 Ver Texto, primera parte): la cláusula 1ª de la póliza aprobada enuncia
los daños indirectos indemnizables; dado el lenguaje imperativo del art. 85 Ver Texto, 1er.
párr., conforme al art. 158 Ver Texto, esta limitación no es válida. Los otros daños, que pueden
ser materiales o inmateriales, no son cubiertos: el asegurador responde por los demás daños
materiales si existe un pacto expreso; en cuanto a los inmateriales, que son los que afectan la
persona del asegurado, se excluyen porque la prima no se podría calcular ni la cobrada
correspondería al riesgo asumido (1636) .

La ley -art. 85 Ver Texto- impone a cargo del asegurador los daños causados por el
salvamento: demoliciones, agua, evacuación o análogos (1637) . En consecuencia, deben ser
indemnizados los daños causados por el humo, el hollín, los causados por el incendio vecino
(1638) , por el desalojo inevitable (1639) , por el extravío de las cosas aseguradas (art. 85 Ver
Texto, 2º párr.) (1640) o los daños que reciben en el trasporte para salvarlas, o los producidos
por quedar las cosas a la intemperie, por no haber sido posible ponerlas al resguardo; o los que
sufren en el depósito provisional -huracán, robo-, porque es sólo una etapa en el trasporte
(1641) ; las averías posteriores no imputables a la negligencia o inacción sistemática y calculada
del asegurado (1642) ; los causados por el cortocircuito provocado por el incendio (1643) ; los
gastos de acarreo y depósito (1644) ; etc. El lenguaje del art. 85 Ver Texto es imperativo, por lo
cual no caben limitaciones o exclusiones contractuales (art. 158 Ver Texto).

818
Entre los daños materiales que no son indemnizables si expresamente no son incluidos en el
contrato, cabe enumerar: los alquileres perdidos, los contratos resueltos, entrega tardía de
mercaderías, indemnizaciones debidas por el asegurado culpable, interrupción de la industria,
desintegración de una colección de la cual se destruyen algunos ejemplares, etc. (1645) .

El asegurador no responde por los daños debidos exclusivamente al vicio propio de la cosa
(art. 66 Ver Texto, salvo pacto en contrario) (1646) .

Se indemnizará no sólo por el siniestro causado en la forma o por la combustión de los


materiales previstos expresamente en el contrato, sino también por elementos que se deben dar
por previstos, por ser necesarios para los demás o por la naturaleza de la actividad
desempeñada (1647) .

79. Explosión. Rayo.

El art. 86 Ver Texto equipara los daños causados por el incendio a los que causen la explosión
o la caída de un rayo, salvo pacto en contrario (1648) .

Ya hemos visto que el riesgo del terremoto, o del incendio causado por el terremoto, es
excluido por el art. 86 Ver Texto, siguiendo la tendencia uniforme de la doctrina y la legislación
(1649) .

819
Pero es indiferente que los daños sean agravados por el terremoto, o que éste haga imposible o
dificulte el salvamento: el siniestro es indivisible, y por ello cae íntegramente dentro del
contrato (1650) .

La explosión se distingue fácilmente del incendio por la forma como se producen, sus
consecuencias, las huellas: éste comienza en pequeño, se extiende progresivamente y puede ser
contenido en su desarrollo; aquélla es instantánea, ruidosa, producida por la expansión de una
gran fuerza, por la trasformación de las cosas al estado gaseoso; mientras el incendio sólo es
causado por el fuego, la explosión reconoce muchas causas y no admite medios de lucha. El
incendio deja carbón y cenizas; la explosión pulveriza y destroza. Por todas estas diferencias no
se puede afirmar que la explosión sea un incendio rápido de las sustancias explosivas (1651) .

Si la explosión fue excluida de la garantía -exclusión autorizada por el art. 86 Ver Texto para el
supuesto de terremoto-, el asegurador no debe indemnizar la ruina causada por ésta, pero sí de
los incendios provocados por la explosión; se deben distinguir los daños causados por una y
otro (la póliza aprobada no la excluye). También indemnizarán los daños causados por las
explosiones originadas por el incendio, porque derivan de éste: no se hubiesen producido sin el
incendio; es decir que el asegurador se libera por la explosión que tiene una causa distinta del
incendio (1652) .

En materia de incendio causado por un rayo, se aplican normas análogas: no cabe excluirlo (la
póliza aprobada no lo excluye): se debe indemnizar la ruina que causa el rayo mismo, y con
mayor razón si causa un incendio, que es el ejemplo clásico del incendio fortuito (1653) . Mas
como por la disposición legal se cubre, es indiferente que cause o no incendio (1654) .

80. Daños por fuego no hostil.

Las pólizas corrientes de incendio en uso anteriormente, además de excluir los daños causados
por incendio provocado por culpa grave del asegurado, guerra civil o extranjera, tumulto
popular, asonada, motín, rebelión y sedición, cuyos conceptos hemos visto, excluían las
quemaduras en la ropa blanca, vestidos y tapices originadas por exceso de calor, o por el fuego;
los deterioros debidos al contacto, o a la aproximación de un aparato de calefacción o de
iluminación; la destrucción parcial o total de las cosas aseguradas que han caído o que fueron

820
dejadas por descuido en un hogar; pero responde por los daños de incendio que sean la
consecuencia de alguno de estos hechos (1655) .

Esta exclusión por fuego no hostil se reproduce genéricamente en la cláusula a del art. 2 Ver
Texto de la póliza aprobada.

En cuanto a las causales previstas en el art. 71 Ver Texto -guerra civil o internacional, motín o
tumulto popular- su exclusión no es extensible a otras causales, atento al texto imperativo del
art. 85 Ver Texto, conforme al art. 158 Ver Texto.

81. Supuestos especiales del seguro de incendio: inmuebles, inmuebles por accesión,
mobiliario, pluralidad de riesgos.

Cuando se asegura un inmueble, se incluyen en la garantía todos los accesorios incorporados


de manera estable, y los que forman parte integrante de él -art. 2315 Ver Texto, CCiv.-, pero
no se incluyen todos los muebles, que son inmuebles por accesión moral, ni los previstos en el
art. 2322 Ver Texto, CCiv. (1656) (sin embargo, la cláusula 3ª, capítulo I, aps. a y b, de la póliza
aprobada, es confusa y podría autorizar una conclusión diversa). Así, deben ser consideradas
comprendidas las cosas muebles, que integran el inmueble; pero en el seguro del edificio de
una bodega -es el ejemplo de Vélez Sarsfield en la nota al art. 2316 Ver Texto- no deben ser
considerados incluidos los elementos muebles destinados a la fabricación del vino, aun cuando
sean inmuebles por accesión moral; ni las máquinas, en el supuesto del edificio destinado a
fábrica (1657) .

Existe pérdida total del inmueble, aunque una parte permanezca en pie, si un constructor
prudente procedería a su demolición para reconstruir (1658) .

Si el siniestro afecta distintos riesgos cubiertos, la indemnización se debe calcular


independientemente para cada uno de ellos, aunque estén reunidos en la misma póliza. Lo que
separa los riesgos es la presunta dificultad para que el fuego se propague de una cosa a la otra:
por ejemplo, la falta de comunicación entre las cosas los hace riesgos distintos, pero no
bastaría al efecto la separación por simples tabiques; en cambio, la casa y su mobiliario
constituyen un solo riesgo (1659) . Conceptos que son importantes para computar las cosas
salvadas y aplicar la regla proporcional.

821
Cuando la póliza expresa la garantía de las cosas existentes en un cuerpo de edificio, no se
extiende a las depositadas en otro anexo, aunque sea un accesorio (1660) , o se hallen a la
intemperie (1661) . Este criterio también se debe aplicar para computar las cosas salvadas
(1662) .

El seguro del mobiliario comprende las cosas muebles que constituyen el ajuar de la casa del
asegurado, y su ropa de uso, de su familia y de sus domésticos (doctrina del art. 64 Ver Texto)
(1663) . Los objetos preciosos y de arte deben ser mencionados expresamente; de lo contrario
sólo se indemnizará en la medida limitada indicada en la póliza (1664) . Los billetes de banco,
títulos, dibujos, planos, documentos, oro y plata amonedados, joyas, perlas, piedras preciosas
no engarzadas, etc., no se hallan aseguradas en ningún caso, salvo cláusula expresa en contrario
(1665) .

82. Incendio o daños del automóvil.

En materia de incendio o daños del automóvil asegurado, la cláusula 11ª de la póliza


pertinente, en uso antes de la ley, autorizaba al asegurador a reparar, reintegrar o reemplazar el
vehículo, o pagar en efectivo el daño sufrido, mediante un arreglo con el asegurado.

La Cámara en lo Comercial consideró que si el asegurado rehúsa la restitución o reemplazo del


vehículo, el asegurador debe demostrar que reúne las mismas condiciones que el destruido, y
consignarlo; mas llegado al litigio, no puede imponerla, porque la terminología de la cláusula la
caracteriza como una solución extrajudicial (1666) . La cláusula establecía, en favor del
obligado -el asegurador-, la posibilidad de realizar un pago alternativo, similar a la resuelta en
materia de seguro de incendio -facultad de reconstruir o adquirir lo salvado-, que tiene por fin
evitar una exageración del daño o una liberación menos onerosa. Repárese en que la expresión
empleada por la póliza regía incluso para el pago que se debía al asegurado. En pólizas
posteriores en uso en plaza ha variado el sistema; se estableció que en los casos de "daño
total", el asegurador indemnizará el valor de venta al público al contado en plaza, al momento
del siniestro, de un vehículo de igual marca, modelo y características, con más los impuestos,
tasas y contribuciones que pudieran corresponder, hasta la suma asegurada que consta en las

822
condiciones particulares de la póliza. Cuando la indemnización total ofrecida resulte inferior a
esa suma máxima asegurada, el asegurado tendrá opción a que se le reemplace el vehículo por
otro de igual marca, modelo y características; el asegurador se hará cargo, además, de los
impuestos, tasas, contribuciones y gastos inherentes a la registración de dominio en favor del
asegurado: como se advierte, la opción es puesta, ahora, en beneficio del asegurado.

El daño a indemnizar es el que efectivamente se demuestre, sin tener en cuenta el valor fijado
en la póliza, excepto que se trate de un seguro tasado (art. 63 Ver Texto), modalidad que
adquiere en esta rama difusión creciente. Los desembolsos por reparaciones hechas con
anterioridad no deben ser tomados en cuenta, porque se hacen para que el vehículo recupere el
valor que pierde por los desperfectos reparados (1667) .

El asegurado debe probar que el automóvil dañado es el asegurado (1668) . Y para tener
derecho a las reparaciones, es menester que acredite que los desperfectos se han debido a un
accidente, y no al uso mismo de éste (1669) . El asegurador que resiste la pérdida total del
vehículo y sostiene que puede ser reparado, debe probarlo (1670) .

El asegurador cumple al reparar el coche y dejarlo en condiciones de funcionamiento


satisfactorio, si no se prueba que el siniestro afectó las partes vitales, alterando su resistencia y
la duración en funciones (1671) .

El monto de las reparaciones no puede exceder del valor venal de la cosa al día del accidente,
porque de lo contrario el asegurado obtendría un beneficio -salvo casos especiales en que el
valor venal no coincide con el de reemplazo-, y porque por ese precio cabe obtener la
sustitución (1672) . La póliza usual caracteriza también la noción de "daño parcial" por
accidente o incendio; considera tal aquel que no alcanza a ser "daño total", es decir, cuando el
valor de los restos sea superior al 20% del valor de venta al público al contado en plaza del
vehículo asegurado, determinado según lo establecido a tal efecto, y expresa que el asegurador
tomará a su cargo el costo de reparación o reemplazo de las partes afectadas con elementos de
industria nacional o extranjera -a su opción- que sean de características y estado similares a los
dañados; todo ello, hasta el importe de la suma máxima asegurada indicada en las condiciones
particulares de la póliza. Si existiera impedimento razonable para efectuar la reparación o el
reemplazo de las partes dañadas, el asegurador podrá pagar en efectivo el importe del daño,
que será el valor CIF de la cosa con más los impuestos o derechos de importación, si se trata
de elementos importados, o el valor de venta al público al contado, en plaza, de elementos de
características y estado similares, cuando sean de origen nacional. En todos los casos de daños
parciales se deducirá el importe de la franquicia establecida en las condiciones particulares.

823
Si se establece la existencia de destrucción "total", y aun cuando el asegurado opte por percibir
el 80% del valor, conservando los restos del rodado en su poder, deberá, previamente a
percibir la indemnización, inscribir la baja definitiva de la unidad por "destrucción total".

El asegurado no tiene derecho a indemnización por piezas faltantes por el desamparo en que
dejó al vehículo (1673) , ni por el tiempo en que quedó sin reparar, por la resistencia
injustificada del asegurador, porque pudo proceder a hacerlo en cuanto conoció esa actitud
(1674) . Esta última solución se aplica cuando el asegurador acepta realizar las reparaciones con
el taller que indica o entrega el importe del presupuesto para que el asegurado las ejecute bajo
su responsabilidad. La póliza usual expresa que el asegurador no indemnizará los perjuicios que
sufra el asegurado por privación de uso del vehículo, aunque fuera consecuencia de un
acontecimiento cubierto. Mas si el asegurador no reconoce el derecho o se resiste a hacerse
cargo de las reparaciones, y es vencido en el reclamo del asegurado, se aplicarán los principios
generales (1675) .

La póliza usual de seguro de automotores tipifica la cobertura de "daños al vehículo"


expresando que se indemnizarán los daños materiales que sufra el vehículo objeto del seguro
por la acción directa o indirecta del fuego, explosión o rayo, vuelco, despeñamiento, inmersión,
roce o choque de o con otros vehículos, personas o animales o cualquier otro agente externo y
ajeno al mismo vehículo (1676) , sea que esté circulando, fuere remolcado, se hallare
estacionado al aire libre o bajo techo, o durante su trasporte terrestre, fluvial o lacustre; agrega
que los daños enunciados precedentemente incluyen los ocasionados por terceros. La
cobertura también comprende los provenientes de hechos de la naturaleza, tales como
terremoto, maremoto, erupción volcánica, meteorito, tornado, huracán o ciclón, granizo,
inundación; y los originados por hechos de huelga, lockout o tumulto popular, siempre que se
produzcan con motivo y en ocasión de los referidos acontecimientos y se trate de daños
comprendidos en la cobertura de daños totales o parciales por accidente o incendio pactada en
las condiciones particulares. El amparo asegurativo cubre las piezas y partes fijas con las cuales
esté equipado el vehículo en su modelo original de fábrica; pero se excluyen los accesorios y
elementos opcionales incorporados al vehículo que no sean provistos de fábrica en la versión
original del rodado, y los equipos reproductores de sonido o similares, todos los cuales sólo
estarán cubiertos cuando hayan sido expresamente especificados en la póliza y declarado su
valor.

La póliza usual contiene también una serie de exclusiones a la cobertura para el seguro de
daños por choque o incendio del rodado. Así, no son amparados los daños de orden mecánico
o eléctrico que no resulten consecuencia de un acontecimiento cubierto; ni los que consistan
en daño a las cámaras o cubiertas derivado de pinchaduras, cortaduras, o reventones, salvo que
sean efecto directo de un acontecimiento cubierto que haya perjudicado otras partes del

824
vehículo; ni los daños causados por la corriente, descarga u otros fenómenos eléctricos que
afecten la instalación eléctrica, sus aparatos o circuitos, aunque se manifiesten en forma de
fuego, fusión o explosión -pero se indemnizará el mayor daño que de la propagación del
incendio o principio de incendio resultare sobre dichos bienes o el resto del vehículo-; ni los
daños que fueren producidos por quemaduras, chamuscado, humo o cualquier deterioro que
provenga de contacto o aproximación a fuentes de calor extrañas al vehículo -pero se
responderá por los daños de incendio que sean consecuencia de alguno de estos hechos-.

Algunas exclusiones son comunes a todos los capítulos de la cobertura que pueda otorgar ese
seguro: responsabilidad civil, daños y robo (en primer lugar, los siniestros provocados por el
asegurado o el conductor por dolo o culpa grave (1677) , sea por acción u omisión. No
obstante, la cláusula correspondiente expresa que el asegurador cubre al asegurado por culpa
grave del conductor cuando éste se halle en relación de dependencia laboral a su respecto y
siempre que el siniestro ocurra con motivo o en ocasión de esa relación; ello, sin perjuicio de
subrogarse en los derechos de su asegurado contra el conductor). Asimismo se excluyen del
amparo asegurativo los supuestos en los cuales el vehículo, al momento del siniestro, se hallase
secuestrado, confiscado, requisado o incautado; o cuando estuviere en el mar territorial o fuera
del territorio de la República Argentina -sin perjuicio de que se pueden convenir extensiones,
en especial a países limítrofes-; o que el rodado esté circulando o se hubiere dejado estacionado
sobre playas de mares, ríos, lagos o lagunas y el siniestro haya sido consecuencia de la creciente
normal o natural; o los daños por hechos de guerra civil o internacional, guerrilla, rebelión,
sedición, motín o terrorismo; o los causados por hechos de huelga, lockout o tumulto popular,
si el asegurado participa deliberadamente en ellos. Algunas coberturas establecen límites
cuantitativos proporcionales, como por ejemplo la cláusula de las condiciones particulares para
el caso de seguro de acoplados u otros vehículos similares (semirremolques, etc.), que limitan la
responsabilidad por los daños que se causen a terceros al 20% de la suma que se deba pagar en
concepto de indemnización (si arrastrados dos acoplados, el porcentaje a cargo de éstos es del
15% de la suma a pagar); la diferencia queda a cargo del seguro del vehículo tractor.

Asimismo, otros supuestos excluidos comprenden conjuntamente los capítulos de cobertura de


la responsabilidad civil y daños al vehículo (que el rodado sea conducido por persona no
habilitada por autoridad competente para el manejo de esa categoría de vehículos; daños que
sufran las cosas trasportadas durante su trasporte o carga o descarga; daños causados por
exceso de carga trasportada, mal estibaje o acondicionamiento o deficiencia de envase; daños
causados por la carga, cuando ella sea notoriamente muy inflamable, explosiva o corrosiva;
queda fuera de la cobertura también la agravación que se produzca en los siniestros por cargas
de esa especie; los siniestros en los cuales el vehículo participe en certámenes o entrenamientos
de velocidad; los daños sufridos o causados por equipos industriales, científicos o similares
montados o trasportados, a causa de su funcionamiento específico, salvo los daños
ocasionados por aquellos al vehículo objeto del seguro).

Otras exclusiones son aplicables tanto a la cobertura de daños al vehículo y robo de éste (vicio
propio y mal estado de conservación, desgaste o corrosión; si tales vicios hubieren agravado el

825
daño, el asegurador indemnizará deduciendo previamente el daño que hubiese sido causado
por el vicio).

82 (a).

Cabe agregar que en el seguro de la responsabilidad civil automotor el vehículo cumple un


papel singular: no es aquí un bien que sufre las consecuencias del riesgo, cuando éste se
efectiviza con el siniestro, sino que contribuye en mayor o menor medida a causarlo (integra la
causa del siniestro). No obstante, esa vinculación causal es esencial a la cobertura, que ampara
la responsabilidad civil por daños producidos a terceros con el automóvil, convirtiéndose así en
eje inexcusable de ese aseguramiento. A veces, esa vinculación se extiende a otras cosas, p.ej.,
cuando cubre también los daños producidos por la carga que trasporte.

Por otra parte, se debe tener en cuenta que el automotor es una estructura mecánica, que
relaciona distintas partes y piezas. Sin embargo, en algunos supuestos, el hecho de que alguna
de estas partes se haya separado de la estructura principal no obstará a que la cobertura siga
operando, aun respecto de la pieza separada, cuando por las circunstancias resulta razonable
tenerlas por conceptualmente vinculadas a los fines del seguro de la responsabilidad civil (p.ej.,
rueda que se desprende de un automotor en movimiento y que va a golpear a un peatón o a
otro vehículo). Análoga relación se observa respecto de la carga, cuando se la incluye dentro de
esta cobertura, la cual con frecuencia provoca daños a terceros cuando tiene lugar su caída o
desplazamiento fuera del rodado que la trasporta.

Asimismo, el automotor cumple, a veces, en este seguro, funciones vinculadas a la


legitimación: así, p.ej., por su intermedio se determina la categoría de "conductor asegurado",
cubierto también por el seguro en nuestro país, aunque en principio asume un perfil
indeterminado, que se concreta efectivamente al momento del siniestro, precisamente en razón
de su vinculación de hecho con el vehículo asegurado (legitimación pasiva, que permite no sólo
que se lo demande, sino también que por su intermedio se pueda formular válidamente la
citación en garantía del asegurador) (1678) .

Y otro tanto ocurre con supuestos vinculados a la legitimación activa: p.ej., el carácter de
"pasajero" o de "tercero trasportado" (incluido, si existe tal cobertura; excluido, en
determinados casos -parientes del asegurado; empleados en relación de dependencia-).

También se puede señalar, con respecto al rodado, ciertas situaciones en las cuales interesa el
empleo que se le da efectivamente: p.ej., exclusiones en los casos en que se utilice en usos

826
comerciales (taxis, remises u otras modalidades de trasporte o alquiler), cuando se ha
contratado el seguro manifestando el tomador que sería utilizado para "uso particular" o no
comercial.

(1366) Si bien la ley emplea la expresión resarcimiento en los arts. 1 Ver Texto, 61 Ver Texto,
65 Ver Texto, 67 Ver Texto, 88 Ver Texto, 101 Ver Texto, utiliza indemnización en otras
disposiciones (arts. 23 Ver Texto, 27 Ver Texto, 47 Ver Texto, 48 Ver Texto, 49 Ver Texto, 52
Ver Texto, 58 Ver Texto, etc.) sin asignarle distinto alcance tal como ocurre en el Código Civil
(el art. 520 Ver Texto se refiere al resarcimiento y las demás normas a indemnización: arts. 505
Ver Texto, 581 Ver Texto, 589 Ver Texto, 1057 Ver Texto, 1078 Ver Texto, 1082 Ver Texto,
1121 Ver Texto, 1130 Ver Texto, 1133 Ver Texto, etc.). La ley 17711 Ver Texto emplea
resarcir en los nuevos textos de los arts. 1078 Ver Texto y 1083 Ver Texto.

(1367) Bruck, ps. 419 y 420; Gasperoni, nº 41.

(1368) Y cuanto deba pagar el asegurado a la Administración Pública por cuanto ésta realice en
su beneficio particular en razón del siniestro: ver C. Civ. Cap., sala B, 20/2/1968, DJA
8/7/1968, p. 4 (con motivo de un derrumbamiento, obras realizadas ajenas al estado de
necesidad para la seguridad general).

(1369) Bruck, ps. 420 y 421.

(1370) Bruck, p. 419.

(1371) Bruck, ps. 431 y 432. Besson y Picard, II, nº 54. Shlomoh L”wenberg, H., informe al II
Congreso Mundial, Hamburgo, 1966, en "Assicurazioni", 1966, 1, p. 438.
Besson y Picard, II, nros. 52 y ss., y en 2ª ed., I, ps. 265 y ss., distinguen netamente el
descubierto obligatorio y la franquicia, aunque la franquicia incondicional -que llaman absoluta-
se pueda confundir con aquél. Existe descubierto obligatorio cuando el asegurado, por la ley o
el contrato debe conservar a su cargo una parte del daño, cualquiera que sea su importancia,
daño que no puede cubrir con otro asegurador, por lo cual necesariamente debe soportar una
parte del daño en caso de siniestro. Con esta cláusula se busca interesar directamente al
asegurado en la prevención del siniestro. Asimismo, Besson, en "Assicurazioni", 1965, 1, p.
317, con relación al seguro de la responsabilidad civil.

(1372) Sobre su origen histórico, ver Besson y Picard, II, nº 9.


"Ha de procurarse llegar, en la reparación, a la exactitud humanamente posible, evitando alterar
la naturaleza intrínseca del seguro, que está reñida con toda ventaja lucrativa para el asegurado"
(C. Nac. Com., 3/4/1940, JA 70-434).
Besson y Picard, I, nº 9, juzgan que el principio es de orden público, y se fundan en el temor
de los siniestros voluntarios y el peligro de la apuesta y la especulación. Tiene un valor
negativo, fija el máximo de la indemnización, pero no puede ser fundamento de la clasificación
de los seguros (II, nº 12).

827
Para la ley francesa el principio es de la esencia del seguro: el art. 28 es imperativo.
La aplicación de ciertas normas o cláusulas pueden determinar un apartamiento del principio
por razones técnicas y para asegurar la eficacia indemnizatoria del contrato. Así ocurre con las
cláusulas de reconstrucción (art. 87, inc. a), de valor a nuevo (art. 87, inc. d), de valor tasado en
cuanto no supera notablemente el valor del bien (art. 63, 2º párr.), en el seguro de lucro
esperado, cuyo importe se fija en un porcentaje, etc.

(1373) Lepargneur, nº 1332; Besson y Picard, II, nº 13.

(1374) Lepargneur, nº 1332.

(1375) Bruck, ps. 438 y 439.

(1376) Bruck, ps. 439 y 440.

(1377) Segovia, nota 1875. Se toma como base para fijar el valor el día anterior al del siniestro;
pero si el asegurador entorpece injustamente la disponibilidad, debe el mayor precio que pudo
obtener después, si hubiera podido disponer libremente (C. Nac. Com., 22/2/1921, 6-104).

(1378) Bruck, ps. 440 a 443.


Esta relación de causalidad es fundamental; así, en el seguro agrícola no podría computar el
mayor valor del sembrado salvado en razón de la disminución de la producción por el
siniestro.

(1379) Vivante, Trattato, nº 1933: de ahí todas las disposiciones legales para evitar el lucro, en
materia de sobreseguro, doble seguro, subrogación, trasferencia del interés, etc.

(1380) Besson y Picard, I, nº 51; Gasperoni, nº 41; Vivante, Trattato, nº 1966; Rivarola, nº
1140. Confr. C. Nac. Com., 12/7/1949, LL 56-286.

(1381) La C. Civ. 1ª de la Plata, 31/12/1940, JA 73-714, afirma que si no se fija el valor,


demuestra la existencia de efectos por ese valor, salvo prueba en contrario del asegurador. Pero
a renglón seguido impone al asegurado la prueba de las pérdidas.

(1382) Se paga en dinero sin tomar en cuenta la desvalorización, según el sistema nominalista
(Casación de Italia, 28/2/1956, en "Assicurazioni", 1956, 2, p. 58, con nota de apoyo de
Giannatasio).
Será así siempre que no exista mora; supuesto en que cabrá responsabilizar al asegurador por el
mayor daño causado, no compensado con los intereses (art. 50 Ver Texto y su doctrina): sería
contrario a la buena fe que el asegurador retuviera el goce del capital debido, invertido en
bienes que lo ponen a cubierto de la desvalorización, y en cambio pretendiera cumplir su
obligación con papel desvalorizado. (Ver contra, C. Nac. Com., 4/10/1962, inédito).

(1383) Besson y Picard, I, nº 48, quienes afirman que también en este supuesto se puede decir
que es en dinero, porque el asegurador paga, y si asume la prestación es para controlar el
monto.
Se puede aceptar que ésta es una de las razones de esa prestación, pero no la única y la
principal: también lo hace para que sea eficaz y más económica, ya que lo realiza con sus

828
abogados a sueldo. Con el criterio de Besson y Picard, todas las prestaciones, aun la
reconstrucción, serían en dinero, como lo afirman en la p. 91.
En realidad, esa característica la destacan para negar el carácter de seguro al servicio prestado
por las sociedades de defensa fiscal, en las cuales estiman que lo esencial son los servicios
personales -estudios, consejos, reclamaciones-, y los gastos del proceso, un accesorio.

(1384) Vivante, Trattato, nº 1967, y Contratto, nros. 299 y ss.; Besson y Picard, I, nº 47;
Gasperoni, vº Assic. incendi, nº 27.
Si no se reservó este derecho, debe pagar en dinero (C. Nac. Com., 14/7/1914, "Jur. Trib.
Nac.", julio de 1914, p. 254).

(1385) Besson y Picard, I, nº 47.

(1386) C. Nac. Com., 28/7/1954, LL 78-32, con nota de Isaac Halperin, La interpretación del
art. 622 622 del CCiv., con especial referencia al contrato de seguro. El tribunal declaró la
responsabilidad del asegurador por las reparaciones mal hechas y el lucro cesante.

(1387) De Lalande y Couturier, nº 496.


Si no se puede hacer en la forma preexistente, por ejemplo, porque sólo se la autoriza con
modificaciones, el asegurador no está obligado a pagar la reconstrucción conforme a esas
modificaciones (Patterson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, p. 230). (Solución aceptable si así
se impone al asegurador una solución más onerosa o el asegurado lucra con la diferencia).

(1388) De Lalande y Couturier, nº 478.


También niegan la deducción por el uso gratuito de ciertos materiales, subvenciones y socorros
(nros. 478 y 479). Creemos errónea la solución para el supuesto de que se trate de beneficios
legales, porque disminuyen el daño en la misma medida, ya que esos beneficios tampoco
buscan enriquecerlo, sino socorrer al asegurado.

(1389) Sevogia, nota 1878.

(1390) Segovia, nota 1877.

(1391) El art. 548 Ver Texto, CCom., derogado, ya lo prohibía para los seguros agrícolas y de
incendio.

(1392) Debe indemnizar aun cuando lo halle después del plazo (C. Nac. Com., 31/8/1938, JA
63-670).

(1393) Las costas salvadas -según la resolución 2155/51, de la Superintendencia de Seguros,


reglamentada por la circular 355/53, ADLA XI-A-787 y XIII-A-530, respectivamente- deben
ser vendidas en remate público, salvo que resulte excesivamente oneroso, supuesto en el cual
se podría enajenar privadamente con autorización administrativa, procedimiento que se
extiende al supuesto de bienes perecederos.

(1394) Bruck, p. 515; Vivante, Trattato, nº 1692, y Contratto, nros. 286 y 289; Besson y Picard,
II, nros. 213 y 219.

829
Por ejemplo, el valor a indemnizar de mercaderías adquiridas en subasta en una quiebra es el
precio pagado, y no el justiprecio del síndico al informar sobre el activo (C. Nac. Com.,
11/12/1931, JA 37-375).
En el seguro de robo de automóvil -decidió la Cámara Nacional de Paz Letrada, 22/6/1955,
LL 79-562- el valor fijado en la póliza no expresa el máximo a indemnizar (se determinó un
porcentaje del valor).

(1395) Bruck, p. 516; Besson y Picard, II, nº 215.

(1396) Bruck, p. 516; Castillo, nº 132; Rivarola, nº 1131; Besson y Picard, II, nº 513.

(1397) Bruck, ps. 513 y 514. Confr. Castillo, nº 131; Gasperoni, nros. 21 y 42; Greco, en
"Assicurazioni", 1935, 2, p. 153; Rivarola, nº 1139.

(1398) Greco, en "Assicurazioni", 1935, 2, p. 153.

(1399) Bruck, ps. 519 y 520.

(1400) Bruck, ps. 520 y 521.

(1401) Ver Zavala Rodríguez, Comentario, II, art. 458 Ver Texto, ps. 64 y ss.

(1402) Replacement policy, police valeur … neuf, Neuwertversicherung. Ver Koenig,


Introduzione dell´assicurazione valore a nuovo in Svizzera, en "Assicurazioni", 1958, 1, p. 143;
Raiser, L´assurance valeur … neuf, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1960, p. 88.
No se debe confundir con el seguro de "índice variable", como parece haber ocurrido en la
sentencia de C. Nac. Civ., 7/9/1965, ED 13, fallo 6.939.

(1403) Bruck, p. 521; Lordi, nº 599; Gasperoni, nros. 22 y 42; Besson y Picard, II, nros. 214 y
217.

(1404) Lordi, nº 599; Gasperoni, nros. 22 y 42.

(1405) Bruck, p. 522. Confr. Besson y Picard, II, nº 217.

(1406) Segovia, nota 1830; ver Malagarriga, Trat. elem., III, p. 378.

(1407) Para la jurisprudencia anterior, interpretativa del art. 519 Ver Texto, CCom., derogado:
C. Nac. Com., 28/6/1929, JA 32-848. Adde: 22/10/1914, "Jur. Trib. Nac.", octubre de 1914,
p. 198.
Contra: C. Nac. Com., 21/5/1923, JA 10-605; 26/11/1926, JA 23-465; Sup. Corte Bs. As.,
2/10/1928, JA 28-745. Pero sólo como valor presuntivo, que admite la prueba en contra del
asegurador.
La jurisprudencia anterior era categórica en el sentido de que hacía plena fe sobre el valor y
existencia (C. Nac. Com., 22/10/1866, Fallos 6:472; 29/5/1894, Fallos 35:121; 12/7/1899,
Fallos 96:110; 23/5/1904, Fallos, 1:326; 27/5/1904, Fallos 1:340; 12/12/1905, Fallos 4:124). Y
el pacto en contrario era declarado nulo (14/12/1894, Fallos 41:10).

830
Algún fallo sólo lo admitió para el supuesto de daño total (C. Nac. Com., 9/5/1896, Fallos
55:310).
En algún caso, cuando el siniestro ocurrió en fecha próxima al contrato le reconoció valor de
presunción (C. Nac. Com., 20/5/1938, LL 10-853). Fernández le atribuye este valor en todos
los casos (p. 459).
De Lalande y Couturier le atribuyen eficacia de presunción cuando no es posible establecer el
valor por otro medio, y si no está contradicha por otras circunstancias (nº 451).
Niegan este valor en todos los supuestos Besson y Picard, II, nº 229; con excepción del caso
en que no exista prueba alguna (nº 233).

(1408) Lordi, nros. 602, 603, 605, 607 y 608; Vivante, Trattato, nº 1963, y Contratto, nros. 287
y 288; Besson y Picard, II, nros. 228 y ss., y 247; Patterson, nº 32; Besson, en "Rev. Gén. Ass.
Terr.", 1958, p. 394.

(1409) Para la doctrina nacional anterior a la ley 17418 Ver Texto, ver: Malagarriga,
Comentario, III, nros. 245 y 262, Trat. elem., III, ps. 378 y ss.; Castillo, nros. 59 y 60; Segovia,
nota 1830; Anastasi, nota en JA 30-233.
El informe de la comisión reformadora de 1889, en el punto, decía así: "La comisión ha creído
necesario atribuir a la póliza, que es el contrato mismo, una fuerza perentoria y definitiva para
evitar dificultades y pleitos. Ha reaccionado, en consecuencia, contra las disposiciones del
Código, según las cuales se admitía una convención previa. Podía suceder entonces, que el
valor de los efectos asegurados, establecido en la póliza, no hiciera fe en caso de contestación.
Lo que libremente contrataron en la póliza, el asegurador y el asegurado, es ley suprema de sus
relaciones nacidas del contrato, y hemos dispuesto, de acuerdo con este principio, que el valor
fijado en la póliza no admite contestación".

(1410) Ver mayores referencias en Benítez de Lugo, Reymundo, ob. cit., II, ps. 124 y ss.;
Ferrarini, en "Assicurazioni", 1953, 1, p. 389; La Torre, en "Assicurazioni", 1957, 2, p. 3;
Warkallo, W., ob. cit., en "Assicurazioni", 1966, 1, p. 390.
Para que sea de valor tasado, la valuación en la póliza debe estar dirigida al fin expreso de
determinar el resarcimiento debido en caso de siniestro (Corte de Casación de Italia, 5/2/1941,
"Assicurazioni", 1942, 2, p. 3).
La regla proporcional -ver infra, nº 52- también se aplica en este supuesto.
Cuando la pérdida no es total, la liquidación del daño se podrá hacer valuando lo salvado y
añadiendo los gastos de salvamento.

(1411) Para la jurisprudencia anterior, ver, v.gr., C. Nac. Com., 21/12/1964, ED 10-162;
3/3/1965, ED 12-48.
El seguro de ganado es de valor tasado (art. 107 Ver Texto), lo cual no impide apartarlo
cuando se aplique el art. 63 Ver Texto, 2º párr.: v.gr., de un caballo de carrera, para cuya
determinación también se debe tener en cuenta su línea de sangre y eventual servicio de haras
("Abadi v. Hermes", 7/9/1966, inédito).

(1412) Conf.: Lordi, nº 610.


En el caso de anulación del contrato por esta circunstancia, el asegurador tiene derecho a
percibir la prima del período en que adquiere el conocimiento de esta intención dolosa del
tomador (art. 62 Ver Texto, 2º párr.).

831
(1413) Las pólizas lo disponen expresamente en materia de incendio, cláusula 17ª.
Contra: Besson y Picard, II, nros. 223 y ss., y 2ª ed., I, p. 419. Para ellos, la indemnización se
determina por el valor de la cosa -que no depende del siniestro anterior, sino de su valuación al
día del segundo siniestro- y de la prima pagada, es decir, la garantía pactada. Mas no reparan en
que al disminuir el valor con el primer siniestro, se disminuye la garantía y por ende la prima
debida; y todo restablecimiento de la garantía al valor primitivo requiere un acuerdo
complementario. Las razones que extraen del seguro de la responsabilidad civil fundan la
excepción establecida en el texto. Ellos mismos señalan en el nº 226 la práctica contraria a su
solución, en especial, en el seguro de incendio.

(1414) Bruck, p. 472.

(1415) Bruck, p. 473.

(1416) Bruck, p. 413. Aunque se trate de un valor convenido (valor tasado) (Besson y Picard,
II, nº 270).
Debe estar fijado en la póliza, expresa o implícitamente (por la tarifa aplicada, v.gr.); de lo
contrario, el contrato carece de un dato fundamental para su existencia (Bruck-M”ller, ob. cit.,
II, p. 178), punto que es esencial para fijar la prima.

(1417) Ver en Benítez de Lugo, Reymundo, ob. cit., II, ps. 129 y ss., los distintos paliativos
contractuales propuestos; Besson, André, Los seguros con cláusula índice y revalorizables, en
"Cuadernos de Derecho Francés", 1954, p. 35. Ver asimismo sobre el tema, Zavala Rodríguez,
ob. cit., II, nº 1710; D´Imperio, Inflación y monopolio del reaseguro, edición mimeográfica.

(1418) Bruck, p. 415.

(1419) Bruck, p. 414.

(1420) Bruck, p. 416. Ver cuanto se expone en el capítulo VII, nº 14.

(1421) Bruck, además de indicar otras excepciones en los seguros marítimo y de trasporte,
agrega la obligación de pagar intereses por la indemnización debida -p. 416-, que no incluimos
porque se trata de una deuda ajena a la indemnización misma, cuyo pago obedece a la mora en
el cumplimiento.

(1422) Castillo, nros. 61 a 63; Obarrio, nº 14 y p. 71; Segovia, nota 1779, etc.

(1423) Vivante, Trattato, nº 1966, y Contratto, nros. 172 y ss.; Besson y Picard, II, nros. 250 y
ss., espec. nº 253; Benítez de Lugo, Reymundo, II, ps. 107 y ss. El asegurado no ha pagado
toda la prima correspondiente al íntegro valor asegurable (Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 431).

(1424) Vivante, lug. cit. en nota 226; Besson y Picard, I, nº 53, y II, nº 250; Castillo, nº 61;
Obarrio, nº 14.
Es la solución de la legislación universal, aun de las leyes más recientes: ley alemana, art. 56; ley
francesa de 1930, art. 31.
Y generalmente sancionado expresamente en las pólizas: incendio, cláusula 15ª; granizo,
cláusula 9ª; etc.

832
(1425) Besson y Picard, I, nº 53; Vivante, lug. cit. en nota 226.
Sobre los caracteres y la utilidad de la modalidad, ver Besson y Picard, II, nros. 273 y ss.
En materia de incendio, la cláusula también se conoce con el nombre de "a primer fuego".
El asegurado lo emplea cuando no existen probabilidades de que el siniestro afecte
simultáneamente la totalidad de los bienes incluidos en la cobertura; sin perjuicio de
completarlo, en ciertos supuestos, con otros seguros suplementarios para el supuesto de
insuficiencia.

(1426) Bruck, p. 415; Besson y Picard, II, nº 271. Por ejemplo, en el seguro de la
responsabilidad automóvil, en las condiciones particulares se expresa "hasta la suma máxima en
conjunto por cada accidente". Nótese que en el seguro de la responsabilidad civil puede no
regir la regla proporcional por otras razones.
Sobre los caracteres de esta cláusula en el seguro de incendio, ver Besson y Picard, III, nros. 39
y ss.

(1427) Vivante, Contratto, nº 178.

(1428) Póliza anterior usual de incendio, cláusula 15ª; Vivante, Trattato, nº 1966: la valuación
separada es ventajosa para el asegurador, por el ahorro de gastos para la determinación del
daño y la posibilidad de evitar exageraciones; y lo es también para el asegurado, para evitar la
aplicación de la regla proporcional en forma perjudicial, cuando el siniestro afecta sólo a uno o
varios de entre todos los riesgos asegurados.
Adde: Besson y Picard, II, nº 267. Ver una crítica del sistema en nros. 226 y 267.

(1429) Conf. respecto de la aplicación en el reaseguro, Vivante, Contratto, nº 174; respecto de


los seguros de personas y de su responsabilidad civil indeterminada, Besson y Picard, II, nros.
257 y 260, y III, nº 151; Donati, Trattato, III, nº 748.
Respecto de los seguros de daños cuyo valor no se puede determinar, tampoco se aplica. Ver
una larga enumeración de ejemplos en Besson y Picard, II, nº 258.

(1430) En Francia se comenzó a emplear desde 1941. Su aplicación práctica no es sencilla;


suscita difíciles problemas técnicos. Ha sido materia de regulación en Francia por las
ordenanzas de 1958, art. 79, y de 1959, art. 14 (ver Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 440). Ver
informe del profesor Kelly, en el II Congreso Panamericano, Buenos Aires, 1969, en "Rev.
Der. Com. y Obl.", año 2 (1969), p. 727.

(1431) Bruck, p. 402; C. Nac. Com., 23/11/1928, GF 77-189; C. Fed. Cap., 24/7/1922, JA 9-
27.

(1432) C. Nac. Com., 23/11/1928, GF 77-189.

(1433) Bruck, ps. 402 y 403.


Donati expresa que "es causa ese antecedente que, además de haber sido necesario en el caso
concreto, en abstracto aparece idóneo a producir por sí solo el hecho en virtud de la
experiencia del pasado" (Trattato, II, nº 331).
¿Y si concurren concausas adecuadas? Distingue:

833
a) La sucesión causal carece de importancia; la inmediata decide, porque la causa causae est
causa causati.
b) La sucesión independiente se resuelve por la indiferencia de la concausa indiferente: por lo
cual se vuelve a la causa próxima como criterio integrador.
"En conclusión -agrega-, el problema del nexo de causalidad se resuelve caso por caso: 1)
separando entre los antecedentes cronológicos aquellos sin los cuales en el caso el hecho no se
habría verificado (condiciones); 2) separando entre las condiciones las que según un juicio de
experiencia son adecuadas en abstracto para producir por sí solas el evento (causas o concausas
adecuadas); 3) separando entre las concausas la que es o causa adecuada de las otras (causa
causae), si son dependientes entre sí, o causa adecuada próxima del evento si no son
dependientes entre sí".
Consideramos más extensamente el punto en el capítulo VIII.

(1434) Bruck, ps. 432 y 433.

(1435) Bruck, ps. 432 y 433.

(1436) Bruck, p. 432.

(1437) Vivante, Trattato, nº 1961, y Contratto, nº 283; Besson y Picard, II, nº 230; C. Nac.
Com., 7/10/1932, GF 100-265, y fallos citados en notas siguientes.

(1438) Vivante, Contratto, nº 283.

(1439) La jurisprudencia anterior a la reforma por la ley 17418 Ver Texto consagró esta
solución universal (C. Nac. Com., 9/5/1923, GF 45-22; 26/5/1924, GF 50-353; 26/11/1928,
GF 77-214; 6/10/1931, GF 94-257; 22/9/1933, GF 106-172; 11/7/1930, GF 87-139;
28/6/1929, GF 81-21; 4/6/1935, GF 116-231, etc.).

(1440) Vivante, Trattato, nº 1961; Besson y Picard, II, nº 248. Confr. fallos citados en la nota
anterior y cuanto expuse en el nº 48, acerca de la importancia de la indicación de la suma
asegurada y del valor de la cosa en la póliza.

(1441) C. Nac. Com., 7/10/1932, GF 100-265.

(1442) Vivante, Trattato, nº 1961, y Contratto, nº 284; Besson y Picard, II, nº 230; C. Nac.
Com., 29/5/1931, GF 92-234, 239, 250 y 256; 29/11/1932, GF 101-205; etc.

(1443) C. Nac. Com., 24/12/1929, GF 84-324, y JA 32-427: en el caso, se trataba del seguro de
un mobiliario por un no comerciante, a quien se le exigían las facturas originarias de los
muebles; el tribunal expresó que tratándose de un particular, "no es posible requerir la
documentación necesaria de la compra originaria de los muebles, como tampoco sería posible
la comprobación exacta de los perjuicios" (en el caso, pérdida total). C. Nac. Com.,
31/12/1940, JA 1942-I-532. Adde: C. Nac. Com., 20/7/1904, Fallos 1:498.

(1444) Vivante, Trattato, nº 1961, y Contratto, nº 284.

834
(1445) Con lo cual se elimina la limitación incluida en alguna póliza en uso (incendio, v.gr.),
que ya la jurisprudencia apartaba (ver C. Nac. Com., sala C, 31/3/1967, LL 127, fallo 58.306).

(1446) C. Nac. Com., 12/3/1930, JA 32-848. La sentencia expresa que carecen de fecha cierta;
pero del contexto resulta que no quiso referirse al art. 1035 Ver Texto y concordantes del
Código Civil, sino a la prueba de la seriedad de su fecha, ya que recabar la fecha cierta, en el
sentido legal y jurídico, habría equivalido a quitar a los comerciantes, cuyos libros se destruyen
en el siniestro o que no llevan libros, toda posibilidad de ser indemnizados.

(1447) C. Nac. Com., 7/10/1932, GF 100-271; Segovia, nota 1830.


La obligación de exhibir los libros no importa la de entregarlos, sino la de facilitar su examen.
El asegurador debe examinarlos si están en poder de la autoridad: no puede aducir que en ese
intervalo existe ocultación ni posibilidad de adulteración (C. Nac. Com., 10/3/1939, LL 14-
205).

(1448) C. Nac. Com., 7/10/1932, GF 100-271.

(1449) C. Nac. Com., 7/10/1932, GF 100-265.

(1450) C. Nac. Com., 17/11/1937, JA 60-585.

(1451) En el caso, de patente (C. Nac. Com., 7/10/1932, GF 100-271).

(1452) El art. 540 Ver Texto, CCom., derogado, disponía en materia de incendio otra solución,
que Segovia, nota 1891, justifica porque el siniestro puede hacer imposible la prueba (C. Nac.
Com., 30/9/1932, JA 39-555). La Corte de Casación francesa admitió como elemento
probatorio el monto de la suma asegurada si se destruyó la contabilidad y los demás elementos
le son favorables (Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 424).
Se ha decidido alguna vez que a falta de prueba del asegurado, tiene valor decisivo el examen
pericial cumplido por el asegurador (C. Nac. Com., 21/4/1933, JA 41-811).

(1453) C. Nac. Com., 4/12/1931, JA 37-361; C. Civ. 1ª La Plata, 13/11/1923, JA 11-1165.

(1454) Vivante, Contratto, nros. 291 y 292; así, se tendrá en cuenta si se tomó el seguro en
calidad de condómino, usufructuario, acreedor privilegiado, etc.

(1455) Para la doctrina elaborada según el CCom., ver Segovia, nota 1885; Malagarriga,
Comentario, III, nº 249.

(1456) Vivante, Trattato, nº 1960, y Contratto, nros. 305 a 307; Gasperoni, nº 39; Lepargneur,
nº 1347; Besson y Picard, I, nros. 225 y 236; Castillo, nº 146; C. Nac. Com., 12/9/1916, GF 4-
108; 6/2/1924, JA 12-175; 5/11/1924, JA 14-871; 21/10/1927, JA 27-307; 24/12/1929, JA
32-427; 29/10/1930, GF 89-42; 5/11/1930, JA 34-893; 23/6/1950, LL 60-347; etc.
El fraude debe ser hábil para engañar; por lo cual no lo hay, por ejemplo, en la afirmación de
que el inmueble asegurado ha sido totalmente destruido, cuando sólo recibió daño parcial (C.
Nac. Com., 31/8/1905, Fallos III:260).

835
La Corte de Casación de Francia declaró que existió malicia si envió detalle exagerado de los
daños, confesando que reclamaba más para obtener menos (6/12/1960, en "Rev. Gén. Ass.
Terr.", 1961, p. 335).

(1457) Besson y Picard, I, nº 225; Castillo, nº 146; C. Nac. Com., 31/8/1937, JA 59-632.
Sobre los hechos que constituyen mala fe o fraude o dolo, Besson y Picard, II, nº 236.

(1458) C. Nac. Com., 18/9/1931, GF 94-167 y JA 36-1093, implícitamente.

(1459) C. Nac. Com., 18/9/1931, JA 36-1093 y GF 94-167.

(1460) C. Nac. Com., 20/5/1929, GF 80-167 (en el caso se negó, porque quien aparecía como
vendedor desconoció por escritura pública la autenticidad de la factura); 16/4/1937, JA 58-
231.

(1461) C. Nac. Com., 12/9/1916, GF 4-108; 9/5/1923, GF 45-22; 26/5/1924; GF 50-353;


5/11/1924, GF 53-138; 28/4/1931, GF 92-43; 14/12/1928, GF 77-369; 24/12/1929, GF 84-
324; 28/10/1935, GF 119-11; etc.
Contra: C. Nac. Com., 17/3/1918, JA 1-242.

(1462) C. Com., 15/9/1933, GF 106-137; en el caso, el asegurador envió a su liquidador al


lugar del siniestro, y se habían perdido los libros y papeles.
Vivante cita en Contratto, p. 150, nota 1, al Tribunal Supremo de Comercio alemán, para quien
la reclamación judicial nunca puede fundar la aplicación de la caducidad, porque se sabe que la
fijación definitiva depende de la prueba.
Solución aceptada en un antiguo fallo de la C. Nac. Com., 22/2/1899, Fallos 93:179.

(1463) C. Nac. Com., 29/5/1931, GF 92-234, 239, 250 y 256.

(1464) C. Nac. Com., 28/4/1931, GF 92-43.

(1465) C. Nac. Com., 6/2/1924, GF 48-341.

(1466) C. Nac. Com., 15/9/1933, JA 43-745.

(1467) C. Nac. Com., 3/8/1938, LL 11-597; 23/6/1950, LL 60-347.

(1468) C. Nac. Com., 10/3/1939, LL 14-205 y JA 65-856.

(1469) C. Nac. Com., 5/9/1918, GF 16-107.

(1470) C. Nac. Com., 29/11/1910, "Jur. Trib. Nac.", año 1910, p. 1904.

(1471) C. Nac. Com., 17/3/1918, JA 1-242.

(1472) C. Nac. Com., 28/11/1912, "Jur. Trib. Nac.", noviembre de 1912, p. 303.

(1473) Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1932, p. 279.

836
(1474) Vivante, Contratto, nº 308.
El primer informe sobre los daños no es la reclamación cuya exageración fraudulenta se
sanciona (C. Nac. Com., 31/8/1905, Fallos III:260).

(1475) Vivante, Contratto, nº 308.

(1476) Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1932, p. 279; Besson y Picard, II, nº 237.

(1477) C. Nac. Com., 23/9/1927, GF 70-214.

(1478) C. Nac. Com., 29/11/1943, LL 33-316.

(1479) C. Nac. Com., 9/8/1940, LL 19-715.

(1480) C. Nac. Com., 7/9/1925, GF 58-138.

(1481) Bruck, p. 332.

(1482) Póliza de incendio anterior, cláusula 13ª, punto h, exigía la negativa de suministrar las
pruebas. Otras pólizas no establecían sanción alguna (cristales, responsabilidad automóvil,
garantía, etc.).
Bruck opina, fundado en el art. 6 de la ley alemana, que es suficiente la violación culposa (p.
332).

(1483) Ver Bruck, p. 332.

(1484) Castillo, nº 125.


La firma del acta en que el inspector expresa las mercaderías que a su juicio existían en el local
no importa conformidad del asegurado con ello (C. Nac. Com., 21/8/1925, GF 57-536).

(1485) C. Nac. Com., 10/3/1939, LL 14-205.

(1486) C. Nac. Com., 24/6/1927, GF 69-19.

(1487) C. Nac. Com., 5/6/1931, JA 35-1401; en el caso se demoró por 3 meses.

(1488) C. Nac. Com., 10/5/1932, JA 38-384: es inatacable por las partes y aun por la quiebra si
se cumplió in bonis.

(1489) Esta situación ha sido comprobada en diversas sentencias judiciales, y alguna ha debido
recordar que el proceso de liquidación no puede quedar librado a la buena o mala voluntad de
los aseguradores o sus liquidadores (C. Nac. Com., 5/6/1931, GF 92-319), y otras, como
veremos, han justificado que el asegurado se aparte del procedimiento extrajudicial cuando la
demora es pronunciada, solución que ahora tiene amparo en el art. 78 Ver Texto, 2º párr., de la
ley.

837
(1490) Con anterioridad a la ley 17418 Ver Texto se declaró que este procedimiento pericial
pactado no afecta el orden público (C. Nac. Com., 31/5/1950, LL 60-110).
A su vez, la Superintendencia de Seguros dispuso que se insertara como cláusula en todas las
pólizas, incluso las vigentes: "Independientemente de cualquier acción judicial que pueda
corresponder como consecuencia de divergencias entre la compañía y el asegurado, éste podrá
dirigirse previamente a la Superintendencia de Seguros de la Nación, dentro del plazo
establecido en la presente póliza para la iniciación de juicio, que, en consecuencia, queda
suspendido, solicitando la intervención de la misma. Al mismo tiempo la compañía será
notificada de dicha presentación y, en consecuencia, quedará suspendido el curso de la
prescripción pactada en la cláusula antes referida, la que volverá a correr a partir de la
notificación al asegurado, por parte de la compañía, que no se acepta la solución aconsejada
por la Superintendencia de Seguros" (resolución 2401/52, Sup. Seg., ADLA XII-A-1003.
Suspendida por resolución 2430/52, ADLA XII-A-1003).

(1491) El proyecto de ley de empresas en el art. 14, ap. a, autoriza a las cooperativas a poner en
el estatuto este procedimiento y los recursos contra el pronunciamiento. Téngase en cuenta
que este requisito sólo autoriza la defensa de incompetencia, pero no la falta de acción (C. Nac.
Com., sala C, 6/4/1967, LL 127, fallo 58.042).

(1492) Greco, en "Assicurazioni", 1925, 2, p. 149; Bruck, ps. 445 y 446; Zavala Rodríguez, II,
nº 1880; C. Nac. Com., sala B, 27/4/1962, inédito.

(1493) Gasperoni, nº 43.

(1494) Bruck, ps. 445 y 446.

(1495) Ascarelli, en "Assicurazioni", 1937, 2, p. 101.

(1496) Lordi, nros. 601 y 720; Donati, Trattato, II, nº 484.


Salandra, en "Assicurazioni", 1940, 2, p. 185, sostiene que la pericia o juicio pericial se da para
integrar un negocio jurídico (nuestro art. 498 Ver Texto, CCom., y los actuales arts. 5 Ver
Texto y 37 Ver Texto, ley 17418, lo desmienten). Ver también Salandra, en "Assicurazioni",
1941, 2, p. 61.
Greco ha objetado que si fuera arbitraje, su anulación impondría que se realizara nuevamente
("Assicurazioni", 1942, 2, p. 142).

(1497) Vivante, Trattato, nº 1965, y Contratto, nº 294; Gasperoni, nº 43; C. Nac. Com., sala B,
"Aenlle v. El Surco", 9/2/1966, inédito.

(1498) Bruck, p. 456.


Queda así descartada la aplicación del art. 218 Ver Texto, inc. 3, CCom., para eludir la nulidad
dispuesta por el art. 57 Ver Texto para la cláusula compromisoria insertada en la póliza.

(1499) C. Nac. Com., 20/5/1925, JA 15-1013 y GF 56-213; 31/8/1937, JA 59-632; 3/8/1938,


JA 63-595.
Rosenbusch, Erwin O., en JA 1942-I, secc. Doctrina, p. 83, resume la jurisprudencia en la
materia.

838
(1500) C. Nac. Com., 16/5/1918, JA 1-734 y GF 14-309.

(1501) C. Nac. Com., 21/7/1926, JA 21-459 y GF 63-213.

(1502) C. Nac. Com., 11/4/1923, JA 10-351 y GF 43-309; 3/8/1939, LL 15-1038; 9/8/1940,


LL 19-715; 28/7/1941, LL 23-501.

(1503) C. Nac. Com., 11/4/1923, JA 10-351, y GF 43-309; 19/11/1926, GF 66-46;


31/12/1940, JA 1942-I-532; 24/10/1951, LL 68-126, con nota de Stratta, Osvaldo J.,
Naturaleza jurídica de la avaluación pericial en el contrato de seguro. Prescripción aplicable.
Ver también, Halperin, Isaac, El juicio de peritos para la determinación del daño, en el seguro
de incendio, en LL 70-208.

(1504) C. Nac. Com., 3/8/1939, LL 15-1038; 9/8/1940, LL 19-715; 28/7/1941, LL 23-501.


"Es una pericia sui generis, de origen contractual, y no la prevista en el Código de
Procedimientos, como medio de prueba de los litigios, ni un laudo de árbitros o de amigables
componedores, por más que las partes y aun los mismos peritos empleen al referirse a ella o al
practicarla, las expresiones usadas en los peritajes judiciales o en los laudos arbitrales, o
reproduzcan los peritos las formas propias de estas clases de actos" (C. Nac. Com.,
29/11/1943, LL 33-316).
"Crea tan sólo un medio de solucionar extrajudicialmente la oposición de intereses que existe
entre asegurado y asegurador, cuando, ocurrido el siniestro, surge el reclamo de indemnizar sus
efectos" (C. Nac. Com., 21/7/1926, JA 21-459; 22/9/1933, GF 106-167).
"[. . .] la valoración pericial establecida en la póliza tiene [. . .] un carácter esencialmente
contractual; y si bien según se admite en doctrina participa de la naturaleza jurídica del
mandato y del juicio de árbitros, no le resultan aplicables las reglas procesales propias de esta
última institución sino en defecto de disposiciones especiales previstas por las partes y en
cuanto aquéllas no destruyan ni afecten la finalidad que éstos se han propuesto alcanzar al
imponer como preceptiva de las relaciones concertadas la regulación pericial como medio más
conveniente y expeditivo para fijar los daños, sin perjuicio de los derechos y excepciones que
nazcan de la misma convención". De ahí que no estén sometidos a las formalidades de los
árbitros o de los amigables componedores (C. Nac. Com., 29/5/1946, LL 43-142).

(1505) Por lo cual, en esta materia es inaplicable lo dispuesto al respecto por el art. 800 Ver
Texto, Código Procesal, ley 17454.
Zavala Rodríguez critica acerbamente (ver DJA, 26/6/1968) la acción judicial de impugnación
de la pericia contractual cuando "se aparta evidentemente del real estado de las cosas". Afirma
que los aseguradores recurrirán a esta acción para no pagar, que el procedimiento funcionó
satisfactoriamente sin esta impugnación, que la experiencia judicial no aconsejaba su inclusión.
Estas afirmaciones sólo se pueden considerar meros "argumentos" para apoyar su réplica a mi
análisis en DJA, 24/5/1968, porque en los repertorios judiciales son numerosísimos los fallos
publicados (¿y cuántos serán los no publicados?) de los asegurados que intentaron vanamente
rectificar valuaciones inexactas. Esta experiencia es la que ha fundado la intervención de la
Superintendencia de Seguros y es uno de los factores más importantes del desprestigio del
seguro en la Argentina.
Es posible que en algún caso aislado algún asegurador busque ese remedio para dilatar el pago
de la indemnización; pero hallará la condigna sanción en el resarcimiento por su mora
maliciosa (ver art. 50 Ver Texto, ley 17418; art. 565 Ver Texto, CCom.; art. 45 Ver Texto,

839
Código Procesal; etc.), como ya repetidamente se aplicó el art. 565 Ver Texto, CCom., por la
C. Nac. Com. (v.gr., "Frecha, Antonio, v. Coalse y otro", 10/7/1968; "Emmel de Biachwitz v.
Iguazú", 14/5/1965).
Negar la situación creada a los siniestrados por la inatacabilidad de la valuación pericial del
daño es negar la evidencia misma.

(1506) C. Nac. Com., 22/9/1933, GF 106-167.

(1507) C. Nac. Com., 3/11/1917, GF 11-75; 19/11/1926, JA 23-388 y GF 66-46.

(1508) Ver cuanto se expone en nota 377.

(1509) C. Nac. Com., 22/4/1938, LL 10-641. Ver Campoamor, Clara, en JA 1946-IV, jur. extr.,
p. 14; y nota en "Columbia Law Review", 1949, p. 818.

(1510) Vivante, Contratto, nº 298. Conforme a la solución sostenida, C. Nac. Com., sala B,
"Ramos Hnos. v. Industria y Comercio", 30/4/1969.

(1511) Para ser perito sólo se requieren las condiciones para ser amigable componedor (C.
Nac. Com., 31/5/1950, LL 60-110) (ver art. 800 Ver Texto, Código Procesal, ley 17454).
Acerca de su naturaleza, ver Dusi, Emilio, Revocabilit… o meno dei periti nominati per la
liquidazione dei siniestri, en "Assicurazioni", 1965, 1, p. 480.

(1512) Bruck, nº 4, ps. 447 a 449.

(1513) Bruck, ps. 449 y 450. Conf.: C. Nac. Com., 19/9/1947, LL 48-723. Pero no cabe exigir
que se demande el cumplimiento de este procedimiento (C. Nac. Com., sala B, "Ramos Hnos.
v. Industria y Comercio" Ver Texto, 30/4/1969).

(1514) Lo reconoció ya algún fallo anterior: C. Nac. Com., 5/6/1931, JA 35-1401; "Aenlle v.
El Surco", sala B, 9/2/1966, inédito.

(1515) Ver C. Nac. Com., 30/4/1969, cit. en nota 314.

(1516) C. Nac. Com., 31/7/1936, LL 3-517; 19/9/1947, LL 48-723.

(1517) Bruck, p. 450; teniéndose en cuenta que no se aplican las normas de la prueba pericial ni
del juicio de árbitros. Y que aseguren la seriedad de los procedimientos y la libertad de juicio
(C. Nac. Com., 6/7/1938, LL 11-813 y JA 65-178).
Estas normas que fijen los peritos se deben ajustar al fin perseguido (C. Nac. Com.,
19/9/1947, LL 48-723).

(1518) C. Com., 6/7/1938, LL 11-813 y JA 65-178.

(1519) C. Com., 8/10/1938, LL 12-308.

(1520) En un fallo anterior a la ley 17418 Ver Texto, la C. Nac. Com., 27/12/1939, LL 17-446,
decidió que valía el constituido en el contrato aun cuando la finca estuviera destruida por el

840
siniestro, si no se constituyó otro; lo cual es equivocado, aun con el régimen anterior, porque
es menester que la notificación llegue a destino o el asegurador haga lo posible para que
efectivamente llegue a destino. La solución es justa cuando la finca en que se constituyó el
domicilio, o meramente se lo indicó como tal, existe aun cuando ahí ya no se la tenga
realmente; pero la solución consagrada es injusta y contraria a la buena fe. Máxime que por los
tratos previos, de la liquidación misma, el asegurador debe conocer el nuevo domicilio o el
domicilio real del asegurado. La conducta del asegurador sería contraria a la buena fe (art. 1198
Ver Texto, CCiv.), aunque respetara o concordara con la letra del contrato.

(1521) C. Nac. Com., 20/7/1925, JA 16-760; 21/7/1926, GF 63-213, en el supuesto en que la


disidencia sea fundamental, pero no expresa qué entiende por fundamental; Bruck, p. 466;
Donati, Trattato, II, p. 484.
Contra: De Lalande y Couturier, nº 431, para quienes también se debe aplicar para liquidar el
daño, en el supuesto en que ese derecho no se reconozca.
El argumento no es sólido: se trata de un procedimiento amistoso, para zanjar ese diferendo,
de manera breve y expeditiva. La razón tenida en cuenta desaparece si la diferencia consiste
precisamente en la existencia del derecho mismo. Ya no se justifica que el asegurado renuncie a
las garantías más amplias de un debate judicial, porque no concurren las ventajas del
procedimiento sumario del peritaje extrajudicial.
Ver Dusi, en "Assicurazioni", 1961, 2, p. 240, quien sostiene que también incumbe a los peritos
establecer la causa de los daños.
Ver cuanto se expone en nota 377.

(1522) Bruck, p. 452.

(1523) C. Nac. Com., 5/10/1928, JA 28-685; incendio de un automóvil: el justiprecio sería


deficiente y arbitrario.

(1524) Bruck, p. 452.

(1525) C. Nac. Com., 22/7/1936, JA 55-249.

(1526) C. Nac. Com., 20/5/1935, GF 116-141 y 166.


Si no se prevén en la póliza los medios para salvar esta resistencia, no queda otro remedio que
la acción judicial al efecto (C. Nac. Com., 19/9/1947, LL 48-723).

(1527) C. Nac. Com., 16/10/1931, JA 36-1496.

(1528) C. Nac. Com., 19/5/1931, JA 35-1006 y GF 92-138; 6/6/1938, LL 11-538; 28/6/1937,


JA 58-925 y LL 7-336; 31/3/1937, LL 7-891.
No cabe admitir la validez de la cláusula que deja al asegurador la designación del perito en este
supuesto (ver "Riv. Dir. Comm.", 1943, 2ª, p. 384 y sus remisiones), dado lo dispuesto por el
art. 800 Ver Texto, Código Procesal, y su doctrina.

(1529) C. Nac. Com., 16/10/1931, JA 36-1496 y GF 94-332.

841
(1530) C. Nac. Com., 16/10/1931, JA 36-1496 y GF 94-332. Como cuando el asegurador no
emplea los medios que le da la póliza para salvar la resistencia del asegurado (C. Nac. Com.,
28/6/1937, JA 58-925).

(1531) C. Nac. Com., 24/12/1952, LL 70-208.

(1532) C. Nac. Com., 16/10/1931, JA 36-1496 y GF 94-332.

(1533) C. Nac. Com., 9/8/1932, GF 99-260; 10/6/1932, GF 98-277, implícitamente.


Ni puede invocar la pericia extrajudicial si consiente la designación de peritos en el juicio (C.
Nac. Com., 12/5/1930, JA 33-238).

(1534) C. Nac. Com., 10/6/1927, JA 25-271; 28/6/1937, JA 58-925.

(1535) C. Nac. Com., 17/5/1926, JA 20-438 y GF 62-153; 19/9/1947, LL 48-723; "Aenlle v.


El Surco", 9/2/1966, inédito; "Di Tella v. India", 29/6/1966, inéditos, ambos de la sala B.
Contra: C. Nac. Com., 30/9/1930, JA 34-244, que lo admite por vía de reconvención; C. Civ.
1ª La Plata, JA 11-1165.
La C. Nac. Com., 19/9/1947, LL 48-723, aceptó que se adujera al contestar la demanda.

(1536) C. Nac. Com., 28/6/1937, JA 58-925.

(1537) C. Nac. Com., 24/12/1952, LL 70-208.


El acierto del fallo es dudoso, porque en la póliza las partes no contemplaron esta función
consultiva de los peritos y sobre materia ajena a la prevista.

(1538) Vivante, Trattato, nº 1964, y Contratto, nº 290.

(1539) Lordi, nº 601.

(1540) Para la jurisprudencia anterior a la ley 17418 Ver Texto: C. Nac. Com., 16/5/1918, JA
1-734 -se refiere al recurso de anulación, lo cual condice con la naturaleza de laudo arbitral que
se le atribuía en esa época-; 10/6/1936, LL 2-1074; 6/7/1938, LL 11-183; 3/8/1939, LL 15-
1038; 27/12/1939, LL 17-446; 27/11/1943, LL 33-316.
Maroi limita la impugnabilidad a los supuestos de dolo, violación evidente del contrato y
rectificación de errores evidentes o materiales de cómputo (en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1933, p.
669).
La pericia anulada carece de valor probatorio en juicio (C. Nac. Com., 7/10/1932, JA 39-849).
Cabe examinar su validez, aunque no se haya impugnado en la demanda, si se produjo después
de interpuesta (C. Nac. Com., 19/9/1947, LL 48-723).
Si las dos partes la impugnan, procede dejarlo de lado y atenerse a la prueba producida en
juicio (C. Nac. Com., 23/6/1950, LL 60-347).
En el supuesto de impugnación, este pacto de póliza no autoriza las defensas de incompetencia
ni de cosa juzgada (C. Nac. Com., 20/3/1953, LL 71-551).

(1541) C. Nac. Com., 20/5/1939, LL 14-670; 3/8/1939, LL 15-1038.

(1542) C. Nac. Com., 20/5/1925, GF 56-213; Bruck, p. 451.

842
(1543) C. Nac. Com., 18/12/1937, LL 9-325. La misma cámara, en 3/8/1939, LL 15-1038,
con un criterio más amplio, permitió en general impugnar las conclusiones, sin ningún otro
recaudo; solución que extremada lleva a la destrucción del procedimiento mismo. Y en la
sentencia del 9 de agosto de 1940, LL 19-715, aceptó que se ataquen las conclusiones cuando
se demuestra que no son justas, por presunciones graves, precisas y concordantes.
En el fallo del 18/8/1933, JA 43-260, sólo exigió que se demostraran mayores daños; pero en
otros párrafos, con mención del art. 1197 Ver Texto, CCiv., expresa que es decisiva.

(1544) C. Nac. Com., 9/8/1940, LL 19-715.

(1545) Bruck, p. 450; la nulidad es parcial en la medida en que el pronunciamiento excede de la


competencia. Ver nota 37.

(1546) C. Nac. Com., 11/6/1940, GF 147-229.

(1547) Apuntamos las soluciones típicas; se debe tener en cuenta que en la fundamentación de
algunas de éstas campea la lógica preocupación que no pueda servir para desvirtuar el
procedimiento por el asegurado, con la multiplicación de dificultades por parte del perito, cuya
conducta no puede responsabilizar a aquél, por no ser su mandatario. Esta misma
preocupación ha fundado diversas sentencias, verdaderas resoluciones de casos especiales,
justificadas por las peculiaridades de ellos, por lo cual el pronunciamiento no se puede elevar a
principio ni ser generalizado.

(1548) C. Nac. Com., 19/11/1926, JA 23-388; 29/11/1943, LL 33-316; 3/8/1939, LL 15-


1038; 29/12/1939, LL 17-446; 9/8/1940, LL 19-715; 11/6/1940, GF 147-229.
Contra: Sup. Corte Bs. As., 3/7/1945, LL 40-46, que decidió que sólo se puede impugnar por
los mismos fundamentos que el laudo de arbitradores.
Contra: las reglas del arbitraje se aplican subsidiariamente y en cuanto no contradigan la
naturaleza del procedimiento (C. Nac. Com., 19/9/1947, LL 48-723).

(1549) C. Nac. Com., 19/11/1926, JA 23-388; 29/11/1943, LL 33-316; en el caso, parte de


uno de los libros de comercio quemado, que los otros peritos no mencionan, y al cual sólo
hace referencia el perito tercero, sin indicar cómo lo halló.

(1550) C. Nac. Com., 3/8/1939, LL 15-1038.

(1551) C. Nac. Com., 31/7/1936, LL 3-517.

(1552) C. Nac. Com., 16/5/1918, GF 14-309 y JA 1-734; se debe tener en cuenta la naturaleza
de la cosa dañada.

(1553) C. Nac. Com., 3/8/1939, LL 15-1038.

(1554) C. Nac. Com., 29/11/1943, LL 33-316; 5/12/1947, LL 50-112.


Si se designan tres, en vez de uno, el asegurado no puede impugnar, porque en definitiva tiene
mayores garantías (C. Nac. Com., 31/8/1937, JA 59-632).

843
(1555) C. Nac. Com., 16/5/1918, GF 14-309 y JA 1-734.

(1556) C. Nac. Com., 27/12/1939, LL 17-446; 3/8/1939, LL 15-1038.

(1557) C. Nac. Com., 27/12/1939, LL 17-446.

(1558) C. Nac. Com., 3/8/1939, LL 15-1038.


La solución es de exactitud dudosa: dependerá de la naturaleza del riesgo, de los daños, y del
perjuicio del asegurado para la prueba de esos daños.

(1559) C. Nac. Com., 29/11/1943, LL 33-316. La solución merece las observaciones apuntadas
en la nota precedente.

(1560) C. Nac. Com., 3/8/1933, LL 15-1038.

(1561) C. Nac. Com., 3/8/1933, LL 15-1038.

(1562) C. Nac. Com., 5/12/1947, LL 50-112.

(1563) Bruck, p. 451.


Contra: C. Nac. Com., 3/8/1939, LL 17-446.

(1564) C. Nac. Com., 21/7/1926, JA 21-459; 4/10/1932, JA 39-841 y GF 100-256.


O por quien no tiene facultades para hacerlo (C. Nac. Com., 21/7/1926, GF 63-213).

(1565) C. Nac. Com., 22/9/1933, JA 43-759.

(1566) C. Nac. Com., 12/5/1930, JA 33-238.

(1567) C. Nac. Com., 12/5/1930, JA 33-238 y GF 86-105; y 7/10/1932, GF 100-271.


Pero la resistencia del perito designado por el asegurado, ¿afecta la validez del avalúo? La C.
Nac. Com., 20/5/1939, LL 14-670, resolvió que no lo afecta. Esta solución no es aceptable
ante el texto del art. 78 Ver Texto, 2º párr., porque los peritos no son mandatarios de las
partes.

(1568) C. Nac. Com., 4/10/1932, JA 39-841; 19/9/1947, LL 48-723.

(1569) C. Nac. Com., 7/10/1932, GF 100-271.

(1570) C. Nac. Com., 29/11/1943, LL 33-316.

(1571) C. Nac. Com., 4/10/1932, GF 100-256.

(1572) C. Nac. Com., 8/10/1938, LL 12-308.

(1573) C. Nac. Com., 11/4/1923, JA 10-351 y GF 43-309.

(1574) Bruck, p. 451.

844
(1575) Bruck, ps. 449 y 450; Stiefel, en "Assicurazioni", 1934, 2, p. 391.

(1576) C. Nac. Com., 3/8/1938, LL 11-597.

(1577) Bruck, p. 447; Lordi, nº 601.


Lordi niega que se puedan expedir sobre la inexistencia de las cosas muebles declaradas en la
póliza (nº 601). Lo cual no es exacto, como regla absoluta, como cuando se trata de
mercaderías, porque siempre lo hacen al fijar el monto de la indemnización, y no podrían dejar
de hacerlo, porque es el fundamento mismo de la determinación de esa indemnización; salvo
que se exija previamente la decisión del punto, cuando es materia de discusión. En la póliza de
incendio, el texto de las cláusulas 11ª y 12ª no deja dudas sobre la solución. En los seguros de
robo común y de automóvil, de incendio del automóvil, como de incendio de una cosa
determinada, el desconocimiento de la preexistencia de la cosa robada o dañada equivale al
desconocimiento del derecho mismo, que justificará la acción en justicia; es decir que suprime
la inatacabilidad de la pericia. En el supuesto de incendio de mercaderías podrá fundar la
impugnación por error en los cálculos (art. 78 Ver Texto, 2º párr.), que ya la jurisprudencia
admitió como razón de la impugnación; además importa pronunciarse sobre la extensión del
derecho mismo, lo cual escapa a la competencia de los peritos.

(1578) Con motivo de una acusación de perención, la C. Nac. Com., 20/12/1944, LL 37-85,
sostuvo que la prescripción de la acción de nulidad es de 2 años, que se rige por el art. 4030
Ver Texto, CCiv. Creo que es un error: 1) si se juzga que la pericia es un acto de aplicación del
contrato de seguro, la prescripción es de un año, conforme al art. 58 Ver Texto; 2) de lo
contrario, el término es de 4 años, conforme al art. 847 Ver Texto, 3º párr., CCom., por
tratarse de actos que no tienen una prescripción más corta.

(1579) C. Nac. Com., 8/10/1938, LL 12-308.

(1580) Bruck, p. 447.

(1581) C. Nac. Com., 29/11/1943, LL 33-316. Su afirmación de que la inexistencia de las


valuaciones a la fecha en que el acta da por suscitadas las diferencias no afecta si no existe
intención tendenciosa, es inaceptable, porque suprime la seguridad y la seriedad del
procedimiento.

(1582) Contra: C. Nac. Com., 9/8/1940, LL 19-715.

(1583) C. Nac. Com., 6/7/1938, LL 11-183 y JA 65-178; 8/10/1938, LL 12-308 y JA 64-284;


29/5/1946, LL 43-142.
Lo que se busca -decidió el último fallo citado- es que el perito tercero oiga a los peritos de las
partes en sus disidencias y resuelva éstas, por escrito y con detalle de los elementos de su
pronunciamiento, que debe ser fundado.
Algún fallo exige que los tres peritos se expidan conjuntamente (C. Nac. Com., 7/10/1932, JA
39-849), solución que ahora halla apoyo en el art. 800 Ver Texto, Código Procesal, ley 17454.

(1584) C. Nac. Com., 8/10/1938, LL 12-308.

845
(1585) C. Nac. Com., 29/11/1943, LL 33-316.

(1586) Fallos citados en notas 382 y 384, y 11/6/1940, GF 147-229; 19/9/1947, LL 48-723;
29/5/1946, LL 43-142; 31/5/1950, LL 60-110.

(1587) Vivante, Contratto, nº 293.

(1588) C. Nac. Com., 28/7/1941, LL 23-501; 5/12/1947, LL 50-112.

(1589) La C. Nac. Com., 7/12/1923, GF 49-188, le reconoció esta eficacia si el asegurador no


hizo reserva de que no importaba reconocimiento del derecho; solución que es equivocada,
porque contra los actos y sus consecuencias no caben reservas, y porque el reconocimiento del
derecho mismo es el presupuesto para la aplicación del procedimiento, que es de liquidación
del daño. Ver capítulo XI, nº 8.
Ver sobre este tema, Ascarelli, en "Assicurazioni", 1937, 2, p. 103, y 1938, 2, p. 163; Donati,
Trattato, II, p. 443; Fanelli, en "Assicurazioni", 1945, 2, p. 41.

(1590) Vivante, Contratto, nº 296; quien arguye, sobre la base del art. 1309, Código Civil
italiano derogado, que exige la ejecución de la mayor parte de la obligación para que exista
confirmación.
Sobre la posición de la jurisprudencia nacional, ver capítulo XI, nº 8.

(1591) Vivante, Contratto, nº 296.

(1592) C. Nac. Com., 20/6/1918, JA 1-914.


Aunque sea nula, importa renuncia a las caducidades anteriores conocidas: conf. Greco, en
"Assicurazioni", 1942, 2, p. 142, salvo pacto en contrario, cuya licitud admite (en
"Assicurazioni", 1942, 2, p. 149).
La procedencia de esta salvedad es dudosa, porque se trataría de una mera salvedad genérica,
contraria a los hechos concretos en contrario, de ejecución del contrato: contra los hechos no
valen reservas incompatibles con su ejecución.

(1593) La solución es universal (Bruck, p. 450; Vivante, Contratto, nº 297).

(1594) En esta forma se evita un riesgo monetario (Bruck, p. 407).


La C. Nac. Com. decidió en materia de seguros sobre la vida convenido el pago en oro, cuando
las primas se cancelan al cambio nominal de $ 2,2727 (ver autos "Travaglini v. Sud América",
10/8/1962; "Dahnes v. La Franco Argentina", 14/9/1962; 27/4/1962, LL 108-375; 4/4/1963,
LL 112, fallo 51.132); por lo cual en el caso "Tannahill Rodman de Bottomley v. Equitativa del
Plata", 5/4/1963, se dispuso el pago en oro.

(1595) Bruck, p. 466.

(1596) Bruck, p. 467.

(1597) Bruck, p. 469; Vivante, Trattato, nº 1967, y Contratto, nº 301.

846
(1598) Por resolución 2378/52 (ADLA XII-A-1002), la Superintendencia de Seguros dispuso
que el pago se debe hacer directamente al asegurado, con prohibición de hacerlo al perito
liquidador. La preceden considerandos muy enérgicos, en los cuales afirma que la práctica
prohibida es contraria a la seguridad y a la ética, y que los aseguradores idean nuevas prácticas
para impedir el adecentamiento del seguro.

(1599) Gasperoni, nº 44.

(1600) Bruck, p. 458. Ver cuanto se expuso en capítulo III, nº 46.

(1601) Vivante, Contratto, nros. 336 y 337. Si el vendedor no comunicó la enajenación al


asegurador, podrá invocar su contrato si el siniestro se produce después de ejercido el derecho
de retroventa, siempre que no haya existido agravación del riesgo (Vivante, nº 338).

(1602) Bruck, p. 458. Ver cuanto se expone en el capítulo VII, nros. 44 y ss.

(1603) En el derecho francés anterior a 1930, en el cual no se contaba con normas análogas,
existía grave controversia sobre la solución (ver De Lalande y Couturier, nros. 407 y ss.).

(1604) De Lalande y Couturier, nros. 418 y 419.

(1605) Fernández, Tratado de la hipoteca y de los privilegios, I, ps. 81 y ss., y 146, Molinario,
nº 135.
Acerca del fundamento jurídico, confr. Besson y Picard, II, nº 185; y P.L.-P., en "Dalloz",
1947, p. 25.
Donati sostiene que no se trata de un supuesto de subrogación real, sino de prelación en el
cobro (Trattato, II, p. 448).

(1606) La ley alemana, arts. 101 a 105; ley francesa de 1930, art. 37; art. 437 del Código de
Comercio italiano. Confr. Besson y Picard, II, nros. 190 y ss.; Bruck, p. 469; Vivante, Trattato,
nº 1967, y Contratto, nº 301. Salvo -expresa Vivante- que se lo utilice para demorar el pago de
sus créditos vencidos: entonces no hay interés de reconstruir la finca que será vendida
inmediatamente.

(1607) Picard sostiene que las caducidades posteriores al siniestro son oponibles a estos
acreedores, fundado en la naturaleza de la acción directa que tienen, distinta de la cual es titular
la víctima en el supuesto del seguro de la responsabilidad civil (en "Rev. Gén. Ass. Terr.",
1941, p. 406).
Adde: nota de P.L.-P., en "Dalloz", 1947, p. 25.

(1608) C. Nac. Com., 31/8/1937, LL 8-256.


Besson y Picard, II, nº 194, aplican la solución a todos los acreedores privilegiados. En los
nros. 196 y ss. tratan de la acción directa y sus recaudos (sobre el punto, ver infra, nº 100).

(1609) C. Nac. Com., 19/8/1936, LL 3-726; Besson y Picard, II, p. 430.


Contra: C. Nac. Com., 14/9/1918, JA 2-846; Salvat, Derechos reales, II, p. 783, nº 2920.

847
(1610) La Corte de Casación de Francia juzga que son inoponibles las defensas nacidas con
posterioridad a la oposición, solución fundadamente criticada por Besson y Picard, 2ª ed., I, p.
407, porque no se dan los fundamentos del seguro de la responsabilidad civil, actúa por
subrogación real, e invoca justamente el contrato que se le opone.

(1611) Patterson, p. 114; Díaz de Guijarro, nota en JA, t. 47, secc. Doctrina, p. 8.
La jurisprudencia estadounidense discute si el acreedor puede percibir íntegramente, aun
cuando se demuestre que las hipotecas de mejor grado hubieran insumido el valor íntegro del
bien. Reconocerle este derecho -afirma Patterson- es concederle más de lo que perdió.

(1612) C. Nac. Com., 4/5/1918, GF 14-237.

(1613) Aubrun, en DP 1927-2-117.

(1614) Aubrun, en DP 1927-2-117.

(1615) Bruck, p. 454; Lepargneur, nº 1320.

(1616) La de incendio fija 10 días al efecto -cláusula 17ª-; la individual de accidentes fija 15 días
desde que se justifica la muerte, pero nada expresa respecto de las incapacidades; en granizo, se
fija para el pago el 30 de abril posterior al siniestro.
Nada se dispone en los seguros de cristales, de garantía, de responsabilidad automóvil, de robo,
etc.

(1617) Naturalmente que el plazo es inaplicable en el supuesto de reconstrucción (art. 87 Ver


Texto, ap. a), pero sí es exigible en los supuestos de sustitución (cristal, automóvil) o de
suministro (v.gr., aparato ortopédico).
Si se tratare de prestación de servicios médicos o de suministros de medicamentos, serán
inmediatamente exigibles.

(1618) Es el principio aceptado por el Proyecto del Instituto de Estudios Legislativos, art. 69.
Contra: Bruck, p. 456.
La ley alemana, art. 94, 2º párr., impone pagos a cuenta si la indemnización no ha sido fijada al
mes de ocurrido el siniestro.

(1619) C. Nac. Com., 5/10/1928, JA 28-685; 29/9/1923, JA 11-651; 30/6/1936, LL 3-795 -si
no deposita en pago o a embargo el importe reclamado-; 1/9/1936, LL 3-1036 -si no deposita
en pago-. Adde: Besson y Picard, III, p. 53. En los últimos tiempos la jurisprudencia había
abandonado esta solución (sala B, "Vivacqua v. La Agrícola", 30/8/1963).

(1620) La doctrina nacional es contraria a esta solución, por aplicación del art. 622 Ver Texto,
CCiv. (Salvat, Obligaciones, nº 495; Rezzónico, Obligaciones, 9ª ed., I, ps. 446 y ss.; C. Fed.
Mendoza, 31/10/1947, LL, t. 49, fallo 23.732). Los intereses pueden no compensar todo el
daño sufrido, por ejemplo, en el supuesto indicado por De Lalande y Couturier, nº 528, si el
asegurador impidió utilizar las cosas salvadas -un establecimiento industrial, por ejemplo-.
En sentencia del 12/7/1949, LL 56-286, la C. Nac. Com. reconoció el derecho a una mayor
indemnización "cuando han sobrevenido situaciones originadas por la inejecución de las
obligaciones contractuales que asumió y de ellas proviene una lesión patrimonial para el

848
asegurado". En el caso, denegó la mayor indemnización por las circunstancias de hecho
concurrentes.
La ley 17711 Ver Texto, de reformas al Código Civil, agregó al art. 622 Ver Texto cit. un
párrafo por el cual autoriza a los códigos procesales a introducir una disposición análoga al art.
565 Ver Texto, CCom. (decreto 4777 , año 1963), esto es, un interés sancionatorio de la malicia
procesal, de hasta dos veces y media la tasa del interés de los bancos oficiales para las
operaciones de descuento.
Donati, en aplicación del Código Civil italiano de 1942, sostiene que incluso debe indemnizar
el mayor daño causado por la desvalorización si prueba que había invertido en bienes no
sujetos a la desvalorización (Trattato, II, p. 460). El asegurador debe indemnizar por este daño,
porque él ha retenido injustamente el goce de ese capital, que tiene invertido en bienes que se
hallan a resguardo de la desvalorización. No creo justa la exigencia de la prueba de la intención
del asegurado de invertir en bienes no sujetos a desvalorización; además de tratarse de una
intención -y por ello de difícil prueba-, la regla es que así se haga, y con mayor razón si se trata
de un comerciante, o por la naturaleza del interés dañado.
En favor de la solución, Corte de Casación de Francia, 24/4/1950, "Rev. Gén. Ass. Terr.",
1950, p. 279, seguida por las Cortes de Apelación (ver Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 410).
Para el derecho alemán, en el mismo sentido, Bruck-M”ller, I, § 11, p. 251.

(1621) Solución cuestionada por la doctrina (ver Durante, ob. cit., ps. 332 y ss.).
Nuestra jurisprudencia es contraria, en general, a reconocer la indemnización por
desvalorización en el resarcimiento del daño contractual [ver Colombo, Leonardo, La
depreciación de la moneda y las deudas de dinero y las deudas de valor, en "Rev. Der. Com. y
Obl.", año 1 (1968), p. 161], pero tal doctrina -discutible en sí misma- la juzgo inaplicable en
los supuestos de los contratos de adhesión -v.gr., trasporte público de pasajeros- y en los
contratos tipo, en los cuales la parte que no fija los términos del contrato no está en situación
de prever, con cláusulas adecuadas, la eventualidad del incumplimiento, en las cuales cabe la
calificación de contratos de sumisión.
En la sentencia de 31/10/1969, "Tienda León v. Chacabuco" Ver Texto, inédita, la sala B ha
dado un paso adelante hacia esta solución, al imponer al asegurador el pago de cuanto el
asegurado debió abonar a la víctima por desvalorización "por no haber la demandada cumplido
oportunamente con su obligación [. . .] y permitir [. . .] que la tramitación del juicio por el
tercero afectado demorara el pago e hiciera posible la incidencia de la referida desvalorización".

(1622) La derogación en el orden nacional por el art. 821 Ver Texto, Código Procesal, es
inconstitucional a mérito de: a) art. 31 Ver Texto de la Constitución; b) art. 67 Ver Texto, inc.
11, de la Constitución; c) violación de la uniformidad de las leyes para todo el territorio de la
Nación y la igualdad de sus habitantes ante la ley.
Cabe señalar que la sanción del 2º párr., art. 622 Ver Texto, CCiv., introducido por la ley 17711
Ver Texto, confirma esta solución.

(1623) C. Fed. Cap., 5/12/1941, LL 24-845. Es aplicación del art. 1231 Ver Texto, CCom.
(10/10/1963, ED 8-51).
Ver Simone, O. B., ¿Acción ejecutiva de las pólizas de seguros marítimos o derecho al pronto
pago provisorio?, en LL 134, nota a fallo 62.666.

(1624) Contra: Obarrio, p. 73, sin dar razón alguna.

849
(1625) Bruck, p. 466.

(1626) Bruck, p. 466; De Lalande y Couturier, nº 531.

(1627) Puede ocurrir cuando se han cubierto varios riesgos: por ejemplo, del daño físico por el
incendio y la responsabilidad civil pertinente (De Lalande y Couturier, nº 532).

(1628) Bruck, p. 474.

(1629) C. Nac. Com., 14/5/1914, "Jur. Trib. Nac.", mayo de 1914, p. 240; 5/5/1933, GF 100-
60 y 73, y JA 42-286 y 289; 9/9/1932, GF 100-92; 28/11/1933, GF 107-224, y JA 44-331;
4/7/1936, LL 3-127, y JA 55-232; 6/12/1938, JA 65-218.

(1630) C. Nac. Com., 5/5/1933, GF 104-60 y JA 42-286. "Lo contrario -expresa el tribunal-
importaría cercenar perpetuamente o poco menos, los derechos del asegurado, y dejar librado a
la voluntad del deudor el cumplimiento de las obligaciones a su cargo emanadas del mismo".
Este fundamento es inaceptable, porque el mantenimiento del embargo no depende del
asegurador.

(1631) C. Nac. Com., 12/5/1919, JA 3-416; 10/9/1920, JA 5-288; 15/5/1929, JA 29-777;


5/11/1930, JA 34-893; 19/5/1931, JA 35-1006; 31/8/1936, LL 3-846.

(1632) C. Nac. Com., 22/9/1926, JA 22-503; 15/10/1930, JA 34-546.

(1633) C. Nac. Com., 11/4/1923, JA 10-351; 19-11-1926, JA 23-388; 29/5/1931, JA 35-1018;


6/8/1937, LL 7-762.

(1634) La C. Nac. Com. lo aplicó reiteradamente: v.gr., "Frecha v. Coalse", 10/7/1968, inédito.

(1635) Segovia, nota 1893 -con adhesión de Rivarola, nº 1125-, agrega: "y mientras dura el
tumulto". La limitación en el tiempo, que así resulta de la frase trascrita, no se ajusta a la
verdadera extensión de la garantía, que puede ser mayor, como resulta de los ejemplos que se
ponen más adelante: hurtos en el local provisional, daños por la lluvia cuando lo salvado debe
quedar a la intemperie, etc.

(1636) Vivante, Contratto, nros. 367 y 368; Gasperoni, nº 19; Besson y Picard, III, nº 9. Así
resulta de la cláusula 6ª de la póliza uniforme de incendio.
La ley alemana, art. 82, establece que se indemnizan los daños que dependen de la acción del
fuego, o sean consecuencia inevitable del incendio; también se deben resarcir los causados por
demolición, etc., o por pérdida de la cosa durante el incendio. La ley francesa de 1930, arts. 41
a 44, sólo dispone el resarcimiento de los daños materiales, además de los causados por los
auxilios y las medidas de salvamento, los objetos desaparecidos o perdidos durante el incendio
-salvo que el asegurador pruebe que existió robo-, con exclusión de los causados por vicio
propio, pero garantiza los daños de incendio, que son su consecuencia.

(1637) Ver lo expuesto en el capítulo IV, nros. 82 y ss., y C. Nac. Com., 15/10/1937, JA 60-
217; Besson y Picard, III, nº 10.

850
(1638) Patterson, nº 59.

(1639) Póliza usual de incendio, anterior, cláusula 5ª, punto b.

(1640) La cláusula 2ª, letra g, de las condiciones generales de la póliza de incendio excluye de la
garantía la sustracción producida durante o después del siniestro.
Considero que esta exclusión no es legítima, no sólo porque es contraria al texto imperativo del
art. 85 Ver Texto, 2º párr. (y por ende inmodificable, conforme al art. 158 Ver Texto), sino
también porque el concepto "extravío" que ahí se emplea (y reproduce el 3º párr. de la cláusula
1ª de esas condiciones generales) incluye la pérdida por cualquier causa, atento al alcance de la
expresión.
Esa exclusión contradice la amplitud de cobertura que dispone la cláusula 1ª.

(1641) Vivante, Contratto, nros. 368 y 372; Gasperoni, nº 19; Patterson, nº 59; Obarrio, nº 36;
Malagarriga, Comentario, III, nº 266; Lepargneur, nº 1347; Besson y Picard, III, nº 5, hasta el
momento en que el asegurador examina y tasa lo salvado (p. 22).

En consecuencia, la cláusula 6ª de la póliza usual de incendio, que excluye estos daños, se ha


tornado ilegítima: el lenguaje del art. 85 Ver Texto es imperativo (art. 158 Ver Texto,
encabezamiento).

(1642) De Lalande y Couturier, nº 474; por ejemplo, la pared que se derrumba varios días
después (nros. 93 y ss.). Los daños causados por el huracán sobreviniente (Besson, en "Rev.
Gén. Ass. Terr.", 1946, p. 160).

(1643) Patterson, nº 59. La solución cabía dentro de lo dispuesto en la cláusula 24ª, de la


anterior póliza de incendio, que si bien excluía el daño en la instalación eléctrica por descargas
o fenómenos eléctricos, no excluía el daño cuando se produce a causa de incendio.

(1644) C. Nac. Com., 24/9/1925, JA 17-713.

(1645) C. Nac. Com., 15/10/1937, JA 60-217; Vivante, Contratto, nº 368; Gasperoni, nº 19;
Rivarola, nº 1130; Besson y Picard, III, nº 9. Conf. la cláusula 6ª de la póliza uniforme de
incendio, anterior.
No obstante, Vivante considera que se debe indemnizar como daño directo el sufrido por la
imposibilidad de elaborar una mercadería a consecuencia del incendio, porque es un daño
derivado del siniestro (nº 368, cit.). Con este criterio no se ve por qué excluye los alquileres y
demás daños indirectos, también derivados del incendio: olvida que el asegurador sólo prevé y
garantiza los daños materiales que sufra la cosa, y los que pueda recibir por el salvamento; todo
otro daño debe ser expresamente incluido; es decir, el asegurador debe ampliar taxativamente
su garantía.
No debe el alquiler del local incendiado si no se obligó a conservar las cosas salvadas en ese
lugar (C. Nac. Com., 10/3/1939, JA 65-856).

(1646) La póliza de incendio, aprobada en 1968, cláusula 2ª, punto b, excluye la combustión
espontánea, salvo que produzca fuego.

851
(1647) C. Nac. Com., 16/7/1931, JA 36-314: en el caso, incendio causado por la explosión de
un tambor de nafta -no previsto en el contrato-, usada como combustible de la máquina de
hacer café, del bar asegurado.
Ver capítulo IV, texto y nota 204.

(1648) El art. 543 Ver Texto, CCom., derogado, se refería a explosión de pólvora o de máquina
de vapor; de terremoto, o rayo, etc., con una vaguedad criticada con razón por la doctrina (ver
Rivarola, nº 1127).

(1649) Lordi, nº 569; Vivante, Contratto, nº 381; ley alemana, art. 84.
Ver nº 36.

(1650) Vivante, nº 381.

(1651) Vivante, Contratto, nº 377; Gasperoni, nº 8, p. 879. Bruck la define como la expansión
violenta de gases o vapores, y es indiferente que los gases hayan existido antes o sean una
consecuencia de la explosión (ps. 637 y ss.). Besson y Picard, III, nº 6, expresan que "se
caracteriza por el estallido brusco e instantáneo de una sustancia". Donati, Trattato, III, nº 620,
da este concepto de explosión: "El rapidísimo y violento desplazamiento del equilibrio físico-
químico de un cuerpo o conmoción instantánea y fragorosa, producida por la expansión de
una gran fuerza que va del estado líquido o sólido al gaseoso y puede derivar de choque,
exceso de calor, descomposición espontánea y por su instantaneidad no puede ser frenada por
alguna ayuda". Señalo que, según este concepto, se excluiría la explosión de gases, aunque es
indudable que se debe calificar así, por lo menos cuando se produce por compresión.

(1652) Vivante, Contratto, nros. 378, 379 y 380; Gasperoni, nº 8, p. 879; De Lalande y
Couturier, nº 86.
La jurisprudencia estadounidense ha negado la garantía cuando los daños por la explosión se
han debido a la presencia de condiciones extraordinarias: un buque dañado por una explosión
a mil metros de distancia (Patterson, nº 59).

(1653) Vivante, Contratto, nº 375; De Lalande y Couturier, nº 87.


En un supuesto en que el contrato garantizaba los daños causados por el rayo, la Corte de
Reuen, en un caso de tempestad, decidió que se debían indemnizar los daños causados por los
rayos y el viento, sin discriminación alguna (cit. por Vivante, nº 376).

(1654) Bruck, p. 638.

(1655) En esta cláusula se resume la experiencia judicial extranjera de los aseguradores, que
durante muchos años se vieron condenados a indemnizar por estos hechos. La falta de esta
cláusula suscitaría en su perjuicio estas cuestiones también entre nosotros, a pesar de que los
daños no son causados por un fuego hostil. Ver Vance, ps. 753 y 754, y cuanto se expone en el
capítulo VIII.

(1656) Malagarriga limita los inmuebles por accesión física (Comentario, III, nº 423, y Trat.
elem., III, p. 473). Gasperoni (nº 6, p. 878) lo extiende a todos los accesorios incorporados de
manera estable, vinculados a la cosa principal y destinados a su fin económico, lo cual es
excesivo. Besson y Picard (III, nº 11) exponen un criterio análogo al del texto.

852
(1657) Es el concepto expresado en forma no muy clara por el punto a, cláusula 3ª, póliza de
incendio en uso antes de la sanción de la ley. Por eso, a pesar de la definición ahí contenida,
sobre el significado de las palabras "edificio", "construciones", "existencias" y "efectos", se
pueden suscitar dudas, y las expresiones empleadas serán una guía para fijar el alcance de la
garantía, así como la suma asegurada y la prima pagada: no es lo mismo expresar que se cubre
el edificio, que garantizar "la fábrica", por ejemplo; en este concepto, se pueden lógicamente
considerar incluidas las máquinas y accesorios, si los demás elementos del contrato autorizan
esa interpretación.
Esta confusión se reitera en la nueva póliza aprobada.

(1658) Patterson, p. 118.

(1659) De Lalande y Couturier, nros. 130, 131 y 133.


Si las cosas son individualizadas y valuadas separadamente, cada una de ellas está especialmente
asegurada, y su pérdida se debe liquidar como pérdida total, aunque otras sólo hayan sido
dañadas (C. Nac. Com., 5/9/1918, GF 16-107).
Si diversos aseguradores cubren cosas distintas cuyos daños no pueden ser discriminados,
deben pagar conjuntamente la totalidad del perjuicio, a prorrata de sus pólizas (C. Nac. Com.,
16/10/1931, JA 36-1496).

(1660) C. Nac. Com., 31/3/1933, GF 103-221 y JA 41-494, en el caso en un galpón anexo.

(1661) C. Nac. Com., 1/9/1936, LL 3-1036.

(1662) C. Nac. Com., 10/3/1939, LL 14-205; mercaderías depositadas en un edificio vecino.

(1663) Cláusula 3ª, punto d, póliza de incendio; ley alemana, art. 85; Hémard, II, nº 465.

(1664) Póliza, cláusula 3ª, párrafo final. Conf.: De Lalande y Couturier, nº 73.
Hémard estima que la platería y objetos de arte entran dentro del concepto de mobiliario; no
así las colecciones de objetos raros y preciosos, joyas, etc. (II, nº 465).
El mencionado párrafo de la póliza elimina cualquier discusión al respecto.

(1665) Póliza, cláusula 4ª.

(1666) C. Nac. Com., 5/10/1928, JA 28-685 y GF 76-303.

(1667) C. Nac. Com., 12/3/1930, JA 32-848.


La falta de prueba concreta y discriminada de los daños no exime al asegurador, si su existencia
está probada (C. Nac. Com., 30/4/1947, LL 46-436). Ver asimismo Corte de Casación de
Francia, 4/11/1957, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1959, p. 59.

(1668) Contra, fallo de 1ª instancia, confirmado por C. Nac. Com., 20/2/1934, JA 45-356, sin
justificar este apartamiento de los principios generales del seguro, y aun de las normas
procesales sobre la carga de la prueba.

(1669) C. Nac. Com., 23/11/1928, JA 28-917.

853
(1670) Sup. Corte Bs. As., 23/9/1932, JA 39-595.

(1671) C. Nac. Com., 15/10/1930, GF 88-415.

(1672) Besson, en DP 1939-2-41; Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, ps. 840 y 841,
criterio aceptado por la Corte de Casación francesa, 5/3/1940, en "Rev. Gén. Ass. Terr.",
1940, p. 195; 31/10/1957, en "Rev." cit., 1958, p. 62.
La C. Nac. Com. prácticamente aceptó este criterio al resolver que si el siniestro no es total, las
reparaciones no pueden alcanzar casi la suma asegurada (30/9/1930, GF 88-254).

(1673) C. Nac. Com., 30/9/1930, GF 88-254.

(1674) C. Nac. Com., 3/4/1940, LL 20-611, y JA 70-434.

(1675) Se ha decidido que la cláusula de póliza que excluye de la indemnización del seguro de
automotores la privación de uso del vehículo debe ser interpretada en referencia al tiempo
necesario para que la reparación se efectúe, y no al insumido por la paralización provocada a
causa de la mora culpable de la aseguradora (C. Nac. Com., sala B, 7/2/1973, JA 19-1973-76);
en análogo sentido, dicha sala había dictado pronunciamiento en 28/7/1954, LL 78-32, con
nota de Isaac Halperin, en la cual expresa que la mora del asegurador en el pago de la
indemnización hace nacer su responsabilidad por el mayor daño causado, no compensado por
los intereses. También se pueden ver los fallos de la sala C de dicha Cámara Nacional
Comercial, del 23/9/1968, LL 134-1111 y del 28/4/1969, ED 30-548.

(1676) La exigencia de externidad de la causa del daño ha llevado a considerar excluidos los
daños que fueren producto del golpear de partes del rodado con otras del mismo vehículo
(p.ej., el impacto de un capó que, ante un barquinazo, se abre y va a dar contra el parabrisas; o
la "tijera", o golpe de un acoplado, que, por una frenada, se desplaza lateralmente hasta dar
contra el vehículo tractor, etc.).

(1677) Sobre culpa grave en general, ver, en este capítulo, § 22.

(1678) Así se resolvió en el fallo plenario de la Cámara Nacional Especial en lo Civil y


Comercial de la Capital Federal, en autos "Irago, Armando R., v. Cabrera, Antonio" Ver Texto,
14/12/1984, JA 1985-I-395 [ver, asimismo, en este capítulo, § 39 (a)].

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854
83. Seguro de robo.

En el seguro común de robo se indemniza el valor de la cosa sustraída, que se halle en el lugar
o lugares indicados en la póliza. No se cubre cuando ha sido determinado por culpa grave o
dolo del asegurado, sus familiares íntimos, dependientes o visitas, u ocurrido en ocasión de
incendio (1679) , explosión, inundación, guerra, motín, terremoto, o cuando el edificio esté
deshabitado por un tiempo mayor al fijado, entendido por deshabitado que nadie duerma en él
durante la noche. En el seguro de robo durante el trasporte, terrestre o marítimo, rigen otras
normas.

El seguro incluye la indemnización de las destrucciones o deterioros cometidos para consumar


el robo o en su tentativa (1680) , si el asegurado es el propietario de las cosas dañadas o
responsable por esos daños.

La restitución de la cosa robada antes del pago exime de la indemnización. Pero para ello no
basta la mera indicación del lugar donde se halla la cosa, aunque corresponda al asegurado
promover las diligencias necesarias para recuperarla efectivamente (1681) . El asegurado
tampoco perderá su derecho a la indemnización si para esa recuperación debe reivindicarla;
caso contrario, está obligado a recibirla con indemnización del daño sufrido (1682) , salvo que
llegue a carecer de utilidad para el asegurado después del proceso, si en definitiva se recupera,
por su necesidad de uso inmediato de la cosa o por la naturaleza de ésta: en realidad nos
hallamos ante un supuesto de abandono (1683) .

El asegurado no tiene derecho a la indemnización mientras no se establezca la naturaleza del


delito -si de ésta depende la indemnización-, o la cosa se halle en poder de la autoridad judicial
(1684) .

(1679) Me refiero a la póliza usual del riesgo de robo, ya que el robo en ocasión del incendio,
conforme al art. 85, 2º párr., se debe resarcir en el seguro de incendio, como daño causado en
ocasión de éste, no obstante que la póliza aprobada lo excluye, como la de robo excluye el
producido en ocasión del terremoto.

855
(1680) Hémard, II, nº 511; Besson y Picard, III, nº 88; Donati, Trattato, III, nº 637; póliza
común, cláusula 3ª.

(1681) Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1939, p. 726. La cláusula 7ª de la póliza de robo da
amplio fundamento a la solución.
El hallazgo debe ser notificado al asegurado en el plazo contractual, que no puede ser
prolongado por la inacción del asegurador (C. Nac. Com., 21/8/1964, ED 11-212) (ver conf.
sala A, 31/10/1968, LL 133, fallo 62.356). Pesa sobre el asegurador acreditar la identidad del
bien hallado y del sustraído (C. Nac. Com., sala B, 22/3/1963).

(1682) Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1937, p. 129; Besson, en "Assicurazioni", 1939, 1, p.
471.

(1683) Besson, en "Assicurazioni", 1939, 1, p. 471.


La indemnización no se afecta porque el asegurador halle la cosa después del plazo contractual
(C. Nac. Com., 31/8/1938, JA 63-670).

(1684) Póliza común, cláusulas 24 y 25.

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84. Seguro de cristales.

En el seguro de cristales, el asegurador tiene la opción entre el pago del valor en la medida de
la suma asegurada o el reemplazo del cristal (1685) , sin el importe o el restablecimiento de las
inscripciones, decoraciones, grabados, etc. (1686) , ni de los demás accesorios (marcos,
cuadros, etc.) (1687) .

Tampoco se indemnizan los daños mediatos por esa rotura -por ejemplo, suspensión de
ventas-, salvo pacto en contrario (art. 61 Ver Texto), ni se extiende a la rotura proveniente de
la realización de otro riesgo (1688) .

El cristal debe estar colocado.

856
El asegurador dispone en propiedad de los restos del cristal roto, conforme a la póliza y a los
principios ya expuestos (1689) .

(1685) Póliza común, cláusula 2ª, y Hémard, II, nº 484.

(1686) Hémard, II, nº 484; póliza común, cláusula 3ª.

(1687) Póliza común, cláusulas 2ª y 3ª.

(1688) Hémard, II, nº 484; póliza común, cláusula 1ª.

(1689) Hémard, II, nº 484. Es aplicación del principio sobre reconstrucción; si se resarce el
valor total, los restos corresponden al asegurador, porque de lo contrario el asegurado se
beneficiaría con éstos, violándose el principio indemnizatorio.

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85. Seguro de la responsabilidad civil.

En el seguro de la responsabilidad civil el asegurador debe resarcir cuanto el asegurado debe o


pagó al tercero damnificado, manteniéndole indemne (art. 109 Ver Texto), por lo cual se debe
pagar las costas judiciales del juicio civil (art. 110 Ver Texto, inc. a), incluso los honorarios
devengados en la causa criminal promovida de oficio y aunque no medie condena en ella
(1690) , si asumió la defensa (art. 110 Ver Texto, inc. b); es indiferente la forma de pago por el
asegurado (compensación con un crédito contra la víctima, por confusión, etc.) (1691) , pero
no se cubren los gastos del embargo del instrumento del delito (1692) .

El asegurador puede pagar directamente a la víctima, aun sin el consentimiento del asegurado,
por aplicación de su obligación conforme al art. 109 Ver Texto y para liberarse de su
obligación de pagar costas causídicas, intereses, etc. (además, art. 727 Ver Texto, primera parte,

857
CCiv.). Este pago no perjudica el derecho del asegurado contra la víctima, por el daño sufrido
por él, ya que el asegurador no es un mandatario o representante suyo.

Deben ser reembolsados los gastos judiciales porque son desembolsos para la reducción o
evitación del daño; es decir, son gastos de salvamento (1693) . De ahí que se adeuden
íntegramente, aunque con la indemnización debida al damnificado excedan la suma total
garantizada (1694) , y que la limitación contractual no juegue a su respecto (1695) (art. 111 Ver
Texto, 1er. párr.); mas cuando la indemnización debida al tercero exceda del máximo
asegurado, los gastos serán soportados en proporción por el asegurado y el asegurador (art. 111
Ver Texto, 2º párr.) (1696) .

Vivante, con motivo de considerar el riesgo locativo, considera que no se deben en ningún
caso, porque no constituyen un daño material derivado del hecho, y son gastos realizados en su
propio interés (1697) . No se puede aceptar ninguno de los dos fundamentos: no se resarcen o
reembolsan como daño, sino como gastos de salvamento; por eso nada tiene que ver con el
punto si se trata o no de daños derivados directa o indirectamente del hecho; sino que se debe
aplicar el criterio que funda el reembolso de los gastos de salvamento. Y éstos se cumplen en el
caso en interés del asegurador, en la misma medida que en los demás seguros.

Este concepto, de que se trata de gastos para reducir o evitar el daño, conduce a imponer el
reembolso también cuando la pretensión del tercero es rechazada (1698) (art. 111 Ver Texto,
4º párr.): es un gasto idóneo para evitarlo.

86. Aplicación de la regla proporcional al seguro de la responsabilidad civil.

La aplicación de la regla proporcional en este seguro obliga a una distinción: a) en los


supuestos en que por la naturaleza de la responsabilidad cubierta no es posible determinar el
máximo de la responsabilidad eventual, no se aplicará el prorrateo; por ejemplo, en general en
toda responsabilidad extracontractual, en la responsabilidad profesional, etc.; b) en los
supuestos en que esa determinación es posible, se aplica la regla proporcional, porque el
asegurado pudo calcularla y hacerse garantizar íntegramente, como ocurre en muchos
supuestos de depósito, comodato, trasporte de mercaderías, etc. (1699) .

858
La distinción resulta lógicamente del fundamento que lleva a eliminar la aplicación en el primer
supuesto: que ese fundamento sea la imposibilidad de fijar la parte del patrimonio expuesto al
riesgo (Bruck), o por la forma como se calcula la prestación debida por el asegurador, no
respecto del valor de una cosa, sino hasta el límite de una suma (Viterbo) (1700) : con ambos
fundamentos se llega a la aplicación de la regla proporcional cuando la responsabilidad
eventual tiene un límite predeterminable, como se dijo que ocurre en algunos casos de depósito
o de comodato de cosas determinadas, y, especialmente, cuando el contrato de seguro haya
impuesto un límite máximo a la cobertura de la responsabilidad civil y éste fuera excedido por
el monto de la indemnización a pagar al tercero.

Para este segundo supuesto, conforme a la regla general en materia de salvamento, también en
estos casos se aplicará la regla proporcional a los gastos judiciales que debe soportar el
asegurador (art. 111 Ver Texto, 2º párr.).

87. Efectos contra el asegurador de la sentencia dictada en el juicio de la víctima contra el


asegurado.

Generalmente el asegurador asumía la dirección del proceso civil, y así se eliminaba el


problema, porque había de su parte una obligación implícita de aceptar la sentencia que se
dictara, y cuando el asegurado, en violación de su obligación, no confiaba esa dirección,
corrientemente la caducidad pactada lo eliminaba (1701) , y se dejaba a la víctima desprovista
de esta garantía.

Si esa caducidad no se hubiera convenido, conforme a la regla tradicional de las tres


identidades, tal sentencia no era oponible al asegurador; y aun cuando se compartiera la
concepción de Bibiloni, aceptada por la Corte Suprema de la Nación (1702) , faltaba la
vinculación del asegurador al juicio, requisito impuesto por Bibiloni.

Si el asegurador optaba por no dirigir el proceso o rehusaba injustificadamente su garantía, la


falta de su vinculación al juicio resultaba de una negativa suya; es decir, de un acto culposo, y
por ende la sentencia le era oponible (1703) .

859
En el análisis de otros problemas, en el campo del derecho procesal se han expuesto diversas
opiniones (1704) :

Chiovenda -considerando el caso del fiador- estima que la sentencia que rechaza la acción del
acreedor puede ser invocada por el fiador, mas no la inversa. Esto ocurre "toda vez que exista
un nexo jurídico entre derechos correspondientes a diversas personas, pero que cada uno de
estos derechos pueda considerarse independientemente".

Carnelutti afirma que la limitación subjetiva sólo se refiere a la eficacia directa de la cosa
juzgada; pero que ella puede ser invocada respecto de la relación declarada en la sentencia, con
referencia a los terceros cuya posición jurídica está subordinada a la de las partes. Se debe
distinguir -expresa- entre tercero aparente o formal (y parte, en sentido material), y tercero en
sentido sustancial. Para aquél, hay cosa juzgada; para éste, hay efecto reflejo, un problema de
repercusión jurídica. Pero esta repercusión no existe si no hay cierta participación del tercero:
por ejemplo, fianza y deuda solidaria; en ambos, la declaración se resuelve en la repercusión,
porque el crédito declarado es el supuesto de la obligación.

Liebman afirma que el efecto consiste en invertir el peso de la prueba; el tercero afectado por
la sentencia deberá probar su inconsistencia.

Esta solución varía por aplicación del art. 118 Ver Texto, 2º párr. Según esta norma, la víctima
puede citar al asegurador al juicio contra el asegurado responsable, hasta el momento en que se
reciba la causa a prueba, y en tal caso dispone que la sentencia hará cosa juzgada respecto del
asegurador. En este juicio el asegurador no puede oponer las defensas nacidas después del
siniestro:

a) Podrá sostener la no cobertura del siniestro porque el asegurado lo provocó por dolo o
culpa grave (art. 114 Ver Texto), ya que no es defensa posterior. Naturalmente que es una
defensa peligrosa para el asegurador porque, dependiente esa gravedad de la apreciación
judicial, importará un reconocimiento de responsabilidad exclusiva si la gravedad no se aprecia
suficiente para librarle de su obligación de indemnizar. Señalo "de responsabilidad exclusiva",
porque, normalmente, la culpa concurrente excluye la culpa grave.

b) Para las defensas posteriores al siniestro sólo tendrá una acción contra el asegurado. La ley
persigue amparar a la víctima contra la negligencia o colusión de éste.

Téngase en cuenta que por el art. 118 Ver Texto, 3er. párr., también el asegurado puede hacer
citar al asegurador en garantía en el mismo plazo y con idénticos efectos, normas que por su
naturaleza no son modificables por pacto de póliza (art. 158 Ver Texto).

860
88. Obligación del asegurador de facilitar los fondos para pagar a la víctima.

Los arts. 109 Ver Texto y 116 Ver Texto, 2º párr., establecen claramente que el asegurador no
reembolsa cuanto el asegurado pague al tercero, sino que debe entregarle los fondos necesarios
para hacer esos pagos: el art. 109 Ver Texto dispone que la obligación del asegurador es
"mantener indemne al asegurado por cuanto debe a un tercero", y no puede mantenerlo
indemne de cuanto deba si no le suministra los medios necesarios; si el asegurado debe pagar,
para luego cobrar del asegurador, existe ya un daño en su patrimonio por ese impacto
obligacional, que no se resarce.

El art. 116 Ver Texto, 2º párr., hace una aplicación concreta en materia de transacción: el
asegurador "entregará los fondos que correspondan según el contrato, en término útil para el
cumplimiento diligente de las obligaciones asumidas".

De ahí que deba asimismo los intereses, no sólo porque se halla en mora, sino también porque
retuvo ese capital y gozó de él durante ese lapso, goce que se compensa con los intereses. Sería
injusto que el asegurador conservara el goce del capital debido al tercero y el asegurado debiera
pagar los intereses (1705) : es el cumplimiento del art. 116 Ver Texto, 2º párr., y ejecución del
art. 50 Ver Texto en conjunción con el art. 49 Ver Texto.

Las pólizas argentinas no se referían al reembolso al asegurado de cuanto pagó a los terceros;
eludían la expresión. Así la póliza de responsabilidad automóvil, en las condiciones particulares
disponía: "por toda indemnización que el asegurado tuviera que pagar" o "por toda
indemnización a cargo del asegurado". Con estas frases se debió entender que el asegurador
entregaría los fondos necesarios -hasta el máximo garantizado- para pagar al damnificado. Y
aun cuando hubiera expresado que debía el reembolso, siempre se entendería que se obligó a
facilitar los fondos necesarios para satisfacer a la víctima, porque en realidad le promete
sustituirlo en el pago que debería hacer, puesto que se trataba de evitar que se produjera una
pérdida en el patrimonio del asegurado: de ahí que esto también justificara la prohibición de
transar con el tercero, la entrega de la dirección del proceso, etc. (1706) .

88 (a).

861
Lo expresado en el texto está referido a los supuestos en los cuales el asegurador acuerda con
el asegurado (o presta conformidad a tal efecto, arg. art. 116 Ver Texto) para que éste sea quien
realice efectivamente el pago ante el tercero: de allí que el autor de esta obra destaque, en tal
supuesto, que el asegurador "no reembolsa [. . .] sino que debe entregarle los fondos necesarios
para hacer esos pagos" pues "si el asegurado debe pagar, para luego cobrar del asegurador,
existe ya un daño en su patrimonio por ese impacto obligacional, que no se resarce".

Se trata de una hipótesis en la cual el asegurado actúa como una especie de mandatario del
asegurador, por cuanto en alguna forma se halla más cerca, geográficamente, del tercero
damnificado, o existe alguna otra razón por el estilo.

Pero resulta necesario señalar que esa entrega no surte efectos respecto del tercero hasta que el
dinero llegue a sus manos o le sea efectuada la indemnización de manera idónea, convenida
con dicho damnificado (p.ej., realizar la reparación de los daños, etc.): que se proporcionen los
fondos al asegurado para que éste pague es un acto inoponible al tercero. Por ende, lo es
también la liberación que ese asegurado efectúe a su asegurador manifestando que éste ha dado
total cumplimiento a sus obligaciones. Si el asegurado no paga luego al tercero, el asegurador
deberá pagar nuevamente, ahora a este tercero, y requerir de aquél el reintegro. Si el asegurado
paga tardíamente, el asegurador deberá responder ante el tercero damnificado por las
consecuencias de la mora (intereses, etc.).

Por su parte, el asegurado que paga deberá hacerlo de manera que libere adecuadamente al
asegurador, actuando como lo haría un mandatario de éste.

Pero, insistimos, la obligación del asegurador se extingue sólo cuando el tercero es


indemnizado efectivamente. Es que éste es el único legitimado a percibir la indemnización,
porque es quien sufrió el daño efectivo, generador de la obligación de resarcir. El asegurado
sólo tiene derecho a reclamar indemnidad, a ser mantenido indemne por cuanto debe al tercero
(prestación de liberación de deuda). De allí que en varios trabajos hayamos dicho que el
asegurador asume una "obligación de doble indemnidad": al indemnizar al tercero (que sufrió
el daño efectivo) "se mantiene indemne" (patrimonialmente y en la medida del seguro) al
asegurado (que no sufrió aún daño efectivo -salida de bienes de su patrimonio-, sino sólo el
ingreso de una deuda a su patrimonio, es decir, amenaza de daño efectivo) (1707) .

Si el asegurado retiene y hace suyo el importe de la indemnización, se enriquece y no se habrá


producido la liberación del asegurador. De allí que si bien el asegurado posee, en esta especie
de seguro, calidad de acreedor, sólo la tiene respecto de una prestación de indemnidad (y no de
indemnización), de la cual únicamente es acreedor el tercero damnificado, por ser el único
legitimado para recibirla, dada la naturaleza de la prestación del asegurador y, además, por
haber sido quien sufrió el daño efectivo.

862
En el derecho marítimo se utiliza la cobertura llamada "P & I" o "Protection & Indemnity",
que emplea los llamados seguros "de reembolso" ("pay to be paid"), por cuanto se estipula que
el asegurado debe adelantar el pago y recién entonces podrá reclamarle al asegurador que le
reintegre lo por él pagado.

Evidentemente, tal cobertura no sería viable entre nosotros, atento el texto del art. 109 Ver
Texto de la Ley de Seguros 17418, en que el asegurador promete a su asegurado (y le cobra
prima por ello) mantenerlo indemne por cuanto deba a un tercero, y no existirá indemnidad si
la cobertura exige la salida de bienes del patrimonio del asegurado.

Como era de suponer, aun en sus países de origen, la cobertura de reembolso (que,
personalmente, estimamos forzada y abusiva, por cuanto no se explica en concepto de qué se
cobra prima si luego se obliga al asegurado a recurrir a sus bienes para cancelar la deuda),
generó problemas que, como siempre se señala, los marca la vida diaria, el mayor crítico de las
teorías descaminadas.

Así, aun en Inglaterra, se dio la siguiente circunstancia. Un navío asegurado con esa cobertura
causa daños a un tercero, éste inicia el juicio queriendo involucrar a la aseguradora, la que
responde diciendo que hasta que el asegurado no pague no existe para ella siniestro, ya que se
trata de un seguro de reembolso. En ese lapso, el asegurado quiebra, y el asegurador continúa
resistiendo el reclamo, sobre la base de su argumento inicial, esto es, que conforme dicha
cobertura no se ha configurado el siniestro. El caso llegó a los tribunales ingleses, siendo
declarada la nulidad de la cláusula por la Corte y posteriormente, ante una apelación ante la
Cámara de los Lores, se revocó dicho pronunciamiento y se consideró válida la cláusula y
liberado el asegurador de todo pago, sobre la base del principio pacta sum servanda.

El tema se reprodujo entre nosotros, ante la existencia de pólizas con ese tipo de cobertura. En
varios fallos se extendió la sentencia a la aseguradora en caso de insolvencia del asegurado, y el
tema culminó en un plenario de la Cámara Federal Civil y Comercial, que decidió que en los
casos en que debido a la insolvencia o situación equivalente, el transportador marítimo no
pueda hacer frente al reclamo del tercero, la condena pronunciada contra aquél puede hacerse
extensiva contra su aseguradora, con la que contrató un seguro de Protección e Indemnidad -P
& I- (Cám. cit., 12/3/1996, "La Franco Argentina Compañía de Seguros S.A. v. Capitán,
armador o propietario del buque Catamarca II" Ver Texto, LL, fallo 94.177 y DJ 1996-I-806).

(1690) C. Nac. Com., 22/11/1935, JA 52-559 y GF 119-167.

863
(1691) Viterbo, Assic. della resp. civile, nros. 7 y 8.

(1692) Viterbo, Assic. della resp. civile, nº 4.


Besson y Picard, III, nº 159, incluyen en ese máximo los intereses devengados por el crédito de
la víctima, aunque sean moratorios, porque el seguro cubre el daño sufrido por el asegurado, y
no el causado por éste a la víctima, salvo que haya retardado abusivamente el pago. Mas olvida
considerar que el asegurador ha debido reparar el día en que el crédito de la víctima comienza a
devengar intereses.

(1693) Bruck, nota en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1930, p. 185; aplica la regla proporcional cuando
el seguro es parcial.
Viterbo introduce una distinción: si la sentencia es plenamente eficaz respecto del asegurador,
los gastos judiciales son a su cargo totalmente, aunque excedan del máximo; de lo contrario,
será menester atenerse a la póliza, que los incluye sólo hasta el máximo garantizado (Assic.
della resp. civile, nº 10).

(1694) C. Nac. Com., 27/9/1932, GF 100-187, en un caso de seguro de accidentes de trabajo;


ley alemana, art. 150.
Contra: Gasperoni, vº Assic. di resp. civile, nº 11; Spilrein, nº 147; Besson y Picard, III, p. 352;
Fernández, p. 567, salvo que el asegurador sea responsable por la prolongación del proceso,
que motivó el exceso en las costas.
Viterbo hace la distinción señalada en la nota anterior.
En el supuesto de seguro parcial, Bruck limita hasta el monto total asegurado (nota en "Rev.
Gén. Ass. Terr.", 1930, p. 185). La solución se vincula con la aplicación de la regla
proporcional, y la discutiremos entonces.

(1695) Contra, Ascarelli, en "Assicurazioni", 1934, 2, p. 198; Viterbo, conforme a la distinción


expresada en la nota 485; Lepargneur, nº 1360.

(1696) Es lo que disponía la póliza de responsabilidad automóvil, cláusula 17ª, punto 2º.

(1697) Contratto, nº 426.

(1698) Contra, Vivante, Contratto, nº 426, porque no hay siniestro.


En el mismo caso se hallan todos los gastos para evitar el siniestro en las demás ramas de
seguros, los cuales se reembolsan aunque no haya siniestro: eso justifica más aún su pago,
porque han sido gastos idóneos para evitarlo.

(1699) Spilrein, ps. 148 a 150; Viterbo, p. 73, quien se atiene más bien a la redacción de la
póliza, porque aplica la regla proporcional, si se estimó el valor de la cosa, y no la aplica si se
fijó una cifra máxima garantizada. La distinción es cierta; pero en el supuesto enunciado por
Viterbo la solución se impone porque se debe interpretar que hay un seguro a primer riesgo; es
decir que la fijación de la cifra máxima garantizada importa una renuncia al prorrateo, que de
otra manera se habría aplicado.
Vivante, Contratto, nº 419, expresa que no se aplica en ningún caso, porque es difícil fijar el
daño a priori.
Lordi, nº 700, la aplica en todos los supuestos.

864
(1700) Viterbo, Assic. della resp. civile, ps. 64 a 66. Ver lo expuesto en nota 491.

(1701) Viterbo, ob. cit., § 8, ps. 183 a 186; Besson y Picard, III, p. 458.

(1702) Bibiloni, Anteproyecto, Abeledo, I, ps. 314 y ss., y p. 321 en nota; Corte Sup.,
22/11/1933, JA 44-33.

(1703) Besson y Picard, III, p. 459, sostienen que en todos los casos la condenación es prueba
de la realización del riesgo. Y la Corte de Casación, con aprobación de algunos autores, juzga
que es la base del litigio ulterior (en "Dalloz Critique", 1947, p. 3, con nota de L.P.).
Si dio pleno efecto probatorio de los daños (C. Nac. Com., sala C, 6/12/1962, inédito).

(1704) Viterbo, ob. cit., ps. 184 a 186; Halperin, La acción directa, etc., § 22 y 24.

(1705) Bruck-M”ller, ob. cit., II, p. 180, sólo para el caso en que asumió el pago. Besson y
Picard, 2ª ed., I, p. 494, sólo para el caso en que demoró el pago con un procedimiento
abusivo; Durante, ob. cit., p. 152, en cuanto no exceda del máximo asegurado.

(1706) Salandra, en "Assicurazioni", 1938, 1, ps. 216 a 218; Viterbo, El seguro de la resp. civil,
trad. esp., ps. 112 y ss.
Volveremos sobre el punto al considerar el siniestro en el seguro de la responsabilidad civil.
Salandra agrega que esta función del seguro explica por qué debe cargar el asegurador con los
gastos del litigio injusto; razón que rechazamos, porque ya señalamos que para nosotros se
trata de un gasto para evitar el daño; es decir, es un gasto de salvamento (ver nº 85 y nota 490).

(1707) Barbato, Nicolás H., La citación en garantía del asegurador, ED 150-156, § V-a.

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89. El seguro obrero de la ley 9688 Ver Texto.

Éste era un seguro de la responsabilidad civil del patrón, impuesto por la ley 9688 Ver Texto
(derogada), por lo cual supletoriamente se aplicaban las disposiciones del art. 118 Ver Texto, ya
que ahí se preveía la acción directa y la inoponibilidad de las caducidades en que incurriera el
patrón. El funcionamiento del contrato de seguro obrero "autorizado" por el art. 7 Ver Texto
de la ley 9688 ha dado lugar a escasas cuestiones entre asegurado y asegurador.

La póliza uniforme exigía que el patrón llevase el libro dispuesto por el art. 8 del decreto
reglamentario de la ley 9688 Ver Texto. Su falta liberaba al asegurador, y le daba derecho a
repetir cuanto pagó al obrero (1708) , por la inoponibilidad de las caducidades en que había

865
incurrido el patrón. La póliza también requería el envío mensual de la planilla de sueldos y
jornales pagados, que servía para rectificar la prima provisional; si el asegurador toleraba que
no se efectúe esa remisión, no podía luego invocar la omisión para liberarse, en virtud de la
caducidad que la sancionaba, porque su conducta importaba una renuncia a la penalidad (1709)
.

El asegurador que se había visto condenado en el juicio promovido por el beneficiario o el


accidentado, sin que el contrato amparara efectivamente al asegurado, podía repetir contra éste
(1710) .

Generalmente, la asistencia médica o farmacéutica estaba a cargo del asegurador. El


cumplimiento de estas prestaciones accesorias podía llevar a interpretar que la víctima estaba
comprendida en la garantía (1711) . La solución se justificaba porque importaba el comienzo
de ejecución de las obligaciones por el asegurador, y, realizada sin reservas, significaba la
renuncia a las defensas que pudiera tener contra el patrón, por causa conocida por él a ese
momento (doctrina del art. 79 Ver Texto).

En el seguro de la responsabilidad automóvil, se cubre la muerte del conductor siempre que no


esté amparado por un seguro contra accidentes del trabajo (cláusula 7ª de la póliza uniforme),
con arreglo a los detalles fijados en las condiciones particulares. La Cámara Nacional en lo
Comercial entiende que en caso de muerte, el patrón tiene acción para reclamar la
indemnización correspondiente, sin más probanza que la calidad y la muerte del conductor
(1712) . La solución es equivocada; se trata de un seguro voluntario contra accidentes, y no de
un seguro sobre la vida del cual el patrón es el beneficiario. La póliza misma exige como
condición para el pago que medie reclamo de los titulares ahí determinados.

En el seguro voluntario de accidentes del trabajo rigen normas análogas, y la remisión de la


póliza a la ley 9688 Ver Texto sirve de pauta para la interpretación de los beneficios, que en
cierto sentido son más estrechos, porque la escala de indemnizaciones está indicada en la
póliza y no depende del criterio más o menos elástico de peritos y jueces (1713) .

89 (a). La cobertura de los accidentes del trabajo.

866
1) Hasta la sanción de la ley 24557 Ver Texto existía el seguro de accidentes del trabajo regido
por la ley 24028 Ver Texto, última variante de la antigua ley 9688 Ver Texto.

Esa ley 9688 Ver Texto y sus posteriores modificaciones habían instituido una acción directa
autónoma del trabajador contra el asegurador (1714) , y establecía la inoponibilidad de
caducidades al trabajador por parte del asegurador (1715) . La ley 24028 Ver Texto reemplazó
dicha acción directa por la citación en garantía, en contra de la corriente doctrinal universal: es
que la citación del art. 118 Ver Texto, LS., resulta un producto más bien híbrido, mezcla de la
llamada a la causa del derecho italiano (art. 1917, Código Civil italiano) y de la acción directa de
otros países, que ha motivado innumerables controversias cuando se intentó definir su
naturaleza y efectos y dividió a la doctrina y jurisprudencia nacionales (1716) .

La referida ley 24028 en su art. 6 Ver Texto, inc. a, in fine, expresaba: "El empleador, el
trabajador damnificado o sus causahabientes podrán citar en garantía a la aseguradora". Y
luego, en su inc. c, agregaba una oscura norma que expresaba: "Los entes aseguradores sólo
podrán oponer las cláusulas de caducidad que hubieran sido notificadas al asegurado con
anterioridad al siniestro" (?) (1717) .

En la ley de accidentes del trabajo, la cobertura era facultativa, pues el empleador no estaba
obligado a contratar dicho seguro; pero en un comienzo, la jurisprudencia en general entendía -
sin argumentos que fueren, a nuestro parecer, convincentes- que celebrado el seguro, la
cobertura debía comprender todo el plexo indemnizatorio de la ley (es decir, muerte,
incapacidad total o parcial permanente, asistencia médica, etc.), a pesar de tratarse de un seguro
facultativo. Posteriormente, la ley 24028 permitió la contratación de coberturas parciales
cuando en su art. 6 Ver Texto expresaba que los empleadores podían amparar "total o
parcialmente" las obligaciones emergentes de esa ley.

Las pólizas solían contener franquicias del 10% al 20% de los montos que se debieran pagar
(según el tipo de actividad que desempeñaba el empresario asegurado), porción ésta que
quedaba a cargo del patrono contratante del seguro.

Como las leyes reguladoras de los accidentes del trabajo admitían que el trabajador saliese del
sistema optando por las acciones emergentes del derecho civil, estos seguros normalmente
cubrían también esta variante.

867
Dado que en ambos supuestos se estaba ante seguros amparadores de la responsabilidad civil
patronal, las pólizas contenían cláusulas referidas a la dirección del proceso y fijaban la forma
en que el asegurado se debía conducir en caso de resultar demandado.

2) Posteriormente, esta regulación fue sustituida por la ley 24557 Ver Texto, de riesgos del
trabajo.

Desde el punto de vista asegurativo, esta ley genera diversas incógnitas que trataremos de
reseñar.

En primer lugar: ¿estamos ante un seguro u otra especie de institución? Y si la respuesta es


afirmativa: ¿se trata de un seguro privado o de un seguro social?; ¿de un seguro patrimonial -
que cubre la responsabilidad civil del empleador- o de un seguro de personas?

Si fuese un seguro, se observa una cantidad de elementos propios de los seguros sociales: a)
una suerte de independencia de las prestaciones (p.ej., la existencia de un fondo de garantía,
"con cuyos recursos se abonarán las prestaciones en caso de insuficiencia patrimonial del
empleador, judicialmente declarada"); b) el empleo de la palabra "afiliación", extraña al seguro
privado; c) la existencia de una minuciosa regulación legislativa del contenido de la relación; d)
la aplicación de unas sanciones draconianas: p.ej., para el caso de "omisión de abonar las cuotas
o de declarar su pago", el art. 32 Ver Texto, inc. 3, establece una pena de "prisión de 6 meses a
4 años", omisión que el inc. 7 califica expresamente de "delito" y, además, le aplica una multa; y
también cabe señalar la sanción para el caso de incumplimiento de las prestaciones de
asistencia médica y farmacéutica, prótesis, etc., contenida en el art. 32 Ver Texto, inc. 2,
castigando a empleadores autoasegurados, a las A.R.T. y a las compañías de seguro de retiro,
con la pena prevista en el art. 106 Ver Texto del Código Penal; y si el incumplimiento de éstos
fuere de prestaciones dinerarias a su cargo, la sanción será de prisión de 2 a 6 años; los delitos
se consumarán si los obligados no dieren cumplimiento a sus obligaciones dentro de los 15
días de haber sido intimados a ello (art. 32 Ver Texto, inc. 6) (1718) ; e) el carácter obligatorio
del amparo, para todos aquellos que contraten trabajadores incluidos "en su ámbito de
aplicación" (art. 3 Ver Texto, LRT.), que, salvo quienes practiquen el "autoseguro", "deberán
afiliarse obligatoriamente a la A.R.T. que libremente elijan" (art. 27 Ver Texto); en tal sentido,
la ley incluye a "los trabajadores en relación de dependencia del sector privado", "los
funcionarios y empleados" del sector público nacional, provincial y municipal, y "las personas
obligadas a prestar un servicio de carga pública"; agrega que el Poder Ejecutivo nacional
"podrá incluir" en el ámbito de esta ley a los trabajadores domésticos, los trabajadores
autónomos, los trabajadores vinculados por relaciones no laborales (1719) y los bomberos
voluntarios; f ) las finalidades perseguidas, que exceden la cobertura de los riesgos de la
responsabilidad civil, p.ej., "reducir la siniestralidad laboral a través de la prevención de los
riesgos derivados del trabajo" (art. 1 Ver Texto, inc. 2, a); "promover la recalificación y
recolocación de los trabajadores damnificados" (art. 1 Ver Texto, inc. 2, c); "promover la
negociación colectiva laboral para la mejora de las medidas de prevención y de las prestaciones
reparadoras"; y, en general, "la prevención de los riesgos y la reparación de los daños derivados
del trabajo" (art. 1 Ver Texto, inc. 1, d) y no la cobertura de la responsabilidad del empleador;

868
g) la aplicación de una multa en caso de accidentes que fueren consecuencia de
incumplimientos del patrono a las normas de seguridad e higiene (art. 5 Ver Texto); h) la
categorización de enfermedades profesionales mediante un "listado" que las describe,
colocando las no incluidas fuera de todo amparo ("en ningún caso serán consideradas
resarcibles"); i ) la contraprestación a percibir por la A.R.T. es denominada "cuota mensual"
(art. 23 Ver Texto, LRT.) y no prima; j ) la renovación del contrato de afiliación será
automática, y si se decidiese su rescisión, estará supeditada a la firma de un nuevo contrato que
celebre el empleador con otra A.R.T. (art. 27 Ver Texto); k) la prescripción de las acciones para
reclamar las prestaciones de la ley 24557 Ver Texto opera a los 2 años, contados desde que la
prestación debió ser efectuada; y a los 10 años la acción para reclamar el pago de las cuotas por
parte de los "entes gestores y de los de regulación" (art. 44 Ver Texto); l ) la ley 20091 Ver
Texto se aplica sólo supletoriamente en materias no reguladas expresamente por la ley 24557
Ver Texto y en cuanto resulte compatible con ella; m ) se elabora la categoría de "empleador
autoasegurado" (arts. 3 Ver Texto, 26 Ver Texto, 27 Ver Texto, 28 Ver Texto, 29 Ver Texto,
30 Ver Texto, 32 Ver Texto, 33 Ver Texto, 36 Ver Texto, 40 Ver Texto, etc.), que constituye,
precisamente, la negación del seguro, ya que éste exige la trasferencia de las consecuencias
patrimoniales del riesgo a un asegurador, consecuencia que no se produce si el empleador se
"autoasegura".

No obstante ello, las prestaciones son otorgadas por entidades de derecho privado,
denominadas aseguradoras de riesgos del trabajo (A.R.T.), "que reúnan los requisitos de
solvencia financiera, capacidad de gestión" y demás recaudos previstos en las leyes 24557 Ver
Texto y 20091 Ver Texto. A dichas entidades la ley 24557 Ver Texto les encomienda "la
gestión de las prestaciones y demás acciones previstas en la Ley de Riesgos del Trabajo" (art.
26 Ver Texto).

Si por tal motivo se considerase que se trata de un seguro privado, es posible señalar algunos
aspectos que no se ajustan a tal categorización: a) su objeto no es, al parecer, amparar la
responsabilidad civil del empleador (o, al menos, no sólo esto) sino, como ya vimos, reducir la
siniestralidad laboral, reparar las consecuencias físicas y salariales (la ley dice "daños", que es
más amplio, pero impreciso) derivadas de accidentes del trabajo y de enfermedades
profesionales expresamente indicadas en un catálogo legal, promover la prevención de riesgos
y la adopción de medidas de seguridad, la recolocación laboral de los trabajadores afectados y
la negociación colectiva laboral para incrementar las medidas de prevención y mejorar las
prestaciones reparadoras; b) no se emite póliza (ley 17418, art. 11 Ver Texto), sino un
"contrato de aplicación" (LRT., arts. 4 Ver Texto, inc. 2; 27 Ver Texto, incs. 3, 4 y 5; decreto
170/96, art. 13 Ver Texto; etc.) que, para más, se expide en doble ejemplar, a diferencia de la
póliza; c) no se cobra una prima, normalmente anual, sino una "cuota mensual" (art. 23 Ver
Texto, LRT.); las A.R.T. son controladas por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (arts.
35 Ver Texto y ss.) y no por la Superintendencia de Seguros de la Nación; d) admite el
"autoseguro", a pesar de que este eufemismo no define ningún tipo de seguro, pues falta un
elemento esencial: la trasferencia, a un asegurador, de los efectos económicos perjudiciales del
siniestro; e) tampoco se puede hablar de un seguro de personas, no sólo por cuanto persigue la
liberación del empleador (art. 39 Ver Texto), sino porque concede la subrogación a la A.R.T.

869
por los pagos que haya realizado, instituto propio de los seguros patrimoniales (arg. art. 80 Ver
Texto, in fine).

(1708) C. Nac. Com., 6/3/1934, GF 109-97.


La circunstancia de que la indemnización excediera del monto asegurado, porque el salario real
fuere superior al denunciado, no limitaba la obligación del asegurador, porque los salarios
denunciados al contratar estaban sujetos a reajuste (C. Nac. Com., 26/7/1950, LL 59-722).

(1709) La C. Nac. Com., 25/3/1944, LL 34-160, juzgó que importa una modificación de la
póliza.

(1710) Sup. Corte Just. Mendoza, 30/4/1940, LL 18-1104; Tribunal Superior Tucumán,
18/12/1933, JA 44-940.
O si el contrato sólo lo ampara parcialmente (Besson y Picard, III, nº 183).

(1711) C. Nac. Com., 26/11/1935, LL 1-252.

(1712) C. Nac. Com., 16/5/1930, GF 86-180.

(1713) Si bien no regía la ley 9688 Ver Texto, y cabe oponer al obrero defensas admisibles
contra el patrón (C. Nac. Com., 14/9/1938, LL 11-117), se aplicaba supletoriamente (Tribunal
Superior Entre Ríos, 21/10/1936, LL 6-296) (contra esta aplicación supletoria, C. Civ. 1ª La
Plata, 14/11/1939, LL 16-1105), máxime que tratándose de un seguro de la responsabilidad
civil, le eran aplicables las disposiciones del art. 118 Ver Texto, arriba analizadas.

(1714) La ley 9688 Ver Texto instituía una acción directa explícita contra el asegurador, a lo
cual se agregaba su carácter de autónoma, esto es, que se podía formular en juicio sin necesidad
de demandar al patrono asegurado. Dicho mecanismo funcionó durante varios años sin
generar mayores cuestiones.

(1715) La inoponibilidad de caducidades, que fundamentalmente iban a provenir del contrato


de seguro, constituyeron un argumento importante -que se continúa en nuestra Ley de Seguros
17418, art. 118 Ver Texto, con relación a las posteriores al siniestro- para sostener que el
tercero damnificado posee un derecho propio respecto del asegurador, quien no le puede
oponer defensas que sí puede hacer valer respecto de su asegurado, pretendido único acreedor
de él.

(1716) Ver la referencia a las posiciones adoptadas al respecto por los autores nacionales en:
Barbato, Nicolás H., La citación en garantía del asegurador, nota 4, ED 150-152.

(1717) En un intento por encontrar sentido a dicha norma, pensamos que el legislador quizá ha
considerado que el asegurado es el trabajador, lo cual es un error (que se viene repitiendo en
cadena desde la primera versión de la ley 9688 Ver Texto): al contrario, el asegurado es el

870
empleador y el seguro pertenece a las coberturas de la responsabilidad civil, en que la víctima
es "tercero" (ver infra, § 101), aunque con las características que hemos expuesto
precedentemente. El hecho de que ese tercero sea el único legitimado a percibir la
indemnización no lo convierte en "asegurado", pues lo que se cubría era la responsabilidad civil
del patrono, obligado a indemnizar el perjuicio. Si, en cambio, el asegurado hubiese sido el
trabajador, estaríamos ante un seguro de personas, de naturaleza absolutamente diversa, y le
quedaría al afectado viva la acción de derecho común contra el patrono, aunque hubiese
percibido el "capital asegurado" de manos de la aseguradora. Es en este sentido que el art. 80
Ver Texto establece que no tiene lugar la subrogación en los seguros de personas.

(1718) ¿Un reimplante de la prisión por deudas?

(1719) El decreto 491/97 Ver Texto incorpora, en forma obligatoria, a los trabajadores
domésticos, a los autónomos y a los que no están vinculados por relaciones laborales y que
realicen pasantías o aprendizajes o que sean consecuencia del cumplimiento de becas (arts. 1
Ver Texto a 3 Ver Texto, decreto cit.).

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89 bis. Seguro de trasporte.

En el seguro de trasporte, el pago de la indemnización varía, según se trate de daños sufridos


por los vehículos, la carga o los pasajeros:

a) Cuando se refiere a los medios de trasporte terrestre, "la indemnización se calcula sobre su
valor al tiempo del siniestro" (art. 126 Ver Texto, 2º párr.). Si se trata de medios de trasporte
fluvial o por aguas interiores, se aplican las reglas del derecho marítimo (arts. 126 Ver Texto, 2º
párr., y 121 Ver Texto, 1er. párr.).

Si se trata de medios de trasporte terrestre, "el abandono sólo será posible si existe pérdida
total efectiva" (art. 124 Ver Texto, 1ª parte): se excluye así como total la pérdida funcional,
diferencia capital en materia de trasporte por automotores. La norma busca evitar la agravación
artificial o la provocación del siniestro, peligros importantes por la vastedad del país y la
vigilancia, deficiente, a lo cual se debe agregar la onerosidad de la investigación, por esas
razones, que representa para el asegurador.

871
Para los medios de trasporte por agua se aplican las reglas del seguro marítimo (art. 124 Ver
Texto, última parte).

b) Respecto de las mercaderías (carga, en general), se debe distinguir:

1) si asegura el trasportador, es un seguro de su responsabilidad civil hacia el cargador, y se


aplican las disposiciones analizadas (art. 118 Ver Texto, etc.);

2) si asegura el cargador, es un seguro del daño sufrido por los bienes.

La indemnización se mide por el valor en destino, salvo pacto en contrario (art. 126 Ver
Texto). Si no se fija el valor en destino, se determinará por el procedimiento de póliza -si se
pactó-, o por el valor corriente o por peritos, en su defecto.

El asegurador responde por "el daño producido después del plazo de garantía si la
prolongación del viaje o del trasporte obedece a un siniestro cubierto por el seguro" (art. 123
Ver Texto); es así, sea que se pacte por tiempo o por viaje, porque éste debe cumplirse en
tiempo normal y por las rutas o caminos ordinarios (ver art. 132 Ver Texto). Por ejemplo,
prolongación del trasporte por rotura del vehículo (por el tiempo para trasbordar o para
repararlo).

Se eliminan de la indemnización los daños debidos a la naturaleza intrínseca de la mercadería


(p.ej., estado de madurez de fruta trasportada), vicio propio (p.ej., acidificación de aceite, o
vino), mal acondicionamiento (esto es, mal estibaje, p.ej., si no se amarra firmemente y por ello
choca entre sí la carga; o la carga pesada avería la menos resistente por haberse cargado ésta
debajo de aquélla), merma o derrame (que se produce en carga de líquidos y productos
molidos, excepto que exceda de un porcentaje y el exceso no provenga de defectos de
embalaje), o por embalaje deficiente (que es una cuestión de hecho, que en el trasporte de
mercaderías se determina frecuentemente por el embalaje de uso para esa clase de carga,
distancia y medio de trasporte) (art. 127 Ver Texto, 1er. párr.).

Sin embargo, el asegurador responderá en todos estos casos en la medida en que el deterioro
de la mercadería obedezca a demora causada por un siniestro cubierto (art. 127 Ver Texto, 2º
párr.). Por ejemplo, si por consecuencia del siniestro se prolonga el trasporte y la mercadería
trasportada alcanza madurez excesiva que afecta su comercialización (exportabilidad, o precio);
o queda expuesta a los rayos solares y alcanza una acidificación impropia (p.ej., aceite o vino); o
se rompe o afecta el embalaje y por ello sufre los efectos del trasporte; etc.

Téngase en cuenta que si el vicio propio sólo agravó el daño, el asegurador se libera sólo en la
medida de la agravación, salvo pacto en contrario (art. 66 Ver Texto, 2º párr.).

872
Como excepción del art. 70 Ver Texto, cabe convenir que el asegurador no responde por los
daños causados por simple culpa o negligencia del cargador o destinatario (art. 127 Ver Texto,
3er. párr.).

Estas normas se completan con las del seguro de la responsabilidad civil, en lo pertinente,
cuando lo celebra el trasportador.

c) Pasajeros. Si el seguro es contratado por el trasportador, es un seguro de la responsabilidad


civil, y se aplican sus normas en lo pertinente, ya analizadas (supra, nos. 85 y ss.).

Si el seguro lo contrata el pasajero -supuesto frecuente en el trasporte aéreo-, se aplican las


normas del seguro de accidentes personales (arts. 149 Ver Texto y ss.).

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90. Seguro de la ganancia esperada.

El seguro de la ganancia o lucro esperado se ejerce en nuestro medio especialmente en materia


de seguro de trasporte. Se entiende que es la que se puede esperar verosímilmente según el
curso normal de las cosas o según las circunstancias especiales, conforme a los preparativos
realizados y al tiempo del siniestro. El daño así indemnizado no es uno efectivamente
producido, sino que se concreta en la eliminación del lucro fundadamente esperado (1720) .

No cubre el daño a la sustancia de la cosa, sino a la posibilidad de su mayor valor. Cuando se


asegura el interés sobre la cosa, el daño a ésta afecta la ganancia esperada, pero el asegurador
no responde por ella si no existe un seguro expreso a su respecto (arts. 61 Ver Texto y 126 Ver
Texto). Cabe el seguro conjunto del interés sobre la cosa y la ganancia, los cuales estarán en
relación de interés principal y accesorio (1721) .

873
En el trasporte, se determina por la diferencia entre el valor de costo de la mercadería y el
precio que habrían tenido las cosas en el lugar de venta (1722) . El art. 1195 Ver Texto,
CCom., fija el procedimiento para determinarla, que a juicio de Bruck hace inservible el seguro
por los múltiples puntos de vista para fijarla (1723) ; de ahí que en la práctica se establezca un
porcentaje y se liquide conforme a las listas de precios vigentes en el lugar de destino; si éstas
dan pérdida, nada se debe, salvo que la venta estuviera convenida a un precio dado (1724) .

La indemnización también se debe en el supuesto en que la mercadería llegue con retardo


(1725) .

El aumento de precio que alcanza la cosa durante la duración del seguro no es ganancia
imaginaria, salvo que no fuera comercialmente esperable al momento de celebrar el contrato
(1726) .

El asegurado no puede obtener más de lo que obtendría al término feliz de la empresa, por lo
cual se deberá deducir de esa ganancia esperada cuanto ahorró por causa de la pérdida de la
cosa (1727) .

No rige la regla proporcional. Su derogación resulta de la naturaleza del seguro; se ignora el


monto probable del daño, por lo cual no se puede decir que el tomador se reserva una parte
del riesgo, con la consecuencia de que la indemnización sería menor cuanto más alta fuera la
ganancia esperada, e impondría la obligación de asegurar por sumas excesivas para cubrirse
plenamente (1728) .

Cuando el art. 126 Ver Texto dispone que se fija por el valor en destino al tiempo en que
regularmente debieron llegar, adopta un criterio científico, ya que el cargador puede ser el
comprador mismo, y cuando no lo fuere la norma autoriza el pacto en contrario, con lo cual se
salva toda objeción. Es el criterio de fijación empleado en el comercio marítimo, y el que mejor
se adecua a los intereses del comercio, coincidentes en el punto con los del asegurador.

874
(1720) Bruck, ps. 428 y 429.
La esperanza debe ser económicamente fundada, y no basada en una vaga posibilidad: "No es
suficiente una simple esperanza como estado de ánimo, sino que deben haberse adoptado las
medidas necesarias a fin de que el valor esperado llegue a concretarse en un momento
determinado"; además, debe existir un vínculo de dependencia con el riesgo asumido, sin que
sea menester que el lucro se vincule a un bien, ya que se puede referir a una operación
comercial (Berardi, en "Assicurazioni", 1941, 1, p. 454).

(1721) Bruck, ps. 427 y 428; Vivante, Contratto, nº 436.

(1722) Arts. 1194 Ver Texto y 1195 Ver Texto, CCom.; Vivante, Contratto, nº 438. En los
demás supuestos se debe recurrir al valor tasado o a la fijación de un porcentaje (ver Besson y
Picard, II, nº 50, c).

(1723) Bruck, ob. cit., p. 429.

(1724) Vivante, Contratto, nº 438; art. 1195 Ver Texto, CCom.

(1725) Vivante, Contratto, nº 439, implícitamente.

(1726) Bruck, p. 430 y nota 122: no obstante, el art. 126 Ver Texto lo incluirá. Para la
diferencia entre la ganancia esperada y la ganancia imaginaria, ver Bruck, ps. 429 y 430.

(1727) Vivante, Contratto, nº 171.

(1728) Vivante, Contratto, nº 442.

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91. Seguro de granizo.

El seguro de granizo es un seguro de ganancia esperada, porque se indemniza una cosecha no


madura, que quizá nunca hubiera madurado (art. 92 Ver Texto) (1729) .

Es menester que exista una siembra, no destruida por otras causas al tiempo del siniestro (art.
91 Ver Texto).

875
El asegurador debe los daños causados directamente por el granizo, con exclusión de otros
factores climáticos, sea que acompañen, precedan o sigan al granizo (art. 91 Ver Texto), y de
enfermedades parasitarias (1730) ; daños que deben sufrir los productos, sea adheridos o
separados del suelo, o cosechados, aunque no depositados, salvo que se limite la garantía: así, la
póliza corriente sólo cubre el sembrado mientras los productos se hallen en la planta y, ésta,
arraigada al suelo (cláusula 7ª, § 1).

Se garantiza por la disminución de la cantidad, pero no de la calidad de la cosecha (1731) .

Cuando son plantaciones, se indemniza el daño que sufra la planta o parte asegurada: si es la
uva, se excluye el sarmiento o la vid; si es el grano, se excluye la paja. Cuando sólo se aseguran
invernaderos, techos, etc., se resarce el daño que sufren éstos, pero no las cosas que abrigan o
que soportan las coberturas (1732) .

Se indemniza el valor que tendría el producto sin el siniestro, al tiempo de su cosecha,


conforme al desarrollo normal con deducción de los gastos que hubiesen sido necesarios para
la recolección, teniendo en cuenta el estado del cultivo al tiempo del siniestro (art. 92 Ver
Texto) (1733) .

Dadas las características del interés asegurado, es imposible fijar el valor de la cosa; por eso, la
suma determinada en el contrato indica el monto total que se entregará si el daño es total, o
servirá de base para el prorrateo (1734) . El daño debe exceder de un determinado porcentaje -
franquicia-; si excede, la indemnización se adeuda por la totalidad del daño: la franquicia tiene
aquí por objeto evitar los gastos de inspección y tasación del perjuicio de escasa importancia,
que explica la sanción que fijaba la misma póliza para el caso de que el daño no alcanzara ese
porcentaje: el asegurado debía pagar los gastos de inspección, que se le restituían, si luego
resultaba un daño mayor (1735) , solución inadmisible por aplicación del art. 76 Ver Texto de
la ley, si no han sido causados por indicaciones inexactas del asegurado.

Las pólizas fijan detalladamente las obligaciones en caso de siniestro: aviso, declaración del
estado de las sementeras en un plazo breve, inspección por el asegurador, etc. Cualquiera de las
partes puede solicitar la postergación de la determinación del daño hasta después de la cosecha,
salvo pacto en contrario (art. 94 Ver Texto). Para liquidarlo se toma en cuenta el promedio del
rinde general de las sementeras más inmediatas a las dañadas que no hubieran sido
perjudicadas. Los precios se determinarán por las cotizaciones si el siniestro es total, o por el
precio obtenido por el producto de la parte no perjudicada, si es parcial.

876
Cuando las partes discrepan sobre la liquidación, la póliza en uso disponía que las diferencias
serían resueltas por peritos, cuya decisión era definitiva (1736) . Si la pericia resultaba
imposible, el daño se acreditaba por cualquier medio (1737) .

Mientras no se realice la inspección, el asegurado no debe remover los productos dañados ni


dejar penetrar animales, so pena de caducidad respecto de la parte removida o pisoteada por
los animales. Si el siniestro ocurre en época de siega, proseguirá la recolección en los
sembrados dañados, salvo contraorden del asegurador, dejando en pie la hectárea central y las
cuatro hectáreas esquineras del lote afectado, que servirán de base para la valuación (cláusula
11ª de la póliza en uso).

En el art. 95 Ver Texto la ley dispone que "el asegurado puede realizar antes de la
determinación del daño y sin consentimiento del asegurador sólo aquellos cambios sobre los
frutos y productos afectados que no puedan postergarse acorde con normas de adecuada
explotación", lo cual es una adecuación de la regla general del art. 77 Ver Texto para todos los
seguros de daños. Qué es "norma de adecuada explotación" depende de la clase de cultivo y de
su estado al tiempo del siniestro o de los cambios realizados por el asegurado.

Deben ser tenidos en cuenta las demás normas del art. 77 Ver Texto citado.

El asegurador realizará cuantas inspecciones juzgue necesarias (si fueren razonables), y el


asegurado debe facilitarlas, así como proporcionar todos los medios de averiguar el daño (art.
46 Ver Texto). El asegurado debe asistir a la inspección y valuación amistosa, por sí o por
persona autorizada al efecto; si no lo hace -dispone la póliza-, el inspector procederá a
realizarla ante un testigo, y será definitiva.

Los gastos de inspección son a cargo del asegurador y no puede descargarlos sobre el
asegurado (art. 76 Ver Texto), porque esa norma es inderogable (art. 158 Ver Texto,
encabezamiento).

Cuando en un período asegurativo se produce más de un siniestro, los daños se estiman en


conjunto, como un solo daño, y se deduce lo pagado por los siniestros previos (doctrina del
art. 52 Ver Texto, 4º párr.). Mas cuando el contrato es polianual, el pago hecho en un año no
afecta el que se debe en un período posterior (1738) .

877
Si el producto o la sementera son perjudicados por plagas y otros fenómenos climáticos, la
responsabilidad del asegurador se disminuye en la medida de los daños que causan éstos -como
se expresó- y la prima decrecerá proporcionalmente.

El derecho de rescindir del asegurador es restringido por el art. 96 Ver Texto, que, dada su
redacción no es modificable (art. 158 Ver Texto): sólo puede rescindir por la enajenación del
inmueble después del período en curso en el cual toma conocimiento de esa enajenación;
limitación que se extiende a los supuestos de locación o de otros negocios jurídicos por los
cuales un tercero adquiere el derecho a retirar los frutos y productos asegurados.

(1729) Vivante, Contratto, nº 429; Besson y Picard, II, nº 51.

(1730) Gasperoni, vº Assic. agricole, nº 7; Castillo, nº 167; Besson y Picard, III, nº 48.

(1731) Hémard, II, nº 494; Besson y Picard, III, nº 49.

(1732) Hémard, II, nº 494. Salvo que sea forrajera (Besson y Picard, III, nº 49).

(1733) Gasperoni, lug. cit., nº 17; Bruck, p. 517; Vivante, Contratto, nº 434; Segovia, nota 1907;
Besson y Picard, III, p. 129.
Para la crítica del art. 546, CCom., derogado, ver Segovia, nota 1907; Rivarola, nº 1157.

(1734) Rivarola, nº 1155; Castillo, nº 190.

(1735) Besson y Picard, III, nº 50.

(1736) La póliza expresa que será "inapelable, de acuerdo al art. 808 Ver Texto del Código de
Procedimientos": esta referencia es inocua. Hemos visto antes cuál es la verdadera naturaleza
de este peritaje, y su impugnabilidad.

(1737) Gasperoni -vº Assic. agricole, nº 17- indica el de testigos. Se debe agregar las
presunciones, el estado general de los cultivos en la zona, los pronósticos oficiales de
producción; etc.

(1738) Gasperoni, vº Assic. agricole, nº 18; ley alemana, art. 112. Besson y Picard, III, p. 126,
afirman que "contrariamente al régimen normal de la garantía de los siniestros sucesivos, no
cubre, en principio, sino una sola cosecha por ejercicio". Pero en nota 1 aclaran su posición,
auspiciando una solución diversa de la sostenida en el texto conforme a la cláusula 14ª de la
póliza argentina.

878
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92. Seguro de mortalidad de animales.

En el seguro de mortalidad de animales, que en nuestro país se practica esencialmente para el


ganado de raza (reproductores, caballos de carrera, etc.), el régimen era exclusivamente
contractual, pero la ley 17418 Ver Texto ha previsto ahora normas especiales, arts. 98 Ver
Texto a 108 Ver Texto, utilizando la experiencia acumulada, nacional y extranjera.

En caso de enfermedad de los animales, el asegurador puede hacerlos revisar por el veterinario
que designe (art. 102 Ver Texto), cuyas instrucciones debe seguir el asegurado por aplicación
del art. 72 Ver Texto; y en caso de muerte, conservar intacto el cadáver para la autopsia que
puede disponer, salvo que la autoridad ordene la cremación inmediata por razones sanitarias o
resulte así de las disposiciones legales aplicables. En el supuesto de que el animal sufra lesiones
que impongan su sacrificio, es necesario recabar la autorización del asegurador, a menos que la
urgencia lo haga imposible, supuesto en el cual se deberá proveer de un certificado del médico
veterinario o de dos prácticos; o lo disponga la autoridad (p.ej., enfermedad contagiosa -art.
106 Ver Texto-). La póliza usual anterior establecía que no se indemnizaba cuando el animal
era sacrificado por disposición oficial o en cumplimiento de las leyes sanitarias (art. 4 Ver
Texto, inc. i).

El daño se calcula tomando en cuenta el valor del animal fijado en la póliza (art. 107 Ver
Texto); esto es, se trata de un valor tasado (art. 63 Ver Texto) y se aplica cuanto expusimos al
respecto. Se deducirá cuanto se obtenga por la venta de los restos: cuero, huesos, etc.

En doctrina se admite la solución contraria (1739) , esto es, estar a la prueba del daño concreto
sufrido, supuesto en el cual la indemnización se fijará por el valor del animal antes de la
enfermedad o el accidente, solución ésta que no cabe en nuestro derecho atento a la redacción
del art. 107 Ver Texto, que lo incluye en el art. 158 Ver Texto, 1er. párr.: el asegurador deberá
acreditar "que supera notablemente" el valor al tiempo del siniestro (art. 63 Ver Texto).

Las pólizas cubren el siniestro -la muerte del animal- que ocurra dentro de las fechas que
marcan la iniciación y el fin del contrato.

El art. 108 Ver Texto prolonga la responsabilidad del asegurador hasta un mes después de
vencida la garantía contractual cuando la muerte es causada por enfermedad o accidente
producidos durante la vigencia, contra el pago de la parte proporcional de la prima (1740) .

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El art. 104 Ver Texto impone al asegurado la carga de prestar al animal inmediata asistencia
veterinaria (médico veterinario, o práctico cuando aquél no exista); de ahí que cuando no
cumpla, se juzgará que media culpa grave que libera al asegurador, excepto que no haya
influido en el siniestro ni sobre la medida de la prestación (art. 105 Ver Texto). Idéntica
liberación condicionada se aplica a los supuestos de malos tratos o descuidos graves por dolo o
culpa grave (art. 105 Ver Texto cit.).

(1739) Bruck, p. 517; Gasperoni, vº Assic. agricole, nº 29.

(1740) Gasperoni, vº Assic. agricole, nº 31; ley alemana, art. 127, y decisión de la C. Nac. Com.,
15/7/1938, LL 12-135 y JA 65-184. Critica la solución Zavala Rodríguez, II, nº 1918, por las
dificultades de su aplicación, que no indica.

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93. Seguro individual de accidentes.

La ley 17418 Ver Texto ha llenado en el punto el vacío del Código de Comercio, y en los arts.
149 Ver Texto a 152 Ver Texto estableció las normas principales para la liquidación de la
prestación del asegurador (1741) .

En cuanto le sea posible -dispone el art. 150 Ver Texto- el asegurado debe impedir o reducir
las consecuencias del siniestro, y observar las instrucciones del asegurador al respecto, en
cuanto sean razonables.

La ley no impone al asegurado someterse a la intervención quirúrgica; con ello se aparta de


algunas leyes -alemana, art. 183, p.ej.-; mas emplea una expresión genérica, que permitirá a la
jurisprudencia exigirlo toda vez que exista una seguridad relativa del buen éxito final de ella,
para evitar que el asegurado perciba la indemnización y luego reduzca las consecuencias del
accidente. La seguridad es relativa, porque existen siempre posibilidades de complicación
derivadas del shock posoperatorio, mas cuando por el estado físico no quepa esperar tales
complicaciones y el pronóstico sea satisfactorio (esto es, libre de riesgos para el asegurado),

880
cabrá imponer la intervención quirúrgica (1742) , que en tal caso debe ser solventada por el
asegurador (art. 73 Ver Texto, 3er. párr., aplicable por analogía).

El monto de la indemnización será establecido por peritos, para cuya actuación y


obligatoriedad del dictamen el art. 151 Ver Texto establece norma análoga a la del art. 78 Ver
Texto: no es obligatorio si se aparta evidentemente de la real situación de hecho o del
procedimiento pactado. Anulado el peritaje, la verificación del siniestro o de sus consecuencias
se hará judicialmente.

La indemnización se pagará: en caso de muerte, cuando se pruebe el hecho y el título -


identidad del beneficiario o carácter de heredero-; por incapacidad, si es definitiva, acreditado
el accidente y fijada la incapacidad por los peritos médicos, con relación a la profesión del
asegurado y a la incapacidad funcional (1743) ; si es por inhabilitación temporaria, una vez dada
el alta definitiva con intervención del médico del asegurador, o pasado el término de 365 días,
si hasta entonces no existe curación (cláusula 10ª de la póliza aprobada, implícitamente). Si se
debe pagar una renta, ésta se adeuda desde que se denunció la incapacidad que se sufre, y no
desde que se la reconoce (1744) ; y se debe pagar trascurrido un mes desde el accidente (art. 51
Ver Texto, 3er. párr.).

En caso de muerte, se pagará la suma total fijada, al beneficiario designado o, en su defecto, a


los herederos en calidad de beneficiarios por su parte y porción (art. 145 Ver Texto) (1745) .
En caso de inhabilitación definitiva y total, la suma máxima establecida (1746) .

En caso de inhabilitación definitiva y parcial, la indemnización se determina conforme a una


escala especificada en la póliza; y los supuestos no previstos se indemnizarán en proporción a
su gravedad, comparados con los enumerados. Si existe inhabilitación temporaria, la
indemnización se precisa en las condiciones particulares, desde el tercer día hasta el máximo de
200 días (1747) . Se debe tener presente que la ley 9688 Ver Texto no se aplica ni aun por
analogía (1748) , y que se debe eliminar el mayor daño por violación del tratamiento médico,
que agravó las consecuencias (1749) .

El asegurador se reserva el derecho de prestar la asistencia médica y adoptar todas las medidas
al efecto; pero ello no implica hacerse cargo de los gastos de farmacia o del suministro de
aparatos de prótesis, salvo que exista cláusula adicional de cobertura de esos gastos.

881
Se aplican los arts. 143 Ver Texto a 147 Ver Texto, referentes al beneficiario en el seguro sobre
la vida por remisión expresa del art. 149 Ver Texto.

Jurisprudencia

Para sustraerse a la indemnización plena, se requiere que la póliza delimite especialmente su


alcance a las consecuencias "directas y exclusivas" que sean independientes de condiciones
físicas y patológicas preexistentes o sobrevenidas, ya que en materia de accidentes la existencia
de concausas, como la predisposición mórbida, es indiferente. No es necesario que el accidente
sea la causa exclusiva del daño: el hecho de que éste se agrave por las condiciones de salud del
asegurado no limita la obligación del asegurador, de indemnizar todo el daño, puesto que el
asegurado fue cubierto en su estado propio de salud y no en condiciones ideales o estándares
(C. Nac. Com., sala C, 22/2/1984, "Rostagno, Carlos F., v. Arco Iris Cooperativa de Seguros
Ltda." Ver Texto, ED 108-348).

Nuestro derecho positivo incluye la disciplina legal del seguro de accidentes en una sección del
capítulo "Seguro de personas", y si bien el seguro de enfermedad carece de específica
regulación, no parece que pueda ser susceptible de distinto encuadramiento, si se tiene en
cuenta que es lindante con el de accidentes, del cual se distingue sobre todo porque el evento
previsto se origina en una lesión corporal que no deriva de causas externas y violentas.

Así, si el riesgo asegurado por la póliza es la pérdida de la licencia de vuelo por ineptitud física,
que puede provenir tanto de enfermedad cuanto de accidente, se trata por ende de un seguro
de incapacidad profesional específica, que en algunos medios se ha desarrollado a partir de los
seguros de enfermedad, como una forma combinada de protección, en tanto también se lo
conoce como una combinación del ramo infortunios o accidentes personales que, además de
sus riesgos típicos, incluye los que son propios del seguro de enfermedad (C. Nac. Com., sala
C, 22/2/1984, "Rostagno, Carlos F., v. Arco Iris Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto,
ED 108-348).

93 bis. Embargabilidad.

Esta indemnización, ¿es embargable? Calculada sobre la incapacidad física, sea una renta, sea
un capital, su naturaleza sustitutiva del salario hace aplicable la inembargabilidad del salario,
establecida por la ley 9511 Ver Texto y sus modificaciones: concurren las razones que han
llevado al legislador a establecer esa inembargabilidad relativa. Hubiera sido preferible que la
ley lo dispusiese expresamente.

882
Es evidente que cuando consista en prestaciones en especie (medicamentos, internación,
asistencia quirúrgica, suministro de aparatos) o su equivalente en dinero para pagarlos o
reembolsarlos, la inembargabilidad es indiscutible.

(1741) La póliza aprobada "entiende por accidente toda lesión corporal que pueda ser
determinada por los médicos de una manera cierta, sufrida por el asegurado
independientemente de su voluntad por la acción repentina y violenta de o con un agente
externo", y luego enumera distintos supuestos especiales.

(1742) No es exigible la contingente en sus consecuencias (C. Nac. Com., sala A, 27/3/1963,
inédito).

(1743) C. Nac. Com., 30/12/1938, JA 65-269.


En la práctica se resuelve en una determinación contractual de la suma debida. Quienes
asignan a este seguro una naturaleza indemnizatoria, admiten la legalidad de la póliza estimada
(valuada o tasada) (ver Durante, en "Assicurazioni", 1958, 1, p. 201).

(1744) C. Nac. Com., 17/6/1937, LL 7-339 y JA 58-913.

(1745) Sobre designación de beneficiario y cómo se debe interpretar la falta de nombramiento,


ver capítulo VI, nº 2.

(1746) La póliza usual establece que por inhabilitación total se entiende la pérdida total de los
dos ojos, de los dos brazos, de las dos manos, de las dos piernas, de los dos pies, de un brazo y
un pie, de una pierna y una mano, de una mano y un pie (cláusula 13ª, inc. b, 2º párr.).

(1747) Cláusula 13ª de la póliza usual.

(1748) C. Nac. Com., 17/6/1937, LL 7-339.

(1749) C. Nac. Com., 14/5/1947, LL 47-17.

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94. Seguros sobre la vida.

883
En el seguro sobre la vida mixto (dotal) y para el caso de muerte, el beneficiario debe acreditar
la muerte y su título en la forma expresada en la póliza (1750) , que es menester que se adecue
a lo dispuesto en el art. 46 Ver Texto, 2º y 3er. párrs. La práctica aseguradora no es uniforme;
lo general es recabar:

a) prueba de la edad del tomador, si no se presentó al contratar. Si es menor o mayor que la


establecida en el contrato, se rectificará la prima (1751) , si es que la edad efectiva se halla
dentro de los planes de la empresa; de lo contrario, el contrato se anula (art. 131 Ver Texto),
sin perjuicio de la aplicación de los arts. 5 Ver Texto, 2º párr., y 130 Ver Texto;

b) partida de defunción y certificado del médico que lo asistió en la última enfermedad,


generalmente extendido en el formulario suministrado por el asegurador;

c) testimonio del acta o sumario instruido con motivo de la muerte.

Algunas pólizas se refieren a la aprobación de estas pruebas por el asegurador. Esta frase no lo
autoriza a exigir certificado médico sobre la historia clínica de la última enfermedad ni
certificado del administrador del cementerio: equivaldría a invertir la carga de la prueba acerca
de los posibles vicios del contrato, lo cual no es lícito (arts. 5 Ver Texto y 158 Ver Texto). El
beneficiario cumple con presentar la partida de defunción. La reserva de la aprobación se
entiende para el supuesto de que no se pueda exigir esa partida y se recurra a prueba supletoria
(1752) , aprobación que no se puede dejar de prestar arbitrariamente (doctrina del art. 46 Ver
Texto). Esta limitación también rige para la facultad de exigir cualquier otra prueba que el
asegurador estime necesaria (art. 46 Ver Texto, 2º y 3er. párrs.): la exigencia debe ser razonable
(art. 1198 Ver Texto, 1er. párr., CCiv., ley 17711 Ver Texto).

Es menester tener en cuenta que la exigencia del asegurador acerca de los antecedentes de la
última enfermedad no obliga al médico, quien, al contrario, debe mantener el secreto
profesional (1753) .

No se puede cremar el cadáver sin autorización del asegurador, so pena de caducidad, a menos
que la ley no permita cumplir con el recaudo o impedirlo escape a las posibilidades del
beneficiario.

El pago se ejecuta en la sede del asegurador, aunque las primas se cobren a domicilio: son dos
obligaciones independientes (1754) .

884
El beneficiario debe acreditar su título, y el asegurador verificarlo, porque rigen las reglas
comunes sobre el pago mal hecho (1755) . Se exige la entrega de la póliza; aunque ésta no es
imprescindible, porque debe ser nominativa (art. 13 Ver Texto, 4º párr.).

Se debe pagar el monto pactado (1756) , porque no es un seguro de indemnización: la deuda


resulta del contrato, y no de un daño (1757) .

El asegurador puede compensar cualquier cantidad que se le adeude con garantías o no de la


póliza, inclusive las primas: esta compensación es oponible al beneficiario, porque la cláusula
integra el contrato, del cual nace el derecho de éste.

95. Beneficios adicionales de los seguros sobre la vida.

Las distintas especies de seguros sobre la vida admiten diversos beneficios adicionales.

Los más corrientes, según las pólizas en uso, son:

a) doble indemnización para el caso de muerte en accidente. El concepto de accidente


indemnizable resulta de la exclusión de ciertas categorías especificadas; y debe ocurrir antes de
cumplir los 60 años y producirse en un lapso después de sufrida la lesión.

b) la indemnización adicional por accidente, por el cual se pagará un porcentaje del capital
asegurado si el accidente produce la pérdida de uno o más miembros. Otras pólizas son más
amplias; adoptan el pago de una renta por incapacidad total o presumiblemente permanente
para el trabajo, por enfermedad u otra causa.

c) exención del pago de la prima por incapacidad ocurrida después de un año de vigencia de la
póliza (1758) .

885
Todos estos beneficios se hallan minuciosamente reglamentados, en lo que se refiere a las
condiciones para otorgarlos, para liquidarlos, etc.

Jurisprudencia

El seguro de vida cumple una función social e impone una atenuación in favore contractus de
los principios que disciplinan el seguro por daños. La filosofía de la ley 17418 Ver Texto en
este punto se exterioriza en normas que, relativas al seguro de vida, se apartan en mayor o
menor medida, de lo que se ha previsto respecto de los seguros de daños (C. Nac. Com., sala
B, 22/2/1989, "Álvarez de Dobson, Haydée B., v. La Buenos Aires, Compañía de Seguros
S.A." Ver Texto, LL 1989-D-251).

Si en ambas solicitudes del seguro de vida figura el mismo día, como exteriorización de la
voluntad del asegurado, no es irrazonable interpretar que su intención inequívoca no ha sido la
de beneficiar a sólo un grupo de parientes. Con esa actitud se creó, en consecuencia, una
situación de razonable duda acerca del verdadero destinatario del beneficio, de manera que,
ante tales circunstancias, aparece claramente justificado el procedimiento de consignación
seguido por la aseguradora actora (C. Nac. Fed. Civ. y Com., sala I, 23/12/1980, "Caja
Nacional de Ahorro Postal v. Morales, Eva del V., y otros", LL 1981-D-592, sum. 35.990).

En el seguro de vida es deber del asegurado informar con precisión las enfermedades que
padece y los síntomas que siente, aun cuando por razones de humanidad el médico le hubiere
ocultado la calificación y gravedad de la afección padecida. En el cumplimiento de este deber
de lealtad el asegurado debe colaborar con el asegurador para que éste pueda calificar y apreciar
el riesgo cubierto. A ese respecto, el art. 130 Ver Texto de la Ley de Seguros, 17418, distingue
dos períodos en los seguros de vida: a) el de la contestabilidad del contrato, que opera aun en
los casos de reticencia de buena fe, y b) el de incontestabilidad, en el cual la impugnación del
asegurador se limita únicamente al supuesto en que haya mediado dolo, circunstancia que éste
deberá probar; este plazo, fijado por la ley de seguros en tres años, funciona como un término
ex lege de caducidad del derecho del asegurador a invocar la reticencia. Si bien el art. 130 Ver
Texto cit., al limitar el plazo de contestabilidad se refiere exclusivamente al supuesto de
reticencia, es evidente que ha querido tomar este término con un sentido amplio y general,
comprensivo también de las declaraciones falsas, erróneas o inexactas.

Cuando el asegurado intenta evitar que el asegurador conozca la verdadera situación de hecho,
viola el deber jurídico de declarar con exactitud el estado del riesgo, tergiversando así el objeto-
fin perseguido con la declaración de salud y dando lugar a la nulidad del contrato (C. Nac.
Com., sala B, 21/2/1992, "Alarcón de Castellanos, Estela M., v. La Franco Argentina
Compañía de Seguros S.A.", ED 148-124, LL 1993-A-109, DJ 1993-I-498).

886
La finalidad perseguida por el art. 58 Ver Texto de la ley 17418 consiste en cubrir a los
beneficiarios del seguro de vida que ignoran que revisten dicha calidad, es decir, importa la
previsión de un límite final para el supuesto de conocimiento tardío (C. Nac. Fed. Civ. y Com.,
sala II, 17/5/1996, "Enríquez, Raúl O., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, LL
1996-D-861, sum- 38.875)

Los seguros de personas garantizan el pago de un capital o una renta, cuando se produce un
hecho que afecta la existencia, salud o vigor del asegurado; no tienen carácter resarcitorio (C.
Civ. y Com. Rosario, sala II, 18/4/1996, "Ferrara, Ricardo, v. Caja Nacional de Ahorro y
Seguro", JA 1998-IV, Síntesis Ver Texto).

Entre los derechos que surgen a raíz de la muerte del causante, pero que se hallan
desvinculados del fenómeno sucesorio, están los que provienen del contrato de seguro, cuyo
beneficio no se recibe por la trasmisión mortis causa de derechos, sino por una relación
contractual anterior. Por eso es que pueden ser beneficiarios algunas personas que no son
herederos y tales derechos no forman parte del caudal relicto. La suma que corresponda por
seguro de vida no integra la herencia y los derechos de los beneficiarios no son derivados del
causante. La Ley de Seguros 17418, expresamente dice al respecto, en su art. 143 Ver Texto:
"El tercero adquiere un derecho propio al tiempo de producirse el evento"; de allí que el
heredero pueda rechazar la herencia, sin que ello obste al cobro del seguro. Y si bien el art. 145
Ver Texto de la citada ley 17418 establece que si no se hubiese realizado designación de
beneficiarios se entiende que el tomador designó a sus herederos, se trata de una designación
tácita de beneficiario, que se deduce de la voluntad presunta del causante. Por ello, la calidad de
heredero sólo sirve, en este caso, para individualizar al beneficiario, pero ello no califica a la
suma asegurada como perteneciente al caudal hereditario (C. Civ. y Com., sala I, San Isidro,
4/11/1999, "Dos Santos, Josefa", LL Bs. As., 1999-1378).

(1750) En otros países se fija un plazo para probar los extremos requeridos, so pena de
caducidad. Vivante juzga excesiva la exigencia y que el plazo se computa desde que el
beneficiario conoce la existencia del beneficio (Contratto, nº 608).

(1751) Ver cuanto se expresó sobre el punto en materia de reticencia, capítulo III, nº 30.

(1752) C. Nac. Com., 2/9/1911, "Jur. Trib. Nac.", setiembre de 1911, p. 386. Adde: C. Nac.
Com., 31/8/1937, LL 8-201, el fallo de 1ª instancia, porque la alzada no se ocupó del punto.
Confr. Vivante, Contratto, nº 607.

(1753) Castillo, nº 249. Si el médico se niega a otorgarlo, el beneficiario queda relevado; Lefort,
I, ps. 547 y ss.

(1754) Vivante, Contratto, nº 611.

887
(1755) Vivante, Contratto, nº 612.

(1756) La liquidación en pesos argentinos oro debe responder a la real intención de las partes
(v.gr., pago de las primas en moneda oro), hallada en los antecedentes y en la ejecución del
contrato (C. Nac. Com., sala B, "Rodríguez de la Torre de Novillo Saravia v. Sun Life
Assurance Co.", 9/10/1967, inédito).

(1757) Vivante, Trattato, nº 1990; Besson y Picard, I, nº 50, y II, nº 11; Lefort, I, ps. 166, 178 y
ss.; Castillo, nº 58; etc.
Ver cuanto se expuso en capítulo I, nros. 36 y ss., y en este capítulo, nº 124.

(1758) La exención corre desde que se notifica al asegurador la causal de exención (C. Nac.
Com., 20/10/1937, JA 60-221).

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96. Reaseguro.

Para este contrato la ley fija pocas normas, en sustancia sólo las fundamentales, dejando a las
partes que contraten en un plano de igualdad económica -me refiero al reaseguro libre- (ver
arts. 159 Ver Texto a 162 Ver Texto).

La indemnización se debe pagar conforme a lo pactado; si no se fijó una cantidad máxima -


responsabilidad ilimitada- se mide por la indemnización debida por el asegurador. Si se ajustó
una cuota en todo siniestro, se pagará en esta proporción: toda reducción beneficiará a ambos
en esa medida. Si es por el excedente de cierta suma, cada uno concurre en proporción a la
suma cubierta, cuando el siniestro es total; y puede ser cero si se reduce por debajo del máximo
obligatorio (1759) .

Sólo se paga el daño que resulta de la liquidación, practicada por el reasegurado conforme a las
reglas. El asegurador no es un mandatario ni un gestor de negocios, porque se trata de un
negocio propio, en el cual actúa en su carácter de asegurador. El asegurador debe observar una
conducta normal, y actuar para que las consecuencias del siniestro sean lo menos desfavorables
posible para el reasegurador, al igual que un asegurado que a su vez está obligado hacia el
asegurador (1760) . Además, es difícil pedir instrucciones al reasegurador para el salvamento y
la liquidación cuando hay varios reaseguradores; o exigirle al asegurador que sólo pague contra
condena judicial, porque perdería la clientela; y como el asegurador gestiona su propio negocio,

888
es menester que goce de libertad absoluta en su actuación, que se deberá ajustar a las normas
comerciales corrientes y conforme al deber de evitar y disminuir el daño: el criterio para
apreciar esa conducta está dado por el asegurador no reasegurado (1761) . Concurren otras
razones prácticas: la falta de relaciones con el asegurado; la recíproca confianza de las partes; la
falta de organización del reasegurador para intervenir en las liquidaciones (1762) . Por ello el
reasegurador no puede alegar la nulidad del seguro, y le son oponibles los arreglos y
transacciones, salvo dolo o culpa grave (1763) .

El reasegurador paga en cuanto se le notifica el siniestro y se le presenta la liquidación de


daños. Generalmente se pacta la obligación de reembolsar -pagar cuanto se ha pagado en
virtud del seguro- contra exhibición del recibo de lo pagado al asegurado; el asegurador no
debe probar que realizó el pago, porque la obligación previa de pagar podría ponerlo en graves
dificultades, y resulta inconciliable con el fin del reaseguro, que es ponerlo a cubierto de las
grandes calamidades; de lo contrario, se podría ver por ello abocado a contraer grandes
préstamos o a suspender los pagos: la cláusula ha sido introducida para dar al asegurador
libertad para liquidar el siniestro, y no puede ser retorcida en contra de sus fines. La solución
rige aun cuando medie cuenta corriente (1764) . Ello no impide que el reasegurador se
beneficie con reducciones posteriores (1765) , que el asegurador debe comunicar sin dilación
para no enriquecerse indebidamente.

El reasegurador debe pagar, aun cuando el seguro sería nulo según la ley que rige el reaseguro
(1766) .

Está obligado a reembolsar los gastos de liquidación del siniestro, incluso los gastos judiciales,
salvo los litigios suscitados maliciosamente -para dilatar el pago, por ejemplo- y aunque en
definitiva no se deba la indemnización, como cuando se establece que el siniestro ha sido
intencional o que la pretensión era excesiva. No se exime ofreciendo pagar derechamente su
cuotaparte, porque dejaría al asegurador expuesto a mayores gastos (1767) . El contrato puede
variar estos pagos, excluyéndolos o limitándolos (1768) .

La prima pagada por el asegurado no se deduce, porque sería hacerlo dos veces, puesto que el
pago hecho al reasegurador ha sido ya una renuncia a ella en la proporción del reaseguro
(1769) .

889
El reasegurador tiene derecho a la realización de las cosas abandonadas, y al ejercicio de los
derechos contra los terceros responsables (1770) .

(1759) Vivante, Trattato, nº 1928, y Contratto, nº 124; Persico, nº 96.

(1760) Persico, nros. 85 y 96.

(1761) Persico, nº 86; Vivante, Trattato, nº 1927, y Contratto, nº 123.


Contra: Segovia, nota 1822.
También en favor de la impugnabilidad de la liquidación practicada por el asegurador, Broseta
Pont, ob. cit., p. 183.

(1762) Lordi, nº 676.

(1763) Vivante, Trattato, nº 1927, y Contratto, nº 123.

(1764) Bruck, ps. 457 y 458; Vivante, Trattato, nº 1930, y Contratto, nº 126; Persico, nº 97;
Broseta Pont, ob. cit., ps. 181 y ss., y 31.
Contra: Malagarriga, Trat. elem., III, p. 393, porque el riesgo asegurado es el pago. Olvida que
se trata de un seguro de la responsabilidad civil; que el riesgo no es el pago, sino la
responsabilidad incurrida.

(1765) Persico, nº 96.


Contra: Segovia, nota 1822.

(1766) Persico, p. 117, nota 4.

(1767) El art. 110 Ver Texto, inc. a, fija para el seguro de la responsabilidad civil un principio
peculiar: el asegurador se libera de las costas posteriores si deposita la suma asegurada y las
costas devengadas hasta ese momento.

(1768) Persico, nº 81; Vivante, Trattato, nº 1929.

(1769) Persico, nº 100. La doctrina francesa discutió largamente el punto.

(1770) Vivante, Contratto, nº 125.

890
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IV. Acción directa en el seguro de la responsabilidad civil

97. Noción general.

El seguro de la responsabilidad civil suscita el problema de la acción directa de la víctima


contra el asegurador (1771) .

La ley prevé distintos supuestos en que otorga acción directa: en materia de sublocación, los
arts. 1591 Ver Texto; 1592 Ver Texto; 1593 Ver Texto; 1594 Ver Texto y 1601 Ver Texto,
incs. 2 a 4, CCiv., la consagran respecto del sublocatario contra el locador, y de éste contra
aquél; en la locación de obra, el art. 1645 Ver Texto, CCiv., la concede al obrero y a quien
suministra los materiales, contra el propietario de la obra, por lo que éste adeuda al empresario,
y la jurisprudencia lo ha extendido al subempresario (1772) ; en el mandato, está consagrada en
los arts. 1927 Ver Texto y 1928 Ver Texto, CCiv., para las relaciones entre el mandante y el
sustituido en el mandato; en el art. 1929 Ver Texto, la subrogación en los derechos del
mandatario que obró a propio nombre; en la evicción, la acción otorgada por los arts. 2096 Ver
Texto y 2109 Ver Texto, CCiv., cabe encuadrarla dentro de la acción directa, asegurando sus
efectos sin recurrir a la ficción de la cesión presunta, invocada por Vélez Sarsfield y aceptada
por nuestra doctrina y jurisprudencia; en el seguro obrero de la ley 9688, que era un seguro de
la responsabilidad civil del patrón, el art. 7 Ver Texto otorgaba expresamente la acción directa;
en materia de hipoteca, el art. 3110 Ver Texto del Código Civil, como el art. 4 de la Ley de
Prenda Agraria y el art. 26 Ver Texto de la ley 928, de warrants, consagran la acción directa de
los acreedores privilegiados contra el asegurador de la cosa gravada -ver art. 84 Ver Texto-; el
art. 2780 Ver Texto, CCiv., faculta al propietario a perseguir al adquirente del no propietario,
por el saldo del precio que adeude, solución aplicable al supuesto del comodato -art. 2272 Ver
Texto, CCiv.- y de venta por el depositario de la cosa depositada; la acción del vendedor contra
el subadquirente del fallido, por la parte del precio debido en el caso del art. 141 Ver Texto de
la Ley de Concursos y Quiebras, 24522.

Estos numerosos supuestos legales obedecen a una noción fundamental común, no expresada
por la ley: se asegura a determinados acreedores la satisfacción de sus créditos con los que el
deudor tiene contra un tercero, y que lógica y naturalmente están destinados a satisfacer, sea
por razón del contrato que les da origen (mandato, locación de cosas, locación de obra, seguro
de la responsabilidad), o por el destino natural que se debe dar a la suma a percibir (hipoteca,

891
warrant, prenda, evicción, etc.), sea por "subrogación real", sea por un privilegio que la ley
reconoce, etc.

Es decir, que la ley otorga esa acción directa toda vez que existe posibilidad o peligro de que el
producto de la subdeuda sea desviado de su destino lógico o natural.

Ésta es una consecuencia necesaria de la naturaleza misma de esa doble vinculación, que no
depende de las partes apartar de sus contratos, porque el orden público se halla interesado en
que se respete ese destino del crédito, que surge por imposición de la esencia de esas
vinculaciones y a pesar de la voluntad de las partes.

Es justamente el fin económico perseguido por las partes, y que el juez debe asegurar, aun
cuando "no pueda alcanzarse en modo alguno tal como las palabras de las partes lo expresan"
(1773) .

Ese destino lógico y natural, que la ley quiere asegurar, está dado por la vinculación estrecha de
ambos créditos, vinculación que en algunos supuestos llega a su condicionamiento o
subordinación, como en el seguro de la responsabilidad civil (1774) .

98. Razones para denegarla. Refutación.

En el campo del seguro de la responsabilidad civil se ha negado esa acción directa invocando
que:

a) no hay vínculo alguno entre la víctima y el asegurador (1775) ;

b) el contrato no se celebra en beneficio de la víctima, sino del asegurado (1776) ;

c) el fin perseguido con el contrato es resarcir al asegurado del daño que le deriva de la
satisfacción del crédito de la víctima (1777) . Querer asegurar ese fin dándole una acción a la

892
víctima, "es suprimir todo margen a la voluntad contractual en un campo en que las razones de
orden público no entran en juego" (1778) .

La falta de vínculo entre víctima y asegurador no es argumento para negar la acción directa,
materia en la cual todas las hipótesis legales y doctrinales consideran justamente esa ausencia de
vinculación, que es la que suscita las dificultades.

De haber existido una vinculación, habría bastado el viejo principio, siempre aplicable: no hay
derecho sin acción.

Pretender resolver el problema aduciendo la regla del art. 1195 Ver Texto, CCiv., es eludirlo o
colocarlo en un círculo vicioso, pues justamente en esta hipótesis se suscita el de la aplicación y
valor de esta norma.

Es exacto que el seguro de la responsabilidad civil cubre al asegurado contra el daño


patrimonial que ha de resultarle del crédito de la víctima -incluso los gastos necesarios para que
ese crédito sea declarado-, pero no es menos exacto que el fin del contrato se logra cuando la
víctima es desinteresada, porque es el medio eficaz de cubrir el patrimonio del asegurado por la
responsabilidad en que se incurre.

Este seguro no tiene como función aumentar el patrimonio del asegurado, sino preservarlo de
una disminución eventual (art. 109 Ver Texto) (1779) , y es mediante esa función económico-
social que se llega al otorgamiento de una acción directa a la víctima (1780) . La naturaleza
resarcitoria del contrato es traicionada toda vez que el sistema legal permita que el asegurado
no satisfaga con la indemnización cuanto quiso asegurar con ésta (art. 118 Ver Texto, 1er.
párr.) (1781) .

El carácter resarcitorio que ostenta este seguro -como todo seguro de daños- hace que el
asegurado tenga derecho a la indemnización no sólo en cuanto ha pagado a la víctima o destine
esa indemnización a tal pago, sino que también tiene derecho a que el asegurador le facilite los
medios necesarios para hacer efectiva la indemnización, para que ésta no afecte en modo
alguno su patrimonio (1782) . Es el principio establecido por el art. 109 Ver Texto: mantener
indemne al asegurado. El art. 116 Ver Texto, 2º párr., no es más que una aplicación; así como
también el art. 118 Ver Texto, 3er. párr.

893
Y esa afectación al pago de la indemnización -contractualmente obligatoria- sólo se logra
adecuadamente y de modo perfecto con la acción directa.

No es cierto que el seguro de la responsabilidad tenga fines distintos a ésos, como afirma
Graziani (1783) . El objeto del seguro de la responsabilidad no es otro que el de relevar al
asegurado del daño patrimonial que sufre como consecuencia de la responsabilidad civil (1784)
.

"El fin y la naturaleza del seguro no toleran que tenga el derecho de exigir una indemnización
que no sirva para resarcir un daño. Mientras que en los otros seguros contra los daños, el
asegurado tiene el derecho de destinar la indemnización a cualquier fin, aun distinto al de la
reparación en especie del daño sufrido [. . .], en cambio, en el seguro de la responsabilidad civil,
el derecho a la indemnización depende del destino efectivo de ésta a resarcir los daños
producidos a los terceros o reintegrar al patrimonio del asegurado el resarcimiento ya
cumplido" (1785) .

Ese fin se frustrará no sólo si el asegurado distrae la indemnización, sino si esa indemnización
ingresa al patrimonio de un insolvente, porque la víctima se puede ver postergada por otros
acreedores, que se cobrarán antes que ella, y que se vendrían a beneficiar directamente con el
siniestro, el cual llegará así a enriquecer indirectamente al asegurado, a quien libera de tales
deudas (1786) .

De ahí que el art. 118 Ver Texto, 1er. párr., establezca el derecho de la víctima a cobrar sobre
la suma asegurada y sus accesorios, con exclusión del asegurado y de cualquier acreedor del
asegurado, aun en caso de quiebra o de concurso civil.

La acción directa le asegura a esa indemnización el destino fijado por el contrato que le da
nacimiento, y que corresponde a su naturaleza. Por eso Angeloni puede afirmar que será así
como una consecuencia de la especie de seguro, aunque las partes pacten en contrario (1787) ,
ya que ese pacto sería violatorio de la buena fe del contrato, "eje moral del juego de las
voluntades autónomas" (Gény), pues es el medio idóneo de encerrarlo en los límites de un
contrato de indemnización (1788) (ver art. 1198 Ver Texto, CCiv., ley 17711 Ver Texto).

En consecuencia, la acción directa está en la esencia del contrato, conforme a su regulación


legal. Más aún: si el seguro de la responsabilidad no sólo cubre la indemnización que en
definitiva se debe a la víctima, sino que también cubre al asegurado contra las molestias y

894
gastos que origina su defensa en juicio hasta obtener la declaración del derecho de la víctima -
principio que funda el derecho del asegurado, a que el asegurador ejerza su derecho contractual
de dirigir el proceso promovido por la víctima (1789) -, sólo el otorgamiento de una acción
directa a la víctima hará que se obtenga plenamente el fin perseguido por los contratantes, en la
forma más perfecta posible, solución que consagra la ley en el art. 118 Ver Texto, 3er. párr., al
autorizarlo a citar al asegurador en garantía.

Con ello no se impone una limitación a la libertad contractual. Al contrario, se asegura la


obtención del fin perseguido por el contrato, esencial para la existencia misma del acto, en
cuanto se refiere al asegurado, y absolutamente indiferente para el asegurador, cuyas
obligaciones no cambian por el hecho de que tenga que pagar directamente a la víctima del
daño (y es como se cumple en la práctica, en la liquidación extracontractual de los daños que
sufre el tercero).

Hay un error en afirmar que el orden público no está interesado en esta solución (1790) . La
sociedad tiene un interés primordial en asegurar a la víctima el resarcimiento rápido e integral.

La desaparición o inutilización económica de un jefe de familia -o de un miembro de ella-


importa la pobreza y aun la miseria para un grupo, con todas las consecuencias que implican.

Además, al Estado -y a la seguridad jurídica que él organiza- no puede serle indiferente el


espectáculo del derecho de la víctima insatisfecho por la pasividad del asegurado, o por el
desastre de su patrimonio, o defraudado por la colusión con el asegurador, o por la distracción
de la suma asegurada del fin asignado.

La subversión que producen esos hechos, así como el peligro social que crea el desamparo del
siniestrado, o de quienes dependen de la actividad económica de la víctima, comprometen el
interés social, el orden público.

El Estado contemporáneo no permanece impasible ante esos hechos. Si en el orden


contractual la doctrina señala una tendencia hacia la "publicización" de los contratos (1791) ,
en esta materia esa evolución se ha cumplido (1792) .

895
99. Jurisprudencia nacional.

La tendencia de la legislación universal es aceptar esta acción directa, sea sólo para el caso de
quiebra del asegurado (1793) , o para todos los supuestos (1794) .

La gran mayoría de los fallos argentinos anteriores a la ley 17418 Ver Texto la ha negado,
invocando razones análogas a las expuestas; sólo fallos aislados la han acogido (1795) .

99 (a).

En la actualidad, ante la citación en garantía, establecida por el art. 118 Ver Texto de la ley
17418, la jurisprudencia se ha dividido entre aquellos que consideran que ella contiene una
acción directa "no autónoma", y quienes entienden que no existe acción directa alguna, sino
sólo un mero resorte procesal que habilita al damnificado y al asegurado a traer obligadamente
(aunque bajo la forma de una carga) al asegurador al juicio en el cual se debate la
responsabilidad de su asegurado, con amplitud defensiva (excepto la inoponibilidad al
damnificado de defensas nacidas después del siniestro); y si en ese litigio recae sentencia
condenatoria, incluir en ella al asegurador, si así correspondiere, en la medida del seguro,
sentencia que hará cosa juzgada respecto de éste y le será ejecutable.

Jurisprudencia

a) Fallos que hacen referencia a una acción directa

En este sentido se ha resuelto que la citación en garantía del asegurador constituye una acción
directa no autónoma, porque no puede ser traído a juicio sino a condición de que también se
demande al asegurado. Pero una vez cumplida esta exigencia queda expedita la vía para que,
fuere a pedido de la víctima o del accionado, resulte imperativa la intervención procesal de la
empresa de seguros (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 5ª, 28/11/1979, "Fedele, José A., v.
Espinosa, Manuel J.", BCECyC, 684, sum. 10.057; Rep. LL 1980-73-2333).

Se debe calificar procesalmente como "acción directa no autónoma" la que emerge de la


citación en garantía, tal como la legisla la ley 17418 Ver Texto, desde que se la debe entablar

896
"juntamente" con la acción directa ordinaria del damnificado contra el autor del ilícito civil,
porque es necesario que tanto la responsabilidad extracontractual del autor como la de orden
contractual de su asegurador se decidan en el mismo juicio donde ocurre la citación, en una
especie de litisconsorcio pasivo necesario (C. Apels. Civ. y Com. Santa Fe, 22/11/1978,
"Rodríguez Dennis, Alberto, v. Payá, José Utreera", Zeus, 1979-16-171; Rep. LL 1980-81-
2334).

Si el actor "cita en garantía" al asegurador de su demandado (art. 118 Ver Texto, ley 17418), en
rigor intenta accionar directamente contra aquél, quien comparecerá al proceso como parte
originaria y principal asumiendo el carácter de litisconsorte propio de su asegurado (C. Apels.
Rosario, sala III, 25/11/1980, "Garelli, Ludovico, v. Cingolani, Luis", "Juris", t. 64, p. 146).

La citación en garantía (art. 118 Ver Texto, ley 17418) es un supuesto de "acción directa no
autónoma" que no puede ser deducida si no se trae a juicio también al asegurado. El carácter
de acción directa deriva de la posibilidad que tiene el damnificado promotor de la litis de
efectivizarla; y el de "no autonomía", de que se requiere, como presupuesto legal, la
intervención del asegurado en el juicio (C. Civ., Com. y Trab. Venado Tuerto, 30/7/1992,
"Boyle, Alejandro, v. Regidor, Oscar", "Juris", t. 89, p. 205).

La citación en garantía que autoriza el art. 118 Ver Texto, LS., si bien tiene los alcances de una
verdadera acción directa, no es autónoma y, por tanto, no puede ser ejercida por el tercero
damnificado contra el asegurador en las mismas condiciones que otra que no tenga esa
restricción y, al contrario, sólo aparece factible su promoción cuando se cumplen los supuestos
previos que así lo permiten. La accesoriedad que se debe asignar a la intervención de la
aseguradora citada en garantía desplaza la posibilidad de que pueda ser objeto de una acción
directa por parte de quien pide el resarcimiento de un perjuicio sufrido, si resulta ineludible,
para obtener su intervención en juicio, que también se demande al asegurado, presunto
responsable del daño (Sup. Corte Bs. As., 26/4/1983, "Hernandorena, Jorge R., v. Martín,
Jorge", DJBA 126-354; ED 107-205).

La citación en garantía, cuando la efectúa el asegurado, constituye una verdadera "demanda",


porque pone en ejercicio la acción regresiva que el asegurado tiene contra el asegurador, por la
cual se pretende que, en caso de ser vencido, se condene al garante a indemnizarlo en la
medida de la póliza. Pero si fuere el propio damnificado quien cita al asegurador en los
términos del art. 118 Ver Texto de la ley 17418, no se trata en realidad de una verdadera
citación en garantía, sino de una "acción directa" (no autónoma); en ella el asegurador adquiere
la condición de codemandado (Trib. Sup. Just. Córdoba, sala Laboral, 20/8/1992, "Jenichek,
Aurelio O., v. Droguería del Mercado S.A.", LL Córdoba 1993-2599).

La citación en garantía a instancia del asegurado no se reduce a una mera llamada a la causa al
asegurador, sino que implica el ejercicio de una acción contra este último. En otras palabras,
ante un mismo juez se esgrimen dos pretensiones: una, la del damnificado contra el presunto

897
responsable civil; otra, la de éste contra su asegurador (C. Apels. Civ. y Com. Lomas de
Zamora, sala II, 8/7/1993, "Cudina v. Viva", LL Bs. As. 1994-340).

Al reconocer al damnificado la facultad de citar en garantía a la aseguradora del demandado y,


como consecuencia, propagar respecto de la citada los efectos de la cosa juzgada, el art. 118
Ver Texto no se ha limitado a instituir un mero llamado a la causa del asegurador, sino que,
con abstracción del nomen juris utilizado, ha legitimado al actor para acumular a la pretensión
deducida contra el responsable otro reclamo de idéntico objeto contra el asegurador (Corte
Suprema de Justicia de la Nación, 27/11/1990, "Lanza Peñaranda, Ruth, v. Transportes
Quirno Costa S.A.C. e I. y otros" Ver Texto, Rep. ED 25-41; mismo tribunal, 21/4/1992,
"Cooperativa Patronal Ltda. de Seguros v. Iarcho, Jorge, y otro", LL 1992-D-480; ídem,
17/11/1994, "El Comercio Cía. de Seguros S.A. v. Nieto Hnos. S.A.", JA 1995-II-649 Ver
Texto; ídem, agregando que ello es así con mayor razón si el régimen legal sobre el cual se
fundó el reclamo habilitaba al trabajador a demandar al empleador o al asegurador indistinta o
conjuntamente (art. 7 Ver Texto, ley 9688) y, al contestar la citación en garantía, la aseguradora
dijo subrogarse en los términos del art. 20 Ver Texto de dicha ley 9688: recurso de hecho de
La Holando Sudamericana Compañía de Seguros S.A. en autos "Castillo de los Santos,
Rodolfo, v. Manferro S.A." Ver Texto, 6/5/1997, C. 206-XXXII, ED, fallo 48.206).

La citación en garantía incoada por el tercero implica el ejercicio de un derecho propio del
damnificado, que cierra el circuito tripartito de vínculos, derecho que se apoya en dos
presupuestos: a) un contrato de seguro; b) una deuda de responsabilidad. Ello permite colegir
que la obligación del ente asegurador frente a terceros viene a ser la misma que frente al
asegurado (voto del Dr. Hitters, Sup. Corte Bs. As., 28/12/1995, "Álvarez, Atilio A., v. Valle,
Antonio" Ver Texto, DJBA 150-2470).

La Ley de Seguros crea una legitimación de orden excepcional a los efectos de permitir, por
medio de ella misma, que la víctima pueda accionar contra el asegurador, pero con la expresa y
única condición de demandar juntamente a quien causó el daño, el asegurado o sus herederos.
Lo que la ley menciona como citación en garantía de la víctima no es más que una legitimación
por excepción que la ley crea en favor del damnificado para demandar al asegurador, con la
condición de que, previamente o en conjunto, demande, trabe la litis y obtenga la condena de
quien causó el daño.

Es absolutamente inconcebible la posibilidad de que la pretensión dirigida contra el asegurador


prescinda por completo del asegurado causante del daño, y de ahí que la ley establezca en
forma implícita esa prohibición; por ello, esta especial figura que adopta para el actor la ley
17418 Ver Texto no puede ser otra cosa que una acción directa (en el sentido de que no es
oblicua o subrogatoria), pero no autónoma (dando a esta expresión la exacta comprensión de
la necesidad de que sea conjunta).

Falta legitimación en la actora que habiendo citado en garantía a la entidad aseguradora no


integra la litis con los herederos del asegurado causante del daño, cuya muerte le consta, por lo

898
cual no podrá obtener condena contra dicha aseguradora, al ser esa integración condición
ineludible para poder condenarla, en caso de así resultar justificado, dando fundamento a la
falta de legitimación en la causa para poder vincular a esa aseguradora (C. Apels. Civ., Com. y
Lab. Venado Tuerto, 7/3/1991, "De Urtiaga, Roberto, v. Valda, Néstor J.", "Juris", t. 90, p.
248).

b) Pronunciamientos que no admiten la existencia de una acción directa

En este sentido, se ha decidido que mediante la citación que contempla el art. 118 Ver Texto
de la ley 17418 el asegurador es llamado a juicio para que cumpla la prestación debida a su
único acreedor: mantener indemne a su asegurado (art. 109 Ver Texto, ley citada) y no se
constituye en deudor del acreedor de su acreedor (Sup. Corte Bs. As., 28/12/1993, "Binci de
Fernández, Ofelia, v. Ande, Juan C." Ver Texto, DJ 1994-2-33; DJBA 146-1508; mismo
tribunal, 22/2/1994, "Obregón, Ramona G., v. Cunti Pini S.A." Ver Texto, ED 157-619; ídem,
1/3/1994, "Del Archiprete, Emilio, v. Collado, Lorenzo" Ver Texto, DJ 1994-1-828; DJBA
146-1935; ídem, 13/9/1994, "Serrano, Andrés O., v. Ocvie S.R.L." Ver Texto, DJBA 147-
6295; ídem, 24/11/1992, "Nicola, Daniel V., v. Nicola, Aldo A." Ver Texto, DJ 1993-2-648;
JA 1993-II-387; DJBA 144-595; ídem, 27/6/1995, "Escalante de Zapata, Laura, v. Diez de
Polo, Nelly E." Ver Texto, DJBA 149-4788; ídem, 15/11/1994, "Morera, Arturo, v. Provincia
de Buenos Aires" Ver Texto, DJBA 148-1035; ídem, 28/12/1995, "Álvarez, Atilio A., v. Valle,
Antonio" Ver Texto, DJBA 150-2470; ídem, 14/11/1995, "Cardozo, Florentín, v. Spell S.A."
Ver Texto, LL Bs. As., 1996-128; DJBA 150-1462). No existe acción directa del tercero víctima
contra la aseguradora (Sup. Corte Bs. As., 27/12/1988, "Díaz, Israel, v. Banquero, Rolando"
Ver Texto, DJBA 136-1809).

También se ha resuelto que la citación en garantía del asegurador, instituida por el art. 118 Ver
Texto, LS., no justifica interponer contra éste una acción directa. Se la cita en garantía dentro
de una demanda que no está dirigida directamente contra el asegurador. Es un "llamado
procesal" -con el correspondiente derecho a ser oído (art. 18 Ver Texto, CN.)-, para que pueda
funcionar el posible beneficio del seguro en favor del damnificado, en la medida de la suma
asegurada (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 1ª, 8/8/1980, "Transportes Nueva Chicago S.A. v.
Marcos, Daniel", BCNECyC 690-10.237; Rep. LL 1981, voz "Seguros", n_ 75).

99 bis. Régimen de la ley 17418 Ver Texto.

La ley 17418 ha regulado la situación del tercero, víctima del daño, en el art. 118 Ver Texto, 1º,
2º y 3er. párrs.:

899
a) Por el 1er. párr. le reconoce el privilegio ya señalado, por el que se cobra sobre el producido
del contrato con exclusión del asegurado y de cualquier acreedor del asegurado, aun en caso de
quiebra o de concurso civil.

Este derecho tiene las siguientes consecuencias:

1) El asegurado no puede afectar ese derecho de la víctima por ningún acto u omisión suyos.
Es un derecho que se incorpora al patrimonio de la víctima desde el hecho mismo generador
del daño. Es la consecuencia necesaria de la exclusión del asegurado, a que se refiere la ley.

2) El producto del seguro está excluido de la garantía que los demás acreedores tienen en el
patrimonio del asegurado, cualquiera que sea la naturaleza y privilegio de los créditos.

La solución no cambia por quiebra o concurso civil del asegurado. De ahí que la víctima no ve
afectado su derecho por créditos de la masa y que no deba contribuir a los gastos de la quiebra
o del concurso. Es así porque tiene un derecho propio sobre esa suma debida por el
asegurador.

b) Por los párrafos 2º y 3º, la víctima del daño puede citar al asegurador al juicio contra el
asegurado, y en tal caso la sentencia que se dicte hace cosa juzgada en su contra.

La disposición no puede tener más que un alcance: que el asegurador, parte en el proceso, debe
pagar a la víctima en los términos del contrato de seguro. Todas las defensas que tuviere contra
el asegurado debe aducirlas en esta causa.

Las defensas que puede aducir son única y exclusivamente las nacidas con anterioridad al
hecho generador del daño; las posteriores no afectan a la víctima porque el asegurado no
puede alterar el derecho que el 1er. párr. del mismo art. 118 Ver Texto le reconoce a la víctima.
De lo contrario cabría fácilmente escamotearle el derecho que la ley le reconoce. De ahí la
exclusión a que se refiere la ley en el 1er. párr. cit. (1796) .

La ley excluye las defensas nacidas después del siniestro, con lo cual admite que el asegurador
alegue la culpa grave del asegurado, que lo libera de su obligación (art. 114 Ver Texto), porque
no nació el crédito del asegurado sobre el cual hacer valer el privilegio que le reconoce el art.
118 Ver Texto, 1er. párr.

Se debe señalar que el asegurador debe ser citado al juicio hasta que la causa se reciba a prueba
(art. 118 Ver Texto, 2º párr.). La circunstancia de que la ley haga referencia a una citación en

900
garantía no afecta su naturaleza de acción directa (v.gr., en materia de evicción, arts. 2096 Ver
Texto y 2109 Ver Texto), y pone énfasis en la necesidad de que la acción se promueva contra
el asegurado y su asegurador.

100. Caracteres de la acción directa.

La acción directa tiene, conforme al art. 118 Ver Texto cit. y la doctrina, los siguientes
caracteres (1797) :

a) La calidad de acreedor directo se adquiere a la fecha del nacimiento de la acción, que en el


seguro de la responsabilidad civil es desde el momento del accidente o hecho dañoso.

b) Debe tener un crédito contra el asegurado.

c ) La acción es principal, y no subsidiaria ni subordinada a ningún recaudo previo (ver infra,


letra e).

d) Se ejerce a nombre propio, sin invocar título alguno del deudor ni declaración judicial
previa; si la víctima es indemnizada por su asegurador, actuará éste a mérito de la subrogación
del art. 80 Ver Texto (si la naturaleza del seguro la admite).

e) Se debe citar al juicio, simultáneamente, al asegurado y al asegurador (hasta la apertura del


juicio a prueba); esta citación a juicio civil de ambos, asegurado y asegurador, se debe hacer
efectiva aunque exista condenación en sede penal, porque el asegurador puede alegar su
liberación (v.gr., art. 114 Ver Texto), por lo cual la citación del asegurador (demanda) es
necesaria.

f ) Se le pueden oponer las excepciones o defensas del asegurador contra el asegurado que
hayan nacido antes que la acción directa, pero no las nacidas con posterioridad.

g) La sentencia hará cosa juzgada si se observa el procedimiento fijado en el punto e.

901
h) No existe solidaridad entre el asegurador y el asegurado porque contra el asegurador no hay
un crédito, sino meramente una acción para cobrarse sobre lo adeudado al asegurado; la
víctima se coloca sobre el crédito del asegurado contra el asegurador (1798) .

i ) Se halla limitada al importe adeudado según el contrato y por la indemnización debida.

j ) Si los titulares son varios, el importe se debe dividir entre ellos (art. 119 Ver Texto), y si el
asegurador conoce su existencia, deberá hacerlos citar al efecto (1799) .

k) El ejercicio de la acción directa contra el asegurador no excluye el ejercicio de la acción


contra el asegurado, por el saldo de la indemnización, no satisfecho.

100 (a.1).

La expresión "acción directa" ha generado en nuestro medio gran cantidad de discusiones


doctrinales y jurisprudenciales en el ámbito del seguro, como ya lo destacaba en su momento el
autor de esta obra en los parágrafos precedentes. Sin embargo, pensamos que tales
controversias, en gran medida, han obedecido a cuestiones meramente semánticas.

En efecto: por tal han sido entendidos diversos fenómenos jurídicos de distinta índole:

a) Para algunos, la expresión "acción directa" hace referencia a la posibilidad que la ley otorga,
en ciertos casos, a un acreedor, para que accione en forma directa y autónoma respecto del
deudor de su deudor, relacionándolos directamente a ambos a pesar de no mediar un vínculo
directo entre ellos, y eludir de esta forma el pesado e inconveniente mecanismo de la acción
subrogatoria del art. 1196 Ver Texto del Código Civil. Ejemplo de este tipo de acción directa
son los arts. 1591 Ver Texto, 1592 Ver Texto, 1645 Ver Texto, 1926 Ver Texto, 2305 Ver
Texto, etc., Cód. cit.

Se ha sostenido que el efecto resultante de estas acciones es el desplazamiento del deudor en la


titularidad de un crédito que originariamente correspondía a éste (1800) ; pero, en realidad, ese
desplazamiento se limita al accionar contra el deudor, al aspecto del ejercicio de la facultad de
formular efectiva exigencia a éste del pago de la obligación, a su efecto operativo esencial (art.
505 Ver Texto, inc. 1, CCiv.), que se invoca ante el deudor de su deudor, efecto que también se

902
produce en la acción subrogatoria. La titularidad originaria del crédito permanece en cabeza del
acreedor sustituido (se puede ver esto claramente cuando su deuda respecto del ejecutante es
inferior al monto de su crédito respecto del subdeudor ejecutado), constituye parte del
presupuesto real de la institución (la otra parte es la existencia de la relación obligacional que,
por sus características y normativa aplicable, permite el accionar directo contra el deudor de su
deudor), y se limita el sustituyente, en este aspecto, al ejercicio de la acción que se apoya, al
menos parcialmente, en un crédito ajeno. El cumplimiento por parte del subdeudor, respecto
del ejecutante, implica a su vez el cumplimiento respecto de su acreedor originario "aunque no
haya sido citado al pleito" (1801) .

En realidad, lo que confiere su sello peculiar a esta especie de "acción directa" es que el
ejercicio de ella y el aprovechamiento de su resulado económico tienen lugar sin pasar por el
patrimonio del deudor inmediato del ejecutante; de allí su nombre de directa. A pesar de haber
nacido el crédito, en su origen, en favor de ese deudor inmediato del accionante, éste resulta
desplazado totalmente en su aptitud persecutoria del cobro, como si hubiera enajenado el
crédito en favor de su acreedor (ello, desde que ha sido promovida y notificada tal acción, que
opera el efecto de un embargo) (1802) , quien está legitimado no sólo para exigir su pago, sino
también para percibirlo y apropiárselo directamente. En cambio, la acción subrogatoria tiene
como efecto que el producto pase por el patrimonio del deudor desplazado, beneficiando con
ello a los otros acreedores de ese mismo deudor, que pueden llegar a disputárselo al ejecutante,
a pesar de que los bienes han ingresado al patrimonio del deudor por el actuar exclusivo del
acreedor accionante.

b) Una variante de la anterior es admitir que se pueda configurar ese mecanismo, aunque
carente de autonomía (acción directa no autónoma). Así ocurría con lo dispuesto por el art.
121 del Anteproyecto General de Ley de Seguros redactado por Isaac Halperin, que instituía
expresamente una "acción directa" en favor del tercero damnificado contra el asegurador del
responsable, en el seguro de la responsabilidad civil, pero agregaba: "para cuyo ejercicio debe
citar al juicio también al responsable civil".

c) Otro supuesto que aparece en algunos fallos y opiniones doctrinales con la denominación de
"acción directa" es el consistente en el reconocimiento, al tercero damnificado, de un derecho
propio -autónomo o no- contra el asegurador del responsable civil (1803) , cuyo ejercicio
puede estar o no condicionado a la constitución de un litisconsorcio pasivo necesario entre
asegurado y asegurador, que le vede, en caso afirmativo, autonomía funcional, es decir, impone
el accionar contra ambos como requisito necesario para poder dictar sentencia que abarque a
los dos.

903
d) Por último, en nuestro país tenemos la figura de la citación en garantía y el privilegio
otorgado al derecho del damnificado, instituidos por el art. 118 Ver Texto de la ley 17418, los
cuales agregan más factores de controversia.

e) Por nuestra parte pensamos que el tercero damnificado posee, en nuestro derecho, más que
una "acción directa", un verdadero derecho propio. Ello, en virtud de la naturaleza del seguro
de la responsabilidad civil y de la índole de la prestación comprometida por el asegurador
respecto de su asegurado.

En efecto: el asegurador se compromete a mantener indemne a su asegurado (art. 109 Ver


Texto, LS.): ello significa que la prestación por él debida a su asegurado es de indemnidad, y no
de indemnización (1804) . Y esto resulta absolutamente lógico, puesto que el asegurado no ha
sufrido aún daño en su patrimonio, que el seguro busca "mantener indemne"; sólo existe una
amenaza de daño, emergente de su obligación de reparar el perjuicio causado al tercero. Si el
asegurador pagase la indemnización de ese daño a su asegurado, que no lo sufrió aún, lo estaría
enriqueciendo, con violación del principio indemnizatorio y de las reglas propias de todo
seguro patrimonial (arg. art. 68 Ver Texto, LS.); a ello se agrega que se trataría de un pago
inoponible al tercero. Y si el asegurado se hubiere visto obligado a adelantar la indemnización
de su propio peculio para evitar una ejecución o mayores gastos, el asegurador habrá
incumplido su obligación principal, pues no lo ha mantenido indemne; ello, aunque luego le
reintegre lo pagado, que deberá serlo con intereses y costas devengados durante el lapso de
demora por tratarse de un cumplimiento tardío, generador de mora (arg. arts. 15 Ver Texto, 50
Ver Texto y 109 Ver Texto, LS.), y apartado de la forma natural de la prestación tomada en
cuenta al convenir el contrato, conforme a la caracterización de la cobertura emergente del art.
109 Ver Texto, LS.

Es que la índole de la prestación comprometida por el asegurador (prestación de indemnidad),


contenida en el contrato de seguro de la responsabilidad civil, implica, por su propia
naturaleza, una estipulación en favor del tercero damnificado: el asegurado, estipulante, pacta
con el asegurador, promitente, una prestación, que hemos llamado "de doble indemnidad"
(1805) , por cuanto a la vez que indemniza al tercero damnificado mantiene indemne al
asegurado.

A la afirmación -correcta en principio- que sostiene que el asegurado contrata la cobertura


asegurativa para sí y no para un tercero, se le ha dado una interpretación, según consideramos,
que no se ajusta a la real naturaleza de esta especie de seguros: no se trata, en efecto, de un
seguro "por cuenta de tercero" (arts. 21 Ver Texto y ss., LS.); simplemente se hace referencia a
que, en ese contrato, existe una estipulación que va a constituir una "ventaja" para un tercero,
que lo va a beneficiar a éste. Pero ello no implica que exista un acto de filantropía del
contratante del seguro ni tampoco lo exige necesariamente la estipulación en favor de tercero;
se trata, simplemente, de una cláusula (1806) que forma parte de un contrato, y por la cual la
índole de la prestación comprometida por una de las partes (asegurador), consistente en

904
mantener patrimonialmente "indemne" a su cocontratante, se efectuará mediante la
indemnización de los daños efectivamente sufridos por el tercero. Se indemniza al tercero, el
asegurador cumple con su prestación ante el asegurado (prestación "de indemnidad": lo
mantiene patrimonialmente indemne evitando que tenga lugar la salida de bienes de su
patrimonio; a eso se comprometió) (1807) .

Si entonces tenemos, por la propia naturaleza de la prestación prometida por el asegurador,


una estipulación implícita, derivada de la naturaleza de la relación, por la cual se constituye en
"ventaja" o beneficio para el tercero damnificado -qué mayor beneficio que le sean
indemnizados los daños que ha sufrido efectivamente en sus bienes, o en su persona o en la de
un pariente próximo-, se da la figura contemplada por el art. 504 Ver Texto del Código Civil, y,
con ello, el nacimiento de un derecho propio del damnificado (beneficiario de la estipulación)
hacia el asegurador (promitente de la prestación de indemnidad, lo cual implica y requiere la
extinción de la deuda convertida en amenaza al patrimonio que debe ser mantenido indemne).

Por ello pensamos que existe un "derecho propio" y no una mera "acción directa", en el
sentido tradicional. La acción directa, que tiene como efecto enlazar dos obligaciones,
sustituyendo el acreedor de la segunda por el acreedor de la primera, requiere, como es lógico,
un elemento esencial: que las prestaciones debidas en ambas obligaciones concatenadas sean de
la misma naturaleza, que sean homogéneas. Si un deudor debe entregar a su acreedor un
cargamento de naranjas, y dicho deudor es a su vez acreedor de otro deudor que debe
entregarle peras, no se podrá efectuar la ligazón de las relaciones requeridas por la acción
directa. Y es lo que ocurre en este caso: el causante del daño debe al damnificado una
indemnización; en cambio, el asegurador del dañante le debe a aquél (su asegurado)
indemnidad, como antes se señaló: no existe, pues, homogeneidad entre las prestaciones de
ambas obligaciones (1808) .

Por ello, estamos ante un verdadero derecho propio del damnificado respecto del asegurador,
cuyos presupuestos son, por un lado, el hecho ilícito generador del daño sujeto a reproche legal
y consiguiente derecho a reclamar indemnización, y, por el otro, la existencia del contrato de
seguro, en que se ha pactado una estipulación por la cual el asegurador se obligó a "mantener
indemne" a su asegurado "por cuanto deba a un tercero", dañado por aquél por un hecho
aleatorio establecido en el contrato, y conforme a las características y límites del seguro
contratado, indemnidad que se alcanza mediante la eliminación de la deuda que amenaza el
patrimonio del asegurado con una futura ejecución que le ocasione un daño cierto y quiebre la
indemnidad que le fue prometida.

f ) Este mecanismo recibió, en nuestra Ley de Seguros, 17418, características peculiares


establecidas por su art. 118 Ver Texto, que lo regula con la figura de la citación en garantía.
Pese a que también se ha cuestionado que en este dispositivo legal se configure una acción
directa, entendemos que su normativa refuerza la respuesta afirmativa en el sentido de que da

905
la posibilidad de un accionar directo -aunque no autónomo- contra el asegurador de su
dañante.

En efecto, el art. 118 Ver Texto, LS., establece, por una parte, la posibilidad del damnificado
de emplazar al asegurador a que concurra al juicio de daños y perjuicios "citándolo en garantía"
(1809) al proceso en el cual puede resultar condenado, haciendo cosa juzgada a su respecto la
sentencia que se dicte, y que puede serle ejecutada. Además, quedan limitadas las defensas
pasibles de oponer ese asegurador al tercero damnificado: le está vedado a aquél invocar
defensas nacidas "después del siniestro". En caso de pluralidad de damnificados, está obligado
a prorratear la indemnización que surja del seguro contratado entre todos los perjudicados (art.
119 Ver Texto, LS.). Y se instituye un privilegio en favor del crédito de ese damnificado, cuyas
características examinaré más adelante.

Todas esas particularidades señaladas precedentemente no son las que corresponderían a un


mero tercero, a un penitus extranei, sino a alguien que resulta titular del derecho (para más,
vigorizado con un privilegio), que se está ejecutando también contra ese asegurador citado en
garantía.

De opinar en sentido contrario, deberíamos caer en la afirmación, históricamente primigenia,


que expresaba que el único acreedor del asegurador es el asegurado y que el tercero es un
personaje ajeno al seguro. Quienes así piensan sostienen que el asegurador, mediante su
"citación en garantía", es "acercado" al proceso a fin de que, en el momento en que se dicte la
sentencia, éste pague. Se trataría, según quienes así discurren, de un mecanismo meramente
procesal. Pero tal opinión, como vimos, busca sostén en la hipótesis que afirma que el único
acreedor del asegurador es su asegurado; ¿cómo es, entonces, que cuando el asegurador
deposita en el juicio el importe de la condena, el tercero (ese tercero a quien se le niega el
carácter de acreedor) se apropia del dinero de la indemnización y se lo lleva, sin solicitar
autorización alguna al asegurado -quizá rebelde en el juicio-, al cual la teoría en cuestión
considera "único acreedor del asegurador"? Y, principalmente, como ya destacamos, sin pasar
por el patrimonio de ese asegurado a quien esta opinión postula como único acreedor. Si se
tratare de un mecanismo meramente procesal, no se explica cómo se legitima una apropiación
sustancial y definitiva de la indemnización, que sólo puede derivar del derecho de fondo
(derechos reales), y no de normas meramente procesales. La lógica del sistema está indicando
que ese tercero damnificado tiene un derecho propio contra el asegurador, emergente,
precisamente de la índole de la estipulación derivada de manera implícita de la naturaleza de la
cobertura (mantener indemne al asegurado respecto de una deuda de responsabilidad) y de la
esencia de la prestación comprometida por el asegurador (prestación de indemnidad), que se
cumple indemnizando al tercero acreedor de la indemnización del daño constitutivo del
presupuesto del art. 109 Ver Texto ("por cuanto deba a un tercero" en virtud de un suceso
dañoso, generador de responsabilidad civil).

Sobre estas cuestiones se fue pronunciando la jurisprudencia, que no guardó uniformidad en


un comienzo y aún en la actualidad persisten las discrepancias, aunque parece irse

906
conformando una tendencia a interpretar que en la citación en garantía del asegurador, por
parte del tercero damnificado, se configura una "acción directa no autónoma", dado que tal
citación no se puede efectuar de modo independiente, sino que requiere la demanda conjunta
del asegurado para que se pueda condenar al asegurador en los términos del art. 118 Ver Texto,
LS. En la reseña de jurisprudencia que efectuamos al final de este capítulo, sobre el particular
se verán las distintas opiniones vertidas sobre ese dispositivo jurídico, no obstante lo cual es
posible señalar algunos pronunciamientos que fijaron posición al respecto. Queremos destacar,
a título ilustrativo, que reproducir la doctrina de esos pronunciamientos no significa que
coincidamos por nuestra parte con su contenido en todos los casos o en toda su extensión
(dada la cantidad y complejidad de aspectos comprometidos en la cuestión). Nuestra idea al
respecto es la expuesta en los parágrafos precedentes.

100 (a.2). Otras cuestiones suscitadas por la citación en garantía del asegurador de la
responsabilidad civil.

Los problemas que suscitó el art. 118 Ver Texto, LS., con su introducción de la figura de la
citación en garantía no se limitaron a si ella constituía o no una "acción directa" o bien un
"derecho propio" del tercero, sino que se extendió a otras cuestiones de índole práctica,
puestas de a poco en evidencia por los pronunciamientos judiciales que se vieron ante la
necesidad de darles solución concreta.

Entre esos problemas podemos señalar los siguientes:

a) Carácter de parte que se le otorga al asegurador

La citación en garantía, cualquiera que sea el litigante que la efectúe, convierte en parte procesal
al asegurador citado, con amplias facultades defensivas, excepto la limitación expresamente
impuesta por el art. 118 Ver Texto de la Ley de Seguros, que impide oponer al tercero las
defensas nacidas después del siniestro.

Tal carácter de parte deviene necesario en tanto que una sentencia condenatoria que se pudiere
dictar y que lo implique hará cosa juzgada en su contra si quedara firme y pasible de serle
ejecutada (art. 118 Ver Texto, LS.).

No se trata de una mera información de la existencia de la litis ni de requerirle el


reconocimiento de hechos allí debatidos, sino que se está ante un verdadero emplazamiento
para que comparezca al juicio, en forma "obligada" (en realidad, como una carga); entonces

907
puede efectuar negativas de hechos y derechos, formular afirmaciones y relatos, proponer
medidas probatorias y producirlas, recurrir los pronunciamientos, efectuar oposiciones a
determinados actos procesales, y, en consecuencia, actuar en ese proceso como un litigante
más, con todas las prerrogativas de tal.

Jurisprudencia

Cabe reconocer a la aseguradora citada en garantía en los términos del art. 118 Ver Texto, LS.,
el carácter de parte, con plena participación en el proceso y amplitud en el derecho de defensa
(C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 2ª, 20/10/1976, "Di Bona de Bruno, Amalia, v. Ablo S.A.";
misma sala, 20/11/1979, "Cohort, Rodolfo G., v. Duriclical S.A.", Rep. LL 1980-2333, fallo n_
72), con la sola salvedad de las limitaciones expresamente establecidas en el texto legal (mismo
tribunal, sala 3ª, 12/2/1981, "Fiscalía de Estado de Buenos Aires v. Empresa de
Micromónibus Saavedra (Línea 19)", BCECyC 696, sum. 10.395; Rep. LL 1981-II-80; ídem,
26/10/1982, "González, Octavio, v. Dinardi, José", DJBA 124-102).

El derecho a defenderse del asegurador citado en garantía no se agota con la producción de las
pruebas ofrecidas, sino que se debe admitir con toda la amplitud que su carácter de parte le
acuerda (C. Nac. Civ., sala F, 26/6/1974, ED 58-269).

El asegurador citado en garantía reviste, en el juicio, calidad de parte (C. Nac. Civ., sala C,
20/11/1969, ED 34-358, sala B, 19/3/1970, ED 34-280; misma sala, 19/5/1970, ED 34-358;
25/6/1970, ED 34-280; sala E, 5/3/1971, ED 38-570; C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 2ª,
20/11/1979, "Cohort, Rodolfo G. L., v. Duracrilac S.A.").

La citación en garantía no se limita a una mera llamada del asegurador a la causa, sino que
implica el ejercicio de una acción por parte del asegurado. En consecuencia, el asegurador
reviste el carácter de parte en el proceso, por lo cual el desistimiento del damnificado de su
acción contra aquél no neutraliza esa acción del demandado (C. Nac. Civ., sala C, 1/11/1990
Ver Texto).

Dados los alcances de la citación en garantía del asegurador, prevista en el art. 118 Ver Texto,
LS., que le impone el cumplimiento de la condena judicial en la parte a su cargo, según los
riesgos cubiertos en el contrato, no hay que dudar de que el citado no sólo debe ser tenido por
parte, sino que le asiste derecho a defenderse con la amplitud debida, siempre que no se trate
de defensas nacidas después del siniestro (C. Nac. Civ., sala C, 10/12/1970 Ver Texto, ED 36-
92).

El art. 118 Ver Texto, LS., establece la consecuencia que tiene el pronunciamiento definitivo
contra el asegurador (hacer cosa juzgada), así como las defensas que puede oponer en el

908
proceso. Por tanto, se debe concluir que éste reviste el carácter de parte en el juicio (C. Nac.
Civ., sala B, 25/11/1970, ED 34-280).

El asegurador citado en garantía en virtud del art. 118 Ver Texto, LS., está facultado para
actuar como parte cuando se lo convoca a un proceso en función de dicha norma; le queda
expedito el ejercicio de las defensas o excepciones que, en virtud del estado de las actuaciones,
resulten formalmente procedentes (Sup. Corte Bs. As., 13/5/1980, "Di Martino de Capanp,
María L., v. Cladera, Bartolomé O.", DJBA 119-482; mismo tribunal, 18/11/1980, "Dell´Erba
de Rinaldi, Franca, v. Zallarrayán, Antonio O.", DJBA 120-45).

El asegurador citado en garantía por el damnificado está legitimado para oponer defensas con
la sola exigencia de que no sean posteriores al siniestro (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 6ª,
11/3/1980, "Gutiérrez, Eduardo, v. Línea 152", BCECyC 684, sum. 10.059; Rep. LL 1980-
2333, fallo 74).

Puesto que es la aseguradora quien, en definitiva, deberá afrontar las consecuencias del
siniestro, justo es que se le reconozca el derecho a contestar la demanda y a oponer al progreso
de la acción resarcitoria, en principio, las defensas que puede oponer el asegurado. Y dado que
éste no es sustituido como sujeto procesal y continúa interviniendo en el proceso con todas las
facultades que le corresponden como parte en el juicio, las actitudes que adopte en el pleito
son pasibles de influir y condicionar la actividad defensiva de la aseguradora (C. Civ. y Com.
Río Cuarto, 6/7/1992, "Hernández de Fernández, Remedios", LL Córdoba 1993-189).

En el supuesto de que la citación en garantía haya sido formulada por el asegurado, produce
idénticos efectos que la efectuada por el damnificado; pero, en tal supuesto, la ejecución de la
sentencia contra la aseguradora por el damnificado importa la aceptación de la delegación de
deuda efectuada por el responsable respecto de su asegurador (C. Nac. Civ., sala A, 8/11/1976,
ED 71-449).

Si la citación en garantía fue originada por el propio pedido del asegurado, el damnificado
adquirió un privilegio sobre la suma asegurada y sus accesorios (art. 118 Ver Texto, LS.)
desplazando al asegurado en su crédito contra el asegurador (C. Nac. Com., sala E, 27/3/1991
Ver Texto, ED 150-250).

La situación jurídica de la aseguradora citada en garantía es la misma, sea que haya sido citada
por el asegurado o por el damnificado (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 3ª, 29/4/1983, ED 105-
368).

El carácter personal del interés defendido por la aseguradora es objeto de una especial
protección dentro del sistema de la Ley de Seguros, pues el asegurado no sólo tiene deberes en
relación con su defensa en juicio, sino que se le veda la realización de actos de disposición del

909
objeto procesal, en tanto cuenta con expresa prohibición legal de reconocer su responsabilidad
y transar (Corte Sup., 21/4/1992 Ver Texto, ED 154-707).

b) Hasta cuándo se puede formular la citación en garantía

La Ley de Seguros, 17418 Ver Texto, atendiendo a las particulares características de la función
que asume el asegurador en la relación de seguro de responsabilidad civil, establece
expresamente que podrá ser citado en garantía "hasta que se reciba la causa a prueba".

Esta disposición pone de resalto, por una parte, que aparece un interés especial del legislador
por dar cabida en el proceso al asegurador del demandado, en razón de que ello puede facilitar
la finalidad perseguida por los juicios de daños y perjuicios, esto es, lograr la indemnización del
daño si se dicta sentencia condenatoria en tal sentido. En el caso del asegurador, la sentencia,
conforme al art. 118 Ver Texto, LS., una vez firme, hará cosa juzgada a su respecto y le será
ejecutable, aunque en la medida del seguro. Vemos que la obligación del asegurador tiene dos
tipos de límite: el de la cuantía del propio daño, impuesta por el principio indemnizatorio; y el
del límite de la cobertura, emergente del contrato de seguro, límite que no se agota en lo
cuantitativo, sino que se extiende a todos los demás aspectos que lo configuran e integran
(p.ej., exclusiones, delimitaciones de diversos tipos; y el propio límite general, enunciado al
definir la cobertura genérica -p.ej., si se cubre una responsabilidad profesional del médico, no
quedarán comprendidos en dicha cobertura los daños que ese mismo médico causare con
motivo del manejo de su automóvil, no incluido en ese seguro; etc.-).

Se advierte también que la oportunidad de la citación en garantía, hasta el momento en que


tenga lugar la apertura a prueba del juicio, es un aspecto más que se suma a los varios que
sirven para otorgar a tal citación en garantía el carácter de una verdadera demanda formulada
por el actor en ejercicio de un derecho propio y, por ende, "directo". La circunstancia de la
ausencia de autonomía no es motivo suficiente para negar existencia a ese derecho propio; es
lo que ocurre en cualquier supuesto de litisconsorcio pasivo necesario (1810) .

Por otra parte, tal procedimiento se suma asimismo a los argumentos que distinguen la citación
en garantía de la citación obligada de terceros, instituida por el art. 94 Ver Texto del Código
Procesal Civil y Comerial de la Nación y de los códigos provinciales que siguieron sus aguas
(1811) . No sólo la extensión del plazo otorgado para la citación en garantía (hasta que se
reciba la causa a prueba), que excede notablemente el concedido para la citación de terceros, es
aspecto digno de destacar para tal diferenciación. La principal estriba en que la citación en
garantía del art. 118 Ver Texto, LS., es una norma cuya esencia es de derecho de fondo, aunque
contenga algunas facetas procesales: otorga un derecho propio y directo al tercero damnificado
contra el asegurador del responsable; lo faculta a requerir la prorrata en caso de pluralidad de
damnificados; le son inoponibles las defensas nacidas con posterioridad al siniestro; su derecho
está protegido con un privilegio que actúa en varios sentidos, según veremos en su lugar, y,
esencialmente, atribuye al tercero la legitimación sustantiva necesaria para proceder por sí a la

910
apropiación de lo pagado o depositado por el asegurador, o de lo resultante de la ejecución de
sus bienes, sin necesidad de pasar por el patrimonio del asegurado.

Jurisprudencia

Por más que se funden en distintas causas los derechos de la víctima y del asegurado para pedir
la citación en garantía de la compañía aseguradora, el accionar de ambos desemboca en el
proceso y por más independencia que guarde una y otra postulación, lo cierto es que los actos
de citación provocada por una de las partes que ha dinamizado su facultad de citar provoca
efectos.

La notificación efectuada por el damnificado a la compañía aseguradora del demandado para


que comparezca a juicio precluye la posibilidad de que el asegurado pueda, a su vez, instar una
nueva notificación al pretender activar el derecho que le confiere el art. 118 Ver Texto, LS.,
cuando se agotan los facultamientos procesales de la compañía que dejó vencer el plazo
concedido para hacer valer sus derechos en juicio (voto de la mayoría).

La distinta naturaleza de las relaciones nacidas de la cobertura del seguro, contractual con el
asegurado y de la ley en lo relativo a la existente entre demandado y tercero damnificado, pero
siempre mediante el primero, lleva a desvincular las citaciones a juicio hechas por las partes al
asegurador, quien debe contestar en término el llamado de cumplimiento contractual requerido
por su asegurada, que es su único acreedor (voto en disidencia) (C. Apels. Civ. y Com. Junín,
5/7/1994, "Varela, Omar M., v. Dadamia, César A." Ver Texto, LL Bs. As., 1994-915).

c) Formas procesales aplicables a la citación

Ya hemos destacado que como consecuencia de esa posibilidad que el art. 118 Ver Texto, LS.,
impone respecto del asegurador, de hacerle extensiva la condena, que es ejecutable en su
contra, la aseguradora adquiere el carácter de un demandado más y, por consiguiente, le son
aplicables las mismas normas procesales que a los demandados en razón de la responsabilidad
atribuida a éstos. Por consiguiente, se le deberá correr traslado de la demanda y de la
documentación acompañada con ella, y el plazo de ese traslado tendrá que ser el mismo que el
conferido, según el tipo de proceso, a los demás demandados; y otro tanto deberá ocurrir con
la forma de notificación. Su no presentación al proceso generará la rebeldía, etc.

En otros tiempos era frecuente que se exigiera, para correr efectivo traslado de la citación en
garantía al asegurador, que el demandado asegurado de él estuviese previamente notificado.
Pero, en realidad, tal condición es extralegal: la Ley de Seguros nada indica al respecto, por lo
cual se puede correr traslado al asegurador aunque todavía no se haya trabado la litis con el
demandado asegurado de aquél. Lo único que sí resulta necesario es que, para que la citación

911
en garantía pueda producir sus efectos propios, deberá obligadamente quedar integrada la litis
con el asegurado, que, por ende, habrá sido demandado. En caso contrario, no podrá proseguir
la acción contra el asegurador ni, en consecuencia, dictarse sentencia válida contra éste.

Jurisprudencia

La citación en garantía del asegurador es de carácter coactivo, por lo cual su intervención no


puede ser equiparada a la voluntaria de terceros (C. Nac. Civ., sala E, 5/3/1971, ED 38-570).
Dicha citación obliga a la aseguradora, por lo cual debe ser considerada como parte y tiene
derecho a defenderse, dado que implica una intervención coactiva y no voluntaria de terceros
(C. Nac. Civ., sala E, 21/5/1971, ED 38-260; en análogo sentido, sala F, 1/9/1970, ED 36-
304).

La citación en garantía de la aseguradora es de intervención obligada, que hace que la sentencia


produzca contra ella los mismos efectos que contra el demandado principal, por lo cual la
condena impuesta in solidum a los demandados tiene el mismo alcance respecto de la citada en
garantía, aunque dentro de los límites del seguro (C. Nac. Civ., sala D, 15/8/1978,
"Transportes Expreso Villa Bosch S.R.L. v. Balzi, Silvio", LL 1980-B-477).

Si la aseguradora ha concurrido al proceso en virtud de la citación en garantía, se ha hecho


parte y asumido la defensa del asegurado demandado, el error material de no incluirla en la
condena, aun cuando haya quedado consentido, no puede tener un efecto liberador de la
obligación que le corresponde de mantener indemne al asegurado por lo que deba a un tercero
en razón de la responsabilidad prevista en el contrato. Si se han cumplido los requisitos
exigidos por el art. 118 Ver Texto, LS., es decir, que la aseguradora ha sido citada en garantía,
sea que ésta comparezca o no, la sentencia que se dicte la afectará como a los litigantes
principales, haciendo cosa juzgada en su contra, aun en el caso en que el pronunciamiento haya
omitido condenarla expresamente (Sup. Corte Just. Mendoza, sala 1ª, 15/6/1982, "Palleres,
Faustino E., v. Rincón Troncoso, Alfredo", JA 1983-II-82 Ver Texto; ED 103-346).

d) Competencia

El tema de la competencia en la citación en garantía ha originado no pocos problemas de


interpretación en los primeros tiempos de aplicación de la ley 17418 Ver Texto.

El art. 118 Ver Texto, LS., en su 2_ párr., establece que cuando el tercero damnificado
pretenda citar al asegurador, la demanda deberá ser promovida "ante el juez del lugar del hecho
o del domicilio del asegurador".

912
Lo cierto es que tal normativa no resultaba coincidente con los supuestos atributivos de
competencia establecidos por los códigos procesales, que tienen como norma, comúnmente,
habilitar la competencia correspondiente al domicilio del demandado, en especial en la
responsabilidad extracontractual, que es el ámbito en que mayor cantidad de litigios se ventilan,
los cuales requieren la participación del asegurador de la responsabilidad civil atribuida al
demandado.

A lo dicho se suma la circunstancia de que la propia norma del art. 118 Ver Texto, LS.,
establece como posibilidad la de citar en garantía al asegurador "hasta que se reciba la causa a
prueba"; ello implica que es posible formular tal citación en un juicio que ya se encuentre
iniciado y en el cual la promoción de la demanda haya tenido por regla de competencia la
correspondiente al hecho que se imputa como generador de la responsabilidad. Y también es
posible aludir a la responsabilidad contractual, en la cual la competencia hasta se puede hallar
prorrogada voluntariamente por las partes al contratar, o responder a la índole del contrato
mismo, que en ocasiones arrastra también el fuero que debe entender en el litigio (p.ej., en lo
federal).

Si bien originariamente se produjeron algunos análisis y debates doctrinales (1812) , la


jurisprudencia se fue paulatinamente alineando en el sentido de considerar válida la promoción
de la acción en que se cite en garantía al asegurador según lo que denominó el "triple fuero
optativo": juez del domicilio del demandado, o del lugar del hecho (o el que corresponda,
conforme al cumplimiento del contrato en la responsabilidad contractual), o el del domicilio de
la compañía aseguradora (1813) . Esta interpretación se ajusta a una interpretación finalista de
la norma del art. 118 Ver Texto, LS., que indudablemente se inserta, dentro de una cobertura
tomada por el asegurado para sí, como un mecanismo que brinda protección al tercero
damnificado y se apoya, como destacamos, en la índole de la cobertura y en la naturaleza de la
prestación prometida por el asegurador a su cocontratante (prestación "liberatoria" y de
"indemnidad patrimonial"). Las características antes recordadas (limitación de defensas
oponibles al tercero reclamante; privilegio otorgado a su derecho, que opera sobre la suma
asegurada y sus accesorios; facultad de reclamar el prorrateo de dicha suma asegurada en caso
de pluralidad de damnificados; citación en garantía del asegurador del responsable civil,
constitutiva en un emplazamiento "obligado", que lo convierte en parte, lo torna condenable y
ejecutable; legitimación sustancial del tercero citante en garantía para apropiarse directamente
del importe pagado por el asegurador, sin pasar por el patrimonio del asegurado; etc.) están
mostrando la voluntad e intención del legislador cuando proporcionó este mecanismo legal al
tercero damnificado.

Cabe agregar que esos efectos de la citación en garantía (condenabilidad del asegurador, su
ejecutabilidad; privilegio; prorrata, etc.) respecto del tercero damnificado accionante tendrán
lugar aun cuando la citación en garantía haya sido solicitada por el asegurado, según lo autoriza
el último párrafo del art. 118 Ver Texto, LS. No obstante, existe un peligro, aunque
improbable, que puede perjudicar al tercero en su posición respecto del asegurador: que el
asegurado citante desista del asegurador con posterioridad a la apertura a prueba del juicio.

913
Como la citación en garantía no deja de constituir una acción, ejercible tanto por el tercero
damnificado como por el asegurado, ese desistimiento privará al tercero del acceso al seguro.
Por ello es necesario que, a pesar de la citación que haya formulado el asegurado, el tercero
adhiera a ella o la formule por su parte, sin perjuicio de que, por razones procesales obvias, esta
nueva citación no conferirá al asegurador una nueva oportunidad de expedirse sobre los
hechos referentes a la imputación de responsabilidad que se haya efectuado al asegurado y de la
cual se le hubiese corrido traslado a causa de la citación de ese asegurado. Pero sí podrá el
asegurador cuestionar aspectos relativos al seguro que el tercero citante pueda haber incluido
en su nueva citación y que no hayan sido materia de la citación del asegurado.

Jurisprudencia

Incoada demanda resarcitoria con base extracontractual ante un tribunal colegiado de juicio
oral, será éste competente para conocer del pleito que surja entre asegurado y asegurador -de
base contractual-, si aquél cita en garantía a éste, habida cuenta de la conexidad de ambos
pleitos y de la accesoriedad del último frente a la demanda originaria (C. Apels. Civ. y Com.
Rosario, sala III, 25/11/1980, "Garelli, Ludovico, v. Cingolani, Luis", "Juris", t. 64, p. 146).

e) Citación en garantía en otro tipo de procesos

La mayor frecuencia de planteos de citación en garantía en el fuero en lo civil y comercial


puede llevar a pensar que la problemática procesal se agota con esta especie de litigios. Pero no
es así: atento a su característica protectora del patrimonio del asegurado, la citación en garantía
se puede dar en otros procesos, los cuales generan una problemática peculiar y no pocas
cuestiones de difícil solución; a ello se agrega la diversidad de inserción que requiere la
institución ante la variedad de los sistemas procesales provinciales.

1) La citación en garantía en el proceso laboral. Los procedimientos laborales con frecuencia


están referidos a responsabilidades patronales, ya contractuales (emergentes de la relación
laboral), ya extracontractuales, derivados de hechos o actos ajenos al vínculo que une a
trabajador y patrono, que causan daño a aquél, y que han tenido lugar en ocasión del
cumplimiento de la prestación laboral por parte del trabajador.

Durante la vigencia de la ley 9688 Ver Texto y sus reformas imperó la acción directa
"autónoma" contra el asegurador (1814) .

En ese período, el trabajador demandaba al asegurador en forma directa, y la litis quedaba


suficientemente integrada entre ambos: en ella el asegurador era un simple demandado al cual
se le aplicaban las reglas propias de esa condición. Si éste deseaba hacer comparecer al

914
asegurado (p.ej., para establecer situaciones de hecho especiales, o bien para mejor determinar
los alcances de la cobertura), podía citarlo a la litis.

En ese proceso se aplicaban los principios propios del derecho laboral (in dubio pro operario,
gratuidad de la acción del trabajador, etc.). Y también regían las normas procesales propias de
tales procesos (plazos, forma de contestación de la acción -que mereció, en una reforma
procesal no muy lejana, unas disposiciones específicas para la citada en garantía-; plazos y
formas establecidos para los traslados, apelaciones, etc.). Tal procedimiento también se aplicó
cuando fue instituida la citación en garantía en la ley 24028 Ver Texto.

Jurisprudencia

Más allá de la discrepancia doctrinal acerca de si la citada en garantía es o no parte en el


proceso laboral -discusión superada hoy por la expresa disposición del art. 48 Ver Texto de la
ley 7987, de Córdoba-, para que la aseguradora pueda ser condenada tiene que existir cobertura
vigente al momento de producido el infortunio, por lo cual la sentencia, para resultar fundada,
debe contener el tratamiento de las defensas opuestas y resolver la situación planteada (Trib.
Sup. Just. Córdoba, sala Laboral, 29/2/1996, "Avellaneda, Sergio, v. Grandolini S.A.", LL
Córdoba, 1996-1235).

2) Citación en garantía en el proceso penal. También en el proceso penal resulta aplicable la


citación en garantía. Ello porque, en virtud del art. 29 Ver Texto y concs. del Código Penal, se
establece la posibilidad de que la víctima plantee respecto del procesado por delito la
indemnización del daño provocado por él.

Aquí se multiplican los problemas. Por un lado, los propios del injerto -no obstante, aplaudido
por la doctrina penal mayoritaria- de un proceso civil dentro de otro penal, que tiene
finalidades absolutamente disímiles que deben ser ventiladas ante un juez cuya especialidad y
estructura administrativa y judicial estén dirigidas a juzgar delitos y aplicar penas si
correspondieren. Son distintos los criterios, los tiempos, las pautas de evaluación, los esquemas
jurídicos, las pruebas a tomar en cuenta, la situación del accionado, etc. Y a toda esta dificultad
propia de la diversidad ontológica se suma la de las diferencias procesales: códigos provinciales
que en algunos casos no establecen la citación del asegurador; otros que sólo admiten las
acciones de indemnización respecto del delincuente pero no con relación a responsables de
otra índole, p.ej., por responsabilidad objetiva; la cuestión de que se puede dar una absolución
penal, quizá por el beneficio de la duda, aunque se deba aplicar una condena civil por otros
fundamentos; etc. Generalmente, el motivo por el cual se opta por ejercer la acción civil en el
proceso penal y consiguiente citación en garantía del asegurador del procesado es,
precisamente, la no muy justificable de ejercer presión sobre el imputado (piénsese, en
particular, en los delitos culposos, ámbito natural del seguro de la responsabilidad civil, en el
cual una acción penal implica arrojar sombras e inquietudes, p.ej., sobre profesionales de la
medicina, quizá luego absueltos pero, entre tanto, sometidos a ese tipo de accionar que puede

915
empañarles el prestigio). Y el seguro se ve, también aquí, sujeto a presiones extrajurídicas,
derivadas de esos estados de inquietud que el asegurado le trasmite con insistencia.

Jurisprudencia

Es de señalar que en estos aspectos procesales, las soluciones se hallan sensiblemente influidas
por las normativas particulares de cada provincia.

El asegurador citado en garantía se convierte en parte de la relación procesal, y en el proceso


penal, dentro del cual se desenvuelve la acción civil, el instituto de la citación en garantía se rige
por las normas de la intervención del tercero civil demandado (C. Crim. Santa Fe, 2/5/1979,
"D., J. C., y otro", Zeus, 1979-17, p. 191).

El art. 118 Ver Texto, LS., no acuerda a la víctima de un hecho ilícito una acción directa contra
el asegurador del responsable; sólo autoriza a llamar al asegurador al juicio seguido contra el
asegurado demandado -tanto en sede civil como penal- para que intervenga como coadyuvante
autónomo de sus intereses, que se identifican con los del asegurador, por cuanto la
responsabilidad de éste se encuentra subordinada a la culpabilidad de aquél.

El asegurador puede asumir la dirección del proceso y también la defensa civil e incluso la
penal del asegurado; pero no es sustancialmente parte demandada, sino tercero interviniente y,
por ello, aunque la sentencia que se dicte hará para él cosa juzgada, no puede ser condenado en
ella. Sólo después de dictada la sentencia el damnificado tiene acción por el acto ilícito contra el
asegurador del responsable, en la medida en que corresponda. La sentencia será el título que
servirá de base a la posterior ejecución, que tramitará siempre en sede civil y, por ello, se
autoriza la citación del asegurador, para permitirle controlar la formación de ese título y
garantizar debidamente su defensa (Juzg. Corr. San Francisco, 1/3/1995, "Boscarol, Evelio, y
otro", LL Córdoba, 1996-976).

3) Citación en garantía en los seguros colectivos de vida. Hay una figura en la Ley de Seguros
que podemos denominar "híbrida": la del seguro que establece el art. 120 Ver Texto cuando
dice que "cuando se trata de un seguro colectivo de personas y el contratante toma a su
exclusivo cargo el pago de la prima, se puede convenir que el seguro cubra, en primer término,
su responsabilidad civil respecto de los integrantes del grupo, y que el saldo corresponda al
beneficiario designado. Por si fuera poco, esta norma está inserta dentro de la sección XI
("Seguro de la responsabilidad civil") del capítulo II ("Seguro de daños patrimoniales"). No
cabe duda de que se está ante un seguro de la responsabilidad civil y le son aplicables todas sus
normas: citación en garantía; limitación de defensas; privilegio; prorrateo en caso de pluralidad
de víctimas; etc. (1815) . (Ver capítulo VI, § 24.)

916
f ) Domicilio del asegurador para citarlo en garantía

También este aspecto ha dado -y sigue dando- lugar a la controversia doctrinal y


jurisprudencial. Hemos visto que el art. 118 Ver Texto, cuando se refiere a los factores
atributivos de competencia, menciona el "domicilio del asegurador". Pero no es pacífica la
opinión acerca de qué se debe entender como tal.

La ley no hizo ningún tipo de distinción entre el domicilio de la sede central del asegurador
respecto del de sus sucursales o agencias u otro tipo de representaciones que pudiera haber
establecido el asegurador.

Una parte de la doctrina propone la aplicación del art. 90 Ver Texto, inc. 4, del Código Civil, al
sostener que para que un asegurador pueda ser demandado ante una sucursal o agencia, se
debe haber emitido allí la póliza o contraído la obligación cuyo cumplimiento se persigue
mediante la citación en garantía, por los agentes locales de la sociedad (1816) , parecer que fue
seguido por algunos pronunciamientos (1817) .

Por nuestra parte, nos inclinamos por la opinión contraria. La Ley de Seguros, que estableció
ese factor atributivo de competencia, no distinguió entre domicilio de la sede central y el de sus
agencias o sucursales. Si el asegurador formuló esa fragmentación por razones comerciales u
operativas, debe estar también a los efectos no buscados, en especial en materia de seguro de la
responsabilidad civil, cuya cobertura se refiere a acciones de los asegurados pasibles de
producir daños a terceros en lugares diversos, muy alejados del domicilio del asegurado y del
lugar del establecimiento del asegurador.

Además, juega un papel muy importante el carácter marcadamente social que el seguro de la
responsabilidad civil representa hacia los terceros damnificados, a quienes explícitamente está
protegiendo mediante las normas ya citadas, referidas a la citación en garantía, limitación de
defensas, privilegio, prorrateo en caso de pluralidad de víctimas, etc. Someter la cuestión al
esquema del art. 90 Ver Texto, inc. 4, del Código Civil, evidentemente dirigido a tutelar las
relaciones entre cocontratantes directos, entre partes del contrato (y aquí, en cambio, estamos
frente a un tercero a ese contrato, a pesar de los particulares vínculos que lo unen a él; el
tercero no intervino en su redacción ni conoce los lugares en que se desplegaron las gestiones
de su celebración), implica crear una profunda dificultad al accionar del tercero damnificado, a
quien la ley busca facilitar con su normativa, para posibilitarle el cobro rápido y directo de la
indemnización, si correspondiere, con lo cual se produce, al mismo tiempo, la liberación del
asegurado.

Pero hay que señalar que para que este principio amplio resulte aplicable, se debe tratar de un
domicilio que, aun perteneciente a una dependencia que responda a la descentralización

917
funcional o administrativa del asegurador, sea realmente domicilio de éste, uno de sus
domicilios, y no el de meros productores u otras personas que, aunque relacionados con su
operatoria comercial, no forman parte de su estructura administrativa propia, no son el propio
asegurador o una dependencia de éste. Se debe tener presente al respecto que el efecto
fundamental de la determinación de tales domicilios estriba en la posibilidad de que las
notificaciones judiciales o extrajudiciales que allí se le formulen al asegurador resulten válidas,
aspecto en el cual está íntimamente comprometido su derecho de defensa.

g) Naturaleza del litisconsorcio que se forma entre asegurado

y asegurador citado en garantía

De la Ley de Seguros resulta, cuando el tercero damnificado pretende citar en garantía al


asegurador, un requisito esencial: se debe demandar conjuntamente al asegurado en ese mismo
juicio. La Ley de Seguros lo dice de manera un tanto indirecta en el art. 118 Ver Texto, pues
señala que "el damnificado puede citar en garantía al asegurador hasta que se reciba la causa a
prueba", en obvia referencia al juicio promovido contra el asegurado. Y agrega: "En este juicio
o la ejecución de sentencia, el asegurador no podrá oponer las defensas nacidas después del
siniestro". Y culmina: "También el asegurado puede citar en garantía al asegurador en el mismo
plazo y con idénticos efectos", lo cual, al tratarse del asegurado citante, resulta manifiesto que
se está ante quien, cubierto por un seguro de la responsabilidad civil, ha sido demandado y
llama a la litis a su asegurador, aunque esa llamada tiene aquí, por disposición de la ley,
"idénticos efectos" que aquella que formulase el tercero damnificado. Esta llamada del
asegurado responde, aquí sí, a la denominación de citación "en garantía", pues es el demandado
quien requiere de su asegurador que comparezca a la litis y lo libere de su obligación de reparar
el daño ocasionado al tercero, aunque en la medida del seguro, en virtud de la garantía de
indemnidad que ese asegurador le prometió al contratar el seguro.

La necesidad de que se haya dirigido la acción también contra el asegurado, para tornar viable
la citación en garantía, ha generado la cuestión de establecer cuál es la naturaleza de ese
litisconsorcio que se forma entre asegurador y asegurado en virtud de la exigencia legal. ¿Se
trata de un litisconsorcio facultativo o bien de un litisconsorcio necesario?

Si bien hay opiniones doctrinales y jurisprudenciales en ambos sentidos, nos inclinamos por la
que entiende que se está aquí ante un litisconsorcio pasivo necesario. La ley impone, para
poder formular válidamente la citación en garantía, que se halle también demandado el
asegurado a quien se imputa responsabilidad en el litigio. Si el asegurado no está demandado,
no es posible proseguir el juicio solamente contra el asegurador, ni tampoco se puede dictar
una sentencia válida contra éste. Es el caso típico del litisconsorcio necesario, el cual exige que
el litigio esté integrado por todos los litisconsortes necesarios para que se pueda dictar
válidamente sentencia.

918
Quienes sostienen la opinión contraria expresan que el litisconsorcio es, en este caso,
facultativo, porque resulta posible demandar solamente al asegurado. Tal argumento no nos
parece decisivo. De lo que aquí se trata es de determinar la naturaleza del litisconsorcio cuando
se pretende citar en garantía al asegurador del responsable civil. La ley impone, para convalidar
la citación, que necesariamente se accione en conjunto contra asegurado y asegurador. Es una
necesidad impuesta por la ley: podría ser de otra forma, y haber otorgado un carácter
autónomo a la acción del tercero respecto del asegurador; pero prefirió imponerle un requisito
de reclamo conjunto, de accionar contra ambos (1818) .

La opinión contraria, basada en la posibilidad de demandar aisladamente al responsable


prescindiendo del asegurador, omite, a nuestro juicio, dos aspectos esenciales del tema: a) que
su discurrir se apoya sólo en la naturaleza de la relación; y, b) que se enfoca el tema desde sólo
uno de sus ángulos (o sea, el supuesto en que se demanda exclusivamente al asegurado, sin
citar en garantía al asegurador) y, precisamente, no es lo que interesa en el caso. Con relación a
lo primero, sabido es que el litisconsorcio necesario puede provenir de la naturaleza de las
relaciones en juego (p.ej., disolución de condominio o de sociedad, etc.) o de la ley, es decir, de
la voluntad del legislador, que lo impone por razones de política legislativa; es esto último lo
que sucede en la citación en garantía. El legislador pudo haber impuesto un accionar
autónomo, como lo hizo en la derogada ley 9688 Ver Texto, de accidentes del trabajo; pero
prefirió el accionar conjunto contra ambos sujetos pasivos del litigio. En cuanto al segundo
aspecto, de lo que aquí se trata no es de si se puede demandar aisladamente al responsable civil
y prescindir de su asegurador, sino de cuál es el tipo de relación que impone la ley cuando se
quiere traer a juicio a ese asegurador; y, como vimos, se exige la formación necesaria de un
litisconsorcio pasivo entre ambos, de forma que, si falta el asegurado, no se puede seguir el
juicio contra el asegurador. En la necesidad de la presencia de ambos litigantes en el supuesto
de citación en garantía está de acuerdo la jurisprudencia de manera uniforme. Incluso, se llegó
a declarar extinguido el proceso en un caso en que, habiéndose demandado en origen al
asegurado y citado en garantía al asegurador, el actor posteriormente desiste del primero por
imposibilidad de dictar sentencia nada más que contra éste (lo cual revela que la presencia del
asegurado en la litis no sólo se requiere al momento de quedar integrada, sino que debe
permanecer durante todo el litigio, hasta que surja sentencia firme). Ver fallo publicado en
"Juris", t. 90, p. 248.

Lo que ha admitido la jurisprudencia es que se considere cumplido el requisito de necesaria


integración plural de la litis, en el seguro de responsabilidad civil por automotores, mediante la
demanda al conductor del rodado, dado que las pólizas le extienden la cobertura del seguro
que configura un verdadero seguro por cuenta de tercero indeterminado, identificado en el
momento de ocurrir el siniestro (1819) .

Jurisprudencia

919
La intervención de la aseguradora citada en garantía conforme al art. 118 Ver Texto, LS.,
constituye un supuesto de litisconsorcio pasivo necesario. Esa intervención es de carácter
accesorio, pues sólo se puede formular en el juicio contra quien sea civilmente responsable y
conforme al principio de que lo accesorio sigue la suerte de lo principal. La accesoriedad que se
asigna a la intervención de la aseguradora citada en garantía torna ineludible que también se
demande al asegurado responsable del daño (Sup. Corte Bs. As., 23/3/1982, "Ise, Jacinto, v.
Roldán, Luis" Ver Texto, DJBA 123-11; ED 100-416). Los temas introducidos en su primera
presentación por la compañía aseguradora citada en garantía integran la cuestión litigiosa,
porque al ser su intervención un caso de litisconsorcio necesario y afectarle la sentencia como a
los litigantes principales, el juzgador debe atender necesariamente las peticiones que opone
como defensas (Sup. Corte Bs. As., 29/8/1989, "Suárez, Pablo A., v. Mesiano, Guillermo" Ver
Texto, LL 1989-E-531; DJBA 137-7875).

En posteriores pronunciamientos, este tribunal modificó su postura al decidir que entre el


asegurado y su aseguradora citada en garantía no existe un litisconsorcio pasivo necesario con
el asegurado (31/3/1992, ED 150-149; 28/12/1993, "Binci de Fernández, Ofelia M., v. Ande,
Juan C." Ver Texto, DJ 1994-2-33; DJBA 146-1508; ídem, 28/12/1995, "Álvarez, Atilio A., v.
Valle, Antonio" Ver Texto -voto del Dr. San Martín-, DJBA 150-2470; ídem, 14/11/1995,
"Cardozo, Florentín, v. Spell S.A." Ver Texto, LL Bs. As. 1996-128; DJBA 150-1462; ídem,
27/11/96, "Barbero de Mackanic, Elsa M., v. S.Y.F.A. S.A." Ver Texto, JA 1988-IV, Síntesis).

Si no existe demanda contra el asegurado no se puede dictar condena contra su aseguradora,


porque mediante la citación prevista en el art. 118 Ver Texto, LS., el asegurador es llamado a
juicio para cumplir con la prestación debida a su único acreedor; hay que destacar que en
ningún momento aquél se constituye en deudor del acreedor de su acreedor. Si éste no es
condenado a reparación pecuniaria alguna, no existe para su asegurador obligación de
mantenerlo indemne, porque su patrimonio no sufre ninguna agresión -arg. art. 499 Ver Texto,
CCiv.- (Sup. Corte Bs. As., 27/12/1988, "Díaz, Israel, v. Banquero, Rolando" Ver Texto,
RJBA 136-1809).

La citación en garantía no es autónoma, de modo que si se desiste contra el asegurado, no


puede continuar la acción contra el asegurador; y con mayor razón si se desistiera de la acción y
del derecho contra el asegurado (C. Nac. Civ., sala D, 6/5/1993, "Lavogna, Alicia B., v.
Laurenzano, Juan P."; en análogo sentido, C. Nac. Civ., misma sala, 2/4/1970, JA 8-1970-128;
sala A, 26/6/1972 -con disidencia del Dr. Jorge J. Llambías, quien consideraba que existía
acción directa autónoma-, JA 1972-502; ED 45-356; misma sala, 11/10/74, "Transportes
Floresta v. Transportes Álvarez Thomas", JA 1972-502 y LL 1975-D-4).

Cuando la aseguradora concurre como citada en garantía (art. 118 Ver Texto, LS.), su
intervención encuadra en el supuesto de "litisconsorcio pasivo necesario", porque tal
participación está impuesta coactivamente ministerio legis por la norma antes señalada. La
unión del asegurado con el asegurador en dicha calidad de litisconsorcio pasivo obedece a una
exigencia del art. 118 Ver Texto citado, en procura de que la sentencia sea eficaz y puedan ser
resueltos en plenitud los derechos y obligaciones emergentes de las relaciones jurídicas habidas

920
entre las partes interesadas: el damnificado, el asegurado y el asegurador (Trib. Sup. Just.
Córdoba, sala Laboral, 31/5/1993, "Peralta, Javier E., v. Elemec Ingeniería S.R.L.", LL
Córdoba 1993-726; mismo tribunal, 20/8/1992, "Jenicek, Aurelio O., v. Droguería del
Mercado S.A.", LL Córdoba 1993-259; 31/8/1993, "Montenegro, Conrado H., v. Sociedad
Rural de Córdoba", LL Córdoba 1994-449; Rep. LL 1994-1963, "Seguros", n_ 64).

Cuando la aseguradora ha consentido la sentencia que la condena a pagar la indemnización y se


ha desistido de la acción contra el asegurado, la condena queda firme para la citada en garantía,
con independencia de los efectos del desistimiento respecto del asegurado (C. Nac. Civ., sala C,
22/6/1994, "Susel, Szaja, v. Rossomano, Rolando A." Ver Texto, LL 1994-E-60).

La intervención de la aseguradora que ha sido citada en garantía configura un caso de


litisconsorcio necesario, ya que ella está obligada coactivamente. A tenor de lo dispuesto por el
art. 118 Ver Texto de la ley 17418, la citación en garantía tiene los alcances de una acción
directa no autónoma; es ineludible, para obtener su intervención en juicio, que se demande al
asegurado responsable (Sup. Corte Just. Mendoza, sala 2ª, 23/12/1993, "Martín, Antonio R., v.
Chic Cahiza Hnos. y Cía. S.A.", RF Cuyo 1994-12-82; Rep. LL 1994-66-1963).

Lo que el art. 118 Ver Texto, LS., denomina citación en garantía es, en realidad, un supuesto de
acción directa del acreedor de la indemnización de los daños contra el asegurador de su
deudor; pero de ello no se desprende que se la pueda dirigir contra el asegurador sin dar
intervención en el proceso al asegurado, pues la ley impone la actuación de éste. Se trata de una
acción directa no autónoma, que debe ser ejercida en el proceso en el cual se demanda también
al deudor (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 4ª, 6/4/1978, "Meilán, Daniel, v. Torres, Alberto I.").

Es presupuesto legal para el ejercicio de la acción directa la intervención del asegurado deudor
a fin de que pueda ser condenado el asegurador. Ante la falta de esa intervención o el
desistimiento de la acción contra él, procede rechazar la demanda (C. Nac. Esp. Civ. y Com.,
sala IV, 16/11/1979, "Ruta Cooperativa de Seguros Ltda. v. Washington, Pedro, y Cía.
S.C.A.", ED 86-557).

La obligación de garantizar al asegurado nace y adquiere plena vigencia en tanto el asegurador


resulte responsable por el hecho de que pone en movimiento la garantía del contrato y sea
condenado por ello. De ahí que, por el juego de tales principios, no podría verse alcanzada la
citada en garantía por la sentencia, si se ha desistido de la acción respecto del asegurado y ni
siquiera fue mantenida contra el conductor del rodado asegurado. En tanto el actor-
damnificado carece de legitimación que justifique la acción que directamente pretenda entablar
contra el asegurador, se impone la previa demanda y comparencia en juicio del asegurado, pues
su intervención en la litis conlleva a la formación de un litisconsorcio impropio, pasivo y
necesario. Así, el asegurador citado podrá oponer las defensas que eventualmente le asistan
respecto del damnificado, luego de oír al asegurado, así como también deducir aquellas que
derivaren del contrato que los vincula (C. Nac. Civ., sala B, 3/8/99, "Lombardo, Claudia C., v.
Ipar, Regino" Ver Texto, ED 14/4/2000).

921
La excepción de falta de legitimación opuesta por la aseguradora citada en garantía es
improcedente, pues nada obsta a la prosecución del proceso encaminado a obtener la
extensión de la condena civil del asegurado, dado que ésta fue pronunciada en sede penal, con
lo cual queda cumplida la disposición legal del art. 118 Ver Texto de la ley 17418 (C. Apels.
Concepción del Uruguay, sala Civ. y Com., 25/2/1994, "Chaillot, Roberto, v. Unión
Comerciantes Cía. de Seguros S.A.", DJ 1995-I-436).

Si bien es principio general reconocido que dentro del sistema de la ley 17418 Ver Texto el
damnificado carece de acción directa contra la aseguradora y debe traer al juicio, acción
mediante, al asegurado, citando en garantía a la aseguradora, ello se ve alterado si existe una
imposibilidad de derecho demostrada (en el caso, el asegurado revestía la calidad de
diplomático, por lo cual resultaba necesaria la conformidad de su gobierno para traerlo a juicio
ante nuestros tribunales -art. 24 Ver Texto, inc. 1, del decreto ley 1285/58-, autorización que
no fue conferida), no se puede sino obviar dicha acción y tener por bien dirigida la pretensión
directamente contra la aseguradora, última responsable, en definitiva, pues lo contrario repugna
los valores que debe tener en cuenta el juzgador. Así, y teniendo en cuenta que el seguro de la
responsabilidad civil semeja, en cuanto a su naturaleza jurídica, la estipulación en favor de
terceros, ante la situación de derecho originada, que torna jurídicamente imposible accionar
contra el asegurado, resulta viable la demanda contra la aseguradora (C. Nac. Esp. Civ. y Com.,
sala 4ª, 10/6/1982, "González, Ilda F., v. Poumeau Delille, Guy" Ver Texto, JA 1983).

La circunstancia de que no hayan sido los demandados quienes pidieron la intervención de la


citada en garantía, sino la actora, no significa que el desistimiento de ésta produzca efectos
decisivos. Según la doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, tiene
relevancia jurídica tanto la citación formulada por el damnificado como la efectuada por el
asegurado. Por lo tanto, el desistimiento de la actora no puede llegar a neutralizar la acción de
regreso del demandado contra el asegurador (C. Nac. Civ., sala C, 23/4/1991, ED 148-539).

La condenación de la aseguradora del responsable del ilícito presupone, de modo inexcusable,


el emplazamiento a juicio del asegurado. Toda vez que el art. 118 Ver Texto, LS., establece que
la condena que se dicte (contra el asegurado) hará cosa juzgada respecto del asegurador y será
ejecutable contra él en la medida del seguro, es claro que la intervención del asegurado
constituye presupuesto legal de la condenación de la entidad (C. Nac. Com., sala D).

Al no estar prescrita la acción por responsabilidad civil respecto del dependiente del
trasportador, la circunstancia de que la compañía de trasportes hubiese quedado desvinculada
de la causa por haberse operado la prescripción liberatoria no es suficiente para desligar a la
compañía aseguradora, pues, para condenarla en los términos del art. 118 Ver Texto, LS., no es
menester integrar la litis con quien ha contratado el seguro; basta haberlo hecho contra quien
conducía, con su autorización, el rodado asegurado (C. Nac. Esp. Civ. y Com. en pleno,
14/12/1986, "Irago, Armando, v. Cabrera, Antonio" Ver Texto, JA 1986-III-395 y LL 1986-B-
622; C. Nac. Civ., sala F, 24/4/1997, "Gestal v. Expreso Lomas S.A." Ver Texto, ED 175-28,

922
y misma sala, 11/9/1997, "Balbuena, Ramón Osvaldo, v. Microómnibus Sur S.A. (Línea 160)",
ED 176-481; sala D, 28/2/1996, "Correa v. Carbone").

h) Privilegio del derecho del tercero damnificado

En sus primeras apariciones, el seguro de la responsabilidad civil fue considerado como un


contrato que, al igual que la mayoría de las otras ramas, se agota entre dos partes: el asegurado
tomador y el asegurador que promete la cobertura. La figura del tercero era considerada como
una mera referencia siniestral, sólo tomada en cuenta a los fines de establecer la existencia del
siniestro, la cuantía de la prestación que debía realizar el asegurador, si ella no excedía los
límites económicos de la cobertura, si los hechos que habían producido el daño correspondían
a los descritos al definir el amparo, etc.

Consecuencia de este discurrir no podía ser otra que la de considerar que el único acreedor del
asegurador era su cocontratante, el asegurado tomador del seguro. Pero tal conclusión, pese a
su apariencia de obviedad, ocultaba la peculiar realidad que ostenta la prestación prometida por
el asegurador de la responsabilidad civil hacia su asegurado (ser una prestación de indemnidad).

Y ello se puso de manifiesto a poco de que esta rama comenzó a adquirir importante difusión,
ante la proliferación de actividades generadoras de riesgo y responsabilidad, en especial, las
vinculadas a la industria y al empleo cada vez más frecuente de automotores de diversos tipos y
tamaños, en circulación por las calles de las ciudades, fenómenos todos éstos que hacían que se
incrementase anualmente el número de las víctimas.

Fue así como en algunos casos, luego de producido el siniestro y causado el daño a la víctima y
ésta instalada en la faz de reclamación y evaluación de su pretensión, el asegurado caía en
quiebra, casi siempre por motivos totalmente ajenos al accidente o suceso generador del daño.
Se producía entonces la segunda e inevitable conclusión a que conducía ese esquema: si el
único acreedor del asegurador era el asegurado y éste caía en quiebra, la masa era quien se
hallaba legitimada para reclamar de la aseguradora el cumplimiento de su prestación
indemnizatoria, que ingresaba al concurso; la víctima debía concurrir a verificar su crédito de
indemnización en esa quiebra y, finalmente, percibir la indemnización a prorrata, según hubiera
sido el resultado de la liquidación de los bienes del concursado.

El tema puso de resalto la injusticia de esta situación y se adoptaron medidas con la legislación
referida al seguro; éstas tomaron fundamentalmente dos formas: a) el otorgamiento de un
privilegio; b) el establecimiento de una disposición legal que determinase que el único
legitimado a cobrar la indemnización del asegurador era la víctima. La primera fue la que
acogió el Código italiano, art. 2767 Ver Texto, seguido en esto por nuestro art. 118 Ver Texto,
LS.; la segunda, las legislaciones francesa (ley francesa de 1930, art. 53, y luego el Code des
Assurances, art. 124.3) y mejicana (Ley de Seguros, art. 147, que expresa: "El seguro contra la
responsabilidad civil atribuye el derecho a la indemnización directamente al tercero dañado,

923
quien se considerará como beneficiario del seguro desde el momento del siniestro"). La ley
suiza de 1908 y la austríaca de 1917 instituían una "prenda legal" en favor del tercero sobre el
crédito del asegurado derivado del seguro (1820) . En el fondo son soluciones análogas: el
otorgamiento de legitimación exclusiva para la percepción de la indemnización surte el efecto
de un privilegio, pero aún más fuerte, porque excluye a todo otro acreedor y no admite disputa
alguna en las preferencias. Otro tanto se puede decir de la llamada "prenda legal" contenida en
algunas legislaciones extranjeras, según hemos visto.

Por nuestra parte consideramos que, en tesis general, si por razones de la índole del seguro de
la responsabilidad civil y de la prestación comprometida por el asegurador (prestación de
indemnidad y con función y compromiso de liberación de deuda), llegamos a admitir la
existencia de un derecho propio y "directo" (autónomo o no) en favor del tercero damnificado,
el privilegio se tornará entonces innecesario, por cuanto como ese derecho es "propio" del
damnificado, no le podrá ser disputado por los acreedores del asegurado fallido, pues no
integra el patrimonio de éste, que sólo posee un derecho a ser mantenido indemne, pero no a
reclamar ni recibir una indemnización por un daño que no sufrió efectivamente en las cosas
que integran su patrimonio.

Pero ya dentro de la órbita del art. 118 Ver Texto, LS., es posible observar que el privilegio no
limita su efecto a la eventual situación de quiebra del asegurado causante del daño y
responsable de éste, sino que extiende su protección también respecto de la posible falencia del
asegurador. En efecto: el art. 118 Ver Texto, al configurar el contenido del privilegio que
otorga al damnificado, dice que operará "con preferencia al asegurado y cualquier acreedor de
éste, aun en caso de quiebra o concurso civil".

Cuando habla de los acreedores del asegurado, no hay duda de que se está refiriendo a la
quiebra de éste; pero al referirse a una preferencia respecto del propio asegurado, la falencia
deberá ser aquí la del asegurador para el supuesto de que el asegurado fuere a reclamar a la
liquidación de dicho asegurador el pago de la indemnización. Ello, obviamente, supone el -para
nosotros equivocado- criterio que considera que el asegurado es, en la estructura de cobertura
del seguro de la responsabilidad civil, el único acreedor del asegurador y que tal crédito incluye
la indemnización por un daño que no sufrió, y la pretensión del reclamo de ella a un
asegurador que no se la puede pagar por cuanto: 1) el asegurado se enriquecería, pues no sufrió
daño concreto en sus bienes -de allí el deber de "mantenerlo indemne" de que habla el art. 109
Ver Texto, LS.-; 2) el asegurador no podría oponer al tercero damnificado el recibo que le
hubiere otorgado su asegurado, pues no lo liberaría de su obligación fundamental que, en
razón de la índole de la prestación pactada a su cargo, debe ser pagada al damnificado, y
únicamente a éste. Son los principios de las leyes francesa y mejicana que, a nuestro juicio, no
exigían ser formulados expresamente -aunque ello ayude a evitar discusiones-, porque nace de
la propia naturaleza de la cobertura que analizamos.

i ) Jurisprudencia referente a otros aspectos de la citación

924
en garantía

Al igual que lo expresado antes, a continuación se efectúa una reseña de la doctrina de fallos
dictados sobre diversos temas suscitados por la citación en garantía en general, sin que ello
implique que compartamos el contenido en todos los casos.

1) Defensas oponibles por el asegurador al tercero reclamante

El asegurador citado en garantía por el damnificado está legitimado para oponer defensas con
la sola limitación de las posteriores al siniestro (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 6ª, 11/3/1980,
"Gutiérrez, Eduardo, v. Línea 152").

El tercero damnificado debe aceptar todos los términos del contrato de seguro, aun aquellos
que eliminen o restrinjan la garantía de indemnidad (Sup. Corte Bs. As., 19/9/1989, "Cisneros,
Oscar M., v. Ohone, Juan C.", ED 136-729).

Las defensas nacidas con posterioridad al siniestro que tengan como fundamento el
cumplimiento de obligaciones contractuales no pueden ser opuestas por el asegurador citado
en garantía, tanto cuando la citación la formule el damnificado, como cuando haya sido
efectuada por el asegurado (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 3ª, 29/4/1983, "Enríquez, Aurora
R., v. Limarez, Julio A.", ED 105-369; en el mismo sentido, Supr. Corte Just. Mendoza, sala 1ª,
14/9/1995, "Laspada, Salvador, v. Ojeda, Hugo del Carmen" Ver Texto, LL 1996-A-184; DJ
1996-I-433).

La aseguradora citada en garantía no puede oponer defensas nacidas con posterioridad al


siniestro, pues de lo contrario se podrían tornar ilusorios los derechos del damnificado, o sea,
que las defensas oponibles son dos y excluyentes: la ausencia de seguro y la insuficiencia de la
cobertura (C. Nac. Civ., sala A, 3/6/1979, "Santos, Ramón, v. Tomeo, Miguel", JA 1980-IV-
326; ídem, 12/10/1995, "B.R.G. v. Benini, Gastón" Ver Texto, LL 1996-D-826).

Puesto que la falta de denuncia de siniestro comporta, naturalmente, una defensa nacida
después de acontecido, la citada en garantía no puede oponerla al tercero damnificado (art. 118
Ver Texto, LS.). Así, la falta de denuncia del siniestro (art. 46 Ver Texto, incs. 1 y 115, LS.)
sólo produce la caducidad del seguro frente al asegurado, vinculados con ese siniestro, tal
como lo prevé el art. 47 Ver Texto de la ley de la materia. Por ello, la distinta naturaleza de las
relaciones emergentes del seguro de responsabilidad civil justifica la adopción de conductas
diferentes por parte de la aseguradora, sin que se pueda arg ir en estos supuestos que la citada
incurre, por esa sola razón, en un actuar en contradicción con sus propios actos. La
contestación de la citación en garantía, dirigida al tercero demandante, no comportó en
absoluto la renuncia de la citada en garantía a oponer a su asegurado las defensas que la ley le

925
otorga respecto de éste, ello, tanto más si se tiene en cuenta que la renuncia es de
interpretación restrictiva (art. 874 Ver Texto, CCiv.). Y no existe afectación de la buena fe por
la circunstancia de que la compañía aseguradora admita el nexo asegurativo y su vigencia y, por
otro lado, decline toda responsabilidad ante el asegurado, supuesto éste en el cual la conducta
de la citada en garantía tiene concreto sustento normativo en el art. 47 Ver Texto, LS. El
asegurado pierde el derecho a ser indemnizado en el supuesto de incumplimiento de la carga
del art. 46 Ver Texto, 1er. párr., salvo que acredite caso fortuito, fuerza mayor o imposibilidad
de hecho sin culpa o negligencia (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 28/10/1997, "Himalaya
S.A. de Seguros v. Servicios de Transportes Aéreos Fueguinos S.A., s./Avería de carga
trasportada" Ver Texto, ED 179-29).

La declinación de responsabilidad del asegurador citado en garantía, fundada en un acto de


conducta desleal del tomador del seguro, posterior a la producción del siniestro, es insuficiente
para liberarlo de su obligación frente a la víctima del daño (art. 118 Ver Texto, LS.). Todo
problema interno de la relación asegurador-asegurado, nacido con posterioridad al
acaecimiento del siniestro, es inoponible al tercero acreedor de la cobertura (C. 1ª Civ. y Com.
Bahía Blanca, sala 1ª, 21/6/1988, "Fioravanti, Hugo, v. Zaragozi, Aníbal", ED 136-384).

Si por las circunstancias previstas en el contrato de seguro o por la ley, el evento dañoso está
excluido de la cobertura del seguro de responsabilidad civil, no se puede reclamar el
resarcimiento a la compañía aseguradora (Sup. Corte Bs. As., 29/8/1989, "Suárez, Pablo, v.
Mesiano, Guillermo" Ver Texto, ED 136-161).

Si en el contrato de seguro, en punto a la responsabilidad civil, se distinguió entre daños


corporales y daños materiales, y fueron excluidos de la cobertura de los seguros los terceros
trasportados, se debe concluir que la aseguradora deberá responder por el daño moral y los
gastos médicos (honorarios y medicamentos), pero no por lucro cesante del damnificado, pues
en este caso está ausente la nota de inmediatez con la persona, porque el perjuicio le llega en
razón de su patrimonio (Sup. Corte Bs. As., 26/11/1991, "Kersman, Ricardo, v. Salerno,
Miguel" Ver Texto, ED 147-573).

La falta de comunicación del asegurado al asegurador acerca del acaecimiento del accidente
constituye una "defensa posterior al siniestro", que no puede ser opuesta por el último en el
juicio en que es citado en garantía (C. Nac. Civ., sala D, 29/10/1974, ED 63-403; sala B,
12/7/1974, ED 58-287; C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 6ª, 10/7/1974, ED 58-286; mismo
tribunal, sala 2ª, 16/8/1978, "Sánchez, Tomás, v. Pérez, Dante M."), sin perjuicio de los
derechos que entre los contratantes se puedan hacer valer por la vía que corresponda (C. Nac.
Esp. Civ. y Com., sala 2ª, 12/7/1974, "La Estrella Cía. de Seguros S.A. v. López, Jorge", ED
58-286; misma sala, 16/8/1978, "Sánchez, Tomás, v. Pérez, Dante M.").

La aseguradora que no asume la defensa del demandado sosteniendo que no existía seguro
puede oponer aquellas defensas que pertenecen a su legitimación pasiva, pero no las que podría
oponer el accionado al acreedor -entre ellas, la de prescripción-, porque si no garantiza la

926
indemnización de aquél carece de interés en que salga victorioso (Sup. Corte Bs. As.,
8/8/1989, "Matouchet, Francisco, v. García, Ernesto", DJBA 137-6475).

Resulta viable la reconvención deducida por la aseguradora citada en garantía por las sumas
abonadas como consecuencia del siniestro del que fue responsable el accionante, porque si la
sentencia que se dicte en la demanda principal puede producir cosa juzgada respecto de la
pretensión que se deduce por vía reconvencional, corresponde admitir dicha reconvención,
pues en caso contrario, si la citada en garantía hubiera iniciado la demanda en juicio separado,
hubiese seguido igual camino, lo cual contradice el principio de economía procesal (C. Nac.
Civ., sala H, 18/5/1989, "Alarcón, Daniel J., v. Cheli, Inés", LL 1989-D-514).

Al tercero damnificado le son oponibles todas las cláusulas, aun aquellas que restrinjan o
eliminen la garantía de indemnidad, sin distinguir respecto de la naturaleza que éstas puedan
tener (Supr. Corte Bs. As., 27/12/1988, "Janout, Hugo E., v. Caamaño, Juan C." Ver Texto,
DJBA 136-1635; mismo tribunal, 2/5/1989, "Miño Maggiu, José, v. Doukatas, Nicolás" Ver
Texto, DJBA 136-4075).

El asegurador que responde la citación en garantía sólo puede oponer a ella aquellas defensas
propias de su legitimación pasiva, esto es, las anteriores al siniestro y resultantes del contrato de
seguro, que demuestren que en ese momento no existía cobertura o, en su caso, la limitación
que ésta tenía (Supr. Corte Bs. As., 27/12/1988, "Fuentes, Juan C., v. Suiderski, Mario" Ver
Texto, acuerdo 39.505, LL 1989-C-84; DJBA 136-1570; ídem, 25/2/1992, ED 150-584;
24/11/1992, "Nicola, Daniel, v. Nicola, Aldo A." Ver Texto, DJ 1993-2-648; JA 1993-II-387;
DJBA 144-595; ídem, 28/12/1993, "Binci de Fernández, Ofelia M., v. Ande, Juan C." Ver
Texto, DJ 1994-2-33; DJBA 146-1508; ídem, 22/2/1994, "Luque, Oscar A., v. Línea de
Colectivos 96", DJBA 146-1356; ídem, 22/2/1994, "Obregón, Ramona G., v. Cunti Pinti S.A."
Ver Texto, ED 157-619; DJ 1994-1-828; DJBA 146-1356; ídem, 13/9/1994, "Serrano, Andrés
O., v. Octavie S.R.L." Ver Texto, DJBA 147-6295).

La compañía aseguradora carece de legitimación para oponer, en forma autónoma, defensas


que pudieran haber nacido con posterioridad al siniestro (en el caso, la prescripción), pues no
tiene ningún nexo con el tercero damnificado, toda vez que su vinculación es con el asegurado
y a título contractual, y se traduce en la obligación de mantenerlo indemne ante el reclamo del
damnificado (C. Apels. 1ª Civ. y Com. Mar del Plata, sala II, 29/9/1994, "Soler de Virán, Sara
M., v. Torrano, Guillermo" Ver Texto, LLBA 1995-185).

No es inconstitucional el art. 118 Ver Texto, LS., dado que no limita irrazonablemente el
derecho de defensa ni lo agravia por la circunstancia de que su citación en garantía haya sido
formulada por el asegurado (C. Nac. Civ., sala D, 29/7/1974, "Arrua de Leiva v. Villanueva
Moretti", ED 60-544).

927
La suspensión de la cobertura, como institución del derecho de seguros, es una defensa nacida
antes del siniestro y, por tanto, la aseguradora puede oponerla al reclamo de la víctima (C. Nac.
Civ., sala C, 15/5/1975, "Tosto, Vicente, v. Bruno, Jorge", ED 66-348).

2) Limitaciones a la cobertura

Si bien es cierto que la aseguradora citada en garantía tiene responsabilidad en la medida del
seguro, es obvio que para poder fijar el límite de la condena resulta necesaria una actividad
probatoria, por parte de dicha entidad, en cuanto al contenido de la póliza y sus
particularidades; al contrario, no justificada la existencia de un límite en la cobertura, cabe
extender la condena del asegurador al monto por el cual ha sido condenado el asegurado (C.
Nac. Com., sala B, 8/9/1993, "Ciucci, Luis S., v. Garage Coronel Brandsen, de Saigón S.R.L."
Ver Texto, ED 157-225). En tanto la aseguradora fue citada en garantía y no hizo observación
alguna en cuanto al seguro invocado, cabe tener por acreditadas a su respecto la existencia del
contrato y la obligación resarcitoria emergente de él, por lo cual, probada la responsabilidad del
asegurado, ésta hace cosa juzgada en su contra conforme lo dispone el art. 118 Ver Texto, 3er.
párr., LS., en la medida y condiciones de la póliza (misma sala, 19/8/1974, ED 58-379; C. Nac.
Esp. Civ. y Com., sala 5ª, 10/3/1978, "Abelleyra, M. N., v. Romero, A.").

Citada en garantía la aseguradora, corresponde hacerle extensiva la condena por el monto de


ésta, siempre que no supere la suma del seguro; caso contrario, la condenación a la aseguradora
se debe fijar en esa cantidad, y el excedente, si lo hubiere, debe pagarlo el demandado (C. Nac.
Civ., sala C, 2/3/1971, "Alaminos de Leal, Lucrecia, v. Saavedra, Jorge", ED 38-501).

Cualquiera que sea el alcance de la sentencia, su ejecución contra el asegurador citado en


garantía no puede exceder del límite de la cobertura, pues el art. 118 Ver Texto, LS., sólo
reconoce el derecho a ejecutar la sentencia contra él "en la medida del seguro", efecto que rige
tanto en el supuesto en que la citación sea pedida por la víctima, como cuando lo sea por el
propio asegurado; la citación tiene "idénticos efectos" (C. Nac. Civ., sala A, 11/11/1976,
"Juárez de Russim, Carmen, v. Riler, Alejandro D.").

De conformidad con lo dispuesto en el art. 118 Ver Texto, LS., la sentencia que se dicte hará
cosa juzgada respecto del asegurador y será ejecutable contra él en la medida del seguro, es
decir, que la condena dictada contra el responsable del daño se debe hacer extensiva a la
aseguradora citada en garantía, pero en ningún caso más allá del límite de la respectiva
cobertura del seguro.

La suma por la cual responderá el asegurador con relación al tercero será igual al monto de la
deuda que tenga su asegurado, calculada sobre la base de la responsabilidad de este último en el
hecho dañoso, con las variantes y limitaciones que surjan de las sumas aseguradas, la franquicia
simple o absoluta que se hubiere estipulado y la regla proporcional, entre otras (C. Nac. Com.,
sala A, 25/2/1993, "Carnevale, Dolores, v. Scovazzi, Victorio M." Ver Texto, ED 156-85).

928
Si el tercero damnificado se pretende beneficiar con el contrato de seguro de responsabilidad
civil en el cual no fue parte, dicho contrato lo beneficiará en la medida de sus cláusulas y no
más allá de ellas, puesto que no resulta aceptable fraccionar lo convenido únicamente para
recibir las estipulaciones que lo favorecen y desechar otras que ponen límite a la obligación del
asegurador, ya que unas y otras forman la base económico-financiera de la ecuación prima-
capital, principio esencial del negocio asegurativo.

No corresponde confundir el riesgo de "salario de asistencia y salvamento" -previsto en el art.


423 Ver Texto de la Ley de la Navegación, 20094, que remite al art. 421 Ver Texto, donde se
establece la posibilidad de que el seguro marítimo no cubra la totalidad del daño- con la carga
del asegurado de poner toda su diligencia para evitar o disminuir los daños o salvar las cosas
aseguradas. Dado que la Ley de Seguros, 17418 Ver Texto, no impide la contratación de un
seguro de responsabilidad civil por el cual el asegurado tome sobre sí cierta parte del riesgo y
pague una prima menor, la consecuencia de ello es que el tercero damnificado no puede
pretender que el asegurador responda más allá de la obligación asumida (C. Nac. Civ. y Com.
Fed., sala 2ª, 4/11/1997, "Dos Reis, Joaquín, y otros v. Empresa Vilas y Cía. S.A." Ver Texto,
LL 1998-B-604, fallo 96.974).

La citación en garantía de la aseguradora legitima su condena, que se hará extensiva a su


respecto "en la medida del seguro". Por ello, tiene derecho a oponer las defensas que estime
procedentes en su propio interés, que pueden estar referidas a acreditar la falta de pago
oportuno de la prima por parte del asegurado, la suspensión de la cobertura o la falta de ella, la
exclusión del riesgo, etc.; la sentencia debe contemplar las efectivas coberturas del seguro que
resulten de ello. Traídas al juicio las constancias correspondientes, de las cuales surge que la
cobertura de responsabilidad civil no cubría los siniestros que ocurrieran a las personas
trasportadas en el vehículo asegurado, la sentencia a dictar no puede alcanzar a la aseguradora
en tal sentido (C. Nac. Civ., sala D, 29/10/1976, "Rodríguez de Quiroga, Orlinda, v. Martínez,
Héctor C.").

Quebranta la defensa en juicio el Tribunal Colegiado de Instancia Única que condena a una
compañía aseguradora, citada en garantía con marginamiento -so capa de incompetencia- de la
defensa que ésta había articulado; en el caso, el tribunal colegiado se había negado a considerar
la exclusión de cobertura, opuesta por la aseguradora, de falta de habilitación para conducir
otorgada por autoridad competente del conductor del rodado asegurado, sosteniendo que se
trataba de un problema de índole comercial que no entraba dentro de la competencia
restringida de dicho tribunal, no obstante lo cual la sentencia había condenado a la
aseguradora; la Corte provincial casó la sentencia y falló sobre el fondo, en análisis de la citada
defensa (Sup. Corte Bs. As., 14/9/1976, "Cuturier, Agustín J., y otra v. Prigione de Dominé,
Pura F., y otro" -acuerdo 21.499-). Las defensas opuestas por la entidad aseguradora deben ser
analizadas y resueltas en el mismo proceso donde ella es citada en garantía; se cae en
quebrantamiento de los arts. 114 Ver Texto y 118, de la ley 17418, y 34 Ver Texto y 163 Ver
Texto del Código Procesal, si se produce su preterición, toda vez que el juzgador, en tales

929
condiciones, no pudo dictar una condena válida (Sup. Corte Bs. As., 24/4/1979, "Martina de
Marangiello, Marta, v. Pérez, Carlos A." -acuerdo 26.882-).

Corresponde limitar la responsabilidad de la aseguradora por los daños y las costas a lo


convenido en el contrato, ya que, respecto de ésta, la sentencia sólo le es ejecutable en la
medida del seguro (art. 118 Ver Texto, ley 17418) (C. Nac. Trab., sala 7ª, 21/4/1988, "Gauna,
Eduardo O., v. Tisera, Carlos H." Ver Texto, DT 1989-A-320).

Si bien el seguro de responsabilidad civil prevé la reparación del daño producido a terceros,
dicha reparación, en su caso y salvo previsión en contrario, nunca puede superar la cuantía o la
medida del seguro. Ello significa que el tercero está subordinado, le son oponibles, lo afectan o
se halla enmarcado por determinadas estipulaciones contractuales, aun cuando, obviamente,
haya sido ajeno a la celebración del pacto.

El único vínculo que existe entre el tercero damnificado y el asegurador es el contrato de


seguro de responsabilidad civil, por lo cual no se puede prescindir de dicho contrato ni de su
contenido, que forma parte del presupuesto de hecho instituido por el art. 118 Ver Texto, LS.,
para tornar viable la citación en garantía.

Ante la citación en garantía hecha por los terceros damnificados, corresponde aplicar la
normativa especial que contiene el art. 118 Ver Texto, LS. En consecuencia, como el tercero
pretende valerse de la existencia del contrato de seguro, habrá de estar a la cobertura
estipulada, de modo que no resulta aplicable el art. 1199 Ver Texto, CCiv.

En el seguro de la responsabilidad civil, el riesgo asegurable debe ser precisado y debidamente


individualizado. Esta precisión puede resultar en forma positiva de las enunciaciones del riesgo
asumido -hipótesis cubiertas- o bien en forma negativa -delimitación-, como consecuencia de
la formulación de exclusiones a la cobertura que colocan fuera de su amparo diferentes
situaciones que, por su mayor o extrema probabilidad, intensidad o generalización, resultan
aconsejables. Esto se puede hacer, en principio, tanto en las condiciones generales como en las
particulares de la póliza. Las exclusiones o limitaciones a la cobertura deben ser formales e
individualizas, pues, de otro modo, resultan ineficaces las cláusulas genéricas o indeterminadas
(C. Nac. Civ., sala I, 3/10/1996, "Olea de Barrera, María A., v. Alonso, Raúl O.", JA 1998-IV,
Síntesis Ver Texto).

Al tercero damnificado le son oponibles todas las cláusulas, aun aquellas que restrinjan o
eliminen la garantía de indemnidad, sin distinguir la naturaleza que éstas pudieren tener. Ello es
así porque al prescribir el art. 118 Ver Texto, LS., que "la sentencia que se dicte hará cosa
juzgada respecto del asegurado y será ejecutable contra él en la medida del seguro", quiere
significar que el tercero está subordinado, le son oponibles, lo afectan o se encuentra
enmarcado por determinadas estipulaciones contractuales, aun cuando es ajeno a la celebración
del pacto (Sup. Corte Bs. As., 19/9/1989, ED 136-729; 26/4/1983, "Hernandorena, Jorge R.,

930
v. Martín, Jorge R." -acuerdo 31.396-, Rep. LL LIV-II, sum. 96; ídem, 29/10/1996, "Amato
Elba N., v. Moreno, Waldo C.", JA 1998-I, Síntesis Ver Texto).

3) Exclusiones a la cobertura

El asegurador citado en garantía (art. 118 Ver Texto, LS.) sólo está obligado respecto del
tercero damnificado "en la medida del seguro", de modo tal que si en el contrato celebrado
entre el responsable y el asegurador se estipuló una limitación de cobertura, ella es oponible al
tercero (C. Nac. Com., sala B, 8/10/1981, "Amaya, Santiago, v. Juan Pérez e Hijos", ED 97-
401).

Si la póliza contiene una cláusula en virtud de la cual no corresponde indemnizar los siniestros
producidos o sufridos por vehículos cuyos conductores fuesen personas que no estuvieren
habilitadas para su manejo, y quedare comprobado que el conductor del rodado carecía de
carné habilitante, la aseguradora se puede válidamente oponer a efectuar el pago de las
indemnizaciones reclamadas (Sup. Corte Bs. As., 2/5/1989, "Miño Maggiu, José, v. Doukatas,
Nicolás" Ver Texto, LL 1989-E-129; en análogo sentido, mismo tribunal, 26/4/1983,
"Hernandorena, Jorge R., v. Martín, Jorge R.", ac. 31.936, Rep. LL XLIV-II-1978, sum. 95).

No es viable la demanda contra la aseguradora si en la póliza fueron excluidos los siniestros


ocurridos mientras el automotor asegurado fue conducido por persona no habilitada y el
asegurado sabía o debía saber que no estaba en condiciones de darle su destino natural, o sea,
emplearlo como taxímetro, pues sólo contaba con autorización para manejar otra categoría de
vehículos. Si obró con designio de mantenerlo en tal estado irregular, incurrió en reticencia; si,
caso contrario, se despreocupó, actuó con negligencia inexcusable (C. Nac. Com., sala B,
22/11/1969, "Druk, Carlos, v. Latinoamericana Cía. de Seguros S.A.", ED 32-232).

No se infringe la cláusula contractual que libera al asegurador cuando el vehículo es conducido


por persona no habilitada para hacerlo, durante los 30 días siguientes al vencimiento del plazo
de la licencia, mientras su renovación se produzca dentro de ese lapso. El tribunal hizo mérito
de las particulares circunstancias del caso teniendo en cuenta lo dispuesto por el art. 61 de la
Ley de Tránsito, 5800, y los arts. 288 y 289 del decreto reglamentario de ella; en especial este
último, que hacía expresa mención del plazo de 30 días, permitía inferir la existencia de un
lapso durante el cual se encontraba habilitado el conductor, dado que no estaba penalizada la
circulación en tales condiciones, a lo cual se agregaba una certificación de la autoridad
competente que informaba que al día del accidente, ocurrido cuatro días después de la fecha de
vencimiento del registro, el demandado poseía licencia para conducir, que fue renovada siete
días más tarde (Sup. Corte Bs. As., 13/9/1994, "Constantino, Héctor A., v. Altuve, Alberto R."
Ver Texto, DJBA 147-6322; Rep. LL 1994-II-1965, n_ 87; JA 24/5/1995, p. 71).

La falta de habilitación para conducir no determina, sin más, la exoneración de la aseguradora,


toda vez que tal circunstancia no es reveladora de impericia o ineptitud del conductor; en el

931
caso, hacía muchos años que conducía vehículos (C. 1ª Civ. y Com. Mar del Plata, sala II,
21/2/1989, "Petruzzello, Carlos S., v. Rocatti, Edgard R." Ver Texto, LL 1989-C-87; DJ 1989-
2-376).

El asegurador no indemniza ni será responsable hacia terceros cuando el siniestro ocurra si el


vehículo es conducido por quien no posea carné de conductor apropiado para ese tipo de
rodado o cuando, si lo posee, éste se halle vencido o suspendido por autoridad competente, o
se halle directamente inhabilitado para conducir. La falta de habilitación del conductor
configura una hipótesis denominada "no seguro", que excluye sin más la responsabilidad del
asegurador en el caso, aunque el asegurado haya sido culpable del evento dañoso. El carné de
conductor debe estar vigente al día del accidente, es decir, que el permiso anulado, suspendido
o vencido excluye la garantía del asegurador (C. Civ., Com. y Lab. Rafaela. 11/3/1994,
"Fábrica Amortiguadores Rafaela S.R.L. v. Riz, Euclides", JA 1998-I, Síntesis Ver Texto).

Resulta procedente la defensa opuesta por la aseguradora, basada en una cláusula de póliza
según la cual quedan excluidos de la cobertura los siniestros producidos por vehículos
conducidos por personas que no estén habilitadas por autoridad competente para el manejo
del tipo de rodado del cual se trate, si quien conducía el automotor al tiempo del accidente no
contaba con licencia, permiso ni registro alguno, pues, si bien es cierto que el seguro de la
responsabilidad civil prevé la reparación del daño producido a terceros, ésta, salvo previsión en
contrario, nunca podrá superar la cuantía o la medida del seguro. Ello significa que al tercero le
son oponibles, le afectan o se halla enmarcado por determinadas estipulaciones contractuales,
aun cuando haya sido ajeno a la celebración del pacto (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala 4ª,
10/3/1988, "Colón Cía. de Seguros S.A. v. Bravo, Adolfo J.", LL 1988-E-373).

Corresponde dejar sin efecto la sentencia que incluyó a la concubina en la cláusula que
establecía que no eran indemnizables los daños sufridos por la cónyuge y los parientes del
asegurado. Las objeciones vinculadas al alcance que corresponde asignar a la cláusula -que
excluía del riesgo al cónyuge y a los parientes del asegurado o del conductor hasta el tercer
grado de consanguinidad o afinidad- justifican la habilitación de la instancia extraordinaria,
pues, si bien es cierto que lo referente a la exégesis de la voluntad contractual es materia de
derecho común, ajena -como regla y por su naturaleza- al remedio federal, ello reconoce
excepción cuando, en virtud de una interpretación analógica -impropia en materia de seguros-
se ha asimilado la situación de la cónyuge y de la concubina, sin advertir las importantes
diferencias de régimen jurídico existentes entre el matrimonio y el concubinato. Al tratarse de
condiciones predispuestas, no corresponde realizar una interpretación que lleve, por vía
analógica, a restringir el riesgo cubierto por la póliza, más allá de que en caso de duda se debía
considerar subsistente la obligación del asegurador, que no sólo redactó las condiciones del
contrato, sino que, por ser quien realiza las previsiones de los siniestros mediante cálculos
actuariales, estaba en condiciones técnicas de fijar en forma clara, precisa e indubitable la
extensión de sus obligaciones (Corte Sup., 6/12/1994, "Berlari, Norma E., v. Omega
Cooperativa de Seguros Ltda." Ver Texto, JA 7/6/1995).

932
Es oponible a terceros la cláusula contractual de exoneración de responsabilidad por la cual la
aseguradora no toma a su cargo los siniestros ocurridos por infracción a las leyes y reglamentos
sobre seguridad e higiene y sobre régimen legal del trabajo de mujeres y menores, pues no hay
razón legal para limitar los derechos de la aseguradora prescindiendo de los términos del
contrato de seguro, que la ley reconoce como fuente de la obligación y al cual se halla
circunscrito el alcance de su responsabilidad (Corte Suprema de Justicia, "Tarante, César D., v.
Eluplast S.R.L. y otros" Ver Texto, LL 1997-C-995, Jur. Agr., nº 11.557).

4) Apelabilidad de la sentencia por el asegurador

Al reconocer al demandado la facultad de "citar en garantía" a su aseguradora y, como


consecuencia, propagar respecto de la citada los efectos de la cosa juzgada y establecer que la
sentencia condenatoria será ejecutable contra dicha parte, el art. 118 Ver Texto de la ley 17418
no se ha limitado a instituir un mero llamado a la causa del asegurador, sino que, con
abstracción del nomen juris utilizado, legitima al actor para acumular a la pretensión deducida
contra el responsable otro reclamo de idéntico objeto contra el asegurador.

La accesoriedad de la obligación de garantía asumida por la aseguradora respecto de la


prestación adeudada por el asegurado no constituye un fundamento eficaz para restringir las
facultades procesales de la aseguradora, pues el eventual débito de responsabilidad en cabeza
del demandado repercutiría en forma directa e inmediata sobre un interés personal y originario
de la aseguradora, que deberá afrontar con su patrimonio la obligación estructural del seguro
de responsabilidad civil, consistente en mantener indemne al asegurado (art. 109 Ver Texto,
LS.).

La relación constituida por el demandado y su aseguradora genera, en favor de ésta, una


legitimación procesal que la faculta -con autonomía de la actitud seguida por aquél- para
recurrir un pronunciamiento adverso, toda vez que el gravamen, como presupuesto, que
requiere dicha vía de impugnación está dado, desde el punto de vista subjetivo, para todos
aquellos a quienes alcanzan los efectos de cosa juzgada de la sentencia, situación que se
presenta en el caso en tanto la apelante fue incluida en el fallo como sujeto pasivo de la
condena.

El argumento atinente a la divisibilidad de la cosa juzgada no resulta suficiente para denegar la


apelación deducida únicamente por el asegurador, pues dicha consecuencia tiene por causa
exclusiva un acto personal del asegurado, el cual carece de efectos para aniquilar las facultades
de su litisconsorte, a la par que, en todo caso, sólo obligaría a soportar las consecuencias
desventajosas causadas por quien consintió el pronunciamiento (Corte Sup., 27/11/1990,
"Lanza Peñaranda, Ruth A., v. Transportes Quirno Costa S.A." Ver Texto, JA 1991; en
análogo sentido, mismo tribunal, 21/4/1992, "Cooperativa Patronal Ltda. de Seguros v.
Larcho, Jorge N., y otro" Ver Texto, LL 1992-D-480, fallo 90.761; ED 154-707; "Barlari v.
Omega", JA 7/6/1995; 17/11/1994, "El Comercio Cía. de Seguros S.A. v. Nieto Hnos. S.A.",
JA 1995-II-649 Ver Texto).

933
No es concebible que algunos litisconsortes se vean perjudicados por el consentimiento del
fallo por parte de otros de ellos, es decir, que la omisión de unos perjudique a los otros.
Tampoco se participa de la interpretación del art. 118 Ver Texto de la ley 17418, que considera
que la compañía de seguros citada en garantía carezca de facultad de impugnar el
pronunciamiento consentido por su asegurado. Es que se trata de una acción directa, aunque
no autónoma, para hacer valer una obligación concurrente y el emplazamiento también
confluye en un litisconsorcio facultativo.

Cuando la intervención de un sujeto procesal es litisconsorcial, tiene las mismas facultades que
la parte principal, y ello se halla explicitado cuando se trata de la intervención de terceros (arts.
90 Ver Texto, inc. 2, y 91 Ver Texto, 2ª parte, Código Procesal), precisamente, si se verifica
una hipótesis de litisconsorcio, lo cual brinda una pauta de interpretación para todas ellas. En
consecuencia, la única conclusión sostenible es que la aseguradora citada en garantía tiene
absoluta autonomía procesal, y puede recurrir la sentencia aunque el asegurado no lo haga.
Avala este criterio, además, la norma contenida en el art. 116 Ver Texto de la ley 17418, que en
su segundo párrafo prohíbe al asegurado reconocer su responsabilidad y celebrar transacción
sin anuencia del asegurador. Ello, así, lejos está de poder consentir la sentencia en perjuicio de
éste, pues de admitirlo cabría la posibilidad de que, por una vía que no fuere estrictamente la de
una transacción, llegara a un acuerdo con la víctima para que, en definitiva, se pueda reclamar a
la compañía de seguros el pago del monto condenado.

Por tales consideraciones se resuelve: "Es apelable por la aseguradora citada en garantía, la
sentencia consentida por su asegurado" (C. Nac. Civ. en pleno, 23/9/1991, "Flores, Oscar J.,
v. Robazza, Mario O.", JA 1991-IV-464 Ver Texto -fundamentos de la mayoría-).

[La minoría de dicho plenario expresó que la intervención de la aseguradora no lo es por su


propio derecho, sino en garantía del que pudiere corresponder al beneficiario del seguro, desde
que media, a su juicio, solidaridad sustancial en orden a los resultados del litigio (arg. art. 699
Ver Texto, CCiv.). Consecuencia de ello es que, analizada esa intervención en su aspecto
procesal "no pueda considerarse que sea en calidad de parte", pues en el concepto de "parte"
hay intereses distintos que se oponen, situación que no cuadra entre asegurador y asegurado.
Al ser el interés común, también lo es su defensa frente a la víctima; por ello no puede haber
consentimiento de sentencia por un lado y apelación por el otro; así, el consentimiento que
cualquiera de éstos manifieste, expresa o tácitamente, comprende el de su corresponsable, sin
perjuicio de las acciones que procedan entre ellos si fuere intempestivo o malicioso. Por otra
parte, el art. 118 Ver Texto, LS., en su tercer párrafo, señala que "la sentencia que se dicte hará
cosa juzgada respecto del asegurador y será ejecutable contra él en la medida del seguro", por
lo cual el consentimiento de la sentencia por el asegurado le otorga ya aquel carácter (cosa
juzgada), que no puede ser enervado en virtud de la interposición de un recurso].

También se ha resuelto que el asegurador citado en garantía, según el art. 118 Ver Texto, LS.,
tiene legitimación para recurrir la sentencia condenatoria ante la alzada, con independencia de

934
que hubiera quedado consentida para el asegurado (Sup. Corte Bs. As., 13/5/1980, "Di
Martino de Capano, María L., v. Cladera, Bartolomé O.", DJBA 119-482; Rep. LL 1980-2334-
77).

Posteriormente, este tribunal modificó ese criterio y decidió que si el asegurado consintió la
sentencia, resulta estéril el recurso autónomo de su asegurador, porque constreñido este último
a cumplir su obligación de indemnidad respecto del primero y al no ser litisconsorte necesario
de aquél, un eventual e hipotético éxito de su recurso no beneficiaría al asegurado
(14/11/1995, "Cardozo, Florentín, v. Spell S.A." Ver Texto, LL Buenos Aires 1996-128; DJBA
150-1462; 1/3/1998, "Giménez, Fidelia, v. Condon, Ricardo A." Ver Texto -ac. 38.748-, Ac. y
Sent. 1985-III-373; 30/6/1992, "Civale, Patricia V., v. S.I.A.P. S.A." Ver Texto, LL 1992-E-38;
17/9/1991, "Garrote, Alberto, v. Cooperativa de Provisión de Electricidad Ltda. de Carlos
Tejedor" Ver Texto, LL 1992-C-347; 31/3/1992, "Moyano, Zoraida M., v. Bazzi, Enrique B."
Ver Texto -ac. 46.334-, ED 150-149; "Lima, Tomás E., v. Llorente, María P.", JA 1991-IV,
Síntesis; etc.), en algunos de los cuales más tarde se registraron votos en disidencia del Dr. Juan
Carlos Hitters, con posición favorable a la admisibilidad de la apelación autónoma de la
aseguradora (p.ej., en "Pavón, Ramón, v. Galvanoplastia 9 de Julio S.R.L. y otra", del
14/11/1995; "Cardozo, Florentín, v. Spell S.A." Ver Texto, LL Buenos Aires 1996-128; DJBA
150-1462; etc.), al sostener que la relación constituida entre el demandado y su aseguradora
genera en favor de ésta una legitimación procesal que la faculta -con autonomía de la actitud
seguida por aquél- para recurrir un pronunciamiento adverso, toda vez que el gravamen que,
como presupuesto, requiere dicha vía de impugnación está dado, desde el punto de vista
subjetivo, para todos aquellos a quienes alcanzan los efectos de la cosa juzgada: expresó que
parece de Perogrullo acotar que quien soporta el riesgo de que se forme en su contra la res
judicata debe tener la posibilidad de atacarla antes de que se convierta en inalterable, pues al
contrario se afecta el derecho de defensa (art. 18 Ver Texto, CN., y art. 8 Ver Texto del Pacto
de San José de Costa Rica); agrega que el asegurador no es un convidado de piedra en el pleito,
dado que si bien su obligación principal es mantener indemne al asegurado (art. 109 Ver Texto,
LS.), no lo es menos que en paralelo tiene que contar con la posibilidad de defender su propio
patrimonio (art. 17 Ver Texto, CN.) para evitar que una actitud dispendiosa o dolosa del
asegurado pueda perjudicarlo; y que la convocatoria del asegurador al pleito lo inviste del
carácter de parte procesal.

Finalmente, la misma corte varió, por mayoría, su criterio restrictivo y admitió la apelación de
la sentencia por parte de la aseguradora, aun cuando hubiere sido consentida por el asegurado
("Mufarell, José Alberto, v. Aguirre, Rubén, y otro" -ac. 57.117-, criterio que se reiteró en
otros: "Belmonte, Francisco, v. Hidrodinámica Vázquez S.A.C.I.F.I." Ver Texto -ac. 58.079-).

Por otra parte, esa corte provincial con anterioridad había resuelto que no resultaba de
aplicación la doctrina legal elaborada en orden a la limitación recursiva de las entidades
aseguradoras citadas en garantía en los términos del art. 118 Ver Texto, LS., cuando la
compañía de seguros reviste la calidad de demandada en virtud de la acción directa que
consagraba el art. 7 Ver Texto de la ley 9688 (20/9/1994, "Ramírez, Carlos A., v. Chávez
Pereyra, Diego, y otro" Ver Texto, JA 1996-IV, Síntesis, y Rep. 1996-1223-187).

935
El carácter de parte con plena participación en el proceso que cabe otorgar a la citada en
garantía exige que se admita con amplitud su derecho de defensa, y así como son válidas las
negativas que efectúe en el responde y las pruebas que aporte con relación a los hechos, no es
óbice a que ejercite su derecho de recurrir la sentencia el que ella no haya sido apelada por el
asegurado (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala II, 20/11/1979, "Cohort, Rodolfo G., v. Duracrilac
S.A.").

Cuando la citada en garantía asume la dirección del proceso está legitimada para apelar la
sentencia; se debe inevitablemente consagrar el efecto expansivo de esta última, sea por
considerarlo un supuesto asimilable a un litisconsorcio necesario o por otras razones, como el
enriquecimiento sin causa, la idea de intervención o sustitución, etc. (Sup. Corte Just. Mendoza,
sala 1ª, 1/4/1992, "Patricio Palmero S.A. v. Compañía de Seguros del Interior S.A." Ver Texto,
ED 147-170).

La entidad aseguradora, en razón de su carácter de parte principal coadyuvante, se encuentra


en condiciones de ejercer la totalidad de los actos procesales con absoluta autonomía.
Consecuentemente, podrá recurrir las decisiones judiciales, aunque no haya sido ejercido
idéntico derecho por el asegurado (C. Nac. Com., sala B, 26/5/1992).

5) Naturaleza de las obligaciones de las partes

No existe solidaridad entre el asegurador y el asegurado, en el seguro de la responsabilidad


civil, puesto que no se trata de una sola obligación a cargo de dos deudores (art. 691 Ver
Texto, CCiv.), sino de dos obligaciones distintas nacidas de fuentes diversas (C. Nac. Trab.,
sala 7ª, 21/4/1988, "Gauna, Eduardo O., v. Tisera, Carlos H." Ver Texto, DT 1989-A-320).

El contrato de seguro de la responsabilidad civil no constituye una estipulación en favor de


tercero (art. 504 Ver Texto, CCiv.), porque, celebrado en interés del asegurado, no existe
ninguna acción dictada en cabeza del tercero respecto del asegurador del causante del daño
(Sup. Corte Bs. As., 28/12/1993, "Binci de Fernández, Ofelia M., v. Ande, Juan C." Ver Texto,
DJ 1994-2-33; DJBA 146-1508; ídem, 22/2/1994, "Obregón, Ramona G., v. Cunti Pinti S.A."
Ver Texto, ED 157-619).

(1771) Hemos considerado ampliamente el problema en nuestra tesis La acción directa de la


víctima contra el asegurador del responsable civil del daño, 2ª ed., 1944, Buenos Aires. A la
doctrina nacional ahí indicada, agregar las notas de Spota, A. G., JA 1954-I-258 y 1955-I-291,

936
favorable a la solución, pero cuyos argumentos no conforman; Llambías, Obligaciones, I, nros.
472 y ss.

(1772) C. Civ. 2ª Cap., 22/4/1932, JA 37-1413; C. Nac. Com., 24/12/1941, LL 25-426; C. Paz
Letr. Capital, sala 2ª, 12/6/1942, JA 1942-III-371.

(1773) Danz, La interpretación de los negocios jurídicos, 2ª ed. española, § 10, nº 1, p. 110.
Agrega Danz acertadamente: "Importantísimo para la interpretación es conocer los fines
económicos que perseguían las partes al contratar; el derecho ampara la consecución de esos
fines y, por lo tanto, el juez para poder otorgar la debida protección del derecho al negocio
jurídico o declaración de voluntad de que se trata, tiene que empezar por conocer exactamente
aquellos fines" (p. 107).

(1774) En la doctrina se han expuesto dos teorías generales sobre la acción directa.
I. - Labbé ha sostenido que existe un privilegio: "Se tiene privilegio sobre un crédito cuyas
condiciones de existencia han sido suministradas a su costa y voluntariamente" (Des privilèges
spéciaux sur les créances, en "Rev. Crit. de Lég. et Jur.", 1876, ps. 571 y 665).
La funda así: "Un recurso que nace de una acción personal ejercida por nosotros, debe
aprovecharnos exclusivamente. La razón concibe el fundamento de la preferencia. ¿Por qué la
masa de acreedores se beneficiará con un crédito que ha nacido en beneficio del deudor
común, únicamente porque se ha obligado hacia mí y yo lo he demandado? No tiene recurso,
sino porque lo demando. Los otros acreedores no tienen nada que ver ni pretender en un
crédito que sin mí, sin mi voluntad, sin mi acción, no existirá en beneficio del deudor común"
(ob. cit., p. 679, nº 30). Esta regla y estos fundamentos los aplica a los distintos supuestos:
locación, mandato, depósito, evicción, etc.
Ha recibido la adhesión de Darras y Tarbouriech, Balleyder, Debray y Picard (ver tesis cit. en
nota 548, nº 54, p. 96).
Es rechazada por la casi totalidad de la doctrina. Es inaceptable, porque:
a) El privilegio y la acción directa son instituciones distintas; el privilegio funciona respecto de
un bien ingresado al patrimonio del deudor, e implica la existencia de insolvencia o de
concurso de acreedores sobre el bien. La acción directa funciona y existe a pesar de que no
haya insolvencia ni el concurso de acreedores, y se ejerce aun respecto de bienes que se hallan
fuera del patrimonio del deudor.
b) Las mismas razones que llevan a Labbé a otorgar el privilegio en los supuestos que examina,
deben llevarlo a concederlo en todos los casos en que el acreedor lo es por un bien que se ha
incorporado al patrimonio del deudor, sea por la venta del bien, de un crédito, o por servicios
que lo han enriquecido, etc. En esta forma, el privilegio pasará a ser la regla. De ordinario, el
patrimonio del deudor será absorbido íntegramente por los acreedores privilegiados.
c) En la acción directa, el producto de la acción no pasa al patrimonio del deudor. En cambio,
el privilegio se ejerce sobre un bien incorporado al patrimonio del deudor.
d) Mientras que el acreedor con privilegio predomina sobre los demás acreedores,
precediéndolos sólo en el rango o en el momento de hacer efectivos sus derechos, el titular de
la acción directa excluye a los demás acreedores.
e) La acción directa es un procedimiento para hacer efectivo un derecho sobre determinado
patrimonio, que no es el del deudor; en cambio, el privilegio es una calidad del derecho.
f ) La contraprueba de esas diferencias resulta de que la acción directa puede o no ser
acompañada de un privilegio, lo cual no podría ocurrir de existir la alegada identidad.

937
Nuestra ley reconoce el privilegio y la acción directa (con la forma de la citación en garantía):
art. 118 Ver Texto.
II. - Otros autores -Solus, L´action directe, nros. 170 a 174, y Demogue, Obligations, III, nº
1015- hallan su fundamento en el enriquecimiento sin causa, solución aceptada para la
generalidad de las supuestas por Llambías, Obligaciones, I, nº 475.
Solus afirma que las distintas hipótesis de acción directa reúnen las condiciones para otorgar
una acción de enriquecimiento: a) empobrecimiento del titular, puesto que no se le paga el
crédito; b) enriquecimiento; no en el subdeudor, puesto que debe y va a pagar; ni en el deudor,
que si es acreedor, también es deudor: hay enriquecimiento en los acreedores del deudor, que
hallan en el patrimonio de éste una suma ingresada a expensas del acreedor originario; c)
enriquecimiento sin causa lícita, porque se produce a expensas de otro, sin cuya acción no
habrían percibido nada.
Demogue halla que los textos legales han sido desbordados por la jurisprudencia, para la cual
hay acción directa "toda vez que una indemnización no ha podido llegar a un deudor sino por
el daño del acreedor". Por eso se otorgó en los supuestos de las leyes de 1889 y 1913: "En esos
dos casos habría enriquecimiento injusto de los otros acreedores, si las indemnizaciones de
seguros acordadas en razón del valor del bien asegurado no estuvieran ante todo afectadas a
los acreedores hipotecarios que tienen un derecho sobre ese valor, sea que se lo llame: precio
de venta, indemnización de expropiación o en otra forma [. . .]. Igualmente, los créditos contra
el asegurador de un accidente no han llegado a ser exigibles sino porque hay una víctima que
sufre el daño. Éstos no deben enriquecer al conjunto de los acreedores del asegurado".
En nuestro país cuenta con la adhesión de Colmo, en un voto -JA 6-409-, de Llambías, cit.
supra, y de Alonso, La acción oblicua en la reforma del Código Civil.
Creemos que el fundamento es erróneo, porque:
a) La acción se otorga contra el subdeudor, que no es el enriquecido.
b) No siempre la acción directa tiende a impedir la incorporación de un bien al patrimonio del
deudor, sino a hacer eficaz el cumplimiento del subdeudor, como ocurre en la acción del
sublocatario contra el locador, para asegurarse el goce de la cosa.
c) Porque incorporado el bien al patrimonio del deudor, los acreedores quirografarios aparecen
con un título para cobrarse sobre este bien.
d) No se dan en el caso los extremos del enriquecimiento indebido, sino simplemente su
posibilidad de existencia.
e) Si se quiere hacer funcionar esa acción preventivamente, ya no es una acción in rem verso,
de reintegro.
Ver las notas pertinentes en la tesis citada, nros. 53 a 58.

(1775) Viterbo, Assic. della resp. civile, p. 194; Thaller, nota en DP 1901-1-457; Sarrut, nota en
DP 1901-1-353; Wahl, nota en "Sirey", 1898, 2, 257; Lyon-Caen, nota en "Sirey", 1907, 1, 5.

(1776) Maroi, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, p. 921; Azzariti, en "Assicurazioni", 1935, 1, p.
162.

(1777) Graziani, en "Assicurazioni", 1935, 1, p. 301.

(1778) Maroi, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, p. 921.

(1779) Maroi, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, ps. 922 y 923.

938
(1780) Angeloni, en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 187.

(1781) Vivante, Trattato, nº 1935, y Contratto, nº 316.


Vivante es contrario a la admisión de la acción directa en el derecho italiano vigente, pero
reconoce la necesidad de aceptarla, porque la denegación lleva a "soluciones inicuas, porque
toleran que algunos se enriquezcan en perjuicio del verdadero damnificado; peligrosas porque
pueden servir de incitación a siniestros dolosos o culposos" (Contratto, nº 316).

(1782) Salandra, en "Assicurazioni", 1938, 2, p. 274; Corte de Casación de Italia, 8/2/1938, en


"Assicurazioni", 1938, 2, p. 274.

(1783) Graziani, en "Assicurazioni", 1935, 1, p. 305.

(1784) Viterbo, Assic. della resp. civ., p. 14; Angeloni, en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 187.

(1785) Angeloni, en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 191. Confr. Vivante, cit. en nota 564.
Gentile ha podido así expresar: "La obligación contractual del asegurador viene a tener por
contenido recíproco la obligación extracontractual del asegurado, a la cual adhiere
perfectamente casi como la otra cara de la misma superficie" (en "Riv. Dir. Comm.", 1929, 1,
p. 83).
Coincidente con el concepto general expuesto por Cobianchi, hay seguros en que el objeto se
confunde con el riesgo, como en éste, en que el objeto es la responsabilidad, y el riesgo, que se
comprometa en la forma señalada en el contrato (en "Riv. Dir. Comm.", 1927, 2, p. 509).

(1786) Colin, informe en DP 1927-1-60.


Señala Donati: "Es innegable que la función indemnizatoria [. . .] se hace efectiva si la
indemnización es destinada al pago de la deuda hacia el tercero" (Trattato, II, nº 490, y III, nº
768).
Mas agrega que aunque exista privilegio -como es en Italia-, si no se da el instrumento legal, no
existe acción directa (nº 769). Lo que juzgo contradictorio, porque si está en la naturaleza del
contrato, de éste surge la acción directa, aunque la ley calle; justamente el reconocimiento de
un privilegio refuerza la procedencia de la acción. ¿Cómo la ley ha de reconocer un derecho,
que en la práctica queda en la nada por defecto u omisión del medio procesal para hacerlo
efectivo? Si fuera así, ¿no caeríamos en el severo juicio de Satta ("Riv. Dir. Comm.", 1963, 1, p.
229), para el derecho procesal, que habrá caído en un mero juego de puro bizantinismo, hueco
de contenido jurídico, de justicia?
De acuerdo con la opinión de Donati, la Corte de Casación de Italia, no obstante el privilegio
reconocido por el art. 2767, Código Civil, ha negado la acción directa (3/7/1957, en
"Assicurazioni", 1958, 2, p. 57, con nota contraria de Favara; 14/3/1961, en "Assicurazioni",
1961, 2, p. 222).
Donati ha cambiado de opinión sobre el punto: ver su estudio en "Assicurazioni", 1960, 2, p.
56.
Ver también: Sergio Sotgia, en "Assicurazioni", 1965, 1, p. 447, y 1966, 2, p. 19; Gambogi,
Adriano, en "Assicurazioni", 1966, 2, p. 82; Durante, ob. cit., p. 234.

(1787) Angeloni, en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 191. Sustancialmente en el mismo sentido,


rectificando opiniones anteriores, Salandra, Vittorio, en "Assicurazioni", 1939, 2, p. 140.

939
(1788) Weens, Du principe que l´assurance des choses est un contrat d´indemnité, tesis, 1927,
nº 121, p. 182.

(1789) Ver cuanto expusimos sobre el punto en capítulo IV, nº 77.

(1790) La jurisprudencia francesa ha declarado que la ley de 1913 -que consagró la acción
directa- es de orden público, y se aplica a los aseguradores extranjeros (Corte de Casación,
24/2/1936, "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1937, p. 82). Conf.: Picard, nota en "Rev. Gén. Ass. Terr.",
1937, p. 82, y Savatier, en DP 1936-1-51.

(1791) Josserand, La "publicisation" du contrat, en Études en honneur de Édouard Lambert,


III, p. 143; Lambert, Jacques, La "publicisation" del contrato y la delegación de poderes, en LL
12, secc. Doctrina, p. 82; Picard, L´affaiblissement contractuel du contrat d´assurance, en
Études en honneur de Édouard Lambert, III, p. 159.

(1792) Se han expuesto diversas teorías especiales para justificar la acción directa en el seguro
de la responsabilidad civil.
I. - Delegación. En Francia, Colin (DP 1927-1-62) y Lyon-Caen ("Gazette du Palais", 1924, 2,
p. 615), y una parte de la jurisprudencia de las cortes de apelación, y entre nosotros Anastasi
(JA 3-50) y un fallo de la C. Nac. Com. (6/12/1926, JA 25-999), han aceptado que existe una
delegación legal.
Tambien Demogue (Obligations, VII, nº 1002) estima que éste es el fundamento exacto.
II. - Teoría de Darras y Tarbouriech, para quienes la obligación del asegurador es un hacer:
relevar al asegurado de su responsabilidad, por lo cual no puede reclamar nada hasta tanto haya
satisfecho a la víctima (en "Annales de Droit Commercial", 1889, p. 241, y 1890, p. 48).
III. - Extensión analógica de las reglas del reaseguro, sostenida especialmente por Lordi, en
Obbligazioni, II, nº 741.
IV. - Se trata de un contrato en favor de tercero. Es la opinión defendida por Josserand en dos
notas: DP 1927-1-57, y 1933-1-5, acogida entre nosotros por Arturo Acuña Anzorena en su
nota corriente en JA 53-53, y la Sup. Corte Bs. As., 6/12/1966, ED 17-835.
V. - Una acción oblicua con la peculiaridad de que su producto no se incorpora al patrimonio
del asegurado, sino que la víctima se lo apropia directamente, aceptada por la jurisprudencia
italiana para los supuestos de quiebra del asegurado, y apoyada por parte de su doctrina.
Sobre todas estas soluciones especiales nos hemos pronunciado en nuestra
tesis La acción directa, etc., 2ª ed., nros. 70 a 87, donde exponemos in extenso las razones que
fundan su rechazo.

(1793) Dinamarca, ley de 1930, art. 95; Noruega, ley de 1930, art. 95; Alemania, ley de 1908,
art. 157; Finlandia, ley de 1925, art. 8.

(1794) Suiza, ley federal de 15/3/1932, art. 49; Checoslovaquia, ley de 1935, arts. 122 y 123,
con forma de un privilegio; Suecia, ley de 1929, art. 3; Francia, ley de 1930, art. 53; China, ley
de 1929, art. 55; Estados Unidos, leyes de los Estados de Wisconsin, 25 Wisconsin St., sección
85; New York, ley de 1917, reformada en 1919, 1920, 1923 y 1924, seguida por California, en
1919; New Jersey, en 1924; Virginia, en 1924, etc.; Inglaterra, ley de 1930 (Third parties rights
against insurers act); Yugoslavia, ley de 1934, etc.
Ver un elenco en "Assicurazioni", 1960, 1, ps. 497 y ss.

940
En el orden local, las regulaciones provinciales de Santa Fe, art. 11 , decreto 2454/44, y
Córdoba, art. 9 , decreto 30053/47 ("Anales", IV-1261 y VII-1170) para el seguro de trasporte
público de pasajeros reconocen la acción directa.

(1795) En contra de la admisión de la acción directa: C. Nac. Civ. en pleno, 16/12/1954, LL


77-11, en el cual se hizo un análisis mediocre del problema jurídico no obstante su extensión;
C. Civ. 1ª Cap., JA 35-995 y JA 61-294; 21/9/1938, LL 12-562; 27/5/1940, LL 18-980;
21/10/1940, LL 20-722; 18/5/1942, LL 26-732; C. Civ. 2ª Cap., 29/5/1940, LL 20-690, nota
de Isaac Halperin, y JA 71-1006, nota de Camilo Viterbo; C. Nac. Civ., sala D, 2/8/1956, LL
84-372; sala A, 23/7/1953, LL 72-555; C. Nac. Com., 12/5/1931, JA 35-995; 23/8/1937, LL
8-103; 13/9/1937, LL 8-475; 22/11/1940, LL 20-1068; 8/7/1942, LL 27-303 y JA 1942-III-
290; 29/12/1941, LL 26-56 y JA 1942-II-272; 16/3/1943, GF 163-183; 23/3/1946, LL 42-
709; C. Nac. Paz Letr., sala 2, 27/11/1935, JA 53-251; 6/7/1949, LL 58-551; Sup. Corte Bs.
As., 14/9/1954, LL 77-99; C. Apels. 1ª La Plata, 2/11/1945, LL 42-55; C. Apels. 2ª La Plata,
sala II, 30/9/1952, LL 68-693; C. Apels. Rosario, 8/3/1940, LL 17-792; Trib. Sup. Santa Fe,
6/6/1939, LL 14-1054; C. Fed. Rosario, 30/5/1967, LL 128, fallo 59.024.
Han aceptado la acción directa: C. Nac. Paz Letr., sala 3ª, 28/6/1939, LL 15-379, y 19/5/1937,
JA 58-645; C. Civ. 1ª La Plata, 15/5/1939, LL 14-581; Trib. Sup. Santa Fe, 17/11/1936, LL 5-
807.
Existen dos fallos de la Cámara Civil 1ª de la Capital que aceptaron la acción directa, pero que
no tienen mayor significación, por las circunstancias concurrentes en los casos resueltos: el
corriente en JA 53-53, 17/5/1935, con nota de Arturo Acuña Anzorena, la aceptó porque el
asegurado indicó a la víctima que se dirigiera al asegurador; el corriente en LL 23-577, de
21/7/1941, confirmó "por sus fundamentos" la sentencia de primera instancia que la aceptó,
pero no tiene trascendencia por las reiteradas resoluciones en que expresamente denegó esa
acción. Más claro, por aplicación del art. 504 Ver Texto, CCiv.: C. Nac. Civ., sala B,
13/8/1953, LL 72-270.

(1796) La Cámara Nacional en lo Civil, sala F, 19/9/1969, LL 136, fallo 64.107, sostuvo que la
citación es con derecho a la defensa amplia, "sin limitación a determinadas defensas",
afirmación injustificable ante el texto expreso de la ley. Habrá que esperar la sentencia
definitiva para conocer qué alcance le ha querido dar el tribunal a esta afirmación.

(1797) Ver Halperin, La acción directa, etc., nros. 13 a 33, donde se hace una exposición más
detallada.
Ver Palmieri, Jorge B., La citación en garantía del asegurador, en JA 1969-IV, secc. Doctrina;
Soler Aleu, Amadeo, La citación en garantía del asegurador, en ED 24, secc. Doctrina;
Steinfeld, Eduardo R., en JA 1969-IV, secc. Doctrina.

(1798) Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 528, sostienen que se trata de un embargo legal, lo cual
explica sus efectos.

(1799) Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 566, apoyados en la jurisprudencia francesa, sostienen que
debe mediar oposición de las víctimas, solución contraria a la buena fe porque conoce la
existencia de los demás, esto es, de otros acreedores de la indemnización, por lo cual su
obligación es retener o consignar judicialmente.

941
(1800) Llambías, J. J., Obligaciones, t. I, n_ 474, p. 568, aunque cabe destacar que la afirmación
de este autor se halla atenuada, pues habla de un "desplazamiento del deudor como titular del
crédito [. . .] en el momento culminante del pago que satisface el tercero en favor del acreedor
munido de la acción directa"; con ello, en realidad, parece estar haciendo referencia a la aptitud
del accionante de apartar a su deudor de los actos de reclamación del pago y ejecución de los
bienes del subdeudor y de apropiarse del producido de su actuar directo contra éste.

(1801) Llambías, J. J., ob. cit, n_ 477, letra b, quien señala que resultarían aplicables los
principios de la compensación, pues cabría considerar como análoga la situación del deudor
que paga al acreedor de su acreedor a la del pago realizado por un tercero, que trasmitiría al
pagador los correspondientes derechos, oponibles, por compensación, por el subdeudor a su
acreedor inmediato, el deudor del ejecutante. Como se ve, la titularidad en la relación crediticia
continúa hasta que la extingue ese pago indirecto con efecto compensatorio, y en la medida de
dicho pago.

(1802) Llambías J. J., ob. cit., n_ 477, letra a.

(1803) Es conveniente recordar aquello que, al respecto, expresaba Boffi Boggero cuando
advertía, en su Tratado de las obligaciones, que la expresión "acción directa se suele emplear en
dos sentidos: uno, como todo accionar en que un acreedor actúe directamente contra su
deudor"; otro, en que el acreedor accione "contra un tercero, para que éste, en la medida del
crédito reclamado, le pague lo que debe al deudor de aquél" (ob. cit., t. 2, n_ 701, p. 582 -las
bastardillas son nuestras-).

(1804) Calzada Conde señala que "el asegurador no se obliga a indemnizar al asegurado un
daño ya sufrido, sino a evitar que llegue a sufrirlo realmente. El asegurado no tiene derecho a
exigir del asegurador suma alguna de dinero, pues a ello se opone el principio indemnizatorio.
El crédito que el asegurado posee frente al asegurador faculta al mismo para exigir únicamente
que se le evite el daño, pagando el asegurador al tercero dañado en el caso de que
efectivamente el asegurado haya incurrido en responsabilidad civil" (Calzada Conde, María. A.,
El seguro voluntario de responsabilidad civil, 1983, Madrid, p. 295). En sentido semejante se
expide Morandi, J. C .F., en Estudios de derecho de seguros, al manifestar su opinión contraria
a que se pueda pagar al asegurado la indemnización debida al tercero, en especial ante el
privilegio instituido en el art. 118 Ver Texto de la ley 17418: ver nros. 37 y 38, p. 419, 1971,
Buenos Aires, 1971.

(1805) Barbato, N. H., La citación en garantía del asegurador, en ED 150-169, parágrafo VI,
trabajo en que el autor desarrolla más ampliamente las ideas que aquí se exponen de manera
sintética.

(1806) Como se señala en el trabajo mencionado en la nota anterior (150-157, nota 11), Mosset
Iturraspe destaca que "el estipulante contrata en su propio nombre y para sí mismo [. . .]. La
estipulación en favor del tercero, nacida de la voluntad del estipulante, se inserta en un
contrato, que le sirve de base, de carácter oneroso o gratuito; la prestación a cargo del
promitente puede deberse exclusivamente al tercero indicado o bien distribuirse entre tercero y
estipulante [. . .]. La estipulación en favor de tercero no constituye una operación
independiente, sino que opera dentro de un contrato en el que el estipulante posee un interés

942
digno de tutela" (Mosset Iturraspe, Jorge, Teoría general del contrato, 1970, Santa Fe, p. 363 -
las bastardillas son nuestras-).
Por su parte, Messineo, luego de destacar que la función práctica del contrato en favor de
tercero asume variantes diversas, entre ellas, que el estipulante se sirva del promitente para
cumplir, por medio de este último, un deber patrimonial propio frente al tercero (causa
solvendi), agrega que en esa figura contractual "pueden converger dos cumplimientos: uno, del
estipulante frente al tercero, y otro, del promitente frente al estipulante" (Messineo, Francesco,
Mannuale di diritto civile e commerciale, t. III, 1959, Milano, n_ 136, apartado 18, p. 659; en su
versión castellana, Manual de derecho civil y comercial, t. IV, 1955, Buenos Aires, n_ 136, ap.
18, p. 506).
Y también cabe mencionar a Ripert-Boulanger, quienes, al estudiar la estipulación en favor de
tercero, señalan que se trata de un mecanismo jurídico que opera "en el interior de un contrato
para dividir sus efectos", y que por el juego de dicha estipulación "el contrato tiene como otro
efecto crear un derecho en beneficio de un tercero. Se comprueba así una dualidad en las
relaciones obligatorias que resultan del contrato: una primera relación obligatoria une al
estipulante con el promitente (es la consecuencia normal del contrato); una segunda relación
une al promitente con el tercero (es la consecuencia de la estipulación en favor del tercero)".
Confr. Ripert, G., y Boulanger, J., Tratado de derecho civil (trad. D. García Daireaux), t. IV,
1964, Buenos Aires, n_ 630, p. 380.

(1807) Resulta necesario recordar aquí lo expresado por Isaac Halperin en su obra titulada La
acción directa de la víctima contra el asegurador del responsable civil del daño, p. 115, 1944,
Buenos Aires, y más tarde en la primera edición del presente libro (1970, Buenos Aires, ps.
463-4), por sintetizar con precisión el tema en análisis: "Es exacto que el seguro de la
responsabilidad civil cubre al asegurado contra el daño patrimonial que ha de resultarle del
crédito de la víctima [. . .] pero no es menos exacto que el fin del contrato se logra cuando la
víctima es desinteresada, porque es el medio eficaz de cubrir el patrimonio del asegurado por la
responsabilidad incurrida. Este seguro no tiene como función aumentar el patrimonio del
asegurado, sino preservarlo de una disminución eventual (art. 109 Ver Texto)".

(1808) Es más: el asegurador nunca podrá pagar válidamente al asegurado la indemnización,


pago que resultará inoponible al tercero (salvo el supuesto de reintegro que, como vimos,
implica un incumplimiento de contrato, pues no se mantuvo indemne al asegurado y se
deberán pagar los perjuicios que ello haya podido ocasionar al asegurado; aun en el caso de que
asegurado y asegurador acuerden un pago en esta forma, ese pago resulta, reiteramos,
inoponible al tercero, y no surtirá efectos a su respecto hasta que no se indemnice
efectivamente a éste, que es quien sufrió el daño).

(1809) La expresión "citación en garantía", por su lado, ha traído asimismo no pocas


cuestiones al momento de tratar de determinar su naturaleza y efectos. En rigor, tal
denominación resulta aplicable sin inconvenientes a la citación que formule el propio
asegurado, respecto de su asegurador, para que concurra a la litis y cumpla con su obligación
de indemnidad, esto es, que lo defienda de la acción promovida por el tercero y, si
corresponde, pague la indemnización a que pueda resultar condenado, en la medida de la
cobertura otorgada (art. 118 Ver Texto, último párrafo, LS.). Pero la institución tiene, según
dicha norma, una mayor amplitud, porque también habilita a formularla al tercero damnificado
(norma cit., 2º párr.); y es aquí donde comienzan las cuestiones, puesto que, como ya señaló
Rosas Lichstein, resulta "ilógico que la víctima llame al pleito al asegurador de su contrario para

943
que la ayude a ganar el pleito, vale decir, para que actúe en contra de sus propios intereses,
pues si el demandado pierde, surge la obligación del asegurador ­coadyuvante de la víctima!".
Por ello, este autor concluye sosteniendo que "la llamada en garantía que realiza el damnificado
queda reducida [. . .] a la demanda eventual de pago, consecuencia que nos lleva a pensar que,
en este caso especial, antes que una llamada en garantía se trata de una verdadera legitimación
para poder demandar directamente al asegurador del responsable [. . .] la tal llamada en garantía
se resuelve, en definitiva, solamente en una demanda directa contra el asegurador" (Rosas
Lichstein, M. A., La llamada en garantía del asegurador, en JA 1975, secc. Doctrina, p. 381).

(1810) Una vez más debemos recordar que en el Anteproyecto de Ley General de Seguros,
elaborado por el Dr. Halperin, en su art. 121 Ver Texto se concedía al damnificado una
"acción directa" expresa y explícita contra el asegurador del responsable, pero "para cuyo
ejercicio debe citar al juicio también al responsable civil".

(1811) Algunos autores, como Fontanarrosa, habían postulado su identidad (Sobre la acción
establecida por el art. 118 118 de la Ley General de Seguros, en "Revista de Derecho de
Seguros", n_ 6, 1972), a pesar de las notorias diferencias que existen entre ambas instituciones.
Además de las diferencias en los plazos para su formulación válida, a las cuales aludimos aquí,
el asegurador resulta condenable y ejecutable en la citación en garantía, mientras que en la
citación de terceros fue rechazada tal posibilidad, en fallo plenario de la Cámara Nacional Civil,
del 4/3/1992, "Balebona, Manuel, v. Storzi, Daniel, s./Daños y perjuicios" Ver Texto, ED
146-473; ver también, Corte Suprema de Justicia de la Nación, 22/3/1984, autos "Steimberg,
J., v. Mana, S."; C. Civ. y Com. Fed. en pleno, "Gas del Estado v. Equimax S.A.".

(1812) Ver, sobre el tema, Legón, Fernando, y Lorenzo, Luis, Problemas de competencia
territorial que plantea el art. 118 118 de la Ley de Seguros, en LL 139-1033; Ponz, M. A.,
Competencia de los órganos jurisdiccionales del Estado para conocer en las pretensiones
fundadas en lo normado en el art. 118 118 de la ley 17418, en "Revista de Derecho de
Seguros", n_ 1, p. 89; etc.

(1813) Ver, entre otros, C. Nac. Civ., sala A, 25/11/1969, causa 150.814; sala B, 19/3/1970,
causa 153.558; sala C, 23/7/1970, ED 34-226; sala D, 10/8/1970, causa 153.236; sala F,
27/5/1971, causa 163.983, y 16/11/1971, causa 169.477; C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala I,
1/10/1985, ED 118-329; etc.

(1814) Es más: el legislador de la ley 9688 Ver Texto, incurriendo en un error que continúa
vigente en los tiempos actuales, intentó dos cosas: a) liberar al patrono; b) convertir al
trabajador en una suerte de beneficiario de un seguro de personas. No consiguió lo uno ni lo
otro.
Respecto de lo primero, utilizó la fórmula por la cual el seguro buscaba "sustituir al
empleador" en sus obligaciones, y ello se tomó tan al pie de la letra en un principio que era
común que los aseguradores se presentaren, por derecho propio, a "subrogar" al empleador
asegurado, y los tribunales laborales los tuvieran "por subrogados". Claro está que ello duró
hasta que se produjo la -en ese entonces- quiebra de algunos aseguradores; entonces los jueces
vieron que el trabajador quedaba desprotegido e hicieron "renacer" la obligación del patrono,
que antes habían "extinguido" por la pretendida subrogación o sustitución.
Y en lo referente a otorgar al trabajador calidad de "beneficiario", como si se tratase de un
seguro de personas, tampoco prosperó, porque en realidad se trataba de un seguro de la

944
responsabilidad civil; esto se vio cuando los aseguradores comenzaron a intentar las acciones
"de recupero" de lo que habían pagado a causa del accidente, provocado por terceros, para lo
cual "se subrogaron" en los derechos del damnificado, cosa que no podían hacer si se trataba
de un seguro de personas, de accidentes personales -como parece haber sido la intención
originaria-, por prohibirlo la parte final del art. 80 Ver Texto, LS.
Lo que funcionó sin mayores problemas fue la acción directa "autónoma" del trabajador contra
el asegurador, que evitó duplicaciones defensivas y se desarrolló sin dificultades, hasta que la
ley 24028 Ver Texto, sin explicar los fundamentos, instituyó también allí la "citación en
garantía", aunque con algunas disposiciones relativas a las defensas oponibles que no se
caracterizaron por su claridad y precisión, como vimos.

(1815) Examinamos esta figura al tratar los seguros de personas.

(1816) Drajer, Isaías M., La citación en garantía y el domicilio del asegurador, en "Revista de
Derecho de Seguros", n_ 8, p. 181, año 1973.

(1817) C. Nac. Civ., sala C, 23/7/1970, ED 34-266.

(1818) Como se ha señalado en la doctrina, el litisconsorcio necesario no sólo puede derivar de


la naturaleza de la relación que es motivo de debate en el proceso, sino también de una
disposición legal que lo imponga por motivos de política legislativa (ver Dávila Millán, María
E., Litisconsorcio necesario, 1975, Barcelona, p. 65; Alvarado Velloso, Adolfo, y Palacio, Lino
E., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación comentado, concordado y anotado, t. III
Ver Texto, 1989, Santa Fe, n_ 96.1.2, p. 273, y n_ 4.2.2.1-1, p. 481; Palacio, L. E., Derecho
Procesal Civil, t. III Ver Texto, 1980, Buenos Aires, n_ 256-b, etc.).

(1819) Así se resolvió en el fallo plenario de la Cámara Nacional Especial en lo Civil y


Comercial, de fecha 14 de diciembre de 1984, dictado en autos "Irago, Armando R., v.
Cabrera, Antonio, s./Daños y perjuicios" Ver Texto. Ver, asimismo, lo que decimos respecto
de la figura del conductor en el seguro de la responsabilidad civil, § 39 (a), en este capítulo.
Por otra parte, en nuestra jurisprudencia se suscitó un caso en el cual se puso en crisis la
persistencia del requisito de la necesaria demanda conjunta de asegurado y asegurador para que
la citación en garantía resulte viable. Se trató del juicio caratulado "González, Hilda F., v.
Poumeau Delille, Guy, s./Daños y perjuicios" Ver Texto, que tuvo que ser resuelto por la
Cámara Nacional Especial en lo Civil y Comercial, sala 4ª, con fecha 10 de junio de 1982. En
ese litigio surgió una cuestión singular: el demandado gozaba de "estado diplomático" y el país
al cual pertenecía no confirió la conformidad que exigía el art. 24 Ver Texto, inc. 1, del decreto
ley 1285/58, para que pudiera ser juzgado por los jueces de nuestro país. Ante tal situación, la
Cámara consideró que si bien el actor debía demandar al asegurado para poder citar en garantía
al asegurador, no se podía desconocer que si la demanda contra el presunto responsable se
tornaba jurídicamente imposible de formular, se estaba ante un requisito de cumplimiento
imposible, que habilitaba al tribunal a prescindir de él y tener por bien dirigida la pretensión
directa y autónoma contra la aseguradora (ver el fallo publicado en LL 1983-A-23, con sendas
notas de Rubén S. Stiglitz y de Osvaldo Blas Simone). Pensamos que tal pronunciamiento
contribuyó a poner de resalto que el litisconsorcio pasivo necesario impuesto al demandante,
que debe accionar inexcusablemente también contra el asegurado, si pretende citar en garantía
al asegurador, resulta de una imposición legal, como sostuvimos en los párrafos precedentes.

945
(1820) Ver Morandi, Juan Carlos F., Estudios de derecho de seguros, ps. 392 y ss.

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V. El seguro obrero que instituyó la ley 9688 Ver Texto

101. Efecto de la celebración. Cesación de la responsabilidad del patrón: refutación.

El art. 7 Ver Texto de la derogada ley 9688 autorizaba la celebración de un seguro voluntario
para afrontar la responsabilidad impuesta por la ley: se trataba de un seguro de la
responsabilidad civil, cuyos efectos eran los consignados respecto de éste (1821) . Entre
nosotros, ésta no era una opinión unánime: Dassen sostuvo que existía un contrato en favor de
tercero (1822) , y Anastasi, que se trataba de una delegación legal (1823) : su naturaleza de
seguro de la responsabilidad civil no permitía ver en éste un contrato en favor de tercero ni una
delegación de deudor (1824) .

En algunos fallos de la Cámara Civil 1ª de la Capital y de la Cámara de Apelaciones de Rosario


(1825) , que han contado con el apoyo de Rivarola (1826) y de Deveali (1827) , se sostuvo que
la responsabilidad patronal hacia el obrero desaparece automáticamente con la contratación del
seguro.

La Cámara Civil 1ª de la Capital adujo las siguientes razones:

a) la expresión empleada por el art. 7 Ver Texto de la ley 9688;

946
b) el espíritu de la ley, que es estimular al patrón a eliminar la posibilidad de graves riesgos para
la empresa;

c ) el Estado garantiza la solvencia de las empresas, y con el pago de la prima el patrón puede
creer que elimina su responsabilidad;

d) lo contrario lleva a castigar al patrón, haciéndole hacer dos pagos por un mismo hecho.

Esta argumentación no resiste la crítica. El Estado no garantiza la solvencia de ninguna


empresa, aunque controle su funcionamiento. Repárese en que el Estado controla a todas las
sociedades anónimas, y a los acreedores impagos de éstas no se les ha ocurrido -hasta ahora-
responsabilizar al Estado por esa insolvencia. El mismo control que ejerce el Estado sobre las
compañías que explotan el seguro obrero se aplica a las demás empresas de seguros, y nadie ha
pensado nunca seriamente en responsabilizarlo por su insolvencia. Los ejemplos podrían
multiplicarse.

El asegurado no hacía dos pagos por un mismo hecho. Al obrero le pagaba por su
responsabilidad conforme a la ley 9688 Ver Texto. Al asegurador le pagaba para que lo relevase
de esa responsabilidad.

Es exacto que la ley quiso estimular al patrón a que se asegure, que le había dejado la plena
libertad de asegurarse o no y, si lo hacía, de contratar con quien quisiera. El único responsable
de contratar con una empresa que cae en la insolvencia era el propio patrón, que eligió a su
cocontratante; el Estado no le había impuesto el asegurador, ni lo obligaba a asegurarse.

La expresión del art. 7 Ver Texto, ley 9688, era deficiente. Pero esa deficiencia de expresión no
podía llevar a una solución en pugna con la naturaleza del seguro contratado. Y en franca
contradicción con el art. 21 Ver Texto de la ley. Si el seguro contratado relevaba al patrón de
toda responsabilidad, ¿cómo se explicaba la regla especial del art. 21 Ver Texto, para el
supuesto de quiebra del asegurador? Repárese que no se trataba de la solución que establecía el
art. 526 Ver Texto, CCom. -abandonada por la ley 17418, art. 160 Ver Texto- sino de otra, más
amplia: imponía la restitución al patrón de los fondos destinados al pago de la indemnización.

Si fuera cierto que el seguro extinguía la responsabilidad del patrón, ¿a qué título se le hacía la
entrega a que se refiere el art. 21 Ver Texto?

Rivarola no fundaba su opinión (1828) . En cambio, Deveali aducía nuevas razones: expresaba
que el art. 7 Ver Texto, al autorizar la "sustitución", si bien establecía un seguro voluntario,
cuando éste se contrataba, se regía por las normas propias del seguro obligatorio.

947
El seguro obligatorio no imponía la extinción de la responsabilidad del patrón.

Hay otros seguros obligatorios en la legislación universal que mantienen la responsabilidad,


aunque el sistema legislativo en materia de seguro obrero sea el apuntado. Pero la solución
debe ser legal, expresaba, porque está en pugna con la naturaleza de contrato de seguro de la
responsabilidad civil.

Además, la solución que auspiciaba vino a crear un sistema híbrido, que no estuvo en la
intención del legislador ni halla amparo en la ley.

No es cierto que el art. 21 Ver Texto, ley 9688, sólo se hubiese referido a la falencia del patrón.
Su texto era demasiado claro: "En caso de falencia de la compañía o asociación patronal en que
se hubieran constituido seguros obreros", disponía que los fondos afectados al pago de las
indemnizaciones se entregaban al patrón.

Si bien es cierto que la falencia rescindía el contrato para lo futuro, no es menos cierto que el
art. 21 Ver Texto citado disponía lo contrario, pues imponía la entrega de los fondos afectados
al pago de una indemnización ya debida y ordenaba que se entregaran al patrón, cuya
responsabilidad se habría extinguido.

La mayoría de las sentencias en la materia rechazaron esta liberación del patrón asegurado
(1829) .

102. Acción directa del obrero contra el asegurador.

La falta de una cabal comprensión por los jueces de la exacta naturaleza del seguro de esta
responsabilidad y del real alcance del art. 7 Ver Texto, ley 9688, dio motivo a una variada gama
de soluciones contradictorias.

Unos fallos sancionaban la acción directa contra la sociedad cooperativa o mutual de patrones
(1830) , y otros la denegaban (1831) .

948
La mayoría de las sentencias, acordes con la solución de que la contratación del seguro no
extinguía la responsabilidad del patrón, aceptaban que el obrero pudiese demandarle (1832) ,
reconociendo la facultad del patrón de hacer citar al asegurador al juicio (1833) , y de éste, de
hacerse parte en él (1834) . La jurisprudencia no era firme acerca de si el patrón debía también
ser parte en el juicio (1835) . Conforme a lo que expusimos antes (§ 100.e) y según el art. 118
Ver Texto, 2º párr., el asegurador y el patrón debían ser demandados, para poder oponerles la
sentencia que se dicte.

La aceptación de pagos hechos por el asegurador no excluía la acción contra el patrón (1836) .

103. Supuesta solidaridad entre el asegurador y el patrón.

La mayoría de los fallos aceptaban que la sentencia dictada en el juicio contra el asegurador se
ejecutase contra el patrón que no fue parte, invocando como fundamento principal la
existencia de solidaridad (1837) .

Anteriormente nos ocupamos del problema de la cosa juzgada en este seguro; por ello me
concretaré a establecer si realmente existía solidaridad entre el asegurador y el patrón
asegurado.

Esta solidaridad no existió. La solidaridad es una calidad del vínculo que une al acreedor con
sus deudores, independientemente del objeto de la obligación (arts. 667 Ver Texto, 679 Ver
Texto, 690 Ver Texto y 699 Ver Texto, CCiv.). En la solidaridad pasiva, el acreedor lo es
respecto de dos deudores por lo menos. En cambio, en este caso lo era sólo de uno; contra el
asegurador no existía un crédito, sino una acción directa por la cual el obrero hacía valer el
crédito que ostentaba contra el patrón para cobrarse sobre el crédito de éste contra el
asegurador.

949
El funcionamiento de la acción directa lo acercaba a la solidaridad pasiva; pero es un efecto de
la peculiaridad de la existencia de un único objeto, que se puede reclamar en virtud de dos
acciones (1838) .

103 (a). El seguro obrero y la ley 24557 Ver Texto.

Ya nos hemos referido a las características que ostenta esta ley (cuyo sistema vino a reemplazar
al de las leyes 9688 Ver Texto y 24028 Ver Texto), que torna difuso su contorno respecto de si
puede o no ser considerada un verdadero seguro y, en su caso, si cabe ubicarlo entre los de la
responsabilidad o los de personas, y entre los seguros privados o los sociales (ver lo expresado
en § 100 [a.2]).

En cuanto a su normativa, la ley 24557 Ver Texto parece eludir toda referencia a las acciones
que pueda ejercer el trabajador ante el incumplimiento de las prestaciones por parte de las
administradoras de riesgos del trabajo. Al empleador intenta sustraerlo de todo accionar de esa
especie declarando que las prestaciones de dicha ley "eximen a los empleadores de toda
responsabilidad civil frente a los trabajadores o a los derechohabientes de éstos", salvo la
derivada del art. 1072 Ver Texto, CCiv. (dolo). Las normas sobre "competencia judicial" del
art. 46 Ver Texto confirman esta posición legislativa: sólo tratan de acciones del trabajador
contra el patrono en el caso del art. 1072 Ver Texto, CCiv. El legislador ha considerado que
podría controlar el sistema suficientemente mediante el conjunto de sanciones draconianas
contenido en el art. 32 Ver Texto, en el cual abundan las amenazas de configuración de figuras
delictivas penales, cuyo análisis lleva a la conclusión de la exorbitancia de tales penalidades y su
dudosa constitucionalidad, pues parecieran pretender reintroducir la prisión por deudas.

En cuanto al régimen de prestaciones, se puede señalar que la ley 24557 Ver Texto cubre
diversas contingencias:

a) Accidentes del trabajo. Los define como un "acontecimiento súbito y violento" ocurrido
"por el hecho o en ocasión del trabajo, incluidos los acontecimientos en el trayecto entre el
domicilio del trabajador y el lugar del trabajo, sin alteraciones o interrupciones del trayecto por
causa ajena al trabajo". Es, en esencia, el concepto que contenían las leyes de accidentes del
trabajo anteriores (1839) .

b) Enfermedades profesionales. Son las incluidas en un "listado" de enfermedades que elabora


el Poder Ejecutivo anualmente. El listado señalará el agente del riesgo, cuadros clínicos y

950
actividades comprendidas; a ello agrega la ley: "Las enfermedades no incluidas en el listado,
como sus consecuencias, en ningún caso serán consideradas resarcibles". Pero el decreto
1278/2000 Ver Texto dispuso que serán igualmente consideradas enfermedades profesionales,
las que, en cada caso concreto, la Comisión Médica Central determine como provocadas por
causa directa e inmediata de la ejecución del trabajo, excluyéndose los factores atribuibles al
trabajador o ajenos al trabajo. También quedan excluidas del amparo las incapacidades
preexistentes a la iniciación de la relación laboral, que resultan acreditadas por examen
preocupacional, y los accidentes del trabajo y enfermedades profesionales causados por dolo
del trabajador o por fuerza mayor extraña al trabajo (art. 6 Ver Texto).

c) Incapacidad laboral permanente (I.L.P.). Constituye una disminución permanente de la


capacidad laboral del trabajador. Puede ser, a su vez, total, cuando alcanza el 66% o más, y
parcial cuando es inferior a ese porcentaje. El grado de incapacidad permanente se determinará
por comisiones médicas, según una tabla que elabora el Poder Ejecutivo nacional tomando en
cuenta la edad, el tipo de actividad y las posibilidades de reubicación del trabajador. La
situación de incapacidad permanente tendrá carácter provisional durante los 36 meses
siguientes a su declaración, plazo que podrá ser extendido por las comisiones médicas por 24
meses más cuando no haya certeza acerca del carácter definitivo del porcentaje de incapacidad.
Vencidos tales plazos, la incapacidad adquiere carácter definitivo, y si diese derecho al
damnificado a percibir la indemnización total en un pago único, tendrá carácter definitivo a la
fecha del cese de incapacidad temporaria (art. 8 Ver Texto).

d) Incapacidad laboral temporaria (I.L.T.). El perjuicio sufrido le impide temporariamente al


trabajador realizar sus tareas habituales. Cesa por alta médica, declaración de incapacidad
permanente, trascurso de un año desde la primera manifestación invalidante, o por la muerte
del damnificado (art. 7 Ver Texto).

e) Gran invalidez. Se configura cuando el trabajador afectado de incapacidad permanente total


necesita la asistencia de otra persona para realizar los actos elementales de su vida (art. 10 Ver
Texto).

Percibirá las prestaciones correspondientes a los distintos supuestos de incapacidad laboral


permanente total y, además, una prestación mensual equivalente a tres veces el valor del
MOPRE definido por la ley 24241, art. 21 Ver Texto, que se extinguirá a su muerte.

f ) Fallecimiento. Los derechohabientes gozarán del derecho a percibir la pensión por


fallecimiento prevista en el régimen previsional al cual estuvo afiliado el fallecido y a la
prestación de pago mensual complementaria del art. 15 Ver Texto, inc. 2, además de la del art.
11 Ver Texto, ap. 4 (1840) .

951
A los fines de determinar la cuantía de las prestaciones dinerarias, se considerará "ingreso base"
la cantidad que resulta de dividir la suma total de las remuneraciones sujetas a aportes y
contribuciones con destino al Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones, devengadas en
los 12 meses anteriores a la primera manifestación invalidante (o el tiempo de prestación de
servicios, si fuere menor a un año), por el número de días corridos del período considerado. El
valor mensual del ingreso base resultará de multiplicar la cantidad así obtenida por 30,4 (art. 12
Ver Texto). El decreto reglamentario 334/96 agrega que, cuando la primera manifestación
invalidante se produjera con posterioridad a la extinción de la relación laboral, se considerará el
año aniversario anterior al último día en que se pagaron o debieron pagarse las remuneraciones
sujetas a los aportes y contribuciones antes indicados, con relación al mismo empleador; pero
no se computarán los meses en que el empleador no estuviese obligado a abonar
remuneraciones sujetas a dichos aportes.

En las prestaciones por incapacidad temporaria, el trabajador damnificado recibirá de la A.R.T.


el pago mensual del ingreso base, mientras dure la incapacidad; pero los primeros 10 días
estarán a cargo del empleador. En el período en que la A.R.T. efectúe tales pagos, el empleador
no paga remuneración alguna. La A.R.T. asumirá también las prestaciones en especie.

En los supuestos de incapacidad permanente parcial (I.P.P.) y mientras dure la situación de


provisionalidad de la incapacidad permanente parcial, el damnificado percibirá una prestación
de pago mensual equivalente al ingreso base mensual multiplicado por el porcentaje de
incapacidad más las asignaciones familiares; ello así hasta que tenga lugar la declaración del
carácter definitivo de la incapacidad. Declarado ese carácter definitivo, el trabajador
damnificado recibirá: a) si el porcentaje de incapacidad es igual o inferior al 50%, una
indemnización de pago único igual a 53 veces el valor mensual del ingreso base, multiplicado
por el porcentaje de incapacidad y por un coeficiente que resulte de dividir el número 65 por la
edad del damnificado a la fecha de la primera manifestación invalidante; esta suma nunca será
superior a la que resulte de multiplicar $ 180.000 por el porcentaje de incapacidad; b) si el
porcentaje de incapacidad es superior al 50% e inferior al 66%, se pagará una renta periódica
cuya cuantía será igual al ingreso base mensual multiplicado por el porcentaje de incapacidad.
El valor actual esperado de la renta periódica no será superior a $ 180.000, debiendo
adicionarse la prestación complementaria del art. 11 Ver Texto, ap. 4 [ver nota 599 (a.2)].

Cuando se esté ante una situación de incapacidad permanente total (I.P.T.), y mientras dure el
estado de provisionalidad, la prestación será del 70% del ingreso base mensual y las
asignaciones familiares, pero sin derecho a las prestaciones del sistema previsional. Declarado
el carácter definitivo de dicha incapacidad total, corresponderán al trabajador las prestaciones
que por retiro definitivo por invalidez establezca el régimen previsional al que estuviese
afiliado.

Asimismo, le corresponderán: a) la prestación establecida por el art. 11 Ver Texto, ap. 4; b) una
prestación complementaria, de pago mensual, cuyo monto se determinará actuarialmente en
función del capital integrado por la A.R.T., de 53 veces el ingreso base, multiplicado por el
resultado de dividir el número 65 por la edad del damnificado a la fecha de la primera

952
manifestación invalidante, pero su monto no podrá superar los $ 180.000. Si la incapacidad
total no deviniere en definitiva, la A.R.T. se hará cargo del capital de recomposición (ley 24241,
art. 94 Ver Texto) o abonará la suma equivalente al régimen previsional del trabajador
damnificado (art. 15 Ver Texto, ley 24557).

Cuando la indemnización asuma el carácter de renta periódica, se considerará tal "la prestación
dineraria de pago mensual, contratada entre el beneficiario y una compañía de seguro de
retiro", la cual a partir de la celebración del contrato "será la única responsable de su pago". El
derecho a la renta periódica comienza en la fecha de la declaración del carácter "definitivo" de
la incapacidad permanente parcial y se extingue por la muerte del beneficiario. El Poder
Ejecutivo nacional fijará la forma y cuantía de la garantía del pago de la renta periódica en caso
de quiebra o liquidación por insolvencia de las compañías de seguros de retiro (art. 19 Ver
Texto, conforme al texto establecido por el decreto 1278/2000, art. 10 Ver Texto).

La ley también comprende prestaciones en especie: a) asistencia médica y farmacéutica; b)


prótesis y ortopedia; c) rehabilitación; d) recalificación profesional; e) servicio funerario (art. 20
Ver Texto).

Se crean comisiones médicas, cuya función es determinar la naturaleza laboral del accidente o
enfermedad, el tipo, carácter y grado de la incapacidad y el contenido y alcance de las
prestaciones en especie. Asimismo podrán revisar las incapacidades ya determinadas. El
procedimiento será gratuito para el damnificado (art. 21 Ver Texto). Las comisiones médicas
intervendrán: 1) a solicitud del trabajador cuando: a) la denuncia fuera rechazada por la
aseguradora negando la naturaleza laboral del accidente o el carácter profesional de la
enfermedad, o alegando la existencia de dolo del trabajador, fuerza mayor extraña al trabajador
o que la incapacidad es anterior a la relación laboral; b) tenga divergencias con la aseguradora
respecto del carácter temporario o permanente de la incapacidad; c) tenga divergencias
respecto del contenido o alcance, o ambos, de las prestaciones en especie; d) cuando
trascurridos 3 días de efectuada la denuncia, la aseguradora no se hubiera expedido
expresamente aceptando o rechazando la pretensión; 2) para extender el plazo de
provisionalidad de una incapacidad laboral permanente; 3) en los casos en que se deba
determinar el carácter definitivo de una incapacidad laboral permanente, salvo que las partes
hubieran acordado dicho carácter y el grado, ante la autoridad competente, que deben estar
adecuados a la tabla de evaluación de incapacidades y ser homologados por esa autoridad; 4) en
todos los casos en que se tenga que determinar el carácter definitivo de una incapacidad laboral
permanente total (I.L.T.); 5) en la determinación del carácter injustificado de la negativa del
trabajador a percibir las prestaciones consistentes en asistencia médica y farmacéutica,
rehabilitación y recalificación profesional (art. 10 Ver Texto, decreto 717/96). El trabajador
está obligado a someterse a los exámenes médicos que indique la comisión médica (art. 17 Ver
Texto). Las partes podrán recurrir a peritos que tienen derecho a presentar estudios, a ser oídos
y a efectuar una síntesis de sus conclusiones; pero no podrán plantear incidencias durante los
trámites que se efectúen (art. 18 Ver Texto). La comisión podrá homologar el acuerdo al cual
arribaren las partes, siempre que sean compatibles con la tabla de evaluación de incapacidades
y el listado de enfermedades profesionales establecidos por la ley 24557 Ver Texto (art. 19 Ver
Texto). Las resoluciones de las comisiones médicas serán recurribles por el trabajador y por las

953
aseguradoras, siempre que no pudieren ser revisadas por lo dispuesto en el art. 22 Ver Texto
de la ley 24557 (art. 24 Ver Texto). La determinación del carácter definitivo de una incapacidad
laboral permanente total (I.P.T.) será recurrible según el art. 49 Ver Texto, ap. 3, de la ley
24241 (art. 25 Ver Texto). El recurso se interpondrá dentro de los 10 días siguientes al de la
notificación y las comisiones médicas deberán elevar, dentro de las 72 horas, las actuaciones a
la Comisión Médica Central. Las comisiones médicas provinciales elevarán las actuaciones al
juzgado federal competente cuando el trabajador hubiere interpuesto el recurso y optado en
ese sentido; serán atraídos los recursos que hubiere interpuesto la aseguradora. Cuando en
alguno de los recursos se pretendiese la determinación de una incapacidad laboral permanente
total (I.P.T.), de carácter definitivo, se deberán presentar las actuaciones a la Comisión Médica
Central, en virtud del procedimiento establecido por la ley 24241 Ver Texto. El recurso se
concederá en relación y con efecto devolutivo. De la expresión de agravios se dará traslado por
5 días, y se puede abrir a prueba respecto de medidas que hubieren sido denegadas en la
instancia anterior. Las partes podrán alegar y, luego de ello, la Comisión Médica Central dictará
resolución técnicamente fundada dentro de los 30 días.

La ley 24557 Ver Texto, tal como se anuncia desde el comienzo, dedica el capítulo II a la
prevención de los riesgos del trabajo, imponiendo a empleadores y trabajadores la obligación
de adoptar las medidas que ahí se prevén. Los contratos entre las A.R.T. y los empleadores
contendrán un plan de mejoramiento de las condiciones de higiene y seguridad, que indicará
las medidas y modificaciones que los empleadores deben adoptar dentro de los 24 meses. La
A.R.T. controlará la ejecución del plan de mejoramiento y denunciará los incumplimientos ante
la Superintendencia de Riesgos del Trabajador (art. 31 Ver Texto, inc. c). Si ocurre un
accidente o enfermedad profesional a causa de incumplimientos del empleador, se le aplicará
una multa de hasta un máximo de $ 30.000 que pagará al Fondo de Garantía. La
Superintendencia de Riesgos del Trabajador determina la gravedad del incumplimiento y el
monto de la multa ("recargo" lo llama la ley) y gestiona su pago (arts. 4 Ver Texto y 5 Ver
Texto). Los niveles de cumplimiento de las normas de prevención son tratados en el decreto
170/96 Ver Texto.

La gestión de las prestaciones es puesta a cargo de las aseguradoras de riesgos del trabajo
(A.R.T.), entidades de derecho privado que reúnan los requisitos de solvencia financiera,
capacidad de gestión y demás recaudos previstos por las leyes 24557 Ver Texto y 20091 Ver
Texto y sus reglamentos. Para operar deben estar previamente autorizadas por la
Superintendencia de Riesgos del Trabajo y por la Superintendencia de Seguros de la Nación.
Tal autorización puede ser revocada por las causas y procedimientos previstos en las leyes
24557 y 20091, o cuando se verifique que la A.R.T. ha incurrido en la omisión del
otorgamiento íntegro de las prestaciones establecidas por la ley 24557 Ver Texto, o en los
casos de deficiencias graves en el cumplimiento de su objeto, que no sean subsanadas en los
plazos fijados en la reglamentación (art. 26 Ver Texto, inc. 2).

Dichas A.R.T. tendrán como único objeto la gestión y otorgamiento de las prestaciones
precedentemente enunciadas. A ello podrán agregar la contratación, con sus afiliados, de: a)
prestaciones dinerarias de la legislación laboral "para los casos de accidentes y enfermedades
inculpables"; b) la cobertura de "exigencias financieras" derivadas de juicios por accidentes y

954
enfermedades del trabajo fundados en leyes anteriores a la 24557 Ver Texto. Para estas dos
operatorias, la A.R.T. fijará libremente la prima y llevará una gestión económica y financiera
separada de la que corresponda a su funcionamiento ordinario, quedando sometida a la
normativa general de seguros (art. 26 Ver Texto, inc. 4).

Los empleadores no comprendidos en el régimen de "autoseguro" deberán: a) afiliarse


obligatoriamente a la A.R.T. que libremente elijan; b) celebrar con ésta un contrato cuya forma
y contenido determinará la Superintendencia de Riesgos del Trabajo: su renovación será
automática y su rescisión estará supeditada a la firma de un nuevo contrato entre el empleador
y otra A.R.T. (o su incorporación al régimen del "autoseguro"); c) declarar las altas y bajas que
vayan acaeciendo en su plantel de trabajadores. Las A.R.T. no podrán rechazar la afiliación de
ningún empleador incluido en el ámbito de su actuación (art. 27 Ver Texto).

Se crea asimismo un fondo de garantía para hacer frente a las prestaciones no cumplidas por
insuficiencia patrimonial del empleador judicialmente declarada. Para que se torne reclamable,
los beneficiarios (o la A.R.T., en su caso) deberán ejecutar la sentencia y solicitar la declaración
de insuficiencia patrimonial. El fondo será administrado por la A.R.T.

La ley 24557 Ver Texto otorga a las A.R.T. el derecho a la subrogación para reclamar, a
terceros responsables del accidente o hecho generador de la enfermedad profesional, las
prestaciones que hubieren efectuado en cumplimiento de la ley. Este aspecto es un efecto
propio de los seguros patrimoniales en general y del seguro de la responsabilidad civil en
particular; está vedado en los seguros de personas (art. 80 Ver Texto, ley 17418).

La prescripción de las acciones de la ley 24557 Ver Texto opera a los 2 años.

En síntesis, pensamos que la ley 24557 Ver Texto instituye un sistema híbrido, de naturaleza
ubicable predominantemente en la seguridad social, aunque con gestión mediante entes
privados, ley cuyas finalidades exceden las de los seguros de la responsabilidad civil (que
persiguen la trasferencia al asegurador de las consecuencias económicas del siniestro, a fin de
que se mantenga la indemnidad patrimonial del asegurado) y cuyas normas crean una
regulación especial que sólo en forma marginal o excepcional ingresan en el ámbito del seguro
privado (p.ej., arts. 26 Ver Texto, incs. 41 y 41 Ver Texto, LRT., y 12 Ver Texto del decreto
334/96, etc.).

VI. Abandono

955
104. En los seguros terrestres.

El abandono es peculiar del derecho marítimo, para el cual se halla legislado en los arts. 455
Ver Texto y ss., ley 20094. No se extiende al trasporte aéreo (1841) . Para los seguros
terrestres, el art. 74 Ver Texto lo excluye salvo pacto en contrario. La doctrina nacional es
unánime en sostener que la inadmisibilidad se aplica a todos los seguros terrestres (1842) , y la
Cámara Nacional en lo Comercial lo declaró en materia de daños causados al automóvil
asegurado (1843) .

Pero la disposición no es de orden público, y se puede descartar por el contrato (art. 74 Ver
Texto, in fine, ley 17418) (1844) . Se concibe en los supuestos en que el daño parcial que recibe
la cosa le hace perder su utilidad para el asegurado, y el valor de los restos es muy bajo. O en el
seguro por pérdida o robo, en los cuales la cosa puede ser encontrada: si es hallada después de
la liquidación, como ya no puede llenar su función, queda en propiedad del asegurador (1845) .
La ley lo prevé para el seguro de los vehículos de trasporte terrestre cuando la pérdida es total y
efectiva (esto es, no meramente funcional), y para el trasporte por agua aplica las reglas del
seguro marítimo (art. 124 Ver Texto).

Se debe distinguir de la facultad del asegurador de adquirir lo salvado al precio que le asigna el
asegurado, o de su facultad de disponer la venta en subasta -que es una forma de fijar el valor-,
y de la subrogación contra los terceros responsables, que es una consecuencia de la liquidación
(1846) .

En el reaseguro no procede ni aun cuando se trate de un seguro marítimo, porque el objeto del
reaseguro no es el interés asegurable respecto de la cosa, sino el daño que sufre el asegurador
por tener que indemnizar el daño. Por lo cual, la cosa abandonada debe ser realizada por el
asegurador, para deducir su importe del daño, de la misma manera que se deduce cuanto se
obtiene por la acción ejercida contra el tercero responsable (1847) .

956
VII. Reserva matemática

105. Noción. Función.

Las primas se emplean para pagar los siniestros. El capital inicial del asegurador y las reservas
legales deben ser utilizados para cubrir el déficit eventual o los gastos de administración. Los
beneficios resultarán de la diferencia entre lo percibido y lo gastado. Pero ni para afrontar esos
gastos ni para calcular los beneficios se pueden computar las primas o partes de primas
recibidas anticipadamente, por los ejercicios futuros: éstas deben ser reservadas y estar en
relación constante con la suma de riesgos futuros que gravan la empresa.

Esta reserva tiene una gran importancia en el seguro plurianual sobre la vida, porque con la
prima anual -especialmente en los primeros años- el asegurado paga, además de la prima de
ahorro, un excedente que corresponde a la cantidad menor que pagará en los años posteriores.
La reserva no sólo se debe conservar, sino también invertir cautelosamente, porque esta
inversión ha sido calculada en el plan financiero de la empresa.

Se determina al fin de cada año en razón de los riesgos pendientes, como éstos resultan de las
pólizas vigentes, considerando que los siniestros se producirán según lo previsto y que las
inversiones devengarán el interés calculado. "La reserva es entonces el órgano indispensable
para hacer frente a las obligaciones futuras no cubiertas por las primas futuras, por lo que los
técnicos la definen: la diferencia entre el valor actual de las sumas debidas por la empresa a los
asegurados y el valor actual de las primas netas que todavía se le deben" (1848) .

El régimen de Superintendencia de Seguros de la ley 20091 trata de las reservas en los arts. 24
Ver Texto, 35 Ver Texto, 38 Ver Texto y 42 Ver Texto. Además, ha creado para los
asegurados vida una situación especial en caso de liquidación de la aseguradora, disponiendo,
con carácter previo, la cesión de cartera por licitación; y, asimismo, declara que gozan del
privilegio general del art. 246 Ver Texto de la Ley de Concursos y Quiebras (ex art. 270 Ver
Texto de la ley 19551) y con igual extensión a la que el art. 247 Ver Texto (ex art. 271 Ver
Texto) "otorga al capital emergente de sueldos, salarios y remuneraciones".

957
106. Distinción de las otras reservas legales y estatutarias. Propiedad.

Esta reserva matemática no se debe confundir con la otra reserva, que debe constituir toda
sociedad anónima, que se forma con las utilidades realizadas, para proveer a necesidades
eventuales, y es impuesta por razones de prudencia; reserva que aumenta el patrimonio de la
empresa, y que a su disolución se distribuirá entre los accionistas.

En cambio, la reserva matemática se constituye con primas, está destinada a extinguir deudas
futuras, como un pasivo inherente al ejercicio de la industria hacia los asegurados: es impuesta
por una necesidad matemática, y se calcula en cada balance. No aumenta el patrimonio social,
sino que sirve para amortizar el pasivo que se produce cada vez. Pertenece al asegurador, pero
si éste liquida, se agota en satisfacer a los asegurados; justamente, si la empresa está bien
calculada y administrada, nada quedará de esta reserva (1849) .

La garantía es colectiva hacia el conjunto de asegurados, y no hacia éstos individualmente: la


prima es adquirida íntegramente por el asegurador (1850) . La solución está consagrada por el
art. 54 Ver Texto de la ley 20091.

Los autores divergen acerca de la propiedad de la reserva y los derechos del asegurado. Que
ella pertenece al asegurador aparece evidente en los contratos de prima única o en los
temporarios cuando no hay siniestro, y lo ratifican aquellas leyes que reconocen un privilegio al
asegurado (1851) .

El deber del asegurador de formar la reserva matemática e invertirla adecuadamente es


controlado por el Estado (arts. 24 Ver Texto, 2º párr.; 35 Ver Texto, y 42 Ver Texto, ley
20091): el asegurado no puede actuar en justicia para imponerlo (1852) .

107. Rescate y reducción: fundamentos.

Esta solución se refleja sobre el fundamento del derecho de rescate y reducción. Negada la
existencia de un derecho del asegurado sobre la reserva matemática, desaparecen las soluciones
tradicionales, que veían en esos actos un arreglo de cuentas o una venta, o un pago anticipado
(1853) . El rescate es una facultad ínsita en el seguro sobre la vida, en el cual se acuerda la

958
facultad de rescindir por la sola voluntad del asegurado (art. 134 Ver Texto). Éste es un
contrato de prestaciones periódicas medias por parte del asegurado, y si al resolverse este
contrato el asegurador retuviera cuanto percibió, se enriquecería indebidamente (1854) . No
son, pues, concesiones del asegurador, sino consecuencias jurídicas del contrato (art. 138 Ver
Texto, inc. b); de ahí que su ejercicio no importe novación (1855) .

108. Rescate: caracteres, condiciones de ejercicio, precio, plazo, efectos.

Es una modificación cuantitativa del derecho contractual, por lo cual sigue en un todo al
derecho fundamental (1856) .

La ley fija las condiciones de ejercicio: una duración mínima y el pago de las primas en ese
plazo (art. 138 Ver Texto). La duración mínima se justifica porque resarce al asegurador de los
gastos que provoca la celebración del contrato.

El rescate es perjudicial para el asegurador (y para la mutualidad de asegurados), para quien


actúa como antiselección de los riesgos y destruye un acto de previsión, que al Estado le
interesa fomentar. De ahí la hostilidad hacia la institución, y la norma del art. 139 Ver Texto,
por el cual se debe optar expresamente por el rescate, y en caso de silencio se juzgará que el
asegurado convierte el contrato en un seguro saldado, por una suma reducida.

El precio de rescate se fija en proporción al número de años de vigencia del contrato y a las
primas pagadas, con detracción de cierta suma, con arreglo a los planes técnicos aprobados por
la autoridad de control (art. 138 Ver Texto). Esta disminución no es una pena, porque el
asegurado ejerce un derecho, ni es una indemnización, porque jurídicamente no existe daño,
sino sólo el resarcimiento de una pérdida industrial: su explicación está en la antiselección, ya
que el asegurador pierde por esta vía sus mejores contratos y se alteran sus cálculos (1857) .

No sólo se debe cuando el asegurado interrumpe el pago de la prima, sino en todo supuesto de
rescisión y liberación del asegurador por culpa del asegurado (art. 140 Ver Texto), incluso en el
supuesto de reticencia (art. 9 Ver Texto, que debe ser concordado con los arts. 6 Ver Texto, in
fine, y 7).

959
Es un acto unilateral, que no requiere la aceptación del asegurador. Se debe notificar al
asegurador (art. 139 Ver Texto), porque tiene por efecto liberar a las partes de sus obligaciones
y hacer nacer otras, previstas, a cargo del asegurador; pero nada obsta a que resulte
tácitamente, si se pactó así, como podría ser por efecto de la falta de pago de las primas, por
ejemplo. Es oponible al asegurador con la notificación a éste, salvo su dolo o culpa en la
recepción o conocimiento; es decir: es suficiente ponerlo en condiciones de conocer la
declaración. La posibilidad de dirigirla válidamente al agente depende de las facultades de éste.
Si el asegurado se incapacita o muere después de emitir su declaración y antes de que llegue al
asegurador, subsisten su validez y eficacia (1858) , atento a su naturaleza, señalada. La
declaración es irrevocable, una vez que llegó a conocimiento del asegurador (1859) (en el
sentido señalado).

Es un acto de disposición, por lo cual se requiere la capacidad o facultad para realizar actos de
esta clase (1860) . Es un derecho personal del asegurado, que no puede ser ejercido por los
acreedores, ni aun en el caso de falencia del tomador (art. 147 Ver Texto) (1861) : los
acreedores sólo pueden accionar sobre el producto del rescate ejercido por el asegurado
personalmente.

El asegurador sólo puede exigir la prueba de la edad y del pago de las primas al momento de
pagar, y no cuando recibe la notificación (1862) .

Se debe ejercer en el término que fija la ley, previa la interpretación ahí prevista (art. 139 Ver
Texto).

Su efecto es extinguir el contrato (1863) .

109. Reducción del seguro: caracteres, requisitos, efectos.

Los mismos fundamentos expuestos justifican la reducción del seguro, prevista por el art. 138
Ver Texto, inc. a: es la operación por la cual se trasforma el contrato en otro seguro, con la
aplicación de la reserva como prima única y reduciéndose así el capital o el plazo

960
proporcionalmente. La conversión en un seguro por suma reducida es la solución más
conveniente para los aseguradores y la mutualidad de asegurados; de ahí la disposición de que
en caso de silencio del asegurado ante las diversas soluciones de la rescisión previstas en la
póliza, se juzgará que opta por ésta (art. 139 Ver Texto) (1864) .

No se trata de un nuevo contrato; no cabe imponer nueva visita médica, ni cláusulas más
gravosas, no cambia de por sí al beneficiario, y, salvo pacto en contrario -que generalmente se
inserta-, no suprime la participación en los beneficios accesorios (1865) .

Si bien es un acto de administración (1866) , resulta inherente a la persona del asegurado, por
lo cual no puede ser ejercido por los acreedores, ni aun en caso de falencia (art. 147 Ver Texto)
(1867) .

109 bis. Rehabilitación del contrato.

La ley, en vista de la reducción del contrato a que se refieren los arts. 138 Ver Texto, inc. a, y
137 Ver Texto, con el fin de estimular la previsión, regula en el art. 142 Ver Texto una
institución ya incluida en las pólizas corrientes, conocida con el nombre de rehabilitación. Ésta
consiste en la restitución del contrato a sus términos originarios.

Producida la reducción en el monto o en el plazo del contrato, autoriza al asegurado a volver a


las condiciones originarias mediante el pago de las primas devengadas durante el plazo en que
rigió la reducción, con sus intereses al tipo aprobado por la autoridad de control (art. 142 Ver
Texto).

La ley se remite para las demás condiciones a cuanto determine el plan técnico del asegurador
aprobado por la autoridad de control (art. 142 Ver Texto). Antes de la ley, generalmente, la
rehabilitación se admitía en el término de 6 meses, sin revisación médica, con la mera
declaración de buena salud; vencido este plazo, la revisación médica se hacía necesaria -salvo
pacto en contrario- para evitar una rehabilitación decidida o provocada por enfermedad grave,
o sencillamente por el envejecimiento del asegurado, si el lapso era prolongado.

961
110. Prórroga del contrato.

Las pólizas contemplan otra solución para el caso de mora en el pago de las primas, que la ley
autoriza expresamente en el art. 141 Ver Texto, 2º párr.: el asegurado puede optar por la
prórroga del contrato por su importe original, sin pago ulterior de las primas, aplicando al
efecto el precio de rescate. La solución no presenta ningún problema.

VIII

111. Préstamo al asegurado en los seguros sobre la vida. Caracteres. Mora: efectos.

La ley consagra en el art. 141 Ver Texto un derecho del asegurado a obtener un préstamo hasta
la suma y en las condiciones que indican las pólizas, calculado sobre la reserva matemática y
conforme a los planes técnicos del asegurador aprobados por la autoridad de control.

La doctrina discute la naturaleza de la operación, y la solución se vincula estrechamente a la


que se dé a la propiedad de la reserva matemática. Quienes ven en ésta un bien de propiedad
del asegurado se refieren a un reembolso parcial o a un pago (1868) . Para otros hay un
anticipo de la ejecución de la obligación por el asegurador; es decir, se trata de un adelanto
(1869) . Por último, hay autores que afirman que se trata de un mutuo puro y simple (1870) ,
que para algunos es prendario cuando se entrega la póliza en garantía (1871) .

No obstante que la ley la califica de préstamo (art. 141 Ver Texto), en nuestra opinión se trata
de una ejecución anticipada y provisional de las obligaciones del asegurador, que el tomador
puede restituir, para restablecer la integridad de los derechos del beneficiario.

962
No hay préstamo, porque el asegurado no está obligado a restituir; el pago es facultativo para el
asegurado (1872) . Hay ejecución anticipada, y se deben los intereses justamente porque hay
una renuncia al plazo de que gozaba el asegurador y durante el cual ese capital fructifica, y que
el asegurador debía invertir para cumplir la hipótesis financiera que funda el plan de la empresa
(1873) .

La entrega de la póliza no es una prenda; sólo tiende a impedir la circulación de la póliza (1874)
.

Se trata de un derecho del asegurado, que el asegurador no se puede negar a cumplir (1875) , y
cuya no concesión autoriza la rescisión (1876) . Su ejercicio corresponde al titular; si medió
cesión, al cesionario, aunque un tercero esté obligado al pago de las primas. Si la póliza ha sido
prendada (en realidad, el crédito eventual, porque la póliza es en el caso mero instrumento
probatorio del contrato, ya que debe ser nominativa -art. 13 Ver Texto, in fine-), el acreedor
prendario debe otorgar su consentimiento, pero no puede reclamar el anticipo. Si son varios
asegurados, le corresponde a cada uno por su parte (1877) . No pueden ejercerlo los acreedores
(art. 147 Ver Texto) (1878) ni el beneficiario designado (art. 143 Ver Texto, 2º párr.).

El asegurador puede descontarlo del capital que adeude al tiempo del siniestro (1879) .

La mora en el pago de la suma adelantada funda generalmente el derecho del asegurador a


rescindir. Algunas pólizas autorizan a suspender el derecho de rescate (1880) .

Si se restituye, la obligación del asegurador vuelve a su monto originario (1881) .

(1821) Conf. acerca de naturaleza: Viterbo, Assic. della resp. civile, ps. 73 y 74.

963
(1822) Dassen, Julio, Contratos a favor de terceros, ps. 7, 17 y 32. Fue aceptada en un fallo ya
antiguo en la materia de la C. Nac. Civ. 1ª, 13/12/1922, JA 9-856. Posteriormente, la C. Nac.
Civ. 2ª, 25/4/1940, JA 70-429, confirmó por sus fundamentos una sentencia de primera
instancia, que le atribuyó esa naturaleza. El Trib. Sup. de Santa Fe, 9/9/1941, LL 25-136,
afirmó que el contrato otorga al obrero la condición de beneficiario.

(1823) Nota en JA 3-50. Fue aceptada por un fallo de la C. Nac. Com., 6/12/1926, JA 25-999,
que luego la abandonó hasta la fecha (ver fallos corrientes en JA 35-1025; 36-721; 41-481).
Tampoco halló eco en los demás tribunales del país: confr. C. Civ. 1ª Cap., JA 9-856, 9-708,
34-1211, 36-1369, 38-1039, 39-714, 36-950; C. Civ. 2ª Cap., JA 2-1281, 23-190, 25-1390, 27-
306, 28-872, 29-434, 42-235 y 799, 43-201; LL 10-834; Trib. Sup. Santa Fe, JA 21-1139; Sup.
Corte Just. Tucumán, JA 25-789; etc.

(1824) Para una refutación detallada, ver Halperin, La acción directa, nros. 71, 81 y ss.

(1825) C. Civ. 1ª Cap., 16/10/1942, LL 28-234; 11/5/1943, LL 30-763; C. Apels. Rosario,


1/12/1939, LL 27-435.

(1826) Rivarola, p. 431.

(1827) Deveali, en "Derecho del Trabajo", 1942, p. 497.

(1828) Desconcierta que exprese su extrañeza de que la ley confiera una acción al obrero
contra el asegurador -p. 429-; si según su opinión se extingue la responsabilidad del patrón,
¿cómo haría valer en otra forma su derecho?

(1829) C. Civ. 1ª Cap., 26/12/1921, JA 7-521; 22/9/1929, JA 29-434; 4/10/1932, JA 39-714;


C. Civ. 2ª Cap., 12/12/1923, JA 11-1281; 8/11/1926, JA 23-191; 23/3/1928, JA 27-306;
20/11/1928, JA 28-872; 19/6/1933, JA 42-799; 16/8/1933, JA 43-201; 14/10/1935, JA 52-
159; 3/11/1941, LL 24-562; C. Nac. Paz Letr., sala 4ª, 25/7/1941, LL 23-672; C. Fed. La Plata,
27/11/1929, JA 31-805; Corte Sup. Just. Tucumán, 1/9/1927, JA 25-1597; 22/10/1929, JA
32-571; 14/12/1929, JA 32-577; etc.

(1830) C. Nac. Com., 14/2/1941, LL 21-698; C. Nac. Paz Letr., sala 3ª, 4/4/1938, LL 10-884;
sala 4ª, 30/10/1939, LL 16-671; C. Civ. 1ª Apels. La Plata, 15/5/1939, LL 14-581.

(1831) C. Nac. Paz Letr., sala 3, 30/9/1938, LL 12-266; sala 2, 23/2/1940, LL 18-641; C. Civ.
1ª Apels. La Plata, 29/4/1932, JA 37-1563; 12/5/1938, LL 11-1135.

(1832) C. Civ. 1ª Cap., 18/7/1932, JA 38-1039; 16/9/1931, JA 36-950; 13/12/1922, JA 9-856;


C. Fed. Cap., 29/5/1939, LL 14-877; C. Civ. 2ª Cap., 12/9/1927, JA 25-1390.
Concordantemente, la intervención del asegurador no excluía la del patrón, quien podía ser
declarado rebelde si no se presentaba a los autos (C. Civ. 1ª Cap., 31/12/1930, JA 34-1211).
Adde: 31/8/1937, LL 8-7.
El asegurador no podía actuar con exclusión del patrón si el obrero se oponía (C. Civ. 2ª Cap.,
29/7/1941, LL 23-646).
El patrón no podía aducir el seguro para negarse a estar en juicio (C. Fed. Cap., 11/3/1927, JA
24-164).

964
Contra: C. Fed. La Plata, 10/12/1930, JA 34-1081.
Un fallo de la C. Nac. Com. negó que se pudiera demandar conjuntamente al asegurador y al
patrón invocando la exigencia de delegación perfecta, y por ende de novación (21/3/1933, JA
41-481). Ver la crítica de estos fundamentos en Halperin, La acción directa, etc., nº 71.

(1833) C. Civ. 2ª Cap., 28/4/1930, JA 32-1068; 7/11/1923, JA 11-1063; 24/12/1926, JA 23-


936.

(1834) C. Civ. 1ª Cap., 19/10/1931, JA 36-1369; 3/2/1937, LL 5-393; 25/2/1937, LL 5-682;


20/8/1937, LL 7-860; 29/9/1939, LL 16-246; C. Civ. 2ª Cap., 8/11/1926, JA 23-191;
15/3/1933, JA 41-396; 15/5/1933, JA 42-235; 21/5/1933, JA 42-264; 15/5/1933, JA 42-235;
23/5/1938, LL 10-834.
Algunos fallos, fundados en la expresión "subrogación", que emplea el art. 7 Ver Texto, ley
9688, admitieron que el asegurador pudiese actuar en el juicio en representación del patrón
demandado: fue una consecuencia más de la falta de comprensión del alcance y naturaleza de
este seguro (confr. C. Civ. 1ª Cap., 9/3/1921, JA 6-153; 1/9/1924, JA 14-112; 30/9/1938, LL
12-1096).

(1835) La C. Nac. Com. decidió que el asegurador no puede reclamar la presencia del patrón
en el juicio (6/12/1926, JA 23-999).
En cambio, la C. Civ. 2ª Cap., 25/2/1919, JA 3-50, con nota de Anastasi criticando la solución,
y la Corte Sup. Just. Tucumán, 16/6/1925, JA 16-364, estiman que debe ser parte en el juicio.

(1836) C. Civ. 1ª Cap., 3/8/1921, JA 7-118; 26/2/1932, JA 37-693; 2/11/1923, JA 11-1010; C.


Civ. 2ª Cap., 29/11/1922, JA 9-771.
El Tribunal Superior de Santa Fe dispuso que en este caso también se debía oír al asegurador
(25/8/1926, JA 21-1139).

(1837) C. Nac. Civ. 1ª, 22/7/1938, LL 14-352; 10/7/1942, JA 1942-III-495; C. Nac. Civ. 2ª,
29/4/1932, JA 37-1426; 9/5/1938, LL 10-639; 3/11/1941, LL 24-562; 28/8/1942, LL 28-210;
C. Nac. Com., 12/5/1938, LL 10-672; 22/5/1939, LL 14-739; 26/3/1941, LL 22-28; etc.
Contra: C. Nac. Com., 31/12/1934, JA 49-143; Sup. Corte Bs. As., 9/4/1940, LL 18-307.
La C. Nac. Civ. 1ª negó la ejecución contra el asegurador de la sentencia dictada en el juicio
seguido contra el patrón, porque aquél había negado que el seguro cubriera el siniestro
(28/10/1931, JA 36-1401).
Ver un análisis más detenido en Halperin, La acción directa, etc., 2ª ed., nros. 22 y ss.

(1838) Ver Halperin, La acción directa, etc., nros. 26 y 27.

(1839) El decreto 717/96 Ver Texto estableció que la aseguradora (y la prestadora de servicios
habilitada, conforme al art. 3 Ver Texto de este decreto) no se podrán negar a recibir la
denuncia. En todos los casos, la aseguradora se deberá expedir expresamente aceptando o
rechazando la pretensión y notificar fehacientemente la decisión al trabajador y al empleador.
Asimismo, según el decreto 491/97, el silencio de la aseguradora se entenderá como
aceptación de la pretensión, trascurridos 10 días de recibida la denuncia. Dicho plazo se
suspenderá en el supuesto del art. 10 Ver Texto, ap. 1, inc. d, de este decreto, y cuando existan
circunstancias objetivas que imposibiliten el conocimiento acabado de la pretensión. En este
último caso, la suspensión no podrá superar el término de 20 días corridos y la aseguradora

965
deberá otorgar todas las prestaciones hasta tanto defina el rechazo de la pretensión. La
aseguradora deberá notificar fehacientemente la suspensión al trabajador y al empleador,
dentro de los 10 días de recibida la denuncia.
El rechazo sólo se podrá fundar en la inexistencia de la relación laboral o en alguna de las
causas contempladas en el art. 6 Ver Texto, ap. 3, incs. a y b, de la ley 24557.
La aseguradora no podrá rechazar la pretensión con fundamento en la inexistencia de la
relación laboral reconocida por el empleador.

(1840) El art. 11 Ver Texto, ap. 4, de la ley 24557 (texto según decreto 1278/2000, art. 3 Ver
Texto) dispone que en los supuestos previstos en el art. 14 Ver Texto, ap. 2.b; art. 15 Ver
Texto, ap. 2, y arts. 17 Ver Texto y 18 Ver Texto, ap. 1, junto con las prestaciones allí previstas,
los beneficiarios percibirán además una compensación dineraria adicional de pago único, según
los siguientes supuestos: a) en el caso del art. 14 Ver Texto, ap. 2.b, la suma de $ 30.000; b) en
los casos de los arts. 15 Ver Texto, ap. 2, y 17 Ver Texto, ap. 1, $ 40.000, y c) en el supuesto
del art. 18 Ver Texto, ap. 1, $ 50.000.

(1841) Contra: Lordi, nº 721; Besson y Picard, II, nº 320. Debo señalar que la ley 14307,
Código Aeronáutico, no lo previó, y en la nota al art. 172 los autores entendieron excluirlo. La
ley 17285 Ver Texto que lo reemplazó tampoco hace referencia al abandono.

(1842) Obarrio, nº 44; Segovia, nota 1910; Malagarriga, Comentario, III, nº 278.

(1843) C. Nac. Nac. Com., 30/9/1930, JA 34-244 y GF 88-254.

(1844) Segovia, nota 1910; Rivarola, ps. 299 y 300. Conf.: Besson, L´abbandono nelle
assicurazioni terrestri, en "Assicurazioni", 1939, 1, p. 460.

(1845) Besson, cit., en "Assicurazioni", 1939, 1, p. 460; Besson y Picard, II, nº 319; Rivarola, I,
ps. 299 y 300.

(1846) Besson, en "Assicurazioni", 1939, 1, p. 460; Lepargneur, nº 1345; Vivante, Contratto, nº


302.

(1847) Persico, nº 93.

(1848) Vivante, Trattato, nº 1887, y Contratto, nros. 16 y 465 a 468. Ver Lepargneur, nº 1404;
Fanelli, vº Assic. vita, nº 3; Malagarriga, nº 282; Lefort, I, ps. 145 y ss.; C. Nac. Com.,
27/3/1941, JA 74-16; Besson y Picard, IV, nros. 133 y 134; Fourastié, Jean, en "Rev. Gén. Ass.
Terr.", 1941, ps. 129 y ss.
Éste es el concepto de la reserva matemática global.

(1849) Vivante, Trattato, nº 1887, y Contratto, nº 16; Salandra, en "Riv. Dir. Comm.", 1913, 1,
p. 457. Confr. Lordi, nº 766; Rivarola, p. 461, en nota.

(1850) Vivante, Contratto, nº 480; Bruck, ps. 397 y 398; Salandra, en "Riv. Dir. Comm.", 1913,
1, p. 457; Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 682.
Contra: Lefort, I, p. 418; Rivarola, para quien "son en realidad fondos confiados al asegurador
por la masa de asegurados, y que aquél debe mantener en su integridad con sus rentas

966
acumuladas para que respondan a los fines y a la realización del seguro" (p. 461, en nota);
Lordi (nº 766), que afirma que se trata de una deuda condicional y a plazo; la empresa está en
quiebra, en cuanto no se puede desenvolver sin afectar esa reserva.
Besson y Picard, ob. y lug. cits. supra, señalan que se distingue la reserva global por categoría
de seguro, y la reserva individual, por cada contrato.

(1851) Vivante, Contratto, nº 480. Conf.: Bruck, ps. 397 y 398; Salandra, lug. cit.; Besson y
Picard, IV, nº 136. Para Bruck, la propiedad del asegurado sería contraria a la incertidumbre del
siniestro. Por eso, en aquellos casos en que el siniestro es cierto, la prima se divide en dos
partes: prima del riesgo y prima de ahorro.
Salandra, en "Riv. Dir. Comm.", 1913, p. 487, ha producido una larga y acertada crítica de las
soluciones que reconocen un derecho del asegurado.
Hay quienes lo reconocen fundados en que existe un mututo aleatorio -que es contrario a la
voluntad de las partes- o un contrato de capitalización que describe cómo se forman los
capitales, pero que desconoce la esencia del contrato de seguro sobre la vida, ya que el contrato
de capitalización se analiza en un depósito irregular: los pagos de las primas no son depósitos,
ignora el álea del contrato, etc.
Para otros, hay dos operaciones sobrepuestas: una de ahorro, y la otra, un seguro contra el
riesgo de muerte prematura, a las cuales corresponderían las dos partes de la prima pagada: la
primera constituiría la reserva; y la segunda es la adquirida por el asegurador. Está reñida con la
realidad; reduce el seguro a un elemento de segundo orden, cuando es lo esencial: su vicio
radica en haber querido trasportar las nociones económicas al campo jurídico. Hemos visto
que es la posición sostenida por Bruck.
Según otros, fundados en la explicación genérica o retrospectiva, la reserva es un anticipo del
asegurado, que conserva un crédito. Se funda en la noción de prima media, por la cual en los
primeros años se paga más de lo debido. Choca con la voluntad del asegurado, que ignora todo
este mecanismo técnico; él sólo sabe que paga, y nada más. La fijación del exceso y su reserva
para obligaciones futuras es un problema de administración interna del asegurador. Es
técnicamente imposible la valuación individual del riesgo, para fijar la reserva individual; ésta se
hace sobre la base del riesgo medio, de lo cual resulta imposible reconocer un crédito
individual.
Otros se han referido a un derecho colectivo, que crea un derecho individual, que se hará
efectivo si se resuelve el contrato.
Para De la Morandière no existe un derecho de crédito, pero sí obligación jurídica de crear la
reserva, fundado en que el contrato es integrado por las bases de cálculo. Los asegurados
ignoran las tarifas y los procedimientos para determinarlas, y el asegurador los oculta. Además,
llevará al control del asegurado y su inmixión en la empresa.
El control estatal -único posible- demuestra la inexistencia del derecho individual del
asegurado.
En cambio, Besson y Picard, IV, nros. 136 y 137, reconocen al asegurado un derecho de
crédito de caracteres especiales, que hallan su expresión en sus derechos de reducción, rescate,
préstamo sobre la póliza, restitución de la reserva en ciertos supuestos, etc.
A su vez, Donati (Trattato, I, nº 124) reconoce que el asegurado tiene un derecho eventual a
las reservas; el pago que hace anualmente el asegurado no puede ser discriminado. La
formación de las reservas es una obligación hacia el Estado, y no al asegurado.
Ver también, sobre el tema, Lasheras-Sanz, Acerca de la naturaleza de las reservas matemáticas,
en "Riesgo y Seguro", 1951, p. 393, quien sostiene que se trata de un crédito del asegurado;

967
Steinfeld, El dominio de las reservas matemáticas en el seguro de vida (1961, Buenos Aires,
edición mimeográfica).

(1852) Vivante, Trattato, nº 1888; Bruck, p. 394, si el control del Estado existe.
Contra, Lordi, nº 769, incluso admite la acción contra el Estado por un control deficiente.
Esta naturaleza y fin de la reserva es la que justifica el control (Vivante, Trattato, nº 1987, y
Contratto, nº 514).
Ver cuanto expusimos en el capítulo II sobre el régimen argentino de control por el Estado.

(1853) Lefort, I, ps. 395 y ss.; Dupuich, en DP 1913-2-291, quien cita la opinión de Lyon-Caen.

(1854) Salandra, en "Riv. Dir. Comm.", 1913, 1, p. 642; Bruck, ps. 397 y 398.
Conf. en esencia: Besson y Picard, IV, nº 139.
Es tan connatural al contrato, para que éste pueda lograr los fines perseguidos, que se debe
admitir, aun en el silencio de la ley y del contrato (Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1911, 2, p.
646).
La ley alemana lo impone (arts. 176 y 178); y la ley francesa de 1930 sólo permite eximirse de
ella por fuerza mayor, comprobada por un decreto de la autoridad de control (art. 77).

(1855) Salandra, lug. cit.; Bruck, ps. 398 a 400. Besson y Picard, IV, nº 149, sostienen que antes
de la ley 1930 importaba novación, porque trasformaba una obligación condicional o a término
de pagar en una de pagar pura y simplemente. Solución errónea para nuestro derecho (arts. 801
Ver Texto y 802 Ver Texto, CCiv.).

(1856) Bruck, p. 398; por ejemplo, en materia de prescripción, moneda en que se debe pagar,
etc. Es un pago anticipado: Besson y Picard, IV, nº 148.
Ver también Gasperoni, Natura e perfezione del riscatto nell´assicurazione sulla vita, en
"Assicurazioni", 1955, 2, p. 155.

(1857) Salandra, en "Riv. Dir. Comm.", 1913, 1, p. 642, nº 19. La técnica no ha dado una base
para calcular la detracción, por lo cual se adoptan procedimientos empíricos.
Lefort, I, p. 400, atribuye el descuento a la indemnización de los gastos del contrato y de los
gastos generales de la empresa. Pero olvida que éstos se han descontado al fijar el valor de
reducción, y que sobre este valor se opera una segunda detracción para determinar el precio de
rescate.

(1858) Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1911, 2, p. 464; declara que es así si el asegurador lo
ignora al tiempo de recibir la notificación, que es recaudo necesario. Limitación que no acepto;
es contraria a la noción de acto unilateral; la notificación no es inherente a la validez, sino a la
oponibilidad al asegurador.
Considero inaplicable el art. 1149 Ver Texto, CCiv., porque no se trata de una oferta, sino de
una declaración, cuya eficacia no puede ser discutida por el asegurador, que no requiere su
aceptación; es un acto unilateral, que integra la categoría de las denuncias, como expresa Valeri.

(1859) Valeri, lug. cit.; Lordi, nº 775.


El art. 1150 Ver Texto, CCiv., es inaplicable porque no se trata de una oferta. Además, la sola
declaración hace nacer en el asegurador su derecho a la forma de liquidación del contrato por
la cual optó el asegurado.

968
(1860) Es un acto de disposición porque se recibe un capital y se destruye un acto de previsión
y ahorro (Lordi, nº 773). Conf.: Giovene, en "Riv. Dir. Comm.", 1912, 2, p. 114; Fanelli, vº
Assic. sulla vita, nº 18, p. 855.

(1861) Dupuich, en DP 1895-1-441; Lefort, II, p. 62; Lepargneur, nº 1408; Vivante, Contratto,
nº 592; Besson y Picard, IV, nº 153. Ver Gaetano Castellano, en "Assicurazioni", 1966, 2, p.
224.
Besson y Picard, IV, nº 168, reconocen el derecho al acreedor prendario.

(1862) C. Nac. Com., 3/8/1916, GF 3-235; el tribunal emplea la expresión "aceptar la


rescisión", y ya hemos visto que el asegurador no puede rehusarla; es un derecho del
asegurado; su ejercicio no depende de su consentimiento.

(1863) Bruck, p. 400.

(1864) Se ha resuelto que si se pactó determinada forma para expresar esta voluntad, no se
puede recurrir a otra (C. Nac. Com., 6/6/1938, LL 10-1089), solución extrema que no cabe
compartir; la forma busca la seguridad de la declaración, y alcanzada ésta, cualquiera que sea la
forma, debe ser aplicada, reconocérsele eficacia, ya que se cumple la finalidad perseguida. El
art. 15 Ver Texto, 2º párr., es una aplicación de esta solución.

(1865) Vivante, Trattato, nº 1995, y Contratto, nº 534; Lepargneur, nº 1407; Lefort, I, ps. 390 y
ss.; Besson y Picard, IV, nº 146.
Contra: Dupuich, porque varían la prima y el capital (nota en DP 1895-2-153).
No es un contrato nuevo porque representa la solución de rescisión prevista por la ley para el
mismo contrato.
En la práctica se le llama seguro saldado o póliza liberada.

(1866) Lordi, nº 733.

(1867) Dupuich, nota en DP 1895-2-153; Lefort, II, ps. 64 y 65.

(1868) Lordi, nº 775; Dupuich, nota en DP 1913-2-289; diversos fallos norteamericanos,


citados por Patterson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1930, p. 1163.

(1869) Bruck, p. 400; fallos norteamericanos citados por Patterson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.",
1930, p. 1163.

(1870) Rivarola, nº 1192; Lepargneur, nº 1409; Zavala Rodríguez, II, nº 1927.

(1871) Vivante, Contratto, nº 535; Fanelli, vº Assicurazioni vita, nº 20.

(1872) Bruck, p. 400; Besson y Picard, IV, nº 158; Besson, "Dalloz Critique", 1943, p. 125.
Existen pólizas argentinas que imponen el reembolso, so pena de caducidad: para ellas el
argumento pierde todo valor.

(1873) Contra: Lepargneur, nº 1409.

969
Coincide en parte con nuestra opinión, Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, p. 548, quien
afirma que se trata de una operación particular.
Besson y Picard, IV, nº 159, objetan que se extinguiría la obligación del asegurador, sin reparar
en el carácter provisional. En su opinión -aceptando la posición de la Corte de Casación- existe
una "entrega al asegurado de una parte de su reserva matemática". Adde: Besson, en "Dalloz
Critique", 1943, p. 125; Besson y Picard, 2ª ed., I, ps. 689 y ss.; Corte de Casación de Francia,
27/6/1949, DP 1949-407.

(1874) Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, p. 548; Lefort, II, ps. 74 y ss.; Lepargneur, nº
1409; Dupuich, nota en DP 1913-2-289.
Contra, los autores citados en nota 630.
La concepción francesa, de que se trata de un pago anticipado, tiende justamente a eludir la
prohibición del acreedor prendario de apropiarse de la prenda (Lepargneur, nº 1409). Se olvida
de que el asegurador no se apropia de la prenda, sino que compensa su crédito con el capital
debido.

(1875) Bruck, p. 400; C. Nac. Com., 7/9/1916, GF 4-84 (no puede aducir la irregularidad en el
pago de las primas porque él las aceptó).

(1876) C. Nac. Com., 28/5/1918, JA 1-753; 14/8/1917, GF 10-180.


Contra: Patterson, p. 178, para quien sólo autoriza el reclamo judicial para que se conceda.

(1877) Bruck, ps. 400 y ss.

(1878) Lefort, II, p. 77.

(1879) C. Nac. Com., 39/9/1924, JA 14-293.

(1880) Las sanciones se refieren a estos adelantos, mas no a otro tipo de préstamos que pueda
conceder el asegurador, no contemplados en la póliza (C. Nac. Com., 3/8/1921, GF 33-318).
Si se pactó la caducidad para el supuesto del no reintegro, el asegurador -o su quiebra- no
puede reclamarlo (C. Nac. Com., 24/5/1937, JA 58-584; 27/11/1935, JA 52-562).

(1881) La restitución puede ser objeto de un seguro complementario, que termina


automáticamente con la cancelación del adelanto; su prima se reduce en proporción a la
amortización.
Si el asegurador quiebra antes del vencimiento del préstamo, la masa no puede perseguir su
cobro, si se pactó la caducidad de la póliza para el supuesto de quiebra, sin derecho a reintegro
del "préstamo" (C. Nac. Com., 27/11/1935, JA 52-562; 24/5/1937, JA 58-584).

-----------

IX. Participación en las utilidades en los seguros sobre la vida

970
112. Naturaleza.

La generalidad de las pólizas de seguro sobre la vida establecen "la participación del asegurado
en las utilidades" del asegurador. Las leyes extranjeras -francesa de 1905, alemana de 1908, etc.-
prevén su régimen; en nuestro país queda librada a lo pactado en la póliza (ver art. 29, proyecto
de ley de empresas de seguro).

Se practica en distintas formas, que el asegurado elige: aplicarlas al pago de las primas,
convertirlas en un seguro saldado, recibirlas en efectivo.

Ni técnica ni jurídicamente el asegurador está obligado a conceder tal "participación". Pero su


concesión no es una mera gracia; corresponde a una sobreprima que sirve para rectificar los
cálculos del asegurador; si con la percepción de la sobreprima se produce un excedente, la
restituye al asegurado en la forma indicada en las condiciones que fija la póliza (1882) . Con
esto evita una rebaja de tarifas y brinda un funcionamiento condicional y la apariencia de un
beneficio o gracia, que atrae a la clientela.

113. Derechos del asegurado. Requisitos.

Su otorgamiento exige que se determinen los derechos que esta participación confiere al
asegurado, y los justificativos del plan para su aprobación por la autoridad de control. Esta
supuesta participación en los beneficios no da derecho al asegurado a controlar la marcha de la
empresa ni a participar en la discusión y votación de las utilidades; no puede verificar cifras;
debe aceptar las que el asegurador fije, siempre que se ajusten a las bases indicadas en la póliza
y no haya dolo (1883) .

No existe uniformidad acerca de la periodicidad en su pago: algunas empresas hacen la


distribución anualmente, después del tercer año; otras la realizan quinquenalmente. (La Ley de
Empresas de Seguros dispone en el art. 27 Ver Texto que se calcularán y distribuirán
anualmente. No obstante, autoriza que se imputen a primas futuras, o que se acrediten en una

971
cuenta, en la cual devengará un interés no inferior al que cobra el asegurador por el "préstamo"
sobre pólizas; o emplearse en beneficios adicionales autorizados por la autoridad de control).

Si existe cesión de los derechos, corresponden al titular del derecho al día de la distribución,
porque no se pagan día por día (1884) .

114. Asociación en participación. Crítica.

Vivante le atribuye el carácter de una asociación en participación: el aporte del asegurado es el


aumento de la prima, al cual se limitan sus pérdidas; las utilidades las recibe en la medida
pactada. Pero no es socio respecto de los terceros, en cuanto a la responsabilidad de tal, aun
cuando participe en las asambleas: en éstas, sólo vigila el contrato. Los beneficios resultan de la
gestión industrial, y no de economías sobre el cálculo de la mortalidad. No hay pago indebido,
porque éste es legítimo y con causa (1885) .

No hay tal asociación en participación, que se caracteriza por la coparticipación del álea en la
especulación ajena (1886) . El asegurado no tiene la menor intención de establecer tal sociedad,
él paga la tarifa exigida, sin discriminar y sin pensar en ser asociado del asegurador; sería el
primer sorprendido de serlo.

Tampoco tiene los derechos que esa calidad debiera conferirle: derecho a la rendición
documentada de cuentas de la gestión, y el derecho de desaprobarlas. Ni la obligación de la
responsabilidad por las pérdidas sufridas.

La institución funciona aparentemente como una asociación en participación, pero sus


caracteres son la negación rotunda de ésta: en realidad, no es más que un procedimiento
práctico para restituir a los asegurados el recargo de la prima, cobrado para salvar errores
posibles de cálculo. Las distintas aplicaciones practicadas son formas buscadas para hacer esa
restitución menos onerosa para el asegurador. El nombre de "participación en los beneficios"
nada dice de su naturaleza; es un recurso de la propaganda comercial para presentar como una
gracia o ventaja una restitución o desgravación de la prima, impuesta por la competencia
(1887) .

972
114 bis. Mutualidades y cooperativas.

En las mutualidades y cooperativas, el asegurado es socio, por lo cual los excedentes (o


retornos), como se califican sus utilidades, se distribuyen a los socios asegurados en proporción
a las primas devengadas por sus respectivos contratos durante el ejercicio.

La tentativa de introducir la mutualidad a prima fija, con la constitución de un capital -como


una sociedad aseguradora mercantil-, aportado por los socios o una parte de éstos, con
distribución de las utilidades en proporción al capital, es una desvirtuación flagrante de las
ideas fundamentales de la cooperación y del mutualismo (1888) . En materia de cooperativas
viola la regla del art. 2 Ver Texto, ap. 6, ley 20337, ya que se trata de una subespecie de
cooperativa de consumo (de prestación de servicios).

(1882) Vivante, Trattato, nº 2000, y Contratto, nº 470; Lefort, I, ps. 401 y ss.; Castillo, nº 259;
Besson y Picard, IV, nº 17.
Conf.: C. Fed. Cap., 25/11/1949, LL 57-775.
Por resolución 2403/52 (ADLA XII-A-1003), la Superintendencia de Seguros
la había declarado obligatoria sin recargo de primas; pero la suspendió por resolución 2433/52,
eod. loc.
Zavala Rodríguez, ob. cit., II, nº 1929, se declara partidario de la participación gratuita.
Ver el estudio actuarial de Paglino, en "Assicurazioni", 1941, 1, p. 276.
Hay empresas que no aseguran por sumas inferiores a $ 10.000 m/n., sin participar en las
utilidades.

(1883) Vivante, Trattato, nº 2004, y Contratto, nº 541 bis; Lepargneur, nº 1403; Fanelli, vº
Assicurazioni vita, nº 19; Lefort, II, ps. 65 y ss.

(1884) Vivante, Trattato, nº 2003, y Contratto, nº 540.

(1885) Vivante, Trattato, nº 2002, y Contratto, nº 539.


Algunos fallos italianos y otros autores, como Navarrini y Fanelli, han aceptado esta
concepción (ver Fanelli, vº Assic. vita, p. 855, nota 3).

(1886) Soprano, Le societ… commerciali, II, nº 1101. Ver el mismo autor para precisar más
detalladamente las características de este tipo de sociedad.

973
(1887) Conf.: Besson y Picard, IV, nº 17.

(1888) Ver en Besson y Picard, 2ª ed., t. II, nros. 554, 557 y ss., la condenación jurídica de este
híbrido.

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IX. Participación en las utilidades en los seguros sobre la vida

112. Naturaleza.

La generalidad de las pólizas de seguro sobre la vida establecen "la participación del asegurado
en las utilidades" del asegurador. Las leyes extranjeras -francesa de 1905, alemana de 1908, etc.-
prevén su régimen; en nuestro país queda librada a lo pactado en la póliza (ver art. 29, proyecto
de ley de empresas de seguro).

Se practica en distintas formas, que el asegurado elige: aplicarlas al pago de las primas,
convertirlas en un seguro saldado, recibirlas en efectivo.

Ni técnica ni jurídicamente el asegurador está obligado a conceder tal "participación". Pero su


concesión no es una mera gracia; corresponde a una sobreprima que sirve para rectificar los
cálculos del asegurador; si con la percepción de la sobreprima se produce un excedente, la
restituye al asegurado en la forma indicada en las condiciones que fija la póliza (1882) . Con
esto evita una rebaja de tarifas y brinda un funcionamiento condicional y la apariencia de un
beneficio o gracia, que atrae a la clientela.

113. Derechos del asegurado. Requisitos.

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Su otorgamiento exige que se determinen los derechos que esta participación confiere al
asegurado, y los justificativos del plan para su aprobación por la autoridad de control. Esta
supuesta participación en los beneficios no da derecho al asegurado a controlar la marcha de la
empresa ni a participar en la discusión y votación de las utilidades; no puede verificar cifras;
debe aceptar las que el asegurador fije, siempre que se ajusten a las bases indicadas en la póliza
y no haya dolo (1883) .

No existe uniformidad acerca de la periodicidad en su pago: algunas empresas hacen la


distribución anualmente, después del tercer año; otras la realizan quinquenalmente. (La Ley de
Empresas de Seguros dispone en el art. 27 Ver Texto que se calcularán y distribuirán
anualmente. No obstante, autoriza que se imputen a primas futuras, o que se acrediten en una
cuenta, en la cual devengará un interés no inferior al que cobra el asegurador por el "préstamo"
sobre pólizas; o emplearse en beneficios adicionales autorizados por la autoridad de control).

Si existe cesión de los derechos, corresponden al titular del derecho al día de la distribución,
porque no se pagan día por día (1884) .

114. Asociación en participación. Crítica.

Vivante le atribuye el carácter de una asociación en participación: el aporte del asegurado es el


aumento de la prima, al cual se limitan sus pérdidas; las utilidades las recibe en la medida
pactada. Pero no es socio respecto de los terceros, en cuanto a la responsabilidad de tal, aun
cuando participe en las asambleas: en éstas, sólo vigila el contrato. Los beneficios resultan de la
gestión industrial, y no de economías sobre el cálculo de la mortalidad. No hay pago indebido,
porque éste es legítimo y con causa (1885) .

No hay tal asociación en participación, que se caracteriza por la coparticipación del álea en la
especulación ajena (1886) . El asegurado no tiene la menor intención de establecer tal sociedad,
él paga la tarifa exigida, sin discriminar y sin pensar en ser asociado del asegurador; sería el
primer sorprendido de serlo.

975
Tampoco tiene los derechos que esa calidad debiera conferirle: derecho a la rendición
documentada de cuentas de la gestión, y el derecho de desaprobarlas. Ni la obligación de la
responsabilidad por las pérdidas sufridas.

La institución funciona aparentemente como una asociación en participación, pero sus


caracteres son la negación rotunda de ésta: en realidad, no es más que un procedimiento
práctico para restituir a los asegurados el recargo de la prima, cobrado para salvar errores
posibles de cálculo. Las distintas aplicaciones practicadas son formas buscadas para hacer esa
restitución menos onerosa para el asegurador. El nombre de "participación en los beneficios"
nada dice de su naturaleza; es un recurso de la propaganda comercial para presentar como una
gracia o ventaja una restitución o desgravación de la prima, impuesta por la competencia
(1887) .

114 bis. Mutualidades y cooperativas.

En las mutualidades y cooperativas, el asegurado es socio, por lo cual los excedentes (o


retornos), como se califican sus utilidades, se distribuyen a los socios asegurados en proporción
a las primas devengadas por sus respectivos contratos durante el ejercicio.

La tentativa de introducir la mutualidad a prima fija, con la constitución de un capital -como


una sociedad aseguradora mercantil-, aportado por los socios o una parte de éstos, con
distribución de las utilidades en proporción al capital, es una desvirtuación flagrante de las
ideas fundamentales de la cooperación y del mutualismo (1888) . En materia de cooperativas
viola la regla del art. 2 Ver Texto, ap. 6, ley 20337, ya que se trata de una subespecie de
cooperativa de consumo (de prestación de servicios).

(1882) Vivante, Trattato, nº 2000, y Contratto, nº 470; Lefort, I, ps. 401 y ss.; Castillo, nº 259;
Besson y Picard, IV, nº 17.
Conf.: C. Fed. Cap., 25/11/1949, LL 57-775.
Por resolución 2403/52 (ADLA XII-A-1003), la Superintendencia de Seguros
la había declarado obligatoria sin recargo de primas; pero la suspendió por resolución 2433/52,
eod. loc.
Zavala Rodríguez, ob. cit., II, nº 1929, se declara partidario de la participación gratuita.

976
Ver el estudio actuarial de Paglino, en "Assicurazioni", 1941, 1, p. 276.
Hay empresas que no aseguran por sumas inferiores a $ 10.000 m/n., sin participar en las
utilidades.

(1883) Vivante, Trattato, nº 2004, y Contratto, nº 541 bis; Lepargneur, nº 1403; Fanelli, vº
Assicurazioni vita, nº 19; Lefort, II, ps. 65 y ss.

(1884) Vivante, Trattato, nº 2003, y Contratto, nº 540.

(1885) Vivante, Trattato, nº 2002, y Contratto, nº 539.


Algunos fallos italianos y otros autores, como Navarrini y Fanelli, han aceptado esta
concepción (ver Fanelli, vº Assic. vita, p. 855, nota 3).

(1886) Soprano, Le societ… commerciali, II, nº 1101. Ver el mismo autor para precisar más
detalladamente las características de este tipo de sociedad.

(1887) Conf.: Besson y Picard, IV, nº 17.

(1888) Ver en Besson y Picard, 2ª ed., t. II, nros. 554, 557 y ss., la condenación jurídica de este
híbrido.

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X. Subrogación

115. El asegurador no tiene un derecho propio contra el tercero responsable del siniestro.

El asegurador no tiene un derecho propio a hacer valer contra el tercero causante del siniestro,
sea que se trate de un seguro de intereses o de personas (de vida y accidentes) (1889) :

a) Su obligación no nace del hecho del tercero, sino de su contrato, y recibió por ella la
pertinente contraprestación: la prima.

977
b) La obligación de la compañía nace de un acto voluntario: si es cierto que esa voluntad de
obligarse a pagar si determinado acontecimiento se produce se hace obligatoria para el
asegurador por el hecho del tercero, eso ocurre en todas las obligaciones condicionales
subordinadas a la realización de un acto voluntario ajeno.

c) El asegurador no sufre perjuicio alguno, porque cada contrato es la pieza de un sistema


orgánico; toda operación de seguros está fundada en la mutualidad, de ahí que el siniestro no
perturbe las bases de la financiación ni perjudique al asegurador, porque no se lo puede separar
del conjunto de las operaciones.

d) El asegurador asume el riesgo y calcula la prima, sin tomar en consideración la posible


acción resarcitoria contra el tercero; máxime que el siniestro causado por el tercero es tomado
en cuenta para fijar la probabilidad de realización del riesgo, y por ende el monto de la prima.
Existen ramas de seguros en que los recuperos se eliminan por acuerdos de los aseguradores,
que así compensan las múltiples acciones recíprocas por las responsabilidades por los hechos
de los respectivos asegurados (como ocurre en el seguro de la responsabilidad automóvil, v.gr.)
(1890) .

e) El daño invocado por el asegurador no es un daño directo; es decir, no está en relación


causal con el hecho del tercero, que sólo es ocasión para que este daño se produzca. Las
vinculaciones contractuales de la víctima sólo son situaciones de hecho, cuya perturbación no
provoca una reacción jurídica si no tienen una protección legal específica.

116. Subrogación en favor del asegurador en los seguros de intereses.

Si no procede la acción propia del asegurador, la ley trasfiere al asegurador la acción del
asegurado contra el tercero (art. 80 Ver Texto) (1891) , cuando se trata de un seguro de
intereses o daños, ya que ésta es improcedente en los seguros de personas -de vida e individual
de accidentes (el art. 80 Ver Texto cit. la excluye expresamente)- (1892) .

El fundamento de esta trasferencia es más de política legislativa que estrictamente jurídico:


como consecuencia del pago de la indemnización, el asegurado no tiene ningún interés en
perseguir la indemnización debida por el tercero, que si se le autorizara recoger, lo enriquecería
indebidamente; y como tampoco el tercero se debe beneficiar por el contrato celebrado por la

978
víctima y quedar impune su acto ilícito, se le impone que responda hacia el asegurador (1893) ,
quien incluye estos recuperos en el cálculo comercial de su explotación.

Se produce aunque el asegurador indemnice en especie; ésta se valuará para fijar su importe
(1894) .

No requiere ninguna formalidad: se produce ope legis (art. 80 Ver Texto), por lo cual no es
menester que las partes la pacten o mencionen (1895) .

No se opera con el mero acaecimiento del siniestro, sino con el pago por el asegurador, y en la
medida de este pago "se trasfieren al asegurador hasta el monto de la indemnización abonada",
dispone el art. 80 Ver Texto, porque el tercero sigue siendo deudor del asegurado en la medida
en que éste no ha sido indemnizado (1896) . Si existen varios aseguradores, cada uno se
subroga (subentra, en rigor) por su parte, a medida que paga; y cuando los pagos se hacen a
cuenta, se sustituye solamente en esta extensión (1897) . La subrogación tiene lugar por orden
de fechas en el pago, por lo cual puede ocurrir que quien pague en último término no
encuentre crédito alguno contra el tercero en el cual subrogarse (1898) .

La subrogación (trasferencia, en realidad) no cambia el contenido de la obligación del tercero


(1899) . En el seguro de ganado la subrogación alcanza aun la acción por vicios redhibitorios
(art. 101 Ver Texto). Pero en ningún supuesto de seguro terrestre se trasfiere al asegurador el
derecho de propiedad sobre la cosa; incluso en el seguro de robo, en que prácticamente se
produce cuando la cosa es hallada después del período contractual para darla por
definitivamente perdida, la cosa debe ser perseguida por el propio asegurado, titular del
dominio, aun cuando el beneficio de la acción sea para el asegurador, que indemnizó (1900)
(sin perjuicio de que por otro acto pueda ser trasferido el dominio). En el seguro por cuenta
ajena, el asegurador se subroga en el derecho del asegurado, mas no en el del tomador, salvo
que éste deba trasferir su derecho propio al asegurado (1901) .

El asegurador que indemniza al acreedor hipotecario se subroga en el derecho de éste contra el


propietario, cuando aquél sólo aseguró el interés propio de acreedor y no como gestor de
negocios del propietario (1902) .

979
117. Requisitos.

Es menester que exista un contrato válido y un pago válido en virtud del contrato. De lo
contrario, el asegurador no podrá invocar esta subrogación legal, sino que se deberá someter al
régimen común del Código Civil, de la subrogación de quien paga la deuda de un tercero
(1903) .

El asegurador no puede renunciar a la subrogación (1904) , si es que con esa renuncia conduce
a que el asegurado reciba una doble indemnización (1905) : es contraria a los fundamentos del
seguro mismo si lleva al enriquecimiento del asegurado y a las razones de política legislativa
que fundan la propia subrogación.

118. Medida de la subrogación.

El asegurador sólo se subroga en la medida en que indemniza (art. 80 Ver Texto), ya sea que
exista infraseguro o que el daño sea mayor por diversas causas (1906) . En este supuesto, en
caso de insuficiencia patrimonial del tercero, el asegurado cobrará en primer término (1907) :
es así por los fundamentos de la institución. Además, el asegurador no se subroga sino por los
daños causados por riesgos cubiertos por él, por lo cual, en el supuesto de concurrencia de
daños de una y otra especie, deben ser discriminados para hacer efectiva la subrogación.

La trasferencia se produce con todas las garantías y derechos, tanto de fondo como procesales;
si se considera un supuesto de subrogación, la solución es idéntica conforme al principio del
art. 771 Ver Texto, CCiv.

Se debe juzgar que incluye el derecho al incremento por desvalorización (1908) .

980
119. Supuestos en que no se produce.

La subrogación (trasferencia) no se puede realizar en perjuicio del propio asegurado; de ahí que
no se produzca contra las personas por quienes el asegurado es civilmente responsable (art. 80
Ver Texto, 2º párr.) (familiares y dependientes) (1909) : quitaría al seguro su utilidad. Solución
que se debe extender a los casos en que el asegurado no ejercería la acción resarcitoria:
parientes próximos, hijos capaces, parientes que viven en común, etc. (1910) .

Estas razones llevan a rechazar la solución de Viterbo y Besson (1911) en materia de seguro de
la responsabilidad civil.

Por esto mismo, el obligado a indemnizar debe ser un tercero; no puede serlo el propio
asegurado (1912) .

120. Gastos de la subrogación.

Los gastos de la subrogación son a cargo del asegurador, porque se realizan en su interés
(1913) .

121. Afectación del derecho contra el tercero; efectos.

El asegurado no puede afectar el derecho que tiene contra el tercero, y en esta forma perjudicar
al asegurador -art. 80 Ver Texto, 1er. párr., última parte-: es una violación de su deber de evitar

981
o aminorar el daño (1914) . Esto puede resultar de un acto o de una omisión que dificulte o
impida la acción contra el tercero: renuncia, transacción, pasividad que permite caducar el
derecho o prescribir la acción, etc. (1915) .

Si los acreedores del asegurado embargan su derecho contra el tercero, el asegurador puede
dilatar el pago de la indemnización hasta que se levante el gravamen; pero si paga ignorándolo,
no puede repetir, sino que sólo le queda la acción por daños (1916) .

La sanción por la conducta del asegurado en perjuicio del asegurador es el resarcimiento de los
daños: las pólizas usuales enuncian la sanción en términos idénticos: "el asegurado responde
personalmente de todo acto que perjudique los derechos de los aseguradores contra esos
terceros". Me parece improcedente ocurrir a las reglas de la fianza o cualquier otra institución
para fundar la liberación del asegurador, porque el texto claro de la ley no lo autoriza: ser
responsable -como dispone el art. 80 Ver Texto- significa lisa y llanamente deber indemnizar el
daño que se cause (1917) . No cabe agravar la sanción legal, conforme al art. 36 Ver Texto (art.
158 Ver Texto). Es la solución aceptada por la jurisprudencia anterior (1918) .

La pérdida del derecho debe ser culposa, porque se aplican las normas sobre salvamento del
art. 72 Ver Texto, 2º párr. (1919) .

La responsabilidad del asegurado por la afectación del derecho contra el tercero se refiere a los
actos posteriores al siniestro (1920) . De ahí que la renuncia a la acción eventual contra el
tercero, antes del siniestro y después de concertado el contrato de seguro, no le hace incurrir
en la responsabilidad del artículo mencionado (1921) . Mas deberá comunicarlo al asegurador:
si es antes de celebrar el contrato de seguro, al momento de formular su oferta; si es en el
curso del contrato, en el plazo fijado para informar sobre la agravación del riesgo, salvo -en
ambos casos- que la cláusula de renuncia sea usual, y por ello el asegurador ha debido
conocerla o suponerla contratada.

Si el asegurado percibió alguna suma de parte del tercero, en desmedro del derecho del
asegurador, debe reembolsarla a éste (1922) : el tercero de buena fe paga bien al asegurado.

982
122. Reglas que rigen la acción del asegurador contra el tercero.

En la causa que promueve el asegurador contra el tercero responsable, aquél no necesita


acreditar más título que su contrato y el pago hecho al asegurado, sin necesidad de cumplir las
formas de las cesiones de derechos y acciones litigiosas (1923) , ni es menester que acompañe
la póliza: puede probar el contrato por cualquier medio (1924) , e incluso puede invocar las
cláusulas generales de pago con subrogación si no prueba la existencia del contrato (1925) .

Compete conocer al juez que debe entender en la acción del asegurado contra el tercero (1926)
.

El tercero puede oponer todas las defensas de que es titular contra el asegurado (1927) ,
incluso nacidas con posterioridad a la subrogación legal, si el tercero ignoraba ésta (1928) .
Pero no puede alegar defensas que el asegurador pudo oponer al asegurado, para no pagar la
indemnización o disminuir su monto (1929) .

El asegurado reemplazado en el crédito no es parte en el juicio contra el tercero; de ahí que


sólo puede deponer en la causa como testigo (1930) .

123. Reaseguro.

Las reglas de la subrogación (trasferencia) también rigen en el reaseguro: el asegurador debe


trasferir al reasegurador la acción contra el tercero, en la cual él mismo se subrogó, en la
medida en que el reasegurador lo indemniza (1931) , y hacerlo partícipe del recupero.

983
124. Inexistencia de la subrogación en los seguros de personas.

En los seguros de personas -seguro sobre la vida, seguro de enfermedad, seguro individual
contra accidentes, etc.- no se aplica la trasferencia analizada, por expresa disposición del art. 80
Ver Texto, 3er. párr., afirmando la solución de la jurisprudencia anterior y tomando partido en
una materia que dividió a la doctrina (1932) .

En el caso, la naturaleza de los seguros de personas impide que se aplique la subrogación en


favor del asegurador; nacida para el seguro marítimo y natural para el seguro de daños, por
tratarse de seguros indemnizatorios, pierde su razón de ser en los seguros de personas.

Si en los seguros de intereses, con la subrogación se quiere evitar que el asegurado se


enriquezca, acumulando la indemnización del seguro y la debida por el tercero, o que el tercero
quede impune, en el seguro sobre la vida nada impide que el beneficiario acumule ambas
acciones, dado el distinto origen o causa de ellas y la característica fundamental de los seguros
de personas, que no tienen límite para el valor asegurable (1933) .

Mientras que en los seguros de intereses el derecho del asegurado se agota con el pago del
seguro -que no puede exceder del daño-, y el asegurado nada puede reclamar del tercero si ha
sido totalmente indemnizado, en el seguro de personas, beneficiario del seguro y damnificado
pueden ser personas distintas.

Además, el beneficiario del seguro puede muy bien acumular ambas indemnizaciones, porque
la vida y la salud humanas son de difícil apreciación y no resarcibles en su totalidad por suma
alguna, por cuanto por encima del valor económico existe otro imponderable, moral, que si se
mitiga con dinero, no se indemniza.

Jurisprudencia

A partir del momento del pago, el asegurador es el auténtico titular del derecho que tenía el
asegurado contra el tercero responsable. Ese derecho entra en el patrimonio del asegurador,
por lo cual toda disposición de aquél, en la medida de lo abonado por él, le corresponde
exclusivamente (C. Nac. Com., sala B, 20/12/1979, "De Zorzi, Pablo D., v. Sarigrand S.R.L. -
Garaje Callao" Ver Texto, LL 1980-B-166). El asegurador que paga a su asegurado pasa a
ocupar el lugar de éste y, en consecuencia, puede reclamar todo aquello que hubiese podido

984
pretender su asegurado -subrogado- contra el tercero responsable (C. Nac. Com., sala A,
24/10/1980, "Touring Club Cooperativa de Seguros Ltda. v. Garaje Noruega S.R.L.", ED 92-
324). El crédito del asegurador que satisface la reparación de los daños sufridos por el
asegurado contra el autor de ellos es dinerario, pues la subrogación mediante la cual pretende el
reintegro de ese pago no está destinada a resarcirle el daño, sino a recuperar la suma abonada al
asegurado. El pago de la cobertura por el asegurador opera novación de la prestación originaria
por la cual estaba vinculado ante el damnificado-asegurado, y origina otra deuda a su cargo de
la cual el acreedor es el asegurador, cuyo objeto consiste en la restitución del dinero (C. Nac.
Com., sala E, "Omega Cooperativa de Seguros Ltda. v. Aleixo, Norberto" Ver Texto, LL, fallo
42.550-S).

El asegurador que ejerce la acción contemplada en el art. 80 Ver Texto de la ley 17418, al pagar
a su asegurado se subroga en los derechos de éste hasta la concurrencia de la suma que ha
desembolsado realmente para la liberación del deudor (art. 771 Ver Texto, inc. 1, Código Civil)
y nace su crédito desde que efectúa el pago (C. Nac. Com., sala B, 20/7/1979, "Caja Nacional
de Ahorro y Seguro v. Garaje Gran Rincón", LL 1980-A-315). Pero esta acción no puede ser
ejercida contra el asegurado; de allí que no se produzca contra la persona por la cual el
asegurado es civilmente responsable (familiares; dependientes), negándose la acción también
contra quien utiliza el bien con autorización del propietario, ya que lo contrario quitaría al
seguro su utilidad. La obligación de la aseguradora no nace del hecho del tercero, sino de su
contrato, para lo cual recibió la pertinente contraprestación; no sufre perjuicio alguno porque
toda operación de seguro está fundada en la mutualidad, sin perjuicio de la subrogación legal
que eventualmente pudiere corresponder (art. 80 Ver Texto, ley 17418). El asegurador asume
el riesgo y calcula la prima sin tener en consideración esa posible acción resarcitoria contra el
tercero; máxime cuando el siniestro causado por el tercero es tomado en cuenta para fijar la
probabilidad de la realización del riesgo y, por ende, el monto de la prima. El daño invocado
por el asegurador no es un daño directo, no está en relación causal con el hecho del tercero,
que es sólo ocasión para que el daño se produzca (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala III,
3/11/1992, "Sancor Cooperativa de Seguros Ltda. v. Somisa y otros" Ver Texto, LL 1993-D-
34, DJ 1993-II-763).

Quien paga subrogándose en los derechos del acreedor es un verdadero sucesor particular de
éste, por lo cual no puede tener un derecho más amplio o mejor que aquel a quien sucede. Es
evidente, entonces, que la compañía aseguradora, cuyo derecho deriva del acreedor a quien
desinteresó, no puede alegar válidamente que el término de prescripción empezó a correr
desde el momento en que hizo el pago a éste, puesto que la acción se hallaba expedita en
cabeza del acreedor originario, desde el momento en que ocurrió el evento dañoso o desde que
se tuvo conocimiento de él (C. Nac. Esp. Civ. y Com., sala IV, 30/6/1980, "Avellaneda
Cooperativa de Seguros Ltda. v. La Ideal de San Justo", Rep. LL 1981-66-2969). El asegurador
que se subroga no puede tener mejor derecho que el propio asegurado, pues de lo contrario se
beneficiaría con algo que no poseía. El traspaso del derecho del asegurado en favor del
asegurador lo es hasta el confín de lo que ha indemnizado conforme el art. 80 Ver Texto, LS.:
esta norma tiene un solo presupuesto -el pago de la indemnización- y una sola limitación: el
recupero no puede superar lo que el asegurador abonó efectivamente al asegurado ni la suma
debida por el autor del daño a título de resarcimiento. La subrogación del asegurador se
presenta como una trasferencia ope legis de los derechos del asegurado en favor de aquél, que

985
tiene contra el tercero únicamente los derechos (cualitativos y cuantitativos) que le han sido
trasferidos; dentro de este marco el asegurador ocupa la posición sustancial y procesal del
asegurado, sin que la trasferencia al asegurador cambie el contenido de la obligación del
tercero. Es una subrogación personal y no real, porque sustituye una persona en específicos
derechos de otra (sustitución de acreedor), trasmisión de una obligación con las limitaciones
impuestas por la ley o la convención de las partes (art. 771 Ver Texto, CCiv.). Por ello resulta
incongruente admitir un diverso tratamiento a la deuda del tercero responsable del daño, según
que la reparación sea requerida por el damnificado (asegurado) o por el asegurador (C. Nac.
Com., sala B, 14/10/1981, "Compañía del Interior Cía. de Seguros S.A. v. Banco Holandés
Unido", ED 97-205; LL 1982-A-259; misma sala, 2/12/1987, "Caccuri, Hugo, v. Cosmos
Compañía Argentina de Seguros S.A.", LL 1989-A-654, sum. 38.073). La acción deducida por
la aseguradora que pagó los daños contra el causante de ellos no está regida por el art. 58 Ver
Texto de la ley 17418, pues las partes del juicio no se hallan vinculadas por el contrato de
seguro. En consecuencia, la acción será contractual o extracontractual, según lo sea la acción
que poseía el asegurado contra el autor del daño (Sup. Corte Just. Mendoza, sala I,
20/12/1994, "Campo, Graciela, v. Quiroga Monzón, Eduardo" Ver Texto, LL 1995-D-355).

En el juicio que promueve el asegurador contra el tercero responsable, aquél no necesita


acreditar más título que su contrato y el pago hecho al asegurado, por lo cual no tiene
necesidad de cumplir las formas de la cesión de derechos y acciones litigiosas, ni es menester
que acompañe la póliza, pudiendo probar el contrato por cualquier medio, e incluso invocar las
cláusulas generales del pago con subrogación, si no prueba la existencia del contrato (C. Civ. y
Com. Córdoba, 5/9/1978, "San Cristóbal Soc. Mut. Seguros v/Robert´s S.R.L.", BJC XXII-
773, Rep. LL 1980-67-2332; en sentido análogo, C. Apels. Civ. y Com. Santa Fe, sala I,
16/10/1978, "AETA del Chaco Cooperativa de Seguros Ltda. v. Bandeo, Edilberto E., y
Villamil, Perico", Zeus 16- 139; C. Civ. y Com. Córdoba, 15/9/1978, "El Comercio de
Córdoba Compañía de Seguros S.A. v. Videla, Carlos A.", BJC XXIII-32; Rep. LL 1981-2966-
69; C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala II, 22/4/1994, "El Cabildo Compañía de Seguros S.A. v.
Estado nacional -Fuerza Aérea Argentina-", DJ 1995-I-103).

Si hubo culpa concurrente en la colisión, el asegurador del embestido puede reclamar el monto
de las reparaciones que pagó a su asegurado, pero del monto de la condena el demandado
deberá pagar en función del porcentaje de culpa que se le atribuyó (C. Fed. Resistencia,
7/8/1979, "Caja Nacional de Ahorro y Seguro v. Gómez, Roberto", LL 1980-A-40; en sentido
análogo, C. Nac. Com., sala B, 14/10/1981, "Del Interior Compañía de Seguros S.A. v. Banco
Holandés Unido", ED 97-205, LL 1982-A-259).

Si el asegurador indemnizó únicamente el perjuicio emergente del hurto del automotor, la


subrogación sólo se produce a su respecto, y el asegurado conserva indemne su acción para
reclamar el lucro cesante y el daño moral, que son dos elementos que integran el capítulo de
los resarcimientos debidos por el tercero (C. Nac. Com., sala B, 20/12/1979, "De Zorzi, Pablo
D., v. Sarigrand S.R.L. - Garaje Gran Callao" Ver Texto, LL 1980-B-166; en sentido análogo,
misma sala, 14/10/1981, ED 97-205 y LL 1982-A-259, cit.).

986
La pretensión de la aseguradora que acciona subrogándose en los derechos de la consignataria
de la carga reconoce un triple límite: a) el valor en plaza de las mercaderías al tiempo de la
descarga del navío (art. 277 Ver Texto de la Ley de la Navegación), desde que la subrogación
operada por el mérito del pago no puede colocarla en mejor situación que en la que se
encuentra el consignatario o damnificado directo; b) el monto de la indemnización abonada al
asegurado (art. 80 Ver Texto, ley 17418), sin perjuicio de la desvalorización monetaria que
pudiere corresponder; c) la medida de la pretensión hecha valer en el juicio, es decir, el marco
procesal puesto a sus derechos.

Habiendo requerido la aseguradora el pago de la suma abonada en dólares a la consignataria,


resulta justo que la condena no exceda de dicho límite, de conformidad con las directivas
(principio de congruencia) que establecen los arts. 34 Ver Texto, inc. 4, y 163 Ver Texto, inc. 6,
del Código Procesal. Y si bien es cierto que no procede la condena en esa moneda -tanto por el
carácter pecuniario de la indemnización derivada del incumplimiento contractual, como por la
inoponibilidad al trasportista de la moneda convenida entre el asegurador y el asegurado-,
también lo es que la pretensión así expresada en moneda extranjera (que lleva implícito el
pedido de ajuste monetario para el supuesto de no ser admitido en divisas), coloca un tope al
derecho que se hace valer en autos, tope que está representado por la cantidad de pesos que
equivalen al monto de las divisas oportunamente desembolsadas -y observados los límites
previstos en el art. 277 Ver Texto de la ley 20094 y el art. 80 Ver Texto de la ley 17418- (C.
Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 9/11/1979, "La Universal Compañía de Seguros S.A. v. Capitán
y/o armador del vapor Lacasielle" Ver Texto, LL 1980-B-73). El pago en moneda extranjera
efectuado por el asegurador al consignatario, por merma de la carga, en virtud de obligaciones
contractuales, no lo autoriza a reclamar del trasportista marítimo la entrega de iguales divisas,
pues en nuestro régimen la indemnización por el incumplimiento de un contrato tiene carácter
pecuniario, es decir, debe ser satisfecha en dinero, denominación que sólo cuadra a la moneda
nacional. Por ello, la cantidad de moneda extranjera pagada por la aseguradora debe ser
convertida en pesos, a la fecha del pago subrogatorio y, una vez verificado que esa entrega no
excedió el límite que impone el art. 277 Ver Texto de la Ley de Navegación, procede reajustar
la cantidad de moneda nacional resultante de esa conversión, desde el momento del pago hasta
la sentencia final, teniendo en cuenta que la demanda en moneda fuerte lleva implícita la
solicitud de reajuste compensatorio por depreciación monetaria (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala
2ª, 24/3/1981, "Océano Compañía de Seguros S.A. v. Capitán y/o armador del buque
Chubut" Ver Texto, ED 94-544).

La subrogación operada en favor de la aseguradora carece de virtualidad para modificar su


situación con respecto a la demandada: si el consignatario sólo tenía derecho para obtener la
reparación en moneda argentina de curso legal, la circunstancia de celebrar un contrato de
seguro y de ser desinteresado por la aseguradora en moneda extranjera no cambia el régimen
indemnizatorio y, por consiguiente, ésta tiene los mismos derechos, no otros ni más extensos
que el acreedor subrogado -arts. 769 Ver Texto y 3270 Ver Texto, CCiv.-. El trasportador es
un tercero respecto de la relación contractual entre asegurador y asegurado, de manera tal que
la unidad monetaria convenida entre ellos es insusceptible de producir efectos hacia aquél, de
acuerdo con lo dispuesto en los arts. 1195 Ver Texto, in fine, y 1199 Ver Texto del Código
Civil (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala I, 4/11/1983, "La Buenos Aires Compañía de Seguros
S.A. v. Expreso Directo S.R.L." Ver Texto, LL 1984-B-120; en igual sentido, mismo tribunal,

987
23/4/1984, "Hermes Compañía de Seguros S.A. v. Capitán y/o propietario y/o armador del
buque Nedlloyd Honshud", ED 112-121; LL 1985-B-562, sum. 36.816, pero agrega que si
mediante el pago hecho por la aseguradora en moneda extranjera no sujeta al mismo proceso
de deterioro de nuestro signo monetario se hizo cargo parcialmente del proceso inflacionario
operado entre el arribo del buque y la fecha del pago subrogatorio, a los efectos de establecer
el crédito base del asegurador al tiempo de efectuarse el pago, corresponde multiplicar el valor
del faltante de mercadería por el coeficiente de aumento del dólar estadounidense ocurrido
durante dicho período). Cuando correspondiere la actualización del crédito, mediando
subrogación del art. 80 Ver Texto, ley 17418, ella se debe efectuar a partir del momento del
pago efectuado por el asegurador (C. Civ. y Com. San Isidro, sala 1ª, 18/3/1993, "La Franco
Argentina Compañía de Seguros S.A. v. Rodríguez, Franco E.", JA 1994-II-93 Ver Texto). La
existencia del seguro no modifica en absoluto el alcance de la obligación indemnizatoria del
deudor -salvo con relación al límite que surge del pago realizado-, a quien el contrato de seguro
le es inoponible, conforme a los arts. 1195 Ver Texto y 1199 Ver Texto, CCiv. (C. Nac. Civ. y
Com. Fed., sala 2ª, 3/10/1995, "Iguazú Compañía de Seguros S.A. v. Capitán y/o armador y/o
propietario del buque Sirius", DJ 1996-II-332).

El derecho trasferido al asegurador en virtud de la subrogación derivada del pago al asegurado


no puede ser menor ni más extenso que el que gozaba este último; los terceros pueden oponer
al asegurador todas aquellas defensas que tenían contra el asegurado, entre ellas la de
prescripción, cuyo plazo comienza a correr desde el hecho ilícito (C. 1ª Civ. y Com. San Isidro,
2/10/1986, "Coalse Cooperativa de Seguros Ltda. v. Broda, Fernando L.", DJ 1987-I-523; C.
Nac. Com., sala B, 15/3/1989, "Sud América Terrestre y Marítima Compañía de Seguros S.A.
v. Kalustián y Cía. S.C.A.", LL 1989-D-360). Los efectos que el art. 80 Ver Texto de la ley
17418 atribuye al pago de las indemnizaciones por el asegurador coinciden con los generales
del art. 767 Ver Texto, CCiv., es decir, trasmitirle todos los derechos del asegurado,
identificándose aquél con éste. La pretensión contra el tercero responsable del daño es
consecuencia de la subrogación legal que se opera por el pago de la indemnización por el
asegurador, lo cual significa que éste puede ejercer las facultades del asegurado tanto en lo que
atañe a la obligación principal como a sus accesorios, con las limitaciones del art. 771 Ver
Texto, CCiv. (C. Civ. y Com. Junín, 23/5/1989, "Sancor Cooperativa de Seguros Ltda. v.
Rodríguez de Bernárdez, Sara", LL 1989-D-322). El asegurador subrogado puede ejercer las
facultades que a éste incumbían, tanto en lo que atañe a la obligación principal como a sus
accesorios, con las limitaciones del art. 771 Ver Texto, CCiv. (Juzg. Fed. Junín, 20/6/1993,
firme, "Sud América Compañía de Seguros S.A. v. Empresa Ferrocarriles Argentinos" Ver
Texto, DJ 1993-II-1024). Consistiendo el reclamo de la empresa aseguradora en la acción de
reembolso que autoriza el art. 80 Ver Texto de la ley 17418, éste se debe ajustar a la suma de
dinero efectivamente abonada a su asegurado, que constituye la base para la cuantificación del
crédito, sin que quepa acudir a otros parámetros vinculados al precio de vehículos semejantes
al que fue objeto del siniestro (C. Nac. Com., sala C, 18/9/1992, "Agrosalta Cooperativa de
Seguros Ltda. v. Anpe S.R.L." Ver Texto, LL 1993-C-105), por lo cual no es necesario
determinar el valor de plaza, al momento del siniestro, del rodado objeto del mencionado
contrato (C. Nac. Com., sala C, 18/8/1994, LL 1994-E-141). La medida del derecho de la
compañía de seguros que demanda subrogada en la posición del consignatario está dada por la
entidad del pago, en tanto no exceda el valor de plaza del faltante imputable al trasportador
marítimo, desde que, por la subrogación, el asegurador no puede tener un derecho más extenso
que el del perjudicado directo (LL 1995-C-92). La sola denuncia del siniestro no libera al

988
asegurado de cumplir con la cláusula del contrato que lo obliga a realizar los actos y
procedimientos legales destinados a responsabilizar a terceros causantes de perjuicios cubiertos
por el seguro (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala I, 12/6/1997, "Pescatex S.A. v. Aseguradores
Industriales Compañía de Seguros S.A.", JA 1998-I-468 Ver Texto).

Corresponde computar la compensación de la depreciación monetaria y los intereses desde la


fecha del pago de la indemnización al asegurado, cuando el asegurador en subrogación
demanda al titular del garaje por resarcimiento a raíz del incumplimiento de su deber de
restituir el vehículo (C. Nac. Com., en pleno, 24/5/1982, "Plus Ultra Compañía de Seguros
S.A. v. Garaje Campi S.R.L." Ver Texto, LL 1982-C-232; ED 99-290).

La obligación que nace del contrato de garaje es distinta de la que tiene su fuente en la
responsabilidad del tercero que ha ejecutado el acto ilícito del robo, y también es diversa la
obligación proveniente del contrato de seguro. La inejecución de la obligación de custodia
emergente del contrato de garaje ha originado una responsabilidad inequívocamente
contractual, y los derechos del dueño del vehículo dirigidos a hacer efectiva dicha
responsabilidad del garajista han pasado al asegurador que pagó el valor de la indemnización,
con el alcance de la subrogación legal, arts. 80 Ver Texto, ley 17418, y 771 Ver Texto, CCiv. (C.
Nac. Com., sala B, 14/10/1981, "Del Interior Cía. de Seguros S.A. v. Banco Holandés Unido",
cit.; en análogo sentido, sala A, 27/4/1993, "Aconcagua Compañía de Seguros S.A. v. López y
Prada S.A." Ver Texto, LL 1994-B-18; sala E, 13/9/1993, "Omega Cooperativa de Seguros
Ltda. v. Figari, Roberto E.", JA 1994-I-648 Ver Texto). "Tercero" respecto del cual opera la
subrogación del art. 80 Ver Texto, ley 17418, es, en el contrato de garaje, no solamente quien
sustrajo el vehículo, sino también el garajista que lo guardaba; por ello, no puede prosperar el
argumento de la demandada, que invocó falta de legitimación activa de la aseguradora,
alegando que sólo se debía considerare tercero a quien sustrajo el automóvil, dado que ésta
también poseía derechos contra el responsable del incumplimiento del deber de guarda (C.
Nac. Com., sala D, 5/5/1994, "Astro Cooperativa de Seguros Ltda. v. Gran Garage Barrancas
S.R.L." Ver Texto, ED 158-566; en análogo sentido, sala E, 29/5/1998, "Sancor Cooperativa
de Seguros Ltda. v. Santoro, Mario" Ver Texto, ED 181-818, sum. 89). Aceptada la
subrogación de la aseguradora contra los propietarios de la playa de estacionamiento donde se
produjo el siniestro, aquélla tiene los mismos derechos que su asegurado y, por lo tanto, la
mora se computa desde el momento del incumplimiento de la obligación de restituir la cosa
depositada, es decir, el rodado (C. Nac. Com., sala E, 27/7/1994, "El Cabildo Compañía de
Seguros S.A. v. Lestián S.A." Ver Texto, LL 1995-C-668, sum. 38.382; JA 1998-IV, Síntesis).
Descartada la existencia de una relación jurídica -contrato de garaje entre la asegurada y el
consorcio de propietarios demandado-, mal se puede atribuir a éste el incumplimiento de
obligación contractual alguna. Por tanto, dado que el beneficiario de la indemnización abonada
por la aseguradora carecería de derechos contra la demandada en razón del siniestro -
desaparición del rodado-, cabe concluir que no se ha operado la subrogación prevista por el
art. 80 Ver Texto de la ley 17418, por lo cual cabe desestimar la acción resarcitoria deducida
por la aseguradora (C. Nac. Com., sala E, 15/3/1996, ED 172-45).

El riesgo asumido por el asegurador es un valor negativo establecido según el cálculo de


probabilidades y la intensidad del siniestro, que se traduce en la adquisición, por parte del

989
asegurador, de las unidades que cada asegurado le trasfiere, de forma tal que las cantidades que
sirven para reducirlas (recuperos) también le pertenecen y, por tanto, a él le corresponden las
sumas que se puedan reembolsar de terceros por la imputabilidad en los hechos constitutivos
del siniestro. Por otra parte, el contrato de seguro no es liberatorio de la responsabilidad del
tercero, porque le es res inter alios acta y, por tanto, no se puede beneficiar con el pago que el
asegurador hace al asegurado (C. Nac. Com., sala B, 15/3/1989, "Sud América Terrestre y
Marítima Compañía de Seguros S.A. v. Kalustián S.C.A.", cit., LL 1989-D-360). El asegurador
sólo puede hacer valer contra el trasportista los derechos y acciones que contra éste poseía el
asegurado, por lo cual, al no haber ninguna otra relación de la primera con el acarreador de las
mercaderías, no se advierte que el reclamo se pueda fundar en el "propio derecho" -en el caso
se intentó incluir en el reclamo los gastos y honorarios de la liquidación- (C. Nac. Civ. y Com.
Fed., sala 3ª, 4/7/1989, "Lefa Cooperativa de Seguros Ltda. v. Propietario y/o armador del
buque Agenor" Ver Texto, LL 1989-E-396). Por otra parte, la circunstancia de que el seguro
cubra o no determinado riesgo es materia que sólo atañe a asegurado y aseguradora; no se
pueden eximir los terceros de responsabilidad en virtud de un vínculo contractual que no les
incumbe (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 2/12/1994, "Caja Nacional de Ahorro y Seguro v.
San Luis S.C.A." Ver Texto, LL 1995-C-61).

Los honorarios del liquidador son erogaciones que no integran el crédito por daños y
perjuicios derivados del incumplimiento del contrato de trasporte, sino gastos originados en la
organización administrativa del asegurador y realizados en su propio interés, por lo cual no se
pueden considerar comprendidos en la subrogación de derecho y obligaciones del
consignatario de las mercaderías trasportadas (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 1ª, 22/8/1978,
"Columbia S.A. de Seguros v. Empresa Ferrocarriles Argentinos", JA 1980-I-668; Rep. LL
1980-97-2336). No se pueden incluir en el reclamo del asegurador contra el tercero
responsable del daño los gastos correspondientes a los liquidadores del siniestro, por cuanto se
trata de actos internos del asegurador que forman parte de sus operaciones normales, ya
contempladas en sus cálculos económicos. Y también debe ser excluido del reclamo el monto
de la franquicia puesta a cargo del asegurado (C. Nac. Com., sala B, 14/10/1981, "Del Interior
Compañía de Seguros S.A. v. Banco Holandés Unido", cit.; en sentido análogo, misma sala,
15/3/1982, "Columbia Compañía de Seguros v. Farmacia Colón" Ver Texto, LL 1982-D-22).

Para hacer valer su derecho de subrogación, el asegurador tiene la carga de probar que el pago
efectuado ha respondido a una deuda derivada del contrato de seguro; para ello es suficiente el
recibo, cuando de él resulta que ese pago ha sido efectuado en virtud del contrato asegurativo,
y aclara la causa por la cual se ha hecho; pero si el recibo sólo acredita el pago de una suma de
dinero, se deberá probar por otros medios que ha sido hecho en función del contrato de
seguro, sin que sea indispensable exhibir el instrumento de ese seguro, en cuanto éste regula
solamente las relaciones internas entre asegurado y asegurador (C. Nac. Com., sala B,
14/4/1992, ED 147- 591).

Es competente la justicia civil para entender en la demanda interpuesta por una compañía de
seguros en ejercicio de la acción subrogatoria por los daños que pagó a su asegurado de los que
le ocasionó un tercero responsable, toda vez que se trata de una acción independiente del
contrato de seguro y ajena, por ello, a los actos mercantiles que generan competencia a la

990
justicia comercial (C. Nac. Com., sala A, 9/8/1999, "Allianz Ras Argentina S.A. v. Teyma S.A."
Ver Texto, LL fallo 99.818).

(1889) Las razones expuestas se analizan más ampliamente en nuestro estudio Recurso del
asegurador contra el tercero responsable de la muerte del asegurado, en LL 3-765.
Cabe enumerar entre los distintos autores que comparten nuestra opinión: Dupuich, notas en
DP 1894-2-505, y 1918-1-57; Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1909, 2, p. 216; Crémieu, en "Rev.
Trim.", 1911, p. 932, nº 8; Capitant, en "Rev. Trim.", 1908, ps. 49 y ss.; Brunetti, en
"Assicurazioni", 1938, 2, p. 189; Bruck, p. 680; para el caso de que el daño es intencional;
Besson y Picard, IV, nº 6, para los seguros de personas.
Fue aceptada por la C. Nac. Com., 30/4/1935, LL 3-767.
Contra: Lefort, II, ps. 6 y ss.; Wahl, nota en "Sirey", 1903, 2, p. 257; Donati, Trattato, II, nº
471, porque si el asegurador debe, debe por otra causa; Besson y Picard, II, nros. 292 y ss., para
el seguro de intereses, porque en materia de seguros de personas lo niegan (IV, nº 6).
La Sup. Corte Bs. As., 24/4/1962, LL 109, fallo 49.698, asimila esta subrogación legal del
asegurador con la legislada en el Código Civil, en una evidente confusión.
Ver, además, Durante, ob. cit., ps. 349 y ss.; Gasperoni, en "Assicurazioni", 1966, 1, p. 599;
Marando, en "Assicurazioni", 1966, 2, p. 76; Parisi, en "Assicurazioni", 1966, 2, p. 203; Bozzi,
en "Assicurazioni", 1966, 2, p. 209; Carboni, en "Assicurazioni", 1966, 2, p. 250.

(1890) Ver Horst Speyer, Claudio J., Convenio de reciprocidad entre aseguradores de
automóviles, en "Rev. Der. Com. y Obl.", año 1 (1968), p. 201, y fallo ahí anotado.

(1891) Las pólizas en los seguros de daños establecían expresamente la subrogación en favor
del asegurador.
La C. Fed. Cap., 19/6/1935, JA 50-750, decidió que el autor del daño no puede alegar, en su
defensa, la subrogación producida en favor del asegurador, fallo justificadamente censurado
con energía por Rafael de la Vega, lug. cit.

(1892) Pero en los seguros de daños -por ejemplo, de responsabilidad civil- es indiferente que
el siniestro afecte cosas o personas (1ª C. Apels. Santa Fe, 10/10/1952, LL 70-30).

(1893) Vivante, Contratto, nº 324, y Trattato, nº 1972; De Lalande y Couturier, nros. 539 y
546; Besson y Picard, II, p. 709; Rivarola, p. 298; Vance, p. 662; Donati, Trattato, II, nº 498;
Garrido y Comas, ob. cit., ps. 446 y ss.; C. Nac. Com., 18/12/1922, GF 42-2 y JA 9-938; C.
Fed. Cap., 21/6/1968, LL 134, fallo 61.613.
Obarrio lo funda en la justicia (p. 74). Lordi lo halla en el pago de una deuda ajena (nº 710),
olvidando que paga una deuda contractual propia, que puede ser mayor o menor que la del
tercero, sujeta a un régimen legal propio, y distinto del de la deuda del tercero.
Repárese que conforme al derecho común no procedería la subrogación legal, porque el
asegurador paga su propia deuda, y no la del tercero (arts. 767 Ver Texto, 768 Ver Texto y
concordantes, CCiv.). Sólo cabría una subrogación convencional (art. 769 Ver Texto, CCiv.).
Contra: Zavala Rodríguez, ob. cit., II, nº 1834.

991
Besson y Picard, II, nros. 296 y ss., sostienen el derecho de la víctima a la acumulación de las
indemnizaciones debidas por el tercero y el asegurador, y halla en la subrogación legal un fuerte
argumento en favor, ya que el asegurador subrogado ejerce la acción de la víctima.
En el estudio de Vitu, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1946, p. 231, se enumeran las distintas
opiniones expuestas.
Anteo Genovese (en "Assicurazioni", 1968, 1ª parte, p. 15) sostiene que el seguro se contrata
para cubrir el daño eventual que pueda sufrir el patrimonio; cuando ese daño es causado por
un tercero, se reemplaza por la acción indemnizatoria contra este tercero responsable, y el
seguro actúa en subsidio, para el supuesto de insolvencia del tercero.

(1894) Vivante, Trattato, nº 1973, y Contratto, nº 325; Gasperoni, vº Assic. contro gli incendi,
nº 27; Besson y Picard, II, nº 305.

(1895) Conforme al art. 80 Ver Texto, ley 17418, el asegurado viene a carecer de acción, atento
a la trasferencia ope legis ahí dispuesta. Ver Bruck, p. 673; Vivante, Trattato, nº 1973, y
Contratto, nº 325; Gasperoni, lug. cit., p. 838, nº 45; Besson y Picard, II, nº 307; C. Nac. Com.,
sala C, 31/8/1962, inédito.
La subrogación existe aunque el asegurado "ceda" al asegurador sus derechos para el supuesto
del hallazgo del bien robado (C. Nac. Com., sala C, 29/6/1962, inédito): el tercero responsable
pretendía impedir que el damnificado le reclamara la parte de indemnización no pagada por el
asegurador, por invocación de esa cesión.
Stolfi admite que el asegurado pueda accionar contra el responsable del daño aún después de
ser indemnizado por el asegurador, pero por cuenta de éste (en "Riv. Dir. Comm.", 1953, 1ª, p.
376, Legitimación del asegurado para accionar contra el tercero responsable después de pagada
la indemnización).

(1896) El tercero puede exigir que se pruebe ese pago: Vivante, Trattato, nº 1973, y Contratto,
nº 325. Confr. Bruck, ps. 673 y ss.; Brunetti, en "Assicurazioni", 1938, 2, p. 373; De Lalande y
Couturier, nº 553; Patterson, nº 33; Besson y Picard, II, nros. 305 y 308.
Si obtuvo una reducción del asegurado, ésta se descontará; sólo se toma en cuenta el pago
efectivamente hecho (Vivante, Contratto, nº 331), porque sólo se puede reembolsar (ob. cit., nº
326, y Trattato, nº 1974). Y en los límites del contrato, todo pago que exceda de las
obligaciones contractuales del asegurador escapa a la subrogación (Besson y Picard, II, nº 308).
Conf., que se produce por el simple pago: C. Nac. Com., 3/11/1944, LL 37-323; C. Fed. Cap.,
6/11/1946, LL 46-311; C. Fed. Mendoza, 23/2/1950, LL 58-584 (aunque agrega que el
asegurador no debe probar el contrato, sino sólo el pago; pero en tal caso no será la
subrogación del art. 525 Ver Texto cit., sino la prevista en el Código Civil); Sup. Corte Bs. As.,
27/8/1957, JA 1958-II, fallo 19.771.
Ver conf.: Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1962, p. 495.

(1897) Bruck, p. 674; Besson y Picard, II, nº 310.

(1898) Es aplicación analógica del criterio legal para resolver el doble seguro. Además prior in
tempore potior in jure. Confr. Besson y Picard, II, nº 310, y 2ª ed., I, p. 466.

(1899) C. Fed. Rosario, 15/6/1925, GF 57-424. De ahí que es indiferente que el monto pagado
por el asegurador exceda de lo adeudado por el tercero (C. Civ. 2ª Cap., 10/7/1933, JA 42-

992
1115; C. Civ. 1ª Cap., 26/9/1935, GF 119-231; Sup. Corte Bs. As., 27/8/1957, JA 1958-II,
fallo 19.771. Conf.: Besson y Picard, II, nº 311).
Para la jurisprudencia italiana, ver Gambogi, en "Assicurazioni", 1959, 2, p. 220, y Gasperoni,
eod. loc., 1966, 1, p. 599.

(1900) Confr.: Bruck, ps. 668 y ss., quien da al asegurador una acción por enriquecimiento
contra el asegurado. Ver C. Nac. Com., sala C, 29/6/1962, inédito.

(1901) Bruck, p. 667.

(1902) Vivante, Contratto, nros. 327 y 317, y Trattato, nº 1977.

(1903) Confr.: C. Civ. 2ª Cap., 17/7/1934, JA 47-198; C. Fed. Cap., 13/5/1936, JA 54-344;
Sup. Corte Bs. As., 8/6/1955, LL 80-589; C. Civ. Cap., 20/3/1963, DJA 3/8/1963; 6/5/1963,
LL 111, fallo 50.789; Lordi, nº 713; Llambías, J. J., Acciones y derechos susceptibles de
subrogación, en JA 1967-V, secc. Doctrina.
Contra, basta la prueba sola del pago: C. Fed. Mendoza, 23/2/1950, LL 58-584. Ver, C. Nac.
Civ., fallos registrados en ED 9-881, y 16-261, 262 y 264.

(1904) Lordi, nº 712. Un problema diverso es la inacción del asegurador, que así beneficia al
tercero.
Contra: Lepargneur, nº 1325, fundado en que el asegurador, por esa renuncia, cobra una
sobreprima; Besson y Picard, II, nº 317; 2ª ed., I, ps. 460 y 478.
En doctrina italiana se sostienen diversas opiniones en favor de la renunciabilidad: Donati la
acepta cuando favorece al tercero o cuando la acumulación por parte del asegurado no supera
el daño sufrido (Trattato, II, nº 505). Ver en la materia el momento en que se consuma la
subrogación, y el derecho del asegurado a accionar contra el tercero: De Cupis, en
"Assicurazioni", 1951, 2, p. 72; Favara, eod. loc., 1960, 2, p. 108; Ferrarini, eod. loc., 1951, 1, p.
400; 1942, 2, p. 166; 1951, 2, p. 152; 1952, 2, p. 35; 1953, 2, p. 28; 1955, 2, p. 82; Gambogi,
eod. loc., 1961, 2, p. 127; Gasperoni, eod. loc., 1956, 2, p. 137; Giannatasio, eod. loc., 1955, 2,
p. 93; Micheli, eod. loc., 1952, 2, p. 89; Minerbi, eod. loc., 1954, 1, p. 273; Neppi, eod. loc.,
1955, 2, p. 28; Peretti Griva, eod. loc., 1961, 2, p. 214; Persico, eod. loc., 1953, 2, p. 64;
Bondua, eod. loc., 1953, 2, p. 74; Poggi, eod. loc., 1958, 2, p. 249; Rescigno, eod. loc., 1949, 1,
p. 112; Satta, eod. loc., 1952, 2, p. 96; Sotgia, eod. loc., 1949, 1, p. 1; 1952, 2, p. 171; 1960, 1, p.
205; Torrente, eod. loc., 1958, 2, p. 3; 1959, 2, p. 135.
La renuncia de la subrogación contra el trasportador importaría una cláusula de
irresponsabilidad prohibida por la ley (art. 172 Ver Texto, CCom.). Ver sobre el tema, Besson,
en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1958, p. 296; Brunetti, en "Assicurazioni", 1942, 2, p. 28.
La Corte de Casación de Italia, 31/3/1951, en "Assicurazioni", 1952, 2, p. 3,
con nota aprobatoria de Dosetto, implícitamente aceptó su validez, al fijar las condiciones de
oponibilidad al asegurador.

(1905) Vivante, Contratto, nº 330, agrega que tampoco es válida si asegura la impunidad del
tercero en los supuestos de culpa grave y dolo. La conclusión parece inexacta para el supuesto
de culpa, aunque sea grave, porque nada impide que el tercero se beneficie con el contrato
celebrado entre terceros, porque la obligación de indemnizar no es una pena que se mide por la
culpa, sino una obligación de resarcir el daño causado, y en la medida de ese daño, sin que la

993
gravedad de la culpa influya sobre la extensión de ella. Reconozco que estas conclusiones
parecen menos firmes para el supuesto de dolo.
Jurídicamente, la solución no debe ser distinta del supuesto de exención de la responsabilidad
contractual del tercero.
Contra la solución del texto, Besson y Picard, II, p. 731.

(1906) De Lalande y Couturier, nº 540; Segovia, nota 1848; Malagarriga, Trat. elem., III, p. 384;
Vivante, Contratto, nº 332; C. Nac. Esp. Cap., 5/7/1956, LL 85-643; C. Nac. Com., sala A,
12/7/1963, inédito; C. Fed., 22/5/1964, ED 13-127.

(1907) Lepargneur, nº 1322; Vance, p. 672; Besson y Picard, II, nº 309; Besson, en "Rev. Gén.
Ass. Terr.", 1943, p. 248; 1945, p. 159; "Dalloz Critique", 1944, p. 134; 1946, p. 2; Bruck
sostiene que cuando el monto pagado por el asegurador más la indemnización debida por el
tercero no cubren todo el daño, el asegurador no se subroga (ps. 674 y ss.); Besson y Picard, 2ª
ed., I, p. 446, y jurisprudencia de casación citada en su nota 39. También Genovese, en
"Assicurazioni", 1968, 1, p. 15.
Quienes sostienen que se subroga en proporción y concurre con el asegurado no consideran
esta hipótesis: Vivante, Trattato, nº 1974, y Contratto, nº 326; Lordi, nº 717; Fernández acepta
la concurrencia incluso en este supuesto, invocando el art. 772 Ver Texto, CCiv. -p. 464-, sin
reparar en el fundamento de la "subrogación" en el contrato de seguro.

(1908) Conf.: Donati, Trattato, II, nº 503. Ver Fontanarrosa, en "Rev. Der. Com. y Obl.", año
1 (1968), p. 1, y el análisis que ahí hace de la posición contradictoria de la Suprema Corte de
Buenos Aires y la C. Apels. de Rosario.
La C. Fed. Cap., LL 135, fallo 63.064; 135, fallo 63.209, y 136, fallo 64.342, etc., así como la C.
Civ. Cap., admiten el reajuste por desvalorización (LL 133, fallo 62.093; 135, fallo 63.342; 136,
fallo 64.292).

(1909) De ahí que se haya negado contra quien utilizaba el bien con autorización del
propietario (C. Nac. Com., 9/3/1966, ED 16-263). Segovia, nota 1848; Malagarriga, Trat.
elem., III, p. 384; Lepargneur, nº 1323; Besson y Picard, II, nº 313; Cámara, nota en JA 1958-
II-57; Lordi, nº 714; Donati, Trattato, p. 474, en aplicación de regla expresa del Código Civil
italiano de 1942.
En Francia se consagran dos excepciones (Besson y Picard, 2ª ed., I, ps. 475 y ss.): a) en caso
de dolo, que debe ser personal, sin que se pueda perseguir al asegurado por su responsabilidad
indirecta; b) cuando a su vez esas personas estuvieren aseguradas, porque sólo se busca
amparar al asegurado.

(1910) Lepargneur, nº 1323; Besson y Picard, II, nº 314; Bruck, p. 671, Spilrein, p. 169, quien
critica la jurisprudencia francesa anterior a la ley de 1930.
Pero el beneficio no alcanza a los aseguradores de la responsabilidad de estas personas
(Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1940, p. 306).

(1911) Viterbo, ob. cit., p. 97, nota 5, en el supuesto de que sólo está asegurado el tomador;
Besson, en DH 1930, Chronique, p. 33, antes de aplicar la ley de 1930, cuyo art. 36 excluye la
subrogación, salvo el daño intencional; y nota en DP 1930-1-116.

(1912) Bruck, p. 672.

994
(1913) Lordi, nº 719; Bruck, p. 679.

(1914) Rivarola, ps. 298 y ss.; Bruck, p. 677.

(1915) Lordi, nº 172; Bruck, p. 677; Besson y Picard, II, nº 312, y 2ª ed., I, p. 472.
Ver C. Nac. Com., 3/11/1944, LL 37-323, respecto de cesión de derechos realizada por el
asegurado.

(1916) El art. 525 Ver Texto, CCom., derogado, así lo resolvía expresamente (C. Nac. Com.,
18/12/1922, JA 9-938 y GF 42-2).
Bruck le reconoce una acción por enriquecimiento (p. 677).

(1917) Conf.: Segovia, nota 1849; Malagarriga, Trat. elem., III, p. 385; Vivante, Contratto, nº
329.
Fernández, p. 464, nota 43, juzga ilegítimo pactar la caducidad para este supuesto, pues violaría
el art. 503, Cód. cit., derogado.
Contra: Lordi, nº 716, y Anastasi, en LL 1, secc. Jurisprudencia extranjera, p. 5, quienes
sostienen la liberación del asegurador.

(1918) El asegurador no toma en cuenta esa posibilidad cuando contrata y fija sus tarifas; la
subrogación tiene por objeto impedir el enriquecimiento del asegurado y la impunidad del
tercero (C. Nac. Com., 18/12/1922, JA 9-938 y GF 42-2).

(1919) Bruck señala que generalmente se recaba dolo o culpa grave (p. 678).

(1920) C. Nac. Com., 18/12/1922, JA 9-938, y GF 42-2.

(1921) C. Nac. Com., 10/11/1920, GF 29-132; 18/12/1922, citado en la nota 677, y fallo
citado en la nota 679; C. Nac. Civ., 30/4/1965, ED 12-763.
La renuncia es corriente en el seguro marítimo, y se conoce con el nombre de insurance clause.
Su validez aún se discute en Italia (ver Lordi, nº 714).
La Sup. Corte Bs. As., 27/8/1957, JA 1958-II, fallo 19.771, señaló que en el seguro de
accidentes del trabajo, la subrogación era en los derechos del obrero accidentado contra el
tercero.
Esta conclusión llevaría a la otra: de que los actos extintivos del obrero accidentado no podrían
afectar los derechos del patrón asegurado, ajeno a esos actos.

(1922) C. Fed. Cap., 23/11/1923, JA 11-995 y GF 47-246.


La doctrina italiana sostiene que si bien la subrogación no requiere notificación al tercero, éste
paga bien al asegurado, de buena fe (Donati, Trattato, II, nº 501). Que requiere notificación,
decide la Corte de Casación, 12/4/1954, en "Assicurazioni", 154, 2, p. 124, y 1955, 2, p. 10.

(1923) C. Fed. Cap., 4/11/1925, JA 18-436.

(1924) C. Fed. Cap., 10/5/1943, LL 30-548; C. Civ. 2ª Cap., 10/7/1933, GF 105-203.

(1925) C. Fed. Cap., 10/5/1943, LL 30-548.

995
(1926) C. Civ. 2ª Cap., 4/11/1932, JA 40-156; C. Civ. 1ª Cap., 19/8/1932, JA 39-112.
Tanto en Italia como en Francia se polemiza en torno a si se puede constituir en parte civil en
el proceso penal (ver Bondu…, en "Assicurazioni", 1942, 1, p. 305, Besson, en "Rev. Gén. Ass.
Terr.", 1953, p. 399; 1957, p. 62, y 1958, p. 291, donde critica la solución contraria de la Corte
de Casación, 16/11/1956 y 10/10/1957).

(1927) C. Nac. Com., 10/11/1920, JA 5-558; C. Civ., 19/10/1964, ED 14-215; Besson y


Picard, II, nº 311; Corte de Casación de Italia, 20/1/1960, en "Assicurazioni", 1960, 2, p. 239.
Ver un inexplicable apartamiento de la regla en materia de prueba de haberse hecho bien el
pago, en C. Nac. Com., sala A, 12/7/1963, inédito (acerca del monto de los daños reparados y
relación causal con el accidente).
Lordi sostiene equivocadamente que sólo puede alegar la inexistencia de daño culpable o que el
monto es menor que el pretendido (ob. cit., nº 712): no hay ninguna razón para limitar las
defensas del tercero, ni el seguro ajeno puede alterar su responsabilidad ni su condición
jurídica.
La C. Nac. Civ., 12/4/1966, ED 17-742, con nota de Varangot, C. J., en LL 125, fallo 57.507,
aceptó que pueda alegar el convenio entre aseguradores, de no ejercer las acciones por seguros,
porque se trata de un contrato en favor de tercero. Ver también la nota de Horst Speyer, cit. en
nota 647 bis, supra.

(1928) Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1939, p. 494; Besson y Picard, II, p. 714.
De ahí que no sea exacta la afirmación de De Lalande y Couturier, nº 566, que la sentencia en
la causa entre asegurado y responsable civil no es oponible al asegurador. Lo será en las
condiciones que resultan del principio sostenido, porque el asegurador ejerce el mismo derecho
que el asegurado, y, jurídicamente, son idéntica parte.
Ver C. Fed. Tucumán, 13/12/1947, LL 49-134, que sostiene la solución impugnada.

(1929) Lordi, ob. cit., nº 718.


Ni arg ir que el asegurador asumió la responsabilidad que a él le incumbía (C. Nac. Com.,
20/5/1925, JA 15-1030).

(1930) C. Civ. 2ª Cap., 5/8/1932, JA 39-153.


Se cuestiona si el asegurado puede actuar en juicio en beneficio del asegurador, es decir, a su
propio nombre y como mandatario real del asegurador: a) en Francia se puede ver en contra;
Corte de Casación, 19/3/1957, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1957, p. 167, y en favor Besson,
eod. loc., p. 169; b) en Italia la solución es arduamente discutida (ver autores citados supra,
nota 661).

(1931) Vivante, Trattato, nº 1929, y Contratto, nº 125; Bruck, p. 680.

(1932) I. - C. Nac. Com., 30/4/1935, LL 3-765, JA 50-281, GF 116-81; Sup. Corte Bs. As.,
27/8/1948, LL 52-636, aunque admite la subrogación convencional; 8/6/1955, LL 80-589;
Halperin, en LL 3-765; Cámara, nota en DJA 5/4/1958; Segovia, nota al art. 494; Vivante,
Contratto, nº 613; Lordi, nº 711; Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1909, 2, p. 216; Vance, ps. 679
y ss.; Patterson, p. 132; Dupuich, nota en DP 1918-1-57; Besson y Picard, IV, nº 5; etc.
La ley francesa de 1930, art. 55, lo niega para todos los seguros de personas; y existen pólizas
argentinas de seguro individual de accidentes que también así lo disponen.

996
Contra: Wahl, nota en "Sirey", 1903, 2, 257; Lefort, ob. cit., II, ps. 6 y ss.; Chironi, Culpa
extracontractual, II, p. 504, en contradicción con cuanto sostiene en Studi, III, p. 323; Lafaille,
Seguro de vida en favor de terceros, ps. 146 y ss.
La opinión de Lyon-Caen ha variado, y es vacilante: cfr. notas en "Journal du Palais", 1896, p.
647; "Sirey", 1887, 1, 17; "Sirey", 1911, 1, 545.
Contra, respecto del seguro de accidentes, por considerar que es indemnizatorio: Salandra, en
"Assicurazioni", 1937, 2, p. 204; Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1907, 2, p. 558; Greco, en
"Assicurazioni", 1935, 2, p. 327.
Ascarelli, a pesar de afirmar que se trata de un seguro resarcitorio, niega la subrogación porque
el daño no es concreto; el seguro predetermina el monto de la indemnización, porque es un
daño complejo, en el cual se incluye hasta el lucro esperado; por esto, el seguro es
complementario de la indemnización que debe el tercero, y no juega el fin perseguido con la
subrogación (en "Assicurazioni", 1937, 2, p. 294).
II. - Besson y Picard, 2ª d., I, p. 612, excluyen asimismo: a) la cesión contractual de las acciones
porque viola los fines legales de la no subrogación. En esencia, nos hallamos frente a un fraude
a la ley.
b) limitación de la garantía cuando exista esa responsabilidad del tercero (solución discutida en
doctrina francesa). Los fundamentos son análogos.
III. - El asegurador no tiene acción propia contra el tercero responsable: ha recibido el precio
(prima) para hacer un pago, que entró en sus previsiones (Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 611).

(1933) De ahí que el tercero tampoco pueda computar lo recibido en razón del seguro para
reducir la indemnización que debe a su vez (Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 613, de acuerdo con la
decisión de la Corte de Casación, 26/11/1963).

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Capítulo VI. EL BENEFICIARIO EN EL SEGURO DE PERSONAS. LOS SEGUROS


COLECTIVOS

997
1. Designación del beneficiario.

El seguro de personas -sobre la vida y de accidentes- para el caso de muerte es un contrato


esencial y principalmente para tercero. Así como hay contratos que no se trasmiten, éstos
necesariamente se estipulan para un tercero (1934) . El art. 549 Ver Texto, CCom., previó la
institución; y la ley 3942 completó el régimen legislativo, ahora reemplazado por los arts. 143
Ver Texto a 148 Ver Texto de la ley 17418.

El tercero en cuyo favor se contrata se califica de beneficiario. No es parte en el contrato, aun


cuando se lo designe en la póliza (doctrina del art. 143 Ver Texto, 1º y 3er. párrs.), al momento
mismo de contratar: sólo son partes el tomador y el asegurador (1935) .

La designación puede ser a título gratuito u oneroso (art. 143 Ver Texto, 2º párr.): los efectos
serán diversos, especialmente en lo que se refiere a la revocabilidad, mantenimiento de la
vigencia del contrato, etc.

Los principios que se exponen valen para todos los tipos de seguros de personas: sea a término
fijo, mixto, de accidentes, etc. (arts. 148 Ver Texto y 149 Ver Texto) (1936) .

La designación se puede hacer en personas determinadas, aunque no se indiquen nombre y


apellido; basta que la duda no sea posible. Y se puede hacer en personas indeterminadas, pero
determinables (art. 143 Ver Texto, 1er. párr.), sea por imprecisión de los datos o por la
designación general: por el parentesco, herederos, hijos nacidos y por nacer, etc. Esta forma de
designación tiene la ventaja de salvar cualquier dificultad por la omisión posible en una
enumeración taxativa, o hace innecesaria una modificación por el sobrevenimiento de una
persona en la categoría prevista, o el fallecimiento de cualquiera de los integrantes (1937) .

En caso de duda, deben ser investigadas todas las circunstancias que permitan establecer la
voluntad del asegurado; incluso, las declaraciones del agente; el matrimonio inminente, hecho
conocer a los parientes, etc. (1938) . Es un problema de interpretación de la voluntad.

998
2. Supuesto de falta de designación.

Cuando falta la designación, ya sea originariamente o por cualquier causa, la designación hecha
se torna ineficaz o queda sin efecto, la ley dispone en el art. 145 Ver Texto que se entiende que
se designó a los herederos (4º párr.). La casi unanimidad de la doctrina sostiene la solución
inversa: que a falta de designación de un beneficiario determinado o determinable, el capital
integra el patrimonio, y los herederos del tomador lo reciben jure hereditario (1939) , con las
consecuencias de que la aceptación del capital importa aceptación de la herencia, y el repudio
de ésta impide participar de esa suma; responde por las deudas del tomador (1940) , y se
reparte en proporción a las cuotas hereditarias (1941) .

Vivante resume las razones para fundar esta solución expresando que la ley no ha perdido de
vista la continuidad jurídica del estipulante y sus herederos; se inclina ante la voluntad expresa,
pero no puede ser más solícita que el propio estipulante: sería ilógico e inmoral. No es exacto
que se trate de un crédito que el tomador no podía percibir: es un crédito sujeto a plazo o
condición, pero no por ello deja menos de integrar el patrimonio. Se llegaría al absurdo de que
un pariente lejano recogiera ese beneficio; y es ilógico darle al heredero un derecho nacido al
tiempo del contrato (1942) .

Quienes auspician esta solución tradicional olvidan que la esencia de este contrato es ser en
favor de tercero, que justifica la revocabilidad ab libitum de la designación del beneficiario; y
que su fin es el pago de un capital, como derecho propio del beneficiario, sustraído a las
contingencias patrimoniales del tomador. En estas condiciones, atribuirlo a los herederos jure
hereditario es suponer que se lo contrató teniendo en cuenta el beneficio eventual y posible de
los acreedores del tomador, y no beneficiar a los herederos otorgándoles un derecho propio e
independiente del patrimonio del tomador: ésta es la intención verosímil y casi cierta del
asegurado, que debe ser respetada. La solución no perjudica al asegurador, para quien es
indiferente, ni a los acreedores, que están protegidos contra el fraude (arts. 961 Ver Texto y ss.,
CCiv.).

No se trata de darle al heredero un derecho anterior al nacimiento del suyo a recoger la


herencia: aquí se hace un juego de palabras. Sólo se trata de reconocer una designación tácita
de beneficiario, lo cual es una cosa absolutamente distinta.

La circunstancia de que un heredero lejano pueda así resultar beneficiario no es una conclusión
que pueda detenernos: la propia ley le reconoce ese título en las sucesiones ab intestato, y por
derechos de una importancia patrimonial mucho mayor. La razón invocada por Vivante valdría
incluso para negarles el beneficio aun por derecho hereditario.

999
No es ilógico que la ley sea más solícita que el propio estipulante. Son numerosos los
supuestos en que se han fijado reglas para proteger al contratante o suplir ventajosamente una
omisión, sin contar aquellos en que se imponen normas de protección a pesar de la voluntad
del beneficiado, como ocurre en el derecho del trabajo.

"No hay razón -expresa Lordi- para emplear con tales herederos un tratamiento distinto del
otorgado a los herederos indicados genéricamente en la póliza. El espíritu de la ley exige que en
todos los casos se sobreentienda que los herederos son indicados como beneficiarios, a falta de
otra designación o también a falta de toda designación".

Si se admite que las expresiones "sus herederos y causahabientes" (1943) o "a favor de mis
herederos legítimos" (art. 145 Ver Texto, 3er. párr.) (1944) , son designaciones de beneficiarios
determinables, no hay razón para rechazar la solución sancionada por la ley: en ambos casos el
problema es de interpretación de la voluntad, y nada autoriza a auspiciar soluciones opuestas.

¿Es posible sostener que cuando se revoca la designación, sin formular otra, también se
contrata para el propio patrimonio? ¿Y en el supuesto de que se ignore la premuerte del
beneficiario nombrado? La solución impugnada llevaría a decisiones ilógicas, en pugna con la
voluntad clara del asegurado (1945) .

3. Interpretación de diversas cláusulas de designación.

Si la póliza fija precisamente los beneficiarios a quienes se pagará el capital con exclusión de
todo otro, en caso de no existir o sobrevivir este beneficiario exclusivo se pagará a los
herederos del estipulante (art. 145 Ver Texto, 4º párr.) (1946) .

Cuando la designación se hace en favor de "mis hijos" o "los hijos", se comprende a los
nacidos a ese momento o que puedan nacer, aunque no concebidos (art. 145 Ver Texto, 2º
párr.): todos son iguales en el afecto del padre, y se traicionaría su pensamiento de previsión si
así no fuera (1947) .

1000
Si se designó a la esposa, se entiende que es la sobreviviente al tiempo de consolidación del
beneficio -muerte del asegurado, vencimiento del plazo, etc.-, aun cuando el asegurado se
hubiera vuelto a casar (1948) . Vivante se opone a la solución, porque cuando se hizo la
designación se tuvo presente a la primera esposa, y no se pensó en una extraña; el pago
posterior de las primas nada arguye; ni se puede aducir la trasferencia tácita del beneficio,
porque pudiendo hacerlo expresamente no lo hizo (1949) : la argumentación va contra todas
las manifestaciones tácitas de voluntad; y un razonamiento análogo se puede oponer a la
solución que él propugna, para el supuesto de que existan hijos del primer matrimonio, porque
si el padre quiso beneficiarlos bien pudo designarlos expresamente.

El error o la falsedad en la indicación del vínculo que hay con el beneficiario no afecta la
designación, porque la intención de beneficiar es evidente: así, la institución en favor de la
concubina, a quien se califica de esposa (1950) .

Cuando se fija un orden entre los beneficiarios nombrados y se los designa sucesivamente "en
defecto de . . .", los nombrados subsidiariamente reciben el beneficio no sólo a falta o renuncia
del designado en primer término, sino también si su derecho caducó o ha prescrito la acción
pertinente (1951) . La expresión "en defecto . . ." se debe entender una indicación subsidiaria
amplia, una manifestación de voluntad categórica de que en cualquier supuesto que el
nombrado en primer término no recoja el beneficio, éste sea recibido por los designados en
subsidio. Toda limitación resulta arbitraria frente a la clara expresión de la voluntad del
tomador.

En los seguros sobre la vida, complementarios de préstamos hipotecarios, el beneficio es en


favor del acreedor (1952) .

Cuando se designa a los herederos y hay testamento, se tendrá por nombrados a los instituidos
en éste (art. 145 Ver Texto, 3er. párr.) (1953) .

II

1001
4. Capacidad para designar el beneficiario y para aceptar el beneficio.

La capacidad para designar el beneficiario y la de éste para recibir debe ser resuelta con arreglo
a la causa de la designación, si ésta es a título oneroso o gratuito (1954) ; se deberá tener en
cuenta que cuando el menor que cumplió 18 años celebra el contrato, sólo puede designar los
beneficiarios específicamente determinados en el art. 128 Ver Texto, 3er. párr.: ascendientes,
descendientes y hermanos, a su cargo, salvo que tenga capacidad genérica para contratar
conforme a los arts. 128 Ver Texto, 131 Ver Texto y 135 Ver Texto, CCiv. (ley 17711 Ver
Texto), como se analizó en el capítulo II.

El problema que mantiene dividida a la doctrina es el de la capacidad del beneficiario cuando la


designación es a título gratuito, especialmente respecto de los incapaces para recibir por
donación.

Partiendo de la base de que existe una donación o liberalidad, Vivante sostiene que la
capacidad se debe juzgar al tiempo de la designación, por lo cual no podrían recibir los hijos
por nacer no concebidos a ese tiempo, y los hijos ilegítimos sólo tendrían una capacidad
limitada. Mas la validez del contrato no se afectaría por ello, porque no se podría investigar la
validez después de muchos años de ejecución (1955) .

Pacchioni, fundado en su posición de fondo de que el derecho del beneficiario nace y es


establecido por la ley en virtud del contrato de seguro, sostiene que no rigen las disposiciones
limitativas para recibir por donación o legado. Máxime si se tiene en cuenta el origen histórico
y función de estas limitaciones (1956) .

En nuestro derecho, el art. 1809 Ver Texto, CCiv., fija que la capacidad para recibir por
donación se juzgará al momento de la aceptación. Mas su aplicación lisa y llana complicará el
problema, porque impondrá la del art. 1149 Ver Texto, CCiv., que exige que el ofertante no
haya fallecido ni caído en la incapacidad.

Pero las soluciones propugnadas suponen que la designación a título gratuito significa una
donación, lo cual es un error: Segovia apunta que los arts. 1807 Ver Texto, inc. 1, y 1791 Ver
Texto, inc. 6, CCiv., excluyen que se las considere así (1957) ; a ello cabe agregar que no es
revocable por los herederos.

1002
Es exacto que la ley 3942, art. 1 antes y el art. 144 ahora, somete a las primas al régimen de la
colación y reducción. Pero esto no implica la consagración legislativa de esa naturaleza jurídica,
que debe resultar de los elementos y funcionamiento de la institución misma, y no de una
calificación legal, que puede ser equivocada.

Refirma esta conclusión el debate de la ley 3942 . El diputado O´Farrel -cuya opinión adquiere
especial importancia por ser el autor del proyecto sancionado, porque la Cámara votó
inmediatamente después de su discurso, y la comisión guardó silencio-, en su réplica a
Guastavino, que se oponía a la sanción, expresó que la contratación de un seguro sobre la vida
en beneficio de tercero nunca podría ser considerada como una donación. "Es un contrato que
escapa a la legislación común, es un contrato que se va perfeccionando, que va completándose
a medida que las sociedades se van civilizando y van viendo las diversas necesidades que tienen
que llenar y que no pueden ser juzgadas por el principio general que ha sido establecido por el
Código Civil" (1958) .

La aplicación del régimen de la colación y reducción se puede explicar sin esfuerzo como un
mero recurso técnico a instituciones ajenas, que aparecen como un remedio eficaz para evitar
que por medio de un seguro sobre la vida se burle la legítima que pueda corresponder a los
herederos.

Aceptar que se trata de una donación implica sostener que la esposa y los hijos por nacer no
pueden ser designados beneficiarios (arts. 1807 Ver Texto, inc. 1, y 1806 Ver Texto, CCiv.), lo
cual contraría los arts. 143 Ver Texto y 145 Ver Texto, 2º párr. Además, para el supuesto de
muerte recibiría aplicación el art. 1790 Ver Texto, CCiv., lo cual repugna a la institución.

Para que exista donación, el donante debe actuar movido por un puro espíritu de liberalidad,
que desaparece en cuanto con su acto entienda cumplir con una obligación natural o moral.

Si nos colocamos dentro de la teoría clásica de la causa, que afirma que en la donación se halla
el animus donandi (1959) , indudablemente que no se daría en el seguro sobre la vida, porque
las primas se pagan para obtener un capital en determinado momento, a fin de que el heredero
beneficiado (es la hipótesis que consideramos) pueda obtener recursos que le permitan
solventar la situación difícil que le crea la desaparición del asegurado.

Es decir que para el asegurado se trata, simplemente, de cumplir con su deber de prestación de
alimentos (ampliamente entendida), y para el beneficiario de gozar de esa prestación, con el
mínimo detrimento patrimonial para el asegurado, si es que alguno llega a existir.

1003
No se puede, pues, hacer referencia al animus donandi, tal como lo entendía la doctrina clásica
de la causa, ya que en el supuesto se daría el cumplimiento de una obligación, moral si se
quiere, pero obligación cuya existencia impide que se pueda hacer referencia a la existencia de
una donación (1960) .

La solución no es diversa si el problema se analiza mediante la doctrina contemporánea de la


causa, que la encuentra no en el animus donandi sino en los motivos, posición que
consideramos es la exacta, y que nuestra jurisprudencia ha consagrado, especialmente cuando
analizó la causa ilícita (1961) .

El motivo de la designación no se hallaría en la satisfacción de ningún deber de cortesía, en el


ánimo de beneficiar, sino en el cumplimiento de un deber moral: asegurar temporal o
definitivamente el cumplimiento de la obligación de alimentar, evitarle dificultades esenciales al
beneficiario, etc.

5. Momento en que se juzga la capacidad del beneficiario.

Descartada la naturaleza de donación, aún se debe determinar en qué momento se juzgará la


capacidad del beneficiario: se debe considerar al tiempo que es designado, porque a ese
momento se le atribuyen derechos, cuya aceptación se limita a consolidar. De ahí que el tutor
no pueda serlo, y en cambio quepa designar a la esposa, a los descendientes ilegítimos, etcétera.

La capacidad del asegurado se juzgará al momento en que hace la designación; por ello no
puede hacerlo el menor no incluido en la excepción del art. 128 Ver Texto, 3er. párr., el
incapaz, etc.

Respecto del fallido, el art. 147 Ver Texto ha resuelto expresamente diversos problemas
suscitados por la doctrina (1962) : la quiebra o el concurso no afecta el contrato de seguro
(encabezamiento); por lo cual podrá sustituir un beneficiario por otro, designar uno
específicamente si omitió hacerlo al contratar, etc.; los acreedores sólo tienen los derechos
limitados de cobrarse sobre el valor de rescate ejercido por el fallido o concursado, o sobre el
capital que se deba incorporar al patrimonio del deudor (art. 147 Ver Texto), o ejercer la acción
revocatoria (arts. 961 Ver Texto y concs., CCiv.).

1004
La mayoría de los autores franceses, fundados en que el avenant forma parte de la póliza,
entienden que la capacidad se debe juzgar al tiempo de la suscripción del contrato, sea que se
lo designe a ese momento o con posterioridad (1963) . Es inaceptable: el avenant -llamado en
la práctica argentina endoso o agregado- forma parte del contrato, como toda modificación de
éste que se convenga introducir en cualquier especie de contrato: no puede modificar los
hechos ocurridos con anterioridad ni suprimir la vigencia anterior de las cláusulas modificadas.
La conclusión tiene importancia para fijar el monto de las primas que se deben colacionar,
como veremos más adelante.

III

6. Forma y momento de la designación.

La designación del beneficiario es un acto unilateral del tomador, que no está subordinado a la
conformidad del asegurador; y es, además, un acto personal, en cuyo ejercicio no puede ser
sustituido.

La designación se puede hacer en la póliza o en un acto extraño a ésta; puede ser en acto
anterior a la celebración del contrato -cuando se lo hace en la propuesta misma- o posterior,
siempre que se haga por escrito (art. 146 Ver Texto) (1964) : cualquiera que sea el momento en
que se haga, existe un contrato en favor de tercero (1965) .

La doctrina discute si la designación se puede hacer por testamento. Los autores franceses, en
opinión consagrada por la ley de 1930, art. 63, aceptan esta forma (1966) . En cambio, los
italianos discuten el punto: Vivante y Valeri niegan su eficacia, porque debe ser notificada al
asegurador, para darle seguridad, en protección del derecho de los terceros (1967) . Lordi, a su
vez, invocando la autoridad de Manenti, acepta este medio (1968) .

1005
Las razones para negar eficacia a la designación en el testamento no son valederas: si bien el
asegurador debe conocer el nombramiento del beneficiario, nada impide que se le notifique
después del siniestro (art. 146 Ver Texto, 2ª frase); queda suficientemente protegido con la
validez del pago hecho de buena fe a quien él conocía como titular del derecho al capital (1969)
.

No es menester observar la forma fijada por la póliza para la designación siempre que se haga
por escrito (art. 146 Ver Texto). El beneficiario designado en violación a las formas
contractuales podrá exigir el pago del asegurador (1970) .

IV

7. Revocación de la designación.

La revocabilidad de la designación es de la esencia del contrato (art. 143 Ver Texto, 2º y 3er.
párrs.) (1971) (cuando esa designación es a título gratuito). Este derecho se justifica por sí solo:
desaparición del fundamento del beneficio. El poder es absoluto; ni el beneficiario ni el
asegurador se pueden oponer. El beneficiario, porque es ajeno al contrato; el asegurador,
porque no recibe ningún perjuicio: para él es indiferente la persona del titular. Es la solución
consagrada por la doctrina y la jurisprudencia (1972) .

La revocación no hace que el derecho al capital se incorpore al patrimonio del asegurado; sólo
lo integra esta facultad, por lo cual la designación de un nuevo beneficiario no perjudica a los
acreedores. De ahí la solución del art. 145 Ver Texto, 4º párr., ya analizada.

La aceptación del beneficio antes del vencimiento del contrato, sin el consentimiento del
asegurado, es ineficaz y no afecta el derecho a revocarlo, porque no puede quitársele a éste su
derecho a disponer libremente del beneficio, que sólo será adquirido irrevocablemente cuando
el evento se produzca si es a título gratuito (art. 143 Ver Texto, 2º párr.) o el asegurado así lo

1006
disponga, expresa o tácitamente, si es a título oneroso (art. 143 Ver Texto, 2º párr.), supuesto
en el cual no procede ya la libre revocabilidad (art. 143 Ver Texto, 3er. párr.) (1973) .

Puede ser irrevocable por la causa de la designación, como cuando lo es por título oneroso (art.
143 Ver Texto, 2º y 3er. párrs.) o para garantizar un crédito. En estos casos el beneficiario sólo
puede ser sustituido con su consentimiento, y adquiere un derecho inmediato, que impide al
tomador ceder o prendar, por más que sigue siendo la contraparte del asegurador, el deudor de
las primas, y ejerce todos los demás derechos emanados del contrato. En este supuesto, el
beneficiario no sólo tiene derecho a percibir el capital, sino también a todo pago adelantado,
como es el valor de rescate, puede ceder y prendar su derecho, y sus acreedores pueden
ejecutarlo (1974) . La irrevocabilidad puede cesar cuando desaparece la causa que la impuso:
por ejemplo, si el beneficiario fue designado en garantía de un crédito, cuando el crédito se
cancela (1975) .

Se debe distinguir de la trasferencia del contrato, que es irrevocable siempre: en tal caso, el
tercero pasa a ser titular de todos los derechos, y el estipulante o tomador, ajeno a ellos (1976) .

8. Forma. Derecho de los beneficiarios y de los terceros.

El derecho a revocar es personalísimo; es un acto análogo, por sus fundamentos, al de última


voluntad; de ahí que no puedan ejercerlo los herederos ni los acreedores, ni aun en estado de
quiebra (art. 147 Ver Texto), y se requiera poder especial para cumplirlo por mandatario (1977)
.

El beneficiario no puede discutir sus fundamentos ni impedirlo (1978) , excepto cuando la


designación es irrevocable.

La revocación puede ser parcial o total (por ejemplo, en los supuestos de cesión parcial o total
o por la inclusión de un cobeneficiario) (1979) , y definitiva o condicional; así, en el caso de
prenda, será condicional porque está subordinada al pago del crédito (1980) .

1007
Puede ser expresa o implícita. Hay revocación implícita en los casos en que se ejerce el rescate,
se hace cesión de derechos, se prenda o entrega en garantía -temporalmente o
condicionalmente, en este caso-: es decir, en todos los actos del asegurado incompatibles con
el mantenimiento del beneficio en favor del tercero (1981) .

La revocación expresa no requiere ser notificada al beneficiario; basta su notificación al


asegurador. Se puede realizar por cualquier medio, incluso por testamento; si tiene carácter
contractual, se debe dirigir a la persona beneficiada con la declaración, como ocurre en la
cesión con violación de la forma legal. Cuando lo es por testamento, si bien puede ser nulo
como tal por no tener las solemnidades de éste, como la revocación no tiene forma solemne,
no pierde su eficacia de revocación (1982) .

9. Capacidad.

Se requiere la capacidad general para realizar actos jurídicos; mas no la de disponer. Puede ser
realizada por el padre, aun cuando ejerza la patria potestad sobre el beneficiario (1983) .

El fallido puede ejercerla, porque el beneficio no integra el haber de la masa (art. 147 Ver
Texto) (1984) .

En el supuesto del art. 128 Ver Texto, 3er. párr., por el menor contratante; mas el nuevo
beneficiario debe estar entre los enumerados limitativamente por la ley, hasta tanto alcance la
plena capacidad.

1008
10. Derechos del beneficiario antes y después del siniestro.

El beneficiario adquiere un derecho propio, independiente del patrimonio del asegurado (art.
143 Ver Texto, 2º párr., encabezamiento) (1985) : de ahí que el heredero designado
beneficiario puede rechazar la herencia sin que ello obste al cobro del seguro. Esto tiene sus
consecuencias en los supuestos de quiebra, colación y reducción.

La situación legal del beneficiario es distinta antes y después del siniestro, según que su
designación sea a título gratuito u oneroso (art. 143 Ver Texto, 2º y 3er. párrs.) (1986) .

Generalmente, su nombramiento es a título gratuito. En tal caso, antes del siniestro no tiene un
derecho perfecto, que sería incompatible con la libre disposición por el tomador del seguro
(1987) , por lo cual no puede disponer de él, cederlo ni prendarlo, ni sus acreedores ejecutarlo,
ya que no integra su patrimonio, razón por la cual tampoco lo trasfiere a sus herederos en caso
de premorir (1988) . El asegurado retiene la libre disposición del derecho: puede cambiar el
beneficiario y revocar; puede ceder o prendar, sin que el beneficiario nombrado pueda aducir
ningún derecho (1989) .

Producido el siniestro, el beneficiario consolida su derecho propio (1990) y directo contra el


asegurador (art. 143 Ver Texto, 2º párr.). A pesar de que adquiere un derecho propio y directo,
como éste nace del contrato de seguro, está sujeto a su validez, a las limitaciones que éste le
impone, y a las defensas que el asegurador puede hacer valer contra el tomador: nulidad por
reticencia; caducidades incurridas; compensación por primas debidas o préstamos concedidos
en virtud de este contrato, mas no por otro; etc. (1991) .

11. Designación a título oneroso.

1009
Si la designación es a título oneroso, el beneficiario adquiere un derecho propio definitivo o
temporal, según sea la causa de la designación, que integra su patrimonio, y por ende puede
trasferirlo, prendarlo y ser ejecutado por sus acreedores, a la vez que es irrevocable (art. 143
Ver Texto, 2º y 3er. párrs.): por ejemplo, en los supuestos de garantía, pago, etc. (1992) .

12. Intervención del beneficiario en la celebración del contrato.

Según la ley 17418 Ver Texto, la irrevocabilidad resulta solamente del carácter oneroso de la
designación (art. 143 Ver Texto, 3er. párr.). De ahí que la intervención del beneficiario a título
gratuito en el contrato no torna irrevocable su designación; ni aun cuando el asegurado exprese
que tal designación es irrevocable, porque no sólo la ley no lo autoriza, sino que el beneficiario
tampoco adquiere un derecho hasta la producción del evento previsto (art. 143 Ver Texto, 2º
párr.).

13. Aceptación del beneficiario.

El beneficiario a título gratuito debe expresar su aceptación una vez ocurrido el siniestro (1993)
. Antes, es inocua, porque no hace irrevocable la designación (1994) , puesto que es inaplicable
la norma del art. 504 Ver Texto, CCiv.: su régimen está dado por la ley especial y la naturaleza
misma de la institución.

La aceptación no crea el derecho del beneficiario: no es análoga a la aceptación de una oferta,


puesto que la designación se hizo irrevocable por el siniestro; consolida el derecho del
beneficiario y sólo es indispensable para el ejercicio del derecho; es decir que atañe a la
ejecución más que al perfeccionamiento (1995) . Así resulta del texto del art. 143 Ver Texto,
1er. párr., por el cual adquiere el derecho al producirse el evento; por ello, si fallece después,
trasfiere su derecho a sus herederos.

No tiene forma alguna: puede ser implícita, como es el reclamo del pago del capital (1996) .

1010
14. Supervivencia del beneficiario.

El derecho del beneficiario a título gratuito está sometido a dos condiciones: que la
designación no sea revocada antes del siniestro -que ya hemos examinado-, y que sobreviva al
asegurado.

Este último recaudo es discutido en doctrina. Quienes atribuyen al derecho ab initio un


contenido patrimonial -aunque pobre- estiman que éste se trasmite a los herederos como todo
otro derecho, si no media revocación o sustitución (1997) . Para quienes el derecho no tiene
contenido patrimonial, y más bien es una expectativa, en caso de premuerte o conmoriencia se
pierde el beneficio, porque la supervivencia condiciona la subsistencia del derecho (1998) : es la
solución expresamente consagrada por el art. 143 Ver Texto, 1er. párr., cuando autoriza la
designación de beneficiario "a un tercero sobreviviente".

Esta última solución no sólo respeta la voluntad presunta del tomador, sino que se ajusta a la
naturaleza del beneficio. No se trata de un derecho, en el sentido técnico, porque es
inconciliable con la facultad del tomador de destruirlo con la revocación (art. 143 Ver Texto,
3er. párr.): su derecho es tan sólo una expectativa, en hipótesis, como expresa Pacchioni. Lo
que se quiere expresar con la frase de que el beneficiario adquiere un derecho suyo, propio, que
emplea el art. 143 Ver Texto, 2º párr., es que éste no pasa por el patrimonio del tomador, sino
que nace directamente en su persona, originado en el contrato. No es titular de un derecho
respecto del asegurador: su posición es análoga al heredero instituido y al legatario antes de la
muerte del testador. No cabe agregar la voluntad presunta, a que se refiere Vivante, porque el
tomador, al designarlo, ha tenido en cuenta su premuerte, y no la del beneficiario (1999) .

Cabe sostener que la solución será distinta si se excluyó la condición de la supervivencia, o


cuando al designar beneficiario se ha tenido más en cuenta al grupo familiar que al individuo,
por ejemplo, cuando se designó a los hijos, y uno de éstos premuere dejando a su vez
descendientes. Pero la regla general en el supuesto de la designación a título gratuito es la
expuesta, porque ese nombramiento es intuitu personae (2000) .

Si se designan varios beneficiarios conjuntamente y uno de ellos premuere, la parte de éste


acrece a los demás; salvo que el tomador disponga otra distribución (2001) .

1011
15. El beneficiario adquiere un derecho propio.

El beneficiario adquiere un derecho propio, en el sentido de que su derecho nace del contrato
y no pasa por el patrimonio del asegurado (2002) . Cuando la designación es a título gratuito,
este derecho se adquiere irrevocablemente al momento en que se produce el siniestro (art. 143
Ver Texto, 2º párr.), en el estado en que se halle en este momento; es decir, con todos los
aumentos accesorios, y con todos los gravámenes y actos de disposición que hasta entonces
realizó el tomador, en su capacidad para disponer (2003) .

Es corriente afirmar que el beneficiario adquiere retroactivamente al día en que se suscribió la


póliza (2004) : la afirmación no es exacta. Si bien la generalidad de la doctrina acepta esa
retroactividad, se ponen en el supuesto común en que el beneficiario es nombrado al tiempo
de la contratación del seguro. Pero la solución se evidencia inadmisible cuando la designación
es posterior, porque en el ínterin ha pertenecido al otro beneficiario a quien reemplaza (2005) ,
que pudo serlo a título oneroso -acreedor pagado-, y no se puede aceptar que puedan coexistir,
ni aun por vía de ficción. El art. 143 Ver Texto, 2º párr., excluye por su letra esta
retroactividad, ya que fija el momento en que se adquiere el derecho: "al tiempo de producirse
el evento".

La solución adquiere importancia práctica en materia de colación y reducción.

16. Pago del capital.

El asegurador debe pagar al beneficiario indicado el monto del capital asegurado o de la renta
(art. 143 Ver Texto), sin ningún otro accesorio no pactado expresamente, con deducción de las
primas debidas y los préstamos concedidos, aunque excedan del monto fijado en el contrato
(2006) .

1012
Este derecho del beneficiario no se afecta por la pérdida de la póliza: el asegurador no
notificado de cesión alguna, nada puede temer. La póliza dispone que el asegurador se puede
negar al pago, si no se la exhibe; esto es en los casos normales, como garantía contra el posible
fraude. Pero si se acredita la pérdida o destrucción, deberá pagar, porque el titular no está
obligado a lo imposible (2007) .

La exigencia de una garantía, prevista por el art. 13 Ver Texto, 3er. párr., para el caso de robo o
pérdida sólo rige para las pólizas a la orden o al portador, que la ley no permite para los
seguros de personas (art. 13 Ver Texto, 4º párr.). El asegurador no puede alegar la posible
existencia de otros beneficiarios, porque si bien se le puede notificar la designación con
posterioridad al evento (art. 146 Ver Texto, 2ª frase), paga bien si al momento del pago lo
ignoraba (arts. 731 Ver Texto y ss., CCiv.).

El art. 143 Ver Texto, 1er. párr., reconoce que el beneficiario adquiere un derecho propio al
beneficio, independiente del patrimonio del asegurado (2008) . De ahí que no deba impuesto a
la trasmisión gratuita por el capital o las primas (2009) , salvo que éstas se deban colacionar
(2010) . El asegurador no puede objetar que los beneficiarios -a la vez herederos- invoquen
esta última calidad; para él es indiferente, pues sólo al beneficiario interesa que no se incluya en
la sucesión y lo persigan terceros acreedores del causante (2011) .

Cuando se suscita un conflicto entre beneficiarios, el asegurador es ajeno a él; se debe ventilar
entre ellos (2012) .

El beneficiario está exento de embargos por deudas del asegurado (2013) , aunque se trate de
los gastos de la última enfermedad (2014) , sea el seguro a prima fija o mutual, se acepte la
herencia pura y simplemente o a beneficio de inventario (2015) (ver art. 3363 Ver Texto, CCiv.,
según texto de la ley 17711 Ver Texto).

El pago se hace con prescindencia del juicio sucesorio: a los beneficiarios mayores se les pagará
directamente; a los menores, a los representantes legales, y con intervención del juez de la
tutela, en su caso (2016) .

1013
Cabe recabar el pago judicialmente, sin reclamación previa al asegurador (2017) . La acción no
es atraída al fuero de la sucesión del asegurado (2018) .

Sobre la moneda de pago, cuando se convino en moneda oro, ver supra, capítulo V, nº 69.

VI

17. Colación y reducción.

El art. 144 Ver Texto dispone la colación o reducción de las primas pagadas; mantiene así la
solución prevista por el art. 1 de la ley 3942, derogada, y desechó la solución progresista del
Anteproyecto y del Proyecto definitivo.

Esta disposición sólo se aplica cuando la designación es a título gratuito; porque cuando es a
título oneroso no se puede decir que se afecte la legítima, salvo que medie fraude.

El art. 144 Ver Texto no hace distinción: prevé la colación o reducción en los dos supuestos,
sea que el asegurado pague las primas con capital o con rentas que excedan de la aplicación
normal.

Hemos visto antes que no se puede afirmar que la designación de beneficiario a título gratuito
sea una donación. De ahí que, en nuestra opinión -aislada en la doctrina y jurisprudencia
nacionales-, la colación sólo se deba cuando el beneficiario no importa el cumplimiento de la
obligación alimentaria ampliamente entendida; es decir, cuando se oculta un acto de liberalidad
en fraude de los herederos. Es la solución que más se acuerda con la naturaleza y fin del seguro
sobre la vida: el fin normal del seguro sobre la vida no es obtener un capital mayor por la
inversión de otro capital, sino obtener en época ulterior un capital o una renta resultante de la
inversión de sumas tomadas de las rentas. Si éste es el fin del seguro sobre la vida -un acto de

1014
previsión vecino al ahorro-, realizado en un propósito de previsión, la sanción de la colación,
asimilando el seguro en beneficio de un tercero a una simple donación, significa restarle
utilidad al seguro sobre la vida y al régimen especial que la ley ha establecido para él.

La doctrina francesa -en solución acogida por la ley de 1930, art. 68- limitaba la colación a los
supuestos de seguros desproporcionados a las rentas del tomador, o cuando se pagaban con
recursos ajenos a esas rentas. Pero esta solución se resiste en nuestro país por el fin que
persigue la institución, que es asegurar la igualdad de los herederos y hacer respetar la legítima,
que se sostiene que se viola sea que la mejora se obtenga con rentas o capital. Tampoco cabe
referirse a una dispensa tácita ante el texto del art. 3484 Ver Texto, CCiv. (2019) .

18. Monto que se debe colacionar.

¿Qué se debe colacionar? Ante el texto del art. 144 Ver Texto queda excluido el capital
asegurado, ya que se refiere a las primas pagadas (2020) .

El problema surge cuando la designación no es simultánea a la celebración del contrato.


Nuestros tribunales y una parte de la doctrina sostienen que en todos los casos el beneficiario
debe colacionar el importe total de las primas hasta el monto del capital que recibe (2021) . La
solución es equivocada: cuando la designación se hace en el contrato, el beneficiario debe
colacionar ese importe; pero cuando es designado con posterioridad, colacionará el importe de
la reserva matemática a ese momento, más las primas pagadas con posterioridad, porque el
valor del derecho que recibe es el de esa reserva, y no el bruto de las primas pagadas con
anterioridad, que sólo beneficiaban al tomador o al designado con anterioridad (2022) . La
solución está influida por la que ya indicamos, acerca del momento en que este beneficiario
adquiere su derecho.

La colación y la reducción sólo pueden referirse a los pagos hechos por el asegurado, y no por
un tercero. Están limitadas al monto del beneficio, que se calcula sobre la suma neta, con
deducción del reembolso de los préstamos hechos por el asegurador, por ser dinero ingresado
al patrimonio del asegurado (2023) .

1015
19. Reintegración a la comunidad conyugal.

Correlativamente con el deber de colacionar, nuestros tribunales han resuelto que el esposo
asegurado debe reintegrar a la comunidad conyugal el monto de las primas, pagadas con rentas
gananciales, si se ventila la liquidación de esa comunidad (2024) . Esta solución aparece
actualmente en pugna con el art. 1276 Ver Texto, CCiv., reformado por la ley 17711 Ver
Texto.

Cuando uno de los esposos es el beneficiario, se debe concluir que se trata de un bien propio,
si se trata de un seguro para el caso de muerte, o tomado por un tercero (2025) . Pero si es de
supervivencia, tomado por uno de los esposos, el capital es un bien ganancial (2026) . Cuando
la designación es a título oneroso, se debe estar a la causa de la designación.

Si el beneficiario es un tercero, la comunidad conyugal tiene un crédito contra el esposo


asegurado, si la comunidad se liquida antes del siniestro; y contra el beneficiario, si lo es a raíz
del fallecimiento de aquél, siempre que se trate de una designación a título gratuito o no se
funde en una inversión para la comunidad conyugal.

VII

20. Revocación en favor de los acreedores del asegurado.

La ley 17418 Ver Texto suprimió la referencia de la ley 3942 a la eventual acción de los
acreedores para revocar los actos realizados en fraude de sus derechos: quedan sujetos a la
regla general del Código Civil, arts. 961 Ver Texto y ss. La acción se refiere a las primas
pagadas, que es el perjuicio que pueden sufrir los acreedores por el contrato celebrado por el
asegurado.

1016
No pueden ejercer el derecho de revocar la designación hecha, ni aun en caso de quiebra (art.
147 Ver Texto), porque se trata de un derecho personalísimo que no integra el patrimonio del
asegurado que deba liquidar la masa (2027) .

Si la acción de fraude persigue la restitución de las primas, se halla limitada al monto efectivo
que percibe el beneficiario, si éste es de buena fe; de lo contrario deberá pagar el importe total
de las primas. La circunstancia de que en general se trata de pequeñas sumas, abonadas
periódicamente, excluye la intención de defraudar a los acreedores; pero puede ser perjudicial,
principalmente por la época de pago. Los acreedores deberán probar la existencia del fraude
para cada pago, porque éstos son facultativos (2028) .

Si el tomador es declarado en quiebra, el beneficiario deberá restituir las primas pagadas desde
la cesación de pagos (2029) , si se hicieron con bienes o fondos que deben integrar el acervo de
la masa.

La designación del beneficiario nunca es atacable por los acreedores ni aun en caso de quiebra,
sea ella simultánea al contrato o posterior, aun después de la declaración de falencia, salvo que
con ella se persiga mejorar a uno de los acreedores después de la cesación de pagos (2030) . La
generalidad de la doctrina distingue: si la designación es simultánea con la celebración, no es
impugnable; pero si es posterior, se aplican las normas de la quiebra, impugnándose la
designación (2031) . La solución es inaceptable porque la esencia del contrato es ser uno en
favor de terceros; siempre hay beneficiario, aunque indeterminado pero determinable, como
decide el art. 145 Ver Texto, 4º párr.; por esto, los acreedores en ningún caso pueden juzgarse
perjudicados o defraudados por la designación posterior; por lo cual, para obtener la
revocación, deberán impugnar el contrato mismo (salvo que se trate de mejorar a un acreedor).

La mera circunstancia de que la esposa del fallido sea la beneficiaria del seguro no autoriza la
revocación. Tampoco, si la esposa del fallido lo toma en su propio beneficio, sobre la vida del
marido, aunque se acredite que se paga con dineros de éste, porque su situación no puede ser
peor que en la hipótesis anterior (2032) .

Los acreedores no pueden revocar la designación ni ejercer actos que importen esa revocación,
como es la rescisión anticipada (rescate, reducción, etc.) (art. 147 Ver Texto): sólo pueden
satisfacer sus créditos sobre los derechos ejercidos por el asegurado, como lo dispone
claramente esta norma legal. Tampoco pueden perseguir la participación en las utilidades

1017
cuando éstas deben ser computadas para disminuir la prima o para aumentar el capital (2033) :
deben soportar el contrato con las modalidades convenidas por el asegurado.

(1934) Besson, en DP 1936-2-105. Para la historia y evolución, hasta llegar a las nociones
actuales, ver Lafaille, Seguro de vida; Thaller, nota en DP 1888-2-1; Boistel, nota en DP 1889-
2-129, y 2-53 (4); Pacchioni, Contratti a favori dei terzi; Patterson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.",
1934, p. 718; Stolfi, en "Assicurazioni", 1936, 1, p. 376. Adde: Hellner, en "Assicurazioni",
1965, 1, p. 12; Morandi, en JA 1969-IV; Hellner, Jan, y Nord, Gunnar, Life Insurance Law in
international perspective, espec. Las funciones de la designación de beneficiario en el moderno
seguro de vida, ps.16 y ss.
En el texto nos limitamos a fijar el estado actual de la doctrina y la jurisprudencia; y en nota
enunciaremos los antecedentes imprescindibles de la evolución.

(1935) C. Civ., sala D, 18/9/1956, LL 85-174, sostiene que lo es si interviene en la celebración,


afirmación sólo aceptable si fuese designación a título oneroso (ver infra, § 7).

(1936) Vivante, Trattato, nº 2031, y Contratto, nº 603; Lordi, nº 817; Lefort, II, ps. 237 a 241 y
ps. 231 a 234; ley alemana, art. 180. Contra, Sumien, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1940, p. 491,
respecto de la ley francesa.

(1937) Lefort, II, ps. 26 y 27; Besson y Picard, IV, nº 178; C. Civ. 2ª Cap., 31/8/1934, JA 47-
662; C. Com., 16/12/1947, LL 49-611.
La jurisprudencia francesa anterior a la ley de 1930 atribuía distintos efectos a estas varias
especies de designación: cuando se designaba una persona determinada, adquiría un derecho
propio, independiente del patrimonio del asegurado; en el segundo supuesto, no.

(1938) Bruck, p. 461; Vivante, Contratto, nº 581; Vance, p. 798.

(1939) Segovia, nota 1921; Castillo, nros. 255 y 257; Vivante, Trattato, nº 2007; Lefort, II, ps.
198 y ss.; Lepargneur, nº 1411; Fanelli, vº Assic. vita, nº 24; Besson, DP 1936-2-105; Bruck, p.
460; Besson y Picard, IV, nº 172, y 2ª ed., I, p. 694; Donati, Trattato, III, nº 849 y nota 97.
Conf. C. Civ., 14/4/1964, ED 8-883.
Contra, Lordi, nros. 807 y 811, y los fallos de la Corte de Casación de Nápoles, cits. por
Fanelli, en "Foro Italiano", 1902, 1, ps. 1438 y 1473.
Stolfi cita, también participando de esta opinión, a Behrend, Wernburg,
Schwarz, Bonelli -que luego cambió de opinión- (en "Assicurazioni", 1936, 1, p. 597, nota 1).
Stolfi, en el estudio mencionado, adopta la opinión dominante, porque:
a) nada impide que el asegurado se beneficie con tal seguro, por ejemplo, con el rescate. Olvida
que el rescate puede ser ejercido aun en el supuesto de la existencia de un beneficiario
designado taxativamente;
b) la muerte del estipulante determina el vencimiento del crédito, y no el nacimiento del
derecho. Es exacto; pero en nada afecta los fundamentos que hemos expuesto.

1018
Rivarola emplea una frase ambigua, por lo cual me abstengo de anotarlo en una u otra opinión:
cuando se designa beneficiario al propio asegurado, implica hacerlo respecto de sus herederos,
continuadores jurídicos de su persona (nº 1190, p. 486).

(1940) Vivante, Trattato, nº 2007.

(1941) Fanelli, vº Assic. vita, nº 17.

(1942) Vivante, Trattato, nº 2007.

(1943) Besson, en "Assicurazioni", 1937, 1, ps. 180 y ss.

(1944) Vivante, Trattato, nº 2009.

(1945) Ver Halperin, Isaac, Seguro de vida sin designación de beneficiario, en LL 49-611.

(1946) Conf.: Besson, en DP 1936-2-105: deben recoger los herederos, a quienes considerará
siempre designados subsidiariamente. De lo contrario, si el asegurador nada debiera, habría
cobrado las primas sin causa. No se puede decir que es un resultado propio del contrato
aleatorio; sería así si el asegurador hubiera subordinado su obligación a la existencia del
beneficiario, lo cual sólo ocurre en el seguro de supervivencia, y no en los demás, en los cuales
el asegurador se obliga hacia quien sea designado beneficiario, aun en el curso del contrato.
Contra: Pilon, informe, DP 1934-1-141; C. Civ. 2ª, 12/12/1938, JA 64-962, un supuesto de
seguro mutual.

(1947) Vivante, Trattato, nº 2010, y Contratto, nº 582; Fanelli, vº Assic. vita, nº 30; Besson y
Picard, IV, nº 180; C. Civ. 2ª Cap., 23/9/1922, JA 9-472, y GF 40-279, en el caso se incluyó a
los nacidos de un matrimonio posterior al contrato.

(1948) Bruck, p. 462; ley francesa de 1930, art. 63; Lepargneur, nº 1414. Se puede apartar del
régimen sucesorio: C. Apels. Rosario, 3/11/1942, LL 29-559; así, en un seguro mutual, exigir
sentencia para denegarlo a la esposa separada de hecho.

(1949) Vivante, Trattato, nº 2011. Conf.: Donati, Trattato, III, p. 605.


Máxime -expresa- si hay hijos del primer matrimonio; no se puede despojarlos (!). Si median
también del segundo matrimonio, lo lógico es que recojan por partes iguales con exclusión de
la segunda esposa (se refiere a la cláusula "a mi esposa e hijos") (Contratto, nº 583).

(1950) 1ª instancia de Just. Paz Letr., 12/11/1941, LL 24-786. Confr. Vance, p. 800.
Contra: Besson y Picard, IV, p. 426.

(1951) Contra: C. Com., 29/7/1927, GF 72-170 y JA 25-715; deniega el derecho cuando el del
primer designado caducó o prescribió. Se trataba en el caso de la designación de la madre, y en
su defecto de los hijos; habiendo prescrito los derechos de aquélla, se presentaron éstos a
reclamar el beneficio.

(1952) Es de práctica en los préstamos otorgados por el Instituto Nacional de Previsión Social.
Conf.: C. Civ. 2ª Cap., 7/12/1936, LL 5-125.

1019
(1953) Bruck, p. 461.

(1954) Lefort, I, ps. 272 y ss.; Stolfi, en "Assicurazioni", 1937, 1, p. 24.

(1955) Vivante, Trattato, nº 2014, y Contratto, nº 586; Fanelli, nº 29.

(1956) Pacchioni, Contrati a favori dei terzi, ps. 315 y ss.

(1957) Segovia, nota 1928.


En contra de la existencia de donación: Dupuich, DP 1903-2-377; Lefort, II, ps. 35 a 37; para
estos autores se trata de una liberalidad de naturaleza especial, que no precisan. Para Besson y
Picard, IV, p. 412, se trata de una liberalidad a la cual la ley de 1930 hace inaplicables
determinadas normas sobre las donaciones (reducción, colación); y esa liberalidad tiene por
objeto las primas.
En favor del concepto de donación, sin distinción entre directa e indirecta, Donati, Trattato,
III, nº 850; y entre nosotros Malagarriga, Trat. elem., III, p. 365.

(1958) "Diario de Sesiones de Diputados", 1889, II, p. 501. Los demás argumentos expuestos
por el diputado O´Farrel, sobre la inexistencia de donación, son de dudosa validez.

(1959) Baudry-Lacantinerie y Barde, I, nros. 295 y ss.; Capitant, De la cause des obligations, 3ª
ed., ps. 41 y ss.

(1960) Demolombe, XX, § 35 y ss., especialmente § 37, sobre las obligaciones naturales; § 33,
renta vitalicia constituida en favor de una hermana natural; § 39, pensión en favor de un
antiguo doméstico; § 40-41, entregas a una concubina; etc.
Cabe señalar que en la nota al art. 1791, el codificador remite sobre el punto a Demolombe.

(1961) Halperin, Isaac, La causa ilícita. Algunos casos de aplicación, en "Revista Crítica de
Jurisprudencia", 1935, ps. 488 y ss.

(1962) Hay quien observa que la capacidad se debe juzgar en cada pago de la prima, porque es
el objeto y la medida de la liberalidad (Fanelli, vº Assic. vita, nº 20). Se olvida distinguir la
capacidad para hacer pagos de la necesaria para instituir el beneficiario.

(1963) Lefort, I, p. 272; Dupuich, en DP 1901-2-337.

(1964) Una parte de la doctrina admite que se haga verbalmente si el asegurador toma nota en
sus libros (Vivante, Trattato, nº 2016, y Contratto, nº 588; Lepargneur, nº 1414). Habría en tal
caso una aceptación por el asegurador del apartamiento de las formas legales establecidas por
el art. 146.
La doctrina francesa discute la necesidad de un avenant corriente y sus caracteres (Besson y
Picard, IV, nº 185). Para la Corte de Casación de Francia, 3/6/1958, en "Rev. Gén. Ass. Terr.",
1959, p. 449, con nota conforme de Besson, basta una manifestación clara de voluntad del
asegurado.
Ver Coviello, en "Assicurazioni", 1952, 1, p. 34.

1020
El Trib. Sup. de Santa Fe, 26/5/1942, LL 27-270, estima que no es menester la firma del
asegurado si se cumplieron los demás recaudos de forma exigidos, ya que la ley no lo requiere.
El tribunal olvida que la firma no es un recaudo de forma, sino de la esencia misma del acto,
puesto que en el sistema argentino es el signo de una manifestación definitiva de voluntad: el
art. 1012 Ver Texto, CCiv., es categórico sobre el punto. Cuando el contrato exige el acto
escrito, la firma es recaudo ineludible; porque al contrario no existe acto.
Por decreto 38996/47 (ADLA VII-892), en el seguro sobre la vida de empleados del Estado,
leyes 13003 y 14003 , se admite la designación en sobre cerrado y firmado (art. 52 Ver Texto).
El art. 146 Ver Texto sólo exige la forma escrita -si el asegurador no acepta la verbal-, con
prescindencia de cualquier formalidad exigida en la póliza, requisito inconciliable con el
contrato (ver Rivarola, nº 1197; Fernández, p. 520): existían pólizas que recababan la inserción
de la designación en la póliza con la firma del asegurado (!). Ver conformes con la solución del
art. 146 Ver Texto, C. Com., 3/10/1927, JA 26-263; Trib. Sup. de Santa Fe, 26/5/1942, LL
27-270; C. Nac. Paz, sala 2ª, 15/5/1950, LL 59-163.
La ley francesa de 1930, art. 63, no enumera la carta como medio autorizado; de ahí la posición
contraria de Lepargneur, nº 1414, y de Besson y Picard, IV, nº 185.
Contra: Dupuich, en "Dalloz", 1907, 1ª parte, p. 121, antes de la ley de 1930.

(1965) Dupuich ha cambiado de opinión: en DP 1897-2-233, y DP 1903-1-433, sostuvo que la


designación posterior a la celebración del contrato importa transferencia de un derecho, salvo
que se haga por avenant, que se reputa integrar el contrato ab initio, o si existe reserva de
designar el beneficiario, o si esa designación queda en blanco en la póliza. Y en la nota en DP
1908-1-129, acepta la solución indicada en el texto, hoy corriente en la doctrina.

(1966) Dupuich, nota en DP 1908-1-129; Lepargneur, nº 1414; Besson y Picard, IV, nº 188.

(1967) Vivante, Trattato, nº 2015, y Contratto, nº 587; Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1912, 2,
p. 224. No obstante, Vivante admite la validez del nombramiento cuando así resulta de la
póliza o de un acto anterior notificado.

(1968) Obbligazioni, II, nº 806. El estudio de Manenti corre en "Riv. Dir. Comm.", 1909, 1, p.
589, y se refiere a la naturaleza de institución testamentaria de la designación del beneficiario,
aun cuando se realice en la póliza.

(1969) Es la solución de la ley francesa, art. 80; y que resulta de las normas acerca del pago, art.
731 Ver Texto y concs., CCiv.
Contra: Dupuich, en "Dalloz", 1907, 1ª parte, p. 121, antes de la ley de 1930: al momento del
siniestro, el asegurador debe estar en condiciones de conocer quién es el titular de la
indemnización.

(1970) Con anterioridad, conf. Trib. Sup. de Santa Fe, 28/12/1943, LL 34-983, fundado en
que el requisito es ad probationem, y no ad solemnitatem, C. Com., 16/5/1939, JA 65-875,
con nota de Viterbo, quien apoya la solución fundado en que la restricción se inserta en
beneficio del asegurado para mayor seguridad de su declaración de voluntad; C. Civ., sala C,
18/8/1953, LL 72-456; C. Fed. Cap., 6/11/1966, ED 17-765 y LL 126, fallo 57.587.
Se trata de una declaración de voluntad unilateral del asegurado, que no requiere aceptación
por el asegurador (confr. Besson, en "Dalloz Critique", 1943, p. 557).

1021
Contra: C. Nac. Com., 3/10/1927, JA 26-263; a contrario sensu: 25/11/1932, JA 40-250, y GF
101-241; C. Nac. Esp. Cap., 30/7/1954, LL 78-128, con nota crítica de Halperin, Isaac, El
cambio de beneficiario en el seguro de vida; Trasbot, en DP 1933-1-41; Lefort, II, p. 109.
La C. Nac. Civ. 2ª tampoco aceptaba la solución, salvo que el asegurador hubiera aceptado la
designación irregular (18/10/1920, GF 28-358).

(1971) Ver supra, texto y nota 31. Planiol, en DP 1893-1-401; Dupuich, DP 1899-2-81; Vance,
ps. 561 y ss.; Grismore, Grover C., El cambio de beneficiario en el seguro sobre la vida, en
"Michigan Law Review", 1950, p. 591.

(1972) Lefort, II, ps. 43 y ss.; Bruck, p. 460; La Lumia, en "Riv. Dir. Comm.", 1912, 2, p. 800;
C. Civ. 1ª Cap., 2/10/1939, LL 18-1083; Sup. Trib. Santa Fe, 28/12/1943, LL 34-983; Castillo,
nº 232; Patterson, nº 190; Besson y Picard, IV, nros. 183 y 192.

La ley alemana, art. 166, consagró este derecho legislativamente.


Fernández acepta estos fundamentos, negándoles su carácter de contrato en favor de tercero;
para él es un contrato sui generis (p. 518), lo cual es evidentemente equivocado.
Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 711, expresan que una vez aceptada la designación, ésta sólo es
revocable como donación.

(1973) Vivante, Trattato, nº 2021, y Contratto, nº 593; Fanelli, vº Assic. vita, nº 32; Lordi, nº
810; Rivarola, nº 1201.
La doctrina francesa anterior a la ley de 1930 era partidaria de que la aceptación del beneficiario
en cualquier momento, hacía irrevocable la designación (Lefort, II, ps. 169 a 174; Dupuich, DP
1918-2-33). La ley francesa de 1930 consagró la solución (art. 64).
Contra: Malagarriga, nº 291; Castillo, nº 256.
La solución francesa lleva al absurdo de que en caso de cesar el contrato, corresponde al
beneficiario el valor de rescate, del derecho de obtener un préstamo, etc. (Lefort, II, ps. 169 a
174).
Alguna póliza que usaban empresas extranjeras establecía esta irrevocabilidad para el supuesto
de que el beneficiario aceptara.
Vance señala la tendencia angloamericana a consagrar la irrevocabilidad (ps. 542 y ss., ps. 560 y
ss.).

(1974) Bruck, p. 464; Rivarola, nº 1201; Fanelli, vº Assic. vita, nº 32.


Contra, Fernández, p. 519, para quien la designación es irrevocable, y sólo da derecho al
beneficiario a una acción por daños; salvo que medie aceptación expresa e indicación de la
causa de la designación, o cuando interviene en la celebración del contrato.

(1975) Rivarola, nº 1201.

(1976) Vivante, Trattato, nº 2023.

(1977) Rivarola, nº 1198; Fernández, p. 518; Fanelli, vº Assic. vita, nº 32; Vivante, Trattato,
nros. 2020 y 2032, y Contratto, nros. 592 y 604; Lordi, nº 812; Lefort, II, ps. 237 a 241;
Dupuich, DP 1895-2-545, y 1896-2-417; ley francesa de 1930, art. 64; Lepargneur, nº 1415;
Besson y Picard, III, nros. 176 y 193.
Contra: Bruck, ps. 459 y 460, para quien el síndico de la quiebra puede revocar.

1022
Como consecuencia del principio afirmado en el texto, si el beneficiario muere después del
siniestro, el capital será adquirido por sus herederos.
Fernández opina que el mandato en este supuesto debe ser estricto, es decir, indicar incluso el
nuevo beneficiario; pero si se trata de un seguro sobre la vida ajena, la regla ya no se aplica (p.
518).

(1978) Vivante, Trattato, nros. 2018 y 2006, y Contratto, nros. 590 y 579.

(1979) Vivante, Trattato, nº 2019, y Contratto, nº 591; Lefort, II, ps. 45 a 54. O de prenda, en
que se mantiene en la medida en que excede el derecho del acreedor (Bruck, p. 459).

(1980) Vivante y Lefort, lug. cit. en nota 46.

(1981) Dupuich, nota en DP 1896-2-465; Fanelli, vº Assic. vita, nº 32; Vivante, Trattato, nº
2018, y Contratto, nº 590.

(1982) Contra: Vivante, Trattato, nº 2018, y Contratto, nº 590. Ver C. Civ., sala C, 18/8/1953,
LL 72-456.

(1983) Castillo, nº 256; Dupuich, en DP 1899-2-81.

(1984) Lefort afirma que es así porque no se requiere ser capaz (II, ps. 27 a 42). Es un error
evidente; la capacidad es indispensable, porque se trata de un acto jurídico. De ahí que no
compartamos la opinión de Bruck, quien sostiene que el menor puede revocar (p. 459).

(1985) Dupuich, nota en DP 1898-2-289 y 296; Lordi, nº 813; Pacchioni, nota en "Riv. Dir.
Comm.", 1908, 2, p. 436, y 1911, 2, p. 684; Vance, ps. 542 y ss.; Besson y Picard, IV, nº 201, y
autores citados en notas siguientes.
Es cuanto resultaba ya de la ley 3942 y del art. 504 Ver Texto, CCiv.

(1986) Zavala Rodríguez, II, nº 1937, critica el art. 143 Ver Texto, sin percibir que cuando la
designación es a título oneroso el beneficiario adquiere un derecho antes del evento, porque su
designación es irrevocable.

(1987) Pacchioni, en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 2, p. 136; Bruck, p. 462, sostiene que es una
mera expectativa.

(1988) Bruck, p. 462; Lefort, II, ps. 243 y ss.


Contra: Vivante, quien sostiene que si bien es un derecho eventual, de contenido económico
pobre, trasfiere el derecho a sus herederos, salvo disposición en contrario, y puede renunciarlo,
cederlo y ser ejecutado por sus acreedores -caso en que el asegurado lo revocará (Trattato,
nros. 2013 y 2012, y Contratto, nros. 584 y 585)-.

(1989) Bruck, ps. 462 y 463; Lefort, II, ps. 243 y ss. Ver C. Civ., sala C, 18/8/1953, LL 72-452.

(1990) Ver C. Nac. Com., 16/12/1947, LL 49-611.


Donati, Trattato, III, nº 851, sostiene que es un derecho sometido a condición suspensiva
negativa (de no revocación) y caducidad.

1023
(1991) Bruck, ps. 463 y 464; Vivante, Trattato, nº 2013, y Contratto, nº 585.

(1992) En un seguro sobre la vida, vinculado a un contrato de trabajo, a pesar de reconocerse


que no integraba el contrato de empleo, la C. Nac. Com. declaró que el beneficiario, empleado
despedido injustamente, tenía derecho a reclamar los derechos emergentes de ese contrato; en
el caso, a la póliza saldada al tiempo del despido (27/3/1941, JA 74-16).

(1993) Vivante, Trattato, nº 2021, y Contratto, nº 493; Lefort, I, ps. 533 y ss.

(1994) Examinamos el punto antes. Adde: Pacchioni, en "Riv. Dir. Comm.", 1909, 2, p. 66.
La doctrina francesa adopta una solución contraria, porque aplica las reglas generales del
Código Civil, referentes a los contratos para terceros (ver Lepargneur, nº 1415; Besson y
Picard, IV, nros. 194 y 204).

(1995) Fanelli, vº Assic. vita, nº 32; Vivante, Trattato, nº 2021, y Contratto, nº 593; Dupuich,
notas en DP 1899-2-81, y 1903-1-433; Besson y Picard, IV, nº 202.
Lepargneur, nº 1415, añade que cuando la designación a título gratuito es puramente personal,
podrían hacerla también los herederos del beneficiario. Adde: Besson y Picard, IV, nº 203.

(1996) La doctrina francesa, que da a la aceptación el efecto de hacer irrevocable el beneficio,


enuncia otros supuestos de aceptación tácita, dirigida al tomador (ver Lefort, I, p. 545; Besson
y Picard, IV, nº 205).

(1997) Vivante, Trattato, nº 2022, y Contratto, nº 594. Conf.: Ascoli, en "Riv. Dir. Civ.", 1912,
p. 545; Fanelli, vº Assic. vita, nº 26; Donati, Trattato, III, nº 854.
Si hay dos designados, para que uno recoja en defecto del otro, la solución ya no se aplica: en
caso de premuerte o conmoriencia, el beneficio pasa al segundo, y en el supuesto de que éste
premuera, a los herederos (del asegurado) (Vivante, lug. cit.).
Si el beneficiario muere simultáneamente con el asegurado o no se puede determinar su
supervivencia, no recogerá el beneficio, conforme a la teoría de la conmoriencia, consagrada
por el Código Civil (C. Civ., 14/4/1964, ED 8-883).

(1998) Pacchioni, en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 2, p. 436, y 1911, 2, p. 684; La Lumia, en "Riv.
Dir. Comm.", 1914, 2, p. 168; Bruck, en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 208; Besson, en DP 1936-
2-105; Rivarola, nº 1199; Lordi, nº 812; Besson y Picard, IV, nº 191, y 2ª ed., I, p. 707. Es la
posición de la doctrina alemana (ver Pacchioni, lug. cit.) y de la jurisprudencia norteamericana
contemporánea (Vance, ps. 592 y ss.) para el requisito de la supervivencia del beneficiario. En
cuanto a la conmoriencia, la solución se hace depender de la póliza (Vance, ps. 604 y ss.).
Era la solución aceptada por la C. Civ. 2ª Cap., 21/9/1943, LL 32-344 y JA 1943-IV-48, que la
califica de "condición resolutoria". Ver Donati, Trattato, III, nº 851.

(1999) Pacchioni, en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 2, ps. 436 y ss.

(2000) Besson, en DP 1936-2-105; Besson y Picard, IV, nº 191.

(2001) Rivarola, nº 1199.

1024
Si el seguro es sobre dos vidas, el beneficio lo adquiere el sobreviviente (Vivante, Trattato, nº
2033, y Contratto, nº 605).

(2002) Pacchioni, en "Riv. Dir. Comm.", 1908, 2, p. 436; Vivante, Trattato, nº 2012, y
Contratto, nº 584; Fanelli, vº Assic. vita, nº 25.

(2003) Vivante, Trattato, nº 2012, y Contratto, nº 584; Fanelli, vº Assic. vita, nº 25.
Hasta ese momento, la ley posterior puede modificar la extensión de sus derechos. Así, la
sociedad de socorros mutuos puede limitar la designación del beneficiario y afectar la anterior,
ya hecha (C. Apels. Rosario, 3/11/1942, LL 29-559).

(2004) Fanelli, vº Assic. vita, nº 25; Lefort, II, ps. 147 a 150; Dupuich, DP 1899-2-249, que lo
condiciona a la forma de la designación.
Es la solución de la ley francesa de 1930, art. 67; y la consagrada por la C. Civ. 2ª Cap.,
2/10/1939, LL 18-1083; 31/8/1934, JA 47-660.
En los Estados Unidos es la solución corriente, que se presta a gran número de confusiones,
descritas por Patterson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, p. 718.

(2005) Vivante, Trattato, nº 2017, y Contratto, nº 589.


Fanelli acepta la solución cuando reemplaza a otro beneficiario; pero admite la retroactividad
cuando no existió uno designado -vº Assic. vita, nº 31-. La solución es equivocada: sea que se
admita -como sostenemos- que siempre hay un designado, y en caso de silencio son los
herederos; o que el beneficio corresponde al patrimonio del asegurado, la aberración de la
retroactividad es igual en ambos supuestos.
Se debe asimismo mencionar la doctrina que sostiene que el beneficiario, hasta el siniestro, sólo
tiene una mera expectativa (Pacchioni, ob. cit., p. 305).
Pacchioni vincula la solución a las dos teorías generales: la que valida toda especie de contratos
en favor de terceros -para la cual el derecho nace con el contrato- y la que sólo los admite en
los supuestos legales (ver lug. cit.).
El fundamento general es equivocado: el derecho del beneficiario puede tener su fundamento
en el contrato, y con el siniestro convertirse recién la expectativa en derecho; y puede tener su
origen en la ley, y nacer al momento de la celebración del contrato. Éste debe reconocerlo para
el beneficiario designado a título oneroso.
En la designación a título gratuito, es muy difícil ver en qué consiste este derecho, que no tiene
contenido patrimonial, y depende su subsistencia de la voluntad del asegurado: será un derecho
sometido a la condición resolutoria meramente potestativa del asegurado.

(2006) C. Nac. Com., 30/9/1924, GF 52-371; Besson y Picard, IV, nº 237.


Liquidada la póliza por incumplimiento del préstamo concedido al asegurado, el beneficiario
sólo tiene derecho al importe de esa liquidación, y no al beneficio nominal inscrito en la póliza
(C. Nac. Com., 7/9/1925, JA 17-667).
Aun cuando se haya pactado el pago del capital en oro (o en moneda de oro), se deberá hacer
en papel al cambio nominal de $ 2,27 por peso oro, si así se pagaron las primas: Corte Sup.,
3/8/1956, GF 218-50 y Fallos 235:479 Ver Texto; C. Nac. Com., 19/10/1955, LL 82-384;
22/4/1955, LL 79-591; C. Nac. Com., sala A, "Mc Cormick v. Sud América", 27/4/1962; sala
B, "Travaglini v. Sud América", 10/8/1962; "Dahms v. La Franco Argentina S.A.", 14/9/1962;
"Iepsen de Weyland v. la Franco Argentina S.A.", 4/4/1963, LL 112, fallo 51.132; etc.

1025
Si en el caso de "Bottomley v. La Equitativa", 5/4/1963, se apartó de la solución, es porque no
se acreditó el pago de las primas en moneda papel al cambio nominal, y otras relaciones
(préstamo al asegurado) se concertaron según valor del oro.
Ver infra, texto y nota 92.

(2007) Vivante, Contratto, nº 606. Besson y Picard, IV, nº 236, aceptan la solución, pero
destacan que si la póliza es a la orden, se debe previamente recurrir al procedimiento fijado
para el supuesto de robo o pérdida; solución inadmisible en nuestro derecho, ya que la póliza
siempre debe ser nominativa en el seguro de personas (art. 13 Ver Texto, 4º párr.).

(2008) Confr. C. Civ. 1ª Cap., 10/5/1933, GF 106-62; C. Civ. 2ª Cap., 26/10/1931, GF 95-
258; 16/10/1931, GF 95-294.
Es así cualquiera que sea la especie de seguro personal que se haya contratado: de muerte, de
supervivencia, mixto, de accidentes, etc.

(2009) C. Nac. Com., 19/5/1910, "Jur. Trib. Nac.", 1910, p. 568; C. Civ. 1ª Cap., 16/9/1929,
JA 31-154, y GF 82-222.

(2010) C. Civ. 1ª Cap., 16/9/1929, JA 31-154 y GF 82-222.

(2011) C. Nac. Com., 26/8/1935, JA 51-660; 13/12/1893, Fallos 32:173.

(2012) C. Nac. Com., 29/3/1935, JA 49-644.


La designación sólo puede ser impugnada por quien recibirá el beneficio si el titular fuera
desplazado (C. Nac. Civ. 2ª, 12/12/1938, JA 64-962).
Es una aplicación del principio general del interés jurídico.

(2013) C. Nac. Com., 21/11/1919, GF 24-222.

(2014) C. Nac. Com., 10/5/1920, GF 26-229 y JA 4-303.

(2015) Trib. Sup. de Santa Fe, 4/7/1941, LL 23-353.

(2016) C. Civ. 2ª Cap., 26/10/1931, JA 26-1455.

(2017) C. Civ. 1ª Cap., 16/10/1939, LL 16-475.

(2018) C. Nac. Com., 6/4/1938, LL 10-359.

(2019) Hemos analizado más extensamente el problema en nuestra nota Seguro de vida y
colación de primas, en LL 18-1083. Ver un amplio examen de la evolución de la doctrina y
jurisprudencia francesas en Besson y Picard, IV, nros. 23 y 214, y en 2ª ed., I, ps. 719 y ss.
La jurisprudencia fundada en la ley 3942 imponía la solución impugnada: C. Civ. 2ª Cap., JA
10-307, JA 20-862; C. Civ. 1ª Cap., 2/10/1939, LL 18-1083.

(2020) Aunque esta solución es lógica, la mención expresa en la ley es prudente, porque no han
faltado voces tan autorizadas como la de Planiol, DP 1893-1-401, que han sostenido que se
refiere al capital.

1026
(2021) C. Civ. 1ª Cap., 2/10/1939, LL 18-1083; Lordi, nº 813.

(2022) Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1912, 2, p. 224; Vivante, Trattato, nº 2030, y Contratto,
nº 598; Halperin, I., en LL 18-1083.
Dupuich, en DP 1899-2-249, sostiene que es el valor de rescate a la época de la designación,
más las primas pagadas con posterioridad. Lo cual es un error, porque el valor de rescate se fija
deduciéndose ciertas sumas en favor del asegurador por la rescisión del contrato.

(2023) Rivarola, nº 1204.


Se toma en cuenta el monto de las primas. Vivante (Trattato, nº 2029, y Contratto, nº 601)
sostiene que cada pago anual se debe considerar una donación independiente, porque los pagos
son facultativos, y la interpretación contraria conduciría a que el beneficiario se halle en mayor
peligro de colacionar cuanto mayor sea el número de primas pagadas. En este problema no
tiene importancia, porque todas esas "donaciones" se deberán sumar a los efectos de la
colación. Si cada pago se debiera considerar una donación distinta, el asegurado debe ser capaz
de donar cada vez que lo haga efectivo, y nos podríamos hallar en dificultades cuando
sobreviene su incapacidad, como en el caso de insania (art. 450 Ver Texto, inc. 5, CCiv.).
Además, se funda en la noción de que no se trata de un contrato único, lo cual hemos
rechazado antes. Ver nota 95.

(2024) C. Civ. 1ª Cap., 29/3/1944, LL 34-298; C. Civ. 2ª Cap., 30/6/1926, JA 20-863, primas
pagadas con gananciales. Adde: Besson y Picard, IV, nº 230.
Dupuich, nota en DP 1889-2-385, sostiene que sólo debe reintegrar la mitad, porque la otra le
pertenece.
La ley francesa, art. 71, excluye la solución cuando el beneficiario es el otro cónyuge.

(2025) Lepargneur, nº 1422; Dupuich, nota en DP 1897-2-425 y 1898-2-369; Besson y Picard,


IV, nº 232.
Es así, sea que el seguro sea tomado por uno de los cónyuges en beneficio del otro, o por un
tercero (Lefort, II, ps. 289 y 315).
Contra: C. Nac. Com., 27/11/1897, Fallos 76:226 y 242: siempre es ganancial, porque el
beneficio se adquiere a la fecha de la celebración del contrato (lo cual hemos rechazado).

(2026) Lefort, II, p. 373.

(2027) Dupuich, notas en DP 1895-2-545, y 1896-2-417; Besson y Picard, IV, nº 222.


La póliza debe quedar en manos del asegurado; no se entregará al síndico, en ningún caso.
Contra, Dupuich, en DP 1895-2-545, quien no considera cómo ejercerá el asegurado sus
derechos, si es despojado de la póliza, ni dice cuál es el objeto de esa entrega, si la masa no
puede ejercer derecho alguno nacido del contrato.

(2028) Vivante, Trattato, nº 2025, y Contratto, nº 597; Lefort, II, ps. 399 y 400; Fanelli, vº
Assic. vita, nº 33.
Adoptan esta solución respecto de la colación, Besson y Picard, IV, nº 220, para fijar el orden
de las donaciones y legados sujetos a reducción, y lo repiten en la materia en el nº 226. Ver
nota 90.

1027
La C. Civ. 1ª Cap., 16/10/1931, JA 36-1909, dispuso que la masa del concurso civil tiene
derecho a ser reintegrada por el beneficiario de las primas pagadas, sin limitar el tiempo ni el
monto ni recabar la existencia de fraude. La solución repugnaba a la ley 3942 y al fin del
seguro.
Para el ejercicio de la acción pauliana se debe tener en cuenta los recaudos establecidos por el
Código Civil, según sea la designación a título gratuito u oneroso.

(2029) Vivante, Trattato, nº 2025, y Contratto, nº 597; Besson y Picard, IV, nº 227.

(2030) Conforme sobre la excepción: Maroi, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1933, p. 687.

(2031) Dupuich, nota en DP 1905-1-465; Fanelli, vº Assic. vita, nº 33.


Vivante sostiene que en todos los casos se debe impugnar el contrato porque se trasfiere el
derecho a la reserva. Fanelli, lug. cit., niega esa necesidad, porque sólo se trasfiere el derecho a
la prestación.

(2032) Vivante, Trattato, nº 2027, y Contratto, nº 599.

(2033) Ver Lefort, II, ps. 383 y ss.

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21 (a). Los seguros colectivos de vida.

La peculiar estructura de los seguros colectivos de vida da lugar a cuestiones que adquieren
particular relevancia en la práctica de dichas coberturas.

A tal fin se deben recordar algunos aspectos precedentemente reseñados: la relación


asegurativa de fondo se establece entre asegurador y asegurado adherente; la posición del
contratante originario (tomador) es preponderantemente formal, relativa en lo fundamental a la
formación del contrato, lo cual, no obstante, no le resta importancia dentro de esa estructura,
ya que no sólo es quien acuerda con el asegurador el contenido normativo del contrato, sino
que tiene, por su carácter de parte del acuerdo, la posibilidad de convenir su prórroga, o no
renovarlo e, incluso, rescindirlo (siempre que ello no lesione derechos adquiridos de los
asegurados). El tomador gesta la relación que, por su naturaleza colectiva, tiene por
consecuencia involucrar en su plexo normativo a los adherentes, quienes, como su nombre lo
indica, sujetan su conformidad a esa estructura contractual preexistente, y en ocasiones pueden
introducir sólo variaciones de aspectos aislados (p.ej., acordar determinado monto de capital
asegurado, agregar algunas coberturas adicionales secundarias, etc.).

1028
Por otra parte, los adherentes deben ser integrantes de un grupo, es decir, un conjunto de
personas que mantienen determinada relación con el tomador (generalmente de empleo),
grupo cuya composición debe tener cierta variedad en la probabilidad que respecto de cada
integrante presente el riesgo, de forma que, especialmente en razón de sus edades -aunque en
ocasiones influyen conjuntamente otros aspectos (características de las tareas que desempeñan,
lugar de desarrollo de éstas, etc.)-, tales riesgos se compensen unos con otros y permitan
establecer una prima promediada precisamente en función de las características de ese grupo
(2034) .

Como se vio, estos seguros, más que una rama o especie de los seguros de personas,
constituyen una forma de instrumentación, estructuración y gestión de una pluralidad de
relaciones de seguro de naturaleza similar, correspondientes a personas que conforman un
grupo y que están vinculadas por relaciones laborales, o profesionales, o societarias, etc., que
preexisten a la contratación. El grupo tiene que estar conformado antes de que sea contratado
el seguro, es decir, existir como tal, aunque después se produzca el egreso de personas que lo
integran o el ingreso de otras que se adhieren posteriormente, o ambas circunstancias. La
admisión del grupo debe estar decidida por una evaluación que permita concluir que queda
resguardada la compensación de los riesgos, en especial en lo referido a las edades de los
integrantes y la índole de sus actividades, en su caso, a fin de evitar la antiselección. Es
necesario mantener el equilibrio de las prestaciones, para garantizar así la subsistencia de las
coberturas: por ello, si el resultado del contrato no fuere satisfactorio se deberá aumentar las
primas, pero sólo para el futuro (2035) .

Este seguro es contratado comúnmente por períodos anuales, renovables, y el asegurado puede
rescindirlo al final de cada período (2036) .

Por lo general se omite el examen médico, que en la práctica es reemplazado por ciertos
mecanismos establecidos en el contrato: 1) la exclusión de las incapacidades o muertes
causadas por enfermedades preexistentes, o las que sean efecto de causas directas o indirectas
anteriores al seguro; 2) la imposición de los períodos de carencia, durante los cuales no opera la
cobertura asegurativa, a fin de evitar con ello el ingreso de personas que ya sean portadoras de
la enfermedad que genere la incapacidad.

Cabe destacar, por otra parte, que es el tomador quien, en general, se obliga a mantener
cubiertos los pagos de las primas, aunque luego las recupere total o parcialmente de los
asegurados o, lo que es más frecuente, ya las haya cobrado mediante deducción efectuada
sobre el sueldo o salario de éstos, en su caso. Esa coexistencia de múltiples relaciones
asegurativas reunidas mediante una normativa común no incide en la independencia que ellas
mantienen entre sí y que conforman una suerte de abanico con centro en el asegurador -parte

1029
común a todas ellas-. Tal independencia habilita, a su vez, a cada asegurado a retirarse del
seguro rescindiendo su relación, sin que ello afecte los otros vínculos, que siguen su propio
camino. Asimismo, el asegurado es titular de otro derecho fundamental, como es el de designar
beneficiario libremente (salvo el caso en que la designación tenga carácter irrevocable,
instituida en favor del tomador) y, por ende, también el de cambiar a quien hubiera designado.

Estas características dan a esta forma de aseguramiento un perfil especial, que se advierte en la
compleja problemática reflejada por los pronunciamientos que se dictan permanentemente con
relación a ella.

Jurisprudencia

En los seguros de vida colectivos las "partes contratantes" son únicamente el asegurador y el
tomador, en tanto el asegurado no interviene en la conclusión del contrato, ni es necesaria su
ratificación (C. Civ. y Com., Paraná, sala 2ª, 26/6/1995, "País, Elena, v. Frigorífico Regional
Santa Elena S.A. y otro", JA 1998-IV, Síntesis Ver Texto).

Si se trata de un seguro de vida al cual se accede sin revisación médica previa, no puede sino
aceptarse, como principio, la razonabilidad de la cláusula por la cual se implanta un período de
carencia de seis meses, cuyo propósito es evitar que, en función de esa facilidad, personas que
en su momento pudieron incorporarse al sistema y gozar inmediatamente de sus beneficios lo
hagan en forma tardía, cuando en razón de su estado de salud normalmente no hubieran
podido obtener una cobertura de los riesgos amparados por el seguro (C. Nac. Civ. y Com.
Fed., sala 1ª, 25/6/1982, "Barragán, Horacio A., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", ED
103-371).

El seguro de vida colectivo voluntario, en el cual se establece una relación directa entre la
aseguradora y las personas aseguradas, resultando el empleador un simple intermediario, se rige
por los arts. 153 Ver Texto a 156 Ver Texto de la ley 17418. Por lo tanto no se configura
conexión por accesoriedad con el contrato de trabajo y su naturaleza es mercantil (C. Civ. y
Com. 1ª, Bahía Blanca, sala 2ª, 21/3/1995, "Sánchez, Yolanda I., v. Ruppel, Zulema N." Ver
Texto, LL BsAs. 1975-702). El contrato de seguro de vida colectivo es autónomo respecto del
contrato de trabajo y se rige por sus disposiciones específicas (C. Civ. y Com. Fed. Gral. Roca,
Río Negro, "Hernández, Oscar H., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", LL 1996-A-16).

La contratación de un seguro de vida colectivo, seguro cuyas características guardan similitud


con los seguros sociales, se caracteriza porque la adhesión a sus normas está prácticamente
impuesta al asegurado que, o acepta lisa y llanamente las condiciones establecidas
unilateralmente por el asegurador, o se debe resignar a quedar fuera del sistema, con todas las
indeseables consecuencias que de allí derivan para su propia seguridad o la de sus
derechohabientes, adhesión que la experiencia indica que se otorga casi mecánicamente, sin
que por lo general los interesados conozcan no ya el verdadero sentido y alcance de todas sus

1030
cláusulas, sino siquiera la existencia misma de algunas de ellas (C. Nac. Civ. y Com. Fed.,
11/9/1981, "Argis de Blanc, Aurora, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", JA 1982-III-391
Ver Texto).

Corresponde el pago de la prestación por incapacidad total y permanente prevista en el seguro


colectivo, si vencidos los plazos legales contemplados por los arts. 49 Ver Texto y 56 Ver
Texto de la ley 17418, la Caja Nacional de Ahorro y Seguro no comunicó fehacientemente al
interesado el rechazo del siniestro, lo cual equivale a consentimiento. La circunstancia de que
dicha aseguradora haya comunicado de inmediato el rechazo del siniestro a la ex empleadora
no obsta a la obligación del pago de la prestación (correspondiente a un seguro establecido en
un convenio colectivo), pues la notificación no fue dirigida al interesado sino a un tercero del
cual el asegurado se halla desvinculado; no consta, en el caso, tampoco su recepción por parte
de la destinataria, ni que ésta le hubiere comunicado a su ex empleado tal circunstancia (C.
Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 18/9/1998, "Domínguez, Juan A., v. Caja Nacional de Ahorro y
Seguro" Ver Texto, LL J. Agrup. 1999, caso 13.862).

La obligación de la compañía de seguros de abonar el seguro obligatorio por incapacidad no


surge hasta que no le sea presentado el certificado de invalidez total, absoluta, permanente e
irreversible, que extiende el Ministerio de Trabajo u organismo competente. Al no existir, en el
caso, certificado de invalidez, la mora es sólo imputable al beneficiario del seguro y no a la
compañía aseguradora, la cual, a pesar de tener noticia del hecho no estaba obligada a hacer
una evaluación privada del daño (C. Nac. Trab., sala 6ª, 24/8/1981, "Monti, Héctor B., v.
Cosecha Cooperativa de Seguros Ltda.", DT 1982-433).

Dada la naturaleza del seguro de vida, similar a la de los seguros sociales, todas aquellas
cláusulas que no aparezcan inspiradas por la finalidad de satisfacer un interés público sin fines
de lucro, de cumplimiento prioritario y primordial, o que posibiliten desvirtuarla, deben ser
interpretadas en armonía con las que sirven a ese propósito, o bien según el sentido que sea
más acorde con éste y que resulte más favorable a su adecuado cumplimiento. Un apego literal
al texto de las normas o su consideración abstracta o aislada, que prescinda de su verdadero
sentido y omita consultar los datos que proporciona la realidad y el resultado de la
interpretación, podría poner en peligro el propósito tuitivo y permitiría desligar al Estado del
cumplimiento de su deber ético hacia los particulares, en los casos en que su actividad está
orientada a satisfacer una función esencial, como es la previsión social (C. Nac. Civ. y Com.
Fed., sala 1ª, 11/9/1981, "Argiz de Blanc, Aurora, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", JA
1982-III-391 Ver Texto). En el análisis de las cláusulas contractuales del seguro colectivo
corresponde apartarse de la literalidad de sus términos, cuando conforme a éstos el riesgo
cubierto sería inexistente, dado que, salvo el caso de muerte, siempre la persona estaría en
condiciones de realizar alguna tarea, por insignificante que fuese (C. Gral. Fed. Roca, Río
Negro, "Hernández, Oscar H., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", LL 1996-A-16). Puesto
que la póliza que instrumenta, en el caso, el seguro de vida colectivo, no contiene ninguna
exigencia específica sobre el goce de licencia por enfermedad, no hay razón jurídica que
imponga afirmar que esa interrupción del trabajo activo antes del distracto laboral condicione
la procedencia del beneficio (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 16/7/1998, "Jarcsum, Zulema,
v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", ED 181-811).

1031
Cuando se está en presencia de situaciones dudosas que se plantean dentro de regímenes
especiales de tutela o promoción comunitaria, como sucede con el seguro colectivo de vida,
contratado para paliar las consecuencias de los hechos más graves que pueden afectar al
trabajador en relación de dependencia y a sus familiares, en el cual como asegurador actúe un
ente estatal que no puede tener como motor principal la persecución de lucro, la cuestión debe
ser definida en favor de mantener el amparo, ya que choca al buen sentido y a la razón jurídica
que la duda pueda ser fundamento de la desprotección, la base para desamparar a quien antes
fue considerado merecedor de un régimen especial de tutela por parte del Estado o sus
organismos descentralizados (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 15/5/1981, "Urso, Jorge D., v.
Caja Nacional de Ahorro y Seguro", JA 1982-I-316 Ver Texto; en análogo sentido, mismo
tribunal, sala 2ª, 12/5/1995, "Canteras Malagueño S.A. v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro"
Ver Texto, LL 1996-A-8). Si se estimara que alguna de las cláusulas de la póliza que
instrumenta un seguro de vida colectivo es ambigua u oscura, las dudas que pudiere suscitar la
interpretación de su alcance deben ser interpretadas en contra del asegurador que las redactó.
En los seguros de vida colectivos, cuya finalidad es esencialmente tuitiva y su prestación reviste
carácter alimentario, no es pertinente llegar al desconocimiento de un derecho sino con
extrema cautela y, en caso de duda, se debe resolver en favor de la concesión del beneficio a
quien se halla en situación de evidente minusvalía laboral (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª,
16/7/1998, "Jarcsum, Zulema, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", ED 181-811; en análogo
sentido, misma sala, 28/5/1998, "Muriega, Ramón, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver
Texto, LL J. Agrup., 1999, 13.864).

Como es usual en el seguro de vida colectivo, el capital asegurado, a los fines de la


determinación de la indemnización a cobrar, es el vigente a la fecha en que haya cesado la
relación laboral (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 3ª, 30/3/1994, "Alarcón, Mariano v. Caja
Nacional de Ahorro y Seguro", DJ 1995-I-353). Si hubo un error en la certificación, éste es
imputable al empleador, que es quien la expidió. Sin embargo, el desenvolvimiento de la
relación entre el tomador del seguro y la aseguradora es ajeno al beneficiario, y si alguno de
aquéllos despliega una conducta errónea o negligente, las consecuencias que de tal
circunstancia deriven resultan inoponibles al trabajador, que no se debe ver perjudicado por
ello. En caso de duda se debe estar a la interpretación que resulte más favorable al beneficiario,
más aún cuando se cuenta con varios elementos que hagan pensar que efectivamente se
descontó la prima hasta el momento del cese laboral (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 3ª,
16/12/1992, "Gioppato, Jordán, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, LL 1993-B-
372; mismo tribunal, 4/8/1993, "Soriano, César, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", LL
1994-B-105). No es posible hacer recaer sobre el asegurado las consecuencias del error en que
pueda haber incurrido la empleadora, respecto del alcance del sueldo sobre el cual se debía
computar la indemnización correspondiente al seguro de vida (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala
2ª, 6/7/1995, "Machiavello, Hugo H., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, LL
1995-E-242). Si se solicita en autos el pago del seguro de vida colectivo, al cual había adherido
el actor en su carácter de dependiente del banco contratante de aquél, dicho pago se debe
efectuar sobre la base del último sueldo percibido y no sobre la remuneración del mes anterior
al distracto por incapacidad total y permanente, máxime cuando se descontó la suma debida en
concepto de prima hasta el último mes inclusive y se registró un aumento respecto de la
descontada anteriormente, lo cual se compadece con el criterio de la sala, que en reiterados

1032
precedentes ha establecido la relación que debe existir entre el capital asegurado y el monto de
las primas (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 9/8/1994, "Kozameh, Jorge I., v. Caja Nacional
de Ahorro y Seguro", DJ 1995-II-1056).

Si conforme a la póliza de seguro de vida colectivo, el capital a tener en cuenta para el


cómputo de la indemnización es el vigente al cese de la relación de dependencia, el cómputo
del último sueldo liquidado, aunque no haya sido pagado por razones de ausentismo, es la
solución que mejor se adecua a la finalidad tuitiva de esta clase de seguros, máxime cuando se
trate de un siniestro acontecido en épocas de pleno pico hiperinflacionario (Cam. Civ. y Com.
Fed., sala 2ª, 29/4/1994, "Rivas, María E., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", DJ 1995-I-
273).

Si lo pactado por las partes en el endoso de póliza de un seguro de vida colectivo es el pago de
veinte veces el último sueldo, ello significa que ha sido intención común fijar una base móvil
que acompañe la corrección nominal de los salarios y, por ende, el proceso inflacionario que de
ese modo se persigue compensar, debiéndose calcular de esa manera el monto del beneficio, y
no tomando como base el capital asegurado (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 1ª, 7/10/1993,
"Melano, Atilio A., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, ED 158-59).

En materia de seguros de vida colectivos, la percepción del capital sin reservas por el
asegurado no configura obstáculo para el cobro de las diferencias que pudieren surgir. Así lo
ha resuelto la Corte Suprema de Justicia, causas "Prado, Ernesto Nolasco v. Caja Nac. de
Ahorro y Seg." y "Rodríguez, Juan Gabriel, v. Caja Nac. de Ahorro y Seguro", ambas del
30/6/1992 (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 20/6/1996, "Isola, Bartolo, v. Caja Nacional de
Ahorro y Seguro" Ver Texto, DJ 1996-II-940; misma cámara, sala 3ª, 27/11/1992, "Lesniczuk,
Pablo, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, ED 156-45).

22 (a). Relaciones entre las partes y presupuestos siniestrales.

Otros aspectos han dado lugar también a que los tribunales se tuviesen que pronunciar en
litigios suscitados en el curso de estas formas asegurativas. Entre ellos se puede mencionar, por
una parte, el relativo a la magnitud que debe revestir la incapacidad "total y permanente", en
los casos en que el seguro cubra este supuesto; y, por la otra, el medio a emplear para llevar a
cabo las notificaciones que, respecto de circunstancias relativas al contrato de seguro, se deben
formular a los sujetos a él vinculados.

En primer lugar, cabe recordar que los seguros colectivos de vida pueden asumir diversas
variantes, según la naturaleza del grupo y su relación con el tomador contratante originario

1033
(p.ej., empleados de una empresa; socios de un club o entidad similar; etc.), quién es el que
paga las primas (tomador; asegurado; ambos, una parte cada uno, etc.), cuál es la forma de
recaudarlas, y si se trata de una cobertura obligatoria, etc.

Los diferentes matices imponen diversos efectos. Por ello, resulta necesario analizar cada
especie para poder establecer la solución aplicable al caso.

No es lo mismo que se esté ante una cobertura voluntaria que frente a una de naturaleza
obligatoria. Estas últimas suelen apuntar a fines de índole preponderantemente social, en tanto
que las primeras son neutras a esa finalidad: constituyen un simple medio de proporcionar
amparo sobre la persona a precios reducidos; lo dicho es sin perjuicio de destacar que, como
ocurre con los demás seguros de personas -y aun con los seguros todos-, ellos produzcan un
innegable beneficio social, aunque indirecto y no como fin inmediato, como en cambio
acontece cuando media imposición del seguro. En las coberturas voluntarias prevalece el
carácter privado del amparo, que queda sujeto a lo pactado en las cláusulas por las partes, en
las cuales se establecen los requisitos de aseguramiento, los presupuestos siniestrales, las
formas de verificación de las incapacidades (cuando son cubiertas), etc. El respeto a lo pactado
influye en la estructura técnico-económica del amparo y en el equilibrio de las prestaciones. La
alteración de lo establecido en tales bases -salvo supuestos de cláusulas abusivas- es pasible de
provocar perjuicios al sistema, estructurado sobre ciertos presupuestos inherentes a la
determinación técnica del monto de las primas, que irán a formar el fondo para el pago de los
siniestros; como también, en su caso, a la comprobación de que se hayan o no configurado los
presupuestos de hecho constitutivos del siniestro, causa del nacimiento de la obligación del
asegurador de cumplir con la prestación a su cargo, etc. La alteración de esos principios
elementales es capaz de perjudicar profundamente la cobertura y afectar finalmente a los
demás asegurados.

Así, seguir los procedimientos contractuales de denuncia de siniestros, sujetarse el asegurado


que invoca incapacidad al examen de los médicos del asegurador a los fines de comprobarla,
son algunos de los requisitos cuya observancia ataña al debido funcionamiento del sistema
(2037) .

23 (a). Determinación del grado de incapacidad.

Constituye un aspecto cuantitativo que se convierte en cualitativo cuando la categoría de


"incapacidad total", que fue objeto de la cobertura, está a menudo formulada en función de
una determinada magnitud de discapacidad establecida porcentualmente respecto de la
capacidad total del asegurado (p.ej., un 66%). A ello se agrega la exigencia de que revista

1034
carácter de "permanente", es decir, que ese porcentual debe permanecer invariable en el
tiempo, sin posibilidad de disminución futura.

Otras veces la incapacidad cubierta es definida como estado de invalidez total y permanente,
que no le permita al asegurado desempeñar, por cuenta propia o en relación de dependencia,
cualquier actividad remunerativa.

La comprobación de que se ha alcanzado el grado de incapacidad requerido por la póliza se


erige, entonces, en presupuesto de configuración del siniestro y, por ende, en factor de
legitimación activa del asegurado para reclamar la prestación del asegurador.

Tales características llevan a señalar que, constituyendo un requisito de cobertura, ha sido


tomado especialmente en cuenta al momento de formular el sistema y cuantificar las recíprocas
prestaciones. Resulta aquí aplicable el principio de interpretación que establece que la
cobertura otorgada debe ser interpretada restrictivamente, ya que toda modificación que se
introdujere por vía hermenéutica conducirá a alterar el equilibrio de las prestaciones.

Algunas pólizas suelen establecer, en cuanto a la configuración del presupuesto de incapacidad


total y permanente, que éste tiene lugar cuando el asegurado se ve privado de la posibilidad de
ejecutar cualquier tipo de tareas capaces de generar beneficio económico, en tanto que otras
fijan un nivel determinado de incapacidad (en general, un 66%), alcanzado o superado el cual
se tendrá por acaecido el siniestro.

La jurisprudencia ha fijado algunas pautas al respecto al sostener, p.ej., que la incapacidad no


debe convertir al asegurado en un ente afectado por una parálisis total de sus capacidades
laborales y, acentuando esta postura, también resolvió que era suficiente con que el afectado no
pudiese superar un examen preocupacional; llegando en otros casos a sostener que bastaba con
que no pudiese ejecutar el tipo de tareas en las cuales se venía desempeñando al momento del
hecho generador de la incapacidad.

Lo cierto es que tales fórmulas de interpretación no pueden ser empleadas de manera genérica
y para todos los supuestos, sin distinguir las particularidades del caso concreto. La cobertura de
incapacidad total y permanente es un amparo complementario del de muerte, a fin de resolver
el problema de los familiares que recibían sostén económico del asegurado, en los casos en que
éste no fallece pero queda completa y permanentemente incapacitado. Sobre esta base fue
calculado el esquema contractual y a éste corresponde sujetarse en la interpretación (art. 1197
Ver Texto, CCiv.) (2038) , salvo en los casos en que, evidentemente, la discapacidad revista la
magnitud requerida o la aplicación literal del precepto contractual devenga manifiestamente
disfuncional o abusivo.

1035
Jurisprudencia

Por incapacidad total y permanente no se debe entender la incapacidad absoluta, sino la


ausencia de razonable posibilidad de ejercer tareas remuneradas acordes con la habilidad
reconocida al afectado (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 3ª, 24/8/1994, "Beber, Juan, v. Caja
Nacional de Ahorro y Seguro", LL, 1995-B-654, sumario 38.344; DJ 1995-II-1056; misma sala,
26/6/1994, "Dureyco de Giachello, María, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", LL 1995-C-
669, sum. 38.383; JA 1998-IV, Síntesis Ver Texto), inteligencia que tiene apoyo en lo dispuesto
en el art. 59 Ver Texto del decreto 1588/80 (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, "Carbonaro,
Carmelo E., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", LL 1989-C-234; DJ 1989-II-273), es decir,
cuando la incapacidad residual que le queda al damnificado es insuficiente para permitirle
realizar otras tareas que le proporcionen los medios de subsistencia adecuados a su condición
socioeconómica. Dada la finalidad tuitiva de estos seguros y el carácter alimentario de las
indemnizaciones previstas, el tema debe ser enfocado con un criterio de amplitud; es
pertinente, en caso de duda, inclinarse por la concesión del beneficio (C. Nac. Civ. y Com.
Fed., sala 2ª, 5/8/1994, "Burgueño, Julio A., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto,
LL 1995-C-669, sum. 38.385; JA 1998-IV, Síntesis). El elemento que define el grado de
incapacidad a los efectos del pago del seguro no está dado por la estimación matemática de la
minusvalía, de alcance relativo por su propia naturaleza, sino por la consideración de las
dolencias concretas padecidas por el asegurado y la proyección de ellas sobre sus posibilidades
laborales (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 29/4/1994, "Peláez, Francisco A., v. Caja Nacional
de Ahorro y Seguro", LL 1994-C-549; DJ 1994-II-471; misma sala, 28/5/1998, "Muriega,
Ramón, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, LL J. Agrup., 1999, nº 13.865; sala
1ª, "López, Ángel Alcides, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", 21/9/1999, causa 2865/93).
La incapacidad total y permanente no debe ser entendida como un impedimento para realizar
cualquier labor, sino como la ausencia de una razonable posibilidad de ejercer tareas
remuneradas acordes con la habilidad reconocida del afectado (mismo tribunal, sala 3ª,
19/11/1993, "Di Pascuale, Gregorio, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, LL
1994-B-378). Aun cuando en la póliza de seguro se haya expresado que éste amparaba la
incapacidad total, ello no se puede interpretar en el sentido de que a los fines de su percepción
de la prestación, el asegurado debe quedar impedido de realizar otra labor, pues tal inteligencia
implicaría atribuir a la aseguradora, en la mayoría de los casos, la facultad de incumplir la
prestación a su cargo, con el consiguiente desconocimiento de la función social para la cual se
contrata (C. Fed. Resistencia, 10/12/1998, "Morales, Rodolfo A., v. Caja Nacional de Ahorro y
Seguro", LL Litoral 1999-41).

El concepto de incapacidad total y permanente no es equivalente, aunque lo engloba, al de


invalidez absoluta. Así, la prestación derivada del contrato de seguro que cubre el riesgo de
incapacidad total y permanente procede cuando la capacidad residual no le es suficiente para
desempeñar, por cuenta propia o en relación de dependencia, una tarea remunerada acorde con
su habilidad reconocida u otra afín que pueda ser considerada sustitutiva de ella (C. Nac. Civ. y
Com. Fed., sala 2ª, 2/10/1996, "Bonelli, Jorge O., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", JA
1998-IV, Síntesis Ver Texto). No obstante, si del informe del cuerpo médico forense surge que
la disminución de la capacidad que presenta la accionante es de un 10% de la T.O., y no le
impide el desempeño de sus tareas habituales, cabe rechazar la pretensión, pues la circunstancia
de que la sala tiene decidido que no se debe estar a una interpretación rígida de la cláusula de

1036
póliza no puede llevar a que cualquier incapacidad sea considerada como total y permanente y
quedar comprendida en la cobertura del seguro (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 3ª, 17/8/1999,
"Amaro, Ana María, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", causa 2085/92). Si bien el peritaje
médico estableció una incapacidad del 54% T.O., y puesto que hay otro peritaje efectuado
entre las mismas partes y con relación a otro seguro, que le reconoció un 68,15%, este último
constituye un elemento definitorio para decidir en favor del reconocimiento de la procedencia
del beneficio por incapacidad total y permanente, pues dado que este segundo dictamen fue
producido en un juicio en el cual recayó sentencia firme, la cuestión relativa al grado de
incapacidad ya ha sido decidida y ha pasado en autoridad de cosa juzgada (C. Nac. Civ. y Com.
Fed., sala 1ª, 21/9/1999, "López, Ángel Alcides, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", causa
2865/93).

La "incapacidad total" no cabe caracterizarla en forma abstracta, desvinculada de las concretas


circunstancias personales del asegurado y de la relación laboral específica que desarrolla, ya que
es el objeto tenido en cuenta al contratarse el seguro colectivo de los dependientes. Se deben
merituar, asimismo, los aspectos personales, como la edad, preparación intelectual, grado de
incapacidad física y, consecuentemente, la incidencia que esta última posee para el desarrollo
de la actividad para la que fue contratado por el tomador empleador, y tener en cuenta que el
perito médico expresó como conclusión, en el caso, que el actor se halla imposibilitado para
reinsertarse en el mercado laboral. Si bien es cierto que el supuesto asegurativo en análisis se
rige por el derecho contractual (art. 1137 Ver Texto, CCiv.), lo que importa atenerse a las
estipulaciones pactadas (art. 1197 Ver Texto, Cód. cit.), se debe entender que la idea o noción
de invalidez total, en el sentido jurídico, no puede sino estar referida a las características y
aptitudes profesionales de los trabajadores pertenecientes a la empresa que contrató el seguro
colectivo en favor de sus empleados dependientes, con la cobertura de incapacidad laboral. Tal
inteligencia obliga a rechazar toda conceptualización que importe considerar la "invalidez total"
como una categoría ideal, universal o abstracta, desvinculada de las circunstancias personales
del asegurado y de los servicios concretos que prestaba en la empresa contratante del seguro.
Aun cuando por vía de hipótesis se pudiere considerar que el accionante contare con una
capacidad residual para el desempeño de actividades remuneradas, de todas maneras
corresponde entender que se ha configurado el siniestro que obliga al pago del beneficio por
invalidez. La locución "cualquier actividad remunerativa", de interpretarse en forma literal,
equivaldría a facultar a la aseguradora a denegar en todos los casos la prestación debida, pues
resulta francamente inimaginable o, al menos, difícilmente imaginable, la configuración de
supuestos de incapacidades que impidan en forma absoluta el desempeño de cualquier
actividad remunerada, dejando al contrato sin función alguna, atento a las características del
riesgo concreto cubierto (C. Nac. Com., sala A, 12/11/1999, "Buzzo, Luis P., v. La Buenos
Aires Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, JA 8/11/2000, p. 63; en análogo sentido se
mencionan en el fallo los siguientes pronunciamientos: misma sala, 15/9/1995, "Gorosito,
José E., v. La Meridional Compañía de seguros S.A."; sala E, 11/4/1983, "García, Antonio"
Ver Texto, inédito).

La exigencia de la pérdida, por el damnificado, del derecho a percibir haberes, como requisito
para la procedencia del cobro del beneficio por incapacidad física, prevista en el contrato de
seguro, debe ser entendida en el sentido de que aquélla, para ser tal, debe ser la causa de la
privación de los ingresos habituales, sea en virtud de la actividad laboral que origina la

1037
contratación del seguro u otra análoga (C. Nac. Civil y Com. Fed., sala 2ª, 26/10/1995, "V., M.
J., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, LL 1996-A-507).

La decisión de situaciones en las que hay que determinar el tipo de incapacidad que presenta el
afectado deben ser interpretadas conforme a las particularidades que cada caso propone, y sin
incurrir en inconvenientes abstracciones que impidan apreciar, en orden a una recta
administración de justicia, la concreta situación del interesado. No obstante, si bien se ha
descartado la interpretación del art. 15 de la póliza de seguro de vida colectivo, como
equiparando la incapacidad absoluta a la invalidez total, ello no puede tampoco llevar a admitir
que cualquier incapacidad pueda llegar a ser considerada como total y permanente ("Beber,
Juan, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", cit.). En caso de duda respecto de la concurrencia
de incapacidad total, se debe decidir en favor del beneficiario (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala
2ª, 13/3/1998, "Carretero, José M., v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, LL J.
Agrup., 1999, nº 13.866).

La cláusula contractual que estipula como condición para el cobro de las indemnizaciones
previstas en la póliza de seguro que la incapacidad haya continuado ininterrumpidamente
durante determinado tiempo, persigue que ésta se haya manifestado por un lapso
suficientemente amplio que permita adquirir la certeza de su carácter permanente y no
meramente transitorio (C. Nac. Civil y Com. Fed., sala 2ª, 26/10/1995, "V., M. J., v. Caja
Nacional de Ahorro y Seguro" Ver Texto, LL 1996-A-507). La cláusula del seguro que estipula
el requisito de permanencia de la incapacidad durante seis meses, no significa que éstos se
deban completar antes del cese de la relación laboral, pues basta con que se inicien antes del
distracto. Ello así, pues tal exigencia apunta a que la minoración de la capacidad no sea
meramente pasajera sino estable, lo cual se presume cuando trascurrió, al menos, ese plazo (C.
Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 13/3/1998, "Carretero, José M., v. Caja Nacional de Ahorro y
Seguro" Ver Texto, LL J. Agrup. 1999, nº 13.867).

La idea de "invalidez total", en sentido jurídico, está referida a las características y aptitudes
profesionales de los trabajadores pertenecientes a la empresa que contrató el seguro colectivo.
Como consecuencia de ello, se debe rechazar la interpretación que haga de la invalidez total
una categoría ideal, universal y abstracta, sino que ésta se debe apreciar en conexión con las
tareas o actividades que el personal asegurado realizaba al momento del siniestro, pues resulta
difícilmente imaginable la configuración de supuestos de incapacidad que impidan totalmente
cualquier tipo de actividad remunerada. En ese orden de ideas, hay que prescindir de aquella
interpretación que deje el contrato sin función alguna, atento a las características del riesgo
concreto cubierto (C. Nac. Com., sala C, 24/5/1989, "Babijackzuk, Nicolás, v. La Meridional
Compañía de Seguros S.A." Ver Texto, LL 1989-E-73).

Si la póliza de seguro de vida colectivo requiere, respecto de la extensión de la incapacidad, un


estado de invalidez total y permanente como consecuencia de la enfermedad, habiendo éste
aportado numerosos dictámenes que establecen una incapacidad total y permanente, y la
pericia médica, analizada conforme a las pautas del art. 477 Ver Texto, CPCCN., estableció que
el actor no podía aprobar un examen preocupacional, y como no posee condiciones para

1038
realizar tarea alguna que se adapte a su disminución orgánica y física, se debe tener por
plenamente acreditado que el asegurado posee una incapacidad total y permanente, no
obstante el resultado del examen requerido por la aseguradora a su asesor. La cláusula de la
póliza de seguro de vida colectivo que expresa que la incapacidad o invalidez, para que proceda
la indemnización, debe impedir al asegurado desempeñar por cuenta propia o en relación de
dependencia cualquier actividad remunerativa se debe entender en forma congruente con la
economía del instituto y no alejada del principio de la buena fe en la interpretación de los
contratos y tener presente la trascendente finalidad social del seguro (Juz. Nac. Com. nº 20, en
firme, 10/8/1982, "Molinari, Aldo, v. La Buenos Aires Compañía de Seguros S.A.", ED 103-
312; LL 1983-B-277).

24 (a). Relaciones entre los sujetos vinculados al seguro.

El otro problema que suscita esta modalidad de amparo es el relativo a las relaciones entre
asegurador y asegurados adherentes. En principio, dado que el seguro ha sido convenido y
diseñado en su contenido normativo por asegurador y tomador, éste aparece en un primer
momento como el nexo natural -que, además, reviste calidad de parte del contrato- de los
vínculos que se vayan trabando, mediante las adhesiones respecto de ese marco normativo
estipulado (2039) .

Pero nuevamente aquí resulta necesario precisar, según los casos, cuál es la índole de la
cobertura: si se trata de un seguro obligatorio o voluntario; si el tomador paga la prima de su
peculio o la recauda de los asegurados adherentes; si el tomador ha sido designado beneficiario
irrevocable o la designación de beneficiario (y su modificación) queda librada a la sola voluntad
del asegurado adherente, etc.

Interesa especialmente el caso de los seguros voluntarios, que, ya hemos visto, quedan
apartados del ámbito de la seguridad social y constituyen amparos libremente contratados y
sujetos a lo que resulte de lo estipulado en sus cláusulas y de su naturaleza específica.

Si el seguro es no sólo contratado por el tomador, sino que éste paga totalmente las primas, sin
gestionar su posterior reintegro de los adherentes, nos hallamos ante un claro caso de
estipulación en favor de tercero, de carácter no oneroso, en el cual la adhesión del asegurado
actúa como aceptación requerida por el art. 504 Ver Texto, CCiv. Pero no se debe olvidar que
la aceptación tiene como alcance y límites los propios de la estipulación acordada (duración,
montos, condiciones, etc.), de manera que el tomador puede obrar conforme a lo que se haya
convenido (facultades rescisorias, modificaciones de cláusulas, montos, etc.); y el asegurado no
puede pretender mayores derechos que los estipulados.

1039
Pero cuando la prima es pagada por el asegurado adherente, la relación se torna más compleja,
por cuanto el tomador asume aquí una posición que se circunscribe a la gestión del negocio y
su contenido, y quedan otros aspectos sometidos a los efectos derivados de la vinculación
directa entre asegurador y adherente. Si bien mucho tiene que ver, precisamente, el clausulado
del contrato, el carácter a título oneroso que adquiere la adhesión trae como consecuencia que
ciertos aspectos quedan retenidos y sometidos al ámbito de decisión del asegurado. Es que éste
toma a su cargo una parte esencial de la celebración del contrato: el pago de la contraprestación
mencionada por el art. 1 Ver Texto de la ley 17418, cuando se refiere al pago de "una prima o
cotización", inherente al carácter oneroso del seguro, y aporta, asimismo, el riesgo a cubrir a su
respecto, elementos ambos que se constituyen en aspectos integrantes de la causa de la
contraprestación prometida por el asegurador.

Entonces, en este último caso, las modificaciones del contrato deberán tener su origen en
causas prefijadas o en la naturaleza de la relación: p.ej., ajustes o aumentos de primas o
reducción de beneficios hacia el futuro que tengan como fundamento y finalidad evitar que se
produzca un desequilibrio entre las prestaciones (2040) , ya sea por variaciones en las
características y número de los integrantes del elenco de adherentes, a la hora de una
renovación del contrato, o por otros motivos. Si se apartan de esta regla, las variaciones (que a
veces pueden implicar mejoras, p. ej., un aumento de los capitales asegurados o la inclusión de
coberturas adicionales, pero mediante aumentos en las primas) requerirán una ratificación, al
menos tácita (p.ej., silencio ante la variación en la prima cuando le es retenida por el tomador
empleador). Ciertos fallos han requerido que se haya llevado a cabo algún procedimiento que
permita, de alguna manera adecuada, que el asegurado tome conocimiento de la modificación,
de forma que pueda adoptar la decisión de salir del sistema, si así lo desea. La interpretación
deberá tener en cuenta esa multiplicidad de aspectos al momento de decidir sobre la
oponibilidad o no al asegurado, de las modificaciones efectuadas, analizando la razonabilidad
de su causa, la posición de las partes en cada contrato en particular y las características de cada
grupo (2041) .

Jurisprudencia

La contratación del seguro de vida colectivo, seguro cuyas características guardan similitud con
los seguros sociales, se caracteriza porque la adhesión a sus normas está prácticamente
impuesta al asegurado, que o acepta lisa y llanamente las condiciones establecidas
unilateralmente por el asegurador, o se debe resignar a quedar fuera del sistema, con todas las
indeseables consecuencias que de allí derivan para su propia seguridad o la de sus
derechohabientes, adhesión que la experiencia indica que se otorga casi mecánicamente, sin
que, por lo general, los interesados conozcan, no ya el verdadero sentido o alcance de todas sus
cláusulas sino, siquiera, la existencia misma de alguna de ellas (C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala
1ª, 11/9/1981, "Argiz de Blanc, Aurora, v. Caja Nacional de Ahorro y Seguro", JA 1982-III-
391 Ver Texto).

1040
Si el actor, al momento de suscribirse el contrato o convenio de seguro, no tuvo participación
en él ni ha prestado conformidad expresa a la prórroga de jurisdicción prevista en las
condiciones generales de póliza, cabe recordar que se ha decidido que no se dan las pautas que
consagra el art. 2 Ver Texto del Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación para
la eficacia de la cláusula de prórroga de jurisdicción. Si bien doctrina y jurisprudencia
tradicionales admiten la prórroga convencional de la competencia territorial (pactum de foro
prorrogando), por considerar que no afecta el orden público y la Ley de Seguros, 17418,
dispone en su art. 16 Ver Texto que "es admisible la prórroga de la jurisdicción dentro del
país"; la regla, sin embargo, no es absoluta: ella resulta inaplicable cuando la modificación de la
competencia tiene por fin perjudicar la defensa de la otra parte o, como dice la directiva 93/13
de la Comunidad Económica Europea, de 1993, "cuando tiene por objeto o por efecto
suprimir u obstaculizar el ejercicio de acciones judiciales o de recursos por parte del
consumidor". Por ello, constituye una efectiva privación de la defensa en juicio la sola
circunstancia de un desplazamiento lo suficientemente distante (según las circunstancias
ponderadas por el juez) que tenga por efecto suprimirla, restringirla, obstruirla o, simplemente,
hacerla dificultosa, y sea el poder jurisdiccional quien someta todo acuerdo procesal a un cotejo
con las garantías y derechos constitucionales, teniendo en cuenta: a) si se está frente a un
contrato negociado o uno de adhesión con cláusulas predispuestas; b) en favor de qué tipo de
litigantes ha sido prevista la cláusula; c) a quién beneficia la prórroga de competencia. Es que
dicha prórroga exige el concurso de la voluntad de ambas partes; su eficacia, como la de todo
convenio, alcanza sólo a las partes y sus sucesores (art. 1995 Ver Texto, CCiv.) pero no a los
terceros. La prórroga de la competencia territorial tiene como principal fundamento allanar a
las partes litigantes los inconvenientes derivados de la distancia y obtener así un mayor
rendimiento de la Justicia en virtud de la proximidad del órgano de juzgamiento y el lugar de
producción de las pruebas, por lo cual, si el ejercicio de la facultad de concertarla no responde
a esos fines, podrá ser considerada abusiva si por efecto de ésta la causa se debe radicar en
lugar muy lejano, con todas las consecuencias engorrosas y perjuicios económicos que ello trae
aparejado. Así, la cláusula de prórroga de la competencia territorial debe ser interpretada con
criterio limitativo cuando, como sucede aquí, la alteración territorial es impuesta por el litigante
más fuerte, lo cual habitualmente sucede en el ámbito de los seguros, motivo por el cual resulta
imprescindible analizar, en cada caso concreto, si hubo o no libre contratación, esto es, si las
partes han estado en un pie de igualdad. Por esos fundamentos, la cláusula de prórroga de
jurisdicción territorial se declara inoponible al actor, por tratarse de un pacto incorporado a un
contrato de adhesión mediante cláusulas generales, no suscrito personalmente por aquel a
quien se opone, que perjudica sensiblemente al litigante ocasional obligándolo a actuar ante un
tribunal situado a mucha distancia, con los inconvenientes que ello implica, sobre todo si no se
tienen medios económicos, y sin beneficio alguno para el sistema judicial, ya que la mayoría de
los hechos no ha ocurrido en el lugar pactado; resulta relevante, además, tener en cuenta que
en el caso se trata de un seguro colectivo de vida obligatorio, instrumento de seguridad social
dentro del ámbito laboral, con una manifiesta finalidad protectora. Esa finalidad, derivada de
las normas sustanciales, no puede ser apartada por la norma procesal, en especial en el
momento en que debe hacerla efectiva mediante un verdadero acceso a la justicia (Sup. Corte
Just. de Mendoza, sala 1ª, 9/12/1997, "Ag ero, Pedro, v. Aseguradores de Cauciones S.A. Cía.
de Seguros" Ver Texto, ED 181-297).

1041
La reducción, por parte de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro, del capital asegurado al
beneficiario en el contrato original no le es oponible a éste, si aquélla no acreditó que al realizar
unilateralmente tal modificación requirió y obtuvo el consentimiento del asegurado. Tampoco
se debe admitir la existencia de consentimiento presunto, pues tal modificación lo perjudica (C.
Nac. Civ. y Com. Fed., sala 3ª, 1/9/1998, "B., J. M., v. Caja Nac. de Ahorro y Seguro" Ver
Texto, fallo 98.671).

Si al tiempo de la renovación del contrato, "los enfermos" estaban amparados por una póliza
que fue reemplazada por otra y quedó cancelada aquélla, ya que no se abonó por ella, a partir
de allí, prima alguna, va de suyo que los mismos asegurados quedaron amparados por la nueva
póliza, sin que obste a tal circunstancia la cláusula de ésta sobre enfermedad preexistente, que
sólo se puede considerar operativa para quienes no hayan estado incluidos en el contrato que
fue su antecedente. Si, como en el caso, la compañía recibió las primas para cubrir a todos los
asegurados, entre los cuales se encontraba el causante, titular del correspondiente certificado,
no cabe hacer lugar al argumento de la aseguradora en el sentido de que el asegurado no
prestaba servicio activo al momento del siniestro (por estar enfermo), motivo por el cual lo
consideró asegurado por la póliza originaria, de capital menor, por considerar que no había
ingresado "efectivamente" a la nueva póliza (C. Nac. Com., sala B, 31/8/1995, "Cardozo de
Vaca, María Elena, v. Sudamérica Compañía de Seguros de Vida y Patrimoniales S.A." Ver
Texto, LL fallo 93.777).

25 (a). Situación de los herederos.

Un tema que ha dado lugar a algunas cuestiones ha sido el de si, mediando designación de
beneficiario "irrevocable" en favor del tomador -en razón de que el seguro responda a la
finalidad de atender al pago del saldo de precio de una venta, o de un préstamo concedido por
ese tomador, o de las cuotas de un círculo de ahorro, etc.- y producido el fallecimiento del
asegurado, el rechazo del siniestro, comunicado por el asegurador al tomador, no cuestionado
por éste, habilita a los herederos del asegurado muerto a ejercer los derechos y acciones
emergentes del seguro, si considerasen arbitrario ese rechazo.

Por nuestra parte, hemos entendido que procede, en el caso, la respuesta afirmativa (2042) . La
designación irrevocable de beneficiario en favor del tomador no reviste las características de
una decisión común y corriente (no sólo por la causa que la legitima, sino por su propio
carácter "irrevocable", que implica una excepción al principio general -art. 143 Ver Texto,
último párrafo, LS.-), ya que su finalidad no es favorecer a ese beneficiario con una prestación
de la cual pueda disponer libremente, sino que dicha prestación tiene un destino prefijado e
ineludible: cancelar ese saldo pendiente en caso de fallecimiento del asegurado, cancelación que
constituye una obligación de ese tomador beneficiario. En todos estos casos se puede decir que

1042
el beneficio del seguro es otorgado en función fiduciaria (2043) , impeditiva de que ese
beneficiario se apropie del capital del seguro.

Entonces, si el tomador beneficiario no lleva a cabo los actos necesarios para obtener el
otorgamiento de la prestación por parte del asegurador, si están dadas las condiciones de hecho
y de derecho para ello y no cuestiona el rechazo del siniestro pudiendo hacerlo, incurre en
responsabilidad si por tal motivo se hubieren extinguido o perjudicado derechos de los
sucesores del asegurado, p.ej., por haberse operado caducidades ante el incumplimiento de
cargas, o aun por mora, etc. Asimismo, los herederos del asegurado estarán habilitados para
retomar los derechos y acciones respecto de la prestación del asegurador ante la inacción del
delegado (que frecuentemente se limita a informar el rechazo); pueden entonces accionar por sí
mismos contra el asegurador. Éstos han continuado, en última instancia, en el derecho a la
titularidad del beneficio: la designación "irrevocable" del beneficiario lo ha sido sólo a los fines
funcionales de facilitar -y garantizar- la cancelación del saldo de deuda, y no con carácter
definitivo ni con ánimo de favorecerlo patrimonialmente con el importe que deba pagar el
asegurador. La omisión en que incurriere el beneficiario irrevocable, que trajese como
consecuencia la falta de cancelación de la deuda, hace caer la causa y, con ella, la legitimación
de éste, retornando a los herederos el derecho a la percepción directa del beneficio (2044) .

Así, desaparecida o neutralizada la causa, el derecho revierte a los herederos, verdaderos


"beneficiarios de segundo grado", habilitados no sólo a percibir el remanente del capital
asegurado que pueda quedar luego de satisfecha la deuda, sino que se erigen en titulares de un
interés directo en que se cumpla la finalidad para la cual se instituyó el seguro, esto es, el pago
de lo adeudado, constitutivo de una "ventaja" que los habilita a invocar la existencia de una
estipulación implícita en su favor y a ingresar en forma directa en el ámbito de ese seguro (arts.
504 Ver Texto, CCiv. y arg. arts. 6 Ver Texto y 18 Ver Texto de la ley 24441). La finalidad de la
designación reviste aquí una importancia esencial (2045) ; y no cabe duda de que la intención
implícita del asegurado, al adherir al seguro en esas condiciones, es favorecer a sus sucesores,
ya que la finalidad perseguida es la extinción de una deuda que pesa sobre el patrimonio de ese
asegurado, que, en caso de muerte de éste, se trasmitirá sin esa obligación pendiente.

Las características de esa calidad de beneficiario "irrevocable" conducen también a señalar


algunas consecuencias derivadas de ella: p.ej., la existencia de un deber, en el beneficiario
irrevocable, de rendir cuentas a los herederos del asegurado, como acontece con toda persona
que realiza actos que impliquen administración o empleo de bienes ajenos, para dar
cumplimiento a instrucciones o funciones dirigidas a resguardar o incrementar el patrimonio
de sus titulares.

1043
26 (a). Los seguros del art. 120 Ver Texto de la ley 17418.

El art. 120 Ver Texto, LS., autoriza una forma de contratación que, por sus peculiaridades,
requiere un previo análisis de su naturaleza y caracteres, a fin de establecer cuál es su operatoria
y determinar sus efectos.

Dicha norma está ubicada dentro de la sección XI, capítulo II, título I -sección dedicada al
seguro de la responsabilidad civil-. Ese art. 120 Ver Texto, LS., establece, bajo el subtítulo
"Seguro colectivo": "Cuando se trata de un seguro colectivo de personas y el contratante toma
a su exclusivo cargo el pago de la prima, se puede convenir que el seguro cubre en primer
término su responsabilidad civil respecto de los integrantes del grupo y que el saldo
corresponde al beneficiario designado".

a) El legislador ha efectuado aquí una mezcla de dos modalidades asegurativas absolutamente


diferentes por su naturaleza, sus principios y sus efectos jurídicos, lo cual origina una compleja
problemática que mueve a realizar un esfuerzo no pequeño para intentar algún grado razonable
de armonización.

Por una parte, conforme a la ubicación legal de esta figura dentro del capítulo II, se infiere que
se le pretende dar el tratamiento de un seguro patrimonial, pues se lo refiere a la cobertura de
la responsabilidad civil del tomador "respecto de los integrantes del grupo". Y sabido es que el
seguro de la responsabilidad civil es el más patrimonial de los seguros, en tanto su amparo
opera respecto del interés sobre el patrimonio todo del asegurado y no sobre intereses que
reposen sobre cosas o bienes determinados componentes de él, como ocurre en los demás
seguros patrimoniales.

Pero ocurre, al mismo tiempo, que la ley injerta este seguro de la responsabilidad civil dentro
de la estructura contractual de un seguro de personas. Señala que esa cobertura operará
"cuando se trata de un seguro colectivo de personas"; y la exposición de motivos de la ley
17418 Ver Texto agrega que dicha disposición "se debe analizar conjuntamente con el art. 156
Ver Texto", referido a la posibilidad de que el tomador o contratante de un seguro colectivo de
personas (forma asegurativa ubicada dentro de la sección III, capítulo III, dedicado a regular
los seguros de personas) se pueda constituir en beneficiario de la prestación del asegurador. Es
más: la propia temática de ese art. 156 Ver Texto, referida al "beneficiario", nos está mostrando
que la norma se vincula a aspectos propios de los seguros de personas.

Sabido es, también, que los seguros patrimoniales y los de personas poseen una naturaleza
absolutamente diversa, que incluso genera serias dificultades respecto de la determinación de
un principio unificador que resulte conceptualmente abarcativo y que permita cobijarlos dentro
de esa única institución que denominamos "seguro" (ver capítulo I, § 10 y ss.). Es que mientras

1044
los seguros patrimoniales se rigen por el principio indemnizatorio, que exige la demostración
de haber sufrido un daño y su cuantificación, y que impide que la indemnización supere el
importe de ese daño debidamente acreditado, los seguros de personas responden más bien a
un esquema de capitalización estructurado para que el asegurado -o el beneficiario, en su caso-
puedan vigorizar su patrimonio para enfrentar tanto las necesidades ocasionadas en forma
inmediata por el siniestro (p.ej., prótesis; gastos de sepelio, según las hipótesis), como las que
se puedan generar en el futuro (manutención futura del propio asegurado, o de sus familiares
en caso de muerte de aquél). Aun en la cobertura de accidentes personales, la suma asegurada
no requiere ser necesariamente establecida en función de los ingresos del asegurado, ni el pago
de la prestación del asegurador exige tampoco inexcusablemente una demostración del efectivo
perjuicio patrimonial que la incapacidad comprobada haya producido o vaya a producir al
asegurado, que incluso puede haber sido indemnizado por otras vías (terceros responsables;
patrono en los casos de accidentes laborales; etc.), sin que tal circunstancia obste a la
percepción del capital asegurado en la medida en que corresponda según la cobertura
convenida. De allí que el art. 80 Ver Texto, LS., conceda al asegurador la subrogación en los
seguros patrimoniales pero se la niegue en los seguros de personas.

b) Lo señalado hasta aquí permite ver que, dado el intento de simbiosis entre ambas ramas
asegurativas que pretendió efectuar el referido art. 120 Ver Texto, LS. (cuya única
fundamentación en la exposición de motivos de la ley fue que "tiene una explicación en la
práctica argentina"), resulta necesario establecer, como antes señalamos, sus caracteres y
efectos.

b.1) Se trata de dos especies asegurativas diferentes, que se intenta hacerlas convivir en el
mismo recinto de una única modalidad contractual (seguro colectivo de personas).

b.2) Ambas especies conservan, no obstante, su individualidad propia; la ley se limita a


establecer un orden de prioridad, lo cual lleva asimismo a la necesidad de establecer su modo
de operar. Del texto legal se desprende que se ha dado prioridad a la cobertura de la
responsabilidad civil: la norma dispone que "el seguro cubre en primer término la
responsabilidad civil".

b.3) Al mantener cada especie su naturaleza específica, cabe concluir que resultarán de
aplicación al caso todos los mecanismos instituidos legalmente para cada una de ellas. Así, en la
cobertura referida a la responsabilidad civil del tomador regirán el privilegio del derecho del
tercero (2046) , la citación en garantía, la inoponibilidad al damnificado de las defensas nacidas
con posterioridad al siniestro, el prorrateo obligado en caso de pluralidad de víctimas, el pago
de las costas, y, al propio tiempo, la facultad del asegurador de controlar la formación del título
del damnificado reclamante, aun en sede judicial, dirigir el proceso y subrogarse en los
derechos del asegurado en la medida de los pagos que haya efectuado en virtud de esta
cobertura de la responsabilidad civil.

1045
b.4) Por otra parte, la índole de seguro de la responsabilidad civil hará que sólo el damnificado
pueda percibir la prestación del asegurador, que estará limitada a la suma asegurada ("medida
del seguro"), sin perjuicio de lo que pueda corresponder en caso de condena en costas,
comprendida por decisión legal en la cobertura (art. 110 Ver Texto, LS.).

Y en lo referente a la cobertura de personas, aparece la figura del beneficiario subsidiario o de


segundo grado, quien, según la parte final del art. 120 Ver Texto, cobrará el saldo que reste una
vez satisfecha la responsabilidad civil del tomador (2047) .

Cabe agregar que este beneficiario de segundo grado reviste, a su vez, en la cobertura de
responsabilidad civil, la calidad de legitimado de primer grado como tercero damnificado y, en
razón de ello, único sujeto con aptitud para percibir válidamente (es decir, con efecto
cancelatorio de la deuda de responsabilidad, también repecto del asegurador) la indemnización
que corresponda (2048) .

Por ello, en el caso de la cobertura -prioritaria- de la responsabilidad civil del tomador, tanto la
naturaleza del amparo como el derecho resultante en favor del reclamante, a quien la ley
concede un privilegio especial sobre la suma asegurada y sus accesorios (art. 118 Ver Texto),
requieren que el pago se efectúe en forma directa al damnificado o legitimado a requerir al
tomador o contratante el cumplimiento de la prestación exigible en razón de su
responsabilidad.

Asimismo, será también necesario determinar, en cada contrato de seguro, a qué especie de
responsabilidad se refiere la cobertura, para evitar que la ambig edad en tal sentido pueda
originar problemas de encuadramiento y discusiones de delimitación con los beneficiarios de
segundo grado (2049) .

Y en cuanto a que el pago del asegurador vaya a manos del damnificado se trata de una
exigencia ineludible, no sólo por la protección que a éste brinda la ley (privilegio, etc.), sino
también para evitar eventuales enriquecimientos indebidos de algún tomador. Cabe recordar
aquí lo dicho por Morandi al respecto, quien luego de destacar que si bien las pólizas suelen
disponer, en caso de fallecimiento del asegurado, que el importe total del seguro sea liquidado
directamente al "principal" (tomador), a efectos de que éste lo aplique al cumplimiento de su
obligación legal, agregaba que, no obstante, "el asegurador se reserva el derecho de intervenir si
no se diera cumplimiento a las estipulaciones pactadas", ya que "no debe éste desentenderse de
cualquier cuestión que pudiera suscitarse entre el beneficiario o heredero del causante y el
empleador, con motivo del pago del seguro" (2050) . Atento a que el asegurado, en este caso, el
tomador, sólo tiene derecho a una "prestación de indemnidad" (art. 109 Ver Texto, LS.), la
retención, por su parte, de cualquier importe derivado del seguro, implicará un enriquecimiento

1046
indebido, en violación de la ley y del principio indemnizatorio, esencial en los seguros de la
responsabilidad civil.

Cabe agregar que para que esta forma asegurativa produzca ese efecto propio de los seguros de
la responsabilidad civil, es además requisito esencial que el contratante haya tomado a su
exclusivo cargo el pago de la prima del amparo en cuestión.

27 (a). Los seguros colectivos de invalidez y fallecimiento de la ley 24241 Ver Texto.

Otra cobertura vinculada a los seguros colectivos de vida -esta vez, relacionada con la
seguridad social- es el denominado seguro colectivo de invalidez y fallecimiento, emergente de
la ley 24241 Ver Texto.

Esta normativa en su art. 99 Ver Texto, establece que, con el fin de garantizar el
financiamiento de las obligaciones establecidas en los arts. 95 Ver Texto y 96 Ver Texto, cada
administradora de fondos de jubilaciones y pensiones "deberá contratar, a través de las
compañías de seguro definidas en el art. 175 Ver Texto, una única póliza de seguro colectivo
de invalidez y fallecimiento".

Así, la aseguradora que emite este seguro tiene, como prestación emergente del seguro, el pago,
a la A.F.J.P. tomadora, de los importes necesarios para que ésta, a su vez, efectúe el pago a sus
afiliados declarados transitoriamente inválidos, la prestación de retiro transitorio por invalidez
y, asimismo, los importes necesarios para que las A.F.J.P. integren en la cuenta de
capitalización individual de los afiliados declarados inválidos o fallecidos los capitales
complementarios y de recomposición (arts. 92 Ver Texto a 94 Ver Texto, ley 24241) (2051) .

1. La ley 24241 Ver Texto dispone que dicho seguro sólo podrá ser contratado por compañías
autorizadas por la Superintendencia de Seguros de la Nación, "que limiten en forma exclusiva
su objeto a los seguros de personas incluidos en el capítulo III de la ley 17418 " .

La finalidad económica de este seguro es la de garantizar o, mejor aún, facilitar a las A.F.J.P. el
cumplimiento de sus obligaciones precedentemente señaladas, poniendo a disposición de éstas
los fondos necesarios para que efectivicen tales prestaciones que les impone la ley 24241 Ver
Texto. Pero esos pagos, la compañía aseguradora los deberá efectuar a la A.F.J.P. y no
directamente al afiliado afectado o a sus derechohabientes (2052) .

1047
2. La ley 24241 Ver Texto impone este seguro con carácter obligatorio, respecto de las
A.F.J.P., y en su art. 99 Ver Texto dispone que la Superintendencia de Administradoras de
Fondos de Jubilaciones y Pensiones y la Superintendencia de Seguros de la Nación dictarán, en
conjunto, las "pautas mínimas" a las cuales se deberán ajustar ese tipo de seguros. Así fue
hecho, y mediante dictado de la resolución 25808/98 S.S.N. (y la 1207/98 S.A.F.J.P.), en que
se establecen las condiciones generales de dicho seguro.

3. Resulta necesario, entonces, situar esta cobertura en cuanto a su naturaleza y efectos, pues
ello permitirá deducir soluciones en los casos en que la ley no contemple expresamente y
estemos frente a "lagunas" del derecho.

Cabe, así, formular algunos interrogantes: ¿se trata de un seguro privado o de un seguro
social?; ¿de un seguro de personas o de un seguro patrimonial? (2053) .

Sabido es que los seguros sociales presentan diferencias notables respecto de los seguros
privados: si bien comparten una técnica común, hay en aquéllos una independencia entre las
prestaciones de ambas partes de la relación asegurativa, prestaciones que quedan desvinculadas,
de forma que siguen su curso propio, sin que operen ni la excepción de incumplimiento
contractual ni el pacto comisorio. Además, tienen carácter obligatorio y las partes se limitan a
adherir o a cumplir con las imposiciones legales; el contenido normativo de la relación está
íntegramente prefijado por el poder público (2054) .

El análisis de la normativa que aquí se trata nos lleva a pensar de que se está, en realidad, ante
un seguro privado, a pesar de que presente diversas facetas, las cuales hemos señalado
precedentemente como propias de los seguros sociales.

En primer lugar, la circunstancia de que la póliza deba responder a un modelo pautado por la
Superintendencia de Seguros de la Nación no es, por sí sola, elemento suficiente para
adjudicarle a la relación asegurativa un carácter social: en muchos seguros privados el
contenido ha surgido de resoluciones del ente de control.

Tampoco lo sería que se le imponga un objeto específico a la entidad aseguradora, imposición


que, por lo demás, aparece en este caso como bastante lata, ya que resulta suficiente que se
trate -según expresa el art. 99 Ver Texto- de una aseguradora que limite su objeto a los seguros
de personas (y no sólo a las coberturas específicamente señaladas en la ley 24241 Ver Texto).

1048
Asimismo, su calidad de obligatorio tampoco introduce esta modalidad asegurativa dentro de
los seguros sociales: hay diversos seguros obligatorios (p.ej., el emergente de la Ley de
Tránsito, 24449, art. 68 Ver Texto; el del art. 10 Ver Texto de la ley 13512, etc.) que no son
considerados seguros sociales por ese solo hecho.

Y no parece surgir de la ley 24241 Ver Texto la "automaticidad de las prestaciones" (aspecto
fundamental de los seguros sociales). Al respecto cabe observar que el art. 6 Ver Texto de las
condiciones generales elaboradas por la Superintendencia de Seguros de la Nación, avanzando
sobre la normativa legal en ese punto, se limita, empero, a disponer, en la cláusula sexta, que el
asegurador "no podrá rescindir el contrato por falta de pago de primas sin un plazo previo de
denuncia de treinta días", disposición que, en el fondo, guarda marcada analogía con el
segundo párrafo del art. 31 Ver Texto de la ley 17418, aplicable a los seguros privados.

Por otra parte, el premio no es soportado económicamente por la A.F.J.P.; ésta sólo se obliga a
efectuar su pago ante la aseguradora, comprometiéndose a su cancelación en forma directa.
Pero los importes que paga los obtiene de la comisión que cobra a sus afiliados, la cual,
conforme expresamente a lo que indica la ley, "debe contemplar el financiamiento de la
totalidad de los servicios, obligaciones y beneficios", por los cuales dicha A.F.J.P. es
responsable (art. 67 Ver Texto). A ello cabe agregar que el hecho de que el tomador del seguro
se haga cargo de la totalidad de la prima tampoco por esa sola circunstancia convierte a la
cobertura en un seguro social: el art. 120 Ver Texto de la ley 17418 así lo demuestra.

4. Los análisis precedentes nos llevan al planteo de otro problema: ¿constituye este seguro
colectivo de invalidez y fallecimiento, instituido por la ley 24241 Ver Texto, una aplicación de
la cobertura establecida por el art. 120 Ver Texto de la ley 17418? Nuestra respuesta se inclina,
también aquí, por la negativa.

El seguro del referido art. 120 Ver Texto, LS., tal como lo hemos destacado en el parágrafo
anterior, es una figura híbrida, producto de tradiciones del mercado, respecto de la cual no se
han efectuado los debidos análisis acerca de la naturaleza de las figuras que se quería fusionar,
lo cual generó así una problemática que se hubiera podido evitar fácilmente.

Hemos visto que esta figura convierte al seguro de la responsabilidad civil en una cobertura
"de primer grado" (la ley dice que se puede convenir que este seguro "cubre en primer
término" la responsabilidad civil del tomador, desplazando a un segundo término -aunque no
lo elimina- el seguro de personas). Entonces, frente a la ambig edad en la extensión
económica del amparo de la responsabilidad civil (que aparece indeterminado, aunque
determinable, pues habrá que establecer en cada caso determinado cuál es específica y
concretamente, "la responsabilidad civil respecto de los integrantes del grupo"), queda el
remanente como capital asegurado en favor del "beneficiario" designado, aunque sujeto a
compleja determinación.

1049
Cabe preguntar respecto del art. 120 Ver Texto, LS.: ¿reparó el legislador en que en la parte
relativa al seguro de responsabilidad civil operarán todos los mecanismos legales propios de la
cobertura, tales como la posibilidad de que el asegurador sea citado en garantía; la obligación
de prorrateo en caso de pluralidad de terceros reclamantes de indemnización; la inoponibilidad
al tercero damnificado de defensas posteriores al siniestro, etc.? ¿Se planteó asimismo el
legislador que la cobertura de la responsabilidad civil lleva aneja la de las costas (art. 110 Ver
Texto, LS.), pese a que la imposición de costas está normalmente vinculada a una actuación
errónea o sin derecho del condenado al pago de ellas (concepto de "vencido" del art. 68 Ver
Texto del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación)?

Lo cierto es que hubiese sido más razonable y ajustado a la técnica elaborar una simple
cobertura de la responsabilidad civil del tomador y separarla absolutamente del seguro de
personas; al cual, por otra parte, se hubiera podido recurrir, también de manera independiente,
si, p.ej., el principal deseaba otorgarla como beneficio a sus empleados, en virtud, de un seguro
específico, por separado.

Ante esta situación, consideramos que el seguro colectivo de invalidez y fallecimiento del art.
99 Ver Texto, ley 24241, no es el del art. 120 Ver Texto de la ley 17418. Si bien comparte con
éste la confusión de naturalezas de los amparos (pues se requiere que la aseguradora tenga por
objeto la contratación de seguros "de personas"), no se advierte que se esté, en rigor, ante un
seguro de personas: el asegurado no es, aquí, el afiliado, sino la A.F.J.P., que busca amparar las
consecuencias económicas de su obligación legal de tener que efectuar el pago de las
prestaciones establecidas para los casos de invalidez o muerte del afiliado. Con claridad lo
enuncia el art. 99 Ver Texto: "Con el fin de garantizar el financiamiento íntegro de las
obligaciones establecidas en los arts. 95 Ver Texto y 96 Ver Texto". Aquí no existe el "saldo"
correspondiente al beneficiario; es más: no existe siquiera beneficiario -no lo es el afiliado,
quien no puede reclamarlo a la aseguradora, la cual, por otra parte, tampoco puede pagarle a él
ni a sus derechohabientes-.

El titular -el único- del derecho a recibir la prestación de la aseguradora es la A.F.J.P.: el seguro
opera como una suerte de mecanismo fortalecedor de la capacidad económica de ésta, pero ni
siquiera es una garantía en sentido jurídico, dado que el afiliado no tiene concedida una vía de
acceso a la prestación de dicha aseguradora. Por otra parte, si por hipótesis se considerase que
estuviésemos ante un seguro de la responsabilidad civil, ese afiliado podría citar en garantía a la
aseguradora y ésta sólo podría pagar válidamente la prestación al damnificado (es decir, al
afiliado), que sería titular de un derecho directo robustecido, además, con un privilegio e
incrementado por los accesorios intereses y costas (arts. 110 Ver Texto y 118 Ver Texto, LS.),
lo cual hemos visto que no ocurre, ni aun en caso de quiebra de la A.F.J.P. (art. 99 Ver Texto,
último párrafo, ley 24241).

A ello se suma que, además, como ya señalamos antes, la A.F.J.P. no es en realidad quien
soporta el pago del premio del seguro, sino que lo recauda de los afiliados mediante la
"comisión" que percibe de éstos (arts. 40 Ver Texto; 67 Ver Texto, 2º párr., etc.). No se dan
entonces, a nuestro entender, los supuestos del art. 120 Ver Texto, LS.

1050
La denominación de "seguro de personas" es inadecuada, y la de "responsabilidad civil" no se
ajusta al diseño que de esta figura asegurativa realizan la ley 24241 Ver Texto y las resoluciones
que implementan el contenido de la póliza. Pensamos que se trata de un seguro patrimonial (y
no de personas), cuyo objeto es dar apoyo económico a la A.F.J.P. asegurada para enfrentar el
cumplimiento de sus obligaciones específicas, seguro tomado por ésta en virtud de su carácter
de "administradora" y de obligada al pago de prestaciones que, ante situaciones prematuras que
alteran el proceso de capitalización (invalidez, muerte), dejan sin completar la recaudación
necesaria, prevista según los cálculos actuariales. Se trata, a nuestro juicio, de un seguro de
pasivo, cuyo riesgo es el acaecimiento de sucesos que, como la incapacidad o muerte del
afiliado, interrumpan el proceso de capitalización y vayan a castigar el patrimonio de la
A.F.J.P., que está obligada a cumplir las prestaciones que la ley le impone en esos casos, a pesar
de no haber podido recaudar los importes necesarios. De allí que se hable de integración de
capital (art. 96 Ver Texto).

(2034) Al analizar esta forma de cobertura, definida en la ley 89-1014 del 31/12/1989, Ivonne
Lambert-Faivre destaca que quienes pretendan constituirse en adherentes asegurados deben
conformar un conjunto de personas (grupo) que tengan un vínculo de la misma naturaleza
respecto del tomador y que, además, deben responder a las condiciones establecidas en el
contrato. Según dicha autora, el grupo es una entidad que presenta "cierta cohesión", que ella
entiende que ha sido definida con cierta flexibilidad por la ley, que sólo exige, a quien vaya a
adherirse, que tenga "una relación de la misma naturaleza con el suscritor" y no una
vinculación entre los integrantes del grupo. Agrega que tal vinculación puede provenir ya de
relaciones laborales o de entidades de crédito que celebran el seguro para garantizar sus
préstamos o, de forma más amplia, de la cobertura de integrantes de una asociación, p.ej.,
deportiva (Droit des assurances, nº 919, p. 580). Con relación a los tipos de vinculación que
pueden dar lugar a esta forma de cobertura, se puede ver también: Porras Rodríguez, Antonio,
El seguro de grupo, Madrid p. 110, 1991. Cabe agregar que en el derecho español, el art. 81,
L.C.S., establece, como requisito, que el grupo esté "delimitado por alguna característica
común, extraña al propósito de asegurarse", condición ésta que Sánchez Calero y Tirado
Suárez consideran imprecisa, ya que parecería bastar "cualquier característica común a las
personas que la componen", excepto la voluntad de asegurarse; por ello entienden que se ha
querido excluir a grupos cuyas características puedan dar lugar a antiselección (Ley de Contrato
de Seguro española, comentada, t. III, ps. 36-38). Garrigues, que también considera oscura esa
norma, recuerda lo expresado en la orden ministerial del 24/1/1977, que requería que el grupo
estuviese integrado por trabajadores de una empresa o conjunto de ellas; o por personas
vinculadas por una misma relación funcionarial en un organismo o entidad; o miembros de una
asociación profesional, cultural o deportiva; o miembros de comunidades o sociedades; o
titulares de bonos u obligaciones negociables; o personas vinculadas mediante contratos de
crédito, ahorro o inversión; o suscritores de otros seguros; y, en general, cualquier grupo de
personas vinculadas por un interés común (Garrigues, Joaquín, Contrato de seguro terrestre, p.
506).

1051
(2035) Morandi, Juan C. F., Estudios de derecho de seguros, p. 358, quien agrega que,
constituido el grupo, la prima tiende a requerir aumento, proporcional a la mayor edad de los
componentes, salvo que ingresen personas jóvenes o egresen las de edad avanzada y se
mantenga entonces la relación originaria.

(2036) Morandi, Juan C. F., ob. cit., p. 359.

(2037) Un hecho que se advierte con bastante frecuencia en el ámbito de estos seguros es la
promoción de demandas, en forma sistemática, en las cuales los accionantes no se han ajustado
al procedimiento establecido en la póliza -a la cual, sin embargo, han adherido-, habiendo
eludido la denuncia previa que permite determinar si existe o no seguro, si el pago de la prima
estaba al día y, de haber cobertura, si el denunciante presenta el estado de incapacidad
constitutivo del presupuesto fijado en la póliza que el asegurador tiene el derecho de verificar.
La demanda, que a lo sumo suele agregar una intimación por telegrama para que se efectúe el
pago, a pesar de que se impiden así las comprobaciones precitadas, origina una innecesaria e
injustificada litigiosidad, que en última instancia va a perjudicar al propio asegurado, que ve
postergada así su posibilidad de percibir la prestación del asegurador -cuando ello resulta
procedente-, dentro de un plazo breve, y lo expone a los prolongados trámites de un juicio
que, además, encarece notablemente los costos, redundando, a su vez, en un aumento de
primas.

(2038) En ciertos casos se advierte una tendencia, en algunos tomadores, a alterar la naturaleza
y los fines de este amparo, al cual intentan convertir en un complemento de indemnizaciones
por despidos incausados, en especial de obreros o empleados que han alcanzado determinada
edad que hace presumir -a veces prejuiciosamente- una disminución de sus aptitudes laborales.
Tales desvíos implican alterar el correcto desenvolvimiento del seguro, que ha sido calculado
en función de otros presupuestos, y estimular así la litigiosidad, con el consiguiente aumento
artificial de los costos.

(2039) En nuestra opinión, se trata -al menos en los casos en que el adherente paga la prima-
de un acuerdo normativo. Asegurador y tomador fijan el contenido jurídico de ese contrato
(duración, renovabilidad, rescindibilidad, características e individualización del grupo,
condiciones de adhesión, capitales asegurados, primas, plazos de carencia, cargas del tomador y
de los asegurados, procedimiento a seguir en caso de tener lugar el siniestro, etc.). En ese
marco normativo se insertan luego las adhesiones, que pueden estar dadas al comienzo del
contrato o en el curso de su duración. Morandi adoptó, en cambio, un criterio diferente
respecto de la naturaleza de esta cobertura: negó que se estuviese ante contratos preliminares o
acuerdos normativos, dado que para él se trata de un contrato "definitivo", y argumenta que
"las obligaciones y derechos pactados adquieren todo su vigor desde el momento mismo de su
celebración y no dependen de la concertación de los certificados individuales" (Morandi, Juan
Carlos F., Seguro de vida de grupo, en "Estudios de Derecho de Seguros", nº 57, p. 380,
Buenos Aires, 1971). Sin embargo, reconoce que cuando se trata de seguros facultativos en los
cuales el adherente paga la prima, la adhesión "tendrá el carácter de una declaración de
voluntad y cumple la función de establecer que la persona objeto de la declaración entra dentro
de la cobertura" (ibíd., p. 381). Y en cuanto a que la prima sea calculada de manera
"promediada", en función de los riesgos implicados por los adherentes en conjunto, es un
aspecto que atañe al funcionamiento técnico de la cobertura, pero no aparece, a nuestro juicio,

1052
como suficiente para fundar un contrato de seguro perfecto con el solo acuerdo de asegurador
y tomador, antes de que surja una sola adhesión de los integrantes del grupo asegurado. Es que
éstos son los portadores del riesgo real al cual se refiere el contrato, en cuya función se
establece la prima; el contrato, en su faz inicial, evalúa en abstracto el grupo y fija los
presupuestos de la adhesión y del funcionamiento del acuerdo; pero, sin adherentes, ese
acuerdo no es sino una cáscara vacía.

(2040) Sabido es que en los seguros colectivos la determinación de los aspectos referentes a la
estructura técnico-económica de la cobertura son tomados no en forma individual, sino con
respecto al grupo y, asimismo, en función de las circunstancias que se van produciendo al final
de cada período de vigencia, ya que se trata de una forma asegurativa que requiere de ajustes
cuando esos aspectos son pasibles de hacer variar en forma importante las bases sobre las
cuales se elaboró la cobertura en cada caso. Las variaciones en el elenco de los integrantes del
grupo pueden influir -p.ej., si se van los jóvenes o no ingresan otros que permitan mantener el
equilibrio respecto de los que van aumentando su edad con el trascurso del tiempo-, o sus
características -p.ej., nuevas actividades que desarrollen los adherentes, determinadas por el
tomador- etc. No se debe olvidar que en los seguros facultativos o voluntarios -es decir, no
obligatorios-, las características y obligaciones resultantes deben responder a las exigencias de
la técnica y de la economía del seguro, pues al contrario la cobertura se deteriorará y terminará
por desaparecer mediante el distracto (ver, sobre posibilidad del tomador de rescindir el
contrato: Morandi, Juan C. F., Seguro de vida de grupo, nros. 21, 31 y 33, ps. 359 y 364, en
"Estudios de Derecho de Seguros", cit.). Esto debe ser tenido en cuenta a la hora de la
interpretación de cada contrato, atemperando las afirmaciones del carácter "social" de estos
seguros que, como se destacó antes, lo tienen sólo en forma indirecta, por ser algo que con su
existencia y desarrollo genera un beneficio a la comunidad (como todos los seguros en
general). Pero no hay intervención -ni contribución- del Estado, típica de los seguros
"sociales", de manera que resulta necesario que la cobertura se sustente por sí misma; se debe
para ello respetar los principios técnicos y económicos incluidos en este tipo de amparos.

(2041) En el derecho francés se ha señalado que el asegurado es considerado como padeciendo


una invalidez total y permanente cuando resulta "definitivamente incapaz de ejercer su
profesión o toda otra actividad lucrativa" (Chabannes, Jean Antoine, y Gauclin-Eimard,
Nathalie, Manual de seguros de vida, t. 2, p. 292, Paris, 1993).

(2042) Barbato, Nicolás H., Seguros de vida vinculados a planes de ahorro para fines
determinados, ED 173-206.

(2043) Distinto es el caso al cual se refiere el art. 120 Ver Texto, LS., que constituye en realidad
una cobertura de la responsabilidad civil, como destacamos en el parágrafo siguiente.

(2044) Como señala el autor de este libro, la adquisición del derecho a percibir la prestación del
asegurador, en el caso de beneficiario irrevocable, está condicionada y limitada en sus
características y extensión "según sea la causa" que la legitima (ver, en este capítulo, el § 11).

(2045) Cfr. Boldó-Roda, Carmen, El beneficiario en el seguro de vida, p. 307, Barcelona, 1998,
donde señala la conveniencia de hacer constar en la póliza la causa de la designación
irrevocable, que facilitará su revocación cuando se extinga esa causa (deuda, garantía, etc.) de la
irrevocabilidad.

1053
(2046) Es de señalar, como característica de esta forma de aseguramiento, que al estar limitada
la responsabilidad pasible de cobertura por aquélla, a la cual el tomador tenga "respecto de los
integrantes del grupo", éstos (o sus derechohabientes, en su caso) tienen aquí calidad de
"terceros damnificados", en esa primera franja del amparo, que cubre la responsabilidad civil
del tomador; en tanto que, con relación al eventual "saldo" que pueda resultar de la prestación
debida por el asegurador (segunda franja de cobertura, de carácter subsidiario), los
damnificados son, ya asegurados (de personas), ya beneficiarios (en el caso de muerte del
asegurado), y el contratante del seguro, sólo un "tomador".
Y otra característica destacada es que, normalmente, este tipo de cobertura de la
responsabilidad estará referida a deudas emergentes de indemnizaciones impuestas por leyes
(en especial, derivadas de normas laborales: p.ej., indemnización del art. 212 Ver Texto, Ley de
Contrato de Trabajo, etc.), no configurándose la hipótesis clásica del asegurado causante de un
daño al tercero. No obstante, la figura continúa constituyendo un seguro de la responsabilidad
civil, cobertura que ampara "la responsabilidad prevista en el contrato (de seguro), a
consecuencia de un hecho acaecido en el plazo convenido" (art. 109 Ver Texto, LS.). La
fórmula legal es lo suficientemente amplia como para comprender también este tipo de
responsabilidades.

(2047) Aquí resulta conveniente que, para el caso de muerte, se requiera al asegurado la
designación expresa de beneficiario, si bien cuando hay omisión regirá el art. 145 Ver Texto,
último párrafo, que instituye a "los herederos", aunque otorgándoles un derecho propio y no
iure hereditatis (arts. 143 Ver Texto y 153 Ver Texto).

(2048) En algunos de nuestros trabajos hemos puesto de resalto que en el seguro de la


responsabilidad civil el asegurado sólo posee un "derecho a la indemnidad" (art. 109 Ver
Texto, LS.), en tanto que el tercero es el único legitimado a percibir la prestación
indemnizatoria, por ser quien sufrió efectivamente el daño que puso en acción la consiguiente
responsabilidad (se puede ver: Barbato, Nicolás H., La citación en garantía del asegurador, ED
150-149; Naturaleza y extensión de las defensas articulables por la aseguradora citada en
garantía, ED 174-330; La citación en garantía del asegurador del responsable civil, en Código
Civil comentado, director Alberto J. Bueres, coordinadora: Elena I. Higton, t. 2-A, ps. 72 y ss.,
en especial, nº 74, p. 76).

(2049) Es de destacar que la situación del beneficiario es más cómoda en cuanto su derecho se
encuadre dentro de los seguros de personas: en tal caso sólo deberá acreditar el seguro y el
fallecimiento. Por el contrario, en las hipótesis de seguro de la responsabilidad deberá, además,
demostrar su posición jurídica respecto del fallecido (p.ej., familiar legitimado en caso de
accidente laboral; etc.), que lo habilite a invocar una responsabilidad del tomador que le
permita formular reclamo cuyo fundamento encuadre en la cobertura y, en algunos casos,
incluso probar que ha sufrido daño, su cuantía y características.

(2050) Morandi, Juan Carlos Félix, Estudios de derecho de seguros, p. 367, nota 54.

(2051) Ver Baeza, Eduardo Federico, El seguro colectivo de invalidez y fallecimiento en la ley
24241 , en revista "Responsabilidad Civil y Seguros", La Ley, año II, mayo-junio 2000, p. 43, §
2 h.

1054
(2052) Baeza, Eduardo F., ob. cit., § IV c, p. 47.

(2053) Como se ve, ante el empleo indiscriminado que el legislador efectúa a menudo cuando
intenta utilizar las formas asegurativas, resultan con frecuencia mezclas, a veces incompatibles -
o difícilmente coordinables-. En el parágrafo anterior hemos visto lo relativo al art. 120 Ver
Texto, LS.; y análogos interrogantes nos formulamos al analizar la relación emergente de las
A.R.T. y las empresas contratantes de las prestaciones de la ley 24557 Ver Texto (ver cap. V, §
89.a).
En el caso que aquí tratamos, la mezcla incluye aun los entes de control (art. 99 Ver Texto, ley
24241), con el consiguiente peligro de que puedan suscitarse divergencias entre éstos.

(2054) Donati, Antigono, Trattato . . ., t. I, § 13 y ss., p. 32.

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28 (a). Seguro de retiro.

Éste es otro de los seguros que cabe ubicar, juntamente con el de retiro e invalidez, dentro de
la seguridad social, ya que está estipulado en la ley 24241 Ver Texto y sólo para el sistema de
capitalización.

El art. 176 Ver Texto establece que se denomina "seguro de retiro" a toda cobertura sobre la
vida que establezca, para el caso de supervivencia de la persona a partir de la fecha de retiro, el
pago periódico de una renta vitalicia y, para el caso de muerte del asegurado anterior a dicha
fecha, el pago total del fondo de las primas a los beneficiarios que se indiquen en la póliza o, en
defecto de designación, a sus derechohabientes. "La modalidad de renta vitalicia a la que se
refiere el art. 101 Ver Texto y el ap. 1º del art. 105 Ver Texto, denominada renta vitalicia
previsional, queda comprendida dentro de la cobertura prevista en el presente artículo" (art.
176 Ver Texto). Pero se trata de un acto de previsión particular, de naturaleza privada, ajeno al
contrato laboral (2055) .

Dicho seguro sólo podrá ser celebrado por entidades aseguradoras autorizadas por la
Superintendencia de Seguros de la Nación, que tengan por objeto exclusivo esta cobertura y las
prestaciones de pago periódico de la Ley de Riesgos del Trabajo, las que deberán contener en
su denominación la expresión "Seguro de Retiro". Tales entidades podrán operar en otros
seguros de personas que resulten complementarios de la coberturas de seguro de retiro (art.
177 Ver Texto)

1055
Si las aseguradoras mencionadas en el párrafo anterior incumplieren alguna de las exigencias
legales, la Superintendencia de Seguros podrá ordenarles que se abstengan de celebrar nuevos
contratos y emplazarlas para que en el término de teinta días regularicen su situación. De
subsistir el incumplimiento que dio motivo a la observación, la superintendencia ordenará a la
aseguradora que licite públicamente, dentro del plazo de quince días, la cesión total de su
cartera. Si la entidad no acatare la orden de cesión o ésta fuere infructuosa, la Superintendencia
ordenará que se abone a los asegurados con derecho a percepción de rentas el 100% de la
reserva matemática; y a los que no se encuentren en tal situación, el 100% del valor de rescate.
El incumplimiento de dicha disposición dará lugar a la liquidación forzosa de la compañía y en
tal caso los asegurados tendrán privilegio especial sobre el producido de los bienes que
integren las reservas y con la prelación del orden anteriormente enunciado (art. 179 Ver
Texto). Los bienes de las entidades de seguro de vida y de retiro serán inembargables en la
medida de los compromisos de cualquier índole que tengan con sus asegurados, salvo que se
trate de embargos dispuestos en favor de éstos en ejercicio de sus derechos derivados del
contrato de seguro y los dispuestos por Superintendencia de Seguros conforme la ley 20091
Ver Texto (art. 180 Ver Texto). La Superintendencia aprobará los planes de los seguros que se
están analizando, a cuyo efecto definirá las pautas mínimas que deberán satisfacer las bases
técnicas y demás elementos técnico-contractuales de los planes presentados, así como las
condiciones a que deberá sujetarse el asegurador. En caso de tratarse de renta vitalicia
previsional, las pautas mínimas deberán ser fijadas por la Superintendencia de Seguros de la
Nación y Superintendencia de Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones.

Ya nos hemos referido [27 (a)] a esta acumulación de controles que, cabe observar, resulta
susceptible de generar discrepancias y que viola las normas de la ley 20091 Ver Texto, mucho
más lógicas que las aquí establecidas, generando un problema de interpretación al respecto.

El art. 100 Ver Texto expresa que los afiliados que cumplan los requisitos de la jubilación
ordinaria y los declarados inválidos mediante dictamen definitivo de invalidez, podrán disponer
del saldo de su cuenta de capitalización individual para acceder a su jubilación o, en su caso,
retiro por invalidez, de acuerdo con las siguientes modalidades: a) renta vitalicia previsional; b)
retiro programado; c) retiro fraccionario. De éstas, sólo la renta vitalicia previsional reviste
carácter asegurativo, en tanto debe contratarse con una compañía de seguros.

La renta vitalicia previsional es una modalidad de jubilación o retiro definitivo por invalidez,
que un afiliado contrata con una compañía de seguros de retiro, en contrato suscrito
dirctamente por el afiliado en una compañía de seguros de retiro de su elección. Una vez
notificada la administradora por el afiliado y la compañía, aquélla quedará obligada a traspasar a
ésta los fondos de la cuenta de capitalización del afiliado. A partir de la celebración del
contrato de renta vitalicia previsional, la compañía de seguros de retiro será la única
responsable y estará obligada al pago de la prestación al beneficiario, hasta su fallecimiento y a
partir de éste, al pago de las eventuales pensiones por fallecimiento de los derechohabientes del
causante (art. 101 Ver Texto).

1056
El "retiro programado" es la modalidad de jubilación o retiro definitivo por invalidez que
acuerda el afiliado con una administradora, al igual que el denominado "retiro fraccionado".
Son prestaciones que deben cumplir las administradoras y, por ende, no son formas
asegurativas vinculadas a alguna forma de seguro privado.

Conforme el art. 124 Ver Texto, el Estado garantiza el cumplimiento de las prestaciones por
parte de las administradoras y de las compañías de seguro que hayan intervenido en seguros
vinculados al sistema de la ley 24241 Ver Texto.

A los seguros por fallecimiento o invalidez nos hemos referido en el parágrafo anterior. Los
contrata la administradora, para cubrir su propia insuficiencia patrimonial (arts. 99 Ver Texto y
174 Ver Texto).

(2055) Frontini, Héctor R., Naturaleza jurídica del contrato de seguro, ED 130-863. No
obstante, la ley 24241 Ver Texto le dedica una norma que impone exigencias y determina
fuertes sanciones para los casos de incumplimiento de las aseguradoras. Y el art. 124 Ver Texto
de dicha ley establece que el Estado garantiza el pago de las jubilaciones, el retiro por invalidez
y las pensiones por fallecimiento de los beneficiarios que hubieren optado por la modalidad de
renta vitalicia previsional, en caso de que, por declaración de quiebra o liquidación por
insolvencia, las compañías de seguro de retiro no dieren cumplimiento a las obligaciones
emanadas de los contratos celebrados con los afiliados en las condiciones establecidas en la ley.
El monto máximo a garantizar mensualmente, correspondiente a la prestación de cada
beneficiario, será igual al importe de cinco veces la máxima prestación básica universal.

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29 (a). Seguro de vida obligatorio.

Fue instituido en el punto 20 de la actualización del "Acta de Compromiso Nacional"


(27/3/74), por la cual se creó un seguro de vida para los trabajadores en relación de
dependencia, que se concretó en virtud del decreto 1567/74 Ver Texto, con una cobertura
para el caso de muerte. El costo de dicho seguro fue puesto a cargo del empleador y se
encomendó a la Superintendencia de Seguros de la Nación establecer su regulación.

1057
La cobertura fue impuesta como obligatoria. La resolución S.S.N. 11945/74, art. 2 , dispuso
que la prestación correspondiente es independiente de todo otro beneficio social, seguro o
indemnizaciones de cualquier naturaleza fijada en convenios colectivos o leyes sociales,
previsionales o laborales. Pero cada trabajador tiene derecho a un solo seguro de vida, aunque
trabaje para varios empleadores.

El seguro posee también carácter colectivo, correspondiendo a un grupo: el personal de la


empresa (2056) .

Quedan comprendidos en la cobertura todos los trabajadores en relación de dependencia,


incluso los del Estado.

La falta de contratación de este seguro o su caducidad o suspensión tornan responsable al


empleador (resolución S.S.N. 11945/74, art. 4 ).

La resolución S.S.N. 11883 , art. 5, disponía que son beneficiarios los designados por el
trabajador. En defecto de designación se aplica el art. 145 Ver Texto de la ley de seguros
17418. El beneficiario deberá presentar al asegurador la partida de defunción del asegurado y el
comprobante de que estaba empleado al momento de su fallecimiento, indicando además fecha
de ingreso, número de documento de identidad y fecha de nacimiento.

Posteriormente, se efectuaron nuevas reglamentaciones de esta cobertura mediante


resoluciones de Superintendencia de Seguros de la Nación.

Tenemos, así, la resolución S.S.N. 26871/99 (16/7/1999) que reemplazó a su similar 23970/95
(5/7/1995).

Por la resolución S.S.N. 26871/99 se cubre el riesgo de muerte, incluyendo el suicidio, de todo
trabajador en relación de dependencia (art. 1 ), a excepción de los trabajadores rurales (ley
16600 Ver Texto) y quienes hayan sido contratados por un plazo menor a un mes (art. 2 ).
Reitera lo dispuesto en otras resoluciones anteriores, en el sentido de que es independiente de
todo otro beneficio social y aquellos que trabajan para más de un empleador tienen derecho a
una sola cobertura (art. 3 ).

El art. 4 de la resolución dispone que los empleadores tomarán la cobertura en cualquier


aseguradora, pública o privada, inscrita en un registro especial que lleva la Superintendencia de
Seguros.

1058
La prima se fija en $ 0,27 por cada $ 1.000 y la suma asegurada es de $ 4.800 (art. 5 ).

Luego de contratada la póliza o denunciada la incorporación de un nuevo empleado, la


aseguradora, dentro de los quince días, deberá proveer al tomador del seguro, por cada
asegurado, el "Comprobante de Incorporación al Seguro Colectivo de Vida Obligatorio y
designación de beneficiario", que deberá ser remitido, debidamente completado y firmado, a la
aseguradora, dentro de los quince días de recibido (art. 8 ).

Si el tomador no abona las primas en término, la cobertura queda suspendida


automáticamente, y si no se rehabilita en los plazos establecidos (60 días desde que se recibió la
factura por el período impago), el contrato se considerará rescindido. La falta de cobertura
torna responsable al empleador (art. 13 ).

El tomador debe comunicar al asegurador, dentro de los cinco días de iniciado cada mes, las
altas producidas por la contratación de nuevos empleados y las bajas por extinción del contrato
de trabajo (art. 15 ).

Si no se designaron beneficiarios o si por cualquier causa la designación hubiere caducado, se


entiende que designó a los herederos declarados judicialmente o que surjan del auto de
aprobación del testamento (art. 16 ). Ante la falta de reclamo por parte de los beneficiarios,
herederos judicialmente declarados o testamentarios, transcurridos tres meses desde la
producción del siniestro, la entidad aseguradora deberá depositar el importe de la prestación en
la Caja Compensadora (art. 17 ).

Se prohíbe a las aseguradoras: 1) otorgar bonificaciones; 2) reconocer comisiones; 3) realizar


gastos por cualquier concepto, excepto los establecidos en el art. 11 (gastos de explotación
hasta un 18,50%); 4) efectuar publicidad directa; 5) rechazar solicitudes presentadas por los
empleadores de conformidad a este Reglamento; 6) efectuar pagos graciables; 7) compensar los
saldos que arrojen sus declaraciones juradas, con las sumas debidas por la Caja Compensadora
por períodos anteriores; 8) coasegurar o reasegurar (art. 18 ). La administración de la Caja
Compensadora está a cargo de la Superintendencia de Seguros (art. 19 ). Las entidades
aseguradoras deberán presentar ante la Superintendencia de Seguros, dentro de los quince días
corridos de vencido cada trimestre, estados contables trimestrales, de acuerdo con la fórmula
establecida por el ente de control (art. 20 ).

Las operaciones contables correspondientes a esta cobertura se registrarán en forma separada,


para facilitar el control por parte de la Superintendencia de Seguros (art. 23 ). Se deberán llevar
los siguientes libros: a) Registro de Emisión; b) Registro de Anulaciones; c) Registro de
Siniestros Denunciados; d)Registro de Pólizas Cobradas; e) Registro de Siniestros Pagados. Los
registros indicados en los aps. d y e formarán parte de los libros principales de la empresa y
deberán ser llevados con todas las formalidades legales (art. 24 ).

1059
En materia de prescripción, los derechos correspondientes a dicho Seguro Obligatorio se rigen
por el art. 58 Ver Texto de la ley 17418. En cuanto a los derechos relativos a la relación entre la
Caja Compensadora y las aseguradoras, prescriben en el término de cinco años, con el alcance
dispuesto por el art. 4027 Ver Texto, CCiv. (art. 27, Reglam.).

(2056) En realidad, lo único que tiene de "colectivo" es la correspondiencia a todo el personal


de la empresa; pero no se rige por las pautas de la ley de seguros: posee carácter social y no
privado; los montos de las "primas" no responden a las características de los integrantes de ese
grupo, sino que son uniformes e impuestos por el Estado; etc.

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Capítulo VII. INTERÉS ASEGURABLE (2057)

1. Concepto de interés asegurable en los seguros de intereses.

El Código de Comercio en los arts. 493 Ver Texto y 495 Ver Texto, para los seguros de daños,
y en los arts. 549 Ver Texto y 550 Ver Texto, para los seguros sobre la vida, hacía expresa
referencia al interés asegurable.

La ley 17418 Ver Texto se refiere al interés asegurable en los arts. 2 Ver Texto; 11 Ver Texto,
2º párr.; 60 Ver Texto; 81 Ver Texto; 82 Ver Texto; 83 Ver Texto, y en otras disposiciones
presupone la noción.

El art. 60 Ver Texto da el concepto: "interés económico lícito de que un siniestro no ocurra"
(2058) .

1060
Significa la relación sobre un bien o "la participación en algo, el derecho sobre alguna cosa"
(2059) . Este algo es multiforme: puede ser una cosa corporal determinada, mueble o inmueble;
puede ser un derecho, el derecho a un bien o derivado de un bien, etc.; puede ser todo el
patrimonio: no los bienes individualizados que lo integran, sino su valor total. Mientras que el
interés sobre cosa o bien determinado depende de la suerte de la cosa o del bien, el interés
sobre el patrimonio se afecta por la merma, cualquiera que sea, que éste sufra. En oposición al
interés de un bien presente existente, se da el interés en un bien futuro, en la expectativa de un
beneficio patrimonial (la ganancia, por ejemplo), en una mejora patrimonial cualquiera (2060) .

El interés asegurable existe cuando aquél es amenazado por un riesgo determinado (2061) .

2. Su importancia. Especies.

El concepto de interés asegurable adquiere en el contrato de seguro una importancia


extraordinaria, porque constituye el objeto del contrato; su existencia es esencial para legitimar
el contrato e impedir que degenere en una apuesta, y porque en el seguro de daños, es la
medida de la indemnización (2062) . El art. 2 Ver Texto es categórico, y el art. 60 Ver Texto no
hace sino desarrollar el requisito en los seguros de daños patrimoniales.

Se debe determinar de manera precisa para evitar que el contrato pueda derivar en apuesta o
juego, o sea incentivo para destruir el bien a que ese interés se refiere (2063) : de ahí la
exigencia de que se enuncie en la póliza (art. 11 Ver Texto, 2º párr.).

Cabe que concurran varios intereses idénticos o distintos y que se excluyan o limiten
recíprocamente: por lo cual, pueden ser alternativos (interés de este carácter sobre la cosa),
sucesivos (supuesto de dos contratantes en una promesa de venta), complementarios (que se
excluyen en parte: nudo propietario y usufructuario) (2064) .

Pueden coexistir varios intereses sobre un bien. El bien puede pertenecer a varios interesados
o varias personas pueden tener distintas clases de intereses sobre él. Si varias personas son
titulares del mismo interés, cada una puede asegurar su parte, o asegurar la totalidad por todos,
o su parte en nombre propio y por los demás en su nombre y cuenta (2065) .

1061
Los intereses pueden ser neutrales, es decir, que no se opongan ni excluyan, que uno sea
indiferente para el otro, como es el caso de la existencia simultánea de los pertinentes a
distintos derechos reales. En los intereses excluyentes, el más fuerte destruye al más débil: por
ejemplo, el interés del comprador de la cosa, respecto al del vendedor a quien aún no se le
pagó el precio, o si existe pacto de retroventa (2066) .

No hay intereses eventuales (inciertos, condicionados, dudosos, suspensos): es contrario al


concepto de interés. En todo momento del seguro debe existir el interés determinado; el
interés corresponde a uno o a otro, pero pertenece a alguien, y esta pertenencia indicará quién
es el perjudicado (2067) . De ahí las reglas consagradas por el art. 81 Ver Texto, sobre
desaparición del interés al comienzo de la vigencia de la garantía (1er. párr.) o durante el curso
del contrato (2º párr.).

Todos los intereses concurrentes sobre un bien no tienen el mismo valor económico. La
propiedad es la relación mayor, y el interés del propietario tiene el mayor valor; sus gradaciones
tienen menor valor. Pero esto no autoriza a sostener que la propiedad es el interés principal y
que los demás son secundarios: todos se hallan en igual grado (2068) .

3. Noción subjetiva del interés. Elementos.

La materia del seguro está dada por el interés: su clase y extensión, y no por el bien sobre el
cual versa el interés. "La sustitución de la cosa asegurada por el interés asegurado se funda ante
todo en la noción de que no es la cosa como tal, sino que la relación con ella representa un
valor, que el asegurador debe indemnizar conforme al contrato si disminuye o se destruye a
consecuencia del acaecimiento del hecho previsto en el contrato". El asegurador, como
cualquier otro, no puede impedir el daño o destrucción de la cosa, pero puede compensar la
disminución o destrucción del valor de la cosa. Además, la cosa es una unidad objetiva; en
cambio, las relaciones que la afectan son múltiples y en cada caso tienen características
individuales. Si la cosa fuera el objeto del seguro, todos los seguros de la misma cosa serían
entonces económicamente iguales, sin variación según el interés: la misma cosa condicionaría
el mismo contenido de todos los seguros. Y, en cambio, las diferentes relaciones individuales
sobre la cosa asegurada producen seguros económicamente diversos: el distinto objeto del
seguro condiciona su distinto contenido (2069) .

1062
Esta noción de interés es así subjetiva: un concepto sólo relativamente objetivo se da por
excepción en los casos del seguro por cuenta de quien corresponda y en la trasferencia del
seguro por venta de la cosa, y "está en contradicción con el concepto mismo de interés, que
tiene siempre una base subjetiva; es absolutamente incompatible con el concepto y la función
del seguro, ya que si cualquiera pudiera pedir el resarcimiento de un siniestro que afecta un
interés del que no es titular, podría conducir directamente al juego y a la apuesta" (2070) .

El contrato de seguro considera este interés o relación con la cosa en cuanto existe la
posibilidad de su disminución o desaparición por un hecho preciso que pueda afectarla; es
decir que se asegura el interés amenazado, porque si no existe este peligro, no existe el riesgo
que debe asumir el asegurador (art. 81 Ver Texto). En el momento del comienzo del seguro, el
interés asegurado es la relación entre un sujeto y un bien amenazado por un hecho
determinado; el interés asegurado es la relación en estado de indemnidad. En el momento de la
actuación del riesgo se daña la relación entre un sujeto y un objeto, el daño asegurado
representa la relación en estado de daño. El interés asegurado limita el alcance de los daños
indemnizables (2071) .

De lo expuesto se deduce que el interés asegurable depende de tres elementos: un bien, la


relación jurídica con éste, y su exposición a un riesgo determinado.

3 (a).

Fanelli destaca que hay una estrecha compenetración entre los conceptos de riesgo, interés y
valor asegurado. El interés es la medida del riesgo asegurable; el valor es la medida económica
del interés; y éste constituye la condición y el límite de legitimidad del aseguramiento (2072) .

Es de advertir que el interés configura una relación entre un sujeto y un bien, que se convierte
en interés "asegurable" cuando está amenazado por un riesgo que puede dañarlo, y deviene
interés "asegurado" luego de haber sido cubierto por el seguro y en la medida de esa cobertura.
Como toda relación, posee una estructura polar, uno de cuyos extremos es el sujeto, su titular,
a quien va a legitimar en su pretensión de cobertura asegurativa; el otro polo de la relación es el
bien, al cual se refiere ese interés, que le aporta su faceta económica objetiva (2073) .

1063
Ese bien, económicamente ponderable, aportará su valor como límite del aseguramiento,
atento al carácter indemnizatorio del seguro de daños (2074) , aunque la cobertura pueda
resultar inferior al momento del siniestro, caso en que prevalece este límite inferior (art. 61 Ver
Texto, 2º parr.). La relación entre el bien y el interés que reposa sobre aquél es esencial: la
cobertura está dirigida a reponer el valor económico en que el siniestro disminuyó la cuantía
original (daño que puede ser total o parcial), aunque en la medida del seguro. La prestación del
asegurador es, por ello, sustitutiva (como toda indemnización). El carácter abstracto del interés
(en el sentido de que se trata de una relación, ontológicamente un ente "ideal"), permite
reponer la parte "dañada" de él (daño económico), lo cual no es posible hacer con el bien -
cuando se trata de cosas-, ente "real" (existente en el tiempo y el espacio), que sólo es pasible
de ser reparado o repuesto materialmente. Pero si se efectúa esta reparación o reposición
"material", automáticamente queda satisfecho el interés asegurado, que recobra su cuantía
original (indemnización en especie, o reparación o reposición de lo dañado).

Fanelli también sostiene que hay interés capaz de legitimar un seguro contra daños cuando un
sujeto con la posibilidad de obtener ventaja económica de una determinada relación con un
bien, o si está expuesto al peligro de una alteración negativa de su situación patrimonial, corra
el riesgo de sufrir un daño económico por causa de un evento que, de producirse (de manera
independiente de su voluntad), destruya o altere negativamente la relación misma o influya
también negativamente sobre su situación patrimonial (2075) .

4. Interés presente, pasado o futuro.

Desde el punto de vista del comienzo formal del seguro, el interés puede ser presente, pasado
o futuro (2076) :

a) es presente cuando existe a ese momento, y coinciden el comienzo formal con el material
del seguro;

b) es pasado cuando existe al comienzo material del seguro, y éste es anterior al comienzo
formal;

c) es futuro cuando no existe al comienzo formal del seguro, pero su existencia es calculada. Se
aplica principalmente en el seguro flotante o de abono (2077) .

1064
5. Consecuencias de la noción económica y subjetiva del interés.

Dada la naturaleza económica del interés (art. 60 Ver Texto), resulta que el conflicto entre los
distintos intereses sólo se puede producir desde el punto de vista de la determinación de la
persona que sufre el perjuicio; teniendo en cuenta que sólo hay dos clases de perjuicios
(cuando se afecta la sustancia del bien o la ganancia esperada), el asegurador pagará sólo
cuando afecte uno u otro interés cubierto (2078) .

Asimismo resulta que sólo cabe asegurar el interés económico (art. 60 Ver Texto), es decir, el
que representa un valor patrimonial apreciable en dinero: el asegurador sólo indemniza los
daños patrimoniales causados por el siniestro. De ahí que no son asegurables los intereses de
afección, los morales, los religiosos, etc. (2079) , y que sea la medida del perjuicio, aunque se
admitan ciertas excepciones cuando no puede ser objeto de una apreciación exacta,
empleándose la póliza tasada (valued policy) (art. 63 Ver Texto) (2080) .

6. El interés supone una relación económica, no necesariamente jurídica.

En los seguros de la ganancia esperada y de la responsabilidad civil.

Las clases de relaciones sobre el bien son múltiples; pueden ser reales o creditorias, mas no es
necesario que sean jurídicas (el art. 60 Ver Texto exige un interés económico lícito): la relación
de hecho también crea un interés asegurable, como es la ganancia esperada (2081) .

El interés económico de la relación puede no coincidir con la relación jurídica correspondiente:


interés de propietario e interés de propiedad no significan lo mismo; así, el propietario de la
cosa robada sin perspectivas de recobrarla (2082) .

1065
La ganancia esperada puede ser asegurada en todos los casos (art. 61 Ver Texto) (2083) . Lordi
estima que sólo cabe en los supuestos taxativamente legislados, porque además de las razones
morales para prohibirlo -especulación, etc.-, hay razones prácticas: ¿cuáles pueden ser sus bases
estadísticas, por ejemplo, en el caso de la pesca fracasada? El daño sería tan extenso, que la
garantía sería utópica, como en el supuesto de crisis económica general; la imposibilidad de
fijar los elementos determinantes del lucro esperado, y la concurrencia de dolo o culpa del
asegurado en su frustración (2084) . La limitación es inaceptable; el art. 61 Ver Texto cit. es
amplio, y la práctica conoce, además del seguro de la cosecha y del mayor valor de las cosas
trasportadas, el de los alquileres de la finca incendiada, de desocupación, de huelgas, etc. Las
razones dadas por Lordi sólo pueden conducir a excluir la asegurabilidad en los supuestos en
que sea un instrumento para la especulación, es decir, en que deja de ser seguro.

En el seguro de la responsabilidad civil hay un interés asegurable toda vez que el asegurado
deba o pueda deber responder por el hecho suyo o de un tercero o en razón de un bien del
cual es propietario o usa, sea en virtud de la ley o del contrato. De ahí que en el reaseguro el
objeto del interés reasegurado es el del patrimonio del asegurador, y que el riesgo no es el
mismo que el que sirve de base al contrato de seguro (2085) .

7. Falta de interés. Efectos.

La falta de interés afecta vitalmente al seguro (arts. 2 Ver Texto y 81 Ver Texto): si el interés es
la relación de una persona sobre un bien, la desaparición del bien o del sujeto ponen fin a la
relación (art. 81 Ver Texto) (2086) .

Se deben distinguir tres supuestos: a) el interés nunca existió; b) el interés desaparece antes del
comienzo material del seguro; c) el interés desaparece después del comienzo material del
seguro.

a) Nunca existió el interés asegurable (si éste es ilícito o contrario a las buenas costumbres o el
asegurado nunca llegó a ser titular del interés). En este supuesto, el asegurador queda liberado,
porque se excluye todo daño (art. 81 Ver Texto, 2º párr.). Si el asegurado y el asegurador
conocían la inexistencia del interés, el contrato es nulo, porque es una apuesta. Si sólo lo sabe
el asegurador, no tiene derecho a ninguna prima ni indemnización, y si son varios

1066
aseguradores, el conocimiento de uno de ellos perjudica a los demás. Si sólo lo sabe el
asegurado, debe reembolsar los gastos más un adicional del cinco por ciento de la prima (art.
81 Ver Texto, 1er. párr.) (2087) . En el seguro por cuenta ajena, se considera el conocimiento
del asegurado y del tomador del seguro (doctrina del art. 10 Ver Texto) (2088) . En el seguro
flotante o de abono, el asegurado no está obligado a crear el interés, ni se obliga a pagar la
prima, aunque pueda deber una indemnización si así se pacta (2089) .

Si el interés sólo existe sobre una parte de la cosa, el contrato es nulo si no se hubiera
celebrado sobre esa parte (doctrina del art. 45 Ver Texto); pero generalmente se habla de la
subsistencia parcial. Si el asegurador conoce esta existencia parcial del interés, sólo puede
reclamar la prima en proporción a éste. Si se trata de un interés futuro, en la circunstancia de
llegar a ser solamente titular parcial del interés, puede existir sobreseguro (art. 65 Ver Texto)
(2090) .

b) Desaparición del interés antes del comienzo material. El interés existió antes de ese
momento: puede ser que la cosa se destruya por un riesgo no cubierto, o que se produzca un
cambio en el titular del interés, o que se venda la cosa o se cambie el interés, etc. La solución
de este supuesto se extiende al caso del interés futuro, asegurado sin expresar esta calidad
(2091) . En todos estos casos de desaparición total del interés -como del riesgo- el asegurador
no tiene derecho a la prima sino a la aplicación del art. 81 Ver Texto, 1er. párr., ya señalado. Si
el interés desaparece parcialmente, habrá sobreseguro si estaba cubierto el valor íntegro (art. 65
Ver Texto), o aumentará si ya existía; si existía infraseguro, éste desaparecerá o se disminuirá en
la medida en que disminuya el interés (2092) .

c) Desaparición del interés después del comienzo del seguro. La desaparición puede ser parcial
o total. En el primer caso se caerá en el sobreseguro o desaparecerá el infraseguro. Si la
desaparición es total, deja de existir todo derecho a la indemnización, pero el asegurador tendrá
derecho a percibir la prima conforme a las reglas del art. 41 Ver Texto, esto es, si se le
comunicó o no oportunamente: en el primer caso, percibirá en proporción; de lo contrario,
ganaría la totalidad de la prima del período en curso (art. 81 Ver Texto, 1er. párr.) (2093) : la ley
persigue estimular la conducta leal y diligente del asegurado.

8. Cuándo debe existir. Legitimidad del interés.

1067
El interés debe existir al tiempo del siniestro (art. 81 Ver Texto, 2º párr., implícitamente)
(2094) y ser probado por el asegurado (2095) . En el seguro por cuenta ajena, es menester que
exista en el asegurado, pese al que pudo tener el tomador mismo.

El interés asegurable debe ser legítimo: art. 60 Ver Texto. El riesgo es asegurable y los hechos
en sí no violan la ley; la ilegalidad o inmoralidad resulta del interés; así, en el seguro contra
incendio de cosas para el juego prohibido o del buque destinado al contrabando. Es ilegítimo
cuando influye una prohibición legal o es contrario a las buenas costumbres: por ejemplo,
seguro por la incautación del buque destinado al contrabando o de mercaderías a introducirse
de contrabando; de ganancias prohibidas; de cosas utilizadas con un fin reprimido penalmente;
de mercaderías cuya exportación, introducción o trasporte están prohibidos; o de actividades
perjudiciales para el Estado; por las consecuencias penales de actos delictuosos (2096) ; por las
costas del proceso penal de un delito no culposo; por las penas aduaneras; etc. Es posible que
al lado del interés ilegítimo pueda haber intereses legítimos asegurables, porque el interés no es
ilegal ni inmoral: por ejemplo, el buque destinado al contrabando en ignorancia del titular de
algún interés (2097) .

Si la ley violada es la extranjera, se aplica el art. 1208 Ver Texto, CCiv. (2098) .

Es lícito asegurarse contra el acto ilícito ajeno; y las consecuencias civiles de los delitos
culposos propios (2099) , incluso por culpa grave si así se pacta, pacto que es legítimo
conforme al art. 158 Ver Texto.

9. Titulares de interés asegurable.

Establecidos los caracteres del interés asegurable, cabe concluir que pueden asegurar el
propietario de la cosa, incluso si con posterioridad se rescinde el contrato del cual emana su
título o su derecho es condicional, siempre que subsista al tiempo del siniestro (2100) ; los
acreedores con garantía real o privilegio especial: los acreedores hipotecarios, prendario, el
usuario, el habitador, quien suministró los materiales de la obra (2101) , o quien contrajo una
obligación en razón de la cosa o tiene una responsabilidad por su restitución, como el

1068
consignatario (2102) , el trasportador, el comodatario, el depositario, el locatario, el locador de
obra (2103) , etcétera (2104) .

Se ha reconocido ese interés al vendedor por el saldo del precio (2105) , al comprador por
mensualidades (2106) , al propietario del bien gravado con hipoteca (2107) , al comprador con
pacto de retroventa (2108) , a quien construyó en terreno ajeno (2109) , al usufructuario (2110)
, al condómino (2111) , etc.

Pero el acreedor quirografario no tiene interés para asegurar un bien determinado, porque su
derecho no se concreta sobre tal bien e importaría abrir una vía muy amplia a la apuesta; pero
cabe reconocerle interés para asegurar la solvencia del deudor (2112) .

9 (a).

En el tema del interés asegurable se pueden suscitar algunas cuestiones que, por sus
peculiaridades, conviene que sean examinadas a fin de establecer sus consecuencias.

Una de ellas es la relativa a los dispositivos jurídicos que, referidos a un bien de determinada
especie, gobiernan la trasferencia de derechos que recaen sobre ese bien; otra es la tocante a la
naturaleza que, desde el punto de vista jurídico, pueda revestir el sujeto titular del interés
asegurable; y, por otro lado, están también las cuestiones que conciernen a las modalidades de
contratación asegurativa, tanto en sus aspectos específicamente jurídicos como en algunas de
sus facetas prácticas.

1069
1. En lo referente a los mecanismos jurídicos reguladores de la trasferencia de derechos que
atañen a bienes asegurados, están aquellos casos cuyo proceso de enajenación y trasferencia
requiere varios pasos, que van desde la firma del acuerdo de voluntades por el cual se conviene
la trasmisión del bien, pasando por la entrega (tradición) de ese bien al adquirente y culmina
con la inscripción de la operación en el correspondiente registro.

Sobre este aspecto es posible mencionar las cuestiones que derivan del régimen de trasmisión
del dominio de automotores. La registración reviste aquí carácter constitutivo (art. 1 Ver Texto
del decreto ley 6582/58), de forma que el derecho de propiedad (y, por ende, la calidad de
propietario) es atribuible exclusivamente a quien figure registrado como titular del vehículo de
que se trate y sólo a éste (2113) .

Sin embargo, es sabido que en nuestro país es vendida una considerable cantidad de vehículos
en carácter de "usados" que luego no son inscritos a nombre del adquirente, quien con
frecuencia, a su vez, vuelve a enajenarlo tiempo después mediante un simple "boleto" o
contrato privado -cuando no por un simple recibo- y la firma de un documento privado en el
cual el comprador expresa que responderá civilmente por sucesos ocurridos con posterioridad
a esa venta.

Entonces cabe plantearse el interrogante de si el comprador por simple boleto o recibo, que
circula con el rodado y ha pagado el precio de compra -o que aún lo está pagando-, se halla
legitimado para tomar coberturas, p.ej., de robo del automotor, o de daño total de éste, o bien
de responsabilidad civil.

Es evidente que pese al carácter constitutivo que la ley establece a la inscripción registral, los
efectos prácticos del dominio van a operar respecto del poseedor (en especial en este caso, en
el cual se trata de una cosa mueble). Ese poseedor tendrá el uso del rodado, que es la finalidad
a la que apunta esa especie de cosas; y es por él que ha pagado el precio de compra y le ha sido
entregado el vehículo. Mientras tanto, el enajenante conservará su carácter de propietario, que
permanece vigente, a pesar de la denominada "denuncia de venta" (ver nota 52.a.2), aunque a
otros efectos, no menos paradójicos, (p.ej., pagos de multas, patentes u otros impuestos que
graven la propiedad del automóvil y que no hayan sido solventados por quienes tienen la
posesión del vehículo y, por consiguiente, su uso), la titularidad dominial se mantiene, porque
se es titular sólo por la inscripción registral y nada más que por ella (2114) .

Tenemos, entonces, varias situaciones a examinar respecto del interés asegurable. Vendido el
automotor pero no efectuada la trasferencia (2115) cabe preguntarse: ¿puede el enajenante
contratar un seguro respecto del automotor vendido? ¿Puede hacerlo el adquirente que no es
aún titular registral de dominio?

1070
En el primer supuesto (vendedor que, no obstante, continúa como titular registral) pensamos
que en razón de la entrega -tradición- del automotor a cambio de un precio que le haya sido
pagado (o se le haya acreditado a cuenta del precio de compra de otro rodado), no habrá
interés asegurable respecto de los riesgos de daños o robo; pero sí con relación al de
responsabilidad civil, hasta tanto se efectúe la trasferencia o se realice la "denuncia de venta"
(ya hemos visto que en la cobertura de la responsabilidad, el automotor no es considerado
como cosa sobre la cual recae el interés asegurado, sino como elemento que "causa" el
siniestro, comprometiendo un interés que repercute en realidad sobre todo el patrimonio del
responsable).

Y respecto del adquirente "no registral", que tiene la posesión efectiva del automotor, por el
cual pagó un precio, no hay duda de su interés por contratar todo tipo de coberturas: de daños
al vehículo; de robo o hurto de éste, y de responsabilidad civil, siempre que acredite su calidad
de adquirente "imperfecto". No obstante, un problema se suele presentar en aquellos
supuestos en los cuales el pago de la indemnización tiene como requisito previo la trasmisión
en propiedad, al asegurador, de los restos del automóvil (caso de "daño total") o del automóvil
mismo, para el supuesto de ser recuperado (en la cobertura de "robo o hurto"). Aquí no queda
sino recurrir al titular registral, lo cual no siempre es sencillo (2116) .

2. Otro aspecto, que reviste importancia en esta temática es la naturaleza jurídica del sujeto
titular del interés a amparar por el seguro.

Por ejemplo, figuras como las del consorcio de copropiedad horizontal, al cual algunos autores
le niegan personalidad jurídica (2117) , no obstante lo cual los seguros aparecen con la
titularidad de este ente, que su administrador contrata para cubrir, p.ej., daños por incendio, o
por trabajos en linderos, o la responsabilidad civil por caída de ascensores u otros riesgos
análogos; o el caso de las sociedades irregulares, que contratan seguros de automotores para sí,
cuando la ley les veda la posibilidad de ser titulares de bienes registrables (art. 22 Ver Texto, ley
19550). ¿Y las pólizas emitidas a nombre de sucesiones; ¿es que éstas tienen personalidad
jurídica que les permita poner a su nombre un rodado? Los ejemplos se pueden multiplicar, y a
ellos se suman las imprecisiones en la contratación, a las cuales nos referimos en el apartado
siguiente.

3. Es frecuente encontrar emisiones de pólizas donde los aspectos relativos a la titularidad del
interés asegurado es manejado de manera errónea o confusa. Precedentemente hemos
destacado algunas cuestiones derivadas de la naturaleza jurídica del titular, a lo cual se suman
otras provocadas por la ligereza con que es manejada la confección de las pólizas. Las
precisiones no abundan a la hora de la contratación del seguro, sino que surgen al momento de
la liquidación del siniestro. Por ejemplo, es frecuente que en caso de establecimientos
comerciales de pequeña o mediana importancia se los asegure con su nombre de fantasía, sin
indicarse quién es el propietario, unipersonal o societario. Ello genera problemas de

1071
determinación de tales calidades, no sólo a los fines de la liquidación del siniestro, sino aun
ante eventuales comunicaciones postales que deban ser efectuadas en el curso de dicha
liquidación (solicitud de informaciones complementarias del art. 46 Ver Texto, LS.; rechazos
del art. 56 Ver Texto, LS., etc.).

Entendemos que estas cuestiones, a la hora de tener que resolverlas, deberán ser solucionadas
mediante una interpretación basada en lo que pudo ser la intención de las partes, la
demostración de la titularidad de los intereses protegidos, las modalidades del lugar de
celebración, etc. Fundamentalmente se debe estar a una interpretación constructiva, que
apunte a la subsistencia y validez del contrato, en especial teniendo en cuenta que el asegurador
ha venido recibiendo la prima correspondiente a la cobertura, por lo cual no deben prevalecer
cuestiones formales, no obstante su importancia, salvo cuando dan lugar a cuestionamientos de
legitimación por parte de terceros o hagan presumir intenciones fraudulentas. En ocasiones,
los planteos pueden provenir de los reaseguradores, a quienes corresponderá tener en cuenta
en el análisis de la situación.

II

10. El interés en el seguro sobre la vida de un tercero.

En materia de seguro sobre la vida, la doctrina y la legislación se hallan agudamente divididas


acerca del requisito del interés. La ley francesa de 1930 -arts. 56 y ss.-, la ley alemana, art. 159,
el art. 1919 del Código Civil italiano, y la jurisprudencia norteamericana (2118) , exigen el
consentimiento del tercero cuya vida se asegura. En cambio, otras leyes -por ejemplo, arts. 549
y 550, CCom. derogado- prescinden de ese consentimiento, pero recaban la existencia de
interés en el beneficiario o en el tomador del seguro de la vida de un tercero. Cabe destacar que
en la práctica, aun en los países en que no se requiere el consentimiento del tercero, en la
realidad éste debe prestarlo para que se pueda cumplir con la revisación médica previa (2119)
(en los seguros en que se exige).

un elemento de indemnización, fundado en la pérdida posible, aunque esta pérdida no tenga


fundamento legal, sino moral, como son los alimentos o ayuda que se adeude eventualmente a

1072
un pariente. Basta que esta probabilidad sea razonable; y en ps. 154, 156 y 158 anuncia quiénes
pueden ser titulares del interés.
Contra: Díaz de Guijarro, ob. y lug. cits. nota 41; Lepargneur, nº 1339; Obarrio, nº 15, quien
ejemplifica con el crédito del vendedor, sin reparar en que éste goza de privilegio especial; De
Lalande y Couturier, nº 55; Besson y Picard, IV, p. 146.
Sobre las razones que justifican el régimen de la ley francesa de 1930, Besson y Picard, IV, nº
61.

El art. 128 abandonó el sistema del Código de Comercio y requiere sólo el consentimiento del
tercero cuya vida se asegura.

Bruck señala que el sistema del interés es superior al del consentimiento, porque éste oculta en
realidad una apuesta: el tomador cubre la vida del asegurado, porque tiene mayores
probabilidades de supervivencia (2120) ; el requisito del interés es una garantía contra la
apuesta y funciona con el fin de evitar que se provoque el siniestro (2121) .

Vivante considera innecesario que concurra el interés: juzga que se justificó para evitar el juego;
pero que en la actualidad la técnica del seguro hace posible que se lo contrate, cualquiera que
sea el interés. La protección de la vida del tercero -puesta en peligro en igual grado por otras
instituciones, como las sucesiones, el usufructo, etcétera- se obtiene por otras vías, y en cambio
abre un camino a la mala fe, para eximirse de las obligaciones (2122) . Brunetti señala, además,
que no se da el interés con las características que le son propias (2123) .

Para apreciar las objeciones de Brunetti es menester considerar que el seguro sobre la vida no
exige la existencia de un interés económico, de un interés en el sentido del seguro de daños, y
menos para llenar una función idéntica. El interés requerido para el seguro sobre la vida es un
mero interés moral, que radica en sufrir alguna pérdida por la muerte del tomador (2124) ; de
ahí que sean suficiente el amor y la afección, porque bastan para llenar la función que el interés
debe desempeñar en este tipo de seguro, que es eliminar la apuesta sobre la vida humana y el
incentivo al crimen (2125) .

Es exacto, como afirma Vivante, que técnicamente funciona como un contrato de ahorro, en el
cual la inversión de pequeñas sumas periódicas da derecho a un capital. Pero es así para el
empresario o asegurador, mas no en el análisis del contrato aislado: ya hemos considerado esta
posición desde otro punto de vista.

1073
10 (a).

Como destacaba Morandi, el seguro de vida obedece, al momento de la celebración, a la


previsión de una futura necesidad del estipulante, pero no exige prueba de un daño del
beneficiario al momento del siniestro. No se requiere la presencia de un interés asegurable, ni
queda la prestación del asegurador limitada en su cuantía a la extensión del daño que pueda
haber sufrido ese beneficiario, sino que ese monto surge de un importe libremente pactado a
priori. De allí la inaplicabilidad del interés a los seguros de vida.

Recordando a Ascarelli, destacaba que algunas leyes requieren un interés en el estipulante


respecto de la persona sobre cuya vida recae el seguro; pero con ello se pone el acento en el
estipulante y no sobre el beneficiario, que es quien en definitiva recibirá la prestación del
seguro (2126) .

11. El interés del beneficiario.

El art. 549 Ver Texto del Código de Comercio exigía que el beneficiario fuera un interesado; la
ley lo ha suprimido: cuando es un seguro sobre la vida de un tercero a beneficio del tomador,
rige el requisito del consentimiento del tercero (art. 128 Ver Texto, 3er. párr.); si el tomador del
seguro sobre la propia vida instituye al beneficiario (art. 143 Ver Texto), esta constitución es
suficiente, sin otro requisito. Tal interés es presumible a mérito de esa designación, e incluso
puede ser eventual (2127) : piénsese que se puede designar a las personas por nacer.

III

1074
12. Interés y valor asegurable. Valor tasado: caracteres y efectos.

El interés o valor asegurable no coincide necesariamente con el valor del bien: "El valor
asegurado es el valor que se atribuye al interés asegurado por el tomador del seguro al tiempo
de la celebración del contrato" (2128) . Este valor se mantiene inalterado pendiente el contrato,
aun cuando varíe el de la cosa sobre la cual versa el interés; salvo que se pacte su revisión, las
alteraciones se mantienen latentes, y serán consideradas al producirse un siniestro, fijándose
entonces el valor de indemnización (2129) .

Ya hemos visto que el valor que se establece en la póliza, no determina el monto indemnizable,
sino la suma máxima que deberá el asegurador en caso de siniestro (art. 61 Ver Texto, 2º párr.)
(2130) .

Excepto que se trate de un valor tasado (art. 63 Ver Texto), que puede ser menor o mayor que
el valor real. Este valor tasado se impone al asegurador, quien puede impugnarlo en caso de
dolo o fraude o evidente exageración (que supere notablemente el valor, dispone el art. 63 Ver
Texto): de lo contrario llevaría a legalizar una apuesta disimulada. Su efecto, en realidad, resulta
ser la inversión de la carga de la prueba. Toda renuncia a esa discusión o impugnación eventual
es nula por esa causa (2131) , aun cuando el art. 158 Ver Texto no lo incluya expresamente. El
efecto de la impugnación es reducir la tasación al valor real; y puede solicitarla el propio
asegurado, para reducir la prima (art. 62 Ver Texto, 1er. párr.), sin perjudicar el derecho del
asegurador a la totalidad de la prima en el período corriente (2132) .

La tasación excluye las diferencias entre suma asegurada y valor asegurado en los casos de
infraseguro y doble seguro. Es igualmente decisiva para fijar el valor de la cosa averiada, etc. Su
eficacia jurídica se limita a las partes. Si la tasación es inferior al valor real, se puede contratar
otro seguro sin caer en el doble seguro, porque con el segundo sólo es eficaz el valor real, y no
el tasado. Ni es decisiva para la indemnización reclamada a un tercero, ni para la liquidación de
averías. Si el interés versa sobre distintas cosas, puede haber una tasación única o múltiple
(2133) .

No es menester contratarlo expresamente; puede resultar implícitamente; pero en caso de duda


se presume que no existe: no existe cuando para determinar la suma asegurada se valúan las
distintas cosas comprendidas, o cuando se pacta una cuota de desvalorización por uso de los
muebles asegurados, ni cuando se convienen las bases para determinar el valor, ni cuando se
estableció provisionalmente (2134) .

1075
Ocurrido el siniestro, autoriza el embargo preventivo con la prueba del contrato (póliza) con
valor tasado y el acaecimiento del siniestro, sin que pueda impedirlo la eventual existencia de
defensas en el asegurador, porque ya queda acreditado el fumus boni iuris que lo autoriza.

13. Fijación del valor asegurado. Variación del valor asegurable.

La fijación del valor no es indispensable; su omisión sólo impone estar al valor de la cosa al
tiempo del siniestro (2135) , y el asegurador deberá indemnizar todos los daños causados por el
riesgo cubierto: si bien el seguro por suma indeterminada es financieramente riesgoso, es
válido (2136) . Es así siempre que ese valor asegurado no se pueda alcanzar a determinar por
los otros elementos del contrato (doctrina del art. 218 Ver Texto, incs. 1 y 2, y del art. 219 Ver
Texto, CCom.) (prima de tarifa aplicada, v.gr.).

Si el valor varía durante la ejecución del contrato, se variará proporcionalmente la prima, en


más o en menos (art. 62 Ver Texto, 1er. párr.) (2137) . Mas el aumento del valor de la cosa,
hasta caer en el infraseguro, no impone la aplicación de la regla proporcional, si el asegurado
no se obligó a ser su propio asegurador por esa parte, y este mayor valor es cubierto por la
garantía (2138) . Si el asegurado se obliga a no cubrir un porcentaje o suma dada, no puede
contratar esa cobertura con otro asegurador, aunque la prohibición sólo sea implícita
(descubierto obligatorio) (2139) .

(2057) Además de la bibliografía general y los artículos especiales que se citan en el curso de la
exposición, ver: Vanard, R., La théorie de l´intérˆt dans l´assurance, en "Rev. Gén. Ass. Terr.",
1932, p. 695; Ferrarini, Sergio, L´interesse di assicurazioni, en "Assicurazioni", 1935, 1, p. 618;
Pasman, Eduardo M., El interés asegurable en el seguro marítimo inglés, JA, 45-68, secc.
Doctrina; Ferri, El interés en el seguro de daños, en "Assicurazioni", 1941, 1, p. 205; Ferrarini,
en "Assicurazioni", 1942, 2, p. 7; Donati, El interés en el contrato de seguro, en
"Assicurazioni", 1950, 1, p. 311; Bonduá, en "Assicurazioni", 1950, 2, p. 150; Garrido y Comas,

1076
ob. cit., ps. 371 y ss.; Fontanarrosa, R. O., La noción de interés asegurable, en LL 116-906;
Díaz Arana (h.), Juan José, El art. 495 495 del Código de Comercio y el interés en la cosa
asegurada, en LL 115-739.

(2058) Conf.: Bruck, p. 487. Vance acepta un concepto análogo, para los seguros de intereses
(§ 48, ps. 119 y ss., y p. 125). Idénticamente Donati, Trattato, II, nº 344; M”ller, Considerazioni
sul concetto di interesse, en "Assicurazioni", 1955, 1, p. 131.
Ferrarini, en "Assicurazioni", 1935, 1, p. 620, estima que sólo es una relación económica, pero
si a ésta se le quita la licitud, el amparo jurídico, su daño no podría ser indemnizable.
La licitud no importa exigir que el vínculo sea jurídico, porque cabe asegurar el interés derivado
de una situación de hecho, como es la ganancia esperada.
Fernández emite un concepto análogo al de Ferrarini, p. 403.
Ver en Donati, Trattato, II, nros. 340 y ss., Bruck-M”ller, II, p. 71, y en Besson y Picard, 2ª ed.,
I, p. 268, los distintos conceptos propuestos.

(2059) Bruck, ps. 477 y ss. Es un concepto económico; v.gr., el supuesto del propietario que ha
percibido del comprador el 90 % del precio: Bruck-M”ller, ob. cit., II, p. 68.

(2060) Bruck, ps. 477 y ss.; Lepargneur, nº 1339; Ferrarini, en "Assicurazioni", 1935, 1, ps. 626
y ss.; Zavala Rodríguez, II, nros. 1717 y 1718.
La expectativa debe tener una base legal (Vance, p. 137); así, no lo tendrá el acreedor
quirografario, o el presunto heredero, etc.

(2061) Ferrarini, lug. cit., p. 621.


La doctrina general expresa el mismo concepto invirtiendo los términos: es el interés que
puede tener el asegurado en la no realización del riesgo (Besson y Picard, I, nº 6; II, nº 4;
Patterson, nº 22; Segovia, nota 1756; Díaz de Guijarro, JA 45-15, secc. Doctrina; ley francesa
de 1930, art. 32; etc.).
Vance reproduce el concepto del § 2546 del Código Civil de California: todo interés en la
propiedad o una relación vinculada a ella o una responsabilidad de tal naturaleza que un peligro
considerado puede perjudicar al asegurador (p. 124).
Ferri, a su vez, expresa: "El interés es la relación que debe existir necesariamente entre el
asegurado y el peligro de daño: el interés expresa no ya la necesidad de la existencia de una
relación económica entre persona y cosa, sino que expresa la necesidad de que el peligro de
daño incida en el patrimonio del asegurado, cualquiera que sea la relación que exista con la
cosa"; y en este sentido no es el objeto, sino el presupuesto del seguro (en "Assicurazioni",
1941, 1, p. 205).

(2062) Sobre el carácter esencial, ver C. Nac. Civ., 28/2/1964, ED 8-886; Lepargneur, nº 1339;
Lordi, nº 586; Vance, ps. 119 y ss. Sobre el interés asegurable como objeto del contrato de
seguro, ver Buttaro, ob. cit., ps. 45 y ss., donde se hace un desarrollo extenso del tema y se
replica la inclusión del interés asegurable en la causa del contrato. Contra la noción de que
integra el objeto, ver Zavala Rodríguez, ob. cit., nº 1647, pero añade que es presupuesto del
contrato de seguro (nº 1648 bis) (ver Ferrarini, cit. en nota precedente).
Para una parte de la doctrina la noción sólo es esencial para el seguro de daños, porque es una
noción económica; Besson y Picard, I, nº 6, y II, nº 4; Ferrarini, citado.
Besson y Picard, II, nº 7, señalan, con razón, que la distinción del interés y de la cosa sobre la
cual recae permite el seguro de los diversos intereses, que de otra manera no sería posible.

1077
(2063) Segovia, nota 1756; Obarrio, nº 15; Patterson, nº 22.

(2064) Lepargneur, nº 1339; Besson y Picard, II, nº 5.

(2065) Bruck, p. 490.

(2066) Bruck, ps. 490 y ss.

(2067) Bruck, p. 491. Esto no excluye el seguro del interés futuro, como vimos en el § 4; de ahí
que la discrepancia de quienes admiten un interés eventual, refiriéndose al interés futuro, sólo
es aparente, de terminología y no de conceptos. Ver Castillo, nº 31; Obarrio, nº 15.

(2068) Bruck, ps. 488 y ss. Ver un análisis de las distintas teorías acerca de en quién radica el
interés de propietario, en Bruck-M”ller, II, ps. 74 y ss.
La Cámara Federal declaró el distinto interés asegurable del armador y del propietario del
buque (27/8/1964, ED 13-197).

(2069) Bruck, ps. 476 y ss.; Fernández, ps. 401 y ss.

(2070) Gasperoni, nº 32. Adde: Sotgia, en "Riv. Dir. Comm.", 1940, 2, p. 223. Ferrarini, en
"Assicurazioni", 1935, 1, ps. 626 y ss., señala que en el seguro por cuenta de quien corresponda
la excepción es aparente, porque el interés debe existir concretamente al momento del
siniestro. Y en cuanto a la enajenación de la cosa, es una excepción, impuesta por razones
prácticas. Ferri, en "Assicurazioni", 1939, 2, p. 128, no comparte los conceptos de Ferrarini.
El interés asegurable es el subjetivo; un interés objetivo, es decir, el interés en sí, sin un
interesado concreto, no se puede aceptar.
En esencia, se funda en una confusión del interés subjetivo con el valor objetivo. En el campo
del derecho del seguro, el valor indemnizable del interés asegurado se limitará por el valor
objetivo del interés. El asegurador no indemniza el valor subjetivo del interés asegurado, el
valor que le atribuye el titular del interés, sino el valor objetivo que resulte. No es que al
momento de y para indemnizar el interés subjetivo se trasforma en objetivo, sino que para
indemnizar sólo se consideran medidas objetivas de valor. Si el interés fuera objetivo, sería
innecesario determinar al contratar si ese interés es propio o ajeno, porque carecería de
significado para el asegurador, ya que se cubriría el interés en sí, con independencia de la
persona del titular (Bruck, ps. 479 y ss.).
En el seguro del interés objetivo, al asegurador le sería indiferente a quién pertenece el interés y
su naturaleza. En la realidad, salvo el seguro por cuenta ajena, en la inmensa mayoría de los
casos se funda en la persona de los interesados, que constituye el azar moral. De la propiedad
de los intereses se deducen puntos importantes de apreciación de la extensión del riesgo
asumido; para el asegurador es tan importante saber quién es el propietario del interés como
determinar la cosa misma. La individualización de la relación de seguro se hace tanto por la
persona del titular del interés como de la clase de cosa. Necesita además determinar la persona
que responderá por las obligaciones asumidas, y la persona que responderá por la inconducta
en la declaración del estado del riesgo, al cual la técnica del seguro no puede renunciar. La
exigencia llega al punto máximo en la liquidación del daño; mientras que para el seguro del
interés objetivo cualquiera podría reclamar la indemnización, porque la persona del interesado
no tiene importancia, con lo cual el seguro se reduciría a una apuesta, porque no se podría

1078
recabar a quien cobra la indemnización la prueba de ser realmente el damnificado. Se dislocaría
el requisito de la vinculación adecuada entre el interés subjetivo asegurado y los daños
asegurados. También podría ocurrir que se indemnizara a quien no es ya el titular del interés, o
que nunca lo fue. De ahí que esta determinación sea esencial, y la falta de consentimiento
mutuo sobre él impide la constitución del seguro, como lo impiden su defecto sobre las
personas y el bien (Bruck, ps. 480 y ss.).
Esta regla está confirmada por las pocas excepciones aceptadas. En el seguro por cuenta de
quien corresponda: subjetivamente, el interesado está indeterminado, pues objetivamente está
fijado. En el supuesto de la enajenación de la cosa, si se asegurara el interés objetivo, el
comprador de la cosa debería quedar asegurado sin más; el asegurador no podría rescindir,
porque la enajenación sería para él un hecho sin consecuencias: el art. 82 prueba lo contrario
(Bruck, ps. 481 y ss.).
Si el interés objetivo fuera el asegurable, el seguro del propietario de la cosa incluiría el seguro
de todos los interesados (acreedor hipotecario, usufructuario), lo cual no es así, como resulta
de las reglas de protección del acreedor hipotecario y del usufructuario, y por el hecho de que
el propietario sólo podría asegurar esos intereses por la vía del seguro por cuenta ajena. Iguales
consideración y solución se imponen respecto de la situación inversa: seguro del interés del
propietario por los interesados concurrentes. Así, el comisionista, invocando su comisión, no
podría asegurar la cosa sino por cuenta de quien corresponda; pero a título personal sólo puede
cubrir su derecho a la comisión por un seguro adecuado, porque su interés sólo es creditorio
(Bruck, ps. 482 y ss.).
Ver en el punto el esfuerzo de Besson y Picard, II, nº 172, para mantener esta solución a pesar
de sostener que el seguro es un contrato intuitu rei. En 2ª ed., I, p. 384, muestran tendencia a
abandonar esta posición.
Por lo cual el interés asegurado es el cubierto contra determinados riesgos por una persona
respecto de un bien, conforme a determinada vinculación con él (Bruck, p. 484; Buttaro, ob.
cit., ps. 35 y ss.).

(2071) Bruck, ps. 478 y ss.; Fernández, p. 405.

(2072) Fanelli, Giuseppe, Le assicurazioni, nº 46, p. 138.

(2073) El seguro siempre está dirigido a amparar aspectos económicos, por lo cual
necesariamente se traduce ya sea en indemnizaciones -al asegurado o a terceros-, o en el pago
de un capital asegurado -como acontece en los seguros de vida)-.

(2074) En estos seguros rige el principio indemnizatorio, que apunta a evitar el


enriquecimiento, mediante la indemnización de quien ha sufrido el daño (arg. arts. 61 Ver
Texto, 1º parr.; 62 Ver Texto, 65 Ver Texto y concs., LS.).

(2075) Fanelli, G., ob. cit., nº 47, ps. 139-140. Efectúa, asimismo, la distinción entre: a) Interés
al seguro: presupuesto de legitimidad de todo contrato asegurativo. Su existencia se determina
sobre la base del dato legislativo que lo emplace como presupuesto que legitime la constitución
y desenvolvimiento de la relación asegurativa (posibilidad de sufrir un perjuicio económico, en
los seguros de daños; o de que ocurra el fallecimiento del asegurado, o su sobrevida, en su
caso, en los seguros de vida). Se trata de un principio general que permite distinguir la relación
de seguro de otras de índole también aleatoria (como el juego o la apuesta). b) Interés al
resarcimiento de un daño: es el presupuesto de legitimidad de los seguros de daños, sea que el

1079
perjuicio consista en la lesión de una relación entre un sujeto y un bien determinado o
determinable (aseguramiento de bienes existentes), o que se concrete en la pérdida de
ganancias (provecho esperado; esperanza de un bien futuro -p.ej., de una cosecha- , o que
consista en el surgimiento de una deuda (responsabilidad civil). c) Interés asegurado: relación
entre un sujeto y un bien concreto; constituye presupuesto de legitimidad de los seguros de
daños en los cuales el perjuicio consiste en la lesión de esa relación, normalmente por la
destrucción total o parcial del bien, o por la alteración de su capacidad de satisfacer
necesidades humanas. Considera, al respecto, que si se limita esta noción a la cobertura de
daños sobre bienes concretos o ganancia esperada, no se extendería al seguro de la
responsabilidad civil, donde la liberación de deuda no entra en el concepto de indemnización
de un daño en sentido estricto (ps. 141-145).

(2076) Bruck, ps. 492 y ss.

(2077) En el seguro flotante o de abono, el interés debe nacer dentro de la vigencia del seguro
(Bruck, p. 494, nota 71).

(2078) Bruck, p. 492.

(2079) Bruck, p. 487. Ver cuanto se expuso sobre el valor de afección, en capítulo V, § 46.

(2080) Patterson, p. 87. Ver cuanto se expuso sobre el valor asegurable, en capítulo V, § 48.

(2081) Bruck, p. 487; Vance, ps. 140 y ss.


Patterson, nº 26, señala que en la jurisprudencia angloestadounidense la solución es muy
discutida como regla general; que las cortes estadounidenses se han pronunciado en contra, y
en Inglaterra los precedentes son contradictorios; Vance enuncia nutrida casuística sobre el
tema, sentando como regla general que el interés requiere una base legal (ps. 126 y ss.).
En nuestro país, Díaz de Guijarro exige la existencia de un vínculo jurídico (JA 45-15, secc.
Doctrina).
Este vínculo jurídico no se percibe en el supuesto de ganancia esperada; Patterson señala que la
propia jurisprudencia estadounidense se inclina en favor del seguro cuando la relación entre el
hecho y el daño que sufre el asegurado, titular de un crédito, es de hecho más bien que jurídica,
que le lleva justamente a admitir que el acreedor quirografario tiene un interés asegurable sobre
el único bien del deudor enfermo e inhábil para aumentar su patrimonio; es decir, que el cobro
depende de ese único bien (ob. cit., nº 24).
Vance señala que no es necesario que la ganancia esperada se vincule a un título legal
preexistente; por ejemplo, pérdidas por un acto que terceros no realizaron, etc. (ps. 140 y ss.).

(2082) Bruck, p. 488.

(2083) Sobre la evolución que llevó a la solución, Besson y Picard, II, nº 48. Ver nota 21.

(2084) Lordi, nros. 591 a 596. Adde: Vivante, Trattato, nº 1945.

(2085) Ferrarini, en "Riv. Dir. Comm.", 1934, 2, p. 35.


En el seguro de la responsabilidad civil y en el reaseguro -expresa Donati, Trattato, II, p. 204-
"la verificación del evento sobre un bien del tercero lesiona a un tiempo el interés indirecto y,

1080
de reflejo, el directo del sujeto"; el sujeto deberá sacrificar una parte de su patrimonio para
pagar el crédito del tercero: interés -entonces- indirecto sobre el bien del tercero y directo
sobre un bien suyo.

(2086) Bruck, p. 478.

(2087) Bruck, ps. 494 a 496, le atribuye la prima por el período en que el asegurador adquiere el
conocimiento. Así también el art. 523 Ver Texto, CCom. derogado. Confr.: De Lalande y
Couturier, nº 827. Rivarola acepta expresamente la solución para el supuesto del interés futuro,
caso en el cual el asegurador gana la prima hasta el momento en que se establezca que no
podrá ya existir (Tratado, nº 1099). En cambio, Segovia, nota 1757, juzga que en este caso el
contrato se rescinde, y por aplicación del principio del art. 1206 Ver Texto, CCom., el
asegurador gana la mitad de la prima a título de indemnización; solución que Malagarriga
rechaza, porque juzga que el art. 1206 Ver Texto, cit., es peculiar del seguro marítimo
(Comentario, III, nº 115).
La concurrencia de otros vicios del contrato, por ejemplo reticencia, no impiden aplicar la
nulidad que resulta de la falta de interés asegurable, no sólo porque absorbe cualquier otro
defecto, aunque otorgue al asegurador un mayor derecho pecuniario (Bruck, p. 501), sino
porque su inexistencia impide el nacimiento del contrato por ausencia de un elemento esencial,
mientras que la reticencia supone un contrato perfecto impugnable por el vicio de la voluntad
del asegurador, que se puede mantener en vigencia por distintas causales legales (caducidad de
la impugnabilidad, reajuste del contrato, aplicación de la incontestabilidad, etc.).
En el reaseguro, las soluciones son análogas; se toma en cuenta el conocimiento del
asegurador, sin consideración del conocimiento del asegurado (Bruck, ps. 497 y ss.).

(2088) Bruck, ps. 496 y 497.

(2089) Bruck, p. 500.

(2090) Bruck, p. 497.

(2091) Bruck, ps. 498 y ss.

(2092) Bruck, p. 499; la desaparición parcial del riesgo no produce disminución automática de
la prima.

(2093) Bruck, ps. 502 y ss., le reconoce siempre la prima por el período en curso; y la solución
se aplica en el reaseguro.
Doctrinalmente, habiendo soportado el riesgo, por un lapso, el asegurador tiene derecho a
percibir la totalidad de la prima. Pero la solución del art. 81 Ver Texto, 2º párr., se funda en
razones de política legislativa, para estimular la conducta legal y diligente del asegurado.
De Lalande y Couturier señalan que si la cosa se pierde por un siniestro no cubierto, el seguro
se anula (?), y el asegurador deberá el reembolso proporcional de la prima (ob. cit., nros. 832 y
833). La ley francesa de 1930, art. 35, sanciona ese reembolso, aplicando para este supuesto el
principio de la divisibilidad de la prima, que inspira muchas de sus reglas.

1081
(2094) Vance, ps. 143 y ss. Patterson critica la jurisprudencia estadounidense que exige que
exista al tiempo de contratar y del siniestro; pero considera razonable que al contratar se recabe
una legal expectativa de adquirirlo (ob. cit., nº 29).
Para la C. Nac. Com., no afecta que el interés no exista al tiempo del siniestro, si existe otro
(14/12/1926, GF 66-78).

(2095) Es válido pactar que la póliza es prueba suficiente del interés (Levillain, nota en DP
1913-2-233).

(2096) No obstante, Bruck-M”ller, II, ps. 86 y ss., aceptan la asegurabilidad de las penas por
delitos culposos.

(2097) Bruck, ps. 484 y ss.; Patterson, nº 30; Vivante, Trattato, nº 1860, y Contratto, nº 5;
Segovia, nota 1759; Malagarriga, nº 118; Fernández, ps. 425 y ss.; Vance, ps. 255 y ss.
Vance enumera los contratos anulables por esta razón según la jurisprudencia estadounidense
(ps. 255 y ss.).

(2098) Segovia, nota 1758; Fernández, p. 426; Malagarriga, nº 119.


Contra: Bruck, p. 486, quien cita la jurisprudencia alemana, la opinión de Lord Birkenhead, y
disposiciones fiscales inglesas y dinamarquesas. Adde: Vance, ps. 255 y ss.

(2099) Ver cuanto se expuso en el capítulo V.


Incluso por culpa grave: la ley no lo prohíbe, y si bien la regla legal es la liberación del
asegurador en este caso (art. 114 Ver Texto), el art. 158 Ver Texto autoriza expresamente su
modificación en favor del asegurado. Vivante se opone; sostiene que se protege al orden
público, que sirve para impedir que se aproveche del delito, cuando no es posible suministrar
una prueba completa (Vivante, Trattato, nº 1860, y Contratto, nº 5). Ver cuanto se expone en
capítulo V.

(2100) Vivante, Contratto, nros. 144 y 145; el asegurador no puede exigir que el asegurado
ejerza su derecho a rescindir el contrato.
Ver un largo elenco de titulares de interés asegurable en Fernández, ps. 405 y ss.

(2101) Vivante, Contratto, nº 158; Patterson, nº 23; de Lalande y Couturier, nros. 41 y ss.; Díaz
de Guijarro, en JA 45-15, secc. Doctrina; Vance, p. 139.
Segovia, nota 1756, lo reconoce al comisionista con crédito privilegiado.
Ver un elenco completo, para el derecho estadounidense, en Vance, ps. 126 y ss.

(2102) Castillo, nros. 32 y 33; Obarrio, nº 15; C. Nac. Com., 14/12/1926, JA 23-1038, para el
caso del consignatario; Díaz de Guijarro, ob. y lug. cits. en nota 41.

(2103) C. Nac. Com., 28/6/1932, JA 38-846; incluso incurre en responsabilidad si no asegura;


se trataba de un garajista, por el automóvil entregado para reparar.

(2104) Ver autores citados en nota 41; Patterson, nº 28; Vivante, Contratto, nros. 150 y ss.

(2105) C. Nac. Com., 23/5/1928, GF 74-221 y JA 27-831.

1082
(2106) C. Nac. Com., 6/8/1928, GF 75-311, y no incurre en reticencia si declara su calidad
como propietario. La Cámara Federal lo reconoció al titular del boleto de compra de un
rematador no escriturado ni inscrito (27/8/1964, ED 13-197). Los arts. 1185 bis Ver Texto y
2355 Ver Texto, CCiv., reformado por ley 17711 Ver Texto, refuerzan la solución.
La solución cabe extenderla a todo poseedor que deba pagar el precio o valor de la cosa, si se
destruye (Patterson, p. 285).
El agregado al art. 2355 Ver Texto, CCiv., por la ley 17711 Ver Texto, de reformas, viene a
atribuir un interés al poseedor a mérito de un boleto, y el art. 1185 bis Ver Texto al mero
titular de un boleto que ha pagado el 25 % del precio.

(2107) C. Nac. Com., 2/5/1918, GF 14-237.

(2108) Segovia, nota 1756.

(2109) C. Nac. Com., 21/5/1923, JA 10-605, inquilino, por las mejoras que debían quedar en
propiedad del locador; Vivante, Contratto, nº 154: la indemnización dependerá de las
relaciones con el propietario del inmueble.

(2110) Castillo, nº 32; Vivante, Contratto, nros. 155 y ss.; Segovia, nota 1756.

(2111) Segovia, nota 1756; Vivante, Contratto, nº 146.

(2112) Vivante, Contratto, nº 159; Patterson, nº 23; Castillo, nº 34; Malagarriga, nº 112; Vance,
p. 126; Fernández, p. 410.
Besson y Picard, II, nº 5, consideran que el art. 32 de la ley de 1930 autori-
za el seguro, porque acepta la concurrencia de un interés indirecto. Con ello se abandona la
doctrina judicial anterior contraria.
Contra: Benítez de Lugo, Reymundo, ob. cit., I, p. 264, cuando demuestra interés y la
extensión del riesgo que corre. Ver Patterson, nº 24.

(2113) El art. 1 Ver Texto del decreto ley 6582/58 dispone: "La trasmisión del dominio de los
automotores deberá formalizarse por instrumento público o privado y sólo producirá efectos
entre las partes y con relación a terceros desde la fecha de su inscripción en el Registro
Nacional de la Propiedad del Automotor".

(2114) Esta modalidad de propiedad creada por la ley que regula el dominio de los
automotores, que hace depender ese dominio únicamente de una inscripción burocrática, lleva
a que subsistan situaciones absurdas, como es el caso de quien vende su automóvil sobre el
cual ostenta el "dominio registral" pero pierde su posesión en virtud de la entrega material que
voluntariamente ha efectuado al adquirente, posesión que luego puede ir pasando a posteriores
adquirentes "irregulares", durante años, a quienes desconoce el enajenante originario, no
obstante lo cual el régimen legal continúa considerándolo propietario y, por ende,
"responsable" (!) por los daños y perjuicios que otros provoquen con ese rodado a terceros.
Para evitar semejante dislate, la ley introdujo un dispositivo peculiar, la "denuncia de venta"
(art. 27 Ver Texto del citado decreto ley), otro mecanismo burocrático mediante el cual el
enajenante, por una denuncia, neutraliza la atribuibilidad de responsabilidad derivada de su
situación de "propietario" de un rodado (cosa) sobre el cual no posee ni el corpus ni el animus.
Si el enajenante omite esa "denuncia" (cuya existencia y efectos algunas personas todavía

1083
desconocen), puede resultar sujeto pasivo de atribuciones de responsabilidad por montos a
veces cuantiosos respecto de sucesos de los cuales su conducta resulta totalmente ajena. El
propio art. 27 Ver Texto citado comienza diciendo: "Hasta tanto se inscriba la trasferencia, el
trasmitente será civilmente responsable por los daños y perjuicios que se produzcan con el
automotor, en su carácter de dueño de la cosa".

(2115) La omisión de la trasferencia obedece a menudo a particularidades de la


comercialización de automotores usados: el rodado se suele entregar a una agencia dedicada a
ese tipo de operaciones, como "parte de pago" del precio de otro vehículo que se adquiere en
reemplazo de aquél, agencia que luego lo comercializa, quizá pasado un tiempo considerable,
sin que se preocupen ella ni el adquirente de llevar a cabo el trámite de trasferencia (que, por
otra parte, requiere que se efectúen gastos y gestiones que generan molestias). En ocasiones se
ve dificultada por el fallecimiento de alguna de las partes, o por divorcios, o separaciones entre
concubinos condóminos del rodado asegurado, o cuando media desconocimiento del
domicilio actual del titular registral, etc.

(2116) Sobre el particular se puede ver, entre otros, en fallo de la sala A de la Cámara
Comercial, del 14/6/2000, en autos "Mazaira, Alfredo Osvaldo, v. Empresa Tandilense
SACIFIA y S" Ver Texto (con nota de Santos Cifuentes), ED, fallo 50.638. En dicho
pronunciamiento se llega a considerar que la venta efectuada por un adquirente que no ha
efectivizado la trasferencia a otro comprador constituye una operación que se debe gobernar
por las normas referentes a la "venta de cosa ajena", lo cual da una idea de las dificultades que
provoca el régimen legal vigente.
En cuanto al interés asegurable del poseedor del vehículo, C. Nac. Com., sala C, 9/3/1965,
ED 12-48.

(2117) Por ejemplo, Manuel A. Laquis, en su trabajo Nuevas consideraciones sobre la


posibilidad de un sujeto en la ley 13512 , LL 111-1113 y bibliografía allí citada.

(2118) Además debe concurrir el interés: debe existir -expresa Vance, p. 121

(2119) Los requisitos no se equivalen (Fragali, en "Riv. Dir. Comm.", 1937, 2ª parte, p. 460).
Pero es evidente que el consentimiento del tercero es el mejor reconocimiento del interés del
asegurado.

(2120) Bruck, L´assurance sur la tˆte d´un tiers, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, p. 697. Dado
su concepto económico de la noción de interés, y la circunstancia que reconoce que la vida
humana se gobierna por múltiples impulsos, que están lejos de ser de orden patrimonial, señala
que el seguro abraza la esfera de fuerzas económicas, de valores materiales existentes o a nacer,
aunque sea difícil su apreciación; pero esta dificultad no puede llevar a eliminar el requisito.
Sostiene que el parentesco tiene así un valor pecuniario.
Besson y Picard, II, nº 6, aceptan el valor de estas razones, pero afirman que chocan con "la
necesidad de abandonar la apreciación del interés a la sola voluntad del contratante y, de una
manera más general, del asegurado, lo que debilita la noción misma de interés". Adde: IV, nº
61.
Donati -Trattato, II, nros. 355 y ss.- afirma, y en esto se coloca en posición lógica con su
concepto indemnizatorio de este seguro, que necesidad, interés y daño son interdependientes;
que si el interés no existe, el negocio degenera en apuesta; que nada impide la valuación

1084
económica del hombre. En el seguro sobre la propia vida, el interés se halla ínsito; que resulta
innecesario en el seguro de supervivencia, y que en el celebrado sobre la vida de un tercero, el
consentimiento de éste lo presupone.

(2121) Patterson, nº 34; Lepargneur, nº 1391 bis; Lordi, nº 809; Lefort, I, ps. 523 y 302 a 306;
Malagarriga, Trat. elem., III, ps. 368 y ss.

(2122) Vivante, Contratto, nº 499. No es exacto -expresa Vivante- que en el seguro sobre la
vida el tomador busque cubrirse contra una necesidad eventual; será uno de los motivos, pero
puede no concurrir; ¿por ello se anularía el contrato por falta de ese interés? ¿O porque se
beneficia a un hijo legítimo? (Trattato, nº 1863, y Contratto, nº 8). Adde: Lepargneur, nº 1392.
Ver Garrido y Comas, ob. cit., p. 271.

(2123) Brunetti, en "Assicurazioni", 1935, 1, ps. 431 y ss. El interés -expresa- "indica una
necesidad de protección económica en presencia de un estado de necesidad"; de ahí que no
exista en el seguro sobre la vida. En éste el siniestro no da la medida de la indemnización, sino
que atribuye sin más el derecho a la totalidad de la suma indicada. Máxime que el interés tiene
un contenido esencialmente económico; debe ser objetivado, es decir, debe ser de la misma
naturaleza del daño que el seguro busca conjurar; se debe referir a una cosa determinada, en las
distintas relaciones posibles del asegurado con la cosa, condiciones todas éstas que no se dan
en el seguro sobre la vida.

(2124) Concepto de Holmes, aceptado por Patterson, p. 134.

(2125) Patterson, nº 40; Castillo, nº 203; Obarrio, nº 58; Malagarriga, nº 297; Segovia, nota
1753.

(2126) Morandi, Juan C. F., Estudios de derecho de seguros, p. 93. El (derogado) art. 550 Ver
Texto del Código de Comercio disponía: "El interesado podrá contratar el seguro aun sin
consentimiento o noticia de la persona cuya vida se asegura. Sin embargo, el que contrate el
seguro deberá tener interés en la duración de la vida de la persona asegurada, a lo menos en el
momento del contrato".

(2127) En la jurisprudencia anterior, un claro ejemplo del razonamiento forzado para


reconocer su existencia, C. Nac. Com., 29/10/1930, JA 34-581; un niño de siete años, hijo de
los amigos íntimos del asegurado; podría tener interés si su discernimiento se lo permitiera,
decidió el tribunal. Contra: Fernández, p. 515, que no explica el sentido de la expresión
interesado.
Vance señala que el principio general en el derecho estadounidense es que no se requiere
interés en el beneficiario (ps. 153 y ss.). También señala que, en principio, no es necesario que
el cesionario tenga un interés asegurable, pero que las Cortes examinan cuidadosamente el
contrato para evitar el fraude a la ley (ps. 167 y ss.).
Patterson, nº 37, cita dos casos típicos: una empresa que se hacía ceder los
contratos, y la formación de una especie de tontina, sin la colaboración directa del asegurador.
Mas en estos supuestos existe un claro fraude a la ley.
Sobre el conocimiento de la falta de interés, con relación a la validez del contrato: C. Nac.
Com., 29/10/1930, JA 34-581 y GF 89-38; Vivante, Contratto, nº 502, para el supuesto de

1085
desaparición del interés, quien cita la jurisprudencia inglesa en el mismo sentido. Si ésta era la
solución con el art. 549 Ver Texto, CCom., derogado, ¿para qué el requisito del interés?

(2128) Bruck, p. 504; Fernández, p. 437. Valor determinable en dinero.

(2129) Bruck, ps. 504 y ss.

(2130) La doctrina nacional criticaba unánimemente la opinión contraria de la comisión


reformadora del Código de Comercio, que no halló formulación legislativa (Segovia, nota 1830;
Obarrio, nº 21; Malagarriga, nº 197; Rivarola, nº 1105 y p. 392; Fernández, p. 458).
La jurisprudencia en general compartió este criterio: C. Nac. Com., 29/7/1913, "Jur. Trib.
Nac.", julio 1913, p. 254; 9/5/1923, GF 45-22; 26/5/1924, GF 50-353; 26/11/1928, GF 77-
214; 6/10/1931, GF 94-257; 22/9/1933, GF 106-172; 11/7/1930, GF 87-139; 28/6/1929, GF
81-21; 4/6/1935, GF 116-231; 26/5/1924, GF 50-353 y 390; 21/11/1924, GF 53-244;
28/6/1929, GF 81-20; 22/9/1933, GF 106-172; 19/7/1935, GF 117-171 y JA 51-243.
Contra: C. Fed. Cap., 28/5/1923, JA 10-467; C. Nac. Com., 28/5/1923, GF 44-211.
Algunos fallos la han considerado como un dato importante para determinar el perjuicio,
cuando el siniestro ocurrió en fecha próxima a la celebración del contrato: C. Nac. Com.,
10/6/1927, GF 68-374; 28/6/1929, GF 81-20; 19/5/1931, GF 92-138; 16/10/1931, JA 36-
1496; especialmente cuando las cosas se desvalorizan por el uso según un coeficiente más o
menos uniforme, por ejemplo, un automóvil (10/6/1927, citado).
Fernández le atribuye el valor de presunción, que invierte el peso de la prueba, lo cual es
inaceptable (p. 459).
La solución adoptada en el texto es la universal (Lepargneur, nº 1341; De Lalande y Couturier,
nros. 173 y ss.; Gasperoni, nº 33, p. 832; etc.).
Ver cuanto se expuso en el capítulo V, nº 48.

(2131) Bruck, ps. 509 y ss.; Lordi, en "Riv. Dir. Comm.", 1935, 2, p. 263; Lepargneur, nº 1334;
Picard, nota en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1939, p. 680.
Contra: Donati, Trattato, nº 390, para quien es inatacable.

(2132) Bruck, ps. 510 y ss.

(2133) Bruck, ps. 508 y ss.: en el derecho marítimo, esta peculiaridad introduce dificultades
especiales.

(2134) Bruck, ps. 506 y ss.

(2135) Segovia, nota 1829.

(2136) Vivante, Trattato, nº 1943.


Es así aun cuando el art. 11 Ver Texto lo indica como uno de los datos que debe contener la
póliza. La omisión no puede llevar a la anulación del contrato, ya que la confección queda a
cargo del asegurador y no es equitativo que éste se ampare en una omisión suya para eludir su
obligación de indemnizar.

(2137) Lordi, nº 587; Castillo, nº 112; Rivarola, nº 1105.

1086
(2138) Vivante, Contratto, nº 249.

(2139) Dupuich, nota en DP 1912-2-249. Ver más adelante, nº 18.

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14. Valor asegurable en el seguro de la responsabilidad civil.

En el seguro de la responsabilidad, dado que cubre todo el patrimonio contra la


responsabilidad que puede contraerse respecto de un tercero, su límite no resulta en relación a
una cosa o bien determinado, sino por la fijación de cierta suma y su restricción a la
responsabilidad derivada de ciertos hechos. En estos casos, la suma asegurada sólo es un límite
de la indemnización, pero no el valor del seguro (2140) . Se debe señalar que hay tipos de
seguros de la responsabilidad civil que admiten la fijación de un valor asegurado; será así toda
vez que esa responsabilidad dependa de una relación o cosa determinada; lo que ocurrirá
cuando se debe restituir una cosa, como en el depósito; o en el reaseguro individual, en el cual
las obligaciones del reasegurador se miden por las del asegurador y las de éste por la suma
asegurada (2141) , etc.

Nada impide que se convenga que el asegurado soporte en cada siniestro una parte del daño
(descubierto obligatorio) (implícitamente, art. 111 Ver Texto, 2º párr.), lo cual es útil para
acuciar la diligencia del asegurado.

Se discute si cabe el seguro ilimitado de la responsabilidad civil. Sumien sostiene que la


limitación es esencial, porque la ilimitación sería una condición imposible, además de concurrir
la imposibilidad financiera, puesto que no se darían las bases indispensables para fijar la prima
ni para calcular las reservas, y se hace en vista a una solvencia ilimitada, que no existe (2142) .
Capitant ha replicado con razón que tal ilimitación sólo es aparente; técnicamente existe,
porque estadísticamente es posible establecer las consecuencias totales; además, la prima es
decreciente: excediendo de cierta cifra, tiende al cero. En su aplicación, no hay tal ilimitación,
porque sólo se pagan los daños efectivamente causados (2143) . No obstante, se debe
reconocer que es financieramente riesgoso.

1087
(2140) Bruck, p. 505. Y, por ende, inexistencia del sobreseguro (Besson y Picard, III, nº 148).

(2141) Sobre el reaseguro, conf. Bruck, ps. 505 y ss.

(2142) Sumien, en DH, 1934, Chronique, p. 29.

(2143) Capitant, citado por Besson y Picard, I, nº 52; Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934,
p. 491, Besson y Picard, III, nº 151. Ver Vivante, Contratto, nº 249.

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15. Exageración del valor asegurado: sanción.

El seguro por un monto excesivo aumenta considerablemente el riesgo: entraña una agravación
del azar moral (2144) . El art. 62 Ver Texto, 2º párr., reprime la exageración dolosa de ese
valor; anula el seguro celebrado con el propósito de enriquecerse (2145) . La sanción, además
de la nulidad, es el pago de la prima (art. 62 Ver Texto, 2º párr.), pago que no puede reclamar
el asegurador que conocía esa intención; de ahí que no corresponda al asegurador que conocía
el verdadero valor de la relación asegurada, o podía conocerla fácilmente, o consintió en ella.

(2144) C. Nac. Com., 29/7/1913, "Jur. Trib. Nac.", julio 1913, p. 254.

(2145) Segovia criticó por incongruente la norma del art. 520, derogado, por ser contraria a la
regla general del art. 523 Ver Texto, CCom. (nota 1832); de ahí que sostuviera que el contrato
era nulo, a pesar de que para la comisión reformadora y el texto del art. 520 Ver Texto, última
parte, era válido (nota 1831).
Por su parte, Malagarriga, nº 198, estimaba que se debía aplicar la norma del art. 498 Ver
Texto, cód. cit.; el contrato sería válido si el asegurador hubiera igualmente contratado pese a la
exageración. Aparte de que el art. 498 Ver Texto, cód. cit., se refería a la reticencia, la regla
legal era clara. Toda otra solución debía ser pactada.

1088
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16. Valor asegurable en el seguro sobre la vida.

En materia de seguro sobre la vida, el valor queda librado al arbitrio de las partes (arts. 1 Ver
Texto; 49 Ver Texto, 2º párr.; 51 Ver Texto, 3er. párr., para accidentes personales; 143, etc.),
de ahí que no se le apliquen las normas del sobreseguro; y si los aseguradores recaban que se
les denuncie la existencia de seguros anteriores o las tentativas fracasadas o abandonadas de
celebrar un seguro, es para saber si fue rechazado con anterioridad por considerárselo un mal
riesgo (2146) . El principio no está taxativamente consagrado, pero resulta de las normas
precitadas, de la naturaleza no resarcitoria de esta clase de seguro, y de la ubicación de las
normas que regulan el sobreseguro, infraseguro y liquidación de los daños en caso de siniestro.

(2146) Vivante, Trattato, nº 1990, y Contratto, nº 516.

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IV

17. Infraseguro: efecto.

Existe infraseguro (art. 65 Ver Texto, 2º párr.) cuando la suma asegurada es menor que el valor
total del interés asegurable. Es perfectamente posible y lícito, sea que se trate de una parte
alícuota o no.

Esta diferencia puede surgir desde la celebración del contrato o producirse con posterioridad:
para cubrirse contra esta última posibilidad, que puede ocurrir independientemente de la
voluntad de las partes, por el aumento del valor de la cosa sobre la cual versa el interés, se

1089
insertan cláusulas especiales que permiten el reajuste del valor (2147) . La inflación y la
desvalorización monetaria ponen al asegurado en constante riesgo de caer en infraseguro, y por
consiguiente no ser plenamente indemnizado a pesar de los fines perseguidos con el contrato;
de ahí la conveniencia de insertar cláusulas de reajuste periódico del valor asegurado (v.gr., por
índices de revaluación), con el consiguiente reajuste de las primas (2148) .

El infraseguro surte sus efectos cuando se produce un siniestro; antes, se mantiene latente: de
ahí que interese al momento del siniestro y su existencia anterior sea indiferente (2149) .

Su efecto es hacer aplicable la regla proporcional; es decir que por la parte no cubierta el
asegurado soporta el daño en la medida del infraseguro; y cuando el siniestro es parcial, el
asegurador sólo debe indemnizar en proporción: art. 65 Ver Texto, 2º párr., y art. 73 Ver
Texto, 2º párr.

Su fundamento radica en la proporcionalidad de la indemnización a las primas pagadas; el


asegurador se perjudicaría en beneficio injusto para el asegurado, ya que éste aparecería
percibiendo una indemnización desproporcionada a las primas que efectivamente pagó (2150) .

La regla proporcional no se aplica en el seguro de la responsabilidad civil, cuando no es posible


fijar el daño máximo posible que se puede causar al tercero, tal como ocurre en los supuestos
de responsabilidad delictual y cuasidelictual; y se aplicará en todos los casos en que la
responsabilidad eventual referida a cosa determinada permita su fijación previa (2151) . El art.
111 Ver Texto, 2º párr., consagra esta solución implícitamente al regular el pago de las costas
causídicas para el supuesto de que el asegurado deba soportar una parte del daño.

18. Descubierto obligatorio. Franquicia.

En algunos supuestos se impone al asegurado un descubierto obligatorio, para procurar un


cumplimiento más celoso de su deber de prevención: se aplica con mayor frecuencia a distintos
supuestos del seguro de la responsabilidad civil y en el reaseguro: no se puede cubrir por medio
de otro asegurador; la violación de la prohibición puede importar reticencia o agravación de los
riesgos, según el momento en que se produce, y hace incurrir al asegurado en las penalidades
previstas para éstos (2152) .

1090
La franquicia tiene una función análoga, pero se diferencia de la cuota no cubierta en que por
ésta no se paga prima alguna; y cuando aquélla no juega como un seguro a segundo riesgo, el
asegurador deberá pagar la totalidad de la indemnización cuando el daño excede del monto de
la franquicia.

19. Apartamiento de la regla proporcional.

La misma ley autoriza apartarse de la regla proporcional: art. 65 Ver Texto, 2º párr., in fine. Es
la cláusula conocida con el nombre de a primer riesgo (o a primer fuego, en el seguro de
incendio).

También puede resultar de la naturaleza del seguro, como ocurre en el seguro de la


responsabilidad civil, que ya hemos señalado, y en todos los seguros en que el daño eventual
no es determinable.

Su efecto es imponer al asegurador el pago de la indemnización hasta el monto asegurado, sin


considerar si existe o no infraseguro, y aunque el daño sea parcial.

Jurisprudencia

Con relación al infraseguro, la exposición de motivos de la Ley de Seguros, 17418, al referirse


al art. 65 Ver Texto, 2º párr., nos dice con toda claridad que si el valor asegurado es inferior al
valor real del bien, el asegurador sólo indemnizará en proporción a ambos valores, salvo pacto
en contrario (seguro "a primer riesgo"), porque por la diferencia el asegurado se convierte en
su propio asegurador. La aplicación, en el seguro, de la regla proporcional, cumple la función
de mantener la equivalencia entre riesgo y prima, para que no se afecte la mutualidad (lato
sensu) de asegurados, que en definitiva constituye el resorte de que se vale el asegurador para
hacer frente al pago de los siniestros. Es por ello que se limita la indemnización que debe pagar
el asegurador a la relación entre suma asegurada y el valor del interés asegurable, que expresa la
existente entre la prima pagada y la que debería haber pagado el asegurado si hubiere tenido un
seguro pleno (C. Nac. Com., sala B, 14/5/1980, "Simplex v. Paraná Cía. de Seguros S.A.", LL
1980-C-427).

1091
El momento en que adquiere verdadero sentido y relieve la existencia de infraseguro es a la
fecha del siniestro. Cuando hay infraseguro, el daño se reparte entre asegurado y asegurador,
en razón de la insuficiencia del capital garantido. En caso de siniestro total, la indemnización
está directamente limitada por la suma asegurada. En el de siniestro parcial, la relación entre el
daño y el valor asegurable es inferior a la unidad, que se expresa por una fracción que,
multiplicada por la suma asegurada, determina la reducción proporcional de la indemnización,
que se establece, en definitiva, mediante la regla de tres simple: el monto del daño es
multiplicado por la suma asegurada y dividido por la suma que se debería haber asegurado (C.
Nac. Com., sala A, 10/9/1982, "Ruggeri, Gerardo V., v. Sursum Cooperativa de Seguros
Ltda.", JA 1983-I-668 Ver Texto).

Si en la cláusula correspondiente del contrato de seguro se estableció que si la indemnización


total ofrecida por la aseguradora fuese inferior a la suma asegurada, el asegurado tendría opción
a que se le reemplace el vehículo por otro de igual marca, modelo y características, con más el
impuesto a la trasferencia, dicha opción no se puede originar sino en la actitud de la
aseguradora, que al ofrecer una suma inferior al valor asegurado, opta por la segunda
alternativa; por ello, a la asegurada que ejerció oportunamente su opción no puede sometérsela
a los límites del monto del seguro, como pretende la aseguradora volviendo sobre sus propios
actos (C. Civ. y Com. Rosario, sala 1ª, 26/10/1987, "San Cristóbal Sociedad Mutual de Seguros
Generales v. Osella de Varvello, Nora", LL 1989-D-4. En disidencia, el Dr. Mallén dijo que al
ser el siniestro total, el asegurador no tiene otra obligación que pagar hasta el monto de la suma
asegurada ).

20. Sobreseguro: efectos.

La ley argentina prevé el sobreseguro en los arts. 62 Ver Texto y 65 Ver Texto, 1er. párr.

Se verifica sobreseguro cuando la suma asegurada excede del valor asegurable o del interés
personal del asegurado (2153) . Mientras que el infraseguro es antieconómico y contrario a la
actuación plena del seguro, en el sobreseguro existe un despilfarro de primas, una incitación a
la producción del siniestro y a la aplicación del seguro con fines dolosos (2154) .

1092
El sobreseguro puede existir desde la celebración del contrato, aun sin ánimo doloso, por una
sobrestimación del valor del interés asegurado (art. 62 Ver Texto), o puede aparecer durante la
vigencia del contrato, por disminución de ese valor (2155) , o por siniestro parcial o reducción
del valor de la cosa o su pérdida parcial o por la supresión de cosas incluidas en la cobertura
(2156) .

Aunque durante la ejecución del contrato sus efectos se mantienen latentes, las partes pueden
solicitar que el sobreseguro sea eliminado, sea que exista o no buena fe (art. 62 Ver Texto). El
pedido puede hacerlo el asegurado, el adquirente de la cosa, uno de los coasegurados por su
parte, el asegurado cuando se contrató por cuenta ajena, si puede disponer de su derecho, etc.
El pedido puede ser dirigido al asegurador o a su agente (art. 53 Ver Texto, inc. a), pero sólo
cabe ser acordado por aquél o por el agente con facultad para celebrar contratos (art. 54 Ver
Texto) (2157) .

La rebaja se produce aun cuando la contraparte se oponga (art. 62 Ver Texto, 1er. párr.). Se
reducirá proporcionalmente la prima, según las reglas del art. 41 Ver Texto (solución del art. 81
Ver Texto, 2º párr., para la desaparición del interés, y sanción específica del art. 62 Ver Texto,
2º párr., para el caso de dolo) (2158) .

La generalidad de la doctrina y de las leyes extranjeras sancionan con la nulidad el contrato en


que hay sobreseguro doloso (2159) . Solución consagrada por el art. 62 Ver Texto, 2º párr., que
abandonó la disposición del art. 520 Ver Texto, CCom., derogado.

21. Sobreseguro doloso.

La mera exageración del valor no justifica la existencia del dolo, ya que se puede caer en la
sobrestimación con toda buena fe y carece de trascendencia en los supuestos de indemnización
en especie.

El dolo debe ocurrir al tiempo de la celebración del contrato, y no al del siniestro, ya que el art.
62 Ver Texto, 2º párr., se refiere al contrato celebrado con intención de enriquecerse

1093
indebidamente. Exige un dolo especial. Es indiferente que se produzca o no el siniestro. Se
toma en cuenta el dolo del tomador; el dolo del asegurado si el seguro es por cuenta ajena; el
dolo del representante convencional o legal. Pero no afecta el de un tercero, y, si hay varios
asegurados, el de uno de ellos no perjudica a los demás (2160) . No todo sobreseguro
voluntario es doloso; v.gr., cuando se contrata calculando un aumento o incorporación de
bienes que luego no se produce o no se produce en la medida prevista (2161) .

Se sostiene en doctrina que el conocimiento por el asegurador, o su falta de control cuando la


exageración podría haber sido establecida fácilmente, o su consentimiento, le impiden invocar
la sanción legal; pero no justifican la validez del contrato por el exceso: la suma asegurada
siempre se deberá reducir al valor real del interés asegurable (2162) . No es ésta la solución del
art. 62 Ver Texto, 2º párr., de nuestra ley; el seguro siempre es nulo; en los casos de excepción
a que se refiere la doctrina contraria, el asegurador perderá el derecho a percibir prima. Lo
exigen así la naturaleza del seguro y el orden público.

El efecto es retroactivo a la época en que se produjo: el fundamento de la sanción del art. 62


Ver Texto, 2º párr., afirma esta solución.

22. Supuestos especiales.

No hay sobreseguro cuando la suma se fija para establecer un máximo, como ocurre en las
pólizas flotantes (2163) , ni en el de responsabilidad civil (salvo que esté limitada) o el de
crédito.

Cuando en el contrato se incluya una pluralidad de cosas aseguradas por una suma única, se
calcula sobre el total; si aquéllas se valúan por separado, se calculará respecto de cada una de
ellas (2164) .

Tampoco existe en el seguro de personas. Incluso en el seguro individual de accidentes, aun


para quienes opinan que se trata de un contrato resarcitorio (2165) .

1094
Se aplica en el reaseguro (2166) , con la diferencia de que si el asegurado incurrió en dolo, el
asegurador retendrá la prima y la pena (2167) . La reducción del reaseguro cuando media la del
seguro se produce aun cuando el tratado de reaseguro no lo haya previsto (2168) .

23. Prueba del dolo.

La prueba del dolo pesa sobre el asegurador. La gran exageración del valor autoriza a
presumirlo; las pequeñas diferencias lo excluyen. El hecho de que el siniestro ocurra
naturalmente no elimina el dolo (2169) .

Jurisprudencia

Es improcedente una indemnización que superare el monto asegurado, pues si la suma


asegurada es superior al daño, la prestación del asegurador se debe limitar al daño; si este
último excede aquélla, no puede sobrepasar la suma asegurada. Cuando al tiempo del siniestro
el valor asegurado supere el valor asegurable, se da el supuesto de sobreseguro y, por ello, el
asegurador sólo está obligado a resarcir el perjuicio efectivamente sufrido por el asegurado, se
sanciona a éste únicamente con el derecho del asegurador de percibir íntegramente la prima.
De ahí que, por aplicación de la norma del art. 65 Ver Texto de la ley 17418 y de conformidad
con lo que resulte de la prueba producida, se puede reducir la indemnización pactada en el
contrato. (C. Nac. Com., sala B, 29/5/1984, "Rellenos de Arza S.R.L. v. Minerva Compañía de
Seguros S.A." Ver Texto, LL 1984-C-538).

Los límites de la prestación debida por el asegurador, acaecido el siniestro, son: el daño sufrido
por el asegurado, que es la lesión del interés económico lícito que él tiene sobre el bien objeto
del seguro y constituye el límite esencial de la prestación del asegurador, porque el seguro no
debe dar lugar a ganancia por ningún concepto; la suma asegurada especificada en la póliza,
por lo cual, si dicha suma es superior al daño, la prestación del asegurador se debe ceñir a él; si
este último excede aquélla, la prestación no puede sobrepasar la suma asegurada, y, por último,
la relación entre la suma asegurada y el valor del interés asegurado (C. Nac. Com., sala B,
14/5/1980, "Simplex v. Paraná Compañía de Seguros S.A.", LL 1980-C-427). Cuando al
tiempo del siniestro el valor asegurado excede el valor asegurable se da el supuesto de
sobreseguro y, por ello, el asegurador sólo está obligado a resarcir el perjuicio efectivamente
sufrido; se sanciona al asegurado únicamente con el derecho del asegurador a retener
íntegramente la prima: de ahí que, por aplicación del art. 65 Ver Texto de la ley 17418 y de

1095
conformidad con la prueba producida, se reduzca en tal caso la indemnización pactada en el
contrato (sala B, 29/5/1984, "Rellenos de Arza S.R.L. v. Minerva Compañía de Seguros S.A."
Ver Texto, LL 1984-C-538). En el seguro de la responsabilidad civil, el asegurador del
responsable responde "en la medida del seguro" -art. 118 Ver Texto, LS.- (C. Nac. Esp. Civ. y
Com., sala 4ª, 16/11/1979, "Ruta Cooperativa de Seguros Ltda. v. Wainstock y Cía. S.C.A.",
Rep. LL XL, J-Z, p. 2331, nº 51).

La obligación asumida por el asegurador no es propiamente "resarcitoria", tomado este


término en el sentido de reparación integral del daño, sino que es, únicamente, indemnizatoria,
pues consiste en la reparación del daño sufrido, dentro de los límites y en las condiciones
pactadas en el contrato de seguro; ello, entre otras razones, porque la equivalencia de la
obligación de indemnizar, que es la causa de la obligación del asegurado de pagar la prima, y
viceversa, tienen que mantener el equilibrio necesario para que ambas se compensen
debidamente (C. Nac. Com., sala A, 7/2/1986, "García, Miguel A., v. Arco Iris Cooperativa de
Seguros Ltda.", LL 1986-D-88).

El mayor valor otorgado a los efectos asegurados, comparado con el precio de los bienes al
momento del siniestro, configura un supuesto de "sobreseguro" previsto en el art. 65 Ver
Texto de la ley 17418, sin que ello posea virtualidad para provocar la caducidad del derecho del
asegurado. En efecto, si al tiempo del siniestro el valor asegurado excede el valor asegurable, el
asegurador sólo está obligado a resarcir el perjuicio efectivamente sufrido por aquél (C. Nac.
Civ. y Com. Fed., sala 3ª, 12/5/1998, "Perasso, Raúl E., v. Caja de Jubilaciones y Pensiones del
Personal del Banco Provincia" Ver Texto, DJ 1999-I-356).

VI

24. Pluralidad de seguros. Caracteres. Licitud. Efectos.

La pluralidad de seguros prevista en el Código de Comercio en los arts. 499 Ver Texto, 500
Ver Texto, 501 Ver Texto y 518 Ver Texto ha sido regulada ahora por los arts. 67 Ver Texto,
68 Ver Texto y 69 Ver Texto de la ley 17418.

Hay pluralidad de seguros cuando se cubre inmediatamente el mismo interés, contra el mismo
riesgo, por el mismo plazo, con distintos aseguradores. En relación con la extensión de la

1096
garantía, pueden constituir 1) seguro total, si cada contrato constituye infraseguro, o 2) doble
seguro (2170) .

Se caracteriza, conforme al art. 67 Ver Texto, por (2171) :

a) identidad del interés asegurado. En todos los contratos, la misma persona debe asegurar la
misma relación sobre idéntica cosa. De ahí que no exista cuando los celebran el propietario de
la cosa y el acreedor privilegiado;

b) identidad del riesgo. No es suficiente que pertenezcan a la misma clase de riesgos; la


identidad debe ser total. Así, no existe si la misma cosa se asegura contra incendio y robo, o la
responsabilidad civil y el abordaje, etc.;

c) distintos aseguradores. Si fuera un solo asegurador, no existiría, sea que contraten simultánea
o sucesivamente. La cesión posterior puede extinguir la pluralidad de seguros, y aun crear un
sobreseguro;

d) vigencia contemporánea de los contratos, aunque no tengan la misma duración. No hay


pluralidad de seguros cuando el segundo contrato comienza con la cesación del primero, o
para el supuesto de que éste sea nulo o que el asegurador no pueda pagar. Tampoco existiría si
uno de los contratos es nulo desde su celebración; pero la anulabilidad, incluso por reticencia,
no elimina la pluralidad (2172) .

La pluralidad de seguros es lícita y llena una función necesaria, que es la de repartir los riesgos
cuando exceden del plan financiero de un solo asegurador: desde el punto de vista técnico su
efecto es el mismo que el del reaseguro, aunque jurídicamente debe ser distinguido, porque
descansa sobre la pluralidad de los contratos de seguro, las relaciones directas del asegurado
con todos los aseguradores, que responden conforme a sus respectivos contratos, rasgos que
no se dan en el reaseguro ni en el pool de aseguradores (2173) .

La independencia de los contratos se refleja en su funcionamiento, porque entre los


aseguradores no surge ningún vínculo jurídico; de ahí que el ejercicio de los derechos y
cumplimiento de las obligaciones respecto de un asegurador no lo importa respecto de los
demás, y, viceversa, cada asegurador responde conforme a su contrato (art. 67 Ver Texto, 2º
párr.). Para obviar estos inconvenientes, los aseguradores confían a uno de entre ellos la
representación, con lo cual se crean relaciones entre ellos, y con el asegurado y los terceros
interesados. Esta representación importa descartar en parte la independencia de los contratos.

1097
Se puede conferir expresa o tácitamente; pero su revocación sólo se puede hacer con el
consentimiento del asegurado. Rigen a su respecto las reglas del mandato, sea en las relaciones
internas -rendición de cuentas, reembolso de gastos- o para con el asegurado, respecto de
quien aparece como un apoderado, con capacidad para recibir las declaraciones, informaciones,
impugnaciones, que se efectúen. Requiere facultades especiales para percibir la prima y pagar la
indemnización. Sus efectos no se retrotraen, por lo cual el conocimiento anterior a ese
mandato por el representante de una circunstancia o hecho que se debió declarar a otro de los
aseguradores no afecta a éste (2174) .

25. Coseguro.

La pluralidad de seguros puede adoptar la forma de coseguro (2175) . En éste, cada asegurador
cubre una cuota parte del riesgo total, y responde por su parte, soportando el asegurado la falta
de pago o caducidad de los demás contratos (2176) . Se acostumbra pactar que cuando la
pluralidad excede del valor de la cosa, se juzgarán como un seguro único al tiempo de la
liquidación, y el resarcimiento debido por cada asegurador se reduce en proporción (2177) .

Jurisprudencia

El coseguro es una forma de seguro plural que supone necesariamente la unidad de


celebración, una instrumentación unificada y la prederminación de la participación de los
aseguradores en los siniestros (C. Nac. del Trab., sala 1ª, 18/9/1986, "Hasslacher, Kurt v.
Arthur Martin Argentina S.A.", DT 1987-A-100 y DJ 1987-I-664).

26. Eficacia de los contratos.

Cuando hay pluralidad de seguros la ley resuelve el conflicto que se suscita por la coexistencia
de los contratos.

1098
Los arts. 67 Ver Texto y 68 Ver Texto han cambiado el sistema del art. 500 Ver Texto del
Código de Comercio, consagrando el aplicado en la práctica aseguradora: cada asegurador es
responsable en proporción al monto asegurado, hasta el total de la indemnización debida (art.
67 Ver Texto, 2º párr.), de manera tal que el asegurado no puede pretender una indemnización
superior al daño efectivamente sufrido (art. 68 Ver Texto) (2178) .

Si cada asegurador cubre una parte alícuota, la circunstancia de que el interés asegurado tenga
un valor menor a la totalidad de las sumas aseguradas no libera al último asegurador, sino que
todos los aseguradores deberán indemnizar proporcionalmente; el orden de fechas es
indiferente porque cada asegurador ha cubierto una fracción determinada del riesgo (2179) .

Cuando el segundo asegurador cubre la parte no asegurada del interés, ésta se calcula sobre el
valor real, y no por el fijado en los contratos anteriores (2180) .

27. Rescisión de los contratos anteriores.

El asegurado no puede aumentar la responsabilidad de los aseguradores posteriores por la


rescisión de los contratos anteriores (2181) , ni exonerarlos de responsabilidad, porque esa
exoneración tendrá eficacia de pago para los restantes: es por eso que el art. 67 Ver Texto
dispone que "la liquidación de los daños se hará considerando los contratos vigentes al tiempo
del siniestro". La solución se impone aun cuando uno de los aseguradores incurra en falencia
(2182) .

28. Pluralidad para responder subsidiariamente.

El art. 67 Ver Texto, 3er. párr., prevé la posibilidad de pluralidad de seguros con
responsabilidad subsidiaria por los posteriores, por ejemplo de insolvencia o irresponsabilidad
(por cualquier causa: rescisión, v.gr.) de los anteriores (2183) o para cuando el daño exceda de
una suma determinada. Se acerca en el primer caso más a un seguro de solvencia (2184) .

1099
29. Informe de los seguros anteriores y posteriores.

La ley impone el deber de denunciar a todos los aseguradores los contratos celebrados con
indicación del asegurador y la suma asegurada, bajo pena de caducidad, salvo pacto en
contrario (art. 67 Ver Texto, 1er. párr.); los aseguradores tienen un interés evidente en conocer
esos seguros anteriores y los posteriores que se celebren, informarse de sus condiciones: la
desaparición de la parte cubierta por el propio asegurado puede agravar el riesgo moral (2185) .

Esta información debe ser realizada por el asegurado, sus representantes o sucesores, y en caso
de varios asegurados, por uno de entre ellos. El adquirente debe hacerlo si se produce a raíz de
la adquisición o si recién la conoce. En el supuesto del seguro por cuenta ajena, la cumplirán el
tomador o el asegurado. Se trata de una mera notificación, y no de una declaración de
voluntad; se halla libre de formas, salvo las que se pacten expresamente. Se debe dirigir a todos
los aseguradores, directamente o por medio de sus agentes. Es menester cumplirla sin demora
(sin dilación, dispone el art. 67 Ver Texto) (téngase presente la aplicación de lo dispuesto en los
arts. 15 Ver Texto, 2º párr., y 40 Ver Texto, 2º párr.). La notificación es a cargo del asegurado
(2186) .

Recibido el informe, el asegurador no puede rescindir ni exigir aumento de la prima, salvo en


los supuestos excepcionales en que haya efectiva agravación del riesgo (2187) (arts. 39 Ver
Texto y ss.).

La caducidad por la omisión (art. 67 Ver Texto) no se aplica si el asegurador percibió primas
después de conocer la existencia del seguro (2188) , o cuando tiene conocimiento oportuno
por cualquier otra vía (arts. 15 Ver Texto, 2º párr.; 40 Ver Texto, 2º párr., y doctrina del art. 79
Ver Texto) (2189) .

La fuerza mayor justifica la demora en la notificación (art. 40 Ver Texto, 2º párr., letra a)
(2190) .

1100
Requiere que el segundo seguro se halle en vigencia (2191) .

30. Seguro de la responsabilidad civil.

En el seguro de la responsabilidad civil la pluralidad de seguros plantea algunos problemas


especiales. Respecto del pago de la indemnización, la regla del art. 67 Ver Texto, 2º párr.,
elimina el problema.

Pero además surgen otras obligaciones accesorias, como es el ejercicio de la dirección del
proceso; la solución lógica es que se debe confiar al primer asegurador, sin perjuicio de
comunicar a los aseguradores posteriores la iniciación de la causa (2192) . La prohibición de
transar no puede ser allanada sin el consentimiento de todos los aseguradores.

31. Seguro de personas.

En los seguros de personas, la pluralidad de seguros no plantea problema alguno, porque se


pueden celebrar, sin limitaciones, cuantos seguros se desee (2193) .

(2147) Lepargneur, nº 1336: señala como remedios usuales la póliza ajustable y la cuenta
corriente; en la primera, se fija un valor máximo, que el asegurado rectifica cuando cree
oportuno; por la segunda, las declaraciones son periódicas y obligatorias. Bruck, ps. 523 y ss.,
señala la existencia de cláusulas especiales, o seguro de previsión.

(2148) Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 442, señalan dos cláusulas empleadas en la práctica
francesa: 1) cuando existe pluralidad de bienes incluidos, la imputación del exceso de unos al

1101
déficit de otros; 2) se contrata por una prima global para un conjunto de bienes, y se aplica a
voluntad. Ver Kelly, Informe al II Congreso Panamericano de Seguros, en "Rev. Der. Com. y
Obl.", año 2 (1969), nº 12; Di Veroli, La inflación en la Argentina y sus repercusiones en los
seguros de ramos elementales, eod. loc., 1970, nº 1.

(2149) Bruck, p. 524; Rivarola, nros. 1105 y 1136; Besson y Picard, II, nº 262.
Vivante sostiene que cuando se incurre en infraseguro durante la ejecución del contrato, por
aumento del valor de la cosa, la regla proporcional no se aplica, si no hay pacto expreso por el
cual el asegurado sería su propio asegurador por esa parte no cubierta (Contratto, nº 249). Esta
solución sólo es admisible si esa garantía está incluida en el contrato; de lo contrario no se
ajusta a la técnica económica del contrato (proporcionalidad de la prima con el valor
asegurado).
Contra: Segovia, nota 1778, y Fernández, p. 437, quienes sostienen que se debe considerar el
valor real de la cosa al tiempo del contrato.

(2150) Lordi, nº 590; Lepargneur, nº 1336; Besson y Picard, II, nº 256.

(2151) Lepargneur, nros. 1336 y 1360; De Lalande y Couturier, nros. 746 y ss.
Contra: Bruck, nota en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1930, p. 185, para quien no se aplica en ningún
caso.

(2152) Bruck, ps. 525 y 526; Lepargneur, nº 1337; Besson y Picard, II, nros. 53 y ss.
Dupuich sostiene que si no hay una penalidad pactada, el asegurador sólo tiene derecho a la
indemnización de los daños (nota en DP 1912-2-249).

(2153) De ahí la distinción del sobreseguro en real y personal (Lepargneur, nº 1333; Besson y
Picard, II, nros. 60 y 61).
Besson y Picard, II, nº 62, destacan que sólo es posible en el seguro de daños sobre cosas
determinadas o determinables, y no se puede dar en el seguro de la responsabilidad
indeterminada.

(2154) Bruck, ps. 528 y ss.


Zavala Rodríguez, II, nº 1744, estima que se consagró el derecho a toda la prima, fundado en el
art. 65 Ver Texto. No repara en que esa regla es sólo para el caso de producción del siniestro,
pero no cuando se rectifique el valor en el curso del contrato. No podría ser de otra manera,
porque no allanado el asegurador a la rebaja, si no opta por la acción judicial, el asegurado
siempre podría rescindir. La crítica resulta así injustificada.

(2155) Bruck, p. 529.

(2156) Besson y Picard, II, nros. 72 y ss.


Bruck-M”ller, ob. cit., II, p. 192, sostienen que éstos no son supuestos de sobreseguro.

(2157) Bruck, ps. 529 y ss.; Vivante, Trattato, nº 1941; Besson y Picard, II, nros. 69 y ss.

(2158) Ver solución divergente en Bruck, ps. 531 y ss.; De Lalande y Couturier, nº 367,
respecto del asegurador; Besson y Picard, II, p. 183 y nº 76.
Incluso cuando se trata de un seguro de valor tasado (Besson y Picard, II, nº 243).

1102
Bruck-M”ller, ob. cit., II, ps. 195 y ss., analizan las distintas justificaciones propuestas en la
doctrina alemana.

(2159) Lepargneur, nº 1333; Vivante, Trattato, nº 1941; Bruck, p. 529; Besson y Picard, II, nº
64.
Sobre los caracteres especiales de la nulidad en el derecho francés, art. 29 de la ley de 1930, ver
Besson y Picard, II, nº 65.

(2160) Bruck, ps. 533 y ss. Ver Vivante, Contratto, nº 217, que lo acepta respecto del dolo del
comisionista.
Besson y Picard, II, nº 66, p. 165, afirman que se requiere la intención de realizar un beneficio
en caso de siniestro.

(2161) Bruck-M”ller, ob. cit., II, p. 194.

(2162) Segovia, nota 1831; Lordi, nº 582; Besson y Picard, nº 65, sostienen que la sanción es de
orden público, y que el conocimiento de la exageración no impide alegar la nulidad. Así se
deduce del art. 29 de la ley francesa.
Vivante sostiene que si el sobreseguro se alcanza con varios contratos, la sanción por dolo
alcanza a todos (Contratto, nº 210). Bruck juzga que no tiene ese alcance, pero autoriza al
asegurador a impugnarlos por error en la personalidad del asegurado, ya que esa conducta
dolosa es una peculiaridad negocial, esencial del asegurado (ob. cit., p. 534).

(2163) Vivante, Contratto, nº 213: en un caso de esta especie se condenó al asegurador a


restituir cuanto percibió de más, solución que aprueba Vivante.

(2164) Bruck-M”ller, ob. cit., II, p. 188; añaden que si la pluralidad de cosas concurre con
pluralidad de contratos, se aplicarán las reglas del doble seguro.

(2165) Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1907, 2, p. 558; Lordi, nº 584.

(2166) Bruck, p. 533.

(2167) Vivante, Contratto, nros. 215 y 216.

(2168) Vivante, Contratto, nº 216.

(2169) Vivante, Contratto, nº 209. Confr.: Besson y Picard, II, nº 66; Malagarriga, Trat. elem.,
II, ps. 310 y ss.

(2170) Bruck, ps. 535 y 538; Besson y Picard, II, p. 207.

(2171) Besson y Picard, II, nros. 81 y ss.; Bruck, ps. 538 y ss. Ver, sobre distintas formas que
puede asumir la pluralidad, Sotgia, en "Assicurazioni", 1953, 1, p. 3, y 1957, 1, p. 3, y en eod.
loc., 1955, 2, p. 131.

(2172) Bruck, ps. 538 y ss.; art. 499 Ver Texto, 2º párr., CCom., derogado; Vivante, Trattato, nº
1949; Besson y Picard, II, nº 86.

1103
Es menester que el segundo contrato esté vigente; de ahí que no exista si no se pagó la prima,
recaudo esencial al efecto, según el contrato, aunque se haya emitido la póliza (C. Nac. Com.,
22/8/1927, GF 70-63).

(2173) Bruck, ps. 535 y ss.; Besson y Picard, II, nros. 96 y ss.

(2174) Bruck, ps. 541 y ss.; Besson y Picard, II, nros. 95 y ss.

(2175) Ver un examen más amplio en Sotgia, en "Assicurazioni", 1957, 1, p. 3; también en


"Assicurazioni", 1955, 2, p. 131.
Para ciertos temas especiales, ver Fanelli, en "Assicurazioni", 1960, 1, p. 362; y respecto de la
gestión delegada en un asegurador, Dusi, en "Assicurazioni", 1955, 2, p. 139; Demarco, en
"Assicurazioni", 1957, 2, p. 20; Persico, en "Assicurazioni", 1960, 2, p. 94.
En Francia, en París funciona una bolsa para los seguros de incendio y de la responsabilidad
civil.
En nuestro país un grupo de 135 compañías han constituido una especie de pool para
contratar seguros del Estado, mediante un poder otorgado a una de ellas, que actúa por todas
con la denominación de "Aseguradores Argentinos".

(2176) Castillo, nº 70; Lepargneur, nº 1335; Lalou, en DH 1935, Chronique, p. 53.


Vivante señala que no son deudores solidarios, a pesar de que la solidaridad se presume en las
obligaciones comerciales (Contratto, nº 203). Olvida expresar que aquí no existen codeudores.
Besson y Picard, II, nº 78, con parte de la doctrina francesa, requieren que para el seguro
acumulativo el total asegurado exceda el valor asegurable, identificándolo con el doble seguro,
que en nuestra opinión sólo es una especie de la pluralidad de seguros (ver infra, nº 33). De ahí
que para el supuesto que calificamos coseguro, ellos apliquen la denominación de coseguro
determinado.

(2177) Vivante, Contratto, nº 201, juzga que cuando el primer seguro cubre la totalidad del
interés asegurable, el segundo contrato no se anula, porque, como existe la vinculación de los
dos contratos, no surge el peligro que la nulidad quiere evitar (Contratto, nº 202).

(2178) Vivante, Trattato, nº 1948. Es el sistema adoptado por la ley alemana, art. 59, que
establece la solidaridad; y la ley francesa, art. 30, que autoriza además pactar la solidaridad y la
responsabilidad por orden de fechas.
En un supuesto vecino al de la pluralidad de seguros, en un caso en que no era posible
individualizar los daños causados a las distintas cosas, aseguradas por diversos aseguradores, se
decidió que debían indemnizar la totalidad, a prorrata de las pólizas (C. Nac. Com.,
16/10/1931, JA 36-1496).
Este sistema plantea diversos problemas acerca de la reducción, sea que se contraten
simultánea o sucesivamente problemas que deben ser resueltos conforme al criterio sostenido
en materia de sobreseguro. Sobre el punto, en derecho francés, Besson y Picard, II, nros. 104 y
ss.

(2179) Vivante, Trattato, nº 1950; y en el nº 1952 insiste en que la proporción se calcula sobre
el valor asegurable, sin reparar en que el resultado aritmético es el mismo.

(2180) Vivante, Contratto, nº 195.

1104
(2181) Contra: Vivante, Contratto, nº 204, porque el asegurado no se obligó a mantenerlo en
vigencia. Lo reitera en Trattato, nº 1951.

(2182) Vivante adopta la solución porque el asegurador sigue siendo deudor, y pagará aunque
sea en moneda de quiebra, y los demás no garantizan su solvencia ni son codeudores solidarios
(Trattato, nº 1952, y Contratto, nº 200).

(2183) Besson y Picard, II, nº 86, señalan otras hipótesis de validez: a) cuando el primer seguro
es condicional; b) cuando se cede al segundo asegurador los derechos eventuales contra el
primer asegurador; c) cuando el segundo contrato reemplaza totalmente al primero.

(2184) Segovia, nota 1833; Castillo, nº 68; ver Malagarriga, nº 199; Fernández, p. 460.

(2185) Vivante, Trattato, nº 1953; Bruck, p. 539; Castillo, nº 66; Morandi, Seguro múltiple, en
JA 1967-IV, nota al fallo 14.439.
Para Besson y Picard, II, nº 90, el fundamento está en el principio resarcitorio; de ahí que
juzguen que la carga que impone el art. 30 de la ley francesa no es imperativa, de orden
público, y que realmente sólo interesa al momento del siniestro.
La jurisprudencia anterior reconoció la validez de la sanción contractual: C. Nac. Com.,
6/2/1911, "Jur. Trib. Nac.", febrero de 1911, p. 25; 16/5/1911, "Jur. Trib. Nac.", mayo de
1911, p. 323; 6/12/1913, "Jur. Trib. Nac.", diciembre de 1913, p. 285; sala C, 23/5/1966, JA
1967-IV, fallo 14.439, sin que se supla con la denuncia al "productor", con nota de Morandi,
Seguro múltiple.
Besson y Picard sostienen con razón que las modificaciones de los contratos sólo deben ser
comunicadas cuando se aumenta la suma asegurada (II, nº 91).

(2186) Bruck, ps. 539 y ss. Para Besson y Picard, II, nº 92, el informe debe suministrarlo el
beneficiario del seguro.

(2187) Besson y Picard, II, nº 93.

(2188) Castillo, nº 147; Besson y Picard, II, p. 227.

(2189) Bruck, p. 541.


Contra: C. Nac. Com., 27/6/1927, GF 69-72, si la póliza exige su anotación en ella, no es
suficiente la mera información de la celebración del segundo seguro, con lo cual el tribunal,
desconociendo el objeto perseguido, da una solución excesivamente formalista.

(2190) C. Nac. Com., 6/2/1911, "Jur. Trib. Nac.", febrero de 1911, p. 25; Besson y Picard, II,
p. 228.

(2191) C. Nac. Com., 22/8/1927 JA 25-1107 y GF 70-63; 4/5/1918, GF 14-237.

(2192) Para los problemas suscitados en Alemania y Francia sobre estas cuestiones, ver:
Besson, Des assurances multiples de responsabilité, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1939, p. 218;
Corte Suprema de Leipzig, 6/12/1935, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1939, p. 747; Freund, en

1105
"Rev. Gén. Ass. Terr.", 1937, p. 202; Léon Mazeaud, en "Rev. Gén. Droit Comm.", 1939, p. 5;
Besson y Picard, II, nros. 112 y ss.

(2193) Vivante, Trattato, nº 1990, y Contratto, nº 516.

-----------

32. Reaseguro.

La concurrencia de reaseguros se resuelve conforme a los principios establecidos de la


pluralidad de seguros (2194) en materia de seguros de la responsabilidad civil, salvo lo pactado
por las partes al respecto.

(2194) Persico, nº 91; Malagarriga, nº 193.

-----------

VII

33. Doble seguro. Caracteres. Régimen. Dolo.

El doble seguro es un supuesto especial de la pluralidad de seguros, que se da cuando la suma


de todos los seguros excede del valor asegurable. Desde muchos puntos de vista es análogo al
sobreseguro: ambos son ineficaces para el asegurado, importan un derroche de primas, son un
aliciente para provocar el siniestro con el fin de procurarse un enriquecimiento ilícito (2195) .

1106
Su diferencia radica en que el sobreseguro no reconoce por el exceso ningún interés asegurable
como fundamento; mientras que en el doble seguro, cada uno de los contratos reconoce como
fundamento un interés asegurable: sólo el conjunto de las sumas aseguradas alcanza un total
que impone la reducción o anulación, según los casos (2196) .

Se aplican las reglas sobre pluralidad de seguros que hemos enunciado. La existencia de dolo
impone la nulidad del seguro celebrado con intención de enriquecerse, con derecho del
asegurador a percibir la prima del período en que comprueba esa intención (art. 68 Ver Texto).
La intención dolosa se debe establecer al momento del comienzo formal del seguro por el cual
se produce el doble seguro; el conocimiento posterior no afecta. Si son varios coasegurados, el
conocimiento de uno de entre ellos no afecta a los demás; e igual solución se impone en el
seguro por cuenta ajena. Es suficiente el conocimiento de la existencia de los otros contratos
de seguro y que exceden del valor asegurable; el conocimiento debe ser efectivo (2197) . Puede
mediar buena fe cuando se contratan por medio de distintas personas, o cuando se creyó
fundadamente que no había seguro, o se ignoraba su existencia, o cuando se cree con
fundamento que no exceden del valor asegurable: en todos estos casos, no debe concurrir
culpa, que excluiría la excusabilidad del error o de la ignorancia (2198) .

Conocida la existencia del doble seguro, el tomador o el asegurado deben recabar la rescisión
del seguro más reciente o la reducción a la suma no cubierta por el primer contrato (art. 69 Ver
Texto) (2199) . Si los contratos se celebraron simultáneamente, se reducirán a prorrata de la
suma asegurada (art. 69 Ver Texto, 2º párr.). "El pedido debe hacerse inmediatamente de
conocido el seguro y antes del siniestro" (art. 69 Ver Texto, 1er. párr., in fine).

34. Utilidad.

El doble seguro es útil para los supuestos previstos ya considerados.

Cuando el segundo seguro está condicionado por la nulidad del primero o su rescisión, la
existencia de doble seguro sólo es aparente.

1107
35. Seguro de la responsabilidad civil.

En el seguro de la responsabilidad civil, puede existir cuando el primer asegurador se obliga a


una garantía ilimitada (2200) , o se conoce la responsabilidad máxima eventual.

35 (a).

En el tema del "doble seguro" no encontramos en la ley -en nuestra opinión- un tratamiento
suficientemente claro respecto de ciertas cuestiones que se pueden suscitar.

En efecto: el art. 67 Ver Texto, LS., instrumenta una sanción de caducidad para el caso de
pluralidad de seguros si el asegurado omite notificar, "sin dilación", a cada uno de los
aseguradores, informando cuál es el otro asegurador y la suma asegurada; pero, de una manera
inmediata, en la disposición siguiente (art. 68 Ver Texto, LS.), establece la nulidad del seguro
"plural", si bien en los casos en los que ha sido celebrado con intención de obtener un
enriquecimiento indebido (se reitera el principio del art. 62 Ver Texto, 2º párr.).

Siendo el "doble seguro" un caso de pluralidad de seguros (2201) , el asegurado, ya sea por
caducidad o por nulidad, se verá privado de la cobertura en ambos supuestos. Así, vemos que a
una misma situación se le adjudican dos efectos legales distintos (caducidad; nulidad), cuyos
mecanismos operativos son básicamente diferentes (2202) .

Se ha dicho que el art. 68 Ver Texto, LS., requiere expresamente el dolo (2203) Ver Texto,
entendido como intención de enriquecerse indebidamente. Pero es de observar que la
pluralidad de seguros que el art. 67 Ver Texto castiga con la caducidad por falta de denuncia
también requiere (aunque tácitamente) alguna intención aviesa del asegurado, pues si éste
desconocía que había otro contrato no puede haber violación de una carga de denunciar, que
constituye, por esencia, una declaración "de conocimiento" de índole típicamente informativa.
Y tampoco resulta explicable la contratación de un doble seguro, que obligará al pago de otra
prima por algo que ya está cubierto y que, de ocurrir el siniestro, no permitirá reclamar una
doble indemnización. Por ello, cabe concluir que, en estos casos, o media ignorancia o error
(art. 69 Ver Texto) o hay mala fe. Ello, así, sin perjuicio de algunas situaciones especiales que
señalamos a continuación.

1108
En materia asegurativa es necesario conducir con sumo cuidado los razonamientos de corte
excesivamente lineal y simplista. Quien solicita una cobertura queda supeditado a la aceptación
del asegurador (art. 4 Ver Texto, LS.), que se puede tomar cierto tiempo para inspeccionar y
evaluar el riesgo, tarifarlo y, si acepta, emitir y entregar la póliza, que normalmente es el acto
que exterioriza su aceptación, con lo cual hasta este momento no se podría invocar la
existencia de "doble seguro", que implica un seguro "aceptado". Pero ocurre una situación
mucho más frecuente que es menester destacar: en algunos tipos de seguro resulta difícil
(cuando no prácticamente imposible) determinar en un momento dado cuál es el "valor a
riesgo" de los bienes sobre los cuales recae el interés amparado por el seguro, sea por sus
fluctuaciones económicas constantes o por sufrir variaciones en su cantidad, tipo o cuantía
económica: tal ocurre, p.ej., con las materias primas y mercaderías de un establecimiento
industrial, que ingresan y egresan en forma constante debido a la normal operatoria de la
empresa. En caso de que el establecimiento haya repartido sus seguros en dos o más entidades
aseguradoras, la situación de "doble seguro" (al menos, parcial) se puede llegar a configurar en
varios momentos y, a poco de ello, cesar; es posible que esta situación se repita en el futuro.

Todo ello es pasible de generar dudas o cuestionamientos a la hora del siniestro, sumergiendo
en la ambig edad lo que debió ser claro desde el comienzo. A nuestro juicio lo esencial, en
estos casos, es evaluar si el asegurado actuó con buena fe, en especial al momento del siniestro
(p.ej., determinar ante quiénes formuló denuncia del hecho dañoso y cómo lo hizo, establecer
si ocultó específicamente la existencia de otros seguros, etc.), lo cual permitirá establecer con
mayor certeza si hubo o no intención de enriquecimiento indebido, único fundamento viable
para alegar caducidades o nulidades. A la pluralidad no intencional se deberá aplicar el art. 67
Ver Texto, 2º párr., que impone la participación a prorrata de los distintos aseguradores. En
cambio, las alegaciones por parte del asegurador de violaciones meramente formales, para
sustraerse a su obligación de indemnizar el daño, empañan la imagen del seguro, en especial
cuando se ha percibido la prima. A ello se suma que, como destaca el autor de este libro para
un supuesto análogo, la prueba de la intención dolosa del asegurado es a cargo del asegurador
(§ 23); y el carácter de "interioridad", propio de toda intención, dificulta en extremo la prueba
de su existencia que, en cambio, resultará mucho más sencillo demostrar por la manera en que
el asegurado se haya conducido en ocasión del siniestro, si se evidenciaron ocultamientos o
actitudes solapadas dirigidas a lograr un doble cobro por el mismo daño.

(2195) Bruck, ps. 543 y ss.; De Lalande y Couturier, nº 235.

(2196) Bruck, ps. 544 y ss. Señala que también pueden existir cuando no exceden del valor
asegurable, si por las peculiaridades, su aplicación contemporánea puede llevar a otorgar una
indemnización superior al daño, como ocurre en el supuesto que indica. El régimen alemán
para solucionar la existencia de pluralidad de seguros suscita otros casos de doble seguro.

1109
(2197) Bruck, p. 552. Añade que basta el conocimiento, sin ser menester que se conozca que
hay doble seguro. Creo que media una equivocación porque excluiría el error en la apreciación
del valor asegurable, que él mismo señala como excusante.
Zavala Rodríguez, II, nº 1734, critica la solución del art. 68, porque exige la investigación de la
intención.

(2198) Bruck, p. 552, indica que el deber de conocer no es suficiente; pero será así cuando no
media culpa; de lo contrario, la ignorancia o el error serán inexcusables.

(2199) Besson y Picard, II, nº 100, sostienen para el derecho francés la anulación de todos los
seguros para el supuesto de dolo. Y admiten que la retractación del asegurado, aun al momento
de realización del riesgo, impide al asegurador recabar la anulación, porque la declaración del
seguro múltiple elimina el dolo.

(2200) Greco, en "Assicurazioni", 1937, 2, p. 13.

(2201) Ver nº 33, precedente. Asimismo, se trata de una solución que atiende a mantener la
vigencia del principio indemnizatorio consagrado en el art. 65 Ver Texto, parte primera.

(2202) Cabe preguntarse, p.ej.: ¿la nulidad debe ser alegada en el plazo del art. 56 Ver Texto,
LS., en el caso de que la pluralidad dolosa haya sido descubierta en ocasión del siniestro -que es
lo habitual-? ¿Qué acontece si no se alega en ese lapso?

(2203) C. Nac. Com., sala B, 21/7/1995, "Owen, Luján A., v. La Concordia Cía. de Seguros
S.A.".

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VIII (2204)

36. Trasferencia del seguro.

Hemos visto ya que la póliza no puede ser concebida como un título de crédito, ni admitirse
que circule con tal carácter con eficacia traslativa del vínculo asegurativo (2205) .

El contrato de seguro es intuitu personae; la personalidad del asegurado influye sobre la


apreciación del riesgo, en lo que se ha dado en llamar el azar moral (2206) . Además, el interés
asegurable depende de la persona de su titular, que es uno de los elementos que lo caracterizan
(2207) .

1110
De ahí que en el rigor de los principios, el contrato de seguro no se debería trasferir en los
supuestos de enajenación de las cosas o derechos sobre los cuales recae el interés asegurable.
Pero las necesidades del comercio imponen la trasferencia del seguro con las mercaderías, para
hacer posible la rapidez de las transacciones. El régimen de la ley tiene la ventaja de mantener
la cobertura, aun en el supuesto en que el asegurador opte por rescindir, por un lapso que le
permite al adquirente hallar quien lo reemplace, y contemporáneamente respeta el interés del
asegurador si juzga lesionado su interés porque estima agravado el azar moral.

La ley ha consagrado en el punto un doble sistema (2208) :

a) cuando la póliza se emite a la orden o al portador (que se excluye en los seguros de


personas) (art. 13 Ver Texto, 4º párr.), la trasferencia de la póliza trasmite todos los derechos
contra el asegurador en los términos del art. 13 Ver Texto, 1º y 2º párrs., ya analizados;

b) cuando la póliza es nominativa, en los seguros de daños patrimoniales, se aplica el art. 82


Ver Texto:

1) El cambio de titular del interés asegurado debe ser notificado al asegurador en el término de
siete días (5º párr.), quien podrá rescindir el contrato en el plazo de 20 días, y con preaviso de
quince días, salvo pacto en contrario (art. 82 Ver Texto, 1er. párr.), que sólo puede ser en favor
del asegurado (art. 158 Ver Texto), esto es, de trasferencia automática al adquirente del interés,
pacto útil cuando el azar moral sea indiferente para el asegurador.

La omisión de la notificación libera al asegurador si el siniestro ocurre después de quince días


de vencido el plazo correspondiente (art. 82 Ver Texto, 5º párr.).

Cuando el asegurador opte por la rescisión, restituirá la prima percibida en proporción al plazo
no corrido y la totalidad de la correspondiente a los ejercicios futuros (art. 82 Ver Texto, 3er.
párr.).

2) El adquirente del interés puede rescindir en el término de quince días, sin observar preaviso
alguno (art. 82 Ver Texto, 2º párr.). Su interés en rescindir puede radicar en que el riesgo ya
está cubierto por un seguro en vigencia (p.ej., cuando tiene contratado un seguro flotante, o el
bien se incorpora a una universalidad asegurada, etc.).

1111
3) El enajenante adeuda la prima correspondiente al período en que notifica la trasferencia (art.
82 Ver Texto, 3er. párr.): es la solución lógica de su carácter de contratante del seguro. Sin
perjuicio de la restitución proporcional en caso de rescisión (ver supra, sub 1).

No obstante, el adquirente es codeudor solidario por la prima hasta el momento en que


notifica su voluntad de rescindir (art. 82 Ver Texto, 3er. párr.), porque hasta ese momento está
garantizado por el asegurador, que soporta, por ende, el riesgo.

37. Momento en que se produce la trasferencia.

La doctrina y la jurisprudencia no están de acuerdo en fijar cuándo hay enajenación de la cosa


que trasfiere el contrato. Se han propuesto diversas soluciones:

a) Existe cuando se trasfiere el riesgo. En la mayor parte de los casos, la enajenación de la cosa
coincide con la trasferencia del riesgo, mas no siempre, como ocurre en la venta con pacto de
reserva de dominio. Gorla observa, con razón, 1) que en estos casos, cuando el riesgo se
trasmite sin cambiar el titular del dominio, hay dos intereses asegurables, distintos del primitivo
cubierto; 2) que la trasferencia del riesgo varía de contrato a contrato; 3) la trasferencia del
riesgo no elimina el interés del vendedor; sólo elimina el efecto del caso fortuito sobre su
crédito al precio (2209) .

b) M”ller sostiene que se produce con el pago del precio, fundado en que sólo interesa la
propiedad en sentido económico, y no en sentido jurídico (2210) . Cabe objetarla
especialmente en el supuesto de la venta a crédito, en que hay trasferencia de la propiedad
(2211) .

c) Bruck opina -con razón- que existe trasferencia cuando se han investido en el comprador los
atributos económicos del propietario: "El interés en la cosa asegurada y el titular de ese interés
son dados y definidos por el nacimiento de la relación de seguro, abstracción hecha del pago
del precio de venta. El vendedor que contrató el seguro como propietario es sustituido por el
adquirente como tal. Mas la mutación formal de la propiedad no es una norma del interés; se
puede tener un interés sin que éste repose todavía sobre una base jurídica cierta. Por el
contrario, importa conservar al momento del siniestro la calidad económica, y no la calidad
jurídica del adquirente que demanda la reparación del daño. La mutación del seguro se opera
en ocasión de una mutación de la propiedad en el sentido del Código Civil, pero las dos

1112
mutaciones no son obligatoriamente concomitantes. En el caso particular, la entrada en el goce
por el adquirente antes de la mutación de la propiedad produce la sustitución del vendedor por
el adquirente en el contrato de seguro, porque el segundo inviste desde entonces los atributos
económicos de un propietario" (2212) . Es decir que se debe examinar quién sufre el perjuicio,
y éste será el titular del interés, circunstancia que generalmente corresponde al momento en
que se entrega la cosa al comprador (2213) . Gorla critica esta solución afirmando que no es
suficiente un goce de hecho, sino que se requiere un acto jurídico que le sirva de base; de ahí
que para él debe existir trasferencia de la propiedad (2214) : olvida que el interés no es una
relación jurídica ni una relación económica protegida jurídicamente: es suficiente una fundada
expectativa de protección jurídica, como ocurre en la ganancia esperada, la pérdida de
alquileres en el seguro de incendio, el seguro contra la huelga injusta, el seguro contra el rescate
de títulos, etc. (El agregado al art. 2355 Ver Texto del Código Civil por la ley de reformas
17711 Ver Texto apoya la posición sostenida.)

Cuando la trasferencia de la propiedad y del riesgo coincidan, el traspaso del contrato de


seguro no suscita dificultades, porque será simultáneo. Mas cuando el acto se cumple por
etapas, y se ejecuta el contrato por etapas o sucesivamente, también se trasfieren en cada etapa
nuevos riesgos al adquirente. Esta situación pugna con la unidad del contrato de seguro y del
interés cubierto, y de este interés no pueden resultar otros muchos intereses asegurables: de ahí
que uno u otro de los contratantes deba ser el asegurado, y será quien soporta el daño sobre la
cosa (2215) .

Con este criterio, el adquirente subentra en la relación del seguro conforme a las siguientes
reglas:

a) si se trata de inmuebles, con la tradición; si existe pacto de retroventa, el vendedor


reingresará en la relación del seguro al tiempo que ejerza su derecho (el registro exigido por el
art. 2505 Ver Texto del Código Civil -ley 17711 Ver Texto- se refiere a la oponibilidad a los
terceros);

b) si son cosas muebles, el momento decisivo es la tradición. Si está en poder de un tercero,


desde que se le trasfiere el derecho a la restitución. Cuando la enajenación sea con la condición
suspensiva o resolutoria, éstas no afectan si la tradición se cumple. Se aplica a la venta CIF, en
la cual hay un pacto de trasferencia de riesgos al comprador. La venta en que el pago se debe
contra presentación de documentos no altera las reglas de trasferencia del seguro, porque esa
presentación sólo afecta la modalidad del pago (2216) .

1113
c) se aplica a todos los seguros de intereses, inclusive al seguro de la responsabilidad civil,
siempre que exista enajenación de una cosa. Respecto del seguro de la responsabilidad civil,
éste se trasfiere por el solo hecho de la venta de la cosa, por ejemplo en la enajenación del
automóvil, si éste es el único medio previsto en el contrato por el cual puede nacer la
responsabilidad (2217) . Si no está vinculada a una cosa determinada, la enajenación de una de
ellas no afecta, como en el seguro flotante (depositario, trasportador, etc.).

38. Recaudo de la enajenación por un acto jurídico.

Se requiere trasferencia en virtud de un acto jurídico. De ahí que no se produzca en los


supuestos de adquisición originaria. Ni en los casos de sucesión universal (art. 83 Ver Texto, 2ª
frase), porque el traspaso se rige por las reglas de la sucesión (2218) . No existe sucesión
cuando el propietario primitivo ha debido trasferir la cosa al nuevo, como en los supuestos de
la sociedad que trasfiere a otra su activo y pasivo (2219) .

No existe enajenación cuando se parte un condominio o el haber de la comunidad conyugal, o


cuando el bien se grava con derechos reales (2220) . En cambio, existe cuando el bien se aporta
a una sociedad o se adjudica a un socio al disolverse (2221) .

La enajenación debe ser válida. La nulidad impone la restitución al vendedor, con derecho del
comprador a repetir las primas pagadas o su obligación a restituir la indemnización que hubiera
percibido. Mas hasta tanto la nulidad se declare, tiene un interés asegurable, y el asegurador
debe tratar con él (2222) .

Si la trasferencia sólo es parcial, el traspaso se produce por esa parte (2223) .

Cuando la enajenación es resultado de la ejecución forzada, se aplican las mismas normas (art.
83 Ver Texto). Mas se debe juzgar que no se aplica en el supuesto de expropiación, porque el
Estado no asegura sus bienes o lo hace con determinado ente estatal.

1114
La enajenación debe ser hecha por quien tiene derecho a realizarla; la adquisición hecha a un
tercero y respetada por la buena fe del adquirente no trasfiere el contrato. Si se adquiere
sucesivamente por varias personas, cada uno de los adquirentes subentra en el contrato, en el
lugar del autor; y el titular posterior puede salvar la omisión de notificación cometida por
cualquiera de los titulares anteriores. En el seguro por cuenta ajena, la trasferencia se produce
sea que se adquiera del tomador o del asegurado; si el tomador no podía enajenar, el adquirente
de buena fe subentra en el seguro si podía disponer de éste (2224) .

Es menester que el seguro esté en vigencia y sea eficaz, y que la enajenación se produzca
después del comienzo material y formal del seguro. Si se trata de un seguro mutual, el
adquirente adquiere automáticamente la calidad de socio; mas si para ello se requiere
pertenecer a determinada actividad profesional, la limitación es oponible al adquirente, como lo
es la limitación territorial (2225) .

39. Efectos.

El fundamento de la trasferencia está en la ley: no existe un nuevo contrato de seguro con el


adquirente (2226) .

Produce los siguientes efectos: el vendedor queda eliminado del contrato; ya no debe cumplir
las cargas y obligaciones contractuales -mantenimiento del estado del riesgo, informaciones,
etc.-; su conducta es indiferente para el comprador; y por otra parte pierde todo derecho
derivado del contrato. El comprador subentra en el contrato, y desde que es investido del
interés, debe cumplir con todas las cargas y obligaciones contractuales y legales, y responde por
sus violaciones. A la vez será el titular de las indemnizaciones -si fuere de siniestros anteriores,
si media cesión-, gastos de salvamento realizados, y del ejercicio de los demás derechos que le
competen en su carácter de asegurado. El adquirente toma el contrato en el estado en que se
halle al momento en que subentra, debiendo sufrir todas las defensas e impugnaciones que el
asegurador pudo oponer al enajenante (2227) . Cesa la obligación del vendedor de pagar la
prima, salvo los atrasos y el período en curso (art. 82 Ver Texto, 3er. párr.), y el comprador
debe pagarla una vez aceptada, porque hasta entonces ambos son deudores de la prima (2228) ,
salvo que exista rescisión por parte del adquirente -que no acepte el contrato- o por parte del
asegurador, supuesto este último en que sólo deberá pagarla hasta el instante en que surte
efecto la rescisión, ya que hasta ese momento éste soporta el riesgo y debe la indemnización si
se produce el siniestro (art. 82 Ver Texto, 3er. párr.).

1115
El adquirente debe aceptar el contrato; si lo rechaza, se rescinde (art. 82 Ver Texto, 2º párr.).

No se le trasfieren los derechos por indemnizaciones anteriores; para que se produzca, es


menester cesión expresa, porque constituye un crédito ajeno al bien adquirido (2229) .

La enajenación puede importar por sí sola una agravación del estado del riesgo; en este
supuesto se aplican las reglas sobre esta agravación, ya consideradas, con el efecto principal de
autorizar al asegurador a rescindir también por esta causa. El adquirente debe cumplir con las
obligaciones impuestas por la agravación (2230) .

40. Notificación al asegurador.

La notificación señalada en el § 36, ap. b, puede hacerla cualquiera de las dos partes, pero basta
que una sola la haga, aun cuando sean varios los adquirentes o enajenantes. Incluso puede
hacerla un tercero, porque no se trata de una declaración de voluntad y porque el
conocimiento adquirido por el asegurador, por cualquier medio, le impone pronunciarse en el
término fijado por la ley (2231) .

La notificación no es un acto formal; debe contener por lo menos indicación del acto de
enajenación, la persona del adquirente y los detalles que el contrato de seguro establezca. Se
debe dirigir al asegurador, sea en su sede social o al agente (2232) .

Mientras no se cumpla con la notificación, el asegurador se halla en la posición del deudor


cedido no notificado: cuanto actúe de buena fe con el enajenante es oponible al adquirente,
incluso la rescisión, impugnación, reducción, etc.; pero este derecho cesa en cuanto conoce la
trasferencia por cualquier medio (2233) .

1116
41. Facultad del asegurador para rescindir. Ejercicio.

La ley fija un plazo para que el asegurador opte por la rescisión del contrato; con ello se
propone poner fin a la incertidumbre del adquirente (art. 82 Ver Texto, 1er. párr.) (2234) .

La decisión se debe notificar a ambas partes: al adquirente, que es el titular del interés actual y
en favor de quien la ley trasfiere el contrato, y al enajenante, para quien se crean derechos con
esa decisión: la comunicación que se haga a uno de ellos no es oponible al otro (2235) . Se
puede emplear cualquier medio, si nada se pactó en especial.

El asegurador pierde el derecho a rescindir si deja trascurrir el plazo legal (2236) , o acepta el
pago de primas por el adquirente (2237) (hay una aceptación tácita del nuevo titular), o que
éste cumpla a título personal cualquier acto de ejecución del contrato que debió ser realizado
por el enajenante, por la misma razón.

La rescisión se debe notificar con preaviso de quince días (art. 82 Ver Texto), salvo pacto con
plazo mayor (art. 158 Ver Texto).

Si el asegurador opta por mantener el contrato sus efectos no varían, y si opta por rescindirlo,
responde por los siniestros que ocurran hasta que la rescisión sea eficaz. La póliza argentina de
incendio modificaba la solución; en la cláusula 8ª declaraba suspendida la garantía desde la
notificación de la enajenación hasta su manifestación de continuar el contrato; pero esta
solución es ilegal atento a lo dispuesto por el art. 158 Ver Texto, que sólo autoriza modificar el
art. 82 Ver Texto en favor del asegurado.

Si el asegurador opta por la rescisión, deberá restituir la prima por el período corriente en
proporción al tiempo no corrido, e íntegramente la que corresponda a los períodos pagados
por adelantado (art. 82 Ver Texto, 3er. párr.).

42. Renuncia previa.

1117
El asegurado puede asumir en la póliza la obligación de hacer aceptar el contrato por el
comprador; en tal caso, existe una renuncia del asegurador a rescindir (2238) .

La ley argentina no impone al adquirente la asunción del contrato; éste puede rechazarlo (art.
82 Ver Texto, 2º párr.), por lo cual, entre nosotros no cabe el problema debatido en la doctrina
extranjera, de si el adquirente puede o no rescindir el contrato (2239) .

El asegurador tiene derecho a exigir del comprador el cumplimiento, si éste se obligó con el
vendedor a mantener el contrato (2240) : en este supuesto, el incumplimiento por parte del
adquirente no afecta al enajenante, que se obligó a que aquél asuma y continúe con el contrato,
porque por su parte ha cumplido la obligación contraída (2241) .

42 (a). La trasferencia del interés asegurado en los seguros de automotores.

Nuevamente se puede señalar, en el tema del interés asegurado, cuestiones emergentes del
régimen de la propiedad del automotor (decreto ley 6582/58, art. 1 Ver Texto).

El art. 82 Ver Texto, LS., apartándose del régimen del (derogado) art. 511 Ver Texto del
Código de Comercio (que trasmitía la titularidad del seguro al adquirente del bien, salvo pacto
en contrario) (2242) , se limita a mantener la cobertura durante un lapso de 22 días.

Cabe entonces preguntarse: ¿es suficiente para poner en acción la norma del art. 82 Ver Texto,
LS., en materia de seguro de automotores, que haya mediado una operación privada de venta
del rodado asegurado, aunque no se hubiera efectuado la trasferencia y, por ende, la titularidad
dominial permanezca en cabeza de quien figura como propietario "registrado"? La respuesta
debe ser, a nuestro juicio, afirmativa. Más allá de los formalismos registrales, el seguro cubre
intereses económicos efectivos, reales, existentes; de lo contrario se podría caer en
enriquecimientos indebidos. El vendedor, aunque no se haya efectuado la trasferencia registral,
ha entregado la posesión de la cosa, que posibilita su uso y, en razón de ello, percibido un
precio que produjo una sustitución de valores que puso fuera de su esfera de intereses al
automotor, aun cuando por una suerte de ficción burocrática el rodado permanezca en su
patrimonio, donde puede ser, p.ej., embargado.

1118
En cuanto a la cobertura de la responsabilidad civil, cabe reiterar lo que ya expresamos antes
[en este capítulo, § 9 (a), punto 1], en el sentido de que el interés asegurable subsiste en tanto
haya responsabilidad a cargo del enajenante del automotor, sobre todo atento lo expresado por
los arts. 1 Ver Texto y 27 Ver Texto, primera parte, del decreto ley 6582/58.

(2204) Además de la bibliografía general y los autores citados en el curso de la exposición, ver
De Gregorio, "Il trasferimento delle cose assicurate nell´assicurazione contro i danni, in specie
contro i danni dell´incendio", en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 486; Donati, Antigono, Le
circolazioni dell´assicurazione contro i danni, en "Assicurazioni", 1936, 1, p. 130; Besson,
André, L´aliénation de la chose assurée, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, ps. 5 y 269; Garrido y
Comas, ob. cit., p. 416; Greco, en "Assicurazioni", 1942, 2, p. 158; Donati, en "Assicurazioni",
1944, 1, p. 63, y 1960, 2, p. 42; Poggi, en "Assicurazioni", 1960, 2, p. 162; Besson, en "Rev.
Gén. Ass. Terr.", 1953, p. 32; 1958, ps. 42 y 47, y 1959, p. 25, con especial referencia a la
reforma de la ley de 1930, por la ordenanza del 7 de enero de 1959; Ruiz Rueda, L., y Mantilla
Molina, R. L., en "Assicurazioni", 1964, 1, p. 575; Fontanarrosa, Rodolfo O., en "Revista
Mexicana de Seguros", 1965, p. 29.

(2205) Ver supra, capítulo III, nº 46, y Ferri, en "Assicurazioni", 1939, 1, ps. 373 y ss.;
Gasperoni, en "Assicurazioni", 1939, 1, ps. 438 y ss.; Donati, en "Assicurazioni", 1936, 1, ps.
130 y ss.; Patterson, ps. 185 y ss.

(2206) Segovia, nota 1889; Obarrio, nº 39; Rivarola, nº 1113; Patterson, nº 49; Gasperoni, nº
49, p. 838.
Besson y Picard, II, nros. 16 y 127, señalan que la regla del art. 19 de la ley francesa de 1930, ha
trasformado el seguro en intuitu rei. Debo puntualizar que ese art. 19 no es sino la
generalización de la norma del art. 511 Ver Texto de nuestro Código de Comercio, derogado.

(2207) Bruck, p. 556.

(2208) Zavala Rodríguez, II, nº 1786, critica la solución del art. 82 Ver Texto; sostiene la
necesidad de la trasferencia automática del seguro con la enajenación del interés.

(2209) En "Assicurazioni", 1937, 1, ps. 293 y ss.

(2210) Citado por Gorla, en "Assicurazioni", 1937, p. 291.

(2211) Gorla, en "Assicurazioni", 1937, 1, p. 291; Bruck, ps. 558 y ss.

(2212) Bruck, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, p. 903, criticando la solución contraria de la
Corte Suprema alemana.

(2213) Bruck, ps. 558 y ss.

1119
(2214) Gorla, en "Assicurazioni", 1937, 1, p. 292.

(2215) Bruck, ps. 559 y ss.

(2216) La venta con reserva de dominio en materia de muebles no es conocida en nuestro


derecho; pero aun en los países en que se aplique, el contrato pasa al comprador, que tiene el
uso y goce del bien (Bruck, ps. 561 y ss.; confr. Gorla, en "Assicurazioni", 1937, 1, ps. 301 y
ss.).

(2217) En el supuesto de enajenación del activo y pasivo, C. Nac. Com., 22/6/1942, JA 1942-
III-452.
Contra: Bruck, ps. 571 y ss.
Según Gasperoni, la enajenación resuelve el contrato (ob. cit., nº 15, p. 845). Ver Genovesi, en
"Assicurazioni", 1961, 1, p. 47.

(2218) Bruck, ps. 566 y ss.; Vivante, Contratto, nº 335; no afecta a la naturaleza intuitu
personae del contrato, porque los herederos continuarán la persona del causante.
Contra: Rivarola, nº 1131, respecto a la trasferencia por sucesión.

(2219) Bruck, ps. 566 y ss.

(2220) Bruck, ps. 566 y ss.; Vivante, Contratto, nros. 335 y 340; y Trattato, nº 1958.

(2221) Vivante, Contratto, nº 335.


Contra, C. Nac. Com., 15/12/1910, "Jur. Trib. Nac.", 1910, p. 2460, supuesto en que una parte
de los socios se hizo cargo del activo y pasivo de la sociedad, porque dado que no existía el
cambio de personas, no existía la razón que justifica la aplicación de la norma.

(2222) Bruck, ps. 564 y ss.

(2223) Bruck, p. 565.

(2224) Bruck, ps. 568 y ss.


Naturalmente, subordinado al art. 453 Ver Texto, CCom., sobre venta de la cosa ajena.

(2225) Bruck, ps. 569 y ss.

(2226) Bruck, ps. 574 y ss.; Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, ps. 5 y ss.
No cabe aceptar como fundamento de la trasferencia la voluntad presunta de las partes, porque
el asegurador en ningún momento acepta el seguro del interés del tomador y de todos quienes
lleguen a ser titulares de él; tampoco cabe vincular el seguro a la cosa, porque lo ligaría a la
suerte de ésta en todos los casos, y no sólo en la enajenación (Bruck, lug. cit.).

(2227) Bruck, ps. 573 y ss.; Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, ps. 5 y ss., y ps. 286 y ss.;
Besson y Picard, II, nros. 140 y 141.

1120
(2228) Es una cesión de deudor, que no surte efecto -respecto de la prima-, hasta que el
asegurador acepte expresa o tácitamente (confr. Colmo, Obligaciones, nº 1098). La solidaridad
establecida por el art. 82 Ver Texto, 3º párr., se justifica porque se impone al asegurador un
deudor de solvencia desconocida (Bruck, ps. 578 y ss.). En derecho francés, el art. 19 soluciona
el punto imponiendo la obligación al enajenante, salvo su derecho de reembolso contra el
adquirente; y si se trata de primas a vencer, su pago pesa sobre el adquirente. Confr. Besson y
Picard, II, nros. 142 y ss.

(2229) Segovia, nota 1808.

(2230) Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, ps. 5 y ss.; Bruck, ps. 519 y ss.; Malagarriga, nº
164.

(2231) Rivarola, nº 1131; en este caso el asegurado o el adquirente debe probar el


conocimiento del asegurador; cuando se trasfieren casas de comercio, las publicaciones legales
son comunicación suficiente.
El deber de conocer se equipara al conocimiento si existe culpa en no conocer, así cuando se
eluda dolosa o intencionalmente (contra: Bruck, ps. 580 y ss., sobre el deber de conocer).

(2232) Bruck, ps. 582 y ss.

(2233) Bruck, ps. 580 y ss.

(2234) Lógicamente, puede rescindir aun antes de ser notificado si conoce la trasferencia por
otro medio (Besson y Picard, II, nº 151).

(2235) Bruck, ps. 586 y ss. Contra: Malagarriga, nº 261, quien sostiene que se debe dirigir al
enajenante, que es con quien se contrató.
Besson y Picard, II, nº 150, opinan que se debe notificar al adquirente, que es por la ley el
asegurado para lo futuro.

(2236) Segovia, nota 1890.

(2237) Segovia, nota 1890; Vivante, Trattato, nº 1958, y Contratto, nº 340; Castillo, nº 107;
Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, ps. 286 y ss.; Besson y Picard, II, nº 153.

(2238) De Lalande y Couturier, nº 294.

(2239) Bruck, ps. 589 y ss.; Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1934, ps. 286 y ss.
La ejecución de sus obligaciones por el adquirente importa renuncia de su derecho a rescindir
(Besson y Picard, II, nº 162).
La rescisión por el adquirente puede dar derecho al asegurador al resarcimiento del daño
sufrido (Besson y Picard, II, nº 165).

(2240) Dupuich, nota en DP 1913-2-325; Vivante, Contratto, nros. 343 y 344; Besson y Picard,
II, nº 162.

(2241) Salandra, en "Assicurazioni", 1937, 2, p. 176.

1121
(2242) El art. 511 Ver Texto del Código de Comercio decía: "Mudando la cosa asegurada de
dueño durante el tiempo del contrato, el seguro pasa al nuevo dueño, aun sin mediar cesión o
entrega de la póliza, por lo que toca a los daños sobrevenidos desde que la cosa corre por
cuenta del nuevo dueño, a no ser que entre el asegurador y el asegurado originario otra cosa se
hubiese pactado expresamente. Si el nuevo dueño rehusase aceptar el seguro al tiempo de la
trasferencia de la propiedad, el seguro continuará a favor del antiguo dueño por la parte que
hubiese conservado en la cosa asegurada, o por el interés que tuviere en caso de falta de pago
del precio de adquisición".

-----------

IX (2243)

43. Seguro por cuenta ajena. Requisitos.

La ley 17418 Ver Texto ha regulado con cierto detalle el seguro por cuenta ajena en los arts. 21
Ver Texto a 26 Ver Texto, con inclusión en él del seguro por cuenta de quien corresponda.

Se debe distinguir del seguro del interés propio en una cosa ajena: de esta especie son los
seguros del expedidor, depositario, trasportador, etc., por la responsabilidad eventual hacia el
propietario de la cosa por pérdida, daños, etc. En ambos supuestos, la pérdida afecta una cosa
ajena al tomador, pero en éste el interés protegido es el del tomador. En el seguro sobre la vida
de un tercero -o de accidente a un tercero- tampoco hay seguro por cuenta ajena: sólo el riesgo
soportado por el asegurador depende de la condición corporal de un tercero (2244) .

El seguro por cuenta ajena es el reverso del seguro por cuenta propia. Su nota característica no
es la carga de los gastos sobre otro, de los cuales el tomador es el deudor, sino la posición de
las partes: el asegurado como sujeto de los riesgos, y el tomador del seguro como
cocontratante del asegurador, porque el rasgo esencial es que el tomador asegura a nombre
propio intereses ajenos. En este supuesto es capital distinguir entre tomador del seguro y
asegurado (2245) .

1122
La existencia de mandato excluye el seguro por cuenta ajena: el mandatario actúa como una
longa manus jurídica del principal; actúa en su nombre y adquiere y se obliga para y por él; no
asume obligaciones ni adquiere derechos a nombre propio (2246) .

44. Naturaleza jurídica.

La doctrina suele discrepar acerca de la naturaleza del contrato.

La mayoría de los autores rechaza su asimilación al contrato celebrado por un comisionista. El


asegurado adquiere un derecho propio e inmediatamente contra el asegurador, en oposición a
lo dispuesto para la comisión por el art. 233 Ver Texto del Código de Comercio; lo cual no
excluye que en las relaciones internas entre tomador y asegurado pueda llegar a existir, en un
supuesto determinado, un contrato de comisión (2247) . El tomador no sólo declara que el
interés asegurado no es de él (o que puede llegar a no serlo en el futuro), sino que puede no
estar en condiciones de indicar quién será el titular del interés -seguro por cuenta de quien
corresponda-; en cambio, el comisionista contrata a nombre propio aunque no lo hace para sí,
sino para su comitente, que es determinado y que él no puede cambiar, y en definitiva en las
relaciones internas actúa como un mandatario (2248) .

La doctrina nacional juzga que se trata de un supuesto de gestión de negocios (2249) . Es un


error, porque la gestión de negocios exige la existencia determinada del titular del interés cuya
ausencia la imposibilite gestionar el negocio, y presupone la preexistencia de la relación en
gestión (2250) ; además, el tomador no se propone en forma alguna gestionar un negocio
ajeno: actúa en virtud de otras razones y contrata el seguro en cumplimiento de relaciones más
complejas, inclusive ignorando quién es el titular actual del interés. La regla del art. 1162 Ver
Texto, 2º párr., CCiv., tiene distinto alcance.

Se trata realmente de un contrato en favor de tercero, determinado o determinable, en que el


tomador es el promisario, el asegurador el promitente, y el tercero, asegurado, el beneficiario
(2251) .

1123
Lordi rechaza esta solución porque el contrato en favor de tercero supone el derecho a revocar
aun después de producido el siniestro y hasta tanto se acepte. Y el tomador no tiene la libre
disposición de que goza el promisario en el contrato en favor de tercero (2252) . Estas
objeciones se fundan en una generalización equivocada de ciertos caracteres peculiares a
determinados contratos. La revocabilidad deja de existir cuando la relación se funda en un
título oneroso o en cumplimiento de obligaciones contractuales previas. Es cierto, como
reconoce la doctrina alemana, que algunas peculiaridades le apartan del contrato en favor de
tercero: éste no sólo adquiere derechos, sino que debe cumplir obligaciones; su derecho a
disponer está limitado; en determinados casos su conocimiento de los hechos es decisivo para
ciertos efectos; el tomador hace valer derechos ajenos, y no propios; pero en sus líneas
generales fundamentales, lleva el sello inconfundible del contrato en favor de tercero.

El seguro por cuenta ajena sólo se diferencia del seguro por cuenta de quien corresponda en
que, en aquél, el tercero beneficiario es determinado, y en éste es indeterminado pero
determinable (art. 21 Ver Texto, 2º párr.) (2253) .

45. Características.

Además de las normas que le son peculiares, rigen las correspondientes a los otros contratos de
seguros: su rasgo peculiar está determinado generalmente por la indefinición de quién es, fue o
será el titular del interés asegurado. Según la ley argentina, se debe expresar que se contrata por
cuenta ajena; de lo contrario se presume que lo hace por cuenta propia (art. 21 Ver Texto): es
una presunción juris tantum; admite prueba en contrario (2254) (doctrina del art. 26 Ver
Texto), que debe resultar de circunstancias conocidas por el asegurador -como es la profesión
o comercio del tomador- (2255) , porque, de no ser así, existirá reticencia (2256) .

El art. 27 Ver Texto impone al tomador el pago de la prima; la exigencia se explica como
aplicación de la regla general de todos los contratos de seguro (2257) .

Si no paga la prima se aplicarán las reglas de los arts. 30 Ver Texto y ss.; sin perjuicio del
derecho del asegurador de reclamarla del asegurado en caso de insolvencia del tomador (art. 27
Ver Texto, 2º párr.) (2258) , si la deuda consta en la póliza (art. 13 Ver Texto, 1er. párr.).

1124
46. Ratificación por el asegurado.

La ratificación del asegurado se puede producir en cualquier momento, aun después del
siniestro (art. 22 Ver Texto) (2259) : la ley no fija plazo, y para el asegurador es indiferente; en
cambio, la circulación del interés asegurable puede tener características tales que el titular al
momento del siniestro recién conozca su celebración después de ocurrido éste.

47. Posición jurídica y efectos respecto de las diversas partes. Relaciones entre tomador y
asegurador y entre asegurado y asegurador.

La existencia de tres partes en el contrato suscita todas las dificultades y problemas planteados
por esta especie del contrato de seguro.

El tomador es el cocontratante del asegurador: es a su respecto como se juzgarán existentes o


no todos los recaudos para la validez del contrato; es capital el acuerdo de que se asegura un
interés ajeno (2260) : las excepciones oponibles al tomador también lo son al asegurado (2261)
, siempre que nazcan hasta el momento en que el asegurado se hace presente y toma su debida
injerencia en el cumplimiento del contrato.

Las relaciones entre el tomador y el asegurador se rigen exclusivamente por el contrato: el


tomador debe cumplir con todas las obligaciones y cargas impuestas por éste, incluso pagar la
prima; su incumplimiento hace aplicables las sanciones previstas, con eficacia contra el
asegurado, aun cuando sea la pérdida de todo derecho (2262) .

Si bien los derechos nacidos del contrato corresponden al asegurado, el tomador puede
disponer a nombre propio de los derechos que resultan del contrato (art. 23 Ver Texto, 1er.
párr.): tiene un derecho de disposición, puede variar el contrato, reducirlo, rescindirlo,
abandonar, transar, actuar en justicia, comprometer en árbitros, recibir las notificaciones y

1125
declaraciones del asegurador; y puede recibir la indemnización, si se halla en posesión de la
póliza o tiene el consentimiento del asegurado, consentimiento que el asegurador puede exigir
(art. 23 Ver Texto, 2º párr.). Igual solución se impone para los demás actos de disposición.
Quien pretende la existencia del consentimiento deberá probarla. Estos derechos del tomador
no integran su patrimonio: no pueden ser ejercidos por sus acreedores ni ser trasferidos a un
tercero (2263) . No necesita acreditar el consentimiento del asegurado cuando contrató por
mandato o por una obligación legal (art. 23 Ver Texto, 2º párr.).

En caso de siniestro debe cooperar en el salvamento, elección de los peritos, etc. (2264) .

El asegurado no es el cocontratante, y no puede ser obligado a cumplir las obligaciones


asumidas por el tomador, ni siquiera pagar la prima, salvo el supuesto de insolvencia del
tomador (art. 27 Ver Texto, 2º párr.): mas habrá de satisfacerlas si quiere gozar de los derechos
que nacen del contrato, excepto cuando la póliza es a la orden o al portador y la deuda no
resulta de la póliza (art. 13 Ver Texto). Adquiere sus derechos directamente del contrato, que
dependen de la validez de éste, y siguen la suerte del patrimonio del asegurado: sucesión,
quiebra. Puede rechazarlos, con el efecto de que se juzga que nunca los adquirió: ocurrirá
cuando ya se aseguró o recibió la indemnización de manos de un tercero. Este rechazo no hace
adquirir esos derechos por el tomador, ya que no le pertenece el interés; pero el asegurador
ganará la prima, porque soportó el riesgo (2265) .

A pesar de que el asegurado es el titular del interés y en definitiva es a quien corresponde la


indemnización, su derecho a la disposición de los derechos nacidos del contrato se debe limitar
en protección de los que puedan corresponder al tomador, de manera que, pendiente el
contrato, los actos de rescisión, reducción, etc., así como las notificaciones y declaraciones del
asegurador, deben ser cumplidos por y con el tomador, quien actúa como si fuera el titular del
interés. Salvo que el asegurado obre con el consentimiento del tomador o se halle en posesión
de la póliza por un acto jurídico del tomador (art. 24 Ver Texto); de lo contrario no podrá
disponer ni recibir la indemnización, y si el asegurador la paga, podrá repetirla (2266) : si no
está en posesión de la póliza requerirá el consentimiento del tomador (art. 24 Ver Texto, 2ª
frase).

48. Efectos entre tomador y asegurado.

1126
Entre el tomador y el asegurado, las relaciones se rigen por la vinculación que exista entre ellos:
comisión, depósito, trasporte, compraventa, etc. De ésta dependen las obligaciones y derechos
de cada parte, pero no influyen sobre la relación de seguro (2267) . "El tomador no está
obligado a entregar la póliza al asegurado, ni al síndico ni al liquidador del concurso o quiebra
del mismo -dispone el art. 25 Ver Texto- antes de ser satisfecho de cuanto le corresponda en
razón del contrato". Y en la segunda parte, el mismo art. 25 Ver Texto le da preferencia para
cobrarse de cuanto deba el asegurador en razón del contrato.

49. En la compraventa CIF.

En la compraventa CIF, el vendedor asegura en cumplimiento de su obligación y no por


mandato o representación: el precio es unitario, y no se distinguen sus distintos elementos. El
titular del interés es el comprador, que soporta el riesgo. El vendedor tiene libertad de elegir el
asegurador, y no responde por su insolvencia; mas no puede él mismo constituirse en el
asegurador. Será responsable por cualquier perjuicio que reciba el comprador por un defecto
del contrato (2268) .

El comprador subentra en el contrato en virtud de las reglas de la enajenación o del seguro de


su propio interés, según los casos (2269) .

50. Concurrencia con otro contrato de seguro celebrado por el asegurado.

Cuando existe un contrato celebrado por cuenta ajena en ignorancia del asegurado, y éste
celebra otro contrato, se suscita el problema de establecer cuál de los contratos prevalece. Se
aplica la regla del art. 69 Ver Texto, ya analizada al considerar la pluralidad de seguros (2270) .

1127
(2243) Además de la bibliografía general y de los estudios que se citarán en el curso de la
exposición, ver Stolfi, Mario, "Appunti sull´assicurazione per conto di chi spetta", en
"Assicurazioni", 1936, 1, p. 284; Brunetti, Antonio, L´assicurazione per conto di chi spetta, en
"Assicurazioni", 1934, 1, p. 301; Perreau, E. H., De l´assurance pour compte, en "Rev. Gén.
Ass. Terr.", 1930, p. 493; Donati, Antigono, La teoría de la indemnización en los seguros y el
contrato a favor de terceros, en "Riv. Dir. Comm.", 1954, 1, p. 1; Houin, R., El seguro por
cuenta de quien corresponda, ¿se rige por las reglas del seguro de responsabilidad o por las del
seguro de cosas?, en "Sirey", 1949, 1, p. 9.

(2244) Bruck, p. 602.

(2245) Bruck, ps. 597 y ss.; Besson y Picard, II, nros. 167, 169 y 175.
Téngase en cuenta que la ley francesa -art. 6, 3º párr.- dispone expresamente que este seguro
por cuenta ajena también ampara al tomador, titular de un interés asegurable.
No obstante, Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1946, p. 276, sostiene que el seguro por
cuenta de quien corresponda incluye al tomador, si éste mantiene interés asegurable al tiempo
del siniestro, solución que rechazó la Corte de Casación en el fallo ahí anotado.

(2246) Bruck, ps. 599 y ss.

(2247) Bruck, p. 600; Brunetti, en "Assicurazioni", 1934, ps. 305 y ss.; Vivante, Contratto, nº
95; Besson y Picard, II, nº 169.

(2248) Lordi, nº 532.

(2249) Obarrio, nº 17; Rivarola, nº 1112; Segovia, nota 1813.


Para Malagarriga, nº 169, es un contrato sui generis, nacido de las necesidades comerciales.
En la doctrina extranjera es la opinión de Vivante, Trattato, nº 1907, y Levillan, en DP 1889-2-
177.

(2250) Ver Bibiloni, Anteproyecto, nota a los arts. 1855 y 1856, edición oficial, II, p. 407, y
Brunetti, lug. cit. en nota 176. Adde: Besson y Picard, II, nº 169.

(2251) Besson y Picard, II, nº 170, y autores citados en nota 182; Zavala Rodríguez, II, nº 1792;
Donati, Trattato, II, nº 284 (ver ahí, en nº 283, otras explicaciones propuestas); Corte de
Casación de Francia, 7/10/1959, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1960, p. 160.
Ferri impugna esta solución porque no se dan sus caracteres: interés propio del tomador,
revocabilidad, etc.; sería por cuenta, esto es, a mérito de una representación futura (en
"Assicurazioni", 1952, 1, p. 375); solución también auspiciada por Wets (comunicación al I
Congreso Panamericano de Seguros, Actas, ps. 231 y ss.) y ahora por Besson y Picard, 2ª ed.,
ps. 383 y ss.
Para Barassi (La teoria generale delle obbligazioni, II, p. 185), "el intermediario actúa con un
poder de representación que le deriva de una gestión de negocios". Para Planiol (Traité élém.,
7ª ed., nº 1226), existe una gestión de negocios, que el tercero ratifica.
El art. 1403, Código Civil italiano, lo regula como representación sin poder, por persona a
nombrar: en defecto de la designación, el contratante queda obligado (Scognamiglio, Contratti
in generale, p. 83, entiende que en el por cuenta, etc., en que el tercero se determina
objetivamente, existe contrato en favor de tercero).

1128
(2252) Lordi, nº 536.

(2253) Bruck, p. 601; Brunetti, en "Assicurazioni", 1934, 1, ps. 304 y ss.; Gasperoni, nº 21; ps.
825 y ss.; Lepargneur, nº 1340, fundado en el texto de la ley francesa, de 1930, art. 6; proyecto
del Instituto de Estudios Legislativos, art. 13.

(2254) Segovia, nota 1814; Rivarola, nº 1112; Obarrio, nº 16.


Contra: Fernández, ps. 449 y 450. Busca amparar al asegurador, que de lo contrario debe una
indemnización que correspondería. Olvida que el asegurador ya percibió la prima. La limitación
de esa prueba a las medidas indicadas en el texto eliminan todo peligro.

(2255) Lordi, nº 527; Sotgia, en "Riv. Dir. Comm.", 1940, 2, p. 223; Besson y Picard, II, nº 173.
Besson y Picard, II, nº 171, desechan que se pueda deducir de la naturaleza del contrato
celebrado. Asimismo rechazan la presunción que algunos autores deducen de la noción del
interés objetivo (II, nº 172).

(2256) Sotgia, en "Riv. Dir. Comm.", 1940, 2, p. 223; Vivante, Contratto, nº 86; Malagarriga, nº
174.

(2257) Y no por el temor al repudio del contrato por el asegurado, para el supuesto de que no
ocurra el siniestro.

(2258) Zavala Rodríguez objeta la solución, sin reparar en que se debe coordinar con el art. 13
Ver Texto, 1º párr.

(2259) Malagarriga, nº 171; ley francesa de 1930, art. 6; Vivante, Contratto, nº 113; Castillo, nº
39; Fernández, p. 448.
Contra: Segovia, nº 1813, implícitamente; Obarrio, nº 17.

(2260) Bruck, ps. 603 y ss.

(2261) Lepargneur, nº 1340, quien juzga que no lo son los nacidos de la conducta después del
siniestro: la solución dependerá del momento en que el asegurado se hace presente en el
contrato.
Besson y Picard, II, nº 180, distinguen las excepciones que se vinculan al contrato mismo, que
son oponibles, de las personales al tomador, que no lo son; pero reconocen la dificultad de
hacer la distinción en la práctica. Juzgan que son oponibles las defensas nacidas antes y
después del siniestro.

(2262) Bruck, p. 615; Besson y Picard, II, nº 176.

(2263) Bruck, ps. 622 y ss. Confr. Vivante, Trattato, nº 1908, y Contratto, nº 114; Donati,
Trattato, II, nº 288.

(2264) Vivante, Trattato, nº 1908.

1129
(2265) Bruck, ps. 616 y ss.: el rechazo se puede formular aun después del siniestro, pero no
antes del contrato, ni después de haber aceptado porque se trata de una declaración de
voluntad que lo incorpora al contrato. El derecho del tomador a una indemnización,
dependerá de las relaciones de derecho existentes entre ellos.

(2266) Bruck, ps. 620 y ss.: si el asegurado se halla en posesión de la póliza por un acto al cual
es ajeno el tomador, y su posesión vale legitimación, los terceros de buena fe, incluso el
asegurador, pueden tratar con él, válidamente: son las soluciones de la ley alemana, arts. 74 y
ss., más ajustadas a la naturaleza de la institución y a las necesidades que satisfacen.

(2267) Bruck, ps. 612 y ss.; Donati, Trattato, II, nº 289.


Castillo le impone en todos los casos las obligaciones y responsabilidad de mandatario, acorde
con su opinión de que existe gestión de negocios (nº 37).

(2268) Donadio, en "Assicurazioni", 1939, 1, p. 141. Si el vendedor no asegura, responde por el


siniestro: C. Nac. Com., 15/10/1930, GF 88-415.
Besson abarca en esta clase al celebrado por el locador del automóvil que en el precio incluye la
prima, para cubrir la responsabilidad del locatario hacia terceros por el uso del vehículo (en
"Rev. Gén. Ass. Terr.", 1957, p. 36).

(2269) Bruck, ps. 610 y ss.

(2270) Segovia y Malagarriga opinan que prevalece el contrato celebrado por el asegurado,
aunque lo haga una vez conocido el contrato celebrado por el tomador (nota 1814 y nº 175,
respectivamente). Como regla general es equivocada; la solución depende del vínculo jurídico
que exista como fundamento del contrato celebrado por el tercero: no cabe aceptarla, por
ejemplo, en la compraventa CIF.
Besson y Picard, II, nº 181, distinguen en cambio dos casos: si el tomador no conserva ningún
interés asegurable, se aplican las reglas del doble seguro; si, al contrario, el tomador conserva
un interés asegurable, el contrato juega como un seguro de cosa y como seguro de la
responsabilidad, por lo cual sólo se aplicará el seguro por cuenta que en definitiva debe
responder en razón del recurso.
Cabe oponerle la misma observación hecha en el párrafo anterior. Además condena a
imponerle al asegurado un contrato que se puede haber celebrado en condiciones más
rigurosas que el concertado por él.

-----------
51. Seguro sobre la vida.

Esta forma de contratar está expresamente excluida para los seguros sobre la vida (art. 21 Ver
Texto): es contrario a su naturaleza y al riesgo asumido, al examen de él, etc.

1130
-----------

Capítulo VIII. SINIESTRO

I. Conceptos comunes

1. Requisitos.

El acaecimiento del siniestro tiene particular importancia para el contrato, porque influye
radicalmente en las relaciones de las partes: da nacimiento a cargas contractuales y legales a
cuenta del asegurado, y, por otra parte, nacimiento al derecho a ser indemnizado y aun a
rescindir el contrato (arts. 46 Ver Texto, 49 Ver Texto, 52 Ver Texto, 72 Ver Texto, etc.).

El siniestro debe resultar del desarrollo normal del riesgo existente al comienzo formal del
seguro, cuando representa la realización del riesgo asumido por el asegurador, es decir que
debe ser causado dentro del estado del riesgo fijado en el contrato; por eso no lo es cuando
resulta de un cambio arbitrario o de una agravación del estado del riesgo (arts. 39 Ver Texto y
40 Ver Texto) (2271) .

Es menester que cause el daño previsto -en el seguro de intereses- o la consecuencia en la


persona del asegurado (2272) .

Es necesario que se produzca durante la vigencia material del seguro. Si el hecho no es


instantáneo, sino duradero, el siniestro se produce cuando comenzó a causar el daño o la
consecuencia en la persona del asegurado, según sea seguro de interés o seguro de personas. Si
las consecuencias dañosas se prolongan después de vencida la duración material, se consideran
ocurridas totalmente durante esa duración material. Mas si comienza después de vencido el

1131
término, en principio, queda excluido; por ejemplo, si la muerte -riesgo previsto- se produce
vencido el plazo aunque la herida -causa- sea anterior (2273) .

El siniestro anterior al comienzo del seguro no es un siniestro en sentido jurídico, y no da


origen a ninguno de los deberes del asegurado o del asegurador (Bruck, p. 385).
Cuando el daño se produce después del siniestro, se debe distinguir entre acontecimiento
asegurado como tal -realización del riesgo- y el siniestro (Bruck, p. 630, nota 12). Esta
distinción cobra importancia en el seguro de la responsabilidad civil, que analizaremos más
adelante.
En el seguro de mortalidad de animales la ley prorroga la garantía en este supuesto por el
término de un mes (art. 108).

Es decir que el siniestro reunirá estos tres requisitos: debe resultar del desarrollo del estado
contractual del riesgo, producir una necesidad -en el sentido expresado- y ocurrir durante la
duración material del seguro. De ahí que quepa definirlo así: el acontecimiento con cuyo
acaecimiento halla fundamento la obligación del asegurador de indemnizar (2274) .

1 (a).

1. El acaecimiento del siniestro es, quizá, el momento más importante en el contrato de seguro
por cuanto, si tiene lugar, todo lo que se hallaba en el terreno de los conceptos abstractos, de
las meras probabilidades, se concreta; lo temido se ha vuelto realidad, los perjuicios se han
tornado efectivos y es necesario proceder a la reparación.

Es en este momento cuando el seguro demuestra la calidad de su amparo y el asegurador su


eficacia, diligencia y la buena fe de su actuación. Hasta entonces, su obligación era una mera
hipótesis, y la prestación que prometió, un aspecto sujeto a la probabilidad propia del riesgo,
una mera promesa. Con el siniestro, en cambio, se configura su deber de actuar de la manera
más adecuada y pronta para restituir al asegurado, en lo posible, a la situación anterior al hecho
generador del daño, dentro de las características y extensión de la cobertura otorgada. Y la ley
somete al asegurador a algunas cargas y obligaciones específicas: una razonable diligencia en la
verificación del siniestro y sus consecuencias (p.ej., art. 77 Ver Texto, 2º párr., LS.); reembolsar
los gastos de salvamento efectuados por el asegurado (art. 73 Ver Texto); soportar los gastos
de verificación y liquidación del siniestro (art. 76 Ver Texto); y, sobre todo, expedirse, en los
seguros patrimoniales, dentro de los treinta días de recibida la denuncia o la información
complementaria que hubiere requerido al asegurado (arts. 46 Ver Texto, 2º párr., y 56 Ver

1132
Texto). Luego de ello, debe proceder al cumplimiento de la prestación en tiempo y forma (art.
49 Ver Texto).

Y en lo que atañe al asegurado, también se concretan aspectos de sus deberes que estaban
larvados. Se pone en movimiento una serie de cargas que han sido establecidas, ya por la ley, ya
por el contrato, que van desde el deber de informar que ocurrió un suceso que se ajusta a la
descripción que de la cobertura otorgada contiene la póliza, hasta la exigencia de su
colaboración en la ampliación de esa información que le solicite el asegurador; a ello se suma el
deber de no modificar el estado de cosas hasta la inspección de éste, así como también el
proporcionarle la documención que fuere pertinente requerírsele, etc.; y aun en momentos
previos al siniestro, cuando parece inminente su acaecimiento, el deber de salvamento, que se
traduce en un hacer lo posible para evitar que el siniestro tenga lugar o, si no se pudo evitar,
tratar de que sus consecuencias sean lo más reducidas posibles. También respecto del hecho
siniestral aparece, de manera concreta, la relevancia del principio de la buena fe, tan importante
en el contrato de seguro: ese asegurado debe actuar con diligencia y trasparencia y no pretender
recibir más de lo que le corresponde por el seguro, que no debe nunca enriquecerlo, pues en
este supuesto no sólo se alteraría el equilibrio de las prestaciones de las partes, sino que,
además, perjudicaría tanto al asegurador como al sistema todo (mutualidad de asegurados) en
que se inserta ese contrato.

Hemos visto antes que el seguro presenta dos momentos fundamentales: el primero, en el cual
se concreta la relación contractual que contiene la cobertura del riesgo, previa categorización y
evaluación de éste y se fija la prima, que el asegurado paga para estar amparado; y el segundo -
el del acaecimiento del siniestro-, eventual, sujeto a probabilidad, que en caso de tener lugar
provoca las necesidades concretas del asegurado y exige se torne efectivo el amparo
concertado. Por razón de esas mismas necesidades y consecuencias, la situación requiere de un
tratamiento que esté caracterizado por la diligencia y la buena fe de ambas partes.

2. El contrato de seguro, que, como se vio (2275) , se ubica dentro de los contratos aleatorios,
condiciona la configuración y exigibilidad de la obligación principal de una de sus partes (el
asegurador) a que tenga lugar el acaecimiento de un suceso incierto: el siniestro.

Hasta entonces sólo hubo riesgo, que no es sino una probabilidad, un hecho del futuro, de
acaecimiento incierto (al menos respecto del "cuándo"). Es sólo un concepto, una descripción
de sucesos que permanecen inicialmente en potencia, como mera posibilidad (y que puede
continuar en ese estado hasta el fin del contrato) y cuyo único acercamiento con la realidad está
dado por la verificación de sucesos pasados análogos, ocurridos a terceros o al propio
asegurado, que hacen temer que se reiteren en lo futuro. Es que en algunos casos esa
posibilidad se convierte en realidad, pasa de la potencia al acto y adopta la naturaleza de un
hecho concreto. Si consiste en un suceso generador de daño habrá provocado efectivamente
ese daño (el descrito en la cobertura) en mayor o menor medida. Así, de ser un mero concepto
(el de "riesgo cubierto") ha pasado a ser un hecho de la vida, fácticamente comprobable y
económicamente mensurable. Verificado que sea que por sus características concretas encuadra

1133
en la descripción de la cobertura, la obligación del asegurador sale también de su recinto de
mera probabilidad, se torna cuantificable y, luego, exigible, si están dados los presupuestos
positivos (cobertura) y negativos (ausencia de exclusiones, etc.).

Vemos así que riesgo y siniestro son los dos momentos en que se despliega la relación
asegurativa (el segundo, de acaecimiento incierto, aunque dando su particular fuerza al primero
y genera la preocupación que motiva la búsqueda de su cobertura). Uno es su momento
intelectual, concepto que configura, no obstante, un presupuesto jurídico descriptivo de uno o
diversos sucesos que, de concretarse, gravan la exigibilidad de la obligación del asegurador; el
otro, su momento real, ubicado en el tiempo y el espacio, que concreta todos los aspectos de la
relación asegurativa.

Este segundo momento, real (siniestro), se debe ajustar al riesgo (momento ideal) asumido por
el asegurador, coincidir con la descripción que de él se ha efectuado en la póliza al contratarse
la cobertura, dado que es en función de esa definición de lo cubierto como se ha categorizado
el riesgo y establecido el costo de su amparo (prima). De allí la normativa legal que exige al
asegurado una declaración veraz del estado del riesgo al momento de la contratación y las
consecuencias establecidas para el caso de que se viole esta exigencia (art. 5 Ver Texto, LS.).
Igualmente, la ley impone también el deber de denunciar las agravaciones relevantes que
tengan lugar durante la vida del contrato. Ello explica, asimismo, el plexo de cargas que se
imponen si acaece el siniestro, las cuales apuntan a lograr una colaboración adecuada del
asegurado, que permita efectuar una correcta liquidación del siniestro, previa verificación de su
encuadramiento en la descripción de los hechos cubiertos, indicativa tanto de las causas como
de las consecuencias incluidas.

3. El riesgo, suceso al cual está esencial y funcionalmente vinculado el seguro, es un hecho


incierto; pero debe ser, a la vez, posible. Ser riesgo es ser incierto, pero, asimismo, ser posible.
La imposibilidad elimina el riesgo, porque es una forma de la certeza, la cual da lugar a la
nulidad del contrato (art. 3 Ver Texto, LS.). Por otra parte, esa posibilidad presenta grados: su
acontecer más o menos esperable, origina la probabilidad. Asimismo, debe obedecer a causas
independientes de la voluntad del asegurado (álea accidental): de allí que se excluya el álea
derivada del juego o apuesta, que es artificial, voluntariamente generada.

Esa probabilidad es analizada y evaluada mediante estadísticas, a cuyos datos se les aplica la ley
de los grandes números produciendo su traducción al lenguaje matemático; que permite
elaborar los cálculos propios de la técnica asegurativa. De allí que los sucesos resulten más
difíciles de evaluar cuando se produzcan rara vez o sean escasamente frecuentes o cuando la
magnitud de sus consecuencias sea muy variable en cada caso concreto (terremotos, huracanes,
guerras, etc.).

4. Marcada esta esencial relación entre riesgo y siniestro, cabrá intentar la definición de este
último.

1134
En virtud de esa vinculación entre ambos momentos de la relación asegurativa, que muestra
que en realidad son la misma cosa en dos situaciones diversas, una de ellas conceptual: un
hecho del futuro meramente posible o cuyo momento de acaecimiento se desconoce, el
concepto que se proponga acerca del riesgo influirá sin duda sobre el que se intente respecto
del siniestro. Como es sabido, la noción de riesgo estuvo vinculada en su origen a la posibilidad
de sufrir un daño en las cosas o en la persona, es decir, a aspectos negativos de la vida: pérdida
de bienes, padecimiento de accidentes que causen lesiones en el cuerpo o aun la muerte.

Sin embargo, ese concepto de riesgo resulta un tanto estrecho, considerado desde el punto de
vista técnico. No necesariamente debe consistir en un suceso dañoso o de efectos negativos
(en los seguros de vida, para el caso de supervivencia, estará constituido por haber logrado el
asegurado la sobrevida). En el análisis probabilístico, el riesgo aparece como el supuesto
favorable a la realización del evento siniestral, el cual es evaluado con relación a las
"probabilidades inversas", esto es, las desfavorables o contrarias al acaecimiento de ese suceso.
La suma de las probabilidades favorables y de las inversas debe dar siempre 1, es decir,
configurar la unidad. Ello hace que ambas se puedan traducir en porcentajes.

Así, entonces, sobre esta base es posible definir el siniestro como el supuesto de hecho de
naturaleza incierta (al menos en el "cuándo"), siniestro que, si se concreta como hecho real,
pone en movimiento la actividad del asegurador encaminada a determinar si están reunidos los
requisitos para que su prestación principal resulte exigible (adecuación del hecho a la
descripción de la cobertura otorgada; cumplimiento de las obligaciones y cargas, etc.);
efectuada esa verificación que acredite que tales presupuestos se hallan cumplidos, torna
necesaria la liquidación de los conceptos amparados y, finalmente, hace exigible el
cumplimiento de la prestación principal del asegurador, sea que consista en la indemnización
de daños o perjuicios dentro del marco económico de la cobertura otorgada (seguros de daños)
o en el pago del capital asegurado (seguros de personas).

Expresado de manera más sintética, siniestro es el acontecimiento de la vida real que, cuando
tiene lugar, vuelve exigible la prestación prometida por el asegurador para ese supuesto (2276) .

2. Relación de causalidad.

Es indispensable que exista una relación causal entre el daño u obligación de pagar (seguro de
personas) y el siniestro o que se tenga por existente (2277) .

1135
Hay que distinguir dos grupos de seguros:

a) el fundado en el principio de la universalidad de los riesgos, en los cuales el asegurador


responde sin considerar la causa, que es indiferente: seguros sobre la vida, marítimo, de
trasporte, de animales. Excepto las limitaciones objetivas que se pacten: plazo, lugar, riesgos
excluidos por la ley o el contrato;

b) los regidos por el principio de la especialidad del riesgo, en los cuales el asegurador sólo
responde por el daño causado por el riesgo determinado con la máxima precisión posible; que
comprende la mayor parte de los seguros: incendio, robo, granizo, responsabilidad civil, etc.
Frecuentemente se limitan aún más por la exclusión de diversas causas del daño (2278) .

La relación causal entre la necesidad -el daño- y el siniestro se rige por las reglas de la
causalidad adecuada (2279) .

Se debe tratar de un caso fortuito (2280) , en el sentido de que se debe producir con exclusión
del dolo y de la culpa grave del asegurado (art. 70 Ver Texto), salvo que ésta se incluya en la
garantía.

En materia de trasporte la ley autoriza a convenir la irresponsabilidad del asegurador por los
daños causados por simple culpa o negligencia (art. 127 Ver Texto, 3er. párr.).

3. Cargas que pesan sobre el asegurado. Remisión.

Producido el siniestro, el asegurado informará al asegurador en los términos y con los detalles
fijados en las pólizas dentro de los límites de la ley (art. 46 Ver Texto), so pena de las sanciones
establecidas; y hará las denuncias judiciales y administrativas que la ley y el contrato le imponen
(2281) .

1136
4. Carga de la prueba.

El asegurado debe probar que se produjo el siniestro y que fue causado dentro del estado del
riesgo contratado: es decir, acreditará que el hecho acaecido se halla dentro de la garantía
pactada (2282) . Basta con que pruebe la verosimilitud de estos extremos (2283) .

Pesa sobre el asegurador la prueba de que el siniestro ha sido causado por un riesgo excluido
(2284) .

5. Vicio propio.

El asegurador no responde cuando el siniestro es causado directamente por vicio propio o por
la naturaleza de las cosas, salvo pacto expreso en contrario (art. 66 Ver Texto). La exclusión se
extiende al supuesto de que concurra a causarlo con otro hecho, si éste no está cubierto por el
seguro (2285) : v.gr. en el trasporte se incluirá si obedece a la demora u otras consecuencias
directas de un siniestro cubierto (art. 127 Ver Texto, 2º párr.).

Para la generalidad de la doctrina y la legislación contemporáneas, el vicio propio no es un


verdadero riesgo, un acontecimiento imprevisto, ya que es un aspecto del acontecimiento
necesario; está fuera del verdadero concepto del riesgo, aun cuando se incluya en la garantía
(2286) .

La existencia de vicio propio no excluye el riesgo; de ahí que se justifique que el asegurador
gane igualmente la prima si el riesgo comenzó a correr (2287) .

No obstante, el asegurador debe responder por el siniestro causado por el vicio propio, como
es el incendio causado por la fermentación o por la combustión espontánea (2288) ,
denunciados o inherentes a la cosa (2289) , como son los apuntados. El art. 66 Ver Texto no se

1137
opone a esta solución, porque la norma excluye el daño causado por el vicio propio, pero no el
siniestro cubierto que halla su causa en este vicio.

La prueba del vicio propio incumbe al asegurador (2290) , la cual puede resultar de
presunciones (2291) , como cuando la cosa es pasible de ese vicio y no se demuestra la
coexistencia o preexistencia de un siniestro cubierto (2292) .

Cuando el vicio propio agrava el daño, el asegurador indemnizará el daño con deducción del
provocado por el vicio propio, salvo pacto en contrario (art. 66 Ver Texto, 2º párr.) (2293) . Se
debe tener en cuenta que en materia de trasporte el asegurador debe indemnizar en la medida
en que la acción del vicio propio obedece a demora u otras consecuencias directas de un
siniestro cubierto, como señalé (art. 127 Ver Texto) (v.gr., mercadería perecedera que se
descompone; vino que se acidifica por su exposición al sol; etc.).

II. Supuestos específicos

(2271) Bruck, ps. 628 y ss.

(2272) Bruck, p. 629; Mitchell, La notion de sinistre dans les assurances de dommages, en
"Rev. Gén. Ass. Terr.", 1937, p. 680.
Bruck-M”ller, ob. cit., II, ps. 18 y ss., señalan que pueden no coincidir, v.gr., en el complejo en
que se pactó la reconstrucción y el lucro cesante, en que éste se va produciendo hasta la
terminación de la reconstrucción.
Se debe señalar el de responsabilidad civil, si se distingue el hecho generador y la
responsabilidad que nace de la reclamación.

(2273) Es el principio de la indivisibilidad del riesgo (Bruck, ps. 629 y ss.; Vivante, Trattato, nº
1944, y Contratto, nº 76; Gasperoni, vº Assic. incendi, nº 18; Patterson, p. 211).

1138
(2274) Bruck, ps. 630 y 627.

(2275) Ver capítulo I, § 9.

(2276) Cabe aquí recordar las enseñanzas de Pipia, quien definía el siniestro como "la total o
parcial realización del riesgo cubierto por el seguro" (Pipia, U., Trattato delle assicurazioni
terrestri, p. 389, 1905, Roma). Es de destacar que, atento lo que constituía una suerte de
constante en la época en que fue escrita esa obra, la definición citada en el texto agregaba, en
su parte final, refiriéndose al riesgo: "que provoca daños a cargo del asegurado".
En este contexto vemos que Donati indica, entre los presupuestos de los cuales depende el
nacimiento de la obligación del asegurador, la verificación del evento descrito en el contrato,
acontecido dentro de los límites causales -objetivos y subjetivos-, temporales, espaciales, etc.,
convenidos y que, como consecuencia de ese evento, se verifique un daño; agrega que ese daño
"es presumido iuris et de iure en los seguros sobre la vida" (Trattato . . ., t. II, nº 479 b, p. 430).
Por nuestra parte pensamos que esa referencia al daño, como componente esencial del
siniestro, no existe, en rigor, en los seguros de personas: se trata de un recurso propuesto por
algunos autores para aportar una solución al complicado problema del concepto unificador del
seguro (ver capítulo I, § 10 y ss.), vinculado a la lesión de un interés asegurado (elemento que,
en nuestro derecho, resulta extraño a los seguros de personas, conforme al art. 128 Ver Texto,
LS., que sólo requiere el consentimiento del tercero cuya vida se asegura -ver capítulo VII, § 10
y 11-); y en los seguros de vida tomados por el propio asegurado, el interés que pudo tener éste
respecto de los beneficiarios cae con la muerte de aquél, por lo cual la noción de daño
construida sobre esas bases y postulada iuris et de iure aparece artificial. Es más: si el interés
constituyese un elemento esencial aun en el seguro de personas, su ausencia provocaría la
nulidad del contrato (ello sin contar con la dificultad de probar un elemento que, en estos
seguros, aparece como meramente subjetivo, por falta de correlato externo, a diferencia de lo
que ocurre con los seguros patrimoniales, en los cuales la relación económica se apoya en
bienes concretos, cuyo daño resulta factible de indemnización pecuniaria).

(2277) Bruck, p. 371; C. Nac. Com., 15/10/1937, LL 8-836.

(2278) Bruck, ps. 371 y ss.


Viterbo sostiene que los casos dudosos se deben resolver con el criterio de la conexión
habitual; es decir, "no es necesario que la actividad habitualmente conexa a la asegurada sea
frecuente, sino sólo que verificándose cirtas circunstancias en el desarrollo de la actividad típica
asegurada, es habitual que a él se conecte otra actividad en sí no típica; por ejemplo, estarían
incluidas en el seguro de la responsabilidad médica las lesiones sufridas por éste en un
accidente de automóvil, al dirigirse a gran velocidad para atender el llamado de un enfermo en
estado grave; lo sería para el médico de campaña el accidente ocurrido al acudir a prestar
atención a sus enfermos en el vehículo habitual (ob. cit., p. 98).

(2279) Ver cuanto se expuso en el punto en el capítulo V, y Bruck, ps. 403 y ss.; Gasperoni, La
causa dell´evento di assicurazioni, en "Assicurazioni", 1938, 1, p. 23; Viterbo, Assicurazioni
della responsabilit… civile, ps. 98 y ss.
Normalmente la causa mediata es indiferente (incendio, accidente, etc.), pero puede ser la causa
eficiente o condicionante, como en el trasporte, v.gr., para que actúe el vicio propio (art. 127
Ver Texto, 2º párr.).

1139
Cuando es un riesgo complejo, no se considera la causalidad inmediata (v.gr., incendio), sino
una causalidad preparatoria (vorbereitende): v.gr., en el seguro de incapacidad por accidente del
trabajo: actividad _ accidente; accidente _ daño corporal; daño corporal _ muerte o
incapacidad (Bruck-M”ller, ob. cit., II, p. 144).
Estos principios se aplican toda vez que las partes nada hayan previsto sobre el punto en el
contrato.
La teoría de la causa próxima tiene importancia en el seguro marítimo: cuando se dan varias
causas adecuadas del daño, se estará a la próxima, v.gr., cuando se excluye el hecho de guerra.
Antes de determinarse la causa próxima, se precisará la causa adecuada, porque la causa
próxima no lo es en el tiempo, sino en la eficacia (Bruck-M”ller, ob. cit., II, ps. 151 y ss.).
Sobre la complejidad en materia de seguro automóvil, en el caso de remolque, ver C. Nac.
Com., sala B, "Cepeda v. El Comercio", 12/3/1969, inédito.

(2280) La doctrina no es unánime acerca del concepto en nuestra materia. Sraffa sostiene que
se aplica la noción general, que es negativa, es decir, falta de voluntad, no-voluntad. De ahí que
cuando la voluntad interviene en alguna forma, directa o indirectamente, no hay caso fortuito,
por lo cual basta que el hecho u omisión del agente haya influido de alguna manera en el
hecho: así, no existiría en el homicidio cometido por la ira provocada por la víctima ("Riv. Dir.
Comm.", 1906, 2, p. 263). En cambio, para Pacchioni, el concepto lo da la ausencia de culpa, y
no de voluntad, que restringe excesivamente el concepto de caso fortuito; y en el seguro no
rige la regla general civil de la noción, sino la que las partes han pactado y convenido como tal:
sólo el hecho culposo del agente, que excluye la buena fe del asegurado, libera al asegurador
("Riv. Dir. Comm.", 1907, 2, p. 68).

(2281) Ver cuanto se expuso sobre la carga de informar, en capítulo IV, nros. 59 y ss.

(2282) Bruck, p. 646; Besson y Picard, nº 210.


La Suprema Corte de Buenos Aires decidió que negado el siniestro de robo, el asegurador debe
promover la correspondiente querella criminal para sostener esa denegación (16/6/1964, ED
10-66), solución lógica porque implica acusar al asegurado de fraguar el siniestro.
Greco sostiene que si el asegurador no cubre el hecho culposo, el asegurado debe probar su
falta de culpa, siendo suficiente que sea verosímil (en "Assicurazioni", 1935, 2, p. 338). La
culpa no se presume -salvo en el supuesto del art. 1113 Ver Texto, CCiv., ley 17711 Ver Texto-
; por lo cual, si el asegurado acredita verosímilmente el siniestro, y no se cuestiona que éste se
produjo dentro del estado del riesgo contratado, la prueba de la culpa, excluyente de la
garantía, pesa sobre el asegurador.

(2283) Bruck, ps. 646 y ss. De ahí que pueda establecerlo por presunciones (C. Nac. Com.,
27/10/1926, JA 22-1172 -robo-; C. Fed. Cap., 30/4/1930, GF 88-359 -explosión-; Bruck-
M”ller, ob. cit., II, ps. 160 y ss.).

(2284) Es una aplicación de la regla general sobre la carga de la prueba (Bruck, p. 647).
Contra: Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1957, ps. 56 y 191.
Si el asegurador garantiza la generalidad de los riesgos (v.gr., en el trasporte), acreditado le
corresponde al asegurador probar que reconoce otra causa; mas si el riesgo ocurrido fuera
especial, el asegurado debe probar que éste se produjo y el asegurador probará que reconoce
otra causa o que hay una causa de liberación (Bruck-M”ller, ob. cit., II, p. 159).

1140
(2285) Bruck, p. 382; por ejemplo, vicio propio que causa el daño por la demora extraordinaria
en el trasporte, si éste es causado por un accidente cubierto por el seguro (art. 127 Ver Texto,
2º párr.). Segovia, nota 1760; C. Fed. Cap., 24/7/1922, GF 39-200.
Hay vicio propio natural de una cosa trasportada cuando el daño habría ocurrido aun sin el
trasporte: descomposición interna de frutas, de víveres o cosas fácilmente corruptibles, como
sería el chocolate que se derrite por el calor natural, o la muerte natural de animales, etc.; o
mermas -cereales, por ejemplo-, o herrumbre o moho o combustión espontánea -carbón, lana,
maíz-. También lo son las pérdidas habituales por fractura o derrame (el derrame se debe
distinguir de la evaporación: derrame es la pérdida de líquido a través de las junturas del
embalaje, sin daños de éste; y para distinguir el derrame corriente del extraordinario, se
atenderá a un porcentaje, según los líquidos). El daño por el embalaje defectuoso se asimila al
causado por vicio propio (hay embalaje defectuoso cuando no se ajusta al usual, según el lugar
y el tiempo). También lo es la humedad propia del medio de trasporte. Ver Bruck, ps. 380 y ss.;
Besson y Picard, II, nº 39.
La enfermedad o peste que afecta la mercadería vegetal se puede considerar vicio propio (C.
Fed. Cap., 30/6/1943, LL 31-249).
Se toma en cuenta para medir la indemnización (art. 66 Ver Texto, 2º párr.): por ejemplo, en el
seguro de accidentes, la incapacidad preexistente; confr. Bruck, ps. 383 y ss.; Besson y Picard,
II, nº 40.
Ver Vivante, Trattato, nº 1946, y Contratto, nros. 272 y ss.; Lepargneur, nº 1344.
Hay vicio propio normal y vicio propio anormal: es normal cuando la cosa está expuesta a él
por óptima que sea su calidad: vino que se agría, géneros que se pican; es anormal cuando se
debe a defectos especiales de la cosa, que no existen en otras de la misma clase (Lepargneur, nº
1344).

(2286) Rivarola, nº 1101; Fernández, p. 427; Lepargneur, nº 1344; Vivante, Trattato, nº 1946;
Besson y Picard, II, nº 10.

(2287) Rivarola, nº 1101.

(2288) Besson y Picard, III, p. 29; Lepargneur, nº 1348; De Lalande y Couturier, nros. 82 y 83;
C. Nac. Com., 23/2/1921, JA 6-104 y GF 31-11, fermentación de lana sucia; Patterson, p. 227.
Contra, Zavala Rodríguez, II, nº 1860.
La póliza usual de incendio anterior excluía expresamente el riesgo (cláusula 6ª, punto e).

(2289) Vivante, Contratto, nº 369; De Lalande y Couturier, nº 82.


Vivante también lo responsabiliza por los vicios ignorados por el asegurado; pero no por los
conocidos y ocultados (nº 369, cit.).

(2290) C. Fed. Cap., 4/6/1934, GF 110-251.


Contra: Besson y Picard, II, nº 42, quienes si bien admiten que es la solución tradicional en el
seguro marítimo, en los seguros terrestres incumbiría al asegurado, quien debería demostrar la
realización de las condiciones a que está subordinado el seguro, y que el riesgo realizado no
está comprendido en las exclusiones previstas por la ley o la póliza. Mas, según la teoría de la
verosimilitud -que explica las soluciones del seguro marítimo-, ciertos elementos del hecho a
probarse deben presumirse, por lo cual dependerá de las circunstancias de cada caso
determinar a quién incumbe la prueba.

1141
La Corte de Casación de Italia, 6/2/1953, "Assicurazioni", 1953, 2, p. 175, decidió que
incumbe al asegurado probar que el vicio propio -excluido- se debe a una causa anormal.
Fanelli, en nota, apoya la solución.

(2291) C. Fed. Cap., 24/7/1922, GF 39-209 y JA 9-27.

(2292) C. Fed. Cap., 24/7/1922, GF 39-209 y JA 9-27.

(2293) Para la jurisprudencia anterior, ver C. Fed. Cap., 19/11/1965, ED 13, fallo 6938, que
sólo libera al asegurador cuando es causa exclusiva del daño y no se exterioriza por caso
fortuito o fuerza mayor.

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8. Cristales.

En el seguro de cristales, el siniestro es la rotura efectiva; no lo constituyen las rajaduras,


manchas ni pérdida de color (2304) .

(2304) Gasperoni, vº Assic. rami minori, nº 12. Las pólizas usadas en nuestro país se limitan a
expresar que garantizan la rotura, por cualquier causa, salvo movimientos sísmicos, incendio,
movimientos populares, etc. Sobre los conceptos, ver cuanto se expone en el capítulo V, § 36,
37 y 38.

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9. Robo.

En materia de seguro contra robo, la redacción de la póliza tiene una importancia decisiva para
establecer cuál es el siniestro cubierto. La Cámara en lo Comercial tiene resuelto que en el
punto no cabe atenerse al concepto doctrinal de robo, que las partes no han tenido en cuenta,
sino a cuanto fluye de los términos del contrato, porque de lo contrario se tratará de una
trampa, tendida a la buena fe del asegurado (2305) ; de ahí que en algunos supuestos haya

1142
resuelto que se incluye el hurto (2306) , solución que no cabe en los contratos en que éste está
excluido expresamente o cuando se fijan los medios con que se debe realizar o las
características que debe revestir la sustracción. En general, la doctrina no atiende a estos
matices y se resuelve por una u otra solución (2307) .

En nuestro derecho, el empleo de llave falsa o ganzúa excluye el robo, porque para nuestro
Código Penal se requiere fuerza en las cosas o violencia en las personas (art. 164 Ver Texto), y
este concepto se trascribe en las pólizas usuales (2308) .

El incendio de la cosa robada impide al asegurador usar la facultad contractual de restituir la


cosa sustraída, porque la entrega de los restos de la cosa no es la solución prevista en la póliza
(2309) .

La prueba del siniestro varía según la naturaleza de la cosa y el lugar; así, en el supuesto del
automóvil sustraído en la vía pública no cabe reclamar la prueba fehaciente, porque faltan los
rastros materiales, por lo cual será suficiente que no se pruebe que desapareció por otro
motivo; para ello, el asegurador tiene el plazo de garantía para recuperarlo (2310) . Se debe
admitir, en principio, por las características del siniestro, que se acredite por presunciones.

9 (a).

En nuestro medio, el robo y el hurto son amparados por diversos tipos de seguros que están
referidos a coberturas específicas: robo de mercaderías en establecimientos comerciales o
industriales, de objetos que integran el contenido de viviendas familiares, de dinero y valores
en caja fuerte o en tránsito, de fidelidad de empleados, etc. Asimismo, la cobertura es también
empleada como integrante de amparos más amplios, p.ej., seguro de automotores, de trasporte
de mercaderías, de seguro combinado familiar, etc.

Si bien para la caracterización de esas categorías asegurativas se está, en principio, a las


descripciones de los tipos delictivos que efectúa la ley penal, lo cierto es que las pólizas suelen
delimitar la cobertura agregando o quitando algún ingrediente y realizando una descripción
específica en cada caso; en ocasiones combinan elementos de figuras afines (p.ej., como

1143
acontece con la cobertura de fidelidad de empleados, que introduce esquemas propios de la
defraudación, tal como la retención indebida, etc.).

Las especificidades pueden estar vinculadas a la índole de los objetos pasibles de ser sustraídos
(mercaderías, dinero y valores, alhajas y pieles, etc.), así como también a los recintos en los
cuales se hallen (locales de comercio, casas de familia, cajas fuertes, vehículos de trasporte,
etc.).

Respecto de la prueba del hecho siniestral y sus consecuencias, si bien rige el principio general
que pone esa prueba a cargo del asegurado (2311) , las particulares circunstancias en que suelen
tener lugar este tipo de delitos (en especial el hurto), en momentos en que no hay testigos u
otras pruebas directas, hacen que exigirlas importaría, en muchos casos, requerir una
demostración prácticamente imposible. Por ello, la prueba que el asegurado produzca se debe
evaluar con relación a las características de cada siniestro y a las posibilidades de ser aportadas
cuando no sea posible una demostración directa, y analizar también la verosimilitud de lo
denunciado, atento al contexto fáctico de cada caso (2312) .

Por tal motivo también se consideró que exigir en los seguros de robo o hurto una prueba
acabada y terminante implica no sólo ir contra la naturaleza de las cosas, sino tornar poco
menos que imposible, en la práctica, la indemnización al asegurado, haciendo ilusorio el fin de
la institución asegurativa (2313) .

En algunos casos las pólizas excluyen de la cobertura de robo o hurto los bienes que al
momento del hecho delictivo estaban fuera del lugar descrito en el seguro, o bien en vitrinas,
corredores, patios u otros lugares al aire libre, o ubicados en sitios externos o de sencillo
acceso, que facilitan las sustracciones y, por ende, aumentan el riesgo en forma notable; o los
casos en que el recinto donde se hallen permanezca deshabitado durante un tiempo fijado a tal
efecto (p.ej., varios días), sin vigilancia; en algunos casos, el período de cobertura se amplía,
como cuando se trata de época de vacaciones.

Las pólizas suelen extender el amparo a los daños que sufran los bienes a los cuales se refiere la
cobertura o los lugares donde están guardados, con motivo de la fuerza desplegada por los
delincuentes para tratar de lograr su finalidad de apoderamiento de lo asegurado. Pero también
se acostumbra imponer a los asegurados determinados deberes, sea como condición de
cobertura o como cargas, en los cuales se exige al asegurado colocar llaves o cerramientos de
determinadas características, alarmas u otros elementos que dificulten la acción de los
delincuentes o puedan provocar la disuasión de sus planes de apoderamiento de las cosas a que
se refiere la cobertura del seguro.

1144
En los casos de locales de comercio se establece, además, la exigencia de llevar un control
actualizado de entradas y salidas de los bienes, con archivo de los correspondientes
comprobantes (no obstante, hemos visto que la jurisprudencia atenuó un tanto, en
determinados casos, tales exigencias si surgen otros medios de prueba por los cuales sea
posible acreditar la preexistencia de los bienes y la cuantía de lo sustraído por los delincuentes).

También pueden quedar comprendidos en la cobertura los supuestos de "intimidación", esto


es, una amenaza de causar a la persona propietaria del bien o encargada de su custodia -o a
personas vinculadas a ésta, como empleados o dependientes, familiares, etc.-, en forma
inminente e irresistible, un daño físico.

En ocasiones, las pólizas regulan el supuesto de aparición de los bienes sustraídos dentro de un
plazo determinado. Si ello acontece, el asegurador no estará obligado a indemnizar las
consecuencias del robo. Si el plazo fijado trascurre sin que aparezcan los objetos robados, el
asegurador pagará la prestación comprometida, y si luego de ello se produce la recuperación de
tales objetos, dichos bienes pasarán a propiedad del asegurador, y el asegurado quedará sujeto a
un deber de colaboración que le exigirá notificar al asegurador la aparición de los bienes
sustraídos y realizar los trámites administrativos, judiciales, etc., necesarios para que se concrete
esa entrega en propiedad al asegurador.

Cuando se trata de la cobertura de valores en caja fuerte (dinero, papeles de comercio), el robo
deberá tener lugar mediante violación de la caja, cuando estuviese cerrada, o bien, cuando los
delincuentes hayan logrado que fuera abierta, mediante intimidación, amenaza irresistible de
daño físico, provocada sobre las personas que se hallen en el lugar donde está ubicada, sea
sobre el asegurado o sobre las personas vinculadas a él -empleados, personas que tengan a su
cargo la vigilancia de los valores, como, p.ej., custodios que estén realizando su tarea de
vigilancia-. También es posible extender la cobertura a casos en que el dinero está fuera de la
caja, siempre que sea en horas habituales de trabajo, y se ejerza, también en este supuesto,
violencia o intimidación a las personas. Por caja fuerte la jurisprudencia ha entendido un
mueble que por sus características presente mayores condiciones de seguridad y resistencia que
los muebles corrientes para la protección de dinero, alhajas u otros objetos similares de alto
valor (2314) .

Pero no se consideró incluido dentro del concepto de "caja fuerte" un simple armario metálico
que contenía una gaveta interna con llave para guardar valores (2315) . También se juzgó fuera
de la cobertura la sustracción de dinero o valores que tuvo lugar por la apertura de la caja
mediante el empleo de sus llaves, que estaban guardadas en un simple armario metálico en el
lugar, el cual fue violentado para obtenerlas (2316) .

1145
En cuanto a la cobertura de robo de valores en tránsito, el asegurador ampara el robo de
dinero u otros valores, de propiedad del asegurado o de terceros por los cuales aquél deba
responder, ocurrido durante el trasporte; son establecidos el ámbito geográfico de amparo, las
medidas de seguridad adoptadas y las personas encargadas de la vigilancia, de quienes
generalmente se exige que porten armas, requisitos éstos que se incrementan conforme sea
mayor el monto de lo trasportado. El amparo comienza desde que el personal encargado del
trasporte traspone la puerta o local del asegurado, y finaliza cuando llega al banco o lugar de
destino de dicho traslado. El seguro normalmente excluye la sustracción que provenga de
hurto, o los extravíos del dinero o valores, o cuando los portadores sean sujetos pasivos de
estafa o defraudación, o bien de extorsión u otras formas delictivas.

Otra cobertura que se suele vincular a estas formas de amparo es la de fidelidad de empleados;
cubre el daño que sufra el asegurado como consecuencia de robo, hurto, estafa o defraudación
cometidos por sus empleados que se hallen individualizados en la póliza, en el desempeño de
sus tareas. El seguro acostumbra establecer un plazo contado desde el vencimiento de la póliza
para que el asegurado pueda formular válidamente su denuncia de siniestro, o desde la cesación
en el puesto del empleado infiel, si fuere anterior a ese vencimiento.

(2305) C. Nac. Com., 13/7/1928, GF 75-157.

(2306) C. Nac. Com., 30/12/1942, LL 30-506 y JA 1943-I-891.

(2307) Para Hémard, por ejemplo, hay que atenerse al concepto del Código Penal -II, nº 510-;
en el mismo sentido, Besson y Picard, III, nº 86; en cambio, Bruck afirma que es indiferente
cómo se realiza, que sea hurto o robo (p. 638).

(2308) Salvo que se obtenga por la violencia (C. Nac. Com., 19/10/1965, ED 13-632).

(2309) Es la solución consagrada en materia de robo de automóvil, que se incendia en poder de


terceros, sean los ladrones o quien adquirió de éstos (C. Nac. Com., 3/12/1930, JA 34-1321 y
GF 89-267; 8/9/1937, LL 8-576).

(2310) C. Nac. Com., 30/12/1942, LL 30-506; debe prever la modalidad de utilización del
vehículo, es decir, la conducta corriente de la persona que lo utiliza.
En un supuesto de robo de joyas remitidas por encomienda se admitió la prueba de los signos
de la violación resultantes de un segundo examen más minucioso, máxime que no se
formularon imputaciones al asegurado (C. Nac. Com., 11/12/1946, LL 45-218).
Ver otro supuesto en que por el momento en que se produjo se aplicó un criterio elástico de
apreciación, en C. Nac. Com., sala C, 27/8/1962, inédito.
La prueba se debe ajustar a las circunstancias en que se produjo el hecho (C. Nac. Com.,
3/3/1965, ED 12-48).

1146
La tenencia del automóvil no acredita la propiedad si los títulos son falsos (C. Nac. Com.,
9/4/1965, ED 11-207), y si se introdujo en violación de las normas aduaneras, se debe
acreditar mala fe (17/12/1964, ED 11-211). De lo contrario, la posesión acredita la
subsistencia del interés (9/3/1965, ED 12-48).

(2311) C. Nac. Com., sala C, 22/12/1966, JA 1967-II-134; ídem, 27/8/62, ED 5-486, y


24/11/1966, JA 22/2/1967, C. Nac. Com., sala A, 30/12/1968.

(2312) Se puede ver al respecto, RDCO, 1971, sum. 6 (I. Halperín, Jurisprudencia sobre
seguros); C. Nac. Com., sala B, 26/3/1971, JA 11-1971-155; ídem, 20/12/1963, ED 7-800;
4/10/1968, LL 156-1047 (sum. 21.977); C. Nac. Com., sala C, LL 110-637, fallo 50.296.

(2313) C. Nac. Com., sala C, 25/3/1971, LL, fallo 27.238, ED 12-673; sala A, 17/3/1966, ED
12-265.

(2314) C. Nac. Com., sala B, 11/9/1970, en RDCO, 1971, Jurisprudencia sobre seguros -nº 46-
.

(2315) C. Nac. Com., sala C, 24/5/1971, LL 105-320; Rep. ED nº 5, p. 943 (nº 31).

(2316) C. Nac. Com. sala C, 31/5/1963, ED 7-809. En un caso se consideró que dejar las
llaves en el lugar en esas condiciones configuraba culpa grave del asegurado que excluía el
hecho del amparo asegurativo: Sup. Corte Bs. As., 19/5/1970, ED 35-276; ver, también C.
Nac. Com., sala A, 12/8/1974, LL, fallo 71.016).

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10. Ganancia esperada.

En el seguro de la ganancia esperada, como es un accesorio de otros contratos o depende de


otros hechos -alquileres perdidos por el incendio, o por las mercaderías en curso de
fabricación, o por huelgas-, el siniestro depende de estos hechos o contratos principales. Pero
en el seguro de la ganancia esperada por mercaderías trasportadas, cabe señalar que existe el
siniestro previsto no sólo cuando se pierde la mercadería, sino cuando ésta pierde valor venal,
incluso por ligeras averías o por retardo (2317) .

(2317) Vivante, Contratto, nº 443.

1147
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11. Responsabilidad civil.

En el seguro de la responsabilidad civil, la opinión de la doctrina está profundamente dividida;


se puede anotar tres tendencias principales:

a) Ocurre cuando se produce el daño al tercero; en ese momento nace la responsabilidad hacia
éste, la obligación de indemnizarlo, que afecta el patrimonio del asegurado y que le autoriza a
reclamar del asegurador los fondos necesarios para pagar y que le defienda en el proceso -
cláusula de dirección del proceso-; si la deuda hacia el tercero es ilíquida, igualmente ilíquido
será el crédito contra el asegurador, pero esta iliquidez no es óbice para ejercer el derecho
contra éste (2318) .

Tiene el grave inconveniente de que no explica por qué el asegurador debe su garantía en el
supuesto de demandas infundadas -que no serían así siniestros-; multiplica los litigios en el
supuesto de que el tercero no reclame la indemnización o la reclame ya prescrita su acción; y,
sobre todo, da nacimiento al reclamo contra el asegurador antes de que se concrete la
necesidad que se tuvo en vista.

b) Existe cuando el asegurado indemnizó el daño, porque este pago es el que produce la
disminución del patrimonio del asegurado, y el peligro del siniestro no es el siniestro mismo.

Equivale a desconocer que el seguro de la responsabilidad busca conservar la integridad del


patrimonio, que se afecta si se debe hacer el pago para perseguir luego el reembolso; con el
efecto de que el asegurado que no pudiera pagar perdería el beneficio del seguro contratado.
Contraría la norma del art. 109 Ver Texto, de mantener indemne al asegurado, del cual el art.
116 Ver Texto, 2º párr., es una aplicación. Las pólizas anteriores se referían al pago o
reembolso, pero no debían ser tomadas literalmente, sino conforme a la intención de las partes,
evitando consecuencias absurdas (2319) . En una variante que busca evitar estas objeciones, se
ha sostenido que ocurre cuando el reclamo del tercero es liquidado judicial o
extrajudicialmente (2320) .

c) Existe cuando el tercero interpone su reclamación contra el asegurado, porque recién a este
momento nace la necesidad. Es la solución del art. 109 Ver Texto cit. y del art. 58 Ver Texto,
1er. párr., e implícita en el art. 116 Ver Texto, 2º párr.

1148
Es la opinión sostenida por la doctrina alemana, por la mayor parte de los autores franceses,
fundados después de 1930 en el texto expreso de la ley, art. 50 Ver Texto, y por Vivante y
Lordi (2321) .

Viterbo lo ha objetado con razones que, en mi sentir, no son decisivas. Le reconoce la ventaja
de explicar por qué el asegurador responde en los supuestos de reclamaciones infundadas; mas
halla su fundamento erróneo en que desconoce que el nacimiento de la deuda por la
indemnización, exista o no reclamo, grava el patrimonio del asegurado, excepto que se
sostenga el absurdo de que ésta no existe hasta tanto medie el reclamo correspondiente; quita
al asegurado el derecho de liberarse pagando voluntariamente; y si el daño debe ser
efectivamente sufrido, éste no nacería con la reclamación, sino con la condenación al pago.
Subordinar el siniestro -agrega- a la existencia o no del reclamo de la víctima es caer en
petición de principio, porque es menester probar que tal es el siniestro (2322) .

Si se acepta que el seguro se contrata para mantener indemne el patrimonio del asegurado (art.
109 Ver Texto), y por ende que el siniestro no es en suma más que la concreción de la
responsabilidad tenida en vista, el mero nacimiento en la víctima de un derecho a la
indemnización no importa ese daño concreto en el asegurado: hasta tanto se reclame la
indemnización, sólo existirá -desde el punto de vista del seguro- un perjuicio patrimonial
potencial. De ahí que tampoco exista la petición de principio, acusada por Viterbo.

El hecho de que con esta solución se impide al asegurado la cancelación voluntaria no afecta
desde el punto de vista práctico, porque el asegurador ha debido prohibirlo para evitar
colusiones y defender más eficazmente sus intereses; y la ley le niega la posibilidad de
reconocer su responsabilidad (art. 116 Ver Texto, 2º párr.). Desde el punto de vista teórico
plantea la cuestión de si el reconocimiento de la responsabilidad no debe ser equiparado a la
reclamación de la víctima, que se debe resolver afirmativamente.

11 (a).

1. El siniestro, en el seguro de la responsabilidad civil, es un tema que sigue siendo materia de


debate, circunstancia que obedece, a nuestro juicio, a la peculiar característica de esta especie
asegurativa, que escapa a los moldes propios de los demás seguros de daños.

En efecto, a diferencia de lo que acontece con las demás coberturas de seguros patrimoniales,
que actúan a posteriori, indemnizando los daños causados por el siniestro, el seguro de la

1149
responsabilidad civil actúa a priori, intentando evitar el daño concreto en el patrimonio del
asegurado. El asegurador ha prometido a su asegurado mantenerlo indemne
(patrimonialmente, dentro de la "medida del seguro") ante el accionar de terceros a quienes ese
asegurado ha provocado un daño que el ordenamiento legal manda indemnizar. Por ello hemos
sostenido en trabajos anteriores (2323) que esta especie asegurativa posee un carácter
salvamentista -entendida esta expresión en sentido amplio-, pues intenta evitar el daño
concreto en el patrimonio del asegurado.

En este supuesto, el siniestro no puede entonces consistir en el daño concreto a ese


patrimonio, pues, de verificarse, habrá fracasado la protección asegurativa y el asegurador
habrá incumplido su obligación de mantener la indemnidad patrimonial de su asegurado (art.
109 Ver Texto, LS.).

2. A nuestro entender, ocurre aquí algo distinto de lo que acontece en los demás seguros de
daños: la función del seguro de la responsabilidad civil es adelantarse al daño, lo cual origina
que el siniestro se configure al surgir la deuda de responsabilidad en el patrimonio amparado.

Vemos, entonces, que es posible señalar algunas peculiaridades al siniestro en el seguro de la


responsabilidad civil:

a) Tiene un carácter jurídico (se configura con el nacimiento de una deuda).

b) Nace con anterioridad al daño concreto en el patrimonio asegurado (carácter previo al


daño).

c) Se origina en el momento y a causa de producirse un daño a un tercero que el asegurado


debe reparar, conforme al ordenamiento legal vigente (exigencia indemnizatoria), circunstancia
ésta que reviste particular interés, pues a ella quedarán vinculados aspectos tales como la
prescripción, la índole de las acciones y la naturaleza de los procedimientos en que deberá
intervenir el asegurador, etc.

d) El siniestro aparece aquí como posibilidad de sufrir un daño concreto, situación análoga a la
que se da en todos los casos en que alguien resulte sujeto pasivo de obligaciones legales o
contractuales, si no da cumplimiento espontáneo a la prestación (sea por sí o por tercero -
como, en este caso, el asegurador-).

La posibilidad de sufrir un daño, si bien no es un daño patrimonial en sí mismo, genera sin


embargo una evidente necesidad de amparo asegurativo que persiga, precisamente, evitar que
se produzca ese daño. Asimismo, desde un punto de vista que podríamos considerar como

1150
"contable", el nacimiento de esa deuda de responsabilidad produce un detrimento patrimonial,
al constituirse como una partida del "debe", es decir, en un "débito", lo cual implica afectar ese
patrimonio y crear la necesidad de cancelar esa deuda (necesidad de liberación de deuda). El
asegurado busca evitar tener que responder a esa deuda sacrificando algunos de sus bienes y,
especialmente, ser objeto de ejecuciones que vayan a provocar el embargo y remate de cosas
integrantes de su patrimonio. Baste pensar en la angustia que acompaña a aquel que, como
consecuencia de un accidente que ha producido por su culpa o por el cual debe responder por
otro (patronos por sus dependientes, padres por sus hijos menores, propietarios de objetos que
han causado el daño -en especial si como consecuencia de un vicio de esa cosa o porque
implica un riesgo-, etc.), sabe que puede ser sujeto pasivo de una demanda por importe quizá
cuantioso, pasible de tener aptitud para ser acogida por una sentencia condenatoria: decir que
aún no se ha configurado un perjuicio, porque todavía no resultó concretamente atacado el
patrimonio con embargo o salida de bienes a causa de una ejecución judicial, es mirar el
problema desde la conceptuación antigua de los seguros patrimoniales, es decir, aquella que
exigía la existencia de daño concreto para considerar configurado el siniestro. Es suficiente esa
incidencia "contable", esa inclusión en el pasivo del patrimonio del asegurado, para que el
siniestro esté perfeccionado, sin perjuicio de que por sus características requiera peculiares
modalidades de liquidación (p.ej., la defensa en juicio, cuando tiene lugar la reclamación judicial
del tercero damnificado, no es otra cosa que un acto liquidatorio, destinado a verificar la
existencia de un hecho que se ajusta a la cobertura y, determinada aquélla, evaluar el monto
exacto del perjuicio sufrido por el tercero, configurando así el contenido económico de la
prestación a cargo del asegurador, quien tendrá que pagar para liberar a su asegurado de esa
deuda que grava su patrimonio).

e) Se produce así, en este seguro, una disociación entre el siniestro y el daño que se busca
cubrir con el seguro. A diferencia de lo que acontece en los demás seguros patrimoniales, en el
de la responsabilidad civil no coincide el siniestro con el daño efectivo en los bienes sobre los
cuales recae el interés objeto de la cobertura. Se trata de una forma siniestral en que basta, para
su configuración, un fenómeno jurídico (aparición de una deuda) que reviste una forma
contable (gravamen integrante del pasivo patrimonial) y que, como vimos, por esta misma
razón genera la necesidad y justificación de su cobertura. El daño real y efectivo permanece
externo al asegurado, en cabeza del tercero damnificado; pero genera la amenaza propia de
toda obligación no satisfecha de que sea ejecutada en reclamo de reparación y a ella se refiere el
amparo del seguro. De allí la función "salvamentista" que atribuimos a este seguro, que se
cumple liberando al asegurado de su deuda de responsabilidad.

2. Como se destaca en el texto principal de esta obra, se ha propuesto en doctrina y se ha


reconocido en algunos fallos, como respuesta al concepto de siniestro de la responsabilidad
civil, lo que se conoce como "teoría del reclamo".

Se sostiene en esta posición doctrinal que el siniestro está constituido, aquí, por el reclamo del
tercero. Según quienes así piensan, el nacimiento del derecho de la víctima a reclamar el
resarcimiento de los perjuicios causados por el asegurado no implica, por sí, daño concreto al
asegurado; entonces, la agresión al patrimonio asegurado estaría recién configurada cuando se
produjese la reclamación del damnificado, que tendría la virtud de poner en acción el

1151
mecanismo instituido por el seguro. Agregan, asimismo, que tal postura doctrinal resultaría
idónea para explicar por qué el asegurador actúa en el caso de reclamo en que se invoque un
hecho inexistente (p.ej., por error del reclamante respecto del accionado), ya que tal
intervención no se justificaría si se identificase el siniestro con el hecho dañoso o con
consecuencias jurídicas derivadas de él.

Lo cierto es que el reclamo, aunque en algunos países ha sido instituido legislativamente (p.ej.,
en Francia, Code des Assurances, art. 124-1), no resulta apto, en nuestro parecer, para explicar
el siniestro en el seguro de la responsabilidad. No es fuente del derecho del tercero, sino mero
instrumento de una pretensión de éste nacida al momento de sufrir el daño patrimonial o
personal. Es un mecanismo, por otra parte, cuyo nacimiento queda librado a la voluntad del
damnificado; ello causa que no resulte justificado hacer depender del momento de su
interposición el nacimiento de los derechos y deberes fundamentales del asegurado (cobertura,
cargas, etc.) respecto del asegurador.

Este seguro cubre las consecuencias de responsabilidades, por lo cual el concepto de siniestro
debe quedar vinculado conceptualmente al momento del nacimiento de la obligación de
reparar los daños y no a la ocasión en que el tercero damnificado decida ejercer sus derechos
dentro del ámbito temporal de la prescripción. La indemnidad patrimonial del asegurado se ve
amenazada desde el momento mismo del nacimiento de la deuda de reparar el daño que causó,
y es desde ese instante que cualquier pago liberatorio que efectúe el asegurador, aun antes de
cualquier reclamo del afectado, poseerá causa suficiente.

Por otra parte, convertir el reclamo en siniestro no sólo resulta contrario a la naturaleza de la
cobertura, sino que produce diversos inconvenientes: restringe el ámbito del amparo a los
límites de la vigencia del seguro, por lo cual no estarían cubiertos los reclamos que se
produjesen luego de vencida la vigencia; ello contraría abiertamente lo que expresa el art. 109
Ver Texto, LS. Por otra parte, quedarían sin causa los pagos indemnizatorios que hubiere
realizado el asegurador con anterioridad a todo reclamo del tercero ante el cual hubiere
concurrido espontáneamente a solucionar la obligación.

Y en lo referente a la intervención del asegurador en los casos de siniestros infundados o


basados en sucesos inexistentes, el fundamento de tal actuación reside en el ya señalado
carácter salvamentista del seguro de la responsabilidad civil. El asegurador interviene a fin de
evitar que, en razón de una descuidada o defectuosa actuación defensiva del asegurado, una
decisión judicial llegue a considerar probados ciertos hechos que no son tales y quedar
atrapado por los efectos de la "cosa juzgada" (2324) . Es de señalar que tampoco la teoría del
reclamo daría una respuesta integral al tema de la intervención del asegurador en el siniestro
infundado, puesto que esa posición doctrinal también exige denunciar el "hecho del que nace
la responsabilidad" (art. 115 Ver Texto, LS.) y que ese suceso corresponda a la cobertura
otorgada, pues resulta impensable que un suceso pueda ser contratado para atender cualquier
reclamo, posea o no realidad concreta en los hechos. Y tampoco cabe sostener que la defensa
en juicio constituye una cobertura adicional, atento al carácter claramente salvamentista de ésta

1152
(2325) , en especial en nuestro derecho, en el cual ha sido instituida como accesorio de la
cobertura principal (art. 110 Ver Texto, LS.).

Otro aspecto en el cual la teoría del reclamo resulta inadecuada es el referente a los hechos
causantes de daño sujeto a reparación conforme a la ley, cuando dichos sucesos tienen lugar el
último día de la vigencia o poco antes de cumplirse el plazo de ésta. Prácticamente no se dará
lugar a que ese reclamo se pueda formular dentro del plazo de cobertura, por lo cual será un
siniestro fuera de vigencia y esto obligará a referirse, necesariamente, al momento de ocurrir el
suceso que origina el daño generador de responsabilidad. Sumado a eso vemos que en los
seguros "combinados", como ocurre en el de automotores, en el cual conviven coberturas de
robo o hurto, incendio, daños al rodado y responsabilidad civil, se tendrían que aplicar a un
mismo suceso dos conceptos de siniestro (p.ej., daños al vehículo, el momento en que se
produjeron; responsabilidad civil derivada de ese mismo suceso, el día del reclamo del tercero),
que está mostrando los inconvenientes a que da lugar esta tesis del reclamo.

En los últimos tiempos se ha visto renacer la "teoría del reclamo" en virtud de ciertas cláusulas
originarias del derecho anglosajón, en especial las llamadas claims made, las cuales, en realidad,
más que identificar el reclamo del damnificado con el siniestro de la responsabilidad civil, lo
postulan como verdadero riesgo. El tema será tratado más adelante (2326) .

(2318) Viterbo, Assic. di responsabilit… civile, § 4, ps. 113 y ss.; Bruck-M”ller, ob. cit., II, p.
23; Gasperoni, vº Assic. di resp. civile, nº 10; Fernández, p. 568; Donati, Trattato, III, nº 733;
Rotondi, en "Assicurazioni", 1960, 1, p. 331; Panayotis Scoufis, en "Rev. Gén. Ass. Terr.",
1962, p. 155, con referencia al derecho alemán.
Hay quienes sostienen que es el hecho que causa el daño, confundiendo la causa con el efecto;
el daño puede nacer después de haber ocurrido el hecho (ver Viterbo, ob. cit., § 5, ps. 116 y
ss.).
Se debe tener en cuenta que las dificultades prácticas que produce el curso de la prescripción
de la acción del asegurado contra el asegurador han sido obviadas en el derecho italiano por el
art. 1952 Ver Texto, Código Civil (que fija como momento inicial la reclamación del tercero).
Donati, ob. cit., III, nº 733, admite que las partes puedan fijar otro momento para considerar
producido el siniestro, lo cual estimo contrario a la naturaleza del contrato y del régimen de la
prescripción.

(2319) Viterbo, ob. cit., § 3, ps. 109 y ss.


En una variante, Moraglia lo fija al momento en que esa responsabilidad se declara (en "Riv.
Dir. Comm.", 1931, 2, p. 173).

1153
La C. Nac. Com., 30/12/1944, LL 37-731, declaró que el asegurador debe en la medida en que
el asegurado es efectivamente responsabilizado por el siniestro: el riesgo no es el hecho, sino la
obligación de satisfacer la indemnización. En el caso, denegó eficacia a los pagos voluntarios
del asegurado.
Expresa Salandra, en "Assicurazioni", 1942, 2, p. 191: "El siniestro, aun considerándose (al
menos en mi opinión) ocurrido en el momento en que se produjo el hecho dañoso para el
tercero que entraña una responsabilidad del asegurado, sufre luego un proceso de
concretización a través de la acción judicial desenvuelta por el damnificado, que trasforma su
derecho abstracto al resarcimiento en derecho concreto al pago de una determinada suma de
dinero".
Coincide en su esencia, Durante, ob. cit., p. 265, quien sostiene se trata de un íter: hecho,
reclamación, reconocimiento.

(2320) Ferrarini, en "Riv. Dir. Comm.", 1934, 2, p. 35; Greco, en "Assicurazioni", 1936, 2, p.
155; Salandra, en "Assicurazioni", 1938, 2, p. 138.

(2321) Vivante, Contratto, nº 413; Bruck, ps. 641 y ss.; Hémard, II, p. 556; De Lalande y
Couturier, nº 757; Lepargneur, nº 1360; Spilrein, ps. 63 y 131; Besson y Picard, III, nros. 191 y
ss.; Lordi, nº 722. Confr. Viterbo, ob. cit., § 2, ps. 103 y ss.
Besson y Picard, III, nº 193, señalan que esta solución puede llevar a situaciones injustas; y
proponen una solución bipartita o tripartita del problema: respecto de la garantía y su término
de vigencia, se toma el hecho del asegurado, aun cuando las consecuencias dañosas sean
posteriores; para la declaración del siniestro, la realización del daño en la víctima; y para la
acción del asegurado contra el asegurador, la reclamación de la víctima.

(2322) Viterbo, ob. cit., § 2, ps. 103 y ss.

(2323) Barbato, Nicolás H., El siniestro, en JA 1997-IV-900 ; La citación en garantía del


asegurador, en ED 150-158.

(2324) Hemos sostenido esta opinión en: Meilij, G. R., y Barbato, N. H., Tratado de derecho
de seguros, nº 385, ap. c, p. 321. Aunque pueda parecer improbable el ejemplo propuesto, es
perfectamente posible (p.ej., en casos de sentencias en rebeldía -recuérdese que la falta de
denuncia del siniestro o el incumplimiento de cargas postsiniestrales por parte del asegurado
son inoponibles al tercero, art. 118 Ver Texto LS.-, o en las cuales el demandado ha asumido
una actitud de absoluta desidia); es más: se puede decir que ante las dificultades de la prueba
que se rinde en todo juicio y la imperfecta concordancia entre la descripción de los hechos
cubiertos y los sucesos reales, muchos pronunciamientos judiciales contienen, por defecto
probatorio o por otras circunstancias, algunas partes de la sentencia que no coinciden
exactamente con la realidad de las cosas, por lo cual se otorgan, en algunos casos, más de lo
que corresponde, y en otros, menos. De allí la necesidad de atender los reclamos judiciales, aun
carentes de fundamento, para evitar que se puedan convertir en condenas protegidas por la
cosa juzgada y, por ende, inamovibles.

(2325) Ver capítulo IV, § 75.

(2326) Ver capítulo XI, § 12.

1154
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12. Reaseguro.

La solución es extensible al reaseguro, que en nuestra opinión es un supuesto de seguro de la


responsabilidad civil (2327) .

(2327) Bruck, p. 642; para otros, recién ocurrirá con el pago por el asegurador -
Herrmansdorfer y Ferrarini, lug. cit.-, o con la reclamación fundada -Ritter-.

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12. Reaseguro.

La solución es extensible al reaseguro, que en nuestra opinión es un supuesto de seguro de la


responsabilidad civil (2327) .

(2327) Bruck, p. 642; para otros, recién ocurrirá con el pago por el asegurador -
Herrmansdorfer y Ferrarini, lug. cit.-, o con la reclamación fundada -Ritter-.

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14. Granizo.

En el seguro de granizo, el siniestro es la caída de la piedra; así se limita y separa el daño del
producido por otros fenómenos meteorológicos (art. 91 Ver Texto).

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15. Ganado.

1155
En el seguro de muerte de ganado -que es el realizado por ahora en el país en la forma
individual-, el siniestro previsto es la muerte del animal asegurado, y su incapacidad total y
permanente, si así se conviene (art. 99 Ver Texto).

El art. 108 Ver Texto también le impone la responsabilidad por la muerte o incapacidad
ocurrida hasta un mes después del vencimiento del contrato, si tiene su origen en enfermedad
o accidente ocurrido con anterioridad; mas el asegurado debe pagar la prima proporcional a ese
tiempo (2331) .

(2331) Con anterioridad, en este sentido: C. Nac. Com., 15/7/1938, LL 12-135.

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16. Seguro sobre la vida.

En el seguro sobre la vida para el caso de muerte, el siniestro lo constituye el fallecimiento del
asegurado o del tercero cuya vida se aseguró; en los de supervivencia, el hecho de que al
vencimiento viva el asegurado o el tercero cuya vida se aseguró; y en los mixtos o dotales, uno
u otro hecho.

En caso de ausencia con presunción de fallecimiento, aunque la ley no reproduce el art. 557
Ver Texto del Código de Comercio, se alcanza solución análoga por aplicación de los arts. 22
Ver Texto; 28 Ver Texto; 31 Ver Texto, 1er. párr., y concs. de la ley 14394. Es decir que
durante el plazo de ausencia presuntiva (art. 22 Ver Texto), el beneficiario no tiene derecho
alguno, salvo pacto expreso en contrario; mas cuando se entregue los bienes conforme al art.
28 Ver Texto, el beneficiario podrá reclamar la prestación -capital o renta-, con prestación de
fianza de restitución para el supuesto de que reaparezca el ausente, que se extinguirá con
arreglo al art. 30 Ver Texto, ley citada (2332) .

La sanción se justifica plenamente en nuestro derecho, en el cual la ausencia con presunción de


fallecimiento se halla equiparada, en cuanto a los bienes, a la muerte, ya que habilita la apertura
de la sucesión (2333) .

1156
La mera ausencia, por prolongada que sea y con ignorancia del paradero del asegurado, no se
puede equiparar al siniestro.

(2332) Para doctrina nacional anterior: Segovia, notas 1929 y 1930; Malagarriga, nº 333;
Halperin, Contrato de seguro, 2ª ed., p. 503; Rivarola, nº 1207; Fernández, p. 544.
Para la solución concordante en el derecho comparado: Bruck, ps. 642 y ss.; Vivante,
Contratto, p. 460, nota 2; Lefort, I, p. 449, especialmente p. 450, nota 4.

(2333) Segovia, notas 1929 y 1930; Malagarriga, nº 333.


Es la solución universal: Bruck, ps. 642 y ss.; Vivante, Contratto, p. 460, nota 2; Lefort, I, p.
449, especialmente p. 450, nota 4.

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16. Seguro sobre la vida.

En el seguro sobre la vida para el caso de muerte, el siniestro lo constituye el fallecimiento del
asegurado o del tercero cuya vida se aseguró; en los de supervivencia, el hecho de que al
vencimiento viva el asegurado o el tercero cuya vida se aseguró; y en los mixtos o dotales, uno
u otro hecho.

En caso de ausencia con presunción de fallecimiento, aunque la ley no reproduce el art. 557
Ver Texto del Código de Comercio, se alcanza solución análoga por aplicación de los arts. 22
Ver Texto; 28 Ver Texto; 31 Ver Texto, 1er. párr., y concs. de la ley 14394. Es decir que
durante el plazo de ausencia presuntiva (art. 22 Ver Texto), el beneficiario no tiene derecho
alguno, salvo pacto expreso en contrario; mas cuando se entregue los bienes conforme al art.
28 Ver Texto, el beneficiario podrá reclamar la prestación -capital o renta-, con prestación de
fianza de restitución para el supuesto de que reaparezca el ausente, que se extinguirá con
arreglo al art. 30 Ver Texto, ley citada (2332) .

La sanción se justifica plenamente en nuestro derecho, en el cual la ausencia con presunción de


fallecimiento se halla equiparada, en cuanto a los bienes, a la muerte, ya que habilita la apertura
de la sucesión (2333) .

1157
La mera ausencia, por prolongada que sea y con ignorancia del paradero del asegurado, no se
puede equiparar al siniestro.

(2332) Para doctrina nacional anterior: Segovia, notas 1929 y 1930; Malagarriga, nº 333;
Halperin, Contrato de seguro, 2ª ed., p. 503; Rivarola, nº 1207; Fernández, p. 544.
Para la solución concordante en el derecho comparado: Bruck, ps. 642 y ss.; Vivante,
Contratto, p. 460, nota 2; Lefort, I, p. 449, especialmente p. 450, nota 4.

(2333) Segovia, notas 1929 y 1930; Malagarriga, nº 333.


Es la solución universal: Bruck, ps. 642 y ss.; Vivante, Contratto, p. 460, nota 2; Lefort, I, p.
449, especialmente p. 450, nota 4.

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16. Seguro sobre la vida.

En el seguro sobre la vida para el caso de muerte, el siniestro lo constituye el fallecimiento del
asegurado o del tercero cuya vida se aseguró; en los de supervivencia, el hecho de que al
vencimiento viva el asegurado o el tercero cuya vida se aseguró; y en los mixtos o dotales, uno
u otro hecho.

En caso de ausencia con presunción de fallecimiento, aunque la ley no reproduce el art. 557
Ver Texto del Código de Comercio, se alcanza solución análoga por aplicación de los arts. 22
Ver Texto; 28 Ver Texto; 31 Ver Texto, 1er. párr., y concs. de la ley 14394. Es decir que
durante el plazo de ausencia presuntiva (art. 22 Ver Texto), el beneficiario no tiene derecho
alguno, salvo pacto expreso en contrario; mas cuando se entregue los bienes conforme al art.
28 Ver Texto, el beneficiario podrá reclamar la prestación -capital o renta-, con prestación de
fianza de restitución para el supuesto de que reaparezca el ausente, que se extinguirá con
arreglo al art. 30 Ver Texto, ley citada (2332) .

La sanción se justifica plenamente en nuestro derecho, en el cual la ausencia con presunción de


fallecimiento se halla equiparada, en cuanto a los bienes, a la muerte, ya que habilita la apertura
de la sucesión (2333) .

1158
La mera ausencia, por prolongada que sea y con ignorancia del paradero del asegurado, no se
puede equiparar al siniestro.

(2332) Para doctrina nacional anterior: Segovia, notas 1929 y 1930; Malagarriga, nº 333;
Halperin, Contrato de seguro, 2ª ed., p. 503; Rivarola, nº 1207; Fernández, p. 544.
Para la solución concordante en el derecho comparado: Bruck, ps. 642 y ss.; Vivante,
Contratto, p. 460, nota 2; Lefort, I, p. 449, especialmente p. 450, nota 4.

(2333) Segovia, notas 1929 y 1930; Malagarriga, nº 333.


Es la solución universal: Bruck, ps. 642 y ss.; Vivante, Contratto, p. 460, nota 2; Lefort, I, p.
449, especialmente p. 450, nota 4.

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16. Seguro sobre la vida.

En el seguro sobre la vida para el caso de muerte, el siniestro lo constituye el fallecimiento del
asegurado o del tercero cuya vida se aseguró; en los de supervivencia, el hecho de que al
vencimiento viva el asegurado o el tercero cuya vida se aseguró; y en los mixtos o dotales, uno
u otro hecho.

En caso de ausencia con presunción de fallecimiento, aunque la ley no reproduce el art. 557
Ver Texto del Código de Comercio, se alcanza solución análoga por aplicación de los arts. 22
Ver Texto; 28 Ver Texto; 31 Ver Texto, 1er. párr., y concs. de la ley 14394. Es decir que
durante el plazo de ausencia presuntiva (art. 22 Ver Texto), el beneficiario no tiene derecho
alguno, salvo pacto expreso en contrario; mas cuando se entregue los bienes conforme al art.
28 Ver Texto, el beneficiario podrá reclamar la prestación -capital o renta-, con prestación de
fianza de restitución para el supuesto de que reaparezca el ausente, que se extinguirá con
arreglo al art. 30 Ver Texto, ley citada (2332) .

1159
La sanción se justifica plenamente en nuestro derecho, en el cual la ausencia con presunción de
fallecimiento se halla equiparada, en cuanto a los bienes, a la muerte, ya que habilita la apertura
de la sucesión (2333) .

La mera ausencia, por prolongada que sea y con ignorancia del paradero del asegurado, no se
puede equiparar al siniestro.

(2332) Para doctrina nacional anterior: Segovia, notas 1929 y 1930; Malagarriga, nº 333;
Halperin, Contrato de seguro, 2ª ed., p. 503; Rivarola, nº 1207; Fernández, p. 544.
Para la solución concordante en el derecho comparado: Bruck, ps. 642 y ss.; Vivante,
Contratto, p. 460, nota 2; Lefort, I, p. 449, especialmente p. 450, nota 4.

(2333) Segovia, notas 1929 y 1930; Malagarriga, nº 333.


Es la solución universal: Bruck, ps. 642 y ss.; Vivante, Contratto, p. 460, nota 2; Lefort, I, p.
449, especialmente p. 450, nota 4.

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20. Seguro de incendio.

En materia de incendio, se aplica el art. 70 Ver Texto citado, por lo cual el asegurador es
responsable por todo siniestro, salvo que sea provocado por dolo o culpa grave personal del
asegurado.

La totalidad de la doctrina nacional interpreta -con toda razón- que el asegurador responde por
culpa grave de los dependientes y familiares del asegurado y por los actos culposos o dolosos
de terceros (2369) . Se ajusta así a la orientación universal en la materia (2370) : como señalé, la
ley libera al asegurador por el dolo o la culpa grave personal del asegurado en la provocación
del siniestro.

1160
La jurisprudencia ha establecido que existe culpa grave en tener encendida una vela cerca de
unas flores secas, a escasos centímetros de los cuadros asegurados (2371) ; o en el abandono
total de la finca en que se introdujo el material fácilmente inflamable, ajeno a su destino, y que
facilitó el delito de incendio intencional (2372) ; o si se deja una máquina encendida en un local
de materiales combustibles (2373) .

(2369) Segovia, nota 1892; Obarrio, nº 38; Malagarriga, nº 263; Rivarola, nº 1128. Conf.: C.
Nac. Com., 4/3/1920, JA 4-127; 6/10/1920, JA 5-447, implícitamente.
La gravedad es fijada por el juez, conforme al criterio establecido en el párrafo anterior,
coincidente en su esencia con los arts. 512 Ver Texto y 902 Ver Texto, CCiv.
De Lalande y Couturier, nº 117, establecen como requisito que la culpa grave del dependiente
o del tercero no sea a su vez causada por la culpa grave del asegurado. Esta exigencia es
inadmisible: la provocación debe ser la causa adecuada del siniestro; no es posible analizar toda
la cadena causal, incluso la indirecta o la remota, para descubrir un acto culposo del asegurado
en el origen o en la conducta del tercero o del dependiente. En contra, aparentemente, C. Nac.
Com., 7/8/1941, LL 23-685.

(2370) De Lalande y Couturier, nros. 116 y ss.; Vivante, Contratto, nº 366.

(2371) C. Nac. Com., 10/12/1928, GF 77-316.

(2372) C. Nac. Com., 7/8/1941, LL 23-685.

(2373) C. Nac. Com., 30/12/1918, GF 18-209.

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21. Seguro de robo.

En materia de seguro de robo, las pólizas generalmente establecen que el asegurador se libera
cuando se comete por instigación o con complicidad del asegurado o cualquier miembro de su
familia que pudo entrar sin llamar la atención, o por los sirvientes o visitas de éstos o por
cómplices de ellos; así como cuando se dejan los locales deshabitados por un plazo
determinado.

1161
Además debe cumplir con todas las medidas de precaución fijadas en la póliza, cuya infracción
libera al asegurador (2374) , y producirse dentro de las limitaciones pactadas (2375) .

En materia de robo de automóviles, la póliza libera al asegurador en el supuesto de que exista


culpa o negligencia del asegurado o si el automóvil es robado en la vía pública. No obstante los
términos tan amplios, muy razonablemente la jurisprudencia tiene resuelto que se debe ajustar
a las modalidades de utilización del vehículo en cada caso (2376) , por lo cual no hay
negligencia en dejar el automóvil estacionado en un lugar de tráfico (2377) o poblado, aunque
sin conductor; en cambio, existe culpa cuando se lo deja en un lugar aislado, excéntrico,
despoblado, sin vigilancia (2378) . La justicia norteamericana decide que hay negligencia si se
dejó el automóvil sin cerrar con llave (2379) .

Reitero que conforme al art. 70 Ver Texto citado, la culpa debe ser grave y personal del
asegurado, sin que los pactos de las partes puedan disminuir la amplitud de la cobertura.

(2374) La culpa grave en la custodia del bien libera al asegurador. Loiacono, en


"Assicurazioni", 1958, 2, p. 44, juzgó que existía tal culpa en el portador de los valores, que
descendió del vehículo para ayudar al arreglo de un neumático, dejando esos bienes sin
custodia.
La C. Nac. Com. así lo declaró respecto del equipaje trasportado dejándose las llaves puestas,
porque no habría incurrido en ella si no hubiera estado asegurado (11/9/1963, inédito, sala C,
autos "Bosch de Resnik v. Helvetia"); y en el supuesto de dejar desocupado el lugar habitado
por el plazo previsto en la póliza, interpretando por "edificio" o "lugar" el piso o departamento
donde estaban las cosas, y no la totalidad del edificio de departamentos (8/9/1963, sala A,
autos "Silvestre de Armagnague R. v. El Comercio", inédito); abandonar el local de comercio,
sin vigilancia: 11/9/1964, ED 10-166.
Ver fallos indicados en nota 71.
En otro caso, la sala C del mismo tribunal, 31/5/1963, inédito, consideró que no era robo
cubierto si las llaves de la caja fuerte se guardaban en un mueble violado, que no respondía por
su naturaleza al propósito buscado con la cláusula.
Ver sobre la inoponibilidad de la culpa de un enviado del asegurado robo, del mismo tribunal,
sala B, 14/12/1962, inédito.

(2375) V.gr., si se fijó el horario, en éste. En un caso en que se convino el "horario de trabajo"
se interpretó que incluía el lapso en que los empleados trabajaban a puertas cerradas -sin
público- para poner el local en orden (C. Nac. Com., sala A, 14/11/1968, JA 1969-II, fallo
16.827).

(2376) C. Nac. Com., 30/12/1942, LL 30-506.

(2377) C. Nac. Com., 31/12/1939, LL 9-409; 30/12/1942, LL 30-506.

(2378) C. Nac. Com., 8/9/1937, LL 8-576.

(2379) Patterson, p. 382; aunque sea por pocos minutos.

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1162
22. Seguro de cristales.

En materia de seguro de cristales, vidrios y espejos, la póliza argentina uniforme cubre toda
rotura, cualquiera que sea su causa, salvo los supuestos expresamente establecidos en la
cláusula 1ª, por lo cual se debe entender que el siniestro causado por culpa no calificada del
asegurado, o por sus familiares o dependientes, así como por culpa o dolo del tercero, se halla
comprendido en la garantía (2380) : conforme al art. 70 Ver Texto analizado, la solución
contractual se deberá modificar y limitar la exclusión a la culpa personal del asegurado, y en
cuanto al hecho del tercero, será para aquél, en todas las circunstancias, caso fortuito o fuerza
mayor.

(2380) Gasperoni, vº Assic. rami minori, nº 12.

23. Seguro de ganado.

En el seguro de ganado, el asegurado incurre en culpa grave que libera al asegurador si no


recurre al servicio del veterinario y no observa el tratamiento prescrito, maltrató o descuidó
gravemente al animal, excepto que su conducta no haya influido en la producción del siniestro
ni sobre la medida de la prestación del asegurador (art. 105 Ver Texto).

Se autoriza el sacrificio del animal por razones de humanidad, con permiso escrito del
asegurador (art. 105 Ver Texto, a contrario), y, si no es posible obtener éste, por consejo de un
veterinario cuando media urgencia (y si no hay veterinario, por dos prácticos, o por orden de la
autoridad) (art. 106 Ver Texto).

Si el asegurado no cumple el sacrificio ordenado por el asegurador, éste no responde por el


mayor daño causado por su negativa (art. 106 Ver Texto, 2º párr.), supuesto que se da en el
caso de epidemia o enfermedad contagiosa.

1163
24. Seguro de la responsabilidad civil. Posición de la jurisprudencia nacional.

En el seguro de la responsabilidad civil, el siniestro es el ejercicio por el tercero de su derecho a


la indemnización; éste escapa a la esfera de acción del asegurado, que sólo puede provocar el
hecho del cual nace su responsabilidad hacia el tercero (2381) . La provocación se debe juzgar
respecto de este hecho.

El seguro tiene la peculiaridad de importar la garantía del hecho culposo del asegurado o de las
personas por quienes él es responsable. En consecuencia, la aplicación de las reglas sobre
provocación del siniestro debe ser más restringida, acordándola con el objeto perseguido con
el contrato.

Conforme a este objeto se puede afirmar que el asegurador debe resarcir el siniestro causado
por los dependientes o personas por las cuales el asegurado es civilmente responsable, aun
cuando lo fuere voluntariamente (2382) , y por los siniestros causados por éste, con la sola
exclusión de los actos dolosos o con culpa grave del asegurado (art. 114 Ver Texto),
disposición legal que sólo es posible modificar en favor del asegurado (art. 158 Ver Texto):
cualquier pacto que viole estos límites en su perjuicio es nulo, por ser violatorio de una norma
legal imperativa.

La discusión suscitada por la redacción de las pólizas argentinas con anterioridad a la ley,
abusivas, que ha contribuido no poco al desprestigio del seguro en el país, es materia que ya
sólo interesa al historiador de la evolución del contrato y su práctica en la Argentina (2383) .

Para la doctrina, ver los estudios de Viterbo (2384) , Julio Dassen (2385) y Halperin (2386) .

Téngase en cuenta que la presunción de culpa establecida por el art. 1113 Ver Texto, CCiv. -ley
17711 Ver Texto-, es ajena a las relaciones entre asegurado y asegurador, quien para liberarse
debe acreditar la efectiva culpa grave del asegurado.

1164
24 (a).

Un tema que ha sido objeto de polémica doctrinal y discrepancias jurisprudenciales, es el de la


oponibilidad al tercero, de la culpa grave del asegurado, que dé lugar a la exclusión de la
cobertura y consiguiente liberación de responsabilidad del asegurador.

A primera vista puede parecer poco congruente que precisamente cuando la culpa del
asegurado es más notoria y rotunda el asegurador se pueda liberar de responsabilidad. A ello se
agregan los esfuerzos de quienes, viendo en el seguro de la responsabilidad civil -tal como está
legislado en nuestra Ley de Seguros, 17418 Ver Texto- un amparo dirigido específicamente a
proteger a la víctima, buscan evitar que el desborde en la conducta del asegurado no produzca
ese efecto liberatorio de la cobertura, convirtiéndolo en un supuesto de "no seguro".

Pero para comprender el fundamento de tal liberación es necesario recordar algunas


características de la "culpa grave" en el derecho de seguros, en particular en los casos en que
constituye la causa del siniestro, como acontece con los arts. 70 Ver Texto, 114 Ver Texto, 135
Ver Texto, 136 Ver Texto y 152 Ver Texto. Como ya señalamos antes (2387) , la "culpa grave"
a la cual se refiere el art. 70 Ver Texto, LS. -y las normas que emplean dicha categoría en forma
análoga-, se diferencia netamente de la "culpa" que se estudia, en general, en el derecho civil.
En efecto: en tanto la culpa considerada en sentido tradicional tiene como efecto dar
nacimiento a una responsabilidad, la culpa (grave) del art. 70 Ver Texto, LS., produce como
consecuencia impedir la configuración del presupuesto de hecho establecido como condición
de la obligación del asegurador (es decir, del "siniestro" en los términos en que ha sido descrito
en la cobertura, lo cual implica eliminar los hechos que hayan caído en el ámbito de
exclusiones al amparo). La determinación de ese presupuesto de hecho posee aquí un carácter
eminentemente técnico, inherente al diseño de la cobertura otorgada que, a su vez, constituye
el contexto fáctico elegido para ese amparo, en función del cual se determina el costo de la
prima y aun la posibilidad de su aseguramiento. Una observación puede servir para aclarar esta
función ligada a la técnica del contrato: en el caso de que el siniestro haya sido provocado
dolosamente, su cobertura sería ontológicamente imposible, porque implicada la provocación
intencional del hecho siniestral, se quiebra la hipótesis estadística sobre la cual se estructuró la
relación asegurativa entre las partes; el dolo es el antiseguro, ya que elimina la incertidumbre,
esencial a ese contrato signado por la aleatoriedad. Y vemos que esa hipótesis de dolo (dolo
como provocación del hecho siniestral) se halla en la misma disposición legal que la culpa
grave (arts. 70 Ver Texto, 114 Ver Texto, etc.). La primera (concepto tradicional) da lugar al
nacimiento de una obligación de reparar el daño producido al tercero y, por ende, convierte a
quien actúa culposamente en deudor (culpa de deudor). La segunda (la del seguro) impide a
alguien que estaba perfilado como acreedor, para más, a título oneroso (pago de la prima), que
se perfeccione su derecho a reclamar la prestación del asegurador (culpa de acreedor
emplazado en posición activa) (2388) .

1165
Vemos entonces que una misma actuación culposa es regulada por el derecho desde dos
ángulos diferentes. Desde el lado de la víctima, generando una obligación de resarcir a cargo
del culpable; desde el punto de vista del seguro, como una ruptura del equilibrio técnico
requerido por el contrato para funcionar conforme a lo acordado. Y el tercero damnificado,
que se apoya en el contrato, lo toma en la forma como fue concebido y como resulta oponible
al asegurado, con sus límites de cobertura, sus caracteres, sus riesgos cubiertos, etc., viendo
desplazado el amparo -al igual que el asegurado- por haberse alterado la relación asegurativa.
Es un supuesto análogo al que tiene lugar cuando el conductor del automotor al cual se refiere
el seguro carece, al momento del hecho, de habilitación para conducir esa especie de vehículos,
otorgada por autoridad competente: es una situación excluida por el contrato y resulta también
oponible al tercero reclamante.

También se ha intentado efectuar una argumentación a contrario del art. 114 Ver Texto, LS.,
cuando establece que el asegurado no tiene derecho a ser indemnizado cuando provoque
dolosamente o por culpa grave el hecho del que nace su responsabilidad; se pretende sostener
que la limitación se refiere sólo al asegurado y no alcanza al tercero. Lo cierto es recordar lo ya
dicho en el sentido de que el asegurado no tiene un derecho a la indemnización sino a la
"indemnidad" (art. 109 Ver Texto). Pero reiteramos que el tercero, para intentar implicar al
asegurador en una condena, se apoya en el contrato, en los términos en que éste se halle
concebido (como tercero que es) y, por ende, le son oponibles las limitaciones y exclusiones a
la cobertura, en especial la de la culpa grave, establecida por ley (arts. 70 Ver Texto y 114 Ver
Texto, ley 17418).

Jurisprudencia

El tema precedentemente tratado dio lugar a un fallo plenario de la entonces Cámara Nacional
Especial en lo Civil y Comercial (aplicable actualmente al fuero en lo Civil), en 11/5/1982,
autos "Mustafá, Alicia N., v. Núñez, José M." Ver Texto, que resolvió que "la defensa de culpa
grave del asegurado es oponible por la aseguradora citada en garantía frente al tercero
damnificado que demanda los daños causados en un accidente del tránsito" (JA 1982-I-477 Ver
Texto). En sentido análogo se había pronunciado la Suprema Corte de la Provincia de Buenos
Aires, 6/9/1988, in re "Decesero, Agustín, y otro, v. Parent, Rubén G., y otros" Ver Texto,
decidiendo que la defensa basada en la culpa grave del asegurado es oponible al tercero, porque
éste debe aceptar todos los términos del contrato de seguro de la responsabilidad civil, aun
aquellos que restrinjan la garantía de indemnidad (LL 1988-E-345). Y otro tanto estableció la
C. Nac. Com., sala B, en 20/9/1989, en autos "Espósito Tucillo, Antonio, v. Pirroncello, Vito
F. S., y otra" Ver Texto, ED 137-422, con nota de Enrique J. Quintana.

En la conceptuación de la culpa grave se pueden recordar fallos relativamente recientes que


decidieron que la culpa grave consiste en una negligencia grosera, en la que apenas resulte
creíble que su autor no hubiere deseado, al obrar, producir el daño que ha causado (Trib. Supr.
Just. Córdoba, sala Civil y Comercial, 29/2/1996, autos "Scabuzzo, Ricardo D., v. Pérez,
Alejandro", LL Córdoba 1996-1235), y que en materia de seguros la culpa grave puede ser
definida como el obrar cuyo resultado dañoso es previsible y deriva de una conducta u omisión

1166
tan apartada de las pautas normales del comportamiento, que provocaría la repulsa y censura
del individuo medio. Ese grado de culpa consiste, entonces, en la decisión deliberada y
consciente del agente del comportamiento, de manera singularmente riesgosa, exponiéndose a
sí mismo y a terceros a las consecuencias de ese obrar (C. Nac. Civ., sala I, 23/9/1996, autos
"Giuliani, Mario, y otro v. Khafil, Isaac, y otros" Ver Texto, LL fallo 97.334). La culpa grave
del asegurado que dispensa al asegurador de su obligación de indemnizar a la víctima en un
accidente del tránsito no es la culpa o negligencia ordinaria prevista en los arts. 512 Ver Texto
y 1109 Ver Texto, CCiv, sino una conducta lindante con el dolo, esto es, una verdadera culpa
con representación o dolo eventual, que consiste en la asunción consciente e innecesaria de un
riesgo probable (C. Nac. Civ., sala K, 31/8/1999, "T., J. A., y otro v. Chávez, Atilio R.", DJ
2000-3-529). También se ha resuelto que constituye culpa grave del asegurado que exime de
responsabilidad al asegurador la omisión de la diligencia elemental del sujeto menos previsor, la
manifiesta y grave despreocupación por parte de éste, en que no hubiere incurrido de no haber
estado protegido por un contrato de seguro (C. Nac. Com., sala B, 12/7/2000, "Zuccala,
Daniel V., v. Instituto Ítalo Argentino de Seguros Generales S.A." Ver Texto, LL fallo
101.312). En el seguro, la ecuación del asegurador en virtud de la cual éste logra la eliminación
y compensación de los riesgos, sólo se logra por aplicación del principio de equivalencia entre
riesgo y prima, el cual se ve alterado en su médula cuando el siniestro es provocado por dolo o
culpa grave. Por esta razón, tanto el legislador como la póliza que rige las relaciones de las
partes han excluido la culpa grave de la cobertura como un supuesto de "no seguro", liberando
al asegurador cuando el accidente se produce mediando este grado de culpa de parte del
asegurado (Juzg. Civ. Com. Catamarca, 28/12/1998, "Lindow, Gustavo A., v. Sochi, Oscar H.,
y otra", LL NOA 1999-942). La culpa grave, en materia de contratos de seguro, se acerca más
al dolo que a la culpa, y la ley libera al asegurador de toda responsabilidad cuando el hecho
ocurrió por una acción o conducta del asegurado a la cual se le puede formular un juicio
axiológico de culpa grave (C. 3ª Civ. Com. y de Minas, Mendoza, 3/7/1998, "Caprioglio,
Ricardo, v. Concina Garay, Sara O.", VJ 1998-6-90).

En otros casos, algunos pronunciamientos judiciales se han mostrado, en ocasiones, muy


rigurosos en algunos aspectos relativos a la culpa grave en el seguro. Así, se ha resuelto que
para poner en funcionamiento la exclusión de culpa grave del asegurado, ésta debe ser de
carácter excepcional, configurada por una negligencia o imprudencia que revista una magnitud
caracterizada por la desmesura o imprudencia. Puede ser descrita como aquella imprudencia o
negligencia extremas, desorbitada respecto del comportamiento medio habitual del grupo
social en el cual tiene lugar, y que culmina siendo la causa del siniestro como consecuencia de
una intensificación desmesurada de la probabilidad siniestral (C. Nac. Civ., sala F, 6/5/1996,
"Ojeda, Pedro C., v. Telecom S.R.L." Ver Texto, LL 1996-C-797, fallo 38.808).

Con relación al sujeto sobre quien resulta aplicable, los fallos en general han insistido acerca del
carácter personal de la culpa grave, que sólo puede ser tomada en cuenta cuando la acción
corresponde al asegurado. Así se pueden recordar pronunciamientos que decidieron que sólo el
dolo y la culpa grave del asegurado excluyen la cobertura; quedan amparados los actos que, aun
con dolo o culpa grave, puedan ejecutar aquellas personas por las cuales el asegurado responde
civilmente, pues ellos se cuentan entre los riesgos de los que el asegurado busca cubrirse al
contratar el seguro (C. 1ª Civ. y Com. Bahía Blanca, sala 2ª, 7/8/1997, "Castell de Gullini,
Raquel T., v. Fernández, Fernando A., y otro" Ver Texto, LL Bs. As. 1998-369); y que para

1167
poder oponer las cláusulas de exclusión de cobertura del siniestro por culpa grave, ésta debe
ser personal del asegurado, dado que se trata de una delimitación subjetiva del riesgo. Si bien la
culpa de su representante puede ser equiparada a la suya, no es posible extenderla a la de otras
personas por quienes es civilmente responsable conforme a las normas generales del derecho
de las obligaciones. El art. 70 Ver Texto, LS., se refiere al tomador o al beneficiario que
provoca el siniestro; por ende, la culpa grave o el dolo deben ser personales. Por ello, la
cláusula de póliza que libera al asegurador por el siniestro provocado por culpa grave del
conductor que no se halla en relación de dependencia laboral es abusiva, porque es una
delimitación subjetiva y, por ello, referida sólo al asegurado. La ilicitud de tal cláusula deviene
de que es contraria al art. 158 Ver Texto, LS., pues empeora las condiciones de contratación
para el asegurado y, tratándose de un supuesto de exclusión de cobertura, es de interpretación
restrictiva -en el caso no se admitió dicha exclusión respecto de la conducta desplegada por el
hijo del asegurado- (C. Civ. y Com. Junín, 15/4/1997, "D., J., y otros v. D., A. C." Ver Texto,
LL Bs.As. 1997-852 -voto de la mayoría; la minoría entendió que el conductor es también
asegurado y que la no aplicación de la exclusión de culpa grave respecto de éste implica generar
un desequilibrio entre las prestaciones de la relación asegurativa-). En el mismo sentido se
decidió que la cláusula que libera al asegurador de responsabilidad por el siniestro provocado
por culpa grave del conductor que no se halle en relación de dependencia laboral es ilegítima y
abusiva, pues la culpa grave es una hipótesis de delimitación causal subjetiva y, como tal,
referida sólo al asegurado, lo cual determina que en estos supuestos la ilicitud está referida a
una exclusión no admitida por el art. 158 Ver Texto, LS., ya que empeora las condiciones de
contratación del asegurado; el art. 114 Ver Texto sólo puede ser modificado en favor del
asegurado (C. Nac. Civil, sala I, 27/8/1996, "Cuquejo, Walter H., y otro v. Sevillano, Marcelo
E." Ver Texto, LL Jur. Agrup., caso 12.800). Algún fallo, extremando tales características, ha
pretendido tornar inoponible la culpa grave a la víctima, tema que hemos tratado
precedentemente. Así, se dijo que el asegurado no tiene derecho a ser indemnizado cuando
provoque dolosamente o por culpa grave el hecho del que nace su responsabilidad. Ante esa
hipótesis de conducta, éste pierde el derecho indemnizatorio, pero no ocurre lo mismo con la
víctima, que no es parte en el contrato pero sí la verdadera destinataria de este beneficio, de
carácter auténticamente asistencial y que interesa al orden público (C. Civ. y Com. San Martín,
sala 1ª, 6/2/1997, "Centurión, Miriam R., v. Herrero, Rubén A.", LL Bs. As. 1997-627).

También se ha puesto de resalto el carácter restrictivo de la aplicación de tal exclusión de


cobertura expresando que la culpa grave, como causal de exoneración de la aseguradora, debe
ser apreciada con carácter restrictivo y severo, para evitar abusos y no tornar ilusoria la garantía
debida, tanto al asegurado como a la víctima del accidente (Sup. Trib. Just. Córdoba, sala Civ. y
Com., 29/2/1996, "Scabuzzo, Ricardo D., v. Pérez, Alejandro", LL Córdoba 1996-1235; en el
mismo sentido, C. Nac. Civ., sala K, 31/8/1999, "T., J. A., y otro v. Chavez, Atilio R.", DJ
2000-3-529). También se dijo que su existencia y configuración es de interpretación restrictiva
y que el art. 114 Ver Texto, LS., sólo puede ser modificado en favor del asegurado, lo cual hace
que sea posible cubrir asegurativamente la culpa grave (C. Nac. Civil, sala F, 6/5/1996, "Ojeda,
Pedro C., v. Telecom S.R.L." Ver Texto, LL 1996-C-797, fallo 38.808).

1168
(2381) Bruck, p. 662; Besson y Picard, 2ª ed., I, ps. 495 y ss.

(2382) Asquini, en "Assicurazioni", 1959, p. 253; Corte de Casación de Italia, 12/10/1957, eod.
loc., 1958, 2, p. 20, con nota en contra de Colasso; Corte de Milán, 13/4/1956, eod. loc., 1956,
2, 42, también con nota crítica de Colasso.

(2383) En materia de accidentes del trabajo exigen que no hayan ocurrido por infracción a las
leyes y reglamentos del trabajo de las mujeres y menores o por infracción a las leyes y
reglamento sobre seguridad e higiene industrial.
En materia del seguro de la responsabilidad automóvil, la póliza en uso anterior, cláusula 5ª,
punto a, excluía la responsabilidad del asegurador "cuando el asegurado no dé cumplimiento a
las leyes, ordenanzas, reglamentos gubernativos, municipales o policiales, vigentes en la
República Argentina", y que en adelante denominaré, por razones de brevedad, como cláusula
5ª.
En materia de accidentes individuales se utilizaba una disposición análoga; el art. 7 Ver Texto
de las condiciones generales excluye de la garantía los accidentes "provocados por infracción
de parte del mismo, de las leyes y ordenanzas vigentes relativas a la seguridad de las personas".
Y en cuanto se refiere a los accidentes del trabajo, las pólizas excluían los accidentes cuando se
hubieren violado las disposiciones para la seguridad industrial (cláusula 5ª, punto a).
La jurisprudencia nacional ha reconocido reiteradamente su validez: C. Nac. Com., 9/5/1928,
GF 75-5 y JA 27-813; 1/8/1933, JA 43-227, implícitamente; 13/8/1937, LL 7-950,
implícitamente; 23/8/1937, LL 8-103, implícitamente; 7/8/1944, JA 6/4/1945, p. 3; y los
citados más adelante, en los cuales se ensayó una interpretación restrictiva.
La C. Nac. Com. se ha hecho cargo de los argumentos aducidos corrientemente (que no existe
supuesto de responsabilidad sin culpa, y aplicada rigurosamente se harán ilusorias las
obligaciones del asegurador, en violación de las normas de buena fe), con estas razones: los
contratos son la ley de las partes -art. 1197 Ver Texto, CCiv.-; la prima ha sido calculada por las
partes conforme a los riesgos amparados, y si ésa es exagerada no cabe remediarlo por un
recurso judicial (C. Nac. Com., 7/8/1944, JA 6/4/1945, p. 3).
Incluso la aplicó literalmente en un caso en que el asegurador se había hecho cargo de la
defensa (3/4/1943, LL 30-133).
Otros fallos, frente a la regla del art. 1066 Ver Texto, CCiv., de que "ningún acto voluntario
tendrá el carácter de ilícito si no fuere expresamente prohibido por las leyes ordinarias,
municipales o reglamentos de policía", han intentado soslayar la burla de los derechos del
asegurado, mediante la interpretación de la cláusula.
La C. Nac. Com. juzgó en dos casos que esa cláusula 5ª no exime al asegurador si el accidente
se produce por imprudencia o impericia en el manejo de la cosa. C. Nac. Com., 4/11/1941, LL
24-608; JA 1942-I-246: se trataba de un automóvil conducido a velocidad de 70 km, por su
mano, y que en un momento de indecisión choca, al ser cruzado a la otra mano. El conductor
fue condenado en sede penal, por violación del reglamento caminero, que impone una
velocidad razonable según el ancho del camino y el tráfico. La violación del reglamento -
expresó la Cámara- sólo es un elemento de juicio para establecer la impericia. En otro caso
similar -20/7/1938, LL 11-371- se exigió la demostración de la violación de la ley u ordenanza,
a pesar de mediar condena del conductor en lo criminal, dado que sólo existió impericia.
No se cubre el accidente ocurrido al apartarse de la ruta habitual para tomar otra llena de
peligros, en cuyo tránsito existían advertencias de la autoridad sobre éstos (C. Nac. Com.,
1/8/1933, GF 105-241).

1169
En contra: Los fallos citados en el quinto párrafo de esta nota; muy especialmente el muy
categórico corriente en GF 75-5, de 9/5/1928, en el cual afirmó que no es posible suponer un
delito por imprudencia, que no tenga como antecedente ineludible la desatención del
reglamento u ordenanzas. Adde: C. Nac. Com., 1/8/1933, JA 43-227, en que aplicó la cláusula
por haber transitado por lugar peligroso, contra las advertencias fijadas por la autoridad;
13/8/1937, LL 7-950, en un supuesto accidente por exceso de velocidad, etc.
Este criterio se debe desechar en materia de la responsabilidad automóvil, porque la pericia en
el manejo está prevista en la ordenanza municipal del tráfico, la cual indica las maniobras y las
condiciones en que éstas deben ser cumplidas. Además, la existencia de condena en sede penal
lleva lógicamente a sostener que media violación de los arts. 84 Ver Texto o 94 Ver Texto del
Código Penal, y por ende, de las leyes, tal como fijaba la cláusula en cuestión.
La Cámara Federal de Mendoza sostuvo que no es aplicable cuando el derecho es el resultado
de la conducta del conductor, porque se alteraría o desvirtuaría el fin del seguro, que es
cubrirse por la gestión de éste, a quien no se puede estar vigilando continuamente (3/9/1941,
LL 24-405). La solución era parcial, y no daba fundamento alguno para apartarse de la cláusula
cuando expresamente se incluya el supuesto que la sentencia considera.
La C. Civ. 1ª de la Capital, en un fallo aislado, sostuvo que es menester que las violaciones
excedan de cierto límite, que las tornen en culpa grave o en delitos intencionales. "El hecho de
que la póliza consigne esas reglas, en forma tan amplia, que puede llegar a comprender
cualquier imprudencia o contravención, no autoriza a que se la interprete con ese rigor, pues
ello importaría atribuir al art. 1197 Ver Texto el alcance de un medio para favorecer a uno de
los contratantes, en perjuicio del otro, o de los terceros. Es bien difícil que se pueda dar el caso
de un conductor tan ceñido a las reglas municipales que las respete en forma tan literal,
atravesando, por ejemplo, a paso de peatón las esquinas, según lo disponen, sin embargo, las
mismas. El conductor de esta clase sería, sin duda, causa de numerosos accidentes para los que
vinieran detrás o cruzaran las calles laterales. En otros términos, pienso que las reglas es
menester interpretarlas con un sentido de la vida, y según los principios de la buena fe, para
que realmente cumplan el fin para que han sido dictadas: el respeto de los derechos y la mejor
convivencia social" (voto del Dr. Tobal en la causa mencionada, C. Civ. 1ª, 20/12/1940, LL
21-294. Adde C. Civ. 1ª, 31/12/1942, LL 29-580).
Solución aceptada en un caso por la C. Nac. Com., 24/10/1942, JA 1942-IV-778.
Esta interpretación cuenta en su favor con los antecedentes jurisprudenciales franceses, cuya
posición ha sido resumida por Bonneville, así: "No se puede admitir que toda contravención a
los decretos administrativos constituye legalmente, y sin otra verificación de las circunstancias,
una culpa capaz de liberar al asegurador de la ejecución del contrato. Un sistema tan absoluto
llevaría a desconocer la intención de los contratantes, y hasta a impedir el contrato de seguro,
toda vez que el accidente o la imprudencia que fue objeto del contrato fuese, al mismo tiempo,
materia, en interés del público, de un reglamento preventivo, represivo, emanado de la
autoridad administrativa o del legislador" (Bonneville, I, p. 227).

(2384) En JA 66-6, secc. Doctrina. Este criterio fue aceptado por la sala 3ª, C. de Paz Letr.,
28/5/1943, JA 1943-II-868.

(2385) En JA 6/4/1945, p. 3, El seguro de responsabilidad civil y la violación de leyes y


ordenanzas por el asegurado.

(2386) Contrato de seguro, 2ª ed., p. 518.

1170
(2387) Ver, capítulo V, § 22 (a).

(2388) Hablamos de culpa de acreedor emplazado en posición activa para diferenciar esta
situación de la culpa de acreedor resultante del incumplimiento de obligaciones secundarias,
hipótesis que da lugar al nacimiento de responsabilidades u otros efectos análogos. En cambio,
en el supuesto de los arts. 70 Ver Texto y 114 Ver Texto, LS., al acreedor el acto culposo no le
origina responsabilidades, sino que le inhibe el nacimiento del derecho, actúa como un
presupuesto impeditivo de ese derecho. Una función análoga de la culpa la vemos aparecer, en
el derecho civil en el supuesto de "culpa de la víctima" (art. 1111 Ver Texto, CCiv); también
aquí la culpa no genera obligación de resarcir, sino que impide la configuración del derecho de
la víctima; también aquí estamos ante un caso de culpa de acreedor emplazado en sentido
activo, que ve impedido el nacimiento de su derecho por haber actuado con culpa. Ver,
Barbato, Nicolás H., Culpa grave, derecho civil y derecho de seguros, en "Revista de Derecho
Privado y Comunitario", Santa Fe, 1999, nº 19, Seguros, t. I.

IV. Provocación en los seguros de personas

25. Generalidades.

Los seguros de personas tienen un régimen legal especial en la materia. Los arts. 135 Ver
Texto, 136 Ver Texto y 137 Ver Texto, en los seguros sobre la vida, y el art. 152 Ver Texto,
para los seguros de accidentes personales, establecen los hechos que constituyen provocación
del siniestro y liberan al asegurador: son todos actos voluntarios; pero mientras para los
seguros sobre la vida los actos de provocación cumplidos culposamente, aun cuando fueren
con la culpa más grosera, no liberan al asegurador, en el seguro de accidentes se aplica la regla
general, de liberación por los actos dolosos o con culpa grave, con el agregado del sufrido en
empresa criminal (art. 152 Ver Texto).

El régimen legal se funda en que el asegurador no debe responder cuando el daño se causa por
un hecho voluntario del asegurado o del beneficiario, especialmente cuando es criminal (2389)
. Pero cabe pactar en forma más favorable para el asegurado -y el beneficiario- en el supuesto
de suicidio (arts. 135 Ver Texto y 158 Ver Texto), mas no en los de los arts. 136 Ver Texto y
137 Ver Texto, porque sería contrario a la naturaleza y función de estas normas (art. 158 Ver
Texto). Solución análoga se impone para el art. 152 Ver Texto, en que cabría incluir en la
garantía el accidente sufrido por culpa grave.

1171
26. Suicidio. Concepto. Requisitos.

El art. 135 Ver Texto se refiere al suicidio. La caducidad se extiende al supuesto de que el
suicidio sea de un tercero cuya vida se aseguró (2390) . En otra oportunidad opiné contra esta
solución (2391) , que ahora acepto por una razón práctica: el peligro de asegurar la vida de
quien ha resuelto suicidarse.

Por suicidio se debe entender la muerte dada a sí mismo voluntariamente (2392) . El requisito
de la voluntariedad está expreso en la ley (art. 135 Ver Texto), y es inherente al de suicidio, ya
que el cometido en estado de inconsciencia o estado de perturbación o enfermedad mental es
un caso fortuito (2393) .

La exclusión del suicidio se funda en razones técnicas, y no en razones morales o de orden


público; el legislador italiano ha sido clarísimo sobre el punto: de ahí que ya antes de la ley
17418 Ver Texto era perfectamente lícito garantizarlo por un pacto expreso, generalmente
después de determinado lapso (2394) . Algún fallo aceptó que se pacte la exclusión de la
garantía también para el supuesto de suicidio cometido en estado de inconsciencia (2395) ; se
trata de una limitación del riesgo que no es legítima, porque el art. 135 Ver Texto sólo puede
ser modificado en favor del asegurado (art. 158 Ver Texto), esto es, que se podrá abreviar el
plazo de carencia. Es menester que el suicidio sea voluntario, es decir que se cometa en estado
de conciencia normal, libre. Pero en ninguna forma se debe entender que es el cometido para
que se pague el beneficio o que se contrate ya con la idea de suicidarse (2396) : no se repara
que éste no sería un caso de caducidad o de liberación del asegurador por provocación del
siniestro, sino de nulidad del contrato por fraude en el tomador o por reticencia dolosa (2397) .

Es menester que sea un acto consciente y libre. Mezger, estudiando el dolo penal, expresa que
"cuando falta al autor totalmente la conciencia no existe acción alguna; pues a la acción
pertenece un querer y tal querer es imposible en los casos en que la vida anímica se halla
temporalmente extinguida por completo". Para excluir la imputabilidad por la perturbación de

1172
la conciencia, no se exige la pérdida absoluta de la conciencia; basta una perturbación en alto
grado de ella y que la libre determinación aparezca excluida, aunque sea respecto del acto
especial. "La perturbación de la conciencia es perturbación de la conciencia del yo respecto a la
conciencia del mundo externo. Para comprender esto, es menester partir del "yo consciente del
fin", entendido como aquella parte consciente de la personalidad, adecuada a la realidad, en
contraste con las fuerzas elementales, impulsivas e inconscientes. En el estado normal de vigilia
posee el hombre autoconsciencia, que de una parte abarca este yo consciente del fin, y por la
otra las referencias del yo al mundo exterior y con ello el mundo exterior mismo. En los casos
de una perturbación de alto grado de la conciencia, aparece perturbada e interrumpida la
relación de la autoconsciencia al yo y al mundo externo, de tal modo que queda excluido el
influjo normal del yo en el mundo exterior; existe a lo sumo una conciencia parcial, es decir, el
total yo no interviene ya, en estos casos, en el proceso de formación de la voluntad". Y es
indiferente la actividad del espíritu -intelectual o emocional- en la cual se manifiesta la
perturbación (2398) .

Sobre la base de este criterio se puede concluir que no existe suicidio consciente o voluntario
(como expresa el art. 135 Ver Texto) dado que por causas internas o externas, morbosas o no,
el sujeto pierde la conciencia plena de sus actos, la libertad de su voluntad (2399) . Quiere decir
que deja de ser consciente o voluntario no sólo el cometido en estado de insania, sino en todos
los supuestos en que se ofusca la razón o se halla impedida la serenidad del juicio (2400) .

27. Carga de la prueba del suicidio y del estado mental del asegurado.

La prueba del suicidio pesa sobre el asegurador; con ello sólo se siguen las reglas generales
sobre la carga de la prueba (2401) .

El asegurador puede emplear todos los medios de prueba, incluso las presunciones, que deben
ser graves y no contradichas (2402) , es decir que no dejen una duda razonable, porque en caso
de duda, siendo el suicidio un gesto extraordinario y anormal, que pugna con el instinto de
conservación, se debe resolver en contra de su existencia (2403) .

La disidencia apareció acerca de quién debe probar el estado mental del suicida.

1173
La mayoría de la doctrina nacional y extranjera (2404) opina que al asegurador le basta acreditar
el hecho de que el asegurado se quitó la vida; la normalidad mental se presume, por cuanto es
lo corriente; el art. 3616 Ver Texto, CCiv., lo establece en materia de testamentos. Además, se
sigue la regla general en materia de carga de la prueba; ésta incumbe a quien se beneficia con la
defensa; para liberarse, el asegurador alega y acredita el suicidio, y como la normalidad mental
se presume, estableció así los requisitos para su liberación. Si el beneficiario aduce que se
cometió en estado de demencia o perturbación psíquica que suprimió la conciencia y
voluntariedad del acto, debe probarlo, porque trata de beneficiarse y destruir la citada
presunción de normalidad mental.

No compartimos el criterio de la mayoría, y el art. 135 Ver Texto apoya ahora la solución
propugnada (2405) . En coincidencia con Segovia y Vivante (2406) , entendemos que el
asegurador debe probar que el suicidio ha sido consciente, voluntario, y que esta conciencia y
voluntad no se presumen.

Es exacto que para la generalidad de los actos jurídicos -y del testamento entre ellos- se
presume la normalidad del sujeto, por cuanto entre los hombres la cantidad de anormales es
mínima y la demencia es la excepción. Por eso es lógico que para los actos o hechos que
pueden ser realizados por la generalidad, se presuma la normalidad del agente.

Pero la regla no puede ser extendida al suicidio, porque el suicidio -en la inmensa mayoría de
los casos- no es un acto cometido por personas normales. El suicidio es un fenómeno de
anormalidad.

Altavilla, sin dejar de reconocer que el suicidio no siempre brota de la locura -entendida como
una perturbación de los procesos ideativos y volitivos-, establece que un hombre
psíquicamente normal, cuyo amor por la vida no ha sido debilitado por algún mal físico, no se
suicida, y ninguna estadística puede persuadir de lo contrario: hay perturbaciones y
aberraciones celosamente ocultadas. No desconoce que a veces se crean situaciones personales
tan trágicas que imponen al sujeto esa salida -ruina económica, honor, dignidad-, pero en tales
casos hay predominio y no exclusividad de los factores exógenos. Los factores sociales no
provocan por sí solos los hechos si no concurren con alteraciones de funciones fundamentales
de la vida o perturbaciones psíquicas (2407) .

Estas conclusiones de Altavilla se fundan en la experiencia y han sido precedidas por estudios
análogos, que alcanzaron resultados idénticos: es la opinión de Kraepelin (2408) , de Morselli
(2409) , Osvaldo Loudet (2410) , y lo que resulta de la correcta interpretación de los datos
estadísticos (2411) . Palme llega a la conclusión de que más de la mitad de los suicidios

1174
reconocen una causa de anormalidad psicológica, alcoholismo, etc., sin computar los casos de
anormalidad mental por causas ocasionales, como son los delirios de enfermedades corporales
-no mentales-, los abusos del alcohol, las razones de familia, los desastres financieros, y la muy
nutrida categoría de causas no justificadas, que arroja sólo ella el 30% de los suicidios
examinados (2412) .

En consecuencia, no se puede hablar en la materia de una presunción de normalidad en el


sujeto. La regla es justamente la inversa. Los suicidas, en proporción abrumadora, son
anormales mentales; ya sea dementes -en el sentido corriente- o sujetos que adolecen de una
profunda perturbación psíquica.

Con esta comprobación caen los fundamentos más serios de quienes propugnan que la carga
de la prueba pesa sobre el beneficiario del seguro. No se puede presumir más la normalidad.
No se puede aducir esa presunción general cuando la realidad la destruye respecto del suicidio.

Tampoco se puede arg ir que la compañía se libera con la mera prueba del suicidio, porque un
suicidio sin la voluntariedad y conciencia sana y normal del asegurado no libera al asegurador.
Por definición, suicida es quien se quita la vida con conciencia y libertad de hacerlo; el
asegurador debe probar estos extremos para liberarse, porque el suicidio de quien carece de
conciencia o libertad es un mero accidente. El art. 135 Ver Texto libera al asegurador por
"suicidio voluntario": es la causa de su liberación, y sobre él pesa la carga de probar los
extremos de hecho que acrediten ambos requisitos: suicidio y voluntariedad sana de cometerlo
(doctrina, además, del art. 377 Ver Texto, 2º párr., Código Procesal, ley 17454). La
voluntariedad no significa el suicidio para hacer cobrar el seguro, sino conciencia sana -no
viciada- de cometer suicidio, esto es, no hallarse en un estado de perturbación mental,
concepto ya analizado.

28. Medios de prueba de la perturbación mental.

Los medios de prueba de la perturbación mental son los establecidos por los principios
generales: puede resultar de presunciones graves y concordantes, de las circunstancias mismas
del suicidio o del estado espiritual inmediatamente anterior, de los escritos dejados por el
propio asegurado para explicar su actitud, etc. (2413) .

1175
La discusión versa sobre si es posible acreditarlo con testigos. La Cámara Federal lo negó
reclamando una prueba pericial asertiva (2414) . En cambio, la Cámara en lo Comercial aceptó
el dicho de los médicos que trataron al asegurado en vida (2415) . En nuestra opinión esta
prueba es admisible, porque permitirá establecer hechos que revelen el estado mental del
asegurado a ese momento, de tanto valor como los indicados en el párrafo anterior.

29. Efectos del suicidio.

El suicidio voluntario tiene como consecuencia la caducidad del beneficio; pero el asegurador
debe entregar a los herederos del asegurado el valor de rescate (art. 140 Ver Texto): el acto se
debe equiparar al abandono voluntario del contrato (2416) .

30. Inclusión del suicidio en la garantía.

La injusticia que significa para el asegurado la caducidad del beneficio por suicidio, cometidos
varios años después de la contratación, llevó a los aseguradores a incluirlo en la garantía pasado
cierto lapso de vigencia ininterrumpida del contrato (llamado plazo de carencia), y que nuestra
jurisprudencia aceptó no obstante el texto del art. 554 Ver Texto, CCom., derogado (2417) .

El art. 135 Ver Texto consagra expresamente la solución, con el requisito de que el contrato
haya estado en vigor ininterrumpidamente por tres años, plazo que puede ser abreviado, ya que
se admite modificación en favor del asegurado (art. 158 Ver Texto).

El plazo debe correr ininterrumpidamente, por lo cual, en caso de suspensión, es menester que
trascurra uno nuevo (2418) . Cumplido este término, el asegurador sólo se liberará si acredita
que el suicidio se cometió para hacer percibir el beneficio (2419) .

1176
31. Tentativa de suicidio. Homicidio-suicidio. Homicidio consentido.

La tentativa de suicidio no se equipara al suicidio (no es admisible el pacto en contrario, arts.


135 Ver Texto y 158 Ver Texto), salvo que traiga como consecuencia la muerte del asegurado
(2420) . En cambio, se deben equiparar al suicidio el homicidio-suicidio y el homicio
consentido (2421) .

32. Pena de muerte.

El art. 137 Ver Texto menciona como causa de caducidad del seguro la condenación a sufrir
pena de muerte. Si bien la pena de muerte ha sido abolida en nuestro derecho penal común,
ella subsiste en el Código Militar.

La caducidad se funda en que se trata de un riesgo no contemplado por el asegurador al


contratar (2422) .

Es menester que exista sentencia definitiva dictada por un tribunal competente (el art. 137 Ver
Texto exige "aplicación legítima") (2423)

L, en virtud de un acto ilícito cometido por el propio asegurado (2424) y que se ejecute (el art.
137 Ver Texto dispone expresamente la pérdida de la vida por la ejecución, ya que exige que la
vida "la pierda [. . .] por aplicación legítima de la pena de muerte"), por lo cual, si el siniestro se
produce por otra causa después de dictada la sentencia definitiva y antes de su cumplimiento,
el asegurador no se libera (2425) .

1177
Si existe error judicial la caducidad no se aplicará, porque se debe considerar un caso fortuito
(2426) .

33. Duelo.

El art. 137 Ver Texto ha eliminado la indicación como causa de caducidad a la pérdida de la
vida en duelo.

No obstante el silencio de la ley, el duelo es una auténtica empresa criminal, puesto que se trata
de un delito previsto (arts. 97 Ver Texto y ss., CPen.), en el cual la muerte es un evento
previsible, ya que además, por lo menos teóricamente, se persigue dar muerte al adversario, por
lo cual cae en la norma del art. 137 Ver Texto.

En doctrina se ha buscado hacer distinciones: cuando el asegurado es insultado, supuesto en


que se trataría de un caso de fuerza mayor; del duelo provocado por el asegurado del no
provocado por él, al cual debe concurrir forzado por sus sentimientos, asimilable a la fuerza
irresistible; además, se debe distinguir el desafío del duelo (2427) . Sin contar la crítica misma a
la disposición, porque el duelista está obligado a desafiar si es insultado u obligado a aceptar si
es desafiado (2428) .

Todas estas distinciones o atenuaciones son inaceptables, no sólo por el fundamento de la


norma legal, sino también por los conceptos que las fundan: el honor y la dignidad de las
personas no dependen de la habilidad en el manejo de las armas ni de la fuerza física, porque
con ese criterio el pillo que fuera un espadachín sería persona honorabilísima. La ley ha hecho
del duelo, para desafiante y desafiado, un delito común -art. 97 Ver Texto, CPen.-, con lo cual
se demuestra que para la sociedad no hay de manera alguna una necesidad de defender una
supuesta dignidad por medio de las armas; éste es un resabio bárbaro, que la estupidez de
ciertos círculos no ha permitido hasta ahora desarraigar.

El art. 554 Ver Texto, CCom., derogado, se refería al desafío, lo cual motivó diferencias en la
doctrina acerca de su alcance; mas en el lenguaje de la época de su sanción eran equivalentes
(2429) .

1178
No dejo de considerar que cabe arg ir que habiéndose eliminado de la enunciación a la
pérdida de la vida en duelo -que traía el art. 554 Ver Texto, CCom. derogado-, la ley ha variado
el concepto: mas se debe considerar que se trata de una empresa criminal en el concepto del
mismo art. 137 Ver Texto, atento a sus características y a la represión penal.

34. Muerte en empresa criminal.

El mismo art. 137 Ver Texto menciona como causa de caducidad que el asegurado halle la
muerte en una empresa criminal.

Es menester que sea la consecuencia de un delito cometido por el asegurado (2430) , sea
consumado o meramente tentado o que concurran o no causas atenuantes (2431) o
consumado al repeler la agresión por la víctima del atentado (2432) .

Algunos autores exigen que sea la consecuencia inmediata y previsible por el asegurado (2433) .

La participación en la empresa puede ser aislada o en común, en la ejecución o en la


preparación del delito (2434) .

Es menester que el hecho sea delito conforme a la ley argentina, y que no concurran causas
justificantes (2435) o excusantes (2436) .

Es suficiente que sea la consecuencia de un delito en cuya ejecución es posible hallar la muerte:
por ejemplo, muerte causada por el marido ultrajado (2437) .

La jurisprudencia nacional tiene resuelto que la muerte hallada en riña no está comprendida en
la norma (2438) , ni la recibida en un incidente por exceso en la legítima defensa del autor, a
pesar de que el incidente se debió a la provocación de la víctima (2439) .

1179
El asegurador debe probarla; la sentencia condenatoria del matador como homicida simple la
excluye (2440) .

35. Provocación de la muerte por el beneficiario.

El art. 136 Ver Texto, 2º párr., sanciona con la caducidad del beneficio cuando el beneficiario
"sea autor o cómplice en la muerte de la persona asegurada". Se aplica también a los seguros
mutuos (2441) .

La disposición mencionada persigue impedir la provocación del siniestro por el beneficiario.


De ahí que no se incluya el homicidio por imprudencia (2442) , ni el preterintencional (2443) ,
ni el cometido en legítima defensa (2444) o en estado de necesidad.

Es indiferente que en el homicidio simple concurran atenuantes o que el beneficiario sea


indultado (2445) . En ambos casos, se produce la caducidad.

La doctrina, con muy buen acuerdo, extiende la caducidad a los supuestos en que el
beneficiario provoca o apresura el siniestro (2446) ; por ejemplo, la complicidad en el suicidio,
la incitación al alcoholismo (2447) , cuyos efectos especialmente nocivos al organismo del
asegurado son conocidos, etc.

El art. 136 Ver Texto, 2º párr. -siguiendo la ley alemana, art. 170-, sanciona la caducidad del
beneficio, y no del contrato, apartándose de la solución de la doctrina anterior y de la ley
francesa, art. 79 (2448) .

1180
La norma del art. 136 Ver Texto cit. es más justa, porque permite la subsistencia del contrato
cuando hay varios beneficiarios y sólo uno de ellos provoca la muerte; y porque adecua la
sanción haciéndola recaer sobre el responsable.

36. Seguro individual de accidentes.

El art. 152 Ver Texto libera al asegurador si el accidente es provocado por el asegurado o el
beneficiario dolosamente o por culpa grave o lo sufre en empresa criminal (2449) .

La ley alemana, art. 181, limita la liberación a la provocación intencional. La ley argentina ha
juzgado peligrosa la limitación, por las dificultades de la prueba del dolo; pero no impide que
se circunscriba al acto doloso por pacto de póliza.

V. Rescisión por causa del siniestro

37. Análisis.

Además de los supuestos de rescisión del contrato fijados en el curso de la exposición realizada
y de las disposiciones legales en distintos casos especiales (arts. 32 Ver Texto, pago de la prima;
36 Ver Texto, pacto contractual de caducidad; 40 Ver Texto, agravación del riesgo; 52 Ver
Texto, siniestro parcial, etc.), en la casi totalidad de los contratos el asegurador se reserva el
derecho de rescindir el contrato sin dar a conocer la causa; con un preaviso determinado -
seguro de accidentes del trabajo no comprendidos en la ley especial, seguro de accidentes
individuales, seguro de la responsabilidad automóvil, seguro de cristales, seguro de robo,
seguro de incendio; y en el seguro de ganado siempre que el animal asegurado no esté
enfermo-.

1181
Las compañías ejercen esta facultad con motivo del acaecimiento del siniestro, sea para
rectificar un error de cálculo, sea por la conducta del asegurado, etc. (2450) .

La jurisprudencia nacional ha resistido la validez de la cláusula, porque "admitir que el


asegurador pueda rescindir en cualquier momento el contrato de seguro por su sola voluntad,
es contrariar abiertamente el régimen y naturaleza de este contrato de buena fe y que impone
obligaciones recíprocas" (2451) . La ley lo autoriza para los seguros de daños, en el art. 18 Ver
Texto, 2º párr., porque determinadas circunstancias sobrevinientes, generalmente agravantes
del azar moral, le hacen apartar del contrato: deberá hacerlo con un preaviso no menor de
quince días (y en el plazo de veinte días), para habilitar al asegurado la contratación de otro
seguro en sustitución del denunciado, con lo cual se disminuyen al mínimo los perjuicios del
asegurado.

La rescisión sólo tiene efectos para lo futuro; se trata de un contrato de ejecución continuada;
por ello, los hechos cumplidos con anterioridad son definitivos y no se pueden borrar las
obligaciones nacidas con anterioridad (2452) .

Si se rescinde por el acaecimiento del siniestro, es menester que éste sea indemnizable, aunque
sólo sea parcial (art. 59 Ver Texto) (2453) , y que se alegue hasta el momento del pago de la
indemnización (art. 52 Ver Texto). Su eficacia comienza al vencimiento del plazo ahí previsto
(15 días, art. 52 Ver Texto, 2º párr.) (2454) ; deben ser restituidas las primas en proporción al
plazo corrido (art. 18 Ver Texto, 2º párr.), y si es por siniestro parcial, además en proporción al
remanente de la suma asegurada (art. 52 Ver Texto, 2º párr.), sin que se pueda reservar suma
alguna por concepto de gastos o indemnización (2455) .

A su vez, el asegurado también tendrá derecho a rescindir:

a) si así se conviene, conforme al art. 18 Ver Texto, sin necesidad de notificar preaviso alguno,
con derecho a que se le reembolse la prima por el tiempo no trascurrido según las tarifas de
corto plazo, que son más onerosas (de lo contrario, contrataría un seguro de largo plazo y
rescindiría a un breve lapso, para beneficiarse con esa menor prima);

b) por siniestro parcial, que deberá alegar hasta el momento del pago de la indemnización (art.
52 Ver Texto), pero el asegurador conservará la prima por el período en curso y reembolsará lo
percibido por los períodos futuros (art. 52 Ver Texto, 3er. párr.);

1182
c) si el contrato ampara pluralidad de intereses o de personas, y el asegurador rescinde respecto
de alguno de ellos por agravación del riesgo, el asegurado puede rescindir el contrato en lo
restante, reglándose el reembolso de la prima conforme al art. 41 Ver Texto, ya analizado (art.
45 Ver Texto, 2º párr.). La solución se extiende al supuesto de que el asegurador se libere por
esta causa (art. 45 Ver Texto, 3er. párr.).

Téngase en cuenta que las reglas del art. 18 Ver Texto (convenio de libre rescindibilidad) son
inaplicables en los seguros sobre la vida, en los cuales sólo el asegurado puede rescindir,
conforme al art. 134 Ver Texto.

(2389) Lefort, respecto del suicidio, lo funda en que elimina la aleatoriedad y el cálculo de
probabilidades es imposible (t. 1, ps. 508 y ss.). Su error lo demuestra la práctica, que cubre el
riesgo después de cierto plazo.
Besson y Picard, IV, ps. 250 y ss., afirman que la caducidad se produce aun cuando el
beneficiario sea a título oneroso; pero no le reconocen efectos respecto del acreedor prendario.

(2390) Castillo, nº 241, sin fundar su opinión; Lefort, II, ps. 611 y ss.; Besson y Picard, IV, p.
223; Buttaro, en "Assicurazioni", 1955, 1, p. 58.
Contra: Segovia, nota 1924; Malagarriga, nº 317, y Trat. elem., III, p. 397; Obarrio, nº 61;
Fernández, p. 536, por ser en tal caso un verdadero caso fortuito; Carresi, en "Assicurazioni",
1958, 1, p. 33, porque es un mero portador del riesgo, y no parte.

(2391) Contrato de seguro, 1ª ed., p. 504.

(2392) Es el concepto de Lefort, I, p. 508, y Altavilla, Il suicidio, p. 11. Ver Donati, Trattato,
III, nº 859; Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 662.
Ver otras definiciones en Isaac Halperin, Suicidio y seguro de vida, en LL 3-795.
Ver además, sobre el tema: Alimena, en "Assicurazioni", 1942, 1, ps. 81 y 208; Buttaro, eod.
loc., 1955, 1, p. 68; Ghersi, eod. loc., 1954, 1, p. 145.

(2393) C. Nac. Com., 24/4/1917, GF 8-5; 5/6/1929, JA 30-186 y GF 80-300; 29/11/1941, LL


25-12; Castillo, nº 242; Díaz de Guijarro, en JA 30-186; Lordi, nros. 780, 789, 794 y 786;
Segovia, nota 1925; Malagarriga, nº 315; Bruck, p. 657.
Es regla universal en la materia.

(2394) Ilardi, Il rischio suicidio nel contratto di assicurazione vita, en "Foro Italiano", 1935, IV,
p. 205; C. Nac. Com., 6/4/1926, GF 61-321. Confr. más adelante cuanto se expone sobre el
régimen de este supuesto.

1183
Para quienes como Lepargneur invocan razones de orden moral y de interés social, se hace
imposible aceptar el pacto de póliza de asunción de este riesgo (nº 1935). Adde: Besson y
Picard, IV, nº 91.

(2395) C. Nac. Com., 29/5/1931, JA 35-1022 y GF 92-248.

(2396) Lordi, Il suicidio nell´assicurazione, en "Riv. Dir. Comm.", 1934, 2, p. 82, y


Obbligazioni, nº 780; y la jurisprudencia estadounidense, resumida en "Harvard Law Review",
nº 49, p. 304.

(2397) Joyce, § 2652; Donati, Sull´interpretazione delle clausole di incontestabilit… inscrite


nelle polizze di assicurazioni sulla vita, en "Foro Italiano", 1933, I, p. 554, y Reticenza e buona
fede nell´assicurato, en "Foro Italiano", 1934, I, p. 252.

(2398) Mezger, Tratado de derecho penal, trad. española de Rodríguez Muñoz, t. 2, § 39, ps. 65
y 66.
Aguiar, en La voluntad jurídica, § 12 y ss., establece que la voluntariedad de un acto requiere la
concurrencia de tres factores: discernimiento, intención y libertad; la falta de cualquiera de ellos
hace perder al acto el carácter de voluntario: "Querer es obrar con conocimiento de causa,
sabiendo lo que se hace y también por qué se hace". Si la imputabilidad se funda en la libertad
de decisión, desaparece en cuanto ésta deja de ser libre. Así ocurrirá cuando los actos se
realizan: a) sin que el agente lo haya decidido, aun sin saber lo que hace; b) bajo la sugestión de
falsas apariencias que, de no existir, no lo habrían decidido; c) teniendo conciencia del acto y
aun de sus consecuencias, pero resuelto por influjos que lo determinaron a elegir lo que no
hubiera elegido si ellos no hubieran existido. Por eso afirma que la falta de discernimiento -
permanente o accidental- excluye en absoluto la existencia de voluntad.

(2399) La doctrina está ampliamente dividida; se aceptan criterios dispares: por ejemplo, Ilardi,
en "Foro Italiano", 1935, IV, p. 205, expresa que "basta que exista desequilibrio -aun en
medida mínima- para que el agente sea determinado por una voluntad no libre".
Altavilla estima que sólo es involuntario el suicidio en estado de alienación por causas
endógenas morbosas (ob. cit., ps. 475 y ss.; en "Assicurazioni", 1934, 2, p. 1).
Alimena establece que el estado pasional o emocional no quita el carácter consciente al
suicidio; las emociones y las pasiones son el sustrato mismo de toda la vida humana; no es
concebible una acción separada de ellas. Tampoco es suficiente el desequilibrio psíquico; el
suicidio es un índice de ese desequilibrio: se requiere la alteración permanente (en
"Assicurazioni", 1935, 1, p. 191).
Vivante juzga que todas las causas que perturban el libre entendimiento, suprimen la
voluntariedad de la muerte, suprimen la libertad de la voluntad (Trattato, nº 1998); conceptos
aceptados por Lordi, para quien, conforme a la jurisprudencia italiana, basta un shock
nervioso, por un gran desengaño o un escándalo financiero, o por el deshonor, o por una
pasión erótica, o por la neurastenia, que quita todo interés en vivir, etc. (en "Riv. Dir. Comm.",
1934, 2, p. 82, y Obbligazioni, nros. 788 y 790). En el mismo sentido, también Valeri, en "Riv.
Dir. Comm.", 1912, 2, p. 108; Fanelli, vº Assic. vita, nº 14.
Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 662, requieren que sea resultado de una resolución reflexionada:
"Por un individuo que goza de su libre arbitrio y que se halla en estado de comprender el
alcance moral del acto que va a cometer, a sangre fría y con plena razón".

1184
Entre los autores nacionales, Obarrio juzga que es involuntario cuando "el agente [lo comete]
en un estado de perturbación mental que le ha impedido apreciar la naturaleza del acto y medir
sus efectos" (ob. cit., nº 61); concepto que acepta Díaz de Guijarro, quien exige que se trate de
una perturbación intensa, que aniquile el instinto de conservación" (en JA 30-186). En cambio,
Di Guglielmo requiere una perturbación psíquica total, por cuanto cuando subsiste en el sujeto
la facultad de elegir entre la vida y la muerte, o la anormalidad responde a una causa que le es
imputable (!), no se puede afirmar que el sujeto "se halla sin uso de razón" (en "Seguros y
Bancos", febrero de 1936, p. 58).
Esta gama de opiniones justifica plenamente la perplejidad de Thaller ("Bulletin de la Société
d´Études Législatives", 1906, p. 39).

(2400) Este criterio fue aceptado expresamente por la C. Nac. Com., 1/4/1919, JA 3-269, en
un supuesto de muerte hallada en riña; y en JA 30-186, invocó la opinión de Vivante, y expresó
que no procede la caducidad en los mismos casos en que no se responde por un acto jurídico
voluntario.
En cambio, la C. Fed., 5/5/1911, "Jur. Trib. Nac.", mayo de 1911, p. 25, requiere el estado de
demencia absoluta.
En la jurisprudencia extranjera la solución no es unánime:
a) En Italia se aplica un criterio amplísimo: la desazón por el fracaso de una publicación (Corte
de Casación de Roma, 31/12/1910, en "Riv. Dir. Comm.", 1912, 2, p. 80); la obsesión por la
ruptura de relaciones amorosas (Corte de Casación, 8/7/1933, en "Assicurazioni", 1934, 2, p.
1); la depresión por el desastre financiero y la amenaza de la acción criminal por la
defraudación cometida (Corte de Milán, 30/6/1934, en "Assicurazioni", 1935, 2, p. 222).
Contra estas aplicaciones extensivas, Donati, Trattato, nº 859.
b) En Francia se considera suficiente el delirium tremens (Trib. Civ. del Sena, en Simonin, III,
p. 422), o la conmoción cerebral (Corte de París, en DP 1877-2-132), o toda emoción o
perturbación tan grande como para provocar una alteración mental momentánea -en el caso,
por una discusión doméstica- (Trib. Comercial del Sena, Simonin, III, p. 9).
Para Besson y Picard, IV, p. 227, "el suicidio consciente es el resultado de una decisión
razonada; es el acto cometido por un individuo, que aunque obrando bajo el imperio de graves
preocupaciones que falsean su juicio y disminuyen su coraje y su fuerza de resistencia, goza aún
de su libre arbitrio; a pesar de todo, se halla en estado de comprender el alcance moral del acto
que va a cometer a sangre fría y del cual asume la responsabilidad. Inversamente, el suicidio
inconsciente es el resultado de un impulso irrazonado e irresistible; es el acto cumplido por un
ser privado de razón o por lo menos que no tiene la plena posesión de sus facultades mentales,
cuya voluntad está perturbada, la fuerza de resistencia aniquilada, a tal punto que no percibe el
alcance moral y las consecuencias de su acto".
c) En Estados Unidos, la Corte Suprema Federal y los tribunales de algunos estados requieren
que sea incapaz de comprender la naturaleza física, las consecuencias o efectos del acto, o si,
previéndolos, no comprende su naturaleza moral -Joyce, § 2621-, criterio que en otros estados
se acepta con ciertas distinciones -Joyce, § 2661-.
d) En Inglaterra se considera que el suicidio es voluntario aunque lo cometa persona
incapacitada para distinguir el bien del mal, si lo realiza para quitarse la vida, voluntariamente -
Joyce, § 2660 y 2661-.
Ver un resumen más amplio en Halperin, LL 3-798 y ss.

(2401) Segovia, nota 1925; Obarrio, II, nº 62; Malagarriga, III, nº 316; Anastasi, La prueba del
suicidio en el seguro de vida, en "Revista de Trabajo, Seguro y Previsión Social", 1934, p. 31;

1185
Lefort, II, p. 575; Crémieu, en "Rev. Trim.", 1912, p. 331, nº 15; Vivante, Trattato, nº 1999;
etc.
En materia de accidentes, la Corte de Casación de Italia, 22/4/1965, impone al beneficiario la
prueba de inexistencia del suicidio ("Assicurazioni", 1966, 2, p. 121, con nota de Peyrou).

(2402) C. Nac. Com., 30/9/1929, GF 82-232.


Es la solución de las jurisprudencias francesa y estadounidense (confr. Halperin, en LL 3-800).

(2403) Dupuich, L´assurance-vie, nº 350; Lefort, II, p. 576; Vivante, Trattato, nº 1999;
Halperin, en LL 3-800 y ss.

(2404) Obarrio, II, nº 62; Malagarriga, III, nº 366; Lafaille, Seguro de vida a favor de terceros,
nº 64; Díaz de Guijarro, en JA 30-186; Dupuich, L´assurance-vie, nº 351; Lefort, II, p. 577;
Altavilla, ob. cit., p. 389; Alimena, lug. cit., p. 205; Lordi, nros. 780 y 795; Bruck, p. 664, nota
72. Es la solución del art. 62 de la ley francesa de 1930 y de la jurisprudencia estadounidense
("Harvard Law Review", nº 49, p. 304).
En nuestros tribunales es la solución de la C. Fed., "Jur. Trib. Nac.", 1911, mayo, p. 25, y de la
C. Nac. Com., 24/4/1917, GF 8-5; 29/11/1941, LL 25-13 y JA 1942-I-234; 19/12/1947, LL
50-127.

(2405) En LL 3-800.

(2406) Segovia, nota 1925; Castillo, nº 243; Fernández, p. 537; Vivante, Trattato, nº 1999, y
Contratto, nº 546; Valeri, en "Riv. Dir. Comm.", 1912, 2, p. 108; Ziino, en "Giurisprudenza
Italiana", 1902, IV, p. 241.
Fernández admite que se pacte que la prueba incumbe al beneficiario (p. 538), solución que
queda excluida por aplicación del art. 158 Ver Texto, que admite la modificación del art. 135
Ver Texto sólo en favor del asegurado.

(2407) Ob. cit., ps. 14 y 15.

(2408) Citado por Ilardi, Il rischio suicidio, etc., en "Foro Italiano", 1935, IV, p. 205.

(2409) Citado por Ziino, Il suicidio, en "Giurisprudenza Italiana", 1902, IV, p. 241.

(2410) Alienación mental, suicidio y seguro de vida, en "Archivos de Medicina Legal", 1933, p.
212. Ahí se trascriben los datos de la investigación de la Dra. Suzanne Sérin -tan citado en
nuestra materia- y las conclusiones de Ruiz Funes, sobre la base de las estadísticas francesas,
españolas y rusas.

(2411) Ver I. Halperin, ob. cit., LL 3-802 y ss., donde se trascriben algunos datos de la Dra.
Suzanne Sérin, las estadísticas de Spilzer y Riedel, en su Rapport au 10e. Congrès International
d´Actuaires, vol. 4, p. 475; las de Palme, en su Rapport al mismo Congreso, vol. 4, p. 497 y
cuadro de p. 508, y las mencionadas conclusiones de Ruiz Funes.

(2412) Palme, Influence du suicide dans l´assurance sur la vie, en Rapport au 10e. Congrès
International d´Actuaires, vol. 4, ps. 497 y 508.

1186
(2413) C. Nac. Com., 24/4/1917, GF 8-5. Ver en detalle los distintos fallos de los tribunales
franceses, italianos y norteamericanos, en Halperin, Suicidio y seguro de vida, en LL 3-804.

(2414) 5/5/1911, "Jur. Trib. Nac.", 1911, mayo, p. 25; lo que es materialmente imposible,
porque se trata de un dictamen retrospectivo, sin posibilidad de examen del sujeto por los
peritos.

(2415) JA 30-186. Adde: fallo citado en nota 121.

(2416) Lordi, nº 803. La ley francesa de 1930, art. 62, da a los herederos derecho al importe de
la reserva, solución que aplaude Lordi, ob. cit., nº 782, y acepta Vivante, Contratto, nº 550, al
comentar la práctica italiana en el punto. Confr.: Bruck, p. 665; Donati, Trattato, III, p. 860.
Besson y Picard, IV, nº 94, sostienen que la reserva se debe entregar al beneficiario designado.

(2417) C. Nac. Com., 6/4/1926, JA 19-938 y GF 61-321; Rivarola, nº 1182; Fernández, p. 538;
Mario H. Pena, Pago del seguro de vida en caso de suicidio del asegurado, en "Boletín del
Instituto de Enseñanza Práctica", 1947, p. 119; Vivante, Contratto, nros. 542 y 543; Fanelli, vº
Assic. vita, nº 12; Lefort, II, p. 566.
Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 664, critican la institución como contraria a la noción de riesgo y a
la moral, porque induce al suicidio.

(2418) Lordi, nros. 797 y 799; Bruck, p. 657.

(2419) C. Nac. Com., 6/4/1926, JA 19-938; Rivarola, nº 1182; Halperin, en LL 3-496, nota 15.

(2420) Lefort, II, p. 574; Bruck, ps. 656 y ss.

(2421) Bruck, p. 657.

(2422) Obarrio, nº 64; Lefort, II, p. 511; Patterson, nº 12, p. 49. Lordi, nº 778, da como
fundamento la indignidad por la condena, y algún fallo francés se refiere a la culpa grave del
asegurado (Lepargneur, nº 1398).

(2423) Lefort, II, p. 586.


Será suficiente el de un tribunal revolucionario, si se refiere a un delito común. En cambio, no
lo será si se trata de una condena política o por actividades políticas. Lefort, I, ps. 511 y ss., no
hace esta distinción; tampoco Lordi, Obbligazioni, p. 971, nota 1.
Tampoco es suficiente la sentencia penal del invasor, si no se trata de un delito común, en
aplicación de la ley del país. En el mismo sentido, Lordi, nº 778, considera que es inaplicable
cuando la condena es por espionaje, insubordinación, etc. Confr. Lefort, I, p. 513, quien no
hace esta distinción.

(2424) Lordi, p. 971; de ahí que la diezmación, por ejemplo, no justifique la caducidad (Lordi,
nº 778).
Y que los beneficiarios tengan derecho si revisada la sentencia se establece que no era pasible
de pena capital (Fernández, p. 539).

(2425) Malagarriga, nº 319; Castillo, nº 246; Fernández, p. 538.

1187
Contra, Rivarola, nº 1183. Y agrega que aun en la solución contraria se debe averiguar si esa
muerte no es una consecuencia de la sentencia, como podría ser el síncope sufrido al ser
notificado.

(2426) Vivante, Contratto, nº 547; Malagarriga, nº 319.

(2427) La práctica francesa no lo excluye (Besson y Picard, IV, p. 219, nota 1).
El duelo se debe distinguir de la riña; aquél "supone un concierto previo, fríamente convenido
y resuelto por las partes o sus padrinos; y la riña o pelea puede ser el resultado de un acto
primo o arrebato de pasión que ofusca la razón e impide la serenidad de juicio" (C. Nac. Com.,
1/4/1919, JA 3-269 y GF 19-261). Ver Lefort, I, ps. 505 y ss.; Fernández, p. 539; Malagarriga,
nº 320; Rivarola, nº 1184.

(2428) Lordi, nº 779.

(2429) Escriche, vº Duelo, emplea ambos términos como sinónimos.

(2430) Vivante, Contratto, nº 548.

(2431) Alimena, Il delito commeso dall´assicurato come causa di morte dell´assicurato stesso,
en "Assicurazioni", 1940, 1, p. 71.

(2432) Lefort, I, p. 513.

(2433) Vivante, nº 548; Segovia, nota 1926; Fernández, p. 540; Zavala Rodríguez, II, nº 1959.
Segovia expresa que es así porque no se toman en cuenta las causas remotas y el asegurado
sólo responde por la culpa grave. Alimena, ob. y lug. cits., nota 156, señala la suficiencia de la
posibilidad de prever la muerte, aunque efectivamente no la haya previsto.

(2434) Alimena, ob. cit. en nota 139.

(2435) Alimena, ob. cit. en nota 139. Es el supuesto de la legítima defensa.


Sobre el requisito de que se trate de un delito, C. Nac. Com., 15/10/1930, JA 34-548. El
término "empresa" se refiere a propósitos definidos, a planes previos, a actos combinados
hacia un crimen, pero no a toda actividad productora de un delito (C. Nac. Com., sala A,
9/5/1962, inédito). (El concepto es oscuro: el asaltante solitario, ¿estará comprendido?).

(2436) Contra: Alimena, ob. cit. en nota 139.

(2437) Vivante, Contratto, nº 548.


Alimena sostiene que es así cuando en el delito que motiva la venganza falte algún requisito
legal: por ejemplo, deudor en estado de quiebra fraudulenta, que es muerto por el acreedor sin
que exista declaración de quiebra, defecto por el cual ésta no es punible (ob. y lug. cits. en nota
139).
Para Malagarriga, Tratado elem., III, p. 396, la previsibilidad de la muerte es indiferente; basta
con que se halle en ocasión de un delito.

(2438) C. Nac. Com., 1/4/1919, JA 3-269; Fernández, p. 540.

1188
(2439) C. Nac. Com., 13/3/1934, GF 109-164 y JA 45-672.

(2440) C. Nac. Com., 18/3/1932, JA 37-1112 y GF 97-213.

(2441) C. Apels. Rosario, 31/12/1940, LL 21-425.

(2442) Lepargneur, nº 1416; Malagarriga, nº 326; C. Nac. Com., 15/10/1930, JA 34-548;


Rivarola, nº 1185; Demogue, en "Assicurazioni", 1935, 1, p. 39; Patterson, nº 35; Vance, p.
599; Fernández, p. 541; Besson y Picard, IV, p. 246.
Contra: Segovia, nota 1927. También la jurisprudencia inglesa (ver Patterson, nº 35).
Para todos estos casos, Demogue otorga al asegurador una acción contra el beneficiario por
enriquecimiento, por el beneficio que recibe con la muerte anticipada (lug. cit.).
Es un error. Para el asegurador se trata de un siniestro por caso fortuito análogo al causado por
el hecho de un tercero. Además, ¿cómo calculará ese daño? ¿Conforme a la vida media
probable? Sería imponerle al beneficiario la garantía de salud del asegurado en favor del
asegurador.
Si éste no tiene tal acción contra el tercero, causante de la muerte, no se ve qué razón jurídica
impone una solución distinta contra el beneficiario.

(2443) Lordi, nº 777; Besson y Picard, IV, p. 248.

(2444) Lepargneur, nº 1416; Besson y Picard, IV, p. 248; Malagarriga, nros. 327 y ss.; C. Nac.
Com., 15/10/1930, JA 34-548; Demogue, lug. cit. en nota 150; Lordi, nº 773; Vance, p. 599;
Fernández, p. 541.

(2445) Malagarriga, nº 328; Fernández, p. 541; Besson y Picard, IV, p. 249. El problema se
suscita cuando el indulto se concede pendiente el proceso. Si bien se discute la validez de tal
indulto, si en la práctica impide la condena en sede penal, el asegurador podrá discutir el punto
en el juicio civil, porque no media sentencia que haga cosa juzgada (arts. 1102 Ver Texto y
1103 Ver Texto, CCiv.).
Tampoco afecta la amnistía (Lordi, nº 777).

(2446) Vivante, Contratto, nº 549; Lefort, I, p. 524, y II, ps. 613 y ss.

(2447) Lefort, I, ps. 531 y ss., y II, ps. 613 y ss.

(2448) También en favor de la solución consagrada por el art. 136: Patterson, nº 35; Vance, p.
600.
De acuerdo con la ley francesa, Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1931, p. 776; y con
anterioridad, Lefort, II, ps. 613 y ss.

(2449) Lordi, nº 805. Confr. Bruck, p. 659; pero téngase en cuenta que el art. 181 de la ley
alemana sólo impone la caducidad del beneficio cuando el beneficiario provoca
intencionalmente el accidente.

(2450) Besson y Picard, nº 48; Bruck, p. 680.

1189
(2451) C. Nac. Com., 11/3/1924, GF 49-122. Adde: Castillo, nº 113.
Contra: C. Nac. Com., 6/12/1932, JA 40-602.
Ver en capítulo III, nota 332 bis.

(2452) Art. 216 Ver Texto, CCom.; Vivante, Contratto, nº 6, y Trattato, nº 1861.

(2453) Bruck, ps. 680 y ss.

(2454) Bruck, p. 685.

(2455) Besson y Picard, nº 248; Lepargneur, nº 1288. Patterson señala que en Estados Unidos
la declaración de rescisión no es eficaz si no se acompaña con la oferta de pago de esa parte de
la prima (nº 47).
Nada impide que a consecuencia del siniestro parcial se convenga el restablecimiento de la
cobertura originaria (v.gr., cláusula 3ª de la nueva póliza de cristales).

-----------

Capítulo IX. CESIÓN, PRENDA, EMBARGO

I. Cesión

1. Fundamentos de los requisitos especiales para ceder.

El contrato de seguro es, en principio, un contrato intuitu personae, en el cual para el


asegurador tienen importancia las condiciones personales de la contraparte, que él juzga antes
de contratar (azar moral: solvencia, moralidad, diligencia del asegurado). El contrato por cuenta
ajena o por cuenta de quien corresponda constituye una excepción en el sistema de la ley.
Además, asegurado y asegurador son recíprocamente acreedores y deudores.

1190
De ahí que la trasmisión del contrato a título particular requiere diversas condiciones (2456) .

2. Las pólizas no son títulos de crédito.

Las pólizas no son títulos de crédito destinados a la circulación; aun cuando sean emitidas en la
forma de a la orden o al portador: no son títulos de derechos abstractos, sino que están
vinculadas a un contrato, del cual son instrumento, y los derechos ahí establecidos dependen
del cumplimiento de las obligaciones y cargas expresadas. Sus efectos ya fueron considerados
(2457) : el art. 13 Ver Texto es bien claro en cuanto a su alcance.

2 (a).

En general, la doctrina considera que las pólizas a la orden o al portador no son verdaderos
títulos de crédito, sino documentos de legitimación en favor del deudor -el asegurador-, quien
se libera pagando al tenedor legitimado según la forma de trasmisión propia de cada una de
estas variantes (2458) , adjudicándosele el carácter de una cesión de crédito frente al
asegurador.

Sin embargo, por nuestra parte entendemos que los efectos son un tanto más amplios: se trata,
en realidad, de una cesión de posición contractual (2459) , con sustitución de uno de los
sujetos de la relación, que produce, además, consecuencias tanto activas (cesión del derecho a
reclamar la prestación fundamental del asegurador), como pasivas (asunción de los deberes
emergentes del contrato de seguro -obligaciones, cargas-; aun el pago de la prima, cuando la
deuda resulte de la póliza -arg. art. 13 Ver Texto, in fine, LS.-) (2460) .

Por nuestro lado consideramos que la legitimación se produce respecto de ambas partes y en
ambos sentidos (legitimación activa y pasiva: la que resulta pasiva para una de las partes es de
índole activa para la otra).

1191
Asimismo, entendemos que esta forma de trasferencia torna innecesaria la notificación
requerida por el art. 82 Ver Texto, LS., e impide, por ende, que el asegurador pretenda
rescindir el contrato por haber acontecido la trasferencia del interés asegurado. La emisión de
la póliza a la orden o al portador implica facultar al asegurado para que trasfiera el interés
mediante esos procedimientos y deja librada a criterio de éste la elección del cesionario. Por
ello, estas cláusulas, poco frecuentes en nuestro medio, son propias de seguros en los cuales
predomina el elemento objetivo y que se refieren a bienes cuya trasferencia de propiedad tiene
lugar mediante documentos también emitidos con análogas fórmulas de traspaso (p.ej., en el
trasporte internacional de mercaderías), aunque frecuentemente se las sustituye mediante los
seguros "por cuenta de terceros" (arts. 21 Ver Texto y ss., LS.), en especial con el empleo de la
fórmula "por cuenta de quien corresponda", si bien aquí el reclamante del pago de la
indemnización se verá obligado a acreditar su carácter de asegurado-titular del interés
amparado por el seguro, como forma de quedar así legitimado para reclamar la indemnización
en caso de siniestro.

3. Requisitos para ceder.

Esto no significa que el contrato de seguro no sea trasferible. Al contrario, en materia de


seguro de intereses, la propia ley lo prevé para el supuesto de cambio del titular del interés (art.
82 Ver Texto). Para los demás supuestos la trasferencia del contrato es perfectamente lícita,
mas sometida a determinados recaudos; se debe distinguir dos momentos: antes y después del
siniestro.

Antes del siniestro, en el seguro de daños está sujeta a varias condiciones (2461) :

a) el cesionario debe tener idéntico interés asegurable; al contrario se trasformaría en una


apuesta;

b) se requiere el acuerdo del asegurador;

c) se deberá tratar de bienes enajenables.

Después del siniestro es perfectamente libre la trasferencia del crédito contra el asegurador
(2462) .

1192
En el seguro de personas es menester distinguir la atribución -que es la designación del
beneficiario- y la cesión, que es la trasferencia de los derechos del asegurado.

Pendiente la ejecución del contrato, la principal obligación del asegurador es la asunción del
riesgo. Pero en determinados contratos hay otras obligaciones accesorias del asegurador, que
son cesibles en cuanto tienen valor económico: como es, en el seguro sobre la vida, el derecho
de participar en las utilidades si no tienen determinada imputación contractual, etc.

4. Formas de la cesión.

La cesión se puede realizar por cualquiera de las formas legales autorizadas, según la naturaleza
del acto y los recaudos que establezca el mismo contrato de seguro. Incluso se puede cumplir
por endoso si las formas de la póliza lo autorizan (art. 13 Ver Texto) (2463) .

La tradición de la póliza no es esencial, porque puede no existir (2464) .

No es oponible a los terceros si no se notifica al asegurador (art. 1459 Ver Texto, CCiv.). La
posesión de la póliza sin esa notificación es ineficaz (porque no es título valor); y en el
supuesto de cesiones sucesivas, predomina aquella en la cual se realizó la notificación (art. 1467
Ver Texto, CCiv.). La notificación no importa a la validez del acto, sino sólo a su eficacia,
como en toda cesión de derechos.

5. Capacidad para ceder.

Para realizar la cesión rigen las reglas generales sobre capacidad. Puede ceder el titular y, si son
varios, cada uno por su parte. En el seguro por cuenta ajena cederá el tomador o el asegurado
según se halle uno u otro en posesión de la póliza (arts. 23 Ver Texto y 24 Ver Texto); o
cualquiera de los dos, con el consentimiento del otro. En el seguro sobre la vida, la existencia
de un beneficiario revocable no afecta; y si es irrevocable, la cesión no afecta el derecho del

1193
beneficiario, de ahí que carezca de consecuencias prácticas (2465) mientras se mantenga el
beneficiario.

6. Efectos de la cesión antes del siniestro.

Sus efectos son independientes del acto o motivo que le da origen; respecto del asegurador, el
cesionario ocupa el lugar del asegurado cedente, con los derechos y obligaciones que
incumbían a éste, con todos sus accesorios y vicios, porque la situación del asegurador no
puede ser empeorada (2466) . La aceptación de la cesión no le impide al asegurador aducir
luego las defensas que podía oponer al cedente: rige plenamente el art. 1474 Ver Texto, CCiv.;
es decir que la aceptación de la cesión por sí sola, guardando silencio, no importa renuncia a la
caducidad incurrida o a otras sanciones contractuales o legales (2467) , sin perjuicio de que la
ejecución del contrato por el asegurador o por el cesionario -pago de las primas, por ejemplo-
se pueda aducir como una renuncia, en los mismos supuestos en que el cedente pudo haberla
invocado. Téngase en cuenta que cuando la póliza se emite a la orden o al portador, las
defensas aducibles contra el nuevo titular tienen la limitación del art. 13 Ver Texto respecto de
la prima impaga.

En materia de seguro sobre la vida, las agravaciones del cedente son oponibles al cesionario,
aun después de la cesión (suicidio, duelo, etc.), porque al contrario se podrían modificar las
obligaciones del asegurador (2468) .

El cesionario, una vez notificado el asegurador, es el dueño del derecho; con él se debe
entender el asegurador para la ejecución de todas sus obligaciones, para estar en justicia, etc.
Pero el cesionario no es el deudor de las obligaciones y cargas del cedente: hasta tanto el
asegurador acepte el cambio de deudor, el cedente debe pagar la prima (art. 82 Ver Texto, 3er.
párr.) (2469) , mantener el estado del riesgo y con él se debe entender el asegurador -recabar
informes, rescindir, etc.- (2470) .

La cesión no afecta los derechos de los terceros, como acreedores hipotecario, prendario, etc.

1194
Las relaciones entre cedente y cesionario dependerán del acto que da origen a la cesión:
prenda, pago, donación, etc.

6 (a).

Es corriente que las pólizas contengan una mención en su texto (o mediante un "endoso") por
el cual se deja constancia de que, en caso de siniestro, la indemnización del seguro deberá ser
pagada a un tercero, persona determinada que allí se identifica consignando su nombre o
denominación y su domicilio. Con frecuencia se deja también constancia, en su caso, de que
ese tercero a quien se cede el derecho a reclamar la prestación reviste el carácter de acreedor
prendario o hipotecario.

Entendemos que esa cláusula constituye una cesión del crédito (eventual) del asegurado
respecto del asegurador para el caso de siniestro, y que dicha mención expresa contenida en la
póliza surte el efecto de una notificación al asegurador, que la incluye en el texto del contrato.

El tema reviste importancia especialmente en el caso de quiebra del asegurado, cuando suele
tener lugar una puja entre el síndico del concurso y el cesionario al pretender ambos percibir el
pago de la indemnización.

Por otra parte, a pesar de la inclusión de esa cláusula de cesión del crédito a la indemnización
en caso de siniestro, cuando se trate de acreedores prendarios o hipotecarios se deberá
establecer el monto de lo adeudado al momento en que haya que efectuar el pago, pues lo ya
pagado se deberá deducir y ser entregado al asegurado. En general convendrá obtener la
conformidad de ambas partes de la obligación sobre la cuantía de la deuda, para evitar tener
que recurrir a la consignación.

7. Efectos de la cesión después del siniestro.

Si la cesión se produce después del siniestro, es necesario distinguir si se realiza antes o después
de liquidado el daño, y si el siniestro es total o parcial. Si el siniestro es parcial y el contrato no
se rescinde, la cesión se debe ajustar a las normas expuestas sub 3 y siguientes.

1195
Si el siniestro es total y el daño no se ha liquidado, la intervención del asegurado es esencial: a
él le incumbe el cumplimiento de las cargas que el contrato y la ley imponen en esta etapa del
contrato (2471) . Una vez liquidado el daño, la cesión no requiere aceptación por el asegurador
(2472) , pero en ningún caso afecta los derechos de los acreedores privilegiados -hipotecario,
prendario, etc.- (2473) .

Si hay cláusula de reconstrucción y el asegurador opta por ejercerla, la cesión sólo se puede
hacer al adquirente de la cosa, y sin afectar los privilegios de quienes intervienen en la
reconstrucción -empresarios, obreros, etc.-. La restricción desaparece una vez cumplida la
reconstrucción (2474) .

II. Prenda

8. Prenda.

El gravamen constituido sobre la cosa se extiende al seguro contratado por el propietario: art.
3110 Ver Texto, CCiv.; art. 3 Ver Texto, decreto 15348/46 (ley 12962), de prenda con registro;
art. 26, ley 928, de warrants; etc., ya analizados.

Pero aparte de estas hipótesis legales el contrato puede ser prendado en garantía de una deuda
presente o futura, condicional, a término o pura y simple (art. 3204 Ver Texto, CCiv.).

Se puede constituir como prenda con las formalidades prescritas por la ley civil o comercial, o
por cesión en garantía, o por endoso si la póliza fuera a la orden o al portador, o por la
designación del acreedor como beneficiario, etc. Es posible establecerla antes o después del
siniestro, y ser total o parcial. No es menester entregar la póliza, salvo que ésta sea a la orden o
al portador. En todos los casos es necesario notificar al asegurador.

1196
El acreedor prendario no es deudor de la prima ni de ninguna de las obligaciones o cargas del
asegurado; el asegurador se debe entender respecto de éstas exclusivamente con el asegurado.
Tiene derecho a ser pagado o que el asegurador, notificado de la prenda, no pague la
indemnización al asegurado hasta tanto se cancele su crédito, pero no puede disponer en forma
alguna de los derechos del asegurado (2475) .

Una vez pagado el crédito, el saldo corresponde al asegurado.

Cuando se tratare de "cesión" en garantía, que se produce con frecuencia en favor de acreedor
con derecho real (hipotecario, prendario), reviste el carácter de una verdadera prenda; pagado
el crédito garantizado se extingue esa "cesión" y el asegurado recupera íntegramente su
derecho. De ahí también el derecho del asegurado a perseguir al asegurador cuando esa
"cesión" no se notificó o la prenda se extinguió.

III. Embargo

9. Embargo.

Como todo valor patrimonial, es embargable por los acreedores del asegurado; no obstante,
hay algunos que son inembargables por todos o por algunos: por ejemplo, en el seguro de la
responsabilidad civil, sólo es embargable por la víctima en razón del privilegio absoluto que le
reconoce el art. 118 Ver Texto y la acción directa; en los seguros de personas, sólo lo son por
los acreedores del beneficiario, mas no por los del asegurado, salvo los beneficios accesorios
que se incorporan al patrimonio del asegurado (art. 147 Ver Texto) (2476) .

El asegurador no es afectado en sus derechos por el embargo. Éste sólo limita la disponibilidad
de los derechos del asegurado.

Los efectos del embargo se rigen por las reglas corrientes, así como el conflicto con el
cesionario, con otros acreedores privilegiados, etc., teniendo en cuenta que en el derecho

1197
argentino el embargo sólo crea una preferencia procesal para el pago, que cae con el concurso
y cede ante los privilegios reconocidos por las leyes de fondo.

(2456) Benítez de Lugo, Reymundo, ob. cit., I, ps. 384 y ss., sostiene que los recaudos se
aplican tanto a la cesión como a la trasferencia mortis causa, porque se trata de un contrato
intuitu personae.

(2457) Ver supra, capítulo III, nº 46.

(2458) Ver art. 13 Ver Texto, 2º parr., LS.

(2459) Alterini, Atilio A., Contratos , p. 471, nº 8, 1998, Buenos Aires.

(2460) Entre nosotros, quien ha analizado más detalladamente el tema de las pólizas a la orden
y al portador ha sido Jorge N. Williams; si bien señala que estos instrumentos son documentos
con función de legitimación pasiva, agrega, sin embargo, que constituyen medios de trasmisión
con finalidad limitada: "Efectuar la cesión del contrato sin observar las formas propias de la
cesión de créditos"; añade que, en consecuencia, quedan "excluidos los efectos propios que
producen el endoso o la tradición de los títulos de crédito a la orden o al portador,
respectivamente" (Williams, Jorge N., Póliza a la orden o al portador, "RJASER", nº 1, p. 11,
1983, Buenos Aires).

(2461) Vivante, Trattato, nº 1877, y Contratto, nº 129.

(2462) Ver C. Apels. Río IV, 3/11/1961, LL 109, fallo 49.645.

(2463) C. Nac. Com., 22/4/1911, "Jur. Trib. Nac.", 1911, abril, p. 239. Sobre la utilización del
endoso en Francia, ver Lefort, II, ps. 123 y ss.; Dupuich, notas en DP 1893-1-177; 1899-2-313
y 1904-2-169.
La indicación de pago eventual de la indemnización a un tercero no importa cesión: "Beltrame
v. La Equitativa", 26/7/1967, inédito.

(2464) Vivante, Contratto, nº 130, y Trattato, nº 1878.

(2465) Bruck, p. 725.

(2466) Vivante, Contratto, nº 133, y Trattato, nº 1881; C. Nac. Com., 18/7/1965, ED 13-570.

(2467) Conf.: Lefort, II, p. 134; Bruck, p. 731.


Contra: Vivante, Contratto, nº 133, y Trattato, nº 1881; Patterson, nº 51.

(2468) Vivante, Trattato, nº 1997; señala que los aseguradores ingleses y alemanes eliminan esta
oponibilidad para facilitar la circulación de la póliza.

1198
(2469) Vivante, Contratto, nº 134, y Trattato, nº 1882.

(2470) Bruck, p. 732; Lefort, II, ps. 94 y ss.

(2471) Patterson, p. 186. Ver autores citados en la nota anterior.

(2472) C. Nac. Com., 7/11/1914, "Jur. Trib. Nac.", 1914, nov., p. 30.

(2473) Vivante, Trattato, nº 1979, y Contratto, nº 320.

(2474) Bruck, p. 727.

(2475) No obstante, Besson y Picard, 2ª ed., I, p. 692, le reconocen el derecho de ejercer el


rescate para cobrarse sobre su producido. Señalan, asimismo, que importa revocación del
beneficiario.

(2476) Ver capítulo V, § 112, respecto de la participación en las utilidades en el seguro sobre la
vida.

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Capítulo X. RESCISIÓN. CESIÓN DE CARTERA. QUIEBRA

I. Rescisión

1. Efectos. Forma.

El contrato de seguro es de ejecución continuada. Su rescisión se debe ajustar en sus efectos a


este carácter: no tiene eficacia retroactiva; el contrato subsiste intacto para lo pasado, la
rescisión sólo rige para lo futuro (2477) ; a partir del momento en que la parte ejerce su
derecho a rescindir, por lo cual, si es expresa, desde la declaración hecha saber a la contraparte,

1199
y si no lo fuera, desde la declaración previa intimación, conforme al art. 216 Ver Texto, 2º
párr., CCom. (2478) .

Las obligaciones de las partes en el supuesto de rescisión varían según que haya culpa de la
contraparte o no; por ejemplo, si el asegurador opta por rescindir el contrato en el supuesto de
siniestro parcial, o por enajenación de la cosa, deberá restituir proporcionalmente la prima,
restitución improcedente para el caso de culpa del asegurado, como es la mora en el pago de la
prima (art. 32 Ver Texto), violación del deber de informar la agravación del riesgo, etc. (art. 41
Ver Texto).

Téngase en cuenta que en los seguros sobre la vida, siempre debe restituir el valor de rescate
(art. 140 Ver Texto), calculado según el art. 138 Ver Texto (2479) .

El asegurador puede reclamar en todos los casos el pago de las primas atrasadas, y en el
supuesto de culpa del asegurado tendrá derecho al resarcimiento de los daños (2480) .

Cuando la rescisión está expresamente pactada, en principio, la parte se debe sujetar, para
hacer su declaración, a las formas establecidas en la póliza; y si no hay un medio indicado,
puede emplear cualquiera que sea seguro para hacer llegar esa declaración a la contraparte
(2481) . El empleo de un medio distinto del pactado es eficaz si la notificación llega
efectivamente a conocimiento del asegurado o del asegurador.

2. Remisión.

En el curso de nuestra exposición hemos señalado distintos supuestos de rescisión y sus


efectos en las relaciones contractuales: mora en el pago de la prima; agravación de los riesgos y
desacuerdo para fijar nuevos términos contractuales; enajenación de la cosa sobre la cual versa
el interés asegurable; por el acaecimiento del siniestro; etc. Por ello, en los párrafos siguientes
sólo nos ocuparemos de algunos supuestos especiales no contemplados anteriormente.

1200
3. Liquidación del asegurado.

La liquidación del asegurado autoriza al asegurador a rescindir, si ello importa una agravación
del riesgo (2482) .

(2477) Art. 216 Ver Texto, 1º párr., CCom.; Besson y Picard, nº 250.

(2478) Valeri sostiene que si hay pacto expreso, los efectos se retrotraen al día en que se
produjo el hecho que la funda, salvo que el asegurador continúe la ejecución después de
conocer la causa (en "Riv. Dir. Comm.", 1909, 2, p. 99). Para Lordi, si es expresa, desde la
demanda judicial y no desde el nacimiento de la causa que funda la rescisión (ob. cit., nros. 871
y 873).
Ver Segovia, notas 785 y ss.; Fernández, I, ps. 339 y ss.; Rivarola, II, nº 680.

(2479) En materia de seguro sobre la vida, la jurisprudencia no era firme: cuando se produce
por culpa del asegurador unos fallos le autorizaban a retener las primas en proporción al riesgo
corrido (C. Nac. Com., 28/5/1918, JA 1-753; 14/8/1917, GF 10-180); y otros disponen la
devolución íntegra (6/10/1919, JA 3-954; 7/9/1938, JA 63-1018).

(2480) Besson y Picard, nros. 201 y 250.

(2481) De Lalande y Couturier, nº 868; Franceschelli, en "Assicurazioni", 1940, 1, p. 15;


Devoto, eod. loc., 1943, 2, 39; Salandra, eod. loc., 1941, 2, p. 71.
Contra: Greco, en "Assicurazioni", 1941, 2, p. 160.
En todo caso es inadmisible la sola prueba de testigos (C. Nac. Com., sala B, 27/7/1962,
inédito).

(2482) De Lalande y Couturier, nº 649 bis.

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II. Trasferencia del contrato

1201
4. Trasferencia por cesión de cartera.

Los autores discrepan acerca de si la cesión de cartera autoriza la rescisión del contrato. El art.
47 Ver Texto de la Ley de Empresas de Seguros y su Control, 20091, excluye el derecho de
rescindir por el asegurado, cuyos intereses están garantizados por la intervención de la
autoridad de control (2483) . Téngase en cuenta que la cesión de cartera también se puede
disponer en la liquidación forzosa del asegurador (art. 52 Ver Texto, ley citada). La mayoría de
la doctrina requiere el consentimiento del asegurado (2484) , pero estimo que la solución del
régimen argentino es más conveniente, porque mantiene la mutualidad formada por el
asegurador y es más adecuado para los intereses de ésta.

Hay cesión de cartera cuando se trasfiere la totalidad de la cartera del asegurador o de algunas
de las ramas, con enajenación de las reservas y primas correspondientes, con el cambio de la
persona del asegurador en su calidad de acreedor y deudor, sin consideración a la suerte de
cualquier otro patrimonio del asegurador cedente (2485) . Es el medio corriente de liquidar una
empresa que ya no está en condiciones de proseguir económicamente la explotación; con la
doble ventaja de que el asegurado se hallará frente a un asegurador económicamente más
fuerte, y éste acrecentará su cartera (2486) .

Requiere la cesión de la totalidad de los contratos; la cesión de la mayoría no es suficiente


(2487) ; en este supuesto, aunque la cesión no equivale a la liquidación, los asegurados cuyos
contratos no se trasfieren podrán rescindir si se disminuyen las garantías con las cuales han
podido contar razonablemente (2488) .

5. Fusión de empresas.

1202
La doctrina parece inclinada a no requerir el consentimiento del asegurado cuando media
fusión, si por ésta se crea un nuevo ente, ya que su garantía no se afecta; y se exigirá si entraña
la liquidación del asegurador (2489) .

La solución no es aceptable en el derecho argentino vigente, porque la fusión crea un tercer


ente, al cual debe ser trasferida la cartera, y por ende es aplicable la solución ya analizada.

(2483) Sobre los requisitos de la aprobación, ver capítulo II.

(2484) Bruck, p. 116; Salandra, en "Assicurazioni", 1937, 1ª parte, p. 13, nº 8; Besson y Picard,
I, nº 271; Lefort, II, ps. 507 y ss.

(2485) Bruck, p. 114.


Naturalmente, el cesionario responde en las condiciones pactadas por el asegurador cedente
(C. Nac. Com., 22/6/1942, LL 27-63).

(2486) Bruck, p. 115; Lordi, nº 682.

(2487) Bruck, p. 116.

(2488) De Gregorio, en "Assicurazioni", 1935, 2, ps. 130 y ss. Mossa niega la posibilidad de
excluir de la cesión a determinados contratos -en "Riv. Dir. Comm.", 1932, 2, p. 208-, pero la
ley no lo prohíbe; el remedio está en la facultad de rescindir en el supuesto expresado por De
Gregorio.
Persico sostiene una opinión más radical, pues autoriza la rescisión en todos los casos, ya que
está disminuida siempre la garantía, que no se sustituye con el precio recibido, ya que las
primas se calculan sobre otras bases (ob. cit., nros. 33 y 34).
Contra: Lordi, nº 678.

(2489) Vivante, Contratto, nº 260, en aplicación de la ley italiana del 26 de julio de 1929; Bruck,
p. 119; Lordi, nros. 825 y 826; De Gregorio acepta la solución para los dos supuestos (en
"Assicurazioni", 1935, 2, p. 135).

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1203
6. Reaseguro.

En materia de reaseguro se debe aplicar reglas análogas. La cesión de cartera por el asegurador
autoriza al reasegurador a rescindir, porque el cambio afecta el cumplimiento efectivo del
contenido de su obligación, que en muchos aspectos depende de la personalidad del
asegurador: su política en la selección de los riesgos, en el manejo de la cartera adquirida, la
política en la liquidación de los daños, etc. (2490) .

En lo que se refiere a la cesión de cartera por el reasegurador se debe aplicar la solución


establecida para el asegurador vista en los párrafos anteriores.

7. Reaseguro y cesión de cartera. Encubrimiento de la cesión de cartera.

Hemos visto que el reaseguro cumple una función técnica fundamental. Su contratación no
afecta al asegurado, dado que no es lesivo para la solvencia del asegurador; al contrario,
refuerza las garantías que le ofrece, por el juego del art. 161 Ver Texto.

Es así aun cuando se trate del reaseguro de toda la cartera, contrato excepcional en la práctica.

Pero el reaseguro global puede ocultar la cesión de la cartera (2491) y por ello se debe
investigar la verdadera naturaleza del acto. Mientras que el reaseguro es un acto normal en la
administración del asegurador y reasegurador, la cesión de la cartera es un acto de disposición
que tiene que ser resuelto por los órganos capaces de decidir la disolución de la sociedad, y
aceptado, en determinadas circunstancias, por el órgano máximo de la sociedad -la asamblea
general de accionistas, si es una sociedad anónima-, cuando significa una modificación del
contrato social, y por la autoridad de control. Para el asegurado importa un cambio en el
deudor (2492) .

Habrá cesión de cartera, y no reaseguro, cuando el reasegurador:

a) asume frente al asegurado las obligaciones y derechos del asegurador;

1204
b) percibe las primas, liquida los daños, etc.;

c) se le trasfieren las reservas (2493) .

Asimismo, se debe concluir que hay cesión cuando se autoriza al reasegurador a administrar la
cartera (2494) ; o cuando no son registrados en el contrato los caracteres y fines del reaseguro;
o se tiende a investir en el asegurado un derecho contra el reasegurador (2495) .

No surge cesión cuando entre distintos aseguradores se forma una comunidad de intereses,
incluso con caracteres de sociedad, si sus integrantes no pierden la personalidad jurídica y no
introducen modificaciones en las relaciones con el asegurado (2496) .

(2490) Bruck, p. 127.

(2491) Los aseguradores tienen interés económico y moral en ocultarlo: las ventajas
económicas están en que con la cesión deben hacerse cargo de los contratos en las mismas
condiciones originarias, no pueden alegar la quiebra posterior del asegurador cedente; eluden
impuestos y formalidades de la cesión (Vivante, Contratto, nº 141).
Ver un supuesto de ocultación en un acto complejo, en C. Nac. Com, 26/2/1904, Fallos 1:23.

(2492) Persico, nº 29.

(2493) Vivante, Contratto, nº 141; Besson y Picard, nº 64; Lordi, nº 683. Ver Mossa, en "Riv.
Dir. Comm.", 1932, 2, p. 208; y Vivante, en "Assicurazioni", 1934, 1, p. 22.

(2494) Lordi, nº 683.


Contra: Bruck, p. 115, porque no hubo cambio de deudor. Pero justamente lo que se trata de
establecer es si el acto aparente, que no entraña cambio de deudor, oculta la cesión.

(2495) Lordi, nros. 683 y 661.

(2496) En nuestro país no se realiza con estos caracteres. En Alemania es frecuente: Bruck, p.
116, señala que puede consistir en la recíproca utilización de la organización, en la conducción
de los negocios según normas fundamentales, en la unificación de la administración financiera,
en la participación recíproca en las ganancias, en la asunción de la garantía de los seguros de
una empresa por la otra, etc.

1205
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III. Rescisión imputable al asegurador

8. Liquidación del asegurador.

En el régimen anterior, instituido por ley 11672, art. 102 Ver Texto, punto 15, se establecía que
la Superintendencia de Seguros "velará por el estricto cumplimiento del art. 369 Ver Texto
[hoy derogado] del Código de Comercio y considerará que ha llegado el caso previsto en él,
aun cuando la pérdida parcial del capital no se exprese en el balance, si esas pérdidas resultan
del estudio de la solvencia de la sociedad según el estado real de sus operaciones, que debe
practicar cuando menos una vez por año para cada una de las sociedades inscritas en el
registro. Si una sociedad ha perdido parte de sus reservas matemáticas o de riesgos en curso, si
su constitución adolece de un déficit por error de cálculo u otra causa, o por desvalorización
evidente de sus inversiones, esa sociedad deberá aplicar, al terminar el ejercicio corriente, la
parte de su capital o reservas legales o facultativas, para completar sus reservas matemáticas o
de riesgos en curso [. . .]. Si a juicio de la Superintendencia esa aplicación coloca a la sociedad
en cualquiera de los casos del art. 369 Ver Texto del Código de Comercio, la intimará para que
obre en consecuencia de inmediato, sin esperar la expiración del ejercicio, sin perjuicio del
derecho que puede asistirle a promover una reducción de su capital" (art. 14 , decreto
1082/95).

Dicho régimen no autorizaba la rescisión del contrato de seguro por parte del asegurado (2497)
. El autor de esta obra concluía, no obstante, que dispuesta la liquidación del asegurador por
pérdida del capital, el asegurado podía rescindir invocando la desaparición de la capacidad
técnico-económica del asegurador para cumplir con las obligaciones eventuales asumidas.

8 (a). Régimen actual.

1206
La normativa actual, contenida en la ley 20091 Ver Texto, distingue expresamente entre
liquidación voluntaria y forzosa, según cuál haya sido el origen de la decisión de poner fin a la
vida de la sociedad. Será voluntaria cuando es la propia sociedad, por decisión interna, la que
decide poner fin a su actividad y a sus negocios, y forzosa cuando la decisión liquidatoria
proviene del ente de control.

1. La liquidación voluntaria del asegurador no faculta al asegurado a requerir la rescisión del


contrato de seguro por causa de aquél (art. 20 Ver Texto, ley 17418).

Se trata de evitar que se desarticule en forma súbita el régimen de mutualidad. No obstante, la


propia mecánica de la liquidación deberá ir finalizando los contratos, que no serán renovados;
por eso, igualmente, en algún momento se verá afectado dicho régimen y, con ello, la situación
de los asegurados, lo cual requiere una vigilancia estrecha. Esta forma de liquidación es
efectuada por los órganos estatutarios, "sin perjuicio de la fiscalización de la autoridad de
control" (art. 50 Ver Texto, 1er. párr., ley 20091).

Pero si el asegurador no procede de inmediato a su liquidación (o si lo requiere la protección


de los asegurados), la autoridad de control podrá solicitar "del juez ordinario competente" su
designación como liquidadora, quien citará al asegurador y la decisión se tomará en "juicio
verbal" convocado a ese fin. Dicha resolución es apelable, aunque al solo efecto devolutivo
(art. 50 Ver Texto, 2º párr., ley 20091).

La autoridad de control, cuando es designada en calidad de liquidadora en el procedimiento


"voluntario", cumplirá las funciones de tal, que implica la facultad de resolver los contratos, si
así lo requiriese el curso de la liquidación, otorgando a los asegurados un preaviso de quince
días, que debe ser notificado por "carta certificada con aviso de retorno u otro medio
suficientemente idóneo". En los seguros de la rama vida dispondrá la cesión de la cartera por
licitación fijando las bases de ésta. Si la cesión no fuera posible, podrá rescindir los contratos
en la forma precedentemente señalada (art. 52 Ver Texto, 2º párr.).

Ya hemos visto que la cesión de cartera, una vez aprobada por la Superintendencia de Seguros,
no permite al asegurado rescindir por tal circunstancia (2498) .

2. En los supuestos de liquidación forzosa, el ente de control posee iguales facultades


rescisorias, que se deberán ejercer conforme a los requisitos y con los efectos precedentemente
señalados (art. 52 Ver Texto, 2º párr.).

1207
3. En todos los casos, mientras no se efectúe la rescisión, el contrato sigue vigente y el
asegurador debe responder por los siniestros que ocurran (2499) .

Empero, tal como lo destaca el autor de esta obra (2500) , resulta razonable reconocer al
asegurado el derecho a rescindir el contrato en los casos de liquidación por pérdida del capital,
ante la desaparición de la capacidad técnico-económica del asegurador para cumplir con las
obligaciones eventuales que asumió (el art. 20 Ver Texto, ley 17418, sólo la impide en la
liquidación voluntaria) (2501) .

9. Violación de las normas de control de la reserva matemática.

Si bien el asegurado no tiene un derecho a controlar la inversión de las reservas -tarea que
compete a la Superintendencia de Seguros-, hay una firme tendencia doctrinal a reconocerle el
derecho a rescindir el contrato cuando el asegurador no observa las normas de control de la
reserva matemática (2502) : no se trata de una superposición del control estatal, a quien la ley
comete la tarea (arts. 33 Ver Texto y 55 Ver Texto, ley 20091), sino de desaparición del
presupuesto del contrato.

10. Incumplimiento por el asegurador del fondo de acumulación pactado.

Procede contra el asegurador que en el seguro sobre la vida no cumple con el fondo de
acumulación pactado (2503) .

11. Modificación de los estatutos del asegurador.

1208
El asegurado tampoco puede invocar las modificaciones de los estatutos del asegurador para
reclamar la rescisión, aunque cambien su estado económico: la autoridad de control es quien se
debe pronunciar, y su aprobación cierra al asegurado cualquier medida fundada en esa
modificación (2504) .

(2497) La doctrina no acepta esta solución; no obstante, creo que es la más práctica y menos
onerosa para el propio asegurado.
Ver para la opinión contraria: Lordi, nº 827; Sraffa, en "Riv. Dir. Comm.", 1904, 2ª parte, p. 28;
Vivante, Contratto, nº 537; Picard, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1931, p. 557; De Lalande y
Couturier, nros. 859 y 860.
Para nuestra jurisprudencia anterior, conforme con la solución, en principio, C. Nac. Com.,
7/6/1899, Fallos 95:215, en un supuesto muy especial.

(2498) Art. 20 Ver Texto, ley 17418. Ver, asimismo, capítulo II, y § 54 (a).

(2499) No obstante, y en especial en los casos de liquidación forzosa, someter al asegurado a


una relación generalmente deteriorada implica exponerlo a un perjuicio probable en el caso de
que tenga lugar el siniestro; a esto se agrega que se lo sigue atando a la obligación de pago de la
prima, pese a que la contraprestación puede devenir de cumplimiento dudoso. Por ello, quien
esté a cargo de la liquidación debe tratar de buscar una solución inmediata a tal situación; de no
hacerlo, pueden generarse responsabilidades a su respecto.

(2500) Ver el parágrafo anterior, in fine, de este capítulo.

(2501) Las pólizas suelen contener una cláusula que permite al asegurado rescindir el seguro,
aunque cobrando la prima a período corto (que es más cara). En el supuesto planteado por el
autor de este libro, este siniestro es cuestionable, pues se origina en una situación imputable al
asegurado.
Asimismo, en los últimos tiempos se ha intentado eludir la liquidación forzosa, iniciando con
anticipación una liquidación voluntaria, lo cual ha sido rechazado por la jurisprudencia (ver
fallos "I.A.B. (ex Sudamérica Terrestre y Marítima)", C. Nac. Com., sala E, 10/5/2000, y "La
Previsión Cooperativa de Servicios Agropecuarios, Sociales y Asistenciales Ltda.", C. Civ. y
Com. Bahía Blanca, sala II, 18/4/2000, inéditos).

(2502) Lordi, nº 769. Ver Bruck, ps. 366 a 381.


La solución es diversa a reconocer al asegurado una acción para compeler al asegurador para
que cumpla con esa capacitación técnico-económica (ver Zavala Rodríguez, II, nº 1709).

(2503) C. Nac. Com., 7/9/1938, JA 63-1018: el asegurador sufría pérdidas con ese tipo de
contratos y suspendió su contratación. Se lo condenó al pago de las primas percibidas, con sus
intereses.

1209
Contra: C. Nac. Com., 22/7/1899, Fallos 96:154, porque el asegurador no abdica su libertad
para contratar ni puede ser obligado a celebrar negocios ruinosos, además del fin del contrato
de seguro.

(2504) Contra: Sraffa, en "Riv. Dir. Comm.", 1904, 2, p. 28.


Lordi, nros. 825 y 826, le niega este derecho en el supuesto de reducción de capital, autorizado
por la Superintendencia.

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IV. Quiebra de las partes

12. Quiebra del asegurado. Efectos.

Cuando el asegurado cae en quiebra (2505) el contrato pasa a la masa ope legis desde la fecha
del auto declarativo de la quiebra, con todos los derechos y obligaciones del asegurado (2506) .

El art. 154 Ver Texto de la ley 24522 establece que "la quiebra del asegurado no resuelve el
contrato de seguro de daños patrimoniales, siendo nulo el pacto en contrario".

Esa solución busca proteger los intereses sobre los bienes respecto de los cuales la masa
persigue cobrar, al menos parcialmente, sus créditos. En función de ese propósito se inscriben
también las facultades otorgadas al síndico para celebrar los contratos que resulten necesarios
para la conservación y administración de los bienes, "incluso los de seguro"; en todos los casos,
"previa autorización judicial", que, para ser otorgada, tomará en cuenta "la economía de gastos
y el valor corriente de esos servicios" (art. 185 Ver Texto, ley 24522).

Los actos de disposición pasan a ser facultades del síndico, incluso la percepción de
indemnizaciones, sea por siniestros anteriores o posteriores a la falencia (2507) .

1210
Según el régimen vigente, si el síndico resuelve continuar con el seguro, la prima, aun la
adeudada al día de la quiebra, se debe pagar en moneda sana (2508) . Expresada por el síndico
la voluntad de continuar con el contrato, tal manifestación tendrá efecto retroactivo, tanto
respecto de las obligaciones de la masa como de la garantía del asegurador (2509) .

Si el síndico o la masa deciden no continuar con el contrato, las primas adeudadas se pagarán
en moneda de quiebra, como cualquier crédito quirografario, porque el crédito por las primas
anteriores a la quiebra no tiene reconocido por la ley ningún privilegio, salvo los seguros
agrícolas; y por el período en curso, íntegramente (2510) .

Si el contrato se rescinde y es plurianual, supuesto en el cual el asegurado ha obtenido una


reducción de la prima, para el reembolso de la que corresponda al período de riesgo no
corrido, ésta se deberá recalcular.

Algunas pólizas suelen exigir que el asegurado denuncie la existencia de concurso de


acreedores en un plazo determinado, so pena de caducidad; tal cláusula es lícita porque entre la
presentación y la publicación de edictos haciendo saber la convocación de acreedores -por ella
todos los acreedores toman conocimiento de la convocación o de la quiebra-, puede trascurrir
un lapso más o menos prolongado, durante el cual el azar moral se halle agravado (2511) (es un
supuesto de agravación que se rige por el art. 39 Ver Texto, LS.). Pero cuando la cláusula se
refiere al supuesto de quiebra, no es lícita, porque la omisión del asegurado no puede afectar a
la masa, ya que con esa sentencia queda desapoderado de la administración y disposición de sus
bienes (art. 107 Ver Texto, ley 24522).

12 (a).

Hemos visto que el referido art. 154 Ver Texto, LCQ, impide la resolución, por el asegurador,
del contrato de seguro de daños patrimoniales, y agrega que "continuando el contrato después
de la declaración de quiebra, el asegurador es acreedor del concurso por la totalidad de la prima
impaga".

Estimamos que la solución de la ley ha sido simplista y unilateral, y que no atendió a los
intereses del asegurador. Se debió permitir a éste rescindir el contrato, si ello implicaba una
agravación del riesgo, pues al contrario se rompe el delicado equilibrio contractual que

1211
caracteriza a todo contrato de seguro, comprometiendo, incluso, a la comunidad de asegurados
(mutualidad). Y es habitual que esa agravación se produzca: p.ej., seguros de incendio o de
robo de mercaderías de una fábrica que, en virtud de la quiebra, deja de funcionar; el control
que se suele ejercer en esos casos sobre el patrimonio asegurado se debilita y el siniestro se
torna más probable. De todas maneras, pensamos que producido el vencimiento de la vigencia
cesa el deber del asegurador de continuar con la cobertura y no es posible obligarlo a renovarla.
Por ello, si la sindicatura considera que debe continuar habiendo amparo asegurativo sobre
esos bienes, deberá negociarlo con ése u otro asegurador, como una operación nueva, sobre la
base de lo establecido por el art. 185 Ver Texto, de la LCQ.

(2505) Sobre el tema se puede ver: Richard, Efraín Hugo, El contrato de seguro y la quiebra
del asegurado, en "Revista de Derecho de Seguros", nº 5, p. 69, 1972, La Plata; Morandi, Juan
Carlos Félix, Efectos de la quiebra del asegurado o tomador sobre el contrato de seguro de
daños, en "Seguros", nº 99, 1981, Buenos Aires.

(2506) Besson y Picard, I, nº 275.

(2507) Bruck, ps. 696 y ss. Estas restricciones no se aplican en la convocatoria de acreedores.
La liquidación aceptada por el fallido in bonis es oponible a la masa (C. Nac. Com.,
17/3/1933, GF 103-160).
Si el asegurador asume obligaciones, sin percibir la prima, ignorando la inminencia de la
quiebra, puede impugnar el contrato; mas no si sabía que el asegurado no era merecedror del
crédito (Bruck, ps. 689 y ss.).
La falencia posterior a la oferta y anterior a la celebración impide la contratación.
Igual solución se impone cuando incurre en quiebra el tercero obligado al pago de la prima
(conf. Bruck, ps. 690 y ss.).

(2508) Besson y Picard, nº 275; Vivante, Contratto, nº 252; Montessori, en "Riv. Dir. Comm.",
1915, 1, p. 992; Bruck, ps. 694 y ss.
Besson y Picard subordinan la solución a la circunstancia de que el asegurador haga valer o no
las sanciones previstas para la mora; si lo hace, el síndico debe pagar en moneda sana; de lo
contrario, los atrasos serán pagados en moneda de quiebra.
Contra: Percerou, nota en DP 1905-105; Vivante, Contratto, nº 255, aparentemente en
contradicción con cuanto expone en el nº 252 citado.

(2509) Montessori, en "Riv. Dir. Comm.", 1915, 1, p. 992.

(2510) Vivante, Contratto, nº 252. Bruck, ps. 694 y ss., sostiene que se debe pagar la totalidad
de la prima por el período corriente, en virtud del principio de la indivisibilidad. Montessori, en
"Riv. Dir. Comm.", 1915, 1ª parte, p. 992, adopta una solución análoga a la propuesta por
Bruck.

1212
(2511) Las razones dadas por Castillo, nº 116, caen, porque el asegurador está en condiciones
de conocer, por su organización, las presentaciones mediante el control sistemático de los
edictos, publicados indefectiblemente en el "Boletín Oficial"; de ahí que no corre el riesgo de
omitir una presentación. Además, es un acreedor como cualquier otro y esa publicidad lo
notifica legalmente de manera idónea.

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13. Efectos en el seguro por cuenta ajena.

En el seguro por cuenta ajena se debe distinguir la quiebra del tomador de la del asegurado.

Si el tomador incurre en quiebra, los derechos que corresponden al asegurado no son afectados
por ésta. Las facultades del tomador, de disposición, siguen en su persona, no se trasfieren a la
masa. La quiebra sólo adquiere los derechos de contenido patrimonial contra el asegurado; así,
si debe el reembolso de primas, será un crédito de la masa. Si el tomador percibió la
indemnización, el asegurado podrá reclamarla íntegramente de la masa, si no se confundió en
el haber de ésta; igual solución en el supuesto de que sea percibida por el síndico, con el
agregado, en ambos casos, de que si se confundió con el haber de la masa, el asegurado tendrá
un crédito contra ésta (2512) .

Si la quiebra afecta al asegurado, sus derechos pasan a la masa, sin que el hecho de la quiebra
afecte los derechos del tomador a retener la póliza y reclamar el reembolso, incluso cobrarse
sobre la indemnización de cuanto se le debía (art. 25 Ver Texto). Las demás relaciones entre el
tomador y la masa dependerán de las relaciones internas que motivaron la contratación del
seguro.

(2512) Bruck, ps. 699 y ss. La legitimidad del pago por el asegurador dependerá de la póliza.

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1213
14. Efectos en el seguro de la responsabilidad civil.

En materia de seguro de la responsabilidad civil, el otorgamiento de una acción directa a la


víctima conduce a excluir la indemnización de la masa. Además, el art. 118 Ver Texto le
reconoce un privilegio absoluto, esto es, excluye totalmente a los otros acreedores del
asegurado, incluso en el supuesto de quiebra.

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15. Efectos en los seguros de personas.

La quiebra del asegurado sólo afecta los seguros de intereses, mas no los seguros de personas -
seguro sobre la vida, seguro de accidentes-, excepto cuando el beneficio se incorpora
efectivamente al patrimonio del fallido (art. 147 Ver Texto) (2513) . Las prestaciones
personales debidas por el asegurador no se incorporan a la masa; así, la prestación de servicio
médico en el seguro de accidentes; ni los beneficios en dinero posteriores a la declaración de
falencia, porque tienen un carácter alimentario, ya que se calculan sobre la disminución teórica
de la capacidad para el trabajo del asegurado, por lo cual se debe aplicar el principio que limita
el desapropio: art. 108 Ver Texto, 2º párr., LCQ. (2514) .

La designación del beneficiario a título gratuito no es afectada, ni aun cuando se efectúe en el


período de sospecha, a menos que haya fraude en perjuicio de los acreedores, porque el seguro
sobre la vida es esencialmente un seguro en favor de tercero, es decir, destinado a que el
beneficio se atribuya a una persona distinta del asegurado.

Cuando la designación del beneficiario se hace a título oneroso, se anulará si con ella se busca
mejorar a un acreedor en detrimento de la igualdad de trato de todos los acreedores
quirografarios, que funda la liquidación colectiva por el procedimiento falimentario.

Con excepción de estos supuestos, el asegurado no es trabado por su falencia en el ejercicio de


los derechos que le otorga su contrato; ni el beneficiario debe restituir nada a la quiebra, salvo
cuando surja fraude a los derechos de los acreedores (2515) .

1214
(2513) Besson y Picard, I, nº 274; Bruck, ps. 691 y ss. Ver De Semo, en "Assicurazioni", 1958,
1, p. 309.

(2514) Contra: Besson, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1940, p. 495.


Ver sobre el tema: Fanelli, en "Assicurazioni", 1940, 2, p. 218; De Martini, eod. loc., 1956, 2, p.
93; Funaioli, eod. loc., 1958, 2, p. 33.

(2515) Ver supra, capítulo VI, § 20.

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16. Efectos sobre el reaseguro.

La quiebra del asegurado no afecta el reaseguro. El asegurador debe la totalidad de la prima en


todos los supuestos (2516) .

(2516) Persico, nº 104.

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17. Quiebra del asegurador. Efectos.

La doctrina nacional y extranjera han discutido arduamente los efectos de la quiebra del
asegurador sobre el contrato y los derechos del asegurado.

1215
17 (a).

La ley 20091 Ver Texto vino a dar solución, en nuestro país a dicho tema excluyendo al
asegurador del régimen de la quiebra y sujetándolo a un procedimiento específico, consistente
en la liquidación del ente por quien designe el organismo de control (art. 51 Ver Texto),
reconociendo a los asegurados los privilegios establecidos en el art. 54 Ver Texto.

El referido art. 54 Ver Texto incurre en un error de técnica jurídica cuando al caracterizar el
grado del privilegio que otorga hace mención del número de artículo correspondiente a la ley
de concursos vigente en la época de su sanción (art. 270 Ver Texto, ley 19551, hoy sustituido),
y otro tanto acontece cuando remite al privilegio de los asegurados o sus beneficiarios de la
rama vida (menciona el art. 271 Ver Texto, inc. 1) y los gastos de liquidación, "incluidos los
devengados por la autoridad de control" (art. 264 Ver Texto). Todas estas normas concursales
están derogadas y reemplazadas por otras, por lo cual esa metodología inapropiada obliga a
bucear en el nuevo texto para hallar equivalentes (al art. 270 Ver Texto corresponde el actual
246 Ver Texto; al art. 271 Ver Texto, el 247 Ver Texto; al art. 264 Ver Texto el 240 Ver
Texto). Más allá de que, además, pueda haber diferencias de redacción y de solución, cabe
pensar qué sucedería si una nueva reforma de la Ley de Concursos y Quiebras modificase
sustancialmente estas soluciones. Y ello a pesar de que, en rigor, en nuestra opinión, no se
aplica la Ley de Concursos a la liquidación de las entidades de seguros (art. 51 Ver Texto, 2º
párr., ley 20091) (2517) , salvo en forma supletoria, cuando hubiere lagunas y siempre que no
afecten la letra ni los fines de la liquidación establecida por la ley especial. Las menciones a
normas de la ley concursal, que inadecuadamente efectúa la ley 20091 Ver Texto, sólo son
referencias destinadas a proporcionar pautas desarrolladas en una ley ajena, que permitan
caracterizar los efectos de los privilegios establecidos en la ley especial, pero nunca imponer
una sustitución ni derogaciones de las normas especiales, elaboradas teniendo en cuenta los
problemas propios y específicos de la actividad aseguradora y los fines perseguidos por su
legislación.

(2517) Ver capítulo II, § 65 (a). Es más: si se considerase lo contrario y se sostuviese una
aplicación prioritaria de la Ley de Concursos, a la cual hubiera sido atada esencialmente la ley
20091 Ver Texto, ante la impropia redacción del art. 241 Ver Texto, inc. 6, de la ley 24522,
hubiesen quedado derogados -sin explicación alguna, por olvido u omisión culpables-, el
referido art. 54 Ver Texto de la ley 20091, cuyo inc. a hace referencia -nada menos- que al
capital o renta debidos en los seguros de la rama vida y aun a las reservas matemáticas (!).

1216
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18. Efectos sobre el contrato de reaseguro.

El contrato de reaseguro no es afectado por la quiebra del asegurador: el reasegurador debe


pagar en moneda sana (2518) .

(2518) Bruck, p. 717; Persico, nº 105; Lordi, nros. 672 y ss.; Broseta Pont, ob. cit., p. 40, mas
sólo el saldo de la cuenta corriente.
Ver sobre la quiebra del asegurado y del asegurador, De Gregorio, Le obbligazioni del
riassicuratore nel fallimento del riassicurato, en "Assicurazioni", 1959, 1, p. 157, que sostiene
paga en moneda sana aunque el asegurador pague a su vez en moneda de quiebra; Bianchi
D´Espinosa, en "Assicurazioni", 1959, 2, p. 17; De Semo, Sul fallimento dell´assicurato, en
"Assicurazioni", 1958, 1, p. 309; De Semo, Sul dissesto dell´assicuratore, en "Assicurazioni",
1960, 1, p. 20; Sousselier, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1958, p. 236, que apoya la liberación del
asegurador en moneda de quiebra, no obstante percibir del reasegurador en moneda sana;
D´Assier de Boisredon, en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1960, p. 137, que apoya la solución
auspiciada por De Gregorio, cit.; Remus, en "Rev." cit., 1963, p. 5, quien estudia especialmente
la modificación por vía convencional, que admite, con una tendencia creciente a distanciar la
suerte del reaseguro de la del seguro y el papel cada vez mayor del reasegurador como
banquero.

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19. Efectos sobre el seguro de accidentes del trabajo.

En materia de accidentes del trabajo, la quiebra del asegurador (2519) no liberaba al patrón, y la
Caja de Garantía que pagaba la indemnización al obrero podía repetir contra el patrón,
conforme a cuanto expusimos de que la contratación del seguro no libera al patrón (2520) .

1217
Producido el supuesto, el obrero podía demandar directamente a la Caja de Garantía sin
demandar previamente al patrón (2521) , o demandar al patrón a pesar de haber solicitado
verificación en la liquidación del asegurador (2522) : en tal caso, si el patrón pagaba, su crédito
contra el asegurador gozaba del privilegio del art. 130 Ver Texto, inc. 11, Ley de Quiebras
(2523) .

Los créditos de los obreros accidentados se hacían valer sobre el fondo de garantía depositado
por el asegurador (2524) , y si su monto excedía al depósito, se cobraban a prorrata (2525) . Al
efecto debían formar concurso especial (2526) .

Téngase en cuenta que el art. 21 Ver Texto, ley 9688, imponía la rescisión del contrato.

(2519) En materia de quiebra, ver: C. Civ. 1ª Cap., 28/9/1932, JA 39-469; 9/6/1938, LL 14-
351; C. Nac. Com., 6/6/1929, LL 14-985.

(2520) Ver supra, capítulo V, nros. 101 y ss.; Halperin, La acción directa, etc., 2ª ed., p. 77, nota
218; Colombo, Leonardo, Acción de la Caja de Garantía . . ., en "Derecho del Trabajo", 1945,
t. 5, p. 327.

(2521) C. Nac. Com., 26/4/1939, LL 14-1115, con nota de Anastasi, Responsabilidad de la


Caja de Garantía en caso de quiebra del asegurador; 11/3/1940, LL 17-833.

(2522) C. Civ. 1ª Cap., 16/2/1940, LL 17-593; C. Nac. Com., 12/4/1940, JA 70-339;


14/5/1941, JA 74-878.
La C. Nac. Com., 16/3/1928, JA 27-373, requirió que el obrero demostrara que la suma
necesaria para pagar su crédito ingresó al patrimonio del patrón. Lleva en realidad a sostener la
liberación del patrón por la contratación del seguro, ya impugnada (ver texto y nota 39 y ss.).

(2523) C. Nac. Com., 29/3/1944, LL 34-259.

(2524) C. Nac. Com., 23/4/1931, JA 35-737.

1218
(2525) C. Nac. Com., 22/11/1938, LL 12-859.

(2526) C. Nac. Com., 9/12/1938, LL 13-593; 11/9/1936, LL 4-319.

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20. Efectos en el seguro sobre la vida.

En el seguro sobre la vida, la quiebra del asegurador obliga al pago al asegurado de las reservas
matemáticas (2527) .

(2527) Lefort, II, ps. 510 y ss.; Bruck, ps. 177 y ss.
El proyecto de ley de empresas les reconoce un privilegio (art. 62).

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Capítulo XI. PRESCRIPCIÓN

1. Régimen legal.

Los arts. 58 Ver Texto y 59 Ver Texto han reemplazado el régimen legal del art. 853 Ver
Texto, 2º párr., CCom. Este régimen legal debe ser completado con el art. 9 , ley 14231, para el

1219
seguro de riesgos deportivos, y el art. 2 , ley 14364, para el seguro sobre la vida de los
empleados del Estado (2528) .

2. Plazo de prescripción.

El art. 58 Ver Texto ha reemplazado la disposición confusa del art. 853 Ver Texto, 2º párr.,
CCom., por una norma clara: las acciones fundadas en el contrato de seguro prescriben en el
plazo de un año, computado desde que la correspondiente obligación es exigible (art. 58 Ver
Texto, 1er. párr.) (2529) - (2530) .

En cuanto se refiere al cobro de la prima:

a) si se debe pagar en cuotas, la prescripción de la acción para su cobro se computa a partir del
vencimiento de la última cuota (art. 58 Ver Texto, 2º párr., primera frase). Es injusto que la
prescripción corra mientras el asegurador mantiene vigente el contrato, sin exigir el pago por
consideraciones comerciales: cabe afirmar que mientras la garantía rige hay un acto
recognoscitivo interruptivo de la prescripción.

b) en el supuesto de que el asegurador concedió plazo implícitamente (arts. 30 Ver Texto y 21


Ver Texto, 2º párr.), el plazo de prescripción comienza desde que el asegurador intima el pago
(previsto en el art. 31 Ver Texto, 2º párr.) (art. 58 Ver Texto, 2º párr., última parte), porque es
el momento en que comienza el plazo del asegurado para pagar (en rigor, debió ser al
vencimiento de este plazo).

Respecto del seguro sobre la vida, con relación al beneficiario se computa desde que conoce la
existencia del beneficio, pero en ningún caso excederá de tres años desde el siniestro (art. 58
Ver Texto, 4º párr.). La excepción se justifica, porque el beneficiario ignorante de su calidad se
halla imposibilitado de actuar; mas este beneficio de la ley no puede ser excesivo, de ahí la
limitación prudencial al término máximo de tres años desde el siniestro. Es un supuesto
especial de suspensión de la prescripción, que hace excepción al régimen general del art. 845
Ver Texto, CCom., justificada por la razón apuntada.

1220
3. Otros plazos legales.

Para el seguro de riesgos deportivos, la ley 14231, en su art. 9 , ha fijado el término de tres años
para la prescripción de las acciones correspondientes.

En materia de seguro sobre la vida de empleados del Estado, la ley 14364 ha establecido el
término de diez años (art. 2 ).

4. Abreviación de la prescripción.

El art. 59 Ver Texto prohíbe la abreviación de la prescripción (2531) .

Con anterioridad la mayoría de la doctrina y la jurisprudencia se inclinaban por reconocer


validez al pacto hasta el fallo plenario de la Cámara en lo Comercial de la Capital de 1958
(2532) , que decidió su ilicitud.

Complementando la prohibición, se dispone por el art. 59 Ver Texto la invalidez de fijación de


un plazo para interponer acción judicial (2533) , porque sería una forma de burlar la
prohibición de abreviar la prescripción.

5. Comienzo del plazo de prescripción.

En el seguro, como en todas las acciones, la prescripción comienza en cuanto se puede hacer
valer el derecho en justicia -art. 58 Ver Texto, 1er. párr., y art. 3957 Ver Texto, CCiv.-.

1221
Es menester que el asegurado conozca el acaecimiento del siniestro: contra non valentem agere
non currit praescriptio. Mas deberá probar la ignorancia que alega (2534) . Para el beneficiario
la ley consagra expresamente la solución, mas fija el término máximo de tres años desde el
siniestro (art. 58 Ver Texto, 4º párr.).

Idéntico principio se aplica respecto del asegurador en materia de reticencia, o para rectificar la
prima en los seguros de prima variable. En ambos casos -como en los demás análogos- el
asegurador debe probar su ignorancia (2535) .

Salvo estas excepciones, la prescripción comienza con el hecho que da nacimiento a la acción
(2536) :

a) por la prima (2537) , su vencimiento (2538) , y si es por cuotas, al vencer la última (art. 58
Ver Texto, 2º párr.);

b) por la rescisión, el hecho que la funda;

c) por el siniestro, su acaecimiento, según la naturaleza del seguro (2539) , etc.

Se debe tener en cuenta que en materia de reticencia, el asegurador debe impugnar el contrato
dentro de los tres meses de haberla conocido (art. 5 Ver Texto, 2º párr.) (es un plazo de
caducidad). Respecto del seguro de la responsabilidad civil, nos ocuparemos en párrafo por
separado.

6. Trasformación de la prescripción breve.

Conforme a la errónea orientación que había adoptado la Cámara en lo Comercial acerca de la


trasformación de la prescripción breve en otra larga, regida por el término ordinario, cuando
media reconocimiento (2540) , ha establecido que la prescripción especial del art. 853 Ver
Texto, cit., o la abreviada convenida -cuando reconocía la validez-, son inaplicables una vez

1222
fijado el monto de los daños por un acuerdo en que se hacen mutuas concesiones (2541) ; o
cuando media acuerdo sobre la liquidación del daño, porque la acción nace más bien de la
liquidación que del contrato de seguro (2542) ; o cuando existe reconocimiento del derecho del
asegurado (2543) .

7. Interrupción de la prescripción.

El régimen acerca de la interrupción de la prescripción es el general, establecido en el Código


Civil, y vigente en lo comercial por aplicación del art. 844 Ver Texto del Código de Comercio.

Desconocido el derecho, la prescripción se interrumpe sólo por demanda judicial o por


reconocimiento del derecho (2544) , o por la interpelación para poner en mora, en forma
auténtica, por una sola vez y por el término de un año (art. 3986 Ver Texto, 2ª párr., CCiv., ley
17711 Ver Texto) (2545) (aunque en rigor funciona como una suspensión por ese lapso: ver ley
17940 Ver Texto).

El art. 58 Ver Texto, 3er. párr., dispone que tiene efecto interruptivo "la participación en el
procedimiento establecido por la ley o el contrato para la liquidación del daño [. . .] para el
cobro de la prima y de la indemnización" (2546) .

La norma se justifica, porque mientras las partes se hallan cumpliendo el procedimiento de la


ley o del contrato, ejecutan éste, y no puede entonces correr la prescripción, que presupone
inacción para hacer valer un derecho (2547) . La referencia a la prima se funda en que el
asegurado no se puede acoger a la prescripción por el lapso en que invoca justamente el
contrato; y comercialmente no tendría sentido imponerle al asegurador un acto interruptivo,
mientras él, por su parte, lo cumple respecto de sus obligaciones por el reconocimiento que la
ley deduce de su conducta.

1223
La disposición tiene singular importancia en el seguro marítimo, en el cual las liquidaciones de
averías son largas y complejas. En el seguro terrestre su importancia es relativa, ante la
prohibición del art. 59 Ver Texto, analizada.

Se debe tener en cuenta que para los seguros sobre la vida de empleados del Estado y de
espectáculos deportivos se aplican las reglas del Código Civil sobre suspensión e interrupción
de la prescripción (art. 2 , ley 14364, y art. 9 , ley 14231, respectivamente).

Es menester tener presente que, según el art. 56 Ver Texto, el asegurador se debe pronunciar
sobre el derecho del asegurado dentro de los treinta días de recibida la información
complementaria prevista en el art. 46 Ver Texto, 2º y 3er. párrs.; y que su omisión de hacerlo
importa aceptación.

Con anterioridad se decidía que las gestiones privadas de las partes no interrumpían la
prescripción, si ellas no importaban el reconocimiento tácito o expreso del derecho a la
indemnización (2548) . También se resolvía que la designación de los peritos no interrumpía la
prescripción, si se disponía que se debía demandar judicialmente si en un plazo dado no se
expedían (2549) o si se hacía con la reserva de que no importaba reconocimiento del derecho
(2550) . Tampoco se reconocía efecto interruptivo al procedimiento de liquidación amistosa de
los daños, si así se determinó en el contrato (2551) . Se declaró la validez de estos pactos
(2552) : la solución era equivocada; el régimen de la prescripción es de orden público; el efecto
interruptivo de los actos del deudor depende de si importan o no reconocimiento del derecho,
contra lo cual de nada valen reservas generales previas o reservas específicas no aceptadas
expresamente en ese mismo acto por el acreedor. Además -como expresó el mismo tribunal en
otros casos (2553) - es inconcebible que la prescripción corra cuando las partes se hallan en
tratos directos para liquidar el daño y establecer la existencia del derecho a la indemnización y
su extensión: mientras estas gestiones se cumplen la prescripción no puede correr, ya que se
está ejecutando el contrato.

El reconocimiento del derecho, aunque por una suma menor, interrumpe el curso de la
prescripción (2554) .

Son actos recognoscitivos del derecho:

a) la dirección del proceso por el asegurador (2555) ;

1224
b) las ofertas hechas por el asegurador (2556) ; etc.

En el seguro de accidentes del trabajo, la acción contra el patrón interrumpía la prescripción


contra el asegurador (2557) , y viceversa (2558) . Se ha reconocido eficacia interruptiva a las
diligencias administrativas realizadas con intervención del asegurador (2559) .

8. Suspensión de la prescripción y dispensa de la prescripción cumplida.

La prescripción comercial tenía normas propias en materia de suspensión, que la legislación


civil ha recibido en la ley 17711 Ver Texto (art. 3966 Ver Texto, CCiv.); no se suspende
respecto del incapaz, salvo cuando el incapaz carece de representante legal (art. 845 Ver Texto)
(2560) ; pero se mantiene la vigencia del art. 3980 Ver Texto, CCiv., que es de dispensa de la
prescripción cumplida, y no de suspensión (2561) , como claramente dispone con la reforma
introducida por la ley 17711 Ver Texto, cit.

El plazo de prescripción se suspende sólo por las circunstancias de hecho que impiden el
reclamo, mas no por las defensas del derecho del asegurador (2562) . De ahí que se deba
admitir cuando hay fuerza mayor (2563) , o la ignorancia del seguro por el beneficiario (art. 58
Ver Texto, 4º párr., para el seguro sobre la vida) (2564) , ignorancia que debe ser excusable
(2565) .

La prisión del asegurado no suspende el plazo (2566) : no importa fuerza mayor, ya que puede
actuar en juicio por mandatario. Salvo que esté acompañada de incomunicación (2567) .

1225
Con anterioridad a la ley 17418 Ver Texto se decidió que si para la procedencia del reclamo el
contrato exigía determinada diligencia judicial -en el caso de incendio, la sentencia absolutoria
del asegurado (2568) o testimonio del sobreseimiento de éste (2569) ; exhibición de
declaratoria de herederos para hacer efectivo un seguro sobre la vida (2570) -, la prescripción
se suspendía hasta tanto se produjeran esos actos judiciales. Téngase en cuenta que la ley
17418, en su art. 46 Ver Texto, 3er. párr., quitó legitimidad a esta exigencia, pues declara
inválida la cláusula.

El proceso contra el asegurado, por defraudación cometida con el mismo contrato, no


suspende la acción contra el asegurador (2571) .

Se debe aceptar que las maniobras del asegurador, que llevan al asegurado a dejar trascurrir el
plazo sin demandar, "suspenden" la prescripción (2572) , como dispone ahora el art. 3980 Ver
Texto, 2º párr., CCiv., según redacción de la ley 17711 Ver Texto, de reformas.

9. Renuncia de la prescripción adquirida.

El ofrecimiento por el asegurador de una suma determinada importa renuncia de la


prescripción cumplida (2573) . Las diligencias entre las partes para alcanzar un acuerdo, como
todo acto que sea recognoscitivo del derecho del asegurado, se deben interpretar como una
renuncia de la prescripción cumplida.

(2528) La C. Nac. Civ. resolvía la aplicación del art. 4023 Ver Texto, CCiv.: ver fallos
registrados en LL 16-475, 16/10/1939; 21/9/1943, LL 32-344 y JA 1943-IV-48.
La C. Fed. Cap. la computó desde el vencimiento del contrato: 1/3/1923, GF 43-134, en un
caso de pago trimestral de la prima. Idénticamente el Tribunal Superior de Tucumán, para la
acción para la determinación definitiva de la prima en un seguro de accidente del trabajo:
20/10/1941, LL 24-616.

1226
(2529) Ante el texto claro de la ley, resulta incomprensible que la cláusula 22 de la póliza de
granizo para mutualidades fije el plazo de tres años.

(2530) Comprende toda especie de contrato de seguro, aunque fuese desconocida al tiempo de
la sanción de la ley o que su regulación contractual se hubiera tornado más compleja (C. Nac.
Com., sala B, "Saybenne de Medici v. Sud América" Ver Texto, 12/3/1969, inédito).

(2531) Sigue la tendencia universal en la materia, y concuerda con la noción de que los plazos
de prescripción son de orden público, ya que el legislador los fija como términos para
conservar la paz pública y de equilibrio entre los intereses de las partes. Concordantemente, ver
Austria, art. 20; Alemania, art. 12; Francia, art. 26; Méjico, art. 83; Italia, art. 2936, CCiv.;
Suecia, art. 30; Suiza, art. 626, Cód. Fed. de las Obl.; etc.

(2532) Registrado en LL 96-674. Ver también Halperin, Contrato de seguro, 2ª ed., p. 560.

(2533) Ver antecedentes legislativos enunciados en nota 2, y Halperin, Contrato de seguro, 2ª


ed., p. 561.

(2534) C. Nac. Com., 22/6/1956, LL 84-49.

(2535) Besson y Picard, nº 262; Lordi, nº 646; Salandra, en "Assicurazioni", 1937, 2, p. 428; ley
francesa de 1930, art. 25, para la reticencia.
O para el supuesto de dolo, para la no aplicación de la cláusula de incontestabilidad. En
sentido contrario, Mossa, en "Riv. Dir. Comm.", 1933, 1, p. 309, la computa desde la fecha del
contrato, sin dar un fundamento decisivo para apartarnos de la regla general en la materia.

(2536) Besson, nota en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1945, p. 270.


Así, en el supuesto de un seguro de prima reajustable, desde el envío del informe falso; se
trataba de un seguro de accidentes ley 9688 Ver Texto, con revisión periódica de libros (C.
Nac. Com., sala B, 12/7/1963, inédito).

(2537) C. Nac. Com., 26/7/1935, JA 51-664; 15/12/1937, LL 9-329.


La C. Civ. 2ª La Plata, 8/4/1938, LL 10-436, ha resuelto que si se han entregado pagarés y se
ejecutan, el plazo de prescripción es el que rige a éstos, y no al contrato de seguro.

(2538) En contra de este principio general en materia de prescripción, la Cámara Federal de la


Capital decidió que se debe computar desde el vencimiento del contrato, y no de la obligación
de pagar la prima, en un supuesto en que se debía pagar por trimestres (1/3/1923, GF 43-134).
En el mismo sentido, el Tribunal Superior de Tucumán fijó idéntico punto de partida para la
acción para la determinación definitiva de la prima en un seguro por accidente del trabajo
(20/10/1941, LL 24-616).
Ver C. Nac. Com., sala A, 5/6/1963, inédito.
Lordi señala que el mismo plazo se aplica para la repetición de la prima indebidamente pagada
(Obbligazioni, p. 846, nota 1).

(2539) Besson y Picard, nº 261.

1227
Así, el derecho a la póliza saldada en el seguro sobre la vida se computa desde el día en que
tiene derecho a ella (C. Nac. Com., 22/2/1904, Fallos 1:12); en el de incendio, cuando se
produjo (C. Nac. Com., 22/6/1956, LL 84-49, plazo del art. 853 Ver Texto). Ver en el mismo
sentido, C. Nac. Com., sala C, 31/5/1962, inédito.

(2540) C. Nac. Com., 6/6/1918, JA 1-902; 29/9/1922, JA 9-489; 22/7/1927, GF 69-246;


2/11/1925, JA 18-666; 11/9/1935, JA 51-985.
Ver una crítica de la posición de la C. Nac. Com. en esta materia en el estudio de Halperin,
Isaac, y Costa, Agustín A., Efectos del reconocimiento de la obligación sobre la prescripción,
en LL 2-22, secc. Doctrina.

(2541) C. Nac. Com., 20/6/1918, JA 1-914.

(2542) C. Nac. Com., 23/9/1927, GF 70-214; olvida que siempre es una acción derivada del
contrato de seguro. En el mismo sentido, C. Nac. Com., 28/9/1946, LL 44-163.
Para el caso de fijación por el procedimiento pericial, Corte de Casación de Italia, 10/5/1940,
en "Assicurazioni", 1941, 2, p. 142.
Contra, C. Nac. Com., sala B, 24/10/1951, LL 68-126, con nota de Osvaldo J. Stratta
favorable a la solución judicial comentada.

(2543) C. Nac. Com., 22/7/1927, JA 25-699.

(2544) C. Nac. Com., 6/6/1914, "Rev. Leg. y Jur.", t. 4, p. 1007, salvo las modificaciones que
impone su naturaleza; 4/11/1941, LL 24-605; 13/8/1937, JA 59-584.
Castillo opina que sólo la interrumpe la demanda judicial, a diferencia de la prescripción legal
(nº 143); pero no funda esta opinión.
Alguna vez se ha decidido que el pedido de embargo preventivo no es la reclamación judicial
prevista en la póliza (C. Nac. Com., 21/10/1905, Fallos 3:399).

(2545) Esta solución acepta, aunque de manera excepcional, la posición de Colmo, en materia
de efectos de la interpelación para la mora.

(2546) Concordantemente, art. 2 , ley 14364, de seguro sobre la vida de empleados del Estado,
y art. 9 , ley 14231, de seguro de riesgos deportivos.
La jurisprudencia anterior, en algunos casos, resolvió que la prescripción se suspendía durante
el procedimiento extrajudicial para determinar la indemnización: C. Nac. Com., 17/6/1936, LL
2-1078 y JA 54-894; 9/9/1935, LL 5-516; 21/10/1927, GF 71-263 y JA 26-307; 9/9/1935, GF
118-81; 20/10/1933, JA 43-1178; JA 36-1496.

(2547) Ver C. Nac. Com., sala B, "Ramos Hnos. v. Industria y Comercio" Ver Texto,
30/4/1969, inédito.

(2548) C. Nac. Com., 24/5/1922, JA 8-510 y GF 38-266; 8/6/1925, GF 56-366; 6/5/1929, JA


29-749; 2/12/1932, JA 40-593 y GF 10-222; 15/11/1926, GF 65-186; C. de Bahía Blanca,
27/10/1922, JA 39-940; 22/6/1956, LL 84-49.
Contra: en el sentido de que no afectan nunca a la prescripción: C. Nac. Com., 2/9/1926, JA
22-419 y GF 64-90.

1228
Contra: en el sentido de que siempre interrumpen la prescripción, porque de lo contrario el
arreglo en trámite hubiera carecido de valor, y sería una concesión graciosa del asegurador: C.
Nac. Com., 7/2/1939, LL 13-810 y GF 146-254.
La continuación de las gestiones privadas no importa renuncia tácita de la prescripción
cumplida (C. Nac. Com., 6/6/1914, "Rev. Leg. y Jur.", t. 4, p. 1007).
Castillo señala que las pólizas del seguro contra el granizo tienen en el punto una redacción
oscura, que pueden inducir al asegurado a creer que este plazo no corre mientras se hallen
pendientes las gestiones ante el asegurador; por lo cual, contra él no debe correr el plazo hasta
tanto se les ponga fin (nº 189, p. 140).

(2549) C. Nac. Com., 27/11/1929, JA 31-935.

(2550) C. Nac. Com., 7/12/1923, GF 49-188.


Contra: ley francesa de 1930, art. 27; proyecto del Instituto de Estudios Legislativos, art. 58.

(2551) C. Nac. Com., 1/5/1937, LL 7-192. Ver: 2/9/1926, JA 22-419; 15/11/1926, JA 23-348.
Otros fallos reconocían que estas gestiones amistosas eran interruptivas: C. Nac. Com.,
14/12/1928, GF 77-269; 16/10/1931, GF 94-332. Cabe señalar un fallo previo que les negó
esta eficacia: 6/6/1914, "Jur. Trib. Nac.", junio 1914, p. 322, y "Rev. Leg. y Jur.", t. 4, p. 1007.

(2552) C. Nac. Com., 4/11/1913, "Jur. Trib. Nac.", noviembre de 1913, p. 302; 30/4/1930, JA
32-1124 y GF 86-44; 26/11/1924, GF 53-296.

(2553) Ver fallos registrados en JA 26-307, 43-1178, 36-1496, 54-894; LL 5-516; etc.

(2554) C. Nac. Com., 2/7/1914, "Jur. Trib. Nac.", julio de 1914, p. 246; 29/10/1930, GF 89-
42; 31/7/1935, GF 117-301.

(2555) C. Nac. Com., 21/5/1930, GF 86-190. Ver lo expuesto en el capítulo IV, § 6.

(2556) C. Nac. Com., 16/9/1935, JA 51-991; Corte Sup., 7/12/1921, JA 7-512.

(2557) C. Civ., 1ª Cap., 28/10/1931, JA 36-1401.

(2558) C. Nac. Com., 17/5/1940, LL 18-803; C. Civ. 1ª Cap., 9/6/1938, LL 14-351.

(2559) C. Nac. Com., 31/12/1934, JA 48-943.

(2560) C. Nac. Com., 10/8/1927, JA 25-1078.


En otras jurisdicciones, fallos dictados en materia de accidentes del trabajo resolvieron que la
prescripción no corre contra los menores: C. Civ. 1ª Cap., 31/5/1922, JA 8-451; C. Civ. 2ª
Cap., 9/8/1922, JA 9-268; Sup. Corte Bs. As., 28/4/1925, JA 15-672 bis; Trib. Sup. de
Tucumán, 4/10/1928, JA 28-1179 (soluciones que quedan sin efecto con la reforma apuntada
en el texto).
Téngase en cuenta que hacen excepción y se rigen por las reglas del Código Civil los seguros
sobre la vida obligatorios para empleados del Estado, ley 14364, art. 2 , y de riesgos deportivos,
ley 14231, art. 9 .

1229
(2561) Confr. Colombo, en LL 34-1075.

(2562) C. Nac. Com., 31/10/1934, JA 14-596.

(2563) Besson y Picard, nº 264; Fernández, Comentario, nº 483.

(2564) C. Nac. Com., 19/6/1931, GF 92-332, y JA 35-1443. Adde: Lepargneur, p. 643, nota 1.

(2565) Con anterioridad a la ley 17418 Ver Texto, se decidía que se suspendía respecto del
acreedor del asegurado mientras gestionaba la autorización judicial para subrogarse (C. Nac.
Com., 20/7/1938, LL 11-411).
Contra: C. Nac. Com., 29/9/1921, JA 36-1131.
Esta discusión resulta ahora inútil frente a la norma del art. 118 Ver Texto, en el seguro de la
responsabilidad civil.

(2566) C. Nac. Com., 19/12/1927, JA 26-1297 y GF 71-411; 4/6/1937, LL 7-1000;


29/3/1940, LL 18-57.
Contra: C. Nac. Com., 20/10/1933, JA 43-1178.

(2567) C. Nac. Com., 3/12/1930, JA 34-1322. Aunque es difícil imaginar una incomunicación
tan prolongada.

(2568) C. Nac. Com., 18/7/1919, JA 9-644, en nota, y GF 40-302; 5/12/1918, JA 2-938;


15/9/1941, LL 24-654.

(2569) C. Nac. Com., 11/4/1923, GF 43-309 y JA 10-351; 15/9/1933, GF 106-137 y JA 43-


745; C. Apels. Rosario, 14/8/1935, JA 53-853.
Contra: C. Nac. Com., 6/6/1914, "Rev. Leg. y Jur.", t. 4, p. 1007; 31/10/1924, GF 53-104;
4/6/1937, LL 7-1000.

(2570) C. Nac. Com., 22/7/1927, GF 69-246.

(2571) En el caso se trataba del beneficiario de un seguro sobre la vida (C. Nac. Com.,
11/7/1937, LL 8-129). El tribunal señala que el asegurador no era querellante ni denunciante;
pero aun cuando lo hubiera sido, la solución hubiese sido idéntica; porque el art. 1101 Ver
Texto, CCiv., sólo prohíbe que se pronuncie sentencia pendiente la causa criminal, dados los
efectos de la sentencia que se dicte en ésta sobre el juicio civil.

(2572) Lepargneur, p. 643, nota 1; Castillo, nº 142.


Contra: C. Nac. Com., 24/12/1941, LL 25-428. El tribunal olvida, con este fallo, principios
jurídicos fundamentales, desde la buena fe hasta la sanción tradicional contra el fraude.

(2573) C. Nac. Com., 16/9/1935, GF 118-145; Corte Sup., 7/12/1921, JA 7-512.


Contra: en general, respecto de la continuación de las gestiones amistosas para lograr un
acuerdo, C. Nac. Com., 6/6/1914, "Jur. Trib. Nac.", junio 1914, p. 322.

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1230
10. En el seguro de la responsabilidad civil.

En el seguro de la responsabilidad civil el problema se vincula directamente con la


determinación del siniestro: el momento en que comienza la prescripción se debe fijar
conforme a la solución que se acepte para establecer el siniestro; es inadmisible que se quiera
fijar dos momentos distintos (2574) . Ya hemos indicado los diversos criterios en el punto.

Ocurrido el siniestro, el asegurado está en condiciones de reclamar del asegurador el


reconocimiento de su derecho. Máxime que al confiarle la dirección del proceso, si éste acepta,
se produce un reconocimiento interruptivo de la prescripción por todo el tiempo que se
mantiene el proceso promovido por el tercero; si declina la dirección del proceso sin negar su
garantía, el derecho queda reconocido por aplicación del art. 56 Ver Texto: el asegurador queda
obligado a pagar la indemnización que en definitiva se fije, y hasta ese momento no corre la
prescripción, porque el asegurado se halla imposibilitado de determinar la medida de su
reclamo y la obligación del asegurador no está vencida; la acción meramente declarativa de
responsabilidad queda excluida en el caso, porque la responsabilidad se estableció ope legis.

La jurisprudencia nacional resuelve, sin hacer distinciones, que la prescripción comienza desde
que la víctima obtiene sentencia definitiva favorable (2575) .

11. Seguro de responsabilidad civil. Plazo.

La Cámara en lo Comercial, en un fallo (2576) , extendió al seguro de la responsabilidad civil la


jurisprudencia establecida en materia de seguros de accidentes del trabajo (2577) , y resolvió
que cuando el asegurado pagó, la prescripción que rige no es la del art. 853 Ver Texto, Cód.
cit., sino la civil ordinaria de repetición.

11 (a).

1231
Es interesante destacar, en el tema de la prescripción, cómo aparece necesario que la postura
doctrinal a la cual se adhiera quien debe resolver los casos concretos muestre su coherencia
con los distintos aspectos de este tipo de seguro, de características tan peculiares (2578) .

Hemos señalado que en el seguro de la responsabilidad civil el asegurado sólo posee derecho a
la indemnidad, es decir, a que el asegurador lo mantenga patrimonialmente indemne.

Y mientras no surja sentencia firme condenatoria en su contra, el asegurado no puede formular


reclamaciones a su asegurador exigiendo el cumplimiento de un pronunciamiento todavía no
dictado y cuya cuantía se ignora, como lo destaca el autor de esta obra en el parágrafo
precedente (§ 10).

Luego, la acción no puede correr sino desde que haya sentencia definitiva firme que el
asegurador no satisfaga y, por ende, deje al asegurado en la situación de tener que responder
con su patrimonio personal, cuando al convenirse el contrato de seguro (que tiene carácter
oneroso: se le exige al asegurado el pago de la prima, cuya omisión en término implica que se
produzca la suspensión de la cobertura), el asegurador prometió mantenerlo indemne en la
medida del seguro. La actitud del asegurador que, dictada la sentencia condenatoria, no
procede a dar inmediato cumplimiento a ésta, incurre en violación de su obligación contraída
convencionalmente; se crea así, desde ese momento, la situación de mora del asegurador, cuyo
efecto será que todo desplazamiento sobre el asegurado de esa obligación de indemnizar al
tercero, que imponga a éste a hacer uso de sus propios fondos, forzará al asegurador a pagar
intereses y, en su caso, incluso daños y perjuicios.

(2574) Ascarelli, en "Assicurazioni", 1935, 2, p. 192.


Contra: Gasperoni, vº Assic. di resp. civile, nº 16.

(2575) C. Nac. Com., 13/8/1937, LL 7-950; 23/8/1937, LL 8-103; 15/9/1941, LL 24-654; C.


de Paz Letr., sala 1ª, 2/2/1943, LL 30-407. Conf.: Fontanarrosa, Parte general, 2ª ed., p. 496.
Si la víctima se subroga en los derechos del asegurado, la prescripción en su contra corre a
partir del momento en que se halló habilitada para subrogarse, desde la condena a ser resarcida
(C. Nac. Com., 23/8/1937, LL 8-103).
La C. Nac. Com., 20/12/1946, LL 45-683, decidió que comienza cuando el asegurado paga a la
víctima; con nota de Isaac Halperin, Algunos problemas del seguro de la responsabilidad civil.

(2576) C. Nac. Com., 20/12/1946, LL 45-683, con nota de Isaac Halperin criticando la
solución. En el mismo sentido, Sup. Corte Bs. As., 22/5/1956, LL 83-116, con el peregrino

1232
argumento de que no se funda directamente en el seguro: entonces, ¿en qué se funda? ¿Por qué
está obligado el asegurador?

(2577) Infra, § 14 y la crítica ahí formulada, extensible a este supuesto.

(2578) Ver lo dicho en este capítulo, § 10.

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12. Ilicitud de la cláusula que limita el plazo en que la víctima debe formular su reclamación.

En el seguro de la responsabilidad automóvil se utilizaba otra cláusula de limitación del riesgo,


que no es usual en nuestro país por el plazo breve de prescripción de las acciones resarcitorias
de daños causados por cuasidelitos (art. 4037 Ver Texto, CCiv.): el asegurador sólo garantizaba
la responsabilidad cuando el tercero deducía su acción de responsabilidad en un plazo dado.
Pero en la póliza de la responsabilidad civil en general se expresaba en el art. 19 Ver Texto:
"Las acciones emergentes de esta póliza se prescriben a los doce meses de producido el
accidente o siniestro".

A pesar de que se le da una apariencia de plazo contractual de prescripción que sería


reiteración del legal, se trata realmente de una limitación del riesgo, porque el asegurado no está
en condiciones de reclamar la garantía sino cuando existe siniestro, que no es el accidente
mismo o hecho dañoso; además, la propia obligación de indemnizar del asegurado puede nacer
mucho después, si el daño aparece tardíamente o sólo puede ser precisado con posterioridad.
El disfraz empleado no alcanza así a ocultar la verdadera naturaleza de la cláusula.

No creo que la cláusula 14 de la antigua póliza usual de la responsabilidad automóvil se


relacionase con este supuesto, aunque su redacción poco clara pudiera inducir a algún
asegurador a invocarla con este alcance; la cláusula se refería al siniestro, y ya vimos que en el
seguro de la responsabilidad civil, el siniestro no es el accidente, sino la reclamación judicial del
damnificado; pero como a su vez la cláusula segunda, punto b, empleaba la misma expresión
con otro sentido, consideré prudente examinarla.

La cláusula 19ª citada era de limitación de la garantía del asegurador (2579) , cuya ilicitud es
indudable.

1233
Hace depender el derecho del asegurado de la inacción de la víctima, que no puede remediar en
forma alguna. La tardanza no perjudica al asegurador, no sólo porque el riesgo permanece
inalterado, sino también porque la denuncia oportuna del hecho dañoso lo pondrá a cubierto
de reclamaciones tardías maliciosas, malicia que no dependerá de la acción o inacción del
asegurado (2580) , y le permite hacer las reservas pertinentes en su balance.

Lordi agrega que el contrato quedaría desprovisto de contenido; que una de las partes buscaría
lucrar sin causa (2581) , confundiendo, como expresa Viterbo, causa con onerosidad (2582) .

Viterbo hace depender la solución de la redacción de la cláusula y de la capacidad del


asegurado para darse cuenta exacta de su significado (2583) .

En favor de la licitud se aduce:

a) que la acción interpuesta después del plazo es un riesgo no cubierto por el seguro;

b) que es menester que el asegurador conozca normalmente los riesgos en curso (2584) ;

c) que si es cierto que el asegurado no puede reclamar del asegurador hasta tanto se le reclame
a él -o se le condene a indemnizar según otros-, las partes pueden derogar la regla; máxime que
el asegurado no debe esperar la reclamación de la víctima para accionar contra el asegurador, ya
que tiene un interés para hacerlo inmediatamente, para evitar incurrir en la no garantía (2585) ;

d) que busca excluir del contrato daños que por la tardanza en el reclamo puedan parecer
sospechosos (2586) .

Es exacto que el asegurador debe conocer anualmente los riesgos en curso, pero el objeto se
alcanza con la oportuna denuncia, que le permite al asegurador darse una idea general del
alcance y medida de la responsabilidad incurrida por el asegurado, máxime si media lesión
física en la víctima, porque debe haber el pertinente proceso penal, en el cual el asegurador
puede examinar y hasta hacerse parte (art. 46 Ver Texto, 4º párr.).

1234
La posibilidad de que el asegurado accione contra el asegurador para hacer declarar la vigencia
de la garantía es inocua: primero, porque el contrato ya le otorga esa garantía, y el asegurador
no la discute, sino que quiere ponerle un término, dependiente de la acción de un tercero;
segundo, porque si el fin buscado es precisar el monto de los daños causados a la víctima, sea
para evitar la posterior exageración maliciosa o para que el asegurador conozca año por año el
alcance de sus obligaciones, tampoco se alcanzaría con esta acción, en la cual no se ventilaría la
medida del daño.

En esta clase de seguros cabe aceptar la acción declarativa de la responsabilidad del asegurador,
cuando éste rechaza la cobertura del siniestro antes que se declare el derecho del tercero
damnificado (2587) , que es un supuesto diverso al considerado precedentemente.

12 (a).

a) En los últimos tiempos se ha comenzado a emplear en nuestro país (y en muchos más) una
cláusula proveniente del derecho anglosajón, denominada claims made.

Dicha cláusula se apoya, sin duda, en la teoría del reclamo como caracterizante del siniestro;
pero aquí su empleo va más lejos, pues no se limita a considerar siniestro al reclamo, sino que
lo entroniza como el riesgo cubierto con el seguro.

En efecto: la cláusula expresa que se cubre al asegurado por los reclamos que reciba durante el
curso de la vigencia del seguro, más un plazo que se adiciona para permitir que ingresen
reclamos correspondientes a sucesos generadores de la responsabilidad cubierta que hayan
acontecido durante un lapso muy cercano a la fecha de vencimiento de la vigencia. Así, las
pólizas indican que se cubren los reclamos que se le efectúen al asegurado durante el plazo de
la vigencia o del lapso de extensión que el seguro confiere.

Los motivos invocados por los propiciadores del empleo de estas cláusulas se pueden reducir,
fundamentalmente a dos: 1) las prescripciones largas y 2) la característica de ciertas situaciones
o elementos pasibles de provocar daños que se exteriorizan luego de trascurridos muchos años.
Y, principalmente, de parte de los reaseguradores, se sostuvo que no era posible mantener
reservas por plazos prolongados sin que ello causare trastornos económicos y técnicos a
aseguradores y reaseguradores.

1235
Como ejemplo del empleo de esta cláusula podemos mencionar, por una parte, ciertas
responsabilidades contractuales que no tengan plazo de prescripción específicamente
determinado (p.ej., las responsabilidades profesionales) (2588) , con lo cual se deberá estar al
plazo de diez años del art. 4023 Ver Texto, CCiv; y, por otro lado, algunos casos de asbestosis,
enfermedad que suele manifestar síntomas después de muchos años.

b) Pero analizado este mecanismo desde el punto de vista jurídico, conduce a sostener la
ilicitud de este tipo de cláusulas.

En primer lugar, porque, como lo destacó el autor de esta obra en el punto anterior, se hace
depender el derecho del asegurado de la inacción de un tercero (la víctima) a cuyo accionar
resulta ajeno. Asimismo, la tardanza del tercero damnificado en accionar no modifica el riesgo
asumido originariamente, que consiste en mantener indemne al asegurado por cuanto deba a
ese tercero. Además, altera la esencia del seguro de la responsabilidad civil, que promete
mantener indemne al asegurado por cuanto deba a un tercero "a consecuencia de un hecho
acaecido en el plazo convenido", sin indicar límites temporales respecto del asegurado (sí , en
cambio, regirán los límites relativos al tercero reclamante -prescripción-).

Por otra parte, normalmente importará una abreviación del plazo de prescripción, prohibida
por el art 59, LS., que dice: "Tampoco es válido fijar plazo para interponer acción judicial". Se
suele replicar que esa norma se refiere a las acciones del asegurado y no a las del tercero; pero
cabe observar que mientras ese tercero no formule reclamo, el asegurado no puede llevar a
cabo acciones contra el asegurador para que cumpla con su prestación, con lo cual el efecto es
el mismo: el asegurado ve extinguido su derecho a reclamar, pese a que la causa del daño
(hecho generador) ha ocurrido dentro del plazo de vigencia del seguro, como lo requiere el art.
109 Ver Texto, LS. Y como también señaló el autor de esta obra en el punto antecedente, "la
acción meramente declarativa de responsabilidad queda excluida en el caso, porque la
responsabilidad se estableció ope legis". Por otra parte, si para mantener vigente un derecho
emergente de un contrato hubiese que promover una acción declarativa, ello está mostrando
que hay un vicio en el sistema establecido por la cláusula.

Como dijimos antes, con este tipo de cobertura se intenta erigir el reclamo en riesgo, lo cual, a
nuestro juicio, encierra un profundo error. El reclamo sólo es un instrumento de una
pretensión; es el vehículo por el cual esa pretensión se comunica y se hace valer ante el deudor.
Pero ese reclamo carece de aptitud ontológica para erigirse en riesgo. El riesgo, en el seguro de
la responsabilidad civil, consiste en convertirse en sujeto pasivo de una deuda de
responsabilidad y no en la posibilidad de recibir un reclamo del tercero.

Además, si se coloca un límite temporal a los reclamos: ¿podría el asegurado, que sabe de la
existencia de un acto culposo de él que causó daños a un tercero por un suceso comprendido
en la póliza, ir a solicitar al tercero que lo demande antes del vencimiento del plazo fijado por
la póliza para recibir reclamos válidamente, pues si no lo hace ambos -asegurado y tercero-

1236
quedarán sin la cobertura asegurativa? ¿Podría el asegurador en tal caso, alegar frente a su
asegurado la violación de la carga de salvamento? Como se ve, las consecuencias derivadas de
dicha cláusula conducen a promover conductas pro siniestrales (!).

La lógica interna de la cláusula lleva a que el asegurado tenga que tomar otra póliza, con el
mismo asegurador, para poder seguir cubriendo su responsabildad luego de vencido el plazo
habilitante de los reclamos. Queda, pues, cautivo del asegurador. Y ello lleva a preguntar: ¿qué
sucederá si el asegurador, en conocimiento del hecho dañoso aún no reclamado, se niega a
renovar el seguro para evitar el pago? En tal caso: ¿es razonable pensar que otro asegurador
vaya a tomar, del asegurado, ese riesgo "apestado" por el daño ya producido pero aún no
reclamado? Es poco probable, y seguramente, si lo toma, lo haría a una prima mucho más
elevada.

Como vimos antes, el argumento empleado para introducir este tipo de cláusulas en las pólizas
es la subsistencia del seguro durante largos plazos, con la obligación de mantener reservas en
ese lapso prolongado de cobertura. No obstante, se les puede formular a quienes así discurren
las siguientes observaciones: a) la experiencia indica que, aun dentro de la responsabilidad
contractual, las demandas rara vez se inician luego de trascurridos dos años; ello así porque la
víctima tiene interés en un cobro rápido, y b) porque no siempre la prescripción de las acciones
del tercero es de raigambre decenal: p.ej., en la responsabilidad médica, la prescripción de dos
años se aplica en los casos de responsabilidad indirecta, como ocurre en el supuesto de que el
paciente fallezca (que es uno de los casos que generan reclamos más importantes
económicamente).

c) Como conclusión podemos decir que, aun cuando se quiera atender a la solución de los
inconvenientes derivados de los plazos largos, el empleo de la cláusula claims made aparece
como un mecanismo inadecuado, que genera más problemas que los que soluciona. Dentro del
esquema de la Ley de Seguros, tal como lo destaca el autor de este libro, la cláusula es ilícita y
puede generar frecuentes planteos de nulidad. Por este motivo, en algunos países (v.gr.,
España) se recurrió a su introducción en la ley (2589) , lo cual obliga, entonces, a formular
planteos de inconstitucionalidad, más complejos. Por otra parte, si el problema deriva de la
extensión del plazo de mantenimiento de reservas, lo que cabe proponer es la reducción del
plazo decenal del art. 4023 Ver Texto, CCiv. Lo cierto es que, en la época actual, mantener un
plazo tan prolongado no condice con la celeridad en las comunicaciones y en los negocios.
Pero, insistimos, son raras las demandas de responsabilidad contractual que se promuevan
luego de los dos años de ocurrido el hecho generador del daño.

d) Queda por referirnos a los casos que podríamos denominar de "causalidad larga", en tanto
los perjuicios concretos aparecen en la víctima luego de pasado mucho tiempo, como ocurre
en la asbestosis.

1237
Lo cierto es que este tipo de sucesos se originan en situaciones muy especiales: p.ej.,
responsabilidad por productos elaborados, o por daños ambientales, etc., casos en los cuales el
aseguramiento no es tan sencillo de obtener. El asegurador obra siempre con mucha
prudencia; por ello no se siente inclinado a cubrir riesgos cuyas características no puede
manejar como en los demás amparos, por falta de información y de estadísticas suficientes. Y,
más allá de esta cuestión práctica, es de señalar que la fórmula de la cláusula claims made
tampoco es la solución ideal para estos casos específicos: sigue siempre en pie la objeción de
que el derecho del asegurado dependerá del accionar de terceros a quienes el asegurado resulta
ajeno. Ello le impone a la fórmula un tinte de subjetividad cuyos inconvenientes ya hemos
analizado.

Pensamos que aun en estos casos, un tanto excepcionales y vinculados a la actividad de


grandes empresas que pueden llegar a provocar daños a otras personas por determinadas
características de sus productos, o por arrojar desechos al ambiente produciendo
consecuencias nocivas, la cláusula que analizamos no constituye un supuesto que se pueda
sostener válidamente en el derecho vigente. Habría que buscar otras variantes que implicaran
mayor objetividad (quizá, p.ej., cubrir el daño cuando se manifiesta o exterioriza, etc.).

Por tal motivo, es importante que la doctrina desarrolle más intensamente la problemática
propia de esta segunda especie de casos (causalidad larga) a fin de evitar que se genere
litigiosidad en un aspecto tan delicado como es el del alcance de la cobertura del seguro de la
responsabilidad civil. En cuanto a los casos de "prescripción larga", seguimos pensando que la
solución pasa por una reforma legislativa que lleve el plazo de prescripción general del art.
4023 Ver Texto del Código Civil a lapsos más reducidos (p.ej., dos o tres años).

(2579) Gasperoni, vº Assic. de la resp. civile, nº 6, p. 842; Salandra, en "Assicurazioni", 1938, 2,


p. 310.

(2580) Lordi, en "Riv. Dir. Comm.", 1937, 2, p. 234, y 1937, 2, p. 299.

(2581) Lordi, en "Riv. Dir. Comm.", 1937, 2, p. 299; Salandra, en "Assicurazioni", 1938, 2, p.
310.

(2582) Viterbo, Seguro de la responsabilidad civil, ed. argentina, p. 129; y nota de Vélez
Sarsfield al art. 943 Ver Texto, CCiv.

(2583) Ob. cit., p. 130. Greco es partidario de su validez; afirma que es una cláusula limitativa
del riesgo asumido, en el tiempo ("Assicurazioni", 1941, 2, p. 170).

(2584) Citados por Lordi, en "Riv. Dir. Comm.", 1937, 2, p. 234.

1238
(2585) Koehler, C., nota en DP 1897-1-5.

(2586) Ascarelli, en "Assicurazioni", 1934, 2, p. 185.

(2587) Ver Corte de Casación de Italia, 16/4/1941, en "Assicurazioni", 1942, 2, p. 85; De


Semo, en "Assicurazioni", 1943, 1, p. 18.

(2588) En los casos puestos a decisión judicial, se puede citar especialmente los referentes a la
responsabilidad médica.

(2589) El segundo párrafo del art. 73 de la ley 50 de 1980 española fue modificado y dispone:
"Serán admisibles, como límites establecidos en el contrato, aquellas cláusulas limitativas de los
derechos de los asegurados, ajustadas al art. 3 Ver Texto de la presente ley, que circunscriban la
cobertura de la aseguradora a los supuestos en que la reclamación del perjudicado haya tenido
lugar dentro de un período no inferior a un año, desde la terminación de la última de las
prórrogas del contrato o, en su defecto, de su período de duración".
Con referencia a dicha norma, se ha señalado que la doctrina jurisprudencial que rechazaba
este tipo de cláusulas declarándolas ilícitas, no sólo por considerarlas limitativas de los
derechos del asegurado sino, también, por entender que contrariaban la norma del art. 3 Ver
Texto de esa ley (que requiere que las condiciones generales de la póliza no sean "lesivas" para
los asegurados) y rompían la equivalencia de las prestaciones, "encontró una fuerte oposición
del sector asegurador" (impulsado principalmente por los reaseguradores), lo cual motivó que
el legislador hubiera de intervenir en sentido contrario para autorizar, dentro de ciertos límites,
tales cláusulas (Fernando Sánchez Calero, La delimitación temporal del riesgo en el seguro de
la responsabilidad civil tras la modificación del art. 73 73 de la Ley de Contrato de Seguro, en
"Revista Española de Derecho de Seguros", nº 89, p. 31, 1997).
En sentido análogo se pronunció Rubén S. Stiglitz al comentar esa misma norma legal,
sosteniendo que "se trata de una disposición legal que intenta legitimar una cláusula lesiva de
los derechos del asegurado en los términos del art. 3 Ver Texto de la Ley de Contrato de
Seguro" española (Stiglitz, Rubén S., Seguro contra la responsabilidad civil y la limitación
temporal de la garantía asegurativa, en el número de la revista precedentemente citado, p. 129).

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13. Seguro de accidentes laborales.

En materia de accidentes del trabajo, la jurisprudencia establecía que la acción del asegurado
contra el asegurador, por cuanto debió pagar indebidamente al obrero, ya que se trataba de
obligación asumida por el asegurador, prescribía a los diez años, por considerar que no se
estaba ante una acción que emanaba del contrato de seguro (2590) .

1239
La solución era equivocada: si el asegurador debía reembolsar esas sumas, si el asegurador
estaba obligado a pagarlas al obrero, era en razón del contrato de seguro; era éste que se hacía
valer, por ser la única fuente de la obligación del asegurador.

Este plazo de prescripción no se aplicaba a la acción de la Caja de Garantía contra el patrón,


por el pago hecho en el supuesto de liquidación forzada del asegurador: es absolutamente ajena
al contrato de seguro (2591) .

13 (a).

En la actualidad, la Ley de Accidentes del Trabajo, 24028 Ver Texto, y su predecesora, la 9688
Ver Texto, han sido derogadas por la normativa de la Ley de Riesgos del Trabajo, 24557, que
dispone, en su art. 44 Ver Texto, inc. 1, que "las acciones derivadas de esta ley prescriben a los
dos años a contar de la fecha en que la prestación debió ser abonada o prestada y, en todo
caso, a los dos años desde el cese de la relación laboral".

(2590) C. Nac. Com., 27/9/1932, JA 39-551 y GF 100-187; 5/9/1933, JA 43-725; 7/5/1937,


LL 7-88; 3/6/1938, LL 11-805; 9/4/1943, LL 30-221 y JA 1943-II-287.
En cambio, la acción del obrero contra el asegurador prescribía en el término de un año (C.
Nac. Com., 23/11/1927, JA 26-774).

(2591) C. Civ. 2ª Cap., 28/8/1942, LL 28-210; 3/11/1941, LL 24-562; C. de Paz Letr., sala 4ª,
25/7/1941, LL 23-672.

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14. Seguro sobre la vida.

1240
En lo que se refiere al seguro sobre la vida, la prescripción de la acción del beneficiario
comienza desde que conoce la existencia del seguro, pero no puede exceder de tres años (art.
58 Ver Texto, 4º párr.) (2592) . Este conocimiento posterior al fallecimiento del asegurado
debe probarlo el beneficiario, para eximirse de la aplicación de la regla general de que la
prescripción comienza al día del fallecimiento del asegurado (2593) . Téngase en cuenta que la
ignorancia del beneficiario debe ser excusable (2594) .

La acción por el cobro de la póliza saldada por el beneficiario también se rige por el plazo del
art. 58 Ver Texto (2595) .

(2592) Para la jurisprudencia anterior a la nueva ley: C. Nac. Com., 19/6/1931, JA 35-1443; C.
Fed. Cap., 12/4/1939, LL 15-334.
La C. Apels. Rosario, sala 3ª, 20/12/1946, LL 45-399, decidió que la acción del beneficiario
prescribe desde que se consolida su derecho, no obstante que el asegurador aduce la caducidad
del contrato y litiga sobre el punto con el asegurado, demanda que no tiene efecto interruptivo
por ser aquél un derecho propio del beneficiario.
Besson pone en duda la solución: en "Rev. Gén. Ass. Terr.", 1943, p. 22.

(2593) C. Fed. Cap., 23/3/1927, GF 67-219 y JA 24-171.


La C. Nac. Com., 16/12/1947, LL 49-611, computó el plazo desde el fallecimiento sin hacer
salvedad alguna.

(2594) C. Fed. Cap., 24/12/1941, LL 25-428.

(2595) Respecto del art. 853 Ver Texto, CCom.: C. Nac. Com., 7/9/1925, JA 17-667.

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15. Reaseguro.

1241
En materia de reaseguro, la prescripción comenzará al momento en que esté liquidado el daño
por el asegurador, porque es el instante en que puede reclamar su indemnización al
reasegurador (2596) , siempre que el contrato no fije un momento posterior.

APÉNDICE LEGISLATIVO

Ley 17418 (2597) SEGUROS

Título I

DEL CONTRATO DE SEGURO

Capítulo I

DISPOSICIONES GENERALES

Sección I

Concepto y celebración

Definición

Art. 1. - Hay contrato de seguro cuando el asegurador se obliga mediante una prima o
cotización, a resarcir un daño o cumplir la prestación convenida si ocurre el evento previsto.

Objeto

1242
Art. 2. - El contrato de seguro puede tener por objeto toda clase de riesgos si existe interés
asegurable, salvo prohibición expresa de la ley.

Inexistencia de riesgo

Art. 3. - El contrato de seguro es nulo si al tiempo de su celebración el siniestro se hubiera


producido o desaparecido la posibilidad de que se produjera.

Si se acuerda que comprende un período anterior a su celebración, el contrato es nulo sólo si al


tiempo de su conclusión el asegurador conocía la imposibilidad de que ocurriese el siniestro o
el tomador conocía que se había producido.

Naturaleza

Art. 4. - El contrato de seguro es consensual; los derechos y obligaciones recíprocos del


asegurador y asegurado, empiezan desde que se ha celebrado la convención, aun antes de
emitirse la póliza.

Propuesta

La propuesta del contrato de seguro, cualquiera sea su forma, no obliga al asegurado ni al


asegurador. La propuesta puede supeditarse al previo conocimiento de las condiciones
generales.

Propuesta de prórroga

La propuesta de prórroga del contrato se considera aceptada por el asegurador si no la rechaza


dentro de los quince días de su recepción. Esta disposición no se aplica a los seguros de
personas.

Sección II

Reticencia

Reticencia. Concepto

1243
Art. 5. - Toda declaración falsa o toda reticencia de circunstancias conocidas por el asegurado,
aun hechas de buena fe, que a juicio de peritos hubiese impedido el contrato o modificado sus
condiciones, si el asegurador hubiese sido cerciorado del verdadero estado del riesgo, hace nulo
el contrato.

Plazo para impugnar

El asegurador debe impugnar el contrato dentro de los tres meses de haber conocido la
reticencia o falsedad.

Falta de dolo

Art. 6. - Cuando la reticencia no dolosa es alegada en el plazo del art. 5 Ver Texto, el
asegurador, a su exclusivo juicio, puede anular el contrato restituyendo la prima percibida con
deducción de los gastos, o reajustarla con la conformidad del asegurado al verdadero estado del
riesgo. En los seguros de vida el reajuste puede ser impuesto al asegurador cuando la nulidad
fuere perjudicial para el asegurado, si el contrato fuere reajustable a juicio de peritos y se
hubiera celebrado de acuerdo a la práctica comercial del asegurador.

Si el contrato incluye varias personas o intereses, se aplica el art. 45 Ver Texto.

Reajuste del seguro de vida después del siniestro

Art. 7. - En los seguros de vida, cuando el asegurado fuese de buena fe y la reticencia se alegase
en el plazo del art. 5 Ver Texto, después de ocurrido el siniestro, la prestación debida se
reducirá si el contrato fuese reajustable conforme al art. 6 Ver Texto.

Dolo o mala fe

Art. 8. - Si la reticencia fuese dolosa o de mala fe, el asegurador tiene derecho a las primas de
los períodos transcurridos y del período en cuyo transcurso invoque la reticencia o falsa
declaración.

Siniestro en el plazo para impugnar

1244
Art. 9. - En todos los casos, si el siniestro ocurre durante el plazo para impugnar, el asegurador
no adeuda prestación alguna, salvo el valor de rescate que corresponda en los seguros de vida.

Celebración por representación

Art. 10. - Cuando el contrato se celebre con un representante del asegurado, para juzgar la
reticencia se tomarán en cuenta el conocimiento y la conducta del representado y del
representante, salvo cuando éste actúe en la celebración del contrato simultáneamente en
representación del asegurado y del asegurador.

Celebración por cuenta ajena

En el seguro por cuenta ajena se aplicarán los mismos principios respecto del tercero
asegurado y del tomador.

Sección III

Póliza

Prueba del contrato

Art. 11. - El contrato de seguro sólo puede probarse por escrito; sin embargo, todos los demás
medios de prueba serán admitidos, si hay principio de prueba por escrito.

Póliza

El asegurador entregará al tomador una póliza debidamente firmada con redacción clara y
fácilmente legible. La póliza deberá contener los nombres y domicilios de las partes; el interés
o la persona asegurada; los riesgos asumidos; el momento desde el cual éstos se asumen y el
plazo; la prima o cotización; la suma asegurada; y las condiciones generales del contrato.
Podrán incluirse en la póliza condiciones particulares. Cuando el seguro se contratase
simultáneamente con varios aseguradores podrá emitirse una sola póliza.

Diferencias entre propuesta y póliza

1245
Art. 12. - Cuando el texto de la póliza difiera del contenido de la propuesta, la diferencia se
considerará aprobada por el tomador si no reclama dentro de un mes de haber recibido la
póliza. Esta aceptación se presume sólo cuando el asegurador advierte al tomador sobre este
derecho por cláusula inserta en forma destacada en el anverso de la póliza. La impugnación no
afecta la eficacia del contrato en lo restante sin perjuicio del derecho del tomador de rescindir
el contrato a ese momento.

Pólizas a la orden y al portador: régimen

Art. 13. - La transferencia de las pólizas a la orden o al portador importa transmitir los
derechos contra el asegurador; sin embargo pueden oponerse al tenedor las mismas defensas
que podrían hacerse valer contra el asegurado referentes al contrato de seguro, salvo la falta de
pago de la prima, si su deuda no resulta de la póliza.

Liberación del asegurador

El asegurador se libera si cumple sus prestaciones respecto del endosatario o del portador de la
póliza.

Robo, pérdida o destrucción de la póliza

En caso de robo, pérdida o destrucción de la póliza a la orden o al portador puede acordarse


su reemplazo con prestación de garantía suficiente.

Seguros de personas

En los seguros de personas la póliza debe ser nominativa.

Duplicado de declaraciones y póliza

Art. 14. - El asegurado tiene derecho, mediante el pago de los gastos correspondientes, a que
se le entregue copia de las declaraciones que formuló para la celebración del contrato y copia
no negociable de la póliza.

Sección IV

1246
Denuncias y declaraciones

Cumplimiento

Art. 15. - Las denuncias y declaraciones impuestas por esta ley o por el contrato, se consideran
cumplidas si se expiden dentro del término fijado. Las partes incurren en mora por el mero
vencimiento del plazo.

Conocimiento del asegurador

El asegurador no puede invocar las consecuencias desventajosas de la omisión o el retardo de


una declaración, denuncia o notificación, si a la época en que debió realizarse tenía
conocimiento de las circunstancias a las que ellas se refieren.

Sección V

Competencia y domicilio

Competencia

Art. 16. - Se prohíbe la constitución de domicilio especial. Es admisible la prórroga de


jurisdicción dentro del país.

Domicilio

El domicilio en el que las partes deben efectuar las denuncias y declaraciones previstas en la ley
o en el contrato es el último declarado.

Sección VI

Plazo

Período de seguro

1247
Art. 17. - Se presume que el período de seguro es de un año salvo que por la naturaleza del
riesgo la prima se calcule por tiempo distinto.

Comienzo y fin de la cobertura

Art. 18. - La responsabilidad del asegurador comienza a las doce horas del día en el que se
inicia la cobertura y termina a las doce horas del último día del plazo establecido, salvo pacto
en contrario.

Cláusulas de rescisión

No obstante el plazo estipulado y con excepción de los seguros de vida, podrá convenirse que
cualquiera de las partes tendrá derecho a rescindir el contrato sin expresar causa. Si el
asegurador ejerce la facultad de rescindir, deberá dar un preaviso no menor de quince días y
reembolsar la prima proporcional por el plazo no corrido. Si el asegurado opta por la rescisión,
el asegurador tendrá derecho a la prima devengada por el tiempo transcurrido, según las tarifas
de corto plazo.

Prórroga tácita

Art. 19. - La prórroga tácita prevista en el contrato, sólo es eficaz por el término máximo de un
período de seguro, salvo en los seguros flotantes.

Por plazo indeterminado

Cuando el contrato se celebre por tiempo indeterminado, cualquiera de las partes puede
rescindirlo de acuerdo al art. 18 Ver Texto. Es lícita la renuncia de este derecho de rescisión
por un plazo determinado, que no exceda de cinco años. Las disposiciones de este párrafo no
se aplican al seguro de vida.

Liquidación y cesión de cartera: rescisión

Art. 20. - La liquidación voluntaria de la empresa aseguradora y la cesión de cartera aprobada


por la autoridad de contralor no autoriza la rescisión del contrato.

Sección VII

1248
Por cuenta ajena

Validez

Art. 21. - Excepto lo previsto para los seguros de vida, el contrato puede celebrarse por cuenta
ajena, con o sin designación del tercero asegurado. En caso de duda, se presume que ha sido
celebrado por cuenta propia.

Cuando se contrate por cuenta de quien corresponda o de otra manera quede indeterminado si
se trata de un seguro por cuenta propia o ajena se aplicarán las disposiciones de esta sección
cuando resulte que se aseguró un interés ajeno.

Obligación del asegurador

Art. 22. - El seguro por cuenta ajena obliga al asegurador, aun cuando el tercero asegurado
invoque el contrato después de ocurrido el siniestro.

Derechos del tomador

Derechos: tomador

Art. 23. - Cuando se encuentre en posesión de la póliza, el tomador puede disponer a nombre
propio de los derechos que resultan del contrato.

Puede igualmente cobrar la indemnización, pero el asegurador tiene el derecho de exigir que el
tomador acredite previamente el consentimiento del asegurado, a menos que el tomador
demuestre que contrató por mandato de aquél o en razón de una obligación legal.

Derechos del asegurado

Derechos: asegurado

Art. 24. - Los derechos que derivan del contrato corresponden al asegurado si posee la póliza.
En su defecto, no puede disponer de esos derechos ni hacerlos valer judicialmente sin el
consentimiento del tomador.

1249
Retención de la póliza por el tomador

Art. 25. - El tomador no está obligado a entregar la póliza al asegurado, ni al síndico ni al


liquidador del concurso o quiebra de aquél antes de que se le haya abonado cuanto le
corresponda en razón del contrato. Puede cobrarse, con prelación al asegurado o sus
acreedores sobre el importe debido o pagado por el asegurador.

Reticencia y conocimiento del asegurado

Art. 26. - Para la aplicación del art. 10 Ver Texto, no se podrá alegar que el contrato se celebró
sin conocimiento del asegurado, si al tiempo de concertado no se hizo saber al asegurador que
se actuaba por cuenta de tercero.

Sección VIII

Prima

Obligado al pago

Art. 27. - El tomador es el obligado al pago de la prima.

En el seguro por cuenta ajena, el asegurador tiene derecho a exigir el pago de la prima al
asegurado, si el tomador ha caído en insolvencia.

Compensación

El asegurador tiene derecho a compensar sus créditos contra el tomador en razón del contrato,
con la indemnización debida al asegurado o la prestación debida al beneficiario.

Pago por tercero

Art. 28. - Salvo oposición del asegurado, el asegurador no puede rehusar el pago de la prima
ofrecido por tercero, con la limitación del art. 134 Ver Texto.

1250
Lugar del pago

Art. 29. - La prima se pagará en el domicilio del asegurador o en el lugar convenido por las
partes.

El lugar de pago se juzgará cambiado por una práctica distinta, establecida sin mora del
tomador; no obstante, el asegurador podrá dejarla sin efecto comunicando al tomador que en
lo sucesivo pague en el lugar convenido.

Exigibilidad de la prima

Art. 30. - La prima es debida desde la celebración del contrato pero no es exigible sino contra
entrega de la póliza, salvo que se haya emitido un certificado o instrumento provisorio de
cobertura.

En caso de duda, las primas sucesivas se deben al comenzar cada período de seguro.

Crédito tácito

La entrega de la póliza sin la percepción de la prima hace presumir la concesión de crédito para
su pago.

Mora en el pago de la prima. Efectos

Art. 31. - Si el pago de la primera prima o de la prima única no se efectuara oportunamente, el


asegurador no será responsable por el siniestro ocurrido antes del pago.

En el supuesto del párrafo tercero del art. 30 Ver Texto, en defecto de convenio entre partes,
el asegurador podrá rescindir el contrato con un plazo de denuncia de un mes. La rescisión no
se producirá si la prima es pagada antes del vencimiento del plazo de denuncia.

El asegurador no será responsable por el siniestro ocurrido durante el plazo de denuncia,


después de dos días de notificada la opción de rescindir.

Derecho del asegurador

1251
Art. 32. - Cuando la rescisión se produzca por mora en el pago de la prima, el asegurador
tendrá derecho al cobro de la prima única o la prima del período en curso.

Pago de la prima reajustada por reticencia

Art. 33. - En los casos de reticencia en que corresponda el reajuste por esta ley, la diferencia se
pagará dentro del mes de comunicada al asegurado.

Reajuste por disminución del riesgo

Art. 34. - Cuando el asegurado ha denunciado erróneamente un riesgo más grave tiene derecho
a la rectificación de la prima por los períodos posteriores a la denuncia del error, de acuerdo a
la tarifa aplicable al tiempo de la celebración del contrato.

Cuando el riesgo ha disminuido, el asegurado tiene derecho al reajuste de la prima por los
períodos posteriores, de acuerdo a la tarifa aplicable al tiempo de la denuncia de la
disminución.

Reajuste de la prima por agravación del riesgo

Art. 35. - Cuando existiera agravación del riesgo y el asegurador optase por no rescindir el
contrato o la rescisión fuese improcedente, corresponderá el reajuste de la prima de acuerdo al
nuevo estado del riesgo desde la denuncia, según la tarifa aplicable en este momento.

Sección IX

Caducidad

Caducidad convencional

Art. 36. - Cuando por esta ley no se ha determinado el efecto del incumplimiento de una carga
u obligación impuesta al asegurado, las partes pueden convenir la caducidad de los derechos
del asegurado, si el incumplimiento obedece a su culpa o negligencia, de acuerdo al siguiente
régimen:

1252
Cargas y obligaciones anteriores al siniestro

a) Si la carga u obligación debe cumplirse antes del siniestro, el asegurador deberá alegar la
caducidad dentro del mes de conocido el incumplimiento.

Cuando el siniestro ocurre antes de que el asegurador alegue la caducidad, sólo se deberá la
prestación si el incumplimiento no influyó en el acaecimiento del siniestro o en la extensión de
la obligación del asegurador;

Cargas y obligaciones posteriores al siniestro

b) Si la carga u obligación debe ejecutarse después del siniestro, el asegurador se libera por el
incumplimiento si el mismo influyó en la extensión de la obligación asumida.

Efectos sobre la prima

En caso de caducidad corresponde al asegurador la prima por el período en curso al tiempo en


que conoció el incumplimiento de la obligación o carga.

Sección X

Agravación del riesgo

Agravación del riesgo. Concepto y rescisión

Art. 37. - Toda agravación del riesgo asumido que, si hubiese existido al tiempo de la
celebración, a juicio de peritos hubiera impedido el contrato o modificado sus condiciones, es
causa especial de rescisión del mismo.

Denuncia

Art. 38. - El tomador debe denunciar al asegurador las agravaciones causadas por un hecho
suyo, antes de que se produzcan; y las debidas a un hecho ajeno, inmediatamente después de
conocerlas.

1253
Efectos: provocado por el tomador

Art. 39. - Cuando la agravación se deba a un hecho del tomador, la cobertura queda
suspendida. El asegurador, en el término de siete días, deberá notificar su decisión de rescindir.

Efectos: por hecho ajeno al tomador

Art. 40. - Cuando la agravación resulte de un hecho ajeno al tomador o si éste debió permitirlo
o provocarlo por razones ajenas a su voluntad, el asegurador deberá notificarle su decisión de
rescindir dentro del término de un mes y con un preaviso de siete días. Se aplicará el art. 39
Ver Texto si el riesgo no se hubiera asumido según las prácticas comerciales del asegurador.

Efectos en caso de siniestro

Si el tomador omite denunciar la agravación, el asegurador no está obligado a su prestación si


el siniestro se produce durante la subsistencia de la agravación del riesgo, excepto que:

a) el tomador incurra en la omisión o demora sin culpa o negligencia;

b) el asegurador conozca la agravación al tiempo en que debía hacérsele la denuncia.

Efectos de la rescisión

Art. 41. - La rescisión del contrato da derecho al asegurador:

a) si la agravación del riesgo le fue comunicada oportunamente, a percibir la prima


proporcional al tiempo transcurrido;

b) si no le fue comunicada oportunamente, a percibir la prima por el período de seguro en


curso.

Extinción del derecho a rescindir

1254
Art. 42. - El derecho a rescindir se extingue si no se ejerce en los plazos previstos, o si la
agravación ha desaparecido.

Agravación excusada

Art. 43. - Las disposiciones sobre agravación del riesgo no se aplican en los supuestos en que
se provoque para precaver el siniestro o atenuar sus consecuencias o por un deber de
humanidad generalmente aceptado.

Agravaciones entre la propuesta y la aceptación

Art. 44. - Las disposiciones de esta sección son también aplicables a la agravación producida
entre la presentación y la aceptación de la propuesta de seguro que no fuere conocida por el
asegurador al tiempo de su aceptación.

Pluralidad de intereses o personas

Art. 45. - Cuando el contrato comprende pluralidad de intereses o de personas y la agravación


sólo afecta parte de ellos, el asegurador puede rescindir todo el contrato si no lo hubiese
celebrado en las mismas condiciones respecto de los intereses o personas no afectados.

Si el asegurador ejercita su derecho de rescindir el contrato respecto de una parte de los


intereses, el tomador puede rescindirlo en lo restante con aplicación del art. 41 Ver Texto, en
cuanto a la prima.

La misma regla es aplicable cuando el asegurador se libera por esta causa.

Sección XI

Denuncia del siniestro

Denuncia

Art. 46. - El tomador, o derechohabiente en su caso, comunicará al asegurador el acaecimiento


del siniestro dentro de los tres días de conocerlo. El asegurador no podrá alegar el retardo o la

1255
omisión si interviene en el mismo plazo en las operaciones de salvamento o de comprobación
del siniestro o del daño.

Informaciones

Además, el asegurado está obligado a suministrar al asegurador, a su pedido, la información


necesaria para verificar el siniestro o la extensión de la prestación a su cargo y a permitirle las
indagaciones necesarias a tal fin.

Documentos. Exigencias prohibidas

El asegurador puede requerir prueba instrumental en cuanto sea razonable que la suministre el
asegurado. No es válido convenir la limitación de los medios de prueba, ni supeditar la
prestación del asegurador a un reconocimiento, transacción o sentencia pasada en autoridad de
cosa juzgada, sin perjuicio de la aplicación de las disposiciones legales sobre cuestiones
prejudiciales.

Facultad del asegurador

El asegurador puede examinar las actuaciones administrativas o judiciales motivadas o


relacionadas con la investigación del siniestro, o constituirse en parte civil en la causa criminal.

Mora. Sanción

Art. 47. - El asegurado pierde el derecho a ser indemnizado, en el supuesto de incumplimiento


de la carga prevista en el párrafo primero del art. 46 Ver Texto, salvo que se acredite caso
fortuito, fuerza mayor o imposibilidad de hecho sin culpa o negligencia.

Incumplimiento malicioso del art. 46 Ver Texto, párrafo segundo

Art. 48. - El asegurado pierde el derecho a ser indemnizado si deja de cumplir maliciosamente
las cargas previstas en el párrafo segundo del art. 46 Ver Texto, o exagera fraudulentamente los
daños o emplea pruebas falsas para acreditar los daños.

Sección XII

1256
Vencimiento de la obligación del asegurador

Época del pago

Art. 49. - En los seguros de daños patrimoniales, el crédito del asegurado se pagará dentro de
los quince días de fijado el monto de la indemnización o de la aceptación de la indemnización
ofrecida, una vez vencido el plazo del art. 56 Ver Texto.

En los seguros de personas el pago se hará dentro de los quince días de notificado el siniestro,
o de acompañada, si procediera, la información complementaria del art. 46 Ver Texto, párrafos
segundo y tercero.

Mora

Art. 50. - Es nulo el convenio que exonere al asegurador de la responsabilidad por su mora.

Pago a cuenta

Art. 51. - Cuando el asegurador estimó el daño y reconoció el derecho del asegurado o de su
derechohabiente, éste puede reclamar un pago a cuenta si el procedimiento para establecer la
prestación debida no se hallase terminado un mes después de notificado el siniestro. El pago a
cuenta no será inferior a la mitad de la prestación reconocida u ofrecida por el asegurador.

Suspensión del término

Cuando la demora obedezca a omisión del asegurado, el término se suspende hasta que éste
cumpla las cargas impuestas por la ley o el contrato.

Seguro de accidentes personales

En el seguro de accidentes personales, si para el supuesto de incapacidad temporaria se


convino el pago de una renta, el asegurado tiene derecho a un pago a cuenta luego de
transcurrido un mes.

Mora del asegurador

1257
El asegurador incurre en mora por el mero vencimiento de los plazos.

Sección XIII

Rescisión por siniestro parcial

Época

Art. 52. - Cuando el siniestro sólo causa un daño parcial, ambas partes pueden rescindir
unilateralmente el contrato hasta el momento del pago de la indemnización.

Por el asegurador

Si el asegurador opta por rescindir, su responsabilidad cesará quince días después de haber
notificado su decisión al asegurado, y reembolsará la prima por el tiempo no transcurrido del
período en curso en proporción al remanente de la suma asegurada.

Por el asegurado

Si el asegurado opta por la rescisión, el asegurador conservará el derecho a la prima por el


período en curso, y reembolsará la percibida por los períodos futuros.

No rescisión: efectos

Cuando el contrato no se rescinde el asegurador sólo responderá en el futuro por el remanente


de la suma asegurada, salvo estipulación en contrario.

Sección XIV

Intervención de auxiliares en la celebración del contrato (2598)

Auxiliares: facultades

1258
Art. 53. - El productor o agente de seguro, cualquiera sea su vinculación con el asegurador,
autorizado por éste para la mediación, sólo está facultado con respecto a las operaciones en las
cuales interviene, para:

a) recibir propuestas de celebración y modificación de contratos de seguro;

b) entregar los instrumentos emitidos por el asegurador, referentes a contratos o sus prórrogas;

c) aceptar el pago de la prima si se halla en posesión de un recibo del asegurador. La firma


puede ser facsimilar.

Agente institorio. Zona asignada

Art. 54. - Cuando el asegurador designa un representante o agente con facultades para actuar
en su nombre, se aplican las reglas del mandato. La facultad para celebrar seguros autoriza
también para pactar modificaciones o prórrogas, para recibir notificaciones y formular
declaraciones de rescisión, salvo limitación expresa. Si el representante o agente de seguro es
designado para un determinado distrito o zona, sus facultades se limitan a negocios o actos
jurídicos que se refieran a contratos de seguro respecto de cosas que se hallen en el distrito o
zona, o con las personas que tienen allí su residencia habitual.

Conocimiento equivalente

Art. 55. - En los casos del artículo anterior, el conocimiento del representante o agente
equivale al del asegurador con referencia a los seguros que está autorizado a celebrar.

Sección XV

Determinación de la indemnización. Juicio pericial

Reconocimiento del derecho. Plazo. Silencio

Art. 56. - El asegurador debe pronunciarse acerca del derecho del asegurado dentro de los
treinta días de recibida la información complementaria prevista en los párrafos segundo y
tercero del art. 46 Ver Texto. La omisión de pronunciarse importa aceptación.

1259
Juicio arbitral. Juicio de perito

Art. 57. - Son nulas las cláusulas compromisorias incluidas en la póliza. La valuación del daño
puede someterse a juicio de peritos.

Sección XVI

Prescripción

Término

Art. 58. - Las acciones fundadas en el contrato de seguro prescriben en el plazo de un año,
computado desde que la correspondiente obligación es exigible.

Prima pagadera en cuotas

Cuando la prima debe pagarse en cuotas, la prescripción para su cobro se computa a partir del
vencimiento de la última cuota. En el caso del último párrafo del art. 30 Ver Texto, se computa
desde que el asegurador intima el pago.

Interrupción

Los actos del procedimiento establecido por la ley o el contrato para la liquidación del daño
interrumpe la prescripción para el cobro de la prima y de la indemnización.

Beneficiario

En el seguro de vida, el plazo de prescripción para el beneficiario se computa desde que


conoce la existencia del beneficio, pero en ningún caso excederá de tres años desde el siniestro.

Abreviación

Art. 59. - El plazo de la prescripción no puede ser abreviado. Tampoco es válido fijar plazo
para interponer acción judicial.

1260
Capítulo II

SEGURO DE DAÑOS PATRIMONIALES

Sección I

Disposiciones generales

Objeto

Art. 60. - Puede ser objeto de estos seguros cualquier riesgo si existe interés económico lícito
en que un siniestro no ocurra.

Obligación del asegurador

Art. 61. - El asegurador se obliga a resarcir, conforme al contrato, el daño patrimonial causado
por el siniestro sin incluir el lucro cesante, salvo cuando haya sido expresamente convenido.

Medida

Responde sólo hasta el monto de la suma asegurada, salvo que la ley o el contrato dispongan
diversamente.

Suma asegurada: reducción

Art. 62. - Si la suma asegurada supera notablemente el valor actual del interés asegurado, el
asegurador o el tomador pueden requerir su reducción.

Nulidad

El contrato es nulo si se celebró con la intención de enriquecerse indebidamente con el


excedente asegurado. Si a la celebración del contrato el asegurador no conocía esa intención,

1261
tiene derecho a percibir la prima por el período de seguro durante el cual adquiere este
conocimiento.

Valor tasado

Art. 63. - El valor del bien a que se refiere el seguro se puede fijar en un importe determinado,
que expresamente se indicará como tasación.

La estimación será el valor del bien al momento del siniestro, excepto que el asegurador
acredite que supera notablemente este valor.

Universalidad o conjunto de cosas

Art. 64. - Si el contrato incluye una universalidad o conjunto de cosas, comprende las cosas
que se incorporen posteriormente a esa universalidad o conjunto.

Sobreseguro

Art. 65. - Si al tiempo del siniestro el valor asegurado excede del valor asegurable, el asegurador
sólo está obligado a resarcir el perjuicio efectivamente sufrido; no obstante, tiene derecho a
percibir la totalidad de la prima.

Infraseguro

Si el valor asegurado es inferior al valor asegurable, el asegurador sólo indemnizará el daño en


la proporción que resulte de ambos valores, salvo pacto en contrario.

Vicio propio

Art. 66. - El asegurador no indemnizará los daños o pérdidas producidos por vicio propio de la
cosa, salvo pacto en contrario.

Si el vicio hubiese agravado el daño, el asegurador indemnizará sin incluir el daño causado por
el vicio, salvo pacto en contrario.

1262
Sección II

Pluralidad de seguros

Notificación

Art. 67. - Quien asegura el mismo interés y el mismo riesgo con más de un asegurador,
notificará sin dilación a cada uno de ellos los demás contratos celebrados, con indicación del
asegurador y de la suma asegurada, bajo pena de caducidad, salvo pacto en contrario.

Responsabilidad de cada asegurador

En caso de siniestro, cuando no existan estipulaciones especiales en el contrato o entre los


aseguradores se entiende que cada asegurador contribuye proporcionalmente al monto de su
contrato, hasta la concurrencia de la indemnización debida. La liquidación de los daños se hará
considerando los contratos vigentes al tiempo del siniestro. El asegurador que abona una suma
mayor que la proporcional (2599) a su cargo, tiene acción contra el asegurado y contra los
demás aseguradores para efectuar el correspondiente reajuste.

Seguro subsidiario

Puede estipularse que uno o más aseguradores respondan sólo subsidiariamente o cuando el
daño exceda de una suma determinada.

Nulidad

Art. 68. - El asegurado no puede pretender en el conjunto una indemnización que supere el
monto del daño sufrido. Si se celebró el seguro plural con la intención de un enriquecimiento
indebido, son nulos los contratos celebrados con esa intención; sin perjuicio del derecho de los
aseguradores a percibir la prima devengada en el período durante el cual conocieron esa
intención, si la ignoraban al tiempo de la celebración.

Celebrados en ignorancia

Art. 69. - Si el asegurado celebra el contrato sin conocer la existencia de otro anterior, puede
solicitar la rescisión del más reciente o la reducción de la suma asegurada al monto no cubierto

1263
por el primer contrato con disminución proporcional de la prima. El pedido debe hacerse
inmediatamente de conocido el seguro y antes del siniestro.

Celebrados simultáneamente

Si los contratos se celebraron simultáneamente, sólo puede exigir la reducción a prorrata de las
sumas aseguradas.

Sección III

Provocación del siniestro

Provocación del siniestro

Art. 70. - El asegurador queda liberado si el tomador o el beneficiario provoca el siniestro


dolosamente o por culpa grave. Quedan excluidos los actos realizados para precaver el
siniestro o atenuar sus consecuencias, o por un deber de humanidad generalmente aceptado.

Guerra, motín o tumulto

Art. 71. - El asegurador no cubre los daños causados por hechos de guerra civil o
internacional, o por motín o tumulto popular, salvo convención en contrario.

Sección IV

Salvamento y verificación de los daños

Obligación de salvamento

Art. 72. - El asegurado está obligado a proveer lo necesario, en la medida de las posibilidades,
para evitar o disminuir el daño y a observar las instrucciones del asegurador. Si existe más de
un asegurador y median instrucciones contradictorias, el asegurado actuará según las
instrucciones que aparezcan más razonables en las circunstancias del caso.

Violación

1264
Si el asegurado viola esta obligación dolosamente o por culpa grave, el asegurador queda
liberado de su obligación de indemnizar en la medida que el daño habría resultado menor sin
esa violación.

Reembolso, gastos, salvamento

Art. 73. - El asegurador está obligado a reembolsar al asegurado los gastos no manifiestamente
desacertados realizados en cumplimiento de los deberes del art. 72 Ver Texto, aun cuando
hayan resultado infructuosos o excedan de la suma asegurada.

Reembolso infraseguro

En el supuesto de infraseguro, se reembolsará en la proporción indicada en el art. 65 Ver


Texto, párrafo segundo.

Instrucciones del asegurador

Si los gastos se realizan de acuerdo a instrucciones del asegurador éste debe siempre su pago
íntegro y anticipar los fondos si así le fuere requerido.

Abandono

Art. 74. - El asegurado no puede hacer abandono de los bienes afectados por el siniestro, salvo
pacto en contrario.

Verificación de los daños

Art. 75. - El asegurado podrá hacerse representar en las diligencias para verificar el siniestro y
liquidar el daño; es nulo todo pacto en contrario. Los gastos de esta representación serán por
cuenta del asegurado.

Gastos de la verificación y liquidación

1265
Art. 76. - Los gastos necesarios para verificar el siniestro y liquidar el daño indemnizable son a
cargo del asegurador en cuanto no hayan sido causados por indicaciones inexactas del
asegurado. Se excluye el reembolso de la remuneración del personal dependiente del asegurado.
Se podrá convenir que el asegurado abone los gastos por la actuación de su perito y participe
en los del tercero.

Cambio en las cosas dañadas

Art. 77. - El asegurado no puede, sin el consentimiento del asegurador, introducir cambio en
las cosas dañadas que haga más difícil establecer la causa del daño mismo, salvo que se cumpla
para disminuir el daño o en el interés público.

Demora del asegurador

El asegurador sólo puede invocar esta disposición cuando proceda sin demoras a la
determinación de las causas del siniestro y a la valuación de los daños.

Violación maliciosa

La violación maliciosa de esta carga libera al asegurador.

Determinación pericial. Impugnación. Valuación judicial

Art. 78. - Cuando el monto de los daños se determina por peritos de acuerdo a lo convenido
por las partes, el peritaje es anulable si se aparta evidentemente del real estado de las cosas o
del procedimiento pactado. Anulado el peritaje, se valuarán judicialmente los daños, previa
pericia que se practicará de acuerdo a la ley procesal.

Valuación judicial

La valuación judicial reemplazará el peritaje convencional siempre que los peritos no puedan
expedirse o no se expidan en término.

Efectos sobre causales anteriores de caducidad

1266
Art. 79. - La participación del asegurador en el procedimiento pericial de la valuación de los
daños del art. 57 Ver Texto, importa su renuncia a invocar las causales de liberación conocidas
con anterioridad que sean incompatibles con esa participación.

Sección V

Subrogación

Subrogación

Art. 80. - Los derechos que correspondan al asegurado contra un tercero, en razón del
siniestro, se transfieren al asegurador hasta el monto de la indemnización abonada. El
asegurado es responsable de todo acto que perjudique este derecho del asegurador.

Excepciones

El asegurador no puede valerse de la subrogación en perjuicio del asegurado.

Seguros de personas

La subrogación es inaplicable en los seguros de personas.

Sección VI

Desaparición del interés o cambio de titular

Desaparición antes de la vigencia

Art. 81. - Cuando no exista el interés asegurado al tiempo de comenzar la vigencia de la


cobertura contratada, el tomador queda liberado de su obligación de pagar la prima; pero el
asegurador tiene derecho al reembolso de los gastos, más un adicional que no podrá exceder
del cinco por ciento de la prima.

Desaparición durante la vigencia

1267
Si el interés asegurado desaparece después del comienzo de la cobertura, el asegurador tiene
derecho a percibir la prima, según las reglas del art. 41 Ver Texto.

Cambio de titular del interés

Art. 82. - El cambio de titular del interés asegurado debe ser notificado al asegurador, quien
podrá rescindir el contrato en el plazo de veinte días y con preaviso de quince días, salvo pacto
en contrario.

Rescisión por el adquirente

El adquirente puede rescindir en el término de quince días, sin observar preaviso alguno.

Responsables por la prima

El enajenante adeuda la prima correspondiente al período en curso a la fecha de la notificación.


El adquirente es codeudor solidario hasta el momento en que notifique su voluntad de
rescindir.

Rescisión por el asegurador

Si el asegurador opta por la rescisión, restituirá la prima del período en curso en proporción al
plazo no corrido y la totalidad correspondiente a los períodos futuros.

Plazo para notificar

La notificación del cambio de titular prevista en el párrafo primero se hará en el término de


siete días, si la póliza no prevé otro. La omisión libera al asegurador si el siniestro ocurre
después de quince días de vencido este plazo.

Venta forzada. Sucesión hereditaria

Art. 83. - El art. 82 Ver Texto se aplica a la venta forzada, computándose los plazos desde la
aprobación de la subasta. No se aplica a la transmisión hereditaria, supuesto en el que los
herederos y legatarios suceden en el contrato.

1268
Sección VII

Hipoteca. Prenda

Hipoteca. Prenda

Art. 84. - Para ejercer los privilegios reconocidos por el art. 3110 (2600) , Código Civil, y art. 3
Ver Texto de la ley 12962 (decreto 15348/46 Ver Texto), el acreedor notificará al asegurador la
existencia de la prenda o hipoteca y el asegurador, salvo que se trate de reparaciones, no pagará
la indemnización sin previa noticia al acreedor para que formule oposición dentro de siete días.

Formulada la oposición y en defecto de acuerdo de partes, el asegurador consignará


judicialmente la suma debida. El juez resolverá el artículo por procedimiento sumarísimo.

Sección VIII

Seguro de incendio

Daño indemnizable

Art. 85. - El asegurador indemnizará el daño causado a los bienes por la acción directa o
indirecta del fuego, por las medidas para extinguirlo, las de demolición, de evacuación, u otras
análogas.

La indemnización también debe cubrir los bienes asegurados que se extravíen durante el
incendio.

Terremoto, explosión o rayo

Art. 86. - El asegurador no responde por el daño si el incendio o la explosión es causado por
terremoto.

Los daños causados por explosión o rayo quedan equiparados a los de incendio.

1269
Montos de resarcimiento

Art. 87. - El monto del resarcimiento debido por el asegurador se determina:

a) para los edificios, por su valor a la época del siniestro, salvo cuando se convenga la
reconstrucción;

b) para las mercaderías producidas por el mismo asegurado, según el costo de fabricación; para
otras mercaderías, por el precio de adquisición. En ambos casos tales valores no pueden ser
superiores al precio de venta al tiempo del siniestro;

c) para los animales por el valor que tenían al tiempo del siniestro; para materias primas, frutos
cosechados, y otros productos naturales, según los precios medios en el día del siniestro;

d) para el moblaje y menaje del hogar y otros objetos de uso, herramientas y máquinas, por su
valor al tiempo del siniestro. Sin embargo, podrá convenirse que se indemnizará según su valor
de reposición.

Lucro esperado

Art. 88. - Cuando en el seguro de incendio se incluye el resarcimiento del lucro cesante, no se
puede convenir su valor.

Cuando respecto del mismo bien se asegura el daño emergente con un asegurador, y con otro
asegurador por el lucro cesante u otro interés especial expuesto al mismo riesgo, el asegurado
debe notificarles sin demora los diversos contratos.

Garantía de reconstrucción

Art. 89. - Cuando se conviene la reconstrucción o reposición del bien dañado, el asegurador
tiene derecho a exigir que la indemnización se destine realmente a ese objeto y a requerir
garantías suficientes. En estas condiciones el acreedor hipotecario o prendario no puede
oponerse al pago, salvo mora del deudor en el pago de su crédito.

Sección IX

1270
Seguros de la agricultura

Principio general

Art. 90. - En los seguros de daños a la explotación agrícola la indemnización se puede limitar a
los que sufra el asegurado en una determinada etapa o momento de la explotación, tales como
la siembra, cosecha u otros análogos, con respecto a todos o algunos de los productos, y
referirse a cualquier riesgo que los pueda dañar.

Granizo

Principio general

Art. 91. - El asegurador responde por los daños causados exclusivamente por el granizo a los
frutos y productos asegurados, aun cuando concurra con otros fenómenos meteorológicos.

Cálculo de la indemnización

Art. 92. - Para valuar el daño se calculará el valor que habrían tenido los frutos y productos al
tiempo de la cosecha si no hubiera habido siniestro, así como el uso a que pueden aplicarse y el
valor que tienen después del daño. El asegurador pagará la diferencia como indemnización.

Denuncia de siniestro

Art. 93. - La denuncia del siniestro se remitirá al asegurador en el término de tres días, si las
partes no acuerdan un plazo mayor.

Postergación de la liquidación

Art. 94. - Cualquiera de las partes puede solicitar la postergación de la liquidación del daño
hasta la época de la cosecha, salvo pacto en contrario.

Cambios en los productos afectados

1271
Art. 95. - El asegurado puede realizar antes de la determinación del daño y sin consentimiento
del asegurador, sólo aquellos cambios sobre los frutos y productos afectados que no puedan
postergarse según normas de adecuada explotación.

Cambio del titular del interés

Art. 96. - En caso de enajenación del inmueble en el que se encuentran los frutos y productos
dañados, el asegurador puede rescindir el contrato sólo después de vencido el período en
curso, durante el cual tomó conocimiento de la enajenación.

La disposición se aplica también en los supuestos de locación y de negocios jurídicos por los
que un tercero adquiere el derecho a retirar los frutos y productos asegurados.

Helada

Helada. Régimen

Art. 97. - Los arts. 90 Ver Texto a 96 Ver Texto se aplican al seguro de daños causados por
helada.

Sección X

Seguro de animales

Principio general

Art. 98. - Puede asegurarse cualquier riesgo que afecte la vida o salud de cualquier especie de
animales.

Seguro de mortalidad

Indemnización

1272
Art. 99. - En el seguro de mortalidad de animales, el asegurador indemnizará el daño causado
por la muerte del animal o animales asegurados, o por su incapacidad total y permanente si así
se conviene.

Daños no comprendidos

Art. 100. - El seguro no comprende los daños, salvo pacto en contrario:

a) derivados de epizootia o enfermedades por las que corresponda al asegurado un derecho a


indemnización con recursos públicos, aun cuando el derecho se hubiera perdido a
consecuencia de una violación de normas sobre policía sanitaria;

b) causados por incendio, rayo, explosión, inundación o terremoto;

c) ocurridos durante o en ocasión del transporte, carga o descarga.

Subrogación

Art. 101. - En la aplicación del art. 80 Ver Texto, el asegurador se subrogará en los derechos
del asegurado por los vicios redhibitorios que resulten resarcidos.

Derecho de inspección

Art. 102. - El asegurador tiene derecho a inspeccionar y examinar los animales asegurados en
cualquier tiempo y a su costa.

Denuncia del siniestro

Art. 103. - El asegurado denunciará al asegurador dentro de las veinticuatro horas, la muerte
del animal y cualquier enfermedad o accidente que sufra, aunque no sea riesgo cubierto.

Asistencia veterinaria

Art. 104. - Cuando el animal asegurado enferme o sufra un accidente, el asegurado dará
inmediata intervención a un veterinario, o donde éste no exista, a un práctico.

1273
Maltrato o descuido grave del animal

Art. 105. - El asegurado pierde el derecho a ser indemnizado si maltrató o descuidó


gravemente al animal, dolosamente o por culpa grave, especialmente si en caso de enfermedad
o accidente no recurrió a la asistencia veterinaria (art. 104 Ver Texto), excepto que su conducta
no haya influido en la producción del siniestro ni sobre la medida de la prestación del
asegurador.

Sacrificio del animal

Art. 106. - El asegurado no puede sacrificar al animal sin consentimiento del asegurador,
excepto que:

a) sea dispuesto por la autoridad;

b) según las circunstancias sea tan urgente que no pueda notificar al asegurador. Esta urgencia
se establecerá por dictamen de un veterinario, o en su defecto, de dos prácticos.

Si el asegurado no ha permitido el sacrificio ordenado por el asegurador, pierde el derecho a la


indemnización del mayor daño causado por esa negativa.

Indemnización. Cálculo

Art. 107. - La indemnización se determina por el valor del animal fijado en la póliza.

Muerte o incapacidad posterior al vencimiento

Art. 108. - El asegurador responde por la muerte o incapacidad del animal ocurrida hasta un
mes después de extinguida la relación contractual, cuando haya sido causada por enfermedad o
lesión producida durante la vigencia del seguro. El asegurado debe pagar la prima proporcional
de tarifa.

Rescisión en caso de enfermedad contagiosa

1274
El asegurador no tiene derecho a rescindir el contrato cuando alguno de los animales
asegurados ha sido afectado por una enfermedad contagiosa cubierta.

Sección XI

Seguro de responsabilidad civil

Alcances

Art. 109. - El asegurador se obliga a mantener indemne al asegurado por cuanto deba a un
tercero en razón de la responsabilidad prevista en el contrato, a consecuencia de un hecho
acaecido en el plazo convenido.

Costas: causa civil

Art. 110. - La garantía del asegurador comprende:

a) el pago de los gastos y costas judiciales y extrajudiciales para resistir la pretensión del tercero.
Cuando el asegurador deposite en pago la suma asegurada y el importe de los gastos y costas
devengados hasta ese momento, dejando al asegurado la dirección exclusiva de la causa, se
liberará de los gastos y costas que se devenguen posteriormente;

Costas: causa penal

b) el pago de las costas de la defensa en el proceso penal cuando el asegurador asuma esa
defensa.

Art. 111. - El pago de los gastos y costos se debe en la medida que fueron necesarios.

Regla proporcional

Si el asegurado debe soportar una parte del daño, el asegurador reembolsará los gastos y costas
en la misma proporción.

Instrucciones u órdenes del asegurador

1275
Si se devengaron en causa civil mantenida por decisión manifiestamente injustificada del
asegurador, éste debe pagarlos íntegramente.

Rechazo

Las disposiciones de los arts. 110 Ver Texto y del presente se aplican aun cuando la pretensión
del tercero sea rechazada.

Penas

Art. 112. - La indemnización debida por el asegurador no incluye las penas aplicadas por
autoridad judicial o administrativa.

Responsabilidad del personal directivo

Art. 113. - El seguro de responsabilidad por el ejercicio de una industria o comercio,


comprende la responsabilidad de las personas con funciones de dirección.

Dolo o culpa grave

Art. 114. - El asegurado no tiene derecho a ser indemnizado cuando provoque dolosamente o
por culpa grave el hecho del que nace su responsabilidad.

Denuncia

Art. 115. - El asegurado debe denunciar el hecho del que nace su eventual responsabilidad en
el término de tres días de producido, si es conocido por él o debía conocerlo; o desde la
reclamación del tercero, si antes no lo conocía. Dará noticia inmediata al asegurador cuando el
tercero haga valer judicialmente su derecho.

Cumplimiento de la sentencia

Art. 116. - El asegurador cumplirá la condenación judicial en la parte a su cargo en los


términos procesales.

1276
Reconocimiento de responsabilidad. Transacción

El asegurado no puede reconocer su responsabilidad ni celebrar transacción sin anuencia del


asegurador. Cuando esos actos se celebren con intervención del asegurador, éste entregará los
fondos que correspondan según el contrato, en término útil para el cumplimiento diligente de
las obligaciones asumidas.

Reconocimiento judicial de hechos

El asegurador no se libera cuando el asegurado, en la interrogación judicial, reconozca hechos


de los que derive su responsabilidad.

Contralor de actuaciones

Art. 117. - El asegurador puede examinar las actuaciones administrativas o judiciales motivadas
o relacionadas con la investigación del siniestro y constituirse en parte civil en la causa criminal.

Privilegio del damnificado

Art. 118. - El crédito del damnificado tiene privilegio sobre la suma asegurada y sus accesorios,
con preferencia sobre el asegurado y cualquier acreedor de éste, aun en caso de quiebra o de
concurso civil.

Citación del asegurador

El damnificado puede citar en garantía al asegurador hasta que se reciba la causa a prueba. En
tal caso, debe interponer la demanda ante el juez del lugar del hecho o del domicilio del
asegurador.

Cosa juzgada

La sentencia que se dicte hará cosa juzgada respecto del asegurador y será ejecutable contra él
en la medida del seguro. En este juicio o la ejecución de la sentencia, el asegurador no podrá
oponer las defensas nacidas después del siniestro.

1277
También el asegurado puede citar en garantía al asegurador en el mismo plazo y con idénticos
efectos.

Pluralidad de damnificados

Art. 119. - Si existe pluralidad de damnificados, la indemnización debida por el asegurador se


distribuirá a prorrata. Cuando se promuevan dos o más acciones, se acumularán los diversos
procesos para ser resueltos por el juez que previno.

Seguro colectivo

Art. 120. - Cuando se trata de un seguro colectivo de personas y el contratante toma a su


exclusivo cargo el pago de la prima, se puede convenir que el seguro cubra en primer término
su responsabilidad civil respecto de los integrantes del grupo y que el saldo corresponda al
beneficiario designado.

Sección XII

Seguro de transporte

Aplicación subsidiaria del seguro marítimo

Art. 121. - El seguro de los riesgos de transporte por tierra se regirá por las disposiciones de
esta ley, y subsidiariamente por las relativas a los seguros marítimos. El seguro de los riesgos de
transporte por ríos y aguas interiores se regirá por las disposiciones relativas a los seguros
marítimos con las modificaciones establecidas en los artículos siguientes.

Ámbito de aplicación

El asegurador puede asumir cualquier riesgo a que estén expuestos los vehículos de transporte,
las mercaderías o la responsabilidad del transportador.

Cambio de ruta y cumplimiento anormal

1278
Art. 122. - El asegurador no responde de los daños si el viaje se ha efectuado sin necesidad por
rutas o caminos extraordinarios o de una manera que no sea común.

Seguro por tiempo y por viaje

Art. 123. - El seguro se puede convenir por tiempo o por viaje. En ambos casos el asegurador
indemnizará el daño producido después del plazo de garantía si la prolongación del viaje o del
transporte obedece a un siniestro cubierto por el seguro.

Abandono

Art. 124. - Cuando se trate de vehículos de transporte terrestre, el abandono sólo será posible
si existe pérdida total efectiva. El abandono se hará en el plazo de treinta días de ocurrido el
siniestro. Para los medios de transporte fluvial y de aguas interiores se aplican las reglas del
seguro marítimo.

Amplitud de la responsabilidad del transportador

Art. 125. - Cuando el seguro se refiere a la responsabilidad del transportador respecto del
pasajero, cargador, destinatario o tercero, se entiende comprendida la responsabilidad por los
hechos de sus dependientes u otras personas por las que sea responsable.

Cálculo de la indemnización. Mercaderías

Art. 126. - Cuando se trate de mercaderías, salvo pacto en contrario, la indemnización se


calcula sobre su precio en destino, al tiempo que regularmente debieron llegar. El lucro
esperado sólo se incluirá si media convenio expreso.

Medios de transporte

Cuando se trate de vehículos de transporte terrestre la indemnización se calcula sobre su valor


al tiempo del siniestro. Esta norma no se aplica a los medios de transporte fluvial o por aguas
interiores.

Vicio propio, etcétera

1279
Art. 127. - El asegurador no responde por el daño debido a la naturaleza intrínseca de la
mercadería, vicio propio, mal acondicionado, merma, derrame, o embalaje deficiente.

No obstante, el asegurador responde en la medida que el deterioro de la mercadería obedece a


demora u otras consecuencias directas de un siniestro cubierto.

Culpa o negligencia del cargador o destinatario

Las partes pueden convenir que el asegurador no responde por los daños causados por simple
culpa o negligencia del cargador o destinatario.

Capítulo III

SEGURO DE PERSONAS

Sección I

Seguro sobre la vida

Vida asegurable

Art. 128. - El seguro se puede celebrar sobre la vida del contratante o de un tercero.

Menores mayores de 18 años

Los menores de edad mayores de 18 años tienen capacidad para contratar un seguro sobre su
propia vida sólo si designan beneficiarios a sus ascendientes, descendientes, cónyuge o
hermanos que se hallen a su cargo.

Consentimiento del tercero. Interdictos y menores de 14 años

Si cubre el caso de muerte, se requerirá el consentimiento por escrito del tercero o de su


representante legal si fuera incapaz. Es prohibido el seguro para el caso de muerte de los
interdictos y de los menores de 14 años.

1280
Conocimiento y conducta del tercero

Art. 129. - En el seguro de vida de un tercero se tomará en cuenta el conocimiento y la


conducta del contratante y del tercero.

Incontestabilidad

Art. 130. - Transcurridos tres años desde la celebración del contrato, el asegurador no puede
invocar la reticencia, excepto cuando fuere dolosa.

Denuncia inexacta de la edad

Art. 131. - La denuncia inexacta de la edad sólo autoriza la rescisión por el asegurador, cuando
la verdadera edad exceda los límites establecidos en su práctica comercial para asumir el riesgo.

Edad mayor

Cuando la edad real sea mayor, el capital asegurado se reducirá conforme con aquélla y la
prima pagada.

Edad menor

Cuando la edad real sea menor que la denunciada, el asegurador restituirá la reserva matemática
constituida con el excedente de prima pagada y reajustará las primas futuras.

Agravación del riesgo

Art. 132. - Sólo se debe denunciar la agravación del riesgo que obedezca a motivos
específicamente previstos en el contrato.

Cambio de profesión

1281
Art. 133. - Los cambios de profesión o de actividad del asegurado autorizan la rescisión
cuando agravan el riesgo de modo tal que de existir la celebración, el asegurador no habría
concluido el contrato.

Si de haber existido ese cambio al tiempo de la celebración el asegurador hubiera concluido el


contrato por una prima mayor, la suma asegurada se reducirá en proporción a la prima pagada.

Rescisión

Art. 134. - El asegurado puede rescindir el contrato sin limitación alguna después del primer
período de seguro. El contrato se juzgará rescindido si no se paga la prima en los términos
convenidos.

Pago por tercero

El tercero beneficiario a título oneroso se halla facultado para pagar la prima.

Suicidio

Art. 135. - El suicidio voluntario de la persona cuya vida se asegura, libera al asegurador, salvo
que el contrato haya estado en vigor ininterrumpidamente por tres años.

Muerte del tercero por el contratante

Art. 136. - En el seguro sobre la vida de un tercero, el asegurador se libera si la muerte ha sido
deliberadamente provocada por un acto ilícito del contratante.

Muerte del asegurado por el beneficiario

Pierde todo derecho el beneficiario que provoca deliberadamente la muerte del asegurado con
un acto ilícito.

Empresa criminal. Pena de muerte

1282
Art. 137. - El asegurador se libera si la persona cuya vida se asegura, la pierde en empresa
criminal o por aplicación legítima de la pena de muerte.

Art. 138. - Transcurridos tres años desde la celebración del contrato y hallándose el asegurado
al día en el pago de las primas, podrá en cualquier momento exigir, de acuerdo con los planes
técnicos aprobados por la autoridad de contralor que se insertarán en la póliza:

Seguro saldado

a) la conversión del seguro en otro saldado por una suma reducida o de plazo menor;

Rescate

b) la rescisión, con el pago de una suma determinada.

Conversión

Art. 139. - Cuando en el caso del artículo precedente el asegurado interrumpa el pago de las
primas sin manifestar opción entre las soluciones consignadas dentro de un mes de interpelado
por el asegurador, el contrato se convertirá automáticamente en un seguro saldado por una
suma reducida.

Rescisión y liberación del asegurador

Art. 140. - Cuando el asegurador se libera por cualquier causa después de transcurridos tres
años, se aplica lo dispuesto en el art. 9 Ver Texto.

Préstamo

Art. 141. - Cuando el asegurado se halla al día en el pago de las primas tiene derecho a un
préstamo después de transcurridos tres años desde la celebración del contrato; su monto
resultará de la póliza. Se calculará según la reserva correspondiente al contrato, de acuerdo a
los planes técnicos del asegurador aprobados por la autoridad de contralor.

Préstamo automático

1283
Se puede pactar que el préstamo se acordará automáticamente para el pago de las primas no
abonadas en término.

Rehabilitación

Art. 142. - No obstante la reducción prevista en los arts. 138 Ver Texto y 139 Ver Texto, el
asegurado puede, en cualquier momento, restituir el contrato a sus términos originarios con el
pago de las primas correspondientes al plazo en el que rigió la reducción, con sus intereses al
tipo aprobado por la autoridad de contralor de acuerdo a la naturaleza técnica del plan y en las
condiciones que determine.

En beneficio de tercero

En beneficio de tercero

Art. 143. - Se puede pactar que el capital o renta a pagarse en caso de muerte, se abone a un
tercero sobreviviente o determinable al momento del evento.

Adquisición del derecho propio

El tercero adquiere un derecho propio al tiempo de producirse el evento. Cuando su


designación sea a título oneroso, podrá fijarse un momento anterior.

Excepto el caso en que la designación sea a título oneroso, el contratante puede revocarla
libremente aun cuando se haya hecho en el contrato.

Colación o reducción de primas

Art. 144. - Los herederos legítimos del asegurado tienen derecho a la colación o reducción por
el monto de las primas pagadas.

Designación sin fijación de cuota parte

Art. 145. - Designadas varias personas sin indicación de cuota parte, se entiende que el
beneficio es por partes iguales.

1284
Designación de hijos

Cuando se designe a los hijos se entiende los concebidos y los sobrevivientes al tiempo de
ocurrido el evento previsto.

Designación de herederos

Cuando se designe a los herederos, se entiende a los que por ley suceden al contratante, si no
hubiere otorgado testamento; si lo hubiese otorgado, se tendrá por designados a los herederos
instituidos. Si no se fija cuota parte, el beneficio se distribuirá conforme a las cuotas
hereditarias.

No designación o caducidad de ésta

Cuando el contratante no designe beneficiario o por cualquier causa la designación se haga


ineficaz o quede sin efecto, se entiende que designó a los herederos.

Forma de la designación

Art. 146. - La designación de beneficiario se hará por escrito sin formalidad determinada, aun
cuando la póliza indique o exija una forma especial. Es válida aunque se notifique al asegurador
después del evento previsto.

Quiebra o concurso civil del asegurado

Art. 147. - La quiebra o el concurso civil del asegurado no afecta al contrato de seguro. Los
acreedores sólo pueden hacer valer sus acciones sobre el crédito por rescate ejercido por el
fallido o concursado o sobre el capital que deba percibir si se produjo el evento previsto.

Ámbito de aplicación

Art. 148. - Las disposiciones de este capítulo se aplican al contrato de seguro para el caso de
muerte, de supervivencia, mixto, u otros vinculados con la vida humana en cuanto sean
compatibles por su naturaleza.

1285
Sección II

Seguro de accidentes personales

Aplicación disposiciones seguro sobre la vida

Art. 149. - En el seguro de accidentes personales se aplican los arts. 132 Ver Texto, 133 Ver
Texto y 143 Ver Texto a 147 Ver Texto inclusive, referentes al seguro sobre la vida.

Reducción de las consecuencias

Art. 150. - El asegurado, en cuanto le sea posible, debe impedir o reducir las consecuencias del
siniestro, y observar las instrucciones del asegurador al respecto, en cuanto sean razonables.

Peritaje

Art. 151. - Cuando el siniestro o sus consecuencias se deben establecer por peritos, el dictamen
de éstos no es obligatorio si se aparta evidentemente de la real situación de hecho o del
procedimiento pactado. Anulado el peritaje, la verificación de aquellos extremos se hará
judicialmente.

Dolo o culpa grave del asegurado o del beneficiario

Art. 152. - El asegurador se libera si el asegurado o el beneficiario provoca el accidente


dolosamente o por culpa grave o lo sufre en empresa criminal.

Sección III

Seguro colectivo

Tercero beneficiario

1286
Art. 153. - En el caso de contratación de seguro colectivo sobre la vida o de accidentes
personales en interés exclusivo de los integrantes del grupo, éstos o sus beneficiarios tienen un
derecho propio contra el asegurador desde que ocurre el evento previsto.

Comienzo del derecho eventual

Art. 154. - El contrato fijará las condiciones de incorporación al grupo asegurado que se
producirá cuando aquéllas se cumplan.

Examen médico previo

Si se exige examen médico previo, la incorporación queda supeditada a la revisación. Ésta se


efectuará por el asegurador dentro de los quince días de la respectiva comunicación.

Pérdida del derecho eventual por separación

Art. 155. - Quienes dejen de pertenecer definitivamente al grupo asegurado, quedan excluidos
del seguro desde ese momento, salvo pacto en contrario.

Exclusión del tomador como beneficiario

Art. 156. - El contratante del seguro colectivo puede ser beneficiario del mismo, si integra el
grupo y por los accidentes que sufra personalmente, sin perjuicio de lo dispuesto por el art. 120
Ver Texto.

También puede ser beneficiario el contratante cuando tiene un interés económico lícito
respecto de la vida o salud de los integrantes del grupo, en la medida del perjuicio concreto.

Capítulo IV

DISPOSICIONES FINALES

Seguros marítimo y aeronáutico

1287
Art. 157. - Las disposiciones de este título se aplican a los seguros marítimos y de la
aeronavegación, en cuanto no esté previsto por las leyes específicas y no sean repugnantes a su
naturaleza (2601) .

Extensión

También se aplican al seguro obligatorio de vida de empleados del Estado y al seguro del
espectador y personal de espectáculos deportivos, salvo las disposiciones que contradigan tales
leyes especiales o a su naturaleza.

Los seguros mutuos se rigen por las disposiciones de este título, excepto las normas que sean
contrarias a su naturaleza.

Obligatoriedad de las normas

Art. 158. - Además de las normas que por su letra o naturaleza son total o parcialmente
inmodificables, no se podrán variar por acuerdo de partes los arts. 5 Ver Texto, 8 Ver Texto, 9
Ver Texto, 34 Ver Texto y 38 Ver Texto y sólo se podrán modificar en favor del asegurado los
arts. 6 Ver Texto, 7 Ver Texto, 12 Ver Texto, 15 Ver Texto, 18 Ver Texto (segundo párrafo),
19 Ver Texto, 29 Ver Texto, 36 Ver Texto, 37 Ver Texto, 46 Ver Texto, 49 Ver Texto, 51 Ver
Texto, 52 Ver Texto, 82 Ver Texto, 108 Ver Texto, 110 Ver Texto, 114 Ver Texto, 116 Ver
Texto, 130 Ver Texto, 132 Ver Texto, 135 Ver Texto y 140 Ver Texto.

Cuando las disposiciones de las pólizas se aparten de las normas legales derogables, no podrán
formar parte de las condiciones generales. No se incluyen los supuestos en que la ley prevé la
derogación por pacto en contrario.

Título II

REASEGURO

Concepto

Art. 159. - El asegurador puede, a su vez, reasegurar los riesgos asumidos, pero es el único
obligado con respecto al tomador del seguro.

1288
Seguro de reaseguro

Los contratos de retrocesión u otros por los cuales el reasegurador asegura, a su turno, los
riesgos asumidos, se rigen por las disposiciones de este título.

Acción del asegurado. Privilegio de los asegurados

Art. 160. - El asegurado carece de acción contra el reasegurador. En caso de liquidación


voluntaria o forzosa del asegurador, el conjunto de los asegurados gozará de privilegio especial
sobre el saldo acreedor que arroje la cuenta del asegurador con el reasegurador.

Compensación de cuentas

Art. 161. - En caso de liquidación voluntaria o forzosa del asegurador o del reasegurador, se
compensarán de pleno derecho las deudas y los créditos recíprocos que existan, relativos a los
contratos de reaseguro.

Crédito a computarse

La compensación se hará efectiva teniendo en cuenta para el cálculo del crédito o débito la
fecha de rescisión del seguro y reaseguro, la obligación de reembolsar la prima en proporción
al tiempo no corrido y la de devolver el depósito de garantía constituido en manos del
asegurador.

Régimen legal

Art. 162. - El contrato de reaseguro se rige por las disposiciones de este título y las convenidas
por las partes.

Título III

DISPOSICIONES FINALES Y TRANSITORIAS

Art. 163. - La presente ley se incorporará al Código de Comercio y regirá a partir de los seis
meses de su promulgación.

1289
Desde la misma fecha quedarán derogados los arts. 492 Ver Texto al 557 Ver Texto y los arts.
1251 Ver Texto al 1260 Ver Texto del Código de Comercio y la ley 3942. En la primera
edición oficial se les reemplazará con los arts. 1 Ver Texto a 162 Ver Texto.

Art. 164. - [De forma].

Ley 20091 (2602)

DE LOS ASEGURADORES Y SU CONTROL

Capítulo I

DE LOS ASEGURADORES

Sección I

Ámbito de aplicación

Actividades comprendidas

Art. 1. - El ejercicio de la actividad aseguradora y reaseguradora en cualquier lugar del territorio


de la Nación, está sometido al régimen de la presente ley y al control de la autoridad creada por
ella.

Alcance de la expresión seguro

Cuando en esta ley se hace referencia al seguro, se entiende comprendida cualquier forma o
modalidad de la actividad aseguradora. Está incluido también el reaseguro, en tanto no resulte
afectado el régimen legal de reaseguro en vigencia.

1290
Sección II

Entidades autorizables

Entes que pueden operar

Art. 2. - Sólo pueden realizar operaciones de seguros:

a) las sociedades anónimas, cooperativas y de seguros mutuos;

b) las sucursales o agencias de sociedades extranjeras de los tipos indicados en el inciso


anterior;

c) los organismos y entes oficiales o mixtos, nacionales, provinciales o municipales.

Autorización previa

La existencia o la creación de las sociedades, sucursales o agencias, organismos o entes


indicados en este artículo, no los habilita para operar en seguros hasta ser autorizados por la
autoridad de control.

Inclusiones dentro del régimen de la ley

Art. 3. - La autoridad de control incluirá en el régimen de esta ley a quienes realicen


operaciones asimilables al seguro, cuando su naturaleza o alcance lo justifique.

Plazo para ajustarse a la ley. Liquidación. Sanción

Cuando proceda la inclusión, la autoridad de control fijará un plazo no mayor de 90 días, para
ajustarse al régimen de esta ley; entretanto no podrán realizarse nuevas operaciones. En caso
de incumplimiento la autoridad de control dispondrá la liquidación del infractor de acuerdo
con el art. 51 Ver Texto, sin perjuicio de la pena que podrá aplicar conforme al régimen
previsto en el art. 61 Ver Texto.

1291
Organismos y entes oficiales de seguros privados

Art. 4. - Los organismos y entes oficiales se hallan sujetos a las disposiciones de esta ley cuando
operen en seguro o reaseguro, observándose en el caso de este último lo prescripto por el
régimen legal vigente. Se deben organizar con autarquía funcional y financiera. Si no tienen por
objeto exclusivo celebrar esas operaciones, establecerán una administración separada con
patrimonio propio de gestión independiente.

Sociedades extranjeras

Art. 5. - Las sucursales o agencias a que se refiere el art. 2 Ver Texto, inc. b, serán autorizadas a
ejercer la actividad aseguradora en las condiciones establecidas por esta ley para las sociedades
anónimas constituidas en el país, si existe reciprocidad según las leyes de su domicilio.

Representación local

Estarán a cargo de uno o más representantes con facultades suficientes para realizar con la
autoridad de control y los terceros todos los actos jurídicos atinentes al objeto de la sociedad, y
estar en juicio por ésta.

El representante no tiene las facultades de ampliar o renunciar a la autorización para operar en


seguros y de transferir voluntariamente la cartera, salvo poder expreso.

Sucursales en el país y sucursales o agencias en el exterior

Art. 6. - Los aseguradores autorizados pueden abrir o cerrar sucursales en el país así como
sucursales o agencias en el extranjero, previa autorización de la autoridad de control, la que
podrá establecer con carácter general y uniforme los requisitos y formalidades que se deben
cumplir. La denegación puede ser apelada ante el Poder Ejecutivo nacional de acuerdo con lo
dispuesto en el art. 85 Ver Texto, cuya decisión es irrecurrible.

Sección III

Condiciones de la autorización para operar

Requisitos para la autorización

1292
Art. 7. - Las entidades a que se refiere el art. 2 Ver Texto serán autorizadas a operar en seguros
cuando se reúnan las siguientes condiciones:

Constitución legal

a) se hayan constituido de acuerdo con las leyes generales y las disposiciones específicas de esta
ley;

Objeto exclusivo

b) tengan por objeto exclusivo efectuar operaciones de seguro, pudiendo en la realización de


ese objeto disponer y administrar conforme con esta ley, los bienes en que tengan invertidos su
capital y las reservas.

Podrán otorgar fianzas o garantizar obligaciones de terceros cuando configuren económica y


técnicamente operaciones de seguro aprobadas.

Los organismos y entes oficiales se ajustarán a lo dispuesto por el art. 4 Ver Texto;

Capital mínimo

c) demuestren la integración total del capital mínimo a que se refiere el art. 30 Ver Texto;

Sociedades extranjeras

d) acompañen los balances de los últimos 5 ejercicios de la casa matriz, cuando se trate de
sociedades extranjeras;

Duración

e) tengan la duración mínima requerida según la naturaleza de la rama o ramas de seguro a


explotarse;

Planes

1293
f) se ajustan sus planes de seguro a lo establecido en los arts. 24 Ver Texto y siguientes;

Conveniencia del mercado

g) haga conveniente su actuación en el mercado de seguros.

Recursos

La resolución denegatoria de la autorización por las causales señaladas en los incs. a a f, da


lugar a recurso judicial conforme al art. 83 Ver Texto.

La denegación fundada en el estado del mercado de seguros autoriza a interponer recurso ante
el Poder Ejecutivo nacional de acuerdo con lo dispuesto en el art. 85 Ver Texto, cuya decisión
es irrecurrible.

Domicilio

El domicilio de las entidades autorizadas será el fijado en el acto de su autorización para


operar, y subsistirá como constituido, a todos sus efectos, hasta que se establezca otro.

Conformidad previa de la autoridad de control

Art. 8. - Las entidades que se constituyan en el territorio de la Nación, con el objeto de operar
en seguros, así como las sucursales o agencias de sociedades extranjeras que deseen operar en
seguros en el país, sólo podrán hacerlo desde su inscripción en el Registro Público de
Comercio de la jurisdicción de su domicilio.

Dicha inscripción sólo procederá cuando estando conformado el acto constitutivo por la
autoridad de control que corresponda según el tipo societario o forma asociativa asumida, la
Superintendencia de Seguros de la Nación haya otorgado la pertinente autorización para operar
de acuerdo con el artículo anterior.

Trámite

1294
A tal efecto, los correspondientes organismos de control, una vez conformado el acto
constitutivo, según lo dispuesto en la ley 19550 Ver Texto o en las leyes especialmente
aplicables según el tipo o forma asociativa, pasarán el expediente a la Superintendencia de
Seguros de la Nación, la que dispondrá, en su caso, el otorgamiento de la autorización para
operar. En este supuesto, la Superintendencia girará directamente el expediente y un
testimonio de la autorización para operar al Registro Público de Comercio del domicilio de la
entidad, para su inscripción por el juez de registro, si lo estimara procedente.

También se requerirá la conformidad previa de la Superintendencia, aplicándose el mismo


procedimiento para cualquier modificación del contrato constitutivo o del estatuto y para los
aumentos de capital, aun cuando no importen reforma del estatuto.

La Superintendencia hará saber igualmente el otorgamiento o denegación de la autorización


para operar o el rechazo de las reformas o aumentos de capital a las autoridades de control
pertinentes.

La inscripción en el Registro Público de Comercio del domicilio de la entidad deberá estar


cumplimentada en el término de 60 días de recibido el expediente; en su defecto, se producirá
la caducidad automática de la autorización para operar otorgada. Si se operara la inscripción, el
juez de registro remitirá a la Superintendencia un testimonio de los documentos con la
constancia de su toma de razón.

La resolución sobre la autorización para operar y su denegatoria no es revisible en ningún caso


por el juez de registro del domicilio de la entidad, sino sólo recurrible en la forma establecida
por esta ley.

Responsabilidad

Los fundadores, socios, accionistas, administradores, directores, consejeros, gerentes, síndicos


o integrantes de los consejos de vigilancia, serán ilimitada y solidariamente responsables por las
obligaciones contraídas hasta la inscripción de la entidad en el Registro Público de Comercio o
luego que se hubiese inscripto la revocación de la autorización para operar en seguros de
acuerdo con lo dispuesto en el art. 49 Ver Texto.

Control exclusivo y excluyente

El control del funcionamiento y actuación de todas las entidades de seguros sin excepción,
corresponde a la autoridad de control organizada por esta ley, con exclusión de toda otra
autoridad administrativa, nacional o provincial; sin embargo, la Superintendencia podrá

1295
requerir a estas últimas su opinión en las cuestiones vinculadas con el régimen societario de las
entidades, cuando lo estimara conveniente.

Impedimentos

Art. 9. - No podrán ser promotores, fundadores, directores, consejeros, síndicos, miembros del
consejo de vigilancia, liquidadores, gerentes administradores o representantes de aseguradores
sujetos a esta ley, además de los comprendidos en las inhabilidades, incompatibilidades y
prohibiciones que según el caso establece la ley 19550 Ver Texto, los condenados por delitos
cometidos con ánimo de lucro o por delitos contra la propiedad o la fe pública o por delitos
comunes, excluidos los delitos culposos con penas privativas de libertad o inhabilitación,
mientras no haya transcurrido otro tiempo igual al doble de la condena y los que se encuentren
sometidos a prisión preventiva por esos mismos delitos, hasta su sobreseimiento definitivo; los
fallidos o concursados ni los deudores morosos de la entidad; los inhabilitados para el uso de
cuentas corrientes bancarias y el libramiento de cheques, hasta un año después de su
rehabilitación; los que hayan sido sancionados como directores, administradores o gerentes de
una sociedad declarada en quiebra, o declarados responsables de la liquidación de una entidad
de seguros conforme el art. 53 Ver Texto o inhabilitados por aplicación de los arts. 59 Ver
Texto a 61 Ver Texto.

Impugnación

La autoridad de control impugnará a quienes estén incursos en los citados impedimentos y


ordenará a la entidad que dentro de los 15 días de notificada disponga las medidas tendientes a
la inmediata exclusión de los impugnados. De no proceder en consecuencia la entidad, la
autoridad de control le denegará la autorización para operar, y en el supuesto de que se tratara
de entidades ya autorizadas por la Superintendencia, se harán pasibles de una multa hasta de $
10.000, que se elevará al doble en caso de nueva negativa.

Retribución sobre la producción

Art. 10. - Los aseguradores no podrán retribuir a los síndicos y directivos ni al personal,
cualquiera sea su jerarquía, denominación y funciones, en proporción a la producción bruta o
neta, total o de cualquiera de las secciones de seguro en particular ni, en el caso de las
sociedades de seguro solidario, con porcentaje sobre las cuotas de ingreso o las acciones de la
entidad.

Sección IV

Sociedades de seguro solidario

1296
Arbitraje social

Art. 11. - Los estatutos podrán prever que las diferencias con los socios derivadas del contrato
de seguro, sean resueltas por órgano arbitral que ellos establezcan, cuando así sea aceptado en
cada caso por el socio afectado. De preverlo, reglamentarán su constitución y funcionamiento,
así como los recursos sociales admisibles.

Reaseguro

Art. 12. - Las sociedades de seguro solidario podrán reasegurar con cualquier reasegurador y
aceptar reaseguros y retrocesiones aun de quienes no sean socios, en las condiciones que
establezca la autoridad de control, siempre que sus estatutos lo autoricen y no se viole el
régimen legal de reaseguro en vigencia.

Productores

Art. 13. - Las sociedades de seguro solidario podrán emplear auxiliares a comisión para la
celebración de contratos de seguro con sus socios.

Representación y voto en las asambleas

Art. 14. - Los auxiliares a comisión no podrán representar a los socios en las asambleas.

En las asambleas sólo podrán votar los socios que en el ejercicio hayan tenido contrato de
seguro en vigencia.

Inmuebles

Art. 15. - La adquisición o venta de inmuebles requiere la autorización de la asamblea.

Reservas facultativas

La asamblea puede disponer la constitución de reservas facultativas.

1297
Retorno de excedentes

Los excedentes realizados y líquidos del ejercicio se retornarán a los socios en proporción a las
primas consumidas durante el mismo o conforme lo dispongan los reglamentos de
participación que en cada caso apruebe la autoridad de control.

Administración. Prohibición

Art. 16. - La administración o gestión social no puede delegarse total ni parcialmente en


terceros.

Retribuciones

Los estatutos sociales podrán establecer que se retribuya a los directores, consejeros y síndicos
por el ejercicio de sus funciones, debiendo mediar aprobación de la asamblea.

Impugnación

La autoridad de control impugnará las retribuciones que no sean proporcionadas a la capacidad


económico-financiera de la sociedad o no se ajusten, según la práctica del mercado, a la tarea
desempeñada.

Son aplicables a los síndicos los requisitos, inhabilidades, incompatibilidades, atribuciones,


deberes y responsabilidades de aquéllos en las sociedades anónimas.

Sociedades cooperativas

Ámbito de contratación

Art. 17. - Las sociedades cooperativas sólo podrán contratar seguros con sus socios, los que
deberán ser titulares del interés asegurable al tiempo de la contratación.

Sociedades de seguros mutuos

1298
Socios: requisitos

Art. 18. - Los estatutos sociales establecerán los requisitos para ser socio y las causales para
perder el carácter de tal.

Calidad de socio

Sólo puede adquirir la calidad de socio quien al incorporarse celebre un contrato de seguro con
la sociedad, y dejará de serlo con la terminación del vínculo de seguro, salvo disposición
estatutaria en contrario que admita su interrupción por un plazo máximo de un año.

Ventajas, privilegios, preferencias

Debe mantenerse la igualdad entre los socios en igualdad de condiciones.

No se puede conceder ventaja ni privilegio alguno a los iniciadores, fundadores, consejeros,


directores o síndicos, ni preferencia sobre parte alguna del fondo social.

Socios honorarios y benefactores

Los estatutos pueden prever categorías de socios honorarios y benefactores sin atribuirles
derechos sociales.

Fondo de garantía

Art. 19. - Tendrán un fondo de garantía que equivaldrá al capital exigido por el art. 7 Ver
Texto, inc. c.

Socios: responsabilidad

Los estatutos fijarán la responsabilidad proporcional de los socios -con excepción de los
honorarios y benefactores- para cuando se afecte el fondo de garantía, la que deberá ser
limitada.

Fecha

1299
Art. 20. - La asamblea ordinaria se reunirá anualmente dentro de los cuatro meses de cerrado el
ejercicio.

Quórum

Funcionará en primera convocatoria con el quórum de la mayoría de socios, salvo exigencia


estatutaria de uno mayor; en segunda convocatoria funcionará con cualquier número.

Mayoría

Las decisiones serán adoptadas por mayoría de votos presentes computados por persona, salvo
exigencia estatutaria mayor.

Representación

Los estatutos pueden autorizar la representación por mandatario. Un mandatario no puede


representar a más de dos socios. Los directores no pueden ser mandatarios.

Consejo de administración

Art. 21. - La administración será ejercida por un consejo integrado por no menos de 5 socios
elegidos por la asamblea por el plazo máximo de 3 años. Los miembros del consejo son
reelegibles.

Síndicos

Art. 22. - La fiscalización es ejercida por síndicos elegidos entre los socios por la asamblea.
Duran hasta 3 años en sus funciones y pueden ser reelegidos.

Sección V

Rama de seguro, planes y elementos técnicos y contractuales

1300
Ramas de seguro

Art. 23. - Los aseguradores no podrán operar en ninguna rama de seguro sin estar
expresamente autorizados para ello.

Planes, elementos técnicos y contractuales

Los planes de seguro, así como sus elementos técnicos y contractuales, deben ser aprobados
por la autoridad de control antes de su aplicación.

Norma general

Art. 24. - Los planes, además de los elementos que requiera la autoridad de control de acuerdo
con las características de cada uno de ellos, deben contener:

a) el texto de la propuesta de seguro y el de la póliza;

b) las primas y sus fundamentos técnicos;

c) las bases para el cálculo de las reservas técnicas, cuando no existan normas generales
aplicables.

Reglas especiales para la rama vida

Los planes para operar en seguros de la rama vida contendrán además:

I) el texto de los cuestionarios a utilizarse;

II) los principios y las bases técnicas para el cálculo de las primas y de las reservas puras,
debiendo indicarse, cuando se trate de seguros con participación en las utilidades de la rama o
con fondos de acumulación, los derechos que se concedan a los asegurados, los justificativos
del plan y el procedimiento a utilizarse en la formación de dicho fondo;

III) las bases para el cálculo de los valores de rescate, de los seguros reducidos en su monto o
plazo (seguros saldados), y de los préstamos a los asegurados.

1301
Los elementos a que se refieren los incs. b y c así como los individualizados como incs. II y III
deberán presentarse acompañados de opinión actuarial autorizada.

Planes prohibidos

Están prohibidos:

1) los planes denominados tontinarios, de derrama y los que incluyan sorteo.

2) la cobertura de riesgos provenientes de operaciones de crédito financiero puro.

Pólizas

Art. 25. - El texto de las pólizas deberá ajustarse a los arts. 11 Ver Texto, segunda parte, y 158
Ver Texto de la ley 17418, y acompañarse de opinión letrada autorizada.

La autoridad de control cuidará que las condiciones contractuales sean equitativas.

Las pólizas deberán estar redactadas en idioma nacional, salvo las de riesgo marítimo, que
podrán estarlo en idioma extranjero.

Primas

Art. 26. - Las primas deben resultar suficientes para el cumplimiento de las obligaciones del
asegurador y su permanente capacitación económico-financiera.

Las comisiones pueden ser libremente establecidas por los aseguradores dentro de los mínimos
y máximos que autorice la autoridad de control.

La autoridad de control observará las primas que resulten insuficientes, abusivas o


arbitrariamente discriminatorias. Podrán aprobarse -únicamente por resolución fundada-
primas mínimas uniformes netas de comisiones cuando se halle afectada la estabilidad del
mercado. La autoridad de control procederá a pedido de cualquiera de las asociaciones de
aseguradores después de oír a las otras asociaciones de aseguradores.

1302
Seguros de la rama vida con participación

Art. 27. - Las utilidades de los seguros de la rama vida con participación se determinarán y
pagarán anualmente, pudiendo también ser imputadas a primas futuras o acreditadas en una
cuenta que gozará de un interés no menor del que cobre el asegurador por los préstamos sobre
pólizas o aplicadas al otorgamiento de beneficios adicionales autorizados por la autoridad de
control.

Aprobación de planes, modificaciones y primas

Art. 28. - Cuando se trate de planes de seguro correspondientes a ramas ya autorizadas al


asegurador o de la modificación de sus elementos técnicos o contractuales, la autoridad de
control resolverá dentro de los 90 días de la presentación de la respectiva solicitud de
aprobación. Cuando se gestione, respecto de planes ya aprobados al asegurador,
exclusivamente la modificación de primas o la aplicación de primas especiales, la autoridad de
control resolverá dentro de los 30 días de la presentación de la respectiva solicitud de
aprobación.

Operaciones prohibidas

Art. 29. - Los aseguradores no podrán:

a) tener bienes en condominio, sin previa autorización de la autoridad de control;

b) gravar sus bienes con derechos reales, salvo que tratándose de bienes inmuebles para uso
propio lo sea en garantía del saldo de precio de adquisición y en las condiciones que establezca
la autoridad de control;

c) emitir debentures ni librar para su colocación, letras y pagarés;

d) descontar los documentos a cobrar de asegurados o terceros ni negociar los cheques que
reciban, salvo que estos últimos se transmitan mediante endoso a favor de persona
determinada;

e) hacer frente a sus obligaciones con los asegurados mediante letras o pagarés propios o de
terceros;

1303
f ) efectuar sus pagos sino mediante cheques a la orden del acreedor, salvo lo que pudiese
disponer la autoridad de control respecto del manejo del denominado "fondo fijo";

g) recurrir al crédito bancario por cualquier causa, salvo cuando lo sea para edificar inmuebles
para renta o venta, previa autorización en cada caso de la autoridad de control;

h) hacer disposiciones a título gratuito, excepto cuando se trate de contribuciones para fines
benéficos o culturales o lo sean con utilidades líquidas y realizadas del ejercicio de acuerdo con
lo dispuesto en el estatuto y lo resuelto por la asamblea;

i) otorgar fianzas o garantizar obligaciones de terceros, salvo lo dispuesto en el art. 7 Ver


Texto, inc. b;

j) integrar otras sociedades, salvo el supuesto del art. 35 Ver Texto, inc. f.

La autoridad de control podrá considerar comprendida en la nómina de las precedentes


prohibiciones cualquier operación asimilable a las previstas.

Sección VI

Gestión de la empresa de seguros

Capitales mínimos

Art. 30. - La autoridad de control establecerá con criterio uniforme y general para todos los
aseguradores, sin excepción, el monto y las normas sobre capitales mínimos a que deberán
ajustarse los aseguradores que se autoricen o los que ya estén autorizados.

Sociedades extranjeras

Las sucursales o agencias de sociedades extranjeras deberán tener y radicar en el país fondos
equivalentes a los capitales mínimos exigidos a los aseguradores constituidos en él.

Disminución de los capitales mínimos por pérdidas. Plan de regularización y saneamiento

1304
Art. 31. - Cuando el capital mínimo correspondiente, según las disposiciones que dicte la
autoridad de control, resulte afectado por cualquier pérdida, aquélla, sin esperar a la
terminación del ejercicio, emplazará al asegurador para que dé explicaciones y adopte las
medidas para mantener la integridad de dicho capital, a cuyo efecto el asegurador presentará un
plan de regularización y saneamiento dentro de los 15 días del emplazamiento.

La autoridad de control aprobará o rechazará el referido plan; si lo aprueba, el asegurador


deberá cumplir el plan en los plazos y condiciones que aquélla establezca; si lo rechaza, deberá
reintegrar el capital en el término de 30 días.

Indisponibilidad de las inversiones

Hasta tanto sean cumplidas las medidas de regularización y saneamiento, la autoridad de


control establecerá sobre las inversiones, las medidas previstas en el art. 86 Ver Texto de esta
ley (2603) .

Pérdida del 30%

Cuando la pérdida alcance al 30% del capital mínimo, se ordenará al asegurador que se
abstenga de celebrar nuevos contratos en todas o algunas de las ramas, según el caso, hasta
tanto el capital alcance el mínimo correspondiente, dentro del plazo que determine la autoridad
de control.

Retención

Art. 32. - Los aseguradores establecerán libremente sus tablas de retención, sin perjuicio de las
observaciones que pudiera efectuar la autoridad de control y el régimen legal de reaseguro en
vigencia.

Reservas técnicas

Art. 33. - La autoridad de control determinará con carácter general y uniforme las reservas
técnicas y de siniestros pendientes que corresponda constituir a los aseguradores, en la medida
que sea necesaria para atender al cumplimiento de sus obligaciones con los asegurados.

1305
Los aseguradores que tengan obligaciones nacidas de los contratos de seguros y reaseguros a
pagarse en moneda extranjera, deben constituir las reservas técnicas correspondientes en las
mismas monedas o en otras permitidas que establezca la autoridad de control.

Fondos de amortización, de previsión y reservas

Art. 34. - Los aseguradores deben constituir por la cuenta de ganancias y pérdidas o por
distribución de utilidades, según lo determine la autoridad de control, los fondos de
amortización, de previsión y las reservas que ella disponga con carácter general, sin perjuicio de
los fondos que con carácter particular establezca la autoridad de control respecto de cada
entidad, según su situación económico-financiera.

Cálculo de la cobertura: ramas eventuales

Art. 35. - Los importes de las reservas previstas en el art. 33 Ver Texto y de los depósitos de
reservas en garantía retenidos a los reaseguradores -deducidas las disponibilidades líquidas y los
depósitos de reservas en garantía retenidos por los reaseguradores- deben invertirse
íntegramente en los bienes indicados seguidamente, prefiriéndose siempre los que supongan
mayor liquidez y suficiente rentabilidad y garantía:

Inversiones: bienes

a) títulos u otros valores de la deuda pública nacional o garantizados por la Nación, y títulos de
la deuda pública interna de las provincias, emitidos con arreglo a sus respectivas
constituciones, y también los de las municipalidades que cuenten con la garantía de los
respectivos municipios (2604) ;

b) títulos públicos de países extranjeros, hasta el importe de las reservas técnicas


correspondientes a pólizas emitidas en moneda de esos países;

c) obligaciones negociables que tengan oferta pública autorizada emitidas por sociedades por
acciones, cooperativas y asociaciones civiles constituidas en el país, o a las sucursales de las
sociedades por acciones constituidas en el extranjero en los términos del art. 118 Ver Texto de
la Ley de Sociedades Comerciales y en debentures, en ambos casos con garantía especial o
flotante en primer grado sobre bienes radicados en el país (2605) ;

1306
d) préstamos con garantía prendaria o hipotecaria en primer grado sobre bienes situados en el
país, con exclusión de yacimientos, canteras y minas. El préstamo no excederá del 50% del
valor de realización del bien, especialmente tasado al efecto por el asegurador;

e) inmuebles situados en el país para uso propio, edificación, renta o venta;

f) acciones de sociedades anónimas constituidas en el país o extranjeras comprendidas en el art.


124 Ver Texto de la ley 19550 o de extranjeras que tengan por principal objeto la prestación de
servicios públicos dentro de la Nación, que se coticen en bolsas del país, o del extranjero;

g) préstamos garantizados con títulos, debentures, y acciones de los incs. a, b, c y f, hasta el


50% del valor de mercado de esos valores;

h) operaciones financieras garantizadas en su totalidad por bancos u otras entidades financieras


debidamente autorizadas a operar en el país por el Banco Central de la República Argentina,
previa autorización en cada caso de la autoridad de control, y siempre que lo permita el estado
económico-financiero del asegurador.

La autoridad de control establecerá con carácter general los porcentajes de inversión en tales
bienes y podrá impugnar las inversiones hechas en bienes que no reúnan las características de
liquidez, rentabilidad y garantía o cuyo precio de adquisición sea superior a su valor de
realización; en este último caso, la autoridad de control dispondrá las medidas conducentes a
que dicha inversión registre en el balance un valor equivalente al de su realización según el
precio corriente en el mercado.

Los bienes adquiridos con gravamen serán computados para los porcentajes de inversiones por
su monto total, neto de las amortizaciones; para el balance de cobertura se considerarán con
deducción del gravamen.

Cálculo de la cobertura: rama vida

En la rama vida los aseguradores podrán deducir también de las reservas a invertir los
préstamos a los asegurados, las primas vencidas a cobrar y las fracciones de primas a vencer.

Otras inversiones autorizadas

El capital, la reserva legal y los fondos de previsión y las reservas del art. 34 Ver Texto, con
deducción de cuanto se destine a bienes de uso para la instalación, explotación y desarrollo del

1307
negocio de seguros y créditos por primas, deberán ser invertidos en los mismos bienes, sin
sujeción a porcentajes, o en otros bienes, con autorización previa de la autoridad de control.

Los instrumentos representativos de las inversiones deben mantenerse en el país, salvo las
excepciones que la autoridad de control autorice expresamente en cada caso.

Reaseguros pasivos

Art. 36. - Cuando el asegurador reasegure en el exterior de conformidad con el régimen legal
de reaseguro en vigencia, debe retener, efectiva y realmente, la reserva técnica correspondiente
a la parte cedida de la prima original.

Reaseguros activos

En la aceptación de reaseguros del exterior, las pertinentes reservas técnicas pueden ser
retenidas en el extranjero.

Reaseguro facultativo. Cláusula resolutoria

Estas disposiciones no se aplican en el reaseguro facultativo. En los contratos celebrados con


reaseguradores del exterior deberá pactarse una cláusula resolutoria para los casos de
incumplimiento, dificultades económico-financieras que sobrevengan al reasegurador, y otros
supuestos que puedan poner en peligro los intereses del asegurador radicado en el país, tales
como guerra, invasión, guerra civil, rebelión, sedición, medidas gubernativas u otros
acontecimientos similares. En estos casos el reasegurador se obligará a devolver las primas no
ganadas hasta el momento de la resolución; el asegurador, por su parte, tendrá el derecho de
conservar en su poder las reservas retenidas hasta el total cumplimiento de las obligaciones de
reasegurador, pudiendo aplicarlas a ese objeto si las remesas no se efectuaren en un plazo
prudencial.

Sección VII

Administración y balances

Administración

1308
Art. 37. - Los aseguradores deben asentar sus operaciones en los libros y registros que
establezca la autoridad de control, los que serán llevados en idioma nacional y con las
formalidades que aquélla disponga. La documentación pertinente se archivará en forma
metódica para facilitar las tareas de fiscalización.

Deben conservar la documentación referente a los contratos de seguro por un plazo mínimo
de 10 años de vencidos.

Balance anual

Art. 38. - Los aseguradores deben presentar a la autoridad de control, con una anticipación no
menor de 30 días a la celebración de la asamblea, en los formularios establecidos por aquélla, la
memoria, balance general, cuenta de ganancias y pérdidas e informe de los síndicos o del
consejo de vigilancia en su caso, acompañados de dictamen de un profesional autorizado sin
relación de dependencia.

Cierre del ejercicio económico

El ejercicio económico se cerrará el 30 de junio de cada año. La asamblea ordinaria respectiva


se celebrará dentro de los cuatro meses siguientes; este plazo regirá también para las sociedades
cooperativas y de seguros mutuos.

Sociedades extranjeras

La fecha de cierre de ejercicio de las sucursales y agencias extranjeras es la de su casa matriz,


salvo que optaren por la del 30 de junio de cada año. Dentro de los seis meses de aquella fecha
presentarán los elementos citados que sean pertinentes, referentes a las operaciones realizadas
en el país. La memoria se reemplazará por el informe del representante.

Rama vida

Los aseguradores que operen en la rama vida acompañarán un dictamen actuarial suscripto por
profesional autorizado sin relación de dependencia.

Normas de contabilidad y plan de cuentas

1309
Art. 39. - La autoridad de control dictará normas de contabilidad y establecerá un plan de
cuentas, ambos con carácter uniforme. Los aseguradores que deseen apartarse de esas normas
o de ese plan, deberán obtener la previa aprobación por parte de la autoridad de control, de las
modificaciones propuestas.

Balances trimestrales

Art. 40. - Los aseguradores no están obligados a presentar balances trimestrales, pero la
autoridad de control podrá exigirlos a determinado asegurador cuando lo considere
conveniente.

Publicación del balance anual

Sólo es obligatoria la publicación del balance anual, para todos los aseguradores sin excepción,
la que podrá ser sintetizada según formularios oficiales. La autoridad de control dictará las
normas a las cuales los aseguradores deberán ajustarse para la publicación de sus balances.

Valuación del activo

Art. 41. - La autoridad de control establecerá normas uniformes para la valuación del activo.

Comisiones a amortizar: rama vida

Art. 42. - Las sociedades de seguros en la rama vida, podrán incluir en el activo de sus balances
el rubro "comisiones a amortizar", constituido por las comisiones de adquisición que hayan
sido pagadas por los negocios nuevos realizados, las que, a los efectos del rubro "comisiones a
amortizar", no podrán exceder del límite máximo que fije la autoridad de control, dentro del
80% del importe de una prima de tarifa anual para períodos de primas de 20 años o más, o
vida entera, con disminución del 2,5% de la prima anual por cada año menos de duración.

Las comisiones a amortizar se establecerán separadamente para cada año de pago.

Serán descargados de esa cuenta y cancelados como pérdida los saldos de las comisiones
correspondientes a seguros terminados, caducados o rescindidos que aún falte amortizar.

1310
Las comisiones de seguros de vida al efecto del rubro "comisiones a amortizar", serán
amortizadas en 5 años como máximo y en una proporción no menor del 20% anual en los
balances generales, a contar desde el primer ejercicio en que se inserten en el activo.

Reserva legal

Art. 43. - Sin perjuicio de lo que disponga la autoridad de control conforme a lo establecido en
el art. 34 Ver Texto, los aseguradores destinarán en concepto de reserva legal no menos del 5%
de las ganancias realizadas y líquidas que arroje el estado de resultados del ejercicio, hasta
alcanzar el 20% de su capital social.

Cooperativas

Las sociedades cooperativas destinarán a la citada reserva el referido porcentaje, pero sin esa
limitación.

Reintegración

Siempre que la reserva legal se reduzca por cualquier causa, deberá reintegrarse totalmente con
las primeras utilidades.

Objeciones al balance

Art. 44. - La autoridad de control podrá objetar el balance. Cuando las observaciones tengan
por resultado suprimir o disminuir las utilidades o excedentes del ejercicio, podrá disponer que
se suspenda o limite correlativamente su distribución.

Informe sobre el estado del asegurador

Art. 45. - Los aseguradores pondrán a disposición de los asegurados y de cualquier interesado
que lo solicite, la memoria, balance general, cuenta de ganancias y pérdidas e informe de los
síndicos o del consejo de vigilancia, en su caso.

Sección VIII

Fusión y cesión de la cartera

1311
Requisitos

Art. 46. - La fusión de aseguradores o la cesión total o parcial de cartera requiere la


autorización de la autoridad de control.

La cesión total o parcial de cartera puede hacerse únicamente a aseguradores establecidos en el


país de conformidad con esta ley.

Publicidad

Art. 47. - Los aseguradores que acuerden la cesión total o parcial de cartera presentarán el
contrato proyectado a la autoridad de control y publicarán edictos por el término de 3 días
anunciando la cesión en los boletines oficiales de la sede central de las sucursales, para que los
asegurados formulen objeción fundada ante esa autoridad en el plazo de 15 días desde la última
publicación.

Resolución

Vencido el plazo, la autoridad de control resolverá dentro de los 30 días. La aprobación puede
ser negada si de los antecedentes y hechos comprobados resulta que los intereses de los
asegurados no están suficientemente amparados.

Recurso

La denegación es recurrible de acuerdo con el art. 83 Ver Texto.

Aprobación: efectos

Aprobado el contrato, éste obligará a las sociedades cedente y cesionaria, a los asegurados y a
sus derechohabientes. Respecto de los demás acreedores rigen las disposiciones sobre
transferencia de establecimientos comerciales, cuando fuere procedente.

Forma

1312
El acto de cesión puede ser otorgado por instrumento público o privado.

Sección IX

Revocación de la autorización

Casos en que procede

Art. 48. - La autorización concedida de acuerdo con el art. 7 Ver Texto, debe ser revocada por
autoridad de control cuando:

a) el asegurador no inicie efectivamente sus operaciones en el término de 6 meses;

b) no se cumpla con lo dispuesto en el art. 31 Ver Texto, en los casos de pérdida del capital
mínimo;

c) el asegurador no funcione de acuerdo con los estatutos, con las condiciones de la


autorización o con el art. 4 Ver Texto, o no proceda a la exclusión de los impugnados según el
art. 9 Ver Texto después de aplicadas las multas previstas en esa disposición;

d) proceda la disolución por cualquier causa, conforme al Código de Comercio;

e) la casa matriz de una sociedad extranjera se disuelva, liquide, quiebre, o se encuentre en


situación equivalente, o en caso de cierre de la sucursal o agencia autorizada;

f) se produzca la liquidación según lo previsto en los arts. 50 Ver Texto, 51 Ver Texto y 52 Ver
Texto;

g) sea por aplicación de lo dispuesto en el art. 58 Ver Texto.

Procedimiento

La resolución de la autoridad de control se ajustará al procedimiento establecido en el art. 82


Ver Texto.

1313
Efectos

Art. 49. - La revocación firme de la autorización importa la disolución automática, y el


asegurador debe proceder a su inmediata liquidación.

Inscripción de la revocación

La inscripción de la revocación será dispuesta por el juez de registro del domicilio de la entidad
con la sola comunicación de la Superintendencia de Seguros de la Nación, y no será revisible
en ningún caso por aquél.

Sección X

Liquidación

Liquidación por disolución voluntaria

Liquidador

Art. 50. - Cuando el asegurador resuelva voluntariamente su disolución, la liquidación se hará


por sus órganos estatutarios, sin perjuicio de la fiscalización de la autoridad de control.

Liquidador judicial

Si el asegurador no procediera a su inmediata liquidación o si la protección de los intereses de


los asegurados lo requiere, la autoridad de control podrá solicitar al juez ordinario competente
su designación como liquidadora. La decisión será dictada con citación del asegurador, en
juicio verbal convocado a ese fin, y sólo será apelable en efecto devolutivo.

Liquidación por disolución forzosa

Liquidador

1314
Art. 51. - Cuando la liquidación sea consecuencia de la revocación dispuesta por la autoridad
de control, ésta la asumirá por medio de quien designe con intervención del juez ordinario
competente.

Procedimiento sustitutivo de la quiebra

Los aseguradores no pueden recurrir al concurso preventivo ni son susceptibles de ser


declarados en quiebra.

Si no se hubiese iniciado la liquidación forzosa del párrafo primero y estuviesen reunidos los
requisitos para la declaración de quiebra, el juez ordinario competente dispondrá la disolución
de la sociedad y su liquidación por la autoridad de control.

Aplicación supletoria de los concursos comerciales

Art. 52. - En los casos de los arts. 50 Ver Texto y 51 Ver Texto, la autoridad de control
ajustará la liquidación a las disposiciones de los concursos comerciales para las quiebras, y
tendrá todas las atribuciones del síndico en aquéllas.

Podrá rescindir los contratos de seguro con un preaviso de 15 días, notificando a los
asegurados, por carta certificada con aviso de retorno u otro medio suficientemente idóneo. El
asegurador responde por los siniestros ocurridos ínterin, salvo que el asegurado celebre en
reemplazo otro contrato de seguro. En los seguros de la rama vida dispondrá previamente la
cesión de la cartera por licitación de acuerdo con las bases que fije. Si la cesión no fuera posible
se estará a lo dispuesto en el párrafo anterior.

Sanciones

Art. 53. - La autoridad de control elevará al juez que conoció en la causa todos los
antecedentes del asegurador para hacer efectivas respecto de sus administradores, directores,
consejeros, síndicos, integrantes del consejo de vigilancia y gerentes, las medidas previstas en la
ley de concursos para el fallido en el supuesto de culpa o fraude y, en su caso, les serán
aplicadas las penas previstas en el Código Penal para el quebrado fraudulento o culpable.

Privilegios

Art. 54. - Gozan del privilegio general establecido en el art. 270 Ver Texto de la ley de
concursos:

1315
a) los asegurados o sus beneficiarios en la rama vida, por el capital o renta debidos o por las
reservas matemáticas, en el mismo grado de los créditos mencionados en el inc. 1 del citado
artículo y con igual extensión a la que el art. 271 Ver Texto de dicha ley otorga al capital
emergente de sueldos, salarios y remuneraciones;

b) los créditos por los siniestros producidos en los otros seguros.

Los gastos de liquidación, incluidos los devengados por la autoridad de control, gozan del
privilegio establecido en el art. 264 Ver Texto de la mencionada ley.

Sección XI

Intervención de auxiliares (2606)

Obligaciones

Art. 55. - Los productores, agentes, intermediarios, peritos y liquidadores de seguros están
obligados a desempeñarse conforme a las disposiciones legales y a los principios técnicos
aplicables a la operación en la cual intervienen y a actuar con diligencia y buena fe.

Sección XII

Publicidad

Limitación del uso del término seguro y expresiones similares

Art. 56. - Las palabras seguro, asegurador o expresiones típicas o características de las
operaciones de seguro, no pueden ser usadas en los nombres comerciales o enseñas por
quienes no estén autorizados como aseguradores de acuerdo con esta ley.

Sanción

1316
A quienes infrinjan lo dispuesto en este artículo, se les aplicará a el régimen previsto en el art.
61 Ver Texto.

Prohibición de publicidad equívoca

Art. 57. - Queda prohibida la publicidad que contenga informaciones falsas, capciosas o
ambiguas o que puedan suscitar equivocación sobre la naturaleza de las operaciones, la
conducta o situación económico-financiera de un asegurador o respecto de los contratos que
celebre, así como el empleo de medios incorrectos o susceptibles de inducir a engaño para la
obtención de negocios.

Las sucursales y agencias de sociedades extranjeras deben indicar esta calidad, con expresión
del domicilio de la casa matriz, y separarán los datos que les correspondan por sus actividades
en el país, de los concernientes a la casa matriz u otras sucursales.

Sección XIII

Penas

Aseguradores

Art. 58. - Cuando un asegurador infrinja las disposiciones de esta ley o las reglamentaciones
previstas en ella o no cumpla con las medidas dispuestas en su consecuencia por la autoridad
de control, y de ello resulte el ejercicio anormal de la actividad aseguradora o una disminución
de la capacidad económico-financiera del asegurador o un obstáculo real a la fiscalización, será
pasible de las siguientes sanciones, que se graduarán razonablemente según la conducta del
asegurador, la gravedad y la reincidencia:

a) llamado de atención;

b) apercibimiento;

c) multa desde el 0,01% hasta el 0,1% del total de las primas y recargos devengados -neto de
anulaciones- en el ejercicio económico anterior, que no podrá ser inferior al 0,5% del capital
mínimo requerido (2607) ;

1317
d) suspensión hasta de 3 meses para operar en una o más ramas autorizadas o revocación de la
autorización para operar como asegurador, en los casos de ejercicio anormal de la actividad
aseguradora o disminución de su capacidad económico-financiera.

El asegurador no podrá alegar la culpa o dolo de sus funcionarios o empleados para excusar su
responsabilidad.

Auxiliares

Art. 59. - Los productores, agentes, intermediarios, peritos y liquidadores, no dependientes del
asegurador, que violen las normas a que se refiere el art. 55 Ver Texto, o que no suministren
los informes que les requiera la autoridad de control en el ejercicio de sus funciones, serán
pasibles de las siguientes sanciones:

a) llamado de atención;

b) apercibimiento;

c) multa hasta de $ 5.000 (2608) ;

d) inhabilitación hasta de 5 años.

La pena se graduará de acuerdo con las funciones del infractor, la gravedad de la falta y la
reincidencia. Los responsables serán solidariamente obligados al pago de la multa. Los
aseguradores no podrán pagar las multas impuestas, no abonar retribución alguna cuando se
disponga la inhabilitación.

La multa no pagada se transformará en arresto a razón de un día de arresto por cada $ 40


(2609) , no pudiendo exceder de 60 días.

Retención indebida de primas

Art. 60. - Los productores, agentes y demás intermediarios que no entreguen a su debido
tiempo al asegurador las primas percibidas, serán sancionados con prisión de 1 a 6 años e
inhabilitación por doble tiempo del de la condena.

1318
Celebración de contratos al margen de esta ley

Art. 61. - Quienes directa o indirectamente anuncien en cualquier forma u ofrezcan celebrar
operaciones de seguros sin hallarse autorizados para actuar como aseguradores de acuerdo con
esta ley, incurrirían en multa hasta de $ 50.000 (2610) .

Cuando celebren contratos de seguro sin la debida autorización, éstos serán nulos, y la multa se
elevará al doble, sin perjuicio de la responsabilidad en que incurran respecto de la otra parte en
razón de la nulidad.

Si la infractora fuera una sociedad anónima, cooperativa o mutual, sus directores,


administradores, síndicos o integrantes del consejo de vigilancia, en su caso, y gerentes, serán
solidariamente responsables por las multas y consecuencias de la nulidad de los contratos
celebrados. Si se tratare de sociedad de otro tipo, la responsabilidad solidaria se extenderá
además a todos los socios. Si la infracción fuera cometida por una sucursal o agencia de
sociedad extranjera, la responsabilidad corresponderá al factor gerente o representante.

La multa no pagada se convertirá en arresto a razón de un día por cada $ 40 (2611) , no


pudiendo exceder de 6 meses.

La pena de inhabilitación del art. 59 Ver Texto, se aplicará en todos los casos como accesoria.

Las disposiciones de este artículo son aplicables a los casos previstos en el art. 3 Ver Texto
después que la autoridad de control haya declarado las respectivas operaciones incluidas en el
régimen de esta ley.

Plazo y procedimiento

Art. 62. - Las multas serán abonadas en el término de 10 días de hallarse firme la resolución
definitiva de la autoridad de control, y el pago será perseguido judicialmente por la misma.

Delitos

1319
Art. 63. - Las sanciones aplicables en virtud de esta ley no excluyen las que puedan
corresponder por delitos previstos en el Código Penal u otras leyes.

Denuncia

Cuando la autoridad de control compruebe la existencia o comisión de hechos que puedan


constituir delito lo pondrá en conocimiento del juez en lo penal competente, con remisión de
testimonio de los antecedentes que correspondan.

Pena de arresto

Para el cumplimiento de la pena de arresto prevista en los arts. 59 Ver Texto y 61 Ver Texto se
dará intervención al juez nacional de primera instancia en lo criminal y correccional federal de
la Capital Federal, y en el interior al juez federal que corresponda.

Capítulo II

DE LA AUTORIDAD DE CONTROL

Sección I

De la Superintendencia de Seguros de la Nación

Autoridad de control

Art. 64. - El control de todos los entes aseguradores se ejerce por la Superintendencia de
Seguros de la Nación con las funciones establecidas por esta ley.

Superintendencia de Seguros

Art. 65. - La Superintendencia de Seguros es una entidad autárquica con autonomía funcional y
financiera, en jurisdicción del Ministerio de Hacienda y Finanzas. Está a cargo de un
funcionario con el título de superintendente de Seguros designado por el Poder Ejecutivo
nacional.

1320
Funcionarios

Art. 66. - La Superintendencia estará dotada con el personal necesario para el cumplimiento de
sus funciones, integrado preferentemente en las funciones técnicas por graduados
universitarios en ciencias económicas o derecho.

Incompatibilidades

Ningún funcionario o empleado de la Superintendencia puede tener intereses en entidades


aseguradoras, ni ocupar cargos en ellas, salvo las excepciones establecidas por ley o cuando
deriven de la calidad de asegurado. Les está prohibido igualmente tener interés directo o
indirecto en las actividades o remuneraciones de productores, agentes, intermediarios, peritos y
liquidadores de seguros.

Deberes y atribuciones

Art. 67. - Son deberes y atribuciones de la Superintendencia:

a) ejercer las funciones que esta ley asigna a la autoridad de control;

b) dictar las resoluciones de carácter general en los casos previstos por esta ley y las que sean
necesarias para su aplicación;

c) objetar la constitución, los estatutos y sus reformas, los reglamentos internos, los aumentos
de capital, la constitución y funcionamiento de las asambleas y la incorporación de planes o
ramas de seguro, de todas las entidades aseguradoras, sin excepción, constituidas en
jurisdicción nacional o fuera de ella, que no estén de acuerdo con las leyes generales, las
disposiciones específicas de esta ley y las que con carácter general dicte en las citadas materias
la autoridad de control, cuidando que los estatutos de las sociedades de seguro solidario no
contengan normas que desvirtúen su naturaleza societaria o importen menoscabo del ejercicio
de los derechos societarios de los socios;

d) impugnar, en su caso, las contribuciones que se hagan por aplicación del inc. h del art. 29
Ver Texto que no sean proporcionadas a la capacidad económico-financiera de la entidad o al
giro de sus negocios;

e) adoptar las resoluciones necesarias para hacer efectiva la fiscalización respecto de cada
asegurador, tomar las medidas y aplicar las sanciones previstas en esta ley;

1321
f) fiscalizar la conducta de los productores, agentes, intermediarios, peritos y liquidadores no
dependientes del asegurador, en la forma y por los medios que estime procedentes, conocer en
las denuncias pertinentes y sancionar las infracciones;

g) asesorar al Poder Ejecutivo en las materias relacionadas con el seguro;

h) proyectar anualmente su presupuesto, el que elevará al Poder Ejecutivo para su aprobación;

i) recaudar, los fondos a que se refiere el art. 81 Ver Texto y disponer de ellos;

j) nombrar, contratar, promover, separar y sancionar a su personal, y adoptar las demás


medidas internas que correspondan para su funcionamiento;

k) tener a su cargo:

- un registro de entidades de seguros, en el que se anotarán por orden numérico las


autorizaciones para operar que confiera y en el que se llevarán también las revocaciones;

- un registro de antecedentes personales actualizado sobre las condiciones de responsabilidad y


seriedad, de los promotores, fundadores, directores, consejeros, síndicos o integrantes del
consejo de vigilancia, en su caso, liquidadores, gerentes, administradores y representantes de las
entidades aseguradoras sometidas al régimen de la presente ley, estando facultada a tal efecto la
Superintendencia para requerir los informes que juzgue necesarios a cualquier autoridad u
organismo, nacional, provincial o municipal;

- un registro de profesionales desautorizados para actuar en tal carácter ante la


Superintendencia;

- un registro de sanciones, en el que se llevarán las que se apliquen de conformidad con el


régimen previsto en los arts. 58 Ver Texto a 63 Ver Texto.

La Superintendencia puede iniciar acciones judiciales y actuar en cualquier clase de juicios


como actor o demandado, en juicio criminal como querellante, y designar apoderados a estos
efectos.

1322
Inspección

Art. 68. - En el ejercicio de sus funciones la Superintendencia puede examinar todos los
elementos atinentes a las operaciones de los aseguradores y en especial requerir la exhibición
general de los libros de comercio y documentación complementaria, así como de su
correspondencia, hacer compulsas, arqueos y verificaciones.

Disponibilidad de elementos

Los aseguradores están obligados a mantener en el domicilio de su sede central o sucursales a


disposición de la Superintendencia, todos los elementos relacionados con sus operaciones.

Informaciones

Art. 69. - Además de las informaciones periódicas previstas por esta ley que los aseguradores
deben suministrar, la Superintendencia puede requerir otras que juzgue necesarias para ejercer
sus funciones.

Declaraciones juradas

La Superintendencia puede requerirles declaraciones juradas sobre hechos o datos


determinados.

Otros obligados

Art. 70. - Las obligaciones que surgen de los arts. 68 Ver Texto y 69 Ver Texto comprenden a
los administradores de entidades aseguradoras y a los productores, agentes, intermediarios,
peritos y liquidadores, no dependientes del asegurador. También, toda persona física o jurídica
está obligada a suministrar las informaciones que le requiera la autoridad de control, que
resulten necesarias para el cumplimiento de su misión aun cuando estén sujetas al control de
otros organismos estatales, nacionales, provinciales o municipales, conforme a leyes
específicas, y a exhibir sus libros de comercio y documentación complementaria a inspectores
de la Superintendencia, cuando ello sea necesario para determinar su situación frente al
régimen de esta ley o bien establecer las condiciones en que operan con una entidad
aseguradora autorizada o con una persona física o jurídica respecto de la cual dicho organismo
tenga iniciada actuación a los fines señalados en el art. 3 Ver Texto de esta ley.

Informes de la inspección y del balance

1323
Art. 71. - El funcionario al cual se encomiende la inspección de un asegurador o el control de
su balance, presentará un informe escrito. Cuando dé lugar a observaciones de la
Superintendencia, ésta entregará al asegurador copia de las piezas de la inspección en que se
funda.

Asistencia a las asambleas

Art. 72. - La Superintendencia puede asistir a las asambleas generales de las entidades sujetas a
su fiscalización y el funcionario designado informará sobre su desarrollo.

Allanamiento, auxilio de la fuerza pública y secuestro

Art. 73. - La Superintendencia puede requerir órdenes judiciales de allanamiento y el auxilio de


la fuerza pública para el ejercicio de sus funciones. Puede secuestrar los documentos que
juzgue conducentes para el cumplimiento de sus tareas de fiscalización.

Secreto de las actuaciones

Art. 74. - Las actuaciones cumplidas en el ejercicio del control previsto en esta ley, son
confidenciales. No pueden ofrecerse como pruebas en juicio civil sino por el propio
asegurador o por el Estado.

También son confidenciales los datos que no estén destinados a la publicidad y las
declaraciones juradas presentadas.

Los funcionarios y empleados de la Superintendencia están obligados a conservar fuera del


desempeño de sus funciones el secreto de las actuaciones.

Memoria

Art. 75. - La Superintendencia publicará antes del 1 de mayo de cada año su memoria,
correspondiente al año anterior, la que contendrá:

a) las estadísticas generales de las diversas ramas de seguro en forma analítica;

1324
b) un estado global de las actividades del conjunto de las entidades aseguradoras sobre la base
del resultado económico del ejercicio, y un análisis similar de las transformaciones que hayan
sufrido sus inversiones;

c) el detalle de los negocios y el resultado económico del ejercicio de cada entidad, por
separado;

d) la exposición de su labor realizada en las diversas fases de su actividad;

e) las observaciones que merezca al superintendente y en la práctica, el funcionamiento y


organización de la Superintendencia y las reformas que crea conveniente proponer.

La Superintendencia deberá suministrar a precio de costo el número de ejemplares de la


memoria que le fuere solicitado.

Sección II

Del Consejo Consultivo del Seguro

Composición

Art. 76. - El superintendente de Seguros actúa asistido por un Consejo Consultivo del Seguro
integrado por 5 consejeros designados a propuesta, uno de las sociedades anónimas con
domicilio en la Capital Federal, uno de las sociedades anónimas con domicilio en el interior del
país, uno de las sociedades cooperativas y de seguros mutuos y uno de cada una de las
entidades aseguradas indicadas en los incs. b y c del art. 2 Ver Texto.

Designación

Art. 77. - Cada entidad aseguradora autorizada votará por 3 precandidatos titulares y 3
suplentes por el consejero que corresponda designar para su sector. Los votos serán firmados
por persona autorizada ante la autoridad de control, debiendo ser remitidos a ésta por carta
certificada o entregarse bajo sobre, para que el Consejo realice el escrutinio el 15 de diciembre
del año que corresponda, y si dicho día fuere feriado, el primer día hábil siguiente. Pueden
concurrir al acto los aseguradores que lo deseen.

1325
Con el resultado de la elección se confeccionarán ternas de candidatos para consejeros titulares
y suplentes por cada sector entre quienes hubiesen obtenido el mayor número de votos. El
Poder Ejecutivo nacional nombrará los consejeros titulares y suplentes elegidos de las ternas
mencionadas. Los consejeros suplentes actuarán en caso de ausencia o incapacidad de los
titulares, sin perjuicio de concurrir a las reuniones del Consejo con voz pero sin voto.

Requisitos

Art. 78. - Para ser miembro del Consejo se requiere:

a) tener por lo menos 5 años de antig edad en una o varias entidades aseguradoras;

b) desempeñar en forma efectiva, mientras sea consejero, el cargo de gerente o miembro titular
del directorio o consejo de administración de una entidad aseguradora.

Los miembros del Consejo Consultivo durarán 3 años en sus funciones y pueden ser
reelegidos. El período terminará el 31 de enero del año que corresponda y los miembros
reemplazantes se incorporarán a partir de esa fecha. No obstante, los miembros reemplazados
continuarán en sus funciones hasta tanto se hagan cargo los miembros reemplazantes. Los
cargos de los consejeros titulares y suplentes son honorarios.

Funciones

Art. 79. - El Consejo Consultivo tendrá las funciones que se indican seguidamente:

a) dar su opinión sobre los siguientes asuntos que le serán consultados por el superintendente;

1) proyectos de leyes, decretos y resoluciones generales que deban cumplir las entidades
aseguradoras o los auxiliares del seguro;

2) normas para la determinación del activo neto, sistemas de contabilidad, formularios de


balance y estadísticas;

3) pólizas de carácter general, tarifas generales y aranceles;

4) monto de la cuota anual y de la tasa uniforme sobre las primas;

1326
b) someter a la consideración del superintendente, iniciativas tendientes a promover el
perfeccionamiento del seguro en sus diversos aspectos;

c) dar su opinión sobre cuestiones de orden general que se susciten y respecto de las cuales sea
conveniente, a juicio del superintendente, conocer su criterio.

Funcionamiento

Art. 80. - El Consejo Consultivo se reunirá periódicamente el día que fije previamente con ese
objeto, debiendo hacerlo además cuando el superintendente lo considere necesario o lo solicite
un consejero titular.

Las reuniones se celebrarán en la sede de la Superintendencia con la presencia, por lo menos,


de 3 consejeros titulares presididos por el superintendente. Las manifestaciones o juicios
emitidos durante la reunión serán asentados en un libro de actas y se considerarán como
opiniones del Consejo cuando la mayoría de los consejeros presentes se hubiera expresado en
un mismo sentido.

En los proyectos de leyes o decretos que la autoridad de control eleve para la consideración del
Poder Ejecutivo, se hará constar, cuando corresponda, la opinión que al respecto hubiere dado
el Consejo Consultivo.

Los miembros del Consejo mantendrán las relaciones oficiales correspondientes a sus
funciones exclusivamente con el superintendente de Seguros.

Sección III

Fondos

Art. 81. - La Superintendencia subvendrá a los gastos de su funcionamiento y del Consejo


Consultivo, con los siguientes fondos:

Contribución anual

1327
a) contribución anual de los aseguradores, a cargo exclusivo de éstos, a razón del tres por diez
mil de las primas de seguros directos, deducidas las anulaciones. Esta contribución no podrá
exceder de $ 2.000 por asegurador;

Tasa

b) una tasa uniforme, que será fijada por el Poder Ejecutivo y que no excederá del 6‰ del
importe de las primas que paguen los asegurados. Será recaudada por los aseguradores como
agentes de retención, liquidándose trimestralmente sobre los seguros directos, deducidas las
anulaciones;

Multas

c) las multas aplicadas conforme a esta ley;

Recargo

d) el recargo por falta del pago oportuno de los ingresos indicados precedentemente en los
incs. a, b y c. Se devengará automáticamente o se calculará a razón del 2% mensual;

Bienes o fondos

e) los bienes que adquiera a cualquier título y los que ya posea.

De lo percibido en concepto de tasa uniforme, según lo dispuesto en el inc. b, se destinará el


1‰ de las primas a que él se refiere, para la formación de un fondo de estímulo para todo el
personal, cualquiera sea la categoría en que reviste, que se distribuirá anualmente.

Los recursos excedentes de un ejercicio pasarán al siguiente.

Fecha de pago

La cuota anual deberá ser ingresada dentro de la primera quincena de febrero del año a que
corresponda, utilizándose para ello las boletas que establezca al efecto la Superintendencia y se
abonará íntegramente cualquiera sea el mes en que se obtenga o cese la autorización para
operar en seguros.

1328
La tasa uniforme será liquidada trimestralmente en los formularios que la Superintendencia
determine. La presentación de la declaración jurada y el pago de la tasa resultante, se efectuarán
dentro de los 15 días siguientes a la terminación del trimestre calendario a que correspondan.
Los ingresos se harán mediante depósito en el Banco de la Nación Argentina -Casa Central- a
la orden de la Superintendencia de Seguros de la Nación.

Cobro judicial

Cuando la cuota anual o la tasa uniforme no se ingresaran en los plazos establecidos, o la multa
no se abonase en el término del art. 62 Ver Texto, la Superintendencia extenderá boleta de
deuda que será título hábil ejecutivo, y perseguirá su cobro ante el juez nacional de primera
instancia en lo civil y comercial federal de la Capital Federal.

Prohibición

Las entidades aseguradoras no podrán compensar entre sí los saldos acreedores y deudores que
arrojen sus declaraciones en concepto de tasa uniforme.

Sección IV

Procedimiento y recursos

Reglas de procedimiento

Art. 82. - Las decisiones definitivas de carácter particular de la Superintendencia se dictarán por
resolución fundada, previa sustanciación en cada caso, ajustándose a las siguientes normas: se
correrá traslado de las observaciones o imputaciones que hubiere por 10 días hábiles a los
afectados, responsables o imputados, los que al evacuarlo deberán:

a) oponer todas sus defensas;

b) acompañar toda la prueba instrumental o indicar el expediente, oficina o registro notarial en


que se encuentre;

1329
c) indicar la prueba testimonial que se producirá individualizándose los testigos, con
enunciación sucinta de los hechos sobre los que depondrán;

d) proponer la prueba pericial y los puntos de pericia indicando la especialización que ha de


tener el perito;

e) indicar los demás medios de prueba que se emplearán y su objeto.

El superintendente de Seguros, o el funcionario en el que delegue la instrucción de las


actuaciones, podrá desechar por resolución fundada cualquier prueba indicada u ofrecida,
procediéndose conforme al último párrafo de este artículo.

Evacuado el traslado y aceptadas las pruebas ofrecidas, éstas serán recibidas en un plazo que
no exceda de 20 días hábiles. Las audiencias serán públicas, excepto cuando se solicite que sean
reservadas y no exista interés público en contrario. En la primera audiencia, siempre que se
reputara procedente la prueba pericial ofrecida, se determinarán los puntos de pericia y se
procederá al sorteo de un perito único que se desinsaculará de las listas que anualmente
confeccionará el tribunal de alzada integradas por actuarios, contadores públicos y
profesionales universitarios especializados en la materia. En el supuesto de no haberse
confeccionado esas listas de peritos, se solicitará del tribunal de alzada que lo designe, a cuyo
efecto oficiará la Superintendencia expresando la materia de la pericia y los puntos propuestos.

Presentada la pericia, la Superintendencia, a pedido de parte o para mejor proveer, podrá citar
al perito para dar explicaciones, que serán consideradas en una audiencia designada al efecto, o
bien dadas por escrito, conforme lo disponga la autoridad de control atento a las circunstancias
del caso.

Si se ha ofrecido prueba de informes, la Superintendencia tendrá las mismas facultades


acordadas a los jueces por el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.

En el mismo plazo probatorio el funcionario a cargo de las actuaciones podrá disponer


cualquier medida de prueba, citar y hacer comparecer testigos, obtener informes y testimonio
de instrumentos públicos y privados y producir pericias de cualquier naturaleza.

Terminada la recepción de la prueba, las partes afectadas, responsables e imputados, podrán


presentar memorial sobre ésta, dentro de los 5 días hábiles.

El superintendente de Seguros dictará resolución definitiva fundada, dentro de los 15 días


hábiles.

1330
Las decisiones que se dicten durante la sustanciación de la causa son irrecurribles, sin perjuicio
de que el tribunal de alzada conozca de las cuestiones que se reproduzcan ante el mismo en el
escrito en el que se funde la apelación.

La recurrente podrá volver a proponer en la alzada la prueba denegada por la autoridad de


control. Si se hiciere lugar, en la misma resolución se dispondrá la recepción de esa prueba por
la Superintendencia de Seguros. Remitidas las actuaciones dentro de tercero día, la
Superintendencia recibirá la prueba y devolverá el expediente a la alzada, dentro de tercero día
de producida.

Recurso de apelación

Art. 83. - Las resoluciones definitivas de carácter particular de la Superintendencia son


recurribles ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal. Las
personas físicas, sociedades y asociaciones domiciliadas en el interior, que no sean
aseguradores autorizados ni estén gestionando ante la Superintendencia la autorización para
operar, podrán optar por recurrir ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Federal y
Contencioso Administrativo de la Capital Federal, opción que deberán manifestar al interponer
el recurso.

El recurso se interpondrá ante la Superintendencia de Seguros, en el plazo de 5 días hábiles


desde la notificación, con memorial en el cual se expondrán los fundamentos y, en su caso, se
reproducirán los agravios motivados por decisiones adoptadas durante el procedimiento
administrativo, como también por las que desecharon pruebas que las partes reputen
pertinentes. Si el recurso no se fundase, conforme se prevé en este artículo, se declarará
desierto.

La Superintendencia concederá o denegará el recurso dentro de los 5 días hábiles y, en su caso,


elevará el expediente dentro de los 5 días hábiles siguientes.

El recurso se concederá en relación y en ambos efectos, excepto en el caso de los arts. 31 Ver
Texto y 44 Ver Texto, en los que procede al solo efecto devolutivo.

La Cámara dictará sentencia en el plazo de 15 días hábiles.

Queja

1331
Si el recurso de apelación fuese denegado por la Superintendencia o no se lo proveyese dentro
del plazo, el agraviado podrá recurrir directamente en queja ante la Cámara, pidiendo que se le
otorgue el recurso denegado. El plazo para interponer la queja será de 5 días y la Cámara
requerirá el expediente dentro de los 3 días siguientes, decidiendo sin sustanciación alguna si el
recurso ha sido bien o mal denegado, dentro de los 10 días hábiles. En el último supuesto,
mandará tramitar el recurso.

Recursos de la ley 48 Ver Texto

Art. 84. - Si la sentencia definitiva de la alzada revocara o modificara la resolución dictada por
la Superintendencia de Seguros, ésta podrá interponer los recursos autorizados por la ley 48
Ver Texto.

Recurso administrativo

Art. 85. - Las resoluciones de la Superintendencia de carácter general son revisibles a instancia
de parte por el superintendente, y su denegación recurrible ante el Poder Ejecutivo. El recurso
procede al solo efecto devolutivo. Podrá ser impuesto por un asegurador o por alguna de las
asociaciones que los agrupe en el plazo de 30 días, computado desde su publicación en el
"Boletín Oficial" o desde que la resolución general se haga pública por cualquier medio.

Cuando se trate de las resoluciones previstas en los arts. 6 Ver Texto y 7 Ver Texto, inc. g, el
recurso ante el Poder Ejecutivo únicamente corresponderá al afectado, se interpondrá en el
plazo de 9 días hábiles, y procederá al solo efecto devolutivo.

Medidas precautorias

Art. 86. - Cuando la resolución de la Superintendencia imponga el pago de una multa, ésta
puede solicitar embargo preventivo en bienes del infractor.

Cuando la resolución disponga la suspensión o la revocación de la autorización para operar en


seguros, el tribunal de alzada dispondrá a pedido de la Superintendencia de Seguros de la
Nación la administración e intervención judicial del asegurador, que no recaerá en la autoridad
de control.

La Superintendencia de Seguros de la Nación podrá disponer sin audiencia de parte, la


prohibición a la entidad aseguradora de realizar, respecto de sus inversiones, cualquier acto de
disposición o los de administración que específicamente indique y de celebrar nuevos contratos
de seguros en los siguientes casos:

1332
a) situación prevista en el art. 21 Ver Texto de la ley 20091, según el texto modificado por la
presente ley;

b) disminución de la capacidad económica o financiera, o manifiesta desproporción entre ésta


y los riesgos retenidos o déficit en cobertura de los compromisos asumidos con los asegurados;

c) infracción a las normas sobre egresos e ingresos de fondos y sobre depósito en custodia de
títulos públicos de renta y títulos valores en general;

d) falta de presentación por el asegurado de los estados contables de publicidad, de situación


patrimonial, o de compromisos exigibles y siniestros liquidados a pagar en los plazos
reglamentarios;

e) irregularidades en la constitución o actuación de los órganos de administración y


fiscalización o de las asambleas;

f ) irregularidades en la administración o contabilidad que impidan conocer la situación


patrimonial de la entidad;

g) dificultad de liquidez que haya determinado mora o incumplimiento de sus pagos.

Para hacer efectivas estas medidas, la Superintendencia de Seguros de la Nación ordenará su


toma de razón a las entidades públicas -nacionales, provinciales o municipales- o privadas que
estime pertinente.

Las medidas podrán levantarse para cumplir obligaciones con asegurados, para reinversión del
bien de que se trate -en cuyo caso, subsistirán sobre el que entre en su reemplazo- o, cuando se
compruebe que el asegurador se halla en condiciones normales de funcionamiento.

Los recursos administrativos o judiciales que se interpongan contra la resolución que disponga
alguna de estas medidas serán al solo efecto devolutivo (2612) .

Publicación

1333
Art. 87. - Las resoluciones generales de la Superintendencia, así como las de carácter particular
que dicte en función de los arts. 3 Ver Texto, 6 Ver Texto, 7 Ver Texto, 31 Ver Texto, 46 Ver
Texto, 48 Ver Texto, 56 Ver Texto, 58 Ver Texto, 59 Ver Texto y 61 Ver Texto se publicarán
por un día en el "Boletín Oficial".

Aun cuando no estén firmes (2613) .

La que otorga la autorización para operar de conformidad con el art. 7 Ver Texto se publicará,
en su caso, una vez que la entidad se haya inscripto en el Registro Público de Comercio de su
domicilio y se haya recibido en la autoridad de control un testimonio de los documentos
otorgados por el juez de registro con la constancia de su toma de razón, según lo dispuesto en
el art. 8 Ver Texto.

Capítulo III

DISPOSICIONES FINALES Y TRANSITORIAS

Art. 88. - La nueva composición del Consejo Consultivo que se establece por esta ley, se
aplicará a partir del vencimiento de mandatos que se opere el primer 31 de enero que se
cumpla después de su entrada en vigencia.

Vigencia. Disposiciones derogadas

Art. 89. - Esta ley entrará en vigencia a los 6 meses de su promulgación, y desde tal fecha
quedará derogado el "Régimen Legal de Superintendencia de Seguros", ley 11672, edición
1943, art. 150 (t.o. en 1962), así como el art. 52 del decreto ley 14682/1946 (ley 12921 ); el art.
39 de la ley 15021; el art. 61 Ver Texto de la ley 15796; el art. 61 Ver Texto de la ley 16432; los
arts. 140 y 141 de las leyes de impuestos internos (t.o. en 1938); el decreto del 2 de enero de
1923 sobre transferencias de carteras de sociedades de seguros, el decreto 23350/1939 , el
decreto 61138/1940 , el decreto 7607/1961 , el decreto 1063/1940 , el decreto 1063/1963 y
toda otra disposición que se oponga a esta ley.

Dentro de los 30 días de la fecha de promulgación de la presente, la Superintendencia de


Seguros elevará al Ministerio de Hacienda y Finanzas de la Nación, el proyecto de su estructura
orgánica y agrupamiento funcional adecuados a la misión y funciones que se le fijan por esta
ley. Si ese proyecto no se aprobase dentro de los 30 días siguientes, el plazo de 6 meses
previsto en el párrafo anterior para la vigencia de la ley, se prorrogará automáticamente por el
mayor plazo que se emplee en la aprobación de dicho proyecto.

1334
Art. 90. - [De forma].

Ley 22400 (2614) PRODUCTORES ASESORES DE SEGUROS Actividad. Régimen.


Modalidades de actuación.

Derechos y deberes. Registro. Inscripción

Capítulo I

ÁMBITO DE APLICACIÓN

Art. 1. - La actividad de intermediación promoviendo la concertación de contratos de seguros,


asesorando a asegurados y asegurables se regirá en todo el territorio de la República Argentina
por la presente ley.

Capítulo II

DEFINICIONES

Art. 2. - La actividad de intermediación podrá ejercerse según las siguientes modalidades de


actuación:

Productor asesor directo: persona física que realiza las tareas indicadas en el art. 1 Ver Texto y
las complementarias previstas en la presente ley.

Productor asesor organizador: persona física que se dedica a instruir, dirigir o asesorar a los
productores asesores directos que forman parte de una organización. Deberá componerse
como mínimo de 4 productores asesores directos uno de los cuales podrá ser el organizador
cuando actúe en tal carácter.

Capítulo III

1335
REGISTRO DE PRODUCTORES ASESORES DE SEGUROS

Creación del Registro.

Autoridad de aplicación

Art. 3. - Créase un registro de productores asesores de seguros, el que estará a cargo de la


Superintendencia de Seguros de la Nación, que será la autoridad de aplicación de la presente
ley.

Inscripción. Requisitos

Art. 4. - Para el ejercicio de la actividad de productor asesor en cualquiera de las categorías


previstas en el art. 2 Ver Texto de la presente ley, los interesados deberán hallarse inscriptos en
el registro que se crea en el artículo anterior.

Para inscribirse se requerirán las siguientes condiciones:

a) Tener domicilio real en el país;

b) No encontrarse incurso en las inhabilidades previstas por el art. 8 Ver Texto;

c) Acreditar competencia ante la Comisión instituida por el art. 17 Ver Texto mediante examen
cuyo programa será aprobado por la autoridad de aplicación a propuesta de la citada comisión.
Los empleados en actividad de entidades aseguradoras que acrediten una antig edad no menor
de 5 años a la fecha de la publicación en el Boletín Oficial de la presente ley, podrán inscribirse
en el Registro de Productores Asesores sin rendir el examen previsto en el primer párrafo de
este inciso, siempre que lo hagan dentro de los 360 días de su entrada en vigencia.

Las situaciones análogas serán resueltas por la autoridad de aplicación, vía reglamentaria;

d) Abonar el "derecho de inscripción" que oportunamente determine la autoridad de


aplicación, el que será renovado anualmente por el importe y en las condiciones y
oportunidades que la misma establezca.

1336
La falta de pago del derecho de inscripción hará caducar automáticamente la inscripción en el
registro.

El producido del derecho de inscripción será destinado a solventar los gastos que demande la
aplicación de la presente ley.

Capítulo IV

REMUNERACIONES

Determinación de las comisiones

Art. 5. - Los productores asesores percibirán las comisiones que acuerden con el asegurador,
salvo en los casos en que la autoridad de aplicación estime necesario la fijación de máximos o
mínimos.

El productor asesor organizador sólo percibirá comisiones por aquellas operaciones en que
hubieran intervenido los productores asesores directos a los que asiste en tal carácter. Cuando
se trate de producción propia, será acreedor a comisiones en su doble carácter.

Derecho a comisión

Art. 6. - El derecho del productor asesor a cobrar la comisión se adquiere cuando la entidad
aseguradora percibe efectivamente el importe de la prima o, proporcionalmente, al percibirse
cada cuota en aquellos seguros que se contraten con esta modalidad. En caso de modificación
o rescisión del contrato de seguros que dé lugar a devoluciones de prima, corresponderá la
devolución proporcional de la comisión percibida por el productor asesor. Se asimila al pago
efectivo de la prima la compensación de obligaciones existentes entre la entidad aseguradora y
el asegurado. No se considerará pago efectivo la entrega de pagarés, cheques y cualquier otra
promesa u orden de pago hasta tanto las mismas no hayan sido canceladas. En el caso de
seguros convenidos en moneda extranjera, la comisión podrá liquidarse -a pedido del
productor asesor- en la misma moneda que la prima, sin perjuicio de las disposiciones
cambiarias vigentes en el momento y lo dispuesto por los arts. 607 Ver Texto, 608 Ver Texto y
617 Ver Texto del Código Civil.

Personas no inscriptas

1337
Art. 7. - Las personas físicas no inscriptas en el Registro de Productores Asesores de Seguros
no tienen derecho a percibir comisión o remuneración alguna por las gestiones de concertación
de contratos de seguros. Las entidades aseguradoras deberán abstenerse de operar con
personas no inscriptas en el registro. Queda prohibido el pago de comisiones o cualquier
retribución a dichas personas.

Capítulo V

INHABILIDADES

Inhabilidades absolutas

Art. 8. - No podrán inscribirse en el Registro de Productores Asesores de Seguros:

a) Quienes no puedan ejercer el comercio;

b) Los fallidos por quiebra culpable o fraudulenta hasta 10 años después de su rehabilitación;
los fallidos por quiebra casual o los concursados hasta 5 años después de su rehabilitación; los
directores o administradores de sociedades cuya conducta se calificare de culpable o
fraudulenta, hasta 10 años después de su rehabilitación;

c) Los condenados con accesoria de inhabilitación de ejercer cargos públicos, los condenados
por hurto, robo, defraudación, cohecho, emisión de cheques sin fondo y delitos contra la fe
pública; los condenados por delitos cometidos en la constitución, funcionamiento y liquidación
de sociedades, o en la contratación de seguros. En todos los casos hasta después de 10 años de
cumplida la condena;

d) Los liquidadores de siniestros y comisarios de averías;

e) Los directores, síndicos, gerentes, subgerentes, apoderados generales, administradores


generales, miembros del consejo de administración, inspectores de riesgos e inspectores de
siniestros de las entidades aseguradoras cualquiera sea su naturaleza jurídica;

f) Los funcionarios o empleados de la Superintendencia de Seguros de la Nación y del Instituto


Nacional de Reaseguros y los funcionarios jerárquicos de las cámaras tarifadoras de las
asociaciones de entidades aseguradoras;

1338
g) Quienes operen como productores asesores durante la vigencia de la presente ley sin estar
inscriptos y quienes sean excluidos del registro por infracciones a la misma, sin perjuicio de las
sanciones previstas en el art. 13 Ver Texto.

La autoridad de aplicación dispondrá la cancelación o suspensión de la inscripción de las


personas que, después de estar inscriptas en el registro, queden comprendidas o incurran en las
inhabilidades establecidas en el presente artículo, a cuyo fin llevará un registro especial.

Inhabilidad relativa

Art. 9. - Queda prohibido actuar en carácter de productor asesor a los directores, gerentes,
administradores y empleados en relación con los seguros de los clientes de las instituciones en
las que presten servicios.

Capítulo VI

FUNCIONES Y DEBERES

Art. 10. - Los productores asesores de seguros tendrán las funciones y deberes que se indican a
continuación:

1. Productores asesores directos:

a) Gestionar operaciones de seguros;

b) Informar sobre la identidad de las personas que contraten por su intermedio, así como
también los antecedentes y solvencia moral y material de las mismas, a requerimiento de las
entidades aseguradoras;

c) Informar a la entidad aseguradora acerca de las condiciones en que se encuentre el riesgo y


asesorar al asegurado a los fines de la más adecuada cobertura;

d) Ilustrar al asegurado o interesado en forma detallada y exacta sobre las cláusulas del
contrato, su interpretación y extensión y verificar que la póliza contenga las estipulaciones y
condiciones bajo las cuales el asegurado ha decidido cubrir el riesgo;

1339
e) Comunicar a la entidad aseguradora cualquier modificación del riesgo de que hubiese tenido
conocimiento;

f) Cobrar las primas de seguros cuando lo autorice para ello la entidad aseguradora respectiva.
En tal caso deberá entregar o girar el importe de las primas percibidas en el plazo que se
hubiere convenido, el que no podrá exceder los plazos fijados por la reglamentación;

g) Entregar o girar a la entidad aseguradora -cuando no esté expresamente autorizado a cobrar


por la misma- el importe de las primas recibidas del asegurado en un plazo que no podrá ser
superior a 72 horas;

h) Asesorar al asegurado durante la vigencia del contrato acerca de sus derechos cargas y
obligaciones en particular con relación a los siniestros;

i) En general ejecutar con la debida diligencia y prontitud las instrucciones que reciba de los
asegurables, asegurados o de otras entidades aseguradoras en relación con sus funciones;

j) Comunicar a la autoridad de aplicación toda circunstancia que lo coloque dentro de alguna


de las inhabilidades previstas en esta ley;

k) Ajustarse en materia de publicidad y propaganda a los requisitos generales vigentes para las
entidades aseguradoras y, en caso de hacerse referencia a una determinada entidad, contar con
la autorización previa de la misma;

l) Llevar un registro rubricado de las operaciones de seguros en que interviene, en las


condiciones que establezca la autoridad de aplicación;

ll) Exhibir cuando le sea requerido el documento que acredite su inscripción en el registro.

2. Productores asesores organizadores:

a) Informar a la entidad aseguradora, cuando ésta lo requiera, los antecedentes personales de


los productores asesores que integran su organización;

b) Seleccionar, asistir y asesorar a los productores asesores directos que forman parte de su
organización y facilitar su labor;

1340
c) Cobrar las primas de seguros en caso que hubiese sido autorizado en la forma y con
obligaciones previstas en los aps. f y g del inc. 1;

d) En general contribuir a ejecutar con la debida diligencia y prontitud las instrucciones que
reciba en forma directa o por medio de los productores asesores vinculados a él, de los
asegurables, asegurados y aseguradores, en relación con sus funciones;

e) Comunicar a la autoridad de aplicación toda circunstancia que lo coloque dentro de las


inhabilidades previstas en esta ley, así como las relacionadas con los productores asesores que
integran su organización, cuando fuesen de su conocimiento;

f ) Ajustarse en materia de publicidad y propaganda a lo prescripto en el ap. k) del inciso


anterior;

g) Llevar un registro rubricado de las operaciones de seguros en que interviene, en las


condiciones que establezca la autoridad de aplicación.

Art. 11. - El cumplimiento de la función de productor asesor de seguros, precedentemente


descripta, no implica en sí misma, subordinación jurídica o relación de dependencia con la
entidad aseguradora o el asegurado.

Art. 12. - El productor asesor de seguros está obligado a desempeñarse conforme a las
disposiciones legales y a los principios técnicos aplicables a la operación en la cual interviene y
actuar con diligencia y buena fe.

Capítulo VII

SANCIONES

Art. 13. - El incumplimiento de las funciones y deberes establecidos en el art. 10 Ver Texto de
la presente ley por parte de los productores asesores, los hará pasibles de las sanciones
previstas en el art. 59 Ver Texto de la ley 20091 pudiendo, además, disponerse la cancelación
de la inscripción en el registro de productores asesores.

Art. 14. - Se exceptúan de la regla del artículo anterior las conductas contrarias a las
disposiciones de los incs. 1), aps. f y g, y 2) ap. c, del art. 10 Ver Texto, las que serán juzgadas y
sancionadas con arreglo al art. 60 Ver Texto de la ley 20091.

1341
Art. 15. - Se considerará falta grave facilitar o cooperar de cualquier manera en el ejercicio de
las actividades previstas en esta ley, por parte de personas que, debiendo estarlo, no se hallen
inscriptas en el registro correspondiente, aplicándose el art. 59 Ver Texto de la ley 20091.

Art. 16. - El procedimiento para la aplicación de estas sanciones, así como los recursos que
podrán interponerse, sus efectos y formas de sustanciación, se regirán por las disposiciones de
la ley 20091 Ver Texto.

Capítulo VIII

COMISIÓN ASESORA HONORARIA

Creación

Art. 17. - Créase una Comisión Asesora Honoraria que tendrá por función asesorar a la
autoridad de aplicación en las cuestiones vinculadas a la interpretación, aplicación y eventual
modificación de esta ley, así como intervenir en la redacción de los programas de exámenes de
habilitación previstos en el art. 4 Ver Texto, inc. c.

Integración y funciones

Art. 18. - La Comisión Asesora Honoraria estará integrada por los miembros del Consejo
Consultivo del Seguro que representan a los distintos sectores de las entidades aseguradoras y
un representante de los productores asesores, el que será designado por la Superintendencia de
Seguros de la Nación.

La comisión podrá sesionar con un quórum de más de la mitad de sus miembros, y será
presidida por el superintendente de Seguros o el funcionario que éste designe. La comisión se
reunirá cuando lo determine el superintendente de Seguros de la Nación o lo solicite uno de
sus miembros. Las opiniones o deliberaciones producidas durante la reunión y las decisiones
adoptadas serán asentadas en un libro de actas que se llevará al efecto.

Los miembros de la Comisión Asesora Honoraria durarán 3 años en sus funciones, podrán ser
reelectos y se desempeñarán honorariamente. El período de sus mandatos finalizará el 31 de
enero del año que corresponda y los miembros reemplazantes se incorporarán a partir de esa
fecha. No obstante, los miembros reemplazados continuarán en sus funciones hasta tanto se
hagan cargo los miembros reemplazantes.

1342
Capítulo IX

DISPOSICIÓN COMÚN

Art. 19. - Sin perjuicio de lo establecido en el art. 1 Ver Texto, la disposición del art. 4 Ver
Texto, inc. c se aplicará únicamente cuando la ubicación del riesgo o el domicilio del asegurado
y/o del productor asesor se encuentre dentro de la Capital Federal, Gran Buenos Aires o
centros urbanos de más de 200.000 habitantes. Los beneficiarios de esta exención no podrán
intervenir en operaciones que involucren riesgos o personas aseguradas, ubicados o
domiciliados en las zonas precedentemente indicadas.

Capítulo X

DISPOSICIONES GENERALES

Art. 20. - Los productores asesores de seguros podrán constituir sociedades de cualesquiera de
los tipos previstos en el Código de Comercio, con el objeto exclusivo de realizar las actividades
enunciadas en el art. 1 Ver Texto.

Estas sociedades deberán realizar dichas actividades por intermedio de productores asesores
registrados e inscribirse en registros especiales que llevará la autoridad de aplicación.

Art. 21. - Cualquiera sea la forma particular o tipo elegido para la organización societaria; 4 de
sus integrantes como mínimo, o todos ellos en caso de ser menor, deberán estar inscriptos
como productores asesores en alguna de sus modalidades, debiendo uno de ellos
desempeñarse como director o gerente de la entidad.

Art. 22. - Las sanciones correspondientes a las infracciones cometidas por una sociedad de
productores asesores o, individualmente por uno de los socios cumpliendo una decisión social,
alcanzarán también en su caso, a los demás integrantes inscriptos y, patrimonialmente a la
sociedad, de acuerdo con las normas del derecho común.

Si, por el contrario, la infracción se cometiese por uno de los integrantes de una sociedad de
productores asesores de seguros, pudiéndose comprobar su exclusiva responsabilidad personal,
la sanción no alcanzará a los demás integrantes en forma individual y la responsabilidad de la
sociedad se determinará de acuerdo a las normas del derecho común.

1343
Capítulo XI

DISPOSICIONES TRANSITORIAS

Art. 23. - La Superintendencia de Seguros de la Nación, mediante resolución, establecerá la


oportunidad en que entrará en vigencia el régimen de exámenes previstos en el art. 4 Ver
Texto, inc. c de esta ley.

Art. 24. - Los productores asesores de seguros que actúen como tales a la fecha de la
publicación de la presente ley, deberán inscribirse en el registro a que se refiere el art. 3 Ver
Texto dentro del plazo que determine la autoridad de aplicación. Tales productores asesores
estarán eximidos del requisito establecido en el inc. c del art. 4 Ver Texto si, mediante
certificación extendida por una o más entidades aseguradoras, acreditaran haber realizado en
los 2 años anteriores a la fecha de publicación de la misma, 40 operaciones con 7 asegurados
distintos. No se considerarán operaciones a los fines del presente artículo, la emisión de
endosos.

Art. 25. - La presente ley entrará en vigencia a los 180 días de su publicación en el Boletín
Oficial.

Art. 26. - Deróganse los decretos 4177 del 12 de marzo de 1953 (B.O., 24/3/1953), 9124 del
26 de mayo de 1953 (B.O., 9/6/1953) y 4041 del 10 de diciembre de 1953 (B.O., 23/12/1953).

Art. 27. - [De forma].

(2596) Persico, nº 107.

(2597) B.O., 16/10/1967.

(2598) Ver la ley 22400.

(2599) En B.O.: "proporcionalmente".

(2600) En B.O.: "los artículos".

(2601) Véase el art. 408 de la ley 20094 (Navegación).

1344
(2602) Sanc. 11/1/1973; prom. 11/1/1973 ("B.O.", 7/2/1973). Esta ley entró en vigencia el
21/4/1977 (conf. decs. 2567/1976 y 1025/1977). Texto con las reformas introducidas por las
leyes 23576 (B.O. 27/7/1988), 23962 (B.O. 16/8/1991) y 24241 (B.O. 18/10/1993).

(2603) Texto modificado por el art. 155 de la ley 24241 (B.O. 18/10/1993).

(2604) Texto conforme ley 23488 (B.O. 25/3/1987).

(2605) Texto según ley 23962, art. 1.

(2606) Ver la ley 22400.

(2607) Texto modificado según el art. 155, ley 24241 (B.O. 18/10/1993).

(2608) La expresión "pesos" se refiere a "pesos ley 18188".

(2609) La expresión "pesos" se refiere a "pesos ley 18188".

(2610) La expresión "pesos" se refiere a "pesos ley 18188".

(2611) La expresión "pesos" se refiere a "pesos ley 18188".

(2612) Texto del 2º y 3er párrafos modificados por el art. 155, ley 24241.

(2613) Párrafo agregado por el art. 155, ley 24241.

(2614) Sanc. 11/2/1981; prom. 11/2/1981 (B.O., 18/2/1981).

-----------

--5702/011281

SEGURO / 01.- Generalidades

- Halperin, Isaac - Barbato, Nicolás H.


LexisNexis - Depalma

SEGUROS
2001

1345
LINEAMIENTOS DEL PROYECTO DE LEY MODELO
SOBRE EL CONTRATO DE SEGURO
PARA LATINOAMÉRICA

por Juan Carlos Félix Morandi (2615)

1. El 18 de agosto próximo pasado en oportunidad de celebrarse el IX Congreso Mundial de


Derecho de Seguros de la "Association Internationale de Droit des Assurances" (AIDA), tuvo
lugar la Asamblea del Comité Ibero-Latinoamericano de AIDA-CILA, ocasión en la que se
presentó el Proyecto de Ley Modelo sobre el contrato de seguro para Latinoamérica.

2. Con ello culminó el encargo que en tal sentido recibiera del II Congreso
Iberolatinoamericano de Derecho de Seguros de Méjico de noviembre de 1991 y cuyo
antecedente inmediato lo constituyó la conferencia que tuviera oportunidad de pronunciar por
solicitud del Comité Organizador del I Congreso Iberoamericano de Derecho de Seguros de
Bogotá, de agosto de 1989 sobre el tema "Posibles Bases para la Unificación del Régimen
Legal del Contrato de Seguro en Iberoamérica", que transitara nuevamente en una disertación
de mayo de 1992, en el I Encuentro Mundial de Seguros de Madrid, España y últimamente
como Relator en el III Congreso Ibero-Latinoamericano de Buenos Aires, de agosto de 1993,
exponiendo sobre "Armonización del Contrato de Seguro".

3. Como resultado de toda esta labor surgió el Proyecto de Ley Modelo que contiene 150
normas cuyos lineamientos analizaré a continuación en sus aspectos más importantes, atento
que un estudio detallado de sus disposiciones excedería en mucho el tiempo de que dispongo
para esta exposición.

4. A título de avance señalaré que en la elaboración de este trabajo he tenido en cuenta todas
las leyes que regulan el contrato de seguro en Latinoamérica, Portugal y España, así como las
más avanzadas de Europa y que señalaron el derrotero por el que se enrolaron las legislaciones
de la presente centuria. Me refiero a las leyes suiza y alemana de 1908, austríaca de 1917, sueca
de 1927, francesa de 1930, y el Código italiano de 1942, así como las directivas que sobre la
materia se han dictado en la Comunidad Económica Europea.

Claro está que las soluciones dadas por toda esta amplia legislación se han adoptado en la
medida en que según nuestra opinión ellas se adecuaban a las características especiales de la
forma de ser y actuar de Latinoamérica, sin perder de vista tampoco el estado de desarrollo de
su comercio asegurador y sus prácticas aseguradoras.

1346
En este aspecto he considerado que todo trasplante legislativo no suficientemente meditado en
cuanto a su aplicación práctica, puede estar ya condenado al rechazo o bien generar usos y
costumbres viciosas que deben evitarse.

También he aprovechado la crítica razonada de la doctrina latinoamericana, española y


europea, como también los resultados positivos de la jurisprudencia de sus Tribunales, en
cuanto hemos podido tener acceso a ella a través de las publicaciones especializadas.

5. El proyecto tiene como marco la regulación de los denominados seguros terrestres, con
excepción de las ramas especiales (v. gr., incendio, responsabilidad civil, etc.) cuyo tratamiento
se difiere para una etapa posterior.

Sobre la materia considerada se dedica el capítulo I a las disposiciones generales; el II a los


seguros de daños patrimoniales; el III a los seguros de personas, específicamente, el seguro
sobre la vida, y el IV contiene una disposición final sobre la naturaleza de las normas.

Se señala que:

a) Se excluyen los seguros de los riesgos de la navegación y los aeronáuticos;

b) También todo lo relativo a los seguros sociales.

Sin perjuicio de ello se prevé una norma por la cual el proyecto se aplica a todas las formas de
seguro cualquiera sea su naturaleza, salvo disposición legal específica en contrario.

Se ha buscado con ello asegurar la coherencia dogmática de todo el sistema vinculado con el
contrato de seguro.

6. La extensión del proyecto lo enrola en la tendencia legislativa "reglamentaria" en razón de


que la explotación del seguro se caracteriza por:

a) Su contratación en masa;

b) La identidad de su técnica quienquiera que sea el que asume la titularidad de la empresa;

1347
c) La igualdad de su finalidad consistente en distribuir las pérdidas causadas por un siniestro
entre el conjunto de asegurados que contribuyen con sus primas a formar el fondo dinerario
suficiente para hacer frente a las consecuencias desfavorables por la producción de un riesgo;

d) La organización económica de la mutualidad de asegurados, como medio de "repartir" y


"compensar" los riesgos, transformando la "aleatoriedad" del riesgo del contrato individual, en
una eventualidad matemáticamente calculada por la computación de los factores de
"probabilidad" e "intensidad" de siniestro;

e) La organización haciendal planificada que se traduce en un régimen especial de reservas


técnicas, debidamente calculadas y las correlativas inversiones, y un margen de solvencia que
permite tener una visión dinámica de la capacitación económico-financiera del asegurador.

7. Todo ello ha llevado a la incorporación en el proyecto de una norma sobre disposiciones


inmodificables que se ha redactado con flexibilidad, declarando que revisten tal carácter
aquellas que hacen a la naturaleza y esencia del contrato de seguro y a sus bases económicas y
técnicas, así como las que tienden a proteger los derechos de los asegurados.

No obstante esta limitación al principio de la autonomía de la voluntad se busca mantener un


importante campo abierto a la libertad contractual, siendo así las condiciones generales del
contrato ("derecho vivo") una fuente secundaria del derecho de seguros privados en la que el
asegurador encontrará un cauce suficientemente amplio para elaborar convenientemente los
productos asegurativos que lanzará al mercado.

De aquí que el proyecto se haya dedicado a reglar institutos que se consideran básicos para el
normal desenvolvimiento de las relaciones entre las partes, como la reticencia (arts. 11 a 18); las
cargas convencionales y legales (arts. 55 a 77, y 116 a 119); el seguro múltiple (arts. 98/103); la
subrogación (arts. 112/115); y la prescripción (arts. 86/87), entre otros que serán materia de
mención más adelante.

Además, se ha tenido en cuenta que si un proyecto de ley sobre el contrato de seguro debe
contemplar la defensa del consumidor (parte débil en los seguros domésticos), no debe omitir
la tutela de los asegurados uti universi, que componen la masa de asegurados.

En el seguro moderno el contrato no se lo puede concebir aislado sino como formando parte
de una reunión de economías sometidas a análogo riesgo, a través de la cual se consigue la
eliminación de los efectos económicamente negativos del riesgo, por parte del asegurador. Es
en esta ayuda financiera mutua que el seguro basa toda su formulación técnica y en la que el
asegurador resuelve todos los problemas que giran en torno a su solvencia económica.

1348
Dentro de esta concepción el proyecto incluye el art. 46 por el cual se dispone que la
liquidación por disolución voluntaria del asegurador y la cesión de cartera aprobada por la
Autoridad de Control no autoriza la rescisión del contrato, salvo que el asegurado tenga justa
causa. La norma busca:

a) Mantener vigente el contrato para garantía de la masa de asegurados y facilitar la liquidación


de las empresas de seguros y la cesión de las carteras;

b) No impide que el asegurado rescinda el contrato por causas ajenas a la liquidación o a la


cesión prevista.

También debe quedar bien en claro que el proyecto no se inspira en ninguna concepción del
seguro como servicio público (propio o impropio), ni tampoco en una visión de éste como
"contrato reglamento". Las cláusulas de los contratos de seguro no obstante las limitaciones
que puedan surgir del proyecto, deben considerarse normas contractuales a las que cabe la
aplicación del derecho de las obligaciones del derecho común.

El seguro, en mi opinión, es un instituto llamado a desempeñarse por empresas privadas de


seguros, que tiene su respaldo en el ámbito del ejercicio de los derechos y garantías
reconocidos a todos los habitantes del país, aspecto que no puede ser conculcado, sin grave
alteración del orden jurídico y social, en cuya virtud se asignan y reparten competencias, en las
que le corresponde una estimación prioritaria a las libertades asignadas en función de un mayor
desarrollo del hombre y de los cuerpos intermedios de la sociedad.

8. He adoptado la orientación "dualista" para definir el contrato de seguro, porque tiene la


ventaja de resolver el problema que se genera acerca de si los seguros de personas son o no
contratos indemnizatorios; pero si bien la subrogación es inaplicable respecto de estos últimos,
en función de la naturaleza de la prestación acordada, se deja a salvo la aplicación de este
último instituto respecto de los gastos de asistencia sanitaria que efectivamente haya pagado el
asegurador y que hubiesen sido materia de cobertura complementaria a un seguro de vida o de
accidentes personales.

Me he inclinado también por mantener definido el contrato de seguro (no obstante algunas
opiniones doctrinales adversas) para evitar los conflictos que puedan suscitarse con las
operaciones que se negocian bajo las características grises de aquellas "asimilables al seguro",
ello sobre todo en razón de la actividad de policía que tiene a su cargo la Autoridad de Control
en todos los países del área.

9. Según el art. 6 el contrato de seguro es consensual; los derechos y obligaciones recíprocos de


asegurador y asegurado empiezan desde que se ha celebrado la convención aun antes de emitir

1349
póliza y efectuar el pago de la prima. He optado por el criterio de la consensualidad que es,
según mi opinión, el que se ajusta a la naturaleza propia del contrato de seguro y permite
diferenciar su celebración del instrumento por excelencia de su prueba, la póliza de seguro. No
afecta el carácter consensual del contrato posponer el momento de inicio de la cobertura
material de los riesgos.

Cuando el proponente es el asegurador mediante una oferta al público, el contrato se


perfecciona con la aceptación de la oferta en la forma establecida por el oferente. El proyecto
se ajusta en esta materia a la práctica universalmente aceptada.

Los arts. 7 a 10 regulan lo relativo a la propuesta de seguro, según las siguientes reglas:

a) La propuesta del contrato, cualquiera sea su forma no obliga al tomador hasta tanto sea
aceptada, ni al asegurador hasta su aceptación. El silencio de este último no vale como
aceptación (art. 7, párrafo 1º);

b) La propuesta cuando sea por escrito debe contener las condiciones generales del seguro y,
las declaraciones formuladas en ella por el tomador serán las que constituirán la base del
contrato (art. 7, párrafo 2º);

c) La propuesta de prórroga o renovación se debe considerar aceptada por el asegurador


siempre que el asegurado la hubiese formulado con una antelación no menor a 15 días del
vencimiento del contrato y el asegurador no la rechaza dentro de igual término, desde su
recepción (art. 10). Esta disposición no rige para los seguros de personas.

El sistema se integra con el art. 24 que prevé el caso en que exista diferencia entre la propuesta
y la póliza emitida por el asegurador. La diferencia se considerará aprobada por el tomador si
no reclama dentro de los 15 días de recibida la póliza. La diferencia y la impugnación no
afectará la eficacia del contrato en lo restante, sin perjuicio del derecho del tomador de
rescindirlo a ese momento (art. 24, párrafo 2º).

10. El instituto de la reticencia es materia de consideración en los arts. 11 a 18 conforme a las


siguientes pautas:

a) Su existencia es causa de nulidad del contrato aun cuando el tomador hubiese obrado de
buena fe;

b) Las circunstancias declaradas inexactamente o con reticencia deben ser conocidas por el
asegurado, atento que nadie está obligado a declarar lo que ignora sin culpa o negligencia;

1350
c) Debe de tratarse de circunstancias que hubieran impedido o modificado las condiciones del
contrato si el asegurador hubiese sido cerciorado del verdadero estado del riesgo al tiempo de
la celebración del contrato;

d) La calificación de la importancia de la reticencia (lato sensu) debe ser calificada en un juicio


de peritos, cuyas conclusiones en el aludido aspecto son vinculantes para el juez;

e) El asegurador debe impugnar el contrato en el término de 3 meses de conocida la


inexactitud o la reticencia, o si tuvo o debía tener conocimiento del verdadero estado del riesgo
al momento de su conclusión, o si después de conocer la circunstancia omitida o
inexactamente declarada, ejecutó sus obligaciones, o dio por cumplido el deber de información
precontractual del asegurado al celebrar el contrato. Estas consecuencias son el resultado de la
aplicación de los principios generales en materia obligacional (art. 12);

f ) Si el siniestro ocurre en el plazo para impugnar, el asegurador no adeuda resarcimiento o


prestación alguna, si existió vinculación causal entre la circunstancia declarada con inexactitud
o con reticencia y la que dio origen al siniestro (principio de causalidad) (art. 13);

g) El asegurador percibirá las primas de los períodos transcurridos y de aquel en cuyo lapso
invocó la reticencia o inexacta declaración si el asegurado hubiese actuado con dolo o mala fe.
Si hubiese obrado de buena fe restituirá la prima con deducción de los gastos. En cualquier
caso, restituirá el valor de rescate en los seguros de vida (art. 14);

h) Si hubiese inexactitud o reticencia no dolosa y el asegurador la alegase en el plazo previsto y


no hubiese acaecido el siniestro en los seguros de vida, el reajuste puede ser impuesto al
asegurador, cuando la nulidad fuese perjudicial para el asegurado, si el contrato fuese
reajustable a juicio de peritos y se hubiese celebrado de acuerdo con las prácticas comerciales
del asegurador (art. 15);

i ) En los seguros de vida cuando el asegurado fuese de buena fe y la reticencia se alegase


después de ocurrido el siniestro, el asegurador pagará su prestación en forma reducida, si el
contrato fuese reajustable y en la relación existente entre la prima convenida y la que debería
haberse fijado de conocerse el verdadero estado del riesgo al momento de la celebración (art.
16) (principio de conservación del contrato);

j ) Si el seguro se propone por cuenta ajena se toman en cuenta los hechos conocidos por el
tomador y el tercero, excepto si éste ignorase la existencia de la propuesta. No se podrá alegar
que el contrato se celebró sin conocimiento del tercero, si al tiempo de concertarlo no se hizo
saber al asegurador que se actuaba por cuenta ajena (art. 18).

1351
11. En los arts. 19 a 24 se regula la emisión de la póliza y en el art. 25 la prueba del contrato:

a) El asegurador está obligado a entregar al tomador una póliza con redacción clara y
fácilmente legible con indicación de todas las particularidades vinculadas con la
individualización de aquél, del interés asegurado y de los riesgos asumidos con constancia de
las condiciones generales y las cargas convencionales y las exclusiones de cobertura, estas
últimas a insertarse en las condiciones particulares de la póliza (art. 19, párrafo 1º) (principio de
transparencia del contrato). Se prevé que por acuerdo expreso de partes la póliza podrá ser
instrumentada en doble ejemplar y con la firma de ambos contratantes. Tal aclaración está
prevista para cubrir las diferentes variantes que en materia de emisión de póliza se siguen en
los diferentes países (art. 19, última parte);

b) Si el contrato se celebra simultáneamente con varios aseguradores podrá emitirse una sola
póliza (art. 20, párrafo 2º);

c) El asegurador puede otorgar al tomador una nota de cobertura hasta tanto se le entregue la
póliza, la que le servirá de prueba del negocio concluido. Dicho instrumento contendrá en
forma sucinta los datos esenciales del contrato (art. 20, última parte);

d) El art. 21 prevé la emisión de pólizas "a la orden" o "al portador", que adquieren
importancia en el comercio a distancia para la negociación de bienes. En el seguro de personas
la póliza debe ser nominativa, ya que no hemos advertido la necesidad de otorgarle en nuestro
medio carácter negociable. El art. 22 regula los efectos de la transferencia de este tipo de
pólizas previéndose que el asegurador puede oponer al tenedor las mismas defensas que
nacidas del contrato de seguro podrá hacer valer contra los anteriores portadores, excepto la
falta de pago de la prima, si la deuda no resulta de la póliza. El asegurador se libera si cumple la
prestación respecto del endosatario o del portador; pero puede exigir, sin incurrir en mora, al
exhibidor del documento, pruebas relativas a la procedencia de su derecho al cobro de la
prestación, siempre y cuando éstas sean conducentes y razonables (art. 22, última parte)
(principios de seguridad y de razonabilidad). En caso de robo o pérdida puede acordarse el
reemplazo de la póliza dando garantía suficiente (art. 23) (principio de seguridad);

e) En cuanto a los medios de prueba el art. 25 dispone que el contrato de seguro debe ser
aprobado por escrito; sin embargo, todos los demás medios de prueba serán admitidos; si hay
principio de prueba por escrito.

Se consagra por último el derecho del asegurado a que se le entregue duplicado o copia de las
declaraciones que formuló a la celebración del contrato y un ejemplar de la póliza que será no
negociable en los casos de pólizas a la orden o al portador (principio de transparencia) (art. 25,
última parte).

1352
12. Una sección novedosa es la que se refiere a las normas interpretativas de las cláusulas de un
contrato de seguro (art. 26), cuando éstas contienen ambig edad en las palabras, un texto
equívoco o susceptible de dos sentidos. También se le atribuye trascendencia interpretativa, a
los hechos anteriores, coetáneos y posteriores a la celebración del contrato, al uso y a la
práctica generalmente observados en contratos de igual naturaleza, y, especialmente, a la
costumbre que prevalecerá sobre cualquier inteligencia que se pretenda dar a las palabras.
Además, se consagra el criterio "literalista" para calificar la extensión del riesgo, la cobertura,
los derechos de los beneficiarios y las restricciones a la libre actividad del asegurado. Serán de
interpretación "restrictiva" las cláusulas que imponen caducidades y las cargas previstas
respecto del tomador, asegurado o beneficiario, las que deben ser "razonables" (principio de
razonabilidad). La buena fe en sus manifestaciones de "lealtad", "creencia" y "probidad" es un
débito contractual recíproco de tomador, asegurado, beneficiario y asegurador (principio de
ubérrima buena fe).

Para determinar la observancia de los medios y medidas de prevención, debe tenerse en cuenta
más el cumplimiento sustancial de los mismos y su eficacia efectiva que su observancia literal
(principio de efectividad).

He dejado para el final la mención al inc. a, del art. 26, en razón de que contiene dos principios
que se consideran fundamentales en la hermenéutica del contrato de seguro:

a) En primer lugar, que todas las cuestiones jurídicas que se susciten se rigen por las
disposiciones del proyecto y las que convencionalmente se acuerden en cuanto no vulneren los
principios esenciales de la naturaleza jurídica del seguro;

b) En segundo término, que sólo se aplicará el derecho de fondo a falta de disposiciones de


derecho de seguros en cuanto no pudiera recurrirse a la analogía.

Con esta norma se tiende a reconocer legislativamente el particularismo creciente del derecho
de seguros, caracterizado por la unidad de su materia y por la existencia de una
instrumentación jurídica ligada por pautas generales comunes, con principios propios que
conforman un sistema singular fruto de un largo proceso histórico y dogmático que hoy nos
permiten sostener dentro de la unidad sustancial del derecho, la existencia de su autonomía
legislativa, docente y científica.

13. El riesgo es una de las materias a las que el proyecto le dedida una atención especial, ya que
se trata de un elemento esencial del contrato de seguro.

1353
El riesgo es la posibilidad de que se verifique un evento incierto, casi siempre futuro. No
obstante el art. 32 prevé la cobertura retroactiva o por un tiempo anterior a la celebración del
contrato, pero estableciéndose que éste será nulo si al tiempo de su conclusión el asegurador
conocía la imposibilidad de que ocurriese o el tomador conocía que se había producido.

La existencia del riesgo constituye el presupuesto necesario para que haya contrato de seguro.
Él preexiste a la relación contractual, característica que sirve para distinguir el seguro del juego
y de la apuesta. En este aspecto el proyecto establece en el art. 3 que el contrato puede cubrir
toda clase de riesgos si existe interés asegurable; salvo prohibición expresa de la ley, norma que
deja una libertad amplísima al asegurador para la concertación de sus coberturas.

En la Sección VIII, que comprende los arts. 27 a 32, se consideran las diversas modalidades
que puedan presentarse respecto del riesgo que constituyen variantes a tener en cuenta por su
incidencia sobre la prima. En tal sentido se analizan:

a) Si al tiempo de la celebración el siniestro o el evento previsto se hubiese producido o


desaparecido definitivamente la posibilidad de que se produjera (art. 27, párrafo 1º);

b) Si entre el comienzo formal y material no existe el riesgo, ya por haber desaparecido o por
haberse producido el siniestro de manera total (art. 27, párrafo 2º).

En el caso del punto a el contrato es nulo y en el b se resolverá automáticamente desde que el


riesgo desaparece o el siniestro total se produce. En ambos casos el asegurador sólo tendrá
derecho al reembolso de los gastos, más un adicional que no excederá del 5% de la prima.

c) Si se cubre una pluralidad de riesgos por un contrato único y sólo respecto de una parte de
ellos se verifica la inexistencia del riesgo, según los supuestos previstos precedentemente en a y
b, el contrato quedará sin efecto únicamente con relación a esos riesgos (art. 28, primera parte);

d) Si se trata de un seguro de abono y el riesgo desaparece o el siniestro se produce totalmente


respecto de una de las relaciones jurídicas singulares, sólo quedarán afectadas estas últimas, y
ello no implicará la resolución de las otras ni del contrato (art. 28, segunda parte);

e) Si el riesgo desaparece comenzada su cobertura, el contrato se resuelve y el asegurador sólo


tiene derecho a percibir la prima proporcional al tiempo transcurrido hasta ese momento,
calculada según la tarifa de los seguros a corto plazo (art. 29);

f ) Si el riesgo disminuye durante el curso de la cobertura, por circunstancias que de haber sido
conocidas por el asegurador al tiempo de la celebración del contrato, éste lo hubiera concluido

1354
por una prima menor, el asegurado tendrá derecho al reajuste de la prima, a prorrata, desde el
momento en que la disminución le fue comunicada al asegurador, y según la tarifa aplicable al
nuevo estado del riesgo, al tiempo de la denuncia de la disminución (art. 30);

g) Cuando el asegurado haya denunciado erróneamente un riesgo más grave, respecto del cual
no sabía ni debió haber sabido que la información que suministraba al asegurador era inexacta
(principio de diligencia), tiene derecho a la rectificación de la prima a prorrata, desde el
momento en que el error fue comunicado al asegurador y según la tarifa aplicable al tiempo de
la celebración del contrato (art. 31);

h) Respecto de la cobertura retroactiva el art. 32, segunda parte, establece los efectos en caso
de inexistencia del riesgo o de producción del siniestro. Así, si el asegurador conociese la
inexistencia del riesgo, no tendrá derecho a las primas ni al reembolso de los gastos. Si el
tomador tuviese conocimiento de que el siniestro se había producido, perderá el derecho a ser
indemnizado y a que se le restituyan las primas que hubiese pagado, estando obligado al pago
de los gastos.

14. La Sección IX comprende los arts. 33 a 40 y se refiere a la prima de seguro, cuyo pago es la
principal obligación del asegurado y, como tal, es exigible judicialmente por el asegurador.

Sobre el particular se establecen las siguientes reglas:

a) El tomador o el tercero que se comprometió a pagar la prima están obligados al pago de la


misma, en las condiciones estipuladas en la póliza (art. 33, primera parte);

b) En el seguro por cuenta ajena el asegurador tiene derecho a exigir el pago al asegurado si el
tomador ha caído en insolvencia (art. 33, última parte);

c) En el seguro de daños el asegurador no puede rehusarse a recibir el pago ofrecido por un


tercero, salvo que medie oposición del asegurado, pero aun en este caso podrá hacerlo si el
tercero puede ser perjudicado por la oposición. En el seguro de personas, el tercero
beneficiario no puede pagar la prima, salvo que éste lo sea a título oneroso (art. 34);

d) El lugar del pago es el domicilio del asegurador o el convenido por las partes (art. 35,
primera parte). Este lugar se considerará cambiado por una práctica distinta establecida sin
mora del tomador o asegurado. La cláusula del contrato que niega efectos a esa costumbre
carece de validez. No obstante el asegurador podrá dejarla sin efecto comunicando al tomador
que en lo sucesivo pague en el lugar convenido (art. 35, última parte).

1355
Con ello se armoniza el interés del asegurado de no ser sorprendido por la interrupción de la
práctica del asegurador, de acudir a cobrar; y a la vez facilita al asegurador la reorganización de
su sistema de cobranza, de acuerdo a las necesidades de la empresa.

e) La prima debe pagarse en dinero, salvo pacto en contrario. El asegurador tiene derecho a
compensar sus créditos por primas, contra el tomador o asegurado, con la indemnización
debida o la prestación adeudada al beneficiario. La entrega de pagarés no cancela la deuda por
prima, y su recibo por el asegurador no importa novación, sino sólo conceder plazo para su
pago. Se consagra con esto un principio común en materia de títulos de crédito.

f ) La prima debe pagarse al tiempo de la celebración del contrato, pero el asegurador no puede
exigirla sino desde la entrega de la póliza o del certificado provisorio o nota de cobertura (art.
37, párrafo 1º). Si se han aceptado pagarés u otorgado plazos en otra forma, se podrán cargar
intereses (art. 37, párrafo 2º);

g) La entrega de la póliza por el asegurador sin percibir la prima importa conceder crédito para
su pago. No obstante el asegurador puede condicionar el momento de inicio de la cobertura
material de los riesgos a que el pago se efectivice en una fecha determinada (art. 38, última
parte);

h) La mora en el pago de la prima es automática y el asegurado perderá su derecho a ser


indemnizado de ocurrir un siniestro con posterioridad, salvo lo que se dispone sobre los
seguros de vida en función del principio de conservación del contrato y que se expondrá más
adelante (art. 38);

i ) El art. 39 incluye una norma tendiente a consagrar la práctica aseguradora de pactar los
efectos de la mora en caso de falta de pago de la prima y así se dispone que:

- en los seguros de daños es válida la práctica aseguradora de pactar, como efecto de la mora, la
suspensión de la garantía, en cuya virtud el asegurador no cubre el riesgo durante ese lapso.
También se podrá rescindir el contrato por culpa del asegurado si se pacta que ello tendrá lugar
por la magnitud del monto atrasado o la cantidad de cuotas impagas;

- en tal caso el asegurador tiene derecho a cobrar la prima por el riesgo corrido según la tarifa
de los seguros a corto plazo o a exigir el pago de la prima única o la prima del período en
curso;

- en las condiciones generales del contrato deberá establecerse la forma, condiciones y efectos
en que la cobertura puede rehabilitarse.

1356
Cabe aclarar que la suspensión de cobertura no importa ni rescisión ni caducidad del contrato,
ya que el vínculo jurídico que emana de éste se halla vigente y sólo suspendidas las obligaciones
del asegurador, las que en el caso vuelven a hacerse efectivas cuando el asegurado redime su
mora mediante el pago de las cuotas impagas y de sus accesorios si correspondiere;

j ) El pago de la prima debe ser probado por el asegurado, y la emisión y entrega de la póliza
no permite presumirlo, salvo que en ella se exprese lo contrario (art. 40, primera parte);

k) El pago hecho al productor asesor de seguros sólo es válido si tiene facultades para recibirlo
o estaba en posesión de un recibo oficial emitido por el asegurador, cuya firma puede ser
facsimilar, o si éste aceptó la eficacia de otros pagos hechos a ese productor asesor en función
de un mandato tácito (art. 40, última parte).

Se trata de la aplicación del principio de buena fe-creencia atento que el asegurado ha podido
considerar razonablemente que el productor asesor estaba autorizado por el asegurador para
percibir la prima atento que tal facultad de cobro había sido consentida por el asegurador
reiteradamente.

15. La Sección X, arts. 41 a 46, regula el plazo de vigencia del contrato:

a) Se presume que el período de seguro es de un año (art. 41), salvo que por la naturaleza del
riesgo la prima se calcule por tiempo distinto (art. íd.);

b) Se establecen horas exactas de comienzo y terminación de la garantía, salvo pacto en


contrario. El vencimiento es automático aunque el riesgo esté pendiente o el siniestro sea
inminente. El proyecto se enrola en este aspecto en el criterio práctico tendiente a resolver las
dificultades de cobertura cuando es necesario la concertación de un seguro celebrado con otro
asegurador así como por la facilidad de prueba del momento originario del siniestro, prueba
menos difícil en las horas del día.

c) El art. 43 prevé la posibilidad de pactar la prórroga tácita del contrato estableciéndose que
sólo es eficaz por el término máximo de un año, salvo en los seguros flotantes en que podrá
hacerlo por más tiempo. También podrá pactarse la renovación del contrato en cuyo caso
podrá omitirse la inclusión de las condiciones generales de no tener estas modificaciones,
bastando una anotación del asegurador a la póliza vencida. Con ello se trata de evitar gastos
administrativos que implican un dispendio creciente al tener que emitirse en las renovaciones
una nueva póliza con las respectivas condiciones generales en los casos en que no hay
modificación alguna en cuanto al riesgo y al interés asegurable y en las demás condiciones del
contrato;

1357
d) También se admite el contrato por tiempo indeterminado pero la renuncia al derecho de
rescindirlo sólo será lícita en el plazo máximo de 5 años; con excepción del seguro sobre la
vida respecto del cual la limitación es inaplicable. En los seguros de daños a la explotación
agrícola, el plazo del contrato se puede limitar a una determinada etapa o momento de la
explotación;

e) El contrato se extingue además de por el vencimiento del plazo, por rescisión. El derecho de
rescindir está regulado por el art. 45 y se funda en su naturaleza de contrato de duración. Así el
proyecto establece que es válido convenir, aunque el contrato sea por tiempo determinado, su
rescisión por cualquiera de las partes sin expresión de causa; pero el asegurador deberá dar al
asegurado un preaviso no menor a 15 días y reembolsar la prima en forma proporcional por el
plazo no corrido. Si el asegurado opta por la rescisión, el asegurador tendrá derecho a la prima
devengada por el tiempo transcurrido según las tarifas de los seguros a corto plazo. Este
artículo no se aplica a los seguros de personas.

Los efectos de la rescisión son para el futuro; hasta ese momento se mantienen los derechos a
las prestaciones recíprocas. La cobertura permanece hasta que la rescisión sea eficaz, por el
término de preaviso.

Cuando la rescisión fuese fundada en determinada causa, las consecuencias sobre la prima
dependerán de esa causa y no se aplicará la solución prevista en esta norma.

16. La Sección XI, arts. 47 a 54, efectúa una detallada regulación del seguro por cuenta ajena
que tiene una gran aplicación práctica que acompaña el desarrollo económico y comercial de
los diferentes países.

Las reglas aplicables son las siguientes:

a) El art. 47 incluye el concepto de esta modalidad aseguradora expresando que el seguro será
por cuenta ajena si se asegura un interés cuya titularidad pertenece a un tercero diverso del
tomador, determinado o determinable o por cuenta de quien corresponda;

b) El interés ajeno debe declararse al asegurador al momento de la conclusión del contrato, y


en caso de duda debe presumirse que el seguro se ha celebrado por cuenta propia; salvo que el
asegurador conozca o deba conocer que contrata un seguro por cuenta ajena, pues ello resulta
de las circunstancias que rodean el caso y del contenido de las cláusulas del contrato de seguro
en su conjunto (principio de diligencia) (art. 48);

1358
c) El seguro por cuenta ajena puede coexistir con el seguro por cuenta propia en el ámbito del
mismo contrato en forma acumulativa o alternativa. Salvo estipulación en contrario, el seguro
valdrá como seguro a favor del tomador hasta la concurrencia del interés que tenga en el
contrato, y, en lo demás con la misma limitación, como estipulación por cuenta de terceros
(art. 49);

d) El tomador deberá cumplir con todas las obligaciones y cargas del contrato, bajo pena de las
sanciones legales y contractuales; salvo aquellas que, por su naturaleza deban ser cumplidas por
el asegurado. No obstante el asegurador no podrá rechazar el cumplimiento por parte del
asegurado de las obligaciones y cargas que correspondan al tomador del seguro (art. 50,
primera parte);

e) El tomador del seguro estará obligado al pago de la prima aunque el asegurado no acepte el
contrato. Ello así porque soportó el riesgo (art. 50, última parte);

f ) El tomador del seguro tiene los siguientes derechos, no obstante no ser el titular del interés
asegurado:

- si se encuentra en posesión de la póliza tiene a nombre propio la libre disposición de los


derechos que resultan del contrato (art. 51, primera parte);

- puede igualmente cobrar la indemnización pero el asegurador tiene derecho a exigirle que
acredite previamente el consentimiento del asegurado o demuestre que obra por mandato de
éste o en razón de una obligación legal (art. 51, última parte);

- no está obligado a entregar la póliza al asegurado ni al síndico ni al liquidador del concurso o


quiebra de éste, antes de que se le haya abonado cuanto le corresponda en razón del contrato.
Puede cobrarse con prelación al asegurado o sus acreedores sobre el importe debido o pagado
por el asegurador (art. 53);

g) El asegurador puede oponer al asegurado todas las excepciones y defensas anteriores y


posteriores al siniestro, que tuviese contra el tomador, siempre que ellas tengan su fundamento
en el contrato de seguro. El asegurador podrá compensar de la indemnización debida el
importe de las primas que el tomador le adeudase. También le son oponibles al asegurado
aquellas excepciones y defensas que el asegurador tenga personalmente contra él provengan o
no del contrato de seguro (art. 51);

h) Los derechos emergentes del contrato, salvo exigir la entrega de la póliza, corresponden al
asegurado (art. 52, primera parte); pero no podrá disponer de ellos ni hacerlos valer en justicia

1359
sin el consentimiento del tomador, excepto cuando se halle en posesión de la póliza en que
podrá ejercer la plenitud de sus derechos (art. 52, última parte).

17. La ejecución cabal del contrato de seguro impone al asegurado el cumplimiento de diversas
cargas, cuyo número depende de la naturaleza del riesgo asumido según sea mayor o menor la
posibilidad de que la conducta del tomador o asegurado pueda influir sobre el riesgo, las
causales del siniestro y sus consecuencias.

Algunas de estas cargas las impone expresamente el proyecto y las legisla mientras que prevé
un régimen especial para aquellas que son convencionales y que son pactadas expresamente en
el contrato.

Se pueden distinguir las cargas de información y de conducta: las de información se refieren a


circunstancias que son importantes para que el asegurador aprecie el estado del riesgo y las de
conducta se traducen en un hacer, en un no hacer o en ambos simultáneamente.

Los arts. 56 a 59 de la Sección XII regulan las cargas convencionales y las legales que no
tengan sanción prevista, estableciendo que las partes pueden acordar la caducidad de los
derechos del tomador, asegurado o beneficiario, con sujeción al siguiente régimen:

a) Si la carga debe ejecutarse antes del siniestro el asegurador debe alegar la caducidad dentro
del plazo de 15 días de haber conocido el incumplimiento. Si el siniestro ocurre antes de que el
asegurador alegue la caducidad, sólo debe su prestación en la medida en que el incumplimiento
lo influyó en el acaecimiento del siniestro o en la extensión de la prestación a su cargo (art. 56,
párrafo 2º);

b) Si la carga debe ejecutarse después del siniestro, el asegurador se libera en la medida en que
el incumplimiento influyó en la extensión de la prestación asumida.

El incumplimiento de la carga no acarrea la caducidad si se produce sin culpa o negligencia del


deudor o por caso fortuito o fuerza mayor (art. 57); pero si fuese incumplida dolosamente el
tomador o asegurado en su caso o derechohabiente o beneficiarios, pierden el derecho a ser
indemnizados (art. 58).

Se trata de la aplicación irrestricta del principio de la buena fe esencial en el contrato de seguro.


La sanción de la pérdida de todo derecho por el solo incumplimiento de la carga se ha
considerado una sanción exagerada y puede conllevar al enriquecimiento del asegurador a costa
del asegurado.

1360
18. Las Secciones XIII, XIV y XV regulan, por su orden, la carga de mantener el estado del
riesgo. Agravación. La carga de denunciar el siniestro y la carga de informar sobre el siniestro y
los daños sufridos (arts. 60 a 77).

1) El tomador del seguro o el asegurado en su caso, asumen el deber de no alterar el estado del
riesgo durante el curso del contrato, y a comunicar al asegurador todas las circunstancias que lo
agraven, conforme a la siguiente reglamentación:

a) Sean de tal naturaleza que si hubiesen existido al tiempo de la celebración, a juicio de peritos,
hubieran impedido el contrato, o modificado sus condiciones, si el asegurador hubiese
conocido ese estado del riesgo (art. 60, primera parte). Se ha adoptado un criterio análogo al de
la reticencia, tanto en cuanto a la calificación de lo que debe de entenderse por agravación del
riesgo así como al juicio de peritos, cuya conclusión será vinculante para el juez. La
consecuencia es la rescindibilidad del contrato en las condiciones que se prevén en los arts. 61
y ss. del proyecto (art. 60, última parte);

b) De haber cuestionario a la celebración del contrato sólo se tomarán en cuenta los hechos
que configuran una agravación del riesgo previstos en el mismo. Aun cuando no haya
cuestionario, también se tendrán en cuenta los hechos que configuran el riesgo en las
condiciones particulares, o cuando se trate de hechos de una notoria mayor potencialidad
siniestral (art. 60, párrafo 2º);

c) Si la agravación se debe a un hecho del tomador o asegurado debe ser denunciada antes de
que se produzca (art. 61, primera parte). En tal caso la cobertura queda suspendida, salvo que
medien las excepciones previstas en el art. 64, que luego se expondrán. El asegurador debe
notificar su decisión sobre la rescisión en el término de 7 días (art. 61, párrafo 2º), y si la
agravación se produce antes de la denuncia o pendiente el plazo para rescindir por el
asegurador, éste se libera en caso de siniestro;

d) Si la agravación se debe a un hecho ajeno al tomador o asegurado o si éste debió permitirla


o provocarla por razones ajenas a su voluntad, debe comunicarla al asegurador dentro de los 3
días siguientes al día en que conozca la agravación, teniendo éste la facultad de rescindir el
contrato en el plazo de 15 días, con un preaviso de 7 días; salvo que por la agravación, el riesgo
no se hubiera asumido según las prácticas comerciales del asegurador (art. 62);

e) El derecho del asegurador a rescindir se extingue:

- si no se ejerce en los plazos previstos (art. 63),

- si la agravación ha desaparecido (art. 63);

1361
- si la omisión o demora es sin culpa o negligencia del tomador o asegurado o ha mediado caso
fortuito, fuerza mayor o imposibilidad de hecho sin culpa o negligencia (art. 64, inc. a);

- si el asegurador conoce por otro medio de manera efectiva la agravación al tiempo en que
debió hacérsele la denuncia (art. 64, inc. b);

- si no existe relación causal entre el siniestro y las circunstancias agravantes ni en cuanto a su


producción ni en la magnitud de sus consecuencias (art. 64, inc. c),

- el asegurador con posterioridad al siniestro realice actos inequívocos tendientes al


cumplimiento del contrato, sin alegar su liberación por la agravación no denunciada (art. 64,
inc. d);

e) Cuando se notificó oportunamente la agravación, la rescisión del contrato da derecho al


asegurador a percibir la prima, proporcionalmente al tiempo transcurrido (art. 65, inc. a). Si no
se le comunicó oportunamente, además de la rescisión, la sanción por la demora es la pérdida
de la prima por el período de seguro en curso (art. 65, inc. b);

f ) Cuando el asegurador opte por la continuidad del contrato, no obstante la agravación, o la


rescisión fuese improcedente, corresponderá el reajuste de la prima de acuerdo con el nuevo
estado del riesgo desde la denuncia, según la tarifa aplicable a ese momento;

g) El art. 67 prevé la hipótesis de que el contrato comprende una pluralidad de intereses o de


personas y la agravación sólo afectase una parte de ellos. En el caso el asegurador podrá
rescindir todo el contrato si no lo hubiera celebrado en las mismas condiciones respecto de los
no afectados. Recíprocamente, si el asegurador sólo rescinde parcialmente, el tomador o
asegurado en su caso puede rescindirlo totalmente con aplicación de lo dispuesto en el art. 65
(supra) en cuanto a la prima;

h) El art. 68 regula la agravación excusada cuando se provoque para precaver el siniestro o


atenuar sus consecuencias o por un deber de humanidad generalmente aceptado; y el art. 69
contempla la agravación que pueda producirse entre propuesta y aceptación supuesto en el cual
son aplicables las reglas anteriormente expuestas.

2) Ocurrido el siniestro el asegurador debe ser informado con diligencia por el tomador,
asegurado o derechohabiente en su caso acerca de su acaecimiento y circunstancias del mismo,
así como las consecuencias que produjo, con la finalidad de posibilitar su control efectivo
sobre esos hechos.

1362
El art. 70 contempla estos extremos de la diligencia del asegurado haciendo una regulación que
busca un justo equilibrio entre las partes.

a) El plazo de cumplimiento de la carga es de 3 días desde que ocurrió, o conoció o debió


conocer su producción con posterioridad, salvo que por la naturaleza del seguro, o por el
proyecto, se prevea expresamente un plazo distinto (art. 70, párrafo 1º);

b) El incumplimiento se sanciona con la pérdida del derecho a la indemnización; salvo que se


acredite fuerza mayor, caso fortuito o imposibilidad de hecho sin culpa o negligencia (art. 70,
párrafo 2º);

c) El asegurador no podrá alegar la omisión o el retardo, si interviene en el mismo plazo para


denunciar, en las operaciones de salvamento o en las de comprobación del siniestro o del daño,
o cumplen de alguna forma sus obligaciones o acepta que el asegurado cumpla con la suya (art.
70, última parte). Se trata de supuestos configurativos de una renuncia tácita del asegurador a la
sanción dispuesta por la ley.

3) La carga de informar los daños sufridos por parte del asegurado (principio de impulsión) se
funda en el mecanismo general del seguro, en razón de que el asegurador debe contar con los
informes necesarios cuanto antes para hacer posible su liquidación diligente: verificar el
siniestro, encuadrarlo en la cobertura y determinar la extensión de la prestación a pagar.

Consecuentemente:

a) El asegurado debe suministrar al asegurador a su pedido la información necesaria, y además,


debe permitirle efectuar las indagaciones que considere necesarias a ese fin (art. 71, párrafo 1º);

b) El asegurador puede exigir al asegurado que cumpla la carga de informar sobre el siniestro y
los daños mientras no se haya agotado su razonable necesidad de conocer sobre ellos, y, el
asegurado, tenga la posibilidad razonable de proporcionarle la información (principio de
razonabilidad) (art. 71, párrafo 2º);

c) En el cumplimiento de esta carga el asegurador tiene las siguientes facultades de acuerdo con
el art. 71:

- hacer toda clase de investigaciones sobre las causas del siniestro, los daños y su valuación;

1363
- constituirse en parte civil en la causa criminal;

- tomar conocimiento de la causa penal y administrativa si la hubiere;

d) El tomador, el asegurado o el beneficiario podrán hacerse representar en las diligencias para


verificar el siniestro y liquidar el daño; es nulo todo pacto en contrario. Los gastos de esta
representación serán por su cuenta (art. 71, última parte),

e) No es válido limitar los medios de prueba sobre el siniestro y los daños, ni supeditar la
prestación del asegurador a un reconocimiento de su parte, o a una transacción o a una
sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada. La razonabilidad del pedido de prueba
instrumental por el asegurador se determinará en cada caso según la naturaleza del riesgo, las
condiciones personales del asegurado y las circunstancias propias de cada siniestro en
particular (art. 72);

f ) El asegurador debe ser diligente en pedir los informes que necesite sobre el siniestro y los
daños. Su negligencia lo coloca automáticamente en situación de mora desde el momento en
que razonablemente debió requerir los informes (principios de diligencia y razonabilidad) (art.
73);

g) Cuando la mora es del asegurado los plazos previstos para el cumplimiento por el
asegurador de su obligación de establecer y pagar su prestación, se interrumpen hasta que aquél
observe las cargas impuestas legal o convencionalmente, sin perjuicio del plazo de prescripción
(art. 74);

h) El proyecto regula la violación de la carga de informar estableciendo que libera al asegurador


si es maliciosa, o el asegurado exagera fraudulentamente los daños o emplea pruebas falsas para
acreditarlos o con dolo o culpa grave calla hechos que excluyen o limitan las obligaciones del
asegurador (art. 75);

i ) El asegurado no tiene derecho a abandonar las cosas que hayan quedado o que hayan sido
salvadas del siniestro y exigir del asegurador la suma que aseguró sobre ellas; salvo pacto en
contrario o que se prevea en el contrato la entrega de las cosas o sus restos al asegurador (art.
76);

j ) Los gastos necesarios para verificar el siniestro y liquidar el daño indemnizable son a cargo
del asegurador. Éste tiene derecho de reintegro si hubiesen sido causados por indicaciones
inexactas del asegurado (art. 77).

1364
19. La Sección XVI del proyecto regula detalladamente los aspectos vinculados con la
ejecución del contrato: la obligación de indemnizar, sobre la base del principio de diligencia y
de responsabilidad del asegurador en el cumplimiento de su fundamental compromiso:
indemnizar el daño asegurado.

Sobre este particular se incluyen las siguientes reglas:

a) Habiendo contrato de seguro que cubra el riesgo afectado por el siniestro, una vez
producido éste y cumplida por el asegurado la carga de denunciar su acaecimiento, así como
suministrada la información complementaria requerida por el asegurador, que fuese razonable
y procedente para su verificación y la determinación de los daños, éste debe pronunciarse
acerca del derecho del asegurado dentro de los 30 días de recibida dicha información. La
omisión de pronunciarse importa aceptación del derecho, sin perjuicio de la liquidación de los
daños (art. 78);

b) Liquidado el daño, el asegurador debe pagar la indemnización en el plazo que fije la póliza,
el que no excederá el término de 15 días de fijada la indemnización o de aceptada la ofrecida.
En el seguro de personas se liquidará y pagará la prestación dentro de los 15 días de
denunciado el siniestro o de suministrada la información complementaria, cuando proceda (art.
79, párrafos 1º y 2º).

El vencimiento de estos términos produce automáticamente la mora del asegurador. Se adopta


en este aspecto la doctrina que sostiene que en las obligaciones comerciales la mora ex re es
inherente a su naturaleza (ver art. 79, última parte).

Esta última norma se robustece con el art. 80 que declara nulo el convenio que exonere al
asegurador de la responsabilidad por su mora, tanto por el pago de intereses moratorios como
por el mayor daño causado al asegurado por ella (art. 80);

c) El asegurador debe pagar la indemnización o la prestación en la forma pactada, y podrá


oponer compensación por cuanto le adeuda el asegurado o el tomador por este u otros seguros
entre las mismas partes (art. 81, párrafo 1º). El lugar de pago será el indicado en la póliza y, en
defecto de ello, el domicilio del asegurador (art. 81, última parte),

d) Si el procedimiento para establecer la prestación definitiva del asegurador no estuviese


terminado un mes después de denunciado el siniestro, el asegurado a quien el asegurador
reconoció el derecho a la indemnización y estimó el daño puede reclamar un pago a cuenta del
pago final que deba el asegurador, que no será inferior a la mitad de la indemnización
reconocida u ofrecida por éste (art. 82),

1365
e) El art. 83 reglamenta el ejercicio del derecho de los acreedores prendarios o hipotecarios que
hubiesen notificado al asegurador la existencia de esas garantías. Se prevé la posibilidad de que
éstos formulen oposición al pago de la indemnización -salvo que se trate de reparaciones-; y en
defecto de acuerdo de partes, el asegurador procederá a consignar judicialmente la suma debida
para que el juez resuelva el diferendo por procedimiento sumarísimo;

f ) Son nulas las cláusulas compromisorias incluidas en la póliza; pero la determinación de la


indemnización debida por el asegurador puede someterse a juicio de peritos. No obstante, con
posterioridad al siniestro, pueden someterse a juicio de árbitros las diferencias existentes entre
las partes, cuya decisión será inapelable. Este juicio sustitutivo de la vía jurisdiccional no se
advierte que pueda generar problemas como los que se suscitarían si tal reconocimiento se lo
incluyera en la póliza a través de una cláusula de estilo que resultaría eventualmente perjudicial
para el asegurado atento la desigualdad de fuerzas económicas de las partes, especialmente en
los seguros domésticos (art. 84).

20. La producción de un siniestro que afecta parcialmente el interés asegurado ha sido


contemplada en el proyecto mediante las siguientes reglas:

a) Ocurrido el siniestro parcial ambas partes tienen el derecho de rescindir el contrato a más
tardar al momento del pago de la indemnización. Si el asegurador opta por rescindir su
responsabilidad cesa 15 días después de haber notificado al asegurado y debe reembolsar la
prima correspondiente al tiempo no transcurrido del período en curso en proporción al
remanente de la suma asegurada. Si el asegurado opta por la rescisión, el asegurador conserva
el derecho a la prima por el período en curso y reembolsará la percibida por los períodos
futuros (art. 85, párrafos 1º, 2º y 3º);

b) Si el contrato no se rescinde, el asegurador sólo responderá en el futuro únicamente por el


remanente de la suma asegurada, salvo pacto en contrario por el que se reponga el monto
originario de la cobertura con prima adicional o sin ella (art. 85, párrafo 1º, última parte).

21. La prescripción está reglamentada por el art. 86 (Sección XVIII).

a) Se establece el plazo de un año que se computa desde que la obligación es exigible (párrafo
1º), excepto para el cobro de la prima pagadera en cuotas, que se computa desde el
vencimiento de la última (párrafo 3º). En el seguro de vida se dan supuestos de ignorancia de la
existencia del beneficiario, computándose la prescripción desde que el beneficiario conoce la
existencia del beneficio, pero se establece el límite máximo de 3 años desde el siniestro (párrafo
2º);

1366
b) El plazo de prescripción no puede ser abreviado y es ilícita la fijación de plazo para
interponer la demanda (art. 87);

c) Los actos que importan la ejecución voluntaria del contrato o son el reconocimiento del
derecho del asegurado o constituyen la participación en los actos del procedimiento legal o
contractual para la liquidación del daño o de la indemnización, interrumpen la prescripción
(art. 86, párrafo 4º);

d) Suspenden la prescripción las maniobras dolosas o por culpa grave del asegurador
tendientes a llevar al asegurado a dejar transcurrir el plazo para ejercitar la pretensión
demandable (íd., párrafo 5º).

22. El Capítulo II del proyecto se integra con las normas para los seguros de daños
patrimoniales. Está dividido en VII Secciones y contiene las disposiciones comunes a estos
seguros de indemnización.

La Sección I abarca las disposiciones generales y establece como objeto de este tipo de
contratos la cobertura de cualquier interés económico lícito que tenga el asegurado de que un
siniestro no ocurra. Integran esta norma los conceptos definitorios incluidos en los arts. 1 y 3
ya analizados.

a) Los arts. 89 y 90 regulan la hipótesis de la inexistencia del interés asegurable al tiempo de


comenzar la vigencia de la cobertura o bien la falta de nacimiento del interés en el supuesto de
un seguro de riesgo futuro considerando nulo el contrato y quedando el tomador liberado de
su obligación de pagar la prima, pero el asegurador tendrá derecho al reembolso de los gastos,
más un adicional que no podrá exceder del 5% de dicha prima.

Si el interés por el que se celebró el seguro desaparece después de su comienzo, el asegurador


tiene derecho a percibir la prima proporcional al tiempo transcurrido hasta el momento en que
tomó conocimiento de ello, calculada según la tarifa de los seguros a corto plazo;

b) Los arts. 91 a 97 regulan la medida de la obligación del asegurador:

- el asegurador se obliga a resarcir en el modo y en los límites establecidos en el contrato, el


daño patrimonial efectivamente sufrido por el asegurado. La suma asegurada representa el
límite máximo de la indemnización a pagar por el asegurador por los siniestros ocurridos
durante la vigencia del contrato; salvo pacto en contrario (art. 91);

1367
- el art. 92 refuerza el principio indemnizatorio aplicable en este tipo de seguros a través de una
norma que establece que el seguro no puede ser objeto de enriquecimiento indebido para el
asegurado o cualquier beneficiario directo o indirecto de prestaciones del seguro;

- si al tiempo del siniestro el valor asegurado excede del valor asegurable, el asegurador sólo
está obligado a resarcir el perjuicio efectivamente sufrido en los límites del seguro. No obstante
tiene derecho a percibir la totalidad de la prima a título de pena (art. 93); pero si el valor del
interés asegurado respecto del valor real del interés asegurable es notablemente excesivo al
momento de la celebración del contrato y ha habido intención manifiesta del tomador o
asegurado de enriquecerse a costa del asegurador, el contrato será nulo y éste se liberará de
indemnizar si de su parte hubiese habido buena fe, ganando íntegramente la prima (art. 94);

- en cambio, si el valor asegurado es inferior al real del bien, el asegurador sólo indemnizará en
la proporción que resulte de ambos valores, salvo pacto en contrario (seguro a primer riesgo),
porque por la diferencia el asegurado se considera su propio responsable (art. 95);

- para determinar el daño se atenderá al valor del interés asegurado en el momento


inmediatamente anterior al siniestro (art. 96);

- se consagra la posibilidad de que las partes acuerden fijar al valor del interés un importe
determinado para calcular la indemnización (valor tasado). La estimación valdrá como valor del
interés al momento del siniestro, salvo que el asegurador acredite pericialmente que ella supera
notablemente ese valor, o que la aceptación del valor estimado se prestó por violencia,
intimidación o dolo (art. 97).

23. La multiplicidad de seguros puede ser una vía de enriquecimiento ilícito utilizándola para
obtener la indemnización repetida del mismo daño.

De ahí que el proyecto procure evitarlo regulando el caso de concurrencia de más de un


asegurador.

Sobre el particular se consagran las siguientes reglas:

a) Si se asegura el mismo interés por el mismo riesgo mediante contratos separados con
diversos aseguradores y en tiempo total o parcialmente coincidente, el asegurado debe dar
aviso de inmediato de todos los seguros a cada asegurador. Si lo omite dolosamente son nulos
los contratos celebrados con dicha omisión y los aseguradores no avisados están liberados de
pagar la indemnización teniendo derecho a percibir la prima del período en curso en el que
conocieron dicha omisión (art. 98, párrafo 1º);

1368
b) El asegurado, en caso de siniestro, debe dar aviso de ello a todos los aseguradores y puede
requerir a cada uno la indemnización respectiva según su contrato siempre que las sumas
cobradas en conjunto no superen el monto del daño; supuesto en el cual las indemnizaciones
de cada uno se reducirán en forma proporcional (art. 98, párrafo 2º);

c) La liquidación de los daños se hará considerando los contratos vigentes y válidos al tiempo
del siniestro (art. 98, párrafo 3º);

d) Si un asegurador se insolventa su cuota no se reparte entre los socios (art. 98, párrafo 4º);

e) El asegurador que abona una suma mayor que la proporcionalmente a su cargo, tiene acción
contra el asegurado y los demás aseguradores para efectuar el correspondiente reajuste (art. 98,
último párrafo);

f ) Puede convenirse que uno o más aseguradores responden sólo subsidiariamente o cuando el
daño exceda de una suma determinada (seguro subsidiario) (art. 99);

g) El art. 100 regula el coaseguro, estableciendo que cuando el mismo contrato de seguro o el
seguro de riesgos relativos al mismo interés asegurado se reparte entre varios aseguradores en
cuotas determinadas, cada uno de ellos está obligado a abonar la indemnización solamente en
proporción a la respectiva cuota aunque sea único el contrato suscripto; salvo pacto en
contrario. El asegurador que pagara una cantidad superior a la que le corresponda podrá repetir
contra el resto de los coaseguradores.

Los arts. 101 a 103 se refieren también al tema del coaseguro, en los siguientes términos:

- será válido convenir que el asegurador piloto tome a su cargo la suscripción de los
documentos contractuales en nombre y por cuenta del resto de los coaseguradores; así como
que se encuentra facultado para cumplir los actos concernientes a la modificación y resolución
del contrato; recibir denuncias de siniestros y de agravaciones de riesgos y cuantas
declaraciones y reclamaciones provengan del asegurado;

- asimismo el asegurador piloto puede percibir la prima común y debe incluir en la póliza la
nómina de aseguradores con indicación acerca de si el seguro es con solidaridad o sin ella;

- también podrá tener representación activa para requerir el cumplimiento del contrato,
perseguir el cobro de la prima e intervenir en los procedimientos de liquidación de los

1369
siniestros y la valuación de los daños; pero requerirá poder especial para renunciar a la
prescripción de los derechos que deriven del contrato;

- asimismo el asegurador piloto, aun cuando no haya solidaridad, podrá promover acciones
judiciales y ser demandado en juicio en nombre de los coaseguradores por los derechos y
obligaciones relativos a la ejecución de su mandato ante la autoridad jurisdiccional del lugar en
el cual el contrato se celebró. Está obligado a impedir que se frustre el recupero a que tienen
derecho los coaseguradores y en consecuencia, puede y debe ejercer la acción contra el tercero
responsable por el total de lo pagado, salvo pacto en contrario (art. 102);

- la quiebra, la liquidación o la insolvencia del asegurador piloto son causa de extinción de su


mandato, pero no lo será la quiebra, la liquidación o la insolvencia de los demás
coaseguradores (art. 103).

24. En el seguro debe distinguirse el riesgo "extracontractual" que afecta al asegurado, de la


llamada seguridad y garantía que le otorga el asegurador con el contrato, la cual deriva sobre
todo, de la asunción por parte de éste de un "riesgo diverso" que nace del contrato, y cuya
producción da lugar a que surja en cabeza del asegurador la obligación de pagar una suma
dinero representativa de la indemnización prometida o de la prestación pactada en el negocio
jurídico. Por eso, la creación convencional del área contractual cubre, en el plano económico,
el riesgo extracontractual del asegurado, y la relación así formada contractualmente, entre el
riesgo "extracontractual" y el riesgo "contractual" determina la función aseguradora. El riesgo
cuyo acaecimiento genera la obligación de indemnizar o de pagar la prestación convenida es el
expresamente previsto y enmarcado en el contrato. El riesgo por ello, se individualiza en cada
póliza por su unión a un complejo de circunstancias de "tiempo" (período de vigencia),
"espacio" (límite territorial de la cobertura), y "causa" (riesgo incluido y exclusiones del riesgo,
etc.), que lo circunscriben concreta y objetivamente.

El riesgo asegurado constituye siempre un riesgo "calificado" de manera más o menos


detallada en la póliza. Desde este punto de vista resulta ser una parte del riesgo genérico al que
se refiere la póliza, según la rama de seguro de que se trate.

El proyecto contempla expresamente esta situación en la Sección III titulada "Limitaciones de


Cobertura" (arts. 104 a 107); disponiendo lo siguiente:

a) Salvo pacto en contrario, el asegurador no está obligado por los daños causados por actos de
guerra civil o internacional, motín o tumulto popular y demás actos colectivos de violencia, que
se especifiquen en la póliza, así como por terremoto o maremoto (art. 104);

b) El asegurador queda liberado por el siniestro ocasionado por dolo o culpa grave del
tomador, asegurado o beneficiario (art. 105). Se excluye de la garantía el dolo (por acción u

1370
omisión) y la culpa grave, supuestos ambos que violan el principio de colaboración del
asegurado en la lucha antisiniestral. La excepción de la culpa grave se justifica porque la sola
exclusión del dolo dejaría inerme al asegurador frente al fraude del asegurado por las
dificultades de la prueba.

No obstante quedará obligado el asegurador, si el siniestro es consecuencia de actos cumplidos


para evitarlo o disminuir los daños o por un deber de humanidad generalmente aceptado (art.
105, última parte).

c) El riesgo ilícito es inasegurable. Si la ilicitud del riesgo se produce durante la vigencia del
contrato, sin culpa del asegurado, el cobro de la prima o la restitución de la misma en su caso,
la efectuará el asegurador a prorrata. Los efectos de la ilicitud se producen instantáneamente, y
el contrato quedará viciado de nulidad a partir del momento en que el riesgo se transforma en
ilícito (art. 106);

d) El asegurador no indemnizará los daños o pérdidas producidos por vicio propio de la cosa
debido a la naturaleza intrínseca de la misma, salvo pacto en contrario. Si el vicio sólo hubiese
agravado el daño el asegurador indemnizará sin incluir el daño ocasionado por el vicio. Quedan
cubiertos los daños cuando el vicio propio se produce por demora causada por un siniestro
cubierto y los daños sufridos por los demás bienes cubiertos que son ajenos a la cosa viciosa
(art. 107).

De más está decir que frente a estas delimitaciones causales del riesgo que surgen del proyecto,
el asegurador podrá estipular convencionalmente las que correspondan según la naturaleza y
características del riesgo.

25. La Sección IV (arts. 108 a 111), regula lo relativo a diversos supuestos tendientes a
mantener la conservación del contrato en los casos que se exponen seguidamente.

a) La transferencia del objeto del interés asegurado después del comienzo formal del seguro no
es causa de rescisión del contrato; pero el cambio de titular debe ser notificado al segurador en
el término de 10 días quien podrá rescindirlo en los 10 días siguientes con un preaviso de 15.
En tal caso, sólo tendrá derecho a la prima correspondiente al tiempo de riesgo corrido hasta
ese momento, a prorrata. La omisión de denunciar el cambio de titularidad libera al asegurador
si el siniestro ocurre después de vencido el término para notificar. El adquirente puede
rescindir el contrato en el término previsto para notificar el cambio de titular, sin observar
preaviso alguno. El enajenante adeuda la prima a prorrata hasta la fecha de notificación del
cambio y el adquirente es deudor de aquélla en el porcentaje que reste del período de seguro en
que se efectúa la transferencia o hasta el momento en que produce efectos su rescisión (art.
108);

1371
b) Las pólizas a la orden o al portador no se pueden rescindir por el hecho de la transmisión
del objeto sobre el que recae el interés asegurado (art. 109);

c) Lo dispuesto en el art. 108 (supra a) se aplica a la venta forzada, computándose los plazos
desde la aprobación de la subasta. Pero no se aplica a la transmisión hereditaria, supuesto en el
que los herederos y legatarios suceden en el contrato (art. 110);

d) Cuando el asegurado incurre en quiebra o en concurso civil el contrato de seguro pasa a la


masa desde la fecha del auto declarativo de la quiebra o del concurso con todos los derechos y
obligaciones del asegurado. Es nulo el pacto en contrario. Después de la declaración de quiebra
o del concurso, el asegurador es acreedor de la masa por la totalidad de la prima impaga, la que
se considera deuda de la quiebra o del concurso (art. 111).

26. Cuando un tercero extraño al contrato de seguro es responsable del siniestro sufrido por el
asegurado, el asegurador que soporta total o parcialmente las consecuencias dañosas del hecho
se subroga en los derechos de la víctima hasta el monto de la indemnización abonada. Si el
proyecto admitiera la acumulación de ambos resarcimientos -el del asegurado y el del
asegurador-, el seguro daría lugar frecuentemente a ganancias, y perdería su carácter
esencialmente indemnizatorio. Sobre el particular se dispone en la Sección V (arts. 112 a 115)
lo siguiente:

a) Todos los derechos y las acciones que en razón del siniestro correspondan al asegurado
contra el tercero responsable del mismo se transfieren al asegurador una vez pagado el
resarcimiento o la prestación y hasta el monto de lo abonado. El asegurado es responsable de
los perjuicios que, con sus actos u omisiones, pueda causar al asegurador en su derecho a
subrogarse (art. 112).

Cabe aclarar que la subrogación del asegurador en los derechos del asegurado -frente al
causante de los daños-, se manifiesta como una transferencia ministerio legis de los derechos
del asegurado respecto del tercero. Por eso el asegurador ocupa la misma posición sustancial y
procesal de su asegurado, sin que la transferencia a aquél cambie el contenido de la obligación
del tercero responsable. El acto jurídico al cual el proyecto liga la transferencia de la titularidad
del derecho al resarcimiento del asegurado a favor del asegurador, es el pago de la
indemnización; por eso la subrogación no se opera por el acaecimiento del siniestro, sino con
el pago que hace el asegurador a su asegurado;

b) El asegurador no podrá ejercitar en perjuicio del asegurado los derechos en que se haya
subrogado, cuando el asegurado deba soportar el daño en la acción de regreso. Es ilícito pactar
la renuncia a la subrogación, salvo el supuesto de dolo. Si la responsabilidad eventual del
asegurado o de las personas excepcionadas estuviese amparada mediante un contrato de
seguro, la subrogación del asegurador estará limitada en los términos de dicho contrato. Si el
asegurado no ha obtenido en toda su integridad la reparación del daño sufrido, cualquiera sea

1372
el motivo, tendrá expedito el derecho a reclamar del responsable el resarcimiento de los daños
cualitativos o cuantitativos no indemnizados por el seguro (art. 113);

c) El asegurador subrogado puede repetir del tercero responsable la indemnización íntegra


pagada aun cuando haya mediado concurrencia de culpas con el asegurado, siempre que ella
esté comprendida en la suma que el tercero responsable debe al damnificado asegurado a título
de resarcimiento, sin que influya la culpa concurrente en el monto de lo que el tercero debe
abonar al asegurador (art. 114);

d) La subrogación es inaplicable en los seguros de personas; salvo los gastos de asistencia


sanitaria que efectivamente haya pagado el asegurador y que hubiesen sido materia de
cobertura complementaria a un seguro de vida o de accidentes personales (art. 115).

Se atiende con ello a la naturaleza de la prestación más que a la calificación genérica del seguro.

27. La Sección VI (arts. 116 a 119), está dedicada a las normas sobre salvamento, carga ésta
para la cual se incorporan las siguientes reglas:

a) El asegurador o tomador en su caso, deberá emplear lo necesario, en la medida razonable a


sus posibilidades para evitar el siniestro cuando éste sea inminente. Si el siniestro ha
comenzado, deberá disminuir o aminorar sus consecuencias, en cuanto sea posible (art. 116);

b) Si el asegurador interviene directamente en el salvamento o da instrucciones al asegurado


éste debe cumplir las que imparta de manera documentada, ya consistan en acciones u
omisiones. Si hay más de un asegurador y mediante instrucciones contradictorias, el asegurado
actuará según las instrucciones que parezcan más razonables en las circunstancias del caso.
Igual criterio se aplicará si es notable el descubierto a cargo del asegurador (art. 117);

c) La violación dolosa o por culpa grave de los deberes de salvamento, libera al asegurador en
la medida en que el daño habría sido menor sin esa violación (art. 118);

d) El asegurador debe reembolsar los gastos hechos, así como correrán a su cargo las
obligaciones contraídas y los daños originados a las cosas aseguradas o no y a las de terceros a
raíz del salvamento, aun cuando hayan resultado infructuosos y excedan la suma asegurada (art.
119, primera parte). El asegurador sólo se exime si los gastos, las obligaciones y los daños han
sido manifiestamente desacertados en el momento y en las circunstancias en que fueron
empleados y contraídos (íd., segunda parte del párrafo 1º). Si existe infraseguro el asegurador
pagará en proporción, pero si existen instrucciones suyas el infraseguro es indiferente (íd.,
párrafo 2º, primera parte). Si hay pluralidad de aseguradores, se hará la distribución entre éstos
en proporción a la cobertura asumida por cada uno en sus respectivos contratos (íd., párrafo

1373
2º, última parte). El reembolso se debe desde que el gasto se hace y el asegurado puede exigir
anticipo (íd., párrafo 3º).

28. La Sección VII contiene un solo artículo, el 120, y regula la carga de no cambiar las cosas
dañadas. En este aspecto se dispone:

a) El asegurado no puede, sin consentimiento del asegurador, introducir cambio en las cosas
dañadas por el siniestro hasta la liquidación del daño (art. 120, párrafo 1º);

b) La violación de la carga libera al asegurador cuando sea maliciosa y haga más difícil
establecer la causa del daño y su magnitud (íd., párrafo 2º);

c) No obstante, el cambio puede hacerse:

- cuando es útil para el salvamento;

- lo exige el interés público;

- el asegurador no sea diligente en la comprobación de las causas del siniestro y la valuación de


los daños;

- cuando el cambio de los frutos y productos afectados no pueda postergarse según normas de
adecuada explotación.

29. El Capítulo III está dedicado al seguro de personas, y comprende cinco secciones todas
vinculadas al seguro sobre la vida (arts. 121 a 149).

La Sección I se integra por principios generales que complementan las reglas del Capítulo I, de
acuerdo con las modalidades propias de este seguro, por las peculiaridades del riesgo asumido.

Así:

a) El seguro sobre la vida puede celebrarse sobre la vida del tomador o la de un tercero, para el
caso de muerte o de supervivencia o para ambos eventos conjuntamente (art. 121, párrafo 1º).
Si el seguro es sobre la vida de un tercero y se cubre el riesgo de muerte, se requerirá el
consentimiento por escrito del tercero o de su representante legal si fuerza incapaz, dado antes

1374
de la celebración del contrato, con indicación de la suma asegurada (íd., párrafo 2º). Está
prohibido el seguro para el caso de muerte de los interdictos y de los menores de 14 años. El
asegurador de buena fe estará obligado a restituir las primas percibidas con deducción de los
gastos (íd., párrafo 3º);

b) La reticencia, que libera al asegurador por la anulación del contrato, se completa con las
reglas de los arts. 122, 123 y 124;

- el asegurador no podrá impugnar el contrato una vez transcurrido el plazo de 3 años, a contar
desde la fecha de su conclusión, a no ser que las partes hubiesen fijado un término más breve,
salvo que el tomador o asegurado en su caso hubiesen obrado en sus declaraciones
dolosamente (art. 122);

- la declaración inexacta de la edad del asegurado sólo autoriza la impugnación del contrato por
el asegurador, si su verdadera edad en el momento de la entrada en vigencia del contrato
excede los límites establecidos en su práctica comercial para asumir el riesgo (art. 123, párrafo
1º). Cuando la edad real sea mayor, el capital asegurado o la renta garantizada se reducirá
conforme con ella en proporción a la menor prima pagada de acuerdo con la tarifa vigente al
momento de emitir la póliza (íd., párrafo 2º). Si el asegurador de buena fe hubiese satisfecho el
seguro con anterioridad a descubrir la inexactitud, tendrá derecho a repetir lo pagado de más,
incluyendo los intereses respectivos (íd., párrafo 3º). Cuando la edad real sea menor a la
declarada, el asegurador restituirá la reserva matemática con el excedente de prima pagada, sin
intereses, y reajustará las primas futuras según la tarifa en vigor al tiempo de la celebración del
contrato (íd., párrafo 4º). Si la edad menor se descubre después del siniestro, el asegurador con
independencia del pago de la prestación convenida debe restituir al asegurado o a sus
herederos el exceso de reserva matemática constituida sin intereses (íd., párrafo 5º);

- en el seguro sobre la vida de un tercero se tomarán en cuenta el conocimiento y la conducta


del tomador y del tercero, cuando según este proyecto, ellas tengan importancia jurídica (art.
124);

d) Sólo se debe denunciar la agravación del riesgo que obedezca a causas específicamente
previstas en el contrato, relacionadas con la persona asegurada y, en el seguro sobre la vida de
un tercero, las vinculadas con éste (art. 125).

Esta norma elimina la posibilidad de las indicaciones genéricas.

d) El ámbito de profesión o de actividad del asegurado que agrava el riesgo de modo tal que de
existir a la celebración del contrato el asegurador no habría concluido el seguro, autoriza su
rescisión (art. 126, párrafo 1º). Si de haber existido ese cambio al tiempo de la celebración el
asegurador hubiese concluido el contrato por una prima mayor; éste no podrá rescindirlo, pero

1375
tendrá derecho a reajustarlo reduciendo la suma asegurada en proporción a la prima pagada,
salvo que el asegurado opte por abonar la prima mayor. De ocurrir ínterin el siniestro, la
indemnización se reducirá de igual forma (íd., párrafo 2º).

30. La Sección II se integra con las normas relativas a las exclusiones de cobertura, partiéndose
de la base de que el asegurador sólo se libera de su obligación si el fallecimiento del asegurado
o del tercero cuya vida se asegura, tiene lugar por alguna de las circunstancias expresamente
excluidas en la póliza.

El proyecto prevé las siguientes causas de exclusión:

a) El asegurador se libera si el asegurado se quita consciente y voluntariamente la vida, salvo


que el contrato haya estado en vigencia ininterrumpidamente por 3 años. Este período de
carencia se podrá abreviar por acuerdo de partes, pero nunca será menor a un año (art. 128);

b) La muerte del tercero cuya vida se asegura causada dolosamente por el tomador libera al
asegurador (art. 129);

c) El beneficiario pierde sus derechos cuando sea autor o cómplice en la muerte de la persona
asegurada. En ese caso, caduca el beneficio pero subsiste el contrato, quedando la prestación a
favor de quien resulte nuevo beneficiario luego de la exclusión de aquél (art. 130);

d) El asegurador se libera si la persona cuya vida se asegura, la pierde en empresa criminal o


por aplicación legítima de la pena de muerte (art. 131).

31. En el seguro sobre la vida y en el contratado para el caso de muerte, la designación de un


tercero beneficiario que deberá recibir el capital o la renta convenida, integra normalmente el
contrato. Por eso la Sección III se dedica al "seguro en beneficio de tercero" comprendiendo
los arts. 132 a 141.

a) Es válido el seguro de vida a favor de un tercero en virtud del cual el capital o renta a
pagarse en caso de muerte, se abone a un tercero sobreviviente, determinado o determinable al
momento del evento (art. 132),

b) El tomador del seguro podrá designar beneficiario o modificar la designación anteriormente


realizada, sin necesidad de consentimiento del asegurador (art. 133, párrafo 1º). La designación
de beneficiario se hará por escrito sin formalidad determinada, aun cuando la póliza exija una
forma especial. Es válida aunque se notifique al asegurador después del evento previsto (íd.,
párrafo 2º);

1376
c) La designación del beneficiario cuando es a título gratuito es revocable libremente por el
asegurado aun cuando se haya hecho en el contrato. El beneficiario no puede coartar ese
derecho a la revocabilidad aceptando el beneficio que sólo adquiere irrevocablemente cuando
se produce el evento (art. 134, párrafo 1º). Cuando la designación del beneficiario sea a título
oneroso, en ejecución de un vínculo obligacional entre el asegurador y el beneficiario, podrá
ser irrevocable hasta que desaparezca la causa que la impuso (íd., último párrafo);

d) Si en el momento del fallecimiento del asegurado no hubiese beneficiario designado o por


cualquier causa la designación efectuada se haga ineficaz o quede sin efecto, se entenderá que
aquél designó a los herederos (art. 135).

Los herederos en tal caso reciben el beneficio iure proprio y no iure hereditatis.

e) Cuando se designe a los herederos, se considerarán como tales a los que por ley suceden al
asegurado en el momento de su fallecimiento, si no hubiese otorgado testamento. Si lo hubiese
otorgado, se tendrán por designados a los herederos instituidos. Si no se fija cuota parte, el
beneficio se distribuirá en proporción a las cuotas hereditarias (art. 136, párrafo 1º). Los
beneficiarios que sean herederos conservarán dicha condición aunque renuncien a la herencia y
su participación en el seguro será equivalente a la que hubieran percibido de haber aceptado la
herencia (íd., última parte);

f ) Cuando se designe a los hijos, genéricamente, se entenderán comprendidos todos los


descendientes concebidos y sobrevivientes con derecho a la herencia, al tiempo de ocurrir el
evento previsto (art. 137);

g) La designación del cónyuge, sin otra precisión, como beneficiario, atribuirá tal condición al
sobreviviente que lo sea legítimamente en el momento del fallecimiento del asegurado (art.
138);

h) Si la designación se hace a favor de varios beneficiarios sin fijación de cuota parte, el


beneficio se repartirá por partes iguales. La parte no adquirida por un beneficiario acrece la de
los demás. Es admisible la designación subsidiaria de beneficiario, en cuyo caso deberá
observarse el orden previsto, respetándose así la voluntad del asegurado (art. 139);

i ) El beneficiario a título gratuito recién adquiere un derecho propio a la prestación del


asegurador al tiempo de producirse el evento previsto en el contrato. Si la designación ha sido
a título oneroso, se podrá fijar un momento anterior, conforme al art. 134, 2º párrafo (art. 140);

1377
j ) La existencia de herederos legítimos del asegurado y la quiebra o el concurso civil de éste, no
afectan el contrato de seguro ni la designación beneficiaria, aunque ésta se haya hecho con
posterioridad a la declaración de falencia, salvo que con ella se persiguiese mejorar a uno de los
acreedores después de la cesación de pagos (art. 141, párrafo 1º). No obstante, los herederos
legítimos tienen derecho a la colación o reducción por el monto de las primas pagadas hasta el
neto recibido por el beneficiario (íd., párrafo 2º). Los acreedores, por su parte, sólo pueden
hacer valer sus acciones para obtener la restitución de las primas pagadas desde la cesación de
pagos, sobre el crédito por rescate ejercido por el fallido o concursado, o sobre el capital
percibido si se produjo el evento previsto (íd., última párrafo).

32. La Sección IV contempla los derechos del asegurado, de la siguiente manera (arts. 142 a
148);

a) El asegurado puede rescindir el contrato sin limitación alguna, desde el primer período de
seguro (art. 142);

b) Si por cualquier causa se rescinde el contrato o el asegurador se libera de pagar el capital o la


renta pactados, éste deberá restituir el valor de rescate que corresponda según la reserva
matemática constituida de acuerdo con los planes técnicos aprobados por la Autoridad de
Control y según las tablas enunciadas en la póliza (art. 143);

c) Cuando hayan transcurrido 3 años de vigencia del contrato, o antes si así se lo estipula, el
asegurado tiene opción a los siguientes derechos de acuerdo a los planes técnicos aprobados
por la Autoridad de Control: a) convertir el seguro en otro saldado por una suma reducida o de
plazo menor; b) obtener un anticipo sobre la prestación asegurada con devengo de intereses.
Los valores correspondientes se calcularán según la reserva matemática conforme con las
normas técnicas (art. 144);

d) Cuando después de pasados el número de años fijados en la póliza para la formación de la


reserva matemática, el asegurado interrumpiese el pago de las primas sin manifestar opción
entre el rescate y el seguro saldado, dentro de un mes de interpelado por el asegurador, el
contrato se convertirá automáticamente en un seguro saldado por una suma reducida (art. 145);

e) Es válido pactar que el anticipo a que tiene derecho el asegurado según los planes técnicos
aprobados por la Autoridad de Control, sea acordado automáticamente para hacer frente al
pago de las primas no abonadas a su vencimiento (art. 146);

f ) Cuando el aseguro ha quedado reducido en su valor por cualquier causa, el asegurado puede
restituir el contrato a sus términos originarios mediante el pago de las primas correspondientes
al plazo en que rigió la reducción, con más los intereses devengados al tipo aprobado por la

1378
Autoridad de Control, con o sin previo examen médico, de acuerdo con la naturaleza técnica
del plan y las condiciones que éste determine (art. 147);

g) Será válido convenir seguros conjuntos, en virtud de los cuales dos o más personas,
mediante un mismo contrato, se aseguren recíprocamente una o varias en beneficio de otra u
otras (art. 148).

33. La Sección V regula el "seguro sobre la vida del deudor", caso frecuente en el seguro
contemporáneo. Esta Sección contiene un solo artículo, el 149, que establece lo siguiente:

En los seguros sobre la vida del deudor, el acreedor sólo recibirá una parte de la indemnización
igual al monto no pagado de la deuda. El saldo será entregado a los beneficiarios.

Se evita con ello que el acreedor se enriquezca con una parte del seguro habiendo ya perdido
todo interés asegurable.

34. El Capítulo IV contiene la disposición final relativa a "naturaleza de la norma" que ha sido
materia de consideración supra.

35. Con lo anteriormente expuesto queda reseñado el contenido del proyecto de Ley Modelo
sobre el contrato de seguro que he preparado para América Latina.

Con ello el suscripto ha cumplido la labor encomendada por el Comité Ibero-Latinoamericano


de Derecho de Seguros AIDA-CILA.

El proyecto así considerado se sometará al IV Congreso Ibero-Latinoamericano de AIDA-


CILA a celebrarse en noviembre del año próximo venidero en Santiago de Chile.

36. Estamos convencidos los juristas integrantes de las Secciones Latinoamericanas de la


"Association Internationale de Droit des Assurances" (AIDA), que en 1962, en oportunidad
del Congreso Mundial de Roma, Italia, fundaron el CILA con el objeto de sentar vínculos
permanentes para contribuir a la difusión y estudio del derecho de seguros en todas sus
manifestaciones y al acercamiento de los ordenamientos jurídicos de todos nuestros países, que
hoy se nos presenta como un imperativo necesario armonizar nuestros derechos en cuanto al
contrato de seguro se refiere, ello en función del proceso de apertura comercial, de la
integración regional, que se presenta en mi opinión como irreversible, frente a la formación de
mercados globales en todo el mundo, los que hacen pensar en un futuro basado en la
competencia, la eficiencia y en la capacidad creativa de los operadores, y la creciente
homogeneización de las estructuras económicas, aspecto que se manifiesta con mayor

1379
acentuación en el ramo de los seguros, por presentar como característica una operación
económica unitaria, que responde a principios técnicos, estadísticos y matemáticos idénticos, y
un método internacional, el reaseguro, por el cual se fraccionan y atomizan los riesgos en un
único mercado mundial.

37. La ocasión, pues, se presenta propicia para seguir avanzando en la senda trazada por el
CILA, contando con la actitud colaboradora de todos los juristas agrupados en su seno, con el
optimismo que nos infunde y nos respalda en nuestra acción, el ideal de concretar una obra útil
y positiva en el campo jurídico que nos es afecto.

PROYECTO DE LEY MODELO SOBRE EL CONTRATO DE SEGURO PARA


LATINOAMÉRICA

Capítulo I

DISPOSICIONES GENERALES

Sección I

Concepto

Art. 1. - Definición. Hay contrato de seguro, cuando el asegurador se obliga, mediante una
prima o cotización, a resarcir dentro de los límites convenidos, el daño sufrido por un
siniestro, o a pagar la prestación convenida, al verificarse el evento previsto, si se trata de un
seguro de personas.

Art. 2. - Régimen legal del asegurador. Sólo pueden celebrar contratos de seguro las empresas
aseguradoras debidamente autorizadas según las disposiciones legales vigentes.

Art. 3. - Cobertura. El contrato de seguro puede cubrir toda clase de riesgos si existe interés
asegurable; salvo prohibición expresa de la ley.

Sección II

1380
Aplicación

Art. 4. - Seguros marítimos y aeronáuticos. Los seguros de los riesgos de la navegación y los
aeronáuticos son disciplinados por las normas de esta ley en cuanto no esté previsto por las
leyes específicas y no sean incompatibles con su naturaleza.

Art. 5. - Aplicación subsidiaria. Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo anterior, esta ley se
aplica a todas las formas de seguro cualquiera sea su naturaleza salvo disposiciones legales
específicas en contrario.

Sección III

Celebración

Art. 6. - Naturaleza. El contrato de seguro es consensual; los derechos y obligaciones


recíprocos de asegurador y asegurado, empiezan desde que se ha celebrado la convención, aun
antes de emitir la póliza y efectuar el pago de la prima.

Inicio de la cobertura material. No afecta el carácter consensual del contrato posponer el


momento de inicio de la cobertura material de los riesgos.

Art. 7. - Propuesta. La propuesta del contrato de seguro, cualquiera sea su forma, no obliga al
tomador hasta tanto sea aceptada, ni al asegurador hasta su aceptación.

La propuesta cuando sea por escrito debe contener las condiciones generales del seguro y las
declaraciones formuladas en ella por el tomador serán las que constituirán la base del contrato.

Art. 8. - Deber del asegurador. El asegurador debe suministrar al tomador los formularios de
solicitud y los cuestionarios legalmente aprobados por la Autoridad de Control, para que pueda
incluirlos en su propuesta.

Art. 9. - Oferta al público por el asegurador. Cuando el proponente es el asegurador mediante


una oferta al público, el contrato se perfecciona con la aceptación de la oferta en la forma
establecida por el oferente.

1381
Art. 10. - Propuesta de prórroga o de renovación. La propuesta de prórroga o de renovación
del contrato de seguro debe formularse con una antelación no menor a 15 días del vencimiento
del contrato y se considerará aceptada por el asegurador si no la rechaza o formula una nueva
oferta dentro de los 15 días de su recepción. Esta disposición no rige cuando se trate de un
seguro de personas.

Sección IV

Reticencia

Art. 11. - Concepto. Las declaraciones inexactas y la reticencia de circunstancias conocidas por
el asegurado, que a juicio de peritos hubieran impedido o modificado sus condiciones, si el
asegurador hubiese sido cerciorado del verdadero estado del riesgo, al tiempo de la celebración
del contrato, son causa de nulidad de éste, aun cuando aquél hubiere obrado de buena fe.

Art. 12. - Plazo para informar. Caducidad. El asegurador pierde el derecho a impugnar el
contrato, si no lo hace por vía de acción dentro de los 3 meses de conocida la inexactitud o la
reticencia, o si tuvo o debía tener conocimiento del verdadero estado del riesgo al momento de
su conclusión, o si después de conocer la circunstancia omitida o inexactamente declarada,
ejecutó sus obligaciones, o dio por cumplido el deber de información precontractual del
asegurado al celebrar el contrato.

Art. 13. - Siniestro en el plazo para impugnar. Causalidad. Si el siniestro ocurre en el plazo para
impugnar, el asegurador no adeuda resarcimiento o prestación alguna, si existió vinculación
causal entre la circunstancia declarada con inexactitud o con reticencia y la que dio origen al
siniestro.

Art. 14. - Dolo o mala fe. Si el asegurado hubiese actuado con dolo o mala fe, el asegurador
percibirá las primas de los períodos transcurridos y de aquel en cuyo lapso invoque la reticencia
o inexacta declaración.

Buena fe. Si el asegurado hubiese obrado de buena fe, el asegurador restituirá la prima con
deducción de los gastos.

Valor de rescate. En ambos casos el asegurador restituirá el valor de rescate que corresponda
en los seguros de vida.

Art. 15. - Reticencia no dolosa. Reajuste. Cuando la inexactitud o la reticencia no dolosa, se


alegase por el asegurador en el plazo del art. 2, y no hubiese acaecido el siniestro, éste a su

1382
exclusivo juicio puede pedir la nulidad del contrato, restituyendo la prima percibida con
deducción de los gastos, o reajustarla con la conformidad del asegurado, al verdadero estado
del riesgo.

Seguros de vida. En los seguros de vida, el reajuste puede ser impuesto al asegurador, cuando
la nulidad fuese perjudicial para el asegurado, si el contrato fuese reajustable a juicio de peritos,
y se hubiese celebrado de acuerdo con la práctica comercial del asegurador.

Art. 16. - Seguros de vida. Buena fe. Prestación reducida. En los seguros de vida cuando el
asegurado fuese de buena fe y la reticencia o inexactitud se alegase en el plazo del art. 12
después de ocurrido el siniestro, el asegurador pagará su prestación en forma reducida, si el
contrato fuese reajustable conforme con el art. 15, en la relación existente entre la prima
convenida y la que debería haberse fijado de conocerse el verdadero estado del riesgo al
momento de la celebración.

Art. 17. - Seguro contratado por representante. Si el seguro se propone por medio de
representante del asegurado, para juzgar la reticencia se tomará en cuenta el conocimiento y la
conducta del representado y del representante.

Art. 18. - Seguro por cuenta ajena. Si el seguro se propone por cuenta ajena el tomador deberá
declarar los hechos que sean conocidos por él y por el tercero, excepto si éste ignorase la
existencia de la propuesta. No se podrá alegar que el contrato se celebró sin conocimiento del
tercero, si al tiempo de concertarlo no se hizo saber al asegurador que se actuaba por cuenta
ajena.

Sección V

Póliza

Art. 19. - Contenido. El asegurador está obligado a entregar al tomador una póliza con
redacción clara y fácilmente legible, en la que conste su firma que puede ser facsimilar; la fecha
en que la suscribe; los nombres y domicilios de las partes; el interés asegurado; la persona
asegurada y su edad y profesión si correspondiere; los riesgos asumidos; la determinación
precisa del plazo durante el cual corren los riesgos por cuenta del asegurador; la prima o
cotización y la fecha de pago; la suma asegurada y las bases que servirán para determinar la
prestación; eventualmente el beneficiario, y en su caso, el tercero cuya vida se asegura, y las
condiciones generales del contrato. Las cargas convencionales y las exclusiones de cobertura
deben insertarse en las condiciones particulares de la póliza.

1383
Condiciones particulares y especiales. Podrán incluirse en la póliza, condiciones particulares y
especiales, las que podrán constar por escrito por separado al tiempo de la emisión, con
constancia de ello en el anverso de la póliza.

Posibilidad de doble ejemplar. Por acuerdo expreso entre las partes la póliza podrá ser
instrumentada en doble ejemplar y con la firma de ambos contratantes.

Art. 20. - Modificaciones posteriores. Las modificaciones al contrato que se convengan durante
la vigencia deben hacerse constar por escrito.

Coaseguro. Cuando el seguro se contrate simultáneamente con varios aseguradores podrá


emitirse una sola póliza.

Nota provisoria de cobertura. Seguro por cuenta ajena. El asegurador puede otorgar al
tomador una nota provisoria de cobertura, hasta tanto se le entregue la póliza, nota que le
servirá de prueba del negocio concluido. La nota provisoria de cobertura contendrá en forma
sucinta los datos esenciales del contrato.

Art. 21. - Póliza nominativa, a la orden o al portador. Las pólizas pueden ser nominativas, a la
orden o al portador.

En los seguros de personas la póliza deberá ser nominativa.

Art. 22. - Efectos de la transferencia. La transferencia de la póliza a la orden o al portador


importa transmitir los derechos contra el asegurador con los efectos de la cesión. Éste puede
oponer al tenedor las mismas defensas que nacidas del contrato de seguro podría hacer valer
contra los anteriores portadores, excepto la falta de pago de la prima, si la deuda no resulta de
la póliza.

Liberación del asegurador. Derecho: prueba. El asegurador se libera si cumple su prestación


respecto del endosatario o del portador; pero puede exigir, sin incurrir en mora, al exhibidor
del documento, pruebas relativas a la procedencia de su derecho al cobro de la prestación,
siempre y cuando éstas sean conducentes y razonables.

Art. 23. - Robo, pérdida o destrucción de la póliza. En caso de robo, pérdida o destrucción de
la póliza a la orden o al portador, puede acordarse su reemplazo dando garantía suficiente.

1384
Art. 24. - Diferencia entre propuesta y póliza. Si el texto de la póliza emitida por el asegurador
difiere del contenido de la propuesta, la diferencia se considerará aprobada por el tomador si
no reclama dentro de los 15 días de haber recibido la póliza, según se acredite.

Subsistencia del contrato. La diferencia y la impugnación no afectará la eficacia del contrato en


lo restante, sin perjuicio del derecho del tomador de rescindir el contrato en ese momento.

Derecho de impugnación. Para que las modificaciones puedan considerarse aeptadas


implícitamente por el tomador, el asegurador debe advertir a éste en el anverso de la póliza su
derecho de impugnación, en caracteres destacados, e indicar en las condiciones particulares
cuáles son las modificaciones introducidas.

Sección VI

Prueba del contrato

Art. 25. - Medios de prueba. El contrato de seguro debe ser probado por escrito; sin embargo,
todos los demás medios de prueba serán admitidos, si hay principio de prueba por escrito.

Duplicado o copia de declaraciones y póliza. El asegurado tiene derecho, mediante el pago de


los gastos correspondientes, a que se le entregue duplicado o copia de las declaraciones que
formuló a la celebración del contrato y un ejemplar de la póliza que será no negociable en los
casos de pólizas a la orden o al portador.

Sección VII

Normas interpretativas

Art. 26. - Siendo necesario interpretar las cláusulas de un contrato de seguro, servirán para ello
las bases siguientes:

a) Todas las cuestiones jurídicas se rigen por esta ley y por las que convencionalmente se
acuerden en cuanto no vulneren los principios esenciales de la naturaleza jurídica del seguro.
Sólo se aplicará el derecho de fondo a falta de disposiciones de derecho de seguros en cuanto
no pudiera recurrirse a la analogía.

1385
b) Habiendo ambig edad en las palabras debe buscarse más bien la intención común de las
partes que el sentido literal de los términos.

c) Las cláusulas equívocas o ambiguas deben interpretarse por medio de los términos que sean
claros y precisos empleados en otra parte del mismo contrato, cuidando de darles el significado
que les corresponda por el texto general; sin perjuicio de lo dispuesto en el apartado j de este
artículo.

d) Las cláusulas susceptibles de dos sentidos, de uno de los cuales resulta la validez, y del otro
la nulidad del contrato, deben entenderse por su validez. Si ambos dieran igualmente la validez
al contrato deben tomarse en el sentido que más convenga a su naturaleza y a las reglas de la
equidad.

e) Los hechos de los contratantes, anteriores, coetáneos en el tiempo y siguientes al contrato


que tengan relación con lo que se discute, serán la mejor explicación de la intención de las
partes al tiempo de celebrarse la convención.

f ) El uso y la práctica generalmente observados en el comercio en contratos de igual


naturaleza, y especialmente, la costumbre, prevalecerán sobre cualquier inteligencia que se
pretenda dar a las palabras.

g) La extensión del riesgo y de la cobertura, así como los derechos de los beneficiarios,
convenidos en el contrato de seguro, deben interpretarse literalmente.

h) Las restricciones a la libre actividad del asegurado deben formularse expresamente e


interpretarse literalmente.

i ) Las cláusulas particulares y las especiales prevalecen sobre las condiciones generales
específicas y las condiciones generales. Las condiciones generales específicas prevalecen sobre
las condiciones generales, y las cláusulas manuscritas o mecanografiadas predominan sobre las
impresas.

j ) Cuando una cláusula es ambigua u oscura, debe ser interpretada en favor del asegurado.

k) Las cláusulas que imponen la caducidad de derechos del tomador, asegurado o beneficiario,
deben ser de interpretación restrictiva en su alcance y en los hechos que tiendan a acreditar su
procedencia, y su redacción debe ser clara y precisa.

1386
l ) Las cargas impuestas convencionalmente al tomador, asegurado o beneficiario, deben ser
razonables. La eventual aprobación administrativa de la Autoridad de Control no implica
reconocimiento incontrovertible de esa razonabilidad.

m) La buena fe en sus manifestaciones de lealtad, creencia o probidad, es un débito contractual


recíproco del tomador, asegurado, beneficiario y asegurador.

n) Para determinarse la observancia de los medios y medidas de prevención, debe tenerse en


cuenta más el cumplimiento sustancial de los mismos y su eficacia efectiva, que el
cumplimiento literal.

ñ) Las cláusulas contrarias a las disposiciones inmodificadas de esta ley son nulas y serán
reemplazadas de pleno derecho por dichas disposiciones legales.

o) La participación del asegurador en el procedimiento de valuación de los daños importa su


renuncia a invocar las casuales de liberación conocidas con anterioridad que sean
incompatibles con esa participación.

Sección VIII

Riesgo

Art. 27. - Inexistencia de riesgo. El contrato de seguro es nulo si al tiempo de su celebración el


siniestro o el evento previsto se hubiese producido o desaparecido definitivamente la
posibilidad de que se produjera.

Inexistencia de riesgo entre el comienzo formal y el material. Cuando el riesgo desaparece o el


siniestro es total y éste se produce en el intervalo que corre entre el comienzo formal del
contrato y el inicio de la cobertura material del riesgo, el contrato se resolverá automáticamente
desde que el riesgo desaparece o el siniestro total se produce.

Derecho del asegurador. En ambos casos el asegurador sólo tendrá derecho al reembolso de
los gastos, más un adicional que no excederá del 5% de la prima.

Art. 28. - Contrato único: pluralidad de riesgos. Si se cubre una pluralidad de riesgos por un
contrato único y sólo respecto de una parte de ellos se verificara la inexistencia del riesgo,
según los supuestos previstos en los párrafos 1 y 2 del artículo anterior, el contrato quedará sin
efecto únicamente con relación a esos riesgos.

1387
Seguro de abono. Si se trata de un seguro de abono y el riesgo desaparece o el siniestro se
produce totalmente respecto de una de las relaciones jurídicas singulares, sólo quedarán
afectadas estas últimas y ello no implicará la resolución de las otras ni del contrato.

Art. 29. - Desaparición del riesgo durante la cobertura. Si el riesgo desaparece comenzada su
cobertura, el contrato se resuelve y el asegurador sólo tendrá derecho a percibir la prima
proporcional al tiempo transcurrido hasta ese momento, calculada según la tarifa de los seguros
a corto plazo.

Art. 30. - Disminución del riesgo. Si el riesgo disminuye durante el curso de la cobertura, por
circunstancias que de haber sido conocidas por el asegurador al tiempo de la celebración del
contrato éste lo hubiera concluido por una prima menor, el asegurado tendrá derecho al
reajuste de la prima, a prorrata, desde el momento en que la disminución le fue comunicada al
asegurador, y según la tarifa aplicable al nuevo estado del riesgo, al tiempo de la denuncia de la
disminución.

Art. 31. - Riesgo erróneamente denunciado. Cuando el asegurado haya denunciado


erróneamente un riesgo más grave, respecto del cual no sabía ni debió haber sabido que la
información que suministraba al asegurador era inexacta, tiene derecho a la rectificación de la
prima a prorrata, desde el momento en que el error fue comunicado al asegurador y según la
tarifa aplicable al tiempo de la celebración del contrato.

Art. 32. - Cobertura retroactiva del riesgo. Es válida la cobertura retroactiva del riesgo o por un
tiempo anterior a la celebración del contrato, siendo éste nulo sólo si al tiempo de su
conclusión el asegurador conocía la imposibilidad de que ocurriese el siniestro o el tomador
conocía que se había producido.

Efectos en caso de inexistencia del riesgo o producción del siniestro. Si el asegurador


conociese la inexistencia del riesgo, no tendrá derecho a las primas ni al reembolso de los
gastos. Si el tomador tuviese conocimiento de que el siniestro se había producido, perderá el
derecho a ser indemnizado y a que se le restituyan las primas que hubiese pagado, estando
obligado al pago de los gastos.

Sección IX

Prima

1388
Art. 33. - Obligados al pago. El tomador del seguro o el tercero que se comprometió a pagarla,
están obligados al pago de la prima en las condiciones estipuladas en la póliza.

En el seguro por cuenta ajena, el asegurador tiene derecho a exigir el pago de la prima al
asegurado si el tomador ha caído en insolvencia.

Art. 34. - Pago por tercero: seguro de daños. El asegurador, en el seguro de daños, no puede
rehusarse a recibir el pago de la prima ofrecido por un tercero, salvo que medie oposición del
asegurado, pero aun en este caso podrá hacerlo, si el tercero puede ser perjudicado por la
oposición.

Seguro de personas. En el seguro de personas, el tercero beneficiario no puede pagar la prima,


salvo que sea beneficiario a título oneroso.

Art. 35. - Lugar del pago. Si en la póliza no se determina el lugar de pago de la prima, se
entenderá que éste ha de efectuarse en el domicilio del asegurador.

Práctica distinta. El lugar de pago se considerará cambiado por una práctica distinta,
establecida sin mora del tomador o asegurado. La cláusula del contrato que niega efectos a esa
costumbre carece de validez. No obstante el asegurador podrá dejarla sin efecto comunicando
al tomador que en lo sucesivo pague en el lugar convenido.

Art. 36. - Medio de pago. Compensación. Salvo pacto en contrario la prima debe pagarse en
dinero. El asegurador tiene derecho a compensar sus créditos por primas, contra el tomador o
asegurado, con la indemnización debida o la prestación adeudada al beneficiario.

Entrega de pagarés. La entrega de pagarés no cancela la deuda por prima, y su recibo por el
asegurador no importa novación, sino sólo conceder plazo para su pago.

Art. 37. - Exigibilidad de la prima. La prima se debe desde la celebración del contrato, pero no
es exigible sino desde la entrega de la póliza, o del certificado provisorio o nota de cobertura.

Intereses. Si se han aceptado pagarés u otorgado plazos en otra forma, se podrán cargar
intereses.

Crédito tácito. La entrega de la póliza por el asegurador sin percibir la prima importa conceder
crédito para su pago. No obstante el asegurador puede condicionar el momento de inicio de la

1389
cobertura material de los riesgos a que el pago se efectivice en una fecha determinada
conforme con el párrafo 2º del art. 6.

Art. 38. - Mora automática. Si la prima única, o su pago en cuotas, o las facturas, no fuesen
pagadas a sus vencimientos, el asegurado incurrirá en mora en forma automática y perderá su
derecho a ser indemnizado de ocurrir un siniestro con posterioridad, salvo lo dispuesto para
los seguros de vida.

Remisión. En cuanto a la prima se aplicará lo dispuesto en el art. 39.

Art. 39. - Suspensión de la garantía. Facultad de rescindir. En los seguros de daños es válida la
práctica aseguradora de pactar, como efecto de la mora, la suspensión de la garantía, en cuya
virtud el asegurador no cubre el riesgo durante ese lapso. También se podrá rescindir el
contrato por culpa del asegurado si se pacta que ello tendrá lugar por la magnitud del monto
atrasado o la cantidad de cuotas impagas.

Derecho del asegurador. En tal caso el asegurador tiene derecho a cobrar la prima por el riesgo
corrido según la tarifa de los seguros a corto plazo o a exigir el pago de la prima única o la
prima del período en curso.

Forma, condiciones y efectos. En las condiciones generales del contrato deberá establecerse la
forma, condiciones y efectos en que la cobertura puede rehabilitarse.

Art. 40. - Prueba del pago de la prima. El pago de la prima debe ser probado por el asegurado,
y la emisión y entrega de la póliza no permite presumirlo, salvo que en ella se exprese lo
contrario.

El pago hecho al productor asesor de seguro sólo es válido si tiene facultades para recibirlo o
estaba en posesión de un recibo oficial emitido por el asegurador, cuya firma puede ser
facsimilar, o si éste aceptó la eficacia de otros pagos hechos a ese productor asesor en función
de un mandato tácito.

Sección X

Plazo

Art. 41. - Duración del contrato. Si el contrato no fija su duración debe presumirse que es de
un año, salvo que por la naturaleza del riesgo la prima se calcule por tiempo distinto.

1390
Art. 42. - Comienzo y fin de la cobertura. La cobertura de los riesgos comienza a las 12 horas
del día en que se inicia y termina a las 12 horas del último día del plazo establecido; salvo pacto
en contrario. Este vencimiento es automático aunque el riesgo esté pendiente o el siniestro sea
inminente.

Art. 43. - Prórroga tácita. La prórroga tácita del contrato es lícita, pero sólo eficaz por el
término máximo de un año; salvo en los seguros flotantes que podrá serlo por más tiempo.

Renovación. También podrá pactarse la renovación del contrato en cuyo caso podrá omitirse la
inclusión de las condiciones generales de no tener éstas modificaciones, bastando una
anotación del asegurador a la póliza vencida.

Art. 44. - Contrato por tiempo indeterminado. Cuando el contrato es por tiempo
indeterminado sólo se admite la renuncia al derecho de rescindirlo en el plazo máximo de 5
años; con excepción del seguro sobre la vida respecto del cual esta limitación es inaplicable.

Contrato por etapa o momento de explotación. En los seguros de daños a la explotación


agrícola, el plazo del contrato se puede limitar a una determinada etapa o momento de la
explotación.

Art. 45. - Rescisión sin justa causa. Es válido convenir, aunque el contrato sea por tiempo
determinado, su rescisión por cualquiera de las partes sin expresión de causa; pero el
asegurador deberá dar al asegurador un preaviso no menor a 15 días y reembolsar la prima en
forma proporcional por el plazo no corrido. Si el asegurado opta por la rescisión, el asegurador
tendrá derecho a la prima devengada por el tiempo transcurrido según las tarifas de los seguros
a corto plazo. Este artículo no se aplica a los seguros de personas.

Art. 46. - Liquidación. Cesión de cartera. La liquidación por disolución voluntaria del
asegurador y la cesión de cartera aprobada por la Autoridad de Control no autoriza la rescisión
del contrato; salvo que el asegurado tenga justa causa.

Sección XI

Seguro por cuenta ajena

1391
Art. 47. - Concepto. Si se asegura un interés cuya titularidad pertenece a un tercero diverso del
tomador, determinado o determinable o por cuenta de quien corresponda, el seguro será por
cuenta ajena.

Art. 48. - Declaración del interés ajeno. Excepción. El interés ajeno debe declararse al
asegurador al momento de la conclusión del contrato, y en caso de duda debe presumirse que
el seguro se ha celebrado por cuenta propia; salvo que el asegurador conozca o deba conocer
que contrata un seguro por cuenta ajena, pues ello resulta de las circunstancias que rodean el
caso y del contenido de las cláusulas del contrato de seguro en su conjunto.

Art. 49. - Seguro por cuenta propia y ajena. Coexistencia. El seguro por cuenta ajena puede
coexistir con el seguro por cuenta propia en el ámbito del mismo contrato en forma
acumulativa o alternativa.

Salvo estipulación en contrario, el seguro valdrá como seguro a favor del tomador hasta la
concurrencia del interés que tenga en el contrato, y, en lo demás, con la misma limitación,
como estipulación por cuenta de tercero.

Art. 50. - Obligaciones del tomador. En el seguro por cuenta ajena el tomador deberá cumplir
con todas las obligaciones y cargas del contrato, bajo pena de las sanciones legales y
contractuales; salvo aquellas que, por su naturaleza, deban ser cumplidas por el asegurado. No
obstante el asegurador no podrá rechazar el cumplimiento por parte del asegurado de las
obligaciones y cargas que correspondan al tomador del seguro.

El tomador del seguro estará obligado al pago de la prima aunque el asegurado no acepte el
contrato.

Art. 51. - Derechos del tomador. En los seguros por cuenta ajena el tomador, si se encuentra
en posesión de la póliza, tiene a nombre propio libre disposición de los derechos que resultan
del contrato, no obstante no ser titular del interés asegurado. Puede igualmente cobrar la
indemnización, pero el asegurador tiene derecho a exigir que el tomador acredite previamente
el consentimiento del asegurado o demuestre que obró por mandato de éste o en razón de una
obligación legal.

Art. 52. - Derechos del asegurado. Los derechos que derivan del contrato por cuenta ajena,
salvo el derecho a la entrega de la póliza, corresponden al asegurado, aunque invoque el
contrato después de ocurrido el siniestro; pero éste no podrá disponer de ellos ni hacerlos valer
judicialmente sin el consentimiento del tomador, excepto cuando se halle en posesión de la
póliza.

1392
Art. 53. - Retención de la póliza por el tomador. El tomador no está obligado a entregar la
póliza al asegurado, ni al síndico ni al liquidador del concurso o quiebra de éste, antes de que se
le haya abonado cuanto le corresponde en razón del contrato. Puede cobrarse con prelación al
asegurado o sus acreedores sobre el importe debido o pagado por el asegurador.

Art. 54. - Excepciones y defensas oponibles. El asegurador puede oponer al asegurado todas
las excepciones y defensas, anteriores y posteriores al siniestro, que tuviese contra el tomador,
siempre que ellas tengan su fundamento en el contrato de seguro. El asegurador podrá
compensar de la indemnización debida, el importe de las primas que el tomador le adeudase.

También le son oponibles al asegurado aquellas excepciones y defensas que el asegurador tenga
personalmente contra él, provengan o no del contrato de seguro.

Sección XII

Cargas. Régimen

Art. 55. - Cargas legales. El incumplimiento de las cargas impuestas por esta ley al tomador,
asegurado o beneficiario, en su caso, se rige según el efecto determinado por ellas.

Art. 56. - Cargas convencionales y legales sin sanción prevista. Cuando la ley no prevé la
sanción por el incumplimiento de una carga impuesta por ella o cuando la carga es pactada
convencionalmente, las partes pueden acordar la caducidad de los derechos del tomador,
asegurado o beneficiario en su caso, con sujeción al siguiente régimen:

a) Si la carga debe ejecutarse antes del siniestro, el asegurador debe alegar la caducidad dentro
del plazo de 15 días de haber conocido el incumplimiento. Si el siniestro ocurre antes que el
asegurador alegue la caducidad, sólo debe su prestación en la medida en que el incumplimiento
no influyó en el acaecimiento del siniestro o en la extensión de la prestación a su cargo.

b) Si la carga debe ejecutarse después del siniestro, el asegurador se libera en la medida en que
el incumplimiento influyó en la extensión de la prestación asumida.

Art. 57. - Eximentes. El incumplimiento de las cargas previstas en el artículo anterior no


acarrea la caducidad si se produce sin culpa o negligencia del deudor o por caso fortuito o de
fuerza mayor.

1393
Art. 58. - Incumplimiento doloso. Si las cargas del art. 56 fuesen incumplidas dolosamente, el
tomador o asegurado, en su caso derechohabientes o beneficiarios, pierden el derecho a ser
indemnizados.

Art. 59. - Efectos sobre la prima. En caso de caducidad corresponde al asegurador la prima por
el período en curso al tiempo en que conoció el incumplimiento de la carga.

Sección XIII

Carga de mantener el estado del riesgo. Agravación

Art. 60. - Agravación. Concepto. El tomador del seguro o el asegurado en su caso, asumen el
deber de no alterar el estado del riesgo durante el curso del contrato, y a comunicar al
asegurador todas las circunstancias que lo agraven y sean de tal naturaleza que si hubiesen
existido al tiempo de la celebración, a juicio de peritos, hubieran impedido el contrato, o
modificado sus condiciones, si el asegurador hubiese conocido ese estado del riesgo.

Si no hay cuestionario. De haber cuestionario a la celebración del contrato sólo se tomarán en


cuenta los hechos que configuran una agravación del riesgo previstos en el mismo. Aun
cuando no haya cuestionario, también se tendrán en cuenta los hechos que configuran el riesgo
en las condiciones particulares, o cuando se trate de hechos de una notoria mayor
potencialidad siniestral.

Derecho del asegurador. En todos estos casos el asegurador tiene derecho a rescindir el
contrato según se determina en los artículos siguientes.

Art. 61. - Agravación provocada por el tomador o asegurado. Cuando la agravación dependa
de un acto del tomador o asegurado, debe ser denunciada al asegurador antes de que ella se
produzca, y éste tendrá 7 días para notificar su decisión de rescindir.

Si la agravación se produce antes de la denuncia o pendiente el plazo para rescindir por el


asegurador, la cobertura queda automáticamente suspendida y el asegurador se libera en caso
de siniestro, salvo que medien las excepciones previstas en el art. 64.

Art. 62. - Agravación por hecho ajeno. Si la agravación obedece a un hecho ajeno al tomador o
asegurado, o si éste debió permitirla o provocarla por razones ajenas a su voluntad, debe
comunicarla al asegurador dentro de los 3 días siguientes al día en que conozca la agravación,

1394
teniendo éste la facultad de rescindir el contrato en el plazo de 15 días, con un preaviso de 7
días.

Si el riesgo agravado no se hubiera asumido según las prácticas comerciales del asegurador, se
aplicará lo dispuesto en el art. 61.

Art. 63. - Extensión del derecho a rescindir. El derecho del asegurador a rescindir se extingue
si no se ejercen los plazos previstos, o si la agravación ha desaparecido.

Art. 64. - Efectos en caso de siniestro. Excepciones. Si el tomador o asegurado omite


denunciar la agravación proveniente de las circunstancias previstas en el art. 62, el asegurador
no está obligado a su prestación si el siniestro se produce durante la subsistencia de la
agravación del riesgo excepto que:

a) El tomador o asegurado haya incurrido en la omisión o demora sin culpa o negligencia o


haya mediado caso fortuito, fuerza mayor o imposibilidad de hecho sin culpa o negligencia.

b) El asegurador conozca por otro medio de manera efectiva la agravación al tiempo en que
debió hacérsele la denuncia.

c) No exista relación causal entre el siniestro y las circunstancias agravantes ni en cuanto a su


producción ni en la magnitud de sus consecuencias.

d) El asegurador con posterioridad al siniestro realice actos inequívocos tendientes al


cumplimiento del contrato, sin alegar su liberación por la agravación no denunciada.

Art. 65. - Efectos de la rescisión. Cuando el asegurador opta por rescindir, goza de los
siguientes derechos:

a) Si la agravación del riesgo le fue comunicada oportunamente, a percibir la prima


proporcional al tiempo transcurrido.

b) Si no le fue comunicada oportunamente, a percibir la prima por el período de seguro en


curso.

Art. 66. - Reajuste de la prima por agravación del riesgo. Cuando el asegurador opta por la
continuidad del contrato, no obstante la agravación, o la rescisión fuese improcedente,

1395
corresponderá el reajuste de la prima de acuerdo con el nuevo estado del riesgo desde la
denuncia, según la tarifa aplicable a ese momento.

Art. 67. - Pluralidad de intereses o personas. Cuando el contrato comprendiese una pluralidad
de intereses o de personas y la agravación sólo afectase parte de ellos, el asegurador puede
rescindir todo el contrato si no lo hubiese celebrado en las mismas condiciones respecto de los
intereses o personas no afectados.

Si el asegurador ejercitase su derecho a rescindir el contrato respecto de una parte de los


intereses o personas, el tomador o asegurado en su caso, puede rescindirlo en lo restante con
aplicación de lo dispuesto en el art. 65, en cuanto a la prima.

La misma regla se aplica cuando el asegurador se libera por esta causa.

Art. 68. - Agravación excusada. Las disposiciones sobre agravación del riesgo no se aplican en
los supuestos en que se provoque para precaver el siniestro o atenuar sus consecuencias o por
un deber de humanidad generalmente aceptado.

Art. 69. - Agravación entre propuesta y aceptación. Las disposiciones sobre agravación del
riesgo son también aplicables a la agravación producida entre el momento de la presentación y
de la aceptación de la propuesta de seguro que no fuese conocida por el asegurador al tiempo
de su aceptación.

Sección XIV

Carga de denunciar el siniestro

Art. 70. - Plazo de cumplimiento. El tomador, asegurado o derechohabiente en su caso, debe


informar al asegurador el acaecimiento del siniestro dentro del plazo de 3 días desde que
ocurrió, conoció o debió conocer su producción con posterioridad; salvo que por la naturaleza
del seguro, o por esta ley, se prevea expresamente un plazo distinto.

Omisión o retardo excusable. Sanción por la inejecución. La omisión o el retardo sólo es


excusable si medió fuerza mayor, caso fortuito o imposibilidad de hecho sin culpa o
negligencia. La omisión o el retardo no excusable por alguna de las causales antedichas trae
aparejada la pérdida del derecho a la indemnización.

1396
Modificación de la sanción. Renuncia tácita. Es válido modificar en favor del asegurado esta
sanción. El asegurador no podrá alegar la omisión o el retardo, si interviniese en el mismo
plazo para denunciar, en las operaciones de salvamento o en las de comprobación del siniestro
o del daño, o cumple de alguna forma sus obligaciones o acepta que el asegurado cumpla con
las suyas.

Sección XV

Carga de informar sobre el siniestro y los daños sufridos

Art. 71. - Cumplimiento. El asegurado debe suministrar al asegurador, a su pedido, la


información necesaria para verificar el siniestro, encuadrarlo en la cobertura y determinar la
extensión de la prestación a su cargo.

Además, deberá permitirle efectuar las indagaciones que considere necesarias a ese fin.

Límite de la carga de información complementaria. El asegurador puede exigir al asegurado


que cumpla la carga de informar sobre el siniestro y los daños mientras no se haya agotado su
razonable necesidad de conocer sobre ellos, y el asegurado tenga la posibilidad razonable de
proporcionarle la información.

Facultades del asegurador. El asegurador podrá:

a) Hacer toda clase de investigaciones sobre las causas del siniestro, los daños y su valuación.

b) Constituirse en parte civil en la causa criminal.

c) Tomar conocimiento de la causa penal y administrativa si la hubiere.

Representación. El tomador, el asegurado o el beneficiario podrán hacerse representar en las


diligencias para verificar el siniestro y liquidar el daño; es nulo todo pacto en contrario. Los
gastos de esta representación serán por su cuenta.

Art. 72. - Exigencias prohibidas. No es válido limitar los medios de prueba sobre el siniestro y
los daños, ni supeditar la prestación del asegurador a un reconocimiento de su parte, o a una
transacción o a una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada.

1397
Prueba instrumental. La razonabilidad del pedido de prueba instrumental por el asegurador se
determinará en cada caso según la naturaleza del riesgo, las condiciones personales del
asegurado y las circunstancias propias de cada siniestro en particular.

Art. 73. - Diligencia del asegurador. El asegurador debe ser diligente en pedir los informes que
necesite sobre el siniestro y los daños. Su negligencia lo coloca automáticamente en situación
de mora desde el momento en que razonablemente debió requerir los informes.

Art. 74. - Mora del asegurado. Cuando la demora en establecer la indemnización obedezca a
omisión del asegurado en su deber de informar sobre el siniestro, la existencia del perjuicio y la
valuación de los daños, los plazos previstos en esta ley para el cumplimiento por el asegurador
de su obligación de establecer y pagar su prestación se interrumpen hasta que aquél observe las
cargas impuestas legal o convencionalmente, sin perjuicio del plazo de prescripción.

Art. 75. - Violación de la carga de informar. La violación de la carga de informar sobre el


siniestro y los daños sufridos libera al asegurador si es maliciosa; o el asegurado exagera
fraudulentamente los daños, emplea pruebas falsas para acreditarlos o con dolo o culpa grave
calle hechos que excluyen o limitan las obligaciones del asgurador.

Art. 76. - Abandono. El asegurado no tiene derecho a abandonar las cosas que hayan quedado
o que hayan sido salvadas del siniestro y exigir del asegurador la suma que aseguró sobre ellas;
salvo pacto en contrario que se prevea en el contrato la entrega de las cosas o sus restos al
asegurador.

Art. 77. - Gastos de verificación y liquidación. Los gastos necesarios para verificar el siniestro y
liquidar el daño indemnizable son a cargo del asegurador. Éste tiene derecho de reintegro si
hubiesen sido causados por indicaciones inexactas del asegurado.

Sección XVI

Obligación de indemnizar

Art. 78. - Reconocimiento del derecho del asegurado. Plazo. Silencio. Habiendo contrato de
seguro que cubra el riesgo afectado por el siniestro, una vez producido éste y cumplida por el
asegurado la carga de denunciar su acaecimiento, así como suministrada la información
complementaria requerida por el asegurador, que fuese razonable y procedente para su
verificación y la determinación de los daños, éste debe pronunciarse acerca del derecho del
asegurado dentro de los 30 días de recibida dicha información. La omisión en pronunciarse
importa aceptación del derecho, sin perjuicio de la liquidación de los daños.

1398
Art. 79. - Tiempo del pago: Seguro de daños. Liquidado el daño, el asegurador debe pagar la
indemnización en el plazo que fije la póliza, el que no excederá del término de 15 días de fijada
la indemnización o de aceptada la ofrecida.

Seguro de personas. En el seguro de personas se liquidará y pagará la prestación dentro de los


15 días de denunciado el siniestro o de suministrada la información complementaria, cuando
proceda.

Mora automática. El vencimiento de estos términos produce automáticamente la mora del


asegurador.

Art. 80. - Consecuencias de la mora del asegurador. Es nulo el convenio que exonere al
asegurador de la responsabilidad por su mora, tanto por el pago de intereses moratorios como
por el mayor daño causado al asegurado por ella.

Art. 81. - Pago: forma. Compensación. El asegurador debe pagar la indemnización o la


prestación en la forma pactada, y podrá oponer compensación por cuanto le adeuda el
asegurado o el tomador por este u otros seguros entre las mismas partes.

Lugar. El lugar de pago será el indicado en la póliza, y, en defecto de ello, el domicilio del
asegurador.

Art. 82. - Pago a cuenta. Si el procedimiento para establecer la prestación definitiva del
asegurador no estuviese terminado un mes después de denunciado el siniestro, el asegurado a
quien el asegurador reconoció el derecho a la indemnización y estimó el daño puede reclamar
un pago a cuenta del pago final que deba el asegurador, que no será inferior a la mitad de la
indemnización reconocida u ofrecida por éste.

Art. 83. - Prenda o hipoteca. Si un acreedor prendario o hipotecario hubiese notificado la


existencia de esas garantías, el asegurador, salvo que se trate de reparaciones efectivamente
realizadas, no pagará la indemnización al asegurado sin previa noticia al acreedor para que
formule oposición dentro del plazo de 7 días. Formulada la oposición y, en defecto de acuerdo
de partes, el asegurador consignará judicialmente la suma debida para que el juez resuelva
mediante un procedimiento sumarísimo.

Art. 84. - Cláusulas compromisorias. Son nulas las cláusulas incluidas en la póliza.

1399
Juicio de peritos. La determinación de la indemnización debida por el asegurador puede
someterse a juicio de peritos.

Árbitros. También, con posterioridad al siniestro, pueden someterse a árbitros las diferencias
existentes entre las partes, cuya decisión será inapelable.

Sección XVII

Siniestro parcial

Art. 85. - Efectos. Derecho a rescindir. Época. Cuando el siniestro sólo causa un daño parcial,
el asegurador responde en el futuro únicamente por el remanente de la suma asegurada, salvo
pacto en contrario por el que se reponga el monto originario de la cobertura con prima
adicional o sin ella; pero ambas partes tienen el derecho a rescindir el contrato a más tardar al
momento del pago de la indemnización.

Asegurador. Si el asegurador opta por rescindir, su responsabilidad cesa 15 días después de


haber notificado al asegurado. Debe reembolsar la prima correspondiente al tiempo no
transcurrido del período en curso en proporción al remanente de la suma asegurada.

Asegurado. Si el asegurado opta por la rescisión, el asegurador conserva el derecho a la prima


por el período en curso y reembolsará la percibida por los períodos futuros.

Sección XVIII

Prescripción

Art. 86. - Plazo. Se prescriben en un año todos los derechos derivados del contrato de seguro.
El plazo se cuenta desde que la obligación es exigible y el titular del derecho conoce o debe
conocer su nacimiento o el hecho en que se funda. La ignorancia debe ser excusable.

Beneficiario. Para el tercero beneficiario de un seguro de vida, el plazo se computa desde que
éste conoce la existencia del beneficio, pero con el límite máximo de 3 años desde el siniestro.

Pago en cuotas. Interrupción. Cuando la prima se paga en cuotas, la prescripción para su cobro
corre desde el vencimiento de la última. Los actos que importan la ejecución voluntaria del
contrato o son el reconocimiento del derecho del asegurado o constituyen la participación en el

1400
procedimiento establecido por la ley o el contrato para la liquidación del daño o de la
indemnización, interrumpen la prescripción.

Suspensión. Las maniobras dolosas o con culpa grave del asegurador tendientes a llevar al
asegurado a dejar transcurrir el plazo para ejercitar la pretensión demandable, suspenden la
prescripción.

Art. 87. - Abreviación. El plazo de prescripción no puede ser abreviado. Tampoco es lícita la
fijación de plazo para interponer la demanda.

Capítulo II

SEGURO DE DAÑOS PATRIMONIALES

Sección I

Interés asegurado

Art. 88. - Concepto. El contrato de seguro de daños patrimoniales puede tener por objeto
cualquier interés económico lícito que tenga el asegurado de que un siniestro no ocurra.

Art. 89. - Inexistencia de interés. Cuando no exista un interés del asegurado al resarcimiento
del daño, al tiempo de comenzar la vigencia de la cobertura contratada o si este interés no nace
en el supuesto de un seguro de un riesgo futuro, el contrato es nulo, y el tomador queda
liberado de su obligación de pagar la prima, pero el asegurador tendrá derecho al reembolso de
los gastos, más un adicional que no podrá exceder del 5% de dicha prima.

Art. 90. - Desaparición de interés. Si el interés por el que se celebró el seguro desaparece
después de su comienzo, el asegurador tiene derecho a percibir la prima proporcional al tiempo
transcurrido hasta el momento en que tomó conocimiento de ello, calculada según la tarifa de
los seguros a corto plazo.

Art. 91. - Límites del resarcimiento. El asegurador se obliga a resarcir en el modo y en los
límites establecidos en el contrato, el daño patrimonial efectivamente sufrido por el asegurado
como consecuencia del siniestro. La suma asegurada representa el límite máximo de la
indemnización a pagar por el asegurador por los siniestros ocurridos durante la vigencia del
contrato; salvo pacto en contrario.

1401
Art. 92. - Principio indemnizatorio. El seguro no puede ser objeto de enriquecimiento
indebido para el asegurado o cualquier beneficiario directo o indirecto de prestaciones del
seguro.

Art. 93. - Sobreseguro. Si al tiempo del siniestro el valor asegurado excede del valor asegurable,
el asegurador sólo está obligado a resarcir el perjuicio efectivamente sufrido en los límites del
seguro. No obstante tiene derecho a percibir la totalidad de la prima a título de pena.

Art. 94. - Sobreseguro fraudulento. Si el valor del interés asegurado respecto del valor real del
interés asegurable es notablemente excesivo al momento de la celebración del contrato y ha
habido intención manifiesta del tomador o asegurado de enriquecerse a costa del asegurador, el
contrato será nulo y éste se liberará de indemnizar si hubiese habido buena fe de su parte y
ganará íntegramente la prima.

Art. 95. - Infraseguro. Si el valor asegurado es inferior al valor asegurable, el asegurador


indemnizará el daño en la proporción que resulte de ambos valores, salvo pacto en contrario
que ello resulte inaplicable en razón de la naturaleza de la cobertura.

Art. 96. - Momento de la determinación del daño. Para determinar el daño se atenderá al valor
del interés asegurado en el momento inmediatamente anterior al siniestro.

Art. 97. - Valor tasado. El valor del interés asegurado puede fijarse en un importe determinado
que expresamente se indicará como estimación. La estimación valdrá como valor del interés al
momento del siniestro, salvo que el asegurador acredite pericialmente que ella supera
notablemente ese valor, o que la aceptación del valor estimado se prestó por violencia,
intimidación o dolo.

Sección II

Seguro múltiple

Art. 98. - Seguro acumulativo. Deber de aviso. Omisión dolosa. Si se asegura el mismo interés
por el mismo riesgo mediante contratos separados con diversos aseguradores y en tiempo total
o parcialmente coincidente, el asegurado debe dar aviso de inmediato de todos los seguros a
cada asegurador. Si lo omite dolosamente son nulos los contratos celebrados con dicha
omisión y los aseguradores no avisados están liberados de pagar la indemnización teniendo
derecho a percibir la prima del período en curso en el que conocieron dicha omisión, si la
ignoraban al tiempo de la celebración.

1402
Ausencia de solidaridad. El asegurado en caso de siniestro debe dar aviso de ello a todos los
aseguradores y puede requerir a cada uno la indemnización respectiva según contrato siempre
que las sumas cobradas en conjunto no superen el monto del daño; supuesto en el cual las
indemnizaciones de cada uno se reducirán en forma proporcional.

Base liquidatoria. La liquidación de los daños se hará considerando los contratos vigentes y
válidos al tiempo del siniestro.

Insolvencia de un asegurador. Si un asegurador se insolventa su cuota no se reparte entre los


otros.

Derecho al reajuste. El asegurador que abona una suma mayor que la proporcionalmente a su
cargo, tiene acción contra el asegurado y los demás aseguradores para efectuar el
correspondiente reajuste.

Art. 99. - Seguro subsidiario. Puede convenirse que uno o más aseguradores respondan sólo
subsidiariamente o cuando el daño exceda de una suma determinada.

Art. 100. - Coaseguro. Cuando el mismo contrato de seguro o el seguro de riesgos relativos al
mismo interés asegurado se reparte entre varios aseguradores en cuotas determinadas, cada
uno ellos está obligado a abonar la indemnización solamente en proporción a la respectiva
cuota aunque sea único el contrato suscripto; salvo pacto en contrario.

Repetición. El asegurador que pagara una cantidad superior a la que corresponda podrá repetir
contra el resto de los coaseguradores.

Art. 101. - Asegurador piloto: facultades. Será válido convenir que el asegurador piloto tome a
su cargo la suscripción de los documentos contractuales en nombre y por cuenta del resto de
los coaseguradores; así como que se encuentra facultado para cumplir los actos concernientes a
la modificación y resolución del contrato; recibir denuncias de siniestros y de agravaciones de
riesgos y cuantas declaraciones y reclamaciones provengan del asegurado. Asimismo el
asegurador piloto puede percibir la prima común y debe incluir en la póliza la nómina de
aseguradores con indicación acerca de si el seguro es con solidaridad o sin ella.

Poder especial. También podrá tener representación activa para requerir el cumplimiento del
contrato, perseguir el cobro de la prima e intervenir en los procedimientos de liquidación de
los siniestros y la valuación de los daños; pero requerirá poder especial para renunciar a la
prescripción de los derechos que deriven del contrato.

1403
Art. 102. - Facultades jurisdiccionales del asegurador piloto. Asimismo el asegurador piloto,
aun cuando no haya solidaridad, podrá promover acciones judiciales y ser demandado en juicio
en nombre de los coaseguradores por los derechos y obligaciones relativos a la ejecución de su
mandato ante la autoridad jurisdiccional del lugar en el cual el contrato se celebró. Está
obligado a impedir que se frustre el recupero a que tienen derecho los coaseguradores y en
consecuencia, puede y debe ejercer la acción contra el tercero responsable por el total de lo
pagado, salvo pacto en contrario.

Sección III

Limitaciones de cobertura

Art. 103. - Causa de extinción del mandato. La quiebra, la liquidación o la insolvencia del
asegurador piloto son causa de extinción de su mandato, pero no lo será la quiebra, la
liquidación o la insolvencia de los demás coaseguradores.

Art. 104. - Riesgos catastróficos. Salvo pacto en contrario, el asegurador no está obligado por
los daños causados por actos de guerra civil o internacional, motín o tumulto popular y demás
actos colectivos de violencia que se especifiquen en la póliza, así como por terremoto y
maremoto.

Art. 105. - Dolo y culpa grave. El asegurador queda liberado por el siniestro ocasionado por
dolo o culpa grave del tomador, asegurado o beneficiario. No obstante quedará obligado, si el
siniestro es consecuencia de actos cumplidos para evitarlo o disminuir los daños o por un
deber de humanidad generalmente aceptado.

Art. 106. - Riesgo ilícito. El riesgo ilícito es inasegurable. Si la ilicitud del riesgo se produce
durante la vigencia del contrato, sin culpa del asegurado, el cobro de la prima o la restitución
de la misma en su caso, la efectuará el asegurador a prorrata. Los efectos de la ilicitud se
producen instantáneamente, y el contrato quedará viciado de nulidad a partir del momento en
que el riesgo se transforma en ilícito.

Art. 107. - Vicio propio. El asegurador no indemnizará los daños o pérdidas producidos por
vicio propio de la cosa debido a la naturaleza intrínseca de la misma, salvo pacto en contrario.
Si el vicio sólo hubiese agravado el daño el asegurador indemnizará sin incluir el daño
ocasionado por el vicio. Quedan cubiertos los daños cuando el vicio propio se produce por
demora causada por un siniestro cubierto y los daños sufridos por los demás bienes cubiertos
que son ajenos a la cosa viciosa.

1404
Sección IV

Cambio de titular del interés asegurado

Art. 108. - Continuidad del contrato. Notificación. Rescisión por el asegurador. Prima. La
transferencia del objeto del interés asegurado después del comienzo formal del seguro no es
causa de rescisión del contrato; pero el cambio de titular debe ser notificado al asegurador en el
término de 10 días, quien podrá rescindirlo en los 10 días siguientes con un preaviso de 15
días. En tal caso, sólo tendrá derecho a la prima correspondiente al tiempo de riesgo corrido
hasta ese momento, a prorrata.

Omisión de denuncia. La omisión de denunciar el cambio de titularidad libera al asegurador si


el siniestro ocurre después de vencido el término para notificar.

Rescisión por el adquirente. El adquirente puede rescindir el contrato en el término previsto


para notificar el cambio de titular, sin observar preaviso alguno.

Prima. El enajenante adeuda la prima a prorrata hasta la fecha de notificación del cambio y el
adquirente es deudor de aquélla en el porcentaje que reste del período de seguro en que se
efectúa la transferencia o hasta el momento en que produce efectos su rescisión.

Art. 109. - Pólizas a la orden o al portador. Las pólizas a la orden o al portador no se pueden
rescindir por el hecho de la transmisión del objeto sobre el que recae el interés asegurado.

Art. 110. - Venta forzada. Sucesión hereditaria. El art. 108 se aplica a la venta forzada,
computándose los plazos desde la aprobación de la subasta. Pero no se aplica a la transmisión
hereditaria, supuesto en que los herederos y legatarios suceden en el contrato.

Art. 111. - Quiebra o concurso civil del asegurado. Cuando el asegurado incurre en quiebra o
en concurso civil el contrato de seguro pasa a la masa desde la fecha del auto declarativo de la
quiebra o del concurso con todos los derechos y obligaciones del asegurado. Es nulo el pacto
en contrario.

Prima. Después de la declaración de quiebra o del concurso el asegurador es acreedor de la


masa por la totalidad de la prima impaga, la que se considera deuda de la quiebra o del
concurso.

Sección V

1405
Subrogación

Art. 112. - Alcance. Responsabilidad del asegurado. Todos los derechos y las acciones que en
razón del siniestro correspondan al asegurado contra el tercero responsable del mismo se
transfieren al asegurador una vez pagado el resarcimiento o la prestación y hasta el monto de lo
abonado. El asegurado es responsable de los perjuicios que, con sus actos u omisiones, pueda
causar al asegurador en su derecho a subrogarse.

Art. 113. - Excepciones. Renuncia. El asegurador no podrá ejercitar en perjuicio del asegurado
los derechos en que se haya subrogado, cuando el asegurado deba soportar los daños en la
acción de regreso. Es lícito pactar la renuncia a la subrogación, salvo el supuesto de dolo.

Limitaciones. Si la responsabilidad eventual del asegurado o de las personas excepcionadas


estuviese amparada mediante un contrato de seguro, la subrogación del asegurador estará
limitada en los términos de dicho contrato.

Concurso de reparaciones. Si el asegurado no ha obtenido en toda su integridad la reparación


del daño sufrido, cualquiera sea el motivo, tendrá expedito el derecho a reclamar del
responsable el resarcimiento de los daños cualitativos o cuantitativos no indemnizados por el
seguro.

Art. 114. - Concurrencia de culpas del tercero y asegurado. El asegurador subrogado puede
repetir del tercero responsable la indemnización íntegra pagada aun cuando haya mediado
concurrencia de culpas con el asegurado, siempre que ella esté comprendida en la suma que el
tercero responsable debe al damnificado asegurado a título de resarcimiento, sin que influya la
culpa concurrente en el monto de lo que el tercero debe abonar al asegurador.

Art. 115. - Seguro de personas. La subrogación es inaplicable en los seguros de personas; salvo
los gastos de asistencia sanitaria que efectivamente haya pagado el asegurador y que hubiesen
sido materia de cobertura complementaria a un seguro de vida o de accidentes personales.

Sección VI

Carga de salvamento

Art. 116. - Deberes. El asegurado o tomador, en su caso, deberá emplear lo necesario, en la


medida razonable a sus posibilidades, para evitar el siniestro cuando éste sea inminente. Si el

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siniestro ha comenzado, deberá disminuir o aminorar sus consecuencias, en cuanto le sea
posible.

Art. 117. - Intervención del asegurador. Pluralidad de instrucciones Si el asegurador interviene


directamente en el salvamento o da instrucciones al asegurado éste debe cumplir las que le
ampara de manera documentada, ya consistan en acciones u omisiones. Si hay más de un
asegurador y median instrucciones contradictorias, el asegurado actuará según las instrucciones
que aparezcan más razonables en las circunstancias del caso. Igual criterio se aplicará si es
notable el descubierto a cargo del asegurado.

Art. 118. - Violación de la carga. El incumplimiento doloso o por culpa grave de los deberes de
salvamento dará derecho al asegurador a reducir su prestación en la proporción en que el daño
habría sido menor sin esa violación.

Art. 119. - Reembolso. Eximición. El asegurador debe reembolsar los gastos hechos, así como
correrán a su cargo las obligaciones contraídas y los daños originados a las cosas aseguradas o
no y a las de terceros a raíz del salvamento, aun cuando hayan resultado infructuosos y excedan
la suma asegurada. El asegurador sólo se exime si los gastos, las obligaciones y los daños han
sido manifiestamente desacertados en el momento y en las circunstancias en que fueron
efectuados y contraídos.

Infraseguro. Seguro plural. Si existe infraseguro el asegurador pagará en proporción, pero si


existen instrucciones suyas el infraseguro es indiferente. Si hay pluralidad de aseguradores, se
hará la distribución entre éstos en proporción a la cobertura asumida por cada uno en sus
respectivos contratos.

Anticipo. El reembolso se debe desde que el gasto se hace y el asegurado puede exigir anticipo.

Sección VII

Carga de no cambiar las cosas dañadas

Art. 120. - Noción. El asegurado no puede, sin el consentimiento del asegurador, introducir
cambio en las cosas dañadas por el siniestro hasta la liquidación del daño. La violación de la
carga libera al asegurador cuando sea maliciosa y haga más difícil establecer la causa del daño y
su magnitud.

Violación de la carga. Excepciones. No obstante, el cambio puede hacerse cuando es útil para
el salvamento, lo exija el interés público, el asegurador no sea diligente en la comprobación de

1407
las causas del siniestro y la valuación de los daños y, cuando el cambio de los frutos y
productos afectados no pueda postergarse según normas de adecuada explotación.

Capítulo III

SEGURO DE PERSONAS. SEGURO SOBRE LA VIDA

Sección I

Principios generales

Art. 121. - Variantes. El seguro sobre la vida puede celebrarse sobre la vida del tomador o la de
un tercero, para el caso de muerte o de supervivencia o para ambos eventos conjuntamente.

Seguro de vida de un tercero. Si el seguro es sobre la vida de un tercero y se cubre el riesgo de


muerte, se requerirá el consentimiento por escrito del tercero o de su representante legal si
fuera incapaz, dado antes de la celebración del contrato, con indicación de la suma asegurada.

Prohibición. Está prohibido el seguro para el caso de muerte de los interdictos y de los
menores de 14 años. El asegurador de buena fe estará obligado a restituir las primas percibidas
con deducción de los gastos.

Art. 122. - Reticencia. Incontestabilidad. En caso de reticencia o inexactitud en las


declaraciones del tomador o asegurado en su caso, que influyan en la estimación del riesgo, se
estará a lo establecido en las disposiciones generales de esta ley. Sin embargo, el asegurador no
podrá impugnar el contrato una vez transcurrido el plazo de 3 años, a contar desde la fecha de
su conclusión, a no ser que las partes hayan fijado un término más breve, salvo que aquéllos en
sus declaraciones hubiesen obrado dolosamente.

Art. 123. - Declaración inexacta de la edad. La declaración inexacta de la edad del asegurado
sólo autoriza la impugnación del contrato por el asegurador, si su verdadera edad en el
momento de la entrada en vigencia del contrato excede los límites establecidos en su práctica
comercial para asumir el riesgo.

Edad mayor. Cuando la edad real sea mayor, el capital asegurado o la renta garantizada se
reducirá conforme con ella en proporción a la menor prima pagada de acuerdo con la tarifa
vigente al momento de emitir la póliza.

1408
Derecho a repetir. Si el asegurador de buena fe hubiese satisfecho el seguro con anterioridad a
descubrir la inexactitud, tendrá derecho a repetir lo pagado de más, incluyendo los intereses
respectivos.

Edad menor. Cuando la edad real sea menor a la declarada, el asegurador restituirá la reserva
matemática constituida con el excedente de prima pagada, sin intereses, y reajustará las primas
futuras según la tarifa en vigor al tiempo de celebración del contrato.

Restitución al asegurado o herederos. Si la edad menor se descubre después del siniestro, el


asegurador con independencia del pago de la prestación convenida debe restituir al asegurado
o a sus herederos el exceso de reserva matemática constituida, sin intereses.

Art. 124. - Conocimiento y conducta del tercero. En el seguro sobre la vida de un tercero se
tomarán en cuenta el conocimiento y la conducta del tomador y del tercero, cuando según esta
ley ellas tengan importancia jurídica.

Art. 125. - Agravación del riesgo. Sólo se debe denunciar la agravación del riesgo que obedezca
a causas específicamente previstas en el contrato relacionadas con la persona asegurada y, en el
seguro sobre la vida de un tercero, las vinculadas con éste.

Art. 126. - Cambio de profesión o de actividad. El cambio de profesión o de actividad del


asegurado que agrava el riesgo de modo tal que de existir a la celebración del contrato el
asegurado no habría concluido el seguro, autoriza su rescisión.

Si de haber existido ese cambio al tiempo de la celebración el asegurador hubiese concluido el


contrato por una prima mayor, éste no podrá rescindirlo, pero tendrá derecho a reajustarlo
reduciendo la suma asegurada en proporción a la prima pagada, salvo que el asegurado opte
por abonar la prima mayor. De ocurrir ínterin el siniestro, la indemnización se reducirá de igual
forma.

Sección II

Exclusiones de cobertura

Art. 127. - Principio general. En el seguro para caso de muerte, el asegurador sólo se libera de
su obligación si el fallecimiento del asegurado o del tercero cuya vida se asegura tiene lugar por
algunas de las circunstancias expresamente excluidas en la póliza.

1409
Art. 128. - Suicidio. El asegurador se libera si el asegurado se quita consciente y
voluntariamente la vida, salvo que el contrato haya estado en vigencia ininterrumpidamente
por 3 años. Este período de carencia se podrá abreviar por acuerdo de partes, pero nunca será
menor a un año.

Art. 129. - Muerte del tercero por el tomador. La muerte del tercero cuya vida se asegura
causada dolosamente por el tomador libera al asegurador.

Art. 130. - Pérdida del beneficio. El beneficiario pierde sus derechos cuando sea autor o
cómplice en la muerte de la persona asegurada. En ese caso, caduca el beneficio pero subsiste
el contrato, quedando la prestación a favor de quien resulte nuevo beneficiario luego de la
exclusión de aquél.

Art. 131. - Empresa criminal. Pena de muerte. El asegurador se libera si la persona cuya vida se
asegura la pierde en empresa criminal o por aplicación legítima de la pena de muerte.

Sección III

Seguro en beneficio de tercero

Art. 132. - Concepto. Es válido el seguro de vida a favor de un tercero en virtud del cual el
capital o renta a pagarse en caso de muerte, se abone a un tercero sobreviviente, determinado o
determinable al momento del evento.

Art. 133. - Beneficiario. El tomador del seguro podrá designar beneficiario o modificar la
designación anteriormente realizada, sin necesidad de consentimiento del asegurador.

Formalidad. La designación de beneficiario se hará por escrito sin formalidad determinada, aun
cuando la póliza exija una forma especial. Es válida aunque se notifique al asegurador después
del evento previsto.

Art. 134. - Revocación del beneficio. La designación del beneficiario cuando es a título gratuito
es revocable libremente por el asegurado aun cuando se haya hecho en el contrato. El
beneficiario no puede coartar ese derecho a la revocabilidad aceptando el beneficio que sólo
adquiere irrevocablemente cuando se produce el evento.

1410
Beneficiario oneroso. Cuando la designación del beneficiario sea a título oneroso, en ejecución
de un vínculo obligacional entre el asegurado y el beneficiario, podrá ser irrevocable hasta que
desaparezca la causa que la impuso.

Art. 135. - Ausencia de beneficiario. Si en el momento del fallecimiento del asegurado no


hubiese beneficiario designado o por cualquier causa la designación efectuada se haga ineficaz
o quede sin efecto, se entenderá que aquél designó a los herederos.

Art. 136. - Herederos. Cuando se designe a los herederos, se considerarán como tales a los que
por ley suceden al asegurado en el momento de su fallecimiento, si no hubiese otorgado
testamento. Si lo hubiese otorgado se tendrán por designados a los herederos instituidos. Si no
se fija cuota parte, el beneficio se distribuirá en proporción a las cuotas hereditarias.

Renuncia a la herencia. Los beneficiarios que sean herederos conservarán dicha condición
aunque renuncien a la herencia y su participación en el seguro será equivalente a la que
hubieran percibido de haber aceptado la herencia.

Art. 137. - Hijos. Cuando se designe a los hijos, genéricamente, se entenderán comprendidos
todos los descendientes concebidos y sobrevivientes con derecho a la herencia, al tiempo de
ocurrir el evento previsto.

Art. 138. - Cónyuge. La designación del cónyuge, sin otra precisión, como beneficiario,
atribuirá tal condición al sobreviviente que lo sea legítimamente en el momento del
fallecimiento del asegurado.

Art. 139. - Designación sin fijación de cuota. Si la designación se hace a favor de varios
beneficiarios sin fijación de cuota parte, el beneficio se repartirá por partes iguales.

Derecho de acrecer. La parte no adquirida por un beneficiario acrece la de los demás.

Designación subsidiaria. Es admisible la designación subsidiaria de beneficiario, en cuyo caso


deberá observarse el orden previsto, respetándose así la voluntad del asegurado.

Art. 140. - Derecho propio del beneficiario. El beneficiario a título gratuito recién adquiere un
derecho propio a la prestación del asegurador al tiempo de producirse el evento previsto en el
contrato. Si la designación ha sido a título oneroso, se podrá fijar un momento anterior,
conforme al art. 134, segundo párrafo.

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Art. 141. - Vigencia del contrato. La existencia de herederos legítimos del asegurado y la
quiebra o el concurso civil de éste, no afectan el contrato de seguro ni a la designación
beneficiaria, aunque ésta se haya hecho con posterioridad a la declaración de falencia, salvo que
con ella se persiguiese mejorar a uno de los acreedores después de la cesación de pagos.

Colación y reducción. No obstante, los herederos legítimos tienen derecho a la colación o


reducción por el monto de las primas pagadas hasta el neto recibido por el beneficiario.

Quiebra o concurso civil. Los acreedores, por su parte, sólo pueden hacer valer sus acciones
para obtener la restitución de las primas desde la cesación de pagos, sobre el crédito por
rescate ejercido por el fallido o concursado, o sobre el capital percibido si se produjo el evento
previsto.

Sección IV

Derechos del asegurado

Art. 142. - Rescisión. El asegurado puede rescindir el contrato sin limitación alguna, después
del primer período de seguro.

Art. 143. - Rescate. Si por cualquier causa se rescinde el contrato o el asegurado se libera de
pagar el capital o la renta pactados, éste deberá restituir el valor de rescate que corresponda
según la reserva matemática constituida de acuerdo con sus planes técnicos aprobados por la
Autoridad de Control y según las tablas enunciadas en la póliza.

Art. 144. - Opciones. Cuando hayan transcurrido 3 años de vigencia del contrato, o antes si así
se lo estipula, el asegurado tiene opción a los siguientes derechos de acuerdo a los planes
técnicos aprobados por la Autoridad de Control:

Seguro saldado. a) Convertir el seguro en otro saldado por una suma reducida o de plazo
menor.

Anticipo. b) Obtener un anticipo sobre la prestación asegurada con devengo de intereses.

Cálculo. Los valores correspondientes se calcularán según la reserva matemática conforme con
las normas técnicas.

1412
Art. 145. - Conversión automática. Cuando después de pasados el número de años fijados en la
póliza para la formación de la reserva matemática, el asegurado interrumpiese el pago de las
primas sin manifestar opción entre el rescate y el seguro saldado, dentro de un mes de
interpelado por el asegurador, el contrato se convertirá automáticamente en un seguro saldado
por una suma reducida.

Art. 146. - Préstamo automático. Es válido pactar que el anticipo a que tiene derecho el
asegurado según los planes técnicos aprobados por la Autoridad de Control, sea acordado
automáticamente para hacer frente al pago de las primas no abonadas a su vencimiento.

Art. 147. - Rehabilitación. Cuando el seguro ha quedado reducido en su valor por cualquier
causa, el asegurado puede restituir el contrato a sus términos originarios mediante el pago de
las primas correspondientes al plazo en que rigió la reducción, con más los intereses
devengados al tipo aprobado por la Autoridad de Control, con o sin previo examen médico, de
acuerdo con la naturaleza técnica del plan y las condiciones que éste determine.

Art. 148. - Seguros conjuntos. Será válido convenir seguros conjuntos, en virtud de los cuales
dos o más personas, mediante un mismo contrato, se aseguren recíprocamente una o varias en
beneficio de otra u otras.

Sección V

Seguro sobre la vida del deudor

Art. 149. - Limitación del derecho del deudor. En los seguros sobre la vida del deudor, el
acreedor sólo recibirá una parte de la indemnización igual al monto no pagado de la deuda. El
saldo será entregado a los beneficiarios que corresponda.

Capítulo IV

DISPOSICIÓN FINAL

Naturaleza de las normas

Art. 150. - Normas inmodificables. Son inmodificables las normas de este cuerpo legal que
hacen a la naturaleza y esencia del contrato de seguro y a sus bases económicas y técnicas, así
como aquellas que tienden a proteger los derechos de los asegurados.

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(2615) Presidente honorario del Comité Ibero-Latinoamericano de AIDA-CILA (mayo de
1994).

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