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Debe haber un riesgo de muerte o lesión física grave. "Lesión física grave"
significa que una parte del cuerpo es dañada de tal manera que no se
puede utilizar o cuyo uso es incompleto.
En el caso de un riesgo de salud debe haber una expectativa razonable
de la existencia de substancias peligrosas u otros riesgos a la salud, y que
la exposición a estos disminuirían la vida o causarían una seria reducción
en la capacidad física o mental. El daño causado por el riesgo de salud
no tiene que evidenciarse inmediatamente.
El peligro debe ser inmediato o inminente. Esto significa que usted debe
creer que la muerte o una lesión física grave ocurrirá en poco tiempo, por
ejemplo antes de que OSHA pueda investigar el problema.
Si un inspector de OSHA cree que existe un peligro inminente, el inspector
debe notificar a los empleados pertinentes y al empleador que su
recomendación es que OSHA tome las medidas necesarias para impedir
el peligro inminente.
OSHA tiene derecho a solicitar a un tribunal federal que ordene al
empleador a eliminar el peligro inminente.
Las diversas conductas delictivas que configuran lesiones graves están tipificadas en
el artículo 121 del código sustantivo, el mismo que con la modificación producida por
la Ley NQ 28878 del 17 de agosto de 2006, tiene el siguiente contenido:
El que causa a otro daño grave en el cuerpo o en la salud, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho años. Se consideran
lesiones graves:
1. Las que ponen en peligro inminente la vida de la víctima.
2. TIPICIDAD OBJETIVA
La acción típica de lesiones graves se configura cuando el agente por acción u omisión
impropia causa, produce u origina un daño grave en la integridad corporal o salud
del sujeto pasivo. El profesor Luis Bramont Arias, comentando el tipo penal de
lesiones graves del Código Penal derogado de 1924, señalaba que consiste en "la
causación de cualquier resultado que deje una huella material en el cuerpo o una
alteración funcional en la salud de la persona ofendida".
En tanto que daño a la salud se entiende como una modificación funcional del
organismo. Afecta el desarrollo funcional del organismo humano, sea en su aspecto
físico como mental. Por lo tanto, cualquier detrimento o perturbación en el
organismo que afecte su desarrollo o equilibrio funcional constituye un daño en la
salud tipificable como delito.
En otro aspecto, de la redacción del tipo penal se evidencia en forma clara que las
autolesiones no constituyen injusto penal de lesiones. El tipo comienza indicando
que el daño debe ser "a otro", es decir, la acción de lesionar debe estar dirigida a un
tercero. Si uno mismo se causa las lesiones en el cuerpo o en la salud no se configura
el delito de lesiones y menos en su modalidad de graves.
a. Poner en peligro inminente la vida del sujeto pasivo. Esta calificante aparece
en el inciso 1 del artículo 121 del Código Penal. Se entiende que la lesión se
considerará grave cuando el daño ocasionado o producido en la integridad corporal
o en la salud de la víctima, le pone en serio, concreto e inminente peligro su vida.
En ese sentido, se configura como graves las lesiones cuando el agente mutila,
amputa o cercena algún miembro u órgano principal del sujeto pasivo. También se
configura esta modalidad agravada cuando a consecuencia de la acción del agente, se
mutile o ampute por prescripción médica, un miembro u órgano principal de la
víctima. Así se pronuncia la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema en la
Ejecutoria del 05 de setiembre de 2005, al argumentar que "la lesión que causó es
grave porque importó, por el medio empleado y la zona afectada, la pérdida de la
pierna izquierda, siendo de aplicación el inciso dos del artículo 121 del Código Penal'.
Nada precisa el tipo penal respecto al tiempo que debe durar la impropiedad de la
función de un miembro u órgano importante, no obstante, interpretando
sistemáticamente y tomando en cuenta la drasticidad de la pena a la que se hace
merecedor el agente, se concluye que la impropiedad debe ser permanente y total. En
consecuencia, la opinión médica será necesaria al momento de decidir si la invalidez
del órgano o miembro es permanente e irreversible y total.
En primer lugar, se acepta que la incapacidad para el trabajo puede ser parcial y total.
Habrá incapacidad parcial cuando el sujeto pasivo a consecuencia de la lesión, sufre
una disminución en su capacidad laboral, es decir, sigue laborando, pero lo hace en
menor intensidad con ocasión de la lesión. En tanto que habrá incapacidad total
cuando la víctima a consecuencia de la lesión sufrida, pierde en forma general y total
la capacidad para el trabajo, esto es, de ningún modo puede desempeñarse en el
trabajo que venía realizando hasta antes de la lesión.
Por otro lado, también existe la distinción entre incapacidad temporal y permanente.
Será temporal cuando la incapacidad solo es por tiempo determinado o definido, en
cambio será permanente cuando la pérdida de la capacidad para el desempeño de un
trabajo es irrecuperable, es decir, la víctima no podrá volver a cumplir función
laboral.
Las lesiones de este tipo, consideradas desde una perspectiva subjetiva, teniendo en
cuenta tanto al individuo lesionado como al prójimo, deben generar una impresión
de repugnancia, o por lo menos de incuestionable disgusto o desagrado.
Aun cuando para calificar el hecho concreto no tiene mayor relevancia, para efectos
de individualizar la pena a imponer al autor de las lesiones ocasionadas a la víctima,
se tendrá en cuenta la función que cumple la víctima en determinado grupo social, el
sexo, la edad, la parte afectada. Ello reviste importancia, pues será más perjudicial y,
por ende, más reprochable la lesión que causa cojera en un futbolista que aquella que
causa cojera en un vendedor de carne en el mercado. Aquel nunca más volverá a
efectuar su profesión de futbolista, mientras que este seguirá atendiendo
normalmente a sus clientes en el mercado, pero claro está, con cierta dificultad. O
como indican Bramont-Arias Torres/Carda Cantizano, no es lo mismo un pequeño
corte en el muslo de un carpintero que en el de una modelo profesional.
La Ejecutoria Suprema del 14 de junio de 2004 recoge un caso real de lesiones graves
de este tipo. En efecto, allí se considera que "está probado que el acusado Nureña
Palma y el agraviado Tello jara se acometieron mutuamente que en el curso de la
gresca el imputado no solo le fracturó los huesos de la nariz sino que portando un
pico de botella le infirió una herida cortante en forma de 'Y' en dorso nasal, la misma
que según la exposición pericial en el acto oral ( ... )es de tipo colgajo que dejara
huella indeleble por lo que el hecho se subsume en el inciso dos del artículo ciento
veintiuno del Código Penal'.
En esa línea, cualquier otra lesión que causa un daño en la integridad corporal, salud
física o mental del sujeto pasivo que requiera, según prescripción médica, más de
veintinueve días de atención facultativa o descanso para el trabajo, será considerado
como lesión grave. Los efectos de la lesión pueden ser permanentes o temporales. De
esa forma, no le falta razón a Roy Freyre (289), quien comentando el corpus juris
penale de 1924, enseña que el citado daño grave puede ser permanente o reversible,
entendido este último que la afectación o alteración de la integridad corporal o salud,
puede desaparecer, volviendo el organismo o la salud a su estado normal en un
tiempo más o menos prolongado.
La última parte del tipo penal del artículo 121 prescribe las lesiones graves seguidas
de muerte que comúnmente en doctrina se le conoce con el nomen iuris de homicidio
preterintencional.
El injusto penal consiste en ocasionar la muerte de la víctima con actos que estaban
dirigidos a solo producir lesiones graves, teniendo la posibilidad el agente de prever
el resultado letal. La previsibilidad es importante para calificar la figura delictiva. Si
el agente no tuvo ninguna posibilidad de prever aquel resultado no será culpable de
la muerte que se produzca, limitándose su responsabilidad penal por las lesiones
graves que ocasione. Ello debido a nuestro sistema jurídico penal, en el cual ha
quedado proscrita toda forma de responsabilidad objetiva, es decir, la
responsabilidad por el solo resultado, según el artículo VII del Título Preliminar del
Código Penal. Ahora se requiere necesariamente la concurrencia del dolo o la culpa
en una conducta para ser catalogada como ilícita de carácter penal (artículo 11 del
C.P.).
Aquí creemos necesario exponer la diferencia que existe entre culpa y lo que se
conoce como dolo eventual, pues caso contrario, podemos llevar a confusión y
fácilmente se puede pensar que estamos frente al dolo eventual, cuando realmente
estamos ante la culpa. Existe culpa cuando el autor pudiendo o debiendo prever el
resultado dañoso realiza la conducta riesgosa pero permitida, sin el cuidado debido.
Aquí el agente no quiere ni tiene conciencia de cometer un injusto penal. En cambio,
se configura el dolo eventual cuando el autor, previendo el resultado dañoso actúa
confiado en que no se producirá y, sin embargo, se produce. Aquí el agente, al menos,
se representa y, en consecuencia, tiene consciencia que puede realizar el delito. En
efecto, mientras en la culpa el sujeto activo puede o debe prever el resultado y, de ese
modo, actuar con el debido cuidado y prudencia; en el dolo eventual, el agente prevé
aquel resultado, no obstante, confiando que no se producirá en la realidad, actúa. Ahí
radica la principal diferencia, aun cuando por la exquisitez de cierto sector de la
doctrina se afirme que su diferenciación es nula.
Por otro lado, si la lesión que ocasiona la muerte fue originada a título de culpa por
el agente, se excluye el homicidio preterintencional y en su lugar estaremos ante la
figura delictiva de homicidio culposo.
En tal sentido, es necesario que la muerte sea con ocasión directa de las lesiones
dolosas, pues si ocurre por otra circunstancia, como, por ejemplo, negligencia médica
en el tratamiento del sujeto pasivo, el agente de las lesiones no responderá por
aquella muerte a título de culpa sino por las lesiones que ocasionó, excluyéndose de
ese modo el delito de lesiones seguidas de muerte. Por el contrario, si a consecuencia
de alguna negligencia, impericia o imprudencia médica, se produce la muerte del
paciente, el médico tratante responderá por la muerte a título simplemente de culpa.
"Por la forma en que ocurrieron los hechos, la ocasionalidad de los mismos y el hecho
de haber quedado el herido con vida suficiente para desplazarse, se descarta la
presencia de ánimo homicida en el agente, es decir, conciencia y voluntad deliberada
de ocasionar el resultado muerte en el agraviado, quien evidentemente actuó con el
propósito de herir, por lo que la acción delictuosa no cabe tipificarla de homicidio
sino de lesiones graves seguidas de muerte".
"El citado agraviado después de haber sufrido la agresión de parte del referido
acusado aún continuaba con vida, falleciendo recién al día siguiente de los hechos,
tal como se acredita en el certificado de defunción; que, por la forma en que
sucedieron los hechos, el presente caso se subsume dentro del tipo penal de lesiones
graves seguidas de muerte, y no así en el delito de homicidio simple como
incorrectamente ha sido valorado por el colegiado; toda vez que el delito de
homicidio requiere para su configuración que la lesión del bien jurídico vida se haga
mediante una consumación instantánea, en la que la acción y el resultado deben estar
íntimamente ligados tanto en espacio y tiempo, cuestión que no se aprecia en el caso
sub materia en el cual el resultado muerte aconteció al día siguiente de los hechos y
no así en el acto de su perpetración; que siendo esto así, tanto el comportamiento
delictivo, como el objeto material del delito resultan invariables conforme a las
pruebas actuadas en autos, los mismos que han sido debatidos y controvertidos en la
investigación y a nivel de juzgamiento".
Por Ley Nº 28878 del 17 de agosto de 2006, el gobierno aprista agregó otra calificante
al artículo 121 del Código Penal. Según palabras del propio presidente que promulgó
aquella ley, esta tiene como intención "cortar todo desborde y exceso contra la
autoridad", pues sin respeto a la autoridad, "no hay Estado ni sociedad posible". Aun
cuando puede ser verdad que sin respeto a la autoridad no es posible la existencia de
un Estado Democrático de Derecho, resulta errado en estos tiempos de
postmodernidad, seguir pensando que aumentando las penas se disuade a las
personas a que no cometan delito, cuando lo real es que la pena no cumple aquella
función.
De esa forma, por voluntad del legislador, las lesiones graves producidas en perjuicio
de un Policía Nacional, de un miembro de la Fuerza Armada, de un magistrado del
Poder Judicial o del Ministerio Público, dependiendo de la hora en que se realicen,
producirá efectos punibles diferentes. Si la acción criminal se produce en horas de
cumplimiento de su función, el hecho merecerá pena de cinco a doce años, en cambio
si las lesiones se producen en horas de descanso o días de vacaciones, el hecho será
sancionado con una pena no menor de cuatro ni mayor de ocho años. Situación
absurda, cuando lo real y racional a efectos laborales, un miembro de la Policía
Nacional, de la Fuerza Armada, un magistrado del Poder Judicial o del Ministerio
Público, nunca deja de ser tal aun cuando esté descansando.
e la forma como se encuentra construido el tipo penal, se colige que el Estado vía el
derecho punitivo pretende proteger, por un lado, la integridad corporal y por otro, la
salud tanto física como mental de las personas. Se busca proteger lo que el legislador
de la Constitución Política vigente denomina integridad psíquica, física y el libre
desarrollo y bienestar de las personas. Con la tipificación de las lesiones graves
seguidas de muerte (homicidio preterintencional), aparte de la integridad corporal y
la salud, también se pretende proteger la vida de las personas.
Sujeto activo puede ser cualquier persona ya que el tipo penal no exige que se tenga
alguna cualidad o condición especial. Basta que su actuar desarrolle el verbo lesionar
para ser implicado en la comisión del delito de lesiones graves. Sólo se excluye el
propio lesionado, pues al haber previsto nuestro legislador el causar lesión a otro" se
descarta que sea punible la autolesión.
También sujeto pasivo, Víctima o agraviado puede ser cualquier persona desde el
momento del parto hasta que ocurra su deceso. El consentimiento de la víctima para
que se le cause lesiones graves es irrelevante. El agente será autor de las lesiones
graves así haya actuado con el libre consentimiento de su víctima.
3. TIPICIDAD SUBJETIVA
En las lesiones seguidas de muerte como hemos dejado indicado, debe concurrir el
dolo al ocasionar las lesiones graves y el elemento culpa al producirse la muerte a
consecuencia de aquellas.
4. ANTIJURIDICIDAD
Una vez que se ha determinado que en la conducta analizada concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos que conforman la tipicidad del delito de lesiones
graves en cualquiera de las modalidades previstas en el artículo 121 del Código Penal,
el operador jurídico pasará inmediatamente a analizar el segundo elemento o nivel
denominado antijuridicidad, es decir, entrará a determinar si la conducta es
contraria al ordenamiento jurídico o, en su caso, concurre alguna causa de
justificación de las previstas y sancionadas en el artículo 20 del Código Penal. De ese
modo, el operador jurídico analizará si en la conducta que ocasionó las lesiones
graves, concurre la legítima defensa o el estado de necesidad justificante o el agente
actuó por una fuerza física irresistible o compelido por un miedo insuperable o en
cumplimiento de un deber.
5. CULPABILIDAD
6. CONSUMACIÓN
7. TENTATIVA
El delito de lesiones graves al ser de resultado lesivo a los bienes jurídicos que la
norma penal tutela, es posible que la acción del agente se quede en el grado de
tentativa. Esto es, el agente empiece o inicie su conducta destinada a lesionar la
integridad física o salud de la víctima, no obstante, por circunstancias extrañas a su
voluntad o por propio desistimiento, no logra realizar su objetivo cual es lesionar.
En la praxis judicial se presentan casos límite en los cuales resulta tarea difícil para
el operador jurídico, determinar debidamente cuándo se está ante una tentativa de
lesiones graves o cuándo ante una tentativa de homicidio. Sin embargo, bastará
determinar el motivo o intención que tuvo el agente al momento de iniciar su
conducta lesiva para califica la acción. Si se advierte que el agente actuó guiado por
el animus necandi, estaremos ante una tentativa de homicidio; por el contrario, si se
verifica que el agente actuó guiado por el animus vulnerandi, la conducta será
calificada como tentativa de lesiones. En ciertos casos resulta difícil determinar la
intención real del agente, no obstante, las circunstancias, la forma, el lugar, el tiempo
y los medios empleados por el agente sirven para identificar su real intención. De ese
modo, se ha pronunciado la Suprema Corte al indicar en la Ejecutoria Suprema del
24 de setiembre de 1997 que "desde el punto de vista externo y puramente objetivo,
el delito de lesiones y un homicidio tentado son totalmente semejantes, teniéndose
como única y sola diferencia, el ánimo del sujeto, pues en un caso tiene la intención
de lesionar y en el otro la de matar".
De acuerdo con la primera parte del tipo penal del artículo 121 del código sustantivo,
el agente será merecedor de una pena privativa de libertad que oscila entre cuatro y
ocho años.
En el caso de las lesiones graves seguidas de muerte, se aplicará una pena privativa
de libertad que oscila entre cinco y diez años. Cuando la víctima cumpla función en
su calidad de Policía Nacional, miembro de la Fuerza Armada, magistrado del Poder
Judicial o del Ministerio Público, la pena será no menor de cinco ni mayor de doce
años.