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El zapatero no se dio cuenta de las visitas de Jesús.

En una fábula oriental se cuenta que un zapatero en la oración oyó una voz que le anunciaba que
aquel día vendría Cristo a visitarle. El zapatero se llenó de alegría y se dispuso a hacer, lo más
deprisa posible su trabajo del día para que, cuando Cristo viniera, pudiese dedicarse enteramente
a atenderle. Y apenas abrió su tienda llegó una 'mujer de la vida' y le pidió que arreglara sus
zapatos. El viejo la atendió con cariño e incluso soportó con paciencia que la pobre mujer charlase
y charlase contándole todas sus penas aunque, con tantas charlas, casi no le dejaba trabajar y
tardase mucho más de lo previsto en arreglar los zapatos.

Cuando ella, al fin, se fue, vino a visitarle otra mujer. Era una madre que tenía un niño enfermo y
que también le daba prisa para que arreglase con urgencia unos zapatos. Y el zapatero la atendió,
aunque su corazón estaba en otro sitio en su deseo de terminar cuanto antes su trabajo, no fuera
a llegar Cristo cuando él no hubiese terminado A la tarde llegó un borracho que charlaba y charlaba
y que, con tanta cháchara apenas le dejaba rematar aquel par de zapatos que había llevado para
reparar.

Así que cayó la noche sin que el zapatero hubiera tenido un minuto de descanso. Pero, aun así se
preparó para recibir la venida de Cristo como se le había prometido en la oración. Pero, seguían
pasando las horas, y se hizo noche cerrada. El zapatero comenzó a temer que Cristo ya no vendría
mas. Y dudaba si acostarse o no. Y sólo entonces escuchó una voz que le decía: "¿Por qué me
estas esperando? ¿No te diste cuenta de que he estado contigo tres veces a lo largo del día?"

Así sucede que muchas personas esperan a Dios pero no acaban de descubrir que Dios está ya
en lo que están haciendo y viviendo. Dios siempre viene; lo que cuenta es descubrirlo en los
encuentros del día. Recuerdo que hace más de cincuenta años leí un libro que me impactó
profundamente; llevaba como título "La vida como encuentro" y todo lo que recuerdo es que decía
que el método más al alcance de todos, para hacer conocer a Cristo, es el encuentro con las
personas, la relación personal. Más que todos los medios y técnicas de comunicación, cuenta el
encuentro personal con los que el Señor nos envía en cada momento de nuestra jornada. "La vida
como encuentro", la vida es un continuo encuentro con el Señor.

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