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presentan como espacios sociales en donde se dan luchas por la posesión del
capital en juego en ese espacio, puede describirse
“(…) el espacio social global como un campo, es decir, a
la vez como un campo de fuerzas, cuya necesidad se
impone a los agentes que se han adentrado en él, y
como un campo de luchas dentro del cual los agentes se
enfrentan, con medios y fines diferenciados según su
posición en la estructura del campo de fuerzas,
contribuyendo de este modo a conservar o a transformar
su estructura” (Bourdieu, 1997, pp. 48-49)
En esos campos, como campos de fuerzas, se desarrollan las luchas
específicas entre los agentes involucrados. La educación, la burocracia, la
“academia”, el religioso, la ciencia, el del arte, etc. son ejemplos de campos
específicos, es decir, estructurados según esos conflictos característicos en
los que se enfrentan agentes e instituciones con posiciones diferentes dentro
del campo en relación al “poder” vinculado al acceso al bien (capital) que se
disputa en ese campo y que por lo tanto pujan para imponerse.
Resulta interesante observar la dinámica del campo a partir del ejemplo
del "juego" social que propone Bourdieu. Así dice que el juego dentro del
campo se explica porque los jugadores, una vez que han interiorizado sus
reglas, (habitus) actúan conforme a ellas sin reflexionar sobre las mismas ni
cuestionárselas. Se ponen entonces al servicio del propio juego en sí (la
estructura social objetiva). El propósito final del sociólogo sería la deducción de
las reglas del juego partiendo de las acciones observables de los jugadores, y
así comprender el “juego”, deducir las reglas, determinar quiénes son los
jugadores, los bienes que están en juego, las estrategias que perfilan para
conseguirlos, cómo está delimitado el terreno de juego, etc.
Nos permitimos mirar la práctica docente desde esta lógica, partiendo de
la definición de Elena Achilli:
“(…) Entendemos la práctica docente como el
trabajo que el maestro desarrolla cotidianamente en
determinadas y concretas condiciones sociales, históricas
e institucionales, adquiriendo una significación tanto para
la sociedad como para el propio maestro. Trabajo que si
bien está definido en su significación social y particular por
la práctica pedagógica, va mucho más allá de ella al
involucrar una compleja red de actividades y relaciones
que la traspasa, las que no pueden dejar de considerarse
si se intenta conocer la realidad objetiva vivida por el
docente. Consideramos a la práctica pedagógica como el
proceso que se desarrolla en el contexto del aula en el que
se pone de manifiesto una determinada relación maestro-
conocimiento- alumno, centrada en el ‘enseñar’ y el
‘aprende’.” (E. Achilli, 1985, parra: 47)
Considerar a la práctica docente tal como lo expresa E. Achilli, es pensar
el trabajo docente como una práctica social. Esta definición nos lleva a pensar
en las prácticas docentes como las desarrolladas por los agentes sociales,
MARTINI, María S. (2012). “Los significados de “práctica docente”, que construyen los -3-
maestros en formación, desde el discurso de los protagonistas a partir de su experiencia de
Residencia.” Tesis de Maestría. UNC, cap. 1
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Es interesante acotar que en el artículo citado, Remedi aclara que su interés por tomar la
descripción de Jackson radica en que este autor tiene en cuenta la consideración del “buen
profesor”, como aquel que se juzga con éxito en sus tareas y “el placer” que los mismos hallan
en el ejercicio del rol. Esto permite vislumbrar un “apego al rol” en los sujetos observados.
MARTINI, María S. (2012). “Los significados de “práctica docente”, que construyen los - 10 -
maestros en formación, desde el discurso de los protagonistas a partir de su experiencia de
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“la autonomía”
Esta categoría se refiere, en Jackson, a la relación entre los profesores
y sus superiores y el plan de estudios.
“Apela y se centra sobre la idea de aislamiento con que se
ejecuta la tarea (…) que resguardaría el espacio de la
acción. Posibilidad de gestar un contexto autónomo para
el movimiento del quehacer docente.” (Remedi, op. cit., p.
14, parra 1) Esta explicación representa una falacia para
Remedi, quien pone en discusión la autonomía del
docente, ya que éste organiza su tarea como un sujeto
social, siendo soporte y portador de deseos y aspiraciones
de otros) y de él mismo.
“la individualidad”
Jackson lo explica en relación a la atención que el maestro pone sobre
cada uno de los alumnos. “La descripción del autor toca o inclina a
pensar en el altruismo de la función en tanto se preocupa por el éxito de
estos alumnos.” (Remedi, op. cit., p. 15, parra 1)
La objeción que a este planteo hace Remedi, tiene que ver con el
debate acerca de si se trata de respeto a la igualdad o a la
homogeneización lo que aquí está en juego. Ya que:
“El maestro nunca mira al alumno en lo que es, lo mira (no
puede verlo de otra manera) desde el deber ser que él
encarna o cree poseer. No hay posibilidad de respetar la
individualidad porque no es función de la escuela crear
diferencias sino borrarlas en la igualdad.” (Remedi, op.
cit., p. 15, parra 3)
Esta postura se materializó en “la enseñanza personalizada” (década de
los 70) en propuestas didácticas que demostraron basarse en una “ilusión” si se
piensa en la práctica de enseñar dirigida a sujetos (alumnos) no como sujetos
individuales sino apreciados dentro de una “media de aprendizaje” del grupo.
Las reflexiones de Justa Ezpeleta (1989) en relación a la importancia de la
inserción del maestro en el ámbito de la escuela a la hora de percibirse como
profesional y trabajador, nos resultaron de sumo interés para continuar el
sondeo de ideas que nos permitan enriquecer más la indagación sobre la
práctica pedagógica como práctica social. “No hay maestro sin escuela”, con
esta frase alude Ezpeleta a verdades tomadas como obvias y por lo tanto a
veces invisibilizadas. La situación concreta de inserción institucional es, desde
esta óptica, la que constituye al maestro como tal.
“En esa imagen, la tarea de enseñar, recortada en sí
misma, es dominante a la hora de reflexionar sobre el
desempeño. Situada entre lo obvio y lo presumiblemente
significativo, llama nuestra atención, en cambio, una de
las faces en semipenumbra del sujeto maestro: su calidad
de especialista y al mismo tiempo de trabajador; su doble
calidad de profesional y asalariado. Desde esta
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El concepto de “vida cotidiana” constituye la categoría teórica utilizada por Rockwell y
Ezpeleta (1984) en “La escuela, relato de un proceso de construcción teórica”, Revista
Colombiana de Educación Nº 12, CIUP, Bogotá. El mismo es aplicado al análisis de la escuela
singular, ya que “delimita y a la vez recupera conjuntos de actividades, característicamente
heterogéneos emprendidos y articulados por sujetos particulares. Las actividades observadas
en una escuela, o en cualquier contexto, pueden ser comprendidas como cotidianas sólo con
referencia a esos sujetos, … se circunscriben a ‘pequeños mundos’ cuyos horizontes se
definen diferencialmente de acuerdo con la experiencia directa y la historia… de cada uno…En
un mundo de diversidad como el escolar, se empieza a distinguir así las múltiples realidades
que pueden identificarse como ‘escuela’, a comprender que la escuela es objetivamente
distinta según el lugar donde se la vive.”
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Achilli duda en llamarlo “particularismo” o “ultrageneralización”, tomando el término con el cual
A. Heller explica esa característica del pensamiento cotidiano.
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