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Reflexión

¿Cómo comenzar a escribir un texto en el cual tengo que rendirle tributo a una persona tan importante
para esta institución educativa, para su familia que hoy se encuentra presente, para nosotros que
fuimos sus alumnos, una persona tan importante para todas las generaciones a las que él dio de la
manera más gratificante sus enseñanzas y para todas esas personas, todos esos que fueron sus amigos,
que compartieron con él momentos que hoy solamente pueden ser recordados con el anhelo de volver
a vivirlos? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo escribir un texto de ese calibre? ¿Cómo elegir la reflexión adecuada
para el momento? Esas fueron las preguntas que me planteé al comenzar a escribir este breve texto.

Y personalmente encontré que no existen las palabras suficientes para rendirle tributo a una persona
que impacto positivamente la vida de cada uno de los que lo conocimos. Una persona que sin duda
alguna podemos decir que nos ayudó a crecer como personas integras, a ser quienes somos, con cada
una de sus enseñanzas que no solamente se limitaban a las numerosas materias las cuales él dominaba,
si no que nos ensañaba acerca de la vida, de la experiencia que está le había dado, trataba de hacernos
mejores personas, de no dejar a nadie atrás, de que todos aprendiéramos a la par uno del otro, porque
para él, el mejor alumno era quien superaba a su maestro. Y hoy querido profesor queremos decirle que
nos dejó la vara muy alta para poder superar a un maestro como usted lo fue. Sin embargo nos dejó un
claro ejemplo de cómo vivir una vida plena, porque hasta la última clase que usted nos impartió, nunca
dejó de sonreírle a la vida.

Hoy el C.P Ricardo Ignacio Villarreal Arias ya no se encuentra presente físicamente en nuestras filas,
pero es indudable la huella que él dejo en nosotros. En la posteridad siempre resonara el eco de su
recuerdo, querido profesor.

Dicho esto, de la manera más respetuosa me gustaría compartir con ustedes un lindo poema a la vida
escrito por el ventrílocuo mexicano Johnny Welch, el cual es interpretado en sus shows por uno de sus
personajes más famosos, una marioneta llamada “Don Mofles”. Espero deje en su alma un lindo
mensaje. El poema se titula:

“La Marioneta”

Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida,
posiblemente no diría todo lo que pienso pero, en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

Dormiría poco y soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta
segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen, escucharía mientras
los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate...

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando al
descubierto no solamente mi cuerpo sino mi alma.

Dios mío, si yo tuviera un corazón...


Escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh
sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que ofrecería a la
luna.

Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus
pétalos...

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...

No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer
de que ella es mi favorita y viviría enamorado del amor.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando
envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

A un niño le daría alas, pero dejaría que el solo aprendiese a volar. A los viejos, a mis viejos les
enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.

Tantas cosas les he aprendido a ustedes los hombres...

He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña sin saber que la verdadera
felicidad está en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su puño por vez primera el dedo de su padre, lo
tiene atrapado para siempre.

He aprendido que un hombre únicamente tiene derecho de mirar a otro hombre hacia abajo, cuando
ha de ayudarlo a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero finalmente de mucho no habrán de
servir porque cuando me guarden dentro de esta maleta, infelizmente me estaré muriendo...

Gracias por su atención.

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