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DURACION DE LA PRISION PREVENTIVA

La regulacvion de la duración de la prisión preventiva se ubica en primer lugar en el articulo


254.2.c del nuevo código procesal penal , en el que se recoge un requisito fundamental vinculado a
la motivación de la resolución, los autos que disponen medidas limitativas de derechos
fundamentales deben fijar su termino de duración de acuerdo a los plazos establecidos por el
código para cada caso. “Para la determinación de la duración ( y prolongación ) de la prisión
preventiva solo puede tomarse en consideración la dificultad del proceso y unicamnete este dato
ha de servir como elemento de análisis.”1

Los plazos máximos que puede establecer el juez para la duración de la prisión preventiva los
desarrolla el articulo 272 del NCPP, que fija en 09 meses el plazo ordinario y en 18 el plazo
extraordinario aplicable a los procesos complejos . “Es un acierto que la nueva regulación no acuda
a la gravedad de la pena asignada al dleito para determinar el limite temporal, pues asi se evita la
confusión que algunas veces se aprecia en la concepción de la prision preventiva como una medida
de anticipación de la pena “2

Por otro lado aunque la norma no lo mencione expresamente es evidente que la calificación del
tiempo de duración de la prisionpreventiva corresponde al fiscal, la misma que debe ser aporbada
o rechazada por el juez en la audicencia regulada por el articulo 271 del NCPP.

Los jueces de la libertad se reunieron el 22 de julio del 2010 y llevaron a cabo el pleno
jurisdiccional distrital penal 2010, Corte Superior de Justicia de la Libertad en la que trataron sobre
el plazo razonable de la prisión preventiva llegando como conclusión plenaria que el: “Plazo
razonable de la prisión preventiva es el estrictamente necesario para cada caso, el cual puede ser
menor o coincidir con el plazo máximo legal. Para ello el juez debe, en la audiencia respectiva,
solicitar la fiscal que proponga un plazo de duración de la prisión y someter dicha propuesta al
debate correspondiente.”

Asimismo es de citar el fallo del tribunal constitucional donde se desarrolla determinados cirterios,
mucho de los cuales son postulados doctrinarios que también tienen asudero para el nuevo
modelo. Se trata del expediente 2015-2004-HC/TC lima 23 de noviembre del 2014.

§4. Plazo razonable de la detención preventiva, presunción de inocencia y persecución del


delito.

11. El contenido del derecho a que la detención preventiva no exceda de un plazo razonable
se expresa en el adecuado equilibrio entre los dos valores que se encuentran en contrapeso al
momento de aplicar la medida: por una parte, el deber del Estado de garantizar sentencias
penales justas, prontas y plenamente ejecutables; y, por otra, el derecho de toda persona a la
libertad personal (artículo 2º24) y a que se presuma su inocencia, mientras no se declare
judicialmente su culpabilidad (artículo 2º24.e).
§5. Razonabilidad del plazo de detención

14. Como resulta evidente, no es posible que en abstracto se establezca un único plazo a
partir del cual la prisión provisional pueda reputarse como irrazonable. Ello implicaría asignar
a los procesos penales una uniformidad objetiva e incontrovertida, supuesto que es
precisamente ajeno a la grave y delicada tarea que conlleva merituar la eventual
responsabilidad penal de cada uno de los individuos acusados de la comisión de un ilícito.

15. Este criterio es compartido, por ejemplo, por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
(TEDH), al referir que “el plazo razonable (...) no puede traducirse en un número fijo de días,
semanas, meses o años, o en varios períodos dependiendo de la gravedad del delito" (Caso
Stogmuller. Sentencia del 10 de noviembre de 1969, párrafo 4).

16. En tal sentido, para determinar si dicha razonabilidad ha sido rebasada, es preciso
atenerse a las específicas circunstancias de cada caso concreto.

17. Sin embargo, la imposibilidad de establecer un plazo único e inequívoco para evaluar la
razonabilidad o irrazonabilidad de la duración de la prisión preventiva, no impide el
establecimiento de criterios o pautas que, aplicadas a cada situación específica, permitan al
juez constitucional determinar la afectación del derecho constitucional a no ser privado de la
libertad preventivamente más allá del tiempo razonablemente necesario. A continuación, el
Tribunal procede a desarrollar los referidos criterios.

§6. Criterios de evaluación de la razonabilidad del plazo de la prisión preventiva

a) Actuación de los órganos judiciales: “Prioridad y diligencia debida”

22. En lo que respecta a la actuación de los órganos judiciales, será preciso evaluar el grado
de celeridad con el que se ha tramitado el proceso, sin perder de vista en ningún momento el
especial celo que es exigible a todo juez encargado de dilucidar una causa en la que se
encuentra un individuo privado de su libertad. En tal sentido, serían especialmente
censurables, por ejemplo, la demora en la tramitación y resolución de los recursos contra las
decisiones que imponen o mantienen la detención preventiva; las indebidas e injustificadas
acumulaciones o desacumulaciones de procesos; o, como estableciera el TEDH, los repetidos
cambios de juez instructor, la tardanza en la presentación de un peritaje o en la realización de
una diligencia en general (Caso Clooth, párrafo 45).

24. El análisis de la debida o indebida actuación por parte de las autoridades judiciales, debe
abarcar el tiempo transcurrido desde que la persona se encuentra efectivamente detenida,
hasta el dictado de la sentencia (Caso Wemhoff. Sentencia del TEDH del 27 de junio de 1968,
párrafo 16).
b) Complejidad del asunto

25. Para valorar la complejidad del asunto es menester tomar en consideración factores tales
como la naturaleza y gravedad del delito (Caso Tomasi. Sentencia del TEDH del 27 de agosto
de 1992), los hechos investigados, los alcances de la actividad probatoria para el
esclarecimiento de los eventos, la pluralidad de agraviados o inculpados, o algún otro
elemento que permita concluir, con un alto grado de objetividad, que la dilucidación de una
determinada causa resulta particularmente complicada y difícil.

c) Actividad procesal del detenido

26. En lo que respecta a la valoración de la actividad procesal del detenido a efectos de


determinar la razonabilidad del plazo, es preciso distinguir el uso regular de los medios
procesales que la ley prevé y la falta de cooperación mediante la pasividad absoluta del
imputado (muestras ambas del ejercicio legítimo de los derechos que el Estado Constitucional
permite), de la denominada “defensa obstruccionista” (signo inequívoco de la mala fe del
procesado y, consecuentemente, recurso repudiado por el orden constitucional).

27. En consecuencia, “(...) la demora sólo puede ser imputable al acusado si éste ha abusado
de su derecho a utilizar los resortes procesales disponibles, con la intención de atrasar el
procedimiento” (Informe N.° 64/99, Caso 11.778, Ruth Del Rosario Garcés Valladares. Ecuador,
13 de abril de 1999. Asimismo, Caso Wemhoff, TEDH, párrafo 2; y Caso Neumeister, TEDH,
párrafo 2).

28. Entre las conductas que podrían ser merituadas como intencionalmente dirigidas a
obstaculizar la celeridad del proceso, se encuentran la interposición de recursos que desde su
origen y de manera manifiesta, se encontraban condenados a la desestimación, o las
constantes y premeditadas faltas a la verdad que desvíen el adecuado curso de las
investigaciones. Es pertinente tener presente que “[s]i bien todo procesado goza del derecho
fundamental a la no autoincriminación, una de cuyas manifestaciones incluso autoriza al
inculpado a guardar un absoluto silencio y la más imperturbable pasividad durante el proceso,
en el correcto supuesto de que debe ser la parte acusatoria la encargada de desvanecer la
inocencia presunta, ello no le autoriza para que mediante actos positivos se desvíe el camino
del aparato estatal en la búsqueda de la verdad dentro del proceso” (Caso Bozzo Rotondo,
Exp. N.° 0376-2003-HC/TC, FJ. 9).

El plazo razonable y el plazo legal de la duración de la prisión preventiva

Un logro de los Estados contemporáneos respecto del tratamiento de los plazos de la prisión
preventiva, principalmente a partir de mediados de los 50 del siglo pasado, consiste en la
opción político-legislativa de limitar los términos de esta medida cautelar tomando en
consideración criterios objetivos distintos a la extensión de la pena8.
Dentro de este contexto, se advierte, de manera paralela, el desarrollo de la doctrina del plazo
razonable aplicado, incluso, al tratamiento de las medidas de coerción personal, conforme se
señaló en los tratados y convenios internacionales citados; generándose en la actualidad dos
corrientes interpretativas respecto de cuál debe ser el contenido de este derecho en
particular. Así, conforme lo resume ORÉ GUARDIA9, por un lado se advierte que un sector
identifica al plazo razonable se puede conformar por los plazos legales que cada
ordenamiento determine; mientras que, por otro lado, se entiende que el plazo razonable no
guarda relación con el plazo legal, pues, por su propia naturaleza, aquel no puede medirse
apriorísticamente en horas, días, meses ni años10. Por este motivo, el único competente para
evaluar la razonabilidad de la extensión de la privación de la medida cautelar será el Juez,
independientemente de que el fiscal, como un agente estatal de la persecución del delito y
defensor de la legalidad, pueda realizar las evaluaciones del caso y, si lo considera pertinente,
requerir la excarcelación del detenido por vencimiento del plazo o porque considera que la
medida ha devenido en innecesaria o inidónea (art. 255.3 CPP del 2004).

En consecuencia, los plazos legales, en materia cautelar, se encuentran vinculados


únicamente al principio de temporalidad11, según el cual toda medida cautelar personal no
debe durar indefinidamente sino dentro de un marco temporal precisado legislativamente. En
este sentido, mientras la prisión preventiva no se exceda de dicho marco legal, tanto su
aplicación como su ejecución resultan legítimas. En esta línea, ambos principios pueden
convivir desde el momento en que el Código ha precisado, en su art. 272 CPP del 2004, que la
prisión preventiva, principalmente, no podrá exceder de un plazo de nueve o dieciocho meses
(art. 274 CPP del 2004)12; a la vez de indicar que el juez será quien determine el tiempo de la
privación cautelar de libertad en atención a las circunstancias de cada caso y teniendo como
referencia los principios de indispensabilidad y proporcionalidad (art. 253.2 y 253.3 CPP del
2004).

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