Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Existe un proverbio africano que dice: “Para educar un niño se necesita la aldea
entera”. No solamente su madre, ni su familia, ni el vecino de al lado sino toda la
aldea. Seguramente el proverbio fue acuñado en tiempos en que “la aldea” constituía
casi por sí sola una sociedad, una comunidad en el sentido originario del término.
Hoy en día quedan pocas aldeas como aquella a que refiere el proverbio africano. Este
concepto de comunidad como grupo social homogéneo ha sufrido transformaciones en
función de los cambios económicos, políticos, sociales y culturales que se han
producido a lo largo de la historia y, sobre todo, en los últimos tiempos. Zygmunt
Bauman reflexiona:
“Las palabras tienen significados, pero algunas palabras producen además una
‘sensación’. La palabra ‘comunidad’ es una de ellas. Produce una buena sensación: sea
cual sea el significado (…) Tenemos el sentimiento de que la comunidad es siempre
algo bueno”1. Y continúa describiendo esa sensación: “En una comunidad todos nos
entendemos bien, podemos confiar en lo que oímos, estamos seguros la mayor parte
del tiempo y rarísima vez sufrimos perplejidades o sobresaltos. Nunca somos extraños
los unos a los otros. (…) En una comunidad podemos contar con la buena voluntad
mutua.”2
Esa idea de comunidad, como el propio Zygmunt Bauman lo plantea recuperando las
reflexiones y el pensamiento de otros autores, se basa en un entendimiento tácito, no
consciente, compartido por todos sus miembros. A este entendimiento, pareciera no
ser necesario buscarlo o construirlo con esfuerzo porque creemos que siempre "ha
estado ahí". Es como si fuera el punto de partida de toda convivencia comunitaria y
fuera anterior a todos los acuerdos o desacuerdos que pudiesen existir. Como
sustantivo, la comunidad, remite a una categoría o concepto, un espacio físico
geográfico y a un sujeto (potencial). Como adjetivo, lo comunitario, otorga rasgos de
proximidad, naturalidad, cooperación, solidaridad y familiaridad a diferentes
configuraciones sociales: grupos, organizaciones, barrios e instituciones.
Sin embargo, cada vez con mayor frecuencia tenemos la sensación de que esta idea de
comunidad asociada a un lugar cálido, acogedor, confortable, seguro y basado en la
confianza nos resulta lejano. Vemos que en la actualidad se exacerba el individualismo
como la mejor forma de resolver las problemáticas a las que nos enfrentamos, y se
carga sobre nuestras espaldas toda la responsabilidad por nuestro futuro y nuestro
destino. Pareciera que los éxitos y fracasos son el resultado de la mayor o menor
capacidad de cada uno de nosotros, como individuos, para tomar las "decisiones
correctas".
En consonancia con esto, el modelo de Estado neoliberal logró instalar por mucho
tiempo la idea de que la vida social debía ser regulada por las leyes y modos de
funcionamiento del mercado capitalista. A diferencia de épocas anteriores, en las que
el Estado funcionaba como un eje de integración alrededor del cual se articulaba la
sociedad, con el advenimiento del neoliberalismo, se propugnó que es la lógica del
mercado la que debe aplicarse también a la vida de la sociedad. Esto implicó profundas
transformaciones ya que desde esta lógica, las personas son vistas principalmente
como consumidores y ya no como ciudadanos con derechos y obligaciones. El
individualismo extremo fue debilitando las identidades colectivas y los códigos
ético/morales comunes a toda la sociedad, se fueron fragmentando. Para Richard
Sennett3 las lógicas del nuevo capitalismo obstaculizan y tensionan la construcción de
lazo social, dichas transformaciones que priorizan la flexibilidad, condicionan la
estructuración de sentidos durables. Este principio corroe la confianza, la lealtad y el
compromiso mutuo.
A partir de ello, muchas veces, las mutuas expectativas sobre los roles en la educación
de nuestros niños, niñas y jóvenes se vieron frustradas y generaron dificultades para
trabajar por lo que es nuestro propósito fundamental: formarlos para vivir y construir
una sociedad que pueda ser cada vez más democrática, igualitaria, solidaria y
respetuosa de la diversidad. Frente a esto, tal vez la mejor manera de comenzar sea
aceptando que aquella idea de la comunidad como algo idílico, "natural", que "siempre
ha estado ahí" y en donde todos estábamos de acuerdo no sea más que un espejismo.
Y que tenemos que juntarnos para construir un consenso sobre nuestro rol como
adultos (seamos docentes, padres, vecinos o miembros de una organización
comunitaria) en relación con nuestros niños y jóvenes.
No es solos, sino con otros, que lograremos sortear las dificultades a las que
nos enfrentamos, ya que no hay soluciones individuales para problemas
compartidos.
Las diversas situaciones de violencia (en la escuela, el barrio, la familia, los grupos de
pares) ponen en tensión ese tácito acuerdo que funda la vida en comunidad). En
particular es la escuela - por la importancia que ocupa en la vida cotidiana y en los
procesos de socialización – en donde repercuten y se manifiestan estas situaciones que
ponen en tensión la convivencia.
Esta es una tarea ardua, y requiere de nosotros esfuerzo y trabajo conjunto para que
los desajustes entre los recursos que el niño trae, los cuales adquiere en la
socialización familiar, y aquellos que la escuela espera o exige de él no se conviertan
en un obstáculo para su proceso de formación. Frente a esto, se vuelve fundamental
que seamos capaces de construir marcos comunes a partir de los cuales el proceso
educativo pueda tener lugar y, de este modo, todos nuestros niños y jóvenes puedan
participar de una educación que les permita adquirir y vivenciar un conjunto de
saberes y experiencias cuyo sentido pedagógico y político sea significativo para su
participación ciudadana y para su integración a la vida cultural y productiva, y esa es
una responsabilidad que nos compete a los adultos.
¿Qué rol pueden cumplir las organizaciones comunitarias existentes en tu barrio para
construir estos espacios de mediación y acompañamiento en la trayectoria educativa
de niños y jóvenes?
La vida cotidiana de las escuelas nos impone, a directivos y docentes, pensar junto a
otros actores sociales nuevas respuestas a nuevos problemas. Es mucho lo que se
hace en las escuelas en función de la construcción de una mejor convivencia y de la
protección y promoción de derechos de niñas, niños y adolescentes, pero al mismo
tiempo, ya sabemos o debemos asumir que la escuela no puede hacer todo sola, ni
debe. La normativa nacional a través de sus leyes de Protección Integral de Derechos
de Niñas, Niños y Adolescentes nº 26.061 y la Ley de Educación Nacional nº 26.206
establecen la necesidad de construir sistemas de protección de los derechos de niñas,
niños y adolescentes que suponen la participación de los distintos actores sociales.
El Estado así como la sociedad civil a través de sus comunidades, sus barrios, sus
grupos, las personas sostienen cotidianamente instituciones y organizaciones que se
dedican a atender, cuidar, intervenir en aspectos de la vida de los chicos y jóvenes. Se
hace necesaria la construcción de una articulación de todas estas instituciones con la
escuela de manera tal que se conforme una red en principio a nivel local, pero luego
también a nivel jurisdiccional y nacional. Muchas demandas que la escuela recibe
pueden ser respondidas desde la articulación con otros actores sociales, sobre todo
cuando la complejidad de los problemas demanda la conjunción de saberes, miradas y
políticas públicas desde diversos ámbitos.
Armar una Comunidad Educativa puede ser uno de los objetivos del próximo
Proyecto Escuela de tu institución. ¿Por dónde se empieza? ¿Qué hay ya hecho que
puede aprovecharse? ¿Qué queda por hacer? ¿Qué contactos debo establecer con el
afuera? ¿Quién será el referente frente a tal o cual institución? ¿Cómo nos
organizamos puertas adentro para abrir las puertas al barrio, a otros actores? ¿Qué
rutinas nos hacemos? ¿Cómo accionamos ante lo imprevisto? ¿Tenemos
procedimientos ya en práctica?
Sobre esta idea de que la escuela no está sola y tampoco puede ni debe actuar sola,
aquí se propone un ejercicio de pensamiento y construcción de mapas barriales para
poder identificar las instituciones, organismos, agrupaciones, y otros entes existentes
que están funcionando y que constituirían potencialmente un engranaje en una red de
sostén y trabajo cooperativo con las escuelas.
¿Sabías qué…?
http://desarrollo.mapaeducativo.edu.ar/escuela_comunidad/index.php
Esperamos que esta herramienta colabore para identificar algunas de las propuestas
estatales que tienen relación directa con la vida escolar, pretendemos que sea un
motivo para profundizar la relación de la escuela con su comunidad de referencia y
para desarrollar colectivamente estrategias que garanticen el pleno ejercicio de los
derechos de todos y todas los/as que integran cada comunidad.
PROPUESTA
A continuación realizamos una propuesta que complementa y amplía los recursos que
ofrece el mapa educativo, pero sobre todo trabaja sobre las condiciones de producción
colectiva de los criterios de intervención, hacia adentro y afuera de la escuela;
teniendo en cuenta que el adentro y el afuera son muy permeables, se imbrican
mutuamente.
Por cada institución u organización que identifiques, completa los siguientes datos:
dirección, teléfono, horario de atención, funciones de la institución, persona de
contacto (nombre, apellido, horario, teléfono), requisitos para acceder a los servicios
-por ejemplo, ¿Hay que pedir turno? ¿Qué documentación del alumno/a hay que
llevar? ¿Los alumnos pueden ir solos o tienen que ir con un adulto?
Como así también, conocer si la propia jurisdicción posee una Guía de Orientaciones
o Protocolo que oriente o prescriba las acciones de modo de intervenir
ajustadamente en función de las características y recursos del propio territorio.
Extravío de Personas
BIBLIOGRAFÍA
[1] Bauman, Zygmunt “Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil”, Buenos Aires, Siglo XXI
Argentina Editores. 2003, p. 7
[3] Sennett Richard La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo
capitalismo. Ed. Anagrama, Barcelona, 2000.
[5] Torres, Rosa María. (2005) "12 tesis para el cambio educativo", Fe y Alegría, Buenos Aires.
[6] http://desarrollo.mapaeducativo.edu.ar/escuela_comunidad/index.php