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El Pluralismo sexual

Prof. Dr. Juan Carlos ROMI


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I. Introducción

La sexología analiza y clasifica la diversidad sexual de nuestros


comportamientos para entenderlos y poder ayudar en situaciones de conflicto.

En principio los manuales especializados (CIE 10 y DSM IV TR), clasifican


en dos grandes rubros las manifestaciones sexuales: las disfunciones o trastornos
sexuales como perturbaciones cuantitativas de tipo psicológico o fisiológico que
impiden en mas o menos el goce de la sexualidad y el erotismo (capacidad o
rendimiento coital) y; las desviaciones sexuales o parafilias que como
perturbaciones sexuales cualitativas la elección del objeto erótico se traduce en
conductas a veces inusuales y en ocasiones excéntricas o resistidas socialmente.

Pues bien, en esta segunda clasificación, se suelen encuadrar las


manifestaciones de la sexualidad que se realizan a través del sexo grupal en
general y que se traducen con el término genérico de pluralismo sexual.

Quienes están a favor, consideran estas manifestaciones como un estilo de


vida, una moda y no una patología. Quienes están en contra lo consideran una
desviación sexual o parafilia, una perversión o un acto de promiscuidad y falto de
moral. Hay quién podrá estar de acuerdo o no, pero el hecho es que, es una de
las muchísimas formas de comportamiento sexual.

Se suele observar, con cierta frecuencia, este tipo de conductas sexuales


en personalidades con características de cierta inmadurez e inestabilidad con
temores y dificultades sexuales y el hecho de tener sexo en grupo les equilibra de
una u otra forma. Suelen presentar ciertas desventajas que les impiden
relacionarse con su propia pareja en el terreno de lo interpersonal y deciden
recurrir a hacerlo entonces en un ambiente grupal y lleno de fantasías. En
ocasiones, debido a esa percepción de no poder satisfacer o llenar a su pareja,
esto se convierte en una incapacidad de rendimiento sexual por lo que utilizan
como recurso el sexo grupal para poder completar la tarea genital con la pareja.

Algunos presentan ciertos conflictos inconscientes con su propia identidad


sexual corriendo en un continuo en donde pueden ser potencialmente:
heterosexuales, homosexuales o bisexuales. Parten del supuesto que o quienes
intervienen en el sexo grupal, no son hombres o mujeres, sino un objeto corporal
para gozar.

Pueden presentar una o varias expresiones (para algunos parafilias) en una


mezcla de comportamientos en un mismo acto: observar, ser observado, excitarse
imaginando a la pareja con otra persona, escuchar los gemidos, tocar, oler, lamer
las secreciones o humores dejadas por otra persona en la pareja , etc.

Por todo ello consideramos interesante y pertinente agrupar estas


manifestaciones y describirlas de acuerdo a nuestra ya prolongada experiencia
sexológica, psiquiátrica y médico legal.

II. Definiciones

Se denomina pluralismo sexual a la preferencia y a veces necesidad de


algunos individuos de obtener goce erótico con más de una persona en forma
simultanea o sucesiva ya sea heterosexual, homosexual o bisexual.
A) La actividad simultánea: puede ser:

1) en el momento:

a) la prostitución

b) la adicción sexual,

c) el sexo grupal:

*Trío,

*Gang Bang,

*Orgías

*Poliamoría

2) en el tiempo

a) Matrimonio abierto,

b) Intercambio de parejas (swingers)

c) Otras: BDSM

B) La actividad sucesiva:

Se caracteriza por la reiteración de formación y ruptura de parejas (por ej.:


divorcios sucesivos múltiples).

Pasaremos a describir cada una de las actividades:

1) Así tenemos en la actividad simultanea en el mismo momento:

a) La prostitución:
Es una actividad que exige como condiciones: una entrega sexo corporal
como contraprestación lucrosa (determinada tarifa), con múltiples clientes, sin
selección previa, ni interés erótico o amoroso personal. Dicha actividad admite
prostitutas y prostitutos.

b) La adicción sexual
Es una forma erótica en por la cual algunas personas dedican mucho
tiempo a complacer sus necesidades o fantasías sexuales con distintas partenaire
sexuales como una practica adictiva en un intento de “medicar” sus sentimientos o
sus preocupaciones, sin lograr poder calmar su ansiedad con la ejecución de la
conducta erótica.

c) El sexo grupal
Es una actividad erótica en donde varias personas (más de dos) tienen
relaciones sexuales entre ellos al mismo tiempo.
Habitualmente este tipo de encuentros se realiza entre personas de
diferente sexo, sin embargo hay excepciones.
En el sexo que se practica en grupo la actividad erótica un participante no
la realiza con su pareja oficial exclusivamente , sino que hace fundamentalmente
con la participación de otros más. Aquí las combinaciones son múltiples:
a) un hombre, con dos mujeres, una mujer con dos hombres (Bivirismo)
b) el experimentar un orgasmo o disfrutar eróticamente viendo a su pareja
tener sexo (Alopelia),
c) aquellos quienes disfrutan siendo observados teniéndolo sexo con una
pareja que no es la propia (Agrexofilia)
d) el ver a su pareja realizando el coito con otra (Candalagnia)
e) el imaginarse a la pareja con otra persona en la intimidad (Alorgasmia)

Puede completarse la lista con:

a) los voyeristas escoptofílicos o sea las personas que les gusta mirar en la
intimidad a otros, pero sin ser observados.

b) quienes les gusta exhibirse (exhibicionistas) o quienes les gusta


escuchar los gemidos o sonidos producidos por otros al tener intimidad sin ser
vistos (ecouteurismo).

En el sexo grupal se describen: a) el Trío, b) Gang Bang, c) Orgías d)


Poliamoría

a) El trío

Es la realización de la actividad sexual en la que participan tres personas.

Puede configurar una parafilia llamada también troilismo (ménage à trois )


o triolismo (de tres) es la realización de la actividad sexual en la que participan
tres personas.

Lo habitual: dos hombres y una mujer: la doble penetración de la mujer (vagina


y recto penetrados por los penes) o un hombre penetrado por otro mientras este
penetra a la mujer.

Admite cualquier combinación de las que sean posibles: una pareja casada con
un amante de alguno de los miembros de la pareja; tres personas que acuerdan
tener esa experiencia, etcétera.

Esto es pues, el sexo grupal que involucra a sólo tres participantes por lo que
normalmente no se considera una orgía.

Algunos dicen que para que se pueda llamar orgía, el grupo debe ser de por lo
menos 5 personas, incluyendo al menos a 2 de cada sexo (o sea 2+3)

b) El Gang Bang o gangbang


Es la triple penetración (del inglés, polvo en grupo) tres hombres y una mujer,
en el que se introducen penes al mismo tiempo en la boca, vagina y ano de la
mujer.
También existen variaciones en donde participa solo un hombre y tres o más
mujeres, o un solo hombre que es penetrado por un grupo de sólo hombres.
Cuando un hombre es el que mantiene relaciones sexuales con varias mujeres
también se le conoce como "gangbang inverso" (reverse gangbang). Dentro de
este género se incluiría también el bukkake.
El bukkake es un género pornográfico y una práctica de sexo en grupo, donde
una serie de hombres toman turnos para eyacular sobre una persona arrodillada,
ya sea mujer u hombre. La práctica tiene fuertes connotaciones de humillación
sexual. Por lo general, al finalizar la persona sobre quien se eyaculó se traga el
semen, vaciado previamente en un vaso u otro elemento similar.

c) Las Orgías
Es una actividad sexual en grupo en el cual están presentes cuatro o más
participantes que puede ser heterosexual, gay o bisexual, sobre todo en lo que a
bisexualidad femenina se refiere.
El concepto de orgía en la cultura occidental conlleva la idea extravagancia o
desenfreno, (“cama redonda, partuza o fiestita”). Suele estar acompañada por el
consumo de alcohol y drogas con palimpsesto o avergonzamiento posterior al
encuentro o luego de «dormir la mona».
El término proviene del latin orgĭa, y éste del griego ωργια, orgía, fiestas del
dios Dionisios o Baco, esta imagen grabada en época de la Grecia antigua, en un
vaso) es una actividad sexual en grupo. También se denomina así a una práctica
sin ningún tipo de restricciones (por ejemplo, una «orgía de destrucción»).
En la participación en una orgía, las dificultades prácticas (pero que también
contribuyen al placer sexual) incluyen vencer la vergüenza inicial, aprender a
ubicarse entre tantos brazos y piernas, imaginar qué posición funcionará y con
qué complejidad y vencer los celos (en caso de que se encuentre presente una
persona ligada afectivamente).

d) La poliamoría
Es un neologismo que significa tener mas de una relación íntima, simultánea,
amorosa y sexual, duradera, (no casual) con el pleno consentimiento y
conocimiento de todas las personas involucradas. Es decir, se debe mantener
lazos afectivos con más de una persona simultáneamente.
Es una palabra híbrida: del griego poli, muchos y del latín amor.
Este término ya se conocía desde los años 20 del siglo pasado y se lo empleó
para denominar la tradición de muchas etnias y culturas en las que prevalecías
estas conductas.
De manera tal que, el individuo que se considera a sí mismo emocionalmente
capaz de tales relaciones se define a sí mismo como poliamoroso.
En algunos círculos se utiliza el término poliamor para referirse a la práctica de
la poliamoría. Por lo tanto, este término no intenta aplicarse a meras relaciones
sexuales casuales, orgías anónimas, pernoctas, amoríos, prostitución, monogamia
seriada, u otras definiciones populares como el intercambio de pareja (“swinging”
en inglés).
Además el término pretende incluir heterosexuales homosexuales y bisexuales,
etc., y no intenta particularmente excluir a los adeptos al intercambio de pareja, sí
estos se acogen a las condiciones que el término exige para incluirse en él. Es
decir, hasta donde sabemos, el intercambio de pareja específicamente no
involucra “engaño”, pero ciertamente no implica enamoramiento con sus
relaciones externas.
Sin embargo, al hablar con algunos activistas de esta corriente hemos sabido
que muchos de los intercambiadores de pareja pueden llegar a involucrarse
estrecha y afectivamente con sus múltiples coparticipes, y llegar a ser amigos y
amantes regulares. Así, las diferencias entre intercambio de pareja y poliamoría
sigue siendo un tema abierto de debate e interpretación.

De manera tal que algunas formas de poliamoría incluyen:

La Polifidelidad: que es una forma de poliamoría que se caracteriza por las


múltiples relaciones sexuales afectivos y duraderas entre los miembros de un
grupo. La actividad sexual se restringe solo a un grupo de personas que tiene
sexo dentro de un grupo preestablecido sin preferencias.
Es un tipo de matrimonio grupal resistido casi universalmente, no obstante
ello pudo observarse en alguna sociedades comunales. Un ejemplo
excepcional del siglo XIX fue la Comunidad Oneida fundada por el ministro
congregacionista John Humphrey Noyes en1848. Noyes pensaba que él y sus
seguidores habían alcanzado la santificación; esto es, que era imposible para
ellos pecar, y para estos sacrificados, el matrimonio (junto con la propiedad
privada) fue abolido al considerarse una expresión de celo y exclusividad. La
Comunidad Oneida practicó sexo comunal y compartió responsabilidad
paternal, y en efecto funcionó como un gran matrimonio grupal durante mas de
treinta años, hasta alrededor de1880.
En el siglo XX la Comunidad Kerista practicó el matrimonio grupal en San
Francisco durante veinte años (de 1971 a 1991).
La polifidelidad también ha sido practicada en otros tiempos y culturas.
En el matrimonio grupal todos los miembros de un grupo están igualmente
asociados sexualmente entre si.
En la poligamia: una persona se une con varios varones (poliandria) o varias
mujeres (poliginia)
En las tribus y / o clanes: las relaciones de amor y sexualidad, entre
miembros de un mismo grupo existen, pero manteniendo entre todos una
identidad y cuidado común.

Como podemos observar los valores que aquí se discuten son ideales.
La mayoría de los monógamos definen fidelidad como el compromiso a un sólo
amor exclusivo, absteniéndose de tener algún otra relación sexual o de pareja
durante dicho compromiso.
A diferencia, la mayoría de los poliamorosos definen fidelidad como el ser
honesto y cercano con sus amores respecto a sus relaciones adhiriéndose a los
compromisos establecidos con éstos.
Por lo tanto, no existe un “modelo estándar” de relación poliamorosa, los
participantes de una relación pueden tener diferentes ideas acerca de cómo la
relación debe funcionar. Así, si no se definen las ideas, las expectativas fallidas
pueden ser extremadamente dañinas a la relación. Por esta razón, muchos
poliamorosos se abocan explícitamente a decidir con todos los involucrados las
reglas básicas de la relación.
A diferencia de otras formas de relaciones negociadas (por ej.: acuerdo
prenupcial) los poliamorosos comúnmente toman la negociación como un proceso
continuo a lo largo de la vida de la relación, donde la confianza reemplaza a las
prohibiciones posesiones, como por ejemplo: “tú eres mío/a” (marco de propiedad
y control).
Los poliamorosos distinguen “ al amor de su amor” , y siguen el viejo dicho:
“Si amas algo, déjalo libre, si regresa es tuyo, sí no, nunca lo fue”.

Las definiciones de poligamia y poliamoría admiten en la práctica una


distinción: la “poligamia” es más frecuentemente usada para referir a una forma
codificada de matrimonio o unión múltiple (especialmente aquellos que tienen una
base religiosa o tradicional), mientras que “poliamoría” implica una relación
definida por acuerdos entre los miembros, más que una norma cultural.
Así la poliamoría está ligada a grupos e ideologías que favorecen la libertad y
preferencia individual en asuntos sexuales, por ej.:. homosexuales, lesbianas, etc.,
nutridos de valores de respeto, honestidad, comunicación y negociación afines
con estos grupos. La poliamoría se la identifica claramente como una forma
distinta de vida.
Por otra parte la mayoría de las religiones (incluyendo todas las cristianas)
esperan que una persona elija una pareja sexual o marital. Aún aquellas
sociedades o religiones que permiten relaciones polígamas comúnmente la limitan
a una forma rígida definida de matrimonio (norma cultural-social definida)
Una crítica común a la poliamoría está basada en la creencia que al dividir el
amor entre varias parejas, ese amor se disminuye. Esto es un argumento
matemático que trata al amor como un objeto dividible o bien como un entero, algo
que solamente pueden darse a una persona si se le quita a la otra. Los
poliamorosos rechazan esta visión del amor, argumentando que el amor no se
disminuye por la división. Un argumento usualmente sostenido es que una
persona que tiene dos hijos no ama menos a cualquiera de ellos por la existencia
del otro.
Aquellos que valoran la monogamia a menudo señalan la fuerza y confianza
que puede construirse en parejas duraderas por estar enfocados uno al otro, al no
tener otras relaciones. Un punto de vista intermedio es que mantener una relación
requiere tiempo y energía, y ninguno de estos recursos son infinitos; así, mientras
es posible amar a varias personas tanto como a una, hay un punto tal en que las
relaciones pudieran empezar a sufrir.
Las relaciones poliamorosas a menudo son criticadas porque no duran. Es
difícil llegar a números precisos sobre la longevidad de las relaciones
poliamorosas en comparación con las monógamas, lo que parece difícil evaluar. Al
igual que muchos grupos de relaciones no-tradicionales, los poliamorosos no
publicitan su status de relación. Comúnmente, sólo aquellas que fracasan en
público se llegan a percibir. El criterio de “éxito” de sus participantes no siempre
coincide con una “meta” establecida por la convención monógama.
Se carece de estudios académicos serios que comparen relaciones
monógamas con poliamorosas, ya sea en función de duración (en la medida de
aquellas relaciones que hacen un compromiso de “vida”), o en función de
satisfacer las expectativas de los que participan.
Mientras que un observador casual pudiera observar muchas relaciones
poliamorosas que terminan, los adeptos a la poliamoría observan que
relativamente pocas relaciones monógamas tampoco son verdaderamente
exitosas: citando el índice de divorcio, el número de matrimonios que se
mantienen juntos sólo por apariencia, o el número en donde hay engaño o
infelicidad. Así, hasta que no existan estudios serios, las reclamaciones en ambos
sentidos deben tomarse como anecdóticas, con apoyos potenciales, y ciertamente
no-científicas.

2. En la actividad simultanea en el mismo tiempo tenemos:

a) El matrimonio abierto

Se denomina matrimonio abierto a una relación entre dos personas casadas


entre sí donde ambos participantes se permiten ser libres de tener otros amores
(relaciones extra-matrimoniales) en forma consensuada.

La práctica de relaciones extra-maritales es a menudo ilegal en jurisdicciones


donde el adulterio se considera un delito, sin importar si la pareja haya dado su
consentimiento previo.

El matrimonio abierto no es lo mismo que la poligamia, donde las relaciones


sexuales se mantienen con exclusividad entre las partes comprometidas.

Cuando no hay vínculo matrimonial, este concepto descripto se aplica a la


unión libre, y en estas circunstancias se habla de relación abierta.

La relación abierta, también debe distinguirse de la poliamoría cuyos conceptos


son diferentes:

1. Algunas relaciones afectivas ponen restricciones estrictas en sus partes (por ej.:
polifidelidad); tales relaciones son poliamorosas, pero no son abiertas.

2. Algunas relaciones permiten sexo fuera de la relación primaria, pero no, amor o
romance; tales relaciones son abiertas pero no poliamorosas
3. Algunos poliamorosos no ven dicotomías entre “relacionados y no relacionados”
entre “amores y no amores”; sin estas divisiones, parece no haber caso para
clasificar las relaciones como abiertas o cerradas.

Por lo tanto en una relación abierta (unión libre) no existe vínculo matrimonial
a diferencia del matrimonio abierto (open marriage) donde ambas partes acuerdan
tener permiso para tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, sin considerar
esto como una infidelidad sexual.

El matrimonio abierto puede ser visto como el estado intermedio entre el


matrimonio tradicional y el amor libre. Sin embargo, la idiosincrasia de cada
matrimonio abierto es definida por los individuos involucrados.

No existe un conjunto de reglas o límites para un matrimonio abierto; cada


pareja es única al definir lo que funciona para ellos en un tiempo dado. Así
también, las reglas están sujetas a cambios con el tiempo, en la medida que las
personas y sus relaciones crecen. Este cambio es necesario para adaptar a las
nuevas circunstancias a las que se enfrentan.

Muchos terapeutas familiares en esta clase de relaciones se avocan a la idea


que la clave de la relación, especialmente en el matrimonio abierto, es la
honestidad y la comunicación abierta entre todas las partes involucradas.

En fin en los grupos abiertos en la diversidad se encuentra en toda la gama de


peticiones: parejas jóvenes dispuestas, creativas sexualmente; matrimonios
estables, gays, lesbianas, bisexuales, liberales, gente común gente culta, gente
madura, practicantes del sexo sin ataduras, que cumplen fantasías, con el gusto
de ver o ser vistos, sin drogas, sin conflictos, directos.

b) Las parejas swingers

El término swinger es un derivado de to swing: balancearse, oscilar, que


cambia de un lugar a otro) o swinging (hamacarse)

La palabra swinger tiene sus orígenes a fines de los años sesenta y principio
de los setenta y se hizo popular por una película americana dirigida en 1969 por
Paul Mazursky “ Bob & Carol & Ted & Alice”.

El término swinger le ha parecido peyorativo sobre todo a las personas de


habla inglesa, por ello se acuño el término Life Style o Life Styler que pretende
describir el acto del intercambio como un estilo de vida y no una moda o una
patología.

Típicamente las actividades de los swingers es el intercambio de pareja y


ocurren cuando una pareja casada o comprometida en forma afectiva estable, se
involucra con una pareja de similares condiciones.

Estas actividades pueden o no ocurrir en un mismo cuarto. El sexo en estas


ocasiones se denomina juego. Este fenómeno (o al menos su discusión) puede
ser visto como parte de una revolución sexual en las últimas décadas del siglo
pasado.

No se debe confundir la ¨partuza¨, ¨orgía¨ o ¨fiestita¨, con un encuentro


swinger. Los swinger están formados por personas que tienen parejas estables
vinculadas grupalmente para la actividad sexual.

La pareja estable en cada encuentro swinger construye fantasías, emociones y


recuerdos que son parte de la vida diaria y, en especial, de la intimidad de la
pareja. En las orgías las personas se juntan en el momento de placer y este no se
extiende más allá del tiempo en que se vive el sexo.

En cierta ocasiones los swinger se asocian a varones o mujeres no ligadas por


vínculos afectivos, y se observa que llegan a acuerdos, se juntan y se
promocionan como pareja real para integrarse a un grupo o intercambiar con otra
pareja. Los grupos integrados de swingers suelen detectar esta maniobra y es
factible que lo dejen pasar cuando lo consideran un hecho eventual y que nunca
llegarán a ser parte del mundo swinger, de su lado social, de la construcción de
amistades, etc.

Otro problema a discusión en este tipo de relaciones es la que presenta la


soltería. Mientras que algunos clubes de intercambiadores de pareja no tienen
lugar para hombres solteros, muchos, pero no todos pueden admitir a mujeres
solteras, comúnmente con un precio de admisión reducido.

Mientras que existe el estereotipo donde sexo es lo que las mujeres tienen y lo
que los hombres quieren, la realidad es que muchas mujeres solteras tienen
deseos sexuales que satisfacen en los clubes de intercambio de pareja.

Algunos se oponen a involucrar solteros de cualquier género con los


intercambiadores de pareja debido al temor de que puedan tender a separar a las
parejas existentes, las cuales buscan conservar fidelidad afectiva.

A diferencia de una “pareja liberal” que no necesita del consenso del otro, para
decidir tomar una decisión con libertad absoluta en el plano sexual en forma
arbitraria, los swingers practican el sexo con otras personas con consenso de su
propia pareja, ya que ello puede generar la posibilidad del enfriamiento de la
intimidad de la pareja que es uno de esos riesgos, y los celos por pensar que la
pareja no le cuenta todo lo que hizo al salir con otro sin su compañía.

El acordar con una pareja la elección de otra es parte del juego, hay piel con
una persona cuando se establece cercanía con ella, ahí los swingers encuentran
el encanto en el juego cómplice con la pareja que les resulta tan excitante como
el sexo mismo.

La pareja liberal no tiene esa oportunidad: juega en soledad y cuenta a su


pareja sólo lo que le parece prudente contar; el resto de la historia no siempre la
declara. Es la parte donde juega lo oculto, aspecto no compartido entre los
swingers.

Mientras que el sexo swinger es simple, sólo genital: se elige la pareja que
mas gusta, se conversa lo suficiente para conocerse elementalmente... y a la
cama, sin otros compromisos ni asuntos pendientes, sin otras cargas ni otros
valores; el sexo matrimonial por lo contrario, es complejo lugar seguro, de valores
afectivos y de compromiso, costumbres, y la fuerte intimidad que la convivencia
genera. Pero también estos factores pueden afectar la sexualidad de la pareja, las
tensiones de la vida cotidiana, la falta de tranquilidad cuando hay hijos y muchos
otros aspectos más intervienen en la libre expresión de la sexualidad en pareja.

Los swingers pasan fugazmente por la cama de los otros, no se quedan en ella
ni buscan más atención que la genital en ese momento concreto. Si esto se
respeta (y la mayoría de los swingers lo hacen), no hay otras historias que
lamentar. Cuando, por el contrario, se aferran a otra pareja o a un solo o sola en el
caso de los tríos, la cuestión comienza a tener sus riesgos.

Históricamente se tiene la idea de que el amor está asociado culturalmente a la


posesión indisoluble del cuerpo del ser amado: así sólo se disfruta de él y
viceversa. Pero lo cierto es que la posesión física del otro tiene que ver con
aspectos reproductivos y no sexuales en su origen. Claro que si bien hoy el tema
de la reproducción, su control y prevención, están ligados a la utilización de
variados recursos de muy alta eficacia, la idea de la posesión física del ser amado
no cambió en general. Es que dos mil años de cultura pesan.

Los swingers aceptan ser sexualmente más amplios y no necesitan, para


sentirse seguros y amados, tener la exclusividad sexual y conciben el amor de
forma más profunda, menos posesiva.

Compartir no es entregar, dar un paso al costado ni perder la posición


dominante en el plano del amor, único sustento de la pareja. Pueden gozar con
otros sexualmente y amar en exclusividad, y expresan que es mentira la idea de
que uno es el único que excitar a su pareja

Para los swingers la llamada infidelidad en sentido social, en muchos casos,


no tiene que ver con desamor o desprecio a la pareja, sino que está enrolada con
el deseo sexual, con la búsqueda de la variedad, algo que forma parte de nuestra
esencia humana. Entonces la fidelidad sería una especie de prisión para nuestra
verdadera sexualidad.

Por lo tanto, los swingers buscan una alternativa a la llamada infidelidad, que
es saber lo que desea su pareja y vivirlo en conjunto es mejor que ocultarlo,
mentir o realizar sin su saber o conocer. La pareja swinger ejerce una sexualidad
honesta pues de manera compartida amplían sus experiencias sexuales sin
engaño ni secretos.

Un swinger me dijo: “ahora tengo de que hablar con mi pareja” “¿Qué sería de
mi relación de pareja si no fuera swinger?”: nada.

Las actividades de intercambio de pareja, incluyen el observar a otros tener


sexo, tener sexo con su propia pareja mientras es observado, besar, acariciar, o
tener sexo oral con una tercera o cuarta persona (llamado intercambio suave); o
tener penetración sexual con algún otro además de su pareja (intercambio total), lo
cual es la definición comúnmente entendida de intercambio de pareja.

Muy importante es el hecho de que en el intercambio de pareja una regla de


oro es el no presionar al otro “el no es no”, esto es si algo o alguien no es de su
agrado simplemente no se insiste y se respeta. Como parte de la dinámica de
comunicación en el grupo, se guarda el anonimato hacia fuera como una medida
de protección.
En general cada grupo de intercambiadores, como medio social, puede tener
sus reglas específicas que se comparten colectivamente (compartir a la pareja).
Pero, en muchas ocasiones uno solo de los miembros de la pareja es quien esta
convencido de pertenecer a un grupo swinger y presiona al otro sutilmente
(chantaje emocional) para que acceda y se convenza de participar.

En los grupos establecidos, los sistemas de comunicación y de organización


están regulados por una pareja o personas que coordinan los eventos, o los
lugares de reunión, con cuotas establecidas, etc. Se guarda el anonimato y los
contactos de relación son más efímeros.

La “principal directiva” en el intercambio de pareja es “no” significa “no”. Esto


significa que el rechazo a una proposición sexual no requiere justificación y debe
ser siempre respetada. La violación a esta regla, en ocasiones lleva a la expulsión
inmediata.

Otras reglas estrictas en muchos clubes de intercambio de pareja es el uso


obligatorio de condones que deberán ser exclusivos para cada contacto sexual.

En los USA, se considera inadecuado tocar sin pedir autorización, mientras


que en Europa incluyendo el Reino Unido tocar como el remover firmemente la
mano es ampliamente aceptado como adecuados, aunque no exista comunicación
verbal en el contexto del juego.
La bisexualidad femenina es muy común y tiende a ser una norma entre
participantes de intercambio de pareja.

La bisexualidad masculina es mucho menos reconocida y dependiendo del


club pude ser indeseable y pocas veces abiertamente aceptada. Aunque la
comunidad esté generalmente confortable alrededor de tolere la bisexualidad en
hombres, muchas veces preferirá que no incurran en actividades sexuales entre
ellos.

Los clubes de parejas homosexuales o lesbianas operan de forma separada de


la más amplia comunidad de intercambio de pareja.

Los clubes homosexuales donde se incluyen a intercambiadores bisexuales,


tienen motivos generalmente incompatibles con aquellos de la comunidad
bisexual.

La comunidad homosexual es generalmente más tolerante con la bisexualidad,


pero un hombre heterosexual buscando fantasear en torno a dos mujeres está
fuera de lugar en la comunidad lesbiana. Algunas comunidades lesbianas limitan
sus socios a sólo mujeres.

Se pueden diferencias dos grupos: uno en donde una persona es el anfitrión


de una fiesta privada y otro en donde deliberadamente dos parejas se ponen de
acuerdo para compartir. Aquí se conocen más íntimamente a las parejas que
comparten entre si y pueden existir vínculos afectivos más duraderos que en los
grupos establecidos.

Otros grupos pueden buscarse eventualmente mediante Internet u otros


medios de difusión (anuncios en el periódico, revistas, etc.) para encontrarse.

Algunas actividades de intercambio de pareja están muy bien organizadas. Hay


por lo menos 400 clubes de intercambio de pareja en los USA y más de 600 en
Europa.

En la mayoría de las grandes ciudades se tiene al menos un club permanente


aunque frecuentemente guardan un perfil bajo para evitar la atención negativa.

Los intercambiadores se encuentran a través de revistas, anuncios personales,


fiestas caseras de intercambio y por la red.

Los clubes se dividen típicamente en clubes “internos”, donde la actividad


sexual puede ocurrir dentro del local, y clubes “externos” donde la actividad sexual
no está permitida al interior del local pero se puede concertar en un lugar cercano.

Existen algunas organizaciones nacionales que organizan el intercambio de


sus miembros, convenciones y vacaciones grupales.

Muchos de los clubes externos siguen un formato de bar o club nocturno,


algunas veces rentando un bar existente para eventos programados en los días en
que estos tienen poca demanda.

En Europa, los clubes externos son raros. Existen tres formatos estándar: el
bar / club nocturno, usualmente pequeño, ubicados en los centros de las ciudades,
y enfocado alrededor de la pista de baile; el formato de Spa en ambiente nudista,
con piscinas, piscinas de hidromasaje, saunas, cuartos de vapor; y el formato de
club de campo, fuera de las ciudades, que incluyen elementos de los dos
anteriores, ofrece además amplias áreas recreativas y usualmente los alimentos
se sirven a manera de buffet.
Por último debemos hacer una somera reflexión clínica psiquiátrico-sexológica
en función de nuestra experiencia de personas entrevistadas en nuestra práctica
medica.

Hemos observado que muchos intercambiadores suelen ser personas que se


sienten incapaces de poder satisfacer las necesidades íntimas de su propia pareja
de forma personal, por lo cual buscan a alguna(s) persona (s) que les ayuden a
completar esta tarea.

Clínicamente hemos visto que algunos intercambiadores presentaban rasgos


paranoicos comparando su propio desempeño sexual con quienes le ayudan a
completar la tarea de satisfacer a su pareja (reafirmación de su capacidad sexual y
supervisión de su rendimiento comparado).

Otros presentan conflictos con respecto al manejo de sus emociones ( tratan


de disociar sexo de amor), durante la actividad de sexo grupal, pero terminan
enamorándose de otra pareja que no es la propia con quien puede establecer un
compromiso emocional aunque se siga la regla de la no exclusividad sexual.

En algunos casos pueden provenir de familias disfuncionales, desintegradas o


conservadoras. En este sentido, llegan a tener conflictos no resueltos con
respecto a alguna de las figuras de los progenitores, del cual no recibieron afecto
o este se distorsionó al ser recibido (posible abuso).

Como grupo familiar los lazos de pertenencia son muy débiles, lo cuál puede
propiciar inseguridad o inestabilidad emocional, oculta a través de una aparente
seguridad en el compartir a la propia pareja. Presentan cierta agresión u hostilidad
hacia el sexo contrario también de forma inconsciente y bajo compromiso hacia las
actividades de su propia familia o pareja.

c) Otras: B.D.S.M.

Etimológicamente, surge como la yuxtaposición de dos acrónimos


diferenciados, B&D y S&M, que representaban bondage y disciplina, por una
parte, y sadismo y masoquismo, de otra.

Es la denominación usual empleada para designar una serie de prácticas y


aficiones sexuales relacionadas entre si y vinculadas a lo que se interpreta como
sexualidad extrema o no-convencional.

Tales actividades sexuales suelen realizarse bajo ciertas condiciones en


prácticas grupales, por ello intentaremos describir someramente las características
de estas manifestaciones sexuales.

El bondage es la práctica de encordamientos o ataduras sobre el cuerpo


humano, con fines estéticos o sexuales.

Es un anglicismo (de to bind) que asume a su vez la tradición del shibari,


palabra japonesa para el arte del encordamiento.

Puede conllevar la inmovilización de la persona pasiva, o no. Asimismo,


puede incluir o no la sujeción de esta a un elemento fijo, la suspensión parcial o
total, etc.

Las cuerdas suelen ser de algodón, o fibras artificiales, pero también


pueden ser de yute, paja de arroz, esparto, mezcla, etc.

También se entiende de forma extensiva como bondage las


inmovilizaciones con esposas, pañuelos, cadenas, etc. El bondage puede formar
parte de una relación más amplia, o practicarse de forma exclusiva.
La disciplina es un término genérico que describe las actividades de
quienes gustan, de la flagelación erótica, también llamada la práctica de los
azotes eróticos, en forma activa o pasiva. Se utiliza el logger o pequeño látigo de
colas, empleado en rituales de flagelación. También consiste en el uso de la mano
para azotar principalmente las nalgas de la persona pasiva (recibiendo en este
caso el nombre especifico de spanking) o bien usando algún instrumento, en cuyo
caso se extiende la zona azotada a piernas, senos, tórax, etc.

Los instrumentos de azote clásicos en este último tipo de práctica son los
floggers o gatos de cola, la paleta, la canne o vara fina y flexible de fresno o
similar, la fusta y el látigo, entre otros. Y también un sinfín de instrumentos
diseñados en principio con otro propósito, como cepillos de ropa, zapatillas, etc.

El sadomasoquismo o algolagnia es un término genérico que define


relaciones en las cuales el binomio dolor–placer tiene una gran importancia como
medio de materializar relaciones de intercambio de poder.

Se denomina sadismo, a la práctica activa que realizan las personas que


sienten un placer sexual al castigar a otra.

El masoquismo, sería la práctica pasiva, la de aquellas personas que


experimentan un placer sexual al sufrir determinada intensidad de dolor. Las
investigaciones de cierto peso científico realizadas en las dos últimas décadas,
conducen a pensar que ambas tendencias coexisten en mayor o menor grado en
todo ser humano. A esto habría que añadir muchas prácticas fetichistas.

El fetichismo es el uso de símbolos o fetiches a los que se les asocia, por


parte de quien lo practica, un valor especial, más allá de su uso cotidiano o de su
valor intrínseco. Puede ser una figura religiosa que se lleva en el coche para
protegerse de un accidente (fetichismo religioso), una prenda a la que se concede
por quien la lleva el poder de traer buena suerte (fetichismo socio-cultural) o unas
medias enmarcando unas piernas femeninas, que despiertan en quien las
contempla una fuerte motivación erótica (fetichismo sexual).

En el marco del BDSM, los fetichismos que se relacionan son aquellos de


contenido sexual, y los más comunes son los relacionados con los pies, las
medias, las botas, los zapatos de tacón alto de aguja, la ropa interior, los
uniformes, el vello corporal -o la ausencia del mismo-, etc.

Existen por tanto dos tipos de fetichismo en el BDSM: el de la persona que


gusta despertar motivaciones sexuales, por ejemplo llevando altos tacones de
aguja, y el de las personas que se sienten atraídas por la exhibición del
correspondiente fetiche.

Entre la prácticas del fetichismo se encuentran el de los tacones, de la ropa


de cuero y otros, junto con los juegos en los que cada parte asume uno de los
roles, como los de maestro/alumna/o, doctor-paciente, niñera-bebé, juegos de
entrenamiento de mascota y otros.

Algunas de las prácticas que engloba el término, como la humillación


erótica, el dolor, la sumisión y otras, no podrían entenderse al margen de su
implicación con una específica forma de placer mutuo, sin la cual las citadas
prácticas se asociarían con sensaciones desagradables.
Durante una sesión (el tiempo en que se practica ese intercambio de poder)
los participantes acuerdan determinadas reglas para garantizar que las prácticas
se realizan en un entorno de consenso y libre voluntad.

Las relaciones BDSM suelen seguir un modo seguro, sensato y


consensuado (SSC) respecto a sus prácticas:

1) seguras, en cuanto al conocimiento necesario sobre su desarrollo y sobre


el material usado, así como sobre la prevención de riesgos.
2) sensatas, en cuanto a la capacidad razonable de decisión por parte de los
actores, no alterada por drogas o bebidas y acorde con la experiencia de
cada participante, sabiendo diferenciar fantasía y realidad.
3) consensuadas, en cuanto a que los participantes estén de acuerdo sobre
la forma e intensidad con la que se realicen, e igualmente que dicho
acuerdo pueda rescindirse en cualquier momento

Sin embargo, lo que en su inicio fue una definición creada para deslindar el
campo del sadomasoquismo consensuado del de los malos tratos (sobre el que la
sociedad mantiene una severa prevención), fue desarrollando en algunos
pequeños grupos modelos de intransigencia muy alejados del propósito inicial y de
la metodología de sus creadores.

Desde los años noventa surge un nuevo concepto, el R.A.C.K, que reúne en
torno a su definición un elevado número de activistas.

Rack es el acrónimo de Risk Aware Consensual Kink, que es traducido en la


comunidad hispano parlante como riesgo asumido y consensuado para practicas
de sexualidad alternativa (o no convencional): R.A.C.S.A .

El RACSA pone los acentos en la responsabilidad propia de los participantes


en una actividad BDSM, responsabilidad informada y consensuada para evaluar y
asumir los riesgos de dicha actividad.

Más que una diferencia semántica o de concepto, los partidarios del RACSA
tratan de modernizar una definición (la del SSC) que se concibió
fundamentalmente para trazar una línea divisoria con los malos tratos de género,
pero que sus mismos impulsores han tenido que reconocer, una y otra vez, que su
propósito original estaba siendo defraudado y prostituido por el uso intolerante,
extremista y poco inteligente por parte de algunos grupos marginales dentro de la
comunidad BDSM.

La mayor parte de los activistas de la escena adoptan actualmente la postura


de señalar la definición SSC como adecuada para comunicarse con el mundo de
la sexualidad convencional, mientras que sostienen que el término RACSA define
con mayor rigor y precisión las prácticas BDSM reales.

En estas actividades sexuales que pueden conllevar algún tipo de riesgo para
la integridad de los participantes tiene gran importancia el concepto de palabra
de seguridad.

Dado que muchas de las situaciones durante una sesión contienen elementos
de fantasía y/o rol, y que en algunos de ellos se escenifica la "protesta" del
participante sumiso, fue necesario crear un sistema de comunicación que le
permitiera a éste dejar claro el momento en que su protesta era real y equivalía al
deseo de no continuar. Y era preciso que el Dominante pudiera percibir
nítidamente este deseo y diferenciarlo de la escenificación del "¡no, no más!" que
podía ser parte del juego sexual pactado.
La solución, fue la denominada Palabra de Seguridad. Puede ser una palabra
de rápida dicción y sonora (“stop”, “alto”), una que sea significativa para quien la
debe recordar (por ejemplo el nombre de una persona familiar), etc.
La palabra-código (también así llamada) es usada por la parte sumisa para
indicar de forma rápida que el grado, las circunstancias o la actividad que se está
desarrollando, no es de su gusto y que desea parar.
La ética del BDSM prefija que en todo momento la parte dominante respetará
dicha manifestación e interrumpirá la actividad.
La palabra de seguridad no debe contener sonidos fonéticamente tenues, para
evitar su mala audición con música ambiental. Tampoco debe contener la vocal “i”,
ya que esta es difícil de entender si la voz está tomada.
La palabra de seguridad es el medio a utilizar en casos de verdadera urgencia,
o cuando se quiere interrumpir la sesión por alguna razón.
Dentro de la comunidad BDSM, existen otras formas minoritarias de
contemplar el empleo de la palabra de seguridad, especialmente para los
practicantes del metaconsenso. Para ellos, la parte pasiva o sumisa cede
voluntaria y consensuadamente la completa responsabilidad sobre el desarrollo de
la sesión a la parte activa o dominante.
En esos casos es la parte activa la que decide si interrumpir o no la sesión, lo
que presupone (además del previo consenso) un elevado grado de confianza y
conocimiento entre ambas partes.
En el BDSM se identifican dos roles: dominante (también usado el término top,
o activo ) y sumiso (también bottom o pasivo).
El dominante es el que disfruta de estas prácticas manteniendo la iniciativa y el
control de la acción, mientras que la parte sumisa obtiene placer al entregarse en
manos del dominante, para que sea éste quien le dirija.
Además, algunas personas gustan de ejercer ambos roles, dependiendo del
momento o de la persona con la que actúe. En ese caso se habla de un activista
switch, término inglés con el que se designa aquello capaz de conmutar o invertir
una acción o un fenómeno.
Al igual que el consenso sexual permite distinguir con claridad cuando dos
personas están haciendo el amor y cuando, al faltar este, se produce una
violación, de igual manera comparar una sesión BDSM (pese a la apariencia de
violencia verbal o física) con una situación de malos tratos, sería como pretender
comparar la noche de amor de una pareja con el delito de una violación.
El consenso puede revestir múltiples formas. Por ejemplo, mediante la
escenificación de una negociación previa a la sesión, en la que se establece el
cómo, el cuando y el grado de las actividades a realizar, la palabra de seguridad a
emplear, etc. Pero también puede adoptar la forma de acuerdo menos elaborado,
cuando existe amplia confianza por ambas partes. En todo caso, siempre su
existencia es básica para que la actividad a desarrollar esté encuadrada en lo que
se denomina BDSM.
También existen fórmulas de consenso global, especialmente en parejas que
se conocen o se relacionan habitualmente. En estos casos, no siempre se da una
negociación previa antes de cada sesión, sino que a menudo se establecen
pactos más abiertos y a más largo plazo.
Por otra parte el metaconsenso es una forma específica de consenso, propia
de algunas relaciones BDSM muy avanzadas en el mutuo conocimiento y donde
se producen situaciones de profunda confianza entre la parte sumisa y la parte
dominante, además de suponer una amplia experiencia por parte de este último.
En dichas relaciones la parte sumisa manifiesta explícitamente que no desea
asumir la responsabilidad de interrumpir la sesión en el caso de sentir que ésta
supera sus límites o su capacidad, sino que desea que sea el dominante quien
tome esa responsabilidad y decida en todo momento al respecto.
Esto implica, por ejemplo, que la parte sumisa asume de forma responsable,
consensuada y sensata, su deseo de que, en caso de rogar dar por finalizada una
actividad concreta (o la sesión en su conjunto), sea el dominante quien decida
aceptar o no esa petición.
A raíz de generalizarse el concepto SSC, el metaconsenso pasó a estar en
desuso. Ofrece la "ventaja", para la parte sumisa, de no tener que preocuparse por
el desarrollo de la sesión, ya que será el mismo dominante el que la interrumpa si
cree que está siendo demasiada intensa, sin necesidad de esperar que aquella lo
manifieste.
Esto es especialmente importante en los casos en donde la parte sumisa se
encuentra en un estado cercano al éxtasis, el llamado sub-space que puede
sobrevenir frecuentemente durante una sesión. Tal situación conlleva también el
peligro de que bajo cierta condiciones extremas se produzca “algún accidente”
sobre todo cuando se busca el orgasmo por ahorcadura y donde el deceso de la
“víctima” ha traído mas de un problema médico legal.
Algo que sorprende al estudiar la evolución del BDSM es su diversidad.
Aunque históricamente sus raíces surgen del movimiento sadomasoquista de
género homosexual, cuando se desarrolla verdaderamente como aglutinador, a
partir de 1992, lo hace agrupando una amplia diversidad de prácticas, aficiones e
identidades sexuales, hasta el punto de que esa misma diversidad le confiere uno
de sus aspectos más sobresalientes.
Actualmente, el BDSM aglutina como subcultura a individuos estrictamente
heterosexuales, a homosexuales de ambos sexos y a bisexuales.
En cuanto a las prácticas, van desde la mujer que le gusta usar zapatos de
tacón de aguja como elemento fetichista, constituyendo esto su única aportación
no-convencional, hasta el masoquista de alto grado que vincula dolor y placer.

Todos ellos comparten una cierta estética y un elemento común: el


consenso y la tolerancia adulta, bajo el lema: “Tu gusto no es el mío, pero me
gusta que lo puedas practicar”.

En la escena BDSM se define así la relación integrada por una parte


pasiva, que adopta el rol sumiso en dicha relación, y una parte activa, que hace lo
propio respecto del rol dominante. También se le denomina relación D/s o de
dominación –sumisión y en todo caso se concreta en torno a un modelo de
Intercambio Erótico de Poder, (EPE).

En la D/s se emplean las denominaciones de sumisa o sumiso, en un caso,


y las de Amo-Ama, en el otro. La denominación de Dómina o Mistress (para
dominantes femeninos), suele ser más usada en la llamada dominación femenina
profesional, más cerca de la prostitución especializada que de las relaciones D/S.

Otras denominaciones usuales aunque no tan frecuentes, son esclavo/a,


Señor/a, Tutor/a y Master/Lady. A menudo se designan con una inicial Mayúscula
las denominaciones del dominante, y en minúscula las de sumisas y sumisos.

Por otra parte el concepto de juego es muy usual en una parte importante
de la comunidad BDSM. Se trata de personas que consideran las prácticas
relacionadas con su afición como algo de contenido, forma y fondo
eminentemente lúdico-sexual, escénico.

En el vocabulario de estos activistas, se habla de juego, de jugar, y de


juegos de rol, refiriéndose generalmente a quienes toman y representan un papel
dentro de una escenografía formada por un par complementario : maestro-alumna,
cuidador-mascota, enfermera-paciente, amo-esclava, niñera-bebé, etc.

Un elemento esencial de este tipo de relación es el EPE. Este tipo de


fantasías escenifican en la práctica una situación no-igualitaria como elemento de
juego sexual, pero se enmarcan en relaciones que, paradójicamente, suelen ser
más igualitarias (fuera del juego) que muchas otras del resto de la sociedad.

Durante la sesión (o más bien, en este caso, durante el juego) los


practicantes actúan siguiendo los modelos de comportamiento supuestos en el
personaje que interpretan: si se trata de un rol cuidador-mascota, aquel utilizará el
lenguaje propio de quien habla cariñosamente (o con enfado) con su mascota,
mientras que quien se atribuye este ultimo papel, imitará en parte los movimientos,
comportamientos e incluso sonidos de dicha mascota. Al finalizar la sesión, la
pareja recobra su relación habitual.

La forma más extrema de este tipo de relación sería la denominada 24/7,


donde la pareja (generalmente en los roles Amo/a-sumisa/o) extiende la
escenificación de su vivencia hasta la totalidad del tiempo disponible, es decir,
como si vivieran permanentemente (24 horas al día, siete días a la semana) en la
situación escenificada.

En estos casos se sigue hablando de roles, pero se evita cuidadosamente


anteponer la palabra juego. Al mismo tiempo, se elaboran sofisticadas formas para
compaginar la vida social, laboral o familiar de la pareja, con su propósito de
permanecer en la relación 24/7. Este tipo de relación recibe también el nombre de
TPE o Total Power Exchange,

El TPE se diferencia de todos las demás relaciones BDSM, al rechazar los


frenos y las limitaciones que estas se auto imponen, pero mantiene estrictamente
el único elemento que dota de común marco a toda la comunidad BDSM: el
consenso

De todos modos algunas de las prácticas más comunes pueden ser, sin
olvidar las limitaciones antes mencionadas:

 Bondage (atamientos, ritualizados o no)


 Cera (derramada sobre el cuerpo)
 Pinzas (colocadas habitualmente en lugares estratégicos: pezones, zona
inguinal, etc.)
 Sumisión ritual
 Humillación ritual
 Flagelación erótica
 Sexualidad dirigida
 Uso de determinadas señales (collar de sumisión)
 Código de vestuario (por ejemplo la renuncia al uso de prendas de lencería
interior, de pantalones en las mujeres de rol sumiso, etc.)
 Prácticas de sexo extremo (fisting, lluvia dorada, etc.)

Sin embargo, muchas de las prácticas y usos sí revisten una común


importancia, como el collar, las ceremonias de Iniciación, los anillos, las marcas y
tatuajes, la ropa y las señales de código, etc.

Como toda cultura con complejas y ritualizadas formas de expresión, el BDSM


muestra una serie de símbolos a los que sus integrantes dan un valor más o
menos esencial.

Así el collar en el BDSM, de cuero o metal, simboliza la entrega. Pueden ser


tremendamente sofisticados, estilizados o bastos y de castigo, destinados a su
uso en sesiones íntimas o para llevar en público. Suelen llevar uno o más ganchos
para completarlos con un tirante-guía, que el dominante maneja o usa para
inmovilizar, y pueden estar adornados con abalorios, campanillas, cascabeles,
púas o incluso aplicaciones de oro y plata. Su uso simbólico se da
fundamentalmente en las relaciones D/s (dominación-sumisión, es decir, las que
incorporan elementos de cesión de poder o EPE)

En el BDSM, junto con el uso de símbolos externos como collares, anillos, etc.,
se da con cierta frecuencia la utilización de adornos de modificación corporal
suave, como tatuajes, marcas, piercings, etc.

El tatuaje suele ser muy frecuente en las mujeres que adoptan el rol sumiso,
bien en forma de símbolos étnicos inconcretos, bien con figuraciones de su
estatus como sumisa: cadenas, esposas, el nombre de su dominante, etc.

Igualmente frecuentes son en este caso los piercings, especialmente los


realizados sobre los pezones. Menos frecuentes son aquellos que se llevan en
ombligo o en la zona genital. Entre los varones sumisos también se dan dichas
manifestaciones, si bien en algo menor número.

En el caso de señales que no derivan de los habituales tatuajes, nos


encontramos con una práctica inusual pero curiosamente muy deseada
(especialmente en entornos D/s), a juzgar por las manifestaciones de sus
practicantes: las marcas. Estas pueden ser a fuego o con otros sistemas
(escarificación) y suelen realizarse en estudios profesionales de tatuaje, con
amplias garantías sanitarias.

Lo habitual suele ser el símbolo del nombre de la persona dominante, sea este
una abreviatura, un ideograma o cualquier otro elemento simbólico. La ceremonia
del marcado puede revestir una singular importancia y acompañarse de una fiesta
entre los miembros de la comunidad relacionados con la pareja de “contrayentes”.

Por ropa de código suele entenderse en la escena BDSM aquella con la que a
la mayor parte de sus activistas les gusta identificarse. En determinadas fiestas y
reuniones puede pedirse a los asistentes que vengan vestidos de esa manera
(código estricto), aconsejarse el vestuario de código o indicarse que la asistencia
no obliga al código (código libre).

El tipo de ropa suele estar basado, para ellas, en el látex, el cuero y el vinilo,
como elementos básicos, y suele incluir a menudo elementos de connotaciones
abiertamente fetichistas: corsé, medias de rejilla y ligas, botas o zapatos de tacón
alto, etc.

Para ellos, suele diferenciarse mucho si se trata de la escena heterosexual o


de la escena homo-S/M. En el primer caso, pantalones y camisas negras u
obscuras, pudiendo ser de seda o cuero, aunque no es lo habitual. En el segundo
caso, los materiales son prácticamente los mismos que los de ellas: cuero, látex y
vinilo. La escena heterosexual es mucho más permisiva y abierta, en cuanto a los
códigos de vestuario, mientras que en los ambientes homo-S/M se suele dar una
mayor importancia al mismo.

Toda persona que se acerca al BDSM suele recorrer una serie de estadios o
niveles de aproximación social y de autoreconocimiento, que a menudo son
comunes e independientes del sexo, inclinación de rol o educación. En la literatura
especializada se habla en este sentido de los estadios de iniciación.

Como todo grupo cultural con identidad propia, la comunidad BDSM ha


desarrollado en las diferentes ciudades de los cinco continentes sistemas de
comunicación directa, en forma de clubs, fiestas privadas o públicas, pubs,
asociaciones y federaciones, etc.

En nuestro país existen grupos que se identifican con la comunidad BDSM a


través de los medios habituales de información. Últimamente recibimos reportes
de prostitutas que revelan los pedidos sexuales mas insólitos por parte de sus
clientes, como momificaciones con cintas de embalar, enjaulamientos,
encepamientos y quemaduras de cigarrillo, animales disecados para un ” menage
a trois” y el sofisticado “parto anal” donde luego de colocar una enema para limpiar
el intestino se introduce un muñeco de silicona. Luego se tira de un hilo que sale
del muñeco (parecido a los tampones) y comienza el parto previo inflar el muñeco
con un sistema similar al de los botes de salvamento. La extracción provoca un
masaje prostático placentero. También se relata como bastante frecuente el fist
fucking anal (penetración con el puño cerrado y parte del antebrazo).

Se observa también los varones que se visten de mujer de vez en cuando


sin ser travestistas ni transexuales. Se denominan “crossdresser” y es difícil
intentar una definición clara. Tal actividad se esta extendiendo en la Argentina en
los últimos tiempos. Existe el servicio para hombres que tienen ganas de de
ponerse pelucas, tacos, faldas, maquillaje y lencería aunque sea por un rato y a
veces acompañado de su pareja habitual suelen concurrir a fiestas o reuniones del
grupo. En esta comunidad pueden encontrarse heterosexuales, homosexuales y
bisexuales.
B) La actividad sucesiva:

Se caracteriza por la reiteración de formación y ruptura de parejas (por ej.:


divorcios sucesivos múltiples).

Muchas parejas utilizan la fórmula civil del matrimonio en un permiso oficial


para unirse sexualmente por corto tiempo, después del cual viene el divorcio.

Es común observar en las parejas actuales el “vivir juntos” sin vínculo


matrimonial desde el punto de visto civil, y suelen pasar poco o mucho tiempo de
convivencia no legalizada pudiendo luego separarse o consumar el matrimonio de
acuerdo a la experiencia en común vivida.

Tanto en un caso (matrimonio legal) como en el otro (convivencia no


legalizada) existe en muchas parejas una historia de formación y ruptura sucesiva
en el tiempo (vínculos múltiples) configurando una estructura de personalidad con
características de inestabilidad emocional, o inmadurez afectiva en muchos casos.

El snobismo social de algunas personas en la actualidad (personajes de


cierto nivel social, cultural o artístico) con cierta frecuencia presentan la proclividad
a presentar divorcios sucesivos múltiples con la anuencia, la divulgación y la
exposición pública a través de los medios de comunicación.

La observación de estas manifestaciones de pluralismo sexual requiere de


un profundo análisis que dejamos para otra oportunidad.

III Reflexión final

En fin, ya sean parafilias, desviaciones sexuales o estilo de vida, el


pluralismo sexual en general son parte de las manifestaciones sexuales de la
humanidad, no de hoy sino desde hace siglos.

Existen lugares privados o públicos, bares o centros oficialmente


reconocidos inclusive por las instituciones, permitidos o no, bien visto o no, donde
realizan las reuniones para las prácticas de este tipo de manifestaciones
sexuales.

Pagando o no impuestos en las ciudades en donde oficialmente no están


permitidos como clubes o negocios, forman parte de la clandestinidad y de los
servicios que se pueden encontrar en muchas ciudades como la nuestra.

La sociedad se vuelve cada vez más amplia y tolerante en materia de sexo.

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