Sie sind auf Seite 1von 3

¿Cuál es La crisis del Mundo Contemporáneo?

Una Descripción para la clase de filosofía política

Lo primero que me pregunto es si puedo al menos encontrar una crisis que compartiéndola
con mi vecino más cercano pueda atormentarlo de una forma similar a la mía, entonces ¿de
qué crisis podemos él y yo hablar?, podemos empezar por algo bien general como la crisis
medio ambiental y el cambio climático; que los polos, que los osos, que los huracanes y que
calor está haciendo, pero siempre está el vecino escéptico que me va a decir que nos
alarmamos injustificadamente ante cambios que forman parte de un ciclo natural o el cínico
conocedor de un oso polar que parece disfrutar nadar en el agua más cálida. Tendré
entonces que recurrir a temas aún más contemporáneos que se tornan álgidos en los países
conocidos como desarrollados, son las crisis en la identidad de género que se toman el
debate mediático por decisiones tan mundanas como la de elegir el baño correcto a la hora
de saldar asuntos privados, ¿cómo podemos discriminar ahora la decisión acertada? la falda
en el pequeño infograma no nos dice nada y si estuviera desnudo solo nos confundiría más
pues ya no es tan claro que tanto hay que poner o cortar para ser aceptado en la puerta de
al lado, si! muy interesante, pero bien puede mi vecino nunca haber sufrido la temible
confusión de encontrarse en el baño equivocado, rodeado por feministas enfurecidas.
También puede que mi vecino solucione la crisis fácilmente ideando el disponer hileras de
cubículos separados con una sigla diferente en cada puerta para diferenciar los sofisticados
artilugios en su interior que son necesarios para satisfacer las contorciones que el individuo
considere apropiadas para expresar correctamente sus preferencias sexuales en su espacio
íntimo y cerrado. Debo admitir que empiezo a resentir las suspicacias de mi vecino.

Entonces me voy a ir por una fuente de crisis más clásica y tan poderosa que es citada con
frecuencia desde los salones académicos hasta en mundanas pasarelas, voy a hablarle a mi
vecino de la guerra y sus terribilísimos terrores, inclusive traeré imágenes y videos para que
tenga una crisis vívida y amarga sobre la condición humana bajo el mazo de la barbarie,
pero ¿Y si resulta mi vecino ya muy familiar con el tema como para entrar en crisis? Puede
estar ya muy cómodo mirando los videos de ejecuciones por la bandera del estado Islámico
que se intercambian como objetos de colección junto a los de las hileras de decapitados por
el cartel de Sinaloa, inclusive puede no ser una criatura tan perversa, pero mi vecino tendrá
disponibles para su insensibilización los registros en infrarrojo de los helicópteros militares
cazando humanos en las selvas colombianas donde los destrozos causados por los cañones
de alto calibre aparecen como explosiones luminosas de un inocuo y blanco color, registros
tan digeribles que pueden burlar la censura y ser tragados al medio día junto al sancocho
de su vertebrado favorito. Está además la posibilidad de que mi vecino sea alguien muy
joven y se haya desintonizado completamente del mundo real, pero que se pase todos sus
días jugando en línea y haciendo de la guerra su pasatiempo favorito. ¿Qué voy a hacer yo
con tan mal vecino?, Sinceramente me agota tener que ponerme de acuerdo con el
problemático tipo del lado así que en vez de hablar de una crisis general contemporánea me
aventuraré a hablar de algunas crisis con tintes personales y sin ánimos de interpelar al
vecino pues entonces continuará poniendo objeciones el resto de la noche.

Ya sin que aquel otro se entrometa, deseo introducir una pequeña categorización con el
pecado de ser una destilación casera y medio pirata, pero espero al menos ser claro y no
terminar hablando solo para mí, uno de mis vicios más arraigados. Quiero referirme a un
tipo de crisis que nombraré como las crisis sobre lo que es mío… pero no arruguen la cara que
no les voy a hablar de mis hobbies, esos reposan tranquilos en el anonimato. Deseo utilizar
ese carácter posesivo de la palabra mío para enmarcar algunas ideas que de alguna manera
deseo relacionar y no dejarlas flotando por cualquier lado.

La primera idea que quiero tratar es la de las crisis sobre mi dinero. Dirán que estuve
haciendo trampa y que si le hubiera mencionado al vecino el tema del efectivo desde el
principio ya estaríamos a estas alturas de acuerdo y hablando sobre la economía nacional,
pero es que no pude pensar el de ambos como el mismo problema, lo que lo atormenta a él
probablemente no sea el dinero que yo no poseo sino más bien del que él carece, en palabras
menos enredadas diríamos que mi dinero le importa mucho menos que el suyo, yo
igualmente no estaría preocupado por los billetes que él guarde bajo el colchón a menos
claro que conozca algún artilugio para que cambiasen a manos más familiares. Pero ¿por
qué consideraría yo importante el problema de mi economía personal en esta disertación
tan general?, filosóficamente es bastante difícil de reconocer objetivamente la importancia
del dinero, o de la riqueza en general, sobre los caprichos del devenir humano. Alguno
puede hacer el experimento pararse en frente de una pila grande de billetes de alta
denominación (de manera imaginaria o según sus posibilidades le permitan) y luego
trasladarse a una realidad paralela donde las únicas cosas que quedan son usted y sus
rectángulos de algodón prensado, Probablemente hallé en esa situación menos
reconfortante la ficción de la moneda y su valor de cambio. Seguramente descubrir el dinero
como un hecho institucional sin una utilidad que vaya más allá de las interacciones que nos
permite no es algo novedoso para la mayoría, aun así, ese extraño sistema tiende a regir un
dominio tiránico sobre los destinos del humano contemporáneo, decide lo que puedo hacer,
lo que debo aprender, donde puedo vivir, con quien me puedo relacionar y en algunos casos
no tan extremos, mi mérito como persona.

¿Pero cómo pretendo configurar esa idea de las crisis sobre lo que es mío a partir de esta
reflexión alrededor del dinero?, Tampoco se trata de algo muy novedoso, lo que considero
mío se ha transformado históricamente, sea el terreno que puedo mantener cultivado, el
territorio que estoy dispuesto a defender, la tierra que soy el “primero” en pisar, etc. Por si
todavía no estoy siendo muy claro diré que el dinero es importante en este escrito porque
pienso que actualmente define en gran medida lo que tengo permitido de llamar propio,
algo es mío si puedo pagar por él. Imagínense por ejemplo que tienen un lugar al que llaman
hogar y con frecuencia lo visitan, interviniéndolo para que cada vez se ajuste más a lo que
consideran cómodo, bello o funcional, se modifica tanto el espacio que abandona su estado
inhabitado y se vuelve el reflejo de quien en él reside. Luego, solo por comprobar
empíricamente mis afirmaciones, dejan de pagar las cuotas de la hipoteca o el
arrendamiento, ¿Qué sucedería entonces con lo que ustedes consideran hogar?
Probablemente sea ahora el de otro sin importar cuanta grasa de sus manos este refregada
en la pared. Otra posibilidad es la de comprender el terror de Winston Smith que se creía a
salvo entre las paredes de su cráneo, supongan que escriben libros de auto ayuda y un día
tras un éxito modesto firman una cláusula de exclusividad con una editorial por diez años
que les prohíbe publicar cualquier libro o producción con otra editorial o de manera
independiente. Un día pelean con el editor y el hombre decide objetar y no volver a publicar
ningún manuscrito de su autoría, estarían entonces efectivamente impedidos de dar a
conocer cualquiera de sus trabajos y sacar provecho de ellos, sus ideas aparentemente ya no
le pertenecen pues las han vendido por adelantado. La apariencia forzada de los ejemplos
no creo que le reste claridad a mi punto cuando intento explicar esto que considero una
crisis, pues cuando un ser humano sin dinero es un hombre sin hogar, perteneciente a
ninguna parte, cuyas ideas son sólo suyas mientras nadie se las compre entonces se
configura una realidad donde el dinero no es sólo un mecanismo de intercambio entre dos
partes sino un factor que nos define y condiciona, mi pregunta y preocupación es por el tipo
de estructuras generadas por esta imposición que se aparenta ineludible, pues en el afán de
no vagar en el desarraigo de la pobreza temo unirme a un frenesí acumulador que se
disfraza de libertad, cruzada que impide pensar en la humanidad como un proyecto
compartido y nos condena a la perpetua competencia de averiguar quién tiene más.
Aclarándome, mi intención general no es la de diabolizar o exaltar modelo económico
alguno, tampoco dar la solución a ninguna crisis, solo pretendo plantear la inquietud de que
fuese posible una explicación para justificar el surgimiento de una sociedad cada vez más
enajenada en el universo de sus necesidades privadas.

Das könnte Ihnen auch gefallen