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A favor de esta postura se ha dicho que “la policía está facultada a disponer medidas de

coerción sin orden judicial en casos de urgencia, en supuestos en que no sea práctico
requerir la orden, por la posibilidad de que el procedimiento se frustre... Cuando la policía
actúa en estos supuestos de urgencia, es claro que no por ello desaparecen los recaudos
de motivo previo para actuar y de límites a la actuación policial, la cual debe estar
razonablemente relacionada con dicho motivo previo”[11]. En igual sentido Granillo
Fernández y Herbel expresan que “para legitimar estas diligencias sin orden judicial,
deberán documentarse tanto las circunstancias que la justifican (motivos suficientes para
sospechar que la persona posee objetos vinculados con un delito) como su carácter
urgente (posibilidad de descubrir pruebas que ante la demora a la espera de la orden
pudieran desaparecer)”[12].

Días más tarde el mismo Tribunal resolvió la causa “Longarini” ya mencionada. Los hechos
de este caso pueden resumirse de la siguiente manera: un particular caminaba por la calle
llevando consigo un bolso de mano cuyo contenido no era visible. Personal policial decidió
interceptar a Longarini con el propósito de revisar sus pertenencias, obteniéndose como
resultado el secuestro de estupefacientes. La resolución de la Cámara invoca diversos
argumentos para validar la requisa. El primero de ellos estuvo constituido por la
circunstancia de que el interceptado (tal como surgiría del acta confeccionada por los
funcionarios policiales) se hallaba dedicado al tráfico de estupefacientes en la zona, lo cual
había sido ulteriormente confirmado por el testimonio de uno de los oficiales preventores,
quien sostuvo que la presunción tuvo su origen en “tareas de inteligencia”.

Incorporado por ley Nº 25.434, el art. 230 bis reza: “Los funcionarios de la policía y fuerza
de seguridad, sin orden judicial, podrán requisar a las personas e inspeccionar los efectos
personales que lleven consigo, así como el interior de los vehículos, aeronaves y buques,
de cualquier clase, con la finalidad de hallar la existencia de cosas probablemente
provenientes o constitutivas de un delito o de elementos que pudieran ser utilizados para
la comisión de un hecho delictivo de acuerdo a las circunstancias particulares de su
hallazgo siempre que sean realizadas:

a) con la concurrencia de circunstancias previas o concomitantes que razonable y


objetivamente permitan justificar dichas medidas respecto de persona o vehículo
determinado; y,

b) en la vía pública o en lugares de acceso público.”

Esta disposición no modifica en forma alguna el esquema básico de actuación policial que
ha sido previamente delineado a lo largo del presente trabajo[42]. Es decir, se requerirá
en todos los casos la existencia de motivos suficientes para proceder a la requisa, las que
deberán estar fundadas en razones objetivas y no en meras subjetividades.

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