Entre el espacio y el tiempo
absolutos de Newton en formas de los
ENTRE EL ESPACIO Y EL
TIEMPO
INTRODUCCIÓN
Se dice que un punto
infinitesimalmente pequeño contenía
toda la energía del universo, que en
ese estado dicho universo solo se
reducía a ese punto, y más allá de eso,
no había algo más, era la nada,
literalmente. Pero nuestro limitado
alcance especulativo e imaginativo no
nos permite a los seres humanos
abstraer, visionar que significa esa
nada. Podríamos pensar en un espacio
en blanco, inerte y simple, pero ya con
esto lo estaríamos caracterizando;
¿cómo definir la nada sin darle
atributo alguno que la caracterice? La
verdad es que podemos entender las
cosas cuando les damos un contexto,
pues hasta las ideas necesitan de un
mundo donde ubicarse, mucho más las
cosas físicas, y en ese sentido, los
fenómenos físicos requieren de
algunos aspectos fundamentales para
poder existir: el espacio y el tiempo.
No se podría decir a ciencia cierta si
este es un asunto necesario o
indispensable, los filósofos han
intentado dirimir estás cuestiones,
pero los científicos, más que
definirlos han buscado entender que
hacer con ellas. Kant, por ejemplo, a
partir de la construcción del
conocimiento físico de su época,
convirtió el espacio y el tiempo
han dado forma, desde las primeras
sentidos, proponiendo que son
condiciones a priori para acercarse al
conocimiento que salga de la
experiencia. Volviendo a la cuestión
inicial esto traduce que la nada no se
puede entender si no hay un espacio y
un tiempo donde ubicarla y
caracterizarla.
Entre ese cúmulo puntual de toda la
energía en el universo y el instante
actual, han transcurrido miles de
millones de años, el conocido big
bang, teoría aceptada hoy en día y que
describe el inicio de todo cuanto
existe, inclusive el espacio y el tiempo,
tuvieron su génesis con esta gran
explosión; sí, el espacio al igual que el
tiempo, surgieron en ese instante y no
han dejado de existir hasta ahora,
incluso esta teoría del big bang apoya
la tesis, ya demostrada, que el
universo está en expansión.
Todo lo anterior, corresponde a
asuntos muy sustanciales que se
plantean a modo de introducción en
este escrito, pero lo se pretende
abarcar es un asunto más perceptible
para el ser humano que deriva
precisamente de los dos conceptos
necesarios que se plantearon
anteriormente (espacio y tiempo). La
cuestión es el movimiento, entendido
desde la observación y el análisis de
fenómenos físicos. Se hace la
acotación por que el concepto del
movimiento se puede confundir en el
buen sentido con todo lo que implique
cambio, concepto fundamental en
todos los aspectos del conocimiento
humano, no solo en lo natural.
El presente escrito pretende realizar
un acercamiento histórico-
epistemológico del análisis del
movimiento como fenómeno físico
natural, pasando por los
acontecimientos y personajes que le
mueve y al hablar de cambio estamos
culturas de la antigüedad hasta los
inicios del siglo XX donde finalmente
se plantean el espacio, el tiempo y por
consiguiente el movimiento, como un
asunto más complejo que lo
meramente perceptible.
NO HAY MOVIMIENTO SIN
ESPACIO Y TIEMPO
Para analizar el movimiento es
necesario reconocer algunos aspectos
fundamentales que influyen en él.
¿Dónde y cómo ocurre? ¿Cuándo y
cuánto tarda? ¿Qué lo produce y qué
lo afecta?
Dejando de lado momentáneamente el
último aspecto, de los dos primeros
inferimos dos conceptos
fundamentales en las ciencias
naturales
1. ¿dónde y cómo ocurre? Espacio
(donde ocurrir)
2. ¿cuándo y cuánto tarda? Tiempo
(para comparar)
El espacio y el tiempo: ¿por qué estos
dos y no otros?
El movimiento existe si existe un
espacio donde ocurrir y un tiempo
para comparar lo que ocurre. La
noción de espacio, el dónde ocurre, es
más aceptada por nuestro sentido
común; pero el tiempo, que sirve para
comparar, no es tan evidente
entenderlo, las siguientes líneas
esbozan una reflexión en torno al
tema.
De acuerdo al sentido común, sabemos
o decimos que hay movimiento cuando
vemos algún cambio sobre eso que se
Mauricio Alexander López Guzmán.
comparando estados diferentes, es
decir, implícitamente estamos
distinguiendo momentos, tiempos
diferentes de algo. Entonces, para
hablar de movimiento es necesario
distinguir, comparar eso que se mueve
en momentos diferentes. De acuerdo a
lo anterior, el movimiento en el
contexto físico se puede entender como
el cambio de posición entre momentos
distintos (si se quiere ser más
riguroso, se puede plantear entre dos
momentos distintos).
Se puede entender el movimiento
básicamente entre dos momentos:
antes y después, sin embargo, no se
puede descartar que el movimiento
tiene un carácter continuo, progresivo
o repetitivo (lo que da entrada a otros
conceptos claves como trayectoria,
distancia, ciclos o iteraciones,
velocidad, etc.). Los momentos que
definen la existencia de un
movimiento son arbitrarios, es decir,
no requieren ser puntos extremos de la
medida del tiempo o del espacio, y
pueden ser tantos como el análisis del
movimiento lo requiera.
Pretender definir el espacio y el
tiempo sería adentrarse en un campo
epistemológico y filosófico-ontológico
que podría generar tantas
posibilidades que para nuestro
interés, no aportan a la finalidad de
este escrito, pero sí se pueden ubicar
estos conceptos en un marco de
referencia dialéctico con un sentido
básico, más que esencial.
-EL ESPACIO-
El espacio, el mundo, el lugar en
donde ocurren los fenómenos físicos,
tiene en la actualidad equivalentes
Entre el espacio y el tiempo
matematizados que posibilitan
realizar análisis exactos de lo que
ocurre. Al producir estos modelos
matemáticos estamos dejando de lado
todos los atributos supuestamente
accidentales del espacio, esto es
porque al estudiar la mecánica (el
movimiento) de los cuerpos excluimos
factores que en la realidad son los que
generan sutiles, pero importantes
diferencias en el análisis de los
fenómenos físicos, relacionados con el
movimiento. Por ejemplo, en la
cinemática de partículas despreciamos
factores como: fricción (ya sea por
aire o a veces por el contacto con
superficies rugosas), humedad,
presiones y medidas de la
temperatura, entre otros.
Si en la naturaleza dichos factores no
existieran, seguramente el devenir
histórico del conocimiento hubiera
sido un camino liso y recto, fácil de
recorrer hasta por los espíritus más
pobres, pues posiblemente ya en los
orígenes de la ciencia se hubieran
determinado los conocimientos que a
lo largo de la historia se siguen
construyendo.
Entender el espacio es darnos la
posibilidad de dar forma a las cosas,
entender que los cuerpos tienen
extensión (es decir, que ocupan parte
del espacio) y que por tanto cualquier
cambio que se dé en ellos se
manifiesta en el espacio.
-EL TIEMPO-
El tiempo es aparentemente menos
abstraible, y quizás más complejo de
1
SEPÚLVEDA, Alonso. Los conceptos de la física:
Evolución Histórica. Editorial Universidad de Antioquia.
2003
entender. Esto es en parte porque el
espacio es perceptible por nuestros
sentidos, en particular por la vista, el
tiempo no. Nuestros sentidos solo
funcionan en tiempo presente, se
puede tener vagos recuerdos de
aromas, de imágenes, sonidos, sabores
o texturas, pero en el instante solo lo
que se percibe es lo que tiene sentido.
Cuando en el espacio físico hay un
cambio, es porque en instantes
diferentes se pueden percibir las
transformaciones o modificaciones
que en él ocurren. El tiempo se mide
por estos instantes: el del perpetuo
presente en comparación con el que
pasó y el que viene, así la duración
entre ellos sea imperceptible.
Revisemos mejor este aspecto con un
ejemplo sencillo:
Cuando vemos una película, vemos
movimiento, tal como lo percibimos
en lo natural; sin embargo, lo que
vemos en realidad es una secuencia de
imágenes. Los videos, antes de la era
digital, se guardaban en cintas, largos
rollos de imágenes una tras otra, que
al mostrarse por medio de un
proyector a la velocidad adecuada,
darían la sensación de movilidad en
la pantalla. Del mismo modo, cada
instante en el análisis del movimiento
deja como resultado una imagen
estática, quieta, absoluta. Una imagen
instantánea relativiza el tiempo
posterior o anterior a ella, y a la vez
el instante en sí absolutiza el espacio:
en la imagen las distancias y las
posiciones no cambian.
Vemos pues que en el movimiento, el
espacio y el tiempo cambian, son
imágenes e instantes que fluyen, que
se transforman. Pero, ¿Cómo medir
este cambio?, es decir, ¿cómo medir el
movimiento? ¿Qué posibles formas
(estados) de medir el movimiento
existen? A lo largo de la historia
aparecen diferentes formas de hacerlo
y en las siguientes líneas se hace un
sutil recorrido histórico respecto al
movimiento y al análisis de
fenómenos y construcciones mentales
relacionadas con este concepto.
EN LOS ORÍGENES DE LA
CULTURA OCCIDENTAL:
GRECIA.
El rostro de todas las ciencias en el
mundo helénico está en la filosofía,
preguntándose por el origen y el fin
de las cosas (ontología), nace así la
pregunta por lo natural, por el mundo
y los fenómenos que en él ocurren.
Desde los orígenes de la cultura griega
hubo dos posiciones enteramente
definidas en torno al movimiento,
desde el punto de vista físico y
metafísico. Estas posturas fueron
detalladas por dos grandes pensadores
presocráticos: Parménides y
Heráclito.
Pasando de largo por grandes
hombres que moldearon
primitivamente el universo inmenso
de la Filosofía griega, como los
jónicos y los pitagóricos, se hace
referencia a estos dos porque definen
dos bases completamente excluyentes
en la construcción del concepto griego
de movimiento. Para Parménides, la
mente está por encima de los sentidos,
el movimiento es imposible pues solo
importa el mundo de las ideas, lo
Mauricio Alexander López Guzmán.
observable es mera ilusión. Para
Heráclito es todo lo contrario, solo
existe el movimiento, el cambio, y
destaca como concepto fundamental al
tiempo como factor del cambio. Las
ideas divergentes de estos dos grandes
pensadores influyeron todo el
pensamiento antes de Sócrates y sus
posteriores legatarios: Platón y
Aristóteles, quienes pudieron
conciliar las ideas de uno y otro en
sus discursos.
Pasando al tiempo glorioso de la
filosofía, tenemos ahora a Platón.
Aunque su pensamiento ha marcado
la cultura occidental hasta nuestros
días, en su filosofía no logra conciliar
explicaciones aceptables de los
fenómenos de cambio y de
movimiento. Partiendo de la
separación de lo inteligible entre el
mundo sensible (perceptible) y el
suprasensible (más allá de los
sentidos) Platón plantea que lo que
ocurre en el mundo sensible no es
objeto de conocimiento precisamente
por depender del espacio y del tiempo,
que cambian constantemente; pero
para el mundo suprasensible, lo
perfecto e inmutable, que contiene las
ideas, son el verdadero objeto del
conocimiento. Para Platón, los
cuerpos celestes están en el mundo
suprasensible, y por ser perfectos, les
condiciona la inmutabilidad de lo
divino, lo que se conoce como el
Axioma platónico: “el movimiento de
los cuerpos celestes debe ser un círculo
recorrido a velocidad constante”1.
Reconocemos dos características del
movimiento en la propuesta de
Platón: primero, siguiendo a los
pitagóricos, la forma más perfecta de
todas es el círculo, por tanto todos los
cuerpos perfectos deben moverse en
Entre el espacio y el tiempo
forma circular; y segundo, siendo
perfectos, no pueden tener
alteraciones de ningún tipo, por lo
que su velocidad siempre debe
permanecer constante en el tiempo.
Aristóteles queriendo trascender el
mundo de las ideas de Platón,
pretender explicar el movimiento de
los cuerpos tal y como los vemos, pues
contrario a Platón, para Aristóteles el
mundo sensible existe y es real; siendo
así, el movimiento puede ser objeto de
conocimiento.
Más conocido en los cursos de
filosofía que en los de física,
Aristóteles hizo grandes aportes, sobre
todo en a las ciencias naturales, su
influencia era tan grande en su época
que todo lo que decía era aceptado sin
cuestionamientos, tan influyente fue
que el pensamiento aristotélico
predominó por más de dos mil años a
la cultura occidental, aún hoy
nombrado en círculos académicos en
todo el mundo.
Afirmando la posibilidad de estudiar
y conocer el movimiento, Aristóteles
se propone determinar y explicar las
leyes que rigen el reposo y el
movimiento, y como base de su
análisis, el estagirita hace una
consideración de rigor: reposo y
movimiento son nociones con sentido
absoluto. Pero ¿qué significa tener
sentido absoluto? Hagamos un breve
análisis a este concepto, pues es un
parámetro de medida para poder
entender el movimiento desde el
pensamiento Aristotélico y su
posterior evolución a lo largo de la
historia.
¿Relativo o absoluto?
Son terrenos delicados aquellos en los
que el científico o el filósofo
pretenden definir cuando algo es
relativo o absoluto. Cuando decimos
que un concepto es absoluto, nos
referimos a este concepto como algo
incambiable, inmodificable en todo
sentido. Por ejemplo, los objetos en
esencia son absolutos; un martillo es
un objeto con una funcionalidad
definida, no importa si es grande o
pequeño, de un material u otro, sirve
para asegurar, martillar, poner un
clavo y otro y otro; si se usa para otras
cosas, por ejemplo, como para decorar
una habitación o para colocar sobre
unas hojas para que no se vuelen con
el viento, aunque lo puede hacer muy
bien, no se está desempeñando como
martillo. Por otra parte, se puede
colocar un clavo con una piedra u otro
objeto, en este caso es la piedra la que
cumple la función del martillo. El
martillo sirve para lo que fue creado,
no importa su forma, lo que implica
que, funcionalmente, como concepto
el martillo, se define de acuerdo a lo
que es, a lo que sirven o pueden hacer
(al igual que todos los objetos).
Notemos que en este caso la función
principal del martillo es colocar un
clavo, este es un concepto absoluto.
Aristóteles llamó a esto sustancia, y
en sus palabras dice que forma,
tamaño y demás atributos son
accidentes que al quitarlos sólo queda
la sustancia, la esencia como es,
inmodificable y absoluta. Se podría
decir, en palabras de Aristóteles, que
lo absoluto es lo que es y punto, es esta
cualidad de permanecer sin que nada
ni nadie lo puedan modificar, y de
hacerlo entonces sería otra cosa.
Para Aristóteles (y en general para el
pueblo griego) solo son importantes
las cosas que pueden ubicarse en el
espacio, inclusive lo trascendente, lo
platónico y perfecto tiene su espacio,
(lo que denominaba la región
supralunar o más allá de la luna). El
espacio, el lugar, la tierra, en fin, el
mundo es algo absoluto, sea tierra o
mar, árboles o peces, el espacio no
cambia, las cosas cambian de lugar,
pero no cambia el lugar como tal. El
singular interés griego por el espacio
se demostró en el desarrollo de la
geometría: tan grande y significativa
fue su obra que hoy en día se estudia y
se aplica casi tal cual fue construida
por ellos.
Sin embargo, los griegos, tan lúcidos
en definir geométricamente las
relaciones espaciales entre los
cuerpos, no lo hicieron igual con el
tiempo. Obviamente para el heleno el
tiempo transcurre, pero las cosas, los
fenómenos naturales y físicos no
dependen de éste, pues todo lo que
ocurre en la naturaleza tiene un
lugar, un espacio donde ocurrir, pero
el cuándo y el cuánto, su duración en
sí, no tiene relevancia en el
pensamiento griego.
No todas las grandes culturas antiguas
tuvieron este desliz, los egipcios son la
principal muestra, pues ellos dieron
al tiempo el lugar más importante.
Las pirámides que tardaron décadas
en construirse consumiendo vidas
enteras de cientos de esclavos, tenían
como principal finalidad ser el
recinto para el descanso final de los
faraones, los cuales eran enterrados y
sus cuerpos embalsamados para ser
preservados de la descomposición; lo
importante era perdurar, conservarse
inalterables toda la eternidad.
En los griegos, a diferencia de los
egipcios, predominó el pensamiento de
un espacio estático o instantáneo, el
interés en cuestiones temporales se
enfocó en especulaciones filosóficas
más del lado del pensamiento que de
la filosofía natural (en palabras
nuestras, de la física), elaborando
discursos en torno al devenir. Sin
embargo, la noción de tiempo se
Mauricio Alexander López Guzmán.
evidencia sutilmente en algunas
cuestiones planteadas principalmente
por Aristóteles en el análisis del
movimiento.
Para Aristóteles existen dos tipos de
movimientos: naturales y violentos. El
estagirita asume que todo lo existente
en el mundo sensible debe estar
compuesto por los cuatro elementos
fundamentales: agua, aire, tierra y
fuego. Tal es la propuesta de otros
pensadores que lo precedieron y que
tuvo su asentamiento fundamental en
la doctrina cuasi sagrada de
Aristóteles, quien plantea las
siguientes características:
Los cuatro elementos tienen cada
uno una tendencia natural de
movimiento, tierra y agua son graves
(pesados) y tienden al movimiento
descendente o hacia abajo; aire y
fuego son leves (ligeros) y tienden al
movimiento ascendente o hacia
arriba.
Toda la materia es sustancia con
cualidades o accidentes que son las
formas como permean nuestro
sentidos, y además está conformada
por los cuatro elementos en diferentes
proporciones, siendo su movimiento
natural el mismo del elemento
predominante.
El movimiento natural de las cosas
es rectilíneo de acuerdo a los
elementos predominantes, esto
significa que, en contra del axioma
platónico, el movimiento natural en el
mundo sensible no es perfecto.
Todo movimiento es consecuencia de
una causa que lo permita, para los
movimientos naturales, dicha fuerza
es debida a lo que Aristóteles llama el
primer motor, causante de todos los
movimientos naturales, y que en
Entre el espacio y el tiempo
ausencia de causas externas es el que
posibilita el movimiento natural de
los cuerpos.
Si existen tales causas externas, el
movimiento deja de ser natural y se
convierte en un movimiento violento,
en contra de sus tendencias normales
debidas al primer motor del
movimiento. Por ejemplo, arrojar una
piedra es una forma de violentar el
movimiento de la piedra que sin estar
apoyada en la tierra, siempre buscaría
su movimiento más natural: caer.
A partir de estas características,
analicemos dos conceptos inexistentes
(etimológicamente hablando) en el
pensamiento aristotélico y que a
posteriori son sustanciales para el
análisis del movimiento:
Sistema de referencia e inercia en
Aristóteles
Si bien no están definidos como tales,
vemos en el pensamiento griego
algunas ideas bastante fundamentales
de lo que significan estos conceptos.
Para los griegos, no hay necesidad de
definir sistemas de referencia para el
movimiento de los cuerpos; la razón:
el espacio físico para los griegos era
definible como un único espacio tal y
como lo concibieron desde la
geometría Euclidiana, es decir, el
espacio físico es completamente
absoluto. Y siendo más estrictos, salvo
algunas excepciones como Heráclides,
Filolao o principalmente Aristarco de
Samos, el mundo para los griegos
tenía un punto de referencia definido:
la tierra (se aclara que el termino
mundo para los griegos es el
equivalente en términos actuales a
todo el universo y lo que contiene). La
gran parafernalia ptolemaica en el
que la tierra está en centro del mundo
y absolutamente quieta, define no un
sistema de referencia sino, sería mejor
decir, el sistema de referencia único y
absoluto: la tierra. Pues en total
quietud y todo en el mundo
circundándola es fácil analizar el
movimiento desde la armónica
posición que ofrece la tierra.
Despreciando otros tipos de
pensamiento, que también existieron
pero que no tuvieron la autoridad de
Platón o Aristóteles, no es necesario
para el heleno recurrir a puntos de
referencia para revisar el movimiento.
La inercia tampoco se evidencia en
Aristóteles, según su doctrina nada se
puede mover sin una causa, sin
embargo, muchas de las propuestas
giran en torno a lo natural de los
movimientos y las posibilidades de
violentarlos. Al hablar de tendencia
en el movimiento, se nota una vaga
idea de la posibilidad de responder a
una ley natural que exista sin
intervención de factor alguno. “Juan
Filóponus […] propuso que la mano
que lanza la piedra imparte poder de
moverse”. Estas ideas quedarán en el
aire por más de veinte siglos, pero
tendrán su pleno desarrollo con
autores como Galileo, Descartes y
Newton, principalmente.
Aristóteles finalmente, propone sus
leyes del movimiento, que se basa en
la existencia de factores que influyen
en el movimiento de los cuerpos: la
fuerza motriz, la resistencia del medio
y el peso de los cuerpos. Para los
movimientos naturales, la fuerza
motriz se debe al motor primero
(tendencia natural) y los otros
factores, resistencia y peso son
proporcionales al movimiento, que
dependiendo de ellos, adquiere mayor
velocidad cuando la resistencia es
menor y el peso es mayor. Es decir,
según Aristóteles, un cuerpo más
pesado es menormente influenciado
por el medio, en la caída de los
cuerpos por ejemplo, esto se traduce
en que los cuerpos pesados caen más
rápido, y en general, que las fuerzas
son las que causan el movimiento. Es
evidenciable esto, pero Galileo, como
veremos después mostró que es poco
preciso como Aristóteles lo planteó,
sin embargo, la forma de pensamiento
de los griegos y posteriormente del
mundo occidental medieval, no
permitieron que las evidencias
contradijeran estas ideas sino fuera
solo con los argumentos basados en el
pensamiento.
La doctrina Aristotélica y de su
escuela (los peripatéticos), se unificó
en el discurso autoritario y de poder
que tuvo la iglesia católica durante
toda la edad media, lo que implicó
que la mayoría de las ideas contrarías
a estas ideas de pensamiento sobre la
filosofía natural, quedaran estáticas y
censuradas por más de diez siglos (y
los siguientes que implicaron una
lucha por la verdad), en los cuales los
avances de la física no fueron
evidentes, salvo casos aislados en el
mundo oriental, pero sin mayor
referencia a la mecánica y al análisis
del movimiento.
Lo que sí se dio desde la edad media
fue la pregunta constante desde la
filosofía por las cosas, ante un mundo
permeado por una fe impuesta y con
una forma estricta, los grandes
pensadores de la iglesia de la edad
media como San Agustín, se
preguntaron por la esencia de los
conceptos, en particular del tiempo,
llevándolo siempre a especulaciones
teológicas que ni antes ni después
dieron en el blanco de la búsqueda
científica de estos conceptos.
EL RENACER DE LAS CIENCIAS
Mauricio Alexander López Guzmán.
El cuestionamiento por la filosofía
natural enmarcado en Platón y
Aristóteles comenzó a darse con
severidad a partir del siglo XVI,
cuando después de muchas
correcciones, se hacía evidente que el
sistema solar propuesto por Ptolomeo
era cada vez más discutible. Esto
sumado al esquema cultural de
subordinación que tenían los poderes
instaurados después de los
asentamientos bárbaros musulmanes y
orientales, la lucha por tierra santa, y
la formación de los nuevos y bastos
imperios sembraron en el intelecto
humano la necesidad de cuestionar
ciertas estructuras, sobre todo
aquellas que rígidas de pensamiento,
no permitían el pensar libremente y el
descubrir la verdad de las cosas,
teniendo que optar por la aceptación
impuesta y no por la convicción de
tales verdades.
Esta lucha en el pensamiento
comenzó a tener sus raíces en las
ciencias naturales. El descubrimiento
de nuevas cosas y los avances
tecnológicos permitieron el
acercamiento a la naturaleza de
formas más exactas, esto redundó en
una apertura a nuevas formas de
entender el mundo y nuevas formas de
pensarlo.
Uno de los primeros que dio este gran
salto en la construcción del
conocimiento fue Copérnico, quien
arriesgándose al repudio y la no
aceptación de sus ideas, propuso, como
lo hiciera Aristarco de Samos,
diecinueve siglos antes, que el centro
del mundo era el sol y que la tierra
giraba alrededor de él. Copérnico,
platónico de convicción, no desechó el
axioma platónico al proponer su
nueva organización del mundo,
proponiendo que todo el andamiaje
montado por Ptolomeo y sus sucesores,
podría ser reemplazado por un
Entre el espacio y el tiempo
sistema semejante ubicando al sol en
el lugar de la tierra y a ésta con la
luna en el lugar del sol. Si bien este
nuevo sistema heliocéntrico era tan
engorroso como el Ptolemaico,
muchos de los fenómenos observados
sobre todo en el movimiento aparente
de los planetas, tuvieron explicaciones
más adecuadas y aceptadas.
Para Copérnico, el sistema de
referencia sobre el cual se construyó
la física griega, desaparece con todo el
montaje geocentrista, sin embargo, no
deja al movimiento como una rueda
suelta sin espacio definido; la
solución está en las estrellas.
Copérnico al sacar a la tierra de su
posición privilegiada de quietud y
centralidad, busca un nuevo sistema
de referencia para el universo: la
esfera de las estrellas fijas; así, el
movimiento de las estrellas como el de
todos los planetas con sus
irregularidades es para Copérnico, es
un movimiento aparente, debido a los
movimientos de la tierra, en su propia
rotación y la traslación alrededor del
sol, siendo la tierra la que se mueve y
el sol y las estrellas inmóviles.
Lo anterior tuvo repercusiones y sobre
todo detractores, pues muchas cosas
quedaban expuestas, saliéndose del
sentido común. Primero: la tierra al
perder su lugar de privilegio se
ubicaría como un planeta más,
contradiciendo la perfección de los
cuerpos celestes y dándoles las mismas
características de la tierra, hasta este
punto, imperfecta. Segundo: Si bien
puede tener sentido que sea la tierra
la que se mueve y no el resto del
universo, que debe ser bastante
grande, estaríamos nosotros en la
2 BALLESTEROS, Hernando. Notas de física. Universidad
de Antioquia
tierra girando a velocidades muy
grandes, tanto como para no soportar
el movimiento terrestre.
En lo que al movimiento se refiere, el
sistema copernicano hace evidente un
bache más grande entre lo celeste y lo
terrestre. Para Aristóteles la
diferencia entre estos dos espacios,
explica con claridad la dinámica de
los fenómenos físicos ocurrentes, pero
al unificar la materia entre los
planetas y la tierra no queda claro qué
leyes fundamentan lo que ocurre
fuera o dentro de la tierra. Así pues,
Copérnico da el primer golpe a la
física Aristotélica, abriendo una
grieta que poco a poco en los siglos
siguientes darán un giro a la forma de
interpretar los fenómenos físicos.
Posterior a Copérnico, otro personaje
significativo en la explicación del
movimiento celeste fue Johannes
Kepler, quien con sus leyes de los
movimientos celestes rompe
definitivamente con el axioma
platónico: primero, describe el
movimiento de los planetas, basándose
en el sol como centro del universo, en
órbitas elípticas, dejando atrás la
perfección del movimiento circular; y
segundo, le quita su uniformidad al
describir su ley de áreas. Aparece
finalmente una nueva forma de
describir el movimiento de los astros,
pero queda todavía por determinar el
por qué se mueven así. Se anota que
las leyes de Kepler son descriptivas y
no da la explicación de las causas de
dichos movimientos.
Desde la posición del pensamiento que
surge en la Europa del siglo XVI y
siguientes, se abren las posibilidades
de encontrar verdad en aquellas cosas
que parecen no tenerla más que por la
palabra o la autoridad, sea divina o
terrenal. Así el edificio del
conocimiento físico propuesto en
Grecia y con pocos y aislados avances
durante toda la edad media es
retomado desde una óptica
completamente diferente, marcada
por dos corrientes de pensamiento que
influyen en todas las ciencias: la
experimentación y el racionalismo.
Aquello que los griegos despreciaron
completamente por ser para esclavos y
para las clases pobres fue lo que
demostró el vigor o la invalidez de
todas sus conjeturas: la
experimentación, uno de los mayores
logros del Italiano Galileo Galilei y
con la cual logró demostrar el modelo
copernicano, que entre otras cosas se
convirtió en la base de su mayor
aporte a la humanidad: el método
científico.
Partiendo de la experimentación,
Galileo demuestra la fragilidad del
conocimiento escolástico, y en
particular, en relación al movimiento,
interpreta con argumentos casi
irrefutables lo que se refiere al
análisis del movimiento,
específicamente la caída de los
cuerpos. Galileo demuestra que
Aristóteles, en sus leyes del
movimiento, cualifica erróneamente
aquellos factores que inciden en el
movimiento, describiendo en ellos
ciertos atributos que aunque obedecen
algunos al sentido común, no soportan
el rigor de la experimentación.
Una de las experiencias más
recordadas de Galileo es el
Mauricio Alexander López Guzmán.
experimento de caída libre desde la
torre de Pisa, la misma inclinada. Se
cuenta que Galileo, después de llamar
la atención de todos los lugareños se
propuso demostrar que todos los
cuerpos sin importar su peso caían
con igual velocidad y al mismo tiempo
cuando eran lanzados
simultáneamente. La expectativa fue
grande y los experimentos dieron fe
que Aristóteles estaba equivocado,
aunque la razón tampoco se le dio
completamente a Galileo, pues los
cuerpos no caían exactamente igual
como él planteó; sin embargo, fue
sorpresivamente claro que las leyes de
la caída no eran exactamente como
Aristóteles planteaba, lo que implica
que “por no estar construido a partir
del método científico sino a partir del
sentido común, el pensamiento
aristotélico no soporta la prueba
experimental al sostener que lo único
real es el mundo sensible”2.
Este fue uno de los golpes certeros con
los que Galileo sacudió al mundo de
las doctrinas aristotélicas, aunque
muchos de sus seguidores no daban fe
al italiano que pronto comenzó a
tener detractores, enfrascándose en
una lucha que lo llevaría a una
injusta y aún hoy rechazada condena.
Espacio y tiempo en Galileo
Con los experimentos que realizaba
aún a una edad temprana, Galileo
empezó con la matematización de
estas dos entidades antes abstraídas
solo en la especulación filosófica. Fue
quizá el primero que midió el espacio
y el tiempo: “Aquí viene el primer
signo de grandeza *…+ al otorgarles la
categoría de sede de los fenómenos
Entre el espacio y el tiempo
físicos del universo, por primera vez
se les da a ambas magnitudes la
importancia que merecen”3. Vemos
pues que al espacio y al tiempo se les
trata como entes matematizables,
como magnitudes físicas
completamente medibles.
¿Cómo medirlas? Para el espacio, sin
mucha dificultad metrizó regletas,
para los griegos esto no era necesario
pues con regla y compás buscaban
relaciones y proporciones, sin
embargo Galileo desea encontrar estas
razones de proporción de manera más
exacta con la intención de poder
plantear leyes que fueran
universalmente aceptadas.
Para el tiempo sus instrumentos
surgieron más de su genialidad y
creatividad. Una de las formas que se
tenían para medir el tiempo estaba
basada en las pulsaciones, es decir, en
el ritmo cardiaco de cada persona,
aunque este no era propiamente
indicado para realizar mediciones
exactas, pues el ritmo cardiaco está
condicionado y puede variar
sustancialmente en diferentes
momentos. Galileo buscando más
precisión, buscó instrumentos que no
alteraran sus medidas por factores
externos, por eso recurrió a tres
formas de medir el tiempo: la
primera: utilizando péndulos. Desde
muy joven Galileo se interesó por el
movimiento periódico de los péndulos,
buscando relaciones matemáticas
entre sus pesos y longitudes, sabía que
para ángulos pequeños, la medida del
periodo del péndulo podría ser
constante; además, para que sus
cálculos fueran más precisos, Galileo
adaptaba la longitud de los péndulos
de tal forma que los tiempos de
llegada de los cuerpos coincidieran
3
LOZANO, Manuel. De Arquímedes a Einstein.
DeBOLS!LLO: Mayo, 2007
con la llegada del péndulo a los
extremos de la oscilación. La segunda
forma de medir el tiempo era con un
reloj de agua: minimizando los
factores incidentes externos, se ideó
un sistema de recipientes que pasaban
agua entre sí con un ritmo constante;
calibrando los tiempos de llenado
llegó a determinar con mucha
exactitud (¡casi de centésimas de
segundos!) tiempos en sus
experimentos. Por último, la otra
manera de medir el tiempo fue por
medio de la música, su padre, don
Vincenzo Galilei, era un gran músico,
cualidad que su hijo heredó también y
que aplicaba muy bien para medir los
tiempos. Tocando prodigiosamente el
laúd, Galileo medía la duración
siguiendo la partitura de alguna
canción que tocaba mientras ocurría
el fenómeno que medía (rodamiento
de esferas sobre canoas y planos
inclinados); dejando de tocar justo en
el instante que terminaba de rodar,
medía la cantidad de compases y notas
musicales hasta el instante en que
dejaba de tocar, determinando con
buena exactitud el tiempo
transcurrido.
Clasificación de los movimientos en
Galileo
Para Aristóteles los movimientos eran
naturales (siguiendo el movimiento de
los elementos predominantes en la
materia) o violentos (aquellos en
contra del movimiento natural). Los
resultados del experimento de la torre,
le dio a Galileo un motivo para querer
estudiar el movimiento más a fondo, y
antes de preocuparse por la razón de
los movimientos, pretende describirlos
cinemáticamente y plantear
matemáticamente las reglas que los
describen; para esto, Galileo propone
el movimiento de los cuerpos en tres
clases: el uniforme, el acelerado y el
periódico (en particular el circular).
Estas clases determinan lo que
llamaremos en adelante los estados
del movimiento.
El movimiento uniforme es el menos
evidente en la naturaleza, pero es el
más fácil de entender: se da cuando el
espacio recorrido y el tiempo en
hacerlo son proporcionales; a la
constante de proporcionalidad se le
llama velocidad. Para el movimiento
acelerado, Galileo encontró en sus
experimentos que cuando un cuerpo se
mueve de forma acelerada el espacio
recorrido es inversamente
proporcional al cuadrado del tiempo;
esta es la primera forma matemática
de expresar el movimiento, que en
términos actuales corresponde a las
ecuaciones cinemáticas de la caída
libre y los movimientos rectilíneos.
La base de los estudios de Galileo
fueron los experimentos realizados
sobre canoas y planos inclinados, en
donde descubrió, entre otras cosas, que
el movimiento de los cuerpos puede
estar compuesto por varios
movimientos simultáneos e
independientes entre sí. Esto lo
encontró particularmente al analizar
cuerpos que arrojados por planos
inclinados rodaban horizontalmente
mientras caían; lo interesante del
hecho es que descubrió que tardaban
el mismo tiempo y llevaban la misma
aceleración de caída que un cuerpo
cayendo sin movimiento horizontal.
Así pues encontró que la aceleración
de caída de los cuerpos era la misma
para todos (valor que hoy conocemos
universalmente como aceleración de
la gravedad, g =9,8 m/s2, de la que se
dice es llamada así más que por la
Mauricio Alexander López Guzmán.
palabra gravedad, como homenaje al
propio Galileo)
Sistema de referencia e inercia en
Galileo
Galileo fue el primero en plantear la
inercia como una ley en la que el
estado del movimiento no depende de
fuerza alguna, y planteó equivalencias
entre movimientos diferentes
explicables con las mismas leyes.
Hasta aquí los sistemas de referencias
eran estáticos y absolutos, con el
tiempo como única variable relativa
al movimiento; sin embargo, Galileo
inserta a partir de las conclusiones de
sus experimentos y la aplicación del
método la noción de inercia y los
sistemas de referencia inerciales. Al
inferir que cuerpos con diferentes
movimientos tienen igual
comportamiento y se rigen por las
mismas reglas matemáticas, se abre la
posibilidad de explicar el movimiento
aún en ausencia de fuerzas, como una
tendencia natural. Surge la noción de
inercia como dicha tendencia que
tienen los cuerpos a permanecer en
reposo o a conservar un movimiento
uniforme, pero en el caso de Galileo,
dicho movimiento solo mantiene esa
tendencia si es un movimiento
circular; ¿por qué lo planteó así?
Seguramente, enfrascado en explicar
el movimiento de los cuerpos celestes
incluida la tierra, el pisano intuye
que lo que en la tierra se ve
aparentemente en línea recta, por su
propia inercia debería seguir la
esfericidad de la tierra siguiendo un
movimiento “naturalmente” circular.
La noción de inercia, evitando la
tendencia circular como la planteó
Galileo, en esencia es asumida por los
Entre el espacio y el tiempo
físicos que dieron forma a lo que
Newton consolidaría siglos más tarde.
Particularmente de esta forma de
asumir los estados inerciales de un
móvil, Galileo introduce un nuevo
concepto en el análisis del
movimiento: “Fue la obra de Galileo
(“Diálogos acerca de Dos Nuevas
Ciencias”) la que permitió asumir la
existencia de un grupo particular de
sistemas de referencia, llamados
inerciales o galileanos, en los que los
fenómenos mecánicos sucedían de la
misma manera y las leyes tomaban la
forma matemática más simple
posible.”4
Los sistemas de referencia galileanos,
son una herramienta necesaria
después de aceptar la movilidad de la
tierra, pues con su propio
movimiento, todos los cuerpos en el
planeta también deben estar afectados
por ellos. Partiendo del sentido de
inercia expresado por Galileo, el
movimiento de los cuerpos se puede
estudiar en sistemas de referencias
adecuados, siendo los inerciales entre
ellos equivalentes. Por ejemplo, la
caída vertical de un cuerpo vista por
un observador en reposo, equivale a lo
observado por alguien que se mueve
con igual velocidad horizontal de un
cuerpo que cae parabólicamente.
Recordemos que para Galileo la
tendencia de los cuerpos en
movimiento circular es la que no
cambia, pero en la tierra, a pequeñas
distancias el arco de circunferencia
que describe un cuerpo es
relativamente recto respecto a los
observadores.
4
FERNÁNDEZ, HUGO. Curso de
Relatividad especial. Mayo de 2010.
Un indicio de lo que más adelante
dará pie a los inicios de la Física
moderna aparece con Galileo al
establecer un principio de relatividad
del movimiento, hoy llamado
principio de relatividad galileana:
Todos los sistemas en movimiento
uniforme respecto a un sistema en
reposo absoluto, son equivalentes. De
acuerdo a este principio, dadas ciertas
condiciones, todo sistema físico en
movimiento inercial se puede analizar
como un sistema en reposo
simplemente poniendo al observador
en el mismo movimiento inercial o
uno equivalente. Esto fue conocido
como las transformaciones de Galileo.
Las transformaciones de Galileo son
ciertas reglas respecto al análisis
cinemático del movimiento, aplicadas
en las cantidades cinemáticas
medibles (espacio, tiempo, velocidad y
aceleración) tales que al ser aplicadas
para dos observadores inerciales (es
decir, en reposo o con movimiento
uniforme) deben mostrar las
equivalencias entre los resultados
encontrados: el caso del cuerpo que
cae para el observador estático, y el
que lleva la misma velocidad cuando
el cuerpo cae parabólicamente es un
sencillo ejemplo de estas
transformaciones, ambos “ven” que el
cuerpo se mueve verticalmente hacia
abajo. Este es un ejemplo sencillo, sin
embargo entender las
transformaciones galileanas sugiere
un análisis menos evidente y más
riguroso.
Vemos pues que Galileo ha implicado
buena parte de este compendio, y es
debido a que la implementación del
método científico, y la nueva forma de
5 ECHEGOYEN O, Javier. Historia de la Filosofía. Volumen
2: Filosofía Medieval y Moderna. Editorial Edinumen.
1996.
entender el movimiento son los
cimientos de la construcción de lo que
hoy conocemos como mecánica
clásica; sin embargo, aunque se acercó
profundamente al principio de
inercia, base de dicha mecánica, no lo
formuló en su totalidad; quien sí lo
hizo fue un contemporáneo suyo, un
gran matemático y filósofo que
también hace su propia física y que
también influiría en la estructura
nueva del conocimiento: René
Descartes.
Al igual que Galileo, Descartes quiso
plantear una física basada en las
matemáticas, partiendo del
entendimiento de los fenómenos
naturales desde la razón pura. Lo más
aportante en Descartes son sus leyes
del movimiento: él planteó leyes,
principalmente porque en su quehacer
como filósofo y teólogo, quería
demostrar que la obra del creador
seguía perfectamente un ritmo
sincronizado y exacto, como la
maquinaria de un reloj.
Las leyes planteadas por Descartes
muestran el principio de inercia tal
como lo entendemos en la actualidad.
Estas leyes son tres: 1. Un cuerpo no
cambia su estado de movimiento o
reposo a menos que choque con otro
(inercia), 2. Todos los cuerpos se
mueven en línea recta, a menos que
choquen con otros (dirección del
movimiento) y 3. La cantidad de
movimiento entre dos cuerpos se
mantiene constante cuando chocan
(cantidad del movimiento)5.
Entre Descartes y Galileo hay muchas
similitudes y diferencias, si bien
6 DESCARTES Y GALILEO: BUSQUEDA DE UNA
FORMULACIÓN TEORICO-MATEMÁTICA EN TORNO AL
PRINCIPIO DE INERCIA. Carlos Andrés Gómez.
http://carlosandresgomez.blogspot.com/2007/11/descar
Mauricio Alexander López Guzmán.
Galileo planteó el método como
camino en el quehacer científico,
Descartes lo formalizó proponiendo el
discurso del método, que incluye la
construcción matemática con la lógica
formal para el desarrollo de teorías
consistentes. Ambos analizan el
movimiento desde la gravedad de los
cuerpos, sin embargo, Descartes
distingue entre masa y gravedad, cosa
que Galileo no hace, recordemos que
Galileo se preocupa por el
comportamiento de los cuerpos, más
que por las causas; pero la principal
aportación de Descartes respecto al
movimiento fue establecer el
principio de inercia como una ley
natural en donde el movimiento
inercial se da en línea recta a
velocidad constante. Citando a
Alexandre Koyre (filósofo ruso
contemporáneo), quien plantea el
éxito cartesiano en estos términos:
“más que hablar de una superioridad
en la demostración en torno a la
inercia, se trataría es de adjudicar el
mérito y el reconocimiento quien
logra llegar a formular un principio o
ley fundamental para el desarrollo
ulterior de la mecánica clásica”6
Hasta este punto, se tienen
someramente los elementos básicos
que dieron pie a una de las obras más
importantes de la historia de la física:
la mecánica clásica. Justamente con
Descartes y Galileo se abren las
puertas al desarrollo conceptual y
axiomático de la mecánica de los
cuerpos. Esta axiomatización tiene
nombre propio: Isaac Newton.
tes-y-galileobusqueda-de-una.html Fecha de consulta:
Mayo de 2011
Entre el espacio y el tiempo
LA AXIOMATIZACIÓN DE LA
FÍSICA: LA MECÁNICA CLÁSICA
Por fin el movimiento de los cuerpos
y las preguntas que planteamos al
inicio del presente escrito tienen una
respuesta posible y verídica a la luz
del conocimiento moderno. En el siglo
XVII se instaura la mecánica como el
estudio integral y verídico del
movimiento de los cuerpos; su
principal representante: Sir Isaac
Newton; este noble lord inglés, gran
genio, teólogo y matemático, unificó
en su obra prima llamada principios
matemáticos de la filosofía natural,
(Philosophiæ naturalis Principia
Mathematica) también conocidos
como los principia, toda la teoría
sobre el análisis físico del
movimiento, hasta la fecha. Su obra
fue trascendental para todo el mundo
de la física y en general de las
ciencias sobre todo porque uno de los
logros más importantes fue unificar a
partir de leyes matemáticas las causas
de los fenómenos celestes y terrestres
como los mismos, cosa que había
quedado en Copérnico y Kepler por un
lado y en Galileo y Descartes por el
otro.
Newton tenía los elementos necesarios
y la genialidad suficiente para
estructurar el entramado de la
mecánica como el análisis del estudio
del movimiento de los cuerpos y sus
causas, pero requirió además
construir una base matemática que le
permitiera explicarlo. Al tiempo que
Gottfried Wilhelm Leibniz en el
continente (desde Alemania
propiamente) formulaba las bases del
cálculo matemático, Newton hacía
exactamente lo mismo desde la Gran
Bretaña, cada uno por aparte
desarrollaron esta nueva matemática:
“históricamente el mérito se ha
reconocido a ambos, aunque la
formulación de Leibniz es más
elegante” (Sepúlveda, 84).
El cálculo diferencial e integral fue
implementado por Newton en su
teoría, axiomatizando formalmente la
física y definiendo a las matemáticas,
como algunos de sus predecesores lo
habían planteado, como el lenguaje
particular de la descripción de los
fenómenos físicos. Pero ¿qué tiene que
ver el desarrollo del cálculo de
Newton y Leibniz con el estudio del
movimiento?
En sus experimentos, Galileo asumía
las medidas del espacio y del tiempo
como discretas, es decir, como valores
no continuos que aumentaban en la
medida de los números naturales. El
tiempo que el media, lo hacía en
tempos (medida muy similar al actual
segundo) de tal forma que los
resultados obtenidos tenían estas
medidas exactas: un tempo, dos
tempos… n tempos en general;
igualmente con el espacio, las medidas
obtenidas se expresaban en valores
discretos de acuerdo a las medidas en
las regletas que él utilizaba; Newton y
Leibniz notaron que las medidas no
tenían una naturaleza discreta, sino
continua, por tanto los resultados
obtenidos en los experimentos no eran
completamente exactos: en ese sutil
detalle esta la base del cálculo
infinitesimal. Inspirado por el
método de exhaución, ya aplicado por
Arquímedes y Eudoxio en la
antigüedad, el estudio del movimiento
se enfocó en la variación de las
cantidades cinemáticas entre un
instante inmediato y otro, no entre un
tempo y otro, o un segundo y otro pues
son medidas que varían mucho. Estos
instantes inmediatos son tan seguidos
como se quiere, es decir, que el tiempo
transcurrido entre uno y otro se puede
hacer tan pequeño como se quisiera. Y
para cada variación del tiempo hay
asociada una pequeña variación en el
espacio recorrido, ambas variaciones
relacionadas entre sí.
A esta relación Newton la llamó
fluxión y Leibniz, derivada; quienes
han tenido contacto con el cálculo
notarán que la notación actual es la
de Leibniz, pero fue Newton el
primero en llegar al mismo concepto y
a su desarrollo conceptual; con cerca
de 20 años de diferencia en llegar al
mismo concepto la forma propuesta
por Leibniz se impuso, entre otras
cosas porque hizo lo que Newton
evitaba: publicar, además porque
como ya se había dicho era más
elegante.
Algunos historiadores cuentan que
para Newton, el hecho de no haber
publicado antes que Leibniz, con
quien tenía sus disputas por la
paternidad del cálculo, fue un
impedimento a la hora de escribir los
principia sin usar argumentos que
mostraran que usaba la misma
matemática del alemán, siendo suya
también. La solución que encontró
fue dar a conocer el desarrollo de su
teoría de una manera geométrica, lo
que implicó como resultado en su obra
usar un lenguaje bastante complejo y
una maraña de figuras y gráficos en
su obra bastantes engorrosos en su
discurso. Sin embargo, esto no
minimizó la grandeza de su obra, que
pronto fue aceptada y reconocida en
todo el mundo académico, aplastando
los pedazos ya frágiles y sin
fundamento de la física Aristotélica
que todavía quedaban después de
Copérnico, Kepler y Galileo, entre
otros.
Las leyes de Newton
Conocidas en todas las escuelas del
mundo, las leyes de Newton junto con
Mauricio Alexander López Guzmán.
la Ley de gravitación universal son
las obras cumbres de la física clásica.
Con los ingredientes listos, Newton
utilizó los resultados empíricos de
Kepler en las leyes del movimiento
planetario, las observaciones de
Galileo y la ley de la inercia de
Descartes, para explicar el
movimiento y además demostrando
que dichas leyes no solo se cumplen
para los cuerpos celestes, sino que
también determinan el movimiento de
los cuerpos en la tierra.
Newton demostró las leyes de Kepler
utilizando su cálculo de fluxiones, y
con esto axiomatizó la cinemática de
los planetas. La solución que dio al
asunto de las causas del movimiento
planetario fue providencial, tanto que
la planteó como la ley de la
gravitación universal. El inglés sabía
que para el movimiento con
trayectorias cónicas (figuras formadas
por la intersección de un cono y un
plano), se cumplía que la fuerza que
experimenta el cuerpo es
inversamente proporcional al
cuadrado de la distancia ( ) y que de
acuerdo a sus leyes, en el movimiento
de un planeta alrededor del sol, éste
experimenta no solo esta fuerza,
realizada por el sol y que es la de
gravedad, sino otra fuerza que la
contrarresta: una fuerza centrífuga o
hacia afuera de su trayectoria
similarmente circular.
Necesariamente, la sola fuerza de
gravedad haría que el cuerpo se viera
atraído inevitablemente por la
gravedad hasta chocarse con el sol, y
la sola fuerza centrífuga haría que el
planeta se saliera de su órbita.
Notemos que Newton asume que todos
los cuerpos del sistema solar, poseen
también gravedad, ya Galileo lo había
presupuestado al mostrar con sus
telescopios que la naturaleza de los
planetas es igual a la de la tierra y
Entre el espacio y el tiempo
Descartes al proponer la relación
entre la gravedad y la masa de los
cuerpos. La ley de gravitación
universal demuestra la relación
formal y matemática entre las masas y
la atracción de los cuerpos, en
particular de los planetas. Con esta
ley, sir Isaac explica también los
efectos de la luna y el sol en las
mareas.
La forma matemática de la ley de
gravitación universal es: , siendo m y
M, las masas entre sí; para el caso de
los planetas o el sol, serían su propia
masa y la del cuerpo que experimenta
la atracción gravitacional. Esta ley,
tiene el título de universal porque las
masas son arbitrarias, no importa si
es el sol, un planeta, o una mosca,
todo cuerpo atrae a otros en virtud de
su masa. No debe escandalizar la idea
de que un cuerpo relativamente
liviano ejerza fuerza sobre otros, y el
hecho de que esto no se perciba no
corresponde a la posibilidad de
moverse o no, es decir, masas
pequeñas ejercen fuerzas pequeñas,
muy pequeñas, prácticamente
imperceptibles o casi nulas, haciendo
que esta fuerza solo sea significativa
para masas considerablemente
grandes.
De las tres leyes de Newton, la que
enuncia explícitamente la noción de
movimiento es la primera: la ley de la
inercia: Todo cuerpo continua en su
estado de reposo o movimiento
uniforme en línea recta, si no es
obligado a cambiar dicho estado por
fuerzas aplicadas a él (Los principia)
Recordemos que el primero que
planteó este principio fue Galileo,
aplicado para el reposo o para el
movimiento circular como tendencia
natural, luego Descartes lo enunció
correctamente en sus leyes del
movimiento, que en realidad las dos
primeras hacen alusión a la ley de la
inercia de Newton.
Entre Newton y Descartes, la noción
de fuerza es explícita en el inglés.
Descartes lo asume más desde la
interacción entre los cuerpos, idea que
no es errónea, pero sí parcializada,
pues la cuestión del choque entre
cuerpos del francés implica
necesariamente el contacto entre ellos,
lo que en cierta medida imposibilita
las fuerzas de acción a distancia. En
el planteamiento de Newton, lo que
importa es la fuerza que se aplica
sobre el cuerpo y el asunto de la
interacción, es más explícito en la
tercera ley, correspondientemente de
ambos.
De la primera ley de Newton surge la
necesidad de la segunda. Si todo
cuerpo siempre se mantiene en reposo
o en movimiento uniforme, entonces
la presencia no nula de una
aceleración implica el desequilibrio
de la primera ley, es decir, la
aparición de una o varias fuerzas que
modifican el estado del movimiento
de los cuerpos. Así, entre el análisis
cinemático del movimiento y el
análisis de sus causas (dinámica) la
aceleración es la magnitud que
relaciona estas dos ramas de la
mecánica. Siendo la aceleración el
cambio de la velocidad también tiene
desarrollo matemático desde el
cálculo infinitesimal, de lo cual
Newton plantea en general un tipo de
sistemas de referencia que se salen de
sus propios cálculos: los sistemas de
referencia no inerciales, que son
aquellos sistemas en los que el
observador se encuentra en
movimiento acelerado, por lo que no
es posible analizar los fenómenos
cinemáticos observados por otro
cuerpo desde él. Eso no fue
impedimento para Newton que en sus
principia también propone cómo
abordar este tipo de sistemas y lo
constituye en la base para el
movimiento y sus causas.
Newton es para muchos el mayor
genio de la física en toda la historia,
su teoría ha sido el fundamento para
el desarrollo de esta ciencia hasta
finales del siglo XIX, y gracias a sus
aportes y las grandes revoluciones
científicas de los siglos precedentes y
posteriores a él, se llegó a construir
una física considerada casi completa;
sin embargo, como la construcción de
las ciencias lo requiere y lo ha
demostrado, no hay conocimientos
acabados. Con Newton no es la
excepción, y uno de los baches en su
teoría es precisamente al
planteamiento de su cinemática, desde
sus cimientos. Analicemos en donde
está el “talón” de Newton.
Newton en un desliz casi aristotélico
supone en su obra que el tiempo es
completamente absoluto, a la vez que
el espacio es relativo. Dependiendo del
observador, un cuerpo se mueve o no,
con tal o cual forma de moverse, pero
siempre el tiempo, independiente del
observador transcurre sin
dependencias de ningún tipo. ¿Se
equivocó Newton? Se podría decir que
no, pero la universalidad de sus leyes
queda entre ojos con otro gran
hombre, quizás el físico más
representativo del siglo XX, el alemán
de origen judío Albert Einstein. No
hay motivo para creer que Newton se
equivocó por convicciones o razones
religiosas o personales, pues su teoría
ha tenido tanta fuerza que se sigue
enseñando en todas partes y
aceptándose sus leyes como leyes
naturales verídicas. La razón es que
nada de lo que Newton planteó es
falso, pero lo que descubre Einstein es
que sí tiene condiciones. Veamos por
qué.
Mauricio Alexander López Guzmán.
FÍSICA INACABADA: LOS
ALBORES DE LA FÍSICA
MODERNA Y CONTEMPORÁNEA
Siglo XIX, después de tener una base
sólida en la teoría newtoniana la
física se desarrolla explosivamente en
trescientos años, más de lo que lo
había hecho en más de veinte siglos.
Surgen más allá de la mecánica otras
ramas de la física, como la
termodinámica, la mecánica
estadística y de fluidos, las teorías
ondulatorias y el electromagnetismo;
su aplicación marca el desarrollo de
la tecnología y la resolución del
inmenso cuestionario inacabado de la
curiosidad humana, pues fueron
fundamentales en el tiempo de las
grandes revoluciones. Con todo esto
parecía que la física estaba acabada,
en su construcción, o por lo menos en
sus cimientos; pero la historia como
siempre mostraría otra cosa.
Con el mejoramiento de la tecnología
y los instrumentos utilizados en los
laboratorios y demás escenarios de
ciencia, fueron surgiendo situaciones
que ponían en duda la veracidad de
las leyes de Newton entre otras
“verdades”. En particular, dos
situaciones llevaron a cuestionar
nuevamente las bases de la física:
Primero, la genialidad de Einstein,
quien proponía que el tiempo no era
absoluto, sino relativo, lo que
implicaba revisar nuevamente los
fenómenos físicos relacionados con el
tiempo y con él todas las magnitudes
derivadas físicas definidas desde la
teoría newtoniana. Así es, ni tiempo
ni espacio son absolutos. Aquellas
formas de los sentidos, de Kant,
también son susceptibles al cambio, a
la relativización. La otra cuestión
tiene que ver con el desarrollo a la par
de la mecánica cuántica y la física
atómica y nuclear, ramas modernas de
la física que surgieron como una
Entre el espacio y el tiempo
necesidad de explicar algunos
fenómenos que la física clásica no
pudo definir.
Básicamente la relatividad de
Einstein modifica esa posición
privilegiada del tiempo como
invariante, haciéndolo uno con el
espacio en lo que se denomina la
dualidad espacio-tiempo, ahora ambos
medidos con una magnitud derivada
de ellos: la velocidad, y en particular
la velocidad de la luz. A velocidades
muy grandes, cercanas a la de la luz,
las leyes de Newton no se cumplen
para los fenómenos físicos, esto deriva
en grandes consecuencias, en
particular porque los sistemas de
referencia asumen formas más
complejas que las netamente
relacionadas en el espacio. La física
de Newton no desaparece ni se anula,
pues en condiciones de velocidades
relativamente bajas a la de la luz (en
las que ocurren la mayoría de los
fenómenos físicos que conocemos y
que podemos medir) la nueva
propuesta de Einstein se equipara con
la de Newton.
Por otra parte, las nuevas ramas de la
física surgieron de la observación de
los fenómenos físicos a nivel
microscópico, la cual ha demostrado
que el determinismo de Newton
también es un caso particular de otras
teorías más concretas y necesarias.
Por ejemplo, la física de partículas
actual no habla de posiciones
absolutas en instantes determinados,
como la secuencia de imágenes en una
película, sino de nubes de
probabilidad, de posibilidades más o
menos probables del espacio que puede
6
Comentario que Newton hace en
carta remitida a Robert Hooke en
1676.
ocupar una partícula en un instante
determinado.
No se pretende hacer un acercamiento
a estos nuevos campos de la física,
pero sí dejar la inquietud al lector
sobre cómo el conocimiento
construido a lo largo de la historia de
las ciencias ha sentado las bases de la
historia humana. Hoy en día la física
se mueve entre nuevas teorías que
proponen universos cimentados en
dimensiones como cuerdas,
termodinámica fuera del equilibrio,
teoría del Caos, fractales, puntos
cuánticos, multiversos, o la teoría M
que pretende unificar todas las demás
teorías en una sola teoría en conjunto.
Como vemos la física no está acabada,
y de seguro todos los conceptos aquí
expuestos seguirán también un
camino de evolución, pero en cada
momento de la historia los seres
humanos hemos interpretado y
entendido el mundo, bien o mal, por
convicción o por ignorancia hemos
dado respuestas a nuestras preguntas,
respuestas inacabadas
afortunadamente. ¿Que seguirá
después de esto? ¿Cómo será la ciencia
en cien o quinientos años? ¿Cuáles
serán los objetos de conocimiento? No
lo sabemos, pero seguro lo que hoy
sabemos será fundamento de lo que se
viene en el futuro. Y seguro se dirá,
parafraseando a Newton: “He visto
más lejos porque me he apoyado en
hombros de gigantes”6.
Mauricio Alexander López Guzmán.
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LA FÍSICA DEL TIEMPO.
(Artículo de revista). Revista Ciencia
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Noviembre 2002).