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19 claves para controlar la

ansiedad
24 ABRIL, 2017 ESCRITO POR CLAUDIO ALMARCEGUI3 COMENTARIOS

La ansiedad es una de las mayores epidemias de la actualidad. Cada vez más


personas la sufren. Según estudios, al menos 4 de 100 habitantes padecen de
ansiedad. En la Unión Europea (UE) al menos 60 millones de personas sufren
de ansiedad anualmente, mientras que en Estados Unidos, el país con el nivel
más elevado, 8 de cada 100 norteamericanos padece este trastorno, con un
costo anual de hasta $ 42,3 millones. Los científicos concluyeron, además, que
las mujeres, los hombres de menos de 35 años y las personas con problemas
de salud crónicos son los más afectados.

El organismo señaló que entre 1990 y 2013, el número de personas que sufría
de ansiedad aumentó casi el 50%, de 416 millones a 615 millones.

Por todo esto y porque seguramente tú o alguien cercano a ti la ha padecido en


algún momento, he preparado una guía práctica para que tengas herramientas
para hacer frente a esta enfermedad tan dañina.

Eso sí, quiero dejar claro que no soy psicólogo ni médico. Pero sí que por
suerte o por desgracia yo he padecido ansiedad y he tratado con mucha gente
que o bien la sufrido o la está sufriendo en sus carnes. Por eso este artículo
tendrá un efecto pragmático y me limitaré a dar una serie de técnicas que nos
ayudarán a vencer la ansiedad.

Este artículo no sustituye en ningún caso a una terapia personalizada. Si tienes


ansiedad y todavía no estás en manos de un psicólogo, me nace decirte que ya
tardas, que debes actuar YA.

¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una respuesta emocional ante una situación real o imaginaria
generada por unos estímulos internos o externos. La ansiedad a lo largo de los
años ha adquirido muy mala fama, muy mala publicidad y cuando hablamos de
ansiedad, enseguida nos viene a la cabeza la imagen de alguien miedoso,
débil, atormentado y nervioso. Y la verdad es que la realidad es muy diferente a
todo esto cuando se trabaja la ansiedad en ambientes clínicos o académicos y
más se sabe de ella.

La ansiedad forma parte de un continuo nivel de activación llamado nivel de


activación o arousal. Este nivel de activación nos hace estar despiertos,
preparados, activados y cuando sus niveles son normales, el cerebro se
encuentra en estado óptimo para planificar respuestas adaptativas; luchar o
huir. La ansiedad se situaría justo un nivel después de este estado óptimo de
activación y justo un nivel antes de casos de agitación física y mental
incontrolables como los psicoticismos y la hiperactividad.

¿Esto significa que la ansiedad es adaptativa?, ¿es útil? La ansiedad sí que


tiene una utilidad, está ahí por algo. La ansiedad es una señal que indica que
algo no va bien. Es una alarma. Una alarma que va a estar ahí hasta que no la
atiendas, la escuches, la entiendas y te despidas de ella. Lamentablemente,
esta alarma tiene que ser negativa, para que nos haga reaccionar y actuemos
para regresar a un estado de bienestar.

Cuando nos encontramos ante un peligro real o imaginario saltan las alarmas y
son la adrenalina, ante el peligro inminente, y la dopamina, ante estímulos que
pueden provocar la pérdida de algo placentero, los que toman el control. Estos
neurotransmisores nos hacen que tengamos una visión túnel, es decir,
focalizamos nuestra atención hacia ese estimulo considerado como peligroso,
se nos acelera el ritmo cardiaco, se nos dilatan las pupilas y un gran número de
cambios fisiológicos experimentados como molestos que van a seguir ahí si no
realizamos ninguna acción que acabe con ese nivel de alerta.

Y ¿cuándo todo esto se convierte en un problema? Cuando nos impide llevar


una vida normal. Cuando somos incapaces de eliminar el foco de la ansiedad
porque es real (está en casa, en el instituto, en una relación tóxica, en una
amistad conflictiva, en una adicción) y nos desborda, o es imaginario, no es
real, pero nosotros lo sentimos como sí que lo fuera, y también nos desborda.
Entonces, todo esto nos lleva a comportarnos de manera que no encaja en la
manera de comportamiento “normal” que marcan los cánones de la sociedad
en que vivimos. Y entonces nos aislamos y nos sentimos solos. En la ansiedad
patológica, la respuesta del organismo es desproporcionada y no nos
adaptamos, entonces tenemos una sensación desagradable y desmotivadora
que persiste más allá de los motivos que la desencadenaban. Se presenta de
manera espontánea y ante estímulos que no deberían provocar una respuesta
de ansiedad.

Después de este “tocho”, pasemos con las posibles soluciones. Eso sí, antes
de seguir, quiero puntualizar que la ansiedad la puedes y la debes controlar,
pero no la puedes eliminar ni hacer que no vuelva a aparecer nunca más. La
ansiedad es una emoción inherente al ser humano.

Ahora sí, ¡vamos a por las armas!

1. Medita
La meditación es una técnica ancestral que tiene la increíble (y probada
científicamente) capacidad de mejorar la vida de las personas. Numerosos
estudios demuestran que las técnicas de meditación reducen la ansiedad a la
mayoría de pacientes, aumentando su sensación de bienestar tras una práctica
de 20 minutos durante 8 semanas.

Lógicamente no es instantáneo. Necesitamos un tiempo de entrenamiento y


constancia, pero merece la pena por la calidad de vida que nos aportará.
Hay múltiples disciplinas de meditación: Zen, Vipassana, taoísta, relajación
progresiva de Jacobsson, etc… Centrando el ancla en la respiración, en
sonidos ambientales, recitando mantras, etc…

Si eres principiante yo te recomendaría que probaras las meditaciones guiadas.


Son la alternativa más sencilla, ya que solamente te tendrás que limitar a seguir
las instrucciones que te da el audio. Encontrarás cientos de ejemplos en
plataformas como Youtube o Ivoox.

2. Respira profundo
Inhala y exhala profundamente. Tan simple como eso. Es curioso, pero, a
veces olvidamos que el simple hecho de respirar profundamente nos ayuda a
relajarnos al instante. Una respiración profunda ha demostrado disminuir los
niveles de cortisol, lo que puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad. Los
estudios sugieren que también puede nivelar la presión arterial.

Esto te lo puedes aplicar cuando no tengas tiempo, o no estés en el lugar


oportuno para realizar una meditación formal.
3. Visualízate en un lugar tranquilo
Una técnica en la que solo necesitarás tu imaginación. Si te sientes ansioso,
¿Por qué no viajas mentalmente a una playa paradisíaca donde estás
contemplando un bonito atardecer?, o ¿por qué no regresas al pasado, a la
casa de tus abuelos donde tantas divertidas tardes de verano pasaste?

Son solo ejemplos, lo importante es que el sitio que elijas te traiga paz y
serenidad. Cuando lo hagas pon toda tu atención en ello. Cuanto más nítida e
intensa sea la visualización, más tranquilidad conseguirás.

4. Haz ejercicio
Uno de los consejos más recomendados para las personas que sufren de
ansiedad. Uno de los pilares básicos que debemos tener para una mente sana,
es un cuerpo sano. Mens sana in copore sana. La salud mental empieza por la
salud física.

En primer lugar, el deporte nos va ayudar a despejar la mente. Los ejercicios


aeróbicos son los más adecuados. Salir a correr, trotar, patinar, etc… Si los
hacemos acompañados mucho mejor, ya que al estar en contacto con otras
personas nos va a ayudar a distraernos mucho más.

También el deporte, nos va a subir nuestra autoestima y nuestro autoconcepto.


Esto se consigue gracias a que vemos cambios en nuestro aspecto físico y a
medida que pasa el tiempo progresamos en el desarrollo de nuestro deporte.

Otra de la razones de recomendar el ejercicio físico para la ansiedad, es que


oxigena todo el cuerpo, incluido el cerebro. Cuando tenemos ansiedad,
nuestros neurotransmisores no interactúan de forma del todo correcta. El
deporte colabora en que los neurotransmisores funcionen bien. Vamos a rendir
mucho mejor intelectualmente, vamos a tener más capacidad de concentración
y memorización.

También conlleva una bajada del cortisol, la hormona del estrés. Nos ayuda a
descansar mejor por las noches, etc…

Por todos estos motivos y muchos más, el ejercicio físico debe formar parte de
tu vida.

5. Alimentación equilibrada
Ya lo dice la famosa frase de somos lo que comemos. Una alimentación sana
es necesario para cualquier persona, padezca alguna patología o no. Básate
en la dieta mediterránea, la cual está considerada como una de las más
saludables del mundo. Evita los azucares, los fritos, los precocinados y por
norma general, cuanto menos procesado sea el alimento, mejor será para tu
salud.

Si eres de esas personas que tienen ansiedad por la comida y pierdes el


control a la hora de comer. Practica el mindfulness. Estate completamente
presente en tu plato, saborea cada bocado, mastica bien, percibe las texturas
de los alimentos. Come conscientemente y te sensación de saciedad aparecerá
mucho antes.

6. Higiene del sueño


Es recomendable tener horarios fijos. Despertarse y acostarse a las mismas
horas contribuirá a regular los neurotransmisores. Además debemos evitar ver
la tele en la cama, usar dispositivos móviles y otros aparatos electrónicos. La
cama es solamente para dormir y para practicar sexo, esto último si eres
afortunado.

Son aconsejables unas 7-8 horas de sueño al día, lo cual contribuirá al


descenso de la ansiedad. Durante un estudio científico se demostró que el
riesgo de malestar psicológico aumentaba en un 14% por cada hora de sueño
de nocturno perdido.

7. Desarrolla una actitud mindfulness


El mindfulness está muy de moda. No se trata de ninguna técnica de
meditación, sino de una filosofía de vida. Se trata de vivir en el aquí y ahora.
Tan simple como suena pero tan difícil de ponerlo en práctica. Difícil, pero muy
necesario si no queremos ser esclavos de nuestra mente.

A lo largo del día desarrollamos decenas de tareas de forma automática, las


hemos aprendido a lo largo de los años y ahora simplemente las realizamos,
sin pensar en cada uno de los pasos o en sus efectos. Por ejemplo, mientras te
cepillas los dientes, te peinas, te vistes o te bañas, puedes hacer conscientes
las sensaciones que experimentas. Se trata de desconectarte de tus
pensamientos y conectarte con tus sensaciones.

8. No te escanees
Las personas con ansiedad suelen ser también muy hipocondriacas. Están
continuamente comprobando sus constantes vitales… que si palpito, que si
estoy pálido, que si tengo ojeras, que si no puedo respirar, que mira cómo
tengo la tensión. Aléjate de todo el chequeo. No tienes nada más que la
reacción de tu sistema nervioso. Al cual lo tienes totalmente loco con tantos
pensamientos amenazantes. El sistema nervioso está todo el día en guardia,
en alerta, esperando salir corriendo o atacar. Y resulta que las amenazas son
situaciones tan cotidianas y comunes como no pasar una entrevista de trabajo
o que la persona que te gusta no te haga caso. En el momento en el que dejes
de contemplar tu mundo como una amenaza, dejará de latir el corazón como si
se te saliera del pecho.

9. Acepta la incertidumbre
Hay ciertas cosas que por mucho que nos esforcemos en controlar, están
totalmente fuera de nuestro control. Cosas como las condiciones
climatológicas, las actitudes de otras personas, la economía, la política, la
suerte, etc… Al céntranos en lo que no puedes controlar, tus preocupaciones
se van haciendo mucho mayores y tu sensación de control disminuirá, lo que
hará que nuestra ansiedad e inseguridad aumenten.

Por eso tenemos que poner en práctica la aceptación del azar. Que pase lo que
tenga que pasar. No anticipes lo que va a ocurrir. Incluso sería recomendable
que estos aspectos de los que no nos podemos ocupar nos lo tomáramos con
humor. Mejor reír que llorar, ¿verdad?

10. Ríe
La risa tienes múltiples beneficios. Desde estimular mantenernos más jóvenes,
pasando por prevenir el insomnio, hasta mejorar el sistema inmunológico. Y por
supuesto, también es una buena aliada para la lucha de enfermedades como la
ansiedad y la depresión.

Añadir un poco de humor a tu vida se puede hacer de muchas formas: ver


series y programas de humor, escuchar podcasts de comedia, apuntarte a un
taller de risoterapia, ir a ver monólogos, leer libros de cómicos, o simplemente
hacer bromas y echarte unas risas con tu gente cercana.

11. Relaciónate con otras personas


Las relaciones sociales probablemente sean de las cosas que más felicidad y
satisfacción nos proporcionan. En el trajín del día a día es muy común dejarlas
de lado. Aparcamos el tomarnos una caña con nuestro amigo por ir a clases de
inglés o dejamos de visitar a nuestros primos porque no nos apetece movernos
del blando sofá.

Una de las mejores cosas que puedes hacer para desconectar y salir de la
rutina es quedar con otras personas. Da igual si es con amigos, familiares o
compañeros del trabajo. Lo importante es relacionarte, interactuar, sociabilizar.

12. Deja de evitar


¿En qué momento decidiste dejar de vivir, marchitarte, perder oportunidades
para darle valor a una simple emoción? Puedes vivir estando triste, ansioso,
frustrado, molesto, impaciente. Las emociones no bloquean tu vida. Lo que te
ocurre es que como deseas evitar sentirte mal, evitas situaciones que te hagan
sentir incómodo. Pero esas emociones forman parte de la vida, de madurar, de
crecer, de tu desarrollo. Aprender a convivir con ellas es lo que mejor que
puedes hacer. Y esto no es un canto a la infelicidad, ni mucho menos. Es
simplemente coger experiencia con ellas, para que cuando lleguen, las
sepamos tolerar.

Recuerda que si no te enfrentas a tus temores, seguirán estando ahí y se harán


más fuertes cada vez que desistas.

13. No “terribilices”
Este original término es propiedad del psicólogo Rafael Santandreu. Según él,
“la terribilitis” es la creencia de que cualquier suceso adverso es terrible, la
guerra nuclear, el fin del mundo. Tanto si te ha pasado como si piensas que
puedes pasar. Este pensamiento de ver las cosas negras solo nos conlleva a
la infelicidad.

Nada es tan terrible. Todo tiene solución (menos la muerte) y siempre


podremos sacar una lectura positiva por más fuerte que sea el revés recibido.
Hay una gran escala de grises, que muchas veces no la queremos ver.

Para llevar esto a la práctica, Santandreu nos propone una pregunta, para cada
vez que “terribilicemos”: ¿En qué medida eso que me ha pasado/me podría
pasar me impediría hacer cosas valiosas por mí y por los demás? Seguramente
la respuesta en la mayoría de los casos será que en poco te limitaría.

Para ejemplificar esta opinión, Rafael siempre pone el ejemplo de Stephen


Hawking, el prestigioso científico, teórico y astrofísico, que a pesar de sufrir una
terrible enfermedad como es el ELA, es toda eminencia en su campo y una
persona feliz y muy realizada.

14. Divórciate de tu ansiedad


No le prestes tanta atención a tu ansiedad. Te observas, te valoras, te
preocupas, le dedicas tiempo, te limita tu vida, te quita tu espacio, postergas
tus prioridades, te enfadas con ella, la rechazas. Parece como si se tratara de
una conflictiva relación de pareja. SE ACABÓ. Deja de darle valor. Le das valor
cuando le haces caso. Acepta que está contigo, que está ahí, pero sigue tu
camino.

Esta idea también incluye el no estar hablando de tu ansiedad a otras


personas, el buscar en Internet información sobre la ansiedad, el ir buscando la
fórmula mágica para quitarte la ansiedad, etc… No le des más bola. Normaliza
la situación. Cuanto más te centres en ella, más grande y poderosa será.
15. Escribe sobre tus pensamientos y de tus
sentimientos
Quizá reñida con el anterior planteamiento, pero resulta que la escritura es una
de las herramientas más utilizadas en muchas terapias. Un ejercicio bastante
famoso que se suele mandar en la terapia cognitiva conductual, es el llevar un
diario emocional. Sacar de tu mente lo que te preocupa, lo que piensas,
escúpelo en el papel y verás como una vez escrito tomarás distancia con esos
tormentos.

Aparte del diario emocional, existen varios ejercicios específicos para estos
casos de preocupaciones o miedos excesivos, si quieres conocerlos, dímelo en
los comentarios para que haga un artículo enseñándotelos.

16. Sal al aire libre


Sí, quizá pienses que esto es el culmen de la originalidad. Pero algo tan simple
como salir a la calle a dar un paseo, irte a caminar un rato por la playa, ir de
compras o darte una vuelta por un parque de tu ciudad va a suponer que tus
niveles de estrés bajen y liberes endorfinas, que son las sustancias químicas
de nuestro cerebro que nos hacen sentir bien.

Si esta actividad puede ser durante el día y con la luz del sol, mejor que mejor.
La luz solar ayuda a sintetizar más vitamina D, lo que nos ayudará a regular los
niveles de esta vitamina en el cuerpo y esto contribuirá a mejorar nuestro
estado de ánimo.

17. Ansiolíticos naturales


Todos hemos oído hablar de los ansiolíticos y la gran mayoría los conoceréis
como fármacos que sirven para tratar la ansiedad. Todos estos fármacos tienen
un principio activo y esos principios activos casi siempre provienen de fuentes
naturales. Voy a exponer los que mejor me fueron a mí cuando tuve ansiedad.

La valeriana: Esta planta nos ayuda a regular nuestros niveles de ansiedad,


tensión y a combatir el insomnio.

Omega 3: Ayuda a regular los niveles de serotonina en el cerebro y a reducir


los niveles de cortisol, la hormona de estrés. Está presente en los pescados
azules, en algunos frutos secos como las nueces, en frutas como los aguacates
y en los cereales integrales. Aunque también los puedes encontrar en formato
pastillas en las tiendas de suplementos alimenticios.

Triptófano: Con funciones ansiolíticas, también está indicado en casos de


depresiones leves. Alimentos con altos niveles de triptófano son las legumbres,
los plátanos, los huevos, las carnes, los lácteos, etc…
Melatonina: Especialmente indicada en personas ansiosas que sufren de
insomnio y tienen trastocado el reloj biológico. Se trata del mejor somnífero
natural que existe. De hecho la melatonina es una hormona que regula el reloj
biológico de nuestro cuerpo, se sintetiza en la glándula pineal a un ritmo cíclico
y luego es distribuida por la sangre en pequeñas proporciones. La melatonina
informa al cuerpo de las fases circadianas, es decir, el ritmo seguido por el día
para poder regular el organismo a éste.

Infusiones relajantes: Se pueden encontrar en cualquier herbolario o


supermercado (mejor si los compras en los primeros). Hiervas como la melisa,
tila, hipérico, pasiflora, espino albar, flor de azahar, etc… Todas éstas hierbas
van a relajar mucho el sistema nervioso y ayudarnos a contrarrestar los
síntomas de la ansiedad.

18. Distráete con un pasatiempo


¿Te sientes más nervioso de la cuenta? ¿Qué tal si te pones a jugar para
distraer la mente? Hay juegos que requieren mucha concentración y pueden
ayudar a sacar de la cabeza eso que nos preocupa. Además se ha visto que
las personas con ansiedad tienen un déficit significativo en sus niveles de
atención. De esta manera puedes recuperarla.

Juegos como Sudokus, Scrabble, el Mahjon, puzles, encuentra las diferencias,


crucigramas o sopas de letras te pueden venir muy bien para bajar tus
revoluciones.

19. Dibuja y pinta mandalas


En los últimos meses los mandalas o mándalas están adquiriendo una gran
fama. Seguramente has visto librerías con muchos libros y cuadernos de
dibujos algos abstractos y místicos. Dentro de ellos tienen láminas en blanco y
negro y suelen llevar títulos como dibujos para colear para adultos o mándalas
para la relajación, entre otros muchos. Casi siempre con alguna temática
relacionada con el desarrollo personal.

La palabra “mandala” procede del sánscrito y significa “círculo sagrado”, una


representación del círculo de la vida para la cultura hindú y budista, que ha
llegado con fuerza hasta el mundo occidental. Cada vez, son más las personas,
que en su búsqueda de salir un rato del frenético día a día, optan por estos
libros, para relajarse, desconectar y liberar un poco su creatividad.

Hay diferentes técnicas para pintarlos, Temperas, acuarelas, ceras, lápices de


madera, etc… Escoge la que más te guste. E incluso si se te da bien el dibujo
técnico puedes animarte a crear tú tus propios mandalas.
Crea un collage emocional

Ve a Google imágenes y selecciona fotos que expresen lo que estás sintiendo.


Es importante que no pienses demasiado, tan solo que elijas las imágenes
según la resonancia emocional que hagan en ti. Recórtalas y pégalas en una
gran cartulina. Cuando hayas terminado el collage, mira la imagen que has
creado y pregúntate qué estás tratando de decirte a ti mismo.

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