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Símbolos de Venus en el espacio sideral

A todas las mujeres bellas que he conocido y que he de conocer.

Una estrella muy brillante es avistada en el cielo, al Oriente... Durante toda la noche jamás se la vio. No es
posible verla en las tinieblas de la noche... la noche no es de su jurisdicción.

Ahora ha aparecido, pero el cielo todavía está oscuro...

Portando su antorcha luminosa trae un mensaje; es el heraldo celeste; el Lucero del Alba, hijo de la
Aurora que anuncia con júbilo el retorno del Rey de la Luz y su victoria sobre la noche. Los griegos
llamaban a este mensajero Έωσφόρος (Eosphoros), y los romanos, Lucifer.

Al elevarse el Rey, su luz opaca a todas las estrellas, incluso el soberbio brillo del resplandeciente
mensajero ha desaparecido.

Y en los días en que este mensajero no aparece para dar su buena nueva, es posible ver otra estrella, de
idéntico brillo majestuoso, justo después de que el Sol desciende por el Occidente dando comienzo a la
noche. Un príncipe que despide con honores a su Rey. Los griegos le llamaban Έσπερος (Hésperos), y los
romanos Vesperus.

Sin embargo, tanto griegos y romanos sabían perfectamente que tanto la estrella matutina del Este y la
estrella vespertina del Oeste, eran dos aspectos de un mismo cuerpo celeste: Venus ♀.

El nombre de este planeta, proviene de la diosa romana del amor y la belleza, que a su vez tiene su origen
en la diosa griega Afrodita y la etrusca Turan, asociadas también con otras diosas de funciones
semejantes como Ishtar, Inanna, Astarté, Freyha, Isis, etc. También le da su nombre al día viernes, del
latín Veneris dies (día de Venus), en inglés Friday y en alemán Freitag, significa día de Freyha.

El planeta Venus está relacionado desde antiguo con las ideas de armonía, belleza, equilibrio, los
sentimientos y los afectos. También con el placer y la sensualidad. Astrológicamente rige las relaciones
románticas, el matrimonio y el sexo, de ahí que provenga el término de enfermedades venéreas. En su
famoso Astronomicon, el poeta Marcus Manilius (s. I), describe al planeta Venus como generoso y
fecundo, y el menor de los planetas benéficos.

El Corazón

Uno de los símbolos del amor más representativos hoy en día es el corazón ♥. Aunque antiguamente el
corazón era, más bien, un símbolo del alma, y algunas culturas lo consideraban la "fuente del
pensamiento" o "asiento de la mente", actualmente representa el origen y centro de los sentimientos
afectivos, un símbolo que nunca dejamos de ver durante el muy comercial "día de san Valentín".

Venus no olvida este símbolo del amor y lo traza misteriosamente en el cielo dando así comienzo a su
danza mística. Cada 584 días, es decir, aproximadamente cada año y siete meses, Venus recorre un
trayecto aparente con respecto a la Tierra, que si es delineado, va trazando la forma de un corazón. Estos
584 días constituyen el periodo orbital sinódico de Venus[3].
En un periodo sinódico (584 días), Venus traza una trayectoria cuya forma se asemeja a un corazón. Los
puntos pequeños representan una posición diaria, mientras que los más grandes describen intervalos de
50 días. Los dos ciclos son las conjunciones inferiores, mostrando un movimiento retrógrado y formando
un ángulo biquintil. Al centro del diagrama se encuentra la Tierra.

La Rosa

Sin duda, el símbolo más importante, tanto del amor como de la belleza y la perfección, es la rosa. Los
pueblos antiguos así lo entendieron y la ofrendaban a todos los dioses relacionados con el amor. Teócrito
cuenta, que los enamorados se pasaban mutuamente hojas de rosas sobre los dedos, y si soñaban,
forzados por este dulce sortilegio, eran para ellos una gran prueba de amor y de fidelidad.

Según la mitología griega, Afrodita le dio su nombre a la rosa, pero fue Cloris, la diosa de las flores, quien
la creó. Un día, mientras Cloris limpiaba el bosque, encontró el cuerpo sin vida de una bella ninfa.
Conmovida, Cloris le pidió ayuda a Afrodita, quien le dio su belleza. Entonces avisó a Dioniso, el dios del
vino, que le añadió néctar para proporcionarle un aroma dulce. Al llegar su turno, las Tres Gracias
aportaron encanto, brillantez y alegría. Luego Céfiro, el viento del oeste, sopló e hizo que las nubes
desaparecieran para permitir que Apolo, dios del Sol, pudiera brillar y hacer que la rosa floreciera. Así
surgió una hermosa rosa de pétalos blancos. La primera rosa roja apareció cuando Afrodita, tratando de
ayudar a su amado Adonis que se encontraba herido de muerte, se pinchó con una espina del rosal y su
sangre tiñó de rojo la flor. Todos estos personajes mitológicos, excepto Dioniso, son retratados en la
escena de La Primavera, del pintor italiano Sandro Boticelli.

La Primavera, de Sandro Botticelli. De izquierda a derecha,


Apolo, las Tres Gracias, Afrodita, Eros sobre ella, Flora, Cloris y Céfiro

Las rosas (Rosa spp.) están formadas por un cáliz dialisépalo de 5 piezas. Una corola dialipétala, simétrica,
formada por 5 pétalos regulares, o bien formada en múltiplos de 5 y el androceo está compuesto por
numerosos estambres dispuestos en espiral, generalmente también en múltiplos de 5.

La geometría y números de esta bella flor del amor, siguiendo el axioma hermético de correspondencia,
como es abajo es arriba, como es arriba es abajo, es esencialmente la misma que describe Venus, el
planeta del amor, al completar su recorrido sideral de 360º.

En astrología a los ángulos de separación entre los planetas se denominan aspectos. Los aspectos se
dividen en mayores y menores. Los mayores son aquellos que resultan de la división de la circunferencia
(360º) entre 1 (conjunción de 1º a 10º), 2 (oposición de 180º), 3 (trígono de 120º) y 4 (cuadratura de
90º). A partir de la división entre 5 comienzan los aspectos menores como el quintil de 72º (360º ÷ 5) y el
biquintil de 144º (72º x 2).

El quintil surge de la división del 5 y tiene un significado estático, representa cierto grado de equilibrio,
orden y simetría.

El biquintil surge de la división del círculo entre la mitad del 5 (5/2 = 2.5) (360º ÷ 2.5 = 144º ). El
también llamado quintil doble tiene un significado dinámico, de optimización y perfección en la gestión del
espacio con el máximo equilibrio y belleza, por ello representa la llamada proporción dorada o número
áureo que también queda manifestado en las figuras pentagonales regulares.

El ángulo máximo de separación que puede formarse entre Venus y el Sol es de 48º, esta elongación se
produce cada 584 días (período sinódico), de forma que la nueva elongación de Venus se sitúa a 144º (un
biquintil) de la anterior. Después de 5 periodos sinódicos (584 días x 5 = 2920 días = 8 años) Venus
completa su trayectoria recorriendo el círculo zodiacal y forma una figura de 5 vértices, es decir, una
figura pentagonal, completamente regular. Dado que Venus está más cerca del Sol que la Tierra, en
determinados momentos su movimiento aparenta "retroceder", de modo que la representación gráfica de
su movimiento respecto a la Tierra se asemeja a una rosa de cinco pétalos, en la que cada pétalo es un
corazón de un periodo sinódico. Este movimiento de retroceso aparente de Venus le da a este fenómeno
el nombre de Ciclo de Retrogradación de Venus.

Movimiento sideral de Venus en su ciclo completo de ocho años. El ciclo de retrogradación de Venus
comprende cinco periodos sinódicos. Su trayectoria aparenta trazar una rosa de cinco pétalos con la Tierra
en el centro.

Al concluir el ciclo, después de ocho años y luego de diez conjunciones solares (dos conjunciones por cada
periodo sinódico), Venus regresa a su posición inicial en el zodiaco, presentando la misma cara a la Tierra.
Las retrogradaciones sólo se producen durante su aproximación a la Tierra, es decir, en cada conjunción
solar inferior. Venus está en retrogradación sólo un 7% del tiempo total, sólo la mitad de la frecuencia con
la que Mercurio lo realiza. (Una conjunción superior se produce cuando Venus está detrás del Sol y la
conjunción inferior es cuando Venus está entre la Tierra y el Sol, en ambos casos Venus no es visible).

La rosa es uno de los grandes símbolos esotéricos y ha sido elegido por algunas órdenes iniciáticas como
la fraternidad rosacruz. Para los rosacruces, la rosa simboliza el alma y la vida animadora del hombre.
Generalmente utilizan como emblema la rosa mosqueta o eglantina (Eglanteria rosa), una flor de cinco
pétalos que representan los cinco sentidos y los cinco elementos (4+1), representados por los cinco
sólidos platónicos. También representa la creación y ordenación geométrica del Cosmos y su ritmo vital.

También ha sido utilizada por místicos cristianos de quienes su más notable objeto poseedor de este
sagrado simbolismo es el rosario (del latín rosarium «rosal») el cual está formado por 5 grupos de 10
cuentas cada uno y 5 cuentas más grandes que se ordenan una entre cada diez. Cinco cuentas más, que
llegan a simbolizar las cinco heridas de Cristo, forman un colgante que une una cruz al conjunto mediante
una medalla. Y si se le dispone en forma circular, el rosario se asemeja al símbolo astrológico de Venus ♀.
La oración que lleva su nombre está dedicada a la Virgen María, una figura que ha sustituido a las
deidades femeninas de los antiguos cultos paganos.

La rosa mantiene una estrecha relación con el pentágono y el pentagrama, no sólo en cuanto a su
estructura geométrica, sino también en cuanto a su significado de belleza y perfección. Un significado que
muchos adeptos del Lado Oscuro también han sabido entender y utilizar para sus propósitos mágicos,
como por ejemplo en el diseño usado en el edificio del Departamento de Defensa de Estados Unidos: el
Pentágono y la Estrella Flamígera de los francmasones.

La geometría mágica que existe en los ciclos de los planetas, ha sido, por siglos, una fuente de fascinación
y misterio. La rígida adopción moderna del punto de vista heliocéntrico ha ocasionado que muchas de
estas maravillas hayan sido, y todavía sigan siendo, ignoradas por los astrónomos modernos.

El ritmo de Venus de ocho años, es un hecho que es descrito en una tablilla de Nínive que se considera
como el más antiguo texto astrológico de la historia. Ésta formó parte de un texto de astrología babilónica
conocido como Enuma Anu Enlil que data del siglo XVII a. C. y registra los cinco periodos sinódicos de
Venus, dando una serie de diez signos sobre el ciclo de ocho años a través del patrón de la aparición y
desaparición de Venus.[4] La figura trazada por Venus en el espacio sideral incluso se asemeja mucho a
los mandalas que utilizaron los árabes, persas e hindúes en las cúpulas de sus templos. A pesar de todo
esto, no hay evidencia de que el patrón venusino, trazado tal como se muestra en los diagramas, fuese
observado por los astrónomos antes del siglo XVIII.[5] Después de todo, los astrónomos no están
preocupados por la perspectiva geocéntrica de la que parte.

Una antigua doctrina afirmaba que el modelo para la creación del Universo estaba basado en el uso de las
proporciones armónicas musicales. Según esta creencia, los cuerpos celestes emitían sonidos que al
combinarse formaban la llamada Música de las Esferas. La teoría de la Música de las Esferas fue aceptada
durante muchos siglos por grandes pensadores desde Pitágoras (s. VI a. C.) y Platón (s. IV a. C.) hasta
Johannes Kepler (1571-1630). La danza de los planetas en esta gran música presenta patrones que
revelan su esencia simbólica. Estos grandes sabios comprendieron esos patrones como una conciencia
matemática de las cualidades místicas del Universo.

Para Kepler, el intervalo musical generado por Venus y la Tierra es de un sexto, que resulta dividiendo una
cuerda en la fracción 5/8.[6] Decía que su unión era matrimonial y variaba entre el masculino: G# (sol
sostenido) - E (mi), y el femenino: Gb (sol bemol) – E (mi)[7]. Este radio de 5 a 8 es la clave para el
patrón trazado por Venus. El psicólogo francés Michel Gauquelin creía que Venus está relacionado con el
nacimiento de eminentes músicos y artistas[8]. Sin duda, las armonías generadas por la órbita de este
planeta refuerzan su apreciación de esta idea.

Detalle de James Ferguson, Astronomy Explained Upon Sir Isaac Newton’s Principles,
1799 ed., lámina III, opp. p. 67.

Curiosamente, Venus gira sobre su propio eje (movimiento de rotación) en dirección opuesta a su giro
alrededor del Sol (movimiento de traslación). El movimiento de traslación de Venus, es decir, el año
venusino, dura 224 días terrestres y el movimiento de rotación de venus, es decir, el día venusino, dura
243 días terrestres. En el lapso de 8 años terrestres, que equivale a 13 años de Venus, se dan 5 periodos
sinódicos. Nótese que los números 5, 8 y 13 participan en este fenómeno.

Los números 5, 8 y 13 son números consecutivos de la serie de Fibonacci en la que cada número dividido
por su anterior tiende al valor del número áureo.

Cada vez que Venus se acerca a la Tierra en una conjunción inferior, la misma parte de su superficie
estará apuntando hacia la Tierra. En un periodo sinódico, Venus gira 1.6 veces alrededor del zodiaco,
mientras habrá girado sobre su eje 360º x 584 / 243 = 2 x 360º + 145º, es decir, será de 145º desde su
posición previa, lo que es dos ángulos quintiles o un biquintil (144°).

El patrón de la rosa es circular, ya que tanto Venus y la Tierra tienen órbitas de excentricidad muy baja o
casi circualr. Todos los otros planetas tienen órbitas más elípticas: Marte es aproximadamente diez veces
más elíptica en su movimiento alrededor del Sol, de modo que un diagrama de Marte como los que se
muestran, no poseerían una simetría semejante. Este patrón va desplazándose muy lentamente en el
espacio sideral, aproximadamente de uno a dos grados cada ciclo de ocho años.
El Pentagrama

El pentagrama, también conocido como pentáculo o pentalpha, es considerado como uno de los más
representativos símbolos de la historia. A pesar de que tanto el origen como el significado del pentagrama
se encuentran en la propia esencia geométrica del número 5, algunos han querido encontrar su origen y
significado en el patrón de Venus, ya que durante su ciclo de retrogradación de ocho años, Venus traza
también una estrella de cinco puntas.

Diagrama del pentagrama que dibuja Venus en el zodiaco durante ocho años. Después de ese periodo,
Venus, el Sol, la Tierra y las estrellas regresan a las mismas posiciones relativas. Ello significa que Venus,
visto desde la Tierra, está en la misma posición no sólo con respecto con el Sol sino también con respecto
a las estrellas.
Cada 8 años terrestres, la Tierra y Venus se alinean 5 veces en una conjunción solar inferior, señalando 5
puntos que son equidistantes y que forman los 5 vértices de una estrella de 5 puntas a lo largo del
zodiaco. Hay que recordar que Venus no está desplazándose en línea recta desde un punto a otro. Las
líneas son determinadas por el observador.

Supongamos que Venus parte de un punto de elongación máxima (0) y después de un intervalo de 584
días, llega a otro punto con una distancia de un biquintil (144º) (1). La secuencia se va repitiendo hasta
formar cada uno de los vértices de la estrella separados por un quintil (72º). Estos eventos se repiten
cada 19 meses y el resultado es que en ocho años el punto de elongación oriental regresará casi al mismo
punto donde inició su recorrido con uno o dos grados de desplazamiento.

De este modo, Venus seguirá trazando el pentagrama, aunque ya no exactamente desde el mismo punto
que la anterior, y al igual que la rosa sideral, el pentagrama girará también alrededor del Sol hasta dar
una vuelta completa en 1.252 años: un ciclo mayor compuesto por 156 subciclos pentagonales (1.252
órbitas de la Tierra y 2.035 de Venus). Así es como los planetas crean los ciclos cósmicos.

A los astrónomos modernos les gusta describir a Venus como un planeta árido y pedregoso rodeado de
vapor de ácido sulfúrico hirviendo, mientras se burlan de los principios de la astrología, llegando a creer
que los astrólogos son incapaces de reconocer esos hechos físicos. Les ayudaría a abrir más sus mentes si
contemplaran el bello significado de la órbita de Venus.

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