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Xmiu. llomenajt· al f'rof F.

Gaseó, Sevilla, 1997

ALGUNOS ASPECTOS DE LA VERSIÓN MÁS


ANTIGUA CONSERVADA SOBRE LA DESTRUCCIÓN
DE TROYA
F. SÁNCHEZ JIMÉNEZ
Unjversidad de Málaga

1) La noticia y su contexto

Diomsio de Halicarnaso atribuye a Helámco o, mejor dicho, le relaciona


directamente con un relato que considera el más fiable sobre la huida de Eneas (D. H.
1,45,4-48,1 = 4 F 31). De excepcional longitud y de una cierta complejidad
argumental, la historia, que podemos considerar como la más antigua versión
conservada sobre la destrucción de Troya 1 (al menos en lo que se refiere a su
segunda sección, el combate nocturno), se estructura a su vez en dos momentos
principales: Al principio ( 1,46) se narran algunos particulares de la batalla nocturna,
el control eventual por parte de Eneas y los suyos de la fortaleza de Pérgamo, el
rescate de una importante masa de la población que sobrevivió a los primeros ataques
de los griegos, el proyecto y realización de un plan de evacnación de los más débiles
a un lugar alejado de la ciudad y seguro, y la propia marcha de Eneas y sus mejores
tropas hacia el monte Ida en el momento en que el empuje de las tropas agresoras
comandadas por N eoptólemo ya no se podía resistir. En segundo lugar ( 1, 4 7) el relato
se centra en la estancia de Eneas y sus compañeros en el monte Ida, donde se les
unen los habitantes de ciertas ciudades de la región que tuvieron conocimiento del
desastre final de Troya, congregándose una verdadera multitud; en la actividad griega
encaminada a establecer una hegemmúa defimtiva sobre la región troyana; en los
pactos establecidos entre Eneas y los griegos, el destino de la dinastía troyana -que
se relaciona con la actividad de Asca1úo, el hijo del caudillo-. y la defimtiva marcha
de Eneas hasta su llegada a Palene, mencionada aquí como la primera etapa de su
viaje que, como sabemos, acabará por concluir en Italia.
Antes de entrar en el análisis de algunos de sus aspectos más relevantes
convendría hacer ciertas observaciones sobre las pautas generales seguidas en la
crítica de las fuentes por Dionisio, su transmisor, y sobre la utilización como fuente
y valoración particular de Helá1úco de Lesbos, asunto éste último al que he tenido
oportunidad de referinue no hace mucho 2 •
Si alguna característica esencial a1úma la obra de Diomsio de Halicarnaso.

l El tema del caballo es bien conocido en la Odisea (8.490-520). Otros recuerdos de la destrucción de
Tmya en 4,240 ss; 270 ss; 11.530.
2 F. Sánchcz Jiménez. "Hciánico en la opinión de sus contemporán~os". IJI ConRreso Peninsular de
Hisron11 Amigu.a (Vitoria 1994). Prcactas l. 106-114.
116 F. SÁNCHEZJ~ÉNEZ

Si alguna característica esencial anima la obra de Dionisio de Halicarnaso,


convirtiéndose en verdadero hilo conductor, es su intención de demostrar la
antigüedad y relevancia de la ciudad de Roma. Roma no es una advenediza; su
situación actual de poder hegemónico responde a unas causas y a unas raíces que
pueden rastrearse en su pasado más remoto. ¿Qué mayor motivo de orgullo para los
romanos y qué m~jor contentaJniento para los griegos sometidos que subrayar el not?le
origen de la ciudad, emparentándola directa y reiteradamente con el mundo griego?
La "grecidad" de Roma se convierte así en la piedra angular de la argumentación
dionisiana3 , impulso que la anima en su conjunto y que se revela de forma patente
a lo largo del Libro 1, donde el historiador hace gala de su voluntad demostrativa,
recogiendo de manera exhaustiva, aunque sesgada, todas aquellas tradiciones que le
ayudan a sostener su planteamiento principal.
Así Dionisio organiza el discurso de su Libro 1 como una sucesión migratoria
continuada desde tiempos muy lejanos, y configurada por diversas oleadas que
interesaron a la península itálica. Aborígenes, pelasgos, arcadios, compañeros de
Heracles, troyanos de Eneas, todos pueblos de origen griego, fueron, por decirlo así,
fundadores de la estirpe romana, pemlitiendo el establecimiento de unas relaciones
fluidas entre Roma y el mundo helénico y justificando en última instancia su
hegemonía actual.
En este sentido el único interés que tiene para el de Halicamaso la
destrucción de Troya queda limitado casi exclusivamente a la huida de Eneas, como
punto de partida para explicar su llegada a Italia y su posterior estancia allí.
Ahora bien, una duda legítima que puede plantearse sobre la correcta
atribución de F 31, quizás la principal y que implicaría directamente a Dionisia, tiene
que ver con los presupuestos metodológicos del autor, con su práctica como
historiador y su tratanliento de las fuentes, incluido naturalmente el propio Helánico.
La ausencia de la crítica directa de las fuentes, excepto en casos contados o
por necesidad insoslayable, es la norma general a la que pronto nos acostumbra el
autor. Dioniso procura no colocarse directamente frente a un autor defendiendo una
opinión opuesta a la suya; por el contrario, le vemos moviéndose hábilmente entre las
diferentes versiones buscando una versión sincrética y globalizadora, eligiendo en
cada momento lo que le resulta útil y silenciando simplemente aquello que no encaja
en sus presupuestos. Esta búsqueda de lo complementario se traduce en una narración
integradora y enemiga de lo excluyente de la que da buena muestra a lo largo del
Libro l.

3 La naturaleza griega de la ciudad de Roma es la base del planteamiento dionisiano, universalmente


reconocida por la investigación: D. Musti. "Etruschi e Greci nella rappresentazione dionisia na delle origini
di Roma", Au. on. M.Pallouino. Gii Etruschi e Roma (Roma 1981) 30. Idem, "1 Greci e !'Italia", Swn·a
di Roma (forino 1988) 40 y 50. E. Gabba, "La Storia di Roma Arcaica di Dionigi d'Alicamasso", ANRW
II, 30,1 ,804. ldem, "Storiografia greca e imperialismo romano". RSI 86 (1974) 641. H. Hill. "Dionysius
of H. and the origins of Ro me", JRS 51 (1961) 88-89 ... etc.
LA VERSIÓN MÁS ANTIGUA DE LA FUNDACIÓN DE TROYA 117

De los cinco fragmentos de Helánico de Leshos que conservamos gracias a


su transmisión en el Libro I de la Arqueología Romana4 podemos escoger dos como
ejemplos claros de esa tendencia a la síntesis: la exposición unificadora de la
migración sícula, desarrollada por Dionisia a partir de diferentes fuentes (además de
Helánico, Filisto, Antíoco y Tucídides) limando las asperezas de los matices
divergentes, y por otra parte la.búsqueda explícita del consenso, tras confrontar las
opiniones de Helánico y Antíoco, sobre el origen del nombre "Italia". Ello sin dejar
de lado la propia versión de Dionisia acerca del viaje de Eneas, donde parece
recogerse lo más florido de los diferentes aportes episódicos de la tradición en no
menos de cinco siglos en una narración integradora próxima a la virgiliana.
De hecho, la propia presentación del F 31 no resulta exenta de esta
meticulosa tarea, como veremos más adelante. Sin embargo, nuestra opinión personal
irá más bien dirigida a defender el carácter fundamentalmente unitario de la narración.
Otra implicación directa de la metodología dionisiana es su tendencia a la
valoración positiva de los autores citados, especialmente si éstos son muy antiguos,
lo que no lleva necesariamente al acuerdo en todos los puntos sobre un determinado
tema. Sin embargo, Helánico aparece como algo más que un autor valorado como cita
erudita en la Arqueología Romana. En otro lugar he defendido la utilización como
base narrativa, como verdadera estructura del relato, a pesar de mantener una postura
absolutamente opuesta en sus implicaciones últimas (que se traducen en la espinosa
cuestión de la autoctonía etrusca), de la versión del origen de los tirrenos sostenida
por Helánico de Lesbos 5 • Esto, naturalmente, puede utilizarse como argumento de
autenticidad, basado en la especial utilidad y valoración del autor transmitido,
independientemente del reconocimiento explícito del propio Dionisia de haber
utilizado "la narración más fiable sobre la huida de Eneas, en la que se basó para sus
Troicas Helánico" ( 1, 48, 1).

Il) Algunos aspectos de F 31

a) Cuestiones que pueden atribuirse a Dionisia.-

Las alusiones hechas al comienzo del fragmento al engaño (apáte) del


caballo, que se retrotrae a Homero -indudablemente a la Odisea-, y a la traición
(prodosía) de los Antenóridas, así como a cualquier otra causa o forma de torna de
la ciudad, deben ser adscritas a Dionisia casi con toda seguridad, tanto por su carácter
introductorio como por la improbabilidad de que Helánico se refiriera a alguna de
ellas.

4 Origen pelásgico de los tirrenos (F 4 = 1,28; Forónide); huida de Eneas (F 31 = 1,46-7; Troicas);
migración sícula (F 79a = 1,22; Sac. Arg.); fundación de Roma (F 84 = 1,72; Sac. Arg.); origen del
nombre "Italia" (F 111 = 1,35). Utilizo aquí la numeración de los fragmentos de J .J. Caerols, Helánico
de Lesbos (Madrid 1991 ).
5 F. Sánchez Jiménez, "Helánico y Dionisia sobre el origen pelásgico de los tirrenos (D.H. 1,28,3 =
FGrH 4 F 4)", QS 41 (1995) 129-140.
118 F. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

Si bien en la llíada se deja el camino abierto para posteriores conjeturas


sobre el comportamiento de Antenor respecto de los griegos, e incluso en el Ciclo la
hospitalidad y protección de Antenor para con Menelao y Odisea tiene su
correspondencia en la salvación de alguno de sus familiares. debemos esperar hasta
que Licofrón (Alex. 339 ss.) aluda con escasa claridad a la traición. Dato éste que,
en fin, más que hacernos dudar de la atribución a Helánico de todo el fragmento,
debemos considerar como una peculiaridad más de la técnica narrativa de Dionisio
que aprovecha su comienzo para situarnos.
Respecto al caballo nada tenemos a favor o en contra de su posible mención
en el relato de Helánico. La entrada abrupta en situación nos impide conocer más
detalles. auque sí es posible, como veremos más adelante, que nos encontremos ante
algunas modificaciones respecto a la tradición más generalizada.
Por último, el hecho de que la toma de la ciudad sucediese de noche, aunque
esto podría parecer una aclaración introductoria más de Diotúsio, es lo cierto que fue
un lugar común en el tratamiento de los hechos y, por ello, tampoco puede sernos de
mucha más utilidad.
Más complicada puede resultar la mención, en un lugar central del
fragmento. de Elimo y Egesto, quienes junto con los suyos habían preparado una flota
y salido de la ciudad de Dárdano antes de la noche del asalto a Troya (1,47,2). La
noticia se ajusta bien al episodio siciliano en la reconstrucción dimúsiana del viaje de
Eneas ( 1,52); sin embargo, parece entrar en contradicción con algunas circunstancias
derivadas de la versión de Helánico acerca de la emigración sícula, relato que
conocemos a través del propio Dimúsio (D.H. 1.22,3 = F 79a). Según Helánico el
pueblo sículo dejó Italia tres generaciones antes de la guerra de Troya (el año 26 del
sacerdocio de Alcíone en el santuario de Hera en Argos), y calcula que se desarrolló
en dos oleadas: la primera expedición fue la de los élimos, expulsados por los
enotros; la segunda, cinco aüos después, la de los ausones, huidos de los yápiges y
cuyo rey era Sícelo, de donde el nombre de la isla (cfr. la versión coincidente de
Esteban de Bizancio. F 79).
Así, frente a la posición predominante de la tradición que, al menos desde
Tucídides (6,2,3), hacía de los élimos unos troyanos huidos y en la que como hemos
visto se inscribe el mismo Dionisio, Helánico parece arrogarles un origen
estrictamente local, itálico. Es posible que el lesbio siguiera en este punto alguna de
las más antiguas tradiciones sículo-itálicas. Esta sensibilidad hacia las culturas
occidentales parece encontrar paralelo en la explicación que propone para el nombre
"Italia" (F 111 = D.H.l.35), bien diferente de la más tradicional en las concepciones
griegas de la eponimia que sabemos fue mantetúda por Antíoco de Siracusa.
En todo caso, lo visto hasta "el momento pennite dudar razonablemente de la
adscripción a Helánicn de la alusión a Egesto y Elimo que venimos discutiendo. Tanto
por la posición diferente sobre los élimos demostrada en otro lugar como por el
carácter parentético de la atirmación, podemos suponer con un razonable margen de
confianza que se trate de una aclaración incluida por el historiador de Halicarnaso.
LA VERSIÓN MÁS ANTIGUA DE LA FUNDACIÓN DE TROYA 119

b) Aspectos especificas de F 31.-

El protagonismo de Eneas.-

Eneas capitanea las fuerzas auxiliares (eptkouroi) procedentes de las ciudades


de Dárdano y Ofrinio, cercanas a Troya (46,1). La impresión es que habóan llegado
a la ciudad no mucho tiempo antes de su asalto, lo que se ajusta bastante bien a lo que
conocemos por el Ciclo.
Su imagen es la de un general previsor y conocedor (émpeiros) de su tarea,
racional y pragmático. Preocupado por la protección de las personas, no duda en
ceder posiciones para salvarlas. Es precavido y su inteligencia le lleva a forjar planes
(dóxai) culminados por el éxito. En el combate utiliza una hábil estrategia que le
permite evacuar a los más débiles conteniendo al enemigo, y aprovechar las
distracciones de éste para poder huir en buen orden. Cuando ya no es posible
mantener la guerra no duda en enviar embajadores para solicitar la paz, aceptando las
condiciones que resultan ser "lo mejor dentro de lo posible".
No es por tanto una perspectiva "heroica" la que nos presenta Helánico. Ni
actos de valentía individual, ni las contradicciones que nos hacen parecer tan humanos
a los personajes de Homero. Más aún, en ciertos aspectos el Eneas de F 31 choca
abiertamente con el Eneas homérico: nada más lejos de la bravuconeóa de un héroe
que presume poder enfrentarse cara a cara con Aquiles en un convite de camaradas
(20,83), que no duda en salir corriendo perseguido por el furioso Pelida (178 ss.), y
que sólo consigue sobrevivir a su acometida gracias a la protección de Posidón que
le arrabata en el momento crucial (318 ss.).

La batalla nocturna.-

La narración, focalizada exclusivamente en la gesta de Eneas, no nos


presenta ninguna de las escenas caracteósticas del Ciclo, como la muerte de Póamo,
la violación de Casandra, la muerte de Deífobo y el encuentro de Menelao con
Helena, que llegaron a convertirse en verdaderos lugares comunes de una tradición
viva hasta la Antigüedad tardía. En resumen, se trata de un relato donde el
protagonismo heroico, caracterizado por los encuentros individuales, está plenamente
ausente. Sólo dos caudillos, Eneas y Neoptólemo, quienes, como verdaderos jefes de
sus ejércitos, nunca llegan a encontrarse personalmente. Los hechos descritos reciben
un tratamiento objetivo y racionalista6 , propio de un historiador preocupado por la
estrategia y los movimientos generales de dos ejércitos. De hecho, cuando Dionisia
la califica como la narración más fiable (pistótatos tón lógon) sobre la huida de Eneas,
no podemos dejar de pensar en la aplicación del criterio de veracidad como carta de

6 Ahora bien, la inclusión de criterios de racionalidad en su análisis del pasado remoto es también una
característica esencial del método histórico en Dionisio de Halicarnaso (Gabba, "La Storia ... art. cit". 805.
M. Fox. "History and Rhetoric in Dionysius of Halicarnassus". JRS 83 (1993) 44.). por lo que este
argumento debe ser manejado con precaución a la hora de discutir sobre la autoría del fragmento.
120 F. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

naturaleza de la obra histórica, que aquí parece conceder con toda claridad nuestro
transmisor1.
Detemünados aspectos concretos son muy interesantes por su expresión
difícilmente conciliable con la tradición cíclica. Así, por ejemplo, la dicotomía entre
ciudad baja y la fortaleza, acrópolis o Pérgamo, parece lo más novedoso del relato.
Como hemos señalado, la gente,de Eneas se refugió en la fortaleza mientras la ciudad
propiamente dicha era tomada por los aqueos (tes káto póleos haliskoménes). Sin
embargo, esta visión de los hechos, perfectamente lógica por otra parte desde el
ejercicio bélico, no deja de plantear ciertos interrogantes.
Por un lado, la tradición cíclica es prácticamente unánime en el hecho de que
el caballo fue situado en la acrópolis, delante del palacio de Príamo (Apollod. Ept.
5, 16), noticia que resulta plenamente confirmada y ampliada en la Odisea, donde se
dice que fue llevado al ágora y que los troyanos lo habían arrastrado hasta la acrópolis
(Od. 8,490 ss.). Pero entonces el relato de HeláilÍco sería bastante inconsistente, ya
que precisamente habría sido la fortaleza de Troya el primer teatro de operaciones de
los aqueos infiltrados merced a un engaño en el corazón mismo de la ciudad.
Por otra parte, la mayoría de los episodios centrales de la batalla nocturna
y de la toma de la ciudad se desarrollaron específicamente en la acrópolis, en la zona
de los palacios y templos, donde fueron muertos Príamo y Deífobo y donde fue
violada Casandra. En Helánico fue efectivamente Neoptólemo el primero en poner su
pie sobre las murallas de Pérgamo; pero entonces ¿cuál fue la actitud de Eneas y los
suyos para con los miembros de la casa real?; ¿qué debemos entender por la apertura
de las puertas, sino el abandono de los palacios y sus ocupantes?
La sospecha del desamparo de los Priamidas flota a lo largo de todo el relato.
Eneas y los suyos, una cantidad tan importante que por lo menos igualaba a la de los
muertos, incrementada además por las posteriores adhesiones, acaban retirándose al
monte Ida. Ahora bien, en el Saco de Troya (Proclo) los compañeros de Eneas
marcharían al monte Ida tras el episodio de la muerte de Laocoonte a raíz del asunto
del debate sobre el caballo. Esta versión fue seguida por Sófocles en su tragedia
Laocoonte (D.H. 1,48,2), haciendo que Eneas huyese "siguiendo las órdenes de su
padre Anquises, que por el recuerdo de los consejos de Afrodita y las premoniciones
recientes sobre los Laocóntidas, conjeturó la futura destrucción de la ciudad" 8 • En

7 Es la idea recogida por D. Ambaglio, L 'Opera siOn'ografica di Ellanico di Lesbo (Pisa 1980) 125,
cuando compara la naturaleza de F 31 como especie de alethes lógos, un relato que aspiraba a ser una
exposición histórica de la guerra de Troya. El autor subraya en reiteradas ocasiones la tendencia racionalista
de la narración de los acontecimientos militares, poniéndolos en paralelo con la máche parapotámios del
F 28 de las Troicas.
8 Las versiones son muchas y difíciles de conciliar. El Ciclo no parece haber dicho nada sobre su
participación en el combate nocturno, y además la Pequeria !liada parece situarse en una posición
radicalmente opuesta al Saco de Troya y a Apolodoro respecto al destino de Eneas. En la obra de Lesques,
Eneas es, junto con Andrómaca, parte del botín de Neoptólemo. que les llevó por mar hasta Farsalia (11.
parv. f.l9a = Schol. Lyc. 1268. Esta información es, sin embargo. atribuida por Schol. Eur. Andr. 14 a
Simias de Rodas). Quedaría posteriormente en libertad tras la muerte del Eácida a manos de Orestes (cfr.
f.2! = Schol. Lyc. 1232). En Apolodoro (Epi. 5,21 ). en pleno contexto de la batalla nocturna. se dice que
LA VERSIÓN MÁS ANTIGUA DE LA FUNDACIÓN DE TROYA 121

fin, que muchos troyanos fueron esclavizados (andrapodízo) por los asaltantes nos lo
confim1a F 31. donde por cierto Helánico nos muestra una imagen muy negativa de
los atacantes.

Hegemonía y libertad.-
La ciudad de Ilión detentaba una cierta influencia ·Sobre la región adyacente
cuyo alcance no podemos precisar. Con todo la tradición nos muestra unas relaciones
con la ciudad de Dárdano que podrían calificarse al menos de dinámicas, y que
subrayan las pretensiones de Eneas al trono de Príamo. Hemos visto que éste
comandaba las fuerzas auxiliares que provenían especialmente de Dárdano y Ofrinio,
ciudades del iiwt.jiato entorno de Troya, que debía constituir el marco natural de
influencia de la ciudad. Además, según Helánico. cuando Eneas se vió obligado a
abandonar su país, envió a su hijo Ascanio acompañado por efectivos frigios a la
comarca de la Dascalítide, que debemos suponer en el límite interior de la zona de
dicha influencia.
La actividad de los aqueos tras la conquista de Troya no se limitó al saqueo
y a la esclavitud de sus habitantes (y a la venganza por la ofensa cometida por los
troyanos), sino que, en el marco de la visión racionalizadora de F 31, se desarrolla
una verdadera política de control. si no de anexión, de la región Troyana. Los griegos
se dedicaron a devastar la región (chorfa). a tomar las plazas fuertes y a eliminar toda
resistencia de los que sobrevivieron al desastre (47 ,3). La misma exigencia de la
marcha de Eneas y los suyos de la Tróade parece apuntar más bien a una política de
deportación propia de una acción imperialista, antes que a una simple represalia o
garantía de seguridad.
La cuestión principal se suscita cuando se nos da una imagen de los
supervivientes como un colectivo que huye al Ida para defender su libertad (hoi tes
eleutherías periechómenoi; 47 ,2), y que aspira a volver a sus hogares tras la marcha
del ejército invasor.
No sería quizás aventurado suponer que la experiencia griega del siglo V
a.C. una vez vencida la amenaza del bárbaro -que se proyecta en el terreno de la
propaganda política con el fin de justificar la preponderancia de las dos grandes
potencias resultantes de las guerras Médicas mediante la adjudicación del papel de
liberador. y de la que tan buenos ejemplos tenemos en Heródoto (7, 139,5) y
Tucídides (1,18; 122)- tuviera su reflejo en F 31. La actitud agresiva de los invasores
de la región troyana y la retirada al Ida como baluarte de la libertad, sin alejarse
radicalmente del espíritu de la !Uada, por un efecto de concentración temática e
intensidad expresiva. apuntan hacia una sensibilidad más acorde con la desarrollada
en el mundo griego en el marco cronológico de la Pentecontecia.

Licolúm iALex. 1260 ss. ): le dejaron escoger cualquier tesoro y él sólo eligi0 llevarse los s<1rm. La
numcr<Jcié>n de los fr<Jgmcntos del Cirio es 1<1 de A. llcrnahé Pajares. Fmgmmros de épim griega arraira
¡Madrid !979).
122 F. SÁNCHEZ JIMÉNEZ

La huida y el destino de Eneas y de Troya.-


El resultado final de los acontecimientos es la huida de Eneas junto con su
familia y compaüeros, quienes logran salvar del desastre parte de sus riquezas, pero
sobre todo las imágenes de los dioses. Su marcha se produce en dos movimientos bien
diferenciados: en un primer momento el grupo de Eneas abandona Pérgamo abriendo
sus puertas; marchan bien ordenados, en carretas, dirigiéndose a su destirw transitorio
en el monte Ida. El segundo corresponde al embarco y la partida definitiva hacia
Tracia. Llama la atención a lo largo de todo este proceso la ausencia clara de
cualquier alusión a la intervención de alguna divinidad protectora, bien directamente,
bien por vía oracular o consejo indirecto.
Antes de detenernos en las implicaciones posibles de la llegada del héroe a
Palene conviene reflexionar sobre una figura que, aunque siempre en un discreto
segundo plano, cobra un protagonismo indiscutible, acorde con el Ciclo, en los
momentos esenciales del fragmento. Me refiero, naturalmente, al hijo de Aquiles,
Neoptólemo.
El Eácida es el jefe del ejército aqueo, y el primero que logra penetrar en la
fortaleza de Pérgamo (46,4). Posteriom1ente y de manera colateral se nos indica que
Neoptólemo volvió a Grecia llevándose consigo a Escamandrio (Astianacte) y los
Hectóridas, permitiéndoles finalmente regresar. Esta última información tiene
implicaciones evidentes desde la perspectiva de la tradición literaria. Sobre todo
mejora considerablemente la imagen del héroe, que no sólo es exculpado de la terrible
muerte de Astianacte -que aquí sigue vivo- 9 , sino que, además, muestra un
comportamiento muy benigno para con los descendientes de Héctor, posibilitando la
continuidad de los Hectóridas, con la ayuda del hijo de Eneas. en el trono de
Troya 10 . Debe constatarse la coherencia de esta infom1ación con la transmitida por
Estrabón (13, 1,42 = F 25a, donde el geógrafo le acusa de querer gra1~earse el favor
de los habitantes de la Troya "actual"), que recuerda que Helánico defendía la
continuidad del lugar de Troya y de la ciudad misma.
¿Puede tener algún sentido más profundo esta valoración positiva de
Neoptólemo en nuestro fragmento?
La narración finaliza con la llegada de Eneas a la península de Palene, en
Tracia, a la región de los cruseos, que fue el pueblo más animoso de los aliados
troyanos. Aquí me interesa recordar que en otra obra suya (Sacerdotisas Argivas F
84 = D. H .1, 72,2) Helánico hacía de Eneas el fundador de Roma junto con Odiseo,

9 Cfr. 11. parv. JT. l9a y l9h. También Apolodoro (Epi. 5.23) y Saco de Troya ¡Proclo).
lO Cfr. Est. Byz. ,.v. "Arisbe" (= Helánico r 24a). donde se recuerda su fundación conjuntamente
pur Fscamandrio y Ascanio. Tamhién Str. 13.1.52. siguiendo a Demetrio. !Jace de la Nueva Esccpsis una
tiJndaciun de Escamandrio y Ascanil). cuyas familias reinaron largo tiempo sohrc la ciudad. v. Gabha,
'Sulla \alorio:azione politica Jella leggenda delle urigini troiane di Roma fra lli e lJ secolo a.C.". Co111r.
/.11. Sror Anrica M. Sordi (Milano 19761 X4 ss.
LA VERSIÓN MÁS ANTIGUA DE LA FUNDACIÓN DE TROYA 123

habiendo llegado a la orilla italiana desde los molosos 11 • Todo ello parece apuntar
a la existencia de un sólido lazo de unión entre el viaje de Eneas hacia Occidente y
el nóstos de Neoptólemo.
En la Pequeña llfada (ff. 19a y 21) Eneas fom1ó parte del botín de
Neoptólemo, que se lo llevó a Farsalia. A su vez Licofrón (Alex. 1265), aunque
reconoce que Eneas fue liberado por su piedad por los griegos, también admite su
estancia en Recelo, Macedonia (1235), hecho que fue interpretado por un escolio a
1232 como que fue liberado por Orestes tras la muerte de Neoptólemo, y que habitó
en Macedonia, en Recelo y A1monia -llamada Eno la primera por su causa-.
Es imposible seguir aquí con cierto detenimiento ni siquiera las líneas
principales de la formación y el desarrollo del viaje de Eneas que culminará, como
es bien sabido, en Italia, de donde arrancará la estirpe romana. Sin embargo me
parece evidente que en sus fases más tempranas permaneció ligado al nóstos de
Neoptólemo y quizá no fue sino una evolución colateral de éste.
De admitirse lo dicho habrá que concluir que el relato expresado en F 31
demuestra una sólida coherencia en lo que toca a la valoración del hijo de Aquiles,
el destino final de Troya y la suerte de Eneas; coherencia externa, es decir, en
relación con el resto de la obra de Helánico, e interna, en el seno de las propias
Troicas.

III) La versión de Helánico y su lugar en la tradición

Clasificada por Jacoby entre las obras de contenido genealógico-mitográfico,


las características fundamentales de las Troicas han sido perfectamente resumidas por
Delfino Ambaglio en uno de los trabajos de conjunto más reciente sobre nuestro
autor 12 • La obra no tuvo que estructurarse necesariamente de una manera rigurosa
sobre líneas genealógicas; de hecho, por lo que conocemos (una treintena de
fragmentos), las Troicas representan uno de los mejores exponentes de desarrollo
narrativo por parte del autor lesbio. Con todo, el desarrollo de la genealogía troyana
debió ocupar un espacio fundamental al menos en el primero de los dos libros con que
contaba la obra (ff. 23-4; 138-41). Desde un punto de vista estrictamente genealógico
la aportación principal de Helánico recayó en la inclusión de filiaciones por vía
femenina, ya que en realidad los eslabones masculinos del árbol homérico coinciden
exactamente con lo que podemos constatar en su obra. Por cierto que Dionisio de

11 Es discutible la libre combinación de los presupuestos de Helánico en sus Troicas y en sus


Sacerdotisas. Dejando a un lado el problema de la cronología relativa de ambas obras, podría pensarse que
la fundación de Roma por Eneas respondiese más. como defiende Ambaglio, op. cil. 124, a una obra
cronológica de interés universal (las Sacerdorisas) que a la propia economía de las Troiras. Por otra parte
F. Jaco by, FGrH 1.444 parece decantarse por la consideración de que ya en las Troiras Eneas llegase a
Occidente. En línea similar Gabha "Sulla valorizzazione ... arr. cir", 86. G. Vanotti, L 'alrro Enea (Roma
1995) 18-19 opina que entre las dos noticias no tiene por qué haber contradicción.
12 Amhaglio. op. cir. 30-1.
124 F. SÁNCHEZJThAÉNEZ

Halicamaso no siguió sus peculiaridades, manifestando un claro distanciamiento en


este terreno.
En el marco racionalista que hemos venido seüalando no es sencillo
determinar una valoración clara de aqueos y troyanos. Dejando aparte el F 31, donde
la posición de Helánico parece clara, el único fragmento que permite el
establecimiento firme de opinión es el tra,nsmitido por Estrabón respecto a la
continuidad del sitio y de la ciudad de Troya (F 25a = Str. 13,1,42: "para granjearse
el favor de sus habitantes"); en todo caso es arriesgado definir la orientación de
Helánico sobre este tema como claramente filotroyana, y mucho más querer deducir
de esto posibles connotaciones políticas para su propia época.
Ambaglio ha señalado cómo los fragmentos conservados demuestran una
clara reelaboración de los materiales de la Ilíada, la Odisea y los Nóstoi. A ello
debemos añadir sin duda, y como cabría esperar de otra parte, el resto de las obras
del Citlo, así como posiblemente alguna de sus reelaboraciones. De tal manera F 142,
donde se alude al oráculo que prevenía a los troyanos de las cosas del mar, debe
situarse en el contexto antehomérico de las Ciprias; más problemático sería querer ver
un posible establecimiento de relación mental entre Fereclo, constructor de las naves,
y Epeo, del caballo, a semejanza de Trifiodoro (Torna de Ilión 60). Al mismo
contexto de las Ciprias puede adscribirse F 148, referido a la muerte de Cieno a
manos de Aquiles, que sabemos por Apolodoro (Ept. 3, 31) ocurrió tras el desembarco
de los mirmidones, inmediatamente después de la muerte de Protesilao. Los FF 149
(la amazona Pentesilea) y 151 (muerte de Aquiles), remiten claramente al contexto
posthomérico de la Etiópida.
Además F 152 y 152a, ambos relativos a la fijación precisa del día, mes y
año de la caída de Troya (día 12 del mes de Targelión, época del sacerdocio de
Calisto), independientemente de la adscripción a una u otra obra concreta de
Helánico, parecen haber tomado su punto de arranque en los famosos versos de la
Pequeña Ilfada: "La noche estaba mediada y luminosa se levantaba la luna" (Il.parv.
12a,b,c), momento que no es otro que aquél en que Sinón levantaba su antorcha para
avisar a los aqueos que se encontraban en las naves, verdadero punto de arranque de
la luctuosa noche de la toma de la ciudad.
Nos resulta imposible fijar con precisión las fuentes que inspiraron a
Helánico en su relato sobre la huida de Eneas, y ello tanto por la naturaleza misma
del fragmento y los problemas derivados de su transmisión, como por el ruinoso
estado de conservación de las obras que podrían aspirar a esa consideración. Que fue
buen conocedor del Ciclo troyano se evidencia a partir de lo seüalado más arriba. Más
comprometido sería pensar en la Destrucción de Troya de Estesícoro (a su vez
inspirada en la Pequeña Ilíada y el Saco de Troya, aunque con matices nuevos de
gran interés, como su posición de simpatía frente a la tragedia troyana 13), con la sola

13 F. Rodríguez Adrados, U rica Griega Arcaica (Madrid 1986) 167


LA VERSIÓN MÁS ANTIGUA DE LA FUNDACIÓN DE TROYA 125

base testimonial de la Tabula Ilíaca, en la que se dibujaría la partida de Eneas hacia


Occidente.
Nosotros apuntamos aquí hacia la influencia decisiva del Saco de Troya, con
la partida de Eneas y sus compañeros hacia el Ida previa a la destrucción de la
ciudad; tema éste que, naturalmente, fue remodelado ampliamente por Helánico, pero
cuyos ecos quizás podamos oír aún en un fragmento de la. tragedia Laocoonte de
Sófocles (D.H. 1,48,2 = F 373 Radt):

Ahora se encuentra ante las puertas Esceas, el hijo de la


diosa. llevando sobre los hombros a su padre, que deja caer el
manto de lino por su espalda que una vez fue golpeada por el rayo
de Zeus. Alrededor hay toda una multitud de servidores. La
muchedumbre que los acompaña es superior a lo que podría creerse;
son los que desean unirse a esta colonia frigia 14 •

Dionisia sitúa la escena en el momento en que Eneas ante la inminente toma


de la ciudad huye hacia el monte Ida siguiendo las órdenes de su padre, los consejos
de Afrodita y las premoniciones recientes sobre los Laocóntidas. La muchedumbre a
la que se alude no puede dejar de recordarnos el ejército enonne que se reunió en
torno a Eneas en la versión de Helánico.
Ciertamente nunca podremos llegar a dilucidar el alcance concreto de ésta,
por mucho que afinemos nuestros instrumentos de microcirugía y nuestra imaginación.
Para Ambaglio, sobre Helánico pesa peraltro l'ipoteca delta mediazione di Dionigi.
En efecto, el producto que hemos estado trabajando aquí es el resultado indisoluble
del diálogo establecido, después de quinientos años, entre el lesbio y el halicarnaseo,
una verdadera síntesis a cuyos componentes primarios probablemente no sea posible,
IÚ siquiera lo más importante, retroceder. Pero es curioso que sea el propio Dionisia
quien paradójicamente, si se acepta la influencia señalada hace un momento, mencione
inmediatamente después de nuestro fragmento la versión de Sófocles, clasificada entre
los relatos diferentes de los mismos hechos.

14 La traducción es de E. Jiménez y E. Sánchez, Dionisia de Halicamaso. Hisloria Antigua de Roma


(Libros l-lll) (Madrid 1984) 97.

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