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La charla expuso la evolución artística que tuvo Miguel Ángel entre los años ocurridos desde
la elaboración de su primera obra, la Batalla de los centauros, hasta los frescos de la Capilla
Sixtina de Roma. A través de sus principales obras, explicó el concepto de perfección,
cristiandad y belleza que tenia el artista a lo largo de esta época (1492-1512).
Desde sus inicios Miguel Ángel entendió la escultura como un medio para alcanzar la
perfección, que sentía como obligación para lograr ser digno del don de genialidad dado
por Dios. A los 17 años elaboró su primera escultura llamada la “Batalla de los centauros”.
Una de sus características era la inscripción de su idea en el limite impuesto por el corte del
bloque de mármol. Las figuras, contorsionadas, tratando de escapar del limite impuesto,
serán elementos que el artista repetirá en algunas de sus obras, pero especialmente en las
pinturas de la capilla Sixtina.
En “Baco” transformó los conceptos de equilibrio y sobriedad con los que había trabajado
en sus primeros años. Rompiendo con los cánones estilizados de la época renacentista; hizo
una escultura con un eje desplazado para mostrar el desequilibrio que representa el dios
griego del vino, de la embriaguez, de la locura. Esta ruptura va a ser características propias
y que aparecerán en todas sus obras.
Dos años después, en 1499, realiza una de sus obras que mejor representa el pensamiento
artístico de Miguel Ángel. “La piedad” es una pieza en la que los conceptos de cristiandad,
de rompimiento de cánones, de atemporalidad se reúnen en un mismo punto. Él era un
artista muy creyente; encontró en la religión las respuestas que toda la humanidad ha
intentado encontrar. De dónde venimos, qué somos, a dónde vamos fueron satisfechas por
el cristianismo, por lo que se sentía con la obligación de retribuir ese acto por medio de
regalar a Dios la perfección encarnada en una de sus esculturas. La piedad logra mostrar
ese deseo.
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incoherencia en cuanto al tiempo se refiere; la madre luce mucho mas joven que su hijo.
Este aspecto era intencional; la intemporalidad que le obsesionaba a Miguel Ángel la
expresaba allí, dándole brillo a la introspección del rostro, de reflexión en la que se
encontraba en ese momento.
A pesar de que consideraba a la pintura como un arte menor, antes de llegar a los frescos
de la capilla Sixtina, Miguel Ángel tuvo acercamientos a este campo. Uno de estos fue el
“Tondo Doni” (1504). Era en el trabajo de los colores, de las diferentes tonalidades en donde
el encontraba su búsqueda por la perfección. Y en esta pieza se muestra su búsqueda y
sensibilidad en el uso del color. Otro detalle interesante es su interés particular por la
relación entre la religión pagana y la cristiana expresada en esta pintura.
La imagen retratada es la intimidad de la sagrada familia, pero como fondo planteó unos
cuerpos desnudos característicos del paganismo. Este interés, sobre como los
conocimientos de aquella religión sirvieron de inicio para la cristiandad va a volver ser
expresado en los frescos encargados por Julio II en la capilla Sixtina.
Buonaroti llega a su obra culmen, en la que entiende el como fin a su trabajo en la lucha
por alcanzar la perfección. El David (1504) es la obra en la que logra encapsular todo su
conocimiento en el pasado, pero que también deja ver alguna luz de lo que va a ser su
exploración en el futuro. Desplaza el eje del centro, dando sensaciones de inestabilidad,
pero sin perder el equilibrio en la composición.
La escultura congela ese momento antes de la acción, ese espacio temporal en el que se
reflexiona, se analiza antes de comenzar con el ataque, esa tensión que vive el personaje
antes de asestar el golpe. Ese momento que no le interesaría otros artistas como Leonardo,
es algo que obsesiona al artista.
Pero también da luz a una exploración que va a tener especialmente en sus pinturas, y es la
deformación del cuerpo, de los rasgos y las extremidades. La mano derecha de David no es
proporcional a la escultura, esta deformado, agigantado. Un detalle puesto ahí por Miguel
Ángel para enfocar la fuerza , cultivada desde años atrás en la practica, que era necesaria
para la victoria. Este hecho, el alejamiento del hecho histórico y real, y el acercamiento a
un plano mas metafísico de su obra, es lo que contrasta a Miguel Ángel con los artistas de
la época como Leonardo Da Vinci.
En la Madona de brujas (1504) de Miguel Ángel, mas allá de la figura humana y la perfección
de la representación del hecho -que más le interesaba a Leonardo- retrata la introspección
que vive la madre al aceptar el destino impuesto por dios, dejando ir a su hijo; mientras que
el pequeño se aferra a ella buscando su cobijo. Es esa escena solemne el fin de la escultura
de Miguel Ángel. La misma escena, pero retratada por Leonardo en el cuadro “La virgen, el
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niño Jesús y Santa Ana” o en el Cartón de Burlington House, centra su enfoque en el hecho
histórico, en representar el momento, con unos cánones de belleza equilibrio; contrapuesto
a los principios de atemporalidad y desequilibrio de Buonarotti.
Todo este recorrido le permitiría llegar a pintar la capilla Sixtina mucho mas maduro, con
muchos mas conceptos y muchas mas exploraciones. Era un encargo del papa Julio II para
la renovación de la capilla Sixtina. Trabajo cuyo planeamiento estuvo a cargo de Bramante
quien invito a Rafael a realizar los frescos de las estancias del vaticano.
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REFERENCIAS
- Charla a cargo de la profesora . Historia de la arquitectura II. 10 de abril
de 2018. Universidad Nacional de Colombia.