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1) Ahora resulta más claro entender que el disparador del circuito estratégico no se
limita al accionista. Tampoco se reduce a las instancias directamente relacionadas con
el funcionamiento del negocio, como sería el caso de los accionistas, trabajadores,
clientes, proveedores y distribuidores. El foco se amplía para abarcar a los grupos de
interés, es decir, a todos los que son afectados por la empresa o que afectan a la
empresa cuando deciden y actúan.
3) La RSE debe pensarse desde cada uno de los procesos que conforman la cadena
de valor del negocio, así como desde las diferentes instancias organizacionales que
conforman la estructura funcional de la empresa.
5) La RSE también contempla la evaluación de los impactos que generan sus acciones
tanto en lo interno como en lo externo.
Operacionalmente, ella revela la armónica relación entre lo económico, lo social y lo
ambiental, en consecuencia, su expresión cuantitativa y cualitativa debe quedar
registrada en una triple cuenta de resultados.
Cabe sostener que la RSE no puede interpretarse como un problema añadido a los
que ya atiende una empresa, representa nuevas maneras de pensar los negocios y
renovadas formas de evaluar sus resultados.
Esta ultima afirmación bien vale la pena hacer mención en cuanto que a simple vista
podría caerse en este error que desvía totalmente el sentido de la RSE, muy por el
contrario la RSE busca la humanización de las relaciones entre la empresa y la
sociedad con todo lo que esto implica.
La RSE es una forma diferente de creer, pensar, sentir, decidir y hacer la gestión
empresarial
La responsabilidad social empresarial, ha venido tomando cada vez mas fuerza en
toda organización empresarial, ya que no se trata de querer o no querer realizar
ciertas políticas sociales, si no que ya hace parte fundamental en el manejo y dirección
de una organización, que en cierta forma sus directivos se resisten a su
implementación, ésta se encuentra dentro del ambiente y que por mas oposición debe
ser implementada y organizada so pena de grandes trastornos y sanciones de la
sociedad y xdel mismo estado; ella no es el negocio pero es parte del negocio, así
como la pausa no es música pero es parte de la música, o así como el hidrogeno no
es agua pero es parte del agua.
Es muy importante resaltar el aporte de Michael Porter y Mark Kramer que hicieron en
el artículo “El vínculo entre ventaja competitiva y responsabilidad social corporativa”,
aparecido en diciembre de 2006 en Harvard Business Review. Las premisas que
soportan su propuesta se resumen en los siguientes puntos:
2) Las empresas sanas requieren de una sociedad sana y una sociedad sana necesita
de empresas exitosas. Cualquier desequilibrio a favor de una de ellas significa ganar
una batalla pero perder la guerra.
“La prueba esencial que debe impulsar la RSE no es si una causa es meritoria, sino si
presenta la oportunidad de crear valor compartido, es decir, un beneficio significativo
para la sociedad que también es de valor para el negocio”.
En este mismo sentido, los autores mencionan que para alcanzar ese propósito no
basta con una RSE reactiva sino que se requiere alcanzar una RSE estratégica, para
lo cual mencionan lo siguiente:
• RSE reactiva: se circunscribe a mitigar los efectos adversos que causó con sus
operaciones y a actuar como buen ciudadano. Este último aspecto es una condición
de base más que un propósito último.
Tal como lo establecen los autores, este tipo de esfuerzo se convierte en una
vinculación mayor entre la empresa y la sociedad. Ese valor compartido entre las
prácticas operativas y las dimensiones sociales no sólo fomentan el desarrollo
económico y social, sino que cambian la manera como se perciben mutuamente las
empresas y la sociedad. La RSE debe asumirse como “construcción de valor
compartido”, es la integración social.
El aporte presentado por Porter y Kramer, indica las perspectivas hacia donde se
proyecta la responsabilidad social empresarial; más que un modelo de gestión, se
podría pensar en una cultura organizacional y, más que una cultura organizacional,
habría que sostener una nueva cultura de la sociedad en donde prevalezca una
integración orgánica entre la empresa y la sociedad.
Los aportes presentados por los autores nos dejan ver unas posiciones claras y
completas, lo cual debería ser el desafío de las políticas públicas, de la
responsabilidad social empresarial, vistas desde los gobiernos locales, regionales y
nacionales con políticas claras y concretas que redunden en beneficio de todos.