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El número de personas que hacen profesión por Cristo debería ser elevado, porque está en
acción un poder sobrenatural, mediante el don espiritual de evangelismo. Si no existen
resultados en determinada área de servicio, es posible que aquel que está sirviendo no tenga
los dones espirituales que se requieren en esa área de servicio. En cuarto lugar, es necesario
evaluar como uno se siente en determinada área de servicio. Si estamos en el área de
servicio correcta, utilizando los dones espirituales que Dios nos ha dado, es de esperarse
que nos sintamos muy satisfechos, pero si no estamos en el área de servicio correcta,
porque tenemos dones espirituales distintos a los que se necesita en esa específica área de
servicio, entonces siempre estaremos frustrados, desanimados y con esa sensación de que
no estamos en el lugar donde Dios nos quiere.
Dentro de no mucho seremos la mayoría laboral del planeta, la mayor fuerza de consumo, y
los “más preparados” del planeta. Pero hacemos frente a una recuperación económica sin
empleos. La mayoría de artículos sobre los millennials cuentan con una connotación
negativa. Vagos, narcisistas, egocéntricos, cuyos hábitos de consumo son más colaborativos
que consumistas, acostumbrados al aquí y ahora, etc. Nunca he creído que se pueda
catalogar a personas nacidas en el mismo momento por el mismo rasero, pero
indudablemente hay elementos que unen a una generación en su existencia, y uno de ellos
es sin duda la historia.
Si de algo pecan los babyboomers, que son los padres de los millennials, es de haber
brindado una sobreprotección abyecta sobre sus vástagos. Los millennials son la generación
de la historia que más tiempo se queda en casa de sus padres. Esto en países como España e
Italia es muy significativo. Además, es una generación que apenas consume televisión en
directo, prefiere decantarse por programas a la carta o la mera navegación por internet.
Sus hábitos de vida son totalmente diferentes a las generaciones anteriores. Se hacen
mayores mucho más tarde, maduran mucho después que sus padres y abuelos. Su infancia
duró mucho más y su adolescencia se posterga pasados los veinte años. Mientras que a sus
abuelos y padres la vida les quemaba en las manos, los millennials dejan fluir los
acontecimientos. Son más precoces y liberales que sus padres. Lo que podía ser
antiguamente motivo de ruptura de una pareja o de habladurías varias, para los millennials
es totalmente habitual. Quedan con personas del sexo contrario sin implicación sexual, más
que la amistad que puedan mantener, mucho más que sus predecesores, que lo consideraban
atrevido.
Su ética del trabajo es diferente. Si no están a gusto, si no les apetece trabajar, no trabajan.
No entienden en gran parte el concepto del sacrificio en el trabajo, tal y como sus padres y
abuelos lo entendían. De ahí que una gran parte de ellos prefiera ver series tirado en el sofá
que trabajar de camarero o de dependiente, o jugar a la consola. Para ellos, el mejor trabajo
es el que no consideras un trabajo. Esto puede dar lugar a profesionales verdaderamente
brillantes, pero a un elevado desempleo.
Se han criado con películas como Monstruos S.A., Nemo, con el ingenio de la mejor
factoría Pixar. Su vida es parecida a la del filme de Spike Jonze “Her”. No tienen miedo a
las nuevas tecnologías, e incluso establecen fuertes lazos a partir de ellas. Leen y escriben
blogs, los comparten a través de redes sociales, y se inspiran para casi todo en aquello que
leen. No se fían de la prensa tradicional, y la crisis para ellos pesa como una losa. No se
fían ni de los bancos, ni de los políticos, y tienen más estudios que sus padres. En el caso
particular de España, son el grupo de edad que más apoya a Podemos.
En la música, las constantes reminiscencias de los años pasados invitan a pensar que es una
generación nostálgica de tiempos donde iba mejor la cosa. Sobre todo, de los años 60 y la
contracultura. No se identifican con el yuppie de Wall Street, sino con el que protestaba en
Mayo del 68. Es una generación progresista, no conservadora.
Pronto van a ser mayoría y van a ser los elegidos para afrontar el próximo relevo
generacional en las empresas. No consumen de la misma forma que sus padres, sino que lo
hacen casi todo de forma colaborativa. De ahí que son los que más empleen servicios como
Uber, Blablacar o Airbnb, entre otros. Destaca también la ausencia de recuerdos físicos
como antaño, fotografías, etc. Todo se encuentra en nubes de Internet, que es posible que se
pierdan en unos cuantos años.
No trabajan si no les apasiona. ¿Luego, que sucederá con los trabajos por los que no se
puede sentir “pasión”? Es difícil encasillar a una generación entera dentro de una
descripción. Pero el mundo de los millennials poco o nada tiene que ver con el de los baby
boomers. El mundo de los últimos crecía a ritmo constante y consistente año tras año,
mientras que el de los millennials se encuentra estancado desde 2007.
¿Cómo vender una hipoteca a una persona que no tendrá un sueldo decente hasta los 30
años? ¿Cómo atraer al consumo a un individuo que prefiere compartir lo que tiene, en vez
de adquirirlo? ¿Cómo hacer que acepte créditos, si ha visto el origen de la crisis y sus
consecuencias, y se ha criado con ellas? El reto de asimilar a los millennials no va a ser
fácil. Veremos si el futuro que les ha reservado el destino les hace justicia o los condena a
ser una generación perdida, sin futuro ni trabajo.