El concepto de inteligencia emocional surge en 1983 con la Teoría de las inteligencias
múltiples de Howard Gardner, que considera al ser humano dotado de ocho tipos de inteligencia: lingüística-verbal, lógica-matemática, corporal-cinestésica, visual-espacial, musical, emocional (intrapersonal e interpersonal), naturalista y existencial. Antes, autores como Alfred Binet (que definió el concepto de Cociente Intelectual) habían intentado diseñar otro programa educativo, preocupados por lo que les pasaba a los niños con dificultades intelectuales y de aprendizaje.
Desde hace 25 años se viene trabajando en la inteligencia emocional como un
concepto fundamental del ajuste emocional, el bienestar personal, el éxito en la vida y las relaciones interpersonales. El informe Delors (UNESCO, 1996) la reconoce como un complemento indispensable del desarrollo cognitivo y una herramienta indispensable de prevención.
En el terreno teórico hay dos modelos de inteligencia emocional: el mixto, popularizado
por Goleman con su best seller del mismo nombre, y el modelo de Salovey y Mayer, que considera la inteligencia emocional como una habilidad mental distinta de la inteligencia estándar, analítica, concebida como el uso adaptativo de las emociones para solucionar problemas y adaptarse de forma eficaz al medio. Éste es el modelo que prefieren los profesores de la Universidad de Málaga Pablo Fernández-Berrocal y Descree Ruiz Aranda, y el que definen en su artículo La inteligencia emocional en la Educación. Dentro de este modelo se define la inteligencia emocional como “la habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que faciliten el pensamiento; la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular las emociones promoviendo el crecimiento emocional intelectual”
La inteligencia emocional, por tanto, afectará tanto a las relaciones interpersonales
como al bienestar psicológico, al rendimiento académico y a la aparición de conductas disruptivas. Esto explica que el alumno con mejores notas no siempre sea el que tenga mejor trayectoria profesional o que, entre dos profesionales con la misma andadura e idéntico currículum uno triunfe y otro no.
Desde el Instituto Superior de Inteligencia Emocional, Ana Belén Bayón recomienda
empezar con Emociones. Una guía interna, de Leslie S. Greenberg (Editorial Desclee de Brouwer, colección Serendipity). Pablo Fernández-Berrocal, señala como referentes Las ideas modernas acerca de los niños, de Alfred Binet (Librería Gutemberg), Emoción. La ciencia del sentimiento, de D. Evans (Paidós) o Inteligencia Emocional, de Daniel Goleman (Kairos). Además, se puede consultar también la página www.dialnet.unirioja.es