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Viernes, 1 de mayo de 2015

LA PATRIA, Informe Especial


© 2018 Editorial LA PATRIA Ltda.
Oruro, Bolivia

1º de Mayo:

La masacre de Chicago dio origen al Día del Trabajador

Concentración masiva de trabajadores, exigiendo sus derechos El 1 de mayo se recuerda Día del
Trabajador en conmemoración a los mártires de Chicago, un grupo de sindicalistas anarquistas que
en 1886 ofrendaron sus vidas por exigir la reducción de la jornada laboral a 8 horas de trabajo, de
12 o 16 que se trabajaban.

En 1886 los trabajadores de Estados Unidos, propusieron al Gobierno la reducción del horario
laboral a ocho horas, y para ser escuchados protagonizaron algunas movilizaciones e incluso una
huelga a nivel nacional, que afectó a numerosas fábricas de este país.

Ante estos hechos el presidente de Estados Unidos de ese entonces, Andrew Johnson, promulgó
una ley estableciendo ocho horas de trabajo diario, pero algunos empleadores especialmente de
la ciudad industrial de Chicago se negaron a acatar esta disposición, por lo cual los trabajadores
iniciaron una huelga el 1 de mayo.

Ese movimiento fue calificado como "indignante e irrespetuoso", "delirio de lunáticos poco
patriotas", por los empresarios, quienes manifestaron que era lo mismo que pedir que se les
pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo.

La negativa de los industriales, desembocó que el conflicto se extienda a otras ciudades de los
Estados Unidos, logrando que más de 400.000 obreros pararan en 5.000 huelgas simultáneas.

La fábrica McCormick de Chicago, fue una de las que encabezó este movimiento que luchaba por
una jornada laboral de ocho horas, los trabajadores se instalaron en las puertas de dicha fábrica,
esto no fue tolerado por el Gobierno y en una de las manifestaciones la Policía disparó contra
ellos. Este hecho es conocido como la masacre de Chicago, puesto que murieron varios
trabajadores que exigían un horario justo de trabajo.
Además otros trabajadores fueron condenados a muerte y a cadena perpetua, por incitar las
protestas.

En varios países, especialmente latinoamericanos reconocen el 1 de Mayo como Día del


Trabajador, mientras que en otros países europeos y Estados Unidos fijaron otras fechas para
agasajar a la clase obrera.}

Los Mártires de Chicago

La represión en forma de detenciones y torturas no tardó en llegar. August Spies, Samuel Fielden,
Oscar Neebe, Michael Schwab, George Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons y Louis Lingg, obreros
de filiación anarquista fueron juzgados bajo el cargo de asesinato y conspiración.

Todos fueron condenados a la horca, aunque solamente Fischer, Parsons, Engel y Spies fueron
ejecutados el 11 de noviembre de 1886. Lingg apareció muerto en su celda.

Justo antes de morir, Albert Parsons – el más popular de los mártires de Chicago– pronunció su
histórica frase "let the voice of the people be heard!" (dejad que se escuche la voz del pueblo).

Engel, otro de los mártires, recriminó durante su proceso al tribunal: "¿En qué consiste mi crimen?
En que he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible que mientras
unos amontonen millones […], otros caen en la degradación y la miseria".
http://www.elperuano.pe/noticia-camino-las-8-horas-54427.aspx

1/5/2017

José Vadillo Vila


Fotos: Archivo Histórico del Diario Oficial El Peruano

Debemos a esos cinco trabajadores de Chicago que fueron llevados a la horca –los
bien llamados ‘mártires’– y a los miles que hicieron una huelga general de cuatro días
en todo Estados Unidos, para que se colocase la primera piedra, tras los sucesos del
1 de mayo de 1886, y se lograran jornadas laborales de ocho horas en el mundo.

El buen ejemplo de las luchas sindicales norteamericanas fue sinuoso y tomó décadas
en democratizarse en la mayoría de países del globo. Cada 1 de mayo vibraba entre
los obreros la consigna de sus pares norteamericanos: 1 de mayo “¡Un día de
rebelión, no de descanso! [...] Un día en que comenzar a disfrutar ocho horas de
trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que nos dé la gana”.

En el caso peruano, 19 años después de los hechos de Chicago, la Federación de


Obreros Panaderos recordó la efemérides y reivindicó ese primer derecho laboral. Fue
el 1 de mayo de 1905. Se logró que el gobierno de José Pardo y Barreda otorgase las
8 horas laborales, pero fue un triunfo muy relativo, solo para los obreros de la
Provincia Constitucional del Callao.

Durante los 14 siguientes años aumentaron los descontentos de la clase trabajadora


peruana. Lograr nuevas conquistas laborales era el reto para los distintos sindicatos
(los mejor organizados eran los panaderos y los zapateros).

A las cuatro de la madrugada del lunes 13 de enero de 1919, justo en los meses
finales del segundo gobierno de Pardo y Barreda, la asamblea de delegados de los
gremios decidió ir a un paro general de 48 horas, demandando al gobierno jornadas
de 8 horas. “Siendo el paro general de una alta significación moral […] la asamblea
invita al proletariado nacional a la conquista de la jornada de ocho horas, por medio
de la acción directa”.

Al tercer día de protestas, el saldo era cuatro muertos y más de cien huelguistas
heridos por la gendarmería. El día 16, el ministro de Fomento aceptó decretar la
jornada de las 8 horas para toda la República; la Asamblea de la Sociedad Unida,
reunida en el Parque de la Exposición, decidió poner punto final a la medida de
fuerza.

Una década más tarde, el 17 de mayo de 1929, se funda la Confederación General de


Trabajadores del Perú (CGTP), siguiendo los preceptos de su fundador, José Carlos
Mariátegui, resumidos como “unidad sindical”, “democracia sindical”, “solidaridad de
clase”, “lucha consecuente” e “independencia política”.
Pero en 1930, durante el gobierno de facto de Luis Miguel Sánchez Cerro, son
asesinados 14 trabajadores de Malpaso, Cerro de Pasco. En el siglo XXI, la búsqueda
de mejores condiciones para los trabajadores o “colaboradores” no ha cesado. Deben
batallar contra los grupos de poder económico y político. Es parte de su desafío
histórico.

DOMINGO, 26 DE ABRIL DE 2009

http://cronicasdeperu.blogspot.pe/2009/04/la-lucha-por-las-8-horas-de-trabajo-en.html

La lucha por las 8 horas de trabajo en el Perú

A continuación presentamos una breve cronología sobre la lucha por las 8 horas de trabajo
desarrollada por los obreros del Perú. Debemos recordar que la clase obrera a inicios del siglo XX
tenían una ideología anarquista, aun no llegaban a nuestro país las ideas marxistas que en la
actualidad dominan organizaciones de trabajadores (CGTP).

Entre los principales momentos de la lucha por las 8 horas de trabajo tenemos:

1896: Durante el segundo gobierno del presidente Nicolás de Piérola se realizó en Lima el primer
Congreso Provincial Obrero, en dicha reunión los obreros reclamaban el establecimiento de las 10
horas de trabajo y el descanso los días domingos.

1904: Los panaderos se organizan en el Sindicato “La Estrella del Perú” y junto a los obreros
portuarios del Callao reclaman por la jornada laboral de 8 horas. En el plano académico se hizo
presente la preocupación por la clase obrera con la tesis de Luis Miro Quesada de la Guerra, la que
se titulo “La cuestión obrera en el Perú”. En el congreso, el diputado Matías Manzanilla presento
un amplio proyecto de legislación laboral (las leyes propuestas por Manzanilla se relacionaban con
indemnizaciones a los trabajadores, descanso obligatorio, contrato laboral, etc.).

1905: Durante el primer gobierno de José Pardo y Barreda, el movimiento obrero del Perú
establece que el primero de mayo sea la fecha de celebración del día del trabajo.
1911: El gobierno de Leguía promulgó la ley de accidentes de trabajo, además se realiza el primer
paro nacional en el Perú, el cual fue dirigido por los obreros de Vitarte. Entre los pedidos mas
importantes de los obreros destacaban el aumento de los jornales y las ocho horas de trabajo.

1912: Se produce una gran huelga de los trabajadores de las haciendas azucareras del valle de
Chicama (Casa Grande, Roma, Chiclín y Cartavio) en La Libertad.

1913: El gobierno de Guillermo Billinghurst estableció la jornada laboral de 8 horas para los
trabajadores del muelle y Dársena del Callao, además reglamentó las huelgas.

1919: Durante el segundo gobierno de José Pardo y Barreda los obreros consiguieron la ley general
de 8 horas de trabajo luego de incesantes huelgas. El mediador entre el Estado y la clase
trabajadora fue el dirigente estudiantil Victor Raúl Haya de la Torre, el futuro fundador del APRA.

Publicado por Juan Candela en 22:17

EL PROLETARIADO PERUANO CONQUISTO LAS 8 HORAS DE TRABAJO EL 15 DE ENERO DE 1919.

EL 15 DE ENERO DE 1919: UNA CONQUISTA OBRERA

87 AÑOS DE LAS 8 HORAS DE TRABAJO EN EL PERU

Mauricio Quiroz Torres*

“Esperar una ciencia imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, seria la misma pueril
ingenuidad que esperar de los fabricantes imparcialidad en cuanto a la conveniencia de aumentar
los salarios de los obreros, en detrimento de las ganancias del capital”.

Lenin: “Las tres fuentes y las tres partes integrantes del Marxismo”.

Palabras Previas
El capitalismo y el socialismo domesticado no quieren hablar hoy de las luchas obreras que incluso
han sido sacadas de los textos de Historia por los ejemplos de combatividad, heroísmo y
solidaridad que expresa el proletariado como última clase de la historia clasista y porque ambos
expresan el espíritu burgués de considerarse como pilares de la historia.

Por otra parte los politicastros y los plumíferos del gobiernismo y del capital se presentan de
tiempo en tiempo como adalides de la Jornada diaria de las 8 Horas de Trabajo desconociendo que
esta fue una lucha eminentemente obrera y que tuvo varios años de preparación luego que el
proletariado internacional, en Estados Unidos de Norteamérica, lo conquistó a sangre y fuego en
1886, fines del siglo XIX.

Como en muchas de las cosas que pasan en el país, aquí llegamos tardíamente a la conquista de
ese derecho tan importante para el trabajador de hoy en día, pues el proletariado peruano recién
lo conquistó el 15 de Enero de 1919, hace 87 años mientras en otros países pasa ya el centenario.

No fue nada fácil conseguirlo pues el pueblo tiene que realizar grandes gestas por los derechos del
proletariado y del pueblo y que hoy usufructúan inmensas generaciones en el país y en el mundo.

Queremos poner a nuestros lectores con los instantes previos y el momento de su conquista para
que conozcan que no fue nada fácil. Fueron años de vicisitudes. Fueron años de represión y
masacre. Fueron años de heroica y tenaz lucha contra los Patrones y el Estado que se coligaron
para enfrentar las reclamaciones obreras colocándose así como auténticos enemigos de clase y
que lo siguen siendo hoy en día. Fueron años de lucha que al final tuvo su fruto para la clase
proletaria.

EL CONTEXTO

En los instantes previos en que el Perú no contaba con el Partido del Proletariado ni las masas
populares hallaban un claro norte socialista pese a que ya la Revolución Bolchevique de 1917 en
Rusia había triunfado, las masas obreras peruanas se lanzaron a una jornada de lucha por
conquistar la Jornada diaria de las 8 horas de Trabajo a principios de 1919, luchas orientadas por
obreros guiados en buena parte de los casos por el anarcosindicalismo y que tenía como mentor al
Maestro Manuel González Prada (1). El Amauta José Carlos Mariátegui recuerda que fue en una
actuación de los Panaderos donde González Prada pronunció su discurso sobre los Intelectuales y
el Obrero del 1º de Mayo de 1905 y que reprodujo su Revista “Labor” en su Edición Nº 8. Los
obreros del coloso imperialista EE.UU. ya la habían conquistado con grandes movimientos obreros
que contaron con el suplicio de los combatientes sindicalistas como Parson, Engel, a quienes el
encono de los patronos por demoler la acción clasista los hizo ajusticiar acusándolos de terroristas.
Pero el Per Pero el Perú aún no la tenía para sus trabajadores.

Desde la aparición de la industria moderna en el país, a fines del siglo XIX, hizo su ingreso a la
escena patria, también, junto a la clase capitalista criolla el proletariado moderno que se
concentró en los sectores económicos Textil, Alimenticio, Minero y Agrícola. Junto a ellos los
Obreros Panificadores, Portuarios, Gráficos, Ferrocarriles, eran las otras fuerzas sociales de
notable importancia en esos años.

Muchos de ellos como anota Dennis Sulmont (2), habían salido de las filas del artesanado que
había sido llevado a la ruina por la libre importación de productos extranjeros que inundaron
principalmente Lima, donde se hallaba el grueso del artesanado peruano que a mediados del siglo
XIX llegó a una crisis final luego de dar sus últimas batallas por impedir el ingreso masivo de
mercaderías extranjeras.

Varios eran los problemas que enfrentaba el naciente proletariado peruano. Si el artesanado
laboraba sin jornada de trabajo por la naturaleza de su labor propia de talleres familiares y que era
casi sin descanso y de lunes a domingo pues trabajaban sobre lotes de pedidos el naciente
proletariado, concentrado en centros urbano industriales con patrones capitalistas estaban
sujetos a jornadas laborales de entre 10 a 16 horas diarias, pésima alimentación que brindaban los
patrones, malas condiciones de trabajo, salarios que no compensaban las continuas alzas del costo
de vida, etc. Laboraban allí hombres maduros, mujeres y hasta niños.

Julio Portocarrero (3) recuerda que cuando ingresó a laborar de obrero textil en Vitarte ingresaba
a las 6.30 de la mañana hasta las 9.00 de la noche, o sea 12 horas, de los cuales el patrón les daba
un cuarto de hora para tomar desayuno, una hora de salida para el almuerzo y a las 6 de la tarde
una hora de salida para la Cena y luego desde las 7 de la noche a regresar al trabajo. La paga era
por trabajo a destajo, o sea los obreros ganaban por la cantidad de piezas que producían, la que
era fijada por el patrón.

LAS PRIMERAS PROTESTAS DEL PROLETARIADO

Frente a esta triste realidad los obreros principalmente textiles, fueron los primeros en hacer
sentir su protesta desarrollándose así en 1896 una primera Huelga exigiendo la reducción de la
jornada de trabajo, aumento de salarios y mejora de la alimentación (4). Fue una Huelga dirigida
por un grupo dirigido por Emilio Mendoza y que era en la fábrica Textil del Grupo Grace en Vitarte
y que no contó con el apoyo del Gobierno de Nicolás de Piérola que más bien lo tildó de “criminal”
(5).
En un ambiente totalmente hostil tanto de los patrones como del gobierno de turno fue
germinando la conciencia clasista y la necesidad de mayor organización obrera y que denotaba
con claridad que el interés del proletariado no es idéntico al de la clase capitalista y del Estado que
salía en defensa de los patrones. Fue así como los obreros aprendieron a salir de su mundo fabril
localista, comenzaron a visitar a otros obreros de las fábricas y Haciendas aledañas y a frecuentar
con intelectuales que pudieran apoyar sus luchas. Así forjaron mas luchas.

Llegó así la Huelga de los Portuarios de 1904 en el Callao donde murió Florencio Aliaga, a quien se
recuerda como el primer mártir del movimiento obrero peruano. Ese mismo año, los Panaderos
peruanos organizaban centralizadamente el interés obrero. En 1905 organizaron un acto por la
celebración de la Jornada Internacional de los Trabajadores emulando a los mártires de Chicago y
donde se acordó luchar por la jornada de 8 horas, lo que permitió una mayor concentración
obrera, que tuvo en 1913 la Federación Obrera Regional Peruana y en 1915 la Unión de
Trabajadores en Tejidos con los obreros textiles de Lima y Vitarte.

Se desplegaron grandes luchas en el ínterin todas ya animadas por la pretensión de las 8 horas de
trabajo. En 1911 se desarrolla el primer Paro General en Lima en solidaridad con los obreros de
Vitarte que habían sido masacrados por las tropas del Gobierno ante sus reclamaciones desoídas.
Represión que mostraba así la cara que siempre ponen cuando se trata de las reivindicaciones
obreras y sociales: salir a defender al capitalista, a la clase económicamente dominante. El 25 y 26
de Mayo de 1912, se hizo un Paro General en apoyo de Guillermo Billinghurst.

Vino luego la gran Huelga de 1912 en el Valle de Chicama, en el Norte del país, en las Haciendas
Casa Grande, Zucher Plantagen, Roma, Chiclin, Cartavio, etc. donde protestaban por los bajos
salarios, precios elevados de los alimentos vendidos obligatoriamente en los Tambos, por la
disminución de sus jornales por los nuevos empleados extranjeros que traían los Hacendados ( 6) y
que fue reprimida con gran violencia por la fuerza pública. El Presidente Billinghurst, a quien los
obreros apoyaron anteriormente sacó así su verdadera faz llegando incluso a Reglamentar las
Huelgas

CALLAO-1913: LAS PRIMERAS 8 HORAS DE TRABAJO

También habríamos de contar las luchas de 1913 en el Callao y que sentó por vez primera las 8
horas en el Perú en un sector de la clase trabajadora en medio de un ejemplo de centralización y
unificación obrera. Ese año se inició un Paro General de los Metalúrgicos, Textiles, Tipógrafos,
Panaderos, etc., en apoyo a la huelga iniciada por los Jornaleros de la Unión General de Jornaleros
del Callao cuyo Presidente era Fernando Vera, que demandaban 8 horas de trabajo junto al
abaratamiento del precio del pan, y que se inició el 7 de Enero de 1913. Fue todo un movimiento
huelguístico que casi puso de rodillas a la patronal que empleaba jornaleros en los Muelles del
Callao y que mereció una dura represión desde el Estado cuyo Gobierno decretó el estado de Sitio
por la fuerza del movimiento obrero tanto en Lima y Callao.

El Presidente Billinghurst, a quien los obreros apoyaron anteriormente sacó aquí su verdadera faz
llegando incluso a Reglamentar las Huelgas por lo que el movimiento obrero comenzó a ver en los
gobiernos sus auténticos enemigos de clase. Comentando esta gesta obrera, Cesar Lévano señaló
que “El Paro se extendió tan avasalladoramente que el Presidente Billinghurst atemorizado puso a
Lima en estado de sitio. En la ciudad otrora convencional, el cierrapuertas de fondo nuevo; los que
se parapetaban era solo los privilegiados de las calles céntricas. En las vías Principales mandaban
los huelguistas” (7)

Pese a la dureza con que el Estado trató a los huelguistas, el movimiento obrero consiguió las 8
horas de trabajo para los obreros del Callao. Los diarios transmitieron el decreto gobiernista:

” Lima, 10 de Enero de 1913,

Vista la petición formulada por los jornaleros de Muelles y Dársenas del Callao y encontrándose
justificadas las razones que exponen se resuelve:

Desde la fecha la descarga en el Muelle y Dársena y en la Bahía del Callao tendrá lugar durante
todos los días útiles del año desde las 7 a.m. hasta las 11 a.m. y desde la 1 p.m. hasta las 5 p.m.
derogándose en esta parte el art. 41º del Reglamento aprobado por Resolución Suprema del 31 de
Enero de 1875.

Regístrese, comuníquese, publíquese y archívese.

Rúbrica del S.E.

Maldonado” (8)

MAS LUCHAS OBRERAS Y SU ORGANIZACION


Luego tendríamos mas luchas obreras. En 1913 en Talara y Negritos, en el norte peruano, los
petroleros sacaron adelante una Huelga exitosa y que trajo consigo el despido de varios lideres
obreros por parte de la empresa inglesa Duncan Fox y que fueron repuestos gracias al apoyo de
los obreros del Callao que sabotearon los embarques y desembarques de dicha empresa.

La historia del movimiento obrero registra también las luchas de los trabajadores de Huacho,
Sayán, Supe y Pativilca que en 1916 reclamaron un aumento hasta del 50% de sus jornales por el
alza del precio de las subsistencias. En Huacho, el 10 de Junio de 1916, en medio del fragor de la
lucha hubo una matanza de trabajadores siendo victimadas las mujeres Irene Salvador y Manuela
Chaflajo, como recuerda Jorge Basadre (9)

Hubo también mas luchas de los trabajadores textiles, una de las cuales en 1915 culminó en
masacre con el asesinato de Vilela en Vitarte.

Junto a ella, el proletariado peruano fue forjando sus órganos de clase las que fueron vertebrados
en torno a la lucha por las 8 horas de trabajo. Anota Sulmont que en 1918 los anarquistas del
Grupo La Protesta constituyeron La Federación Obrera Local de Lima en reemplazo de la
Federación Obrera Regional de 1913, estando agrupadas en ella los gremios de Panaderos,
Textiles, Gráficos, Ferrocarrileros, Zapateros, Sastres, Mosaistas, Picapedreros, Jornaleros del
Callao, Trabajadores Marítimos y otros.

LAS 8 HORAS DE TRABAJO

En su I Congreso de Diciembre de 1918, esta Federación se impuso bregar por la Jornada de 8


Horas. Ya para Noviembre por Ley Nº 2851 a iniciativa de José Matías Manzanilla el Estado
consideró ya la jornada laboral de 8 horas diarias para las mujeres y los niños así como el trabajo
de 45 horas semanales lo que atizó el ambiente laboral, especialmente en el sector textil.

Los obreros de la fábrica textil El Inca en la tercera semana de Diciembre arrancan una Paralización
casi sin presentar pliego alguno. Los dirigentes obreros de entonces, coordinando entre sí, ven en
esto la oportunidad para plasmar la petición de la Jornada de 8 Horas y coordinando con los
Comisionados de dicha Fábrica Alfredo Borjas, Alberto Mendieta y el chino Matos así lo hacen
saber a éstos y a otros dirigentes de otros gremios obreros. El 24 de Diciembre de 1918, el Gerente
de El Inca dijo que no a la petición de las 8 horas de trabajo. Y desde ese momento se declaró una
Huelga por las 8 horas de Trabajo formándose el Comité de Huelga Vitarte-Inca presidido por
Manuel Casabona de la textil El Inca.
Así se inicia la lucha por las 8 Horas de Trabajo.

Luego, los obreros forman comisiones para visitar las distintas fábricas de Lima y Callao.
Comisiones formadas por dos mujeres y dos hombres o un hombre y una mujer, como recuerda
Julio Portocarrero. Estas Comisiones obreras dejaban el mensaje claro en cada centro fabril:
Huelga por las 8 horas de trabajo. Entre el lunes 26 de Diciembre al Sábado 31 los obreros textiles
ya habían paralizado totalmente. Fábricas como Victoria, Vitarte, San Jacinto y La Unión.

Allí los obreros se dan cuenta que no bastaba la lucha textil por las 8 horas. Debían expandir la
lucha si querían triunfar y para eso era clave coordinar con los medios de prensa apareciendo así la
contribución del diario El Tiempo, diario opositor al Presidente José Pardo y Barreda, donde
escribía el Amauta José Carlos Mariátegui y que les publicaba todos sus Oficios remitidos por el
Comité de Huelga. Eso es lo que hace un dirigente auténtico, no se queda en un solo lugar y busca
coordinar acciones.

Formaron nuevas Comisiones para visitar a todos los demás gremios de trabajadores y de las
Haciendas a unificarlos en la lucha por la jornada de las 8 horas. Este trabajo de hormiga lo hacían
obreros que no ponían reparo alguno y sacrificaban las fiestas de Pascua y Año Nuevo en aras de
una conquista superior.

Conforme se expandía la paralización textil había la necesidad, también, de conformar un Comité


de Huelga General. En ese lapso, los estudiantes universitarios buscaron a los dirigentes
huelguistas para coordinar acciones destacando entre ellos Bruno Bueno, Valentín Quesada y
Víctor Raúl Haya de la Torre.

El 2 de Enero de 1919 los Panaderos se pliegan totalmente as la Huelga.

El 8 de Enero de 1919 el Presidente Pardo suprime las garantías individuales y disuelven


violentamente las manifestaciones y concentraciones obreras especialmente en Vitarte,
ordenando también la detención de los dirigentes sindicales demostrándose una vez mas que el
Estado solo representa a la clase capitalista y que no le interesaban las demandas obreras.

Esta provocación estatal es respondida unitariamente por la clase trabajadora que el 13 de Enero
decreta un Paro General siendo su Comité de Huelga Central presidido por el obrero textil Fausto
Navarrete y conformado por Carlos Barba, Nicolás Gutarra, Julio Portocarrero y César Fonkén,
todos ellos obreros. El diario el Comercio informaba que todas las mociones eran aprobadas a las 4
de la mañana:
“1º Proclamar el Paro General por 48 horas.

2º Siendo el Paro General una significación moral, incluidos en ésta la libertad incondicional de los
apresados en Casapalca, como también de todos los compañeros que por motivo del movimiento
fueron reducidos a prisión;

3º La Asamblea protesta contra la fuerza brutal del militarismo por derramar sangre de los
trabajadores, en su necio afán de sostener el estado normal de cosas.

4º la Asamblea al proletariado nacional hace un llamado para la conquista de las 8 horas por la
acción directa” (10).

Comisiones obreras salieron ni bien culminó la Asamblea. La solidaridad con esta lucha no se hizo
esperar en El Callao, pese a que los Jornaleros ya gozaban de las 8 horas por su lucha de 1913. Allí
los delegados de los huelguistas, Julio Portocarrero y Julio Campos. Este último, según narra
Portocarrero, “se acercó a José Avante, el presidente de los Jornaleros… Les habló. El Presidente
se trajó una banquita que tenía ahí. Dio la voz para que pararan todos y no ingresara ningún
trabajador al muelle. El muelle Dársena quedaba frente a la plaza Grau. En la reja de entrada habló
a los compañeros: aquí hay una delegación que ha venido de Lima, a poner en conocimiento que
se ha decretado el Paro General. Así es que ya saben Ustedes lo que hay que hacer. !Vamos al
Paro General! ” Nada más. Yo no tuve que pronunciar una palabra más. Cada uno dejó de entrar al
trabajo, y se fue.” (11). !Que tal muestra de desinteresada solidaridad!.

Pero el trabajo de solidaridad de los jornaleros no quedó allí. En el relato de Portocarrero hallamos
una muestra de lo que es el poder obrero que sin pedir nada a cambio expresan solidaridad de
clase:

“Cada uno dejó de entrar al trabajo, y se fue. A dónde se fueron? Se fueron primero a hacer parar
a los tranviarios; luego a hacer parar a los del Molino Santa Rosa y Cogorno; se fueron a hacer
parar a los del Vulcano; se fueron a hacer parar a los de la factoría El Águila y Guadalupe, y así a
todos los centros de trabajo. Nosotros dimos una vuelta por ahí y dijimos, “vamos a Lima”. Cuando
nosotros quisimos ir a Limas, ya no encontramos ningún tranvía, ya no había tranvía. Todo estaba
paralizado. La gente emprendía la marcha hacia Lima a pie. Nosotros también nos vinimos así.”
(12)
Lima y Callao, incluyendo sus Balnearios, entonces, estaban paralizados totalmente el dia 13 de
Enero.

Las clases dominantes, los capitalistas, el gobierno, su gendarmería, todos estaban a la expectativa
luego de ese día y temerosos tuvieron que ceder a la exigencia obrera. Así el 15 de Enero de 1919,
el Ministro de Fomento Manuel Vinelli fue enviado por el Presidente José Pardo a leer en el local
de la Federación de Estudiantes, donde hoy es el Museo de Arte en el Paseo Colón de Lima, El
Decreto con el que se oficializó las 8 horas de Jornada laboral en el Perú. El Director de Fomento,
Sr. Figueroa fue comisionado por el Gobierno para dar a conocer a los Huelguistas en el Local
donde se concentraban en el Parque Neptuno que estaba totalmente cercado por el Ejército.

Allí sesionaron los Huelguistas y acordaron levantar el Paro. La clase obrera había triunfado una
vez más.

UNA ANÉCDOTA

Julio Portocarrero nos hace conocer que el mismo 15 de enero, casi agotado se fue a descansar y
habiendo enviado a Grimaldo Escobedo a avisar a los obreros textiles de Vitarte de que el Paro se
había levantado, éstos no le habían creído y reclamaban su presencia. Dejemos que él nos lleve a
este importante pasaje de su vida:

” Al día siguiente, cuando yo estaba en el Parque Neptuno esperando que vinieran los demás
delegados, me dio la voz Escobedo y me dijo que venía de Vitarte para decirme que fuera, porque
los trabajadores no querían entrar a trabajar mientras yo no fuera a darles la información. Ante
eso, me vi precisado a emprender inmediatamente viaje hacia la Estación de Desamparados para
tomar el tren para Vitarte, y poder llegar a las 10 de la mañana. Cuando regresé a Vitarte e
informé a la gente sobre el Decreto, resolvieron entrar a trabajar. Yo ya no regresé a Lima. Empecé
a trabajar junto con todos los operarios”.

(13)

Anécdota que retrata el fuerte liderazgo que tenían los dirigentes obreros de entonces.

EPILOGO
Esta fue una de las importantes conquistas de la clase obrera peruana para conseguir la Jornada
de 8 Horas de Trabajo en el país hace casi 90 Años y que hoy es pisoteada por los capitalistas
dizque modernos en cada confín del planeta y especialmente en el Perú.

Las lecciones de combatividad, heroísmo, solidaridad, unificación principista, direccionalidad


obrera, etc. fueron una constante de esta gesta obrera y constituyen un ejemplo a seguir para
continuar las luchas obreras y su ascenso al plano político.

Hoy le corresponde al proletariado peruano avanzar en que esta conquista sea respetada frente al
confusionismo que genera en el país el gobiernismo que hoy se presenta como el adalid de esta
importante lucha y frente al reformismo y el revisionismo que lo embarcan en el camino
electorero como si el pueblo alguna vez con este camino haya conseguido algo duradero.

La clase obrera tiene ante sí la disyuntiva de seguir en el circulo vicioso de conquistar derechos
que un tiempo es respetado y reconquistar derechos que los pierde cada vez que hay crisis del
capitalismo y que ahora la globalización imperialista los amenaza con mayor pauperización.

En los países del capitalismo avanzado la clase obrera debe saber que según propias informaciones
de esa agencia de la oligarquía imperialista mundial, el Banco Mundial, el decil más rico de Centro
y Sudamérica se queda con el 48% del ingreso total mientras que el decil más pobre sólo recibe el
1.6% de dicho Ingreso.; y que en los países capitalistas el decil superior recibe el 29.1% mientras
que el decil inferior solo el 2.5% (14) y que hoy en día las tarifas de servicios como la telefonía, el
agua, el gas y la energía eléctrica crecen por encima de los salarios lo que hace caer
sostenidamente los salarios de los trabajadores tanto así que en EEUU el Instituto de Política
Económica Liberal refiriéndose a los altos costos energéticos se ha sobresaltado indicando que es
la mayor caída del ingreso real en décadas (15). Se comprueba que pese a la globalización y al
notable desarrollo de la tecnología los ricos se enriquecen mas y los pobres se empobrecen mas y
que el salario de los trabajadores tiende a desvalorizarse mas cumpliéndose ese viejo precepto
marxista de que los beneficios capitalistas crecen a expensas del salario de los trabajadores.

Situación del que no escapa el propio EEUU de Norteamérica, el clásico país imperialista y
terrorista Nº 1 en el mundo, en la década de 1960 los trabajadores con sus salarios representaban
el 46% del valor añadido del producto y en la década del 90 ha descendido totalmente pues
representa solo el 36% (16); descenso que se viene observando ya en los beneficios de pensiones y
de salud que si antes pagaban los patrones hoy lo hacen con la creciente participación del salario
laboral conforme lo revela un Informe de la Kaiser Family Foundation: el 60% de las empresas
ofrecen seguros de salud en el 2005 mientras el 2003 era el 66% y el 2000 era el 69% de los
patrones (17) augurando el estudioso James Petras que para el presente año mas del 90% de los
trabajadores estarán pagando su atención sanitaria individual y su plan de pensiones bajo riesgo
de perderlos pues los patrones capitalistas ya no quieren mantenerlos pues les reduce su
competitividad internacional (18).

Esto pese a que los capitalistas yanquis se vanaglorian de que en los últimos cuatro años han
tenido una recuperación económica y sólo en el último año han tenido un crecimiento de su PBI
en 3.4% y buena parte de los capitalistas financieros inversores han batido los récords de
beneficios para sus accionistas (19). Contra lo que afirmaban los sepultureros del Marxismo, éste
nos enseña que un “rápido crecimiento del capital productivo determina un igualmente rápido
acrecentamiento de la riqueza, el lujo, las necesidades sociales, los placeres sociales. Así, aunque
los esparcimientos del obrero suban, la satisfacción social que ellos brindan desciende en
comparación con los crecientes goces de los capitalistas” (20).

La clase obrera tiene que entender que con la globalización imperialista solo las ganancias
empresariales seguirán manteniéndose para lo cual las potencias capitalistas viene empleando la
competencia entre Bloques o Pueblos Continentes y Tratados Bilaterales como el TLC auspiciado
por EEUU y que gobiernos serviles como el Toledo y de otros países semicoloniales siguen a pie
juntillas y en ella el salario tenderá a reducir su valor nominal inclusive.

Una firma yanqui como es la Delphi, la Nº 1 en autopartes en USA (21), paga por ejemplo a sus
obreros en USA 27 dólares por hora de trabajo mas beneficios jubilatorios y de salud- que han
empezado a reducirse- mientras en China esta misma empresa paga 3 dólares la hora sin ningún
beneficio pensionario y sanitario, lo que en términos globales lleva a una reducción sustantiva de
los salarios en los países avanzados para proteger las ganancias empresariales que crecen mas con
el auxilio que le proporcionan las ganancias por los productos de sus filiales como en China donde
los salarios son completamente bajos.

Al reducirse nominalmente el salario se empuja al obrero a prolongar su jornada laboral directa e


indirectamente con lo cual su vida familiar tiende a reducirse y produciéndose así un nuevo
crecimiento de los beneficios del capital confirmándose otro viejo precepto marxista de que
“cuanto más consiga el capital alargar la jornada de trabajo mayor será la cantidad de trabajo
ajeno que se apropiará” ( 22). Situación que hasta en el ámbito personal ha agudizado la
proliferación del estrés en casi el 30% de los adultos norteamericanos (23).

Todo esto acontece bajo los auspicios del Estado que se revela así como un órgano de la clase
capitalista. A los obreros y a los pueblos les dicen que tienen que sacrificarse en aras de la
estabilidad de las empresas capitalistas o del control inflacionario mientras sus ganancias y el
parasitismo de la deuda externa son crecientes (24).
Por ello la clase obrera tiene que dar el salto de las luchas sindicales a la lucha política por el
Poder. La clase obrera debe prepararse para la conquista del Poder para la clase y el pueblo pese a
que el gobiernismo, el reformismo y el revisionismo colocan este problema como uno como uno
lejano y lo engañan constantemente con el camino electorero o de reformas presentándolos como
caminos que el pueblo debe transitar.

La clase obrera es revolucionaria o no es nada en el sistema capitalista dice un viejo apotegma


marxista y hacia ella debe concurrir la acción proletaria de hoy en día si queremos ser seguidores
de quienes conquistaron reivindicaciones como las 8 horas en el país y en el mundo del cual gozan
tirios y troyanos Esa es su misión histórica y hacia ella concurrimos todos los que servimos al
pueblo de todo corazón.

Como enseña Lenin, le corresponde al proletariado ser esa fuerza que debe crear lo nuevo:

“Los hombres han sido siempre en política víctimas necias del engaño de los demás y del engaño
propio, y los seguirán siendo mientras no aprendan a discernir detrás de todas las frases,
declaraciones y promesas morales, religiosas y políticas, los intereses de una ú otra clase.

Los Partidarios de reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo y
mientras que no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se
sostiene por la fuerza de unas u otras clases dominantes.

Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que
nos rodea, educar y organizar para la lucha a los elementos que puedan –y, por su situación social,
deban- forma fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo.” (25).

_______________________________

(*): Profesor. Coordinador Nacional del Movimiento Magisterial “Germán Caro Rios”.

Notas.-

1. José Carlos Mariátegui en “Antecedentes y Desarrollo de la Acción Clasista” inserta en la


compilación “La Organización del Proletariado” .
2. Dennis Sulmont: El Movimiento Obrero Peruano 1890-1980. Reseña Histórica.

3. Julio Portocarrero: Sindicalismo Peruano. Primera Etapa 1911-1930

4. Ernesto Yepes del Castillo: Un Siglo de Desarrollo Capitalista en el Perú. 1820-1920.

5. Demetrio Flores G.: Medio Siglo de Vida Sindical en Vitarte. 1911-1961.

6. Diario El Comercio. Edición del 11 de Abril de 1912.

7. César Lévano: La Verdadera Historia de la Jornada de las Ocho Horas en el Perú.

8. Diario El Callao, 11 de Enero de 1913

9. Jorge Basadre: Historia de la República del Perú.

10. Diario El Comercio. Edición del 13 de Enero de 1919.

11. J. Portocarrero: ob. cit.

12. J. Portocarrero: ibid.

13. J. Portocarrero: ibid.

14. Banco Mundial: Desigualdad en América Latina y el Caribe: Ruptura con la historia?. 2003.

15. Rebelión: 1º de Noviembre del 2005, citando a Clarin.


16. Phil Gasper: La Vigencia del Manifiesto Comunista.

17. Rebelión: Ibid.

18. James Petras: El Estado del Imperio. 2006.

19. Ibid.

20. Carlos Marx: Trabajo Asalariado y Capital.

21. Rebelión. Ob. cit.

22. Carlos Marx: Salario, Precio y Ganancia.

23. J. Petras: Ob. cit. Petras recoge allí las declaraciones de la economista yanqui Julie Schor
que yendo mas allá en esto del estrés dice que “ los estadounidenses están literalmente,
buscándose la muerte, ya que su trabajo contribuye a provocar enfermedades de corazón,
hipertensión, problemas gástricos, depresión, fatiga y otras dolencias”.

24. El economista Peter Morici, de la administración del ex Presidente Clinton, queria


disciplinar las exigencias sindicales de los obreros de los centros automotores culpando de su crisis
a las dirigencias sindicales por no haber educado a sus afiliados y mostrarse realistas en sus pliegos
reivindicatorios. En Rebelión: 1º de Noviembre del 2005.

Epopeya de las 8 Horas


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La ilustración de estas páginas proviene de un artista


de EE.UU. que quiso dramatizar el momento en que
concluía en Chicago, el 1 de mayo de 1866, un gran
mitin por las ocho horas. El acto terminó de modo
trágico, cuando alguien, mientras los manifestantes se
retiraban en paz, arrojó una bomba que mató varios
policías. Fue obra, sin duda, de un agente provocador;
pero sirvió para perseguir, encarcelar y ahorcar a los
dirigentes de esa lucha. El sacrificio de los mártires de
Chicago dio nuevo impulso a la reclamación de las
ocho horas. En el Perú, donde la jornada laboral solía
ser, en 1905, de doce o trece horas, la reivindicación
se agitó desde ese año y se conquistó en 1919.

El sábado 15 de enero, se cumplieron 86 años de la conquista en el Perú de la jornada laboral de


ocho horas. La lucha había empezado en 1904, cuando los obreros portuarios demandaron sin
éxito esa jornada; pero tuvo su inicio histórico en un acto celebrado el 1 de mayo de 1905 en la
Federación de Obreros Panaderos “Estrella del Perú”.

MARX Y LOS LÍMITES DE LA JORNADA DE TRABAJO

(Hernán Andrés Kruse)


Marx denomina “producto excedente” a la parte del producto en que se materializa la plusvalía.
Mientras la cuota de plusvalía se determina por su proporción con la parte variable del capital, la
magnitud del capital excedente se mide por la proporción que guarda con la parte del producto
donde toma cuerpo el trabajo necesario. Debido a que el fin último del sistema de producción
capitalista es la producción de plusvalía, el nivel de la riqueza se mide en función de la magnitud
relativa del producto excedente. “La suma del trabajo necesario y del trabajo excedente”, expresa
Marx, “del espacio de tiempo en que el obrero repone el valor de su fuerza de trabajo y aquel en
que produce la plusvalía, forma la magnitud absoluta de su tiempo de trabajo, o sea la jornada de
trabajo”. Marx dedica todo el capítulo VIII del Libro Primero de “El Capital” al análisis de la jornada
de trabajo. El primer tema que analiza son los límites de la jornada laboral.

Tal como hace cada vez que comienza con el análisis de un tema específico-los límites de la
jornada de trabajo, en este caso-, Marx hace recordar al lector algunos conceptos fundamentales
previamente estudiados ya que sirven de introducción al nuevo estudio. Marx parte del supuesto
de que la fuerza de trabajo es una mercancía; en consecuencia, se compre y se vende en función
de lo que vale. El valor de la fuerza laboral se determina, como el de cualquier otra mercancía, en
función del tiempo de trabajo necesario para su producción. En consecuencia, si para producir los
medios de vida del obrero se necesitan 6 horas diarias de trabajo, el obrero estará obligado a
trabajar también 6 horas diarias “para producir su fuerza diaria de trabajo o reproducir el valor
obtenido con su venta”. En la jornada laboral del obrero su parte necesaria asciende, por ende, a 6
horas y representa una magnitud determinada. Ahora, esta magnitud no ayuda por sí misma para
determinar la real duración de la jornada laboral. He aquí el ejemplo de que se vale Marx para
dotar de mayor claridad a su exposición. La longitud del tiempo de trabajo necesario es
representada por la línea a------b (es decir, 6 horas). Si el trabajo representado por la línea a-b se
alarga en 1, 3 o 6 horas, se obtienen los siguientes esquemas: jornada de trabajo I: a------b-c;
jornada de trabajo II: a------b---c; jornada de trabajo III: a------b------c. Estos esquemas representan,
respectivamente, la jornada laboral I (7 horas), la jornada laboral II (9 horas) y la jornada laboral III
(12 horas). B-c es la línea de prolongación que representa la longitud del trabajo excedente
mientras que la jornada laboral es = a b + b c, es decir a b sobre b c. La jornada de trabajo varía si
varía la magnitud variable b c. En consecuencia, la jornada de trabajo III es más larga que las
jornadas de trabajo II y I. Las variaciones de la magnitud variable b c se miden en comparación con
la magnitud constante a b. He aquí los cálculos de Marx: en la jornada de trabajo I (a------b-c), la
proporción es de 1/6´; en la jornada de trabajo II (a------b---c), la proporción es de 3/6´; y en la
jornada de trabajo III (a------b------c), la proporción es de 6/6´. “Además, como la razón “tiempo de
trabajo excedente sobre tiempo de trabajo necesario” determina la cuota de plusvalía para
obtener ésta no hay más que establecer aquella proporción”, agrega. En consecuencia, en la
jornada de trabajo I (a------b-c), la cuota de plusvalía es del 16 2/3; en la jornada de trabajo II (a-----
-b---c), la cuota de plusvalía es del 50%; y en la jornada de trabajo III (a------b------c), la cuota de
plusvalía es del 100%. La cuota de plusvalía jamás dirá por sí misma la duración de la jornada de
trabajo, remarca Marx. Aún siendo la cuota de plusvalía del 100% la jornada laboral podría tener
una duración de 10 o 12 horas (incluso podría ser más prolongada). La cuota de plusvalía
únicamente pondría en evidencia que el trabajo necesario y el trabajo excedente serían iguales
(100% y 100%) pero no brindaría información alguna sobre la magnitud de ambos trabajos.
Queda en evidencia el carácter variable de la jornada de trabajo. Una de las partes está
condicionada por la capacidad laboral del obrero, “por el tiempo de trabajo requerido para la
reproducción continua del propio obrero”. Su reproducción total, aclara Marx, se modifica al
compás de los cambios que sufre la duración del trabajo excedente (b-c). La jornada laboral “es
susceptible de determinación, pero no constituye de suyo un factor determinado”. Pese a ser una
magnitud variable, la jornada de trabajo oscila dentro de ciertos límites. Sin embargo, su límite
mínimo es indeterminable, enfatiza Marx. Si la línea de prolongación (b-c) se reduce a 0, si no hay
trabajo excedente, surge como límite mínimo la parte de la jornada laboral en la que el obrero es
obligado a trabajar para sobrevivir. Pero en el sistema capitalista siempre existe el trabajo
necesario, siempre forma, dicho trabajo, una parte de la jornada laboral que nunca puede
reducirse a este mínimo. Siempre hay, por ende, trabajo excedente. En cambio, la jornada laboral
se topa necesariamente con un límite máximo infranqueable. Hay, por un lado, una limitación de
carácter físico proveniente del propio trabajador. Durante 24 horas el trabajador sólo puede
desplegar su fuerza laboral durante un tiempo determinado. Un caballo, por ejemplo, sólo puede
desplegar su fuerza de trabajo durante 8 horas. Con este ejemplo Marx da a entender que el
sistema capitalista trata al obrero como una bestia de carga. La fuerza laboral no puede estar en
funcionamiento todo el tiempo. El obrero necesita descansar para reponerse y continuar
trabajando al día siguiente. El hombre no es sólo una bestia de carga. Necesita satisfacer otras
necesidades, como las culturales y espirituales. Además, necesita reposar y estar con su familia.
Todos estos factores limitan la extensión de la jornada laboral. “Como vemos”, resume Marx, “las
oscilaciones de la jornada de trabajo se contienen dentro de límites físicos y sociales. Pero, unos y
otros tienen un carácter muy elástico y dejan el más amplio margen. Así se explica que nos
encontremos con jornadas de trabajo de 8, 10, 12, 14, 16 y 18 horas, es decir de la más variada
duración”. Marx habla de jornadas de trabajo de 18 horas. En pleno siglo XIX la flexibilización
laboral regía a full…

El capitalista compra la fuerza laboral del obrero, que es una mercancía, por el valor de una
jornada laboral. Durante 24 horas el capitalista hace uso de ella ya que le pertenece en propiedad.
Ahora bien, ¿qué entiende el capitalista por un día de trabajo? Obviamente que menos de 24
horas ya que es consciente de que ningún obrero soportaría trabajar ininterrumpidamente esas 24
horas. El obrero trabaja, pues, menos que 24 horas. ¿Pero a cuánto asciende ese menos? Según
Marx, el capitalista tiene bien en claro cuál es la frontera necesaria de la jornada laboral: el obrero
debe trabajar cada día todo el tiempo posible. Marx no oculta su profundo desprecio por el
capitalista y por el capitalismo como sistema económico: “Como capitalista, él no es más que el
capital personificado. Su alma es el alma del capital. Y el capital no tiene más que un instinto vital:
el instinto de acrecentarse, de crear plusvalía, de absorber con su parte constante, los medios de
producción, la mayor masa posible de trabajo excedente”. El capitalista tiene la obsesión de la
ganancia ilimitada y el obrero es para él apenas un instrumento que le sirve para dicho objetivo.
Compara al capital con un vampiro. El capital es trabajo muerto y necesita succionar la mayor
cantidad posible de trabajo vivo para existir. La explotación que sufre el obrero está, pues, en la
naturaleza del capitalismo. El obrero trabaja para el capitalista, es su esclavo. “El tiempo durante
el cual trabaja el obrero”, enfatiza Marx, “es el tiempo durante el que el capitalista consume la
fuerza de trabajo que compró. Y el obrero que emplea para sí su tiempo disponible roba al
capitalista”. De ahí que el obrero debería trabajar la mayor cantidad de horas posibles porque
cada vez que descansa no hace más que robar al capitalista. En efecto, “el capitalista”, acusa Marx,
“se acoge, pues, a la ley del cambio de mercancías. Su afán, como el de todo comprador, es sacar
el mayor provecho posible del valor de uso de su mercancía”.

Pero de golpe se escucha la voz del obrero, proclama Marx, para exponer a continuación el
antagonismo entre el capitalista y el obrero. El obrero le hace comprender al capitalista que la
mercancía que le ha vendido, su fuerza laboral, es diferente a las otras mercancías ya que su uso
crea valor, un valor mayor que su costo. He aquí la razón por la que el capitalista le compró al
obrero su fuerza de trabajo. El obrero reconoce que tanto para él como para el capitalista sólo rige
la ley del cambio de mercancías. El consumo de la mercancía es propiedad exclusiva del
comprador, es decir, del capitalista que toma la decisión de adquirirla. En consecuencia, el obrero
admite que su fuerza de trabajo pasa a ser propiedad del capitalista. Pero hay algo más que no
debe ser desatendido: “(…) el precio diario de venta abonado por ella tiene que permitirme a mí
reproducirla diariamente, para poder venderla de nuevo”. El obrero le hace comprender al
capitalista que todas las mañanas debe levantarse temprano para ir a trabajar tal como lo hizo en
la jornada anterior, con la misma eficiencia y el mismo entusiasmo. El capitalista, admite el obrero,
le predica el evangelio del ahorro y la abstención. A partir de este momento, clama el obrero, él
mismo se encargará de administrar su única riqueza, la fuerza laboral, como si fuera alguien
amante del ahorro, incapaz de todo tipo de despilfarro. De aquí en adelante, el obrero le dice al
capitalista en la cara que sólo empleará “la cantidad de energía estrictamente necesaria para no
rebasar su duración normal y su desarrollo sano”. Si la jornada de trabajo se alarga
desmedidamente, el capitalista termina por adueñarse, en un solo día de trabajo, de una cantidad
de energía que el obrero repone en tres jornadas de trabajo. El obrero acusa al capitalista de ganar
en trabajo lo que él pierde en “sustancia energética”. También lo acusa de “desfalcar” su fuerza de
trabajo. El obrero finaliza su alegato de la siguiente manera: “Calculando que el período normal de
vida de un obrero que trabaje racionalmente es de 30 años, tendremos que el valor de mi fuerza
de trabajo, que tú me abonas un día con otro, representa 1 sobre 365 por 30, o sea 1/10950 de su
valor total. Pero si dejo que la consumas en 10 años y me abones 1/10950 en vez de 1/3650 de su
valor total, resultará que sólo me pagas 1/3 de su valor diario, robándome, por tanto, 2/3 diarios
del valor de mi mercancía. Es como si me pagases la fuerza de trabajo de un día, empleando la de
tres. Y esto va contra nuestro contrato y contra la ley del cambio de mercancías. Por eso exijo una
jornada de trabajo de duración normal, y, al hacerlo, sé que no tengo que apelar a tu corazón,
pues en materia de dinero los sentimientos salen sobrando”. Así visualiza Marx al capitalismo:
como un robo efectuado por el capitalista, a través de la plusvalía, de buena parte de la jornada de
trabajo diaria del obrero. El capitalismo no puede existir si no se entabla entre el capitalista y el
obrero una antinomia insalvable, un choque de intereses antagónicos: de este lado, el afán de
ganancias del capitalista y del otro, la lucha del obrero por reducir la jornada de trabajo a una
magnitud normal. “Nos encontramos, pues”, expresa Marx como colofón, “ante una antinomia
ante dos derechos encontrados, sancionados y acuñados ambos por la ley que rige el cambio de
mercancías. Entre derechos iguales y contrarios, decide la fuerza. Por eso, en la historia de la
producción capitalista, la reglamentación de la jornada de trabajo se nos revela como una lucha
que se libra en torno a los límites de la jornada, lucha ventilada entre el capitalismo universal, o
sea, la clase capitalista, de un lado, y de otro el obrero universal, o sea, la clase obrera”.
← Un Anarquista, porque no votaré.

LA CONQUISTA DE LAS OCHO HORAS EN EL PERU.


Publicado el abril 27, 2016por hacia una sociedad sin capital, sin estado, y sin religión

[Texto publicado en el compilatorio: 1ro de Mayo desde una perspectiva anárquica 2015]
Cuando todo era realidad…

Hace 96 años se culminó una larga lucha de los trabajadores para conquistar la jornada de las
ocho horas en el Perú, conquista que está olvidada entre las horas extras y los acuerdos bajo
la mesa de los dirigentes sindicales y la patronal.

Recordemos cómo se fue forjando esta lucha y cómo ha cambiado a través del tiempo, ya
desde 1896 en que las huelgas se hacen más fuertes. Ocasionadas por el primer conflicto
industrial, empezaron las huelgas de tejedores, cigarreros, tipógrafos y pasteleros de la
capital, quienes ya estaban siendo influenciados por algunos anarquistas. Ya en enero de
1900 se produce la huelga de cocheros y en abril-mayo de 1901, la exitosa huelga de
panaderos, aunque aún se recurría a comisiones de arbitrajes (intermediarios). En 1904, año
de fuerte alza de los precios de subsistencias, se produce en mayo la primera huelga de
jornaleros del Callao por la jornada de las ocho horas; la fuerte represión ocasiona la
muerte de Florencio Aliaga, el primer mártir de la lucha social en el Perú. Este escenario fue
la antesala para la maduración ideológica.
Desde la Federación de Obreros Panaderos “Estrella del Perú” se toma como objetivo la
jornada de las ocho horas y fue incluida en su declaración de principios el 1ro de mayo de
1905, año cuando se realiza la primera manifestación por los mártires de Chicago, es desde
este momento que se inicia la concientización y organización de la clase proletaria de la mano
de los trabajadores anarcosindicalistas Manuel Caracciolo Lévano, Fidel García Gacitúa,
Umarchea y Delfín Lévano e impulsada por intelectuales como Cristian Dam y Manuel
González Prada; con respecto a las ocho horas escribe M. González Prada en la publicación
anarquista “Los Parias”en 1906: “…Cierto, para la emancipación integral soñada por la
anarquía eso no vale mucho; pero en relación al estado económico de las naciones y el
desarrollo mental de los obreros, significa muchísimo; es un gran salto hacia adelante en
un terreno donde no se puede caminar ni a rastras . Si la revolución social ha de verificarse
lentamente o palmo a palmo, la conquista de las ocho horas debe mirarse como un gran
paso: si ha de realizarse violentamente y en bloque, la disminución del tiempo dedicado a
las faenas materiales es una medida preparatoria: algunas de las horas que el proletariado
dedica hoy al manejo de sus brazos podría consagrarlas a cultivar su inteligencia.
Haciéndose hombre (mujer) consciente conocedor de sus derechos y, por consiguiente,
revolucionario. Si el obrero cuenta con muchos enemigos, el mayor está en su
ignorancia.” En sus líneas se anticipa lo que serían las fuertes luchas contra la patronal y la
toma de conciencia como clase.
Este trabajo hacia la concientización de la naciente clase trabajadora es incentivada por la
creación de Centros Sociales y prensa obrera de influencia anarquista; por ejemplo, el Centro
Socialista “1ro de Mayo” y su publicación El Oprimido (1907-1909) los cuales intentaron
dar orientación a las luchas obreras, participando en la organización de las huelgas, por
nombrar algunos.
En febrero de 1911 el grupo anarquista “Luchadores por la Verdad” edita el periódico “La
Protesta” (1911-1926) que propagó la anarquía en su versión anarcosindicalista, y en abril
se realizó un gran Paro General en apoyo a los huelguistas tejedores de Vitarte, quienes
lucharon por la supresión del trabajo de noche, es decir, disminuir la jornada de trabajo,
aunque si bien pudieron reducirlo solo a diez horas diarias sirvió para dar a conocer la unidad
que se estaba formando en el movimiento obrero. Esto trajo como consecuencia la creación
de la UNIFICACION OBRERO TEXTIL DE VITARTE, poco antes se formó también la
UNIFICACION PROLETARIA TEXTIL DE SANTA CATALINA”. El 16 de julio del
mismo año el grupo “La Protesta” constituyó un “Comité de Preparación Sindical”; todas
estas organizaciones sirvieron de modelo para los gremios de albañiles, sastres y ferroviarios,
quienes optaron por el anarcosindicalismo y la acción directa como medio de lucha. En abril
de 1912 se constituye la FEDERACION OBRERA REGIONAL DEL PERU (FORP), que
no consiguió reconocimiento legal pero fue parte de la organización de manifestaciones
sociales.
Entre 1912 y 1913, años de crisis económica, se hacen más continuas la huelgas por las ocho
horas y el aumento salarial, creándose nuevos sindicatos, también hubo conflictos violentos
en abril de 1912; las fuerzas represivas asesinaron a decenas de jornaleros de los valles
agroindustriales de Chicama y Santa Catalina(Dpto. de La Libertad), a finales de 1912 se
inicia una campaña convocada por la UNION GENERAL DE JORNALEROS DEL
CALLAO, por la FORP con sede en Lima, e integrada por la Sociedad de Resistencia de los
Obreros Galleteros y Anexos , la Federación de electricistas, el Gremio Liberal de
Empleados, la Federación de Obreros Panaderos “Estrella del Perú”, la Unificación Obrera
Textil de Vitarte y Unificación Proletaria Textil de Santa Catalina, participaron en esta
campaña los grupos anarquistas “Luchadores por la Verdad” y el grupo “Luz y Amor” del
Callao; cuya primera asamblea se realizó en el teatro municipal del Callao, con el fin de
discutir el pliego de reclamos y otros puntos económico- sociales de interés general.

Aprobadas las 2 asambleas siguientes en otros puntos de la capital, se concluyó con


demandar: la jornada de las ocho horas, aumento de salarios, auxilio médico en caso de
accidentes de trabajo y otras mejoras. El 5 de enero de 1913 fue designado para presentar el
pliego al gobierno de Guillermo Billinghurst, si no se aceptaba el pliego presentado en un
plazo de 24 horas, se declararía la huelga; la cual no fue aceptada, la huelga estalló en la
mañana del 7 de enero, la cual paralizó Lima y Callao por 3 días en la que se fueron sumando
otros gremios haciéndose presente la solidaridad de clase. El día 9 de enero el populista
presidente Billinghurst hace un llamado a la comisión de huelga para que reanuden sus
labores y evitar una fuerte represión e invocando al “patriotismo”, para no atentar contra la
naciente “industria nacional” (de capitales extranjeros) y dando promesas de futuras mejoras
laborales.
El día 10 de enero antes el creciente paro general no le quedó otra opción al gobierno que
declarar la jornada de las ochos horas en el Callao, lograda mediante la acción directa: la
huelga general, el boicot y el sabotaje difundidos por el sindicalismo revolucionario con
orientación libertaria. Pero por la presión patronal y viendo en peligro sus intereses en ese
mismo mes se promulgó el “reglamento de huelgas”, el cual reconocía las huelgas pero a la
vez era una manera de contrarrestar los métodos anarquistas de acción directa; sin embargo
este triunfo en el Callao extendió los conflictos a otras ciudades del país, a los obreros
petroleros del norte, Talara, Negritos, Lobitos y Lagunitos. Ese mismo año se logró instalar
una imprenta proletaria que funcionó hasta los años 30, la cual ayudó a difundir la
propaganda sindical con más fuerza. Es en 1914 que se funda el primer “sindicato
revolucionario del Perú” integrado por zapateros y organizado por Carlos Barba, uno de
los fundadores del barrio Leticia en el Rímac.
Desde estos años, a consecuencia de la guerra mundial se genera un inesperado
enriquecimiento de la burguesía y un alza de los productos alimenticios y de los alquileres
creciendo el malestar general en la población, también la represión se hizo más violenta desde
1916, como las huelgas de campesinos en Huacho en 1917. En estos años fueron asesinados
muchos obreros del interior del país y empezaron a organizarse los sindicatos de oficios
varios. Desde que se expidió en 1918 la ley Manzanilla sobre el trabajo de mujeres niños que
estableció para ellos la jornada de ocho horas, grupos de dirigentes empezaron a organizarse
para que dicha jornada sea igual para todos los obreros. El 3 de diciembre de 1918 entraron
en huelga la fábrica de tejidos “El Inca” y se les fueron uniendo los obreros de la fábrica de
tejidos de Vitarte, El progreso, San Jacinto, La Victoria, La Unión, los obreros panaderos. Es
en este momento que el movimiento por la jornada de las ocho horas prueba su existencia
como una organización sindical fuerte; y es así que el 13 de enero de 1919, a las 4 de la
mañana, se acordó la huelga general, Lima y Callao estuvieron paralizadas no funcionaron
fábricas, ni talleres, se produjeron enfrentamientos con la policía resultando muchos heridos.
El día 14 de enero los obreros atacan el cuartel del arsenal, chocando con la resistencia de
los soldados, los trenes al Callao no pudieron salir yaque activistas volaron la línea férrea y
todo el comercio cerró; el único vehículo que transitaba en las calles era del comité de huelga.
El día 15 de enero, aún no se había llegado a la solución de la huelga y una delegación de la
Federación de Estudiantes, encabezada por Víctor Raúl Haya De la Torre, intentó tranzar con
el gobierno de Pardo para acabar con el conflicto, proponiendo “nueve horas”, pero sin
resultados. Al final ante la presión y magnitud que tuvo la huelga el gobierno expide un
Decreto Supremo en el cual se establece obligatoriamente, en todo el país, la jornada de las
ocho horas diarias de trabajo (la cual tardaría en hacerse general). El movimiento sindical
triunfó frente a los patrones, su lucha se hizo más directa frente al estado, en defensa de sus
intereses, de su derecho a la vida.
Pero no todo se detuvo, al día siguiente, 16 de enero, la naciente Federación de Trabajadores
de Tejidos en el Perú formó el “Comité Pro-Abaratamiento” o “El Paro de hambre”, un gran
frente formado para luchar contra la elevación del costo de vida. Este comité fue dirigido por
los anarquistas Carlos Barba (zapatero), Nicolás Gutarra (ebanista) y Adalberto Fonkén
(tejedor); el gobierno no prestó caso a las peticiones del comité, como resultado los obreros
se volvieron a declarar en huelga en Lima y Callao, la cual duró del 27 de mayo hasta el 5 de
junio y fue duramente reprimida por el gobierno, muriendo muchos manifestantes a causa de
la ley marcial, siendo perseguidos y encarcelados muchos dirigentes, allanados domicilios y
centros de estudios obreros, imprentas confiscadas y destruidas. El 4 de junio esta situación
de malestar social fue bien aprovechada por Augusto B. Leguía para tomar el poder, tras un
golpe militar, pero no cambió la situación, pues el costo de vida se mantuvo igual; durante el
“oncenio” de Leguía se mantuvieron los métodos represivos: persecuciones,
encarcelamiento, torturas y deportaciones.
Esto es un resumen de la gran lucha que se llevó a cabo para conseguir las ocho horas en el
Perú, y la gran “organización sindical y unidad de acción”, a pesar de las diferencias entre
anarquistas y sindicalistas, los cuales formaron un “frente” de obreros conscientes en el país
que tuvo el único propósito de que sean ellos mismos quienes se enfrenten contra la
explotación capitalista y la opresión del estado para lograr la emancipación de la clase
trabajadora y conquistar la vida. Este movimiento obrero fue (y es) difamado y minimizado
por los seguidores de José C. Mariátegui; y bien aprovechado por Víctor R. Haya de la Torre
y sus universidades populares, que terminaron por dividir y acabar con el movimiento obrero.
Muchos dirán que esto es parte del pasado y no se puede avanzar mirando para atrás, pero
ese pasado y forma de organización es la que no quieren que se tome como ejemplo
recuperando la autonomía y la horizontalidad, pues acabaría con muchos intereses entre la
burocracia sindical con trabajadores conformes por trabajar 8 horas y mejorar su estado de
explotación. me hago una pregunta: ¿Y la CGTP?; me respondo, ¡vendida al poder!

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