LAS LECTURAS

DE LACAN
Coloquios de la Fundación
6

Néstor A. Braunstein (Encargado del volumen)

Heli Morales
Daniel Koren
Adalberto Levi-Hambra
Daniel Gerber
Frida Saal
Pedro Oyervide
Anne Dunand
Mirla Bicecci
María Teresa Orvañanos
Paul Lemoine
Víctor N ovoa

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Primera edición: 1989
©Fundación Mexicana de Psicoanálisis, A.C.
Tecoyotitla 154, Col. Florida, C.P. 01030, México, D. F.
© Ediciones Armella, S. A. de C. V.
Copilco 339, Col. Copilco-Universidad
C.P. 04360 Tels.: 658-6465 658-7132
ISBN 968-6294-09-0
Impreso en México
Printed in Mexico
Capítulo 1
FREUDIANO Y LACANIANO
Néstor A. Braunstein
Presentación
Con este trabajo inauguro el Sexto Coloquio de la Fundación.
Como se ha anunciado el título que agrupa nuestros trabajos de
este año es Las lecturas de Lacan, título deliberadamente am-
biguo pues convoca a la vez a Lacan como lector y a Lacan como
leído por otros que son sus lectores y que, además, no hacen una
sino dos o más lecturas de Lacan. No siendo sólo un lector sino
una multitud, las lecturas de cada uno de ellos se contraponen, se
interpenetran, se organizan en una red inextricable en la que
Lacan no es sino que llega a ser y es producido por la hetero-
geneidad dé las lecturas y de los lectores.
Lacan, el lector. Lacan, el autor de una serie finita de textos
que no salen de la nada sino que son el producto de una ardua
6 Néstor A. Braunstein
gestación de la que tenemos noticias fragmen.tarias. La elabora-
ción lacaniana del campo freudiano no surge hecha de una vez y
para siempre de la cabeza de Zeus-Freud sino que procede del
contacto y de la confrontación con otras escrituras precedentes,
dentro y fuera del psicoanálisis.
Hay allí un trabajo para realizar, trabajo de historiador para
el que no me siento ni calificado ni llamado que es el de fechar
las lecturas y las relecturas que Lacan hace de cada autor, de cada
texto, y de fijar la "influencia" que esas lecturas iban ejerciendo
sobre la cambiante continuidad de su producción hablada y escri-
ta. Algo se ha avanzado ya en esa reconstrucción cronológica y
pueden recomendarse los capítulos pertinentes del libro monu-
mental de Elisabeth Roudinesco (1) y un interesante artículo de
Jean-Pierre Dreyfuss en el que se refiere a esa "polifonía del
discurso lacaniano" (2).
Lacan, el lector de la psiquiatría y de la psicología, de de
Saussure y de Jakobson, de Melanie Klein y de la troika ego-
psicologista, de Heidegger y de Sartre, de Hegel y de Lévi-Strauss,
/
de Aristóteles y de Russell, de Santo Tomás y de Wittgenstein, de
los místicos y de Marx, de los presocráticos y de sus contem-
poráneos. La lista parece ser infinita y puede dar trabajo (joy-
ceanamente) a generaciones de universitarios. No es ese el cami-
no que tomaré ni el que se seguirá en este Coloquio aunque
trataré, eso sí, de penetrar de algún modo en la cuestión de cómo
Lacan llega a ser Lacan y de qué es lo que él altera en su enseñanza
a partir de ciertas aproximaciones. Particularmente de aquella no
incluida en la lista precedente y que planea sobre ella: Lacan,
lector de Freud. Incesante.
FREUDIANO Y LACANIANO 7
Ya fue observado el contraste que hay entre un Freud siempre
preocupado por asentar las referencias, por establecer las priori-
dades en la relación entre su palabra y la de los demás, interesado
en proveerse de antepasados respetables que a veces le faltan y
llega entonces a inventafos y, del otro lado, un Lacan que des- / ~
lumbra con el giro caleidoscópico de las referencias eruditas pero
que, a la vez, no precisa que debe su elaboración a la de los demás.
syf eud no tiene padres para sus descubrimientos, se los inventa./l
Vaya como ejemplo la atribución a Breuer de la invención del
psicoanálisis. Si Lacan los tiene, borra sus huellas y presenta el
descubrimiento como partenogénesis. Con una excepción, cons-
tante e insistente, abusiva a veces: Freud mismo, a quien se
imputan consecuencias que él, con seguridad, hubiese rechazado.
Pues así se constituye para nosotros el objeto Lacan, eso que
se ofrece a nuestras lecturas y que ha de ser necesariamente
refractado por los marcos conceptuales y por la coyuntura
referencial con que realizamos la operación de lectura. Un texto
se define por su relación con otros textos que lo enmarcan y va
cambiando al modificarse el sistema reticular en el que ocupa un
lugar. Que se relea la ficción de Borges acerca de Pierre Ménard,
autor del Quijote.
La pluralidad de lecturas de Lacan no deriva entonces de la
variedad psicológica de los lectores, sino de la ubicación diferente
desde donde se hace cada lectura. Muchos son los modos de
abordaje. Algunos temibles, a evitar. Por ejemplo, la lectura
sumatoria, cronológica, lineal, que se limita a constatar las varia-
ciones de discurso sin entrar a considerar las razones del cambio
ni las consecuencias. la lectura "integral", que totaliza un corpus
8 Néstor A Braunstein
de textos presentes en la sincronía y donde ~as palabras no se
diferencian, la lectura sacralizante, orientada a la repetición de
un decir que se autoriza a sí mismo por la misma firma de Lacan
al pie, lectura para las citas, psitacismo de la lectura.
Otras lecturas apuntan a continuar las líneas que él dejara
abiertas en el momento de morir, a tratar de deducir la conti-
nuación que hubiese tenido la enseñanza interrumpida. Otros, en
fin, realizan una lectura histórico-crítica que apunta al señala-
miento de las líneas de fractura, a la periodización, a reconocer
los vectores que orientan el rec.orrido de Lacan. Estas dos lecturas
son fecundas porque no idealizan a su objeto sino que se centran
en lo inacabado, en lo contradictorio, en lo que debe desarro-
llarse. Aplican a Lacan la idea que él manifestara sobre el texto
freudiano: no que fuese infalible sino que enseñaba también, y
muy especialmente, cuando se equivocaba y cuando se contra-
decía pues de la falla es de donde, freudianamente, se aprende
más que del acierto. Y un error, en Freud, es más fecundo para el
pensamiento analítico que cien aciertos de sus comentaristas.
Finalmente, hay lecturas que se hacen desde afuera del psi-
coanálisis, marcado éste como lo está, y de modo indeleble, por
la enseñanza misma de Lacan. Desde las matemáticas o de la
lógica, desde la filosofía o de la moderna ideología postmodernis-
ta, desde la topología o de la lingüística, todas ellas contribuyen a
hacer y a complicar -cuando no a simplificar y a confundir- al
objeto Lacan.
Lacan nunca dejó indicaciones de método para abordar su
lectura; ésta es otra contribución, negativa en apariencia, que
debemos agradecer. Muchas lecturas son posibles lo que no las
r mente a través de la repetición del pedido hecho por su lectura a
\
FREUDIANO Y LACANIANO 9
hace válidas. Hay también una proliferación indeseable de malas
imitaciones del estilo de Lacan. El resultado es una fraseología
confusa hecha de atropellos a la sintaxis, de galicismos cuando se
escribe en español, de importación ilegal de maternas, de con-
trabandos topológicos y de erección de la oscuridad como criterio
de adecuación entre el texto de un autor y el de Lacan.
Leer a Lacan no es operación de eruditos ni acción desin-
teresada. Sus textos son intervenciones que se ponen a prueba en
un campo claramente definido que es el de la clínica psicoana-
lítica, basada como lo está en aquello que se dice en un análisis.
Hay un suelo natal y un contexto de verificación de la palabra de
Lacan que la saca del terreno de las elucubraciones universitarias
y que le da su sustrato material, ese real sobre el cual se actúa con
lo simbólico.
Una lectura no basta. El plural de nuestro título no es
inocente, la segunda lectura es la clave de la primera. Es la que
realiza Freud sobre su propio texto cuando, hacia los años 20,
rebasa las tesis fundamentales del principio del placer que orien-
taron hasta entonces su búsqueda y la que realiza Lacan sobre su
propio texto cuando, a partir de los años 60, se descentra de una , f
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clínica d~ la palabra para abordar una s_línica del ~oce. Las lecturas,L,.,~t( 4
de Freud y de Lacan, las que ellos hacen, las que nosotros hacemos
de la que ellos hacen, constituyen el punto de referencia in-
soslayable de una praxis, la del psicoanálisis.
Es un hecho que de Lacan no se extrae el valor de verdad del
decir con una sola lectura. El objeto Lacan se constituye gradual-
su escritura para que revele el objeto que ella envuelve. Pues los
 (!,O) Néstor A Braunstein
, escritos y seminarios constituyen al mismo tiempo el cuadro y el
r marco de la actividad de la lectura. Nada de particular hay en esto;
}) así pasa con todos los autores que fundan o innovan de manera
~ decisiva en un campo del saber. Cada palabra recibe su sentido
h de la que le precede y de la que le sigue, ninguna vale en su
IJ aislamiento. Y esa palabra que está determinada por su contexto
P / es, a la vez, contexto de las demás y a ellas se remite. Lacaniana-
! mente es así como se produce el significado del significante Lacan.
En el lector se materializa el significante dos gracias al cual el
significante uno del texto representa al sujeto Jacques Lacan. Y
el objeto así producido, como buen objeto psicoanalítico que es,
es un objeto definitivamente perdido, inaprehensible, huidizo,
Lacan, el objeto perdido por la repetición de las lecturas que lo
,r odean sin atraparlo.
Helo aquí a Lacan devenido significante. "Sin duda el cadáver
es un significante, pero la tumba de Moisés está tan vacía para
Freud como la de Cristo para Hegel" (3). Hay ahí un misterio, un
secreto qué revelar. El cadáver de Lacan se ofrece, a través de su
palabra transformada en escritura (los seminarios) en un objeto
que encierra un misterio. Objeto perdido que es causa del deseo
y deseo que es deseo del Otro. lQuién es el dueño, de quién es el
goce de este objeto que es objeto porque es ajeno y porque
estamos exiliados de la posibilidad de hacerlo nuestro? lA quién
pertenece este objeto Lacan que de nosotros se escapa?
En cierto modo esto está en juego en la operación de la lectura
y en las proclamaciones de fidelidad a la letra o al espíritu del
texto. Muerto Lacan queda su cadáver como objeto de disputas
donde el apoderamiento por alguien implica el despojo de las
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pre~e~siones de otro. Tradicio~almette la ~egitimidad de la dis-
pos1c16n del cadáver se transrmte por med10 de la voluntad del
occiso expresada en un documento testamentario. Automática-
mente la designación de herederos excluye a los que no son
1
mencionados que pasan a formár, en la medida de sus preten-
siones, la categoría de los des~edados. Es común en tal caso que
se inicie un juicio para determinar la validez del testamento. La
historia del lacanismo de nuestros días está en cierta medida
marcada por esta tradición del pleito por la herencia. Es un hecho
·que Lacan no murió intestado. Por el contrario, explicitó con toda
claridad su last will, designando a sus herederos materiales, espiri-
tuales e institucionales que, por ser siempre los mismos, son sus
·herederos universales.
Sin duda no basta con esto para que la dialéctica de la legi-
timidad y del despojo con sus sombras imaginarias deje de proyec-
tarse sobre los sobrevivientes. El caso del rey Lear (King L.)
muerto a los 80 años es paradigmático. La hija despojada de los
derechos hereditarios por negarse a la adulación demandada por
su padre se consagra a demostrar a éste y al mundo la injusticia
que se cometió con ella y a proclamar por medio de su fidelidad
inquebran~rble que era la verdadera merecedora de esa herencia
que se le ne, ~ó. Con intenciones humorísticas propongo la deno-
minación de "complejo de Cordelia" para este destino del ser
arrojado fuera del significante del cadáver.
Sí. Así se presentan los discípulos de Lacan. Los hay que lo
abandonaron en distintos momentos de su trayectoria, los que no
se animan a nombrarlo, los que lo repudian, los que no quieren
recordar que fue él quien los formó y a él deben su nombre propio
12 Néstor A Braunstein
y su existencia en el mapa del análisis. Son los :r:enegados, confor-
tados la mayoría de ellos en el reconocimiento que les extendió
la l.P.A. a cambio de su desmentida, de su Verleugnung. Están
también los que no lo acompañaron en sus momentos finales,
después de la disolución de la Escuela Freudiana de París, sea
porque no quisieron, sea porque no fueron queridos allí. Son los
hiperlacanianos, más lacanianos que Lacan, que apuestan a la
existencia de conjuras en torno al gran hombre moribundo y que
dan pruebas de una fidelidad que está más allá del recuerdo. Están
los que critican esos tiempos finales pero que defienden toda la
trayectoria anterior junto al maestro a la vez que quieren prote-
gerse de la repetición de las experiencias traumáticas. Son laca-
nianos discretos que no hacen de su adscripción a la enseñanza de
Lacan un motivo particular de ostentación aunque afirman su
afinidad y, en menor medida, su discrepancia más con la experien-
cia institucional que con las búsquedas de Lacan al terminar los
años 70. Y, al fin pero no los menos, si es que pensamos en inglés
y traducimos nuestros pensamientos, están los que siguieron con
Lacan hasta el último momento, hasta la fundación por él de la
Causa Freudiana con aquellos que expresaron su voluntad de
acompañarlo y a los que él aceptó en los términos con que propuso
la disolución. Son, en verdad, los herederos de Lacan.
Así se configura el campo del lacanismo después de Lacan.
En este terreno es que se planta nuestro 6º Coloquio en t0rno a
Las lecturas de Lacan. En México, siete años después de su
mu_erte, sin haber tenido con él otra relación más que la de la
lectura, sin haber pertenecido a ninguna de las instituciones que
él creó, sosteniendo una práctica y una enseñanza que estimamos
FREUDIANO Y LACANIANO 13
acorde con las de él, sometiendo a crítica interna y externa
nuestras propuestas, dialogando y escogiendo como inter-
locutores a sus discípulos directos, publicando nuestros textos, es
como pretendemos colocarnos en la continuación de su pen-
samiento. No somos sus herederos, pero tampoco somos sus
desheredados, precisamente porque nunca aspiramos a ninguna
herencia. Queremos estar más allá del pleito por la herencia
material o espiritual y creemos que el cadáver, por haber
devenido significante, no pertenece a nadie en particular. El
significante no tiene dueño pero, eso sí, está disponible para
efectos de fecundación discursiva y será el Otro el que diga en
última instancia si el discurso así engendrado es digno de la
progenitura que se le atribuye. Es la ventura y la aventura de este
Coloquio.
El retomo a Freud
Unos días más y habrán pasado 50 años de la muerte de Freud.
El psicoanálisis, el suyo, es anterior en el tiempo pero es posterior
en la conceptualidad a la enseñanza de Lacan. En 1988 el
psicoanálisis es Freud y es lo que se produjo en los 50 años
·siguientes. La sincronía hace sentir su peso y organiza la diacronía
de los textos. Freud, el psicoanalista, pudo o no haber existido, su
descubrimiento del inconsciente pudo o no haber tenido lugar:
 14 Néstor A Braunstein
fue una contingencia. Pero, una vez producido el descubrimiento
del inconsciente y del campo en el que éste se manifiesta ya no
hay opción; no puede prescindirse de Freud y del discurso que él
inau.1Uró. La contingencia freudiana en la vuelta del siglo pasado
es una necesidad en la vuelta de siglo que se avecina. Y Freud es
un e bjeto móvil que ha ido variando conforme se sucedían las
lecturas de su texto y se exploraba su campo de experiencia.
Igualmente con Lacan. Para quien se interna en el
psicoanálisis no hay opción: no puede escoger entre atravesar o
no por los significantes de Lacan para ubicarse en relación con el
inconsciente y su descubridor. El psicoanálisis, los psicoanalistas;
somos hoy el resultado del modo en que el. accident.e Lacan ha
incidido sobre el accidente Freud, siendo ambos hijos naturales
(bastardos) de la medicina de su época. La vigencia de sus des-
cubrimientos existe materialmente en la relación que guar.d an el
quehacer del analista y los textos que fundan el campo de fuerzas
en el que se opera. Ser psicoanalista es posicionarse de cierto
modo, singular, dentro de una genealogía de análisis, de analistas,
de transferencias, de textos, de instituciones, que inclúye siempre
la relación transferencia! con el fundador, con ese padre que no
es -en lo analítico- el hijo de nadie; fuente originaria de un linaje
y patrón de medida de las distancias con su decir y coii su hacer,
centro que está en todas partes y circunferencia que no está en
ninguna, que delimita el campo vectorial de las fuerzas que
operan en el análisis. La referencia constante de los dichos y los
hechos de los analistas a los de Freud y Lacan no constituye, por
"" ello, un recurso de impotentes al principio de autoridad (cosa que
también puede suceder y que debe impugnarse) sino que es un
FREUDIANO Y LACANIANO 15
criterio de adecuación al discurso analítico que ellos hicieron
venir al mundo y una necesidad siempre presente de se réperer, de
posicionamiento. Son las abscisas y las ordenadas, las latitudes y
longitudes que indican el sitio del navío y lo orientan en su
derrotero.
A veces se ha usado el argumento del uso constante de la
referencia al decir de los fundadores como denigración del
psicoanálisis. Es evidente que en esto el análisis se distingue de la
ciencia que, ella, tiende a olvidar a sus fundadores y a reemplazar-
los por sus dichos o, mejor, por sus escritos. En esto, como en
tantos otros aspectos, el psicoanálisis difiere de la ciencia. Los
momentos de su constitución no están hechos para ser olvidados
y borrados por la progresión de su discurso. La regresión a los
orígenes, el recurso al apres-coup, se impone. Constantemente se
vuelve a esas contingencias que son la sustancia del "acon-
tecimiento Freud" como lo llamara Lacan (4) al comentar una
conferencia esencial de Foucault acerca del autor como fundador
de una nueva discursividad (5). Freud es el momento decisivo:
imposible saltearlo, imposible darlo por no advenido. Los
psicoanalistas descubrimos de nuevo al inconsciente en cada
analizante, en cada sesión, en cada momento del análisis y ese
descubrimiento que se renueva es la ratificación por apres-coup
del giro freudiano que creó el campo, que definió la posibilidad y
las reglas de producción de otros textos que se ubican en su
descendencia genealógica y que no existen fuera de las coor-
denadas producidas por el fundador. La conclusión de Foucault
es que no es posible no retornar a ... ya que el texto fundador incide
en todo momento y planea sobre todos los textos que de él
 16 Néstor A Braunstein
proceden. Es el tronco por donde pasa la savia del análisis; no se
le puede cortar. El corte de la referencia, como lo ilustra el caso
de Jung, es el cambio de terreno. Y es válido que alguien se
coloque fuera pero, en tal caso, es imperioso reconocerlo y renun-
ciar a los prestigios del punto de partida.
De la ciencia se espera la amensia que se olvide de sus
fundadores y que los sustituya minuto a minuto. No es el caso de
la filosofía ni el de las lciencias? del signo.
Por supuesto, el retorno no es la repetición, no es la
constatación reiterada de que nada nuevo hay bajo el sol y de que
todo está ya dicho. No se trata de un retorno religioso a la verdad
revelada. El retorno es un trabajo concreto, imprescindible, que
es la garantía de las transformaciones que se operan en la discur-
sividad misma. Foucault, siempre Foucault: "El reexamen de los
textos de Freud modifica al psicoanálisis mismo". (cit. p. 21).
¿Verdaderamente sobra decir que si el psic'oanálisis no puede
olvidarse de sus orígenes no por eso se agota en ellos y que el
retorno a la letra de Freud no es en sí garantía de la validez de
ningún enunciado? Y más aún, que el retorno a Freud puede
operar como obstáculo epistemológico y como resistencia al in-
consciente y a su producción. No basta con proclamar el freudis-
mo cuando Freud puede ser un nuevo emblema del saber
universitario en su operación de clausura del saber del incons-
ciente.
Pues el retorno debe ser considerado como el punto de par-
tida de Lacan, del Lacan lacaniano que transforma al
"\ ~
psicoanálisis. Punto de partida, no de estancamiento. 1951 no es
1988. Lo que fue propuesto como una aventura en la selva es hoy
FREUDIANO Y LACANIANO 17
pisar terrenos erosionados por el tránsito. La consigna dio lugar
a un nuevo estilo de pensar el análisis. Masotta (6) podía en 1969
presentar un volumen .sobre "el psicoanálisis francés
contemporáneo" que reunía a Green, a Laplanche, a Leclaire,
todos ellos retornantes connotados. El tiempo fue estableciendo
las diferencias. Muchos se quedaron en el camino. El retomo a
Freud,
--=-
desandamiento del camino de la desviación que siguió a
su muerte sino es el propio Freud el que lo inició, ~.una~g~
_... -
de la negación del inconsciente.. Lacan consiguió lo que se
proponía. El retomo a Freud ya hizo sus efectos. Hoy en día, dice
J. -A. Miller (7) y hay que coincidir con él, es una consigna agotada.
La primera generación de discípulos de Lacan se quedó anclada
ahí. Desde su reducto en la Asociación Psicoanalítica de Francia
prosigue su tarea de freudología y de freudomaquia, de rumiación
y limadura de las aristas del texto freudiano. Si Lacan le devolvió
el filo, este trabajo, continuado hoy, es consunción de la hoja. Es
ya historia. Un momento esencial que funda pero no agota la
marcha de Lacan y su orientación. Consistió en reabrir las orejas
a la verdad del inconsciente que se cerraban por la invasión del
saber. Fue la condición de posibilidad de la invención lacaniana
que hoy nos llega en grafos, maternas y figuras topológicas que
dibujan otro Freud.
Pero en el principio era Freud. De la contingencia de que
Lacan lo encontrase somos nosotros el resultado. Los que
podemos decir que en el principio era Freud. lCómo y cuándo
fue ese encuentro? Establecerlo es asentar el fantasma de los
orígenes, de nuestros orígenes. la cosa es por fuerza polémica y la
polémica al respecto no falta.
 FREUDIANO Y LACANIANO 19
Néstor A. Braunstein
18

En el comienzo se impone una conclusió.n negativa, la que eso, no es posible oponer Lacan a Freud. Lacan no sustituye, no
es la metáfora de Freud. El psicoanalista no está llamado a elegir
transmite con toda claridad Roudinesco (8): "La confrontación
"Lacan o Freud" como quien elige "la bolsa o la vida" y siempre
(personal de Lacan con Freud) hubiese resultado en el mejor de
pierde. De donde el título de este artículo. No a la disyunción; sí
los casos en un malentendido y en el peor en un desastre. Lacan
a la conjunción. Lo que no es la opinión de todos. Se verá.
se identifica mucho más con los textos de Freud que con la
Lacan y los lacanianos: efectos del retorno a Freud. Lacan, un
persona de Freud y es en la obra escrita del vienés donde él
nombre propio. Un sujeto que es representado por un S 1 ,
descubre las herramientas teóricas necesarias para la elaboración
"retorno a Freud", ante un S 2, sea éste la vida cultural francesa o
de su propia doctrina. Así se establece un vínculo transferencia!
el psicoanálisis en su conjunto teórico e institucional. Que, por
nuevo entre un texto y un lector, a distancia de una relación carnal
reversión, produce efectos sobre ese Freud que ya no es el mismo,
o didáctica".
pues si bien Freud no es lacaniano, depende no obstante de Lacan
En el final, una serie de afirmaciones de Lacan que muestran
para que su descubrimiento sea preservado. Ese que se disuelve
el distanciamiento kilométrico que resulta del retorno:
en las manos de sus "ortodoxos".
"El inconsciente no es de Freud, el inconsciente es de Lacan;
Lacan no fue ni el heredero ni el desheredado de Freud sino
pero eso no impide que el campo, ese sí, sea freudiano" (9).
el que supo detectar la originalidad irreductible del des-
"Mis tres no son los tres de Freud" ( 10).
cubrimiento del inconsciente y con él, no con la persona de Freud,
"Este inconsciente del que Freud no comprendía estricta-
vino a "renovar la alianza" (16). Haciendo su lugar en la historia
mente nada" ( 11 ), a la vez que sostenía: "Es completamente cierto
del psicoanálisis que es la historia de las instituciones, de las
que ~n_es freudiano pero Freud no es lacanianQ". (id.)
escisiones, de las disoluciones que van signando su devenir. De
"Ustedes, si quieren, sean lacanianos. Yo, por mi parte, sigo
una historia jalonada por textos donde se asientan y se establecen
siendo freudiano" (12)
diferencias, peculiaridades de abordaje de la experiencia y que
"Acabo de lanzar la Causa Freudiana. Como ven, me aferro
tiene efectos transferenciales, crea linajes e incompatibilidades,
(je tiens) al adjetivo" (13).
organiza la "ciudad psicoanalítica" donde habita todo psicoanalis-
"Soy un epígono, un comentador" (14).
I~ tl ta. La levadura es allí el deseo del analista.
!J' En todas estas citas encontramos contradicciones sólo
• Sl. Nada forzaba la aparición del discurso del psicoanálisis y
.:( aparentes. El "retorno a Freud" propugnado desde 1951 (o desde
nada hacía imperiosa su transmisión. lQué llevaba a Freud y a
i
~
1936 [15]) es la causa de lo "lacaniano" pues, para Lacan, ser
"lacaniano" es referir el discurso y el trabajo del psicoanálisis al
Lacan a empeñarse en esa transmisión, a tener discípulos, a vivir
la vida tormentosa de las instituciones, a superar escisiones y
fundador de la discursividad, al instaurador del "campo". Y, por
 Néstor A Braunstein
20
desgarramientos? Algunas respuestas, en nada incompatibles,
pueden arriesgarse: a) el deseo, la respuesta dada a la falta en ser,
el anhelo freudiano de superar al padre y el lacaniano de ser hijo
de sí mismo, de su propia creación, explicación que no será
errónea perC' que requiere agregar, b) que la práctica del
psicoanálisis en intensión no es independiente de la del
psicoanálisis en extensión y ni Freud ni Lacan podrían saber que
no deliraban o que no asesinaban al padre o que no quedaban
amarrados al deseo sexual de la madre si no era pasando el
psicoanálisis a otros que recibirían y traicionarían la enseñanza,
lo que no sería falso pero que, a su vez, llama a c), el fracaso del
análisis de cada uno de ellos, el de la Writing cure de Freud con '
Fliess y el del análisis de Lacan con Loewenstein, que animan y
sostienen la pregunta por lo que no anduvo, por el resto de real
inaprehensible que debía circunvalarse en incontables escritos y
seminarios.
Pues el psicoanálisis en extensión, base de nuestro psico-
análisis en intensión, es efecto del deseo del analista que hace
extensión de su intensión, que crea instituciones donde el discurso
del psicoanálisis prospera y se amalgama de modo variable con
los otros tres discursos: el de la histérica, el del amo y el de la
universidad.
FREUDIM:O Y LACANIANO 21
Lacan, lector de Freud
Y las lecturas, las de Lacan en nuestro Coloquio, las de Freud,
ponen en juego al deseo. Muchas veces he dicho que la lectura
"lenguajera" que Lacan hace de Freud se opone a otras tres que
son igualmente posibles y que son las lecturas biologista,
psicologista y sociologista y que entre las cuatro constituyen la
realidad del mundo psicoanalítico de hoy. Un mundo conflictivo
donde no se puede ser "freudiano a secas" y, menos aún,
"ecléctico". Donde se está forzado a aplicar una navaja que separe
las proposiciones de Freud entre las aceptables y las inaceptables.
Pues el texto de Freud.no es a tragarse entero porque no hay un
todo Freud y mucho menos un "todo Freud" al que habría
regresado Lacan en algún momento de su tarea.
Lo que pone en juego la cuestión de los criterios para hacer
la lectura pues la literalidad y la posibilidad de citar al texto
parecería habilitarlos a todos. Menos aún que el recurso a la letra
se justifica el recurso a un "espíritu" donde cada uno se apresuraría
a reconocer los conejos que previamente metió en la galera. No
hay texto sagrado y no hay lector privilegiado por su iluminación
al acercarse a él. Por el contrario, los dichos de Freud son am-
biguos y contradictorios. Voy a citar un ejemplo resplandeciente,
enorme, en las ideas finales de Freud sobre "su" ciencia; Freud,
(1940 [1938]): "La concepción según la cual lo psíquico es en sí
inconsciente permite configurar la psicología como una ciencia
natural entre las otras" (17), ratificado en (18): "La psicología es
también una ciencia natural. lQué otra cosa puede ser?".

22 Néstor A Braunstein
Freud, (1933 [1932]): "En sentido estricto sólo existen dos
ciencias: la psicología, pura y aplicada, y la ciencia natural". (19)
Acá no hay conjunción posible. Hay que optar. Lo que está en
juego es la concepción misma de lo que sucede en un análisis. Y
Lacan, allí, opta por enfrentar a los dichos de Freud no con su
espíritu sino con su acto, con su decir, con la experiencia de Freud
tal como la transmite en los libros canónicos del inconsciente y en
los cinco psicoanálisis, tal como se ve brotar al inconsciente en el
análisis de cada uno que se somete al dispositivo inventado por
Freud.
La contingencia Lacan es una opción epistemológica, teórica
y clínica en el campo freudiano, impugnando la paternidad
médica, naturalista y evolucionista a la que Freud reconoció
durante su vida entera, contraponiendo una epistemología del
psicoanálisis a la epistemología freudiana, en un gesto subversivo
que da por tierra con cualquier versión religiosa que quisiese
hacerse del "retorno a Freud". Creacionismo (del significante)
contra evolucionismo (de la naturaleza).
El sujeto no es hijo de su padre sino de su palabra que lo
representa ante el Otro, un Otro que sólo existe porque esa
palabra lo hace surgir a la vez que lo tacha. El Otro tachado: un
conjunto lógico que no existe sino a partir del sujeto como - 1 que
lo descompleta y lo hace inconsistente.
La causa y la consecuencia de esta lectura lacaniana de Freud
es una idea antagónica respecto del tiempo que se juega en el
-interior del propio Freud en las dos citas contrapuestas poco ha.
Pues en la ciencia natural el tiempo es lineal, unidireccional,
irreversible. Pero en la experiencia de la palabra, en la del análisis,
FREUDIANO Y LACANIANO 23
en la de la significación y el sentido, el tiempo se invierte. De
Freud es de donde Lacan extrae su Nachtraglichkeit, su apres-coup
que impugna toda idea de desarrollo. (20)
Freud contra Freud; esa es la originalidad de la lectura de
Lacan. Una lectura irrespetuosa, irreverente que, lejos de
prohibirse las omisiones y las interpolaciones, recorta libros
enteros como si no existiesen y que le hace decir a Freud lo que
no dice y hasta lo contrario de lo que expresamente dice. Y si uno
de los núcleos de la enseñanza de Lacan es "el inconsciente
estructurado como un lenguaje", nada cuesta reconocer que de tal
idea Freud no tuvo jamás el menor atisbo. Por lo cual el incons-
ciente no es de Freud, es de Lacan. Así como Freud nunca
entendió nada del inconsciente ... aunque lo exploraba todos los
días. Tal como Colón a América.
Y por todo esto es que la definición de lo freudiano pasa por
el texto de Lacan y que Freud, hoy, depende del retorno. Es
aplicar a sus escritos los principios mismos que de él se derivan.
Pero, a su vez, Lacan también es un efecto del retorno a Freud. Y
por eso puedo proponer que el período "prefreudiano" de Lacan,
si es que vale llamar así a su producción de 1931 a 1951, es, en
tanto que "prefreudiano", "prelacaniano". Un periodo no por ello
de importancia menor, el "tiempo para comprender", la época en
la que Lacan va componiendo los diferentes elementos con los
que hará irrupción en el campo freudiano, con los que construirá
su doctrina personal que consiste en decir lo verdadero no sobre
la verdad sino sobre el decir de Freud y que acabará en la
atribución para sí del inconsciente.
24 Néstor A Braunstein
El tema de la relación entre Lacan y Freud no pierde vigencia
mientras el psicoanálisis subsiste: es una cuestión que atraviesa la
historia. Se trata, en última instancia de la construcción del objeto
Lacan que de allí resulta.
Por más que en 1936 Lacan se reconozca como integrante de
la segunda generación de psicoanalistas y reconozca hacia Freud
"su deuda y su deber" (15), es un hecho que no está integrado en
la línea de la reflexión freudiana de entonces sino que progresiva-
mente va definiendo los instrumentos con los que muchos años
después habrá de trabajar sobre Freud.
Miller ha señalado (21) -e insistido en su señalamiento (22)-
que pueden rastrearse en la enseñanza de Lacan tres escansiones
fundamentales con las cuales Lacan hace su lectura de Freud
puntuándola y reorganizándola. Ellas son: a) la definición del yo
a partir del narcisismo; b) la definición del sujeto a partir de la
dialéctica y c) la articulación de la estructura y la dialéctica que
culmina en la hazaña de definir al inconsciente estructurado como
un lenguaje. Con estos tres elementos o "escobillas" ( lpara barrer
"los establos de Augias de la literatura psicoanalítica"?) piensa
Miller que puede establecerse un "temario" particular que sería
comparable a la clásica trinidad lacaniana de lo real, lo simbólico
y lo imaginario. Creo que aquí se trata más de sumar que de
comparar. En pocas palabras, que la distinción de los tres registros
es un cuarto elemento que se añade sin contradicción a los otros
tres y que configura un cuarteto con el que Lacan hace su salida
del campo de la psiquiatría y su el}.trada en el campo freudiano.
'El paso siguiente en estas "lecturas de Lacan" es el de
reconocer que estos elementos son articulados por él de una
FREUDIANO Y LACANIANO 25
manera totalmente original que, actuando sobre el objeto Freud,
produce el psicoanálisis de nuestros días. Pero que Lacan no los
ha extraído de la nada sino que ha elaborado su retomo a Freud
con herramientas tomadas de otros campos que no siempre
fueron expresamente reconocidas como tales. Una síntesis, genial
si se quiere adjetivar, más que una invención ex nihilo.
Ya en 1951 Merleau-Ponty (23) reconocía la manera original
de Lacan para abordar la "experiencia del espejo" descripta y
trabajada por Wallon en 1934, haciéndola recaer sobre las con-
sideraciones freudianas en tomo al narcisismo y al surgimiento
del yo por "un nuevo acto psíquico". Lacan importa pues un
elemento empírico proveniente de la psicología y lo hace operar
en el campo freudiano para mostramos sus efectos sobre la
función del Je "tal como nos es revelada en la experiencia
psicoanalítica", frase que nunca debiera omitirse cuando se hace
referencia al artículo de Lacan porque es un complemento esen-
cial en el título del texto sobre el estadio del espejo.
La segunda "escobilla" o escansión reconocida por Miller es
también una importación, esta vez del campo de la filosofía. Para
nadie es un secreto que Lacan comienza tomando la dialéctica
hegeliana, tal como le llega transformada a través de Kojeve, para
desterrar las concepciones individualistas que hacen su agosto en
la psicología y en la psiquiatría. Del deseo de lJn deseo_apuntado_
-
por Hegel en las primeras páginas de la Fenomenología del espíritu
a la postulación del deseo como ..dese.o._deLQtr.o no hay sino un
paso, un paso que es dado y confirmado a cada paso en la experien-
cia del análisis, de la transferencia. El resultado de esta
importación filosófica es ni más ni menos que el concepto más
26 Néstor A Braunstein
recurrente y menos freudiano de la lectura lacaniana de Freud: el
de sujeto. Y el de un sujeto colocado en las antípodas del solipsis-
mo psicologista pues está definido siempre desde lo que hay en el
otro extremo, el Otro. Es fácil señalar cómo Lacan importa la
dialéctica hegeliana para leer a Freud. Lo que no se distingue con
igual facilidad es el modo en que Freud, así leído, recurre sobre
la filosofía dialéctica y muestra su falacia a la vez que la
solidaridad de Hegel y de la tradición que de él procede, tanto
hacia la derecha como hacia la izquierda, con el discurso del amo.
En otros términos, que la experiencia psicoanalítica conduce de
la constatación empírica de la dialéctica intersubjetiva a la
demostración de su imposibilidad lógica, del Otro como residen-
cia del sentido a la evidencia de la inconsistencia de ese Otro, de
la promesa de un encuentro afortunado al choque con la necesaria
inexistencia de un momento de síntesis. De la "realización" del
sujeto a la "destitución" subjetiva. La dialéctica, llevada hasta su
extremo en la experiencia analítica, desemboca en un tope que es
----,
la estructura. J¿l dialéctica no lo es de dos sujetos sino de dos
- ···---· -------------- ·-· -· --··"-·-· ··--------·· ·
deseos y los sujetos aparecen allí subvertidos por ese deseo que
~-- ·- ·
es, espinozianamente, su esencia. El deseo freudiano, incons-
ciente, barrera a la vez que camino hacia el goce por el rodeo del
significante, de la palabra articulada que debe filtrar ese goce. La
dialéctica del deseo subvierte tanto la noción de sujeto como la
de dialéctica; el inconsciente actúa allí como la navaja que parte
en dos a ambos. Es su corte en acto.
Y aquí aparece el tercer elemento constante de la enseñanza
de Lacan en su retorno desestabilizador a Freud: la definición del
inconsciente estructurado como un lenguaje. Pues el análisis
27
FREUDIANO Y LACANIANO
conduce ineluctablemente a la constatación de la división sulJ-
jetiva y a reconocer que es por ella, por el rechazo originari~~l
goce y de la Cosa, que el sujeto es producido y desplazado hacia
el mundo de la demanda y del deseo, articulado pero no arti-
culable, que toma el lugar de Ley. Pues la dialéctica, punto de
partida fenoménico del hacer analítico, no es la de dos seres sino
la de dos faltas en ser que no pueden sino desconocerse, "incol-
marse", si se permite neologizar. Esta es la concepción lacaniana
de la estructura, diferente de la de Lévi-Strauss, que incluye un
elemento no significante y no dialéctico que resulta de lo incol-
mable consustancial a toda dialéctica: a. El inconsciente "estruc-
turado como un lenguaje" no procede de Freud sino de aplicar a
su descubrimiento la barra infranqueable con la que de Saussure
distingue al significante y al significado, de despreocuparse del
significado al hacerlo dependiente de la articulación de los sig-
nificantes, de traducir de modo transgresivo a la Vorstellung
freudiana y psicologista como el significante saussuriano, subver-
tido a su vez al privarlo de significación, vaciando así al incons-
ciente de todo contenido y haciéndolo un proceso de producción,
de formación constante, que no es otra cosa que la articulación
significante en sí y no como propiedad de un sujeto psicológico o
filosófico. Un inconsciente por fin material. Material, materialista
que lleva de la mano a la pregunta: "Una vez reconocida la
estructura del lenguaje en el inconsciente, lque clase de sujeto
podemos concebirle?" (24), (21).
Wallon para el estadio del espejo, Hegel para la concepción
dialéctica del psicoanálisis y de Saussure para la naturaleza len-
guajera del inconsciente muestran hasta qué punto las lecturas de
28 Néstor A Braunstein
Lacan son esenciales en su transgresivo retorno a Freud donde lo
transgresivo es reversible pues Freud y la experiencia del análisis
obligan a transgredir las ideas fundamentales de Wallon, Hegel y
de Saussure que ya nunca volverán ser los mismos. Lacan es el
nombre de la encrucijada en que la psicología, la filosofía y la
lingüística se confrontan con el psicoanálisis. Y nadie sale
incólume.
Pero hay más. En un texto que Lacan no puede no haber leído
cuando su aparición en 1934, Wallon (25) articula la experiencia
del espejo con la existencia diferenciada de dos espacios, el
imaginario o virtual del otro lado del espejo y el real de este lado
y señala la necesidad de concebir un tercer espacio "más abstracto"
que corresponde a la función simbólica como "suprasensorial".
De allí que un apartado de su libro se titule "El niño frente a su
propia imagen especular. El simbolismo progresivo de las
imágenes y su reducción a lo real. Aparición.del espacio suprasen-
sorial".
Tenemos allí la nominación de estos tres "espacios" como
imaginario, real y simbólico. Razón tiene Jean-Pierre Dreyfuss
(2) al preguntarse qué es lo que hubiese perdido Lacan al
reconocer la deuda innegable que tiene con Wallon.
La tripartición de imaginario, simbólico y real no es tampoco
extraña a la filosofía hegeliana. El movimiento que va desde la
conciencia sensible hacia la ciencia es un movimiento de
simbolización de lo imaginario y este movimiento habrá de cul-
minar en una reabsorción de lo real dentro de lo simbólico pues
todo lo real es racional. El ternario lacaniano encuentra uno de
sus fundamentos en este proceso de acabamiento del espíritu en
FREUDIANO Y LACANIANO 29
la ciencia, en la abolición de la diferencia entre el saber y la
verdad, entre el pensar y el ser, entre lo imaginario y lo real por
medio de lo simbólico, del saber absoluto. Un fundamento a
impugnar y, valga aquí la imagen, a poner sobre sus pies. Pues lo
real de Lacan no es racional sino un saldo que escapa a la razón.
Pero si queremos rastrear a los tres de Lacan en la filosofía
anterior a él es más en Hegel que podremos hacerlo, más en Hegel
que en el Heidegger indicado y privilegiado por Dreyfuss. (2)
Finalmente quiero hacer notar que la tripartición de los
registros está también claramente prefigurada en el signo saus-
suriano que es lo más cercano al "triplicio" lacaniano. Basta para
ello con destacar que el significante es asimilable a lo simbólico,
el significado a lo imaginario que el significado induce y el tercer
elemento excluido, el referente, es equivalente a lo real lacaniano.
Lo que estoy proponiendo no es una identidad entre significante
y simbólico, significado e imaginario y referente y real sino una
posibilidad de traducción que nos permita comprender el sesgo
por el cual la lingüística saussuriana contribuye a la postulación
de los tres registros lacanianos como distintos, consistentes e
irreductibles entre sí.
Con estas referencias puede regresarse a Lacan, historiador
de sí mismo, y escucharlo decir en 1975: "Estos tres términos que
yo he trazado (frayés) a partir de Freud". (26) Vale la pena
subrayar que Lacan no pretende ser el inventor absoluto del
ternario pero, quizás, es Freud quien recibe un inmerecido regalo
pues él no ofreció sino que más bien recibió la aplicación de unos
tres que no eran los suyos.
30 Néstor A Braunstein
Lacaniano o freudiano
Alrededor de esta cuestión de la paternidad del ternario
lacaniano y del momento y el sentido del retorno de Lacan a Freud
se ha creado una manera de leer la relación entre ambos que sería
difícil de comprender si no se toma como punto de partida la
voluntad de oponer lo lacaniano a lo freudiano en función de
consignas o directivas para apoderarse de los significantes y usar-
los como cartas de triunfo, como títulos de prestigio o como
diplomas de legitimación. El autor que más lejos ha llegado por
este camino es, sin duda, Jean Allouch. (27), (28), (29), (30), (31)
y (32)
Conviene repasar su argumentación porque permite com-
prender de qué modo las lecturas que actualmente pueden
hacerse de Lacan arriesgan, tras proyectos políticos, el des-
conocimiento de su enseñanza. Una consecuencia, y no de las
menores, de ese desconocimiento es la de una reubicación del
psicoanálisis en el campo de la ciencia que es en todo contraria a
la posición sostenida por Lacan a partir de 1964 (La ciencia y la
verdad) y que, paradójicamente, regresa a Freud y su idea de
adscribir el psicoanálisis a la concepción científica del universo.
Una vez indicadas las referencias bibliográficas que el lector
puede consultar, haré una exposición general de esta manera de
entender la relación entre Lacan y Freud como una oposición
disyuntiva y no fatigaré con el uso o el abuso de las comillas.
La idea general es ésta: Lacan fue lacaniano antes de ser
freudiano y la esencia de su operación es la de un "retorno a
FREUDIANO Y LACANIANO 31
Freud" postulado como una manera de hacer entrar a Freud y al
conjunto del movimiento psicoanalítico dentro de las categorías
previamente inventadas de lo imaginario, lo simbólico y lo real
que ponían, desde un principio y para siempre, a Lacan lejos de
Freud. Esta defensa de la originalidad del lacanismo y de su autor
es sospechosa y fácilmente reversible pues el así defendido es
subrepticiamente acusado de oportunismo en un campo en donde
la verdad no puede dejar de retornar y de hacerse reconocer.
Lacan habría sido, pues, "lacaniano", dueño de una doctrina
personal, no freudiano, en el período que va desde 1932, año de
su tesis de doctorado en medicina, y un día muy preciso, el día 7
de noviembre de 1955 cuando, en Viena, pronuncia su conferen-
cia "La Cosa freudiana" cuyo subtítulo es "Sentido del retorno a
Freud en psicoanálisis". La tesis de Allouch es que al decirse
freudiano dejó Lacan de sostener su propio decir para decir lo que
fuera el decir de Freud, para metamorfosearse como freudiano
quemando sus propias naves. Pero este incendio oculta su clave y
el sentido de la empresa: la conquista. Pues Lacan habría dado
ese paso en esa fecha como poseedor ya de un arma superior, el
ternario i.s.r., que le permitirá hacer sentir que i.s.r. es lo que le
falta a Freud y que el ternario es un nuevo paradigma que,
conforme a la epistemología de Kuhn, viene a sustituir al paradig-
ma anterior, el freudiano, y dar una nueva consistencia científica
al psicoanálisis.
Por eso la fecha del 7 de noviembre de 1955, de Lacan
freudiano y retornante a Freud, aparece como contrapartida de
otra fecha clave que es la del 8 de julio de 1953 en que Lacan
pronunció otra conferencia, "Lo simbólico, lo imaginario y lo
32 Néstor A Braunstein
real", con motivo de la fundación de la Societé Fran\aise de
Psychanalyse como entidad separada de la Societé Psychanalyti-
que de París que mantenía su membresía en la I.P.A. (33) Esa
conferencia de 1953 sería, en la concepción de Allouch, el ver-
dadero momento de la afirmación lacaniana de Lacan, anterior a
su adscripción al freudismo y punto de giro en su pensamiento,
carta en la manga con la cual Freud resultaría lacanizado. Por la
extraordinaria importancia -l teórica y política?- de la conferencia
de 1953 se explicaría que la conferencia no hubiese sido
publicada, hecho que sería "intelectualmente escandaloso" (29).
Estos planteos parecen insostenibles y la pasión que los sub-
tiende es sospechosa. Salta a la vista que si Lacan, en los 28 años
que sobrevivió a su conferencia en la S.F.P., hubiera querido
difundir su conferencia no hubiera encontrado obstáculo alguno.
Desde transformarla en artículo e incluirla en sus Ecrits hasta
editarla en cualquiera de las revistas que dirigió o en las cuales su
opinión era soberana. Dirigió hasta su muerte la colección Le
Champ Freudien en la casa Seuil de París y fundó Scilicet, Or-
nicar?, etc. Nada más fácil que hacer conocer esta conferencia.
Por otra parte, es inexacto también decir que se hayan puesto
trabas a su difusión. Tanto en Francia, como en Argentina (Revis-
ta Argentina de Psicología), como en México (La Nave de los
Locos), como en todas partes, el texto es fácilmente accesible a
los interesados y cuesta reconocer el supuesto escándalo intelec-
tual de su no publicación. Finalmente, y lo más importante, si la
edición de ese texto no fue nunca "oficial" ni por parte de Lacan
ni por parte de sus herederos, debe buscarse la razón en el texto
mismo, un texto que es, según Lacan "sólo una introducción, un
FREUDIANO Y LACANIANO 33
prefacio a lo que intentaré tratar más completamente, más con-
cretamente, el informe que espero hacerles en Roma, sobre el
tema del lenguaje en psicoanálisis". (33, p. 27) Se trataba, para
Lacan, de un texto preparatorio de otro que habría de dar fe de
ese momento de su pensamiento y de reemplazarlo. Pero, lo que
es más importante aún y lo que debe haber influido más fuerte-
mente en la ausencia de ediciones oficiales, autorizadas, es que
Lacan no puede haber estado satisfecho con las formulaciones allí
contenidas y, muy particularmente, con la concepción que enton-
ces sostuvo acerca de lo real. Pues el 8 de julio de 1953 lo real era,
para Lacan, aquello que estudiaban los psicólogos, la apreciación
de la personalidad, "algo que -es necesario decirlo- constituye los
límites de nuestra experiencia... lEs sobre eso que debemos
trabajar en el análisis? Ciertamente no. Se trata indudablemente
de otra cosa". A partir de lo cual podrá plantear al psicoanálisis
no en relación con lo real, que está por fuera, sino en relación con
lo simbólico. Pues el real lacaniano de 1953 responde a la idea
hegeliana de que todo lo real es racional y viceversa. Así está
explícitamente manifestado en los instantes finales de la con-
ferencia. Poco tiempo le fue necesario para transformar su idea
sobre lo real. La respuesta al comentario de Hyppolite sobre la
denegación muestra ya otro modo de integración de lo real en el
campo teórico de psicoanálisis que es, ahora sí, lacaniano. Un real
que es producido por, a la vez que escapa a la simbolización. Un
real irreductible al logos y que prefigura ya al objeto a.
En resumen, como en el cuento del caldero pero esta vez en
serio, el ocultamiento de la lacaniana conferencia sobre lo i.s.r.
obedece a tres razones; que nadie la ocultó sino que fue abundan-
34 Néstor A Braunstein
temente publicada y traducida, que si alguien hubo que .cometiera
este ocultamiento ése fue Lacan mismo y que la conferencia no
era lacaniana sino prelacaniana, hegeliana o walloniana si se
quiere, y por eso prefirieron guardarla.
Por cierto que todas éstas no son razones que puedan jus-
tificar que el texto quede en los cajones. El ejemplo de los
manuscritos "prefreudianos" de Freud viene al caso aquí. La
conferencia es importante como un momento de elaboración de
las categorías con las que Lacan hace su retorno a Freud y el
ternario i.s.r. debe sumarse como cuarto elemento constante y no
freudiano con el que Lacan hace, como con los otros tres, su
lectura transgresora, para nada religiosa, del texto freudiano.
Pero creo que esta conferencia es importante también porque
sirve para refutar de modo rotundo otra de las tesis de Allouch.
Se recordará que en su opinión era posible fechar con precisión
el retorno a Freud en el día de 1955 de la conferencia en Viena y
que la condición previa para esa consigna del retorno era la
posesión por Lacan de su triplicio i.s.r. Pues bien, la supuesta
"conferencia robada" comienza, después de un párrafo introduc-
torio, con esta afirmación: "Creo que el retorno a los textos
freudianos que son el objeto de mi enseñanza desde hace dos
años, ... nos ha dado una idea cada vez más certera de que no hay
dimensión más total de la realidad humana que la realizada por
la experiencia freudiana y que no podemos dejar de retornar a las
fuentes y estudiar estos textos en todos los sentidos de la palabra.
No podemos dejar de pensar que la teoría ... y la técnica
psicoanalítica no hayan sufrido una especie de retroceso y, la
verdad sea dicha, de degradación". Y el retorno a Freud puede
FREUDIANO Y LACANIANO 35
ahora fecharse con precisión por la palabra misma de Lacan: dos
años antes de la conferencia sobre lo simbólico, lo imaginario y lo
real, en ocasión de los seminarios que se conocen ahora con
números negativos, -1, -2, sobre Dora, sobre el hombre de las
ratas, sobre el hombre de los lobos. Y los tres primeros seminarios
de Lacan son precisamente los que incluyen siempre el nombre
de Freud en sus títulos: 1, en 1953, sobre los escritos técnicos de
Freud; 2, en 1954, sobre el yo en la teoría de Freud y en la técnica
del psicoanálisis y 3, en 1955, sobre las estructuras freudianas de
las psicosis~ Y sólo entonces, cuando la expresión "retorno a
Freud" era ya casi un lugar común en su boca es que, a fines del
55, pronuncia su conferencia en Viena acerca de "el sentido del
retorno a Freud". Y deja de usar el nombre de Freud como
emblema de sus seminarios.
La estrategia de este autor (Jean Allouch) es pues la de
postular un Lacan lacaniano anterior al retorno a Freud que
realiza la operación del retorno con el objeto de introducir
solapadamente en Freud sus propias categorías, de hacer
prevalecer en el psicoanálisis una concepción científica, la de él
mismo, que viene a desplazar y a sustituir el antiguo "paradigma"
(cf. Kuhn) freudiano. Así, sería cuestión de oponer el temario de
Lacan a la metapsicología de Freud y de colocar a los psicoanalis-
tas ante la disyunción: o con uno o con el otro pues ésa y no otra
es la concepción epistemológica de Kuhn. Para él la cientificidad
consiste en aceptar, junto con todos los otros miembros de la
comunidad de la ciencia en cuestión, el nuevo paradigma y des-
cartar el anterior. La definición de la ciencia es consensual,
sociológica; depende de que en el campo de trabajo se establezca

36 Néstor A Braunstein
una comunidad teórica y esa comunidad existe cuando una teoría
general básica es aceptada universalmente. El criterio es el del
grupo, no el de la validez de los conceptos. Para Kuhn hay tanta
ciencia en el Almagesto de Ptolomeo como en los Principia de
Newton pues ambos llegaron a ser aceptados por todos los que
trabajaban en su campo. Y, por el contrario, si no hay un paradig-
ma universalmente reconocido, se está en una etapa precientífica
de la disciplina. El sociolog1smo del consenso es redoblado por el
psicologismo pues no se trata de lo que los científicos saben o
ignoran sino de lo que creen que saben. La justificación de los
cambios en el interior de la disciplina no deriva de criterios
racionales sino de la conformidad, no de la capacidad de actuar
con lo simbólico sobre lo real sino de la delimitación unifor-
madora por medio del paradigma para discriminar a los que son
y a los que no son científicos sobre la base de la aceptación.
Es manifiesta la distancia que hay entre la concepción de
Kuhn y la de la epistemología francesa discontinuista de
Bachelard, Koyré, Canguilhem, Duhem y Althusser que, con
diferencias entre ellos, ciertamente, habla de cortes ·o rupturas
epistemológicas a partir de las cuales se produce una ciencia como
puntos de no retorno a una concepción empirista, fáctica. Y,
después del corte, cada disciplina progresa mediante
reelaboraciones o refundiciones (refontes) que conservan lo ad-
quirido en el corte y resuelven lo que con éste se había producido
como problema.
Es claro, tanto para Kuhn como para cualquiera que se
aproxime a su epistemología, que ninguna de las ciencias sociales
existe en torno a un paradigma unificador, "realización científica
FREUDIANO Y LACANIANO 37
universalmente reconocida que, durante cierto tiempo, propor-
ciona modelos de problemas y soluciones a una comunidad
científica" (34, p. 13). Y que, en la historia del psicoanálisis, no se
trata de sustituir a Freud con otros paradigmas más modernos. Es
paradójico que Allouch quiera sustentar su epistemología
sociologista con la referencia constante al artículo de Foucault (5)
que dice, sobre el retorno a Freud, precisamente lo contrario, que
el psicoanálisis depende de ese retorno en tanto que Freud no es
una vicisitud descartable para el psicoanálisis sino el fundador de
una nueva discursividad, diferente de la científica que, como se
sabe, aspira a la amnesia de las dificultades de su venida al mundo
y donde, en última instancia, no importa si el inventor del saber
existió o no como tal. Si, con Lacan, se define a la ciencia como
una ideología de la supresión o de la forclusión del sujeto, la
epistemología de las ciencias habrá de operar también en una
perspectiva forcluyente en la que lo que importa del sujeto es
solamente su adhesión o no al paradigma.
La idea de Lacan es precisamente la contraria: en el campo
del pensamiento no se supera jamás al pensador. Ni a Platón, ni
a Hegel, ni a Marx, ni a Freud. Y se defendía denodadamente
hasta el final de su vida: "Yo jamás he pretendido superar a Freud,
como me lo imputa uno de mis corresponsales, sino prolongarlo".
(35, 18 de marzo de 1980). Ahora bien, si se me permite un giro
inesperado en este punto de mi argumentación, Kuhn, en la
consideración de Lacan, tiene razón en cuanto a la ciencia aun-
que, hasta donde yo sé, Lacan no conoció o no prestó importancia
al librito de Kuhn. Y, porque Kuhn tiene razón, tenemos los
38 Néstor A Braunstein
psicoanalistas una razón importante p~ra distinguir al
psicoanálisis de la ciencia. Ni más ni menos.
La.can y la ciencia
En este punto se impone citar a Lacan. En su seminario del
10 de febrero de 1971 (36) dijo: "La verdad de la hipótesis en un
campo científico establecido se reconoce por el orden que ella da
al conjunto del campo en tanto que éste tiene su estatuto, estatuto
que no se puede definir de otro modo que por el consentimiento
de todos aquellos que están autorizados en este campo; dicho de
otro modo, el estatuto del campo científico es universitario". Y
agrega casi de inmediato: "Y es por esto que el discurso univer-
sitario sólo podría articularse a partir del discurso del amo". A
partir de lo cual puede dirigir sus sarcasmos a la lingüística,
orgullosa como está de su integración al discurso de la univer-
sidad, "pero a mí, la lingüística, me vale (je m 'en f ous); yo me ocupo
del lenguaje".
Y, en el mismo seminario, aporta un esclarecimiento sobre su
relación con Freud que es de absoluta pertinencia para mi
exposición: "Esto es lo que yo agrego de nuevo a Freud, que la
causa de que yo no sepa lo que digo debe buscarse en el lenguaje
mismo, pues todo lo que él demuestra del inconsciente no es
nunca otra cosa que materia de lenguaje ... aun si en Freud esto es
FREUDIANO Y LACANIANO 39
ya patente". O sea, no sustituyó a Freud, simplemente agregó lo
que en él es evidente pero pasa desapercibido, la carta robada de
un Freud "incomprendido, hasta por sí mismo, por haber querido
hacerse entender" (37). Y es por eso que el inconsciente no es de
Freud, es de Lacan, y que Freud del inconsciente no entendía
nada. "Lo curioso es que Freud pensaba que hacía ciencia. El no
hacía ciencia, estaba en vías de producir cierta práctica que puede
ser caracterizada como la última flor de la medicina" (38, p. 18)
pero no era una ciencia, "ya era mucho con que hubiese
inaugurado un modo completamente nuevo de relaciones hum~­
nas" (id., p. 19), algo que hubiera podido engancharse a la ciencia
por medio de la lingüística, "pero el psicoanálisis no es una ciencia,
es una práctica" (id., p. 53).
Y éste es el problema fundamental de la lectura de Allouch y
no sólo la de él, el querer "cientifizar" a Lacan y al psicoanálisis
entero. Es claro que éste era el proyecto inicial de Lacan cuando
insistía en colocar el análisis como "ciencia conjetural" de un
sujeto enteramente calculable a partir de la teoría de los juegos.
Pero es no menos claro qúe Lacan acabó por desentenderse de la
ciencia: "Lo importante es que la ciencia misma no es sino un
fantasma". (39, 15 de noviembre de 1977). Pues el Otro de los
primeros tiempos es un Otro "perfectamente accesible al cálculo
de la conjetura ... que posibilitaría su inscripción en una com-
binatoria cuyo agotamiento es posible ... Pero eso es imposible por
cuanto el sujeto no se constituye sino sustrayéndose a ella y
descompletándola esencialmente por deber a la vez contarse en
ella y no hacer en ella otra función que la de falta" (40). La
irreductibilidad del Sujeto y del Otro, su radical inconmen-
40 Néstor A Braunstein
surabilidad, hacen imposible la integración del psicoanálisis y la
ciencia.
Lacan introduce al sujeto en la estructura y su sujeto es el de
la ciencia en tanto que la ciencia lo forcluye. La dimensión
específica del psicoanálisis es la que surge a partir de que se niega
al Otro, que se tacha la A, que se afirma su inconsistencia, la
ausencia de un metalenguaje o de un Otro del Otro que diga su
verdad. El sujeto, lacaniano, es la objeción irrefutable a la ciencia
en su pretensión de universalidad. La causa en el psicoanálisis no
es la causa formal que impera en la ciencia sino la causa material
del objeto en tanto que perdido e irrecuperable. Esa es la sustan-
cia del trabajo de Lacan sobre La ciencia y la verdad. El
psicoanálisis, a diferencia de lo que hubiera querido Freud, no se
incluye en una concepción científica del universo sino que se
contrapone a ella y se distingue así como se distingue de las otras
dos ideas de la causalidad, la final de la religión y la eficiente de
la magia. En 1964 es clara la actitud de Lacan de escindir al
psicoanálisis de la ciencia, actitud que se concreta y formaliza a
partir de 1969 con la definición de la especificidad del discurso
psicoanalítico como opuesto a los otros tres y donde se subraya la
afinidad del discurso de la ciencia con el de la histérica, por un
lado, así como, por el otro y según mostré hace pocos momentos,
se indica que el estatuto de la ciencia es universitario y obedece
a los dictados del amo. El psicoanálisis, cuarto discurso en
aparecer en la historia, se define como distinto al preguntarle a la
ciencia por lo que ella forcluye y no por integrarse en ella.
El sujeto del psicoanálisis es el de la ciencia en tanto que ella
lo elimina como una ganga prescindible e inoportuna. De todos
11
FREUDIANO Y LACANIANO 41
modos Lacan elabora su materna "como una tentativa de imitar a
la ciencia" (38, p. 26) y su pretensión es la de compararse a la vez
que distinguirse de ella tomada siempre como el interlocutor
privilegiado que es el Otro y la frontera del discurso analítico.
La lectura que podemos hacer de la lectura que Lacan hace
de Freud nos conduce a comprobar su transgresión. De ella no
resulta un "nuevo paradigma" para el psicoanálisis sino una
reubicación del mismo con respecto a la ciencia. Para ello Lacan
se apoya precisamente en la experiencia del análisis y en lo que el
movimiento psicoanalítico oficial ha rechazado del pensamiento
de Freud: el goce -un concepto hasta entonces desconocido-, la
pulsión de muerte, el más allá del principio del placer que fuera
sustituido por el agregado de puntos de vista genéticos y adap-
tativos a la metapsicología freudiana. La operación de Lacan es
la de impugnar constantemente los dichos de Freud (nada de
retorno a un texto sagrado) a partir del decir de Freud, la de
preguntarle en todo momento a Freud si es verdaderamente
freudiano, la de cuestionar el horizonte epistemológico de Freu.d,
la de abordar el texto de Freud desde las enseñanzas de otros
discursos (filosofía, lingüística, lógica, topología, etc.) realizando
importaciones conceptuales que son muy distintas de las que
Freud hiciera (termodinámica y teoría de la neurona), la de
inventar topologías y lógicas como la que subyace a las fórmulas
de la sexuación y que no están tomadas como apoyo, resguardo o
caución sino como intentos de aprehensión de lo real en juego en
un análisis renunciando a todo intento de validación ex-pe-ri-
men-tal, la de impugnar sin concesiones a Freud cada vez que su
naturalismo lo lleva a traicionar la experiencia del análisis como
42 Néstor A Braunstein
en sus esquemas del ojo cíclope de la segunda tópica a la que se
contrapone la topología del sujeto en el grafo del deseo, la de
mostrar, con el retorno a Freud, la inadecuación que se establece
muchas veces entre Freud y su descubrimiento, renovando la
alianza con el descubrimiento de Freud y no con la persona o con
el dicho de Freud, la de forzar la contradicción entre la cronología
lineal de las ciencias naturales y la cronología retroactiva impues-
ta por la naturaleza del significante, la de tomar la term~nología
de la metapsicología freudiana y filtrarla y rehacerla con las
categorías que surgen de la condición lenguajera de la práctica de
parloteo que es un análisis haciendo que pulsión, deseo, incons-
ciente, ello, superyó, yo, defensa, resistencia, transferencia,
represión, desmentida, forclusión, objeto, identificación, etc.
aparezcan renovados por un trabajo conceptual que no suplanta
la terminología sino que más bien desplaza los conceptos que eran
el referente de las palabras de Freud. En otras palabras, que lo
que Lacan opera es más del orden de la metonimia que de la
metáfora. Re-flexión de Freud.
La epistemología de los paradigmas supone una sustitución,
un reemplazo de un significante por otro, una intervención
metafórica que da como resultado la eliminación del significante
primero. En este sentido "lacaniano" sería un término que haría
caduco a lo "freudiano" como lo copernicano hizo caduco a lo
ptolemaico. La relación Lacan-Freud no puede entenderse así.
Freud no es un antecedente más o menos prescindible de Lacan,
un objeto de curiosidad para lo.s historiadores del psicoanálisis,
del mismo modo que no es un metro patrón contra el cual
habremos de medir los dichos de Lacan para juzgar sobre su
(1•
FREUDIANO Y LACANIANO 43
adecuación al campo por freudiano que éste sea. En la historia
del psicoanálisis puede decirse ya que lo lacaniano impone una
derivación conceptual de lo freudiano que permanece allí como
fundamento de la acción analítica y en ese sentido es que Lacan
no vino a decir la verdad sobre lo verdadero sino la verdad sobre
el decir de Freud y en ese sentido también es que "el psicoanálisis
sólo obtiene su consistencia del texto de Freud" (41) como dijo
Lacan en uno de los actos fundamentales de su vida.
Lacan no pretendía que su nombre se inscribiera en los anales
de la ciencia y en esto se diferenciaba también de Freud. Creo que
esto es algo que todo el mundo sabe y muy especialmente quienes
propugnan la epistemología "kuhniana", convencionalista, del
psicoanálisis. Es válido entonces preguntarse por la "motivación"
que los lleva a in.tervenir en el campo como si ignorasen lo que
saben. Con plena conciencia de lo difícil que es hacer un juicio
sobre las intenciones me arriesgo a decir que el fundamento es un
modo precario, pequeño, de entender la "política" del
psicoanálisis. Si Lacan al morir dejó fundada una escuela de la
Causa Freudiana (je tiens a l'adjectif) a la que legaba el cuidado
de su enseñanza y la línea recta de la descendencia de la Escuela
Freudiam. de París disuelta por él el año anterior, era necesario
para los que :iuedaban desheredados en ese momento final reivin-
dicar su procedencia lacaniana más allá incluso de los herederos
avalados por el testamento. De allí que, después de vacilaciones
que tomaron un cierto tiempo, un grupo tomara la decisión de
autoproclamarse como la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis,
más lacaniana que la otra. La justificación de este paso llevaba,
por una especie de lógica del significante, a sostener que lo
44 Néstor A. Braunstein
lacaniano es superior a lo freudiano, es el par~digma que viene a
sustituirlo. Y esto no como algo posterior en el tiempo sino como
algo anterior. Que si Lacan se proclamó en 1955 freudiano (punto
que fue criticado páginas arriba) es porque "tenía ya en el bolsillo
desde 1953 el tríptico de lo simbólico, lo imaginario y lo real...
para experimentar R.S.I. como lo que falta a Freud". (27, p. 53).
Se trata, es mi interpretación, de ser más lacaniano que Lacan.
Creo que la interpretación no es exagerada si leo con atención el
siguiente párrafo de Jean Allouch en .la apertura del Primer
Congreso de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis: "La disolución
de la Escuela Freudiana y después la creación, aprobada por
Lacan, de la Escuela de la Causa Freudiana, creación a la que
hemos dicho no, nos ha relegado 'a la provincia', forzando así a
nuestro punto de vista a no estar más en la línea recta de lo que
Lacan proponía a sus auditores para que fuese el punto de vista
de ellos sobre su propio camino". (30, p. 8) La idea que preside a
la creación de una Escuela Lacaniana de Psicoanálisis es la de ir
más allá que Lacan pues "al adoptar la versión que (Lacan) pone
en circulación como susceptible de decir lo que él traza, el alumno
se encuentra ipso facto impedido de leerlo" (id.) Entonces, para
leer a Lacan habría que impugnar "la versión" que Lacan da sobre
su propia trayectoria y adoptar otra "versión" que sería más
"lacaniana" en tanto que contraria a la de Lacan. lQueda claro?
Esta lógica del reemplazo de los paradigmas es inaceptable
en psicoanálisis. Primero, porque el análisis no es una ciencia.
Segundo, porque Lacan no es un superador de Freud sino que
viene a legitimarlo. Tercero, porque al psicoanalista no se le pone
en la opción de elegir entre ser lacaniano o freudiano puesto que
FREUDIANO Y LACANIANO 45
lo lacaniano reconoce a lo freudiano como su campo. Cuarto,
porque los paradigmas en psicoanálisis son los propuestos por
Freud y elevados a esa condición por Lacan (vaya como ejemplo
el sueño de la bella carnicera). Quinto, esencial en este Coloquio,
porque las lecturas de Lacan suponen, siempre, las lecturas que
hacemos de las lecturas que Lacan hizo de Freud.
De todos modos, nunca se insistirá suficientemente en que la
enseñanza de Lacan dista de ser una reverencia a Freud. Es, más
bien, una referencia irreverente. A veces hasta la insolencia. lN o
planteó él acaso que su retorno debía ser visto como "una
legitimación de Freud"? (42). Nada de hacerlo volver ni de reen-
camarlo, no es cuestión de metempsicosis sino de reubicación
simbólica del psicoanálisis, de ese hijo bastardo del naturalismo
decimonónico. Darle a Freud, retroactivamente, la paternidad
que desconocía; legitimarlo en su patria lenguajera; entregarle un
pasaporte válido para viajar en la cultura. Y ese proyecto, in-
sospechable de oportunismo, ese proyecto sí, está presente desde
el comienzo de la aventura teórica de J acques Lacan. Vale la pena
recurrir por un momento a la "lectura sintomal".
En su informe de Roma de 1953, y al comienzo de su
enseñanza, cuando Lacan todavía sostenía la cientificidad del
psicoanálisis pudo decir: "En una disciplina que sólo debe su valor
científico a los conceptos teóricos que Freud forjó en el progreso
de su experiencia, pero que, por estar aún mal criticados y por
conservar en consecuencia la ambigüedad de la lengua vulgar. ..
nos parecería prematuro romper la tradición de su terminología"
(itálicas mías, N.A.B.) (43). Y esta afirmación es duplicada cinco
años después, en las líneas finales del texto sobre la psicosis,
46 Néstor A Braunstein
donde se lee: "Decir lo que en este terreno podemos hacer sería
prematuro, porque sería ir ahora 'más allá de Freud', y la cuestión
de superar a Freud ni se plantea siquiera cuando el psicoanálisis
de después ha vuelto, como hemos dicho, a la etapa de antes".
(itálicas mías, N.A.B.) (44) La "prematurez" implica un 'aún no'
que <:s un 'después sí', todo a su tiempo. Marca la actitud crítica
que precede el "retorno a Freud" y que le da su sello
psicoanalítico, diferente de la religión y de la ciencia, de la religión
que pretende un todo ya ahí, y de la ciencia que toma su propio
nacimiento como un momento prescindible. No a la mitología de
lo originario. Y no a la ignorancia que niega la historia.
Es un hecho que Lacan no pretendió jamás sacralizar la
palabra de Freud ni regresar de modo indiscriminado a un "todo
Freud" como lo pretenden algunos comentaristas, curiosamente
los mismos que sostienen que Lacan proclamó el "retorno a
Freud" como una manera políticamente oportuna de hacer pasar
su propio descubrimiento del trípode i.s.r., ése que vendría a
sustituir a modo de nuevo paradigma al descubrimiento freudiano
del inconsciente (45) (27, p. 41). Pues una cosa es destacar como
lo hizo Lacan el valor fundamental de todos los escritos de Freud
y otra cosa es tomarlos a todos ellos por igual como garantía de la
congruencia en psicoanálisis o sostener que la lectura de Freud es
una lectura que "sólo puede elegir la prohibición de elegir" (id).
Pues para Lacan, y desde un principio, el texto de Freud está
surcado por contradicciones que constituyen su riqueza misma,
por contradicciones que a veces hacen difícil dar cuenta de la
experiencia original que ese texto freudiano inaugura. Y por eso
Lacan, en Freud, escogía, tanto en 1946 como en 1953, contraria-
FREUDIANO Y LACANIANO 47
mente a lo que sostiene Ph. Julien cuando pretende que, al
adoptar el "retorno a Freud", Lacan se prohibía elegir en su texto
(45). Hay que recordar lo que el propio Lacan estableció como la
verdad del Lacan freudiano cuando, al final de su recorrido, en
1977 dijo: "He vuelto a poner sobre sus pies lo que dice Freud. Si
he hablado de 'retorno a Freud' es para que se quede convencido
de hasta qué punto eso está cojo" (9, p. 9). Freud es el imborrable ·
traumatismo del nacimiento del psicoanálisis y por eso Lacan es
un abanderado de un retorno contrario a la literalidad freudiana.
Para Lacan se trata de "paradigmas", sí, pero no en el sentido
"universitario" definido por Kuhn sino en el sentido aristotélico
que hace de los paradigmas los ejemplos relevantes y reveladores
de la estructura. Por eso el "retorno a Freud" no tiene por objeto
la "teoría" freudiana donde cada uno puede recoger lo que se le
antoje sino lo que sucede en un análisis y de ello son testimonio
los tres libros canónicos del psicoanálisis, plagados como están de
ejemplos eternos del inconsciente y sus procesos primarios, y los
cinco casos paradigmáticos de las estructuras clínicas, casos que
no han de ser pensados con las categorías freudianas sino con las
que surgen de la conceptualización lenguajera del inconsciente.
Estas categorías lacanianas, maternas, figuras topológicas, etc.,
hacen lo "original" de la relación metonímica que Lacan tiene con
Freud y concretan el proyecto de suplantar la terminología
freudiana por otra que sea más congruente con la experiencia
psicoanalítica. Todo esto cuando ya dejó de ser "prematura" la
renovación de su terminología, cuando fue manifiesto de qué pie
cojeaba Freud y cuando ese pie hubo sido puesto sobre el piso, el
de su experiencia. El dicho de Freud sometido a la prueba

48 Néstor A Braunstein
corrosiva del decir de Freud. Lacan, lector irrespetuoso,
sarcástico por momentos, de Freud. Y eso al tiempo mismo de
proclamar el "retorno a Freud".
LeeraLacan
Sí, pero, lcómo?. Lacan -ya lo dije- no dejó instrucciones
metodológicas para abordar su lectura. A Dios gracias. O a Lacan.
A falta de instrucciones, un modelo: su lectura de Freud, subver-
siva y polifacética. Armada del saber de su tiempo pero criticando
ese saber desde el objeto al cual lo aplicaba. Desde Freud critican-
do a la psicología, a la lingüística, a la antropología, a la filosofía,
a las modas culturales incluyendo al estructuralismo en el que se
lo quiso incluir. Ahora, desde Lacan, criticando las sacralizaciones
tanto de Freud como de Lacan, desenmarañando la confusión que
resulta de adjudicar un valor equivalente a "todos" los textos que
él dejó. En muchas lecturas de Lacan que apunten a que destelle
la contradicción que es síntoma de la superación de una impasse
de la palabra y no el pretendido oprobio de la incoherencia.
Construyendo un objeto Lacan siempre inédito e inesperado.
Siguiendo su ejemplo como él lo pedía, sin imitarlo, sin copiar su
estilo. Incluyéndose en su proyecto, su proyecto freudiano, que lo
llevó a renovar la alianza con el descubrimiento de Freud sin por
eso despojar al descubridor.
FREUDIANO Y LACANIANO 49
A partir de la experiencia lenguajera del análisis, de la clínica
psicoanalítica y de lo que enseña la transmisión del análisis, en la
intensión y en la extensión centradas ambas en los nudos de la
transferencia que constituyen la "ciudad psicoanalítica", hecha de
historias cruzadas, de legados inefables, de enamodiamientos, del
establecimiento de la posición particular de cada quien entre su
palabra y su goce, con rechazo de los universales y con denuncia
de la radical fragilidad de los ideales.
Así se configura y se enmarca esta curiosa práctica que es el
psicoanálisis que no obtiene su consistencia sino de su relación
con el decir de Freud, que rechaza toda verificación experimental
de sus resultados y de sus postulados y que pretende afirmarse
sobre una lógica matemática que es impugnada por los lógicos y
por los matemáticos pero que se basa en la palabra y en la escritura
de Lacan, un nombre propio que es alimentado por la transferen-
cia.
Ser freudiano y ser lacaniano es algo más que adherir a una
geometría o a una axiomática que, como es de uso en las
matemáticas, aluden al nombre del autor que las propuso pero
con total independencia respecto del fantasma de ese autor,
llámese Euclides, Riemann, Cantor o Maxwell. La referencia al
autor al que se retorna, al fundador de la discursividad, es, en
psicoanálisis, la inclusión en un linaje construido a partir de un
padre parricida y transgresor que ofrece su arraigo genealógico
para que en él se implante la disociación subjetiva de sus descen-
dientes. Las nominaciones de freudiano y lacaniano se legitiman
pasando por la transferencia analítica y por los significantes que
surgen de la y de las lecturas. Se delinea de tal modo una matriz
50 Néstor A Braunstein
simbólica que es el instrumento para pensar lo que sucede en un
campo experiencial donde las líneas de fuerza se redistribuyen
permanentemente en función de coyunturas particulares y del
deseo del analista.
Y la tarea es imposible precisamente porque nada puede
colectivizarse, porque no hay un significante estable para reunir
a los que operan en el campo, porque los caminos son particulares,
porque el deseo no se compadece de los reglamentos, porque el
pasaje de la palabra opera sobre un fondo de transferencia
imaginaria y de ubicación peculiar en la realidad histórica de la
ciudad psicoanalítica, allí donde ningún significante vale como
paradigma unificador. Quizás el psicoanalista pueda ser definido,
en tanto que lacaniano, como el impugnador de la idea freudiana
acerca de las masas, ésas que se reúnen en torno a un significante
amo que es el ideal del discurso de la universidad y que opera
como obturador de la posibilidad de inventar, de hacer que la
palabra consuene con el goce. Tal vez Lacan disolvió la Escuela
Freudiana de París porque en ella su palabra devino "paradigma",
objeto de veneración y transmisión ritualizada que se ofrece a una
manducación imaginaria. Tal vez hizo entonces Lacan lo que
Freud no se atrevió a hacer, interesado como estaba en una
transmisión formal de su mensaje, en tener un hagiógrafo como
Jones y una institución uniformante como la I.P.A.
La historia está presente como telón de fondo de todo
pscioanálisis, de todo psicoanalista. Desde Freud, siempre,
analizarse con alguien implica incluirse en esa historia, en esas
genealogías, en orígenes inescrutables, adquiriendo deudas
simbólicas e innominadas. Muchas veces la contradicción entre la
FREUDIANO Y LACANIANO 51
adscripción al discurso psicoanalítico y la adscripción a la
institución psicoanalítica es flagrante y el analista en formación
debe optar entre las dos lealtades. Es así como se produce el
desfasaje entre el lugar del psicoanalista tal como es determinado
por la estructura de la situación y el discurso analítico y el analista
tal como se le observa en el mundo. El trabajo de Frida Saal, en
este mismo volumen, aborda esa problemática.
Señalar esta dificultad de la doble adscripción, discursiva e
institucional, es un paso necesario para buscarle una respuesta.
La "ciudad psicoanalítica" existe y opera. Es el Otro de .todo
analista. Está hecha por el entrecruzamiento de deseos, historias,
instituciones, selección de textos fundadores, transferencias, ge-
nealogías, afinidades electivas, identificación de enemigos co-
munes. Se construye como un anudamiento de simbólico ima-
ginario y real a lo que se suma la relación con otras ciudades,
ámbitos constituidos por la misma maraña: París, México, Buenos
Aires, Jamaica. Sin Utopía en su mapa. Por eso, por la ausencia
de Utopía, hay que decir que las pasiones de la ciudad no son una
impureza sino que son constituyentes del campo y no hay modo
de escapar de ellas. El desafío de la institución es el de encontrar
un modo de convivencia entre los analistas que respete sus his-
torias y sus transferencias particulares, que permita que la palabra
testimonial sea dicha, sometida al equívoco de la escucha y ol-
vidada dejando un resto que no sea botín del Otro ni objeto de la
apropiación del U no, que conceda el reconocimiento recíproco y
no jerárquico de los integrantes y que delimite las fronteras de ese
reconocimiento, así como los caminos "de formación" por los que
quien exprese su deseo puede lle3ar a participar de ese modo de
52 Néstor A. Braunstein
FREUDIANO Y LACANIANO 53

equivocar en conjunto. Cosa que es posible a partir de la respuesta

ciente siempre listo a cerrarse por la intervención de los restantes
de cada uno a lo que le permite autorizarse como psicoanalista, a discursos. Para lo cual hay que oponerse a la transformación del
la definición que dé de su relación con el análisis como práctica y
psicoanálisis en un saber sobre el inconsciente o sobre el objeto
con los decires fundadores de Freud y Lacan. Lo que nos devuelve
a minúscula. Pues -valga la paráfrasis- es preciso que Freud sea
a la cuestión de las lecturas que no son ejercicios universitarios
perdido para que sea recobrado en la escala invertida de la
sino modos de transmisión.
invención de Lacan. Por lo cual ni el psicoanálisis ni el psicoanalis-
Es sabida la respuesta de la I.P.A.: eliminar las personalidades ta tienen otra opción: Lacaniano y freudiano. Y viceversa.
y el carisma, igualar a los didactas entre sí y a los candidatos entre
sL Es sabido que en otras partes esto se resuelve centrándose en
torno a alguien de adentro o de afuera que diga la línea a seguir
como si, no pudiendo autorizarse por sí mismos, se requiriese de
una etiqueta que autentifique la procedencia. Es sabida la
respuesta lacaniana: el pase, el cartel, la transferencia de trabajo,
la presencia del analista en la intensión y la extensión. De todos
modos el desafío de la institución es ineludible. Y la institución
no existe en el vacío sino en la ciudad, allí donde los movimientos
de los sujetos, de los tres prisioneros del sofisma, están definidos
tanto por los movimientos del otro como por el proyecto de
alcanzar la libertad. Y, allí, hay que elegir inscribiéndose como
Uno por medio de los significantes del Otro y -esto es esencial-
separándose de El, de ese Otro de la alienación significante. El
desafío de la institución analítica consiste en que, a diferencia de
todas las demás y en consonancia con el discurso analítico, ha de
apuntar a la separación como meta que dé sentido a la alienación
por la cual existe. Ser una institución desinstitucionalizante.
Realizar la quimera.
¿Y para qué? Para sostener el discurso analítico traído por
Freud al mundo, es decir, para mantener la apertura del incons-
54 Néstor A Braunstein FREUDIANO Y LACANIANO 55

(14) Jacques LACAN: Séminaire del 2 de noviembre de 1976.

BIBLIOGRAFIA (15) Jacques LACAN: Au-déla du príncipe de réalité. En Écrits. Cit. en

(3). p. 78.

(1) Elisabeth ROUDINESCO: Histoire de la,psychanalyse en France, Paris.

16) Jacques LACAN: Le Séminaire. Livre XI. Les quatre concepts fon-
Seuil. 1986. Vol. 2.
damentaux de la psychanalyse. París. Seuil. 1973. pp. 115y117.

(2) Jean-Pierre DREYFUSS: S.l.R.: une ouverture que rien ne laissait

(17) Sigmund FREUD: Obras completas. Buenos Aires. Amorrortu.1979.
prévoir?.Littoral. No. 22.1987. p. 11.
Tomo 23. p.156.

(3) Jacques LACAN: Écrits. Paris, Seuil. 1966.• p., 818.

(18) Sigmund FREUD: Id., p. 284.

(4) Jacques LACAN: Seminario del 26 de febrero de 1969.

(19) Sigmund FREUD: Id. Tomo 22. p. 166.

(5) Michel FOUCAULT: Qu'est-ce qu'un auteur? Conferencia del 22 de

(20) Jacques-Alain MILLER: Séminaire: Ce quifait insigne. Clase del 11
febrero de 1969. Reeditada en Littoral, No. 9. 1983, p. 3.
de febrero de 1987. Mimeografiado.

(6) André GREEN y otros: El inconsciente freudiano y el psicoanálisis

francés contemporáneo. Selección de Osear MASOTTA. Buenos Aires, Nueva
Visión.1969.
(7) Jacques-Alain MILLER: Séminaire 1-2-3-4 de 1984-1985.
(21) Jacques-Alain MILLER: Séminaire: Les réponses du réel. Clase del 2
de mayo de 1984. Mimeografiado.
(22) Jacques-Alain MILLER: Séminaire: 1-2-3-4. Clase del 14 de
noviembre de 1984. Mimeografiado.

(8) Elisabeth ROUDINESCO: Cit. en (1). p. 149.

(23) Maurice MERLEAU-PONTY: Las relaciones del niño con los otros.
Córdoba (Argentina) Universidad Nacional de Córdoba. 1968.
(9) Jacques LACAN: Ouverture de la Section Clinique. Conferencia del 5
de enero de 1977. Editada en Omicar?. No. 9, 1977. p.10.
,,
(24) Jacques LACAN: Ecrits. Cit. (3). p. 800.

(10) Jacques LACAN: Seminario en Caracas, 1980.

(25) Henri WALLON: Los orígenes del carácter en el niño. Buenos Aires.
Lautaro. 1964. p. 177.
(11) Jacques LACAN: Séminaire del 26 de febrero de 1977.
(26) Jacques LACAN: Conférences aux Etats-Unis. Scilicet. No. 6-7. 1976.
(12) Jacques LACAN: Seminario en Caracas. 1980.
p. 55.

(13) Jacques LACAN: Séminaire del 10 de junio de 1980.

56 Néstor A Braunstein FREUDIANO Y LACANIANO 57

(27) Jean ALLOUCH: Les trois petits points du "rétour a ...". Littoral. No.
9. 1983. pp. 37-78.
(28) Jean ALLOUCH: Freud déplacé. Littoral. No. 14. 1984. pp. 5-15.
/
(40) Jacques LACAN: Ecrits. Cit. (3). pp. 806-807.
(41) Jacques LACAN: Proposition du 9octobre1967 sur le psychanalyste
de l'Ecole. Scilicet No. l. 1968. p. 14.

(29) Jean ALLOUCH: Dialoguer avec Lacan. Littoral. No. 17. 1985. pp. (42) Jacques LACAN: Séminaire del 8 de enero de 1969.
137-142.
( 43) Jacques LACAN: Écrits. Cit. (3). p. 240
(30) Jean ALLOUCH: Ouverture du Premier Congres de l'E.L.P. Littoral.
No. 22. pp. 5-10. (44) Jacques LACAN: Id., p. 583.

(31) Jean ALLOUCH y otros: Lacan-Freud lQué relación?. México. ( 45) Philippe JULIEN: Le rétour a Freud de Jacques Lacan. París. Eres.
Villicaña. 1987. 1985. pp. 63 y 64.

(32) Jean ALLOUCH: Lettre pour lettre. Paris. Eres. 1984.

(33) Jacques LACAN: Lo simbólico, lo imaginario y lo real. Conferencia

del 8 de junio de 1953. Varias ediciones. Por ejemplo: Revista Argentina de
Psicología. No. 22. 1977. pp. 9-28.

(34) Thomas S. KUHN: La estructura de las revoluciones científicas. México.

F.C. Económica.1971.

(35) Jacques LACAN: Séminaire del 18 de marzo de 1989. Ornicar? No.

20-21. 1980.p.20.

(36) Jacques LACAN: Séminaire: D'un discours qui ne serait pas du

semblant. Clase del 10 de febrero de 1971.

(37) Jacqnes LACAN: Radiophonie. Scilicet. No. 2-3. 1979. p. 59.

(38) Jacques LACAN: Conférences aux Etats-Unis. Cit. (26)

(39) Jacques LACAN: Séminaire del 15 de noviembre de 1977. Ornicar?

No.19.p.9.

"
 Capítulo II

PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO

LA LOGICA DEL SUJETO Y EL DISCURSO
ANALmco
Heli Morales

A Susana Bercovich

J) Tiempos modernos

El libro de la ciencia de los sueños fue fechado por Freud en

1900, el siglo se despierta con el enigma de su propio deseo hecho
letra en mano de un vienés acusado de oscurantista. El siglo de la
máquina y las guerras mundiales puede oír en sus trastabilleos que
el deseo está allí donde se intenta inculpar desde la célula hasta
la brujería; y a partir de que la verdad se hizo de chistes, lapsus,
síntomas y sueños, su marca no dejó de gritar que su secreto ya
estaba dicho.

60 HeliMorales
Mas no bastó llamar a tomar al toro por los cuernos, la
tauromaquia es también el arte de burlar al toro invitándolo a
bailar cerca de las tablas, allí donde los cuernos son evitados como
inexistentes.
El teatro de la ciencia no aceptaba una nueva figura si su
talento desde el orden de la verdad venía a desmontar el en-
samblaje de academias y hospitales donde a los cuerpos los
trataban como carne y a los sujetos como a cuerpos.
Tampoco los estudiosos de academia estaban interesados en
escuchar a la voz de la conciencia desafinar en un sol mayor para
dejar al desnudo ante la astucia de la razón que era esa desnudez
el lugar donde la pulsión hecha morbosidad no aceptaba encajes;
que era ese desgarro atonal donde los efectos de la verdad hacían
brillar su en-canto. Ni la ciencia ni la filosofía querían saber nada
del descubrimiento freudiano, sin embargo Freud quería dar otro
golpe seco al perfil narcisista tal como lo habían hecho Copérnico
yDarwin.
Formado en una tradición fisicalista Freud no intentó darle a
su saber otro fundamento que el que hacía a la ciencia de su época,
y su afiliación llevó el sello de los ideales de Brüke así como el
pacto de Helmhotz y Du Bois-Raymond.
l Hay acaso mayor pasión por la verdad que aquella que hace
a un hombre ofrecerse como su súbdito y servidor quedando a la
merced del goce y la ferocidad de ésta?
Es aquí de esa fidelidad a los principios del cientifismo de su
época que Freud labra los mapas de su propia ruta:
Allí donde la vía regia de la razón no tenía más que un ideal
de saber absoluto, la máquina rompe con su materialidad la
PUN1UACIONES SOBRE LA 1EORIA DEL SUJETO 61
escena haciendo de la energía el concepto regio de la razón. La
termodinámica hace su aparición y no hay idea que se oponga a
su fuerza. Mas la razón encuentra la marca de su tumba allí donde
Freud pone su palabra y la idea no es otra cosa que un chiste, que
por ser tan serio no da risa.
La guerra freudiana fue librada con las armas de la época para
subvertir todo un campo de saber. La lógica freudiana nace del
fisicalismo como maldición de un siglo agonizante pero estalla al
encontrar su verdad en el lenguaje que se convertía en la
maldición fecunda del siglo que nacía. El nuevo siglo presenció
cómo la experiencia freudiana rebelándose a su origen, subvierte
la acunación fisicalista para darle la palabra al inconsciente.
Otra revolución, esta vez de órbitas y no de astros, había sido
establecida y la modernidad daba paso en el siglo XX a un nuevo
saber. La nueva peste nacía.
La Francia freudiana comienza en los años veintes y treintas
con un opus poco común en el campo del saber de aquellos años.
Mientras que en Viena el psicoanálisis era mirado como una
teoría casi delirante "basada" peligrosamente en la sexualidad y
ajena al campo médico, en los Estados Unidos era recibida con
esa curiosidad norteamericana que veía en ese saber todo un
campo de respuestas a preguntas que aún no estaban formuladas.
En cambio en Francia, lugar donde Freud había descubierto
su pasión por la histeria, el psicoanálisis queda ignorado por la
comunidad médica pero logra entrar por dos puertas que viniendo
del mismo corredor daban a salones distintos.
62 HeliMorales
Por un lado existía una curiosa mezcla entre emigrantes judíos
y princesas sabias; y por el otro era la pasión por lo poético como
crítica radical no sólo de la sociedad sino fundamentalmente del
l\ -Gil lle !L'llFl' . N;.... '"""'""' ... " .. _ _ _ _
l~gyajeiJo que hacía a la teoría freudiana desfilar por las tertulias
apasionadas del ruidoso París surrealista.
El freudismo se organizaba en sociedades psicoanalíticas y
grupos de poder; el saber freudiano inspiraba revoluciones
poéticas y grupos de desestabilización social.
Pero ni los poetas ni los psicoanalistas eran amados por los
psiquiatras. En el campo de la psiquiatría francesa Freud era
extranjero y mago: ni científico, ni médico ... ni francés.
Es en este clima de discursos disonantes que Lacan hace su
entrada en la escena intelectual con una tesis sobre la psicosis
paranoica y su relación con la personalidad.
Una nueva posición aparece en los campos universitarios y en
los jardines artísticos.
En el campo de lo creativo la revolución se implanta como
hacer cotidiano; "Las señoritas de Avignon" ya no son las mismas
cuando los relojes que se doblan anuncian nuevos "Campos
magnéticos". Se está creando destruyendo.
Lo que temblaba en el campo del arte empujaba en el de la
ciencia. Allí es donde Lacan pone su tesis. Tesis subversiva, tesis
de época.
Hay una nueva concepción de la locura; Van Gogh deberá ser
respetado no sólo por los personajes del "Bateau Lavoir" sino
también por los de la Salpetriére... Aimée también.
Dalí y Lacan coinciden y discuten; arte y saber teórico se
entrecruzan.
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 63
Sin embargo el que los artistas celebraran la tesis de Lacan no
negaba que dicho escrito fuera una posición teórico-
epistemológica de pretensiones científicas.
La tesis del 32 era fundamentalmente una posición doctrinal.
Una nueva ciencia era propuesta y una otra posición de análisis
explicitada. La ciencia de la personalidad buscaba sus galardones
y el análisis psicológico concreto le daba fundamentalmente sus
pilares epistemológicos.
La segunda guerra mundial deja a Europa sentada en silencios
ruidosos. La "idea" del hombre no podía ser la misma después de
los campos de concentración y la bomba atómica.
En Francia el existencialismo toma la voz de la filosofía y "la
invitada" a "La peste" no puede salir por "Las puertas cerradas".
El ser se enfrentaba a la nada y el nuevo humanismo encuentra
en Sartre, Simone de Beauvoir y Camus sus voces y sus escenarios.
Si la "concepción" del hombre no podía ser la misma, la de la
locura tampoco.
Había quienes "profundizaban" teorías que venían de antes,
pero había otros que a ese antes lo operaban para comenzar hacer
el después.
Si en el 32 fue principalmente a sus maestros a quien Lacan
hacía escandalizarse al punto de pedirle respeto en las horas
solemnes de la universidad, ahora en los cuarentas, son sus
contemporáneos quienes organizando coloquios prestigiados,
recibían no sólo otro campo de problemática sino críticas radi-
cales por las posiciones expuestas.
Henry Eyy su concepción de la locura es tratado poco amable-
mente en el terreno teórico, donde Lacan a partir.de una fecunda
64 Heli Morales
lectura de Hegel y tomando a Descartes c;omo fundamento,
mostraba que, es en orden de la verdad donde la locura está
implicada.
Pero no sólo el campo de la psiquiatría era puesto en tela de
juicio, esta vez Lacan saliendo de sus propios orígenes, no busca
demostrar la psicogénesis de la locura como en su tesis del 32 sino
la génesis del mundo humano. Esta vez no se trata de la causa de
la psicosis sino de la causalidad psíquica.
Wallon, Hegel y Freud así como un aparato fenomenológico
le permiten construir el llamado estadio del esp..ej_o y una otra
teoría de la agresividad, a partir de las cuales sin ser estructural-
mente freudiano, se constituía un "cógito de lo imaginariQ".
Los antecedentes lacanianos comienzan a tomar forma desde
la primera presentación del estadio del espejo antes de la guerra
construido fundamentalmente alrededor de problema de la
imago, hasta su segunda escritura en 1949 donde se demuestra
que el yo no es sino una función de desconocimiento.
Esta posición que representaba una crítica tanto a las teorías
psicoanalíticas de influencia anglosajona así como a las posiciones
filosóficas de la época, abría junto con sus paralelos lógicos del
tiempo y los números lógicos, una nueva vía de pensamiento. Al
cpncebir la locura como otra lógica situada en el campo de la
verdad y el lenguaje, al escribir un nuevo cógito de lQ jwJ!gi.D.<lrio
humano fundado sobre una crítica al vo
r~lación entre el tiempo y la lógica, Lacan cimentaba lo que
permitiría una subversión no sólo en el cam.12.0 clínico sino ~.!!. ~!
del saber.
PUNTIJACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO
G
Al comenzar la década de los cincuentas las revoluciones en
las letras no hacen tanto ruido como las guerras en lo real.
"El diablo y el buen dios" de Sartre se acomoda junto al
"Hombre rebelde" de Camus al mismo tiempo que la "Cara inte-
rior" de Tzara se transforma, primero, ante la noticia de la muerte
de Gide y después ante la de Eluard y Matisse.
"Las Estructuras elementales del parentesco" comienzan a
mostrar "La eficacia simbólica" de su fuerza a la inteligencia
francesa.
Mientras los filósofos hacen teatro, los antropólogos cuentan
con fonemas y los franceses viven el ocaso de la cuarta república,
en el mundo psicoanalítico la política, las representaciones y los
discursos también ocupan su lugar.
La corriente del psicoanálisis hablado en inglés con sus damas
de fierro en Inglaterra y su troika en los Estados U nidos formaban
las posiciones teóricas más estables dentro de la institución inter-
nacional.
En Francia la Sociedad Psicoanalítica de París se descom-
ponía y de sus divisiones surgían por un lado la posición más
apegada a los honores médicos y a la organización ortodoxa y por
el otro una nueva Sociedad Francesa de Psicoanálisis, que si bien
pasaba por el campo universitario a través de Lagache, lo
rebasaba para situarse más en el del saber analítico con Lacan.
Lacan al interior de sus propios conceptos construye otro
orden y el imaginario ya se escribe después de lo simbólico y ante~
delo real. Ó
El famoso discurso de Roma hace aparecer la crítica al sujeto
por fin cuestionado. La fuerza teórica de Lacan comienza al
66 -Heli Morales
imprimir una subversión al sujeto, acuñando contra las
teorizaciones de la Egopsychologie no sólo la crítica y la
demostración del yo como función del desconocimiento sino una
formulación del sujeto del inconsciente fundada en la función de
la palabra y el campo del lenguaje.
Una nueva teoría del sujeto surge y con ella una nueva
posición en el campo freudiano. El inconsciente será referido a
una teoría del sujeto, los textos de Freud serán el fundamento
teórico (político) y su letra hará otra instancia de su razón.
A una posición basada predominantemente en las influencias
de Heidegger y Hegel va a seguir un relevo construido desde la
lingüística y la antropología de Lévi-Strauss sin que la influencia
de los filósofos primero citados se borre del mapa lacaniano.
La psicosis será otra vez leída y reformulada; a la posición
psiquiátrica y fenomenológica de los años treinta y cuarenta se le
opondrá otra forjada sobre la lógica de la estructura.
El significante transformará la "concepción" del inconsciente
y éste no podrá existir sino estructurado como un lenguaje. Hay
una nueva "Dirección de la cura ... " y la "Situación del
psicoanálisis..." lo mismo que su enseñanza serán marcadas por
otro estilo.
Surgirán otras formas de escribir al sujeto, los modelos
ópticos cambiarán para dar paso a esquemas primero y a grafos
después. "El deseo y su interpretación" así como "las formaciones
del inconsciente" harán a "la ética del psicoanálisis" plantear de
una manera diferente la concepción de "la transferencia".
Mientras John Houston trabaja con Sartre un intento fallido
de "las pasiones secretas" de Freud, la historia del psicoanálisis en
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 67
Francia está centrada predominantemente en el seminario de
Lacan, el intento de Sociedad Francesa de Psicoanálisis de
regresar a la comunidad internacional, así como en el trabajo
universitario, editorial y clínico de la Sociedad Psicoanalítica de
París, que por su parte, trataba de que su partenaire no lo lograra.
La década de los cincuentas, al terminar, ya sentía los tam-
bores rocanroleros y los truenos tanto de las imágenes como de
las balas. La historia se movía y también en el campo del saber
crujían los armazones. La década de los sesenta ya anunciaba su
paso.
Pero lo fundamental no pasa por la referencia a las décadas,
,la problemática del saber pasa por otros ejes. Modernismo no es
modernidad.
Es en el campo moderno del saber donde se sitúa el trabajo
de Lacan y es por eso que no se puede hacer la historia del saber
sin pasar a otras formas de concebirla. La modernidad en la cual
se sitúa el trabajo lacaniano no es ni el modernismo de las nuevas
modas ni la contemporaneidad con el cine de Resnais; la
problemática se abre en otro campo, en el campo epistemológico.
La modernidad a la que nos referimos es la que abre nuevos
tiempos epistemológicos y es en ese campo donde tiene inciden-
cia el trabajo de Lacan.
 68 HeliMorales
JI) Tiempos epistemológicos
La rigurosidad que exige el armazón de una historia
epistemológica implicaría en sí todo un desarrollo histórico con-
ceptual harto difícil tanto en proceduría como en espacio de
desarrollo. Es debido a los límites propios de este trabajo que no
apunta en su dominante teórica a dicha construcción, que este
escrito delineará solamente, algunas direcciones que permitan
cernir el tiempo epistemológico en el cual se produce el trabajo
de Lacan y lo que este trabajo implica para ese tiempo.
Hasta ahora se ha relacionado la construcción del saber
lacaniano con un mundo que se destruía pero que hacía de su
decadencia la materia prima de las producciones de saber; Fran-
cia ha sido el punto de referencia obligado pues es allí donde se
produce el discurso de Lacan y sus efectos más inmediatos; la
división en décadas ha sido referida a los trazos que se ordenaban
en discursos. Todo esto nos permite delimitar líneas exteriores a
la obra de Lacan pero que son también interiores a su posibilidad
de existencia. Hay una topología histórica de la producción del
saber. No se puede pensar la historia de un saber sin su referente
histórico. Sin embargo no es allí donde se sitúa el centro de interés
de este trabajo y se hace necesario cambiar de óptica y establecer
una lectura más epistemológica que referencial.
Así, para dar cuenta de la modernidad en la cual se sitúa el
trabajo de Lacan, se tomarán tres axiales epistémicos.
~ El primer axial donde el sujeto de la ciencia nace con la
cogitación cartesiana. La historia del sujeto puede comenzar con
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 69
las teorizaciones aristotélicas, pero el inicio de la modernidad
tiene su punto de comienzo en las meditaciones de Descartes. Es
allí donde encontramos el trazo que marca el nacimiento de la
reflexión moderna y donde se inicia otra forma de construir el
saber. El psicoanálisis sólo es posible a Eartir de la puesta en
~ del suk to moderno de la ciencia, el cual forcluído de ésta
cuando se hace ideología de su muerte, regresa al campo del saber
desde otro lugar. Este es un planteamiento general que
tomaremos como punto de partida.
El segundo axial está basado en las relaciones que se es-
tablecen entre la historia del pensamiento occidental y el len-
~· A partir de allí podemos situar el orden moderno del saber
en ese estallido de la representación y del discurso fundados en
lo infinito. Esto nos permite situar la particularidad de la
configuración donde se establece el trabajo de Lacan. Esta
configuración de la modernidad se abre sobre una doble vía: una
que interroga las relaciones entre la lógica y sus debates con la
ontología y que, armada con los instrumentos de la formalización,
busca una resignificación moderna del problema de la mathésis;
la otra donde la problematización gira en torno de la relación
entre la significación y el tiempo y cuyo fundamento es la
interpretación. La modernidad se constituye en su relación;
fracaso, fertilidad o ambas.
En relación al tercer axial, el modernismo parece como una
f!Osición frente al saber. La modernidad no se agota al marcar su
trazo de inicio con el cógito cartesiano, ni en la discontinuidad de
los órdenes del saber; para que exista en tanto acción de saber es
70 Heli Morales
necesario que se establezca como crítica y deconstrucción de los
saberes anteriores. El análisis es crítico y la crítica es analítica.
Toda esta conflictiva epistemológica se coagula y se agudiza
en los años sesenta, donde las teorizaciones en la etnología, la
filosofía y el psicoanálisis se concretizan alrededor de nuevas
posiciones epistemológicas que escriben a la problemática
moderna.
Así los años sesentas se pueden analizar en dos niveles, uno
referencial en tanto década, y otro epistemológico donde el saber
moderno sólo puede pensarse desde las diferentes posiciones
frente al mismo y por la intertextualidad de las obras de esa
década.
En los sesentas la crítica se hace ritmo; ese origen de la
historia de la infamia hace crear un nuevo estatuto a las partituras
y desde la influencia musical de los negros, la voz de un blanco
hace olvidar las dulzonas melodías de la postguerra para hacer
brincar como poseídos no sólo a los vudúes sino a los copetudos
y quinceañeras. Los submarinos destruían aldeas pero también se
pintaban de amarillo en una nueva psicodelia.
La moral estalla y de aquellos finales de los cincuenta donde
se pedía "I wanna hold your hand" ahora se gritaba "Let's spend
the night together" y los Extraños en la noch~ no bailaban
pegaditos en fiestas llenas de rubor y corbata sino que se iban a
los hoteles a buscar Satisfacción.
En los sesentas la crítica se hace calle, en Francia como en
varios países, la revuelta de las nuevas generaciones busca estallar
lo imposible y el poder se hace de las palabras y de las armas. Los
héroes no son más aquellos que tienen medallas por el número
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 71
de vietnamitas o africanos asesinados, los nuevos héroes como
siempre son anónimos pero como nunca son poetas. Se busca
hacer el amor y no la guerra, aunque este se convierta en eso. La
imaginación buscando el poder encuentra lo real y Lucy in the Sky
with Diamonds es una nueva consigna de los sentidos exaltados.
En los sesentas la crítica se hace saber. No sólo es la música,
el cine y la literatura los que se criticaban en el momento de
armarse, también es el saber criticándose a sí mismo; es el saber
crítico como crítica del saber. La dialéctica que había sido legis-
ladora de verdad, recibe ahora el trato que antes recibió la razón
práctica y la razón pura, y en 1960 Sartre escribe su crítica de la
razón dialéctica. La dialéctica es "objeto" de crítica pero también
lo es la razón: Foucault en 1961 escribe la historia de la locura,
poniendo en tela de juicio la validez histórica de la razón misma.
Una nueva palabra nace, casi como reacción, casi como
creación frente a la fenomenología y que como en el poema de
Eluard en el 45, hace vivir por verla, criticarla o negarla; nos
referimos al estructuralismo.
El cálculo se hace cultura y las izquierdas y las derechas no
tardaron en pronunciar discursos que evidenciaban que el len-
guaje y sus lógicas querían tomar la palabra. 1:'1 ideología, la
poética, la historia querían escribirse diferente, al mismo tiempo
que otros ideólogos, historiadores y filósofos tomaban por asalto
el tiempo negando la validez de las fórmulas. La Francia intelec-
tual hervía.
1966 marca con letras negras la salida de los Escritos de
Lacan. Las palabras y las cosas que llevaban la huella de la historia
de la locura no discuten, aunque apuntan, las Mitológi.cas audacias
72 Heli Morales
de los antropólogos calculadores que, sin escuchar el llamado del
militantismo académico, olvidan esa consigna de Leer el capital
tan común en una época donde la Diferencia y repetición de los
pluralismos filosóficos puntualizaban otra Lógica del sentido. Los
Ensayos sobre los Tiempos modernos hablaban de otro Espíritu de
Escritura y repetición. Estábamos ante un Nuevo desorden
amoroso.
Toda una época se escribe en esos textos y con ellos una
generación que encontraba en la modernidad posibilidades de
capturas de la verdad.
Allí, en la hiancia de la lingüística y la antropología, en el
agujero de la fenomenología y el estructuralismo, Lacan hace un
llamado a Freud para colocar al psicoanálisis en el anticentro del
saber. Lacan hace de su palabra una obra fundamentalmente
constituida en relación con una teoría del sujeto. En ese momento
de los años sesentas y de la modernidad de un saber que exigía
otras escrituras, el precio a pagar por la contemporaneidad no era
fácil, pues era el tiempo de las lógicas y/o las interpretaciones,
siendo en este primer campo donde Lacan abre el debate.
En la disyuntiva de la modernidad, a partir de ella, 1--acan
rompe bordes al fundar la interpretación en una apofántica ligada
al goce vaciando cualquier intento hermenéutico o metafísico.
En relación con la formalización, si bien la toma como
desafío, no sólo de la transmisión sino también epistemológico,
lo hace subvirtiéndola en otra posición de la escritura para poder
abrir la sutura logicizante y escribir como no se había hecho, una
lógica del inconsciente y del sujeto, donde dicha escritura muestra
4 '•
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 73
la hiancia como función estructural, obligando a la lógica a abrir
las venas por donde se vierte como imposible la formalización.
El discurso lacaniano durante toda una época intenta decir
sus verdades a partir de una teoría radical del sujeto, sustentada
en una lógica. Para ello, en la intersección de la polémica
filosófica, introduce como no se había hecho a un Descartes como
interlocutor privilegiado en la fundamentación de la lógica del
sujeto. Desde la segunda tópica freudiana hasta la "tercera
lacaniana", Descartes es leído desde Freud haciendo honor a la
tradición del saber occidental al fundar el sujeto del psicoanálisis
- ' '" -- ·- .....·-··-· ------·-------·--·--
como ~ sujeto de 1~5~enEi_?.
La relación del sujeto con el saber no puede ser la misma
desde que Freud puso el dedo en la llaga con la puesta en escena
del inconsciente, pero éste no puede ser "pensado" igual desde
que Lacan introdujo el objeto a en el campo freudiano. El objeto
a implica que lo que Freud descubrió en la lógica de la clínica,
Lacan lo escribió lógicamente a partir de la clínica. El objeto a
que tiene sus orígenes en Abraham, pasa en la teoría lacaniana de
una presencia corporal a una consistencia lógica. Lacan no toma
el camino de la ontología sino el de la lógica para dar cuenta del
inconsciente, por esto el objeto a no puede colocarse como el
centro del sueño de la ciencia del psicoanálisis. Lacan lo advertía
ya en el año 66:l" El saber sobre el objeto a sería entonces la
ciencia del psicoanálisis? Es muy precisamente la fórmula que se
trata de evitar, puesto que ese objeto a debe insertarse, en la
división del sujeto por donde se estructura ( ... ) el campo
1
psicoanalítico."
74 HeliMorales
Lo que aparece claramente es que todo intento de camino
lógico para el inconsciente tiene que pasar no solamente por la
lógica del significante o del objeto a por sí mismo, sino fundamen-
talmente por una lógica que vincula la relación del sujeto como
e~ecto del significante con la implicación estructural del obje~
que lo co.nstituye como sujeto del inconsciente.
Esta lógica del sujeto se va escribiendo a lo largo de la
conceptualización lacaniana, alcanzando en la escritura de los
cuatro discursos lo que se llamará aquí su matriz formal. Matriz
formal que inscribe las funciones, los lugares y las relaciones
lógicas de los principales elementos teóricos de la teoría de Lacan
hasta el año 70.
Relaciones lógicas de otra lógica de relaciones que, enfren-
tada a la imposibilidad de lo real, no pueden sino intentar escribir-
lo fundadas sobre la evidencia de la incompletud. Los cuatro
discursos intentan esta vía articulados en relaciones "que van de
la impotencia a la imposibilidad" y cuya propiedad fundamental,
como decía Lacan en el año 70, "es dejar a cada uno su hiancia".
Los cuatro discursos radicales muestran además la evidencia
"formal" y fundada en una-otra-lógica, que el siglo XX es testigo,
no solamente de un nuevo discurso, sino fundamentalmente de
un nuevo saber. El psicoanálisis, a partir del nuevo estatuto que
aquí se inaugura, no se agota en el orden del discurso, ni se
disuelve en el discurso de la ciencia. Psicoanálisis: ldiscurso,
ciencia u otra cosa?, los cuatro discursos no lo resuelven ni
contestan la pregunta, pero permiten formularla de otra manera.
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 75
/JI) Tiempos lógicos
Pondremos un punto aquí, después de la introducción de los
cuatro discursos, que coincide con la entrada a la década de los
setenta.
Al poner un punto allí se corre el peligro de olvidar que no
sólo los cuatro discursos no son la terminación de la obra
lacaniana sino que tanto las fórmulas de la sexuación así como la
topología de los nudos abren dimensiones de saber incluso nunca
antes establecidas, y que desde varios puntos de vista pueden
ofrecer predominancia en efectos de verdad y de inédito en
relación con otras construcciones de Lacan.
Al establecer este punto después de los cuatro discursos se
puede caer también en el error de hacer del sujeto el centro de
importancia de la teoría lacaniana colocando inexactitudes
geométricas que obscurecen puntos de capitón.
Al colocar un punto en la entrada de los años setenta se corre
el riesgo de dejar de lado una de las décadas más importantes de
la intertextualidad francesa, donde la crítica al psicoanálisis se
hace man.:fiesta y se hace texto en libros como el Antiedipo y
Vigilar y ca~ :igar. Posiciones epistemológicas que parecían afines
encuentran su fir. en los terrenos de la política y la ideología.
Estos peligros, errores y riesgos son visualizados y existen
como interlocutores de este escrito. Son sin embargo otras
razones las que obligan la colocación de un punto que marque un
corte.
76 HeliMorales
Todo trabajo se establece en relación a límites que lo cortan
y que generan su existencia como tal; intentar un trabajo que
abarcase toda la conceptualización de Lacan es tan utópico como
antilacaniano. La imposibilidad del necio está en el planteamien-
to mismo de la tarea.
Es así que llegado este momento se hace necesario bajar las
cartas y decir que lQ_gue se intenta articular ª9.1!Í es la lógica del
SlJjeto y .~u.I_ela~ión con el discurso analíti~~·
Pero decir que los límites son generados por el corte para
hacer la línea de demarcación y por lo tanto establecer una
relación con la transgresión, no solamente es insuficiente sino que
peca de ingenuidad.
Es la lógica interna lo que ciñe los límites de un trabajo, esto
es, son las demarcaciones que exige lo estudiado las que crean los
límites de dicho trabajo.
Así, se sabe y se sostiene que los cuatro discursos no cons-
tituyen el último momento de la conceptualización de Lacan, pero
eso no impide que marquen en relación al sujeto una matriz lógica
que en tanto que escritura concluye con lo que llamamos aquí la
lógica del sujeto.
No se trata tampoco de hacer de la teoría del sujeto el centro
de la teoría de Lacan, sabemos cuán caro ha costado al saber creer
en los centros y cuán inertes son los ensayos de dogmatismo que
defendiendo una verdad como universal hacen de su discurso un
callejón sin salida al encontrar Jo contrario de lo buscado.
Lo que se intenta exponer es la hipótesis de que el sujeto
funge como uno de los puntos fundamentales de la teoría de
Lacan; punto geométrico por el cual, apoyando allí el eje, se pudo
r ~: ,
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 77
hacer girar radicalmente la teoría freudiana. Subversión del
sujeto llama Lacan a uno de sus escritos fundamentales y se apoya
sobre ésta para formular su crítica a otros campos de saber que,
buscando tanto la efectividad como la formalización, no hacían
sino suturar al sujeto. La lógica lacaniana es desafío a otra lógica
que cierra lo que ella quiere abrir, pero comparte el sillón teórico
con una topología que le da su espacio y su crítica.
Hay una lógica del sujeto, pero hay también en Lacan una
topología del sujeto; sobre ellas descansa la subversión. Entre
ellas hay relación pero no recubrimiento. Se trata de dos dimen-
siones diferentes de la escritura.
Respecto a los años setentas el debate con otras posiciones
llama a la escritura, pero no es éste el lugar ni el tiempo. Sólo se
apuntará que la polémica sobre lo político y lo ideológico tiene
en Lacan toda una gama de teorizaciones, pero los cuatro discur-
sos son quizás su respuesta más articulada. La relación de Lacan
con el postmodernismo abre en su camino lógico e histórico
muchas vías de problematización y será sobre lo epistemológico
que deberá desplegarse el debate; en el campo del saber no hay
adjetivos que se sostengan sólo gramaticalmente.
Aclaración implica, pero no agota, que un problema se
despeje, y el problema de los tiempos teóricos sólo puede
despejarse abordando los tiempos propios al discurso trabajado.
Así, sí en la primera parte se hizo una lectura exterior a la
historia epistemológica y en la segunda se tomaron elementos
exteriores a la teoría analítica para situar en un marco
epistemológico el trabajo de Lacan en relación a la historia del
saber, ahora, al intentar una lectura del movimiento propio de
 CJ Heli Morales
'
dicho trabajo, no se puede proceder de la misma manera, ya que
si antes se trataba de problemas predominantemente históricos,
esto es, situados en una exterioridad topológica, ahora se trata de
hacer una lectura analítica de la obra de Lacan y esto no se puede
hacer sino articulando una lógica de análisis propia a la
elaboración lacaniana.
Es así que se plantea la necesidad de construir una lectura
analítica que se base en las discontinuidades propias a la
construcción de la lógica del sujeto. Esto es lo que constituye el
nudo de este trabajo, a saber, una problematización temporal de
las conceptualizaciones lacanianas del sujeto.
Para ello se partirá de una lectura constituida alrededor de la
lógica temporal que Lacan expusiera en el artículo del 45 sobre
el tiempo lógico y aserto de certitud anticipada. Ni es el mismo
contenido, ni es el mismo sentido, sin embargo, puede tener los
mismos efectos de articulación.
Es arriesgando una hipótesis que intenta mostrarse rica en
aperturas, por lo que se toma aquí como referente dicho artículo,
intentando leer también tres tiempos en la formulación de la
lógica del sujeto. Del instante de la mirada, como lo inaugural al
momento de concluir, pasando por el tiempo para comprender;
el sujeto y la lógica del mismo encuentran su articulación.
Estos tiempos son los siguientes:
t;. PRIMER TIEMPO (1953-1960): El sujeto del inconsciente.
Este primer tiempo implica tres discontinuidades.
Aik Primera discontinuidad. Es en 1953 donde se sitúa la
enunciación del sujeto del inconsciente como tal y que remite al
"'
PUNTUACIONES SOBRE LA 1EORIA DEL SUJETO 79
texto de "Función y campo de la palabra y el len~je". Lacan venía
de trabajar toda la teoría de lo imaginario, elaborando en su tesis
la psicogénesis de la locura y después la psicogénesis del mundo
imaginario. Ya había mostrado que la función del yo no era otra
que la del desconocimiento en una dialéctica de espejo, donde
éste (el yo) no podía sino quedar atrapado en la alienación que le
era propia. Pero fue necesaria la inclusión del registro de lo
simbólico como estructurante para que tanto el inconsciente
como su sujeto tomaran la palabra. A partir de la conferencia "lo
simbólico, lo imaginario y lo real" así como el llamado discurso de S"" i R
Roma -ambos en el año 53- el sujeto al ser estructurado por el
lenguaje puede ex-istir en tanto tal.
Era necesario situar la palabra en su función de único medium
tanto del psicoanálisis como del sujeto para relacionar a éste con
su verdad; de la misma manera que era necesario situar al
inconsciente en el campo del lenguaje para ahuyentar todo inten-
to de concebir al sujeto como cuerpo que maduraba, yo que se
autonomizaba o unidad que se completaba. Este yo que no era el
sujeto, se partía bajo el peso de una lectura de Freud anudada a
una dialéctica de marcas hegelianas y a una palabra plena de
influencias de Heidegger. El inconsciente como tal recibía su
definición: "es aquella parte del discurso concreto en cuanto que
dividua! que falta a la disposición del sujeto para restablecer la
continuidad de su discurso consciente", 2 y con ella el sujeto era
por fin cuestionado. No sólo hay una nueva posición en el
psicoanálisis, sino que éste, a partir del sujeto del inconsciente
puede aspirar a otra posición frente a la ciencia. Ahora bien, si
bien es cierto que el discurso de Roma es el primer momento que
 HeliMora!es
80
inaugura la nueva posición del sujeto, para que éste pueda ser
teorizado y se pueda escribir su lógica, en el trayecto teórico de
Lacan fueron necesarias dos discontinuidades más al interior de
éste primer tiempo.
~. 2. Segunda discontinuidad. La segunda discontinuidad se da con
la inclusión del significante y sus funciones, siendo fundantes los
textos de la carta robada escrito en 1956 y la Instancia de la letra
en el inconsciente de 1957. Lacan había trabajado en 1955 en su
seminario dedicado al Yo en la obra de Freud, el cuento de Alan
Poe de la carta robada, pero es hasta el año de 1956, cuando
escribe como texto este análisis, donde incluye el concepto de
significante como lo que constituye al sujeto. Si la dialéctica y la
palabra de los filósofos alemanes habían sido la punta de lanza
del escrito que abría el psicoanálisis al campo sistematizado del
lenguaje, esta vez es a partir de la lectura de Saussure y las
discusiones tanto con Hyppolite como con Lévi-Strauss, que el
significante toma su lugar en la teoría del inconsciente. En 1953
el orden simbólico constituía al sujeto como tal, ahora este orden
se fraccionaba con el significante haciendo depender de él al
sujeto. El significante ya aparecía en función y campo, pero es la
primera vez que en relación a una "formalización del lenguaje" se
determinaba el sujeto. Así lo asienta Lacan: "Si lo que Freud
descubrió y redescubre de~era cada vez má~ abierta tiene un
sentido, es que el desplazamiento del ::;ignificante determina a los
sujetos en sus actos, en su destino, en sus éxitos Y. en su suerte, sin
consideración de carácter o de sexo..."3· La lectura estructural
--
basada en el significante hace al sujeto ex-istir en la alternancia y
PUN1UACIONES SOBRE LA IBORIA DEL SUJETO 81
en las redes escritas desde la formalización. El sujeto encuentra
su sobredeterminación en la repetición de la cadena significante.
El lenguaje era el campo, el significante el elemento y en 1957,
la letra es el soporte material. Si en el escrito de la Lettre volée
es donde hace su entrada el significante como el elemento cons-
titutivo, en el texto de la instancia de la letra éste estructura
articulando las operaciones del inconsciente. En el 53 tanto el
sueño como el chiste fueron trabajados por Lacan en relación a
la palabra, pero sólo en este escrito del 57, la metonimia y la
metáfora basadas en las combinatorias significantes puede.n fun-
dar los mecanismos freudianos del desplazamiento y la
condensación bajo esta nueva dimensión de origen lingüístico. La
ruptura es grande pues ahora a partir de la transformación del
algoritmo saussuriano y de la puesta en escena de las operaciones·
del incosnciente basadas en el significante, la teoría lacaniana del
sujeto tiene puestos todos sus elementos para configurarse. El
significante en esta segunda discontinuidad tiene materialización,
función y operación. El sujeto depende de él en sus tres aspectos
y el inconsciente tiene nueva definición al est,ar estructurado
como un lenguaje.
Tercera discontinuidad. Ahora bien, en este primer tiempo 1. 1,
una vez constituído el campo y los elementos que lo fundamentan,
hay una tercera discontinuidad que hace a las teorizaciones del
sujeto en relación con la lingüística y donde ese campo y esos
elementos son funcionalizados. Tres textos constituyen la tercera
discontinuidad de este primer tiempo.
Primero, "De una cuestión preliminar a todo tratamiento /..$·f.
p9~!ble -~!!}ª psicosis". En este texto además de una brillante y
 82 HeliMorales
compleja teoría sobre la psicosis, Lacan escrib(f una topología del
sujeto, así c_o~o una ~~critura d~ s~ proceso en el esquema R. Lo
simbólico, lo imaginario y lo real, toman de nuevo su lugar en el
esquema R el cual será leído como el cross-cap en 1966. Es
también aquí que en relación a Schreber, Lacan pone en fun-
cionamiento el mecanismo de la metáfora, operativizándola en
tanto metáfora del Nombre-del-padre para dar cuenta de la
relación del sujeto con la ley y el deseo. Topología, escritura y
origen de la constitución del sujeto.
f,32, Segundo. "Observación sobre el informe de Daniel Lafü!.che".
Texto que es escrito en una época muy importante -1960-. que
incluye desde los esquemas ópticos trabajados en el seminario 1
más sus correcciones, hasta los usos del sujeto del enunciado y de ·
la enunci~ció_!! en relación con el s~j~!Q. Qel incq!!§ciente. En lo
que respecta a la lógica del sujeto contiene tres puntos importan-
tes. El primero es todo el trabajo sobre la relación del sujeto con
la estructura y donde se avanza la relación de ésta con la topología.
El segundo es todo el lenguaje de procedencia lógica donde el
Otro implica una anterioridad lógica y donde la función tiene un
lugar en la estructura lejos del "organismo" o la gestalt. Pero lo
que nos parece más importante es que el lugar del sujeto es
explicitado: el sujeto surge de la "duElicidad sig!,lj.ficant< y_ su
combinatoria; es en el "fenómeno de fadin_g.!.para connotarlo P~!
el efecto de estructura en que intentamos constituir el lugar del
- --:;;r-:- - - ·-· . - -
sujeto en la elisión significante." La negación y el vacío son
relacionados: "El modo original de elisió~ significante que inten-
tamos aquí concebir como la matriz de la Verneinung afirma al
sujeto bajo el aspecto negativo, escatimando el vacío donde en-
PUNTIJACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 83
5
cuentra su lugar." Una vez planteado el lugar y lo que se llamará
la causalidad del sujeto por el significante, la lógica del sujeto
tiene sus condiciones de existencia.
/JJ. El tercer escrito que cierra este trío-textual así como el primer
momento lógico y la tercera discontinuidad, es Subversión del
sujeto y dialéctica del deseo. Texto fundamental y que funge como
bisagra para el próximo tiempo.
En Subversión del sujeto se abre claramente el lugar de éste
en la experiencia analítica, siendo explicitada la relación con el
saber como constituyente de la praxis del psicoanálisis. Al
colocarse el saber en relación al sujeto y a la verdad, es Hegel y
su sujeto del saber absoluto quien será subvertido. No sólo con
discurso Hegel será puesto en abertura sino que se elaborará una
topología que, rompiendo toda circularidad dialéctica, grafica la
relación del sujeto con el deseo y que constituye, al decir mismo
de Lacan, la "estructura más ampliamente práctica de los datos de
6
nuestra experiencia". Artículo complejo y maravilloso no puede
ser deconstruído aquí como se quisiera, y sólo se tomarán re-
ferencias que nos parecen fundamentales.
Primero, la definición del inconsciente__ como "la c~d!n_? sig-
' '~,3·-1 1
nificante que se repite e insiste para interferir en los cortes que le
ofrece el discurso y la cogitación que informa". 7
Definición del inconsciente que concentra 10 años de trabajo
,$'~.2'
teórico y a partir de la cual puede concebirse la estructura del
sujeto como "discontinuidad en lo real", en los cortes mismos que
engendra y lo engendran. Esta será nuestra segunda referencia.
(
~$. 3 La tercera es que siendo un escrito que concentra sobre sus
' espaldas todos los caminos de los grafos, contiene varias in-
 G HeliMorales
novaciones teóricas como son: el uso de los algoritmos como
escrituras teóricas, por lo tanto la primera escritura del sujeto ($)
así como algo fundamental para la posición de Lacan, como es la
escritura algorítmica donde el lenguaje también está tachado
S( fA ). A partir de allí la falta constituye al sujeto y al len82,aje,
condición necesaria para una lógica del primero.
La posibilidad lógica si quiere negar una afiliación suturante
tendría que basarse sobre un sujeto, efecto de significante,
tachado y exterior a la cadena, pero ésta misma debía ser indicada
como rota para permitir el funcionamiento.
, J.'f. La cuarta referencia es fundamental porque es la que va a dar
13
paso a un abandono del campo lingüístico como principal ac-
cionista en la influencia de saber del psicoanálisis, para dejar a la
lógica tomar líneas que, abriéndose, darán su apoyo en tanto
referencia del saber.
El primer grafo coloca las condiciones: el sujeto en relación
al significante es lo que resulta del efecto de corte de dicha
-
cadena. Del llamado "sujeto indeterminado" al sujeto barrado en
el vector S S' quien efectúa el cambio.
Pero pasando al grafo 2, vemos que la sumisión del sujeto al
circuito del len~aje se establece entre s.@_y A Y. su r~torno.
Lacan afirma gue la cerrazón de ese círculo i!I!PJ~a lLco~
pletud" de la cadena, o sea un lugar de Otro (A) pleno. Es 31qu.!_,__
21.
en la ruptura a est~ círculo donde se evidenci~el fundamento de _
la lógica que se esboza. Lacan escribe: "Esa cuadratura (del
círculo) es sin embargo imposible, pero sólo por el hecho de que
el sujeto no se constituye sino sustr~yéndose a ella
PUNTUACIONES SOBRE LA 1EORIA DEL SUJETO ~
descomE!_~tándola esencialmente por deber a la vez ~ontarse en
ellª_.Y. no llena! en ella otra función gue la de falta". 8
Es aquí evidente que el sujeto tiene la función de falta, lo que
lo ha~e exterior pero operable en la cadena. Se quiere subrayar
que el hecho que el sujeto cumpla la función lógica de la falta le ~
da una existencia lejana a cualquier reducción emQírica e incluso
lingüística y en t~nto tal adquiere una con-sisJencia lógica.
4Jui:ición del sujeto inaugura aguí la posibilidad de pensar
una lógi~,J2.ues ya no sólo s~.~-!a_d~ te~tizarlo como diferen~e
al moj_{primera discon!inu!dad}1 ni de referirlo como efecto del
significante (segunda discontinuidad), sino que ahor-ª._§JJJ.ygaI:,
siendo exterio~ a la cadena,_~~L~ero de la elisi ón si gnificante,
cumple la ful_!ci_ón de falta (!_ercera discontinaj_c!_~d).
Esto nos permite pasar al segundo tiempo que, tomando esta
premisa lógica y abriendo el escrito de Subversión del sujeto en
su segunda ala de la bisagra, permitirá puntuar otro tiempo lógico
en la construcción de la teoría del sujeto.
SEGUNDO TIEMPO (1960-1969). El álgebra del sujeto.
Este tiempo también se puntuará en tres discontinuidades.
Primera discontinuidad. Al abordar este tiempo se hace
necesario explicitar una dificultad. Hasta ahora este trabajo se
ha basado fundamentalmente en relación a los Escritos. Ahora
bien, no siempre lo escrito por primera vez corresponde al año en
que fue pronunciado, esto muestra la contradicción de tiempos,
de lo hablado y lo escrito. Así un texto como Subversión del sujeto
si bien aparece escrito en 1960, tiene varias teorizaciones que
86 Heli Morales
corresponden también a los años 62 y 63 (cosa que también
aparece en el texto en llamados del año 62), y que implican los
seminarios de La Identificación y La Angustia.
Sea como fuere, lo fundamental es que tanto en el seminario
de la Identificación como en el texto de Subversión del sujeto,
aparece lo que será la definición lacaniana del significante y por
ende del sujeto: "uE significante es lo q~e representa al .§_!!jeto para
otro signific~nte".
Esta definición deja fuera toda implicación fonemática y se
constituye en una definición pur~mente alg~b_!~ic'!. Se trata de
una definición matemática.
Esta posición genera un cambio porque define toda la
posición anterior de Lacan respecto al significante y al sujeto. Ni
la Lettre volée ni la Instancia de la letra pueden ser leídas sin
tomar en cuenta esta puntuación (J. Allouch ha llamado la
atención al respecto).
El sujeto es efecto de una operación algebraica. La cogitación
es definida desde allí. Ninguna referencia de sustancia, empiris-
mo, trascendencia o misticismo puede dar cuenta del sujeto.
El seminario de l a !dept!fic~ción r~R_resenta el momento que
se puede puntuar como el vi!~je ha~a~..!óg!ca, y en sí mismo es
una especie de cruce de líneas que serán desarrolladas en semi-
narios posteriores. Descartes, su cógito y_ el ájg~bn1Jª_
formalización del trazo tI;nari~ com<? ~rigen l~gico q~ la cadena
significan~e. El paso de la negación lingüística ~el e'! del suteto de
la enunciación al uso de la negación lógica de Peirce en relació!!_ _
~~~~~~--~~~~-=--~~-=-~~~---- ---
ª Aristóteles. Otra topología hace su aparición y el espacio y el
tiempo lacaniano toman nuevas posiciones. Seminario IX que
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 87
según Lacan gira en torno al significante pero que por lo mismo
y rebasando su propio límite da cuenta del sujeto. Aparece algo
que ya se venía insinuando: el sujeto es efecto del significante, es
causado por el corte en la cadena, pero también se encuentra su
causa en relación al deseo en el objeto a.
Esta inclusión del objeto iniciará de manera más sistemática
y con una mayor fuerza el lugar del goce.
) .2 , Segunda discontinuidad. Como en el tiempo anterior éste
también se refracta, y si la discontinuidad que se acaba de exponer
se fundamenta en el escrito de Subversión del sujeto y en el
seminario de la Identificación, esta segunda discontinuidad se
basa en el seminario XI y en el escrito de Posición del Incons-
ciente.
De nuevo la dificultad aparece por la extensión y riqueza de
los textos frente a la necesidad de brevedad de la exposición, lo
que nos obliga a plantear solamente algunas puntuaciones que nos
parecen fundamentales.
Esta segunda discontinuidad está marcada por la
demostración de dos planteamientos en relación al sujeto.
La primera es que el sujeto del psicoanálisis es el sujeto
cartesiano, y la segunda que el sujeto ex-iste en relación a dos
movimientos y a dos causas; una directamente ligada al lenguaje,
la otra anudada a éste y al deseo.
En la duda, en la vacilación, se muestra la verdad del sujeto,
la certitud del sujeto. Freud y Descartes encuentran certitud. en
el mismo corte. "El paso de Freud es cartesiano -dice Lacan- en
el sentido que él parte del fundamento del sujeto de la certitud".
88 HeliMorales
Si el psicoanálisis, como fue inaugurado en el 53, puede existir
en relación a la ciencia, es por la implicación del sujeto en ella:
sólo puede hacerlo, certitud explícita en el 64, a partir de la
emergencia del sujeto cartesiano que no es otro que el sujeto del
psicoanálisis.
Si el sujeto es el cartesiano y el Otro es la condición de la
verdad, Lacan define: "El inconsciente es entre ellos su corte en
acto."
A partir de esta definición Lacan dice: "Se le encuentra a( al
inconsciente) gobernando dos operaciones en que conviene for-
mular la causación del sujeto."9 Así se explicitan dos operaciones
(lógicas): la de alienación estructurada desde el lenguaje, y otra
igualmente ligada al significante pero que se autonomiza por su
relación con el objeto, inaugurando una relación con lo real. Esta
segunda operación, que "cierra la causación del sujeto" llamada
separación se basa en la relación de carencias.
Ahora bien, esto que es texto en posición del inconsciente se
escribe lógicamente en el seminario de los Cuatro Conceptos,
explicitando una nueva dimensión lógica del sujeto.
El sujeto es efecto del significante alienado en el lenguaje.
Dos campos, una operación. Latan le llama conjunción disyuntiva
y la representa en su lógica por la parte inferior del vel (. . . .);primer
movimiento. Segundo movimiento: separación intersección,
evidencia de carencias, regreso lógico, segunda parte del rombo
(A).
Podemos escribir así todas estas operaciones: -~~· Este
algoritmo que escribía al fantasma deviene la escritura
operacional y lógica del sujeto. Que se entienda bien, el fantasma
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 89
no representa al sujeto, sino g,ue es la escritura ~orno tal del
faptasma que materializa, que pone en función los dos movimien-
tos lógicos del fading del sujeto. Paso lógico de escritura.
Recapitulemos. El sujeto del inconsciente no es el moi. El
sujeto es tachado por el lenguaje. El sujeto depende del sig-
nificante. El sujeto ocupa su lugar en la escisión del significante.
El sujeto cartesiano, que es el del psicoanálisis, es causado por dos
movimientos lógicos: alienación (referida al lenguaje),
separación (en relación al objeto).
$ - escritura del sujeto. Su letra.
1
: - S2 el sujeto es efecto de una operación algebraica
$ <> a escritura lógica que operativiza la causación del sujeto.
Las dimensiones se entrecruzan, las dificultades se acomodan
en las desacomodaciones. La teoría lacaniana no puede ser de otra
manera.
21?, Tercera discontinuidad. Esta discontinuidad cerrará este
segundo tiempo tomando como apoyo en un primer momento el
texto de la Ciencia y la Verdad (de 1965) y que cierra los escritos
(1966).
Este artículo que enuncia los postulados más epistemológicos
es también un artículo sobre el sujeto, sobre el sujeto en el que
opera el psicoanálisis. En Función y campo de la palabra y el
lenguaje, la relación psicoanálisis-ciencia se inicia con la
introducción del sujeto: en varios seminarios así como en el
escrito de la Posición del inconsciente se mostraba que el sujeto
del psicoanálisis no era otro que el sujeto cartesiano, lo demuestra
la teoría de la certitud y la historia epistemológica, y como
90 HeliMorales
;,•.,
continuación ya incluida en los dos puntos precedentes, en la
Ciencia y la verdad, el sujeto del psicoanálisis es el sujeto de la
ciencia. Sin embargo lo radical de este escrito consiste en la
demostración de Lacan, que sólo el psicoanálisis puede dar cuen-
ta de tal sujeto.
Lacan debate: no hay ciencia del hombre porque sólo la hay
del sujeto y no hay diferencias entre las llamadas ciencias exactas
y las conjeturales porque ambas son exactas en el cálculo. Mas el
sujeto del cálculo no hace al objeto de las ciencias conjeturales
porque éste está en la coyuntura que hace a la ciencia.
De allí que d~el!trando la pro~m~tica de si~]JJ.SifQ_ªn-~]jJlJs..
__
es ci~f!cia o no, coloca el...,acento
·------en- -que solo
' -
·- ·-·-
él puede
...
operar- con
·~
el sujeto de la ciencia. A eartir de la certitud de que el obje~9_9e~
- ---
psicoanálisis es el qQjeto a,y_ gue é§!e no P!!ede _Qensarse sino fil1
la división del sujeto, emprende una crítica en ~ste c_~mpo.
Tomando esa relación del sujeto con el objeto a, relaciona la
verdad y la causa al pasar por la rigurosidad del cógito cartesiano
y freudiano para poder articular la verdad como causa.
A partir de allí el análisis de 4 diferentes P.Osicion~s~n
relación _a.J~ modos de refracción de la verdad. La magia es
referida a la causa efectiva incidiendo sobre un "sujeto
chamanizante"; la religión se funda en la causa final y su sujeto es
el religioso; la ciencia con su causa formal como verdad hace al
sujeto suturado, y el psicoanálisis y la causa material es el único
capaz de dar cuenta del sujeto de la ciencia.
Este artículo aporta: las bases para el análisis de diferentes
discursos al relacionar una posición (magia, religión, etc.) con una
verdad como causa, ligada a un saber en relación a un sujeto.
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 91
También al subrayar la teoría del objeto se concretiza lo que será
teorizado en varios seminarios, esto es que "esta teoría del objeto
es necesaria, para una integración correcta de la función, para con
10
el saber y el sujeto de la verdad como causa."
Si bien este trabajo cierra los Escritos, la teorización sigue a
partir de ellos. La lógica del fantasma (67-68) sienta las bases de
una lógica de las negaciones, el acto analítico inaugura la nueva
forma de la destitución subjetiva, y el seminario de un Otro al otro
marca el fin de la época de la topología de las superficies, así como
del cálculo a partir del número de oro.
A lo largo de estos seminarios algo va emergiendo de las
operaciones, y es sobre todo la función del objeto a y del goce, la
palabra se vacía y el discurso se consolida sin ella.
El seminario de un Otro al otro fue dedicado por Lacan a la
relación del sujeto con el objeto como función de plus de goce. La
relación entre el discurso, el goce y el sujeto se establecía.
En relación al discurso dice: "La esencia de la teoría
psicoanalítica es un discurso sin palabra". En relación al discurso
analítico y el goce dice: "Lo nuevo es que haya un discurso que
articula la renuncia (al goce) y que hace aparecer allí -pues allí
está la esencia del discurso analítico- lo que yo llamaría la función
de plus de gozar." Y resume diciendo: "El discurso conserva los
11
medios de gozar en tanto que implica al sujeto."
El tercer tiempo se precipita.
TERCER TIEMPO. (1970-1973) Hasta aquí se ha visto, han
existido y se han constituído los elementos y las condiciones para
92
HeliMorales
la existencia de una lógica donde el sujeto encontrará su
operación. Es la escritura de los cuatro discursos, donde esta
precipitación se articula en lo que se ha llamado la matriz lógica.
Quizás resulte incómodo el uso de tiempos lógicos extraídos del
artículo de Lacan, pero es quizá5 en este último tiempo o momen-
to de concluir, donde más evidente aparece por lo menos la
legitimación de un uso que sabemos limitado y que sirve de
orientador y no de modelo. Y a que si bien se acepta en este escrito
esta posición frente a los tiempos no se acepta literalmente su
traslación del sofisma de los prisioneros a una lectura analítica.
Así, no se busque analogía ingenua donde hay lectura de discon-
tinuidades.
Aventurar hipótesis es plantear condiciones de posibles ojales
de verdad, así, si se plantea este tercer tiempo como el momento
de concluir se debe también a que la existencia de una escanción
provoca su urgencia. Es la conferencia de Foucault intitulada
lQué es un Autor?, a la que asiste Lacan, que puede fungir como
interpretación y escanción precipitando la escritura de los cuatro
discursos. Allouch ha avanzado ya este punto. Se puede adelantar
que a las preguntas formuladas por Foucault en 1969, "lCómo,
según qué condiciones, bajo cuáles formas algo como un sujeto
puede aparecer en el orden de los discursos? lQué lugar puede
él ocupar en cada tipo de discurso, qué funciones ejerce y
12
obedeciendo a qué reglas?" . Lacan responde con la tipología de
los discursos. Ahora
. bien, esta
. respuesta como efecto de los
efectos de la escanción no hubiera sido posible si las condiciones
lógicas internas de la teoría de Lacan no existieran en su
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 93
elaboración. De nuevo esta topología de la historia asoma su
nariz.
Todo el trabajo hasta aquí ha sido mostrar dichas condiciones
y sus articulaciones y desarticulaciones. N!_~na construcción de
una tipología de discurso hubiera sido posible sin introducir en el
ca~po del lenfil!-ª.ie la verdad del sujeto7 o sin la deg~ndencia qel
sujeto al significante, ni sin colocar la ful!ciÓ!!_~el mi_s~9._2~i!! la
teoría de la producción del objeto a.
Así en el año 1970, luego de otra ruptura con las instituciones
universitarias, Lacan escribe sus cuatro discursos radicales.
Los elementos lógicos: significante amo, cadena significante,
sujeto, objeto a, se relacionan con 4 posiciones: la del agente, la
del otro, la de verdad y la de producción. Es en esta matriz donde
la lógica del sujeto puede articularse como tal. El sujeto tachado,
efecto del corte de la cadena, es una función en relación a los
lugares ocupados por los otros elementos en un aparato discursivo
articulado por una dominante y donde el goce marca relaciones
sean de impotencia, sean de imposibilidad.
Cuatro discursos, cuatro lugares, por lo tanto cuatro fun-
ciones; cuatro elementos y los deslizamientos entre los discursos
como la forma del cambio. En el armazón de los discursos en-
contramos las escrituras precedentes.
Discursos sí, pero sólo como articulación, como aparato sig-
nificante, como escritura que sostiene un dispositivo lógico. Dis-
curso sin palabra, nQ_p.Q! !l.Ue ella no exista s!no_Rorgue_~Ua QQ...es
aparato, porque la p_alabra se habla, la lógica se escribe; y si la
palabra se escribe es literatura. Sí, también hay literatura analítica
pero con ella no se analiza, tampoco con el discurso, este sólo es
94 HeliMorales
soporte lógico. Soporte de una lógica que se afirma en su
negación, que existe porque subsiste a la escritura que la parte, de
allí, de esa rajadura, toma su existencia, sólo porque allí intenta
cernir la verdad. Paradoja, hay una escritura que debe su verdad
a la incompletud y a la rajadura por donde ella, la verdad, se le
escapa, porque al ser los discursos, una articulación simbólica no
puede demostrarla, eso le es imposible, por eso tocan lo real.
Cuatro términos, dice Lacan, el otro no lo dice aunque lo
anuncia, porque es indecible y en su decir, es por la interdicción
de éste que la estructura del discurso existe. Este, es el goce. Este
que funda y exhibe lo que circunscribe a la verdad, o sea la
impotencia y lo que en lo imposible se muestra su hermana. Es
sobre la interdicción del goce que se funda la estructura del
discurso, Lacan lo dice en su seminario y lo hace público por la
radio: "La estructura del discurso necesita una impotencia,
definida por la barrera del goce." 13
ª-.Por ello, a partir de ello, porque lo real no se puede
demo~trar por articulaciones de lo simbólico, por lo que el goce
y el saber desplazan en la pasión teórica de Lacan la QI.Qblemátjca
del sujeto. Y no solo eso, es porque en esa imposibilidad de saber
sobre el goce, el sujeto desaparece, que este seminario marca un
giro que se venía dando, pero que sólo aquí se articula: es en
relación al goce, y no al sujeto, donde está la clave del saber
analítico. El momento de concluir la lógica del sujeto se precipita.
La lógica no se irá, porque allí Lacan encuentra un arma pero
intentará, ... O peor, escribirá "una articulación lógica de la
castración". Decir clave no es decir centro, es decir desplazamien-
to que se convierte en acto, así lo anuncia Lacan: "Es que no es
PUNTIJACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 95
alrededor del sujeto, sea cual fuere la fecundidad que haya
mostrado esta interrogación histérica, no es porque la entrada del
sujeto como agente del discurso haya tenido resultados muy
sorprendentes, el primero de los cuales es la ciencia, que está allí
la clave de todo el resorte. La clave está alrededor del cues-
tionamiento de lo que hay del goce."14
Esto lo dice en 1970, pero en 1972, en el seminario XX, dice
lo que · aquí se transparenta: "El inconsciente no es que el ser
piense, como lo implica eso que se dice en la ciencia tradicional,
el inconsciente es que el ser al hablar goza, y yo agrego, nQ
queriendo saber nada más, y yo agrego que eso quiere decir, no
querer saber nada." 15
La lógica del sujeto da paso a la lógica del goce, las fórmulas
de la sexuación intentarán "una exploración lógica de lo real" y del
goce; la topología de nudos lo escribirá. lSerá porque el sujeto en
el saber del goce desaparece y en los nudos se amarra?
Es por eso que aquí ponemos un punto final que marca la
conclusión lógica de la lógica del sujeto. No del sujeto, no de la
lógica.
W Time-break.
Si hasta aquí se ha intentado articular los tiempos lógicos en
relación a la lógica del sujeto, ésta, como tal, se muestra en lo que
96 Heli Morales
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 97

intenta ser una "pureza" del planteamiento .. Ahora bien, como

al saber. El loco conoce pero desconoce, desconoce la dialéctica
toda lógica, ante la aparente pureza del planteamiento y de su
donde se pierde. Dialéctica fundamentada en una imagen. Es a
congruencia interna, aparece como propio al mismo la hiancia
partir de la imagen y su función imaginaria, que del loco se pasa
que lo cuestiona mostrando su incompletud. Expongamos esta
al ser; que el loco desconozca que su yo desconoce, no por eso
hiancia llamándola en su refracción y por un abuso del lenguaje,
está loco, esto es constitutivo del mundo imaginario, esto es cons-
descompleturas.
titutivo del ser. De allí la agresividad y el júbilo ante la
Primera. Si bien es cierto que hay tres tiempos lógicos, estos
identificación que arma la ficción imaginaria y su verdad. No hay
no incluyen todos los momentos que pueden relacionarse con una
en Lacan concepto de inconsciente por lo tanto tampoco de
construcción de la teoría del sujeto. Problematizar esta situación
sujeto, pero la relación dialéctica yo-otro-conocimiento- des-
nos permite hablar de cinco momentos, de los cuales los tres
conocimiento establece que la función del yo es el des-
tiempos lógicos constituirían el segundo, el tercero y el cuarto
conocimiento. Sólo la introducción del orden simbólico dará
respectivamente. Si se hace una diferenciación entre momentos
cuenta del sujeto, eso hará al primer tiempo lógico del que ya se
y tiempos es porque en estos últimos hay una explicitación con-
dio cuenta.
ceptual y se constituyen en tanto diagrama lógico; en cambio en
El quinto momento -o sea después de los tres tiempos lógicos
lo que se llama momento no necesariamente se explicita la
y de éste que se acaba de exponer que marcaría el inicio- es
conceptualización del sujeto, y los momentos se especifican por-
posterior a 1972. Es en este quinto momento donde la teorización
que para que existan como tales, se hace necesaria una
sobre el sujeto de paso a una predominancia de la lógica del goce.
construcción teórica en relación al sujeto y un cambio de registro
De allí el recurso a una nueva escritura de la lógica de Aristóteles,
operativo.
y a la construcción de las fórmulas de la sexuación. Antes el sujeto
Así, los momentos que faltarían a la exposición serían:
era concebido como tachado por la castración, y la función fálica
El primer momento, que es la apertura misma del trabajo de
organizaba en su existencia la falta constitutiva de la sexualidad;
Lacan, se fundamenta en una nueva concepción de la relación
ahora hay una escritura lógica de la sexualidad. No nos aven-
entre la locura y el conocimiento. Lacan era psiquiatra, el "con-
turaremos más por este camino, el terreno aún es muy inseguro,
cepto" de sujeto aún no nacía. Estamos en los "antecedentes
sin embargo avanzaremos la P!egunta, lcuál será la teoría del
lacanianos" de los años treintas y cuarentas. Lacan en su tesis
demuestra que la locura es un fenómeno del pensamiento, y en el ,,_ ~ - - ---
sujeto en relación con lo real?, lel materna y la lógica dan cuenta
-..
de ello?. La can dice en l'Etourdi t "el discurso analítico versa sobre
artículo sobre la causalidad psíquica la ubica en relación a la
el sujeto, que, como efecto de_significació~, es...:.e!_puest~ de lo
verdad y al lenguaje. Locura y conocimiento abre en nuevas vías
98 Heli Morales
real" .16 Esta frase y su enigma han motivado dos años de seminario
de J-A Miller.
Por otro lado no solamente en las fórmulas de la sexuación y
su lógica el sujeto no puede ser pensado igual, es también con la
introducción de la topología de los nudos que una nueva teoría
del sujeto se hace necesaria, ya que la escritura borromeica tiene
una autonomía en relación al significante. Si la definición del
sujeto viene de la definición del significante, entonces una nueva
teoría del sujeto tiene que ser construída a partir de la escritura
del nudo borromeo que no es escritura significante. Lacan dice en
su seminario del síntoma en 1970: ."El nudo borromeo cambia
completamente el sentido de la escritura, él es una activación de
una nueva escritura que da una autonomía en relación a una
escritura que es precipitación de significante. Es una escritura que
viene de otra aparte que del significante._:~17 . Tanto Erik Porge,
de quien son tomadas las citaciones del seminatio de Lacan, como
Jean Allouch quien ha planteado la problemática abordan la
topología de los nudos y las nuevas dimensiones que se abren
desde allí.
La problemática es actual y quizás una nueva teoría lacaniana
del sujeto se está construyendo. Pondremos otro punto y seguido.
Segunda "descompletura". Otra hiancia a la aparente coherencia
y cerrazón del planteamiento lógico que se mostró, es la
~- .... __
Broblemática de una lectura y su puntuación. Aquí se ha intentado
---·-·.·-· --...-.....
articular la construcción de la lógica del sujeto y para ello se
recurrió a tres tiempos. Pero estos tres tiempos no corresponden
a los tres tiempos en que se divide la totalidad del trabajo
lacaniano, ya que éste, como se ha dicho, se centra en un primer
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 99
momento sobre lo imaginario que termina antes del 53, en un
segundo en lo simbólico de 1953 a 1972, y un tercer momento de
1973 a 1980 referido a lo real. Los tiempos lógicos del sujeto se
inscriben al interior del trabajo en relación a lo simbólico, situan-
do sus fronteras en el primer momento que se refiere a lo
imaginario y el quinto momento de nuestra proposición centrado
sobre lo real. Sin embargo al interior de cada uno de los tres
tiempos de la lógica del sujeto, lo simbólico, lo imaginario y lo real
mantienen su funcionamiento. Pueden ser paradójicos, pero no
puede haber una definición del sujeto que no los incluya, lo
conceptual y su puntuación es un aparato teórico. Toda
puntuación es problemática porque la construcción misma de los
conceptos y de las posiciones es problemática. Hay posiciones de
Lacan frente a su propia construcción que se excluyen, se in-
cluyen, se subvierten, etc.
Otra "rotura" al interior mismo de los tiempos es la que se
refiere a "descompleturas" del orden lógico. Se tomará el caso de
los dos artículos lógicos de Lacan. En una época que precede a su
fascinación epistemológica por la lingüística, es en una lógica que
no nombra al psicoanálisis donde Lacan manifiesta posiciones
epistemológicas y políticas. Nos referimos a los artículos sobre el
número 13 y al del tiempo lógico.
El texto del tiempo lógico queda en un lugar enigmático en
los Escritos de Lacan a pesar de su peso y sus continuas refe-
rencias, incluyendo la que da nombre a uno de los últimos semi-
narios de Lacan; aquel del "momento de concluir". Este texto es
de 1945.
100 Heli Morales
Su otro artículo lógico que data del 45-46 no fue incluido en
los Escritos. Algo fundamental a subrayar en este artículo además
del estilo, es que Lacan por primera vez hace un llamado de
"retorno a ... " y aquí este llamado es a la lógica ligada sorprenden-
temente a la castración: "Si precisamente nosotros sugerimos que
haya que operarse un retorno a la lógica, es para encontrar la base,
sólida como la roca y no menos implacable cuando ella entra en
movimiento" 18. Sólo para puntuar cabe recordar que Lacan hizo
solamente dos llamados más de "retorno a ... ", uno a Descartes en
1946 en el artículo sobre la causalidad psíquica y otro a Freud en
1956 en el texto de la Cosa Freudiana.
Estos dos artículos nos muestran que en la obra de l,acan la
lógica, la lingüística, el álgebra, la topología, aparecen y tienen
lugares teóricos fundamentales enlazados a los momentos
teóricos a pesar que la dominante epistémica de ese momento no
sea la misma que el campo conceptual empleado. La lógica entra
muy temprano en la obra de Lacan y la lingüística tiene un lugar
hasta el fin. El dogmatismo sobre los tiempos conceptuales en
Lacan, como vemos, no es lacaniano.
Otra evidencia de la insuficiencia de los tiempos para dar
cuenta del sujeto, es que éste no se puede teorizar solamente a
partir de la lógica, ya que la estructura del mismo es topológica y
la teoría topológica del sujeto tiene sus propios tiempos. Para
teorizar al sujeto en psicoanálisis son necesarias la lógica y la
topología. Dos dimensiones diferentes, dos escrituras, dos
cálculos diferentes. La lógica y la topología del sujeto en relación
a la construcción teórica de los tiempos no son necesariamente
simultáneas ni coherentes.
PUNTIJACIONES SOBRE lA IBORIA DEL SUJETO 101
Dejaremos aquí las "descompleturas" y desfasajes que frac-
turan la supuesta congruencia de la lógica presentada, no porque
no haya más -está la problemática temporal entre el momento del
decir en un seminario y de escribirlo en un texto- pero se hace
necesario un punto que aunque deje fuera mucho del deseo de
decir permita un "continuará..."
Esta forma de trabajar la lógica por su articulación y su
desarticulación es, creemos, una vía fecunda de problematización
de los textos de Lacan; es darle paso a la escritura misma de la
lógica lacaniana que demuestra la incongruencia de la ilusión de
lo completo y la incompletud de toda lógica, así como también es
por la hiancia por donde los efectos de verdad relampaguean.
Se ha tratado de relacionar topológicamente la historia de la
producción de saber con la construcción de la lógica del sujeto, se
ha tratado de mostrar una articulación histórica y sus desar-
ticulaciones lógicas; pero la demostración de la lógica del sujeto
exige escrituras, ya que creemos que uno de los aspectos fun-
damentales del aporte de Lacan al saber es una teoría subversiva
del sujeto sostenida en escrituras.
V,) Otros tiempos, ¿za postmodemidad?
Lacan construye una lógica del sujeto; pero sobre todo la
escribe.
102 Heli Morales
Aquí se puntuó esa escritura.
Se acentuó, se pusieron puntos, comas, entrecomillas, etc. No
se comentó, no se explicó; se leyó.
Se puso un punto ... y seguido en relación a los cuatro discursos
y a la década de los setentas.
Esta década permite preguntar por una discontinuidad
epistemológica. Lacan, se dijo, marca la modernidad con su trazo,
y este trazo la configura. Pero los años 70 nos permiten pregun-
tarnos por otro tiempo epistémico en relación al sujeto. Tal vez
comienza lo que da en llamarse la postmodernidad. De nuevo, no
se trata del postmodernismo que aparece como una moda donde
el glamour se hace lugar en las universidades, la frivolidad cobra
un valor estético en la política, y en los salones los intelectuales
buscan el parnaso de Lyotard a partir de los libros de Gandhi. Se
trata del campo del saber, no del mostrar.
La pregunta es arriesgada pero habría que cuestionarse por
el estatuto epistemológico de la postmodernidad y su relación con
el psicoanálisis.
Si hay un estatuto postmoderno del psicoanálisis, éste pasa
por el campo de la escritura.
No por un nuevo neokantismo que intente objetivizar y
categorizar al inconsciente, ni por un retorno a la filosofía que
comercialice en las universidades al sujeto del inconsciente.
Lacan fue bien claro: Kant sí, pero con Sade. El inconsciente es
un saber pero que no se sabe.
Arriesguemos -pues no hay otro camino- esgrimiendo sólo
algunos puntos, más para abrir preguntas que para acotar
resoluciones.
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 103
La modernidad se anudó en las posibilidades del lenguaje; la
postmodernidad en las de la escritura.
Si la pregunta por el estatuto epistémico de la postmoder-
nidad en relación al psicoanálisis es formulable, sólo lo es a partir
de que en los años setentas la dominante teórica de la obra de
Lacan es el goce y sus escrituras. Los modernos fueron hablantes
y apasionados del deseo. Freud, dice Lacan en su seminario de la
Etica, fue un moderno, quizás el primero.
La modernidad tiene como referencia fundamental el deseo
y el lenguaje. Hegel fue uno de sus magos; a partir de él y contra
él, la crítica sacude a la modernidad, y la modernidad con su
pasión por la destrucción sacude al mundo.
Lacan toma a Hegel para subvertir su dialéctica del deseo.
Cuando el goce estalla se sabe que éste no tiene que ver con la
dialéctica sino con el cuerpo.
A partir de la escritura de los cuatro discursos y su lectura
como lazo social, así como de la problemática del goce en relación
a la escritura, se abren otras condiciones epistémicas.
La postmodernidad, diría Assoun, está obsesionada por la
lettre. Lacan toma la letra en su materialidad pero también abre
la escritura "más allá" de ella, la hace materna y la relaciona con
el saber-hacer en los nudos. La postmodernidad en relación al
psicoanálisis quizás allí esté anudada.
La textualidad de la década de los setentas permite enunciar
todas estas preguntas, resignificando y problematizando las
producciones de saber. Nos avanzaremos más aquí.
Una pregunta se dispara con todas estas líneas: ly los ochen-
tas? No se trata de reconsiderar los nuevos acontecimientos en
 PUN1UACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO 105
104 Heli Morales

una especie de periodismo epistemológico, ni de la pasión miope

CITAS
por lo nuevo.
En psicoanálisis esta década comienza con la muerte de l J. Lacan: La ciencia y la verdad, Escritos tomo 2 p. 842. Siglo XXI, México
1983
La can.
En el campo del saber Foucault deja una historia incompleta. 2 J. Lacan: Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis, op.
En la semiología hay silencios de puentes después de la muerte cit. p. 248.
de Barthes.
3 J. Lacan: El seminario sobre "La carta robada", op. cit. p. 24.
Los dogmatismos aprovechan las ausencias para hacerse
campo. 4 J. Lacan: Observación sobre el informe de Daniel Lagache: "Psicoanálisis

Con la modernidad las utopías se resquebrajaron. y estructura de la personalidad". op. cit. p. 657.
Quizás hoy el espacio tiene que ver con las heterotopías, es 5 J. Lacan: op. cit. p. 645.
decir, con la problematización de las diferencias, con la rajadura
de los absolutismos, con un ateísmo epistemológico: Dios nQ_ sólo 6 J. Lacan: Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente

h~ muerto, DiQS es Íl!~ons<;i~nte. freudiano, op. cit. p. 784

Hay otros tiempos, algunos dirían que se trata de una nueva 7 J. Lacan: op. cit. p. 779.
subjetividad, no lo sabemos, aquí sólo apuntaríamos lo que Lacan
dijo en 1953 en ocasión del sujeto por fin cuestionado "... que 8 J. La can: op. cit. p. 786.

renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su 9 J. Lacan: Posición del inconsciente, op. cit. p. 818.
época."
París, octubre de 1987 10 J. Lacan: La ciencia y la verdad. op. cit. p. 854

11 J. Lacan: De un Otro al otro. Seminario del 13.XI.68.

12 M. Foucault: lQué es un autor?. Conjetural (4), p.103, 1984.

13 J. Lacan: Radiofonía y televisión. Ed. Anagrama 1980 p. 74.

14 J. Lacan: El reverso del psicoanálisis. Seminario.

ll
106 Heli Morales

15
J. Lacan:Aún. Seminario del 8.V.1973.

16
J. Lacan: L'étourdit. Scilicet (4), Seuil, 1973, p. 15.

17
J. La can: El síntoma. Seminario. La nombre treize et la forme logique
de la suspicion. Capítulo ID
18
1. Lacan: El número trece y la forma lógica de la suspición. Omicar? (36)
pp. 7-20, 1986.
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL
19
S. Bercovich y H. Morales: La transmisión. Situación en 1987. París. PSICOANALISIS
20 Daniel Koren
J. Lacan: Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis,
op. cit. p. 309.
aEytán

"Abordar los fundamentos del psicoanálisis supone que aportemos,

entre los conceptos mayores que lo fundan, cierta coherencia. 111
J acques Lacan

"Por mi parte he intentado, de aquello que ha sido pensado por

Freud -soy un epígono-, de manifestar la coherencia, la consisten-
cia.112
Jacques Lacan

El títu~ o mismo de esta colaboración nos parece exigir algunas

explicaciom s prealables.
El autor de estas líneas considera que el esbozo de una
epistemología que pueda dar cuenta del status epistemológico del
psicoanálisis -valga la redundancia- se cuenta entre las tareas
mayores que incumben a nuestro presente "apres-Lacan"-por no
hablar de un post-lacanismo aún lejano.

11'1 1
108 Daniel Koren
De ahí que la preposición que encabeza. el título pretenda
indicar esta apertura a la obra por realizar.
El artículo indefinido que sigue a la preposición alude a la
multiplicidad de lecturas posibles, tanto de Lacan como de una
supuesta y posible epistemología del psicoanálisis. Plantea por lo
tanto de entrada el debate con los lectores, ubicados desde el
vamos esencialmente en el lugar de interlocutores potenciales
que pueden aportar otras lecturas, otras ideas, otras perspectivas.
Cuando enunciamos "epistemología del psicoanálisis" apun-
tamos a la posibilidad de una crítica exhaustiva y rigurosa de los
fundamentos teóricos del psicoanálisis que permita a la vez la
afinación conceptual y la f ormalizacián conveniente de la teoría
psicoanalítica con vistas a su coherencia y consistencia teórica y a
su transmisión; por lo tanto, y en tanto crítica, se opone resuelta-
mente a toda pretensión de dogmatismo o de "ortodoxia".
Nos reservamos para más adelante la posibilidad que el
genitivo "del", utilizado aquí en su vertiente de determinación
objetiva, pueda tornarse en un "para": una epistemología para el
psicoanálisis. Creemos que la interrogación epistemológica del
psicoanálisis conlleva efectos de rebote que redundarían en una
interrogación sobre los fundamentos de la epistemología misma;
de ahí también que pueda considerarse -hipotéticamente- la
constitución de una epistemología particular para el psicoanálisis-
es decir, acorde a su objeto y no impuesta desde fuera con criterios
exteriores a la especificidad del campo psicoanalítico.
Es menester señalar, por otra parte, la desmesura de tamaño
título en relación a lo que podrá ser incluido en el presente texto.
En tanto éste forma parte de un proyecto más amplio, nos
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 109
daremos por satisfechos con exponer en las páginas siguientes
algunos de los problemas centrales a los que se enfrenta todo
intento de formulación epistemológica del psicoanálisis.
La tesis de este artículo, implícita desde el título, es que la
obra de Lacan puede ser leída como un extenso, enorme, lexi-
toso?, lfrustrado?, intento de conferir un status epistemológico
al psicoanálisis.
Ello implica la revisión de las vías utilizadas por Lacan a tal
efecto. Por esta razón el texto se encuentra dividido en dos partes.
La primera, discute algunas de las proposiciones lacanianas co-
rrespondientes al dominio estrictamente epistemológico, a saber:
la redefinición conceptual y la formalización del saber en la teoría
psicoanalítica (indicamos al pasar que no nos proponemos dis-
cutir aquí la relación entre el saber y el goce, tema que dejamos
"en souffrance" hasta otra ocasión). El segundo apartado debate
algunas cuestiones vinculadas a la relación entre el discurso de la
ciencia y el discurso del psicoanálisis.
Por último queremos indicar que este escrito tiende sola-
mente a plantear algunos puntos centrales tocantes a una posible
epistemología del psicoanálisis, procurando abrir la
problemática... y a dejarla abierta, más provocando preguntas que
sugiriendo respuestas. Una reflexión debe tomar su tiempo y este
no es aún el momento de concluir. En todo caso, para nosotros al
menos, es el momento de comenzar.
110 Daniel Koren
Un recorrido lacaniano: del retorno a Freud al nudo borromeo
Si bien consideramos que la obra de Lacan debe ser abordada
en su integralidad (vale decir, desde su tesis de 1932 sobre la
paranoia), para los fines que son los nuestros en este escrito
hemos decidido circunscribirnos, como punto de partida, a un
momento clave de la enseñanza de Lacan: aquel que arranca en
1953 -luego de la escisión de la SPP- y que está marcado por la
enunciación de los tres registros Simbólico, Imaginario y Real
(título de la conferencia de apertura de la SFP el 8/7/53) y el
comienzo de lo que se conocerá posteriormente como el "retorno
a Freud"3.
Retorno a Freud
En la perspectiva epistemológica que nos interesa, el retorno
a Freud es un primer punto clave: se trata en efecto, de un trabajo
de redefinición mayor de los concepto psicoanalíticos. Contraria-
mente a las tendencias imperantes en el movimiento
psicoanalítico de la época, las cuales propugnaban la "superación"
de Freud para ir "más allá" de él (la posición de Franz Alexander,
por ejemplo), Lacan insistirá sobre una vuelta a la literalidad del
texto freudiano en una labor no de hermeneuta -error en el que
incurre Paul Ricoeur- sino de comentador4. Todos los seminarios
de Lacan de 1953a1964 se centran en la elaboración y elucidación
de los conceptos mayores elaborados por Freud.
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 111
Así, Lacan dedica sus primeros diez años de seminario (fuera
de la IPA, se entiende) a una vuelta a los textos de Freud. Trabajo
de puesta a prueba de los textos freudianos con el objetivo
declarado y confeso de rescatar el sentido radical de la obra de
Freud. Trabajo crítico, por lo tanto, lejos de la opinión común
-que no siempre es la "recta opinión"-, lejos de la hagiografía,
estrechamente ligado a la operatividad del concepto, a su
determinación clínica. No obstante, no es un retorno "ingenuo".
El retorno a Freud implica una lectura a partir de los tres registros
y la formulación de nociones que serán los pivotes de la
elaboración lacaniana subsecuente. Epistemológicamente
hablando, Lacan se encuentra lejos de caminar por el mismo lugar
que Freud: si Freud laboriosamente construyó los elementos
conceptuales que pudieran dar cuenta de los fenómenos que
encontraba en su práctica, Lacan efectúa el pasaje del estado
"empírico-descriptivo" de Freud a un estado "desc~iptivo-estruc-"
tural".
De este modo, los conceptos freudianos son pasados por el
tamiz de la crítica a través de una doble vertiente: la de la
literalidad misma del texto freudiano y la rejilla de las nociones
que Lacan comienza a elaborar y desarrollar: registros de lo Real,
lo Simbólico y lo Imaginario, como ya se dijo, pero también la
noción de especularidad (que hay que situar evidentemente mu-
cho antes con el "primer" estadio del espejo), la concepción del
lenguaje, -la oposición significante-significado, la letra-, el Otro,
desarrollos que permiten la promoción de conceptos tales como
el inconsciente estructurado como un lenguaje, el automatismo
de la cadena significante, la noción de forclusión del Nombre
112 Daniel Koren
del Padre y la metáfora paterna, por mencionar sólo algunos
ejemplos. Producción asimismo de esquemas "explicativos"
(esquema L, esquema R, esquema óptico, grafo del deseo) y de
notaciones simbólicas <P, ·.p, i (a), A,$,$ o a,$ o D, S(,), etc.).
Así, el retorno a Freud es una primera puesta a punto de un
verdadero dispositivo epistemológico, entendido éste como la
elucidación sistemática de los conceptos claves que balizan la
constitución de un campo del saber.
Desde esta perspectiva, no es casual que Lacan reinicie su
enseñanza luego de su exclusión de la SFP y de su
"excomunicación" definitiva de la IPA eligiendo el tema de "Los
cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis", como tam-
poco es casual que se ubique a sí mismo en el lugar de interrogarse
si el psicoanálisis es una ciencia: "... si estoy aquí, ante un auditorio
tan amplio, en un tal medio, y con una tal asistencia, es para
preguntarme si el psicoanálisis es una ciencia, y examinarlo con
ustedes." 5. Lacan no ignora que -según los criterios
epistemológicos en vigor- una ciencia se define por el es-
tablecimiento de un objeto específico y por la formalización que
asegure su transmisibilidad 6. Pero ninguna ciencia define -ni
puede definir- a priori su objeto; por el contrario, éste es
constituído en el transcurso del trabajo científico -teórico y
práctico-. A riesgo de ser excesivamente esquemáticos podríamos
decir que el objeto de una ciencia o de una práctica o disciplina
que se pretenda científica es el producto de un conjunto de
enunciados que operan definiendo un campo del saber. En otras
palabras, el objeto de una ciencia es el resultado eventual de un
recorrido teórico, es postulado a posteriori y nunca como premisa
PARA UNA EP ISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 113
o punto de partida (como premisa o punto de partida pueden
proponerse axiomas, pero un axioma no se confunde con el objeto
de una ciencia). En tanto volveremos más adelante sobre la
relación entre el psicoanálisis y la ciencia, pasamos ahora a exa-
minar algunas cuestiones vinculadas a la formalización en
psicoanálisis.
Rumbo a la formalización del psicoanálisis
La formalización no define por sí sola una ciencia: "Una falsa
ciencia, como una verdadera, puede ser puesta en fórmulas." 7 No
obstante, la formalización del psicoanálisis será otro de los puntos
claves, centrales, presentes en la obra de Lacan para el abordaje
epistemológico: aquello que podría garantizar la transmisión de
la teoría psicoanalítica8.
lPor qué esta inquietud por la formalización? Creemos que
la respuesta es que Lacan, como Freud, es un hombre de su
tiempo. Y así como el surgimiento del psicoanálisis no puede ser
desligado de la adhesión por parte de Freud a los ideales del
cientismo imperante en su época9 del mismo modo Lacan se ve
confrontado a todos los saberes que forman parte de su (nuestra)
modernidad: la lingüística estructural y sus aplicaciones a la
etnología y la antropología -"ciencias conjeturales", dirá Lacan-
así como el estructuralismo en su conjunto (lo cual no encasilla a
Lacan como estructuralista, término que recusaba para sí) y las
corrientes lógicas contemporáneas.
La corriente de la ciencia en la cual Lacan se inscribe apunta
a la formalización matemática como ideal de rigurosidad y trans-
 Daniel Koren
114
misibilidad -a pesar de las dificultades mismas de las matemáticas,
teorema de Godel mediante -o quizás justamente gracias al
teorema de Godel-; volveremos sobre esto más adelante. A fin de
evitar extendernos en demasía, señalemos lo siguiente: la
elaboración lógico-matemática se convierte en una necesidad
' sintácticas del sistema mismo se hacen derivar fórmulas (en el
imperiosa a medida que la conceptualización misma se com-
plejiza cada vez más, deviene cada vez más y más abstracta.
Teóricamente hablando, se abren allí d.Qij?osibilidades: o se J:1.51ce
marcha atrás hacia la intuici(m P-Sicolog!§.t2 y -en última instancia-
especular, según la cual se supone que todo el mundo más o menos
entiende o se hace una idea de lo que se está pretendiendo
conceptualizar o, segunda alternativa, se echa mano de modelos
abstractos que sirvan para dar cuenta del o de los con~epto(s) en
cuestión, reemv.lazando lª intuició!!..P._<?._!_~- formalización ~n la
medida de lo posible. Este segundo camino es, evidentemente, el
elegido por Lacan. Pero tal como veremos a continuación, es aquí
donde encontramos una serie de dificultades.
Dentro del plano de la formalización podemos definir grosso
modo cuatro modalidades distintas utilizadas por Lacan, a saber:
(a) esquemas y grafos; (b) topología de bordes y superficies; (c)
fórmulas lógicas (maternas); (d) topología de nudos y cadenas
(topología del nudo borromeo ). Ahora bien: cada uno de estos
elementos provocan problemas en relación a una definición
estricta de la formalización. Veamos someramente por qué.
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 115
Esquemas y grafos
Comencemos por decir que por formalizar entendemos aquí
la construcción de un sistema meramente sintáctico de símbolo_;;,
regido por algunos axiomas. de los cuales, a partir de las reglas
caso de las teorías matemáticas se hacen derivar fórmulas que .
resulten transformaciones tautológicas del grupo de axiomas; por
otra parte, estos axiomas pueden incluir reglas operativas de
formación y derivación de las fórmulas).
Ateniéndonos a esta definición de la formalización, resulta
claro que los esquemas y grafos serían única y exclusivamente
elementos didácticos que ponen en relieve la conexión,
interrelación o articulación de diversos conceptos entre sí
(piénsese en el esquema R o en el grafo del deseo) y que, al decir
de Lacan "más valdría sin embargo tirar a la papelera ese esquema
si, como tantos otros hubiera de ayudar a alguien a olvidar en una
imagen intuitiva el análisis que la sostiene." 10 Como señala acer-
tadamente Jacques-Alain Miller, hay una "... inadecuación de
principio de la representación gráfica a su objeto (el objeto del
psicoanálisis) en el espacio de la intuición (definido si se quiere
por la estética kantiana)" y es por esto que los grafos" ... mantienen
con la estructura una relación de analogía." 11
Es decir que los esquemas y los grafos nos ubican en un
momento anterior al de la formalización; momento propiamente
esquemático, de puesta en relación de los conceptos, sin es-
tablecimiento estricto de los alcances y límites de esta "analogía
estructural". Es evidente que este momento esquemático posee
 Daniel Koren
116
innegables virtudes desde la perspectiva por la cual fueron
producidos los grafos y esquemas: como recurso didáctico. No
obstante lo cual, desde un punto de vista teórico, ellos no son
suficientes: demasiado tributarios de lo imaginario, a menudo
pasan por la estructura misma; razón por la cual en vez de arrojar-
los a la papelera, Lacan empuja la elaboración un paso más
adelante introduciendo la topología (véase por ejemplo la extensa
12
nota al pie agregada en 1966 al esquema R en donde propone
la representación del mencionado esquema como un plano
proyectivo y, por lo tanto con propiedades topológicas, aunque el
plano proyectivo, estrictamente hablando, es irrepresentable ...
pero no nos anticipemos).
La topología de bordes y superficies
Este paso adelante consiste en la promoción por parte de
Lacan a partir de los años 60' de la topología de bordes y super-
ficies. 'Topologería"13 como la denomina Juan David Nasio,
14
"topología ordinaria" según Jeanne Granon-Lafont, Lacan no
utiliza la topología en sentido ortodoxo (como no utiliza ni la
lingüística en sentido ortodoxo (lingüistería) ni la lógica como
tendremos oportunidad de ver más adelante); Lacan se sirve -en
sentido literal- de la topología para mostrar-y no para demostrar:
la apodicticidad queda excluída- una serie de relaciones com-
plejas ubicadas en el centro mismo del campo psicoanalítico: la
banda de Moebius para representar -imaginariamente- la división
del sujeto y su decir, entre el saber y la verdad; la botella de Klein
para representar la relación entre un significante y los demás
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 117
significantes; el toro para representar la articulación entre la
demanda y el deseo; el "cross-cap" (mitra o gorro invertido) para
representar la relación del sujeto al objeto -fantasma-.
Es necesario insistir: estas superficies son imaginarias. Su
representación no condice ni con la topología combinatoria ni con
la topología algebraica; la topología-topología construye espacios
y superficies abstractos por medios exclusivamente matemáticos,
es decir, por medio de la letra. La topología lacaniana no explica
ni demuestra: muestra (no obstante hay que señalar el esfuerzo
de Lacan y, fundamentalmente, del malogrado Pierre Soury en el
intento de "aplanamiento" de estas superficies irreductibles ...
aclarando que esto significaba simplemente un báculo para la
intuición).
Como en el caso de los esquemas y grafos, allí donde está su
virtud reside su defecto: l,a mostración imaginaria corre siempre
el riesgo de provocar un deslizamiento hacia la equivalencia pura
y simple de la representación con la estructura misma, de hacer
semblante de "metalenguaje" de la estructura.
Lógica y maternas
Con la lógica y los maternas entramos en un problema más
complicado. Es indudable que para Lacan -quien se preocupó de
decirlo en repetidas ocasiones tanto en su seminario como en
diversos escritos- las matemáticas aparecen como un modelo de
rigor, como el "ideal de metalenguaje" -en el supuesto caso que
pudiera hablarse de metalenguaje y que se considere la escritura
como un lenguaje-. La escritura matemática es para Lacan el
118 Daniel Koren
modelo de escritura pura, pura escritura ideal de todo saber que
se pretenda transmisible. Lacan parte en busca de los maternas,
los cuales no deben confundirse con un simple grafismo
simbólico. No obstante, es como simple grafismo simbólico que
Lacan los introduce en un principio; por ejemplo la conocida
fórmula del fantasma($ o a) difícilmente pueda ser considerada
como materna tal como es presentada en "Subversión del
sujeto ..."15, ya que es evidente que un materna no permite "veinte
y cien lecturas diferentes". A medir la diferencia entre ese enun-
ciado y el que Lacan produce respecto a la misma fórmula siete
años después (nos referimos al seminario sobre "La lógica del
fantasma"} en el cual establece que la fórmula del fantasma ocupa
el lugar de un axioma para el psicoanálisis 16. Esta diferencia en
los enunciados ejemplifica la progresión hacia la lógica en la
elaboración de Lacan.
En páginas anteriores indicamos que el abordaje lacaniano de
la topología no era "ortodoxo" y consistía más bien en "plegar" la
topología a las necesidades de elaboración teórica en
psicoanálisis. En relación a la lógica ocurre algo similar y al mismo
tiempo distinto: Lacan efectúa un manejo muy particular de la
lógica que llega hasta el_puntQ._~ e vi9la!._las regl~s mism~s de la
enuncia~ión en !2.gic~i.E~ro Lacan teoriza esta "perversión" ló_gi~~
oponiéndola re~ueltamente a !~.P~rado~..~e los de~~rrollo~
lógico-matemáticou . demostr~_ndo .los l!!:ii~es_ ~i~mo~d~l_a
escritura. Esto amerita que examinemos la cuestión con cierto
. . 17
d etemm1ento .
La conocida "perversión" lógica de Lacan consiste en rescribir
o reformular las proposiciones de base de la lógica formal:
PARA UNA EPIS1EMOLOGIA DEL PSICOANALISIS
119
Universal afirmativo ( 'r;f x.f(x) ), particular negativo ( 3 x.f(x)),
universal negativo ('ifx.f(x) ), y particular afirmativo ( 3x.f.(x)).
El cambio consiste en lo siguiente: en la lógica aristotélica, el
universal de una l<::Y. implica necesariamente la existencia; Lacan,
por el contrario, postulará que el universal no implica la exis-
tencia; no solamente gue el universal no implica la existencia sino
que para que la ley pueda tener un sentido y, por lo tanto, pueda
- . - .
denotar algo, es necesario postular una existencia primordial
·--·-
~?'terior al campo de la ley (a fin de no perdernos en abstrac~ion~s:
es sabido que_Lacan utiliza e~~~ proposiciones para articular las
18
fórmulas de la sexuación ; si la función sobre la que se regula la
---- ·--
sexualidad en ambos s~xos <?S la función fálicajffx) = ( <I> W).l..~
nec~sario ,c~~§i~~r.2!_~~ esa existenci~~ se e~cluxe de la ley
~ar~.&arle sentido es el__Eadre simbóli~o),:9. Planteado así, el
universal afirmativo que inscribe una ley y el particular negativo
que le aporta sentido y valor denotativo en tanto implica el límite
de la ley, determinan el orden de la escritura, por lo tanto,
permanecen sin variación en la notación (vale la pena llamar la
atención sobre las fórmulas de la sexuación: Lacan reúne las
fórmulas que se contradicen y separa las fórmulas equivalentes;
esto encuentra su razón en la necesidad de inscribir la diferencia
de los sexos, la cual es imposible de escribir dentro del cuadro de
la lógica ya que ésta sutura; de allí que el intento de Lacan sea el
de de-suturar la lógica. Pero nos estamos anticipando sobre
nuestra exposición).
Ahora bien: éste no es el caso para el universal negativo y para
el particular afirmativo. Si el universal no implica la existencia,
una proposición universal se sitúa única y exclusivamente en
120 Daniel Koren
relación a la ley; la negación por lo tanto, se efectúa sobre
la ley y, por ende, sobre la universalidad de la ley. De ahí que
Lacan desplaza la negación de la función hacia el cuantificador
universal (que Lacan extrañamente llama "cuantor"): (Vx.f(x) ).
Por lo mismo, el particular afirmativo (3x.f(x)) se transforma en
(3x.f(x) ). Lacan establece en el seminario que mencionamos ("ou
pire ...") que esta escritura, a semejanza del teorema de Godel,
inscribe los límites de la escritura científica y de la lógica: la
primera es decir, la nueva escritura, es del universal negativo:
(Vx.f(x)) afirmando que hay un elemento que no se incluye en una
ley, y la segunda (nueva escritura del particular afirmativo:
(3x.f(x)) indicando la imposibilidad de establecer que contradiga
a ninguna ley y, por lo tanto, a la escritura en general. Esta asimi-
lación al teorema de Godel se reafirma cuando Lacan, en la última
conferencia sobre "el saber del R_~icoanalista" º indica la relacióJ?.
2
d~(Vx.f(x)) a {3 x.i(X)) con el término de "indecidible" y reenvía
sin más a los teore_!Il~s_de Qod~l -sin expJicitas_Et cuest!~I!; el
primer teorema d~ y~del c.~mcluí~ en qu~ hay necesariamente
proposiciones indecidibles en aritmética; el segundo por su parte,
en que la afirmación de . . la no-contradicción
il___ -· . ·-· - de la aritmética
- ·-·
pertenece a esas ~o~c1ones .
lCuáles son las consecuencias que se desprenden de esta
nueva escritura? Unas líneas más arriba señalábamos que Lacan
establecía por medio de esta escritura los límites de la escritura
científica (aquello que la ciencia puede escribir). Esto es efectiva-
mente así si consideramos que la ciencia procede a través de
proposiciones universales afirmativas o negativas. yi formulación
de Lacan del no-todo (pas-tout) indica un límite de la escritura
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 121
científica, ya que f(x) no puede escribirse, no hay "todo (x)" en
relación a "f', lo cual da el sentido efectivo del universal negativo.
Lacan señala la novedad de esta verdadera "innovación
lógica", de esta" ... función inédita en que la negación afecta al
cuantor que ha de leerse no-todo." 22; "su inscripción no es usual
en matemática. Negar, como lo marca la barra del cuantor, negar
que existe un no se hace, y menos aún cuando paratodo se
paranotoda."23.
Hay que decir que el sentido de este desarrollo de Lacan
estaba "anunciado" desde tiempo atrás: Lacan denuncia el hecho
significativo de la sutura del sujeto de la ciencia; la escritu~~de
Lacan indica muy precisamente la imposibilidad de la sutura: "(la
lógica moderna) es innegablemente la consecuencia estricta-
mente determinada de una tentativa de suturar el sujeto de la
ciencia, y el último teorema de Godel muestra que fracasa, lo cual
quiere decir que el sujeto en cuestión sigue siendo el correlato de
la ciencia, pero un correlato antinómico 2uesto que la ciencia se
J;Uuestra definida por el no-éxito del esfuerzo para suturarlq."24.
Encontramos así un modelo de formalización psicoanalítica
absolutamente sui generis. Si nos atenemos exclusivamente a la
necesidad teórica en psicoanálisis, el paso que da Lacan es incon-
testable. Todo el problema se reduce a saber si lo que se ha
producido es efectivamente un materna o no. Desde un punto de
vista sintáctico podríamos decir que lo es; desde un punto de vista
formal nos quedan preguntas. El materna no se sostiene más que
si asegura una transmisibilidad -y hay que tener presente que éste
es el motivo por el que Lacan busca una elaboración matemática:
"La formalización matemática es nuestra meta, nuestro ideal.
122 Daniel Koren
lPor qué? Porque sólo ella es materna, es decir, transmisible
íntegramente."25. Transmisibilidad que implica necesariamente
un cierto tipo de "convención" -por llamarlo de alguna manera-.
La reescritura de Lacan del universal negativo y del particular
afirmativo, más allá de su fundamento teórico, nos parece correr
el riesgo de un deslizamiento hacia lo arbitrario -por no decir lo
esotérico- en la medida que no está formulada esta nueva lógica
de la no-sutura. Porque, llegados a este punto -y si Lacan tiene
razón- nos parece que debemos enfrentar dos alternativas: sea
que se formulen los principios de otra lógica que contemple
-dentro del marco de la lógica general- el tipo de problema
planteado por Lacan (y efectivamente ciertos desarrollos de las
lógicas llamadas "inconsistentes" o. "paraconsistentes" parecen ir
en esta dirección), sea que se pueda definir -hipotéticamente- el
cuadro de una lógica propia a la particularidad de la teoría
psicoanalítica con un modo particular y específico de operación
(El problema nos parece real: lcuánta gente puede tener acceso
a la lectura de las fórmulas de la sexuación -que son fundamen-
tales- sin que algún otro ya iniciado en el misterio las "traduzca"?
Y en un plano más general, lcuántos intentos de "escribir"
"maternas" se producen todos los días sin más rigor que el apor-
tado por la buena voluntad de sus autores?)
Queda en pie el hecho que, para Lacan, lo real nuuede
in§f_ribirse sino como un impasse pe la form~lización: "Lo real no
puede inscribirse sino como un impasse de la formalización. Por
ello he creído poder trazar su modelo a partir de la formalización
matemática, en tanto es la elaboración más avanzada de la sig-
··---
nificancia que nos haya sido dado producir. Esta formalización
~-·
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 123
:r:!!~t~_mática de !.!l_§ignificancia se hace a lo contrario del senti,9..Q_,
~ba a decir a contrasentido. El eso no quiere decir nada respecto de
las ma!_emát!ca~z_ lo_~icen en nuestr<;_>_tie_!!!Q.<2 los filósofos de las
matemáticas, aun siendo también matemáticos como Jiuss~Jl. •
1126
Topología del nudo borromeo
En los últimos años de su enseñanza, Lacan propone un otro
tipo de formalización que se suma a los discutidos anteriormente:
la topología del nudo borromeo (más propiamente de la cadena
borromea: el nudo se sostiene de un solo hilo; en tanto se trata de
tres -o más- hilos enlazados o anudados de tal forma que hagan
uno, es más adecuado hablar de cadena borromea).
lPara qué introduce Lacan el nudo borromeo? "Sobre lo que
no puede ser demostrado, algo verdadero puede, empero, ser
dicho." 27 . El problema que vamos a encontrar, con el cual vamos
a tropezar en relación al nudo borromeo, es el mismo que indica
Lacan: "Ahora bien, lo que pasa es que, hasta hoy día, no existe
ninguna teoría de los nudos. Hasta hoy día no se aplica ninguna
formalización matemática a los nudos que permita, aparte de
algunos artilugios como los que les enseñé, prever que una
solución como la que acabo de proponer no es simplemente
ex-sistente, sino necesaria, que no cesa -como defino a lo
1128
necesario- de escribirse.
Entonces: no existe una teoría -matemática- de los nudos; no
obstante puede decirse algo verdadero sobre lo que no puede ser
demostrado -lno hay en esta formulación un cierto dejo
axiomático?-. Lo que Lacan pretenderá realizar con el nudo
124 Daniel Koren
borromeo será mostrar la estructura misma del campo
psicoanalítico. En efecto, el anudamiento de los tres anillos
muestra la articulación consistente de los registros real, simbólico
e imaginario. Lo que la estructura del nudo muestra es la triple
imbricación de los registros, imbricación indisoluble ya que su
anudamiento hace uno, y es suficiente que uno se rompa para que
los otros queden libres. Esta articulación de los tres registros
implica a su vez la articulación de tres agujeros: real, simbólico e
imaginario, a saber: la ine~istencia (i~posibilidadL~~~lación
sexual (agujero en lo real); la falta en el Otro (S(fil~ero ~
l~ simbólico); y la elisión del falo e~ l~. im<!_g~_!!~specular _(-~,
(agujero en lo imaginario). Esta estructura se presta, una vez
constituída de esta manera, a la ubicación de los lugares de la
estructura (sentido, goce fálico, goce del Otro, inhibición,
síntoma, angustia, etc.).
El nudo borromeo no pretende ser ni una representación
gráfica, ni un esquema, sino uno escritura topológica; en tanto
escritura, el objetivo es hacer consistir aquello de lo que se trata
en la práctica psicoanalítica.
En su seminario "RSI" Lacan definirá al nudo borromeo como
una escritura que sostiene un real, en tanto de lo real no hay otra
idea sensible que aquella que procura la escritura. No obstante,
esta escritura no es simbólica, sino imaginaria: "Un modelo es una
escritura. Por ese solo hecho se sitúa por lo imaginario. Y es el
caso que no hay imaginario sin sustancia. Estas cuestiones que se
formulan, que se imaginan a partir de este escrito, fundadas en él,
- - - --- ·- -
~· . --- -- - - - - - -
son supuestas en un segundo lugar planteadas en lo real. Pero_ ese
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 125
real no es nada más que suposición. Esta _suposición consiste
preci_samente en el sentido de esa palabra, real.
"Pues bien, pretendo que el nudo borromeo, tal como hago
uso de él, es una excepción, aún estando situado en lo imaginario,
esa suposición. Todo lo que propone en efecto, es que los tres que
están ahí funcionen como pura consistencia. Es tan sólo por
sostenerse ~nt~ ellos por lQ gue consisten -por sostenerse entre rt.J..
~
ellos realmente."29
Se advierte que el imaginario del que se trata se refiere a la
consistencia, a la unidad de tres que constituye el nudo. El nudo
borromeo no tiene más consistencia que aquella gue impfü~ª ~J
anudamiento de cada anillo en relación a los otros dos. Por allí se
evacúa toda posibilidad de "substancialismo" del nudo: ni substan-
cia ni esencia: estructura. "Presentación que no es ni repre-
sentación ni analogía."30. Como subraya Philippe Julien, el nudo
borromeo no sería "... un modelo teórico a aplicar a la práctica
analítica, un esquema ideal que haría la luz (función ética de la
teoría antigua: ver antes de actuar) aclarando la praxis y del cual
"la dimensión a la experiencia" vivida sería a reducir asin-
tóticamente por el analista". Es por esta razón que Lacan insiste
en la imperiosa necesidad de evitar la fascinación por el nudo, de
usarlo "tontamente". Se trata de evitar la captura imaginaria por
~l nudo en el sentido de gue este "querría decir algo'.', tuviera algún
sentido. Por el contrario, se trata de especificar los lu~~ de la
estructur_a excluyendo el sentido ... y a la espera de una
formalización matemática. Recordemos que Lacan se lamentaba
de la inexistencia de una formalización matemática de los nudos,
y que denominaba su demostración como el efecto de "artilugios".
126 Daniel Koren
Lo que hay que tener muy en cuenta es que Lacan jamás renunció
a la búsqueda de esa formalización; podemos incluso aventurar-
nos a decir que el núcleo del esfuerzo teórico de Lacan a partir
de "Ou pire: .. " o de "Encore" es precisamente encontrar el medio
de formalizar la teoría de los nudos. De ahí también el comentario
irónico que desliza en su seminario sobre "El momento de con-
cluir"32: "Había enunciado en otros tiempos que no busco, en-
cuentro . Son mis palabras tomadas en préstamo a alguien que
tenía en su tiempo una cierta notoriedad, a saber el pintor Picasso.
Actualmente no encuentro, busco."
Si el nudo borromeo "... se define como el modo por el cual
se imagi-;;;_, el efecto real de . 1o_s,imb<?!i~o ~- esto no es más qu;
11133
porque, como vimos anteriormente, un modelo es una escritura
-que se sitúa por lo imaginario- que sostiene un real, real que no
se sostiene sino por el rasgo de escrito (Cf. RSI, 17/12/74). Por eso
mismo "sólo la matematización alcanza un real y por ello es
34
compatible con nuestro discurso, el discurso analítico" , razón
por la cual "lo que me tracasse (preocupa, molesta, fastidia) en
el nudo borromeo es una cuestión matemática y es mate-
35
máticamente como entiendo tratarla" •
Como se sabe, la enseñanza de Lacan se interrumpió sobre
este punto. El nudo borromeo sigue esperando su formalización
matemática.
Pero en cuanto a nosotros, consideramos conveniente hacer
aquí un alto para echar una mirada al recorrido que acabamos de
realizar (del retorno a Freud al nudo borromeo ).
lNo es este recorrido el que justifica la tesis que propusimos,
a saber, que la enseñanza de Lacan puede ser leída de punta a
PARA UNA EPISTEMOLOG IA DEL PSICOANALISIS 127
punta como un intento -enorme en lo ambicioso , grandioso en
sus logros y sus limitaciones- de conferir un status epist~mológico
al psicoanálisis?
Luego de lo expuesto hasta aquí creemos que la pregunta
debe responderse en forma afirmativa. Al responder así no
podemos evitar preguntarnos si este status epistemológico fue
alcanzado por Lacan. Y aquí nos arriesgamos a responder por la
negativa; nos sumamos a la opinión de Gérard Pommier según la
cual "... el status epistemológico del psicoanálisis permanece "flou"
(vago, confuso )"36. Son varios los factores que confluyen en esta
respuesta. lPodemos decir que la teoría psicoanalítica ha sido
formalizada? Nos parece que podríamos enumerar dos hipótesis
diferentes: sea que se considere que el psicoanálisis está en vías
de formalización, sea que se cuestione la validez de la
formalización propugnada. En ambos casos la respuesta es
negativa: el psicoanálisis no puede considerarse como una dis-
ciplina formalizada, el problema de la transmisión teórica sigue
en pie, y la poubellication psicoanalítica continúa asemejándose
a la "confusión de Babel" que mencionaba Lacan en los Escritos:
recientemente, en una presentación de su último libro -anterior-
mente citado-, Gérard Pommier consignaba el hecho que, a
excepción del aparente consenso sobre la posición ética del
analista, no hay dos analistas -incluso entre los lacanianos- que se
muestren de acuerdo sobre algún concepto básico del
psicoanálisis. Si hay en semejante propósito exageración, ella
viene a beneficio de la ilustración.
Volviendo a las posiciones con respecto al problema de la
formalización: la primera que mencionamos es evidentemente
128 Daniel Koren
"optimista", implica la aceptación de los desarrollos formales de
Lacan con vistas a una puesta a punto formal y conceptual a futuro.
La segunda posición es más crítica: ella implica el cuestionamien-
to de los fundamentos de la formalización lacaniana. Como hemos
visto, Lacan echa mano de todos los recursos estructurales y
formales a su alcance (esquemas, grafos, topología, lógica, etc.)
partiendo del presupuesto, evidente y explícito, que esos son los
únicos medios adecuados para el abordaje teórico del campo
psicoanalítico. La pregunta que se nos presenta es doble: lson
esos los medios adecuados, y de ser así, han sido adecuadamente
utilizados? lSon ellos los que pueden permitir una transmisión
del saber de la teoría en psicoanálisis?
El dilema no está resuelto. Permítasenos señalar por el
momento que en un punto, a nuestro entender, Lacan permanece
anclado en el mismo lugar que Freud, punto central que con-
diciona los intentos epistemológicos a realizar: lCuál es el objeto
del psicoanálisis? Pregunta crítica que ha quedado en barbecho.
Recordemos que, como ya lo mencionamos, ningún objeto de
ninguna praxis puede definirse a priori, bien por el contrario, él
es el efecto de esas praxis. lNo debería abordarse hoy esta
problemática? En la medida que pretendamos elucidar este tri-
llado status epistemológico para el psicoanálisis, esto aparece
como un pasaje incontornable; quedan por examinarse las con-
diciones de su posibilidad.
Si de la formalización hemos pasado al objeto, nos en-
contramos nuevamente, y necesariamente, con una pregunta
implícita: la que lleva a la relación entre el psicoanálisis y la
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 129
ciencia. Interrogación constante, de Freud a Lacan, se impone aún
hoy.
Psicoanálisis y ciencia: modelo físico (atracción y rechazo)
Como hemos visto, la pregunta por la reformulación de las
problemáticas teóricas del psicoanálisis a través de la doble ver-
tiente de la redefinición conceptual y, fundamentalmente, de la
formalización del saber analítico, conducían una vez más a plan-
tear la pregunta por la cientificidad del psicoanálisis. Esta a su vez
se nos aparece bajo la forma de una pregunta (tonta) que con-
diciona una segunda: lEs el psicoanálisis una ciencia -lo que
equivale a preguntarse si su campo es científico-? Tanto si con-
testamos afirmativa o negativamente, la segunda pregunta será
lCuál es la relación del psicoanálisis a la ciencia?
El planteo no es gratuito. Freud, como se sabe, jamás
renunció a la ambición de cientificidad del psicoanálisis: Natur-
wissenschaft, como lo exigía su acatamiento a los ideales
científicos que recibía de Fechner, Helmholtz, Du-Bois
Reymond, Haeckel, Mach, Brücke. De ahí el aspecto heteróclito
de ciertas formulaciones freudianas: o el psicoanálisis es -para
utilizar una metáfora geográfica- una provincia de la
confederación física-química-biología (la Santa Alianza de la
episteme del siglo XIX y buena parte del XX) o su saber se
130
Daniel Koren
instituye en otro dominio con un objeto específico, irreductible a
otras ciencias. Hay en los textos freudianos una tensión ineluc-
table entre estos dos polos; tensión que hay que entender como
consustancial al nacimiento mismo del psicoanálisis. Paul-
Laurent Assoun lo definió claramente: "Freud no habla como
dice. Esto significa que dice lo inédito del inconsciente con una
palabra que pertenece a otros ... Así, el mejor medio de alcanzar
lo inédito del objeto en toda su amplitud es abordándolo por los
isomorfismos, a la vez engañosos y reveladores, del lenguaje del
saber."37.
Lacan parte de la misma opinión: "Decimos, contrariamente
a lo que suele bordarse sobre una pretendida ruptura de Freud
con el cientificismo de su tiempo ... que esa vía no se desprendió
nunca de los ideales de ese cientificismo, ya que así lo llaman, y
que la.marca de él que lo señala no es contingente sino que sigue
1138
siéndole esencial. •
Ahora bien: si dentro de las corrientes epistemológicas ac-
tuales el objeto de una ciencia y la formalización son a priori
condiciones sine-qua-non, se plantea entonces obligadamente la
cuestión del obL<:~? del psicoanálisis. Y es en la medida en que
esta cuestión del objeto no ha sido resuelta y en la razó~ EQ! la .
cual no ha sido resudta qu~ E._.~statu!~ epistemológico del
psicoanálisis no puede ser decidido.
-...-..r.....-i'f-
lCuál es el objeto del psicoanálisis para Freud? lel incons-
ciente? lel aparato psíquico? lla personalidad - como propone
39
sorprendente y extrañamente Jean Allouch? lla pulsión como
lo sugiere P-L. Assoun? 40 lCuál es el objeto del psicoanálisis para
Lacan? Cuestión delicada; bajo la rúbrica de "El objeto del
PARA UNA EPISTEMOLOG !A DEL PSICOANALISIS
8
psicoanálisis". Lacan dedica todo su seminario del año 1965-1966
a una elaboración sobre el objeto a. lSería éste el objeto del
psicoanálisis? Lacan se apresura a poner en guardia a su auditorio
desde la lección de apertura del citado seminario: "El objeto del
psicoanálisis (anuncio mi color y ustedes lo ven venir con él), no
es otro sino lo que he adelantado ya de la función que desempeña
~n él el objeto a. lEl sabe;;obre el objeto a sería entonces la
ciencia del psicoanálisis?
Es muy precisamente la fórmula _qu~ se trata de evitar, puesto
que ese objeto a debe insertarse, ya lo sabemos, en la división del
sujeto por donde se estructura muy especialmente, de eso es de.
d_?nde he_~os partido hoy, el .c ª!!!Q.2 rsicoanalítico.
Por eso era importante promover primero, y como un hecho
que debe distinguirse de la cuestión de saber si el psicoanálisis es
una ciencia (si su campo es científico), ese hecho, precisamente
de que s~ pr~is no implica otro sujeto que el sujeto de l'! cie:q-
cia."41
Esta puntualización de Lacan nos arroja de lleno en el meollo
del problema. En efecto, el saber sobr~ .~ l objeto a no podría
constituir una cien~ia del psicoanálisis porque de lo que s~ata
es de mostrar su incidenci~ ~<?...~~ ~bjet~~aus_a del deseo; h~~er
una ciencia del ~icoanálisis a partir del saber sgbre el obje!_o_a
conllevaría el riesgo de forcluir ?} sujeto del Eampo _9 el
p~ic~<!nálisi~. De ahí gue Lacan abra el mencionado semi,nitri~
con la ad~ertencia que el sujeto del cual se o~~E..~~icoap.álisis
es precisamente el ~u jeto de la ciencia, a saber, el ·sujeto coip~
f_g¡g11ído illtlJ!i. ~!J!fül.Q$,.LykpsJ.?, como aquel de quien la ciencia
nada quiere saber y de quien es necesario que nada sepa para _que
8 Daniel Koren
la ciencia se establezca como tal. El sujeto debe ser ex-sistente al
discurso de la ciencia -puesto fuera- para que éste con-sista.
Planteemos otra pregunta: "No hay ciencia del hombre, por-
ue el hombre de la ciencia no existe, sino únicamente . ~
syjeto" 42 . Por regla de implicación podemos formular: ¿Podría ser
entonces el psicoanálisis la cien~i~, del sujeto?. Pregunta que hay
que rechazar rotundamente. El sujeto en sentido lacaniano es
-por definición- un s~jeto sin substancia; postular una ciencia de~.
sujeto implicaría la predicatividad d ~~-S.!Ü~!.9.,,._y__de Jl_hí la
psicologización del psicoanálisis (allí están los resultados de la
psicología del yo: resultado del deslizamiento del psicoanálisis
hacia la constitución de un "hombre con atributos.", para retrucar
al buen Musil). En Lacan, el sujeto es un efecto, y un efecto
evanescente: a situar en el intervalo entre Sl y S2; el sujeto se
reduce a no ser sino aquello que un significante representa no
para otro sujeto sino para otro significante.
Henos aquí entonces, con las manos vacías del objeto que
pudiera otorgar al psicoanálisis 1~ llave de entrada al universo de
la ciencia. No obstante lo cual, creemos que esta constitución de
un objeto específico del psicoanálisis se esboza en este margen de
la antinomia que representa para la ciencia misma el su~.t?, por
una parte, el horror de lo real y los desfallecimientos (inconsis-
tencias) del orden simbólico por el otro.
Por aquí es por donde se abre la vía para una constitución de
un objeto específico para el psicoanálisis, pero teniendo en cuenta
que esto implica una revisión del estatuto de la ciencia misma y
de la epistemología en general: "Repitamos que hay algo en el
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 133
estatuto del objeto de la ciencia que no nos parece elucidado
desde que la ciencia nació.
"Y recordemos que aunque ciertamente plantear ahora la
cuestión del objeto del psicoanálisis es volver sobre la cuestión
que hemos introducido desde nuestra llegada a esta tribuna, de la
posición del psicoanálisis dentro o fuera de la ciencia, hemos
indicado también que esa cuestión ~o podría resolverse sin gue
sin duda ~e JJ}Odifigue en ella la cuesti.Qp sj_el..Q.Qj~..t.9 dejª- ci.encia.
como tal."43•
De esta forma se insinúa una relación de maridaje difícil, de
matrimonio imposible y necesario a la vez entre el psicoanálisis y
la ciencia (Cf. el título de esta sección); esta tensión se establece
por varias razones. Por una_parte, el psicoanáli~i~:eor su es_!~~tura
iajsm~. en !?nto praxis que produc~ un saber -que se pretende
transmisible hay que agregar para establecer desde ya las distan-
cias con la magia y la religión- no puede dejar de aspirar a !ª
cienci'!.{valga ~..!_~uívo~.:. Al mi~mo ti~..!!!P_<?,_~roblemá_!ica del.
objeto -como venimos de exponer- del psicoanálisi~ero más
importante aún, la posición del sujeto y el lugar de la verdad en
ambos discursos planiean dificultades difícilmente suEerables, ya
que lQ_que está en jueg2 es la P.!!s.!:!..nta por los fundamentos- de
la teoría, qeJ saber,_de_!!.g:ansmisión.
Es así que se establecen, entre el psicoanálisis y la ~encia
lí!!.~ª-~e CO!!~e11~~.!lci.ª .Y .d~.-~iv~~~i:icia._
Un punto de convergencia notable es la profesión de fe deter-
minista que existe tanto en uno como en la otra: a saber, la
presuposición que lo que aparece en el campo de la experiencia
no aparecerá nunca por azar. Esto es necesario desde el punto de
134 Daniel Koren
vista científico para el establecimiento de leyes en la naturaleza:
suponer que ocurra lo que ocurra no será por casualidad implica
la creencia en una "racionalidad" de la naturaleza -o al menos en
la posibilidad de introducir a la naturaleza dentro de cauces
racionales (que no es exactamente lo mismo). El psicoanálisis
parte igualmente de esta suposición: lo que el paciente diga -o
haga- no será por azar; pero el psicoanálisis tiene allí una ventaja
sobre la ciencia: y es que esa suposición de "necesidad de
racionalidad", de "exigencia de sentido", de "encuentro de un
orden", para abreviar, la suposición de que existe un saber en
algún lugar sobre ese dicho del sujeto está implicada y explicitada
de entrada en la situación y en el dispositivo an_.elíti.c<l.: ~ llam<:!
-después de Lacan- sujeto supuesto saber (S.s.S), resorte de la
transferencia (y como es de dominio público, sin transferencia no
hay análisis). El analista por su sola presencia a la cual se dirige
el decir del paciente -y no porque sepa o no sepa- hace patente
ese lugar de la suposición de saber.
Profesión de fe determinista: como se ve, no hay que poner el
acento solamente sobre el aspecto determinista; la profesión de
fe es central, es decir, la dimensión de la creencia. Lo cual arrastra
la paradoja siguiente -si se quiere éste es el aporte lacaniano a la
gnoseología-: el saber entraña la creencia o, en otras palabras,
para saber hay que creer que se sabe.
Podría pensarse que esta profesión de fe es privativa del
psicoanálisis; pues bien, no. El científico también se dirige a un
Otro que pueda ratificar, que pueda dar consistencia a su saber.
Ejemplos en la historia de las ciencias no faltan: sea el dios de
Descartes o el de Newton (aunque en este caso no se trata del
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 135
mismo dios: uno es el dios honesto, el que no engaña, el que no
hace trampas -el mismo dios de Einstein-; el otro es el Gran
Arquitecto del Universo). El problema de los científicos comien-
za cuando el Otro no aparece bajo su forma divina; en ese momen-
to comienzan los llamados, las demandas a todos los reguladores
de la función simbólica -juristas, ministros religiosos, etc.- . a
quienes pretenden pacificadores del horror que el científico ex-
perimenta cuando se ve confrontado a un real que lo sobrepasa.
Piénsese en los debates sobre la procreación artificial, por
ejemplo, en el cual ese real al desnudo era lo suficientemente
insoportable como para demandar la regulación legal de los ex-
perimentos (queda claro que quienes demandaron la regulaCión
fueron los científicos mismos).
Para volver sobre nuestro tema en forma más específica,
haremos un pequeño rodeo por algo que podría denominarse
"pequeño excursus por algunos hechos selectos de la historia de
las matemáticas y su relación con el estado actual de la teoría en
psicoanálisis".
l'l'l ..t.
No puede dejar de resultar aleccionador el observar que
~
ciertos problemas centrales con los cuales nos confrontamos ho
en la teoría psicoanalítica han tenido antecedentes similares en la
historia de las ciencias, _entre ell ~- en la historia __de ~a.s
matemáticas.
Así, por ejemplo, uno de los puntos más polémicos en cuanto
a la formación de la teoría psicoanalítica se apuntala en el hecho
de que los psicoanalistas toman su "saber" de la "hipoteca" que
efectúan sobre el nombre de Freud y de su obra, en la ocurrencia
ibídem por lo que respecta a Lacan. La ciencia por el contrario
136 Daniel Koren
-la ciencia bien hecha, claro está, la que se escribe con mayúsculas-
centra sus elaboraciones y sus desarrollos sobre conocimientos ya
verificados y acumulados, sin que importe quién haya sido el autor
del descubrimiento o del desarrollo en cuestión (f~rc,usión_del
s-qjeto de la ciencia? como venimos de explicitar más arriba). No
obstante, es interesante descubrir que no siempre esto ha sido así.
En el "Compendio de la historia de las matemáticas" (Abregé de
l'histoire des mathématiques) de Jean Dieudonné encontramos
que hasta fines del siglo XVIII no existe una verdadera enseñanza
1
superior organizada para los matemáticos y que casi todos los
grandes matemáticos de la época (y anteriores: Descartes, Fer-
met, Gauss, Dirichlet) se formaron por la lectura de la obra de sus
predecesores (el sujeto supuesto saber como se ve, vuelve por sus
fueros).
Eso no es todo. Acabamos de mencionar a Car! Friedrich
Gauss. Este gran matemático nos ilustra aún más a través de un
momento fundamental de su vida como matemático44 • A fines del
siglo XVIII Gauss se embarca en el intento de demostración del
Vº. postulado de las proposiciones primitivas de Euclides -vamos
a ahorramos los detalles del postulado en sí como la historia de
los diversos intentos por resolverlo; quienes encuentren interés
particular por estos detalles pueden encontrarlos en el artículo
citado-. Lo que interesa destacar es que la demostración del
mencionado postulado llevaba a Gauss a dudar de la geometría
misma; en otras palabras, la solución que Gauss cogitaba, de ser
aceptada lo conducía a rechazar el saber de la teoría como tal-
que hasta ese momento, recordamos, era totalmente euclidiana.
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 137
Lo fascinante es el hecho que los geómetras del siglo XVIII
habían desarrollado "retazos" completos de geometría no-
euclidiana perfectamente demostrable del punto de vista lógico-
matemático y que ese nuevo saber debía ser desechado, es decir,
no reconocido como tal, porque contradecía todo el saber
geométrico instituido y aceptado desde la Antigüedad. Dicho de
otra manera, ese saber no podía ser reconocido y aceptado más
que en la medida de desuponer el saber del Otro (S( ~) ). ta
inconsistencia del Otro lleva a la disY!!!!_~iva: o cerrarle el paso al
n~ saber, rechazándolo como erróneo y desechándolo, o -
co!llo_lla~e Ga!!ss- dudar 9e la geometría P.ara ppder, en un
segundo mom~n~o, !idm~tir la_posibilidad de otras geometrías.
Esto no es irrelevante para lo que discutimos aquí, ya que éste
es el punto de partida de una nueva geometría, ya no dependiente
de un objeto físico, sino definida pura y estrictamente sobre
criterios lógicos y matemáticos -como comentario al margen: esta
geometría aportará su impulso al desarrollo de la topología
durante el siglo XIX; pero ésa es otra historia-. Más aún: a partir
de Gauss se plantea el problema de los fundamentos de las
matemáticas, debate que se continuará durante todo el siglo XIX
y hasta el XX inclusive.
Ahora bien: lqué es lo que le permitió a Gauss sostener esa
duda sobre el saber del Otro? Paul Henry sostiene que algo de lo
que Gauss jamás dudó como siendo la garantía, aquello que podía
definir lo verdadero en matemáticas e~ue Gauss deno!Ilina
"rigor antiguus"; Gauss pretendía situar todo su trabajo bajo la
égida de este "rigor", y es éste el que lo conduce a demostrar a la
verdad en el dominio de la geometría como desprovista de con-

138 Daniel Koren
tenido: por referencia a este rigor, la posición de la verdad y el
saber se encuentran disociadas para Gauss.
Lo notable es que a partir de Gauss (al menos según Paul
H.enry) el rigor en matemáticas adquiere un nuevo estatuto
situándose en la di§yunción entre verdad y saber. Así es como hoy,
en matemáticas, el soporte de la noción de verdad se ha
desplazado de las proposiciones a las implicaciones, ya que lo que
suscita el consenso entre los matemáticos es la verdad de las
implicaciones más que la de las proposiciones. A tal punto que en
matemáticas proposiciones del tipo "si 5.5 = 26, entonces México
está en Asia" no sólo no están desprovistas de sentido sino que
son verdaderas.
Esta cuestión del "rigor" en matemáticas marcó todas las crisis
del pensamiento matemático; esta disyunción entre verdad y
saber a la cual se llega a través del pasaje gaussiano, implica a la
vez una fr~~~lidad interna al campo de las.matemáticas en relación
a su consistencia. Las crisis repetidas durante el siglo XIX (la
oposición a una geometría no-euclidiana- entre los oponentes se
encontraba ni más ni menos que Frege- las paradojas de la teoría
de conjuntos) llegando incluso en nuestro siglo al teorema de
Godel. No obstante se impone la aclaración que es con Godel y
los matemáticos de la década de los 30' que aparece la posibilidad
de concebir proposiciones matemáticas verdaderas aunque no
demostrables en forma precisa, lo que conduce a afirmar gue la
disvunción entre el saber
primera vez con Gauss, se ha convertido en la condición común
de las matemáticas,~ incluso es lo que estructura su desarrollo.
\1
139
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS
Ahora bien: nos resulta fundamental destacar el lugar del
sujeto en esta reformulación de las matemáticas. Antes de hacer-
lo, permítasenos señalar que casos como el de Gauss no son en
45
absoluto únicos; brevemente vamos a aportar otro ejemplo.
Este ejemplo se basa en la correspondencia entre Cantor y
--
Dedekind. Cantor se encontraba trabajando sobre la teoría de las
multiplicidades, y encuentra la demostración del problema que lo
ocupaba desde hacía algún tiempo. Como en el caso de Gauss,
ahorramos los detalle del problema estrictamente matemático.
Pasamos a las cartas: Cantor escribe a Dedekind explicándole su
descubrimiento y pidiéndole su opinión; su inquietud lo lleva a
escribir una segunda carta para presionar la respuesta: "Quiera
usted excusar mi celo por este asunto, si hago un llamado tan a
menudo a su bondad y su modestia; lo que le he comunicado
recientemente es para mí mismo tan inesperado, tan nuevo, que
yo no podría alcanzar, por decirlo así, una cierta tranquilidad de
espíritu antes que haya recibido, muy honorable amigo, vuestro
juicio sobre su exactitud. En tanto usted no me haya aprobado, no
46
puedo decir sino esto: lo veo, pero no lo creo". • La demostración
de Cantor le da vértigo a Dedekind (según la expresión de Ph.
Julien); e11a resquebraja de tal forma el consenso entre los
matymáticm , que la considera como no- comunicable por el
momento y suplica a Cantor "... no emprender públicamente
polémicas contr.1 los artículos de fe admitidos hasta el presente en
teoría de las multiplicidades antes de haber sometido mi objeción
47
a un examen en profundidad."
El caso de Cantor es, podríamos decir, paradigm~tico: él sabe
que su demostración es correcta, pero para creerla verdadera
 PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS
141
140 Daniel Koren

necesita el aval de Otro (Dedekind en_~~J~). Por aquí Para ello nos ayudaremos con la estructura de los cuatro
tenemos una vez más ejemplificado el lu_gar de la creencia ~n discursos, que recordamos sucintamente:
relación al sabe_hy el factor de no-consistencia del Otro.
Discurso del Amo Discurso de la Universidad
E_gos ejemplos que acabamos de relatar ilustran los efectos
d~_!~eto sobre el discurso de la ciencia. Y ésta, al forcluir al
sujeto de su discurso, elide por el mismo acto la dimensión de ~1 imposibilidad • S2 S2 ~

verdad producida. Esa es la crítica que Lacan dirige a la $-----as1~ $

- se aclara por regresión del: - se aclara por su "progreso"
epistemología: ¿qué ocurriría con la ciencia si incluyeran dentro
en el:
de su campo -del campo de su ~iscurso- al sujeto gue la produ ~~..?
¿cuál es el efecto del deseo del matemático sobre las
Discurso del Histérico Discurso del Analista
matemáticas? Esta dimensión fundamental es eliminada por el
discurso científico y por el discurso sobre el discurso científico,
vale decir, la epistemología. De esta manera, la disyunción entre
$
a~S2S2~S1
S1 a
- - imposibilidad
. $

saber y verdad en la ciencia se re~}.Y~.en una.!~!"..~~~..eura~e

forma.!_~~~e desl!nda en saber,_ desc~no~iendo. la forma en que
éste surgió. Los científicos trabajan con conceptos "actuales", sin Los lugares son los de:
que importen los avatares de su constitución. Este olvido de la
el agente el otro
~istoria implica la ~~PE]sión del sujeto del campo de la ciencia. E
la verdad la producción
incluso en la historia de las ciencias -que jamás son escritas por
científicos sino por filósofos o historiadores- se habla de "crisis",
"discontinuidades", "cortes", "cambio de paradigma", "revolución" Los términos son:
-agregar a cada entrecomillado el adjetivo "científico"- eludiendo, S1 el significante amo
insistimos una vez más, el lugar que ocupa en esto el sujeto. S2 el saber
Pero decíamos que existe otro factor que diferencia el abor- S el sujeto
daje de la ciencia y el psicoanálisis, que surge de lo anterior: al a el plus-de-gozar
lugar que ocupa el sujeto en cada uno de estos discursos hay que
"Concluyo que el discurso científico y el discurso histérico
sumar el lu~r gue ocupa, para cada uno de ellos, la verdad.
tienen casi la misma estructura" 48 • Evidentemente, se trata de

142 Daniel Koren
elucidar el "casi" de la cita de Lacan que hemos transcrito; este
casi implica una siµiilitud y una diferencia.
Si tenemos en cuenta que la tarea del científico se puede
redu ~ir en última instancia a la producción de un saber nuevo,
podemos decir que tenemos allí establecida la similitud entre el
discurso de la ciencia y el discurso histérico. Esta similitud se
resume en la posición del sujeto con respecto al saber. El sujeto
cuestiona el significante amo (que en el caso de la posición del
científico podemos identificar a la teoría en vigor -recordar lo que
acabamos de exponer sobre Gauss y Cantor) }'._~_través de dicho
cuestionamiento se produce la a.Q_arición de un nuevo saber. Es
evidente que el saber que está en cuestión en la histeria no es el
mismo que está en cuestión en el campo de la ciencia. Pero la
estructura misma del discurso, tal como está definida, es la que
permite establecer la similitud: la de la posición del sujeto respec-
to al saber y el lugar que se le otorga al saber en el discurso mismo.
Si aceptamos que ésta es la similitud entre ambos discursos,
recordemos no obstante que Lacan señalaba que estos poseían
"casi" la misma estructura; len qué reside la diferencia?
La diferencia reside en el lugar que la verdad ocupa para cada
uno de los dos discursos.~~ el_C(l§O del discurso de la histeria, la
causa del deseo (denotada (a)) ocupa el lugar de la verdad.
el discurso científico nos resulta altamente
creemos conveniente definir por el momento ese lugar como
vacío; el acto del discurso de la ciencia se dirige más a un~
prog_!.esión simbólica gue a una puesta en relieve de la verdad.
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 143
Lacan señala este hecho central, a saber, que la verdad no puede
ser tomada en cuenta en el discurso científico:" ... la fecundidad
prodigiosa de nuestra ciencia debe interrogarse en su relación con
ese aspecto en el que se sostendría la ciencia: que de la verdad
cg~usa no 9!!erría saber nada. 1149
La teoría de la "falseabilidad" de ~er, o la de los paradig-
--
mas de Kuhn nos parecen suficientemente ilustrativas -en tanto
dispositivos que en definitiva apuntan efectivamente a establecer
principios rectores que posibiliten progresiones simbólicas (o en
todo caso cuestionamientos simbólicos) antes que una puesta en
causa de la verdad, cualquiera sea. Decíamos que estas teorías nos
parecen suficientemente ilustrativas como para dispensarnos de
insistir aún más sobre este punto.
El psicoanálisis instaura otro tipo de discurso: el del analista.
Discurso que en su articulación marca claramente la distancia
entre éste y el discurso de la ciencia. En el discurso del
psicoanálisis el lugar de la verdad es ocupado por el saber (S2):
"En cuanto al análisis, si con una presunción se postula, es ante
todo la siguiente: que puede constituirse a eartir de su ex2eriencia
un saber sobre la verdad. 1150, y por esta razón" ... el analista, en
efecto, en todos los órdenes de discurso que se sostienen actual-
mente ... es, qu~n~ 2oner el objeto a en el l_?_sar del semblante,
está en la posición más conveniente para hacer lo que es justo
51
hacer, a saber, interrogar como saber lo tocante a la verdad." •
Queda por elucidar, evidentemente, de qué verdad se trata;
es claro que no se trata de la "adaequatio intellectus rei". Lacan
insistirá ~.!.1 "E"!Eore" ~obre la veI&ente heideggeriana de la v~.rdad,
es decir, la verdad como "aletheia", como revelándose en el acto
.....,..,.. _. ,..,,.__
,
144 Daniel Koren
acto del decir. Vale la pena no obstante recordar que a la verdad
no se la puede decir toda: cuestión de mi-dire.
Quisiéramos terminar con unas consideraciones sobre el es-
tado de la ciencia hoy52•
Desde hace algunos años la ciencia se hace preguntas no tanto
sobre la utilidad de los descubrimientos que realiza sino sobre la
certidumbre epistémica de éstos. Hoy el hombre de ciencia ad-
mite que lo que llama "verificaciones" se reduce pura y simple-
mente a una especie de operatividad. La ciencia inventa
enunciados que cumplen con ciertas exigencias formales, que se
transcriben -o al menos se supone que deben poder transcribirse-
en dispositivos operativos, experimentales, cuyos efectos pueden
observarse, quizás medirse, y en la medida de lo posible preverse.
Esos efectos - cualquiera que haya padecido un curso de
metodología en la universidad lo sabe- son modificaciones
operadas sobre una o más variables, suponiendo que las demás
estén definidas y controladas; de este modo es posible realizar
observaciones y descripciones. La "investigación científica" por lo
tanto y desde esta perspectiva, no se refiere a la búsqueda de la
verdad sino de la eficiencia, de la operatividad controlada, de la
previsión. La verdad desde la perspectiva de la ciencia así definida
se reduce a que se produzca, al mismo tiempo que los enunciados,
una unidad teórica del conjunto de los enunciados y otra unidad
-o metaunidad teórica con el conjunto de los datos.
Lo irrisorio de la cuestión es que si se examina el estado de
las ciencias desde el punto de vista de la teoría científica (es decir,
de la unidad teórica) encontramos un sinnúmero de enunciados
a menudo independientes, a veces incompatibles unos con otros,
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 145
cuya condición de ca-existencia pacífica no es la unidad-aun-ocul-
ta, sino su criterio inmediato de operatividad.
Por decirlo con J.F. Lyotard: "La ciencia contemporánea
descubre ante nuestros ojos un espacio de discurso y de práctica
cuya forma no está definida en absoluto, finalmente, en términos
de conformidad con un objeto, ni siquiera con un principio formal
de unidad, incluso de compatibilidad de los enunciados entre sí,
sino cuya forma, cualquiera en verdad, está supeditada a un
criterio constante y mínimo de eficiencia.53.
Así, vemos que la ciencia en sentido estricto tampoco
responde, hoy por hoy, a los criterios epistemológicos que se
proponen como ideales. ¿Nos encontramos quizás ante una
redefinición del campo de las ciencias, y por allí de la
epistemología?
No consideramos exageradamente aventurada esta hipótesis,
bien por el contrario, el reiterado debate entre la ciencia y el
psicoanálisis, lejos de estar cerrado, nos parece dar signos de un
inminente resurgimiento.
Ahora bien, en lo que concierne al psicoanálisis como tal,
creemos que la discusión debe centrarse en un más acá, en un paso
anterior al de su supuesta posible-imposible cientificidad,
cuestión secundaria con respecto a la primordial consistencia del
campo psicoanalítico, verdadero objeto -y tarea a realizar- de una
epistemología deVpara psicoanálisis.
146 Daniel Koren
Algunas consideraciones a-posteriori y a modo de conclusión no-
definitiva
(Este trabajo fue redactado en París durante el mes de mayo
de 1988. En su origen incluía una sección completa que, por
razones que no es del caso explicitar en este lugar, ha debido ser
suprimida. Entretanto, distintos avatares han conducido a las
reflexiones siguientes que son libradas aquí al juicio de los
hipotéticos lectores de este escrito.)
Retomamos nuestro punto de partida. Si, tal como nos hemos
esforzado en demostrar en las páginas anteriores, el conjunto de
la obra de Lacan puede ser leída como una enorme tentativa de
conferir un status epistemológico al psicoanálisis, si la obra de
Lacan se encuentra jalonada, marcada, desgarrada, clivada por los
múltiples intentos de situar la pertinencia de los conceptos
freudianos, por la invención e introducción de nuevos conceptos
con el objeto de cernir con mayor propiedad el campo
psicoanalítico como tal; si en definitiva, como hemos tratado de
dejar explícito a los epígrafes que hacen las veces de exergo de,
Lacan se abocó a la tarea tan difícil como necesaria de establecer
la consistencia y la coherencia de aquellos fundamentos del
psicoanálisis elaborados por Freud y si, finalmente, la empresa
lacaniana arroja el resultado del trazado, de la apertura de un
cierto número de vías que quedan abiertas a un trabajo de
elucidación (articulación conceptual, formalización, esquematis-
mo estructural-topológico, etc.), entonces el establecimiento
estricto de los alcances y límites de este campo psicoanalítico es
PARA UNA EPISIBMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 147
uno de los objetivos ineludibles e impostergables de nuestro
presente psicoanalítico. La exigencia misma de rigurosidad que
atraviesa de punta a punta tanto la obra de Lacan como la de
Freud nos parece exigir esta conclusión. A lo cual hay que agregar
algunas puntualizaciones sobre la coyuntura histórica del
psicoanálisis en nuestros días.
No podemos evitar el señalar el panorama que ofrece la
teorización actual en psicoanálisis: dejando de lado un pequeño
número de trabajos verdaderamente rigurosos, lo que predomina
es una cacofonía generalizada en la cual no existe el menor
acuerdo sobre los principios fundamentales de esta disciplina;
peor aún, debido a esta razón -teórica- y a otra que debemos
añadir -política-, todo debate se convierte en un diálogo de sordos
en forma ineluctable. Si agregamos el elemento "político", este
fenómeno no se ve sino reforzado: las interminables querellas de
escuelas, escuelitas, grupos, grupúsculos y corpúsculos de los más
variados tenores, en los cuales la teoría se convierte en dogma y
el dogmatismo en norma, para gran beneficio del "narcisimo de
las pequeñas diferencias", gracias al cual cada quien encuentra el
modo de autorizarse e instalarse cómodamente en la "cer-
, tidumbre" de su "ser-analista", cobijado más o menos agradable-
mente en la identidad imaginaria que apuntalan los miembros de
su grupo-secta, quienes se reafirman y se reconocen a su vez en la
diferencia -la pequeña diferencia narcisista- que colocan en los
otros, quienes serán tildados en lo sucesivo como "ignorantes",
"mal-formados", "estafadores", "nazis", etc. (todos epítetos que
han podido oírse recientemente).
148 Daniel Koren PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS 149

Así, cada grupo se esfuerza por demostrar la justeza del Son los psicoanalistas, por lo tanto, los encargados de dar la
análisis al que se libra Freud en "Psicología de las masas y análisis respuesta. El trabajo y la elaboración está a la orden del día; el
del Yo": se constituye en ejército o Iglesia, en Ejército e Iglesia; y debate queda abierto.
como es sabido, a cada Iglesia su Papa y sus fieles, a cada Iglesia
su catecismo, sus letanías, sus Cruzadas contra los "herejes" en París, julio de 1989
nombre de la pureza de la fe, sus indulgencias y su índex de autores
prohibidos.
Es en este contexto que nos parece imponerse un trabajo de
reflexión epistemológica que, como señalábamos al principio,
necesariamente ha de emprenderse con un carácter crítico,
alejado de todo dogmatismo, de toda pretensión de ortodoxia, de
"pureza", de "verdadero heredero" ( lQuién podrá pretender
apropiarse del significante? lQuién podría pretender hacerse el
dueño y portavoz de la Verdad sin caer en la irrisión?)
Cerrado el capítulo de los padres fundadores, queda ante
nosotros la labor de demarcación de una racionalidad -de un
Logos- que por su carácter mismo hace cortocircuito en relación
al régimen impuesto por la "racionalidad" de nuestra modernidad;
de ahí su carácter intempestivo e irreductible. Pensar este Real
que descubre esta práctica denominada psicoanálisis por su fun-
dador no es una tarea que pueda ser llevada a cabo por los
antropólogos de la cultura, ni por los sociólogos del conocimiento,
ni por los filósofos ni los epistemólogos del conocimiento, ni por
los filósofos ni los epistemólogos profesionales: es la tarea y el
desafío que sólo los psicoanalistas como tales -y no como
"pequeños maestros-amos que hacen carrera" según la feliz
expresión de Elisabeth Roudinesco 54- están en la medida de
asumir.
 150 PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS Daniel Koren 151

10
Escritos11, p. 555; el subrayado es nuestro.
NOTAS Y REFERENCIAS 11
ibid. p. 883. El subrayado es de J-A. Miller.

12
ibid, p. 535.

1 13
J acques Lacan, Le Séminaire, Livre XI, Les quatre concepts f ondamentaux Juan David Nasio, "Topologerías" en El discurso del psicoanálisis, Néstor
de la psychanalyse, Ed. du Seuil, 1973. Braunstein (comp.), Siglo XXI Ed. 1986.

2 14
Jacques Lacan, Le Séminaire XXIV "L'insu que sait de l'une-bévue s'aile Jeanne Granon-Lafont, La topologie ordinaire de J. Lacan, Point hors
a mourre" (inédito). Seminario del 2/11/76. ligne, 1984.

3 15
Aunque el "mot d'ordre" del retorno a Freud fuese emitido dos años Escritos 11, p. 796.
después en Viena. Véase "La cosa freudiana" en Escritos, Siglo XXI editores.
16
Lacan, Le Séminaire XIV "La logique du fantasme" (inédito), seminario
4 del 21/6/1967.
Así al menos es como Lacan se define a sí mismo. Ibidem. referencia (2).

5 17
"Les quatre concepts ... " op. cit., p. 12. Para lo que sigue nos guían en lo esencial los desarrollos realizados por
Fransois Regnault en su excelente seminario del año 1986-1987. Testimoniamos
6 aquí nuestro reconocimiento.
Ver ibid. "L'excommunication", seminario del 15/1/64.

7 18
Ibid. p. 15. J acques Lacan, Le Séminaire, Livre XX, Encore, Senil, 1975. p. 73 (Aún,
p. 95).
8
Decimos bien: transmisión de la Teoría; no podemos dejar de mencionar
19
las implicaciones que carga el término "transmisión", ya que éste no remite Remitimos a los desarrollos realizados por Lacan en "Ou pire..."
exclusivamente a la teoría sino también a la transmisión del psicoanálisis en
20
sentido integral. Por ahí nombramos una de las problemáticas más espinosas de J acques Lacan, "Le savoir du psychanalyste" Entretiens al'Hópital Sainte
('.
nuestro presente "apres Lacan": la cuestión del fin del análisis y el pase. No Anne, 1971-1972 (inédito). Nos referimos a la conferencia del 1/6/72.
~
obstante su importancia, en tanto pretendemos circunscribirnos a la temática
21
epistemológica, nos mantendremos por ahora exclusivamente en el plano de la Robert Blanché, L 'axiomatique, PUF, 1967, p. 60.

kJ transmisión teórica.

9
22
J. Lacan, Encore op. cit., p. 68 (Aún, p. 89).
Paul-Laurent Assoun, Introducción a la epistemología freudiana, Siglo
23
XXI ed., p. 186. J. Lacan, "L'étourdit", SciÍicet 4, p. 22 ("El Atolondradicho", Escansión
1, p. 36) Hacemos constar nuestras reservas sobre la traducción española.
 152 Daniel Koren 153
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS

· 24 Escritos II, op. cit. p. 840. 38

Escritos II, p. 836.
25 Encore, op. cit. p. 108 (Aún p. 144). 39
JeanAllouch, "Freud déplacé",Littoral 14 "Freud Lacan: quelle articula-
tion?", Novembre 1984, p. 6.
26 ibid. p. 85-86(Aún,112). El subrayado es de Lacan ... o deJacques-Alain

Miller, como se prefiera. V ale la pena consignar que en el texto francés, la frase 40
Paul-Laurent Assoun, L'entendement freudien - Logos et Ananké,
qu(f comienza la cita está expresada en condicional (Le réel ne saurait Gallimard, 1984, p. 270.
s'inscrire...). A registrar en el pasivo de la traducción española que prolifera en
errores mucho más graves que el citado (como traducir Autre por otro con 41
Escritos II, p. 842.
minúscula...).
42
ibid, p. 838.
27
ibid. 108 (Aún p. 145).
43
ibid. p. 842.
28
ibid. pp.116-117 (Aún, p.156)

29 J. Lacan, Le Séminaire XXII, RSI (inédito). Seminario del 17/12/74.

* 44
Véase Paul Henry "Le point de vue" en Aspects du malaise dans la
civilisation, Navarin 1986.
30 Philippe Julien, Le retour aFreud de J. Lacan, Ed. Eres-Littoral, 1984, p. 45
Tomado de Philippe Julien "Lacan, Freud: une rencontre manquée" en
216. Littoral 14, op. cit.
31 46
ibid .., p. 215. ibid. p. 18. El subrayado es de Ph. Julien.

32 J. Lacan, Le Séminaire XXV "Le moment de condure" (inédito) Semi- 7

4 ibid.
nario del 14/3n8. Véase la cita de Picasso en Le Séminaire Livre XI.
48
J. Lacan, Televisión, p. 103. El subrayado es de Lacan.
33 "Le retour aFreud..," op. cit., p. 223. El subrayado es de Ph. Julien.
49
Escritos II, p. 853.
34
p. 118 (Aún, p. 158).
50
Encore, op. cit., p. 84 (Aún p. 111).
35 J. Lacan, Le seminaire XXVI, "La topologie et le temps".
51
ibid. p. 88 (Aún, p. 116).
36 Gérard Pommier, Le dénouement d'une analyse, Point Hors Ligne 1987,
p.5. 52
Para lo que sigue utilizamos como referencia: Autocritique de la science
de A. Jaubert y J.M. Uvy Leblond; de Jean Fran~is Lyotard La condition
37 P-L. Assoun, Introducción a la epistemología... op. cit. p. 186. post-modeme y "Petite perspective de la décadence et de quelques combats
154 PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS

minoritaires pour entamer lá-bas" en Politiques de la Philosophie, Dominique

Grisoni (comp.).

54
"Petits maitres pui y font couriere" - Elisabeth Roudinesco, "Répli
individuel et maloise collectif' en Le Magazine Litteraire, No. 246, Avril 1989. p.
80.
Capitulo IV

LEER ("de otra manera") ESCRIBIR

Adalberto Levi-Hambra

Lewis Carrol nos obsequia esta hermosa propuesta de lectura:

"Permítame -dijo el Caballero con tono de ansiedad que le

cante una canción."
"lEs muy larga?" -preguntó Alicia, que había tenido un día
poéticamente muy cargado.
"Es larga -dijo el Caballero-, pero es muy, muy hermosa. Todo
el que me la oye cantar, o bien prorrumpe en llanto, o bien ..."
"lO bien qué? dijo Alicia al ver que el Caballero se había
callado de repente.
"O bien no prorrumpe."
Alfredo Deaño, que cita este mismo diálogo, señala que es
una aplicación inexorable del principio lógico del tercero ex-
cluido.
Pero en este ejercicio lúdico descubrimos también la estruc-
tura de la chanza. Estupidez de apariencia chistosa, dirá Freud.
Pero además, trampa infalible que invita a la búsqueda de un
sentido.
lfll
156 Adalberto Levi-Hambra
Búsqueda, desde luego, destinada al fracaso, puesto que tal
sentido no existe.
Si lo leyéramos como mera aplicación de reglas lógicas, este
texto constituiría una obviedad casi imbécil. Y ésta sería, natural-
mente, una lectura válida.
Pero cuando Lacan atribuye un lugar destacado a la tontería,
redistribuye las cosas para contribuir a lo que se podría llamar
"otra manera".
En efecto, Lacan llega a hacer un elogio de la 'connerie'
(boludez o pendejada, según los distintos usos de habla hispana).
Y lo hace a propósito de una función que se denomina "dé-con-
naissance", neologismo que usa en lugar de "méconnaissance"
(desconocimiento), para establecer un vínculo entre el des-
conocer (déconnait ;= desconoce) y el boludear o pendejear
(déconnait = boludeaba o pendejeaba).
"Es indispensable -dice Lacan- captar la verdadera dimensión
de la 'connerie' como siendo eso con lo que tiene que vérselas el
acto psicoanalítico". La vincula, a continuación, con los actos
fallidos y sintomáticos (en los cuales reconoce un cierto matiz de
estupidez, que después del análisis se revela como no tanta). Y,
finalmente, centrándose en el rasgo esencial de desconocimiento,
invita a considerar tanto la 'verdad de la connerie' como la 'con-
nerie de la verdad'.
Después de este pequeño paréntesis dedicado a los juegos
franceses de J. Lacan, volvamos a los juegos lógicos de Lewis
Carroll. Y, en particular, al que estábamos considerando.
Para empezar, no es tan claro que se vinculen directamente
términos como 'belleza' y 'llanto'. Tampoco es claro que se pueda
LEER ("de otra manera") ESCRIBIR 157
practicar sin más un salto casi mortal desde el llanto hasta la
prorrupción o no. lQué espera el Caballero Blanco de aquél que
lo escucha cantar: que goce de la belleza de la canción, que llore,
o bien que prorrumpa?
Hay diversas formas de hablar, por ejemplo, de apreciación
musical, o de recreación lógico-matemática o de zoología. Voy a
recurrir a otros dos ejemplos de L. Carroll.
"(1) Nadie que aprecie realmente a Beethoven deja de guar-
dar silencio cuando se está interpretando la sonata 'Claro de
Luna':
"(2) Los conejillos de indias son desesperadamente ignoran-
tes en cuestiones musicales;
"(3) Nadie que sea desesperadamente ignorante en cues-
tiones musicales guarda nunca silencio cuando se está inter-
pretando la sonata 'Claro de Luna'."
"(1) Los animales se irritan siempre mortalmente si no les
presto atención;
"(2) Los únicos animales que me pertenecen a mí, están en
este prado;
"(3) Ningún animal puede adivinar un acertijo, a menos que
haya sido adecuadamente instruido en un colegio con internado;
"(4) Ningún animal de los que están en este prado es un tejón;
"(5) Cuando un animal está mortalmente irritado corre de un
lado para otro salvajemente y gruñe;
"( 6) Nunca presto atención a un animal, a no ser que me
pertenezca;
158 Adalberto Levi-Hambra
"(7) Ningún animal que haya sido adecuadamente instruido
en un colegio con internado corre de un lado para otro salvaje-
mente y gruñe."
Articulando los tres temas antes mencionados; apreciación
musical, zoología y recreación lógico-matemática, Lewis Carroll
nos demuestra que ningún conejillo de indias aprecia realmente
a Beethoven, y, de manera un poco menos obvia, que ningún tejón
puede adivinar un acertijo.
El primer ejemplo lo elegí por que yo sí aprecio realmente a
Beethoven. Pero el segundo es en verdad más interesante.
Aquí, evidentemente, la base del razonamiento se encuentra
en que "todo tejón corre salvajemente de un lado para otro y
gruñe". De esta comprobación parten dos líneas. Una de ellas
culmina en la afirmación de no pertenencia. La otra culmina en
lo que Carroll da como conclusión de este sorites: "l~ im-
posibilidad de adivinar un acertijo".
Esta construcción dista mucho de ser transparente. Frente a
ella podemos decir, muy dignamente, que es una estupid~z, y salir
dando un portazo, convencidos de que no vale la pena siquiera
pensar en el asunto. O. de lo contrario, pensar en el asunto.
Podemos afirmar, genéricamente, que Lewis Carroll nos
propone un enigma. un acertijo. Nos pone, en consecuencia en la
disyuntiva de irritarnos mortalmente y correr como salvajes de un
lado para otro y gruñir; o bien detenernos a meditar con calma
como lo haría cualquier animal que haya sido adecuadamente
instruido en un colegio con internado.
111
LEER ("de otra manera") ESCRIBIR 159
Un psicoanalista suele comportarse como un animal
adecuadamente instruido. Con una pequeña salvedad: no siempre
puede resolver los acertijos que se le proponen. Pero al menos no
corre salvajemente ni gruñe.
No mientras lee. Si lee, entonces, lo hará "de otra manera".
En la época de Charles Dodgson, los diáconos ingleses, y los
ciudadanos en general, solían tener consigo, exhibiendo títulos de
legítima propiedad: perros, gatos, pájaros, peces, aves de corral,
caballos, vacas. En general, animales domésticos. (Igual que en
nuestra época, por otra parte). Es de esperar, entonces, que no le
pertenezcan, por ejemplo, pirañas, ni hipopótamos, ni cóndores
andinos, ni mosquitos, ni cucarachas. Es bastante probable que en
esta serie que acabo de construir no haya tampoco ningún
ejemplar capaz de resolver un acertijo. entonces ¿por qué el
tejón?
Si me atengo a mi serie, debo observar que sólo el hipopótamo
tiene posibilidades de gruñir y correr salvajemente. Y, para ser
sincero, ignoro si realmente lo hace.
Pero, en todo caso, se trata de 'mi' serie. Y, en rigor, Lewis
Carroll no tiene por qué coincidir necesariamente con los fun-
damentos de mi construcción. Por otra parte, hay que reconocer
que mi serie tiene todo el aspecto de ser arbitraria. (Inmediata-
mente se advierte que si a Carroll se le puede preguntar
lícitamente ¿por qué tejón?, a mí se me puede preguntar ¿por qué
hipopótamo?)
Veamos la serie de Lewis Carroll. En realidad se trata de dos
series que confluyen en "corre salvajemente de un lado para otro
y g~ñe", elemento que participa de ambas series.
160 Adalberto Levi-Hambra
Primera serie: "No está en este prado"; "no me pertenece"; "no
le presto atención"; "se irrita mortalmente", "corre salvajemente
de un lado para otro y gruñe".
Segunda serie: "no puede adivinar un acertijo"; "no fue ins-
truido en un colegio con internado"; "corre salvajemente de un
lado para otro y gruñe".
Estas dos series parecen menos arbitrarias que la mía. De
hecho están conformadas sobre la base de la implicación lógica:
esto es, la forma fundamental es "si a entonces b". Pero no
podemos conformarnos con esto. Resulta aceptable que si un
animal no está en este prado entonces no me pertenece; si no me
pertenece, no le presto atención; si no le presto atención, se irrita
mortalmente.
Pero en la otra serie hay una inversión (si b entonces a): si no
fue adecuadamente instruido en un colegio con internado enton-
ces no puede adivinar un acertijo. Y esta inversión impide llegar
al término central.
Por otra parte, la premisa central constituye una conclusión
parcial con dos antecedentes. Existen dos motivos posibles para
que un tejón corra salvajemente y gruña. Lo puede hacer por
irritación o por ignorancia. La irritación es el punto final de la
primera serie. Pero al final de la segunda serie es la imposibilidad
de resolver un acertijo, y, según Lewis Carroll, ese no es motivo .
suficiente para correr salvajemente de un lado para otro y gruñir.
Aunque en otro sentido podría decirse que todo tejón está con-
denado a correr y gruñir, por un lado, y desconocer para siempre
la solución de los acertijos, por otro.
LEER ("de otra manera") ESCRIBIR 161
Después de todo este esfuerzo de lectura, subsiste la pregunta
inicial; ¿por qué un tejón?
Si pudiéramos plantear esta pregunta a Lewis Carroll proba-
blemente lo sorprenderíamos casi tanto como él nos sorprendió
a nosotros con su ejemplo de lógica. Y seguramente le estaríamos
proponiendo un enigma frente al cual se vería ante la opción de
resolverlo o correr y gruñir como un tejón.
A esta altura Uds. podrían olvidarse de conejillos de indias,
tejones e. hipopótamos, y cambiar de pregunta. Podrían pregun-
tarse, por ejemplo: ¿a qué viene todo esto en un coloquio sobre
las lecturas de Lacan?
Podrían, incluso, agregar indignados: lesto no tiene sentido! .
Quien concluya semejante cosa estará equivocado. Recuer-
den que el punto de partida y el objeto de nuestras reflexiones fue,
hasta este momento, ese extraño y talentoso diácono inglés que
escribía bajo el nombre de Lewis Carroll. Esto es, el llamado
Charles Dodgson, matemático, dibujante, fotógrafo, escritor. Re-
presentante del "sin-sentido" inglés~ que por supuesto, lejos de ser
'no sentido' se caracteriza por un exceso de sentido a construir.
Lewis Carroll reúne en su estilo 'paradojas', 'series' y
'proporciones'. Y esto convierte a sus escritos en modelos de
aquello que Lacan llama "escritura". Esto es: "una propuesta de
lectura".
Esto dicho así rápidamente, no es en realidad tan simple. Es
verdaderamente complejo, y está ubicado en el centro de lo que
podríamos llamar práctica lacaniana.
Podría afirmarse que la práctica lacaniana es una práctica de
lectura.
162 Adalberto Levi-Hambra
El término 'lectura' que nos reúne en este coloquio es corre-
lativo del término 'escritura'. Esto es esencial. Tanto que en el
título de esta ponencia, que entregué apresuradamente, omití,
dejando tan sólo lo esencial, los términos del trabajo analítico:
LEER-ESCRIBIR. Omití, decía, un paréntesis fundamental, que
encierra entre comillas, la modalidad particular de esta lectura:
("de otra manera").
Este paréntesis remite al lugar fundante de la escena clínica
y del dispositivo analítico, el lugar que Lacan llama "Sujeto
supuesto Saber".
Volvamos a 'lo escrito'. Decíamos que es aquello que se
propone para ser leído. Leer, aclara cuidadosamente Lacan, no es
comprender. Y lo escrito es esencialmente incomprensible, esen-
cialmente enigmático y oscuro. "No se sabe qué quiere decir". Y
esta condición lo ubica, curiosamente, en el campo de la 'trans-
misión' (de la cual se puede decir, simultáneamente, que es
imposible y que se espera íntegra). Será 'transmisión' de una
imposibilidad, transmisión, entonces, de un sujeto, el sujeto
'lector'.
Porque, efectivamente, en la lectura de lo escrito, que dado
su peculiar carácter será siempre una lectura transgresora, quien
se compromete es el lector.
Voy a introducir en este punto una breve referencia a una
reflexión que desarrollé en otro lugar (y que por lo mismo voy a
transcribir casi literalmente).
Hay un concepto lacaniano que permite la articulación entre
lectura y escritura: es el 'Mathema', con respecto al cual, dice
Lacan, "no se sabe qué quiere decir", "se transmite íntegramente".
LEER ("de otra manera") ESCRIBIR 163
Este carácter peculiar y contradictorio hace del mathema un rasgo
de escritura que, dada su ininteligibilidad, produce como
necesario un acto de lectura, en el cual se pondrá en juego el
compromiso único y exclusivo del lector.
Rastreando el termino 'mathema' se puede llegar hasta las
'Mathemata' de la antigüedad griega (esta es la raíz que autoriza
la inclusión de la 'h' en el mathema lacaniano ).
Entre los griegos las Mathemata constituyen la posibilidad de
acceso al 'ser'. La matemática es la disciplina de conjunto del
'Quadrivium' (Aritmética, Geometría, Música y Astronomía; es
decir, el conjunto de todo lo armónico, terrestre y celeste). Las
ciencias de Quadrivium permiten, según afirma Platón, que el
dirigente se eleve por sobre las puras técnicas del 'Trivium'
(Gramática, Dialéctica y Retórica).
Las matemáticas son entonces, condición de trascendencia y
universalidad.
Pero universalizar el mathema conduce necesariamente a la
postulación de una 'mathesis'.
En el campo de las matemáticas, el termino 'mathesis' suele
unirse a 'universalis'. Y efectivamente, los intentos de sistema-
tización de esta disciplina (éste es el significado de la palabra
'mathesis') se dirigieron siempre al establecimiento de una "cien-
cia verdaderamente universal que abarque o fundamente todas
las ciencias". En un segundo sentido designa una "ciencia universal
matemática", por lo cual se entiende fundamento o síntesis. Pero
un tercer sentido que resignifica los anteriores la define como
"rama de la matemática que trata de la cantidad absoluta".
164 Adalberto Levi-Hambra
Este último sentido, precisamente por su carácter contradic-
torio, permite postular la construcción de una Mathesis Laca-
niana, que sólo puede pensarse como 'MATHESIS PARTICU-
LARIS'.
Será un esfuerzo, siempre particular, de lectura de un rasgo
de escritura. Con un matiz de transgresión que puede emparen-
tarse con la creación poética.
Lacan sostiene que el analizante hace poesía, y muy pro-
bablemente la poesía constituya parte integrante (y de particular
importancia) de lo que podría postularse como mathesis
lacaniana.
La mathesis pitagórica, en cambio, no mantiene buenas rela-
ciones con la poesía. Es por vía de un .poeta que el secreto
celosamente guardado de los conocimientos pitagóricos toma
estado público. Consecuencia de ello es que la Liga en pleno
decide excluir a los poetas del conocimiento matemático.
Pero extrañamente, el riesgo señalado no es el de la tergi-
versación, sino el de la infidencia. lSe podrá sacar de este hecho
la conclusión de que, aunque el poeta sí lo sea, la poesía no
constituye riesgo para el mathema?
Si nos atenemos a la invitación a la lectura que hace Lacan al
respecto, tal vez se pueda sostener que la fantasía poética es
propia de la transmisión. Esto no sería ajeno a la antigua tradición
que hacía del estilo lo transmisible.
Y la cuestión del estilo nos reconduce al carácter necesaria-
mente particular de la lectura, y a su naturaleza transgresora.
Ya en el primer texto citado se propone un cuestionamiento.
Se piden cuentas al Caballero Blanco acerca de su demanda, y se
LEER (''de otra manera") ESCRIBIR 165
deja en suspenso un significante aparentemente secundario:
"prorrupción".
Esta, evidentemente, es mi lectura. Estoy comprometido en
ella. Aparece como mía porque a mí se me ocurre eso (y es,
seguramente, distinto de lo que se le ocurriría a cualquier otro,
incluyendo al autor del texto). Se me ocurre escuchar en ese punto
una suspensión del discurso, un corte, una medida poética, esto
es, una 'escansión'.
Se me ocurre un cierre que está más allá de la lógica. Y esto
sucede en el mismo sitio en que a un lógico que también .lee el
texto, se le ocurre detenerse en el principio del tercero excluído.
Y lo hace, extrañamente, en un texto transgresor en el cual
recopila con sus propias manos fragmentos lógicos y matemáticos
elevados a la dignidad de demenciales. Es, desde luego, su lectura.
Otra lectura, en la cual Alfredo Deaño está comprometido. ( Com-
prometido, tal vez, con un retorno de la univocidad aristotélica,
de la exclusión del carácter lúdico de los tratados serios de
Charles Dodgson ). Y esto último es el esbozo de una lectura de
lectura. No puedo confirmarlo, tan sólo aventurar, suponer,
asociar. (Esto me recuerda un sintagma mexicano deliciosamente
transgresor: "lo más seguro es que quién sabe".)
Y esto se puede hacer sobre cualquier texto. O, más precisa-
mente, sobre todo texto. Todo texto es susceptible de ser leído. Y
la lectura implicará siempre una violencia ejercida sobre lo
escrito, y un compromiso particular del lector, quien concluirá en
una construcción sobre la cual podrá pedírsele que dé cuenta.
Y cuando digo 'todo texto', me refiero en realidad a todo.
Todo aquello que un lector quiera leer y convertir, por ese acto,
en un escrito: el texto de Carroll, el texto de Lacan, el texto de un
analizan te.
 Adalberto Levi-Hambra
166
EL TEXTO, en realidad, LO CONSTRUYE EL LECTOR.
Si hay alguien dispuesto a leer "de otra manera", cualquier
texto devendrá escrito, y será, entonces, enigmático. Invitará a una
lectura en la cual se jugarán las condiciones inesperadas que
señalé hace un momento para el texto de Lewis Carrol, y que
pueden pensarse como caracteres estructurales de todo escrito:
PARADOJA, SERIE, PROPORCION.
Estos tres términos, aceptables como ejes de lo escrito, son
solidarios entre sí. La 'paradoja' es probablemente el término
fundante. Pero este término, del mismo modo que 'serie' y
'proporción', nos introduce en el campo de la correlación 'sen-
tido-sinsentido', que podría erigirse en verdadero articulador.
El 'sentido'en psicoanálisis suele ser 'articulación'. Pero ésta
es una afirmación conflictiva, porque la articulación es, evidente-
mente, 'frontera entre los términos articulados', y como tal,
'nada'.
Deleuze complica aún más las cosas. Hablando del sentido
comienza diciendo que "... el sentido es una entidad no existente
[que] incluso tiene relaciones muy particulares con el sinsentido".
Esto es indudablemente paradójico. pero también la paradoja
puede potenciarse. El mismo Deleuze caracteriza la paradoja
como aquello que" ... destruye la cordura como sentido único y, a
continuación, destruye el sentido común como asignación de
identidades fijas".
Hace muchos años Osear Masotta decía que lo serio del
psicoanálisis es que el sujeto está estructurado coi:no un chiste.
Y Deleuze nos recuerda que, en oposición en especial al
platonismo, los filósofos estoicos construyen una imagen de
LEER ('de otra manera") ESCRIBIR 167
filósofo emparentada con la "naturaleza paradójica de la teoría
del sentido".
Y los estoicos aman las paradojas. Y las utilizan como
instrumento para el análisis del lenguaje y como síntesis para los
acontecimientos (que entre los estoicos, son acontecimientos
incorpóreos, efecto de las cosas, entidades conjugables).
He aquí un hermoso párrafo de Gilles Deleuze sobre este
tema:
"... La dialéctica es, precisamente esta ciencia de los acon-
tecimientos incorpóreos, tal y como se expresa en las. pro-
posiciones, y también los lazos que unen los acontecimientos, tal
y como son expresados en las relaciones entre proposiciones. La
dialéctica es sin duda el arte de la conjugación [...] Pero
corresponde al lenguaje establecer límites, y al tiempo sobrepasar
los límites establecidos[ ... ] El acontecimiento es coextensivo del
devenir, y el devenir mismo, coextensivo del lenguaje; así pues, la
paradoja es esencialmente "sorites", es decir, serie de
proposiciones interrogativas que proceden según el devenir por
adiciones y cortes sucesivos. Todo sucede en la frontera de las
cosas y de las proposiciones [... ] La paradoja surge como
destitución de la profundidad, extensión de los acontecimientos
en la superficie, despliegue del lenguaje a lo largo de este límite.
El humor es este arte de la superficie, contra la vieja ironía, arte
de las profundidades o las alturas".
Y precisamente es sorites el camino que, de la mano de
Carroll nos introdujo en el tema de la lectura.
168 Adalberto Levi-Hambra
Y ya que retornamos al texto, recordemrn¡ que 'el sentido es
en cierto modo, un acontecimiento lingüístico' (o como lo dice
Lacan: "el deseo es la interpretación").
Vuelvo a Deleuze. El aísla cuatro tipos de paradoja: l. 'pa-
radoja de la regresión o de la proliferación indefinida'; 2. 'para-
doja del desdoblamiento estéril o de la reiteración seca'; 3. 'para-
doja de la neutralidad o del tercer estado de la esencia'; 4. 'pa-
radoja de lo absurdo o de los objetos imposibles'.
Nos vamos a detener brevemente en el primer tipo: 'regresión
o proliferación indefinida de las entidades verbales'.
Puede enunciarse en estos términos: si una proposición desig-
na un estado de cosas, siempre es posible que otra proposición
designe el sentido de la primera.
A continuación del primer texto que cité, el de la canción tan
hermosa que al escucharla se puede prorrumpir o no, sigue un
diálogo acerca de la canción que constituye un excelente ejemplo
de la paradoja de la regresión o proliferación infinita, en este caso
de cuatro términos.
"El nombre de la canción se llama 'Ojos de bacalao'.
11
"iOh! lEse es el nombre de la canción? dijo Alicia,
, representa al significante y la otra al significado.
"No, no entendéis, dice el Caballero. Eso es lo que el nombre
es llamado. El verdadero nombre es Viejo, el anciano."
"lEntonces, yo hubiera debido decir: es así como se llama la
canción?", corrigió Alicia.
"No, no hubieráis debido: eso es otra cosa. La canción se llama
Vías y Medios; pero es solamente como se llama lcomprendéis?"
"Pero entonces lde qué se trata?"
'\ •
LEER ("de otra manera") ESCRIBIR 169
"Os lo voy a decir, dijo el Caballero, la canción es en realidad
Sentada sobre una barrera."
Carroll distingue aquí una serie de entidades verbales: l. la
canción es "sentado sobre una barrera"; 2. es llamada "Vías y
medios"; 3. el nombre real es "Viejo, el anciano" (sentido de "Vías
y medios"); 4. el nombre de la canción es llamado "Ojos de
Bacalao".
La condición de la regresión infinita es un conjunto de, por lo
menos dos términos, de los cuales 'nl' designa una cosa y 'n2'
designa el sentido de 'n 1', y así sucesivamente.
La SERIACION se basa en esta paradoja, puesto que toda
regresión supone una serie.
La seriación implica la simultaneidad de al menos dos series
heterogéneas. Recuerden que a propósito de los tejones in-
capaces de resolver un acertijo, aislé dos series en el texto de
Carroll, y agregué una tercera mía.
Este tipo de series se construye frecuentemente en la práctica
analítica.
Lo fundamental en estas series es que nunca son iguales: una
Lacan aisla dos series en el cuento de Edgar Alan Poe citado
ayer, me refiero a La Carta Robada.
Estas dos series se derivan de la encarnación, por personas
diferentes, de tres lugares definidos por Lacan en función de la
mirada. Los dos sujetos que, sucesivamente, encarnan cada lugar
conforman cada una de ambas series.
Lacan lo escribe de este modo:
170 Adalberto Levi-Hambra
"... tres tiempos, que ordenan tres miradas, .soportadas por tres
sujetos, encarnados cada vez por personas diferentes.
El primero es de una mirada que no ve nada: es el Rey y es
la policía.
El segundo de una mirada que ve que la primera no ve nada
y se engaña creyendo ver cubierto por ello lo que esconde: es la
Reina, después es el Ministro.
' El tercero que de esas dos miradas ve que dejan lo que ha de
esconderse al descubierto para quien quiera apoderarse de ello:
es el Ministro, y es finalmente Dupin."
Tenemos entonces una primera serie: el Rey, la Reina y el
Ministro. Y luego una segunda serie: la policía, el Ministro y
Dupin.
Tres caracteres permiten precisar la relación y distribución de
las series: l. los términos de una serie están en perpetuo
movimiento con respecto a los de la otra; hay un continuo y
desequilibrio entre las series por el continuo deslizamiento de sus
términos. 2. La serie significante presenta un exceso respecto de
la otra. 3. Lo que asegura el desplazamiento de una sobre o bajo
la otra, y el exceso, es una "instancia paradójica" (como la llama
Deleuze) que no se deja reducir a ningún término de las series ni
a ninguna relación entre los términos.
Volvamos al texto de Lacan:
"Lo que nos interesa hoy es la manera en que los sujetos se
relevan en su desplazamiento en el transcurso de la repetición
intersubjetiva.
LEER ("de otra manera") ESCRIBIR 171
Veremos que su desplazamiento está determinado por el
lugar que viene a ocupar el puro significante que es la carta
robada, en su trío."
La serie conduce, finalmente, a una PROPORCION entre los
términos. Esta proporción nunca es propuesta a priori, sino que
es descubierta a posteriori.
lQué es una proporción? Simplemente una relación_e ntre por
1
lo menos tres términos de la forma:
a b
b=~
una relación de comparación entre dichos términos, que
tienen que cumplir una condición básica": deben ser homogéneos
para ser comparables. Puedo comparar, por ejemplo: a = 8; b ~
4; c = 2
8 4
¡=2
Pero recordemos que el eje que constituyó nuestro punto de
partida fue la paradoja, ese existente engañoso: verdad con
apariencia d ~ mentira, mentira con apariencia de verdad. Precisa-
mente, en camim.1 hacia un imposible (a través de la proliferación
indefinida de entidades verbales) nos condujo a otra realidad
engañosa: la 'serie', definida precisamente como 'heterogé~ea'.
1Norberto Ferreyra, a propósito de la proporción cita la relación de dos
términos que conduce a la formalización del llamado 'número de oro'.
172 Adalberto Levi-Hambra
lAhora habrá que volver a la homogeneidad? por supuesto
que no. Pero habrá que homogeneizar de algún modo lo
heterogéneo. Habrá que convertir la 'proporción' en
METAFORA.
Hay quienes pueden comparar cualquier cosa con cualquier
otra. Me refiero a los poetas. La creación poética logra, mediante
el agregado de un exceso, la conversión de una proporción (que
constituye su base) en una metáfora.
Veamos rápidamente un ejemplo de proporción:
X Signor _ (Herr)
(Signorelli) Signor = Herr - (muerte)
Para que esta proporción se convierta en metáfora basta con
agregar la tercera razón (la que remite a 'muerte' como Señor
absoluto; es decir, lo absolutamente universal). En realidad no
hace falta agregarla, basta con que quede supuesta.
Un ejemplo claro de sustitución metafórica lo encontramos
en el famoso sueño de la bella carnicera:
Carnicera - -----
Caviar
caviar salmón
Lo que aquí subtiende la metáfora es el universal implícito
que Freud aisla como "deseo insatisfecho". Aquí está en juego la
identificación de la bella carnicera a su flaca amiga, con respecto
a la cual (atractiva para el marido, a pesar de sus carnes magras)
podría preguntarse: lqué es ella que yo no tengo?
( ~; t i
LEER ("de otra manera") ESCRIBIR 173
Si caviar = salmón, entonces carnicera = amiga.
Aquí el signo sería más bien de 'identidad' que de 'igualdad'.
Y a este punto se llega ya no por metaforización, sino por
metonimización. Lo que se opera en este caso es un
desplazamiento del caviar al salmón, como operador de la
identificación.
Y el fundamento sigue siendo el mismo.
La lectura, planteada en los términos aquí expuestos, desem-
boca naturalmente en el acto llamado INTERPRETACION.
"Leer de otra manera" es, según Lacan, lo que se espera del
Sujeto supuesto Saber. Saber precisamente eso: leer de otra
manera, leer en forma transgresora. Y, en consecuencia, producir
un sentido, a modo de lapsus. Y este lugar, lugar de una lectura
particular, es el que se le asigna al analista.
La intervención del analista se propone al analizante, bajo la
forma de una estructura abierta, enigmática, ambigua, oscura (lo
cual la emparenta con la muerte). Se propone como un trazo de .
escritura.
En otras palabras: 'leer de otra manera produce una
escritura'.
Esto significa que, en ese punto se reinicia el proceso, esta vez
del lado del analizante, quien, en ese momento se convierte
también en lector. Para leer, también él (aunque sin saberlo), de
otra manera.
Adalberto Levi Hambra
MEXICO 1988.
 Capítulo V

MAS ALLA DEL SENTIDO

Daniel Gerber

El secreto de la búsqueda es lo que no se encuentra

Fernando Pessoa: El misterio del mundo

El pleno del sentido, es sensible que es el enigma

J. Lacan: Introduction a l'edition allemande d'un premier volume
des Ecrits

I Ir más lejos que Freud

Nuestro propósito, en este coloquio dedicado a las lecturas

de Lacan, es preguntarnos por er sentido de la lectura de Lacan,
de la lectura que Lacan hace de Freud, indisociable de nuestra
lectura de Lacan mismo. Lectura de Freud por Lacan, lectura de
Lacan por parte de nosotros, lecturas que no van orientadas a la
producción de un sentido sino al encuentro con un sin-sentido que
f fh
176 Daniel Gerber
es condición y límite de todas ellas. Lecturas que producen el texto
haciendo borde a ese sin-sentido que las causa.
La(s) lectura(s) de Lacan: leer el texto partiendo de la
consideración de que éste no oculta ni trasmite nada sino que es
la cifra donde puede leerse un vacío fundante, más que suponer
que encierra un saber por descifrar. Leer un texto en el cual las
palabras se ofrecen, no como plenitudes de sentido sino como
preguntas que nos cuestionan en lo que contienen de aporía, en
el hueco que dejan al "entendimiento", en sus lagunas de sentido.
Leer el texto psicoanalítico con la certeza de que no dice todo del
descubrimiento del inconsciente y de que es precisamente por
este no todo que nos interroga más que interrogarlo nosotros a él.
Leer a sabiendas de que es más bien el texto quien nos lee.
Una lectura de Freud no puede ser más que encuentro fallido.
"El inconsciente -dice Lacan- es lo evasivo"1. La lectura no ejecuta
el texto como el buen intérprete a la partitura. La ejecución, en
este caso, es de orden diferente: el texto es seguido hasta el final
pero en este punto hay algo que se resiste y entonces es necesario
ir más lejos. Hay que partir por lo tanto de la reflexión elaborada
por Lacan en su seminario -único- de 1963 acerca de Los nombres
del padre, en el cual propone rebasar al "padre" del psicoanálisis
afirmando que es preciso "ir más lejos que Freud". Propuesta
esencial que retoma algo anticipado de alguna manera unos años
antes, en el artículo de los Escritos donde se aborda el tema de la
psicosis, previamente tratado en su seminario. En el penúltimo
párrafo de este artículo afirma: "Decir lo que en este terreno (las
psicosis) podemos hacer sería prematuro porque sería ir ahora
"más allá de Freud", y la cuestión de superar a Freud ni se plantea
MAS ALLA DEL SENTIDO 177
siquiera cuando el psicoanálisis de después ha vuelto como hemos
dicho a la etapa de antes"2•
Esto escribía Lacan a principios de 1958. Era aún la época del
"retorno a Freud", de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, de la
lucha por el reconocimiento de la I.P.A., del intento de
"recuperación" de aquello que los herederos del fundador del
psicoanálisis "olvidaron" en el camino. Sin embargo, el párrafo
deja entrever un propósito inequívoco, y será poco más de cinco
años después, en el contexto de la ruptura y la "excomunión",
cuando el momento de ir "más allá" se presente.
Pero, lqué es "ir más lejos" que Freud? lNo fue acaso lo que
pretendieron muchos de sus "herederos"? lEn qué se distingue
entonces la lectura de Lacan de la que todos ellos realizaron?
Precisamente en un aspecto fundamental: Lacan no intenta el
encuentro logrado, la alianza feliz que permita cumplir el deseo
del padre llenando las lagunas, borrando las incoherencias,
cubriendo las faltas de su legado. Ir "más lejos" es para Lacan
abordar lo que constituye el punto de tropiezo en la enseñanza
freudiana, punto que anuda tres enigmas insolubles: el sentido, el
padre y la femineidad. Punto de tropiezo en Freud que será para
Lacan efecto de la causa misma del inconsciente como causa
perdida. La esperanza freudiana, basada en la concepción del
inconsciente como saber pleno, cambiará de signo en Lacan al
poner de manifiesto el carácter incompleto de este saber. Por esto
"ir más lejos" que Freud consiste en afirmar el aspecto radical de
su hallazgo, no completarlo sino producir un texto que da tes-
timonio de la distancia insalvable entre la causa del inconsciente
y toda teorización (im)posible.
178 Daniel Gerber
La consigna lacaniana constituye el resultado inevitable de la
"alianza fallida" con el padre, alianza que Freud demandó sin
advertir que su mismo descubrimiento es la razón de su carácter
imposible. Y esta demanda suya es el punto mismo donde su
atolladero teórico coincide con el conflicto insalvable que
caracterizó la relación con sus discípulos. Atolladero que en-
cuentra su razón en un punto ciego, irresuelto en Freud: el amor
del padre.
Lacan es rotundo al afirmar que el creador del psicoanálisis
salva al Creador, que Freud salva al padre de una manera que
recuerda, hasta cierto punto, como Cristo salva a Dios. Pero no se
trata exactamente del mismo acto y por esto es preciso leer en
Freud aquello que permite dar cuenta de una diferencia. Es
preciso leer en Freud un decir diferente al de la religión; un decir
que, sintéticamente, afirma que hay un más allá del Padre. En esto
se encuentra lo verdadero de su palabra que nos interroga, el
ateísmo de Freud como imposibilidad de una nueva alianza con
el padre, de un nuevo testamento. La lectura de Lacan, que no
intenta la alianza, constituye así una lectura no religiosa, una
lectura que no re-liga y por lo tanto no busca el sentido perdido
en la medida en que buscarlo es ya suponer el Padre que lo
asegura.
En esta renuncia a la alianza está el ateísmo reivindicado por
Lacan en el momento de su "excomunión" por la "iglesia" fundada
por Freud, ateísmo que él define así: "La verdadera fórmula del
ateísmo no es Dios ha muerto - incluso fundando el origen de la
función del padre sobre su asesinato Freud protege al padre- la
3
verdadera fórmula del ateísmo es que Dios es inconsciente". El
MAS ALLA DEL SENTIDO 179
mito de la muerte de Dios es impugnado así porque esa muerte,
como claramente se advierte en Totem y Tabú, sólo viene a
reforzar su ex-sistencia, nunca a cuestionarla. "Dios es incons-
ciente", en cambio, puede leerse a la luz de otra afirmación: "El
inconsciente dice lo verdadero sobre lo verdadero" 4. Paradoja
aparente si se toma en cuenta que en el mismo párrafo, poco antes,
Lacan asevera que "ningún lenguaje podría decir lo verdadero
sobre lo verdadero"5. Se trata más bien de la aporía fundamental
del inconsciente, constituido como sistema de representaciones
en el lugar de la Urverdriingung, de la represión primordial., que
es el lugar de la "falta de lo verdadero sobre lo verdadero" 6. El
inconsciente es pues, decir sobre ese indecible último que la
religión denominará Dios.
"Dios es inconsciente", no es persona ni sujeto sino eso que ·
ocupa el lugar de la falta constituyéndose así como el punto de
atracción para las representaciones inconscientes. Por lo mismo,
"Dios, él, no está en el lenguaje sino que comporta el conjunto de
los efectos del lenguaje, comprendidos los efectos
psicoanalíticos"7. La muerte de Dios, de la que Freud hace la
bandera del ateísmo, no es de ningún modo el inicio de un
cuestionamiento de la fe sino más bien su punto de partida. La
religión no hace otra cosa que afirmar que Dios está muerto, es
decir, que ex-siste, que es la ex-sistencia misma. Su muerte es el
fundamento de todas las religiones.
Pero al poner en cuestión la expresión "Dios ha muerto" como
fórmula del ateísmo también afirma Lacan la relación entre tal
aseveración con el hecho de que Freud protege al padre fundando
el origen de su función en su asesinato. Y en efecto, Freud salva
180 Daniel Gerber
la religión, especialmente la religión cristiana, al consagrarla
como neurosis universal como consecuencia de ese asesinato del
padre8. Es más, el mito freudiano del asesinato del padre resuelve
la paradoja que constituye un misterio en la religión, misterio del
amor de los hijos entre sí en sustitución de la primitiva aversión.
Este amor- el célebre amor al prójimo- es consecutivo del
asesinato del padre por los hijos: al padre muerto sucede un
símbolo, el Nombre-del-Padre, que funda la alianza de los hijos.
El Nombre-del-Padre, del cual Lacan afirma que es la religión
quien primeramente "nos ha enseñado a invocarlo"9 puede carac-
terizarse como representante de la ley, significante originario,
origen de la metáfora; pero antes que nada es la respuesta de la
religión a la pregunta radical: lpor qué hay algo más bien que
nada? Cualquier respuesta que se intente será siempre no-toda,
dejará un resto indecible, Dios, el no-todo: "Dios es el no-todo
que (el cristianismo) tiene el mérito de distinguir, negándose a
confundirlo con la idea imbécil del universo. Pero es precisa-
mente así que él permite identificarlo con lo que yo denuncio
como aquello a lo cual ninguna ex-sistencia es permitida porque
es el agujero en tanto que tal" 1º.
Inconsciente, Dios es el lugar de la falta originaria que asegura
la posibilidad de la represión, la cual no se sustenta sino de la
erección del Otro del lenguaje. Esto es condición para que la
palabra se articule en torno a un inarticulable.
El asesinato del padre representa míticamente esta función
· esencial de la muerte de Dios que hace de todo sujeto un creyente,
con o sin iglesia. Creyente en la posibilidad de que el inconsciente
-"gracias a Dios"- pueda decirlo "todo" y contener en sí mismo el
MAS ALLA DEL SENTIDO 181
"sentido del sentido". El padre muerto, el padre primordial, el
Urvater, no es sino la tentativa de Freud por proponer un sig-
nificante que falta en el Otro. Por esto el principio de toda
significación está para él en el Padre que ocupa el lugar de esa
falta de significante. Será de ese lugar de donde Lacan quitará
finalmente el Nombre-del-Padre para colocar allí el objeto a
causa del deseo.
JI El Edipo y el sentido del Padre
No por azar es que Freud salva al padre. Este es quien -en su
concepción- abre al sujeto el acceso al deseo. El padre edípico
sería la clave del acceso a la sexualidad ya que la castración -en
Freud- designa la producción en el campo del Otro de una
significación que sanciona la satisfacción llamándola sexual, es
decir, regulándola sobre la problemática fálica en tanto el falo es
el único representante del sexo en el inconsciente. La estructura,
según Freud, se resuelve en el sentido sexual.
Es así como la cuestión del padre se articula con la invención
freudiana por excelencia, el Edipo, "sublimación creacionista" 11
que remite a la estructura significante. El descubrimiento del
inconsciente por Freud es la puesta en evidencia de la estructura
edípica: "En este inconsciente Freud reconoció la instauración de
las leyes en que se fundan la alianza y el parentesco, instalando en
182 Daniel Gerber
ellas desde la Traumdeutung el Complejo de Edipo como su
motivación central" 12•
El Edipo es pues la estructura simbólica y el padre que toma
allí la función simbólica esencial es el padre muerto. El asesinato
del padre equivale a hacer de él un puro significante. Por la
castración, el deseo del sujeto cobra sentido sexual, se resuelve en
la significación fálica. El significante del padre produce la
metáfora paterna. El Nombre-del-Padre introduce la ilusión de
una consistencia del Otro de la cual se desprenden dos consecuen-
cias fundamentales: la idea de una armonía -una relación sexual-
y la de una reconciliación posible con el padre cuyo significante
sería suficiente para colmar la falta del Otro y sustentar su ex-sis-
tencia. Esto queda inscripto en el contexto de una primacía de lo
simbólico que fue el eje de la lectura de Lacan durante los años
cincuenta, cuando surge el concepto del orden simbólico sos-
tenido por la función del padre cuyo significante es el encargado
de ordenar, de operar como "punto de capit6n" que produce el
significado y como garante de la buena fe del Otro, principio de
toda significación.
Por otra parte y en el mismo sentido, el Nombre-del-Padre
produce un significante sin par, el falo. Significante sin par porque
escapa al estatuto mismo del significante que implica por lo
menos dos. El falo carece de Otro y el desarrollo hasta sus últimas
consecuencias de esta formulación conducirá a un replanteamien-
to de la tesis de la primacía de lo simbólico y del estatuto del
Nombre-del-Padre: el Otro, lugar de la sincronía significante es
un lugar en hueco. Hay un significante que falta allí donde hay
significante, en el Otro que es el lugar de lo simbólico. A partir
MAS ALLA DEL SENTIDO
183
de 1960 esta falta será tratada por Lacan como goce del Otro
inabordable por la palabra. La falta de goce "hace inconsistente
13
al Otro" , pero en él existe al menos un significante del goce, el
falo, producido por el Nombre-del-Padre en el lugar de la
significación. Así se desprende de la fórmula lacaniana de la
metáfora paterna, que en su costado derecho se escribe:
Nombre-del-Padre ffi
Jalo
Como se puede apreciar, el falo aparece en el lugar del
significado, lo que define su doble carácter de significante y
significación. De ahí que la producción del falo como significación
viene a decir, de otro modo, la producción de la significación
como fálica. El Nombre-del-Padre "capitonea" así el orden
simbólico puesto que es definido como ese "significante que en el
Otro, en cuanto lugar del significante, es el significante del Otro
14
en cuanto lugar de la ley" . Afirmación singular pues hace pensar
que el Otro tiene entonces un significante de sí mismo, y este
significante que lo nombra sería el Nombre-del-Padre.
Tal como lo admitirá Lacan años más tarde, en ese momento
estuvo cerca de afirmar la existencia de un Otro del Otro. De
hecho, esa postulación permite suponerlo y es por esto que la tesis
de la primacía de lo simbólico deja abierto un equívoco suscep-
tible de advertirse en dos importantes consecuencias de tal
concepción del Nombre-del-Padre:
l. La posibilidad de concebir un Otro consistente, sin falta. El
Nombre-del-Padre cumpliría la función de colmamiento.
184 Daniel Gerber
2. El pansexualismo como interpretación posible de esa tesis.
Cuestión siempre debatida en el psicoanálisis, es necesario tomar
en cuenta que el origen del pansexualismo se encuentra en la
existencia misma del lenguaje. Es en el seno de éste último donde
toda significación se remite a la significación fálica, excepto lo que
no se "comprende". El sentido es sexual y es por esto que toda
interpretación en términos de sentido necesariamente remite al
falo.
Esta remisión inevitable al falo, consecuencia de que el len-
guaje tenga por función sexualizar un real innombrable para
otorgarle sentido, explica el efecto risible de la interpretación que
Freud destaca: "Muchos de mis pacientes neuróticos bajo
tratamiento psicoanálitico suelen atestiguar regularmente,
mediante una risa, que se ha conseguido mostrar a su percepción
consciente de una manera fiel lo inconsciente escondido, y ríen
aún en los casos en que el contenido de lo revelado no lo
justificaría. Desde luego, condición de ello es que se haya
aproximado a ese inconsciente lo bastante para asirlo, tras haberlo
colegido el médico y habérselos presentado" 15. La risa no será
sino el signo de la aparición del falo allí donde nada había, el
efecto de cosquilleo de lo real como propio de la significación
fálica.
MAS ALLA DEL SENTIDO 185
!JI. ¿Pansexualismo?
Para Freud la estructura se agota en el sentido sexual, no
obstante lo cual se niega a admitir la acusación de pansexualismo
¿Vergüenza de Freud o detección de que hay un más allá de lo
sexual siempre atisbado aunque nunca claramente determinado?
Se trata de lo último: hay efectivamente un más allá que entorpece
la causa fálica, por eso se le experimenta como obstáculo in-
salvable que recibirá nombres diversos: pulsión de muerte, maso-
quismo primordial, reacción terapéutica negativa. Obstáculo in-
salvable cuando la interpretación se ampara en el padre y
pretende fundar y legalizar el deseo en el marco fálico. En esta
perspectiva hay un goce que escapa en parte a esta ley, goce
correlacionado con esa falta de significante en el inconsciente que
Lacan denominará objeto a haciendo de él y ya no del Padre el
principio de toda significación.
La interpretación freudiana, hecha "en Nombre-del-Padre"
busca sujetar al sujeto en análisis a un significante amo del
inconsciente, el padre, al abrigo del cual el analista interpreta.
Esto supone al Otro como lugar sin falta, suposición que Lacan
pretende impugnar proponiendo ir "más lejos", más lejos de la
búsqueda de sentido que realiza Freud. Pero ir más lejos a partir
del decir mismo de Freud, de su decir fundamental: no hay
relación sexual.
No hay relación sexual porque sólo existe un significante del
sexo, el falo. Falta el Otro que pueda hacerle "par" o, en otros
términos, hay falta en el Otro allí donde "debería" haber un
186 Daniel Gerber
significante. Allí donde "debería" está la castración, deuda
simbólica, único legado que finalmente el padre puede transmitir.
De este modo, al conocido aforismo "el inconsciente es el discurso
del Otro" es preciso agregar que el Otro -lugar de la sincronía
significante- es un lugar en hueco que no puede ser figurado como
un círculo que se cierra. El Otro carece de significante que lo
nombre.
Esta carencia está aludida por el concepto freudiano de
Urverdréingu,ng, de represión primordial. En ella, según Freud, se
funda el Vorstellungsrepriisentanz, el representante de la repre-
sentación del inconsciente que se constituye representando la
representación del sujeto allí donde ella falta. Como no hay
significante último en el Otro que represente al sujeto, éste no
puede ser agotado por el cogi,to y el inconsciente no designa más
que eso.
Ahora bien, no obstante concebir esta falta de un significante
en el Otro, tal como la noción de "ombligo" del sueño que conecta
con lo unerkennt -lo no-renocido- lo pone de manifiesto, no puede
Freud extraer de aquí la conclusión lógica: el inconsciente no lo
sabe todo. Su fe en el Padre es el obstáculo que en el análisis lleva
a un punto de detención más allá del cuai' resulta imposible
avanzar. Aferrado a esta fe nunca perderá la esperanza de saber
acerca de eso que no habla; y esto llega a colindar con el delirio
como se advierte en una afirmación muy próxima al fin de su vida
en la cual alienta la posibilidad de que la química brinde la
"solución" anhelada: "Quien haya seguido nuestras pun-
tualizaciones sólo por interés terapéutico acaso nos dé la espalda
con menosprecio tras esta confesión nuestra (de los obstáculos
MAS ALLA DEL SENTIDO 187
para la cura psicoanalítica). Pero la terapia nos ocupa aquí
únicamente en la medida en que ella trabaja con medios
psicológicos; por el momento no tenemos otros. Quizás el futuro
nos enseñe a influir en forma directa, por medio de sustancias
químicas específicas, sobre los volúmenes de energía y sus dis-
tribuciones dentro del aparato anímico. Puede que se abran para
la terapia otras insospechadas posibilidades; por ahora no
poseemos nada mejor que la técnica psicoanalítica, razón por la
16
cual no se debería despreciarla a pesar de sus limitaciones" .
Allí donde no hay significante la última esperanza es fincada
en la química, de la que podría llegar ese saber que el inconsciente
rehúsa porque no posee, se ve a Freud sumido en un atolladero
del que Lacan pretende salir inventando una escritura de esa falta
de significante: S (!/-),significante de la falta del Otro que puede
ser leído también como "no hay Otro del Otro", "no hay metalen-
guaje", o, más radicalmente, "La mujer no existe". Aquello ante lo
que Freud se detuvo y que Lacan intenta rebasar es la
constatación de que en el inconsciente hay un punto de no saber,
razón por la cual no puede decirlo todo.
Partiendo de esta constatación, puede agregarse ahora que el
7
decir del inconsciente es, en última instancia, decir la falta, lo
único "verdadero" que podría decirse sobre lo verdadero. Así lo
expone Lacan en un párrafo particularmente complejo de su
escrito "La ciencia y la verdad". Comienza afirmando: "todo lo que
hay que decir de la verdad, de la única, a saber que no hay
metalengu,aje (afirmación hecha para situar a todo el lógico-
positivismo ), que ningún lenguaje podrá decir lo verdadero sobre
lo verdadero, puesto que la verdad se funda por el hecho de que
188 Daniel Gerber
habla, y puesto que no tiene otro medio para hacerlo" 17. La verdad
es pues el lugar del hueco del Otro, de la falta de significante. Por
esto no puede decirse ... toda: ella no dice la verdad, solamente
habla.
Ahora bien, la continuación del párrafo introduce una
aparente paradoja: "es por eso que el inconsciente, que dice lo
verdadero sobre lo verdadero, está estructurado como un lenguaje
y por lo que yo, cuando enseño eso, digo lo verdadero sobre Freud
que supo dejar, bajo el nombre de inconsciente, a la verdad
hablar" 18• Es imposible decir lo verdadero sobre lo verdadero,
pero el inconsciente formula ese decir imposible. En
contraposición con el célebre aforismo de Wittgenstein que es-
tablece que "lo que puede ser dicho puede ser dicho claramente
y aquello de lo que no se puede hablar hay que dejarlo en silencio",
el inconsciente es el decir de eso indecible, el decir no-todo de la
verdad que bordea incesantemente ese hueco de la represión
primordial. Así se admite en lo que sigue del párrafo: "Estafa/ta
de lo verdadero sobre lo verdadero, que necesita todas las caídas
que constituye el metalenguaje en lo que tiene de engañoso, y de
lógico, es propiamente el lugar de la Urverdrangung, de la
represión originaria que atrae a ella todas las demás, sin contar
otros efectos de retórica, para reconocer los cuales no disponemos
sino del sujeto de la ciencia" 19. La represión primordial indica esa
falta del inconsciente cuyo sujeto, careciendo de un significante
último que lo represente en el Otro, resulta por ello forcluído de
la ciencia, que nada quiere saber de aquello de lo que no puede
saber pero que es condición de ella misma.
MAS ALLA DEL SENTIDO 189
El inconsciente no lo dice todo, hay en él un punto de no saber
que puede ser susceptible de dos lecturas distintas aunque no
contradictorias:
l. No saber del hombre sobre la mujer y de la mujer sobre el
hombre, puesto que los dos sexos son extraños uno para el otro,
exiliados entre sí.
2. No saber que, más radicalmente, recae fundamentalmente
sobre la mujer. La falta de significante de la mujer hace de ella el
Otro sexo por excelencia y el no saber del inconsciente en cuanto
no saber del Otro sexo es no saber nada de la mujer.
En este aspecto Lacan lleva hasta sus últimas consecuencias
el señalamiento freudiano de que sólo hay una libido, la mas-
culina, al sostener que sólo hay un significante del sexo, el sig-
nificante del hombre, el falo. Freud no dejó de buscar el
significante correspondiente ~l falo y la imposibilidad de hallarlo
generó esa pregunta que denotaba su impotencia: lqué quiere la
mujer?; el callejón sin salida a que conduce esta búsqueda resulta
de su presupuesto mismo: la existencia de la mujer como el
correlato homólogo del hombre, la existencia del sexo femenino
como el opuesto al fálico. Tal la premisa a cuestionar si se quiere
ser consecuentemente freudiano. Así, la única manera de tras-
cender esa impotencia será no dejar de concebir la existencia de
una líbido única, la masculina.
Falta un significante que es el de la mujer y esta falta deter-
mina la imposibilidad de fundar una relación entre hombre y
mujer, una co-relación entre dos significantes opuestos y com-
plementarios. A partir de 1964 esta tesis será cada vez más clara
en Lacan, pues la noción de una primacía de lo simbólico dejaba

190 Daniel Gerber
la posibilidad -no obstante el señalamiento siempre presente de
la disimetría de los sexos- de una relación sexual fundada en el
pacto que establece el orden simbólico. Pero a partir del semi-
nario impartido poco después de la exclusión de la I.P.A. Lacan
será tajante en desechar toda posibilidad de relación sexual. En
términos precisos retoma allí aquello que en Freud lleva a la
aporía, es decir, el hecho de que la diferencia de sexos no está
contenida en el psiquismo: "En el psiquismo no hay nada por lo
cual el sujeto pueda situarse como ser macho y ser hembra"20 .
Dicho en otros términos, en el inconsciente no hay dos significan-
tes del sexo sino uno solo, lo que explica las dificultades de Freud
para fundar una oposición en lo psíquico que se inscriba como
diferencia sexual. Las reservas que él mismo antepuso a la
distinción actividad/pasividad, sumadas a las múltiples dificul-
tades que generaba este antagonismo, son ilustrativas. Es que
ésta, como muchas otras distinciones que son tomadas de una
· psicología de los afectos, se basa en una lógica de los predicados
según la cual el hombre y la mujer representarían dos polos
complementarios, de manera tal que todo lo que no es masculino
es femenino y viceversa.
Esta idea de la complementariedad, tan cara a la psicología,
la antropología, la sociología y, en última instancia, a la religión,
es la que genera la ilusión de que cada uno tendría lo que falta al
otro, lo que lo permitiría devenir el par, la par... eja y llegar así a
hacer uno conforme al viejo mito de los seres andróginos relatado
por Aristófanes o al otro, más antiguo, que consagra al hombre y
la mujer a ser "una sola carne". Modos diferentes de establecer la
MAS ALLA DEL SENTIDO 191
posibilidad de escribir un solo goce que enlace a los dos, un goce
del conyungo.
Pero es este goce el que no existe ya que no hay más que el
goce del U no, que es fálico y regulado por la castración -goce fuera
del cuerpo por lo tanto-y el goce del Otro, que es loco, enigmático
y situado más allá del falo, goce del cuerpo fuera del significante.
Dos goces diferentes e incompatibles entre sí, en relación con los
, cuales los sujetos adoptan diversas posiciones; dos goces que
atraviesan de manera singular a cada ser parlante y no se super-
ponen a la diferencia de sexos, dos goces de los cuales uno de ellos
rebasa el marco puramente fálico. Esta es la novedad fundamen-
tal que trae a la luz el psicoanálisis, de modo que el pansexualismo
no es de ninguna manera una concepción propia de él sino de
cualquier tentativa de reducir el campo del goce al exclusivo goce
sexual, de todo intento de fundamentar que pueda haber un goce
. único de los sexos regulado por el significante, es decir, inscripto
en el lenguaje.
Ajeno al pansexualismo, el psicoanálisis descubre la ex-sisten-
cia de este otro goce más allá del significante, de manera que su
tesis fundamental va en un sentido contrario, afirma más bien que
el sexo es no-todo.
 192 Daniel Gerber
IV. La versión del padre (la pere-version)
La cuestión del sentido debe situarse en relación con esta falta
de significante. Si falta un significante en el Otro, éste ya no es el
lugar del sentido pleno, carece de respuesta última al enigma que
,, el sexo presenta.
Pero si bien en Freud no hay respuesta, hay un respondiente
último: el Nombre-del-Padre. La fórmula de la metáfora paterna
elaborada por Lacan a partir de la lectura del caso Schreber no es
sino la expresión algorítmica de esa respuesta que es el falo,
portador también de su implicación lógica: la castración.
El falo es la respuesta pacificadora que intenta poner orden
en el mundo, en particular entre los sexos: "En el falo se resume
el punto del mito donde lo sexual se hace pasión del sig-
nificante"21. Punto mítico de la imposible articulación de la carne
con el significante, del hombre con La mujer, la pacificación
pretendida deriva en pasión, padecimiento de la carne porque el
significante fálico hace obstáculo a la relación sexual. La obra es
del Padre que, portador del falo exige la pasión del hijo, único
camino posible para sostenerlo en ese lugar y ser causa de su amor.
Freud es inequívoco en su postulado de que el padre puede
aportar una fórmula de la relación sexual y es una fórmula de esta
índole lo que espera de la experiencia analítica, en el comienzo
de la cual todo analizante es hijo o hija. El artificio del padre se
erige como punto de partida inevitable para un análisis, pero esto
no debe hacer olvidar que este artificio reposa sobre la suposición
de que hay saber posible sobre lo que ha roto la homeostasis
MAS ALLA DEL SENTIDO 193
subjetiva y, por lo tanto, hay esperanzas de solución en términos
de un saber que podrá hacer significación al goce que perturba
ese equilibrio y que se encarna en el síntoma.
Mantener vigente esa posibilidad haría ineficaz al artificio
porque conduce a las interpretaciones edípicas hechas en nombre
del padre como la vía para llegar a nombrar ese goce. Aquí se
encuentra la dificultad insalvable que Freud no puede resolver
porque coloca el psicoanálisis en este horizonte de la búsqueda
de una fórmula para la relación sexual, lo que impide cuestionar
la función del Ideal representada por el Nombre-del-Padre a la
que en particular el neurótico, preso de la creencia de que puede
haber un apaciguamiento del goce y una conjunción posible de los
sexos, asigna un valor esencial.
Esta creencia en la posibilidad de la relación sexual, creencia
en el Padre, conduce a la impotencia. Si la potencia del padre es
fálica, su correlato es la castración del hijo como impotencia. En
este aspecto el falo puede caracterizarse como "la función
imaginaria que encarna la impotencia"22. Así, esperando del
análisis una respuesta en términos del falo que pueda brindar una
fórmula de la relación sexual, Freud se topará con una resistencia
irreductible que es el complejo de castración como función
imaginaria de la impotencia que se encarna en el falo. Sumido en
la impotencia para dar con esta "fórmula" no le queda más que
soñar con la posibilidad de una fórmula química que venga a
remediar la carencia.
Hay un solo camino para salir del atolladero: transformar la
impotencia que generara el hecho de que el análisis se sitúe en el
horizonte de la posesión posible del falo, en imposibilidad; im-
194 Daniel Gerber
posibilidad lógica de saber sobre el sexo, imposibilidad de saber
sobre el goce del padre.
De esta manera es posible retomar el aspecto fundamental
del descubrimiento freudiano que es la relación constitutiva que
liga al sujeto con el no-saber: el inconsciente no es sino efecto de
que el sujeto rehúsa ese lugar de no-saber. No pudiendo deter-
minarse como Uno por el significante, se detiene ante la im-
posibilidad de saber sobre el sexo y esperar el falo del padre,
significante con el que podrá fundarse como ese U no. Así es como
surge la función del falo como portador de una imposible respues-
ta sobre el sexo, justamente en el lugar de la falta del Otro,
en S( #. ).
La respuesta paterna ocupa ese lugar imponiendo un conjun-
to de marcas, insignias de autoridad y potencia que vienen a
colmar el vacío original dejado por el significante que falta, de
manera que el sujeto se identifica con ellas quedando así primor-
dialmente reprimido el sujeto del inconsciente. El trazado de esas
marcas equivale a la formación del ideal del yo, trazo del lugar en
el Otro, nombre propio, es decir, nombre propio del sujeto en el
Otro.
Este ideal establecido por el Nombre-del-Padre apunta a
consolidar el nombre propio como posibilidad de obturar la
carencia del Otro ("hay que tener un nombre"). El nombre propio
viene así a ocupar el lugar del nombre para siempre ausente y
elidido del sujeto del inconsciente, sujeto excluído y rechazado de
la cadena significante. En este nombre el sujeto se ve siendo visto
como amable por el Otro, pero la falta de consistencia de éste
MAS ALLA DEL.SENTIDO 195
último será causa de un interrogante destinado a no hallar
respuesta: lqué me quiere?
En esta postura amable el sujeto está condenado a per-
manecer en la indeterminaicón. Sólo un viraje en su posición que
lo coloque como deseante cuestionando el horizonte de deseable
en el que se encuentra por la acción del Ideal, puede poner fin a
tal situación. Esto requiere el desplazamiento de la vertiente de
sentido de la palabra -siempre en poder del Otro- poda de la letra,
tomando en cuenta que el decir inconsciente "nos recuerda que a
la vertiente del sentido que en la palabra rios fascina (... ) el estudio
del lenguaje opone la vertiente del signo" 23 . La vertiente del
sentido que nos fascina porque crea la suposición de que hay Otro
que lo puede develar debe ser sustituida en el análisis por la
vertiente del signo, que, agrega Lacan, hay que tomar como letra
para leer "como se descifra un mensaje cifrado".24•
El signo no se lee en relación con el otro signo, con el Otro,
como se lo haría en la vertiente del sentido; se descifra como lo
que viene a ocupar el lugar de Otro, como ocupante del lugar de
la cifra, del hueco en el Otro. Por eso es letra, trazo, insignia,
nombre propio del sujeto; respuesta del padre por la cual el sujeto
puede reconocerse Uno en el nombre propio del Ideal, escrito
'
con las mayúsculas que le dan su dimensión de grandeza.
-
Aquí es donde el proceso del análisis hace una lectura. Lec-
tura del inconsciente en ambos sentidos, objetivo y sujetivo, del
genitivo; lectura a la letra que deletrea y produce el efecto de una
fragmentación de lo propio, del nombre idealizado que es
reducido a su condición de letras ... minúsculas.
196 Daniel Gerber
La letra es inscripción de un trazo. Por esta inscripción el
sujeto de la enunciación inconsciente se borra al no quedar ahí
más que representado en su unicidad y el nombre propio es clara
expresión de esta función de trazo que muestra lo que el lenguaje
contiene de letra. Lo muestra por su vinculación estrecha con la
marca, ese absoluto fuera de sentido. De esta manera en los
nombres propios del ideal del yo el sujeto sólo puede verse siendo
visto por el Otro. Busca allí una respuesta que eleva su nombre a
la dignidad mayúscula, para confirmarse así que lo tiene.
El nombre se convierte en paradigma de aquello con lo que
se puede responder a la demanda del Otro para no admitir la
certeza del deseo, que sólo puede producirse con el surgimiento
de la falta del Otro: cuando descubro que el Otro no me ve desde
allí donde lo veo se abre un lugar vacío, hay falta en el Otro que
es el mismo sujeto en tanto el nombre propio del Ideal -su marca
en el Otro- puede fallar.
La lectura del inconsciente hace fallar al nombre propio.
De-letreado éste el sujeto ya no se ve a partir del Otro como
amable, se descubre sin nombre allí. Es por esto que, particular-
25
mente "el neurótico es en el fondo un Sin-Nombre" y en ese
punto de pérdida de su identificación, está el lugar de su deseo,
su verdadera causa que no tiene nombre. Allí donde nada hay en
el Otro que responda por él, el objeto a más allá del ideal del yo
podrá advenir como causa del deseo.
En este punto fundamental no puede Freud cuestionar la
respuesta del Padre y por esto mismo tropieza. Para él la verdad
está ligada a la versión del Padre, esto es, al falo. Versión del
padre, vuelta hacia el Padre, pere-version en términos de Lacan:
MAS ALLA DEL SENTlDO 197
buscando el sentido último, el hijo/a se vuelve hacia el padre
edípico digno de ser amado en cuanto es el lugar del saber. Padre
edípico que es el padre muerto, el padre asesinado; su asesinato
constituye el acto supremo de amor que le da existencia en el
fantasma del neurótico quien, de esta manera, construye un lugar
privilegiado hacia donde dirigir sus preguntas. El padre muerto
es la falta de una falta del Otro, de su falta de saber. Por esta razón
el asesinato del padre no resuelve el impasse del neurótico sino
que, por el contrario, refuerza su fantasma que es sostenido por
ese amor del padre.
El fantasma del neurótico es una pere-version, bastión que
tanto el hombre como la mujer defienden encarnizadamente. Es
la célebre roca viva de la castración que Freud encuentra como
escollo insalvable: la mujer en eterna espera del falo del padre no
podrá trascender la envidia del pene y el hombre se rebelará
contra su actitud pasiva o femenina hacia el otro hombre. El
escollo parece insuperable y lo es cuando el analista se autoriza
en el padre porque de esta manera no puede ofrecer otra cosa que
la respuesta fálica que lo llevará a este atolladero.
La salida del análisis que propone Freud consiste en someter
el goce, y por lo tanto el síntoma que se liga con él, a la ley fálica.
La dificultad se presenta en el hecho de que ese goce sólo parcial-
mente se somete. Pero además, el padre muerto es el que sabe
sobre el goce, ¿cómo trascender entonces la espera de ser amado
por ése que sabe? A esto se suma que la posibilidad misma de ser
amado conducirá a la decepción fálica en el caso de la mujer y a
la rebelión contra la posición femenina en el hombre, dos caras
del obstáculo que, en última instancia, Freud denomina
198 Daniel Gerber
"desautorización de la femineidad" 26• Desa~torización que ex-
presa la negativa de introducir el ser de goce en la dialéctica del
deseo, sacrificando de este modo todo el goce al Otro: "Lo que el
neurótico no quiere y lo que rechaza con encarnizamiento hasta
el final del análisis, es sacrificar su castración al goce del otro,
dejándola servir para ello"27. No-todo del goce se deja someter,
queda un resto, resto vinculado en ambos sexos a la femineidad
como innombrable. Ante tal situación Freud intenta un for-
zamiento por medio del padre, pero ningún si~nificante viene en
su auxilio.
Precisamente aquí Lacan señalará la existencia de un más allá
del significante que la cura tiene que poner en juego para que la
salida de la misma de desplace del horizonte de la búsqueda
significante y se coloque en la perspectiva de la imposibilidad de
saber sobre el objeto del fantasma, saber que el Padre como amo
del deseo pretende sostener.
La creación del psicoanálisis por Freud obedece al intento de
dar respuesta a una demanda de significante del goce. Pero,
situada sólo en el registro significante, esta respuesta no puede
ser sino fálica. El Otro goce, La, mujer, quedan así en el lugar de
enigma irresuelto. Otorgando a la interpretación el carácter de
respuesta significante, Freud deja intacto el núcleo de la neurosis,
del mismo modo que no pude dar cuenta de eso que se liga
indisolublemente a tal núcleo: la naturaleza del amor de trans-
ferencia, amor del padre en cuanto padre del significante. De ahí
que la pretensión de hacer de él un significante bajo la modalidad
del asesinato como resolución de la transferencia según el aforis-
MAS ALLA DEL SENTIDO 199
mo de que "nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigi.e"
fortalece ese amor.
Enfrentado a este impasse, Freud afirma que se encuentra
frente a una roca inquebrantable. Ahora bien, lno es él mismo
quien provoca esta resistencia que encuentra como efecto de su
propio empeño? Su esfuerzo va encaminado a conducir el discur-
so del paciente a lo reprimido para sostener seguidamente que
este reprimido es de orden sexual, estructurado por el falo y el
complejo de castración. Pero esta manera de concebir el incons-
ciente no podrá dejar de colocarlo ante un imposible de. inter'-
pretar, un fuera-de-sentido del goce, un más allá de lo sexual que,
no dejándose someter por el significante, lo sume en la impoten-
cia. Como dice Lacan: "Freud parte de su causa fálica para deducir
de ella la castración, lo que no va sin rebaba que me empeño en
esponjar"28•
V. La, a-puesta de La.can
Si se sigue la tesis freudiana que sostiene que todo lo incons-
ciente es reprimido y todo lo reprimido es sexual, es decir,
depende del padre, se va a chocar siempre con un imposible de
interpretar, obstáculo insalvable para el análisis y, por la misma
razón, fundamento de la impractibilidad que caracterizaría al
psicoanálisis en los psicóticos.
 I
200 Daniel Gerber
La autoridad del Nombre-del-Padre tiene un límite, lo real
que es a la vez límite del sentido: "No hay verdad sobre lo real ya
que lo real se dibuja como excluyendo el sentido. Incluso sería
demasiado decir que hay real porque decirlo es suponer un sen-
tido"29. Este fuera del sentido es determinante de una falla in-
herente a la producción de sentido como principio esencial de la
paternidad, productora de la significación fálica en el Otro.
El paso que da Lacan en relación al texto de Freud lo lleva a
revelar que, más allá de la lógica fálica -lógica del sentido- el
proceso analítico nos muestra que el objeto causa del deseo
-objeto de la pulsión sexual- es fundamentalmente a-sexuado, y
esto determina que la sexualidad no esté originariamente ligada
a una diferenciación de los sexos sino a ese objeto plus-de-goce
que el saber inconsciente trata de sexualizar -falicizar- a fin de
darle sentido. De modo que, contrariamente a las esperanzas de
Freud, el inconsciente no dice todo o, dicho de otra manera, no-
todo está reprimido, no todo es sexo pues la represión primordial
determina la existencia de un no-reprimido fundamental, la
femineidad, que confronta con otra cosa que la represión: la
censura.
La represión, en efecto, no es lo mismo que la censura. Lacan
distingue ambos conceptos a partir de la afirmación freudiana de
que sólo la representación -lo que depende del significante- es
reprimida. Ahora bien, si como se desprende del mismo Freud,
el significante de la mujer no existe, la femineidad entonces no
puede formar parte de lo reprimido sino que está vinculada a la
censura, "nivel más primordial, estructuralmente"30 º La
femineidad puede definirse como aquél fuera de sentido que
MAS ALLA DEL SENTIDO 201
Freud se empeña por reprimir, por sexualizar en el sentido fálico
del término, es decir, por inscribir en el significante. No es fortuito
por lo tanto que él denomine "desautorización de la femineidad"
al obstáculo principal, ya que éste no es sino esa parte del goce
que resiste obstinadamente a la sexualización, constituyendo así
un no interpretable radical -en el sentido freudiano de la
interpretación- más allá del sentido y despojado absolutamente
de significante.
En su empeño por descifrar el sentido del síntoma Freud se
topa con este real que, en la enseñanza de Lacan constituirá la
elaboración fundamental: el objeto a. Carente de estatuto
empírico, este objeto es esa nada, el objeto en hueco que se
constituye como verdadera causa del deseo más allá de la ley del
Padre. Extraído del texto de Freud por Lacan, es su "aporte"
fundamental, paradójico; aporte que no otorga sentido a la obra
del fundador, no la aclara, no la completa, la descompleta, le resta
sentido y de tal modo produce un plus de sentido, un objeto más
allá de todo sentido.
Por la existencia del agujero en la batería significante, ele
S( !A) -la falta de significante del sexo femenino- la perspectiva
cambia y el problema del psicoanalista deviene el de su no-saber
o, más precisamente el de saber qué es eso que hace que sepa que
no sabe, qué es ese oscuro objeto causa del deseo que hace hablar,
soñar, crear, y que el síntoma encubre. Ahí está el principio de
toda significación, la referencia de goce que el significante no hace
más que bordear, el lastre que opera de contrapeso a fin de anclar
el significante posibilitando la constitución del "punto de capitón",
corte del discurso que de otro modo se presentaría como un flujo
202 Daniel Gerber
incontenible, no disociado del goce. La significación del discurso
sólo puede fijarse verdaderamente por este anclaje en un real que
lo lastra con su peso, peso de certeza que solamente el objeto
puede otorgar.
No es posible una certeza en el discurso si no es por la puesta
en juego del objeto como no-sentido, enunciación inarticulable
constitutiva del acto de hablar que condiciona todo enunciado. El
objeto como enunciación ocupa así el lugar del interior excluído
del proceso de articulación significante, prqceso que sería in-
finitamente circular de no ser que entre s(A), el significado y A,
el lugar del código, existe el objeto a que permite el anclaje y evita
de esta manera el giro indefinido. Así lo menciona Lacan en un
párrafo esencial de "Subversión del sujeto... " en el cual anticipa
de algún modo la .cuestión del acto analítico: "La sumisión del
sujeto al significante, que se produce en el circuito que va de s(A)
a A para regresar de A a s(A), es propiamente un círculo en la
medida en que el aserto que se instaura en él, a falta de cerrarse
sobre nada sino su propia escansión, dicho de otra manera a falta
de un acto en que encontrase su certidumbre, no remite sino a su
propia anticipación en la composición del significante, en sí
misma insignificante"31.
S'
$ 6.
MAS ALLA DEL SENTIDO 203
No hay pues certidumbre en el puro movimiento de escansión
sobre sí del significante, movimiento suspendido de la Buena Fe
del Otro, siempre imposible de asegurar. Sólo el objeto del fan-
tasma puede aportar el lastre indispensable para,hacer precipitar
la significación. El símbolo 6. en el origen de la línea de la
significación viene a representar así el peso que al precipitar la
significación produce a $, ya no concebido como exclusivo efecto
de significado -s(A)- sino más radicalmente como respuesta frente
a lo real del objeto.
Lo que cae del discurso como pérdida es la refe~encia
inaprehensible que produce significación y de esta manera deter-
mina al sujeto. Es esta dimensión de la caída la que permitirá que
el análisis se coloque en una perspectiva diferente del horizonte
siempre· inalcanzable de búsqueda del sentido último.
Esta perspectiva depende de una apuesta: apuesta por la caída
del objeto cuya presencia muda es el decir del sujeto del incons-
ciente, el decir "la misma cosa" que es referencia de toda palabra
articulada. Este mismo decir es el acto analítico, acto sin Otro del
significante en el cual no es una demanda lo que viene al lugar de
la falta, lo que generaría la incertidumbre irresoluble acerca de la
Buena Fe de esa palabra, sino esa nada que nace precipitar una
certeza.
La puesta 1m juego del objeto es correlativa de una
reformulación del supuesto primado de lo simbólico. Lo que
Freud entendía como primacía del inconsciente conduce a un
proceso inacabable de búsqueda del sentido último, sentido inal-
canzable en el plano del significante pues no hay significante
último. La interpretación que se funda en el hecho de que un

204 Daniel Gerber
significante toma su valor de otro no puede dejar de abrirse al
infinito, aspecto en el que la búsqueda del sentido último evoca
la idea religiosa de la interpretación y la lectura. Es justamente la
religión quien sostiene que hay un sentido cuya revelación se
puede esperar para un poco más tarde; lo que está en la base de
la afirmación lacaniana que señala que el sentido es siempre
religioso. Es religioso porque obtura el hueco del Otro y también
porque re-liga, establece una alianza entre los significantes fin-
cada en la ilusión de una estructura completa cuya consistencia
está suspendida a la: idea de Dios, del Padre como punto de
capitón insustituíble.
La creencia en ese sentido que va a revelarse es también la
fuente del delirio de interpretación, que viene a anudarse
estrechamente con la interpretación de sentido, anudamiento
para el que Lacan propone un neologismo: dieu-lire (dios-leer,
homofónico a delirio), revelador de la fe ingenua en el incons-
ciente que impera en ambos casos. Fe sustentada en la asignación
al inconsciente de la posibilidad de decirlo todo que está en la
base de la relación de amor-odio con este saber para la cual Lacan
producirá otro neologismo: hainamoration, "odioamoración".
Hainamoration del Padre que es inconsciente porque sabe, por-
que es la falta de la falta del Otro, esencia de la relación trans-
ferencia!.
La transferencia analítica establece esta relación de
hainamarationj de manera que el problema planteado es el de
instaurar un límite a ella. la equiparación del fin del análisis con
la salida del Edipo por la muerte del padre no puede constituir
ese límite y el mismo Freud deja constancia de ésta en una de las
MAS ALLA DEL SENTIDO 205
muchas paradojas de su obra: cuando se refiere al destino del
complejo de Edipo y señala que la resolución "ideal" implica su
desaparición total del inconsciente y su relevo por el superyo 32.
La afirmación es sorprendente porque postular la desaparición de
todo vestigio del complejo de Edipo para la instauración del
super-yo en su lugar no puede menos que conducir a la
instauración de la tiranía de este último. Así, la resolución que
Freud considera "ideal" coincidiría con la instalación del Otro sin
falta, Otro del saber cuyo mandato se reduce al "igoza!" que hace
imposible la pregunta por el deseo.
No hay resolución por el asesinato del padre, que en realidad
sólo conduce a su tiranía. De ahí la necesidad de otra salida, un
límite a la hainamoration que pueda establecer una causa para
desear, una respuesta que venga de otra parte que del Otro de
cuya Buena Fe nunca habrá garantías porque siendo inconsciente
-Dios es inconsciente- no puede decirlo todo. La práctica analítica
debe fundarse en esto que Lacan denomina la "verdadera fórmula
del ateísmo" porque no se propone llevar a "asumir" la muerte de
Dios, muerte que le daría ex-sistencia haciendo de él el sig-
nificante amo al que el sujeto debe sujetarse, sino a fundarse en
la certeza de que el Otro es real, resto expulsado de la batería
significante, falta inexorable del saber. Esto, en otros términos,
equivale a afirmar que el agente de la castración no es el padre
simbólico, que ex-siste y asegura la consistencia del Otro, sino el
padre real, es decir, la falta de significante de la paternidad que
determina que ésta sólo pueda ser abordada por el nombre o el
mito. La salida por el asesinato, que resguarda al padre de la
castración, queda fuera de juego en el psicoanálisis donde la
206 Daniel Gerber
apuesta es por la castración que viene a afirmar que no hay
"heredero" del complejo de Edipo sino imposibilidad de legado,
imposibilidad de encuentro entre padre e hijo/a.
De esta manera queda impugnada la posibilidad de una salida
"pacificante" por la instauración del Nombre-del-Padre. Se ha
hecho un lugar común afirmar que frente a la fusión madre-hijo
el amor del padre puede producir la separación. Esto es más bien
la religión cristiana que propugna una alianza "feliz" con el padre,
alianza que en realidad coincide con la instauración del super-yo.
La verdad que el psicoanálisis trae consigo va en sentido contrario
al evangelio pues su "mensaje" no contiene la promesa de
reconciliación con el Padre sino la certeza de que el encuentro no
es posible ya que de serlo la catástrofe sería irreparable.
El analista queda enfrentado así a una elección fundamental:
el padre o el objeto a, pero no puede optar más que por el segundo
en la medida en que hacerlo por el primero lleva a un atolladero
insuperable. La opción por el objeto está en el conocido aforismo
lacaniano "el analista no se autoriza más que por sí mismo". Es
preciso preguntar quién es ese "sí mismo" al que se hace referen-
cia. Descartada la posibilidad de que pueda tratarse del siempre
impugnado yo psicológico de la ilusoria autonomía, no queda otra
alternativa que entender que se alude a ese ser de pura pérdida,
el objeto caído, vertiente real del sujeto que constituye el único
soporte del acto analítico.
La apuesta es entonces la a puesta en juego, la carencia en ser
como agente del proceso analítico y no el ser "idealmente"
logrado. Apostarlo todo por esa nada que hace al sujeto y que
debe movilizar el análisis está en la base de una paradoja: el .acto
MAS ALLA DEL SENTIDO 207
analítico no aporta un complemento de saber, no se caracteriza
por la conveniencia ni la armonía -exigencias de sentido ... común-
ni tampoco quiere el "bien" del sujeto; lo caracteriza más bien la
inconveniencia y el horror, la falta de sentido que impugna la
demanda de garantías. No hay otro camino puesto que quien exige
garantías no tiene otra posibilidad que autorizarse en el Padre,
opción que lleva a lo peor, el super-yo: "De lo que perdura a
33
pérdida pura a lo que no apuesta más que del padre a lo peor" .
La respuesta que se espera del Otro, y esto también en el
análisis, es una respuesta que pueda dar pruebas de su Buena Fe,
su entereza, su intachabilidad. Es la respuesta que el analista no
puede dar: la última palabra, garantía de la Buena Fe que elimine
la radical inconsistencia del Otro, esa última palabra de la verdad
última que la rdigión se empeña por dar bajo la forma del padre
muerto. El analista no puede dar esa respuesta porque ella no
existe, porque no hay significante de la Buena-Fe del Otro y es
por esto que su respuesta no es del orden del significante sino del
objeto que no es Sin Fe sino que funda su consistencia en la
tachadura del Otro, límite de su saber que hace de barrera a la
hainamoration.
Si la pregunta del sujeto es "lqué me quiere el Otro?", la
respuesta no puede ser aportada por el padre muerto, por el
significante del padre: a este nivel del Otro sólo se encuentra ese
carácter Sin-Fe de la verdad con la consiguiente e irresoluble
exigencia de garantías. La solución sólo es concebible en la 1
medida en que el analista se coloca en la vertiente del objeto y no
en la del significante. Dice Lacan: "Sin duda el cadáver es por
cierto un significante, pero la tumba de Moisés·está tan vacía para

208 Daniel Gerber
Freud como la de Cristo para Hegel. Abraham no ha entregado
su misterio a ninguno de los dos" 34. No es en el cadáver, ert el
significante del padre muerto donde puede encontrarse la
solución. Es necesario -como lo hace Lacan en el seminario sobre
"El Nombre-del-Padre"- remitirse a Abraham y a aquello que lo
conduce a sacrificar al deseo explícito de Dios lo que tiene de más
querido, todo lo que hace su goce, su hijo Isaac. De aquí, del objeto
plus-de-goce que exige la renuncia al goce, puede provenir la
respuesta que Freud y Hegel no encuentran porque la buscan en
el significante.
La respuesta no está en el Nombre-del-Padre, llámese Moisés
o Cristo, porque a ningún sujeto el significante puede revelar el
misterio del objeto. En este punto -donde está en juego el
problema de la salida del análisis- Lacan pretende ir más lejos que
Freud, no salvarlo para repetir un ciclo eterno. Lacan no salva a
Freud como éste en su momento salva al padre edípico; procura
más bien hacer advenir al padre real, Abraham sin Isaac, padre
del encuentro imposible con el hijo: "Nadie puede decir que es la
muerte de un hijo sino el padre en tanto que padre, es decir,
ningún sujeto consciente"35 . En efecto, el padre en tanto que tal
es inconsciente, lugar irreductible determinado por un reprimido
primordial, fuera del sentido: "(la paternidad) tiene algo que está
ahí originariamente reprimido, y que resurge siempre en la
ambigüedad de la cojera, del tropiezo y del síntoma, del no
encuentro, dustuchia, con el sentido que permanece oculto" •
36
El padre real, más allá del sentido, es finalmente el que no
dice nada de la relación paternidad-filiación, el límite del sentido
t r
si se sostiene que éste es, en última instancia, sentido sobre la
MAS ALLA DEL SENTIDO 209
paternidad. Ahora bien, sobre este imposible de la filiación se
abre en el sujeto una certeza que el análisis puede establecer,
certeza de la falta de saber sobre el goce del padre, cuyo objeto
está en otra parte, en una mujer y no en La mujer que el sujeto se
vería empujado a encamar si saber sobre ese goce fuera posible.
La verdadera filiación no consiste entonces en heredar bajo la
forma de super-yo un saber sobre el goce, del cual el padre sería
portador, sino la certeza de haber nacido del encuentro fortuito
1
de dos deseos, es decir, de una relación imposible que no puede
dejar más legado que la falta: falta de goce del padre, falta de
encuentro entre padre e hijo/a.: "Traumatismo, no hay otro: el
hombre nace malentendido"37.
La apuesta de Lacan, apuesta por el objeto sabiendo que no
hay El padre, se sitúa así en las antípodas de aquélla formulada
por Pascal quien, ante la imposibilidad de demostrar la existencia
del Otro, propone como solución apostar por el padre; es una
manera de llenar el agujero de una ausencia. Hay que agregar que
el psicoanalista está en posición que le permitiría hacerlo, pero
esto lo convertiría en garante del Otro, lo que tiene como con-
secuencia la imposibilidad de alcanzar una certeza. Ninguna
garantía basta para eliminar la dimensión Sin Fe del Otro, de
modo que la pretensión de cubrir el agujero aportando el sig-
nificante mantiene la indeterminación del sujeto. La impotencia
inherente al significante eterniza el análisis, de ahí que "se trata
en el psicoanálisis de elevar la impotencia (aquélla que da razón
del fantasma) a la imposibilidad lógica (aquélla que encarna lo
real)" 38 La impotencia es correlativa del empecinamiento
fantasmático por cubrir enteramente la falta del Otro. Será
210 Daniel Gerber
preciso atravesar esta función fantasmática pqra ir más lejos, a la
falta del Otro que ella pretende remediar. Aquí es donde podrá
fundarse la certeza del sujeto: en una imposibilidad lógica, im-
posibilidad de hablar del padre, de establecer una filiación, una
significación integralmente transmisible de padre a hijo/a.
Así, mientras que el asesinato del padre deja en pie la ilusión
del legado fálico para hacer del falo la pasión de la impotencia, la
puesta en juego del padre real establece que nada es transmisible
excepto la castración, "no es del asesinato del padre que se trata
39
sino de su castración" .
Si la producción del sentido es indisociable de la operación
del fantasma que, en Nombre-del-Padre, organiza la realidad del
sujeto, la superación del impasse freudiano -determinado por la
imposibilidad de cuestionar la autoridad del padre para legislar
sobre el deseo, al que se pretende erigir como un goce perfecta-
mente regulado- requiere ir más allá de esa producción fan-
tasmática, más allá del Edipo que supone el inconsciente estruc-
turado como un lenguaje. Es la única manera de establecer un
momento de concluir al tiempo para comprender qué quiere La
mujer, pues nada hay qué comprender desde el momento en que
lo que allí hay es... nada. No se trata de una comprensión, se trata
de una conclusión.
MAS ALlA DEL SENTIDO 211
VI. El discurso del psicoanalista: una salida al tropiezo freudiano
La lectura de Lacan extrae del texto de Freud un objeto al que
denomina objeto a, objeto de la pulsión causa del deseo. Es la
innovación propiamente lacaniana: haber establecido el principio
de toda significación en el resto excluído de la cadena significante,
resto del Otro que falta para fundar una relación con él.
Por el resto hay discurso, vínculo social a partir de la demanda
fundada en el objeto perdido. El discurso hace vínculo social,
requiere el Otrv que venga a ocupar el lugar vacío. Ahora bien,
la definición del discurso como vínculo social permitirá superar
el impasse freudiano surgido de la consideración del inconsciente
estructurado como un lenguaje.
Para Lacan el discurso es un modo específico del decir, no la
expresión del dicho. El decir supone el Otro: es vínculo social con
una estructura y un saber determinado, vínculo social correlativo
a la falta de relación sexual. No hay relación sexual pero hay
relación social no sexual a partir del objeto a, de la carencia en
ser.
Cuatro discursos, cuatro tipos de relación social o cuatro
modos del decir esta ausencia de relación sexual pueden distin-
guirse.Tres de ellos existen desde siempre para sostener, de al-
guna manera, la posibilidad de la relación sexual: el del amo, el
de la universidad y el de la histérica. Un nuevo discurso surgirá a
partir de la invención freudiana, el del psicoanalista, que viene a
formular sin ambages la imposibilidad de la relación sexual. Como
modos del decir los cuatro discursos son modos de dominio ya que
 212 Daniel Gerber
el discurso no es otra cosa que el testimonio .de que la relación
humana es siempre diferencial y no igualitaria. Toda relación
humana es de dominio, excepto la relación entre los sexos ... sí
existiera. Faltando la relación sexual sólo existe relación allí
donde hay discurso y toda relación está fundada en algún tipo de
dominio.
Así lo comenta Lacan: "La relación sexual, hay que
reconstituirla por un discurso. Ahora bien, el discurso tiene una
finalidad totalmente distinta, aquello para lo que sirve en primer
lugar es para ordenar, entiendo por esto para formular el man-
damiento, que me permito denominar intención del discurso, ya
que esto queda del imperativo en toda intención. Todo discurso
tiene un efecto de sugestión. Es hipnótico. La contaminación del
discurso por el sueño valdría ser puesta en relieve ante la ex-
periencia llamada intencional, o sea, tomada como mandamiento
impuesto a los hechos. Un discurso es siempre adormecedor,
salvo cuando no se lo comprende -entonces despierta" 40 . El dis-
curso es pues reconstitución de la relación sexual que no existe y
su función es por ello hipnótica: como en el sueño se trata de
recubrir, ocultar por medio del significante lo real de esa ausencia.
J,,a comprensión sirve para el propósito de mantener al sujeto
capturado por el significante; de ahí que sea cuando no se com-
prende, cuando hay confrontación con un fuera del sentido como
sucede en el discurso del psicoanalista, que es posible despertar.
La producción del discurso del psicoanalista (; ;
2 1
1
) hace
de la no comprensión del sujeto la causa de una modificación
11 fundamental de su relación con el goce porque viene a mostrar
MAS ALLA DEL SENTIDO 213
que no hay saber sobre el goce que no sea más que saber supuesto:
; . De esto se desprende la imposibilidad de la relación del Uno
1
con el Otro que le con-venga (S2 // S1), lo que determina que la
falta-en-ser quede colocada como certeza esencial que domina al
~
sujeto (a_,. $).Esto permitirá concebir retroactivamente el lugar
y la función de los otros tres discursos cuyos propósitos sugestivos
van aparejados al hecho de que, de una u otra manera, se estruc-
turan en Ja perspectiva de una relación sexual posible.
El discurso del amo expresa la relación dominador-domi-
. Sl _,. S2
mmado: $ /1 --;;·
El discurso de la universidad escribe el vínculo sabio/ig-
norante:
S2 -~ a
- -
S1 11 $
El discurso de la histérica, por último, es un tipo de vínculo
que pretende dar respuesta al interrogante ancestral acerca de la
relación entre hombre y mujer. Sustentado en la ausencia de
relación sexual se inscribe en el horizonte de la esperanza de que
habrá en el futuro esa relación; no hay aún relación sexual pero
el saber acerca de ella (S2) está por producirse: ~ ; ~~·
lCómo puede producirse este saber? Porque la producción,
S2, el Saber como tal, es saber sobre el Otro sexo y ocupa por lo
tanto el sitio de La mujer, definible en el universal del La. Es

214 Daniel Gerber
característica del discurso de la histérica, y por extensión del
discurso del analizante, que ella, La. mujer, puesta como modelo
del sujeto (ho~bre o mujer) es supuesta (puesta debajo:~~) saber
sobre lo que conviene al goce del hombre en tanto que amo y por
lo tanto castrado (Sl, cuya verdad es siempre $). ~~,escrito en
este discurso en el costado derecho de la fórmula y que se lee amo
sobre saber representa a los significantes del hombre (S 1) y La.
mujer (S2), supuesta saber del objeto (a) que conviene al goce de
aquél. Es clara así la posición histérica, tan próxima a la freudiana,
de salvar al padre reparando su inevitable castración para sos-
tenerlo como amo (Sl). Ahora bien, es necesario recordar que
este discurso, fincado en la esperanza de que habrá saber sobre la
relación sexual, tiene como verdad al objeto a, eso que hace y hará
hablar eternamente a la histérica y la hará desear más allá de todo
saber posible.
Causado por el objeto que escapa al Saber (a// S2), el discurso
de la histérica se constituye como demostración palpable que el
mito edípico y la lógica fálica, de algún modo construcciones
histéricas, desconocen la existencia de La. mujer como tal. La
paradoja es notable porque si por un lado el padre edípico (Sl)
es creación del discurso de la histérica que erige Otro a quien
demandar una respuesta sobre La. mujer, por otro lado este
discurso se sostiene en la imposibilidad de encontrar esa respues-
ta, única manera de mantener la creencia que hay Padre.
Así, la demanda histérica es inagotable: demanda de un saber
que el padre no estará ~n posibilidad de brindar pues su única
MAS ALLA DEL SENTIDO 215
respuesta, el falo, tiene por correlato lógico y decepcionante la
castración. De ahí el desafío, entre esperanza y despecho, que
marca la relación de la histérica con el padre y que se desplaza
transferencialmente a su relación con el analista cuando éste
pretende autorizarse en el padre.
Ahora bien, este discurso es el que retoma todo analizante
que en su entrada al dispositivo analítico se histeriza suponiendo
una relación ideal entre el hombre y La mujer (y no una mujer).
Histerizado, busca el sentido, sentido de la relación sexual que es
el sentido de la paternidad, sentido que espera hallar en el
momento en que el significante de La. mujer que haría falta para
hacer existir la relación sexual sea finalmente descubierto. La
ausencia de tal significante puede eternizar la búsqueda, lo que
explica la apertura al infinito que se genera con la histerización.
Apertura al infinito implica indeterminación: en la
histerización el sujeto permanece indeterminado porque no
habiendo saber que pueda dar respuesta al enigma de La mujer
tampoco puede hallar el significante que lo representa ante este
Otro significante que falta.
El análisis no puede dejar de producir en primera instancia
esta indeterminación, efecto inevitable de la estructura del len-
guaje donde el sujeto busca "su" significante. Pero si un sig-
nificante no vale sino en función de Otro (S1 ~ S2), la palabra se
abre a una recurrencia sin fin. La histerización -pasión de lo
simbólico, pasión entonces del falo y del sentido- va aparejada a
tal indeterminación del sujeto en tanto habla.
Ante este panorama surge la impresión de que sólo si existiera
el otro significante -el de La. mujer- podría detenerse este
216 Daniel Gerber MAS ALLA DEL SENTIDO 217

movimiento de recurrencia sin fin. No siendo esto posible, ¿cuál entre lo que sueño y olvido,
es la alternativa que puede evitar que el análisis se extravíe en la la poesía.
infinita búsqueda del significante que no está? Dicho de otra Se desliza
manera: ¿es posible trascender la histerización? Es la entre el sí el no:
preocupación que Lacan manifiesta a partir de 1964, cuando la dice
primacía de lo simbólico es puesta en cuestión justamente porque lo que callo,
conduce a una histerización sin límite. Desde este momento se calla
tratará de establecer un límite a esta situación, límite que no pudo lo que digo,
ser marcado por Freud en la medida en que el fin del análisis se sueña
situaba para él a nivel de una relación sexual posible. lo que olvido.
Hay una razón esencial que justifica esta necesidad: la deman- No es un decir:
da histérica es saber pero al mismo tiempo negativa de saber pues es un hacer.
-
ninguna simbolización bastará para nombrar ese núcleo vacío de Es un hacer
la falta de significante del Otro sexo (a // S2). Cuestionada la que es un decir.
posibilidad de brindar una respuesta de saber, sólo cabe una La poesía
invención de no saber que no consiste en una interpretación de se dice y se oye:
sentido sino en una producción del orden de lo poético que puede es real
transmitir un no sentido, es decir, "lo que hay de más positivo, más y apenas digo
41
nodal, en el efecto de sentido" . es real.
Sólo el recurso a lo poético permite obtener un efecto de ese se disipa
tipo porque la palabra poética es aquélla que no desemboca sobre ¿'As'i es mas
, rea1?42
.
una argumentación o un razonamiento sino sobre esa desga-
rradura del ser que define lo real. Nada mejor entonces que las Un decir -no un dicho- que no se distingue del hacer: el acto
palabras de un poeta para definir -poéticamente- este efecto de poético, un acto sin Otro, fundamento del acto analítico. Nada
creación que hace ex-sistir lo real por la invención del significante más clara que la invención poética para pensarlo, si se recuerda
inédito: que la poesía "es efecto de sentido pero también efecto de
Entre lo que veo y digo, agujero" 43 •
entre lo que digo y callo,
218 Daniel Gerber
El límite de la búsqueda freudiana es correlativo de su
concepción del inconsciente como discurso del Otro, del Otro
pleno. Esto imposibilita fundar el acto analítico. La causa no
perdida del amor del padre genera el afán por salvarlo, dejándolo
al margen de la castración, y su efecto es la absoluta creencia en
el saber inconsciente. Ante esto, la falta de un significante crea un
problema irresoluble y la interpretación que busca el .sentido
chocará siempre con el enigma de la femineidad, no-sentido
donde el análisis encalla para no dejar de girar en redondo.
Correr en pos del significante conduce a girar en falso,
situación de la que Lacan da testimonio: "Me ha sucedido otras
veces de decir, a imitación de un pintor célebre, yo no busco,
encuentro. En el punto en que estoy no es tanto que encuentro
sino que busco. Dicho de otra manera, giro en redondo" 44•
Este girar es producto del movimiento mismo del incons-
ciente, movimiento engañoso para el que Lacan inventa otro
neologismo: chemine-ment (encamina-miento): "En el análisis
puede decirse que lo verdadero miente. El análisis es un largo
encamino-miento (chemine-ment). Se lo encuentra por todas par-
tes. Que el camino miente"45. Movimiento engañoso en cuanto
fincado en la promesa de un significante que no está, promesa
cuyo imposible cumplimiento instituye una verdadera estafa,
término que emplea Lacan para caracterizar la búsqueda de
sentido46• Es la estafa del significante mismo que no puede
cumplir la promesa que su misma estructura lleva implícita: todo
S1 aparece prometer un S2, el sexo fálico parece prometer el Otro
sexo. Sostenido por esta promesa el movimiento del inconsciente,
MAS ALLA DEL SENTIDO 219
el encamina-miento, toma la dirección de la mascarada, del
engaño.
El mismo Freud detectó esta situación al referirse al análisis
de la joven homosexual47 . Pero en ese momento no pudo extraer
las conclusiones que su observación permitiría. En ese caso Freud
descubre la existencia de sueños "mentirosos" con los cuales, dice,
la paciente "tenía el propósito de engañarme, como solía engañar
al padre" 48 . Justamente el hecho de tomar el lugar de ese padre
al que no puede engañarse, el pere-sévére, el que persevera con su
exigencia de que se le diga la verdad toda bajo el supuesto de que
esto es posible, le impide apreciar que en realidad la voluntad de
"engañar" es el juego mismo del inconsciente.
La enseñanza de este caso va en sentido opuesto a lo que
Freud piensa: muestra que sólo quien puede dejarse engañar por
ese juego del decir a medias la verdad estará en condiciones de
acceder a la enunciación nunca dicha que organiza todo el juego.
La toma .de posición del psicoanalista en el lugar del Otro que no
se engaña, por el contrario, conduce a un atascamiento que se
deriva del afán por hallar el significante de verdad que el saber
inconsciente no contiene.
En eso consiste su estafa. Hay una respuesta esencial que se
espera del Otro, un significante de verdad que daría prueba de su
Buena Fe y sería la constatación de que en alguna parte hay otra
cosa que semblante. No existiendo tal significante quedará la
impresión -para quien lo espera y no lo recibe- de ser estafado. Se
puede recordar que estafa proviene del italiano staffa, "estribo",
que a su vez deriva del longobardo staffa, "pisada, paso"
49
(equivalente al alemán stapfe y al inglés step ) y que estafar se
 MAS ALLA DEL SENTIDO 221
220 Daniel Gerber

En este objeto, efectivamente, el sujeto puede hallar una

tomó probablemente del italiano staffare, sacar (el pie) del
causa de peso que lo despoje de la incertidumbre del Otro que
estribo, porque al estafado se lo deja econ6micamente en falso,
engaña porque puede ser engañado. Por esto la salida del análisis
como al jinete cuando queda en esa posición. Es una metáfora
para Lacan es ajena al orden de la creencia; no se trata de creer
ilustrativa de lo que ocurre con la estructura del significante: ella
en el inconsciente porque desde el momento en que se ha entrado
nos estafa porque induce la creencia en el sentido del incons-
en el dispositivo analítico ya se cree de algún modo en él: es el
ciente, creencia sustentada en la suposición misma del par que
posicionamiento del sujeto en el discurso de la histérica. En el fin
define al significante, por lo cual no puede dejar de concebirse
del análisis se trata de acceder a otra cosa, de trascender esa
que a todo S 1 podrá oponérsele un S2 que le corresponda
posición subjetiva que se sostiene en la espera del significante del
simétricamente.
Otro, para arribar a la certeza de que el inconsciente no lo dice
Impedir la estafa exige replantear la idea freudiana de
todo. Y esta certeza depende el acto analítico, acto sin Otro, sin
interpretación cuya función es colocar el significante que falta
el Otro significante, acto no fundado en una palabra autorizada
para hacer sentido, a partir de una fe inconmovible en el sentido
sino fundante desde el vacío mudo que organiza la palabra. En el
inconsciente que se expresa así: "el psicoanalista se distingue por
acto analítico el sujeto no recibe un significante sino que se
una creencia particularmente rigurosa en el determinismo de la
confronta con el objeto que constituye su propia carencia en ser.
vida anímica. Para él no hay en las exteriorizaciones psíquicas
Queda así fundado decisivamente como deseante debiendo
nada insignificante, nada caprichoso ni contirigente"5º. Nada es
responder a la falta del Otro con un significante que, no pudiendo
insignificante, manifiesta Freud, lo que también podría leerse
llegar desde ese lugar, sólo solo puede resultar de una invención.
como "todo es significante". El paso dado por Lacan consistirá en
No hay pues transmisión de saber en el análisis porque el saber
decir que no-todo es significante y lo que falta al significante para
es siempre supuesto en el lugar de la verdad inarticulable, hay
ser todo es el objeto cuya naturaleza es de otro orden. Si el
solamente invención de saber para decir a medias la verdad: "El
significante representa al sujeto para otro significante y abre así
saber mismo inconsciente es justamente eso que se inventa para
la dimensión del sentido, el objeto está fuera del sentido y no
suplir algo"51 .
representa ·nada sino que presenta, está ahí. Está ahí no para
El acto analítico produce una certeza que, evocando la
representar una ausencia sino que es la ausencia misma que resiste
etimología del término, supone decisión, momento de concluir
a toda identificación, a todo sentido. Por esto, como lo no
que viene a poner fin a un tiempo de comprender que puede
semblante por excelencia, es la única certeza consistente donde
devenir eterno "girar en falso" si falta este acto, esto es, si falta la
el deseo puede fundarse.
certeza de esa falta del Otro. Esta certeza no está referida a lo que
222 Daniel Gerber
se dice ("sé de qué hablo"), espejismo ilusorio de la conciencia,
sino a eso que se cierne como imposible de decir; es certeza del
no sentido radical del significante que sustenta todo decir posible.
Por el acto el sujeto finalmente sabe, sabe a qué a-tenerse para
desear por esa causa; saber sólo alcanzado por la desuposición del
Otro, del saber inconsciente, del Otro sexo -La mujer- que pasa
al sitio de la verdad que habla a medias desde el lugar que el
analista ocupa como semblante de a. Así, por medio de las
fórmulas de los discursos de la histérica y del psicoanalista es
posible advertir como un cuarto de giro en el sentido de las aguja~
del reloj posibilita esta desuposición del saber, desuposición de
La mujer que pasa al lugar de la verdad:
Discurso del psicoanalista Discurso de la histérica
a ~ $ $ ~ S1
S2 /1 S1 - - - - - - - a /1 S2
En este nuevo tipo de lazo social que es el discurso del
psicoanalista el sujeto no se encuentra ante un nombre propio que
venga a ocultar la falta del otro, sino ante un a-nalista cualquiera,
es decir, ante la causa misma 4e su deseo. De este modo, allí donde
la histérica -el analizante- espera el Nombre, el padre simbólico,
el Uno del significante donde puede verse como amable por el
Otro, va a encontrarse con la falta en ser que lo remite a su
condición de deseante.
El psicoanalista hace semblante, pero no lo hace encarnando
un significante pues así generaría la posibilidad de ocultar algo
MAS ALLA DEL SENTIDO 223
''verdadero". Hace semblante de objeto a, que es como decir que
lo hace de nada, precisamente de ese nada que carece de repre-
sentación en el significante y que se distingue radicalmente del
Uno, el significante amo que promete el Otro, el Otro significante
que constituiría el par. El psicoanalista es más bien el Otro radical,
el resto que, quedando fuera del significante, puede considerarse
más allá del sexo; es entonces el heterosexual por excelencia, el
otro de lo sexual: "Decimos heterosexual por definición a aquél
que ama a las mujeres, cualquiera sea su sexo propio"52.Aquél que
no designa un sujeto -masculino o femenino- sino la parte que
resta de la negación de La mujer como toda, parte que excede al
falo y al Nombre-del-padre, ex-sexo más allá de la libido llamada
"masculina" por Freud.
En esta definición del psicoanali~ta como el heteros, el Otro
de lo sexual, el ex-sexo, la lectura de Lacan se distingue de Freud,
quien mantiene la esperanza histérica de acceder al sentido, a La
mujer toda, para lo cual el psicoanálisis se coloca del lado del Uno,
el S 1 que promete un S2. Lacan inventa el discurso del
psicoanalista en donde no es el Nombre-del-Padre el fundamento
del decir que permitiría acceder a La mujer toda, sino que el decir
es un decir a medias que determina la caída del significant~
Nombre-del-Padre como resto de la operación del analista y esto
permite mostrar que la verdadera causa del deseo no es la ley del
padre sino el plus-de-goce que en realidad es renuncia al goce,
certeza de que el goce del padre no tiene su causa en La mujer
. .
smo en una muJer.
De este modo el padre puede ser dejado "en falta" y en esto
consiste el verdadero a-teísmo del psicoanálisis: en la afirmación
224 Daniel Gerber
que no hay saber sobre el goce que el padre pueda legar al hijo/a
sino que éste no tiene otra posibilidad que inventar el saber que
haga borde a la causa de su deseo.
VII. El re-torno a Freud: la lectura de Lacan
No hay lazo posible con el padre, sólo encuentro fallido que
exige una invención poética en ese lugar de desencuentro. Por
esto mismo no hay relación Freud-Lacan. El retorno a Freud
propugnado por Lacan en los años 50 no es el intento de
recuperación del sentido "verdadero" de la palabra del fundador,
la mítica pureza de los orígenes. Por el contrario, la lectura de
Lacan revela un decir que insiste en el texto freudiano, un decir
que no se hace dicho, decir de ese encuentro fallido con lo real,
el punto de ombligo, la representación faltante que causa el saber
inconsciente.
Para esta lectura Freud deja de ser el padre amado/odiado
que seguiría, por esta misma razón, detentando el saber que nos
falta. Deja de ser el padre que.hay que sostener para asegurar su
consistencia o hay que asesinar porque no se le perdona su
inconsistencia y el crimen es la única manera de restituírsela.
Lacan lee a Freud y su lectura puede definir el decir de Freud
como verdadero en tanto no-todo, puede hacer de lo real -ese real
que una lectura religiosa prefiere adormecer colmándolo de sen-
MAS ALLA DEL SENTIDO 225
tido- la causa del texto, puede mostrar que leer a Freud conduce
a un no lugar, que el sentido último que revela su obra es un no
sentido, una cifra muda que interroga.
El saber de Freud es justamente saber que encierra esa cifra,
saber que por lo tanto soporta toda interrogación pues, antes que
nada, interroga: "El (Freud) no fue solamente el sujeto supuesto
saber. El sabía y nos ha dado ese saber en términos que se pueden
calificar de indestructibles en tanto que, desde que fueron
emitidos, soportan una interrogación que, hasta el presente, no ·
ha sido jamás agotada"53.
Así, como lector de Freud, Lacan evita la tentación de Pierre
54
Ménard que acecha a cada lector: la de serle "fiel" al texto
restituyéndole la verdad de la que sería portador y que supuesta-
mente puede decirse toda. La lectura de Lacan es más bien
testimonio de que el texto no contiene verdad alguna que no sea
un no-sentido que cuestiona al lector para exigirle la producción
de "su" texto en el lugar en que "incomprensiblemente" no hay
transmisión. En este lugar, lugar del nada de la significación
última no hay más que la palabra: "No hay otra palabra, otra
solución a su problema que la palabra"55. La palabra sí, pero como
decir a medias que hace borde alrededor de la cosa, en última
instancia innombrable. i
(
Leer pues la "cosa" freudiana, producir un texto en torno al
núcleo vacío que organiza el texto leído, leer elaborando el nuevo
texto que no restituye al "sentido" de Freud sino que es entrama
alrededor de su hallazgo, que es, simultáneamente, su dificultad:
el objeto perdido como lo intransmisible que causa la escritura.
226 Daniel Gerber
La lectura no resuelve esa dificultad, aborda el texto como
síntoma de ella. En este aspecto es re-torno, giro en torno a una
verdad irrevelable, despojo horroroso que el escritor vela, a
medias. Parafraseando a Nietzche podría decirse que se escriben
libros para ocultar lo que escondemos en nosotros, y retomando
a Lacan se puede agregar que el escrito, una vez producido, se
con-funde con ese núcleo innombrable para hacerse poubellica-
tion, mezcla indistinguible de publicación y poubelle, bote de
basura, recipiente de un desecho innombrable, vaciadero de sig-
nificantes vacíos ya de significación, exterior que constituye lo más
íntimo que la letra -textualmente- siempre re-vela.
Leer (a) Lacan: actividad muy alejada de un intento de
comprensión de sentido al que la letra haría transparente. Lectura
que no es traducción directa de sentidos inequívocos sino trans-
porte, trans-ferencia del texto que se hace Otro y deja una
pérdida... de sentido. En efecto, la lectura es trans-porte del texto
a Otro lugar donde se reproduce, transporte que supone un
camino que es bordeamiento de un abismo de no-sentido en torno
al cual se realiza una escritura.
Leer o escribir: actividades que no se oponen sino que se
inscriben en una absoluta continuidad topológica donde el sen-
tido que escapa al movimiento de retorno sobre el texto que se
lee, núcleo incomprensible, es causa de una escritura. Leyendo,
el texto se hace a sí mismo deshaciéndose, adoptando así la lectura
la forma de un bucle que se cierra sobre sí mismo excluyendo en
su interior un vacío, vacío de comprensión que es el lector que
escribe, el escritor que lee.
MAS ALLA DEL SENTIDO 227
\
1
I
/
/
.,.. /
Este bucle u ocho interior es el movimiento de la lectura que
escribe, movimiento que toma la forma de una banda de Moebius
cuya continuidad interior-exterior revela al lector y escritor en-
lazados por un desencuentro nunca resuelto.
En esta relación de continuidad pueden colocarse Freud y
Lacan, ligados por una vinculación que no es el orden de la
metáfora, es decir, de la sustitución que hace sentido, sino de la
metonimia, del desplazamiento que mantiene un sin-sentido y
sostiene el movimiento que contornea y dice a medias un in-
nombrable.
Lacan lee y enseña. Enseña ante todo a leer problematizando
el texto. No lo aclara, no lo completa, no llena sus lagunas; señala
sus hoyos negros, sus puntos de fractura y se deja interrogar por
el goce que vehiculizan las dificultades que lo pueblan, rehuyendo
la tentación de ganancia de un rápido placer en la comprensión.
También su lectura se hace escritura y sus escritos ofrecen el
testimonio de lo que en ella hay siempre de pérdida: "Mis
'Escritos: no los escribí para ser comprendidos, los escribí para
ser leídos, lo que no es de ninguna manera lo mismo" 56.
Lectura y escritura; un desencuentro eterno que no puede
resolverse nunca en comprensión sino en la producción del Otro,
el texto que queda en el Otro, más allá de lector y escritor y como
228 Daniel Gerber
MAS ALI.A DEL SENTIDO 229

efecto de la superposición de sus faltas: "nuestras nadas poco

difieren, es trivial y fortuito la circunstancia de que seas tú el lector
NOTAS
de estos ejercicios y yo su redactor"57.

1
J. Lacan: Le Séminaire. Livre XI. Les quatre concepts fondamentaux de la
psychanalyse. Paris, Seuil, 1973, p. 33.

2
J. Lacan: Escritos 2. México, Siglo XXI, 1985, p. 564.

3
J. Lacan: Le Séminaire. Livre XI. Op. cit., p. 58.

4
J. Lacan: Escritos 2, op.cit., p. 846.

5
J. Lacan: ibíd., p. 846.

6
Ibíd., p. 846.

7
J. Lacan: R.S.I. En Omicar?, No. 2, p. 103.

8
Cf. S. Freud: Acciones obsesivas y prácticas religiosas. En Obras Com-
pletas, Tomo IX. Buenos Aires, Amorrortu, 1979, p. 97.

9
J. Lacan: Escritos 2. Op. cit., p. 538

lO J. Lacan: R.S.l. Op. cit, p. 98.

11
cf. J. Lacan: Le Séminaire, Livre VII. L 'Éthique de la Psychanaiyse. París,
Seuil 1986.

12
J. Lacan: Escritos J. México, Siglo XXI, 1985, p. 414.

13
J. Lacan: Escritos 2, p. 800.

14
J. Lacan: Escritos 2, op. cit., p. 564.
230 Daniel Gerber MAS ALLA DEL SENTIDO 231

15 31
S. Freud: El chiste y su relación con lo inconsciente. En Obras Completas, J. Lacan: Escritos 2, op. cit., p. 786. Las cursivas son mías.
Tomo VIII. Buenos Aires, Amorrortu, 1979, p. 163.
32
S. Freud: El sepultamiento del complejo de Edipo. En Obras Completas.
16
S. Freud: Esquema del psicoanálisis. En Obras Completas, Tomo XXIII. Tomo XIX. Buenos Aires, Amorrortu, 1979, p. 184/5.
Buenos Aires, Amorrortu, 1980, p. 182.
33
J. Lacan: Televisió11, op, cit., p, 135,
17
J. Lacan: Escritos 2, op. cit., p. 846.
34
J. Lacan: Escritos 2. op. cit., p. 799.
18
J. Lacan: ibíd., p. 846. Las cursivas son mías.
35
J. Lacan: Le Seminaire. Livre XI, op. cit., p. 58.
19
J. Lacan: ibíd., p. 846. Las cursivas son mías.
36
Ibid. p. 224.
20
J. Lacan: Le Séminaire. Livre XI. Op. cit., p. 186.
37
J. Lacan: Le malentendu. En Omicar? No. 22/23, 1981.
21
J. Lacan: Radiophonie. En Scilicet 2/3. París, Seuil, 1970, p. 65.
38
J. Lacan: ... ou pire. En Sidlicet, No. 5. París, Seuil, 1975.
22
J. Lacan: Introduction a l'edition allemande d'un premier volume des
39
"Ecrits". En Scilicet 5. París, Seuil, 1975, p. 13. J. Lacan: Vers un signifiant noeuveau, op. cit., p. 9.

23 4
J. Lacan: Televisión. En Radiofonía y Televisión. Barcelona, Anagrama, o Ibíd. p. 15.
1977, p. 91.
41
J. Lacan: Seminario XII. Problemas cruciales para el psicoa11álisis
24
lbíd., p. 91 (inédito). Sesión del 13-1-1%5.

25 42
J. Lacan: Escritos 2, op. cit., p. 806. O. Paz:Arbol adentro. México, Seix Barral, 1987, p. 11.

26 43
S. Freud: Análisis terminable e interminable. En Obras Completas, J. La can: Vers un signifiant nouveau. op. cit., p. 21.
Tomo XXIII, op. cit., p. 252.
44
J. Lacan: ibíd., p. 7.
27
J. Lacan: Escritos 2, op. cit., p. 806.
45
J. Lacan: Ibíd., p.17.
28
J. Lacan: L'Autre manque. En Omicar? No. 20/21, p.12.
46
cf. ibíd., p. 7/11.
29
J. Lacan: Vers un significant nouveau, En Omicar? No. 17/18, p. 9.

30
J. Lacan: Le Sémi11aire. Livre XI. op. cit., p. 28.
232 Daniel Gerber

47
cf. S. Freud: Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad
femenina. En Obras Completas, Tomo XVIII. Buenos Aires, Amorrortu, 1979,
p.137.

48 Ibíd., p. 158.
Capítulo VI
49
cf. J. Corominas: Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana.
Madrid, Gredos, 1983. 253.

50
S. Freud: Cinco conferencias sobre psicoanálisis. En Obras Completas. ENTRE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA
Tomo XI. Buenos Aires, Amorrortu, 1979, p. 33. Las cursivas son mías. o El reino de fa, paradoja
51 Frida Saal
J. Lacan: Seminarie Les Non-Dupes-e"ent. (inédito). Sesión de 112-III-
1974.
Hay una serie de problemas que me preocupan desde hace
52
J. Lacan: Le Séminaire. Livre XX. Encore. París, Seuil, 1975, p. 79.
mucho tiempo, como a casi todos los psicoanalistas com-
53
J. Lacan: Le Séminaire. Livre XI, op. cit., p. 211.
prometidos con el campo de nuestra práctica. Han sido esas
preocupaciones las que me han empujado a la elección del tema
54
cf. J.L. Borges: Pierre Ménard, autor de "El Quijote"". En Prosa Com- que vengo aquí a tratar como a definir las características que
pleta. Vol. l. Barcelona, Bruguera, 1980, p. 331.
intento dar a esta comunicación.
55
J. Lacan: Le Séminaire. Le moi dans la théorie de Freud et dans la En ese sentido trato de ubicarme en un lugar, que tiene el
technique de la psychanalyse. París, Seuil, 1978, p. 190. soporte de una amplia revisión bibliográfica pero que no citaré
56
más que en lo estrictamente necesario y que se encuentra en la
J. Lacan: Conferencia de prensa del 29 de octubre de 1974. Recogida
enActas de la Escuela Freudiana de París. Barcelona, Petrel, 1980, p. 25.
encrucijada entre lo testimonial y la elaboración teórica. Es el
resultado de reflexiones personales y obsesiones diurnas, que,
57
J.L. Borges: Obra poética. Buenos Aires, Emecé, 1966, p. 15. como no puede ser de otra manera, están modeladas por cierto
saber psicoanalítico.
Hablar de un malestar en el campo del psicoanálisis laca-
niano, es nombrar lo que suena con clarines y trompetas desde
hace mucho tiempo, tal vez desde siempre. Pero creo que ha
llegado la hora de trabajar públicamente este malestar, tratando,
234 Frida Saal
en el marco de mis posibilidades, de mantenerme alejada de las
chicanas* de grupo o de los juicios ad hominem. Quiero sacarlo
también de las lecturas que tratan de dar cuenta de los problemas
remitiéndolos a la psicología de l~s intenciones de los actores;
novelas con resultados variados pero a las que se les escapan tal
vez las determinaciones estructurales que pueden estar en juego.
Hacerlo público es sacar este malestar de los comentarios de
pasillo para volcarlo a la reflexión compartida.
El tema de este coloquio: "Las lecturas de Lacan", me parece
que abre un lugar idóneo para pensar, a siete años de la muerte
de Lacan, el espectro de posiciones que se despliega entre el
dogmatismo y la calumnia, según reza el título del trabajo, o "El
reino de la paradoja", según su subtítulo.
Lo que quiero tratar, es indudablemente amplio, y quizá no
sea más que reiterar públicamente lo tantas veces comentado
pero que debe ser dicho, que debe ser escrito bajo una rúbrica
que implique asumir la responsabilidad por lo que se dice. No es
mi intención hacer una exposición exhaustiva. Más bien pretendo
señalar las líneas de fuerza existentes y tratar de abrir posibi-
lidades para trabajar los impases.
Los ejemplos que me servirán de base están sacados de lo que
acontece en Francia. El motivo de esta elección tiene que ver con
la distancia óptima que se requiere para que en un análisis no se
inmiscuyan inmediata.mente los efectos imaginarios de los per-
sonajes. Puesta en escena que llama al alejamiento brechtiano a
los fines de poder seguir pensando. Por otra parte, tengo para mí
* Galicismo: Hecho de buscar querella por motivos de poca envergadura.
ENTRE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA 235
que las situaciones locales, teniendo determinantes propias, no
son absolutamente diferentes de las que se ven en otras latitudes.
He ordenado en 5 subcapítulos los problemas que abordaré,
y que son:
a) Psicoanálisis y cultura.
b) La clínica psicoanalítica.
c) Psicoanálisis e institución.
d) Psicoanálisis y teoría
e) La calumnia y el dogmatismo.
a. Psicoanálisis y cultura.
Podría llamarse también "de la mundaneidad" en descenso.
Durante la vida de Lacan y como consecuencia de su búsqueda
infatigable explorando los territorios circunvecinos de la lingüís-
tica, la filor;ofía, la antropología, las matemáticas y la lógica, el
pensamient J pskoanalítico tuvo un impacto y una resonancia que
trascendía en mucho el ámbito psicoanalítico. Hay que señalar
aquí que esta exploración no consistió en la pura adopción de
materiales importados de otros campos para la aplicación al
ámbito analítico. Estas relaciones fueron mucho más complejas y
como la mayoría de las que Lacan estableció comenzaban con la
búsqueda de un parentesco, de afinidades en los enfoques, luego
236 Frida Saal
de lo cual los conceptos eran puestos a trabajar tensándolos hasta
su máxima resistencia para producir finalmente una subversión
conceptual en la que se precisaba su alcance y valor en el seno de
la teoría lacaniana. Esto producía muchas veces crisis severas en
el seno de las disciplinas por las que él incursionaba. El caso de
la lingüística es en este sentido ejemplar. Pero, como efecto de
esta situación, su enseñanza y el seminario que sostuvo de manera
continuada durante tantos años creó expectativas, convocó par-
ticipaciones y dejó marcas indelebles en quien.es así se acercaron,
sin excluir los necesarios efectos de decepción. Podría pensarse
que este efecto de trascendencia cultural de un discurso presen-
tado como novedoso es un fenómeno muy "a la francesa"; pero
creo que eso sería tomarlo muy a la ligera. La coyuntura crítica
por la que atravesaban las ciencias tuvo también responsabilidad
en esta expectativa desmedida, que en el momento del reflujo,
después de la muerte de Lacan, ha procedido al retorno de los
especialistas a sus campos propios, los zapateros a sus zapatos, no
sin que lleven en sí la marca de esta experiencia de pasaje por el
torbellino lacaniano.
El psicoanálisis dejó de ser la preocupación del "todo" del
mundo cultural para retornar al reducto de sus artífices, los
psicoanalistas.
Habrá quienes lamenten la pérdida del estrellato en el mundo
de la cultura, habrá quienes sueñen con las candilejas de estar en
el comentario periodístico (hace una semana llegó a mis manos
el suplemento literario de Le Figaro, su encabezado a página
entera: Psychanalyse. Le creux de la vague?)
ENTRE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA 237
Mi mención de este movimiento de flujo y reflujo respecto de
una mundaneidad expectante, quizá conocido por la mayoría,
intenta llegar a una interrogación crucial; les este retorno al
campo específico una pérdida?
Tengo para mí la impresión que no es así y que el campo del
psicoanálisis es el de una práctica discreta, no espectacular. Que
la mundaneidad ofrece materiales de trabajo importantísimos,
pero que los efectos de esta vidriera pueden ser perniciosos para
el psicoanálisis. Los gobiernos presentan informes, publicitan sus
logros y sacan estadísticas, cuentan los asistentes a sus mítines.
Jamás será la masividad de la asistencia a un partido de futbol la
que medirá el quehacer del psicoanalista. El estadio no es nuestra
vocación. Otros son los parámetros. Entre psicoanálisis y mun-
daneidad hay antinomia, lo que no quiere decir que se haya de
bregar por una práctica conventual o elitista.
Entre estos extremos del estadio y del convento que son
intencionalmente caricaturescos, es que debemos tender los
puentes hacia una posición que no signifique ni la simplificación
para los muchos, ni el esoterismo iniciático para los elegidos.
Pero sí existe y es imperativa la articulación entre el
psicoanálisis en extensión y el psicoanálisis en intensión. Dicho
de otro modo, la presencia del psicoanalista como interlocutor en
los temas de la cultura, los que afectan a la subjetividad.
La relación necesaria entre intensión y extensión, no tiene
nada que ver con la expansión, con la que a veces se confunde.
238 Frida Saal
b. La clínica psicoanalítica.
"!../agenda de la psychanalyse" es una publicación de reciente
aparición en Francia. Ofrece en su primer número -1987/1988- un
mape.:o de las distintas instituciones psicoanalíticas, los principios
que las organizan, las publicaciones que realizan, como así tam-
bién la variedad de posibilidades de estudio y formación que se
ofrecen en los distintos ámbitos. La agenda plantea una pregunta
central, que, a título personal, responden distintos analistas, laca-
nianos y no lacanianos. La pregunta es la siguiente: "Según Ud.,
lcuál es la diferencia entre un analista llamado "lacaniano" y otro
que no lo es, y que generalmente está afiliado a la l.P.A.?" Quizá
lo más llamativo es la variedad de las respuestas, al mismo tiempo
que la insatisfacción que las mismas deparan. No es mi intención
agregar una respuesta más, que sería igualmente insuficiente.
Trataré de centrarme en algunos aspectos que a mi modo de ver
son problemáticos en la práctica y que no son claramente abor-
dados por los entrevistados.
En primer lugar la definición del análisis como el pasaje de la
posición de analizante a analista. Se universaliza así el carácter
didáctico de la práctica. La consignación de esta situación podría
formularse así: el psicoanálisis es didáctico o no es. A secas. Esto
no carece de consecuencias.
Cuando en enero de este año estuve en París, uno de los
hechos que más me impactó fue justamente visualizar que la
práctica del psicoanálisis se movía, de manera tendencia!, hacia
un ejercicio de carácter endogámico: las demandas analíticas se
EN1RE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA 239
circunscribían, cada vez más, a las formuladas por los aspirantes
a analistas, gente en formación. Es necesario aclarar que había
también una marcada presencia de psicoanalistas en instituciones
psiquiátricas, pero la presencia en hospitales constituye una situ,a-
ción limítrofe ya que se da en el campo de la aceptación insti-
tucional. Allí la atención a los "pacientes" es del orden d~ la
intervención y no de la demanda psicoanalítica. Ese campo es, de
más está decirlo, precioso por lo que ofrece a la exploración de
los límites de aplicabilidad y puesta a prueba de su acción. Pero
desde allí, desde la demanda que procede de la institución, no
sirve para desdecir la preocupación que planteábamos anterior-
mente y para plantear correctamente la cuestión del lugar del
psicoanálisis en la clínica.
Dicho de otro modo, podríamos formular la pregunta de la
siguiente manera: ¿Psicoanálisis sólo para los analistas?, len qué
situación ha quedado nuestra práctica con el sufriente?
Para Freud, en la apertura del campo psicoanalítico, el pro-
blema del sufrimiento estaba presente en primer plano y ligado a
una aspiración a curar, sin que se le escaparan a Freud los efectos
nocivos del furor sanandi del que siempre supo prevenirnos.
Es claro que cuando Lacan dice que el psicoanálisis no tiene
nada que ver con la cura y que si ésta llega es por añadidura, nos
confrontamos con un planteo radical que significa un giro de
posición y que se presta a numerosas lecturas. El alcance y la
dimensión de ese giro no están totalmente definidos. Está, en
primer lugar, el objetivo de sacar al psicoanálisis del marco de la
medicina. Está la dimensión del síntoma en su irreductibilidad
como presencia de lo real. Está la dimensión del goce, como la
 Frida Saal
240
que se ubica más allá del principio del placer, lo que implica la
instauración de una dimensión ética que no está en la línea del
bienestar sino en la de la perseverancia en el ser, es decir, del
deseo.
El camino psicoanalítico permite reemplazar el sufrimiento
neurótico por la infelicidad banal, sea, pero esto es ya tener en
cuenta la dimensión del sufrimiento. El límite está allí dado por
la presencia ineluctable de lo Real, que hace de la vida esa
"enfermedad incurable" en el decir de Italo Svevo. Esto, aún en
su limitación, es lo más ajeno al desinterés o incluso a cierta
máxima que autorizaría el ejercicio de un cierto sadismo o des-
precio hacia los analizantes.
Todos escuchamos a veces historias de psicoanalistas laca-
nianos que nos cuesta creer y que muchas veces pueden estar
movidas por el afán del descrédito. Yo planteé que trataría de
mantenerme al margen del anecdotario. Pero cuando en el traba-
jo de Jean-Paul Dromard "De la interpretación y de la escansión"
que aparece en el libro La interpretación psicoanalítica (So. Colo-
quio de la Fundación), hay un apartado dedicado a decir que la
interpretación psicoanalítica "no es" sádica, no podemos dejar de
percibir, en la denegación, la presencia de un síntoma que llama
a la reflexión.
El desechar el alivio de entre las finalidades del análisis, tiene,
además de las razones ya expuestas, el objetivo de no recaer en
los efectos sugestivos de las ideologías del bienestar que son el
efecto, inducido por los procesos psicoterapéuticos, permitiendo
así que la experiencia analítica ahonde en la vía de lo irreductible,
lo Real a soportar en donde no somos más que acompañantes,
ENTRE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA 241
posición que elige el psicoanalista es opuesta al desdén o la
indiferencia. En ese sentido las presentaciones de enfermos
llevadas a cabo por Lacan en el Hospital Sainte Anne, siguen
siendo de un valor ejemplar, paradigmático.
Otro adagio lacaniano que tiene que ver con la clínica y que
se ha prestado a múltiples malentendidos es aquel que reza: "El
psicoanalista sólo se autoriza por sí mismo". En algunos casos esto
ha dado lugar a que se iniciaran prácticas irresponsables (ésas
difícilmente podrían ser evitadas), pero es también el resultado
de una lectura apresurada e incompleta de lo que Lacan enuncia.
A mi modo de ver, más que abrir las vías a pensar que cualquiera
puede autorizarse como psicoanalista, y además lacaniano, lo que
se abre es la vía contraria, la del psicoanálisis como profesión
imposible en el decir de Freud. Se juega allí el problema im-
posible de la garantía, ésa que ninguna Institución podrá otorgar
como caución adelantada que alivie al analista de la respon-
sabilidad de su acto.
La falta en el Otro, [S (h.)], llevado al plano del ejercicio
profesional, significa que ninguna institución podrá colmarla con
un simulacro del Otro del Otro que no existe.
Que es en este difícil lugar de la ausencia de garantía que el
analista debe ocupar, "por sí mismo", en una soledad abrumadora,
con la irrenunciable responsabilidad por el juego de la vida y la
muerte que es el análisis; asumiendo la "dirección de la cura". En
ese camino puede, con la ayuda de la supervisión encontrar un
semblante, que no pasa de eso, que coadyuve a sostener esa
práctica imposible, es práctica de lo imposible.
 Frida Saal
242
Las modulaciones sobre el tema "El analista sólo se autoriza
por sí mismo", son el eslabón que nos conducen al siguiente
apartado.
c. Psicoanálisis e Institución
Los problemas de la institución psicoanalítica, sobra decirlo,
no comienzan con Lacan, ni después de su muerte.
Desde 1910, cuando Freud funda la I.P.A., surgen escisiones,
defecciones y enfrentamientos.
La difusión del psicoanálisis y el intento de garantizar la
formación para que la práctica del análisis alcanzará sus más altos
niveles, figuran desde el comienzo en los motivos que impulsan a
la institucionalización. El organismo originario, que debía ser
guardián de la teoría y la práctica llegó a ser lo que Lacan designa
en "Televisión" como SAMCDA (Sociedad de Ayuda Mutua Con-
tra el Discurso Analítico).
En la trayectoria lacaniana, los problemas institucionales que
no están ausentes, jalonan fechas claves en la historia del psico-
análisis francés: la escisión de 1953 se produce en el horizonte de
la organización del instituto que debía formar a los nuevos analis-
tas. La historia es demasiado conocida para repetirla. Con la
escisión lo que surge es... otra institución. Y Lacan abre surcos
para su enseñanza. Diez años de lucha por el reconocimiento de
ENTRE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA 243
la I.P.A., jugándose aquí, según el decir de Granoff una amenaza
de muerte: no ser reconocido era no existir (ver la respuesta de
Granoff a la pregunta de La Agenda del psicoanálisis). Cuando en
1963 se produce la excomunión, hay quienes regresan al redil de
la Institución madre ... ¿y Lacan? ... Funda, ... otra institución: la
Escuela Freudiana de París.
Complicadas fueron las razones que llevaron a Lacan a disol-
ver la Escuela Freudiana, pero entre ellas, y no como la de menor
importancia, aparece el fracaso de la experiencia de la Passe.
Experienci_a testimonial que cada pasante demandaba para ~c­
ceder a la condición de Analista de la Escuela.
La Institución aparece así indisolublemente ligada al proble-
ma de la formación de los analistas y la paradoja de la im-
posibilidad de las garantías.
Entramos así en el campo de una de las paradojas centrales
de la vida analítica: la imposibilidad de trabajar solo, sin riesgo de
empobrecimiento o incluso de psicotización, y por el otro lado, la
difícil situación institucional, sostenida justamente por aquello
que no puede ofrecer. ·
Por si este problema no fuera ya de dimensiones inconmen-
surables, la institución aporta una complicación nueva al.campo
teórico: es el problema de la transferencia. Desde el caso Dora en
que Freud conceptualiza el fenómeno transferencial, hasta "Aná-
lisis terminable e interminable" la transferencia aparece como
elemento motor del proceso analítico. (Ver en La inte-rpretación
psicoanalítica, el artículo de Mirta Bicecci "Amor de transferencia
e interpretación").
244 Frida Saal
Desde la transferencia como falsa conexión, pasando por la
verdad de la transferencia, puesto que todos somos tomados por
lo que no somos, Lacan define al sujeto supuesto saber como la
condición transferencia! con la que se abre el proceso del análisis.
Sin embargo el trabajo psicoanalítico apunta a la "desuposición
del saber", siendo el fin del análisis la caída del psicoanalista como
objeto a desecho de la operación, correlativo del atravesamiento
del fantasma en tanto significa el enfrentamiento con la inconsis-
tencia del Otro.
Pero, lcuál es el destino de la transferencia institucional?
Porque las instituciones se sostienen por el aporte variado de sus
miembros y el aporte transferencia! no es el menos importante en
la cuenta del haber. Hay un precepto ético fundamental que
prohíbe al analista gozar del análisis, está al servicio de la prose-
cución del trabajo analítico. En la Institución no hay tal prohi-
bición y si bien podemos decir que la Institución no es Sujeto y
que ella también está al servicio del análisis, el destino de la
transferencia en ella es, por lo menos, complicado. Porque mien-
tras el analista se ubica en el horizonte de lo que debe perderse
para que el Sujeto advenga en su división, la Institución se aferra
a su existencia perdurable, eterna se querría, sin vacilaciones. La
Institución tiende a perpetuarse, sin ninguna desuposición de
saber.
Creo que allí se produce un deslizamiento de la transferencia
a la fidelidad institucional que puede pervertir el análisis mismo.
También de este tema hablé con diferentes personas en París.
Algunos de ellos ocupaban el diván, otros estaban instalados en
el sillón. Para mi sorpresa escuchaba las quejas de los psico-
EN1RE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA
245
analizandos sometidos a una presión de fidelidad a insti-
tuciones a las que ni siquiera pertenecían. Desde el otro lado, la
afirmación contundente y sin reparos de que eso era así y que el
psicoanalista no tenía por qué ser neutral en ese aspecto.
No cabe duda de que el deseo del analista sea el motor del
proceso analítico. Pero, lde qué deseo se trata?, "deseo sin fan-
tasma" escuchamos a veces. En este caso no se trata de ese deseo
puesto al servicio de la tarea y teniendo por objetivo su conti-
nuación, es más bien el ejercicio y el abuso de la posición privile-
giada que la transferencia le otorga para producir y reproducir
adeptos. A mi modo de ver se trata de un desplazamiento del
discurso analítico hacia una posición de Amo ejercitada sin reca-
to. Este aspecto que estoy comentando no era privilegio de nin-
guna Institución en particular. Era práctica generalizada en ins-
tituciones que sostenían posiciones encontradas unas de otras,
unas contra otras. Todas por igual.
d. Psicoanálisis y teona
Puede parecer un salto acrobático que pase ahora a algunas
puntualizaciones sobre la teoría.
Sin embargo no creo que sean independientes estos subca-
pítulos en que trato de organizar algunos aspectos, para mí pro-
blemáticos, de la actualidad del psicoanálisis.
246 Frida Saal
Es pensable que los embrollos institucionales que marcan
hitos en la obra lacaniana le hayan permitido y aún impulsado a
elaborar ésa, su teoría propia, impugnadora de la institución
constituida y esclerosada. Hay en su enseñanza saltos teóricos
importantísimos que son correlativos a los momentos claves de
crisis institucional: la escisión, la excomunión, la disolución ...
La institución aparece entonces, ioh, paradojas!, como pro-
pulsora de los avances teóricos, sin poder escapar a los efectos
mundanos de la vida de los' grupos, que de rebote son los mismos
que llegan a limitar esa producción teórica. Si las instituciones son
obstáculo para el desarrollo del pensamiento psicoanalítico,
también es cierto que sólo en su seno es posible producirlo.
Planteada la paradoja el desafío continua pendiente.
Sirva lo expuesto, como puente necesario entre el tema de la
institución y el tema de la teoría.
En la elaboración lacaniana rios encontramos con una
incursión por el campo de la lingüística, que desemboca en un
divorcio, pero no sin antes haber producido una lingüistería,
adecuada para aplicar a los problemas psicoanalíticos.
Hay una incursión por la topología, para dar cuenta de ciertos
fenómenos de continuidad y reversión. El término topologería ya
ha sido usado, (J.D. Nasio) quizá para apresar su atinencia
específica.
Ahora bien, toda la obra qe Lacan está llena de grafos, de
símbolos, de maternas; de fórmulas arduamente trabajadas con el
concurso de la matemática, la lógica, etc. Las fórmulas de los
cuatro discursos como así también las fórmulas de la sexuación,
nos son muy conocidas y forman parte ordinaria de nuestros
EN1RE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA
247
discursos y de nuestros intercambios. Su sentido y su alcance
constituye para mí un problema abierto a la discusión donde quizá
no ha sonado todavía el momento de concluir, porque mvcho es
lo que queda por comprender.
Quiero traer aquí unas pocas citas, muy precisas, de Lacan que
pueden echar cierta luz sobre esta problemática.
En el seminario "De un discurso que no sería (del) semblante"
(17/2171) dice:
"... Hay gente que pretende comentarme partiendo directa-
mente de los grafos. Se equivocan. Los grafos no son compren-
sibles sino en función del efecto de estilo de los llamados Escritos,
que son en cierto modo los escalones de acceso. El escrito retoma
sobre sí solo el peso, de cualquiera de los esquemas de que se
trate."
Para mí esta cita es fundamental, y su concepto extensible, no
sólo a los grafos, sino también al materna y a las fórmulas lógicas.
El peso conceptual recae en el escrito, porque es la teoría analítica
la que da cuenta del materna, de los grafos, de las figuras topológi-
cas, y no a la inversa. Por la vía del desconocimiento de estos
fundamentos es que se han producido muchos textos que han
merecido la calificación de "langue de bois'~ esa lengua de madera
que se sumerge en el mimetismo lacaniano sin soporte psico-
analítico.
El interrogante del recurso lacaniano a las matemáticas queda
abierto, porque por un lado dice:
"... Un materna es el punto pivote de nuestra enseñanza. Dicho
de otra manera, solo hay enseñanza matemática, el resto es una
broma... mi dificultad es que mi materna, visto el campo de
 ,'1
248 Frida Saal ENTRE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA 249

discurso que tengo que establecer confina siempre con la es-

tupidez." ("... ou pire" 15/12 71). Sabemos que éstas se fundamentan en el cuadtado lógico de
Y un poco más adelante, refiriéndose a lo que viene trabajan- Aristóteles, retrabajado por Peirce. Esta formulación tiene su
do laboriosamente desde hace más de un año sobre las fórmulas punto débil en el cuarto término, el pas- tout. El cuadrado es-
1
de la sexuación dice: tablece el tipo de relaciones que se organiza entre: lo necesario,
"... naturalmente hay algo arbitrario. Yo no voy a excusarme lo imposible, lo posible y lo contingente. La diferenciación de
poniéndome al abrigo de las matemáticas, los matemáticos hacen
estos dos últimos es lo que ha constituido la cruz de los lógicos*
lo que quieren, y yo también".
(remito a los lectores interesados a un excelente artículo apare-
Llega también a decir un poco más adelante y en ese mismo
seminario: cido en Littoral 23/24 de Mich el Grangeon "Crux Logicorum. Du
"que la castración, desde el punto de vista de la función necessaire aupas tout".)
matemática que mi escrito imita ... " En el esquema lacaniano, después de definir la excepción que
Y me detengo aquí en las citas para volver al comentario de funda el conjunto del lado hombre de la fórmula, pasamos al lado
1
nuestro argumento. Parafraseando las citas lo que nos queda es: femenino donde, a partir de la falta de excepción y la im-
no hay más enseñanza que la matemática, sólo que mi materna es posibilidad de constituir un conjunto, lo que se produce es un salto
una estupidez y no pasa de ser una imitación. Tan sólo me sirve,
de categorías al pasar al pas-tout como una división interna en
como a los matemáticos, para hacer lo que quiero, tienen un papel
cada uno de los elementos. Este pasaje del Uno, todos, ninguna,
didáctico excepcional, y que, al mismo tiempo, a lo que conducen
es al estallido de la lógica. a esa división que dice que un poco sí y un poco no para cada una,
siempre me pareció como un juego de naipes, donde de repente
han cambiado la baraja para pasar a otro juego sin que nada se
Fórmulas de la sexuación
nos haya dicho al respecto.
Creo que la apuesta lacaniana se da en el interior del pas tout,
3x <J> X 3x <I>x
porque es ahí donde se produce el estallido de la lógica. Momento
- fecundo para señalar, que de lo que se trata es... de otra cosa.
Vx <I>x Vx <J>x Tengo la impresión que Lacan hace con las matemáticas y la
- -
· lógica, lo mismo que con la lingüística, hacer presión sobre sus
S(IX) puntos débiles para dar cuenta de problemas psicoanalíticos. Es
$ a un semblante de ... lógica

<I> ~
' Podríamos decir: "la matemática de Lacan es tan matemática,
como fisiológica es la fisiología de Freud en el "Proyecto... "
250 Frida Saal
Pero todo el trabajo de Lacan con estos materiales apuntan
al problema de la transmisión y que idealmente permitirían una
transmisión sin pérdida.
Si todo el campo psicoanalítico está atravesado por la dimen-
sión de la pérdida, una transmisión sin pérdida lestaría dentro o
fuera del campo psicoanalítico?
Extraña paradoja... una en más lo en menos?
Existe en este momento un importante movimiento de
epistemólogos trabajando sobre problemas psicoanalíticos del
tipo de los que estamos describiendo y que tratan de
producir una objetividad alternativa, una objetividad para el
psico- análisis. En esta línea se ubica el trabajo de Jean
Petitot. Cabe preguntarse, si estos planteas no apuntan a
reintroducir al psicoanálisis en el campo de la cientificidad.
Esta búsqueda de cientificidad a la que Lacan renuncia,
señalando el parte- aguas, en su escrito "La ciencia y la
verdad". Mientras que la ciencia se fundamenta en la
forclusión del sujeto, el psicoanálisis se ocupa de la verdad,
de la que el sujeto es efecto. Se promueve también, desde
este movimiento, un acercamiento con la "teoría de las
catástrofes" de René Thom. Sorprende allí la vuelta a un
naturalismo que pareciera ser prelacaniano: una
metapsicología naturalista, algo así como una concepción
naturalista del lenguaje.
Decíamos que el momento de concluir no ha arribado aún, y
habrá que ver qué es lo que depara de fecundo o no, esta
aproximación.
EN1RE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA 251
Es a partir de un detalle anecdótico, en esta interrogación por
el estado actual del psicoanálisis, que encuentro el eslabón que
me permite pasar al último apartado.
c. El dogmatismo y la calumnia
En el número 18 de Littoral, aparece un artículo de Laurent
Mottron "Recubrimientos e incompatibilidades entre René Thom y
Lacan". Hay allí una cita que remite a una entrevista que tuviera
lugar aún en tiempos de Lacan y antes de la disolución de la
Escuela Freudiana, entrevista publicada en Omicar? no. 16. La
lectura de esta entrevista, junto con el artículo de Mottron es
aleccionadora. Lacan está allí presente, pero de ello nos entera-
mos en el encabezado pues no abre la boca en ningún momento.
Están Cullioli, Desdes, Milner, Petitoty J. A. Miller. La discusión
recuerda al desgarramiento de Acteón, por los perros, estando
Thom en el lugar de Acteón, la discusión se centra en la con-
cepción naturalista del lenguaje. Lo que me sirve de anclaje para
abordar este último subcapítulo, es el hecho que la cita c;le Littoral
menciona a los participantes excluyendo a J.A. Miller, que por
supuesto no estuvo callado en la ocasión. Esta exclusión, más que
anular su presencia- que es a lo que se apunta- la subraya.
Es lo que pasa cuando la intención es homicida. Fingir demen-
cia, fingir que alguien no existe no lo elimina; le da una consisten-
 252
Frida Saal
cia mayor. Pero esto es parte de la lucha fratricida que abordare-
mos después de exponer nuestra idea de los calumniadores.
La calumnia en relación a la obra lacaniana puede ubicarse
en dos niveles: la calumnia externa y la calumnia interna.
Llamaré calumnia externa a la que procede de aquellos que
no tuvieron contacto con Lacan, que en ningún momento fueron
discípulos, analizandos o próximos y lo ejemplificaremos con un
único caso: Fran~ois George con su libro L'effet Yau de Poele
1980. Texto calumnioso que no sobrepasa el nivel del panfleto y
que se desarrolla con las exageraciones propias del género carica-
tura!. (Fue este texto uno de los factores que impulsó a Cathérine
Clement a escribir Vidas y leyendas de Jacques Lacan.)
La calumnia externa (que hay que diferenciar cuidadosa-
mente de la crítica, a la que respetamos) es del orden del opor-
tunismo. Funciona con el juego típico de los ineptos, aquellos que,
careciendo de una palabra propia que merezca ser oída, en-
cuentran en la impugnación a un discurso que concita atención,
interés y trascendencia, la ocasión para hacerse mencionar y hacer
escuchar su nombre usufructuando el público y el prestigio
ajeno.
Lo paradójico es que este libro alcanzó difusión especial-
mente entre los lacanianos. La caricaturización del Guru, del
lenguaje oscuro, de esta secta que mientras menos comprende
más adora. etc. que es la tónica del texto, ofreció a los lectores la
oportunidad de una sana risa sobre ellos mismos sin que el texto
fuera tomado en cuenta. El olvido es el mejor destino que cabe a
este tipo de calumnia.
E NTRE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA 253
Pero existen otros tipos de calumnia que deben movernos a
reflexión. Los que hemos ubicado en la calumnia interna. Los que
habiendo sido lacanianos, con distintos grados de aproximación o
fidelidad, han dejado de serlo. Y todos sabemos que no hay
diatriba más virulenta que la del renegado. Cabe aclarar que esta
calificación no prejuzga sobre las responsabilidades en juego por
ese efecto.
Ubicaremos en esta categoría tan sólo dos ejemplos, comen-
zando por el de Fran~ois Roustang. Este escribe en 1976 Un
destino tan funesto, y en 1986 Lacan, del equívoco al impasse. El
primero es una crítica de la institución psicoanalítica. En el segun-
do Roustang se esmera en una fragmentación del discurso laca-
niano para poner en evidencia, según el, la perversión y el opor-
tunismo de Lacan. Lo acusa de ampararse en nombres pres-
tigiosos -Einstein, Galileo, Descartes etc.- para colocar su propio
discurso en un pie de igualdad con el de ellos y producir así una
ilusión de cientificidad allí donde no habría nada qué ofrecer. Lo
acusa de explotar malévolamente el equívoco para llegar por esta
vía a callejones sin salidas. Le reconoce a Lacan el arte de la
seducción y de la magia, pero nada más. Todo el libro se maneja
en el nivel de una atribución de intenciones aviesas -lo que
Roustang considera demostrativo de la mala intención lacaniana-
puestas al servicio de una ambición desmedida.
Me detengo a indicar esta obra, para señalar que, dadas las
condiciones transferenciales en las que se produce, ella es efecto
del fenómeno de hainamoration que tan bien describiera Lacan.
En estas condiciones y al no poder asumir la dimensión de la
pérdida, es el todo lo que hay que destruir. El volumen del odio

254 Frida Saal
adquiere proporciones desmedidas -como el de~ amor-y adquiere
características homicidas. En esta perspectiva de grado o
degradación, toda la obra debe borrarse, demolerse.
El otro ejemplo que quiero aportar es el de Perrier con su
libro Viaje en Translacania. Difícilmente se pudiera decir de
Perrier que es alguien indiferente a la persona o a la obra de
Lacan. Analizante suyo,asume, junto a Leclaire y Granoff la difí-
cil tarea de representar y defender al maestro en los trámites
frente a la I.P.A. desde 1953 a 1963. En su casa se lleva a cabo la
fundación de la Escuela Freudiana de París, vale decir que hay
innegables testimonios de su relación de amor a Lacan. En este
libro que asume la forma novelada relata Perrier los efectos
devastadores que tienen sobre él su análisis, su contacto y su
participación en el movimiento lacaniano.
La conclusión necesaria de estos ejemplos es que solamente
tanto amor es capaz de producir tanto odio. Pero si este análisis
precede al de las posiciones a las que llamaremos dogmáticas es
para señalar que quizá no son tan opuestas y que si bien desem-
bocan en posiciones que podemos considerar antitéticas son am-
bas resultado de una situación similar: entre no poder soportar la
pérdida y tener qu~ destruir el todo, a querer conservar el todo
sin admitir pérdida la diferencia es mínima.
Ejemplificaré el aspecto del dogmatismo centrándome en dos
posiciones: la de la Escuela de la Causa Freudiana, y la de la
Escuela Lacaniana de París.
Hay allí un supuesto ignorarse recíproco que está marcado
por lo mortífero (el ejemplo con que comenzamos este apartado).
pasa también por intentos de ser cada uno el dueño de una verdad
ENTRE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA 255
absoluta: entre la letra robada (acusaciones a J. A. Miller de
distorsionar intencionalmente seminarios o secuestrar materiales
valiosos, etc.), y el prurito de la letra que demuestra que se es
mejor lector que el contendiente y las acusaciones de usurpación
de la herencia.
La sociedad caínica en que se debate el psicoanálisis lleva al
problema de la herencia y los desheredados, ya que Caín y Abel
no encarnan el mal o el bien en el orden en que se los quiera
distribuir. Ambos son el efecto de un único y mismo acto. No son
lo opuesto.
Sobre la Escuela de la Causa Freudiana, actúa el peso, siem-
pre maldito, de la herencia. Sobre los demás, la búsqueda de una
diferenciación con la que demostrar que son dignos de esa heren-
cia y hacerse un lugar en el mundo del psicoanálisis.
Para quienes no estamos ni en la condición de herederos ni
en la de desheredados esta situación nos lleva necesariamente a
preguntarnos -aunque quizá la respuesta pudiera tener una vali-
dez psicoanalítica más amplia-, lqué podemos y debemos hacer
con esta no herencia (el significante no es de nadie) que es la
enseñanza lacaniana y qué posibilidades existen para salir de las
opciones que pasan por el amor, el odio, el dogmatismo, y la
calumnia, en todo lo que puedan tener de equivalentes aunque
asimétricas y si hay alguna posibilidad ahora y aquí de seguir
pensando psicoanalíticamente?.
No está de más recordar que no hay proceso sin pérdida, que
no hay perspectiva analítica sin pérdida. Las paradojas analíticas
quizá no están para disolverse sino para señalar el lugar urgente
y necesario de un trabajo a realizar.
256 Frida Saal

Lacan ha muerto. Eso implica trabajo de.duelo que significa

pérdida y que algo, ineluctablemente, quedará en el camino.
Lo que nos espera es un trabajo, trabajo que no tiene fin y
cuya alternativa es la de retomarlo bajo la caracterización freu-
diana de la pulsión:
Capítulo VII
"... que acicatea indomeñada, siempre hacia adelante, sin
perspectiva de clausurar la marcha, ni de alcanzar la meta".
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION
Pedro Oye-rvide Crespo
Julio 1988.

Freud y los primeros tiempos

Los breves trazos de historia espigados aquí y allá muestran

apretadamente cómo el psicoanálisis, su descubrimiento, su
teoría, su práctica y sus implicaciones sociales atañen al deseo
inconsciente. No podemos jugar con él; nos jugará una mala
pasada.
Al querer poner la carreta delante de los bueyes, confiando
el psicoanálisis en manos de un inconsciente insuficientemente
analizado, el "ego", el "moi", con su secuela de tortuosos malen-
tendidos se revolverá contra maestros prestigiosos y alumnos
dev.otos para convertirlos en una jauría que se entredevorará.
Hombres normales y paranoicos, esquizofrénicos, neuróticos y
suicidas (Jung, Adler, Tausk, Ferenczi, Rank) se afrontan por el
258 Dr. Pedro Oyeivide Crespo
poder y la gloria, se agigantan los celos y agresividades, se busca
el primer puesto a la diestra del maestro, ávido del afecto de sus
seguidores. Y la teoría anda por allí poco comprendida, denigrada
o destruída. Es verdad que la teoría inconsciente no es accesible
sólo por las vías de la comprensión intelectual.
El psicoanálisis nos interroga pues atañe a las entrañas mis-
mas del ser.
"El psicoanálisis es mi creación, dice Freud, y durante diez
años sólo yo me ocupé de él". Espléndido aislamiento del que
incesantemente salía, pues si el psicoanálisis puede ser abordado
científicamente, tiene que ser reconocido por otros, tiene que ser
universal y debe ser transmitido. La ciencia no es aria o judía, es,
simplemente, más allá de los impases de la subjetividad. A Freud
le importaba mucho la opinión científica.
Ciencia la de Freud, rara y nueva, cuyo inusitado objeto, el
inconsciente, provoca todos los intentos del hombre para acallar-
lo, mientras que la vida de Freud no tiene otra finalidad que la de
crear modos y dispositivos para descifrarlo y transmitirlo.
Un modo de transmisión constituyó su actividad docente,
miércoles y sábados, su trabajo de escritor, los análisis. Sus des-
tinatarios, la gran masa, el público hipotético u hostil, el pequeño
grupo, la élite; el público uno y el público muchos; lectores,
pacientes, discípulos privilegiados.
Así como no hay autoanálisis no hay teoría psicoanalítica
solitaria. Hay que urgir a la experiencia el verterse en teoría.
Frisando en los cincuenta años, haciendo cábalas sobre su muerte,
se lamenta Freud por que su grandioso descubrimiento pudiese
quedar como fruto sin semilla.
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 259
Cuando de pronto se abren las fronteras y sueña que arios y
judíos conjuntan en una dimensión geográfica nueva los varios
pensamientos, yerra Freud al suponer que la transmisión pasaría
por los prejuicios de la amistad, de la filiación, del discipulado.
Max Kahane, fue su primer discípulo (1900). Lo abandonó en
1907. Rudolf Reitler, el primero que ejerció el psicoanálisis. W.
Stekel fue el primero que se analizó con Freud, ocho sesiones o
unas pocas más, en 1903. Antes que Freud lo supiera, pero a partir
de sus escritos, Bleuler y Jung se ocupaban de psicoanálisis en
Zurich. De ese grupo llega M. Eitingon a Viena a realizar el
primer análisis peripatético, tres o cuatro noches en las calles de
Viena (1907). Janes lo designa como el primer análisis didáctico.
Decía Freud de Jung y de O. Gross que eran las únicas mentes
realmente originales. Un paranoico y un esquizofrénico.
Por iniciativa de Stekel, en 1902, nace el primer grupo de
estudios en la casa de Freud: la Sociedad Psicológica de los
Miércoles. Por allí desfilaron muchos: Federn, Rank, Ferenczi,
Tausk, Sachs, Eitingon, Abraham, Jones.
Freud la disolvió para fundar la Sociedad Psicoanalítica de
Viena el 15 de Abril de 1908 con la intención de reorganizarla
cada tres años.
El primer Simposio de Psicoanálisis fue el 26 de abril de 1908
en Salzburgo. En ese primer congreso no hubo ni presidentes, ni
secretarios, ni tesoreros ... ni vocales.
Ese Simposio tuvo ya su carga de "pequeñas y tontas disputas",
según Jones; allí se dieron los primeros mordiscos a la verde
manzana de la discordia. Freud escribía a Abraham después del
Congreso: "No me gustaría que se produjera un resentimiento
260 Dr. Pedro Oyeivide Crespo
EL PSICOANALISIS Y SU 1RANSMISION 261

cualquiera entre Uds. Somos tan pocos todavía que la falta de

aquellos que no reconocen abiertamente las tesis fundamentales
armonía, especialmente cuando se produce a causa de complejos
del psicoanálisis". (cf. Littoral No. 17, p. 75, 1985).
personales, no cabe de ningún modo entre nosotros". Abraham
Se trata de construir una Sociedad Psicoanalítica y no una
tuvo razón, Freud tachó a Jung de susceptible. Freud capaz de
sociedad de psicoanalistas, esta idea es de Freud. Hay una teoría
cerrar los ojos ante los errores teóricos con tal de guardar amigos.
y tesis fundamentales qué reconocer. La Sociedad garantiza algo.
Ya para 1910 aparece la Sociedad Internacional. Personas o
No todo el que se dice psicoanalista es psicoanalista.
grupos venidos de Italia, Suiza, Bélgica, Australia, Estados
lCómo alguien puede decirse psicoanalista? Analizando sus
Unidos, Hungría, Alemania, Inglaterra, Rusia, giraban en torno
propios sueños, decía Freud, y sabiendo ciertos conceptos fun-
al psicoanálisis y se internacionalizaban las disputas. Jung se
damentales. N adíe había pensado todavía en la relación posible
apartaba visiblemente de los principios básicos del psicoanálisis.
entre "formaciones" del inconsciente y "formación" del psico-
"Jung está chiflado decía Freud, pero no quiero una escisión,
analista. En esos tiempos de pioneros los analistas se formaban
prefiero que nos deje por propia voluntad".
por el impacto de la "fuerza de demostración" de la lectura de los
En 1913 se fundó en Budapest la filial de la Asociación
textos de Freud y sus ensef1anzas. Es decir un convencimiento
Internacional con cuatro personas que ocupan cuatro cargos,
intelectual, siempre precario.
presidente, vicepresidente, secretario y tesorero. Jones está
Muy pronto en 1912 Freud aclara su idea: "hay que someterse
presente. Ferenczi comenta que el miembro restante "ignotus"
a un análisis con un analista calificado, es el único camino para
hace de público.
adquirir convicciones que ninguna obra, ninguna conferencia son
En el Congreso de Nüremberg en 1910 Ferenczi escribe: "el
capaces de dar". (id., p. 76) ¿cómo será un análisis del cual saldría
peligro que nos acecha es que estamos de moda y el número de
un analista calificado? Poco se sabe entonces.
aquéllos que se dicen psicoanalistas sin serlo crece rápidamente.
Nadie pensaba en un análisis didáctico, confiesa Jones, y dice
No podemos asumir la responsabilidad de todas las inepcias que
haber sido el primero en hacer un análisis personal. Se fue a
se dicen bajo el nombre de psicoanálisis ... Necesitamos una
Budapest a hacerlo con Ferenczi, durante algunos meses, tres
asociación que pueda garantizar en cierta medida que sus
horas diarias. Sólo que Ferenczi no había sido aún analizado. Lo
miembros apliquen efectivamente el método psicoanálitico de
hizo después con Freud, ien tres semanas! Ni Abraham, ni Sachs,
Freud y no cualquier método sazonado para uso personal. Una
fueron nunca analizados.
elección rigurosa y prudente en la admisión de nuevos miembros
Freud andaba poco claro en su práctica con sus discípulos.
permitirá separar el buen grano de la cizaña y eliminar a todos
Estaba más obnubilado por la clara inteligencia de ellos, y por los
lazos de amistad personal que por el análisis. Estos eran cortos:
262 Dr. Pedro Oyervide Crespo
unas horas, unos paseos, unas pocas semanas. Sin embargo él dirá
después: "no tiene derecho a entrometerse en el Psicoanálisis
aquel que no ha adquirido por un análisis personal esas nociones
precisas que solamente ese análisis puede conferir". (En sus
Nuevas Conferencias de 1933).
lEra el análisis incompleto o inexistente de Adler o Stekel lo
que hacía decir a Freud: "están retrocediendo rápidamente y
pronto terminarán por negar la existencia del inconsciente"? Del
segundo de ellos decía Freud: "es un caso de insania moral, es un
hombre insoportable". En 1911 nueve personas seguirían a Stekel
para fundar la "Sociedad de Psicoanálisis Libre". Freud dirá tam-
bién: "considero que no hay manera de rectificar los errores de la
gente de Zurich ..." Y como no admitía que un analista no tuviera
en cuenta sus actos fallidos rompió con Jung, (aunque la Sra. Jung
temía que Freud se disgustara con su marido).
Y vino el Comité Secreto, un atisbo de fundamento teórico y
el anillo al dedo. Pacto de caballeros que duraría un poco más.
Muchos de estos primeros discípulos eran incapaces de tra-
bajar en grupo. A Freud le costaba igualmente y prefería las
relaciones personales, aún a riesgo de la reciprocidad especular,
de celos y rivalidades.
El proceso en "extensión" implica primero el proceso en
"intensión". Esto nos explicará tal vez "la inestabilidad mental" de
Rank o de Ferenczi. "La hostilidad fuertemente reprimida de
Rank contra su hermano y su padre y por lo tanto la irrefrenable
hostilidad contra Freud" (Jones ). Stekel se pensaba un enano pero
aseguraba que subiéndose en los hombros de un gigante (Freud),
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 263
podría mirar más lejos. Sí, respondía Freud pero no siendo un
piojo en la cabeza de un astrónomo.
Sólo la verdad del inconsciente es una verdad formadora del
sujeto, de modo que éste asuma un lugar diverso frente al saber
teórico. La formación es diferente de la información. "Sin análisis,
dice Freud, el sujeto cederá fácilmente a la tentación de proyectar
fuera las particularidades de su propia personalidad... presen-.
tándolas como una teoría de valor universal, esto apunta al des-
crédito del método analítico y descarría a los alumnos". El abor-
daje de la teoría pasa antes o después por el propio análisis. Hasta
los puntos de no inteligencia teórica tienen algo que ver con las ·
reticencias del propio inconsciente.
Ferenczi, con su sed insaciable de amor y afecto paterno,
construirá sus métodos activos y su teoría como la proyección de
sus propias carencias. lCuánto hay de no analizado en los que se
yerguen como modelos identificatorios de sus pacientes? Ge-
neraciones de no analistas han formado a generaciones de no
analistas.
Freud decía a Rank que no habría escrito su libro sobre el
trauma del nacimiento de haber sido analizado. Rank replicaba
airadamente que por todo lo que él conocía de los analistas
preparados por Freud le parecía una suerte no haberse analizado
nunca.
Si las sociedades se asientan muchas veces sobre la arena
movediza del carisma, de la filiación, de la simpatía, de la fide-
lidad, de la devoción al maestro, reacciones equivalentes y recí-
procas destruirán todo.
264 Pedro Oyervide Crespo
Fundar, instituir, construir algo supone la formación previa
de sus fundadores. Raros son en el mundo los que partieron de
esta idea. La idea de Freud del análisis personal como necesaria
no la pudo sostener él mismo. Y cuando algo no hace camino
desde y hacia el inconsciente, se le pretende imponer por norma
o reglamento.
En el Congreso de Budapest en 1918, Herman Numberg
propuso exigir que los futuros analistas se sometieran a un aná-
lisís. Sólo en 1926 esto llegó a ser obligatorio. Aunque la pro-
posición era para el futuro, todos protestaron. Ella no concernía
a los antiguos pero Rank y Tausk se opusieron enérgicamente.
lCon quién se analizarían? La posibilidad era hacerlo con Freud,
pero la recusaban pues hubiera sido someterse aún más a él. Y
·había un horror fundamental: ly si Freud rehusaba? Lo horrible
de la gehena. Antes de eso Tausk había hecho efectiva su deman-
da, Freud rehusó y lo envió dónde H. Deutsch, quien se analizaba
con Freud y de la cual Tausk era amigo y testigo de matrimonio ...
El gatillo y la cuerda estaban a pocos meses de distancia.
Para fundar una institución no basta hacer reglamentos y
distribuirse las tareas. Desde 1920 Eitingon, hombre acomodado,
dirigía el Instituto de Berlín; Abraham dirigía los cursos teóricos,
Sachs conducía los análisis didácticos. Desde ese año hubo una
Comisión Internacional de Formación cuyos modelos se estan-
darizarían hasta caer en el absurdo.
Y sin embargo en esos años corría una idea simple pero sana:
si alguien necesita un análisis lo busca y lo hace. Todos los
pacientes son potenciales analistas. Todo analista es un antiguo
paciente, pues es el enfermo el que necesita un análisis. La
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 265
sociedad analítica es un amasijo de antiguos pacientes, locos o
enfermos...
Los absurdos y los impases
Lamentaba Freud el no haber podido plasmar sus ideas sobre
la institución como hubiera querido. Lo que hicieron sus
seguidores cumplía parcialmente los anhelos de Freud de preser-
var y universalizar, pero no el Psicoanálisis freudiano, sino lo que
ellos habían entendido como tal.
La IPA es un imperio con su gigantesco aparato de nor-
malizar. Allí se aceptan incluso las aberraciones teóricas y la ética
puede pasar a tercer plano, pero hay que respetar las formas. De
la gerencia autocrática de unos pocos resultó la estandarización
de las normas de formación. Imperio piramidal donde fas horcas
caudinas funcionan a tiempo completo. Al que pretende una
innovación cualquiera se le normaliza, se le margina o se le
expulsa.
Curiosamente los emigrados del Este, los antiguos pacientes
de Freud que habían atravesado cortinas o telones de hierro,
desconocieron la libérrima práctica de Freud en su consultorio-y
fueron estructurando en Francia ese Instituto de formación cuya
rigidez formal ahogaba hasta el concepto mismo de psicoanálisis.
266 Pedro Oyervide Crespo
La fragilidad interna opera así, haciendo estatutos, normas, regla-
mentos. Así se .sostiene el poder imaginario.
Es imposible para el didacta autocrático aceptarse como el
antiguo o el posible enfermo. Hay que borrar los conceptos hasta
caer en el absurdo. Para mantener una prestancia de cartón hay
que trabajar como Nacht toda su vida para sostener el análisis
didáctico contra el terapéutico. Es verdad que Freud decía que
no se conduce de la misma manera el análisis didáctico que el
terapéutico; lo decía en carta a Abraham.
El psicótico, el perverso, el homosexual, el de vida dudosa, el
que porta taras físicas en su cuerpo no podrá llegar a ser allí
analista, pues la imagen empobrecida no podrá ser modelo iden-
tificatorio para otros. El paranoico debe ser excluido del análisis.
Llegar a ser analista en Francia en los años cincuenta es muy
sencillo. En la rue Saint Jacques el candidato se somete a la
normalización. Allí reinan unos grandes señores, llamados didac-
tas, muy pocos, entre ellos Lacan. Según él, el psicoanalista "debe
ser un hombre honesto en el sentido clásico, un burgués cultivado,
elegante, simpático, bien educado, curioso y, sobre todo, no psicó-
tico". (O tempora !o mores!)
El que quiere ser analista tiene que pedir el visto bueno a los
didactas y hacerlo con uno de ellos, éstos rechazan o aceptan o
seducen al candidato. El Instituto controla todo, quién se analiza
con quién, cuántos pacientes tiene cada didacta, cuánto gana,
cuántas horas trabaja y si se ajusta o no a las normas. Hay fichas
completas de cada uno y el analista entrega informes periódicos.
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 267
Lacan trata de salir de estos embrollos. Es incontrolable, es
imposible normalizarle a pesar de todas las promesas que hace
ante la comisión londinense sabiendo que no va a cumplirlas.
"Y o hice mi análisis para ser analista" dice Anzieu. Lo hizo
con Lacan, quien parece no haberse dado cuenta de que era el
hijo de la Aimée de su tesis. -Dolto envía a S. Leclaire donde
Lacan y la cura se desarrolla según una óptica estrictamente
didáctica.- Safouan pide un análisis a Nacht quien no le acepta y
le envía a Schlumberger para una cura terapéutica, pero éste le
juzga "didactizable" y Safouan escoge a Lacan. Allí se quedará 15
años en análisis y en control. -Laplanche dice "me beneficié de un
largo análisis con Lacan, le estoy reconocido aunque percibí luego
los impases. Su memoria me es querida".
Y lo inaudito. Lacan envía a Anzieu a hacer reconocer su
análisis por el Instituto. Este no reconoce el análisis de A.L. Stern
por haberlo hecho con Laforgue caído en desgracia por sospechas
de colaboracionismo con los alemanes. -0. Mannoni asevera que
el análisis hecho con Lacan no fue tal porque ya no lo necesitaba,
aunque l..acan no le impidió hacerlo. Lacan dirá a A.L. Stern, que
había pasado por otros divanes: "lo que Ud. necesita es un des-
análisis".
Y los ab mrdl"'S. Para ser analista no hay que estar enfermo;
pero el candidat(1 cuya cura se contabiliza en años, a lo menos
cuatro, debe an111izar a lo menos a dos pacientes. El practicante
analiza enfermos, el didacta no. El didacta forma a los candidatos;
es una cura válida como didáctica por el hecho de que la hace un
didacta.
 EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 269
268 Pedro Oyeivide Crespo

nos interroga hoy el análisis de Lacan con Loewenstein? Allí no

La teoría se reduce a producir un "psicoanalista bueno"
pasó nada según se dice en esa "Batalla de cien años".
(Nacht) o "un buen psicoanalista" (Green). Platón decía que el
médico acierta y cura y es simplemente médico. Si no acierta ni
cura, no es médico. El psicoanalista es o no es en su acto. En ese
Instituto, una vez que tal psicoanalista ha sido instituido didacta,
lo será de oficio, con tal de que el ritual sea cabalmente cumplido,
de allí resultará un analizado didácticamente. Del absurdo a los aforismos
Cuando las sociedades parisinas anden en grandes conflictos
en los que lo substancial debían ser las ideas teóricas, desde
Había que salir de esa ignominia para que el inconsciente
Londres llegará a París en 1961 la urgencia de las normas: cuatro
freudiano no se obturara para siempre y para que las instituciones
sesiones por semana de cuarenta y cinco minutos con una ligera
no fueran sociedades de protección contra el inconsciente.
excepción para los candidatos que vienen de provincias: cuatro
Maestros, fundadores y analistas no se forjan en un día. Ni Freud
sesiones en dos días con dos noches de intermedio. O el incons-
ni Lacan necesitan de hagiógrafos.
ciente provinciano es diferente o aquél debe reposar. - Los pa-
Retornar a Freud, vía Lacan, es dejar la palabra a la verdad
cientes no deben ir al seminario que dicta el analista, sin el
como respuesta posible a las varias interrogaciones: qué es un
permiso de la Comisión de Estudios. Y se boicotea la presencia
analista y un analizante, cómo se forman, cómo se transmite el
de los oyentes de tal analista con la presencia obligatoria en otro
psicoanálisis. Los aforismos lacanianos nos darán un inicio de
seminario. Se prohíbe a Dolto o Lacan recibir más candidatos so
respuesta al grave interrogante de la TRANSMISION.
pena de que éstos no sean reconocidos por el Instituto. Dolto no
lEsperaba Freud que Fliess le curara de sus síntomas fóbicos?
es buena didacta, aunque sea carismática, porque no es
"Nunca fui un entusiasta de la terapia", dice en sus Nuevas Con-
sistemática en la formación. Lacan, aunque brillante, no debe
ferencias. Ni esperaba de él un estatuto social de privilegio, ni
convertirse en un mito y le está prohibido producir nuevas teorías
autorización alguna. Le constituyó como "otro", como soporte de
sobre la formación.
una palabra en transferencia. Freud se hizo discípulo de su
Lacan pasará muchos años angustiado, desesperado, lleno de
inconsciente y de sus primeras maestras, las histéricas, las que
miedos, temiendo la exclusión, inseguro, ambiguo, buscando an-
aportaron la primera teoría, la de la seducción; ellas inventaron
siosamente ser reconocido por laIPA, valiéndose de sus pacientes
técnica e instrumento, la asociación libre, y llamaron al proceso
hasta para hacerlos mentir ante la Comisión de Londres. lCómo
la "talking cure". Pero Freud pasó de la palabra al deseo. Sin el
270 Pedro Oyetvide Crespo
análisis de su propio inconsciente no se puede abordar el ajeno.
Lo supo Breuer, el primero.
Se necesita un corte epistemológico en la sucesión de im-
pase:;. No podemos pensar en Fliess sin deducir que todos somos
espurios, ni en Lowenstein para decirnos lacanianos.
En el 73, Lacan dirá: "durante diez años he hecho todo para
edificar de la nada una nueva formación analítica, una formación
que no sea mentirosa". Y desde Octubre del 67, la prolación de
aforismos absolutos, tesis fundadoras a partir de las cuales el
psicoanálisis, la formación, la transmisión, no podrán ser nunca
como antes.
"El analista es aquel que ha hecho su análisis con otro analista"
La tautología es como una verdad de Perogrullo, nunca tan
necesaria como cuando alguien habla de autoanálisis o de un
"analista" espurio, con quien se pretende hacer un mal llamado
análisis.
La teoría analítica se funda en cuatro o en varios conceptos
fundamentales. Pero si la mudez de la pulsión, la irreductibilidad
del fantasma, lo entre-dicho del goce hacen referencia al incons-
ciente, es en cuanto la palabra falla como muda, se detiene en una
frase o se inhibe como imposible. El tope es el inconsciente mismo
como heterogeneidad absoluta.
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 271
El psicoanálisis es asumir ese desafío del Real contorneán-
dolo con significantes y fantasmas. Pero la Cosa resiste hasta la
afonía del cadáver.
Entre un psicoanalista y otro la relación es el análisis y éste se
funda en el inconsciente. Sostenerlo es sostener toda la teoría y
sostener así el acto analítico. Eso supone afrontarse a la de-
negación en acto. Todos los disidentes del campo del psicoanálisis
lo fueron no tanto porque Freud fuera un hombre difícil, sino
porque la tesis del inconsciente les era insoportable. Cuando
Freud abrió un resquicio todos se precipitaron por el atajo y el
psicoanálisis se convirtió en una multinacional del "ego".
Del inconsciente nunca estamos convencidos en acto: con él
sucede como con la muerte, les acaece a los otros. Lacan hablará
de "ese movimiento predador, de retirada, cuya succión vacía de
alguna manera las representaciones de su implicación de
conocimiento y que es por el movimiento mismo del inconsciente
que procede la reducción del inconsciente a la inconsciencia". No
sabemos si tiene un ser substantivo y lo apelamos con un neutro:
"Id, <sa, ello, ES ... "
lQuod est? se preguntaba Freud. Pensamientos dirá, pero de
los cuales el sujeto está ausente. Estructurado como un lenguaje,
discurso del Otro.'.. alcanzamos a decir; una estructura, causa
deducible de sus efectos, como la luz efecto remanente de la
estrella, o como el esqueleto que nos queda del diplodocus del
cual adivinamos el pellejo.
El Wo Es war... , nombra un lugar atópico, construido sobre un
pasado imperfecto ... allí donde estaba... "salí tras ti corriendo y ya
eras ido" ... Omnipresente donde se esfuma, eficaz donde sólo
272 Dr. Pedro Oyervide Crespo
quedan huellas, puerta entreabierta y cerrada en las narices,
llamada que no se devuelve, estaba pero ya no está, reaparecerá
sin dar la cara, y como siempre "heimlich y unheimlich". "El acto
psicoanalítico es un acto nunca tan bien logrado como cuando es
fallido" (Lacan). De ese acto el analista y el analizante son los
efectos.
El inconsciente es un imperativo en devenir, un criptograma
de traducción no unívoca y siempre perfectible. Lo analizado
puede ser reprimido de nuevo, denegado o repudiado, podrá
seguir teniendo traducciones sintomáticas, ilógicas al parecer e
innecesarias. El es alógico, no conoce el punto final, se suspende
bien en suspensivos ...
El analista existe por la gracia del analizante, sujeto activo que
con sus producciones provocará su propio advenimiento. Pero
para que el inconsciente pueda producirse, se necesita un objeto
segundo o tercero ... Ese objeto minúsculo que de tanto deambular
entre dos, queda allí: "Ob-jacere" caído por delante, abyecto,
objeto, capa en las narices del toro para que baje el testuz,
tachaduras, borrones, tropezones, resbalones de la lengua, zana-
horia tendida en una verga que no sabe que ella es la causa de la
festinación del onagro.
El analista debe saber que es un "producto del analizante en
el acto analítico" (Lacan). El sillón no es ni trono ni cátedra de
verdad, es simple investidura, función y no estado. El analista no
proviene de vocación salvífica, nadie lo ha llamado. Se sostiene
·por una suposición pero ésta no forma al analista. Platero correría
igualmente detrás de la ilusión óptica de una zanahoria. Pero el
embuste sería doble. Recordemos que "el débil sometido al aná-
EL PSlCOANAUSIS Y SU TRANSMISION 273
lisis 11ega a ser un canalla", aforismo que apunta también y sobre
todo al analista.
Si el analista es parte del concepto del inconsciente, ya que
no hay autoanálisis; si el analizante le autoriza a ser su analista, es
porque debe ser analista, como causa del proceso, pero el proceso
está marcado de aleatoriedad y contingencia hasta que él "a
posteriori" conjunte la causa con su efecto.
Psicoanalista; no es un substantivo. Nadie es ingeniero o
geólogo cuando se afeita. "P~icoanalítico" sólo es un acto. Si el
analizante no se define por un encuadre o por un ritual, si la
1
producción del inconsciente no se mide con reloj o calendario, el
acto cuando se da es subversivo, desconcertante, inesperado y
puede ser provocado, escandido, aceptado o rechazado.
El analizante lo es por su querer, querer ser analizado,
volición contestada cuando ésta toca el fondo de su deseo, de su
deseo de no querer saber. De allí deviene psicoanalista.
El deseo de querer ser analista no es idéntico al "deseo-del.,.
analista". El analizante que devino analista, lo ha sido por su acto,
como actualización de ese deseo. Pero sólo será analista cuando
su deseo haya producido otro analista.
Si antes nos hemos interrogado acerca de los presupuestos a
priori del analista, hoy nos interpelan las interrogaciones "a poste-
riori", concernientes a lo que sería hacer un análisis con otro
analista.
 Pedro Oyeivide Crespo
274
"L'analyste ne s'autorise que de lui-meme"
Enunciado subversivo que, echando por tierra todo an-
damiaje de control o de poder, a nadie deja indiferente. Los no
analistas se precipitaron sobre él pensando que los laureles es-
taban allí para la autocoronación. Las instituciones pusieron el
grito en el suelo desposeídas de la omnipotencia productora de
analistas ideales para una sociedad ideal.
Pero este aforismo sólo concierne al analista quien se inte-
rroga sobre los matices de la traducción y de la significación. La
frase empleada por Lacan: l'analyste ne s'autorise que de lui-meme
es restrictiva (ne ... que ), la traducción castellana puede optar por
tres modalidades: EL ANALISTA SE AUTORIZA SOLO (sola-
mente) DE EL MISMO; EL ANALISTA SOLO SE AUTO-
RIZA DE EL MISMO; EL ANALISTA NO SE AUTORIZA
SINO DE EL MISMO. (Y puede convenir reemplazar' los "DE"
Pº! "POR", forma gramaticalmente más correcta).
La primera autorización del analista es la de haber optado por
el lugar del analizante, al formular su demanda a un analista de
su elección, instaurando así el Sujeto-supuesto-saber, que no
admite injerencias institucionales. Hay un síntoma oculto allí en
esa "envidia" de ser analista, del que nadie demanda la curación.
Insistamos en esto. Freud pensaba que el mejor análisis era aquel
que ya no era necesario. Lacan, que era mejor llegar sin síntomas
para obviar una demanda de curación que eterniza el análisis y
entorpece el proceso. Freud había adelgazado las ganas de curar
hasta casi su desvanecimiento. Lacan pondrá como adehala del
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 275
proceso la cura posible. El analista lacaniano se cuida menos de
curar al paciente que de producir la curación a partir del trabajo
sobre el inconsciente. Radicalización del deseo frente a la deman-
da sintomática.
La "pasión" psicoanalítica es el sufrimiento del ser hablante,
preso en significantes alienantes, en la inadecuación de la palabra
para dar una traducción adecuada del inconsciente, en la tensión
de un imposible deber: WO ES WAR ... suficientes y necesarios
motivos para hacer un análisis.
Nos parece ya un error antiguo querer forjar a priori un
análisis didáctico y otro terapéutico. Lacan piensa que "un análisis
no debe ser empujado muy lejos. Cuando el analizante piensa que
está feliz de vivir, basta". (Scilicet 617, p. 15). Y aunque gastará
muchos años hablando de análisis didáctico, nos acogemos a una
idea suya: "en los análisis didácticos se va hasta el final (jusqu'au
bout), pero el análisis es siempre didáctico, aún si se lo hace con
alguien estúpido (be te), tanto más, es todo lo que se arriesga". (Ou
pire, 1-IV-72). Hasta Balint recordará las palabras de su maestro
Ferenczi: "el análisis didáctico es simplemente un análisis".
Hay entonces un modo a lo menos de hablar del análisis
didáctico: ahí el sujeto aprende a ser analizante. El inconsciente
es un sabertextual y todo análisis es didáctico en cuanto algo es
asequible, aprehendible de ese saber textual, pero no por una
acción didáctica sino por la dirección de la cura, a través de las
formaciones del inconsciente. Psicoanálisis en in-tensión, tendido
hacia adentro, realidad psíquica, lugar psíquico donde él se
realiza.
276 Pedro Oyervide Crespo
Lacan, denegando voluntariamente gran p~rte de sus escritos,
afirmará que nunca habló de la formación de los psicoanalistas
sino de las formaciones del inconsciente. Estas son las que forman
al analista. El deseo del analista es una formación del incons-
ciente. "El psicoanálisis superfetatoriamente llamado didáctico",
asentará Lacan en su Proposición.
El analista lacaniano no se autoriza por un modelo, por la
imitación simiesca de una técnica aprendida. No se autoriza en
una institución, en una investidura, por un título recibido de
maestros prestigiosos. No se autoriza por las ganas salvíficas de
ser analista, ni por su analista. Muchos se vanaglorian del análisis
o del control hecho con Lacan. Irrisión. Los hechos o dichos de la
vida son con frecuencia un puñado de aserrín en los ojos del
analista. El análisis no es una aureola perpetua sobre la cabeza o
los actos de alguien. Decirse analizado por Freud o po:r Lacan no
garantiza nada. Lacan hablaba de los pocos que con él habían
llegado hasta el final. Sólo que cada uno piensa ser de esos pocos.
"El analista se autoriza sólo de (por) él mismo". No podemos
decir que se autoriza de (por) sí mismo, sería decir que se autoriza
de (por) su "ego", de (por) su "moi", de (por) su "self'. Un em-
bustero nada autoriza sino el embuste. Muchos se autorizan por
su "ego" sin haber pasado por un diván o habiendo hecho allí una
cura de sueño; soñaron que en tierra de ciegos el tuerto era rey y
que nadie repararía en los embustes. A los pacientes hay que
tratarlos con sumo respeto. La infatuación del sillón impide a
muchos considerarse la vida entera como analizantes.
Autorizarse de (por) sí mismo, implica un reflexivo ambiguo
y solitario en la esfera del yo. "Autorizarse de (por) él mismo" deja
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 277
un margen de tercera persona, allí implícita, "otro", "Otro", por
necesidad de estructura. Aunque la traducción "DE ÉL MISMO'~
parezca un tanto forzada, la preferimos, para subrayar esta
necesidad. Si Lacan hubiera dicho que el analista se autoriza de
(por) su "Ello", de (por) su "ES"...
En la "Nota 1taliana" ( 1973) Lacan precisa: "Seul l 'analyste, soit
pas n 'importe qui, ne s'autorise qu,e de lui-meme". Sólo el analista,
no cualquiera, se autoriza sólo de (por) él mismo".
El "devenir psicoanalista por su experiencia misma", quiere
decir, por su propio análisis y por su experiencia con otro analista.
Todo analista será efecto de su propio análisis con otro analista,
aunque no todos lleguen a ejercer el acto analítico con otros
analizantes. La causa es contingente y el análisis en in-tensión
puede quedar como bien privado y personal aunque es imposible
que alguien no se beneficie con algunos efectos.
a a
"Pas-tout etre parler ne saurait s'autoriser faire un analyste.
A preuve que l'analyse y est nécessaire, encore n 'est-elle pas suf-
fzsante" El ser es siempre un no-todo. Faltando puntuación o
escansión vocal en la frase intentamos la retranscripción. lSe trata
del parletre? No todo ser hablante. O si escandimos de manera
diferente: No-todo ser, por hablar, podría autorizarse. No basta
hablar. Y se refirma el "no cualquiera". Paire un analyste: el
analista no se define con el verbo ser, no hay ser de analista. Es
un hacer, un hacerse, una función, un devenir. Y el análisis no es
suficiente. El analista es un no-todo. Es, allí donde hay un acto.
La autorización no concierne sino a algo. No..:todo. Es, allí donde
hay un acto. La autorización no concierne sino a algo. No-todo ser
hablante, no todo ser por hablar, no-todo ser, por hablar, podría
278 Dr. Pedro Oyervide Crespo
autorizarse para hacer un analista. Como prueba, si el análisis allí
es necesario, sin embargo no es suficiente. (Nota italiana, Or-
nicar? 25,1982. Unos indican la fecha de 1973, otros la datan en
1974.)
Y Lacan continúa con· una afirmación sorprendente para
muchos: "Ceaquoiil (legroupe) aaveiller, c'estqu'as'autoriserde
lui-méme il n y ait que de l'analyste". Aquello sobre lo cual el grupo
tiene que velar, que a autorizarse de (por) él mismo no haya sino
(del) analista". La lengua sufre en la traducción, es decir no es toda
para traducir otra lengua. Lacan emplea frecuentemente ese
partitivo: "de l'analyste", "Y'a du psychanalyste". Lacan emplea el
subjuntivo, no es la certeza del indicativo, es la surgencia aleatoria
del subjuntivo. El restrictivo francés problemático en su
traducción indica que de la autorización no surge automáticamen-
te el analista, como del muslo de Júpiter, sino algo del analista,
allí no hay certeza del todo, del analista todo y para siempre.
Hay un imperativo confiado al grupo, el grupo es una
referencia absoluta. El grupo tiene que velar sobre esa auto-
rización, no cualquiera puede autorizarse. La autorización im-
plica el grupo, los otros. El analista tiene que ser reconocido por
sus pares.
No hay autorización solitaria, sería pura arbitrariedad. No hay
analista murado a cal y canto en su consultorio. El analista existe
con otros, ex-siste. Aunque el analista esté solo, no es el único,
existen otros en el mundo. El analista es aquel que no cesa de
autorizarse en cada acto psicoanalítico que ejerce, aun cuando allí
aparezca solo, podrá siempre dar cuenta a otros de sus actos.
EL PSICOANALISIS Y SU 1RANSMISION
279
En el 74 Lacan reforzará su idea:"... él no se autoriza sino de
(por) él mismo y yo añadiría y de (por) algunos otros... Que el
analista no se autoriza sino de (por) él mismo, esto no quiere decir
que esté totalmente solo para decidirlo ... Y' a du psychanalyste...
esto no quiere decir sin embargo que haya un psicoanalista. Es un
enfoque propiamente histérico decir qu 'il y en a au-moins-un, que
hay a lo menos uno ... Pues aunque sólo se autorice de (por) él
mismo, no puede así no autorizarse de (por) otros también ... " (Les
non-dupes, 9-IV-74).
Allí podemos apoyarnos sin duda alguna para construir un
PASO.
"Del sujeto supuesto saber"
El inconsciente freudiano es la transferencia. Su modo es de
desplazamiento y condensación, amiba o pulpo, lanzando
tentáculos, recogiéndolos, camuflándose en su propia tinta.
Invención buena la de Lacan al subvertir la vulgar noción de
transferencia como ligada a los efectos para situarla en una estruc-
tura. Sujeto -supuesto- saber, premisa de todo cuanto se desen-
cadena en el proceso analítico. Hay modulaciones en esta frase y
hay una estructura, pero como partimos de una suposición guar-
damos la generalidad del intitulado: del sujeto-supuesto-saber.
280 Dr. Pedro Oyervide Crespo
Lacan no dijo: "psicoanalista supuesto saber", desbaratando
con su frase todo aparato institucional docente o didáctico, donde
se agazapa ese analista seguro de su saber frente a la ignorancia
del candidato.
SUJETO-SUPUESTO: al analista le suponemos ser sujeto,
por su análisis previo, de la serie significante que sostiene su deseo
de analista. Sujeto en devenir continuo. Y al analizante le
suponemos un sujeto supuesto, con una suposición de futuro, pues
no es sujeto de significantes todavía ausentes. Se va a deshilar el
nudo de sus significantes. Es la hipótesis previa, la tesis, el análisis
a desarrollar confirmará o infirmará la suposición, es decir habrá
o no analista y analizante, sujeto y transferencia, habrá o no
análisis.
La transferencia es de sujeto a sujeto. la transferencia es de
un lugar a otro, de una escena a otra.
SUPUESTO-SABER: La primera demanda del analizante
no sólo supone al analista saber sino está seguro. le supone un
saber adivinatorio, curativo, universitario, docente, didáctico,
muchos saberes, incluso el, saber. Suposición imaginaria. El
analista no dice como el filósofo que nada sabe, no es un ig-
norante, y tiene un saber vastísimo. Pero nada sabe del incons-
ciente del analizante en presencia. Su saber no coincide con la
suposición del analizante.
El analista sabe con certeza que él es sólo el lugar de la
suposición, suposición que pro-voca la palabra, la e-voca, la pro-
duce. El sabe que el saber está en el Otro.
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 281
Esta suposición es de estructura, válida para todos incluso
para el candidato sabio en teoría psicoanalítica o para '!l analista
no tan sabio.
No se trata de "saberes", se trata de un significante "SABER";
no se trata de tal sujeto, sino de un sujeto-supuesto. No son los
síntomas los que presiden el proceso; la verdadera demanda
prescinde de los síntomas, es la idea de Lacan. (Scilicet 617, p. 32).
Desde el inicio hay un equívoco, la suposición de este sujeto como
idéntico al analista. En la demanda del analizante hay siempre una
demanda de saber, se sitúa como ignorante y pide una transferen-
cia de saberes. La suposición de saber, como homologación entre
la demanda y la respuesta del analista.
Cuando la demanda de transmisión de saberes perdura sin
elaboración, el proceso fracasa y el analizante va a depositar en
otro su demanda iterativa de saberes.
Las sesiones preliminares tienen por objetivo la justeza de la
posición de ese significante mayor. Ni psicoanalista ni psicoana-
lizante son el Sujeto-supuesto-saber. El saber es el del incons-
ciente, el ser del saber, saber real donde no hay sujeto previo y
sobre el cual, acto a acto, van a trabajar analista y analizante.
Ese significante marca la escisión del sujeto entre saber y no
saber y constituye el Otro como el tesoro del saber, en la hipótesis
no realizada todavía de que el acto analítico reduzca la suposición
a la certeza y estatuye al Otro, como causa de ese deseo de saber.
Esa suposición del analizante, incluso en su vertiente
imaginaria, raja al sujeto que emite su queja por no saber ante la
seguridad del otro que sabe y le permite iniciar su primera ronda
de significantes. El analizante espera que el saber del otro abunde
282 Pedro Oyervide Crespo
en las razones de su saber y, si el psicoanalista calla, así lo cree, es
porque él no le ha dado aún suficiente material para que hable.
Momento importante a subrayar, es él quien detenta la clave
misma de sus enigmas. Y luego el temor, es mejor que aquél no
hable. Su demanda de saber vacila, prefiere la ·ignorancia, una
barrera de no saber que mantiene a salvo el no deseo de saber. El
saber ya no es una demanda; es un riesgo a evitar. Entonces el
analista habla para levantar la barrera, un poco, poco a poco,
urgiendo el advenimiento del sujeto, de un nuevo sujeto.
Se dice que cuando esa suposición cae, el análisis cesa o el
analista se va al tacho de basura. Falso si es una referencia a los
saberes. La suposición no cesa cuando se descubre que el analista
no sabe. Sería creer que el análisis cesa porque el analizante ya
nada podría saber. El inconsciente sabe y sabrá siempre. Sería
suponer falsamente que no se necesita del Otro para seguir
sabiendo. No es ése el modo como un análisis'termina.
Si al analista se le supuso saberes, cuando el analizante des-
cubre que el analista no sabe, no descubre una estafa o una
impostura; cuando se quita la máscara hay un rostro verdadero.
Habría estafa si el analista, que no era analista, se proponía como
sabiendo. Habrá si, una decepción correcta, los saberes no bastan.
El analista a quien se le suponían saberes, cae fácilmente y cae
pronto como si nos desembarazáramos de un artificio inútil o de
un síntoma innecesario.
Si el psicoanalizante llega a la revelación o a la construcción
de un saber sobre su inconsciente, no es el saber o el no saber del
analista el que lo causa sino la suposición de "SABER". Ninguno
de los dos sabía el S1, sólo el analista sabía que éste es asemántico.
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 283
El analista lacaniaho sabe que en ese proceso nada hay por
estructura que implique a los afectos, positivos o negativos, como
necesarios. No podemos odiar al Otro por estar por fin tachado.
nadie le puso esas tachaduras, estaban simplemente allí. Si ese
reconocimiento nos duele, nos deprime o nos angustia, es porque
el hombre se contenta más y mejor con la mentira; si se ha optado
por ella es mejor no ir donde un analista.
Lacan nos da en sus mil y un escritos una serie inagotable de
ideas en torno al saber. "Un saber sin sujeto es real. El saber se
inventa para colmatar el hueco de la no relación sexual. El
inconsciente no descubre nada, inventa. Para todo saber es ne-
cesaria la invención. Lo propio del goce es que de él no podemos
saber nada. No hay el menor deseo de saber ni el menor deseo de
inventar el saber. Hay un deseo de saber atribuido al Otro. No es
el deseo el que preside al saber, sino el horror..." (P. ej., en Les
non-dupes errent, 9-IV-74).
"El ser del sujeto es un agujero en el saber y la ignorancia es
una pasión del ser", dirá Lacan. Por allí andan las rocas y los
impases. ¿cómo construir ese paso, allí donde hay antinomia
entre ese no-deseo y el deseo del saber verdadero?
Habrá que construir nuevos artificios. Del ser de saber al ser
de verdad. El analista se debe mantener en la verdad ¿algo menos
artificioso?: un sujeto-supuesto-verdadero. Pero sería un error
suponerle La Verdad. Cuando se esfuma el analista como supues-
to saber, hay que hacerlo sustento, portador o testigo de una
palabra verdadera y el analizante se relanza no ya a la búsqueda
de saberes sino a la construcción de su verdad o a la aceptación
subjetiva de una verdad universal. De una escena a otra, de un
284 Pedro Oyervide Crespo
registro a otro. De una decepción imaginaria a una desuposición
estructural.
Si a la demanda no se puede responder con promesas hay que
saber más hondo y más lejos: que si hay cuatro términos en la
estructura del discurso, hay otro innominable, porque de su inter-
dicción se sostiene la estructura: el goce como tal o como
Lustgewinn, apariencia de suplemento, donde se cuenta como
menos. Sólo Reich, el paranoico perfecto, identifica el saber total
con el goce total. Para él hay relación sexual y el goce está allí.
Hay muchas cosas sobre las cuales nada queremos saber. La
denegación nos salvaguarda a medias. No hay relación sexual. El
gbce está entre líneas. La pretensión de la inmortalidad nos está
negada. Todo saber abdica ante el Otro y aunque éste esté tachado
se burla del sujeto y, contra todos nuestros anhelos, el fin del
análisis es acentuar esas tachaduras y escribir con minúscula lo
que antes hacíamos con mayúscula y viceversa. Nuestro yo no será
reconfortado, el sujeto quedará destituído y constituido de un
modo diferente. Despojados de suposiciones podremos abocar-
nos a las certezas y de nuevo supondremos que el analista podrá
ir con el analizante hasta el final, desde una posición frente a la
verdad. El saber ya no será nuestro objeto; el analista será la
minúscula a, pero buena y estable como roca.
La desubjetivación, el "desétre'~ el fin del proceso no es la
depresión por pérdida de objeto, es simplemente haber llegado a
una certeza, más allá de la verdad: que al ser que habla le falta
todo, sobre todo el ser. Certeza que nada tiene de depresiva. El
ser-para-la-muerte, es lo que define el ser del analista y del
analizante que llega a ser analista.
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 285
De estas suposiciones y de estas certezas se sostiene la trans-
misión del psicoanálisis.
"Nosotros partimos de esto, que la raíz de la experiencia del campo
del psicoanálisis situado en su extensión, única base posible p ara
motivar una escuela, hay que encontrarla en la experiencia
psicoanalítica m isma, queremos decir tomada en su intensión... "
(Lacan, primera versión de su Proposición -Analytica, 8, p. 8).
El psicoanálisis es su transmisión. El analista se autoriza. El
pase debe autentificar esa autorización. La institución se funda en
esta proposición, puede y debe garantizar algo por necesidad de
estructura.
El PASE, paso, pasaje, momento de pase, lugar a topológico
en el entrecruce de esos dos lugares llamados por Freud psíquico
e histórico y por Lacan en intensión y en extensión.
Hay el saber textual y el saber referencial, que hacia afuera
da cuenta del primero públicamente (la sociedad, la cultura, la
ciencia). Dos lugares, dos saberes que no son homólogos. El
analista en ejercicio está en la extensión, es un nombre, un lugar,
un espacio, una opinión pública, acepta a alguien para el trabajo
en intensión. Al fin del análisis se vuelve a andar camino de la "in"
286 Dr. Pedro Oyeivide Crespo
a la "ex", por un puente, un paso definido psicoanalíticamente.
Entre esos dos momentos hay una relación.
La IP A, por ejemplo, es un círculo cerrado, al final del análisis
no hay nada que fundar de ese segundo lugar. La institución le
admite en el círculo de los elegidos, se solidifica a la institución
como el lugar del saber, se la hace el ideal del yo y él mismo se
hace ideal identificatorio. El agalma se estatuifica como tesoro.
Impostura.
O el analizado guarda su tesoro para sí, eso no concierne a
otros, nunca será analista. O bien la idea lacaniana: solamente el
análisis a partir del analizante y no del didacta puede fundar el
psicoanálisis en extensión, ligando el fin del análisis a la ins-
titución.
Si no hay equivalencia entre el estar en un diván y hacer un
análisis, entre ocupar un sillón y ser analista, entre término de
sesiones y fin de análisis, hay sucesión de pases, de modos de
palabra. De su propio análisis hay un momento institucional para
decirlo, hay un momento posterior para actuarlo y un tercer
momento a posteriori para comprobar que lo que se hizo dio
origen a otros analistas.
Cuando Lacan hablaba aún del análisis didáctico afirmaba: "el
psicoanálisis es constituido como didáctico por el querer del
sujeto, pero el análisis impugnará ese querer a medida de la
aproximación al deseo que aquel encubre" y luego: "un psico-
analista será considerado didáctico por haber hecho uno o varios
análisis que se verificaron como didácticos". Pidiendo al deseo dar
cuenta de la demanda y a los efectos hablar de las premisas.
EL PSICOANALISIS Y SU 1RANSMISION 287
La institución no es para los analistas ni es la formadora de
los analistas. Ninguna imagen de madre nodriza o camoal. Ni
embudo, ni molde, pero sí un estilo.
La institución es el conjunto de psicoanalistas en devenir para
que allí la transmisión sea posible. Los analistas son la institución.
La institución propone una formación. La institución garantiza
que alguien se refiere acertadamente a su formación, que allí los
análisis se han hecho como efecto de futuro retrovisión: alguien
allí habrá sido analizado.
La institución no autoriza pero sí garantiza algo y a ello se
compromete. Garantía de que ese lugar no obstaculice los prin-
cipios mismos en los cuales se instituye. Que no se proponga con
antelación de mascarada lo que cada uno deberá constituir como
consecuencia. Instituir en la marcha misma, aunque del fun-
cionamiento poco debemos esperar. Según Safouan, el meollo de
la Proposición, sería ese retomar la experiencia personal con el
inconsciente de otro, fin del análisis, que debería regular toda la
actividad de la institución. Una institución que garantice el acto
analítico y no tan sólo un quehacer administrativo.
Si el grupo debe velar, si la institución puede garantizar algo,
el analista puede demandar esa garantía, pero no como sujeto
pasivo. Al demandarla él debe ser parte de esa garantía con la
responsabilidad absoluta que le compete, él llega a ser garante
con otros, como agente causal. La autorización de cada uno
implica la responsabilidad frente a toda práctica institucional,
como efecto de esa autorización.
Freud dice que la "identificación con el líder hace lazo social",
Lacan: "la democracia no conoce sino amos". La institución tiene
288 Dr. Pedro Oye!Vide Crespo
siempre su mínima estructura. Banda de Mo~bius donde saber y
verdad recorren sin alcanzarse los meandros de la dialéctica. Los
saberes en cantidades no rellenan el vacío de la verdad en
metonimia. Un saber que puesto en posición de verdad deje al
sujeto en institución con la responsabilidad de construirlos con
otros.
La institución garantiza algo, algo del reconocimiento. Este
es un concepto esencial en la dialéctica del ser. Este no es, si no
es reconocido en lo que es, en lo que no es, en lo que adviene, en
lo que deja de ser. Decirse psicoanalista no basta para ser re-
conocido como tal.
El pase es una construcción de testimonio y reconocimiento.
Si alguien se autoriza por su propio inconsciente, por su análisis,
por los significantes propios a los cuales ha accedido en la
originalidad de su posición de analista, de ello se puede tes-
timoniar, poner a los otros como testigos y -¿por qué no?- deman-
dar un reconocimiento.
¿si hay que construir una relación entre diván y sillón, como
de un significante a otro, de analizante a analista, qué deseo
sustenta ese paso cuando al fin del proceso sabiendo que la
estatuilla no encierra ningún tesoro, se quiere sin embargo repetir
la experiencia con otros? Pasar del deseo de ser analista al deseo-
del-analista.
No es pasar del Averno al Olimpo, ni a un lugar "honoris
causa". Hay que construir un lugar, la institución, lugar del tes-
timonio y testimonio mismo del deseo donde el sujeto se pone de
lado, a un lado. La institución es un lugar donde nada se recupera
sino donde se actualiza una dimensión de la castración.
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 289
Ese significante "deseo-del-analista" toca la división del ser
pues queda como incógnita a descifrar, ya que el Otro desea y está
tachado. De sujeto supuesto saber, a sujeto más verdadero, saber
supuesto sujeto. Testimonio de ese momento en que el deseo
transmuta de objeto.
"El asidero del deseo no es más que el de un deser". (Lacan.
Proposición del 9 de octubre de 1~67).
Psicoanálisis transmisible o intransmisible
Podríamos radicalizar las ideas diciendo que el análisis no
necesita de apoyos calificativos: el análisis es o no es, fue o no fue,
se hizo o no se hizo. Pero la substancia no es abordable sino por
sus cualidades. El ser es hablante. La palabra es un modo
aproximado de acceso a la Cosa y la palabra calificativa es otro
modo de recordarnos las limitaciones de esa accesión.
No basta tal vez poner una coma entre las palabras "análisis,
didáctico", para dar lacaniana sepultura a ese señuelo institu-
cional. Privilegiemos· lo de "psicoanálisis transmisible o in-
transmisible" como correlato del análisis en in-tensión y en ex-
tensión. "Puesto que mientras no había (del) discurso psicoana-
lítico, no había (del) psicoanalista". (Lacan, Seminario, 9/IV/74).
Cada analista debe inventar el psicoanálisis, es decir el discurso
psicoanalítico.
290 Dr. Pedro Oyervide Crespo
El texto de Freud de 1937, "Análisis finito o indefinido",
traducción que hay que preferir a terminable o interminable, nos
induce á no olvidar los calificativos.
Todo análisis es finito, en relación a un término cronológico:
a la sucesión de sesiones no se añade ni una más, finito, cesado.
Si decimos: acabado, terminado, fin de análisis, persiste cierta
ambigüedad.
Lo "indefinido" es lo que no se puede limitar, delimitar, sin
límites precisos, algo falto de definición, indeterminado. En
matemáticas un proceso que se puede repetir sin fin, por ejemplo,
añadiendo uno a la serie así llamada de enteros naturales. Hay
artículos y pronombres indefinidos.
La palabra en cuanto diacronía inscribe el trabajo en torno al
inconsciente en una dimensión temporal. Muchos análisis se
califican de cortos, breves, en relación al tiempo contabilizado en
meses·o años. Aunque el tiempo no es garantía de la producción
del inconsciente.
No se pretende acelerar las curas, pero hay algunas que se
eternizan, inacabables, metáfora de Freud, como la del escultor
que esculpiera con agua. Cuando el aparente cumplimiento de la
regla fundamental se vuelve un molino de palabras que evita la
confrontación con el Real; allí se pedalea sin cadena, se tiran las
palabras al agua y allí no se produce casi nada.
El analista no puede adivinar el tiempo de comprender del
sujeto y no necesariamente se lo puede acelerar con inducciones
interpretativas. Lacan reprocha a Anzieu cuando éste trata a sus
pacientes de estólidos o imbéciles, cuando estando a punto de ...
a un paso de ... no llegan sin embargo.
EL PSICOANALISIS Y SU 1RANSMISION 291
Otros análisis se podrían calificar de superficiales, fragmen-
tarios, incompletos, insuficientes, deficientes, inacabados, inter-
minados ... Freud se prestaba también a acoger la demanda de sus
discípulos en estos términos. Se aburría de los procesos largos y
acortaba el tratamiento. Ferenczi reprochaba a Freud no haber
tomado en cuenta en su análisis la transferencia negativa. Este
respondía que mal podría ocup<Jrse de significantes inexistentes
entonces. Igual reproche formulaba Anzieu a Lacan, quien en
esos ~ños al menos, soportaba mal la transferencia negativa.
El tiempo tiene que funcionar como elemento simbólico. Las
sesiones con duración variable tienen que ver no tanto con la
función de la prisa, cuando con la urgencia de la producción.
Llamémoslas mejor: "sesiones con tiempo imprevisible'~ en las que
hay que apresurarse a la palabra verdadera. Vale más concluir
antes que dejar al paciente empantanarse en una palabra vacía.
Puntuar, subrayar, escandir, urgir y relanzar el proceso de una
sesión a otra. Austero, insatisfecho, nunca contento con el dicho,
urgiendo siempre un decir, ése es el modo, el estilo de quien porta
la palabra.
Sin embargo Freud pensaba que el éxito parcial de la cura es
el fracaso de ella. Tantos, contentos con un ligero bienestar para
desertar, otros tantos presurosos por despachar a sus pacientes
ante el horror de proseguir el acto analítico. Las limitaciones
andan de parte y parte, no todos quieren ir más lejos, no todos son
capaces de dirigir la cura hasta el final.
Otros análisis serían largos, completos, profundos: conden-
sación; completos, hasta el fondo, acabados, hasta el final: des-~
plazamiento.
292 Dr. Pedro Oyervide Crespo
El análisis "hasta el final", no puede ser eterno. Marcar un
tope, poner un "alto", interrumpir la sucesión cronológica, es
poner un término de estructura, acogerse a la función del impo-
sible, someterse a la barra del sujeto y del Otro. Lacan hablaba
del análisis "puro". La estructura como tal es infalible hasta el
límite de lo imposible. Imposible .no es impotencia.
Nos interroga la noción de lo posible o imposible en análisis.
Al psicoanalista la muerte biológica le tiene sin cuidado.
Nadie muere la víspera. La muerte no nos concierne, acaece
siempre a los otros. De ella no tenemos representación. Pero el
~nalista se afronta acto a acto con la pulsión mortífera, la cual
siendo muda y sorda opera al ausentificar la palabra para que nada
sea simbolizable y transmisible en el análisis. Ella utiliza al "ego"
como al tonto útil que prefiere el placer a la verdad, oponiéndose
al advenimiento del sujeto y llega en su tontería hasta la llamada
transferencia negativa. Cuando la palabra iba a ser plena, iba a
aproximarse a ese Real para simbolizarlo, convierte al analista en
hostil, en extraño, inamigable como el Real mismo. Por eso se dice
que el analista está en el lugar del Real o del objeto a, o a lo menos
lo representa.
Si el inconsciente no teme a la muerte y es indiferente a la
inmortalidad, el trabajo del analista es contra la mudez de la
pulsión en la justa de la palabra. Pero claro que aquella tendrá la
última palabra, como silencio, la U1Verdriingung quedará repri-
mida para siempre, es decir moriremos sin saber.
La roca biológica diferencial de los sexos es previa, no está en
el fin del análisis, es Real. En el inconsciente hay la inexistencia
de la diferenciación sexual y en el ser hablante "el sexo no define
EL PSICOANALISIS Y SU TRANSMISION 293
ninguna relación". Algo se representa en términos de actividad o
pasividad e imaginariamente se presume que la feminidad es lo
contrario de la virilidad. Todo ser hablante se acoge a la protesta
viril y rechaza la feminidad. La una de tanto desearlo casi piensa
tener el pene, el otro de tanto tenerlo debe asumirse como
castrado. Nadíe quiere perder nada. Dos carencias no forman una
completud. La lengua no nos da sino la apariencia del ayun-
tamiento. El ser hablante es incastrable en su deseo, allí donde
teme que la palabra lo reduzca a la verdad. Muchos huyen ante la
posibilidad de que la verdad les sea transmitida.
El imposible de la relación sexual define lo imposible del
goce. Freud también piensa que la no-relación sexual correspon-
de a esta imposibilidad de simbolizar lo femenino. El uno no se
relaciona con la una. Entre uno y otra hay algo que no es
monopolio de alguien. El goce anda siempre con una pata coja y
en ella se apoya el Lustgewinn, el plus, el más, la yapa, el "en-trop"
reducido a "en-moins". No hay sujeto sino entre faltantes de goce.
Es falso que el deseo sea infinito, pues su causa es a, chiquita que
ni en zan~,os llegará a ser mayúscula.
Lalengua, como retazo del Real es lo imposible. El discurso
psicoanalítico trata de saber algo de ese imposible, imposible de
saber todo sobre el Real, de simbolizarlo todo. El psicoanálisis no
es la caza del tesoro (S1), sino llegar a saber que es asemántico,
que no tiene significación.
A un significante se le puede añadir otro. La tachadura del
Otro se la puede posponer en un intento ilimitado, pero la
sucesión significante no agota la función del Otro. El analista está
allí para asegurar o apresurar esa tachadura.
294 Dr. Pedro OyeIVide Crespo

El análisis es un corte en una larga posibiljdad. Ese corte no

es la capitulación que hace el neurótico cuando retrocede no tanto
ante su propia castración sino para rehusar hacer con su castración
algo que garantice la función del Otro, ese Otro que se escabulle
siempre.
Capítulo VIII
¿El precio de este imposible ? "el análisis no es el mejor modo
de hacerse amar". (Freud) J.A. Miller dirá: "la grandeza del
psicoanalista es consagrarse a permanecer en el lugar del
LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS
desecho".
AnneDunand
Lacan nos hace notar que si el sujeto no desespera en ese
l.lniverso de significaciones es porque allí anda el goce.
En el Es freudiano hay un Real. Si lo no simbolizado eyectado
del sujeto constituye el Real, la represión primordial es un im-
posible puesto entre el Es y el lch, y como todo análisis encontrará
1
ese imposible por estructura, Freud nos dejó como única tarea el: l. Introducción
WO ES WAR, SOLL ICH WERDEN, para interrogarnos sobre
lo transmisible o intransmisible del psicoanálisis o del discurso
Hay en Lacan, como en Freud, un cuestionamiento y una
psicoanalítico.
Quito, Mayo 25 de 1988. esperanza con respecto de la antropología. Mucho antes de la
aparición de Las estructuras elementales del parentesco (1949),
Lacan da cuenta de una revolución en la antropología, de una
renovación de sus principios, y piensa que esta renovación puede
venirle del psicoanálisis, por lo menos en parte.
Para Freud, toda civilización descansa sobre un crimen, el
asesinato del padre. Para Lacan, el crimen sobreviene en un punto
de desfallecirr?iento de las estructuras sociales, el individuo se
hace portador de un mensaje implícito, y es esto lo que permite
su identificación con el criminal que puede observarse en la
296 AnneDunand
simpatía que se le presta, por encima de la reacción más aparente
de estupefacción.
El punto de vista que aquí desarrollo no tiene la pretensión
de cubrir todos los aspectos de la relación entre Lévi-Strauss y
Lacan. El debate, el retorno y las referencias latentes o patentes
a las ideas de Lévi-Strauss en los Escritos y en los Seminarios de
Lacan prosiguieron a través de todo su itinerario e incluso cuando
el desacuerdo se había hecho irreversible.
Lacan reconoció siempre lo que él decía deberle a Lévi-
Strauss: "mucho, si no es que todo", le respondía a Quine. 2
¿Y qué hay del lado de Lévi-Strauss? El sólo cita a Lacan una
única vez, por La Agresividad en psicoanálisis en la Introducción a
la Obra de Marce! Mauss 3
Pero él afirmó siempre que la etnología es una psicología.
Trató de integrar las investigaciones psicoanalíticas e incluso de
construir una metapsicología, pues, habiendo reducido al sujeto
a este punto de convergencia de las estructuras que es el ego, le
era necesario de todos modos encontrar el punto de encaje de las
estructuras del parentesco con la adhesión del sujeto a estas
estructuras. Pero, sería demasiado extenso para mostrarlo aquí,
él se sirvió esencialmente de textos y de conceptos
elaborados por psicólogos y por psicoanalistas kleinianos o
postfreudianos, descuidando el trazado efectuado por Lacan y
yendo incluso, hacia el fin de su obra, hasta una oposición marcada
por la incomprensión.
De esta larga historia retendré especialmente' los textos más
notables. Es decir, los primeros textos de Lacan, donde resuena
el llamado a la antropología, como en Freud, en el sentido de una
LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 297
colaboración entre las dos disciplinas, y los textos centrales que
inauguran la enseñanza de Lacan; finalmente los textos que de-
muestran la irreductibilidad de los dos campos. Es decir un pe-
ríodo que va de 1931 a 1953, después de 1953 a 1966,. y finalmente
de 1966 a 1976.
2. Primer período
En su curso del año 1987-88, Causalidad y consentimiento,
Jacques-Alain Miller ha dilucidado las relaciones entre Lévi-
Strauss y Lacan y planteado esto: "Lévi-Strauss despertó a Lacan
de su sueño fenomenológico".
Esta reflexión ha sido el punto de partida de lo que intento
exponer aquí.
El Lacan que se considera en efecto fenomenólogo es el de
los escritos sobre la esquizografía, sobre el caso Aimée, sobre el
problema del estilo, sobre los motivos del crimen paranoico, y el
4
de la exposición general de sus trabajos científicos. El fenómeno
del crimen y el de la escritura están sometidos a la reducción
fenomenológica. Lo que Lacan quiere distinguir de entrada en
estos primeros estudios es el mecanismo de la patología como
algo que puede encontrarse en la constitución del sujeto. Lo que
él promueve es el anclaje de la patología en las relaciones del
sujeto con el medio social y con su propia historia.
298 AnneDunand
Allí donde Freud destacaba los fenómen9s neuróticos como
fundamento de la estructura social, Lacan se toma en un primer
momento de la psicosis como fenómeno de ensanchamiento de la
conciencia moral y de la creatividad.
En El problema del estilo5 , Lacan escribe que: "La
investigación psiquiátrica aporta nuevos hechos al problema de la
creación artística". Pero, también, que estos datos aportan una
revolución teórica en la antropología, precisando la parte que
tienen en ella la culpabilidad y la responsabilidad del sujeto.
Al ocuparse de los motivos del crimen, tanto en las hermanas
Papin como en el caso Aimée, él pone en evidencia que "las
reacciones asesinas de estas enfermas se producen muy frecuen-
temente en un punto neurálgico de las tensiones sociales de la
actualidad histórica".6
"La experiencia vivida paranoica y la concepción del mundo
que ella engendra" pueden ser concebidas "como una sintaxis
original que contribuye a afirmar, por los vínculos de compren-
sión que le son propias, a la comunidad humana".7
Sintaxis, pues, que se origina en el medio social en un punto
de ruptura y que hace del crimen o del escrito esquizográfico un
lenguaje con un sentido. Es esto lo que los emparenta con las
creaciones del arte por una parte y lo que les da su alcance
antropológico por otra parte, en tanto que ella procede de un
sentido, en su fondo, social.
El enfoque fenomenológico de Lacan, que ·él dice próximo
del de Binswanger (Lacan menciona uno junto al otro, los
estudios sobre la psicosis maniaco-depresiva y su propia tesis
sobre la psicosis paranoica), consiste en no separar el trastorno
LACAN, LECTOR DE LÉVl·STRAUSS 2~ .
mental "de la totalidad de la experiencia vivida del enfermo" para
definirla" en su originalidad". lF enómeno mental total? Se piensa
enMauss.8
En el estudio sobre los escritos esquizográficos, Lacan dice
9
haber hecho un "análisis fenomenológico minucioso." Pero él
demuestra allí fenómenos del lenguaje y de escritura que parecen
provenir de un punto exterior al sujeto y como hablantes por ·sí
solos. No se trata de inspiración, en el sentido en que el sujeto
expresaría temas y estructuras lenguajeras como respuesta a una
aprehensión mórbida de la realidad, sino más bien del dominio
de las estructuras lenguajeras sobre el sujeto.
Así, desde estos primeros escritos se dibuja una teoría de las
relaciones del sujeto y el lenguaje como estructurando al
conocimiento y a los "problemas que se plantean a una antro-
pología, insolubles en tanto que ella no esté liberada del realismo
ingenuo del objeto".
La teoría del superyo es en esta época muy próxima de aquella
que Lévi-Strauss va a desarrollar en Las estructuras elementales
del parentesco.
En la desviación, para este autor, la integración de las "ten-
siones sochles" está fuera de la norma.
Lacan u. Hiza, respecto de las hermanas Papin, ·la Jocución
"anomalías correlativas de los instintos socializados": la pulsión
asesina estaría estructurada (Lacan habla de comunidad de
estructuras entre las paranoias y las formas delirantes vecinas)
según las líneas de fragilización de la relación con el otro y
el ideal, del yo reclama una sanción surgida de los ideales so-
ciales.11 Como en Lévi-Strauss más tarde, el odio, que ofrece la
300 AnneDunand
sustancia de la relación con el otro y la base de los "instintos
sociales" habría fallado en su vocación para cimentar los ideales
12
del grupo. Pero Lacan revela allí una puesta en acción de la
metáfora simbólica ejecutada concretamente. O sea una estruc-
tura que existe en el nivel simbólico en la comunidad y a la cual
el delirante da su consistencia real.
En 1938, en Los complejos familiares, Lacan hace resonar un
diferente punto de partida. El opone las instancias culturales a las
instancias naturales y subraya la estructura cultural de la familia.
Lejos de ser una estructura de origen biológico, y de responder a
algún "instinto de grupo" indeterminado, la familia es desde el
origen una estructura simbólica. 13
Lacan anticipa lo que Lévi-Strauss describirá en La.r; estruc-
turas elementales del parentesco: hay una estructura primitiva de
la familia de la cual se han derivado las estructuras complejas; "las
formas primitivas de la familia tienen los rasgos esenciales de sus
formas más acabadas'~ y "al examinar el grupo reducido que com··
pone la familia moderna éste no parece una simplificación sino
más bien una contracción de la institución familiar. Muestra una
estructura profundamente compleja". 14
De este texto de Lacan solo me detendré en dos puntos
específicos para ponerlos en relación con los capítulos 7 y 29 de
Las estructuras elementales del parentesco.
El primero trata de la identificación y de la relación con el
otro. El segundo, del Edipo.
Mientras que Lévi-Strauss, más tarde y quizás sin tener
conocimiento de este texto de Lacan, hace descansar la "génesis
de los instintos sociales" en la agresividad como lo primordial, y
LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 301
que la identificación con el otro sólo se cumple secundariamente
por el mecanismo de la piedad, en Lacan en Los complejos f ami-
liares, la identificación, específica de las conductas sociales es
primera e imaginaria, y ella es fundamentalmente ambigua: "do-
minada por el odio y por el amor" .15 El hermano, en el sentido
neutro, es el objeto electivo de la libido; esto no es que el amor
se oponga al odio. La relación e~ dialéctica en tanto que ella
conlleva identificación y amor. La agresividad es secundaria a la
identificación.
Si en Lévi-Strauss, es el otro "quien lo tiene", en Lacan, es el
otro "quien lo es". En lo cual se perfila ya esta verdad de que el
odio apunta al ser.
En segundo lugar, con respecto al Edipo, Lacan define su
necesidad por un análisis más estructural de la identificación
edípica. Critica a Freud en la medida en que no es posible hacer
emerger el Edipo de una situación biológica de disparidad entre
el jefe de la horda y sus hijos. Es postular que la prohibición de la
madre es no solamente universal sino que se ubica en el origen y
no en el desarrollo de todo agrupamiento humano. La iden-
tificación está en el comienzo de toda estructuración de la rea-
lidad y no hay otra realidad humana más que la cultural.
16
"El psicoanalista, como el sociólogo, pueden reconocer en la
prohibición primordial de la madre la forma concreta de la
obligación social." 17 Lacan, allí, opera una transformación en lo
contrario de la prohibición en obligación, que es como en Lévi-
Strauss "apertura" del vínculo social. Pero mientras que en Lévi-
Strauss esta apertura está dada para el sujeto por el deber de
intercambiar una mujer a fines de obtener otra, en tanto que esta
302 AnneDunand
obligación tiene un sentido, el intercambio y la reciprocidad,
Lacan mantiene la función de la castración como un fuera-del-
sentido significado al sujeto.
Si es que la Ley puede, en Lévi-Strauss, ser explicada por su
fin teleonómico, ella tiene, en Lacan, un fundamento en la
necesidad en que se halla el sujeto de sublimar la realidad. La
represión sexual ejercida por la familia, la cultura, abre al deseo
en la dialéctica del desconocimiento imaginario y del incons-
ciente simbólico. En Lévi-Strauss la Ley encuentra su fundamen-
to en la necesidad de la sobrevivencia del grupo. En Lacan, en la
necesidad en que se encuentra el sujeto de tomar posición con
relación al Edipo, reducido al complejo de castración.
Para representarse bien los términos del Edipo tal como
Lacan los formula entonces, hay que dirigirse al texto de los
Escritos, Más allá del principio de realidad, aparecido en 1936. El
18
complejo está allí soldado a la estructura social. Lacan critica al
asociacionismo en nombre del análisis fenomenológico. El len-
guaje es expresión de la función social en la medida en que él
significa para alguien.
El niño percibe las significaciones inconscientes y se identifica
con el padre o la madre en una situación de interacción social en
la que él se encuentra en un momento particular y continuará
configurándose según ella después de esta primera impreg-
nación. "El compor!~miento individual del hombre lleva la marca
de un cierto número de relaciones psicológicas típicas en las que
19
se expresa una cierta estructura social..." es la definición que
Lacan da allí del CQ_µtplejo. Este texto, en que Lacan da -una ·
primera definición de lo real, de lo simbólico y de lo imaginario,
LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 303
habla de identificación simbólica, de eficiencia de las imágenes y
de función de lo real. La noción de estructura está referida al
superyo.20 La cuestión de la transmisión del esquema edípico ·
parece resolverse por medio de la imago.
Es la imago la que allí es eficiente e "identificación simbólica"
debe entenderse en el sentido de captación por la imagen, como
21
Lacan lo precisa aún en La agresiyidad en psicoanálisis y en su
texto acerca del El estadio del espejo, en donde condensa la
expresión como eficacia simbólica, término que toma de Lévi-
Strauss como lo dice en nota. 22
lCuál es pues la significación exacta de esta expresión que ha
sido tan utilizada desde que sirvió como título para la publicación
de Lévi-Strauss en 1949?
Ella califica en Lévi-Strauss la acción de lo simbólico sobre el
24
cuerpo de la enferma que el shamán induce para la curación.
"Es la eficacia simbólica la que garantiza la armonía del paralelis-
mo entre mitos y operaciones".
Y Lévi-Strauss hace de tal modo la distinción entre acción del
psicoanalista y acción del shamán: "En la cura de la esquizofrenia"
(aquí Lévi-Strauss hace referencia al caso de esquizofrenia pu-
blicado por Marguerite Séchehaye )25, "el médico realiza las
operaciones y el enfermo produce su mito", idea que Lacan
retomará más tarde para dar su sello al Mito individual del neu-
rótico. 26 "e.1.1 }a cura, shamánica el. médico ofrece el mito y el
enfermo realiza las operaciones".
Pero enia cura d~scripta por Lévi-Strauss, se trata de una
larga encantación en la que, "el shamán habla por la enferma. Él
la interroga y pone en su boca réplicas que corresponden a la
 Anne D unand
304
interpretación de su estado con las cuales ella debe com-
27
penetrarse. "
Para que la acción del shamán y la del psicoanalista sean
semejantes, habría que "... inducir una transformación orgánica
que consistiría esencialmente en una reorganización estructural
1128 11
llevando a la enferma a vivir intensamente un mito ... ... La
eficacia simbólica consistiría precisamente en esta propiedad in-
ductiva que poseerían unas estructuras formalmente homólogas
respecto de otras que pueden edificarse, con materiales diferen-
tes, en los diferentes niveles del ser vivo: procesos orgánicos,
psiquismo inconsciente, pensamiento reflexivo. "La curación
sería inducida por la adhesión del sujeto al mito colectivo, en tanto
que el psicoanálisis hace producir un mito individual." (id.)
El mito, en estas páginas, puede reducirse a estructuras
simbólicas poco numerosas, y son estas formas simbólicas, com-
parables a una sintaxis en el campo del lenguaje, y no las imágenes,
los contenidos, comparados a variantes lexicales, las que
prevalecen. Así pues, la eficacia simbólica es la aplicación de las
leyes del lenguaje actuando sobre el psiquismo y no una sugestión
inducida por las imágenes, si es que se cree a Lévi-Strauss. La
interpretación del shamán actúa no por el sentido sino por la
forma. No es menos cierto que toda la operación tiene un sentido:
la curación es homologada a la conformación de la estructura
individual a la estructura del grupo, como Lévi-Strauss lo había
ya explicado en el capítulo 7 de Las estructuras elementales del
parentesco.
lEn qué medida esta eficacia simbólica es aquélla de la que
habla Lacan en su artículo sobre El estadio del espejo?.
29
Esta es
LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 305
referida a la imago del cuerpo propio y explicitada como Gestalt,
en tanto que capaz de efectos formativos sobre el organismo.
Es referida a una identidad alienante, tal como lo ilustra la
fase del espejo. 30. Si Lacan habla de la penumbra de la eficacia
simbólica, es porque lo simbólico y lo imaginario están confun-
didos en ella. Nudo de servidumbre imaginaria dice en la con-
clusión de este artículo, para calificar la oposición naturaleza/cul-
tura "que la antropología de nuestros .días escruta obstinada-
mente".31
Allá donde el antropólogo veía la omnipotencia de una lógica
significante, el practicante del psicoanálisis ha reconocido un
método de sugestión evidente. Es que la eficacia simbólica facilita
las cosas al superyo: las palabras asestadas a la paciente proceden
de una creencia colectiva. Pero, en las sociedades tradicionales,
como lo observa Lacan en La agresividad del psicoanálisis, 32, el
superyo está 11aturado; no hay lugar para un deseo que no esté en
conformidad con el ideal del grupo. La eficacia simbólica del
artículo de Lévi-Strauss hace del lenguaje una muleta del superyo
y del ideal del yo, no la palabra dada al sujeto. lCómo podría
tratarse de una lógica del significante, como parece a veces pen-
sarlo, cuando es el shamán el que habla y no la paciente -que, por
su parte, no dice nada, -y cuando al vocabulario se le niega toda
eficacia, mientras que, en la cura psicoanalítica, la importancia de
una palabra venida del paciente cristaliza a veces toda la
patología?
Mas, para Lacan, la palabra conserva todo su valor, la palabra
no es signo de alguna relación oculta que entregaría el terapeuta
al enfermo, sino que es "nudo de significaciones. 1133 Por lo demás,
306 AnneDunand
Lacan en su Acerca de la causalidad psíquica, ~ritica la oposición
naturaleza/cultura34 e indica que las dos nociones están en
realidad en el mismo registro, el de lo imaginario:
"... en una antropología donde el registro de lo cultural en el
hombre incluye, cual debe ser, el de lo natural..."35 Se trata del
registro de lo que tiene sentido, al cual se opone el dominio de lo
insensato, de todo lo que hace de nudo en el discurso. El
psicoanálisis se opone a la antropología, pues ésta se ocupa de lo
normal (ideal) y aquél de lo que trastabilla.
Excluir lo patológico, la virtualidad de la locura, del dominio
del hombre, como lo hace H. Ey o como lo hace Lévi-Strauss, es
excluir la libertad e incluso la revelación de la verdad de su ser.
Pero detengamos aquí este relevamiento cronológico de los
escritos de Lacan que tratan de la antropología; no los hay que no
hagan alusión a ella y su análisis sería demasiado extenso. De su
Acerca de la causalidad psíquica hay que retener esta definición
del dominio de la psicología concreta como aquello que se anuda
en el discurso, para lo que puede ya entreverse de una función del
discurso que hará palidecer la función de la imago.
En 1949 aparece Las estructuras elementales del parentesco,
pero si Lacan hace alusión a este libro en su Inte-rvención sobre la
transferencia'36 con relación a que el intercambio de las mujeres
debe ser entendido como la obligación para la mujer de aceptarse
,como objeto del deseo del hombre -lo que es una interpretación
de la condición femenina que Lévi-Strauss no tomó en
consÍderación puesto que para él no hay posición del sujeto con
relación al falo- no es menos cierto que Lacan no habla de ello.El
mana de la presencia de Dora (o sea su posición siempre como
LACAN, LECTOR DE LÉVl-S1RAUSS
307
objeto del deseo) hace precipitarse al Sr. K. bajo un coche. Este
problema del mana será retomado y definido por Lacan como
habremos de ver.
Segunda parte
El texto que marca un giro en el campo lacaniano y el
comienzo de la enseñanza de Lacan es Función y campo de la
palabra y del lenguaje, o para precisarlo como es debido, función
de la palabra y campo del lenguaje, al que daremos aún el
subtítulo que le ha discernido J-A. Miller: las estructuras elemen-
tales del psicoanálisis.
Este debe ser leído con los desarrollos ulteriores que Lacan
le da en Posición del inconsciente. Para una periodización
esclarecedora, habrá que referirse al curso de Miller de 1981-82,
Clínica de Jacques Lacan. Función y campo de la palabra y del
lenguaje, en parte reescrito en 1966, que es pues, en ciertos
aspectos, contemporáneo de La ciencia y la verdad y de la apa-
rición de los Escritos. Por otra parte Lacan retoma allí propo-
siciones enunciadas en El tiempo lógico y el aserto de certidumbre
anticipada.
No menos que a Las estructuras elementales del parentesco,
Lacan tampoco menciona expresamente El brujo y su magia y la
Introducción a la obra de Marce[ Mauss que están presentes en el
 AnneDunand
308
informe de Roma; él sólo hace referencia expresa a Lenguaje y
sociedad. 37 Es a través de todos estos textos que Lévi-Strauss y
Lacan se responden en una apretada polifonía.
38
En la Introducción a la obra de M. Mauss, Lévi-Strauss
saluda la entrada en escena de una psicología intelectualista de
otra manera en el lugar en el que Mauss esperaba una psicología
no intelectualista y recuerda que las ideas de Freud eran com-
pletamente desconocidas en Francia cuando apareció el Ensayo
sobre la magia (1902)39 • Mauss, al que Lacan menciona en los
Escritos 40 por haber dicho que las estructuras de la sociedad son
simbólicas, pero del cual comenta el Ensayo sobre el don tanto en
Función y canJpO como en Subversión del sujeto y dialéctica del
deseo es uno de los padres de la antropología cultural.
Mauss había orientado la etnografía hacia el psicoanálisis y
deseado su acercamiento41, pero estaba "obsesionado por el pre-
cepto comtista según el cual la vida psicológica sólo .puede ad-
quirir un sentido sobre dos planos: el de lo social, que es lenguaje;
o el de lo fisiológico, es decir la otra forma, ésta muda, de la
necesidad del ser vivo." 42 Escribía: "(con la muerte mágica o con
las técnicas del cuerpo) se está en presencia de un género de
hechos que habría que estudiar muy pronto: de aquellos en los
cuales la naturaleza social se reúne muy directamente con la
naturaleza biológica del hombre".
En el Ensayo sobre la magia, escribe Mauss retomando lo que
ya formulaba Boas, "son las ideas inconscientes las que actúan, en
44
magia, como en religión, como en lingüística." Lévi-Strauss
retoma estos términos pero para formular de un modo mucho más
radical que los fenómenos fundamentales de la vida del espíritu
LACAN, LECTOR DE LÉVI-S1RAUSS 309
se sitúan en el nivel del pensamiento inconsciente. El incons-
ciente es el lugar de las leyes del lenguaje pero también de las
estructuras del parentesco; es el lugar donde lo objetivo y lo
subjetivo se encuentran y donde opera la mediación entre yo y
otro. Es en Lacan en quien piensa cuando dice:
"El psicoanálisis permite reconquistar en nosotros mismos a
nuestro yo más extranjero", es a Lacan a quien cita cuando escribe:
"Pues es propiamente hablando aquel al que nosotros llamamos
sano de espíritu el que se aliena, puesto que consiente en existir
en un mundo definible solamente por la relación de yo y de otro.
Tal es ciertamente, nos parece, la conclusión que se desprende
del profundo estudio del Dr. J. Lacan, La agresividad en psi-
45
coanálisis. "
Como tal, el inconsciente es el terreno que permite el en-
cuentro de la etnología y el psicoanálisis.
Pero llega más lejos cuando dice: "Como el lenguaje, lo social
es una realidad autónoma (por otra parte la misma); el sig-
nificante precede y determina al significado."46 Se escucha allí el
contra-canto de la fórmula lapidaria de Lacan:" El inconsciente
es el discurso del Otro"47 y Lacan mismo cincelará esta fórmula
al precisar que al acuerdo intrasubjetivo que, como la gracia,
impone una armonía a la naturaleza desgarrada, hay que su-
ponerle un tercer término: el discurso. Las divergencias se dibujan
ya de todos modos entre Lacan y Lévi-Strauss, entre el sistema
completo, el hecho social total que invoca Lévi-Strauss y la estruc-
tura que él define como "fuente de energía que efectúa la síntesis
de los elementos" y que él llama intercambio, en tanto que nece-
sidad inconsciente48 -y el lenguaje como conjunto de significan-
310 AnneDunand
tes, aniquilante, donde el deseo preserva su parte a condición de
ser reconocido en el habla. 49 El habla restituye al sujeto su ligazón
particular con el conjunto del lenguaje que le es previo.
Para Lévi-Strauss, se trata con el hecho social total, "de una
totalidad cerrada y complementaria consigo misma. 1150 Esto exige
que el significante y el significado permanezcan entre sí en una
relación de complementariedad51 de la cual testimonia la super-
abundancia del significante con relación al significado e inversa-
mente el exceso de significación con relación a los significantes
disponibles.
Es por esta reflexión que Lévi-Strauss introduce el término
de mana, como significante flotante y lo califica de valor simbólico
cero. Noción análoga a la del fonema cero en lingüística, cuya
función propia es la de oponerse a la ausencia de fonema. 52
Esto significa, para Lévi-Strauss, que el mana es una función
semántica que se opone a la ausencia de significación pero no
conlleva ninguna significación particular. ¿se tratará de una
variable, f( ... ) o f(x)?
Lacan tratará dos veces este problema; la primera vez en
Función y campo, la segunda en Subversión del sujeto. El identifica
el mana a la Deuda, como el hay que Lévi-Strauss le asocia y
viendo allí "la reflexión subjetiva de la exigencia de una totalidad
no percibida.1153 Dicho de otra manera el Vorstellungsriipresentanz
de la necesidad del Don. 54 Lacan impugna esta interpretación. Es
por el don de la palabra que el hombre accede a toda realidad
hasta en su mentira y su "sin-sentido salvador"55 y Lévi-Strauss
reduce a la forma de un signo algebraico, cero, el poder de la
LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 311
Palabra. La palabra se opone en Lacan al muro del lenguaje y del
verbalismo que difunde la cultura.
Pero en Subversión del sujeto, Lacan dará un sentido muy
distinto al mana: mana indica la falta de un significante, donde se
comprende mejor de qué se trataba cuando Lacan nos hablaba
del mana de Dora.
Lacan dará varias escrituras y significaciones posibles al ma-
na: a) falta del significante del goce en la batería de los significan-
tes, que puede escribirse S( lf.. ) que, en tanto que significante
faltante permite a todos los otros significantes representar al
sujeto. Por lo tanto -1 en la batería de los significantes: es
el rasgo que se traza con su círculo puesto que falta en el conjunto.
b) Nombre propio, pues su enunciado se iguala con su sig-
nificación.
c) Impensable, es el significante del goce.
d) Nombra la castración, siendo estructural del sujeto y
negativizada en la imagen especular, es por lo tanto - i.p
e) Finalmente por la escritura V-1, representa la ausen-
cia de significación y la presencia del goce. 56.
Se ve que allí un etnólogo no encontraría lo que le es propio.
Finalmente el hombre de las sociedades llamadas avanzadas tiene
tantas dificultades para decir lo que es su mana como el así
llamado primitivo. Donde se reconocerá también la simplifica-
ción de escritura -y por lo tanto de significación- introducida por
el objeto (a), del que Lacan hace mención en nota al finalizar
Posición del inconsciente.
El objeto (a) conjuga en la misma escritura la universalidad
de la función y la particularidad de la causa.
312 AnneDunand
En el informe de Roma, Lacan cita y comenta Lenguaje y
sociedad. 57 "lNo es sensible que un Lévi-Strauss al sÚgerir las
implicaciones de las estructuras del lenguaje y de esta parte de las
leyes sociales que regula la alianza y el parentesco conquista ya el
58
terreno mismo en el que Freud asentaba el inconsciente?"
En Lenguaje y sociedad, Lévi-Strauss responde a Wiener en
lo que concierne a la imposibilidad de anular la influencia del
observador sobre el objeto observado en antropología.
Objeta allí que al igual que en lingüística estructural, en
etnología los datos se prestan a una interpretación matemática.
Así, de la misma manera que para las leyes que estructuran el
lenguaje, no hay conciencia de las leyes que estructuran el paren-
tesco. Se trata de un dominio situado por fuera de una apre-
hensión intuitiva.
Por ejemplo, las leyes que determinan la moda, a la cual
Kroeber dedicara trabajos, no son detectables en la observación
empírica pero son expresables en forma de funciones matemá-
ticas y sus transformaciones y su extensión son previsibles. Del
mismo modo, las estructuras sociales de la alianza, que pueden
reducirse a relaciones fundamentales entre modo de residencia y
modo de filiación. El mensaje está constituido por mujeres (como
en el lenguaje por palabras) en un sistema de comunicación entre
59
los hombres.
Lévi-Strauss formula con forma de pregunta la hipótesis si-
guiente: ¿tienen estructuras similares dos modos de comunica-
ción, lenguaje y reglas de parentesco, observables en la misma
60
área de cultura? Y esboza su demostración. La meta d.e la
reducción estructural sería la de "superar la antinomia entre la
LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 313
cultura, cosa colectiva, y los individuos que la encaman". 61 El
individuo sería una modalidad temporal de las leyes universales
en las que consiste la actividad inconsciente del espíritu.
Es claro que el inconsciente así definido no tiene nada que
ver con el inconsciente freudiano. Es universal, allí donde para
Freud sólo hay inconscientes singulares, está abierto al des-
cubrimiento y a la formalización, como un ya ahí totalmente
cognoscible y previsible.
La pregunta ha sido retomada y tratada de manera exhaustiva
por Lacan en el Seminario 11 donde elaboró una crítica diferen-
cial entre el inconsciente freudiano y el inconsciente tal como lo
estructura Lév1-. Straus en El pensamiento
. . 62
sal va1e.
En Posición del inconsciente Lacan reconoce que Lévi-Strauss
ha liberado al inconsciente de los prejuicios que hacían de él una
categoría del instinto, de lo ilusorio, de lo arcaico, o de lo genético
de un pretendido desarrollo.
"El inconsciente esta vacío", escribe Lévi-Strauss en La efi-
cacia simbólica," y es tan extraño a las imágenes como el estómago
lo es a los alimentos que lo atraviesan. El inconsciente se limita a
imponer leyes estructurales que agotan su realidad. Organo de la
función simbólica pone en función a un discurso. 1163
Lo que es diferente del concepto lacaniano de inconsciente
como efecto de la palabra, del inconsciente forjado sobre la huella
de lo que opera para constituir un sujeto y que es análogo al
inconsciente estructurado como un lenguaje. Pero, tanto Lévi:..
Strauss como Lacan, hacen del inconsciente una estructura sim-
bólica diferente de la función imaginaria. 64
314 AnneDunand
Tercera Parte
En 1951, Lacan formulaba que "el complejo de Edipo, ...
representa en nuestra cultura las reliquias, vestigios de relación
por medio de los cuales las comunidades primitivas eran capaces
de aceptar durante siglos la interdependencia psicológica mutua,
esencial para la felicidad de sus integrantes. 1165
En el informe de Roma, el Edipo es designado como "eso que
el sujeto puede conocer de su participación inconsciente en el
movimiento de las estructuras complejas de la alianza, verificando
sus efectos simbólicos -en su existencia particular- por el
movimiento tangencial hacia el incesto que se manifiesta desde
el advenimiento de una comunidad universal."66
"... La prohibición del incesto sólo es el eje subjetivo de la Ley
que sobrepone el reino de la cultura al de la ·naturaleza ... Pero
esta ley es idéntica a un orden de lenguaje."
"... Es en el nombre del padre que debemos reconocer el
soporte de la función simbólica que, desde el alba de los tiempos
históricos, identifica su persona a la figura de la ley.1167
Es pues la supremacía de lo simbólico la que introduce la
castración y por un malentendido imaginario, llena el hoyo con
una interdicción por el padre que presentifica a lo real que instala
la Ley.
Pero una vez que la ley es complementada en las comunidades
primitivas por las reglas que dicen lo que hay que hacer para ser
hombre o mujer, como lo describe Lévi-Strauss en Las estruc-
turas elementales del parentesco, en nuestras sociedades de estrµc-
LACAN, LECTOR DE LÉVI-S1RAUSS 315
turas complejas se instala la triangulación. Triangulación sobre la
cual se interroga Lévi-Strauss y en la que reconoce el motor de la
bipolaridad aparente. 68
En El mito individual del neurótico, Lacan da todo su lugar a
la crítica del acto psicoanalítico que Lévi-Strauss emite en El
brujo y su magia y en La eficacia simbólica, denunciando la mi-
tología difusa que expande el ps~coanálisis y ciertas obscuridades
de la teoría de Freud. 69
Lacan le contesta en su conferencia: "El mito es lo que da una
fórmula discursiva a algo que no puede ser transmitido en la
definición de la verdad ... es en este sentido que se puede decir
que aquello en lo que la teoría analítica concretiza la relación
intersubjetiva, que es el complejo de Edipo, tiene un valor de
mito. "Y llega, por medio del hombre de las ratas, a demostrar la
gesta que expresa, de manera imaginaria la sumisión del sujeto a
las relaciones familiares fundamentales que han estructurado la
unión de sus padres. En lugar de la triangulación edípica, mostrará
la insistencia de la deuda simbólica que se distribuye para el sujeto
en un esquema cuaternario, debido al desdoblamiento alternativo
del sujeto y del objeto, siendo el cuarto la muerte imaginada que
oculta la castración simbólica. 70
En Posición del inconsciente, Lacan propone su propio mito,
el de la laminilla, como la articulación de lo real a lo simbólico; 71
él habla de la libido como de un órgano no imaginario, irreal, en
contacto directo con,lo real: "Aquello con lo cual nuestro mito,
como cualquier otro mito, se esfuerza en dar una articulación
simbólica más que una imagen".
316 AnneDunand
El mito de la laminilla pone en evidencia por qué sesgo la
teoría de la libido es apta para hacer de una constancia numérica,
de un ciframiento, una substancia, la sexualidad, tronco de todos
los mitos que construyen nuestras sociedades postcientíficas.
Intervención sobre la exposición de Claude Lévi-Strauss72
La exposición de Lévi-Strauss trnta de la con1plementariedad
entre mito y rito. Su relación dialéctica sólo aparece después de
la reducción estructural. De esta reducción se tendrá una idea
clara al remitirse a la clasificación en mitemas del mito de Edipo
en un artículo73 al que Lacan hará referencia en la discusión. El
mito aquí estudiado es el de un "hijo" fecundado por su "padre".
El rito de la tribu vecina representa al coito como acto de fe-
cundación. 74
Lacan dice esto: "Si quisiese caracterizar el sentido en el cual
he sido sostenido y conducido por el discurso de Lévi-Strauss, yo
diría que es por el acento que él ha puesto sobre la función del
significante en el sentido que este término tiene en lingüística, en
tanto que este significante, yo no diría solamente que se distingue
por sus leyes, sino que prevalece sobre el significado al cual se las
impone ... En fin de cuentas lo que hace que una estructura sea
posible son razones internas al significante; lo que hace que cierta
LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 317
forma de intercambio sea concebible o no lo sea son razones
puramente aritméticas."
Lacan prosigue comentando el análisis del Edipo. "Lo que
sucede a la generación de Edipo puede ser homologado a la
generación de Etéocles y Polinice, según un modo de transfor-
mación previsible en su rigor... yo he aplicado ya su esquema a los
síntomas de la neurosis obsesiva.1175
"El mito estaría allí para mostrarnos la puesta en ecuaciones
bajo forma significante de una problemática que debe por sí
misma dejar necesariamente algo abierto, que responda a lo
insoluble significando su insolubilidad y su ímpetu reencontrado
en sus equivalencias, que ofrece (ésta sería allí la función del mito)
el significante de lo imposible."
Lacan, en el mito del muchacho preñado destaca un elemento
nuevo: la intrusión masiva de un elemento procedente de lo real
en la función formadora de este mito y cuestiona a Lévi-Strauss
sobre la coordinación de lo simbólico y de lo imaginario. 76 Lévi-
Strauss le responde que el ritual debe ser englobado en el reino
de lo simbólico; lo que Lacan recibe como una acentuación de la
relativización total de los sistemas simbólicos.
Queda la duda, expresada por Jean Wahl y M. Merleau-Ponty,
de que los rituales carezcan de mito: si Lévi-Strauss sostiene que
el mito correspondiente se encuentra en la sociedad de al lado, la
vecina, lpuede éste ser completamente desconocido por la so-
ciedad que practica el ritual correspondiente?
Pero la pregunta de Lacan recaía sobre las relaciones entre
real, imaginario y simbólico, y más precisamente por la intrusión
de lo real en lo simbólico. Es allí que se esboza ya esta noción de
 318 AnneDunand
lo real tan diferente de la que tiene Lévi-Strauss y que, con la
cuestión del sujeto, hará decir a Lacan: "esto no impide que yo
tenga de la estructura una noción muy distinta que la de él. 1177
Si, como la verdad, el mito tiene estructura de ficción, "lo que
no es un mito es la castración."78 "Se sabe que el complejo de
castración tiene una función de nudo", escribe Lacan en La,
. significación del falo 19 y en este texto él subraya que el Otro da lo
que no tiene.
En la misma época, en La. dirección de la cura, distingue la
función del gran Otro de la del pequeño otro. El gran Otro no es
un semejante 80, no es que el otro lo tenga -lo que constituye la
base de la relación con el semejante y funda los "instintos sociales"
81
para Lévi-Strauss. Que el Otro no lo tenga, es este momento del
incesto al cual Lacan reduce el complejo de Edipo.82
La impronta de la falta en ser determinada por el significante
tiene como significante al falo en tanto que éste falta 83: es a la vez
el lugar del sujeto como efecto de estructura, en una elisión de
significante. 84 Si ello habla, 85 es porque los efectos primeros del
significante son la metáfora y la metonimia;86 es ésta la parte que
no es de mito en las relaciones del sujeto con lo real.
Es también por esto que, contrariamente a lo que sucede con
el shamán, no puede haber voluntad de curar en el analista87, pues
él está del lado del sujeto en su posición frente al inconsciente y
no del lado del ideal del yo.
Se ve la dicotomía de los dos enfoques estructurales deli-
neándose en estos escritos divergentes.
Pero en La. ciencia y la verdad, La can pone aún el acento sobre
lo que lo acerca a Lévi-Strauss, especialmente el hecho de pro-
LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 319
hibirse la ilusión arcaica y la hipótesis del desarrollo.88 Pero, más
aún, Lacan pone el acento sobre el hecho de que el sujeto del
psicoanálisis y el sujeto de la ciencia, que no es el sujeto de la
enunciación, y que es el sujeto forcluido de Lévi-Strauss, son una
misma instancia.
lCómo explicarse lo que parece contradecir la experiencia
analítica, puesto que es justamente el sujeto de la enunciación el
que es suscitado en ella? Lacan delimita al sujeto levi-straussiano,
como estando en exclusión interna de su objeto. El mito no tiene
necesidad del asentimiento del sujeto, de la misma manera que el
inconsciente es un saber separado del sujeto. Dicho de otra
manera, a lo que Lacan hace alusión aquí es a una relación no
subjetivada del sujeto y de su inconsciente. Ya se manifiesta allí
la ética de la cura entendida como subjetivación. Pero en ningún
caso habrá que leer ahí una paridad del sujeto y del individuo, del
ego de lo colectivo, pues la línea pasa aquí entre el "yo" del
enunciado y el sujeto de la enunciación, desconocido para sí
mismo. El individuo no es otra cosa que el sujeto de lo colectivo.
89
Lamagi,a
"Es sin embargo una reducción que descuida allí al sujeto",
escribe Lacan de las correspondencias que marca Lévi-Strauss
entre naturaleza y cultura90, y que dejan entrever por dónde es
320 AnneDunand
LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 321

concebible la operación eficaz de la magia; l~ magia "supone al

"La estructura se atrapa allí por donde el sujeto toma cuerpo,
significante respondiendo como tal al significante". El saber está
es decir por el efecto del lenguaje, y no por una analogía entre lo
allí de lado, disimulado, la verdad sale a la luz como causa efi-
real y lo simbólico."
ciente. Mientras que en psicoanálisis es la causa material, el
Lo real es lo imposible y no una realidad estructurada como
objeto (a), lo que se pone en función.
un lenguaje. El lenguaje no es una función de lo colectivo, lo que
Ya en el Seminario, Libro 11, 91 respecto de la verdad de la
supondría que es comunicación.
función totémica, Lacan destacaba la diferencia entre la función
Pero la crítica masiva dirigida a Lévi-Strauss se produce
clasificatoria primaria de Lévi-Strauss (en El pensamiento salvaje).
porque el análisis no es la compilación de un saber. No se trata de
y la hiancia de la causa, su opacidad., Pues si en Lévi-Strauss los
homologar al mito individual del neurótico y de codificarlo y
significantes son tomados de la naturaleza y estructurados por las
clasificarlo en unidades de significación, en mitemas.
relaciones sociales, en psicoanálisis lo real nd es un reservorio de
Dos cosas se oponen a ello: el analizante habla una lengua
significantes.
particular que no ha de ser traducida en un metalenguaje. De lo
Es por esto que no hay que asombrarse de la grieta que se
que él habla es de la ausencia de relación sexual, mientras que
produce, a fines de los años '60, entre Lévi-Strauss y Lacan.
todo mito es un fantasma colectivo destinado a enmascarar esta
En Razón de un fracaso, 92 Lacan, comentando su alejamiento
ausencia y a "asegurar la presencia de la pareja" -el dualismo y el
de las huestes estructuralistas, comprueba que su discurso, "por
triadismo de los que Lévi-Strauss revela que son indisociables, el
escuálido que sea junto a una obra como la de mi amigo Lévi-
carácter de objeto absoluto del mito, las oposiciones padre/hijo,
Strauss, deja marcas de otra manera". Aún cuando, en la Pro-
hermano mayor/hermano menor, hombre/mujer, omnipresen-
posición del 9 de octubre, Lacan colocará al campo del psico- tes.95
análisis en contigüidad con el de la antropología, al cual Lévi-
En tanto que, según la fórmula que llegó a ser justamente
Strauss había dado, en sus Mitológi,cas, estatuto científico. Es que
célebre, "En el falo se resume el punto de mito donde lo sexual se
el Edipo es un mito pero, sin ese mito, todo el psicoanálisis se
hace pasión del significante."96
reduciría al delirio de Schreber.93
Otro punto de divergencia, el mito se transmite oralmente
En Radio/onía,. respondiendo a la pregunta planteada acerca
mientras que el síntoma es una escritura. Escribir el mito, cla-
de un campo común entre el psicoanálisis y la etnología, Lacan se
. . . 94 sificarlo, es reducirlo al discurso universitario, que pone al sujeto
hace más mc1s1vo:
tachado, a la cultura de la que se trata en su función innovadora,
creadora, bajo la tachadura. Es hacer síntoma de lo que escapa a
la significación.
322 AnneDunand
El análisis del mito, para dar algún resultado de naturaleza
psicoanalítica, debería proceder no por explicaciones y catego-
rías, sino descifrarlo en su estructura de lenguaje; como metáfora
y como metonimia, o, para retomar los términos freudianos, como
condensación y desplazamiento.
Si verdaderamente Lévi-Strauss quería hacer de él una estruc-
tura inconsciente, es según la instancia de la letra que él hubiera
debido proceder, leerlo como una charada y no conservarles a las
imágenes su estatuto de imágenes.
Si es signo de algo, es del hecho de que no hay significante
propio para dar cuerpo a una fórmula de la relación sexual. 97 Es
en las fallas del mito, allí donde el relato se detiene, allí donde se
fija, allí donde el informador trastabilla, o allí donde ya no sabe,
donde el inconsciente hace signo; precisamente allí donde Lévi-
Strauss señala un agotamiento de su función o de la función
intelectual.
En El aturdicho, lo que es impugnado es el principio mismo
de la universalidad (habrá que recordar los principios universales
del funcionamiento del espíritu de Lévi-Strauss). 98 "No hay uni-
versal que no se reduzca a lo posible" es decir que estos principios
no estarán determinados nunca. Y "no hay universal que no deba
ser contenido por una existencia que lo niegue." 3x .<Px. La ley
está planteada allí como sin razón. Dicho de otro modo ella no
tiene su fundamento en el principio de reciprocidad, pues nada
hay de recíproco entre el sujeto y el Otro. Pero si el Otro no existe,
pues la ley está formulada desde ninguna parte, ningún árbol
transformacional determina por adelantado su estructura profun-
, '
da. Es el decir que ex-siste el que ordena la'dicho-mansión de la
LACAN, LECTOR DE LÉVl-STRAUSS ,323
verdad tomando su fundamento en la represión originaria, el
encuentro con la inexistencia de la relación sexual.
No hay otro límite al universal que la función del falo, erigido
en todo momento para recordar al sujeto su propia ausencia en
su discurso.
No hay pues "para todo hombre" si no es por este origen. Y
Lacan puede ser tajante: "por lo tanto yo prescindo perfecta-
mente (... ) de la etnografía de los primitivos y del recurso a las
estructuras elementales, para asegurar lo que hay de racismo en
los discursos en acción". Queda así indicado el único camino
posible para que la antropología encuentre una salida a su et-
nocentrismo siempre actuante incluso allí donde se defiende de
ello.
Por lo que se refiere al "no-toda" del lado mujer, querría yo
destacar allí una nota de Lévi-Strauss que me parece muy próxima
a aquello de lo que se trata. Es en los iroqueses.99 "lNo se diría
que una sociedad que acuerda a las mujeres una importancia
rehusada en otras partes, debe pagar de otro modo el precio de
esta licencia? Precio que consistiría para el caso, en una in-
capacidad de pensar al género femenino en una categoría ho-
mogénea. Una sociedad que, al contrario de casi todas las demás,
reconociese a las mujeres una plena capacidad estaría, por lo
contrario, forzada a asimilar una fracción de sus mujeres -las muy
jóvenes aún ineptas para cumplir con su papel- a animales y no a
seres humanos."
O bien, según Lacan,a devolver al hombre este goce suyo que
100
no la hace toda para él.
 324 AnneDunand
Y sin embargo, cuando Lacan recomendó a Lévi.:.Strauss que
releyese Antígona, él la había ubicado en la sincronía, con re-
lación a Creonte que está en la diacronía, a leer, pues, como una
. . 101
partitura con vanos pentagramas.
La ética comienza más allá de las estructuras del parentesco
y del orden moral, lo que designa el lugar del sujeto Antígona. 102
Lo universal no está en las estructuras que configuran la
mitología del incesto, sino en la causa del deseo, que es asexuada.
· Es de allí que procede la exclusión de lo real y no su
-& •
comorm1zac1on.•, 103
Lo que aseguran las estructuras del parentesco es el infierno
del conjungo sin fin, como lo demuestra cierto mito de Africa
occidental, donde el castigo que sufre el hombre que no ha
obedecido al dios-padre es el priapismo, lo que lo hace dios. 104
Es allí que encuentra su respuesta, dada por la etnología
misma, la objeción hecha por Lévi-Strauss a Freud de haber
explicado el deseo de incesto pero no su prohibición. La psicosis,
en tanto que la prohibición no llega allí para efectuar un corte, es
el conjungo sin fin con la madre.
El corte que hace el discurso procede de un sentido an-
tinómico a la significación. 105 El concepto, por ejemplo el prin-
cipio del intercambio, no es otra cosa que una ficción de superficie
con la cual se reviste la estructura.
El sen~ido que cae del discurso es el goce. Que el
inconsciente esté estructurado como un lenguaje quiere decir que
"como la lengua, no es sino la integral de los equívocos que su
historia ha dejado persistir en ella: es decir que lo real, que no hay
relación sexual, se ha depositado allí en el curso del tiempo. 11106
lACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 325
Esto no impide la formalización, es decir la reducción a
maternas, o la posibilidad de transmisión sin ficción de superficie
-comprehensión del mundo. Unico modo de capturar un real que
no sea mítico: pues lo real no es la naturaleza, ni las estructuras
que allí inscribe la ciencia. Lo real es lo que falta en el universo;
si el cuerpo está afectado por ello no es sino por ficciones de las -
que lo reviste el lenguaje. 107
Es por ello que debe entenderse que el mito es lo que .da
forma épica a la estructura: en este sentido se puede decir que la
familia y la sociedad se edifican por la represión. 108 Y tamb~én
se puede entender que el esquema del Edipo se transmita, pues
basta con que el sujeto sea hablado para que muy pronto tenga
que ordenarse en la posición fálica, incluso cuando él la deniegue
o cuando él la forcluya.
En ... Ou pire, Lacan regresa sobre la oposición entre el texto
(del analizante) y el mito, entre la especificidad de los dichos y lo
genérico del mito. La razón de ello está quizás en los cuatro tomos
de las Mitológicas que Lévi-Strauss publica uno tras otro. 109
Su comentario sería demasiado extenso. Y la divergencia
estaba ya en los presupuestos teóricos que fundan la teoría de
Lévi-Strauss y que se elabora en Lacan.
Es en la ley de la reciprocidad que se encuentra ya significada
la "repudiación del tema del deseo y del sujeto", como lo hacía
observar J.-A. Miller en su seminario del 2 de junio de 1988; algo
que puede leerse en el Final de El hombre desnudo.
En ¿Existen las organizaciones dualistas?, Lévi-Strauss plantea
que "la teoría de la reciprocidad queda establecida hoy en día para

326 AnneDunand
el pensamiento etnológico sobre una base tan firme como la teoría
de la gravitación lo está en astronomía." º
11
Y Lacan, en Kant con Sade, le contestaba: "Y no podría
omitirse esta ocasión para denunciar lo exorbitante del papel que
se confiere ·al momento de la reciprocidad en unas estructuras,
principalmente subjetivas que repugnan a ello intrínsecamente."
"La reciprocidad, relación reversible por establecerse sobre
una línea simple uniendo a dos sujetos que, por su posición
'recíproca', consideran esa relación como equivalente, difícilmen-
te encuentra la manera de situarse como tiempo lógico de algún
franqueamiento del sujeto en su relación con el significante, y
mucho menos como etapa de ningún desarrollo, aceptable o no
como psíquico (donde los sufridos hombros del niño se prestan
siempre a los chapeados de intención pedagógica)."
"Sea como sea, es ya un punto que anotarle a nuestra máxima
el que pueda servir de paradigma de un enunciado que excluye
como tal la reciprocidad (la reciprocidad y no la carga de desqui-
te )".111
Conclusión
Tras este breve resumen de los temas comunes y de las
divergencias que se han establecido entre el psicoanálisis y la
antropología a través de ras lecturas de Lacan y Lévi-Strauss, cabe
lACAN, LECTOR DE LÉVI-S1RAUSS 327
preguntarse si, después de un encuentro inaugural, no ha quedado
clausurada la relación entr~ dos campos cuyas definiciones estruc-
turales los hacen irreductibles. Ello sería así pues el único punto
de convergencia es el inconsciente como discurso del Otro, mien-
tras que el desacuerdo recae sobre puntos precisos: en primer
lugar, sobre el concepto de inconsciente y, después, por extensión,
sobre la función del mito, sobre el reconocimiento del Edipo y de
la castración, para culminar en la cuestión del reconocimiento de
la existencia o de la inexistencia del sujeto.
¿No habrá habido, más allá de la amistad que se profesaban
Lévi-Strauss y Lacan, otra cosa que la vana esperanza de hacer
participar a las disciplinas que ellos ejercían -donde cada uno·de
ellos inauguró un nuevo modo de analizar el dato- en sus respec-
tivos aportes y descubrimientos?
Lo que en un primer momento los reunió fue la supremacía
de lo simbólico y fue precisamente en torno de este punto que se
manifestó la falla que los separa. Lévi-Strauss fue el primero en
utilizar este hallazgo -algo que él recibió en las clases de Jakobson,
en tanto que ello venía como respuesta a su propio cues-
tionamiento de las ciencias humanas -y se apartó luego del valor
pleno de esta función en la medida en que no mantuvo su do-
minancia sobre lo imaginario. En efecto, cuando se le atribuye un
sentido a la prohibición del incesto desaparece la supremacía de
lo simbólico y cuando la intrusión de lo real en lo simbólico por
la castración, comprendida como ley no deducible, encuentra un
sentido, se convierte en una regla moral. Hay un tiempo lógico
salteado, el tiempo para comprender, que requiere la toma de
posición por el sujeto, cuando se le da valor de sublimación a lo
328 AnneDunand
que es la causa de la represión. En tal caso la sublimación
intervendría como el sucedáneo de una reconcili.ación con lo real:
se decide, de golpe, que "todos son blancos" y que hay reci-
procidad en el intercambio. (cf. J. Lacan: El sofisma del tiempo
lógico y el aserto de certidumbre anticipada en los Escritos).
El psicoanálisis muestra la evidencia de que no hay recon-
ciliación con lo real; lo que se pone en juego en un análisis no
tiene el fin de hacer al sujeto conforme a'laregla, tal como ella se
formula en su mito individual y como lo piensa Lévi-Strauss, sino
llegar a que él se despegue de este mito, un mito que es incons-
ciente a diferencia de los mitos etnológicos que no lo son. El mito,
en tanto que recibe la adhesión de los individuos de una misma
sociedad, no es inconsciente. Es una representación imaginaria
que obtura el agujero abierto por lo real en lo simbólico, explica
y describe la ley e, incluso, la justifica. Su función es la misma que
la del mito individual; pero es en tomo a la adhesión a un mito,
cualquiera que fuese, que las posiciones de Lévi-Strauss y Lacan
divergen. Uno, Lévi-Strauss, pretende que el mito, en tanto que
expresión colectiva del superyo, asegure la función de mantener
la represión. Y es esto lo que explica por qué puede el mito servir,
con el ritual, para una curación. Este tipo de apuntalamiento está
en el principio de toda terapéutica sugestiva.
El dispositivo analítico, por el contrario, permite hacer la
experiencia de lo real al hacer caer todos los mitos que van
caducando a medida que progresa la rememoración basta llegar
a toparse con lo que no es un mito: la castración. El analista no
actúa como un shamán porque él no apuntala al yo o al ideal del
LACAN, LECTOR DE LÉVI-S1RAUSS 329
yo sino que hace sitio al sujeto como sujeto del lenguaje y, por
ende, sujeto de la castración.
El shamán utiliza al lenguaje como instrumento de un poder
social que induce un forzamiento de la adaptación. El sujeto se ve
obligado a reintegrarse al discurso del amo como única manera
posible de habitar el lenguaje, lo que puede procurarle algún
alivio, especialmente cuando no hay lugar para otro discurso o
posibilidades de establecer de otro modo el vínculo social. Po-
sición cómoda cuando la neurosis se manifiesta más que nada
como necesidad de justificar su propia existencia, es decir, de ase-
gurarse de un Otro que sea el garante del valor de esta existen-
cia. El deseo de reconocimiento predomina sobre la causa del
deseo, causa tanto más difícil de desprender cuanto que el deseo
del sujeto se confunde con el lugar que le es asignado, imaginario,
por un Otro objetivado y trascendente, es decir por una estructura
social.
Es el distanciamiento, por parte del psicoanálisis, de esta fun-
ción del Otro, revelado ahora como inexistente, lo que const~tuye
su carácter verdaderamente revolucionario y tan difícil de tolerar.
Lévi-Strauss se detuvo tras reconocer al sujeto como some-
tido a un discurso previo y que se le escapa. Pero no es el discurso
mismo el que es inconsciente, ese discurso del cual se conocen los
contenidos y se siguen las órdenes, sino tan sólo que ese discurso
toma su fuerza de una instancia superyoica, concebida como
reparadora de toda posible castración, la regla del intercambio
(que no ha de confundirse con el mecanismo de sustitución
inaugural de un lenguaje dotado de sentido). Lévi-Strauss retro-
cedió ante el pensamiento o la teorización de lo que el
330 .Anne Dunand
psicoanálisis pone de manifiesto: que todo sujeto ha de des-
prenderse de esa regla, de ponerla a distancia, una vez que ella se
hace consciente. De allí que para él no quede ninguna libertad
posible, para escapar de las estructuras sociales, desembocando
al fin de cuentas en la negación de la existencia misma de un
sujeto, puesto que el sentido de la existencia le es devuelto a ese
Otro que es su garante y cuya figura se encarna en el significante
como máscara del principio de reciprocidad. El contenido moral
de este principio debería, de algún modo, compensar la pérdida
del sujeto.
Los enojos de Lévi-Strauss contra Lacan y contra lo que él
llama la sobreestimación del individuo muestran hasta qué punto
él se aferraba a que no fuese subvertido el discurso del amo.
Pero, entre tanto, una nueva antropología ha levantado vuelo,
una que critica, precisamente, los conceptos binarios (por ejem-
plo, el de barbarie y civilización, siempre latente) que actúan
todavía en "la penumbra de la eficacia simbólica". Puede decirse
que la antropología de hoy no se queda ya en la descripción del
síntoma en la medida en que consigue apartarse de la fetichi-
zación del hic et nunc representado hasta ahora por el trabajo
sobre el terreno y, en ese mismo movimiento, a criticar con
pertinencia sus propios conceptos, es decir, a interesarse en la
dimensión inconsciente d~ sus propios alcances, en la medida en
que se atreve a enfrentarse al ideal del yo que hace de cimiento
en toda sociedad y que consolida el acceso del sujeto a una
verdadera sublimación estructurante de un nuevo campo para su
deseo. Y esta antropología cumple un paso auténticamente psi-
coanalítico por los interrogantes que plantea a la sociedad sobre
LACAN, LECTOR DE LÉVl-STRAUSS 331
la consistencia de sus propios ideales, cosa que logra con la mera
demanda de información que la hace una intrusa.
11
A menudo se creyó que se trataba de someter a una sociedad
que tiene sus malestares a las explicaciones procedentes de ot~a
sociedad que tiene también los suyos. No se trata de eso cuando
se acusa al psicoanálisis de querer imponer el Edipo occidental a
una sociedad sin Edipo: lo que es segurp es que la madre está
siempre prohibida, llámese a eso como se quiera. Y es tal pro-
hibición la que pesa sobre la sexualidad y la que se inscribe en un
discurso, si es que no tiene otra representación que las estructuras
del parentesco, sean éstas elementales o complejas.
La antropología actualmente interroga su propia posición en
este discurso, esa posición que ella lleva por donde va, tanto sobre
el terreno como en su conceptualización de la experiencia. Es
fascinante ver que, así, el etnólogo no encuentra ya solamente
reglas sino sujetos. Y sujetos a los que pone a trabajar para que
definan sus lugares, no sólo en una estructura de parentesco sino
también en un discurso que es el de ellos. Es lo que pasa cuando
el etnólogo se muestra dispuesto a interrogar su propia función y
cuando ha rebasado el ideal de neutralidad y de objetividad que
se le asign'1ba tradicionalmente, pues él ahora sabe que este luga,r,
en tanto q1 e id\!al, no existe. El etnólogo interviene en una
sociedad, no ya como Otro ante quien se representan las estruc-
turas ideales del parentesco, sino como causa de división, pues él
indica el punto de fractura recubierto por suturas tradicionales: él
hace emerger, por una parte, las creencias como t~les y, por otra,
las certidumbres que ellas no abarcan, problematizando así la
relación del sujeto con toda sociedad.
332 AnneDunand
LACAN, LECTOR DE LÉVI-S1RAUSS 333

Si hoy en día se continúa clasificando y catalogando los mitos

con los métodos reductivos postulados por el estructuralismo
NOTAS
levi-straussiano, si los métodos son aún los que él preconizó, el
enfoque ha cambiado. Uno de los resultados más interesantes que
1
Este artículo es la continuación de un trabajo de D.E.A.: "Freud, crítico
haya sido dado ver de esta subversión del sujeto y de esta dia-
de Lévi-Strauss", presentado en el marco del Departamento de Psicoanálisis de
léctica del deseo es que surjan de estas sociedades que aún ayer París VIII, y a una exposición acerca de "La ilusión arcaica" (cap. de "Las E.E.
eran objetos puros de _análisis, entre sus mismos miembros, su- del P.:) realizada en el seminario de J.-A. Miller en junio de 1988.
jetos que las analizan, psicoanalistas y etnólogos a su vez, que, por 2
Scilicet 6n, pág. 53.
su cualidad de sujetos, subvierten el discurso del amo, tanto si éste
se origina circularmente en la sociedad que él funda como si 3
LEVI-STRAUSS C., en M. Mauss, "Sociologie et anthropologie'~ París
procede (como ha sido tan a menudo el caso) de una sociedad 1950,p. XX.

cuyos miembros creían poder ser tan sólo puros observadores sin 4
LACAN J. "De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad'~
efectos locales. Pienso que es en esto que puede reconocerse de seguido de Primeros escritos sobre la paranoia, Siglo XXI, México, 1976.
aquí en más la solidaridad del psicoanálisis y la antropología.
5
Queda por entender cómo se produjo esta transformación, El problema del estilo y la concepción psiquiátrica de las formas
paranoicas de la experiencia, op.cit., p. 333.
pues hace ya bastante tiempo que el psicoanálisis forma parte del
discurso corriente, es decir, que se ha mellado el filo de sus 6 .
Op.'Clt., p. 337.
conceptos y que, en muchos casos, ellos sirven para sostener y
7
Id.
fortalecer el discurso del amo. lQuizás podamos reconocer allí el
valor subversivo del estilo mismo de los escritos de Lacan o 8 .
op. cit., p. 335.
podemos ver allí efectos de propagación de un cambio de discur-
9
so? En cuyo caso habría que reconocer que no es la neurosis la Escritos inspirados. Esquizografía, op. cit. p. 333.

que es "contagiosa" sino que también el deseo es algo que "se

lO Op. cit. p. 338.
agarra" y que un sujeto se descubre como tal cuando ha permitido,
11
ha dado o ha dejado la palabra a otro sujeto. Motivos del crimen paranoico: el crimen de las hermanas Papin, op. cit.,
p.344.

París, septiembre de 1988 12 LEVI-STRAUSS C., "Las estructuras elementales del parentesco", París,
Traducción de Néstor Braunstein 1947, Capítulo 7. Edición en español: F.C.E México, 1962.
 334 AnneDunand lACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 335

13 28
Los complejos familiares en la formación del individuo. Ensayo de Id., p. 231
análisis de una función en psicología, París 1948, p. 2. Primera aparición· en el
Tomo VII de l'Encyclopédie Francaise, París, 1938. 29
El estadio del espejo como formador de la función del yo Lle] tal como
se nos revela en la experiencia analítica. Revue Fran~aise de Psycanalyse n. 4,
14 ' .
op. cit., p. 15 1949. Écrits, p. 95.

15· • p. 38
op. cit., 30 •
op. cit., p. 97

16 . p. 62
op. cit., 31 . p. 95
op. cit.,

17 . p. 68
op. cit., 32 .
op. cit., p. 100
!
18 33 .
LACAN J., enÉcrits, París, 1966, p. 81 op. cit., p. 120
19 '
op. cit., p. 89 34
Acerca de la causalidad psíquica, Écrits, p. 166.

20 • p. 9 1
op. cit., 35
op. cit., p. 167
21 .
op. cit., p. 112 36
Intervención sobre la transferencia, Écrits, p. 222
'·
22 • p. 95
op. cit., 37
Aparecido en 1951 en American Anthropologist y publicado en Francia
e.o AE-1(ref.23). Se encontrará también en este volumen Le sorcier et sa magie,
23
LEVI-STRAUSS C., "La eficacia simbólica", enAntriJpología Estrnctural aparecido en Les Tepips Modemes n. 41en1949.
1 J, París 1958, p. 212. Edición en español: Eudeba. Buenos Aires, 1960. (en
adelante AE-1) 38
Introducción a la Obra de M. Mauss, por C. Lévi-Strauss, en M. Mauss,
Sociologie et anthropologie, Paris 1985. Primera edición: 1950. (En adelante IM)
24 . p. 230
op. cit.,
39
MAUSS M.; Esquisse d'une thérie de la magie, en Sociologie et
25
SECHEHAYE m., La realización simbólica, suplemento no. 12 de la anthropologie, París, 1985.
Revista Suiza de Psicología y de Psicología aplicada, Berna 1947.
40
Écrits, p. 132.
26
LACAN J., El mito individual del neurótico, Omicar? 17/18, 1979.
Conferencia impartida en el Collége Philosophique de Jean Wahl en 1953. 41
MAUSS M., Essai sur le don, Forme et raison de l'échange daos les
sociétés archai:ques, op. cit.
27 '
Ref. 23, p. 228
42IM,X
 LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 337
AnneDunand
336

61 AE-1, p. 82
43
1M LXV
' 62
LACAN J., Le Séminaire, libro 11, pp. 17, 23, 34-37, 47, 115, 117.
44
1M,XXXI
63 AE-1, p. 233
. 45 IM,XX·
64
Écrits, p. 830
46
1M XXXII
' 65
Algunas reflexiones sobre el Ego, comunicación hecha a· la Sociedad
47
Écrits, p. 265 Inglesa de Psicoanálisis el 2 de mayo de 1951, Rev. Urnguaya de Psicoanálisis 14
(2): 175-186,1973
48 IM XXXVIII
' 66
Écrits p. 277, Escritos 1, p. 266
49
Écrits, p. 279
67
Op. cit. p. 278, Escritos 1, p. 267
5º1M XLVIII
' 68
Les organisations dualistes existent-elles ? en AE-1, p. 154
51
IM,XLIX
69
El mito individual del neurótico, cit.
521M,L
70 Id.
53 IM XLVI
' 71
Écrits, p. 847
54 Écrits p. 322 y 272
72
Boletín de la Société Francaise de Philosophie, sesión del 26 de mayo de
55 •
op. cit., p. 279 1956, bajo la presidencia de J. Wahl.

56 . 73
op. cit., p.821-822 AE-1, p. 235 en La estructura de los mitos, y para el mito del varón
preñado, AE-1, p. 268, en Estructura y dialéctica.
57 Aparecido en 1951 en American Antliropologist, después en AE-1, p. 70
74
Este texto muestra un hapax en la obra de Uvi-Strauss; se encuentra en
" (ref. 23)
él "el significante falo", p. 273.
58 Écrits, p. 289
75
Boletín de la SFP, p. 115
59 AE-1, p. 77
76 •
op. cit., p. 117
60 AE-1, p. 78
 AnneDunand LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS 339
338

95
77 Scilicet 617, conferencia en el M.I.T., en 1975, p. 53 AE-1, Les organisations dualistes existent-elles? p.175; La structure des
mythes, p. 240; Structure et dialectique, p. 272.
79 Écrits, La significación del falo, p. 685
96
Scilicet 2/3, p. 64
80 Écrits, La dirección de la cura y los principios de su poder. p. 647.
97
Scilicet 2/3, p. 65
81 Cf. el capítulo 7 de "Las estructuras elementales del parentesco".
98
Scilicet 4, p. 7
82 Scilicet (4), L'étourdit, p. 9
99
AE-1, Linguistique et anthropologie p. 88
83 Écrits, En memoria de Ernest Jones: Sobre su teoría del simbolismo, p.
lOO Sci/icet 4, p. 23
710

84 Écrits, Observación sobre el informe de D. Lagache, p. 677 lOl LACAN J, Le séminaire, livre 7, p. 331

85 •
op. cit., 649
102 .
Op. Cit., p. 92

86 . 103sci·1·icet 4, p. 30
op. Cit., 714

104
87 .
op. Cit., 641 Cf. M. Augé, Le dieu-objet, Paris, 1988

88 Écrits, La ciencia y la verdad, p. 860-62 105 Sci/icet 4, p. 41

106
89 LA CAN J., Le Séminaire, livre 2, p. 43 y Écrits, El tiempo lógico, p. 213. Sci/icet 4, p. 47

107
90
op. cit., p. 871 Scilicet 4, p. 34

91
pp. 23-25 º LACAN J, Television p. 51y48
1 8

109
92 De Roma 53 a Roma 67: El psicoanálisis, razón de un fracaso. Scilicet 1, LEVI-STRA USS C. Mytlwlogiques: 1, Le cru et le cuit, Paris 1964; 2, Du
p. 45-47 miel aux cendres, 1967; 3, L'origine des manieres de table, 1968; 4, L'homme nu,
1971.
93
Scilicet 1, p. 21
110 AE-1 p. 188
94
Scilicet 2/3, p. 60
111
Écrits, Kant c~n Sade, p. 769.
 Altne Dunand LACAN, LECTOR DE LÉVl·S1RAUSS 341
340

J. Lacan, Radiofonía en Sci/icet 2/3, París 1970.

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J. Lacan, De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad,
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psicoanalista de La Escuela y de Roma 53 a Roma 76: el psicoanálisis, razón de
un fracaso. C. Lévi-Strauss,Anthropologie strncturale 1, Paris 1958 (citado como AE-1)
 AnneDunand
342
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C. Lévi-Strauss, La pensée sauvage, Paris, 1962
C. Lévi-Strauss, Mytlwlogiques 1 Le crn et le cuit, Paris 1964
C. Lévi- Strauss, Mytliologiques 2 Du miel au cendres, 1967
C. Lévi-Strauss, Mythologiques 3 L'origine des manieres de table, 1968
C. Lévi-Strauss, Mythologiques 4 L'lwmme nu, 1971
C. Uvi-Strauss,Anthropologie stnicturale 2, Paris, 1973
M. Mauss,_Esquisse d'une théorie générale de la magie, Paris, 1985
M.Mauss, Essai sur le Don. Forme et raison de l'échange dans les sociétés
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M. Merleau-Ponty, Phénoménologie de la perception, Paris 1945
P. Rabinow. Un ethnologue au Maroc. Réílexions sur une enquete de
terrain. Préface de Pierre Bourdieu. Trad. en fran"ais, Paris, 1988.
F. de Saussure, Cours de linguistique générale, Paris, 1968
M. Séchehaye. La réalisation symbolique, in Revue suisse de Psychologie
et de Psychologie appliquée, supplément no. 12, Berne, 1947.
Revue
. Bullétin de la Société Fran"aise de Philosophie, séance du 26 mai 1956.
.
Capítulo IX
KANT Y SADE lLectura de Lacan?
Mirta Bicecci
A la memoria de Raúl Bicecci, mi padre
Leer a Lacan. Leer la lectura que Lacan hace de Kant y Sade ..
Doble bucle. Leer a Lacan leyendo, deconstruir una lectura.
Desenredar el bucle. lQué persigue Lacan en su texto? lAlcanzar
la esencia de los textos de Kant y Sade? lAcaso "Kant con Sade"
es el resultado de una lectura en espiral? lO se trata de una:
búsqueda de los fundamentos estructurales de esos discursos?
Más aún, podríamos colegir que hay allí un forzamiento, tal vez
una traición a los textos atravesando sus fronteras.
Más bien Lacan confronta .a Kant y Sade y de allí nace su
propuesta hecha texto. A Kant hay que leerlo con Sade.
La pregunta no se hace esperar: len qué atañe al psicoanálisis
la lectura de estos dos filósofos? Uno, Kant, filósofo de las luces,
el otro, Sade filósofo libertino.
La práctica analítica trata de elucidar la naturaleza de la
locura, y el intento de Lacan es el de transportar una lógica sobre .
el territorio de una experiencia, la del proceso de la cura. Para ·
 344 Mirta Bicecci
ello repiensa todo el edificio de la teoría psicoanalítica virando la
perspectiva epistemológica y también sus consecuencias en lo
ético. Consecuencias centrales para la práctica analítica ya que el
campo donde se desarrolla la experiencia misma es fundamental-
mente ético. "Nos bañamos en los problemas morales" es el
comentario de Lacan en el Seminario de la Etica.
El párrafo breve de Lacan en "Kant con Sade" no deja lugar a
dudas. Haciendo una irónica comparación entre las escuelas de
filosofía antiguas y el tocador sadiano en "lo que a rectificaciones
que la ciencia prepara en las posiciones de la ética" -agrega: "en
esto, sí, se opera un despejamiento que debe caminar cien años en
las profundidades del gusto para que la vía de Freud sea prac-
ticable".
Freud pudo habl~r del principio del placer, sin tener que
señalar lo que lo distingue de su función en la ética tradicional,
"sin correr el riesgo de ser entendido", por ello agrega, "no
podemos menos que rendir homenaje al ascenso insinuante a
través del siglo XIX, del tema de la "felicidad en el mal".
Texto de estilo incomparable e inimitable, pleno de humor e
ironía, para abordar los valores y sentimientos más altos de la ética
tradicional. Se entretiene proponiendo respuestas de una ética de
estoico al sádico: o la comicidad involuntaria de las denuncias del
materialismo acerca del capitalismo y las propuestas del socialis-
'1)1'
mo.
lQué hace sino poner en acto en su palabra escrita esa
desmistificación del sentido que es asunto del discurso analítico?
Confronta dos éticas: la más sublime y la más horrenda, para
declarar que La Filosofía en el tocador, que aparece ocho años
KANT Y SADE lLectura de Lacan? 345
después de la Crítica de la Razón práctica, da la verdad de la
Crítica.
Pero regresemos a la pregunta planteada sobre las relaciones
del psicoanálisis y la filosofía o, mejor aún, qué hace Lacan con la
lectura de estos filósofos en su interés por la práctica del
psicoanálisis.
En principio el debate entre filosofía y psicoanálisis se ha
sostenido a propósito del estatuto del inconsciente freudiano; el
inconsciente freudiano pone en peligro las certidumbres de la
conciencia. La coherencia filosófica, por otra parte, está destinada
a suturar la división subjetiva. El discurso filosófico establece una
identidad en el pensar: identidad del sujeto y el saber. Pero, todo
saber con aspiraciones de absoluto no se instituye sino por la vía
del desconocimiento del deseo, instalando una identidad ima-
ginaria sin diferencias que representar. Por ello el valor acordado
a Sade, que se atreve a herir esa complicidad entre Saber y Bien.
El saber absoluto no es otro que saber cuál es el Bien Supremo.
El trabajo de Lacan dista de ser un balance de esos autores.
Lo que hace es servirse de ellos, desplazarse a su interior en un
intento de articular una experiencia, la abierta por Freud.
Dimensión ética que constituye la experiencia analítica en sí
misma.
Este pequeño ensayo de le~tura del texto "Kant con Sade" se
propone, en un intento deconstructivo, leer a Kant y Sade con
La can.
"Yo aconsejo, dice Lacan, que se lea la Crítica de la Razón
Práctica como una novela plena de humor", y pleno de gracia y
 346 Mirta Bicecci
.humor es el texto que él escribe en ésa, su osadía de leer a Kant
con Sade.
. Sade, quien ha desafiado por años atrozmente los sentimien-
tos de la humanidad: "Sólo Jos espíritus groseros pueden con-
.siderar, dice Lacan, que las disertaciones están allí para hacer
pasar las complacencias eróticas". Los más finos, entre los cuales
menciona a Bataille, le dan valor a la obra como vía de acceso a
asumir el ser en tanto desarreglo moral.
En este trabajo espero alcanzar a asir el valor que Lacan da a
"su empresa": que -la vía de Freud sea practicable. Para ello, he
trat_ado de seguir a la letra buena parte de los textos explicitados
y aludidos por Lacan en su escrito, como así también otros textos
de analistas, ya publicados, con comentarios, investigaciones o
paráfrasis sobre "Kant con Sade". El trabajo aquí publicado, más
que el resultado de esas lecturas, es un entretejido de todos ellos
a la foz del seminario de la Etica.
La articulación que fundamenta la propuesta de Lacan es
explicitada claramente: "Sade es el paso inaugural de una
subversión de la cual Kant es el punto de viraje. Punto de viraje
sobre el discurso moral".
lQuién es Kant? Debemos situar la "Crítica de la Razón pura'~
"Fundamentos para la metafísica de las costumbres" ( 1785), y la
"Crítica de la Razón Práctica" ( 1788) en el horiz9nte de la filosofía
'illl de las luces. Su obra se plantea en contra ~del racionalismo
'
dogmático de Leibnitz y muestra el conocimiento en los límites
de los fenómenos naturales tal como son entendidos por el idealis-
mo .crítico.
KANT Y SADE lLectura de Lacan? 347
Para ubicar la estructura del planteo kantiano en la "Crítica
de la Razón Práctica", es necesario entender la pregunta por la
moral como la búsqueda de una ley universal que rija la acción.
A partir de caracterizar la voluntad como libre y autónoma
respecto de las afecciones patológicas, es introducida al mundo
inteligible, regida por la razón. Esto lleva a tomar una vía clara,
la renuncia a los placeres para alcanzar el bien moral. No desear
los placeres ni los bienes que éstos valoran, abre la cuestión.sobre
la normalización posible o no de las acciones. ¿pueden normatse
las acciones de cada quien en la vida, de una forma que sea válida
para todos?
La construcción kantiana intenta producir leyes, es decir
elevar las máximas a leyes que rijan el accionar de los hombres
para lo cual ellas deben demostrar su valor universal.
Las leyes funcionan de esta manera, como principios que ·
permiten ordenar los fenómenos de la vida de acuerdo a una
práctica de pura razón. Dicho de otro modo, ponen la razón en
práctica, para que la moral devenga un asunto de práctica .
razonable; más aún, para que devenga una práctica incondicional
de la razón. Las leyes morales alcanzan así la altura de un im- .
perativo categórico.
Es necesario tener en cuenta que la marcha kantiana está
comprometida con la demostración de la inmortalidad del alma;
esto explica el desentendimiento que propone respecto de la vida .
y del bienestar. Toma en cuenta dos especificaciones del sujeto: ·
el sujeto trascendental y el sujeto fenomenal.
 348 Mirta Bicecci
El primero plantea la pregunta acerca de las posibilidades a
priori de la razón sea en el orden del conocimiento, sea en el orden
de la acción.
Kant separa la cuestión del deseo de la filosofía trascendental
y la examina en relación con la ley moral.
En cuanto a la segunda especificación del sujeto como
fenomenal, la pregunta articulada a él es si querer es querer
obedecer la ley moral y por lo tanto renunciar a desear. El deseo
escapa aquí, como a todo lo largo de la Crítica, a la ley y trae
aparejada una concepción del sujeto sin autonomía.
El siguiente problema planteado por Kant que abordaré aquí
es: "lse puede pensar más allá de la experiencia?" Dicho de otra
manera, excluido un conocimiento apriori (estrechamente unido
a la matemática y a la física) no podemos pensar más allá de la
finitud de una experiencia posible; resulta entonces que el
conocimiento de la estructura del alma y la finalidad del mundo,
no está fundado en la experiencia. Por lo tanto, por no poder
fundársele en la singularidad de la experiencia, se intenta es-
tablecer un sistema de moralidad sin referencia a la experiencia
lo que lleva a borrar la relación con los objetos.
Esto hace del sistema kantiano un sistema sin referencia a los
bienes. Su lógica conduce a un rechazo de todo lo que es del orden
de lo patológico (entendiendo por ello los objetos de las
'li1¡
pasiones); de allí que el principio de placer no puede ser un
principio que fundamente una regla moral porque no hace una
regla general, con validez universal.
Los objetos afectan al sujeto; todo aquello del orden de los
sentimientos y afocciones que en ocasiones llega a constituir una
KANT Y SADE lLectura de Lacan? 349
pesada carga que subyuga y hace padecer al sujeto llevándolo
hasta el punto de someterse. En el dominio de las pasiones el
hombre se coloca en relación de servidumbre. El orden del
pathos, de la pasión, lo patológico, dominado por el principio de
placer, no podría conformar una ley universal por la sencilla razón
de que ningún objeto tiene asegurada una relación constante o
definitiva con el placer. Problema que Kant "soluciona" desem-
barazando a la preocupación ética de toda vinculación con la
experiencia y al sujeto patológico de todo interés por el mundo
de los bienes.
La vía posible, entonces, es la construcción de un principio
moral según la práctica de la razón y la apoyatura de esa ra,zón es
la voluntad. Voluntad en un mundo inteligible, sin referencia a
los sentimientos y a lo pulsional; voluntad que erige toda máxima
razonable en ley universal. Sin referencia al deseo subjetivo, esta
moral apática produce un borramiento del sujeto.
La identificación del sujeto con la ley se da por el rechazo file
todo sentimiento, escapando a toda lógica del interés sensible y
dando como resultado un sometimiento a la ley. El apático se
sujeta a la ley instituyéndose él mismo en legislador y queda
sometido a su propia legislación. Según Slajov Zizeck en esto
reside la grandeza kantiana: "formular el imperativo categórico
de una ley superyoica que va contra el bienestar del sujeto. Más
bien es totalmente indiferente a su bienestar. Desde el punto de
vista del principio del placer no es económica sino insensata"...
"La ley moral es un mandamiento feroz que no admite excusas".
La ley kantiana, en la búsqueda para alcanzar el Bien
Supremo, escamotea el aspecto obsceno y ominoso de toda ley
 350 Mirta Bicecci
feroz; ¿locura de la ley? Los mayores excesos en la historia de la
humanidad están gobernados por el apegamiento ciego a la ley.
Pequeña bisagra entre ética y política. La ferocidad de las leyes
mosaicas o musulmanas, la inquisición, producen un apegamiento
al ideal que ordena el goce y castiga los hechos sociales con un
exceso de severidad.
La ética de los amos se rige por un mandamiento feroz de la
razón que ordena.
Por esta vía la ley, lejos de tener un valor pacificante, se
constituye en un superyo maternal despótico que ordena el goce.
· Es revelador señalar en qué trabajos Freud cita a Kant: en la
Metapsicología, se refiere a Kant para caracterizar la conciencia
moral y su articulación al Edipo y al Superyo. El imperativo
kantiano es el heredero directo del complejo de Edipo. Lo men-
ciona también en "El Problema económico del masoquismo" y en
"El Yo y el Ello".
Los fenómenos ordenados según una razón puramente
práctica, hablan de una voluntad absolutamente determinada por
. una ley; Ninguna máxima tendría fuerza de ley sino se demostrara
en su enunciado mismo como universal.
El punto axial de la propuesta lacaniana, la de leer a Kant con
Sade, lo constituye el hecho de que el fantasma sadiano permite
conocer que sí hay un objeto de la ética kantiana. El Bien Supremo
llevado a la categoría de objeto absoluto. Esto nos pone directa-
mente en el campo de la perversión.
Kant expresa lo satisfactorio de la ley, Busca la coartada para
la inmortalidad del alma para lo cual renuncia al progreso, la
· santidad y el amor. Lo satisfactorio de la ley y el rechazo de lo
KANT Y SADE lLectura de Lacan?. 351
utilitario ubican la manera en que Kant introduce su razón
práctica por una vía distinta de aquella inaugurada por el principio
de placer introducida por Freud y que rige la economía de los
bienes.
La preocupación por los bienes somete al sujeto al mismo
encadenamiento fenomenal que determina sus objetos. Problema
central que surge del seguimiento línea por línea del texto "Kant
con Sade". Ningún fenómeno pueqe arrogarse una relación
constante con el placer. Por lo tanto ninguna ley puede enun-
ciarse, que definiese como voluntad al sujeto que introduce en su
práctica. Mientras que los fenómenos y los objetos son, en
relación al placer, condicionales, lo que sostendría una ley univer-
sal de la moral es la función de un incondicional, de manera que
ninguna experiencia pudiera modificarla. De allí que el estatuto
de imperativo categórico produzca la exaltación en el lector del
texto kantiano mencionada por Lacan.
Lacan muestra como el tú debes de Kant se substituye en el
fantasma sadiano por el goce erigido como imperativo. Puro
fantasma que no excluye la posibilidad de su planteo como ley.
universal.
 Mirta Bicecci
352
En cuanto a la lectura de Sade:
Lacan revisa ampUamente la literatura sobre el pensador
libertino, especialmente los ensayos más importantes de los
especialistas en Sade. Entre ellos toman un lugar destacado Klos-
. sowski y Blanchot. Dado el esfuerzo de los autores mencionados
por sentar las bases de la lógica en que se sostiene el pensamiento
sadiano, he creído conveniente abordar algunos aspectos por ellos
tratados y que indiscutiblemente inciden sobre el texto "Kant con
Sade".
En su escrito "El filósofo libertino", Klossowski propone cinco
puntos centrales de la lógica sadiana.
a) el ateísmo racional.
b) la soberanía del hombre como principio y fin del ateísmo
racional. (Sade persigue la desintegración del hombre a partir de
la liquidación de las normas de la razón)
c) la religión de la monstruosidad integral, efecto del ateísmo
planteado en a). (El ser Supremo en maldad es aquí la figura
sadiana del gran Otro).
d) reiteración apática de los actos, que confirma la insuficien-
cia del ateísmo y la transgresión permanente y es correlativa de la
religión de la monstruosidad, y el
e) carácter divino de la monstruosidad.
Hay en el esfuerzo de Klossowski algo emparentado con la
intervención lacaniana en el texto sadiano. Más allá de ese primer
atravesamiento del disgusto y repudio que por años ha provocado
la obra sadiana, hay en Blanchot y Klossowski la búsqueda de "otra
KANT Y SADE lLectura de Lacan? 353
razón" en los textos de Sade. Así Klossowski dice "si el más grande
libertinaje consiste en desarrollar su pasión como pensamiento el
libertino no es más, en el pensamiento del hombre honesto, que
una pasión impotente, mientras el libertino desarrolla su pasión
como pensamiento." El comentario de Blanchot no es
desdeñable: "El pensamiento sadiano nos muestra que entre el
hombre normal que encierra al hombre sádico en un impase y el
sádico que hace de este impase una salida, el sádico es aquel que .
sabe sobre la verdad y la lógica de su situación y que tiene la
inteligencia más profunda al punto de poder ayudar al hombre
normal a comprenderse a él mismo ayudándole a modificar las
condiciones de toda comprensión." Hombre normal que encierra
al sádico, lotra manera de nombrar un interior excluido?
lintuición de esa relación en banda de Moebius del goce y la
razón? Apuntan estas búsquedas a encontrar el valor de la certeza
del fantasma perverso, en los meandros entre el bien y el mal, en
la vida del hombre normal.
En el sistema sadiano el ateísmo tiene una importancia
estructural porque en él se fundamenta la ausencia total de las
normas. De la noción del Dios arbitrario Sade retiene las nociones
de lo arbitrario, lo pe:rverso y lo monstruoso. El ateísmo es aquí
la crítica de la razón normativa.
La forma de pensar el acto que sigue la manera perversa de
sentir como obedeciendo a un imperativo moral, desorganiza a la
razón normal produciendo una insubordinación funcional.
Promovido por el ateísmo integral que pone al hombre en
posición de no ser ya responsable de sí, al no existir el garante
 Mirta Bicecci
354
divino, deja al hombre en el lugar de una prostitución universal
de los seres.
La transgresión supone el orden existente, el mantenimiento
aparente de las normas, en beneficio de una acumulación de
energía que vuelve la transgresión necesaria. El ultraje consiste
en el estado de prostitución universalizada al infligir un agravio a
la propiedad del cuerpo de tal individuo a partir de la puesta en
común universal. Paradoja entonces, porque el goce transgresivo
no aspira a ninguna otra cosa que a renovarse él mismo. Si la
transgresión aparece como absurda y pueril tendería a resolverse
en un estado de cosas donde ya no fuese necesaria. Relación
fundamental entre el goce transgresivo y la ley. Es necesario que
la ley exista para que el goce transgresivo pueda renovarse a sí
mismo, pero ese goce transgresivo no aspira a un momento de
creación de nuevas leyes porque la transgresión es una
recuperación de lo imposible mismo.
Sade no cntica a las instituciones sino para demostrar que
ellas mismas aseguran el triunfo de la perversión. La transgresión,
en Sade, no debe ni puede encontrar un estado donde se resuelva
sino que debe engendrar otra transgresión para mantener el goce
transgresivo. El perverso persigue así la ejecución de un gesto
único, asunto de un instante, perpetua espera de ese instante del
intento de renovarlo. La intención sadiana es, al tratar de descifrar
ese gesto, establecer el código de la perversión.
La práctica apática del goce es elevada a una academia de la
apatía que se traduce en una propuesta didáctica. Mediante la
calumnia, la violación, el robo, la humillación, etc. el sujeto
aspiraría al logro de la virtud.
KANT Y SADE lLectura de Lacan? 355
Esta derivación hacia una propuesta didáctica está evidente-
mente articulada con un proyecto político que florece a partir de
las relaciones de Sade con la revolución.
Sade debe necesariamente desaprobar la revolución jacobina
que deforma sus ideas: él quiere instaurar el reino del hombre
integral. El peor enemigo del hombre integral es Dios y la práctica
del ateísmo como la muerte de. Dios implica la muerte de su
representante terreno: el rey.
P?ra Sade la revolución enfrenta a un sistema corrompido. La
libertad ha comenzado a expresarse en la corrupción monárquica.
La revolución nace en un marco de descomposición de los prin-
cipios de la feudalidad teocrática y de nacimiento del individualis-
mo aristocrático. Hay un orden en el sistema feudal que hace
sostenible todo el edificio social. El hombre creado a la imagen
de Dios no puede explotar al hombre porque todos son servidores
de Dios, y el último escalón de esa jerarquía, el rey, también está
sometido a Dios. Pero si el rey o señor concentra de más en más
poder y el señor abandona sus funciones, no sólo se emancipa en
relación a sus obligaciones sino que además pretende mantener
derechos y privilegios, la composición cambia. Es suficiente que
el señor desarrolle una existencia para sí, que dé a su existencia
la forma de un goce del cual no rinde cuenta a Dios ni a nadie para
que todo el edificio de la feudalidad teocrática vacile, la ley de la
jungla entre en vigor y las antiguas relaciones entre débiles y
fuertes se restablezcan; el señor libertino no es más que un amo
que se sabe detentador del derecho de poder. Ha matado a Dios
en su conciencia y este crimen, dado a conocer al pueblo que le
356
Mirta Bicecci
permite liberarse de obligaciones y detentar más y más derechos
se mantiene en un régimen de impunidad.
lQué pasa del lado del servidor? Acepta la muerte de Dios.
Pero cuando intenta hacer lo mismo que su amo, len nombre de
qué puede hacerlo si no es por la prerrogativa del crimen? Sólo
le queda ser cómplice de la revuelta de su amo contra Dios y
asumir el crimen a su turno convirtiéndolo en un proceso sin
salida.
Se trata entonces de dar muerte a los amos, y se instaura así
un círculo vicioso en el cual Sade ve encerrarse a la revoh1ción.
La república no puede comeniar y la revolución no es verdadera-
mente la revolución sino una monarquía en insurrección per-
manente. Así queda trazado el horizonte que da sentido al
regicidio. Propuesto por Klossowski como el simulacro de la
puesta a muerte de Dios, este hecho deviene central en el proceso
y se multiplican los debates en torno a él.
El mismo Kant se ocupa de este hecho que crea un problema
para todo tratado de derecho. Pero es Danton quien asume el
desafío a la monarquía diciendo "No queremos condenar al rey,
queremos matarlo". Robespierre da los argumentos necesarios,
consciente como está de la necesidad de crear una visión nueva
del derecho público que aclare la articulación entre la trans-
gresión y la ley nacida de un real de violencia. "Luis no es un
acusado y ustedes no son sus jueces. Si se puede ser objeto de un
proceso es que se puede ser absuelto, se puede ser inocente y, si
esto es así, len qué se convierte la revolución? Todos los defen-
sores de la libertad devienen calumniadores. Luis debe morir para
que la patria pueda vivir."
KANT Y SADE lLectura de Lacan? 357
Para los contrarrevolucionarios católicos Luis es un mártir
redentor. Para Sade la muerte del rey pone a la nación en lo
inexpiable; los regicidas son parricidas. La solidaridad parricida
vendría así a substituir la fraternidad del hombre natural, cimen-
tando una comunidad que no podría ya ser fraternal porque es, al
fin de cuentas, caínica.
Los puntos de divergencia entre Sade y la revolución, espe-
cialmente con Robespierre, no se hacen esperar. El pacto social,
una vez destronado el tirano, no puede existir para los ciudadanos
entre sí; los tribunales y procesos subsisten para los miembros de
la ciudad. "Ustedes se han rebelado contra la iniquidad". "Para
ustedes eso consiste en estar excluídos de la práctica de la ini-
quidad; rebelándose contra ellos, ustedes han replicado ya que
mataron a sus amos y ellos a Dios en sus conciencias." La justicia
no puede consistir más que en la práctica común de la iniquidad
individual. Todo llevará la marca del asesinato. Cómo, sin llamar
a Dios, asegurar entonces un orden tranquilo que asegura los
goces y beneficios de la insurrección. La honestidad surgiría por
egoísmo buscando una cierta seguridad individual.
El planteo sadiano no deja de producir cierta perplejidad
porque pareciera que Sade no hace otra cosa que desacreditar los
inmortales principios del '89: libertad, igualdad y fraternidad,
dejando al descubierto los tenebrosos fundamentos de los ideales
revolucionarios.
La propuesta sadiana consiste en erigir la transgresión como
principio ético. Para Lacan la mayor transgresión, el traumatismo
mayor y más insensato, es la ley misma, ley loca superyoica feroz
que manda gozar. La ley en tanto inducción al goce. El acto mismo
358 ~irta Bicecci
de instauración de la ley coincide con un sin ley, con una violencia
real, y todo pensamiento político filosófico clásico reposa sobre
ese momento inaugural de la ley, que es ausencia de ley.
De este modo el terror jacobino es la consecuencia insos-
layable de la ética kantiana. Al escamotearse la maldad y la
obscenidad de la ley se es remitido al goce.
Maurice Blanchot, en un estudio que Lacan conocía bien
acerca del "egoísmo integral" en Sade analiza el postulado sadiano
de que cada quien debe hacer lo que le place porque no tiene otra
ley que la de su placer moral!'Todo lo que desde esta perspectiva
puede resultar malo para otros, incluso el más grande dolor,
cuenta siempre menos que mi placer... Qué importa si debo
comprar el más débil goce. El goce está en mí pero el efecto de
mi crimen no me toca." Se plantea aquí una identidad de la
naturaleza y de la ley, y fundándose en esa identidad se sostiene
el derecho de no sacrificarlo para la conservación de los otros cuya
/
ruina es indispensable para mi goce.
"Qúe mal hago qué ofensa cometo yo, diciendo a una bella
criatura, préstame la parte de vuestro cuerpo que pueda satis-
facerme un instante y goza si te place de aquella del mío que pueda
serte agradable".
Estas proposiciones que a Sade parecen irrefutables permite
la construcción a Lacan de otra lectura.
En tanto Blanchot interpreta una igualdad y reciprocidad en
el derecho al goce, la "insensatez" de Sade parece residir en la
abolición de la reciprocidad. Sade explicita que un acto de
posesión no puede ser hecho sobre un ser libre. Es necesario
apropiarse y atravesar la voluntad del otro. Y concluye: no se trata
KANT Y SADE lLectura de Lacan?
359
de que esté prohibido hacer violencia de todo ser y gozar contra
su voluntad sino que nadie por rehusarse a él puede pretextar los
lazos exclusivos de un derecho de posesión. Podría sugerirse que
en la razón de Sade hay una locura. Una laguna tal vez. Aparen-
temente sería un pensamiento sin reglas. Pero la lógica le importa
y poco a poco el sistema va tomando forma.
Lacan retoma algunos problemas planteados por Blanchot, y
ello lo lleva a analizar cuál es la dimensión de ese otro, en qué
consiste la abolición de la reciprocidad y finalmente a concluir
que esa voluntad atravesada para que se dé un acto de posesión
no es otra cosa que la voluntad de goce ubicada en el corazón del
fantasma del sujeto produciendo su división subjetiva.
Algo en el sujeto colabora a esa sumisión a la voz del Otro y
Lacan construye el enunciado de la máxima sadiana del derecho
al goce. En dicho enunciado se agita la división del sujeto en sujeto
del enunciado y sujeto de la enunciación:
"Y o tengo el derecho de gozar de tu cuerpo puede decirme
quienquiera, y ese derecho yo lo ejerceré sin que ningún límite
me detenga en el capricho de las exacciones que me venga en gana
saciar en él."
El me al que se impone el imperativo (decirme) es el sujeto
de la enunciación autor y víctima de la ley. El Otro es el sujeto de,
la enunciación al goce que desvanece el placer sacrificando el
bienestar. El Otro encarnado. La máxima sadiana es honesta en
lo que sigue, es el Otro y no el sujeto; el sujeto está en posición
de afánisis y el discurso se impone en él a partir del Otro.
La máxima sadiana es un enunciado construído por Lacan a
partir de la enunciación sadiana, y no está explicitada como tal en
360 Mirta Bicecci
la obra sadiana, pero permite palpar hasta qué punto responde a
las determinaciones que Kant pone como propias de la práctica
incondicional de la razón. El sujeto sadiano enuncia su derecho
al goce que signa el contrato que lo liga a la ley y al deber absoluto.
En nombre de un derecho ejerce todo el poder de su seducción.
Allí el imperativo moral se vuelve autor de las más grandes
licencias y se enuncia en el mandato superyoico igoza!
El goce sadiano se diferencia del placer. Aquí se trata de
sumisión a la ley ciega. Goce que repugna al gusto, y que
constituye el corazón del fantasma sadiano. El ejercicio de ese
goce ignora toda piedad y compasión e implanta la dimensión de
la apatía como condición del fantasma.
Kant y Sade en este punto se diferencian. En el sujeto kan-
tiano el mismo sujeto realiza las funciones de legislación,
ejecutación y sujetación mientras que en el sujeto sadiano está en
la categoría de objeto. Cumpliendo una función mediadora para
la ejecución de la ley misma. El verdugo ejecuta la ley y el tercero
señala: "Haz tu deber".
En la sesión del 24 de junio de 1964 en el seminario XI Lacan
dijo: "Y o he escrito Kant con Sade porque, en Kant, la teoría de
la conciencia no se sostiene más que por una especificación de la
ley moral y al examinarla de cerca no es otra que el deseo en
estado puro." Kant conduce al sacrificio todo aquello que es del
objeto de amor en su ternura humana hasta su muerte. Puro deseo
sin objeto.
Otros de los elementos centrales en el pensamiento sadiano
es el lugar y la condición del prójimo. Klossowski lo aborda en su
ensayo "Sade, mon prochain ".
KANT Y SADE lLectura de Lacan? 361
El prójimo no es sino la víctima cuya conciencia es traicionada
por una oscura necesidad de expiación, de franqueamiento de sí
mismo por sí mismo. En la voluntad de Sade lo vemos
desolidarizarse de todo lo humano asumiendo un imperativo
categórico que lleva al aniquilamiento de los cánones y reglas
morales habituales. Es en ese camino donde levanta la bandera
de la corrupción, la putrefacción, la disolución, el aniquilamiento.
Hay un vaciamiento de la noción de prójimo de su contenido.
"Qué son, les pregunto a todos, las criaturas de la vida respecto a
uno solo de nuestros deseos". "Por qué me privaría yo del más
ligero de mis deseos para complacer a alguien que no es nada ni
nadie para mí''.
El goce que procura el contacto negativo con el otro está en
Sade tan previsto como los remordimientos que son el anverso
negativo de ese goce. Esto lo lleva a plantear una apología de la
noción del mal para sustituir el bien y a sostener, como referencia
lógica del sistema sadiano, la posición atea.
Allí donde Klossowski ve una exaltación del yo, Lacan ubica
la exaltación del Otro dictando su goce como ley a la que el sujeto
debe someterse.
Todo el camino de destrucción y oposición a la idea de
progreso, la complicidad con el crimen y su pureza, se identifican
con la pureza del deseo, con la destrucción de los objetos mientras
que en Kant es la vía del Bien Supremo la que permite
desprenderse de aquellos.
Los héroes sadianos son reclutados entre lo más alto y lo más
bajo de las clases sociales. Las hermanas Justine y Juliette, en
particular, atraviesan historias idénticas; acontecimientos
362 Mirta Bicecci
similares, sufren penas parecidas. La "pequeña". diferencia reside
en que mientras a Juliette ese mal le da placer voluptuoso, a
Justine la sume en el dolor y sufrimiento. Se prueba así que la
virtud es la que provoca el malestar de los hombres: malestar de
la virtud en el placer; la virtud hace el malestar.
Sade está en el límite. Nos enseña qué se cultiva en la selva
del fantasma. Cuando cree franquearlo no hace otra cosa que
desplegarlo, palpando los elementos que se agitan en su estática.
De su obra se han dicho cosas tales como insuperable, in-
soportable, que transgrede todos los límites humanos. Escan-
dalosa hasta el punto de que no deja atrocidad sin concebir,
apocalipsis o revelación.
El asco como reacción surge de un rebajamiento del goce a la
"miseria de la destrucción" y funciona como barrera o límite de la
razón moral para la lógica que mueve los elementos del fantasma.
Si el Bien, fin sostenido por la razón, cabalga sobre los prin-
cipios de placer y de realidad, lo bello se orienta hacia el goce por
la vía del mal. Que la belleza intimida, y es velo último sobre la
castración, horror fundamental, lo hemos asido ya con Freud. Sólo
el ultraje empuja al deseo a atravesar lo bello, pero su naturaleza
lo hace permanecer insensible al ultraje.
Los filósofos han discernido no sobre verdaderos o falsos
placeres sino sobre verdaderos o falsos bienes que el placer
señala. El principio de placer a nivel subjetivo es la búsqueda del
placer en el bienestar, en la facilidad. nadie duda de que la
práctica de la razón es más económica, más legal.
Pero el deseo se sostiene gracias a un fantasma, uno de cuyos
pies (Lacan dice "el que cuenta") está en el Otro. El Bien forma
KANT Y SADE lLectura de Lacan? 363
'
una de las murallas del fantasma, la segunda la constituye el
fenómeno estético. Desde el prÍhcipio de placer a Más allá del
principio de placer el deseo más radical, innombrable, campo de
destrucción absoluta que emparenta con el orden de la muerte.
Punta en el que Sade se detiene.
- ·-
La educación, la moral, las religiones hacen un culto del
miedo, temor al fantasma como protección contra cualquier cosa
más allá, de la que nada se sabe. lDe qué se ocupa el psicoanálisis
sino de aquello que excede los límites de la razón hasta la locura,
los límites de la moral hasta el goce? Campo pleno del fantasma.
lCuál es el valor del fantasma sadiano? Lacan responde:
"suspender el sujeto a su interrogación más radical. ¿che Vuoi?".
La enseñanza que Lacan extrae del perverso es la
construcción del fantasma como lo que muestra la estructura más
ampliamente práctica de los datos de la experiencia analítica.
Miller ubica la maniobra de Sade como el intento de imponer
el reverso de la estructura del inconsciente. Imponer la alienación
al Otro haciéndolt( sufrir esta pérdida. La alienación subjetiva.
Qué mejor ejemplo de la alienación al significante que las víctimas
sadianas, relación del hombre al significante donde queda en
posición cie víctima respecto de él.
Sade se dentifica a aquello que en su sufrimiento hace gozar
a la víctima. De ahí plantea Miller que Lacan asimila la operación
de Sade y Kant descubriendo que el nervio de toda ética consiste
en imponer la división subjetiva al otro.
Aquí Lacan introduce la voluntad de goce, frente a la voluatad
inteligible y razonable, en el corazón mismo del fantasma.
364 Mirta Bicecci
La maniobra sadiana hace emerger el goc~ del otro sin decir
nada del suyo. Eso goza de un cuerpo pero ese goce es una
condición fuera del cuerpo. Otro goce, y plus-de-goce serán for-
mulaciones a posteriori de este texto, Kant con Sade, en la obra
de Lacan.
La perversión enseña entonces que en el corazón del fantas-
ma está la división del sujeto como voluntad de goce.
En el fantasma sadiano se pulsa cómo se sostienen deseo y
ley. Aún más, ley y deseo reprimido son una misma cosa. Y este
es el momento en que se detiene Sade. Por ello Lacan agrega, que
de un tratado del deseo poco hay en la obra sadiana, más bien
nada. Kant es más verdadero ... decía Lacan, porque en lo inasible
del objeto de la ley, está representado el deseo en el caso en que
no es ya el sujeto, sino el objeto el que falta.
lQué otra libertad y derecho hay, que el de desear en vano?
La libertad de desear constituye un factor nuevo y en este punto
el psicoanálisis produce una, subversión respecto de discursos
éticos, o políticos y filosóficos. Poner en un plano primero el deseo
lleva a la destrucción de todas las concatenaciones de eso que se
llama prestigio. Ese es el lugar decisivo original donde se sitúa el
deseo humano y no es otro el sentido de la pulsión de muerte.
Antígona y Edipo son otras vías para intentar asirlo.
lExisten fines morales para el psicoanálisis? I~can manifiesta
claramente que el analista no se hace garante de los sueños
burgueses. La función del deseo permanece en esa relación fun-
damental con la muerte. Edipo muere de la muerte verdadera, la
que borra su ser de una manera consumada. La exigencia moral
entraña una cierta complacencia mientras en Edipo se manifiesta
KANT Y SADE lLectura de Lacan? 365
el deseo, deseo de saber la última palabra sobre el deseo. La
experiencia analítica ha consistido no tanto en aportar algo que
se ubique como medida de nuestra acción, sino en revisar la ética
para alcanzar el deseo que habita en la acción.
Kant nos presta el gran servicio de poner el borde topológico
del fenómeno moral. Para que se trate del campo valorizado como
propiamente ético es necesario que los sujetos n~ estén
interesados en nada. Hay allí un punto de franqueamiento. El
imperativo moral no se preocupa de qué se puede o qué no. Lo
que hay que desenmascarar es el punto axial y ése no es otro qµe
lo imposible donde reconocemos la topología de nuestro deseo.
El deseo del analista entonces, si el fantasma hace al placer
propio para el deseo, el deseo del analista les el solo deseo que
es dable tener una vez cumplido el atravesamiento del fantasma?
Deseo sin fantasma, desligado del significant~ primordial sin
sentido. El comentario de Lacan en Kant con Sade insiste aquí "el
deseo, lo que se dice el deseo basta para que la vida no tenga
sentido si produce un cobarde".
 Capítulo X ~·

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE

EL OBJETO @Y LA COSA
María Teresa Orvañanos

Introducción

En la historia del psicoanálisis todos los conceptos se han ido

transformando y posiblemente el de objeto sea uno de los que más
modificaciones ha sufrido.
Una vez que Lacan hubo caracterizado el objeto @ como
causa del deseo y como real, los analistas no podemos retroceder
frente a las consecuencias de tal descubrimiento, pues tanto en la
teoría como en la clínica sus efectos son definitivos en lo tocante
a la dirección de la cura, el lugar del analista, la transferencia y el
fin del análisis.
Con la "invención" del temario RSI y del objeto@, Lacan dio
paso a lo que hoy conocemos como clínica de lo real La clínica
368 María Teresa Oivañanos
de lo real es la que permite pensar y trabajar de modo diferente
la dirección de la cura, pues al trabajar clínicamente con el nudo
borromeo y con el objeto @, se ciñe aquello que escapa a la
metonimia, lo que es causa y que la repetición no revela.
Hacia el final de su vida Freud se encontró ante un impasse:
"la roca viva de la castración", Lacan convirtió este impasse en una
pregunta, que responde con el objeto @. Las diferencias entre
Freud y Lacan en el plano de la clínica se esclarecen a partir de
esta teorización.
E~ este trabajo trataré de articular algunas relaciones entre
el objeto @y otros conceptos de la teoría psicoanalítica y explicar
por qué Lacan tuvo que inventar la función del objeto@, yendo
más allá de la significación fálica utilizada por Freud. Cabe, pues,
preguntar por qué el concepto de falo en Freud no fue suficiente
para Lacan, siendo que sí lo es para designar la castración - como
objeto en Freud y como escritura en Lacan.
Tomando en cuenta que Lacan dice, en Del Trieb de Freud y
del deseo del psicoanal.ista, (1964) que "el deseo viene del Otro y
1
el goce está del lado de la Cosa" , es necesario que diferenciemos
entre el objeto @y la Cosa (das Ding) -la clínica de lo real implica
la articulación entre el deseo y el goce- para entender la relación
del objeto @ con el deseo y con el goce, y la relación del objeto
@ con el Otro, con la comprensión de que esta relación se instaura
alrededor del deseo y de la falta de objeto y no alrededor de los
objetos reales. Justamente es en este punto donde muchos psico-
analistas se extravían en consideraciones sobre si el objeto es ade-
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 369
cuado o no, tratando de encontrar la falla si no lo es, e intentan
alcanzar, al final del análisis, una armonía entre el sujeto y sus
objetos de la realidad o bien una maduración.
Para Lacan no hay oposición ni adecuación entre el sujeto y
el objeto, sino una relación tanto de disyunción como de con-
junción entre ellos, que da lugar a los movimientos de alienación
y separación entre el $ y el @ el vel ( o ).
Resumiendo: el esquema general de nuestro trabajo será el
recorrido que Lacan hizo para llegar a definir el objeto @ como:
plus de goce, causa del deseo y semblante de ser.
Este recorrido necesariamente nos lleva a trabajar: 1) los
momentos centrales en relación con el objeto, en la obra de
Lacan, que son: el pasaje que va del objeto como objeto del deseo
al objeto como objeto causa del deseo y el pasaje que va del objeto
@ con su estatuto de significante imaginario al momento en que
toma su estatuto de real, esto es, el pasaje que va de i(@) a(@);
2) las diferencias entre el objeto @ como resto de la división
subjetiva y el objeto @como causa de la división subjetiva; 3) el
objeto @ en relación con el goce y con la Cosa.
370 María Teresa Orvañanos
I -Del objeto al i (@) y del i (@) al @
Iniciaremos citando brevemente tres puntos centrales y en-
lazados entre sí, en los que se encuentra el concepto de objeto en
Freud, para poder seguir a Lacan_~n su desarrollo sobre el objeto.
El objeto en Freud
a) El objeto perdido del deseo en el capítulo VII de la Inter-
pretación de los sueños, en el apartado acerca del "Cumplimiento
del deseo",2 aparece el concepto de objeto como objeto perdido
del deseo, en relación con la vivencia de satisfacción originaria y
la identidad de percepción, siendo esta vivencia la condición de
toda búsqueda y destino pulsional.
Esta concepción del objeto perdido del deseo aparece ya en
el Proyecto y es fundamental en Freud. De esta concepción partirá
Lacan para desarrollar su teoría acerca del objeto y a ella se
referirá en varias ocasiones.
b) El objeto de la pulsión es eso en lo que y por lo que
la pulsión puede alcanzar su meta. Es lo más variable, dice Freud:
"no está originalmente enlazado a ella y no necesariamente es un
3 Karl Abraham y Donald Winnicott.
objeto ajeno a ella y puede ser parte del cuerpo propio".
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 371
Así, el objeto es un medio, pero un medio contingente de la
satisfacción. Más tarde, en 1923, en La organización genital infan-
tiz4 estos objetos pulsionales vendrán a subordinarse a la primacía
del falo.
c) El objeto de amor está ligado a la elección de objeto, en
estrecha conexión con el objeto del deseo y el objeto de la pulsión.
1
Freud mismo establece el lazo entre estos objetos, en sus Tr~s
ensayos de teoría sexual, en el capítulo sobre el "Hallazgo del
objeto", 5 cuando dice que el objeto está perdido y hace del seno
el modelo de este objeto, el seno como objeto parcial en tanto que
apunta a la pulsión parcial.
En Freud, el objeto de amor se desplaza del autóerotismo al
narcisismo, de éste a la elección homosexual, para terminar en la
elección de objeto heterosexual. La noción de objeto es intro-
ducida alrededor del Yo Ideal y del Ideal Yo, del espejismo del
yo y de la formación del yo, en donde la libido del yo y la libido
del objeto son intercambiables. Es decir que a partir del objeto
de amor se suscita una identificación y una elección de objeto
narcisista, donde el sujeto coloca en el otro su imagen, el otro
como objeto de su deseo, tal como lo aprehendemos en el espejo
-la imagen de i(@).
Estos tres puntos sobre el objeto, difíciles de diferenciar en
ciertos momentos, se encuentran a todo lo largo de la obra de
Freud, dando origen a diversos conceptos y también a concep-
ciones pos-freudianas sobre el objeto, que Lacan se ocupará de
señalar, trabajar y criticar, particularmente las de Melanie Klein,

372 Maña Teresa Oivafianos
Revisaremos brevemente lo que dicen est9s autores sobre el
objeto, así como los comentarios de Lacan al respecto.
El Objeto en Karl Abraham y Melanie Klein
Karl Abraham desarrolla una concepción teórica sobre las
reJaciones de objeto y las distintas etapas libidinales, a partir de
la incorporación del amor parcial del objeto. Esta incorporación
es para Abraham una meta pulsional, que conduce a una con-
tinuidad en vez de a una diferenciación entre el objeto de la
pulsión y el objeto de amor. El objeto parcial pasa por diferentes
etapas sucesivas de maduración hasta llegar al objeto total, que es
el objeto genital .
6 ciente, en la que el niño se ve sometido a una dialéctica de la
En La dirección de la cura y los principios de su poder, ( 1958) *
Lacan critica esa premisa genetista-biologista y señala que ade-
más de constituir una concepción diferente en lo que concierne a
*" ... la perspectiva abrahamiana se explica en una finalidad que se autoriza,
por ser instintual, en que toma sus imágenes de la maduración de un objeto
inefable, el Objeto con una O mayúscula que gobierna la fase de la objetalidad:'
"Esta concepción ectoplásmica del objeto muestra pronto sus peligros,
degradándose en la dicotomía grosera que se formula oponiendo el carácter
pregenital al carácter genital."
ALGUNA'> CONSIDERACIONES SOBRE 373
la ética del psicoanálisis, al asumir que si se pasa por estas etapas
libidinales se alcanza la relación sexual en armonía genital y en
amor pleno, plantea la relación de la transferencia como resultado
de una relación objetal en la que el objeto total debe unirse al
amor total.
El concepto de objeto parcial en Abraham es importante para
el desarrollo teórico que Melanie Klein hará sobre el objeto, y es
también precursor del objeto @ en tanto que éste pueda rela-
cionarse con dicha función parcial del objeto, pues el objeto
parcial no es un pedazo de carne en lo real, sino que se define por
su presencia o por su ausencia en lo simbólico.
Lacan comenta que" ... el objeto parcial no es solamente parte,
o pieza separada, del dispositivo que imagina aquí el cuerpo, sino
elemento de la estructura desde el origen."7
Para Melanie Klein, el pecho empieza siendo un objeto par-
cial fantasmático; después lo conceptualiza como objeto simbó-
lico (pecho bueno, pecho malo). Al caracterizar estos objetos
parciales como fantasmáticos, M. Klein desarrolla una concep-
ción teórica del fantasma como contenido primario del incons-
fantasía en relación con su madre. La crítica de Lacan es que 9
desde esta perspectiva, "el ulterior acceso a la realidad es siempre
problemático", pues "es pasar por alto que el exterior es dado para
el sujeto como el lugar donde se sitúa el deseo del otro y donde
encontrará al tercero, el padre."8
Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que M. Klein
opera en la cura a partir de lo simbólico.* Como ejemplo tenemos
el caso Dick, que se encuentra sumergido en lo real, sin diferen-
"' Dejamos de lado la concepción kleiniana de la transferencia y las diver-
gencias que guarda con Lacan por no entrar dentro del marco de este trabajo.
 374 Maria Teresa Oivafianos
ciar entre yo y no yo, entre externo e interno; las intervenciones
de M. Klein en lo simbólico originan en Dick una producción·en
lo imaginario.
Posteriormente Bion dirá, siguiendo la línea de M. Klein, que
el fantasma es el objeto psicoanalítico.
El objeto en Donald Winnicott
1·
Winnicott observa que el niño juega.con cierto tipo de objetos
que llama transicionales. Estos objetos son testimonio de la
manera en que el niño constituye su mundo al comienzo de sus
frustraciones, y no están modelados por las distintas etapas
del desarrollo. El objeto transicional es un objeto hacia el cual el
niño se dirige; está entre su producción imaginaria y la
imagen del cuerpo y por medio de él organiza su experiencia
cultural; estos objetos no son ni de la realidad ni de la irrealidad,
ni externos ni internos.
El objeto transicional es un objeto concreto, es un pedazo de
algo inanimado, inerte (un pedazo de sábana, de pañal, de cobija),
que el niño crea, pues lo chupa y lo deforma hasta hacerlo
irreconocible, aunque no para él, porque es su objeto, al que se
adhiere con pasión. Se caracteriza por no ser parte del cuerpo del
niño, es la primera posesión del no-yo, aparece en el momento en
que el niño siente una amenaza de ruptura y sirve como defensa
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 375
contra la angustia, particularmente la de tipo depresivo. El objeto
transicional permite al niño continuar en una relación de com-
pletud con su madre, en la que el objeto (creado) tapa lafalta que
deja la ausencia. Por esta razón, Jaques-Alain Miller hace
referencia al objeto transicional como "un pedazo de goce"9.
Lacan comenta en su Seminario W sobre La relación de objeto
y las estructuras freudianas ( 1956-1957) que el objeto transicional
introduce al sujeto en el orden simbólico y así se funda el
movimiento de separación del Otro.
Lacan no plantea el estatuto del objeto transicional, sin em-
bargo, en este momento de su enseñanza lo sitúa en lo imaginario
y lo compara con el objeto fetiche. Años más tarde relacionará el
objeto transicional con el objeto real, siendo el objeto transicional
el precursor del objeto@. Sabemos que Lacan lo llama a para
designar la insignificancia misma, pero también la significancia de
la primera letra del alfabeto.
En una carta a Winnicott de agosto de 1960, Lacan dice: "Ese
objeto transicional, que mostré a los míos, no indica acaso el lugar
donde se marca precozmente esta distinción del deseo en relación
con la necesidad."10
376 María Teresa Oivañanos
El objeto en Lacan
Lacan empieza a trabajar el objeto en el Seminario IV; desde
el inicio trabaja el objeto como objeto perdido y hace hincapié en
que la falta de objeto es esencial en la relación del sujeto con el
mundo. Plantea tres formas de falta de objeto; frustración,
privación y castración. Nos ocuparemos únicamente de la relación
que la frustración guarda con el Otro y con la demanda, enten-
diendo que el objeto @ es aprehendido en el plano de la discor-
dancia entre el deseo y la demanda, siendo el deseo el resultado
de la insatisfacción de la demanda y el efecto de la imposibilidad
del Otro de responder a ella.
El concepto de frustración ha sido fuente de múltiples
equívocos entre los psicoanalistas, puesto que el objeto aparecía
como fuente de la frustración y de la gratificación, pero no estaba
perdido, estaba solamente perdido en la experiencia de la
satisfacción originaria. Para Lacan la frustración es el "sentimien-
11
to de la ruptura de una promesa hecha por el Otro", el desdecir,
la Versagung. El Otro es el Otro simbólico, es la madre, es el
primer Otro en la operación presencia-ausencia efectuada en la
simbolización primordial, este Otro que para el niño es todo
poderoso, que puede darle o negarle el objeto que demanda (el
pecho); el Otro hace un don de este objeto y genera esa forma de
frustración que Lacan denomina frustración de amor.
Partiendo del concepto de frustración vemos la oposición
entre la necesidad y la demanda, siendo esta última la primera
relación entre el sujeto y el Otro. Vemos también que el objeto,
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 377
a través de los intercambios simbólicos (la palabra, el llanto),
se constituye como objeto del deseo y ocupa el lugar de don; el
pecho es ahora un real simbolizado, que establece la diferencia
entre yo y no yo, entre externo e interno, entre presencia y
ausencia.
lQué sucede cuando este real se simboliza? Aparece la falta,
es decir que la simbolización de lo real es una anulación de
lo real, ya que no existe más que por su ausencia: el objeto del
deseo existe por su ausencia.
lEs esta ausencia la que crea la demanda o, por el contrario,
es la demanda la que crea la ausencia?
En el Seminario W y en La dirección de la cura, Lacan hace
de este objeto un objeto imaginario y simbólico y habla de sig-
nificantes de la demanda. Ahí mismo plantea la privación
como una "falta real por la pérdida de un objeto y el falo
como significante." 12 La castración es "una deuda simbólica
en el registro de la Ley y pérdida del falo en tanto que objeto
• • • 1113
1magmano.
En el Seminario IV, aún habiendo una prefiguración del ob-
jeto del deseo en tanto que objeto perdido, Lacan le da al objeto
una connotación más bien narcisista que se inscribe sobre el eje
de lo imaginario entre a y a' del esquema L. El objeto es, así, un ·
doble del yo (del moi), es i(a).
En el Seminario V sobre Las formaciones del inconsciente
(1957-1958), Lacan establece una relación entre la demanda y la
pulsión, y al preguntarse por la satisfacción de la pulsión se
remite nuevamente a la cuestión del objeto perdido. Pero
tanto en este seminario como en La, instancia de la letra en
378 María Teresa Orvañanos
el inconsciente (1957), Lacan se refiere al deseo como meto-
nímico, en un permanente deslizamiento progresivo. El objeto
del deseo es aquello hacia lo cual el deseo se dirige, está más allá
del deseo. El deseo es siempre deseo de otra cosa y por ser
metonímico es inalcanzable, indestructible, interminable, viaja
de significante en significante: podemos dar vueltas en redondo
por años sin alcanzarlo jamás. Esta concepción del deseo inalcan-
zable es el fundamento del análisis interminable.
Asimismo, si el significante es lo que representa a un sujeto
ante otro significante, el deseo se hace interminable y lo único que
detiene al sujeto es el objeto, pero no el objeto hacia el cual el
deseo se dirige, sino el objeto como causa del deseo, es decir,
anterior al deseo. En vez de que el deseo cause o regule al objeto,
el objeto regula al deseo y le da su sostén a través del fantasma.
Pero, como el objeto es anterior al deseo, el objeto no es sus-
tituible, no representa nada para otro, es irrepresentable, no
especularizable y no se desliza.
Hay que agregar que en el Seminario WLacan inscribe el falo
(- ..p ) como objeto del deseo y da como ejemplo el objeto
metafórico en las fobias y el objeto metonímico en el fetiche. De
esta manera, el falo se distingue del objeto causa del deseo por su
esencia de significante.
En este mismo seminario, el 16 de enero de 1957, Lacan
establece una diferencia -que no deja de llamarnos la atención-
entre la frustración de amor y la frustración de goce, a partir de
las cuales establece una distinción entre el don como signo de
amor y el objeto en la frustración de goce. El don viene de la
madre y está prefiado de todas las relaciones intersubjetivas.
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 379
Lacan dice sobre el objeto en la frustración de goce: "Fuera
cual fuere, el objeto viene acá para la satisfacción de las nece-
sidades, no siendo esta frustración de goce la que engendra la
realidad, ya que ésta no puede fundarse por el hecho de que el
niño tenga o no tenga el pecho. "Y se pregunta:" lQué es lo que
produce la frustración del goce? Produce el relanzamiento del
deseo, pero ninguna especie de copstitución del objeto cualquiera
14
que fuese."
En el Seminario VI sobre El deseo y su interpretación (1958-
1959), Lacan elabora el grafo del deseo, en el que, a partir del
materna de la pulsión ($ <> D), escribe la relación del sujeto con
su imposibilidad de la satisfacción de la demanda, y establece una
clara relación entre la demanda y la pulsión. La pulsión se or-
ganiza a partir de un movimiento repetitivo de la demanda,
demanda dirigida al Otro, para que el Otro colme la falta en ser
del sujeto y, al mismo tiempo, es la demanda del Otro, como
expresión del deseo y de su propia falta en ser, que llama al sujeto
a la existencia; es decir que la pulsión se organiza a través de los
significantes de la demanda, a partir de dos carencias: en el Otro
y en el sujeto.
No queremos extendernos sobre la relación entre la deman-
da, el deseo y la pulsión, que hemos trabajado extensamente en
artículos anteriores.* Sólo nos interesa el momento en que, a
"'María Teresa Orvañanos, Más allá de la demanda, en EL DISCURSO
DEL PSICOANALISIS, México, Siglo XXI Editores, 1986.
María Teresa Orvañanos, Demanda y transferencia, en LA INTER-
PRETACION PSICOANALITICA, México, Editorial Trillas, 1988.
380 Mana Teresa Orvañanos ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 381

partir de esta relación, en el Seminario XI sobre Los cuatro A partir de este momento, hay una clara diferenciación en
conceptos del psicoanálisis (1963-1964), el objeto del deseo Lacan entre lo imposible y lo prohibido, entre el goce y el deseo,
apar~ce como causa del deseo, y este objeto causa del deseo es el
diferencias que no encontramos en el Wunsch freudiano, definido
objeto de la pulsión, el objeto en torno al cual gira la pulsión.
como indestructible y de satisfacción imposible.
El fin de la pulsión es su propio retorno en circuito de ir y
Resumiendo:
volver. La pulsión no se satisface en este movimiento repetitivo,
1) el objeto del deseo (en relación con la insatisfacción de la
y es la insatisfacción de la pulsión misma la que produce la
demanda) pasa a ser el objeto causa del deseo (en relación con la
repetición, bordeando el vacío que ha quedado de la dialéctica
insatisfacción de la pulsión);
del sujeto con el Otro. El bordeo alrededor del vacío es lo que
2) en consecuencia, hay un pasaje del deseo como prohibido
constituye el objeto @, de ahí que el objeto @ sea presencia de
(hasta aquí en el registro de lo simbólico) a la "satisfacción" de la
un vacío. La pulsión es ese montaje que "da vueltas a esos objetos
pulsión (en el registro de lo real y definida como imposible); y por
para en ellos recuperar, en el restaurar, su pérdida original." 15 Un
lo tanto el objeto @ -en tanto que es el objeto bordeado por fa
montaje en el que -señala Lacan- no todo es significante, pero sí
pulsión- introduce una nueva vertiente en relación con la
estructura, 16 es decir,
. hay un rea1que escapa ' a1s1gm
. ºf.icante.
repetición. Objeto y pulsión: encuentro siempre fallido.
Apartir de este momento, el objeto @ como causa del deseo
3) el objeto@, resto o producto de la operación significante,
se articula a la pulsión, aunque más exactamente a la insatisfac-
pasa a ser el objeto@, causa del deseo en el lugar del agente del
ción de la pulsión, pues justamente la definición del objeto @
discurso. Por lo tanto, el objeto @ es anterior al sujeto; dicho de
como plus de goce tiene como pivote esta insatisfacción de la
otra manera, hay una causa antes de que el sujeto se incluya en el
pulsión.
lugar del Otro, siendo el objeto el que causa la división del sujeto.
Hay que señalar en este mismo Seminario XI de Lacan, dos
puntos importantes: 1) la "satisfacción" de la pulsión es paradójica
y del orden de lo imposible, del orden de lo real; 2) el deseo no
se engancha al objeto de la pulsión, sino que es el movimiento
S1 ~s2 a--$
mismo, accionado por la pulsión, el que constituye el deseo; se - -
$ --~ - - - - - - - S2 S1
trata del deseo de lo que ha prohibido. (el inconsciente tiene la misma estructura que el (el discurso del analista)
discurso del amo)

Si el objeto es causa del deseo, deja de ser ilusorio y espe-

cu larizable. El objeto como causa del deseo deja de estar en el
 María Teresa Oivañanos
382
lugar de la identificación y de ser un complemento del sujeto.
Justamente el error del neurótico es creer que va a llegar al objeto
@por la vía del narcisismo (i(@)), del espejismo del yo y de la
formación de un ideal.
Sin embargo, no podemos dejar de lado que la identificación
es la vía por la cual el sujeto asume el deseo del Otro y regula sus
relaciones con el objeto. La identificación es un pasaje obligado
para el deseo, en la que el objeto se ha perdido o se ha debido
renunciar a él, y este objeto se modifica parcialmente sobre el
modelo del objeto perdido, una vez que se ha restablecido en el
yo. La identificación es una manera de separarse del objeto.
Lo que está escrito en el materna del fantasma($ <>@)es la
relación de imposibilidad del sujeto con su objeto.
Antes de continuar, hay que añadir que Lacan afirma, en
Subversión, del sujeto y dialéctica del deseo (1960), que el objeto
"no tiene imagen esp~cúlar, dicho de otra manera, de alteridad."
17
En la Observación sobre el informe de Daniel Lagache (1958-1960)
hace una distinción entre la parte imaginaria y la parte simbólica
del objeto, y dice que el objeto es "restituido al campo del Otro
18
en función del exponente del deseo en el Otro", es decir, que
el sujeto está estructurado en función del deseo del Otro y de esta
manera el objeto sigue siendo dominado por el significante. De
ser así, no habría diferencias entre el (- <P) como significante y el
resto no significado por el (-lf?), que es el objeto @.No habiendo
diferencias entre el (-<P) y el objeto @, Lacan no habría tenido la
necesidad teórica de "inventar" el objeto @, y tampoco habría
diferencias teórico-clínicas entre Freud y Lacan.
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 383
En la enseñanza de Lacan de años posteriores, aprendemos
que el sujeto es puesto en división por el objeto, y no que el objeto
es algo que surge o es conservado por el deseo, "el deseo que no
se sostiene sino por la relación que desconoce de esta división con
/ un objeto que la causa". 19
El objeto @,causa del deseo, marca la falta en ser y establece
la experiencia del deseo, dicho de otra manera, el deseo es la
experiencia de la Jaita en ser, "es la castración lo que crea la
carencia con que se instituye el deseo". 20
Antes de pasar a la segunda parte de este trabajo, es necesario
hacer algunas consideraciones sobre el objeto @ en su relación
con la clínica de lo real.
Decíamos al inicio que la clínica psicoanalítica se entiende
hoy a partir de la articulación entre el deseo y el goce. Lacan dice:
"El deseo viene del Otro y el goce esta del lado de la Cosa".21 Tal
afirmación nos lleva a preguntamos: lde qué lado está el objeto
@: del ladó del deseo o del lado del goce?
La doble definición del objeto @ como causa del deseo y
como plus o resto de goce, como lo que es irreductible a la
simbolización en el lugar del Otro (del que por cierto depende,
porque, de otro modo, lcómo se constituiría tal resto?), nos exige
ubicar el objeto @ entre el deseo y el goce.
Por eso dice Lacan, en el Seminario de La. angustia del 3 de
julio de 1963, que "toda función del objeto @se refiere exclusiva-
mente a una abertura (béance) central que separa a nivel sexual
el deseo del lugar del goce, que nos condena a una necesidad que
quiere que el goce para nosotros no esté, por naturaleza,
prometido al deseo, que el deseo no pueda hacer más que ir a su
 María Teresa Orvañanos
384
encuentro y que, para encontrarlo, el deseo no deba sólo com-
prender síno atravesar el fantasma mismo que lo sostiene y lo
construye. "
22
23
Más tarde, Lacan desarrolla en La Tercera , conferencia
pronunciada en Roma en noviembre de 1974, el nudo borromeo*
y coloca el objeto @ en la intersección de los tres registros, lugar
donde se conecta todo goce: goce del Otro y goce fálico
El goce del Otro está en la intersección entre lo real y lo
imaginario, fuera de la cadena simbólica, escapa a toda
significación fálica y, por lo tanto es imposible de decir.
* El nudo borromeo esta formado por tres la:z,os, que corresponden a cada
uno de los registros: lo simbólico, lo imaginario y lo real. Estos tres lazos están
anudados entre sí de tal manera que el corte de uno de ellos produce la
separación de los otros dos, quedando así los tres suel~os.
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 385
El goce fálico está en la intersección entre lo simbólico y lo
real, sin mediación de lo imaginario, es un goce que pasa por la
metáfora paterna; dicho de otra manera, es un goce legalizado y,
por lo tanto, prohibido.
En el goce fálico queda un resto de goce, un real que escapa
a la significación fálica, y es con este real (el ombligo del sueño,
el fondo de la garganta de Irma, la reacción terapéutica negativa,
la compulsión a la repetición, la roca viva de la castración, etc.)
con el que Freud se topa a lo largo de toda su vida, sin llegar a
incluirlo en su edificio teórico.
"El objeto @ -dice Lacan- es la roca de que habla Freud, esa
reserva última irreductible de la libido". 24
Por lo tanto, es necesario que precisemos la distinción entre
el objeto @y la Cosa para poder entender y establecer la diferen-
cia entre los dos goces: entre el goce fálico y el goce del Otro, pues,
lqué sucede en la clínica si no tenemos establecidas estas diferen-
cias?
A partir de la tachadura, el Otro se separa del objeto ab-
soluto, de la Cosa, de no ser así ambos se confundirían, como en
el caso del dios de Schreber, en el que hay una identificación del
lugar del Otro y del Goce, característica de la paranoia.
El psicótico se encuentra instalado en el goce del Otro, fuera
del discurso en tanto que vínculo social. La forclusión del Nombre
del Padre lleva al psicótico a un goce no simbolizable, y si
Schreber alcanza esta dimensión del goce del Otro es justamente
a través de su negativa a aceptar que La mujer no existe, colocando
el objeto del goce del Otro, en su proceso de feminización.
386 María Teresa Orvañanos
El goce del Otro se reconstruye retroactivamente a partir de
las diferencias estructurales entre neurosis y psicosis. En 1966, en
la presentación de la traducción del libro sobre las Memorias del
Dr. Schreber, Lacan formula una definición bipolar del sujeto,
oponiendo el sujeto del significante y el sujeto del goce.
JI De la Cosa @ Otro - del Goce @ deseo
Lacan trabaja la Cosa principalmente en sus seminarios de La
ética del psicoanálisis ( 1959-1960) y La identificación ( 1960-1961 ),
y en los Escritos contemporáneos de ese período. Sin embargo,
está prácticamente ausente en el resto de su obra y no la en-
contramos en ninguno de sus maternas, por lo que nos pregun-
tamos: ¿qué pasó con la Cosa y para qué nos sirve en la clínica?
Para trabajar la Cosa en el seminario de La ética, Lacan toma
como punto de partida la oposición entre dos términos alemanes
que designan la Cosa: das Ding y die Sache; para las lenguas
derivadas del latín hay un sólo vocablo - Cosa - que deriva del latín
ca-usa.
Die Sache son las cosas del mundo, producto de la industria y
de la acción humana, "son las cosas de un universo estructurado
en palabras".25 Das Ding está en relación con el Nebenn:iensch (el
prójimo), del que -según nos dice Freud en el Proyecto- el ser
humano aprende a discernir; el prójimo como objeto que es al
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 387
mismo tiempo el primer objeto de satisfacción y el primer objeto
hostil. El Nebenmensch se' articula para Lacan con la proximidad
y la semejanza, con la separación y la identidad. 26 En este sentido,
la Cosa es lo más íntimo, lo más cercano a uno mismo, parte de
nosotros mismos, pero que no puede ser alcanzada porque está
más allá de la cadena significante; es lo más exterior, lo más
extraño, ya que es inaccesible para nosotros mismos. Así crea
Lacan el concepto de extimidad: íntimo y extraño a la vez.
La función de das Ding27 es una función primordial, pues es
el punto inicial de la organización del mundo en el psiquismo; a
partir de ella se ordena todo el sistema de representaciones, en el
que ningún mundo de la percepción puede ordenarse y ninguna
atención es posible sin la alucinación fundamental de la Cosa
como sistema de referencia.
Lacan, para trabajar la Cosa, toma como base la conferencia
de Heidegger sobre das Ding, en la que se distingue entre el objeto
y la Cosa, siendo el objeto lo que está enfrente (Gegenstand), lo
que es capaz de representarse, la idea; mientras que la Cosa es lo
que está en el origen.
Heidegger explica la Cosa a través del cántaro, cuya cosidad
está precisamente en su ser como vaso: capaz de contener. Es
decir, que lo que hace que un cántaro sea un cántaro es que es
capaz de contener; el vacío, el hueco, es lo que hace al cántaro. El
cántaro no existe con anterioridad, sino que el cántaro hubo de
ser hecho para contener el vacío. De esta manera, es el vacío el
que crea y al mismo tiempo reúne, retiene y limita, Heidegger
encuentra que en alemán antiguo, reunión o asamblea se decía
Thing, que se ha convertido en Ding.
388 Marfa Teresa Orvañanos
Con este ejemplo sobre el vacío del cántaro tal vez nos sea
más fácil comprender cuando Lacan nos dice que das Ding es
como una vacuola, como el espacio vacío que hay en una célula,
pero también la vacuola puede significar que el exterior está
presente en el interior. Das Ding es precisamente este vacío
contorneado por las representaciones de palabra y de cosa.
Das Ding permite la creación de un espacio en lo real, y la
pintura es un ejemplo de esta creación. Para Lacan el arte es la
organización significante alrededor de un vacío y el vacío es lo que
designa a la Cosa. La finalidad de una obra de arte no es repre-
sentar o imitar un objeto, sino hacer del objeto otra cosa. Este
objeto está en relación con la Cosa, es decir, está hecho "para
circunscribir, para presentificar y para ausentificar a la vez a la
Cosa". La obra de arte contornea y envuelve el vacío, aunque es
la mirada del espectador la que hace el cuadro; a partir de la
mirada que está presente en el cuadro el espectador podrá
construir su fantasma. Así, uno de los objetivos del arte es resistir
a la significación y que éste tenga el menor sentido posible, para
privilegiar al objeto a través de la mirada. Por eso Lacan dice que
el pintor pinta propiamente con el objeto@. Para Heidegger, en
el gran arte, "el artista sigue siendo frente a su obra de arte
indiferente, casi como un tránsito qu.e en el crear se anula a sí
mismo, para que surja la obra". 28 Lacan le atribuye gran valor al
arte primitivo de las cavernas, el de las cuevas de Altamira, que
son las primeras cavernas decoradas que hayan sido descubiertas.
Este lugar podría ser -dice Lacan- "eso que describimos como ese
lugar central, esa exterioridad íntima, esa extimidad, que es la
Cosa".29
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE
389
Para pensar la Cosa, tenemos las pinturas rupestres que se
encuentran en la zona sur de Baja California, enormes murales
pintados sobre la roca, en acantilados, en cañadas profundas y en
cavernas que en ocasiones se encuentran a más de diez metros
sobre el nivel del piso. Esto ha dado lugar a que los investigadores
se cuestionen sobre la estatura de los hombres primitivos que los
pintaron, ya que es difícil aceptar que hayan utilizado andamios.
l.,a mayoría de estas pinturas, debido al lugar en que se en-
cuentran, está protegidas contra el desgaste que pudieran causar
los elementos naturales. Los murales dan la impresión de es-
tablecer un corte o una marca en estas cañadas de roca viva. En
algunos de ellos están pintadas figuras gigantescas que provocan
el asombro del espectador, al que pareciera que conducen y guían
hacia un camino. Se dice que el sitio donde se realizaron las
pinturas debe de haber tenido más importancia que el acto mismo
de pintar, ya que hay superficies que bien pudieron servir de
lienzo pero que no fueron utilizadas.
Esta pintura rupestre es la organización alrededor de un vacío
y de un infinito, y nos sirve para ilustrar que el objeto está hecho
para representar la existencia de un vacío en el centro de un real
que es la Cosa. Por eso la Cosa es aquello que de lo real se
construye a partir del significante y se caracteriza por ser im-
posible de imaginar. l.,a Cosa es lo que compromete al hombre en
la vía del significante. El rasgo unario, la marca sobre la roca, es
la entrada del significante en lo real por medio del cual se borran
todos los trazos de la Cosa.
Nos preguntamos también cuál era el sentido de realizar estas
pinturas en condiciones tan difíciles, es decir, si respondían a algo
 María Teresa Orvañanos
390
del orden del principio del placer, del orden de la realidad o de
la necesidad de estos primitivos, o si iban justamente más allá del
principio del placer. Estas pinturas son la respuesta al deseo de
conquistar un más allá, un vacío, una nada, la Cosa; son una
manera de aprehender lo real por medio del significante.
La Cosa no puede ser alcanzada, porque es anterior a la
cadena significante, está más allá del principio del placer y es
anterior a toda represión originaria, anterior a lo bueno y lo malo,
anterior a la afirmación primordial (Bejahung) y a todo juicio de
atribución o de existencia. La Vemeinung opera a partir de la
Bejahung como paradigma de la función significante, que permite
el anudamiento entre el sujeto y lo real. "Das Ding es absoluta-
mente necesaria para la Vemeinung 'y así' la negación permite
introducir al objeto perdido, es decir la pérdida de la Cosa, en el
objeto".
30
Das Ding es la prueba de la falta de plenitud y aparece como
objeto absoluto del deseo, pero como tal es un mito, no es produc-
to de ninguna operación lógica, mientras que el objeto @ sí lo es,
ya que sostiene al sujeto en la ex-sistencia y se produce a partir de
la articulación significante. La Cosa únicamente nos delimita un
campo para ir a la búsqueda del objeto perdido (Wiederzufinden),
a la búsqueda de una articulación significante.
La Cosa no es la Madre, sino que la Madre viene a ocupar el
'
lugar de .la Cosa, pero sólo en tanto que objeto primordial del
deseo y en relación con el goce absoluto. No se priva tanto al
sujeto de la madre, como de la Cosa. El sujeto no sabe todavía
1131
nada de este rechazo (Verweifung); es un "real negativizado. El
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 391
sujeto recibe de la madre "el significante que le opone a la Cosa,
el rasgo unario del Ideal del Yo, que es todo lo que tiene de real
en lo simbólico, y eso basta."32
En la Observación sobre el informe de Daniel Lagache dice
Lacan "Pero ese lugar original del sujeto, lcómo lo recobraría en
esa elisión que lo constituye como ausencia? lCómo reconocería
ese vacío como la Cosa más próxima, aun cuando lo excavara de
nuevo en el seno del Otro, por hacer resonar en él su grito? Más
bien se complacerá en encontrar en él las marcas de respuesta que
fueron poderosas a hacer de su grito llamada. Así quedan cir-
cunscritas en la realidad, con el trazo del significante, esas marcas
donde se inscribe la omnipotencia de la respuesta. No en vano si
se llama insignes a esas realidades. Este término es aquí
nominativo. Es la constelación de esas insignias la que constituye
para el sujeto el Ideal del Y0. 1133
El grito debe convertirse, así, en llamada para ser objeto del
deseo del Otro, ya que el grito sólo hace surgir el silencio, donde
"todos los elementos de la pulsión de muerte se juntan."34 El
agujero del grito es un agujero interior, el agujero de la Cosa. El
grito penetra en el cuerpo y al mismo tiempo resuena en un
espacio sin límites. "A este nivel del grito que aparece el Neben-
mensch [la Cosa], hueco infranqueable, marca interior de
nosotros mismos."35 Lo extraño y lo hostil surgen como grito
provocado por el dolor, que puede ser en sí el objeto como tal, en
tanto que el sujeto se identifica con este grito.
El goce se define en relación con la Cosa y el Otro en relación
con el significante. La Cosa está del lado de lo real, aunque lo real
392 Maria Teresa Oivañanos
no existe independientemente del campo significante y la relación
con la Cosa se establece necesariamente a través del significante
del Nombre del Padre.
De esta manera, Lacan sitúa el goce en oposición al deseo y
lo que funda el deseo es la prohibición del goce.
Entre la Cosa y el Otro no hay equivalencia, sino, por el
contrario, hay antinomia, ya que la Cosa esta fuera del significado.
Cuando la Cosa y el goce son borrados por el significante se
produce una pérdida de goce en el sujeto; de esta manera el sujeto
surge, en su división subjetiva, a partir de la pérdida de goce,
quedando un resto(@) del borramiento del goce del Otro, de ahí
su carácter de plus o minus de goce, lo que queda de una operación
lógica. El objeto @ es el resto de la constitución del sujeto en el
Otro, es el resto que queda de la dialéctica del sujeto con el Otro.
El objeto @ es plus de goce en tanto que es la condición de
ausencia de goce y de presencia de deseo; viene a señalar la falta
de goce, por eso decepciona, porque engaña al deseo y al mismo
tiempo sostiene la repetición pulsional.
El objeto @ es semblante de ser debido a que el sujeto no tiene
a la Cosa como plenitud. La separación y el corte, instaurados por
el Nombre del Padre, marcan la pérdida de una unidad. El objeto
@ es, así, simbólico de una plenitud ausente y "complemento de
ser". El objeto@ está en lo real, es parte del cuerpo mismo, "es
esta muestra o pedazo c0tporal" (prelévement). 36 De la misma
manera, "la placenta representa esa parte de sí mismo que el
sujeto pierde al nacer y sirve para simbolizar el más profundo
objeto perdido."37
ALGUNAS GONSIDERACIONES SOBRE 393
Por último, el objeto @ es causa del deseo, debido a que el
sujeto está destinado en último término a la Cosa. La ley del sujeto
es el camino que deberá seguir pasando por el Otro - en el que se
construyen el deseo y su objeto. En este sentido, la dimensión del
Otro es importante, ya que es el Otro el que efectúa la separación
original del objeto, y también es el Otro el que ocupa en el inicio
el lugar del objeto absoluto del deseo.
El objeto @ como causa del deseo es la cara real del sig-
nificante fálico. Causa del deseo, puesto que surge de lo real y
suscita en el sujeto el deseo como su efecto: objeto para el deseo
y no objeto del deseo. El objeto @ es anterior al deseo en tanto
que causa. "La noción de causa pertenece a ese exterior, a ese
38
lugar del objeto antes de toda exteriorización."
El objeto @ queda como una marca sobre el exterior íntimo,
es como un tatuaje encima de un vacío. El objeto @ es lo que se
desprende del cuerpo en el momento en que el sujeto es
atravesado por el significante y crea retroactivamente el vacío
inaugural del sujeto, de ahí que el significante bordea un vacío
irrepresentable que es la Cosa, la cual organiza el movimiento de
las representaciones como representantes de la representación en
su articulación inconsciente.
El ( <I>) como significante del goce es eso que de la Cosa queda
en el Otro, siendo el ( <I>) un elemento del Otro y el (- r.p) el
significante de la pérdida.
La imposibilidad de la Cosa está en el fundamento de la
significación fálica. El falo, como significante, asegura la im-
posibilidad del encuentro con la Cosa; el sujeto se somete a la Ley
que ordena desear, siendo la Ley y el deseo una sola barrera que
394 María Teresa Oivañanos
obstruye el acceso a la Cosa. El deseo resulta como consecuencia
de la separación y la imposibilidad deLencuentro con la Cosa y el
objeto @ toma ahí la función de causa del deseo, a la vez que
detiene este encuentro con la Cosa.39
La Cosa es la que abre al sujeto a la castración. En el seminario
sobre La ética, Lacan dice que los diez mandamientos están
ligados a eso que regula la distancia del sujeto respecto a la Cosa,
distancia que es condición de la palabra.
Conclusión
Para terminar, comentaremos brevemente una frase de Lacan
que puede servir de ejemplo para una mayor comprensión de lo
que venimos trabajando, principalmente las diferencias entre el
objeto @ y la Cosa, y los efectos en la clínica psicoanalítica, que
permiten al final del análisis un cambio de posición subjetiva.
Dice La can: "... en relación con este das Ding original se
constituye la primera orientación, la primera elección, el primer
asiento de esta orientación subjetiva que llamaremos Neurosen-
wahl [elección de neurosis]·Esta primera molienda (mouture) la
que regulará de aquí en adelante toda la función del principio del
placer."40
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 395
En Freud, la expresión elección de neurosis aparece en 1913
en Predisposición a la neurosis obsesiva, 41 donde distingue dos
causas para las neurosis: las constitucionales y las accidentales, y
considera que las causas decisivas son las constitucionales.
Freud explica las predisposiciones a las neurosis por medio
de lo que llama lugares de fijación, es decir, fijación a un estadio
pulsional. Esta explicación no nos satisface y para entender la
Neurosenwahl a partir de Lacan utilizaremos como apoyo el
párrafo antes citado, sin dejar de tomar en cuenta el desarrollo
previo que hemos realizado. Para evitar la repetición, ·seremos
concisos.
El sujeto es privado de la Cosa y recibe del Otro el significante
que opone a la Cosa: el rasgo unario del Ideal del Y o. Por lo tanto,
el sujeto toma por objeto este significante del Ideal del Yo,
"momento a partir del cual el sujeto se encontrará dividido entre
su deseo y su ideal",42 entre el deseo causado por el objeto* [deseo
del Otro - S(IA)-] y la demanda del Otro, división que más tarde
experimentará a través del fantasma. El fantasma se constituye a
partir del reencuentro con el deseo del Otro y "el objeto que se
44
engendra hace pantalla a un real que es ése de la Cosa".
Más adelante, el sujeto tendrá que elegir entre: que su deseo
se conformi a su demanda; que su fantasma sea ordenado por
i(@); o que .m d1~seo sea causado por el objeto perdido.
* "Para llegar a este punto, más allá de la reducción de los ideales de la
persona, es como objeto @ del deseo, como lo que ha sido para el Otro en su
erección de vivo, como el wanted o el wiwanted de su venida al mundo, como el
sujeto está llamado a renacer para saber si quiere lo que desea. 1143
396 María Teresa Oivañanos
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 397

Supongamos hipotéticamente por un mo!llento (ya que es-

Por lo tanto, si el sujeto se identifica con el significante, pierde
tamos hablando de clínica psicoanalítica) que el sujeto va a
el objeto; y si el sujeto se identifica con el objeto, pierde el
análisis para preguntarle al Otro (S.S.S.) el saber sobre su ser:
significante.
saber lo que es, saber lo que le falta y saber sobre su sexualidad;
El sujeto no es el significante, ya que el sujeto sólo representa
en una palabra, lo que le falta para ser, eso que ha venido
un significante ante otro significante; y, en el caso de ser el objeto,
preguntándose: lcuál es su lugar como objeto del deseo de la
deja de ser sujeto. lDónde queda, pues, el sujeto? En el corte, en
madre, como objeto del deseo del Otro? lDebe permanecer en
lo real. En este momento, el fantasma es interpelado porque no
la demanda al Otro, demanda del Otro?
hay saber posible sobre la verdad, no hay saber posible sobre el
En este punto surgen varias posibilidades en el análisis. Men-
objeto @ causa del deseo.
cionaremos tres de ellas, siendo las dos primeras las que han dado
Es decir, que la situación analítica, lo que Lacan llamará la
lugar a diferentes posiciones teórico-clínicas con respecto a
clínica de lo real, permite un cambio de posición subjetiva,
Lacan:
1) El Otro (S.S.S.) tiene un saber y da al sujeto una respuesta .
de$ a @.
Consecuentemente, el sujeto ya no se encontrará dividido
bajo la forma del significante de su ideal.
entre su deseo y su ideal, división que tiene como consecuencia
2) El Otro (S.S.S.) no tiene un saber, pero se esconde bajo la
lo que Freud llama formación de compromiso.
forma del objeto de amor.
3)El Otro (S.S.S.), ante la imposibilidad de dar una respuesta,
ya que él tampoco tiene el saber, decepciona y cae y el sujeto
( analizante) aparece confrontado a la falta en el Otro (la
destitución subjetiva).
Ahora bien, veamos qué sucede en los tres casos.
Decíamos que, a partir del momento en que el sujeto es
privado de la Cosa queda dividido entre su id~al y su deseo.

·. <
suJeto
ideal (el significante que toma por objeto)

deseo (el objeto que toma por significante)

398 María Teresa Orvafianos ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE 399

14
LACAN J., op. cit.

NOTAS 15
LACAN J., Posición del inconsciente, en Escritos JI, op. cit., pág. 828.

16
1 LACAN J., Del op. cit., Observación sobre el informe de Daniel Lagache, pág. 638.
Trieb de Freud, en Escritos Il, Siglo XXI, México, 1985,
pág. 812. 17
op. cit., Subversión del sujeto y dialéctica del deseo, pág. 798.
2
FREUD S., La interpretación de los sueños, Amorrortu editores, Buenos 18
op. cit., Observación sobre el informe de Daniel Lagache, pág. 662.
Aires, 1979, tomo V, pág. 543.
19
3 op. cit., Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista, pág. 832.
FREUD S., Pulsiones y destinos de pulsión, Amorrortu op. cit., tomo
XIV, pág. 118. 2º op. cit.,
. pag.
, 831 .
4
FREUD S., La organización genital infantil, op. cit., tomo XIX, pág.141. 21 •
op. cit., pág. 832.
5 FREUD S., Tres ensayos de teoría sexual, op.cit., tomo VII, pág. 202. 22
LA CAN J., La angustia, seminario del 3 de julio de 1963, (inédito).
6
LA CAN J., La dirección de la cura, Escritos JI op. cit., pág. 585. 23
LA CAN J., La tercera, en Actas de la Escuela Freudiano de Paris, Ed.
7 Petrel, S. A., Barcelona 1980, pág. 159.
Observación sobre el informe de Daniel Lagache, op. cit. pág. 661.
24
8 LACAN J., LA CAN J., La angustia seminario del 16 de enero de 1%3; (inédito).
Las fom1aciones del inconsciente, en transcripción de J.B.
Pontalis, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1976, pág. 100. 25
LACAN J., L'Ethique de la psychana/yse, Ed. du Seuil, París, 1986. pág.
9 55.
MILLER J.-A., Ce quifait insigne, curso 1986-1987, (inédito), pág. 373.

10 26 op. cit.
LACAN J., en Intervenciones y Textos, Ed. Manantial, Buenos Aires
1985, pág. 84. 27
HEIDEGGER M., The Thing, en Poetry, Language, Thought. Harper
11 and Row, Publishers, lnc., N.Y. 1975, pág. 165.
LACAN J., La relación de objeto y las estmcturas freudianas, seminario
del 28 de noviembre de 1956, (inédito). 28
HEIDEGGER M., El origen de la obra de arte en Sendas Perdidas, Ed.
12 Losada, S. A., B. A. 1979, pág. 33.
LACAN J., op. cit.

13
LACAN J., op. cit.
 María Teresa Otvañanos
400

29 op. cit., L'Ethique de la psychanalyse.

30 LACAN J., La identificación, en el seminario del 14 de marzo de 1%3,

(inédito)
Capítulo XI
31 •
op. cit.

32 op. cit.
EL GOCE EN LA OBRA DE JACQUES LACAN
33 op. cit., Observación sobre el informe de Daniel Lagache, pág. 658.
Paul Lemoine
34 JURANVILLE A., Lacan et la philosophie, Presses Universitaries, París
1984, pág. 231. La cura analítica apunta a un arreglo del goce: lo hace; como
ha insistido Lacan, por medio de las palabras, "el fin del análisis
35 op cit., L'ethique de la psychanalyse. es cuando se ha girado dos veces en círculo, es decir, reencontrado
36 LACAN J ., Comptes rendus d'ensegnement, en Omicar?, Ed. Navirin,. aquello de lo que se es prisionero". 1
été 1984, pág. 22. Hay por lo tanto, un goce de las palabras. Lacan lo designa
goce fálico, porque gozar de la palabra conjuga un goce ex-
. L a angustia.
38 op. cit., .
perimentado de hecho por el hablante con el falo. No se trata de
39 ºde11t1ifizcaczon.
• La 1
op. cit., ., ninguna manera del goce del pene que es diferente. No obstante,
escribe: "Es en tanto que el goce fálico se encuentra ahí que lo
40 op. cit., L'ethique de la psychanalyse, pág. 68. hago órgano. Lo supongo encarnado por lo que en el hombre le
41 FREUD S., La predisposición a la neurosis obsesiva, op. cit., tomo XII,
corresponde como órgano. Es porque ese goce es privilegiado que
pág. 329.
se ordena la experiencia analítica". 2
Agrega que si la mujer conoce el goce fálico, es por
. L a 1"dentzifizcaczon.
42 op. cit., .,
identificación con el hombre. Se reconoce por lo tanto, la famosa
43 op. cit., Observación sobre el informe de Daniel Lagache, pág. 662. primacía del falo de Freud.
Existe, por otra parte, otro goce, goce del Otro, así llamado
44 • , 661
op. cit. pag. . por estar fuera del lenguaje y de lo simbólico, aquel del psicótico
pero también de la mujer, goce del cuerpo vivido como impuesto
 Paul Lemoine
402
por el Otro en el psicótico y como suplement~io y más allá del
falo en la mujer, que nada puede decir de él, ya que nada sabe
salvo que lo siente - "lo sabe cuando le sucede, aunque no le
sucede a todas"3 -. Pero la mujer, a diferencia del psicótico
también conoce, ya se ha dicho, el goce fálico.
El goce no es el placer. El placer apunta al equilibrio de la
psique, es decir, a la homeostasis, mientras que el goce, más allá
del principio de placer apunta a la tensión cero. Freud había
percibido el goce cuando tomó prestada de Bárbara Low la
noción del principio de Nirvana y buscaba el punto cero del
.apaciguamiento de las tensíones. "El camino hacia la muerte no
4
es otra cosa más que el goce", nos dice Lacan en Ou Pire antes de
5 analistas, la escuchamos: y si sucede que, en un destello, emitimos
decimos, en 1973, que el goce no es la muerte.
6
La palabra goce no existe en alemán, observa Serge André ,
y por que Freud no di~ponía más que de las palabras Lust y
Befriedigung, no tenía e~e concepto a su disposición. Objetémosle
que la palabra Genuss lo traduce. De hecho, para Lacan es a causa
de la ciencia de su tiempo, y en particular la de Fechner, quien
había creado el concepto de "principio de estabilidad". Fue por lo
tanto, para ser comprensible en su época, que Freud no utilizó el
concepto de goce que, sin embargo, manaba de su teoría de la
repetición y de la pulsión de muerte.
Es debido a que su objetivo último, la tensión cero de la
pulsión, no puede ser alcanzado, el goce sexual, que, para Lacan,
no representa la suma de las pulsiones sino el exceso de una o
varias pulsiones parciales, queda como el paradigma insatisfac-
torio del goce.
EL GOCE EN LA OBRA DE JACQUES LACAN 403
Lo que el analizante encuentra en la cura son momentos de
goce de las palabras, de goce semántico, que Lacan etiqueta como
goce fálico, "porque el falo adecúa lalangue, sucede que cualquier
elemento de lalangue es, a los ojos del goce fálico, una brizna de
goce."7
Es por ello que el sentido pone en juego lo sexual y que .el
hombre no se relaciona con la mujer sino a partir de lo que
produce sentido en lalangue. No es, insiste Lacan, que el sentido
refleje lo sexual, sino que lo reemplaza (reemplaza la no relación
sexual).
Padecemos lalengua. Para el analizante, ella ex-siste en un
lugar fuera de lo que cree su mundo. Gracias a eso, nosotros, los
una interpretación, ello no significa que no la padezcamos
también. Cuando un analista tiene el mismo sueño que su pa-
ciente, es porque una sola transferencia produce el mismo goce
fálico- es como el goce de los Mortimer, los cuales, según Cocteau,
tienen un solo corazón.8
El amor en la transferencia, recae sobre el sujeto supuesto
saber. También el inconsciente es, para Lacan, un saber. Un saber.
surgido de la conexión de los significantes. Un saber corporal que
viene a parasitar lo real, inarmónico, en esto, con el mundo que
lo rodea.
El sujeto es sabido más de lo que sabe, es hablado más de lo
que habla. Gracias a ese saber que no manejamos alcanzamos a
través de él el goce y tenemos acceso a ese poco de realidad que
es la nuestra. Realidad que, sin embargo, es a menudo trabada
 Paul Lemoine
404
por el fantasma que enmascara el puro real. No obstante, lo real
se nombra en la cura, se goza de eso cuando se le alcanza más allá
de los límites de lo simbólico.
Para pasar por el goce fálico, precisamente por aquel que le
falta, la mujer, hemos dicho, tiene que llevar a cabo una
identificación sexual con el hombre. El lugar del goce de las
mujeres está ligado al decir mucho más de lo que uno se puede
imaginar. Ese decir les resulta ajeno porque proviene del hombre
- del hombre de sus sueños ..
En la psicosis, el goce del Otro sólo se produce por la falta del
goc~ fálico. Pero en lo que concierne a la femineidad, el goce del
Otro no aparece más que al margen del goce fálico y sólo se
localiza a partir de la falta de la castración. He aquí las palabras
de una mujer en análisis en relación a un hombre que acaba de
conocer: ''Tengo miedo de lo desconocido, me puede matar,
arrastrarme a cualquier parte. Por eso siempre me mantengo un
poco a la expectativa. Pero el temor me pone en una posición
peligrosa. Tengo miedo de que esto termine mal''. En el diálogo
sexual, la mujer no tiene el dominio del hombre, el dominio fálico,
le teme a lo desconocido que le impone su goce.
El psicótico apunta, por falta del goce fálico, al goce del Otro,
es decir, de un cuerpo no adecuado por el lenguaje: hecho de la
posibilidad de metáfora, que la primera, la original, es la metáfora
paterna.
El esfuerzo del psicótico que entra en análisis es para
reemplazar como se pueda a la falta de metáfora: busca en el
análisis cómo apropiarse el goce fálico. En particular, trata de
EL GOCE bN LA OBRA DE JACQUES LACAN 405
establecer en la transferencia, un discurso que se reúna con el del
analista, un discurso en el cual lalengua arregle con sus palabras
el goce del cuerpo. Citaremos un ejemplo.
En el caso del que hablaré, durante la primera entrevista, el
analista había clasificado al paciente de obsesivo. Este hombre,
después de haber perdido la oportunidad de entrar al convento,
había ido a verlo por consejo de sv padre espiritual. Ese sacerdote
no era una amistad actual del analista, lo había conocido antaño
cuando ambos eran estudiantes, y de hecho sólo había men-
cionado su nombre.
El paciente, un docente muy inteligente, se había presentado
como lo hacía en la vida diaria y nada indicaba su psicosis.
Sin embargo, a partir de la segunda entrevista presentó un
cuadro de escucha de voces que formulaban órdenes terminantes
("hazlo") o injurias ("culón"). El docente de la clase de junto les
hablaba de él a sus alumnos. La televisión hacía alusiones. Se
hablaba de él en la calle. En pocas palabras, lo perseguían...
Si reclamaba un análisis, era sin duda porque el fracaso de su
admisión en el convento le había demostrado que los otros no
podían aceptar su locura y demandaba, en suma, al analista que
hiciera de él su semejante.
Durante un período de aproximadamente dos años, la trans-
ferencia se ve afectada por la relación que sigue manteniendo con
el padre espiritual sobre el cual hace recaer la mayor carga de
investidura. Durante ese primer período nada, cambia: sigue es-
cuchando esas voces, no se presenta al análisis más que en forma
muy irregular y cada vez, con muy buenos pretextos para haber
faltado.
 Paul Lemoine EL GOCE EN LA OBRA DE JACQUES LACAN 407
406

Vive en una ciudad alejada, en casa de sus padres que trabajan de las invocaciones persecutorias de la esfera auditiva. Sin duda,
se trata todavía de estar sometido sin defensa al goce del Otro, y
ambos en una empresa familiar; describe a su madre como sobre-
su analista ve en los aparatos que cuelgan a lo largo del cuerpo de
protectora y dura, y a su padre más bien como tierno - de hecho
los turistas, equivalentes del sexo masculino. Ese "empuje-a-la-
habla muy poco de él.
Sobreviene un segundo período, muy reciente, en donde las mujer" es, sin embargo, mucho más un tema de protesta que de
voluptuosidad. Se trata del robo y hasta de la violación de su
voces cesan de interpelarlo y ceden su lugar a fenómenos de la
cuerpo. Un sueño en 'el que le es necesario inflar de nuevo una
esfera visual. En tanto que el consultorio del analista se había
llanta de automóvil desinflada, confirma esta interpretación
mantenido al abrigo de la persecución hasta ese momento, el
sexual.
paciente comienza a inquietarse de que alguien lo pudiera ver por
Pero una actividad de dibujo importante tiende a invertir su
la ventana e insiste en que el analista se mude al campo. Por
manera de sufrir el robo de su imagen. Dibuja hombres per-
consiguiente, su transferencia adquiere una forma negativa
seguidos por otros. Ultimamente, como quiere representar un
atenuada que, aunque preserva su persona, apunta a los lugares.
acto sexual, dibuja en su lugar una castración; es todo lo que dice
Es, de cualquier forma, un compromiso que dispone a la trans-
del dibujo.
ferencia positiva.
Además de la aparición, por vez primera, del marco de la No cabe duda que dibujar representa otra economía de su
goce, se trata ahí de algo más que una simple inversión, de corte:
ventana, nueva es también en ese momehto de la cura, la primera
el paciente hace entrar al mundo en su marco en forma activa, en
demanda dirigida al analista - demanda absurda sin duda - de que
tanto que en la fase anterior, realizaba miradas a través de ese
se mude. Hasta el momento, las voces no se preocupaban por él.
Ahí, el paciente se dirige a él en la transferencia. Tiene lugar un mismo marco de ventana.
encuentro entre el perseguido y el perseguidor que se acompaña El carácter sexual de esta actividad de dibujar es atesti-
guada por un incidente. Mientras compraba un lápiz a la encar-
de un suplemento de angustia y que afecta al goce. La dialéctica
gada de una papelería, no quería decir que era para dibujar; pedía
de la castración se instala en el lugar en el que el paciente sigue
un lápiz lo bastante grueso como para marcar el papel a fin de que
abandonado sin salida. Se trata aquí, sin duda alguna, de un giro
se vieran mejor sus correcciones sobre las hojas de sus alumnos.
capital.
Sigue un período que tuvo lugar recientemente. Como vive
Le ocultó a esta mujer el placer sexual que obtenía con ese
ejercicio de dibujo. Es de esta manera que se presenta en él la
en una ciudad turística, las calles están repletas de extranjeros que
salida escópica.
toman fotografías. Escucha el ruido de los flashes, lo fotografían
sin que se dé cuenta. El ruido de los flashes es todo lo que persiste
408 Paul Lemoine
Simultáneamente, asistimos a un cambio en la naturaleza de
su transferencia. Decide acercar su domicilio al de su analista para
poder llegar de manera más regular y más frecuente. Lleva a cabo
esta mudanza en contra de la voluntad de su padre espiritual y de
su madre. En una palabra, la transferencia se desplazó del sacer-
dote al analista y el paciente se volvió independiente de su familia.
Fue también el discurso analítico lo que promovió el corte del
marco e instauró el fantasma o por lo menos lo que ocupa su lugar.
Esta sustitución del delirio por el fantasma es atestiguada por la
crítica que hace de ello; como cuando al percibir bruscos cambios
del alumbrado, dice: son alucinaciones.
El interés de este caso consiste en mostrar el paralelismo de
las modificaciones aportadas por la transferencia y los cambios
provocados en el goce.
Abandonado en un primer momento y sin límite a la pulsión
invocadora -las voces- al mismo tiempo que elabora su primera
demanda al analista, el paciente pasa más tarde a otro registro, el
mejor controlado de la pulsión escópica. Los ojos no están, como
lo están los oídos, abiertos sin remedio al mundo. Cada pulsión
trae consigo los complementos que le son inherentes, en este caso,
el marco, por lo que aporta de goce fálico.
Anteriormente, sin duda, el goce escópico fue vivido pasiva-
m~nte en un primer acercamiento y tan persecutorio como las
voces; y, se instauró una fase de transferencia negativa con el
reproche dirigido al analista por no resguardarlo de las miradas
de los vecinos. No obstante, ese movimiento de odio es una
primera demanda, un tipo de paso obligado, como lo muestran
otras experiencias de análisis del psicótico, en especial aquel
EL GOCE EN LA OBRA DE JACQUES LACAN 409
relatado por Fran~ois Koehler en las jornadas de otoño de 1987
en la Escuela de la Causa Freudiana. Paso hacia un corte que ha
tenido lugar gradualmente, los ruidos de los flashes, después de
haber sustituido a las voces, cedieron el lugar a sus correlativos
visuales, los diferentes niveles de alumbrado, siendo enseguida
criticados como si fueran alucinaciones. El robo de la imagen deja,
finalmente, su lugar a una actividad de dibujo de la cual se pudo
observar el efecto de encuadre y de goce fálico. Al mismo tiempo,
la transferencia se vuelve positiva y el paciente se libera de la
tutela familiar. Le da también, otro marco a su vida.
El análisis es, por lo tanto, en ese sentido, un éxito. Pero no
todos los indicadores correlativos de la curación están presentes
en ese momento. No basta con poblar el marco para que éste se
llene de todo lo que el goce fálico ofrece como derivación.
De esta manera, si bien el paciente imparte sus clases y en
adelante lleva una vida social sin exabruptos, su vida amorosa
sigue desértica. Ningún ser la atraviesa, ni siquiera platónica-
mente; y, si sueña, sus sueños están sobre todo, poblados de gente
joven, y cuando éstas son mujeres, no las desea; incluso si a veces
las ama en sueños, es muy probable que sea por buena voluntad
hacia su analista.
En pocas palabras, entrar en el discurso del analista conlleva
para él, límites que quizá no pueda franquear jamás. Si el análisis
transforma la naturaleza del goce, de todos modos, el goce
psicótico tiene sus razones que el fantasma desconoce. La trans-
ferencia no abre de par en par las puertas del amor. La transferen-
cia sólo produce el goce que se puede.
410 Paul Lemoine EL GOCE EN LA OBRA DE JACQUES LACAN 411

Aún si se trata más de sustitución que de sublimación, crear

sigue siendo, sin embargo, una solución para la psicosis. Ctear
pone al sujeto en relación con los objetos y con los otros.
Preferí citar este caso de control más que el caso, ya muy
conocido de Joyce, estudiado durante todo un año por Lacan9 .
Joyce no fue analizado. Este caso de análisis ilustra el límite de la
cura del psicótico, aclara el valor práctico del concepto lacaniano
de goce, así como la naturaleza particular de la transferencia en
un psicótico. Es en el momento en que el paciente di.rige una R s
demanda a su analista que la naturaleza de su goce se transforma,
y que el goce del Otro, el de las voces, se borra frente a su esfuerzo Uno, el goce fálico JA, entre lo Simbólico S y lo Real R - el
por alcanzar el goce fálico, el del analista, que no alcanzará por sinsentido de lo Real sólo se alcanza en análisis, después de que
completo pero sí lo reemplazará. lo Simbólico haya despejado su sentido.
El otro, el goce del Otro, JA, entre lo -imaginario 1 y lo Real
R- lo imaginario del cuerpo y el goce sin fondo de lo Real
("empieza por el cosquilleo y termina por la llamarada de fue-
go")12.
Para terminar
(Traducción de Danielle Davis G.)

El goce apunta a lo Real - un real que excede el sentido de las

palabras y que se encarna a través de ellas en un cuerpo. No hay
más goce que el del cuerpo 10. Lacan desplaza de esta manera el
límite del principio de placer de Freud.
"La Cosa es el lugar al que apunta el goce, el lugar de lo no
representable. Implica la centralidad de una zona prohibida por-
11
que el placer sería demasiado intenso".
Lacan en su nudo, da el lugar de los dos goces.
412 Paul Lemoine

NOTAS

1
J. Lacan, Le sinthome, 10.1.1976.

2
J. Lacan, Les non dupes effent, 21.5.1974. Capítulo XII
3
J. Lacan,E11core, p. 69.

4
J. Lacan, Ou Pire, 1971-1972. CONSTRUCCIONES EN EL ANALISIS:
5
UNA A PUESTA SOBRE EL SABER
J. Lacan, Les non dupes effe11t.
Víctor Novo:;, Cota
6
S. André: Jouissance psychotique jouissance feminine, jouissance
sexuelle. Quarto (Bruselas) No. 8, p. 48, 1984.

7
J. Lacan, Les 11011 dupes effent, seminario del 11 de junio de 1974.

8
J. Lacan, Les non dupes effent, (1974, id.) Introducción
9
Le sinthome, 1975-1976.

10
J. Lacan, La /ogique dufantasme, 1966-1967. Al final de su obra Freud realiza un trabajo dedicado a la
función que cumplen las construcciones en un análisis. En él se
11
J. Lacan, D'un aittre al'Atttre, 1968-1969. define por primera vez lo que es una construcción hecha por el
12 analista y se la diferencia de la interpretación; también se señala
J. Lacan, L'envers de la psycha11alyse. 10.2.1970.
el momento del análisis en que la construcción debe producirse,
así como algunos de los efectos clínicos que ella acarrea.
El hecho de que esto ocurra al término de la vida de Freud,
no significa que el concepto haya aparecido sólo entonces en su
teoría, ya que el tema puede localizarse en sus publicaciones a
partir de 1909. Sin embargo, el que Freud haga un desarrollo
414 V!ctor Novoa Cota
explfoito de la construcción hasta 1937 nos lleva a considerar los
siguientes puntos:
l. Se trata de un término que es utilizado con relativa frecuen-
cia a lo largo de su producción y que es sólo hacia el final de ésta,
cuando le da un lugar específico en la teoría y la práctica
psicoanalítica. En este sentido, entre las referencias que al respec-
to hemos encontrado están, aparte del trabajo dedicado especial-
mente al tema, los seis escritos siguientes:
"A propósito de un caso de neurosis obsesiva", 1909.
"De la historia de una neurosis infantil", 1918.
"Pegan a un niño", 1919.
"Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad fe-
menina", 1920.
"Más allá del principio del placer", 1920.
"lPueden los legos ejercer el análisis?", 1926.
Tres de las obras enlistadas corresponden a casos clínicos
publicados por Freud y en uno de ellos el análisis gira en torno a
una construcción (1918), lo que indica la importancia que ésta
tenía en el interior de la práctica analítica.
2. Siendo la construcción un elemento que atañe directa-
mente a la clínica en relación con la función del analista, es preciso
señalar que ella se encuentra ausente en los llamados "escritos
.técnicos", esa serie de textos producidos entre 1911 y 1915,
mientras que la primera mención que se hace de la construcción
data de 1909; es decir, que en la obra freudiana se obse1va un
espacio que separa su surgimiento y su uso, del momento en que
se concreta la definición. Espacio y distancia que abarca gran
parte de la experiencia y la producción teórica de Freud. Por su
CONSTRUCCIONES EN EL ANALISIS: 415
parte el alcance de la construcción es un punto enigmático debido
a que, cuando Freud introduce la diferencia entre interpretación
y construcción, fórmula algunas hipótesis que no llegan a ser lo
suficientemente desarrolladas, dejando puntos oscuros que por su
complejidad permanecen aún indescifrables, y que es necesario
de enfrentar.
3. También es importante mencionar cuál ha sido el destino
de este concepto en los autores posfreudianos, y aquí limitamos
nuestro interés a los psicoanalistas lacanianos.
En comparación con S. Freud, nuestra búsqueda ha sido
menos afortunada; los textos de Lacan ejemplifican claramente la
situación, debido a que tan sólo hemos encontrado una referencia
directa al concepto de construcción, ubicada precisamente en el
"Seminario sobre los Escritos Técnicos de Freud". Más aún, con
esto se evidencia la dificultad para establecer una posible
articulación del término freudiano con la teoría desarrollada por
J. Lacan.
Por lo que respecta a los seguidores de Lacan, observamos
que son pocos quienes la mencionan, e incluso la trabajan de
manera indirecta o secundaria sin realizar un desarrollo que
permita localizar el lugar que actualmente tiene la construcción
en la especificidad de la teoría y la clínica lacaniana. Como una
excepción que es necesario destacar, se encuentra una serie de
trabajos dedicados a la construcción analítica en la revista de
psicoanálisis "Patio11 1, en cuya presentación se señala también la
poca atención que ha recibido este término por parte de los
autores lacanianos. De esta forma, y aún reconociendo las limitan-
tes que pueda tener nuestra búsqueda al omitir otras posibles
 Víctor Novoa Cota
416
referencias, pensamos que esto no nos impide sostener la idea
general que hemos esbozado sobre el tema, y que de hecho nos
conduce a reflexionar sobre la incidencia actual de la construcción
en el ámbito clínico del análisis.
Por otra parte, y retomando la distinción que sobre inter-
pretación y construcción Freud realiza en su trabajo de 1937, nos
parece que es a partir de sostener esta distancia, que se hace
posible pensar separadamente, los aspectos que son de interés
para este trabajo que se refiere al tiempo, la función y las con-
secuencias que tiene cada una de ellas en la cura psicoanalítica.
De esta forma, reintroducir la construcción freudiana en el
estricto sentido que su creador le dio, abre la posibilidad de
incorporar las dificultades y las interrogantes inherentes en un
desarrollo que no pretende ofrecer respuestas acabadas sino
plantear, de manera preliminar, algunas vías de acceso a través de
las cuales la construcción psicoanalítica sea reconsiderada.
1900, Freud habla del "ombligo del sueño" como aquello que
resiste y que es irreductible a toda interpretación. Límite a la
acción analítica.
1937, "La roca base de la castración" aparece como un aspecto
ineludible en todo análisis que pone límite al análisis mismo.
CONSTRUCCIONES EN EL ANALISIS: 417
1914, Freud afirma que la meta del análisis es "llenar las
lagunas del recuerdo".
1937, "Lo deseado -afirma Freud- es una imagen confiable e
integra en todas sus piezas esenciales, de los años olvidados de la
vida del paciente".
Empecemos por afirmar que no es la cronología sino una
lógica del discurso analítico que Jo hace sostenible.
Podría pensarse que las dos posiciones que resultan de estos
cuatro enunciados son opuestas. Sin embargo, intentaremos
demostrar que considerar el análisis y dirigirlo partiendo del
"ombligo del sueño" y de la "roca base de la castración" n~ está
lejos del fundamentar la acción analítica en la recuperación de
recuerdos.
Por supuesto no sustentamos esta idea en considerar que son
necesarios los recuerdos para que el análisis tenga lugar.
Los recuerdos están, -querámoslo o no-, en el proceso de la
cura, la pregunta es lpor qué instrumentar su búsqueda?. Siendo
este punto el que enfrentamos en el trabajo que nos ocupa.
En él apreciamos que el eje central para su desarrollo es la
"reconquista de los recuerdos perdidos", a tal punto que la labor
interpretativa que se efectúa sobre las formaciones del incons-
ciente va a encontrarse subordinada a este objetivo.
La necesidad de recurrir a la construcción está presente en
distintos momentos en los análisis realizados por Freud, en los
que se concluye que ella, a diferencia de la interpretación,
produce un efecto de globalidad en el recuerdo.
Por su parte, la interpretación fragmenta, determinando que
en su acción los significantes fracturen el discurso e imposibiliten
418 Víctor Novoa Cota
integrarlo. De ahí que la interpretación quede definida en este
texto como "lo que uno emprende con un elemento singular del
material..."2, es decir, se pone en juego la introducción de un
significante que rompe la continuidad de las palabras del anali-
zante, haciéndose posible, bajo esta operación, el estallamiento
de sentido.
A diferencia, la construcción para Freud, consiste en "que al
analizado se le presente una pieza esencial de su prehistoria
olvidada"3.
Se trata de una intervención que no es obtenida del discurso
del analizante, sino que se presenta como una reconstrucción del
analista, que Freud coloca en la dimensión de la verdad, y que
también rompe el sentido, pero a partir de incluir al sujeto en un
espacio discursivo que hasta entonces le era ajeno.
Al respecto, es preciso aclarar que interpretación y cons-
trucción no son dos opciones de interveneión para el analista, es
decir, que ambas no se presentan en un plazo disyuntivo, de la
misma forma en que no son equivalentes o sustituibles entre sí.
Más allá de sus diferencias guardan una "articulación interna
4
necesaria a la existencia del campo analítico".
Pero para que sea posible que éstas cumplan su función, es
necesario que previamente el espacio transferencia! haya fundado
la certeza de que el análisis ha comenzado. Es así, como la
transferencia analítica marca el inicio de una secuencia que estará
presente en diferentes momentos de la cura, y que se deriva de
una lógica establecida por la obra freudiana.
En 1913 Freud recomienda no hacer uso de la interpretación
hasta que se "haya establecido en el paciente una transferencia
CONSTRUCCIONES EN EL ANALISIS: 419
operativa"5. En 1937 propone a la construcción como una tarea
preliminar a la interpretación. Es decir que entre transferencia e
interpretación surge un tercer término intermedio que es el de la
construcción. Las consecuencias de un ordenamiento serial entre
transferencia-construcción-interpretación serán, al final de la
vida de Freud, no la de continuar el recorrido de una Clínica
decantada, sino la de realizar un cambio radical al interior de la
práctica analítica.
Si para Freud la meta del análisis es llenar las lagunas del
recuerdo, diremos que es el análisis quien lo'conduce a hacer del
recuerdo lagunas. El anteponer la construcción a la interpretación
podría hacernos pensar que el análisis estaría inmerso en un
proceso de imaginarización, debido a que su objetivo primordial
sería hacer presente los referentes narcis{sticos del sujeto, dejan-
do en segundo término el trabajo sobre el significante.
Sin embargo, el propósito de obtener el recuerdo en tanto
representación como requisito indispensable para el trabajo de
análisis, así como presentarlo como el fin que persigue este
trabajo, es poner sobre relieve que no es la representación la que
organiza el discurso, sino que es el significante el que determina
a la representación.
Que el analista llene las lagunas que el analizan te ofrece como
vacío es poner un marco al vacío, y sacarlo del camuflage de las
imágenes en el que se oculta. Es poner en discurso la historicidad,
de la cual el sujeto se encuentra excluido. La inclusión se efectúa
sobre los puntos silenciosos de su propia novela.
El que la construcción aparezca como una función preliminar,
nos enfrenta a una paradoja. Debido a que mientras ésta edifica
420 Víctor Novoa Cota
en un primer momento el espacio en el cual la interpretación va
a ejercer su acción, esta última fragmenta lo recién cimentado.6
Lo importante, no es lo construido, el recuerdo como fantas-
ma de la historia, sino la conformación de los espacios que dan
lugar a que lo construido haga efecto sobre el sujeto, en cuanto
·modifica su posición en el fantasma. La construcción al recuperar
los elementos perdidos de la historia rompe la estabilidad del
fantasma, ejerciendo una movilización en éste, debido a que
cuando nos referimos a historia, hablamos evidentemente no del
acontecimiento en sí, sino de una posición subjetiva con respecto
al deseo.
Es en este sentido que cuando Freud nos habla de la
recuperación del recuerdo utilice los siguientes términos; "recon-
quista" y "volver a recordar". Es decir que no se trae por primera
vez una representación a la conciencia; es un segundo momento
en el que se recuerda el recuerdo y se reconquista lo conquistado.
Lo recuperado no es el contenido de la vivencia, sino el resultado
de la falta alrededor de la cual ha sido creada una vivencia que
permanece reprimida, y que en este sentido, su reconquista sería
a final de cuentas, aproximarse en un primer momento del análisis
hacia aquello que está más cercano a la falta. Por ello situar al
sujeto en su prehistoria, es hacer surgir la pérdida en la dimensión
del deseo, y por lo tanto en su calidad de irrecuperable. Esta
condición da lugar al proceso de elaboración en el análisis, donde
el sujeto queda incluido a través de la transferencia.
El intento de recuperar lo irrecuperable, conlleva a poner en
imágenes el escenario de la repetición, desde el cual el sujeto se
ve siendo visto por un Otro. Introduciendo a ese Otro que al
CONS1RUCCIONES EN EL ANALISIS:
421
momento de ver más allá de lo que el sujeto haMa podido alcanzar
en su mirada, hace emerger los significantes que dirigen al sujeto
hacia esos puntos ciegos que organizaron el recuerdo, y que en su
esencia lo determinaron, como a todo recuerdo, en su calidad de
encubridor.
En el recorrido de la búsqueda Freud era precavido, y aclara
que uno de los principios que dirigía esta indagación, era el de no
caer en el uso de la sugestión. La única fuente que podría dar
verac~.dad al hallazgo estaba constituida por la retroactividad
consumada en el análisis. De ahí, que la construcción sea una
conjetura, que pone en suspenso toda certeza condicionándola
por el camino ·del "podría ser". Siendo este camino, el recorrido
central que el sujeto realiza en análisis, encontrando su ubicación
en el mismo, a partir del trabajo elaborativo; elemento que indica
el tiempo adecuado para la intervención del analista.
De esta forma, no es tampoco la veracidad de la historia
construida lo que se persigue, ya que el analista en la construcción
no arroja su palabra como un saber que deba constituirse en
verdad. El analista apuesta sobre un engaño soportado por la
transferencia, para relanzar el proceso por los vericuetos de la
historia a un reencuentro que apunta a una verdad mayor; el punto
insostenible del sujeto supuesto saber.
Es el reencuentro con lo más íntimo, la historia del sujeto, lo
que pone de manifiesto lo endeble de ese vínculo que el sujeto
cree mantener con un Otro absoluto. La historia misma lo sitúa
ante una verdad original que escapa a su pasado, es el tropiezo
con ese significante que falta. Es decir, que la construcción ubica
422 Vfctor Novoa Cota
al sujeto en la dimensión del materna que Lacan escribe co-
mo s(A).
Si la A puesta sobre el saber, en el decir del analista, pierde,
no pasa nada, de acuerdo a lo que Freud afirma, pero si la
intervención acierta la trayectoria, los resultados salen a la luz de
inmediato. Como ejemplo Freud muestra lo que sobrevenía a una
construcción: "En algunos análisis noté en los analizados un
fenómeno sorprendente, e incomprensible a primera vista, tras
comunicarles yo una construcción a todas luces certera, les
acudían unos vívidos recuerdos, calificados de "hiperintensos" por
ellos mismos, pero tales que no recordaban el episodio que era el
contenido de la construcción, sino detalles próximos a su con-
tenido; por ejemplo, los rostros -hipermarcados- de las personas
allí nombradas, los lugares donde algo semejante habría podido
ocurrir o, un paso más allá 7 los objetos que amoblaban tales
lugares, de los cuales, como es natural, la construcción nuestra no
habría podido saber nada".
Las huellas mnémicas que fracasan en su retorno al intento
de ser transportadas, son huellas que en su encuentro con lo real
intensifican la marca de las inscripciones significantes a las que el
sujeto ha quedado prendido. Lo no simbolizado se revierte en la
intensidad de las imágenes, así como en el peso que puede cobrar
el recuerdo en la cura como representación predominante.
En este párrafo, como dice Freud, se trata de "un paso más
allá", porque él no se conforma con producir la significación sobre
un referente del discurso, no es ninguna forma de adecuación a la
realidad lo que está en juego. El se precipita a producir la
CONS1RUCCIONES EN EL ANALISIS: 423
significación que apunta a un referente de lo vivido pero en cuanto
extraviado en el recuerdo mismo.
La trasposición de inscripciones y su hipernitidez es
promovida por el hecho de que al incluir al sujeto de una manera
precipitada en lo que le era ajeno, se produce un borramiento del
borramiento realizado por la represión, arrojando al sujeto al
campo donde él, ante lo más íntimo, aparece como ex-crito.
Continuemos con la cita de Freud; "Esto acontecía tanto en
sueños, inmediatamente después de la comunicación, cuando en
la vigilia, en unos estados parecidos al fantaseo.Nada seguía luego
a estos recuerdos; parecía inverosímil concebirlos como resultado
de un compromiso. La "pulsión emergente" de lo reprimido,
puesta en movimiento al comunicarse la construcción, había
querido transportar hacia la conciencia aquellas sustantivas hue-
llas mnémicas, y una resistencia había conseguido, no por cierto
atajar el movimiento, pero sí desplazarlo (descentrado) sobre
objetos vecinos, circundantes".8
Las "sustantivas huellas mnémicas", que no pueden retornar
son el límite que el significante encuentra en lo real, siendo el
deseo el que lleva a cabo la resistencia en este enfrentamiento
dando lugar a la carrera metonímica interrumpidas brutalmente
en su operación; "nada seguía a estos recuerdos".
En la experiencia de la construcción analítica el sujeto se
refugia en aquello que de los objetos circundantes, en tanto
significantes, lo vuelven a introducir a la cadena. Lindando con el
delirio él retorna a amarrarse de esas marcas que permiten
producir nuevamente el borramiento. Sin embargo, se trata de un
 Vfctor Novoa Cota
424
nuevo borramiento localizado en un nivel distinto al que estaba
antes de que esto se produjera.
Durante este proceso, está presente la idea de Freud de que
la realidad se encuentra rebasada por ese algo que es necesario
perseguir mediante la reconquista del recuerdo.
No se trata entonces de ubicar al recuerdo en el espacio
especular, en el cual el yo encuentre un referente, .-lo. que no
retorna es lo sustantivo- sino de un extravío del yo que lo impulsa
un paso más allá en dirección de la verdad histórica y que empuja
al sujeto no a la realidad sino a lo real.
¡¡
Al inicio de su trabajo, Freud indica que "el consabido
propósito del trabajo analítico es mover al paciente para que
vuelva a cancelar las represiones -entendidas en el sentido más
lato- de su desarrollo temprano y las sustituya por unas reacciones
como las que corresponderían a un estado de madurez psíquica".
Sin embargo, en el caso de la construcción, y aún cuando ésta
se encuentra encaminada a cancelar las represiones, con-
sideramos que la incidencia de la intervención excede a la
represión misma, porque no es una represión más -en el sentido
más lato- la que se pone en movimiento, la construcción apunta a
CONS1RUCCIONES EN EL ANALISIS: 425
la Urverdrangung, ante ·la cual tanto el recuerdo, como el sig-
nificante se encuentran impedidos.
No obstante, es en este punto límite donde el análisis en-
cuentra su particularidad, debido a que su acción no conduce a
ningún tipo de correspondencia preestablecida entre el deseo y la
realidad, ya que esta última se encuentra atravesada por lo real.
Es precisamente en el encuentro con lo imposible donde la
dinámica del análisis adquiere direccionalidad. Al respecto Lacan
señala que "no hay ninguna posibilidad de adecuación absoluta
del lenguaje a lo real, pero sí de que el lenguaje se introduce en
lo real. Todo lo que no es allí accesible de un modo operativo". 9
De ahí, que existan puntos cruciales e inaccesibles en los recuer-
dos producidos en la cura, en los cuales está involucrada la
operación técnica de la interpretación y la construcción de
manera diferentes, lo que al mismo tiempo no nos impide con-
siderar su necesaria interdependencia.
La .construcción recrea el espacio analítico dirigiéndose hacia
aquello que se ubica en la dimensión de la pérdida, en cuanto
recuerdo extraviado, ejerciendo un forzamiento en el sujeto que
lo conduce a reescribir su historia, la de su deseo, en el reen-
cuentro con lo perdido. Ante la certeza del encuentro se redobla
la pérdida misma, produciéndose efectos de verdad y de saber
ante el tropiezo con la falta que, como resultaqo de la operación
significante, divide al sujeto.
La interpretación rompe el saber comprendido, es trabajo de
significantes que al momento que incide resquebrajando el saber
reabre las dimensiones de la verdad, "dejando surgir de la manera
426 Víctor Novoa Cota
más auténtica lo que hay de verdad, lo que ella determina antes
10
de que el saber nazca".
El saber producido por la interpretación es el residuo de la
incidencia de lo simbólico sobre lo real, quedando imposibilitado,
aún antes de su aparición, de que sea un saber que pueda saberlo
todo.
El trabajo sobre el significante permite realizar efectos de
torsión en el mensaje de tal forma que éste regrese al emisor bajo
una forma invertida. Fracturando al saber y realizando precisa-
mente en estos puntos efectos de verdad que manifiestan su
'
parcialidad.
Alterar el proceso y plantear a la construcción como un
trabajo preliminar que llega a subordinar a la interpretación, es
invertir el tiempo en la cura anticipando la imposibilidad del
decir.
Entre más nítido sea el recuerdo y mayor sea su prevalencia,
más grande será el abismo que imposibilita la recuperación de lo
acontecido, lo que ejerce un movimiento que separa los sig-
nificantes que lo atrapan en el ideal y la coraza narcisista de sus
objetos, de acuerdo a Lacan se trata del resorte fundamental de
la operación analítica. Es decir, que pensamos que la construcción
también funciona como principio separador pero introducién-
dose de manera no correspondiente al tiempo de la elaboración
del analizante.
Al respecto, ya hemos afirmado que entre transferencia e
interpretación, Freud introduce a la construcción. En este sen-
tido, antes de 1900 en los historiales clínicos de los "Estudios sobre
la Histeria", observamos que no existe un momento para la
CONSTRUCCIONES EN EL ANALISIS: 427
interpretación, siendo que esta función se encuentra sometida en
los tratamientos a un estilo de interpelación constante, que apo-
yado en la acción sugestiva buscaba obtener el momento origi-
nario de la producción sintomática. Es hasta el "Análisis Fragmen-
tario de una Histeria", que la interpretación va a entrar a funcionar
en la temporalidad del análisis a través de la función que Freud
le otorga en este escrito a la transferencia. Si la transferencia
puntúa un tiempo para que la interpretación analítica tenga lugar,
al plantear la intermediación de la construcción, Freud incluye
una discontinuidad entre transferencia e interpretación. Es decir,
que siendo la transferencia la que da lugar al proceso de ela-
boración analítica, la construcción vendría a introducir un mo-
mento de precipitación, en el sujeto, al interior de su trabajo
elaborativo.
De está forma si existe un tiempo para la interpretación, la
construcción está a destiempo.
La precipitación propiciada por el analista, produce un desen-
cuentro de tiempos, entre la represión del analizante y la inter-
vención del primero, además rompe, todo intento de homogenei-
zación y estabilidad, que se le pretenda dar al análisis. De ahí que
lo insostenible de este campo sea algo que se va bordeando
paulatinamente a través de la realidad del fantasma, pues es él
quien se encuentra como intermediario del sujeto en relación con
el deseo del Otro.
El fantasma sirve como un tapón a ese campo donde un
significante falta.
El hacer jugar al fantasma en lo que él no puede cubrir, en un
primer momento de la cura, es develar que su realidad no es
428 Vfctor Novoa Cota CONSTRUCCIONES EN EL ANALISIS: 429

¡¡
suficiente para servir de tapón a la falta del otro, anticipando un
encuentro frontal con este campo.
NOTAS
Por otra parte, el analista en el uso que hace de la construcción
lleva al límite la regla fundamental, que al demostrar que no todo 1
Patio/4 Psychanalyse. Constructions dans' l'analyse et crise de la languc.
puede decirse, hace conjeturas sobre lo no decible, colocando al Editions de l' éclat. París, 1985.
sujeto en la dimensión de la verdad y por lo tanto en el extremo
2
de su imposibilidad. Freud, S. Construcciones en el análisis. En Obras Completas, Volumen
XXIII, Amorrortu editores, ,Buenos Aires, 1980. p. 262.
Dar significación al síntoma es lo que lo alimenta dice Lacan,
y de ahí que la interpretación vaya en dirección del sin-sentido, 3
lbid.
para que algo de lo real retroceda ante la operación significante.
4
Por su parte, dar significación a lo que escapa al fantasma por Raban, C. Constructions, Interpretations. Patio, op. cit. p. 28.

medio de la construcción es movilizar las vías en las que él se 5

constituyó. Por ambos caminos se llega al mismo tope, "la Urver-
driingung de Freud, lo que del inconsciente jamás será inter-
pretado" .11
Freud, S. Sobre la Iniciación del Tratamiento (Nuevos Consejos sobre la
técnica del psicoanálisis, 1) (1913). En Obras Completas, Volumen XII,
Amorrortu editores, Buenos Aires, 1980, p. 40.
6
Raban, C. Constructions, Interpretations. op. cit. p. 28.

7
Agosto 1988 Subrayado mío.

8
Freud, S. Construcciones en el Análisis, op. cit. p. 268.

9
Cfr. Lacan, J. Seminario Los Problemas Cntciales para el Psicoanálisis,
16 de diciembre de 1964. Versión mimeografiada.

°
1
Cfr. Lae, m J. Sf':minario El Acto Psicoanalítico. 15 de noviembre de 1967.
Versión mimeografia ja,

11
Lacan, J. La Tercera. En Actas de la Escuela Freudiana de París, Ed.
Petrel, Barcelona, 1980, p. 183.
 INDICE

Capítulo I
FREUDIANO Y LACANIANO
Néstor A. Braunstein 5

Capítulo 11
PUNTUACIONES SOBRE LA TEORIA DEL SUJETO,
LA LOGICA DEL SUJETO Y EL DISCURSO
ANALIDCO
Heli Mm;ales 59

Capítulo llI
PARA UNA EPISTEMOLOGIA DEL PSICOANALISIS
'
Daniel Koren 107

Capitulo IV
LEER ("de otra manera") ESCRIBIR
Adalberto Levi-Hambra 155

Capítulo V
MAS ALLA DEL SENTIDO
Daniel Gerbcr 175
432
433

Capítulo VI Capítulo XII

ENTRE EL DOGMATISMO Y LA CALUMNIA, O EL CONS1RUCCIONESENELANALISIS:UNAÁPUESTA
REINO DE LA PARADOJA SOBRE EL SABER
Frida Saal 233 Víctor Novoa Cota 413

Capítulo VII
'··
EL PSICOANALISIS Y SU 1RANSMISION
Pedro Oyervide Crespo 257

Capítulo VIII
LACAN, LECTOR DE LÉVI-STRAUSS
AnneDunand 295

Capítulo IX
KANT Y SADE lLectura de Lacan?
Mirta Bicecci 343

Capítulo X
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL OBJETO
@Y LA COSA
María Teresa Orvañanos 367

Capítulo XI
EL GOCE EN LA OBRA DE JACQUES LACAN
Paul Lemoine 401
l ~sta obra se realizó en el mes de noviem-
bre de 1989 en Ediciones Armella, S. A.
d\l C. V. Cop ilco 339, Col. Copilco-Uni-
v1 ir~ld 11d <'.P. 04360 Tels.: 658-6465 y
M H7132 . 1,u edición consta de 2,000
ll,i<.ll11plorcs.
 Leer a Lacan no es operación de eruditos ni acción
desinteresada. Sus textos son intervenciones que se ponen a
prueba en un campo claramente definido que es el de la clínica
psicoanalítica, basada como lo está en aquello que se dice en un
análisis. Hay un suelo natal y un contexto de verificación de la
palabra de Lacan que 'la saca del terreno de las elucubraciones
universitarias y que le da su sustrato material, el real sobre el
cual se actúa con lo simbólico.

Una lectura no basta. El plural de nuestro título no es

inocente. La segunda lectura es la clave de la primera. Es la que
realiza Freud sobre su propio texto cuando, hacia los años 20,
rebasa las tesis fundamentales del principio del placer que orien-
taron hasta entonces su búsqueda y la que realiza Lacan sobre
su propio texto cuando, a partir de los años 60, se descentra de
una clínica de la palabra para abordar una clínica del goce. Las
lecturas de Freud y de Lacan, las que ellos hacen, las que
nosotros hacemos de la que ellos hacen, constituyen el punto
de referencia insoslayable de una praxis, la del psicoanálisis.

A rmella
¡;::;dicioncs ISBN 968-6294-09-0