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Parcial de Comunicación y Cultura

1 - Lenguaje y verdad

“Introducción teorética sobre la verdad y la mentira en el


sentido extramoral” - Fredrich Nietzsche
El hombre se encuentra profundamente inmerso en ilusiones y en imágenes
oníricas, su ojo se limita a resbalar sobre las superficies de las cosas para ver
“formas”, su sensación no conduce en ningún caso a la verdad. Como el hombre
pretende subsistir ante otros hombres, generalmente utiliza el intelecto solo para
disimular, para sacar ventaja. Además, el hombre necesita alcanzar vivir en un
mundo donde todo sea regular, establecido, y por eso crea el lenguaje (crítica a la
ciencia). Surge entonces el “tratado de paz”, que implica darle una denominación a
las cosas para que todos estén de acuerdo, estando en paz con todos ya que el
hombre necesita vivir en sociedad. Así se fija lo que debe ser “verdad”, es decir,
se ha encontrado una designación de las cosas uniformemente válida y
obligatoria, y las leyes del lenguaje facilitan las primeras leyes de la verdad (el
lenguaje y la verdad son inseparables), y surge el contraste entre verdad y
mentira.

Pero, ¿Es el lenguaje la expresión adecuada de las realidades? El leguaje


nunca permite conocer las cosas ni las personas, sirve para acciones concretas.
Es limitado (como el hombre) para que se entienda y es económico, con la menor
cantidad de palabras se debe definir la mayor cantidad de cosas. Es arbitrario.

Clasificamos las cosas por géneros y decimos que el árbol es masculino y


la planta femenino. Hablamos de la serpiente, que la denominación no alcanza
más que al movimiento de torsión y que por lo tanto podría aplicarse al gusano.
Los diversos lenguajes comparados entre sí demuestran que con las palabras
jamás se llega a la verdad.

Toda palabra se convierte inmediatamente en concepto desde el momento


en que no sirve para su definición original e individual, el concepto surge por
igualación de lo desigual. En la construcción de los conceptos trabaja
originariamente el lenguaje. La verdad para los hombres según Nietzsche es una
multitud en movimiento de metáforas (usar elementos de un objeto en otro),
metonimias (designar una cosa con el nombre de otra con la que existe una
relación de contigüidad espacial), antropomorfismos (asignar características
humanas a los objetos) en una palabra, un conjunto de relaciones humanas que
elevadas, traspuestas y adornadas tras un largo uso el pueblo considera firmes,
canónicas y vinculantes: adquieren el carácter de verdad aunque no lo sean. “Las
verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas ya
utilizadas que han perdido su fuerza, monedas que han perdido su imagen y que
ahora entran en consideración como metal, no como tales monedas”.

Contingencia del lenguaje – Richard Rorty


Rorty nos advierte sobre los intentos metafísicos y teológicos, de Platón y el
cristianismo, que presuponen el reconocimiento de una naturaleza humana, que
es universal, y por lo tanto, constituyente de todo ser humano. Mientras que otros
filósofos, como Nietzsche, también incurrieron en la afirmación de una suerte de
elementos comunes a todos los seres humanos, a saber: la voluntad de poder o
los impulsos libidinales.

Pero Rorty señala, que desde Hegel, los pensadores historicistas se han
opuesto a esa supuesta existencia de una esencia, o de algo, que pueda ser
llamado “naturaleza humana” y que se encuentre presente en todos los hombres.
En este sentido, el historicismo ha sostenido que no hay nada que sustente al “yo”
más allá de las circunstancias históricas, solo éstas son definitorias de lo humano.
(Los seres humanos no hallan la verdad, sino que la hacen).

 Mundo está ahí afuera

Hay que distinguir entre la afirmación de que el mundo está ahí afuera y la
afirmación de que la verdad está ahí afuera. La verdad no puede estar ahí afuera -
-no puede existir independientemente de la mente humana- porque las
proposiciones no pueden tener esa existencia, estar ahí afuera. El mundo está ahí
afuera, pero las descripciones del mundo no. Sólo las descripciones del mundo
pueden ser verdaderas o falsas.

El mundo no habla. Sólo nosotros lo hacemos. El mundo, una vez que nos
hemos ajustado al programa de un lenguaje, puede hacer que sostengamos
determinadas creencias. Pero no puede proponernos un lenguaje para que
nosotros lo hablemos. La verdad es una propiedad de entidades lingüísticas, de
proposiciones.
 Teorías momentáneas – Contingencia de lenguaje

El lenguaje no es necesariamente un medio de comunicación porque se


pueden dar intercambios entre dos personas que no compartan el mismo código
de leguaje (léxico), esto es lo que Davidson llama “Teorías Momentáneas”, no
necesariamente el leguaje tiene que ser sabido, coincidir en teorías momentáneas
te lleva a poder comunicarte con otras personas. La palabra se actualiza en cada
una de ellas, por eso el leguaje es contingente. (El sentido social se actualiza en el
uso, así como también el lenguaje).

Rorty utiliza la expresión “ironista” para referirse a las personas que


reconocen la contingencia de sus creencias, y de sus acciones, por lo tanto,
comprenden que no hay una verdad absoluta, y que sus creencias se encuentran
condicionadas por el acontecer histórico y cultural.

Esto llevará al sujeto ironista a no tomar en enserio su léxico ultimo, ya que


éste es tan contingente como el de los otros sujetos y, por lo tanto, el léxico último
de una persona no se acerca más a la realidad que el léxico último de cualquier
otro sujeto.

2 – Fundamentos del análisis del discurso


“El signo” – Pierce
 ¿Qué es un signo?

Todo es un signo (incluido el hombre), se halla en la interacción de tres


signos: Representamen, objeto e interpretante. Todo signo remite a otro signo.
Todo pensamiento es signo. Un signo es algo que está en lugar de algo para
alguien en relación con alguna característica. Los signos no se definen por sus
componentes sino por la naturaleza de la relación de las trespartes: primeridad,
secundidad y terceridad.
 ¿Cómo funciona?

 Representamen : Aquello con lo que tomo contacto. Pertenece al


orden de las cualidades materiales (aspecto material, forma visible).

 Objeto: aquello al que el representamen se dirige. Algo de lo que el


signo intenta dar cuenta. Es existente. (un signo nos remite siempre a
otro signo).

 Interpretante : La relación semiótica por al cual se produce un signo


solo estará completa por una tercera parte o componente, debe ser
una relación triádica. Además del representamen, y el objeto que el
anterior representa, se necesita de un interpretante. (Según que
signos los rodeen).

Tres maneras de evocar al objeto desde su aspecto material

1. ICONICA: El signo esta en el lugar de su objeto en virtud de


una semejanza, se asemeja a su objeto. Sirve para transmitir
ideas de las cosas que representan imitándolas. Fotografia,
caricatura, se hace foco en la cualidad del objeto.
2. INDICIAL: El signo le arranca una parte al objeto, hay una
parte del objeto en el signo. Una huella en la arena, un tiro, una
cicatriz (la tuya cajarville con el paredón GATO)
3. SIMBOLICO: Cuando la relación representamen y objeto están
mediados por una ley (lenguaje, bandera, escudo) es arbitrario,
una ley.
3 – Géneros y estilos

Sobre los géneros y los estilos – Oscar Steimberg

Género
“Los géneros pueden definirse como clases de textos u objetos culturales”,
establece Oscar Steimberg, porque los géneros se crean en la cultura, no son
inventados por los científicos, existen en la semiosis social y se usan
permanentemente. La ciencia los toma y los estudia pero no los crea. También les
otorga el rasgo de “discriminables en todo lenguaje o soporte mediático”, ya que
están presentes en todo lenguaje o soporte mediático (en la ropa, en la música, en
la moda, o en la televisión). A su vez revela que “presentan diferencias
sistemáticas entre sí”, es decir, son como moldes donde la semiosis social
organiza y diferencia las cosas. “En su recurrencia histórica instituyen condiciones
de previsibilidad en distintas áreas de desempeño semiótico e intercambio social”,
porque los géneros al generar previsibilidad, nos sirven para facilitan el
intercambio, permiten que sepamos que esperar de un discurso aunque no lo
conozcamos.

Los géneros son elementos de clasificación, son las reglas que nos
permiten reconocer lo que estamos viendo porque estos se instituyen como regla,
son estables aunque pueden sufrir transformaciones. Siguiendo a Steimberg, los
géneros permiten clasificar los textos u objetos culturales, como las revistas, los
diarios o los portales de noticias y además, son discriminables según en qué
dispositivo se encuentren, es decir, en que soporte mediático.
Asimismo, estos géneros hacen sistema: “No solo hacen sistema en los
distintos campos de desempeño semiótico (géneros de la información, del
entretenimiento, etcétera) sino también en los medios en los que se asientan: las
jerarquías entre géneros elevados y populares, y sus niveles intermedios, se
producen en cada soporte y sus lenguajes”, señala Steimberg citando a Mario
Carlon. Los géneros se reconocen en oposición, se definen en oposición.

A su vez, como ya se sabe que es esperar de cada género, se vuelven


predecibles. Iser Wolfgang señala lo que Steimberg denomina como efecto
enunciativo: “Todo texto tiene preparada una determinada oferta de roles (…) que
no puede coincidir con la ficción de lector de texto”, en la que “el receptor está ya
(creo que correspondería decir: ‘aparece como’) pensado de antemano”.
Steimberg incluso menciona a Eliseo Verón, pero fuera de una perspectiva de
género, para definir contrato de lectura: “efecto de conjunto de las diversas
estructuras enunciativas de un texto, que en una publicación periodística abarcan
“desde los dispositivos de apelación hasta las modalidades de construcción de las
imágenes y la de los tipos de recorridos propuestos al lector”.

Los géneros se construyen en sincronía, se tienen que asentar


culturalmente para ser reconocidos. Igualmente, estos se alimentan de las
personas que hablan de los géneros contemporáneamente. Estos es denominado
fenómeno metadiscursivo: discursos que hablan de discursos.

Estilo
“Los estilos son modos de hacer postulados socialmente como
característicos de distintos objetos de la cultura y perceptible en ellos” señala
Steiberg. Es una manera de hacer proyectable sobre distintos tipos discursivos.
Estos estilos, si bien pueden asentarse, “exhiben históricamente la condición
centrífuga, expansiva y abarcativa” propia de una manera de hacer, en oposición
al carácter “especificativo, acotado y confirmatorio de los límites de un área de
intercambios sociales” que le pertenece a los géneros.

El estilo es la forma con la que podemos jugar con las reglas del género.
Estos nacen de los estilos y se pueden transformar mediante ellos. Género y estilo
se complementan, no compiten, se alimentan y construyen entre sí. Pero tienen
una diferencia, el género es sincrónico (necesita de otros discursos), y los estilos
se construyen al revés, no necesitan sincronía. En otras palabras, que los géneros
hagan sistema en sincronía quiere decir que cuando se recorta un determinado
momento histórico se puede observar que géneros están presentes y que géneros
no lo están. Se puede reconocer una época por los géneros que existían en ella.
Los géneros que se dan en ese momento se relacionan entre sí principalmente por
sus diferencias. Por ejemplo: el drama no es comedia, reconocemos al género
drama por sus diferencias con otros géneros.

En cambio, los estilos no hacen sistema en sincronía: Los mecanismos del


estilo son más débiles, están menos consolidados que los del género. Esto hace
que una época no permita reconocerse por los estilos que estaban presentes o no
en ella. “El carácter de sistema en sincronía adjudicado así a los géneros no es
aplicable a los estilos: el carácter más lábil y menos compartido y consolidado de
sus mecanismos metadiscursivos hace que no puedan reconocerse socialmente
en términos de un sentido conjunto”, afirma Steimberg.

“Tanto el estilo como el género se definen por características temáticas,


retóricas y enunciativas”, establece Steimberg. Cuando se describen géneros y
estilos se los describe por tres tipos de rasgos: retóricos, temáticos y enunciativos.
Retórico: Los rasgos retóricos no son un ornamento del discurso, sino una
dimensión esencial a todo acto de significación. Son las formas en las que se
configura el texto. Tiene dos dimensiones: Sintáctica y paradigmática. La primera
hace referencia a como están distribuidas las partes dentro del texto, como opera
ese ordenamiento. La segunda se refiere a los recursos del lenguaje, si es escrito,
audiovisual o fotográfico.

Temático: Los rasgos temáticos tienen que ver con el contenido, de lo que
habla o trata el discurso. Es el sentido global del texto, pero también exterior al
texto. Normalmente el tema está construido culturalmente. Se debe mirar
totalmente para reconocer los motivos.

Enunciativo: Es la figura que se construye en el texto, es decir, como se


construye el enunciador y como ese enunciador construye a los destinatarios. Lo
enunciativo se construye a partir de lo retórico y lo temático. Es el efecto de
sentido por el que en un texto se construye una situación comunicacional.

“Está alli, lo veo, me habla” – Eliseo Verón


Es un primer acercamiento al dispositivo de bien acotado: el noticiero
televisivo. Reposa sobre un análisis comparativo entre los noticieros galos y los
brasileños, así como también observaciones de los noticieros de Norteamérica e
Italia. El noticiero plantea problemas particulares muy diferentes de los que afronta
la semiología del cine: a diferencia de una película que, producida en condiciones
económicas, sociales y culturales específicas, circula por el mundo entero, la
circulación del noticiero televisivo es culturalmente cerrada: su producción y su
reconocimiento se efectúan en un mismo contexto, el de una nación. También
aclara que el campo de variaciones posibles es ineludible.

Verón lo que hace es analizar en el noticiero televisivo en tanto genero


enunciativo, y resalta las estrategias enunciativas que presenta el género.

 Breve introducción a las teorías de la enunciación

Para Verón, la enunciación es un proceso a través del cual un discurso se


hace cargo de un contenido proponiendo dos imágenes: la del enunciador, la
del destinatario y la relación entre ambas entidades. Por otro lado, mientras que
para Benveniste un discurso es una sumatoria de enunciados, para Verón, en
cambio, un discurso es una configuración espacio-temporal de sentido.
La única solución para analizar el acto es partiendo del producto, de lo que
queda de ese acto de enunciación, es decir, del texto del enunciado y, de
ahí, remontarnos al proceso de enunciación.

 Pragmática y Sociosemiótica

Enumera las principales diferencias entre la Teoría de los Discursos Sociales


(o socio semiótica) y la Pragmática (entendida como lingüística ampliada).
Mientras la lingüística ampliada analiza sólo los actos de habla, Verón analiza las
propiedades de los discursos y sus modos de funcionamiento a través de distintas
materias significantes, como, por ejemplo, la imagen audiovisual.

Si bien Verón trabaja sobre corpus atestiguados (es decir, textos que fueron
producidos, circularon y fueron reconocidos), la lingüística trabaja sobre frases
descontextualizadas para dar cuenta de normativas que regulan el empleo de
esas frases.

La lingüística distingue entre un nivel denotativo (sentido literal de una


frase) y un nivel connotativo (significación agregada a lo literal). Verón, en cambio,
plantea que en la discursividad social NO podemos pensar en un sentido literal
porque el discurso es una representación de sólo algunos aspectos del objeto y
entre la instancia de producción y las de reconocimiento hay un desfasaje espacio-
temporal de sentido.

Por último, mientras que el discurso es, para la lingüística ampliada, una
sumatoria de enunciados, para Verón, en cambio, el discurso es una configuración
espacio-temporal de sentido.

 El eje Y – Y: la mirada y el régimen de lo real

La mirada que Jean-Marie Cavada dirige al ojo vacío de la cámara hace que
yo, telespectador me sienta mirado: está ahí, lo veo, me habla. Finalmente, el
noticiero televisivo ha elegido constituirse alrededor de esta operación
fundamental (…) los ojos en los ojos, se convierte en una de las marcas del
género. Denominamos a esta operación el eje Y-Y.

 Las posiciones enunciativas del presentador: Lectura sostenida


y mirada sostenida
Verón distingue dos posiciones enunciativas principales en las que se va a
ubicar el presentador del noticiero televisivo. En la posición de lectura sostenida, el
presentador efectúa una mirada constante al texto con breves reenvíos al eje O-O.
El presentador se atiene principalmente a lo escrito. Por esto, Verón lo
llama presentador-ventrílocuo. “El cuerpo del presentador está allí, el eje O-O
también, pero la dimensión del contacto se encuentra reducida a la mirada. La
gestualidad está anulada, la postura del cuerpo es relativamente rígida (con suma
frecuencia no se ven las manos del presentador), la expresión del rostro parece
fijada en una suerte de ‘grado cero’.

La palabra está desprovista de todo operador de modalización: el texto


dicho (o leído) es absolutamente descriptivo (‘factual’ como se dice). El espacio
que rodea al presentador queda también reducido al mínimo. Sí, el conductor es
un soporte neutro, un punto de pasaje del discurso informativo que, en cierto
modo, ‘habla por su boca’”. Verón dice que el cuerpo del presentador es de grado
cero ya que su cuerpo no modaliza, sólo se atiene a lo escrito. De esta forma,
el verosímil de la información está fundado sobre lo que es dicho y lo que es
mostrado: el cuerpo significante no interviene en la producción del efecto de
realidad.

En la posición de mirada sostenida, en cambio, el presentador


moderno intenta mantener el diálogo con el destinatario haciendo breves reenvíos
al texto (sólo como una ayuda-memoria). Así, intenta buscar el contacto con el
destinatario. Así como la mirada a cámara de un personaje de un film de ficción
produce una ruptura de la diégesis, el eje O-O en el noticiero televisivo aparece
asociado a una operación destinada a crear un efecto de realidad o
verosimilitud en el destinatario.

Es sobre el eje O-O que reposa el verosímil de la información en este caso.


Los operadores gestuales a la vez que modalizan lo que es dicho verbalmente,
construyen el lazo con el espectador. Así, ciertos operadores lingüísticos como
“Se dice que…” “Parece que…”, reforzados por operadores gestuales fundados en
el eje O-O, pueden producir un efecto de confianza, de creencia, en la mente del
destinatario.

 La mirada a cámara en el discurso ficcional

“Desde luego que el eje O-O no se presenta sólo en el noticiero; pero


cuando aparece en otros géneros audiovisuales lo hace invariablemente asociado
a un movimiento de referenciación, a una operación destinada a desficcionalizar el
discurso”. En un film de ficción, en efecto, la mirada de un personaje hacia la
cámara produce una ruptura de la diégesis. En el film de ficción, la mirada a
cámara es un recurso para romper con el orden de la historia y desficcionalizar,
así, el discurso.
 La mirada a cámara como marca de identificación del discurso
informativo

La mirada a cámara es índice del régimen de real ya que es una operación


indispensable para dar cuenta de la función referencial, no ficcional, de un
discurso audiovisual. El eje O-O funciona, así, como un indicio de que el discurso
está anclado en el real de la actualidad, está problematizándola.

También Verón va a decir que “el eje O-O es una suerte de caución de
referenciación, y que, por lo tanto, ha llegado a ser una marca de identificación del
discurso informativo”. Esto significa que el eje O-O es una operación que garantiza
la referencia a la actualidad, actúa como una garantía de que el discurso se haya
anclado en el real de la actualidad.

Mediante la mirada a cámara, el periodista establece el contacto con el


destinatario e instaura una confianza. “La confianza aparece así como una suerte
de condición previa sobre la que reposa el funcionamiento del discurso informativo
(…) La cuestión de la confianza concierne a la dimensión del contacto, es algo que
tiene que ver con el cuerpo”. Si se presenta todos los días, por el mismo canal,
está ahí, lo veo y me habla, uno podría pensar que no me va a engañar.

Así, el eje O-O (los Ojos en los Ojos) se constituye como una propiedad
característica del discurso audiovisual de la información.

 Un dispositivo dialógico: periodista/político

“Existen emisiones que, por su propia naturaleza, son lugares de encuentro


de dos juegos de discurso bien diferentes: la información y lo político”. Cuando los
políticos son invitados a programas periodísticos se instala un juego enunciativo
bien particular. El periodista-presentador se comporta como un metaenunciador,
actúa como una interfaz entre el político y el espectador: realiza conclusiones
generales, pauta los turnos para hablar, etc. El periodista-presentador constituye,
así, el cuerpo informativo con el que el cuerpo político tiene que negociar para
interpelar a los espectadores.

De este modo, los políticos, por lo general, suelen mirar al periodista, “pero,
hay momentos (poco frecuentes) en los que el político mira también a cámara. Se
marca de este modo un cambio importante en su posición de enunciación (…) Así,
en esta particular situación de enunciación, la del diálogo entre el periodista y el
político, el deslizamiento de la mirada de este último hacia la cámara es una
operación comparable a las itálicas en la escritura: subraya la importancia, el ‘peso
de verdad’, que el enunciador atribuye a una frase determinada”.

Cuando el político mira a cámara, se apropia de un dispositivo que es


propio del periodista-presentador. “El caso del presentador del noticiero es
exactamente el inverso: en tanto el eje O-O define su posición de enunciación
“normal”, no dispone de esta “itálica visual”; sólo tiene un modo de significar:
desviándose del eje”.

 El dispositivo de la pantalla en la pantalla

El periodista, “después de una presentación general del acontecimiento,


anuncia la llegada de unas imágenes y su mirada entonces se aleja de la mía”. Mi
posición frente a la información pasa a ser igual a la del presentador: en alguna
medida, los dos somos destinatario. Se ve que el contacto implica una invitación
implícita a hacer como él, lo que, automáticamente, convierte a las posiciones (la
suya, la mía) en comparables: él trata, como yo, de entender.

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