Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
E
l próximo día 8 de diciembre se cumple el primer aniversario
de la clausura del Concilio Vaticano II. A lo largo de este
año, una abundante producción de difusión de los textos
conciliares, de comentario de documentos y de crónica e historia ha
subrayado su importancia y se ha esforzado por hacerlo fructificar1. Creo,
sin embargo, que la obra del Concilio, en la extensión de sus dieciséis
documentos, puede producir en el lector ordinario una cierta impresión de
dispersión. Es, por ello, necesario buscar la clave que permita hacer la
síntesis, y presentar la diversidad de los resultados concretos a través de su
plan de conjunto2.
El plan de conjunto no existió desde el principio. El Concilio, nacido
de una gran corazonada3, pasó por una primera fase, en la que la misma
ambición de temas hacía prácticamente imposible reducirlos a una unidad4.
Expresión de ello es el mismo dato externo del número, claramente
excesivo, de setenta esquemas elaborados por las Comisiones preparatorias5.
Como comentaba Fesquet, tales esquemas superaban por sí solos la longitud
del conjunto de los decretos adoptados por los veinte Concilios precedentes
de la historia de la Iglesia6. Por otra parte, una discusión seria de tan ingente
material hubiera requerido un tiempo enorme de duración del Concilio.
Pronto se impuso la necesidad de una poda, cuyas fases no pretendemos
1
Cfr. B. ULIANICH, La reciente bibliografía sobre el Concilio Vaticano II: «Concilium» 2 (1966) 447-457,
donde, sin embargo, la aportación española prácticamente no ha sido recogida; tal aportación es realmente
digna de mayor atención tanto en el aspecto de ediciones de textos como de comentarios de documentos.
2
Como ejemplos de intentos de sistematización de los diversos documentos del Concilio Vaticano II,
realizados de modo distinto que el nuestro, véanse la sistematización de K. RAHNEK y la de A. GRILMEIER
en la Introducción de H. VORGRIMMLER a Das zweite Vatikanische Konzil, Konstitutionen, Dekrete und
Erklärungen lateinisch und deutsch, Kommentare, T. I: «Lexikon für Theologie und Kirche», Freiburg,
1966, pp. 7S.
3
S. S. JUAN XXIII, en el discurso de apertura del Concilio, evocaba «aquel primer momento en que, de
improviso, brotó en nuestro corazón y en nuestros labios la simple palabra Concilio Ecuménico».
«Ecclesia» 22 (1962) 1279. Ya anteriormente el mismo JUAN XXIII había señalado un impulso imprevisto
e inesperado como origen de su decisión. La determinación precisa de los fines del Concilio necesitó, como
es obvio, de un proceso de maduración de la idea; cfr. R. ROUQUETTE, L’actualité religieuse: «Etudes» 301
(1959) 386s.
4
El CARD. MONTINI formulaba esta crítica a la primera fase de los trabajos conciliares en una de sus
famosas «Cartas del Concilio», publicadas en el periódico católico de Milán L'Italia: «Material inmenso,
excelente, pero heterogéneo y desigual, que habría exigido una redacción y una clasificación valiente, si
una autoridad, no solamente extrínseca y disciplinaria, hubiera dominado la preparación lógica y orgánica
de estos magníficos volúmenes y si una idea central, arquitectónica hubiera polarizado y dirigido este
inmenso trabajo.» «La Documentation Catholique» 60 (1963) 850.
5
Un fascículo, distribuido a los Padres conciliares el 5 de diciembre de 1962, comunicaba la decisión de
reducirlos a 20; cfr. A. WENGER, Vatican II, Première Session, París, 1963, pp. 171s. donde pueden verse
también los temas de los 20 esquemas previstos en aquel momento.
6
En Le Monde, 7 de diciembre de 1962; cfr. DocCath 60 (1963) 50, nota 3.
RAZÓN Y FE. Tomo CLXXIV. 1966.
17
Ses. IV (8 abril 1546): DENZ pp. 783s. (1501-1505).
18
El 8 de febrero de 1546 «se decidió que, ante todo, se reciban los libros canónicos de la Sagrada
Escritura, para que sean como el fundamento de aquellas cosas que habrán de ser tratadas por el sagrado
sínodo, y sepamos de ahí, con qué autoridades corroborar los dogmas de fe o rechazar los errores de los
herejes». CTr. 5, 3. Véase también el Diario de MASSAKELLI; CTr. 1. 478. El tema de las tradiciones fue
introducido como ampliación del Decreto, como decía el CARD. DE SANTA CRUZ, por la equivalencia con la
Escritura en autoridad; CTr. 5, p. 11. Véase también la carta de los CARDENALES LEGADOS al CARD.
ALEJANDRO FARNESIO (11-12 febrero 1546); CTr. 10, pp. 377s.
19
Cfr. A. GRILLMEIER, Die Wahrheit der Heiligen Schrift und ihre Erschliessung. Zum, dritten Kapitel der
Dogmatischen Konstitution «Del Verbum», des Vaticanum II: «Theologie und Philosophie» 41 (1966) 161.
20
Renovación, por tanto, dice, ante todo, relación a un valor absoluto, que es la imagen de la Iglesia,
contenida en la revelación divina. Renovación no es sinónimo de «aggiornamento». Claro que la realidad,
que por voluntad de Cristo ha de realizar su Iglesia, tiene que ser vivida en cada tiempo concreto, lo que la
matizará de algún modo. Esto basta para comprender qué debe ser sustantivo y qué debe ser adjetivo en la
dialéctica renovación-«aggiornamento». Véase más adelante la nota 38.
RAZÓN Y FE. Tomo CLXXIV. 1966.
21
Cfr. G. PHILIPS, La Constitution dogmatique sur l'Eglise «Lumen Gentium». EphTheolLov 42 (1966) 5-
39.
22
Esta preocupación de subrayar la realidad, sobrenatural y comunicadora de gracia, de la Iglesia, aparece
ya en el n. 1 de la Constitución, donde se introduce la idea de la Iglesia-sacramento. Sobre la teología de
este término, cfr. O. SEMMELROTH, La Iglesia como sacramento original, trad. esp., San Sebastián, 1963.
Véase también C. Pozo, La Iglesia como sacramento primordial. Contenido teológico real de este
concepto: «Estudios Eclesiásticos» 41 (1966) 139-159.
23
Schema Constitutionis de Ecclesia (1964), cap. 2, Relatio Generalis. 3.º, 4, p. 57.
24
Cfr. Schema Constitutionis de Ecclesia (1964), cap. 1, Relatio Generalis, p. 27. Cfr. también PABLO VI,
Alocución, 29 septiembre 1963: AAS 55 (1963) 847s.
25
Cfr. Schema Constitutionis de Ecclesia (1984), cap. 2, Relatio Generalis, 3º, 4ss., p. 57. G. THILS veía en
la doctrina del pueblo de Dios el probable tema-síntesis de la eclesiología de la segunda mitad de este siglo
y exponía sus ventajas; G. THILS, Orientaciones actuales de la Teología, Buenos Aires, 1959, p. 105.
26
«Los fieles, incorporados a la Iglesia por el bautismo, quedan destinados por el carácter al culto de la
religión cristiana.» Const. dogmática «Lumen Gentium», cap. 2, nota 11.
27
Al aprobarse la Const. «Sacrosanctum Concilium», S. S. PABLO VI exponía bellamente cómo esta
renovación en el culto debía ser la primera y realmente había sido la primera llevada a término por el
Concilio; cfr. Alocución. 4 diciembre 1963: AAS 56 (1964) 34s.
28
«Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios.» Const. dogmática «Lumen
gentium», cap. 2, n. 13.
29
«Este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad salvadora, la Iglesia lo recibió de los Apóstoles
para realizarlo hasta los últimos confines de la tierra.» Const. dogmática «Lumen gentiumn, cap. 2, n. 17.
Sobre la necesidad de la Iglesia para la salvación, véanse las fórmulas empleadas por la Constitución en el
cap. 2, n. 14.
RAZÓN Y FE. Tomo CLXXIV. 1966.
primer lugar, de la jerarquía (sobre todo, de los obispos, cuyo estudio era
necesario como continuación de la temática del Concilio Vaticano I, pero
también de los presbíteros y de los diáconos a los que el Concilio desea dar
un mayor relieve como grado permanente) (cap. 3) y después de los laicos
(cap. 4). Tanto el tema de los obispos, como el de los presbíteros, tienen sus
correspondientes Decretos disciplinares renovadores: «Decreto sobre el
oficio pastoral de los obispos en la Iglesia» y «Decreto sobre el ministerio y
la vida de los presbíteros». Naturalmente una renovación del ministerio y
aun de la vida espiritual de los sacerdotes supone una renovación de su
formación; por ello, se dedica a este punto un Decreto especial: «Decreto
sobre la formación sacerdotal.»
Al hablar de los seglares, la «Constitución dogmática sobre la
Iglesia» había trazado con rasgos vigorosos cuál debe ser su espiritualidad
propia y su vida apostólica, a través de la idea de una participación de los
laicos en la función sacerdotal, profética y real de Cristo. Llamados al
apostolado30, el Concilio procura en un Decreto disciplinar fomentar y
canalizar las fuerzas apostólicas de los seglares: «Decreto sobre el
apostolado de los seglares.» Dada la especial importancia que este Decreto
atribuye, como apostolado, a la acción educadora de los padres31, y el que la
«Declaración sobre la educación cristiana» concede un puesto de primer
relieve a los padres «como los primeros y principales educadores de sus
hijos»32, pensamos que la «Declaración sobre la educación cristiana»33,
aunque en su temática completa rebasa el ámbito del apostolado seglar y
trata también de la educación impartida por la Iglesia en cuanto tal34, debe
insertarse principalmente como complemento lógico de las afirmaciones de
la «Constitución dogmática sobre la Iglesia» acerca del apostolado de la
familia cristiana35.
30
«Ahora bien, el apostolado de los laicos es participación de la misma misión salvífica de la Iglesia, al
cual apostolado todos están destinados por el Señor mismo por medio del bautismo y la confirmación.»
Const. dogmática «Lumen gentium», cap. 4. nota 33.
31
«Ellos mismos son para sus hijos los primeros predicadores de la fe y educadores.» Decreto
«Apostolicam actuositatem», cap. 3, n. 11.
32
Declaración «Gravissimum educatlonis», n. 3.
33
Las declaraciones son «valoraciones cristianas de problemas y situaciones concretas del mundo de hoy.»
MONS. MORCILLO, Prólogo a Concilio "Vaticano II, Constituciones. Decretos. Declaraciones. Legislación
posconciliar, 3.ª edic, Madrid (BAC) 1900, p. XI. A ellas debe aplicarse lo que la nota previa a la Const.
pastoral «Gaudium et spes» dice de la segunda parte de la misma.
34
«El oficio de impartir la educación, que compete primariamente a la familia, necesita de los auxilios de
toda la sociedad.» Declaración «Gravissimum educationis», número 3. «Finalmente, el deber de educar
corresponde de modo singular a la Iglesia.» Ibíd. Véase la parte final de la Declaración, a partir del n. 8.
35
«Allí [en la vida matrimonial y familiar] los cónyuges tienen la vocación propia de ser para ellos
mutuamente y para los hijos testigos de la fe y del amor de Cristo.» Const. dogmática «Lumen gentium»,
RAZÓN Y FE. Tomo CLXXIV. 1966.
cap. 4, n. 35. Sobre el apostolado de la familia cristiana, cfr. Schema Constitutionis de Ecclesla (1964), cap.
4. Relatio de n. 35, littera B, p. 131.
36
Schema Constitutionis de Ecclesia (1964), cap. 6, Relatio adiuncta, Conclusio, litt. C, p. 179. Esta
página y la anterior son importantes, porque en ellas explica la comisión cómo concibe el orden lógico del
esquema en la trabazón de todos sus capítulos.
37
Ibíd.
38
Es interesante que en este título aparezca la renovación como sustantivo y la acomodación como adjetivo.
Sobre el sentido de ambos términos cfr. Decreto «Perfectae caritatis», n. 2.
39
Schema Constitutionis de Ecclesia (1964), cap. 6, Relatio adiuncta, Conclusio, litt. D, p. 179.
40
Cfr. Schema Constitutionis de Ecclesia (1964), cap. 8, Relatio adiuncta, pag. 218.
41
Ibíd. Cfr. también Schema Constitutionis de Ecclesia (1964), cap. 6, Realtio adiuncta,
Conclusio, litt. D, p. 179
42
Schema Constitutionis de Ecclesia (1964), cap. 6, Relatio adiuncta, Conclusio, litt. D, p. 179.
RAZÓN Y FE. Tomo CLXXIV. 1966.
43
Const. dogmática «Lumen gentium», cap. 2, n. 13. Cfr. también PABLO VI, quien hablando en Jerusalén a
la jerarquía y fieles católicos de rito oriental, decía: «Cada Iglesia local crecía con su personalidad propia,
sus costumbres propias, su manera personal de celebrar los mismos misterios, sin que esto dañase a la
unidad de la fe y a la comunión de todos en la caridad y el respeto al orden establecido por Cristo. Ahí está
el origen de nuestra diversidad en la unidad, de nuestra catolicidad, propiedad que fue siempre esencial a la
Iglesia de Cristo.» AAS 56 (1904) 102.
44
Const. dogmática «Lumen gentlum». cap. 3, n. 23.
45
cfr. Decreto «Orientalium Ecclesiarum», n. 1.
46
«Corresponde a las Iglesias orientales en comunión con la Sede Apostólica Romana la especial misión de
promover la unión de todos los cristianos, especialmente de los orientales.» Decreto «Orientalium
Eccleslarum», n. 24.
47
Cfr. Const. dogmática «Lumen gentium», cap. 2, n. 15.
48
Ibid.
49
Cfr. V. RODRÍGUEZ, Estudio histórico-doctrinal de la declaración sobre libertad religiosa del Concilio
Vaticano II: «La Ciencia Tomista» 93 (1966) 196s.
50
Ibid., p. 194; véanse especialmente allí las notas 2 y 4; en esta última se enumeran las redacciones de la
Declaración conciliar, anteriores a la definitiva, en las que se citaba la Declaración del Consejo mundial de
las iglesias; la cita no se encuentra en el texto definitivo.
RAZÓN Y FE. Tomo CLXXIV. 1966.
* * *
Preámbulo
Constitución dogmática Dei Verbum sobre la divina revelación.
51
Ibid., p. 194, nota 4.
52
Este hecho da un carácter singular a la Const. pastoral «Gaudium et spes», expresado en la nota previa a
esta Constitución.
53
G. PHILIPS hace notar expresamente cómo algunas intervenciones de Padres conciliares sobre el cap. 7
buscaban dar una más clara relación al texto con el esquema 13; La Constitution dogmatique sur l'Eglise
«Lumen gentium»: EphTheolLov 42 (1966) 34. Cfr. Textus emendatus capitis VII Schematis Constitutionis
de Ecclesia (1964), Relatio, Ad n. 48, p. 13.
54
Const dogmática «Lumen gentium», cap. 2, n. 16.
RAZÓN Y FE. Tomo CLXXIV. 1966.
CÁNDIDO POZO SJ