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PLAZO ESTRICTAMENTE NECESARIO

Y PLAZO MÁXIMO EN LA DETENCIÓN


Luis Castillo-Córdova
Perú, febrero de 2010

FACULTAD DE DERECHO
Área departamental de Derecho

Gaceta Constitucional, número 26, febrero 2010, ps. 21 – 34.


PLAZO ESTRICTAMENTE NECESARIO Y PLAZO MÁXIMO EN LA DETENCIÓN

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Repositorio institucional PIRHUA – Universidad de Piura

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Luis Castillo-Córdova

I. INTRODUCCIÓN: PRESENTACIÓN DE LAS CUESTIONES

1. Los hechos
De modo sucinto los hechos en que consiste el caso resuelto por la sentencia que ahora se
comenta son los siguientes:

a. El miércoles 26 de septiembre del 2007, el beneficiario del hábeas corpus fue detenido
por la Policía Nacional en la ciudad de Desaguadero (Puno), a la 1 pm. La razón fue que se
encontraba requisitoriado por el delito de falsificación de documentos y otro, dispuesta por
el Décimo Sétimo Juzgado Penal de Lima. 9 horas más tarde, el detenido es puesto a
disposición del demandado, un Oficial de la PNP;

b. El jueves 27 de septiembre del 2007 el demandado realiza una serie de gestiones


destinadas a comprobar si el detenido efectivamente se encontraba o no requisitoriado, lo
que se le confirma a las 11:15 am.

c. El viernes 28 de septiembre a las 7:50 am, el emplazado solicita al Administrador de la


Corte Superior de Justicia de Puno la asignación económica para el traslado del detenido a
Lima.

d. El sábado 29 de septiembre el beneficiario del hábeas corpus sigue detenido en la ciudad


de Desaguadero;

e. El domingo 30 de septiembre el hermano del beneficiario interpone demanda de hábeas


corpus, realizada la diligencia el mismo día, el Juez comprueba la ilegal detención, y
ordena que el detenido sea puesto a disposición judicial en el término de la distancia;

f. El lunes 1 de octubre el beneficiario sigue detenido en Desaguadero;

g. El lunes 2 de octubre el beneficiario es trasladado a la ciudad de Lima.

2. La supuesta agresión constitucional


El martes 3 de octubre, el demandante en hábeas corpus presenta un escrito al Juzgado
que resolvió inicialmente el hábeas corpus para denunciar que el demandado no ha
cumplido con la orden de poner al detenido a disposición del juzgado requiriente en el
término de la distancia, y que por el contrario ha permanecido detenido hasta el 2 de
octubre. El derecho fundamental agredido habría sido el derecho a la libertad personal en
su garantía de poner el detenido a disposición del Juez en un plazo de 24 horas o en el
término de la distancia (artículo 2.24 apartado f de la Constitución). Las dos primeras
instancias declararon infundada la demanda de hábeas corpus debido a que si bien es
verdad el beneficiario estuvo detenido por más de 24 horas, ello no se debió a causa
imputable a la Policía Judicial sino a la inexistencia oportuna de medios para efectuar el
traslado respectivo.

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3. Cuestiones que presenta el caso


Así configurado el caso, se abre una serie de interrogantes, al menos las siguientes:

a. ¿Ha existido agresión del contenido constitucionalmente protegido de un derecho


fundamental?

b. Si ha existido, ¿quiénes han sido los agresores?

c. ¿Cuál es la respuesta constitucional que demanda la cesación de la agresión?

A estas cuestiones ha respondido el Tribunal Constitucional en la sentencia que ahora se


comenta, y que se analizará en las páginas siguientes. Antes, sin embargo, resulta necesario
presentar un caso sustancialmente semejante resuelto por el Tribunal Constitucional
español y que le ha servido de base al peruano para resolver de modo definitivo la
demanda de hábeas corpus.

II. LA STC 86/1996 DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL ESPAÑOL

1. El supuesto de hecho
Para resolver la demanda de hábeas corpus, el Tribunal Constitucional peruano ha tomado
en consideración la interpretación que del artículo 2.17 de la Constitución española ha
formulado el Tribunal Constitucional español en la STC 86/1996. En esta sentencia, el
Máximo tribunal español se pregunta por la constitucionalidad de la duración de una
detención policial. Los hechos, mencionados sucintamente, son:

a. El beneficiario del hábeas corpus, nacido en Buenos Aires y con nacionalidad italiana,
fue detenido el 27 de abril de 1994, a las veintiún horas por encontrarse indocumentado,
aplicándosele la Ley de Extranjería. Se le tramitó un expediente de expulsión por carecer
de documentación, y de medios lícitos de vida, siendo conducido luego a un centro de
internamiento de extranjeros, donde permaneció durante tres días.

c. Desde su detención, el beneficiario alegó ser ciudadano italiano y que su documentación


había sido robada, habiendo denunciado los hechos. En todas las ocasiones se le respondía
que era argentino, y así se hizo constar en el atestado, y no se hizo ningún tipo de
comprobación respecto a la denuncia del robo de su pasaporte, ni sobre la tarjeta de
residencia comunitaria, ni en el consulado italiano acerca de su nacionalidad.

d. El día 30 de abril, a las once horas, se interpuso demanda de hábeas corpus a favor del
detenido. Tras entrevistarse con el Juez a las dieciséis horas, la solicitud fue denegada
mediante el Auto impugnado, notificado a las dieciocho horas, sin que conste ningún tipo
de investigación de la situación ilegal denunciada.

e. El actor fue puesto en libertad hacia las veintiuna horas del 30 de abril, cuando ya
habían transcurrido algo más de setenta y dos horas, tras la propuesta de expulsión llevada
a cabo por el Grupo operativo de extranjeros.

2. Las reglas que se concluyen desde el artículo 17.2 CE

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La pregunta jurídicamente relevante que hay que responder en el caso español es si ha


habido o no violación del artículo 17.2 de la Constitución española por duración
inconstitucional de la detención policial. Este dispositivo constitucional ha establecido que

“La detención preventiva no podrá durar más del tiempo


estrictamente necesario para la realización de las averiguaciones
tendentes al esclarecimiento de los hechos, y, en todo caso, en el
plazo máximo de setenta y dos horas, el detenido deberá ser puesto
en libertad o a disposición de la autoridad judicial”
De esta disposición es posible concluir lo siguiente:

a. La detención policial debe durar sólo el tiempo estrictamente necesario para realizar las
averiguaciones que esclarezcan los hechos;

b. En ningún caso, el tiempo estrictamente necesario podrá ser mayor a setenta y dos
horas.

De modo que cuando se trate de resolver un caso de detención policial preventiva, la


pregunta jurídicamente relevante es: en las circunstancias concretas, ¿cuál es el tiempo
estrictamente necesario? Este viene a ser el límite temporal en la detención. Ocurre, sin
embargo, que tal límite no es un límite concreto, sino más bien uno abierto e
indeterminado, de modo que para evitar posibles extralimitaciones, el Constituyente
español ha decidido establecer un límite al límite temporal, este es setenta y dos horas, que
aparece como el plazo máximo de la detención policial.

De aquí es posible la formulación de las siguientes dos reglas iusfundamentales:

R 1:

Supuesto de hecho (SH1): una detención preventiva que dure más de lo


estrictamente necesario aunque menos de setenta y dos horas;

Consecuencia jurídica (CJ1): inconstitucionalidad de la detención.

R2:

Supuesto de hecho (SH2): una detención preventiva que dure más de setenta y dos
horas;

Consecuencia jurídica (CJ2): inconstitucionalidad de la detención.

3. La solución del Tribunal Constitucional Español


Con base en esta interpretación es que, en definitiva, el Tribunal Constitucional español
decidió que en el caso que tenía por resolver se había vulnerado el artículo 17.2 CE. El iter
argumentativo fue el siguiente.

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En primer lugar, comprobó que al momento de interponerse el hábeas corpus aún no se


habían cumplido las setenta y dos horas que es el plazo previsto constitucionalmente como
límite máximo de la detención preventiva, sin embargo, esto no significaba la
constitucionalidad de la detención:

“es claro que cuando fue instado habeas corpus en favor del señor
García Melani, y cuando el Juzgado de Guardia denegó la apertura
del procedimiento, no se había sobrepasado el plazo máximo
absoluto que marca la Constitución, que es de setenta y dos horas.
Sin embargo, este dato por sí solo es insuficiente para apreciar si se
han respetado los márgenes constitucionales”1.

En efecto, y en segundo lugar, el hecho que una detención dure hasta el límite previsto
constitucionalmente, no hace de ella una constitucionalmente permitida. Esta afirmación
es posible sostenerla si se repara en la naturaleza del plazo máximo previsto
constitucionalmente. Tiene dicho el Supremo intérprete de la Constitución que

“el plazo de setenta y dos horas que establece la Constitución es un


límite máximo de carácter absoluto, para la detención policial, cuyo
cómputo resulta inequívoco y simple. Pero ese plazo es un límite
del límite temporal prescrito con carácter general por el mismo
precepto [artículo 2.17 CE], sobre el cual se superpone, sin
reemplazarlo: el tiempo 'estrictamente indispensable' para realizar
el fin al que sirve la privación cautelar de libertad”2.
Consecuentemente, y en tercer lugar, la norma constitucional española dispone la
existencia de dos límites: uno es el plazo máximo (setenta y dos horas); y el otro es el límite
estrictamente indispensable; uno y otro previstos expresamente en el texto de la
Constitución. Este puede ser igual, menor o sensiblemente menor que aquel, y vendrá
siempre definido por las concretas circunstancias del caso:

“el límite máximo de privación provisional de libertad que permite


el art. 17 de la Constitución puede ser sensiblemente inferior a las
setenta y dos horas, atendidas las circunstancias del caso, y en
especial el fin perseguido por la medida de privación de libertad, la
actividad de las autoridades implicadas, y el comportamiento del
afectado por la medida”3.
Con base en este entendimiento del artículo 2.17 CE, el Tribunal Constitucional español
concluye que la detención del beneficiario, si bien no excedió las setenta y dos horas, sí se
prolongo innecesaria y excesivamente. Ello en razón de que

“el día siguiente a su detención, el 28 de abril de 1994, la policía ya


había efectuado todas las diligencias de averiguación que estimó
necesarias: el interrogatorio del detenido, y diversas
comprobaciones, plasmadas en un informe interno. Y ese mismo
día, el Comisario Jefe había elevado al Jefe Superior de Policía una
propuesta de expulsión contra el señor García Melani. Desde el
mismo momento en que las «averiguaciones tendentes al

1 STC 86/1998, del 21 de mayo, F. J. 8.


2 Ibídem.
3 Ibidem.

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esclarecimiento de los hechos» fueron finalizadas, y no contando la


existencia de otras circunstancias, la detención policial del actor
quedó privada de fundamento constitucional”4.

De todo esto se puede concluir la regla creada y empleada por el Tribunal Constitucional
para resolver el caso: es inconstitucional toda detención policial que dure más de lo que
estrictamente demanda las circunstancias concretas, aún cuando no sobrepase el plazo
máximo constitucional. Esta regla es R1 anteriormente concluida y formulada desde el
artículo 2.17 CE.

Esta regla y la consiguiente justificación dada por el Tribunal Constitucional español, como
se pasa inmediatamente a tratar, ha sido tomada por el Tribunal Constitucional peruano,
no tanto para solucionar el caso que tenía por resolver, sino más bien para establecer una
determinada interpretación iusfundamental con carácter de precedente vinculante.

IV. ANÁLISIS DEL ARTÍCULO 2.24 APARTADO F DE LA CONSTITUCIÓN PERUANA

1. La disposición constitucional
El plazo de detención policial ha sido regulado por el constituyente peruano en el artículo
2.24 apartado f, de la siguiente manera:

“El detenido debe ser puesto a disposición del juzgado


correspondiente, dentro de las veinticuatro horas o en el término
de la distancia. Estos plazos no se aplican a los casos de terrorismo,
espionaje y tráfico ilícito de drogas. En tales casos, las autoridades
policiales pueden efectuar la detención preventiva de los presuntos
implicados por un término no mayor de quince días naturales”.

En el caso resuelto por el Tribunal Constitucional peruano, el detenido no lo ha sido por


terrorismo, espionaje o tráfico ilícito de drogas, lo que significa que se le ha de aplicar la
primera parte de la disposición transcrita, que es la que interesa analizar. De esta parte se
concluye con facilidad que el Constituyente peruano ha recogido el plazo máximo de
duración de la detención policial. El plazo máximo tiene dos posibilidades, una es concreta
y la otra es abierta y genérica. La concreta es veinticuatro horas, la genérica es “el término
de la distancia”. Esta posibilidad genérica debe ser concretada para su aplicación y lo ha
sido por la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial mediante Resolución Administrativa N.º
1325–CME–PJ, del 6 de noviembre de 2000.

2. Cuestiones que presenta la disposición constitucional

A. ¿La concreción forma parte del contenido constitucional de la libertad personal?


Varias cuestiones pueden plantearse al respecto. La primera es determinar si la concreción
que de “el término de la distancia” se haga tiene o no rango normativo constitucional.
Concretar el plazo a que equivale “el término de la distancia” entre una ciudad y otra, a mi

4 Ibidem.
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modo de ver, forma parte del contenido constitucionalmente protegido del derecho
fundamental a la libertad personal. La razón es que “el término de la distancia” significa
una concreción que pasa a formar parte de la esencia del derecho a la libertad personal.
Brota de la esencia de este derecho que la detención policial justificada, no se extienda más
allá de lo estrictamente exigido por las circunstancias, es decir, más allá de lo razonable. Lo
razonable exigido por la esencia del derecho a la libertad personal ha sido concretado
parcialmente por el Constituyente peruano a la hora que ha decidido que sea veinticuatro
horas como máximo la duración de la detención. No ha sido concretado “el término de la
distancia” por el Constituyente peruano, pero el contenido que se le dé a esta fórmula
abierta deberá ser razonable en la medida que viene exigido por la esencia del derecho a la
libertad personal. De ahí que si no se pone a disposición judicial a un detenido en “el
término de la distancia”, se entiende ocurrida la agresión del contenido constitucional de la
libertad personal y se permite la interposición de una demanda constitucional de hábeas
corpus. De modo que quien tenga que decidir el significado de “el término de la distancia”,
estará decidiendo la concreción del contenido esencial o constitucional del derecho
fundamental mencionado.

B. ¿Se ajusta a las exigencias de la reserva de Ley?


La segunda es determinar si se ha desnaturalizado o no la garantía constitucional
normativa llamada reserva de ley. Como se sabe, en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional se ha creado la reserva de ley cuando se trata de la delimitación del
contenido constitucional de un derecho fundamental5. Siguiendo el significado que a la
reserva de ley ha dado el Tribunal Constitucional, deberá ser la Ley (entendida como la
norma parlamentaria o como decreto legislativo)6 la que debería concretar “el término de

5 En el tiempo, al menos han sido dos oportunidades en las que el Tribunal Constitucional
se manifestó en este sentido. Así, tiene dicho que “el principio de reserva de ley impone
que cualquier disposición que tenga por objeto directo la regulación de derechos
constitucionales o que, aun cuando de manera indirecta, incida en ella, debe ser objeto
exclusivo y excluyente de ley, mas no de fuentes normativas de jerarquía inferior” (EXP.
N.° 1429–2002–HC/TC, del 19 días de Noviembre de 2002, F. J. 16). En otra ocasión
manifestó que “[e]sta reserva de ley impone la obligación de que cualquier regulación que
pueda afectar o incidir en los derechos fundamentales, incluso de manera indirecta, debe
ser objeto exclusivo y excluyente de ley general y no de fuentes normativas de igual o
inferior jerarquía. En ese sentido, cumple además una función de garantía individual al
fijar límites a las posibles intromisiones arbitrarias del Estado, en los espacios de libertad
de los ciudadanos. EXP. N.° 00017–2006–PI/TC, del 21 días del mes de enero de 2007, F.
J. 12.
6 Es conocida la jurisprudencia del Tribunal Constitucional por la cual entiende la reserva

de ley como reserva de acto legislativo, lo que permite regular la materia reservada a la ley
también por decreto legislativo. Tiene manifestado el Supremo intérprete de la
Constitución que “el principio de reserva legal en general para la regulación de cualquiera
de los derechos constitucionales que se encuentren sujetos a dicho principio, o que no
estándolo, se encuentren dentro del ámbito del principio de legalidad (artículo 2º, inciso
24), “a”), no puede entenderse como una reserva a cualquier tipo de normas a las que el
ordenamiento pueda haber conferido el rango de ley, (…), sino como una reserva de acto
legislativo, por virtud del cual las restricciones y límites de los derechos constitucionales
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la distancia” y no una Resolución Administrativa. Por lo que, habiendo concluido antes que
concretar la fórmula abierta “término de la distancia” es delimitar el alcance del contenido
constitucional del derecho a la libertad personal, la concreción llevada a cabo mediante
Resolución Administrativa transgrede la garantía reserva de ley. Para la definición de la
expresión “término de la distancia” debió haber intervenido la Ley o el Decreto legislativo.

C. ¿Se recoge la exigencia de duración estrictamente necesaria?


La tercera cuestión es determinar si en el artículo 2.24 apartado f sólo se recoge o no
solamente el plazo máximo de duración de la detención preventiva policial; con otras
palabras, determinar si en la disposición constitucional mencionada debe tenerse como
reconocido también el llamado límite máximo de la detención, es decir, la duración
estrictamente necesaria. Como se recordará, en el artículo 2.17 CE se han recogido
expresamente ambos tipos de plazos, situación que no se presenta en la disposición
iusfundamental peruana. Pero, ¿es posible considerar que en esta viene incluida también la
exigencia de que la detención no debe durar más allá de lo estrictamente necesario? A mi
modo de ver sí.

La razón es que la duración estrictamente necesaria es una exigencia de razonabilidad, de


modo que no es razonable que una detención dure más allá de lo estrictamente necesario.
Y, como se sabe, la razonabilidad ha sido constitucionalizada en el caso peruano7, y
prevista no sólo para los regímenes de excepción, sino extendida con acierto por el
Tribunal Constitucional para todos los ámbitos del derecho8. Pretender que una detención
policial dure más de lo estrictamente necesario sería contravenir la exigencia
constitucional de razonabilidad y, por esa razón, tal pretensión es inconstitucional. De
forma tal que en el ordenamiento constitucional peruano no necesariamente toda
detención que dure por debajo de veinticuatro horas o por debajo del término de la
distancia es por esa sola razón una detención constitucional, pues puede ocurrir que las
circunstancias haya exigido que lo estrictamente necesario sea inferior a las veinticuatro
horas y al término de la distancia.

D. ¿Es posible que la detención dure más allá del plazo máximo?

tengan que contar necesariamente con la intervención del Poder Legislativo, bien sea para
que éste directamente los regule (a través de una ley ordinaria, o de exigirlo la
Constitución, por una ley orgánica) o bien para que dentro de un ámbito bastante preciso,
previsto en la ley autoritativa, confiera por delegación la facultad de regularlos”. EXP. N.°
1311–1999–AA/TC, del 19 de enero del 2000, F. J. 6.
7 En el último párrafo del artículo 200 de la Constitución se ha previsto que “[c]uando se
interponen acciones de esta naturaleza [hábeas corpus y amparo] en relación con derechos
restringidos o suspendidos, el órgano jurisdiccional competente examina la razonabilidad
y la proporcionalidad del acto restrictivo. No corresponde al juez cuestionar la declaración
del estado de emergencia ni de sitio”.
8 Ha manifestado el Tribunal Constitucional que “[e]l principio de proporcionalidad es un
principio general del derecho expresamente positivizado, cuya satisfacción ha de
analizarse en cualquier ámbito del derecho”. EXP. N.º 0010–2002–AI/TC, de 3 de enero
de 2003, F. J. 138.
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La cuarta cuestión es la siguiente: si se reconoce que el artículo 2.24 apartado f de la


Constitución recoge que la detención no debe durar más allá de lo razonable, ¿puede
ocurrir que las circunstancias exijan que la duración se prolongue más allá de veinticuatro
horas o más allá del término de la distancia? El significado del plazo de veinticuatro horas
es que el detenido deba ser puesto a disposición del juez de modo inmediato, y lo
inmediato ha sido concretado por el propio Constituyente a veinticuatro horas para cuando
se trata de un mismo distrito judicial. De forma que si en este supuesto la detención dura
más de veinticuatro horas se habrá agredido el derecho fundamental a la libertad personal,
lo que equivale a decir que jurídicamente no se acepta ninguna circunstancia que haga
razonable la extensión del plazo de veinticuatro horas.

Una situación distinta se presenta cuando la detención ocurre en un lugar apartado del
lugar en el que se encuentra el Juzgado al que se ha de poner a disposición al detenido. En
este caso, el mandato constitucional es abierto y puede ocurrir que la concreción –que
realice, por ejemplo el legislador o, como ocurre actualmente, que realice el órgano
administrativo– vulnere la exigencia de razonabilidad que, como se ha dicho, conforma el
contenido esencial del derecho fundamental a la libertad personal.

La inconstitucionalidad de la norma que recoge la concreción puede ser abstracta o puede


ser concreta. Es abstracta si la expresión “el término de la distancia” ha sido concretada de
modo irrazonable, ya sea por exceso ya sea por defecto. Lo es por exceso cuando se prevé
un plazo más allá de lo exigido razonablemente, por ejemplo, si se establece que el término
de la distancia entre Puno y Lima por vía terrestres es diez días hábiles. Lo es por defecto
cuando se prevé un plazo por debajo de lo exigido razonablemente, por ejemplo, si se
establece que el término de la distancia entre Puno y Lima por vía terrestre es un día
natural.

Por su parte, la inconstitucionalidad es concreta cuando habiéndose previsto un plazo que


en abstracto se ajusta a las exigencias de razonabilidad, en las circunstancias del caso
concreto se vuelven desproporcionadas por exceso o por defecto. Por ejemplo, si se ha
reconocido que el término de la distancia por vía terrestre entre Puno y Lima son tres días
por vía terrestre, esta previsión dada la distancia geográfica y el estado de las carreteras,
así como la frecuencia y calidad de los buses que cubre ese tramo, debe ser considerada
como razonable desde una perspectiva abstracta.

Sin embargo, puede ocurrir que determinadas circunstancias que se presenten mientras se
está llevando el detenido a Lima (accidente en la carretera; toma y bloqueo de la carretera
por manifestantes; desborde de ríos o caída de huaycos, etc), hagan que al caso concreto la
exigencia de tres días como término de la distancia resulte inconstitucional por
irrazonable. De ocurrir este supuesto, la detención no se habría convertido en
inconstitucional, de modo que se habría que inaplicar la norma que contiene la concreción
de la duración de la detención, por ser inconstitucional al caso concreto. Así, por ejemplo,
no hay duración inconstitucional si el traslado de un detenido a Lima desde Puno por vía
terrestre demora cuatro días debido al bloqueo de las carreteras. Obviamente, el obstáculo
que origina la prolongación del plazo debe ser de tal naturaleza y magnitud que justifique
razonablemente esa concreta extensión del plazo.

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E. ¿Reglas iusfundamentales?
Y la quinta cuestión que es posible plantear es cuáles son las reglas iusfundamentales que
se concluyen de la parte correspondiente del artículo 2.24 apartado f de la Constitución
peruana. La respuesta es que al menos se concluyen las siguientes dos:

R3:

SH3: una detención policial que dure más allá de lo estrictamente necesario y
menos de 24 horas o el término de la distancia;

CJ3: la detención se convierte en inconstitucional.

R 4:

SH4: una detención policial que dure más de veinticuatro horas o el término de la
distancia;

CJ4: la detención se convierte en inconstitucional.

R1 y R3 son iguales en la medida que ambas recogen la inconstitucionalidad de una


detención que dure más allá de lo estrictamente necesario y menos que el plazo máximo (el
cual es diferente en el ordenamiento español y peruano); R 2 y R4 son iguales en la medida
que establecen la inconstitucionalidad de una detención policial que sobrepase el plazo
máximo (el cual, se ha de insistir, es diferente en una y otra Constitución). Esto permite
concluir en la corrección de la decisión del Tribunal Constitucional peruano de tomar como
base la STC 86/1996 para resolver el hábeas corpus llegado a su instancia. Y permite
también visualizar que la corrección constitucional no alcanza a una traslación mimética
de interpretaciones, debido a que el plazo máximo es diferente en una y otra Constitución.
Esto último no parece ser visto por el Tribunal Constitucional peruano, lo que le lleva a
cometer errores, según será analizado más adelante.

VI. ANÁLISIS DE LA SOLUCIÓN AL CASO DADA POR EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


PERUANO
Con base en el análisis, de la parte que conviene al caso, que del artículo 2.24 apartado f se
ha efectuado en el apartado anterior, se está en condiciones de responder las tres
cuestiones que se plantearon al inicio respecto de la respuesta que el Tribunal
Constitucional da al caso que tiene por resolver.

1. Sobre la agresión y agresores


Las dos primeras cuestiones que se han de resolver es si ha existido agresión del contenido
constitucionalmente protegido de un derecho fundamental y de existir, quiénes han sido
los agresores. De los hechos enunciados anteriormente, la detención del beneficiario del
hábeas corpus ocurrió el 26 de septiembre del 2007 y permaneció detenido por seis días.
La prolongación de esta detención excede la concreción del término de la distancia
establecida para el tramo Puno – Lima que es de tres días. Tal prolongación no sería
11
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inconstitucional si se hubiesen presentado circunstancias excepcionales que harían de la


concreción una inconstitucional al caso concreto. Sin embargo, ninguna de estas
circunstancias se ha presentado, por el contrario, la prolongación se ha debido por el
actuar negligente del Oficial de Policía responsable de la detención, e incluso por la demora
del funcionario de la Corte Superior de Justicia de Puno.

De esta manera, la prolongación ocurrida vulnera el artículo 2.17 apartado f de la


Constitución por las siguientes dos razones. Primera, porque la detención ha durado seis
días siendo el término de la distancia prevista de tres días, sin que exista ninguna causa
excepcional para la extensión; y segunda, porque la detención no ha durado lo
estrictamente necesario al haber manifestado tanto el agente de policía como el
funcionario judicial negligencia en el cumplimiento de sus deberes. Es decir, la solución del
caso pasa por la aplicación tanto de R3 como de R4.

Es por esta razón que el Tribunal Constitucional acierta cuando ha afirmado, respecto del
Oficial PNP, que

“no sólo se superó el plazo máximo de la detención, sino también el


plazo estrictamente necesario de la misma, toda vez que en el
presente caso, al tratarse de una requisitoria de orden de captura,
no se requería de la realización de diligencias o actuaciones
especiales, sino sólo confirmar la vigencia de dicha requisitoria, así
como solicitar la asignación económica a la administración de la
Corte Superior para el traslado. Así pues, en el presente caso, se
advierte que el emplazado no realizó tales gestiones el mismo día
en que se produjo la detención, esto es, el 26 de setiembre de 2007,
sino que de manera indebida las realizó al día siguiente (27 de
setiembre de 2007). Más todavía, el emplazado sin expresar causa
justificada gestionó la asignación económica ante la administración
de la Corte Superior el día viernes 28 de setiembre de 2007 (fojas
13), esto es, dos (2) días después de producida la detención”9.

Y también acierta cuando en referencia al funcionario de la Corte Superior de Justicia de


Puno, ha manifestado que

“la afectación al derecho constitucional invocado, no es imputable


únicamente al emplazado Capitán PNP Oswaldo F. Venturo López, sino
que alcanza, sobre todo, a la omisión de una correcta actuación por parte
de la administración de la Corte Superior de Justicia de Puno, que sin
justificación alguna no proporcionó en su debida oportunidad la
asignación económica solicitada por el emplazado el 28 de setiembre de
2007, a horas 7: 50 a.m. (fojas 13) para el traslado respectivo del
requisitoriado, pese a encontrarse obligada a ello. Así pues, resulta
reprobable, que por falta de asignación de recursos económicos no se
haya puesto al beneficiario a disposición del Décimo Sétimo Juzgado
Penal de Lima dentro del plazo estrictamente necesario, incluso ni dentro
del plazo máximo. En todo caso, corresponde al Poder Judicial a través
de su unidad respectiva, implementar un mecanismo más expeditivo y

9 EXP. N.º 06423–2007–PHC/TC, del 28 de diciembre del 2009, F. J. 27.

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menos burocrático, a efectos de que no vuelvan a ocurrir hechos como los


que se describen en la presente sentencia”10.

2. Sobre el significado de regresar las cosas al estado anterior


La tercera cuestión es determinar el significado de la finalidad de la demanda
constitucional, a saber, regresar las cosas al estado anterior de cometida la agresión. Como
se ha dicho antes, el derecho fundamental agredido es el derecho a la libertad personal. Sin
embargo, “[r]esulta necesario puntualizar que la libertad personal es un derecho subjetivo
reconocido por el artículo 2°, inciso 24, de la Constitución Política del Perú” 11, lo que
necesariamente conlleva admitir que el derecho a la libertad individual al menos está
conformado por las garantías recogidas en los ocho apartados en los que se descompone,
por lo que no sería exagerado considerarlo como un derecho continente 12, tal y como el
Tribunal Constitucional lo ha hecho de otros derechos fundamentales como el derecho al
debido proceso13.

Esto resulta relevante tenerlo en cuenta debido a que la salvación del derecho fundamental
a la libertad individual no tendrá siempre una misma respuesta, sino que dependerá de
cual derecho o garantía constitucional de los que lo conforman haya sido agredido. Así, en
el caso que resuelve el Tribunal Constitucional, el derecho fundamental agredido,
conformador a su vez del derecho a la libertad individual, es a la duración de la detención
preventiva policial, derecho que atribuye a su titular la facultad de exigir que se le ponga a
disposición judicial una vez vencido el plazo máximo o el plazo estrictamente necesario
para permanecer detenido por la policía. Si esta es la posición iusfundamental que el
derecho depara a su titular, entonces, cuando este derecho es vulnerado, su titular no
podrá exigir nada que no le depare su posición iusfundamental, es decir, no podrá
reclamar ninguna atribución que no le asigne el contenido constitucionalmente protegido
del derecho fundamental. En este caso, no podrá exigir nada distinto a que
inmediatamente se le ponga a disposición del Juez correspondiente.

Por eso acierta nuevamente el Tribunal Constitucional cuando afirma que

“toda detención que supere el plazo estrictamente necesario, o el


plazo preestablecido, queda privada de fundamento constitucional.
En ambos casos, la consecuencia será la puesta inmediata de la
persona detenida a disposición del juez competente”14.

3. Algunos errores en la concepción del Tribunal Constitucional

10 Idem, F. J. 28.
11 EXP. N.° 6142–2006–PHC/TC, del 14 de marzo de 2007, F. J. 2.
12 De ahí que en el artículo 25 del Código Procesal Constitucional se haya recogido
enunciativamente manifestaciones de la libertad individual a lo largo de diecisiete
apartados.
13 Por todas la sentencia al EXP. N.° 01452–2009–PHC/TC, del 18 de agosto de 2009, F. J.
2.
14 EXP. N.º 06423–2007–PHC/TC, citado, F. J. 9.

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PLAZO ESTRICTAMENTE NECESARIO Y PLAZO MÁXIMO EN LA DETENCIÓN

A. El plazo máximo “término de la distancia” no es un absoluto


Pero no todo ha sido acierto en la sentencia del Tribunal Constitucional, sino que en ella es
posible advertir algunos errores, al menos los siguientes dos. Primero, la consideración del
Tribunal Constitucional de que la concreción de la fórmula abierta “término de la
distancia”, efectuada por la Resolución Administrativa N.º 1325–CME–PJ, es absoluta. A
juicio del Tribunal Constitucional siempre y en todo caso que la detención preventiva
policial sobrepase el concreto plazo previsto como plazo máximo de detención, ya sea el
concreto de veinticuatro horas o el genérico de “término de la distancia”, la detención
necesariamente se convierte en inconstitucional.

Así, tiene manifestado que,

“dentro del conjunto de garantías que asiste a toda persona detenida,


un[a] de ell[a]s, no menos importante que los demás, es el de ser puesto a
disposición del juez competente dentro del plazo que la Constitución
señala, esto es, dentro del plazo de 24 horas o en el término de la
distancia cuando corresponda (plazo máximo de la detención)15.

Una vez manifestadas las dos posibilidades de plazo máximo de detención establecidas
constitucionalmente, afirmó que,

“queda claro que toda persona detenida debe ser puesta a disposición del
juez competente dentro del plazo máximo establecido, y es que, si
vencido dicho plazo la persona detenida no hubiera sido puesta a
disposición judicial, aquella detención simplemente se convierte en
ilegítima16.

De modo que la detención necesariamente será inconstitucional si sobrepasa las


veinticuatro horas o si sobrepasa el término de la distancia. Sin embargo, hay argumentos
–y fuertes– para discrepar que una duración que va más allá del término de la distancia
sea necesariamente inconstitucional. Como ya se ha dicho, el plazo máximo de detención
previsto por el artículo 2.24 apartado f es o 24 horas o el término de la distancia. Ya se ha
argumentado que el primero es un plazo concreto y el segundo un plazo abierto. Sobre el
primero decidió el Constituyente que su extralimitación contravendría el derecho a la
duración razonable de la detención preventiva policial sin excepción alguna, de modo que
independientemente de las circunstancias toda detención policial que debiendo durar
veinticuatro horas dura más, se convierte en inconstitucional.

Sobre el segundo el Constituyente ha decidido una fórmula abierta y genérica que deberá
ser concretada por el Legislador. Esta concreción –como ya se justificó también– puede ser
inconstitucional ya sea en abstracto como en concreto. En este último caso, una concreción
normativa que en abstracto es razonable, puede convertirse en irrazonable en las concretas
circunstancias, de modo que queda abierta la posibilidad de que una detención policial que
dure más allá del término de la distancia no sea necesariamente inconstitucional. El
derecho fundamental es a que la detención policial no exceda el término de la distancia,

15 Idem, F. J. 5.
16 Idem., F. J. 6.

14
Luis Castillo-Córdova

pero este no ha sido previsto constitucionalmente, sino que ha sido derivado a que sea
concretado por norma infraconstitucional.

B. Definición del plazo estrictamente necesario en relación al plazo máximo


Y el segundo error es la definición del plazo estrictamente necesario en referencia al plazo
máximo. Para el Tribunal Constitucional aquél deberá ser siempre ostensiblemente
inferior que éste. Tiene dicho que,

“el plazo que la Constitución establece para la detención es solamente un


límite del límite temporal prescrito con carácter general, sobre el cual se
superpone, sin reemplazarlo, el plazo estrictamente necesario. Así lo ha
expuesto el Tribunal Constitucional español en la STC 86/1996, por lo
que el límite máximo de privación de la libertad ha de ser
ostensiblemente inferior al plazo máximo, pero no puede ni debe
sobrepasarlo”17.

Como se puede comprender, a diferencia de lo que manifiesta el Tribunal Constitucional


peruano, el límite que dibuja el plazo estrictamente necesario no necesariamente deberá
ser ostensiblemente menor al plazo máximo, de hecho, lo normal será precisamente lo
contrario, es decir, que no esté demasiado por debajo del plazo máximo. Lo que,
obviamente, sí ha de ocurrir –y de modo imperativo– es que el plazo estrictamente
necesario tenga una duración inferior al plazo máximo, sea cual fuese esa duración menor.

C. Causa de los errores


Manifestados los dos errores en los que incurre el Tribunal Constitucional, corresponde
preguntarse por la causa de los mismos. Es notorio que la Constitución española establece
algo diferente en este asunto que lo mandado por la Constitución peruana. Si bien es cierto
de ambas es predicable que han recogido el límite estrictamente necesario (de modo
expreso en la Española, y de modo implícito en la peruana), no de ambas es posible
predicar que han recogido un mismo plazo máximo. En efecto, mientras que en la
Constitución española se ha recogido como plazo máximo una sola modalidad, a saber, un
plazo máximo concreto (setenta y dos horas); en la Constitución peruana se ha recogido un
plazo máximo concreto (veinticuatro horas), y otro genérico y abierto (el término de la
distancia). Al detectarse estas diferencias –que parece ignorar el Tribunal Constitucional
peruano–, no es posible trasladar completamente las afirmaciones que el Tribunal
Constitucional español hace del plazo máximo recogido en la Constitución española, al
plazo máximo recogido en la Constitución peruana. Por el contrario, se ha de diferenciar y
diferenciando advertir que el Tribunal español realiza las afirmaciones correctamente sólo
de un plazo máximo concretado y no de uno genérico o abierto. Es decir, la consideración
de absoluto que el Tribunal español hace del plazo máximo de setenta y dos horas 18, es

17Idem, F. J. 8.
18Tiene manifestado que “el plazo de setenta y dos horas que establece la Constitución es
un límite máximo de carácter absoluto, para la detención policial, cuyo cómputo resulta
inequívoco y simple”. STC 86/1998, citada, F. J. 8.
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PLAZO ESTRICTAMENTE NECESARIO Y PLAZO MÁXIMO EN LA DETENCIÓN

trasladable al caso peruano sólo del plazo máximo de veinticuatro horas, más no del plazo
abierto de “término de la distancia”. Plazo concretado por el Constituyente y plazo abierto
tienen naturaleza diferente, mientras que en el primero no hay nada por precisar y, por
ello, será siempre absoluto; del segundo es necesario su concreción que, ocurrida a través
de norma infraconstitucional, lleva ínsito la posibilidad de inconstitucionalidad (general o
concreta, como se ha argumentado antes). Ésta bien puede ser tomada como causa del
primero de los errores manifestados.

Respecto del segundo error, su causa es más notoria y manifiesta, al tiempo que sencilla: se
trata de una mala copia de lo dicho por el Tribunal Constitucional español. En realidad lo
que manifestó este Tribunal fue que “el límite máximo de privación provisional de libertad
que permite el art. 17 de la Constitución puede ser sensiblemente inferior a las setenta y
dos horas, atendidas las circunstancias del caso”19. Y esta afirmación es correcta, pues el
que la duración estrictamente necesaria llegue a ser sensiblemente menor que el plazo
máximo es una mera posibilidad, nunca será la única posibilidad que la convierta en
necesaria, como mal ha afirmado el Supremo intérprete de la Constitución peruana.

VI. DURACIÓN ESTRICTAMENTE NECESARIA Y DETENCIÓN JUDICIAL

1. Aplicación de duración estrictamente necesaria a todo tipo de detenciones


Como se afirmó antes, en la sentencia que ahora se comenta tiene dicho el Tribunal
Constitucional que “toda detención que supere el plazo estrictamente necesario, o el plazo
preestablecido, queda privada de fundamento constitucional”20. Esta afirmación del
Tribunal Constitucional permite plantear la siguiente cuestión: si esta exigencia de
duración estrictamente necesaria es posible trasladarla a otras detenciones diferentes de la
detención policial. La pregunta se formula no sólo porque en la declaración transcrita el
Tribunal Constitucional se refiere a toda detención, sino también porque la policial no es la
única detención. La respuesta a la cuestión empieza recordando que todas las detenciones
son un medio que intenta asegurar en la mayor medida posible la consecución de un fin
que es el debido procesamiento y, de ser el caso, la correspondiente ejecución de una
sentencia condenatoria. De ahí que la detención deba de durar lo estrictamente necesario
para la consecución del fin.

Lo estrictamente necesario tiene que ver con las circunstancias del caso, como “el límite
máximo de la detención debe ser establecido en atención a las circunstancias de cada caso
concreto, tales como las diligencias necesarias a realizarse, la particular dificultad para
realizar determinadas pericias o exámenes, el comportamiento del afectado con la medida,
entre otros”21, que vienen a ser reflejo de la actuación diligente o no del que tiene a cargo la
detención, y del carácter entorpecedor o no de la actuación del detenido, en uno y otro caso
actuaciones dirigidas a la consecución del fin de la detención. De manera que una
detención que dure más allá de lo que las circunstancias demanden estrictamente, se
convierte en una detención ilegítima y, por ello, en una restricción inconstitucional de la

19 Ibidem.
20 EXP. N.º 06423–2007–PHC/TC, citado, F. J. 9.
21 Idem.. F. J. 8.

16
Luis Castillo-Córdova

libertad personal. Y esto es así independientemente del tipo de detención, si policial o


judicial. De manera que, y en respuesta a cuestión planteada, la exigencia de duración
estrictamente necesaria es aplicable igualmente a todo tipo de detención, sea la policial sea
la judicial

2. En particular sobre la detención judicial


Hasta ahora han sido formuladas reflexiones respecto de la detención policial. Conviene
decir algo respecto de la detención judicial ordenada por un juez. El Tribunal
Constitucional ha reconocido como contenido implícito del derecho a la libertad personal
el derecho a la duración razonable de la detención preventiva. Tiene establecido el
Supremo intérprete de la Constitución que

“El derecho a que la prisión preventiva no exceda de un plazo


razonable, no se encuentra expresamente contemplado en la
Constitución. Sin embargo, se trata de un derecho que coadyuva el
pleno respeto de los principios de proporcionalidad, razonabilidad,
subsidiariedad, necesidad, provisionalidad y excepcionalidad que
debe guardar la aplicación de la prisión provisional para ser
reconocida como constitucional. Se trata, propiamente, de una
manifestación implícita del derecho a la libertad personal
reconocido en la Carta Fundamental (artículo 2º24 de la
Constitución)”22.

El derecho fundamental es a la duración razonable de la detención preventiva decretada


por el juez. Este derecho tiene una fórmula abierta en su enunciación: duración razonable.
En este supuesto pueden ocurrir las tres mismas situaciones que ocurrían con la detención
policial preventiva. Primero, que el legislador haya concretado la expresión abierta de la
disposición iusfundamental implícita. En este caso, el legislador peruano ha establecido
que la duración máxima de la detención preventiva es de 9 ó 18 meses, según se trate de
procesos complejos o no23, o de hasta 27 o de hasta 36 meses según haya o no prórroga24.
De modo abstracto, esta es una concreción razonable y, por ello, es una concreción
constitucional.

22 Tiene dicho el Tribunal Constitucional que “El derecho a que la prisión preventiva no
exceda de un plazo razonable, no se encuentra expresamente contemplado en la
Constitución. Sin embargo, se trata de un derecho que coadyuva el pleno respeto de los
principios de proporcionalidad, razonabilidad, subsidiariedad, necesidad, provisionalidad
y excepcionalidad que debe guardar la aplicación de la prisión provisional para ser
reconocida como constitucional. Se trata, propiamente, de una manifestación implícita del
derecho a la libertad personal reconocido en la Carta Fundamental (artículo 2º24 de la
Constitución)”. EXP. N.º 2915–2004–HC/TC, del 23 de noviembre del 2004, F. J. 5.
23 En el artículo 272 del Nuevo Código Procesal Penal se ha dispuesto que “1. La prisión
preventiva no durará más de nueve meses. 2. Tratándose de procesos complejos, el plazo
límite de la prisión preventiva no durará más de dieciocho meses”.
24 En el artículo 274 del Nuevo Código Procesal Penal se ha establecido que “1. Cuando
concurran circunstancias que importen una especial dificultad o prolongación de la
investigación, y que el imputado pudiera sustraerse a la acción de la justicia, la prisión
preventiva podrá prolongarse por un plazo no mayor al fijado en el numeral 2 del artículo
272. El Fiscal debe solicitarla al Juez antes de su vencimiento”
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PLAZO ESTRICTAMENTE NECESARIO Y PLAZO MÁXIMO EN LA DETENCIÓN

No obstante, y esta es la segunda situación, no se ha de descartar que esta concreción


abstracta resulte inconstitucional en algún caso concreto, de modo que en las
circunstancias del mismo pueda ser inaplicada para permitir una duración mayor en la
detención. En esta línea, recordaba el Tribunal Constitucional,

“[a]sí lo ha reconocido la Comisión Interamericana de Derechos


Humanos cuando afirma que: ‘La Comisión ha mantenido siempre
que para determinar si una detención es razonable, se debe hacer,
inevitablemente, un análisis de cada caso. Sin embargo, esto no
excluye la posibilidad de que se establezca una norma que
determine un plazo general más allá del cual la detención sea
considerada ilegítima prima facie, independientemente de la
naturaleza del delito que se impute al acusado o de la complejidad
del caso. Esta acción sería congruente con el principio de
presunción de inocencia y con todos los otros derechos asociados al
debido proceso legal’. (Informe N.° 12/96, párrafo 70)”25.

Es decir, una detención que sobrepasa el límite previsto por la legislación que concreta el
derecho fundamental a la duración razonable de la detención, es prima facie una
detención inconstitucional. El término prima facie, en este contexto, significa abrir las
puertas a que de modo definitivo no sea así, es decir, a que finalmente una detención que
dura más allá de la concreción legal sea una detención constitucional26. Y es que el derecho
fundamental no es a una determinada duración, sino a una duración razonable, y está no
es un número de meses fijado previamente y para siempre, sino que dependerá de las
concretas circunstancias27. En este punto cobra relevancia los tres criterios que el Tribunal
Constitucional toma de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos para
definir en cada caso lo razonable: la diligencia del juez, la complejidad del asunto y la
actividad procesal del interesado28.

25 EXP. N.º 2915–2004–HC/TC, citado, F. J. 32.


26 Por eso, a mi modo de ver, el Tribunal Constitucional se equivoca cuando considera
como límites absolutos la concreción establecida por el legislador. Así ha establecido el
Alto Tribunal de la Constitución: “el artículo 137° del Código Procesal Penal que regula el
plazo máximo de la detención judicial, que en lo [que] establece que dichos plazos
máximos fijados por el legislador integran el contenido esencial del derecho fundamental a
la libertad personal, puesto que el mantenimiento de la situación de prisión preventiva por
un tiempo excesivo al previsto lesiona el derecho a la libertad personal”. EXP. N.º 3771–
2004–HC/TC, del 29 de diciembre del 2004, F. J. 17.
27 Acierta el Supremo intérprete de la Constitución cuando manifiesta que “no es posible
que en abstracto se establezca un único plazo a partir del cual la prisión provisional pueda
reputarse como irrazonable. Ello implicaría asignar a los procesos penales una
uniformidad objetiva e incontrovertida, supuesto que es precisamente ajeno a la grave y
delicada tarea que conlleva merituar la eventual responsabilidad penal de cada uno de los
individuos acusados de la comisión de un ilícito”. EXP. N.º 2798–2004–HC/TC, de 9 de
diciembre de 2004, F. J. 28.
28 Dijo el Tribunal Constitucional que “a efectos de determinar la razonabilidad del plazo
de detención, es preciso analizar si el juez penal ha procedido con la "diligencia especial"
debida en la tramitación del proceso. (Caso Kenmache. Sentencia del TEDH, párrafo 45).
Para determinar si en la causa se ha obrado con la debida diligencia, no sólo se deberá
analizar, propiamente: a) la conducta de la autoridades judiciales, sino también, b) la
complejidad del asunto, y c) la actividad procesal del interesado. (Caso Toth. Sentencia del
TEDH del 12 de diciembre de 1991, párrafo 77/ Caso Genie Lacayo. Sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos del 27 de enero de 1995. Serie C, núm. 21, párrafo
18
Luis Castillo-Córdova

Pero, y esta es la tercera situación, así como no se debe cerrar las puertas para que una
detención que sobrepase el número de meses decidido por el legislador como concreción
del derecho fundamental a la duración razonable de la detención, tampoco deben ser
cerradas para considerar que una detención a vulnerado este derecho fundamental cuando
sin haberse llegado al plazo máximo que disponía la concreción legal, no resulta razonable
el tiempo durado. Es decir, puede ocurrir, por ejemplo, que en un proceso no complejo una
detención que dure menos de nueve meses –digamos seis meses– se convierta en una
detención que vulnera el derecho a la duración razonable, porque las concretas
circunstancias hacían que la duración razonable sea, por ejemplo, seis meses. Y es que hay
que recordar que el derecho fundamental no da derecho a una duración máxima
determinada de la detención preventiva, sino que el derecho es a una duración razonable.
Por eso acierta el Tribunal Constitucional cuando reconoce que “[a]unque no haya
transcurrido todavía el plazo máximo legal, puede lesionarse el derecho a la libertad
personal si el imputado permanece en prisión provisional más del plazo que, atendiendo a
las circunstancias del caso, excede de lo razonable”29.

VII. A MODO DE CONCLUSIÓN: VALORACIÓN DEL PRECEDENTE VINCULANTE


Con base en lo que se lleva estudiado, la formulación del precedente vinculante en la
sentencia al EXP. N.º 06423–2007–PHC/TC, debe ser enjuiciado positivamente. En
efecto, el precedente vinculante contiene una interpretación iusfundamental a través de la
cual se concreta una disposición constitucional. La concreción significará establecer una
determinada interpretación de la disposición y a partir de ahí crear una norma que
adquiere la modalidad de regla (“regla preceptiva común”, en palabras del Tribunal
Constitucional30). En el caso examinado, el Tribunal Constitucional ha concretado la parte
del artículo 2.24 apartado f en la que se contiene los plazos máximos de duración de la
detención policial. Y la ha concretado según una regla equivalente a R3 antes definida. De
modo que en adelante ninguna detención policial deberá su constitucionalidad sólo a su
ajustamiento al plazo máximo sino que adicionalmente la deberá al plazo estrictamente
necesario, plazo este último no mencionado expresamente en el texto constitucional, pero
existente por exigencias del principio de razonabilidad y externalizado a través de este
precedente vinculante.

Sin embargo, este acierto general no impide hacer ver que el error en el que incurre el
Tribunal Constitucional, y que fue antes examinado, vuelve a manifestarse en la
formulación del precedente vinculante. Me refiero a que la afirmación de que “[e]l plazo de
la detención que la Norma Fundamental establece es un plazo máximo, de carácter
absoluto, cuyo cómputo es inequívoco y simple”31, debe corregirse en el sentido de que el
carácter absoluto sólo le corresponde al plazo concretado por el Constituyente

77; aunque en este último caso los criterios fueron utilizados para evaluar la razonabilidad
de la duración de la totalidad del proceso)”. EXP. N.º 2915–2004–HC/TC, citado, F. J. 20
y 21.
29 EXP. N.º 3771–2004–HC/TC, citado, F. J. 18.
30 EXP. N.º 0024–2003–AI/TC, de 10 de octubre de 2005, primera consideración previa.
31 EXP. N.º 06423–2007–PHC/TC, citado, Fallo, apartado 3.a.

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(veinticuatro horas), más no al plazo abierto y genérico dejado a la concreción


infraconstitucional (término de la distancia).

Por lo demás, la existencia implícita de un plazo estrictamente necesario, ha de ser


reconocida no sólo en la detención policial, sino también en cualesquiera otra,
especialmente en la detención judicial, respecto de la cual –con base en la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional– es posible reconocer el derecho fundamental a la duración
razonable de la detención judicial, la cual no se agota en la concreción legislativa llevada a
cabo por el Código Procesal Penal, sino que exige consideraciones de razonabilidad.

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