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El narrador – actividades aplicación

EL NARRADOR: VOZ

El narrador tendrá una voz que será la que “diga” la historia. Este narrador puede formar parte de la
historia que cuenta o no. En el primer caso será un narrador interno u homodiegético; en el
segundo, externo o heterodiegético.

Texto 1:

Por dificultades en el último momento para adquirir billetes, llegué a Barcelona a media noche, en un tren
distinto del que había anunciado, y no me esperaba nadie. Era la primera noche que viajaba sola, pero no
estaba asustada; por el contrario me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad
en la noche. La sangre, después del viaje largo y cansado, me empezaba a circular en las piernas
entumecidas […]
Carmen Laforet, Nada

Texto 2:

De un cuartucho oscuro que en el pasillo interior había, salió Abelarda restregándose los ojos, desgreñada,
arrastrando la cola sucia de una bata mayor que ella, la cual fue usada por su madre en tiempos más
felices, y se dirigió también a la cocina, a punto que salía de ella Villaamil para ir a despertar y vestir al
nieto. Abelarda preguntó a su tía si venía el panadero, a lo que Milagros no supo qué responder, por no
poder ella formar juicio acerca de problema tan grave, sin oír antes a su hermana. «Haz que tu madre se
levante pronto –le dijo consternada–, a ver qué determina».
Poco después de esto, oyose un fuerte carraspeo allá en la alcoba de la sala, donde Pura dormía.

EL NARRADOR: PUNTO DE VISTA

Un narrador puede contar la historia desde distintos puntos de vista y elaborar el discurso, a partir de la
información que recabe desde esos puntos de vista. Habría que preguntarse ¿quién ve los hechos? y
¿desde qué perspectiva los enfoca? En cada novela la perspectiva puede ser distinta e, incluso, cambiar en
la misma novela.

Texto 1:
La mañana del 4 de octubre, Gregorio Olías se levantó más temprano de lo habitual. Había pasado una
noche confusa, y hacia el amanecer creyó soñar que un mensajero con antorcha se asomaba a la puerta
para anunciarle que el día de la desgracia había llegado al fin.

Texto 2:
Luego se habían metido poco a poco las dos y se iban riendo, conforme el agua les subía por las piernas y el
vientre y la cintura. Se detenían, mirándose, y las risas les crecían y se les contagiaban como un cosquilleo
nervioso. Se salpicaron y se agarraron dando gritos, hasta que ambas estuvieron del todo mojadas,
jadeantes de risa.
Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama

Texto 3:
Me niego a corresponder, a representar el papel de esposa de alto status, que esconde su cansancio tras
una sonrisa, lleva la batuta en conversaciones sin fuste, pasa bandejitas y se siente pagada de su trabajera
con la típica frase: Has estado maravillosa, querida.
Carmen Martín Gaite, Nubosidad variable

Texto 4:
Quisiera no haberle visto más que las manos, me hubiera bastado verlas cuando le di el cambio de los cien
pesos y los dedos apretaron los billetes, trataron de acomodarlos y, en seguida, resolviéndose, hicieron una
pelota achatada y la escondieron con pudor en un bolsillo del saco; me hubieran bastado aquellos
movimientos sobre la madera llena de tajos rellenados con grasa y mugre para saber que no iba a curarse,
que no conocía nada de donde sacar voluntad para curarse.
Onetti, Los adioses

Texto 5:

EJEMPLO 1
Ahora él le apartaba los cabellos con la mano y Teresa bajó los ojos. La mano [...] se posó luego en el cuello
de la muchacha, presionando levemente la nuca. [...] (Mal lo estás haciendo muy mal, ignorante [...])
- Es lo normal. -Le acariciaba los cabellos, la línea suave de los hombros, la nuca-. Es tan fácil quererte, tan
sencillo. Lo más sencillo del mundo. Eres bonita, inteligente...
- Pero, ¿qué dices?
- Pues eso, que estás hecha para que te adoren (mal, muy mal, desgraciado, ¿qué te pasa?). Eres un ángel.
Sus cuerpos se tocaron. Teresa seguía con los ojos bajos.
Juan Marsé, Últimas tardes con Teresa

EJEMPLO 2

En aquel hospital anónimo de la anónima y dilatada ciudad, durante largas noches en vela y su silencio
puntuado con toses y con ayes, habías vuelto a la vida horro de pasado como de futuro, extraño y ajeno a ti
mismo, dúctil, maleable, sin patria, sin hogar, sin amigos, puro presente incierto, nacido a tus treinta y dos
años Álvaro Mendiola a secas, sin señas de identidad .
Juan Goytisolo. Señas de identidad

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