Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
A. EL GIRO SOCRÁTICO.
- Los sofistas.
- Sócrates.
B. EL DUALISMO PLATÓNICO.
1. Contexto hitórico-cultural y filosófico.
2. El dualismo platónico.
3. De la ética a la política.
C. ANEXOS.
A. EL GIRO SOCRÁTICO.
Comenzando por los sofistas diremos que son un conjunto de filósofos griegos que
aparecen en la segunda mitad del siglo V a.C. Siguen la tradición de los poetas al ir
enseñando por los pueblos, aunque cobran por ello (son los primeros profesionales de la
enseñanza). Quieren formar al hombre dentro de sus problemas concretos, no en
abstracto, y pondrán patas arriba la cultura griega al criticarla en sus fundamentos, por
lo que van a ser muy mal vistos por el resto de filósofos. Entre lo que enseñan incluyen
un conjunto de disciplinas humanísticas como retórica, derecho, moral, política... los
más destacados entre ellos fueron Gorgias y Protágoras. Los rasgos más sobresalientes
del pensamiento sofístico son los siguientes:
1
Veamos un par de textos sofistas al respecto: “Los masagetas hacen pedazos los
cadáveres de sus progenitores y se los comen considerando su estómago la mejor
tumba; en Grecia serían condenados a muerte”. “Los macedonios consideran
bello que las muchachas sean amadas y se acuesten con un hombre antes de
casarse, y feo después de que se hayan casado; para los griegos es feo tanto lo
uno como lo otro”.
2- Cuando la gente les paga por sus enseñanzas, ellos les enseñan la areté que
consiste en que cada uno llegue al máximo de sus posibilidades, es decir, que
triunfe en la vida. Por ejemplo si uno quiere gobernar la polis o si quiere ser un
buen comerciante los sofistas les enseñan técnicas sobre cómo convencer o
manipular a la gente para que acepte sus ideas o compre sus productos. No les
importa si lo que la gente hace con sus conocimientos es justo o injusto, entre
otras cosas porque todo es relativo. Esta postura les enfrenta con la sociedad
tradicional griega porque en ella los poderosos eran los que recibían el poder a
través del linaje, mientras que ahora, cualquiera que tenga la capacidad para
convencer se puede situar en su lugar. Para enseñar la areté parten del supuesto
de que no hay verdades absolutas y de que las opiniones humanas son
modificables.
3- Investigan si las leyes sociales son physis (es decir si son leyes naturales y por
tanto inquebrantables) o nomos (costumbres sociales y por tanto variables).
Llegan a la conclusión de que en cuestiones sociales todo es nomos, y por tanto
relativo y fruto de acuerdos entre la gente. Todo esto choca con sociedades que
interpretan las costumbres como si fueran leyes naturales, por ejemplo las que
entienden como physis y no como nomos el que haya ricos y pobres, libres y
esclavos, diferencias entre hombres y mujeres para que unos estén por encima, o
formas únicas de entender la sexualidad. Pero el que los sofistas justifiquen este
relativismo del nomos no significa que prescindan de la importancia del respeto
y la justicia puesto que con ellos se vive mejor que sin ellos; por ejemplo, dicen
que una sociedad es mas justa en la medida en que sus leyes sirvan para el
progreso de todos y no de unos pocos (que es lo que ocurría en Grecia y sigue
ocurriendo hoy).
Y ahora conozcamos a Sócrates (470-399 a. C.). Fue un ateniense ejemplar y uno de los
filósofos más admirados de la época. Vivió el florecimiento y la decadencia de Atenas y
no escribió nada puesto que pensaba que lo escrito puede comunicar una doctrina, pero
no estimular la investigación, que era lo que él pretendía. Por eso lo que sabemos de
Sócrates, es a través de referencias, sobre todo las de su discípulo Platón. De padre
escultor y madre partera o comadrona (a cuya profesión ponía en paralelo con la
2
filosofía ya que ambas consisten en ayudar a traer a la luz lo que alguien lleva dentro).
Colaboró con el gobierno de los 30 tiranos hasta que comenzaron a cometer sus
crímenes y los políticos le acusaron de impiedad con los dioses y de corromper a la
juventud, aunque le perdonaban la vida si declaraba a favor de los tiranos; como
Sócrates se opuso, terminó muriendo con cicuta (en Grecia se concedía a los reos de
muerte el privilegio de envenenarse ellos antes de ser matados por otros). Por vivir y
morir por sus ideas es por lo que Sócrates pasó a la historia como un hombre ejemplar.
Con los sofistas comparte su interés por el hombre y las cuestiones morales y políticas,
pero en la forma concreta de afrontar estos asuntos difiere radicalmente de ellos.
Veamos:
3
6- Pero Sócrates aún da un paso más y no se conforma con que individualmente la
gente sea feliz, sino que entiende que en la medida en que las personas lo sean,
ello repercutirá positivamente en la polis, donde a su vez los individuos vivirán
mejor en la medida en que ésta sea más justa; los hombres no somos seres
aislados porque necesitamos a los demás y nuestras acciones repercuten también
en ellos. Es decir, en el fondo Sócrates, como más tarde veremos con su
discípulo Platón, enlaza la ética ( lo individual) con la política (lo social o
colectivo).
B. EL DUALISMO PLATÓNICO.
Aunque estamos a principio de curso, miremos al retrovisor por un momento para situar
nuestro relato. Vimos cómo en la explicación mítica, se recurría a los dioses para
explicar el universo. Frente a ella, en el VI a. C. se busca una explicación racional, y así
surge la Filosofía. Los filósofos presocráticos se van a preguntar por el arjé, intentando
solucionar el problema de la naturaleza porque su filosofía es una filosofía de la physis.
En el siglo V, con Sócrates (maestro de Platón) y los sofistas se produce un giro
motivado sobre todo por la aparición del sistema democrático en Atenas que exige una
preocupación sobre aspectos más prácticos relacionados con el hombre, la ética y la
política. Es en este contexto donde surge el pensamiento de Platón, el principal
discípulo de Sócrates.
Pero el predomino de Atenas fue breve porque pronto llegaron las guerras civiles
del Peloponeso que enfrentaron durante 30 años a Esparta y Atenas con dos
modelos distintos de entender la política (Atenas más democrática, Esparta más
aristocrática) de donde saldría victoriosa Esparta. La juventud de Platón viene a
coincidir con esta guerra en la que ambas partes quedaron tan agotadas por la
lucha que ninguna se recuperó nunca por completo. Tras la derrota ateniense se
instauró en Atenas la Tiranía de los Treinta, escogidos entre los que mostraban
4
una postura más antidemocrática y más a favor de Esparta; fueron apoyados por
los espartanos y encabezada por familiares de Platón. En definitiva, la guerra del
Peloponeso marca el fin de la plenitud del siglo V a.C., de la Grecia Clásica, y
Platón asiste a la decadencia de esa plenitud.
Platón, que había vivido casi toda su infancia y juventud en una ciudad en
guerra, ve al principio con buenos ojos la llegada de los Treinta Tiranos porque
esperaba que trajeran paz y reformas sociales. Pero el régimen de terror que
instauraron le desilusionó y se puso del lado de una revuelta que restauró una
democracia moderada, hasta que abandonó completamente la política y se
dedicó a la filosofía después de que estos nuevos políticos condenaran a muerte
de forma injusta a su maestro Sócrates.
Todas estas convulsiones históricas que Platón vivió le influyeron en su filosofía
porque no dejaba de preguntarse sobre cómo Atenas había llegado a ese grado
de desmoronamiento después de una época tan esplendorosa. Creyó encontrar la
causa de ese desastre al pensar en la ignorancia de los ciudadanos y de los
políticos sobre qué es la justicia; de ahí que el único remedio para que un estado
esté bien gobernado pasa por la educación filosófica de sus gobernantes y
ciudadanos, y a eso dedicó una buena parte de su vida. De hecho para eso fundó
la Academia (tras ser detenido, convertido en esclavo y liberado en un viaje a
Siracusa) que puede ser considerada como la primera universidad europea.
A nivel filosófico, es heredero de todas las problemáticas que hemos visto surgir
y tendrá que dar respuesta sobre todo a dos planteamientos contrapuestos.
En segundo lugar se situará ante la polémica entre los sofistas y Sócrates y aquí
se decantará claramente por su maestro ya que quiere buscar valores eternos,
identificar la virtud con el conocimiento, formar a los ciudadanos y huir del
relativismo sofista. De Sócrates también recibe la importancia del diálogo
(preguntas y respuestas) para alcanzar la verdad, la preocupación por la política
frente a la naturaleza, la correcta utilización del lenguaje y la importancia de la
sabiduría que uno lleva dentro.
Con independencia de estas dos polémicas que tendrá que resolver, hay que
resaltar la influencia en Platón de otros presocráticos. Por ejemplo de los
pitagóricos, a los que conoció personalmente y que le influenciaron a lo largo de
su vida y especialmente al final de ésta. En concreto, adoptó la importancia que
ellos concedían a las matemáticas (en su última época las sitúa Platón incluso
5
por encima del Bien), la creencia en la inmortalidad del alma, la doctrina de la
reencarnación, y la concepción dualista del hombre. También de Anaxágoras
recibió la influencia del Nous que Platón traspasó al Demiurgo, y de los
atomistas (Demócrito) tomó la concepción que tenía de la materia como una
masa caótica, informe y en continuo movimiento.
2. El dualismo platónico.
a- Dualismo ontológico
6
porque las pensemos, no son meramente contenidos mentales que representan a
los objetos reales (por ejemplo la idea de perro representa mentalmente al perro
pero sin ser el perro), no son fruto exclusivo de nuestra reflexión o de nuestra
invención; no, las ideas existen con independencia de que las pensemos, son la
causa y no el efecto de todo lo que existe (si existe el perro en el mundo sensible
es debido a la idea de perro del mundo de las ideas), las podemos descubrir (en
el mejor de los casos) pero nunca formar ni inventar, no dependen de nuestras
decisiones o caprichos sino que es el pensamiento el que depende de ellas. Y
como existen por sí mismas, podemos concluir que son sustancias. Matiza el
filósofo que son inespaciales, intemporales, eternas, universales, carentes de
movimiento....en definitiva, son el ejemplo más claro de la teoría de Parménides;
son todo lo contrario al mundo sensible, que es cambiante, temporal, particular,
etc.
¿Qué indicios tiene Platón para pensar así? Pues se fija en cómo el hombre anda
errante entre el mundo de los sentidos (que es cambiante, fragmentario, plural,
relativo, etc.) buscando conocimientos universales que no cambien (busca en
definitiva “ciencia”), y además se da cuenta de que hasta en el mismo hecho de
nombrar a los seres por ejemplo al árbol se percibe cómo esa idea que tenemos
sobre ellos (la idea del árbol) no la hemos podido adquirir de lo que captamos
por los sentidos ya que dicha idea es universal e inmóvil, mientras que nuestros
sentidos se mueven entre particulares en movimiento; y más aún, cuando
hablamos sobre conceptos como la bondad, la justicia o la belleza (que no son
materiales) tenemos presentes de alguna manera al Bien, la Justicia o la Belleza
en sí mismas, al margen de lo que vemos, sentimos o pensamos. Aquí está ya
incubada la teoría platónica de que a todo nombre común de nuestro lenguaje le
corresponde una entidad única a la que se hace referencia en todos los usos del
nombre.
Platón dice también que en el mundo de las ideas hay una jerarquía de las ideas.
Según él, no todas las ideas tienen el mismo valor: hay ideas subordinadas a
otras, ideas inferiores que dependen de otras superiores que les sirven de soporte
y fundamento. Y en la cúspide de todas las ideas habita la idea del Bien, de la
que dependen todas las demás. Del Bien dimana todo, incluso la Belleza y la
Justicia, que son las ideas inmediatamente inferiores a la del Bien. Y argumenta
que pone en la cima de la pirámide la idea del Bien porque éste orienta la
conducta moral ya que lo bueno es a lo que se aspira y lo que se desea, porque
es la máxima perfección, y también tal como nos relata en el mito de la
caverna el Bien es comparable con el sol en cuanto que es la luz que nos
permite que todo sea visible y comprensible. Cabe señalar que al final de su vida,
y por influencia pitagórica, cambió la cúspide de la pirámide de las ideas y puso
a las Matemáticas allá donde antes estaba el Bien.
Y la última cuestión que nos queda es preguntarnos aquí es sobre cómo se formó
el mundo sensible ya que es imitación o participación del de las ideas, y por
tanto posterior a aquel. Platón viene a decir que desde siempre (hay que
recordar que los griegos no tienen el concepto de creación, éste viene con los
cristianos) existen cuatro “cosas”: el mundo de las ideas, un espacio vacío, una
7
masa material caótica, y el Demiurgo (hay que aclarar que el Demiurgo está
tomado del Nous de Anaxágoras, y es una especie de inteligencia superior cuya
función es la de ordenar lo que existe, nunca crear). Pues el Demiurgo lo que
hace es fijarse en el mundo de las ideas y convertir la masa material caótica en
un mundo lo más parecido posible al de las ideas pero hecho con materia, e
introducirlo en el espacio vacío, y así nace el mundo sensible como copia o
participación del mundo de las ideas.
Repitamos la idea principal: Platón concluye que además de las cosas (mundo
sensible), existen lo que él denominó ideas o universales, que son las auténticas
esencias de las cosas materiales. Estas ideas no son simplemente conceptos, sino
realidades que existen con independencia de las cosas y de nuestra mente.
b El dualismo epistemológico.
Pero Platón, dando un paso más, nos dice que cada idea (que es única, eterna,
inmutable e inmóvil) sólo se capta con la inteligencia (o razón) porque las ideas
son realidades inteligibles, pero no sensibles (no captadas por los sentidos). Y
más aún, estas ideas o esencias ya las tiene en su mente el hombre al nacer
porque están en el alma de forma innata (lo deduce del conocimiento que
tenemos de ellas y que no nos puede venir de lo cambiante y particular) y se las
puede llegar a conocer tan pronto como sepamos desprendernos del apego al
mundo sensible aunque nos cueste esfuerzo. ¿Ahora bien, cómo podemos lograr
este conocimiento de las ideas?
Platón responde que podemos llegar a conocer las ideas mediante la dialéctica
que será el método de ascenso desde lo sensible (particular y concreto) hasta lo
inteligible (universal), o lo que es lo mismo desde la ignorancia hasta el
conocimiento. A lo largo de este camino, la mente humana atraviesa dos campos
principales, el de la doxa (lo cotidiano, la opinión, la creencia) y el de la
episteme (conocimiento verdadero que no viene del mundo sensible). Platón
traza una línea divisoria entre ambos mundos, dejando claro que solamente el
mundo de la ideas puede recibir propiamente el nombre de saber. La doxa versa
sobre "imágenes", mientras que la episteme versa sobre los originales o
"arquetipos". Por tanto, la dialéctica es ese método mediante el que partiendo de
la doxa, y a través del diálogo (preguntas y respuestas) se va ascendiendo de lo
particular (mundo sensible) a lo universal hasta llegar a la episteme o ciencia
(mundo de las ideas).
A su vez Platón subdivide cada uno de los tipos de conocimiento trazando otra
línea en cada uno de ellos ya que –afirma, tanto la doxa como la episteme
tienen dos grados de conocimiento. La doxa se subdivide en imaginación que
consiste en imágenes, sombras de los objetos materiales, y reflejos de éstos en el
agua, y certeza cuyo objeto son las cosas materiales mismas, es el conocimiento
perceptual y sensible del mundo material. Los grados de la episteme son la
reflexión cuyo objeto son las entidades matemáticas que ocupan un lugar
intermedio entre el mundo sensible y el de las ideas, y la inteligencia cuyo objeto
8
son las ideas, a las que el alma del hombre está capacitada para llegar a conocer
y contemplar a través de un correcto razonamiento (que hemos llamado
dialéctica).
Dicho de otra manera, nuestro autor se plantea qué es lo que podemos conocer
los humanos y responde que podemos conocer dos mundos diferentes (el de los
sentidos donde está la doxa y el de las ideas donde está la episteme) pasando
del primero al segundo a través de la dialéctica. Pues bien, esta división del
conocimiento en dos mundos es otra forma de dualismo al que denominamos
dualismo epistemológico (aprendamos este importante concepto filosófico de
epistemología sabiendo que es esa rama de la filosofía encargada de estudiar el
conocimiento, o lo que es lo mismo, cuánto podemos conocer, cómo podemos
conocer y hasta dónde podemos conocer).
Una cuestión relacionada con el conocimiento del mundo de las ideas es la de
preguntarnos por qué identificamos en los objetos de la realidad material lo que
ésta tiene de idea; es decir, cómo es que cuando vemos un perro por ejemplo,
enseguida nos viene la idea general de perro aunque el que vemos es uno
concreto y particular; en definitiva, lo que aquí nos preguntamos es cómo el
hombre es capaz de conocer. La respuesta de Platón la encontramos en su teoría
de la reminiscencia (o recuerdo) que dice que nuestra alma, antes de nuestro
nacimiento, vivía en el mundo de las ideas, y que por determinadas
circunstancias (circunstancias que no explica) cayó a un cuerpo en el momento
del nacimiento, y al caer se le olvida todo lo que conocía; pero el contacto con
los objetos y las cosas del mundo sensible le harán ir recordando todo aquello
que previamente había conocido. Por tanto, el hombre es un ser que vive en un
mundo (el sensible) pero añorando otro (el de las ideas en el que ya vivió), y
para acercarse a él, lo que debe hacer es recordar lo que previamente conoce (la
dialéctica le ayuda a ello). La teoría de la reminiscencia, por tanto nos conduce a
una existencia previa del alma, esto es, a la reencarnación. Puede verse aquí la
influencia de su maestro Sócrates cuando decía que para conocer hay que mirar
en el interior; Platón especifica que conocer es recordar. Por tanto, conocemos el
mundo sensible porque a través de él recordamos el mundo de las ideas donde
previamente hemos vivido.
c El dualismo antropológico.
Para nuestro filósofo, en el hombre también se aprecia el dualismo ya que es una
especie de unidad formada por dos elementos contradictorios como son el
cuerpo y el alma. El alma es la posesión más valiosa del hombre, y por eso la
principal ocupación del hombre debería consistir en que su alma llegue a
conocer la verdad. El cuerpo del que apenas se ocupa sería como la cárcel del
alma: es un mal por las necesidades que crea al alma (enfermedades, deseos,
temores, pasiones, etc...) que le impiden buscar la verdad. El cuerpo es una
pesada carga de la que el hombre tiene que liberarse poco a poco, de la que
tiene que purificarse para tener acceso a la contemplación de las ideas. El cuerpo
9
es el que fuerza al alma a tener posesiones materiales, a ambicionar cosas del
mundo sensible, es el que le impulsa a las guerras y a toda clase de violencias.
El alma es completamente superior al cuerpo, tiene primacía sobre él y debe
gobernarlo. El cuerpo es movido por el alma. A pesar de la influencia negativa
que el cuerpo ejerce sobre el alma, ésta es capaz de regir el cuerpo y sus deseos.
¿Es posible una unión entre dos naturalezas tan distintas, una tan superior y otra
de rango tan inferior? Platón traslada su teoría de las ideas a la realidad del
hombre y abre un abismo entre el mundo del espíritu (o mente) y el mundo del
cuerpo, a semejanza del abismo que estableció entre el mundo inteligible y el
sensible, abismo que perdurará por siglos hasta nuestros días, y del que el
cristianismo tomó buena nota
En la República, uno de sus libros, Platón, tras despreciar al cuerpo, divide el
alma en tres partes (una inmortal y dos mortales) situando a cada una de ellas
en una parte del cuerpo y confiriéndole a su vez una virtud propia. Son las
siguientes:
La racional: es el puro pensar, con ella se llega al verdadero conocimiento, es
de naturaleza divina, inmortal y distingue al hombre del resto de los animales;
está representada en la cabeza y la virtud que más le caracteriza es la sabiduría
(que lleva implícita la prudencia o inteligencia práctica).
La irascible: es la fuente de las pasiones nobles (valor, esperanza, ambición) y
aliada natural de la razón. Es mortal e inseparable del cuerpo; es la que nos da
ánimos para avanzar; está representada en el tórax, y su virtud principal es la
valentía (fuerza para luchar en la vida).
1
contemplar, mientras que los otros elementos o partes del alma están
esencialmente ligados al cuerpo, es decir, esencialmente ligados al mundo
material, y como no tienen parte directa en la actividad racional, no pueden
contemplar el mundo de las ideas.
Con esta teoría del alma, Platón también trata de alejarse de los sofistas, ya que
para ellos –según Platón lo importante era satisfacer los deseos y necesidades,
mientras que en realidad la satisfacción de éstos le destruye y le impide
convertirse en un verdadero hombre cuya riqueza está en su interior donde
habita un deseo de hacer justicia y de hacer el bien; y en esta tarea entran en
juego también los otros hombres (uno no puede ser feliz prescindiendo de los
demás), lo que equivale a decir que Platón relaciona la ética (lo personal) con la
política (la polis).
3. De la ética a la política.
Como decimos, la teoría política de Platón se desarrolla en íntima conexión con
su ética. La vida griega era esencialmente una vida comunal, vivida en el seno de
la ciudadestado (polis), hasta el punto de que a ningún griego se le hubiese
ocurrido nunca que alguien pudiera ser un hombre perfectamente bueno y cabal,
manteniéndose lejos del Estado y la sociedad. Esto lleva implícita la doctrina de
que la sociedad organizada es una institución natural, de que el hombre es un
animal social por naturaleza, doctrina que es común a Platón y a su discípulo
Aristóteles.
Por consiguiente para Platón, que se interesaba en todo lo relativo a la felicidad
y a la vida verdaderamente buena para el hombre, era una necesidad imperiosa
determinar la genuina naturaleza y función del Estado. Esto implica, que los
principios de la Justicia son los mismos para el individuo que para el Estado. Si
el individuo vive su vida como miembro del Estado, y si la Justicia del uno y del
otro está determinada por la Justicia ideal, entonces ni el individuo ni el Estado
se libran del sometimiento de los principios inmutable de la Justicia en sí.
Ahora bien, es totalmente evidente que ninguna constitución ni gobierno alguno
de los de la realidad encarnan el principio ideal de la Justicia; pero lo que le
interesa a Platón no era ver qué son los Estados reales, sino lo que el Estado
debería ser, y así, en la República se propone descubrir el Estado ideal, a cuyo
modelo todo Estado de los de la realidad debería parecerse en la medida de lo
posible.
El Estado existe para servir a las necesidades de los hombres. Los hombres no
son independientes unos de otros, sino que necesitan la ayuda y cooperación de
los demás para todo lo que les hace falta en la vida. El mejor Estado sería aquel
que estuviera dividido en las siguientes tres clases sociales:
Productores: cuya actividad propia será la productiva para satisfacer las
necesidades de la polis. Constituyen la clase social más baja, es decir,
comerciantes, campesinos y artesanos. Les está permitido poseer propiedad
1
privada, riquezas y mujeres; su virtud fundamental es la templanza (hacer lo que
les corresponde y no lo que les apetece, obedeciendo a los “sabios”).
Guardianes: son los hombres que mantienen la convivencia social y el
territorio en caso de necesidad; son escogidos de entre los artesanos por su
valentía y amor a la verdad. Estos guardianes deberán ser valerosos y también,
en cierta medida, filósofos, en el sentido de que habrán de saber quiénes son los
enemigos del Estado. Por tanto, habrán de someterse a cierto proceso educativo.
Separados del resto, sin mujeres ni hijos propios, ni riquezas, porque “sólo quien
no posee nada puede servir a la comunidad”. Su virtud fundamental es la
valentía.
Gobernantes: se les escogerá cuidadosamente de entre la clase de los
guardianes. No han de ser jóvenes, deben ser los mejores, inteligentes y fuertes y
que procuren los intereses públicos como idénticos a los suyos propios. Serán los
elegidos para dirigir el Estado. Tanto los guardianes como los gobernantes
(elegidos entre los primeros), no han de poseer bienes privados ni formar
familias, pues el egoísmo y la rivalidad entre las familias provocaría la desunión
de la clase dirigente. Son los que más saben, son los filósofos. Su finalidad es
velar por la ley, buscar la verdad e impartir la justicia.
Tras esta división del Estado conviene aclarar tres cosas.
La primera es que el Estado no sirve simplemente para cubrir las necesidades
económicas del hombre, sino para hacerle feliz, para que el hombre pueda
desenvolverse llevando una vida recta, de acuerdo con los principios de la
Justicia. De aquí la necesidad de la educación, puesto que los miembros del
Estado son seres racionales. Mas no hay educación alguna que lo sea de veras si
no es para la verdad o el bien. Quienes rigen la vida del Estado y determinan los
principios de la educación y distribuyen las tareas dentro del Estado a sus
diferentes miembros han de saber qué es lo realmente verdadero y bueno, en
otras palabras, deben ser filósofos. De este modo, los escogidos como
gobernantes serán instruidos en diversas materias, como en matemáticas y
astronomía. El Bien absoluto al que se aspiren será el modelo al que han de
atenerse en la ordenación del Estado y en la ordenación de sus propias vidas,
haciendo de la filosofía su ocupación principal. El hombre que posee el
conocimiento de la Verdad es el verdadero filósofo y el que debe dirigir el
Estado.
Lo segundo que conviene aclarar es que Platón establece la justicia en el Estado
en paralelismo a la justicia en el individuo; así, si cada parte del alma se
ordena según la disposición o virtud que le es propia, la justicia en el Estado
consiste en que cada una de las tres clases de ciudadanos se atenga al cometido
que le es propio. Así, la sabiduría del Estado reside en la clase de los
gobernantes; la fortaleza en los guardianes y la templanza en los artesanos. Con
lo que también se establece un paralelismo entre las virtudes propias de cada
parte del alma, y las virtudes que corresponden a las diferentes clases sociales.
1
Lo mismo que el individuo es justo o prudente cuando los elementos de su alma
funcionan en la debida armonía y con la subordinación propia de lo inferior a lo
superior, también el Estado es justo y conforme a derecho cuando las clases y los
individuos que las componen cumplen debidamente sus cometidos.
Terminemos diciendo que Platón tiene poca fe en la democracia al considerarla
una forma degradada de gobierno porque según él su fauna característica son los
sofistas y demagogos, y porque entiende que el igualitarismo democrático es
irracional ya que lleva al gobierno de los incompetentes (El ingeniero no se elige
por aclamación popular, diría Platón).
C. ANEXOS:
ANEXO 1.
(PLATÓN: República, VI, 483 AC)
1
ANEXO 2.
“Sócrates: Afirmabas que incluso en relación con la salud el orador será más
persuasivo
que el médico.
Gorgias: Lo será, efectivamente, pero ante una multitud.
Sócrates: ¿Ante una multitud, o sea, ante los que no saben? Porque no va ser
más
persuasivo que el médico ante los que saben.
Gorgias: Así es.
Sócrates: Por consiguiente, si es más persuasivo que el médico, resulta más
persuasivo
que el que sabe.
Gorgias: Sin duda.
Sócrates: Y sin ser médico. ¿No es así?
Gorgias: Sí.
Sócrates: Y el que no es médico ignora las cosas que el médico sabe.
Gorgias: Efectivamente.
Sócrates: Por consiguiente, ante los que no saben, el que no sabe resulta más
persuasivo que el que sabe….”
(PLATÓN: Menón, 459 AB)