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Ya hemos intuido la existencia de una serie de tecnologías socio-culturales que

operan en los intersticios entre lo local y lo global resignificando y renegociando


estos espacios. Los ejemplos anteriores parecen resaltar la posibilidad de que
prácticas de intercambio tradicionales, elevada movilidad, control de rutas de
intercambio y de pisos ecológicos distintos, en vez de funcionar como antítesis
al mercado capitalista hayan funcionado como estructuras fundamentales en
la articulación de las estructuras socio-económicas locales con la economía de
mercado (cfr. Frías, 2002; Molina Rivero, 1987).
Las prácticas de los comerciantes aymaras en la fiesta del Sagrado Corazón
celebrada en Charaña en la puna altiplánica en la frontera con Chile, a unas siete
horas en autobús desde La Paz, nos dan unas pautas para entender las prácticas,
conceptos y tecnologías por medio de las cuales se tejen continuidades y ruptu-
ras entre los flujos económicos globales e ideas locales de intercambio. Charaña
ha sido durante décadas el principal punto de ingreso de las mercaderías de
importación al país por constituir el punto fronterizo de la ruta del ferrocarril
que conectaba La Paz con el puerto chileno de Arica. Hasta los años noventa a
lo largo de esta ruta funcionaban una serie de depósitos de mercaderías, “pilo-
teros”,4 aduaneros y empleados del ferrocarril involucrados de diferentes formas
en el comercio de importación. En Arica se encontraban depósitos y “embalado-
res” bolivianos que volvían a empaquetar la mercadería para reducir el volumen
antes de subirla al tren. Antes de la frontera con Charaña, una serie de “pilote-
ros” locales esperaban con mulas la llegada del tren; el tren desaceleraba y los
comerciantes pasaban desde las ventanas sus paquetes a los “piloteros” quienes
se encargaban de ingresarlos a Bolivia por caminos secundarios evitando los
controles aduaneros. A lo largo del camino Charaña-La Paz se encontraban una
serie de depósitos intermedios, controlados por lugareños apadrinados a los
comerciantes, y las mercaderías se traían a La Paz poco a poco para no incurrir
en decomisos. Había “piloteros” que hacían el viaje en bicicleta, de noche, por
caminos de tierras llevando apenas dos o tres televisiones.
A pesar del declive comercial de los últimos años, los más grandes comer-
ciantes paceños siguen llegando en masa a Charaña para celebrar la fiesta del
Sagrado Corazón. La imagen del Sagrado Corazón de Jesús que se conserva en
el santuario de Charaña llegó en tren de Italia a este pueblo fronterizo. Viajaba
en una caja de madera, sin acompañante, y al llegar a la frontera fue decomisada
por los aduaneros y tratada como mercadería de contrabando por entrar al país

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En la jerga de los comerciantes el “pilotero” es la persona a la que se encargan las mercaderías para
que las transporte hacia algún destino. Sin embargo, el término se asocia comúnmente al transporte
ilegal y contrabando.

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PENSANDO EL MUNDO DESDE LOS MÁRGENES

tecnología de los márgenes.indb 53 12/06/15 12:13

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