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De esta forma, con una dedicatoria a la Juventud latinoamericana, Rodó usa una

prosa elocuente y elevada, a fin de transmitir sus ideas humanistas, sobre hacia dónde y con
cuáles valores deben marchar los jóvenes de América latina, para convertirse en hombre
íntegros, capaces de evolucionar dentro de una educación digna, provista de las herramientas
espirituales, morales y éticas adecuadas para mantenerse en el sendero de la honestidad, la
justicia y el decoro.

Resumen de Ariel

Este Ensayo del autor uruguayo José Enrique Rodó caracteriza el discurso de un sabio
y viejo maestro, dirigido a sus estudiantes, en ocasión de la culminación del año escolar. El
nombre de este profesor es Próspero, quien comienza a hablarle a los jóvenes de “Ariel”,
entidad que de acuerdo al texto, pertenece a la simbología creada por Shakespeare en su obra La
Tempestad, y que es descrito por el propio Próspero de la siguiente manera:

Ariel, genio del aire, representa, en el simbolismo de la obra de Shakespeare, la parte


noble y alada del espíritu. Ariel es el imperio de la razón y el sentimiento sobre los bajos
estímulos de la irracionalidad; es el entusiasmo generoso, el móvil alto y desinteresado en la
acción, la espiritualidad de la cultura, la vivacidad y la gracia de la inteligencia, —el término
ideal a que asciende la selección humana, rectificando en el hombre superior los tenaces
vestigios de Calibán, símbolo de sensualidad y de torpeza, con el cincel perseverante de la vida”.

Aclarado en este punto, el significado de la estatua que se encontraba cerca del


maestro, que correspondía a esta Ariel, detallado por Shakespeare, y que sirve para darle
también el título a la obra, el ensayo transcurre con la última lección del sabio profesor, hacia
sus estudiantes, a los cuales quiere arengar también usando palabras del poeta alemán Goethe,
recordando que en el mundo, la Libertad y la Vida son instancias por las cuales hay que luchar
hasta conquistarlas, porque sólo las obtiene quien es digno de conquistarlas. Así mismo, le
recuerda a su estudiantes, y con esto a toda la juventud latinoamericana, que cada nueva
generación se enfrenta con el reto de conservar la Libertad que ha heredado, o por el contrario
recuperarla.

Así mismo, este sabio maestro, comienza a enumerar las riquezas que habitan el
corazón de los jóvenes, a fin de que estos puedan ser conscientes de que en sus mentes y
sentimientos pueden encontrar grandes emociones como el amor, el entusiasmo, la esperanza, la
alegría, los cuales unidos a la razón, la salud y la edad, convierte a los jóvenes en los
responsables de renovar la sociedad, a fin de transformar lo que deban transformar, defender lo
necesario y sembrar los primeros albores del futuro.

Igualmente, el sabio maestro se dará a la tarea de enumerar las exigencias éticas que
presenta la época que se vive. Para eso, volverá sobre el ejemplo de Ariel, quien a la vez
representa para la mitología griega el punto de equilibrio entre la acción y el pensamiento, por
lo que este maestro ve en esa analogía el camino que debe seguir la ética, es decir que haya una
real correspondencia entre lo que se siente, lo que se piensa y lo que se hace. De la misma forma,
este maestro le comenta a sus estudiantes la importancia de desarrollarse como seres íntegros,
pudiendo atender y ejercitar cada una de las partes de su ser.
No obstante, como siempre, un lado positivo tiene su contrario, y en este caso, el viejo
maestro antepone a su Arial a otra entidad, llamada Calibán, el cual es visto como el
símbolo del egoísmo, del no tener razón y de los espíritus cortos e interesados. Así, Próspero
plantea como ideal a alcanzar al Ariel de Shakespeare, previniendo también sobre las fuerzas de
Calibán, las cuales pueden llevar al hombre a alejarse de la senda de la rectitud y la ética,
empobreciendo su espíritu.

También, además de las constantes referencias y analogías en base a la mitología griega


y los grandes poetas de la humanidad, Rodó –en la voz del maestro Próspero- usará el recurso
de la parábola, como por ejemplo la de El Rey Hospitalario, que narra la historia de un rey
justo, amado por su pueblo, y quien trabajaba para él, incluso haciendo que su casa fuese “la
casa del pueblo”, es decir, que los súbditos podían pasar a su palacio como quisieran.

Sin embargo, este rey, tenía en su castillo una sala secreta, en donde sólo podía
permanecer él. De esta forma, el Rey contaba con un refugio solitario, en donde podía pasar sus
horas meditando y creando. Cuando el Rey murió, la estancia quedó clausurada para siempre.
De esta forma, el autor plantea la necesidad de conservar un espacio de la psique y de la mente,
para poder estar en paz consigo mismo, al tiempo de tener un lugar para albergar a los extraños
que vamos conociendo, pero sin perder nuestra intimidad, necesaria para tener un lugar
interno donde refugiarse.

Finalmente, el autor uruguayo expone los dos distintos tipos de vida que existen:
aquellas orientadas al idealismo; y otras dirigidas hacia el utilitarismo. También, Rodó –en
la voz de este maestro- haba de la importancia de educar a la Democracia, fortaleciéndola en sus
aspectos morales e intelectuales, a fin de que el ejercicio de ella se encuentre orientada siempre
hacia el idealismo, y no hacia el utilitarismo, que puede llevar a corromperla o sacarla de la
senda de la ética. Siendo responsabilidad de esto el de las nuevas generaciones. Sus últimas
palabras corresponden entonces a una arenga a la juventud a Latinoamérica a dejar brillar en
ellos el Ariel.

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