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FECHA: 23/04/18
COCHABAMBA – BOLIVIA
MIOMATOSIS UTERINA
DEFINICIÓN
INCIDENCIA
Es el tumor benigno más frecuente del aparato genital pelviano. Ocurre en 20 a 40% de mujeres en edad
reproductiva. Pueden ser clínicamente evidentes en el 20 a 25% de los casos; el pico mayor de
presentación tiene lugar en la cuarta a quinta décadas.
ETIOLOGÍA
La etiología de los miomas aún se desconoce. Éstos usualmente son de origen monoclonal y su
crecimiento está relacionado con expansión clonal de una sola célula. Se sabe que aproximadamente
60% de los miomas son cromosómicamente normales. El 40% restante presentan anomalías
cromosómicas. Se dice que los miomas están asociados con la exposición de estrógenos y progesterona
circulante. No está establecido que el origen del mioma dependa de la acción de aquellas hormonas,
pero si se puede afirmar que su mantenimiento y desarrollo o crecimiento estén vinculados a la acción
de las mismas.
FACTORES DE RIESGO
Edad y paridad: El riesgo de miomatosis uterina incrementa con la menarca temprana. En las mujeres
postmenopáusicas el riesgo disminuye 70 a 90%. En las primíparas el riesgo disminuye hasta 20 a 50%, y
entre más hijos hayan tenido es mucho menor. El riesgo aumenta en nulíparas.
Uso de anticonceptivos orales: Parecen no tener una relación definitiva, pero en algunos estudios hay
una relación inversa entre los anticonceptivos orales y el riesgo de desarrollar miomatosis uterina.
Factores hormonales endógenos: La menarca temprana (< 10 años) se ha visto que incrementa en 1.24
el riesgo relativo de desarrollar miomas. Generalmente, los miomas son poco numerosos y de menor
tamaño en los especímenes de histerectomías de las mujeres postmenopáusicas cuando los niveles
estrogénicos son bajos.
Dieta: Existe poca evidencia de la asociación con la dieta, pero se ha reportado que las carnes rojas y el
jamón incrementan la incidencia, mientras que los vegetales verdes la disminuyen.
Ejercicio: Las atletas tienen 40% menos de riesgo comparado con las mujeres sedentarias. No está claro
el porqué de esta diferencia, si es por los efectos del ejercicio o las bajas tasas de conversión de
andrógenos a estrógenos debido al IMC.
Historia familiar: Los familiares de primer grado de pacientes con miomatosis tienen 2.5 veces más
riesgo de presentar miomatosis uterina que aquellos que no tienen historia familiar.
Embarazo: Se ha sugerido que los altos niveles de esteroides sexuales asociados al embarazo
comúnmente causan crecimiento de los miomas uterinos, así como su sintomatología. De hecho los
miomas comparten ciertas características del miometrio normal durante el embarazo, como el
incremento en la producción de matriz extracelular y la expresión aumentada de los receptores para
péptidos y hormonas esteroideas. Éstos se presentan en 1.4 a 8.6% de los embarazos.
Lesión del tejido: Es posible que la formación del mioma sea una respuesta a la lesión, parecido a una
placa aterosclerótica que se forma en respuesta a la hipoxia del músculo arterial. La hipoxia de las
células miometriales durante la menstruación puede promover la transformación de los miocitos
normales y la subsecuente formación de los miomas.
PATOGÉNESIS
Microscopia: el tumor está constituido por fibras musculares lisas, diferentes a las del miometrio vecino,
por presentar mayor volumen y disposición más apretada en manojos entrecruzados, entre los que se
interpone tejido conectivo laxo pobre en vasos.
Macroscopía: Los miomas son formaciones esféricas o aovadas dado que su crecimiento es expansivo y
no infiltrativo, uni o multilobulados, de muy diferente volumen pudiendo en su crecimiento ocupar toda
la pelvis y aun parte del abdomen. La consistencia es dura y elástica, pero puede modificarse como
consecuencia de cambios secundarios, generalmente de tipo degenerativo. Al corte presentan color
blanco, superficie brillante, fasciculada o micronodular. El mioma distiende y comprime al miometrio
vecino, con el que está en íntimo contacto, ya que el tumor carece de cápsula propia.
Según su localización inicial y el sentido del crecimiento los miomas han sido diferenciados en
intramurales, subserosos y submucosos:
- Los miomas intramurales (60-70%) se originan en pleno miometrio alejados tanto de la serosa
como de la mucosa uterina.
- Subserosos (10%) se originan en las capas superficiales del miometrio.
- Submucosos (15-25%) se originan en el miomerio vecino a la mucosa uterina corporal o cervical
PRESENTACIÓN CLÍNICA
Se estima que sólo 20 a 50% de las mujeres con un mioma o más experimentan síntomas que pueden
atribuirse directamente al mioma en sí. Los síntomas varían e incluyen sangrado uterino anormal, dolor
pélvico, presión pélvica, capacidad reducida de la vejiga, constipación y disfunción reproductiva. El
síntoma más común es el sangrado uterino anormal. Los síntomas usualmente se correlacionan con su
localización, número, tamaño o con algún cambio degenerativo concomitante.
Sangrado uterino anormal: La menorragia y la hipermenorrea son el patrón más común de sangrado.
Los miomas submucosos tienden a producir con mayor frecuencia sangrado. A continuación se
comentan algunos de los mecanismos propuestos:
Los miomas sufren regresión posterior a la menopausia, lo que se acompaña de atrofia del endometrio y
con lo que cesa el sangrado uterino.
Síntomas de tumoración pélvica: Los miomas subserosos son los más relacionados con este síntoma. El
tamaño del útero miomatoso se describe en semanas menstruales, así como en un útero gestante. Un
útero miomatoso de 12 a 20 semanas de tamaño puede palparse en la exploración abdominal. Al crecer
el útero, la presión sobre órganos adyacentes, especialmente el tracto urinario y rectosigmoides, se
acentúa. Las manifestaciones asociadas al tracto urinario incluyen frecuencia urinaria, obstrucción de
salida y obstrucción ureteral con hidronefrosis. La constipación o tenesmo puede ser secundario a un
mioma en la pared posterior, que ejerce presión en el rectosigmoides.
Infertilidad: La miomatosis uterina se asocia a infertilidad en 5 a 10% de los casos. Los miomas
intramurales y subserosos tienden a producir mayor disfunción reproductiva. Los mecanismos sugeridos
mediante los cuales disminuyen la fertilidad incluyen:
Los miomas uterinos pueden coexistir con el embarazo. Se reporta una incidencia que varía de 1.4 a
8.6%. Al principio del embarazo pueden incrementar su tamaño y después se mantienen estables o
incluso disminuyen de tamaño. Puede aparecer dolor debido a la torsión o impactación del mioma. Los
estudios disponibles del impacto de los miomas en el riesgo de aborto son contradictorios. Algunos
estudios recientes reportan que los miomas se asocian con una frecuencia mayor a 40% tanto de
pérdidas en el primero como en el segundo trimestre. El tamaño del mioma y su proximidad al sitio de
implantación de la placenta parecen incrementar las complicaciones obstétricas. Se calcula que 15 a
20% de estas mujeres desarrollan trabajo de parto pretérmino; la restricción del crecimiento
intrauterino ocurre en el 10%; y la presentación anómala en aproximadamente el 20%.25 La ruptura
uterina durante el embarazo o trabajo de parto, como consecuencia de una miomectomía, es rara.
DIAGNÓSTICO
TRATAMIENTO
Los miomas uterinos asintomáticos se manejan de manera expectante. El tratamiento dependerá del
tamaño del mioma, su localización, sintomatología, edad e historia reproductiva y obstétrica.
Terapia médica
El objetivo de la terapia médica es aliviar la sintomatología. Para las mujeres que prefieren manejo
conservador, existen múltiples terapias médicas. Tiene como ventaja evitar las complicaciones del
manejo quirúrgico y permitir la conservación del útero. Estas terapias deben ser tomadas como la
primera línea de tratamiento. Las terapias disponibles son:
Dispositivo intrauterino con progestina: Estos dispositivos han sido estudiados como tratamiento local
de la menorragia y miomas sintomáticos. El dispositivo intrauterino con levornogestrel es un método
probado, efectivo y reversible en el manejo de menorragia, el cual inactiva y atrofia el endometrio.
Manejo quirúrgico
La disponibilidad actual de diversos manejos para esta patología, nos hace individualizar el manejo
dependiendo de los problemas específicos de cada paciente y sus necesidades, así como la experiencia
clínica del ginecólogo.
-Histerectomía: La histerectomía continúa siendo el tratamiento más común para la miomatosis uterina
debido a que es el único que cura y elimina la posibilidad de recurrencia. Otros factores que pueden
justificar la histerectomía por miomatosis uterina incluyen asociación con otras condiciones, como
relajación del piso pélvico, endometrio anormal o citología cervical, o la intolerancia al tratamiento
hormonal. Algunos beneficios para la mujer menopáusica al realizarse este procedimiento incluye la
eliminación de la necesidad de agentes progestágenos, la administración de estrógenos sin
experimentar sangrados.
-Embolización de la arteria uterina: Esta técnica limita el aporte sanguíneo de los miomas, causando
infarto del mismo y reduciendo su tamaño.
-Ultrasonido con resonancia magnética: Esta técnica termoablativa no invasiva consiste en hacer
converger múltiples ondas de energía ultrasónica en un pequeño volumen de tejido, la cual permite su
destrucción térmica y puede realizarse como procedimiento ambulatorio.
HIPERPLASIA ENDOMETRIAL
INTRODUCCIÓN
La hiperplasia endometrial (HE) se define como una proliferación de glándulas, de forma y tamaño
irregular, con un incremento en la relación glándula/estroma si la comparamos con el endometrio
proliferativo normal. Este proceso suele ser difuso, pero no siempre afecta a toda la mucosa. Se
relaciona con el estímulo prolongado de estrógenos no compensado con gestágenos, siendo una lesión
estrógeno-dependiente. El signo principal de la HE es la hemorragia uterina anormal (HUA), aunque
puede cursar de manera asintomática. Dicho signo es causa frecuente de consultas ginecológicas (20%).
Ante una hemorragia uterina anormal, tenemos que pensar en la presencia de miomas, pólipos
endometriales, hiperplasia endometrial o adenocarcinoma, y tener en cuenta que sobre el 50% de los
casos son consecuencia de una disfunción, siendo innecesario el tratamiento quirúrgico.
EPIDEMIOLOGÍA Debido a que no todas las pacientes con HE presentan sintomatología, se conoce poco
sobre su incidencia; en mujeres postmenopáusicas se estima entorno a un 8/1000 en asintomáticas y en
un 15% en las sintomáticas. La HE está en relación con ciclos anovulatorios, por lo que es más frecuente
entorno a la menarquia y la menopausia.
• Otros factores de riesgo: - Edad avanzada. - Tamoxifeno: Las mujeres que lo toman en el tratamiento o
prevención del cáncer de mama tienen mayor incidencia de hiperplasia polipoide e incluso de 3 a 6
veces mayor incidencia de cáncer de endometrio, especialmente cuando el tratamiento se prolonga más
de 5 años. - Nuliparidad, no dar lactancia materna. - Menarquia precoz y menopausia tardía. - Historia
familiar de cáncer de endometrio, colon, mama, ovario.
CLASIFICACIÓN
Citología:
- Sin atípia
• Hiperplasia simple.
• Hiperplasia atípica compleja (adenomatosa con atipia). En la práctica clínica, las hiperplasias
endometriales se dividen en 2 grandes grupos: las que no presentan atipia celular y las que si la
presentan.
DIAGNÓSTICO La sintomatología de la HE se basa en el sangrado uterino anormal, por tanto ante una
mujer que acuda por este motivo se realizará:
-Historia Clínica: Habrá que realizar una buena anamnesis para conocer los antecedentes personales y
familiares, FUR, FM, FO, edad, menarquia, uso de actual método anticonceptivo, posibles factores que
puedan influir en la aparición de HE (pacientes menopáusicas en THS, paciente en tratamiento con
Tamoxifeno por cáncer de mama, obesidad), antecedentes quirúrgicos. Se obtendrán datos sobre el
proceso actual: Inicio, duración, intensidad, antecedentes de procesos similares, síntomas
acompañantes.
-Pruebas Complementarias
TRATAMIENTO
• Análogos de GnRH: 4-5 ciclos, usados como alternativa si falla el tratamiento con gestágenos
• Gestágenos: Es el tratamiento más utilizado y el más fisiológico. Se utilizan para cohibir la hemorragia
con dosis altas y mantenidas durante 20 días.
La adenomiosis o endometriosis interna ocurre cuando el tejido que recubre el interior del útero penetra el
miometrio o capa muscular de este órgano.
Durante la menstruación, el tejido asentado dentro del miometrio se hincha y sangra del mismo modo que
el revestimiento del útero. Esto provoca que la sangre se acumule dentro del músculo uterino, donde puede
formar tumores benignos conocidos como adenomiomas.
La adenomiosis afecta al 1% de las mujeres, en particular cuando son mayores de 40 años y han tenido
más de un parto.
Es importante señalar que la adenomiosis no es lo mismo que la endometriosis, sin embargo, en más de
10% de las ocasiones aparece acompañada por esta enfermedad.
Aunque algunos casos de adenomiosis no afectan la fertilidad, esta condición puede interferir en el
transporte de los espermatozoides u obstaculizar el proceso de implantación del embrión.
Principales síntomas
Aunque la adenomiosis puede no presentar síntomas, generalmente se manifiesta a través de:
Infertilidad
La intensidad de los síntomas está relacionada con el grado de penetración del tejido en la pared uterina.
Causas de la adenomiosis
Aunque no se conoce la causa específica de la adenomiosis, su crecimiento se asocia con la actividad
hormonal de los ovarios y en particular con la producción de estrógeno.
Las mujeres mayores de 40 años que han tenido más de un parto son más propensas a
desarrollar adenomiosis, en particular si se han sometido a una cesárea o alguna otra cirugía uterina.
Diagnóstico
Además del análisis de los antecedentes médicos de la paciente, los procedimientos para diagnosticar la
adenomiosis incluyen:
Un examen pélvico que puede revelar un útero dos o tres veces mayor a su tamaño normal, así como la
presencia de un adenomioma.
Una ecografía transvaginal o ultrasonido vaginal ginecológico durante el que el médico introduce una
sonda en la vagina de la mujer con el fin de examinar su útero. El ultrasonido transvaginal es sencillo e
indoloro y generalmente permite establecer un diagnóstico claro, sin embargo, en algunos casos se
Una resonancia magnética puede ser útil cuando el ultrasonido no arroja resultados definitivos
Debido a que condiciones como la endometriosis, la miomatosis uterina y los pólipos uterinos pueden
confundirse con la adenomiosis, es importante que las pruebas sean interpretadas por un especialista
experimentado, quien obtendrá el máximo de información de cada procedimiento.
Si existe una endometriosis externa asociada es preferible recurrir a los agonistas de la GnRH. No se han
establecido recomendaciones concretas para las mujeres estériles con adenomiosis que necesitan recurrir
a la fecundación asistida.
CITOLOGÍA GINECOLOGICA (PAP)
Definición
El papanicolau o citología vaginal es una prueba diagnóstica realizada a las mujeres que consiste en
recoger, mediante raspado, células del cérvix o cuello uterino para analizarlas de forma microscópica.
El principal objetivo de esta prueba es la detección precoz del cáncer cérvical o de cuello uterino
Información general
Desde 1940, el porcentaje de muertes en mujeres con cáncer de cuello uterino ha decrecido un 70%, en
gran parte porque muchas mujeres se han sometido a un Papanicolau. Aunque no es infalible, este test
detecta el 95% de cánceres cervicales y, lo que es más importante, los detecta en un estado en el que
todavía no se ven a simple vista y, por lo tanto, pueden ser tratados y, casi invariablemente, curados.
Procedimiento
El papanicolau se practica durante el examen pélvico. Con una espátula de madera, un cepillo o una
esponja de algodón, el médico raspa suavemente la superficie del cervix (cuello uterino) para recoger
células, y también toma muestras de dentro del canal cervical insertando una torunda de algodón. Las
células son enviadas al laboratorio para un análisis microscópico.
Resultados
Un resultado positivo significa que aparecen células anormales. Este resultado positivo no prueba que
haya cáncer, ni siquiera displasia, pero usualmente significa que deben hacerle un reconocimiento más
exhaustivo como una colposcopia o una biopsia.
Periodicidad
Debe hacerse la primera citología antes de empezar a tener relaciones sexuales y después de pasado un
año. Y realizárselo al menos una vez al año.